EXCELSIOR Domingo 14 de agosto DE 2016 AJEDREZ A. G. Challenger ARTURO XICOTÉNCATL Berlín, 1908. ingeniosa pues el autor, Challenger, retador, desafiante, induce a crear una rápida imagen de mate que es tan sólo falsa. El movimiento clave es en realidad una sorpresa fascinante creada por armoniosos elementos geométricos. ======= La solución Una imagen que se puede crear a golpe de vista es 1. Af7 seguida de 2. Df4. Sólo que las negras lo refutan rápidamente con el sacrificio del caballo en g2. El movimiento clave es: 1.Cg5! fxg5 2.Ag6++. Si 1...Rxg5 2.Df4++, aprecie cómo armonizan las fuerzas geométricas de la dama y el alfil; si 1...Cg2 2.Dc5++. El caballo cubre la salida de escape e4; si 1...d2 2.Df4++. Mate en dos jugadas. Sorpresa. La configuración es demasiado [email protected] @Expresiones_Exc EL SEFAR ADÍ La lengua hablad a por los judíos es pañoles en el siglo presente en la lite XV sigue ratura, pero hay q uienes dudan de q ue sobreviva >5 La revista El Luzero Sefaradí, de Albert David Levy (18961963), influyente periodista y educador líder, fue un faro para guiar a las comunidades judías sefaradíes en todo el mundo. Fotoarte: Basado en la portada de la revista El Lucero Sefardí http://jewishstudies.washington.edu/ Debuta con Coronel Lágrimas Carlos Fonseca (Costa Rica, 1987) charló con Excélsior acerca del proceso creativo que lo llevó a escribir y publicar su primera novela. >4 John Irving y su novela mexicana Con autorización de Tusquets, publicamos un avance de Avenida de los Misterios, el nuevo título del novelista estadunidense >6 Foto: Detalle de portada, cortesía Tusquets 2: EXPRESIONES Domingo 14 de agosto DE 2016 : EXCELSIOR El búho RENÉ AVILÉS FABILA TRES PARA LLEVAR [email protected] 1. Dublineses, de James Joyce (1/2) ¿Los objetos piensan y sienten? Tal vez sí, nunca se sabe, por eso mejor hay que cuidarlos bien y tratarlos mejor, si no quieres que te pase lo que a Duncan, un niño que olvida sus crayones en la alberca, en el sótano, en el sillón, debajo de la alfombra, en el jardín o, lo que es peor, en el cuarto del bebé. Este olvido, durante meses, causó a los crayones daños irreparables: uno se partió en dos y un clip lo mantiene con vida, otros dos de colores distintos se derritieron con el sol y se unieron y otros más se quedaron unidos a un sacapuntas y a un calcetín, al que se adhirió en la secadora, otros se fueron de la casa. Un perro se comió a un crayón y lo vomitó y otro de los colores se quedó traumado por la oscuridad del sótano. Los crayones le enviaron a Duncan diversas postales pidiéndole que los rescate y fue así como el niño comprendió el mal que había hecho. Para resarcirse con su crayones, Duncan creó una casa de cartón contemplando todas sus necesidades y les dio la bienvenida. Este libro, del que se tiraron 36 mil ejemplares, es la continuación de El día que los crayones renunciaron, de los mismos autores, quienes hacen reflexionar sobre la responsabilidad que deben tener los humanos, incluyendo a los niños. Este libro recibido con dosis de frialdad o de escepticismo. Ya se avizoraban los principios de una guerra traumática y sanguinaria. [Acaba de aparecer, en la colección Mirlo, que conduce Juan Pablo Tovar, una muy cuidada y digna edición de Dublineses, de James Joyce. Tuve el honor de escribir el prólogo. Desde que Miguel Ángel Quemain me hizo la propuesta, me entusiasmé: jamás pensé prologar a un autor soberbio y complejo que siempre he amado desde que en el bachillerato, el profesor Fausto Vega, parte de El Colegio Nacional hasta su muerte ocurrida no hace mucho tiempo, me hizo leer Ulises y Retrato del artista adolescente, dos monumentos a las letras universales. Confieso que no fue un trabajo sencillo por la cantidad de comentarios y reflexiones críticas que el escritor irlandés ha levantado. La solución fue derivar mis líneas de la experiencia que tuve con la obra solicitada. Dublineses será presentada en breve. Me permito poner ante mis lectores el prólogo que escribí. Es de esperar que el volumen de relatos de Joyce reactive el interés nacional por este inmenso literato]. P ara multitud de escritores, intelectuales y lectores el nombre James Joyce es sinónimo de una poderosa y compleja revolución literaria. Con un puñado de libros consiguió ingresar a la difícil eternidad. Requirió de una sintaxis personal, de un lenguaje propio, de su inventiva, para narrar sus historias. Traducirlo no es fácil, implica desentrañar palabras que no están en ningún diccionario o que algún traductor sagaz deberá recrear en español o en francés. Los expertos en Joyce piensan que debe ser leído en inglés cuidadosamente; si lo es en otro idioma, la lectura es imperfecta. Para poder expresarse a placer, Joyce asimismo recurría a lenguas escandinavas, añadió un experto mexicano en el tema: Antonio Castro Leal. Hay, pues, un lenguaje que, aun en cartas o mensajes, es complejo y fascinante, como más de una vez señaló uno de sus lectores devotos en México: Salvador Elizondo. La tragedia de James Joyce fue —explica Harry Levin, uno de sus mejores críticos— que “no es fácil identificar a Joyce con ningún movimiento literario. Sus propósitos personales lo alejaron por completo de la revolución irlandesa. Unas cuantas revistas de cenáculo se interesaron sinceramente en sus escritos, y una antología imaginista incluyó un poema suyo de la primera época. Pero no cabe en ninguna escuela: él, por sí solo, constituye una escuela”. Este escritor audaz y sin límites nació en Dublín en 1882 y murió en Zúrich en 1943, luego de una provechosa estancia en París, donde comienza a destacar. De todas las obras escritas por Joyce, Dublineses parece ser la menos brillante, acaso por ser la que representa menor grado de complejidad; sin embargo, es igualmente provocadora e intensa como las restantes. Su libro emblemático es sin duda el Ulises, al que sus contemporáneos vieron como simbolista o naturalista, siempre desconcertados ante su magnitud. Fue atacado, criticado con virulencia, defendido con ardor, excomulgado, pero pocos le negaron sus cualidades estéticas y de profunda crítica a los valores de su tiempo. En México, la generación