“Vamos a casa. Vivo en el 1º 1ª.” La vivienda es una necesidad

MATERIALS DE SUPORT A L’ACOLLIDA EN ELS ÀMBITS DE L’HABITATGE I LA CONVIVÈNCIA
“Vamos a casa. Vivo en el 1º 1ª.”
La vivienda es una necesidad básica y toda persona tiene derecho
a un alojamiento digno. Para acceder a una vivienda, podemos
hacerlo a través de conocidos, de agencias inmobiliarias o de
administradores de fincas.
“¿A quién es mejor dirigirse, a un administrador de fincas o a una
agencia inmobiliaria?”.
“A ambos. Las agencias inmobiliarias ofrecen viviendas tanto para
alquilar como para vender, mientras que los administradores,
normalmente, se ciñen al alquiler”.
“He oído hablar de que algunas empresas ponen a la venta listados
de pisos en alquiler. ¿Vale la pena pagar por esto?”.
“¡De ninguna manera! La mayoría de pisos que aparecen en estos
listados no están en alquiler o están ocupados. Las listas pueden
ser una estafa”.
“Sin embargo, el listado de alquileres en el que sí se puede confiar
es el que edita el Colegio de Administradores de Fincas”.
Para alquilar un piso se debe firmar un contrato entre el propietario,
también denominado arrendador, y el inquilino, también
denominado arrendatario.
Cuando firmemos un contrato de alquiler nos pedirán el DNI, el NIE
o el pasaporte. Es muy posible que nos hagan presentar también
nuestro contrato de trabajo y las últimas nóminas. Además,
tendremos que pagar la fianza en metálico.
“¿Y qué es una fianza?”.
“La fianza equivale al precio de un mes de alquiler. Pero si el
propietario no se fía del arrendatario, puede pedirle una fianza
suplementaria”.
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“Al inquilino se le devuelve la fianza cuando finaliza el contrato,
siempre y cuando la vivienda se encuentre en las mismas
condiciones que cuando se alquiló y esté al corriente de los pagos
de alquiler y de los suministros de agua, gas y electricidad”.
Cuando vamos a ver un piso de alquiler, se debe comprobar el
estado de conservación de la vivienda. También es importante
conocer el estado de los suministros de agua, gas y electricidad.
“Si la vivienda que decidimos alquilar no tiene los suministros
dados de alta, es necesario hacerlo. Es el arrendatario quien debe
encargarse de ello. Para hacerlo, hace falta tener la cédula de
habitabilidad del piso y un boletín del instalador que confirme que la
instalación es correcta.
“¿Y dónde se adquiere esta cédula de habitabilidad?”.
“Te la tiene que dar el propietario. Es su obligación”.
La duración del contrato de alquiler puede ser de diez años, de
cinco, de dos e incluso de meses. Los contratos más frecuentes son
los de cinco años.
“¿Qué pasa si tengo un contrato de alquiler de cinco años y quiero
dejar el piso antes?”.
“Si decides irte antes de los cinco años, el propietario podría
pedirte daños y perjuicios por incumplimiento de contrato. La ley
prevé que el propietario tenga derecho a una indemnización.
“¿Y si, en cambio, se acaba el contrato de cinco años y quiero
quedarme allí más tiempo?”.
“Un contrato de cinco años o más puede prorrogarse año tras año
durante tres años. Si el inquilino y el arrendador no dicen nada, se
entiende que el contrato se prorroga. Pero cuando el contrato se
acaba y el inquilino le comunica al propietario que quiere volver a
alquilar la vivienda, el propietario tiene derecho a pedirle el precio
que quiera”.
Cuando firmamos un contrato de menos de cinco años, existe el
denominado plazo de garantía mínima, que consiste en que el
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inquilino tiene derecho a prorrogar el contrato hasta llegar a la
duración mínima de cinco años.
“¿Qué pasa si el propietario no quiere que me quede en el piso
durante el plazo de garantía mínima de cinco años?”.
“El propietario o arrendador no se puede oponer, ya que éste es un
derecho que la ley confiere al arrendatario”.
El precio del alquiler es el que pacten el propietario y el inquilino en
el contrato. Se incrementa anualmente de acuerdo con el Índice de
Precios de Consumo (IPC).
“¿Y cuándo se paga el alquiler?”.
“El alquiler se paga mensualmente dentro de los primeros siete
días de cada mes, por domiciliación bancaria o en las oficinas del
administrador de fincas”.
“Además de pagar el alquiler cada mes, ¿tendré otros gastos?”.
“Si se especifica en el contrato, sí”.
“¿Qué son los gastos de comunidad?”.
“Son gastos como la limpieza, la luz de la escalera y el
mantenimiento del ascensor”.
“Todos los pisos que he visto en alquiler son demasiado caros,
¿qué puedo hacer?”.
“Puedes ir a la oficina de vivienda del ayuntamiento y pedir
información sobre el alquiler de promoción pública, que es más
económico, y sobre las ayudas para el pago del alquiler”.
