Políticas y planificación del lenguaje: una introducción

Políticas y planificación
del lenguaje: una introducción
*
Rainer Enrique Hamel
in memorham GuillermoBonfI Bafalln
Oaseunavezunancianomuysoliranoquehabitaba unacabanaal fondodela playa.Paraentrelenerse,
empezó un día a cambiarle los nombres a las casas que lo rodeaban. Llamó mesa a la silla; a la mesa
banw;ala paredsuslo ya laventana puem. Alcabodeun tiemposeleolvidaron losrnmbresor¡g¡nales
de las a s a s , y cuando se mmunicaba w n alguien del pueblo, lo que rara vez sucedía, la gente ya no
le entendía, de modo que aumentaba su aislamiento.
Vemos en esta parábola del solipsismo comunicativo un caso extremo de política
del lenguaje que explota hasta sus Últimas consecuencias el carácter - e n principie
arbitrario de la relación entre significante y significadorn todo sistema lingüístico.
Ignora al mismo tiempo la existencia de todo lenguaje como hecho social en
permanente transformación histórica en cuyos lexemas, estructuras morfosiniácticas y, sobre todo, formaciones discursivas se sedimenta y se reproduce la
experiencia de un pueblo y su visión del mundo. Ignora además que el lenguaje,
estudiado como discurso, no es tan sólo soporte del pensamiento o instrumento de
la transmisión del conocimiento, sino en primer lugar una acción social que
produce efectos de sentido entre los locutores. El discurso es un acto de cultura
que produce, transforma y hace circular las significaciones de las estructuras
sociales.'
* Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, Departamento de Antropología.
Ruiner Enrique Hamel
La actividad lingüística del anciano vislumbra,
sin embargo, la permanente tensión que reina entre
lo SemántiCo y io pragmático, entre el significado
sedimentado en lexemas y la significación social
construida y reproducida en las prácticas discursivas
socialmente situadas. Revela a&m& la capacidad
del sujeto de intervenir en el lenguaje, de cambiar el
significado y la significación, en breve, de hacer
política del lenguaje y romper con el objetivismo
abstracto de la lengua concebida como sistema coherente en sí, idealizado e independiente de los
sujetos hablantes.
El anciano de nuestro cuento fracasa por último
en cuanto a sus intentos de comunicarse porque su
actividad lingüística se desarrolla fuera de u n contexto social. No logra imponer sus definiciones porque carece del poder para hacerlo. Descubrimos aquí
otro aspecto fundamental de toda política lingüktica:la posibilidad de intervenir sobre el lenguaje está
determinada por las relaciones de poder vigentes
entre los actores y grupos sociales.
“Todo comienza por el acto de nombrar”escribe
Calvet (1974)56), refiriéndose a la colonialiaación
francesa en Africa. “El desprecio del otro [...I se
manifiesta desde los primeros contactos precoloniales en las iniciativas taxonómicas. Es un fenómeno
viejo como el mundo que consiste en nombrar a los
otros can u n término peyorativo, un término que
muchas veces hace referencia a las diferencias lingüísticas una vez más convertidas en desigualdrdes
(traducción mía).”*
Los aztecas impulsaron esta misma política en
la construcción de su imperio, imponiéndoles nombres en náhuatl, muchas veces de connotación peyorativa, a los pueblos sojuzgados: chontal (foráneo),
popoloca (lengua incomprensible), totonaca (rústiu)) (cf. Wolf 1959,América Indígena 22,20-21).
El derecho de nombrar se extiende también a los
territorios de los pueblos dominados que se estructuran c o n las taxonomías traídas del Viejo Mundo.
Surgen la Nueva Castilla, Granada y León, Sevilla
y Córdoba en el Nuevo Mundo como sello de la
apropiación física y simbólica de las tierras conquistadas. Las primeras crónicas de Las Indias nos revelan que los ConquistadoFes traían consigo sus viejos
conceptos y palabras para aplicarlos a nuevas realidades (cf. Orlandi en este volumen), comparando los
nuevos objetos c o n sus símiles en España. Se apropiaban de lo extraño asimilándolo a lo conocido,
como Fernández de Oviedo en su famoso “Sumario
de la Natural Historia de las Indias” de 1925: “Gamos hay ..., ciervos hay”. Cristóbal Colón relata que
los árboles en la isla Hispaniola son todos verdes
como Andalucía en mayo, pero que, por lo demás,
se dktinguen de los árboles en España como el día
de la noche (cf. Scharlau y Müntzel 1986).
La apropiación intelectual y lingüística procedía
a través de translaciones y amplificaciones del significado. Con sus nomenclaturas que se ampliaban
o modificaban cuando surgían confusiones, los c o n quistadores no pretendían forjar nuevos instrumentos de conocimiento que les hubiese permitido entender lo nuevo en su propio contexto, a diferencia
de aigunos cronistas de formación humanística. Les
interesaba más bien consolidar y extender sus conquistas c o n la ayuda de nomenclaturas PráCticdS,
haciendo caso omiso de todo aquello que no se
adecuaba fácilmente a sus perspectivas (cf. Scharlau
y Müntzel 1986).
Observamos en estos ejemplos la expresión de
políticas del lenguaje que han existido desde que los
seres humanos se organizaron en sociedades y extendieron sus relaciones de contacto, intercambio y
dominación hacia otras sociedades cultural y lin-
Políiicas yplanifrcacián del lenguaje
güísticamente diferentes. En la mayoría de estas
relaciones, las lenguas juegan un papel de primer
orden, tanto para organizar la dominación y hegemonía de un pueblo sobre otro, como también en los
procesos de resistencia y liberación.
Veremos, sin embargo, que en muchos de los
enfoques existentes quedan excluidos importantes
aspectos de los factores que componen el fondo de
las políticas del lenguaje. De hecho, los modelos
establecidos no se han distinguido precisamente por
un concepto del lenguaje como acción social y discurso relacionados c o n el poder, como lugar de
conflicto y confrontación ideológica, donde las tensiones entre significado semántico y acción pragmática, entre constitución, reproducción y transformación de las significaciones sociales se refleje en toda
su complejidad. Por lo menos en su inicio se limitaron más bien a concebir el lenguaje dentro de las
dicotomía estructuralistas establecidas y a desíirrollar su campo de acción a las situaciones de multilingüismo.
En lo que sigue resumiré primero el desarrollo
del campo interdisciplinario que estudia la política y
planificación del lenguaje. Sin pretensiones de exhaustividad,” pondré énfasis en los problemas conceptuales y debates; señalaré ciertos problemas teórico-metodológicos que, a mi modo de ver, dificultan
el avance de un conjunto de trabajos hasta ahora más
hien descriptivos hacia una disciplina c o n un poder
explicativo adecuado (cf. Cobarrubias 1983, Jernudd 1991). Expondré después los elementos de una
concepción sociolingüística amplia, cualitativa, de
la política del lenguaje.que me permitieron estudiar
los efectos de ciertas políticas in acru, en el micronivel de las interacciones verbales mismas. Presentaré finalmente los artículos que contiene este número de la revista Izíapalapa.
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POL~TICAY PLANIFICACI~N:
EL SURGIMIENTO DE UN CAMPO
Sobre los conceptos política y planr$cación del
lenguaje y sus modelos existe desde hace tiempo un
controvertido debate que gira básicamente en torno
a cuatro controversias relacionadas entre sí:
1 . La amplitud del objeto de estudio: acaso se
limita a las intervenciones deliberadas de instancias del Estado o a las acciones -conscientes
o no-del conjunto de las fuerzas sociales en una
sociedad determinada.
2. La elaboración de tipologías parcialmente incompatibles entre s í que delimitan y recortan el
universo conceptual de manera diferente.
3. La definición de los conceptos lenguaje (lengua, lenguaje, discurso, etc.) y polífica, con
sus implicaciones teórico-metodológicas y la
delimitación de la disciplina: ¿Qué disciplinas
deben intervenir -la lingüística, sociología,
y con qué peso
antropología, geografía,
relativo? ¿Es la política o planificación del
lenguaje una subdisciplina de la (socio)lingüística o depende, por ejemplo, del desarrollo
de una teoría del cambio social, como lo plantean Fishman (1987) y Cooper (1989)? Y ¿se
pueden utilizar las metodologías de análisis e
interpretación ofrecidas por cada una de las
disciplinas o habrá que buscar parámetros integrales?
4. Por último, la capacidad de proyección que tienen los modelos para pronosticar el futuro de una
lengua, para determinar los efectos de una medida política específica y descubrir las causas
reales que desencadenan una revitalización o
desplazamiento lingüísticos.
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Raker Enrique Hamel
No existe acuerdo sobre el estatus teórico y la denominación de cada uno de los componentes del campo; la mayoría de los enfoques, sin embargo, establecen dos grandes áreas:
1. La política del ienguaje “externa” que se refiere
al wwi de cada ienn\ta. es decir, sus usos y
funciones en un conteito muitiiingüe.
2. ia política del lenguaje “interna” que analiza la
intervención sobre las normas gramaticales, la
mdifícación, estandarización, la etaboración de
alfabetos y vocabularios.
Algunos distinguen axno tercera &reala educación
(enseñanza de lenguas) (cf. Uribe Villegas 1981,
Cooper 1939). Para ciertas concepciones amplias
que reseíuiré más adelante, la planificaci6n Iingüfstica es un instrumento de la política del lenguaje, una
disciplina aplicada y actividad práctica con un estatus teórico diferente que se desarrolla en cada una
de las áreas.
ia mayoría de los enfoques más influyentes, sin
embargo, genetalmente de procedencia anglosajona, adopta una concepción circunscrita a la intervención institucionai bajo la denominación general de
plan@ación del lenguaje (langtuageplsnning)y no
se refiere al concepto de política en su sentido amplio, superordenado? Para estos modelos, la intervención de las diversas fuerzas sociales entra como
variable o antecedente basados en un diagncktico
sociolingüístico previo.
Analicemos brevemente la trayectoria del concepto, surge, junto con otras propuestas & los años
sesenta, como primera reflexión sobre el boom de
actividades de planificación lingüística que cariicteriza la segunda posguerra, cuando en los diversos
países de Africa y Asia se inician los procesos de
descolonización. Para los jóvenes estados independientes, que buscan una salidaa lasituacióa&sa.+
trosa que iambkin en b l¡agiiWihe&ron
de las
potencias coloniales (cf. Calvet 1974,1987), se comienza a definir el estatus de las lenguas Ofikles,se diseiian
nuevas lenguas IiaCiOMkS, se elaboran alfaberos y vocabukrim c i e n t í h . casisienmeaesde tos cairn de
poder neocolonial en el mundo~industrializado?
El térmiao kquagcpla>uiing mismo fue creado
por Einar Haugen (1959) para referirse a ‘Va &boración de una orfografía normativa, una gramática y
un diccionario para guiar el uso escrito y oral en una
comunidad lingüística no homugénea” (cit. en
DaousVMaurais 1987:8). En 1969KJossestableceuna
distinción básica entre laplrinsficack5n deleslprus y la
planifbe& del corpus de una lengua. El primer
término se refire a la adopción & una Lengua como
oficial, nacional, para la educación, etc.; el segundo
nos remite a la elaboración de alfabetos, la estaedariación y la ampliación o creación & vocabularios.
En su versión de 1983, el modelo de Haugen
(1983: 275) ya incluye la distinciiín de Ktoss (ver
cuadro).
Según Haugen, el proceso comienza c o n la planificación del estatus, es decir, a nivel de la sociedad y de la forma. Se identifica primeroel problema
(la), por ejemplo la necesidad de ias ex-colonias
franceses Marruecos, Argelia y Túnez de definir
qué lengua usar en la educación y administración
públicas después de la independencia. Habiendo
identificado el problema (la necesidad) y las opciones (en este caso francés o árabe), se llega al acto
de tomar una decisión política gubernamental al
seleccionar una lengua (una norma) para un propósito específico (lb). En el caso mencionado, los
gobiernos árabes optaron por introducir de inmediato el árabe como lengua de ensefianza (1956-57),
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Políticas y planificación del lenguaje
SOCIEDAD
(planificación de estorus)
LENGUA
(planificación de cotpus)
FORMA
(planificación política)
FUNCIÓN
(cultivación del lenguaje)
1. Selección
(procedimiento de toma de decisión)
3. Impiemeníaclóo
(difusión educativa)
a) identificación del problema
a) procedimientos de wmcáón
b) asignación de normas
b) evaluación
2. Calikaclón
(procedimientos de estandariración)
4. Elaboración
(desarrollo funcional)
a) grafización
a) modernización de terminología
b) gramaticaliza~ción
b) desarrollo estilístiw
c) lexicalización
decisión que fue revocada posteriormente por los
resultados negativos que arrojó.
