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Facultad de Ciencias Sociales
Departamento de Trabajo Social
Magister Interdisciplinario en Intervención Social
“ABUSO SEXUAL JUVENIL
UNA APROXIMACIÓN A LAS RELACIONES INTERPERSONALES QUE
ESTABLECEN JÓVENES QUE HAN ABUSADO SEXUALMENTE:
EL CASO DE PREVIF”
Por:
Katia García Benítez
Profesor Guía:
Carlos Andrade
Santiago, Chile 2015
Dedicatoria
A Juan, mi compañero de vida
A mis maravillosos hijos, Sebastián, Gabriel y Diego
A mi padre y a mi madre por su amor incondicional
A los jóvenes que con su generosidad hicieron posible este trabajo
TABLA DE CONTENIDO
Pág.
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO I
PRESENTACIÓN GENERAL DEL ESTUDIO…………………………………………...
7
1.1. Antecedentes del fenómeno…………………………………………………………..
7
1.2. Planteamiento del problema de investigación…………………….………………...
11
1.3. Supuestos de investigación……………………………………………………………
12
1.4. Objetivos de la investigación……………………………………………………….….
12
Objetivo general…………………………………………………………….……….
12
Objetivos específicos………………………………………………………….……
12
CAPÍTULO II
MARCO TEÓRICO……………………………..…………………………………………...
13
2.1. Juventudes y Convención sobre los Derechos del Niño…………………….……..
13
2.2. Jóvenes, Infracción y Marco Legal vigente en Chile……………….……………….
16
2.3. Violencia y maltrato infantil ……………………………………………………………
17
2.4. Investigaciones y hallazgos en la línea de caracterización los y las jóvenes……
21
2.5. Familias, relaciones interpersonales y modernidad………………………………..
26
CAPÍTULO III
DISEÑO METODOLÓGICO……………………………………………………………..…
35
3.1. Tipo de Estudio ………………………………………………………………….……..
35
3.2. Tipo de Investigación………………………………………………….……………….
36
3.3. Técnicas de recolección de datos…………………………………………….………
36
3
3.4. Diseño de la muestra …………………………………………………………….……
37
3.5. Análisis de la información……………………………………………………………..
38
3.6. Construccionismo Social………………………………………………………………
39
3.7. Operacionalización de variables………………………………………………………
42
3.8. Testeo del instrumento…………………………………………………………………
43
CAPÍTULO IV
4.1. Análisis de los datos...………………………………………………………….……..
44
4.2. Análisis descriptivo...………………………………………………….……………….
45
4.2.1. Redes de apoyo ……………..…………………………………………….………
45
4.2.2. Actividades con la familia…………………………………………………….……
48
4.2.3. Estilos de Crianza…………………………………………………………………..
49
4.2.4. Actividades con pares …………………………..…………………………………
51
4.2.5. Uso del tiempo libre en solitario…………………………………………………..
53
4.2.6. Valoración de la familia………………………………………………….…………
56
4.2.7. Valoración de la amistad………………………………………………….……….
57
4.2.8. Valoración de las personas………………………………………………..………
58
CAPÍTULO V
CONCLUSIONES……………………………………………………….………………….
62
BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………………….
69
ANEXOS…………………………………………………………………………………….
78
Anexo N°1. Pauta de Entrevista ………………………………………………………….
78
Anexo N°2. Asentimiento Informado……………………………………………………..
79
Anexo N°3. Consentimiento Informado…………………………………………………..
80
4
INTRODUCCIÓN
El
presente
estudio
tiene
como
objetivo
conocer
las
relaciones
interpersonales que establecen jóvenes que han abusado sexualmente, dichas
relaciones se enmarcan en el contexto de la familia y con sus pares, vale decir,
con amigos y con compañeros o compañeras de colegio.
Hasta hace un par de décadas atrás, en Chile era poco probable imaginar
que un joven menor de edad pudiese realizar un acto de agresión sexual hacia un
niño o una niña. No existía una ley que sancionara aquello, ni profesionales
preparados para afrontar desde la intervención, el fenómeno de manera
adecuada. En ese sentido, la realidad actual es distinta, sin embargo, no deja de
impactar que este tipo de agresión ocurra.
A la complejidad de este tipo de abuso, se agrega la tensión de jóvenes y
de niños o niñas en veredas distintas, quien agrede y la víctima, siendo ambos
sujetos de derechos y, en cierta forma, ambos también siendo víctimas.
Dada la escasa producción de conocimiento respecto del tema central de
este estudio, se tomaron como base investigaciones de caracterización a nivel
nacional e internacional, que sirvieron para impulsar la misma. En ese sentido, en
el año 2008, en España, Graña y Rodríguez, aportan con un perfil de adolescentes
infractores en que refieren diversas características, relevando para este estudio,
las relativas al ámbito de las relaciones interpersonales, que estos jóvenes
establecen con su familia y pares. Por otro lado, Valencia, Labrador y Peña,
describen algunas características demográficas y psicosociales relativas a
conductas de abusadores sexuales adultos, en que se releva en este caso,
aquellos hallazgos situados en la etapa de la infancia y adolescencia de estos
5
agresores.
En
chile,
los
estudios
de
caracterización
están
situados
preferentemente en organismos que trabajan el tema, tal es el caso de Paicabí,
CAVAS, OPCIÓN y Previf.
Este estudio de caso, por tanto, es de carácter exploratorio descriptivo, de
tipo cualitativo y tiene como escenario la Fundación Previf (Prevención de
Violencia Infantil), que interviene desde el año 2003 con jóvenes que han realizado
conductas de abuso sexual. Interviene con los jóvenes y con sus familias siendo
ambos el foco central de la intervención, en el entendido que cuando se producen
hechos de esta magnitud, es todo el núcleo familiar afectado de forma directa y,
por tanto, son parte también de la reparación social.
En ese sentido, este estudio pretende ser un aporte para incrementar el
conocimiento, respecto de un ámbito fundamental para la intervención profesional
en la Fundación Previf, el de las relaciones interpersonales que establecen los
jóvenes que han abusado sexualmente. Se parte del supuesto que los jóvenes
que han presentado conductas sexualmente abusivas, establecen relaciones
interpersonales carenciadas de afecto, con espacios de encuentro con otros poco
frecuentes y significativos para su vida.
Lo anterior podría ser un gatillante de situaciones de riesgo para la
ocurrencia del abuso sexual. En ese caso, la prevención del abuso sexual sería
posible.
6
CAPÍTULO I
PRESENTACIÓN GENERAL DEL ESTUDIO
1.1. Antecedentes del fenómeno
El fenómeno de jóvenes convertidos en agresores sexuales de niños y
niñas, ha comenzado a visibilizarse en Chile no antes de la década de los
ochenta, cuando comienzan a surgir intentos por tratar de explicar y describir el
problema. Ya a nivel internacional, existían estudios e intervenciones en este
ámbito. En Chile, es a partir del año 2000 que se inician algunas intervenciones
con estos jóvenes, siendo pioneras las experiencias de instituciones como
Fundación Previf (Prevención de Violencia Infantil) en el año 2002 (Germain,
2011); el Proyecto Meninf de Cavas (Centro de atención a víctimas de agresiones
sexuales) dependiente de la PDI-Policía de Investigaciones de Chile, creado en el
año 2003; el Proyecto Trafún de la ONG Paicabí, en el año 2004; y Corporación
Opción, desde el año 2009 (Vázquez, 2013).
En Chile, se comenzó a visibilizar el fenómeno de jóvenes que han agredido
sexualmente a otros niños y niñas, sin estar preparados como sociedad para
abordarlo, desde los profesionales, las instituciones y desde la justicia. Sin
embargo, las experiencias iniciales de intervención en este ámbito han dado
cuenta de progresivos aprendizajes basados en acciones y continuas reflexiones
de los/as profesionales intervinientes (Germain, 2011).
Cabe señalar que en esta materia, en el año 2005 Chile realizó una
importante reforma en materia de infracción juvenil, con la entrada en vigencia en
el año 2007 de la Ley de Responsabilidad Penal Adolescente (Ley 20.084), que
establece un sistema de responsabilidad por infracciones a la Ley Penal. Se crea
7
un estatuto normativo distinto al régimen legal aplicable a los adultos. Dicha ley
establece sanciones que tienen un objetivo también diferente a las penas que el
código penal contempla para los adultos. Se altera el concepto de imputabilidad,
considerándose imputables los jóvenes que tuvieren entre 14 y 18 años de edad,
eliminándose, por tanto, la antigua figura del discernimiento.
“Los delitos sexuales son un fenómeno criminal de alta connotación pública
y, en particular el cometido por menores de edad que llega a un 40%, según el
anuario del Ministerio Público de Chile en 2012 y se asemeja a los de Europa y
EEUU” (Vázquez y Ponce, s/f, p.11). Frente a estas cifras y el creciente aumento
de agresiones sexuales perpetradas por menores de edad, se hace prioritario
conocer sus características para prevenir e intervenir en forma adecuada y
oportuna.
A nivel internacional, desde hace un par de décadas se han realizado
estudios que han permitido descubrir algunas características que se repiten en los
jóvenes que han agredido sexualmente, entregando cifras y predictores que
amplían la comprensión del fenómeno y sirven de guía para la intervención social,
aun cuando los primeros estudios fueron hechos a sujetos adultos encarcelados
por delitos comunes. Algunos de éstos señalan que la edad en la cual se comete
la primera agresión es cada vez menor (Valencia, Labrado y Peña, 2010).
En el caso de Chile, de acuerdo a las cifras de Paz Ciudadana (2013), de
un 100% de delitos ingresados al Ministerio Público en el año 2013, por
Responsabilidad Penal Adolescente, un 2.2% (1.092 causas) corresponde a
delitos sexuales perpetrados por jóvenes que, en general, tienen entre 16 y 17
años de edad (Paz Ciudadana, 2013).
A partir de lo anterior, es posible señalar que la magnitud del problema está
vinculado con el daño asociado a las víctimas directas e indirectas del abuso, sin
perder de vista que las cifras podrían incrementarse al contemplar que estos actos
también son cometidos por jóvenes de sexo femenino.
8
Un estudio que ha avanzado en caracterizar a los adolescentes que han
realizado conductas de agresión sexual, es el realizado en España, por la Agencia
de la comunidad de Madrid para la Reeducación y Reinserción del menor Infractor.
Presenta en 2008 un perfil de adolescentes infractores que cumplen sanción en
sistema de régimen cerrado (Graña y Rodríguez, 2008).
En el ámbito Individual, son jóvenes que presentan deficitarias habilidades
cognitivas, déficit atencional, han experimentado fracaso escolar y carencia de
estímulos educativos y socio-afectivos importantes. Presentan baja autoestima y
baja tolerancia a la frustración, con pocos recursos personales. Poco empáticos y
poco asertivos. Tienen pocos referentes positivos que modelen su conducta.
Presentan carencias en salud, especialmente en el ámbito sanitario y preventivo,
en general, presentan una gran carencia en todo lo relativo a la prevención y
mejora del estado de salud. Del mismo modo, existe consumo de drogas asociado
al grupo de pares y a los espacios de ocio. El uso del ocio pasivo, no aparece
constructivo ni estructurado y está alternativamente asociado al espacio individual,
en el cual cuentan con libre acceso a internet y televisión (Graña y Rodríguez,
2008).
En el ámbito familiar, no se han establecido límites y normas claras, sus
experiencias vinculares son poco gratificantes. En general, sus familias presentan
algún grado de disfuncionalidad, existe abandono de uno o ambos progenitores.
Su infancia ha estado marcada por desatenciones o han sufrido algún tipo de
maltrato. En algunos casos han sido sobreprotegidos por sus padres. En muchos
casos existe precariedad en la forma de vida, debido a los bajos sueldos e
inestabilidad laboral de sus padres. Sus jornadas laborales son muy extensas
(Graña y Rodríguez, 2008).
9
En el ámbito social, viven en contextos marcados por la droga y la
delincuencia, procedentes, en muchos casos, de ámbitos donde se impone e
interioriza un estilo de vida escasamente prosocial (Graña y Rodríguez, 2008).
A nivel nacional, el Proyecto Trafún de Paicaví aporta datos de
caracterización de los jóvenes que atiende, algunos de ellos relacionados con la
gran soledad emocional de estos jóvenes, con escasos vínculos emocionales
importantes, algunos de ellos han vivido también experiencias de violencia
(Venegas, 2008).
De acuerdo a lo señalado por el Servicio Nacional de Menores (SENAME), “
“La agresión sexual es un fenómeno complejo que se origina en experiencias de
vulneración en la infancia. La intervención temprana puede evitar la cronificación
de esta conducta y contribuir a la protección de los niñ@s y niñas víctimas de este
comportamiento” (SENAME, 2014, p. 258).
Algunos datos de caracterización entregados por Fundación PREVIF a
principios de 2013, dan cuenta de los jóvenes atendidos durante el año 2012,
éstos muestran que en un total de 38 casos estudiados (2 corresponden a sexo
femenino); el rango de edad de prevalencia es entre los 12 y 14 años (16 casos) y
en segundo lugar, entre los 15 y 17 años (13 casos). Las características
encontradas a nivel individual, reportan que en el 50% de los casos se presenta en
el joven baja autoestima y en el 100% de los casos existe sensación de abandono
emocional. En su mayoría estos jóvenes no tienen antecedentes de haber sido
abusados sexualmente. En el 50% de los casos el joven violó a su víctima en una
o más oportunidades (Vergara y García, 2013).
Respecto a las características familiares y del entorno, no existe un tipo de
familia predominante, la situación socioeconómica y el nivel educacional familiar
son diversos. En el entorno familiar prevalece, en su mayoría, un estilo
10
comunicacional violento y/o pobre desde el punto de vista afectivo. El 45% de las
madres de estos jóvenes, tiene antecedentes de haber experimentado abuso. Otro
dato importante y que coincide con estadísticas nacionales y extranjeras, donde
aparecen importantes cifras de víctimas conocidas por el agresor, en el caso de
este estudio en el 100% de los casos, las víctimas eran personas conocidas,
correspondiendo a familiares en 28 casos (74%) (Vergara y García, 2013).
Quienes realizan abusos sexuales suelen tener diversas características,
“Difieren según la víctima y las características de la ofensa y una amplia gama de
otras variables, incluyendo tipos de conductas ofensoras, historias de maltrato
infantil, conocimiento y experiencias sexuales, funcionamiento académico y
cognitivo, y temas de la salud mental” (Knight y Prentky, 1993; Weinrott, 1996,
citado en Díaz, 2003, p. 96).
En los estudios de caracterización revisados para esta investigación,
aparece un aspecto menos indagado referido a las relaciones interpersonales que
establecen los jóvenes, al interior de sus familias con la que conviven y con su
familia extensa. Del mismo modo, son escasos los estudios que aporten al
conocimiento de las relaciones que establecen los jóvenes con su entorno, vale
decir, con jóvenes de su mismo grupo etáreo, sean éstos compañeros de colegio o
amistades que han logrado crear.
1.2. Planteamiento del Problema de Investigación
En el marco de los antecedentes presentados y en la línea de generar
aproximaciones para la prevención de situaciones abusivas, este estudio pretende
una aproximación a las formas en que los jóvenes que han abusado sexualmente,
establecen relaciones interpersonales con sus familias y sus pares.
