*RefJstr.iJo como articulo de segunda clase en la Administración de Correos de la Oficina Central en México, D . P., el } de Mayo de 1944". ■ ’ ' i Los socialistas marchamos de ca j ’ ' ra al porvenir, como siempre. No retrocedemos, no ' nos estancamos, no nos detenemos. Queremos andar y andamos. Caminamos hacia la aurora que alumbrará esplendente' tras esta guerra espantosa. INDALECIO PRIETO ADMINISTRADOR: DIRECTOR: Año ll-Núm. 16 FELIX M IG U E L E Z JULIO La Independencia de loa Estados Uni dos se proclama en un día de julio. Otro día de julio, los parisienses asaltan la Bastilla y destrozan el régimen aristócra ta y opresor <i(e Francia. Es en España, “ nación de sol” , donde el mes de ju lio sé cubre con una fecha de inmortalidad. Ju lio es un. mes de importantes suctsos mundiales, pero es sobre todo un mes español. B rilla el sol con toda su fuerza, se celebran los más importantes aconte cimientos taurinos del año, la clase adi nerada goza plácidamente sus vacaciones en las playas norteñas, Castilla ofrece en sus tostadas tierras la altiva exquisitez de su pobreza, hay una permanente mú sica de cigarras en los campos, y hasta el poeta lo cantó en sus coplas: “ Son las tres de la tarde. Julio. Castilla” . Ju lio es un mes apasionada, violento, fogoso. Es un mes como España, porque simboliza en el tiempo el espíritu espa ñol m ejor que ningún otro. Y fué en ju lio — por fatal designación de los aconte cimientos— donde hubo (le ponerse a prueba, con rasgos más acusados que en ninguna otra época, de nuestra Historia, todo lo que de trágico, de noble, de gene roso, de impetuoso, tiene (el pueblo es pañol. _ ,, _ Un amanecer .do julio, la traición se hizo realidad y los primeros chispazos de la sublevación m ilitar sacudieron la opir tiión nacional. E l pueblo español, unáni me, firm e en là defensa de sus derechos, se puso en pie. Con heroísmo ejemplar, hizo frente a la sublemcióii. E n la fiebre de la improvisación, hombres armados de malas •escopetas y modestas pistolas, hacían ¡repte, a los fusiles de la.Guardia C ivil y de. Iqs tropas engañadas por sus jefes. Bombas de mano de la más rudimen tarin fabricación, camiones provisto? de una. modesta coraza fabricada a toda prisa en. cualquier taller .mecémico, sir vieron para dominar cuarteles subleva dos, edificios sólidas desde los que et ene migo hacia fuego,. Aquellas fuf.r.on jornadas gloriosas. Ca sos de inaudito heroísmo quedaron para siempre recogidos en los anales, de la. His toria def|Pueblo. . Se lachó en casi toda España. E n las regiones en que el eco 4|e los disparos re publicanas quedó apagado ante la mayo ría abrumadora de las fuerzas rebeldes, hubo tanto ardor combativo y tanto em peño en la lucha como pudo observarse pn aquellos puntos en que la organiza ción y preparación del pueblo asestaron a■ tiempo el golpe definitivo a los fac ciosos. . .Julio es el símbolo de un pueblo en lucha por la defensa de sus derechos. Es — a la par— jeí más alto exponento del poder improvisador de la raza, del espí ritu de rápida asimilación y decisión, de la capacidad directora en los momentos d if íciles. . . Ju lio de 1936 es también el mes de una nimidad, de la coincidencia de todos los sectores progresivos de nuestra nación. Ante el peligro común, frente a la nece sidad de un esfuerzo coordinado, todas las barreras de separación ideológica o aplicación táctica, quedaron absoluta mente anuladas. E l afán de vencer ten saba todos los músculos, iluminaba to dos los cerebros, concertaba todas las vo luntades. Y de esta manera se consiguió la victòria en los más importantes cen tros industriales del país. La rebelión ha bía fracasado en su prim er intento, y lo que parecía no había de ser sino una m i litarada más entre tantas que ha vivido nuestra Historia, fué la consagración del (Pasa a la pág. 2.) México, D. F., 18 de Julio de 1945 FRANCISCO CAÑIZARES Tftnuha, 15 La guerra comenzó en España Recuerdo del 18 de Julio El 18 de Julio de 1936, inició» el fascismo internacional su carre ra de crímenes. Abiertas las puertas de nuestra patria por la traición de las castas tradicionales, previamente concertadas las ayudas que Italia y Alemania habían de conceder al régimen de los militares re beldes, sincronizados todos los elementos que representaban lo cadu co y podrido de España en su propósito de poner un freno a las legí timas conquistas del pueblo trabajador y al creciente aumento de la política republicana, creyeron los facciosos que su golpe de Estado no pasaría de ser una militarada mas. Su falta de tacto y su carencia de contactos con el pueblo, les hacía ignorar que la alta intuición po lítica de las fuerzas republicanas y el decidido propósito dél pueblo de mantener sus conquistas democráticas, haría dura y sangrienta una lucha que ellos creyeron ganada al solo anuncio de su asonada. El pueblo español ofreció al mundo el espectáculo magnífico de su entereza, de su decisión. Unidos en torno a los poderes legítimos que el pueblo se había otorgado en las elecciones de Febrero de 1936, todas las fuerzas progresivas de nuestra Patria hicieron gallardamen te frente a las fuerzas reaccionarias. Superando con heroísmo ilimitado la carencia de modernas ar mas, sustituyendo con corazones valerosos la ausencia total de direc ción técnica, reemplazando con la fe y la voluntad de vencer las enor mes dificultades de un Ejército improvisado, el pueblo español pudo contener y dominar en las más importantes ciudades de España, la rebelión fascista. El Cuartel de la Montaña, Atarazanas, Sierra de Guadarrama, Gijon y la cuenca minera asturiana, Irun y Loyola, Zaragoza y Gali cia son nombres que recuerdan la heroica lucha del pueblo español. Vencedores en algunos sitios, vencidos en piros, los luchadores de la República que al solo impulso de su responsabilidad de ciudadanos de fensores de sus derechos hicieron frente a las bien disciplinadas y or ganizadas fuerzas militares de los rebeldes, escribieron una de las emocionantes páginas de la Historia de España. De aquellas jornadas de lucha, nacieron las milicias que mas tar de habían de convertirse en Ejército Popular. Delimitados los cam pos, en vías de franca recuperación la zona republicana, que iba sus tituyendo por elementos g en uina mente republicanos las fuerzas de*fensivas que se pasaron a la traición, los rebeldes hubieron de echar mano a la prometida ayuda extranjera. Y comenzaron a llegar aviones y aviadores alemanes, técnicos, material y divisiones enteras italianas, armas de la mas variada procedencia que el fascismo mundial po nía a disposición de los rebeldes. De esta época quedan los trágicos recuerdos de Durango y Guernica, la llegada basta las puertas de Ma drid de los Ejércitos de Franco, el bombardeo de Almeria y el éxodo doloroso y amargo de Málaga. Mientras tanto, se cerraban a la República las puertas internacio nales a que tenía derecho, se caducaban compromisos contraídos con toda legalidad y que obligaban a las naciones que se llamaban demó cratas a cumplir sus firmas. Y nació la No Intervención; y España que dó casi sola a merced de la voracidad del fascismo internacional, en tregada a sus propias fuerzas, limitada a los escasos recursos que po drían prodigarle su voluntad inquebrantable de defender lo suyo y su espíritu inagotable de victoria. Solo dos naciones, la URSS y México hicieron llëgar hasta nosotros la voz emotiva de su solidaridad y el pequeño refuerzo de envíos costosísimos y siempre muy escasos. Cerca de tres años duró la lucha. Le República no cedió ningún de recho, no abdicó ninguna de sus soberanías, no concertó n i n g ú n pacto con los rebeldes. Vencieron por la fuerza de las armas mercena rias y por la indiferencia internacional que tan cara habían de pagar mas tarde las Naciones Aliadas. . . . El fascismo, que conoció su primera gran victoria internacional con el triunfo de Franco, que llegó a su más alta expresión en la con quista de Francia y su llegada hasta Stalingrado, ha sido por fin de rrotado por las fuerzas aliadas. Mussolini e Hitler no cuentan ya en el mundo de los vivos. t ’ Sin embargo, subsiste el régimen de Franco. Y ha sido una vez más la voz de México, la nacSIpfri hermana, la que se ha levantado en la Conferencia de San Francisco para pedir que en el seno de las Na ciones que han de estructurar ¡a paz, no se oiga la voz del enano que ensangrentó a España. El acuerdo de las 50 naciones reunidas, parece abrir la esperanza de que en breve plazo el caso de España sera solu cionado. ‘ A l recoger el espíritu del 18 de Julio de 1936 y al recordar emo cionados a los muchos republicanos que dieron la vida en la defensa de una causa justa, no podemos menos que reclamar con todas nuestras fuerzas el derecho del pueblo español a que sea restaurado el régimen que libremente se otorgó: la República Española. Jóvenes Socia istas; £ Los compañeros de España y de Francia ^ necesitan de la ayuda de todos nosotros. Precio: 15 ctvs Tel. 18-27-34 EL PORVENIR DE POLONIA Los gobiernos de Estados Unidos e In glaterra han reconocido al Gobierno que, bajo la influencia rusa, ha sido formado en Moscú. Parece ses-, según los órganos de expresión aliados, que la reorganiza ción del Gobierno polaco se ha hecho de acuerdo con las normas delineadas en la reunión de Yalta de los tres grandes. E l Gobierno polaco con residencia en Londres, los combatientes d'e nacionali dad polaa/x. que han formado parle de las unidades aliadas en los frentes euro peos, los Comités que agrupan los pola cos libres do Europa y América, se han ■ negado a reconocer la autoridad del nue vo Gobierno de Varsòvia. Nada, sin embargo, le queda por ha cer al Gobierno exiliado en Londres, y se habla de su disolución, cosa que ha brá die aceptar como final inevitable una vez que los apoyos internacionales le faltan. Una vez más, la ley del más f uerte- •. . ■ E l mismo día que los periódicos niexbcanos hicieron público el reconocimiento de E E . UU. e Inglaterra, acudíamos al Cine Alameda a ver la última película sobre Chopin, que ¡es la película sobre Polonia. E l genial músico polaco, al re cuerdo da la madre tierra, llevada hasta París en un saquito por una mano amiga, comprende su deber de patriota y se lan za a la últim a sferie de conciertos y ago ta su débil salud, al par que gana dinero para la causa eterna de la Patria. Es conmovedor el gesto ' de Chopin y de un alto poder dramático la escena. Ahora, quizás por muchos años, los au ténticos demócratas de Polonia se verán obligados a recorrer el mundo, recordan do con nostalgia- la tie rra que-les vió pa cer y la, que precisamente en nombre de e s » democracia por la, que dieron su san gre y sus esf uerzos, les lia sido negada. . . La guerra empezó con Polonia. Y con Polonia se pone epílogo a la larga seHe de discusiones suscitadas por el conflic to bélico. La batalla que, al parecer, per dió M olotov en San Francisco, ha sido ganada en Moscú; y Polonia seguirá en adelanté las directrices políticas de su vecino poderoso. El peligro de los vecinos poderosos ya lo vió con claridad nuestro compañero Inda,leño Prieto, nublando en Barcelona con, motivo del cincuentenario del P a rti do Socialista Obrero Español sobre las bases de una reconstrucción de nuestra Patria, nuestro compañero señalaba las ventajas de una ayuda por parte de las naciones do América, con preferencia, a las de los poderosos de Europa. E l egoís mo humano, que todas las doctrinas f i losóficas y religiosas no han podido eli minar, siente mayores deseos de acción y más fácil campo de, atracción, entre los que se encuentran cerca que entre los distantes. . . E l sino de Polonia, nación m ártir a través de su H istoria, es la de tener que vivir baja tu kitfhlCíicia alemana o bajo la influencia rusa. Dominante esta ulG- . ma en la época actual, jsupondrá para Bolonia, una nueva esclavitud o signifi cará 'el principio de una era de ¡mogreso y bienestar? H e aquí la interrogante. Lo que sí so nos ofrece con claridad meridiana, es la realidad inmediata de los millares de polacos (¡Ue no quieren regre sar a su patria y a quienes, ¡oh magna nimidad!, se les ofrece la ciudadanía in glesa si han formado parte de las uni dades británicas. L U IS R. M O R A L E S G r e d o s B e riches y LAS ELECCIONES EN I N G L A T E R R A RETRATOS DE “ E N F R E N T E ” Sí, queridos amigos. La reinstauración de la República en nuestra patria lleva camino de lograrse en plazo muy breve. ¿Cómo se llegará a tan fausto aconteci miento? ¿Será consecuencia de la deter minación de las cincuenta naciones re unidas en San Francisco por la que Franco, su guardia mora y falange no puedan entrar en ningún organismo in ternacional? ¿La traerán los laboristas ingleses de triunfar en las elecciones? Nada de eso. Nuestra República vendrá de una re unión en el Colegio Ruis Vives. Y la traerán unos vivos.. . Y la unificación. Sí, compañeros, ¡la. unificación!. Y para dar ejemplo, las doscientas en tidades de exiliados españoles concentra das en el local cultural, se disolverán y se harán un bloque. L a J. S. U., las Mu jeres Antifascistas, los grupos regiona les de ayuda a la Suprema, los de ex com batientes presididos por Carrillíu, las jó venes amigas de la danza, las sin'novio, las entidades de ayuda a los guerrilleros, los militares en campaña o en cantinela, los jóvenes catalanes bailadores de sar danas, los devotos del nuevo gencralisimo, los intelectuales discípulos de Mije, los konsoinmol¡«tas, etc.,.etc., se presen tarán con coleta y todo, como Partido Comunista. ¡Se acabaron los disfraces! Y a unirnos. Y a traer la República. Cuando a un amigo le explicaba esta resolución ejemplar de los coletudos, me decía: — No te fíes. ¿Tú conoces las historie tas de Martínez de León? A llá va una. Se celebraban en Sevilla, con toda pom pa y alegría vinícola, las célebres proce siones de semana santa. Ra cofradía de la virgen (le la Soledad, con objeto de epa tar a los encapuchados hermanos de otro “ paso” , hicieron gestiones cerca del direc tor de la benemérita — más conocida por “ la caridad siu límites” — para que del Colegio de Huérfanos les facilitara una sección con banda de tambores y corne tas para ir tras la imagen en su recorrido por las principales calles de la ciudad; petición a la que accedió el del acharola do tricornio. ¡E l golpe a las otras cofradías sería propio de la guardia civil! En Ja plaza de San Francisco, y en po sesión de una “ tajá” descomunal, se en contraban dos gitanos viendo el desfile procesional. No había virgen ni Cristo para los que ellos no tuvieran una “ sae ta” entonada con estilo de “ Martinetes” , “ Soleares” o “ Seguiriyas” , Se acercaba el “ poso” de la Soledad, cuando uno de los calés exclamó: — ¡Manné! ¡A fíja te ! ¿Qué habrá jecho la viger. pa traela arrodeá e picos? — ¡Osú! ¡Qué octirrensia! ¡Amonos! —‘¡N o juyas! — ¿Qué vas a jasé? ' — Na. Y sin decir más palabras se salió de la fila, se arrodilló ante la imagen y con lágrimas en los ojos se dirigió a ella con estas palabras: — ¡Virgen de la Soleá! ¡A ti, que tan to te queremos los de mi rasa, perdona a esos malango de payos que t’han buscao tan mala compañía! ¡Qué represiosos van! ¡Y o, virgensiya, te pío una co sa! ¡N o los aliándonos nunca! ¡Protége los si puees! Pero por tu hijo de tu ar m a ... ¡que no crescan!... Algo parecido digo yo. Que sigan los chinitos con los bolsillos llenos de car nets para dar la sensación de que son muchos. Pero que no les bagamos caso cu lo de unirse, no vaya a ocurrir como a nuestras Juventudes. ¡Que no crezeijnd Gmlos, poema de rocas desnudas y ver des pinos, en la serranía castellana, lia recibido la visita de los centuriones y jerarcas falangistas. Sus riscos austeros, plácidos pastos de la “ capra hispànica” , han contemplado Ja mascarada. Camisas azules, entorchadas y viejas, han roto el grave silencio serrano. Éntre los pinos, los jerifaltes de la revolución nacional sindicalista nos han dado, en versión castellana, los juegos lunares de los jó venes nazis en los bosques umbríos de la “ Gran Alemania” . La mítica hitleria na, en estos tiempos de asilo, se lia refu giado en el corazón de la Península. Sin perfume» artejos de historia o de /eyenda, debe haber inspirado a los je rarcas falangistas la elección del escena rio, el hecho de que la Sierra de Gredos constituye una gigantesca muralla que separa las dos míesetas castellanas. . . , igual que Falange separa el alma espa ñola, sumida en la abyección franquista, de sus destinos de libertad