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Parroquia Ntra. Sra. del Carmen (Aguadulce)
Revista Semanal
3 de abril de 2016, Núm. 103
De las audiencias (30.03.2016)
Terminamos hoy las catequesis sobre la misericordia en el Antiguo Testamento, y lo hacemos meditando
sobre el salmo 51, llamado Miserere. Se trata de una oración penitencial, en la cual la petición de perdón
está precedida por la confesión de la culpa y en la cual el orante, dejándose purificar por el amor del Señor, se vuelve una nueva criatura, capaz de obediencia, de firmeza de espíritu, y de alabanza sincera. El
«título» que la antigua tradición judía ha puesto a este salmo hace referencia al rey David y a su pecado
con Betsabé, la esposa de Urías el hitita. Conocemos bien la historia. El rey David, llamado por Dios para
apacentar al pueblo y guiarlo por los caminos de la obediencia a la Ley divina, traiciona su misión y, tras
haber cometido adulterio con Betsabé, hace asesinar al marido. ¡Qué feo pecado! El profeta Natán le desvela su culpa y le ayuda a reconocerla. Es el momento de la reconciliación con Dios, en la confesión del propio pecado. ¡Y aquí David fue
humilde y grande! Quien reza con este salmo está invitado a tener los mismos sentimientos de arrepentimiento y de confianza en Dios
que tuvo David cuando se arrepintió, y aun siendo rey, se humilló sin tener temor de confesar la culpa y mostrar la propia miseria al Señor, convencido de la certeza de su misericordia. Y no era un pecado pequeño, una pequeña mentira, lo que había hecho: ¡había cometido un adulterio y un asesinato!
El salmo inicia con estas palabras de súplica: «Tenme piedad, oh Dios, según tu amor / por tu inmensa ternura borra mi delito, / lávame
a fondo de mi culpa, / y de mi pecado purifícame» (vv. 3-4). La invocación está dirigida al Dios de misericordia para que, movido por un
gran amor como el de un padre o de una madre, tenga piedad, o sea nos haga una gracia, muestre su favor con benevolencia y comprensión. Es un sentido llamamiento a Dios, el único que puede liberar del pecado. Son usadas imágenes muy plásticas: borra, lávame, purifícame. Se manifiesta en esta oración la verdadera necesidad del hombre: la única cosa que realmente necesitamos en nuestra vida es ser
perdonados, liberados del mal y de sus consecuencias de muerte. Desgraciadamente la vida nos hace experimentar muchas veces estas
situaciones, y sobre todo allí tenemos que confiar en la misericordia. Dios es más grande que nuestro pecado. No olvidemos esto, ¡Dios es
más grande que nuestro pecado! «¡Padre no sé decirlo, he hecho tantas y grandes!». Dios es más grande que todos los pecados que nosotros podamos hacer. Dios es más grande que nuestro pecado. ¿Lo decimos juntos? Todos juntos: ¡Dios es más grande que nuestro pecado!
Una vez más: «¡Dios es más grande que nuestro pecado!». Una vez más: «¡Dios es más grande que nuestro pecado!». Y su amor es un
océano en el cual nos podemos sumergir sin miedo de ser vencidos: perdonar para Dios significa darnos la certeza de que Él nunca nos
abandona. Sea lo que sea lo que podamos reprocharnos, Él es aún y siempre más grande que todo (cf. 1 Jn 3, 20), porque Dios es más
grande que nuestro pecado. En este sentido, quien reza con este salmo busca el perdón, confiesa la propia culpa, y reconociéndola celebra la justicia y la santidad de Dios. Y después pide gracia y misericordia. El salmista se confía a la bondad de Dios, sabe que el perdón
divino es enormemente eficaz, porque crea lo que dice. No esconde el pecado, sino que lo destruye y lo elimina pero lo elimina desde la
raíz, no como sucede en la tintorería cuando llevamos un traje y le quitan la mancha. ¡No! Dios quita nuestro pecado desde la raíz,
¡todo! Por ello el penitente se vuelve puro, cada mancha es eliminada y él ahora está más blanco que la nieve incontaminada. Todos
nosotros somos pecadores. ¿Es verdad esto? Si alguno de los presentes no se siente pecador que levante la mano... ¡Nadie! Todos lo somos.
Nosotros pecadores con el perdón nos volvemos criaturas nuevas, llenas por el Espíritu y llenas de alegría. Entonces una nueva realidad
comienza para nosotros: un nuevo corazón, un nuevo espíritu, una nueva vida. Nosotros, pecadores perdonados, que hemos acogido la
gracia divina, podemos incluso enseñar a los otros a no pecar más. «Pero Padre, soy débil, yo caigo y caigo». «Pero si caes, levántate.
