Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Trabajo Social Magister Interdisciplinario en Intervención Social “ABUSO SEXUAL JUVENIL UNA APROXIMACIÓN A LAS RELACIONES INTERPERSONALES QUE ESTABLECEN JÓVENES QUE HAN ABUSADO SEXUALMENTE: EL CASO DE PREVIF” Por: Katia García Benítez Profesor Guía: Carlos Andrade Santiago, Chile 2015 Dedicatoria A Juan, mi compañero de vida A mis maravillosos hijos, Sebastián, Gabriel y Diego A mi padre y a mi madre por su amor incondicional A los jóvenes que con su generosidad hicieron posible este trabajo TABLA DE CONTENIDO Pág. INTRODUCCIÓN CAPÍTULO I PRESENTACIÓN GENERAL DEL ESTUDIO…………………………………………... 7 1.1. Antecedentes del fenómeno………………………………………………………….. 7 1.2. Planteamiento del problema de investigación…………………….………………... 11 1.3. Supuestos de investigación…………………………………………………………… 12 1.4. Objetivos de la investigación……………………………………………………….…. 12 Objetivo general…………………………………………………………….………. 12 Objetivos específicos………………………………………………………….…… 12 CAPÍTULO II MARCO TEÓRICO……………………………..…………………………………………... 13 2.1. Juventudes y Convención sobre los Derechos del Niño…………………….…….. 13 2.2. Jóvenes, Infracción y Marco Legal vigente en Chile……………….………………. 16 2.3. Violencia y maltrato infantil …………………………………………………………… 17 2.4. Investigaciones y hallazgos en la línea de caracterización los y las jóvenes…… 21 2.5. Familias, relaciones interpersonales y modernidad……………………………….. 26 CAPÍTULO III DISEÑO METODOLÓGICO……………………………………………………………..… 35 3.1. Tipo de Estudio ………………………………………………………………….…….. 35 3.2. Tipo de Investigación………………………………………………….………………. 36 3.3. Técnicas de recolección de datos…………………………………………….……… 36 3 3.4. Diseño de la muestra …………………………………………………………….…… 37 3.5. Análisis de la información…………………………………………………………….. 38 3.6. Construccionismo Social……………………………………………………………… 39 3.7. Operacionalización de variables……………………………………………………… 42 3.8. Testeo del instrumento………………………………………………………………… 43 CAPÍTULO IV 4.1. Análisis de los datos...………………………………………………………….…….. 44 4.2. Análisis descriptivo...………………………………………………….………………. 45 4.2.1. Redes de apoyo ……………..…………………………………………….……… 45 4.2.2. Actividades con la familia…………………………………………………….…… 48 4.2.3. Estilos de Crianza………………………………………………………………….. 49 4.2.4. Actividades con pares …………………………..………………………………… 51 4.2.5. Uso del tiempo libre en solitario………………………………………………….. 53 4.2.6. Valoración de la familia………………………………………………….………… 56 4.2.7. Valoración de la amistad………………………………………………….………. 57 4.2.8. Valoración de las personas………………………………………………..……… 58 CAPÍTULO V CONCLUSIONES……………………………………………………….…………………. 62 BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………………. 69 ANEXOS……………………………………………………………………………………. 78 Anexo N°1. Pauta de Entrevista …………………………………………………………. 78 Anexo N°2. Asentimiento Informado…………………………………………………….. 79 Anexo N°3. Consentimiento Informado………………………………………………….. 80 4 INTRODUCCIÓN El presente estudio tiene como objetivo conocer las relaciones interpersonales que establecen jóvenes que han abusado sexualmente, dichas relaciones se enmarcan en el contexto de la familia y con sus pares, vale decir, con amigos y con compañeros o compañeras de colegio. Hasta hace un par de décadas atrás, en Chile era poco probable imaginar que un joven menor de edad pudiese realizar un acto de agresión sexual hacia un niño o una niña. No existía una ley que sancionara aquello, ni profesionales preparados para afrontar desde la intervención, el fenómeno de manera adecuada. En ese sentido, la realidad actual es distinta, sin embargo, no deja de impactar que este tipo de agresión ocurra. A la complejidad de este tipo de abuso, se agrega la tensión de jóvenes y de niños o niñas en veredas distintas, quien agrede y la víctima, siendo ambos sujetos de derechos y, en cierta forma, ambos también siendo víctimas. Dada la escasa producción de conocimiento respecto del tema central de este estudio, se tomaron como base investigaciones de caracterización a nivel nacional e internacional, que sirvieron para impulsar la misma. En ese sentido, en el año 2008, en España, Graña y Rodríguez, aportan con un perfil de adolescentes infractores en que refieren diversas características, relevando para este estudio, las relativas al ámbito de las relaciones interpersonales, que estos jóvenes establecen con su familia y pares. Por otro lado, Valencia, Labrador y Peña, describen algunas características demográficas y psicosociales relativas a conductas de abusadores sexuales adultos, en que se releva en este caso, aquellos hallazgos situados en la etapa de la infancia y adolescencia de estos 5 agresores. En chile, los estudios de caracterización están situados preferentemente en organismos que trabajan el tema, tal es el caso de Paicabí, CAVAS, OPCIÓN y Previf. Este estudio de caso, por tanto, es de carácter exploratorio descriptivo, de tipo cualitativo y tiene como escenario la Fundación Previf (Prevención de Violencia Infantil), que interviene desde el año 2003 con jóvenes que han realizado conductas de abuso sexual. Interviene con los jóvenes y con sus familias siendo ambos el foco central de la intervención, en el entendido que cuando se producen hechos de esta magnitud, es todo el núcleo familiar afectado de forma directa y, por tanto, son parte también de la reparación social. En ese sentido, este estudio pretende ser un aporte para incrementar el conocimiento, respecto de un ámbito fundamental para la intervención profesional en la Fundación Previf, el de las relaciones interpersonales que establecen los jóvenes que han abusado sexualmente. Se parte del supuesto que los jóvenes que han presentado conductas sexualmente abusivas, establecen relaciones interpersonales carenciadas de afecto, con espacios de encuentro con otros poco frecuentes y significativos para su vida. Lo anterior podría ser un gatillante de situaciones de riesgo para la ocurrencia del abuso sexual. En ese caso, la prevención del abuso sexual sería posible. 6 CAPÍTULO I PRESENTACIÓN GENERAL DEL ESTUDIO 1.1. Antecedentes del fenómeno El fenómeno de jóvenes convertidos en agresores sexuales de niños y niñas, ha comenzado a visibilizarse en Chile no antes de la década de los ochenta, cuando comienzan a surgir intentos por tratar de explicar y describir el problema. Ya a nivel internacional, existían estudios e intervenciones en este ámbito. En Chile, es a partir del año 2000 que se inician algunas intervenciones con estos jóvenes, siendo pioneras las experiencias de instituciones como Fundación Previf (Prevención de Violencia Infantil) en el año 2002 (Germain, 2011); el Proyecto Meninf de Cavas (Centro de atención a víctimas de agresiones sexuales) dependiente de la PDI-Policía de Investigaciones de Chile, creado en el año 2003; el Proyecto Trafún de la ONG Paicabí, en el año 2004; y Corporación Opción, desde el año 2009 (Vázquez, 2013). En Chile, se comenzó a visibilizar el fenómeno de jóvenes que han agredido sexualmente a otros niños y niñas, sin estar preparados como sociedad para abordarlo, desde los profesionales, las instituciones y desde la justicia. Sin embargo, las experiencias iniciales de intervención en este ámbito han dado cuenta de progresivos aprendizajes basados en acciones y continuas reflexiones de los/as profesionales intervinientes (Germain, 2011). Cabe señalar que en esta materia, en el año 2005 Chile realizó una importante reforma en materia de infracción juvenil, con la entrada en vigencia en el año 2007 de la Ley de Responsabilidad Penal Adolescente (Ley 20.084), que establece un sistema de responsabilidad por infracciones a la Ley Penal. Se crea 7 un estatuto normativo distinto al régimen legal aplicable a los adultos. Dicha ley establece sanciones que tienen un objetivo también diferente a las penas que el código penal contempla para los adultos. Se altera el concepto de imputabilidad, considerándose imputables los jóvenes que tuvieren entre 14 y 18 años de edad, eliminándose, por tanto, la antigua figura del discernimiento. “Los delitos sexuales son un fenómeno criminal de alta connotación pública y, en particular el cometido por menores de edad que llega a un 40%, según el anuario del Ministerio Público de Chile en 2012 y se asemeja a los de Europa y EEUU” (Vázquez y Ponce, s/f, p.11). Frente a estas cifras y el creciente aumento de agresiones sexuales perpetradas por menores de edad, se hace prioritario conocer sus características para prevenir e intervenir en forma adecuada y oportuna. A nivel internacional, desde hace un par de décadas se han realizado estudios que han permitido descubrir algunas características que se repiten en los jóvenes que han agredido sexualmente, entregando cifras y predictores que amplían la comprensión del fenómeno y sirven de guía para la intervención social, aun cuando los primeros estudios fueron hechos a sujetos adultos encarcelados por delitos comunes. Algunos de éstos señalan que la edad en la cual se comete la primera agresión es cada vez menor (Valencia, Labrado y Peña, 2010). En el caso de Chile, de acuerdo a las cifras de Paz Ciudadana (2013), de un 100% de delitos ingresados al Ministerio Público en el año 2013, por Responsabilidad Penal Adolescente, un 2.2% (1.092 causas) corresponde a delitos sexuales perpetrados por jóvenes que, en general, tienen entre 16 y 17 años de edad (Paz Ciudadana, 2013). A partir de lo anterior, es posible señalar que la magnitud del problema está vinculado con el daño asociado a las víctimas directas e indirectas del abuso, sin perder de vista que las cifras podrían incrementarse al contemplar que estos actos también son cometidos por jóvenes de sexo femenino. 8 Un estudio que ha avanzado en caracterizar a los adolescentes que han realizado conductas de agresión sexual, es el realizado en España, por la Agencia de la comunidad de Madrid para la Reeducación y Reinserción del menor Infractor. Presenta en 2008 un perfil de adolescentes infractores que cumplen sanción en sistema de régimen cerrado (Graña y Rodríguez, 2008). En el ámbito Individual, son jóvenes que presentan deficitarias habilidades cognitivas, déficit atencional, han experimentado fracaso escolar y carencia de estímulos educativos y socio-afectivos importantes. Presentan baja autoestima y baja tolerancia a la frustración, con pocos recursos personales. Poco empáticos y poco asertivos. Tienen pocos referentes positivos que modelen su conducta. Presentan carencias en salud, especialmente en el ámbito sanitario y preventivo, en general, presentan una gran carencia en todo lo relativo a la prevención y mejora del estado de salud. Del mismo modo, existe consumo de drogas asociado al grupo de pares y a los espacios de ocio. El uso del ocio pasivo, no aparece constructivo ni estructurado y está alternativamente asociado al espacio individual, en el cual cuentan con libre acceso a internet y televisión (Graña y Rodríguez, 2008). En el ámbito familiar, no se han establecido límites y normas claras, sus experiencias vinculares son poco gratificantes. En general, sus familias presentan algún grado de disfuncionalidad, existe abandono de uno o ambos progenitores. Su infancia ha estado marcada por desatenciones o han sufrido algún tipo de maltrato. En algunos casos han sido sobreprotegidos por sus padres. En muchos casos existe precariedad en la forma de vida, debido a los bajos sueldos e inestabilidad laboral de sus padres. Sus jornadas laborales son muy extensas (Graña y Rodríguez, 2008). 9 En el ámbito social, viven en contextos marcados por la droga y la delincuencia, procedentes, en muchos casos, de ámbitos donde se impone e interioriza un estilo de vida escasamente prosocial (Graña y Rodríguez, 2008). A nivel nacional, el Proyecto Trafún de Paicaví aporta datos de caracterización de los jóvenes que atiende, algunos de ellos relacionados con la gran soledad emocional de estos jóvenes, con escasos vínculos emocionales importantes, algunos de ellos han vivido también experiencias de violencia (Venegas, 2008). De acuerdo a lo señalado por el Servicio Nacional de Menores (SENAME), “ “La agresión sexual es un fenómeno complejo que se origina en experiencias de vulneración en la infancia. La intervención temprana puede evitar la cronificación de esta conducta y contribuir a la protección de los niñ@s y niñas víctimas de este comportamiento” (SENAME, 2014, p. 258). Algunos datos de caracterización entregados por Fundación PREVIF a principios de 2013, dan cuenta de los jóvenes atendidos durante el año 2012, éstos muestran que en un total de 38 casos estudiados (2 corresponden a sexo femenino); el rango de edad de prevalencia es entre los 12 y 14 años (16 casos) y en segundo lugar, entre los 15 y 17 años (13 casos). Las características encontradas a nivel individual, reportan que en el 50% de los casos se presenta en el joven baja autoestima y en el 100% de los casos existe sensación de abandono emocional. En su mayoría estos jóvenes no tienen antecedentes de haber sido abusados sexualmente. En el 50% de los casos el joven violó a su víctima en una o más oportunidades (Vergara y García, 2013). Respecto a las características familiares y del entorno, no existe un tipo de familia predominante, la situación socioeconómica y el nivel educacional familiar son diversos. En el entorno familiar prevalece, en su mayoría, un estilo 10 comunicacional violento y/o pobre desde el punto de vista afectivo. El 45% de las madres de estos jóvenes, tiene antecedentes de haber experimentado abuso. Otro dato importante y que coincide con estadísticas nacionales y extranjeras, donde aparecen importantes cifras de víctimas conocidas por el agresor, en el caso de este estudio en el 100% de los casos, las víctimas eran personas conocidas, correspondiendo a familiares en 28 casos (74%) (Vergara y García, 2013). Quienes realizan abusos sexuales suelen tener diversas características, “Difieren según la víctima y las características de la ofensa y una amplia gama de otras variables, incluyendo tipos de conductas ofensoras, historias de maltrato infantil, conocimiento y experiencias sexuales, funcionamiento académico y cognitivo, y temas de la salud mental” (Knight y Prentky, 1993; Weinrott, 1996, citado en Díaz, 2003, p. 96). En los estudios de caracterización revisados para esta investigación, aparece un aspecto menos indagado referido a las relaciones interpersonales que establecen los jóvenes, al interior de sus familias con la que conviven y con su familia extensa. Del mismo modo, son escasos los estudios que aporten al conocimiento de las relaciones que establecen los jóvenes con su entorno, vale decir, con jóvenes de su mismo grupo etáreo, sean éstos compañeros de colegio o amistades que han logrado crear. 1.2. Planteamiento del Problema de Investigación En el marco de los antecedentes presentados y en la línea de generar aproximaciones para la prevención de situaciones abusivas, este estudio pretende una aproximación a las formas en que los jóvenes que han abusado sexualmente, establecen relaciones interpersonales con sus familias y sus pares. 11 Este estudio se enmarca en la Fundación Previf, institución que desde el año 2003 interviene con jóvenes que han abusado sexualmente. La intervención involucra a las familias de los jóvenes, en la perspectiva que todo el núcleo familiar se ve impactado por los efectos de la violencia. Del mismo modo, la Fundación Previf entiende que las conductas abusivas se dan en un escenario familiar donde existen formas peculiares de relacionarse, que facilitan la generación de dichas conductas abusivas. Por tanto, conocer las formas de relaciones que establecen los jóvenes con sus familias y pares, constituye un interés central para la intervención, especialmente si son descritas por los mismos jóvenes implicados en los hechos abusivos. Podría constituirse también, en un aporte a la formulación de políticas públicas, en el ámbito de la prevención del abuso sexual, así como para la intervención familiar y reflexión disciplinar. Es así que surge la pregunta de investigación que orienta el presente Estudio de Caso, la cual apunta a determinar cómo son las relaciones interpersonales que establecen, con su familia y con sus pares, los jóvenes que han abusado sexualmente. 