11
Este estudio se enmarca en la Fundación Previf, institución que desde el
año 2003 interviene con jóvenes que han abusado sexualmente. La intervención
involucra a las familias de los jóvenes, en la perspectiva que todo el núcleo familiar
se ve impactado por los efectos de la violencia.
Del mismo modo, la Fundación Previf entiende que las conductas abusivas
se dan en un escenario familiar donde existen formas peculiares de relacionarse,
que facilitan la generación de dichas conductas abusivas. Por tanto, conocer las
formas de relaciones que establecen los jóvenes con sus familias y pares,
constituye un interés central para la intervención, especialmente si son descritas
por los mismos jóvenes implicados en los hechos abusivos. Podría constituirse
también, en un aporte a la formulación de políticas públicas, en el ámbito de la
prevención del abuso sexual, así como para la intervención familiar y reflexión
disciplinar.
Es así que surge la pregunta de investigación que orienta el presente
Estudio de Caso, la cual apunta a determinar cómo son las relaciones
interpersonales que establecen, con su familia y con sus pares, los jóvenes que
han abusado sexualmente.
1.3. Supuestos de Investigación
Los jóvenes que han presentado conductas sexualmente abusivas,
establecen relaciones interpersonales distantes, emocionalmente pobres, con
escasos encuentros cara a cara, donde prima el aislamiento respecto de otros a
quienes no considera significativos en su vida.
1.4. Objetivos de Investigación
Objetivo General
Conocer las relaciones interpersonales que establecen los jóvenes que han
abusado sexualmente, atendidos en Previf, con su familia y sus pares.
12
Objetivos Específicos
1. Conocer las relaciones interpersonales que establece el joven con su familia.
2. Identificar las relaciones interpersonales que establece el joven con sus pares.
CAPITULO II
MARCO TEÓRICO
2.1. Juventudes y conceptualizaciones
La conceptualización, así como la denominación de uso habitual que
hacemos respecto de menores, menores de edad, niños, niñas, adolescentes,
jóvenes, infancia y niñez tiene a la base un enfoque teórico e ideológico que
merece ser debatido. En ese sentido, al hablar de “menor”, de acuerdo a la
definición de la Real Academia Española, se hace referencia a “algo inferior a otra
cosa en cantidad, intensidad o calidad…” (González, 2011, p. 36), por otra parte,
“menor de edad” es un término jurídico que refiere a una etapa de la vida que aún
no alcanza la mayoría de edad (González, 2011).
Actualmente en Chile, se ha adoptado con mayor frecuencia el término
niño, niña y adolescente, el cual se ha masificado con el tiempo desde que Chile
en el año 1990 suscribe y ratifica la Convención sobre los Derechos del Niño.
Particular relevancia adquiere el término Adolescencia, por cuanto “tiene como
objeto hacer una distinción entre franjas etarias para reconocer la progresividad en
la capacidad de autonomía…” “Conviene distinguir entre niños y adolescentes
para reconocer a estos últimos la capacidad en la toma de ciertas decisiones”
(González, 2011, p. 37).
Desde la perspectiva “adultocentrista” que expone el profesor Claudio
Duarte, “las dinámicas económicas y político institucionales, como parte del modo
capitalista de producción, se han consolidado sosteniéndose en un estilo de
organización que le otorga a las clases de edades adultas la capacidad de
13
controlar a quienes define como menores, y de esa forma logra asegurar
cuestiones básicas como herencia, transmisión generacional y reproducción
sistémica. Este estilo de organización desde los mundos adultos ha construido un
sistema de dominación al que denominamos adultocentrismo” (Duarte, 1994 en
Duarte 2012).
Sin embargo, no existe total claridad en el ámbito jurídico cuándo se deja la
calidad de niño o niña, para pasar a ser adolescente. Lo que sí queda claro
jurídicamente, es cuando se cumple la mayoría de edad (González, 2011).
La Convención sobre los Derechos del Niño (en adelante Convención), en
su artículo N° 1, de la Parte I, “entiende por niño todo ser humano menor de
dieciocho años de edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable, haya
alcanzado antes la mayoría de edad (Biblioteca del Congreso Nacional, 1990, s/p).
Comúnmente se ha utilizado el término genérico “niño” para referirse
también a “niña”, “pese a no estar reconocido en la Convención… con el objeto de
visibilizar a las personas del sexo femenino, que quedaban comprendidas en el
genérico niño. Los estudios de género aconsejan esta distinción, debido a la
situación de marginación en que la mitad del género humano ha estado durante
siglos” (González, 2011, p. 38).
Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura, Unesco, recomienda el uso del lenguaje no sexista y la
relevancia en su aplicación, al postular que “el lenguaje no es una creación
arbitraria de la mente humana, sino un producto social e histórico que influye en
nuestra percepción de la realidad. Al transmitir socialmente al ser humano las
experiencias acumuladas de generaciones anteriores, el lenguaje condiciona
nuestro pensamiento y determina nuestra visión del mundo” (Unesco, sin fecha,
p.2). “Es claro, a su vez, que no por usar lenguaje inclusivo se acabarán las
14
desigualdades entre los sexos…” (Instituto Nacional de Estadísticas, INE, 2014,
p.7).
Respecto a los términos infancia y adolescencia, “un error frecuente
consiste en utilizar los derechos de la infancia y adolescencia como sinónimo de
los derechos de niñas, niños y adolescentes… la palabra infancia hace referencia
a tanto a un período de la vida humana, como al conjunto de personas que tienen
esa edad, mientras que el término adolescencia se refiere exclusivamente a la
franja de edad y no al grupo de personas que comparten esa edad. Además, este
último término tiene un fuerte componente cultural, es decir, lo que supone ser
adolescente está determinado por lo que en cada contexto significa ser adulto”
(González, 2011, p. 38).
Para Duarte, el adultocentrismo en un “sistema de dominación”, que se
reelabora continuamente en lo económico y político, y se reproduce en el plano
cultural y simbólico, definido por el autor como “un sistema de dominación que
delimita accesos y clausuras a ciertos bienes, a partir de una concepción de tareas
de desarrollo que a cada clase de edad le corresponderían, según la definición de
sus posiciones en la estructura social, lo que incide en la calidad de sus
despliegues como sujetos y sujetas. Es de dominación ya que se asientan las
capacidades y posibilidades de decisión y control social, económico y político en
quienes desempeñan roles que son definidos como inherentes a la adultez y, en el
mismo
movimiento,
los
de
quienes
desempeñan
roles
definidos
como
subordinados: niños, niñas, jóvenes, ancianos y ancianas” (Duarte, 2012, p. 111).
Finalmente, para la Organización Mundial de la Salud –OMS-, “la
adolescencia es la etapa que ocurre entre los 10 y 20 años de edad, coincidiendo
su inicio con los cambios puberales y finalizando al cumplirse gran parte del
crecimiento y desarrollo morfológicos. La juventud, por otra parte, es el período
entre los 15 y 25 años de edad. Constituye una categoría sociológica,
15
caracterizada
por
asumir
los
jóvenes
con
plenitud
sus
derechos
y
responsabilidades sociales” (Florenzano, 1997, s/p).
2.2. Jóvenes, infracción y marco legal vigente en Chile
La aparición en nuestra sociedad chilena, del fenómeno de jóvenes
cometiendo actos de trasgresión sexual se tensiona con la mirada que
proporciona la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), en que hace un
llamado a la sociedad a “resguardar los derechos de la niñez, asociados éstos a
su desarrollo integral y supervivencia, a la protección contra toda forma de
maltrato y violencia, así como al resguardo de sus derechos de participación en
sociedad y de incidir en las decisiones que los afectan” (UNICEF, 2007, p. 18)
En la legislación vigente en Chile, el abuso sexual infantil y la violación a
una o un menor de edad, están definidos y tipificados en la Ley, recibiendo penas
diferenciadas. Si bien la descripción de delitos sexuales es amplia en el Código
Penal, para efectos de este estudio de caso, sólo se contemplarán los relativos a
abuso de personas menores de edad en el ámbito intra y extrafamiliar, dejando
fuera el comercio sexual infantil y trata de personas.
En el ámbito de las medidas institucionales generadas en Chile, para
abordar situaciones relativas a los y las jóvenes, con la promulgación de la Ley
20.084 (Ley de Responsabilidad Penal Adolescente-LRPA), se “establece un
sistema de responsabilidad para los adolescentes entre 14 y 18 años que violen la
ley penal. Su principal objetivo es reinsertar a los jóvenes en la sociedad a través
de programas especiales” (Biblioteca del Congreso Nacional-Chile, 2008, s/p).
En su artículo N°4, la LRPA “establece una regla especial para delitos
sexuales y considera que hay violación aunque exista consentimiento, si la víctima
tiene menos de 14 años de edad, pero se requiere que el agresor adolescente sea
16
al menos 2 años mayor que ella. Respecto de otros delitos sexuales distintos de la
violación, se requiere una diferencia de edad de 3 años entre el adolescente
infractor y el niño o niña víctima” (Vázquez y Gaete, 2013, p. 15).
En esta línea, hasta el año 2007, los jóvenes entre 14 y 16 años de edad
eran inimputables, es decir, frente a la comisión de un ilícito o delito, no recibían
una pena por ello sino una medida en el ámbito proteccional a cargo del Servicio
Nacional de Menores –SENAME-. A los jóvenes entre 16 y 18 años, “se les
aplicaba un examen de discernimiento, para verificar si estaban conscientes del
delito cometido. Si el juez determinaba que había conciencia de ello, el menor era
condenado como un adulto y recluido en recintos de Gendarmería. De lo contrario,
pasaba a los centros del Sename, bajo la figura de protección, sin derecho a
defensa gratuita, sin límite de tiempo y sin las garantías de un debido proceso”
(Biblioteca Nacional del Congreso, 2008, s/p).
En la actualidad, con la nueva Ley, los jóvenes son imputables entre los 14
y 18 años de edad, pueden recibir sanciones en medios cerrados distintos a los de
adultos, en centros semi cerrados y en el medio libre, asociados a medidas en el
ámbito terapéutico, trabajo en beneficio de la comunidad u otros. La denominación
técnica de estas sanciones son: sanciones privativas de libertad (internación en
medio cerrado o semi cerrado); sanciones no privativas de libertad (Libertad
asistida y libertad asistida especial, Reparación del daño causado a la víctima,
Servicios en beneficio de la comunidad, Multas y amonestaciones, Sanciones
accesorias (Biblioteca Nacional del Congreso, s/p).
2.3. Violencia y maltrato infantil
La Organización Mundial de la Salud define maltrato infantil, en donde
incorpora el abuso sexual y en cuyo caso, no hace referencia a jóvenes como
posibles agresores. En este contexto, en el año 2013, la Organización Mundial de
la Salud –OMS-, define maltrato infantil como “los abusos y la desatención de que
17
son objeto los menores de 18 años, e incluye todos los tipos de maltrato físico o
psicológico, abuso sexual, desatención, negligencia y explotación comercial o de
otro tipo que causen o puedan causar un daño a la salud, desarrollo o dignidad del
niño, o poner en peligro su supervivencia, en el contexto de una relación de
responsabilidad, confianza o poder. La exposición a la violencia de pareja también
se incluye a veces entre las formas de maltrato infantil” (OMS, 2013, s/p).
Unicef en el año 2000, define el abuso sexual infantil como “toda forma de
actividad sexual entre un adulto y un niño, niña o adolescente” (Unicef, 2000, p.3)
lo cual deja fuera toda posibilidad de entender a un/a joven como posible
agresor/a.
En el año 2003, la Asamblea General de las Naciones Unidas mandató un
estudio sobre la violencia contra niños y niñas a nivel internacional, en
colaboración con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos, UNICEF y la Organización Mundial de la Salud. Uno de los
principales resultados fue que quienes abusan son personas conocidas de la
víctima, considerando como perpetradores a adultos, pero también a menores de
edad (UNICEF, 2006).
En el ámbito del abuso sexual juvenil, la conceptualización del fenómeno ha
ido evolucionando conforme se han realizado investigaciones en el tema y
sistematizado experiencias, tanto a nivel nacional como internacional. Esto ha
implicado transformaciones en el ámbito jurídico y de políticas públicas, lo que ha
impactado directamente en la intervención desde las diversas disciplinas que
abordan el fenómeno.
Es así que, “algunos expertos en el campo del abuso infantil, han planteado
la necesidad de definir claramente el concepto de “abuso sexual” como una
manera de evitar interpretaciones erróneas, patológicas o sesgadas hacia
perspectivas demasiado clínicas o legalistas. Haugaard, (2000), por ejemplo,
plantea que las palabras “abuso sexual a menores” (Child Sexual Abuse), cuentan
18
con más de 17 consideraciones distintas que crean dificultad en operacionalizar
una definición clara sobre el concepto de abuso sexual en niños (ej. edad,
parentesco, tipo de daño, etc.) (Viera y Reyes, 2007, p.3).
Es relevante mencionar, que las definiciones de abuso sexual infantil que
aparecen a nivel internacional y que contemplan a jóvenes como autores de la
agresión, se generan al menos dos décadas antes de las aproximaciones que
comienzan a ser utilizadas en Chile para entender el fenómeno.
En Estados Unidos, el Centro Nacional de Abuso y Negligencia Infantil
(National Center on Child Abuse and Neglect-NCCAN), comienza a incorporar la
idea de jóvenes como perpetradores de abuso y define el abuso sexual como “Los
contactos e interacciones entre un menor y un adulto, cuando el adulto (agresor)
usa al menor para estimularse sexualmente él mismo, al menor o a otra persona.
El abuso sexual también puede ser cometido por una persona menor de 18 años,
cuando ésta es significativamente mayor que el menor (la víctima) o cuando el
agresor está en posición de poder o control sobre otro menor” (Díaz, 2003, p.94).
A partir de lo anterior, es posible señalar que si bien, en términos generales
existe consenso sobre los elementos clave para la construcción de un concepto de
abuso sexual infantil, desde hace menos de dos décadas, se comienza a
mencionar que la agresión sexual podría provenir de un menor de edad. Por otro
lado, no existen criterios comunes respecto de la edad máxima para que un joven
sea considerado adolescente. Lo cual devela una tensión entre diferentes
disciplinas.
Desde la perspectiva de Barudy, promocionar un ambiente altruista en la
familia, donde predomine la emocionalidad del amor, implica para la familia
generar recursos biológicos naturales y los mecanismos que los regulen.
19
“Los recursos biológicos naturales son: el apego, con su resultante
relacional: la empatía; la agresividad; la sexualidad; y la capacidad de simbolizar la
experiencia a través de la palabra”, por otro lado, “los mecanismos corresponden
al conjunto de rituales-comportamientos y representaciones-que cumplen el rol de
control y de reguladores emocionales para garantizar las funciones familiares y
mantener la cohesión del conjunto de la familia” (Barury en Vilches, 2000. p.20).
Los desbordes emocionales ocurren cuando en la familia fallan dichos
rituales. De esta manera, cuando fallan aquellos encargados de regular la
agresividad, estaremos en presencia del maltrato físico; cuando se perturba la
existencia de vínculos intrafamiliares o relaciones de apego, se produce el
abandono o negligencia; cuando la palabra es utilizada para manipular y/o
destruir, nos encontramos frente al maltrato psicológico; y cuando fallan aquellos
encargados de regular la atracción sexual entre adultos y de éstos con los niños y
niñas, estaremos frente a abusos sexuales (Barudy en Vilches, 2000).
