XXIII C ON G R E S O N A C I O N A L AMH DE H I D R Á U LI C A PUERTO VALLARTA, JALISCO, MÉXICO, OCTUBRE 2014 AMH FUNCIONAMIENTO HIDRÁULICO DEL ACUEDUCTO TEMBLEQUE Bonilla Porras José Antonio y Ocampo Guerrero Nikte Norma Facultad de Ingeniería, Universidad Nacional Autónoma de México. Circuito Exterior S/N, Ciudad Universitaria, Del. Coyoacán, México D.F., México. C.P. 04510 [email protected], [email protected] Introducción El Acueducto Tembleque es un gran complejo hidráulico del siglo XVI que tuvo por objeto abastecer de agua potable a las comunidades de Zempoala y Otumba. Se presenta una síntesis de su historia y motivación así como los resultados de un análisis de su funcionamiento hidráulico mediante los criterios que se utilizan actualmente para el diseño y revisión de obras de este tipo. Parte del trabajo que se ha realizado, y que es el tema central del presente documento, consiste en la revisión del funcionamiento hidráulico de la obra: recordemos que la ingeniería hidráulica, tal como se le conoce hoy, no fue utilizada como tal hasta algunos siglos después (tomemos en cuenta que este acueducto inició su construcción alrededor de 1545) y, por lo tanto, los criterios en que se basó su construcción son un tanto distintos de los que utilizaríamos hoy en día. El Acueducto Tembleque El Acueducto Tembleque consta de más de 42 kilómetros de extensión, de los cuales un 93% corresponde a conducción a cielo abierto y el resto a tuberías a presión. El material utilizado para ambos tipos de conductos es barro trabajado por los artesanos de la región y que en el caso de los canales va recubierto con una especie de mortero hecho con cal y baba de nopal. Las tuberías son más complejas: constan de módulos “telescópicos”, pues el diámetro es variable (17 a 21 centímetros) y se encaja uno con otro. Estas tuberías se encuentran enterradas a unos 60 centímetros por debajo de la superficie del terreno. Fotografía 1. Tercera arquería del Acueducto Tembleque. A mediados del siglo XVI, Francisco de Tembleque, un famoso franciscano español, se vio involucrado en una de las más importantes obras de ingeniería hidráulica del Virreinato. Movido por la desigualdad social que se vivía en los tiempos de la Colonia en México, fue responsable del proyecto y la construcción de un monumental acueducto de más de 42 kilómetros de longitud. El objetivo era abastecer de agua a los habitantes indígenas de Otumba (en el actual Estado de México), cuyos recursos habían sido expropiados por los conquistadores europeos. Así pues, el agua viajaría desde una zona de manantiales cercana a Zempoala (en el actual estado de Hidalgo) hasta su centro de consumo, al atravesar una caprichosa topografía que incluía barrancas de tamaño importante. El famoso Acueducto de Tembleque operó sin contratiempos durante más de dos siglos pero con el tiempo fue abandonado y, lamentablemente, olvidado por el pueblo de México. Por fortuna, a finales del siglo pasado, se funda el Patronato Tembleque A.C. que tiene por objetivo el rescate y la restauración de la que fuera la primera (aunque eso aún está a discusión) obra hidráulica mestiza del continente americano, además de devolverle su identidad y, más importante todavía, su funcionalidad. A lo largo del trayecto, aparecen cinco barrancas que son libradas astutamente con puentes sostenidos en arcos de medio punto, siendo el más importante el de Tepeyahualco, también conocido como “Arquería Monumental”, que hace honor a este sobrenombre por tratarse de un puente de casi un kilómetro de largo y un arco de altura máxima cercana a los 40 metros. Objetivo Mediante una prueba en campo y la utilización de criterios de uso extendido en la actualidad, se busca analizar el funcionamiento del Acueducto Tembleque y aportar datos sobre los cuales, hasta este momento, tan solo se han hecho especulaciones, como el gasto o las características de los materiales que componen la conducción, ya que, dadas sus características, es prácticamente imposible que existen datos que los