Luego de satisfacer sus necesidades básicas la humanidad siempre se ha maravillado de la grandeza del universo. Sobre todo en la antigüedad que no había electricidad y en una noche clara se podían observar en la bóveda celeste los millardos de estrellas. La filosofía nace de ese asombro al preguntarse ¿Cuál es la naturaleza del universo? Los primeros filósofos trataron de responder a esa interrogante No fue sino hasta Sócrates en Grecia donde el asombro y la curiosidad lo llevaron a plantear la segunda gran pegunta de la filosofía: ¿Cuál es la naturaleza humana? Platón uno de los alumnos de Sócrates trató de contestar cual era la naturaleza humana y dijo que el alma del hombre venía de otro mundo, del mundo de las ideas, que nacía con una dotación de conocimiento En cambio Aristóteles dijo que el alma era como una hoja en blanco donde la experiencia deja su huella (Tabula Rasa) A esta postura se le conoce como naturalista y empirista La historia antigua (los clásicos) fue dejada atrás por la turbulencia política alrededor del imperio romano, especialmente con el surgimiento del cristianismo y el posterior decaimiento del imperio, el hombre se preocupó más por querer salvar su alma que por querer estudiar la naturaleza de la misma. Fueron XVI siglos de oscurantismo El primero hombre moderno René Descartes retomó el estudio de la naturaleza humana Descartes consideraba que el hombre está constituido por mente y cuerpo Y que por tanto, respecto al comportamiento existían dos tipos de comportamiento: el voluntario y el comportamiento involuntario y reflejo • El cuerpo es sustancia extensa. El cuerpo humano es parecido al cuerpo de los animales (misma disposición y misma materia de los órganos). El cuerpo está desprovisto de razón. Concepto del cuerpo como una máquina (mecanicismo). “Dios formó el cuerpo” (Ref. “La psicología fisiológica”, Descartes) El alma es sustancia pensante = cogito. Dios (sustancia infinita) es el que pone el alma en el cuerpo humano Ideas innatas: Dios pone en nuestra alma algunas ideas perfectas. “Dios creó un alma razonable y la unió a este cuerpo” (Ref. ibíd)
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