Desde la incorporación de la Convención sobre los Derechos del Niño, se
ha logrado establecer criterios comunes en la denominación y en la mirada
paradigmática de los y las jóvenes que han realizado conductas sexualmente
abusivas, ya que hasta hace un tiempo, los términos para referirse a un joven en
esta situación eran “agresor sexual adolescente”, “ofensor sexual juvenil o
adolescente” (los últimos son términos usados frecuentemente en la bibliografía
internacional).
En este sentido, se observa que desde algunas instituciones se han
realizado esfuerzos que van en la línea de comprender al joven como un sujeto en
desarrollo. Se destaca por ejemplo el Proyecto Trafún, en donde Venegas en el
año 2008, plantea que “no se puede mirar al joven como un criminal o como un
“sujeto que agrede”, es un sujeto en desarrollo. Los jóvenes que nosotros
atendemos no corresponden a agresores sexuales o violadores “per se”,
apostamos a que están en un ciclo de desarrollo (al igual que las víctimas) en el
que podemos intervenir, donde existe la posibilidad de modificar conductas, de
20
modificar pautas, de lo contrario no lo haríamos. Nuestra idea central es que el
concepto de “agresor sexual” es totalizante de todo un ser y nosotros creemos en
la posibilidad de realizar los cambios que aparecen como necesarios (Venegas,
2008, p.6). Esta mirada ha permitido ir avanzando en un concepto menos
estigmatizante y que permite un acercamiento de forma más comprensiva de los
elementos que conforman cada etapa de su ciclo vital.
En alguna medida y relacionado con lo anterior, emergen elementos del
lenguaje que podrían contribuir a romper posibles miradas deterministas
asociadas al fenómeno de la agresión. En este sentido, la literatura especializada
señala que “el lenguaje que enfatiza la conducta más que a la persona, puede
ayudar a evitar las profecías de auto-cumplimiento, que pueden contribuir a la
conducta ofensora promoviendo la creencia de que una persona nunca puede ser
más que su pasado. Cuando el pasado incluye la ofensa sexual, esto puede ser
una perspectiva desesperanzadora y auto-desvalorizadora” (Díaz, 2003, p.94).
Díaz (2003), proporciona una definición de joven que ha agredido
sexualmente, cuando éste “comete cualquier acto con una persona de cualquier
edad contra el deseo de la víctima, sin consentimiento, o de una manera agresiva,
explotadora, o amenazante” (Díaz, 2003, p.94).
Por otro lado, se han definido las formas de abuso sexual sin contacto físico
que incluyen: exhibir genitales, masturbarse delante del niño o niña, observar
cuando está desnudo o desnuda, relatar historias sexuales, proyectar imágenes o
películas pornográficas, entre otras, y el abuso sexual con contacto físico que
incluye: tocaciones, masturbación al niño o niña, contactos bucogenitales,
penetración anal o vaginal (Saldaña, Jiménez y Oliva, 1995 citado en Echeburúa,
y Guerricaechevarría, 2009).
2.4. Investigaciones y hallazgos en la línea de caracterización los y las
jóvenes
21
Svein Mossige, en Noruega, realizó una investigación que se centró en
jóvenes cuyas características los convertía en potenciales agresores sexuales.
Algunas de sus conclusiones al respecto giraron en tres factores de riesgo: estar
solos, uso de pornografía infantil y existencia de algunos problemas de conducta.
También pudo concluir que “los jóvenes que habían agredido sexualmente,
estaban rodeados por un grupo más amplio de jóvenes que “quizá” podrían abusar
de niños” (Mossige, 2000, p. 10).
Otro estudio de caracterización realizado en Costa Rica, en la Clínica del
Adolescente en el Hospital Nacional de Niños, se señala que los jóvenes
ofensores sexuales tienen entre 12 y 14 años al momento de cometer el delito,
correspondiendo las ¾ partes a abuso sexual y 1/3 a violación (penetración). Por
otro lado, en el 88.2% de los casos, las víctimas son conocidas y cercanas
(hermanos/as, primos/as, compañeros/as de colegio, vecinos/as). La mayoría de
esos jóvenes se encontraba cursando la enseñanza media. En su mayoría vivían
con ambos padres (Ramírez, 2002).
De acuerdo a lo planteado por Redondo (2012), “en la adolescencia pueden
producirse algunas interacciones sexuales juveniles que pueden hallarse en el
límite de lo antinormativo, en cuanto a que pueden implicar a adolescentes y
jóvenes en contacto sexual con niñas y/o niños más pequeños, o bien, relaciones
en que sea dudoso que exista el consentimiento de alguno de los participantes”
(Redondo, 2012, p.32).
Dentro del campo investigativo, en Málaga, fue publicada en 2011, un
estudio que analizó la delincuencia sexual juvenil, encontrando causas y factores
de riesgo para cometer actos de agresión sexual juvenil. En cuanto a los factores
de orden biológico, se ha establecido que algunos de ellos influyen en el
comportamiento violento, por cuanto las agresiones sexuales también pueden
tener una base biológica, “aproximadamente el 33% de los jóvenes agresores
sexuales tienen algún tipo de discapacidad neurológica” (Camp, Salazar,
22
DiClemente y Wingood, 2005 citado en Sánchez y Siria, 2011). Tanto en la
agresión como en el sexo existen elementos neuronales a la base. Por otro lado,
la hormona sexual más importante en los varones es la testosterona, señalada en
estudios iniciales como altamente presente en agresores sexuales, sin embargo,
estudios posteriores no han encontrado relación directa entre ambos. Lo que sí se
ha podido constatar, es la relación entre testosterona e irritabilidad, impaciencia y
baja tolerancia a la frustración. Por tanto, la sugerencia del uso de químicos en
este sentido, sólo permite la disminución del comportamiento de agresión sexual
pero no el impulso sexual, es decir, habría dificultad para la erección lo que no
limitaría otras formas de abuso sexual (Sánchez y Siria, 2011).
Respecto a los factores de Personalidad, Camp y col., mantienen que
existen características relacionadas con el bajo control de impulsos, limitadas
habilidades cognitivas y bajo nivel intelectual, entre otros relacionados con
alteraciones del comportamiento (Sánchez y Siria, 2011).
“De acuerdo con Gerardin & Thibaut (2004) los factores ambientales que
explican las agresiones sexuales en los adolescentes van desde la exposición a
modelos de conducta agresiva, experiencias de maltrato, a exposición a la
pornografía y abuso de sustancias. Este autor encontró que el 66% de una
muestra de agresores sexuales adolescentes había sufrido victimización de orden
físico (19%) o sexual (49%). En otros estudios se ha encontrado que los ofensores
sexuales estaban bajo la influencia del alcohol en el momento en que cometieron
la agresión, y ésta variaba del 3.4% hasta el 72%. Aunque el consumo ha sido
identificado como un problema para muchos ofensores sexuales, el papel del
abuso de sustancias en la ofensa sexual permanece incierto (Díaz en Valencia,
Labrado y Peña. 2010. s/p).
Respecto a historia previa de maltrato físico, “las proporciones de ofensores
sexuales juveniles que han experimentado abuso físico de niños varía desde el 25
al 50 por ciento (Becker y Hunter, 1997). Un estudio que compara ofensores
23
sexuales juveniles con jóvenes que han cometido ofensas no sexuales sugiere
que los ofensores sexuales pueden tener tasas más altas de abuso físico en la
infancia (Ford y Lisey, citado en Becker y Hunter, 1997). Cuando los ofensores
sexuales juveniles fueron comparados sólo con jóvenes que habían cometido
ofensas violentas no sexuales, sin embargo, este resultado no pudo ser replicado
(Knight y Prentky, 1993). Este último hallazgo sugiere que la historia de abuso
físico está correlacionada con algún tipo de conducta violenta pero no
necesariamente con conducta sexualmente violenta” (Díaz, 2003, p.98).
En esta misma línea, “un reciente estudio (Hunter y Figueredo, citados en
Becker y Hunter, 1997) utilizó varios grupos de comparación y control para
investigar los factores asociados con la ofensa sexual, tal como la historia de
victimización sexual y el apoyo familiar. El estudio encontró cuatro variables
predictivas de ofensa sexual: edad más joven en el momento de la victimización,
tasas más altas de incidentes abusivos, periodo más largo entre el abuso y el
descubrimiento, y un nivel más bajo de apoyo familiar percibido a continuación del
descubrimiento del abuso (Díaz, 2003, p.98).
Knight y Prentky (1993), en su investigación con varios grupos de
ofensores, encontraron que los violadores que iniciaron los abusos siendo más
jóvenes, habían tenido historia de descuido emocional cuando niños, a diferencia
de aquellos violadores que comenzaron las ofensas siendo adultos (Díaz, 2003).
En relación a factores familiares y de vinculación, Kobayashi (1995),
“establece que el abuso físico de parte del padre y el abuso sexual por otros
varones, aumentan la agresión sexual. Además, sostiene que el apego con la
madre aparenta disminuir la agresión sexual. Kan y Chambers (1991) encontraron
que solo una tercera parte de los OSJ vivían con ambos padres biológicos. Miner,
Siekert y Ackland (1997), reportaron que 60% de los padres ofensores tenían un
historial de desórdenes de conducta y un 28% tenía historial de criminalidad”
(Viera y Reyes, 2007, p.9)
24
Los estudios de caracterización citados y otros referidos a intervenciones
con jóvenes que han agredido sexualmente, relevan el tratamiento terapéutico en
la prevención del abuso sexual o de nuevas situaciones abusivas, de este modo,
cabe señalar que “durante el período de la pubertad y la adolescencia las y los
jóvenes comienzan a explorar la pubertad adulta, e inician sus primeras
interacciones sexuales; a lo largo de este proceso tienen que aprender qué
comportamientos sexuales son socialmente correctos y viables, y cuáles están
legalmente impedidos (a nuestros efectos, especialmente el sexo con niños y el
sexo forzado” (Redondo, 2012, p.33).
En Puerto Rico, en 1997 se realizó una investigación dirigida por Acevedo
Vázquez, él sostuvo que “el 100% de su muestra fue víctima de maltrato
emocional, 81% fue víctima de abuso físico severo, 46% fue víctima de sodomía y
el 40% testigos de violencia doméstica severa” (Viera y Reyes, 2007, p.8).
“Miner y Crimmins (1995) encontraron que los jóvenes ofensores sexuales
parecían estar más desconectados de sus familias de lo que lo estaban otros
jóvenes y, consecuentemente, podían haber estado desconectados de posibles
fuentes de apoyo emocional y ser menos capaces de formar apegos positivos”
(Díaz, 2003, p.100).
En un estudio realizado con agresores adultos, “de acuerdo con Marshall y
Marshall (2002), los delincuentes sexuales tienen una alta probabilidad de crecer
en hogares en los que el apego con sus padres ha sido una experiencia
destructiva que les ha enseñado a enfrentarse a los problemas con violencia o
cualquier estrategia para no ocuparse de ellos; en ambos casos hay un
sentimiento de autoindulgencia, de no asumir la responsabilidad personal. El
origen de todo habría que ponerlo en las características de las familias de los
delincuentes sexuales, dominadas por el consumo de alcohol, el abuso y la
25
negligencia hacia sus hijos, actividades delictivas y aislamiento social (Valencia,
Labrado y Peña, 2010, p.299).
Los autores de este estudio realizado a ofensores adultos, han podido
comprobar que en el ámbito escolar, “el fracaso escolar, la deserción escolar o
bajo rendimiento académico que conlleva el ausentismo escolar es una variable
presente en un número alto de agresores sexuales. No asistir a la escuela puede
interpretarse según las historias de vida desde diferentes puntos de vista, es decir,
un menor puede no adquirir la disciplina que implica el cumplimiento académico, lo
cual puede luego asociarse a estados de impulsividad, irresponsabilidad, pérdida
de control; es decir, pasar la infancia y la preadolescencia con algunos controles
sociales, como los que pone la institución educativa, serviría como una forma de
prevención para desarrollar los patrones propios de la conducta antisocial,
rompimiento de normas y límites que pueden conducir al desarrollo de la conducta
delictiva y luego desencadenar, sumado a otras variables, una agresión sexual o
un patrón de agresiones sexuales. Por esto, al evaluar a los ofensores sexuales, el
ausentismo escolar es una variable de riesgo presente en un alto número de ellos”
(Valencia, Labrado y Peña. 2010. s/p).
Redondo propone una clasificación de tipos de prevención en abuso sexual.
Por un lado, se encuentra la prevención primaria, referida a la educación en
normas y control de conducta, valores, actitudes, educación sexual y otros, que
orienten las interacciones sexuales de las y los jóvenes. Por otro lado, se
encuentra la prevención secundaria puesta en acción frente a conductas de
violencia cuando éstas reportan excitación y gratificación al joven, siendo los
primeros episodios de manifestaciones antisociales. La pesquisa oportuna es
crucial en estos casos. Finalmente, cuando se está frente a situaciones de
reiterados abusos o violaciones por parte del o la joven, corresponde la
denominación de prevención terciaria, la cual trae por efecto la acción de la justica
y de tratamiento especializado (Redondo, 2012).
26
2.5. Familias, relaciones interpersonales y modernidad
Las familias y los conceptos que la definen, han ido evolucionando
conforme se han presentado los cambios sociales e históricos. Sin embargo, en
casi todos los tiempos se podría pensar y esperar que la familia sea para sus
miembros un espacio en que se dan las relaciones de intimidad, solidaridad y se
presente como un agente estabilizador. Así también, que dentro de sus funciones
no sólo esté asegurar la manutención de los hijos sino también proporcione bases
sólidas en el plano emocional, de transmisión valórica y de pautas de
comportamiento que permitan las relaciones con el entorno (Horwitz, Florenzano,
Ringeling, 1985).
Los cambios experimentados por las familias en los ciclos familiares,
permiten el crecimiento de sus miembros, aun cuando no están exentos de
dificultades. Específicamente, las familias con hijos e hijas adolescentes, en
general experimentan los mayores desafíos relacionados principalmente por el
rechazo a la autoridad y guía de los padres, por la exigencia de mayor autonomía
y la inicial sexualidad de los hijos e hijas. Es en esta etapa de la vida en que
ocurre la experimentación sexual, la incursión en drogas y alcohol, entre otros.
Desde el desconcierto, es común que existan diversas reacciones extremas de
padres y madres, en la línea de la imposición de normas y sanciones, o de
flexibilización total, dejando en ambos casos de ejercer la autoridad y de
desproteger (Aylwin y Solar, 2002).
Desde otra mirada, que cuestiona la generalización anterior, Offer y su
grupo de investigadores desarrollaron lo que denominan “homóclitos”, referido un
desarrollo menos caótico que se asocia a la etapa tumultuosa de la adolescencia.
Proponen una clasificación de los y las adolescentes en tres tipos de grupos: el
primero referido al desarrollo continuo en el cual los cambios que experimentan los
jóvenes se aprecian con estabilidad en el tiempo, asegurándoles un paso a la
madurez sin complicaciones consigo mismo ni con su entorno, con una
emocionalidad tranquila, la aceptación de normas culturales y con vínculos
27
positivos con sus padres. El segundo grupo denominado surgente, en el cual
existen períodos de oscilación entre la adaptabilidad y de detención o retroceso en
el proceso de maduración y de independencia progresiva. Muestran mayor enojo o
frustración, tienen períodos de mayor y menor interés por los estudios, las
relaciones con la familia suelen ser un poco más conflictivas por cuanto tienden a
cuestionar temas valóricos y de opinión que difieren de la de sus padres, sin
embargo, al final de la adolescencia logran ajustarse como el grupo anterior.
