JULIO Recuerdo del 18 de Julio

*RefJstr.iJo como articulo de segunda clase en la Administración
de Correos de la Oficina Central en México, D . P., el } de
Mayo de 1944".
■ ’ '
i
Los socialistas marchamos de ca­
j ’ '
ra al porvenir, como siempre.
No
retrocedemos, no ' nos estancamos,
no nos detenemos. Queremos andar
y andamos.
Caminamos hacia la aurora que
alumbrará
esplendente' tras
esta
guerra espantosa.
INDALECIO PRIETO
ADMINISTRADOR:
DIRECTOR:
Año ll-Núm. 16
FELIX
M IG U E L E Z
JULIO
La Independencia de loa Estados Uni­
dos se proclama en un día de julio. Otro
día de julio, los parisienses asaltan la
Bastilla y destrozan el régimen aristócra­
ta y opresor <i(e Francia. Es en España,
“ nación de sol” , donde el mes de ju lio sé
cubre con una fecha de inmortalidad.
Ju lio es un. mes de importantes suctsos mundiales, pero es sobre todo un mes
español. B rilla el sol con toda su fuerza,
se celebran los más importantes aconte­
cimientos taurinos del año, la clase adi­
nerada goza plácidamente sus vacaciones
en las playas norteñas, Castilla ofrece en
sus tostadas tierras la altiva exquisitez
de su pobreza, hay una permanente mú­
sica de cigarras en los campos, y hasta
el poeta lo cantó en sus coplas:
“ Son las tres de la tarde. Julio. Castilla” .
Ju lio es un mes apasionada, violento,
fogoso. Es un mes como España, porque
simboliza en el tiempo el espíritu espa­
ñol m ejor que ningún otro. Y fué en ju­
lio — por fatal designación de los aconte­
cimientos— donde hubo (le ponerse a
prueba, con rasgos más acusados que en
ninguna otra época, de nuestra Historia,
todo lo que de trágico, de noble, de gene­
roso, de impetuoso, tiene (el pueblo es­
pañol.
_
,,
_
Un amanecer .do julio, la traición se
hizo realidad y los primeros chispazos de
la sublevación m ilitar sacudieron la opir
tiión nacional. E l pueblo español, unáni­
me, firm e en là defensa de sus derechos,
se puso en pie. Con heroísmo ejemplar,
hizo frente a la sublemcióii. E n la fiebre
de la improvisación, hombres armados
de malas •escopetas y modestas pistolas,
hacían ¡repte, a los fusiles de la.Guardia
C ivil y de. Iqs tropas engañadas por sus
jefes. Bombas de mano de la más rudimen tarin fabricación, camiones provisto?
de una. modesta coraza fabricada a toda
prisa en. cualquier taller .mecémico, sir­
vieron para dominar cuarteles subleva­
dos, edificios sólidas desde los que et ene
migo hacia fuego,.
Aquellas fuf.r.on jornadas gloriosas. Ca­
sos de inaudito heroísmo quedaron para
siempre recogidos en los anales, de la. His­
toria def|Pueblo.
.
Se lachó en casi toda España. E n las
regiones en que el eco 4|e los disparos re­
publicanas quedó apagado ante la mayo­
ría abrumadora de las fuerzas rebeldes,
hubo tanto ardor combativo y tanto em­
peño en la lucha como pudo observarse
pn aquellos puntos en que la organiza­
ción y preparación del pueblo asestaron
a■ tiempo el golpe definitivo a los fac­
ciosos.
. .Julio es el símbolo de un pueblo en
lucha por la defensa de sus derechos. Es
— a la par— jeí más alto exponento del
poder improvisador de la raza, del espí­
ritu de rápida asimilación y decisión, de
la capacidad directora en los momentos
d if íciles. . .
Ju lio de 1936 es también el mes de una­
nimidad, de la coincidencia de todos los
sectores progresivos de nuestra nación.
Ante el peligro común, frente a la nece­
sidad de un esfuerzo coordinado, todas
las barreras de separación ideológica o
aplicación táctica, quedaron absoluta­
mente anuladas. E l afán de vencer ten­
saba todos los músculos, iluminaba to­
dos los cerebros, concertaba todas las vo­
luntades. Y de esta manera se consiguió
la victòria en los más importantes cen­
tros industriales del país. La rebelión ha­
bía fracasado en su prim er intento, y lo
que parecía no había de ser sino una m i­
litarada más entre tantas que ha vivido
nuestra Historia, fué la consagración del
(Pasa a la pág. 2.)
México, D. F., 18 de Julio de 1945
FRANCISCO CAÑIZARES
Tftnuha, 15
La guerra comenzó en España
Recuerdo del 18 de Julio
El 18 de Julio de 1936, inició» el fascismo internacional su carre­
ra de crímenes. Abiertas las puertas de nuestra patria por la traición
de las castas tradicionales, previamente concertadas las ayudas que
Italia y Alemania habían de conceder al régimen de los militares re­
beldes, sincronizados todos los elementos que representaban lo cadu­
co y podrido de España en su propósito de poner un freno a las legí­
timas conquistas del pueblo trabajador y al creciente aumento de la
política republicana, creyeron los facciosos que su golpe de Estado
no pasaría de ser una militarada mas. Su falta de tacto y su carencia
de contactos con el pueblo, les hacía ignorar que la alta intuición po­
lítica de las fuerzas republicanas y el decidido propósito dél pueblo
de mantener sus conquistas democráticas, haría dura y sangrienta una
lucha que ellos creyeron ganada al solo anuncio de su asonada.
El pueblo español ofreció al mundo el espectáculo magnífico de
su entereza, de su decisión. Unidos en torno a los poderes legítimos
que el pueblo se había otorgado en las elecciones de Febrero de 1936,
todas las fuerzas progresivas de nuestra Patria hicieron gallardamen­
te frente a las fuerzas reaccionarias.
Superando con heroísmo ilimitado la carencia de modernas ar­
mas, sustituyendo con corazones valerosos la ausencia total de direc­
ción técnica, reemplazando con la fe y la voluntad de vencer las enor­
mes dificultades de un Ejército improvisado, el pueblo español pudo
contener y dominar en las más importantes ciudades de España, la
rebelión fascista.
El Cuartel de la Montaña, Atarazanas, Sierra de Guadarrama,
Gijon y la cuenca minera asturiana, Irun y Loyola, Zaragoza y Gali­
cia son nombres que recuerdan la heroica lucha del pueblo español.
Vencedores en algunos sitios, vencidos en piros, los luchadores de la
República que al solo impulso de su responsabilidad de ciudadanos de­
fensores de sus derechos hicieron frente a las bien disciplinadas y or­
ganizadas fuerzas militares de los rebeldes, escribieron una de las
emocionantes páginas de la Historia de España.
De aquellas jornadas de lucha, nacieron las milicias que mas tar­
de habían de convertirse en Ejército Popular. Delimitados los cam­
pos, en vías de franca recuperación la zona republicana, que iba sus­
tituyendo por elementos g en uina mente republicanos las fuerzas de*fensivas que se pasaron a la traición, los rebeldes hubieron de echar
mano a la prometida ayuda extranjera. Y comenzaron a llegar aviones
y aviadores alemanes, técnicos, material y divisiones enteras italianas,
armas de la mas variada procedencia que el fascismo mundial po­
nía a disposición de los rebeldes. De esta época quedan los trágicos
recuerdos de Durango y Guernica, la llegada basta las puertas de Ma­
drid de los Ejércitos de Franco, el bombardeo de Almeria y el éxodo
doloroso y amargo de Málaga.
Mientras tanto, se cerraban a la República las puertas internacio­
nales a que tenía derecho, se caducaban compromisos contraídos con
toda legalidad y que obligaban a las naciones que se llamaban demó­
cratas a cumplir sus firmas. Y nació la No Intervención; y España que­
dó casi sola a merced de la voracidad del fascismo internacional, en­
tregada a sus propias fuerzas, limitada a los escasos recursos que po­
drían prodigarle su voluntad inquebrantable de defender lo suyo y su
espíritu inagotable de victoria. Solo dos naciones, la URSS y México
hicieron llëgar hasta nosotros la voz emotiva de su solidaridad y el
pequeño refuerzo de envíos costosísimos y siempre muy escasos.
Cerca de tres años duró la lucha. Le República no cedió ningún de­
recho, no abdicó ninguna de sus soberanías, no concertó n i n g ú n
pacto con los rebeldes. Vencieron por la fuerza de las armas mercena­
rias y por la indiferencia internacional que tan cara habían de pagar
mas tarde las Naciones Aliadas.
.
.
.
El fascismo, que conoció su primera gran victoria internacional
con el triunfo de Franco, que llegó a su más alta expresión en la con­
quista de Francia y su llegada hasta Stalingrado, ha sido por fin de­
rrotado por las fuerzas aliadas. Mussolini e Hitler no cuentan ya en el
mundo de los vivos.
t
’
Sin embargo, subsiste el régimen de Franco. Y ha sido una vez
más la voz de México, la nacSIpfri hermana, la que se ha levantado en
la Conferencia de San Francisco para pedir que en el seno de las Na­
ciones que han de estructurar ¡a paz, no se oiga la voz del enano que
ensangrentó a España. El acuerdo de las 50 naciones reunidas, parece
abrir la esperanza de que en breve plazo el caso de España sera solu­
cionado.
‘
A l recoger el espíritu del 18 de Julio de 1936 y al recordar emo­
cionados a los muchos republicanos que dieron la vida en la defensa de
una causa justa, no podemos menos que reclamar con todas nuestras
fuerzas el derecho del pueblo español a que sea restaurado el régimen
que libremente se otorgó: la República Española.
Jóvenes Socia istas;
£
Los compañeros de España y de Francia
^
necesitan de la ayuda de todos nosotros.
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EL PORVENIR
DE POLONIA
Los gobiernos de Estados Unidos e In ­
glaterra han reconocido al Gobierno que,
bajo la influencia rusa, ha sido formado
en Moscú. Parece ses-, según los órganos
de expresión aliados, que la reorganiza­
ción del Gobierno polaco se ha hecho de
acuerdo con las normas delineadas en la
reunión de Yalta de los tres grandes.
E l Gobierno polaco con residencia en
Londres, los combatientes d'e nacionali­
dad polaa/x. que han formado parle de
las unidades aliadas en los frentes euro­
peos, los Comités que agrupan los pola­
cos libres do Europa y América, se han
■
negado a reconocer la autoridad del nue­
vo Gobierno de Varsòvia.
Nada, sin embargo, le queda por ha­
cer al Gobierno exiliado en Londres, y
se habla de su disolución, cosa que ha­
brá die aceptar como final inevitable una
vez que los apoyos internacionales le
faltan. Una vez más, la ley del más
f uerte- •. .
■
E l mismo día que los periódicos niexbcanos hicieron público el reconocimiento
de E E . UU. e Inglaterra, acudíamos al
Cine Alameda a ver la última película
sobre Chopin, que ¡es la película sobre
Polonia. E l genial músico polaco, al re­
cuerdo da la madre tierra, llevada hasta
París en un saquito por una mano amiga,
comprende su deber de patriota y se lan­
za a la últim a sferie de conciertos y ago­
ta su débil salud, al par que gana dinero
para la causa eterna de la Patria.
Es conmovedor el gesto ' de Chopin y
de un alto poder dramático la escena.
Ahora, quizás por muchos años, los au­
ténticos demócratas de Polonia se verán
obligados a recorrer el mundo, recordan­
do con nostalgia- la tie rra que-les vió pa­
cer y la, que precisamente en nombre de
e s » democracia por la, que dieron su san­
gre y sus esf uerzos, les lia sido negada. . .
La guerra empezó con Polonia. Y con
Polonia se pone epílogo a la larga seHe
de discusiones suscitadas por el conflic­
to bélico. La batalla que, al parecer, per­
dió M olotov en San Francisco, ha sido
ganada en Moscú; y Polonia seguirá en
adelanté las directrices políticas de su
vecino poderoso.
El peligro de los vecinos poderosos ya
lo vió con claridad nuestro compañero
Inda,leño Prieto, nublando en Barcelona
con, motivo del cincuentenario del P a rti­
do Socialista Obrero Español sobre las
bases de una reconstrucción de nuestra
Patria, nuestro compañero señalaba las
ventajas de una ayuda por parte de las
naciones do América, con preferencia, a
las de los poderosos de Europa. E l egoís­
mo humano, que todas las doctrinas f i­
losóficas y religiosas no han podido eli­
minar, siente mayores deseos de acción y
más fácil campo de, atracción, entre los
que se encuentran cerca que entre los
distantes. . .
E l sino de Polonia, nación m ártir a
través de su H istoria, es la de tener que
vivir baja tu kitfhlCíicia alemana o bajo
la influencia rusa. Dominante esta ulG- .
ma en la época actual, jsupondrá para
Bolonia, una nueva esclavitud o signifi­
cará 'el principio de una era de ¡mogreso
y bienestar? H e aquí la interrogante.
Lo que sí so nos ofrece con claridad
meridiana, es la realidad inmediata de los
millares de polacos (¡Ue no quieren regre­
sar a su patria y a quienes, ¡oh magna­
nimidad!, se les ofrece la ciudadanía in­
glesa si han formado parte de las uni­
dades británicas.
L U IS R. M O R A L E S
G r e d o s
B e riches
y
LAS ELECCIONES
EN I N G L A T E R R A
RETRATOS DE “ E N F R E N T E ”
Sí, queridos amigos. La reinstauración
de la República en nuestra patria lleva
camino de lograrse en plazo muy breve.
¿Cómo se llegará a tan fausto aconteci­
miento? ¿Será consecuencia de la deter­
minación de las cincuenta naciones re­
unidas en San Francisco por la que
Franco, su guardia mora y falange no
puedan entrar en ningún organismo in­
ternacional? ¿La traerán los laboristas
ingleses de triunfar en las elecciones?
Nada de eso.
Nuestra República vendrá de una re­
unión en el Colegio Ruis Vives.
Y la traerán unos vivos..
.
Y la unificación.
Sí, compañeros, ¡la. unificación!. Y para dar ejemplo, las doscientas en­
tidades de exiliados españoles concentra­
das en el local cultural, se disolverán y
se harán un bloque. L a J. S. U., las Mu­
jeres Antifascistas, los grupos regiona­
les de ayuda a la Suprema, los de ex com­
batientes presididos por Carrillíu, las jó­
venes amigas de la danza, las sin'novio,
las entidades de ayuda a los guerrilleros,
los militares en campaña o en cantinela,
los jóvenes catalanes bailadores de sar­
danas, los devotos del nuevo gencralisimo, los intelectuales discípulos de Mije,
los konsoinmol¡«tas, etc.,.etc., se presen­
tarán con coleta y todo, como Partido
Comunista. ¡Se acabaron los disfraces!
Y a unirnos.
Y a traer la República.
Cuando a un amigo le explicaba esta
resolución ejemplar de los coletudos, me
decía:
— No te fíes. ¿Tú conoces las historie­
tas de Martínez de León? A llá va una.
Se celebraban en Sevilla, con toda pom­
pa y alegría vinícola, las célebres proce­
siones de semana santa. Ra cofradía de la
virgen (le la Soledad, con objeto de epa­
tar a los encapuchados hermanos de otro
“ paso” , hicieron gestiones cerca del direc­
tor de la benemérita — más conocida por
“ la caridad siu límites” — para que del
Colegio de Huérfanos les facilitara una
sección con banda de tambores y corne­
tas para ir tras la imagen en su recorrido
por las principales calles de la ciudad;
petición a la que accedió el del acharola­
do tricornio.
¡E l golpe a las otras cofradías sería
propio de la guardia civil!
En Ja plaza de San Francisco, y en po­
sesión de una “ tajá” descomunal, se en­
contraban dos gitanos viendo el desfile
procesional. No había virgen ni Cristo
para los que ellos no tuvieran una “ sae­
ta” entonada con estilo de “ Martinetes” ,
“ Soleares” o “ Seguiriyas” ,
Se acercaba el “ poso” de la Soledad,
cuando uno de los calés exclamó:
— ¡Manné! ¡A fíja te ! ¿Qué habrá jecho
la viger. pa traela arrodeá e picos?
— ¡Osú! ¡Qué octirrensia! ¡Amonos!
—‘¡N o juyas!
— ¿Qué vas a jasé?
'
— Na.
Y sin decir más palabras se salió de la
fila, se arrodilló ante la imagen y con
lágrimas en los ojos se dirigió a ella con
estas palabras:
— ¡Virgen de la Soleá! ¡A ti, que tan­
to te queremos los de mi rasa, perdona
a esos malango de payos que t’han buscao tan mala compañía! ¡Qué represiosos van! ¡Y o, virgensiya, te pío una co­
sa! ¡N o los aliándonos nunca! ¡Protége­
los si puees! Pero por tu hijo de tu ar­
m a ... ¡que no crescan!...
Algo parecido digo yo. Que sigan los
chinitos con los bolsillos llenos de car­
nets para dar la sensación de que son
muchos. Pero que no les bagamos caso
cu lo de unirse, no vaya a ocurrir como
a nuestras Juventudes. ¡Que no crezeijnd
Gmlos, poema de rocas desnudas y ver­
des pinos, en la serranía castellana, lia
recibido la visita de los centuriones y
jerarcas falangistas. Sus riscos austeros,
plácidos pastos de la “ capra hispànica” ,
han contemplado Ja mascarada. Camisas
azules, entorchadas y viejas, han roto el
grave silencio serrano. Éntre los pinos,
los jerifaltes de la revolución nacional
sindicalista nos han dado, en versión
castellana, los juegos lunares de los jó­
venes nazis en los bosques umbríos de
la “ Gran Alemania” . La mítica hitleria­
na, en estos tiempos de asilo, se lia refu­
giado en el corazón de la Península.