La ley prevé para los inquilinos la posibilidad de realquilar una parte
del piso a otra persona. Esto se puede hacer únicamente si el
propietario le da su consentimiento.
“Alquilar una habitación de nuestro piso a un compañero o
compañera puede ser una ayuda. Nunca debe hacerse a espaldas
del propietario, porque si lo descubre, puede rescindirnos el
contrato”.
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“¿Y con cuántas personas puedo compartir un piso?”.
“El número máximo de personas que pueden vivir en una vivienda
depende de su superficie. Los pisos no se deben sobreocupar”.
Cuando vivimos en un piso de alquiler debemos mantenerlo en
buenas condiciones. Los inquilinos tenemos la obligación de pagar
los gastos derivados del uso del piso: pintura, mantenimiento de
instalaciones, reposición de cristales y, también, suministros de
agua, electricidad y gas.
“¿Entonces, todo lo que se estropee tendré que pagarlo yo como
inquilino/a?”.
“No, los problemas que afecten a la estructura del edificio, como
fachadas, paredes maestras o azotea, son responsabilidad del
propietario”.
Otra manera de acceder a la vivienda es comprándola. Comprar un
piso es un gasto considerable. A menudo, los ahorros que tenemos
no son suficientes, y es necesario pedir una hipoteca a un banco o
caja.
“No abonar los pagos de la hipoteca puede comportar gastos
adicionales por la demora. En último extremo, incluso puede llevar a
la pérdida de la vivienda por vía ejecutiva judicial.”
Para las personas con unos ingresos limitados, el Estado financia la
construcción de los llamados pisos de protección oficial. Estos pisos
se caracterizan por tener menos de 90 metros cuadrados y por ser
más económicos.
“¿Y puede acceder todo el mundo?”.
“No todo el mundo puede acceder a ellos. Los solicitantes deben
tener unos ingresos no superiores a 5,5 veces el salario mínimo
interprofesional y cierta estabilidad económica. Además, deben
estar empadronados en el municipio durante un tiempo determinado
y se hace un sorteo entre todas las solicitudes”.
Después de firmar el contrato debemos empadronarnos al
Ayuntamiento. El padrón es el registro donde consta el domicilio de
los habitantes de un municipio. Tener el certificado de
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empadronamiento nos garantiza el acceso a la mayoría de los
servicios públicos y sociales. Cada vez que cambiamos de
domicilio, debemos comunicárselo al ayuntamiento.
Al entrar a vivir en un piso, asumimos la condición de vecinos y
vecinas, adquiriendo así unos derechos y unas obligaciones hacia
el resto del vecindario. Son normas que debemos respetar para
formar parte de la comunidad y tener una buena relación y una
buena convivencia con nuestros compañeros de edificio.
“Y estas normas ¿también son para los niños y niñas?”.
“¡Claro! Son para todo el mundo. Niños, niñas, padres, madres,
abuelos y abuelas. Todos deben conocer estas costumbres, para
que todos nos entendamos y respetemos”.
“¿Y dónde podemos informarnos sobre estas normas?”.
“Podéis dirigiros al ayuntamiento. También se lo podéis preguntar
al resto de vecinos. Es una manera de romper el hielo y de empezar
a hacer amistades en la escalera”.
“Al principio, no hablaba con ningún vecino. Todo era un poco frío.
Ahora sé que, para que haya más cordialidad, resulta útil mostrar
interés hacia los demás”.
“Y lo que más ayuda es aprender el catalán. Cuando empiezas a
hablarlo, la convivencia con los demás mejora y deviene más
fluida”.
“Si queremos hacer algo que quizás pueda molestar a alguien,
debemos preguntarlo antes de hacerlo. Si es así, deberemos
encontrar una solución que nos satisfaga a todos”.
“Mi madre ayuda a la abuela del 3º a bajar las escaleras. Yo
también”.
Cuando acabamos de llegar, tenemos unos hábitos y unas
costumbres que quizás en nuestro lugar de origen son normales,
pero que aquí, pueden ocasionar molestias al resto de vecinos y
vecinas.
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“Hay países en los que la gente tiende la ropa a cualquier hora del
día y en el balcón. Aquí, tendemos la ropa en los patios de luces por
la noche y bien escurrida. Si tenemos que limpiar las alfombras, es
mejor utilizar el aspirador”.
“Las plantas del balcón deben regarse a partir de las diez de la
noche, para no mojar a los peatones”.
“Entre las diez de la noche y las ocho de la mañana, debemos
controlar el volumen de la tele y de la música. Debemos evitar
cambiar muebles de sitio y hacer reparaciones domésticas que
hagan ruido”.
“Por la noche no se hace ruido para que la gente pueda dormir”.
“¿Y si algún día quiero hacer una fiesta por la noche?”.
“En este caso debes controlar el volumen de la música e intentar
acabar a una hora razonable”.
