Distorsión de las diferencias de géneros

Distorsión de las diferencias de géneros
Glenda Libier Madrigal Trujillo
L
Página 8
a lucha por la equidad de género
nunca ha sido sencilla. Si miramos hacia atrás, conoceremos
las historias de miles de mujeres
alrededor del mundo que desde hace años han
luchado por ella, y con su lucha nos dejaron
beneficios, enseñanzas y logros. Si miramos
hacia los lados ahora mismo, encontraremos
por igual a tantas otras que están realizando
esa misma tarea, porque se trata de una acción
inacabada, llena de retos y desafíos, pero
también, a veces, de retrocesos.
Dirección General:
ARMANDO
MARTÍNEZ
DE LA ROSA
Coordinación:
GLENDA LIBIER
MADRIGAL
TRUJILLO
Las opiniones
expresadas aquí
son exclusivas
de sus autoras
y no representan
necesariamente
la opinión de esta
casa editora. Las
fotos que aquí
se publican son
de apoyo para
ilustrar los textos.
Las seguimos
invitando para que
nos acompañen
los miércoles y
nos hagan llegar
sus comentarios
al correo:
[email protected]
Es necesario entender que las mujeres no
estamos en la escuela o en el trabajo sólo
porque a los hombres se les ocurrió dejarnos
el lugar para ocuparlo nosotras; ni podemos
votar y ser votadas en las elecciones gracias
a la benevolencia de nuestras autoridades; ni
tenemos derecho a expresarnos libre y abiertamente porque alguien dijo que podíamos
hacerlo. No. Todo eso es producto de la lucha
de muchas valientes y decididas mujeres de
México y del mundo, que empezaron, desde
hace décadas, a exigir el reconocimiento
de nuestros derechos como seres humanos
actuantes y pensantes.
la editorial española MAD imprimió y puso a
la venta un manual de oposición para profesores de Educación Física donde, entre otras
cosas, aborda las diferencias psicológicas
entre los géneros, entre las cuales destaca
que las mujeres son:
-Emocionalmente menos estables para la
competencia deportiva.
-La obediencia al hombre ha sido la conducta
ancestral habitual y natural de la mujer.
-Repugnancia natural de la mujer por la
agresión, lo que hace que tienda a alejarse
de la competición.
-Deseo ansioso y activo de evitar el éxito.
-Menor capacidad de decisión.
-Menor rapidez de reflejos.
Me quedé boquiabierta cuando leí esta parte
del texto que, por fortuna, llegó a manos de
una feminista española que cuestionó a la
editorial sobre la veracidad del mismo. Hola
@EditorialMAD Me pueden confirmar si
este texto vergonzoso es de uno de sus libros
de educación física?, preguntó en Twitter
Celia Zafra.
Por eso, preocupa cada acción que amenaza
con retroceder en los logros hacia la verdadera equidad, independientemente del lugar
del mundo en el que suceda, y más todavía
cuando se trata de países desarrollados,
como el caso que a continuación relato.
Tras aceptar que las “diferencias psicológicas” arriba expuestas entre el hombre y la
mujer sí forman parte del libro, la editorial se
comprometió a sacarlo de circulación, tanto
de su almacén como de las librerías, a revisar
con otros especialistas éste y otros apartados,
y a reponerlo con una nueve edición.
Con un dejo de tristeza y mucha indignación,
en Twitter vi una nota que llamó mi atención:
Para ese entonces, millones de personas
alrededor del mundo ya se habían enterado
de la grave falta que cometió la editorial,
de tal forma que se vio en la necesidad de
aclarar puntos tan preocupantes como que ese
manual estaba en librerías desde noviembre
de 2015.
Sí. Transcurrieron seis meses para que alguien
reparara en el misógino texto que prepara
a las y los profesores de Educación Física
en España que buscan empleo. Y también
preocupa que antes, no haya existido ni un
solo profesor o profesora de esa materia, que
pusiera atención en esas páginas misóginas y
machistas. ¿Qué clase de maestros y maestras
serán quienes sigan tales estereotipos al pie
de la letra?
La editorial se lavó las manos aduciendo que
tiene más de 30 años preparando opositores, y
supone que en todo ese tiempo ha ayudado a
mujeres y hombres a conseguir un puesto. La
incógnita es qué tipo de textos de oposición
son los que ha puesto en el mercado, y qué
tipo de profesionales está colocando en el
ámbito laboral.
Lo que MAD no dijo es cuántos ejemplares
editó ni cuántos vendió con ese contenido
machista.
Cuando al principio dije que la lucha de
las mujeres por alcanzar la igualdad es un
proceso inacabado, me refería precisamente
a este tipo de sorpresas con las que nos vamos encontrando en el camino, a las cuales
hay que hacer frente y corregir… y seguir
avanzando.
