Coronel Lágrimas

EXCELSIOR
Domingo 14 de agosto DE 2016
AJEDREZ
A. G. Challenger
ARTURO XICOTÉNCATL
Berlín, 1908.
ingeniosa pues el autor, Challenger,
retador, desafiante, induce a crear una
rápida imagen de mate que es tan sólo
falsa. El movimiento clave es en realidad
una sorpresa fascinante creada por
armoniosos elementos geométricos.
=======
La solución
Una imagen que se puede crear a golpe
de vista es 1. Af7 seguida de 2. Df4. Sólo
que las negras lo refutan rápidamente
con el sacrificio del caballo en g2. El
movimiento clave es: 1.Cg5! fxg5 2.Ag6++. Si
1...Rxg5 2.Df4++, aprecie cómo armonizan
las fuerzas geométricas de la dama y el
alfil; si 1...Cg2 2.Dc5++. El caballo cubre la
salida de escape e4; si 1...d2 2.Df4++.
Mate en dos jugadas. Sorpresa.
La configuración es demasiado
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EL SEFAR ADÍ
La lengua hablad
a por los judíos es
pañoles en el siglo
presente en la lite
XV sigue
ratura, pero hay q
uienes dudan de q
ue sobreviva >5
La revista El Luzero Sefaradí,
de Albert David Levy (18961963), influyente periodista y
educador líder, fue un faro para
guiar a las comunidades judías
sefaradíes en todo el mundo.
Fotoarte: Basado en la portada de la revista El Lucero Sefardí http://jewishstudies.washington.edu/
Debuta con
Coronel
Lágrimas
Carlos Fonseca
(Costa Rica, 1987)
charló con Excélsior
acerca del proceso
creativo que lo llevó a
escribir y publicar su
primera novela. >4
John Irving y su
novela mexicana
Con autorización de Tusquets, publicamos
un avance de Avenida de los Misterios, el
nuevo título del novelista estadunidense >6
Foto: Detalle de portada, cortesía Tusquets
2:
EXPRESIONES
Domingo 14 de agosto DE 2016 : EXCELSIOR
El búho
RENÉ AVILÉS
FABILA
TRES
PARA LLEVAR
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1.
Dublineses, de James Joyce (1/2)
¿Los objetos piensan y sienten? Tal vez sí, nunca
se sabe, por eso mejor hay que cuidarlos bien
y tratarlos mejor, si no quieres que te pase lo
que a Duncan, un niño que olvida sus crayones
en la alberca, en el sótano, en el sillón, debajo
de la alfombra, en el jardín o, lo que es peor,
en el cuarto del bebé. Este olvido, durante meses, causó a los
crayones daños irreparables: uno se partió en dos y un clip lo
mantiene con vida, otros dos de colores distintos se derritieron
con el sol y se unieron y otros más se quedaron unidos a un
sacapuntas y a un calcetín, al que se adhirió en la secadora,
otros se fueron de la casa. Un perro se comió a un crayón y lo vomitó y otro de los colores se
quedó traumado por la oscuridad del sótano. Los crayones le enviaron a Duncan diversas
postales pidiéndole que los rescate y fue así como el niño comprendió el mal que había hecho. Para resarcirse con su crayones, Duncan creó una casa de cartón contemplando todas
sus necesidades y les dio la bienvenida. Este libro, del que se tiraron 36 mil ejemplares, es la
continuación de El día que los crayones renunciaron, de los mismos autores, quienes hacen
reflexionar sobre la responsabilidad que deben tener los humanos, incluyendo a los niños.
Este libro recibido con dosis de frialdad o de escepticismo. Ya se
avizoraban los principios de una guerra traumática y sanguinaria.
[Acaba de aparecer, en la colección Mirlo, que conduce Juan Pablo Tovar, una muy cuidada
y digna edición de Dublineses, de James Joyce. Tuve el honor de escribir el prólogo. Desde
que Miguel Ángel Quemain me hizo la propuesta, me entusiasmé: jamás pensé prologar a
un autor soberbio y complejo que siempre he amado desde que en el bachillerato, el profesor Fausto Vega, parte de El Colegio Nacional hasta su muerte ocurrida no hace mucho
tiempo, me hizo leer Ulises y Retrato del artista adolescente, dos monumentos a las letras
universales. Confieso que no fue un trabajo sencillo por la cantidad de comentarios y reflexiones críticas que el escritor irlandés ha levantado. La solución fue derivar mis líneas
de la experiencia que tuve con la obra solicitada. Dublineses será presentada en breve.
Me permito poner ante mis lectores el prólogo que escribí. Es de esperar que el volumen de
relatos de Joyce reactive el interés nacional por este inmenso literato].
P
ara multitud de escritores, intelectuales y lectores el nombre James Joyce es sinónimo de
una poderosa y compleja revolución literaria. Con un puñado
de libros consiguió ingresar a la difícil eternidad. Requirió de una sintaxis personal, de un
lenguaje propio, de su inventiva, para narrar
sus historias. Traducirlo no es fácil, implica
desentrañar palabras que no están en ningún diccionario o que algún traductor sagaz
deberá recrear en español o en francés. Los
expertos en Joyce piensan que debe ser leído en inglés cuidadosamente; si lo es en otro
idioma, la lectura es imperfecta. Para poder
expresarse a placer, Joyce asimismo recurría
a lenguas escandinavas, añadió un experto
mexicano en el tema: Antonio Castro Leal.
Hay, pues, un lenguaje que, aun en cartas o
mensajes, es complejo y fascinante, como
más de una vez señaló uno de sus lectores
devotos en México: Salvador Elizondo.
La tragedia de James Joyce fue —explica
Harry Levin, uno de sus mejores críticos—
que “no es fácil identificar a Joyce con ningún movimiento literario. Sus propósitos
personales lo alejaron por completo de la revolución irlandesa. Unas cuantas revistas de
cenáculo se interesaron sinceramente en sus
escritos, y una antología imaginista incluyó
un poema suyo de la primera época. Pero no
cabe en ninguna escuela: él, por sí solo, constituye una escuela”. Este escritor audaz y sin
límites nació en Dublín en 1882 y murió en
Zúrich en 1943, luego de una provechosa estancia en París, donde comienza a destacar.
De todas las obras escritas por Joyce,
Dublineses parece ser la menos brillante,
acaso por ser la que representa menor grado
de complejidad; sin embargo, es igualmente provocadora e intensa como las restantes.