Sin perfume» artejos de historia o de
/eyenda, debe haber inspirado a los je­
rarcas falangistas la elección del escena­
rio, el hecho de que la Sierra de Gredos
constituye una gigantesca muralla que
separa las dos míesetas castellanas. . . ,
igual que Falange separa el alma espa­
ñola, sumida en la abyección franquista,
de sus destinos de libertad y grandeza;
si bien puede haberlos movido una ra­
zón atávica, y es que en ese macizo carpetuno desfloraban sus ocios o su tedio
los señoritos vagos de nuestra pobre Es­
parta en partidas cinegéticas que solía
presidir la regia “ primera escopeta” del
Borbón. Nada más lógico, pueB, que al
darse a la caza del Estado español, elijan
un viejo coto como punto de partida.
Porque de nada menos que de eso se
trata. Ahitas las panoplias de cornamen­
tas antilopinas, los fatigadísimos señori­
tos falangistas inician, ahora, ni cum­
plirse el noveno aniversario del Movi­
miento Salvador, la conquista del Esta­
do, asomándose castizamente a las cam­
bies de Castilla, como el fuelirer germá­
nico a los valles bávaros.
Quizás a los cándidos partidarios en
América de la cruzada franquista, esos
que consideran al caudillo débil doncella
entre las garras rapaces de la Falange,
cuyas camisas lucieron, encuentren ex­
traña esta prisa postuma del Movimiento
por conquistar el Estado español y esti­
men tiempo malgastado, achacable a la
señoritil pereza, el transcurrido desde ju­
lio de 1930 en que se supone empezó di­
cha conquista. Pero ello no es así. Un
deber apremiante e histórico, profunda­
mente patriótico, ha embargado el afán
primero de nuestros cristianísimos sal­
vadores. Había que llenar cementerios y
amaneceres con la orla trágica de los fu­
silamientos. Era preciso acabar con los
obreros revoltosos que pedían pan y tra­
bajo y con los extremistas republicanos
que entendían que había que dárselo. Era
necesario llenar de viudas campos y ciu­
dades y las cárceles de liberales espa­
ñoles. Rapar a las mujeres como respues­
ta a la tímida caballerosidad de Dou
Quijote, que ama doce años a la Aldonza
inanchega y campesina sin tocarle una
trenza, por castizo respeto de español y
caballero. Había que correr a auxiliar
al vencedor teutón sobre las nieves de
Smolensko, con la Azul División de fo r­
zados voluntarios. Arrancar Tánger al es­
tatuto internacional, para arrojarlo des­
pués con escondite de manos y gesto
compungido de ratero sorprendido, a las
democracias triunfantes...
Ya vemos, pues, que han sido laborio­
sos y fatigados los nueve primeros años
del franquismo. Nada de extraño tiene
que hasta ahora puedan dedicarse al es­
fuerzo viril de la conquista del Estado,
contra sus oponentes: viudas, presos, ca­
dáveres y recuerdos. ¡Singular batalla,
únicamente comparable, por lo ridicula,
al cervantino acuchillamiento de los pe­
llejos de vino!
Sería ridículo, si no fuese trágico, el
gesto histriónico de la Falange. Lo que
Falange busca conquistar, en f o r m a
“ constructiva, institucional y legislativa,
los corazones de los españoles que gimen
cambiando el sistema capitalista, lleno de
bajo el yugo falangista y del aire pre­
injusticias y egoísmos, por el sistema
ciado de la libertad de su patria.
nacional-sindicalista" es la conciencia es­
Y es que ai cabo de nueve años de
pañola. F.l subconsciente les traiciona,
franquismo, de muerte, de hambre, de mi­
cuando hablan de "encender nuevamente
seria, les es cada vez más hostil la con­
el entusiasmo público” que ellos apaga­
ciencia española y en los muros del Par­
ron con sangre y lodo.
do, como en el episodio bíblico, aparece
Podrán encender hogueras míticas en
madurada en su realidad presente, como
las enmbres serranas de Gredos y elucu­
un principio del fin, la sentencia fatal
brar en e] retiro montañés, como el pa­
puta los traidores, en la frase genial que
ranoico pintorcillo austríaco de Bertles escupiera el maestro Unamuno: ¡V en­
chestgnden. El “ entusiasmo público es­
ceréis— , pero np convenceréis!
pañol” necesita para encenderse del fuego
de la justicia latiente contra ellos en
L U IS ROCA D E A L B O R N O Z
r—Pero ¿y la República?
— La República es cosa nuestra; como
fué nuestro el esfuerzo para traerla el
31. Ellos ya procuraron, con sus candi­
daturas, ayudar a los otros. Ahora la
“ séñá” Dolores pide a gritos la unidad.
Habla de Democracia, de Constitución
y se olvida del manifiesto dé la Suprema,
por el cual se unían desde los carlistas
a las damas de la Adoración Nocturna.
(Léase "Selecciones” del mes de junio y
se verá cosa buena al hablar de los gue­
rrilleros. ...) Recuerdo los ripios que, con
motivo de esta unidad de los rojos ama­
rillos y verdes, hilvanó un amigo:
Si antes a la iglesia
no ■i ha “ Pasionaria” ,
hoy, arrepentida,
es nueva beata;
confiesa y Comulga
y ruedas se traga
de pan de los ángeles
que alimentan su alma.
>
Quien morir de pie
nos aconsejaba,
ya, cambiado el disco
(no tiene importancia),
dice: “ De rodillas
tenéis que diñarla” .
— Así
— Con
Y'o sólo
•.. .¡ Y
no vamos a ninguna pai'te.
tal de no ir al Luis V iv e s ...
te expongo mi opinión.
la unidad!
PEPE
Que viene el Coco . . .
Of ensiva Jaureguiana
El señor Julio de Jáuregui, diputado
nacionalista y actual director de “ Euzko
D eja ” , que se publica en México, lia que­
rido romper los moldes de la vieja politica jesuítica de su partido y en ios tres
últimos números publicados dedica fie­
ras frases y sentencias definitivas contra
compañeros nuestros.
Desplazado el señor Turrillas de la
'dirección del periódico por el nefasto
crimen de leso vasquismo de dar cabida
en sus páginas a una nota de Izquierda
Republicana d!e Euzkadi en la que se
protestaba de la Declaración de Nueva
York del Gobierno Provisional Vasco, y
adueñado el señor Jáuregui de la efec­
tiva dirección de] periódico, en los tres
números publicados se decide a regalar
lindos adjetivos a nuestros camaradas
Víctor Salazar, Vicente Lascurain y Juan
de los Toyos. Por fortuna, ninguno de
ellos es manco y a su tiempo han dado la
réplica adecuada.
Nosotros mis limitamos a acusar reci­
bo de los nuevos modos introducidos por
el señor Jáuregui en la dirección de los
asuntos nacionalistas. De mucho tiempo
es nuestro conocimiento de las actitudes
jelkides — untuosas, halagadoras, de esa
simpatía fácil, pletórica de tópicos— ,
pero el señor Jáuregui nos quiere ense­
ñar el otro lado de ia moneda.
En este terreno la lucha no nos des­
agrada. Por cada argumento jaureguiano, podemos nosotros esgrimir, cuando
menos diez ; por cada adjetivo de su
pluma maravillosa, podíamos citar una
docena ; por cada ejemplo de limpia eje­
cutoria política podríamos aportar nue­
ve y medio. Esta es Ja proporción exacta
con que los representantes de “ todos los
vascos” discriminaban el derecho de los
no nacionalistas al uso y usufructo de
las prerrogativas obtenidas con el Es­
tatuto.
El señor Jáuregui, hábilmente, elim i­
na en sus polémicas el punto central de
discusión. Lo trata de pasad i ta, un poco
de lado, cómo si lo importante fuera lo
que para nada importa. Es, a la postre,
la educación de tantos años de la que
no puede desprenderse ni aun cuando,
rasgándose las vestiduras, pretende sen­
tar cátedra de íntegro y ofensivo.
Pero si a través de sus artículos -— apar­
te las feas frases que dedica— uo puede
sacarse nada en limpio, podemos sin em­
bargo recordar aquel pasaje de Doña
Francisquita : “ P o r el humo se sabe dón­
de eBtá el fuego. . , ”
J. P.
Las elecciones inglesas, celebrarlas el 5
del actual, pero cuyos resultados defini­
tivos no se conocerán hasta la tercera de­
cena del mes en curso, son el acontecimien­
to político más interesante de estés tiem­
pos. J,)e él depende nada menos que toda
la estructura que hau de imponerse las
naciones en el porveuir. Nación clave del
mundo por su potencia, acrecentada por
la reciente victoria sobre los alemanes,
Inglaterra ha de volcar todo el peso de
su iuflueucia en el mundo en ruinas cu­
ya lenta recuperación se ha iniciado. Que
el espirita de esta reconstrucción sea ani­
mado, alentado, ayudado y orientado por
él-tradicional concepto humano y gene­
roso del laborismo, a que haya de plegar­
se a las decisiones, egoísmos y ansias im ­
perialistas de lofe “ toryes” ingleses, en­
cabezados por Mr. Churchill, hay una di­
ferencia notable.
Las primeras noticias del insultado
electoral anuncian que la ludia ha sido
muy enconada, pero, al parecer, no ha
de haber notable ventaja para ninguno
de los dos bandos. Sin embargo, la cam­
paña electoral ha servido para que vea­
mos la transformación sufrida por los
conservadores, que, en su deseo de abul­
tar el peligro de un triunfo laborista, ha­
cen catalogaciones tau curiosas como ésta:
“ E l triunfo del laborismo no significa­
rá la victoria de un socialismo decente,
sino la creación de una nueva Gestapo
que habrá de eliminar la tradicional l i ­
bertad inglesa.”
Ruego, entonces, sí hay un socialismo
decente. ¡A h !, señores conservadores, có­
mo cambian los tiempos.
Mr. Churchill, quien explotando sus
laureles de vencedor de Alemania se
mostró más agresivo que ningún otro de
sus partidarios, quiso inventar un cuento
de miedo sobre los terribles peligros que
para Inglaterra supondría el triunfo la­
borista. Como de lo sublime a lo ridículo
no hay más que mi paso, rus propias
palabras sirvieron de propaganda a nues­
tros compañeros. E l pueblo inglés, que sa­
be que el laborismo ha dado por el triun­
fo tanto como el que más, que ha servido
a su Patria con un desinterés superior
al del mismo Churchill — puesto que-no
pasa factura de sus servicios— y que _
conoce profundamente la necesidad de
una transformación en las relaciones so­
ciales de los individuos y de los pueblos,
ha dado ya su voto.
Confiemos que servirá para iniciar un
nuevo concepto de la política internacio­
nal de Inglaterra. E l argumento que pa­
ra justificar el triunfo conservador ha
exhibido la prensa burguesa de todo el
mundo, como adelanto del resultado total,
no puede halagarnos más: El triunfo con­
servador tiene su base en que la gran
parte de los electores han sido gente de
edad madura.
Por consiguiente, la gente joven, que
es la que importa, es partidario del triun­
fo laborista. Y ello es garantía para un
inmediato futuro, si por desgracia en el
presente los laureles recientes de míster
Churchill le han concedido una pequeña
ventaja.___________________________________
J
U
L
I
O
(V ien e de la- pág. 1.)
espíritu gallardo y decidido de un pueblo.
J u lio será siempre el mes símbolo del
pueblo español. L o que entonces se hizo
será ejemplo permanente dtp lo que es
rapaz de realizar un pueblo con sentido
del deber y amor a sus derechos.
J u lio v o litó a- fundirse con España,
con lo más profundo de la vena nacional,
al sellar en ¡meto eterno la roja sangre
de los hijos del pueblo con la tierra pa­
tria . ..
D espués... De los acia-tos o errores
posteriores, no nos coi-responde hablar.
Es ju lio lo que nos interesa y en ju lio
donde qm dó marcado el rumbo que Es­
paña necesita para buscar su camino na­
cional y universal. Aquella unión de ju ­
lio, aquella unanimidad cu el sacrificio,
aquel sentido de responsabilidad ante el
deber, aquel ferviente deseo dp victoria,
aquella fraternidad sincera entre todos
los amantes de una Espada justa y p ro­
gresiva, es el augurio de lo que España
debe, ser.
P o r eso las jomadas de ju lio, agigan­
tadas en el curso de los años, actid'en a
nuestro espíritu cada vez que deseamos
hacer algo positivo por nuestra Patria.
M ATEO A LLO Z
.
Un
gran
humanista
francés:
Jean
Jaurès
Texto de la Conferencia pronunciada el día 6 de junio, por el Sr. Marceau Pivert
Hace algunas semanas, un oficial de los F .F .I .
explicaba una conferencia, en la Escuela de Oficia­
les del nuevo ejército francés, sobre las 'relaciones
entre el Ejército y la Nación. Tras de recordar las
fechas trágicas de’ la historia de Francia, en qite el
ejército se opuso a la voluntad de las masas popu­
lares — junio de r848, diciembre de 1851, mayo' de
18(71— , el conferenciante propuso a su auditorio una
interpretación general: la de Jean Jaurès. "Un ejér­
cito sólo puéde ser fuerte Cuando exptesa una rea­
lidad social viva". El joven oficial instructor ex­
plicó, .1 l a ‘luz de esta'interpretación, los nuevos ele­
mentos de la organización militar de la Resistencia’:
su fe revolucionaria, su idealismo, su impulso hacia
la liberación totál del pueblo. Y volvía a citar a
Jean Jaurès: "Si los oficiales franceses hubieran de
cerrar los ojos ante el desarrollo det movimiento so­
cialista internacional, no podrían darse cuenta ja­
más de la nobleza contenida en la esperanza de los
trabajadores, l a fuerza moral, es decir, la fuerza de­
fensiva de Francia veríase dividida contra sí misma y
la nación armada quedaría reducida a una pobre y
débil máquina medio destruida". I.a reseña de esta
conferencia ha sido publicada en el número de r*
de 'marzo de "Free France", órgano del Servicio
Informativo creado en Nueva York por el Gobierno
Provisional de la República.
He aquí un aspecto inesperado del pensamiento
de Jean Jaurès, ignominiosamente calumniado y lue­
go asesinado por los pretendidos patriotas, cuyo je­
fe intelectual, Charles Ma urcas, acaba de ser con­
denado a cadena perpetua por su colaboración con
los nazis. Iuts citas que ilustran la enseñanza dada
a los futuros oficiales del nuevo ejército francés
han sido extractadas de un libro escrito hace cincuen­
ta años: "El Nuevo Ejército” . Este estudio, lleno
de rasgos proféticos, justificarla en estos momentos
por sí sólo los sentimientos de fiel admiración que
profesan los trabajadores franceses hacia la memo­
ria de lean Jaurès. Sin embargo, estos no son sino
los aspectos secundarios de una vida y de una obra
conteniendo enseñanzas infinitamente más ricas. No
nos detendremos en los rasgos característicos de su
personalidad política ni en lo que ésta tiene de re­
presentativo como expresión de una época en que
Jos impulsos generosos de un período ascendente se
entremezclaban casi inevitablemente con las (ilusiones
cruelmente desmentidas por las crisis violentas en
medio de las- cuales se , debate, todavía la 1humani­
dad; buscaremos, por el contrario, lo que hay de
permanente, dé definitivo y d e universal en. la ins­
piración filosófica que anima tanto al hombre co­
mo su oh ta, y aquí, como vamos a ver por sus pro­
pias palsbfgs, descubriremos por qué el ,cincel de
la Historia patece haber grabado el perfil de Jean
Jaurès en, un granito indestructible, Es que el huma­
nismo jimrtsntno es el mismo que inspira las gran­
des lineas espirituales que atraviesan nuestra histo­
ria, que se confunde con la historia de los hombres
libres de ,todos . los. países. ,Es que este hombre de
acción, muerto al servicio, de su ideal, fué al mismo
tiempo un hombre de .pensamiento - que respondía
a la definición de Paul, Valéry en .su Monsieur Tes­
te; "Hombre, siempre de pie sobre el cabo Pensa­
miento, abriendo, desmesuradamente, los ojos sobre
los límites, de las cosas o dé la vista. .
Jean Jaurès nació en Castres, en 1859. Ingresó .
en |a Escuela Normal .Sjuperior p j, tS 7 Íh eopfntt&a<jose en Jos mismos Jiatjcos que Henri . B cfgso n ,. Levy-Brühl. . .
..........
.
. ,
, , , .
Fué recibido coqio agregado de Fj(osofíu en i 8 3 r_
Veíase atraído por la vida política: fué elegido dipu­
tado por el Tarn en 1885, derrotado eq, 1H89, reele­
gido por Albi en 1893, y, derrotado de nqevo en
1898, volvió a la Cámara en 1902, después de ha­
ber participado enérgicamente en la defensa del ca­
pitán Dreyfus en el curso de una gran crisis de
la .conciencia pública, que colocó gl servicio de la
justicia escarnecida individualidades tan diversas co­
mo Charles Péguy, Anatole France, Paul Painlevé,
Emilio Z o la . ..
Después de dirigir el periódico "Le Petite Républi­
que", Jean Jaurès funda en 1904, para ponerlo al
servicio de la unidad socialista, cl diario "l'Hum a­
nité". Se entrega luego a una prodigiosa actividad
de tribuno, de periodista, de hombre de acción, mez­
clada intimamente a todas las manifestaciones de la
vida obrera internacional anteriores a la primera
guerra mundial. Y sobreviene su muerte, bajo la
bala de un fanático, unas cuantas horas antes de la
movilización g e n e ra l...