Posteriormente, a nivel de la lengua, se procede
a codificar la norma elegida para estabilizarla y
hacerla apta para cumplir con las funciones asignadas? La estandarización de una lengua puede consistir en la elección de una variedad dialectal entre
varias como fue el caso de España con el castellano
o del Imperio Inca que escogió el quechua de Chincha -no el de Cuzco- como lengua oficial, ya que
era el de mayor difusión (cf. Cerrón-Palomino
1989); o puede tomar el camino de crear una nueva
variedad a partir de varios dialectos existentes (el
caso de Noruega). La codificación incluye la grafización, es decir, la elaboración de alfabetos, gramáticas, diccionarios y glosarios especializados (2a-c).
El proceso de implementación a nivel de la sociedad significa sobre todo ejercer la nueva función
de la lengua escogida; consiste en la puesta en mar-
cha de programas educativos, medios de comunicación de masas, etc. en la nueva lengua por parte de
instituciones estatales y privadas, incluyendo la elaboración de manuales, periódicos y otros medios.
Esto incluye procedimientos de corrección y evaluación (3a,b).
El ejercicio de la nueva función, por último,
implica en la mayoría de los casos un desarrollo
funcional y una expansión estructural (Sprachawbay según Kloss 1967) de lenguas que no se habían
usado, por ejemplo, en la administración pública, economía y tecnología, lo que incluye la modernización
de la terminología (4a) y el desarrollo estilístico (4b).
Así,se elaboraron 290 O00 nuevos términos en Hindi
entre 1950 y 1963; en Indonesia se crearon 328 O00
nuevos lexemas entre 1952 y 1965 (cf. Tauli 1974).
Otro caso exitoso es la modernización del hebreo en
Israel (cf. Cooper 1989). El proceso de corpusplanning, sin embargo, no se reduce a lenguasoriginalmen-
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Rainer Enrique Hamel
te ágrafas o clásicas; uno de las proyectos de mayor
envergadura en la creación terminológica de los
últimos decenios se llevó a cabo en Quebec c o n la
franckaiion del campo industrial y comercial, además
de los dominios públicos (cf. Daoust 1984, 1987, y
Maurais en este volumen).
En situaciones de bi o multilingüismo conflictivo, existen básicamente dos principios en la política
del lenguaje que pueden ayudar a normar la situación: el principio de ierriforialidady el de personalidad, que apuntan a proporcionarle las condiciones
al individuo para que pueda desarrollar en su lengua
las actividades vitales, bajo determinadas condiciones. El principio de personalidad establece que un
miembro reconocido de un determinado grupo lingüístico puede ejercer sus derechos de lenguaje en
cualquier parte del territorio donde tenga vigencia
este principio. En este caso el Estado se pliega al
individuo. Así, por ejemplo, en algunas provincias
de Canadá o en la ciudad de Bruselas (Bélgica), los
miembros de cada uno de los grupos lingüísticos
oficiales pueden exigir, por lo menos en teoría, que
se les proporcionen los servicios públicos en su
lengua. El principio de territorialidad, en cambio,
establece zonas de vigencia exclusivas de una u otra
lengua por áreas geográficas. Aquíel individuotiene
que plegarse al Estado. En Bélgica y Suiza, por
ejemplo, los padres de familia no pueden escoger el
idioma de instrucción para sus hijos, a no ser que. se
cambien de residencia a una región donde rija la
lengua de su preferencia. En muchos casos se observa una combinación de los dos principios (cf. Nelde,
iabrie y Williams 1992).’
Existe una opinión generalizada, aunque controvertida, que el principio de territorialidad es el que
mejor garantiza la sobrevivencia de una lengua subordinada en situaciones de asimetría generalizíída,
puesto que sólo la unidad territorial que refuerza las
redes sociales de una minoría etnolingüística es capaz de contrarrestar el impacto desplazador de la
lengua dominante (cf. Laponce 1984). El principio
de personalidad, en cambio, que implica en buena
medida la libre elección de la lengua, favorece casi
siempre la expansión de la lengua dominante (cf.
Guespin y Marcellesi 1986, Maurais en este volumen). Esta apreciación coincide con la evaluación
de varios analistas latinoamericanos (cf. Stavenhagen 1988, Díaz Polancn 1991, etc.) que, en general,
es la base territorial el factor de mayor relevancia
para la sobrevivencia de los pueblos indígenas en
América Latina.
La distinción de Kloss entre corpus y estatus, los
principios de territiirialidad y personalidad, como el
modelo de Haugen (1966, etc.) fueron determinantes
para el desarrollo ulterior del campo. De hecho, la
gran mayoría de los estudios posteriores (e+ Heath
1972, Horberger 1989, etc.) se basa o crea variaciones de la distinción entre estatus y corpus y de los
cuatro pasos básicos del modelo de Haugen (1966)
que consisten en la selección de una norma (lengua),
su codificación, implementación y elaboración.
Rubin (1971, 1983) le anade la categoría de evaluación al modelo. Neustupny (1970) propone distinguir entre un acercamiento político (policy approach)
en el nivel macro-sociolingüísticoque regula tanto los
pFoblemas de estatus como de estandarízación (aifabetos, vocabularios, etc.); y un acercamiento de “cultivación” (cultivation approach) en el micro nivel
sociolingüístico que se ocupa de las normas, el estilo,
etc., en un sentido cualitativo.
Mencionaré tres enfoques más que provienen de
regiones fuera del dominio anglosajón y que contrastan en su fundamentación sociopolítica con el
modelo funcionalista de language planning.
~
Políticas y plan$cación del lenguaje
En 1965 el sociolingüista catalán Lluís V.Aracil
ya había introducido la noción de normalización que
fue desarrollada posteriormente en el contexto de la
lucha catalana por la autonomía y contra el franquismo e incorporada en un modelo de conflicfolingüístico entre una lengua dominante y una dominada
(cf. Vallverdú 1973,1979). El concepto de normalización se refiere sobre todo al estatus de una lengua;
se define como el proceso de oficialización y extensión completa de una lengua dominada a todos los
ámbitos de la vida social de un pueblo o Estado,
sobre todo a las funciones públicas; abarca también
su estructura lingüística (corpus), puesto que implica la estandarización de la lengua en cuestipn. Las
conceptualizaciones de la sociolingüística catalana
sólo se explican por su contexto histórico como
producto y factor de la lucha catalana de los años
sesenta y setenta en contra de la represión lingüística
del franquismo. Su política del lenguaje apuntaba al
pleno reconocimiento del catalán como lengua independiente del español (y no dialecto de éste), primero, y por su plena expansión a todos los ámbitos de
la vida catalana después.
Esta conceptualización contrasta con el enfoque
anglosajón, no tanto por la dicotomía entre estatus y
corpus que adopta, sino p o r su visión de la relación
entre las lenguas como típicamente conflictiva, su
inclusión de la perspectiva histórica de cambio (normalización vs. sustitución o asimilación) y el lugar
central que le asigna a las relaciones de poder entre
los g r u p etnolingüísticos enfrentados!
En el mundo francófono, particularmente en
Quebec, se ha establecido el término aménagement
linguistique, de difícil traducción al castellano. S e
refiere al mismo proceso que planning y denota la
“intervención humana consciente sobre las lenguas”
(Daoust y Maurais 1987 13); según Corbeil (1980,
11
1986) y Maurais (en este volumen), sin embargo, el
lexema planificación connota un tipo de intervención
impositiva del Estado que la población quebequense
rechazaría, mientras que “aménagemem linguistique
[...I evoca esfuerzos a mediano y largo plam para
aprovechar un recurso colectivo, el idioma o los idiomas, en función de las necesidades y los intereses de
la nación de acuerdo con un plan flexible que oriente
la evolución de la sociedad sin tratarla bruscamente,
sino por el contrario, exigiendo su adhesión y participación” (Daoust y Maurais 1987: 11).
La política quebequense no descuida la relación
entre política lingiiistica y económica. Según los analistas canadienses (cf. Maurais 1991 y en este volumen), la política del “francización” difícilmente hubiera tenido éxito sin un claro estímulo económico
que hace atractivo el dominio y uso del francés. De
este modo, el enfoque quebequense ve en la lengua
subordinada un recurso, no un problema (cf. Ruiz
1984); considera fundamental crear un consenso
social, como proyecto lingüístico colectivo, en tomo
a sus medidas y enfatiza la participación de los
ciudadanos en todo el proceso.
Cabría preguntarse frente a estos postulados acaso la referencia explícita a una teoría de consenso y
a un modelo participativo no contiene fuertes tintes
ideológicos en vista de los agudos conflictos lingüísticos, culturales y políticos que han acompañado
desde siempre el proceso de “francización” en Quebec, conflictos que se complican en los últimos años
por el surgimiento de un vigoroso movimiento indígena que reclama sus derechos de autonomía política, cultural y lingüística?
Como hemos visto, los tres términos planning,
normalizaci6n y aménagement se refieren al mismo
núcleo conceptual, pero se distinguen en sus connotaciones (Daoust y Maurais 1987) (dirigismo vs.
I2
Rainer EnriqueHamel
participaciGn, etc.) y, sobre todo, en su marco soci«lingüístico como político diferente.
Los frecuentes desaciertos de la planificación
lingüística tecnocritica y “desarrollista” de los aíios
sesenta y setenta llevaron a un creciente cuestionamiento de esto6 modelos, loque provocó la elaboración de nuevos modelos. Según Phillipon (1990:
76), éstos “combinan los aspectos técnicos de los
modelos anteriores [...I c o n una mayor sensibilidad
política y social.” “El criterio de ‘desarrollo’, que
favorece a aquellos que controlan el proceso de
producción económica, esta cediendo en favor del
criterio de ‘igual acceso’ a los recursos, en otras
palabras, al criterio de ‘democratización”’ (Neustupny 1983, cit. en Pillipson, ibid.).
Como umecuencia han proliferado las nuevas
propuestas; algunas amplían las múltiples listas de
objetivos, muchas veces sin mayor fundamento teórico de las categorías (cf. por ejemplo Nahir 1984,
Hornberger 1989, 1990);’’ otras incluyen explícitamente a los sujetos sociales, sus intereses, prejuicios, los aspectos socio-económicos y políticos.
Así, Cooper define la planificación lingüística
como el “esfuerzo deliberado de influir en el comportamiento de otros en relación con la adquisición,
estructura o asignación funcional de sus códigos
lingüísticos”, que es “típicamente motivada por esfuerzos para asegurar o mantener [determinados]
intereses, materiales o inmateríales o de ambos tips” (1989: 183). Con esta importante precisión
-
Políticas yplanifiraridn &I lenguje
dirige la atención hacia los sujetos sociales y grupos
lingüísticos, y no los excluye al referirse directamente a las lenguas como se había planteado en los
modelos anteriores. En su marco descriptivo contempla casos tan diversos como la creación de la
Academia Francesa de la Lengua, la revitalización
del hebreo en Palestina, la campaña d e las feministas
norteamericanas por un uso lingüístico no-sexista y
la campaña masiva de alfabetización en Etiopía después de 1972.
El concepto de glotopolftica, introducido por
sociolingüistas franceses d e tradición marxista
(Guespin y Marcellesi 1986), se opone al reduccionismo del lenguaje al sistema lingüístico de los
enfoques anteriores ;la glotopolítica debe incluir las
acciones conscientes o inconscientes de una sociedad frente a la lengua, el habla y el discurso.
Jernudd (1991)-propone un modelo de ”gestión o manejo del lenguaje en el discurso” (model
por language management in discourse) centrado
en el lenguaje, no en la sociedad como los enfoques
de Fishman (1987, 1991) y Cooper (1989); el modelo incorpora los niveles micro y macro sociolingüísticos. Se propone relacionar así el “manejo del lenguaje por parte de los individuos en el discurso, por
un lado, con los resultados de investigaciones institucionales, de las ideología y actitudes, y de tipo
‘survey’ sobre el uso de las lenguas, por el otro”
(Jernudd 1991: 130). Analiza las prácticas discursivas, los procesos d e “reparación” y autocorrección conversacional, y la conciencia lingüística a
través de los autorreportajes sobre el comportamiento lingüístico. Su propuesta descansa en la
competencia lingüística y comunicativa del sujeto y
establece un puente con diversas metodologías de
análisis del discurso oral (análisis conversacional,
etcétera).