Finalmente, el grupo de desarrollo tumultuoso que es el que está más desarrollado
por la literatura y asociado a características de bruscos cambios con períodos de
inadaptación y gran conflictividad. En general, las familias suelen tener conflictos
en su interior, separaciones o convivencias traumáticas, enfermedades, violencia,
abuso sexual u otros factores del contexto que las hace menos favorable para un
desarrollo armonioso de los jóvenes (Florenzano, 1997).
Respecto al rol parental y marental, Diana Baumrind, desarrolló una teoría
de los estilos de crianza, dividiendo a los padres y madres en tres categorías:
autoritario, indulgente y asertivo. “Las aportaciones posteriores de Diana Baumrind
sirvieron para enriquecer la propuesta inicial de Baumrind y establecer una
tipología definitiva de 4 estilos parentales, democrático, autoritario, permisivo e
indiferente, a partir del cruce de dos dimensiones fundamentales: afecto y control”
(Oliva, Parra y Arranz, 2008, p. 94).
En el estilo democrático los jóvenes presentan niveles más altos de
autoestima y de desarrollo moral, mayor interés por el estudio y mejor rendimiento
académico, resisten mejor la presión negativa de los pares. En el estilo autoritario,
los hijos(as) se sienten menos apoyados y amados, lo cual genera escasa
confianza en sí mismo y son menos propensos a adoptar valores morales propios,
por tanto, son más sensibles a la presión parental. Por su parte el estilo permisivo
genera hijos con dificultades en el ámbito de comportamientos antisociales,
consumo de sustancias. Finalmente, el estilo parental indiferente, tienden a
presentar una amplia gama de dificultades en el ámbito emocional y conductual,
28
crea efectos muy negativos en sus hijos (as): baja autoestima, impulsividad,
consumo de substancias, conducta delictiva (Oliva, et al., 2008).
Una de las tareas clave de esta etapa del ciclo vital familiar, según Rhodes,
es establecer una relación entre padres e hijos que permita flexibilizar límites,
donde los adultos ejerzan su rol en un escenario de negociación con sus hijas e
hijos adolescentes, facilitando la opinión de éstos, delegándoles responsabilidades
y libertades en el reconocimiento de una independencia en aumento (Aylwin y
Solar, 2002).
Vivir en una sociedad globalizada ha significado por un lado, ciertas
ventajas en el ámbito económico para algunos grupos de la sociedad y, por otro,
ha generado temor e incertidumbre respecto a la pérdida de los valores culturales
y de identidad, que estaban asegurados en períodos históricos anteriores. Ya no
es posible referirse a la familia (nuclear, patriarcal) sino más bien, hay que
referirse a las distintas formas familiares. También han cambiado las relaciones
interpersonales que configuran las familias (Jadue, 2003).
Chile ha desarrollado un acelerado proceso de modernización en las
últimas décadas y, en la medida que el modelo económico neoliberal se
profundiza, con él también el individualismo, la competitividad, el hedonismo, cuyo
costo personal se traduce en mayor vulnerabilidad y enfermedades relacionadas
con la afectividad y tensión emocional que impacta a niños, niñas y jóvenes, por
tanto, a las familias (Jadue, 2003).
La doctrina neoliberal impuesta por la dictadura en Chile, protegía dos
conceptos básicos: la libertad individual y la igualdad de oportunidades. La primera
entendida como “la facultad de poder escoger en el mercado los bienes y servicios
que se desearan, incluyendo la provisión de bienes y servicios sociales básicos, y
las relaciones de trabajo” (Martínez y Palacios, 1996, p.10). Por su parte, la
igualdad de oportunidades se definió como la ausencia de discriminación que
29
también estaba asociada al mercado. El mercado penetró en áreas impensadas
en la historia del país como la salud, educación, previsión, vivienda. Se materializó
la idea de “consumidor” que escoge dentro del mercado, reemplazándolo la idea
de comunidad organizada. Predominó en todas las áreas el criterio económico, el
libre mercado, la “individuación” de la sociedad y el concepto del individuo que
compite y elige en el mercado lo que le es más conveniente para sí mismo
(Martínez y Palacios, 1996).
Las relaciones que se establecen en nuestra sociedad actual, moderna,
globalizada, según Bauman, se caracterizan por su “liquidez”, vale decir, carecen
de solidez y calidez, tienden a ser fugaces, muy superficiales y en las cuales hay
cada vez menos compromiso (Bauman, 2006).
Existe por tanto en las personas, la sensación de ser descartables y
abandonables, lo cual crea inseguridad en la unión y la necesidad imperiosa de
relacionarse. Paradójicamente, la idea de relacionarse podría convertirse en una
carga que no se está dispuesto a soportar, por tanto, se vive en una constante
ambivalencia. Desde ese escenario, los individuos de la sociedad líquida prefieren
conectarse en vez de relacionarse. Prefieren hablar de redes, referidas a
amistades o relaciones de pareja. Otorgándole a éstas la importancia y legitimidad
así como al estatus que adquiere el conectarse y desconectarse de ellas,
entendiendo entonces las conexiones como relaciones de tipo virtual (Bauman,
2006).
En un estudio europeo realizado entre 2006 y 2009, denominado EU Kids
Online, se logró determinar aspectos favorables y riesgosos, en el uso de internet
por parte de niños, niñas y adolescentes. Dentro de los aspectos favorables, está
la posibilidad de conectarse con personas que tienen intereses similares,
permitiéndoles crear redes y posibilitando la construcción de su propia imagen y
expresar su identidad, teniendo acceso también a una gran cantidad de
información y formas de entretención por explorar. Aun cuando en sus versiones
30
más extremas, es posible crear una dependencia de la conexión permanente que
los distancia de su propia realidad. Como factor de riesgo se encuentra el acceso
a contenidos violentos, pornográficos, racistas así como a la exposición de
contactos que lo hagan objeto de bulling, acoso sexual o lo induzcan a conductas
de riesgo (Las Heras, 2012).
Hablar de redes implica que la relación establecida con otro (s) no es tan
riesgosa, puede ser disuelta fácilmente, ya que conectarse y desconectarse es
parte del ejercicio al que ambas partes pueden acceder libremente. En este
sentido, el autor plantea una diferencia característica entre las relaciones que se
establecían antaño, en donde la relación implicaba un compromiso mutuo
(Bauman, 2006).
En el estudio realizado por ECPAT International (su acrónimo es:
“Eliminemos la prostitución, la pornografía y la trata con propósitos sexuales de
niños/as y adolescentes”), revela que “actualmente, los adolescentes han
adoptado las redes sociales y los programas de chat como sus herramientas de
comunicación estándar, usando estos métodos en vez del teléfono, que es más
caro. El uso de las redes sociales y los programas de chat conllevan una mayor
probabilidad de evitar el tradicional contacto social cara a cara. De todas formas,
un número significativo de niños/as no sólo se comunican con sus amigos/as a
través de este medio, sino que también lo usan para hacer nuevos amigos/as”
(García de Diego, 2012, p. 18).
La sociedad chilena, como parte del mundo moderno y globalizado, no
escapa a este tipo de relaciones, más aún cuando se aspira a que el internet
permita a la población conectarse con el mundo.
En el estudio llevado a cabo por el Centro de Análisis Intelis, de la
Universidad de Chile en 2013, se revelan estadísticas de acceso a internet en los
hogares que llegó al 61.6% a nivel nacional (Rivera, Lima y Castillo, 2014).
31
Por su parte, ECPAT International, en su estudio comparado de cinco
países latinoamericanos: Chile, Uruguay, Perú, Guatemala y México, señala que
“los niños/as uruguayos/as y chilenos/as acceden a Internet principalmente desde
sus casas, mientras que más de la mitad de los niños/as peruanos/as y
mexicanos/as acceden a Internet desde los cafés Internet, y casi la mitad de los
guatemaltecos/as lo hacen desde sus teléfonos celulares… Siguiendo esta misma
tendencia, los niños/as uruguayos/ as y chilenos/as son los que más usan Internet,
con casi el 20% usándolo durante más de 20 horas a la semana” (García de
Diego, 2012, p. 17).
Si bien como país se realizan esfuerzos por expandir el acceso a internet, lo
cual es apreciado positivamente por la población, se han llevado a cabo estudios
que revelan los efectos de su uso problemático, especialmente en niños y jóvenes
menores de edad.
El uso problemático de internet ha sido definido por “Milani, Osualdella y
Blasio (2009) y Jackson y de Fitzgerald, Zhao, Kolenic, Von Eye y Harold (2008)”
como: “el uso indiscriminado de este medio a cualquier hora del día, y todas las
semanas, con mayor afectación de las relaciones interpersonales y surgimiento de
problemas de interacción en la vida cotidiana, en comparación con quienes hacen
un uso moderado” (Marciales y Cabra, 2010, p. 859).
Por otra parte, el comportamiento adictivo al internet, se ha definido como
“la dependencia compulsiva respecto al uso de Internet, cuya interrupción produce
reacciones severas de tipo emocional, mental o psicológico” (Marciales y Cabra,
2010, p. 860).
En Chile, al respecto, los estudios son escasos y no han permitido
establecer si existe relación entre el uso intensivo de internet y conductas de
riesgo físico o psíquico de niños, niñas y adolescentes. Sin embargo, estudios
32
internacionales sí evidencian esta relación, comprobando un aumento de la
agresividad, de la precocidad, promiscuidad sexual, del consumo de alcohol y
drogas (Las Heras, 2012).
Es posible advertir, que en el uso de internet existe también el acceso a la
pornografía, lo cual se complejiza por sus efectos, cuando el consumo proviene de
parte de personas menores de edad. En relación al uso de pornografía por parte
de niños, niñas y jóvenes, los investigadores Ybarra y Mitchell, en 2005, hicieron
hallazgos relevantes. Por un lado, encontraron que dichos consumidores
generalmente eran mayores de 14 años, pero aquellos menores de 14 años que
han persistido sistemáticamente en esta actividad, han estado expuestos
previamente a revistas o películas pornográficas en su vida cotidiana (Marciales y
Cabra, 2010).
Una de las conclusiones relevantes del estudio de Ybarra y Mitchell es que
“los niños y jóvenes que podrían ser denominados consumidores habituales de
pornografía, manifiestan en su comportamiento otros rasgos llamativos como
depresión
y
bajos
niveles
de
vínculo
emocional
con
sus
cuidadores;
manifestaciones a las cuales hay que prestar especial atención, sumándolas al
consumo de pornografía como síntoma, para considerarlas en conjunto como
manifestaciones de una problemática más compleja” (Marciales y Cabra, 2010, p.
859).
En Chile, el uso de internet ha penetrado globalmente, sin embargo, los
niños y niñas no reciben una educación adecuada sobre el uso de computadores
en los colegios. Por su parte, un alto porcentaje de niños y niñas encuentra la
información que desea por sí solo y, en menor medida, con la ayuda de
amistades. La participación de los adultos responsables es muy limitada, ya que
por un lado las páginas que recomiendan no son de interés de los niños, o bien, el
manejo en plataformas tecnológicas de su interés, es escasa o nula. Además,
algunas medidas al interior de los hogares, como instalar el computador en
33
espacios comunes, o medidas restrictivas en el uso de internet, no están siendo
eficaces, por cuanto los y las niñas igualmente acceden a páginas riesgosas con
facilidad, bien sea desde un computador portátil, celular o cibercafé. Incluso, los
padres y madres deciden que su hijo o hija disponga del computador en su
habitación como forma de premiar un buen comportamiento, así como desplazar el
computador a un área común como forma de castigo (García de Diego, 2012).
En ese sentido, las relaciones interpersonales de las y los jóvenes con los
demás, sea familia, pares u otros, se complejizan por la escasa vinculación que
logran desarrollar, especialmente con los adultos que han estado a cargo de su
crianza.
El adulto a cargo, madre o padre en un alto porcentaje no está con el niño o
niña cuando éste navega en internet, a pesar que el computador esté en un área
común de la vivienda, vale decir, no hay ningún tipo de control de esta actividad en
casa, en cambio en el colegio aparece mucho más restringida y controlada. Chile
es uno de los países que presenta el mayor porcentaje de niños y niñas que se
han visto enfrentados a situaciones de riesgo en internet (robo de perfil,
insinuaciones de carácter sexual, obligados a posar desnudos, etc.), lo que agrava
aún más la situación, es que estos niños y niñas no han revelado estas
situaciones ni a sus padres ni a sus profesores, sino a sus pares (García de Diego,
2012).
En ese sentido, el grupo de pares en esta etapa de la vida suele ser
relevante para los y las jóvenes, especialmente para obtener apoyo, orientación,
les da sensación de seguridad, además, porque están transitando por la misma
etapa lo cual puede hacerlos más empáticos con sus vivencias, decisiones, etc.
(Florenzano, 1997)
34
CAPITULO III
DISEÑO METODOLÓGICO
El presente estudio se desarrolló desde la Fundación Previf, donde se
ofrecieron las condiciones para su realización, tanto de espacio físico como de
colaboración de las profesionales.
La Fundación Previf, en su intervención con jóvenes que han abusado
sexualmente, requiere continuar generando reflexiones y mecanismos que
aseguren la protección y reparación en el tema de la violencia infantil y juvenil.
Desde esa necesidad, este estudio pretende ser una contribución para mejorar
formas de intervención protectoras, preventivas desde la no reincidencia y
reparatorias para todas y todos los sujetos involucrados en la trama de violencia
sexual.
3.1. Tipo de Estudio
La presente investigación se basó en un Estudio de Caso, mediante el
cual “se logra mayor comprensión de un caso particular y mayor claridad sobre un
tema o aspecto teórico específico, o se indaga un fenómeno, (…) se reconocen
aspectos esenciales de la situación o el problema, se reconoce aquello que lo
constituye, lo esencial, los hechos o aspectos de lo que depende todo lo demás, y
se distingue lo accesorio de lo secundario” (Galeano, 2004, p.78).
El estudio de caso es de tipo Instrumental, en tanto contribuyó a recoger
insumos de conocimiento sobre el fenómeno para comprenderlo a partir de un solo
caso en particular (Stake, 1995). Es posible conocer el fenómeno de las relaciones
35
interpersonales que establecen los jóvenes que han abusado sexualmente, a partir
de aquellos que se atienden en la Fundación Previf, institución que desde el año
2003 a la fecha ha realizado intervenciones con cerca de 200 jóvenes y ha
facilitado las condiciones para la realización de este estudio.
El enfoque al que adhiere este estudio es cualitativo que busca explorar
y describir las relaciones que establecen los jóvenes que han abusado
sexualmente, con su familia y con sus pares.
Junto con ello, se pretende responder a la pregunta de investigación
desde la opción epistemológica del Construccionismo Social. La mirada desde
esta teoría está puesta en la relación, como expresión de lenguaje y significados,
para comprender los significados que las personas otorgan a sus relaciones y sus
problemas. De tal modo que, los significados se transforman y enriquecen en la
medida en que son conversados. Por tanto se trata de explorar narrativas y
relatos, analizar historias de vida que amplían la comprensión de las dinámicas,
tipologías y estructuras que tradicionalmente se han estudiado en las ciencias
sociales (Zapata, 2009).
