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Alma de potrero
El gran momento
del 10 de Liverpool
Nicolás de la Cruz
El otro quinquenio
Cuando el sueño
de los chicos
se hizo realidad
Cábalas y mitos
La magia en la
cultura del fútbol
uruguayo
publicación sobre la identidad del fútbol uruguayo
SETIEMBRE / OCTUBRE 2016_edición_12 - issn 2393-5995
Santiago “Bigote” López
OTRO CAMINO
OTRA RECOMPENSA
1
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túnel set-oct 2016
Dónde se lee la revista Túnel
2
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Byblosur Libros. Magallanes 922
Gussi Libros. Yaro 1119
Helvecia Libros Café. Avenida Gilomen 1231, Nueva
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Librería Papacito. 18 de Julio 888
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Libros de la Arena. Benito Blanco 962
Libros Libros. Terminal Tres Cruces
Maca libros. Ciudad de Durazno
Nueva Galería Libros. Tristán Narvaja 1536
Pocitos Libros. Avenida Brasil 2561
Pompona Libros. José Enrique Rodó 280, Ciudad de
Canelones
BIBLIOTECAS/CENTRO CULTURALES/INSTITUTOS DE
FORMACIÓN
Biblioteca Eduardo Acevedo Díaz. Sayago 946
Biblioteca María Vittori. Moltke 1408
Biblioteca Carlos Roxlo. Rivera Indarte 4296
Biblioteca Carlos Villademoros. Dr. Volpe 4060
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Carlos Gómez
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Centro Comercial
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Biblioteca Amado Nervo. E. Michelena esquina Santiago
Rivas
Biblioteca Delmira Agustini. Samuel Blixen 4151
Biblioteca Aurelia Viera. Lucas Obes 1021
Biblioteca Horacio Quiroga. Gral Flores s/n, Centro
Cultural Goes
Biblioteca Juan Monteverde. Plaza Vidiella 5628
Biblioteca Avda. Luis Batlle Berres 314
Biblioteca Club Banco Hipotecario. Colonia 2189
Biblioteca Facultad de Humanidades. Cordón
Biblioteca Alfredo Zitarrosa. Av. Penino km 29,500,
Ciudad del Plata
Biblioteca Municipal de Paysandú. Sarandí 1184
Biblioteca Popular Jacinto Laguna. Nueva Palmira
Cantina Facultad de Humanidades. Cordón
Centro Cultural de España. Rincón 629
Centro Cultural Florencio Sánchez. Grecia 3281
Imprenta Logo’s. Rivera 277, Ciudad de Colonia
Municipio de Tomás Gomensoro. Artigas
Socio Espectacular. 18 de Julio 1618
BARES/BOLICHES/CLUBES
Bar Andorra. Canelones 1302 y Aquiles Lanza
Bar Finesterre. Rodó y Gaboto
Bar La Giralda. Bulevar Artigas 1597
Bar Las Flores. Bulevar España 2051
Bar La Toja. Rivera y Dolores Pereira Rossell
Bar Maldonado. Maldonado y Barrios Amorim
Bar Palacio. Garibaldi y Tuyutí
Café & Bar. Uruguay y Minas
Cafetería del Teatro Politeama. Tomás Berreta 310,
Ciudad de Canelones.
Cantina de Miramar Misiones. Villa Dolores.
Cervecería Mastra. Mercado Agrícola, Martín García y
José L. Terra
Chopería Mastra Colonia. Del Comercio 158. Ciudad de
Colonia
Don Basilio. Paysandú y Minas
Ganache Café. Calle Real 178. Ciudad de Colonia
Palacio del Café. Mercado Agrícola, Martín García
y José L. Terra
Pizzería y Parrilla El Luichi. Gaboto 1300 y Charrúa
Silex. Buenos Aires e Ituzaingó
Restorán y Parrillada Lo de Silverio. Rossell y Rius 1651
Club Enrique López. Ejido y Cebollatí
Club Esparta. Colonia Valdense.
Club Tito Borjas. Bélgica 2299
OTROS SITIOS
AEBU. Camacuá 575 y Reconquista.
Almacén Don Alberto. Máximo Santos 5207
AlPecho Remeras y Margass. Galería del Virrey, 18 de
Julio y Quijano.
Bazar 2 Tesoros. Av. Garzón 1307 A
Centenario Fútbol 5. Luis Alberto de Herrera y 8 de
Octubre,
CF5. Uruguay 1998 y República
Estación Petrobras. Ellauri y Gabriel Pereira
Gol al futuro. Estadio Centenario, Sala Franzini.
Intendencia de Canelones. Dirección de Deportes.
Museo del Fútbol. Estadio Centenario.
Peluquería Dawer. Orinoco y Amazonas.
Peluquería Mauro. Francisco Canaro y Mario Cassinoni.
Quiosco. Galicia 1146
Quiosco Paquín. Bulevar España y Benito Blanco.
Taller Aquelarre. Escuela de Fotografía. Andes 1528
Se distribuye además a los integrantes de los
cuerpos técnicos de los clubes afiliados a la AUF, al
cuerpo técnico de la selección nacional en todas sus
categorías, a entrenadores, futbolistas, periodistas,
a los docentes de los cursos de entrenadores del
ISEF y de la ACJ, al departamento técnico de OFI, a
Sala de Redacción de la Facultad de Comunicación de
Udelar y en la Tecnicatura de Gestión en Instituciones
Deportivas de la Facultad de la Cultura del CLAEH, a
la Asociación de Entrenadores (AUDEF), Asociación de
Jueces, CAFO.
A poco de llegar a los dos años de vida, con una docena de ediciones de Túnel
publicadas y distribuidas en forma gratuita, dos libros editados (El lado B y El último
gol) y un concurso de relatos en marcha, hicimos una pausa para evaluar cómo seguir.
El balance tiene claroscuros. Hay una gama de sensaciones acerca de cómo es el
presente alcanzado. Estamos satisfechos de haber transitado de la idea al proyecto y
de este a la realidad, pasos osados, arriesgados y desafiantes.
Sabemos que hemos logrado algo y que nos falta mucho. También tenemos claro
–y no es excusa, sino contexto– que disponemos de buenos recursos humanos y de
algunas dificultades de índole material.
No ha de ser difícil apreciar que hemos realizado un gran esfuerzo económico
para garantizar la continuidad editorial de una publicación gratuita en un tiempo con
mayores incertidumbres que certezas en materia de captación de publicidad orientada
a la gráfica. ¿Y qué esperar cuando se trata de una publicación que no apuesta a lo
efímero y efectista sino a reflejar lo más permanente e identitario del fútbol uruguayo?
Hemos recibido buenos retornos conceptuales sobre nuestras entregas editoriales
y algunos muy valiosos apoyos publicitarios, que más allá de su relevancia no han sido
suficientes para compensar los egresos.
Hoy se nos plantea la disyuntiva si vale la pena persistir y la respuesta no puede
ser otra que renovar el esfuerzo y seguir adelante.
Túnel seguirá editándose en su frecuencia habitual incorporarando nuevos sitios
donde pueda leerse gratis: centros culturales, bibliotecas, instituciones académicas
especializadas, clubes, librerías, bares, entidades gremiales, colectivos de futbolistas,
entre otros.
Pero la realidad nos obliga a pensar en formas complementarias de financiación.
Así es que, como se puede apreciar en el aviso institucional que aparece en la página
2, se incorpora la suscripción a partir de la edición número 14, correspondiente al
bimestre enero-febrero de 2017.
Quienes quieran recibir Túnel en su casa o lugar de trabajo podrán suscribirse a
través de tunel.com.uy
El precio de la suscripción por seis números será de 600 pesos en todo el país o 20
dólares más gastos de envío para el exterior.
Porque creemos en la diversidad de enfoques y miradas sobre el fenómeno
cultural del fútbol, necesitamos el apoyo por la condición de Túnel, en tanto medio
alternativo, alejado de centros de poder e intereses económicos.
Apostamos a que Túnel sea un emprendimiento viable y a que, junto a ustedes, la
pelota siga rodando.
publicación sobre la identidad del fútbol uruguayo
SETIEMBRE / OCTUBRE 2016_edición_12 - issn 2393-5995
Dirección responsable
Diego Graziosi
Coordinación general
Pedro Cribari
Edición
Marcel Lhermitte
Escriben
Ignacio Alcuri, Juan Aldecoa, Mauricio Bruno, José
López Mercao, Agustín Lucas, Mateo Magnone, Mintxo
(Fermín Méndez), Luis Morales, Martín Otheguy,
Mauricio Pérez, Isabel Prieto Fernández, Patricia Pujol,
Carla Rizzotto.
Fotografía
Andrés Cribari, Rodrigo López, Leonidas Martínez,
Luis Morales
Permiso del MEC en trámite
www.tunel.com.uy - [email protected]
tuneluy - @tuneluy
Ilustración
Rodrigo López, Fernando Ramos
Diseño
Andrés Cribari, Rodrigo López
Corrección
Stella Forner
Sitio web
Pablo Scartaccini
Foto de tapa: Andrés Cribari
Contacto: [email protected]
Se utilizaron las tipografías Chau Trouville, de
Vicente Lamónaca; Rambla, de Martín Sommaruga;
y Adobe Garamond Pro
3
Doping positivo
túnel set-oct 2016
Todo el cuerpo
4
Levanta la rodilla izquierda unos veinte
centímetros, hasta que su pie cuelga del
aire como el de una bailarina de cabaret.
Arquea casi imperceptiblemente la punta
de los dedos, como si imitara el zapato de
un duende y aprieta en el empeine la pelota
como un huevo en la huevera. Entonces,
dentro de su cuerpo, alguien destraba
una polea y súbitamente se activa un
mecanismo de resortes por el cual la rodilla
sube con violencia, como la piña al mentón
de un boxeador, al tiempo que la presión
de sus dedos sobre la pelota cede y el pie
inicia un movimiento circular hacia adentro
sin otro fin que el de rodearla por completo
y volver a depositarse en el mismo lugar
en que estaba, y esto con la velocidad
suficiente como para que la pelota no llegue
a enterarse nunca de que, en ese ínterin y
por efecto de la ley de gravedad, tendría
que haberse caído.
Cuando era niño, este tipo de chiches
me estaban prohibidos. Podía pasar la
pelota correctamente, mandarla a guardar,
correr mucho y raspar en la marca, pero
no podía darme gustos. Mi cuerpo me lo
impedía.
Años después, ya adolescente, vi un
especial sobre Maradona en TyC Sports. En
un bloque del programa, justo antes de ir a
la pausa, la cámara se tomó diez segundos
para encuadrar frontalmente la zurda
del Diego, desde la punta del pie hasta la
rodilla, y luego mostrar –en una cámara
lenta preciosa, cargada de erotismo–
cómo la bocha en principio apretada en su
empeine quedaba justo en el mismo lugar,
flotando en el aire, luego de que la pierna la
abandonara súbitamente y diera una vuelta
al mundo para colocarse, otra vez, en el
mismo sitio, tal y como cuento en el primer
párrafo.
Era una tarde de sábado. Había
almorzado y estaba al pedo, así que agarré
una pelota, salí afuera y empecé a probar.
Había tratado de hacer esa jugada miles
de veces y nunca había podido. Tenía
amigos que sí; los envidiaba. Pero recién
esa vez, cuando vi la jugada en cámara
lenta, entendí los mecanismos corporales
que debían activarse para que esa pelota
no cayera. Entonces traté de imitarlos. Y
lo logré. Sí señores, lo logré. Hoy tengo 31
años y ese es el único lujo que mi cuerpo –
probablemente aburrido de que lo forzara a
repetirlo hasta el hartazgo– me ha permitido
en toda la vida.
Hacer un lujo no tiene nada que ver con
saber jugar al fútbol. Por algo los tipos que
en los semáforos descosen una pelota de
tenis con cualquier parte del cuerpo antes
de que vuelva la luz verde, no son futbolistas
profesionales.
Además, como dijo Solari, el lujo es
vulgaridad. Sólo cumple una función dentro
de la cancha y es la de ofender al rival
buscando forzar un golpe artero que lo deje
con un jugador menos.
Hacer un lujo no tiene
nada que ver con saber
jugar al fútbol. Por algo los
tipos que en los semáforos
descosen una pelota de
tenis con cualquier parte
del cuerpo antes de que
vuelva la luz verde, no son
futbolistas profesionales.
Pero la capacidad de ejecutarlo
expresa, generalmente, una potencia
futbolística, una base que no es suficiente
pero sí necesaria, un destello que demuestra
la capacidad de control sobre el propio
cuerpo. Y ahí está la diferencia. Porque en el
fútbol, controlar la pelota no importa; lo que
importa es controlar el cuerpo, dominar esas
terminaciones nerviosas que interactúan
con la cosa redonda y de cuero y con el físico
de los otros.
Aceptemos el esquema de que, en los
seres humanos, la psique y la carne son dos
cosas distintas. Están separadas y la primera
le da órdenes a la segunda. De lo rápido
que viajan esas órdenes depende nuestra
capacidad para controlar el cuerpo. En la
medida en que esa distancia se acorta,
tenemos mayor soberanía.
Ahora bien, imaginemos una
eventualidad (por definición, imposible,
puesto que hemos aceptado el esquema
de que ambas dimensiones del ser están
separadas) en que psique y carne se unan.
Estamos proponiendo que la distancia
entre los extremos se acorte tanto que
ya no sea posible distinguirlas. Que se
superpongan, se mezclen, sean indivisibles.
Bueno, en el fútbol, esa eventualidad se
llama Maradona.
Si no me creen, miren al Diego en
YouTube. La apariencia es que lleva la
pelota atada. Pero hagan el esfuerzo de
evitar el poder hipnótico de la redonda y
fíjense en los movimientos de su cuerpo. Y
luego compárenlos con los movimientos de
los jugadores que lo rodean. Miren cómo su
tobillo izquierdo puede girar casi noventa
grados hacia afuera (sin involucrar al resto
de la pierna) para introducir el pie debajo
de la pelota y meter un pase al vacío
imposible. Miren cómo sus cuádriceps
pueden contraerse en una milésima de
segundo y dispararlo en una carrera felina
y luego vean cómo pueden contraerse de
vuelta para frenarlo en seco mientras su
perseguidor se desparrama. Y miren cómo
puede amagar con la pierna, amagar con
el torso, amagar con el pelo, y presten
atención a cómo, con cada amague,
los restos del defensa se desmoronan
como los de un edificio viejo y podrido,
mientras la pelota, en medio de ellos,
rueda suavecita, sin que nadie la toque,
hacia la línea de fondo, y antes de que se
vaya, cuando el rival es sólo escombros,
la zurda gatilla y pone el centro entre el
punto penal y el borde del área chica. Eso
no es un cuerpo. Es algo más. Yo no puedo
separar el dedo medio del anular.
Hace un par de días tuve fútbol 5.
Volví a casa caminando, con un amigo.
Hacía mucho que no jugaba y por eso me
dolía todo, tanto que le comenté sobre
lo insano que me parecía ese deporte,
que destroza los tobillos, las rodillas y
los dedos gordos (bueno, esto último me
pasa sólo a mí). Y mi amigo, que es muy
de la paz mental y todas cosas, me dijo
que todo lo contrario, que el fútbol 5 es
una instancia de sanidad, porque es el
único momento de la semana en que no
piensa en nada, en que se abandona a los
movimientos instintivos de su cuerpo.
“Cuando pateás”, me dijo, “no pensás en
cómo le vas a pegar; vas y le pegás. Y podés
patearla dos veces exactamente igual y una
clavarla en el ángulo y otra mandarla a la
mierda. Y lo bueno es que eso no depende
de vos, por lo menos no conscientemente;
el cuerpo lo hace solo”.
Para mí es todo lo contrario. Aquellos
que nacimos con un hueco grande como
un océano entre la psique y la carne y que,
de niños, no lo achicamos mediante la
incorporación de fundamentos técnicos,
tenemos que pensar cada cosa que
hacemos adentro de la cancha. Si la pelota
viene de aire tenemos que calcular dónde va
a caer en función de su velocidad y ángulo
de incidencia y debemos correr hacia allí
a pesar de que, aparentemente, vayamos
hacia un vacío, porque una vez que estemos
en nuestro destino coincidiremos con la
pelota. Y tendremos que acomodar el pecho
formando un ángulo tal que dirija el rebote,
con la violencia justa, hacia un lugar de
la cancha que esté bajo nuestro control.
Y si vamos a patear de media distancia
tendremos que acomodar el cuerpo, esperar
En el fútbol, controlar
la pelota no importa; lo
que importa es controlar
el cuerpo, dominar esas
terminaciones nerviosas
que interactúan con la cosa
redonda y de cuero y con el
físico de los otros.
que la pelota se ubique en el lugar justo,
evitar la ansiedad de golpearla antes de
tiempo por miedo a que nos la roben y dar
los dos o tres pasos necesarios, firmes,
seguros, para poder pegarle con la parte del
pie que queremos.
Para algunos, todo eso es instintivo.
Su cuerpo y su mente son lo mismo.
Para otros no y eso se nota incluso
entre los futbolistas profesionales. El
mejor ejemplo: Diego Forlán. En su caso,
la psique y la carne son dos instancias
claramente diferenciadas, los mensajes
viajan lento de un lado al otro, pero su
cuerpo se ha entrenado para convivir con
esa incertidumbre. Cada movimiento de
Forlán es un razonamiento inductivo, es
la confianza en que sus previsualizaciones
van a hacerse reales. Él sabe que si deja
correr la pelota, se toma el segundo
necesario para abstraerse de lo que pasa
alrededor, ajusta el ritmo de la marcha
–tal y como un basquetbolista prepara la
bandeja– y finalmente impacta la pelota
con el empeine en su centro de gravedad,
como tantas veces la bola va a viajar
violenta hacia los tres palos.
Dos tipos de genialidad.
_Mauricio Bruno
Historias de fútbol, historias de vida.
En librerías.
5
A 25 años de la gesta del Quinquenio de los Chicos
Si algún día por esas cosas
Entre 1987 y 1991 ocurrió un fenómeno único en la era profesional de la Asociación Uruguaya de Fútbol
(AUF). Durante esos cinco años cuatro equipos de los denominados “en desarrollo” salieron campeones
uruguayos: Defensor en 1987, Danubio en 1988, Progreso en 1989, Bella Vista en 1990 y Defensor, ya
fusionado con Sporting Club Uruguay, repitió el logro en 1991. Hoy, 25 años después del último título
que formó parte del “Quinquenio de los Chicos”, los símbolos de cada club campeón tratan de explicar
cómo fue posible esa hegemonía de los más chicos sobre los poderosos. ¿Es posible que se repita un
hecho similar en el fútbol uruguayo del siglo XXI?
Los hinchas de cuadros chicos
arrancan en un camión
con la bandera en los hombros
atadita a una ilusión.
Salud, salud los hinchas de los cuadros chicos
salud la barra de mi corazón
salud, la camiseta más hermosa de este mundo
salud, desde la panza de la vieja hasta el cajón.
Los hinchas de cuadros chicos
se mueren del corazón
si algún día por esas cosas
su cuadro sale campeón…
túnel set-oct 2016
‘A los cuadros chicos’,
de Washington Canario Luna.
6
La investigación y el análisis de lo que pasó
a fines de los años ochenta y principios
de los noventa en torno al Campeonato
Uruguayo de Primera División de la
AUF, con el Quinquenio de los Chicos
como fenómeno histórico e inigualable
–hasta ahora–, no puede dejar de lado los
antecedentes de los inicios de este deporte
tan popular que forjó la identidad de un
país que nacía y crecía mirándose en el
espejo de la corriente inmigratoria que
hacía las valijas y cruzaba, como podía,
hasta esta parte del globo. Durante la era
amateur, comprendida entre 1900 y 1931,
varios fueron los clubes que se consagraron
campeones uruguayos además de Peñarol
y Nacional. Wanderers fue el pionero entre
los chicos: fue campeón en 1906, 1909 y
1931. No sólo los bohemios festejaron, sino
que el River Plate Football Club –inspiración
y predecesor del actual Club Atlético River
Plate– logró los uruguayos de 1908, 1910,
1913 y 1914. Rampla Juniors Fútbol Club
también fue campeón, en 1927. El año
1932 le dio paso al profesionalismo, con los
títulos mundiales de los Olímpicos en 1924
y 1928, y el Mundial de 1930 a cuestas para
Uruguay, donde se jugaba el mejor fútbol del
mundo. Desde el 32 hasta 1976 los equipos
grandes se repartieron los títulos hasta que
llegó el profesor José Ricardo de León, un
adelantado. Una de las tribunas del estadio
Luis Franzini lleva el nombre de la hazaña:
25 de julio de 1976. Esa tarde de invierno
Defensor rompió con 44 años de hegemonía
de tricolores y aurinegros, después de derrotar
a Rentistas por 2-1 y darle paso a la vuelta
olímpica al revés, hecho significativo para
la historia de nuestro fútbol. Algunos años
después, en 1984, fue Central Español el
que escribió una nueva página de la historia
grande en el fútbol local, para darle paso,
tres años después, al comienzo de los cinco
años con títulos de Defensor, Danubio,
Progreso y Bella Vista. Sin dudas que el
Profe De León en 1976 –y algunos años
antes– marcó el camino y sentó las bases para
que los demás se contagiaran y lograran lo
impensado: ser campeones uruguayos. Para
que ello ocurriera, además de la fortaleza
de los equipos que lograron el título, los
protagonistas remarcan que hubo un aspecto
común que colaboró para que se emparejara
la competencia: los grandes salieron a jugar en
todas las canchas. De verdad.
Adelante, Defensor
“El gran detalle que recuerdo es que el año
anterior (1986) fue nefasto para nosotros,
casi nos vamos al descenso. En esa época,
después del 86, Eduardo Arsuaga ganó
la elección y de ahí en adelante Defensor
es lo que es hoy. En el 86 yo fui goleador
uruguayo y peleamos el descenso; no
jugamos una final por el descenso porque
Bella Vista le ganó a Fénix y descendió
Fénix. En el 87 se reestructuró todo: ganó
la elección Arsuaga, que fue un fenómeno
en la dirigencia –y lo sigue siendo– y ahí
vino Raúl Möller con [Edgardo] Martirena
y el profe [Juan Antonio] Tchadkijian.
Quedamos algunos y en ese año empezamos
a ir partido a partido; había una mezcla
de gente joven con gente de experiencia y
prácticamente había pocos cambios porque
no nos lesionábamos. Repetíamos mucho el
equipo y eso era bueno para todos. Héctor
Tuja estaba en el arco, los dos zagueros
eran el Vasco [Óscar] Aguirregaray y Juan
Ahuntchain; los laterales eran Luis Cabrera
y Eliseo Rivero, también estaba el Tajo
[Fernando] Silva; en el medio teníamos a
[Heber Silva] Cantera con Miguel Falero
y después arriba estaban los pibes como
Sergio Martínez, jugaba yo y jugaba el Cara
[Servando] Vecino y Carlos Larrañaga. Esa
mezcla de veteranos y jóvenes dio buen
resultado; había un plantel muy bueno
y a medida que pasaban los partidos nos
afianzamos. Desde que agarramos la punta,
en la tercera o cuarta fecha, no la soltamos”.
Ese testimonio es de Gerardo Miranda,
goleador y figura del Defensor campeón del
Uruguayo 1987. El torneo era un cabeza a
cabeza entre violetas y tricolores y los festejos
llegaron tras 24 fechas disputadas. Un 16
de diciembre el Franzini volvió a ser testigo
de una vuelta olímpica de Defensor, que
logró el Campeonato Uruguayo tras derrotar
1-0 a Nacional, con gol de su goleador
Gerardo Miranda, en lo que se popularizó
como el “Mirandazo”. Un emergente
Manteca Martínez junto con la experiencia
de Ahuntchain, Rivero, Aguirregaray y
Silva Cantera hicieron posible que la alegría
volviera a ser de color violeta. El autor del
gol soñado trata de explicarle a Túnel por
qué ocurrió ese fenómeno tan particular
en el fútbol local: “Son rachas que se dan.
Más que nada, porque Peñarol y Nacional
empezaron a salir a jugar en todos lados y
los otros equipos hicieron valer la localía.
Nosotros en ese campeonato le ganamos a
los dos en el Franzini. Ahí se empezó a ver
que cuando sos local sos local, y te cuesta
salir. Pasa en todas partes del mundo. Otra
de las cosas que cambió fue que los equipos
denominados ‘en desarrollo’ empezaron a
vender sus jugadores al exterior, sin pasaje
por Peñarol ni Nacional. Además, los dos
equipos jugaban cosas importantes a nivel
internacional”.
Casi dos años después, el 15 de marzo
de 1989, se produjo la fusión del Club
Atlético Defensor con el Sporting Club
Uruguay, equipo de básquetbol vecino –el
decano y más ganador– que vivía una crisis
económica. De esa manera –con muchas
opiniones a favor y otras tantas en contra–
nació Defensor Sporting Club: “La fusión
significó la unión para crecer”, consignaban
los diarios de la época. Y no tardaría en
llegar un nuevo título, consagrándose el
equipo tuerto de Punta Carretas como
uno de los más importantes en esos años.
Fue 1991 el año para estampar la tercera
estrella y llevar una nueva Copa Uruguaya
a las vitrinas. Claudio Arbiza, Silva Cantera
y el joven Marcelo Tejera –con tan sólo
18 años– fueron las figuras de ese equipo
que tenía baluartes como José Chilelli,
Juan Ferreri, Peter Méndez, Ruben Silva,
Héctor Samantha Rodríguez y Guillermo
Almada, entre otros. ¿Dónde pudo haberse
concretado el título de Defensor? En el
Franzini, claro. Después de 26 etapas y
34 puntos sumados los tuertos llegaron a
la última fecha, otra vez peleando punto
a punto con Nacional y les alcanzó con
empatar 0-0 ante Central Español para ser
campeones. Después de dar la vuelta, los
festejos siguieron hasta la noche y, en la sede
de la calle Jaime Zudáñez, Jaime Roos volvió
a tocar ‘Cometa de la farola’ y la interpretó
junto a los jugadores del plantel campeón:
“Para mí sonó como si hubiera sido escrita
ahí mismo”, recordó el cantante en una
entrevista.