Año 22 2
Miércoles 8 de junio de 2016
•
Número 1146
Un día más
Ana Alcántar
3
POLISEMIA
La cultura de la violación
4
Prácticas vs técnicas
sexuales
5
La aceptada cosificación
de las mujeres
Adriana L. Cueva Rábago
Rossy Villarruel Figueroa
Sara Elizabeth Cernas Verduzco
6
Mujeres en la milicia
7
Vejez infortunada
8
•
Lourdes Carrillo de Calvario
Ma. Elena García Rivera
Distorsión de las
diferencias de géneros
Glenda Libier Madrigal Trujillo
El 5 de junio se cumplieron 7 años
del incendio en la Guardería ABC, en
Sonora; donde murieron 49 niñas y
niños. Las madres y los padres de estos
menores siguen demandando justicia.
Foto: César Martínez López/Cimacnoticias
Vejez infortunada
Un día más
Ma. Elena García Rivera
D
iecinueve años solamente. Era una
joven universitaria que tenía metas,
tristezas, felicidades, preocupaciones, familia, amigas y amigos, pero
sobre todo, un futuro prometedor. Su
nombre, Brianna Denison, aquella chica a la que
alguien le dio muerte un día de enero del año
2008, sin que tuviera oportunidad de defenderse.
Conocí su historia porque mi prima Laura, que
vivía en Reno, Nevada, me la contó. A medida
que me narraba el caso, su piel se erizaba y su
voz se quebrantaba. Los hechos fueron terribles
y angustiantes para todo Reno, comunidad que
se unió a la búsqueda de esta chica, a la que
parecía que nadie encontraría.
De este caso hay pocas notas en nuestro idioma,
pero fue una historia que conmovió miles de
almas en Estados Unidos. Mi prima me contó
que la mamá y el papá de Brianna hicieron
hasta lo imposible por encontrar a su hija, desde
repartir banderas a las y los vecinos para que las
colocaran en sus autos y puertas de sus casas,
hasta colocar su fotografía en los caminos libres
de los diferentes condados. Lamentablemente,
con cada día que pasaba, el regreso de Brianna
parecía más lejano, a pesar de los esfuerzos de
cientos de voluntarios.
Nadie, ni siquiera la esposa de James Biela, se
hubiera imaginado que su marido era un hombre
capaz de torturar a una joven como Brianna y
mantenerla cautiva por tres meses para abusar
sexualmente de ella. Mi prima me explicó que la
esposa de James dijo que él era un padre ejemplar
y que no se explicaba en qué momento lo había
hecho, si siempre iba de su casa al trabajo y del
trabajo a casa. Sin embargo, cuando descubrió
la ropa íntima de Brianna debajo del asiento de
su auto, decidió denunciarlo.
Las noticias de aquel país, relatan que la joven
fue encontrada en un campo al sur de esa ciudad
(Reno) con marcas de estrangulación y tortura.
El cuerpo llevaba ahí aproximadamente una
semana. El subjefe de la Policía de Reno, Jim
Johns, explicó: “La totalidad de la información
en este caso nos conduce a creer que fue un
crimen con causas sexuales”, ya que el sujeto
había abusado de ella en varias ocasiones.
¿Qué es lo que orilla a un hombre a cometer
este tipo de actos siniestros en contra de una
mujer? ¿Qué tanto odio se debe tener como para
torturar tanto a una persona que no ha hecho
nada? Aunque las autoridades estadounidenses
encontraron y sentenciaron a pena de muerte al
asesino, nada le devolverá la vida a Brianna, ni
la felicidad a su mamá y su papá.
dad podemos hacer para evitar que esto siga
sucediendo, es educar a hijas e hijos en valores
totales. Enseñándoles que tanto hombres como
mujeres, merecemos respeto, que no se debe
atentar contra la vida de otra persona.
Después de que se confirmara la muerte de esta
chica, la madre y el padre, así como la comunidad, se unieron para poner listones morados
(color favorito de Brianna) en las rejas de las
escuelas, y para soltar globos con frases de
aliento para su familia. Aunque, repito, nada
que se hiciera les regresaría la felicidad que se
les arrebató cuando asesinaron a su hija única.
Nadie puede saber hoy en día si el vecino que
nos saluda con un abrazo cordial, el día de
mañana secuestrará a la niña que le ha tomado
confianza porque luce amable. Estamos en
un declive de valores, nos estamos perdiendo
completamente, algunas personas han perdido
la empatía y se necesita una reestructuración
absoluta. Necesitamos pensar, reflexionar,
recuperar la confianza y, sobre todo, enseñar a
las nuevas generaciones a comportarse de una
manera más empática con las demás personas.