13
Por Último, mencionaremos muy brevemente
una serie d e propuestas que surgieron en torno a la
revista de lingüística Osnabrücker Beitrüge zur
Sprachtheorie (OBST),editada en Alemania Federal. Sus autores proponen, en primer lugar, una distinción entre Sprachpolitik (política lingüística o del
lenguaje) y Sprachenpolitik (política d e las lenguas)
que recorta la dicotomía de estatus y corpus de un
modo diferente (cf. Gessinger 1981, Glück 1981,
Januschek y Maas 1981, Lang 1980, etc.). Lapolftica del lenguaje comprende las intervenciones que se
pueden interpretar como políticas sobre determinadas formas de expresión en una lengua o variedad
(cf. Glück y Wigger 1979: 15), lo que en otros
modelos es la transformación del corpus. L o s autores ponen énfasis, sin embargo, en un campo excluido de los modelos citados, como es el de la intervención d e formas semánticas y discursivas d e
expresión, generalmente para encubrir ciertos hechos y relaciones o para obstaculizar la toma de
conciencia en torno a ellos. Son intervenciones que
pueden llevar a una reglamentación sistemática de
los usos lin üísticos, particularmente en estados dictatoriaies.’
La política de las lenguas (Sprachenpolitik)., en
plural, es una subcategoría de la primera; se refiere
a las intervenciones que afectan el estatus de una
lengua y coincide más o menos con el espacio, no\
las definiciones, que Kloss (1969) le asigna al status
planning. La planificación lingüística no tiene el
mismo estatus teórico; es una actividad aplicada que
se desarrolla en la Sprach- y en la Sprachenpolitik.
Los autores critican tanto el concepto de política
como el de lenguaje (por s u reducción estructuralista) contenido en los modelos clásicos como inapropiados, ya que para ellos, no se pueden disociar las
políticas institucionales de otras intervenciones de
B
14
Rairirr Enrique Hamrl
fuerzas sociales. Consideran además que las políti-
cas del lenguaje intervienen en primer lugar sobre la
relación que establecen los hablantes con las lenguas, y en segundo lugar en las formas lingüisticas
mismas. En términos generales,su trabajo se orienta
hacia una crítica política e ideológica (o de las
ideologías) de todos aquellos procesos políticos relacionados c o n el lenguaje (o las lenguas) que contribuyen a reproducir relaciones de dominación.
Cabe preguntarse finalmente cuáles han sido los
logros en un nuevo campo interdisciplinario que
lleva unos 30 años de existencia. Entre los especialistas no hay acuerdosobre losavances en la materia.
Algunos opinan que ya se progresó en la formulación de una teoría unificada (Hornberger 1989); que
se han identificado las principales nociones teóricas
y que el cúmulo de estudios existentes permite establecer las teorías y metndologías del cambio lingüístico planificado (Daoust y Maurais 1987:7). Otros
actores en el escenario son menos optimista\. Haugen (1983) mismo no le atribuye el carácter de una
teoría de la planificación lingüística a su modelo y
a otros que permanecen en la fase de la descripción
y no avanzaron aún a un estadio de adecuación
explicativa. Cobarrubias (1983)comparte esta evaluación a l considerar que el campo se encuentra en
una fase preteórica, en u n “paradigma sociológiu~”,
en el sentido de Kuhn. Cooper (1989)considera que
n o hay siquiera acuerdo sobre el objeto y sus delimitaciones;” y como no existe una teoría adecuada
del cambio social para sustentar una teoría global de
la planificación lingüística, estaríamos tan le.ios de
ésta como de la piedra filosofal. Una tal teoría tendría que explicar la motivación para establecer determinadas metas de estatus, corpus y adquisición de
lenguas, para escoger determinados medios y las
razones por las cuales los medios permiten d a n z a r
o no las metas en un contexto social específico
(1989182). Debido a estas dificultades Cooper renuncia a la formulación de teorías y se conforma con
la descripción de CBSOS.’~ Desarrolla un “esquema
contable” (cf. Jernudd 1991) en cuyo centro se encuentran los actores de los procesos de toma de
decisión y los comportamientos lingiifsticos que éstos intentan modificar.
Podemos concluir este breve recorrido por la
historia de un nuevo campo disciplinario con la
observación de que en la actualidad contamos con
una vasta experiencia de estudios de caso y de propuestas teórico-metodol6gicas sobre políticas y planificación del lenguaje. Hasta ahora, sin embargo,
esta acumulación es mas cuantitativa que cualitativa. Coexisten varios modelos y enfoques que intervienen de manera muy desigual en las prácticas de
planificación y en 10s conflictos lingüísticos que
intentan resolver.
LIMITACIONES, CONTROVERSIAS Y
PERSPECTIVAS
No podremos avanzar en la formulación de hipútesis
y enfoques para la investigación si no pasamos revisión crítica del tratamiento que reciben los conceptos
básicos más relevantes en los modelos existentes.
A mi modo de ver, gran parte de las limitaciones
que se han perfilado en la discusión anterior sobre
modelos y políticas se debe a las delimitaciones que
los autores establecen de sus conceptos, lo que lleva
a una concepción reduccionista tanto del lenguaje
como de la política. Revisaré brevemente la división
entre estatus y corpus (Kloss 1969), el concepto de
comunicación y su lugar en el modelo de Haugen
(l%íi), el concepto de lenguaje suhyacente y la
Políticasy planijicación del lenguaje
delimitación del ámbito de la política a las intervenciones institucionales planificadas.
Sin lugar a duda las circunscripciones terminológicas relativamente estrechas que se establecieron
al inicio tuvieron el mérito de permitir avanzar c o n
conceptos operativos; ayudaron además a establecer
una separación entre este nuevo campo y otros de la
sociolingüística, como el estudio del cambio o desplazamiento lingüístico. Como veremos más adelante, sinembargo, estas restricciones resultaron limitar
el alcance explicativo de los modelos.
Una tal dinámica se refleja claramente en la
distinción pionera entre planificación de estatus y de
corpus propuesta por Kloss (1969). Como habíamos
mencionado, esta conceptualización influenció todas las investigaciones posteriores, ya que prácticamente todos los autores establecen algún tipo de
categorización binaria en cuyo núcleo se encuentran
la asignación defunciones y la intervención sobre la
estructura de las lenguas -o situaciones lingüísticas- sujetas a planificación.
La separación entre las categorías y su conceptualización, no tanto las categorizaciones mismas,
se convirtió en objetos de controversia. Siendo al
inicio unadistinción analíticacon su indudablevalor
heurístico, se transformó rápidamente en una separación institucional que tomó difícil visualizar sus
múltiples interrelaciones. Rubin (1983) sugiere sustituir el término de esiatw por el más amplio de
asignación defunciones, del cual las cuestiones de
estatus formarían una subcategoría; observa además, junto c o n otros autores, que la distinción se
vuelve borrosa: jpertenece un cambio de variedad a
la planificación de estatus o de corpus? De hecho,
existen complejas relaciones de interdependencia
entre los dos aspectos. Por un lado, es el dominio de
uso el que determina el estatus de una l e n g ~ a ; por
’~
15
el otro, la planificación del corpus de una lengua
(alfabetos, ampliación del léxico, etc.) se realiza
siempre en relación con una función en un dominio
determinado (escritura, educación, industria, ciencia) que la lengua “planificada” debe ejercer.
Una intervención del corpus muchas veces cambia simultánea o posteriormente el estatus de esa lengua, lo que se puede observar en el caso de la elaboración de alfabetos para las lenguas indígenas en
América Latina (ver Pardo en este volumen). En momentos de franco peligro de desplazamiento para ciertas lenguas,autÓctonas, estalla un acalorado debate, a
veces purista, en tomo a la selección del “buen alfabeto”, un debate que obstaculiza y atrasa la aplicación de
programas de alfabetización y desarrollo de textos en
lengua indígena. Este hecho -que parece ser típico
para muchas lenguas históricamente ágrafas (cf. también Fishman 1983, Hill y Hill 1986b constituye en
sí un acto de política del lenguaje y objeto de estudio
sociolingüístico. Revela la complicada interdependencia entre ambos focos de intervención planificada,
estatus y corpus, e indica que la elaboración de alfabetos y gramáticas no puede basarse exclusivamente
en criterios científicos, técnicos o utilitaristas como ha
sucedido muchas veces bajo en enfoque funcionalista
de la planificación.
Por Último, se considera inadecuada la denominación de corpus, ya que en la mayoría de los casos
no se trata de intervenir sobre un corpus finito de
estructuras y vocabularios (cf. Daoust y Maurais
1987), sino en complejos problemas de un sistema
comunicativo bi o multilingüe.
Sin lugar a duda la decisión más importante que
podrá tomarse en cualquier política o planificación
del lenguaje es la selección de una lengua para una
función específica: lengua nacional, lengua oficial,
lengua para la educación, etc. Uno de los aspectos
Rainer Enrique Hamd
más relevantes que tendría que especificar iodo modelo sería, por lo tanre,
b s criterios que
sostienen las deoisioses a-mdas y los pmeesos de
decisión mismos.
Enel modela de
(1%6, etc.), los prablemas de comunicucidn se ubican en el centro de los
esfuerzos de planificación lingüística. Cabría advertir dos problemas intenetacionados en este modelo:
su concepción de comunicación y la wnsecuente
sobrevaloración de la función comunicativa del lenguaje para la planificación lingüística.
Fiel al postulado estructuralista de sus tiempos
que la eficiencia comunicativa es producto de la
homogeneidad lingüística, Haugen sostiene que
los países con una fuerte diferenciación dialectal,
que afecta la comunicación interna, requieren de
una lengua nacional. De esta manera, las propuestas
de planificacih tendrán que resolver los problemas
de comunicación -producto de la heterogeneidad
lingüística- a través de la estandarización y homogeneización. Ahora bien, sabemos que esta relación
tan estrecha entre homogeneidad y comunicación
no se sostiene y que la eficiencia comunicativa no
disminuye senstbtemente en periodos de cambio
lingüístico acelerado, cuando se reduce la homogeneidad del sistema lingüí~tico.'~
Observamos además en muchas regiones del
mundo una situación lingüística relativamente es&
ble, aunque no exenta de conflicto, caracterizada por
una considerable heterogeneidad y coexistencia entre dialectos y lenguas, entre regiscros y sociolectos,
prácticas discursivas y conciencias de la norma, que a
todas luces no afectan la comunicación.16Como c o n secuencia la planificación y estandarización basadas
en el concepto normativo de homogeneidad occidental
causaron muchas veces serios daños y trastornos a los
modeloscomuniwitivos heterogéneosen ciertos países
akicanos y asiátim, por ejemplo, lo que incrementó
las críticas hacia la imposición de modelos occidentabs como fundamentalmente inapropiados para las
situaciones de multilingüismo del Tercer Mundo (cf.
Phillipson 1990).
El segundo aspecto crítico se refiere al lugar
central de la comunicación en el modelo de Haugen
como única motivación para la planificación lingüística, lo que es un error según Fasold (1984). Esto se
refleja en la aseveración de que los países multiligües no necesitarían una lengua nacional, sino tan
sólo una lengua "internacional o auxiliar'' de comunicación (Haugen 1966). Ahnra bien, el concepto de
lengua nacional no se agota en su función mmunicativa; tiene que simbolizar además la identidad de los
ciudadanos como miembros de una nación (Fishman
1989), aunque la función de identidad entre en conflicto con la de comunicación. De otro modo no se explicaría el hecho que muchos países y también naciones
sin Estado propio optaran y opten por el mantenimiento o desarrollo de una lengua propia que cumpla
con la función de lengua nacional como referente de
idcnlijicación de todo un pueblo, a pesar de los
problemas de comunicación y planificación que esta
decisión conlleve.
De este modo, Noruega construyó su propia
lengua al independizarse de Dinamarca, aunque ya
drsponía del Bolunal para la comunicación nacional;
la República de Irlanda sigue desarrollando el galés
irlandés como lengua nacional, teniendo el inglés
como lengua común. En muchas antiguas colonias
el anhelo por diferenciarse del antiguo poder colonial ha llevado a escoger el difícil camino de construir una lengua propia, en vez de adoptar la lengua
de las antiguas potencias coloniales que quizás hubiera resuelto los problemas de comunicación más
inmediatos.
Políticas yplan¿jicacwn del lenguaje
En los casos citados de Quebec y Cataluña, no
fueron los problemas de comunicación los que hicieron estallar los conflictos, ya que éstos estaban más o
menos encauzados, aunque a costa del grupo lingüístico subordinado, quien cargaba con el peso del bilingüismo. En ambos casos, un pueblo subordinado veía
amenazada su identidad y sobrevivencia como grupo
etnolingüístiw diferenciado de la sociedad dominante, sobre el trasfondo de un conflicto socioeconómico, aunque diferente en cada caso. Los dos pueblos
encontraron en la lengua propia un “valor nuclear”
(cf. Smolicz 1981) que sirvió de catalizador para
unificar a toda una nación y reforzar una identidad
nacional en torno a una lucha común contra la amenaza de asimilación lingüística y cultural.
Nuestros ejemplos revelan una falacia funda-.
mental del modelo; éste justifica la necesidad de una
lengua para todos los ciudadanos de un Estado con,
la aseveración de que la ausencia de un medio de:
comunicación general generaría conflictos sociopo-Iíticos; es decir, la existencia de conflictos se atribu-ye a diferencias lingüísticas, no socioeconómicas.