Tejera, la promesa joven surgida del
club y el fútbol lírico de ese equipo, recuerda
que las canchas en esa época no pasaban
su mejor momento y “había pocas en las
que se podía jugar”. Sobre esa campaña del
91, el volante agrega: “Nosotros teníamos
bastante armado nuestro libreto: tirársela
Trofeo que obtuvo Bella Vista en 1990 como campeón uruguayo. (Foto: Andrés Cribari)
a William Gutiérrez arriba, ir a pelearla,
buscar algún rebote y tratar de encontrar
alguna jugada de gol. Tampoco éramos el
Barcelona, pero a medida que fue pasando
el campeonato y cuando faltaban cinco o
seis fechas el equipo se fue acomodando
y ahí nos dimos cuenta de que podíamos
salir campeones y lo hicimos en la última
fecha contra Central Español en casa”.
Marcos Marcelo destaca que las canchas en
mal estado de la época colaboraban con el
juego recio de los equipos veteranos: “En
esa época, tanto Danubio como Defensor
tenían equipos más armados, más de
hombres. Ahora son muchos juveniles; fijate
que ahí el único juvenil era yo, los demás
7
Ruben Silva, campeón tres años consecutivos en distintos equipos.
eran todos veteranos y se hacían sentir, eran
complicados”.
Salve Danubio
El Danubio campeón del Uruguayo
1988 se podría decir que fue un “gran
campeón” en la historia de nuestro fútbol.
Es que los que lo disfrutaron hablan
de que ese equipo dirigido por Ildo
Maneiro jugaba un fútbol espectacular,
con mayoría de jugadores de la casa. La
alineación titular sale de memoria: Javier
Zeoli; Luis da Luz, Daniel Sánchez,
Fernando Kanapkis y Nelson Cabrera;
Edison Suárez, Ruben Pereira, Eber
Moas y Edgar Borges; y Ruben da Silva
y Gustavo Dalto. Sólo Kanapkis y el
Pecho Sánchez no pertenecían al club de
la franja y habían llegado desde Fénix y
River, respectivamente. La particularidad
de ese año es que los danubianos además
del Campeonato Uruguayo ya se habían
quedado con el Torneo Competencia, por
lo que la victoria se trasladó durante todo
el año. De los 24 partidos que disputaron
los de la curva sólo perdieron ocho puntos:
dos derrotas y cuatro empates –se sumaban
dos puntos por victoria–. Fueron 40
unidades de 48 posibles las que consiguió
Danubio, que se quedó con el primer
puesto el 27 de noviembre de 1988 y dejó
a Peñarol y a Defensor con 31, nueve
puntos detrás. Realmente fue un campeón
récord, con números interesantísimos. El
equipo de Maneiro convirtió 52 goles,
siendo Ruben Polillita Da Silva el máximo
anotador de esa campaña, con 23; Moas
y Suárez convirtieron 7. Da Silva, que se
mantuvo hasta hace pocos años como el
goleador histórico de Danubio –superado
túnel set-oct 2016
De Palermo, o de algún otro país
8
Si bien el Campeonato Uruguayo que logró el Central Español Fútbol Club no entra en los
cinco años de hegemonía de los chicos, vale la pena recordar esa vuelta olímpica que se
metió en el recuerdo de todos los palermitanos, en 1984, con Líber Arispe como entrenador. Héctor Tuja, Julio Garrido, Javier Baldriz, César Pereira, Carlos Barcos, Obdulio Trasante, Fernando Operti, Miguel Berriel, Wilfredo Antúnez, Tomás Lima, Abel Tolosa, Miguel
del Río, Óscar Falero, Pablo Silva, Uruguay Gussoni, José Ignacio Villarreal, Daniel Viera,
Fernando Vilar, Fernando Madrigal, Daniel Andrada y Ruben Borda integraron ese plantel
campeón que quedaría en la historia de Central. El goleador del Uruguayo, que se jugó a
dos ruedas (24 fechas), fue Villarreal, con 18 anotaciones. En la última etapa, disputada el
30 de setiembre, Central tenía que ganarle a Huracán Buceo para consagrarse y lo logró
por 2-1, con dos goles de su goleador. De esa manera los del barrio Palermo –ya mudados
a Parque Batlle– fueron campeones (35 puntos) y dejaron a Peñarol en el segundo puesto
(34). La vuelta olímpica de un club chico volvía a hacer “caer la estantería” de nuestro
fútbol y se convertía en un hito histórico no sólo por el hecho en sí, sino porque Central
Español venía de ser campeón en la B en 1983 de la mano de Roberto Fleitas.
por otro ídolo de la casa, Diego Perrone,
que marcó uno más y superó su récord,
con 72 anotaciones–, recuerda que
“después de que se ganó el Competencia
el grupo estaba fuerte y pensamos que
podíamos ganar el Uruguayo, empezamos
a creer en nosotros”. En el Competencia,
la actuación danubiana también había
sido genial: de doce partidos ganó nueve,
empató dos y perdió uno. Eran buenos
tiempos para un equipo que un año
después jugaría la Copa Libertadores de
América y, con otra gran campaña, lograría
meterse en las semifinales que terminó
perdiendo con el campeón de esa edición,
Atlético Nacional de Medellín. La década
de 1980 fue sin dudas un momento de
despegue para Danubio, y Polillita tiene la
explicación de por qué ese equipo fue tan
contundente: “Se armó un buen equipo,
un buen plantel, y demostramos buenas
cosas en el Centenario ante los grandes.
Éramos un equipo muy bien trabajado,
cada uno de los que lo integrábamos
sabíamos cuál era nuestro rol dentro del
campo”. En los Jardines y en la Unión se
paró el mundo.
El rey de La Teja
“El recuerdo más lindo que tuvimos fue al
finalizar la temporada, haber logrado una
campaña tan estupenda con el campeonato
y además haber eliminado a los dos grandes
de la Copa Libertadores. Eso marca un
poco lo que era el fútbol en ese entonces,
cuando los grandes salían a jugar a las
canchas chicas y ese Progreso armó un
equipo muy fuerte porque el año anterior
había hecho pocos puntos y el objetivo era
sumar para dejar al equipo afianzado en
Primera. Después de siete u ocho fechas
nos dimos cuenta de que podíamos estar
para algo grande y se dio”. Pedro Catalino
Pedrucci, dueño de esas palabras y símbolo
del Club Atlético Progreso campeón
uruguayo de 1989, que grabó a fuego esa
vuelta olímpica en la historia de los gauchos
del Pantanoso, acompañado en esa campaña
por Ruben Acosta, Luis Berger, Sergio
Cid, William Gutiérrez, Alejandro Larrea,
Gustavo Machaín, Julio Maidana, Johnny
Miqueiro –goleador de esa campaña, con
siete tantos–, Dardo Pérez, Robert Púa,
Leonardo Ramos, Luis Ramos, Leonel
Rocco, Fernando Silva, Próspero Silva y
Víctor Silva. Ese Uruguayo fue especial
porque se jugó a una rueda –como el que
acaba de comenzar– pero ese aspecto no
evitó que Progreso lo obtuviera con varios
puntos de ventaja. Los gauchos, presididos
en ese entonces por el actual presidente
de la república, Tabaré Vázquez, jugaron
doce encuentros de los que ganaron nueve,
empataron dos y perdieron uno. Los 20
Club Atlético Defensor 1987.
puntos que lograron fueron más que los
15 que sumaron Nacional y Peñarol, sus
escoltas, que vieron cómo una vez más
un título se iba para las vitrinas de un
cuadro chico. Los dirigidos por Saúl Rivero
metieron de arranque cuatro triunfos en
fila, vencieron a River, Danubio, Nacional
y Defensor. Venía todo bien hasta que
en la quinta fecha llegó la única derrota
del torneo, ante Wanderers, por 2-0.
Como si fuera una máquina, esa derrota
le dio impulso para ganar cinco partidos
consecutivos. Los que sufrieron a los tejanos
esta vez fueron Huracán Buceo, Cerro,
Liverpool, Peñarol y Rentistas. En la 11a
fecha lo esperaba la gloria, que quería
ser acariciada y para ello sólo bastaba un
empate ante Central Español, en el Parque
Palermo. Con sufrimiento, valentía y
humildad, el 1-1 le dio el título a Progreso,
el fútbol fue armonía y la caravana mágica
recorrió las calles de Parque Batlle hasta
llegar a La Teja, donde los festejos se hicieron
realidad. En la última fecha, por cumplir con
Danubio Fútbol Club 1988.
el calendario, otro empate ante Bella Vista
daba por terminada esa campaña histórica
de Progreso. “Uno recuerda los equipos,
cómo era el campeonato, y se da cuenta de
que esos logros se obtuvieron, en primer
orden, porque el nivel del campeonato era
muy bueno. Hoy no es así, cualquier equipo
te complica afuera. Y en segundo lugar,
los grandes salían a todas las canchas y eso
empareja las cosas”, cierra Pedrucci.
No se come la pastilla
Hay protagonistas dentro de la cancha y también están los que desde afuera, con su voz,
analizan el fútbol y en algunos casos sienten más que el solo hecho de estar apegados a
una profesión que los acompañó durante tantos años. Enrique Yannuzzi, el dueño de “Los
olvidados que dicen presente”, periodista y comentarista de trayectoria en Radio Universal, Canal 10 y Canal 5, vivió el Quinquenio de los Chicos a flor de piel y se emocionó con
el título de su Bella Vista en 1990 –la cabina de prensa número 2 del estadio José Nasazzi
lleva su nombre–. Como los que estaban adentro de la cancha o afuera de la línea de cal, el
pensamiento de Quique toma una dirección similar: “Generalmente los grandes hasta el 83
y el 84 jugaban en el estadio Centenario, salvo en el Tróccoli, Belvedere –a veces– y Jardines del Hipódromo. A partir de 1985 se abrió la tranquera y empezaron a ir a todos lados,
sobre todo en el Quinquenio de los Chicos, y eso hizo que el campeonato fuera mucho más
parejo”. Las localías eran un plus para esos equipos, pero además tenían otras fortalezas:
“El Progreso del 89, por ejemplo, jugaba con cuatro delanteros y te arrancaba la cabeza. Yo
creo que hoy se puede dar algo parecido a lo que pasó en aquella época en la medida en
que los campeonatos no sean tan desparejos”.
CENTENARIO
FÚTBOL 5
CORDÓN
DEPORTE Y RECREACIÓN
Reservas: 2 480 1733 - 091 050 023
Uruguay 1998 esquina República
centenariofútbolcinco
• 2 canchas de fútbol 5 cerradas
• Parrillero
• Salón de eventos y cumpleaños
• Vestuarios
• Gimnasio
• Servicio de cantina
9
Concurso Literario
RELATOS DE
Defensor Sporting Club 1991.
Como quería el Mariscal
En 1990 le tocaba hacer historia al Club
Atlético Bella Vista, el equipo papal del
Prado de Montevideo, que entonces
estaba dirigido técnicamente por Manuel
Keosseian. El bigotón, que tomó la
conducción de los papales en el noventa,
venía de ser campeón uruguayo en la B
con Fénix y Rentistas, y no quería ser
menos esta vez en Primera División.
“Después del Competencia –nos fue muy
mal– llegaron nuevos jugadores y el equipo
se empezó a hacer fuerte; se sumaron
Ruben Silva y el Mellizo [Julio] Morales,
entre otros, y terminaron siendo baluartes.
El Beto [Alberto] Acosta ya estaba, pero
también vino el Pocho [Ruben] Navarro y
ellos dos, que eran nacidos en Bella Vista,
fueron creando una mística muy especial.
Había otros que también eran de la casa
y fueron muy importantes, como el Flaco
Álvaro Gutiérrez, Ricardo Canals –que
no era titular– y [Henry Ariel] López
Báez. El sentido de pertenencia que tenían
ellos le dio un diferencial al equipo, eran
la base”, recuerda Manolo. Esa campaña
del noventa, el logro más importante en
la historia del club auriblanco, apiló 16
victorias, siete empates y tres derrotas
en 26 partidos, en los que Bella Vista
túnel set-oct 2016
Los grandes y Uruguay
10
El período entre 1987 y 1991 no sólo tuvo la particularidad de que cuatro equipos que no
son ni Peñarol ni Nacional fueron campeones en ese lapso de cinco años en los que se
compitió a nivel local. En las competiciones internacionales los grandes se hicieron fuertes y lograron títulos. Peñarol, con el gol agónico de Diego Aguirre, fue campeón de la Copa
Libertadores de América en 1987 ante América de Cali en Santiago de Chile, lo que resultó
ser su último título a nivel internacional; después ante Porto perdió la Copa Intercontinental. Nacional, un año después, también obtuvo la Libertadores, alcanzó el número de
tres copas después de ganarle la final en el Centenario a Newell’s Old Boys de Rosario y
le agregó a fin de año la vuelta olímpica en la Intercontinental ante el PSV holandés, tras
empatar en los 120 minutos de juego y ganar en los penales. Pedro Pedrucci le encuentra
una explicación a estos hechos: “Teníamos una competencia muy dura a nivel local y eso
fortalecía a Nacional y a Peñarol. Después, cuando los grandes salían a jugar internacionalmente quizás se les hacía más difícil enfrentar a equipos de nuestro fútbol que a equipos de Colombia o Ecuador”.
El contexto a nivel de selecciones en América también nos tenía en las tapas de los diarios, con el color que ya predominaba en las televisiones de nuestro país desde su primera
aparición, en 1981. La selección uruguaya no era ajena a los triunfos continentales y en la
Copa América de Argentina 1987 consiguió la 13a tras despachar en la semifinal al campeón del mundo, la Argentina de Maradona, y en la final a Chile. Dos años después, en la
Copa América de Brasil 1989, Uruguay tuvo una gran actuación que no le alcanzó para ser
campeón. Después de clasificar en la segunda posición, detrás de Argentina en el grupo B,
la celeste obtuvo el vicecampeonato tras derrotar en la fase final 3-0 a Paraguay y 2-0 a
Argentina para llegar a definir el título con Brasil en la última fecha. La selección locataria
terminó dando la vuelta después de un solitario gol de Romário ante 170.000 espectadores
en el estadio de Maracaná, en Río de Janeiro. La base de ese gran equipo que jugó en 1989
se repitió en el Mundial de Italia 90. El grupo no fue nada fácil: el empate 0-0 ante España
en el debut y la derrota por 3-1 ante Bélgica obligaba a la selección a derrotar a Corea del
Sur para meterse en octavos de final. La victoria llegó con gol de Daniel Fonseca a los 90
minutos en el estadio Friuli de la ciudad de Udine y el tercer puesto nos clasificó para jugar
los octavos de final ante Italia, que nos eliminó con un 2-0 en el estadio Olímpico de Roma.
FUTBOL
Club Atlético Progreso 1989.
sumó 39 puntos, siete más que su escolta
Nacional. Ese Uruguayo a dos ruedas fue
largo, pero en el fútbol se dice que hay
partidos que luego resultan clave para
llegar al objetivo de ser campeón: “El día
que sentí que se podía dar fue cuando
le ganamos a Nacional en el Nasazzi (10), ese fue el quiebre porque faltaban
pocos partidos. No es que la vi, pero nos
sacamos a Nacional de encima y también
le ganamos a Peñarol en el Estadio”. Esas
dos cachetadas a los grandes en pocos días
confirmaron el buen momento papal,
que después siguió su camino tras vencer
a Defensor y Liverpool. Un empate ante
Central Español le paró el carro al equipo
de Keosseian pero las condiciones estaban
dadas para que el 23 de diciembre por
la tarde en el Nasazzi el Prado fuera una
fiesta. Y así fue porque, a falta de dos
etapas para que terminara el Uruguayo,
Bella Vista se consagró campeón tras
empatar 1-1 ante Cerro. Los villeros
comenzaron arriba en el marcador pero
el centro de Pocho Navarro y el cabezazo
de Ruben Silva hicieron que el sueño
se convirtiera en realidad. Esta vuelta
olímpica fue otro hito en la historia
del fútbol uruguayo, que año a año
escribía nombres de vecinos nuevos que
iban llegando al barrio. “Y te potenciás
también, ¿no? Un año es campeón
Defensor, después Danubio, después
Progreso, y te das cuenta de que se puede,
que podés lograrlo”, cierra Keosseian,
que se suma a los demás entrevistados y
agrega ese aspecto común de la época:
“Los equipos grandes iban a casi todas
las canchas chicas; ya de por sí llegar, el
vestuario, era todo distinto. En aquella
época los vestuarios no son lo que son
ahora, las canchas no estaban buenas, y
me parece que no influía tanto la gente en
la tribuna, no ejercían tanta presión desde
afuera”.
_Juan Aldecoa
La revista Túnel y la Tecnicatura en Gestión de Instituciones Deportivas de la Facultad de la Cultura del CLAEH convocan al concurso literario “Relatos de fútbol”, sobre las siguientes bases:
1. Los participantes podrán presentar relatos de fútbol en
Primer premio: Un pasaje con estadía (dos noches de hotel con
desayuno incluido) para asistir a la Feria del Libro de Buenos
Aires, un vale valor $ 5.000 (cinco mil pesos uruguayos) para
compra de libros en Gussi y una tarjeta Socio Espectacular con
libre acceso al cine, teatro y fútbol por seis meses.
2. Cada relato tendrá una extensión máxima de doce mil carac-
Segundo premio: Un vale valor $ 3.000 (tres mil pesos uruguayos)
para compra de libros en Gussi y una tarjeta Socio Espectacular
gratis por seis meses.
cualquier género o modalidad que consideren el tema convocante en alguno de sus diversos aspectos.
teres con espacios, estará escrito en letra Times New Roman,
cuerpo 12, con interlineado en espacio y medio, y será presentado en formato papel con original y dos copias.
3. Se aceptarán relatos escritos en español e inéditos, es decir,
sin publicación en cualquier soporte (papel o electrónico).
Deberán presentarse en sobre cerrado con seudónimo en su
tapa. En otro sobre cerrado se indicará el seudónimo, sin excepción de índole alguna, el nombre completo del autor o
autores, domicilio, teléfono o celular y correo electrónico. El
incumplimiento en este sentido motivará la descalificación
de la obra.
4. El plazo de recepción es el 30 de setiembre de 2016 en las
Tercer premio: Un vale valor $ 2.000 (dos mil pesos uruguayos)
para compra de libros en Gussi y una tarjeta Socio Espectacular
con libre acceso al fútbol por seis meses.
El jurado podrá otorgar las menciones que considere pertinentes.
El jurado podrá declarar desierto el premio y el fallo será inapelable. Las decisiones que tome el jurado no podrán ser objeto de
impugnación y estará facultado para resolver cualquier situación
no prevista en las bases en la forma que considere oportuna.
6. El fallo se dará a conocer en la edición de noviembre de la
revista Túnel y habrá un acto de entrega de premios en diciembre.
sedes del Claeh de 9 a 19 horas.
7. Todos los relatos seleccionados serán publicados en formato
Facultad de la Cultura
Avenida Uruguay 1224 esq. Cuareim, Montevideo.
Facultad de Medicina y Derecho
Parada 16 de la Av. Roosevelt, Punta del Este, Maldonado.
papel y, a tales efectos, los autores cederán sus derechos a la
revista Túnel por el término de un año.
5. El Jurado, integrado por Óscar Brando, Pilar de León y Daniel
Vidal, podrá otorgar primer, segundo y tercer premio según
el siguiente detalle:
La participación en el concurso supone la aceptación de las presentes bases en su totalidad y la conformidad con la decisión
del jurado.
Organizan
Apoyan
Las fotos fueron cedidas por los entrevistados.
11
Ruben Silva. El tricampeón uruguayo
La patria es el barrio
túnel set-oct 2016
El Bar Almar, antes La Mosca Blanca,
riega de neón la esquina y puebla de humo
el aire. Adentro las historias de bigote
aguantando el mostrador. La prestancia está
en el trapo que lo limpia, lo acaricia más
bien. El trapo está empuñado en la mano
del cantinero. El cantinero, el analista, el
confeso amigo, el consuelo, o el desconsuelo
final. En los bares hay fútbol, digamos el
fútbol crítico: la folclórica imagen del juego
o la infame burla expiatoria sobre el jugador
y la pelota, y ese vínculo de amor técnico
entre uno y otro, que no son nada, además,
sin el resto. El resto es supuestamente
simple: “Los delanteros ganan partidos, los
defensas ganan campeonatos”. Diciendo
esto último conocí a Ruben Silva años
atrás, en pugna por un sueño que se llamó
Institución Atlética Sud América, y que
escribió nuestros nombres en los libros
de lo que llamamos gloria (ese nombre de
mujer que se parece tanto al éxito). Pero
el nombre del hombre de quien hablo, un
moreno espigado de mirada horizontal,
ya estaba escrito a lo largo del cuaderno
amarillento, desde los años noventa, cuando
con la camiseta papal dio la primera vuelta
de un mareo de copas, que nada tienen que
ver con el alcohol.
12
“Si no creés en mí ni me hablés para dirigir.
Yo no voy a mostrarme a ningún lado. Yo
quiero ganar por mi trabajo que es director
técnico. Yo soy director técnico. Pero igual
no me la creo, siempre me acuerdo del Coco
Beethoven Javier que decía: todo lo rígido
se rompe”.
La casa, cercana al Bar Almar, antes
La Mosca Blanca, se fue agrandando con
los años, con los hijos. Con los nietos.
Conforme fueron pasando las camisetas, se
colaban en el eco del túnel llantos de gurises
como el de Luciano, que hoy se debate en el
medio campo de Central.
“El fútbol es algo medio matemático.
Buen plantel, buena gente, una dirigencia
que más o menos apoye, un objetivo en
común, hacen que te vaya bien. Un buen
equipo pero con egoístas, mala gente, hace
que al final te vaya mal. La lógica llega
hasta ahí. Nacional del 92 por ejemplo:
el mejor equipo, profesional. No éramos
amigos, algunos más que otros por los
años en el club, pero nada más. Salimos
campeón uruguayo cinco fechas antes. El
clásico de la cadenita y el gol de bolea de
Dely Valdés. Jugaban Revelez y De León.
Estábamos el Quique Saravia, Canals y yo.
Jugaban Méndez, Morán y Carlos Soca,
estaba el Chango Pintos Saldanha y el Tony
Gómez. Gutiérrez, el Bocha Cardaccio
y el Pelado Peña, pero Gutiérrez estaba
robado. De diez Suárez y Lemos, y Gerardo
Miranda. El misionero Vidal González, el
Dely, Wanchope, O’Neill, Pepe García: un
cuadrazo. No nos llevábamos todos bien ni
nada por el estilo, pero el objetivo era claro.
Y esa es la diferencia con otros equipos. En
Nacional había que ganar. Lo sabe el que
corta el pasto, el que te sirve la merienda, lo
saben todos”.
En plena emoción en el relato aparece
Rosana, la abuela, la madre y la esposa.
Nos presentamos mientras Zaira aún busca
un brazo de muñeca que el abuelo Ruben
prometió coser. “En Defensor pasó lo
mismo. No te faltaba nada, te daban todo,
y entonces también había que ganar. Otra
gran diferencia: cuando todos tiran para
el mismo lado. Muchas veces los celos,
las envidias, las camarillas, hacen que no
todos tiremos para el mismo lado. El que
encontró la fórmula fue Ahuntchain, la cosa
era hacer un gol y ganábamos”.
Es cierto que las camisetas te van
marcando la piel. Eso de que la sangre es de
colores. Te van rayando como con un corte,
parecido a un lápiz. Se aprende matemática,
historia, se educa el cuerpo, la reacción, los
reflejos. Se convive en grupo, se marcha en
comunidad o no se marcha, sólo se está.
Por eso hay camisetas que se olvidan y otras
que flamean en el cuerpo con el viento del
tiempo. “Para marcar la historia vos tenés
que ganar en determinados momentos, si no
es una historia relativa. Nadie jamás dijo que
estábamos para campeones en Bella Vista.
Siempre fue el partido que viene. Podíamos
perder en cualquier momento. Por eso el
festejo y la alegría fueron tremendos”.
Reviviendo la vergüenza de una tarde,
Ruben recuerda un viaje en ómnibus con su
hijo a un partido del baby, cuándo alguien
desde el asiento le dijo al chico: Si jugás la
mitad de lo que jugaba tu papá vas a ser un
crack. Nunca me voy a olvidar de aquel 23
de diciembre, nunca más. “Y yo tampoco,
el 23 de diciembre salimos campeones con
Bella Vista”.
Zaira encontró el brazo de la muñeca y
ahora se acerca, hay un diálogo de mimos y
palabras, y la niña vuelve al mundo animado
de un dibujito y al baúl de los juguetes
abierto: dispersas las historias por la casa.
“Lo único es el estudio y disfrutar. Mientras
estén en esta casa van a estudiar. Mi hija
está en tercero de abogacía, ahora dejó un
poco porque nació la nena pero ya le dije,
también, tenés que volver a estudiar. Yo viví
en un complejo de viviendas. Mi viejo me
educó muchísimo. Mis amigos estaban en
la esquina, y mi viejo me decía: ‘Cuando
empiezan a tomar vino, venite. Porque
aunque vos no tomes vino van a decir que
estabas tomando vino. Y cuando vayan al
bar pedite una Sprite porque si te ven con
Coca Cola para la gente también es vino”.