definan, como coeficientes de rugosidad o factores de fricción. Cálculo del gasto La prueba de campo se realizó en la tercera arquería en importancia (imagen 1), ubicada en las cercanías de una hacienda pulquera conocida como “Guadalupe Arcos”. Se XXIII C ON G R E S O N A C I O N A L AMH DE H I D R Á U LI C A PUERTO VALLARTA, JALISCO, MÉXICO, OCTUBRE 2014 seleccionó este tramo en particular por presentar ambos tipos de conducción, además de un aljibe que permitió una alimentación continua de agua. El puente que cruza la barranca en el sitio tiene una longitud de 167 metros y por su AMH parte superior corre un canal de sección rectangular que tiene 19 centímetros de ancho de plantilla. La imagen 1 muestra el esquema del tramo bajo análisis. Imagen 1. Esquema general del tramo analizado. Establecida una carga constante en el aljibe (H=1.80m), se llevaron a cabo mediciones en dos secciones: una al inicio y otra al final del canal. Los datos registrados para cada sección fueron el tirante y la velocidad, con el objeto de poder emplear la relación sección – velocidad para el aforo de una corriente (ecuación de continuidad). Se midió la velocidad mediante la utilización de un tubo de Pitot. La selección de este instrumento (frente a otros más actuales o, incluso, más precisos) se hizo con base en el criterio de que, por tratarse de un gasto muy pequeño con un tirante igualmente pequeño, un instrumento más grande podría haber alterado las condiciones del flujo. perfil hidráulico que coincidiera con el que describen los tirantes registrados. En principio, el problema radica en cuál será el primer coeficiente propuesto, por lo que se puede recurrir a la literatura e intentar identificar materiales que sean, en la medida de lo posible, “parecidos” al barro recubierto. Sin embargo, primero hay que determinar el tipo de perfil que se presenta en el canal para establecer el sentido del cálculo al utilizar los métodos numéricos. Se obtiene el tirante crítico mediante el despeje de la ecuación de régimen crítico, que para sección rectangular, resulta muy sencillo: Tabla 1. Datos registrados con el tubo de Pitot. Al sustituir en la ecuación 1, se obtiene el siguiente tirante Los datos obtenidos se registran en la tabla 1 y al calcular los gastos para cada sección, se observa que son muy similares por lo que resulta válido tomar el promedio como correcto: Q = 0.0122 m3/s. Flujo a superficie libre El análisis del flujo se hizo partiendo de los tirantes medidos y el gasto calculado. Se sabe que la pendiente de plantilla es de 0.0023. El único dato con que no se cuenta es el coeficiente n de rugosidad de Manning, mismo que, dadas las características del material que está en contacto con el agua, resultaría imposible de encontrar en la literatura. Por esta razón, el objetivo de este análisis es el de determinar dicho coeficiente. El flujo en el canal se modeló mediante dos métodos numéricos: el método estándar por pasos y el método de paso directo. El procedimiento se llevó a cabo proponiendo distintos coeficiente n hasta que los cálculos arrojaran un Aparte del tirante crítico, es necesario obtener, por un lado la pendiente crítica y compararla con la pendiente de la plantilla y, por otro, el tirante normal para concluir sobre la zona en que ocurre el perfil. Ambos parámetros son dependientes de la rugosidad del canal, por lo que cada propuesta implicará que estos dos valores cambien. Una primera aproximación a un valor para la n puede ser de 0.013, aplicable para barro cocido común, según el texto Hidráulica de Canales de Gilberto Sotelo. De esta manera, al utilizar la fórmula de Manning, se obtiene una pendiente crítica de 0.0085 y un tirante normal de 0.1216 m. Esta información permite clasificar al perfil como un M1, ya que la pendiente de plantilla es menor a la crítica y el perfil de la superficie libre se encuentra totalmente por arriba de la línea de tirante normal. AMH XXIII C ON G R E S O N A C I O N A L DE H I D R Á U LI C A PUERTO VALLARTA, JALISCO, MÉXICO, OCTUBRE 