mario cantalapiedra

PLAN
FINANCIACIÓN
ENTREVISTA
MARIO
CANTALAPIEDRA
Bio
Mario Cantalapiedra, economista, escritor técnico y docente, con
13 años de experiencia como director financiero y jefe de administración en diversas compañías.
Autor de varios libros, entre ellos “Manual de gestión financiera
para Pymes. Conceptos y aplicaciones prácticas” y “Cómo gestionar la relación de su empresa con los bancos”, manuales de
referencia para el mundo profesional y académico presentes en
varias de las principales bibliotecas universitarias y de escuelas
de negocios a través de España e Hispanoamérica.
Articulista y colaborador habitual en diversas publicaciones: elEconomista.es, Cinco Días, Estrategia Financiera o Revista Ausbanc. Tertuliano de economía en Gestiona Radio.
Profesor de MBA en Escuela de Organización Industrial (EOI),
Vatel International Business School (Vatel Madrid) y Nebrija Business School (NBS). Ponente habitual en congresos y jornadas
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de temática económico-financiera, entre ellos Manager Business
Forum, Congreso Nacional de Pymes, Foro INDECO, Bolsalia,
Feria AULA, Cámara de Madrid, Club Financiero de Vigo, AJE,
CROEM, Elkargi, Marcus Evans Conferences, Junta de Andalucía
o IMADE.
Además es colegiado del Ilustre Colegio de Economistas de Madrid y socio de la Asociación de Autores Ciéntifico-Técnicos y
Académicos (ACTA)
A UN EMPRENDEDOR LE DIRÍA QUE SE
OLVIDARA DE ACUDIR A LA
FINANCIACIÓN BANCARIA
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¿Cuáles son las primeras señales que deben alertar a una
pyme con problemas de liquidez?
Hay diversas señales que pueden indicar la aparición futura de
problemas de liquidez en una pyme. Entre ellas, se me ocurren las
siguientes:
Disminución de los pedidos, que puede provocar la acumulación de existencias en almacén y el aumento del coste de mantener éstas.
Reducción del número de clientes, que cada vez sean menos o
que acudan a la empresa con una menor frecuencia.
Retraso en los cobros de las facturas de los clientes.
¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrenta una pyme a la hora de buscar financiación para su
circulante?
Tras la época tan duda vivida en el pasado reciente por la mayoría
de las pymes españolas, es raro encontrar estructuras de balance
que no se hayan debilitado, lo que dificulta el acceso al crédito.
También pesa, en contra de las pymes, su tradicional ausencia de
garantías que avalen el riesgo de las operaciones de financiación.
Los financiadores externos, sobre todo, los bancos, no prestan dinero a las pymes porque piensan que no se lo van a devolver.
¿Cuáles pueden ser los instrumentos financieros más
adecuados para una empresa en los inicios de su actividad y qué nivel de endeudamiento sería conveniente para
la misma?
A un emprendedor lo que le diría claramente es que se olvidara
de acudir a la financiación bancaria. Los bancos siguen la premisa
de apostar por realidades y no por proyectos, por muy buenos que
éstos aparenten ser, y no creo que esta mentalidad vaya a cambiar.
Evidentemente la primera fuente de financiación es el capital propio de los socios y de su entorno más cercano, amigos y familiares.
Otras opciones a estudiar son acudir a los business angelsy a nuevas
modalidades de financiación que están surgiendo, como es el caso
del crowdfunding de inversión.
Soy de los que piensan que no existen niveles de endeudamiento óptimos y que, en cualquier caso, éstos dependen mucho de la actividad
de la empresa. Hay que tener claro que los fondos ajenos suponen un
riesgo más allá del efecto apalancamiento (habrá que devolverlos) y,
sobre todo, al principio de la actividad en las que existen más dudas
sobre la viabilidad futura del negocio, habrá que procurar que no
sobrepasen el 50 por ciento del total de financiación.
FINANCIACIÓN
¿Cree que estos instrumentos de financiación para las pymes están suficientemente desarrollados en nuestro país
en comparación con el resto de economías avanzadas?
En el caso de los business angels al poseer un carácter informal y
no estar sometidos a la supervisión de ningún tipo de organismo,
acceder a ellos depende mucho de cuáles sean sus motivaciones
a la hora de invertir. Es cierto que su número está creciendo y se
hacen visibles, por ejemplo, en redes sociales, pero para acceder a
su financiación hay que atraerles con aspectos tales como el “valor”
del equipo fundador de lastartup o la demostración de que la idea
puede tener éxito en el mercado (teniendo ya algún cliente). Para
su mayor desarrollo en nuestro país, sería interesante aumentar los
beneficios fiscales por prestar dinero a las empresas, como ocurre
en otras economías avanzadas de nuestro entorno.
Con respecto al crowdfunding de inversión, su reciente regulación
legal en España, creo que abre las posibilidades a su crecimiento
futuro.
¿Considera que el avance de las fintech mejorará el acceso y las condiciones de financiación de las empresas de
menor dimensión?
Las fintech se están concentrando en clientes que, a la banca, o
bien no le interesan, o bien tienen dificultades para rentabilizar.
Eso, en principio, debe ser bueno para las pymes que no tienen
acceso al crédito bancario.
¿Qué medidas serían necesarias para un mayor impulso
de estas fuentes de financiación?
Es importante que se avance en su regulación legal. Un tema muy
interesante sería hacer aquí algo parecido a lo que se hace en Inglaterra, donde los bancos que deniegan crédito a las empresas están
obligados a derivarlas a plataformas de financiación alternativa.
Desde la óptica de las propias plataformas fintech, es fundamental
que sean rigurosas con el control del riesgo de los proyectos que
evalúan, para que no se dispare la morosidad y más inversores se
animen a invertir a través de ellas.
La morosidad es uno de los mayores problemas a los que
se enfrentan las pymes y los autónomos ¿Hasta qué punto
condiciona su viabilidad financiera y su supervivencia?
Muchas pymes, especialmente microempresas, han cerrado su negocio, a pesar de ser viables, por la morosidad de sus clientes. Aquí
es fundamental que las administraciones públicas y las grandes empresas, prediquen con el ejemplo y cumplan los plazos establecidos
en la Ley contra la morosidad vigente. Si no lo hacen, los que sufren las consecuencias son siempre los mismos, los más débiles, es
decir los autónomos y las pequeñas empresas.
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