La eliminación de “barreras comunicativas” y la
adopción de una lengua común, en cambio, aliviaría
la opresión y reduciría los conflictos. William:;
(1986) sostiene que, por el contrario, el hecho de
compartir una lengua no suaviza sino agudiza la:;
contradicciones sociales, mientras no se alteren las
diferencias socioeconómicas. Este hecho se puede
observar claramente en ciertas momentos histcíriws
de la política lingüística en México, donde la casteIlanización y extensión de las escuelas rurales :%
zonas indígenas en la época posrevolucionaria, impulsadas con el fin declarado de acabar c o n las
barreras lingüísticas, la ignorancia y el atraso de los
indios, no llevaron a reducir las contradicciones
sociales y económicas de fondo.
17
Los problemas señalados nos remiten a la conceptualización estructuralista del lenguaje que sustenta la noción de comunicación en este y otros
modelos.” No puede causar sorpresa que la reducción del lenguaje a la lengua, es decir, la visión de
una lengua como sistema abstracto, idealizado (un
corpus), desligado de los hablantes, impida explicar
los complejos procesos sociolingüísticos que se producen en la interacción y el discurso.’* El modelo de
Cooper (1989) que coloca en el centro a los hablantes y su relación con la o las lenguas, como también
la propuesta de Jernudd (1991) y otros quienes definen la interacción verbal como punto de referencia,
señalan l a necesidad de una fundamentación sociolingüística y pragmática del lenguaje para fundamentar el campo de la política del lenguaje.
El concepto depolítica implícito en muchos de
los modelos constituye también una fuente de limitaciones. Esto se refleja, por un lado, en la teoría
evolucionista y funcionalista subyacente: por otro,
en la reducción de la política a la planificación (de
policy a politics) y en la consecuente separación
entre acciones institucionales explícitas y otras intervenciones sociales sobre las lenguas y sus hablantes.
La visión evolucionista de una teoría de la modernización se revela en la historia dicotómica que se
construye de las relaciones entre grupos lingüísticos,
dividiendo las lenguas entre europeas y no europeas,
modernas YS. no modernas, desarrolladas frente a subdesarrolladas. En los propmas de educación asimilacionistas para la población indígena se refleja esta conceptualización que pretende restituir un supuesto
equilibrio perdido al ofrecerles una “igualdad de
oportunidades”, es decir, el acceso a la cultura dominante a través de programas especiales (cf. Paulston 1978, 1980).
18
Rainer Enrique Hamel
Una de las principies limitaciones en laconcepción de lo potítico reside, a mi modo de ver, en la
reducción de su objeto a las medidas explícitas implementadas por instituciones autorizadas. Olvidan
o ignoran que las medidas de mayores consecuencias suelen ser, por lo general, aquellas que orientan
un conjunto de fuerzas sociales y que funcionan
muchas veces a espaldas de los afectados.
En cambio, una visión integradora de lo político
debería estabkcer una relación teóricamente fundada entre los procesos y actividades explícitos e implícitos, institucionales y no institucionales, para
poder captar la tensión que muchas veces se produce
entre unas y otras y que determinan en buena medida
los resultados de los programas. Es una afirmación
constante en los trabajos de Paulston (1988, 1990,
etc.) y de otros investigadores que las políticas y
programas que no toman en cuenta las fuerzas etnosociales en pugna y las tendencias generales de
desplazamiento y resistencia lingüística están destinados a fracasar. Así, el intento de oficializar el quechua en el Perú de 1972 y extenderlo a todo el país fue
rápidamente abortado por la violenta reacción de la
burguesía híspwhablante (cf. Escobar 1988).
Además, un modelo integrador tendría que tomar en cuenta el conjunto de políticas que se desarrollan en un país y establecer una relación fundada
entre las políticas de asignación de funciones que
operan para las lenguas subordinadas en contextos
multilingües y aquellas de desarrollo o “cultivación”
que funcionan al interior de UM lengua dominante.
En el caso de México, difícilmente podríamos comprender de manera cabal las políticas institucionales
frente a las lenguas indígenas si no tomáramos en
cuenta tanto el conjunto de las fuerzas sociales (las
políticas implícitas) que ejerce presiones sobre la
situación lingüística, como las políticas acerca del
español, la lengua nacional, su papel en la definición
de la identidad nacional y su función homo neizadora en la construcción del Estado nación. I$”
P ~ L ~ I T C ADEL
S LENGUAJE Y P O L ~ I C A S
DEL DISCURSO UNA PERSPECTIVA
DESDE LA SOCIOUN6UfSTICA
Las consideraciones anteriores nos regresan al inicio
de nuestro recorrido. ¿De qué manera interpretar
procesos tan dispares como los actos de nombramiento y clasificación de los primeros adelantados
en este continente, la elaboración de programas educativos para la población indígena, los procesos de
resistencia y desplazamiento lingüísticns en la interacción bilingüe o las disputas puristas decimonónicas acerca del buen español en las Américas, bajo
un concepto global de política del lenguaje?
En el camino hacia un marco conceptual más
apropiado se perfila la necesidad de redefinir los
conceptos básicos, lo que para mí implica, por lo
menos:
1. Partir de un enfoque sociolingüístico que visualice los fenómenos de diversidad lingüística tanto al interior de una lengua, entre registros, diay sociolectos, como también la relación entre
lenguas, como expresiones de conflicto de múltiples determinaciones entre clasessociales, grupos, etnias y pueblos, para los cuales la cuestión
lingüística puede constituir un foco de cristalización un objeta y -a veces- instrumento de su
lucha;la las contrbversias sobre el estatus de una
lengua aparecerían como luchas sobreel lenguaje, las de corpus como luchas al vlierior del
lenguaje (cf. Williams 1986).
Políticas yplanijicacidn del lenguaje
2. Reintroduciral sujetoenunciadora través de una
concepción socio-pragmática del lenguaje como
acción social mediante la cual los sujetos “transforman el mundo”; esto implica tomar en cuenta
el conjunto de funciones del lenguaje, sobre todo
las de comunicación, identidad, y relaciones de
poder.
3. Operar c o n un concepto del lenguaje más amplio
que el de “sistema lingüístico”, que recupere la
dimensión de texto, interacción y discurso, es
decir, las formas de existencia real del lenguaje;
y que relacione sistemáticamente las prácticas
discursivas con el nivel de la reflexividad lingüística (cf. Hamel y Muñoz 1988).
4. Relacionar los niveles micro y macrosociolingüísticos, tanto para poder identificar los problemas
que requieren de una intervención, como también
para estudiar los efectos de las políticas en las
prácticas y representaciones de los hablantes.
5. Ampliar, por último, el concepto de política a
todas las intervenciones que afectan el lenguaje,
institucionales o no, conscientes o inconscientes.
Las distinciones anteriores, como también el aspecto de planificación, permanecerían como categorías analíticas y no constitutivas del modelo.
Es evidente que una propuesta de tal amplitud está
lejos de constituir a la fecha un marco conceptual
integrado y teóricamente consolidado. Comparto la
apreciación de Cobarrubias, Cooper, Williams y
otros de que estamos aún lejos de una teoría explicativa de los procesos que componen la política del
lenguaje. No creo, sin embargo, que debiéramos
limitarnos, como propone Cooper (1989), a completar el “esquema contable” de los hechos y factores
empíricos que conforman políticas del lenguaje, sin
al mismo tiempo intentar de avanzar en la construc-
19
ción de teorías por lo menos sectoriales o fragmentos
de ellas que no nos cierren el paso a una futura
integración teórica y metodológica.
Como ejemplo esbozaré las orientaciones y referencias conceptuales que han surgido paso a paso
durante los últimos años en mis propias investigaciones sociolingüísticas que abarcan las relaciones
entre el español y las lenguas indígenas en México.
En primer lugar, considero adecuado entender las
políticas del lenguaje en un sentido amplio, corno
procesos históricos de cambio lingüístico en los
cuales intervienen tanto instituciones como otras
instancias y fuerzas de relevancia social (cf. Glück
1981). Lo anterior no sólo implica una transformación de estructuras y usos lingüísticos (estandarización, difusión, desplazamiento, etc.), sino también y
fundamentalmente un cambio en la relación que los
hablantes establecen con su propia lengua y c o n las
demás que se encuentran en su entorno.
Retornando algunas de las proposiciones discutidas anteriormente (cf. Ninyoles 1975, etc.), incluyo en el concepto amplio la esfera de la intervención
política deliberada del Estado (el objeto clásico del
language pIanning), pero también los cambios sociolingüísticos en sí que estudia la sociolingüística
bajo denominaciones diversas: el surgimiento y estallido de conflictos lingüísticos, los procesos de
desplazamiento, resistencia y apropiación, las controversias en torno a la definición de alfabetos y
gramáticas, la defensa de las lenguas nacionales
contra el surgimiento de lenguas subordinadas o la
amenaza de lenguas internacionales;’ etc.; este acercamiento invierie hasta cierto punto el proceso tradicional de análisis que va de las políticas (los programas, objetivos) a los efectos, parte de los efectos de
ciertas intervenciones en los procesos socioiingüísticos mismos p r a reconstruir las políticas lingüisticas,
20
Ruiner Enrique Hamel
tanto las oficiales como las que de facto se imponen.
De esta manera, muchas de las investigaciones sociolingüísticas, históricas, filológicas, etc., podrán
releerse y reinterpretarse desde la perspectiva de las
políticas del lenguaje, como sucede con varios trabajos reunidos en este volumen.
Considero además que las investigaciones científicas mismas forman parte de las políticas del
lenguaje, puesto que, desde su diseño y formulación
de objetivos hasta su ejecución, intervienen políticamente en los procesos lingüísticos.
Veamos con el ejemplo de una investigacih
sobre los procesos de desplazamiento y resistencia
del hñakñú (otomí), lengua indígena mexicana de la
meseta central, de qué manera u n estudio de caso en
el nivel micro sociolingüístico es capaz de revelar el
funcionamiento de determinadas políticas del lenp a j e y puede ser releído desde esa perspectiva.”
El análisis etnográfico y discursivo de una serie
de eventos comunicativos en la región estudiada nos
mostró que la vinculación entre sociedad nacional y
pueblos indígenas no se reduce, en el plano lingüístico, a una simple oposición entre el español y las
lenguas aufóctonas. S e reproduce más bien mediante
una estructuración discursiva compleja de las lenguas que se articula en tres dimensiones discernibles
analíticamente: los esquemas y patrones culturales,
las esiructuras discursivas y las formas y códigos
lingüísticos mismos, tal como se presentan en la
superficie del habla.
En el caso estudiado se combinan políticas explícitas institucionales con otras intervenciones no
instituciondes. Las primeras definen el uso del español en determinados contextos o el seguimiento
de ciertos procedimientos culturales (esquema de
una asamblea, informes, actas) estrechamente relacionadas con el español; las segundas se reflejan, por
ejemplo, en la asimetría de prestigio y la creencia en
una mayor eficiencia comunicativa del español que
pueden inducir la reorientación de los hablantes y el
abandono de su lengua originaria.
Una de las características más reveladoras del
proceso de cambio lingüístico consiste en la existencia de frecuentes rupturas y desfases entre diversos componentes del universo discursivo bilingüe.
Lis rupturas transforman la base interpretativa del
grupo, es decir, sus patrones culturales de interacción e interpretación del mundo (cf. Hamel 1988b).
Modifican, en otra5 palabras, la relación entre el
lenguaje y la experiencia cultural históricamente
acumulada. Dado que las políticas del lenguaje prescriben qué patrones discursivos se deben usar en una
determinada situación (v. gr. el orden del día en una
asamblea), intervienen en las formas de percepción
y apropiación de las experiencias socioculturales.
En algunos casos las políticas lingüísticas llevan
a una apropiación forzada de nuevos procedimientos
o códigos lingüísticos en la lengua dominante. Esto
sucede típicamente en tres campos de crucial importancia para el conflicto interétnico: en la escuela
bilingüe, los aparatos locales y regionales de organización política y jurídica y en una serie de situaciones de contacto del grupo indígena con instituciones y agencias externas a l a comunidad?’
En u n inicio los nuevos códigos lingüísticus
permanecen, por lo menos parcialmente, incomprensibles porque los hablantes indígenas no pueden
establecer una relación entre ellos y su propia experiencia biográfica acumulada. En la escuela bilingüe
primaria, por ejemplo, los alumnos, padres y miembros del comité escolar se ven enfrentados a un
universo discursivo que no está arraigado en su
experiencia cultural, por lo menos bajo su modalidad actual. Por esta razón no están en condiciones
21
..
de
Dlenamer el funcionamiento det sistema
escolar. Encontramos un fenómeno parecido en el
aparato del poder político, sobre todo en cuanto a su
relación con las instancias externas a la comunidad que
se desarrollan en español: las jerarquías políticas superiores y las diversas instituciones burocráticas.