Brianna Denison, Alitzel Aguilar, Andrea Rodríguez o cualquiera que sea el nombre de la
chica atacada, viva en el país que viva y hable
el idioma que hable, por más que las autoridades se comporten al nivel y hagan su trabajo
de manera correcta atrapando a quien resulte
responsable del acto, la vida de las familias no
volverá a ser igual, pues se les ha arrancado un
pedazo, y no sólo eso, también tienen que vivir
con el pensamiento de lo que su familiar tuvo
que sufrir antes de morir.
Para Brianna, Alitzel, Andrea y todas las chicas
que han sido atacadas por esta ola de feminicidios, a sus familiares y a las personas que las
conocieron, no existe una palabra de consuelo
que les pueda ayudar, y lo único que la socie-
Las mujeres tenemos que dejar de pensar que
cada día que pasa es un día más que hemos
sobrevivido; tenemos derecho a vivir sin miedo,
a no sentirnos vulnerables.
Las familias de las miles y miles de mujeres
desaparecidas alrededor del mundo tienen que
dejar de esperar un día más para que se pueda
comenzar con la búsqueda de su familiar, porque cada día que pasa no es un día más, sino
uno menos.
[email protected]
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Ana Alcántar
E
l neoliberalismo tiene caras descarnadas y desgarradoras, pues su fin último
es el lucro, de allí que en México,
como en el resto de los países, el
capitalismo salvaje avanza y como pinza que se
cierra y ahoga a la población, se apropia de los
recursos naturales, aniquila derechos y destruye
las vidas de miles de personas.
Una de esas caras ha aparecido inmisericorde
en nuestro estado, ya que ahora, es posible ver
en las calles, plazas públicas, establecimientos
comerciales o centros bancarios, a un gran número de mujeres que sobrepasan los 50 años o
incluso atraviesan ya por la tercera edad, pues
sus rostros y cuerpos reflejan que tienen más de
60 y que están en esos lugares, no de paseo ni
de compras, ni visitan los parques o jardines con
fines de recreación, sino que están laborando en
diferentes oficios y tareas.
Por lo general, encuentran trabajo en el sector
servicios, en tareas derivadas de su rol de amas
de casa, y así se dedican al trabajo doméstico
asalariado. Es posible verlas en lugares en donde se lava y plancha ropa; allí permanecen tras
la mesa o burro de planchar desde las 8 de la
mañana hasta las 7 de la tarde, con un receso de
una hora para comer. En el cada vez más cálido
clima colimote, estas abuelas se mantienen de pie
horas enteras, a fin de lograr mínimos ingresos
para su sostén.
En el horario nocturno es común encontrar a
mujeres de la tercera edad haciendo tortillas
en taquerías o restaurantes; sus largas jornadas
inician por la tarde y terminan más allá de la
media noche. No cesan ni un minuto de realizar
su tarea, ante la demanda de los comensales.
Mientras que en las cenadurías, las podemos
ver lavando platos, vasos, cucharas y todo tipo
de loza. En las instituciones bancarias, laboran
mujeres mayores como encargadas del aseo y
mantenimiento de las instalaciones.
Algunas de estas adultas mayores son viudas o
divorciadas y, por lo tanto, responsables de su
alimentación, lo mismo que de la compra de
medicamentos, ya que a esta edad su consumo se
incrementa. Otras, son abuelas de cuyos ingresos
dependen nietos y nietas, ya sea porque quedaron
huérfanos o porque sus progenitores emigraron
a los Estados Unidos y ya no regresaron, o se
ignora su paradero.
Algunas tuvieron varios hijos e hijas, que aunque
laboren como profesionistas, no pueden o no
quieren colaborar con ellas para su sostenimiento.
Una de ellas es procedente de Zacualpan, Comala,
y en diferentes arterias de esta ciudad de Colima,
se dedica a la venta de camotes del cerro.
sucedió recientemente en Colima, pese a que los
recursos para este fin ya estaban etiquetados. Los
centros de descanso o asilos creados mediante
patronatos, han dejado de recibir subsidios y su
permanencia está en riesgo.
Hasta hace poco, en los centros comerciales,
niños, niñas o adolescentes se dedicaban a empaquetar las mercancías en los grandes centros
comerciales. Hoy, las y los pequeños se alternan
en la tarea con personas de la tercera edad, en su
mayoría mujeres.
Según datos del conteo de población realizado
por el INEGI en 2015, en Colima la esperanza
de vida, tanto para hombres como para mujeres,
superara a la media nacional. Para los primeros,
a nivel nacional es de 72.1 años, en tanto que
en Colima es de 73.3. En las segundas, a nivel
nacional la esperanza de vida es de 77.5 años y
para las colimenses es de 78.4.
