Desafíos estratégicos para las universidades regionales en el proceso descentralizador de Chile Emilio Rodríguez Ponce* RESUMEN: Chile es uno de los países más centralizados si se compara con sus pares de América Latina y si se considera su extensión geográfica, el número de sus habitantes, el tamaño de su economía y las atribuciones de manejo presupuestario en las regiones respecto del poder de decisión de los Ministerios en el centro del país. Los procesos de descentralización iniciados en los años 90, han tenido más bien un perfil político y han estado orientados a la legitimización democrática de las autoridades locales, mediante la elección directa de los gobiernos municipales. En la actualidad, se prevé una profundización de los niveles de descentralización; aunque no es posible estimar con certeza el punto hasta el cuál se avance. En todo caso, resulta claro que, al menos, se darán pasos significativos en: la elección directa de Intendentes Regionales; la descentralización presupuestaria y toma de decisiones a nivel regional; y la incorporación al gobierno regional de algunos servicios que hoy son administrados centralmente. En consecuencia, considerando este ambiente descentralizador y además tomando en cuenta que el país participa de la sociedad del conocimiento, resulta evidente que se abren un conjunto de oportunidades y desafíos estratégicos para las universidades regionales Entre los desafíos más relevantes se pueden enunciar: formación de capital humano avanzado de pregrado con capacidades para operar en ambientes globales, aunque con el sello que las regiones demandan; además, se requiere una formación de postgrado y de especialidades médicas de alta calidad y con énfasis en el desarrollo regional, junto a una formación continua pertinente y eficaz. Por cierto, debe sumarse como un requerimiento el desafío de crear conocimiento avanzado a través de la investigación, con un foco central en el desarrollo y en la innovación, como catalizadores del desarrollo económico y regional. Finalmente, las universidades deben generar una relación de vinculación bilateral que les permita constituirse en un centro de pensamiento relevante para la región; así como realizar acciones de transferencia tecnológica y prestaciones de servicios para el mejoramiento de las capacidades competitivas regionales; siendo las entidades universitarias una puerta abierta para descubrir y atender, en lo pertinente, las demandas y problemáticas regionales sobre todo en el ámbito cultural. *Profesor Titular de la Universidad de Tarapacá. Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales – Universidad Complutense de Madrid. Doctor en Ciencias de la Educación- Universidad Autónoma de Barcelona. Magister en Finanzas – Universidad de Chile. Master en Sociedad de la Información y del Conocimiento. Universidad Complutense de Madrid. Investigador Principal del Proyecto FONDECYT N°1140026. Co Investigador del Proyecto FONDECYT N°1140027. SUMMARY: Chile is one of the most centralized countries of Latin America, compared with its counterparts in terms of geographical extent, number of inhabitants, size of its economy and management of budget in its regions in respect of the power of decision-making of the ministries in the center of the country. The decentralization processes that started in the 90s have had a more political profile and have been aimed at the democratic legitimization of local authorities, through the direct election of municipal governments. At present, it is expected deepening levels of decentralization; although it is not possible to estimate with certainty the extent to which progress is made. In any case, it is clear that, at least, significant steps will be made in: the direct election of regional mayors; fiscal decentralization and decision making at the regional level; and incorporation in the regional government of some services that are currently administered centrally. Consequently, considering the decentralization environment and also taking into account that Chile participates in the knowledge society, it is clear that a set of strategic challenges and opportunities are open to regional universities. Among the most relevant challenges can be stated: formation of advanced undergraduate human capital with capabilities to operate in global environments, but with the stamp that regions demand; also is required a postgraduate training and high-quality medical specialties with an emphasis on regional development, along with an ongoing relevant and effective training. Indeed, it must be added as a requirement, the challenge of creates advanced knowledge through research, with central focus on development and innovation, as catalysts for economic and regional development. Finally, universities must generate a bilateral relationship that allows them to become a center of relevant thought to the region; as well as carry out actions of technology transfer and services for the improvement of regional competitive capabilities; university institutions must being an open door to discover and address, as appropriate, demands and regional issues especially in the cultural field. I INTRODUCCIÓN La sociedad del conocimiento permite, en la actualidad, alcanzar logros notables en materia de ciencia y tecnología, generando impactos mayores en la calidad y esperanza de vida de las personas. Ahora bien, como contraparte las naciones y las organizaciones tienen el desafío de insertarse en una sociedad altamente compleja, competitiva y en donde el conocimiento marca la diferencia entre el éxito y el fracaso. Hoy el progreso de las naciones se asocia, cada vez de modo más predominante, a la generación de activos intangibles. Son los intangibles los que crean valor estratégico para las organizaciones y subsecuentemente para las naciones. En tal contexto, la creación de innovaciones y patentes, el posicionamiento estratégico de las marcas, el diseño de sistemas de organización y la optimización de las rutinas organizativas, junto a