¡Levántate!». Cuando un niño se cae, ¿qué es lo que hace? Alza la mano a la mamá, al papá para que lo levanten. ¡Hagamos lo mismo! Si
tú caes por debilidad en el pecado levanta tu mano: el Señor la toma y te ayudará a levantarte. ¡Esta es la dignidad del perdón de Dios!
La dignidad que nos da el perdón de Dios es la de levantarnos, ponernos siempre en pie, porque Él ha creado al hombre y a la mujer para
que estén de pie. Dice el salmista: «Crea en mí, oh Dios, un puro corazón, / un espíritu firme dentro de mí renueva […] / Enseñaré a los
rebeldes tus caminos, / y los pecadores volverán a ti» (vv. 12. 15). Queridos hermanos y hermanas, el perdón de Dios es aquello que necesitamos todos, y es el signo más grande de su misericordia. Un don que cada pecador perdonado está llamado a compartir con cada
hermano o hermana que encuentra. Todos los que el Señor nos ha puesto a nuestro lado, los familiares, los amigos, los colegas, los parroquianos… todos, como nosotros, tienen necesidad de la misericordia de Dios. Es bonito ser perdonado, pero también tú, si quieres ser
perdonado, debes a su vez perdonar. ¡Perdona! Que el Señor nos conceda, por la intercesión de María, Madre de misericordia, ser testigos de su perdón, que purifica el corazón y transforma la vida.
INTENCIONES DEL PAPA
Universal. Pequeños agricultores.
Que los pequeños agricultores, reciban
una remuneración justa por su precioso
trabajo.
Por la Evangelización. Cristianos de África
Que los cristianos de África en medio de
conflictos político-religiosos, sepan dar
testimonio de su amor y fe en Jesucristo.
Noticias y avisos
El día 4 (lunes) a las 20’00h hay Grupo de Biblia.
Durante esta semana se reanudan las catequesis, Caritas y todas las actividades de la parroquia.
Si quieres recibir esta Hoja por correo electrónico envía un correo a: [email protected]
Comentario bíblico
Este segundo domingo de Pascua nos sitúa ante una escena muy humana. Los discípulos
aparecen asustados, «en una casa con los
puertas cerradas por miedo a los judíos» (Jn
20,19). No es difícil ponerse en su situación.
Habían visto morir a su maestro, sin embargo,
algunas de las mujeres por la mañana les dijeron que la piedra estaba corrida y el sepulcro
vacio. Presos
por el pánico
no recordaban el anuncio que Jesús les había
hecho, que
resucitaría
al
tercer
día. En esta
situación de
dolor, de derrota y soledad,
Jesús
se hace presente en medio de la comunidad, en
medio de los
que Él había
llamado. Su
presencia es un testimonio palpable de que la
vida ha triunfado sobre la muerte, sus cinco
llagas, signos de dolor, anuncian que el mal no
tiene la última palabra.
¿Cuál podía ser su reacción ante tal anuncio?
El evangelio nos lo dice «y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor» (Jn 20,20).
Aquella experiencia no quiere ser solo un
"detalle" del Señor para apagar sus miedos,
sino un invitación a contemplar lo que ha sucedido, para
que sean testigos de esa misericordia de Dios, con sus
palabras y con sus vidas. Es
este el mandato de Jesús
«Como el Padre me ha enviado, así os envío yo, recibid el
Espíritu Santo» (Jn 20,21). La
misión de la Iglesia no es distinta de la misión de su Señor, sabiendo que Él está con
nosotros todos los días de
nuestra vida. No es una tarea
que se apoye solo en nuestras
fuerzas, programas y proyectos, sino en el don mismo del
Espíritu Santo.
No obstante la escena no está completa. Falta
Tomás que reclama pruebas para aceptar
aquel anuncio. Qué bien representa esta actitud del apóstol a una parte nuestra que siempre que reclama pruebas para creer. Él quiere
ver y tocar. Ahora Jesús se aparece solo para
él. En los labios del apóstol encontramos
aquella profesión de fe: cayó de rodillas y dijo
“Señor mío y
Dios
mío”.
Estamos ante una de las
más
bellas
oraciones de
todo el evangelio.
Por
eso podemos
confiar que
de nuestras
pobrezas,
como de la
pobreza de
Tomas, Jesús
puede sacar
el acto de fe
más hermoso.
El evangelio
de hoy, en definitiva, constituye una invitación a anunciar la Paz y la Vida en Cristo desde los estigmas de la muerte en toda sus formas, para hacer ver que en Jesús ha comenzado una historia capaz de hacernos vencer tantos signos de dolor como se dan en nuestras
historias. No somos simples "propagandistas
teóricos", sino testigos de que lo mismo que
sucedió en Jesús, también sucede en nosotros
hoy: el dolor, la violencia, el odio, la muerte,
en definitiva, el pecado, no
tienen la última palabra, pues
en la resurrección de Cristo
han sido vencidos. Es esta
nuestra alegría. Por eso, a
pesar de todas las cicatrices
de nuestro mundo, a veces
insolidario, caduco y violento,
nosotros hemos de decir: Hemos visto al Señor. A esto estamos enviados.