Cuando vivimos en un bloque de pisos, compartimos con el resto de
vecinos unos espacios comunes, como las escaleras, los rellanos,
los patios, los pasillos, la azotea y los sótanos.
En mi país, todo el mundo utiliza las azoteas para guardar cosas y
las bicicletas las dejamos en la escalera. ¿Aquí también es así?”.
“No, aquí no. Eso molesta mucho a los vecinos. El único lugar
donde podemos guardar las cosas que no nos caben en casa, es en
los trasteros y en los almacenes”.
“Si se estropea la antena de la tele o el ascensor, o si tenemos
goteras de las azoteas, debemos avisar al presidente de la
escalera”.
“¿Y quién es el presidente de la escalera?”.
“El presidente de la escalera tiene que ser propietario y tiene que
vivir en el edificio. Entre otras cosas, convoca las reuniones de la
comunidad y vela por la buena conservación de la finca.
Normalmente, el presidente de la comunidad cambia todos los
años”.
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La convivencia vecinal se basa en los valores de la solidaridad, el
respeto, la responsabilidad mutua y la cooperación. Estos valores
son la base del civismo, que se puede entender como las actitudes
y comportamientos que permiten a los ciudadanos y ciudadanas
vivir en comunidad.
“El civismo es respetar a las personas y a los espacios”.
“Todo el mundo tiene que ser cívico”.
Ser cívico implica cuidar las calles, las plazas, los jardines, los
equipamientos y los centros culturales y deportivos como si fueran
nuestra propia casa. Una de las cosas más importantes es la
limpieza.
“Mantener los lugares limpios resulta más agradable para todos.
Además, supone un ahorro en los gastos públicos de limpieza”.
“Las cosas no se tiran nunca al suelo”.
“Cuando veo a un niño tirando algo al suelo, le digo que lo coja y lo
tire a la papelera”.
Los espacios públicos son lugares de convivencia de personas de
todas las edades y condiciones sociales. Respetándolos,
respetamos a las personas que viven allí”.
“En los espacios públicos no se puede pintar, ni hacer grafitos…”.
“…tampoco se puede hacer pipí”.
“Hay que tener cuidado con el mobiliario urbano como las
papeleras, los contenedores, los bancos, las plantas y árboles, las
cabinas telefónicas, etc.”.
“¿Pero de todo esto no se encarga el ayuntamiento?”.
“El ayuntamiento se encarga del mantenimiento económico, que
incluye arreglar los desperfectos o sustituir el mobiliario degradado,
pero nosotros debemos intentar no estropearlo”.
“Pero si lo paga el Ayuntamiento, ¡no es para tanto!”.
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“¡Nada de eso! Los espacios públicos los pagamos entre todos con
nuestros impuestos. Si maltratamos estos espacios, las
administraciones públicas tienen que gastarse un dinero que
consecuentemente reduce los presupuestos de otras áreas, como
educación, sanidad o servicios sociales.”.
“No cumplir las normas de convivencia y de cinismo puede ser
objeto de multas. La Administración puede obligar a la reparación
de daños”.
“Con el civismo, no se juega”.
El civismo y la buena convivencia no acaban en las ciudades.
También se debe ser cívico con la naturaleza y el medio ambiente.
“El campo se debe respetar igual que las ciudades. No se puede
hacer fuego, porque podemos provocar un incendio y, sobretodo,
nunca debemos dejar basura”.
“¡Pero en el campo no vive nadie y hay mucho espacio para dejar
basura!”.
“Los campos y los bosques están llenos de vida, y nunca se deben
ensuciar. ¡No son vertederos!”.
Los medios naturales son limitados. Por eso es necesario ahorrar
en el consumo de agua, de electricidad y de gas. De esta manera,
contribuimos a frenar la contaminación, la deforestación y el
calentamiento del planeta.
“Para ahorrar agua, podemos ducharnos en lugar de bañarnos y
cerrar el grifo mientras fregamos los platos o nos cepillamos los
dientes”.
“¿Y qué más podemos hacer para preservar el medio ambiente?”.
“Reciclar. Separar en casa los residuos y utilizar los contenedores
de recogida selectiva”.
“Todo el mundo debe reciclar. Los residuos orgánicos se tiran en
los contenedores marrones, grises o naranjas”.
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“Los plásticos, latas y tetrabriks se tiran en los contenedores
amarillos”.
“Los papeles y cartones se tiran en los azules”.
“Y el vidrio en los contenedores verdes”
“Los aceites, baterías, pilas, pinturas y escombros o
electrodomésticos no pueden depositarse en los contenedores. Se
deben llevar a los vertederos especiales que tienen todos los
pueblos y ciudades”.
“Y recuerda que es mejor tirar la basura en los contenedores entre
las siete y las diez de la noche”.
Todos tenemos derecho a acceder a una vivienda digna. Respetar
las normas de la buena convivencia y los valores del civismo es
nuestro deber.
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