y grandeza; si bien puede haberlos movido una ra zón atávica, y es que en ese macizo carpetuno desfloraban sus ocios o su tedio los señoritos vagos de nuestra pobre Es parta en partidas cinegéticas que solía presidir la regia “ primera escopeta” del Borbón. Nada más lógico, pueB, que al darse a la caza del Estado español, elijan un viejo coto como punto de partida. Porque de nada menos que de eso se trata. Ahitas las panoplias de cornamen tas antilopinas, los fatigadísimos señori tos falangistas inician, ahora, ni cum plirse el noveno aniversario del Movi miento Salvador, la conquista del Esta do, asomándose castizamente a las cam bies de Castilla, como el fuelirer germá nico a los valles bávaros. Quizás a los cándidos partidarios en América de la cruzada franquista, esos que consideran al caudillo débil doncella entre las garras rapaces de la Falange, cuyas camisas lucieron, encuentren ex traña esta prisa postuma del Movimiento por conquistar el Estado español y esti men tiempo malgastado, achacable a la señoritil pereza, el transcurrido desde ju lio de 1930 en que se supone empezó di cha conquista. Pero ello no es así. Un deber apremiante e histórico, profunda mente patriótico, ha embargado el afán primero de nuestros cristianísimos sal vadores. Había que llenar cementerios y amaneceres con la orla trágica de los fu silamientos. Era preciso acabar con los obreros revoltosos que pedían pan y tra bajo y con los extremistas republicanos que entendían que había que dárselo. Era necesario llenar de viudas campos y ciu dades y las cárceles de liberales espa ñoles. Rapar a las mujeres como respues ta a la tímida caballerosidad de Dou Quijote, que ama doce años a la Aldonza inanchega y campesina sin tocarle una trenza, por castizo respeto de español y caballero. Había que correr a auxiliar al vencedor teutón sobre las nieves de Smolensko, con la Azul División de fo r zados voluntarios. Arrancar Tánger al es tatuto internacional, para arrojarlo des pués con escondite de manos y gesto compungido de ratero sorprendido, a las democracias triunfantes... Ya vemos, pues, que han sido laborio sos y fatigados los nueve primeros años del franquismo. Nada de extraño tiene que hasta ahora puedan dedicarse al es fuerzo viril de la conquista del Estado, contra sus oponentes: viudas, presos, ca dáveres y recuerdos. ¡Singular batalla, únicamente comparable, por lo ridicula, al cervantino acuchillamiento de los pe llejos de vino! Sería ridículo, si no fuese trágico, el gesto histriónico de la Falange. Lo que Falange busca conquistar, en f o r m a “ constructiva, institucional y legislativa, los corazones de los españoles que gimen cambiando el sistema capitalista, lleno de bajo el yugo falangista y del aire pre injusticias y egoísmos, por el sistema ciado de la libertad de su patria. nacional-sindicalista" es la conciencia es Y es que ai cabo de nueve años de pañola. F.l subconsciente les traiciona, franquismo, de muerte, de hambre, de mi cuando hablan de "encender nuevamente seria, les es cada vez más hostil la con el entusiasmo público” que ellos apaga ciencia española y en los muros del Par ron con sangre y lodo. do, como en el episodio bíblico, aparece Podrán encender hogueras míticas en madurada en su realidad presente, como las enmbres serranas de Gredos y elucu un principio del fin, la sentencia fatal brar en e] retiro montañés, como el pa puta los traidores, en la frase genial que ranoico pintorcillo austríaco de Bertles escupiera el maestro Unamuno: ¡V en chestgnden. El “ entusiasmo público es ceréis— , pero np convenceréis! pañol” necesita para encenderse del fuego de la justicia latiente contra ellos en L U IS ROCA D E A L B O R N O Z r—Pero ¿y la República? — La República es cosa nuestra; como fué nuestro el esfuerzo para traerla el 31. Ellos ya procuraron, con sus candi daturas, ayudar a los otros. Ahora la “ séñá” Dolores pide a gritos la unidad. Habla de Democracia, de Constitución y se olvida del manifiesto dé la Suprema, por el cual se unían desde los carlistas a las damas de la Adoración Nocturna. (Léase "Selecciones” del mes de junio y se verá cosa buena al hablar de los gue rrilleros. ...) Recuerdo los ripios que, con motivo de esta unidad de los rojos ama rillos y verdes, hilvanó un amigo: Si antes a la iglesia no ■i ha “ Pasionaria” , hoy, arrepentida, es nueva beata; confiesa y Comulga y ruedas se traga de pan de los ángeles que alimentan su alma. > Quien morir de pie nos aconsejaba, ya, cambiado el disco (no tiene importancia), dice: “ De rodillas tenéis que diñarla” . — Así — Con Y'o sólo •.. .¡ Y no vamos a ninguna pai'te. tal de no ir al Luis V iv e s ... te expongo mi opinión. la unidad! PEPE Que viene el Coco . . . Of ensiva Jaureguiana El señor Julio de Jáuregui, diputado nacionalista y actual director de “ Euzko D eja ” , que se publica en México, lia que rido romper los moldes de la vieja politica jesuítica de su partido y en ios tres últimos números publicados dedica fie ras frases y sentencias definitivas contra compañeros nuestros. Desplazado el señor Turrillas de la 'dirección del periódico por el nefasto crimen de leso vasquismo de dar cabida en sus páginas a una nota de Izquierda Republicana d!e Euzkadi en la que se protestaba de la Declaración de Nueva York del Gobierno Provisional Vasco, y adueñado el señor Jáuregui de la efec tiva dirección de] periódico, en los tres números publicados se decide a regalar lindos adjetivos a nuestros camaradas Víctor Salazar, Vicente Lascurain y Juan de los Toyos. Por fortuna, ninguno de ellos es manco y a su tiempo han dado la réplica adecuada. Nosotros mis limitamos a acusar reci bo de los nuevos modos introducidos por el señor Jáuregui en la dirección de los asuntos nacionalistas. De mucho tiempo es nuestro conocimiento de las actitudes jelkides — untuosas, halagadoras, de esa simpatía fácil, pletórica de tópicos— , pero el señor Jáuregui nos quiere ense ñar el otro lado de ia moneda. En este terreno la lucha no nos des agrada. Por cada argumento jaureguiano, podemos nosotros esgrimir, cuando menos diez ; por cada adjetivo de su pluma maravillosa, podíamos citar una docena ; por cada ejemplo de limpia eje cutoria política podríamos aportar nue ve y medio. Esta es Ja proporción exacta con que los representantes de “ todos los vascos” discriminaban el derecho de los no nacionalistas al uso y usufructo de las prerrogativas obtenidas con el Es tatuto. El señor Jáuregui, hábilmente, elim i na en sus polémicas el punto central de discusión. Lo trata de pasad i ta, un poco de lado, cómo si lo importante fuera lo que para nada importa. Es, a la postre, la educación de tantos años de la que no puede desprenderse ni aun cuando, rasgándose las vestiduras, pretende sen tar cátedra de íntegro y ofensivo. Pero si a través de sus artículos -— apar te las feas frases que dedica— uo puede sacarse nada en limpio, podemos sin em bargo recordar aquel pasaje de Doña Francisquita : “ P o r el humo se sabe dón de eBtá el fuego. . , ” J. P. Las elecciones inglesas, celebrarlas el 5 del actual, pero cuyos resultados defini tivos no se conocerán hasta la tercera de cena del mes en curso, son el acontecimien to político más interesante de estés tiem pos. J,)e él depende nada menos que toda la estructura que hau de imponerse las naciones en el porveuir. Nación clave del mundo por su potencia, acrecentada por la reciente victoria sobre los alemanes, Inglaterra ha de volcar todo el peso de su iuflueucia en el mundo en ruinas cu ya lenta recuperación se ha iniciado. Que el espirita de esta reconstrucción sea ani mado, alentado, ayudado y orientado por él-tradicional concepto humano y gene roso del laborismo, a que haya de plegar se a las decisiones, egoísmos y ansias im perialistas de lofe “ toryes” ingleses, en cabezados por Mr. Churchill, hay una di ferencia notable. Las primeras noticias del insultado electoral anuncian que la ludia ha sido muy enconada, pero, al parecer, no ha de haber notable ventaja para ninguno de los dos bandos. Sin embargo, la cam paña electoral ha servido para que vea mos la transformación sufrida por los conservadores, que, en su deseo de abul tar el peligro de un triunfo laborista, ha cen catalogaciones tau curiosas como ésta: “ E l triunfo del laborismo no significa rá la victoria de un socialismo decente, sino la creación de una nueva Gestapo que habrá de eliminar la tradicional l i bertad inglesa.” Ruego, entonces, sí hay un socialismo decente. ¡A h !, señores conservadores, có mo cambian los tiempos. Mr. Churchill, quien explotando sus laureles de vencedor de Alemania se mostró más agresivo que ningún otro de sus partidarios, quiso inventar un cuento de miedo sobre los terribles peligros que para Inglaterra supondría el triunfo la borista. Como de lo sublime a lo ridículo no hay más que mi paso, rus propias palabras sirvieron de propaganda a nues tros compañeros. E l pueblo inglés, que sa be que el laborismo ha dado por el triun fo tanto como el que más, que ha servido a su Patria con un desinterés superior al del mismo Churchill — puesto que-no pasa factura de sus servicios— y que _ conoce profundamente la necesidad de una transformación en las relaciones so ciales de los individuos y de los pueblos, ha dado ya su voto. Confiemos que servirá para iniciar un nuevo concepto de la política internacio nal de Inglaterra. E l argumento que pa ra justificar el triunfo conservador ha exhibido la prensa burguesa de todo el mundo, como adelanto del resultado total, no puede halagarnos más: El triunfo con servador tiene su base en que la gran parte de los electores han sido gente de edad madura. Por consiguiente, la gente joven, que es la que importa, es partidario del triun fo laborista. Y ello es garantía para un inmediato futuro, si por desgracia en el presente los laureles recientes de míster Churchill le han concedido una pequeña ventaja.___________________________________ J U L I O (V ien e de la- pág. 1.) espíritu gallardo y decidido de un pueblo. J u lio será siempre el mes símbolo del pueblo español. L o que entonces se hizo será ejemplo permanente dtp lo que es rapaz de realizar un pueblo con sentido del deber y amor a sus derechos. J u lio v o litó a- fundirse con España, con lo más profundo de la vena nacional, al sellar en ¡meto eterno la roja sangre de los hijos del pueblo con la tierra pa tria . .. D espués... De los acia-tos o errores posteriores, no nos coi-responde hablar. Es ju lio lo que nos interesa y en ju lio donde qm dó marcado el rumbo que Es paña necesita para buscar su camino na cional y universal. Aquella unión de ju lio, aquella unanimidad cu el sacrificio, aquel sentido de responsabilidad ante el deber, aquel ferviente deseo dp victoria, aquella fraternidad sincera entre todos los amantes de una Espada justa y p ro gresiva, es el augurio de lo que España debe, ser. P o r eso las jomadas de ju lio, agigan tadas en el curso de los años, actid'en a nuestro espíritu cada vez que deseamos hacer algo positivo por nuestra Patria. M ATEO A LLO Z . Un gran humanista francés: Jean Jaurès Texto de la Conferencia pronunciada el día 6 de junio, por el Sr. Marceau Pivert Hace algunas semanas, un oficial de los F .F .I . explicaba una conferencia, en la Escuela de Oficia les del nuevo ejército francés, sobre las 'relaciones entre el Ejército y la Nación. Tras de recordar las fechas trágicas de’ la historia de Francia, en qite el ejército se opuso a la voluntad de las masas popu lares — junio de r848, diciembre de 1851, mayo' de 18(71— , el conferenciante propuso a su auditorio una interpretación general: la de Jean Jaurès. "Un ejér cito sólo puéde ser fuerte Cuando exptesa una rea lidad social viva". El joven oficial instructor ex plicó, .1 l a ‘luz de esta'interpretación, los nuevos ele mentos de la organización militar de la Resistencia’: su fe revolucionaria, su idealismo, su impulso hacia la liberación totál del pueblo. Y volvía a citar a Jean Jaurès: "Si los oficiales franceses hubieran de cerrar los ojos ante el desarrollo det movimiento so cialista internacional, no podrían darse cuenta ja más de la nobleza contenida en la esperanza de los trabajadores, l a fuerza moral, es decir, la fuerza de fensiva de Francia veríase dividida contra sí misma y la nación armada quedaría reducida a una pobre y débil máquina medio destruida". I.a reseña de esta conferencia ha sido publicada en el número de r* de 'marzo de "Free France", órgano del Servicio Informativo creado en Nueva York por el Gobierno Provisional de la República. He aquí un aspecto inesperado del pensamiento de Jean Jaurès, ignominiosamente calumniado y lue go asesinado por los pretendidos patriotas, cuyo je fe intelectual, Charles Ma urcas, acaba de ser con denado a cadena perpetua por su colaboración con los nazis. Iuts citas que ilustran la enseñanza dada a los futuros oficiales del nuevo ejército francés han sido extractadas de un libro escrito hace cincuen ta años: "El Nuevo Ejército” . Este estudio, lleno de rasgos proféticos, justificarla en estos momentos por sí sólo los sentimientos de fiel admiración que profesan los trabajadores franceses hacia la memo ria de lean Jaurès. Sin embargo, estos no son sino los aspectos secundarios de una vida y de una obra conteniendo enseñanzas infinitamente más ricas. No nos detendremos en los rasgos característicos de su personalidad política ni en lo que ésta tiene de re presentativo como expresión de una época en que Jos impulsos generosos de un período ascendente se entremezclaban casi inevitablemente con las (ilusiones cruelmente desmentidas por las crisis violentas en medio de las- cuales se , debate, todavía la 1humani dad; buscaremos, por el contrario, lo que hay de permanente, dé definitivo y d e universal en. la ins piración filosófica que anima tanto al hombre co mo su oh ta, y aquí, como vamos a ver por sus pro pias palsbfgs, descubriremos por qué el ,cincel de la Historia patece haber grabado el perfil de Jean Jaurès en, un granito indestructible, Es que el huma nismo jimrtsntno es el mismo que inspira las gran des lineas espirituales que atraviesan nuestra histo ria, que se confunde con la historia de los hombres libres de ,todos . los. países. ,Es que este hombre de acción, muerto al servicio, de su ideal, fué al mismo tiempo un hombre de .pensamiento - que respondía a la definición de Paul, Valéry en .su Monsieur Tes te; "Hombre, siempre de pie sobre el cabo Pensa miento, abriendo, desmesuradamente, los ojos sobre los límites, de las cosas o dé la vista. . Jean Jaurès nació en Castres, en 1859. Ingresó . en |a Escuela Normal .Sjuperior p j, tS 7 Íh eopfntt&a<jose en Jos mismos Jiatjcos que Henri . B cfgso n ,. Levy-Brühl. . . .......... . . , , , , . Fué recibido coqio agregado de Fj(osofíu en i 8 3 r_ Veíase atraído por la vida política: fué elegido dipu tado por el Tarn en 1885, derrotado eq, 1H89, reele gido por Albi en 1893, y, derrotado de nqevo en 1898, volvió a la Cámara en 1902, después de ha ber participado enérgicamente en la defensa del ca pitán Dreyfus en el curso de una gran crisis de la .conciencia pública, que colocó gl servicio de la justicia escarnecida individualidades tan diversas co mo Charles Péguy, Anatole France, Paul Painlevé, Emilio Z o la . .. Después de dirigir el periódico "Le Petite Républi que", Jean Jaurès funda en 1904, para ponerlo al servicio de la unidad socialista, cl diario "l'Hum a nité". Se entrega luego a una prodigiosa actividad de tribuno, de periodista, de hombre de acción, mez clada intimamente a todas las manifestaciones de la vida obrera internacional anteriores a la primera guerra mundial. Y sobreviene su muerte, bajo la bala de un fanático, unas cuantas horas antes de la movilización g e n e ra l... Aun veo, hace ahorí( veinte años, a la inmensa muchedumbre parisién acompañando su féretro, tras ladado del cementerio natal, por un grupo de obre ros mineros con sus trajes de trabajo, al Panteón, donde reposan sus restos al lado de íós más grandes y gloriosos recuerdos: Voltaire, Rousseiu, Hugo, Lá zaro Carnot, Lagrange, B e r t h e l o t Y veo también, pintado en los luminosos muros del Palacio del Capitolio, de Toulouse, donde fué profesor y segun do alcalde, encargado de las Escuelas, el cuerpo in clinado del paseante meditativo, en medio de un grupo de amigos, a orillas del Carona, a donde Jean Jaurès gustaba ir'co m o para impregnar mejor coa Ja calma de los -paisajes familiares la doctrina de su humanismo, reelabonida y corregida constante En la sala de Conferencias del Palacio de Bellas Artes de la ciudad de M éxico, pronunció una interesante conferencia el dio 6 de Junio último, el culto Secretario General del Instituto Francés de la Am érica Latina, Sr. Marceau P i vert, bajo el titulo: U n gran humanista francés: Jean Jaurès. Los interesantes conceptos expuestos por el Sr. Pivert acerca de la perso nalidad del gran socialista francés Jean Jaurès, motivó que un grupo de jóve nes socialistas entre los que se contaba el camarada Jacinto Lozano, Presidente de la Sección de M éxico, D. F .. solicitaran del ilustre profesor autorización para publicar su interesante disertación. Con gran amabilidad, el Sr. Pivert accedió gustoso a lo que se le pedía y tuvo la gentileza de autorizarlo en una fraternal caria, de la que copiamos el párrafo siguiente: ” Entre los que solicitaban realizar la publicación del téxto que acababan de escuchar, se encontraba una delegación de las Juventudes Socialistas Espa ñolas. Yo les di inmediatamente m i conformidad y les autoricé para la edi ción de esta publicación. Porque esta manifestación de fraternidad entré so cialistas franceses y españoles tomaba entonces un sentido que habría cierta mente complacido al gran apóstol de la Unidad Socialista: una unidad en la li bertad.; una unidad en la claridad; una unidad en la lealtad; una unidad en la voluntad de conquistar un mundo m ejor. . . ” mente al contacto de las cosas y de los hombres. Podríamos citar mil testimonios demostrativos de que esta doctrina sigue más viva que nunca en el alma dolorida de una nación destrozada por indes criptibles tragedias. Me limitaré a invocar uno sólo, que demuestra que toda la filosofía jauresíana se proyecta con relación al hombre: "El hombre recla ma su derecho, todo su derecho de hombre. El obre ro, el proletario, el desheredado se afirma plena mente como persona. La propiedad social debe crear se como garantía de la verdadera propiedad indivi dual : aquella que el individuo humano tiene o de be tener de sí mismo..