Su libro emblemático es sin duda el Ulises, al
que sus contemporáneos vieron como simbolista o naturalista, siempre desconcertados ante su magnitud. Fue atacado, criticado
con virulencia, defendido con ardor, excomulgado, pero pocos le negaron sus cualidades estéticas y de profunda crítica a los
valores de su tiempo. En México, la generación Contemporáneos, tal vez por impulso
de Salvador Novo, lo contempló con seriedad y admiración: como una de las vanguardias del siglo XX. Pero también tuvo críticos
adversos y enemigos del tamaño de Diego
Rivera, quien, impulsado por un marxismo
sectario, pintó en un fresco de la Secretaría
de Educación Pública a un obrero barriendo
la basura artística, allí va Ulises, de Joyce. Dublineses apareció en Londres, en 1914.
Fue recibida con dosis de frialdad o de escepticismo. Ya se avizoraban los principios
de una guerra traumática y sanguinaria. Con
el tiempo, junto a Ulises, obra titánica y tal
vez el libro más ambicioso escrito en el siglo
XX, parece un trabajo menor. Con rigor, se
trata de tareas parecidas, pero escritas bajo
conceptos literarios distintos. Suele ocurrir
que críticos y lectores ven al cuento como
una suerte de hermano menor. No lo es. G.
Cambon, en la ficha que edita en el afamado
——Virginia Bautista
TÍTULO: El día que los crayones regresaron a casa
AUTOR: Drew Daywalt ILUSTRACIÓN: Oliver Jeffers
EDITORIAL: FCE, México, 2016; 38 pp.
2.
“Si me preguntan del alma, respondo que la conozco; que le doy los buenos días y después las
buenas noches; que le doy sus alimentos y bebidas y le procuro sus vicios; que de pronto la
sacudo, la maltrato y la pellizco; que en las mañanas templadas la suelo guardar en casa y que
en las tardes de lluvia me la llevo de paseo; que me gusta regalársela
a la mujer que amo, que me la roban mis hijos al hallarles la mirada
y que al sacarla entre amigos me regresa renovada; que de pronto se
me esfuma, que a menudo no la encuentro y que al quererla atrapar
sin remedio se me escapa”. Con este tipo de inflexiones el médico
y fisiólogo Mauricio Ortiz (Ciudad de México, 1954) se sumerge en
el universo de nuestra anatomía, a decir de Antonio Tabucchi en el
prólogo: “se ha vuelto microscópico y ha penetrado en nuestro cuerpo”, hallando modos de
salir siempre ileso. En un ejercicio literario que duró de 1989 a 1992 nacieron estos textos como
columna semanal en el periódico La Jornada. Este libro es ante todo una brújula, dice Tabucchi,
para avanzar en los secretos y en los laberintos del cuerpo. “Al final, esta brújula para orientarnos
en nuestro cuerpo es sobre todo una brújula para orientarse en los laberintos de nuestra alma”.
Este escritor audaz
nació en Dublín en
1882 y murió en Zurich
en 1943, luego de una
provechosa estancia
en París, donde
comienza a destacar.
——Mario Palomera Torres
Diccionario Bompiani de Autores Literarios,
ve los cuentos de Joyce como un conjunto de
reproches a su ciudad natal y a él como un
“expatriado”. En Ulises, editada en 1922 en
París, Joyce está en plenitud y posee la necesaria visión de Europa para darle a su escritura una complejidad que intenta ser clara
para los mejores lectores. Como Kafka, dudo
que Joyce haya pensado en ellos, no al menos en los más sencillos o simples. Baste señalar que uno de sus traductores al español
fue Guillermo Cabrera Infante, quien con
libros como Tres tristes tigres produjo cambios sustanciales en las letras latinoamericanas y distantes del español de España. Mario
Vargas Llosa, autor de novelas magníficas,
asimismo analista literario severo, compara
a Joyce con Flaubert al ser ambos autores de
extremo rigor. Joyce seguía al francés dueño
de la frase Le mot juste.
Sin embargo, pese a sus complejas relaciones con su natal Dublín, con sus estudios iniciales, sus creencias religiosas y con
muchos de sus contemporáneos, Joyce se
convirtió rápidamente en una influencia benefactora de grandes escritores europeos y
norteamericanos. Lo mismo Dylan Thomas,
T. S. Eliot y Ezra Pound, que Virginia Woolf,
William Faulkner, Proust y Mann.
TÍTULO: Del cuerpo. Ensayos de pie y de cabeza
AUTOR: Mauricio Ortiz
PRÓLOGO: Antonio Tabucchi
EDITORIAL: Tusquets, Colección Marginales, México, 2016; 208 pp.
3.
“Vuestra obra me deja siempre hondamente
impresionado. Impresionado es la palabra. ¡Oh!
Realista de lo Fantástico”. Así se expresaba Joseph
Conrad de H. G. Wells en una carta de 1897, a
propósito de la novela El hombre invisible, según
la cita que se presenta al inicio del capítulo VII en
El peligroso encanto de lo invisible (2014) de Philip Ball. Este elogio
y el apelativo: “Realista de lo Fantástico” viene a modo, aprovechando la sabiduría de Conrad, como cualidad para describir algunas
obras que el químico y doctor en Física por la Universidad de Bristol
ha desarrollado en las últimas dos décadas. Es el caso, por ejemplo, de La invención del color (2004), H20: Una Biografía del agua
(2008), El instinto musical (2011), Curiosidad (2013) o este octavo
título del autor inglés, nacido en 1962, que publica en español la Colección Noema de Turner.
Lo invisible (ahora se reconoce nuevamente) abarca un espectro notablemente mayor, para los
seres humanos, a lo que sí podemos ver. ¿Cómo comprender algo que no se puede observar? La
seducción que insinúa el título nos recuerda el sesgo moral que empaña al tema. Este ensayo es
una monografía que se revela como seria y esencial para la materia.
——Mario Palomera Torres
TÍTULO: El peligroso encanto de lo invisible
AUTOR: Philip Ball
TRADUCCIÓN: José Adrián Vitier
EDITORIAL: Turner, Colección Noema, España, 2016; 388 pp.
—— www.reneavilesfabila.com.mx
EL RADAR EXPRESIONES
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CANETTI Y MILOSZ
RECOMENDACIONES
EFEMÉRIDES
El libro
Adiós a Millares Sall
Esta novela narra una aventura de varios siglos que
devela los secretos fundacionales de una nación.
Un día como hoy, pero
de 1972, murió el pintor
y grabador canario
Manuel Millares Sall,
pintor abstracto. Pintó
paisajes, y autorretratos
estilo Van Gogh. Entre
los materiales que utilizó
están arena, cerámica
y madera. Nació el 17 de
enero de 1926.
Mueren mismo día, distinto año
Hoy cumple
SARAH BRIGHTMAN
CANTANTE INGLESA / 56 AÑOS
Soprano, actriz, bailarina y directora de
orquesta que interpreta classical crossover.
LA VOZ DE UN ÁNGEL
Ha recibido 180 discos de oro
y platino en 38 países. Fue
nombrada Artista de la Paz
por la Unesco (2012-2014).