El ingreso de las mujeres de la tercera edad, en
el mercado laboral y específicamente en la informalidad, es resultado del neoliberalismo que
en México, mediante las reformas estructurales
logradas gracias al llamado Pacto por México, han
contribuido al avance incontrolable de la pobreza,
pues oficialmente se ha admitido que al menos
la mitad de la población mexicana vive en condiciones paupérrimas y es sabido que en tiempos
de crisis, las más perjudicadas son las mujeres,
y dado que a las que aquí se hace referencia, en
su mayoría laboran sin contrato alguno, es de
suponer que carecen de prestaciones, incluso en
algunos casos dependen sólo de las “propinas”
que ofrece la clientela.
Por otro lado, en su afán de hacer a un lado al
Estado benefactor y bajo el argumento de optimizar el gasto público, los recortes presupuestales
han hecho mella en las personas más vulnerables. Si bien se han asignado pensiones a las y
los adultos mayores, el monto es raquítico y en
muchas ocasiones no llegan a quienes realmente
las necesitan o no se les pagan a tiempo, como
Cabe reflexionar que no sólo es deseable tener
la posibilidad de vivir más años, sino de que en
ellos se tengan una excelente calidad de vida, lo
que en el caso de un porcentaje cada vez más
elevado de mujeres que viven en nuestro estado,
parece ser un sueño irrealizable. Algunas, porque luego de haber dedicado la mayor parte de
su vida al trabajo asalariado, apenas logran una
raquítica pensión, insuficiente para vivir, y por
ello continúan laborando para completar el gasto.
Y otras, porque como amas de casa cuidaron de
su familia, sin percibir salario ni tener descanso,
pero ahora que sobrepasan los 60 años, en lugar
de tener tiempo para su cuidado personal, para
divertirse y pasear, para gozar a sus nietas y nietos
por el tiempo que ellas consideren conveniente,
tienen que desempeñar largas y extenuantes
jornadas de un trabajo pésimamente remunerado,
como resultado de un sistema económico que les
arrebata el derecho al disfrute, el descanso y la
recreación, y a pasar la última etapa de su vida
en calma y tranquilidad.
La aceptada cosificación
de las mujeres
Prácticas vs técnicas sexuales
Rossy Villarruel Figueroa*
E
s común que en la educación tradicional de la sexualidad, se utilicen
términos o conceptos que no abonan
al cambio sustancial en los modos de
relacionarnos sexualmente con otras personas.
Si partimos de la consideración de que somos
personas sexuadas y no robot fabricadas a modo,
es que vale la pena reflexionar sobre el aprendizaje respecto al cual estamos ejerciendo nuestra
sexualidad, orientada tradicionalmente a la no
satisfacción plena y a la falta de reconocimiento
del placer como Derecho Humano, sobre todo
para nosotras las mujeres.
A partir de nuestros cuerpos sexuados, es que la
mercadotecnia ha lanzado desde muchos años,
revistas, afiches, videos y demás material gráfico, para promocionar listas interminables de
formas y técnicas para orientar nuestra práctica
sexual, hacia maneras determinadas de cómo
“deben” de realizarse algunas posturas sexuales,
dejando de lado el libre acceso que naturalmente
poseemos los seres humanos como herramienta
primordial, como la imaginación y la fantasía,
así como el consenso y acompañamiento de esta
experiencia con nuestra pareja.
Si coincidimos en que la práctica hace que la
experiencia llegue a partir de la comprobación
de todos nuestros actos, pero que además la sumamos a todo nuestro bagaje de conocimientos
sobre nosotras y nosotros mismos, podemos
optimizar cualquier relación, incluida la sexual.
La sensualidad va de la mano de la sexualidad,
por lo que es recomendable que nos quede
claro que cualquier encuentro erótico empieza
mientras aun llevamos la ropa puesta; esto desmonta toda prisa por una acción que, al final,
si la intención es que se realice, llegará, pero
el proceso o camino que se recorre, igualmente
aportará una serie de satisfacciones mutuas y la
experiencia vivida perdurara un buen tiempo, ya
que de esta manera se involucran todos y cada
uno de nuestros sentidos, proporcionando a cada
uno su justa capacidad y participación en ello.
Es importante pensarnos como seres sexuados,
reconocernos en todas nuestras capacidades y
apropiarnos del placer personal, para que de
esta manera las experiencias sexuales con pareja o en solitario, sean del todo satisfactorias.
Lo anterior, porque es común que por nuestra
educación sexual reduccionista, todo nuestro
ser esté más al pendiente del gozo de los demás
que del nuestro, y esto, al final, puede aportar
una dosis de insatisfacción y frustración y caer
en la tentación de responsabilizar a otras personas de algo que solamente nos corresponde
a nosotros asumir y apoderarnos de ello para
futuras experiencias.