La intervención sobre el lenguaje muestra su
mayor eficiencia en una segunda fase de estos procesos, cuando los ciudadanos indígenas involucrados comienzan a comprender los enunciados y códigos que anteriormente les eran incomprensihles,
porque ya adoptaron los modos de apropiación de la
. .
. .
.
experiencia social correspondiente. Podemos observar este proceso en el comportamiento verbal y
cultural de los nuevos dirigentes que actúan como
intermediarios entre las dos culturas. Debido a las
relaciones asimétricas de dominación, sólo pueden
adquirir esta habilidad porque incorporan los modos
de apropiación cultural (es decir, el habitus, cf.
Bourdieu 1980, etc.) de las formaciones sociales
hegemónicas a espacios centrales de su vida, lo que
refleja en no pocos casos una reorientación y un
cambio de estatus étnico. La apropiación de las
nuevas formas de organización se vehicula en estas
22
Rainer Enrique Hamel
ocasiones a través de las nuevas estructuras discursivas ligadas a los patrones culturales dominantes y
al español. Vemos que un proceso de intervención
de esta naturaleza excluye a la lengua indígena y a
la experiencia cristalizada en ella a través de un
procedimiento de dos fases consecutivas.
Una segunda modalidad de desplazamiento que
revela el análisis empírico se inicia con la transformación de la base interpretativa de la etnia, es decir,
con el cambio de los esquemas culturales, Los patrones de interacción verbal y los procedimientos interpretativos, mientras la lengua indígena se conserva
en la superficie. Sobre la base de este cambio, la
sustitución de la lengua indígena se puede realizar
c o n mayor facilidad. Podemos observar este proceso
en una serie de situaciones institucionales internas
de las comunidades, como son las conciliaciones y
asambleas que se desarrollan en lengua indígena.
L o s mismos dirigentes, especialmente los maestros,
introducen estructuras discursivas nuevas (pase de
lista, actas, protocolos, informes) o técnicrs de argumentación provenientes de la sociedad nacional.
Una vez que estos nuevos patrones están sólidamente arraigados, habiendo causado una transformación
del uni;erso conceptual del grupo indígena, es más
fácil que se produzca el paso al español y un desplazamiento del hñikñú mismo, tomando en cuenta las
relaciones de poder desfavorables para la etnia indígena.
Constatamos que en ambas modalidades de intervención se produce una ruptura que podemos
interpretar como contradicción entre la producción
social de las experiencias colectivas y su apropiación lingüistico-discursiva. Esta ruptura se supera
una vez que se cierra el ciclo, es decir, cuando el
proceso de desplazamiento hace converger nuevamente las experiencias y las modalidades discursi-
vas de su apropiación y organización, pero esta vez
en la lengua y cultura dominantes.
Como hemos visto, las intervenciones esenciales de las políticas del lenguaje no se manifiestan
necesariamente en la superficie lingüística; se vehiculan sobre todo y con mayor eficiencia en el nivel
de las estructuras discursivas y de las lógicas culturales subyacentes, tal como se demuestra en los
desfases de desplazamiento analizados.
Se evidencia así que un concepto restringido del
lenguaje que abarca solamente la superficie de las
formas lingükticas (presencia-ausencia de una lengua) y separa estatus y corpus, no puede dar cuenta
cabalmente de los procesos reales de intervención
sobre el lenguaje, ya que se le escapan los procedimientos subyacentes más fundamentales.
Este resultado tiene implicaciones importantes
para la formulación de políticas y legislaciones lingüísticas. Un análisis parcial de la persistencia de
una lengua subordinada en un conjunto de campos
sociales (organización política, trabajo, religión) podría llevar a la conclusión de que ésta no se encuentra amenazada y no requiere de protección o refuerzo
alguno, cuando eo realidad su base cultural quizás
ya esté erosionada y ella misma pueda estar a punto
de ser desplazada en el campo analizado.
En resumen, este ejemplo de investigación empírica que incluye, pero no se limita al micro nivel
de la interacción verbal, demuestra la necesidad de
formular conceptos integradores, tanto del lenguaje
como de lo político, para poder analizar el objeto de
las políticas del lenguaje en todas sus dimensiones.
En rigor, deberíamos hablar de políticas del discurso, no sólo del lenguaje.
Sin duda el enfoque citado no setiala la única vía
para investigar las políticas del lenguaje; más bien
representa un procedimiento que hasta ahora casi no
~
Políticas y planifcación del lenguaje
se ha considerado como útil o viable para el análisis
de esta temática. Pero si consideramos la complejidad del objeto y el carácter multidisciplinario de este
campo, queda evidente la necesidad de combinar
creadoramente varios enfoques y de relacionar métodos cuantitativos y cualitativos, integrando aspectos locales y globales de las políticas del lenguaje.
POLfTICAS DEL LENGUAJE EN AMÉRICA LATINA:
LOS ESTUDIOS EN ESTE NÚMERO DE IZTMALAPA
Hasta ahora América Latina ha estado prácticamente ausente en nuestro recorrido por la política del
lenguaje. Este hecho se debe en parte a la hegemonía
anglosajona en el debate internacional y a la concentración de los grandes proyectos de planificación
lingüística en regiones que han vivido cambios significativos en las Últimas décadas como las excolonias en Africa y Asia, o regiones como Quebec y
Cataluña. No significa esto que no existan proyectos
de planificación lingüística importantes en América
Latina, ni mucho menos la ausencia de políticas del
lenguaje, en su sentido amplio.
No es mi propósito desarrollar un panorama
global de las situaciones existentes o estudios realizados en la región. Me limitaré a señalar algunos
aspectos llamativos, tendencias quizás y sobre todo
necesidades, c o n el fin de contextualizar las contribuciones que configuran este número de la revista
Iztapalapa.
El tema histórico principal de las políticas del
lenguaje en Iberoaméricaz4 es sin duda el de la
relación entre lenguas autóctonas y lenguas de los
conquistadores. En los países que aplicaron una
política de genocidio y segregación, una de las estrategias eficaces consistía en que se excluía a la
23
población indígena de la construcción nacional y se
negaba su existencia, como fue el caso del Brasil
(ver Orlandi en este volumen). En los países que
desarrollaron políticas de asimilación y etnocidio en
diversos grados, las políticas lingüísticas formaban
parte integral de estos procesos a través de diversas
estrategias administrativas y educacionales.
Frente a esta situación llama la atención que
pocos estudios sobre la temática mantienen una visión de conjunto, es decir, enfocan la interrelación
entre políticas orientadas hacia las lenguas europeas
y hacia las lenguas indígenas, a pesar de la importancia que reviste, a mi modo de ver, el estudio de
unas para la comprensión de las otras. La disociación entre los dos campos podrá explicarse quizás
por razones históricas y disciplinarias.
En primer lugar, se considera que las políticas
dirigidas a las lenguas indígenas fueron en general
mucho más explícitas y numerosasz5que aquellas
orientadas hacia las lenguas dominantes.26Entre las
primeras prevaleció la lucha sobre las lenguas, es
decir, por su estatus. En cambio, las políticas de
“cultivación” (Neustupny) del español pasaron mucho más inadvertidas y no se expresaron necesariamente como políticas explícitas del Estado. De hecho, en muchos países no se considera o se concibe
que exista una política del lenguaje para la lengua
nacional. En este sentido, se trata también de una
disociación entre el estudio de las políticas externas
(de estatus) e internas (de corpus, para usar el término conocido).
En segundo lugar, la división mencionada se
produce por la tradicional separación entre la filología, por un lado, que estudia el desarrollo de las
lenguas ibéricas en el nuevo continente, y la antropología lingüística y sociolingüística, por el otro,
que se centran en las lenguas indígenas.
24
Rainer Enrique Hamel
Contamos hoy en día con un cúmulo imputante
de irabgpssobre el tema de las poJítica6 del leaguaje
en América Latina; por las razones expuestas se refieren, en su gran mayoría, a las medidas explícitas que
los gobiernos han establecido a lo largo de la historia
para normar los espacios y funciones de las lenguas
indígenas. Existe además una serie de estudios que
analiza la normalización y estandarización de las
lenguas nacionales latinoamericanas, escritos en general desde una perspectiva filológica e histórica
que no toma en cuenta el enfoque sociolingüístico
de las políticas del lenguaje.” Y encontramos algunos trabajos sobre la difusión del espafiol en América en relación con las lenguas indígenas (e. g. Heath
y Laprade 1982, Cobarrubias 1990).
Entre las numerosas publicaciones en el campo
indigenista hay relativamente pocas monografías
extensas sobre un aspecto o periodo histórico, como
el estudio ya clásico de Heath (1972) que analiza la
política del lenguaje en México, desde los aztecas
hasta este siglo. La gran mayoría de los estudios se
refiere a las políticas de educación indígena, con
justa razón, ya que ésta constituye uno de los pilares
de las políticas lingüísticas institucionales dirigidas
a los pueblos indígenas. Sin ninguna pretensión de
exhaustividad, mencionaré las publicaciones colectivas editadas en forma de libro o número especial
de revistas científicas más recientes que han llegado
a mi conocimiento.
En México se publicaron en 1980 los resultados
de un foro sobre “Políticas del lenguaje en México”
(Instituto de Investigaciones Antropológicas 1980);
todas las 21 contribuciones se refieren a los pueblos
indígenas(ningunaa los hispanohablantes), lOdeellas
explícitamente a la educación. En 1982 aparece el
IibroMdxicopluricdtural (Scanlon y Lezama Morfín
1982) c o n una distribución similar de artículos.
En tres libros editados por la UNESCO y el Instituto Interamericano Indigenista (Rodríguez et al.
1983, dos volúmenes, ZÚñiga et al. 1987, Amadio et
al. 1987) se traza un panorama amplio de la educación indígena en América Latina. Las 70 contribuciones individuales se dividen en secciones por países, artículos programáticos y conceptuales,
componentes de la educación indígena (planificación, pedagogía, materiales didácticos, formación,
etc.) y, sobre todo, relatos de experiencias educativas. Sólo algunos de los artículos tratan explícitamente la política o planificación lingüísticas, y un
número más reducido aún se ubica en el marco
conceptual de la discusión científica del campo.
En 1988 se publica un libro con el título “Políticas lingüísticas na América Latina” en el Brasil
(Orlandi 1988), país por lo demás ausente en los
otros libros. De sus nueVe contribuciones, tres se
refieren a temas indigenistas del Brasil, ninguno a la
educación indígena en ese país; y cuatro hacen referencia explícita a las políticas del lenguaje.
El International Journal of the Sociology oflanguagelededicasu número 77(1989),editadoporN.
Hornberger, al tema de la “Educación bilingüe y
planificación del lenguaje en América Latina”. De
los cinco artículos cuatro presentan, otra vez, informes generales o históricos sobre el Perú (2) Bolivia
y Guatemala; sólo uno, el de Hornberger, expone
resultados concretos de una investigación en el micro nivel del salón de clase en el Perú y los relaciona
c o n la problemática de desplazamiento y resistencia
en el macro nivel de la planificación lingüística.
En 1990 aparece u n excelente y muy completo
informe (survey) sobre la educación indígena en
México, Guatemala, Ecuador, Perú y Bolivia, elaborado por F. Chiodi y L. Citarella de la oficina regional de la UNESCO para América Latina y el Caribe
Políticas y planificación del lenguaje
(OREALC),c o n la participación de M. Amadio y M.
Zúñiga.” Los informes por país analizan las políticas educativas para los pueblos indígenas en sus
bases conceptuales, la planificación e implementación.
En el mismo año se editan las actas de un simposio sobre “Educación para poblaciones indígenas
en América Latina” del 46* Congreso Internacional
de Americanistas, celebrado en 1989 en Amsterdam
(López y Moya 1990). Las 26 contribuciones se
dividen en tres secciones, de las cuales la primera
contiene siete artículos sobre políticas estatales de
educación y lengua; todos ellos se centran en la
educación indígena y presentan resúmenes por países o regiones. Los editores constatan en la introducción la escasez “del esfuerzo investigativo que todavía caracteriza la educación bilingüe en el
continente” (López y Moya 1 9 9 0 13).
En 1991, por último, se editan los resultados de
un seminario sobre “Educación bilingüe intercultural” en Perú (Zúñiga et al. 1991), cuyas 10 contribuciones giran en torno de los mismos temas que las
publicaciones anteriores.
Existen numerosos artículos en revistas especializadas y capítulos de libros sobre la temática que es
imposible citar aquí. Considero, sin embargo, que
las publicaciones citadas son representativas del debate que se está llevando a cabo en América Latina.
Observamos que la mayoría de los textos se refiere
a la educación indígena; sólo algunos hacen referencia explícita a la política y planificación del lenguaje, y muy pocos discuten sus tópicos a la luz de
los debates teórico-metdológicm actuales en el
campo.