Aun veo, hace ahorí( veinte años, a la inmensa
muchedumbre parisién acompañando su féretro, tras­
ladado del cementerio natal, por un grupo de obre­
ros mineros con sus trajes de trabajo, al Panteón,
donde reposan sus restos al lado de íós más grandes
y gloriosos recuerdos: Voltaire, Rousseiu, Hugo, Lá­
zaro Carnot, Lagrange, B e r t h e l o t Y veo también,
pintado en los luminosos muros del Palacio del
Capitolio, de Toulouse, donde fué profesor y segun­
do alcalde, encargado de las Escuelas, el cuerpo in­
clinado del paseante meditativo, en medio de un
grupo de amigos, a orillas del Carona, a donde Jean
Jaurès gustaba ir'co m o para impregnar mejor coa
Ja calma de los -paisajes familiares la doctrina de
su humanismo, reelabonida y corregida constante­
En la sala de Conferencias del Palacio de Bellas Artes de la ciudad de
M éxico, pronunció una interesante conferencia el dio 6 de Junio último, el culto
Secretario General del Instituto Francés de la Am érica Latina, Sr. Marceau P i­
vert, bajo el titulo: U n gran humanista francés: Jean Jaurès.
Los interesantes conceptos expuestos por el Sr. Pivert acerca de la perso­
nalidad del gran socialista francés Jean Jaurès, motivó que un grupo de jóve­
nes socialistas entre los que se contaba el camarada Jacinto Lozano, Presidente
de la Sección de M éxico, D. F .. solicitaran del ilustre profesor autorización para
publicar su interesante disertación. Con gran amabilidad, el Sr. Pivert accedió
gustoso a lo que se le pedía y tuvo la gentileza de autorizarlo en una fraternal
caria, de la que copiamos el párrafo siguiente:
” Entre los que solicitaban realizar la publicación del téxto que acababan
de escuchar, se encontraba una delegación de las Juventudes Socialistas Espa­
ñolas. Yo les di inmediatamente m i conformidad y les autoricé para la edi­
ción de esta publicación. Porque esta manifestación de fraternidad entré so­
cialistas franceses y españoles tomaba entonces un sentido que habría cierta­
mente complacido al gran apóstol de la Unidad Socialista: una unidad en la li ­
bertad.; una unidad en la claridad; una unidad en la lealtad; una unidad en la
voluntad de conquistar un mundo m ejor. . . ”
mente al contacto de las cosas y de los hombres.
Podríamos citar mil testimonios demostrativos de
que esta doctrina sigue más viva que nunca en el
alma dolorida de una nación destrozada por indes­
criptibles tragedias. Me limitaré a invocar uno sólo,
que demuestra que toda la filosofía jauresíana se
proyecta con relación al hombre: "El hombre recla­
ma su derecho, todo su derecho de hombre. El obre­
ro, el proletario, el desheredado se afirma plena­
mente como persona. La propiedad social debe crear­
se como garantía de la verdadera propiedad indivi­
dual : aquella que el individuo humano tiene o de­
be tener de sí mismo..-. El objetivo consiste en
crear por fin la Humanidad, en proceder de mane­
ra que el hombre, en lugar de quedar sometido a
las cosas pueda determinar la marcha de las cosas.. . ”
Ahora bien, las recientes publicaciones que em­
piezan a llegarnos de Francia nos revelan que la Re­
sistencia ha reencontrado o continuado esta tradi­
ción de la perspectiva jauresíana; lo vemos, por
ejemplo, por el libro de André Haufíou, delegado a
la Asamblea Consultiva por la Región de Toulouse
— de cuya Facultad de Derecho es Profesor— peste
libro, intitulado "Hacia una doctrina de la Resis­
tencia; el Socialismo humanista” , es resultado de las
discusiones y las reflexiones realizadas en la ilega­
lidad y expresa "l« razón del combate y de la muer­
te" que inspiraba a los heroicos Combatientes del
Maquis. Y las-ideas contenidas en este trabajo son
las mismas de Jean: Jaurès: "H ay que lograr un
tipo de hombre nuevo, dueño de su cerebro y de
sus manos,’ poseyendo un estilo de vida que le per­
míta su plena realización en una sociedad en la que
la Sea posible alcanzar el lugar que merezca por
su capacidad y su esfuerzo. . . hay que "establecer
la economía'con relación al'horpbfé. . . " Puede ase­
sinarse al hombre que lleva la' antorcha, pero ho por
e sc se asesinará jamás su idéa 'si ésta responde' a
una necesidad histórica. Se la podrá eliminar Un
momento; pero volverá a Ofrecerse,■ incansablemen­
te, a los hombres hasta que éstos se apoderen de
ella y adapten su vida a las exigencias del proceso
social. . .
1 •
.
Pero para alcanzar, tel,, objetivo que se proponía
Jean Jaurès y . que
la Resistencia, es
neral del ■ hombre,
conocimiento, d .l
se proponen hoy sus discípulos de
necesario poseer una teoria g e ­
de la historia, de. la- sociedad, del
universa físico .y. de sus mutuas
relaciones. Desde..sus primeros trabajos filosóficos,
se adivina la poderosa originalidad, de Jean Jaurès
frente a las escuelas de su época; trata de dominar
las contradicciones en . una poderosa síntesis, •que es
la del materialismo marxista y del idealismo de los
viejos utopistas franceses: Babeuf, Saint-Simón, Four¡er„ Pecqueur...;, síntesis del subjetivismo y del rea­
lismo; síntesis del pensamiento y de la acción; sín­
tesis de los sentimientos reales y de la atmósfera
ideal, (como en el arte de Racine y. de Lamartine),
es decir, de la individualidad del poeta y del uni­
verso que la determina; síntesis del "alma cambian­
te y profunda" y del "espacio abierto, inmutable y sa­
grado" como definición del gran arte; síntesis de la
"cantidad" y de Ja “ sensación"; síntesis hecha de imá­
genes: “ el bosque es una arquitectura, pero es asimis­
mo el cielo estrellado” ; "extraños cristianos aquellos
que desean gozar del recogimiento y del misterio de
las catedrales suprimiendo los altos pilares y los mu­
ros de piedra y todo el resistente equilibrio sobre
el que se sostiene el aliento del s u e ñ o ..." Tales
son el lenguaje y el esfuerzo sintético del pensador
que se nos aparece tan poeta como filósofo, tan his­
toriador como sociólogo, tan psicólogo como metafísico; de| político que a través de su extraordinaria
elocuencia recoge todos los esplendores del clasicis­
mo y todas las audacias de la revolución permanente
contra la injusticia. Su famosa tesis intitulada "La
realidad, del mundo sensible" se termina con estas
palabras: "Es menester que el mundo de los sentidos
00, constituya un obstáculo pata las claridades, del
e s p ír itu ...; es necesario que la claridad interior y
Ja claridad citerior se confundan ,y se penetren y
que çl hombre vacilante no discierna ya en la nueva
realidad lo qúe antaño conocía con dos nombres apa­
rentemente contradictorios: lo ideal y lo real. ¡Cuán
bello será el mundo el día en que, contemplando la
puesta del sol en el extremo del prado, el hombre
sienta de repente, por medio de un extraño enterne­
cimiento de su corazón y de sus ojos, que a la serena
luz del atardecer viene a mezclarse un reflejo de la
dulce lámpara de jesú s!" Esta tentativa de reunir
en un solo sistema las doctrinas idealistas y las doc­
trinas materialistas fué llevada a la Historia en una
conferencia famosa, explicada por Jean Jaurès ante
los Estudiantes Colectivistas de Arras en 1894. Si­
gamos de cerca las principales partes de su desarro­
llo:
"Desde hace cuatro siglos, el esfuerzo del pensa­
miento humano es la síntesis de los co n tra rio s..."
Expone, desde este punto de vista, los sistemas de
Descartes, de Leibnitz, de Spinoza, de Kant, de
H e g e l... “ Hasta entonces — añade— , y en cierto
modo, la humanidad parecíase a un pasajero dor­
mido y arrastrado por la corriente de un rio sin con­
tribuir en nada al movimiento o, por lo menos, sin
darse cuenta de la dirección, despertándose a inter­
valos y dándose cuenta de los cambios del paisaje. ..
Esta vida inconsciente constituía la condición mis­
ma y Ja preparación de la vida consciente del ma­
ñana. También aquí, la historia se encarga de resol­
ver una contradicción esencial". ¿Acaso el desarrollo
de las cosas seria mecánico y sin posibilidad alguna
de intervención humana? Por el contrario: "Todo el
desarrollo ulterior no es sino la reflexión de los
fenómenos económicos en el cerebro,' pero asimis­
mo, en ese cerebro, por el sentido estético, por la
simpatía imaginativa y por la necesidad de unidad,
las fuerzas fundamentales intervienen en la vida
económica. Hay en el hombre una penetración tal
del hombre mismo y del medio económico, que re­
sulta imposible disociar la vida económica de la
vida moral. De la1 misma minera que- no es posible
cortar al hombre en dos y disociar en él la . vida
orgáhica de la vida consciente, no es posible dividit
a la humanidad histórica en dos y disociar en ella
la vida ideal de la Vida económica'-'. Según él, el
motor de la historia reside en el hecho de que "las
relaciones de producción " se dirigen a lo s‘ hombres".
Y mientras la iibertad plèna y la plena solidaridad
de los hombres no se hayan realizado, ia contradic­
ción esc-ncisl subsistirá inevitablemente. Jaurès si­
gue en-esto la línea de Hegel: "L a üontrailición esen• cíal de toda tiranía’ política o económica reside en
el hecho de q u e ,se ve obligada a tratar como, ins­
trumentos inertes a los hombres que, sean cuales
fueren, no piensan descender jamás a la condición
inerte de las máquinas materiales". Y añade: "Todo
el. movimiento de la hi.storig es el resultado de la
contradicción esencial entre el hombre y el uso que
se hace del hombre, y este movimiento tiende, en
su límite, hacia un orden económico donde se hará
del hombre el uso propio del hombre. Por eso pre­
cisamente este movimiento de la historia es a la
vez una protesta idealista de la conciencia contra
los regímenes que rebajan al hombre y una reacción
automática de las fuerzas humanas contra todo arre­
glo social inestable y violento. La humanidad, a tra­
vés de formas económicas que repugnan cada vez
menos a su idea, se realiza a si misma. Y en la
historia humana existe,no sólo una evolución nece­
saria, . sino una dirección inteligible y un sentido
ideal. D e todo lo cual .resulta que, a través de los
siglos, el hombre no ha podido aspirar a la justi­
cia sino aspirando a un orden social menos con­
tradictorio para el hombre que el orden presente.
Así, pues, la evolución de sus, ideas morales se
ve determinada por la evolución de las fuerzas eco­
nómicas ; al propio tiempo, un mismo aliento de que­
ja y de esperanza sale de, la boca , del esclavo, del
siervo, del proletario, , y este: aliento inmortal de
humanidad constituye el alma de eso . que se llama
derecho". Luego podemos hablar, yon fundamento
de causa, de un "humanismo jauresiano". Por; otra
parte, serla grandemente interesante comparar este
esfuerzo de síntesis «Je la filosofía social con aqueí
otro al cual nos ha preparado el comienzo de siglo
en el dominio de la filosofía científica. • Sobre con­
ceptos aparentemente' contradictorios también, divi­
díanse igualmente los de continuidad e incontinui­
dad, ondas1 y corpúsculos, energía y materia, etc.
La física moderna nos ha revelado,- en efecto, que
eran éstos aspectos complementarios de una misma
realidad y que el hombre, al elevarse, percibe en su
conjunto: Pero limitémonos a algunos de los aspec­
tos siempre vivos de la doctrina de Jaurès.
Uno de los problemas qué preocupan más a los
escritores y a los pensadores contemporáneos, sobre
todo después de ciertas experiencias abusivamente
calificadas dé socialistas, es lu conciliación entre las
exigencias de la organización económica planifica­
da, racional, científica y el respeto del individuo. Me
refiero, por ejemplo, a los trabajos de Sidney Hook
(Freedom and Socialism), a las reflexiones de Mau­
riac sobre el humanismo socialista, etc. Gustosos
aconsejamos a estos autores que relean a Jean Jau­
rès. Ha tratado veinte veces este problema, sobre
todo en sus brillantes exposiciones sobre la obra
de Ibsen o sobre la de Tolstoi. S"gún él, socialismo
e individualismo no son sino los aspectos comple­
mentarios del mismo ideal. "Protestamos — aseve­
ró en 1900— contra una sociedad que lo falsifica
todo, que propaga por doquier la mentira y el error,
qué bajo las apariencias más pomposas y más bellas
expende toda suerte de mercancías emponzoñadas,
que engaña, que crea el derecho de todos al voto
por medio del sufragio universal y luego Ib falsifica
por medio de la corrupción, de la ignorancia y de la
opresión. Sí; tenemos derecho a protestar contra la
sociedad actual no sólo con Marx, en nombre del
proletariado que sufre, sino con Ibsen, en nombre
de la verdad que se m u e r e ..,’’ Pero la protesta
verbal no basta. Y Jean Jaurès, de año en año, des­
pués del magnífico desarrollo creador de su opti­
mismo fundamental, descubrió c-1 papel de los le­
vantamientos sociales y su necesidad; después de ha­
ber creído que bastaría con la persuación, que la
igualdad de los espíritus podía realizarse mediante
la educación y que la potencia de los argumentos
razonables arrastraría todos los obstáculos, descu­
b r ió poco a poco que "la cadena estaba en el co­
razón1’', Una noche se aventuró por una barriada
obrera de París y se sintió presa de lo que él mismo
definió como Un verdadero "espanto social". Esta
Angustia puede hacer mella en los hombres más ro­
bustos. Jean Jaurès se dió cuenta entonces de que
la incomprensión, la ignoranciá, la aceptación del
estado de esclavitud y la resignación aceptada por
lyKbito constituían obstáculos casi infranqueables.
Eran loi propios trabajadores, a los que se dirigía
a -veces, los que llegaban a juzgar "menos insensato
' y menos difícil tomar todas las piedras del gran
París para la construcción de una casa nueva que
refundir el pesado -y protector sistema sócial en el
que podían disponer apenas de un pobre lugar ha­
bitual- de miseria” . Lejos- de dejarse abatir por lies
resistencias y las incomprensiones, Jaurès se persua­
dió cada día más de que su esfuerzo era necesario
y de que .el día de las grandes cóleras populares
cobraría todo su -sentido constructivo. Puedo apor­
tar el >testimonio de lo que afirm o-por haber te­
nido ocasión de hablar con una de sus más fieles
colaboradores desde el -tiempo de “ El- Nuevo Ejér­
cito" : el Coronel Gérard. Es lo que explica el si­
guiente pasaje, escrito en 1911, refiriéndose al dra­
mático fin dt-1 gran Tolstoi : "La revuelta consti­
tuye -una etapa necesaria1pata el progreso de la vida
humana. Elíseo Reclus lo' ha dejado bien sentado,
Con una fúerzá extraordinaria, en' su libro "Evolu­
ción ÿ RevolUciófi": han existido largos períodos dé
la existencia humana én que la tierra, mal cultiva­
da, no sümihistrab'a la suficiente subsistencia a los
hombres y en C|ue la resignación constituía, en cier­
to modo, una necesidad psicológica; pero hoy la re­
signación constituye en 1los que la sufren una su­
pervivencia de tales periodos, ya que la tierra po­
dría alimentar a todos los seres humanos si la so­
ciedad 'estuviera mejor organizada, y las, plagas hu­
manas, como, por ejemplo, el paro forzoso, podrían
desaparecer si la clase obrera, unánime en su re­
vuelta, exigiera su desaparición". Existe, sin embar­
go, una escuela filosófica, la de la no violencia,
que niega la eficacia de las revueltas. "Toda la
obra de Tolstoi parece llevarlo a su gran crisis mís­
tica. Tolstoi era un oriental y deploraba que la re­
volución rusa de 1905 hubiera adoptado el cami­
no de la revolución occidental; temía, (como le
ocurre hoy a Gandhi), c-l desarrollo industrial; es
imposible, sin embargo; detener la revolución del
mundo; las industrias se desarrollan, incluso en
Oriente, incluso en Rusia, donde el proletariado ha
conseguido despertar a las masas campesinas de
su largo sueño; incluso en Persia, en la India,
en el Japón, en China, en todo el Oriente dor­
mido hasta ahora; es la fiebre de la actividad eu­
ropea, que se extiende a través del universo ente­
ro, con sus taras, sus malevolencias, sus crueldades,
pero también con sus grandezas. N o es pues, re­
nunciando a la producción industrial como asegu­
raremos el equilibrio en m edio. del progreso, sino
organizando la producción sobre la base de una nue­
va ju s tic ia ..," A l mismo tiempo que criticaba la
Página
R
E N O V
este respecto las expresiones de nuestro viejo Mon­
sociologia de Tolstoi, Jean Jaurès se apresuraba a
taigne: "Nada hay tan bello y tan legítimo como
poner de relieve el valor inestimable de su ética
formar bien y d ébilm en te al hombre, ni hay cien­
individualista: "Le debemos una singular gratitud
cia tan ardua como la de vivir bien y naturalmente
al hombre que nos ha recordado a todos el senti­
esta vida .. N o es un cuetpo ni es un alma lo que
do moral y la importancia de la vida. En casi to-<
se forja; es un h o m b re ..." St; Jaurès es una pro­
das las condiciones, nos vemos expuestos a desco­
longación de Montaigne, pero asimismo de Drdérot,
nocer los verdaderos bienes, la tranquilidad del co­
del cual cita la dedicatoria escrita para su drama
razón, la serenidad del espíritu: el patrón se ve
"El padée de fam ilia": "Quiero — dice Diderot—
absorbido por las responsabilidades de la dirección
que los niños vean la. miseria para que sean sensi­
de su empresa; los obreros se sienten perdidos en
bles y sepan por propia experiencia que existen en
los obscuros abismos de la miseria y no emergen
torno suyo hombres como ellos, quizá más esen­
de ellos más que para gritar su protesta; nosotros,
ciales que ellos, que carecen de pan". En el curso
los políticos, en medio de la batalla y de la intri­
de los debates parlamentarios sobre la organización
ga de cada día, estamos siempre expuestos a olvi- .