TÍTULO: Máscara de obsidiana
AUTOR: Marcial Fernández
EDITORIAL: Ficticia, México, 2016; 178 pp.
Víctor Manuel Torres
Coordinador
Edgar Hernández
Editor
Paola Rodríguez
Coeditora Visual
Un 14 de agosto, pero
de 1994, falleció el escritor búlgaro nacionalizado británico Elías
Canetti, ganador del
Premio Nobel de Literatura en 1981 por su estudio de los movimientos
de masas. Auto de fe
(novela, 1936) y Masa
y poder (ensayo, 1960)
son quizá sus libros
más celebrados. Nació
el 25 de julio de 1905.
Mario Palomera
Diseño
También un día como
hoy, pero de 2004, murió en Cracovia el Nobel de Literatura 1980,
Czeslaw Milosz, cuyas
obras abordan las peores crueldades del siglo
XX. Su evolución ideológica y rechazo al comunismo polaco la plasmó
en la serie de ensayos
El pensamiento cautivo.
Nació en Lituania, el 30
de junio de 1911.
EXCELSIOR : Domingo 14 de agosto DE 2016
EXPRESIONES
:3
4:
EXPRESIONES
Domingo 14 de agosto DE 2016 : EXCELSIOR
ENCICLOPEDIA BORGEANA
Un retrato
de Fonseca
al estilo de
Chuck Close.
Epopeya
intimista
El joven escritor Carlos Fonseca, alumno predilecto
de Ricardo Piglia en la Universidad de Princeton,
habla sobre Coronel Lágrimas, su primera novela
POR RAFAEL
MIRANDA BELLO
Especi a l
[email protected]
“Me interesa mucho pensar la
Historia como un gran archivo de ficciones posibles. La
idea de que la Historia guarda
múltiples historias alternativas cuyas posibilidades el escritor logra elucidar”, señala el
narrador Carlos Fonseca (San
José, Costa Rica, 1987) en torno a las intenciones literarias
de Coronel Lágrimas, su debut novelístico. “Aquí se narra
un día del alucinante proyecto de su protagonista, que se
ha dado a la tarea de escribir
una Historia alternativa de la
Ciencia, una suerte de enciclopedia borgeana a través de
la cual poder contar —en clave— la historia de su propia
vida y del tiempo que le tocó
vivir. Creo, en este sentido,
que toda ficción es una forma
de afrontar la realidad, al igual
que toda realidad se ve atravesada por una multitud de
ficciones que le dan sentido”.
Considerado por el escritor argentino Ricardo Piglia
como su alumno más brillante en la Universidad de Princeton, Fonseca recuerda cómo
fue que empezó a escribir esta
novela: “yo andaba inmerso en
la escritura de otra novela, una
novela menos fragmentaria,
pero más melancólica. Un día,
cansado de la voz narrativa que
estaba usando en la novela original, una voz que me parecía
demasiado solemne, me senté, tomé cuatro cafés seguidos
y, en el furor del momento, decidí esbozar lo que luego sería
el primer párrafo de Coronel
Lágrimas”.
Ese párrafo inicial, que fija
la pauta de tono y modo del
libro, sitúa a los lectores en la
posición privilegiada de intrusos o espectadores que,
José Mariano
Leyva publica La
casa inundada, una
novela confesional
POR MARIO
ALBERTO MEDRANO
[email protected]
Como una confesión catalogó
José Mariano Leyva el proceso creativo que lo llevó a escribir su más reciente novela,
La casa inundada (Penguin
Random House, 2016). Como
si estuviera sentado en el diván, el autor va aclarando y
descifrando los meandros de
la memoria, así como desnuda las verdades de su familia
y el inmarcesible recuerdo de
su infancia.
“Esta novela arrancó mientras yo estaba en una terapia
de sicoanálisis, ésa es la realidad. Tiene, como toda novela, a pesar del tono personal,
partes de ficción. El arranque,
por ejemplo, donde el protagonista está en Tepoztlán, las
drogas, el alcohol, la modelo, jamás existió, pero lo cierto es que era un momento en
que yo no la pasaba nada bien.
Acababa de morir mi papá,
como lo narro en los últimos
capítulos, y de repente me di
cuenta que, en realidad, no lo
había conocido.
por intermediación de la voz
de un narrador omnipresente,
asisten en vivo a los quehaceres cotidianos e intelectuales
del personaje central, en una
atmósfera de reality show:
“Esa mañana, cuando releí
el párrafo, me pareció rarísimo, como si no lo hubiese
escrito yo. Creo que escribí
Coronel Lágrimas buscando
aclarar cuán lejos podía llegar
yo con esa voz narrativa, que
algo tiene de cámara cinematográfica y algo de cámara
de seguridad. Luego entendí
que, detrás del acercamiento
cinematográfico que marca
el primer párrafo, se encontraba también la influencia de
un pintor que se había convertido en mi gran obsesión
durante la época anterior a la
escritura de la novela: Chuck
Close. De él había robado la
idea de que el retrato de un
hombre está compuesto por
pequeños pixeles de información. Una vida, como un perfil,
está compuesto por pequeñas
historias”.
FORMA DE
ALMANAQUE
Como un personaje de mil caras, la biografía imaginaria del
coronel que protagoniza la
novela tuvo su punto de partida en la figura del matemático
galo Alexander Grothendieck;
sin embargo, Coronel Lágrimas no es una novela histórica, sino que más bien
reconoce el papel obsesivo de
la memoria en nuestros días,
tal como lo explica su autor:
“Creo que nuestra época —
nuestra era informática o era
Wikipedia— se empeña en
dejar registro de todo. Es algo
que sabía Borges cuando, en
sus cuentos, inventó una serie de personajes que encarnan ese deseo de tener ya sea
una memoria total o un registro total: el libro que contiene
a todos los libros, el hombre –
Funes– que recuerda todo lo
visto, el punto –el aleph– que
contiene a todos los puntos”.
“Nuestra era encuentra un
placer absoluto en esta utopía de un archivo total, en el
que se encuentran todas las
memorias y todos los sucesos
históricos. En Coronel Lágrimas me interesaba explorar
los límites de esta utopía: quería explorar el momento en
donde ese proyecto de la biografía borgeana llega a su límite y colapsa. El momento en el
que la obsesión por la historia
da paso a la vida privada de un
hombre común. A fin de cuentas, todas las historias de Borges —desde El Aleph hasta La
Biblioteca de Babel— son historias de grandes fracasos”.
Epopeya intimista que
atraviesa el tráfago histórico
del siglo XX, la trama de Coronel Lágrimas deriva hacia
ciertos episodios que ocurren en México. Al respecto,
Fonseca apunta: “me había
empeñado en una idea un
tanto extraña. Quería escribir una novela que tomara lugar en sitios donde yo nunca
hubiese estado. Una novela,
por así decirlo, escrita desde
la pura información: escrita desde Wikipedia y desde
la enciclopedia, desde el archivo histórico y desde las
anécdotas que yo recordase.