La mayor parte de los trabajos contiene resúmenes globales, exposiciones programáticas o relatos
de experiencias específicas, sin una mayor funda-
25
mentación teórica y metodológica. El dato de mayor
relevancia que se desprende de las publicaciones es
la enorme escasez de investigaciones científicas sobre políticas del lenguaje y educación indígena, basadas en marcos teóricos y datos empíricos sólidos
de acuerdo con estándares científicos internacionales. En los últimos años, sin embargo, y como consecuencia del auge de los movimientos indígenas y
la educación bilingüe en el continente, se observa un
aumento en las investigaciones científicas (cf. las
referencias en von Gleich 1989).
La composición de los trabajos demuestra que
1. Por políticas del lenguaje se entienden en América Latina casi exclusivamente las intervenciones estatales dirigidas a la población indígena,
ligadas estrechamente a las políticas educativas.
2. No se concibe una relación c o n las políticas
lingüísticas dirigidas a la población hispano- o
lusoparlante monolingüe, lo que se puede deducir de la ausencia del tema en las publicaciones
citadas.
3. Y casi no se vinculan las intervenciones institucionales explícitas c o n las intervenciones de
otras fuerzas sociales sobre las lenguas; por lo
menos no se conciben en términos de políticas
lingüísticas. Sólo entran en la discusión como
contexto sociolingüístico general (diglosia, conflicto lingüístico, desplazamiento, asimetría de
prestigio, etcétera).
4. No se observa ninguna vinculación explícita
c o n el campo de las políticas culturales en
general, lo que es comprensible, hasta cierto
punto, por el divorcio histórico entre cultura
(entendida como “alta cultura”) y población
indígena y la fragmentación de las políticas cultura1es.2~
26
Rainer Enrique Hamel
En los trabajos de índole globalizadora predominan
las semejanzas entre casos, experiencias y países.
Así,comparando Chile con Bolivia, a López y Moya
(1990: 18) les lkma la atención “cómo las politicas
estatales latinoamericanas son extremadamente semejantes, pese a tratarse de países de conformación
distinta”. Cabe preguntarse, sin embargo, si acaso
los enfoques globalizadores en el macro nivel de las
políticas y programas no encubren muchas veces las
diferencias y construyen semejanzas bajo marcos
conceptuales muy generales.
Quizás nns encontramos frente a un cierto agotamiento de los enfoques macro, a nivel de estadna,
y de las refiexiones giobalizadoras y programáticas,
a veces sin mucho fundamento empírico. A mi modo
de ver, necesitamos
1 . Realizar un mayor número de estudios detallados, de casos concretos, regiones y fases históricas, sin perder de vista la fundamentación te&
rico-metodológica y la dimensión global.
2. Impulsar estudios comparativos, nacionales e
internacionales, para ampliar nuestros hnriznntes de referencia.
3. Incorporar nuevos enfoques de diversas ciencia5
sociales, del análisis del discurso, la antropología, historia, geografía, etcétera.
4. Releer estudios realizados por la histnria, filología, antropología, etc., desde una perspectiva de
las políticas del lenguaje.
Esto nos permitirá, por un lado, completar el conocimiento de la historia y el funcionamiento específico de las pnlíticas del lenguaje en América Latina.
Por otro, nos ayudará a someter los resultados clásicns, pero a veces muy globales (“las grandes tendencia53, a un nuevo escrutinio a la luz de resultados
parciales, con el propósito de acumular conocimientos para nuevas síntesis en el futuro.
Con los trabajos reunidos aquí nos proponemos
dar un paso en la nueva dirección señalada. Por esta
razón, los autores que contribuyeron a este número
de la revista Izfapulapu-14 autores de cinco paísesfueron invitados bajo un concepto muy amplio del
campo disciplinario. En una primera aproximación,
entendimos por políticas del lenguaje los procesos
históricos de cambio lingüístico-discursivo de lenguas nacinnales y subordinadas (autóctonas o de
-
Políticas y planifiación del lenguaje
inmigrantes), como también de socio- y dialectos al
interior de una lengua. Hemos incluido las políticas
explícitas o implícitas, de instituciones estatales,
pero también las intervenciones muchas veces veladas de otras fuerzas sociales.
Encontramos asíalgunos artículos en este número que normalmente no se hubieran presentado bajo
el título de “políticas del lenguaje”. Por otro lado, la
publicación no tiene ninguna pretensión de completud temática o regional, ya que apenas abarcamos
cinco países del continente. Los grandes temas y las
presentaciones globales están ausentes en esta obra,
con excepción de las contribuciones sobre Uruguay
y Quebec, puesto que consideramos que ya estaban
lo suficientemente cubiertos en las publicaciones
citadas. De hecho ninguno de los trabajos aborda la
educación indígena como tema principal. Y todos
los artículos presentan resultados de investigaciones
científicas bien definidas en el campo de especialización de sus autores. Hemos adoptado una política
del lenguaje homogeneizadora, de desplazamiento
(pb-imperialista?) en esta publicación -que corresponde a la política general & la revista-al traducir los
artículos escritos originalmente en portugués y francés. Desafortunadamente no hemos osado desarrollar
una política ofensiva que practique el plurilingüismo
con las demás lenguas latinas del continente, privando
así a nuestros lectores del placer de descubrir los
encantos de la alteridad -muy relativa-en lenguas que
al fin y al cabo nos son cercanas y transparentes.
Un primer grupo de cuatro trabajos estudia diversos aspectos de las políticas orientadas hacia
grupos indígenas. Los tres artículos siguientes analizan las políticas frente a las lenguas nacionales de
sus respectivos países. E l último trabajo expone el
aménagement tanto de la relación entre francés e
inglés como de las lenguas indígenas en Quebec.
21
El número se inicia30 con un estudio de María
Cándida Barros del Brasil intitulado “La palabra de
Dios en la lengua del otro”. Compara las políticas y
estrategias de traducción de la Biblia a las lenguas
indígenas que desarrollaron los jesuitas durante la
Colonia, con aquéllas que emplea el Instituto Lingüístico de Verano (ILV) en la actualidad. Mientras
losjesuitas intentaron instaurar el tupí como “lingua
gerai” de toda la Colonia, el ILV se propone traducir
la Eibliu a todas las lenguas indígenas de su misión.
En ambos casos la congregación religiosa establece
un control institucional sobre las traducciones, de
manera que sólo la versión dirigida por el misionero
es reconocida como oficial y existe un sólo grupo de
traductores legítimos. La autora analiza deialladamente los modelos de traducción, especialmente del
ILV, y su fundamentación teórico-metodológica. Tenemos aquí un caso de política del lenguaje que
interviene de manera quizás indirecta en el conflicto
lingüístico. Contrario a las prácticas predominantes
de combinar la evangelización c o n la imposición de
la lengua colonial, en ambos proyectos religiosos se
le asignan funciones y un estatus a las lenguas indígenas que en el esquema clásico de la diglosia le
corresponde a la lengua “alta”. En principio esta
política, guiada por el motivo de garantizar la plena
comprensión de la misión cristiana por parte de los
hablantes nativos, podría contribuir al mantenimiento de las lenguas autóctonas. Sin embargo, el análisis
de la autora permite identificar estos procesos como
casos reveladores de las rupturas entre niveles de
organización del discurso -esquemas culturales, estructuras discursivas, estructuras lingüísticas- que
caracterizan los procesos de desplazamiento discutidos anteriormente: en la superficie permanece la
lengua indígena, pero las estructuras discursivas (argumentación catequizadora, etc.) y los esquemas
28
Rainer Enrique Hamel
culturales (modelo religioso, monoteísmo, etc.) pertenecen a la cultura occidental. Tomando en cuenta
la asimetría de poder -siempre es el misionero quien
controla el discurso religioso en lengua indígena-se
podrá prever un futuro desplazamiento de la lengua
y la cultura indígenas. Observamos aquí una política
del lenguaje deliberada, planeada, que transforma
tanto el estatus como la estructura (discurso, escritura) de la lengua indígena.
En el segundo trabajo, “La danza de las gramaticas: la relación entre el tupí y el portugués del
Brasil”, Ení Orlandi, también brasileña, nos ofrece
una perspectiva sumamente original y novedosa en
esta disciplina para estudiar el proceso histórico que
domestica al indio y a la vez lo hace desaparecer de
la identidad cultural del Brasil. Tomo los textos de
viajeros y misioneros de los siglos XVI y XVIIpara
analizar esta desaparición, en particular “el borramiento de la dimensión lingüística propiamente
dicha. Esa dimensión se especifica en el borramiento de los rasgos del tupí, impresos en el portugués del Brasil, en la imagen atribuida a las
lenguas indígenas”. Sostiene la autora que los métodos tradicionales de la lingüística y sociolingüística que analizan la estructura formal de las lenguas
(la “lengua imaginaria”), no le hubieran servido
mucho para construir y estudiar su objeto. Necesita
emprender un desplazamiento teórico al analizar los
documentos históricos -los relatos de los viajeroscomo discursos (la “lengua fluida”), para poder explicitar los modos ideológicos de la construcción
histórica que borra al indígena de la cultura nacional. El análisis de los textos nos hace descubrir
paso a paso esta construcción en los relatos, textos
didácticos, traducciones, o el surgimiento de un
imaginario científico. El resultado de este proceso
es contundente:
La cara fea del indio, la cara fea, ahistórica, de l a lengua,
pasadas en limpio por el catquismo y l a mlonizaaón, ganan
su a t o en la civilización occidental I...].
Y eso sólo es posible
por la uuistrucción de un saber relatado. Este se hace sobre el
indio, pero donde él no tiene voz. Es pes unaformo de decir
que impone un cierto silencio al indio. Silencio del que SE
servirá para resistir.
Orlandi nos ofrece aquí una visión muy particular de
este proceso, generalmente ausente en los estudios
de las políticas del lenguaje reducidas a la lengua
formal y las medidas explícitas de las instituciones.
La desaparición del indio extrae su eficacia porque
funciona a través de implícitos, prácticas significativas que no se exponen como tal. Interviene a m o
política del lenguaje a espaldas de los afectados. Y
los conquistadores reproducen e incrementan su poder por la posición que adoptan frente al nuevo
mundo: “conocer es saber, (y dar) los nombres es
nombrar. [...I Y nombrar es controlar, administrar,
gobernar”. La política de atribuirle “nombres y sentidos a lo que se les presenta sin nombre y sin
sentido” parece ser una categoría general de la colonización; interviene en la estructura gramatical, la
semántica y el discurso de las lenguas indígenas.
Como vemos, una política eficaz del discurso.
El tercer trabajo prolonga nuestra serie de análisis de textos producidos durante la época colonial.
Con su estudio minucioso sobre “ElInca Garcilaso
o la lealtad idiomática en el Virreinato peruano del
siglo XVI y XVII”,RodolfoCerrón-PalominodelPerú
nos ofrece un ejemplo iluminado de las imbricaciones múltiples e inseparables entre aménagemeni interno y externo, corpus y estatus; entre las políticas
institucionales explícitas como las normas de ortografía dictadas por el Tercer Concilio de Lima y la
intervención de las fuerzas vivas de la colonización,
-
Políticas y pianifcación del lenguaje
los canónicos, eruditos, indios nobles y mestizos de
formación cosmopolita como el mismo Inca, en la
construcción de una nueva cultura a la vez híbrida y
sincrética. Intermediario cultural consciente que oficia como intérprete entre los dos mundos encontrados, el Inca invierte su capital lingüístico -conocimiento del quechua como lengua materna, pero
también su erudición lingüística- en el mercado de
los bienes simbólicos de la época. En su lucha contra
la “corrupción idomática” del quechua como producto del contacto c o n los españoles, su defensa
apasionada de la pureza del quechua que para él es
idéntica con “el recto conocimiento de la verdad
histórica”, se encuentra escindido por una doble
diglosia que contribuye a reproducir, puesto que en
su vida no escribe una línea en lengua indígena:
entre el castellano y quechua primero, y entre SUI
variedad materna, cuzqueña y noble, y el quechua
de la lengua general, después. En su desconocimiento de la variación dialectal del quechua le atribuye
muchos fenómenos fonológicos y semántiws a la
intewención de los españoles sobre el “corpus” del
quechua que son en realidad propios de la lengua
general. AI querer defender un esfatusquo anfe de
las lenguas, no percibe que el cambio histórico transforma el conjunio de las lenguas y dialectos en
conflicto, proceso que contribuye tanto a la rápida
desintegración de la lengua general (corpus y estatus), corno al surgimiento de una nueva norma en
ascenso, la “del castellano andino en formación
[que] regía para los quechuismos asimilados desdi:
los primeros momentos de la conquista”. Otra vez,
una nueva norma emana produciéndose simuliáneamenfe un nuevo corpus y estatus a través de una
lucha en la lengua y sobre la lengua, como diría
Williams (1986). Concluye Cerrón-Palomino recomendando las lecciones del Inca como planificador
29
del lenguaje para los embates actuales de la política
del lenguaje en el Perú, donde los problemas de
corpus, la normalización y estandarización del quechua, aún no están resueltos; y donde una práctica
profesional deficiente de la lexicografía, por ejemplo, se inscriba “dentro de la corriente de extirpación
cultural iniciada en la colonia’’ y contribuya a limitar
el fomento y cultivo literario, el pleno desarrollo y
la elevación de estatus de la lengua del Inca.