la capacidad para tomar decisiones y administrar el “know how” organizacional, constituyen el eje articulador de la ventaja competitiva. Chile enfrenta estos nuevos imperativos en un marco de una alta concentración del poder político, administrativo y financiero en la Región Metropolitana. Sin duda, Chile es uno de los países más centralizados de América Latina considerando la extensión de su territorio, el número de sus habitantes, y el tamaño de su economía. Ciertamente, a partir de los años 90, en el país se ha concebido la descentralización como una expresión del fortalecimiento democrático más que como un instrumento de las políticas y gestión pública que busca mejorar la eficacia y eficiencia en el funcionamiento del Estado. En efecto, la concepción de legitimidad democrática ha sido la causa principal de la descentralización y no la delegación de funciones junto con las atribuciones y recursos para realizar tales labores, empoderando a los actores regionales en el progreso y desarrollo de su propio territorio. Sin embargo, esta mirada parece cambiar de rumbo ya que desde el Programa de Gobierno de la Presidenta Bachelet hasta las propuestas de la Comisión Asesora Presidencial, han detectado el clamor de las regiones por mayor descentralización, pero además se ha entendido que el país no puede insertarse con una real capacidad competitiva en la sociedad del conocimiento sin considerar el potencial de sus regiones. Por lo tanto, en Chile se ha diseñado una agenda descentralizadora, que apunta tanto a los aspectos políticos, como los administrativos, sin dejar de lado los financieros y presupuestarios. No es fácil proyectar cuál será el nivel de profundidad de esta descentralización en curso, pero si se prevén algunos elementos centrales: la elección directa de Intendentes como Presidente del Gobierno Regional y como principal ejecutivo del Gobierno Regional; la descentralización presupuestaria en términos de permitir decisiones sectoriales con una mayor proporción de recursos definidos localmente; y la incorporación de algunos servicios centrales en forma plena al gobierno regional. Desde luego, pueden incorporarse otros elementos al proceso descentralizador; no obstante lo anterior, incluso con una agenda acotada de descentralización emergen un conjunto de posibilidades y desafíos para las universidades regionales. Estas instituciones en el cumplimiento de su misión no sólo pueden sino que deben alinear su labor de formación de capital humano avanzado con los requerimientos regionales, así como la tarea de la creación de conocimiento avanzado y las funciones de vinculación con el medio, en la perspectiva de fortalecer la descentralización y la plena inserción de las regiones en el desarrollo del país, vigorizando la capacidad competitiva nacional. II LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO La sociedad del conocimiento se encuentra en construcción, ya que cada día la humanidad avanza significativamente a partir de los esfuerzos de institucionalización y los resultados producidos por la ciencia y la tecnología. El conocimiento ha sido desde siempre un factor determinante de los procesos productivos, pero en la actualidad adquiere un papel aún más esencial como fuente básica de la ventaja competitiva de las naciones y de las organizaciones (Rodríguez-Ponce, 2009). En efecto, la vieja dicotomía entre trabajo y capital se ve superada conceptualmente por el posicionamiento del conocimiento y su gestión, como elementos centrales de la creación de valor. Ciertamente, la capacidad para administrar, almacenar y transmitir grandes cantidades de información a bajo precio es un aspecto que caracteriza los procesos organizativos, productivos y las interacciones en la sociedad. Sin embargo, no toda la información se transforma en conocimiento valioso y éste último es el que marca la diferencia entre el éxito o el fracaso en la sociedad del conocimiento (Rodríguez-Ponce y Palma, 2010). Hace doce años atrás Brunner (2003) sostenía que si tomamos como base de referencia la era cristiana, entonces era posible señalar que la humanidad tardó 1.750 años para que el conocimiento se duplicara por primera vez; en tanto que hoy el conocimiento se duplicaría aproximadamente cada 3 años, y se estima que hacia el año 2020, la cantidad de conocimiento se duplicará cada 73 días. Pues bien, más allá del grado de exactitud de tal estimación, el punto a relevar consiste en que cada vez se dispone de una mayor cantidad de conocimiento para operar en la sociedad. Luego, la cuestión es cómo gestionar ese conocimiento para generar valor estratégico para las naciones y para las organizaciones públicas y privadas. En efecto, el uso masivo de internet y la digitalización de la información han favorecido el uso intensivo del conocimiento, transformando a éste en un factor predominante de la creación de valor. Así, tanto en el sector público como en el sector privado se emplea habitualmente las herramientas tecnológicas, incluyendo aplicaciones de redes sociales tales como: Twitter, Facebook, Wikis (Rodríguez-Ponce, 2012). En este mismo contexto, se ha avanzado hacia la Web 3.0, basada en la personalización de los objetos de aprendizaje mientras se aprende en ambientes virtuales (Kuriolvas et al., 2014). Una de las dimensiones que configura y forma parte de la sociedad del conocimiento es la economía del conocimiento. La economía del conocimiento se caracteriza porque, precisamente como ya se ha indicado, el conocimiento es el aspecto central en la creación de riqueza. En cualquier caso, crear conocimiento y aplicarlo no es trivial toda vez que su gestión debe incorporar formas y métodos para resolver problemas en los distintos ámbitos del quehacer de las empresas y de la sociedad (Santiago et al., 2014). Con todo, la capacidad de generación de valor a partir del conocimiento se produce principalmente a partir de activos intangibles. Al respecto, considérese que en la primera década del siglo XXI, el producto interno bruto de