Quería, sin embargo, explorar
las formas en las que América Latina podía interrumpir la
historia europea del siglo XX.
México se impuso así como
un posible punto de partida.
Un país que nunca había visitado, pero cuya historia me
parecía alucinante. En particular, recuerdo que la historia
de Maximiliano y de su fallido
imperio se mantuvo latente
mientras escribía la novela,
como la metáfora perfecta de
una historia trasatlántica en la
Quería
explorar el
momento en
que ese proyecto
de la biografía
borgeana llega
a su límite y colapsa.”
CARLOS FONSECA
ESCRITOR
TÍTULO:
Coronel Lágrimas
AUTOR:
Carlos Fonseca
EDITORIAL:
Anagrama, España,
2016; 169 pp.
LITERATURA PADRES Y MEMORIA
Ilustración: Mario Palomera
que América Latina había logrado ganar la partida. Quedan huellas de esa fascinación
a través de la novela”.
Pero además, Coronel Lágrimas respira entusiasmo
por la escritura y por el hecho de contar historias, y en
su transcurso, Fonseca utiliza
múltiples estratagemas narrativas (sueños, recuerdos,
cartas, etc.) para dar forma a
la novela: “Mientras la escribía, tenía la sensación de que
la forma más contemporánea
para la novela no era ya el relato lineal y sicológico al que
nos había acostumbrado la
novela decimonónica, sino la
forma dispersa, fragmentaria y múltiple del almanaque
o el libro de postales. En la
actual era de la información,
cuando basta un cut and paste para recontextualizar un
dato o una historia, me parece que ese formato del almanaque de curiosidades es muy
contemporáneo”.
AUTOR
José Mariano Leyva
(Cuernavaca, 1975) es historiador, ensayista y narrador. También es autor
de Perversos y pesimistas.
Los escritores decadentes
mexicanos en el nacimiento de la modernidad
(Tusquets, 2013).
cómplice y partícipe de esta
historia.
“Esta novela es como si
estuvieras en el diván. Hay
muchas partes en las que me
dirijo a ese hipotético lector. Sí, el tono es completamente confesional, y en
algún momento cuando escribía me di cuenta de que estaba
muy metido conmigo mismo y
no sabía si me encontraba estableciendo un puente con el
lector, y tal vez estos asuntos
míos no le interesaban a nadie y por eso utilicé el recurso
de hablarle e involucrarlo. Fue
una mera cruel de invitarlo a
ver estas miserias.
“Se puede decir que La
casa inundada es la pornografía de la memoria. Otra de
las partes que dudaba es que
estaba revelando demasiado
y no sabía si me estaba exponiendo. Sin embargo, creo que
fue al revés: una vez que lo escribí me dio toda la tranquilidad, sí de exorcizar demonios,
y no sólo escribir un libro para
estar bien, ya que el sicoanálisis tiene sus propios métodos,
pero cuando confiesas una
estampasinfrecuentes.blogspot.com
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querían regresar, pues ya habían terminado con todo”.
De entre los pasajes más
estremecedores es el referente
al Ciruelo, la comuna en donde vivían todos los exiliados.
“Era una casa muy grande de
vergüenza de manera tan pú- Cuernavaca. Laberíntica. Esblica, sé que ya no me pueden taba llena de gente, llegaban
chantajear”, aclara Leyva.
exiliados y mexicanos. Era una
La presencia de un grupo casa mitad comuna, con todo
de exiliados es fundamental lo que esto implica. Esa mezen la novela. Al cuestionar al cla de comuna y activismo era,
escritor acerca de la construc- en el fondo, puro desmadre,
ción de los extranjeros, ase- mucha gente que se la quería
gura que es una crítica a una pasar bien, romper los límiizquierda ortodoxa y recalci- tes, al grado de cometer actos
trante. “Era una izquierda muy como la violación de un niño.
férrea, que descuidó
“Lo que era mi
mucho a la familia.
n
o
rmalidad de
TEXTUAL
Una amiga que vive “Se puede decir que niño, no era la de los
en Argentina me lla- La casa inundada es demás. Vivíamos en
mó y me dijo ‘hicis- la pornografía de la una burbuja difete justicia: mi papá memoria”, dice José rente y era grande.
leyó la novela y que- Mariano Leyva.
La moral chocaba
dó destrozado’; yo le
con la de la escuela
dije: ‘espérate, yo no escribí un pública, temas de los que no
libro para que rodaran cabe- se hablaba, libertades que no
zas’. A la fecha, muchos de los tenían”, afirma.
niños de entonces le reclamaAl cuestionarlo acerca de
ban el descuido a sus padres.
la relación de su libro con el
“Ellos, los exiliados, recor- cuento La casa inundada, de
daban anécdotas cuando se Felisberto Hernández, afirma
sentaban a la mesa, eran do- que nada tiene que ver. Sin
lorosas. Las decisiones que se embargo, dice que tomó altomaban eran muy difíciles; gunas ideas que conforman
por ejemplo, por un lado esta- La Trilogía USA, de John Dos
ban los que buscaban regresar Passos, para su novela, sobre
a su país; por otro, aquéllos, todo en lo referente a las notas
como mi padrastro, que no periodísticas que aparecen.
El dolor como formación
“Con mi padre hubo una
separación, lo seguía viendo
cada tanto, pero como decía
Luis Mario, el protagonista de
la novela, lo tenía encasillado
como un líder excéntrico, un
tipo que engañaba a mi madre, por lo cual yo no quería
tener nada que ver con él. Lo
que pasa cuando tienes un
padre ausente es que de una
manera muy tonta te comienzan a surgir preguntas que ya
no le puedes hacer porque ya
está muerto. Entonces andaba
muy débil y me aventuré en un
pasado que incluye sí a mi padre y a mi padrastro, pero no
eran los únicos dolores que
me estaban conformando en
ese momento”, afirma el autor.
La casa inundada narra
con pormenores la travesía de
una herencia, de una patología con la que el protagonista,
es decir, también el autor, vive
a lo largo de su vida. Rodeado
de una comuna, con un padre
en exceso teatral, un padrastro extranjero, una hermana incondicional y una madre
siempre atenta, cuyo fondo es
Cuernavaca, el lector se siente
“Quería escribir una novela
que se leyera como un archivo
de historias pero que a la vez
relatara la pasión privada de un
hombre por contar historias.
Quería, por así decir, retratar a
un hombre que, como Borges,
se empeñara en reducir la Historia a una serie de historias, un
hombre que buscara reducir el
mundo a una pequeña enciclopedia privada”.