En el cuarto trabajo sobre “El desarrollo de la
escritura de las lenguas indígenas de Oaxaca”, María
Teresa Pardo, lingüista mexicana, nos ofrece un
estudio de los “tropiezos y dificultades que enfrentaron los pueblos indígenas para apropiarse de la
escritura en su lengua”. Su investigación se realiza
en Oaxaca, el estado c o n mayor número de población indígena y diversidad de lenguas autóctonas (15
en total) en la República mexicana. Discute el valor
de la escritura, un arma de doble filo, como recurso
de resistencia etnolingüística. Si bien los grupos
indígenas ven en la escritura un necesidad, aunque
amarga como una medicina, la autora es escéptica
en cuanto a las posibilidades de que la escritura en
sí contribuya a la revitalización y advierte de los
peligros inherentes a una “concepción sohrevalorada y mitificada del poder de la escritura”. En e l caso
de los zapotecos del Istmo, la vitalidad etnolingüística no fue e l producto del desarrollo de una escritura, sino al revés. María Teresa Pardo nos expone los
resultados de una política del lenguaje que revela el
dilema de los pueblos ágrafos subordinados: la
adopción de la escritura conlleva los riesgos de una
mayor aculturación. AI mismo tiempo representa
una necesidad, un recurso inevitable en mi opinión,
para la reivindicación etnolingüística en una sociedad profundamente grafncéntrica como la mexicana; y donde, a diferencia de otros países corno el
30
Rainer Enrique Hamel
Brasil, el contacto secular relativamente estrecho
entre sociedad dominante y pueblos indígenas llevó
a que éstos internalicen la alta valoración de la
escritura. En terminos de política del lenguaje, observamos el intento de una “contraélite” indigena
(cf. Cooper 1989) de oponerle a la política histórica
del Estado una estrategia que apunta, con la apropiación de la escritura, a una modificación, por lo
menos virtual e hipotética, del estatus de sus lenguas
a través de la ampliación de sus modalidades de
existencia.
Con el quinto trabajo de Bárbara Cifuentes y
María del Consuelo Ros, lingüistas mexicanas también, sobre la “Oficialidad y planificación del español: dos aspectos de la política del lenguaje en
México durante el siglo XIX”, abandonamos el campo de las lenguas indígenas y nos trasladamos a los
debates sobre la mnsolidación de un proyecto nacional con sus políticas lingüísticas en el México del
siglo XIX. Relata el surgimiento de la Academia
Mexicana en 1835 y de la Academia Mexicana Correspondiente a la Real Academia Española (RAE) en
1875. Se centra en los conflictos y disputas que se
produjeron entre la Academia Mexicana y la Española en torno a la consolidación de una variedad
propia del espaiiol mexicano que dejaba de ser lengua cotonial para transformarse en Lengua nacional.
La Academia Mexicana sostenía “que un buen número de particularidades mexicanas no eran fruto
del error y la corrupción, como pensaban los acérrimos hispanistas nacionaies y extranjeros”, sino de
un proceso evolutiva propio. La RAE, sin embargo,
no compartía esta visión y “se otorgaba el derecho
de decidir sobre la pertinencia [de las acepciones
propuestas desde México] en el diccionario [de la
Real Academia ...I sobre las que en múltiples ocasiones desconocía la extensión de uso y aun su
etimología”. Finalmente, concluyen las autoras, se
consolida en México un proyecto que no violentó las
aspiraciones de unidad hispánica. Observamos en
este caso un proceso donde las intervenciones de
planificación sobre el corpus, mientras estaban controladas por España, debilitaban el estatus del español mexicano como lengua nacional, justamente
porque IaRAEnoadmitía losmarcadoresdealteridad
en el lenguaje que eran necesarios para consolidar el
proyecto lingüístico nacional.
El sexto artículo escrito por Luis Fernando Lara
de México es la “Crónica de una política del lenguaje abortada: la Comisión par la Defensa del idioma
&pañol”que existió entre 1981 y 1983comoórgano
del gobierno federal mexicano. Con su relato y análisis el autor llena un importante vacío de información sobre un episodio efímero, pero significativo en
la política mexicana reciente. La Comisión fue creada para contrarrestar la influencia del inglés y el
American way of life en México. Según el autor, la
Comisión debía proporcionar una respuesta a la creciente influencia ideológica de los Estados Unidos
en los sectores medios y altos. Pero pronto sus
actividades publicitarias se volvieron contra el lenguaje popular, atacando los usos “vulgares” y “cantinflescos”. Dado que el academicismo purista que
orientaba la Comisión no “tenía correspondencia
con la realidad lingüística mexicana”, sus intervenciones tuvieron poco efecto, a veces un efecto “perverso” (cf. Laponce 1989), causando la divulgación
masiva por televisión y radio de los giros (“qué
onda”) que se proponía combatir. Fracasó finalmente por varias razones. Como política del lenguaje
explícita del Estado, nunca había definido con claridad sus objetivos. Trató de intervenir sobre el “corpus” del español mexicano, sin conocei ni tomar en
cuenta la orientación de las fuerzas sociales y sus
Políticas y planifiacidn del lenguaje
políticas implícitas, contrarias a un purismo abstracto. Por último, fracasó por su concepción estrecha,
cosificada del lenguaje. “Las lenguas no son ‘bienes
culturales’ o ‘acervos’ que posee una nación”, nos
dice el autor, “son fundamentos de la sociedad misma que anteceden a su cultura aunque después sean
también objeto de cultura”.
El séptimo artículo “Planificación y políticas
lingüísticas en Uruguay” fue redactado por un equipo de lingüistas de la Universidad de la República
(Graciela Barrios, BeatrizGabbani, Luis E. Behares,
Adolfo Elizaincín, Susana Mazmlini). Proviene de
un país del cual sabemos poco en México, y menos
sobre sus condiciones lingüísticas. A la distancia
-más de desconocimiento que geográfica en un continente fragmentado y, quizás, dividido por su principal lengua común- tenemos la visión de un Uruguay homogéneo cultural y lingüísticamente. C o n
elocuencia y buenos argumentos el trabajo corrige
nuestra ignorancia y ws revela un panorama de
diversidad y de temas significativos que tratar por
una política del lenguaje. El artículo abarca tres
áreas:
1. El bilingüismo español-portugués en la frontera
c o n Brasil.
2. La asimilación lingüística de los inmigrantes.
3. La situación de la comunidad de los sordos.
En cuanto al primer tema, aprendemos que la región
fronteriza fue poblada primero por hablantes del
portugués, y que el español no se hizo presente
masivamente hasta el último cuarto del siglo XIX.
Hoy existe una diglosia entre el español uruguayo
estándar y un dialecto portugués de bajo prestigio.
A partir de 1877 se aplicó una política lingüística y
educativa que apuntaba a crear un monolingüismo
31
español en esa zona. Fracasó en su intento de erradicar el portugués del territorio nacional, según los
autores, porque partió de bases descriptivas equivocadas y no tomó en cuenta la realidad lingüística
bilingüe (o monolingüe portuguesa en un inicio),
como suele suceder tan frecuentemente con tales
políticas. Más éxito tuvo la misma política asimiladora con los inmigrantes -principalmente italianos,
pero también armenios, griegos, etc.-que entre 18.50
y 1940 arribaron masivamente al país. Su principal
vehículo fue la enseñanza obligatoria del español en
todas las escuelas. “Hayan o no planificado internamente la conservación de sus variedades étnicas [las
comunidades de inmigrantes], experimentaron un
proceso de asimilación lingüística similar, en el cual
las características de la sociedad receptora y la planificación lingüística del Estado fueron determinantes.” El tercer tema, el de los sordos y su educación,
representa una caso a la vez original y excepcional
en dos sentidos: por un lado, podriá parecer sorprendente discutir la situación de los sordos en el contexto de las políticas del lenguaje, en el mismo nivel
que las situaciones de multilingüismo. Cuando mucho, la lengua de señas aparece en algunos modelos
de planificación bajo el rubro de “estandarización de
lenguas auxiliares” (cf. Nahir 1984), junto c o n los
sistemas de señales de tránsito. Aquí los autores
plantean, en cambio, que la lengua de señas es la
primera lengua de los sordos que aprenden antes que
el español. Sostienen, basándose en argumentos de
Fishman y otros, que la comunidad de sordos puede
considerarse incluso como “un grupo c o n tendencias
étnicas en proceso”, puesto que la unen lams de
lealtad a un conjunto de pautas culturales y una
lengua común. El segundo hecho sorprendente es
que, en el caso de los sordos, el Estado uruguayo
abandonara su política homogeneizadora y aceptara
32
Rainer Enrique Hamel
que en las escuelas públicas para sordos se desarrolle
una educación bilingüe y se. enseñe primero la lengua de señas y después el espaiiol, un tipo de currículo que no le es concedido a los hablanies del
portugués en la frontera norte. En términos de políticas del lenguaje observamos aquíun modelo clásico latirioamericano que protege sus fronteras lingüísticas externas e impulsa una política de
asimilación hacia los inmigrantes que va desde la
tolerancia, pero obligatoriedad de la enseiianza del
espaíiol en las escuelas “extranjeras” (Chile, etc.)
hasta la violenta represión de toda expresión lingüística y cultural de las comunidades de inmigrantes en
el Brasil de los anos treinta y cuarenta.
En el último artículo el franco-canadiense Jacques Maurais describe “Las políticas lingüísticas de
Quebec”. A muchos sorprenderá quizás el hecho de
que incluyamos un trabajo del Canadá en una colección de textos sobre América Latina. Pero si tomamos en serío el “recorte lingüístico” que traza el
término ai escoger un subconjunto de países del
continente, tenemos que reconocer que Quebec está
definitivamente en él. Es más, ninguna nación del
continente ha defendido su latinidad, su pertenencia
a la Romania, c o n mayor fervor que la quebequense.
Como corolario de tal identificación -que no significa identidad c o n el resto de América Latina- Quebec ha desarrollado la política y planificación lingüística de mayor alcance en las Américas. En su
detallada exposición que revela al autor como especialista y actor de la política del lenguaje quebequense, Maurais aborda los siguientes aspectos:
1. La definición del estatus del francés.
2. El concepto de aménagement linguistique.
3. La calidad de la lengua.
4. Las relaciones con el inglés.
5. Las lenguas autóctonas
El estatus del francés, que es la piedra angular de la
política lingüística, se basa en tres principios sociolingüísticos: “La sociedad quebequense no debe ser
una sociedad bilingüe.” Esta determinaciónse funda
en la convicción que el bilingüismo masivo no puede
mantenerse por un tiempo prolongado; constituye
tan sólo un paso hacia un nuevo monolingüisrno en
la lengua dominante. Por esta razón, el Estado rechaza el lalises faire de la libre elección de la lengua
p r parte del individuo que sólo favorece a la lengua
más fuerte: a partir de la legislación de 1974, los
francófonos e inmigrantes (no anglófonos) se veían
obligados a enviar a sus hijos a escuelas francófonas.
Luego, el reconocimiento del papel fundamental de
las instituciones para determinar o modificar una
situación lingüística obliga a legislar en la materia.
Y la necesidad de producir cambios visibks en Quebec para demostrar que los cambios en favor del
francés son posibles. Para este efecto se escogieron los
ámbitos de las compañías, la publicidad y la terminología utilizada en el trabajo para imponer en ellos la
utilización del francés. Por Último, el artículo hace
referencia a la situación de las nueve lenguas autóctonas de Quebec habladas por un total de 50 mil indigenas. En 1983 la Asamblea Nacional de Quebecadoptó
15 principios que reconocen a los pueblos indígenas
como naciones distintas y les otorgan amplias facultades de autonomía en lo cultural y lingüístico. El texto
de Maurais describe una paísdonde la lengua realmente constituye un valor nuclear de la identidad nacional.
Este hecho llevó a que su gobierno y sociedad mayoritaria desarrollaran una política del lenguaje y planificación lingüística de defensa del francés que es una
de las más explícitas, extendidas y normadas por derecho que se conocen en el mundo. Sin embargo,
~
Políticas y planijiiación del lenguaje
hasta ahora no ha logrado apaciguar los conflictos
lingüísticos existentes.