Francisco Saez Rozas
Escucha su voz
Los Apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio
del pueblo. Los fieles se reunían de común acuerdo en el
pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos; más aún,
crecía el número de creyentes, hombres y mujeres, que
de adherían al Señor. La gente sacaba los enfermos a la
calle, y los ponía en catres y camillas, para que al pasar
Pedro, su sombra por lo menos cayera sobre alguno. Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén llevando
enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos se curaban.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.
La piedra que desecharon los arquitectos,
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Este es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación,
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.
Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la constancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la palabra de Dios y haber dado testimonio de Jesús. Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente,
como una trompeta, que decía: Lo que veas escríbelo en
un libro, y envíaselo a las siete iglesias de Asia. Me volví
a ver quien me hablaba, y al volverme, vi siete lámparas
de oro, y en medio de ellas una figura humana, vestida
de larga túnica con un cinturón de oro a la altura del
pecho. Al verla, caí a sus pies como muerto. Él puso la
mano derecha sobre mí y dijo: No temas: Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive. Estaba muerto, y ya
ves, vivo por los siglos de los siglos; y tengo las llaves de
la Muerte y del Infierno. Escribe, lo que veas: lo que está
sucediendo y lo que ha de suceder más tarde.
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana,
estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se
puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se
llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: Paz a
vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os
envío yo. Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les
dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis
los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos. Tomás, uno de los doce,
llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino el
Señor. Y los otros discípulos le decían: Hemos visto al
Señor. Pero él les contestó: Si no veo en sus manos la
señal de los clavos y no meto el dedo en el agujero de
los clavos, si no meto la mano en su costado, no lo creo.
A los ocho días estaban otra vez dentro los discípulos y
Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego
dijo a Tomás: Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae
tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo,
sino creyente. Contestó Tomas: ¡Señor mío y Dios mío!
Jesús le dijo: ¿Porque me has visto has creído? Dichosos
los que crean si haber visto. Muchos otros signos, que no
están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los
discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús
es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su Nombre.
Lecturas de la Misa para la Semana
Lunes
4
La Anunciación del Señor
Is 7,10-14; 8,10 / Sal 39 / Heb 10,4-10 / Lc 1,26-38
Martes
5
San Vicente Ferrer
Hch 4,32-37 / Saal 92 / Jn 3,7-15
Miércoles
6
San Prudencio
Hch 5, 17,26 / Sal 33 / Jn 3,16-21
Jueves
7
San Juan Bautista de la Salle
Hch 5, 27-33 / Sal 33 / Jn 3,31-36
Viernes
8
San Dionisio
Hch 5,34-42 / Sal 26 / Jn 6, 1-15
Sábado
9
San Acacio
Hch 6,1-7 / Sal 32 / Jn 6,16-21
Con su ejemplo
En nuestra Diócesis
El secretariado para el matrimonio,
familia y defensa de la vida invita a
todas las parroquias de la Diócesis a
la celebración de la Jornada por la
Vida 2016 convocada por la Subcomisión Episcopal de Familia y Vida
el día 4 de abril de 2016 con el lema: cuidar la vida, sembrar esperanza. La celebración tendrá lugar el próximo lunes en la
Catedral a las 20:00 h. para celebrar la Eucaristía presidida por el obispo.
San Juan Bautista de la Salle
nació en Reims (Francia) en
1651 en una familia acomodada. Desde pequeño deseó ser
sacerdote. Se graduó como
Maestro en Artes e ingresó al
Seminario de San Sulpicio en
París. A los 19 años murieron
sus padres y tomó la responsabilidad de educar a sus herSe cumplen los 300 años de la
manos menores. Fue ordenallegada de la imagen de la Virdo sacerdote a los 27 años. Se
gen y con tal motivo el Obispo
empieza a reunir con un grude Almería, Mons. Adolfo Gonpo de maestros, brindándoles
zález Montes, cursó a la Santa
formación humana, pedagógiSede en solicitud dirigida a la
Penitenciaría Apostólica la conca y cristiana. El 24 de junio de 1681, Juan Bautista de La
cesión de un Año Jubilar. La
Salle y sus maestros inician vida en comunidad en una caPenitenciaría del Papa ha cosa alquilada, hecho que marcaría el nacimiento de los
municado al Obispo almeriense la concesión de este JubiHermanos de las Escuelas Cristianas. Dentro de sus reforleo extraordinario, que comenzará el próximo 8 de sepmas en la educación, el Santo introdujo la enseñanza de
tiembre del año en curso y tendrá duración hasta el 8 de
niños en grupo, ya que hasta ese momento se instruía a
septiembre de 2017, fechas de apertura y clausura respectivamente de este Jubileo. Es una noticia que alegra a
cada niño por separado, inició una escuela gratuita en
toda la comarca albojense y a la diócesis enParís para muchachos pobres y fundó unitera de Almería, que ve así colmada una aspiversidades en Reims y Saint-Denis para
Ntra.
