La noche de Bagdad PRIMERA ANTOLOGÍA BREMAN LEZAMBRA es mi seudónimo, yo nací Manuel González Cabrera, y de la combinación de las sílabas de mi nombre y apellidos resulta este acrónimo. Natural del Campillo de Purchena, en Almería, nacido en julio de 1936, al tiempo que comenzaba la Guerra Civil en España. Mi cuna fue un molino harinero de los llamados de agua, en donde vivían y trabajaban mis padres. Como mis primeros años coincidieron con la época de escasez de la posguerra, tuve que empezar a ser útil en ayudar a mis padres desde que pude andar. Aprendí el oficio de molinero y el de arriero, pero por no ser suficiente para sobrevivir, tuve que hacer de estraperlista, de agricultor y de cualquier otro trabajo que se presentara. Al cumplir los quince años me trasladé con mis padres a una finca agraria en el término de Cocentaina, Alicante. Allí, trabajando de día y estudiando de noche, hice mis estudios primarios. Posteriormente, cursé los de Banca y Diplomática. Inicié el bachillerato en Alcoy, donde me llegó el tiempo de hacer el Servicio Militar, que fue en Palma de Mallorca, en el cuerpo de Aviación. A mi regreso, continué los estudios, ya de forma exclusiva, trabajando en el campo solo los días festivos y en las vacaciones, y cuando no había clases en la academia Almi, en la que estudiaba, y en horario de 9 a 9, con dos horas para comer a medio día. Allí hice los estudios de bachiller y Magisterio y, en 1965 terminé Magisterio, gané las oposiciones a ingreso y obtuve mi primer destino en Onil, Alicante. En el año 1967 contraje matrimonio con Pilar Leal Ruiz, maestra también. Luego, tras varios destinos obtuve plaza definitiva en Ibi, Alicante, donde me llegó la jubilación en 2001. Antes de conocer las primeras letras, ya me enseñaba mi madre los cantes y poemas que ella misma componía, yo los aprendí junto con los romances de ciego que se cantaban por entonces y compuse mis primeros cantos. Durante mi vida laboral, me dediqué a ella con tanta intensidad y dedicación que llegué a tener tres empleos diferentes en el mismo día. 3 Breman Lezambra Durante mi profesión de maestro, realicé tres cursos de Ciencias Económicas, atendía una pequeña parcela de tierra y, si algo me sobraba de tiempo, lo dedicaba al cuidado de mis cuatro hijos, que corrían a cargo de mi esposa casi por completo. Aquella afición temprana a la poesía quedó adormecida y latente en mí hasta que llegó el cese en mi actividad laboral. Desde entonces, me dediqué a escribir y sacar a la luz tantos años de silencio en los que componía poemas que nunca escribí. He leído muchas Antología, muchos poemas sueltos, tanto de autores españoles como extranjeros, y de todas las épocas, desde los antiguos griegos hasta los de hoy. En mis gustos por la poesía, siento predilección por el verso corto, este se aviene bien a mi forma de pensar y de expresarme. En mis poemas cultivo toda clase de temas y en todas las métricas, pero me inclino por el arte menor y, dentro de él, por la Redondilla, la Cuarteta y el Romance. Admiro el gongorismo, el gracianismo y el romanticismo, pero este en su cara blanca. Prefiero el realismo sano y de buena mesa; soy amante de la realidad, la claridad, la sencillez y las buenas formas del parnasianismo. Huyo de expresiones ásperas, de mal gusto o no presentables en sociedad. En ocasiones, no puedo evitar caer en la ironía y un cierto humorismo para romper la tensión y volver a la realidad de que sólo se trata de una lectura. Tengo tendencia a los temas de historia antigua, a los temas campesinos, a los desenfadados y de entretenimiento y, como restos de deformación profesional, tengo propensión a lo moralizante. Entre mis trabajos tengo El Quijote en verso, bajo el título de “Romance del Caballero Frisardo”, Primera y Segunda parte, lo que es un romance de más de 50.000 versos. Cerca de un millar de poemas, algunas novelas, una Poética actualizada, mi biografía en verso, unas Polémicas, varios cientos