Muchas parejas caen en la rutina sexual, atendiendo más a las recomendaciones de la literatura inadecuada -que por demás abunda en el
mercado-, que por una necesidad real y personal
de encuentro con la otra persona. Calendarizan
las relaciones como si de una obligación laboral
se tratara, y esto por supuesto conlleva al aburrimiento y termina en falta de interés por una
parte o por ambas; si esto se convierte en algo
sistemático o rígido, puede correrse el riesgo de
la cancelación total o parcial de los encuentros
eróticos y desencadenar en una ruptura con la
pareja.
El tomar la iniciativa para un encuentro es indistinto, sólo que a las mujeres nos limitan esta
capacidad, a partir de la falsa idea de que el ser
propositiva implica experiencia, y si ésta no se
adquirió con la pareja en turno, no vale o nos
hacemos acreedoras a una serie de desconfianzas
y malos entendidos. El hecho de que la sociedad
patriarcal le haya endilgado al hombre el papel
de maestro en artes sexuales, le resta a cualquier
encuentro el sentido de la espontaneidad, la naturalidad y el reconocimiento a cada integrante
de su particular gusto por el disfrute compartido.
La auto-observación puede llevar a la ansiedad
y ésta al fracaso. Los hombres, principalmente,
se viven atentos a “cómo la están haciendo en la
cama”, a partir de aprendizajes de cómo deberían
ser las relaciones sexuales, convirtiéndolos en
espectadores de su propio quehacer sexual y
no como actores del mismo. El gran riesgo que
se corre al instalarse en este rol, es el devenimiento casi inevitable de una disfunción de la
vida erótica, que si no se identifica como tal y
se atiende, se instala, y los resultados no son
nada gratificantes.
Sustituir las técnicas depuradas por experiencias,
nos llevará a hombres y mujeres a la creatividad,
espontaneidad y al romanticismo, que mas allá
de la mercadotecnia, tiene su efectividad en la
expresión sexual. Recuperar la emotividad a
partir de la atracción que genera un encuentro con
la persona deseada, supera cualquier expectativa
aprendida respecto al “deber ser”, tomando en
cuenta que somos seres sexuados en proceso,
pues la perfección no existe.
La invitación es, entonces, a revisar las técnicas
hechas costumbre, y sustituirlas por las prácticas
que nos aportan siempre una experiencia nueva
y muy seguramente enriquecedora, haciendo
eco de uno de los valores fundamentales en el
ejercicio de nuestra sexualidad: Todo es válido,
siempre y cuando exista consenso para realizarlo.
*Sexóloga y Psicoterapeuta Gestalt
L
a cosificación de los cuerpos es un
tema que, a mi parecer, no ha sido
abordado correcta ni completamente;
sigue siendo un tema lleno de paradigmas, los cuales vale la pena estudiar. Por lo
pronto, con este artículo pretendo hacer visible
la manera en que hemos adoptado las cuestiones
de género para el análisis de situaciones que
competen no sólo a las mujeres, sino a toda la
sociedad, basándome en escritos de Marta Lamas.
Según la RAE, el término cosificación es la
consideración de una persona como una cosa.
La teoría de la cosificación (Sexual Objectification Theory) fue acuñada a finales de los 90
por Barbara Fredrickson & Tomi-Ann Roberts,
ambas psicólogas sociales y profesoras de universidades de Estados Unidos. En ella, agregan
el valor “mujer”, al decir que muchas de ellas son
sexualmente deshumanizadas y tratadas como un
objeto para ser valoradas por su uso por otros
-mayoritariamente hombres-, y ocurre cuando
el cuerpo o las partes del cuerpo se separan y se
observan principalmente como un objeto físico
de deseo sexual.
De tal manera que el término, a primera vista
tiene una connotación negativa; sin embargo, la
manera en que esta cosificación tiene presencia
en todo el mundo, para muchas mujeres representa una forma importante de subsistencia y la
llevan a cabo por su propia voluntad. Algunos
ejemplos cotidianos van desde dedicarse solamente a las labores del hogar, hasta dedicarse
al comercio sexual.
A propósito de que el pasado 2 de junio se conmemoró el Día Internacional de la Trabajadora
Sexual y que nos recuerda la discriminación que
sufren en su vida día a día y hacia sus condiciones
de trabajo, es preciso distinguir entre prostitución y comercio sexual. La prostitución es un
término que únicamente manifiesta de manera
denigratoria a quien vende servicios sexuales,
mientras que comercio sexual da cuenta del
proceso de compra-venta, que incluye también al
cliente. Lo cierto es que hoy en día es evidente el
crecimiento y la expansión del comercio sexual,
lo que expresa no sólo un fenómeno económico,
sino también una transformación cultural.
A pesar de que a lo largo de los últimos 30 años
muchas trabajadoras han reivindicado su quehacer como una cuestión laboral, desarrollando
diversas estrategias para obtener derechos correspondientes, en la última década se ha multiplicado
una perspectiva que califica a todas las mujeres
que trabajan en el comercio sexual de “víctimas”.