de la enseñanza pública, en 1886, Jaurès definió
dar que somos hombres, es decir, conciencias a la
de una manera definitiva . las bases filosóficas de
vez autónomas y efímeras, perdidos en universo
esta enseñanza: "toda doctrina que no se apoye en la
inmenso y lleno de misterios; estamos expuestos a
razón se excluye a sí misma de la enseñanza pri­
echar en olvido, en una palabra, la importancia de
maria; debe existir siempre una sinceridad y una
la vida y a descuidar la búsqueda de su verdadero
franqueza absolutas; no le disimuléis nada al pueblo,
sentido. Tolstoi nos ayuda a encontrar el sentido de
allá donde la duda se mezcle a la fe, impulsad la
la simplicidad, dé la fraternidad, de la vida profun­
duda, y cuando domine la negación, dejadle libre
da y misteriosa. Y al mismo tiempo nos advierte.
curso". Y a los maestros ' les dirige los siguientes
Advierte a los conservadores, él que no es un re­
consejos: "Vuestros alumnos serán hombres y deben
volucionario banal, violento, destructor; él que és el
tener una idea del hombre; es menester que sepan
hombre dé la paz, del amor, del cristianismo reno­
cuál es la raíz de puestras miserias: el egoísmo bajo
vado; advierte a los conservadores que ej sistema
múltiples formas, y que conozcan el principio de nues­
de la sociedad actual no puede subsistir, que se ve
tra grandeza: el orgullo unido a la ternura. Es prccondenado no solamente por las reivindicaciones irri­
ciso que se representen a grandes rasgos a la espe­
tadas de (os que sufren, sino por la protesta in­
cie humana dominando poco a poco las brutalidades
terior de las más nobles conciencias, que se sien­
de la naturaleza y las brutalidades del instinto y
ten oprimidas por todo Id que la sociedad tiene de
que sepan distinguir los principales elementos de
inicuo, de confuso, dé miserable. Y ya que con
esta obra extraordinaria que se llama civilización.
Toistoi está permitido recordar un texto de los Sal­
Hay que hacerles comprender la grandeza del pen­
mos, les diré a todos: tened cuidado y meditad, tra­
samiento. . . y es necesario también que todas nues­
bajad, pensad, preparad unas instituciones fraterna­
tras ideas se vean como impregnadas de infancia, es
les para que la inevitable revolución social advenga
decir, de generosidad pura y de serenidad. . . El bien
pacíficamente. Y asi como el salmodista decía a Dios:
inestimable conquistado por el hombre a través de ,
Podéis remontaros a las alturas del cielo y le ha­
todos los prejuicios, de todos los sufrimientos y de
llaréis; podéis déscender a las profundidades de la
todos los combate,s es la idea de que no existe una
tierra y le hallaréis; no podréis escapar a su mi­
verdad sagrada, « decir, prohibida a la plena inves­
rada ni en Oriente ni en Occidente, yo les digo a
tigación del hombre; la idea de que ningún poder
todos: la Revolución está ahí; está en todas partes;
interior o exterior, ninguna fuerza ni ningún dog­
está en la organización de los que sufren, en la ele­
ma deben limitai- el eterno esfuerzo y la eterna in­
vada protesta de los que piensan, en el soplo que
vestigación de la razón humana; la idea de que la
llega del Oriente y en la cólera del proletariado de
humanidad no es en el universo sino una inmensa
Occidente, en el misticismo oriental de Tolstoi; y
comisión de encuesta cuyas operaciones no deben
todo esto se mezcla én un torbellino de tempestad
verse restringidas o falseadas por ninguna interven­
en torno de la vieja sociedad rolda como el tronco
ción gubernamental ni ninguna intriga celeste o te­
vacio de una vieja encina carcomida, Preparad una
rrestre; la idea de que toda verdad que no proven­
sociedad nueva y más justa. . . Y seis años más
ga de nosotros mismos es una mentira; que hasta
tarde, día por día, se hundía en efecto la sociedad
en nuestras adhesiones nuestro sentido crítico debe
zarista, podrida hasta la médula con sus Raputín
intervenir en todas nuestras afirmaciones y todos
sangrientos. Pero el esfuerzo revolucionario que de­
nuestros pensamientos; que si incluso la idea de Dios
be "tender a la formación de los hombres libres”
cobrara una forma palpable, si el propio Dios se le­
está todavía en sus balbuceos... No ha alcanzado
vantara, en forma visible, sobre las muchedumbres,
su objetivo puesto que no ha sabido construir en
el primer deber del hombre sería el de negarle obe­
el espíritu de libertad. También en esto la ense­
diencia y tratarlo como a un igual con el que se dis­
ñanza legada por el humanismo jauresiano tiene
cute, pero no como a un dueño y señor al que se
una actualidad impresionante. Hay quien se pre­
soporta: tal es el sentido de lo grande y de lo bello
gunta: ¿Es cierto que los términos "Socialismo" y
de nuestra enseñanza laica en su principio” .
"Libertad" se excluyen mutuamente? Un conocido
Jean Jaurès nos muestra aquí en qué sentido la
escritor ha llegado incluso a afirmar que todo so-1
sociedad moderna es mucho menos apta que la Edad
cialismo contiene un germen de totalitarismo. Sin
Media en la distribución de una educación coheren­
embargo, hace ya medio siglo que Jean Jaurès de­
te: "Entonces existía, por lo menos, una concordan­
finió las condiciones de lo que podríamos llamar
cia entre las ideas y los hechos, entre las cosas y las
"socialismo libertaria' en oposición al socialismo au­
palabras: existía una jerarquía social de la misma
toritario o estático. "Estamos dispuestos a discutir
manera que existía una jerarquía religiosa corres­
con quien quiera que c! orden social soñado por
pondiente, y una resignación social al mismo tiem­
nosotros no es imposible. Y si es realizable, es in­
po que una resignación religiosa, asi como una esca­
dudable que la libertad tendrá su lugar en él, o,
la de la creación en la cúspide de la cual se encon­
mejor dicho, que la libertad será su alma, el espí­
traban las potencias superiores y el propio Dios y
ritu de fuego. Si vamos hacia la igualdad y hacia
una escala dominada por el noble, el clérigo y el
la justicia, ello no será a costa de la libertad; no
rey; no había allí ni engaño ni equívoco, pues el
queremos encerrar a los hombres en estrechos com­
siervo sabía que era ante Dios el igual que el noble,
partimentos, numeradas por la fuerza pública. No
pero sabia asimismo que, por orden del mismo Dios,
nos seduce lo más mínimo el ideal de una reglamen­
y mientras existiera sobre la tierra, no dejaría de
tación intrincada y asfixiante. Nosotros poseemos
ser un siervo. N o habla ninguna hipocresía social y
también un alma libre y sentimos la impaciencia
el desdén que se manifestaba hacia ios de abajo se
de toda presión exterior. Y si en el orden social
empezaba por inspirárselo a ellos mismos. . .
soñado por nosotros no encontráramos la libertad,
la verdadera, la plena y viviente libertad; si no nos
fuera posible andar, cantar y hasta delirar bajo los
cielos, respirar a pleno pulmón y coger las flores
al azar del camino, retrocederíamos hacia la socie­
dad actual a pesar de sus desórdenes, sus iniquida­
des y sus opresiones, pues si en ella la libertad
no es más que una mentira, por lo menos es una
mentira a la que los hombres llaman todavía una
verdad que a veces nos acaricia el corazón. Para
nosotros, la justicia es inseparable de la libertad".
Y añadía Jaurès: "El socialismo pretende orgauizar la libertad humana; no se trata, sin embargo,
de una organización de fuerza; bajo su ley general
de justicia y de armonía, previsora contra toda ten­
tativa de explotación, dejará a las naciones la li­
bre disposición de sí mismas en los cuadros de la
humanidad de la misma manera que respetará la li­
bre disposición de los individuos en los cuadros de
la nación". El optimismo de Jean Jaurès arroja una
clara luz sobre todos los problemas por él abor­
dados. Con frecuencia exclamaba: "A pesar de la
división de la sociedad en clases, nuestro ideal es
hoy tan poderoso, tan verdadero, tan bello; respon­
de tan plenamente a la evolución económica y a las
necesidades de, la conciencia, que nadie puede pen­
sar boy sin pensar un poco en nosotros, y esto les
sucede incluso a los que creen combatimos".
Nadie puede sorprenderse, por consiguiente, de
encontrar en su obra páginas magistrales relativas
a la libre investigación, al espíritu laico que debe
animar a la enseñanza en una democracia, a la ele­
vada función que llenan, los maestros. Encontramos •a
Por el contrario, lo que caracteriza a la sociedad
actual es su absoluta incapacidad para enseñarse y
formularse a si misma una regla moral; y es que
lleva en si una contradicción esencial entre los he­
chos y las palabras. No hay una sola palabra hoy
que tenga su sentido verdadero, pleno y leal: FRA­
T E R N ID A D y se combate por doquier; IG U A L D A D
y las desproporciones son cada vez maydres; LIBER­
T A D y los seres débiles se sienten cada día más
juguetes de la fuerza; PROPIED AD , es decir, la
relación estrecha y personal entre el hombre y la
cosa, entre el hombre y una parte de la naturaleza
transformada por él. Utilizada por él; sin embar­
go, la propiedad se convierte cada vez más en
una ficción monstruosa que pone en manos de al­
gunos hombres unas fuerzas naturales cuya ley des­
conocen y unas fuerzas humanas cuyo nombre ig­
noran. SI; por doquier el vacio, la hipocresía de
las palabras. . . ; si los maestros toman en serio ■ las
palabras se convierten en unos seres inútiles ly si
toman en serio las cosas se convierten én unos re­
volucionarios. . . " "Los que lucharon durante los
pasados siglos, a cualquier partido, religión o doc­
trina que hayan pertenecido, por el solo hecho de
haber sido hombres que pensaban, que sufrían, que
buscaban una salida, se convirtieron, por la fuerza
invencible de la vida en fuerza; en movimiento,
impulsoras y transformadoras, y somos nosotros quié­
nes recogemos ahorá sus inquietudes y sus movimien­
tos, los que permanecemos fieles a toda esta acción
del pasado, de la misma manera que yendo hacia el
mar el rio permanece fiel a su n acim ien to..."
Semejante concepción de la herencia de los va­
lores tradiuionaíqs tenia que conducirle, naturelmento, i una de sus más emocionantes síntesis: Ja
Je k patria y la Internacional. Volvemos a encon­
trar aquí una continuación de Montaigne: N o por­
que lo haya dicho Sócrates, sino porque en verdad Jo
quiete mi humor, yo estimo que todos los hombres
son mis compatriotas y abrazo a un polaco lo mismo
que a un francés, posponiendo este lazo nacional al
universal y c o m ú n ..." Pero en Jaurès no se trata
de un internacionalismo abstracto, descuidando las
condiciones de lucha en el interior de cada nación.
"D e la misma manera que el socialismo no se se­
para de la vida, no puede separarse de la nación, no
deserta la pabia, sino que se sirve de ella para trans­
formarla y engrandecerla. La unidad humana sólo
puede ser realizada mediante la libre federación de
las naciones autónomas, repudiando las empresas de
.fuerza y sometiéndose a las reglas del derecho. Las
naciones se elevarán asi hasta la humanidad, sin per­
der en nada su independencia, su, originalidad y la
libertad de su genio. ' Cuando un sindicalista revolutionario grita, como en el reciente Congreso de
Toulouse (hace cincuenta años), "¡A bajo las pa­
trias!” , con ello quiere' decir: "¡A bajo las patrias
de opresión, de destrucción; abajo el antagonismo
entre Iás patrias; abajo los prejuicios chovinistas y
ciegos Ia,’ lo que equivale a proclamar de todo Co­
razón la patria universal de los trabajadores libres,
de las naciones independientes y amigas . . La nue­
va humanidad no será rica y viva sino a condición
de que la originalidad de cada pueblo se prolongue
en una armonía total y de que todas las patrias se
sientan vibtar en la lita humana. Cuando la clase
proletaria cree maldecir la patria, lo que maldice
en realidad son las miserias que Ja deshonran, las
injusticias que la dividen, los odios que la enloque­
cen y las mentiras que la explotan".
Jean Jaurès juzgó que la lucha contra la guerra
debía constituir el mayor de los combates y a ella
se consagró hasta el último momento de su vida.
¿Cómo hubiera podido reclamarse de la más elevada
tradición humanista sin maldecir la guerra y sin tra­
tar de comprender sus causas profundas con el fin
de librar de ellas a la sociedad moderna? "La más
grande y pomposa de las acciones humanas — ha
dicho Montaigne— , yo sabría si la tomamos como
argumento de alguna prerrogativa o, por el contra­
rio, como testimonio de nuestra imbecilidad y nues­
tra imperfección". La amenaza de guerra ha consti­
tuido una verdadera obsesión en el ánimo de Jaurès,
que veía que "la sociedad capitalista la lleva en
sus flancos como las nubes llevan la tempestad". Con
esta obsesión en la mente se propuso ir a Berlín
en 1905, a hablarle? directamente a los trabajadores
alemanes. El señor de Bulow le prohibió, naturalmen­
te, el paso de la frontera, pero su discurso apareció
al misólo tiempo en el Vorvaerst y en l'Humanité.
Este documento es de tonos elevadísimos. "N o con­
cibamos ilusiones.
Sabemos perfectamente que el
mundo capitalista contiene formidables fuerzas de
conflicto que el proletariado universal no es capaz
todavía de dominar. La concurrencia económica
entre pueblo y pueblo y entre individuos, la ambi­
ción de realizar beneficios, la necesidad de conquistar
a toda costa — incluso a cañonazos— nuevos merca­
dos para la producción capitalista, abrumada y poco
menos que asfixiada por su propio desorden, todo esto
mantiene a la humanidad actual en estado de guerra
permanente o latente. Es menester encontrar clien­
telas lejanas, exóticas, sel viles, ya que el sistema,
arrebatándoles a los obreros una parte del producto
de su trabajo, restringe el libre consumo nacional.
ocuparemos Marruecos; puedes robar en el otro ex­
tremo de la calle puesto que yo he robado err éste.
Cada pueblo se presenta a través de las calles de
Europa con su antorcha én la mano ÿ ahora nos en­
contramos ante el incendio". Denuncia, por otra paite,
con acento colérico la "astucii > la brutalidad de la
diplomacia alemana" y concluye de esta suerte: "C iu ­
dadanos: si la tempestad llega a estallar, todos noso­
tros, socialistas, procuraremos salyarnos lo antes posi­
ble del crimen cometido por los dirigentes". Sabido
es lo que sucedió después: salió para Bruselas, donde
se reunió el Comité Ejecutivo de la Internacional, el
cual no pudo hacer otra cosa que comprobar su
impotencia; de regreso a París, redactó su último
artículo para l'Humanité del 1* de agosto; después,
en aquella calurosa velada del 31 de ju lio de 1914,
se fue a cenar a un pequeño restaurante popular de
la rue du Croissant, acompañado por Renaudel, Jean
Longuet, Poisson, Danois... . Un periodista le enseña
la fotografía de su hijito y, cuando Jaurès lo felicita,
una mano se introduce desde la acera y separa la
ligera cortina de la ventana abierta; suena un tiro y
Jean Jaurès se desploma con una bala en la cabeza.
La movilización general es decretada unas horas más
tarde.
N o creo que sea posible proponer ahora un juicio
de conjunto sobre el hombre y sobre su obra. Per­
mítanme subrayar, sin embargo, dos rasgos que creo
pertenecen a la humanidad entera, dos gestos indica­
tivos que todos los pueblos pueden apropiarse, sobre
todo en Jas horas que estamos viviendo; uno es un
gesto dé valor, por el que sanciona el verdadero
humorismo, y que no se refiere tan sólo al pensa­
miento, sino a la acción; el otro es un gesto Je
clarividencia, es decir, de salvaguardia de la huma­
nidad, sin la cual el humorismo de las viejas civi­
lizaciones se reduciría a la condición de los monu­
mentos arqueológicos, testigos de las civilizaciones
desaparecidas.
Un gesto de valor, ante todo. Jean Jaurès definió
el válor en su famoso Discurso 'a la Juventud, pro­
nunciado en 1903, con motivo de la distribución de
los Premios del Liceo de A lb i: "E l valor consiste
en amar la vida ÿ en contemplar la muerte Con mirada
tranquila, en ir hacia el ideal y en comprender lo
feál, en actuar y en entregarse a las grandes causas
sin preguntarse qué recompensa le reserva a nuestro
esfuerzo el profundo universo y si tan soló le reserva
una recompensa cualquiera. El valor consiste en bus­
car la verdad y en decirla, en no someterse a la ley
de la mentira triunfante y pasajera, en no hacernos
eco con nuestra alma, con nuestra boca y cdn nues­
tras manos de los aplausos imbéciles y de los gritos
fanáticos". Y esta gran voz encuentra ct eco dé la de Charles Peguy que, desde otro horizonte, pero con
la misma sinceridad y el mismo valor, Constituyó un
estado de vibración análogo de la conciencia huma­
na universal. Peguy deda; "Una sola injusticia, un
solo Crimen -— sobre todo si es oficialmente registra­
do— , una sola injuria a la humanidad, cómodamente
aceptada, bastan para romper todo el pacto social y
un solo abuso basta para deshonrar a todo un pueblo.
