"Hay niños a los que sus padres no les han leído nunca un cuento, eso es muy triste" A.C. / JAÉN.- Entrevistamos al autor de El laberinto de Peter Pan. Antonio Navarro Barriga. Es un día soleado como lo están siendo todos los de este otoño, la temperatura a las diez de la mañana es muy agradable. Antonio siempre mira a los ojos y sonríe, transmite tranquilidad y confianza. Pedimos un café y un té, enseguida iniciamos la conversación, ya me ha dicho que lo tutee porque se siente más cómodo. Le expreso el temor a caer en los tópicos a lo largo de esta entrevista, a lo que responde que lo importante es que hablemos libremente de aquello que nos apetezca. HJ ‐ Es esta tu tercera novela publicada, ¿por qué escribes? AN –Pues por necesidad, no por necesidad económica, ya que escribir en España es el camino más corto para morir de hambre. Por necesidad de expresar, comunicar, crear historias que bullen en mi cabeza y que si no les diera salida quizá me volvería loco; imagina esos personajes a medio crecer, sin saber todavía qué hacen en ese escenario… El camarote de los hermanos Marx sería una clase de yoga comparado con esa otra situación. HJ – ¿Desde cuándo escribes? AN – Siempre quise escribir, me recuerdo desde los doce, trece años pensando qué historia escribiría, a todas horas daba vueltas a algún personaje; no sabía si lo que quería decir era bueno o malo, si se podrían contar las cosas que a mí se me ocurrían. HJ – Al oírte decir esto se me ocurre preguntarte ¿qué ideas tenías a una edad tan temprana como para que no se pudieran contar? AN – Pues creo que no eran especialmente subversivas, ni pecaminosas, a esa edad y en aquella época los niños éramos bastante inocentes, íbamos a la escuela y jugábamos en la calle, pero de alguna manera yo tenía conciencia de que había una censura, que por supuesto me parecía normal porque nadie me había hablado de la libertad de expresión, eran tiempos aún muy oscuros; además yo había ido a la “escuela del cura”, hasta que hice el examen de ingreso en bachillerato, en mi pueblo, La Guardia. Te imaginas, un lugar tan pequeño y recibiendo una educación basada en el miedo a Dios y a la autoridad, si en algún momento se me ocurría pensar en algo contrario a ese principio lo vivía como un pecado. No te rías ahora puede parecer ridículo pero entonces era algo muy serio, era terrible vivir con tantos temores. HJ – ¿Tienes malos recuerdos de aquella época? AN – Tengo ese tipo de recuerdos, pero no son los únicos por supuesto, yo era un niño feliz con una familia muy extensa, y mis amigos de toda la vida. En aquella escuela aprendí mucho, el nivel era alto en lengua y gramática sobre todo. Luego mi padre enfermó y eso cambió nuestras vidas. Es otra historia que prefiero dejar ahí. Después me trasladé a vivir a una gran ciudad como Barcelona, otro mundo, y descubrí las infinitas caras de la vida, crecí al mismo tiempo que la sociedad española se quitaba de encima el fango de la dictadura, fueron tiempos que viví con intensidad y verdadera pasión, aprendí a ser libre, sin miedos. HJ ‐ ¿Qué hay de ese pasado tuyo en tus novelas? AN – Pues imagino que mucho y nada al mismo tiempo, puede parecer contradictorio, las vivencias hacen que veas, sientas y comprendas la realidad de una manera determinada, yo soy yo como resultado de todo lo vivido, lo bueno y menos bueno, sin embargo, aún no he creado un personaje al que le sucedan las cosas que me sucedieron a mí, ni que haga lo que a mí me hubiera gustado hacer. HJ – Entonces, ¿en qué basas tus personajes? AN‐ Pues en la vida, como te decía antes en lo vivido, en lo observado, en lo que voy recogiendo por la calle y en la interpretación que haces de todo eso, lógicamente esa interpretación tiene que ver con las vivencias, con la visión ideológica que tengas del mundo. HJ‐ En El Laberinto de Peter Pan, que no tiene nada de cuento como el título pueda sugerir, los personajes son niños que lo pasan mal por el egoísmo de los adultos, así lo he entendido yo, y me parece que eres muy crítico con la familia, la escuela, y la sociedad en general en relación a la infancia. ¿Por qué? AN‐ A ver, no soy un autor que escriba para entretener, no va con mi personalidad ni con mis ideales, prefiero que la historia que se cuenta, el argumento, los personajes y las situaciones que viven nos inviten a pensar, a sentir; que nos empujen a ponernos delante del espejo para