Incluso, las feministas que han reflexionado
sobre el tema están divididas al respecto: hay
quienes subrayan la autonomía en la toma de
tal “decisión”, mientras que del otro lado están
quienes insisten en la “explotación” y coerción.
Ahora bien, no son excluyentes: puede haber
decisión y explotación, autonomía para ciertos
aspectos y coerción para otros (Widdows 2013).
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Sara Elizabeth Cernas Verduzco*
Unas feministas argumentan que ninguna mujer
“elige” prostituirse, que siempre son engañadas u
orilladas por traumas infantiles de abuso sexual;
otras aseguran que la mayoría lleva a cabo un
análisis del panorama laboral y toma la opción
de un ingreso superior a las demás posibilidades
que están a su alcance. Por tal motivo, Lamas
señala que “elegir” en este caso, no implica una
total autonomía, ni siquiera supone optar entre
dos cosas equiparables, sino preferir, no un bien,
sino el menor de los males. Entonces, con toda
esta información y con la definición de cosificación, hago la siguiente pregunta: ¿Una mujer
en ropa interior es una mujer deshumanizada o
empoderada?
La demanda del Movimiento de las Trabajadoras
Sexuales que surgió en 1975 en Lyon, Francia,
da un poco más de claridad: “Libertad en tanto
que mujeres tal y como somos, y no tal y como
quieren que seamos para tranquilizar sus conciencias. No tengan miedo: esta liberación no
supondrá automáticamente una proliferación de
prostitutas. A no ser que nosotras, las mujeres,
seamos todas chicas a las que únicamente reprimía el miedo a la policía”.
Sin embargo, ciertas filósofas y politólogas feministas piensan que algunas actividades humanas
deberían estar fuera del mercado, como el comercio sexual, porque tiene un efecto negativo en la
justicia social, en especial en cómo estructura las
opciones vitales de las mujeres, pues su ejercicio
obstaculiza las relaciones igualitarias. Entonces
lo que realmente sentencian es la libertad sexual
de las mujeres y manifiestan su rechazo moralista
al comercio sexual, porque bien la explotación del
cuerpo y la sexualidad femenina pueden satisfacer
el “morbo” de ambas personas implicadas. Lo
mismo para el acto sexual que no implica una
relación amorosa.
Aunque desde la perspectiva del liberalismo
político, no hay razón para estar en contra del
comercio sexual mientras lo que cada quien haga
con su cuerpo sea libremente decidido. Muchas
personas consideran que el comercio sexual
es de un orden distinto de otras transacciones
mercantiles.
La venta de servicios sexuales ofende, irrita o
escandaliza de una manera diferente que la situación de otras mujeres que venden su fuerza de
trabajo, en ocasiones en condiciones vulnerables,
como las obreras de la maquila, las empleadas
domésticas, incluso algunas meseras, secretarias,
entre otras.
Cuando se denuncia la “explotación” de las
trabajadoras sexuales, no se menciona siquiera
a tantas otras trabajadoras que también son
explotadas y cosificadas. Muchas personas
ven la “prostitución” como la degradación a la
dignidad de la mujer. Pero no hay reacciones
tan indignadas o escandalizadas ante formas
aberrantes de explotación de la fuerza de trabajo
en otro tipo de industrias, no hay intensión de
abolir dichas prácticas, ni tampoco luchan por el
reconocimiento de sus derechos laborales. Tal vez
porque lo que más molesta de la “prostitución”
voluntaria, es que atenta contra el modelo de
feminidad (Martha Lamas 2014).
*Impulsora del Colectivo Calle
sin Acoso Colima. Politóloga
POLISEMIA
Mujeres en la milicia
La cultura de la violación
“
Adriana L. Cueva Rábago
Las Fuerzas Armadas de México,
con las divisas del honor y la lealtad
institucional, tienen como objetivos:
Preservar la integridad, la independencia y la soberanía de la Nación,
así como coadyuvar en la seguridad interior
para mantener el orden constitucional y el fortalecimiento de las instituciones democráticas”.
General Francisco Ortiz Valdez, Comandante
de la 20 Zona Militar.
del Ejército y Fuerza Aérea Mexicana, con el
propósito de incorporar el principio de igualdad
de oportunidades a la enseñanza castrense.
El Ejército Mexicano, la Fuerza Aérea Mexicana, así como la Marina Armada de México
han recibido a numerosas mujeres que, dentro
de estas instituciones realizan su capacitación
para el servicio en las distintas profesiones y
actividades que cubren. Según declaró el diputado Germán Ralis: “El texto vigente de la
Ley de Servicio Militar limita la capacidad de
las mujeres y se les discrimina”. Por eso han
surgido modificaciones.