Cuando la palabra “mística” aparece en
la conversación, a Ruben le sale el barrio.
Vocifera recordando una pelea en el túnel,
una arenga desde ese subterráneo húmedo
donde el eco se queda, a punto de entrar a
la cancha. “La primera vez que me citaron
al primero de Huracán Buceo, mi viejo no
me dejó ir porque era de mañana y yo tenía
que ir a estudiar. Mi viejo jugó al fútbol, era
bastante famoso, pero en los campeonatos
de barrio. Eran famosos los jugadores del
barrio en esa época”. Imitando a Máspoli en
una mímica para nada burlona, cargada de
admiración, se acuerda cuando este lo hizo
debutar en primera, y vuelve a los gurises
que entrena, a la pasión en el crecimiento de
los más chicos en torno a la pelota: “Hasta
hoy me arrepiento de no haber terminado
de estudiar. A los de sexta y séptima les
digo: acá lo más importante es el estudio. Si
tienen que faltar, falten, el entrenamiento se
recupera, el estudio no. Después, de grandes,
es mucho más complicado”.
Ilustración: Fernando Ramos
Reconocer los orígenes es aceptarse,
decirse sí, decirse hola. Encontrarse en
el mundo es tener una noción de patria,
porque la patria siempre se extraña. Se
anhela. Se llora. Se le escriben canciones,
poesías, se le dedican goles, alegrías. Ahora,
¿cuál es la patria? ¿De qué se trata? ¿Dónde
queda? La patria es la cama, la esquina, la
cuadra. La vieja. El cuadro. Aquella novia.
Todo lo aquello. La melancolía, el vértigo
de la nostalgia. “Yo jugué en Unidad Buceo,
el equipo de las viviendas. Los del cuartel
venían porque pagaban al contado. Era
fútbol en plena dictadura. Pero en la cancha
no había policías, los jueces unos tigres
bárbaros, si se tenían que agarrar a piñas se
agarraban. Mi hermano jugaba en Juventud
del Buceo. Yo tenía dieciocho o diecinueve
años, mi hermano era un gurí. No sabés
las patadas que le volaban. Desde chiquito
jugabas con los más grandes. Veinte contra
veinte. No sabíamos nada, corríamos atrás de
la pelota dos o tres horas. Era otra cultura.
También jugué en el Cosmos, el Hugo
Laborde era el dueño de la panadería y del
cuadro, y juntaba a los mejores en Ramón
Anador y Estibao: Daniel Junior, Eduardo
Pierri, Manuel Corbo, el Chifle, el Piolín
Ponce. Salimos campeones en el campeonato
de la Iglesia San Pedro [Leguizamón y
Anzani] y en el campeonato de Unidad
Buceo. Todos los de Huracán Buceo jugaban
en los cuadros. Eran como quince equipos,
pero en el Cosmos te daban asado”.
¿Cómo explicar que una persona
puede salir campeón uruguayo tres veces
seguidas con diferentes equipos, dos de
ellos considerados chicos? Yendo al origen.
Yendo a las raíces. Hurgando en la memoria
las cosas más puras, las menos sucias por el
trajín. “Después me fui al pesado del barrio,
el Barcelona, aunque en el Unidad ganaban
por lo legal o por lo criminal. No iba
cualquiera a jugar ahí. La cancha de Unidad
se llenaba. Todo el barrio los domingos de
tarde. El corazón te hacía así [se pega en el
pecho]. Nunca me puse tan nervioso como
cuando jugaba en el barrio. En la cancha
de Unidad terminaba el partido y había
que largar. No había cómo zafar. No había
amenazas ni nada. Jugabas muzzarela, te
limpiabas el raspón y a la otra ibas y se la
ponías. Una cosa es que yo te lo cuente
y otra es haberlo vivido. Se hablaba en la
semana en el almacén, en la esquina, en
todos lados”.
Me acompaña hasta la puerta, salimos
a la vereda, vemos cómo está el barrio. El
Bar Almar, antes La Mosca Blanca, aún
está encendido. Alguien saluda, la noche
cae sobre Montevideo. Nos abrazamos,
es un abrazo de camisetas campeonas.
Me llevo una estela de historias. Bajo el
cordón, voy por la calle.
“Se fue yendo la gente del barrio,
eran 512 familias en aquella época. Mis
amigos con los que me crié están en
Australia, en España, en Estados Unidos,
uno vive en el Marconi y otro en la
Costa de Oro. Cuando nos encontramos
caemos en los mismos cuentos de
siempre. Había dieciséis familias por
vivienda, y por cada edificio había dos
familias negras. Era el año 68. Éramos
los pobres. Éramos los mugrientos que
peleaban y tomaban vino. Yo a muerte
con las viviendas. El Buceo son las
viviendas. Yo viví el trato del negro.
Tenía una profesora que me decía Black.
En el único lugar donde yo no sufrí
discriminación fue en el fútbol”.
_Agustín Lucas
13
Nicolás de la Cruz, el número 10 de Liverpool
Alma de potrero
Como la gran mayoría de los niños de este país, Nicolás empezó a ser feliz jugando a la pelota. El primer
picado fue muy chiquito, a los tres años, en la cancha que tenían a mano los que jugaban descalzos: la del
Club Social y Deportivo Cohami, el baby del Complejo Habitacional Millán, de avenida Millán y Lecocq, lugar
donde vivía junto con su familia y donde ahora vive ya independizado. Nos recibió en su apartamento, justo
a un año de su debut en la primera de Liverpool. Lucía el buzo celeste de la selección uruguaya, un short
blanco y el fútbol dibujado en la cara. Tiene diecinueve años y es un hombre tranquilo.
14
¿Sos jugador de potrero?
Puede ser sí. No sé, siempre fui así. Capaz
que dicen eso porque soy muy atrevido
en la cancha, pero yo lo siento normal,
sólo salgo a jugar. Tengo cosas de potrero.
Jugaba siempre en el barrio, hice baby
fútbol acá en el club. Era un tiempo divino
que se extraña. Cómo pasa el tiempo de
cuando éramos más chicos y jugábamos
todo el día. En mi casa sólo comía y
dormía, estaba todo el día en el club.
Éramos bastantes, nos conocíamos entre
todos, se pasaba bien. Íbamos hasta a la
escuela juntos. Todo el día con la pelota.
En la práctica cuando había o si no nos
metíamos a jugar con los más grandes. Un
poco se enojaban, pero le dábamos igual.
Foto: Leonidas Martínez
túnel set-oct 2016
Como buen generador de juego,
Nicolás, o Bolita –ese diminutivo del
sobrenombre de su padre que tanto le
gusta– está donde se lo piden: tanto con
la creatividad al servicio de la guinda,
acaso para darle utilidad a la belleza
adentro de un 11 contra 11, como de
vicepresidente de su ex club de fútbol
infantil, tal vez porque reconoce que
en la infancia las fantasías son útiles
y es necesario acompañarlas. Por más
que demuestra que cada jugada está
construida con la sustancia de los sueños,
él prefiere tener la carrera a sus pies, la
diez en su espalda y la pelota lista para
hacer mejores a todos sus compañeros.
Potrero con los más grandes, fútbol de
ringui ranga, ¿no?
Sí, varias veces algunos te perdonaban,
pero otros no. Como mucho te pegaban y
te pedían disculpas.
En Cohami tuviste a tu viejo como
entrenador, ¿cómo fue eso?
Sí, mi padre fue mi técnico varios años.
Lo sigue siendo ahora, es el más viejo del
club, lleva veintiún años ahí adentro y
piensa seguir. Me exigía mucho más que
al resto. Y si no le hacía caso me decía
“cuando lleguemos a casa vas a ver”. Pero
me gustaba porque siempre me ayudó
exigirme más.
Papá siempre me marcó cosas, mi madre
también. Me enseñaron que con humildad
y respeto se llega a todos lados y eso para
mí es muy importante. Por más que ahora
estoy independizado, eso es bueno porque
me va a ayudar para el futuro, siempre
los tengo al lado cuando preciso algo. Me
ayudan mucho.
¿Tanto provoca o significa Cohami en
vos que ahora sos directivo del club?
Sí, soy vicepresidente. Me invitaron unos
amigos que están hace tiempo como
directivos. Me preguntaron si quería dar
una mano y acepté. Me gusta estar con
los niños porque siempre estuve. Cuando
puedo cumplo con las reuniones de
directiva, voy a las prácticas y, si me dan los
tiempos, también voy a los partidos.
¿Cómo arrancaste en inferiores luego del
fútbol infantil?
Empecé en la octava de Defensor. Vino
un captador a un torneo que jugamos
con la selección de la liga. Me llamó,
fui, me gustó. Pero me quedaba lejos,
entrenábamos en el cuartel enfrente a canal
5, y mi hermano, Carlos Sánchez, que
estaba en Liverpool, me dijo para ir y fui.
Tenía doce años.
¿Fue sólo el convencimiento del Pato lo
que te llevó a Liverpool?
Sí, y también que me invitara Wilson
di Cono, que era captador del club.
Hace como seis años y medio, estaba en
preséptima. Teníamos un buen equipo. Con
el tiempo conseguimos un torneo Apertura
en la sub 16 y el campeonato Uruguayo
de cuarta del año pasado, que nos llevó
a jugar la Copa Libertadores sub 20 que
salimos vicecampeones. No somos la mejor
generación de Liverpool, que fue la 96, que
ganó tres títulos uruguayos, pero desde que
empecé se notaba que el club apostaba o
apostaría a las inferiores. Eso está bueno.
¿Cómo fue tu carrera en las juveniles?
Porque da la sensación de que subiste a
primera bastante rápido.
Hice toda la escalera: séptima, sexta, sub
16, quinta y en el primer año de cuarta
fue cuando ascendí con Juan Verzeri.
Ellos se fueron a hacer la pretemporada
y cuando volvieron me dijeron que me
iban a subir. Subo en la tercera o cuarta
fecha, no recuerdo bien; entreno con ellos
dos semanas, bajo, juego en tercera contra
Cerro, ahí fueron a verme y por suerte
jugué bien. Después de eso, a la próxima
semana, me concentran contra Juventud de
Las Piedras y me quedo 19. Sufrimos una
derrota y a la próxima Verzeri me pone de
titular contra El Tanque Sisley. Ganamos
1-0 en Florida.
¿Cómo lo viviste, siendo tan chiquilín?
Tranquilo. Venía trabajando para eso, pero
no pensaba jugar tan rápido en primera. Se
dio así, Juan me dio mucha confianza y el
Papa [Paulo] Pezzolano me ayudó mucho
15
Nicolás de la Cruz
en ese momento. Algo de lo que me dijo
él lo tengo grabado para siempre: que las
primeras pelotas las pase bien así gano
confianza para todo el partido.
Es bastante distinto jugar en inferiores
o en primera. Mirá, cuando debuté, en
las primeras fechas, contra El Tanque
o Defensor, que no me conocían, me
dejaban jugar y eso me servía porque había
muchos espacios. Después de ese partido,
que encima fue televisado, ya me hicieron
sentir más la marca.
¿“Sentir la marca” es que te van
moliendo a patadas?
Y sí, me frustra bastante, me saca. Ahora
estoy más acostumbrado. Pero en juveniles
era lo mismo y varias veces fui expulsado
por protestar o devolver alguna.
¿Cuál es el contraste de jugar con los de
tu edad y pasar a mayores?
El roce, mucho. Y los espacios que hay
para jugar. En ese sentido el torneo de
cuarta es mucha patada, se pega, se permite
más. Incluso más que en primera, donde a
veces te dan una pero en el afán de buscar
la pelota. En juveniles a veces van sólo a
lastimarte.
Inferiores, primera, casi en paralelo un
proceso en la sub 17 de Uruguay; hiciste
la soñada.
Sí, estuve con Fabián Coito en 2012.
Tenía quince años, daba dos de ventaja y
físicamente era bastante chico. Fue una
buena experiencia. Hice todo el proceso
pero no quedé. Fueron al Sudamericano
y clasificaron al Mundial. Ahí se hizo otra
convocatoria y tampoco quedé. Me sirvió
porque tengo más conocimientos sobre los
compañeros y de Fabián, de cómo trabaja.
Ahora estamos juntos en la sub 20 y vamos
a ver qué pasa.
túnel set-oct 2016
Se puede decir que viviste buena parte
del proceso de selecciones, incluso
ascendiendo junto al mismo entrenador.
Si bien no hice sub 15 ni fui al
Sudamericano ni al Mundial de la 17,
16
el proceso es lindo de vivir, se aprende
mucho, y sabemos que para el Maestro
Tabárez es importante.
¿Qué representa la figura del Maestro
Tabárez?
Un grande. Aporta mucho, está
constantemente en el Complejo Celeste,
nos motiva a todos porque lo vemos ahí.
Él nos conoce, nos habla, es muy directo
y frontal. Si estamos en un amistoso en
la semana él está o si vas a comer él está
sentado en el sillón, y siempre que quieras
hablar está dispuesto.
Acabás de nombrar al Maestro, hablaste
de Coito, de Verzeri, de tu papá. ¿Con
cuál te quedás?
Si tengo que destacar a uno va a ser a mi
padre. Fue mi primer entrenador, me
sigue enseñando cosas y es mi primer
crítico cuando hago las cosas mal. Pero
también me gusta ser muy agradecido
y ahí entran Juan, que me hizo debutar
en mayores, Fabián, de quien sigo
aprendiendo, y hoy en día de Mario
Saralegui. Y si hay una persona a la que
tengo que agradecer mucho es a Gabriel
Oroza. Él me encontró la posición en la
cancha.
¿Dónde jugabas? ¿Por qué te puso de 10?
Me ponían de volante por afuera. Una vez
que tuve mucha confianza con Gabriel le
dije que no era mi posición porque yo no
tenía ida y vuelta. Obvio que él ya se había
dado cuenta de que yo no jugaba cómodo
por afuera, y ahí me cambió. Fue en cuarta
división.
¿Has tenido momentos complicados?
Sí, tuve dos operaciones de meniscos,
una en cada rodilla. Eso me llevó a
bajones anímicos. Por suerte estuve bien
rodeado por la familia y por mis amigos
porque me llevaron mucho tiempo de
recuperación. También he sufrido dos
o tres desgarros que me sacaron de la
cancha. Es complicado lesionarse, parece
eterno volver.
Sencillamente
“Nacional me dejó mucho espacio en esa jugada, eso me pareció raro. Se empezaron a venir todos, alguno se abrió, yo pensé que me iban a cortar pero bueno, tenían superioridad
numérica y quizás por eso no lo hicieron; luego fue mérito de Carlos [Bueno], que marca la
diagonal, se lleva a [Diego] Arismendi para donde él quiere, se la paso y me queda todo el
espacio para atacar. Por ahí la fortuna estuvo en que el primer pase no le salió bien y en el
segundo la puso justa”. Con esa simpleza Nicolás de la Cruz definió el gol de la victoria 2-1
de Liverpool sobre Nacional. Sin querer contradecirlo, cualquier ser humano en su sano
juicio y que vio la jugada reconocería que De la Cruz se queda corto. Pero para él es normal.
El talentoso ve simple lo que para el resto es casi improbable.
De hecho llegaste a jugar contra Nacional
porque la última prueba del día antes
al partido salió bien. ¿Cómo vivís las
lesiones?
Lo manejo con mucha ansiedad, siempre
quiero jugar. Hay veces que es complicado.
Ya me ha pasado más de una vez. Cuando
volví con Peñarol habíamos puesto fecha
para volver ahí. Fue un 1-0 que nos hizo gol
[Carlos] el Hormiga Valdez. Pero después,
siempre ansioso porque quiero estar.
Te tocó una época en la que, si bien las
inferiores de Liverpool iban o van bien,
en primera el club pasó situaciones
complicadas, una de ellas irse a la B en
2014, otra tener que cambiar dos veces de
entrenador el año pasado.
Es verdad, el club viene mejorando mucho
en juveniles, se lograron cosas importantes
y han subido muchos buenos valores. Pero
bueno... no porque pase abajo se tiene que
reflejar en primera. Creo que hubo errores,
ya sean de los directivos o de los jugadores
–más de los jugadores porque son los que
entran a la cancha–. Ahora se están tomando
en cuenta esas cosas, hay que aprender. Ojalá
estemos para más. Tenemos un buen plantel,
con muchos jugadores experimentados,
referentes como Carlos Bueno o Joe Bizera
por su trayectoria, o Guille de Amores, que
aunque sea joven sabe mucho, y con ellos
más varios juveniles creo que conformamos
un buen plantel.
En cuanto a lo de cambiar entrenadores
fue chocante. Pasar por tres técnicos en
un torneo es mucho. La culpa era nuestra,
pasaba por un tema anímico. Entramos
en un bajón y por más que viniera Pep
Guardiola a dirigirnos, nos hacían un gol
y nos veníamos abajo. Por suerte Mario lo
mejoró mucho.
¿Qué tocó Saralegui?
Lo anímico, el orgullo y tener hambre de
gloria. Fue un semestre en el que trabajó
mucho lo psicológico partido a partido.
Después o junto a eso se enfocó mucho en
la defensa. Todo eso fue la base. Si vos mirás
la estadística del año pasado, en los partidos
del final, que eran claves para nosotros,
no recibimos goles. Y continuó, porque
hasta el partido con Nacional en Belvedere
llevábamos cinco partidos sin que nos
conviertan y seis sin perder. No es casualidad
que llevemos cinco meses trabajando con
Mario y estemos consiguiendo cosas buenas.
Los procesos largos sirven mucho.
“El torneo de cuarta es mucha patada, se pega, se permite más. Incluso más que en primera, donde a veces te dan una pero en el afán de buscar la pelota.
En juveniles a veces van sólo a lastimarte”. (Foto: Leonidas Martínez)
descenso, y eso iba a significar un golpe
muy duro. Hay plantel y estamos con ganas
de superarnos. Cuando se sorteó el fixture
si nos decían que terminado el partido
con Nacional teníamos siete puntos luego
de jugar contra los grandes y con Racing
entremedio de visitante, que siempre es
muy difícil, lo recontra firmábamos. Ahora
nos tocan rivales de nuestra medida y es
con ellos que hay que batallar. Sabíamos
que es un torneo corto. Hay que olvidarse
del descenso porque dejando eso atrás es
cuando te soltás un poco más.
Y el Bolita de la Cruz, ¿para qué está?
Voy día a día. Disfruto el momento
junto a la familia y con los amigos.
Y después lo mismo: para pelearla.
Además quiero reafirmarme en primera
y hacer una buena preparación para
el Sudamericano sub 20, que si Dios
quiere y Fabián lo toma en cuenta,
quiero ir con todo. Hay que seguir
entrenando fuerte si queremos conseguir
lo que Liverpool no tiene en la vida, que
es el campeonato Uruguayo. La gente se
lo merece porque siempre nos apoyó.
Cuando arrancaste a jugar al fútbol, ¿te
imaginabas este presente?
Cuando sos más chico te imaginás mucho
más allá, todo: la selección mayor o jugar
en un grande de Europa. Pero ahora, más
grande, pienso en el momento. No tengo
ni idea si puede salir algún pase; eso que lo
manejen los que lo tienen que manejar: un
grupo de empresarios y el club. Para eso hay
tiempo. Quiero preparar el día a día.
_Mintxo
¿Para qué está Liverpool este año?
Para pelearla. El año pasado terminamos con
el cuchillo entre los dientes porque sabíamos
que si perdíamos un partido nos íbamos al
17
JORGE BURGELL
Jorge Burgell en el encierro de la dictadura
La esquina del fútbol y la radio
túnel set-oct 2016
Montevideo. Es 21 de octubre
de 1975 y el sol pega fuerte.
Apenas pasó el mediodía,
arrancan las primeras horas de
la tarde y el ruido típico del
centro se siente en Colonia y
Martín C. Martínez. Algunas
mujeres ya esperan el 143 que
va a Ciudad Vieja y otras se van
sumando. Él tiene su maletín
de librero, de cuero oscuro, en
la mano derecha, bien agarrado.
El peso es considerable, viaja
con varios tomos dedicados
a la odontología y sus
especialidades. Se acerca el
ómnibus y las mujeres forman,
como en paso de baile, casi una
fila desprolija pero silenciosa.
El señor del maletín espera,
en último lugar, su turno para
subir. Se agarra del pasamano
del coche para aprovechar el
envión. No tendrá éxito. Se
escuchan gritos, puteadas,
promesas de golpes, después
patadas, piñazos. El señor del
maletín ya no tiene maletín.
Una capucha negra hasta el
cuello le tapa todo lo visible,
todo lo que ya no será posible
ver. Los lentes ya volaron tras
un golpe de esos tantos que le
cayeron por todo el cuerpo. Lo
subieron a patadas a un auto y
cerraron la puerta.
Jorge Burgell fue llevado a un
centro de detención clandestino
en Punta Gorda.
18
***
Colonia. Es 7 de enero de
1947 y nace Jorgito, en Boca
del Rosario. Pronto llegará
a la casa amplia, de muchos
cuartos y patio generoso con
árboles y frutas, donde viven
sus padres primerizos, Elsa y
Mario. Años más tarde nace
Marta, su única hermana.
Mario es chofer y trabaja en una
empresa de patrones argentinos
que exporta hacia Buenos Aires
arena y piedra que se extraen
en la zona de la desembocadura
del río Rosario, en el Río de
la Plata. Muy seguido viaja a
Montevideo para abastecer a
la empresa de elementos de
trabajo. Entre la niñez y la
adolescencia, en varias ocasiones
Jorge se suma a esos viajes en
época de vacaciones.
De gurí el fútbol fue sinónimo
de Boca Juniors, el cuadro
del pueblo que competía en
la Liga de Nueva Helvecia.
No sólo para él, también para
Carlos, su amigo inseparable,
quien aparece en cada uno
de los cuentos de infancia y
juventud. Jorge, que vistió esa
camiseta y jugó de delantero,
recuerda con satisfacción la
cancha con vestuarios y una
red de iluminación que llegó
a funcionar tan bien que daba
piola para disputar torneos a
la noche en veranos de antojo.
¡La envidia de los demás clubes
a la redonda que concurrían
gustosos, en esa época, a los
cuadrangulares nocturnos con
baile posterior!
Un día, llegó Enrique Erro a
la plaza de Rosario, la ciudad
más cercana y vinculada a
La Boca y, según su parecer,
dijo unas cuantas verdades. A
Jorge adolescente le sonaron
razonables. Se había planteado
escuchar, durante la campaña
electoral de 1962, a dirigentes
de todos los partidos. El
interés por la política y la idea
de la unidad de la izquierda
empezaban a despuntar.
Cuando se hizo más grande,
apareció el deseo de ser
entrenador de fútbol que
tuvo como antecedente la
organización, junto con Carlos,
de los partidos de sub 12 –así
le denominaban– hasta sub
17 por lo menos, ante equipos
cercanos. Armaban los partidos
y la forma de jugar del equipo
boquense. Se había sumado a
ese sentimiento complejo de
amor por el deporte.
Para estudiar Notariado,
consiguió la Beca de Bienestar
Universitario y viajó a
Montevideo a compartir
apartamento con un primo
que estudiaba Medicina, y
luego, con su amigo Carlos,
estudiante de Derecho. De
entrada se había acercado al
Centro de Estudiantes y estaba
militando en la Universidad.
También se había afiliado a la
Juventud Comunista y –como
de costumbre– se lo había
comentado sólo a Carlos. La
militancia le ocupaba mucho
tiempo. Pero la materia
Obligaciones fue el palo en la
rueda y después de cursar el
primer año tuvo que volver a La
Boca sin chistar. Tenía 19 años y
Boca Juniors necesitaba un DT.
Aunque los jugadores eran casi
todos mayores que Jorge, se tiró
el lance y aceptó dirigir a esos
hombres dedicados a las ocho
horas de pico y pala. Todo esto
tres años antes de convertirse
en entrenador egresado del
Instituto Superior de Educación
Física (ISEF). La experiencia
llegó primero.
“En 1966 estuve todo el
año en Colonia. Seguía
estudiando Obligaciones. No
fui buen estudiante porque
todo era lo otro, la militancia.
Había mucho que hacer,
trabajar en varios círculos a la
vez: hacer alianzas, difundir
publicaciones, desarrollar
tareas gremiales y políticas. En
esa época tenía algunos libros
de entrenamiento de fútbol
en los que me apoyaba. Me
da cierta vergüenza decir que
uno de ellos era Entrenamiento
moderno, de Omar Borrás,
con quien tuve muchas
discusiones después y fui tan
opositor a su accionar. Era un
libro que él había traducido,
los gráficos estaban en inglés.
Pero me daba elementos
para hacer la preparación
física, payada total porque
no tenía fundamentos, estaba
formado por mi preocupación,
solamente. Ya estaba naciendo
el entrenador que quería ser.
El equipo jugaba muy bien.
Fue una gran experiencia. A
toda esa muchachada, que era
mayor que yo, le quedó ese
recuerdo de que habían hecho
cosas distintas, como trabajar
fundamentos: cómo pegarle a
la pelota, cómo tirar y cómo
entrar a una pelota por alto”.
Burgell se sonríe con la picardía
que le arrima el recuerdo.
***
Se enamoró en la Universidad.
Conoció a Estela en 1968,
mientras ella también estudiaba
Notariado aunque estaba más
adelantada en la carrera. Se
casaron por civil y con fiestita
familiar en julio de 1972. Burgell buscaba trabajo con la
idea de aumentar sus ingresos
para ampliar la familia. Un
profesor de la Facultad de
Odontología le comentó que
una comisión de publicaciones
de los docentes de la facultad
necesitaba venderlas. Ellos
tenían los materiales pero les
faltaba gente, y a Jorge que era
gente, le faltaba material para
vender.