Porque si bien el autor costarricense-puertorriqueño no
pretendía escribir una novela
borgeana, siempre tuvo al escritor argentino en mente: “Me
interesaba, más bien, que el
protagonista de la novela fuese una reflexión sobre la figura
del propio Borges, un alegato
a su favor y en su contra. Una
suerte de juicio en torno a ese
escritor que, como pocos, ha
marcado la forma en la que
construimos ficciones hoy día”.
EXCELSIOR : Domingo 14 de agosto DE 2016
EXPRESIONES
SEFARADÍ
:5
IDIOMA HISTÓRICO
Fotos: Especial
REVISTA. Aki Yerushalayim, editada en Israel, única que se imprime en ladino, mantiene viva la historia y la cultura sefaradí.
Entre el recuerdo
y la melancolía
POR VIRGINIA BAUTISTA
[email protected]
¿
Es posible revivir
al sefaradí? Sin niños que lo hablen,
sin “un sustrato generacional” que lo
sostenga, el judeoespañol es
“una especie de fósil vivo” que
ha quedado como “la lengua
del recuerdo, de la melancolía”, un idioma que “no tiene
academia ni patria”.
La ensayista y narradora
Angelina Muñiz-Huberman
(1936), de ascendencia sefaradí, y la escritora y periodista Myriam Moscona (1955), de
origen búlgaro sefaradí, coinciden en que el ladino, como
también se le denomina, es
una literatura “muy rica” de
cinco siglos que ya cumplió su
meta y que “no le hace falta a
las nuevas generaciones”.
Esta reflexión sobre la lengua que hablaban las comunidades judías que vivieron
en la península ibérica, hasta su expulsión en 1492, y que
no sólo la conservaron como
idioma familiar, sino que la
llevaron a los distintos países
a donde emigraron, cobra vigencia a raíz de los recientes
intentos de la Real Academia
Española (RAE) por mantenerla viva.
El 12 de noviembre del
año pasado la RAE incorporó como académicos correspondientes a ocho estudiosos
extranjeros, cuya especialidad es el judeoespañol, lo
que significa que, por primera
vez en la historia de esta institución, el sefaradí está representado oficialmente.
Además, en 1990, las comunidades sefaradíes recibieron el Premio Príncipe de
Asturias de la Concordia, hecho que marcó el inicio de la
revaloración de este idioma
que aún tiene una fuerte presencia en países como Israel,
Turquía, el norte de África y
Latinoamérica, sobre todo en
México.
Para el académico de la
lengua Ignacio Padilla (1968),
incorporarla a la RAE es “degradarla” un poco a un dialecto o argot del español.
“Hay hablantes tanto en
México como en España y
La RAE ha intentado
mantener viva la lengua que
hablaban las comunidades
judías que vivieron en la
península ibérica, hasta su
expulsión en 1492
Una de las portadas de la revista Aki Yerushalayim.
Es un fósil vivo,
detuvo la evolución
del español en 1492.
Al salir del contexto de España
ya no siguió evolucionando."
ANGELINA MUÑIZ-HUBERMAN
ESCRITORA
Turquía, y quizá tendría que
haber una academia turca de
la lengua sefaradí que estuviera vinculada con una academia mexicana de la lengua
sefaradí y, claro, que se mantuvieran en constante comunicación con las academias
de la lengua española”.
SIN PATRIA
“Es demasiado tarde para el
judeoespañol”, afirma tajante
la poeta Myriam Moscona sobre el idioma que se hablaba
en la península ibérica en el
siglo XV y que ha sido conservado por los judíos que tuvieron que abandonar España,
tras su expulsión por los reyes
católicos en 1492.
“El sefaradí es una lengua
que no tiene academia ni patria. No hay niños que lo hablen. Yo creo que siempre se
va a estar muriendo”, agrega
la hija de judíos sefaradíes nacidos en Bulgaria que emigraron a México en 1948.
“Ahora hay mucho interés
por el ladino en las academias, en instituciones, en hablantes, pero no creo que una
lengua se mantenga viva por
un interés institucional o académico, sino porque tiene hablantes”, añade.
La novelista cuyos padres
se comunicaban en búlgaro
entre ellos, y sus abuelas en ladino, por lo que su madre y ella
aprendieron el español juntas,
insiste en que “ya no hay quien
lo hable, los últimos viejitos
que lo hablan están muriendo”.
La ganadora del Premio
Xavier Villaurrutia 2012 ha escrito en judeoespañol la novela Tela de sevoya, el libro de
ensayos Por mi boka, textos
de la diáspora sefaradí compilados por Moscona y Jacobo
Sefamí, así como el poemario
Ansina.
“Yo nunca hablé este idioma, sólo lo escuché y lo entendí”, confiesa. “Entró por mi
oído, pero nunca salió por mi
boca. Pero mi nexo con él es
muy vital. No sólo es la lengua de mi infancia, sino la
infancia de mi lengua. Tengo el privilegio de conocerla.
Siempre que pueda seguiré
escribiendo algo, pero tampoco me quiero convertir en
la escritora oficial”.
EQUIPO DE RESCATE
Estudiosos e investigadores de
la cultura sefaradí elegidos por
la Real Academia Española:
33 Aldina Quintana, Israel.
33 David Monson Bunis, Israel.
33 Eleazar Gutwirth, Israel.
33 Moisés Orfali, Israel.
33 Ora R. Schwarzwald, Israel.
33 Laura Minervini, Italia.
33 Beatrice Schmid, Suiza.
33 Jacob Luis Bentolila, Israel
Dice que le da gusto que el
sefaradí esté representado en
la RAE. “Pero perdón, aunque
se paren de cabeza los académicos, no va a estar viva
hasta que sea de comunicación cotidiana”.
UN FÓSIL VIVO
Para Angelina Muñiz-Huberman, el ladino en realidad
tuvo sentido después de la
expulsión de los judíos de España. “Es una especie de fósil
vivo, porque detuvo la evolución del español en 1492. Al
salir del contexto de España la
fijaron, ya no siguió evolucionando, sólo fueron agregando
palabras de otros idiomas.
“Los investigadores del siglo XIX descubrieron que podían estudiarla y recoger su
pronunciación y también formas poéticas, canciones, romances, música de esa época.
Todavía en el XX hubo imprentas que publicaban en ladino”, detalla.
La egresada de la Universidad de la Ciudad de Nueva
York señala que, en el caso de
México, donde se habla el español, les fue muy fácil dejar
de lado ese idioma antiguo y
la nueva generación aprendió
el español moderno.
“Les pasó lo mismo a quienes regresaron a España del
norte de África. Quedó como
una lengua del recuerdo, de
la melancolía, de la antigua
poesía. Si no existe el sustrato
generacional poco a poco se
va perdiendo. Quedará como
muestra de una lengua que
existió, se seguirá leyendo su
literatura, pero sin que forzosamente sea hablada”, indica.
