Distorsión de las diferencias de géneros Glenda Libier Madrigal Trujillo L Página 8 a lucha por la equidad de género nunca ha sido sencilla. Si miramos hacia atrás, conoceremos las historias de miles de mujeres alrededor del mundo que desde hace años han luchado por ella, y con su lucha nos dejaron beneficios, enseñanzas y logros. Si miramos hacia los lados ahora mismo, encontraremos por igual a tantas otras que están realizando esa misma tarea, porque se trata de una acción inacabada, llena de retos y desafíos, pero también, a veces, de retrocesos. Dirección General: ARMANDO MARTÍNEZ DE LA ROSA Coordinación: GLENDA LIBIER MADRIGAL TRUJILLO Las opiniones expresadas aquí son exclusivas de sus autoras y no representan necesariamente la opinión de esta casa editora. Las fotos que aquí se publican son de apoyo para ilustrar los textos. Las seguimos invitando para que nos acompañen los miércoles y nos hagan llegar sus comentarios al correo: [email protected] Es necesario entender que las mujeres no estamos en la escuela o en el trabajo sólo porque a los hombres se les ocurrió dejarnos el lugar para ocuparlo nosotras; ni podemos votar y ser votadas en las elecciones gracias a la benevolencia de nuestras autoridades; ni tenemos derecho a expresarnos libre y abiertamente porque alguien dijo que podíamos hacerlo. No. Todo eso es producto de la lucha de muchas valientes y decididas mujeres de México y del mundo, que empezaron, desde hace décadas, a exigir el reconocimiento de nuestros derechos como seres humanos actuantes y pensantes. la editorial española MAD imprimió y puso a la venta un manual de oposición para profesores de Educación Física donde, entre otras cosas, aborda las diferencias psicológicas entre los géneros, entre las cuales destaca que las mujeres son: -Emocionalmente menos estables para la competencia deportiva. -La obediencia al hombre ha sido la conducta ancestral habitual y natural de la mujer. -Repugnancia natural de la mujer por la agresión, lo que hace que tienda a alejarse de la competición. -Deseo ansioso y activo de evitar el éxito. -Menor capacidad de decisión. -Menor rapidez de reflejos. Me quedé boquiabierta cuando leí esta parte del texto que, por fortuna, llegó a manos de una feminista española que cuestionó a la editorial sobre la veracidad del mismo. Hola @EditorialMAD Me pueden confirmar si este texto vergonzoso es de uno de sus libros de educación física?, preguntó en Twitter Celia Zafra. Por eso, preocupa cada acción que amenaza con retroceder en los logros hacia la verdadera equidad, independientemente del lugar del mundo en el que suceda, y más todavía cuando se trata de países desarrollados, como el caso que a continuación relato. Tras aceptar que las “diferencias psicológicas” arriba expuestas entre el hombre y la mujer sí forman parte del libro, la editorial se comprometió a sacarlo de circulación, tanto de su almacén como de las librerías, a revisar con otros especialistas éste y otros apartados, y a reponerlo con una nueve edición. Con un dejo de tristeza y mucha indignación, en Twitter vi una nota que llamó mi atención: Para ese entonces, millones de personas alrededor del mundo ya se habían enterado de la grave falta que cometió la editorial, de tal forma que se vio en la necesidad de aclarar puntos tan preocupantes como que ese manual estaba en librerías desde noviembre de 2015. Sí. Transcurrieron seis meses para que alguien reparara en el misógino texto que prepara a las y los profesores de Educación Física en España que buscan empleo. Y también preocupa que antes, no haya existido ni un solo profesor o profesora de esa materia, que pusiera atención en esas páginas misóginas y machistas. ¿Qué clase de maestros y maestras serán quienes sigan tales estereotipos al pie de la letra? La editorial se lavó las manos aduciendo que tiene más de 30 años preparando opositores, y supone que en todo ese tiempo ha ayudado a mujeres y hombres a conseguir un puesto. La incógnita es qué tipo de textos de oposición son los que ha puesto en el mercado, y qué tipo de profesionales está colocando en el ámbito laboral. Lo que MAD no dijo es cuántos ejemplares editó ni cuántos vendió con ese contenido machista. Cuando al principio dije que la lucha de las mujeres por alcanzar la igualdad es un proceso inacabado, me refería precisamente a este tipo de sorpresas con las que nos vamos encontrando en el camino, a las cuales hay que hacer frente y corregir… y seguir avanzando. Año 22 2 Miércoles 8 de junio de 2016 • Número 1146 Un día más Ana Alcántar 3 POLISEMIA La cultura de la violación 4 