algunas naciones se generaba en cerca del 80% por actividades basadas en conocimiento y el valor en libros de algunas organizaciones intensivas en conocimiento era menor al 10% de su valor de mercado, lo cual permitía observar que la creación de valor económico en esta nueva economía se sustenta en recursos intangibles más que en recursos físicos y financieros (Rodríguez-Ponce y Palma, 2010). Según lo dicho, en la sociedad del conocimiento, la economía se sustenta en la generación de intangibles, tales como: la creación de innovaciones y patentes, el posicionamiento estratégico de las marcas, el diseño de sistemas de organización y rutinas organizativas, la capacidad de tomar decisiones y administrar el “know how organizacional”, y en la capacidad de emplear el conocimiento para generar valor funcional, pero sobre todo valor estratégico (Pedraja-Rejas, 2011). La mirada anterior es fundamental para poner en su justa perspectiva las demandas y oportunidades que se habrán de crear para el sistema universitario regional de Chile ante una eventual nueva agenda descentralizadora. Ciertamente, resulta insoslayable reconocer el rol de las universidades regionales como entidades esenciales en la creación y difusión de conocimiento y, por lo tanto, como fuente esencial de la ventaja competitiva de las naciones a partir del desarrollo de las regiones. Sin embargo, esto implica que las universidades deben tener una perspectiva de desarrollo regional, sin perder de vista su rol global. III LA AGENDA DESCENTRALIZADORA EN CHILE La descentralización es un instrumento de las políticas y gestión pública que tiene como finalidad mejorar el funcionamiento del Estado mediante la delegación de funciones y tareas junto con las atribuciones y recursos para realizar tales labores, empoderando a los actores regionales en el desafío de lograr progreso y desarrollo en su propio territorio (Büchs, 2009). La tesis fundamental que subyace en los procesos de descentralización consiste en asumir que a nivel territorial se tendrá un mejor diagnóstico de los requerimientos de la población, de sus necesidades de desarrollo, por lo cual se espera que sea también en el campo territorial donde se encuentren las mejores soluciones (Borge et al., 2014). Por consiguiente, el objetivo de la descentralización estriba en permitir a los agentes y actores territoriales que dispongan de los recursos, las atribuciones y las capacidades para resolver sus propias demandas y sus requerimientos de desarrollo territorial en forma local, sin tener que recurrir obligatoriamente al sistema central para buscar tales soluciones. Complementariamente, en el estado del arte, la evidencia empírica muestra que para que la descentralización tenga éxito es imprescindible dotar a los gobiernos locales no sólo de recursos presupuestarios, sino que principalmente de capacidades de gestión (por ejemplo, Smoke, 2015; Supriyono et al., 2015; Bergh, 2012); y de las atribuciones para decidir las cuestiones esenciales y no sólo los temas superficiales (por ejemplo, Faguet, 2014; Hajjar et al., 2012; Wever et al., 2012). También, en el acervo de conocimientos, se ha avanzado en reconocer que los procesos descentralizadores pueden generar desarrollo económico para los territorios (por ejemplo Ahmad et al., 2015; Asha et al., 2013; Popescu y Enescu, 2013); además, de permitir un fortalecimiento de la gobernabilidad democrática de la sociedad (por ejemplo, Lyon, 2015; Gill, 2013; Patsias et al., 2012). En el caso chileno, si bien se ha avanzado paulatinamente en la democratización a partir del año 1990, lo cierto es que en materia de descentralización los avances han sido modestos tanto en lo administrativo como en el manejo presupuestario (Montecinos, 2013). Como contraparte, el ámbito de mayor avance ha sido el de la descentralización política, donde destaca la Ley Orgánica Constitucional de Gobiernos Regionales, la elección directa de alcaldes, concejales y consejeros regionales (Díaz y Rivera, 2014). En este contexto, en Chile se avanzó en la elección democrática del concejo municipal. Así, el sistema empleado en las elecciones municipales del año 1992 permitía que el candidato a concejal más votado, perteneciente al pacto más votado, y que sobrepasara el umbral del 35% de los votos, resultara automáticamente proclamado alcalde. Ahora bien, si tales condiciones no se cumplían, entonces los concejales electos votaban para elegir, de entre ellos, quién ocuparía el cargo de alcalde (Mardones, 2006). De este mismo modo, se avanzó en la decisión acerca que fueran los concejales quienes eligieran a los consejeros regionales (Eaton, 2004). Los procesos eleccionarios se realizaron cada 4 años y partir del año 2004, los alcaldes fueron elegidos en votación directa y mediante cédula electoral diferente a la de los concejales. Una cuestión esencial de tal reforma fue que no se podía postular simultáneamente a alcalde y concejal. Finalmente, en tanto los alcaldes se elegirían por el principio de mayoría relativa, los concejales se elegirían por una fórmula proporcional (Bunker y Navia, 2010). A partir del año 2013 y para comenzar su gestión en el 2014, los consejeros regionales se eligieron en votación directa dando un paso relevante en materia de representación democrática en las regiones (González-Bustamante, 2014). Ciertamente, se han logrado avances en materia de descentralización ya que se ha conseguido legitimidad en los gobiernos municipales, así como el posicionamiento de la responsabilidad políticas del desarrollo local en la instancia pertinente. También se han incrementado las expectativas respecto de las demandas locales; lo cual no ha ido unido del presupuesto equivalente. Tal y como lo indica Montecinos (2013), se transfirieron una gran cantidad de responsabilidades administrativas a las municipalidades, pero con escaso margen de autonomía presupuestaria para poder cumplir con una agenda local relevante. En consecuencia, los gobiernos municipales tienen una agenda pública