1.3. Supuestos de Investigación Los jóvenes que han presentado conductas sexualmente abusivas, establecen relaciones interpersonales distantes, emocionalmente pobres, con escasos encuentros cara a cara, donde prima el aislamiento respecto de otros a quienes no considera significativos en su vida. 1.4. Objetivos de Investigación Objetivo General Conocer las relaciones interpersonales que establecen los jóvenes que han abusado sexualmente, atendidos en Previf, con su familia y sus pares. 12 Objetivos Específicos 1. Conocer las relaciones interpersonales que establece el joven con su familia. 2. Identificar las relaciones interpersonales que establece el joven con sus pares. CAPITULO II MARCO TEÓRICO 2.1. Juventudes y conceptualizaciones La conceptualización, así como la denominación de uso habitual que hacemos respecto de menores, menores de edad, niños, niñas, adolescentes, jóvenes, infancia y niñez tiene a la base un enfoque teórico e ideológico que merece ser debatido. En ese sentido, al hablar de “menor”, de acuerdo a la definición de la Real Academia Española, se hace referencia a “algo inferior a otra cosa en cantidad, intensidad o calidad…” (González, 2011, p. 36), por otra parte, “menor de edad” es un término jurídico que refiere a una etapa de la vida que aún no alcanza la mayoría de edad (González, 2011). Actualmente en Chile, se ha adoptado con mayor frecuencia el término niño, niña y adolescente, el cual se ha masificado con el tiempo desde que Chile en el año 1990 suscribe y ratifica la Convención sobre los Derechos del Niño. Particular relevancia adquiere el término Adolescencia, por cuanto “tiene como objeto hacer una distinción entre franjas etarias para reconocer la progresividad en la capacidad de autonomía…” “Conviene distinguir entre niños y adolescentes para reconocer a estos últimos la capacidad en la toma de ciertas decisiones” (González, 2011, p. 37). Desde la perspectiva “adultocentrista” que expone el profesor Claudio Duarte, “las dinámicas económicas y político institucionales, como parte del modo capitalista de producción, se han consolidado sosteniéndose en un estilo de organización que le otorga a las clases de edades adultas la capacidad de 13 controlar a quienes define como menores, y de esa forma logra asegurar cuestiones básicas como herencia, transmisión generacional y reproducción sistémica. Este estilo de organización desde los mundos adultos ha construido un sistema de dominación al que denominamos adultocentrismo” (Duarte, 1994 en Duarte 2012). Sin embargo, no existe total claridad en el ámbito jurídico cuándo se deja la calidad de niño o niña, para pasar a ser adolescente. Lo que sí queda claro jurídicamente, es cuando se cumple la mayoría de edad (González, 2011). La Convención sobre los Derechos del Niño (en adelante Convención), en su artículo N° 1, de la Parte I, “entiende por niño todo ser humano menor de dieciocho años de edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad (Biblioteca del Congreso Nacional, 1990, s/p). Comúnmente se ha utilizado el término genérico “niño” para referirse también a “niña”, “pese a no estar reconocido en la Convención… con el objeto de visibilizar a las personas del sexo femenino, que quedaban comprendidas en el genérico niño. Los estudios de género aconsejan esta distinción, debido a la situación de marginación en que la mitad del género humano ha estado durante siglos” (González, 2011, p. 38). Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco, recomienda el uso del lenguaje no sexista y la relevancia en su aplicación, al postular que “el lenguaje no es una creación arbitraria de la mente humana, sino un producto social e histórico que influye en nuestra percepción de la realidad. Al transmitir socialmente al ser humano las experiencias acumuladas de generaciones anteriores, el lenguaje condiciona nuestro pensamiento y determina nuestra visión del mundo” (Unesco, sin fecha, p.2). “Es claro, a su vez, que no por usar lenguaje inclusivo se acabarán las 14 desigualdades entre los sexos…” (Instituto Nacional de Estadísticas, INE, 2014, p.7). Respecto a los términos infancia y adolescencia, “un error frecuente consiste en utilizar los derechos de la infancia y adolescencia como sinónimo de los derechos de niñas, niños y adolescentes… la palabra infancia hace referencia a tanto a un período de la vida humana, como al conjunto de personas que tienen esa edad, mientras que el término adolescencia se refiere exclusivamente a la franja de edad y no al grupo de personas que comparten esa edad. Además, este último término tiene un fuerte componente cultural, es decir, lo que supone ser adolescente está determinado por lo que en cada contexto significa ser adulto” (González, 2011, p. 38). Para Duarte, el adultocentrismo en un “sistema de dominación”, que se reelabora continuamente en lo económico y político, y se reproduce en el plano cultural y simbólico, definido por el autor como “un sistema de dominación que delimita accesos y clausuras a ciertos bienes, a partir de una concepción de tareas de desarrollo que a cada clase de edad le corresponderían, según la definición de sus posiciones en la estructura social, lo que incide en la calidad de sus despliegues como sujetos y sujetas. Es de dominación ya que se asientan las capacidades y posibilidades de decisión y control social, económico y político en quienes desempeñan roles que son definidos como inherentes a la adultez y, en el mismo movimiento, los de quienes desempeñan roles definidos como subordinados: niños, niñas, jóvenes, ancianos y ancianas” (Duarte, 2012, p. 111). Finalmente, para la Organización Mundial de la Salud –OMS-, “la adolescencia es la etapa que ocurre entre los 10 y 20 años de edad, coincidiendo su inicio con los cambios puberales y finalizando al cumplirse gran parte del crecimiento y desarrollo morfológicos. La juventud, por otra parte, es el período entre los 15 y 25 años de edad. Constituye una categoría sociológica, 15 caracterizada por asumir los jóvenes con plenitud sus derechos y responsabilidades sociales” (Florenzano, 1997, s/p). 2.2. Jóvenes, infracción y marco legal vigente en Chile La aparición en nuestra sociedad chilena, del fenómeno de jóvenes cometiendo actos de trasgresión sexual se tensiona con la mirada que proporciona la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), en que hace un llamado a la sociedad a “resguardar los derechos de la niñez, asociados éstos a su desarrollo integral y supervivencia, a la protección contra toda forma de maltrato y violencia, así como al resguardo de sus derechos de participación en sociedad y de incidir en las decisiones que los afectan” (UNICEF, 2007, p. 18) En la legislación vigente en Chile, el abuso sexual infantil y la violación a una o un menor de edad, están definidos y tipificados en la Ley, recibiendo penas diferenciadas. Si bien la descripción de delitos sexuales es amplia en el Código Penal, para efectos de este estudio de caso, sólo se contemplarán los relativos a abuso de personas menores de edad en el ámbito intra y extrafamiliar, dejando fuera el comercio sexual infantil y trata de personas. En el ámbito de las medidas institucionales generadas en Chile, para abordar situaciones relativas a los y las jóvenes, con la promulgación de la Ley 20.084 (Ley de Responsabilidad Penal Adolescente-LRPA), se “establece un sistema de responsabilidad para los adolescentes entre 14 y 18 años que violen la ley penal. Su principal objetivo es reinsertar a los jóvenes en la sociedad a través de programas especiales” (Biblioteca del Congreso Nacional-Chile, 2008, s/p). En su artículo N°4, la LRPA “establece una regla especial para delitos sexuales y considera que hay violación aunque exista consentimiento, si la víctima tiene menos de 14 años de edad, pero se requiere que el agresor adolescente sea 16 al menos 2 años mayor que ella. Respecto de otros delitos sexuales distintos de la violación, se requiere una diferencia de edad de 3 años entre el adolescente infractor y el niño o niña víctima” (Vázquez y Gaete, 2013, p. 15). En esta línea, hasta el año 2007, los jóvenes entre 14 y 16 años de edad eran inimputables, es decir, frente a la comisión de un ilícito o delito, no recibían una pena por ello sino una medida en el ámbito proteccional a cargo del Servicio Nacional de Menores –SENAME-. A los jóvenes entre 16 y 18 años, “se les aplicaba un examen de discernimiento, para verificar si estaban conscientes del delito cometido. Si el juez determinaba que había conciencia de ello, el menor era condenado como un adulto y recluido en recintos de Gendarmería. De lo contrario, pasaba a los centros del Sename, bajo la figura de protección, sin derecho a defensa gratuita, sin límite de tiempo y sin las garantías de un debido proceso” (Biblioteca Nacional del Congreso, 2008, s/p). En la actualidad, con la nueva Ley, los jóvenes son imputables entre los 14 y 18 años de edad, pueden recibir sanciones en medios cerrados distintos a los de adultos, en centros semi cerrados y en el medio libre, asociados a medidas en el ámbito terapéutico, trabajo en beneficio de la comunidad u otros. La denominación técnica de estas sanciones son: sanciones privativas de libertad (internación en medio cerrado o semi cerrado); sanciones no privativas de libertad (Libertad asistida y libertad asistida especial, Reparación del daño causado a la víctima, Servicios en beneficio de la comunidad, Multas y amonestaciones, Sanciones accesorias (Biblioteca Nacional del Congreso, s/p). 2.3. Violencia y maltrato infantil La Organización Mundial de la Salud define maltrato infantil, en donde incorpora el abuso sexual y en cuyo caso, no hace referencia a jóvenes como posibles agresores. En este contexto, en el año 2013, la Organización Mundial de la Salud –OMS-, define maltrato infantil como “los abusos y la desatención de que 17 son objeto los menores de 18 años, e incluye todos los tipos de maltrato físico o psicológico, abuso sexual, desatención, negligencia y explotación comercial o de otro tipo que causen o puedan causar un daño a la salud, desarrollo o dignidad del niño, o poner en peligro su supervivencia, en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder. La exposición a la violencia de pareja también se incluye a veces entre las formas de maltrato infantil” (OMS, 2013, s/p). Unicef en el año 2000, define el abuso sexual infantil como “toda forma de actividad sexual entre un adulto y un niño, niña o adolescente” (Unicef, 2000, p.3) lo cual deja fuera toda posibilidad de entender a un/a joven como posible agresor/a. En el año 2003, la Asamblea General de las Naciones Unidas mandató un estudio sobre la violencia contra niños y niñas a nivel internacional, en colaboración con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, UNICEF y la Organización Mundial de la Salud. Uno de los principales resultados fue que quienes abusan son personas conocidas de la víctima, considerando como perpetradores a adultos, pero también a menores de edad (UNICEF, 2006). En el ámbito del abuso sexual juvenil, la conceptualización del fenómeno ha ido evolucionando conforme se han realizado investigaciones en el tema y sistematizado experiencias, tanto a nivel nacional como internacional. Esto ha implicado transformaciones en el ámbito jurídico y de políticas públicas, lo que ha impactado directamente en la intervención desde las diversas disciplinas que abordan el fenómeno. Es así que, “algunos expertos en el campo del abuso infantil, han planteado la necesidad de definir claramente el concepto de “abuso sexual” como una manera de evitar interpretaciones erróneas, patológicas o sesgadas hacia perspectivas demasiado clínicas o legalistas. Haugaard, (2000), por ejemplo, plantea que las palabras “abuso sexual a menores” (Child Sexual Abuse), cuentan 18 con más de 17 consideraciones distintas que crean dificultad en operacionalizar una definición clara sobre el concepto de abuso sexual en niños (ej. edad, parentesco, tipo de daño, etc.) (Viera y Reyes, 2007, p.3). Es relevante mencionar, que las definiciones de abuso sexual infantil que aparecen a nivel internacional y que contemplan a jóvenes como autores de la agresión, se generan al menos dos décadas antes de las aproximaciones que comienzan a ser utilizadas en Chile para entender el fenómeno. En Estados Unidos, el Centro Nacional de Abuso y Negligencia Infantil (National Center on Child Abuse and Neglect-NCCAN), comienza a incorporar la idea de jóvenes como perpetradores de abuso y define el abuso sexual como “Los contactos e interacciones entre un menor y un adulto, cuando el adulto (agresor) usa al menor para estimularse sexualmente él mismo, al menor o a otra persona. El abuso sexual también puede ser cometido por una persona menor de 18 años, cuando ésta es significativamente mayor que el menor (la víctima) o cuando el agresor está en posición de poder o control sobre otro menor” (Díaz, 2003, p.94). A partir de lo anterior, es posible señalar que si bien, en términos generales existe consenso sobre los elementos clave para la construcción de un concepto de abuso sexual infantil, desde hace menos de dos décadas, se comienza a mencionar que la agresión sexual podría provenir de un menor de edad. Por otro lado, no existen criterios comunes respecto de la edad máxima para que un joven sea considerado adolescente. Lo cual devela una tensión entre diferentes disciplinas. Desde la perspectiva de Barudy, promocionar un ambiente altruista en la familia, donde predomine la emocionalidad del amor, implica para la familia generar recursos biológicos naturales y los mecanismos que los regulen. 