Prácticas vs técnicas sexuales 5 La aceptada cosificación de las mujeres Adriana L. Cueva Rábago Rossy Villarruel Figueroa Sara Elizabeth Cernas Verduzco 6 Mujeres en la milicia 7 Vejez infortunada 8 • Lourdes Carrillo de Calvario Ma. Elena García Rivera Distorsión de las diferencias de géneros Glenda Libier Madrigal Trujillo El 5 de junio se cumplieron 7 años del incendio en la Guardería ABC, en Sonora; donde murieron 49 niñas y niños. Las madres y los padres de estos menores siguen demandando justicia. Foto: César Martínez López/Cimacnoticias Vejez infortunada Un día más Ma. Elena García Rivera D iecinueve años solamente. Era una joven universitaria que tenía metas, tristezas, felicidades, preocupaciones, familia, amigas y amigos, pero sobre todo, un futuro prometedor. Su nombre, Brianna Denison, aquella chica a la que alguien le dio muerte un día de enero del año 2008, sin que tuviera oportunidad de defenderse. Conocí su historia porque mi prima Laura, que vivía en Reno, Nevada, me la contó. A medida que me narraba el caso, su piel se erizaba y su voz se quebrantaba. Los hechos fueron terribles y angustiantes para todo Reno, comunidad que se unió a la búsqueda de esta chica, a la que parecía que nadie encontraría. De este caso hay pocas notas en nuestro idioma, pero fue una historia que conmovió miles de almas en Estados Unidos. Mi prima me contó que la mamá y el papá de Brianna hicieron hasta lo imposible por encontrar a su hija, desde repartir banderas a las y los vecinos para que las colocaran en sus autos y puertas de sus casas, hasta colocar su fotografía en los caminos libres de los diferentes condados. Lamentablemente, con cada día que pasaba, el regreso de Brianna parecía más lejano, a pesar de los esfuerzos de cientos de voluntarios. Nadie, ni siquiera la esposa de James Biela, se hubiera imaginado que su marido era un hombre capaz de torturar a una joven como Brianna y mantenerla cautiva por tres meses para abusar sexualmente de ella. Mi prima me explicó que la esposa de James dijo que él era un padre ejemplar y que no se explicaba en qué momento lo había hecho, si siempre iba de su casa al trabajo y del trabajo a casa. Sin embargo, cuando descubrió la ropa íntima de Brianna debajo del asiento de su auto, decidió denunciarlo. Las noticias de aquel país, relatan que la joven fue encontrada en un campo al sur de esa ciudad (Reno) con marcas de estrangulación y tortura. El cuerpo llevaba ahí aproximadamente una semana. El subjefe de la Policía de Reno, Jim Johns, explicó: “La totalidad de la información en este caso nos conduce a creer que fue un crimen con causas sexuales”, ya que el sujeto había abusado de ella en varias ocasiones. ¿Qué es lo que orilla a un hombre a cometer este tipo de actos siniestros en contra de una mujer? ¿Qué tanto odio se debe tener como para torturar tanto a una persona que no ha hecho nada? Aunque las autoridades estadounidenses encontraron y sentenciaron a pena de muerte al asesino, nada le devolverá la vida a Brianna, ni la felicidad a su mamá y su papá. dad podemos hacer para evitar que esto siga sucediendo, es educar a hijas e hijos en valores totales. Enseñándoles que tanto hombres como mujeres, merecemos respeto, que no se debe atentar contra la vida de otra persona. Después de que se confirmara la muerte de esta chica, la madre y el padre, así como la comunidad, se unieron para poner listones morados (color favorito de Brianna) en las rejas de las escuelas, y para soltar globos con frases de aliento para su familia. Aunque, repito, nada que se hiciera les regresaría la felicidad que se les arrebató cuando asesinaron a su hija única. Nadie puede saber hoy en día si el vecino que nos saluda con un abrazo cordial, el día de mañana secuestrará a la niña que le ha tomado confianza porque luce amable. Estamos en un declive de valores, nos estamos perdiendo completamente, algunas personas han perdido la empatía y se necesita una reestructuración absoluta. Necesitamos pensar, reflexionar, recuperar la confianza y, sobre todo, enseñar a las nuevas generaciones a comportarse de una manera más empática con las demás personas. Brianna Denison, Alitzel Aguilar, Andrea Rodríguez o cualquiera que sea el nombre de la chica atacada, viva en el país que viva y hable el idioma que hable, por más que las autoridades se comporten al nivel y hagan su trabajo de manera correcta atrapando a quien resulte responsable del acto, la vida de las familias no volverá a ser igual, pues se les ha arrancado un pedazo, y no sólo eso, también tienen que vivir con el pensamiento de lo que su