En la Marina, son mujeres el 16 por ciento del
personal. Actualmente, 329 mujeres cursan
estudios en planteles navales, además 9 mil
143 pertenecen a la Secretaría de Marina, de las
cuales, 124 son capitanas, 3 mil 90 oficiales, 4
mil 363 clases y mil 37 de la marinería, según
declaró el Contraalmirante Eduardo Rojas Pineda. “Hoy es común ver a la Heroica Escuela
Naval Militar revestida de mujeres que aspiran
a pertenecer a las diferentes carreras. Les damos
más valor a la Marina erradicando la violencia
contra la mujer, que uno de los objetivos trascendentales de nuestro país es el fomentar una
cultura para la igualdad de género”.
En 2008, la Sedena firmó un convenio con la
UNAM para desarrollar el Programa de Formación y Capacitación en Perspectiva de Género,
con el fin de formar, sensibilizar y capacitar a
100 elementos que logren incorporar la perspectiva de género. Además, en 2014, el Pleno del
Congreso reformó la Ley de Educación Militar
Según datos, hasta diciembre de 2013 había 14
mil 150 mujeres con jerarquías de soldados,
clases, oficiales y jefes generales, equivalente a
7 por ciento del total de efectivos en el Ejército.
En la Sedena, tres mujeres son Generalas, 14
Coronelas y 530 tienen grado de Mayor.
El Contraalmirante Rojas, director adjunto de
Seguridad y Bienestar Social de la Secretaría
de Marina, declaró que en la dependencia se
promueven actividades sociales, culturales,
recreativas, preventivas y de orientación, todo
con perspectiva de género, llevando a cabo
cursos y programas de capacitación para personal femenino y masculino, en temas como la
discriminación, el acoso y hostigamiento sexual,
corresponsabilidad y clima laboral.
El festejo nacional del primero de junio, Día de
la Marina, tuvo lugar en el puerto de Manzanillo. Con la presencia del presidente Enrique
Peña Nieto, numerosos secretarios de Estado
y funcionarios locales, se llevó a cabo la ceremonia y la ofrenda floral a los marinos caídos
en el cumplimiento de su deber. La Capitanía
del Puerto montó una exposición en donde se
presentaron los adelantos tecnológicos y las
actividades que cubre la Semar en el puerto.
La numerosa presencia femenil en la Marina
no pasó desapercibida para la prensa nacional,
que boletinó la fotografía oficial del Presidente
rodeado por ellas. ¡Felicidades a las y los marinos de México! Felicidades a la Capitanía del
Puerto por tan digna celebración.
*Ex presidenta de la ACPE
A
finales de mayo de este año, fue
difundido en redes sociales un
video grabado en Río de Janeiro,
Brasil. En él, se puede ver a una
chica de 16 años desnuda e inconsciente y
su pelvis ensangrentada. El autor del video
se jacta de la escena con comentarios como:
“Mira por dónde pasó el tren. Por donde
pasó el tren bala, por encima de todo”. “Más
de 30 la dejaron embarazada”. Cuando el
contenido del video se hizo viral y con más
de 800 denuncias anónimas, el caso llegó a
las autoridades brasileñas. La joven fue encontrada cinco días después de la violación,
y declaró que luego de encontrarse con su
novio, perdió el conocimiento y despertó
desnuda, narcotizada y rodeada por 33
hombres armados con fusiles y pistolas. La
noticia causó rabia e indignación en ese país
y en el mundo.
Hasta el momento de redactar este artículo,
los medios de comunicación anunciaban
la revelación de nuevos detalles sobre la
violación tumultuaria. Destacan que fue
cometida por 12 hombres y no 33, como se
había difundido inicialmente; que la menor
se había trasladado de una fiesta en la favela
donde ocurrieron los hechos, a una vivienda
con una amiga y dos chicos, con uno de los
cuales tuvo relaciones sexuales consensuadas. Los chicos declararon que habían
abandonado el lugar dejando a la adolescente
sola. Afirman que una banda que controla
la zona, llegó a la casa donde se cometió el
crimen y que la referencia a los “30” es un
funk popular en Río.
Con este resumen de los hechos, quiero
destacar que mientras a la gran mayoría de
las personas nos conmocionó la noticia de
un acto tan brutal y repudiable recién se dio
a conocer, a la luz de estos “nuevos detalles”
y las reacciones que suscitaron, me parece
perverso y abominable cómo emerge y
opera enseguida la cultura de la violación.
¿Qué leo entre las líneas de la información
que circula? Que se intenta permear en la
sociedad la culpabilidad de la menor. ¡Que
no fueron 33, sino 12! Como si uno solo
no fuera suficientemente terrible. Que ella
se expuso asistiendo al baile en esa favela
y que era una adolescente promiscua, por
haber tenido relaciones consensuadas antes
de la violación. Por si quedase duda, sobre
el proceso de investigación, la abogada de
la adolescente denunció que el titular de la
Policía de Río de Janeiro le preguntó a la chica
si tenía la costumbre de hacer sexo grupal.