3.2. Tipo de Investigación
El estudio es de tipo Exploratorio-Descriptivo por cuanto se pretende un
acercamiento al fenómeno de las relaciones interpersonales de los jóvenes que
han agredido sexualmente, lo cual en Chile no ha sido abordado en profundidad.
Es un estudio Descriptivo, en tanto pretende recoger información para identificar
los elementos que conforman las relaciones con sus familias y pares.
3.3. Técnicas de recolección de datos
Se utilizó la técnica de entrevista en profundidad, por su carácter flexible, lo
que abre posibilidades a emergencia de nuevas percepciones de los jóvenes,
respecto de las relaciones interpersonales que establecen. Se da paso así, a
36
“encuentros reiterados cara a cara, entre el investigador y los informantes,
encuentros éstos dirigidos hacia la comprensión de perspectivas que tiene los
informantes respecto de sus vidas, experiencias o situaciones, tal como las
expresan en sus propias vidas” (Valles, 2000).
La entrevista en profundidad, al ser abierta, permitió adaptarse a las
características de los jóvenes entrevistados, favoreciendo un ambiente cómodo
para abordar la complejidad de la temática a indagar, especialmente, por el nulo
contacto previo y de acercamiento anterior con los entrevistados. Del mismo
modo, no se realizó revisión previa de las fichas de atención que maneja la
Institución.
La entrevista se realizó en base a un guion de preguntas de carácter
descriptivo, que contempló preguntas Gran Tour que permiten abordar los grandes
temas y preguntas Mini Tour que focalizan y profundizan, en los relatos de los
jóvenes, todo lo cual permite la exploración y descripción del objeto de estudio.
Existió cierta dificultad en la realización de dos entrevistas a jóvenes de 14
y 15 años de edad, dado que sus respuestas eran breves y concretas, no así los
jóvenes de entre 17 y 20 años que lograron explayarse y mostraron un nivel mayor
de reflexión. Esto dificultó en parte el posterior análisis de la información, por
cuanto se limitaron las posibilidades de interpretación en los casos de respuestas
breves.
Previo a la realización de cada entrevista, se contó con el consentimiento y
asentimiento respectivo, sólo en un caso no se requirió el asentimiento por tratarse
de un joven mayor de edad en la actualidad. Se realizó un cambio de último
momento en el título del estudio de caso, por lo cual, dichos documentos fueron
firmados con el nombre original de este estudio.
3.4. Diseño de la muestra
37
Para la realización de este estudio, se llevó a cabo un total de cuatro
entrevistas a jóvenes atendidos en la Fundación Previf. Tres de ellos egresaron
entre 2014 y 2015, uno de ellos continuaba en atención a la fecha de la entrevista.
Se determinó incluir en el estudio a jóvenes de sexo masculino únicamente,
porque no fue posible acceder a entrevistar a las dos jóvenes de sexo femenino
atendidas en Previf, dado que desertaron tempranamente y fue imposible
contactarlas.
La edad de ingreso del joven al programa que en este caso está entre los
13 y 17 años de edad, pudiéndose encontrar en calidad de egresado o vigente al
momento de la entrevista.
Cabe señalar, que no fue criterio de selección que el joven haya participado
en uno o más de un episodio de abuso sexual.
Un criterio fundamental fue que el joven haya reconocido su participación
como autor de la agresión sexual. En ese sentido, en la elección de los jóvenes a
entrevistar
participaron
las
profesionales
de
Fundación
Previf,
no
sólo
proporcionando el listado con sus nombres, sino también realizando el contacto
inicial para la entrevista con el padre, la madre u otro adulto a cargo del joven.
3.5. Análisis de la información
La metodología utilizada para el análisis de los datos fue la rejilla de
contenido y consistió en realizar una fragmentación del texto de narración que
permitiera analizar los relatos de los entrevistados, a la luz de las dimensiones y
focos de interés expresados en la operacionalización de variables.
38
De acuerdo al diseño metodológico propuesto, se realizó un análisis de
contenido del relato aportado por los jóvenes, el cual permitió identificar, describir,
analizar y sistematizar la información recabada a partir de las entrevistas en
profundidad. Fue posible realizarlo a través de la codificación, vale decir, “el
proceso en virtud del cual las características relevantes del contenido de un
mensaje se transforman en unidades que permitan su análisis y descripción
precisos. Lo importante del mensaje se convierte en algo susceptible de describir y
analizar” (Hernández, 1991).
Posteriormente se llevó a cabo la codificación, agrupando la información en
categorías emergentes, las que concentraron ideas similares, o temas, o
conceptos descubiertos en la investigación (Rubin y Rubin, 1995 en Fernández,
2006).
Los fragmentos del relato han sido depurados. Para una mejor comprensión
se han incorporado ilativos y conectores para que la lectura sea más fluida. Se
incorporaron elementos aclaratorios en corchetes, correspondientes a palabras no
dichas por los entrevistados, pero que permite al lector comprender el sentido de
la respuesta manteniendo las estructuras del lenguaje.
Finalmente, se realizó una descripción en base a la narración y discursos
relevantes de los entrevistados, haciendo inferencias y generalizaciones válidas
que logren aplicarse a un contexto.
3.6. Construccionismo Social
El construccionismo social o socioconstruccionismo expuesto por Kenneth
Gergen, surge en la década de los ’60 y se impulsa en la década de los ’80, como
una propuesta teórica que pone énfasis en los procesos de relación donde emerge
la racionalidad y la moralidad. “El construccionismo es un metadiscurso que
39
atraviesa a las ciencias como antes lo hiciera el positivismo” (Gergen, 1997 e
Ibañez, 1993 en Molinari, 2003, p. 8).
Algunas de las ideas centrales que identifica el construccionismo social, “sin
duda es su posición crítica, su posición de continuo cuestionamiento de aquello
que venimos considerando como obvio, correcto, natural o evidente” (Íñiguez,
2005, p. 2).
A partir de lo anterior, es posible señalar los elementos que constituye la
posición construccionista: “antiesencialismo (las personas y el mundo social
somos el resultado, el producto, de procesos sociales específicos); relativismo (la
“Realidad” no existe con independencia del conocimiento que producimos sobre
ella o con independencia de cualquier descripción que hagamos de ella); el
cuestionamiento
de
las
verdades
generalmente
aceptadas
(el
continuo
cuestionamiento de la “verdad”, poniendo en duda sistemáticamente el modo
cómo hemos aprendido a mirar el mundo y a mirarnos a nosotros mismos);
determinación cultural e histórica del conocimiento, y el papel conferido al lenguaje
en la construcción social (La realidad se construye socialmente y los instrumentos
con los que se construye son discursivos) (Íñiguez, 2005, p. 2).
Por otro lado, para el construccionismo social cada individuo, a través de
sus interacciones diarias, construye el conocimiento, vale decir, en la experiencia
de la vida social. Esto implica que aceptamos nuestras propias maneras de
entender el mundo, pero como producto de procesos sociales e interacción entre
las personas y no desde nuestra observación objetiva (Burr, 1995).
Gergen (2000) propone tres premisas de trabajo fundamentales desde el
construccionismo social, la primera está relacionada con comprender que el
lenguaje y el mundo son dos órdenes diferentes, si existe una correspondencia
entre ambos, es sólo por un tipo de convención, por tanto, no es factible emitir un
enunciado “verdadero” por sí mismo, sino más bien, es verdadero en la medida
que es convenido o acordado socialmente (Molinari, 2003).
40
La segunda premisa está referida a que el lenguaje tiene un significado
dependiendo del contexto social en el cual se lleve a cabo y el significado forma
parte de un proceso de interacción. Esta premisa relativista implica que un mismo
referente empírico, podrá tener distintas formas de representación o significados
igualmente válidos, por cuanto la forma de ser entendidos dependerá de la
pertenencia de las personas a su grupo o comunidad de habla (Molinari, 2003).
El relato y la conversación se constituyen en elementos observables de las
relaciones y
mira los sucesos, los hábitos, el lenguaje como redes de
comunicación, en donde los sujetos, familias, grupos, organizaciones forman un
entramado de personas en conversación… “Los problemas se definen y entienden
como intrínsecos al contexto, por lo tanto, comprender las interpretaciones sobre
este es el primer paso en la intervención profesional” (Perilla y Zapata, 2009, p.
156).
La tercera premisa refiere a que la realidad comienza a hacerse tangible, a
través de prácticas y convenciones de naturaleza lingüística. Ponemos objetos en
la realidad a través de nuestras convenciones objetivizantes, es decir, los objetos
no son independientes de la forma de representarlos. Por tanto, el mundo podrá ir
modificándose en la medida que nuestras prácticas y convenciones lo hagan, “es
en este sentido que la premisa afirma que nuestra manera de describir, explicar y
representar da forma a nuestro futuro” (Molinari, 2003, p. 8)
Por su parte, “reconocer la interacción social equivale, en síntesis, a
visibilizar los vínculos entre las personas, los grupos y las organizaciones; a
estimular metodologías que promuevan la participación democrática, sin forzarla ni
imponerla; a identificar los significados que emergen en las relaciones y contribuir
a su transformación, cuando se acuerde como pertinente” (Perilla y Zapata, 2009,
p. 156).
41
La cuarta premisa del construccionismo social plantea que no existe acceso
objetivo a la realidad, ya que ésta es social y, por tanto, axiológica. Es relevante
poner atención a los valores que fundamentan nuestras ideas, por su efecto
directo en la realidad de la que somos parte. Desde ahí, es preciso asegurarse
que no prime un dispositivo autoritario que se levante como único discurso ni que
se legitime, por el contrario, debiera ser un discurso que de-construya de forma
ininterrumpida y guie hacia la emancipación. En esta tarea la reflexión se torna
indispensable. “La desnaturalización de las asunciones… (aquellos supuestos que
pasan por indubitables) y el cuestionamiento de la hegemonía de las grandes
tradiciones o relatos patentiza la promesa liberadora del antiesencialismo del
programa construccionista” (Molinari, 2003, p. 9).
El construccionismo social pone en primer plano la idea de relación, ésta es
vista como expresión de sistemas de lenguaje y significado, no de estructuras o
patrones de comportamiento. “Los sistemas humanos se entienden como
organizados por las conversaciones que ocurren en ellos y acerca de ellos y los
significados de éstas para sus intérpretes” (Perilla y Zapata, 2009, p. 156).
3.7. Operacionalización de variables
VARIABLE
DIMENSIÓN
Relaciones interpersonales
con la familia
FOCOS DE INTERÉS
Redes de apoyo
Actividades con la familia
Estilos de crianza
Actividades con pares
Relaciones
interpersonales
Relaciones interpersonales
con pares
Uso del tiempo libre
Valorización de la familia
Valoración de la familia,
amistad y personas en
general
Valorización de la amistad
Valoración de las personas en general
Fuente: Elaboración Propia
42
3.8. Testeo del instrumento
Se realizó una prueba del instrumento (pauta de entrevista) con el fin de
determinar si era necesario realizar ajustes a la pauta de entrevista, para su
aplicación final.
Esta prueba arrojó como resultado la necesidad de excluir la pregunta
referida a las causas que llevaron al joven a abusar, por cuanto no constituía foco
central de esta investigación. Sin embargo, su sentido final se mantuvo en tanto
apuntaba a conocer su percepción acerca de gatillantes en las relaciones con la
familia y pares, que facilitaran el escenario en la ocurrencia del hecho abusivo.
Finalmente, la pregunta se replanteó teniendo como resultado una pregunta clave.
Por otro lado, las 14 preguntas se mantuvieron porque estaban dirigidas
hacia el objetivo, sin embargo, fue necesario invertir el orden de algunas de ellas,
para facilitar las respuestas de los jóvenes y llegar así en forma paulatina a
plantear y profundizar en temas complejos como el abuso sexual y los efectos en
el joven y su familia.
A partir de lo anterior, se reestructuró el orden de los tres grandes bloques
de preguntas, iniciando las entrevistas con preguntas generales de su vida actual,
para pasar luego a la profundización en las relaciones interpersonales con los
miembros de la familia, especialmente su familia cercana, con quienes convive y
con los pares, finalizando con preguntas en la línea reflexiva de temas valóricos.
43
CAPITULO IV
ANÁLISIS DE DATOS
En el proceso de levantamiento de categorías definidas previamente y las
que emergen posteriormente, surgen las siguientes familias de códigos: Redes de
Apoyo; Actividades con la familia; Estilos de Crianza; Actividades con Pares; Uso
del tiempo libre; Valoración de la familia; Valoración de la amistad y Valoración de
las personas en general.
Este análisis de datos se enmarca en la Fundación Previf, en donde se
interviene desde el enfoque del construccionismo social, con profesionales
especializados en el tema, abordando el fenómeno social de la violencia grave
desde la interdisciplinariedad, con el enfoque de derechos y en aproximación al
enfoque de redes. La intervención con jóvenes que han abusado sexualmente y
con las víctimas de estos abusos, ha permitido tener una visión amplia e integral
del tema y la forma en que todos los involucrados, incluyendo las familias,
significan el hecho. Lo cual permite comprender la forma en que se han suscitado
los eventos, las interpretaciones que cada uno da a los hechos y trabajar individual
y conjuntamente en otorgar nuevos significados, dentro del marco legal y acuerdos
sociales establecidos.
En esta misma línea, con las categorías emergentes se realiza una
descripción en base a la narración y discursos relevantes que aparecen en las
entrevistas.
44
4.2. ANÁLISIS DESCRIPTIVO
4.2.1. Redes de Apoyo
En la Dimensión Relaciones Interpersonales con la Familia, planteada
previamente en la operacionalización, se encuentra la primera familia de códigos
denominada: Redes de apoyo, en la cual emergen seis categorías.
Redes de
Apoyo
Fundación
Previf
Abuela
Padre
Profesora
Madre
Tío
Hermano
Fuente: Elaboración propia
La familia de códigos “Redes de Apoyo” refiere con la cual se pretendía
conocer con quién o quienes, el joven considera que puede contar en momentos
de su vida en los cuales requiere el apoyo de otros para resolver un problema, o
tomar decisiones u otro similar.
45
La categoría “ABUELA” emerge, aludiendo a un referente que implica un
apoyo que brinda la posibilidad de aprendizaje de límites y hábitos, a partir del
amor y la comprensión, el cual a la vez, abre oportunidades la resocialización
basada en el respeto y consideración al otro/a. Asimismo da cuenta de un cambio
relacional, que implica la valoración y adhesión de aquello que es valioso en el
marco del vínculo familiar,
“… antes era súper desordenado....mi abuela tuvo que ver en eso, porque no le gustaba
el desorden donde ve que es su casa... me tuve que volver ordenado si o si... aprendí a
decir el por favor y gracias... antes no... Ni lo tomaba en cuenta... lo aprendí en la casa
de mi abuela también… cuando mi amigo me enseñó a andar en skate, ahí le di las
gracias, fue la primera vez que lo hice....”
La categoría “PADRE” emerge como un referente positivo que brinda
compañía y seguridad, y refleja en un sentido mayor, el reconocimiento de la
existencia del otro y de la importancia de la existencia del otro. Se reconoce como
una figura presente, pese a la intermitencia del encuentro que es suplida por este
vínculo centrado en el acompañamiento.
“…mi papá viene a la casa a acompañarme, igual trabaja… no siempre hace el almuerzo,
pero la mayoría de las veces viene… cada cuatro semanas, en una semana falta como
dos días, viene la mayoría de los días y siempre se queda aquí conmigo, viene para acá
para acompañarme”.