familiar tuvo que sufrir antes de morir. Para Brianna, Alitzel, Andrea y todas las chicas que han sido atacadas por esta ola de feminicidios, a sus familiares y a las personas que las conocieron, no existe una palabra de consuelo que les pueda ayudar, y lo único que la socie- Las mujeres tenemos que dejar de pensar que cada día que pasa es un día más que hemos sobrevivido; tenemos derecho a vivir sin miedo, a no sentirnos vulnerables. Las familias de las miles y miles de mujeres desaparecidas alrededor del mundo tienen que dejar de esperar un día más para que se pueda comenzar con la búsqueda de su familiar, porque cada día que pasa no es un día más, sino uno menos. [email protected] Página 7 Página 2 Ana Alcántar E l neoliberalismo tiene caras descarnadas y desgarradoras, pues su fin último es el lucro, de allí que en México, como en el resto de los países, el capitalismo salvaje avanza y como pinza que se cierra y ahoga a la población, se apropia de los recursos naturales, aniquila derechos y destruye las vidas de miles de personas. Una de esas caras ha aparecido inmisericorde en nuestro estado, ya que ahora, es posible ver en las calles, plazas públicas, establecimientos comerciales o centros bancarios, a un gran número de mujeres que sobrepasan los 50 años o incluso atraviesan ya por la tercera edad, pues sus rostros y cuerpos reflejan que tienen más de 60 y que están en esos lugares, no de paseo ni de compras, ni visitan los parques o jardines con fines de recreación, sino que están laborando en diferentes oficios y tareas. Por lo general, encuentran trabajo en el sector servicios, en tareas derivadas de su rol de amas de casa, y así se dedican al trabajo doméstico asalariado. Es posible verlas en lugares en donde se lava y plancha ropa; allí permanecen tras la mesa o burro de planchar desde las 8 de la mañana hasta las 7 de la tarde, con un receso de una hora para comer. En el cada vez más cálido clima colimote, estas abuelas se mantienen de pie horas enteras, a fin de lograr mínimos ingresos para su sostén. En el horario nocturno es común encontrar a mujeres de la tercera edad haciendo tortillas en taquerías o restaurantes; sus largas jornadas inician por la tarde y terminan más allá de la media noche. No cesan ni un minuto de realizar su tarea, ante la demanda de los comensales. Mientras que en las cenadurías, las podemos ver lavando platos, vasos, cucharas y todo tipo de loza. En las instituciones bancarias, laboran mujeres mayores como encargadas del aseo y mantenimiento de las instalaciones. Algunas de estas adultas mayores son viudas o divorciadas y, por lo tanto, responsables de su alimentación, lo mismo que de la compra de medicamentos, ya que a esta edad su consumo se incrementa. Otras, son abuelas de cuyos ingresos dependen nietos y nietas, ya sea porque quedaron huérfanos o porque sus progenitores emigraron a los Estados Unidos y ya no regresaron, o se ignora su paradero. Algunas tuvieron varios hijos e hijas, que aunque laboren como profesionistas, no pueden o no quieren colaborar con ellas para su sostenimiento. Una de ellas es procedente de Zacualpan, Comala, y en diferentes arterias de esta ciudad de Colima, se dedica a la venta de camotes del cerro. sucedió recientemente en Colima, pese a que los recursos para este fin ya estaban etiquetados. Los centros de descanso o asilos creados mediante patronatos, han dejado de recibir subsidios y su permanencia está en riesgo. Hasta hace poco, en los centros comerciales, niños, niñas o adolescentes se dedicaban a empaquetar las mercancías en los grandes centros comerciales. Hoy, las y los pequeños se alternan en la tarea con personas de la tercera edad, en su mayoría mujeres. Según datos del conteo de población realizado por el INEGI en 2015, en Colima la esperanza de vida, tanto para hombres como para mujeres, superara a la media nacional. Para los primeros, a nivel nacional es de 72.1 años, en tanto que en Colima es de 73.3. En las segundas, a nivel nacional la esperanza de vida es de 77.5 años y para las colimenses es de 78.4. El ingreso de las mujeres de la tercera edad, en el mercado laboral y específicamente en la informalidad, es resultado del neoliberalismo que en México, mediante las reformas estructurales logradas gracias al llamado Pacto por México, han contribuido al avance incontrolable de la pobreza, pues oficialmente se ha admitido que al menos la mitad de la población mexicana vive en condiciones paupérrimas y es sabido que en tiempos de crisis, las más perjudicadas son las mujeres, y dado que a las que aquí se hace referencia, en