19 “Los recursos biológicos naturales son: el apego, con su resultante relacional: la empatía; la agresividad; la sexualidad; y la capacidad de simbolizar la experiencia a través de la palabra”, por otro lado, “los mecanismos corresponden al conjunto de rituales-comportamientos y representaciones-que cumplen el rol de control y de reguladores emocionales para garantizar las funciones familiares y mantener la cohesión del conjunto de la familia” (Barury en Vilches, 2000. p.20). Los desbordes emocionales ocurren cuando en la familia fallan dichos rituales. De esta manera, cuando fallan aquellos encargados de regular la agresividad, estaremos en presencia del maltrato físico; cuando se perturba la existencia de vínculos intrafamiliares o relaciones de apego, se produce el abandono o negligencia; cuando la palabra es utilizada para manipular y/o destruir, nos encontramos frente al maltrato psicológico; y cuando fallan aquellos encargados de regular la atracción sexual entre adultos y de éstos con los niños y niñas, estaremos frente a abusos sexuales (Barudy en Vilches, 2000). Desde la incorporación de la Convención sobre los Derechos del Niño, se ha logrado establecer criterios comunes en la denominación y en la mirada paradigmática de los y las jóvenes que han realizado conductas sexualmente abusivas, ya que hasta hace un tiempo, los términos para referirse a un joven en esta situación eran “agresor sexual adolescente”, “ofensor sexual juvenil o adolescente” (los últimos son términos usados frecuentemente en la bibliografía internacional). En este sentido, se observa que desde algunas instituciones se han realizado esfuerzos que van en la línea de comprender al joven como un sujeto en desarrollo. Se destaca por ejemplo el Proyecto Trafún, en donde Venegas en el año 2008, plantea que “no se puede mirar al joven como un criminal o como un “sujeto que agrede”, es un sujeto en desarrollo. Los jóvenes que nosotros atendemos no corresponden a agresores sexuales o violadores “per se”, apostamos a que están en un ciclo de desarrollo (al igual que las víctimas) en el que podemos intervenir, donde existe la posibilidad de modificar conductas, de 20 modificar pautas, de lo contrario no lo haríamos. Nuestra idea central es que el concepto de “agresor sexual” es totalizante de todo un ser y nosotros creemos en la posibilidad de realizar los cambios que aparecen como necesarios (Venegas, 2008, p.6). Esta mirada ha permitido ir avanzando en un concepto menos estigmatizante y que permite un acercamiento de forma más comprensiva de los elementos que conforman cada etapa de su ciclo vital. En alguna medida y relacionado con lo anterior, emergen elementos del lenguaje que podrían contribuir a romper posibles miradas deterministas asociadas al fenómeno de la agresión. En este sentido, la literatura especializada señala que “el lenguaje que enfatiza la conducta más que a la persona, puede ayudar a evitar las profecías de auto-cumplimiento, que pueden contribuir a la conducta ofensora promoviendo la creencia de que una persona nunca puede ser más que su pasado. Cuando el pasado incluye la ofensa sexual, esto puede ser una perspectiva desesperanzadora y auto-desvalorizadora” (Díaz, 2003, p.94). Díaz (2003), proporciona una definición de joven que ha agredido sexualmente, cuando éste “comete cualquier acto con una persona de cualquier edad contra el deseo de la víctima, sin consentimiento, o de una manera agresiva, explotadora, o amenazante” (Díaz, 2003, p.94). Por otro lado, se han definido las formas de abuso sexual sin contacto físico que incluyen: exhibir genitales, masturbarse delante del niño o niña, observar cuando está desnudo o desnuda, relatar historias sexuales, proyectar imágenes o películas pornográficas, entre otras, y el abuso sexual con contacto físico que incluye: tocaciones, masturbación al niño o niña, contactos bucogenitales, penetración anal o vaginal (Saldaña, Jiménez y Oliva, 1995 citado en Echeburúa, y Guerricaechevarría, 2009). 2.4. Investigaciones y hallazgos en la línea de caracterización los y las jóvenes 21 Svein Mossige, en Noruega, realizó una investigación que se centró en jóvenes cuyas características los convertía en potenciales agresores sexuales. Algunas de sus conclusiones al respecto giraron en tres factores de riesgo: estar solos, uso de pornografía infantil y existencia de algunos problemas de conducta. También pudo concluir que “los jóvenes que habían agredido sexualmente, estaban rodeados por un grupo más amplio de jóvenes que “quizá” podrían abusar de niños” (Mossige, 2000, p. 10). Otro estudio de caracterización realizado en Costa Rica, en la Clínica del Adolescente en el Hospital Nacional de Niños, se señala que los jóvenes ofensores sexuales tienen entre 12 y 14 años al momento de cometer el delito, correspondiendo las ¾ partes a abuso sexual y 1/3 a violación (penetración). Por otro lado, en el 88.2% de los casos, las víctimas son conocidas y cercanas (hermanos/as, primos/as, compañeros/as de colegio, vecinos/as). La mayoría de esos jóvenes se encontraba cursando la enseñanza media. En su mayoría vivían con ambos padres (Ramírez, 2002). De acuerdo a lo planteado por Redondo (2012), “en la adolescencia pueden producirse algunas interacciones sexuales juveniles que pueden hallarse en el límite de lo antinormativo, en cuanto a que pueden implicar a adolescentes y jóvenes en contacto sexual con niñas y/o niños más pequeños, o bien, relaciones en que sea dudoso que exista el consentimiento de alguno de los participantes” (Redondo, 2012, p.32). Dentro del campo investigativo, en Málaga, fue publicada en 2011, un estudio que analizó la delincuencia sexual juvenil, encontrando causas y factores de riesgo para cometer actos de agresión sexual juvenil. En cuanto a los factores de orden biológico, se ha establecido que algunos de ellos influyen en el comportamiento violento, por cuanto las agresiones sexuales también pueden tener una base biológica, “aproximadamente el 33% de los jóvenes agresores sexuales tienen algún tipo de discapacidad neurológica” (Camp, Salazar, 22 DiClemente y Wingood, 2005 citado en Sánchez y Siria, 2011). Tanto en la agresión como en el sexo existen elementos neuronales a la base. Por otro lado, la hormona sexual más importante en los varones es la testosterona, señalada en estudios iniciales como altamente presente en agresores sexuales, sin embargo, estudios posteriores no han encontrado relación directa entre ambos. Lo que sí se ha podido constatar, es la relación entre testosterona e irritabilidad, impaciencia y baja tolerancia a la frustración. Por tanto, la sugerencia del uso de químicos en este sentido, sólo permite la disminución del comportamiento de agresión sexual pero no el impulso sexual, es decir, habría dificultad para la erección lo que no limitaría otras formas de abuso sexual (Sánchez y Siria, 2011). Respecto a los factores de Personalidad, Camp y col., mantienen que existen características relacionadas con el bajo control de impulsos, limitadas habilidades cognitivas y bajo nivel intelectual, entre otros relacionados con alteraciones del comportamiento (Sánchez y Siria, 2011). “De acuerdo con Gerardin & Thibaut (2004) los factores ambientales que explican las agresiones sexuales en los adolescentes van desde la exposición a modelos de conducta agresiva, experiencias de maltrato, a exposición a la pornografía y abuso de sustancias. Este autor encontró que el 66% de una muestra de agresores sexuales adolescentes había sufrido victimización de orden físico (19%) o sexual (49%). En otros estudios se ha encontrado que los ofensores sexuales estaban bajo la influencia del alcohol en el momento en que cometieron la agresión, y ésta variaba del 3.4% hasta el 72%. Aunque el consumo ha sido identificado como un problema para muchos ofensores sexuales, el papel del abuso de sustancias en la ofensa sexual permanece incierto (Díaz en Valencia, Labrado y Peña. 2010. s/p). Respecto a historia previa de maltrato físico, “las proporciones de ofensores sexuales juveniles que han experimentado abuso físico de niños varía desde el 25 al 50 por ciento (Becker y Hunter, 1997). Un estudio que compara ofensores 23 sexuales juveniles con jóvenes que han cometido ofensas no sexuales sugiere que los ofensores sexuales pueden tener tasas más altas de abuso físico en la infancia (Ford y Lisey, citado en Becker y Hunter, 1997). Cuando los ofensores sexuales juveniles fueron comparados sólo con jóvenes que habían cometido ofensas violentas no sexuales, sin embargo, este resultado no pudo ser replicado (Knight y Prentky, 1993). Este último hallazgo sugiere que la historia de abuso físico está correlacionada con algún tipo de conducta violenta pero no necesariamente con conducta sexualmente violenta” (Díaz, 2003, p.98). En esta misma línea, “un reciente estudio (Hunter y Figueredo, citados en Becker y Hunter, 1997) utilizó varios grupos de comparación y control para investigar los factores asociados con la ofensa sexual, tal como la historia de victimización sexual y el apoyo familiar. El estudio encontró cuatro variables predictivas de ofensa sexual: edad más joven en el momento de la victimización, tasas más altas de incidentes abusivos, periodo más largo entre el abuso y el descubrimiento, y un nivel más bajo de apoyo familiar percibido a continuación del descubrimiento del abuso (Díaz, 2003, p.98). Knight y Prentky (1993), en su investigación con varios grupos de ofensores, encontraron que los violadores que iniciaron los abusos siendo más jóvenes, habían tenido historia de descuido emocional cuando niños, a diferencia de aquellos violadores que comenzaron las ofensas siendo adultos (Díaz, 2003). En relación a factores familiares y de vinculación, Kobayashi (1995), “establece que el abuso físico de parte del padre y el abuso sexual por otros varones, aumentan la agresión sexual. Además, sostiene que el apego con la madre aparenta disminuir la agresión sexual. Kan y Chambers (1991) encontraron que solo una tercera parte de los OSJ vivían con ambos padres biológicos. Miner, Siekert y Ackland (1997), reportaron que 60% de los padres ofensores tenían un historial de desórdenes de conducta y un 28% tenía historial de criminalidad” (Viera y Reyes, 2007, p.9) 24 Los estudios de caracterización citados y otros referidos a intervenciones con jóvenes que han agredido sexualmente, relevan el tratamiento terapéutico en la prevención del abuso sexual o de nuevas situaciones abusivas, de este modo, cabe señalar que “durante el período de la pubertad y la adolescencia las y los jóvenes comienzan a explorar la pubertad adulta, e inician sus primeras interacciones sexuales; a lo largo de este proceso tienen que aprender qué comportamientos sexuales son socialmente correctos y viables, y cuáles están legalmente impedidos (a nuestros efectos, especialmente el sexo con niños y el sexo forzado” (Redondo, 2012, p.33). En Puerto Rico, en 1997 se realizó una investigación dirigida por Acevedo Vázquez, él sostuvo que “el 100% de su muestra fue víctima de maltrato emocional, 81% fue víctima de abuso físico severo, 46% fue víctima de sodomía y el 40% testigos de violencia doméstica severa” (Viera y Reyes, 2007, p.8). “Miner y Crimmins (1995) encontraron que los jóvenes ofensores sexuales parecían estar más desconectados de sus familias de lo que lo estaban otros jóvenes y, consecuentemente, podían haber estado desconectados de posibles fuentes de apoyo emocional y ser menos capaces de formar apegos positivos” (Díaz, 2003, p.100). En un estudio realizado con agresores adultos, “de acuerdo con Marshall y Marshall (2002), los delincuentes sexuales tienen una alta probabilidad de crecer en hogares en los que el apego con sus padres ha sido una experiencia destructiva que les ha enseñado a enfrentarse a los problemas con violencia o cualquier estrategia para no ocuparse de ellos; en ambos casos hay un sentimiento de autoindulgencia, de no asumir la responsabilidad personal. El origen de todo habría que ponerlo en las características de las familias de los delincuentes sexuales, dominadas por el consumo de alcohol, el abuso y la 25 negligencia hacia sus hijos, actividades delictivas y aislamiento social (Valencia, Labrado y Peña, 2010, p.299). Los autores de este estudio realizado a ofensores adultos, han podido comprobar que en el ámbito escolar, “el fracaso escolar, la deserción escolar o bajo rendimiento académico que conlleva el ausentismo escolar es una variable presente en un número alto de agresores sexuales. No asistir a la escuela puede interpretarse según las historias de vida desde diferentes puntos de vista, es decir, un menor puede no adquirir la disciplina que implica el cumplimiento académico, lo cual puede luego asociarse a estados de impulsividad, irresponsabilidad, pérdida de control; es decir, pasar la infancia y la preadolescencia con algunos controles sociales, como los que pone la institución educativa, serviría como una forma de prevención para desarrollar los patrones propios de la conducta antisocial, rompimiento de normas y límites que pueden conducir al desarrollo de la conducta delictiva y luego desencadenar, sumado a otras variables, una agresión sexual o un patrón de agresiones sexuales. Por esto, al evaluar a los ofensores sexuales, el ausentismo escolar es una variable de riesgo presente en un alto número de ellos” (Valencia, Labrado y Peña. 2010. s/p). Redondo propone una clasificación de tipos de prevención en abuso sexual. Por un lado, se encuentra la prevención primaria, referida a la educación en normas y control de conducta, valores, actitudes, educación sexual y otros, que orienten las interacciones sexuales de las y los jóvenes. Por otro lado, se encuentra la prevención secundaria puesta en acción frente a conductas de violencia cuando éstas reportan excitación y gratificación al joven, siendo los primeros episodios de manifestaciones antisociales. La pesquisa oportuna es crucial en estos casos. Finalmente, cuando se está frente a situaciones de reiterados abusos o violaciones por parte del o la joven, corresponde la denominación de prevención terciaria, la cual trae por efecto la acción de la justica y de tratamiento especializado (Redondo, 2012). 26 2.5. Familias, relaciones interpersonales y modernidad Las familias y los conceptos que la definen, han ido evolucionando conforme se han presentado los cambios sociales e históricos. Sin embargo, en casi todos los tiempos se podría pensar y esperar que la familia sea para sus miembros un espacio en que se dan las relaciones de intimidad, solidaridad y se presente como un agente estabilizador. Así también, que dentro de sus funciones no sólo esté asegurar la manutención de los hijos sino también proporcione bases sólidas en el plano emocional, de transmisión valórica y de pautas de comportamiento que permitan las relaciones con el entorno (Horwitz, Florenzano, Ringeling, 1985). Los cambios experimentados por las familias en los ciclos familiares, permiten el crecimiento de sus miembros, aun cuando no están exentos de dificultades. Específicamente, las familias con hijos e hijas adolescentes, en general experimentan los mayores desafíos relacionados principalmente por el rechazo a la autoridad y guía de los padres, por la exigencia de mayor autonomía y la inicial sexualidad de los hijos e hijas. Es en esta etapa de la vida en que ocurre la experimentación sexual, la incursión en drogas y alcohol, entre otros. Desde el desconcierto, es común que existan diversas reacciones extremas de padres y madres, en la línea de la imposición de normas y sanciones, o de flexibilización total, dejando en ambos casos de ejercer la autoridad y de desproteger (Aylwin y Solar, 2002). Desde otra mirada, que cuestiona la generalización anterior, Offer y su grupo de investigadores desarrollaron lo que denominan “homóclitos”, referido un desarrollo menos caótico que se asocia a la etapa tumultuosa de la adolescencia. Proponen una clasificación de los y las adolescentes en tres tipos de grupos: el primero referido al desarrollo continuo en el cual los cambios que experimentan los jóvenes se aprecian con estabilidad en el tiempo, asegurándoles un paso a la madurez sin complicaciones consigo mismo ni con su entorno, con una emocionalidad tranquila, la aceptación de normas culturales y con vínculos 27 positivos con sus padres. El segundo grupo denominado surgente, en el cual existen períodos de oscilación entre la adaptabilidad y de detención o retroceso en el proceso de maduración y de independencia progresiva. Muestran mayor enojo o frustración, tienen períodos de mayor y menor interés por los estudios, las relaciones con la familia suelen ser un poco más conflictivas por cuanto tienden a cuestionar temas valóricos y de opinión que difieren de la de sus padres, sin embargo, al final de la adolescencia logran ajustarse como el grupo anterior. Finalmente, el grupo de desarrollo tumultuoso que es el que está más desarrollado por la literatura y asociado a características de bruscos cambios con períodos de inadaptación y gran conflictividad. En general, las familias suelen tener conflictos en su interior, separaciones o convivencias traumáticas, enfermedades, violencia, abuso sexual u otros factores del contexto que las hace menos favorable para un desarrollo armonioso de los jóvenes (Florenzano, 1997). Respecto al rol parental y marental, Diana