-. El objetivo consiste en crear por fin la Humanidad, en proceder de mane ra que el hombre, en lugar de quedar sometido a las cosas pueda determinar la marcha de las cosas.. . ” Ahora bien, las recientes publicaciones que em piezan a llegarnos de Francia nos revelan que la Re sistencia ha reencontrado o continuado esta tradi ción de la perspectiva jauresíana; lo vemos, por ejemplo, por el libro de André Haufíou, delegado a la Asamblea Consultiva por la Región de Toulouse — de cuya Facultad de Derecho es Profesor— peste libro, intitulado "Hacia una doctrina de la Resis tencia; el Socialismo humanista” , es resultado de las discusiones y las reflexiones realizadas en la ilega lidad y expresa "l« razón del combate y de la muer te" que inspiraba a los heroicos Combatientes del Maquis. Y las-ideas contenidas en este trabajo son las mismas de Jean: Jaurès: "H ay que lograr un tipo de hombre nuevo, dueño de su cerebro y de sus manos,’ poseyendo un estilo de vida que le per míta su plena realización en una sociedad en la que la Sea posible alcanzar el lugar que merezca por su capacidad y su esfuerzo. . . hay que "establecer la economía'con relación al'horpbfé. . . " Puede ase sinarse al hombre que lleva la' antorcha, pero ho por e sc se asesinará jamás su idéa 'si ésta responde' a una necesidad histórica. Se la podrá eliminar Un momento; pero volverá a Ofrecerse,■ incansablemen te, a los hombres hasta que éstos se apoderen de ella y adapten su vida a las exigencias del proceso social. . . 1 • . Pero para alcanzar, tel,, objetivo que se proponía Jean Jaurès y . que la Resistencia, es neral del ■ hombre, conocimiento, d .l se proponen hoy sus discípulos de necesario poseer una teoria g e de la historia, de. la- sociedad, del universa físico .y. de sus mutuas relaciones. Desde..sus primeros trabajos filosóficos, se adivina la poderosa originalidad, de Jean Jaurès frente a las escuelas de su época; trata de dominar las contradicciones en . una poderosa síntesis, •que es la del materialismo marxista y del idealismo de los viejos utopistas franceses: Babeuf, Saint-Simón, Four¡er„ Pecqueur...;, síntesis del subjetivismo y del rea lismo; síntesis del pensamiento y de la acción; sín tesis de los sentimientos reales y de la atmósfera ideal, (como en el arte de Racine y. de Lamartine), es decir, de la individualidad del poeta y del uni verso que la determina; síntesis del "alma cambian te y profunda" y del "espacio abierto, inmutable y sa grado" como definición del gran arte; síntesis de la "cantidad" y de Ja “ sensación"; síntesis hecha de imá genes: “ el bosque es una arquitectura, pero es asimis mo el cielo estrellado” ; "extraños cristianos aquellos que desean gozar del recogimiento y del misterio de las catedrales suprimiendo los altos pilares y los mu ros de piedra y todo el resistente equilibrio sobre el que se sostiene el aliento del s u e ñ o ..." Tales son el lenguaje y el esfuerzo sintético del pensador que se nos aparece tan poeta como filósofo, tan his toriador como sociólogo, tan psicólogo como metafísico; de| político que a través de su extraordinaria elocuencia recoge todos los esplendores del clasicis mo y todas las audacias de la revolución permanente contra la injusticia. Su famosa tesis intitulada "La realidad, del mundo sensible" se termina con estas palabras: "Es menester que el mundo de los sentidos 00, constituya un obstáculo pata las claridades, del e s p ír itu ...; es necesario que la claridad interior y Ja claridad citerior se confundan ,y se penetren y que çl hombre vacilante no discierna ya en la nueva realidad lo qúe antaño conocía con dos nombres apa rentemente contradictorios: lo ideal y lo real. ¡Cuán bello será el mundo el día en que, contemplando la puesta del sol en el extremo del prado, el hombre sienta de repente, por medio de un extraño enterne cimiento de su corazón y de sus ojos, que a la serena luz del atardecer viene a mezclarse un reflejo de la dulce lámpara de jesú s!" Esta tentativa de reunir en un solo sistema las doctrinas idealistas y las doc trinas materialistas fué llevada a la Historia en una conferencia famosa, explicada por Jean Jaurès ante los Estudiantes Colectivistas de Arras en 1894. Si gamos de cerca las principales partes de su desarro llo: "Desde hace cuatro siglos, el esfuerzo del pensa miento humano es la síntesis de los co n tra rio s..." Expone, desde este punto de vista, los sistemas de Descartes, de Leibnitz, de Spinoza, de Kant, de H e g e l... “ Hasta entonces — añade— , y en cierto modo, la humanidad parecíase a un pasajero dor mido y arrastrado por la corriente de un rio sin con tribuir en nada al movimiento o, por lo menos, sin darse cuenta de la dirección, despertándose a inter valos y dándose cuenta de los cambios del paisaje. .. Esta vida inconsciente constituía la condición mis ma y Ja preparación de la vida consciente del ma ñana. También aquí, la historia se encarga de resol ver una contradicción esencial". ¿Acaso el desarrollo de las cosas seria mecánico y sin posibilidad alguna de intervención humana? Por el contrario: "Todo el desarrollo ulterior no es sino la reflexión de los fenómenos económicos en el cerebro,' pero asimis mo, en ese cerebro, por el sentido estético, por la simpatía imaginativa y por la necesidad de unidad, las fuerzas fundamentales intervienen en la vida económica. Hay en el hombre una penetración tal del hombre mismo y del medio económico, que re sulta imposible disociar la vida económica de la vida moral. De la1 misma minera que- no es posible cortar al hombre en dos y disociar en él la . vida orgáhica de la vida consciente, no es posible dividit a la humanidad histórica en dos y disociar en ella la vida ideal de la Vida económica'-'. Según él, el motor de la historia reside en el hecho de que "las relaciones de producción " se dirigen a lo s‘ hombres". Y mientras la iibertad plèna y la plena solidaridad de los hombres no se hayan realizado, ia contradic ción esc-ncisl subsistirá inevitablemente. Jaurès si gue en-esto la línea de Hegel: "L a üontrailición esen• cíal de toda tiranía’ política o económica reside en el hecho de q u e ,se ve obligada a tratar como, ins trumentos inertes a los hombres que, sean cuales fueren, no piensan descender jamás a la condición inerte de las máquinas materiales". Y añade: "Todo el. movimiento de la hi.storig es el resultado de la contradicción esencial entre el hombre y el uso que se hace del hombre, y este movimiento tiende, en su límite, hacia un orden económico donde se hará del hombre el uso propio del hombre. Por eso pre cisamente este movimiento de la historia es a la vez una protesta idealista de la conciencia contra los regímenes que rebajan al hombre y una reacción automática de las fuerzas humanas contra todo arre glo social inestable y violento. La humanidad, a tra vés de formas económicas que repugnan cada vez menos a su idea, se realiza a si misma. Y en la historia humana existe,no sólo una evolución nece saria, . sino una dirección inteligible y un sentido ideal. D e todo lo cual .resulta que, a través de los siglos, el hombre no ha podido aspirar a la justi cia sino aspirando a un orden social menos con tradictorio para el hombre que el orden presente. Así, pues, la evolución de sus, ideas morales se ve determinada por la evolución de las fuerzas eco nómicas ; al propio tiempo, un mismo aliento de que ja y de esperanza sale de, la boca , del esclavo, del siervo, del proletario, , y este: aliento inmortal de humanidad constituye el alma de eso . que se llama derecho". Luego podemos hablar, yon fundamento de causa, de un "humanismo jauresiano". Por; otra parte, serla grandemente interesante comparar este esfuerzo de síntesis «Je la filosofía social con aqueí otro al cual nos ha preparado el comienzo de siglo en el dominio de la filosofía científica. • Sobre con ceptos aparentemente' contradictorios también, divi díanse igualmente los de continuidad e incontinui dad, ondas1 y corpúsculos, energía y materia, etc. La física moderna nos ha revelado,- en efecto, que eran éstos aspectos complementarios de una misma realidad y que el hombre, al elevarse, percibe en su conjunto: Pero limitémonos a algunos de los aspec tos siempre vivos de la doctrina de Jaurès. Uno de los problemas qué preocupan más a los escritores y a los pensadores contemporáneos, sobre todo después de ciertas experiencias abusivamente calificadas dé socialistas, es lu conciliación entre las exigencias de la organización económica planifica da, racional, científica y el respeto del individuo. Me refiero, por ejemplo, a los trabajos de Sidney Hook (Freedom and Socialism), a las reflexiones de Mau riac sobre el humanismo socialista, etc. Gustosos aconsejamos a estos autores que relean a Jean Jau rès. Ha tratado veinte veces este problema, sobre todo en sus brillantes exposiciones sobre la obra de Ibsen o sobre la de Tolstoi. S"gún él, socialismo e individualismo no son sino los aspectos comple mentarios del mismo ideal. "Protestamos — aseve ró en 1900— contra una sociedad que lo falsifica todo, que propaga por doquier la mentira y el error, qué bajo las apariencias más pomposas y más bellas expende toda suerte de mercancías emponzoñadas, que engaña, que crea el derecho de todos al voto por medio del sufragio universal y luego Ib falsifica por medio de la corrupción, de la ignorancia y de la opresión. Sí; tenemos derecho a protestar contra la sociedad actual no sólo con Marx, en nombre del proletariado que sufre, sino con Ibsen, en nombre de la verdad que se m u e r e ..,’’ Pero la protesta verbal no basta. Y Jean Jaurès, de año en año, des pués del magnífico desarrollo creador de su opti mismo fundamental, descubrió c-1 papel de los le vantamientos sociales y su necesidad; después de ha ber creído que bastaría con la persuación, que la igualdad de los espíritus podía realizarse mediante la educación y que la potencia de los argumentos razonables arrastraría todos los obstáculos, descu b r ió poco a poco que "la cadena estaba en el co razón1’', Una noche se aventuró por una barriada obrera de París y se sintió presa de lo que él mismo definió como Un verdadero "espanto social". Esta Angustia puede hacer mella en los hombres más ro bustos. Jean Jaurès se dió cuenta entonces de que la incomprensión, la ignoranciá, la aceptación del estado de esclavitud y la resignación aceptada por lyKbito constituían obstáculos casi infranqueables. Eran loi propios trabajadores, a los que se dirigía a -veces, los que llegaban a juzgar "menos insensato ' y menos difícil tomar todas las piedras del gran París para la construcción de una casa nueva que refundir el pesado -y protector sistema sócial en el que podían disponer apenas de un pobre lugar ha bitual- de miseria” . Lejos- de dejarse abatir por lies resistencias y las incomprensiones, Jaurès se persua dió cada día más de que su esfuerzo era necesario y de que .el día de las grandes cóleras populares cobraría todo su -sentido constructivo. Puedo apor tar el >testimonio de lo que afirm o-por haber te nido ocasión de hablar con una de sus más fieles colaboradores desde el -tiempo de “ El- Nuevo Ejér cito" : el Coronel Gérard. Es lo que explica el si guiente pasaje, escrito en 1911, refiriéndose al dra mático fin dt-1 gran Tolstoi : "La revuelta consti tuye -una etapa necesaria1pata el progreso de la vida humana. Elíseo Reclus lo' ha dejado bien sentado, Con una fúerzá extraordinaria, en' su libro "Evolu ción ÿ RevolUciófi": han existido largos períodos dé la existencia humana én que la tierra, mal cultiva da, no sümihistrab'a la suficiente subsistencia a los hombres y en C|ue la resignación constituía, en cier to modo, una necesidad psicológica; pero hoy la re signación constituye en 1los que la sufren una su pervivencia de tales periodos, ya que la tierra po dría alimentar a todos los seres humanos si la so ciedad 'estuviera mejor organizada, y las, plagas hu manas, como, por ejemplo, el paro forzoso, podrían desaparecer si la clase obrera, unánime en su re vuelta, exigiera su desaparición". Existe, sin embar go, una escuela filosófica, la de la no violencia, que niega la eficacia de las revueltas. "Toda la obra de Tolstoi parece llevarlo a su gran crisis mís tica. Tolstoi era un oriental y deploraba que la re volución rusa de 1905 hubiera adoptado el cami no de la revolución occidental; temía, (como le ocurre hoy a Gandhi), c-l desarrollo industrial; es imposible, sin embargo; detener la revolución del mundo; las industrias se desarrollan, incluso en Oriente, incluso en Rusia, donde el proletariado ha conseguido despertar a las masas campesinas de su largo sueño; incluso en Persia, en la India, en el Japón, en China, en todo el Oriente dor mido hasta ahora; es la fiebre de la actividad eu ropea, que se extiende a través del universo ente ro, con sus taras, sus malevolencias, sus crueldades, pero también con sus grandezas. N o es pues, re nunciando a la producción industrial como asegu raremos el equilibrio en m edio. del progreso, sino organizando la producción sobre la base de una nue va ju s tic ia ..," A l mismo tiempo que criticaba la Página R E N O V este respecto las expresiones de nuestro viejo Mon sociologia de Tolstoi, Jean Jaurès se apresuraba a taigne: "Nada hay tan bello y tan legítimo como poner de relieve el valor inestimable de su ética formar bien y d ébilm en te al hombre, ni hay cien individualista: "Le debemos una singular gratitud cia tan ardua como la de vivir bien y naturalmente al hombre que nos ha recordado a todos el senti esta vida .. N o es un cuetpo ni es un alma lo que do moral y la importancia de la vida. En casi to-< se forja; es un h o m b re ..." St; Jaurès es una pro das las condiciones, nos vemos expuestos a desco longación de Montaigne, pero asimismo de Drdérot, nocer los verdaderos bienes, la tranquilidad del co del cual cita la dedicatoria escrita para su drama razón, la serenidad del espíritu: el patrón se ve "El padée de fam ilia": "Quiero — dice Diderot— absorbido por las responsabilidades de la dirección que los niños vean la. miseria para que sean sensi de su empresa; los obreros se sienten perdidos en bles y sepan por propia experiencia que existen en los obscuros abismos de la miseria y no emergen torno suyo hombres como ellos, quizá más esen de ellos más que para gritar su protesta; nosotros, ciales que ellos, que carecen de pan". En el curso los políticos, en medio