Contemporáneos, tal vez por impulso de Salvador Novo, lo contempló con seriedad y admiración: como una de las vanguardias del siglo XX. Pero también tuvo críticos adversos y enemigos del tamaño de Diego Rivera, quien, impulsado por un marxismo sectario, pintó en un fresco de la Secretaría de Educación Pública a un obrero barriendo la basura artística, allí va Ulises, de Joyce. Dublineses apareció en Londres, en 1914. Fue recibida con dosis de frialdad o de escepticismo. Ya se avizoraban los principios de una guerra traumática y sanguinaria. Con el tiempo, junto a Ulises, obra titánica y tal vez el libro más ambicioso escrito en el siglo XX, parece un trabajo menor. Con rigor, se trata de tareas parecidas, pero escritas bajo conceptos literarios distintos. Suele ocurrir que críticos y lectores ven al cuento como una suerte de hermano menor. No lo es. G. Cambon, en la ficha que edita en el afamado ——Virginia Bautista TÍTULO: El día que los crayones regresaron a casa AUTOR: Drew Daywalt ILUSTRACIÓN: Oliver Jeffers EDITORIAL: FCE, México, 2016; 38 pp. 2. “Si me preguntan del alma, respondo que la conozco; que le doy los buenos días y después las buenas noches; que le doy sus alimentos y bebidas y le procuro sus vicios; que de pronto la sacudo, la maltrato y la pellizco; que en las mañanas templadas la suelo guardar en casa y que en las tardes de lluvia me la llevo de paseo; que me gusta regalársela a la mujer que amo, que me la roban mis hijos al hallarles la mirada y que al sacarla entre amigos me regresa renovada; que de pronto se me esfuma, que a menudo no la encuentro y que al quererla atrapar sin remedio se me escapa”. Con este tipo de inflexiones el médico y fisiólogo Mauricio Ortiz (Ciudad de México, 1954) se sumerge en el universo de nuestra anatomía, a decir de Antonio Tabucchi en el prólogo: “se ha vuelto microscópico y ha penetrado en nuestro cuerpo”, hallando modos de salir siempre ileso. En un ejercicio literario que duró de 1989 a 1992 nacieron estos textos como columna semanal en el periódico La Jornada. Este libro es ante todo una brújula, dice Tabucchi, para avanzar en los secretos y en los laberintos del cuerpo. “Al final, esta brújula para orientarnos en nuestro cuerpo es sobre todo una brújula para orientarse en los laberintos de nuestra alma”. Este escritor audaz nació en Dublín en 1882 y murió en Zurich en 1943, luego de una provechosa estancia en París, donde comienza a destacar. ——Mario Palomera Torres Diccionario Bompiani de Autores Literarios, ve los cuentos de Joyce como un conjunto de reproches a su ciudad natal y a él como un “expatriado”. En Ulises, editada en 1922 en París, Joyce está en plenitud y posee la necesaria visión de Europa para darle a su escritura una complejidad que intenta ser clara para los mejores lectores. Como Kafka, dudo que Joyce haya pensado en ellos, no al menos en los más sencillos o simples. Baste señalar que uno de sus traductores al español fue Guillermo Cabrera Infante, quien con libros como Tres tristes tigres produjo cambios sustanciales en las letras latinoamericanas y distantes del español de España. Mario Vargas Llosa, autor de novelas magníficas, asimismo analista literario severo, compara a Joyce con Flaubert al ser ambos autores de extremo rigor. Joyce seguía al francés dueño de la frase Le mot juste. Sin embargo, pese a sus complejas relaciones con su natal Dublín, con sus estudios iniciales, sus creencias religiosas y con muchos de sus contemporáneos, Joyce se convirtió rápidamente en una influencia benefactora de grandes escritores europeos y norteamericanos. Lo mismo Dylan Thomas, T. S. Eliot y Ezra Pound, que Virginia Woolf, William Faulkner, Proust y Mann. TÍTULO: Del cuerpo. Ensayos de pie y de cabeza AUTOR: Mauricio Ortiz PRÓLOGO: Antonio Tabucchi EDITORIAL: Tusquets, Colección Marginales, México, 2016; 208 pp. 3. “Vuestra obra me deja siempre hondamente impresionado. Impresionado es la palabra. ¡Oh! Realista de lo Fantástico”. Así se expresaba Joseph Conrad de H. G. Wells en una carta de 1897, a propósito de la novela El hombre invisible, según la cita que se presenta al inicio del capítulo VII en El peligroso encanto de lo invisible (2014) de Philip Ball. Este elogio y el apelativo: “Realista de lo Fantástico” viene a modo, aprovechando la sabiduría de Conrad, como cualidad para describir algunas obras que el químico y doctor en Física por la Universidad de Bristol ha desarrollado en las últimas dos décadas. Es el caso, por ejemplo, de La invención del color (2004), H20: Una Biografía del agua (2008), El instinto musical (2011), Curiosidad (2013) o este octavo título del autor inglés, nacido en 1962, que publica en español la Colección Noema de Turner. Lo invisible (ahora se reconoce nuevamente) abarca un espectro notablemente mayor, para los seres humanos, a lo que sí podemos ver. ¿Cómo comprender algo que no se puede observar? La seducción que insinúa el título nos recuerda el sesgo moral que empaña al tema. Este ensayo es una monografía que se revela como seria y esencial para la materia. ——Mario Palomera Torres TÍTULO: El peligroso encanto de lo invisible AUTOR: Philip Ball TRADUCCIÓN: José Adrián Vitier EDITORIAL: Turner, Colección Noema, España, 2016; 388 pp. —— www.reneavilesfabila.com.mx EL RADAR EXPRESIONES [email protected] @Expresiones_Exc CANETTI Y MILOSZ RECOMENDACIONES EFEMÉRIDES El libro Adiós a Millares Sall Esta novela narra una aventura de varios siglos que devela los secretos fundacionales de una nación. Un día como hoy, pero de 1972, murió el pintor y grabador canario Manuel Millares Sall, pintor abstracto. Pintó paisajes, y autorretratos estilo Van Gogh. Entre los materiales que utilizó están arena, cerámica y madera. Nació el 17 de enero de 1926. Mueren mismo día, distinto año Hoy cumple SARAH BRIGHTMAN CANTANTE INGLESA / 56 AÑOS Soprano, actriz, bailarina y directora de orquesta que interpreta classical crossover. LA VOZ DE UN ÁNGEL Ha recibido 180 discos de oro y platino en 38 países. Fue nombrada Artista de la Paz por la Unesco (2012-2014). TÍTULO: Máscara de obsidiana AUTOR: Marcial Fernández EDITORIAL: Ficticia, México, 2016; 178 pp. Víctor