Baumrind, desarrolló una teoría de los estilos de crianza, dividiendo a los padres y madres en tres categorías: autoritario, indulgente y asertivo. “Las aportaciones posteriores de Diana Baumrind sirvieron para enriquecer la propuesta inicial de Baumrind y establecer una tipología definitiva de 4 estilos parentales, democrático, autoritario, permisivo e indiferente, a partir del cruce de dos dimensiones fundamentales: afecto y control” (Oliva, Parra y Arranz, 2008, p. 94). En el estilo democrático los jóvenes presentan niveles más altos de autoestima y de desarrollo moral, mayor interés por el estudio y mejor rendimiento académico, resisten mejor la presión negativa de los pares. En el estilo autoritario, los hijos(as) se sienten menos apoyados y amados, lo cual genera escasa confianza en sí mismo y son menos propensos a adoptar valores morales propios, por tanto, son más sensibles a la presión parental. Por su parte el estilo permisivo genera hijos con dificultades en el ámbito de comportamientos antisociales, consumo de sustancias. Finalmente, el estilo parental indiferente, tienden a presentar una amplia gama de dificultades en el ámbito emocional y conductual, 28 crea efectos muy negativos en sus hijos (as): baja autoestima, impulsividad, consumo de substancias, conducta delictiva (Oliva, et al., 2008). Una de las tareas clave de esta etapa del ciclo vital familiar, según Rhodes, es establecer una relación entre padres e hijos que permita flexibilizar límites, donde los adultos ejerzan su rol en un escenario de negociación con sus hijas e hijos adolescentes, facilitando la opinión de éstos, delegándoles responsabilidades y libertades en el reconocimiento de una independencia en aumento (Aylwin y Solar, 2002). Vivir en una sociedad globalizada ha significado por un lado, ciertas ventajas en el ámbito económico para algunos grupos de la sociedad y, por otro, ha generado temor e incertidumbre respecto a la pérdida de los valores culturales y de identidad, que estaban asegurados en períodos históricos anteriores. Ya no es posible referirse a la familia (nuclear, patriarcal) sino más bien, hay que referirse a las distintas formas familiares. También han cambiado las relaciones interpersonales que configuran las familias (Jadue, 2003). Chile ha desarrollado un acelerado proceso de modernización en las últimas décadas y, en la medida que el modelo económico neoliberal se profundiza, con él también el individualismo, la competitividad, el hedonismo, cuyo costo personal se traduce en mayor vulnerabilidad y enfermedades relacionadas con la afectividad y tensión emocional que impacta a niños, niñas y jóvenes, por tanto, a las familias (Jadue, 2003). La doctrina neoliberal impuesta por la dictadura en Chile, protegía dos conceptos básicos: la libertad individual y la igualdad de oportunidades. La primera entendida como “la facultad de poder escoger en el mercado los bienes y servicios que se desearan, incluyendo la provisión de bienes y servicios sociales básicos, y las relaciones de trabajo” (Martínez y Palacios, 1996, p.10). Por su parte, la igualdad de oportunidades se definió como la ausencia de discriminación que 29 también estaba asociada al mercado. El mercado penetró en áreas impensadas en la historia del país como la salud, educación, previsión, vivienda. Se materializó la idea de “consumidor” que escoge dentro del mercado, reemplazándolo la idea de comunidad organizada. Predominó en todas las áreas el criterio económico, el libre mercado, la “individuación” de la sociedad y el concepto del individuo que compite y elige en el mercado lo que le es más conveniente para sí mismo (Martínez y Palacios, 1996). Las relaciones que se establecen en nuestra sociedad actual, moderna, globalizada, según Bauman, se caracterizan por su “liquidez”, vale decir, carecen de solidez y calidez, tienden a ser fugaces, muy superficiales y en las cuales hay cada vez menos compromiso (Bauman, 2006). Existe por tanto en las personas, la sensación de ser descartables y abandonables, lo cual crea inseguridad en la unión y la necesidad imperiosa de relacionarse. Paradójicamente, la idea de relacionarse podría convertirse en una carga que no se está dispuesto a soportar, por tanto, se vive en una constante ambivalencia. Desde ese escenario, los individuos de la sociedad líquida prefieren conectarse en vez de relacionarse. Prefieren hablar de redes, referidas a amistades o relaciones de pareja. Otorgándole a éstas la importancia y legitimidad así como al estatus que adquiere el conectarse y desconectarse de ellas, entendiendo entonces las conexiones como relaciones de tipo virtual (Bauman, 2006). En un estudio europeo realizado entre 2006 y 2009, denominado EU Kids Online, se logró determinar aspectos favorables y riesgosos, en el uso de internet por parte de niños, niñas y adolescentes. Dentro de los aspectos favorables, está la posibilidad de conectarse con personas que tienen intereses similares, permitiéndoles crear redes y posibilitando la construcción de su propia imagen y expresar su identidad, teniendo acceso también a una gran cantidad de información y formas de entretención por explorar. Aun cuando en sus versiones 30 más extremas, es posible crear una dependencia de la conexión permanente que los distancia de su propia realidad. Como factor de riesgo se encuentra el acceso a contenidos violentos, pornográficos, racistas así como a la exposición de contactos que lo hagan objeto de bulling, acoso sexual o lo induzcan a conductas de riesgo (Las Heras, 2012). Hablar de redes implica que la relación establecida con otro (s) no es tan riesgosa, puede ser disuelta fácilmente, ya que conectarse y desconectarse es parte del ejercicio al que ambas partes pueden acceder libremente. En este sentido, el autor plantea una diferencia característica entre las relaciones que se establecían antaño, en donde la relación implicaba un compromiso mutuo (Bauman, 2006). En el estudio realizado por ECPAT International (su acrónimo es: “Eliminemos la prostitución, la pornografía y la trata con propósitos sexuales de niños/as y adolescentes”), revela que “actualmente, los adolescentes han adoptado las redes sociales y los programas de chat como sus herramientas de comunicación estándar, usando estos métodos en vez del teléfono, que es más caro. El uso de las redes sociales y los programas de chat conllevan una mayor probabilidad de evitar el tradicional contacto social cara a cara. De todas formas, un número significativo de niños/as no sólo se comunican con sus amigos/as a través de este medio, sino que también lo usan para hacer nuevos amigos/as” (García de Diego, 2012, p. 18). La sociedad chilena, como parte del mundo moderno y globalizado, no escapa a este tipo de relaciones, más aún cuando se aspira a que el internet permita a la población conectarse con el mundo. En el estudio llevado a cabo por el Centro de Análisis Intelis, de la Universidad de Chile en 2013, se revelan estadísticas de acceso a internet en los hogares que llegó al 61.6% a nivel nacional (Rivera, Lima y Castillo, 2014). 31 Por su parte, ECPAT International, en su estudio comparado de cinco países latinoamericanos: Chile, Uruguay, Perú, Guatemala y México, señala que “los niños/as uruguayos/as y chilenos/as acceden a Internet principalmente desde sus casas, mientras que más de la mitad de los niños/as peruanos/as y mexicanos/as acceden a Internet desde los cafés Internet, y casi la mitad de los guatemaltecos/as lo hacen desde sus teléfonos celulares… Siguiendo esta misma tendencia, los niños/as uruguayos/ as y chilenos/as son los que más usan Internet, con casi el 20% usándolo durante más de 20 horas a la semana” (García de Diego, 2012, p. 17). Si bien como país se realizan esfuerzos por expandir el acceso a internet, lo cual es apreciado positivamente por la población, se han llevado a cabo estudios que revelan los efectos de su uso problemático, especialmente en niños y jóvenes menores de edad. El uso problemático de internet ha sido definido por “Milani, Osualdella y Blasio (2009) y Jackson y de Fitzgerald, Zhao, Kolenic, Von Eye y Harold (2008)” como: “el uso indiscriminado de este medio a cualquier hora del día, y todas las semanas, con mayor afectación de las relaciones interpersonales y surgimiento de problemas de interacción en la vida cotidiana, en comparación con quienes hacen un uso moderado” (Marciales y Cabra, 2010, p. 859). Por otra parte, el comportamiento adictivo al internet, se ha definido como “la dependencia compulsiva respecto al uso de Internet, cuya interrupción produce reacciones severas de tipo emocional, mental o psicológico” (Marciales y Cabra, 2010, p. 860). En Chile, al respecto, los estudios son escasos y no han permitido establecer si existe relación entre el uso intensivo de internet y conductas de riesgo físico o psíquico de niños, niñas y adolescentes. Sin embargo, estudios 32 internacionales sí evidencian esta relación, comprobando un aumento de la agresividad, de la precocidad, promiscuidad sexual, del consumo de alcohol y drogas (Las Heras, 2012). Es posible advertir, que en el uso de internet existe también el acceso a la pornografía, lo cual se complejiza por sus efectos, cuando el consumo proviene de parte de personas menores de edad. En relación al uso de pornografía por parte de niños, niñas y jóvenes, los investigadores Ybarra y Mitchell, en 2005, hicieron hallazgos relevantes. Por un lado, encontraron que dichos consumidores generalmente eran mayores de 14 años, pero aquellos menores de 14 años que han persistido sistemáticamente en esta actividad, han estado expuestos previamente a revistas o películas pornográficas en su vida cotidiana (Marciales y Cabra, 2010). Una de las conclusiones relevantes del estudio de Ybarra y Mitchell es que “los niños y jóvenes que podrían ser denominados consumidores habituales de pornografía, manifiestan en su comportamiento otros rasgos llamativos como depresión y bajos niveles de vínculo emocional con sus cuidadores; manifestaciones a las cuales hay que prestar especial atención, sumándolas al consumo de pornografía como síntoma, para considerarlas en conjunto como manifestaciones de una problemática más compleja” (Marciales y Cabra, 2010, p. 859). En Chile, el uso de internet ha penetrado globalmente, sin embargo, los niños y niñas no reciben una educación adecuada sobre el uso de computadores en los colegios. Por su parte, un alto porcentaje de niños y niñas encuentra la información que desea por sí solo y, en menor medida, con la ayuda de amistades. La participación de los adultos responsables es muy limitada, ya que por un lado las páginas que recomiendan no son de interés de los niños, o bien, el manejo en plataformas tecnológicas de su interés, es escasa o nula. Además, algunas medidas al interior de los hogares, como instalar el computador en 33 espacios comunes, o medidas restrictivas en el uso de internet, no están siendo eficaces, por cuanto los y las niñas igualmente acceden a páginas riesgosas con facilidad, bien sea desde un computador portátil, celular o cibercafé. Incluso, los padres y madres deciden que su hijo o hija disponga del computador en su habitación como forma de premiar un buen comportamiento, así como desplazar el computador a un área común como forma de castigo (García de Diego, 2012). En ese sentido, las relaciones interpersonales de las y los jóvenes con los demás, sea familia, pares u otros, se complejizan por la escasa vinculación que logran desarrollar, especialmente con los adultos que han estado a cargo de su crianza. El adulto a cargo, madre o padre en un alto porcentaje no está con el niño o niña cuando éste navega en internet, a pesar que el computador esté en un área común de la vivienda, vale decir, no hay ningún tipo de control de esta actividad en casa, en cambio en el colegio aparece mucho más restringida y controlada. Chile es uno de los países que presenta el mayor porcentaje de niños y niñas que se han visto enfrentados a situaciones de riesgo en internet (robo de perfil, insinuaciones de carácter sexual, obligados a posar desnudos, etc.), lo que agrava aún más la situación, es que estos niños y niñas no han revelado estas situaciones ni a sus padres ni a sus profesores, sino a sus pares (García de Diego, 2012). En ese sentido, el grupo de pares en esta etapa de la vida suele ser relevante para los y las jóvenes, especialmente para obtener apoyo, orientación, les da sensación de seguridad, además, porque están transitando por la misma etapa lo cual puede hacerlos más empáticos con sus vivencias, decisiones, etc. (Florenzano, 1997) 34 CAPITULO III DISEÑO METODOLÓGICO El presente estudio se desarrolló desde la Fundación Previf, donde se ofrecieron las condiciones para su realización, tanto de espacio físico como de colaboración de las profesionales. La Fundación Previf, en su intervención con jóvenes que han abusado sexualmente, requiere continuar generando reflexiones y mecanismos que aseguren la protección y reparación en el tema de la violencia infantil y juvenil. Desde esa necesidad, este estudio pretende ser una contribución para mejorar formas de intervención protectoras, preventivas desde la no reincidencia y reparatorias para todas y todos los sujetos involucrados en la trama de violencia sexual. 3.1. Tipo de Estudio La presente investigación se basó en un Estudio de Caso, mediante el cual “se logra mayor comprensión de un caso particular y mayor claridad sobre un tema o aspecto teórico específico, o se indaga un fenómeno, (…) se reconocen aspectos esenciales de la situación o el problema, se reconoce aquello que lo constituye, lo esencial, los hechos o aspectos de lo que depende todo lo demás, y se distingue lo accesorio de lo secundario” (Galeano, 2004, p.78). El estudio de caso es de tipo Instrumental, en tanto contribuyó a recoger insumos de conocimiento sobre el fenómeno para comprenderlo a partir de un solo caso en particular (Stake, 1995). Es posible conocer el fenómeno de las relaciones 35 interpersonales que establecen los jóvenes que han abusado sexualmente, a partir de aquellos que se atienden en la Fundación Previf, institución que desde el año 2003 a la fecha ha realizado intervenciones con cerca de 200 jóvenes y ha facilitado las condiciones para la realización de este estudio. El enfoque al que adhiere este estudio es cualitativo que busca explorar y describir las relaciones que establecen los jóvenes que han abusado sexualmente, con su familia y con sus pares. Junto con ello, se pretende responder a la pregunta de investigación desde la opción epistemológica del Construccionismo Social. La mirada desde esta teoría está puesta en la relación, como expresión de lenguaje y significados, para comprender los significados que las personas otorgan a sus relaciones y sus problemas. De tal modo que, los significados se transforman y enriquecen en la medida en que son conversados. Por tanto se trata de explorar narrativas y relatos, analizar historias de vida que amplían la comprensión de las dinámicas, tipologías y estructuras que tradicionalmente se han estudiado en las ciencias sociales (Zapata, 2009). 3.2. Tipo de Investigación El estudio es de tipo Exploratorio-Descriptivo por cuanto se pretende un acercamiento al fenómeno de las relaciones interpersonales de los jóvenes que han agredido sexualmente, lo cual en Chile no ha sido abordado en profundidad. Es un estudio Descriptivo, en tanto pretende recoger información para identificar los elementos que conforman las relaciones con sus familias y pares. 