su mayoría laboran sin contrato alguno, es de suponer que carecen de prestaciones, incluso en algunos casos dependen sólo de las “propinas” que ofrece la clientela. Por otro lado, en su afán de hacer a un lado al Estado benefactor y bajo el argumento de optimizar el gasto público, los recortes presupuestales han hecho mella en las personas más vulnerables. Si bien se han asignado pensiones a las y los adultos mayores, el monto es raquítico y en muchas ocasiones no llegan a quienes realmente las necesitan o no se les pagan a tiempo, como Cabe reflexionar que no sólo es deseable tener la posibilidad de vivir más años, sino de que en ellos se tengan una excelente calidad de vida, lo que en el caso de un porcentaje cada vez más elevado de mujeres que viven en nuestro estado, parece ser un sueño irrealizable. Algunas, porque luego de haber dedicado la mayor parte de su vida al trabajo asalariado, apenas logran una raquítica pensión, insuficiente para vivir, y por ello continúan laborando para completar el gasto. Y otras, porque como amas de casa cuidaron de su familia, sin percibir salario ni tener descanso, pero ahora que sobrepasan los 60 años, en lugar de tener tiempo para su cuidado personal, para divertirse y pasear, para gozar a sus nietas y nietos por el tiempo que ellas consideren conveniente, tienen que desempeñar largas y extenuantes jornadas de un trabajo pésimamente remunerado, como resultado de un sistema económico que les arrebata el derecho al disfrute, el descanso y la recreación, y a pasar la última etapa de su vida en calma y tranquilidad. La aceptada cosificación de las mujeres Prácticas vs técnicas sexuales Rossy Villarruel Figueroa* E s común que en la educación tradicional de la sexualidad, se utilicen términos o conceptos que no abonan al cambio sustancial en los modos de relacionarnos sexualmente con otras personas. Si partimos de la consideración de que somos personas sexuadas y no robot fabricadas a modo, es que vale la pena reflexionar sobre el aprendizaje respecto al cual estamos ejerciendo nuestra sexualidad, orientada tradicionalmente a la no satisfacción plena y a la falta de reconocimiento del placer como Derecho Humano, sobre todo para nosotras las mujeres. A partir de nuestros cuerpos sexuados, es que la mercadotecnia ha lanzado desde muchos años, revistas, afiches, videos y demás material gráfico, para promocionar listas interminables de formas y técnicas para orientar nuestra práctica sexual, hacia maneras determinadas de cómo “deben” de realizarse algunas posturas sexuales, dejando de lado el libre acceso que naturalmente poseemos los seres humanos como herramienta primordial, como la imaginación y la fantasía, así como el consenso y acompañamiento de esta experiencia con nuestra pareja. Si coincidimos en que la práctica hace que la experiencia llegue a partir de la comprobación de todos nuestros actos, pero que además la sumamos a todo nuestro bagaje de conocimientos sobre nosotras y nosotros mismos, podemos optimizar cualquier relación, incluida la sexual. La sensualidad va de la mano de la sexualidad, por lo que es recomendable que nos quede claro que cualquier encuentro erótico empieza mientras aun llevamos la ropa puesta; esto desmonta toda prisa por una acción que, al final, si la intención es que se realice, llegará, pero el proceso o camino que se recorre, igualmente aportará una serie de satisfacciones mutuas y la experiencia vivida perdurara un buen tiempo, ya que de esta manera se involucran todos y cada uno de nuestros sentidos, proporcionando a cada uno su justa capacidad y participación en ello. Es importante pensarnos como seres sexuados, reconocernos en todas nuestras capacidades y apropiarnos del placer personal, para que de esta manera las experiencias sexuales con pareja o en solitario, sean del todo satisfactorias. Lo anterior, porque es común que por nuestra educación sexual reduccionista, todo nuestro ser esté más al pendiente del gozo de los demás que del nuestro, y esto, al final, puede aportar una dosis de insatisfacción y frustración y caer en la tentación de responsabilizar a otras personas de algo que solamente nos corresponde a nosotros asumir y apoderarnos de ello para futuras experiencias. Muchas parejas caen en la rutina sexual, atendiendo más a las recomendaciones de la literatura inadecuada -que por demás abunda en el mercado-, que por una necesidad real y personal de encuentro con la otra persona. Calendarizan las relaciones como si de una obligación laboral se tratara, y esto por supuesto conlleva al aburrimiento y termina en