Cuanto más grande Sea nuestro pasado mayor es
nuestra obligación de defenderlo y de conservarlo pu­
ro. ' "Devolveré mi sangre pura tal como la recibí".
El honor de un pueblo es uno, es como un bloque".
¡Qué contraste con el cinismo bestial de un Goebbels,
que proclamaba: "Lo esencial no es tener razón, sino
vencer". Así es como Jean Jaurès, personificación del
valor, "esa exaltación del hombre", fué incontestable­
mente el representante de las tradiciones humanistas
más puras, y, como tal, supo elevarse al rango de
los grandes "ciudadanos del mundo” .
La lucha entre Alemania e Inglaterra, disputándose
a cañonazos el mercado mundial, revivirla todos los
dolores y todas las tragedias de la época napoleónica.
Las clases directoras no deberían olvidar que de la
guerra europea puede surgir la revolución. También
pueden surgir, durante un largo periodo, crisis con­
trarrevolucionarias, militarismos, una larga cadena de
violencias retrógradas y de bajos odios, de represa­
lias y de servidumbre. Y nosotros no queremos ex­
poner, bajo tan sangrientas circunstancias, la certi­
dumbre en la emancipación progresiva de los prole­
tarios". Esto les decía Jean Jaurès en 1905 a los
proletarios alemanes. Inútil sería deplorar que su
voz no fuera escuchada ni en Alemania ni en Francia,
donde los caricaturistas obcecados lo presentaban to­
cado con un casco de punta. Sin embargo j era lógico
con su doctrina, la reconciliación de la lucha — "inclu­
so revolucionaria", como decía en "El Nuevo Ejérci­
to"— contra la guerra y la salvaguardia de la inde­
pendencia de las naciones". Tarea harto difícil, “ como
reconocía él mismo", la de arrancar las patrias de
manos de los mercachifles de la patria, de las castas
militaristas y de los grupos financieros. Permitiendo
a todas las naciones el desarrollo indefinido de la
democracia y de la paz, no sólo se sirve al proleta­
riado universal, por el que se realizará la humanidad,
sino a la propia patria. Un poco de internacionalismo
nos aleja de la patria, mientras que un grán inter­
nacionalismo nos conduce a ella; un poco de pa­
triotismo nos aleja de la Internacional, mientras que
un grande y sincero patriotismo nos conduce a
ella.
Y respecto de la otra lección, la de la clarividencia,
se trata en efecto de saber si, a pesar de las dos es­
pantosas tragedias que lian ensangrentado a la hu­
manidad después de la muerte de Jaurès, las ideas
de paz y de unidad humana no van a ser una vez
m is sino "una alta claridad ilusoria que ilumina iró­
nicamente las matanzas continuadas” . Primero diez
millones de cadáveres y, después de una tregua más
que dudosa, cuarenta o Cincuenta millones de cadá­
veres m is. Es decir, además, todas las predicciones de
Jaurès aumentadas según el mismo coeficiente, tor­
turas, ruinas, dictaduras, desprecio del hom bre. . .
¿No es hora ya de reexaminar las falsas soluciones de
fuerza en las que parece obstinarse el viejo mundo?
¿N o es hora ya de que fios inspiremos en el método
de análisis histórico y sociológico del gran humanis­
ta? Se puede tratar siempre de quimérica la visión
del porvenir de un gran apóstol y burlarse de su
creencia en la perfección humana, pero dos guerras
mundiales durante un cuarto de siglo son dos prue­
bas capaces de conmover los pensamientos más ruti­
narios. En todo caso el pueblo francés, tan cruel­
mente castigado, parece dispuesto a evitar el retorno
de una tercera catástrofe, más sangrienta, más larga
y más próxima que las otras dos. Se vuelve hacia una
filosofia que no lia tenido ocasión todavía de probar
su bondad, se vuelve hacia Jean Jaurès. Es muy pro­
El final de este grán combate es digno de la tra­
preparados para comprenderlo, que emprendan jun­
gedia anticua. El 25 de julio dé 1914, éh Vaise,
cerca de Lyon, pronuncia Jaurès su último discurso
público. Está a purito de estallar la tempestad; Jau­
rès la presiente, analiza la responsabilidad de las
clases directoras y las denuncia: "Le dijimos a Italia:
Puedes ocupar la Trijíblitania puesto que nosotros
tos ese viaje tan valeroso y tan lejano hacia la jus­
bable que antes de que el mundo haya podido salir
completamente del caos en que lo han hundido, les
proponga a sus amigos d d mundo entero, y parti­
cularmente a sus hermanos de la América Latina, tan
ticia por medio de un acuerdo de las voluntades
libres, ese viaje trazado por Jean Jaurès y que, según
el poetá griego, "conducirá a Ja humanidad :al extre­
mo límite de los vientos y de las olas ",
UNA
SEMBLANZA
E N S A N FRANCISCO
Francisco Quintana Orive L a c o n d u c t a de F r a n c o
lia re mucho tiempo venía pensando en
dedicar unas líneas como homenaje sen­
tido y sincera a la memoria de un joven
socialista ipie supo en todo momento hon
rae las filas de las Juventudes Socialis­
tas de la provincia de Santander, con su
actuación entusiasta e inteligente' a t.ra
véa de todas las vicisitudes de la lucha.
Cuando conocí a Francisco Quintana
Orive en la Escuela de Comercio de San­
tander, era un muchacho dicharachero y
locuaz, que tenía escasamente catorce
años y empezaba, al igual que yo, los es­
tudios en dicho centro docente. Y a m ili­
taba entonces en la .Juventud Socialista
de Santander. Mu padre, viejo militante
del Partido, le había imbuido desde chi­
quillo los ideales redentores del Socia­
lismo.
1
,
En aquella época y con tan escasa edad
siempre hablaba con entusiasmo de la
organización juvenil a todos aquellos que
éramos sus ami feos y queríamos escu-*
charle, cantándonos las excelencias del
Socialismo — en la medida corta enton­
ces de sus conocimientos doctrinales— e
infiltrándonos con su afán la curiosidad
por conocer aquel medio para nosotras
desconocido, tanto en su form a como, en
sus principios. Excuso decir que éramos
muy pocos los que prestábamos atención
a sus palabras, que acompañaba siem­
pre con vocablos de lo más pintorescos,
que daban a su conversación un giró por
demás atractivo y simpático.
La inmensa mayoría de los que con
nosotros estudiaban huían de sus char­
las, pues sus conceptos herían, según'
ellos, los principios eminentemente cató­
licos que les habían inculcado. Procedían
en su mayor parte de Ja ramplona clase
media española, incapaz de tolerar su
fusión con la clase trabajadora.
Transcurrieron un par de años y ello
sirvió para que estrecháramos más nues­
tra amistad, que día a día se había esta­
blecido de una forma tan firm e y pre­
finida que nos llegamos a considerar co­
mo hermanos. En esas condiciones onqiezó a fermentar en España el anhelo revo­
lucionario de la juventud estudiantil en
contra de la Dictadura y de la dinastía
monárquica. Entonces fué cuando sus
prédicas, ya más maduro en sus juicios,
a pesar de su corta edad, empezaron a
ser escuchadas con más atención, inclu­
sive por aquellos que antes las desde­
ñaban. Organizaba mítines en las puer­
tas de la Escuela de Comercio, en los
cuales, naturalmente, era él el único
orador, deshaciéndose en diatribas vio­
lentas contra la monarquía y el dictador,
sin que le importase que su actitud llegase
basta los oídos de los profesores, en su
mayor parte reaccionarios.
En estas circunstancias me pidió ayu­
da para constituir la Federación Mon­
tañesa de Estudiantes, bíd darle nn ca­
rácter político definido, y sí, única y ex­
clusivamente, con el fin de enfrentarse a
la Federación de Estudiantes Católicos
y contrarrestar en lo posible su enorme
influencia entre los estudiantes. Accedí
a su requerimiento y constituimos dicha
asociación con el fin premeditado de or­
ganizar su ingreso posteriormente como
una sección más de la F. U. E., por aquel
entonces en su período embrionario de
constitución. Dimos ia pelea, con él siem­
pre a la cabeza, un grupo de inuckaelmelos y conseguimos nuestro objetivo.
De su firmeza y carácter da prueba el
siguiente hecho sucedido en la Escuela
de Comercio de Santandre. El que estas
líneas escribe era preguntado en su cla­
se de Economía Monetaria por el direc­
tor de dicho centro de enseñanza un tema
en el que, de una manera deliberada, se
falseaban los principios del marxismo, ya
que el texto en el que estudiábamos era
obra suya, y se regocijaba en combatirlas
de una manera tendenciosa, aprovechán­
dose de nuestra ignorancia en el tenia.
Cuando más entusiasmado estaba en su
disertación, Francisco Quintana sq le­
vantó gallardamente de su asiento y sa­
biendo a conciencia lo que su atrevimien­
to podía tostarle, se pncaró decidido con
él y le apostrofó de forma violenta la. mal­
dad qne encerraba su mala fe al juzgar
una doctrina que aun cuando no compar­
tiera tenía la obligación de exponer do
una manera serena y suprimiendo toda
acción tendenciosa, ya que de esa forma
influía y prejuzgaba con pasión una teo­
ría que debía ser expuesta con la impar­
cialidad necesaria para que todos los
alumnos pudiéramos por nosotros mis
mos compararlas con las distintas teo­
rías económicas que Se exponían a tra­
vés de la clase y eu el curso. Aquel atre­
vimiento sin precedentes le costó la in­
mediata expulsión de la clase, tramitán­
dose como consecuencia el correspondien­
te Consejo de Disciplina, que, casi se­
guro, lo iba a costar la expulsión del
centro y la imposibilidad, por tanto, de
continuar sus estudios. Aquello sirvió pa­
ra que se iniciara un fermento de des­
contento entre gran parte de sus compa­
ñeros, con amenaza de una huelga estu­
diantil en el caso de (pie siguiera incoán
dose el expediente para su expulsión. En
aquel entonces ya habían arraigado entre
los intelectuales las ideas republicanas,
y a presión, y con grandes discusiones,
con el escaso número de profesores que
de estas ideas existían en el plantel, se
consiguió que no se siguiera adelante el
procedimiento, quedando, por tanto, las
cosas en tai estado.
Aquello significó mi grau triunfo pa­
ra Franrisco Quintana, y lo que os más,
produjo gran admiración1 por la entereza
•con que se-mantuvo en Pulo momento, fa­
cilitando con ello el qne admiráramos la
formación que tenía, y que él siempre .nos
dijo se había forjado en las filas de la
Juventud Socialista.
Como un verdadero alud se volcaran
sobre él 'una gran cantidad de compañe­
ros de estudios, no ya de la Escuela de
Comercio, sino de otros centras estudian­
tiles pertenecientes a la F. U. E., en so­
licitud de que les indicase la forma para
ingresar en la Juventud Socialista. En­
tonces fué, con su perspicacia, cuando
desengañó a la casi totalidad de los so­
licitantes, haciéndoles ver qne contraían
un gran compromiso, pues los deberes
eran muchos a cumplir y muy penosos.
Solamente dos fuimos los compañeros a
quienes cou entusiasmo consintió en ava­
lar y presentar su ingreso en la Juventud
Socialista. No se había equivocado al
proceder asi. La mayoría de aquellos jó ­
venes que tan ardorosamente querían ser
entonces socialistas, engrosaron poste­
riormente las filas de Acción Popular y
la Falange. A los dos que avaló con su
firma continuamos siendo socialistas.
A los diez y siete a.ños en que ingresé
en la Juventud Socialista, me sometió a
una prueba dura y pesada para esa edad
antes de que me decidiera a dar el paso
definitivo. Me entregó un ejemplar del
Manifiesto Comunista y me dijo que lo
leyera, y que cuando lo hubiera hecho le
dijera bí todavía me encontraba decidido
a iniciar mi formación política an las
filas juveniles socialistas.
En todas cuantas ocasiones intervino
la Juventud Socialista en la lucha por
los ideales y por ia República, tanto en
la era monárquica como en la época re­
publicana, marchaba siempre a la cabeza
con su despreocupación habitual y con
su alegría proverbial, que transmitía a
cuantos nos hallábamos a su lado.
Una afección tuberculosa cortó total­
mente su actividad, y gracias a los cui­
dados que durante dos años le prodiga­
ron sus padres pudo subsistir. A pesar de
baldarse recluido eu las >nontañ)as dé
Reinosa, posteriormente al movimiento
de octubre de 19.14, enviaba con entusias­
mo su colaboración, bajo un nombre su­
puesto, al periódico clandestino que pu­
blicaba la Juventud Socialista de San­
tander, denominado ‘‘La Antorcha” .
Reponiéndose de su penosa enfermedad
le sorprendió la guerra y no dudó ni un
momento, pese a lo precario de su salud,
de lanzarse entre los primeros a ofre­
cer su concurso en la misión que se le
señalase. Ocupó varios cargos, hasta, que
por fin pasó a ocupar el de secretario
particular del Comisario General de Gue­
rra de Santander, cargo en el que estuvo
hasta que unos días antes, precisamente,
de la caída de Santander en manos de
las fuerzas italianas, en Un rasgo de su
audacia y decisión en é] característicos,
se marchó al frente con el cargo de ofi­
cial informador de una brigada.
Dos días antes de qne Santander caye­
ra en poder del enemigo estuvo a verme,
y aun euaudo yo le pinté la situación an*
La reunión de San Francisco, al im­
pedir que la España de Franco haga oír
su voz eu el Organismo de la Faz, ha he­
cho justicia a los principios democráti­
cos por los cuales lucharon las naciones
aliadas y, antes que ellas, la España re­
publicana.
Con verdadera emoción recogemos los
testimonios de algunos delegados que, al
descubrir el juego sucio de Franco fin­
giéndose demócrata una vez han sido de­
rrotadas las naciones del E je que lo apo­
yaron y ensalzaron contra Ja voluntad
del pueblo español, hacen concebir en
nuestras corazones la esperanza de que
la sangre derramada no ha sido vertida
en va n o...
Fué la Delegación mexicana que en­
cabezaba el Lie. Ezequiel Padilla, la que,
por boca de don Lilis Quiutanilla, expre­
só su deseo de que la España de Franco
no tuviera asiento en el Organismo de
la Paz. Su razonado y documentado dis­
curso influyó poderosamente en el áni­
mo de los asistentes, si bien para nin­
guno era un secreto la política turbulenta
y rastrera de Franco. Entre otras cosas,
el señor Quintanilla dijo lo siguiente:
“ Hubo época — cuando se sostenían
costosos combates— en que algunas po­
tencias directamente relacionadas con la
dirección m ilitar de la guerra, colocaron
las razones prácticas de utilidad sobre
los compromisos lógicos, Poro, afortu­
nadamente, tras indecibles sacrificios,
las grandes naciones que forman esta
asamblea lian ganado la. guerra en Euro­
pa. Mussolini ha desaparecido y no se
tienen noticias de Hitler. Por fin pode­
mos hablar sin compromisos. Podemos ya,
sin poner en peligro la marcha de las
operaciones europeas, decir toda la ver­
dad. Y la verdad histórica, señor, es que
la ayuda m ilitar dada a Frnuco por las
legiones de Mussolini y la fuerza aérea
de H itler constituyen la única razón por
la cual la República de España no está
representada aquí hoy.
"Además, es irónico que la derrota de
H itler y Mussolini afirme la posición de
Franco en el mundo de la postguerra. La
intervención m ilitar de los ejércitos ita­
liano y alemán en España constituye una
flagrante y criminal violación del princi­
pio de no intervención, que es tap esen­
cialmente importante para México y para
todos los países pequeños del mundo. De
hecho, consideramos este principio tan
gusiiosa eu que nos encontrábamos, trató
de influenciarme con su optimismo y de­
cisión, haciéndome notar, en demostra­
ción de ello, que nuevamente se marcha­
ba inmediatamente a reincorporarse a
su brigada con el ánimo decidido de con­
tinuar luchando kusta el final.
Fué la última vez que lo vi. Pasó a
Asturias y allí en los momentos trágicos
de la evacuación salió en un barco que
cayó en poder del enemigo. Primero que
entregarse a la tiranía del fascismo, pre­
firió segar eu plena juventud su vida, pe­
gándose un tiro antes de ser escarnecido
por la brutalidad del falangismo, que lo
hubiera asesinado como a otros miles de
compañeros hizo.
Poco valor tiene esta semblanza en
comparación con las dotes y virtudes que
el compañero Francisco Quintana Orive
poseía. A través de sus hechos y accio­
nes podría forjarse uu índice de la fo r­
mación socialista que siempre tuvo y que
estaba forjada en los viejos moldes del
Partido, al que tanto quiso y sirvió basta
el último momento.
Si en alguna ocasión yo hubiese de­
seado poder manejar el idioma con lim­
pieza y soltura para poder dar libertad
a mi pensamiento a través de la pluma,
seria precisamente en este momento, en
que quisiera rendir al compañero Fran­
cisco Quintana el homenaje de mi devo­
ción imperecedera y a la cual era merece­
dor por bu entereza, su honradez, su fir ­
meza de ideales y su nobleza de corazón.
