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NACIONALES
OCTUBRE 2016 > viernes 7
Por aquí es donde primero Cuba ve el sol, y muy cerca de este lugar penetró el poderoso huracán.
Rumbo al extremo oriental viaja la recuperación.
Maisí, más allá
de la vista
Ortelio González, Jorge Luis Merencio y Freddy Pérez
GUANTÁNAMO.—La lluvia y el viento se
convirtieron en un enemigo potencial en casi
todo el oriente cubano. Eso se sabe. Lo que
hasta ahora pocos han podido conocer a través de los reportes de la prensa escrita, es
cuánto acontece en el municipio de Maisí, en
el mismo hocico del caimán y al que Matthew
intentó someter.
Y como para llegar hay que andar, el equipo de este diario se lanzó a otro intento y fue
baldío. Quedó varado a la altura de Río Seco,
que debe su nombre a la anemia de agua que
sufre casi todo el año; sin embargo, esta vez,
su cauce ensanchado se resistió a cualquier
pacto. ¡Y pensar que estábamos a solo siete
kilómetros por donde entró la furia!
La expedición, entonces, regresó escuchando historias y se detuvo ante cada palabra, cada anécdota de personas humildes,
dedicadas ahora a restañar las heridas y a
levantarse sobre el dolor, incluso, después de
haber perdido todo, o casi todo, porque, al
menos salvaron la vida y ahora pueden hablarles a los recién llegados.
Avanzamos y vimos gente que cree en la
obra que hizo germinar a muchos de estos
lugares de la Sierra. Por eso el niño, el hombre,
la mujer, el anciano no hablan de sueños frustrados y sí de manos extendidas que se juntaron todas, algunas llegadas desde muy lejos.
Historias que delatan sentimientos de solidaridad, como relata Ronny Romero Rivera,
quien se fue a la cueva Guarisiano junto a
unos 30 pobladores de Río Seco y cuando bajó
a su casa la encontró destruida en terreno
inundado. «Nos fuimos a resguardar a la
loma, porque sabíamos lo que se nos venía
encima. Y no nos equivocamos en tomar esa
decisión. Cuando pasó todo, regresamos y
para sorpresa de nosotros a las casas de guano
no les llevó el techo y, sin embargo, acabó con
las de cubierta de zinc».
En el caserío La Llana una bandera cubana
permanecía enhiesta, sobre un asta improvisada, mientras una niña clamaba por la salida
del Sol para que secara los libros que les había
dado la maestra y el huracán se los había
mojado.
Comentaron las autoridades que antes de
que el ciclón abrasara a Maisí con sus tentáculos, en el municipio permanecían el alimento
para varios días de cobertura y las brigadas de
trabajo, listas, porque sabían que el refuerzo
podría demorar en llegar y podían quedar
incomunicados si el ciclón elegía una trayectoria por encima del territorio, como al final
ocurrió.
Aunque todavía el silencio se adueña del
Maisí incomunicado, poco a poco, las brigadas van subiendo y bajando lomas, limpiando
lo que dejó Matthew en la tierra por donde primero sale el Sol, porque Maisí existe.
Maisí quedó seriamente dañado.
Los maisienses, bandera en brazos, ya reciben la ayuda de varias provincias.
FOTOS: JUVENAL BALÁN NEYRA
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