“Eran folletos de poco precio
pero pude añadir otros
materiales, libros de interés
general para empezar. Me
dieron un stand en el hall de
entrada de la Facultad, agregué
un pequeño pasadiscos y vendía
discos. También ponía música
en el hall. Y todo eso me estaba
sirviendo como medio de vida.
Al poco tiempo, me contacté
con un librero especializado en
Odontología y me di cuenta
de que esos libros daban un
buen margen porque el costo
era mayor. Empecé a vender
en cuotas y a hacerme un poco
experto en esa temática”.
En la tarea clandestina, desde
el golpe de Estado, Burgell
tenía un objetivo que cumplir.
Atendía algunos miembros de la
dirigencia sindical. Su tarea era
llevar y traer correspondencia
entre ellos, asegurarles un lugar
donde pasar el día y la noche
a resguardo. “La detención
fue el día en que se lanzó el
llamado Operativo Morgan,
aunque esa denominación
la conocí hace relativamente
pocos años. Tenía otro nombre
en ese momento: Operativo
300 Carlos. Se suponía que
iban a capturar a ‘300 Carlos
Marx’, que con eso destruían al
partido. Fueron bastante más
que 300”.
El 21 de octubre de 1975,
Estela estaba con sus dos hijos,
Silvana de un año y medio,
y Federico de apenas mes y
medio, en la casona de la calle
Durazno, cerca del Parque
Rodó, en la que también vivían
otros familiares. Pasaría un mes
y medio hasta tener noticias de
la suerte de Jorge.
“El riesgo existía, obviamente.
Me había enterado de
detenciones pero eran
ocasionales. Estaba en la red de
enlaces y eso fue lo primero que
cayó el primer día del operativo
contra los comunistas que se
prolongaría por años, desde
Jorge Burgell fue el creador de Panorama deportivo, periodístico radial producido y emitido en la cárcel por los presos políticos
de la dictadura cívico-militar uruguaya. (Foto: Rodrigo López)
“Durante un tiempo salíamos con una cuadrilla
con voluntarios para arreglar y mantener las
dos canchas de fútbol y las de básquetbol y
vóleibol donde se hacían normalmente los
recreos de una hora. Como la cancha chica
tenía una subida de un lado y del otro otra
bajada, de ángulo a ángulo, cuando llovía
demoraba en secarse y no teníamos fútbol”.
1975 a 1983 por lo menos.
Supe de casos que fueron a
detener a algún compañero
a su domicilio y como en esa
casa ya había varios familiares
detenidos y, justo ese día
estaban preparados los bolsos
para la visita al cuartel, cuando
entraron a la casa y vieron los
bolsos, dijeron: ‘¡Qué familia!”.
Jorge interrumpe el cuento y
se ríe, y no nos queda otra: nos
reímos.
“Hay que tener claro que
estábamos haciendo vida
política y lo que teníamos
derecho a hacer. Lo hacíamos
en clandestinidad porque nos
quitaron la posibilidad de usar
locales, pero no hacíamos otra
cosa que política, difundir
material, organizar y colaborar
con la resistencia. Yo pasé a
la clandestinidad el día del
golpe de Estado. Eso tuvo un
costado medio incómodo, algo
desagradable ante mis amigos
y conocidos porque tenía que
aparecer ante todos como
un tipo que había dejado de
militar y que estaba preocupado
por la situación económica
de su familia. Así estuve dos
años y medio muy intensos,
porque estaba día y noche en
esa situación de riesgo. Caí
porque tenían detectado a mi
contacto, nos encontramos en
Colonia y Juan Paullier, subí
al auto, intercambiamos las
cosas, me bajé en Colonia y
Martín C. Martínez y estaba
subiendo al 143. Me cayeron y
golpearon. Me tiraron al suelo
en la parte de atrás del auto.
En poco rato me bajaron y
me pusieron atado contra un
vehículo. Vi, por debajo de la
capucha, que era una camioneta
militar y, paradójicamente,
sentí un alivio, porque hasta
entonces no sabía quién me
había secuestrado y para qué. Yo
no sabía quiénes eran. Respiré
cuando supe que era el Ejército.
Pensé: es legal, no son un grupo
fascista por la libre. Ese cierto
alivio no duró mucho. De ahí
fui de cabeza a la casa de Punta
Gorda, centro clandestino de
detención y tortura, al lado del
Hotel Oceanía. Que era ese
lugar lo supe mucho después.
Esa casa se fue llenando, había
gente por todos lados. El clima
del ambiente era de terror, de
locura. Estuve un día y medio
de plantón, hasta bien entrada
la noche del 22. Tenía pensado
ir para afuera con mi familia
el 24 de octubre. Yo decía que
estaban equivocados y que no
tenía nada que ver, reclamaba
que me dijeran por qué estaba
allí. Esa noche me sacaron de
ahí hasta la ex Cárcel del Pueblo
del MLN, en la calle Juan
Paullier casi Maldonado. Estaba
a pocas cuadras de mi casa pero
no lo supe en esos momentos.
Era como un depósito de seres
19
fútbol y la radio
túnel set-oct 2016
“Ya estando en el cuartel
desde el 2 de diciembre,
fue como pasar del infierno
al purgatorio. Estábamos
en un galpón grande, los
hombres contra la pared y las
mujeres en el centro, vigilados
permanentemente. Nos sacaron
las vendas a las 24 horas. No
nos dejaban hablar. Estábamos
incomunicados. A los pocos
días me trajeron un colchón.
Estela y la familia se enteraron,
indirectamente, que estaba
vivo. Del 21 de octubre a
mediados de diciembre no tuve
pertenencias, nada. Pedí los
lentes, que eran importantes
porque en el rapto me los
volaron. Tener los lentes era
un avance. Ahí ya supimos
años. No recibió ninguna
explicación. Estuvo cuatro años
y medio sin libertad.
***
Mudo. Le costó unos quince
largos minutos de visita
recuperar el aliento. El 15
de marzo de 1976 fue el
reencuentro con su familia.
Habían pasado cinco meses. A
la cita acudió Estela con los dos
chiquilines y Elsa, su madre.
Cuenta Burgell que creía estar
preparado para ver a Federico,
que se había hecho la idea de
que lo encontraría más grande,
que le costaría reconocerlo
porque seguramente ya no
sería tan bebé como cuando lo
“Me acuerdo del primer partido que estuve
en la transmisión. Me llevaron desde el tercer
piso al primero. Había una radio, una mesa,
un micrófono y un soldado que me vigilaba.
Estaba el otro preso, que era el que venía
haciendo la transmisión. Sobre la mesa, los
suplementos deportivos, gorditos, todos.
Estábamos a mediados de 1978 y yo no veía
un diario desde octubre de 1975”.
que estaba en el cuartel del
kilómetro 14 de Camino
Maldonado, Infantería 2 y 3,
porque escuchaba pasar los
autos de publicidad móvil
anunciando actividades en
esa zona. Seguíamos siendo
vigilados y castigados.
Empezamos a intercambiar
bolsos con mi familia, yo
mandaba cosas y ellos también.
Era el medio de comunicación.
Me llegaba con ropa y
alimentos y yo mandaba ropa
sucia. Todavía no me veían.
Ni bien pudimos, pedimos
libros. Allá por febrero un juez
militar se instaló en el cuartel.
Procedía cotejando el acta que
escribían los torturadores”.
A Jorge Burgell lo condenaron:
“Dos a ocho años por asistencia
a la asociación subversiva”. Él
no sabe por qué, en medio de
su detención, le subieron la
condena de seis a dieciocho
dejó de ver y que tendría cara
de niño. Los gurises llegaron
y aquellas ideas de caras se
materializaron. Cuenta que
cuando vio a Silvana, con ojos
grandes, pelo rubio, mirada
fija, quedó perplejo. No pudo
hablar por varios minutos.
Había pasado tiempo. Federico
gateaba sobre la mesa de madera
que separaba a los adultosvisita. Ellos no podían tocarse.
El tiempo crece a los hijos, aun
sin padre. Para eso no se había
preparado tanto.
Se instala un silencio en nuestra
conversación. Es el primero y el
último.
***
San José. Es marzo de 1977.
Jorge y otros nueve compañeros
encapuchados suben al vehículo
de traslado. El destino aparente
es el Penal de Libertad, pero,
¿cómo saberlo? Al llegar les toca
un fin de semana entero de
aislamiento, “para que vean de
qué se trata”. “Nuestra mayor
ambición, increíblemente, era ir
al penal, porque sabíamos que
no íbamos a salir en libertad.
Sabíamos que lo mejor que
podía pasarnos era irnos de
los cuarteles, porque eran un
infierno mayor que el penal
sin que este fuera una jauja.
Teníamos las versiones de
familiares de que era otra cosa”.
La dinámica del penal incluía
salidas al patio, tareas,
conversación. También había
ruido, pero era un ruido de
movimiento, de supervivencia
en acción.
“Era recreo todos los días, estar
en una celda con otra persona,
donde todos los trabajos
los hacían los presos. Todo
funcionaba con el preso como
centro, en el cuartel eras un
anexo y la pasabas muy mal”.
Burgell abre un cajón del
mueble de madera que hay en
uno de los cuartos de su casa
y saca un sobre manila escrito
con lapicera azul: “Jorge preso”.
Adentro hay papeles que hablan
de su detención, de su estado
físico, de la evaluación de su
conducta, de su familia. Son
copias de los papeles originales
que duermen en el Archivo
General de la Nación, que es
eso: un gran repositorio de
información de nuestras cosas.
Sólo que algunas cosas son más
nuestras que otras.
En uno de esos registros
figura como “autorizado a
acompañar en las transmisiones
de fútbol” que se organizaban
en Difusión y Grabaciones,
una especie de radio que era
llevada adelante por presos con
experiencia en prensa y que
preparaba programas musicales
–con discos que llevaban los
familiares– y con informativos
generales y culturales tomados
de páginas o recortes de diarios
que eran proporcionados por
los militares. Una vez armados
esos programas, eran difundidos
a todo el penal por un sistema
de parlantes. El documento no
tiene fecha pero Jorge recuerda
bien cuándo fue: durante
el Mundial de Fútbol en
JORGE BURGELL
20
humanos a la espera. Reconocí
a algunos. Había tres guardias:
una que golpeaba mal, otra
normal y otra que te dejaba sacar
las vendas y hablar. Ahí conocí
a Nuble Yic. Me dijo que había
tenido un infarto y que era del
Cerro, que trabajaba en la carne.
Lo volví a ver en diciembre,
cuando nos llevaron desde
el Infierno Grande al primer
cuartel. Ahí estuve seis días.
Era un alivio poder caminar y
conversar. El 28 me dijeron:
‘Ocho –que era mi número
desde que me agarraron–,
te llevamos’. El Uno era mi
contacto, que era al que le
estaban dando en Punta Gorda.
El día anterior había caído
Vladimir Turiansky –dirigente
sindical, fundador de la Central
Nacional de Trabajadores,
militante del Partido
Comunista–, y fui derecho
a la tortura, al submarino en
todas sus variantes, a la colgada
para atrás. Ahí empecé a sentir
esa sensación de frío y calor
alternados en todo el cuerpo”.
En cada traslado se activaba la
incertidumbre. Eso también es
parte del infierno.
“Después de idas y vueltas, el 2
de noviembre, en la madrugada,
nos llevaron a un infierno total
en un gran galpón, gritos,
radios sintonizadas en dos
emisoras distintas sonando al
mismo tiempo, un tocadiscos
con música a veces. Era un
ruido todo, no había silencio
nunca: gritos, gemidos, radio
prendida. Sucedían paradojas
terribles: nos pasaban discos que
nos habían sacado a nosotros.
Uno de ellos tenía unos versos
contra la tortura en la voz
del actor Julio Calcagno. Era
descabellado. Escuchábamos
alegatos musicales contra la
tortura en medio de la tortura
más brutal y descarnada. Estuve
un mes en Avenida de las
Instrucciones, pero a los fondos
del cuartel, del 13, en el Servicio
de Material y Armamento”.
Para Jorge, que divide la ciudad
en la unidad de medida canchas
de fútbol, el cuartel queda “hacia
el Suero”, queriendo decir: el
Parque Carlos Suero, la cancha
de Colón Fútbol Club, en
Instrucciones y Colman.
La detención de Burgell fue en el marco del Operativo Morgan. “Esa denominación la conocí hace relativamente pocos años. Tenía otro nombre en ese momento: Operativo 300
Carlos. Se suponía que iban a capturar a ‘300 Carlos Marx’, que con eso destruían al partido. Fueron bastante más que 300”, recuerda.
Penal de Libertad. 23 de marzo de 1985 (Foto: 0103_91FPCT.CDF.IMO.UY - Autor: Agencia fotográfica Camaratres)
Argentina, en 1978. El encierro
encontró un hueco por donde
respirar.
“Durante un tiempo salíamos
con una cuadrilla con
voluntarios para arreglar y
mantener las dos canchas de
fútbol y las de básquetbol
y vóleibol donde se hacían
normalmente los recreos de una
hora. Como la cancha chica
tenía una subida de un lado y
del otro otra bajada, de ángulo a
ángulo, cuando llovía demoraba
en secarse, y no teníamos
fútbol. Entonces ideamos una
obra de ingeniería que duraba
meses (así teníamos posibilidad
de salir y conversar): desmontar
la parte alta y trasladar la tierra
al otro lado, porque el objetivo
era que la lluvia no impidiera
jugar. Sucedía que cada tanto
había relevamientos en los
cuales te consultaban dónde
querías trabajar y qué tareas
sabías hacer. ‘Yo soy entrenador
deportivo, por eso estoy
dispuesto a estar en cualquier
competencia deportiva’, dije.
“Los fines de semana tomábamos
las transmisiones de los partidos del
campeonato uruguayo. Yo me encargaba
de definir qué radio escuchar. Un soldado
me custodiaba. Rara vez me daban órdenes,
pero cuando sucedía me decían: ‘Ponga a
Víctor Hugo’. No tenía alternativa. Tampoco
entendía por qué a Víctor Hugo”.
Propuse realizar campeonatos
entre los presos, en el que
participaran todos los pisos
del penal. No sucedió en mi
estadía, pero había sucedido
antes. Estaba prohibido el
contacto entre los presos de los
distintos pisos. Cuando salías
de las celdas tampoco podías
mirar ni saludar. La mayoría de
las sanciones que tuve estaban
relacionadas con el saludo a
alguien. El día posterior a la
fecha inaugural del Mundial de
Argentina, pasó por la celda del
tercer piso, donde estaba yo, un
preso a hacernos una encuesta
como relevamiento. En la celda
teníamos un pizarrón dibujado
y ahí escribíamos algunas cosas,
como entretenimiento. Yo tenía
información deportiva porque
habíamos acordado que Estela
me llevaba dos Gráficos en cada
visita mensual, cuando estaba
autorizado entrar revistas o
libros, y otro compañero pedía
otros dos distintos, entonces
intercambiábamos. Luego los
leían los 48 presos del sector.
Otros recibían la revista Sport y
también nos informábamos
a través de la radio, porque
todos los mediodías nos hacían
escuchar el informativo de
Radio Montecarlo. Había un
sistema de audio interno y se
empezaron a crear programas
propios del penal. No se
escuchaba bien, los parlantes
retumbaban dentro de la
estructura hueca de la cárcel.
Con la información que iba
recolectando de las revistas,
yo escribía en el pizarrón una
formación probable de las
selecciones. El día del primer
partido, el que estaba encargado
de la transmisión para el penal
dijo cualquier cosa: al arquero
lo puso de defensa, al puntero
izquierdo de delantero. Ese
mismo preso fue el que apareció
en mi celda, abrió la ventanita y
nos hizo la encuesta.
–Soy entrenador y vendedor de
libros, pero cualquier trabajo
me sirve. Y también puedo
asesorar al que pasó el partido
de ayer, porque dijo cualquier
cosa. Tengo la información
21
fútbol y la radio
“Partí de un esquema, con una nota central,
FÚTBOL Y TENDENCIAS
la información del deporte nacional, algo de
deporte internacional y creé el ‘Punto final’,
que era la última noticia distinta, rara o
L@s inadaptadxs de siempre
cómica. Increíblemente, después de salir en
libertad –ya por 1982– presentamos, con un
compañero, Pedro, un proyecto similar en
CX 30, Radio Nacional, directamente a
Germán Araújo. Era lo que sabíamos hacer”.
Los programas en la radio de la cárcel se transmitían al mediodía y antes de la cena de
los presos, que era el momento en que estaban en sus celdas. (Foto: Rodrigo López)
acá –señalando en dirección al
pizarrón–. Dijo cualquier cosa
el tipo.
–¿En serio podrías ayudar en
eso?
–Sí, claro.
–Se lo voy a plantear al capitán.
Al otro día me avisa que van a
hacerme un papelito que me
permitiera salir de la celda.
Pasó toda la primera fase de
grupos del Mundial y nada.
Cuando se va a jugar la segunda
fase, viene uno con el papelito
escrito a mano, que sería el pase
o la acreditación para que yo
saliera de la celda. Desde 1978
a 1980 me sirvió para salir de
la celda, me daba mucho aire
para mis movimientos y pasaba
mucho tiempo en la celda de
Grabaciones que daba vista a
las canchas, mi celda estaba del
otro lado, daba vista al oeste, al
campo”.
Jorge lo saca del sobre manila.
Es un papel amarillento, con
dos ganchitos de máquina
de metal, escrito a mano con
lapicera azul. Fue su pase-libre
para ir de su propia celda a la de
Grabaciones y a la inversa.
“Me acuerdo del primer partido
que estuve en la transmisión.
Me llevaban desde el tercer piso
al primero. Había una radio,
una mesa, un micrófono y un
soldado que me vigilaba. Estaba
el otro preso, que era el que
venía haciendo la transmisión.
Sobre la mesa, los suplementos
deportivos, gorditos, todos.
Estábamos a mediados de 1978
y yo no veía un diario desde
octubre de 1975. Agarré uno
y me pasó algo rarísimo, que
no me había pasado antes ni
me pasó después: me temblaba
todo el cuerpo. Dejé el diario
sobre la mesa y me dije: me
tengo que calmar. Esperé diez
minutos y recién entonces los
pude agarrar otra vez”.
“Le dije a mi compañero
de transmisión que con ese
material se podía hacer un
informativo deportivo porque
es un contacto con la vida,
con lo que pasa afuera aunque
túnel set-oct 2016
Saberes
22
“Otra del 5º, cerca del Cementerio del Norte. Cada cuartel tenía
sus rasgos diferenciales. En este, cada tanto llegaba un soldado
o un sargento o un teniente y, desde la puerta, se hacía escuchar.
Precisaban un carpintero y había. Otro día: ¿Un médico? Y había
tres o cuatro. ¿Un constructor y dos albañiles? Allá iban. ¿Arquitecto? También. ¿Alguien práctico en carneadas de cerdos? Y sí,
van tres.
Había mucha capacidad artesanal y profesional en esos presos
políticos. Mucha calidad humana, sobre todo. Una gran riqueza
existía en aquella selección de la sociedad uruguaya. Al lado de
ellos, con ellos, la cárcel era menos cárcel”.
sea en lo deportivo. Hay que
plantearlo y todo arrancó.
Se fue creando un programa
llamado Panorama deportivo,
que tenía hasta cortinas
musicales. Lo había diseñado
con una estructura. Y empecé
a escribir a máquina, cosa que
nunca había hecho. Demoraba
pero tenía tiempo de sobra.
Lo hacíamos tres veces por
semana, unos quince minutos.
Me acordé de un informativo
de la vieja Radio Sport a las
nueve de la mañana, que te
daba toda la información
en quince minutos. Partí de
ese esquema, con una nota
central, la información del
deporte nacional, algo de
deporte internacional y creé
el ‘Punto final’, que era la
última noticia distinta, rara
o cómica. Increíblemente,
después de salir en libertad
–ya por 1982– presentamos,
con un compañero, Pedro, un
proyecto similar en CX 30,
Radio Nacional, directamente
a Germán Araújo. Era lo que
sabíamos hacer”.
Los programas en la radio
de la cárcel se transmitían al
mediodía y antes de la cena,
momento en que los presos
estaban en sus celdas.
“Recuerdo que tenía
repercusiones diversas. Los
fines de semana tomábamos las
transmisiones de los partidos
del campeonato uruguayo. Yo
me encargaba de definir qué
radio escuchar. Un soldado me
custodiaba. Rara vez me daban
órdenes, pero cuando sucedía
me decían: ‘Ponga a Víctor
Hugo’. No tenía alternativa.
Tampoco entendía por qué
a Víctor Hugo. Cuando no
tenía orden, alternaba los
comentarios y los relatos de
distintas emisoras: el primer
tiempo de una y el segundo
tiempo de otra. Recuerdo uno
de los golpeteos más ruidosos
del penal por este motivo. Puse
a Ruben Casco, que dos por
tres mandaba unos comentarios
encubiertos, entrelíneas, sobre
la realidad, sobre lo que pasaba.
Relataba, hablaba y bromeaba.
Y se produjo un golpeteo con
mucho entusiasmo que estuvo
muy bueno”.
La radio del penal, los
campeonatos de fútbol
en las canchas del patio,
las transmisiones de los
partidos del torneo uruguayo
profesional, fueron puentes de
conexión entre presos y punto
de contacto con el afuera.
“Cuando me fui en libertad, en
junio de 1980, un compañero
quedó encargado de la tarea que
hacía”.
Panorama deportivo siguió
escuchándose dentro del penal
por casi cinco años más.
La vida periodística de
Burgell también continuó
y continúa. Trabajó en la
sección de Deportes de diarios
y semanarios, y participó en
varios programas radiales
relacionados con la información
deportiva. Actualmente publica
en La Diaria y en Túnel.
Había que cambiarle la cara al fútbol
uruguayo de una vez por todas y desarticular
esa imagen violenta y falocéntrica que aún
campeaba en las canchas y especialmente
en las tribunas. Por eso a nadie le extrañó
que después de apuntarle al lenguaje que
se usa en los medios, las instituciones del
Estado, las organizaciones educativas y la
propia Policía, el Mides decidiera ir tras el
deporte más popular de todos, el que no
reconoce distinciones de clase en la sociedad.
La oportunidad llegó de la mano de su
concurso ¿Y si cantamos sobre otra cosa?, que
proponía a las hinchadas alentar al equipo de
sus amores sin discriminar por cuestiones
de etnia, género, orientación sexual o
discapacidades.
Los barrabravas que lograran crear un
espectáculo de cánticos originales y creativos
que no ofendieran a las minorías serían
premiados con dinero, entradas a los partidos
y viajes al exterior con sus equipos, siempre
y cuando se comprometieran a corear los
cantos. No era la única táctica del equipo
multidisciplinario del Mides, que comenzó
a colarse también entre las hinchadas para
entregar copias de la Guía del Lenguaje
Inclusivo, elaborada en colaboración con
la Secretaría Nacional de Deporte. Entre
las recomendaciones, se sugería no usar la
expresión “hay que matarlos a todos”, sino
“hay que matarlos/las a todos y todas” o, en
caso de que fuera escrito, “hay que matarlxs
a todxs” o “matarl@s a tod@s”. También se
indicaba que no era conveniente amenazar
de muerte a “los hinchas” del rival, ya que
eso invisibilizaba a las mujeres que gustan
del fútbol, sino amenazar a “la hinchada”.
No se debía insultar a los policías, sino al
“funcionariado policial”, y no apretar a los
dirigentes sino a “la clase dirigencial”.
Después de haber filtrado a sus funcionarios
en las barras, el Mides recibió una decena
de propuestas de cánticos nuevos, realizó
sugerencias y modificaciones, y finalmente
dio a conocer los finalistas del concurso.
Algunos de los flamantes cantos de guerra
que se incluían eran los siguientes:
No tiene padre (versión 1)
Peñarol no tiene padre
tampoco tiene tutor
tiene un hogar sustituto
que lo ofrece en adopción
No tiene padre (versión 2)
Nacional no tiene padre
con su mujer anda mal
tiene un hijo que precisa
mucha atención especial
Entregá el marrón
Entregá el marrón
entregá el marrón
que gozar del sexo
ya no implique sumisión
Mi buen amigo
Manya/bolso no discrimina.
Siempre te corre seas gallo o seas gallina.
No nos importa tu orientación.
Que ser violento ya no implique la exclusión.
Ellos y ellas se la ligan
sin que importe lo sexual.
Nunca dejo de arrobarte
antes de pegarte igual.
La ceremonia de entrega de premios debía
realizarse en la sede del Mides, pero los
grupos de hinchas inclusivos de Peñarol y
Nacional que habían resultado ganadores
se enfrentaron violentamente en las
escalinatas, robándose los trapos hechos
para la ocasión y provocando la suspensión
del evento. No fue por diferencias
deportivas. Unos eran hinchas fervientes de
la arroba y los otros del uso de la x.
_Martín Otheguy
_Patricia Pujol
23
Otro camino, otra recompensa
La bandera del Bigote
24
Foto: Rodrigo López
túnel set-oct 2016
Cuando juega al fútbol, no lo hace por plata. Cuando pelea por algo, lo hace desde adentro.
Así es, un futbolista inusual en un medio obvio.
El torneo de truco se pasó para mañana,
así que los veteranos mentirosos tendrán
24 horas más para ensayar las jugadas.
En un rincón del salón está todo armado
para un festejo de cumpleaños; ya llegaron
los invitados, sólo falta el homenajeado.
Mientras tanto en una sala a puerta
cerrada, intentando esquivar el alboroto, se
encuentra reunida la comisión directiva. Es
la primera reunión pos regreso a la A.
Esa cuadra de Camino Corrales está
iluminada. Los autos que van y vienen por
la avenida José Pedro Varela le dan cierta
vida a la esquina. La sede del Club Social y
Deportivo Villa Española es inconfundible.