3.3. Técnicas de recolección de datos Se utilizó la técnica de entrevista en profundidad, por su carácter flexible, lo que abre posibilidades a emergencia de nuevas percepciones de los jóvenes, respecto de las relaciones interpersonales que establecen. Se da paso así, a 36 “encuentros reiterados cara a cara, entre el investigador y los informantes, encuentros éstos dirigidos hacia la comprensión de perspectivas que tiene los informantes respecto de sus vidas, experiencias o situaciones, tal como las expresan en sus propias vidas” (Valles, 2000). La entrevista en profundidad, al ser abierta, permitió adaptarse a las características de los jóvenes entrevistados, favoreciendo un ambiente cómodo para abordar la complejidad de la temática a indagar, especialmente, por el nulo contacto previo y de acercamiento anterior con los entrevistados. Del mismo modo, no se realizó revisión previa de las fichas de atención que maneja la Institución. La entrevista se realizó en base a un guion de preguntas de carácter descriptivo, que contempló preguntas Gran Tour que permiten abordar los grandes temas y preguntas Mini Tour que focalizan y profundizan, en los relatos de los jóvenes, todo lo cual permite la exploración y descripción del objeto de estudio. Existió cierta dificultad en la realización de dos entrevistas a jóvenes de 14 y 15 años de edad, dado que sus respuestas eran breves y concretas, no así los jóvenes de entre 17 y 20 años que lograron explayarse y mostraron un nivel mayor de reflexión. Esto dificultó en parte el posterior análisis de la información, por cuanto se limitaron las posibilidades de interpretación en los casos de respuestas breves. Previo a la realización de cada entrevista, se contó con el consentimiento y asentimiento respectivo, sólo en un caso no se requirió el asentimiento por tratarse de un joven mayor de edad en la actualidad. Se realizó un cambio de último momento en el título del estudio de caso, por lo cual, dichos documentos fueron firmados con el nombre original de este estudio. 3.4. Diseño de la muestra 37 Para la realización de este estudio, se llevó a cabo un total de cuatro entrevistas a jóvenes atendidos en la Fundación Previf. Tres de ellos egresaron entre 2014 y 2015, uno de ellos continuaba en atención a la fecha de la entrevista. Se determinó incluir en el estudio a jóvenes de sexo masculino únicamente, porque no fue posible acceder a entrevistar a las dos jóvenes de sexo femenino atendidas en Previf, dado que desertaron tempranamente y fue imposible contactarlas. La edad de ingreso del joven al programa que en este caso está entre los 13 y 17 años de edad, pudiéndose encontrar en calidad de egresado o vigente al momento de la entrevista. Cabe señalar, que no fue criterio de selección que el joven haya participado en uno o más de un episodio de abuso sexual. Un criterio fundamental fue que el joven haya reconocido su participación como autor de la agresión sexual. En ese sentido, en la elección de los jóvenes a entrevistar participaron las profesionales de Fundación Previf, no sólo proporcionando el listado con sus nombres, sino también realizando el contacto inicial para la entrevista con el padre, la madre u otro adulto a cargo del joven. 3.5. Análisis de la información La metodología utilizada para el análisis de los datos fue la rejilla de contenido y consistió en realizar una fragmentación del texto de narración que permitiera analizar los relatos de los entrevistados, a la luz de las dimensiones y focos de interés expresados en la operacionalización de variables. 38 De acuerdo al diseño metodológico propuesto, se realizó un análisis de contenido del relato aportado por los jóvenes, el cual permitió identificar, describir, analizar y sistematizar la información recabada a partir de las entrevistas en profundidad. Fue posible realizarlo a través de la codificación, vale decir, “el proceso en virtud del cual las características relevantes del contenido de un mensaje se transforman en unidades que permitan su análisis y descripción precisos. Lo importante del mensaje se convierte en algo susceptible de describir y analizar” (Hernández, 1991). Posteriormente se llevó a cabo la codificación, agrupando la información en categorías emergentes, las que concentraron ideas similares, o temas, o conceptos descubiertos en la investigación (Rubin y Rubin, 1995 en Fernández, 2006). Los fragmentos del relato han sido depurados. Para una mejor comprensión se han incorporado ilativos y conectores para que la lectura sea más fluida. Se incorporaron elementos aclaratorios en corchetes, correspondientes a palabras no dichas por los entrevistados, pero que permite al lector comprender el sentido de la respuesta manteniendo las estructuras del lenguaje. Finalmente, se realizó una descripción en base a la narración y discursos relevantes de los entrevistados, haciendo inferencias y generalizaciones válidas que logren aplicarse a un contexto. 3.6. Construccionismo Social El construccionismo social o socioconstruccionismo expuesto por Kenneth Gergen, surge en la década de los ’60 y se impulsa en la década de los ’80, como una propuesta teórica que pone énfasis en los procesos de relación donde emerge la racionalidad y la moralidad. “El construccionismo es un metadiscurso que 39 atraviesa a las ciencias como antes lo hiciera el positivismo” (Gergen, 1997 e Ibañez, 1993 en Molinari, 2003, p. 8). Algunas de las ideas centrales que identifica el construccionismo social, “sin duda es su posición crítica, su posición de continuo cuestionamiento de aquello que venimos considerando como obvio, correcto, natural o evidente” (Íñiguez, 2005, p. 2). A partir de lo anterior, es posible señalar los elementos que constituye la posición construccionista: “antiesencialismo (las personas y el mundo social somos el resultado, el producto, de procesos sociales específicos); relativismo (la “Realidad” no existe con independencia del conocimiento que producimos sobre ella o con independencia de cualquier descripción que hagamos de ella); el cuestionamiento de las verdades generalmente aceptadas (el continuo cuestionamiento de la “verdad”, poniendo en duda sistemáticamente el modo cómo hemos aprendido a mirar el mundo y a mirarnos a nosotros mismos); determinación cultural e histórica del conocimiento, y el papel conferido al lenguaje en la construcción social (La realidad se construye socialmente y los instrumentos con los que se construye son discursivos) (Íñiguez, 2005, p. 2). Por otro lado, para el construccionismo social cada individuo, a través de sus interacciones diarias, construye el conocimiento, vale decir, en la experiencia de la vida social. Esto implica que aceptamos nuestras propias maneras de entender el mundo, pero como producto de procesos sociales e interacción entre las personas y no desde nuestra observación objetiva (Burr, 1995). Gergen (2000) propone tres premisas de trabajo fundamentales desde el construccionismo social, la primera está relacionada con comprender que el lenguaje y el mundo son dos órdenes diferentes, si existe una correspondencia entre ambos, es sólo por un tipo de convención, por tanto, no es factible emitir un enunciado “verdadero” por sí mismo, sino más bien, es verdadero en la medida que es convenido o acordado socialmente (Molinari, 2003). 40 La segunda premisa está referida a que el lenguaje tiene un significado dependiendo del contexto social en el cual se lleve a cabo y el significado forma parte de un proceso de interacción. Esta premisa relativista implica que un mismo referente empírico, podrá tener distintas formas de representación o significados igualmente válidos, por cuanto la forma de ser entendidos dependerá de la pertenencia de las personas a su grupo o comunidad de habla (Molinari, 2003). El relato y la conversación se constituyen en elementos observables de las relaciones y mira los sucesos, los hábitos, el lenguaje como redes de comunicación, en donde los sujetos, familias, grupos, organizaciones forman un entramado de personas en conversación… “Los problemas se definen y entienden como intrínsecos al contexto, por lo tanto, comprender las interpretaciones sobre este es el primer paso en la intervención profesional” (Perilla y Zapata, 2009, p. 156). La tercera premisa refiere a que la realidad comienza a hacerse tangible, a través de prácticas y convenciones de naturaleza lingüística. Ponemos objetos en la realidad a través de nuestras convenciones objetivizantes, es decir, los objetos no son independientes de la forma de representarlos. Por tanto, el mundo podrá ir modificándose en la medida que nuestras prácticas y convenciones lo hagan, “es en este sentido que la premisa afirma que nuestra manera de describir, explicar y representar da forma a nuestro futuro” (Molinari, 2003, p. 8) Por su parte, “reconocer la interacción social equivale, en síntesis, a visibilizar los vínculos entre las personas, los grupos y las organizaciones; a estimular metodologías que promuevan la participación democrática, sin forzarla ni imponerla; a identificar los significados que emergen en las relaciones y contribuir a su transformación, cuando se acuerde como pertinente” (Perilla y Zapata, 2009, p. 156). 41 La cuarta premisa del construccionismo social plantea que no existe acceso objetivo a la realidad, ya que ésta es social y, por tanto, axiológica. Es relevante poner atención a los valores que fundamentan nuestras ideas, por su efecto directo en la realidad de la que somos parte. Desde ahí, es preciso asegurarse que no prime un dispositivo autoritario que se levante como único discurso ni que se legitime, por el contrario, debiera ser un discurso que de-construya de forma ininterrumpida y guie hacia la emancipación. En esta tarea la reflexión se torna indispensable. “La desnaturalización de las asunciones… (aquellos supuestos que pasan por indubitables) y el cuestionamiento de la hegemonía de las grandes tradiciones o relatos patentiza la promesa liberadora del antiesencialismo del programa construccionista” (Molinari, 2003, p. 9). El construccionismo social pone en primer plano la idea de relación, ésta es vista como expresión de sistemas de lenguaje y significado, no de estructuras o patrones de comportamiento. “Los sistemas humanos se entienden como organizados por las conversaciones que ocurren en ellos y acerca de ellos y los significados de éstas para sus intérpretes” (Perilla y Zapata, 2009, p. 156). 3.7. Operacionalización de variables VARIABLE DIMENSIÓN Relaciones interpersonales con la familia FOCOS DE INTERÉS Redes de apoyo Actividades con la familia Estilos de crianza Actividades con pares Relaciones interpersonales Relaciones interpersonales con pares Uso del tiempo libre Valorización de la familia Valoración de la familia, amistad y personas en general Valorización de la amistad Valoración de las personas en general Fuente: Elaboración Propia 42 3.8. Testeo del instrumento Se realizó una prueba del instrumento (pauta de entrevista) con el fin de determinar si era necesario realizar ajustes a la pauta de entrevista, para su aplicación final. Esta prueba arrojó como resultado la necesidad de excluir la pregunta referida a las causas que llevaron al joven a abusar, por cuanto no constituía foco central de esta investigación. Sin embargo, su sentido final se mantuvo en tanto apuntaba a conocer su percepción acerca de gatillantes en las relaciones con la familia y pares, que facilitaran el escenario en la ocurrencia del hecho abusivo. Finalmente, la pregunta se replanteó teniendo como resultado una pregunta clave. Por otro lado, las 14 preguntas se mantuvieron porque estaban dirigidas hacia el objetivo, sin embargo, fue necesario invertir el orden de algunas de ellas, para facilitar las respuestas de los jóvenes y llegar así en forma paulatina a plantear y profundizar en temas complejos como el abuso sexual y los efectos en el joven y su familia. A partir de lo anterior, se reestructuró el orden de los tres grandes bloques de preguntas, iniciando las entrevistas con preguntas generales de su vida actual, para pasar luego a la profundización en las relaciones interpersonales con los miembros de la familia, especialmente su familia cercana, con quienes convive y con los pares, finalizando con preguntas en la línea reflexiva de temas valóricos. 43 CAPITULO IV ANÁLISIS DE DATOS En el proceso de levantamiento de categorías definidas previamente y las que emergen posteriormente, surgen las siguientes familias de códigos: Redes de Apoyo; Actividades con la familia; Estilos de Crianza; Actividades con Pares; Uso del tiempo libre; Valoración de la familia; Valoración de la amistad y Valoración de las personas en general. Este análisis de datos se enmarca en la Fundación Previf, en donde se interviene desde el enfoque del construccionismo social, con profesionales especializados en el tema, abordando el fenómeno social de la violencia grave desde la interdisciplinariedad, con el enfoque de derechos y en aproximación al enfoque de redes. La intervención con jóvenes que han abusado sexualmente y con las víctimas de estos abusos, ha permitido tener una visión amplia e integral del tema y la forma en que todos los involucrados, incluyendo las familias, significan el hecho. Lo cual permite comprender la forma en que se han suscitado los eventos, las interpretaciones que cada uno da a los hechos y trabajar individual y conjuntamente en otorgar nuevos significados, dentro del marco legal y acuerdos sociales establecidos. En esta misma línea, con las categorías emergentes se realiza una descripción en base a la narración y discursos relevantes que aparecen en las entrevistas. 44 4.2. ANÁLISIS DESCRIPTIVO 4.2.1. Redes de Apoyo En la Dimensión Relaciones Interpersonales con la Familia, planteada previamente en la operacionalización, se encuentra la primera familia de códigos denominada: Redes de apoyo, en la cual emergen seis categorías. Redes de Apoyo Fundación Previf Abuela Padre Profesora Madre Tío Hermano Fuente: Elaboración propia La familia de códigos “Redes de Apoyo” refiere con la cual se pretendía conocer con quién o quienes, el joven considera que puede contar en momentos de su vida en los cuales requiere el apoyo de otros para resolver un problema, o tomar decisiones u otro similar. 45 La categoría “ABUELA” emerge, aludiendo a un referente que implica un apoyo que brinda la posibilidad de aprendizaje de límites y hábitos, a partir del amor y la comprensión, el cual a la vez, abre oportunidades la resocialización basada en el respeto y consideración al otro/a. Asimismo da cuenta de un cambio relacional, que implica la valoración y adhesión de aquello que es valioso en el marco del vínculo familiar, “… antes era súper desordenado....mi abuela tuvo que ver en eso, porque no le gustaba el desorden donde ve que es su casa... me tuve que volver ordenado si o si... aprendí a decir el por favor y gracias... antes no... Ni lo tomaba en cuenta... lo aprendí en la casa de mi abuela también… cuando mi amigo me enseñó a andar en skate, ahí le di las gracias, fue la primera vez que lo hice....” La categoría “PADRE” emerge como un referente positivo que brinda compañía y seguridad, y refleja en un sentido mayor, el reconocimiento de la existencia del otro y de la importancia de la existencia del otro. Se reconoce como una figura presente, pese a la intermitencia del encuentro que es suplida por este vínculo centrado en el acompañamiento. “…mi papá viene a la casa a acompañarme, igual trabaja… no siempre hace el almuerzo, pero la mayoría de las veces viene… cada cuatro semanas, en una semana falta como dos días, viene la mayoría de los días y siempre se queda aquí conmigo, viene para acá para acompañarme”. La categoría “MADRE” entendida como un apoyo lateral, vale decir, no fundamental, pero importante. Su apoyo es visualizado en ayuda material principalmente. En términos emocionales se traduce más bien en no referirse al hecho abusivo o en acompañarlo en su terapia. “[En referencia al financiamiento de sus estudios superiores]… me lo pago yo, o sea por un tiempo mi mami, pero ahora tiene que pagar unos exámenes así que voy a empezar a pagarlo yo” [Referido al abuso sexual] “mi mamá no me molestaba mucho porque mi mamá ya entendió ya... pero si, igual me molestaba porque igual fue fome… y cuando me decía mi viejo varias veces así, me sacaba en cara varias veces así cuando se enojaba”. 