Descargar y leer primeras páginas de El Hada Mau en

+5
Luna recién nacida
Luna recién nacida
María Brandán Aráoz
María Brandán Aráoz
Carina estaba muy feliz con el nacimiento de Luna, la pequeña
potranca. Jugaban juntas todo el tiempo y se hicieron
inseparables. Pero un día, al llegar al campito, la esperaba una
misteriosa noticia: ¿qué habría pasado con Luna?
Luna recién nacida
n a r r ati va
Ilustraciones de Marcela Calderón
Una historia tierna que aborda los
sentimientos y sensaciones que
provocan los animales en la vida de los
chicos. Un libro lleno de encanto para
los pequeños lectores.
María Brandán Aráoz
www.loqueleo.santillana.com
Ilustraciones de Marcela
Calderón
www.loqueleo.santillana.com
© 2003, María Brandán Aráoz
© 2003, 2015, Ediciones Santillana S.A.
© De esta edición:
2016, Ediciones Santillana S.A.
Av. Leandro N. Alem 720 (C1001AAP)
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
ISBN: 978-950-46-4628-0
Hecho el depósito que marca la ley 11.723
Impreso en Argentina. Printed in Argentina.
Primera edición: enero de 2016
Coordinación de Literatura Infantil y Juvenil: María Fernanda Maquieira
Ilustraciones: Marcela Calderón
Dirección de Arte: José Crespo y Rosa Marín
Proyecto gráfico: Marisol Del Burgo, Rubén Chumillas y Julia Ortega
Brandán Aráoz, María
Luna recién nacida / María Brandán Aráoz ; ilustrado por Marcela Alejandra
Calderón. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Santillana, 2016.
40 p. : il. ; 19 x 16 cm. - (Verde)
ISBN 978-950-46-4628-0
1. Literatura Infantil y Juvenil. I. Calderón, Marcela Alejandra, ilus. II. Título.
CDD 863.9282
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida,
ni en todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de
recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea
mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia,
o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.
Esta primera edición de 1.500 ejemplares se ter­mi­nó de im­pri­mir en el mes de
enero de 2016, en Gráfica Offset S. R. L., Santa Elena 328, Ciudad Autónoma
de Buenos Aires, República Argentina.
Luna recién nacida
María Brandán Aráoz
Ilustraciones de Marcela Calderón
A mi querida hija María, porque ama los caballos.
A mi familia, para recordar siempre a nuestra Luna.
Un día a mi yegua le empezó a
crecer la panza. Le crecía y le
crecía, le colgaba y se movía
como un enorme globo.
6
—Va a tener un potrillo —me explicó mamá.
—¿Y cuándo va a nacer? —pregunté yo.
—Para octubre —dijo Papá.
—¿Falta mucho? —quise saber.
—Y... carina, hay que
esperar —me explicó él.
7
¡Esperar! A mí me parecía que ese mes no
iba a llegar nunca. Todos los días sacaba
una hoja de mi almanaque, hasta que
tuve una pila de hojas sueltas y por fin
llegó octubre.
8
Uno, dos, tres, cuatro, las semanas iban pasando,
mi yegua seguía comiendo y la panza le crecía cada
vez más.
—¡le va a explotar! —les dije a mis papás.
9
Un sábado, cuando llegamos al campito, la
encontramos recostada en el pasto... ¡con una
potranca recién nacida!
Al principio no me pareció tan linda. La potranca
tenía patas muy largas y flacas, y cuerpo pequeño. La
cola parecía un plumero y las orejas eran
puntiagudas como las de una burra. La cabeza sí que
era linda, con una mancha blanca y larga desde la
frente hasta el hocico.
Por esa mancha blanca le pusimos de nombre Luna.
10
11
Cada semana de octubre Luna se volvía más
linda; engordaban sus patas y se le
agrandaba el cuerpo. Cuando no estaba
prendida a la yegua madre, se ponía a trotar
por el parque relinchando de contenta.
12
Perseguía a todas las mariposas que pasaban, y movía
la cola para espantarse los mosquitos. Dejó de
asustarse cuando yo me acercaba despacio, y después
la acariciaba en el lomo, en la panza, en el cuello, en
la cabeza y en las crines durante muuucho rato.
13
Pasó octubre, llegó noviembre y ya éramos las
mejores amigas. Con sólo un mes de nacida, Luna
podía arrancar el pasto recién crecido, los
tréboles, las hojas más tiernas de los
árboles y las nomeolvides del cerco.
14
mamá la retaba, pero ella ¡se
las seguía comiendo!
Una vez, mi papá quiso plantar
un roble de mi altura, y tuvo que
poner alrededor una cerca de
palos y alambres, ¡para que Luna
no se lo comiera!
15
A Luna le gustaba galopar por el parque, libre y
suelta. Otras veces, me relinchaba para que yo la
persiguiera y después le hiciera mimos y caricias, y
le diera de comer de mi mano panes y zanahorias.
16