Manuel Torres Coordinador Edgar Hernández Editor Paola Rodríguez Coeditora Visual Un 14 de agosto, pero de 1994, falleció el escritor búlgaro nacionalizado británico Elías Canetti, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1981 por su estudio de los movimientos de masas. Auto de fe (novela, 1936) y Masa y poder (ensayo, 1960) son quizá sus libros más celebrados. Nació el 25 de julio de 1905. Mario Palomera Diseño También un día como hoy, pero de 2004, murió en Cracovia el Nobel de Literatura 1980, Czeslaw Milosz, cuyas obras abordan las peores crueldades del siglo XX. Su evolución ideológica y rechazo al comunismo polaco la plasmó en la serie de ensayos El pensamiento cautivo. Nació en Lituania, el 30 de junio de 1911. EXCELSIOR : Domingo 14 de agosto DE 2016 EXPRESIONES :3 4: EXPRESIONES Domingo 14 de agosto DE 2016 : EXCELSIOR ENCICLOPEDIA BORGEANA Un retrato de Fonseca al estilo de Chuck Close. Epopeya intimista El joven escritor Carlos Fonseca, alumno predilecto de Ricardo Piglia en la Universidad de Princeton, habla sobre Coronel Lágrimas, su primera novela POR RAFAEL MIRANDA BELLO Especi a l [email protected] “Me interesa mucho pensar la Historia como un gran archivo de ficciones posibles. La idea de que la Historia guarda múltiples historias alternativas cuyas posibilidades el escritor logra elucidar”, señala el narrador Carlos Fonseca (San José, Costa Rica, 1987) en torno a las intenciones literarias de Coronel Lágrimas, su debut novelístico. “Aquí se narra un día del alucinante proyecto de su protagonista, que se ha dado a la tarea de escribir una Historia alternativa de la Ciencia, una suerte de enciclopedia borgeana a través de la cual poder contar —en clave— la historia de su propia vida y del tiempo que le tocó vivir. Creo, en este sentido, que toda ficción es una forma de afrontar la realidad, al igual que toda realidad se ve atravesada por una multitud de ficciones que le dan sentido”. Considerado por el escritor argentino Ricardo Piglia como su alumno más brillante en la Universidad de Princeton, Fonseca recuerda cómo fue que empezó a escribir esta novela: “yo andaba inmerso en la escritura de otra novela, una novela menos fragmentaria, pero más melancólica. Un día, cansado de la voz narrativa que estaba usando en la novela original, una voz que me parecía demasiado solemne, me senté, tomé cuatro cafés seguidos y, en el furor del momento, decidí esbozar lo que luego sería el primer párrafo de Coronel Lágrimas”. Ese párrafo inicial, que fija la pauta de tono y modo del libro, sitúa a los lectores en la posición privilegiada de intrusos o espectadores que, José Mariano Leyva publica La casa inundada, una novela confesional POR MARIO ALBERTO MEDRANO [email protected] Como una confesión catalogó José Mariano Leyva el proceso creativo que lo llevó a escribir su más reciente novela, La casa inundada (Penguin Random House, 2016). Como si estuviera sentado en el diván, el autor va aclarando y descifrando los meandros de la memoria, así como desnuda las verdades de su familia y el inmarcesible recuerdo de su infancia. “Esta novela arrancó mientras yo estaba en una terapia de sicoanálisis, ésa es la realidad. Tiene, como toda novela, a pesar del tono personal, partes de ficción. El arranque, por ejemplo, donde el protagonista está en Tepoztlán, las drogas, el alcohol, la modelo, jamás existió, pero lo cierto es que era un momento en que yo no la pasaba nada bien. Acababa de morir mi papá, como lo narro en los últimos capítulos, y de repente me di cuenta que, en realidad, no lo había conocido. por intermediación de la voz de un narrador omnipresente, asisten en vivo a los quehaceres cotidianos e intelectuales del personaje central, en una atmósfera de reality show: “Esa mañana, cuando releí el párrafo, me pareció rarísimo, como si no lo hubiese escrito yo. Creo que escribí Coronel Lágrimas buscando aclarar cuán lejos podía llegar yo con esa voz narrativa, que algo tiene de cámara cinematográfica y algo de cámara de seguridad. Luego entendí que, detrás del acercamiento cinematográfico que marca el primer párrafo, se encontraba también la influencia de un pintor que se había convertido en mi gran obsesión durante la época anterior a la escritura de la novela: Chuck Close. De él había robado la idea de que el retrato de un hombre está compuesto por pequeños pixeles de información. Una vida, como un perfil, está compuesto por pequeñas historias”. FORMA DE ALMANAQUE Como un personaje de mil caras, la biografía imaginaria del coronel que protagoniza la novela tuvo su punto de partida en la figura del matemático galo Alexander Grothendieck; sin embargo, Coronel Lágrimas no es una novela histórica, sino que más bien reconoce el papel obsesivo de la memoria en nuestros días, tal como lo explica su autor: “Creo que nuestra época — nuestra era informática o era Wikipedia— se empeña en dejar registro de todo. Es algo que sabía Borges cuando, en sus cuentos, inventó una serie de personajes que encarnan ese deseo de tener ya sea una memoria total o un registro total: el libro que contiene a todos los libros, el hombre – Funes– que recuerda todo lo visto, el punto –el aleph– que contiene a todos los puntos”. “Nuestra era encuentra un placer absoluto en esta utopía de un archivo total, en el que se encuentran todas las memorias y todos los sucesos históricos. En Coronel Lágrimas me interesaba explorar los límites de esta utopía: quería explorar el momento en donde ese proyecto de la biografía borgeana llega a su límite y colapsa. El momento en el que la obsesión por la historia da paso a la vida privada de un hombre común. A fin de cuentas, todas las historias de Borges —desde El Aleph hasta La Biblioteca de Babel— son historias de grandes fracasos”. Epopeya intimista que atraviesa el tráfago histórico del siglo XX, la trama de Coronel Lágrimas deriva hacia ciertos episodios que ocurren en México. Al respecto, Fonseca apunta: “me había empeñado en una idea un tanto extraña. Quería escribir una novela que tomara lugar en sitios donde yo nunca hubiese estado. Una novela, por así decirlo, escrita desde la pura información: escrita desde