El rojo y amarillo de las paredes que dan al
frente sobresalen en el monótono paisaje;
y desde lejos se alcanza a ver un boxeador
pintado en la fachada. Nacido en 1940
como club de boxeo, de ahí surgió el peso
pesado Alfredo Evangelista, famoso por
haber aguantado 15 rounds de pie ante el
legendario Muhammad Alí.
Santiago López, Bigote, frecuenta esa
esquina desde que tiene uso de razón. Se
crió en el barrio montevideano elegido por
los inmigrantes españoles, aunque recién
de grande conoció la historia del célebre
luchador uruguayo. “Yo tengo 34 años y
él había peleado antes –en mayo del 77
fue el combate con Cassius Clay–; mi
viejo sí se acuerda bien. Pero el año pasado
Alfredo –nacionalizado español– volvió
a Montevideo, con mi barra de amigos le
hicimos un video a modo de homenaje y
diseñamos la camiseta de fútbol con su cara.
Ahí me enteré de su grandeza”.
Con la pelota o la onda, Bigote pateó
cada calle del barrio, el de Funsa y del
demolido Cilindro. “Cuando había básquet
todo el barrio estaba ahí. Me acuerdo
del sudamericano que ganó la selección
uruguaya, éramos chicos y nos colábamos,
hacíamos un relajo bárbaro”, suelta frente al
esqueleto del Antel Arena. Él, al igual que
muchos villeros de ley, se buscó un lugarcito
detrás del vallado para ver la demolición del
viejo estadio. “Sonó el impacto de la bomba
y en dos segundos no quedó más Cilindro.
Fue bastante triste”. Pero el barrio no perdió
vida, dice, “vamos a ganar mucho más con
el Antel Arena que con el Cilindro como
había quedado” después del incendio.
¿Qué cambió en el barrio desde tu
infancia a estos días?
La gente. Se perdió la reunión, el verse cara
“En mi vida siempre fui
bastante radical con
algunas cosas, y en el
fútbol viví experiencias
que me llevaron a pensar
así. Se llenan los bolsillos
gracias a mí, eso está
mal, es impresentable.
Fui creando ideas en mi
cabeza, y hoy de grande
tomo más la bandera y
me animo a decir cosas.
No me lo inculcaron en
el baby fútbol, aprendí
porque la pasé mal,
porque mis compañeros
la pasaron mal, y porque
había cosas que no me
gustaban”.
a cara. Ahora somos amigos por WhatsApp,
y está de menos. En nuestra banda tratamos
de encontrarnos en la sede al menos dos
veces por mes, además de hablarnos mil
cosas por WhatsApp.
Bigote elige una mesa, la más apartada del
festejo. La parrilla marcha esta noche de
lunes a ritmo de fin de semana. De repente
aparece un directivo, se acerca y saluda con
un beso. Luego otro, pues otro beso; y así
hasta completar el cupo.
Entre beso y beso, Santiago cuenta
que la sede es como su casa, y a esa altura
ya resulta obvio: “La cantina está abierta
desde el año pasado que la agarró mi
cuñado, pero estuvo como nueve años
cerrada. A un amigo nuestro lo mataron
ahí en la puerta, no andaba en buenas
cosas, como diría el Indio Solari, ‘venía
rápido y se le soltó un patín’. Lo vinieron
a buscar a la sede y no tuvo escapatoria”.
Ahora sólo amigos y familia, aclara. Su
compañera Natalia y su hija Mariana –de
cuatro años– son las primeras. “Igual me
calienta cuando dicen que el barrio es
zona roja, me enferma. Yo ando por todos
lados, estoy enamorado del barrio. Elegí
comprarme mi casa acá; es mi lugar en el
mundo”.
No tiene ningún cargo en el club, ni
quiere tenerlo, al menos no el de presidente.
“¿¡Estás loca!? No, está heavy”.
¿Qué está heavy?
El fútbol en sí. Me tiene un poco harto
el sistema. Y siendo presidente tenés que
lidiar con el sistema todo el tiempo. Peor.
Desde que volvió de Guatemala amaga
con dejar el fútbol. “La nena crecía
allá, mientras mi viejo envejecía acá sin
poder verla. Entonces en un momento
25
La bandera del Bigote
¿Tuviste miedo alguna vez?
Yo soy bastante kamikaze en ese sentido,
mi señora es remiedosa, pero cada día que
tenía libre recorríamos, y nunca nos pasó
nada. Jamás vimos un hecho de violencia.
Pero que existían, existían; porque
prendíamos la tele y chorreaba sangre.
túnel set-oct 2016
¿Pensás qué sería de ustedes si se
hubieran quedado allá?
Hubiese seguido jugando, no nos iría mal,
tendríamos un poco más de dinero. Capaz
que en el fondo seríamos unos infelices.
Pero no me lo cuestiono. Somos felices
donde estamos.
26
Es que en el barrio no es Bigote a secas, es
el Bigote de Villa Española, que no es lo
mismo. Aunque siempre intente ponerse
a la misma altura que el resto, sabe que es
un referente. Por algo el presidente Fabián
Umpiérrez pensó en él cuando se propuso
poner al cuadro en carrera. “Volví de
Guatemala sin querer jugar más al fútbol.
Pero en una comida de cumpleaños del
club, Fabián me comentó que iban a
volver a la C. Habían jugado un amistoso
con Basáñez y les había encajado
cuatro goles. Era un desastre. Me dijo
‘no aguanto perder, armate una barra’.
Hablé con Fernando Cañarte, El Caña,
y ahí nos embarcamos en esta locura de
llevarlo a la A”.
No quedaba otra que ponerse la
camiseta, “no me cabía la idea de no hacer
nada desde adentro siendo hincha del club,
me parecía hipócrita de mi parte”.
Sumaron a Damián Santín, a Pablo
Silva de las inferiores, a Martín González,
todos identificados con los colores. “Y
después pibes del barrio que habían jugado
en el interior y eran hinchas”. Con un
mismo objetivo: subir escalón por escalón
hasta llegar a la máxima categoría. “Hoy se
logró, pero si no se hubiese logrado, igual
lo hubiésemos disfrutado. Estuvo bueno
pasar por las tres categorías, fue tremendo
aprendizaje”.
¿Cuáles son las diferencias más notorias
entre una y otra categoría?
De la C a la A hay un abismo. El fútbol
es amateur de verdad, jugábamos contra
“Pocas veces me pasó en el
fútbol de estar por plata.
La vez que me pasó sentí
ganas de no jugar más. No
me tocó jugar en la elite,
no me tocó jugar en la
selección, me tocó jugar
en Municipal, un equipo
grande de Guatemala,
ganando buena plata y
decidí que quería irme.
Pero el fútbol muestra eso,
que se gana plata, que se
pasa bien, y en realidad
no es así. En el fútbol
uruguayo ni se gana plata
ni se pasa bien”.
pibes que ni siquiera entrenaban, era
drástico. Les hacíamos seis goles a algunos
cuadros. En el cuadrangular final éramos
todos bastante parejos, si bien llevábamos
una diferencia sobre el resto, eran
partidos complicados. Además nosotros
éramos el grande de la divisional, no
podíamos fallar. Entre la B y la A, la B
es mucho más difícil. Es una divisional
jodida, a nosotros nos costó. El primer
año no pudimos ascender y lo hicimos
el segundo. Se marca mucho, los pibes
están con hambre de gloria, saben que el
único salvavidas es ascender, entonces te
arrancan la cabeza. En la A se juega más,
es más vistosa.
¿En cuál te sentís más cómodo?
A mí me encantó la C. Me gustó mucho
ir por todos los barrios, jugar en canchas
horribles pero en los barrios. La B también
tiene lo suyo. De la A me gusta ir a jugar al
Tróccoli, por ejemplo; pero el Centenario
no me gusta mucho. Lo mío son las
canchas chicas, con el tejido cerca, que te
comés una puteada. En el primer partido
de este campeonato, contra Rampla en el
estadio Obdulio Varela, un rato antes salí
a dar una vuelta por el barrio. La gente
cuelga banderas, tiene una mística, me
llena eso.
“¿Te querés matar, no?”, le dice uno en la
sede. “Y sí, ni me hables”, contesta Bigote al
pasar, sin ánimos de ir más allá. Ayer era Su
partido –su, con mayúscula–, el del regreso
a la A, una meta que lo había mantenido
enfocado e ilusionado los últimos tres
años. A él y a todos los villeros. “Era como
sacarme un peso de encima, sabía que
cuando comenzara a rodar la pelota, el
objetivo estaba cumplido”.
Pero ya sabemos que el fútbol, además
de hermoso, es ingrato; y justo en la vuelta,
a Santiago le tocó mirarla desde el banco.
Entró ocho minutos, y la bronca le puede
durar ochenta años. “Lo que pasa es que
yo había germinado una semillita, la flor
era este primer partido, y no pude verlo
desde adentro de la cancha. Me pareció
demasiado injusto, aunque queda feo que
yo lo diga”. Cuando habla de sí mismo se
siente egocéntrico, por eso “te lo traslado
a otro equipo, a otro futbolista, que con lo
emblemático que es tendría que jugar. Si
pierde o gana es lo de menos, ponelo y que
disfrute de que volvió a la A”.
¿Alcanza con un buen cuadro para volver
a la A?
No, no. Hay un par de factores clave:
primero, una buena gestión de la directiva
desde el punto de vista económico es
fundamental. Y segundo, el sentido de
pertenencia de los jugadores hacia el club, el
amor a la camiseta. Creo que aun con una
buena gestión, sin el sentido de pertenencia
no se hubiera logrado.
¿Está bien que los jugadores tengan
que levantar un club o esa es una
responsabilidad exclusiva de los
dirigentes?
Creo que los jugadores se tienen que
involucrar en el juego; porque además
de deportivo es un juego político y
económico, y los futbolistas no pueden
Pablo Bengoechea
con mi mujer nos preguntamos: ¿vale la
pena cambiar plata por felicidad? Nos
fuimos de viaje a Cuba y encontramos
una realidad que nos refortaleció la idea
de que no se tranza felicidad por plata,
regresamos a Guatemala, rescindí el
contrato y nos fuimos”.
Jugaba en el Club Social y
Deportivo Municipal, uno de los equipos
guatemaltecos más ganadores, con siete
millones de socios –agrega Santiago–. “Me
reconocían en todos lados. Al principio
andaba en ómnibus, y cuando subía todos
me miraban. ¡Tenía que firmar autógrafos
en el bondi!”.
Lo deslumbró el paisaje volcánico y
la vegetación; el contraste socioeconómico
le impactó. “Niños cargando azúcar,
descalzos, con ampollas en los pies. Y
Mercedes último modelo que ni siquiera
existen acá, pasándoles como si nada por
al lado”.
“Me calienta cuando dicen que el barrio es zona roja, me enferma. Yo ando por todos lados, estoy enamorado del barrio.
Elegí comprarme mi casa acá; es mi lugar en el mundo”, dice el Bigote de Villa Española. (Foto: Rodrigo López)
mirar para el costado. Por eso cuando se
involucraron los jugadores de la selección
en el tema del sponsor de la camiseta,
está de más. Equivocados o no, cada uno
tendrá su opinión, pero a mí me encanta
que lo hagan. Me encanta que Godín, que
es el capitán celeste, se esté preocupando
indirectamente por mí. Hasta ahora no
habían alzado la voz, no se involucraban
con el fútbol uruguayo; me parece que se
hartaron y yo los aplaudo.
Villa Española votó en contra de la
propuesta de Nike…
Sí, y no estoy de acuerdo. Pero es difícil
juzgar a Villa Española cuando antes tenía
deudas con un montón de empresas. A
veces jugábamos gracias a Tenfield aunque
nos estábamos embargando. Son decisiones
difíciles. No comparto la de la directiva en
este caso, pero tampoco la juzgo ni ahí. Si
yo tuviera que votar lo haría en contra del
sistema, pero yo no soy nadie.
La conciencia antisistema no se gesta de
un día para el otro, es un proceso mental
y emocional de años. En verdad, este
futbolista antisistema que insta a sus
colegas –sobre todo a los principiantes– a
pelear por sus derechos y a no dejarse
pisotear por los oportunistas, aceptó en
sus inicios un sueldo de 650 pesos en la
mano. “En el fútbol no había un sueldo
mínimo, era el mínimo nacional, 1.200
pesos. Te descontaban 550 y te quedaban
650. Esta anécdota siempre la cuento: iba
“Yo digo que Nike no es
Robin Hood. Lo tengo
claro. No viene a salvar a
un pueblo, sino a llevarse
la plata de un pueblo. Que
deje más plata y que todo
sea más equitativo es otra
cosa, pero no es Robin
Hood. Cuando se vaya Paco
–Casal–, van a venir Hugo
y Luis. Los intereses van
a ser siempre los mismos.
Cuando invierten en un
negocio es para ganar, no
para hacer beneficencia”.
en bicicleta a la AUF a cobrar el sueldo,
el presidente era Eugenio Figueredo y
tenía un lugar reservado en el garaje para
estacionar su auto. El tipo de seguridad no
me dejaba poner la bici justo en ese lugar,
pero yo no le daba bola. ‘Este mamadera
se llena los bolsillos con plata que yo
genero, tengo que venir en bicicleta a
cobrar 600 pesos y este se la lleva toda’,
pensaba. A la cuarta vez, imaginate.
Era una baraja yo también. Con otros
compañeros nos tomamos un par de
cervezas, fuimos a cobrar, arrancamos el
cartel de Figueredo; le queríamos pegar al
de seguridad, no cobramos el cheque; fue
cualquiera”.
¿Por qué fuiste gestando esa conciencia?
En mi vida siempre fui bastante radical
con algunas cosas, y en el fútbol viví
experiencias que me llevaron a pensar así.
Se llenan los bolsillos gracias a mí, eso
está mal, es impresentable. Fui creando
ideas en mi cabeza, y hoy de grande tomo
más la bandera y me animo a decir cosas.
No me lo inculcaron en el baby fútbol,
aprendí porque la pasé mal, porque mis
compañeros la pasaron mal, y porque
había cosas que no me gustaban. Fue un
aprendizaje de vida.
27
Me gustó mucho ir por
todos los barrios, jugar
en canchas horribles
pero en los barrios. La B
también tiene lo suyo. De
la A me gusta ir a jugar
al Tróccoli, por ejemplo;
pero el Centenario no me
gusta mucho. Lo mío son
las canchas chicas, con el
tejido cerca, que te comés
“No me gusta que los pibes no cobren, no me gusta que la pasen mal, no me gusta que tengan que salir a laburar con
la ilusión de jugar al fútbol, no me gusta que el sistema juegue con esa ilusión. Y sin embargo, la pelota sigue girando”.
(Foto: Rodrigo López)
¿Qué no te gustaba?
Qué no me gusta, querrás decir. No me
gusta que los pibes no cobren, no me gusta
que la pasen mal, no me gusta que tengan
que salir a laburar con la ilusión de jugar al
fútbol, no me gusta que el sistema juegue
con esa ilusión. Y sin embargo, la pelota
sigue girando.
¿Cuál es la ilusión?
Ser Suárez. El hecho de pensar: hoy la paso
mal pero mañana la puedo pasar bien. Yo
prefiero que la pase bien y alegrarme si el
día de mañana es Suárez, a que la pase mal
para ser Suárez. La ideología no es esa, se
puede pasar bien y ser Suárez.
túnel set-oct 2016
¿Pasarla mal en qué sentido?
En todo. En bañarse con agua fría,
entrenar en canchas deplorables, tener que
salir a laburar para comer.
28
¿Te hubiera gustado ser Suárez?
No, horrible, detestable. Debe ser un
infeliz, pero en el buen sentido. Me parece
un genio, un crack, pero cuando no podés
hacer cosas que los demás pueden hacer
me parece que sos un infeliz. Si yo no
pudiera ir a un almacén a comprarle un
chocolate a mi hija y tuviera que ir un
tipo de seguridad en mi lugar, me sentiría
bastante infeliz. Esa vida te la regalo. El
Indio Solari dice que cuando la persona
se come al personaje no hay vuelta atrás.
A ellos se los come el personaje. Nadie
conoce al Luis Suárez verdadero, todos
conocemos al que nos muestra. Aunque es
verdad que rompe con toda la imagen de
jugador de fútbol, porque es un loco que
llora en cámara, que se enoja, patalea.
Esa parte sensible es divina. Pero no me
gustaría llevar su vida, me mato. A mí
a veces me embola ser el Bigote de Villa
Española, imaginate.
Las cosas a medias no le van. Si participa
en una reunión general de la Mutual
Uruguaya de Futbolistas Profesionales,
es el primero en levantar la mano para
dejar sentada su opinión. Sin embargo,
jamás tuvo un cargo en el sindicato.
“Siempre increpé a la mutual, pero en el
buen sentido, de una forma constructiva;
cosas que me parece que están mal y hay
que cambiarlas. Pero habría que empezar
a cuestionarse de cambiar el sistema
desde adentro; no tanto opinar sino
construir. Entrar sería una opción, hoy
no la pienso, quizás mañana. Si tengo
la posibilidad de llegar a un jugador de
fútbol lo voy a hacer, pero no sé si me
pondría a pensar en armar una lista. Sé
que hay que pelear contra un sistema
jodido y perverso, eso me embola un
poco”.
¿Sirve la mutual?
Sirve. Los jugadores la respetan mucho.
Creo que no crea muchas políticas
sociales, es ahí donde hay que apuntar:
a crear semillas que luego den su fruto.
Pero a la hora de reclamar, la mutual
se sienta y logra que cobres. Tiene una
forma muy dinámica, implementada
hace mil años. Lo que yo planteo es
algo más profundo, que creo es a lo
que apunta la selección: “no seamos
la selección pateando la pelotita”.
una puteada”.
Ellos están planteado algo drástico:
“eduquémonos, vamos por acá, no
peleemos cosas por pelear”. Entendamos
que es un deporte, entendamos que es
un negocio y participemos. La mutual
no participa, deja que se haga. Deja que
algunos partidos se jueguen a las doce
del mediodía. No, mi amor, a las doce
no. La mutual tiene que ser amiga de la
AUF, la AUF no puede poner un partido
a esa hora porque a la tele se le ocurre.
El que juega soy yo. Y yo quiero jugar a
las tres de la tarde para que mi barrio me
acompañe, si vos no lo podés televisar es
problema tuyo, no mío. La AUF se rige
por un sistema que se llama Tenfield y
la mutual no tiene muchas herramientas
para meterse en eso.
un uruguayo revolucionario en este
medio?
Lo dije porque quise hacer una
comparación entre Maradona y Messi.
Maradona estaba recomprometido
con lo social, el loco tenía su bandera
y no le importaba vivir en la burbuja
del futbolista famoso. Messi vive en
otro mundo, le interesa más estar
en su burbuja que ver lo que pasa a
su alrededor. Fabián O’Neill es un
loco lindo. En el sentido de que todo
el mundo dice “pah, yo quiero ser
millonario, quiero jugar en el Inter” y él
no, él “quiero ser feliz”. El loco tiene algo
de revolucionario en ese sentido, vive
la vida que quiere, no la que le quieren
imponer.
¿Y vos?
Yo soy un bicho raro, como Agustín
Lucas. No sé si somos revolucionarios,
porque no nos da para hacer la revolución.
No tenemos peso.
¿Por qué?
Por no haber jugado en equipos grandes.
Hoy en día somos más conocidos por lo
que decimos que por lo que jugamos.
Pablo Bengoechea
“A mí me encantó la C.
Si yo hubiese jugado en otras ligas, mi
palabra tendría más peso, como pasa
con Godín. Lo que dice Godín yo
lo dije cincuenta mil notas atrás. No
me di cuenta de que Tenfield era una
monarquía cuando me lo dijo Godín,
yo la viví y la vivo todos los días. Pero
él tiene un peso, entonces movió los
cimientos. Capaz que Godín es el primer
revolucionario del fútbol.
¿Fue una circunstancia no haber jugado
en un cuadro grande o no quisiste?
En 2008, cuando salí goleador de la B,
tuve la chance de ir a los grandes. No
se concretó, no sé por qué, pero no me
quitaba el sueño tampoco. Creo que no
se cumplió porque nunca fue mi sueño;
porque en una temporada hice 25 goles,
podría haber ido perfectamente. El máximo
goleador de la B hizo 27, yo estuve ahí. Las
¿Hoy es Tenfield y mañana será otro
igual?
Es lo mismo que la puja entre Nike y
Puma. Yo digo que Nike no es Robin
Hood. Lo tengo claro. No viene a salvar
a un pueblo, sino a llevarse la plata de un
pueblo. Que deje más plata y que todo
sea más equitativo es otra cosa, pero no
es Robin Hood. Cuando se vaya Paco
–Casal–, van a venir Hugo y Luis. Los
intereses van a ser siempre los mismos.
Cuando invierten en un negocio es para
ganar, no para hacer beneficencia. La cosa
es que quede más plata en las arcas de la
AUF para que los jugadores se puedan
manejar mejor. Esa es la idea, que todos la
pasemos mejor.
Una vez dijiste que Maradona era el
primer revolucionario del fútbol. ¿Existe
29
“Cuando se involucraron
los jugadores de la
selección en el tema
del sponsor de la
camiseta, estuvo de
más. Equivocados o
no, cada uno tendrá su
opinión, pero a mí me
encanta que lo hagan.
Me encanta que Godín,
que es el capitán celeste,
Fotos: Luis Morales
Fútbol e identidad
se esté preocupando
“La AUF se rige por un sistema que se llama Tenfield y la mutual no tiene muchas herramientas para meterse en eso”,
sentencia Bigote López. (Foto: Rodrigo López)
indirectamente por mí.
Hasta ahora no habían
alzado la voz, no se
cosas se dan por causalidad, y a mí nunca
me inquietó.
a todas las canchas y hay una desventaja
brutal.
involucraban con el
¿Peñarol o Nacional?
Odio a los dos por igual. Nos han pisado
tanto la cabeza a los cuadros chicos que
me dan asco. Son los que mandan en el
fútbol. Los grandes votan algo, y los chicos
van detrás. Te das cuenta en las últimas
elecciones; Peñarol tiene seis o siete cuadros
que lo acompañan y Nacional lo mismo.
Se manejan así, porque se deben favores,
‘te cambio la localía y te doy plata’. Es
impresentable que en el fútbol uruguayo
los cuadros grandes no se quieran mover
de sus canchas, y siempre jueguen en el
Centenario. Es joda, yo tengo que ir a jugar
¿Qué cosas lindas te dio el fútbol?
Las ganas y la pasión por una institución.
parece que se hartaron
¿Qué pueden pelear en la A?
Tenemos un objetivo claro que es no
descender. Para los cimientos del club que
estamos generando la meta es no bajar.
Después, todo se va dando. Plaza Colonia
demostró que no es imposible pelear un
campeonato en la A, aunque la historia y
los números muestran que pocos equipos
chicos salen campeones.
Cuando el cuadro ascendió, Bigote pensó
túnel set-oct 2016
Ricotero hasta la muerte
30
Los Redondos tocaron una fibra suya. Dijeron cosas que él quería
escuchar, que él necesitaba reivindicar. Los vio por primera vez
en vivo a los diecisiete años en Jesús María, Córdoba y alucinó.
Es, además de Villa Española, su otro lugar en el mundo. “Llego al
toque y me cuestiono pila de cosas. Estamos en un lugar donde
todos pensamos lo mismo, y queremos lo mismo. Yo te respeto a
vos, vos a mí, son cosas que se pierden en la vida”.
Decidido a empuñar la bandera del Indio Solari, cada vez que
Santiago López convierte un gol muestra la remera de la banda
que lleva debajo de su camiseta. “Siento que rompo el molde”,
dice. Sólo una vez la cambió por la de Todos somos familiares,
en el marco de una campaña para concientizar al fútbol sobre la
desaparición de personas en la dictadura y la importancia de no
dejarlo en el olvido. “Tengo pensado hacerlo de vuelta, cuando
juguemos para la tele en el Estadio, pero con algo más armado.
Tal vez un discurso, que diga algo así como ‘hoy hice un gol y mi
mamá festeja, pero un día como hoy de tal año, una niña des-
fútbol uruguayo; me
y yo los aplaudo”.
“ya está, me voy por la puerta grande”, pero
los colores del club siguieron siendo más
fuertes que sus propios deseos. Dice estar en
los descuentos como futbolista, ¿qué pasara
una vez que tome la decisión? Dará un paso
al costado, literalmente. Dejará la cancha
para ir a la tribuna, a alentar con el resto de
los villeros.
_Por Carla Rizzotto
apareció y su mamá la llora’. Hay que tener un poco más de solidaridad
para que al menos aparezcan los cuerpos, enterrarlos y hacer el duelo”.
Bigote dice lo que piensa y hace lo que siente, le guste a quien le guste.
Hizo las inferiores en Villa Española hasta quinta división, se le vino el
rock encima y abandonó las canchas por un tiempo. “Me gustaba andar
en la esquina con mis amigos, tomar un vino cuando tuviera ganas y
salir cuando tuviera ganas. Curtir la cultura de barrio”, cuenta. “¿Si me
lo recrimino? ¿Estás loca? No, me encantó. Es otra de las cosas que si
no la hubiese hecho, me hubiese arrepentido. Esas cosas me formaron
como individuo. Cuando las vuelvo a hacer me siento joven”.
La vida sin problemas es matar el tiempo a lo bobo, canta el Indio.
Conocedores de su locura, los hinchas le pintaron el año pasado una
bandera que reza La vida sin el Villa es matar el tiempo a lo bobo. Esa
música es su filosofía de vida. “He dejado de jugar al fútbol por ir, he
dejado cualquier cosa. Y lo seguiría haciendo. Ahora el Indio tiene ganas
de tocar allá abajo, en Ushuaia.