de la batalla y de la intri de los debates parlamentarios sobre la organización ga de cada día, estamos siempre expuestos a olvi- . de la enseñanza pública, en 1886, Jaurès definió dar que somos hombres, es decir, conciencias a la de una manera definitiva . las bases filosóficas de vez autónomas y efímeras, perdidos en universo esta enseñanza: "toda doctrina que no se apoye en la inmenso y lleno de misterios; estamos expuestos a razón se excluye a sí misma de la enseñanza pri echar en olvido, en una palabra, la importancia de maria; debe existir siempre una sinceridad y una la vida y a descuidar la búsqueda de su verdadero franqueza absolutas; no le disimuléis nada al pueblo, sentido. Tolstoi nos ayuda a encontrar el sentido de allá donde la duda se mezcle a la fe, impulsad la la simplicidad, dé la fraternidad, de la vida profun duda, y cuando domine la negación, dejadle libre da y misteriosa. Y al mismo tiempo nos advierte. curso". Y a los maestros ' les dirige los siguientes Advierte a los conservadores, él que no es un re consejos: "Vuestros alumnos serán hombres y deben volucionario banal, violento, destructor; él que és el tener una idea del hombre; es menester que sepan hombre dé la paz, del amor, del cristianismo reno cuál es la raíz de puestras miserias: el egoísmo bajo vado; advierte a los conservadores que ej sistema múltiples formas, y que conozcan el principio de nues de la sociedad actual no puede subsistir, que se ve tra grandeza: el orgullo unido a la ternura. Es prccondenado no solamente por las reivindicaciones irri ciso que se representen a grandes rasgos a la espe tadas de (os que sufren, sino por la protesta in cie humana dominando poco a poco las brutalidades terior de las más nobles conciencias, que se sien de la naturaleza y las brutalidades del instinto y ten oprimidas por todo Id que la sociedad tiene de que sepan distinguir los principales elementos de inicuo, de confuso, dé miserable. Y ya que con esta obra extraordinaria que se llama civilización. Toistoi está permitido recordar un texto de los Sal Hay que hacerles comprender la grandeza del pen mos, les diré a todos: tened cuidado y meditad, tra samiento. . . y es necesario también que todas nues bajad, pensad, preparad unas instituciones fraterna tras ideas se vean como impregnadas de infancia, es les para que la inevitable revolución social advenga decir, de generosidad pura y de serenidad. . . El bien pacíficamente. Y asi como el salmodista decía a Dios: inestimable conquistado por el hombre a través de , Podéis remontaros a las alturas del cielo y le ha todos los prejuicios, de todos los sufrimientos y de llaréis; podéis déscender a las profundidades de la todos los combate,s es la idea de que no existe una tierra y le hallaréis; no podréis escapar a su mi verdad sagrada, « decir, prohibida a la plena inves rada ni en Oriente ni en Occidente, yo les digo a tigación del hombre; la idea de que ningún poder todos: la Revolución está ahí; está en todas partes; interior o exterior, ninguna fuerza ni ningún dog está en la organización de los que sufren, en la ele ma deben limitai- el eterno esfuerzo y la eterna in vada protesta de los que piensan, en el soplo que vestigación de la razón humana; la idea de que la llega del Oriente y en la cólera del proletariado de humanidad no es en el universo sino una inmensa Occidente, en el misticismo oriental de Tolstoi; y comisión de encuesta cuyas operaciones no deben todo esto se mezcla én un torbellino de tempestad verse restringidas o falseadas por ninguna interven en torno de la vieja sociedad rolda como el tronco ción gubernamental ni ninguna intriga celeste o te vacio de una vieja encina carcomida, Preparad una rrestre; la idea de que toda verdad que no proven sociedad nueva y más justa. . . Y seis años más ga de nosotros mismos es una mentira; que hasta tarde, día por día, se hundía en efecto la sociedad en nuestras adhesiones nuestro sentido crítico debe zarista, podrida hasta la médula con sus Raputín intervenir en todas nuestras afirmaciones y todos sangrientos. Pero el esfuerzo revolucionario que de nuestros pensamientos; que si incluso la idea de Dios be "tender a la formación de los hombres libres” cobrara una forma palpable, si el propio Dios se le está todavía en sus balbuceos... No ha alcanzado vantara, en forma visible, sobre las muchedumbres, su objetivo puesto que no ha sabido construir en el primer deber del hombre sería el de negarle obe el espíritu de libertad. También en esto la ense diencia y tratarlo como a un igual con el que se dis ñanza legada por el humanismo jauresiano tiene cute, pero no como a un dueño y señor al que se una actualidad impresionante. Hay quien se pre soporta: tal es el sentido de lo grande y de lo bello gunta: ¿Es cierto que los términos "Socialismo" y de nuestra enseñanza laica en su principio” . "Libertad" se excluyen mutuamente? Un conocido Jean Jaurès nos muestra aquí en qué sentido la escritor ha llegado incluso a afirmar que todo so-1 sociedad moderna es mucho menos apta que la Edad cialismo contiene un germen de totalitarismo. Sin Media en la distribución de una educación coheren embargo, hace ya medio siglo que Jean Jaurès de te: "Entonces existía, por lo menos, una concordan finió las condiciones de lo que podríamos llamar cia entre las ideas y los hechos, entre las cosas y las "socialismo libertaria' en oposición al socialismo au palabras: existía una jerarquía social de la misma toritario o estático. "Estamos dispuestos a discutir manera que existía una jerarquía religiosa corres con quien quiera que c! orden social soñado por pondiente, y una resignación social al mismo tiem nosotros no es imposible. Y si es realizable, es in po que una resignación religiosa, asi como una esca dudable que la libertad tendrá su lugar en él, o, la de la creación en la cúspide de la cual se encon mejor dicho, que la libertad será su alma, el espí traban las potencias superiores y el propio Dios y ritu de fuego. Si vamos hacia la igualdad y hacia una escala dominada por el noble, el clérigo y el la justicia, ello no será a costa de la libertad; no rey; no había allí ni engaño ni equívoco, pues el queremos encerrar a los hombres en estrechos com siervo sabía que era ante Dios el igual que el noble, partimentos, numeradas por la fuerza pública. No pero sabia asimismo que, por orden del mismo Dios, nos seduce lo más mínimo el ideal de una reglamen y mientras existiera sobre la tierra, no dejaría de tación intrincada y asfixiante. Nosotros poseemos ser un siervo. N o habla ninguna hipocresía social y también un alma libre y sentimos la impaciencia el desdén que se manifestaba hacia ios de abajo se de toda presión exterior. Y si en el orden social empezaba por inspirárselo a ellos mismos. . . soñado por nosotros no encontráramos la libertad, la verdadera, la plena y viviente libertad; si no nos fuera posible andar, cantar y hasta delirar bajo los cielos, respirar a pleno pulmón y coger las flores al azar del camino, retrocederíamos hacia la socie dad actual a pesar de sus desórdenes, sus iniquida des y sus opresiones, pues si en ella la libertad no es más que una mentira, por lo menos es una mentira a la que los hombres llaman todavía una verdad que a veces nos acaricia el corazón. Para nosotros, la justicia es inseparable de la libertad". Y añadía Jaurès: "El socialismo pretende orgauizar la libertad humana; no se trata, sin embargo, de una organización de fuerza; bajo su ley general de justicia y de armonía, previsora contra toda ten tativa de explotación, dejará a las naciones la li bre disposición de sí mismas en los cuadros de la humanidad de la misma manera que respetará la li bre disposición de los individuos en los cuadros de la nación". El optimismo de Jean Jaurès arroja una clara luz sobre todos los problemas por él abor dados. Con frecuencia exclamaba: "A pesar de la división de la sociedad en clases, nuestro ideal es hoy tan poderoso, tan verdadero, tan bello; respon de tan plenamente a la evolución económica y a las necesidades de, la conciencia, que nadie puede pen sar boy sin pensar un poco en nosotros, y esto les sucede incluso a los que creen combatimos". Nadie puede sorprenderse, por consiguiente, de encontrar en su obra páginas magistrales relativas a la libre investigación, al espíritu laico que debe animar a la enseñanza en una democracia, a la ele vada función que llenan, los maestros. Encontramos •a Por el contrario, lo que caracteriza a la sociedad actual es su absoluta incapacidad para enseñarse y formularse a si misma una regla moral; y es que lleva en si una contradicción esencial entre los he chos y las palabras. No hay una sola palabra hoy que tenga su sentido verdadero, pleno y leal: FRA T E R N ID A D y se combate por doquier; IG U A L D A D y las desproporciones son cada vez maydres; LIBER T A D y los seres débiles se sienten cada día más juguetes de la fuerza; PROPIED AD , es decir, la relación estrecha y personal entre el hombre y la cosa, entre el hombre y una parte de la naturaleza transformada por él. Utilizada por él; sin embar go, la propiedad se convierte cada vez más en una ficción monstruosa que pone en manos de al gunos hombres unas fuerzas naturales cuya ley des conocen y unas fuerzas humanas cuyo nombre ig noran. SI; por doquier el vacio, la hipocresía de las palabras. . . ; si los maestros toman en serio ■ las palabras se convierten en unos seres inútiles ly si toman en serio las cosas se convierten én unos re volucionarios. . . " "Los que lucharon durante los pasados siglos, a cualquier partido, religión o doc trina que hayan pertenecido, por el solo hecho de haber sido hombres que pensaban, que sufrían, que buscaban una salida, se convirtieron, por la fuerza invencible de la vida en fuerza; en movimiento, impulsoras y transformadoras, y somos nosotros quié nes recogemos ahorá sus inquietudes y sus movimien tos, los que permanecemos fieles a toda esta acción del pasado, de la misma manera que yendo hacia el mar el rio permanece fiel a su n acim ien to..." Semejante concepción de la herencia de los va lores tradiuionaíqs tenia que conducirle, naturelmento, i una de sus más emocionantes síntesis: Ja Je k patria y la Internacional. Volvemos a encon trar aquí una continuación de Montaigne: N o por que lo haya dicho Sócrates, sino porque en verdad Jo quiete mi humor, yo estimo que todos los hombres son mis compatriotas y abrazo a un polaco lo mismo que a un francés, posponiendo este lazo nacional al universal y c o m ú n ..." Pero en Jaurès no se trata de un internacionalismo abstracto, descuidando las condiciones de lucha en el interior de cada nación. "D e la misma manera que el socialismo no se se para de la vida, no puede separarse de la nación, no deserta la pabia, sino que se sirve de ella para trans formarla y engrandecerla. La unidad humana sólo puede ser realizada mediante la libre federación de las naciones autónomas, repudiando las empresas de .fuerza y sometiéndose a las reglas del derecho. Las naciones se elevarán asi hasta la humanidad, sin per der en nada su independencia, su, originalidad y la libertad de su genio. ' Cuando un sindicalista revolutionario grita, como en el reciente Congreso de Toulouse (hace cincuenta años), "¡A bajo las pa trias!” , con ello quiere' decir: "¡A bajo las patrias de opresión, de destrucción; abajo el antagonismo entre Iás patrias; abajo los prejuicios chovinistas y ciegos Ia,’ lo que equivale a proclamar de todo Co razón la patria universal de los trabajadores libres, de las naciones independientes y amigas . . La nue va humanidad no será rica y viva sino a condición de que la originalidad de cada pueblo se prolongue en una armonía total y de que todas las patrias se sientan vibtar en la lita humana. Cuando la clase proletaria cree maldecir la patria, lo que maldice en realidad son las miserias que Ja deshonran, las injusticias que la dividen, los odios que la enloque cen y las mentiras que la explotan". Jean Jaurès juzgó que la lucha contra la guerra debía constituir el mayor de los combates y a ella se consagró hasta el último momento de su vida. ¿Cómo hubiera podido reclamarse de la más elevada tradición humanista sin maldecir la guerra y sin tra tar de comprender sus causas profundas con el fin de librar de ellas a la sociedad moderna? "La más grande y pomposa de las acciones humanas — ha dicho Montaigne— , yo sabría si la tomamos como argumento de alguna prerrogativa o, por el contra rio, como testimonio de nuestra imbecilidad y nues tra imperfección". La amenaza de guerra ha consti tuido una verdadera obsesión en el ánimo de Jaurès, que veía que "la sociedad capitalista la lleva en sus flancos como las nubes llevan la tempestad". Con esta obsesión en la mente se propuso ir a Berlín en 1905, a hablarle? directamente a los trabajadores alemanes. El señor de Bulow le prohibió, naturalmen te, el paso de la frontera, pero su discurso apareció al misólo tiempo en el Vorvaerst y en l'Humanité. Este documento es de tonos elevadísimos. "N o con cibamos ilusiones. Sabemos perfectamente que el mundo capitalista contiene formidables fuerzas de conflicto que el proletariado universal no es capaz todavía de dominar. La concurrencia económica entre pueblo y pueblo y entre individuos, la ambi ción de realizar beneficios, la necesidad de conquistar a toda costa — incluso a cañonazos— nuevos merca dos para la producción capitalista, abrumada y poco menos que asfixiada por su propio desorden, todo esto mantiene a la humanidad actual en estado de guerra permanente o latente. Es menester encontrar clien telas lejanas, exóticas, sel viles, ya que el sistema, arrebatándoles a los obreros una parte del producto de su trabajo, restringe el libre consumo nacional. ocuparemos Marruecos; puedes robar en el otro ex tremo de la calle puesto que yo he robado err éste. Cada pueblo se presenta a través de las calles de Europa con su antorcha én la mano ÿ ahora nos en contramos ante el incendio". Denuncia, por otra paite, con acento colérico la "astucii > la brutalidad de la diplomacia alemana" y concluye de esta suerte: "C iu dadanos: si la tempestad llega a estallar, todos noso tros, socialistas, procuraremos salyarnos lo antes posi ble del crimen cometido por los dirigentes". Sabido es lo que sucedió después: salió para Bruselas, donde se reunió el Comité Ejecutivo de la Internacional, el cual no pudo hacer otra cosa que comprobar su impotencia; de regreso a París, redactó su último artículo para l'Humanité del 1* de agosto; después, en aquella calurosa velada del 31 de ju lio de 1914, se fue a cenar a un pequeño restaurante popular de la rue du Croissant, acompañado por Renaudel, Jean Longuet, Poisson, Danois... . Un periodista le enseña la fotografía de su hijito y, cuando Jaurès lo felicita, una mano se introduce desde la acera y separa la ligera cortina de la ventana abierta; suena un tiro y Jean Jaurès se desploma con una bala en la cabeza. La movilización general es decretada unas horas más tarde. N o creo que sea posible proponer ahora un juicio de conjunto sobre el hombre y sobre su obra. Per mítanme subrayar, sin embargo, dos rasgos que creo pertenecen a la humanidad entera, dos gestos indica tivos que todos los pueblos pueden apropiarse, sobre todo en Jas horas que estamos viviendo; uno es un gesto dé valor, por el que sanciona el verdadero humorismo, y que no se refiere tan sólo al pensa miento, sino a la acción; el otro es un gesto Je clarividencia, es decir, de salvaguardia de la huma nidad, sin la cual el humorismo de las viejas civi lizaciones se reduciría a la condición de los monu mentos arqueológicos, testigos de las civilizaciones desaparecidas. Un gesto de valor, ante todo. Jean Jaurès definió el válor en su famoso Discurso 'a la Juventud, pro nunciado en 1903, con motivo de la distribución de los Premios del Liceo de A lb i: "E l valor consiste en amar la vida ÿ en contemplar la muerte Con mirada tranquila, en ir hacia el ideal y en comprender lo feál, en actuar y en entregarse a las grandes causas sin preguntarse qué recompensa le reserva a nuestro esfuerzo el profundo universo y si tan soló le reserva una recompensa cualquiera. El valor consiste en bus car la verdad y en decirla, en no someterse a la ley de la mentira triunfante y pasajera, en no hacernos eco con nuestra alma, con nuestra boca y cdn nues tras manos de los aplausos imbéciles y de los gritos fanáticos". Y esta gran voz encuentra ct eco dé la