38 LATERCERA Lunes 21 de marzo de 2016 Sociedad Espectáculos COLUMNA BLANCO Y NEGRO Por Mauricio Jürgensen RR Marina Lambrini Diamandis. FOTO: HANS SCOTT RR Marina en escena. FOTO: HANS SCOTT Marina and the Diamonds Cantante “Escribí mi disco sola para marcar un punto: la artista soy yo” R La galesa se ha transformado en una estrella del pop electrónico más independiente. Su presentación de ayer marcó su debut en Chile. Isabel Plant “Sólo estaré en Chile 16 horas”, cuenta Marina Lambrini Diamandis, conocida internacionalmente, sobre todo en Gran Bretaña donde es un hit, como Marina and the Diamonds. Su visita por Chile fue flash, pero le permitió no sólo conocer a más fans de tierras lejanas, sino que también es una pequeña despedida: tras un año intenso de gira, luego del lanzamiento de su tercer disco, Froot (2015), la galesa se tomará un descanso, cuenta. Con una estética pop recargada, aires que van desde Gwen Stefani a Katy Perry, en versión electrónica o a veces disco, es una de las voces más originales del electro pop hoy. Escribe sus propias canciones, ¿es más difícil abrirse paso en el pop teniendo voz propia? Varía, en mi experiencia se demoró un rato, ahora encontré un nicho, pero no es el típico ejemplo de alguien que es famoso. No sé si he encontrado eso, pero tengo una base de fanáticos. Así que para cada uno es distinto, algunos también solos y se vuelven hits. Para otros se vuelve más difícil si algo tuyo no es ortodoxo ni mainstream. O tus ideas no son comerciales. ¿Trataron de ponerle un productor, o cambiar su imagen? Sí, para Electra heart, me dijeron que trabajara con gente que es muy exitosa en lo que hace, porque en Estados Unidos el sistema de radios es muy estrecho y de categorías, así que si quieres hacer pop tienes que sonar como lo que está en la radio. ¿Qué necesita para sentarse a componer en el estudio? Muchas de estas canciones no se crean en el estudio, sino que empiezan con letras que puedo haber estado acumulando por meses. Así que el estudio para mí es producción y la composición viene en mi casa en Londres. Su look es parte importante de su show, ¿cómo lo trabaja? Sí, hago mucha investigación, son ideas e intereses que tengo. Con Froot quería tomar elementos de la Dolce vita, y modernizarlos, ponerle neón, telas metálicas. Eso lo hago por mi cuenta y luego busco ayuda para las fotos o videos. ¿Hay más espacio hoy para que las mujeres puedan expresar sus voces en música? Todavía hay problemas. Pero está mejor. En comparación a diez años atrás las mujeres están levantando más la voz, y se hacen conocidas por expresar su arte. Particularmente si eres compositora, se piensa que hay un hombre escondido en la habitación de atrás. Por eso con Froot quise escribirlo sola. Para marcar un punto: no hay hombre acá, yo soy la artista. Y necesitas acostumbrarte a esa idea, que hay una voz femenina, cuando la industria de la música es manejada por hombres. ¿Qué tipo de carrera le gustaría tener? Como la de Kate Bush (se ríe). Me cansa mucho la vida estereotípica de un artista pop, no voy a fiestas, o a ese tipo de fiestas, siento que Kate Bush no ha sido así y ha podido tener un efecto en la música y ser extremadamente original.b L a diversidad ha sido parte de la promesa histórica de Lollapalooza. Pero pocas veces se ha visto un contraste más dramático como el de la tarde del domingo en el Acer Windows 10 Stage, en la segunda jornada de esta versión 2016. Seis y media de la tarde. Marina and the Diamonds salta al escenario con 28 grados de temperatura y ante no más de seis mil fans apiñados frente a la tarima. Lo de la galesa es un pop sexy y directo que cita a importantes referentes femeninos del género: desde Kate Bush (I’m a ruin) hasta Debbie Harry (Bubblegum bitch) pasando por Annie Lennox (Teen idle). Una fórmula que se resuelve en una cantante de voz versátil y simpatía natural y cuyo show celebran unos seguidores ruidosos y entusiastas que esperaron años por verla. Sesenta minutos después, un pequeño escuadrón de hombres con poleras negras espera su turno. Pocas veces se ha visto un relevo tan brusco de público, que fue lo que pasó en la previa de Ghost, el mayor crédito metalero del certamen, que apareció en el mismo escenario 45 minutos después Marina and The Diamonds. Es curioso. Pero los enmascarados intimidan más con su aspecto que con su música. Cinco músicos que muestran un repertorio que se ha ido suavizando con los años. Su cometido es impecable, que no quede duda, pero Ghost es metal para la familia y está lejos de la oscuridad que en su época proyectaban King Diamond y Alice Cooper, sus influencias más claras. A la misma hora, y en uno de los escenarios principales, Mumford & Sons evidenciaba una contradicción similar. Su origen de folk tradicional y bluegrass, prensado en sus dos primeros discos, contrasta dramáticamente con la propuesta de rock de guitarras de su álbum más reciente. Y pasa que en vivo sus viejas ropas visten mejor a un grupo que triunfó con I will wait y Lover of the light. Ideas más claras asomaron en el último show de la noche. Florence + The Machine, también debutante en Chile, comenzó a las 22.05 horas con un despliegue impecable. What the water gave me fue la primera de un set que congregó a un público importante y que confirmó a Florence Welch como una digna heredera de Stevie Nicks y del histrionismo setentero que nutre su repertorio. Lollapalooza Chile 2016 empezaba así a cerrar con una vieja verdad en el mundo de la música popular: siempre triunfan las apuestas sólidas. Y los que conocen a su público.
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