La categoría “MADRE” entendida como un apoyo lateral, vale decir, no
fundamental, pero importante. Su apoyo es visualizado en ayuda material
principalmente. En términos emocionales se traduce más bien en no referirse al
hecho abusivo o en acompañarlo en su terapia.
“[En referencia al financiamiento de sus estudios superiores]… me lo pago yo, o sea por
un tiempo mi mami, pero ahora tiene que pagar unos exámenes así que voy a empezar a
pagarlo yo”
[Referido al abuso sexual] “mi mamá no me molestaba mucho porque mi mamá ya
entendió ya... pero si, igual me molestaba porque igual fue fome… y cuando me decía mi
viejo varias veces así, me sacaba en cara varias veces así cuando se enojaba”.
46
“… mi mamá me acompaña a venir aquí [refiere a Previf], se preocupa, eso…”
La categoría “HERMANO” emerge como una figura mayor, con experiencia y
conocimiento que aconseja al joven. Da la apariencia que es percibido positivamente por
el joven.
“… y mi hermano… [Le aconseja] que no me mandara más embarradas, que después eso
me iba a costar”.
La categoría “TÍO” entendido como un apoyo importante en ciertos
momentos de la vida, aun cuando no es valorado como relevante. Vale decir, son
ayudas puntuales que suman al proceso de reparación social. Este referente
aparece posterior al abuso.
“…en invierno fui a Puerto Montt a trabajar con mi tío por un tiempo”.
“… o voy a estudiar matemática con mi tío, o sea es el cuñado de mi papá, y eso es lo
que hago”.
La categoría “PROFESOR/A” aparece como una figura con capacidad de
sintonizar emocionalmente con el joven a partir de sus potencialidades e intereses
personales.
“… con una profesora en especial era buena porque me...yo siempre me ha gustado
dibujar y aprender técnicas nuevas, y ella dibujaba animé y me enseñaba a dibujar…”. La
relación con un profesor en el nuevo colegio “…es buena, también hay un profesor que
dibuja...a veces... hablamos...”
“conmigo bien porque era respetuoso, los llamaba por su nombre, les preguntaba cosas
respetadamente, me enseñaban cosas y eso, a veces me enojaba con ellos porque… por
puras leseras, porque a veces no dejaban salir temprano, por eso... pero nada más”
La categoría “PREVIF”, se visualiza como una ayuda para comprender los
actos y las formas de reparación social del mismo, lo cual es incorporado como
referente normativo en la conducta moral. Del mismo modo, se aprecia como un
espacio terapéutico (sanador) más que como con una finalidad sancionadora.
47
“…bueno, porque me explicaron como son los hechos y todo eso... como pasa a llevar
eso … no volver a cometer los errores, si podía ayudar a otras personas, todo eso…”
4.2.2. Actividades con la Familia
En la Dimensión de las Relaciones Interpersonales con la Familia,
planteada previamente en la operacionalización, se encuentra el segundo foco de
interés denominado actividades con la familia. De esta familia de códigos emergen
dos categorías.
Actividades
con la familia
Conversar
Comer juntos
Fuente: Elaboración propia
La familia de códigos “Actividades en familia” es vivenciada como
esporádica y poco gratificante para el joven. En general se vivencia poco
importante para el joven.
La categoría “Conversar” no es relevada como una actividad importante
para el joven, si bien es una actividad que se realiza en la mayoría de los casos
entrevistados, no se releva como una instancia gratificante y necesaria para su
vida.
“… conversar, porque uno igual conversa con la familia, tiene relaciones con la familia”.
La categoría “Comer juntos” aparece como una actividad poco relevante
para el joven, donde compartir con la familia en esas instancias no se hace un
48
hábito personal ni un ritual familiar. Y mucho menos se percibe como un espacio
para interactuar, compartir, transmitir ideas y sentimientos, etc.
“A veces comía con ellos, en la mesa…. Prefería hacerlo en mi pieza”
4.2.3. Estilos de crianza
Corresponde al tercer y último foco de interés relacionado con la dimensión
Relaciones Interpersonales con la familia. De esta familia de códigos emergen seis
categorías.
Estilos de
crianza
Ser ignorado,
Permisividad
abandonado
Vigilancia
Falta de
Ser prisionero
confianza
Consejos
Fuente: Elaboración propia
La
familia
de
códigos
“Estilos
de
Crianza”
refiere
los
estilos
comunicacionales de crianza o formación familiar, experimentados por los jóvenes,
al interior de su hogar, específicamente de parte de los adultos de la familia, los
que develan el ejercicio de límites, normas y sanciones, entre otros.
La categoría “Permisividad” representa un estilo comunicacional, donde
no hay regulación ni supervisión de los tiempos de ocio ocupados por el hijo, así
como de las actividades en que el joven ocupa este tiempo y la compañía que
para estos efectos requiere. Se vincularía con una falta de guía desde el escaso
entrenamiento de vida social, por parte de los adultos, que involucre compartir
ideas y valores. Un estilo basado en aspectos que se encuentran fuera del sujeto
49
como es el caso del estudio, percibido como una omisión de otros ámbitos
relevantes en la vida del joven.
“… ella [la madre] si sabía, siempre me retó por los estudios, era lo único que mi mamá
quería que yo hiciera bien, no le importaba que yo saliera…. Si me iba bien en los
estudios iba a ser mucho mejor, pero igual reprobé…”
Código lingüístico “Vigilancia” entendida como las acciones que llevan a
cabo los adultos del entorno, para salvaguardar la protección de los demás niños y
niñas, ante un eventual episodio de abuso sexual posterior. Estos actos de control
apuntan a la protección hacia posibles víctimas, aquello es mirado por el joven
como una estigmatización, por cuanto, cada vez vuelve con los recuerdos del
hecho abusivo y de ser un constante peligro o riesgo para otros niños y niñas.
“… de repente yo me juntaba con otras personas así, tenían (la familia) como cuidado
porque sabían que-…. me recalcaban lo que había hecho” “… a veces me molestaba y
porque era algo que quería olvidar… y me recalcaban para que no lo volviera a hacer…”
La categoría “Consejos” es percibido en forma positiva por el joven, no
sólo por el contenido del mensaje, sino porque refleja una preocupación de parte
de los otros hacia él.
“Mi mamá me trababa igual pero me advertía las cosas, me advertía solamente… que no
vaya a cometer más errores, no se ‘po... me hablaba… me aconsejaba”.
La categoría “Falta de confianza”, es entendida por el joven como un
déficit en la comunicación, de conversación y, por tanto, de puntos de encuentro
con los otros. Las habilidades sociales limitadas, junto a la falta de espacios para
ejercitar dichas habilidades le provoca, entre otros, su aislamiento.
“… empecé a aislarme de mis viejos, no hablar con ellos, nada, si yo antes tenía cero
confianza, y todavía la tengo… no tengo mucha confianza con ellos… en ninguno de
ellos… yo me aislé sólo al final… o sea me encerraba en la pieza…. Me retaban porque
me encerraba en la pieza…abajo me aburro porque no tengo tema de conversación,
nada…”
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La categoría “Ser prisionero” se vivencia como formas autoritarias de
crianza y comunicación en la familia, donde el control de las actividades del otro
se realiza por medio de la coacción.
“nunca me daban permiso…y cuando ellos sabían y me decían que no, yo me quedaba
en la casa… me tenían como más prisionero… y ahora como más… como más chipe
libre… me liberaron como un poquito más… porque como me fui de la casa… cuando
volví, ahora o sea igual deja avisado y todo eso”
La categoría “Ser ignorado, abandonado” se experimenta como una de
las sensaciones más dolorosas, especialmente, porque no es considerada su
existencia, pasa a ser “nadie”, esta anulación socava su autoestima y dignidad.
“… bueno igual, estuve más sólo… como que se alejaron… los familiares con los que
vivía… dejaron de hablarme mucho, antes hablábamos, pero como que después se
fueron perdiendo de a poco… pero igual nunca tan extremo el abandono, por decirlo así…
si, igual porque que te ignoren en la casa…”
4.2.4. Actividades con pares
La dimensión Relaciones interpersonales con pares, tiene como primer foco
de interés la familia de códigos Actividades con Pares, en la cual emergen cinco
categorías.
Actividades
con pares
Estar en la plaza
Amigos
cercanos
Uso de internet
Conversaciones
Escuchar música
con amigos
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Fuente: Elaboración propia
La familia de códigos “Actividades con pares”, tiene por finalidad conocer
el tipo de actividades, vale decir, encuentros presenciales, que realizan los
jóvenes entrevistados con su grupo de amigos y compañeros/as de colegio. Las
actividades en conjunto conllevan una forma de relación interpersonal de mayor o
menor cercanía y revela características propias. En general, los jóvenes no hacen
diferencia en términos conceptuales, entre amigos/as y compañeros/as de colegio,
denominando a ambos como “amigos” o “amigas”.
La categoría “Estar en la Plaza” simboliza un espacio de encuentro, de
compañía y de distracción positiva para los jóvenes. Dependiendo de la edad,
también aparece como un aprendizaje en el juego.
“… con compañeros de básica y amigos que vivíamos como cerca… en general es que
todos vivíamos cerca en el curso… jugábamos a la escondida, jugábamos a la pelota… y
eso…” “… salía a las canchas de fútbol, o en el parque donde nos juntábamos con mis
amigos”
“llegaba del colegio, me cambiaba de ropa, y salía… salía a la plaza con mis amigos”
“salía…. como de… depende de la hora en que salía… no me acuerdo bien de mi horario,
pero siempre llegaba como…a las 8-9… para mi temprano son las 9-8”
La categoría “Conversaciones con amigos” connotado como un espacio
de deficiente interacción, donde el lenguaje no pasa a ser necesariamente un
vehículo de comunicación para transmitir afectividad o experiencias positivas de
aprendizaje social.
“… con mis amigos [referido a compañeros de curso] mal porque no hablaba con muchos,
entonces era como que andábamos todos juntos pero ni siquiera hablábamos casi...”
“…no hablábamos nada casi...”
En el colegio anterior… eh… no se ‘po, hablaban puras custiones... de sexo”.
La categoría “Escuchar música” es connotada como una actividad que
permite disfrutar y compartir con otros. Permite reconocerse como una persona
52
que logra encontrar aspectos comunes con otros, que contribuye a la integración
en la medida que coincide en gustos e intereses comunes.
[Referido al nuevo colegio]… aquí sí que tenemos así como un grupo, porque así como
que todos escuchamos la misma música...”
La categoría “Amigos cercanos” emerge entendida como una relación
más cercana y propiciada inicialmente, por el encuentro diario que brinda el
colegio. Los lazos de amistad, en algunos casos trascienden en el tiempo y el
espacio de colegio que permiten y propician la interacción.
“… no, es que después de haber pasado a 1° se cambió el grupo, porque ellos quedaron
en la tarde, y no nos veíamos porque ellos estudiaban en la tarde, y yo en la mañana…
igual nos juntamos a veces… nos vemos más, son más cercanos, nos vemos en el
colegio”.
“… me juntaba con mis compañeros…. del colegio, del liceo, y con mis amigos que me
presentó mi primo que son de aquí cerca... son del sector aquí… siguen siendo mis
amigos hasta ahora” “…pero de ese colegio sólo tengo un amigo ahora”.
4.2.5. Uso del tiempo libre
La familia de códigos Uso del tiempo libre, es el segundo foco de interés
que hace parte de la dimensión Relaciones interpersonales con pares de la cual
emergen cinco categorías.
Uso del
tiempo libre
Dibujar
Hacer nada
Practicar
deporte
Hacer
grafitis
Uso de
internet
53
Fuente: Elaboración propia
La familia de códigos “Uso del tiempo libre” busca identificar actividades
que el joven realiza sin estar en interacción física directa con otros, en donde se
espera conocer el uso que el joven hace de su espacio de ocio individual.
La categoría “Dibujar”, es valorada como una forma de expresión de la
creatividad, a la vez, refleja el tiempo prolongado que dedica a esta actividad
priorizada por sobre la interacción con su familia o pares.
“… no es que siempre dibujo caleta, a veces lleno una croquera en dos días… no sé… y
hago rápido los dibujos eso lo hice como en quince minutos, ese que está ahí... aquí
tengo mi carpeta con los dibujos...”
La categoría “Practicar deporte”, es vivenciado como una actividad en la
cual podrían ocurrir relaciones casuales, que refleja la escasa capacidad de
interacción con los demás, lo cual se traduce en limitadas habilidades sociales.
“… yo ando en skate así que yo voy así al skate ‘pa distraerme... o voy a la casa de mi
abuela, que queda aquí cerca allá, para la puntilla y ahí me pongo a patinar solo en la
calle...”
“… pasaba encerrado en mi pieza... era mi cuarto, mi bicicleta y a veces salía a trotar de
repente, o a jugar básquetbol…nada más… entrenando con un equipo, y después
empecé a jugar sólo, llegan otros y me metía, otro y así…yo soy muy cabro chico para
mis cosas, y a mí me gusta que todos jueguen, no que uno sea el dueño del aro por
ejemplo, entonces yo le decía ¿querí jugar? Ya ven a tirar conmigo…”
La categoría “Hacer grafitis” es apreciada como forma de expresión de
habilidades para el dibujo. El autoaprendizaje es relevado en el ánimo de no
exponerse ante otros, refleja una baja tolerancia a la frustración de una nueva
habilidad explorada.
“… dibujo con spray allá en las chancheras que hay al otro lado... [Referido a los
Murales]… si... estoy aprendiendo...quiero aprender sólo eso sí...”.
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La categoría “Uso de internet” relevado por los jóvenes, como un espacio
para aprender cosas nuevas y positivas, entretenerse y distraerse, estando solo o
en compañía (física o virtual), aun cuando también puede ser utilizado para
acceder a información que genera experiencias negativas, por tanto, también es
significado negativamente como un espacio que se abre a conocimientos nuevos
que despiertan una curiosidad intrusiva sancionada familiar y socialmente.
“[ideas para hacer sus dibujos]…de internet...de mi cabeza…de todo... le pido prestado a
mi mami que tiene wifi, desde mi celular... nos conectamos… si, hago las tareas, hago
todo en mi celular”
“… ahora he estado usando internet…. las páginas de… de álgebra de baldor… porque
estoy estudiando matemática, y….redes sociales… Facebook y whatsapp”
[Desde el celular conversaba] “… con amigos, familia, conocidos de face… hace poco, me
agregó otra chiquilla de Puerto Montt, como yo era de allá igual como que era conocido en
la pobla ‘po, no sé qué cuestión agarraron… yo les doy confianza como para que me
cuenten sus cosas…y yo quedo así como plop, me cuenta todas sus cosas al tiro así las
más personales…”
“… lo que hice [abuso sexual]… emmm, lo hice yo creo que las ganas de saber qué se
sentía eso… por curiosidad… yo creo que surge de las páginas de internet…. sí, de
porno…”
“[Tuvo acceso libre a internet]… un tiempo, hasta que mi tío cambió la clave…. no sé, no
nos quiso dar internet…, de porno… fue por… curiosidad”.
La categoría “Hacer nada”, percibido como realizar actividades sin
importancia, sin relevancia para su vida. Les asignan poco valor en el lenguaje, a
las actividades que realizan junto a otros. La amistad o la vida social no aparecen
como un propósito.