Aborrecible que cada vez que se denuncia una
violación, la información que recibimos tiene
que ver con cómo ella iba vestida, en qué lugar
y a qué hora estaba, si había bebido o si había
consentido la compañía de su violador. Todo
apuntando a juzgar a la víctima. Porque en la
cultura de la violación, la sociedad enseña a
las mujeres que es nuestra responsabilidad no
ser violadas, en lugar de enseñar a los varones
a no ser violadores. No digo con esto ni que
todos los hombres son violadores, ni que los
hombres son los únicos que violan, como no
son las mujeres las únicas víctimas. Desde
luego que hay hombres que violan a otros
hombres y mujeres que violan a hombres.
Sin embargo, aquí lo que cabe destacar no
es sólo la abismal diferencia estadística de
casos denunciados, sino algo mucho más
sistemático: la forma de vivir en el mundo.
Esto es, existir con la permanente sensación
de peligro y vulnerabilidad.
A la mitad de la población mundial se nos
enseñan normas de precaución: a qué hora
salir y a qué hora regresar, por cuáles lugares
transitar y evitar hacerlo sola. De no seguir
ciertas normas se cuestionará el ejercicio de tu
sexualidad, qué traías puesto, si te expusiste
deliberadamente, si descuidaste tu bebida
o si tomaste demasiado. Porque al final de
cuentas, la tarea de no ser violada es tu responsabilidad. Eso, implícitamente significa que
si fuiste violada, fue tu culpa. Tu descuido.
Hemos de vivir con miedo o arriesgarnos a
las consecuencias de ser temerarias.
ción de horario o vestimenta sin la constante
sensación de quedar vulnerables; ejercer su
sexualidad con libertad o simplemente divertirse en fiestas sin ser juzgados, es algo que
las mujeres no tenemos. Para dimensionar
la cultura de la violación, pueden constatar
que todas tenemos al menos una historia de
acoso, y “trucos” para sentirnos más seguras
en situaciones que se vuelven incómodas.
Para dejar de ser cómplices de la cultura
de la violación, empecemos por desterrar
la constante violencia sexual hacia las
mujeres (desde los piropos “inofensivos”
hasta tocamientos y acoso); dejemos de ser
reaccionarios ante las denuncias, poniendo
en duda la veracidad con argumentos como
la inflación de las falsas denuncias (que representan en realidad alrededor del 1.6 por
ciento); dejemos de culpar a las víctimas
como si se lo merecieran por no “cuidarse
lo suficiente”.
La cultura de la violación se sustenta en la
aceptación y naturalización de actitudes sobre
el género, que modelan comportamientos
acerca del sexo y la sexualidad. De alguna
manera, a partir del género se encuentran
justificaciones en medios de comunicación
(¿qué hacía una joven bebiendo?, ¿por qué
llevaba falda?, ¿qué hacía fuera de su casa
a esas horas?). Y en la cultura popular (de
acuerdo con la Encuesta Nacional de Discriminación 2010), casi uno de cada cuatro
mexicanos cree que muchas mujeres son
violadas porque provocan a los hombres.
Si tomamos conciencia de ello, podemos
destacar que la prevención de las violaciones
no es más efectiva educando a las mujeres
sobre cómo evitarlas, sino enfocándonos a
que los hombres no las cometan.
Vivimos en un mundo violento y agresivo.
Todas y todos corremos riesgos, pero, ¿será
que también los varones se
la pasan preocupados de ser
víctimas de un abuso sexual si
caminan solos de noche o con
cierta ropa, por ciertos lugares?
¿Será que al salir a una fiesta
En México, la cultura de la violencia sexual hacia la mujer
y tomar, los hombres están
coexiste con la cultura de la impunidad. La Encuesta Napensando en la lista de recocional sobre Victimización y Percepción de Inseguridad
mendaciones para no exponerse
2015 muestra que 32 por ciento de los ciudadanos/as cree
a una violación, o peor aún,
que denunciar un delito es una pérdida de tiempo, y 17
provocarla?
por ciento desconfía de las autoridades. Así, la impunidad
contribuye a la existencia del fenómeno de la violación.
Para entender la cultura de la
Aunque la mujer decidiera buscar ayuda en instituciones
violación, los varones tienen
públicas, la probabilidad de que las personas agresoras
que ser conscientes de que
reciban una sanción es muy reducida; y se reduce más para
libertades como transitar en
aquellos agresores que gozan de ciertos privilegios sociales,
espacios públicos sin restricen comparación con las víctimas.
Dato Polisémico:
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Lourdes Carrillo de Calvario*