En resumen, el calidoscopio de experiencias presentadas aquí nos abre los ojos sobre un mundo de
fascinante diversidad cultural y lingüística, que representa al mismo tiempo diferencia, conflicto y dominación; lucha en y sobre las lenguas. Ejemplifica también las múltiples formas en que intervienen el
lenguaje, el discurso y la comunicación en la constitución de identidades, etnias, naciones, estados.
Demuestra, por último, el carácter político de todo
acto lingüístico, intervención en y a través del lenguaje. Quizás la lectura de los trabajos lleve a una
mayor comprensión del lugar central del lenguaje en
nuestra historia y vida social, y, por tanto, en el
quehacer de las ciencias sociales; esperamos finalmente que motive a emprender nuevos esfuerzos
interdisciplinarios de su estudio.
L o s artículos reunidos en este número de Iztapalapa representan el potencial y las temáticas de un
importante campo interdisciplinario de la sociolingüística actual. La Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa desarrolla esta línea de investigación y docencia en el Departamento de Antropología
a través de su Programa de Sociolingüística y como
área de especialización en su Doctorado de Ciencias
Antropológicas de reciente creación.
NOTAS
1 La convergencia de este enfogue de la lingüística social con
diversas corrientes antropológicas y sociológicas que estudian la cultura se refleja en la definición socio-semiiitica de
"cultura" que ellas adnptan como "el conjunto de procesos
donde se elabora la significación de las estructuras sociales,
se la reproduce y transforma mediante operaciones simbólicas" (García Canclini 1987: 25).
33
2En este trabajo traduciré todas las citas en lenguas extranjeras al español.
3 Consúltese los resúmenes, evaluaciones y críticas en Cobarrubias (1983), Fergusnn (1983). Fishman (1983, 1987,
1991), Williams (1986), Daousthíaurais (1987).Haannann
(1988). Cooper (1989),Hornberger (1989). Jernudd(l991),
etc.;sobrecambiodeestatus,AmmonyHellinger(1992),sobre
políticas y derechas lingüísticns,Hamel (1989, 1993a. b, c).
4 En algunas proposiciones (cf. Neustupny 1970) se activa la
diferencia lexicalizadaen inglésentreplicy (el conjunto de
actitudes, posturas, etc. frente a las lenguas) y polifics que
se refiere a las acciones y programas mismos (" Los acontecimientos que preceden la decisión política ( - p o k y ) y la
decisión misma (= polilics) constituyen dos momentos de
un proceso cuya frontera es la intervención de un acto de
autoridad" (Ninyoles 1975: 55). Pero se pierde una concepciónamplia delvplíticoyde todosmodosel análisisqueda
reducido a las posiciones y acciones deliberadas del estado.
5 Consúltele las influyentes reuniones internacionales como
la de 1966 llamada Language Probkms of Dewloping
NatWm (Fishman, Fergusnn y Das Gupta 1968). las que
tuvieron lugar en 1968 y 1969 en el East-West Center en
Hawai a las que se refiere Rubin (1983) (Rubin y Jernudd
1971, Fishman 1972).
6 En el caso que citamos, esta necesidad se presenta para el
árabe, no para el francés. Los países independientes que
optaron por mantener la lengua colonial wmo lengua oficial, aunque sea para un período de transición como la India,
tomaron esta decisión precisamente para evitar el proceso
de codificación o para ganar tiempo en su implementación.
7 En Quebec, por ejemplo, rige el principio de territorialidad
que establece el francés como lengua oficial para la administración pública y otros ámbitos. Los quebequenses anglófonos reconocidos pueden hacer uso de su derecho de
personalidad en la educación, ya que ellos y aquellas prsonas que recibieron su educación primaria en inglés tienen el
derecho a enviar a sus hijos a esuelas anglófonas públicas
(cf.Mauraisenestevolumen).Tambiénenvanasrepúblicas
de la antigua Unión Soviética rige una combinación de los
principios de territorialidad y personalidad (cf. Maurais
1992b).
8 Con el concepto de con/iiclo lingüístico la teoría sociolingüística catalana ha ganado un espacio internacional como
propuesta contestataria, formulada desde una cultura domi-
34
Ruiner Enrique Hamel
nada, cuyo enfoque conirasta con la sociolingüística (y
sociología del lenguaje) funcionalista y consensualista angtosajona (ver un anáüsis detallado en Hemel y Sierra 1983 y
en Boyer 1991). No obstante, el concepto de wmiliznción
introduie,ami mododever,unaco~otsciónemocentrastaque
se expika pw el contexto de su surgimiento en la lucha
catalana. Dsdo que apenas dos o ire cenienms de las 5,ooO a
7,0a01enguasexistM&genel muodocumplenconloscriterios
que los catalanes establecen para considerar a una lengua en
estado "normal", se le imputa implícitamente un s t a t u 5 patiiIógico(de"anormal")a todasaquellaslenguasquenodisp>ncn
de una escritura estandarizada y socialmente aceptada y una
extensión funcional pmalizada. La crítica de Daoust y Maurais avunta en la misma dirección cuando sostiene que CI
m c e b t o de 'nnmaiización Fesupone la existencia di una
situación inadaptada que es necesario readaptar al c u m histórico para volverla normal" (1987: 12).
9 Ver la discusión en Maurais (1992a) y su contrihución en
este volumen.
10 Hornberger (1989 7) enumera 16 metas de la planificación
del lenguaje: oficialización, nacionalización, estandarización de estatus, vernacularización, revitalización, difusión,
mantenimiento y comunicación interlingual en cuantc a
estatus; y purificación, reforma, estandarización de cnrpus.
modemi7ación ( o elaboración) Iéxica, unificación terminológica, simplificación estilística, estandarización de códigos auxiliares y grafización en cuanto al corpus de una
lengua.
11... o en ciertos canales de televisión. Se refiere a construcciones impuestas desde el poder como 'reestructuración de
la deuda exferna", cuando se trata de endeudarse más para
pagar los interesesde la deuda existente; "federaliiación de
la educación" cuando se descentraliza. lo que sinnifica lo
contrario en la tradición mexicann: "lihera&ín & contingentes de fuer7a de trabajo al mercado" para despidos
m d S i V O S ; "conllicto lingiiístiu>".
reducción metonimica q u i
denota una conflicto entre grups, pueblos, elnias que estaIla en torno ia(s) Icngua(s); "limpieza étnica". variantc muy
actual de genocidio y expulsiones masivas. Además, el
término se refirre a un cnnjunto de c o n s i ~ c c i i ~ n ediscurs
sivas más complejas, ni8 reducidas al It5xico. coino las q u t
analiza ürlandi en este volumen.
12 Cita 12 definiciones diferentes de la planiticacihn Iiiigui\tica (Cooper 1989: 30-31).
13 Es un procedimiento generalizado en el c a m p criticado por
Glück (1981) y Williams (1986 509) quien lo llama Iconstrucción tipológica basada en la inducción".
14 El término domini0 se refiere a los ámbitos como familia,
trabajo, escuela, religiónque determinan y son constituidos
por variedades sihracionales (regístros) de cada lengua. En
situaciones de bilingUismo social asimétricn (diglosia, etc.),
suele producirse una distribución relativamente fija de las
lenguas en los dominios (lengua de la escuela, administración, de la familia, etc.).
15 Recuérdese que esta importante paradoja estructuralista ya
fue resuelta en principio por Weinreich, iobov y Herzog
(1968), al disociar la relación axiomática que el estrucfuralismo había estabtecido entre homogeneidad y sistematicidad del lenguaje. En su esbozo deÜna teoría del cambio
lingüístico in sifu, los autores demuestran que la fuente del
cambio se encuenira en la heterogeneidad sincrónica, constitutiva de todo lenguaje, y que ésta es en gran medida
sistemática (ver una discusión en Hamel 199%).
16 Consúlteme los diversos trabajos sobre pidgins y criollos
(cf. Romaine 1988); menciono a modo de ejemplo los
estudios de Manessy y Wald (1985) y Wald (1986) sobre la
heterogeneidad de las estructuras de comunicación y las
discrepancias entre prácticas discursivas y conciencia lingüística que se observan en Africa central. Este último
fenómeno aparece también en nuestros propios trabajos
(Hamel y Mufioz 1982, 1988).
17 Hay quienescomparanla lenguaconunamáquinaquerequiere
de mantenimiento, reparaciones y perfeccionamiento (Sauvagent 1979 citado en Daoust y Maurais 1987: 38).
18 Véase la excelente exposición de Cerán-Palomino sobre la
normalización del wrpus de las lenguas andinas, quechua y
aymara, que inicia con una crítica de la tradición descriptivii-eciruciuraiista cuyas principiilcsL.aracterísticas)a la vrr
limitaciones son: sincronismo. idiolecial ismo, antimenialism
i
,
aniifiloluyinmi~.exoiisino (1992: 33).
IV En el prmente volumen. Laru plantia c m esle argumento la
necuidad de una mayor integración de ambos campos de
las políticas del lenguaje. Maurais tematiza esta relación
pdra el caso de Ckiebec al preguntarse acaso existe una sola
polirica del lenguaje en esa provincia canadiense. o si las
polítias frente a la relación entre el francés e inglés no se
disocian d i las pulíticas que se aplican a las lenguas indignds.
~
Políticas y planificación del lenguaje
20 De este modo se supera la reducción metonímica inherente
a conceptos como 'conflicto lingüístiw", "políticas culturales", etc. que aparentan una relación directa entre sus
componentes (entre lenguas, entre política y cultura) y
hacen desaparecer los sujetos sociales como actores y afectados. Obviamente que las lenguas no se relacionan entre sí,
sino a través de los sujetos que las usan para comunicarse,
identificarse,ejercer su poder, etc.
21 Cabe mencionar en este rubm el episodio de defensa del
español en México que analiza Lara en este volumen. y
sobre todo el movimiento "English only" que propone reforzar las políticasasimilacionistase impedir el surgimiento
de otras lenguas en los Estados Unidos de América (cf. los
volúmenes editados por Fishman 1986. Cazden y Snow
1990 y el libro de Baron 1991).
22 No es posible contextualizar aquí el estudio ni pesentar los
análisis especíticosde loseventos comunicativos.Reprodurn
algunos fragmentos de la argumentación que se desarrolla en
Hamel (19'3%). No podemos exponer aquí la reconstnicción
detallada de las políticas lingüísticas en acción.
23 Sobre estos temas hemos realizado estudios detallados en
un proyecto colectivo en el Valle del Mezquiial, región
hñahñú a la que nos referimos. Los estudios sobre la escuela
bilingüe se encuentran en Hamel (198%) y sobre el funcionamiento del aparato administrativo y jurídico en Sierra
(1990,1992) y Hamel (1988a. 1990a. y 1992)
24 Tengo que excluir por el momento el caso de otras regiones
latinas de América, especialmente Quebec, de nuestra discusión, porque en ellas el desarrollo histórico y la situación
actual presentan facetas diferentes.
25 Heath (1972: 14) habla de ^la prolongada historia de los
esfuerzas de planeamiento lingüístico en este país", refiriéndose a México.
26 Con esta afirmación habrá que cuidarse de un efecto ideológico que se suele producir en situaciones de dominación
etnolingüística: las políticas de estatus lingüístico aparecen
muchas veces como políticas dirigidas exclusivamente a los
pueblos indígenas, normando los espacios y funciones de sus
lenguas. En realidad se dirigen a la relocwn entre ambas
lenguas cuando establecen, por ejemplo, el estatus del español
como única lengua de la evangelización y administración.
27 Cito tan sólo el trabajo de Milán (1983) que trata los
modelos contemporáneos de estandarización en un marco
de la planificación lingüística. E n lo que sigue, no volveré
35
sobre las publicaciones de este tema. Remito a los artículos
de Cifuentes/Ros y Lara en este volumen.
28 Cabe mencionar aquí el survey sobre la educación indígena
en América Latina de von Gleich (1989).Este presenta una
sinopsis de los enfoques y conceptos relevantes en la educación bilingüe, un resumen de investigaciones realizadas
y perfiles de la educación indígena en 13 países latinoamericanos.
29 Este desconocimiento es recíproco. tanto frente a la población indígena como sobre todo frente al lenguaje. Por lo
general, los investigadores de la políticas culturales no
conciben un vínculo entre éstas y las políticas lingüísticas,
o entre la cultura y el funcionamiento social del lenguaje. a
pesar de la definición socio-semiótica de la cultura que est6
ganando terreno (ver nota 1). Así, ninguno de los trabajos
sobre "Políticas culturales en América Latina" editados en
Garcia Canclini (1987) o en el núm. 2 4 de Iziapalap se
refiere explícitamente al lenguaje (existen referencias a la
comunicación de masas).
30 Aprovechoen estos resúmeneslos brillantescomentariosde
Rodrigo Díaz Cruz sobre los trabajos reunidos en este
volumen.
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