Sra.
ración que tiene buenas razones en su favor,
maestros. Por ese entonces cayó una hamporque la sagrada imagen de la Virgen del
del Carmen
bruna terrible en Francia y el Santo reparBuen Retiro y de los Desamparados del Saliente (vulgo “La Pequeñica”) es advocación amatió todos sus bienes para ayudar a los nePatrona de
dísima de los fieles, y el santuario que la alcesitados. En 1686, ocho de sus seguidores
berga es centro de peregrinación permanente
Aguadulce
emitieron sus primeros votos en la compaa lo largo del año; a él acuden los fieles y los
ñía que San Juan Bautista fundó y el 15 de
visitantes, que no quieren dejar de visitar la
ruega
por
agosto consagró su comunidad a la Virgen
imagen de la Virgen y postrarse a sus plantas.
www.diocesisalmeria.es
María.
nosotros
Para profundizar
La Fiesta de la Divina Misericordia tiene
como fin principal hacer llegar a los corazones de cada persona el siguiente mensaje:
Dios es Misericordioso y nos ama a todos ...
"y cuanto más grande es el pecador, tanto
más grande es el derecho que tiene a Mi
misericordia" (Diario, 723). La esencia de la
devoción se sintetiza en:
1. Debemos confiar en la Misericordia del
Señor. Jesús, por medio de Sor Faustina nos
dice: "Deseo conceder gracias inimaginables
a las almas que confían en mi misericordia.
Que se acerquen a ese mar de misericordia
con gran confianza. Los pecadores obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el bien. Al que haya depositado
su confianza en mi misericordia, en la hora
de la muerte le colmaré el alma con mi paz
divina".
2. La confianza es la esencia, el
alma de esta devoción y a la vez
la condición para recibir gracias.
"Las gracias de mi misericordia
se toman con un solo recipiente
y este es la confianza. Cuanto
más confíe un alma, tanto más
recibirá. Las almas que confían
sin límites son mi gran consuelo
y sobre ellas derramo todos los
tesoros de mis gracias. Me alegro de que pidan mucho porque
mi deseo es dar mucho, muchísimo. El alma que confía en mi
misericordia es la más feliz, porque yo mis-
mo tengo cuidado de ella. Ningún alma que
ha invocado mi misericordia ha quedado
decepcionada ni ha sentido confusión. Me
complazco particularmente en el alma que
confía en mi bondad".
3. La misericordia define nuestra actitud
ante cada persona. "Exijo de ti obras de
misericordia que deben surgir del amor hacia mí. Debes mostrar misericordia siempre
y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo ni excusarte ni justificarte. Te doy tres
formar de ejercer misericordia: la primera
es la acción; la segunda, la palabra; y la
tercera, la oración. En estas tres formas se
encierra la plenitud de la misericordia y es
un testimonio indefectible del amor hacia
mí. De este modo el alma alaba y adora mi
misericordia".
4. La actitud del amor activo
hacia el prójimo es otra condición para recibir gracias. "Si el
alma no practica la misericordia
de alguna manera no conseguirá
mi misericordia en el día del
juicio. Oh, si las almas supieran
acumular los tesoros eternos, no
serían juzgadas, porque la misericordia anticiparía mi juicio".
5. El Señor Jesús desea que sus
devotos hagan por lo menos una
obra de misericordia al día.
"Deseo que esta misericordia se
derrame sobre todo el mundo a
través de tu corazón”
Parroquia Ntra. Sra. Del Carmen (Aguadulce)
HORARIOS DE MISA
PARROQUIA
ERMITA
LUNES
09’30h
-
MARTES
20’00h
-
MIÉRCOLES
09’30h
-
JUEVES
20’00h
-
VIERNES
20’00h
-
SÁBADO
20’00h
10’00h
DOMINGO
11’00h / 20’00h
-
HORARIOS DESPACHO PARROQUIAL
MARTES
10’00h –12’00h / 20’30h
VIERNES
20’30h
CONTACTO
C/ Virgen del Carmen, 1. Apartado nº 47
[email protected]
950 34 50 17
www.parroquiacarmenaguadulce.es