Me consuela el pensar el que los com­
pañeros que leyeran estas líneas se for­
men a sí mismos el deseo de emular los
sentimientos de joven socialista de Fran­
cisco Quintana Orive, que llegó a ofren­
dar su vida en aras del ideal socialista.
JO S E B E N IT O P E R E Z
esencial en la conservación de un orden
mundial decente, que juzgamos que si ha­
cemos uua sola excepción, toda la estruc­
tura de la seguridad colectiva y del De­
recho Internacional quedarían en gravo
peligro.
"Seríamos los últimos en tratar de bus­
car la intervención en los asuntos inte­
riores de España. Pero demandamos que
aquellos grupos que fuerou beneficiados
por la intervención militar de las poten­
cias del Eje, no sean tomados en cuenta
en las reuniones de las Naciones Unidas.
Mussolini y Hitler, protectores militares
de Franco, han dejado de existir. Pero
sostenemos que su desaparición no puede,
ui automática ni retrospectivamente, bo­
rrar los pecados del hombre a quien ayu­
daron a subir al poder. Señor Presiden­
te: España fué una de las primeras víc­
timas del fascismo internacional. Cente­
nares do millares de héroes qne lucharon
y combatieron ahí por la causa de la d e­
mocracia fueron, en realidad, los prime­
ras aliados de las Naciones Unidas. M i­
llones de personas que quedan en pie, tie­
nen el derecho de compartir nuestra vic­
toria, la victoria que también es suya.
"L o mismo que China y que Etiopía,
la República Española fué nuestro pri­
mer aliado combatiente. No debe conver­
tirse, en esta hora de triunfo, en nuestra
amiga olvidada.”
A continuación intervinieron delegados
de otras naciones. Por los tonos cálidos
de afecto a ia República Española, seña­
laremos la intervención del delegado de
Franela, señor Paul Boncour, quien dijo
lo siguiente:
“ En la Liga de Naciones había un ar­
tículo que decía que admitiría a Estados
que se gobernasen libremente. No se dió
cuenta de lo que esto significaba... Es­
paña es un país al que, como a Italia,
debe permitírsele que se desbaga del fas­
cismo.”
“ En 1940 — prosiguió— , cuando Fran­
cia concertó un doloroso y horrible armis­
ticio, cuán distinta hubiese sido la situa­
ción de haber tenido como amiga a una
España republicana y leal. Entonces, el
paso hacia Noráfrica hubiese cambiado
el curso de la lucha."
Para concluir, Paul Boucour declaró:
“ Deseamos ver en España, tan pronto co­
mo sea posible, un régimen que le permi­
ta, juntamente con Italia, despojarse del
fascismo para que se nos una en la Socie­
dad de las Naciones.”
Siguieron en el uso de la palabra el se­
ñor Herliert Evatt, delegado de Austra­
lia ; el senador Henri Rolin, de Bélgica;
el señor Alexander Palladin, de Ucrania;
el señor Kurma \\ Kiseíev,\ de Rusia
Blanca, y el señor James C. Dunn, de loa
Estados Unidos. En líneas generales, to­
dos los oradores coincidieron con el de­
legado mexicano señor Quintanilla, sien­
do subrayadas con nutridos aplausos sus.
iuterveuciones.
El acuerdo unánime de las naciones
que forman la Conferencia de San Fran­
cisco ha cerrado el paso a la España de
Franco. En justa interpretación de los
conceptos vertidos en tan memorable se­
sión del Teatro de la Opera de San Fran­
cisco, esperamos que en breve se abra para
recibir la legítima representación de Es­
paña, simbolizada en Ja República. Espa­
ña, por su importancia histórica, su tra­
dición cultural y su situación geográfica,
no debe permanecer ajena a las inquietu­
des del mundo. E l camino iniciado por
las naciones en San Francisco debe al­
canzar su meta definitiva : el reconoci­
miento de la República Española.
Tai Federación (le Juventudes So­
cialistas de España, se une a todas
las organizaciones españolas en el
nuis sincero y profundo agradeció
miento a la Delegación- mexicana.' en
la Conferencia de San Francisco, y
hace presente al señor Presidente de­
là República Mexicana, General de
División■ D. Manuel Avila Camacliifi,
la expresión de su satisfacción por
la gallardía y justicia con que el
nombre de México sonó una ves más
en la defensa de la España Repu­
blicana
Gran Mitin Socialista en Toulouse
Intervención de los compañeros Enrique de Francisco, Pascual
Tomás, Rodolfo Llopis y Trifóh Gómez
. Organizado por las Juventudes Socia­
listas do Francia, tuvo lugar en la eiti-dad ¡dio Toulouse un - importante mitin
-socialista. Bajo la presidencia del comJjttliero Enrique de Francisco, tomaron
parte en el acto los camaradas Pascual
Tomás y Rodolfo Llopis.- Cerró los dis­
cursos el coin]ta fiero l'rifórt Gómez, presi­
dente de la ü. G. T. en Francia, de euyo
discurso damos el siguiente extracto:
t
LA < ( IN F E R E N C IA O BEERA
M U N D IA L
, Refiriéndose a las deliberaciones y
acuerdos de la Conferencia Obrera Mun­
dial, afirma su sorpresa de que no se esta­
bleciese con una gran claridad la dife­
rencia entre la España de Franco y la
España republicana. “ La Conferencia de­
bió de haber llegado a la conclusión que
de esas dos Españas no hay ninguna que
Jiaya sido, neutral. Una ha luchado por
el fascismo y la otra contra el fascismo.
Con el criterio sostenido por Ja Confe­
rencia, vimos cómo más de treinta dele­
gados exponían el esfuerzo de guerra rea­
lizado por sus respectivos países, sin que
a España le cupiese ese derecho que tan
justamente tiene ganado. El acuerdo
adoptado con relación a España es bien
pobre, porque al encarecer a los delegar
dos que pidan a los Gobiernos de sus
países reconsideren y vuelvan a examinar
sus relaciones cou España y la Argenti­
na, el acuerdo queda más corto (pie las
declaraciones hechas por los propios Go­
biernos de los países representados en
la Conferencia.
E S P A Ñ A Y LOS ALTADOS
. En relación a la actitud de los A lia ­
dos para con nuestro país, “ me veo en el
deber de decir —continúa el compañero
Trífón— qué siguen desconociendo suis
obligaciones para con la República espa­
ñola. No.podemos aceptar que se diga que
nuestro problema-es a nosotros mismos a
-quienes compete resolver. Es injusto. Eso
debieron de haberlo hecho en IQíiñ. tratan­
do de imponer el criterio que ahora.quie­
ren que privo, porque st lo hubieran he­
cho entonces, la rebelión de Franco se
húbría tardado en sofocar tinas semanas o
a lo sumo unos meses. Y es ahora, cuan­
do nos encontramos incides'o indefensos,
que se. nos quiere dejar -solos en la solu­
ción de nuestro problema. En realidad,
hay una deuda contraída con la España
republicana; y lia llegado el momento de
que so baga efectivo su cumplimiento,
máxime cuando la solución del proble­
ma español supone el restablecimiento de
la legalidad. -(Grandes aplausos,). A la
hora actual las clases conservadoras de
nuestro país tienen interés en buscar una
salida a la situación de Franco. Ante
esa pretcnsión, nosotros declaramos-que
el problema previo es de .restablecer Ja
legalidad. Fi más tarde se. quiere consul­
tar a la opinión, lo encontramos hasta
legítimo. Pero al igual que en ,1928 nos
opusimos a transigir con la monarquía,
transacción que nos fué propuesta para
acabar cou la dictadura, en 1945 segui­
mos oponiéndonos a transigir con la iuonnrquía aunque nos prometa la caída de
Franco, convencidos como estamos de que
la monarquía se hizo incompatible con
nuestras reivindicaciones y aun cou los
más elementales principios de decencia,
d Aplausos. )
U. G. T. Y C. N. T.
Plantea el problema de las relaciones
de la Unión General de Trabajadores con
la Confederación Nacional del Trabajo.
“ Los compañeros de là O. N. T. guardan
la misma lealtad y fidelidad que nosotros
a nuestros principios doctrinales. Es don
esta claridad que yo entiendo debemos
plantearnos la cuestión. Ellos quieren la.
unidad, conidia querernos nosotros; pero
nosotros no podemos ofrecer aquí la Unión
con la Confederación ; lo que podemos pro­
meterles es qué todos nuestros esfuerzos
tenderán a la creación (le un clima fa ­
vorable para trabajar conjuntamente en
la defensa de los Intereses de Id clase
trabajadora. Y cuando hablamos de la
posibilidad de trabajar en común es por­
que creemos en ella. Para llegar a ello,
una de las primeras tareas es forjar el
instrumento eficaz que nos permita tra­
bajar unidos, no sólo en el seno de nues­
tras respectivas organizaciones, sino en
nuestro propio país. La Constitución de
1931, cuyo restablecimiento pedimos, aun­
que tañto nosotros cómo los compañeros
de là C. N. T. pedireinós en su día la.
revisión de algunos preceptos, nos depa­
ra un amplio margen de acción. Hay, so­
bre todo, dos artículos en nuestra Carta
constitucional que constituyen un magní­
fico programa. Me refiero a los artículos
■14 y 40. En el primero se admite la ex­
propiación por razones de utilidad social,
y aun la socialización dç la propiedad.
Por el segundo se declara el trabajo co­
mo una obligación social, y ia obligación
de asegurar a todo trabajador las condi­
ciones necesarias de una existencia dig­
na. El artículo 46 contiene la enumera­
ción de toda una serie de problemas que
son vitales para la clase trabajadora, ta­
les como el seguro dé enfermedad, paro,
accidente, vejez, Invalidez y muerte, tra­
bajo de las mújetès, protección a la ma­
ternidad, jornada de trabajo, salario mí­
nimo, vacaciones remunerarlas, condicio­
nes dél obrero español en el extranjero,
instituciones de cooperación, participa­
ción de los obreros en la dirección, admi­
nistración y iKmeficios de las empresas.
Si ños ponemos a trabajar tmldbs sobre
un programa tan fecundo, habiendo que
esos dos artículos sé conviertan en gran
realidad, de una manera insensible' el con­
tacto en él estudio dé las soluciones a
aportar á todos ésos problemas, la unión
de - nuestras Organizaciones estará he­
cha.” (Grandes aplausos.)
L A A C T IT U D DE L A JU V E N TU D
-.
'
:•
-S O C IA L IS T A
■uW..... ..
' 1
>0(1 . 1.
.- ,t,y.
“ Nú quiero 'terminar sin lincér ún lla­
mamiento n. Tos jóvenes socialistas. Es a
ellos a quienes se' delle lh organización
de este acto, a pesar de lo chal no han
querido designar un orador que les repre­
sentase para nó restarnos tiempo en es­
ta exposición de los puntos de vista del
Partido y la Unión. Actitud magnífica en
el presente que recuerda la gloriosa del
pasado. Ellos no han venido a aleccionar
cou sus discursos, pero les corresponde
la mitad en el éxito del acto, nabéis cen­
trado, jóvenes socialistas, vuestras acti­
vidades en lo que siempre fueron normas
de la Federación. No sois una ficción;
sois una gran y prometedora realidad.”
(Gran ovación.) '
J OVENES E N EL E X I L I O
Emoción Política de España
A Jaime Muñoz de Baena
Cuando, llevado por las inquietudes
que en tu cerebro forman el recuerdo de
España y -el (deseo de ofrecer al servicio
de ella tu inteligencia y cultura- forma­
das eu la peregrinación del exilio, me ha­
blabas de la necesidad de comprender,
asimilar y sentir el Socialismo, me pa­
recía que reflejabas la necesidad colec­
tiva de la mayoría de los jóvenes espa­
ñoles educados en la emigración.
JoVen saliste de España. Por eso, tal
vez, dices que là sientes con un “ sexto
sentido” , porque para tí España es un
conjunto de aromas de tierra castellana,
parda y ancha; ana sucesión rápida de
imágenes vividas en la lejanía del recuer­
do, un conjunto de pensamientos asimi­
lados a, través de los'libros de tus auto­
res predilectos: TJnnmuno, Azorín, Valle
Inclán. Careces, como muchos otros, de
la visión directa dé España, no la lias
conocido en la realidad sangrante de sus
luchas, en la fiebre creadora de sus pro­
blemas sociales, en la dureza del cotidia­
no “ ganar el pan con el sudor de la fíe n ­
te” , en la alegría de las fiestas domin­
gueras y los paseos en las rom erías...
TTay muchos modos de sentir a España.
Nosotros — un poío más viejos que ,tú
aun cuando apenas rebasamos los treinta
años— tenemos la impresión directa de
España clavada en nuestras pupilas, he­
mos aprendido a sentir la emoción de la
lucha política en la generosidad juvenil
de hacer una patria mejor y en la reali­
dad de un régimen de injusticias y pri­
vilegios que hería nuestra sensibilidad...
Por eso, el Socialismo vivido como un
sueño impetuoso de justicia, concebido
como la, trayectoria acertada para un
mundo más justo y noble, se nos fué con­
virtiendo en realidad cotidiana, en nece­
sidad moral y económica, en tangible
conjunto de remedios para el mal que nos
ahogaba. Y de socialistas por sentimien­
to nos fuimos convirtiendo en socialistas
pop convicción, de muchachos románticos
e ilusionados, en jóvenes maduros cons­
cientes de s,ú deber, dispuestos a la lacha,
confiados en la bondad de nuestros prin­
cipios, imbuidos (le una profunda fe en
n.uestyos ideales. Conjugando estos prin­
cipios morales, fuimos hombres prácticos
sin dejar de ser un poco soñadores, leía­
mos a Marx y a Engels sin desdeñar a
Antonio Machado, a Juan Ramón, a Gar­
cía. Loi'ca,' ni aun, a Bécquer, alternába­
mos, las reuniones de la Juventud, de
los Sindicatos; sin olvidarnos de, tas pa­
rrafadas con la novia, sentíamos la ilu ­
sión de hacer algo grande por la huma­
nidad, sin perder de vista la esperanza
de mejorar a.nuestros paisanos y a nues­
tro pueblo.
.
El sentido de lo universal,— que es la
más bella realización del sentido de lo
español— animaba nuestros actos y mar­
caba la tónica de nuestros (lias. Así fu i­
mos amando a España y amando a las
ideas, así fuimos modelando nuestro jo­
ven cerebro para' las necesidades vivas
de la lucha social y afirmando en nues­
tro corazón la. emoción y el sentimiento
de la tierra que nos ’vió nacer.
Llegó la. guerra y en ella cumplimos
nuestro deber. Llegamos a tierras leja­
nas, y desde ellas nos persigue constante
y dominante la idea de España. Tiene eu
nosotros cuerpo, forma, emoción casi fí ­
sica. Es tau fuerte su recuerdo, tan pro­
fundas las emociones vividas en ella, que
no podríamos en ningún aspecto desarrai­
garla de nosotros mismos.
Vosotros no la sentís así, porque os lia
faltado el incentivo de la ldeha. N o la
habéis vivido día tras día éri su realidad
lisa y Uaná. La conocéis por uti recuerdo
difuso de vuestros años Infantiles, vues­
tros juegos escolares, a través del amor de
los vuestros. Tenéis él sentimiento intuiti­
vo de que el Sóciálsimó es la doctrina
del porvenir, sentís la ambición dé hacer
algo por la. Patria le ja n a ...
¿Cómo dar fprma a vuestro deseo?
¿Cómo hacer realidad vuestras inquietu­
des? A l hombre, amigo Baena, lo hace la
lucha. Cuando llega a ella con un amplio
bagaje de cultura y de teoría, comprende
y asimila con inás rapidez, analiza y dis­
crimina con más justeza. el impulso mo­
tor de las realidades sopiales. He aquí
vuestra misión, el puerto inmediato de
vuestras ambiciones. Prepararos con la
teoría, estudiar todo lo que podáis de
España y del Socialismo, acudir con entu­
siasmo a todos los actos donde vibre y se
sienta el alma de España.
Hacer, como hacíamos nosotros, una
distribución del tiempo entre Marx y
lUnamuno. entre la Economia. Política y
el Quijote, leer mucho, mucho, y escuchar,
siempre que la ocaqión os lo permita, las
voces de cuantos —-con más o menos pre­
paración— podemos hablaros de proble­
mas que os afectarán en un mañana pró­
ximo.
Tú estás afiliado a la Juventud So­
cialista. Esperas comprender y asimilar
nuestros principios, confías en ser algún
dia. otro soldado más en la lucha por la
Justicia. Y o te he recomendado algunos
libios. Creo te lian de hacer bien. Y te
recomiendo que .frecuentes el trato de
nuestros viejos camaradas. B ajo su mo­
desta apariencia, encontrarás siempre,
frases sensatas y pensamientos profun­
dos. tras sus modestas palabras verás el
esfuerzo.de voluntad gigante realizado
año tras año por los hijos del , pueblo.
Ellos fueron nuestros guías y .lo serán
también el tuyo. N o tendrán algunos qui­
zás la amplia cultura que ,tú posees, pero
t:e superan en sentido de la realidad, co­
nocen directamente los problemas que tú
sólo has leído, analizan, con la experien­
cia lo que tú adivinas en la intuición.