46 “… mi mamá me acompaña a venir aquí [refiere a Previf], se preocupa, eso…” La categoría “HERMANO” emerge como una figura mayor, con experiencia y conocimiento que aconseja al joven. Da la apariencia que es percibido positivamente por el joven. “… y mi hermano… [Le aconseja] que no me mandara más embarradas, que después eso me iba a costar”. La categoría “TÍO” entendido como un apoyo importante en ciertos momentos de la vida, aun cuando no es valorado como relevante. Vale decir, son ayudas puntuales que suman al proceso de reparación social. Este referente aparece posterior al abuso. “…en invierno fui a Puerto Montt a trabajar con mi tío por un tiempo”. “… o voy a estudiar matemática con mi tío, o sea es el cuñado de mi papá, y eso es lo que hago”. La categoría “PROFESOR/A” aparece como una figura con capacidad de sintonizar emocionalmente con el joven a partir de sus potencialidades e intereses personales. “… con una profesora en especial era buena porque me...yo siempre me ha gustado dibujar y aprender técnicas nuevas, y ella dibujaba animé y me enseñaba a dibujar…”. La relación con un profesor en el nuevo colegio “…es buena, también hay un profesor que dibuja...a veces... hablamos...” “conmigo bien porque era respetuoso, los llamaba por su nombre, les preguntaba cosas respetadamente, me enseñaban cosas y eso, a veces me enojaba con ellos porque… por puras leseras, porque a veces no dejaban salir temprano, por eso... pero nada más” La categoría “PREVIF”, se visualiza como una ayuda para comprender los actos y las formas de reparación social del mismo, lo cual es incorporado como referente normativo en la conducta moral. Del mismo modo, se aprecia como un espacio terapéutico (sanador) más que como con una finalidad sancionadora. 47 “…bueno, porque me explicaron como son los hechos y todo eso... como pasa a llevar eso … no volver a cometer los errores, si podía ayudar a otras personas, todo eso…” 4.2.2. Actividades con la Familia En la Dimensión de las Relaciones Interpersonales con la Familia, planteada previamente en la operacionalización, se encuentra el segundo foco de interés denominado actividades con la familia. De esta familia de códigos emergen dos categorías. Actividades con la familia Conversar Comer juntos Fuente: Elaboración propia La familia de códigos “Actividades en familia” es vivenciada como esporádica y poco gratificante para el joven. En general se vivencia poco importante para el joven. La categoría “Conversar” no es relevada como una actividad importante para el joven, si bien es una actividad que se realiza en la mayoría de los casos entrevistados, no se releva como una instancia gratificante y necesaria para su vida. “… conversar, porque uno igual conversa con la familia, tiene relaciones con la familia”. La categoría “Comer juntos” aparece como una actividad poco relevante para el joven, donde compartir con la familia en esas instancias no se hace un 48 hábito personal ni un ritual familiar. Y mucho menos se percibe como un espacio para interactuar, compartir, transmitir ideas y sentimientos, etc. “A veces comía con ellos, en la mesa…. Prefería hacerlo en mi pieza” 4.2.3. Estilos de crianza Corresponde al tercer y último foco de interés relacionado con la dimensión Relaciones Interpersonales con la familia. De esta familia de códigos emergen seis categorías. Estilos de crianza Ser ignorado, Permisividad abandonado Vigilancia Falta de Ser prisionero confianza Consejos Fuente: Elaboración propia La familia de códigos “Estilos de Crianza” refiere los estilos comunicacionales de crianza o formación familiar, experimentados por los jóvenes, al interior de su hogar, específicamente de parte de los adultos de la familia, los que develan el ejercicio de límites, normas y sanciones, entre otros. La categoría “Permisividad” representa un estilo comunicacional, donde no hay regulación ni supervisión de los tiempos de ocio ocupados por el hijo, así como de las actividades en que el joven ocupa este tiempo y la compañía que para estos efectos requiere. Se vincularía con una falta de guía desde el escaso entrenamiento de vida social, por parte de los adultos, que involucre compartir ideas y valores. Un estilo basado en aspectos que se encuentran fuera del sujeto 49 como es el caso del estudio, percibido como una omisión de otros ámbitos relevantes en la vida del joven. “… ella [la madre] si sabía, siempre me retó por los estudios, era lo único que mi mamá quería que yo hiciera bien, no le importaba que yo saliera…. Si me iba bien en los estudios iba a ser mucho mejor, pero igual reprobé…” Código lingüístico “Vigilancia” entendida como las acciones que llevan a cabo los adultos del entorno, para salvaguardar la protección de los demás niños y niñas, ante un eventual episodio de abuso sexual posterior. Estos actos de control apuntan a la protección hacia posibles víctimas, aquello es mirado por el joven como una estigmatización, por cuanto, cada vez vuelve con los recuerdos del hecho abusivo y de ser un constante peligro o riesgo para otros niños y niñas. “… de repente yo me juntaba con otras personas así, tenían (la familia) como cuidado porque sabían que-…. me recalcaban lo que había hecho” “… a veces me molestaba y porque era algo que quería olvidar… y me recalcaban para que no lo volviera a hacer…” La categoría “Consejos” es percibido en forma positiva por el joven, no sólo por el contenido del mensaje, sino porque refleja una preocupación de parte de los otros hacia él. “Mi mamá me trababa igual pero me advertía las cosas, me advertía solamente… que no vaya a cometer más errores, no se ‘po... me hablaba… me aconsejaba”. La categoría “Falta de confianza”, es entendida por el joven como un déficit en la comunicación, de conversación y, por tanto, de puntos de encuentro con los otros. Las habilidades sociales limitadas, junto a la falta de espacios para ejercitar dichas habilidades le provoca, entre otros, su aislamiento. “… empecé a aislarme de mis viejos, no hablar con ellos, nada, si yo antes tenía cero confianza, y todavía la tengo… no tengo mucha confianza con ellos… en ninguno de ellos… yo me aislé sólo al final… o sea me encerraba en la pieza…. Me retaban porque me encerraba en la pieza…abajo me aburro porque no tengo tema de conversación, nada…” 50 La categoría “Ser prisionero” se vivencia como formas autoritarias de crianza y comunicación en la familia, donde el control de las actividades del otro se realiza por medio de la coacción. “nunca me daban permiso…y cuando ellos sabían y me decían que no, yo me quedaba en la casa… me tenían como más prisionero… y ahora como más… como más chipe libre… me liberaron como un poquito más… porque como me fui de la casa… cuando volví, ahora o sea igual deja avisado y todo eso” La categoría “Ser ignorado, abandonado” se experimenta como una de las sensaciones más dolorosas, especialmente, porque no es considerada su existencia, pasa a ser “nadie”, esta anulación socava su autoestima y dignidad. “… bueno igual, estuve más sólo… como que se alejaron… los familiares con los que vivía… dejaron de hablarme mucho, antes hablábamos, pero como que después se fueron perdiendo de a poco… pero igual nunca tan extremo el abandono, por decirlo así… si, igual porque que te ignoren en la casa…” 4.2.4. Actividades con pares La dimensión Relaciones interpersonales con pares, tiene como primer foco de interés la familia de códigos Actividades con Pares, en la cual emergen cinco categorías. Actividades con pares Estar en la plaza Amigos cercanos Uso de internet Conversaciones Escuchar música con amigos 51 Fuente: Elaboración propia La familia de códigos “Actividades con pares”, tiene por finalidad conocer el tipo de actividades, vale decir, encuentros presenciales, que realizan los jóvenes entrevistados con su grupo de amigos y compañeros/as de colegio. Las actividades en conjunto conllevan una forma de relación interpersonal de mayor o menor cercanía y revela características propias. En general, los jóvenes no hacen diferencia en términos conceptuales, entre amigos/as y compañeros/as de colegio, denominando a ambos como “amigos” o “amigas”. La categoría “Estar en la Plaza” simboliza un espacio de encuentro, de compañía y de distracción positiva para los jóvenes. Dependiendo de la edad, también aparece como un aprendizaje en el juego. “… con compañeros de básica y amigos que vivíamos como cerca… en general es que todos vivíamos cerca en el curso… jugábamos a la escondida, jugábamos a la pelota… y eso…” “… salía a las canchas de fútbol, o en el parque donde nos juntábamos con mis amigos” “llegaba del colegio, me cambiaba de ropa, y salía… salía a la plaza con mis amigos” “salía…. como de… depende de la hora en que salía… no me acuerdo bien de mi horario, pero siempre llegaba como…a las 8-9… para mi temprano son las 9-8” La categoría “Conversaciones con amigos” connotado como un espacio de deficiente interacción, donde el lenguaje no pasa a ser necesariamente un vehículo de comunicación para transmitir afectividad o experiencias positivas de aprendizaje social. “… con mis amigos [referido a compañeros de curso] mal porque no hablaba con muchos, entonces era como que andábamos todos juntos pero ni siquiera hablábamos casi...” “…no hablábamos nada casi...” En el colegio anterior… eh… no se ‘po, hablaban puras custiones... de sexo”. La categoría “Escuchar música” es connotada como una actividad que permite disfrutar y compartir con otros. Permite reconocerse como una persona 52 que logra encontrar aspectos comunes con otros, que contribuye a la integración en la medida que coincide en gustos e intereses comunes. [Referido al nuevo colegio]… aquí sí que tenemos así como un grupo, porque así como que todos escuchamos la misma música...” La categoría “Amigos cercanos” emerge entendida como una relación más cercana y propiciada inicialmente, por el encuentro diario que brinda el colegio. Los lazos de amistad, en algunos casos trascienden en el tiempo y el espacio de colegio que permiten y propician la interacción. “… no, es que después de haber pasado a 1° se cambió el grupo, porque ellos quedaron en la tarde, y no nos veíamos porque ellos estudiaban en la tarde, y yo en la mañana… igual nos juntamos a veces… nos vemos más, son más cercanos, nos vemos en el colegio”. “… me juntaba con mis compañeros…. del colegio, del liceo, y con mis amigos que me presentó mi primo que son de aquí cerca... son del sector aquí… siguen siendo mis amigos hasta ahora” “…pero de ese colegio sólo tengo un amigo ahora”. 4.2.5. Uso del tiempo libre La familia de códigos Uso del tiempo libre, es el segundo foco de interés que hace parte de la dimensión Relaciones interpersonales con pares de la cual emergen cinco categorías. Uso del tiempo libre Dibujar Hacer nada Practicar deporte Hacer grafitis Uso de internet 53 Fuente: Elaboración propia La familia de códigos “Uso del tiempo libre” busca identificar actividades que el joven realiza sin estar en interacción física directa con otros, en donde se espera conocer el uso que el joven hace de su espacio de ocio individual. La categoría “Dibujar”, es valorada como una forma de expresión de la creatividad, a la vez, refleja el tiempo prolongado que dedica a esta actividad priorizada por sobre la interacción con su familia o pares. “… no es que siempre dibujo caleta, a veces lleno una croquera en dos días… no sé… y hago rápido los dibujos eso lo hice como en quince minutos, ese que está ahí... aquí tengo mi carpeta con los dibujos...” La categoría “Practicar deporte”, es vivenciado como una actividad en la cual podrían ocurrir relaciones casuales, que refleja la escasa capacidad de interacción con los demás, lo cual se traduce en limitadas habilidades sociales. “… yo ando en skate así que yo voy así al skate ‘pa distraerme... o voy a la casa de mi abuela, que queda aquí cerca allá, para la puntilla y ahí me pongo a patinar solo en la calle...” “… pasaba encerrado en mi pieza... era mi cuarto, mi bicicleta y a veces salía a trotar de repente, o a jugar básquetbol…nada más… entrenando con un equipo, y después empecé a jugar sólo, llegan otros y me metía, otro y así…yo soy muy cabro chico para mis cosas, y a mí me gusta que todos jueguen, no que uno sea el dueño del aro por ejemplo, entonces yo le decía ¿querí jugar? Ya ven a tirar conmigo…” La categoría “Hacer grafitis” es apreciada como forma de expresión de habilidades para el dibujo. El autoaprendizaje es relevado en el ánimo de no exponerse ante otros, refleja una baja tolerancia a la frustración de una nueva habilidad explorada. “… dibujo con spray allá en las chancheras que hay al otro lado... [Referido a los Murales]… si... estoy aprendiendo...quiero aprender sólo eso sí...”. 54 La categoría “Uso de internet” relevado por los jóvenes, como un espacio para aprender cosas nuevas y positivas, entretenerse y distraerse, estando solo o en compañía (física o virtual), aun cuando también puede ser utilizado para acceder a información que genera experiencias negativas, por tanto, también es significado negativamente como un espacio que se abre a conocimientos nuevos que despiertan una curiosidad intrusiva sancionada familiar y socialmente. “[ideas para hacer sus dibujos]…de internet...de mi cabeza…de todo... le pido prestado a mi mami que tiene wifi, desde mi celular... nos conectamos… si, hago las tareas, hago todo en mi celular” “… ahora he estado usando internet…. las páginas de… de álgebra de baldor… porque estoy estudiando matemática, y….redes sociales… Facebook y whatsapp” [Desde el celular conversaba] “… con amigos, familia, conocidos de face… hace poco, me agregó otra chiquilla de Puerto Montt, como yo era de allá igual como que era conocido en la pobla ‘po, no sé qué cuestión agarraron… yo les doy confianza como para que me cuenten sus cosas…y yo quedo así como plop, me cuenta todas sus cosas al tiro así las más personales…” “… lo que hice [abuso sexual]… emmm, lo hice yo creo que las ganas de saber qué se sentía eso… por curiosidad… yo creo que surge de las páginas de internet…. sí, de porno…” “[Tuvo acceso libre a internet]… un tiempo, hasta que mi tío cambió la clave…. no sé, no nos quiso dar internet…, de porno… fue por… curiosidad”. La categoría “Hacer nada”, percibido como realizar actividades sin importancia, sin relevancia para su vida. Les asignan poco valor en el lenguaje, a las actividades que realizan junto a otros. La amistad o la vida social no aparecen como un propósito. “… en nada, ir a la escuela, lesear, estudiar, escuchar música y encerrarme en la casa a ver animé… lo veía en el teléfono… celular con wifi… tenía computador pero no lo ocupaba… escuchaba música, me pongo a conversar y todo eso... y nada más ‘po” “antes no hacía nada… iba al colegio, pero no hacía nada, iba para allá, iba no más… Ahora, bueno, voy al colegio, después vengo a mi casa, ordeno mi pieza, y después no tengo nada que hacer en el día… o voy a estudiar matemática con mi tío, o sea es el cuñado de mi papá, y eso es lo que hago”. 