diversa, amplia, con crecientes demandas de la ciudadanía, pero con escasos recursos públicos para dar respuesta a tales requerimientos. Por otro lado, los gobiernos regionales tienen definición sobre los Fondos Nacionales de Desarrollo, pero el monitoreo y control de la Dirección de Presupuesto es tal que incluso tiene derecho a veto y este poderoso ente central del Estado en la realidad delinea en lo que es y no es factible destinar los recursos regionales. Además, los sectores dominan las inversiones que se realizan en regiones a través de decisiones adoptadas al nivel central en los Ministerios respectivos. A lo anterior se suma la baja legitimidad política de las autoridades regionales, dado que están son designadas por los gobiernos de turno, sin criterios de excelencia como eje central de tal decisión, sino que más bien respondiendo a un cuoteo político. Por su parte, la elección de Consejeros Regionales sin atribuciones adicionales reales, probablemente ha generado más confusión que claridad, más discusión que consensos, y una menor comprensión por parte de la opinión publica respecto del funcionamiento de los Consejos Regionales, sus atribuciones y funciones. La aspiración y exigencia por parte de los Consejeros Regionales de un respeto y reconocimiento por su valer político y social, se ha expresado en peticiones de mayores dietas, mejores condiciones de funcionamiento, incorporación privilegiada en los protocolos regionales, todo lo cual genera mejores condiciones de operación y una mayor consideración de la institucionalidad hacia estos actores políticos relevantes. Pero, ninguno de estos logros de los Consejeros Regionales se asocia necesariamente con un mayor y mejor desarrollo regional. Con todo lo anterior, Chile sigue siendo uno de los países más centralizados de América Latina considerando el tamaño de su economía, su población y su territorio (von Baer y Torralbo, 2012). Dicho con claridad, la Región Metropolitana marca de manera rotunda y significativa el desarrollo del país, mientras que las regiones se caracterizan por mostrar una alta diversidad en sus indicadores de progreso. Por ejemplo, en el año 2013 el ingreso per cápita de los ciudadanos de Arica y Parinacota equivalía sólo al 51,27% del promedio del país (Plan Especial de Zonas Extremas Región de Arica y Parinacota, 2014). Las principales decisiones de inversión regional se definen en la Región Metropolitana. Más aún, el Intendente como primera autoridad regional es un representante del gobierno central ante los ciudadanos y difícilmente habrá de representar a los ciudadanos ante el poder central. Claramente, las principales inversiones públicas en las regiones son de naturaleza sectorial. En este contexto, dichas decisiones más bien responden a las miradas centrales sobre el desarrollo regional que a la perspectiva de los propios actores regionales. Además, el país se caracteriza por una institucionalidad pública uniforme y sectorial que es poco flexible y que no es capaz de reconocer el orden natural territorial. Ciertamente, dicho orden territorial es esencialmente diverso y no simplificable a soluciones sectoriales rígidamente predefinidas desde el centro de la nación, para ser aplicadas indistintamente en las diferentes Regiones del país. Por ejemplo, en la Región de Arica y Parinacota se reconocen, más de 14 mil personas contaminadas por polimetales, entre las múltiples soluciones requeridas para atender las demandas de estas personas está la erradicación de sectores poblaciones completos contaminados. Sin embargo, lejos de generarse soluciones regionales que incorporen la excepcionalidad de la situación, el sistema público suele ser vertical, jerarquizado y centralizado, de tal suerte que más bien ha tratado de estandarizar sus respuestas impulsando soluciones regulares para casos que no sólo son especiales, sino que excepcionales. Adicionalmente, se debe considerar que los equipos de los Gobierno Regionales se definen por criterio esencialmente político, y tales funcionarios públicos alinean su mirada y sus esfuerzos con el gobierno central de turno. De esta manera, en los hechos reales los niveles de autonomía para generar desarrollo en las Regiones, es prácticamente nulo. Por ejemplo, los Fondos Nacionales de desarrollo Regional (F.N.D.R.) comprenden decisiones de inversión definidas por los consejeros regionales con criterio local, pero dichos fondos son significativamente inferiores a las inversiones regionales definidas a nivel central en cada uno de los respectivos ministerios, más aún las decisiones del Consejo Regional puede, en los hechos concretos, ser vetada por la Dirección de Presupuesto. En este contexto, un imperativo estratégico para el país es profundizar la descentralización, lo que es un tema dominante del último tiempo al punto de generarse un conjunto de propuestas, a partir de una Comisión Asesora Presidencial, y la generación de una agenda legislativa. Las propuestas de la comisión son públicas y en lo fundamental se pueden agrupar en medidas que favorecen: la descentralización política; la descentralización administrativa; la descentralización fiscal; el fortalecimiento de las capacidades regionales; y la participación ciudadana. La propuesta de la Comisión Asesora es ambiciosa y vigorosa, sus principales aspectos se pueden resumir en la siguiente tabla: (Valenzuela et al., 2014) DIMENSIONES Descentralización política ELEMENTOS CENTRALES Descentralización administrativa Elección de la máxima autoridad regional, que implicaría que el ejecutivo del Gobierno Regional debería ser elegido por la ciudadanía. En tal sentido, a esta autoridad le correspondería la dirección y gestión del gobierno regional y ejercería todas las competencias del Gobierno Regional. También sería el Presidente del Consejo Regional. Declarar a la actual Región de La Araucanía como una región plurinacional y multicultural. El Tribunal Constitucional sería la instancia que habría de resolver los conflictos de competencias entre el Gobierno