de Charles Peguy que, desde otro horizonte, pero con la misma sinceridad y el mismo valor, Constituyó un estado de vibración análogo de la conciencia huma na universal. Peguy deda; "Una sola injusticia, un solo Crimen -— sobre todo si es oficialmente registra do— , una sola injuria a la humanidad, cómodamente aceptada, bastan para romper todo el pacto social y un solo abuso basta para deshonrar a todo un pueblo. Cuanto más grande Sea nuestro pasado mayor es nuestra obligación de defenderlo y de conservarlo pu ro. ' "Devolveré mi sangre pura tal como la recibí". El honor de un pueblo es uno, es como un bloque". ¡Qué contraste con el cinismo bestial de un Goebbels, que proclamaba: "Lo esencial no es tener razón, sino vencer". Así es como Jean Jaurès, personificación del valor, "esa exaltación del hombre", fué incontestable mente el representante de las tradiciones humanistas más puras, y, como tal, supo elevarse al rango de los grandes "ciudadanos del mundo” . La lucha entre Alemania e Inglaterra, disputándose a cañonazos el mercado mundial, revivirla todos los dolores y todas las tragedias de la época napoleónica. Las clases directoras no deberían olvidar que de la guerra europea puede surgir la revolución. También pueden surgir, durante un largo periodo, crisis con trarrevolucionarias, militarismos, una larga cadena de violencias retrógradas y de bajos odios, de represa lias y de servidumbre. Y nosotros no queremos ex poner, bajo tan sangrientas circunstancias, la certi dumbre en la emancipación progresiva de los prole tarios". Esto les decía Jean Jaurès en 1905 a los proletarios alemanes. Inútil sería deplorar que su voz no fuera escuchada ni en Alemania ni en Francia, donde los caricaturistas obcecados lo presentaban to cado con un casco de punta. Sin embargo j era lógico con su doctrina, la reconciliación de la lucha — "inclu so revolucionaria", como decía en "El Nuevo Ejérci to"— contra la guerra y la salvaguardia de la inde pendencia de las naciones". Tarea harto difícil, “ como reconocía él mismo", la de arrancar las patrias de manos de los mercachifles de la patria, de las castas militaristas y de los grupos financieros. Permitiendo a todas las naciones el desarrollo indefinido de la democracia y de la paz, no sólo se sirve al proleta riado universal, por el que se realizará la humanidad, sino a la propia patria. Un poco de internacionalismo nos aleja de la patria, mientras que un grán inter nacionalismo nos conduce a ella; un poco de pa triotismo nos aleja de la Internacional, mientras que un grande y sincero patriotismo nos conduce a ella. Y respecto de la otra lección, la de la clarividencia, se trata en efecto de saber si, a pesar de las dos es pantosas tragedias que lian ensangrentado a la hu manidad después de la muerte de Jaurès, las ideas de paz y de unidad humana no van a ser una vez m is sino "una alta claridad ilusoria que ilumina iró nicamente las matanzas continuadas” . Primero diez millones de cadáveres y, después de una tregua más que dudosa, cuarenta o Cincuenta millones de cadá veres m is. Es decir, además, todas las predicciones de Jaurès aumentadas según el mismo coeficiente, tor turas, ruinas, dictaduras, desprecio del hom bre. . . ¿No es hora ya de reexaminar las falsas soluciones de fuerza en las que parece obstinarse el viejo mundo? ¿N o es hora ya de que fios inspiremos en el método de análisis histórico y sociológico del gran humanis ta? Se puede tratar siempre de quimérica la visión del porvenir de un gran apóstol y burlarse de su creencia en la perfección humana, pero dos guerras mundiales durante un cuarto de siglo son dos prue bas capaces de conmover los pensamientos más ruti narios. En todo caso el pueblo francés, tan cruel mente castigado, parece dispuesto a evitar el retorno de una tercera catástrofe, más sangrienta, más larga y más próxima que las otras dos. Se vuelve hacia una filosofia que no lia tenido ocasión todavía de probar su bondad, se vuelve hacia Jean Jaurès. Es muy pro El final de este grán combate es digno de la tra preparados para comprenderlo, que emprendan jun gedia anticua. El 25 de julio dé 1914, éh Vaise, cerca de Lyon, pronuncia Jaurès su último discurso público. Está a purito de estallar la tempestad; Jau rès la presiente, analiza la responsabilidad de las clases directoras y las denuncia: "Le dijimos a Italia: Puedes ocupar la Trijíblitania puesto que nosotros tos ese viaje tan valeroso y tan lejano hacia la jus bable que antes de que el mundo haya podido salir completamente del caos en que lo han hundido, les proponga a sus amigos d d mundo entero, y parti cularmente a sus hermanos de la América Latina, tan ticia por medio de un acuerdo de las voluntades libres, ese viaje trazado por Jean Jaurès y que, según el poetá griego, "conducirá a Ja humanidad :al extre mo límite de los vientos y de las olas ", UNA SEMBLANZA E N S A N FRANCISCO Francisco Quintana Orive L a c o n d u c t a de F r a n c o lia re mucho tiempo venía pensando en dedicar unas líneas como homenaje sen tido y sincera a la memoria de un joven socialista ipie supo en todo momento hon rae las filas de las Juventudes Socialis tas de la provincia de Santander, con su actuación entusiasta e inteligente' a t.ra véa de todas las vicisitudes de la lucha. Cuando conocí a Francisco Quintana Orive en la Escuela de Comercio de San tander, era un muchacho dicharachero y locuaz, que tenía escasamente catorce años y empezaba, al igual que yo, los es tudios en dicho centro docente. Y a m ili taba entonces en la .Juventud Socialista de Santander. Mu padre, viejo militante del Partido, le había imbuido desde chi quillo los ideales redentores del Socia lismo. 1 , En aquella época y con tan escasa edad siempre hablaba con entusiasmo de la organización juvenil a todos aquellos que éramos sus ami feos y queríamos escu-* charle, cantándonos las excelencias del Socialismo — en la medida corta enton ces de sus conocimientos doctrinales— e infiltrándonos con su afán la curiosidad por conocer aquel medio para nosotras desconocido, tanto en su form a como, en sus principios. Excuso decir que éramos muy pocos los que prestábamos atención a sus palabras, que acompañaba siem pre con vocablos de lo más pintorescos, que daban a su conversación un giró por demás atractivo y simpático. La inmensa mayoría de los que con nosotros estudiaban huían de sus char las, pues sus conceptos herían, según' ellos, los principios eminentemente cató licos que les habían inculcado. Procedían en su mayor parte de Ja ramplona clase media española, incapaz de tolerar su fusión con la clase trabajadora. Transcurrieron un par de años y ello sirvió para que estrecháramos más nues tra amistad, que día a día se había esta blecido de una forma tan firm e y pre finida que nos llegamos a considerar co mo hermanos. En esas condiciones onqiezó a fermentar en España el anhelo revo lucionario de la juventud estudiantil en contra de la Dictadura y de la dinastía monárquica. Entonces fué cuando sus prédicas, ya más maduro en sus juicios, a pesar de su corta edad, empezaron a ser escuchadas con más atención, inclu sive por aquellos que antes las desde ñaban. Organizaba mítines en las puer tas de la Escuela de Comercio, en los cuales, naturalmente, era él el único orador, deshaciéndose en diatribas vio lentas contra la monarquía y el dictador, sin que le importase que su actitud llegase basta los oídos de los profesores, en su mayor parte reaccionarios. En estas circunstancias me pidió ayu da para constituir la Federación Mon tañesa de Estudiantes, bíd darle nn ca rácter político definido, y sí, única y ex clusivamente, con el fin de enfrentarse a la Federación de Estudiantes Católicos y contrarrestar en lo posible su enorme influencia entre los estudiantes. Accedí a su requerimiento y constituimos dicha asociación con el fin premeditado de or ganizar su ingreso posteriormente como una sección más de la F. U. E., por aquel entonces en su período embrionario de constitución. Dimos ia pelea, con él siem pre a la cabeza, un grupo de inuckaelmelos y conseguimos nuestro objetivo. De su firmeza y carácter da prueba el siguiente hecho sucedido en la Escuela de Comercio de Santandre. El que estas líneas escribe era preguntado en su cla se de Economía Monetaria por el direc tor de dicho centro de enseñanza un tema en el que, de una manera deliberada, se falseaban los principios del marxismo, ya que el texto en el que estudiábamos era obra suya, y se regocijaba en combatirlas de una manera tendenciosa, aprovechán dose de nuestra ignorancia en el tenia. Cuando más entusiasmado estaba en su disertación, Francisco Quintana sq le vantó gallardamente de su asiento y sa biendo a conciencia lo que su atrevimien to podía tostarle, se pncaró decidido con él y le apostrofó de forma violenta la. mal dad qne encerraba su mala fe al juzgar una doctrina que aun cuando no compar tiera tenía la obligación de exponer do una manera serena y suprimiendo toda acción tendenciosa, ya que de esa forma influía y prejuzgaba con pasión una teo ría que debía ser expuesta con la impar cialidad necesaria para que todos los alumnos pudiéramos por nosotros mis mos compararlas con las distintas teo rías económicas que Se exponían a tra vés de la clase y eu el curso. Aquel atre vimiento sin precedentes le costó la in mediata expulsión de la clase, tramitán dose como consecuencia el correspondien te Consejo de Disciplina, que, casi se guro, lo iba a costar la expulsión del centro y la imposibilidad, por tanto, de continuar sus estudios. Aquello sirvió pa ra que se iniciara un fermento de des contento entre gran parte de sus compa ñeros, con amenaza de una huelga estu diantil en el caso de (pie siguiera incoán dose el expediente para su expulsión. En aquel entonces ya habían arraigado entre los intelectuales las ideas republicanas, y a presión, y con grandes discusiones, con el escaso número de profesores que de estas ideas existían en el plantel, se consiguió que no se siguiera adelante el procedimiento, quedando, por tanto, las cosas en tai estado. Aquello significó mi grau triunfo pa ra Franrisco Quintana, y lo que os más, produjo gran admiración1 por la entereza •con que se-mantuvo en Pulo momento, fa cilitando con ello el qne admiráramos la formación que tenía, y que él siempre .nos dijo se había forjado en las filas de la Juventud Socialista. Como un verdadero alud se volcaran sobre él 'una gran cantidad de compañe ros de estudios, no ya de la Escuela de Comercio, sino de otros centras estudian tiles pertenecientes a la F. U. E., en so licitud de que les indicase la forma para ingresar en la Juventud Socialista. En tonces fué, con su perspicacia, cuando desengañó a la casi totalidad de los so licitantes, haciéndoles ver qne contraían un gran compromiso, pues los deberes eran muchos a cumplir y muy penosos. Solamente dos fuimos los compañeros a quienes cou entusiasmo consintió en ava lar y presentar su ingreso en la Juventud Socialista. No se había equivocado al proceder asi. La mayoría de aquellos jó venes que tan ardorosamente querían ser entonces socialistas, engrosaron poste riormente las filas de Acción Popular y la Falange. A los dos que avaló con su firma continuamos siendo socialistas. A los diez y siete a.ños en que ingresé en la Juventud Socialista, me sometió a una prueba dura y pesada para esa edad antes de que me decidiera a dar el paso definitivo. Me entregó un ejemplar del Manifiesto Comunista y me dijo que lo leyera, y que cuando lo hubiera hecho le dijera bí todavía me encontraba decidido a iniciar mi formación política an las filas juveniles socialistas. En todas cuantas ocasiones intervino la Juventud Socialista en la lucha por los ideales y por ia República, tanto en la era monárquica como en la época re publicana, marchaba siempre a la cabeza con su despreocupación habitual y con su alegría proverbial, que transmitía a cuantos nos hallábamos a su lado. Una afección tuberculosa cortó total mente su actividad, y gracias a los cui dados que durante dos años le prodiga ron sus padres pudo subsistir. A pesar de baldarse recluido eu las >nontañ)as dé Reinosa, posteriormente al movimiento de octubre de 19.14, enviaba con entusias mo su colaboración, bajo un nombre su puesto, al periódico clandestino que pu blicaba la Juventud Socialista de San tander, denominado ‘‘La Antorcha” . Reponiéndose de su penosa enfermedad le sorprendió la guerra y no dudó ni un momento, pese a lo precario de su salud, de lanzarse entre los primeros a ofre cer su concurso en la misión que se le señalase. Ocupó varios cargos, hasta, que por fin pasó a ocupar el de secretario particular del Comisario General de Gue rra de Santander, cargo en el que estuvo hasta que unos días antes, precisamente, de la caída de Santander en manos de las fuerzas italianas, en Un rasgo de su audacia y decisión en é] característicos, se marchó al frente con el cargo de ofi cial informador de una brigada. Dos días antes de qne Santander caye ra en poder del enemigo estuvo a verme, y aun euaudo yo le pinté la situación an* La reunión de San Francisco, al im pedir que la España de Franco haga oír su voz eu el Organismo de la Faz, ha he cho justicia a los principios democráti cos por los cuales lucharon las naciones aliadas y, antes que ellas, la España re publicana. Con verdadera emoción recogemos los testimonios de algunos delegados que, al descubrir el juego sucio de Franco fin giéndose demócrata una vez han sido de rrotadas las naciones del E je que lo apo yaron y ensalzaron contra Ja voluntad del pueblo español, hacen concebir en nuestras corazones la esperanza de que la sangre derramada no ha sido vertida en va n o... Fué la Delegación mexicana que en cabezaba el Lie. Ezequiel Padilla, la que, por boca de don Lilis Quiutanilla, expre só su deseo de que la España de Franco no tuviera asiento en el Organismo de la Paz. Su razonado y documentado dis curso influyó poderosamente en el áni mo de los asistentes, si bien para nin guno era un secreto la política turbulenta y rastrera de Franco. Entre otras cosas, el señor Quintanilla dijo lo siguiente: “ Hubo época — cuando se sostenían costosos combates— en que algunas po tencias directamente relacionadas con la dirección m ilitar de la guerra, colocaron las razones prácticas de utilidad sobre los compromisos lógicos, Poro, afortu nadamente, tras indecibles sacrificios, las grandes naciones que forman esta asamblea lian ganado la. guerra en Euro pa. Mussolini ha desaparecido y no se tienen noticias de Hitler. Por fin pode mos hablar sin compromisos. Podemos ya, sin poner en peligro la marcha de las operaciones europeas, decir toda la ver dad. Y la verdad histórica, señor, es que la ayuda m ilitar dada a Frnuco por las legiones de Mussolini y la fuerza aérea de H itler constituyen la única razón por la cual la República de España no está representada aquí hoy. "Además, es irónico que la derrota de H itler y Mussolini afirme la posición de Franco en el mundo de la postguerra. La intervención m ilitar de los ejércitos ita liano y alemán en España constituye una flagrante y criminal violación del princi pio de no intervención, que es tap esen cialmente importante para México y para todos los países pequeños del mundo. De hecho, consideramos este principio tan gusiiosa eu que nos encontrábamos, trató de influenciarme con su optimismo y de cisión, haciéndome notar, en demostra ción de ello, que nuevamente se marcha ba inmediatamente a reincorporarse a su brigada con el ánimo decidido de con tinuar luchando kusta el final. Fué la última vez que lo vi. Pasó a Asturias y allí en los momentos trágicos de la evacuación salió en un barco que cayó en poder del enemigo. Primero que entregarse a la tiranía del fascismo, pre firió segar eu plena juventud su vida, pe gándose un tiro antes de ser escarnecido por la brutalidad del falangismo, que lo hubiera asesinado como a otros miles de compañeros hizo. Poco valor tiene esta semblanza en comparación con las dotes y virtudes que el compañero Francisco Quintana Orive poseía. A través de sus hechos y accio nes podría forjarse uu índice de la fo r mación socialista que siempre tuvo y que estaba forjada en los viejos moldes del Partido, al que tanto quiso y sirvió basta el último momento. Si en alguna ocasión yo hubiese de seado poder manejar el idioma con lim pieza y soltura para poder dar libertad a mi pensamiento a través de la pluma, seria precisamente en este momento, en que quisiera