55 4.2.6. Valoración de la Familia La tercera dimensión está referida a la Valoración de la familia, amistad y personas en general. El primer foco de interés es la Valoración de la familia, de la cual emergen tres categorías. Valoración de Cuidar a los la familia Amor y hijos cariño Confianza Fuente: Elaboración propia La familia de códigos “Valoración de la familia” pretende conocer el valor que los jóvenes otorgan a la familia en cuanto a las funciones atribuidas a ésta, como la protección de sus miembros, el cuidado y el amor. Es planteado desde el imaginario del joven respecto del deber ser de parte de los adultos, lo cual aparece relevado a partir del hecho abusivo y reflexionado (aparentemente incorporado también) en la intervención y post intervención terapéutica. La categoría “Cuidar a los hijos” es relevado positivamente, por cuanto habla de la preocupación de los padres por los hijos, en donde la supervisión de lo que hacen fuera de la casa es válidamente aceptada, por la carga de amor que ello conlleva, puesto que se correlaciona con expresiones de afecto. “… cuidar a los hijos, como por ejemplo no dejarlos ir para todas partes... bueno, em preguntarles para donde van...cosas así... mi mamá es amorosa, el Rey [Hermano menor] también es amoroso…mi padre es sobreprotector” 56 “… como que no deje que le pase nada al hijo, que se metan todos... que estén atentos en lo que el hijo está…” La categoría “Confianza” es apreciada como un valor, que cuando existe, las personas pueden develar situaciones importantes de su vida, por grave que parezcan o sean, a la vez, pueden ser resueltas como familia. “La familia para mí es llevarse siempre…contarse todo, nada de secretos y si lo hubiera contárselo y saber llevarlo como familia todos juntos… como apoyarse mutuamente” “… la confianza es poder contarle cosas a alguien y que te escuche” La categoría “Amor y cariño”, al referirse a la familia es significado como la base para la vinculación emocional de los miembros de la familia, por cuanto bajo ese alero de reciprocidad se encuentra el resto de las acciones que permite moverse con seguridad al interior del núcleo familiar. “La familia es como un grupo de personas que se conforman para vivir con amor… para demostrarnos amor, haber… como para relacionarse, para tener vida social igual... Eso para mí sería una familia… hacen varias cosas...se tienen cariño entre otros... una familia que te cuide, eso sería… que te quiera cuidar, que se preocupe de ti, y todo eso…” 4.2.7. Valoración de la amistad El segundo foco de interés en esta dimensión, está referido a la Valoración de la amistad, de donde emergen tres categorías. Valoración de la amistad Los amigos ayudan Malas Secreto Influencias 57 Fuente: Elaboración propia La familia de códigos “Valoración de la amistad” pretende conocer la forma en que los jóvenes otorgan valor a la amistad, en la cual incluyen también a sus compañeros y compañeras de colegio. La categoría “Los amigos ayudan” es relevado por los jóvenes como un valor importante en su vida, en tanto les proporciona seguridad en las relaciones interpersonales. A su vez trae consigo un componente de incondicionalidad, que se expresa más claramente en el enfrentamiento de situaciones adversas. “…dibujaba, sólo dibujaba... no andaba en skate porque a mí me enseñó un amigo que me hice aquí en el colegio nuevo... porque los amigos te ayudan a varias cosas…a estudiar, a jugar skate, a pintar…” “la amistad vale mucho, y uno se da cuenta cuáles son amigos reales, los que están ahí …cuando una amiga estaba mal yo justo me ganaba y aparecía, le daba consejos y le alegraba el día, y un día me defendió con sus amigos que me tenían mala, me defendía a mí porque ella le dijo: tú aparecí en los puros momentos felices pero en cambio acá yo estuve en los momentos más tristes para ella, cuando falleció su abuelo yo estaba presente, y él no fue…o cosas así, cuando su mamá cayó al hospital o su hermano o algo, yo estaba presente, llegaba en el momento más oportuno” “la amistad…para mi….alguien… que un compañero de vida que ayuda al resto… yo me sentía mal y ellos me aconsejen algo para subirme el ánimo” “la amistad…, la amistad es como un vínculo de confianza, porque a un amigo si no se le tiene confianza no es amigo, ‘po…” La categoría “Malas influencias” connota amistades con hábitos y costumbres que están en contradicción con los valores del joven, y no es posible eludir por cuanto se encuentran en un espacio físico cercano y habitual, no aparece un filtro moral que le permita alejarse de ello. [Refiriéndose al abuso sexual] “las influencias… de mis amigos yo creo... eso no te ayuda, te daña… son los del colegio anterior”. La categoría “Secreto” está en directa relación con el ocultamiento del episodio de abuso sexual, el que permanece como secreto en la familia y 58 mediante el cual prevalecen las relaciones interpersonales que los jóvenes establecen fuera de su hogar. El joven y su familia discriminan quiénes conocerán del abuso, como forma de evitar la estigmatización del joven y también de su familia. “no les conté lo que pasó” “… ningún compañero supo lo que pasó, sólo mi abuela” “… no, decía que tenía problemas en la casa y que me iba a irme, estaba avisando que me iba a ir…” “No, ninguno [compañeros de colegio]… no vieron cambios en mí… nunca supieron lo que pasó” “no… no supieron lo que pasó [referido a sus compañeros de colegio]” 4.2.8. Valoración de las personas El tercer foco de interés está referido a la Valoración de la amistad, de donde emergen tres categorías. Valoración de las personas Autovaloración Respeto a las personas positiva Maltratar es nocivo Fuente: Elaboración propia La familia de códigos “Valoración de las personas” refiere a la forma en que el joven valora a las personas en general, el respeto al otro (a) y el buen trato. 59 La categoría “Respeto a las personas” es percibido como uno de los valores fundamentales para la vida, que se da en un contexto de reciprocidad y está asociado a valorar al otro en su calidad de ser humano. A su vez, la pérdida de respeto se relaciona con denostación o agresión más bien verbal hacia otro. “… el respeto… y eso… y que a uno lo respeten…” “… el respeto, la confianza, esos para mí son los más importantes. “… haber, respeto podría ser… buen trato, sin insulto, porque decirle un insulto a alguien es faltarle el respeto…. No insultar por algún, algún… a ver cómo se puede decir…. Por algún defecto, cualquier cosa” La categoría “Maltratar es nocivo” es percibido como negativo en cuanto al daño que causa a la víctima, tanto al maltrato vivenciado por el joven en algún momento de su vida, como aquel asociado al abuso que él cometió. Haber vivenciado el maltrato permite la descripción detallada del sentimiento y las sensaciones provocadas. Por otro lado, el joven logra empatizar luego de un proceso reflexivo proporcionado por el proceso terapéutico llevado a cabo. “es malo porque hace algo en contra de la persona que estás abusando... que la persona lo puede evitar o yo puedo evitarlo, algo así pero igual lo hace….” “se siente mal, yo creo” “… porque....como que... no sé, hacen algo en contra de él...” “En tercero medio… ya en primer semestre que estuve estaba sufriendo un estilo de bullyng… si más menos, porque los cabros estaban… estaba estudiando mecánica automotriz y justo estaba soldando y me tiraron un pedazo de tuerca y llegaron a romper el casco… en la básica también… pero no tan alterador así de golpes, sino más verbalmente…de repente así… que no sea tonto, leso, cuestiones así o me humillaban porque venía del sur todo eso…” “cuando chico… pasé por casi por lo mismo… La persona se siente mal porque se siente como humillada, acuchillada por dentro porque fue abusada, aparte prefiere estar sola que estar con alguien, le da miedo, le dan shock”. “Abusar está malo, ahora yo... como pienso… estoy en contra de eso porque le vulnera los derechos de las personas…” “… se siente mal, pasado a llevar, no sé... enojado… con…lo que... él que le hizo, lo que pasó… provoca daño a las dos personas al abusador y al abusado… que no se va a sentir igual, se va a sentir culpable el que abusa, y el abusado se va a sentir mal, como se dice… violentado” 60 “la postura que tengo respecto de eso, es que eso está mal, porque uno después… haber… uno tiene problemas entre la familia, todo eso… Eh…. también los que piensan de otra forma, saben que uno hizo eso y empiezan a tratarte como la peor persona del mundo, como cualquier cosa…” “… bueno, la persona yo creo que se siente desanimado, triste, cabizbajo…eh…. ¿Qué más puede ser? Eh…..sin ganas de hacer nada, no habla también, se queda callado, no hace nada, eso yo creo, así se sentiría una persona” La categoría “Autovaloración positiva” referida a la valoración que el joven hace de sí mismo, lo que le permite experimentar formas distintas y más gratificantes de relación con los demás, donde emerge el altruismo y la acción en beneficio de un otro. Le permite también realizar proyecciones en la vida. Está en directa relación con la valoración y el respeto al semejante como sujeto de derechos. Es una mirada de sí mismo en la actualidad. “… aprendí el por favor y gracias... ahora lo ocupo siempre…” “… lo que me gustaría decir, que lo que yo estoy haciendo ahora, estoy estudiando… y estoy trabajando para costear mis estudios así saber llevarme la vida así para adelante… me estoy proyectando otro futuro más adelante todavía… sacar adelante mi carrera y estudiar eso, después estudiar otra carrera “… ayudo más que antes, soy más hacendoso… donde esté. …ayudo a los demás… no como voluntario sólo que ayudo” “…bueno ha sido un buen cambio, porque estoy con más ánimo, toda mi familia se ha dado cuenta que estoy más feliz, que estoy más sociable, y…. eso yo creo que ese es el cambio que he tenido… estoy más estudioso, en mi colegio soy el mejor del curso…. Bueno hay uno que me está haciendo la batalla… 61 CAPITULO V CONCLUSIONES El presente estudio de caso ha buscado responder cómo son las relaciones interpersonales que establecen, con su familia y con sus pares, los jóvenes que han abusado sexualmente. Para ello, apoyándose en la experiencia de los jóvenes que han participado de las intervenciones en la Fundación Previf, ha sido posible aproximarse a las respuestas de la pregunta de investigación. Cuando nos encontramos con el fenómeno social de niños abusando de otros niños y niñas, se produce una gran tensión por la necesidad como sociedad de sancionar los actos que vulneran a otros, especialmente cuando se trata de niños y niñas. Pero cuando estos actos provienen de jóvenes, es posible reconocer en ellos su calidad de víctima también. Frente a lo cual, como sociedad se hizo necesario poner atención en realizar los ajustes pertinentes desde distintas disciplinas, social, jurídica, psicológica, médica, entre otras, para abordarlo de manera integral. Otra tensión se presenta cuando la familia es considerada el eje central en la vida de las personas, como fuente de protección y de relaciones basadas en el amor, la cual debiera cumplir con la educación desde los hábitos más elementales hasta los de orden valórico, que permitan vivir y convivir con otros, que Horwitz (1985) plantea como un ideal. Esta concepción de familia aparece en los relatos de todos los jóvenes entrevistados, haciendo parte de su imaginario y aspiración de familia pero que está muy lejos de ser reflejada en la realidad. Uno de los hallazgos de este estudio relacionado con las formas de crianza autoritaria y permisiva. En cuanto al estilo comunicacional permisivo, los jóvenes 62 develan estar solos gran parte del día, donde la figura paterna y materna se asemeja a un ente regulador de los tiempos y actividades de sus hijos pero a la distancia, lo cual realizan en forma deficiente porque también los adultos carecen de herramientas para la adecuada supervisión, además, no existe una guía ni acompañamiento real en los momentos de encuentro. Respecto al estilo comunicacional autoritario, se develan situaciones de coacción traducidas en no permitir que el joven salga de la casa, que no realice actividades o encuentros con amistades de las cuales los padres ignoran información. En este caso, el adulto aplica la medida estando presencialmente en el hogar, lo cual significa por un lado, que es posible hacer respetar las normas cuando el adulto está presente, pero por otro lado, la norma no es conversada ni reflexionada con el joven, simplemente se impone. Tampoco existe acción de guía ni acompañamiento. Ambos estilos comunicacionales que refirieron experimentar los jóvenes entrevistados, permiten aseverar que los estilos de crianza autoritarios y permisivos generan como efecto relaciones interpersonales poco gratificantes, de débil vinculación, sujetos inseguros para establecer relaciones cercanas (Oliva, et al, 2008) y basadas en valores de respeto, de solidaridad, entre otros que trascienden la propia individualidad, muy propio de la sociedad moderna y que Bauman (2006) expresa en su concepto de la “liquidez de las relaciones”. La categoría Aconsejar aparece como un mecanismo utilizado por los adultos, probablemente en el intento que las palabras tengan sentido para el joven, desconociendo o minimizando la magnitud y profundidad de los restantes factores que han contribuido en las conductas abusivas. Por otro lado, el consejo también aparece desde el adulto, como un factor de prevención de nuevos abusos, sin embargo, es percibido por el joven como una falta de confianza en él, que lo estigmatiza y le hace recordar nuevamente el hecho abusivo, generando en él una victimización secundaria reiterada. 63 En este escenario familiar, los jóvenes entrevistados reconocen no estar interesados en realizar actividades con su familia. Las dos categorías que emergieron: “Conversar” y “Comer juntos” no aparecen de forma relevante en sus respuestas. No existen temas en común o que sean atractivos para el joven, aparecen más bien como actividades que son inevitables de realizar por cuanto comparten el mismo espacio físico. En este sentido, aparentemente no existiría de parte de los adultos una intensión de ocupar eficientemente los espacios de encuentro para conocer sobre la vida, ideas y acciones de sus hijos. Desde el foco de operacionalización vinculado con las redes familiares, emerge un hallazgo relacionado con el hecho abusivo que gatilla la activación de dichas redes, sólo entonces se devela la carencia. Cuando aparece el abuso, la familia se obliga no sólo a reconocer las redes, sino también a re-mirar la interacción social y es fundamental ponerla de relieve. Se hace entonces de una manera forzada, en una infeliz circunstancia. Se produce una reorganización de la estructura familiar y de los estilos relacionales, al producirse una activación de redes familiares de tipo secundaria, por tanto, se produce un efecto de segundo tiempo o segunda oportunidad para reparar. Es posible corroborar el supuesto de investigación que devela que los jóvenes que han presentado conductas sexualmente abusivas, establecen relaciones interpersonales distantes, emocionalmente pobres, con escasos encuentros cara a cara, donde prima el aislamiento respecto de otros a quienes no considera significativos en su vida. Efectivamente, establecen relaciones poco gratificantes con su familia, comparten pocas actividades en común y no participa en la generación de espacios para la conversación. Con los pares, las relaciones son más cercanas que con la familia, les cuentan sus dificultades y felicidades, pero también son vistos por algunos jóvenes como mala influencia, en cuanto a que de ellos aprendieron a hacer cosas que 64 tuvieron nefastas repercusiones para él y para otros. Clasificar a las amistades como “malas influencias” les es posible hacerlo después de ocurrido el hecho abusivo. En general, no cuenta con herramientas que les permita visualizar con antelación para poder distinguir y decidir con quiénes se relacionarán. Así mismo, los padres tampoco han generado mecanismos