falta de interés por una parte o por ambas; si esto se convierte en algo sistemático o rígido, puede correrse el riesgo de la cancelación total o parcial de los encuentros eróticos y desencadenar en una ruptura con la pareja. El tomar la iniciativa para un encuentro es indistinto, sólo que a las mujeres nos limitan esta capacidad, a partir de la falsa idea de que el ser propositiva implica experiencia, y si ésta no se adquirió con la pareja en turno, no vale o nos hacemos acreedoras a una serie de desconfianzas y malos entendidos. El hecho de que la sociedad patriarcal le haya endilgado al hombre el papel de maestro en artes sexuales, le resta a cualquier encuentro el sentido de la espontaneidad, la naturalidad y el reconocimiento a cada integrante de su particular gusto por el disfrute compartido. La auto-observación puede llevar a la ansiedad y ésta al fracaso. Los hombres, principalmente, se viven atentos a “cómo la están haciendo en la cama”, a partir de aprendizajes de cómo deberían ser las relaciones sexuales, convirtiéndolos en espectadores de su propio quehacer sexual y no como actores del mismo. El gran riesgo que se corre al instalarse en este rol, es el devenimiento casi inevitable de una disfunción de la vida erótica, que si no se identifica como tal y se atiende, se instala, y los resultados no son nada gratificantes. Sustituir las técnicas depuradas por experiencias, nos llevará a hombres y mujeres a la creatividad, espontaneidad y al romanticismo, que mas allá de la mercadotecnia, tiene su efectividad en la expresión sexual. Recuperar la emotividad a partir de la atracción que genera un encuentro con la persona deseada, supera cualquier expectativa aprendida respecto al “deber ser”, tomando en cuenta que somos seres sexuados en proceso, pues la perfección no existe. La invitación es, entonces, a revisar las técnicas hechas costumbre, y sustituirlas por las prácticas que nos aportan siempre una experiencia nueva y muy seguramente enriquecedora, haciendo eco de uno de los valores fundamentales en el ejercicio de nuestra sexualidad: Todo es válido, siempre y cuando exista consenso para realizarlo. *Sexóloga y Psicoterapeuta Gestalt L a cosificación de los cuerpos es un tema que, a mi parecer, no ha sido abordado correcta ni completamente; sigue siendo un tema lleno de paradigmas, los cuales vale la pena estudiar. Por lo pronto, con este artículo pretendo hacer visible la manera en que hemos adoptado las cuestiones de género para el análisis de situaciones que competen no sólo a las mujeres, sino a toda la sociedad, basándome en escritos de Marta Lamas. Según la RAE, el término cosificación es la consideración de una persona como una cosa. La teoría de la cosificación (Sexual Objectification Theory) fue acuñada a finales de los 90 por Barbara Fredrickson & Tomi-Ann Roberts, ambas psicólogas sociales y profesoras de universidades de Estados Unidos. En ella, agregan el valor “mujer”, al decir que muchas de ellas son sexualmente deshumanizadas y tratadas como un objeto para ser valoradas por su uso por otros -mayoritariamente hombres-, y ocurre cuando el cuerpo o las partes del cuerpo se separan y se observan principalmente como un objeto físico de deseo sexual. De tal manera que el término, a primera vista tiene una connotación negativa; sin embargo, la manera en que esta cosificación tiene presencia en todo el mundo, para muchas mujeres representa una forma importante de subsistencia y la llevan a cabo por su propia voluntad. Algunos ejemplos cotidianos van desde dedicarse solamente a las labores del hogar, hasta dedicarse al comercio sexual. A propósito de que el pasado 2 de junio se conmemoró el Día Internacional de la Trabajadora Sexual y que nos recuerda la discriminación que sufren en su vida día a día y hacia sus condiciones de trabajo, es preciso distinguir entre prostitución y comercio sexual. La prostitución es un término que únicamente manifiesta de manera denigratoria a quien vende servicios sexuales, mientras que comercio sexual da cuenta del proceso de compra-venta, que incluye también al cliente. Lo cierto es que hoy en día es evidente el crecimiento y la expansión del comercio sexual, lo que expresa no sólo un fenómeno económico, sino también una transformación cultural. A pesar de que a lo largo de los últimos 30 años muchas trabajadoras han reivindicado su quehacer como una cuestión laboral, desarrollando diversas estrategias para obtener derechos correspondientes, en la última década se ha multiplicado una perspectiva que califica a todas las mujeres que trabajan en el comercio