Wikipedia y desde la enciclopedia, desde el archivo histórico y desde las anécdotas que yo recordase. Quería, sin embargo, explorar las formas en las que América Latina podía interrumpir la historia europea del siglo XX. México se impuso así como un posible punto de partida. Un país que nunca había visitado, pero cuya historia me parecía alucinante. En particular, recuerdo que la historia de Maximiliano y de su fallido imperio se mantuvo latente mientras escribía la novela, como la metáfora perfecta de una historia trasatlántica en la Quería explorar el momento en que ese proyecto de la biografía borgeana llega a su límite y colapsa.” CARLOS FONSECA ESCRITOR TÍTULO: Coronel Lágrimas AUTOR: Carlos Fonseca EDITORIAL: Anagrama, España, 2016; 169 pp. LITERATURA PADRES Y MEMORIA Ilustración: Mario Palomera que América Latina había logrado ganar la partida. Quedan huellas de esa fascinación a través de la novela”. Pero además, Coronel Lágrimas respira entusiasmo por la escritura y por el hecho de contar historias, y en su transcurso, Fonseca utiliza múltiples estratagemas narrativas (sueños, recuerdos, cartas, etc.) para dar forma a la novela: “Mientras la escribía, tenía la sensación de que la forma más contemporánea para la novela no era ya el relato lineal y sicológico al que nos había acostumbrado la novela decimonónica, sino la forma dispersa, fragmentaria y múltiple del almanaque o el libro de postales. En la actual era de la información, cuando basta un cut and paste para recontextualizar un dato o una historia, me parece que ese formato del almanaque de curiosidades es muy contemporáneo”. AUTOR José Mariano Leyva (Cuernavaca, 1975) es historiador, ensayista y narrador. También es autor de Perversos y pesimistas. Los escritores decadentes mexicanos en el nacimiento de la modernidad (Tusquets, 2013). cómplice y partícipe de esta historia. “Esta novela es como si estuvieras en el diván. Hay muchas partes en las que me dirijo a ese hipotético lector. Sí, el tono es completamente confesional, y en algún momento cuando escribía me di cuenta de que estaba muy metido conmigo mismo y no sabía si me encontraba estableciendo un puente con el lector, y tal vez estos asuntos míos no le interesaban a nadie y por eso utilicé el recurso de hablarle e involucrarlo. Fue una mera cruel de invitarlo a ver estas miserias. “Se puede decir que La casa inundada es la pornografía de la memoria. Otra de las partes que dudaba es que estaba revelando demasiado y no sabía si me estaba exponiendo. Sin embargo, creo que fue al revés: una vez que lo escribí me dio toda la tranquilidad, sí de exorcizar demonios, y no sólo escribir un libro para estar bien, ya que el sicoanálisis tiene sus propios métodos, pero cuando confiesas una estampasinfrecuentes.blogspot.com [email protected] querían regresar, pues ya habían terminado con todo”. De entre los pasajes más estremecedores es el referente al Ciruelo, la comuna en donde vivían todos los exiliados. “Era una casa muy grande de vergüenza de manera tan pú- Cuernavaca. Laberíntica. Esblica, sé que ya no me pueden taba llena de gente, llegaban chantajear”, aclara Leyva. exiliados y mexicanos. Era una La presencia de un grupo casa mitad comuna, con todo de exiliados es fundamental lo que esto implica. Esa mezen la novela. Al cuestionar al cla de comuna y activismo era, escritor acerca de la construc- en el fondo, puro desmadre, ción de los extranjeros, ase- mucha gente que se la quería gura que es una crítica a una pasar bien, romper los límiizquierda ortodoxa y recalci- tes, al grado de cometer actos trante. “Era una izquierda muy como la violación de un niño. férrea, que descuidó “Lo que era mi mucho a la familia. n o rmalidad de TEXTUAL Una amiga que vive “Se puede decir que niño, no era la de los en Argentina me lla- La casa inundada es demás. Vivíamos en mó y me dijo ‘hicis- la pornografía de la una burbuja difete justicia: mi papá memoria”, dice José rente y era grande. leyó la novela y que- Mariano Leyva. La moral chocaba dó destrozado’; yo le con la de la escuela dije: ‘espérate, yo no escribí un pública, temas de los que no libro para que rodaran cabe- se hablaba, libertades que no zas’. A la fecha, muchos de los tenían”, afirma. niños de entonces le reclamaAl cuestionarlo acerca de ban el descuido a sus padres. la relación de su libro con el “Ellos, los exiliados, recor- cuento La casa inundada, de daban anécdotas cuando se Felisberto Hernández, afirma sentaban a la mesa, eran do- que nada tiene que ver. Sin lorosas. Las decisiones que se embargo, dice que tomó altomaban eran muy difíciles; gunas ideas que conforman por ejemplo, por un lado esta- La Trilogía USA, de John Dos ban los que buscaban regresar Passos, para su novela, sobre a su país; por otro, aquéllos, todo en lo referente a las notas como mi padrastro, que no periodísticas que aparecen. El dolor como formación “Con mi padre hubo una separación, lo seguía viendo cada tanto, pero como decía Luis Mario, el protagonista de la novela, lo tenía encasillado como un líder excéntrico, un tipo que engañaba a mi madre, por lo cual yo no quería tener nada que ver con él. Lo que pasa cuando tienes un padre ausente es que de una manera muy tonta te comienzan a surgir preguntas que ya no le puedes hacer porque ya está muerto. Entonces andaba muy débil y me aventuré en un pasado que incluye sí a mi padre y a mi padrastro, pero no eran los únicos dolores que me estaban conformando en ese momento”, afirma el autor. La casa inundada narra con pormenores la travesía de una herencia, de una patología con la que el protagonista, es decir, también el autor, vive a lo largo de su vida. Rodeado de una comuna, con un padre en exceso teatral, un padrastro extranjero, una hermana incondicional y una madre siempre atenta, cuyo fondo es Cuernavaca, el lector se siente “Quería escribir una novela que se leyera como un archivo de historias pero que a la vez relatara la pasión privada de un hombre por contar historias. Quería, por así decir, retratar a un hombre que, como Borges, se empeñara en reducir la Historia a una serie de historias, un hombre que buscara reducir el mundo a una pequeña