Nacional, los Gobiernos Regionales o las Municipalidades. Traspaso de competencias, servicios y programas públicos desde los Ministerios y organismos centrales a la dependencia de los Gobiernos Regionales y Municipalidades. Creación, en cada Gobierno Regional, de 4 Servicios Públicos Regionales para Descentralización fiscal Fortalecimiento de capacidades Participación ciudadana dar cabida a las competencias traspasadas. Tales servicios serían: Fomento Productivo e Innovación; Desarrollo Social; Infraestructura, Habitabilidad, Transporte y Medio Ambiente; Cultura, Ciencia y Tecnología. Creación de un sistema para la administración de las Áreas Metropolitanas (Santiago, Gran Valparaíso, Gran Concepción) basada en cada gobierno regional, en articulación con Municipalidades. Esto sería extensivo a otras áreas metropolitanas que sean pertinentes. Ley de Rentas Regionales, en la senda de alcanzar un gasto subnacional autónomo del 35% de la recaudación fiscal total, significativamente superior al 18% actual. Empoderamiento de las regiones para el desarrollo económico: Junto al traspaso de la CORFO, se propone permitir empresas mixtas regionales, que los COREs participen en el nombramiento de director de las empresas públicas en los territorios. También se permitirá el endeudamiento regional con tope máximo cuyo pago anual de deuda no supere el 7% de su gasto total. Fondo de Convergencia con el objeto de reducir rezagos socioeconómicos en los territorios declarados como zonas rezagadas. Esta calidad será determinada por medio de indicadores objetivos, cualitativos y cuantitativos. Creación de sistemas regionales de gestión de capital humano calificado para el desarrollo de comunas y regiones; incentivos para atraer, retener, formar, renovar y otros. Fortalecer la institucionalidad pública regional y sus capacidades para liderar y articular políticas públicas regionales. Flexibilizar la creación de partidos regionales. Garantizar la alternancia en cargos de representación popular. La reelección de Intendente y Alcalde podrá ser de hasta dos periodos consecutivos. Concejal y Consejero Regional podrán ejercer hasta tres periodos. Voto Programático: Presidente, Intendentes y alcaldes deben inscribir ante el SERVEL un programa de gobierno con compromisos, detallando no menos de 10 y no más de 50 medidas y plazos de concreción. Instituir Plebiscitos y Referéndum Revocatorio de mandato. Nueva Constitución Democrática con un proceso de participación de los actores locales y regionales. Tabla N°1: Dimensiones de la descentralización (Valenzuela et al., 2014) Más recientemente, González (2015) ha sintetizado la futura agenda descentralizadora en los siguientes aspectos básicos para ser emprendidos en el corto plazo: Elección directa de Intendentes Regionales, que alude a que los ciudadanos elegirán a un representante regional ante el poder central, quien será el Presidente del Gobierno del Consejo Regional y la autoridad responsable de la gestión del Gobierno Regional. A su vez, el gobierno designará un representante del ejecutivo central ante las regiones. La elección del Intendente supone la asignación de atribuciones y mayores niveles de autonomía que los actuales. Además, será el Intendente quien podrá conformar sus equipos definidos con criterio regional. Descentralización presupuestaria, que considera la posibilidad de adoptar decisiones al nivel regional, de tal modo que los Gobiernos Regionales dispondrían de una mayor proporción de recursos para definir localmente, particularmente asociados a una estrategia regional de desarrollo. Descentralización sectorial, que considera que, al menos a nivel piloto, algunos servicios nacionales deben asumirse como plenamente descentralizados, es decir, con las facultades para tomar las decisiones relevantes a nivel regional. Chile es uno de los países de Latinoamérica con mayor concentración del poder de decisión en la Región Metropolitana. No obstante lo anterior, se ha propuesto un camino que apunta a lograr mayores niveles de descentralización con un conjunto de medidas concretas de descentralización. Sin duda este hecho, con independencia del nivel de profundidad efectivo que se logre finalmente en el proceso descentralizado, abre un conjunto de posibilidades y desafíos para las universidades regionales, considerando su rol regional y la necesidad que las universidades deben ser un motor activo de la plena inserción de las naciones en la sociedad del conocimiento. IV DESAFÍOS ESTRATÉGICOS PARA LAS UNIVERSIDADES REGIONALES Las universidades deben colaborar para que el país sea competitivo en la sociedad del conocimiento y a la vez deben comprometerse con el desarrollo regional y local. Como lo señala Rodríguez-Ponce (2009), en este siglo XXI las universidades no pueden desconocer roles básicos, tales como: (1) la formación de capital humano avanzado, la investigación, el desarrollo y la innovación constituyen pilares fundamentales de la ventaja competitiva para la nación y sus organizaciones y son tareas esenciales del sistema universitario; (2) las instituciones universitarias deben constituirse en una fuente permanente de oportunidades de formación continua y de movilidad social, (3) las instituciones universitarias deben velar por la calidad y pertinencia de su oferta académica, ya que los programas de formación e investigación deben impactar sobre la capacidad competitiva del país generando una exitosa inserción de los jóvenes de familias vulnerables al mercado del trabajo. Dichos roles son esenciales en el marco de la sociedad del conocimiento, pero se debe agregar a esa propuesta requerimientos específicos para responder de manera satisfactoria a las exigencias y oportunidades que generará una profundización de la descentralización en el país. De este modo, se proponen las siguientes dimensiones de trabajo, con sus respectivas particularidades: Recursos humanos competitivos para el desarrollo regional Recientemente, Barro y Lee (2013) analizan cuál es la rentabilidad de un