rendir al compañero Fran cisco Quintana el homenaje de mi devo ción imperecedera y a la cual era merece dor por bu entereza, su honradez, su fir meza de ideales y su nobleza de corazón. Me consuela el pensar el que los com pañeros que leyeran estas líneas se for men a sí mismos el deseo de emular los sentimientos de joven socialista de Fran cisco Quintana Orive, que llegó a ofren dar su vida en aras del ideal socialista. JO S E B E N IT O P E R E Z esencial en la conservación de un orden mundial decente, que juzgamos que si ha cemos uua sola excepción, toda la estruc tura de la seguridad colectiva y del De recho Internacional quedarían en gravo peligro. "Seríamos los últimos en tratar de bus car la intervención en los asuntos inte riores de España. Pero demandamos que aquellos grupos que fuerou beneficiados por la intervención militar de las poten cias del Eje, no sean tomados en cuenta en las reuniones de las Naciones Unidas. Mussolini y Hitler, protectores militares de Franco, han dejado de existir. Pero sostenemos que su desaparición no puede, ui automática ni retrospectivamente, bo rrar los pecados del hombre a quien ayu daron a subir al poder. Señor Presiden te: España fué una de las primeras víc timas del fascismo internacional. Cente nares do millares de héroes qne lucharon y combatieron ahí por la causa de la d e mocracia fueron, en realidad, los prime ras aliados de las Naciones Unidas. M i llones de personas que quedan en pie, tie nen el derecho de compartir nuestra vic toria, la victoria que también es suya. "L o mismo que China y que Etiopía, la República Española fué nuestro pri mer aliado combatiente. No debe conver tirse, en esta hora de triunfo, en nuestra amiga olvidada.” A continuación intervinieron delegados de otras naciones. Por los tonos cálidos de afecto a ia República Española, seña laremos la intervención del delegado de Franela, señor Paul Boncour, quien dijo lo siguiente: “ En la Liga de Naciones había un ar tículo que decía que admitiría a Estados que se gobernasen libremente. No se dió cuenta de lo que esto significaba... Es paña es un país al que, como a Italia, debe permitírsele que se desbaga del fas cismo.” “ En 1940 — prosiguió— , cuando Fran cia concertó un doloroso y horrible armis ticio, cuán distinta hubiese sido la situa ción de haber tenido como amiga a una España republicana y leal. Entonces, el paso hacia Noráfrica hubiese cambiado el curso de la lucha." Para concluir, Paul Boucour declaró: “ Deseamos ver en España, tan pronto co mo sea posible, un régimen que le permi ta, juntamente con Italia, despojarse del fascismo para que se nos una en la Socie dad de las Naciones.” Siguieron en el uso de la palabra el se ñor Herliert Evatt, delegado de Austra lia ; el senador Henri Rolin, de Bélgica; el señor Alexander Palladin, de Ucrania; el señor Kurma \\ Kiseíev,\ de Rusia Blanca, y el señor James C. Dunn, de loa Estados Unidos. En líneas generales, to dos los oradores coincidieron con el de legado mexicano señor Quintanilla, sien do subrayadas con nutridos aplausos sus. iuterveuciones. El acuerdo unánime de las naciones que forman la Conferencia de San Fran cisco ha cerrado el paso a la España de Franco. En justa interpretación de los conceptos vertidos en tan memorable se sión del Teatro de la Opera de San Fran cisco, esperamos que en breve se abra para recibir la legítima representación de Es paña, simbolizada en Ja República. Espa ña, por su importancia histórica, su tra dición cultural y su situación geográfica, no debe permanecer ajena a las inquietu des del mundo. E l camino iniciado por las naciones en San Francisco debe al canzar su meta definitiva : el reconoci miento de la República Española. Tai Federación (le Juventudes So cialistas de España, se une a todas las organizaciones españolas en el nuis sincero y profundo agradeció miento a la Delegación- mexicana.' en la Conferencia de San Francisco, y hace presente al señor Presidente de là República Mexicana, General de División■ D. Manuel Avila Camacliifi, la expresión de su satisfacción por la gallardía y justicia con que el nombre de México sonó una ves más en la defensa de la España Repu blicana Gran Mitin Socialista en Toulouse Intervención de los compañeros Enrique de Francisco, Pascual Tomás, Rodolfo Llopis y Trifóh Gómez . Organizado por las Juventudes Socia listas do Francia, tuvo lugar en la eiti-dad ¡dio Toulouse un - importante mitin -socialista. Bajo la presidencia del comJjttliero Enrique de Francisco, tomaron parte en el acto los camaradas Pascual Tomás y Rodolfo Llopis.- Cerró los dis cursos el coin]ta fiero l'rifórt Gómez, presi dente de la ü. G. T. en Francia, de euyo discurso damos el siguiente extracto: t LA < ( IN F E R E N C IA O BEERA M U N D IA L , Refiriéndose a las deliberaciones y acuerdos de la Conferencia Obrera Mun dial, afirma su sorpresa de que no se esta bleciese con una gran claridad la dife rencia entre la España de Franco y la España republicana. “ La Conferencia de bió de haber llegado a la conclusión que de esas dos Españas no hay ninguna que Jiaya sido, neutral. Una ha luchado por el fascismo y la otra contra el fascismo. Con el criterio sostenido por Ja Confe rencia, vimos cómo más de treinta dele gados exponían el esfuerzo de guerra rea lizado por sus respectivos países, sin que a España le cupiese ese derecho que tan justamente tiene ganado. El acuerdo adoptado con relación a España es bien pobre, porque al encarecer a los delegar dos que pidan a los Gobiernos de sus países reconsideren y vuelvan a examinar sus relaciones cou España y la Argenti na, el acuerdo queda más corto (pie las declaraciones hechas por los propios Go biernos de los países representados en la Conferencia. E S P A Ñ A Y LOS ALTADOS . En relación a la actitud de los A lia dos para con nuestro país, “ me veo en el deber de decir —continúa el compañero Trífón— qué siguen desconociendo suis obligaciones para con la República espa ñola. No.podemos aceptar que se diga que nuestro problema-es a nosotros mismos a -quienes compete resolver. Es injusto. Eso debieron de haberlo hecho en IQíiñ. tratan do de imponer el criterio que ahora.quie ren que privo, porque st lo hubieran he cho entonces, la rebelión de Franco se húbría tardado en sofocar tinas semanas o a lo sumo unos meses. Y es ahora, cuan do nos encontramos incides'o indefensos, que se. nos quiere dejar -solos en la solu ción de nuestro problema. En realidad, hay una deuda contraída con la España republicana; y lia llegado el momento de que so baga efectivo su cumplimiento, máxime cuando la solución del proble ma español supone el restablecimiento de la legalidad. -(Grandes aplausos,). A la hora actual las clases conservadoras de nuestro país tienen interés en buscar una salida a la situación de Franco. Ante esa pretcnsión, nosotros declaramos-que el problema previo es de .restablecer Ja legalidad. Fi más tarde se. quiere consul tar a la opinión, lo encontramos hasta legítimo. Pero al igual que en ,1928 nos opusimos a transigir con la monarquía, transacción que nos fué propuesta para acabar cou la dictadura, en 1945 segui mos oponiéndonos a transigir con la iuonnrquía aunque nos prometa la caída de Franco, convencidos como estamos de que la monarquía se hizo incompatible con nuestras reivindicaciones y aun cou los más elementales principios de decencia, d Aplausos. ) U. G. T. Y C. N. T. Plantea el problema de las relaciones de la Unión General de Trabajadores con la Confederación Nacional del Trabajo. “ Los compañeros de là O. N. T. guardan la misma lealtad y fidelidad que nosotros a nuestros principios doctrinales. Es don esta claridad que yo entiendo debemos plantearnos la cuestión. Ellos quieren la. unidad, conidia querernos nosotros; pero nosotros no podemos ofrecer aquí la Unión con la Confederación ; lo que podemos pro meterles es qué todos nuestros esfuerzos tenderán a la creación (le un clima fa vorable para trabajar conjuntamente en la defensa de los Intereses de Id clase trabajadora. Y cuando hablamos de la posibilidad de trabajar en común es por que creemos en ella. Para llegar a ello, una de las primeras tareas es forjar el instrumento eficaz que nos permita tra bajar unidos, no sólo en el seno de nues tras respectivas organizaciones, sino en nuestro propio país. La Constitución de 1931, cuyo restablecimiento pedimos, aun que tañto nosotros cómo los compañeros de là C. N. T. pedireinós en su día la. revisión de algunos preceptos, nos depa ra un amplio margen de acción. Hay, so bre todo, dos artículos en nuestra Carta constitucional que constituyen un magní fico programa. Me refiero a los artículos ■14 y 40. En el primero se admite la ex propiación por razones de utilidad social, y aun la socialización dç la propiedad. Por el segundo se declara el trabajo co mo una obligación social, y ia obligación de asegurar a todo trabajador las condi ciones necesarias de una existencia dig na. El artículo 46 contiene la enumera ción de toda una serie de problemas que son vitales para la clase trabajadora, ta les como el seguro dé enfermedad, paro, accidente, vejez, Invalidez y muerte, tra bajo de las mújetès, protección a la ma ternidad, jornada de trabajo, salario mí nimo, vacaciones remunerarlas, condicio nes dél obrero español en el extranjero, instituciones de cooperación, participa ción de los obreros en la dirección, admi nistración y iKmeficios de las empresas. Si ños ponemos a trabajar tmldbs sobre un programa tan fecundo, habiendo que esos dos artículos sé conviertan en gran realidad, de una manera insensible' el con tacto en él estudio dé las soluciones a aportar á todos ésos problemas, la unión de - nuestras Organizaciones estará he cha.” (Grandes aplausos.) L A A C T IT U D DE L A JU V E N TU D -. ' :• -S O C IA L IS T A ■uW..... .. ' 1 >0(1 . 1. .- ,t,y. “ Nú quiero 'terminar sin lincér ún lla mamiento n. Tos jóvenes socialistas. Es a ellos a quienes se' delle lh organización de este acto, a pesar de lo chal no han querido designar un orador que les repre sentase para nó restarnos tiempo en es ta exposición de los puntos de vista del Partido y la Unión. Actitud magnífica en el presente que recuerda la gloriosa del pasado. Ellos no han venido a aleccionar cou sus discursos, pero les corresponde la mitad en el éxito del acto, nabéis cen trado, jóvenes socialistas, vuestras acti vidades en lo que siempre fueron normas de la Federación. No sois una ficción; sois una gran y prometedora realidad.” (Gran ovación.) ' J OVENES E N EL E X I L I O Emoción Política de España A Jaime Muñoz de Baena Cuando, llevado por las inquietudes que en tu cerebro forman el recuerdo de España y -el (deseo de ofrecer al servicio de ella tu inteligencia y cultura- forma das eu la peregrinación del exilio, me ha blabas de la necesidad de comprender, asimilar y sentir el Socialismo, me pa recía que reflejabas la necesidad colec tiva de la mayoría de los jóvenes espa ñoles educados en la emigración. JoVen saliste de España. Por eso, tal vez, dices que là sientes con un “ sexto sentido” , porque para tí España es un conjunto de aromas de tierra castellana, parda y ancha; ana sucesión rápida de imágenes vividas en la lejanía del recuer do, un conjunto de pensamientos asimi lados a, través de los'libros de tus auto res predilectos: TJnnmuno, Azorín, Valle Inclán. Careces, como muchos otros, de la visión directa dé España, no la lias conocido en la realidad sangrante de sus luchas, en la fiebre creadora de sus pro blemas sociales, en la dureza del cotidia no “ ganar el pan con el sudor de la fíe n te” , en la alegría de las fiestas domin gueras y los paseos en las rom erías... TTay muchos modos de sentir a España. Nosotros — un poío más viejos que ,tú aun cuando apenas rebasamos los treinta años— tenemos la impresión directa de España clavada en nuestras pupilas, he mos aprendido a sentir la emoción de la lucha política en la generosidad juvenil de hacer una patria mejor y en la reali dad de un régimen de injusticias y pri vilegios que hería nuestra sensibilidad... Por eso, el Socialismo vivido como un sueño impetuoso de justicia, concebido como la, trayectoria acertada para un mundo más justo y noble, se nos fué con virtiendo en realidad cotidiana, en nece sidad moral y económica, en tangible conjunto de remedios para el mal que nos ahogaba. Y de socialistas por sentimien to nos fuimos convirtiendo en socialistas pop convicción, de muchachos románticos e ilusionados, en jóvenes maduros cons cientes de s,ú deber, dispuestos a la lacha, confiados en la bondad de nuestros prin cipios, imbuidos (le una profunda fe en n.uestyos ideales. Conjugando estos prin cipios morales, fuimos hombres prácticos sin dejar de ser un poco soñadores, leía mos a Marx y a Engels sin desdeñar a Antonio Machado, a Juan Ramón, a Gar cía. Loi'ca,' ni aun, a Bécquer, alternába mos, las reuniones de la Juventud, de los Sindicatos; sin olvidarnos de, tas pa rrafadas con la novia, sentíamos la ilu sión de hacer algo grande por la huma nidad, sin perder de vista la esperanza de mejorar a.nuestros paisanos y a nues tro pueblo. . El sentido de lo universal,— que es la más bella realización del sentido de lo español— animaba nuestros actos y mar caba la tónica de nuestros (lias. Así fu i mos amando a España y amando a las ideas, así fuimos modelando nuestro jo ven cerebro para' las necesidades vivas de la lucha social y afirmando en nues tro corazón la. emoción y el sentimiento de la tierra que nos ’vió nacer. Llegó la. guerra y en ella cumplimos nuestro deber. Llegamos a tierras leja nas, y desde ellas nos persigue constante y dominante la idea de España. Tiene eu nosotros cuerpo, forma, emoción casi fí sica. Es tau fuerte su recuerdo, tan pro fundas las emociones vividas en ella, que no podríamos en ningún aspecto desarrai garla de nosotros mismos. Vosotros no la sentís así, porque os lia faltado el incentivo de la ldeha. N o la habéis vivido día tras día éri su realidad lisa y Uaná. La conocéis por uti recuerdo difuso de vuestros años Infantiles, vues tros juegos escolares, a través del amor de los vuestros. Tenéis él sentimiento intuiti vo de que el Sóciálsimó es la doctrina del porvenir, sentís la ambición dé hacer algo por la. Patria le ja n a ... ¿Cómo dar fprma a vuestro deseo? ¿Cómo hacer realidad vuestras inquietu des? A l hombre, amigo Baena, lo hace la lucha. Cuando llega a ella con un amplio bagaje de cultura y de teoría, comprende y asimila con inás rapidez, analiza y dis crimina con más justeza. el impulso mo tor de las realidades sopiales. He aquí vuestra misión, el puerto inmediato de vuestras ambiciones. Prepararos con la teoría, estudiar todo lo que podáis de España y del Socialismo, acudir con entu siasmo a todos los actos donde vibre y se sienta el alma de España. Hacer, como hacíamos nosotros, una distribución del tiempo entre Marx y lUnamuno. entre la Economia. Política y el Quijote, leer mucho, mucho, y escuchar, siempre que la ocaqión os lo permita, las voces de cuantos —-con más o menos pre paración— podemos hablaros de proble mas que os afectarán en un mañana pró ximo. Tú estás afiliado a la Juventud So cialista. Esperas comprender y asimilar nuestros principios, confías en ser algún dia. otro soldado más en la lucha por la Justicia. Y o te he recomendado algunos libios. Creo te lian de hacer bien. Y te recomiendo que .frecuentes el trato de nuestros viejos camaradas. B ajo su mo desta apariencia, encontrarás siempre, frases sensatas y pensamientos profun dos. tras sus modestas palabras verás el esfuerzo.de voluntad gigante realizado año tras año por los hijos del , pueblo. Ellos fueron nuestros guías y .lo serán también el tuyo. N o tendrán algunos qui zás la amplia cultura que ,tú posees, pero t:e superan en sentido de la realidad, co nocen directamente los problemas que tú sólo has leído, analizan, con la experien cia lo que tú adivinas en la intuición. Tú -drama, drama de la juventud que emigró en la infancia de la Madre Patria, tiene también remedio. No te asuste ha ber- quedado en, la mitad de tu carrera, no te dejes influir por el prejuicio de la impreparación profesional. A llí donde hay un cerebro-despierto y tina., -conciérn ela. ■responsable, hay- un forjador d e la España del futuro. ■■ ■ . i Todos haremos falta. Cada esfuerzo se rá provechosamente: vertido en el surco profundo <lcl mañana. Voluntades tensas es ló que ños hacen falta. .La tuya, conta rá como un valor positivo. Porque de ello es garantía plena