enciclopedia privada”. Porque si bien el autor costarricense-puertorriqueño no pretendía escribir una novela borgeana, siempre tuvo al escritor argentino en mente: “Me interesaba, más bien, que el protagonista de la novela fuese una reflexión sobre la figura del propio Borges, un alegato a su favor y en su contra. Una suerte de juicio en torno a ese escritor que, como pocos, ha marcado la forma en la que construimos ficciones hoy día”. EXCELSIOR : Domingo 14 de agosto DE 2016 EXPRESIONES SEFARADÍ :5 IDIOMA HISTÓRICO Fotos: Especial REVISTA. Aki Yerushalayim, editada en Israel, única que se imprime en ladino, mantiene viva la historia y la cultura sefaradí. Entre el recuerdo y la melancolía POR VIRGINIA BAUTISTA [email protected] ¿ Es posible revivir al sefaradí? Sin niños que lo hablen, sin “un sustrato generacional” que lo sostenga, el judeoespañol es “una especie de fósil vivo” que ha quedado como “la lengua del recuerdo, de la melancolía”, un idioma que “no tiene academia ni patria”. La ensayista y narradora Angelina Muñiz-Huberman (1936), de ascendencia sefaradí, y la escritora y periodista Myriam Moscona (1955), de origen búlgaro sefaradí, coinciden en que el ladino, como también se le denomina, es una literatura “muy rica” de cinco siglos que ya cumplió su meta y que “no le hace falta a las nuevas generaciones”. Esta reflexión sobre la lengua que hablaban las comunidades judías que vivieron en la península ibérica, hasta su expulsión en 1492, y que no sólo la conservaron como idioma familiar, sino que la llevaron a los distintos países a donde emigraron, cobra vigencia a raíz de los recientes intentos de la Real Academia Española (RAE) por mantenerla viva. El 12 de noviembre del año pasado la RAE incorporó como académicos correspondientes a ocho estudiosos extranjeros, cuya especialidad es el judeoespañol, lo que significa que, por primera vez en la historia de esta institución, el sefaradí está representado oficialmente. Además, en 1990, las comunidades sefaradíes recibieron el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, hecho que marcó el inicio de la revaloración de este idioma que aún tiene una fuerte presencia en países como Israel, Turquía, el norte de África y Latinoamérica, sobre todo en México. Para el académico de la lengua Ignacio Padilla (1968), incorporarla a la RAE es “degradarla” un poco a un dialecto o argot del español. “Hay hablantes tanto en México como en España y La RAE ha intentado mantener viva la lengua que hablaban las comunidades judías que vivieron en la península ibérica, hasta su expulsión en 1492 Una de las portadas de la revista Aki Yerushalayim. Es un fósil vivo, detuvo la evolución del español en 1492. Al salir del contexto de España ya no siguió evolucionando." ANGELINA MUÑIZ-HUBERMAN ESCRITORA Turquía, y quizá tendría que haber una academia turca de la lengua sefaradí que estuviera vinculada con una academia mexicana de la lengua sefaradí y, claro, que se mantuvieran en constante comunicación con las academias de la lengua española”. SIN PATRIA “Es demasiado tarde para el judeoespañol”, afirma tajante la poeta Myriam Moscona sobre el idioma que se hablaba en la península ibérica en el siglo XV y que ha sido conservado por los judíos que tuvieron que abandonar España, tras su expulsión por los reyes católicos en 1492. “El sefaradí es una lengua que no tiene academia ni patria. No hay niños que lo hablen. Yo creo que siempre se va a estar muriendo”, agrega la hija de judíos sefaradíes nacidos en Bulgaria que emigraron a México en 1948. “Ahora hay mucho interés por el ladino en las academias, en instituciones, en hablantes, pero no creo que una lengua se mantenga viva por un interés institucional o académico, sino porque tiene hablantes”, añade. La novelista cuyos padres se comunicaban en búlgaro entre ellos, y sus abuelas en ladino, por lo que su madre y ella aprendieron el español juntas, insiste en que “ya no hay quien lo hable, los últimos viejitos que lo hablan están muriendo”. La ganadora del Premio Xavier Villaurrutia 2012 ha escrito en judeoespañol la novela Tela de sevoya, el libro de ensayos Por mi boka, textos de la diáspora sefaradí compilados por Moscona y Jacobo Sefamí, así como el poemario Ansina. “Yo nunca hablé este idioma, sólo lo escuché y lo entendí”, confiesa. “Entró por mi oído, pero nunca salió por mi boca. Pero mi nexo con él es muy vital. No sólo es la lengua de mi infancia, sino la infancia de mi lengua. Tengo el privilegio de conocerla. Siempre que pueda seguiré escribiendo algo, pero tampoco me quiero convertir en la escritora oficial”. EQUIPO DE RESCATE Estudiosos e investigadores de la cultura sefaradí elegidos por la Real Academia Española: 33 Aldina Quintana, Israel. 33 David Monson Bunis, Israel. 33 Eleazar Gutwirth, Israel. 33 Moisés Orfali, Israel. 33 Ora R. Schwarzwald, Israel. 33 Laura Minervini, Italia. 33 Beatrice Schmid, Suiza. 33 Jacob Luis Bentolila, Israel Dice que le da gusto que el sefaradí esté representado en la RAE. “Pero perdón, aunque se paren de cabeza los académicos, no va a estar viva hasta que sea de comunicación cotidiana”. UN FÓSIL VIVO Para Angelina Muñiz-Huberman, el ladino en realidad tuvo sentido después de la expulsión de los judíos de España. “Es una especie de fósil vivo, porque detuvo la evolución del español en 1492. Al salir del contexto de España la fijaron, ya no siguió evolucionando, sólo fueron agregando palabras de otros idiomas. “Los investigadores del siglo XIX descubrieron que podían estudiarla y recoger su pronunciación y también formas poéticas, canciones, romances, música de esa época. Todavía en el XX hubo imprentas que publicaban en ladino”, detalla. La egresada de la Universidad de la Ciudad de Nueva York señala que, en el caso de México, donde se habla el español, les fue muy fácil dejar de lado ese idioma antiguo y la nueva generación aprendió el español moderno. “Les pasó lo mismo a quienes regresaron a España del norte de África. Quedó como una lengua del recuerdo, de la melancolía, de la antigua poesía. Si no existe el sustrato generacional poco a poco se va perdiendo. Quedará como muestra de una lengua que