de Cantares y artículo varios de opinión. Manuel González Cabrera Breman Lezambra 4 La noche de Bagdad MI POESÍA El espíritu del poeta, o por lo menos aficionado a serlo, es observador, es inquieto, reflexivo, ardiente y muy sensible a todo lo que se mueve a su alrededor y a cuanto la naturaleza encierra y contiene. Pero cada cual lo siente y lo expresa de una manera diferente. La Poesía marca así, la personalidad del autor FUNDAMENTOS E n Derecho es importante, por su especial cometido, usar de estricto sentido con verbo recio y tajante. La Música, por su parte, donde es menor el sentido, busca el más bello sonido que luego convierte en arte. Tercia en esto la poesía, la más bella de las artes: me interesan ambas partes. Y tomar de Arquitectura dimensiones y estructura ambas dos interesantes. Bebí de fuente abundante, tomé de excelente pluma, ni escrito ni fuente alguna saciaron mi sed bastante. No, mejorar a Zorrilla, no, igualarme con Lope, tengo yo puesto mi tope en empresa más sencilla No me gusta la poesía de verso grandilocuente, donde todo es aparente, fruto de la fantasía. No me gustan los sonetos, por lo largos y solemnes, me suenan como a sermones, o sentencias, o decretos. Entre pareado y soneto, caben mil combinaciones, yo tengo predilecciones por un modelo concreto. Yo la prefiero sencilla, de verso corto y directo yo la prefiero en concreto, a modo de redondilla. Me gusta la redondilla para decir la poesía, porque, teniendo energía, resulta clara y sencilla. Con acentos y sus rimas, ocho sílabas por verso, para decir lo que pienso me basta con cuatro líneas. 5 Breman Lezambra Mi gran defecto es rimar de manera tan sencilla como le es, a quien trilla, el oficio de trillar. Que fue prosaica mi forma, a nadie se lo discuto, que yo resuelvo mi asunto sin atropellos de norma. 6 La noche de Bagdad A LOS PIES DE UN JAZMINERO Muchos enamorados no encuentran el momento, ni la forma ni el ánimo suficiente para declarar su amor, pero a los pies de un jazminero en flor, cuyo aroma y perfume envuelven y potencia la belleza, el encanto y la dulzura de una muchacha de pocos años, no hay enamorado que se resista y acabe por declararse rendidamente. A los pies de un jazminero, de blanca flor y olorosa, “¡te quiero!”, dije a una moza, con el amor más sincero. Cumplidos catorce años, la piel blanca, de azucena, la cara de Macarena y los cabellos, castaños. Aquella flor delicada, virginal y primorosa, se estremeció, ruborosa, al sentirse cortejada. Los colores a su cara, uno va, otro venía, uno la palidecía, el otro la sonrojaba. Sus mejillas se ponían cual sendas dos amapolas; dos encendidas corolas que en su cara florecían. En sus labios, el rubí pintó dos cuartos crecientes, temblorosos, inocentes, de encendido carmesí. Una lágrima furtiva por su cara resbaló, lágrima que cogí yo como perla de amor viva. Esa perla nacarada, recógela en mi pañuelo, no quiero yo que en suelo se vierta prenda sagrada. Con el pico del pañuelo secó, en su linda mejilla, lágrimas de una chiquilla que enternecieran al cielo. Quiero que me des respuesta, le dije al fin, esperando, me paso el día llamando a los timbres de tu puerta. Del suelo, alzó la mirada de sus lindos negros ojos, contestando a mis enojos, respondió, sin decir nada. Mirárame de tal modo, infantil, dulce mirada, que hablando no dice nada, callando lo dice todo. “¡Tú sabes cuánto te quiero!”, le repetí nuevamente, bajó de nuevo la frente, con la mirada hacia el suelo. Entre nerviosa y coqueta, jugaba con mi pañuelo, 7 Breman Lezambra yo repetía: “¡Te quiero!”, y nunca obtuve respuesta. Ella hacía y deshacía palomas, con mi pañuelo, luego las lanzaba al vuelo y en sus manos las cogía. Yo buscaba su mirada y contemplaba su juego; ¡Quién pudiera ser pañuelo!, y paloma acariciada. Mis amores escuchaba y en ello se complacía; yo de amor me consumía, ella inconsciente jugaba. Escuchaba mi desvelo, mi pasión y mis amores, mientras trenzaba primores con las mechas de su pelo. Jugando con los botones que su rebeca llevaba, al tiempo que ella jugaba desbordaban mis pasiones. Con desconocido rumbo, voló aquella mariposa; en otro jardín se posa de cualquier parte del mundo. Rojas teas encendidas, pasión de dos corazones, en apagados tizones quedaron, por las heridas. Andando, viendo, olvidando, fueron pasando los días; ascuas que al contacto ardían el tiempo, las fue apagando. 