El amor est� lleno de helio POR nathali gómez • @laespergesia ILUSTRACIONES charleto Si les hablo de amor, de una promesa, de globos y de un tatuaje, ¿pensarían de inmediato en una pareja? El narrador y poeta estadounidense Raymond Carver titula un relato con una pregunta que pudiera parecer sencilla pero que costaría más de una vida responder: “¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?”. La cabeza se nos llena de respuestas visuales: dos personas dándose un beso, una madre con su hijo en el regazo, una abuela que abraza a sus nietos, un grupo de amigos. La historia que escribimos en esta oportunidad ocurre entre dos hermanas: Ana Sofía y María José. El amor, ese que nos tortura con una daga de plumas, puede adoptar tantas formas como las sombras de las ramas de un árbol durante un día. Hay experiencias sanadoras que arrancan todo de raíz, otras que dejan sequía en el alma, otras más que quedan inconclusas y otras que se las come el óxido del tedio. Este caso es diferente y comienza con alguien que decide “no llorar una ausencia sino celebrar la vida”, como cuenta Ana Sofía, a sus 29 años de edad recién cumplidos. Sofía acababa de ser madre de la pequeña Anabella. Era el 5 de febrero de 2012, su hija tenía apenas 15 días de nacida cuando le dieron la noticia que nadie quiere nunca escuchar: su hermana María José, que en ese momento tenía 29 años, había fallecido en una accidente de tránsito en Higuerote, estado Miranda. Ese sol que tantas veces había acariciado su cuerpo e iluminado su sonrisa se había oscurecido por un instante. La familia quedó conmocionada por lo inesperado y lo trágico. “María José es una persona muy alegre, carismática, con muchos amigos, sociable, extrovertida y rumbera. Es el alma de la fiesta”, cuenta su hermana sin necesidad de usar el verbo ser en pasado. Ese 2012 a Ana Sofía se le ocurrió una manera diferente de conmemorar el cumpleaños de su hermana, que fuera un reflejo de cómo había sido ella en vida: reunir a amigos y familiares, hablar de ella y, al final, soltar globos en espacios públicos de Caracas “para elevar, de forma simbólica, nuestro mensaje de amor hasta el cielo”. “Estábamos hablando y se me ocurrió lanzar unos globos, porque cuando ella cumplía años, solía regalarle unos que decían: ‘Feliz cumpleaños’; se los dejaba amarrados a la cama o se los ponía en la mesa”, recuerda Sofía. El 17 de septiembre de 2012 un grupo de amigos y familiares llegó a Los Próceres, citados por Ana Sofía. Se ubicaron en un lugar abierto de este paseo, construido en 1956 para honrar a nuestros héroes y donde, por las tardes, desaparece la sombra de los monolitos en los que descansan nuestros luchadores por la Independencia. Los convocados llegaron, sacaron papel y lápiz, escribieron frases dirigidas a María José, las amarraron a los hilos de unos globos de helio, hicieron una rueda, se tomaron de las manos, hablaron sobre la cumpleañera sintiéndola presente y entre risas y voces quebradas le gritaron: “Feliz cumpleaños, María José”. Soltaron las bombas y se fundieron en un abrazo, mientras las esferas coloridas surcaban el cielo siempre amable de Caracas. Como ªTengo un tatuaje en el brazo: unos globos y el hilo que los agrupa forma la fecha de nacimiento de mi hermana. Es una promesa de que cuando yo est� viejita, con mi comadre, lanzaremos los globosº _ siempre en nuestras historias, el Ávila observaba impertérrito. Mientras están tomados de las manos, Ana Sofía define lo que siente como “algo mágico”, una forma de sentir las buenas energías “con las personas que tienes al lado, que comparten contigo ese sentimiento de amor y que entienden nuestro dolor: cuánto la extrañamos y lo difícil que es hacer eso sin ella”. Las espacios públicos caraqueños han sido los escogidos para hacer este encuentro de amor. Primero fue en Los Próceres, luego en Plaza Venezuela y después en la de Los Museos, en dos ocasiones. Este año se hizo en la playa. “Las plazas las elegimos porque necesitábamos un lugar abierto para soltar los globos, porque, si no, chocan con edificios, árboles. Buscamos lugares céntricos, bonitos, los más atendidos del municipio Libertador”, afirma. El escritor francés Antoine de Saint-Exupéry, autor de la céle- Caracas, 16 de octubre de 2016. bre novela El principito, escribe: “El amor crece cuando se reparte”. La historia de estas dos hermanas es la ejemplificación perfecta de la frase. Por lo inusitada de esta celebración, que rompe la cotidianidad de las tardes capitalinas, cada 17 de septiembre, desde 2012, muchos viandantes se quedan para ver el ritual y aplauden al final, tras ver al grupo tomado de la mano, entre lágrimas. Si alguien les pregunta, ellos le explican y se establece la solidaridad de inmediato. Ana Sofía cuenta que luego de lanzar los globos, todos se abrazan en “un impulso natural”. Después se toman fotos, ven las que les han mandado de otros lados del mundo donde también han lanzado esferas al aire, como Panamá, Madrid, incluso Nueva Zelanda, y luego buscan un sitio de reunión para seguir hablando de María José y tomarse unos tragos a su salud. Es una fiesta. Ha habido cinco encuentros desde 2012. En una ocasión se reunieron 25 personas para este ritual. Solo dos han ido a todos: Alejandra, una amiga de ella, y Kay Yam, la comadre de Ana Sofía. “Ha sido algo muy bonito. Tengo un tatuaje en el brazo: unos globos y el hilo que los agrupa forma la fecha de nacimiento de mi hermana. Es una promesa de que cuando yo esté viejita, con mi comadre, mi cómplice, la que me acompaña, así estemos las dos solitas y viejitas, lanzaremos los globos”, dice convencida. Cada año, con cada encuentro, todos comparten alguna anécdota que les hace conocer un poco más a María José, a través de la oralidad y de la cercanía. Como diría la filósofa española María Zambrano, “la memoria nos rescata”. El amor une los pedazos y los pone a volar en un globo de helio. ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor? Edición Número Doscientos. Año 04. ÉPALE CCS 27
© Copyright 2024