La doctora en Literatura
advierte que no sabe si valga la
pena que el ladino esté representado en la RAE. “No es una
lengua viva. No le hace falta a
las nuevas generaciones. Me
gustaría conocer el programa
de trabajo de la academia, qué
van a hacer”, apunta.
MÁS ALLÁ
DEL ESPAÑOL
El escritor y comunicólogo
Ignacio Padilla reconoce que
desde la adolescencia se ha
sentido fascinado por el sefaradí, que disfruta y además
atesora como “una fuente infinita de revelaciones sobre la
lengua que habito y sobre la
cultura que me constituye”.
Sin embargo, el maestro en
Literatura inglesa por la Universidad de Edimburgo cree
que el reconocimiento académico hispano de esta lengua “tiene matices que no hay
que pasar por alto, entre ellos,
que es lingüística, idiomática
y hasta políticamente singular
en muchísimos sentidos”.
Al miembro de la Academia Mexicana de la Lengua le
parece “hermoso pero a la vez
confuso” la incorporación del
judeoespañol a la RAE. “Como
el gallego, el portugués o el español, el sefaradí es una lengua
romance, pero no es español.
Incorporarla académicamente es degradarla un poco a un
dialecto o argot del español”.
El doctor en Literatura Española e Hispanoamericana
por la Universidad de Salamanca concluye que el ladino es una de las lenguas de
México, como lo es de España, Turquía o Grecia. “Que en
cada una de las academias
de la lengua de esos países
haya hablantes y conocedores del sefaradí me parece
imprescindible”.
Herencia singular de los judíos españoles, el sefaradí, judeoespañol o ladino, a pesar
de sus pocos hablantes, continúa inspirando obras literarias
contemporáneas en varios
países y se niega a morir.
Desde 1979, la revista Aki
Yerushalayim, editada en Israel, única que se imprime
completamente en ladino,
mantiene viva la historia y la
cultura sefaradí.
6:
EXPRESIONES
Domingo 14 de agosto DE 2016 : EXCELSIOR
ADELANTO EDITORIAL
1
NIÑOS PERDIDOS
De vez en cuando, Juan Diego recalcaba: "Soy mexicano;
nací en México, me crié allí".
Desde hacía algún tiempo tenía por costumbre decir: "Soy
estadunidense; he vivido cuarenta años en Estados Unidos".
O, intentando quitar hierro a la
cuestión de la nacionalidad,
Juan Diego se complacía en
decir: "Soy del Medio Oeste; de
hecho, soy de Iowa".
Nunca decía que era mexicano-estadunidense. No era
sólo porque la etiqueta le desagradase, aunque la veía como
tal y realmente le desagradaba.
Lo que Juan Diego creía era que
la gente siempre andaba buscando elementos comunes en
la experiencia mexicano-estadunidense, y él no encontraba
que hubiese una base común
entre su propia experiencia y la
de los demás; para ser más sinceros, no la buscaba.
Lo que Juan Diego decía
era que él tenía dos vidas, dos
vidas desligadas y claramente
diferenciadas. La experiencia
mexicana —su niñez e incipiente adolescencia— era su
primera vida. Al abandonar
México —nunca había vuelto— inició una segunda vida: la
experiencia en Estados Unidos
o en el Medio Oeste. (¿O acaso
estaba diciendo también que,
en términos relativos, lo que
su segunda vida le había deparado no era gran cosa?).
Lo que Juan Diego siempre
sostenía era que, en su cabeza
—en su memoria, desde luego, pero también en sus sueños—, vivía y revivía sus dos
vidas en "caminos paralelos".
Una querida amiga de Juan
Diego —también era su médico— se tomaba a risa eso de
los supuestos caminos paralelos. Le aseguraba que era,
en todo momento, un niño de
México o un adulto de Iowa.
Aunque a Juan Diego le gustaba la controversia, en eso
daba la razón a su amiga.
Antes de que los betabloqueantes empezaran a alterarle los sueños, Juan Diego
le contó a su amiga médico
que solía despertarse a causa
de la "más leve" de sus recurrentes pesadillas. La pesadilla que tenía en mente era,
en realidad, un recuerdo de
la formativa mañana en que
se quedó cojo. A decir verdad,
sólo el principio de la pesadilla o recuerdo era "leve", y el
origen de ese episodio sucedió en Oaxaca, México —en la
barriada cercana al vertedero
de la ciudad, en 1970—, cuando Juan Diego tenía 14 años.
En Oaxaca, él era lo que llamaban un *‘niño de la basura’;
vivía en un jacal de Guerrero,
* En español en el original. En adelante usaremos las comillas simples para
indicar las numerosas palabras y frases en español que salpican el texto
original en inglés a lo largo de todo el
libro. (N. del T.)
Avenida de
los M isterios
Con autorización del sello Tusquets, publicamos un fragmento de la nueva
novela del escritor estadunidense, nacido en New Hampshire en 1942
el suburbio ocupado por las
familias que trabajaban en el
‘basurero’. En 1970 sólo vivían
en Guerrero diez familias. Por
aquel entonces, la ciudad de
Oaxaca tenía unos cien mil
habitantes; muchos de ellos
no sabían que quienes llevaban a cabo las labores de criba
y clasificación en el ‘basurero’
eran principalmente los niños
de la basura. La tarea de esos
chiquillos consistía en separar el cristal, el aluminio y el
cobre.
Quienes sabían a qué se
dedicaban los niños de la basura los llamaban ‘pepenadores’: "rebuscadores". Eso
era Juan Diego a los 14 años:
un niño de la basura, un rebuscador. Pero también era
un lector; corrió la voz de que
un ‘niño de la basura’ había
aprendido a leer por su cuenta. Los niños de la basura no
eran, por regla general, grandes lectores, y los jóvenes
lectores de cualquier origen
o extracción casi nunca son
autodidactas. Por eso corrió
la voz, y así fue como los jesuitas, que concedían gran
importancia a la educación,
oyeron hablar de ese muchacho de Guerrero. Los dos
viejos sacerdotes jesuitas del
Templo de la Compañía de
Jesús se referían a Juan Diego
como el "lector del basurero".
"Alguien debería llevarle un
buen libro o dos al lector del
basurero... ¡A saber qué lecturas se encuentra ese muchacho en el ‘basurero’!", decían
el padre Alfonso o el padre
Octavio. Cada vez que uno de
esos dos viejos sacerdotes decía "alguien debería" hacer tal
o cual cosa, siempre era el hermano Pepe quien lo llevaba a
cabo. Y Pepe era un gran lector.
Para empezar, el hermano
Pepe tenía coche y, como él
era natural de Ciudad de México, circular por Oaxaca le resultaba fácil en comparación.