2014 Entonces, por tratarse de un flujo en régimen subcrítico, el sentido del cálculo se consideró de aguas abajo hacia aguas arriba. El método estándar por pasos se inició en la sección ubicada al final del canal, donde el tirante es de 0.170 m y con un Δx constante de 5.00 m se obtuvo que el tirante en la sección que está al inicio del canal es de 0.1216 m que no coincide con el registrado para dicha sección (aunque sí con el normal), según se ve en la imagen 2. De esto se concluye que el coeficiente de rugosidad empleado es incorrecto. AMH promedio que se obtuvieron de una muestra aleatoria de cinco tubos y que se incluyen en la tabla 2. Tabla 2. Dimensiones de una muestra aleatoria de tubos. Del esquema que se muestra en la imagen 1 se pueden distinguir dos tramos de conducto a presión: uno aguas arriba del puente de 120 metros de longitud y otro de 50 metros aguas abajo. La metodología se ideó de manera que se obtuvieran resultados analizando el primer tramo y la comprobación se hiciera con el segundo. Imagen 2. Perfil de flujo medido y calculado con n=0.013. Al realizar el cálculo con una n = 0.015567, se observan dos cosas. En primer lugar, que el perfil sigue siendo de tipo M, ya que la pendiente crítica (Sc= 0.0122) sigue siendo mayor a la de plantilla, además de que ahora el tirante normal es muy parecido al de la sección 1 (según la tabla 1). En segundo lugar, se observa que el perfil que arroja el cálculo es asintótico a la línea de tirante normal, y muy parecido a lo que se observó en campo. Al plantear la ecuación de la energía entre dos secciones 1 y 2 (una ubicada al inicio de la conducción, en el tanque y la otra ubicada en la descarga del tubo al canal), se observa que las pérdidas de energía son de 0.8593 m. El reto ahora es asociar un coeficiente a cada tipo de pérdida, por lo que es importante identificar cuáles se presentan: entrada, fricción, reducciones graduales, ampliaciones bruscas, codo a 90 grados y salida. Sólo podemos apoyarnos en la literatura para estimar coeficientes para pérdidas locales, ya que no contamos con información alguna sobre la rugosidad del material. Una primera idea sería la aplicación de la fórmula de Manning y asociar la rugosidad de los tubos a una n. No obstante, se desechó la idea de inmediato por dos razones. La primera es que para que tuviera validez el flujo en los tubos debía ocurrir en régimen turbulento, no en transición como ocurre en la realidad. La segunda es que no sería aplicable al segundo tramo, ya que la fórmula no admite pendientes negativas. Así pues, una buena opción es calcular un factor f de fricción, según la fórmula de Darcy-Weisbach (ecuación 2). Imagen 3. Comparación de perfiles obtenidos con diferentes métodos (n=0.0157). Por su parte, el método estándar del paso directo sólo se utilizó para comprobar los resultados. Considerando un Δy de 0.0015 m, se obtuvo que 70 m atrás de la sección donde se inició el cálculo ocurre el tirante normal, con lo que se concluye que este nuevo factor de rugosidad es válido para el canal analizado. Los perfiles obtenidos según ambos métodos se muestran en la imagen 3. Flujo a presión El caso de las tuberías resulta más complejo de analizar. Partamos del hecho de que su fabricación artesanal no responde a un estándar en el que todas las piezas son iguales. Los cálculos realizados consideran, únicamente, dimensiones Utilizando los coeficientes experimentales para pérdidas de energía por accesorio que presenta el texto de Gilberto Sotelo, sólo hay que tener cuidado con las cargas de velocidad correspondientes a cada pérdida: hay que recordar que, al ser el diámetro variable, la velocidad en la proximidad a cada accesorio también lo es. Entonces, si se conocen las pérdidas de energía totales y se obtuvo (con ayuda de tablas y gráficas) que el total de las pérdidas locales fue de 0.6809 m, mediante una sencilla resta se pudo calcular la pérdida asociada a la fricción: AMH XXIII C ON G R E S O N A C I O N A L DE H I D R Á U LI C A PUERTO