8 La noche de Bagdad ARGUCIAS Si las mujeres, entre los quince y los cuarenta, y aún con más años y más retoques restauradores, siempre resultan atractivas y deseables, no es por accidente, es fruto de la astucia y argucias de la propia naturaleza con fines de perpetuarse en el tiempo, pues, de otro modo, los fabricantes de zapatos tendrían muchos menos clientes. L a sabia naturaleza, para hacerse perdurable, con eficaz sutileza hizo al hombre enamorable. Esa natural proeza, para conseguir sus fines, puso en la mujer belleza y cantos de serafines. Hizo a la mujer mimosa, zalamera, insinuante, desafiante y voluptuosa, y al hombre, lo hizo ignorante. Las mujeres, con sus formas, sus tamaños y medidas, hábilmente nos transforman en oro, como el rey Midas. Entre los quince y los treinta, se despiertan los amores, que tan bonitos los pintan como el color de las flores. Queda el hombre enamorado por una bella mozuela, queda el pobre hipnotizado, como pato en la cazuela. Todo se lo pintan bello, todo atractivo y precioso, se mete el hombre hasta el cuello como en las trampas, el oso. Vamos detrás del anzuelo como besugos hambrientos; caemos en la trampa y, luego, vienen ayes y lamentos. Tan dulce y tan pizpireta se presenta la mujer, que caemos, sin darnos cuenta, donde no debemos caer. Saca un “cariño”, de pronto como mago, del sombrero, y uno queda medio tonto, si no como tonto entero. Esa niña quinceañera que ya comienza a moverse, esa es la trampa certera que nunca debe morderse. Esas niñas de ojos negros, de piel morena y brillante, son como cepos zorreros, abiertos para cazarte. Visten mejor que los lirios, se pintan de mariposas, nos engañan como a chinos y quedan como las rosas. De novios: dulce y mimosa, tolerante y comprensiva, 9 Breman Lezambra luego: áspera y rasposa, exigente y agresiva. Quien antes tanto nos quiso, tan amable como era, quiere que pagues el piso y mantengas a la suegra. Quien hizo un día promesa de que siempre nos querría, hoy: “me duele la cabeza, déjalo para otro día”. Quien te brindaba los besos envueltos en terciopelo, te trae fritos los sesos porque pagues un crucero. Cuando nos dicen: “te quiero, y te doy mi corazón”, están pensando: ¡cordero, voy a darte una lección! Siempre nos la dan con queso, pues sabiendo cómo son, por la belleza y el sexo, picamos como el salmón. Nos mienten y las creemos, engañan y perdonamos, si hablamos, las ofendemos si nos gritan, nos callamos. Quien encuentre a una mujer que no fume y que no beba, vuélvala a su proceder: ¡esa no es hija de Eva! Quien confía en la mujer, está tonto o está loco, o tiene de todo un poco, que también pudiera ser. A quien la mujer le diga: “te he de querer para siempre”, que se ponga alerta y tiemble: ¡le dan dos días de vida!. A muchas las compadezco, y no arriendo su ganancia a las que dan con un penco, que los hay en abundancia. Breman Lezambra. 10 La noche de Bagdad AL TORO DE MIURA Revolera de piropos con gran abanico de metáforas y otras figuras poéticas dedicada a los toros de Miura que mueren en el ruedo, extensible a todos los toros que sirven a la brava fiesta de las corridas taurinas. P or estrecho callejón de estrecha puerta y oscura, sale ese toro de Miura, negro brazo de un tifón. La bravura de una raza enfila contra el torero, que, desde el centro del ruedo, brinda su faena a la plaza. La púrpura por delante, escondiendo el amarillo, el movimiento y el brillo de un capote desafiante. Abriendo su media luna, sus anchas alas despliega y da comienzo a la “briega” con muy desigual fortuna. El toro, siempre engañado, embiste contra quimera esperando que estuviera el torero al otro lado. Teñido en sangre sus ojos por la furia y por la ira, en su tragedia delira y embiste a los trapos rojos. La purpúrea mariposa, abanico bicolor, revolotea alrededor como inquieta y bulliciosa. Entra a terciar en el duelo a caballo, el picador, negra espina de dolor, primera sangre en el ruedo. Filigranas, descubiertos, y tres, que no es uno solo, herido dejan al toro y con los “tres pares” puestos. Siempre esquivado y burlado, en su fiera acometida, va consumiendo su vida: el toro está sentenciado. El severo juez ordena que el diestro cambie de tercio, que ya se ha cumplido el tiempo de ejecutar la condena. Con la suerte decidida, la energía ya agotada, ¡ardiente acero de espada, siega de un tajo su vida!. Después de muerto en el ruedo, por tres “mulillas” tirado, el toro sale “arrastrado”, a hombros, sale el torero. 11 Breman Lezambra AL CRISTO DE LA COLUMNA Resulta difícil, a todo corazón sensible, pasar sin reflexionar ante el Cristo amarrado a una columna, azotado y sangrante. La gente, que tan sensible se muestra ante hechos parecidos entre los humanos, pasa indolente e indiferente ante ese Cristo escarnecido. S egún nuestra propia ley, no podemos condenarlo: —¡Tienes que crucificarlo: pretende ser nuestro rey! Como hierro, el corazón, duro, negro y sin piedad, al Cristo de la verdad azotan sin compasión. ¡Mirad a Cristo sangrando, desnudo y escarnecido, flagelado y escupido, enmudecido y temblando! “Este es el hombre”, cristianos, nuestro Cristo Redentor, traspasado de dolor y atadas fuertes las manos. ¡Amarrado a la columna, vejado sin compasión, azotado sin razón y sin clemencia ninguna! ¡El Cristo de la columna, desnudo y escarnecido, flagelado y escupido y sin compasión alguna! ¡Cristo amarrado a la piedra, redentor de los humanos, atado por ambas manos tratando a Dios como fiera! 12 ¡Sus carnes ya desgarradas, todo su cuerpo sangrando, con carne y sangre pagando nuestras culpas no saldadas! ¡Ese Cristo, esa columna, esa corona de espinas, esas lágrimas divinas vertidas, sin culpa alguna! ¡Eso conmueve a las piedras, eso rompe el corazón, eso mueve a compasión a las mismísimas fieras! ¡Ese Cristo y esa piedra, y tanta sangre vertida, triste imagen repetida de la injusticia en la tierra! ¡Ese Dios de los cristianos que tanto dio por nosotros, no puede limpiar sus rostros, que tiene atadas las manos! ¡No rasgues tus vestiduras, que no quitas sufrimientos, cumpliendo sus mandamientos cortarás sus ataduras! Ya se cumplió la Escritura: por librarnos del pecado, murió Dios crucificado La noche de Bagdad en su divina criatura. ¡Recordemos los cristianos que si le ataron los otros, hoy le azotamos nosotros si contra Cristo pecamos! Cristianos que contemplamos columna y Cristo sangrientos, olvidamos mandamientos atando a Cristo las manos. 13 Breman Lezambra A UNA MUJER EN SU VENTANA Pocas cosas hay más bellas que una hermosa mujer asomada a su ventana una mañana de mayo, y menos aún si recibe en su cara los tibios rayos de sol y los reflejos de las flores de su balcón, especialmente para quien la mira con los ojos de un corazón enamorado. DÉCIMAS A somada a tu ventana mujer, con cara tan bella, dábate la luz en ella y en tus dos labios de grana, reflejos de porcelana de bellísimos colores, despertaron mis amores, la esperanza y la ocasión por besarte, y la pasión por gozar de tus primores. Yo quiero darte, serrana, un dulce beso de amor, quiero el néctar de la flor que brota en tus labios grana, quiero para mí, sultana, tus besos y tus candores, quiero libar de tus flores, de los lirios, de la rosa, quiero tu cuerpo de diosa quiero, también, tus amores. Por un beso de tu boca, las estrellas te daría, a tus pies yo las pondría con la gloria que me toca, y, si la tienes por poca, te daría yo por eso la parte del universo que cubres con tu mirada, para mi no valen nada, comparadas con un beso. ¡No cierres, no, la ventana!, y déjame contemplarte, déjame, ¡por Dios!, amarte, no me atormentes, cristiana, dame la luz del mañana, dale esperanza a mi vida que tengo, por ti, rendida vendida por un “te quiero”, y, por castigo del cielo, tengo la gloria perdida. 