año más de escolaridad en 146 países con datos desde 1950 hasta el 2010 y estiman un rango de rentabilidad media de entre un 5%-10% para un año más de escolaridad, en el período estudiado. Trabajos previos, estimaban que un año más de escolaridad tenía un impacto sobre la productividad individual que bordearía entre el 6% y el 15% (Bassanini y Scarpetta, 2002; Mankiw et al., 1992). Por lo tanto, un año más de escolaridad es importante para los individuos porque éstos mejoran su productividad y subsecuentemente mejoran sus remuneraciones, más dicha inversión en tiempo tiene una rentabilidad positiva en dinero. Lo importante es que además ese mismo año adicional de escolaridad implicaría un incremento del potencial del producto interno bruto para el país en proporciones que, en el largo plazo, resultan muy significativas. Desde luego, los incrementos de la productividad individual, y las innovaciones o agregación de valor que las personas son capaces de realizar al mejorar los desarrollos tecnológicos, así como al mejorar los productos y procesos de las organizaciones, se estiman elevados al considerarlos en forma agregada. De hecho, las estimaciones empíricas muestran que el incremento del potencial de producto interno bruto, ante un año más de escolaridad de la población, estaría en el rango 0,2% a 0,4% según Dowrick y Rogers (2002) y bordearía el 0,8% según Frantzen (2000). Consistentemente, Barro (2013) estima dicho crecimiento potencial entre 0,25% y 0,44%. No cabe duda que la formación de capital humano es esencial para la inserción de las personas en el mercado del trabajo, ya que mejora su productividad y la retribución percibida. Pero, adicionalmente, personas más y mejor educadas activan el crecimiento económico de todo el país y fortalecen la competitividad de cara a enfrentar exitosamente las oportunidades y riesgos de la sociedad del conocimiento. Por consiguiente, en esta discusión se puede acoger sin reparo la idea en torno a que es mejor una población con mayor educación. Sin embargo, en el contexto de la mayor descentralización propuesta para el país, resulta fundamental establecer algunas presiones o especificaciones respecto de los desafíos que implica la formación de capital humano avanzado: Calidad global y pertinencia regional de las carreras universitarias, la formación de pregrado debe responder a los requerimientos universales para la generación de profesionales competentes y capaces de operar en ambientes globales. Pero, se requiere también que existan profesionales que respondan a las necesidades específicas de cada región. Por ejemplo, la formación de Ingenieros Agrónomos en Arica y Parinacota no puede desconocer las técnicas requeridas para la agricultura del desierto; diferente a la realidad que enfrentaran los Ingenieros Agrónomos en el sur del país. Ahora bien, hay áreas profesionales más bien desprovistas en la mayoría de las regiones como lo es la gestión de proyectos (Project Management), es decir, existe una ausencia significativa de profesionales capaces de diseñar y ejecutar proyectos. Los administradores públicos tampoco abundan en las regiones, y los abogados con sólidos conocimientos en derecho administrativo parecen ser escasos. Finalmente, la formación de profesionales médicos es imprescindible en muchas regiones del país. Otro tema que no se puede soslayar consiste en la formación de profesores de calidad. Si bien existen carreras pedagógicas en la mayoría de las regiones, la calidad medida por resultados como la prueba INICIA indican la existencia de brechas muy importantes en los procesos formativos de los egresados de las carreras pedagógicas. Por lo demás, los estudiantes logran en regiones menores resultados promedio en la Prueba de Selección Universitaria. Así las cosas, sin una educación parvularia y una educación primaria de alta calidad, las posibilidades de desarrollo de una región se hacen nulas, porque los niños son la base que configura el capital humano regional del futuro y son la base de la ventaja competitiva regional en el largo plazo. Más allá de estos ejemplos específicos, la descentralización demanda profesionales con competencias globales porque Chile participa en la sociedad del conocimiento, sin perder por ello de vista que se necesitan las capacidades esenciales en la formación de un capital humano avanzado con los conocimientos, competencias, destrezas y habilidades que brinden pertinencia para enfrentar el desarrollo regional. Formación de postgrado y especialidades médicas de alta calidad, la formación de Doctores (Ph.D.) y Magister (M.Sc.) de calidad internacional, así como la preparación de otros tipos de Magister con énfasis en las aplicaciones profesionales constituyen demandas claras para las universidades regionales en un contexto de descentralización. Las áreas de desarrollo del postgrado deben ser coherentes con la realidad de cada región y la posibilidad de alianzas estratégicas con otras instituciones regionales puede ser una opción real para fortalecer la calidad de los programas de postgrado. Las áreas mencionadas previamente asociadas al diseño de proyectos, gestión y ejecución de proyectos sociales y públicos, derecho administrativo, y educación constituyen requerimientos centrales para la formación de postgrado casi en todas las regiones del país. A estos requerimientos debe sumarse la necesaria formación de especialidades y subespecialidades médicas, ya que la incapacidad del sistema público de salud para responder a las listas de espera, en todas las regiones del país, obedece principalmente a la carencia de estos profesionales altamente calificados. Educación continua, la que deber ser inherente al quehacer universitario tanto con fines de actualización como en la perspectiva de la incorporación de nuevas competencias, destrezas y habilidades para los individuos de las regiones. Esta educación debería considerar la realización de cursos, la generación de programas de más larga duración, y la validación de certificaciones, entre