sexual de “víctimas”. Incluso, las feministas que han reflexionado sobre el tema están divididas al respecto: hay quienes subrayan la autonomía en la toma de tal “decisión”, mientras que del otro lado están quienes insisten en la “explotación” y coerción. Ahora bien, no son excluyentes: puede haber decisión y explotación, autonomía para ciertos aspectos y coerción para otros (Widdows 2013). Página 5 Página 4 Sara Elizabeth Cernas Verduzco* Unas feministas argumentan que ninguna mujer “elige” prostituirse, que siempre son engañadas u orilladas por traumas infantiles de abuso sexual; otras aseguran que la mayoría lleva a cabo un análisis del panorama laboral y toma la opción de un ingreso superior a las demás posibilidades que están a su alcance. Por tal motivo, Lamas señala que “elegir” en este caso, no implica una total autonomía, ni siquiera supone optar entre dos cosas equiparables, sino preferir, no un bien, sino el menor de los males. Entonces, con toda esta información y con la definición de cosificación, hago la siguiente pregunta: ¿Una mujer en ropa interior es una mujer deshumanizada o empoderada? La demanda del Movimiento de las Trabajadoras Sexuales que surgió en 1975 en Lyon, Francia, da un poco más de claridad: “Libertad en tanto que mujeres tal y como somos, y no tal y como quieren que seamos para tranquilizar sus conciencias. No tengan miedo: esta liberación no supondrá automáticamente una proliferación de prostitutas. A no ser que nosotras, las mujeres, seamos todas chicas a las que únicamente reprimía el miedo a la policía”. Sin embargo, ciertas filósofas y politólogas feministas piensan que algunas actividades humanas deberían estar fuera del mercado, como el comercio sexual, porque tiene un efecto negativo en la justicia social, en especial en cómo estructura las opciones vitales de las mujeres, pues su ejercicio obstaculiza las relaciones igualitarias. Entonces lo que realmente sentencian es la libertad sexual de las mujeres y manifiestan su rechazo moralista al comercio sexual, porque bien la explotación del cuerpo y la sexualidad femenina pueden satisfacer el “morbo” de ambas personas implicadas. Lo mismo para el acto sexual que no implica una relación amorosa. Aunque desde la perspectiva del liberalismo político, no hay razón para estar en contra del comercio sexual mientras lo que cada quien haga con su cuerpo sea libremente decidido. Muchas personas consideran que el comercio sexual es de un orden distinto de otras transacciones mercantiles. La venta de servicios sexuales ofende, irrita o escandaliza de una manera diferente que la situación de otras mujeres que venden su fuerza de trabajo, en ocasiones en condiciones vulnerables, como las obreras de la maquila, las empleadas domésticas, incluso algunas meseras, secretarias, entre otras. Cuando se denuncia la “explotación” de las trabajadoras sexuales, no se menciona siquiera a tantas otras trabajadoras que también son explotadas y cosificadas. Muchas personas ven la “prostitución” como la degradación a la dignidad de la mujer. Pero no hay reacciones tan indignadas o escandalizadas ante formas aberrantes de explotación de la fuerza de trabajo en otro tipo de industrias, no hay intensión de abolir dichas prácticas, ni tampoco luchan por el reconocimiento de sus derechos laborales. Tal vez porque lo que más molesta de la “prostitución” voluntaria, es que atenta contra el modelo de feminidad (Martha Lamas 2014). *Impulsora del Colectivo Calle sin Acoso Colima. Politóloga POLISEMIA Mujeres en la milicia La cultura de la violación “ Adriana L. Cueva Rábago Las Fuerzas Armadas de México, con las divisas del honor y la lealtad institucional, tienen como objetivos: Preservar la integridad, la independencia y la soberanía de la Nación, así como coadyuvar en la seguridad interior para mantener el orden constitucional y el fortalecimiento de las instituciones democráticas”. General Francisco Ortiz Valdez, Comandante de la 20 Zona Militar. del Ejército y Fuerza Aérea Mexicana, con el propósito de incorporar el principio de igualdad de oportunidades a la enseñanza castrense. El Ejército Mexicano, la Fuerza Aérea Mexicana, así como la Marina Armada de México han recibido a numerosas mujeres que, dentro de estas instituciones realizan su capacitación para el servicio en las distintas profesiones y actividades que cubren. Según declaró el diputado Germán Ralis: “El texto vigente de la Ley de Servicio Militar limita la capacidad de las mujeres y se les discrimina”. Por eso han surgido modificaciones. En la Marina, son mujeres el 16 por ciento