tu ambición de saber y tu sentimiento de la Patria. Entonces ve rás cómo eso que llamas tu “ sexto sen tido” es distribuido, analizado y vivido, con los otrrts cinco de que todos dispo nemos. Cordialmente, ALBERTO LA R ZA B A L Una carta de los J ó v e n e s Socialistas Españoles en F r a n c i a Estimadas com tuneros : El Congreso que acaba de celebrar la Federación de Juventudes Socialistas de España en Francia, ha significado su deseo que nosotros interpretamos fielrilenie, de hacer llegar la voz de tos jóvenes socialistas españoles, en Francia, hasta sus hermanos de' Am é rica, Africa del Norte e Inglaterra, aportándoles su fraternal ¡aludo. En el, ponemos lo mejor de nues tros sentimientos socialistas, inspirados en la pro funda convicció^ de que la reconstrucción del movi miento juvenil debe ajirñtarse sobre unas bases uni tarias, que recójan el sentir y las inquietudes de todos los jóvenes socialistas en el exilio. Este ajan de uni dad,' consideramos que es .el mejor homenaje que podemos ofrecer a nuestros compañeros de España, que siguiendo el ejemplo magnífico, dado por !as Federaciones Provinciales en 7939, han levantado la bandera de nUestrá Federación a la altura que siem pre le correspondió por su prestigio, forjado en una conducta auténticamente revolucionari,i. Por mante ner ese prestigio, trabajando por superarlo si ello es posible, estamos dispuestos a sacrificarlo todo, pensando en las etapas de futura responsabilidad qué esperan al 'movimiento socialista español, en la in mensa obra de sacar a nuestro pais, de la presente situación caótica en que vive. À esta nueva prueba, la Federación Je Juventudes Socialistas debe contri buir con un vigor que sólo encontrará en el fortalec'tmienio orgánico de sus cuadros que nosotros situa mos en el, primer piano de nuestras preocupacio nes. Nuestro Congreso, ha' clausurado, en Francia, el procesó alce nhesfros compañeros de España iniciaron en Madrid, en 7939 sobre la unificación con los jóvenes comunistas, deduciendo las "responsabilidades que ¡Acumbén d quienes traicionaron el Picio 1de Unidad. Terminado este expediente, la personalidad dé nu'estrd Federación queda totalmente libre de ¡as mistificaciones con las que se pretendió desvirtuar su magnifico contenido marxista. Su carácter clasista, recobra el brío de antaño, hoy muchó más necesario, si observamos las profundas desviaciones tácticas y doctrinales de quienes politicamente han querido com partir con nosotros la representación de la clase tra bajadora española. Junto a nuestro Partido, al que vivimos unidos por unos lazos que hemos fortalecido en las experiencias de estos últimos años, lucharemos infatigablemente por afianzar la posición del proleta riado español; junto a nuestro Partido, qué es sti re presentante m is legitimo, y en cuya trayectoria de lealtad y honradez encontramos la mejor enseñanza y el único ejemplo. Nuestra Federación Nadiostitl nos envió desde España un Mensaje lien,o de fervor socialista que f'úé para nuestro Congreso la mejor tónica. Nuestras de liberaciones, adquirieron Id altura 'qué sólo podían conseguir, poniendo el pensamiento de todos y'cada uno de nosotros en España, a la que debemos entrar, habiendo cumplido inlegrítmente ' nuestros deberes de socialistas en el exilio. En este ambiente, nuestro Congreso vibró de entusiasmó y ese entusiasmo, es propósito nuestro encauzarlo hacia un terreno de realidades en e l que confiamos que nuestras inicia tivas coincidan con las vuestras. La Federación de Juventudes Socialistas de Espa ña en’ Francia que Sitúa su acción bajo los auspicios de la dirección de nuestros compañeros de España y a cuya organización se reintegrarán en el dia mismo que entremos en nuestros pais, os reitera el deseo de unificar nuestro movimiento juvenil en la emigra ción. Contamos con vuestra comprensión y al hacerlo, quedamos a vuestra entera disposición. Vuestros'y del Socialismo. Por la Comisión Ejecutiva. E l Secretario General; " " ‘ o ■ . ¡OSE GREGORJ E l discurso pronunciado por AIr. T ru man, Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, en la sesión de clausura de la Asamblea de San Francisco, es un ad mirable exponente de lo que debe ser el mundo del futuro. Sabemos, por amarga experiencia, que no sólo con bellas palabras se habrá de coni'ertir en realidad la justa ambición de millones de seres hunuinos, pero no es me nos cierto que prxas veces un Jefe de Es tado, de la importancia de Estados U ni dos, se ha atrevido a exponer puntos de vista que coinciden con el sentimiento profundo de millones de hombres de otras razas, otras lenguas y otras religiones. La dura lección de la terrible segunda guerra mundial, ha creado en torno a los problemas del porvenir del mundo, la asis tencia y las cooperaciones necesarias para que las terribles conflagraciones armadas no se repitan. Pero nada adelantaríamos si no hiciéramos, todos y cada uno, por aportar nuestro grano de arena a la obra común. La guerra es un producto de m u chas causas. Eliminarlas, es el deber de nuestra generación. A este respecto, son los conceptos de M r. Trum an, el precioso grano de arena que aporta a la colectivi dad, avalado por la obra gigantesca reali zuda por la nación que preside. I le qui tan interesantes palabras: Una paz justa y duradera no puede ser alcanzada sólo por los convenios diplomáti cos ni por la cooperación militar. La ex periencia ha demostrado ahora cuán pro fundamente son sembradas las semillas de la guerra por la rivalidad económica y pol la injusticia social. La carta reconoce este hecho, porque aboga por la cooperación económica y social. Ha señalado esta co operación como parte del corazón mismo de todo el convenio. H a creado el engranaje de cooperación internacional que los hombres y naciones de buena voluntad pueden usar para ayu dar a corregir las causas económicas y so ciales de las disputas. Deben eliminarse las barreras del co mercio, artificiales y antieconómicas, pa ra que puedan elevarse las condiciones de vida de tantos pueblos como sea posible. Porque el verse libres de la necesidad es una de las cuatro libertades fundamenta les que todos nosotros pugnamos por alcan zar. Las naciones grandes y poderosas del inundo deben asumir la iniciativa en este campo económico, así como en todos los demás. Conforme a este documento, tenemos buenas razones para confiar en la creación de una carta internacional de derechos, aceptable para todas las naciones interesa das. Esa carta de derechos será parte de la vida internacional, tanto como nuestro propia carta de derechos lo es de nuestra Constitución. La carta está consagrada al logro y observancia de los derechos huma nos y de las bbertades fundamentales. A menos que alcancemos estas metas para todos los hombres y mujeres de todas par tes — sin distingos de raza, idioma ni re ligión—• no podremos disfrutar de una paz y seguridad pennanentes. D igno de meditarse en su concepto de que la semilla de las guerras son la riva lidad económica y la injusticia social. U n socialista no se hubiera expresado de otro modo. N o en vano, el Socialismo constitu ye, aun para aquellos que a toda costa lo combaten en defensa de intereses más o menos conlesables, el puerto de salvación de nuestra civilización. Y la importancia de los problemas económicos, generadores de conflictos, odios y guerras, hace mu chísimos años que lo hemos registrado en nuestros principios. la s palabras de M r. Trum an — que no es precisamente un so cialista— afirman la justeza de nuestras ambiciones políticas y la profundidad de nuestros principios. Más adelante, dice en su discurso M r. Trum an: El mundo ha aprendido nuevamente que las naciones, como los individuos, deben conocer la verdad para que sean libres: de ben leer y escuchar la verdad; aprender y enseñar la verdad. Debemos establecer una agencia efecti vo para el constante y cabal intercambio de pensamientos e ideas. Porque ese es el camino que conduce a una comprensión mejor y más tolerante entre las naciones y entre los pueblos. Todo el fascismo no murió con Musso lini, Hitler ha sido liquidado, pero las se millas diseminadas por su mente trastor nada tienen una raiz firme en muchos ce rebros fanáticos. Es más fá cil eliminar ti ranos y destruir campos de concentración, que matar las ideas que les dieron vida y fuerza. La victoria en el campo de batalla era esencial, pero no es suficiente. Para disfrutar de una buena paz, de una paz duradera, los pueblos decentes de la tierra deben estar decididos a derribar el espíritu maligno que se ha cernido sobre el mundo dînante la última decada. Sobre todos nosotros, en todos nuestros países, descansa ahora él deber de conver tir en uctos estas palabras que vosotros ha béis escrito. Sobre nuestra acción decisiva descansa la esperanza de aquellos, que ca yeron; de los que. viven; de los nonatos: la esperanza én un inundo de países libres — con normas decentes de vida— que tra bajarán y cooperarán en unq comunidad amistosa y civilizada de naciones. ¡Esta nueva estructura de paz se eleva, sobre poderosos cimientos! ¿N o parecen estas palabras, destinadas a la España de Franco? La propia resolución de la Asamblea de San Francisco, negando la participación e’n el organismo de la Paz al Gobierno del sangriento Caudillo, nos da la respuesta. ' Lentamente, va haciéndose la luz en tor no a nuestro problema. Esperamos que los hechos vayan acor des con las palabras. F r a n c i s c o Largo Caballero, en Moscú Según información de “ L'Populaire” , ele París, fecha 11 del comente, que nos lia sido confirmada por su hija Carmen, nuestro compañero Francisco Largo Ca ballero se encuentra en la actualidad en Moscú. Vivamente deseamos que el compañero Largo Caballero recobre las energías per didas en su largo y penoso cautiverio y piuría muy pronto incorporarse a sus actividades del Partido y la Unión. “ ¡Oh eternos muros! ¡Oh torres corona das de honor, de majestad y gallardía!" En esta bella ciudad que Góngora can tara en magnifico soneto, para vengarse quizá de los pesares y sinsabores sufridos durante su estancia en las tierras que ba ña el aurífero Darro, también sus habi tantes vivieron su >8 de Julio. ¡Triite 18 de Julio! La conjura de los militares felones que desembocó en ,1a. subversión, no pudo ser aplastada por las masas republicanas. ¿Falta de fe, de espíritu combativo? ¡No! A llí, como en casi todas las poblaciones andaluzas, las fuerzas democráticas eran muy superiores. a las dé la reacción. La potencialidad de las organizaciones sindi cales, la disciplina y pujanza de los cua dros juveniles habían sido puestas a prue ba en desdichada huelga genera] habida dos meses antes. „ La pérfida traición del gobernador ci vil, en concomitancia con el comandante militar, el coronel de artilleria Qriaco Cascajo, hicieron que, sin casi t-ssistencia, la población pasara a poder de los suble vados. . . . . ■ ¿Quién era el gobernador? ¿Cómo coad yuvó al movimiento? Cuando a mediados del mes de marzo de 1936 fué designado para regir los des tinos de la provincia el “ republicano” y sevillanisimo don Antonio, el descontento en los medios políticos y obreros fué uná nime. Recordaban de él la funesta actua ción tenida, durante el bienio negro, como ppncio de Jaén. “ ¡Es el gobernador de los sucesos de la Solana!", se comentaba por toda la ciudad. Las protestas por tal nombramiento, las visitas de comisiones y diputados socialis tas al ministro de la Gobernación, no die ron resultado alguno. Don Antonio, fué aceptable para todas las naciones interesade su partido. . . ¡Y de fango, sangre y lágrimas inundó la ciudad! Sabía él, por denuncias que hiciera el que esto escribe en sesión del Municipio, qqe los señoritos terratenientes, los afilia- EL E S P I R I T U Ningún indicio recogido después de la victoria aliada, permite sospechar la existencia de un movimiento de oposición contra, el nazismo. Los corresponsales extranjeros que, una vez dominada A le mania, han querido encontrar pruebas de mostrativas de que no todos los alemanes aprobaban la criminal conducta de sus jefes, han debido rendirse a la evidencia de que todo espíritu oposicionista estaba totalmente eliminado. No olvidamos que ningún Estado del mundo llevó a tan altas cúspides de per fección el aparato represivo del Estado como lo hicieron los nazis. Durante lar gos años, al principio contando con el cómplice silencio de la prensa burguesa de todo el mundo, y siguiendo un plan metódico de eliminación de toda fuerza oposicionista, el nazismo alemán ha fu silado y encarcelado en cámaras de tor tura de una crueldad indescriptible a co munistas, socialistas y liberales. Más tar de. en una nueva etapa de criminalidad, necesaria para el mantenimiento del te rror y la justificación de las doctrinas chauvinistas, el movimiento antijudío, extendido a los países conquistados, ha llevado millares de seres humanos a bis más refinadas cámaras de muerte. Los campos de concentración de Dachau y Buchenwald, entre otros no menos trági cos, llenan de espanto el ánimo de quie nes leen la fría relación de los muertos de la forma más inhumana o contemplan los noticieros cinematográficos que ex presan una crueldad apenas concebible. Alemania entera, con su pasividad, su silencio, su espíritu disciplinario y gre gario, su falta de rebeldía por los altos valores de la humanidad, se ha encarga do de demostrarnos que el espíritu de Goethe, de Schiller, de Heine, de Beetho ven. ha sido total y definitivamente se pultado por la pasión revnnehista, el sentimiento estúpido de superioridad ra cial, el odio antisemita, la falta de sensi bilidad y emoción humana de un pueblo entregado al crimen como instrumento ,-!. + , * * ALEMAN político y a la dominación déspota como doctrina internacional de relación entre los pueblos. Desaparecida ya la Alemania de Hitler, repartido el Estado entre las potencias vencedoras, suponemos que durante mu chísimos años la pesadilla teutona no tendrá fuerza suficiente para inquietar nuestra civilización. Subsisten — no en Alemania— los métodos nazis, que con tanto fervor se asimilaron los falangistas españoles. No hace aún muchos días, una nota jactanciosa de la Falange afirmaba que "en dos horas y con sus pistolas” podrían eliminar todo intento de sublevación con tra el régimen franquista. Por fortuna, ignorantes como siempre de la realidad de su patria, los falangis tas desconocen las virtudes del pueblo español, tan distintas a las del pueblo germano. Todo lo que éste tiene de “ ur be", de “ masa” , de “ disciplina” , tenemos los españoles de individualismo, de rebel día. de pasión. Los métodos nazis eran buenos para Alemania, y los hechos han comprobado qne contra el terror nada han sido capaces de hacer aquellos millones de votantes que no hace muchos años se oponían a Hitler. En España el caso es totalmente distinto. Los Partidos políti cos republicanos y las masas obreras no han olvidado su deber y esperan la oca sión propicia para enfrentarse contra el poder represivo de la Falange. El indomable espíritu español, cons ciente de su responsabilidad, trabaja en España con fe y brio admirables. Llegado el momento, veremos si los co bardes asesinos de la Falange, que ampa rados en la sombra, la irresponsabilidad y la complacencia gubernamentales han llenado a España de luto, son capaces de mantener sus jactanciosas bravatas. Cara a cara no es lo mismo que a trai ción. El pueblo español no es el pueblo alemán. RAUL FERNANDEZ dos de Acción Popular, los falangistas de la capital y la provincia, estaban armán dose. El agente de automóviles señor Lato rre ora el encargado de la distribución, 1.a* medidas que tomó. ., El día 15- de Julio las casas de los más. significados republicanos, socialistas y di rigentes del movimiento obrero recibieron la visita de los agentes policiacos. En la mia, y en presencia de mi compañera, se levantó un acta en la que se declaraba; “ N o se han encontrado ni armas ni explo sivos” . ¡Y era todo un presidente acciden tal de la Diputación Provincial! Nuevo ir a Madrid y las protestas que no tuvieron eco. ¡Todo eran cuentos de miedo! • « • 18 de Julio. La radio Sevilla, al grito de ¡Viva la República!, daba cuenta de haber estallado la sublevación militar. El mil ve ces traidor Queipo habla constantemente. Las organizaciones obreras de la ciudad sultana declaran la huelga general. “ ¡Armas!, ¡armas!", os el grito unáni me. Cuando en busca de ellas el pueblo mar cha hacia las armerías, no encuentra nada. El día anterior, por orden del poncio, ha bían sido recogidas de los establecimientos y enviadas al cuartel de la guardia civil, donde estaban concentrados seiscientos nú meros. La artilleria ha sido sacada a la calle. En la Sierra, en los puntos estratégi cos, en las azoteas de las casas situadas frente al gobierno civil y otros edificios públicos, se instalaron en la noche del 17 al 18 ametralladoras. Los guardias de asalto, prestan servicio sin fusil. 