que les posibilite guiar a su hijo en la elección de sus amistades o en estrategias frente a su influencia. Si bien el grupo de pares en esta etapa de la vida suele ser, en general, más atractivo para los jóvenes que su familia, en términos que aporta orientación, apoyo y sensación de seguridad (Florenzano, 1997), en este caso ninguno de los dos estaría cumpliendo con sus expectativas, puesto que no pueden encontrar lo que requieren, probablemente porque provienen de experiencias similares. Numerosos estudios de caracterización de jóvenes que han abusado sexualmente, algunos de ellos presentados en este documento, dan cuenta de jóvenes en conflicto con su familia, con la ley (a veces en más de una ocasión), desertores escolares, consumo problemático de pornografía, familias con violencia grave y provenientes de sectores marginales, etc. Sin embargo, los hallazgos en este estudio difieren de lo anterior, es así que aparecen jóvenes con escaso o nulo conflicto con su entorno, estudiantes sin retrasos escolares significativos, grupo familiar nuclear intacto o con separaciones no traumáticas, sin violencia en su interior. En conclusión, los hallazgos apuntan a jóvenes que se sienten solos emocionalmente, a lo que se suma el escaso acompañamiento familiar, que no está dado necesariamente porque ambos padres trabajen, sino porque éstos no han generado los estilos comunicacionales que sus hijos requieren, ni han establecido redes que los apoye en su ausencia. A esto se suma, una escasa o nula guía en comportamientos asertivos, empáticos y ético-valóricos. Todo lo cual abre un camino de exploración inadecuada, no supervisada que se ve complejizada con el acceso a internet en 65 forma indiscriminada y en un contexto socio-político donde el modelo económico facilita el individualismo, la competitividad que poco espacio deja al desarrollo de valores universales fundamentales para el crecimiento sano de los individuos. Los aportes desde el construccionismo social como enfoque epistemológico base de este estudio, permite la interpretación de los relatos y los significados que atribuyen los jóvenes a las formas de percibir sus relaciones interpersonales. Desde esta perspectiva, la experiencia abusiva estaría definida por la manera en que se entrecruzan los significados que tanto los jóvenes, como las víctimas, sus familias y el resto de los involucrados atribuyen a los eventos ocurridos, teniendo como escenario la cultura y las leyes que nos gobierna. Desde esta mirada entonces, al abuso sexual se le atribuye un valor descriptivo de las relaciones. Teniendo como escenario de este estudio la Fundación Previf y su larga trayectoria de intervención con jóvenes que han abusado sexualmente, es posible pensar que los hallazgos sean un aporte relevante para la labor que realiza, en tanto permite incrementar el conocimiento en uno de los ámbitos fundamentales del quehacer institucional, el de las relaciones interpersonales que establecen estos jóvenes. La oportunidad de estos hallazgos podría abrir un camino para acceder a información que permita integrarla en la intervención y, por otro lado, para contrastar los propios hallazgos que las profesionales han observado en la intervención directa con estos jóvenes. Actualmente en Chile, no existe consenso en las pautas más efectivas para la intervención con jóvenes que han abusado sexualmente, tampoco existe total claridad respecto de las causas que propician la ocurrencia de los abusos, así como los factores de riesgo asociados. En el país se están generando investigaciones que aporten a la comprensión del fenómeno, lo cual es trascendental para ir fijando ciertos criterios en la línea preventiva y de intervención repatoria. Es posible encontrar estudios de 66 caracterización de jóvenes que han abusado sexualmente, sin embargo, éstos apuntan a describir las características individuales de ellos y con muy escasa información respecto a jóvenes del sexo femenino que hayan abusado sexualmente. Estudios dirigidos a conocer a las familias de estos jóvenes son muy escasos, y más escasos aún, son los estudios dirigidos a los grupos de pares, tan relevantes en la vida de los y las jóvenes. El Trabajo Social podría tener un papel preponderante en el espacio de la prevención del abuso sexual, desde la intervención con familias y en la coordinación con establecimientos educacionales (media y básica). Vale decir, se requiere un trabajo colaborativo y de capacitación con profesores en los colegios, donde niños, niñas y jóvenes pasan la mayor parte del tiempo, donde se producen las mayores interacciones cara a cara y donde permanecen mayoritariamente los grupos de pares. En esta línea, el grupo de pares también debiera ser incorporado en el trabajo preventivo, por la significativa influencia que tiene en los y las jóvenes. La responsabilidad en la protección y cuidados de nuestros niños, niñas y jóvenes gravita sobre padres, madres y profesores. Es necesario adoptar un compromiso en la formación valórica y ética, donde la coherencia con la acción se materialice en el respeto por el otro, la comprensión, la solidaridad, la honestidad y la justicia. Esto implica también, comenzar a modificar la forma en que nos relacionamos con los demás, el tiempo que dedicamos a compartir, que los adultos se empeñen en generar espacios de conversación, discusión y de reflexión con jóvenes y niños/as, donde además se transmite la cultura, la historia, la memoria y los nuevos conocimientos. Es un desafío que en su esencia no promueve volver a tiempos pasados, sino más bien, incorporar formas de comunicación e interacción gratificante, que 67 dialogue armónicamente con aspectos modernos de la tecnología, vale decir, que una no reemplace o desplace a la otra. Es mirado como un desafío que no está exento de dificultad, por cuanto el consumismo, la inmediatez, el exitismo, las relaciones superfluas, la soledad emocional y física, van de la mano con el modelo económico neoliberal impuesto por la dictadura en Chile, en los años ochenta y que luego de tres décadas ha logrado asentarse en nuestra sociedad. La tarea que nos queda como sociedad es ardua si queremos cambiar la forma en que nos estamos relacionando, para comenzar a proteger, educar y sanar, verdaderamente. Los resultados de este estudio abren nichos investigativos, a partir de la carencia y vacíos en el ámbito del conocimiento, que aporte a conocer si existen factores de la comunidad y elementos de orden cultural que estén a la base de las conductas abusivas. Otra línea investigativa podría relacionarse con las percepciones que tienen los adultos de la familia, respecto de las relaciones que establecen con sus hijos que han abusado sexualmente, así como los estilos relacionales o rol parental que han desarrollado con los hijos implicados en situaciones abusivas. Un resultado no esperado ni foco de estudio, es que los entrevistados realizaron en forma espontánea, una diferenciación temporal de antes y después del abuso, quedando de manifiesto que ha habido cambios relevantes para su vida a partir, no sólo del abuso sexual, sino también desde la intervención terapéutica realizada en Previf. Esto permite concluir, el cambio que experimenta el sujeto producto de la intervención, ya que entre otros, existe la incorporación de elementos valóricos que antes estaban ausentes o en crisis, lo cual también se refleja como un síntoma de la modernidad y que son compartidos socialmente. Por otro lado, se abre un campo investigativo de análisis comparado. 68 BIBLIOGRAFÍA - Aylwin, Nidia y Solar, María Olga (2002). “Trabajo Social Familiar”. Ediciones Universidad Católica de Chile. - Bauman, Zygmunt. (2006). “Amor Líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos”. Fondo de Cultura Económica de Argentina S.A. Tercera reimpresión de la edición en español. - Biblioteca del Congreso Nacional (2008). Ley 20.084 Responsabilidad Penal Adolescente. Guía Legal sobre Ley Penal Juvenil. Última actualización: 14-052008. [Consulta: 17 de mayo de 2015] http://www.bcn.cl/leyfacil/recurso/ley-penal-juvenil - Biblioteca del Congreso Nacional (1990). 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Consentimiento Informado Anexo N° 1 Pauta de Entrevista 1- ¿Con quienes vivías antes de que ocurriera la situación abusiva? ¿Con quiénes vives ahora? 2- ¿Con quiénes vivías antes de que ocurriera la situación abusiva? ¿Con quiénes vives ahora? 3- En aquella época ¿Con quiénes te relacionabas? ¿Participabas en alguna organización social o de la comunidad? 4- ¿Cómo te iba en el colegio, con tus profesores y compañeros? 5- En esa época ¿En qué ocupabas tu tiempo libre, qué hacías? 6- ¿Hubo cambios en tu familia luego que se enteraran de lo que había ocurrido? ¿Cambiaron tus amigos o compañeros de curso? 7- ¿Hubo algún impacto en tu familia con el proceso judicial? ¿Hubo algún impacto en tus amigos o compañeros de curso? ¿Qué efectos tuvo en ti? 8- Ahora que superaste esa etapa ¿crees tú que hubo algún factor de la comunidad, de los medios de comunicación como la TV, el internet u otro, que haya contribuido a que ocurriera el abuso? ¿Cuál? 9- ¿Cómo crees que se siente una persona que es abusada o maltratada? 10- ¿Qué significado tiene para ti la familia? 12- ¿Cómo crees tú que es una familia protectora? 13- ¿Cuál es la postura que tienes hoy frente al maltrato o abuso? 14- ¿Qué valores rescatas en las personas? 15- ¿Qué significado tiene para ti la amistad? Anexo N° 2 Santiago, ______ de _____________ 2015 Asentimiento Informado Usted ha sido invitado a participar en el estudio titulado “UNA APROXIMACIÓN A LAS CARACTERÍSTICAS DE JÓVENES QUE HAN REALIZADO PRÁCTICAS SEXUALMENTE ABUSIVAS, DESDE EL RELATO DE LOS PROPIOS JÓVENES. EL CASO DE PREVIF” a cargo de la Sra. Katia García Benítez, estudiante del Magister Interdisciplinario en Intervención Social de la Universidad Alberto Hurtado. El estudio mencionado anteriormente, busca conocer las características de jóvenes atendidos en la Fundación PREVIF, con la intención de mejorar las formas de intervención realizadas por profesionales de este centro. Por medio de este documento se solicita su consentimiento para realizar una entrevista y la grabación (sólo audio) de la misma, la cual posteriormente será transcrita para su análisis. Su autorización para utilizar los datos aportados para este estudio, es voluntaria. No habrá ningún problema si decide no aceptarlo. Se resguardará el anonimato de sus datos personales a través de la modificación de los nombres como también de cualquier otro tipo de información que pudiera hacerlo reconocible. La información será tratada de manera confidencial de acuerdo a la ley 19.628 de 1999, sobre protección de la vida privada o protección de datos de carácter personal. No se dará a conocer su fuente, salvo que sea exigido por la justicia. La información obtenida en estas entrevistas se tratará como material confidencial y será conocido integralmente sólo por quien realiza el presente estudio. Los resultados del estudio serán publicados en un informe final que se presentará en el marco del Magister Interdisciplinario en Intervención Social. La información podrá ser utilizada para futuras investigaciones o estudios relacionados con el tema de investigación. 79 Dicho informe final con los resultados estará disponible en PREVIF para que puedan ser consultados por usted, en caso que lo desee. Velando por los deberes éticos de la investigación social, en caso de inquietudes o de sentir sus derechos vulnerados puede recurrir al Comité de Ética de la Universidad Alberto Hurtado. _______________________________________________________________________________ Declaro conocer la naturaleza y los alcances de este estudio así como el tipo de participación anónima que tendré en él. Se me ha informado sobre mis derechos relacionados con la entrevista que otorgaré y el estudio en el cual estoy participando libremente. Mis dudas han sido satisfactoriamente resueltas. En caso de tener preguntas sobre mi participación en este estudio, o en caso de revocar mi consentimiento, puedo contactar a la Sra. Katia García Benítez al teléfono 41965168897470 Doy así mi consentimiento para la participación en el estudio, el cual queda expresado en la firma de la presente copia de la cual se me otorgará un ejemplar. ___________________________ Katia García Benítez ___________________________________ Nombre y firma del joven participante 80 Anexo N° 3 Santiago, ______ de _____________ 2015 Consentimiento Informado Su hijo ha sido invitado a participar en el estudio titulado “UNA APROXIMACIÓN A LAS CARACTERÍSTICAS DE JÓVENES QUE HAN REALIZADO PRÁCTICAS SEXUALMENTE ABUSIVAS, DESDE EL RELATO DE LOS PROPIOS JÓVENES. EL CASO DE PREVIF” a cargo de la Sra. Katia García Benítez, estudiante del Magister Interdisciplinario en Intervención Social de la Universidad Alberto Hurtado. El estudio mencionado anteriormente, busca conocer las características de los jóvenes atendidos en la Fundación PREVIF, con la intención de mejorar las formas de intervención realizadas por profesionales de este centro. Por medio de este documento, solicito su consentimiento para que su hijo sea entrevistado y su entrevista sea grabada (sólo audio), la cual posteriormente será transcrita para realizar el análisis de la información. Su autorización para utilizar los datos aportados para este estudio, es voluntaria. No habrá ningún problema si decide no aceptarlo. En ese caso, aunque su hijo haya dado su autorización, la entrevista no se llevará a cabo, vale decir, tanto usted como su hijo tendrían que estar de acuerdo para realizarla. Se resguardará el anonimato de los datos personales de su hijo, a través de la modificación de los nombres, apellidos, como también de cualquier otro tipo de información que pudiera hacerlo reconocible. La información será tratada de manera confidencial de acuerdo a la ley 19.628 de 1999, sobre protección de la vida privada o protección de datos de carácter personal. No se dará a conocer su fuente, salvo que sea exigido por la justicia. La información obtenida en estas entrevistas se tratará como material confidencial y será conocido integralmente sólo por quien realiza el presente estudio. 81 Los resultados del estudio serán publicados en un informe final que se presentará en el marco del Magister Interdisciplinario en Intervención Social. La información podrá ser utilizada para futuras investigaciones o estudios relacionados con el tema de investigación. Dicho informe final con los resultados estará disponible en PREVIF para que puedan ser consultados por usted y/o su hijo, en caso que lo desee. Velando por los deberes éticos de la investigación social, en caso de inquietudes o de sentir sus derechos vulnerados puede recurrir al Comité de Ética de la Universidad Alberto Hurtado. _______________________________________________________________________________ Declaro conocer la naturaleza y los alcances de este estudio así como el tipo de participación anónima que mi hijo tendrá en él. Se me ha informado sobre los derechos que tiene mi hijo en relación con la entrevista que otorgará y el estudio en el cual está participando libremente. Mis dudas han sido satisfactoriamente resueltas. En caso de tener preguntas sobre su participación en este estudio, o en caso de revocar mi consentimiento, puedo contactar a la Sra. Katia García Benítez al teléfono 41965168897470 Doy así mi consentimiento para la participación en el estudio, el cual queda expresado en la firma de la presente copia de la cual se me otorgará un ejemplar. ___________________________ Katia García Benítez ___________________________________ Nombre y firma de padre/madre del joven participante 82
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