VALLARTA, JALISCO, MÉXICO, OCTUBRE 2014 Se sabe que la longitud desarrollada de la tubería desde el tanque hasta su descarga en el canal es de 125.63 m. Se consideró un diámetro promedio (D= 0.1849 m) para poder sustituir en la ecuación 2, según se ve AMH gasto. Este último punto es de relevancia si es que se busca recuperar la funcionalidad de la obra. Con este valor obtenido se pudo utilizar la expresión de Colebrook-White (ecuación 3) para determinar la rugosidad absoluta ε del material. Con lo que se obtuvo una rugosidad absoluta ε de 0.3302 mm que, aunque resulta muy alto, es consistente con lo que se observó. La comprobación de estos resultados se hizo aplicando la ecuación de la energía entre dos secciones 3 y 4, esta vez la primera al inicio del segundo tramo (aguas abajo del puente) y la segunda en la descarga de la tubería a una caja rompedora de presión. La diferencia es que ahora se planteó el gasto como incógnita y la rugosidad del material como dato. La solución de la ecuación dio como resultado un gasto de 0.01104 m3/s, reportándose un error relativo del 9.51%. ¿Otros materiales? Uno de los primeros intentos de restauración del acueducto en la década de 1970 planteó la posibilidad de sustituir la tubería de barro por tubería de PVC. Este proyecto no se llevó a cabo por el hecho de que se busca preservar la identidad del acueducto y que su operación continúe en condiciones tan similares a las originales como se pueda. Imagen 4. Gasto en función de la carga para tubería de diferentes materiales. Vale la pena hacer algunos comentarios. Ninguno de los materiales analizados sería capaz de conducir el gasto máximo que puede soportar el canal (Q= 0.040 m3/s, aproximadamente), ya que requerirían de una carga que excede por mucho los 2.30 metros de altura que tiene el aljibe. Por esta razón, la gráfica incluye un caso idealizado en el que se hace fluir el gasto por un tubo infinitamente liso y se ve que, aún en ese caso, la carga necesaria sería bastante alta (H= 1.85 m), incluso mayor que la utilizada para hacer la prueba. Sin embargo, lo verdaderamente relevante, es el hecho de que para hacer fluir el mismo gasto por el acueducto, los materiales modernos requieren de una carga mucho menor, o bien, que una carga igual a la utilizada permitiría un mayor gasto. Este último punto es de relevancia si es que se busca recuperar la funcionalidad de la obra. Caja rompedora de presión Sin embargo, recapitulando la dificultad que supuso hacer un análisis para la tubería tal como es, se pensó en la posibilidad de sustituir dicha tubería por una de un material más actual con el objeto de ver como varía el gasto en función de una carga dada en el aljibe. Se propusieron tubos de PVC y fierro galvanizado, ambos suponiendo un diámetro constante de 6 pulgadas. Los resultados de estos análisis se muestran en la imagen 4. Vale la pena hacer algunos comentarios. Ninguno de los materiales analizados sería capaz de conducir el gasto máximo que puede soportar el canal (Q= 0.040 m3/s, aproximadamente), ya que requerirían de una carga que excede por mucho los 2.30 metros de altura que tiene el aljibe. Por esta razón, la gráfica incluye un caso idealizado en el que se hace fluir el gasto por un tubo infinitamente liso y se ve que, aún en ese caso, la carga necesaria sería bastante alta (H= 1.85 m), incluso mayor que la utilizada para hacer la prueba. Sin embargo, lo verdaderamente relevante, es el hecho de que para hacer fluir el mismo gasto por el acueducto, los materiales modernos requieren de una carga mucho menor, o bien, que una carga igual a la utilizada permitiría un mayor El último punto a tratar es el de una pequeña estructura que le pone fin al segundo tramo de la tubería de barro. Quienes se han acercado al estudio del Acueducto Tembleque aseguran que no se trata de las comunes “fuentes” que aparecen recurrentemente a lo largo del recorrido, y cuyo objeto es el abastecimiento de agua para los usuarios. Más bien, comentan que se trata de una caja rompedora de presión