otros programas similares. Esta formación debería considerar las múltiples metodologías vigentes, incorporando la formación online, junto a horarios compatibles con un trabajo de los participantes. En definitiva, en el marco de una profundización de la descentralización la educación continua puede alzarse como una oportunidad para ampliar conocimientos favoreciendo el desarrollo personal y profesional de los participantes. Se trata, por cierto, de dotar a las personas de las capacidades para que actúen proactivamente mejorando sus calificaciones y aporte individual y grupal al desarrollo de la región. Investigación competitiva con énfasis en la investigación aplicada al desarrollo regional La creación de conocimiento asociada a investigación, desarrollo e innovación permite la creación de nuevos productos y nuevas tecnologías y, por ende, se trata de una inversión con rentabilidad privada y social. Por ejemplo, De Gregorio et al. (2006) empleando datos de panel correspondientes a empresas innovadoras en Chile descubren que: el retorno privado para los gastos de investigación y desarrollo fue cercano al 30%, durante la década del noventa. Aunque los trabajos de Nadiri (1993) y Lichtenberg y Siegel (1991), muestran rentabilidades privadas superiores al 20% para las inversiones en investigación y desarrollo en diferentes sectores económicos. Esos resultados deben tomarse con prudencia en esta década, ya que las últimas investigaciones sugieren que si bien la investigación y desarrollo tiene una rentabilidad positiva, la misma superaría levemente el 11,3% (Ugur et al., 2014). Cobra así mayor importancia el rol de las universidades ya que la rentabilidad social de la investigación y desarrollo es consistentemente alta. Por ejemplo, los trabajos de Frantzen (2000) y Lichtenberg y Van Pottelsberghe (1996), muestran una rentabilidad social superior al 50% para las inversiones en investigación y desarrollo. Por su parte, Corderi y Lin (2011) validan la existencia de una alta y significativa tasa de retorno social de la investigación y desarrollo, particularmente en los países que tienen inversiones emergentes y generan innovaciones como Italia y Alemania. En consecuencia, en esta discusión se puede acoger la tesis referida a que las instituciones universitarias deben generar investigación, desarrollo e innovación. No obstante lo anterior, en el contexto de la mayor descentralización propuesta para el país, resulta fundamental establecer algunas presiones o especificaciones respecto de los desafíos que la creación de conocimiento avanzado: La investigación básica contribuye al estado del arte, como tal es un bien social relevante en cualquier economía. Sin embargo, en un contexto de recursos escasos y en donde existe el desafío de una profundización de la descentralización, resulta menester que este tipo de investigación sea del más alto nivel, competitiva con impactos significativos a nivel global, para garantizar que las inversiones en la misma tengan la rentabilidad académica requerida. No se propone, por cierto, que las universidades regionales no realicen investigación básica, al revés, las universidades en regiones deben realizar una investigación básica que sea de los más altos niveles de excelencia y que logre los mayores impactos académicos. La realización de investigación básica de escaso impacto y relevancia académica no parece ser la mejor forma de destinar recursos escasos. La investigación aplicada con foco en el desarrollo de nuevos productos e innovaciones de procesos y productos es esencial, las universidades regionales deben disponer de equipos de investigación que den respuesta a los requerimientos del desarrollo productivo de la región en la cual se encuentran insertas. La investigación aplicada con foco en el desarrollo e innovaciones que generen nuevos productos o procesos es una obligación o imperativo estratégico de las entidades académicas que crean conocimiento avanzado. Vinculación con el medio y contribución al desarrollo territorial y a la equidad Los estudiantes de grupos social y económicamente vulnerables tienen en la educación universitaria una fuente de movilidad social, que disminuye las brechas de inequidad de la sociedad. La educación superior es una puerta abierta que ayuda, en sí misma, al desarrollo regional. En la siguiente tabla se resumen algunos de los beneficios sociales y económicos de la educación superior: BENEFICIOS SOCIALES ECONÓMICOS PRIVADOS Mayor esperanza de vida personal y familiar Mejor calidad de vida personal y familiar Mayor capacidad para tomar decisiones Mayores posibilidades de acceso a tiempo de ocio y recreación Mejor posición social Mejores remuneraciones Mayores oportunidades de empleo Mejores condiciones de empleo Mayor capacidad de ahorro Mayor posibilidad de movilidad profesional y personal PÚBLICOS Disminución de las tasas de delincuencia Aumento de las donaciones y voluntariado Mejor calidad cívica de la ciudadanía Mayor cohesión social Mayor respeto por la diversidad Mayor recaudación fiscal por impuestos Mayor productividad individual y grupal Mayor potencial de crecimiento económico Mayor flexibilidad laboral Mayores niveles de consumo Menores subsidios de gobierno para grupos vulnerables Tabla N°2: Beneficios de la educación superior (Institute for Higher Education Policy, 1998) Por lo tanto, en esta discusión se puede asumir que las universidades regionales deben tener una política de vinculación con su región. Sin embargo, en el contexto de la mayor descentralización propuesta para el país, resulta fundamental establecer algunas presiones o especificaciones respecto de los desafíos que implica esta vinculación: Centro de pensamiento regional, bajo la perspectiva de fomentar el estudio crítico y con mirada científica de las problemáticas regionales estructurales y emergentes. Generando espacios de reflexión, para de este modo generar opiniones fundadas de las temáticas en debate y un valioso feed back para el mejoramiento de las políticas