“… en nada, ir a la escuela, lesear, estudiar, escuchar música y encerrarme en la casa a
ver animé… lo veía en el teléfono… celular con wifi… tenía computador pero no lo
ocupaba… escuchaba música, me pongo a conversar y todo eso... y nada más ‘po”
“antes no hacía nada… iba al colegio, pero no hacía nada, iba para allá, iba no más…
Ahora, bueno, voy al colegio, después vengo a mi casa, ordeno mi pieza, y después no
tengo nada que hacer en el día… o voy a estudiar matemática con mi tío, o sea es el
cuñado de mi papá, y eso es lo que hago”.
55
4.2.6. Valoración de la Familia
La tercera dimensión está referida a la Valoración de la familia, amistad y
personas en general. El primer foco de interés es la Valoración de la familia, de la
cual emergen tres categorías.
Valoración de
Cuidar a los
la familia
Amor y
hijos
cariño
Confianza
Fuente: Elaboración propia
La familia de códigos “Valoración de la familia” pretende conocer el valor
que los jóvenes otorgan a la familia en cuanto a las funciones atribuidas a ésta,
como la protección de sus miembros, el cuidado y el amor. Es planteado desde el
imaginario del joven respecto del deber ser de parte de los adultos, lo cual
aparece relevado a partir del hecho abusivo y reflexionado (aparentemente
incorporado también) en la intervención y post intervención terapéutica.
La categoría “Cuidar a los hijos” es relevado positivamente, por cuanto
habla de la preocupación de los padres por los hijos, en donde la supervisión de lo
que hacen fuera de la casa es válidamente aceptada, por la carga de amor que
ello conlleva, puesto que se correlaciona con expresiones de afecto.
“… cuidar a los hijos, como por ejemplo no dejarlos ir para todas partes... bueno, em
preguntarles para donde van...cosas así... mi mamá es amorosa, el Rey [Hermano menor]
también es amoroso…mi padre es sobreprotector”
56
“… como que no deje que le pase nada al hijo, que se metan todos... que estén atentos
en lo que el hijo está…”
La categoría “Confianza” es apreciada como un valor, que cuando existe,
las personas pueden develar situaciones importantes de su vida, por grave que
parezcan o sean, a la vez, pueden ser resueltas como familia.
“La familia para mí es llevarse siempre…contarse todo, nada de secretos y si lo hubiera
contárselo y saber llevarlo como familia todos juntos… como apoyarse mutuamente”
“… la confianza es poder contarle cosas a alguien y que te escuche”
La categoría “Amor y cariño”, al referirse a la familia es significado como
la base para la vinculación emocional de los miembros de la familia, por cuanto
bajo ese alero de reciprocidad se encuentra el resto de las acciones que permite
moverse con seguridad al interior del núcleo familiar.
“La familia es como un grupo de personas que se conforman para vivir con amor… para
demostrarnos amor, haber… como para relacionarse, para tener vida social igual... Eso
para mí sería una familia… hacen varias cosas...se tienen cariño entre otros... una familia
que te cuide, eso sería… que te quiera cuidar, que se preocupe de ti, y todo eso…”
4.2.7. Valoración de la amistad
El segundo foco de interés en esta dimensión, está referido a la Valoración
de la amistad, de donde emergen tres categorías.
Valoración de
la amistad
Los amigos
ayudan
Malas
Secreto
Influencias
57
Fuente: Elaboración propia
La familia de códigos “Valoración de la amistad” pretende conocer la
forma en que los jóvenes otorgan valor a la amistad, en la cual incluyen también a
sus compañeros y compañeras de colegio.
La categoría “Los amigos ayudan” es relevado por los jóvenes como un
valor importante en su vida, en tanto les proporciona seguridad en las relaciones
interpersonales. A su vez trae consigo un componente de incondicionalidad, que
se expresa más claramente en el enfrentamiento de situaciones adversas.
“…dibujaba, sólo dibujaba... no andaba en skate porque a mí me enseñó un amigo que
me hice aquí en el colegio nuevo... porque los amigos te ayudan a varias cosas…a
estudiar, a jugar skate, a pintar…”
“la amistad vale mucho, y uno se da cuenta cuáles son amigos reales, los que están ahí
…cuando una amiga estaba mal yo justo me ganaba y aparecía, le daba consejos y le
alegraba el día, y un día me defendió con sus amigos que me tenían mala, me defendía a
mí porque ella le dijo: tú aparecí en los puros momentos felices pero en cambio acá yo
estuve en los momentos más tristes para ella, cuando falleció su abuelo yo estaba
presente, y él no fue…o cosas así, cuando su mamá cayó al hospital o su hermano o
algo, yo estaba presente, llegaba en el momento más oportuno”
“la amistad…para mi….alguien… que un compañero de vida que ayuda al resto… yo me
sentía mal y ellos me aconsejen algo para subirme el ánimo”
“la amistad…, la amistad es como un vínculo de confianza, porque a un amigo si no se le
tiene confianza no es amigo, ‘po…”
La categoría “Malas influencias” connota amistades con hábitos y
costumbres que están en contradicción con los valores del joven, y no es posible
eludir por cuanto se encuentran en un espacio físico cercano y habitual, no
aparece un filtro moral que le permita alejarse de ello.
[Refiriéndose al abuso sexual] “las influencias… de mis amigos yo creo... eso no te ayuda,
te daña… son los del colegio anterior”.
La categoría “Secreto” está en directa relación con el ocultamiento del
episodio de abuso sexual, el que permanece como secreto en la familia y
58
mediante el cual prevalecen las relaciones interpersonales que los jóvenes
establecen fuera de su hogar. El joven y su familia discriminan quiénes conocerán
del abuso, como forma de evitar la estigmatización del joven y también de su
familia.
“no les conté lo que pasó” “… ningún compañero supo lo que pasó, sólo mi abuela”
“… no, decía que tenía problemas en la casa y que me iba a irme, estaba avisando que
me iba a ir…”
“No, ninguno [compañeros de colegio]… no vieron cambios en mí… nunca supieron lo
que pasó”
“no… no supieron lo que pasó [referido a sus compañeros de colegio]”
4.2.8. Valoración de las personas
El tercer foco de interés está referido a la Valoración de la amistad, de
donde emergen tres categorías.
Valoración de
las personas
Autovaloración
Respeto a las
personas
positiva
Maltratar es
nocivo
Fuente: Elaboración propia
La familia de códigos “Valoración de las personas” refiere a la forma en
que el joven valora a las personas en general, el respeto al otro (a) y el buen trato.
59
La categoría “Respeto a las personas” es percibido como uno de los valores
fundamentales para la vida, que se da en un contexto de reciprocidad y está
asociado a valorar al otro en su calidad de ser humano. A su vez, la pérdida de
respeto se relaciona con denostación o agresión más bien verbal hacia otro.
“… el respeto… y eso… y que a uno lo respeten…”
“… el respeto, la confianza, esos para mí son los más importantes. “… haber, respeto
podría ser… buen trato, sin insulto, porque decirle un insulto a alguien es faltarle el
respeto…. No insultar por algún, algún… a ver cómo se puede decir…. Por algún defecto,
cualquier cosa”
La categoría “Maltratar es nocivo” es percibido como negativo en cuanto
al daño que causa a la víctima, tanto al maltrato vivenciado por el joven en algún
momento de su vida, como aquel asociado al abuso que él cometió. Haber
vivenciado el maltrato permite la descripción detallada del sentimiento y las
sensaciones provocadas. Por otro lado, el joven logra empatizar luego de un
proceso reflexivo proporcionado por el proceso terapéutico llevado a cabo.
“es malo porque hace algo en contra de la persona que estás abusando... que la persona
lo puede evitar o yo puedo evitarlo, algo así pero igual lo hace….”
“se siente mal, yo creo” “… porque....como que... no sé, hacen algo en contra de él...”
“En tercero medio… ya en primer semestre que estuve estaba sufriendo un estilo de
bullyng… si más menos, porque los cabros estaban… estaba estudiando mecánica
automotriz y justo estaba soldando y me tiraron un pedazo de tuerca y llegaron a romper
el casco… en la básica también… pero no tan alterador así de golpes, sino más
verbalmente…de repente así… que no sea tonto, leso, cuestiones así o me humillaban
porque venía del sur todo eso…”
“cuando chico… pasé por casi por lo mismo… La persona se siente mal porque se siente
como humillada, acuchillada por dentro porque fue abusada, aparte prefiere estar sola
que estar con alguien, le da miedo, le dan shock”.
“Abusar está malo, ahora yo... como pienso… estoy en contra de eso porque le vulnera
los derechos de las personas…”
“… se siente mal, pasado a llevar, no sé... enojado… con…lo que... él que le hizo, lo que
pasó… provoca daño a las dos personas al abusador y al abusado… que no se va a
sentir igual, se va a sentir culpable el que abusa, y el abusado se va a sentir mal, como se
dice… violentado”
60
“la postura que tengo respecto de eso, es que eso está mal, porque uno después…
haber… uno tiene problemas entre la familia, todo eso… Eh…. también los que piensan
de otra forma, saben que uno hizo eso y empiezan a tratarte como la peor persona del
mundo, como cualquier cosa…”
“… bueno, la persona yo creo que se siente desanimado, triste, cabizbajo…eh…. ¿Qué
más puede ser? Eh…..sin ganas de hacer nada, no habla también, se queda callado, no
hace nada, eso yo creo, así se sentiría una persona”
La categoría “Autovaloración positiva” referida a la valoración que el
joven hace de sí mismo, lo que le permite experimentar formas distintas y más
gratificantes de relación con los demás, donde emerge el altruismo y la acción en
beneficio de un otro. Le permite también realizar proyecciones en la vida. Está en
directa relación con la valoración y el respeto al semejante como sujeto de
derechos. Es una mirada de sí mismo en la actualidad.
“… aprendí el por favor y gracias... ahora lo ocupo siempre…”
“… lo que me gustaría decir, que lo que yo estoy haciendo ahora, estoy estudiando… y
estoy trabajando para costear mis estudios así saber llevarme la vida así para adelante…
me estoy proyectando otro futuro más adelante todavía… sacar adelante mi carrera y
estudiar eso, después estudiar otra carrera
“… ayudo más que antes, soy más hacendoso… donde esté. …ayudo a los demás… no
como voluntario sólo que ayudo”
“…bueno ha sido un buen cambio, porque estoy con más ánimo, toda mi familia se ha
dado cuenta que estoy más feliz, que estoy más sociable, y…. eso yo creo que ese es el
cambio que he tenido… estoy más estudioso, en mi colegio soy el mejor del curso….
Bueno hay uno que me está haciendo la batalla…
61
CAPITULO V
CONCLUSIONES
El presente estudio de caso ha buscado responder cómo son las relaciones
interpersonales que establecen, con su familia y con sus pares, los jóvenes que
han abusado sexualmente.
Para ello, apoyándose en la experiencia de los jóvenes que han participado
de las intervenciones en la Fundación Previf, ha sido posible aproximarse a las
respuestas de la pregunta de investigación.
Cuando nos encontramos con el fenómeno social de niños abusando de
otros niños y niñas, se produce una gran tensión por la necesidad como sociedad
de sancionar los actos que vulneran a otros, especialmente cuando se trata de
niños y niñas. Pero cuando estos actos provienen de jóvenes, es posible
reconocer en ellos su calidad de víctima también. Frente a lo cual, como sociedad
se hizo necesario poner atención en realizar los ajustes pertinentes desde distintas
disciplinas, social, jurídica, psicológica, médica, entre otras, para abordarlo de
manera integral.
Otra tensión se presenta cuando la familia es considerada el eje central en
la vida de las personas, como fuente de protección y de relaciones basadas en el
amor, la cual debiera cumplir con la educación desde los hábitos más elementales
hasta los de orden valórico, que permitan vivir y convivir con otros, que Horwitz
(1985) plantea como un ideal. Esta concepción de familia aparece en los relatos
de todos los jóvenes entrevistados, haciendo parte de su imaginario y aspiración
de familia pero que está muy lejos de ser reflejada en la realidad.
Uno de los hallazgos de este estudio relacionado con las formas de crianza
autoritaria y permisiva. En cuanto al estilo comunicacional permisivo, los jóvenes
62
develan estar solos gran parte del día, donde la figura paterna y materna se
asemeja a un ente regulador de los tiempos y actividades de sus hijos pero a la
distancia, lo cual realizan en forma deficiente porque también los adultos carecen
de herramientas para la adecuada supervisión, además, no existe una guía ni
acompañamiento real en los momentos de encuentro.
Respecto al estilo comunicacional autoritario, se develan situaciones de
coacción traducidas en no permitir que el joven salga de la casa, que no realice
actividades o encuentros con amistades de las cuales los padres ignoran
información. En este caso, el adulto aplica la medida estando presencialmente en
el hogar, lo cual significa por un lado, que es posible hacer respetar las normas
cuando el adulto está presente, pero por otro lado, la norma no es conversada ni
reflexionada con el joven, simplemente se impone. Tampoco existe acción de guía
ni acompañamiento.
Ambos estilos comunicacionales que refirieron experimentar los jóvenes
entrevistados, permiten aseverar que los estilos de crianza autoritarios y
permisivos generan como efecto relaciones interpersonales poco gratificantes, de
débil vinculación, sujetos inseguros para establecer relaciones cercanas (Oliva, et
al, 2008) y basadas en valores de respeto, de solidaridad, entre otros que
trascienden la propia individualidad, muy propio de la sociedad moderna y que
Bauman (2006) expresa en su concepto de la “liquidez de las relaciones”.
La categoría Aconsejar aparece como un mecanismo utilizado por los
adultos, probablemente en el intento que las palabras tengan sentido para el
joven, desconociendo o minimizando la magnitud y profundidad de los restantes
factores que han contribuido en las conductas abusivas. Por otro lado, el consejo
también aparece desde el adulto, como un factor de prevención de nuevos
abusos, sin embargo, es percibido por el joven como una falta de confianza en él,
que lo estigmatiza y le hace recordar nuevamente el hecho abusivo, generando en
él una victimización secundaria reiterada.
63
En este escenario familiar, los jóvenes entrevistados reconocen no estar
interesados en realizar actividades con su familia. Las dos categorías que
emergieron: “Conversar” y “Comer juntos” no aparecen de forma relevante en sus
respuestas. No existen temas en común o que sean atractivos para el joven,
aparecen más bien como actividades que son inevitables de realizar por cuanto
comparten el mismo espacio físico. En este sentido, aparentemente no existiría de
parte de los adultos una intensión de ocupar eficientemente los espacios de
encuentro para conocer sobre la vida, ideas y acciones de sus hijos.
Desde el foco de operacionalización vinculado con las redes familiares,
emerge un hallazgo relacionado con el hecho abusivo que gatilla la activación de
dichas redes, sólo entonces se devela la carencia. Cuando aparece el abuso, la
familia se obliga no sólo a reconocer las redes, sino también a re-mirar la
interacción social y es fundamental ponerla de relieve. Se hace entonces de una
manera forzada, en una infeliz circunstancia. Se produce una reorganización de la
estructura familiar y de los estilos relacionales, al producirse una activación de
redes familiares de tipo secundaria, por tanto, se produce un efecto de segundo
tiempo o segunda oportunidad para reparar.