14 La noche de Bagdad A UN PINO Cuando hice el servicio militar en Palma de Mallorca, tuve destino como escribiente en Jefatura de Aviación, en la oficina de combustibles. Daba la oficina a un patio interior donde había varios y altos pinos. Yo los contemplaba desde la ventana y me preguntaba cuántos soldados como yo habrían visto aquellos pinos. Muchas veces volví a Palma después de licenciado, en uno de estos viajes pasé por lo que había sido Jefatura. Allí pude ver a uno de aquello pinos, ya reviejazo, doblado y al que le habían cortado algunas ramas. Me causó honda impresión y tristeza. V iejo pino al que yo vi erguido y joven antaño, también los tiempos, en ti, han causado mucho daño. Eras altivo y gallardo cuando yo te conocí, era yo un joven soldado cuando a la patria serví. El tiempo que compartimos entre patios y oficinas, por las ventanas nos vimos que son, del patio vecinas. Al terminar, licenciado, para mis tierras volví, fuerte, joven y callado permaneciste tú aquí. Han pasado largos años desde aquella juventud, y tanto yo como tú, acusamos grandes daños. Viejo, cansado y con canas, castigado por el tiempo, vengo a verte y encuentro que te han faltado tres ramas. Lloras triste, viejo amigo, mucho te ha golpeado el tiempo, comprendo tu sufrimiento que yo comparto contigo. ¡Hasta luego, viejo pino, no volveremos a vernos, porque tú y yo tenemos cerca el final del camino! 15 Breman Lezambra A MIRAMAR Canto de complacencia y satisfacción a la vida sosegada, libre y sencilla que proporciona una vivienda en el campo a quien se goza con la contemplación de la belleza de las cosas naturales, sin ostentaciones ni desvaríos presuntuosos. D e la llanura, en lo alto, dominando el horizonte, tengo yo, a pie de monte, bonita casa en el campo. Es de nombre Miramar, y aunque la mar no se ve, por muy “alta” que esté, seguimos, mirando al mar. No se ve el mar por tener, en las tierras de Alicante, un montículo delante que no nos lo deja ver. Entre almendros y olivares, en términos de Castalla, rodeados por una valla, se ven sus cinco pilares. Llenan sus habitaciones mis hijos en el verano, los domingos todo el año y tiempos de vacaciones. Tengo fuego donde asar buenos trozos de tocino, que, regados con buen vino, son delicioso manjar. Y tengo, para bañarnos, bonita y amplia piscina que al solo verla elimina el calor de los veranos. 16 Tengo melocotoneros, tengo peras y manzanas, tengo cerezas tempranas y tres albaricoqueros. Tengo diversos ciruelos, para higos, tengo higueras, para uvas, tengo parras, y tengo dos nispoleros. Tengo kakis y chumberas, varias clases de manzanos, albaricoques tempranos y cuatro clases de higueras. Florecen por los otoños, lo mismo que el nispolero, dos árboles que yo tengo que me producen madroños. Tengan otros grandes yates que surque raudos la mar, que yo soy, en Miramar, feliz con mis alpargates. Otros tengan en la playa chalet para veranear que tengo yo, en Miramar, placeres donde los haya. Tengan otros su querida, y sus amantes pendones La noche de Bagdad que, por múltiples razones, Miramar es mi elegida. Otros hagan largos viajes, para ver y disfrutar que yo tengo, en Miramar, amplio y bellos paisajes. Otros tengan sus placeres en tener o gobernar, que tengo yo, en Miramar, para vivir, mis quereres. Otros tengan su gran coche con el que poder viajar, que yo viajo a Miramar sin hacer ningún derroche. Busquen el aire de sierra que les deje respirar, que yo tengo, en Miramar, el aire puro que quiera. Tenga joyas que se ponga, o tenga un puerto de mar, que yo tengo, en Miramar, árboles que me dan sombra. 17
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