Tú -drama, drama de la juventud que
emigró en la infancia de la Madre Patria,
tiene también remedio. No te asuste ha­
ber- quedado en, la mitad de tu carrera,
no te dejes influir por el prejuicio de
la impreparación profesional. A llí donde
hay un cerebro-despierto y tina., -conciérn­
ela. ■responsable, hay- un forjador d e la
España del futuro. ■■ ■ .
i
Todos haremos falta. Cada esfuerzo se­
rá provechosamente: vertido en el surco
profundo <lcl mañana. Voluntades tensas
es ló que ños hacen falta. .La tuya, conta­
rá como un valor positivo. Porque de ello
es garantía plena tu ambición de saber y
tu sentimiento de la Patria. Entonces ve­
rás cómo eso que llamas tu “ sexto sen­
tido” es distribuido, analizado y vivido,
con los otrrts cinco de que todos dispo­
nemos.
Cordialmente,
ALBERTO LA R ZA B A L
Una carta de los J ó v e n e s Socialistas Españoles en F r a n c i a
Estimadas com tuneros :
El Congreso que acaba de celebrar la Federación
de Juventudes Socialistas de España en Francia, ha
significado su deseo que nosotros interpretamos fielrilenie, de hacer llegar la voz de tos jóvenes socialistas
españoles, en Francia, hasta sus hermanos de' Am é­
rica, Africa del Norte e Inglaterra, aportándoles su
fraternal ¡aludo. En el, ponemos lo mejor de nues­
tros sentimientos socialistas, inspirados en la pro­
funda convicció^ de que la reconstrucción del movi­
miento juvenil debe ajirñtarse sobre unas bases uni­
tarias, que recójan el sentir y las inquietudes de todos
los jóvenes socialistas en el exilio. Este ajan de uni­
dad,' consideramos que es .el mejor homenaje que
podemos ofrecer a nuestros compañeros de España,
que siguiendo el ejemplo magnífico, dado por !as
Federaciones Provinciales en 7939, han levantado la
bandera de nUestrá Federación a la altura que siem­
pre le correspondió por su prestigio, forjado en una
conducta auténticamente revolucionari,i. Por mante­
ner ese prestigio, trabajando por superarlo si ello
es posible, estamos dispuestos a sacrificarlo todo,
pensando en las etapas de futura responsabilidad qué
esperan al 'movimiento socialista español, en la in­
mensa obra de sacar a nuestro pais, de la presente
situación caótica en que vive. À esta nueva prueba,
la Federación Je Juventudes Socialistas debe contri­
buir con un vigor que sólo encontrará en el fortalec'tmienio orgánico de sus cuadros que nosotros situa­
mos en el, primer piano de nuestras preocupacio­
nes.
Nuestro Congreso, ha' clausurado, en Francia, el
procesó alce nhesfros compañeros de España iniciaron
en Madrid, en 7939 sobre la unificación con los
jóvenes comunistas, deduciendo las "responsabilidades
que ¡Acumbén d quienes traicionaron el Picio 1de
Unidad. Terminado este expediente, la personalidad
dé nu'estrd Federación queda totalmente libre de ¡as
mistificaciones con las que se pretendió desvirtuar
su magnifico contenido marxista. Su carácter clasista,
recobra el brío de antaño, hoy muchó más necesario,
si observamos las profundas desviaciones tácticas y
doctrinales de quienes politicamente han querido com­
partir con nosotros la representación de la clase tra­
bajadora española. Junto a nuestro Partido, al que
vivimos unidos por unos lazos que hemos fortalecido
en las experiencias de estos últimos años, lucharemos
infatigablemente por afianzar la posición del proleta­
riado español; junto a nuestro Partido, qué es sti re­
presentante m is legitimo, y en cuya trayectoria de
lealtad y honradez encontramos la mejor enseñanza
y el único ejemplo.
Nuestra Federación Nadiostitl nos envió desde
España un Mensaje lien,o de fervor socialista que f'úé
para nuestro Congreso la mejor tónica. Nuestras de­
liberaciones, adquirieron Id altura 'qué sólo podían
conseguir, poniendo el pensamiento de todos y'cada
uno de nosotros en España, a la que debemos entrar,
habiendo cumplido inlegrítmente ' nuestros deberes de
socialistas en el exilio. En este ambiente, nuestro
Congreso vibró de entusiasmó y ese entusiasmo,
es propósito nuestro encauzarlo hacia un terreno de
realidades en e l que confiamos que nuestras inicia­
tivas coincidan con las vuestras.
La Federación de Juventudes Socialistas de Espa­
ña en’ Francia que Sitúa su acción bajo los auspicios
de la dirección de nuestros compañeros de España
y a cuya organización se reintegrarán en el dia mismo
que entremos en nuestros pais, os reitera el deseo
de unificar nuestro movimiento juvenil en la emigra­
ción. Contamos con vuestra comprensión y al hacerlo,
quedamos a vuestra entera disposición.
Vuestros'y del Socialismo.
Por la Comisión Ejecutiva.
E l Secretario General;
"
" ‘ o
■
.
¡OSE GREGORJ
E l discurso pronunciado por AIr. T ru ­
man, Presidente de los Estados Unidos de
Norteamérica, en la sesión de clausura de
la Asamblea de San Francisco, es un ad­
mirable exponente de lo que debe ser el
mundo del futuro.
Sabemos, por amarga experiencia, que
no sólo con bellas palabras se habrá de
coni'ertir en realidad la justa ambición de
millones de seres hunuinos, pero no es me­
nos cierto que prxas veces un Jefe de Es­
tado, de la importancia de Estados U ni­
dos, se ha atrevido a exponer puntos de
vista que coinciden con el sentimiento
profundo de millones de hombres de otras
razas, otras lenguas y otras religiones.
La dura lección de la terrible segunda
guerra mundial, ha creado en torno a los
problemas del porvenir del mundo, la asis­
tencia y las cooperaciones necesarias para
que las terribles conflagraciones armadas
no se repitan. Pero nada adelantaríamos
si no hiciéramos, todos y cada uno, por
aportar nuestro grano de arena a la obra
común. La guerra es un producto de m u­
chas causas. Eliminarlas, es el deber de
nuestra generación. A este respecto, son
los conceptos de M r. Trum an, el precioso
grano de arena que aporta a la colectivi­
dad, avalado por la obra gigantesca reali
zuda por la nación que preside.
I le qui tan interesantes palabras:
Una paz justa y duradera no puede ser
alcanzada sólo por los convenios diplomáti­
cos ni por la cooperación militar. La ex­
periencia ha demostrado ahora cuán pro­
fundamente son sembradas las semillas de
la guerra por la rivalidad económica y pol­
la injusticia social. La carta reconoce este
hecho, porque aboga por la cooperación
económica y social. Ha señalado esta co­
operación como parte del corazón mismo
de todo el convenio.
H a creado el engranaje de cooperación
internacional que los hombres y naciones
de buena voluntad pueden usar para ayu­
dar a corregir las causas económicas y so­
ciales de las disputas.
Deben eliminarse las barreras del co­
mercio, artificiales y antieconómicas, pa­
ra que puedan elevarse las condiciones de
vida de tantos pueblos como sea posible.
Porque el verse libres de la necesidad es
una de las cuatro libertades fundamenta­
les que todos nosotros pugnamos por alcan­
zar. Las naciones grandes y poderosas del
inundo deben asumir la iniciativa en este
campo económico, así como en todos los
demás.
Conforme a este documento, tenemos
buenas razones para confiar en la creación
de una carta internacional de derechos,
aceptable para todas las naciones interesa­
das. Esa carta de derechos será parte de
la vida internacional, tanto como nuestro
propia carta de derechos lo es de nuestra
Constitución. La carta está consagrada al
logro y observancia de los derechos huma­
nos y de las bbertades fundamentales. A
menos que alcancemos estas metas para
todos los hombres y mujeres de todas par­
tes — sin distingos de raza, idioma ni re­
ligión—• no podremos disfrutar de una paz
y seguridad pennanentes.
D igno de meditarse en su concepto de
que la semilla de las guerras son la riva­
lidad económica y la injusticia social. U n
socialista no se hubiera expresado de otro
modo. N o en vano, el Socialismo constitu­
ye, aun para aquellos que a toda costa lo
combaten en defensa de intereses más o
menos conlesables, el puerto de salvación
de nuestra civilización. Y la importancia
de los problemas económicos, generadores
de conflictos, odios y guerras, hace mu­
chísimos años que lo hemos registrado en
nuestros principios. la s palabras de M r.
Trum an — que no es precisamente un so­
cialista— afirman la justeza de nuestras
ambiciones políticas y la profundidad de
nuestros principios.
Más adelante, dice en su discurso M r.
Trum an:
El mundo ha aprendido nuevamente que
las naciones, como los individuos, deben
conocer la verdad para que sean libres: de­
ben leer y escuchar la verdad; aprender y
enseñar la verdad.
Debemos establecer una agencia efecti­
vo para el constante y cabal intercambio
de pensamientos e ideas. Porque ese es el
camino que conduce a una comprensión
mejor y más tolerante entre las naciones
y entre los pueblos.
Todo el fascismo no murió con Musso­
lini, Hitler ha sido liquidado, pero las se­
millas diseminadas por su mente trastor­
nada tienen una raiz firme en muchos ce­
rebros fanáticos. Es más fá cil eliminar ti­
ranos y destruir campos de concentración,
que matar las ideas que les dieron vida y
fuerza. La victoria en el campo de batalla
era esencial, pero no es suficiente. Para
disfrutar de una buena paz, de una paz
duradera, los pueblos decentes de la tierra
deben estar decididos a derribar el espíritu
maligno que se ha cernido sobre el mundo
dînante la última decada.
Sobre todos nosotros, en todos nuestros
países, descansa ahora él deber de conver­
tir en uctos estas palabras que vosotros ha­
béis escrito. Sobre nuestra acción decisiva
descansa la esperanza de aquellos, que ca­
yeron; de los que. viven; de los nonatos:
la esperanza én un inundo de países libres
— con normas decentes de vida— que tra­
bajarán y cooperarán en unq comunidad
amistosa y civilizada de naciones.
¡Esta nueva estructura de paz se eleva,
sobre poderosos cimientos!
¿N o parecen estas palabras, destinadas a
la España de Franco?
La propia resolución de la Asamblea de
San Francisco, negando la participación e’n
el organismo de la Paz al Gobierno del
sangriento Caudillo, nos da la respuesta. '
Lentamente, va haciéndose la luz en tor­
no a nuestro problema.
Esperamos que los hechos vayan acor­
des con las palabras.
F r a n c i s c o
Largo
Caballero, en Moscú
Según información de “ L'Populaire” ,
ele París, fecha 11 del comente, que nos
lia sido confirmada por su hija Carmen,
nuestro compañero Francisco Largo Ca­
ballero se encuentra en la actualidad en
Moscú.
Vivamente deseamos que el compañero
Largo Caballero recobre las energías per­
didas en su largo y penoso cautiverio y
piuría muy pronto incorporarse a sus
actividades del Partido y la Unión.
“ ¡Oh eternos muros! ¡Oh torres corona­
das de honor, de majestad y gallardía!"
En esta bella ciudad que Góngora can­
tara en magnifico soneto, para vengarse
quizá de los pesares y sinsabores sufridos
durante su estancia en las tierras que ba­
ña el aurífero Darro, también sus habi­
tantes vivieron su >8 de Julio.
¡Triite 18 de Julio!
La conjura de los militares felones que
desembocó en ,1a. subversión, no pudo ser
aplastada por las masas republicanas.
¿Falta de fe, de espíritu combativo? ¡No!
A llí, como en casi todas las poblaciones
andaluzas, las fuerzas democráticas eran
muy superiores. a las dé la reacción. La
potencialidad de las organizaciones sindi­
cales, la disciplina y pujanza de los cua­
dros juveniles habían sido puestas a prue­
ba en desdichada huelga genera] habida
dos meses antes.
„
La pérfida traición del gobernador ci­
vil, en concomitancia con el comandante
militar, el coronel de artilleria Qriaco
Cascajo, hicieron que, sin casi t-ssistencia,
la población pasara a poder de los suble­
vados.
.
. . .
■
¿Quién era el gobernador? ¿Cómo coad­
yuvó al movimiento?
Cuando a mediados del mes de marzo
de 1936 fué designado para regir los des­
tinos de la provincia el “ republicano” y
sevillanisimo don Antonio, el descontento
en los medios políticos y obreros fué uná­
nime. Recordaban de él la funesta actua­
ción tenida, durante el bienio negro, como
ppncio de Jaén. “ ¡Es el gobernador de los
sucesos de la Solana!", se comentaba por
toda la ciudad.
Las protestas por tal nombramiento, las
visitas de comisiones y diputados socialis­
tas al ministro de la Gobernación, no die­
ron resultado alguno. Don Antonio, fué
aceptable para todas las naciones interesade su partido. . .
¡Y de fango, sangre y lágrimas inundó
la ciudad!
Sabía él, por denuncias que hiciera el
que esto escribe en sesión del Municipio,
qqe los señoritos terratenientes, los afilia-
EL E S P I R I T U
Ningún indicio recogido después de la
victoria aliada, permite sospechar la
existencia de un movimiento de oposición
contra, el nazismo. Los corresponsales
extranjeros que, una vez dominada A le­
mania, han querido encontrar pruebas de­
mostrativas de que no todos los alemanes
aprobaban la criminal conducta de sus
jefes, han debido rendirse a la evidencia
de que todo espíritu oposicionista estaba
totalmente eliminado.
No olvidamos que ningún Estado del
mundo llevó a tan altas cúspides de per­
fección el aparato represivo del Estado
como lo hicieron los nazis. Durante lar­
gos años, al principio contando con el
cómplice silencio de la prensa burguesa
de todo el mundo, y siguiendo un plan
metódico de eliminación de toda fuerza
oposicionista, el nazismo alemán ha fu­
silado y encarcelado en cámaras de tor­
tura de una crueldad indescriptible a co­
munistas, socialistas y liberales. Más tar­
de. en una nueva etapa de criminalidad,
necesaria para el mantenimiento del te­
rror y la justificación de las doctrinas
chauvinistas, el movimiento antijudío,
extendido a los países conquistados, ha
llevado millares de seres humanos a bis
más refinadas cámaras de muerte. Los
campos de concentración de Dachau y
Buchenwald, entre otros no menos trági­
cos, llenan de espanto el ánimo de quie­
nes leen la fría relación de los muertos
de la forma más inhumana o contemplan
los noticieros cinematográficos que ex­
presan una crueldad apenas concebible.
Alemania entera, con su pasividad, su
silencio, su espíritu disciplinario y gre­
gario, su falta de rebeldía por los altos
valores de la humanidad, se ha encarga­
do de demostrarnos que el espíritu de
Goethe, de Schiller, de Heine, de Beetho­
ven. ha sido total y definitivamente se­
pultado por la pasión revnnehista, el
sentimiento estúpido de superioridad ra­
cial, el odio antisemita, la falta de sensi­
bilidad y emoción humana de un pueblo
entregado al crimen como instrumento
,-!. + , * *
ALEMAN
político y a la dominación déspota como
doctrina internacional de relación entre
los pueblos.
Desaparecida ya la Alemania de Hitler,
repartido el Estado entre las potencias
vencedoras, suponemos que durante mu­
chísimos años la pesadilla teutona no
tendrá fuerza suficiente para inquietar
nuestra civilización. Subsisten — no en
Alemania— los métodos nazis, que con
tanto fervor se asimilaron los falangistas
españoles.
No hace aún muchos días, una nota
jactanciosa de la Falange afirmaba que
"en dos horas y con sus pistolas” podrían
eliminar todo intento de sublevación con­
tra el régimen franquista.
Por fortuna, ignorantes como siempre
de la realidad de su patria, los falangis­
tas desconocen las virtudes del pueblo
español, tan distintas a las del pueblo
germano. Todo lo que éste tiene de “ ur­
be", de “ masa” , de “ disciplina” , tenemos
los españoles de individualismo, de rebel­
día. de pasión. Los métodos nazis eran
buenos para Alemania, y los hechos han
comprobado qne contra el terror nada han
sido capaces de hacer aquellos millones
de votantes que no hace muchos años se
oponían a Hitler. En España el caso es
totalmente distinto. Los Partidos políti­
cos republicanos y las masas obreras no
han olvidado su deber y esperan la oca­
sión propicia para enfrentarse contra el
poder represivo de la Falange.
El indomable espíritu español, cons­
ciente de su responsabilidad, trabaja en
España con fe y brio admirables.
Llegado el momento, veremos si los co­
bardes asesinos de la Falange, que ampa­
rados en la sombra, la irresponsabilidad
y la complacencia gubernamentales han
llenado a España de luto, son capaces de
mantener sus jactanciosas bravatas.
Cara a cara no es lo mismo que a trai­
ción. El pueblo español no es el pueblo
alemán.
RAUL FERNANDEZ
dos de Acción Popular, los falangistas de
la capital y la provincia, estaban armán­
dose. El agente de automóviles señor Lato­
rre ora el encargado de la distribución, 1.a*
medidas que tomó. .,
El día 15- de Julio las casas de los más.
significados republicanos, socialistas y di­
rigentes del movimiento obrero recibieron
la visita de los agentes policiacos. En la
mia, y en presencia de mi compañera, se
levantó un acta en la que se declaraba;
“ N o se han encontrado ni armas ni explo­
sivos” . ¡Y era todo un presidente acciden­
tal de la Diputación Provincial!
Nuevo ir a Madrid y las protestas que
no tuvieron eco. ¡Todo eran cuentos de
miedo!
•
«
•
18 de Julio. La radio Sevilla, al grito de
¡Viva la República!, daba cuenta de haber
estallado la sublevación militar. El mil ve­
ces traidor Queipo habla constantemente.