Nace un hincha
Yo soy del Villa. Desde que papá me regaló
la bandera y la camiseta. Ese día me dijo:
“Hoy subimos. Así que vamos juntos a la
cancha”. Mi madre, que estaba preparando
la comida, se asomó por la puerta de la
cocina y le preguntó: “¿Te parece, con
el tiempo como está?” y lo miró igual
que me mira a mí cuando vamos por la
calle y quiere que le haga caso. Mi padre
le contestó: “Lo abrigo bien y llevo el
paraguas, pero hoy no podemos fallarle al
Villa”. Nunca había entrado a la cancha.
Algunos sábados sentía los gritos y los
cantos de la hinchada desde mi casa, que
está a dos cuadras de aquí. Así que estaba
muy nervioso, igual que hoy. Las tribunas
estaban llenas. Todos gritamos mucho y
saltamos como locos cuando hicimos el gol.
Y al final del partido, a papá le chorreaban
lágrimas por la cara. Le pregunté por qué
lloraba. Él se rió y me dijo que era la alegría.
Después no volvimos a venir. Hasta
hoy. Cuando terminamos de almorzar, papá
me puso la camiseta y me dio la bandera.
Justo cuando salíamos, nos alcanzó mamá.
“El viento está helado, sin campera no
podés ir, y levantate la capucha”, me dijo,
antes de despedirme con un beso. En la
puerta de la cancha nos encontramos con
el tío Roberto. Se abrazaron con papá y
él dijo: “¡Casi diez años esperando, pero
volvimos a primera!”, y los dos se daban
palmadas en la espalda.
Desde acá arriba veo a los jugadores;
a la hinchada contraria; y a la nuestra.
Allá, entre las banderas rojas y amarillas,
anda mi primo, el Jonathan. A él, como
es más grande, a veces lo dejan tocar
el bombo. Y enfrente, del otro lado
del paredón, arriba del techo, están los
vecinos de la vuelta de casa. Cada vez que
juega el Villa, ponen la bandera y gritan
como si estuvieran acá adentro. Una vez
invitaron a papá, pero él les respondió
que vive mejor los partidos pegado al
alambrado.
A mí me gusta ver a los jugadores
corriendo detrás de la pelota. Pero a veces
me distraigo. Quizá por eso papá me
advirtió: “Atendé al partido. ¡Hoy es un
día histórico y lo vas a recordar para toda
la vida!”. Entonces yo le pregunté qué era
“histórico”, y él largó una carcajada y me
contestó: “Quiere decir: ‘muy importante’,
ya vas a entender cuando seas más grande”.
Pero yo sé lo que es “muy importante”, por
eso estoy con los ojos bien abiertos y trato
de no perderme ningún detalle de lo que
pasa a mi alrededor.
Terminó el partido. Los jugadores
caminan rumbo al portón. De este lado
del alambrado, papá se apresura hacia el
lugar por donde van saliendo. Pasan entre
la gente. Están tristes, y algunos tienen cara
de enojados. Papá les grita: “¡No importa
muchachos! ¡Bien igual! Vamo’arriba el
Villa!”, y yo repito, con todas mis fuerzas:
“¡Vamo’arriba el Villa!”.
_Luis Morales
¿Vas a ir?
Y sí, no queda otra.
31
homosexuales en el fútbol
Pelota al medio
El fútbol es un deporte de contacto con una marcada inflexión machista, en el que la homosexualidad,
aún hoy, parece estar presente sólo en las bromas. Sin embargo, desde hace una década, existe un
equipo, Uruguay Celeste, basado en la diversidad sexual. Otros siguen sin aceptar esta realidad cada vez
más difícil de ocultar.
túnel set-oct 2016
Basta con ir a una cancha para saber que
el fútbol es “cosa de machos”, aunque
esté plagado de conductas poco varoniles.
Si no recordemos el dedo mayor de
Gonzalo Jara entre los glúteos de Edison
Cavani. Eso es aceptado, en cierta forma,
porque se toma como un insulto y no se
admite bajo ninguna circunstancia que
pueda ser acoso. Es más, para hacer este
artículo, entrevisté –quise hacerlo, mejor
dicho– a dos jugadores profesionales. Uno
de un cuadro de los llamados “chicos”,
y el otro de uno de los “grandes”. Me
atendieron con amabilidad, teniendo
en cuenta que me comunicaba de parte
de un reconocido periodista deportivo.
Cuando les dije que quería hablar sobre
la homosexualidad en el fútbol, se
acabaron mis pretensiones. Uno me dijo
que eso no existía; el otro que no me
podía decir nada porque nunca había
jugado con alguien homosexual. Incluso
me negaron conocer a Wilson Oliver, el
futbolista campeón de América, que debió
dejar el fútbol porque no le aceptaban
su condición de gay. Ambos me dieron
‘salida’, no sin antes aclararme que no
querían ser citados. Así de simple.
32
Uruguay Celeste
Los dos futbolistas que hablaron con Túnel
dijeron no conocer la existencia de un
seleccionado gay. Sin embargo, gente ligada
a ese deporte aseguraba que sí había uno,
aunque no podían precisarlo. Logramos
hacerlo por medio del relator Martín
Rodríguez (ver recuadro).
Mario Mussio es el presidente de
Uruguay Celeste Deporte y Diversidad,
que, efectivamente, no es una selección,
sino un cuadro de fútbol amateur,
integrante de la Liga de Integración de
Fútbol Uruguay (LIFU), que apuesta a la
diversidad. La confusión viene porque,
al ser el único cuadro en Uruguay que
tiene en su constitución la diversidad
sexual de sus jugadores, es el único
representante del país que integra a los
LGTB (lesbianas, gays, trans y bisexuales)
y concurre a los mundiales de ese
colectivo. Este equipo también incluye a
heterosexuales: “Lo nuestro era el tema de
la inclusión. Si venís a practicar, a traer
“Sacamos la idea de la
selección gay de fútbol,
primero porque no
somos un seleccionado
y, segundo, porque si
hay una selección gay es
porque hay una hetero. De
ahí se puede concluir que
la selección de Uruguay
vendría a ser la de todos o
la de algunos”.
el agua o lo que sea, no me importa tu
orientación sexual, sino que estás con la
causa, y no se necesita ser homosexual;
por eso hablamos de diversidad”, dice
Mussio.
Uruguay Celeste practica en la
cancha del Centro Juvenil Salesiano, en
Batlle y Ordóñez y Sayago. Hasta allí
llegó Túnel una fría noche de invierno.
Los jugadores estaban entrenando, ajenos
a nuestra presencia. Mussio nos recibió
con una sonrisa. Es un hombre afable y
un gran tomador de mate. Contó de los
comienzos, porque él es fundador, así
que bien podía hablar de lo que vivieron
para conformar el equipo que hoy sale
a la cancha: “A principios de 2006 nos
enteramos de que se iba a jugar el primer
mundial LGTB en Latinoamérica. Sería
en Buenos Aires, al año siguiente, en
2007. Sabíamos que ya era común en
Estados Unidos y en Europa, pero en esta
parte del mundo nunca había pasado”.
El “enteramos” me sonó a mucha gente,
así que solicité que fuera más específico.
Sonrió y pidió que lo guiara porque él
se iba por las ramas. Luego comprobé
que era su característica; debí encauzarlo
varias veces: “Me refiero a quienes
íbamos a los boliches de la comunidad,
que en aquel momento eran Espejismo
y Caín. Y decidimos hacer un llamado
público, a través de los medios de prensa,
para conformar un equipo que nos
representara en el Mundial. Hubo mucha
prensa y nos tomaban para la chacota.
Embromaban con el jabón en las duchas,
los vestuarios… ese tema es increíble, hay
una morbosidad con los vestuarios…”.
Vuelve a sonreír mientras me ve a los
ojos, aunque sé que su mirada no está
ahí, sino en el recuerdo que lo asalta, y al
cabo de ese instante continúa: “Era una
época en la que se debatía bastante sobre
la homosexualidad y el fútbol”. Mirá por
dónde andaba su pensamiento, no en el
vestuario, sino en el debate. Le pregunté
si las bromas le resultaban molestas,
agresivas: “Es que queríamos enfocarnos
en el tema futbolístico, no en si había
metrosexuales, homosexuales, bisexuales,
heterosexuales… Costaba entender”.
Lo que los movía era ir a ese Mundial
porque quedaba cerca. Lo que urgía era
“Lo nuestro era el tema de la inclusión. Si venís a practicar, a traer el agua o lo que sea, no me importa tu orientación sexual, sino que estás con la causa,
y no se necesita ser homosexual; por eso hablamos de diversidad”, afirma Mussio. (Fotos: Rodrigo López)
reclutar jugadores para empezar a trabajar
cuanto antes: “El 18 de julio de 2006 se
realizó la primera práctica en las canchitas
frente al estadio Centenario. Fue muy
curioso, porque si bien poco más de una
docena se animaron a entrenarse, alrededor
había un montón de gente, pero se
acercaban de a poco”.
En este caso, en la canchita del
Salesiano ya habían comenzado a
calentar. Corrían y saltaban de acuerdo
a las instrucciones del director técnico.
No todos lucen atléticos. El físico no
es la única diferencia con los jugadores
profesionales. Juegan en una liga amateur.
Estudian, trabajan, se ganan el pan con
otras ocupaciones, pero el fútbol no deja
de ser una pasión y, al igual que el mejor
de los jugadores de la selección nacional,
representan a Uruguay cuando salen al
Palabras diversas
Túnel entrevistó a dos jugadores de Uruguay Celeste. Jonathan
y Alejandro. El primero es gay; el segundo, heterosexual. Los dos
tienen porte de jugador de fútbol, aunque Jonathan tiene un físico más trabajado. Ambos están desde el comienzo, pero llegaron
al equipo por canales distintos.
Alejandro cuenta que juega desde el baby fútbol y que estuvo seis
años sin poder hacerlo porque tenía horario rotativo en el trabajo;
que iba en un ómnibus escuchando el informativo, “decían que
estaban practicando en el Parque Batlle porque había un mundial
en 2007. Fui y me integré. Me copó la idea de participar en un
mundial. Después tuvimos gira por el interior, los viajes a Chile,
México…”.
Está casado, tiene hijos. Mientras estaba con Túnel fue su hija
grande a buscarlo. Le pregunté si había que tener una fortaleza especial para que no le llegaran los insultos de la hinchada
exterior: “Nos presentamos al mundial
de Buenos Aires, en setiembre de 2007.
Eran unos treinta equipos y salimos
octavos. En 2012, en México, fuimos
vicecampeones. También hemos ido a
competir a Chile”.
El Mundial dura una semana, de lunes
a domingo. Juegan dos partidos por día,
por lo que el desgaste físico es importante.
En general, son de 35 minutos con diez
contraria. Me contestó: “Llega un momento que lo naturalizás. No te
cuestionás eso que el otro se está cuestionando: si son gays o no. Yo
me olvido, como que no me pasa nada”, contestó.
Jonathan cuenta: “Estaba en la marcha [del Orgullo Gay] cuando un muchacho me comentó que iba a empezar a armar el cuadro. Fui al Parque
Batlle para ver qué onda, no sabía nada de fútbol, ni jugar y pasaron los
años y aprendí”.
“A esa edad recién descubría lo que era el mundo gay, el fútbol no me
interesaba demasiado, más allá de que era fanático de Nacional. Y bueno, después me empezó a gustar, le agarré pasión, como todo uruguayo.
Ahora me encanta”, dice sonriendo.
Para Jonathan, ponerse la camiseta tiene dos significados: “El tema del
orgullo porque soy gay y después el de la camiseta, que no deja de ser
de Uruguay. Para mí es exactamente lo mismo, con algo distinto que
jugamos algunos homosexuales y heterosexuales. El compartir es lo
lindo. Después que se naturaliza empieza la amistad, por eso uno sigue
en el cuadro. Es un gusto venir. Son mi otra familia”, afirma.
33
homosexuales en el fútbol
de descanso; sólo la final se hace de 45
minutos.
Diversidad y relacionamiento
Ya quedó aclarado que son un equipo, con la
particularidad que representan a Uruguay en
los mundiales LGTB. Por si quedan dudas,
Mussio vuelve sobre el asunto: “Sacamos la
idea de la selección gay de fútbol, primero
porque no somos un seleccionado y,
segundo, porque si hay una selección gay
es porque hay una hetero. De ahí se puede
concluir que la selección de Uruguay vendría
a ser la de todos o la de algunos”. Debo
de mirarlo perpleja, porque su sonrisa se
ensancha y me obliga a imitarlo. Para ser
franca, nunca lo había pensado y me resulta
interesante. Casi tanto como conocer el
relacionamiento con los otros equipos. Así
que le pregunto si en la liga se les conoce
como el equipo de la diversidad. Contesta:
“Sí, todos saben a quiénes enfrentan”. “¿Y
eso juega?”, pregunto con la esperanza de
que me entienda. “Tienen sus piques dentro
de la cancha, pero los chiquilines están tan
Mario Mussio, presidente de Uruguay Celeste Deporte y Diversidad.
acostumbrados que hasta les juega a favor.
A veces los hinchas del equipo contrario
le gritan al juez ‘ah, no les cobrás a estos
putos’, pero termina el partido y todos
se dan la mano”. Le doy algún rodeo al
asunto, porque mientras hablamos, escucho
lo que se dice a mis espaldas, en la cancha,
mientras entrenan, y no sé cómo encarar
a Mussio. Tengo temor a ofender, pero al
final lo zampo: “Ahora yo los escucho a
ellos decirse cosas por el estilo. El tono es
de broma, pero se dicen cosas que pueden
sonar homofóbicas”. ¡Bingo!, parece que
me entendió: “Sí, puede dar esa sensación,
¿verdad? Lo que pasa es que a veces se
desvirtúa el término. La palabra ‘puto’ no
necesariamente se refiere a lo homosexual.
También se utiliza para denigrar a otra
persona, o para embromar, como es este caso.
No defiendo esas cuestiones, pero se dan”,
dice y se ceba otro mate. No me convida y lo
envidio. Tengo frío y la boca seca.
“Una vez tuvimos un hecho de
violencia –recuerda–; fue en el 2008,
cuando jugábamos en la Asociación
túnel set-oct 2016
El relator que abrió el armario
34
Martín Rodríguez es periodista deportivo y relator de fútbol. Trabaja en 13 a 0, TV Ciudad,
Canal 10 y en La Diaria. Rodríguez es gay. Túnel lo entrevistó y lo primero que quisimos
saber es si ser homosexual le había perjudicado a nivel profesional: “Hace casi un año y
medio que salí del clóset para todo el mundo. La verdad es que no siento que me haya
perjudicado, quizá eso me dio más notoriedad, aunque no fue el objetivo, pero se dio así.
Me tratan con mucho respeto. Lo único que a veces encuentro raro es que no me hablen
del tema, no me pregunten”.
Martín sufrió el proceso de decir su condición, sobre todo porque era consciente de que
estaba en un entorno con pronunciado machismo. Le pedí opinión sobre el testimonio de
los jugadores que aseguraban que en el fútbol no había gays. A su entender “eso es imposible. Lo que hay es una enorme represión y no se animan a decirlo”.
Sostiene que homosexuales hay en todas las profesiones, “lo que pasa es que algunas son
más tolerantes que otras y justo el fútbol es de las más cerradas. Se siente una profunda
soledad”. “Es difícil hablarlo”, concluyó.
“En noviembre cumplimos
los diez años y tenemos
programado un torneo
internacional. Vienen
argentinos, chilenos y
bolivianos. Para nosotros
es importante, porque
pone en el tapete el
tema de la diversidad. Es
nuestra causa, una buena
razón para nuestra vida”.
Nacional de Fútbol Amateur (ANFA),
que fue la primera liga que jugamos
en Montevideo. Nos cruzamos con
un equipo y terminamos mal. No fue
tanto por los jugadores sino por una
persona afuera que se puso violenta. El
tipo se agarró a trompadas con uno de
los gurises, Alejandro, que no es gay.
Después se armó una bataola. Los ves
así, pero si los provocan pueden llegar al
guante. Fue la única vez que tuvimos un
hecho de violencia. No lo denunciamos
victimizándonos de una situación porque
ellos también pegaron. Tampoco te
vas a quedar quietito esperando que te
rompan la cara. Fue sólo un partido. Lo
llevamos al tribunal de la liga, luego se
jugó el partido de la segunda rueda y no
pasó nada”. Repite que no ha habido “la
tal” violencia homofóbica, pero que es
obvio que piensan que el equipo, por sus
características, es más blando que el resto.
A ninguno le gusta perder con nosotros.
Eso es como… ¿viste cómo es?”. “Sí,
Pelota al medio
Alejandro y Jonathan.
claro”, le dije, mientras veía a los jugadores
y pensaba que no debe ser un equipo fácil
de ganar.
Pablo Izurco es el tesorero de Uruguay
Celeste. Él me informó que tienen apoyo
del Ministerio de Turismo y Deporte
con alguna partida que los ayuda en los
viajes; que se financian realizando distintas
actividades, rifas; que se presentan a
proyectos del Mides que tienen que ver con
inclusión y diversidad: “En 2013 hicimos
una gira por el interior. Nuestra idea era
jugar con un equipo local que no fuera
profesional, en el estadio más importante
de cada departamento. El dinero dio
para cinco lugares. Hicimos alianza con
las intendencias. En Durazno, Trinidad,
San José, Rivera y Maldonado. Nosotros
poníamos la copa y las intendencias
se hacían cargo de la comida. Fue una
experiencia hermosa”.
El equipo también tiene un integrante
que es una persona con discapacidad, y
Mussio me dice que las mujeres también
pueden practicar, pero no jugar en la
Liga porque es de fútbol masculino. Es
más, tiene una integrante trans: “Victoria
comenzó su proceso con nosotros. Antes
jugaba con nosotros contra los otros
equipos. Ahora no puede, pero sí en los
torneos LGTB. Viajó con nosotros a Chile
y jugó sin problemas”.
Ahora en el equipo juega un chileno.
No es el primer extranjero con el que
cuentan. Ya tuvieron un mexicano, un
paraguayo, algunos argentinos: “Llegan
porque conocen a alguien del equipo, o
porque se enteraron por pertenecer a la
comunidad”.
Desde hace dos años cuentan con el
servicio honorario (todo es honorario) de
la psicóloga Leticia Arezo: “Sirve mucho
porque se utiliza ese día para decir lo que
tengas que decir, algo a un compañero, un
hecho que te molestó. Y bueno, se discute,
etcétera, pero se arregla ahí. Habla del tema
grupo, de la relación humana”.
“En noviembre cumplimos los diez
años y tenemos programado un torneo
internacional. Vienen argentinos, chilenos
y bolivianos. Para nosotros es importante,
porque pone en el tapete el tema de la
diversidad. Es nuestra causa, una buena
razón para nuestra vida”.
Un jugador tiene la pelota, otro lo
marca, alguien imposta la voz, gritando
remilgado: “¡No se sienta presionada!”.
El fotógrafo, y yo reímos. El que lleva el
balón se desmarca, tira al arco y mete el gol.
Pelota al medio.
_Isabel Prieto Fernández
T E O R Í A Y P R Á C T I C A PA R A LO S E N T R E N A M I E N T O S
Manual de Cinesiología
Estructural
501 ejercicios de
contraataque en fútbol
En esta obra se analizan
a través de ejercicios
simples, las articulaciones
y los grandes grupos
musculares del cuerpo.
Este conocimiento
constituye la base de los
programas de ejercicios
que deben aplicarse para
reforzar la musculatura.
El entrenador Santiago
Vázquez Folgueira, plantea
de forma didáctica y
progresiva ejercicios de
contragolpe de lo individual
a lo colectivo.
La obra recoge ejemplos
de situaciones de juego
extraídas de distintas
competiciones.
Editorial Paidotribo
35
Entre la cábala y el mito
La magia en la cultura
del fútbol
A los 43 años Fabricio Vomero sigue jugando al fútbol, una pasión que no lo abandona pese a su trabajo
como psicólogo y a ser máster de antropología. Esto lo hace una figura apropiada para hablar del
pensamiento en el fútbol, particularmente el que se expresa en las cábalas.
túnel set-oct 2016
¿Además de tu actividad profesional,
siempre has jugado al fútbol a nivel
amateur?
Sí, empecé en el baby fútbol de Central
de Montevideo y luego en Central de
Tacuarembó en juveniles. Cuando vine
a estudiar, jugué en el Rangers de la Liga
Universitaria y hasta ahora en el fútbol de
padres en la Liga Colegial.
Nunca trabajé sobre fútbol en materia
antropológica a nivel universitario. Eso
se debe a que soy un fanático, juego al
fútbol a nivel senior, disfruto mucho, y
creo que pensarlo en términos científicos
me haría cuestionar ese goce. Lo quiero
mantener como actividad de disfrute, no
de pensamiento. Sigo prefiriendo el fútbol
en su espíritu amateur. Allí está ausente
la dimensión comercial y sus reglas, que
evidentemente las impone.
36
¿Cómo funcionan las diferentes
categorías de pensamiento en el fútbol?
Nos preciamos de ser racionales, pero
creo que el fútbol está impregnado de
magia y de cábala. Es difícil que un
jugador o un técnico no las tenga y en ese
sentido es famoso Hugo Bagnulo.
Bagnulo era muy amigo de mi abuelo,
incluso tenía una foto suya en una
pared de su casa. Mi abuelo jugaba en
Central, y Bagnulo estuvo vinculado a esa
institución. La última vez que lo vi fue
en la cancha de La Luz y don Hugo, que
era una gloria del fútbol uruguayo, estaba
sentado atrás de un arco, sobre una piedra,
con un pañuelito en la cabeza porque
había un sol tremendo. Sólo en Uruguay
pasan esas cosas. Era un grande del fútbol,
un gran estratega y a la vez un cabalista
incomparable.
A propósito de esas particularidades de
Uruguay, la gente de la FIFA hizo un
informe sobre el baby fútbol y –por una
circunstancia azarosa– pudimos dialogar.
Cuando les dije que era psicólogo y
antropólogo me propusieron hacer una
nota para reflexionar sobre la dimensión
futbolística de Uruguay, que es inexplicable
para otros países, sobre todo teniendo en
cuenta las dimensiones poblacionales, y
para explicarse cómo el fútbol atraviesa las
clases sociales, la política, atraviesa todo. Es
que en Uruguay hay una enorme cultura
de fútbol, que el niño recibe incluso desde
antes de nacer, porque existe en los clubes
la dimensión del hincha intrauterino.
Aquí el niño nace y el primer regalo es una
pelota, una camiseta de fútbol. La adhesión
a un equipo de fútbol es algo que se le
transmite al niño al nacer, como el nombre
y la nacionalidad. Se puede cambiar en
muchas cosas, pero es difícil que alguien
cambie de club de fútbol.
¿Cómo se va generando esa cultura del
fútbol?
Un padre que lleva a su hijo a practicar
empieza a reprimir el uso de la mano
y a estimular el uso del pie, de ciertos
movimientos y articulación, que tienen que
ver con el desarrollo de una musculatura
propia para el fútbol. Pero no sólo eso, sino
que le incorpora una serie de decisiones de
carácter que el fútbol requiere. En nuestra
cultura del fútbol hay cosas innegociables,
como la actitud y las ganas. El jugador
puede tener carencias en todas las áreas,
tanto las técnicas como las físicas, pero no
puede tener carencias temperamentales.
Cuando los turistas pasan frente a las
canchas se paran a mirar, sacan fotografías,
filman. Les debe parecer algo “bárbaro”
hacer jugar así a niños pequeños. Pero
“Divulgar los secretos de la magia le hace perder eficacia. Las cábalas son absolutamente personales, incluso algunas inconfesables”,
sentencia Fabricio Vomero. (Ilustración: Rodrigo López)
“En los Juegos Olímpicos
del 24, en semifinales,
Uruguay estaba perdiendo
con Holanda. El 9 de
Uruguay pateaba y el
golero del rival sacaba
todas las pelotas, hasta
que descubren que tenía
en el fondo del arco un
ellos, ya desde muy chiquitos, adoptan
el aprendizaje de cómo moverse dentro
de la cancha, de la utilización de las
reglas. Además, esa cultura del fútbol
estimula y desarrolla una inteligencia
especial y espacial, una particular forma
de leer situaciones y tomar decisiones
a gran velocidad. A su vez, esa cultura
impone un lenguaje, una forma de hablar,
un vocabulario y también una ética de
comportamiento.
¿Esto es patrimonio de las clases
populares o se da en todos los niveles?
En todos. Jugué años en la Liga
Universitaria. Es una liga muy seria y por
allí pasan jugadores que podrían haber
jugado en primer nivel y en muchos casos
no lo hicieron porque eran gente de clase
alta o de clase media, sectores sociales para
los que el fútbol es muy excluyente.
Cuando me recibí de psicólogo, tuve la
oportunidad de trabajar en juveniles con
conejo embalsamado. En
un embate el 9 patea al
conejo y lo destruye. A
partir de ese momento
vienen los goles
uruguayos. El mito que
se construyó a partir de
eso es determinante. Le
cortaron el ritual mágico al
golero holandés”.
Los límites de la razón
Vomero cuenta que “Ernesto Sábato empezó con el pensamiento racional y estudiaba
física, pero en determinado momento entendió que en el hombre había dos fuerzas
paralelas, y que ninguna manda sobre la otra. Fue becado a París para especializarse en
mecánica cuántica y terminó estudiando el pensamiento mágico. Y eso lo escribió Freud,
que inauguró una narrativa que descentraba al sujeto como un yo racional para reconocer
al deseo humano y pensamientos que van más allá de la conciencia. Sábato reconocía una
influencia muy grande de Dostoievski y también lo hacía Nieztche, que llegó a decir que
el único que le había enseñado algo de psicología humana fue Dostoievski, al tiempo que
Freud decía que no lo leía para no sentirse invadido por sus ideas. Y todos esos genios
universales reconocían que había modos de pensar y sentir que trascendían y trasvasaban
lo estrictamente racional”.
la selección uruguaya, de 2000 a 2003, y
allí conocí muchas cosas que pasan en el
primer nivel y muchos técnicos con un
pensamiento mágico enorme, cabalistas.
