Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva Descubren mecanismos de comunicación en aves prehistóricas Grupo de investigadores del CONICET presentó los fósiles más antiguos conocidos del aparato fonador de las aves, en el Centro Cultural de la Ciencia (C3). Los resultados del hallazgo fueron publicados en la revista Nature. Buenos Aires, 12 de octubre de 2016 – Los restos encontrados en la Isla Vega de la Antártida argentina corresponden al Vegavis Iaai, un espécimen parecido al actual pato que vivió durante el período Cretácico Superior hace, aproximadamente, 65 millones de años. A pesar de lo improbable que pueda parecer, los frágiles huesos huecos del ejemplar llegaron hasta nuestros días y permitieron a los expertos argentinos obtener información sobre la estructura de la siringe, la región de la tráquea mediante la cual las aves producen sonidos. El equipo detrás del logro se compone por profesionales del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”: Fernando Novas, paleontólogo e investigador principal del CONICET; Marcelo Isasi, técnico de laboratorio especializado en fósiles; y Federico L. Agnolin, biólogo e investigador. A su vez, participaron Daniel Martinioni, geólogo del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC), y Francisco Mussel, del departamento de Ciencias Geológicas de la Facultad de Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. “El origen de las aves siempre ha sido de interés a nivel mundial”, mencionó Novas. ¿Cómo estos vertebrados se hicieron voladores?, ¿cómo aprendieron a volar?, y ¿cómo fueron las transformaciones que vivieron? Son algunos de los interrogantes que la ciencia busca responder. En ese sentido, el paleontólogo fue categórico al señalar que aves y cocodrilos están emparentados, y que ambos son descendientes de los dinosaurios. Por lo cual, comparten con ellos una serie de características. No obstante, este estudio logró determinar que los mecanismos de comunicación que empleaban los Vegavis son producto de una especialización tardía en la evolución. Esto resulta significativo, porque permite considerar que los dinosaurios –al carecer de siringe– emitían sonidos con la parte superior de la tráquea, al igual que la mayoría de los vertebrados. “Por primera vez accedemos a un ave mesozoica en este estado de conservación y, en particular, a su estructura fonadora”, subrayó el investigador del CONICET. Y agregó: “La siringe nos está hablando de sonidos, de comportamientos y de una amplia variedad de cuestiones relativas a la evolución de esta forma de comunicación por sonido. En contraposición, el resto de los fósiles de dinosaurios descubiertos hasta el momento en todo el mundo ninguno preserva esta disposición anatómica, lo que da la pauta de que no la tenían”. Colaboraron en el descubrimiento Julia Clarke y Zhiheng Li, ambos investigadores de la Universidad de Texas; Sankar Chartterjee, curador del Museo de Texas Tech University; y Tobias Riede, profesor de fisiología veterinaria de la Universidad de Midwestern. “Es la primera vez que se hace un estudio acerca de la distribución filogenética de la siringe”, resaltó Novas al cerrar su exposición sobre el trabajo que volvió a ubicar a la paleontología argentina entre las publicaciones científicas más prestigiosas del mundo, como lo es la revista Nature.
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