Pepe daba clases en el colegio
de los jesuitas, una reputada
escuela desde hacía mucho
tiempo (todo el mundo sabía que la gestión académica
era uno de los puntos fuertes
de la Compañía de Jesús). El
orfanato jesuita, en cambio,
POR JOHN IRVING
Especi a l
[email protected]
era relativamente nuevo (hacía menos de diez años que
habían reformado el antiguo
convento para transformarlo
en orfanato), y no todos veían
con buenos ojos el nombre
que se le había dado; para
algunos, Hogar de los Niños
Perdidos era un nombre largo
y sonaba un poco severo.
Pero el hermano Pepe había puesto todo su corazón
tanto en el colegio como en
el orfanato; con el paso del
tiempo, la mayoría de aquellas almas sensibles a quienes
"Hogar de los Niños Perdidos" no les "sonaba" bien reconocerían sin reservas que
los jesuitas regentaban también un orfanato más que
aceptable. Además, todo el
mundo había abreviado ya el
nombre del establecimiento: la gente lo llamaba "Niños
Perdidos". Una de las monjas que cuidaban de los niños no se andaba con tantas
contemplaciones al respecto;
TÍTULO:
Avenida de
los Misterios
AUTOR:
John Irving
EDITORIAL:
Tusquets, México,
2016. 538 pp.
1
PREMIO
Oscar posee
John Irving en
la categoría de
Guión Adaptado.
en honor a la verdad, hay que
admitir que la hermana Gloria debía de estar refiriéndose
a un par de niños díscolos, no
a todos los huérfanos, cuando
alguna que otra vez decía entre dientes ‘los perdidos’; seguramente "los perdidos" era
un apelativo que la vieja monja dirigía sólo a unos cuantos
de los niños más exasperantes. Por suerte, no era la hermana Gloria quien llevaba
los libros al ‘basurero’ para el
joven lector del vertedero; si
Gloria hubiese elegido los libros y hubiese sido quien se
los entregaba, la historia de
Juan Diego quizás hubiera
terminado antes de empezar.
Pero el hermano Pepe tenía
la lectura en un pedestal; era
jesuita porque los jesuitas lo
habían convertido en lector y
le habían dado a conocer a Jesús, no necesariamente en ese
orden. Era mejor no preguntar
a Pepe qué lo había salvado, si
la lectura o Jesús, o qué lo había salvado más.
A sus 45 años era obeso;
una "figura de aspecto querúbico, aunque no un ser
celestial", así era como el propio hermano Pepe se describía.
Pepe era la bondad personificada. Encarnaba el conocido mantra de santa Teresa de
Ávila: "De devociones absurdas y santos amargados, líbranos, Señor". Asignaba un lugar
preferente entre sus oraciones
diarias a esa sagrada máxima
de la santa. No es de extrañar
que los niños lo adoraran.
Pero el hermano Pepe nunca había estado en el ‘basurero’
de Oaxaca. Por aquel entonces quemaban en el vertedero
cuanto podían; había hogueras por doquier. (Los libros
eran yesca útil.) Cuando Pepe
se bajó de su Volkswagen escarabajo, el olor del ‘basurero’
y el calor de las hogueras coincidieron con la imagen que se
había formado del Infierno;
sólo que esa imagen no incluía
niños trabajando.
En el asiento trasero del
pequeño Volkswagen llevaba
unos cuantos libros muy buenos; los buenos libros eran la
mejor protección contra el
mal que Pepe había tenido en
sus manos: no era posible tener en las manos la fe en Jesús,
no de la misma manera que se
podía tener un buen libro.
—Busco al lector —dijo Pepe a los trabajadores del vertedero, tanto a los adultos como
a los niños. Los ‘pepenadores’,
los rebuscadores, dirigieron a
Pepe una mirada rebosante
de desprecio. Saltaba a la vista
que no atribuían valor a la lectura. Habló primero uno de los
adultos, una mujer, quizá de la
edad de Pepe o un poco más
joven, probablemente madre
de uno o más rebuscadores.
Indicó a Pepe que encontraría
a Juan Diego en Guerrero, en la
chabola del ‘jefe’.
El hermano Pepe se quedó
desconcertado; quizás había
entendido mal a esa mujer.
El ‘jefe’ era el responsable del
vertedero; estaba al frente del
‘basurero’. ¿Acaso era el lector hijo del ‘jefe’?, le preguntó
Pepe a la trabajadora.
Varios niños de la basura se
echaron a reír; al cabo de un
momento volvieron la cabeza.
Los adultos no le veían la gracia y la mujer se limitó a decir:
"No exactamente". Señaló en
dirección a Guerrero, que se
hallaba enclavado en una ladera por debajo del ‘basurero’. Los jacales del suburbio se
componían de materiales que
los trabajadores habían recogido en el vertedero, y la del
‘jefe’ era la que se hallaba en la
periferia del suburbio, en el límite más cercano al vertedero.
Columnas negras de humo
se elevaban desde el ‘basurero’, pilares de negrura que
llegaban hasta el cielo. Los
buitres lo sobrevolaban en círculo, pero Pepe vio carroñeros tanto arriba como abajo;
en el ‘basurero’ había perros
por todas partes, circundando
los fuegos eternos y cediendo
terreno de mala gana ante los
hombres que llegaban en furgoneta, pero ante casi nadie
más. Causaba desazón ver a
los niños en compañía de los
perros, porque unos y otros rebuscaban en la basura..., aunque no en pos de las mismas
cosas. (Los perros no estaban
interesados en el cristal ni en
el aluminio ni en el cobre.) Los
perros de vertedero eran, en
su mayor parte, vagabundos,
claro, y algunos estaban a las
puertas de la muerte.
Pepe no se quedaría en el
‘basurero’ el tiempo suficiente
para descubrir la presencia de
los perros muertos, ni para ver
qué era de ellos: los quemaban, pero no siempre antes de
que los localizaran los buitres.
Pepe se topó con más perros cuesta abajo, en Guerrero. A esos otros los habían
adoptado las familias que trabajaban en el ‘basurero’ y vivían en el suburbio. Pepe tuvo
la impresión de que los perros
de Guerrero estaban mejor
alimentados que los del vertedero, y de que tenían un comportamiento más territorial.
RESEÑA AUTOR NORUEGO
En la ausencia de lo inenarrable
Esta novela es el
cuarto volumen
de Mi lucha, saga
de seis tomos
POR RAFAEL
MIRANDA BELLO
Especi a l
[email protected]
Convencido de que la verdadera libertad siempre se
encuentra en otra parte, y enfrentando a su memoria para
recorrer las huellas del pasado
con un ritmo narrativo torrencial que orilla al vértigo, pero
sin prisa, Karl Ove Knausgård
(Oslo, 1968) inculca y reafirma
la afición de seguirlo de cerca con Bailando en la oscuridad, el cuarto volumen de
Mi lucha (2009-2011), la saga
de seis tomos que suman más
de tres mil 500 páginas con la
que se propuso reconstruir a
fuerza de palabras el camino
de los días perdidos tras los
que dejó media vida.