existió, se seguirá leyendo su literatura, pero sin que forzosamente sea hablada”, indica. La doctora en Literatura advierte que no sabe si valga la pena que el ladino esté representado en la RAE. “No es una lengua viva. No le hace falta a las nuevas generaciones. Me gustaría conocer el programa de trabajo de la academia, qué van a hacer”, apunta. MÁS ALLÁ DEL ESPAÑOL El escritor y comunicólogo Ignacio Padilla reconoce que desde la adolescencia se ha sentido fascinado por el sefaradí, que disfruta y además atesora como “una fuente infinita de revelaciones sobre la lengua que habito y sobre la cultura que me constituye”. Sin embargo, el maestro en Literatura inglesa por la Universidad de Edimburgo cree que el reconocimiento académico hispano de esta lengua “tiene matices que no hay que pasar por alto, entre ellos, que es lingüística, idiomática y hasta políticamente singular en muchísimos sentidos”. Al miembro de la Academia Mexicana de la Lengua le parece “hermoso pero a la vez confuso” la incorporación del judeoespañol a la RAE. “Como el gallego, el portugués o el español, el sefaradí es una lengua romance, pero no es español. Incorporarla académicamente es degradarla un poco a un dialecto o argot del español”. El doctor en Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad de Salamanca concluye que el ladino es una de las lenguas de México, como lo es de España, Turquía o Grecia. “Que en cada una de las academias de la lengua de esos países haya hablantes y conocedores del sefaradí me parece imprescindible”. Herencia singular de los judíos españoles, el sefaradí, judeoespañol o ladino, a pesar de sus pocos hablantes, continúa inspirando obras literarias contemporáneas en varios países y se niega a morir. Desde 1979, la revista Aki Yerushalayim, editada en Israel, única que se imprime completamente en ladino, mantiene viva la historia y la cultura sefaradí. 6: EXPRESIONES Domingo 14 de agosto DE 2016 : EXCELSIOR ADELANTO EDITORIAL 1 NIÑOS PERDIDOS De vez en cuando, Juan Diego recalcaba: "Soy mexicano; nací en México, me crié allí". Desde hacía algún tiempo tenía por costumbre decir: "Soy estadunidense; he vivido cuarenta años en Estados Unidos". O, intentando quitar hierro a la cuestión de la nacionalidad, Juan Diego se complacía en decir: "Soy del Medio Oeste; de hecho, soy de Iowa". Nunca decía que era mexicano-estadunidense. No era sólo porque la etiqueta le desagradase, aunque la veía como tal y realmente le desagradaba. Lo que Juan Diego creía era que la gente siempre andaba buscando elementos comunes en la experiencia mexicano-estadunidense, y él no encontraba que hubiese una base común entre su propia experiencia y la de los demás; para ser más sinceros, no la buscaba. Lo que Juan Diego decía era que él tenía dos vidas, dos vidas desligadas y claramente diferenciadas. La experiencia mexicana —su niñez e incipiente adolescencia— era su primera vida. Al abandonar México —nunca había vuelto— inició una segunda vida: la experiencia en Estados Unidos o en el Medio Oeste. (¿O acaso estaba diciendo también que, en términos relativos, lo que su segunda vida le había deparado no era gran cosa?). Lo que Juan Diego siempre sostenía era que, en su cabeza —en su memoria, desde luego, pero también en sus sueños—, vivía y revivía sus dos vidas en "caminos paralelos". Una querida amiga de Juan Diego —también era su médico— se tomaba a risa eso de los supuestos caminos paralelos. Le aseguraba que era, en todo momento, un niño de México o un adulto de Iowa. Aunque a Juan Diego le gustaba la controversia, en eso daba la razón a su amiga. Antes de que los betabloqueantes empezaran a alterarle los sueños, Juan Diego le contó a su amiga médico que solía despertarse a causa de la "más leve" de sus recurrentes pesadillas. La pesadilla que tenía en mente era, en realidad, un recuerdo de la formativa mañana en que se quedó cojo. A decir verdad, sólo el principio de la pesadilla o recuerdo era "leve", y el origen de ese episodio sucedió en Oaxaca, México —en la barriada cercana al vertedero de la ciudad, en 1970—, cuando Juan Diego tenía 14 años. En Oaxaca, él era lo que llamaban un *‘niño de la basura’; vivía en un jacal de Guerrero, * En español en el original. En adelante usaremos las comillas simples para indicar las numerosas palabras y frases en español que salpican el texto original en inglés a lo largo de todo el libro. (N. del T.) Avenida de los M isterios Con autorización del sello Tusquets, publicamos un fragmento de la nueva novela del escritor estadunidense, nacido en New Hampshire en 1942 el suburbio ocupado por las familias que trabajaban en el ‘basurero’. En 1970 sólo vivían en Guerrero diez familias. Por aquel entonces, la ciudad de Oaxaca tenía unos cien mil habitantes; muchos de ellos no sabían que quienes llevaban a cabo las labores de criba y clasificación en el ‘basurero’ eran principalmente los niños de la basura. La tarea de esos chiquillos consistía en separar el cristal, el aluminio y el cobre. Quienes sabían a qué se dedicaban los niños de la basura los llamaban ‘pepenadores’: "rebuscadores". Eso era Juan Diego a los 14 años: un niño de la basura, un rebuscador. Pero también era un lector; corrió la voz de que un ‘niño de la basura’ había aprendido a leer por su cuenta. Los niños de la basura no eran, por regla general, grandes lectores, y los jóvenes lectores de cualquier origen o extracción casi nunca son autodidactas. Por eso corrió la voz, y así fue como los jesuitas, que concedían gran importancia a la educación, oyeron hablar de ese muchacho de Guerrero. Los dos viejos sacerdotes jesuitas del Templo de la Compañía de Jesús se referían a Juan Diego como el "lector del basurero". "Alguien debería llevarle un buen libro o dos al lector del basurero... ¡A saber qué lecturas se encuentra ese muchacho en el ‘basurero’!", decían el padre Alfonso o el padre Octavio. Cada vez que uno de esos dos viejos sacerdotes decía "alguien debería" hacer tal o cual cosa, siempre era el hermano Pepe quien lo llevaba a cabo. Y Pepe era un gran lector. Para empezar, el hermano Pepe tenía coche y, como él era natural de Ciudad de México, circular