del personal. Actualmente, 329 mujeres cursan estudios en planteles navales, además 9 mil 143 pertenecen a la Secretaría de Marina, de las cuales, 124 son capitanas, 3 mil 90 oficiales, 4 mil 363 clases y mil 37 de la marinería, según declaró el Contraalmirante Eduardo Rojas Pineda. “Hoy es común ver a la Heroica Escuela Naval Militar revestida de mujeres que aspiran a pertenecer a las diferentes carreras. Les damos más valor a la Marina erradicando la violencia contra la mujer, que uno de los objetivos trascendentales de nuestro país es el fomentar una cultura para la igualdad de género”. En 2008, la Sedena firmó un convenio con la UNAM para desarrollar el Programa de Formación y Capacitación en Perspectiva de Género, con el fin de formar, sensibilizar y capacitar a 100 elementos que logren incorporar la perspectiva de género. Además, en 2014, el Pleno del Congreso reformó la Ley de Educación Militar Según datos, hasta diciembre de 2013 había 14 mil 150 mujeres con jerarquías de soldados, clases, oficiales y jefes generales, equivalente a 7 por ciento del total de efectivos en el Ejército. En la Sedena, tres mujeres son Generalas, 14 Coronelas y 530 tienen grado de Mayor. El Contraalmirante Rojas, director adjunto de Seguridad y Bienestar Social de la Secretaría de Marina, declaró que en la dependencia se promueven actividades sociales, culturales, recreativas, preventivas y de orientación, todo con perspectiva de género, llevando a cabo cursos y programas de capacitación para personal femenino y masculino, en temas como la discriminación, el acoso y hostigamiento sexual, corresponsabilidad y clima laboral. El festejo nacional del primero de junio, Día de la Marina, tuvo lugar en el puerto de Manzanillo. Con la presencia del presidente Enrique Peña Nieto, numerosos secretarios de Estado y funcionarios locales, se llevó a cabo la ceremonia y la ofrenda floral a los marinos caídos en el cumplimiento de su deber. La Capitanía del Puerto montó una exposición en donde se presentaron los adelantos tecnológicos y las actividades que cubre la Semar en el puerto. La numerosa presencia femenil en la Marina no pasó desapercibida para la prensa nacional, que boletinó la fotografía oficial del Presidente rodeado por ellas. ¡Felicidades a las y los marinos de México! Felicidades a la Capitanía del Puerto por tan digna celebración. *Ex presidenta de la ACPE A finales de mayo de este año, fue difundido en redes sociales un video grabado en Río de Janeiro, Brasil. En él, se puede ver a una chica de 16 años desnuda e inconsciente y su pelvis ensangrentada. El autor del video se jacta de la escena con comentarios como: “Mira por dónde pasó el tren. Por donde pasó el tren bala, por encima de todo”. “Más de 30 la dejaron embarazada”. Cuando el contenido del video se hizo viral y con más de 800 denuncias anónimas, el caso llegó a las autoridades brasileñas. La joven fue encontrada cinco días después de la violación, y declaró que luego de encontrarse con su novio, perdió el conocimiento y despertó desnuda, narcotizada y rodeada por 33 hombres armados con fusiles y pistolas. La noticia causó rabia e indignación en ese país y en el mundo. Hasta el momento de redactar este artículo, los medios de comunicación anunciaban la revelación de nuevos detalles sobre la violación tumultuaria. Destacan que fue cometida por 12 hombres y no 33, como se había difundido inicialmente; que la menor se había trasladado de una fiesta en la favela donde ocurrieron los hechos, a una vivienda con una amiga y dos chicos, con uno de los cuales tuvo relaciones sexuales consensuadas. Los chicos declararon que habían abandonado el lugar dejando a la adolescente sola. Afirman que una banda que controla la zona, llegó a la casa donde se cometió el crimen y que la referencia a los “30” es un funk popular en Río. Con este resumen de los hechos, quiero destacar que mientras a la gran mayoría de las personas nos conmocionó la noticia de un acto tan brutal y repudiable recién se dio a conocer, a la luz de estos “nuevos detalles” y las reacciones que suscitaron, me parece perverso y abominable cómo emerge y opera enseguida la cultura de la violación. ¿Qué leo entre las líneas de la información que circula? Que se intenta permear en la sociedad la culpabilidad de la menor. ¡Que no fueron 33, sino 12! Como si uno solo no fuera suficientemente terrible. Que ella se expuso asistiendo al baile en esa favela y que era una adolescente promiscua, por haber tenido relaciones consensuadas antes de la violación. Por si quedase duda, sobre el proceso de investigación, la