No recuerdo mucho al detalle sus cábalas
pero sí el peso que tenía en ellos la noción
de “mufa”. Había jugadores “mufa”, hinchas
“mufa”, directivos “mufa”: los veían venir,
los asociaban a perder y los querían alejar.
Muchos jugadores tenían objetos a los que
asociaban con la suerte. Recuerdo uno que
cuando jugaba llevaba sobre el pecho la
foto de su padre, ya muerto. Había formas
de entrar a la cancha, actitudes como
tocarse un testículo o recurrir a ciertos
gestos para conjurar la suerte. Cuando
los zapatos eran nuevos, se escupían. Sin
embargo, esto es algo de lo que nadie
quiere hablar, porque divulgar los secretos
de la magia le hace perder eficacia. Las
cábalas son absolutamente personales,
incluso algunas inconfesables. Hablar
exorciza el efecto mágico. Incluso es de
muy mal gusto indagar sobre las cábalas.
No se acepta la interpelación de la lógica.
Alcanza con que funcione.
37
Uruguay iba perdiendo
y le asigna a un par de
incidentes las claves del
partido: el sopapo que
Obdulio Varela le da a
Bigode y la pelota bajo
el brazo, hablándole
Obdulio en español a un
juez que hablaba inglés.
En la reconstrucción de
ese acontecimiento, el
uruguayo pone eso por
encima de los goles,
porque tuvo una incidencia
emocional en el partido”.
¿Es efectiva la magia?
Creo que hasta cierto punto sí, ya que más
allá que la realidad no funcione de acuerdo
a la imposición de ese deseo, tiene efectos
prácticos, en cuanto asegura al individuo
que puede, de algún modo, interferir en la
realidad.
Jacques Lacan, psicoanalista francés
inspirado en el budismo, decía que el
hombre tiene tres pasiones: el amor, el odio
y la ignorancia. Como que de algún modo
quiere ignorar lo real. El pensamiento
mágico pretende controlar esa zona de la
realidad. Desde el punto de vista racional
nos dicen que lo real se impone al individuo
más allá de sus deseos. O sea, que donde
el pensamiento racional dice “no se puede
hacer nada con lo real”, el pensamiento
mágico dice: “Sí, se puede”.
¿Esto tiene que ver con algunas
características del fútbol uruguayo?
Son mitos y es difícil detectar de dónde
vienen, pero creo que deben estar en el
origen de nuestro fútbol. En lo que fue
su primera gesta, en los Juegos Olímpicos
del 24, en semifinales, Uruguay estaba
perdiendo con Holanda. El 9 de Uruguay*
pateaba y el golero del rival sacaba todas las
pelotas, hasta que descubren que tenía en
el fondo del arco un conejo embalsamado.
En un embate el 9 patea al conejo y lo
destruye. A partir de ese momento vienen
los goles uruguayos. El mito que se
construyó a partir de eso es determinante.
Le cortaron el ritual mágico al golero
holandés. Me hago la película del holandés
viendo al conejo destruido e imagino cómo
se le vino el mundo abajo, porque si lo tenía
allí es porque le otorgaba un valor mágico.
Sobre esas historias se construyen los mitos,
que siguen operando a lo largo del tiempo.
Empecé a estudiar antropología después que
leí a Lévi-Strauss y me pareció impactante.
Siempre tomé de él la idea de cómo
determinadas instituciones permiten que
cada individuo defina su humanidad a
través de ellas. No importa si es el Barcelona
túnel set-oct 2016
“El cuarto del terror”
38
Prefirió omitir su nombre, pero aún milita en el fútbol del interior, habiendo jugado en uno
de los equipos “grandes” de nuestro medio. Respecto a las cábalas refirió que “algunas de
ellas son corrientes. Si nos fue bien en un partido difícil, volvemos a comer en el mismo
lugar en que lo hicimos antes de jugar, comemos lo mismo, nos sentamos en el mismo
orden y tratamos de repetir todo lo que hicimos anteriormente. Si se da lo contrario, cambiamos radicalmente la conducta en todos sus detalles. Los técnicos también participan de
esas cábalas. Algunos, si un cambio en determinado minuto trajo suerte, lo repiten en el
mismo minuto, aunque eso no parezca justificarse por el trámite del partido”. A diferencia
del pensamiento religioso, que pide la intermediación de una fuerza superior para lograr
efectos sobre la realidad, la magia se enfrenta a lo real sin mediaciones, en una suerte de
“mano a mano”. En la cultura del fútbol coexisten y se intersectan ambas modalidades.
Sobre ello, nuestro entrevistado expresa: “La conducta cabalística se mezcla con la religiosa y, por supuesto, las tácticas y las estrategias tienen un soporte lógico. Conocí a un
grupo de jugadores de primer nivel que durante la semana iban a buscar agua a la Gruta
de Lourdes y antes de cada partido se empapaban con ella. Pero las cábalas personales son
múltiples y no se revelan”. En relación con la “mufa” dice: “Esa noción es muy fuerte. Tuve
ocasión de jugar con un muchacho que tenía esa fama. Tan fuerte era que cuando cambió
de club, nadie quería concentrar en la habitación que él ocupaba. Incluso una mano anónima escribió en la puerta: ‘el cuarto del terror’. Con eso está todo dicho”.
o es un club de barrio. Allí se van a trazar
un montón de vidas, de humanidades, de
subjetividades, que hacen que no importe
que sea un partido de altísimo nivel o uno
de campito. Para esa gente, ese partido es de
máxima importancia subjetiva.
El pensamiento cabalístico también
personaliza la mala o la buena suerte…
Sí, y te pongo un claro ejemplo: Héctor
Tuja. Salió campeón en el 84 con Central,
pasó a Defensor y también fue campeón.
Ascendió con Racing de la B y tuvo una
brillante campaña en Rampla Juniors.
Estuvo en el quinquenio de Peñarol, que lo
llevó no sólo por sus condiciones –que las
tenía– sino por su valor mágico especial: era
un ganador.
En cuanto a lo que llamamos “mufa”
también hay ejemplos. A nivel mundial,
pese a que ganó todo, ahora se dice que
Maradona es “mufa”. Si a un cuadro le va
bien y Maradona va a verlo, pierde. Por una
cuestión familiar, a mí me gusta el Nápoli.
El año pasado lo fue a ver Maradona y
perdió. Pero esa generación argentina del
86 me resulta admirable. Eran unos “reos”,
unos guerreros y unos cabalistas de primer
nivel. Además tenían un técnico acorde
con ellos, porque si hay un director técnico
que manejó en Argentina la cábala y las
fórmulas mágicas, ese fue Bilardo.
En otras palabras, el pensamiento mágico
no intenta comprender lo real, sino
someterlo a sus designios.
El pensamiento mágico busca imponerle
sus reglas a la realidad. En cuanto a su
efectividad, evidentemente que tiene que
haber un logro, de otra manera no se
apelaría a él. No sé si leíste ‘El hechicero
y su magia’ y ‘La eficacia simbólica’, de
Lévi-Strauss. Son dos artículos de la
antropología estructural fundamentales
para entender esto. En ellos trata de cómo
la magia produce ciertos efectos reales. En
esos textos habla de un individuo al que su
pueblo comienza a considerar responsable
de acciones que tienen efectos maléficos.
Entonces la comunidad lo convoca, lo
condena a muerte y a los pocos días muere,
sin que le hagan otra cosa que condenarlo
socialmente. A partir de eso, Lévi-Strauss
reflexiona sobre cómo se produce cierta
eficacia en algunos procesos. Creo que en
el fútbol esto es muy común ya que lo que
se busca es esta eficacia simbólica, mediante
ciertos mecanismos que permiten que en
la realidad sucedan cosas a través de la
creencia, lo que termina teniendo un cierto
efecto performativo que tiene efectos de
realidad.
¿Existe también en nuestro fútbol un
espacio donde la magia se desdobla en el
mito?
En el Mundial del cincuenta, Uruguay
iba perdiendo y le asigna a un par de
incidentes las claves del partido: el sopapo
que Obdulio Varela le da a Bigode y la
pelota bajo el brazo, hablándole Obdulio
en español a un juez que hablaba inglés. En
la reconstrucción de ese acontecimiento, el
uruguayo pone eso por encima de los goles,
porque tuvieron una incidencia emocional
en el partido. Los propios brasileños los
consideran fundamentales, pero nosotros
los enaltecemos y lo ponemos a la altura
del gol de Ghiggia. En la propia frase “los
de afuera son de palo” había mucho de
magia. Una de las cosas que más me gusta
de esa generación de jugadores es que todos
provenían de clases populares, no eran
señoritos, será porque yo provengo también
de allí. Uno de mis abuelos era pintor de
casas y el otro obrero metalúrgico.
¿En las clases populares hay cierta
consustanciación con lo cabalístico?
Mi abuelo paterno de chico me llevaba a
ver a Central; el materno era hincha de
Rampla y fanático del fútbol. Cabalista
de primera, veía el partido siempre en el
mismo lugar, del mismo modo. Era otra
dimensión futbolística porque mi abuelo
paterno, además de hincha, fue jugador,
técnico y tomaba cierta distancia del
hincha. Pero mi abuelo materno era hincha
a morir, amaba a Rampla y siempre tuvo
esa dimensión más popular del fútbol,
no tanto la visión dirigencial. Tal vez
por eso me he resistido siempre a serlo.
No quiero que esa perspectiva afecte mi
condición de hincha. Es que no puedo
olvidar el velatorio de mis abuelos, con
sus respectivas banderas en el cajón. La
bandera de mi abuelo es símbolo sagrado
para mi familia, y ha de tapar a más de uno
en el momento de la partida, tal vez como
última protección.
Trabajé en Fénix y conocí un hombre que
murió muy joven. Era el Negro Acosta,
gran jugador de fútbol pero además
canchero y utilero de la primera de Fénix.
Tenía una cultura increíble, sabiduría
de vestuario y conocía mucho de fútbol.
Todos los que lo conocimos aprendimos
con él mucho del fútbol y de la vida. Me
contaba que todas las semanas iba gente
a la cancha a depositar las cenizas de sus
seres queridos. Es decir, esas gramillas son
espacios sagrados. El último deseo de mi
abuelo fue que tiráramos sus restos en el
Palermo. Para alguien que tiene las cenizas
de sus deudos en una cancha, ese espacio
se vuelve sagrado. Aun para personas muy
racionales.
_José López Mercao
Entre la cábala y el mito
“En el Mundial del 50,
*El partido se jugó el 6 de junio de 1924.
Uruguay ganó 2-1 y los goles fueron
convertidos por el Vasco José Pedro Cea y
Héctor Scarone. El nueve de Uruguay al
que se alude era Pedro Perucho Petrone.
39
Juan Lazaroff, el relato histórico de Danubio
“Una vez, en un partido
que le ganamos a Peñarol
en el Centenario, después
de Maracaná, el Chueco
Una vida en blanco y negro
le hizo un caño a Obdulio
Varela, eludió a un par
y la jugada terminó en
gol de Danubio. Cuando
Don Juan Lazaroff está por cumplir 96 años. Nació en Bulgaria y se vino, junto a sus padres y su
hermano Miguel, siendo muy pequeño a vivir a Montevideo. Más precisamente a la Curva de Maroñas.
Como todo niño, pasaba buen tiempo en la escuela. La del barrio, la única en la zona, era la número 49,
República de Nicaragua. No siempre existe relación directa, simbólica o no, entre los lugares de origen
y las identidades forjadas con el tiempo. Pero a veces sí: en esta escuela nació Danubio, la “universidad
del fútbol uruguayo”. El niño Juan fue uno de sus fundadores. Como en el túnel del tiempo, nos lleva a
momentos inolvidables –por gloriosos en lo deportivo o por gloriosos en lo pícaro– y vive cada recuerdo
como si todo hubiese sido ayer, con risas, llantos y la incondicional pasión por dos colores.
¿Qué simboliza Danubio en su vida?
Fijate que el día en que el club cumplió
84 años, falleció mi mujer. Fijate cómo
es la vida. Con Susi nos casamos el 14 de
diciembre de 1946. Danubio estaba en la
B. Al año siguiente subió a primera por
primera vez. Así que el casamiento le trajo
suerte. Y el 1 de marzo de este año, el día
que el club cumplía 84 años, Susi falleció.
La extraño terriblemente, pero así es la vida.
túnel set-oct 2016
¿Cómo vive los partidos? ¿Se apasiona, se
pone nervioso?
Me pongo nervioso sí, pero lo disimulo. No
lo transmito para los demás, por lo menos
lo intento. Porque si vos te ponés muy
nervioso y pataleás si al cuadro le va mal, le
transmitís algo feo a quienes te rodean. En
mi caso a la familia Lazaroff.
40
Cuénteme sobre el fútbol en la escuela,
donde se origina el club.
En los recreos jugábamos partidos de
cuarenta contra cuarenta, era formidable.
La escuela estaba donde ahora está el Club
Unión Ciclista, y tenía un patio enorme.
Los partidos eran encarnizados. Ahí aprendí
a hacer moñas, porque éramos tantos
niños jugando que agarrabas la pelota y
te marcaban de a cinco, entonces en una
baldosa tenías que zafar. Creo que el buen
juego histórico de Danubio viene un poco
de ahí, de la necesidad de ser hábil en el
patio de la escuela para poder escapar de las
marcas, casi por obligación. Nos gustaba
tanto que Miguel, mi hermano mayor, en
un momento me dijo: “Vamos a armar
un cuadro para jugarles a los de la Plaza
de la Unión”. Los de la Plaza jugaban
bien, le habían ganado al Dryco, que
por aquellos años era un cuadro bastante
fuerte y famoso. El director de la Plaza
era el maestro Torres, un tipo fantástico,
inolvidable para mí. Hablamos con él y
coordinó que el partido se jugase a los
quince días. Nuestro cuadro no tenía
nombre, así que se me ocurrió llamarnos
Tigre, no me acuerdo muy bien por qué,
pero en definitiva éramos el Tigre de la
Curva de Maroñas. No teníamos camisetas,
así que cada uno buscó una camisa blanca y
el que no tenía, usaba el guardapolvo de la
escuela por adentro del pantalón. Y mamá,
que desde casa trabajaba como costurera del
London París, nos cosió un trocito de tela
percalina negra en la camiseta, como una
escarapela. Jugamos el partido y perdimos
1-0. Quedamos deshechos, terriblemente
amargados.
Pero había que seguir intentándolo.
Lo primero fue pensar seriamente en las
camisetas. Pero no teníamos plata. La
Curva de Maroñas era un barrio muy
pobre, más de lo que lo es hoy. Estaban
naciendo algunas fábricas textiles, estaba
la curtiembre, alguna pinturería, pero lo
más importante era la gente, muy humilde,
trabajadora. Las camisetas costaban $ 4,87.
Lo recuerdo muy bien porque aún conservo
el recibo. Para juntar esa plata se nos
ocurrió hacer una rifa de cien números,
a cinco centésimos cada uno. La cuestión
estaba en qué rifar. Tenía que ser algo
barato para nosotros, así que se nos ocurrió
un juego para tomar agua, o sea una jarra
con cuatro vasos. Fuimos a la ferretería de
la Curva, nos recibió doña María, y mi
hermano, que llevaba la voz cantante, le
dijo que queríamos ese juego para rifar y
así comprar las camisetas. Por más que era
muy barato, realmente no teníamos cómo
pagarlo. “Perfecto, sale tanto”, nos dijo. “No
tenemos ni un peso”, le dijo mi hermano.
“Bueno, llévenselo y cuando cobren la plata
de las rifas vuelven y me lo pagan”. Debo
contarte que nunca volvimos…
¿Pudieron comprar las camisetas, por lo
menos?
Quien luego fue historiador de Danubio,
Alcides Olivera –hermano mayor de
Armando y Álvaro, fundadores del club con
mi hermano y conmigo– nos compró diez
números de rifa [Juan se entusiasma con
el recuerdo, ya que aparentemente siempre
se dijo que habían sido veinte números:
“mentira, compró diez”] con la condición
de que la camiseta del cuadro fuese blanca
y negra, a rayas, en honor a Wanderers, que
había sido el último campeón uruguayo.
Alcides era muy amigo del presidente de
Wanderers, así que de ahí venía el deseo.
Casualmente, los colores eran los mismos
que los de aquel primer partido. El total
de la venta de las rifas nos dio cinco pesos,
así que después de comprar las camisetas
nos quedaban $ 1,3. Con eso compramos
un silbato para las prácticas. Realmente
estábamos arrancando desde cero.
Ya con las camisetas, ¿qué pasó con el
nombre del cuadro?
Había sido tan duro el golpe por la derrota
volvió a su cancha le dijo:
‘Perdóneme capitán, que
se la pasé por entre los
gajos’. Imaginate, Obdulio
casi lo mata”.
en el primer partido que, para cambiar de
pisada totalmente, no quisimos llamarnos
más Tigre. Había que cambiar. Estábamos
en casa con el resto de los compañeros,
conversando sobre el tema, y mi madre,
María, se sumó con una sugerencia:
“Le pueden poner Maritsa. Es un lindo
nombre y me recuerda a un río donde
me refrescaba en Bulgaria”. Sonaba lindo
pero no para cuadro de fútbol de varones,
era muy femenino. Así que retrucó que
podíamos ponerle como otro río de la
zona, con nombre masculino: el Danubio.
Nos gustó y quedó.
Eran días especiales del fútbol,
con Uruguay campeón del mundo
nuevamente. Supongo que era el tema
del momento.
Es que no se hablaba de otra cosa que
no fuera fútbol. Todo el mundo quería
jugarlo y dedicarse al fútbol. Tal vez nos
contagiamos de ese ímpetu para querer
jugar la revancha contra el cuadro de la
Plaza. Nuestro golero era otro Olivera,
primo de Armando y Álvaro, después
teníamos un grandote que se llamaba
Israel Medina y le decíamos Caldera, y
la delantera era: mi hermano Miguel, un
tal De León, yo y los hermanos Olivera.
Armando fue, de esa barra inicial, quien
más tiempo jugó en el club. Yo jugaba
de puntero izquierdo. La revancha la
ganamos, y así agarramos viento en la
camiseta. En El Diario de la noche había
una página dedicado al fútbol infantil,
y allí mi hermano mandaba un anuncio
que decía: “Danubio desafía a jugadores
Juan Lazaroff nació en Bulgaria, pero desde niño vive en Montevideo. Hoy, a los 95 años, recuerda los antecedentes y
las anécdotas que acompañaron la fundación de Danubio. (Foto: Andrés Cribari)
menores de 15 años a jugar un partido,
en cancha a definir, los domingos a las
15 hs.”. Allí nos respondían y empezamos
a jugar partidos. Ganamos una liga del
barrio, después un campeonato que
organizaba Nacional. Nos iba bastante
bien.
¿Cuándo nació la camiseta con la franja?
En 1936 entramos al campeonato de
Liga Parque Rodó, organizado por el club
Universal Ramírez, y allí el presidente
era un tal [Juan Lorenzo] Castaldi, que
además era árbitro de primera división.
Cuando nos anotamos, nos preguntó
cómo era nuestra camiseta. “Blanca
y negra, a rayas verticales”, le dijimos.
“Tienen que cambiarla porque la camiseta
del Universal es verde y blanca, también
a rayas verticales. Se van a confundir”,
nos respondió. Volvimos para el barrio
sin tener mucha idea de qué hacer, hasta
que a Alfredo López, quien también
integraba el equipo, se le ocurrió que
podíamos tomar el modelo de la camiseta
de River argentino, aunque en lugar de
la franja roja, sería una franja negra. En
ese campeonato salimos segundos, ya
que justamente perdimos la final con el
Universal. Pero quedó para la historia
porque le dio vida a la camiseta histórica
de Danubio.
41
Juan Lazaroff
túnel set-oct 2016
“El Cumba Burgueño era
Usted dejó de jugar antes de los veinte
años, después pasó a ocupar cargos
directivos y a ser testigo directo del
desarrollo institucional de Danubio.
Supongo que ha visto de todo.
En 1948, entró como dirigente Antonio
Souto, que era muy amigo de Ernesto
Lazzatti, quien había sido capitán de Boca
y de la Selección Argentina, y por ese año
estaba terminando su carrera. Sauto lo
convenció de venir a jugar a Danubio.
Lazzatti, que era mediocampista central,
vio que el equipo jugaba bien y les decía
a sus compañeros “los pases no los quiero
ni en la espalda, ni al pie inhábil. Los
quiero exactamente a mi pie hábil. Y
también quiero que los ‘halfs de ala’ sean
como un abanico. Si llevo la pelota por
el medio, que suban y sean opción de
pase hasta que termine la cancha”. Y así
sucedía, ese equipo realmente jugaba bien.
Uno de los jugadores de esa época, para
mí el símbolo histórico de Danubio, fue
Carlos Chueco Romero, campeón de la
B con 16 años, suplente de Julio Pérez
en el Mundial del 50, un fenómeno.
Yo soy el presidente de la Comisión de
Nomenclátor y sugiero que una de las
tribunas de Jardines lleve su nombre.
Tenía una habilidad tremenda. Una vez,
en un partido que le ganamos a Peñarol
en el Centenario, después de Maracaná, el
Chueco le hizo un caño a Obdulio Varela,
eludió a un par y la jugada terminó en gol
de Danubio. Cuando volvió a su cancha le
dijo: “Perdóneme capitán, que se la pasé
por entre los gajos”. Imaginate, Obdulio
casi lo mata.
lo fueron a buscar, no
¿Qué lugar ocupa Jardines del
Hipódromo en su vínculo con Danubio?
Cuando el club empezó a crecer y
necesitábamos un lugar para jugar de local,
alquilamos lo que hoy es el Parque Forno.
Allí jugamos un tiempo, pero queríamos
un infierno, así que nos
pusimos a pensar cómo
hacer para que no pudiese
jugar contra nosotros.
Uno dijo ‘la única solución
es mandarlo preso’.
Fuimos a la comisaría
16 y denunciamos que
nos habían robado unas
gallinas: ‘El culpable fue
Juan Burgueño’. Así que
jugó y Danubio ganó el
partido. Los dirigentes de
Sud América lo echaron,
así que el Cumba se
fue a jugar a Atlanta
en Argentina. De ahí lo
trajimos para Danubio,
un poco porque jugaba
muy bien y otro poco para
enmendar la macana”.
una cancha propia. En un momento, a
principios de los cincuenta, se acercó a
Danubio un hombre llamado Alfredo
Scarcella, que nos dijo que podía conseguir
un predio muy bueno en los Jardines del
Hipódromo, de tantas manzanas. Ya en
Danubio estaba trabajando el arquitecto
Luis Alberto Torres, y como empezamos
a fantasear con construir un estadio
en ese predio, hizo los planos. Cuando
llegó el momento de pedir precios por la
construcción, nos dimos cuenta de que
era muchísima plata, inalcanzable para el
club. No teníamos con qué pagarlo, así
que desechamos la idea. Yo, que también
estaba en la directiva, quedé muy apenado,
me parecía una lástima, considerando el
terreno que habíamos conseguido, en un
lugar tan hermoso. Un día, yendo con
Susi de paseo al Centro, pasamos por
el Cine Rex (hoy Sala Zitarrosa). En el
momento que entramos estaban pasando el
noticiero, y particularmente las imágenes
de un ferrocarril que viajaba por una cima,
mientras los pasajeros miraban para abajo,
por la ventana, un partido de fútbol. Esa
imagen me despertó una idea que enseguida
le dije a Susi: “Tengo la solución. La tierra
que está en el terreno, en vez de usarla
como superficie para hacer el estadio,
tenemos que venderla y hacer la cancha en
el pozo”. Susi, que me apoyaba en todas esas
ideas, me dio para adelante una vez más. De
ahí mismo fuimos a lo de Scarcella, quien
también se entusiasmó con la idea y me dijo
de ir a hablar con el arquitecto Torres. A
Torres le pareció un plan interesante, pero
le parecía difícil vender tanta tierra. “Yo
me ocupo de venderla”, le dije. Puse un
anuncio en el diario El Día que decía algo
como: “Vendo tantas toneladas de tierra,
llamar al 47636…”. Entonces empezaron a
venir desde las fábricas a ver la tierra, y uno
tras otro nos decía “esta tierra no me sirve,
tiene cal”. Hasta que un día, apareció un tal
Pisano sentado en la sede de Danubio. Yo
entro y me dice: “¿Usted es Lazaroff?”. “Sí,
soy yo”, le dije. “Bien, yo vine a comprar
la tierra”, siguió. Ahí le respondí que la
tierra tenía cal. “No me importa, tenemos
máquinas especiales que eliminan la cal
de la tierra”, me devolvió. Le pregunté
cómo se llamaba la firma y me contestó
Cerámicas del Sur. Fuimos al terreno y
terminaron comprando todas las toneladas
de tierra que había. Con la plata de esa
venta hicimos el estadio. En 1951 pusimos
la piedra fundacional, en un acto en el que
yo hablé y, después de muchísimo tiempo
de trabajo, lo inauguramos el 25 de agosto
de 1957. En plena construcción, a Torres se
le ocurrió que debía tener una torre, similar
a la del Centenario. Una vez terminada,
yo le pregunté al arquitecto “¿No está muy
delgada esa torre?”. “Juan, vos dedicate a
lo tuyo, que yo me dedico a lo mío”, me
respondió medio enojado. Finalmente,
en una noche de tormenta, la torre se
cayó y casi aplasta la casilla donde vivía el
canchero. Allí intervine y propuse que, en
lugar de levantar otra más gruesa, se cortara
en diagonal la base de la que estaba y se le
agregara un mástil. Creo que quedó lindo.