1Orden del gobernndor! El ca pitán de las escasas fuerzas de Seguridad, intenta defender el gobierno. ¡Hombre leal a quien fusilaron los facciosos, como tam bién al teniente coronel de la guardia ci vil! El coronel retirado Peñalver había to mado el mando de la benemérita, a la que subleva. Los señoritos terratenientes-, los falangis tas, las fuerzas militares marchan sobre el Ayuntamiento que lo defiende brava mente la juventud. El diputado comunista Garcés, al pa sar por la puerta del cuartel de Artillería, es detenido. ¡La ciudad está en mano de los facciosos! Sólo la barriada del Alcázar Viejo mantiene la lucha unos días. A lli, entre los defensores, se encontraba Anto nio Bujalance, joven socialista, campesino y diputado. Detenido por aquellas fieras, fué inmolado en las tapias del cementerio de la Salud. « * » En lugar próximo a la Necrópolis hallé un refugio seguro. La radio, en manos de un teniente de artillería, da órdenes. “ ¡Ba jen las persianas de ventanas y balcones! ¡De no hacerlo, les habitantes recibirán un saludo racista!” ¡Racista! Las detenciones se cuentan por miles. Señoritas “ de la mejor sociedad” , con tí tulo incluso, perdedoras de broches — ¡qué asco!— cuando salen al extranjero, pistola al cinto, ayudan a la caza de los republi canos. Los fusilamientos son por centena res. Se asaltan casas y establecimientos de los tildados de izquierdismo. Cascajo supera los crímenes y monstruosidades de Queipo en Sevilla. Cercano al Campo de la Verdad han fu silado a cuatrocientos compañeros de La Carlota. Los muertos son apilados, rocía- ' dos con gasolina y quemados. ¡La era del racismo ha comenzado! * * » En tanto los bárbaros asolan la ciudad, se invita a los vecinos a que rindan home naje de despedida al que fuera goberna dor civil, al “ republicanísimo” don Anto nio. Los felones rendían honores al trai dor que marchaba a Sevilla y que tan sa ñudamente supo cobrarse de la repulsa conque se le recibiera. ¡Los asesinos, los bandidos fuimos los republicanos ! Cascajo, tinto en sangre de pies a cabe za, recibió la bendición apostólica.. . ¡Triste 18 de Julio el de la ciudad don de viera la luz el poeta F. Grilo, el enamo rado de su Sierra, a la que dedicó sus mas bellos versos!: H ay en mi alegre Sierra, sobre sus lomas, unas casitas blancas como palomasJOSE M E D IN A Revolución social significa la aspiración y el propósito de que se lleven a cabo transforma ciones fundamentales en contradicción con el mero propósito de continuar poniéndole remien dos al orden social existente.— F red Henderson. .^ .-.'I * .’ • R E N O V A C IO N be de de las ‘ * 1 ‘ - ■ * - '" Franco acusa elgolpe JPrira calibrar en su justa medida la importancia de la decisión de las dacio nes UniUáe en orden a la exclusión dé España en el fiiturp organismo de la Paz, nos basta considerar las reacciones que tal medida lia producido en el ya tambaleante régimen dé Franco. Las noticias de loë corresponsales in forman de divérsas nledidÜs en proyecto de ejecución, con el fin de ganarse la vo luntad de los países aliados, tales como )a constitución dél Consejo del Reino — una especie de antesala de la Monar quía— ,, Ja eliminación del saludo falan gista. la destitución de ios más caracte rizados falangistas del régimen encabe zados nada menos que por Arrese, su se cretario general, la buena disposición de Franco para entregar Tánger a las mis mas potencias a quienes se lo arrebató con un gesto histríóníco de “ caudillo” hispanista, e incluso la celebración de unas elecciones... La cosa es digna de mover a risa si no encerrara un fondo tan profundo de tra gedia. Pero lo que ha colmado nuestra capacidad de resistencia a la estupidez y a la traición — traición a, sus aliados y a sus mismos principios— es la nota que la Legación de Venezuela lia hecho pú blica, y que dice textualmente lo si guiente: “ Habido es que también España estaba en peligro de ser invadida por las divi siones blindadas que estuvieron varias veves listas en la frontera de Irán para en trar en nuestro país. Sólo logró detenerlas con una. abundancia de frases lisonjeras y una profusión de expresiones de fe en la victoria, alemana. Los vagos deseos dé España de ayudar a los alemanes, jamás fueron seguidos de hechos positivos. "Fueron puramente de labios para afue ra, son. precisamente las que permitieron a España sostener siempre su decisión de oponer resistencia a cualquiera que quisiera invadirla. ” E1 resultado obtenido, desde el plinto de vista de los intereses españoles, jus tifien cabalmente esa palabrería elogio sa para Alemania, gracias a la cpal se evitó a los aliados un grave quebranto que hubiera representado el dominio del Estrecho de Gibraltar por los ejércitos de Hitler, Esto no lo hubiera podido evi tar en niiigún caso el gobierno izquier dista en España, pues por hallarse en aquella fechas — 1911— aliadas Alemania y Rusia, los comunistas españoles, de no haber sido derrotados por las armas de Franco, hubieran exigido e impuesto él libre paso de las tropas alemanas a A frica.” ¿Puede concebirse, mayor indignidad? Franco no se anda en escrúpulos ni se para en meditar -lo que hace ni lo que dice. Con la misma irresponsabilidad que condena ahora la actuación de la D ivi sión Azul, formada a su iniciativa, igno ra las exportaciones de materias primas a Alemania, no se hace solidario del en vío de obreros a las fábricas del Reich para incrementar la producción, es ajeno ii la campaña de difamación a los alia dos, mantenida con fe y constancia ejem plares durante años por toda la prensa oficial, ignora qeu Tánger fui incqrporana al “ Imperio Español” por arrogante decisión suya, el sangriento “ Enano” — enano en lo moral aún más que en lo físico— carece do entereza para mante ner sus principios. Las risotadas de la Opera de San Francisco cuando se ba cín alusión al “ millón de hombres que enviaría a la defensa de Berlín” le han hecho perder los estribos. Y amparán dose en el ejemplo de Petain, quiere apa recer como el más caracterizado “ quinta columnista” que tuvo el Eje. Mussolini, momentos autes de morir, ofrecía un Imperio a quien lo detuvo. Franco ofrece su dignidad. A ambos, sin embargo, les espera un idéntico fin. MEDI TACI ONES El destino de España No sé quién Ha dicho que todas las comparaciones son odiosas. Es muy posible, pero ellas no sirven en ocasiones para valorar exac tamente, aquellas medidas en que el cálculo por sí sólo nos niega un juicio definitivo. Pensando a España y sintiendo a España, yo he que rido en muchas ocasiones establecer la valoración justa de nuestra aportación a la civilización y el concepto que nuestra Patria puede me recer a un observador objetivo. Para ello, he de desprenderme forzosamente de esa cantidad de pasión y de amor propio, de orgullo innato que todos los españoles sen timos por lo nuestro. En la medida que ello sea posible procuraré hacerlo. i ■ .; ; 1 < ' . . La actual situación de España ¿es reflejo del predominio de una clase poseedora sobre otra clase oprimida? El régimen opresor que actualmente sufre España es consecuencia del capitalismo o posee otros factores que no podemos simplemente adscribirlo al aspecto económico? ¿Es el fenómeno social de España, idéntico al del resto de los países avanzados? Meditando sobre estos temas, he leído un libro de Ortega y Gasset donde el problema de España lo sitúa en el plano de la posición geográ fica de nuestra Patria y dice: “Es la española una raza que se ha negado a realizar en sí misma aquella serie de transformaciones sociales, morales e intelectuales que llamamos Edad Moderna”. “La cultura moderna es genuinamente la cultura europea y Es paña la única raza que ha resistido a Europa”. Evidentemente hay algo de cierto en esto. Recuerdo a este res pecto que en cierta ocasión recorrió España, ofreciendo conferencias en los centros intelectuales de nuestra Patria, el filqsofo alemán Keyserling. La última de estas conferencias, a la que acudí, resumía las enseñanzas y observaciones recogidas por el filósofo quien en sínte sis afirmaba que a España podía salvarle, en medio de una Europa un poco decadente por su vida super-civilizada y cosmopolita, el sentido de lo caballeresco. Este sentido de lo caballeresco, decía Keyserling, pervive en España más que en ningún otro país y resume un sentido moral de vieja tradición y alto valor espiritual, que puede significar la salvación de un mundo decadente por su desarraigo de las metas mora les subestimadas por las fáciles concesiones de la vida cómoda y sin freno. , .. _ .< Partiendo pues de los conceptos de estos dos pensadores, útiles para nosotros aun cuando ambos en el terreno político ocupen lugares opuestos al nuestro, desgranemos algunas de las notas que sobre el eterno tema de España tenemos presentes. ¿Es España un país de ricos? Evidentemente no. Basta para ello la simple comparación con algunas dé las fortunas que hemos co nocido é’n nuestra peregrinación por el mundo. El capitalismo espa ñol recogido en sí mismo, tímidamente asomado a las inquietudes del alto comercio mundial, apenas sí admite la más ligera comparación con los capitales de los grandes “trústs” franceses e ingleses, con las grandes compañías de navegación y comercio colonial de Holanda y Bélgica, con las industrias florecientes én otro tiempo de Alemania. Y no hable mos de Estados Unidos, la comparación en este sentido adquiere tales rasgos de contraste, que nuestro país se nos aparece como un pigmeo junto a un gigante. España no es país de ricos, porque no tiene una industria desarro llada. porque carece de recursos naturales que sean susceptibles de la explotación en gran escala, porque perdió todas sus colonias que eran la razón de su existencia como país ^ominante, y porque el suelo patrio es pobre en recursos en tanto no se modifiquen los sistemas de explo tación del suelo y el subsuelo. Rechacemos por inadmisible, la creencia de que en España han jugado únicamente los factores económicos y los intereses antagónicos en el gran drama que ha vivido nuestra generación. Hay que reconocer otros factores, más importantes, más decisi vos, más elocuentes. Factores tan nuestros, de una peculiaridad tal que no los encontraremos en ningún otro país del Occidente europeo, que son desconocidos totalmente en los nuevos países de América. Es la influencia y el predominio de las castas tradicionales. No de las tradicionales que se perpetúan en el culto y respeto al pasado, en asimilación de lo que constituyó nuestro espíritu para hacerlo vivir en las nuevas inquietudes del mundo moderno. No. El tradicionalismo español quiere que las cosas se mantengan como si los siglos no hu bieran pasado por el mundo, como si la ciencia se estuviera estancada, como si aún las ideas y las relaciones sociales permitieran un régimen de castas y una intolerancia religiosa de la Edad Media. Es este el drama de España. Aquí reside el punto fundamental de nuestras inquietudes. Decía un pensador que l&s campos secos de Castilla parecen estar esperando al guerrero, que su mudez imponente y su pobreza sólo se conciben en un país de conquistadores, reverso no table con los valles cantábricos en que la tierra canta. Sobre estos ele mentos diversos, se ha construir la España, del mañana. Incorporarla a Europa es nuestro deber, eliminar de ella todo lo que tiene de tra dicionalmente injusto y sectario, de lo que de estúpida casta superior a intrasigencia doctrinal se conserva en nuestros medios. Pero conser vando lo valioso, lo vital, lo eterno del espíritu de España: el sentido de lo caballeresco. Unamuno, en su Historia de D. Quijote y Sancho, nos da una fórmula para el logro de nuestros propósitos: “Hay que inquietar los espíritus y enfusar en ellos fuertes anhe los, aun a sabiendas de que no han de alcanzar nunca lo anhelado”. He aquí la misión de la juventud revolucionaria española, que desea ver su Patria en el lugar que le corresponde. Fernando OLACIREGUI Revolución social no significa ni el derrum violento y catastrófico de los fundamentos la sociedad, para dar paso a un nuevo orden cosas, ni tampoco el simple vocear de fórmu políticas imposibles.— Fred Henderson. E l eni gma japonés La ignorancia en que los hombres eu ropeos hemos vivido respecto de ios pro blemas de Oriente, nos hace incompren sibles muchas de las cosas de estos paí ses. ,.,n .. . . ..• . . Comentando la nueva arma que los ja poneses han prodigado en, la batalla del Pacífico, “Jos pilotos suicidas” , toda nivéstra concepción del hombre se de rrumba estrepitosamente. Apenas es ad misible que seres humanos se lancen a la busca de La muerte con la sonrisa inge nua de un niño y la ambición de poste ridad que todo japonés lleva en sí. Pero lo que tanto nos sorprende en el orden bélico, no debe causarnos extrañeza si nos tomamos la preocupación de estudiar un poco el alma del Oriente. Sólo po dremos hacerlo someramente, pero sí en la medida que nos aclare el por qué de estas suicidas actividades. Y a hace unos años, en su libro “ La Vuelta al Mundo de un Novelista” . Blasco Ibáñez nos des cribe el alma del Japón con estas pa labras : 1 “ A l adoptar el Japón en nuestra épo ca los progresos y usos del Occidente, ne cesitó como medida defensiva resucitar su antigua religión nacional, nlgo olvidada, y el culto de los Kamis tomó el nombre de sintoísmo. Este culto es algo superior qué se sobrepone a las otras creencias y resulta compatible con todas ellas. Un nipón puede ser budista, cristiano y hasta ateo, ejerciendo al mismo tiempo el culto sintoísta. Eu japonés, shinto sig nifica. “ Camino de los dioses” , y. el nom bre resulta apropiado, pues todos al mo rir en el Japón emprenden el camiuo pa ra convertirse en Dios. No hay japonés que no se considere en el camino que conduce a la divinidad, seguro de que cuando muera sus herede ros le rendirán cuito en el altar de fa milia.” No debemos olvidar que el espíritu del Japón es to r m e n t e impermeable a la influencia occidental. Incluso los misio neros católicos — a la cabeza de ios cua les un navarro, San Francisco Javier, inició su peregrinación por Japón— ja más pudieron profundizar .en. el espíritu japonés-dé un modo notable. Otra cosa lia sucedido etn cuanto a ,lo s progreso» mecánicos del hombre blanco. Los japo neses no lian vacilado en industrializar se en alto grado, en adaptar todos los progresos de los occidentales, en perfec cionar su producción a tono con los úl timos adelantos de los países progresivos. Pero lo han hecho sin olvidar su tradi ción espiritual, sin que en el santuario del hogar haya introducido las mismas ventajas y comodidades que acepta para su desarrollo económico. Y es por- este concepto tradicional y moderno a la par, por lo que se nos aparece ,el .Tapón como un enemigo de reservas incalculables. Dar la vida por su Emperador es pa ra un japonés la más dulce de las ofren das. No en vano durante más de dos mil quinientos años, la sangre de los dioses corre por las venas de su Supremo Man datario y no inútilmente todos los japo neses están imbuidos de que los muertos siguen viviendo en el hogar, influencian do la vida de los mortales. Obvio es afirm ar que, pese a ello, los días del Japón están contados. Nada po drán contra el poderío de los países alia dos. Pero tengamos la seguridad de que venderán cara su derrota, que llevarán a los últimos extremos el sacrificio por los intereses de su Imperio, que difícilmen te aceptarán otra razón que la de la fuerza. El problema de la derrota, del Japón tiene características bien distin tas a la derrota de Alemania. Veamos ios datos de muertos y prisioneros qne pe riódicamente nos ofreee el A lto Mando Aliado. Observaremos que en una despro porción aterradora, los muertos están por encima de los prisioneros. Es el alma de Oriente. A lgo difícil de comprender, pero que inevitablemente he mos de destrozar si aspiramos que en to do el mundo los valores eternos de la Humanidad sean guía seguro de los pue blos. JU A N SANCHEZ ALTAMIRA I
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