públicas. Las universidades regionales deberían aportar soluciones e ideas creativas, tendientes al mejoramiento de los sistemas de inclusión social en cada región del país, orientado acerca de las opciones más prometedoras de desarrollo regional. El hecho que un centro de pensamiento sea parte del quehacer de una universidad regional garantiza altos niveles de credibilidad, independencia de juicio, y una mayor probabilidad de colaboración con agentes públicos y privados. Prestaciones de servicios y transferencia tecnológica, las universidades regionales en un contexto de descentralización pasan a constituirse en actores relevantes del desarrollo económico y productivo, para lo cual es necesario disponer de un conjunto de líneas o programas de trabajo que permitan la prestación de servicios al sector público y privado, así como la transferencia tecnológica. Existen áreas particularmente críticas en regiones como lo es el diseño y gestión de proyectos sociales. Los cuales con la existencia de un mayor poder de decisión en las regiones serán un elemento definitorio del éxito o fracaso de la asignación de recursos públicos. Probablemente, un apoyo permanente de las universidades regionales en esas tareas a los municipios y los potenciales beneficiarios de recursos fiscales, sea una tarea muy importante sobre todo en los primeros años de una profundización de la descentralización. Centro de desarrollo de la cultura y las artes, las universidades regionales pueden erigirse en una puerta abierta para descubrir y atender, en lo pertinente, las demandas y problemáticas regionales sobre todo en el ámbito cultural y delas artes. La configuración de las universidades regionales como centro de la cultura y las artes, debe propender a diseñar e implementar una cartera de proyectos culturales y artísticos que generen un impacto positivo en la región; fomentando las expresiones artísticas que son inherentes a la idiosincrasia regional. Asimismo, a través de esta configuración cultural las universidades regionales pueden apoyar y capacitar a sus comunidades regionales en la preservación y gestión del patrimonio cultural, la restauración de lugares de interés histórico, el desarrollo y enseñanza de las artes como extensión universitaria, y la ejecución de proyectos y programas estables de literatura, teatro, ballet folclórico, entre otros equivalentes. V CONCLUSIONES La sociedad del conocimiento ofrece grandes oportunidades a las personas fundamentalmente en la mejora de la calidad y de la esperanza vida. Sin embargo, las naciones y las organizaciones privadas y públicas para competir con éxito en esta sociedad deben gestionar el conocimiento, es decir, crearlo, compartirlo y aplicarlo de modo de generar una ventaja competitiva sustentable. Por consiguiente, cualquier política o acción a implementar debe considerar como elemento inicial el hecho de vivir en una sociedad en donde la esencia de la creación de valor está en el conocimiento. Chile es uno de los países con mayor centralización entre sus pares de Latinoamérica, por lo cual se ha propuesto avanzar en una agenda descentralización cuya profundidad aún no es clara ni evidente. En cualquier caso, mayores niveles de descentralización implican nuevas oportunidades y desafíos para las universidades regionales. En particular, se requieren universidades regionales que formen capital humano avanzado de pregrado con capacidades para operar en ambientes globales, aunque con el sello que las regiones demandan, además se requiere una formación de postgrado y de especialidades médicas de alta calidad y con foco en el desarrollo regional, junto a una formación continua pertinente y que verdaderamente impacte sobre la productividad individual y grupal de los participantes. Sin embargo, en un contexto de mayor descentralización las universidades deben crear conocimiento avanzado a través de la investigación, de tal modo de contribuir al estado del arte; pero principalmente para contribuir al desarrollo productivo a partir de la generación de innovaciones, nuevos productos, optimización de los procesos, u otras formas de desarrollo e innovación que generen valor económico y social a las investigaciones. Finalmente, las universidades deben contribuir al desarrollo territorial y a la equidad no sólo a través de la formación de capital humano avanzado y la creación de conocimientos avanzados, sino que a partir de una relación de vinculación bilateral que brinde a las instituciones universitarias la oportunidad de ser el centro de pensamiento regional por excelencia; la instancia de transferencia tecnológica y prestaciones de servicios para el mejoramiento de las capacidades competitivas regionales; y una puerta abierta para percibir las demanda regionales y darle canalización en los temas relevantes y pertinentes para la oferta universitaria, principalmente en el ámbito cultural. VI AGRADECIMIENTOS El presente trabajo forma parte de los resultados del proyecto FONDECYT N° 1140026. Se agradecen las valiosas observaciones y consideraciones de la Sra Liliana Pedraja-Rejas, Doctora en Ciencias de la Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Doctora en Administración y Dirección de Empresas de la Universidad Politécnica de Valencia; Profesora Titular de la Universidad de Tarapacá. Sin embargo, los errores que pudiesen existir son de exclusiva responsabilidad del autor. VII REFERENCIAS Ahmad, M. S., & Talib, N. B. A. (2015). Empowering local communities: decentralization, empowerment and community driven development. Quality & Quantity, 49(2), 827-838. Asha, A., Belete, A., & Moyo, T. (2013). Analysing Decentralization and Local Government's Role Development in South Africa. Journal of African & Asian Local Government Studies, 2(2). Barro, R. J. (2013). Education and economic growth. Annals of Economics and Finance, 14(2), 301328. Barro, R. J., & Lee, J. W. (2013). A new data set of educational attainment in the world, 1950–2010. 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