que busca fragmentar la línea de cargas piezométricas y establecer un nuevo nivel estático. Con seguridad, la resistencia de la tubería es baja y estando bajo una carga de casi 4 m.c.a. (ya que la descarga aguas abajo del canal es ahogada), debe resultar imperativo aliviar la presión para evitar que falle. Resulta interesante que sólo se haya colocado en el tramo de aguas abajo del puente pero la cuestión es simple: aguas arriba la carga que debe soportar la conducción es de la mitad, además de que la presión juega un papel importante en el ascenso que hace el agua hasta la descarga en el canal de la arquería. XXIII C ON G R E S O N A C I O N A L AMH DE H I D R Á U LI C A PUERTO VALLARTA, JALISCO, MÉXICO, OCTUBRE 2014 Conclusiones El Acueducto Tembleque es un claro ejemplo del alcance de la Ingeniería Civil, ya que resuelve una necesidad humana, a pesar de las dificultades técnicas y económicas que planteó en su época. Hay algunos comentarios acerca del análisis presentado. Las condiciones en que se llevó a cabo la prueba para aforar el gasto no reproducen exactamente las condiciones reales de operación. Éstas habrían requerido que la carga en el aljibe fuera de 20 a 30 centímetros menor, lo cual habría hecho casi imposible tomar lecturas con el tubo de Pitot, ya que aún con la carga exagerada lo datos obtenidos son del orden de milímetros. Sin embargo, mediante la gráfica de la imagen 4 podemos estimar el gasto real que conducía el Acueducto y, por consiguiente, sabemos que abastecía entre 864 y 950 m3/día. Ahora bien, el gasto plantea, a su vez, más incógnitas. Un modelo cualitativo realizado en el Laboratorio de Hidráulica de la Facultad de Ingeniería (fotografía 2) reveló hechos importantes: el material del tubo absorbe agua y deja ver escurrimientos a través de las paredes, además, cambios repentinos de presión provocan que las juntas fallen, dando lugar a más fugas. Por otra parte, debe resultar evidente que el gasto que se registra en los primeros kilómetros del acueducto no será el mismo que pasa en los últimos: la aridez de la zona debe traducirse en importantes pérdidas por evaporación. AMH El Acueducto Tembleque guarda un importante lugar en la historia de la ingeniería hidráulica en México. Por ello, es nuestra obligación conocerlo y contribuir a su preservación, no sólo física, sino intelectual, pues da fe de que la Hidráulica no sólo son ecuaciones y complejos métodos numéricos, sino también observación, intuición y sentido común. Referencias SOTELO, G. Hidráulica general. Fundamentos, volumen 1. México: Editorial Limusa, 2007, 561 pp. SOTELO, G. Hidráulica de canales. Primera edición. México: Facultad de Ingeniería, Universidad Nacional Autónoma de 2002, 836 pp. APARICIO, F. Fundamentos de hidrología de superficie. México: Editorial Limusa, 2011, 303 pp. SALDARRIAGA, J. Hidráulica de tuberías. Abastecimiento de agua, redes, riegos. Colombia: Alfaomega, Universidad de los Andes, 2011, 690 pp. RIVERO, J. Acueducto Tembleque. Obra hidráulica del siglo XVI. México: Patronato Acueducto Tembleque, A. C., 2011, 160 pp. VALDÉS, O. El Padre Tembleque. Quinta edición. México: Patronato Acueducto Tembleque, A. C., 1997, 188 pp. MELI, R. Ingeniería estructural de los edificios históricos. Primera edición. México: Fundación ICA, A. C., 1998, 220 pp. ICAZA, L. Arquitectura para el agua durante el Virreinato en México. Cuadernos de Arquitectura Virreinal 2. México: Facultad de Arquitectura, Universidad Nacional Autónoma de México, 1985, 80 pp. Fotografía 2. Modelo del conducto a presión. En lo que a la tubería misma se refiere, tal vez pareciera que la rugosidad es bastante alta, pero comparando con lo que se encuentra en libros, es similar a la de materiales tan comunes como acero, concreto o cemento. Finalmente, vale la pena comentar la instalación de la caja rompedora de presión, misma que resuelve el problema de tener que estar cambiando piezas que se rompan constantemente. Una buena solución a la baja resistencia de la tubería.
© Copyright 2024