abogada de la adolescente denunció que el titular de la Policía de Río de Janeiro le preguntó a la chica si tenía la costumbre de hacer sexo grupal. Aborrecible que cada vez que se denuncia una violación, la información que recibimos tiene que ver con cómo ella iba vestida, en qué lugar y a qué hora estaba, si había bebido o si había consentido la compañía de su violador. Todo apuntando a juzgar a la víctima. Porque en la cultura de la violación, la sociedad enseña a las mujeres que es nuestra responsabilidad no ser violadas, en lugar de enseñar a los varones a no ser violadores. No digo con esto ni que todos los hombres son violadores, ni que los hombres son los únicos que violan, como no son las mujeres las únicas víctimas. Desde luego que hay hombres que violan a otros hombres y mujeres que violan a hombres. Sin embargo, aquí lo que cabe destacar no es sólo la abismal diferencia estadística de casos denunciados, sino algo mucho más sistemático: la forma de vivir en el mundo. Esto es, existir con la permanente sensación de peligro y vulnerabilidad. A la mitad de la población mundial se nos enseñan normas de precaución: a qué hora salir y a qué hora regresar, por cuáles lugares transitar y evitar hacerlo sola. De no seguir ciertas normas se cuestionará el ejercicio de tu sexualidad, qué traías puesto, si te expusiste deliberadamente, si descuidaste tu bebida o si tomaste demasiado. Porque al final de cuentas, la tarea de no ser violada es tu responsabilidad. Eso, implícitamente significa que si fuiste violada, fue tu culpa. Tu descuido. Hemos de vivir con miedo o arriesgarnos a las consecuencias de ser temerarias. ción de horario o vestimenta sin la constante sensación de quedar vulnerables; ejercer su sexualidad con libertad o simplemente divertirse en fiestas sin ser juzgados, es algo que las mujeres no tenemos. Para dimensionar la cultura de la violación, pueden constatar que todas tenemos al menos una historia de acoso, y “trucos” para sentirnos más seguras en situaciones que se vuelven incómodas. Para dejar de ser cómplices de la cultura de la violación, empecemos por desterrar la constante violencia sexual hacia las mujeres (desde los piropos “inofensivos” hasta tocamientos y acoso); dejemos de ser reaccionarios ante las denuncias, poniendo en duda la veracidad con argumentos como la inflación de las falsas denuncias (que representan en realidad alrededor del 1.6 por ciento); dejemos de culpar a las víctimas como si se lo merecieran por no “cuidarse lo suficiente”. La cultura de la violación se sustenta en la aceptación y naturalización de actitudes sobre el género, que modelan comportamientos acerca del sexo y la sexualidad. De alguna manera, a partir del género se encuentran justificaciones en medios de comunicación (¿qué hacía una joven bebiendo?, ¿por qué llevaba falda?, ¿qué hacía fuera de su casa a esas horas?). Y en la cultura popular (de acuerdo con la Encuesta Nacional de Discriminación 2010), casi uno de cada cuatro mexicanos cree que muchas mujeres son violadas porque provocan a los hombres. Si tomamos conciencia de ello, podemos destacar que la prevención de las violaciones no es más efectiva educando a las mujeres sobre cómo evitarlas, sino enfocándonos a que los hombres no las cometan. Vivimos en un mundo violento y agresivo. Todas y todos corremos riesgos, pero, ¿será que también los varones se la pasan preocupados de ser víctimas de un abuso sexual si caminan solos de noche o con cierta ropa, por ciertos lugares? ¿Será que al salir a una fiesta En México, la cultura de la violencia sexual hacia la mujer y tomar, los hombres están coexiste con la cultura de la impunidad. La Encuesta Napensando en la lista de recocional sobre Victimización y Percepción de Inseguridad mendaciones para no exponerse 2015 muestra que 32 por ciento de los ciudadanos/as cree a una violación, o peor aún, que denunciar un delito es una pérdida de tiempo, y 17 provocarla? por ciento desconfía de las autoridades. Así, la impunidad contribuye a la existencia del fenómeno de la violación. Para entender la cultura de la Aunque la mujer decidiera buscar ayuda en instituciones violación, los varones tienen públicas, la probabilidad de que las personas agresoras que ser conscientes de que reciban una sanción es muy reducida; y se reduce más para libertades como transitar en aquellos agresores que gozan de ciertos privilegios sociales, espacios públicos sin restricen comparación con las víctimas. Dato Polisémico: Página 3 Página 6 Lourdes Carrillo de Calvario*
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