Las letras corren, y de inmediato aterrizamos junto
al recuerdo que Knausgård
mantiene de sí mismo cuando
tenía 18 años y llega a Háfjord,
un pequeño pueblo pesquero
al norte de Noruega, en donde ha conseguido un trabajo como profesor de instituto
mientras espera el siguiente
salto que dará su destino, lejos
de su familia y de la vida que
hasta entonces conocía. Moviéndose a través de las triviales ocupaciones cotidianas y el
desenfreno de noches espesas
de humo, alcohol y olvido, en
las que no atina a conducir las
riendas del deseo que ha entrado de lleno en su vida y que
nunca se centra “en un solo
punto, sino que se extiende,
grande, débil e inmanejable”,
pero que, sin embargo, tiende
a oscilar en torno a las mujeres y la escritura porque, a fin
de cuentas, el viaje al norte del
joven Karl Ove se sustenta en
el plan maestro de encontrar
el amor en grande y dar con
la forma de sacar la gran novela que lleva dentro desde el
momento en que tuvo la idea,
poco tiempo antes, de convertirse en escritor.
Pero Knausgård entra al
baile sin precipitarse, y ambienta el paisaje de su rememoración intercalando, ahora
en sordina, estampas del hundimiento alcohólico del padre, a la vez que tantea la
reconfortante presencia —un
tanto distante— de la madre
y el hermano, escudriña las
personalidades de los abuelos y abre con ironía el oído
a la verborrea del tío poeta.
Todo amalgamado con “esa
increíble condensación vibrante que sólo pueden producir los sentimientos” de una
conciencia musical: “Si mis
recuerdos estaban amontonados detrás del remolque
de mi vida, la música eran
las cuerdas que todo lo ataban manteniéndolo en su sitio”, escribe el autor noruego,
mientras intenta permanecer del lado luminoso de una
existencia que tiende a encapotarse muy a menudo.
“Yo era libre. Un ser que se
pertenecía sí mismo. El futuro estaba abierto como una
puerta”, subraya Knausgård y,
sin muchos rodeos, mantiene
alta la tensión al calor de esa
hipnótica voz que nos relata
más o menos lo mismo que
tantos otros narradores nos
han contado antes. Sin embargo, no es la peculiaridad
de la trama lo que sugestiona
—aunque también hay, no
poco, de eso— sino la escalofriante franqueza de su estilo: esa aparente ausencia
de lo que se supone inenarrable. Pues, justo en los tajos de intimidad expuesta
que se abren en el cuerpo de
la prosa es donde se agazapa
la gracia de esta obra, y capitaliza su extraordinaria cualidad de documento literario
de innegable trascendencia
contemporánea.
[email protected]
TÍTULO:
Bailando en
la oscuridad
AUTOR:
Karl Ove Knausgård
TRADUCCIÓN:
Kirsti Baggethun y
Asunción Lorenzo
EDITORIAL:
Anagrama, España,
2016; 538 pp.
EXCELSIOR : Domingo 14 de agosto DE 2016
EXPRESIONES
:7
MÚSICA ENCUENTRO GLOBAL
Cumbre mundial de batutas
EFE
[email protected]
Directores de orquesta de 34 países
compartieron escena la noche del viernes
HUELVA.— El Auditorio de la
Casa Colón de Huelva fue el
viernes escenario de un concierto histórico, el que ofreció
la formación OIDO, la Orquesta Internacional de Directores
de Orquesta, en la que compartieron escena músicos de
34 países.
El concierto supuso el punto final del X Encuentro Anual
de Alumnos de la Escuela de
Dirección de Orquesta y Banda Maestro Navarro Lara, que
durante esta semana convirtió
a la urbe española en el “epicentro mundial” de la dirección orquestal mundial.
Se interpretaron obras de
Haydn, Mozart y Mahler y tomaron la batuta diez directores de orquesta, entre ellos
Francisco Navarro, un músico local de nueve años, que
Foto: Especial
Françoise Mallet-Joris
murió ayer en París.
NOVELISTA
Adiós a
MalletJoris
AFP
[email protected]
PARÍS.— La novelista franco-belga Françoise Mallet-Joris, autora de Las
Murallas de las Beguinas,
falleció a la edad de 86
años, anunció ayer el escritor y periodista Pierre
Assouline.
Françoise Mallet-Joris,
que obtuvo el Premio Fémina con el libro El Imperio Celeste en 1958, era
miembro de la Academia
Real de la Lengua y la Literatura de Bélgica desde
1993.
Admiradora de la escritora francesa Colette,
Françoise Mallet-Joris escribió varios relatos autobiográficos como Carta
a mí misma, La casa de
papel, uno de sus libros
de mayor éxito, y la Doble
confidencia, sobre su madre. En 1971, Mallet-Joris
fue elegida en la Academia
Goncourt, que cada año
otorga el célebre premio
literario del mismo nombre, que integró hasta el
año 2011.
Mallet-Joris estuvo casada tres veces y tuvo
cuatro hijos. Miembro del
Comité del Prix Fémina de
1969 a 1971, recibió este
galardón en 1958.
Fue además autora de
populares canciones, entre ellas la muy exitosa La
Parisienne, de la cantante
Marie-Paule Belle, con la
que vivió muchos años.
M i l i t a n t e fe m i n i s ta, Françoise Mallet-Joris
“tuvo una gran audiencia
entre las mujeres, pero no
sólo entre las mujeres”, declaró Pierre Assouline.
Los personajes (1963),
Divina (1992) y La casa del
perro loco (1998) son otros
tres de sus libros.
86
AÑOS
tenía Françoise
Mallet-Joris al morir,
debutó al frente de una formación de estas características, todos encabezados por el
Maestro Navarro Lara, director de la Sinfónica de Huelva.
El ver a Francisco Navarro
al frente de toda una sinfónica fue uno de los momentos
más emotivos de la noche; no
en vano se convirtió, según
la organización, en el músico más joven del mundo en
dirigir una gran orquesta, que
bajo su batuta interpretó el
tema Cumpleaños feliz, con
motivo del décimo aniversario de la Escuela de Dirección
de Orquesta.
Durante cuatro días han
participado en el encuentro
directores de orquestas provenientes de países como
México, Colombia, Estados Unidos, Brasil, Argentina, Ecuador, Chile, Paraguay,
Reino Unido, Italia, Portugal,
India, Francia y Australia.
Foto: Tomada de Facebook/@EscuelaNavarroLara
El músico Francisco Navarro, director de nueve años.
8:
EXPRESIONES
Domingo 14 de agosto DE 2016 : EXCELSIOR