Ser Psicoanalista Sin rodeos, el psicoanalista es enseñante, con conocimiento de que él no sabe lo que el otro sí. La práctica lo confirma cada vez, cuando un paciente está frente a nosotros, lo único de lo que podemos estar seguros es que de ese otro que se nos presenta no sabemos nada. Solo un llamado, algunas palabras, un nombre, una edad, una problemática, una voz. Es difícil decir, definir el ser en esta disciplina que convoca lo oculto, lo desalojado, Freud decía “allí donde ello estaba, Yo debo ser”, a lo que Lacan decía “donde Ello era, Yo (Je) debe advenir”. ¿De qué hablaban? De que allí donde el sujeto no estaba, es decir, el sujeto que no habla, el mismo debe ubicarse, debe posicionarse. Desde su discurso, desde su inconsciente. Solemos hablar de sujeto sujetado a este discurso, a las palabras, a lo inconsciente, a algo que nos precede. En esto va también la posición del analista, quien debe ubicarse en una posición que no es cualquiera. Sería propio de la posición de un docente el ubicarse como alguien que conoce y que sabe acerca de algo que el otro no, en este caso quien consulta. Como si la teoría y la técnica pudieran ser una especie de universalidad que contemplara todos y cada uno de los casos por igual y que a la menor queja, tal o cual será la solución para todos por igual. No hay nada que diste mas del psicoanálisis que la autoayuda, una disciplina que uno puede respetar e inclusive reconocer que en algún sentido a alguien pueda ayudar, pero no es de ninguna manera la posición en la que se ubica un analista, ni lo que explora o lo que busca un psicoanálisis, y me atrevería a decir cualquier psicólogo. Para el analista, y para el psicoanálisis, el sujeto es único e irrepetible, así como también, por supuesto, totalmente desconocido su saber. He escuchado alguna vez “lo que sirve para uno, no sirve para otro”, y esto es en gran medida parte de lo que podemos comprobar en la clínica. Aunque este dicho parece dar por supuesto que ese “algo que sirve”, o eso que “ayuda”, viniera de afuera y esto no es del todo cierto. Cuando un analista interpreta, o en un primer momento, cuando hace devolver al algún señalamiento, analizante algo que no hace el mismo otra cosa trajo con que su discurso y en el encuentro analítico. Nada es inventado o impuesto por el analista. No hay una voz mágica que ilumine a quien padece, a quien sufre, más que su propia voz, su propio razonamiento. Muchas veces me encuentro con frases que un paciente trae sin dar “real” importancia a la misma, ciertos casos encuentran su rumbo en estas cuestiones. Lo único que uno hace, en su privilegiado lugar, el mismo que el propio sujeto nos brinda, es decir lo que la persona dijo, y no escucho, en evidentemente el no momento me justo. refiero a Cuando que digo la no persona escucho necesite consultar a un médico oto (del griego Otos = Oído)1, sino que tal vez en el momento en que lo dijo no podía escucharlo. El retomar estas palabras en otro tiempo seguro 1 Oído: del Griego Otos, que dio la palabra Otología: Ciencia que estudia los oídos. genere cosas novedosas para la persona, en caso de que ese sea el tiempo en que pueda escucharlas, o en definitiva escucharse. Esto también es el psicoanalista, es un tiempista en términos deportivos. Es quien de alguna manera evalúa en este proceso que denominamos análisis, y en lo que Lacan denominaba al hablar de dirección de la cura, cuándo es el momento, pero, ¿Momento de quién? ¿De qué? Diciembre de 2014 Lic. Psic. Alvaro Tulaniche
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