descubrir qué parte de nosotros mismos reconocemos como válida o no válida. En apariencia los niños de nuestro entorno son muy felices porque lo tienen todo, sin embargo, creo que nos olvidamos con frecuencia de las verdaderas necesidades. Estamos metidos en una cosa muy loca donde lo que más importa es el consumo y las apariencias, el ser feliz a toda costa sin pensar si esa es la felicidad que necesitamos; y ahí los niños están perdiendo. Muchos tienen el último artilugio que aparece en el mercado, pero nos olvidamos de algo tan sencillo como jugar con ellos, hablarles y escucharlos, alimentar la ilusión, la fantasía. Hay niños a los que sus padres no les han leído nunca un cuento, eso es muy triste. Niños, y niñas que no estoy haciendo ninguna distinción de género, que pasan horas delante de una pantalla solos, sin nadie que les explique qué están viendo, y también los hay que están viviendo en la calle, o en condiciones de extrema pobreza, en nuestro pueblo, en nuestra ciudad y preferimos no verlos. Y en este mundo globalizado que tanto alaban desde los poderes, millones de niños mueren de hambre, o están abandonados a su suerte detrás de alguna alambrada que se levantó con urgencia para negarles el derecho a vivir dignamente, o son explotados hasta la extenuación, trabajando para que algunos hombres se hagan muy ricos vendiéndonos productos casi siempre innecesarios, o son bombardeados a diario por un afán de dominio, o niñas obligadas a prostituirse para dar de comer a su familia. Bueno perdona, lo que quiero decir es que me parece que hay motivos para ser crítico. HJ‐ ¿Crees que es buen momento para la literatura? AN‐ En mi opinión siempre es buen momento para dedicarse a la literatura como autor, o como lector. Me parece un momento tan apasionante como cualquier otro, el día a día nos brinda infinitas situaciones que pueden inspirarnos, y que nos invitan a participar como escritores, como testigos de esa realidad. Ahora bien, si te refieres a la posibilidad de vivir del hecho creativo, la respuesta es no, no es buen momento ni para la literatura ni para cualquier otra expresión artística. La cultura en letras mayúsculas no está de moda, y eso que la cultura nunca debería ser una moda porque es una necesidad del ser humano, en estos tiempos lo que se impone es el entretenimiento por el entretenimiento, algo que si se me permite podríamos llamar cultura de bajo costo y alto rendimiento económico e ideológico. Y no me hagas entrar en detalles porque me parece que son muy evidentes, es posible que nuestra querida España esté a la cabeza de la cultura de la ordinariez. HJ‐ ¿A qué aspiras en este mundo de la creación literaria? AN‐ Bueno, no está mal la pregunta. Aspiro a todo y a nada, me gustaría tener muchos lectores, que quienes compren uno de mis libros lo lean con gusto y satisfacción, que le queden ganas para esperar al siguiente con interés. HJ‐ Me encantaría continuar la entrevista durante horas pero me temo que no es posible. Pero dime para acabar, por qué habría que leer esta novela. AN‐ Me gustaría que muchas personas la leyeran porque es una buena novela, porque es una historia que nos duele y nos conforta al mismo tiempo. Y como dijo Ángels Vives, en una de las presentaciones, “Cada lector abrirá un lugar para estos niños. Pablo y Guillermo, sintiéndose identificado. A uno le parece que los ha conocido en algún momento o que no recuerda si a uno mismo le han pasado cosas parecidas o las mismas cosas a veces. Los hemos conocido. Los hemos habitado. Somos también esos niños y también hemos conocido a esas madres, a esos padres, a esas maestras, a esos abuelos. Todos nos resultan familiares y conocidos. Es un libro inquietante”. HJ‐ ¿Dónde podemos encontrarlo? AN‐ En cualquier librería del estado español, a través de Amazon. También lo pueden encontrar en Méjico, Argentina, Venezuela, Chile y Colombia. O sea que hay muchas posibilidades. HJ‐ Quiero que sepas que ha sido un placer mantener esta conversación y espero tener otras oportunidades para hablar largo y tendido contigo como escritor, pero también como persona. Recomiendo la lectura de El laberinto de Peter Pan, porque lo he pasado muy bien con todas las emociones que me has hecho sentir. AN‐ Gracias a ti, el placer ha sido mío y siempre me encontrarás dispuesto a mantener una conversación afable.
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