Las organizaciones obreras de la ciudad
sultana declaran la huelga general.
“ ¡Armas!, ¡armas!", os el grito unáni­
me.
Cuando en busca de ellas el pueblo mar­
cha hacia las armerías, no encuentra nada.
El día anterior, por orden del poncio, ha­
bían sido recogidas de los establecimientos
y enviadas al cuartel de la guardia civil,
donde estaban concentrados seiscientos nú­
meros.
La artilleria ha sido sacada a la calle.
En la Sierra, en los puntos estratégi­
cos, en las azoteas de las casas situadas
frente al gobierno civil y otros edificios
públicos, se instalaron en la noche del 17
al 18 ametralladoras.
Los guardias de asalto, prestan servicio
sin fusil. 1Orden del gobernndor! El ca­
pitán de las escasas fuerzas de Seguridad,
intenta defender el gobierno. ¡Hombre leal
a quien fusilaron los facciosos, como tam­
bién al teniente coronel de la guardia ci­
vil! El coronel retirado Peñalver había to­
mado el mando de la benemérita, a la que
subleva.
Los señoritos terratenientes-, los falangis­
tas, las fuerzas militares marchan sobre
el Ayuntamiento que lo defiende brava­
mente la juventud.
El diputado comunista Garcés, al pa­
sar por la puerta del cuartel de Artillería,
es detenido. ¡La ciudad está en mano de
los facciosos! Sólo la barriada del Alcázar
Viejo mantiene la lucha unos días. A lli,
entre los defensores, se encontraba Anto­
nio Bujalance, joven socialista, campesino
y diputado. Detenido por aquellas fieras,
fué inmolado en las tapias del cementerio
de la Salud.
«
*
»
En lugar próximo a la Necrópolis hallé
un refugio seguro. La radio, en manos de
un teniente de artillería, da órdenes. “ ¡Ba­
jen las persianas de ventanas y balcones!
¡De no hacerlo, les habitantes recibirán un
saludo racista!” ¡Racista!
Las detenciones se cuentan por miles.
Señoritas “ de la mejor sociedad” , con tí­
tulo incluso, perdedoras de broches — ¡qué
asco!— cuando salen al extranjero, pistola
al cinto, ayudan a la caza de los republi­
canos. Los fusilamientos son por centena­
res. Se asaltan casas y establecimientos
de los tildados de izquierdismo. Cascajo
supera los crímenes y monstruosidades de
Queipo en Sevilla.
Cercano al Campo de la Verdad han fu­
silado a cuatrocientos compañeros de La
Carlota. Los muertos son apilados, rocía- '
dos con gasolina y quemados.
¡La era del racismo ha comenzado!
* * »
En tanto los bárbaros asolan la ciudad,
se invita a los vecinos a que rindan home­
naje de despedida al que fuera goberna­
dor civil, al “ republicanísimo” don Anto­
nio. Los felones rendían honores al trai­
dor que marchaba a Sevilla y que tan sa­
ñudamente supo cobrarse de la repulsa
conque se le recibiera.
¡Los asesinos, los bandidos fuimos los
republicanos !
Cascajo, tinto en sangre de pies a cabe­
za, recibió la bendición apostólica.. .
¡Triste 18 de Julio el de la ciudad don­
de viera la luz el poeta F. Grilo, el enamo­
rado de su Sierra, a la que dedicó sus mas
bellos versos!:
H ay en mi alegre Sierra,
sobre sus lomas,
unas casitas blancas
como palomasJOSE M E D IN A
Revolución social significa la aspiración y el
propósito de que se lleven a cabo transforma­
ciones fundamentales en contradicción con el
mero propósito de continuar poniéndole remien­
dos al orden social existente.— F red Henderson.
.^ .-.'I
* .’ •
R E N O V A C IO N
be
de
de
las
‘ * 1 ‘ - ■ * - '"
Franco acusa
elgolpe
JPrira calibrar en su justa medida la
importancia de la decisión de las dacio­
nes UniUáe en orden a la exclusión dé
España en el fiiturp organismo de la
Paz, nos basta considerar las reacciones
que tal medida lia producido en el ya
tambaleante régimen dé Franco.
Las noticias de loë corresponsales in­
forman de divérsas nledidÜs en proyecto
de ejecución, con el fin de ganarse la vo­
luntad de los países aliados, tales como
)a constitución dél Consejo del Reino
— una especie de antesala de la Monar­
quía— ,, Ja eliminación del saludo falan­
gista. la destitución de ios más caracte­
rizados falangistas del régimen encabe­
zados nada menos que por Arrese, su se­
cretario general, la buena disposición de
Franco para entregar Tánger a las mis­
mas potencias a quienes se lo arrebató
con un gesto histríóníco de “ caudillo”
hispanista, e incluso la celebración de
unas elecciones...
La cosa es digna de mover a risa si no
encerrara un fondo tan profundo de tra­
gedia. Pero lo que ha colmado nuestra
capacidad de resistencia a la estupidez y
a la traición — traición a, sus aliados y
a sus mismos principios— es la nota que
la Legación de Venezuela lia hecho pú­
blica, y que dice textualmente lo si­
guiente:
“ Habido es que también España estaba
en peligro de ser invadida por las divi­
siones blindadas que estuvieron varias veves listas en la frontera de Irán para en­
trar en nuestro país. Sólo logró detenerlas
con una. abundancia de frases lisonjeras
y una profusión de expresiones de fe en
la victoria, alemana. Los vagos deseos dé
España de ayudar a los alemanes, jamás
fueron seguidos de hechos positivos.
"Fueron puramente de labios para afue­
ra, son. precisamente las que permitieron
a España sostener siempre su decisión
de oponer resistencia a cualquiera que
quisiera invadirla.
” E1 resultado obtenido, desde el plinto
de vista de los intereses españoles, jus
tifien cabalmente esa palabrería elogio­
sa para Alemania, gracias a la cpal se
evitó a los aliados un grave quebranto
que hubiera representado el dominio del
Estrecho de Gibraltar por los ejércitos
de Hitler, Esto no lo hubiera podido evi­
tar en niiigún caso el gobierno izquier­
dista en España, pues por hallarse en
aquella fechas — 1911— aliadas Alemania
y Rusia, los comunistas españoles, de no
haber sido derrotados por las armas de
Franco, hubieran exigido e impuesto él
libre paso de las tropas alemanas a
A frica.”
¿Puede concebirse, mayor indignidad?
Franco no se anda en escrúpulos ni se
para en meditar -lo que hace ni lo que
dice. Con la misma irresponsabilidad que
condena ahora la actuación de la D ivi­
sión Azul, formada a su iniciativa, igno­
ra las exportaciones de materias primas
a Alemania, no se hace solidario del en­
vío de obreros a las fábricas del Reich
para incrementar la producción, es ajeno
ii la campaña de difamación a los alia­
dos, mantenida con fe y constancia ejem­
plares durante años por toda la prensa
oficial, ignora qeu Tánger fui incqrporana al “ Imperio Español” por arrogante
decisión suya, el sangriento “ Enano”
— enano en lo moral aún más que en lo
físico— carece do entereza para mante­
ner sus principios. Las risotadas de la
Opera de San Francisco cuando se ba­
cín alusión al “ millón de hombres que
enviaría a la defensa de Berlín” le han
hecho perder los estribos. Y amparán­
dose en el ejemplo de Petain, quiere apa­
recer como el más caracterizado “ quinta­
columnista” que tuvo el Eje.
Mussolini, momentos autes de morir,
ofrecía un Imperio a quien lo detuvo.
Franco ofrece su dignidad. A ambos, sin
embargo, les espera un idéntico fin.
MEDI TACI ONES
El destino de España
No sé quién Ha dicho que todas las comparaciones son odiosas.
Es muy posible, pero ellas no sirven en ocasiones para valorar exac­
tamente, aquellas medidas en que el cálculo por sí sólo nos niega un
juicio definitivo. Pensando a España y sintiendo a España, yo he que­
rido en muchas ocasiones establecer la valoración justa de nuestra
aportación a la civilización y el concepto que nuestra Patria puede me­
recer a un observador objetivo.
Para ello, he de desprenderme forzosamente de esa cantidad de
pasión y de amor propio, de orgullo innato que todos los españoles sen­
timos por lo nuestro. En la medida que ello sea posible procuraré
hacerlo.
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' . .
La actual situación de España ¿es reflejo del predominio de una
clase poseedora sobre otra clase oprimida? El régimen opresor que
actualmente sufre España es consecuencia del capitalismo o posee otros
factores que no podemos simplemente adscribirlo al aspecto económico?
¿Es el fenómeno social de España, idéntico al del resto de los países
avanzados?
Meditando sobre estos temas, he leído un libro de Ortega y Gasset
donde el problema de España lo sitúa en el plano de la posición geográ­
fica de nuestra Patria y dice:
“Es la española una raza que se ha negado a realizar en sí misma
aquella serie de transformaciones sociales, morales e intelectuales que
llamamos Edad Moderna”.
“La cultura moderna es genuinamente la cultura europea y Es­
paña la única raza que ha resistido a Europa”.
Evidentemente hay algo de cierto en esto. Recuerdo a este res­
pecto que en cierta ocasión recorrió España, ofreciendo conferencias
en los centros intelectuales de nuestra Patria, el filqsofo alemán Keyserling. La última de estas conferencias, a la que acudí, resumía las
enseñanzas y observaciones recogidas por el filósofo quien en sínte­
sis afirmaba que a España podía salvarle, en medio de una Europa un
poco decadente por su vida super-civilizada y cosmopolita, el sentido
de lo caballeresco. Este sentido de lo caballeresco, decía Keyserling,
pervive en España más que en ningún otro país y resume un sentido
moral de vieja tradición y alto valor espiritual, que puede significar la
salvación de un mundo decadente por su desarraigo de las metas mora­
les subestimadas por las fáciles concesiones de la vida cómoda y sin
freno.
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_ .<
Partiendo pues de los conceptos de estos dos pensadores, útiles
para nosotros aun cuando ambos en el terreno político ocupen lugares
opuestos al nuestro, desgranemos algunas de las notas que sobre el
eterno tema de España tenemos presentes.
¿Es España un país de ricos? Evidentemente no. Basta para
ello la simple comparación con algunas dé las fortunas que hemos co­
nocido é’n nuestra peregrinación por el mundo. El capitalismo espa­
ñol recogido en sí mismo, tímidamente asomado a las inquietudes del
alto comercio mundial, apenas sí admite la más ligera comparación con
los capitales de los grandes “trústs” franceses e ingleses, con las grandes
compañías de navegación y comercio colonial de Holanda y Bélgica, con
las industrias florecientes én otro tiempo de Alemania. Y no hable­
mos de Estados Unidos, la comparación en este sentido adquiere tales
rasgos de contraste, que nuestro país se nos aparece como un pigmeo
junto a un gigante.
España no es país de ricos, porque no tiene una industria desarro­
llada. porque carece de recursos naturales que sean susceptibles de la
explotación en gran escala, porque perdió todas sus colonias que eran
la razón de su existencia como país ^ominante, y porque el suelo patrio
es pobre en recursos en tanto no se modifiquen los sistemas de explo­
tación del suelo y el subsuelo.
Rechacemos por inadmisible, la creencia de que en España han
jugado únicamente los factores económicos y los intereses antagónicos
en el gran drama que ha vivido nuestra generación.
Hay que reconocer otros factores, más importantes, más decisi­
vos, más elocuentes. Factores tan nuestros, de una peculiaridad tal
que no los encontraremos en ningún otro país del Occidente europeo,
que son desconocidos totalmente en los nuevos países de América.
Es la influencia y el predominio de las castas tradicionales. No
de las tradicionales que se perpetúan en el culto y respeto al pasado,
en asimilación de lo que constituyó nuestro espíritu para hacerlo vivir
en las nuevas inquietudes del mundo moderno. No. El tradicionalismo
español quiere que las cosas se mantengan como si los siglos no hu­
bieran pasado por el mundo, como si la ciencia se estuviera estancada,
como si aún las ideas y las relaciones sociales permitieran un régimen
de castas y una intolerancia religiosa de la Edad Media.
Es este el drama de España. Aquí reside el punto fundamental
de nuestras inquietudes. Decía un pensador que l&s campos secos de
Castilla parecen estar esperando al guerrero, que su mudez imponente
y su pobreza sólo se conciben en un país de conquistadores, reverso no­
table con los valles cantábricos en que la tierra canta. Sobre estos ele­
mentos diversos, se ha construir la España, del mañana. Incorporarla
a Europa es nuestro deber, eliminar de ella todo lo que tiene de tra­
dicionalmente injusto y sectario, de lo que de estúpida casta superior
a intrasigencia doctrinal se conserva en nuestros medios. Pero conser­
vando lo valioso, lo vital, lo eterno del espíritu de España: el sentido
de lo caballeresco.
Unamuno, en su Historia de D. Quijote y Sancho, nos da una
fórmula para el logro de nuestros propósitos:
“Hay que inquietar los espíritus y enfusar en ellos fuertes anhe­
los, aun a sabiendas de que no han de alcanzar nunca lo anhelado”.
He aquí la misión de la juventud revolucionaria española, que
desea ver su Patria en el lugar que le corresponde.
Fernando OLACIREGUI
Revolución social no significa ni el derrum­
violento y catastrófico de los fundamentos
la sociedad, para dar paso a un nuevo orden
cosas, ni tampoco el simple vocear de fórmu­
políticas imposibles.— Fred Henderson.
E l eni gma
japonés
La ignorancia en que los hombres eu­
ropeos hemos vivido respecto de ios pro­
blemas de Oriente, nos hace incompren­
sibles muchas de las cosas de estos paí­
ses.
,.,n
..
. .
..• .
.
Comentando la nueva arma que los ja ­
poneses han prodigado en, la batalla del
Pacífico, “Jos pilotos suicidas” , toda
nivéstra concepción del hombre se de­
rrumba estrepitosamente. Apenas es ad­
misible que seres humanos se lancen a la
busca de La muerte con la sonrisa inge­
nua de un niño y la ambición de poste­
ridad que todo japonés lleva en sí. Pero
lo que tanto nos sorprende en el orden
bélico, no debe causarnos extrañeza si
nos tomamos la preocupación de estudiar
un poco el alma del Oriente. Sólo po­
dremos hacerlo someramente, pero sí en
la medida que nos aclare el por qué de
estas suicidas actividades. Y a hace unos
años, en su libro “ La Vuelta al Mundo
de un Novelista” . Blasco Ibáñez nos des­
cribe el alma del Japón con estas pa­
labras :
1
“ A l adoptar el Japón en nuestra épo­
ca los progresos y usos del Occidente, ne­
cesitó como medida defensiva resucitar su
antigua religión nacional, nlgo olvidada,
y el culto de los Kamis tomó el nombre
de sintoísmo. Este culto es algo superior
qué se sobrepone a las otras creencias y
resulta compatible con todas ellas.
Un nipón puede ser budista, cristiano
y hasta ateo, ejerciendo al mismo tiempo
el culto sintoísta. Eu japonés, shinto sig­
nifica. “ Camino de los dioses” , y. el nom­
bre resulta apropiado, pues todos al mo­
rir en el Japón emprenden el camiuo pa­
ra convertirse en Dios.
No hay japonés que no se considere
en el camino que conduce a la divinidad,
seguro de que cuando muera sus herede­
ros le rendirán cuito en el altar de fa­
milia.”
No debemos olvidar que el espíritu del
Japón es to r m e n t e impermeable a la
influencia occidental. Incluso los misio­
neros católicos — a la cabeza de ios cua­
les un navarro, San Francisco Javier,
inició su peregrinación por Japón— ja ­
más pudieron profundizar .en. el espíritu
japonés-dé un modo notable. Otra cosa
lia sucedido etn cuanto a ,lo s progreso»
mecánicos del hombre blanco. Los japo­
neses no lian vacilado en industrializar­
se en alto grado, en adaptar todos los
progresos de los occidentales, en perfec­
cionar su producción a tono con los úl­
timos adelantos de los países progresivos.
Pero lo han hecho sin olvidar su tradi­
ción espiritual, sin que en el santuario
del hogar haya introducido las mismas
ventajas y comodidades que acepta para
su desarrollo económico. Y es por- este
concepto tradicional y moderno a la par,
por lo que se nos aparece ,el .Tapón como
un enemigo de reservas incalculables.
Dar la vida por su Emperador es pa­
ra un japonés la más dulce de las ofren­
das. No en vano durante más de dos mil
quinientos años, la sangre de los dioses
corre por las venas de su Supremo Man­
datario y no inútilmente todos los japo­
neses están imbuidos de que los muertos
siguen viviendo en el hogar, influencian­
do la vida de los mortales.
Obvio es afirm ar que, pese a ello, los
días del Japón están contados. Nada po­
drán contra el poderío de los países alia­
dos. Pero tengamos la seguridad de que
venderán cara su derrota, que llevarán a
los últimos extremos el sacrificio por los
intereses de su Imperio, que difícilmen­
te aceptarán otra razón que la de la
fuerza. El problema de la derrota, del
Japón tiene características bien distin­
tas a la derrota de Alemania. Veamos ios
datos de muertos y prisioneros qne pe­
riódicamente nos ofreee el A lto Mando
Aliado. Observaremos que en una despro­
porción aterradora, los muertos están por
encima de los prisioneros.
Es el alma de Oriente. A lgo difícil de
comprender, pero que inevitablemente he­
mos de destrozar si aspiramos que en to­
do el mundo los valores eternos de la
Humanidad sean guía seguro de los pue­
blos.
JU A N SANCHEZ ALTAMIRA
I