por Oaxaca le resultaba fácil en comparación. Pepe daba clases en el colegio de los jesuitas, una reputada escuela desde hacía mucho tiempo (todo el mundo sabía que la gestión académica era uno de los puntos fuertes de la Compañía de Jesús). El orfanato jesuita, en cambio, POR JOHN IRVING Especi a l [email protected] era relativamente nuevo (hacía menos de diez años que habían reformado el antiguo convento para transformarlo en orfanato), y no todos veían con buenos ojos el nombre que se le había dado; para algunos, Hogar de los Niños Perdidos era un nombre largo y sonaba un poco severo. Pero el hermano Pepe había puesto todo su corazón tanto en el colegio como en el orfanato; con el paso del tiempo, la mayoría de aquellas almas sensibles a quienes "Hogar de los Niños Perdidos" no les "sonaba" bien reconocerían sin reservas que los jesuitas regentaban también un orfanato más que aceptable. Además, todo el mundo había abreviado ya el nombre del establecimiento: la gente lo llamaba "Niños Perdidos". Una de las monjas que cuidaban de los niños no se andaba con tantas contemplaciones al respecto; TÍTULO: Avenida de los Misterios AUTOR: John Irving EDITORIAL: Tusquets, México, 2016. 538 pp. 1 PREMIO Oscar posee John Irving en la categoría de Guión Adaptado. en honor a la verdad, hay que admitir que la hermana Gloria debía de estar refiriéndose a un par de niños díscolos, no a todos los huérfanos, cuando alguna que otra vez decía entre dientes ‘los perdidos’; seguramente "los perdidos" era un apelativo que la vieja monja dirigía sólo a unos cuantos de los niños más exasperantes. Por suerte, no era la hermana Gloria quien llevaba los libros al ‘basurero’ para el joven lector del vertedero; si Gloria hubiese elegido los libros y hubiese sido quien se los entregaba, la historia de Juan Diego quizás hubiera terminado antes de empezar. Pero el hermano Pepe tenía la lectura en un pedestal; era jesuita porque los jesuitas lo habían convertido en lector y le habían dado a conocer a Jesús, no necesariamente en ese orden. Era mejor no preguntar a Pepe qué lo había salvado, si la lectura o Jesús, o qué lo había salvado más. A sus 45 años era obeso; una "figura de aspecto querúbico, aunque no un ser celestial", así era como el propio hermano Pepe se describía. Pepe era la bondad personificada. Encarnaba el conocido mantra de santa Teresa de Ávila: "De devociones absurdas y santos amargados, líbranos, Señor". Asignaba un lugar preferente entre sus oraciones diarias a esa sagrada máxima de la santa. No es de extrañar que los niños lo adoraran. Pero el hermano Pepe nunca había estado en el ‘basurero’ de Oaxaca. Por aquel entonces quemaban en el vertedero cuanto podían; había hogueras por doquier. (Los libros eran yesca útil.) Cuando Pepe se bajó de su Volkswagen escarabajo, el olor del ‘basurero’ y el calor de las hogueras coincidieron con la imagen que se había formado del Infierno; sólo que esa imagen no incluía niños trabajando. En el asiento trasero del pequeño Volkswagen llevaba unos cuantos libros muy buenos; los buenos libros eran la mejor protección contra el mal que Pepe había tenido en sus manos: no era posible tener en las manos la fe en Jesús, no de la misma manera que se podía tener un buen libro. —Busco al lector —dijo Pepe a los trabajadores del vertedero, tanto a los adultos como a los niños. Los ‘pepenadores’, los rebuscadores, dirigieron a Pepe una mirada rebosante de desprecio. Saltaba a la vista que no atribuían valor a la lectura. Habló primero uno de los adultos, una mujer, quizá de la edad de Pepe o un poco más joven, probablemente madre de uno o más rebuscadores. Indicó a Pepe que encontraría a Juan Diego en Guerrero, en la chabola del ‘jefe’. El hermano Pepe se quedó desconcertado; quizás había entendido mal a esa mujer. El ‘jefe’ era el responsable del vertedero; estaba al frente del ‘basurero’. ¿Acaso era el lector hijo del ‘jefe’?, le preguntó Pepe a la trabajadora. Varios niños de la basura se echaron a reír; al cabo de un momento volvieron la cabeza. Los adultos no le veían la gracia y la mujer se limitó a decir: "No exactamente". Señaló en dirección a Guerrero, que se hallaba enclavado en una ladera por debajo del ‘basurero’. Los jacales del suburbio se componían de materiales que los trabajadores habían recogido en el vertedero, y la del ‘jefe’ era la que se hallaba en la periferia del suburbio, en el límite más cercano al vertedero. Columnas negras de humo se elevaban desde el ‘basurero’, pilares de negrura que llegaban hasta el cielo. Los buitres lo sobrevolaban en círculo, pero Pepe vio carroñeros tanto arriba como abajo; en el ‘basurero’ había perros por todas partes, circundando los fuegos eternos y cediendo terreno de mala gana ante los hombres que llegaban en furgoneta, pero ante casi nadie más. Causaba desazón ver a los niños en compañía de los perros, porque unos y otros rebuscaban en la basura..., aunque no en pos de las mismas cosas. (Los perros no estaban interesados en el cristal ni en el aluminio ni en el cobre.) Los perros de vertedero eran, en su mayor parte, vagabundos, claro, y algunos estaban a las puertas de la muerte. Pepe no se quedaría en el ‘basurero’ el tiempo suficiente para descubrir la presencia de los perros muertos, ni para ver qué era de ellos: los quemaban, pero no siempre antes de que los localizaran los buitres. Pepe se topó con más perros cuesta abajo, en Guerrero. A esos otros los habían adoptado las familias que trabajaban en el ‘basurero’ y vivían en el suburbio. Pepe tuvo la impresión de que los perros de Guerrero estaban mejor alimentados que los del vertedero, y de que tenían un comportamiento más territorial. RESEÑA AUTOR NORUEGO En la ausencia de lo inenarrable Esta novela es el cuarto volumen de Mi lucha, saga de seis tomos POR RAFAEL MIRANDA BELLO Especi a l [email protected] Convencido de que la verdadera libertad siempre se encuentra en otra parte, y enfrentando a su memoria para recorrer las huellas del pasado con un ritmo narrativo torrencial que orilla al vértigo, pero sin prisa, Karl Ove Knausgård (Oslo, 1968) inculca y reafirma la afición de seguirlo de cerca con Bailando en la