Es posible corroborar el supuesto de investigación que devela que los
jóvenes que han presentado conductas sexualmente abusivas, establecen
relaciones interpersonales distantes, emocionalmente pobres, con escasos
encuentros cara a cara, donde prima el aislamiento respecto de otros a quienes no
considera significativos en su vida. Efectivamente, establecen relaciones poco
gratificantes con su familia, comparten pocas actividades en común y no participa
en la generación de espacios para la conversación.
Con los pares, las relaciones son más cercanas que con la familia, les
cuentan sus dificultades y felicidades, pero también son vistos por algunos jóvenes
como mala influencia, en cuanto a que de ellos aprendieron a hacer cosas que
64
tuvieron nefastas repercusiones para él y para otros. Clasificar a las amistades
como “malas influencias” les es posible hacerlo después de ocurrido el hecho
abusivo. En general, no cuenta con herramientas que les permita visualizar con
antelación para poder distinguir y decidir con quiénes se relacionarán. Así mismo,
los padres tampoco han generado mecanismos que les posibilite guiar a su hijo en
la elección de sus amistades o en estrategias frente a su influencia.
Si bien el grupo de pares en esta etapa de la vida suele ser, en general,
más atractivo para los jóvenes que su familia, en términos que aporta orientación,
apoyo y sensación de seguridad (Florenzano, 1997), en este caso ninguno de los
dos estaría cumpliendo con sus expectativas, puesto que no pueden encontrar lo
que requieren, probablemente porque provienen de experiencias similares.
Numerosos estudios de caracterización de jóvenes que han abusado
sexualmente, algunos de ellos presentados en este documento, dan cuenta de
jóvenes en conflicto con su familia, con la ley (a veces en más de una ocasión),
desertores escolares, consumo problemático de pornografía, familias con violencia
grave y provenientes de sectores marginales, etc.
Sin embargo, los hallazgos en este estudio difieren de lo anterior, es así
que aparecen jóvenes con escaso o nulo conflicto con su entorno, estudiantes sin
retrasos escolares significativos, grupo familiar nuclear intacto o con separaciones
no traumáticas, sin violencia en su interior. En conclusión, los hallazgos apuntan a
jóvenes que se sienten solos emocionalmente, a lo que se suma el escaso
acompañamiento familiar, que no está dado necesariamente porque ambos
padres trabajen, sino porque éstos no han generado los estilos comunicacionales
que sus hijos requieren, ni han establecido redes que los apoye en su ausencia.
A esto se suma, una escasa o nula guía en comportamientos asertivos,
empáticos y ético-valóricos. Todo lo cual abre un camino de exploración
inadecuada, no supervisada que se ve complejizada con el acceso a internet en
65
forma indiscriminada y en un contexto socio-político donde el modelo económico
facilita el individualismo, la competitividad que poco espacio deja al desarrollo de
valores universales fundamentales para el crecimiento sano de los individuos.
Los aportes desde el construccionismo social como enfoque epistemológico
base de este estudio, permite la interpretación de los relatos y los significados que
atribuyen los jóvenes a las formas de percibir sus relaciones interpersonales.
Desde esta perspectiva, la experiencia abusiva estaría definida por la manera en
que se entrecruzan los significados que tanto los jóvenes, como las víctimas, sus
familias y el resto de los involucrados atribuyen a los eventos ocurridos, teniendo
como escenario la cultura y las leyes que nos gobierna. Desde esta mirada
entonces, al abuso sexual se le atribuye un valor descriptivo de las relaciones.
Teniendo como escenario de este estudio la Fundación Previf y su larga
trayectoria de intervención con jóvenes que han abusado sexualmente, es posible
pensar que los hallazgos sean un aporte relevante para la labor que realiza, en
tanto permite incrementar el conocimiento en uno de los ámbitos fundamentales
del quehacer institucional, el de las relaciones interpersonales que establecen
estos jóvenes. La oportunidad de estos hallazgos podría abrir un camino para
acceder a información que permita integrarla en la intervención y, por otro lado,
para contrastar los propios hallazgos que las profesionales han observado en la
intervención directa con estos jóvenes.
Actualmente en Chile, no existe consenso en las pautas más efectivas para
la intervención con jóvenes que han abusado sexualmente, tampoco existe total
claridad respecto de las causas que propician la ocurrencia de los abusos, así
como los factores de riesgo asociados.
En el país se están generando investigaciones que aporten a la
comprensión del fenómeno, lo cual es trascendental para ir fijando ciertos criterios
en la línea preventiva y de intervención repatoria. Es posible encontrar estudios de
66
caracterización de jóvenes que han abusado sexualmente, sin embargo, éstos
apuntan a describir las características individuales de ellos y con muy escasa
información respecto a jóvenes del sexo femenino que hayan abusado
sexualmente. Estudios dirigidos a conocer a las familias de estos jóvenes son muy
escasos, y más escasos aún, son los estudios dirigidos a los grupos de pares, tan
relevantes en la vida de los y las jóvenes.
El Trabajo Social podría tener un papel preponderante en el espacio de la
prevención del abuso sexual, desde la intervención con familias y en la
coordinación con establecimientos educacionales (media y básica). Vale decir, se
requiere un trabajo colaborativo y de capacitación con profesores en los colegios,
donde niños, niñas y jóvenes pasan la mayor parte del tiempo, donde se producen
las mayores interacciones cara a cara y donde permanecen mayoritariamente los
grupos de pares. En esta línea, el grupo de pares también debiera ser incorporado
en el trabajo preventivo, por la significativa influencia que tiene en los y las
jóvenes.
La responsabilidad en la protección y cuidados de nuestros niños, niñas y
jóvenes gravita sobre padres, madres y profesores. Es necesario adoptar un
compromiso en la formación valórica y ética, donde la coherencia con la acción se
materialice en el respeto por el otro, la comprensión, la solidaridad, la honestidad y
la justicia.
Esto implica también, comenzar a modificar la forma en que nos
relacionamos con los demás, el tiempo que dedicamos a compartir, que los
adultos se empeñen en generar espacios de conversación, discusión y de
reflexión con jóvenes y niños/as, donde además se transmite la cultura, la historia,
la memoria y los nuevos conocimientos.
Es un desafío que en su esencia no promueve volver a tiempos pasados,
sino más bien, incorporar formas de comunicación e interacción gratificante, que
67
dialogue armónicamente con aspectos modernos de la tecnología, vale decir, que
una no reemplace o desplace a la otra.
Es mirado como un desafío que no está exento de dificultad, por cuanto el
consumismo, la inmediatez, el exitismo, las relaciones superfluas, la soledad
emocional y física, van de la mano con el modelo económico neoliberal impuesto
por la dictadura en Chile, en los años ochenta y que luego de tres décadas ha
logrado asentarse en nuestra sociedad. La tarea que nos queda como sociedad es
ardua si queremos cambiar la forma en que nos estamos relacionando, para
comenzar a proteger, educar y sanar, verdaderamente.
Los resultados de este estudio abren nichos investigativos, a partir de la
carencia y vacíos en el ámbito del conocimiento, que aporte a conocer si existen
factores de la comunidad y elementos de orden cultural que estén a la base de las
conductas abusivas.
Otra línea investigativa podría relacionarse con las percepciones que tienen
los adultos de la familia, respecto de las relaciones que establecen con sus hijos
que han abusado sexualmente, así como los estilos relacionales o rol parental
que han desarrollado con los hijos implicados en situaciones abusivas.
Un resultado no esperado ni foco de estudio, es que los entrevistados
realizaron en forma espontánea, una diferenciación temporal de antes y después
del abuso, quedando de manifiesto que ha habido cambios relevantes para su vida
a partir, no sólo del abuso sexual, sino también desde la intervención terapéutica
realizada en Previf. Esto permite concluir, el cambio que experimenta el sujeto
producto de la intervención, ya que entre otros, existe la incorporación de
elementos valóricos que antes estaban ausentes o en crisis, lo cual también se
refleja como un síntoma de la modernidad y que son compartidos socialmente. Por
otro lado, se abre un campo investigativo de análisis comparado.
68
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2000.
77
ANEXOS
Anexo N° 1. Pauta de Entrevista
Anexo N° 2. Asentimiento Informado
Anexo N° 3. Consentimiento Informado
Anexo N° 1
Pauta de Entrevista
1- ¿Con quienes vivías antes de que ocurriera la situación abusiva? ¿Con quiénes
vives ahora?
2- ¿Con quiénes vivías antes de que ocurriera la situación abusiva? ¿Con quiénes
vives ahora?
3- En aquella época ¿Con quiénes te relacionabas? ¿Participabas en alguna
organización social o de la comunidad?
4- ¿Cómo te iba en el colegio, con tus profesores y compañeros?
5- En esa época ¿En qué ocupabas tu tiempo libre, qué hacías?
6- ¿Hubo cambios en tu familia luego que se enteraran de lo que había ocurrido?
¿Cambiaron tus amigos o compañeros de curso?
7- ¿Hubo algún impacto en tu familia con el proceso judicial? ¿Hubo algún impacto
en tus amigos o compañeros de curso? ¿Qué efectos tuvo en ti?
8- Ahora que superaste esa etapa ¿crees tú que hubo algún factor de la
comunidad, de los medios de comunicación como la TV, el internet u otro, que
haya contribuido a que ocurriera el abuso? ¿Cuál?
9- ¿Cómo crees que se siente una persona que es abusada o maltratada?
10- ¿Qué significado tiene para ti la familia?
12- ¿Cómo crees tú que es una familia protectora?
13- ¿Cuál es la postura que tienes hoy frente al maltrato o abuso?
14- ¿Qué valores rescatas en las personas?
15- ¿Qué significado tiene para ti la amistad?
Anexo N° 2
Santiago, ______ de _____________ 2015
Asentimiento Informado
Usted ha sido invitado a participar en el estudio titulado “UNA
APROXIMACIÓN A LAS
CARACTERÍSTICAS DE JÓVENES QUE HAN REALIZADO PRÁCTICAS SEXUALMENTE ABUSIVAS, DESDE EL
RELATO DE LOS PROPIOS JÓVENES. EL CASO DE PREVIF”
a cargo de la Sra. Katia García Benítez,
estudiante del Magister Interdisciplinario en Intervención Social de la Universidad Alberto
Hurtado.
El estudio mencionado anteriormente, busca conocer las características de jóvenes
atendidos en la Fundación PREVIF, con la intención de mejorar las formas de intervención
realizadas por profesionales de este centro.
Por medio de este documento se solicita su consentimiento para realizar una entrevista y
la grabación (sólo audio) de la misma, la cual posteriormente será transcrita para su
análisis. Su autorización para utilizar los datos aportados para este estudio, es voluntaria.
No habrá ningún problema si decide no aceptarlo. Se resguardará el anonimato de sus
datos personales a través de la modificación de los nombres como también de cualquier
otro tipo de información que pudiera hacerlo reconocible. La información será tratada de
manera confidencial de acuerdo a la ley 19.628 de 1999, sobre protección de la vida
privada o protección de datos de carácter personal. No se dará a conocer su fuente, salvo
que sea exigido por la justicia. La información obtenida en estas entrevistas se tratará
como material confidencial y será conocido integralmente sólo por quien realiza el
presente estudio.
Los resultados del estudio serán publicados en un informe final que se presentará en el
marco del Magister Interdisciplinario en Intervención Social. La información podrá ser
utilizada para futuras investigaciones o estudios relacionados con el tema de
investigación.
79
Dicho informe final con los resultados estará disponible en PREVIF para que puedan ser
consultados por usted, en caso que lo desee.
Velando por los deberes éticos de la investigación social, en caso de inquietudes o de
sentir sus derechos vulnerados puede recurrir al Comité de Ética de la Universidad
Alberto Hurtado.
_______________________________________________________________________________
Declaro conocer la naturaleza y los alcances de este estudio así como el tipo de
participación anónima que tendré en él. Se me ha informado sobre mis derechos
relacionados con la entrevista que otorgaré y el estudio en el cual estoy participando
libremente. Mis dudas han sido satisfactoriamente resueltas.
En caso de tener preguntas sobre mi participación en este estudio, o en caso de revocar
mi consentimiento, puedo contactar a la Sra. Katia García Benítez al teléfono 41965168897470
Doy así mi consentimiento para la participación en el estudio, el cual queda expresado en
la firma de la presente copia de la cual se me otorgará un ejemplar.
___________________________
Katia García Benítez
___________________________________
Nombre y firma del joven participante
80
Anexo N° 3
Santiago, ______ de _____________ 2015
Consentimiento Informado
Su hijo ha sido invitado a participar en el estudio titulado “UNA
APROXIMACIÓN A LAS
CARACTERÍSTICAS DE JÓVENES QUE HAN REALIZADO PRÁCTICAS SEXUALMENTE ABUSIVAS, DESDE EL
RELATO DE LOS PROPIOS JÓVENES. EL CASO DE PREVIF”
a cargo de la Sra. Katia García Benítez,
estudiante del Magister Interdisciplinario en Intervención Social de la Universidad Alberto
Hurtado.
El estudio mencionado anteriormente, busca conocer las características de los jóvenes
atendidos en la Fundación PREVIF, con la intención de mejorar las formas de intervención
realizadas por profesionales de este centro.
Por medio de este documento, solicito su consentimiento para que su hijo sea
entrevistado y su entrevista sea grabada (sólo audio), la cual posteriormente será
transcrita para realizar el análisis de la información. Su autorización para utilizar los datos
aportados para este estudio, es voluntaria. No habrá ningún problema si decide no
aceptarlo. En ese caso, aunque su hijo haya dado su autorización, la entrevista no se
llevará a cabo, vale decir, tanto usted como su hijo tendrían que estar de acuerdo para
realizarla.
Se resguardará el anonimato de los datos personales de su hijo, a través de la
modificación de los nombres, apellidos, como también de cualquier otro tipo de
información que pudiera hacerlo reconocible. La información será tratada de manera
confidencial de acuerdo a la ley 19.628 de 1999, sobre protección de la vida privada o
protección de datos de carácter personal. No se dará a conocer su fuente, salvo que sea
exigido por la justicia. La información obtenida en estas entrevistas se tratará como
material confidencial y será conocido integralmente sólo por quien realiza el presente
estudio.
81
Los resultados del estudio serán publicados en un informe final que se presentará en el
marco del Magister Interdisciplinario en Intervención Social. La información podrá ser
utilizada para futuras investigaciones o estudios relacionados con el tema de
investigación. Dicho informe final con los resultados estará disponible en PREVIF para
que puedan ser consultados por usted y/o su hijo, en caso que lo desee.
Velando por los deberes éticos de la investigación social, en caso de inquietudes o de
sentir sus derechos vulnerados puede recurrir al Comité de Ética de la Universidad
Alberto Hurtado.
_______________________________________________________________________________
Declaro conocer la naturaleza y los alcances de este estudio así como el tipo de
participación anónima que mi hijo tendrá en él. Se me ha informado sobre los derechos
que tiene mi hijo en relación con la entrevista que otorgará y el estudio en el cual está
participando libremente. Mis dudas han sido satisfactoriamente resueltas.
En caso de tener preguntas sobre su participación en este estudio, o en caso de revocar
mi consentimiento, puedo contactar a la Sra. Katia García Benítez al teléfono 41965168897470
Doy así mi consentimiento para la participación en el estudio, el cual queda expresado en
la firma de la presente copia de la cual se me otorgará un ejemplar.
___________________________
Katia García Benítez
___________________________________
Nombre y firma de padre/madre
del joven participante
82