Además de Romero, Danubio tuvo otro
mundialista en el 50, el Cumba Juan
Burgueño.
Y es medio insólito cómo lo trajimos.
Teníamos que jugar contra Sud América,
donde él jugaba, que venía de ganarle a todos
los equipos. El Cumba era un infierno, así
que nos pusimos a pensar cómo hacer para
que no pudiese jugar contra nosotros. Uno
dijo, “la única solución es mandarlo preso”.
Fuimos a la comisaría 16 y denunciamos que
nos habían robado unas gallinas: “El culpable
fue Juan Burgueño”. Así que lo fueron a
buscar, no jugó y Danubio ganó el partido.
Los dirigentes de Sud América lo echaron,
así que el Cumba se fue a jugar a Atlanta en
Argentina. De ahí lo trajimos para Danubio,
un poco porque jugaba muy bien y otro poco
para enmendar la macana.
Un amigo en común me contó, sin tanto
detalle, una historia suya referida a un
partido contra Peñarol en el Centenario,
en un día de mucha lluvia. ¿Me la puede
desarrollar?
Yo era delegado del club y vivía en un
apartamento, en el sexto piso, en 18 de
Julio y Martín C. Martínez. En el tercero
vivía el general Omar Porciúncula, director
general del Ejército y presidente de la
AUF. Hablamos de principios de la década
de 1960. En esos momentos, salvabas la
economía del año con las recaudaciones
de los dos partidos en el Estadio contra
Nacional y Peñarol. En la mañana del
partido contra Peñarol estaba lloviendo, así
que me llamó el presidente de Danubio,
Julio Oyenart, y me dijo: “Juan, andá hasta
lo de Porciúncula y pedile que suspenda el
partido. Con este clima no vamos a recaudar
nada”. Bajé hasta lo de Porciúncula y me
atendió Meba, la esposa. Le pregunté por
su marido y me contestó que no estaba,
que había salido temprano. Yo sabía que
me estaba mintiendo. Al rato, me llamó de
nuevo Julio, volví a bajar pero tampoco tuve
suerte. Eso mismo un par de veces más. Así
que el partido se iba a jugar aunque estuviese
lloviendo. Ya en el vestuario, Julio me
preguntó qué podíamos hacer. Le respondí:
“La única solución es cortar un palo”. “Yo
mismo lo corto. ¿Me acompañás?”, le dije.
Y Julio aceptó acompañarme. Tengamos en
cuenta que los palos aún eran de madera.
El juez era José María Codesal*, que había
jugado conmigo al fútbol y hasta habíamos
sido compañeros de zaga. Cuando faltaba
poco para que arrancara el partido, bajamos
a hablar con los hinchas, les contamos lo
que queríamos hacer y uno me dijo “yo en
el camión tengo un serrucho”. Me lo trajo
y arrancamos con Julio, por el túnel, para el
arco de la Ámsterdam. Cuando estábamos
llegando a la cancha sentí los gritos de
“Había sido tan duro el
golpe por la derrota en
el primer partido que,
para cambiar de pisada
totalmente, no quisimos
llamarnos más Tigre. Había
que cambiar. Estábamos
en casa con el resto de los
compañeros, conversando
sobre el tema, y mi madre,
María, se sumó con una
sugerencia: ‘Le pueden
poner Maritsa. Es un lindo
nombre y me recuerda a un
río donde me refrescaba
en Bulgaria’. Sonaba lindo
pero no para cuadro de
fútbol de varones, era muy
femenino. Así que retrucó
que podíamos ponerle
como otro río de la zona,
con nombre masculino:
el Danubio. Nos gustó y
quedó”.
Codesal: “¡Juan, pará, ¿qué vas a hacer?!”.
“Voy a cortar un palo”, le dije. “¡Pero estás
loco, van a suspender a Danubio de por
vida!”, me gritaba. Así seguimos discutiendo
hasta que en un momento nos convenció.
Pero realmente estábamos con la idea de
cortar el palo para que el partido no se
jugara.
Al final ¿cómo estuvo la recaudación?
Horrible. Habremos vendido dos mil
entradas. Y el partido lo empatamos 2-2.
El segundo gol lo hizo el argentino Héctor
Pederzoli.
Una locura por el bien de un hijo, como
es Danubio para usted, podría ser visto
como un acto bastante noble…
¡Y no te he contado casi nada! Por ejemplo,
en 1966, Wanderers era dirigido por Hugo
Bagnulo y venía muy bien el campeonato.
Les tocaba jugar contra nosotros. El técnico
de Danubio era Rafael Milans, que en la
previa me dijo: “Wanderers anda muy bien
porque Bagnulo los motiva mucho durante
los partidos, les grita todo el tiempo desde
el borde de la cancha”. Ahí me puse a
conversar con el Chino Héctor Salvá, que
había venido a jugar ese año, pensando en
cómo contrarrestar ese aliento. Y el Chino
me dijo: “Podemos traer una cuerda de
tambores y que se pongan a tocar bien
fuerte en la tribuna, bien atrás de Bagnulo,
para que los jugadores no lo puedan
escuchar”. Y eso hicimos, conseguimos
una cuerda de veinte tambores. Los
porteros tenían la orden de dejar pasar a
los tamborileros, de tribuna a tribuna, en
caso de que Bagnulo se moviera. Arrancó
el partido y el ruido de los tambores era
tremendo, él gritaba como loco y los
jugadores de Wanderers no escuchaban
nada. Se movía para todos lados y la cuerda
de tambores lo seguía. Estaba malísimo.
Ganó Danubio 3-1.
Una vida en blanco y negro
42
¿En qué momento se dieron cuenta de
que el proyecto inicial, de cuadro de
amigos en la infancia, pasaba a ser más
ambicioso?
Después de unos años de competir en
ligas barriales, ya siendo adolescentes, se
empezó a arrimar mucha gente grande, con
muy buenas ideas, viendo que el cuadro se
sostenía con el tiempo. De esa forma, en
1941, Danubio se inscribió en la divisional
extra, donde había cientos de equipos. Al
año siguiente, salimos campeones. Allí
pasamos a la Intermedia y también salimos
campeones. Llegamos a la B, donde
estuvimos dos años, hasta subir a la A en
1947. En seis años, Danubio pasó de no
ser nada, a estar en primera división.
¿A sus hijos biológicos les ha inculcado
conscientemente la pasión por Danubio?
Algo que siempre he pensado y que me
gusta repetir es lo siguiente: los hijos se
hacen hinchas del cuadro del padre, no
tanto cuando lo ven reír, sino cuando lo ven
llorar por ese amor.
_Mateo Magnone
*Mundialista en 1958 y 1966, y padre de
Edgardo Codesal, quien se nacionalizó
mexicano y arbitró partidos en el Mundial
de 1990, destacándose la final.
43
Sebastián Fernández
Alberto Espasandín: “El profesionalismo no es para todos”
La gestión como clave del
desarrollo deportivo
túnel set-oct 2016
El deporte de alta competencia en Uruguay ha sido, históricamente, dirigido por un “voluntariado”,
que fue importante para su desarrollo y subsistencia, pero que no está en condiciones de brindar las
respuestas adecuadas que exigen los nuevos tiempos. Por este motivo, es necesario apostar a una
profesionalización de la gestión de las entidades deportivas, afirmó el ex entrenador de básquetbol
Alberto Espasandín.
44
En 2004 Alberto Espasandín asumió
al frente de la selección uruguaya de
básquetbol. Fueron cuatro años intensos,
con muchos desafíos. Un proceso con
resultados positivos a nivel deportivo:
en esos años, Uruguay fue vicecampeón
Sudamericano en Caracas 2006 y medalla
de bronce en los Juegos Panamericanos
de Río de Janeiro 2007 –única medalla
obtenida por el básquetbol uruguayo en la
historia de este torneo–.
Esa experiencia le permitió vivir de primera
mano la realidad del deporte uruguayo.
Por un lado, tenía a su cargo un plantel
de jugadores profesionales –muchos de
ellos jugando en el exterior–, que tenían
la posibilidad de vivir exclusivamente
para la práctica del deporte. Por otro,
debía convivir con carencias a nivel de
infraestructura, que eran suplidas por el
esfuerzo de los dirigentes de la Federación
Uruguaya de Básquetbol (FUBB), sumado
a “un gran espíritu de colaboración y de
compromiso” de los propios jugadores,
quienes siempre demostraron amplia
disposición y adhesión a la selección
nacional.
Hoy, nueve años después de abandonar ese
cargo y tras desempeñarse como gerente
deportivo de la FUBB, Espasandín sigue
vinculado al deporte desde otra función.
Es coordinador del área de Deportes
Federados de la Secretaría Nacional de
Deportes (SND), cargo desde el cual puede
volcar su experiencia, pero sobre todo
sus conocimientos en gestión deportiva,
un área en la que se ha especializado y
que considera clave para el desarrollo del
deporte.
“A medida que el deporte se ha
profesionalizado exige tomar decisiones
profesionales. Esto implica asumir el
deporte en su multidimensionalidad; no
solamente en su parte técnica, sino en
lo relacionado con lo social, económicofinanciero, cómo fenómeno cultural del país
[…] El deporte hay que tomarlo como un
espectáculo y para eso hay que encararlo
profesionalmente”, afirmó Espasandín en
diálogo con Túnel.
La importancia de gestionar
“En la medida que el deporte se ha
profesionalizado –en una escalada
progresiva a partir de la Segunda
Guerra Mundial– y convertido en un
espectáculo que convoca a multitudes,
y que se ha perfeccionando mediante
la técnica y los aportes científicos para
mejorar el entrenamiento deportivo y su
planificación, la gestión deportiva pasó a ser
fundamental”.
En la actualidad es inconcebible pensar en
una actividad deportiva profesional que
no tenga detrás “una actividad planificada,
organizada, proyectada a mediano y largo
plazo”. “Pero también una institución
deportiva que brinde servicios deportivos
a una comunidad –como pueden ser los
clubes polideportivos típicos de Uruguay–
tiene que pensar de qué forma ofrecer un
mejor servicio a los usuarios o asociados”.
Espasandín es consciente de que la gestión
deportiva todavía no se ha impuesto
con mucha fuerza en Uruguay y que la
actividad deportiva sigue en manos de
un “voluntariado”, que en su momento
fue importante para el desarrollo y la
subsistencia del deporte, pero que no está
dando respuestas adecuadas, en la mayoría
de los casos, a las necesidades actuales.
“Cuando yo jugaba al básquetbol jugaba en
canchas de bitumen, de piso duro, y tenemos
las secuelas de rodillas, de cadera, problemas
de salud muy grandes porque practicábamos
en esos entornos; hoy el deporte exige otras
condiciones de entrenamiento, preparación y
competencia. […] Exige un profesionalismo
mayor”, afirmó.
“En el fútbol se ve claramente: hay muy
pocos escenarios que reúnen las condiciones
para que se pueda desarrollar un deporte
como es el fútbol actualmente, con buenos
campos de juegos”. Esas falencias aumentan
en los torneos de formativas: “Los chicos
que se están formando para el deporte que
se jugará dentro de cinco, seis o siete años
están jugando en condiciones imposibles
para practicar, es difícil enseñar a jugar
un deporte cuando los terrenos no son
adecuados”, señaló.
Desde su rol en la SND pudo certificar que
las falencias en materia de gestión son casi
estructurales y que afectan las diferentes
actividades. “Vemos con preocupación
las dificultades que presentan algunas
federaciones deportivas para cumplir con
los objetivos mínimos que es la difusión
“Hoy es inconcebible pensar en participar de una actividad deportiva profesional sin una actividad planificada, organizada, proyectada a mediano y largo plazo”,
asegura Espasandín. (Foto: Andrés Cribari)
del deporte y tratar de desarrollar su
especialidad deportiva”. Pero también ven
que hay federaciones que están trabajando
muy bien y abren la expectativa de un
futuro promisorio.
El rugby, el básquetbol y la natación “son
federaciones que están haciendo las cosas
muy bien y están encaminadas hacia
proyectos realmente profesionales de
desarrollo del deporte. Eso nos estimula y
nos convence aún más de que las cosas se
pueden hacer. Ser capaces de transformar
ese voluntarismo en criterios de gestión
profesional es bueno; es fundamental
El mundo básquetbol
Para un país como Uruguay competir a nivel mundial siempre es difícil, sobre todo en los
deportes colectivos o por equipos. Eso es comprobable en el básquetbol, en el que la clasificación a un Juego Olímpico es muy difícil. “Participan sólo doce países y los países europeos tienen un nivel impresionante”, destacó Espasandín. “Para competir es necesario que
hagamos como el fútbol, que tengamos la posibilidad de que varios jugadores nuestros
puedan emigrar y jugar en Europa. Ahora [Bruno] Fitipaldo dio el salto de la Liga Argentina
a Europa; [Matías] Calfani emigró hacia Argentina y ojalá en unos años esté en Europa”.
Ese proceso es fundamental para el desarrollo de los jugadores y redundará en beneficio
para la selección nacional. La muestra más concreta es Argentina. “La ‘generación dorada’
lo fue gracias a que todos los jugadores estaban en Europa; no les alcanzaba con ser jugadores de la Liga Nacional Argentina, para llegar a lo que llegaron debieron jugar en Europa,
y posteriormente acceder a la NBA. El camino es ese, es inevitable”.
Por este motivo, Espasandín valoró la posibilidad que se le abre a una de las jóvenes promesas del básquetbol uruguayo, Juan Ignacio Ducasse, que tendrá la posibilidad de jugar
en un Highschool de Estados Unidos y luchar por la posibilidad de obtener una beca universitaria. “Si llega a una buena universidad, en cuatro años tendremos un jugador de primer nivel mundial, porque el básquetbol universitario de Estados Unidos es una verdadera
escuela de jugadores”, afirmó Espasandín.
rodearse de gente, o contratar gente, que
esté formada específicamente en distintos
ámbitos del deporte”, aseguró.
Los riesgos del profesionalismo
Los clubes y las federaciones dedicadas
al deporte de alto rendimiento no
pueden obviar una premisa básica: el
profesionalismo no es para todos. Y eso
se denota con ejemplos empíricos. “El
profesionalismo o pseudoprofesionalismo
que quisieron comprar los clubes deportivos
fue también la causa de la disolución de
muchísimos clubes”. “En los años sesenta
en Montevideo había ochenta clubes
de básquetbol, hoy quedan cuarenta; la
mayoría de los que desaparecieron fueron
por aventuras profesionales que quisieron
correr, se metieron en gastos que no estaban
capacitados para asumir y tuvieron que
abandonar la práctica del deporte. Eso
fue muy negativo, porque hoy podrían
ser instituciones en donde se practicara el
deporte y se formaran deportistas”, afirmó
Espasandín.
Ese fue uno de los problemas cuando
el básquetbol hizo una apuesta por la
integración de clubes del interior a una
Liga Nacional. “Sostener un equipo de alto
45
Alberto Espasandín
nivel profesional no es para todos, quizás
puede haber una o dos instituciones en el
interior que puedan sostener un equipo
profesional para una competencia extendida
en el tiempo. Porque eso es otra cosa: no
podemos mejorar nuestro deporte si las
competencias se extienden seis o siete meses,
el deporte profesional hoy exige estar en
competencia nueve o diez meses al año”.
“El que no pueda estar nueve o diez meses
compitiendo debe estar en un nivel inferior
y punto. El deporte de alta competencia o
profesional no es para todos o para quien
quiere, sino para quien puede. Hay una
falta de sinceramiento, en general, en todos
los deportes, de quién puede ser profesional
y quién no”, aseguró.
Por ejemplo, en España, desde el Estado
se dispuso la obligación de los clubes
profesionales de fútbol y básquetbol
de convertirse en sociedades anónimas
deportivas (SAD), con un criterio de
sostenibilidad y que tuvieran el patrimonio
suficiente para solventar las deudas que
asumían. “Los únicos que se salvaron fueron
Barcelona, Real Madrid y Athletic de
Bilbao, los demás fueron compulsivamente
obligados a convertirse en SAD”, contó.
Pero ese no fue el camino que eligió la
SND. “Es mucho mejor que [la forma
de profesionalizar] surja de la propia
democracia interna de las federaciones
deportivas, queremos apoyar a las
federaciones y trabajar en conjunto con ellas
y no imponer absolutamente nada. […]
La SND está apoyando más, y tratamos
de convencer a las instituciones deportivas
que se integren a las pautas estratégicas
que pensamos que son lo mejor para el
deporte, pero las federaciones deportivas
son entidades autónomas y pueden tomar
sus propias decisiones”, destacó.
“Sostener un equipo de
alto nivel profesional
no es para todos, quizás
puede haber una o dos
instituciones en el interior
que puedan sostener
un equipo profesional
para una competencia
extendida en el tiempo.
Porque eso es otra cosa:
no podemos mejorar
nuestro deporte si las
competencias se extienden
seis o siete meses, el
deporte profesional
hoy exige estar en
competencia nueve o diez
meses al año”.
Deporte en el interior
El deporte uruguayo, en particular el de
alta competencia, está centralizado en
Montevideo, ya que “las federaciones son
capitalinas, en el mejor de los casos del área
metropolitana, y no tienen alcance a nivel
nacional”. Por eso, uno de los objetivos
estratégicos de la SND es llevar el deporte a
todo el país. Pero ese proceso de integración
tiene algunos obstáculos, como los costos de
la locomoción. Una posible solución a ese
problema es apostar a la regionalización de
las competencias.
túnel set-oct 2016
Un hombre con trayectoria
46
Alberto Espasandín tiene una larga trayectoria vinculada al deporte de alto rendimiento, en
general, y al básquetbol en particular. Inició su carrera en las categorías formativas del club
Montevideo, con el que debutó en Primera División. En forma paralela comenzó su carrera
como entrenador: tenía sólo dieciséis años cuando asumió el mando de las categorías más
pequeñas. Después pasó a Neptuno, donde jugó cinco años, al mismo tiempo que dirigía en sus
divisiones formativas. Se retiró como jugador a los treinta años, pero no estuvo mucho tiempo
separado de la actividad. En 1981, asumió como entrenador jefe del Club Nacional de Fútbol,
en lo que fue el inicio de una dilatada trayectoria, que incluyó clubes como Aguada, Trouville
y Malvín, la selección uruguaya y cinco años en la Liga de Baloncesto Profesional de México.
Trabajó intensamente en temas de formación de entrenadores y de gestión deportiva. En 1975,
se recibió de profesor de Educación Física y desempeñó varios cargos en la Comisión Nacional
de Educación Física. En 1986, ingresó como docente en el Instituto Superior de Educación
Física (ISEF) y entre 2000 y 2004 estuvo a cargo de la creación y dirección del Departamento
de Posgrados del ISEF. Allí creó la carrera de Gestión de Instituciones Deportivas y Educativas,
con vistas a la formación de profesionales en materia de gestión. Hoy es director de la Tecnicatura en Gestión de Instituciones Deportivas de la Facultad de la Cultura (Claeh).
“Es importante que cada especialización
deportiva, cada disciplina y federación
deportiva, intente potenciar aquellos
departamentos en que son fuertes, pero
también formar estructuras en otras partes
del país”, dijo.
Otro de los objetivos es el desarrollo del
deporte entre las mujeres. En ningún
país se llega a que cincuenta por ciento
de los deportistas federados sean mujeres,
pero en Uruguay la inequidad de género
es “realmente asombrosa”. “En España,
apenas veintiuno por ciento de los
deportistas federados son mujeres; en
el ámbito anglosajón, el porcentaje de
mujeres aumenta mucho. En Uruguay, es
inaceptable que sólo 6,7 por ciento de los
deportistas federados sean mujeres”, evaluó
Espasandín.
Planificación y resultados
La planificación a largo plazo de un
proyecto deportivo suele confrontar con
la exigencia de los resultados inmediatos.
Cómo se hace para que ese ‘resultadismo’
no afecte los procesos a largo plazo es una
de las preguntas clave a la hora de hablar de
gestión deportiva.
Espasandín tiene una posición formada:
“Trabajar bien y en forma profesional no te
asegura buenos resultados deportivos, pero
trabajar mal te asegura que no los tendrás.
Si se obtiene un resultado deportivo
trabajando mal es pura casualidad”. En
Uruguay hay un ejemplo: “No es casualidad
lo que ha sucedido con el fútbol y con el
proceso del maestro Óscar Washington
Tabárez, porque los resultados se están
viendo en forma continua en las distintas
categorías, no fueron un hecho aislado”.
Y destacó el trabajo de la Federación
Uruguaya de Natación: “Cambió sus
autoridades hace un año y medio y cambió
radicalmente su forma de trabajar. Han
logrado avances importantes en poco
tiempo, pero se han planteado resultados a
diez años, no en forma inmediata”, dijo.
Un proyecto deportivo debe enfrentar
otro problema: la posibilidad de que el
deportista realice su actividad en forma
profesional. “El deportista comienza
por su deseo de trascender, de lograr
mejorar su marca personal, y de crecer
profesionalmente”. Pero llega un momento
en que el profesionalismo es una necesidad,
como puede verse entre los deportistas
de elite que participan en los Juegos
Olímpicos, para quienes “toda su vida tiene
que girar en torno al deporte y la práctica
deportiva”.
En Uruguay, eso no siempre es posible,
aunque los apoyos económicos “han
mejorado muchísimo”. “En los últimos
diez años se multiplicó por catorce el
dinero que se transfiere desde la SND
hacia las federaciones”, pero “siempre
es insuficiente, porque el deporte actual
exige cada vez más inversión. El costo
de una medalla olímpica es cercano al
millón de dólares en inversión. Cuando
Milton Wynants ganó la medalla de plata,
la inversión por medalla era de unos
quinientos mil dólares”. Si se tienen en
cuenta los aportes que recibió Wynants en
su trayectoria profesional “estamos cerca
de esa cifra, no estamos hablando de cifras
inalcanzables”.
En la medida que un deportista logra
determinadas marcas, comienza a obtener
apoyos, “que en algún momento hay que
transparentar”, porque si bien “a nadie le
gusta que se hable de lo que gana o deja
de ganar, hay deportistas en Uruguay que
reciben apoyos importantes, la mayoría de
empresas estatales”, pero aún “está faltando
apoyo de empresas privadas”.
¿Pero en un país con recursos escasos como
Uruguay, el Estado debe subvencionar
el deporte profesional o debe apostar al
desarrollo del deporte con fines sociales
o educativos? “Esa es una discusión que
será eterna. Es imposible desarrollar el
Espasandín afirma que trabajar bien y en forma profesional no asegura buenos resultados deportivos, pero si se
trabaja mal sólo se los puede obtener por casualidad. (Foto cedida por Espasandín)
deporte en nuestro país si no se desarrollan
sus distintas dimensiones: el deporte
comunitario; el deporte y educación; y el
deporte competitivo. Es incorrecto pensar
que mejorando el deporte competitivo
se mejorará por añadidura las otras
manifestaciones del deporte, o que si sólo
trabajáramos en la formación de deportistas
y en el deporte comunitario se mejoraría
el deporte de alto nivel. El deporte hay
que considerarlo como un sistema que está
interconectado y hay que abordarlo en su
complejidad”. La gestión deportiva es una
herramienta fundamental para eso.
_Mauricio Pérez
47
sí, la verdad que sí
Espontáneo
túnel set-oct 2016
La pelota no había terminado de atravesar la
línea de gol y él ya había alzado sus brazos
en esa pose tan característica que la silueta
era marca registrada y acompañaba todos los
artículos del merchandising oficial. Esquivó
los abrazos de sus compañeros de equipo;
las empresas que pautaban en la camiseta
le pagaban unos dólares extra si en las
fotografías del partido se podían distinguir
con claridad. Sin bajar la velocidad, llegó
hasta uno de los banderines del córner, en
donde la transmisión televisiva había colocado
una de las dos cámaras que filmaba en alta
definición, como él había podido comprobar
durante el reconocimiento del campo. Le
dio unos segundos al camarógrafo para que
hiciera foco en su rostro y luego gesticuló
48
con una mezcla de furia, gracia y confianza.
No en vano Furia, Gracia y Confianza eran
las tres fragancias de su línea de perfumes,
cuyas cajas llevaban destacada la silueta con
los brazos en alto. No olvidó quitarse el botín
de su zurda mágica y besarlo para la cámara,
ya que los últimos datos señalaban que los
pósters de cuerpo entero no se vendían
tanto y la fábrica de calzado deportivo se
merecía un tratamiento igualitario. Terminó
el ritual y se dirigió hacia la mitad del terreno
caminando muy cerca de la tribuna contraria,
alimentando la fama de rebelde sin causa que
tan bien medía entre los adolescentes de alto
poder adquisitivo.
En ese mismo momento, del otro
lado del estadio, un montón de hinchas se
colgaban del alambrado, se agarraban bien
fuerte los genitales o se abrazaban con el
tipo que tenían al lado aunque jamás lo
hubieran visto en su vida. Ellos se cagaban
en las redes sociales, los contratos, los
focus groups y las visitas estratégicamente
programadas al hospital de niños, siempre
con fotógrafos a la vista. Sabían que lo
más lindo del fútbol no era el sponsor
sino el gol. Y si este engominado culorroto
que no se quedaba un minuto después de
las prácticas a sacarse fotos con la gente
seguía metiendo goles todos los partidos, lo
querrían más que a la vieja. Que la querían
bastante, dicho sea de paso.
_Ignacio Alcuri