oscuridad, el cuarto volumen de Mi lucha (2009-2011), la saga de seis tomos que suman más de tres mil 500 páginas con la que se propuso reconstruir a fuerza de palabras el camino de los días perdidos tras los que dejó media vida. Las letras corren, y de inmediato aterrizamos junto al recuerdo que Knausgård mantiene de sí mismo cuando tenía 18 años y llega a Háfjord, un pequeño pueblo pesquero al norte de Noruega, en donde ha conseguido un trabajo como profesor de instituto mientras espera el siguiente salto que dará su destino, lejos de su familia y de la vida que hasta entonces conocía. Moviéndose a través de las triviales ocupaciones cotidianas y el desenfreno de noches espesas de humo, alcohol y olvido, en las que no atina a conducir las riendas del deseo que ha entrado de lleno en su vida y que nunca se centra “en un solo punto, sino que se extiende, grande, débil e inmanejable”, pero que, sin embargo, tiende a oscilar en torno a las mujeres y la escritura porque, a fin de cuentas, el viaje al norte del joven Karl Ove se sustenta en el plan maestro de encontrar el amor en grande y dar con la forma de sacar la gran novela que lleva dentro desde el momento en que tuvo la idea, poco tiempo antes, de convertirse en escritor. Pero Knausgård entra al baile sin precipitarse, y ambienta el paisaje de su rememoración intercalando, ahora en sordina, estampas del hundimiento alcohólico del padre, a la vez que tantea la reconfortante presencia —un tanto distante— de la madre y el hermano, escudriña las personalidades de los abuelos y abre con ironía el oído a la verborrea del tío poeta. Todo amalgamado con “esa increíble condensación vibrante que sólo pueden producir los sentimientos” de una conciencia musical: “Si mis recuerdos estaban amontonados detrás del remolque de mi vida, la música eran las cuerdas que todo lo ataban manteniéndolo en su sitio”, escribe el autor noruego, mientras intenta permanecer del lado luminoso de una existencia que tiende a encapotarse muy a menudo. “Yo era libre. Un ser que se pertenecía sí mismo. El futuro estaba abierto como una puerta”, subraya Knausgård y, sin muchos rodeos, mantiene alta la tensión al calor de esa hipnótica voz que nos relata más o menos lo mismo que tantos otros narradores nos han contado antes. Sin embargo, no es la peculiaridad de la trama lo que sugestiona —aunque también hay, no poco, de eso— sino la escalofriante franqueza de su estilo: esa aparente ausencia de lo que se supone inenarrable. Pues, justo en los tajos de intimidad expuesta que se abren en el cuerpo de la prosa es donde se agazapa la gracia de esta obra, y capitaliza su extraordinaria cualidad de documento literario de innegable trascendencia contemporánea. [email protected] TÍTULO: Bailando en la oscuridad AUTOR: Karl Ove Knausgård TRADUCCIÓN: Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo EDITORIAL: Anagrama, España, 2016; 538 pp. EXCELSIOR : Domingo 14 de agosto DE 2016 EXPRESIONES :7 MÚSICA ENCUENTRO GLOBAL Cumbre mundial de batutas EFE [email protected] Directores de orquesta de 34 países compartieron escena la noche del viernes HUELVA.— El Auditorio de la Casa Colón de Huelva fue el viernes escenario de un concierto histórico, el que ofreció la formación OIDO, la Orquesta Internacional de Directores de Orquesta, en la que compartieron escena músicos de 34 países. El concierto supuso el punto final del X Encuentro Anual de Alumnos de la Escuela de Dirección de Orquesta y Banda Maestro Navarro Lara, que durante esta semana convirtió a la urbe española en el “epicentro mundial” de la dirección orquestal mundial. Se interpretaron obras de Haydn, Mozart y Mahler y tomaron la batuta diez directores de orquesta, entre ellos Francisco Navarro, un músico local de nueve años, que Foto: Especial Françoise Mallet-Joris murió ayer en París. NOVELISTA Adiós a MalletJoris AFP [email protected] PARÍS.— La novelista franco-belga Françoise Mallet-Joris, autora de Las Murallas de las Beguinas, falleció a la edad de 86 años, anunció ayer el escritor y periodista Pierre Assouline. Françoise Mallet-Joris, que obtuvo el Premio Fémina con el libro El Imperio Celeste en 1958, era miembro de la Academia Real de la Lengua y la Literatura de Bélgica desde 1993. Admiradora de la escritora francesa Colette, Françoise Mallet-Joris escribió varios relatos autobiográficos como Carta a mí misma, La casa de papel, uno de sus libros de mayor éxito, y la Doble confidencia, sobre su madre. En 1971, Mallet-Joris fue elegida en la Academia Goncourt, que cada año otorga el célebre premio literario del mismo nombre, que integró hasta el año 2011. Mallet-Joris estuvo casada tres veces y tuvo cuatro hijos. Miembro del Comité del Prix Fémina de 1969 a 1971, recibió este galardón en 1958. Fue además autora de populares canciones, entre ellas la muy exitosa La Parisienne, de la cantante Marie-Paule Belle, con la que vivió muchos años. M i l i t a n t e fe m i n i s ta, Françoise Mallet-Joris “tuvo una gran audiencia entre las mujeres, pero no sólo entre las mujeres”, declaró Pierre Assouline. Los personajes (1963), Divina (1992) y La casa del perro loco (1998) son otros tres de sus libros. 86 AÑOS tenía Françoise Mallet-Joris al morir, debutó al frente de una formación de estas características, todos encabezados por el Maestro Navarro Lara, director de la Sinfónica de Huelva. El ver a Francisco Navarro al frente de toda una sinfónica fue uno de los momentos más emotivos de la noche; no en vano se convirtió, según la organización, en el músico más joven del mundo en dirigir una gran orquesta, que bajo su batuta interpretó el tema Cumpleaños feliz, con motivo del décimo aniversario de la Escuela de Dirección de Orquesta. Durante cuatro días han participado en el encuentro directores de orquestas provenientes de países como México, Colombia, Estados Unidos, Brasil, Argentina, Ecuador, Chile, Paraguay, Reino Unido, Italia, Portugal, India, Francia y Australia. Foto: Tomada de Facebook/@EscuelaNavarroLara El músico Francisco Navarro, director de nueve años. 8: EXPRESIONES Domingo 14 de agosto DE 2016 : EXCELSIOR
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