518biografia y muerte del apostol Pedro

Biografía y
muerte del apóstol Pedro
Humberto Fierro G
Tema:
Biografía y muerte del apóstol Pedro
,¿Quien era Pedro?
San Mateo 4:18-20. Andando Jesús junto al
mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón,
llamado Pedro, y Andrés su hermano
Pedro era un hombre pescador de
Betsaida ciudad de Galilea, en la ribera
nordeste del lago de Genesaret, (Juan
1:44) ; su nombre verdadero era Simón. Al
igual que su padre Jonas y su hermano
Andrés, era pescador.
Estaba casado, tenía un hogar
ejemplar, en sus cartas advierte
a los maridos la forma de
como se debe tratar a sus
esposas (1Ped.3: 7); sabía por
experiencia la convivencia
matrimonial; no consta que
tuviese hijos, y en el Evangelio
nos refiere cómo Jesús curó a
su suegra que vivía en su casa
(Mar.1:29-31).
Características de Simón
Jesucristo no le eligió por ser el más inteligente o el más culto de
los apóstoles; en él se advierte un corazón impetuoso y carácter
fuerte, lleno de arrebatos no siempre oportunos, menos
inquebrantable de lo que hubiera sido de desear, pero con una
mezcla de fe, entusiasmo y bondad que sin duda respondían al
deseo del Maestro; nadie le admitiría para dirigir una gran
empresa (la inestabilidad pone en peligro los negocios); sus
antecedentes no inspiran confianza, y un partido político no lo
elegiría como su líder. Podemos ver que los criterios de eficacia
tienen poco que ver con los planes de Dios.
Antes de conocer a Cristo, había sido (probablemente) discípulo del
Bautista, como su hermano Andrés ya que éste es quien le condujo a
Jesús.
La pregunta es: ¿Como conoció a Jesús?
San Juan 1:35-42. 35.
Al siguiente día estaba otra vez Juan, y con él dos de sus
discípulos. 36 Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: ¡Este
es el Cordero de Dios! 37 Los dos discípulos lo oyeron hablar y
siguieron a Jesús.
38 Volviéndose Jesús y viendo que lo seguían, les dijo: --¿Qué
buscáis? Ellos le dijeron: --Rabí --que significa "Maestro"--,
¿dónde vives? 39 Les dijo: --Venid y ved. Fueron y vieron
dónde vivía, y se quedaron aquel día con él, porque era como la
hora décima. 40 Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de
los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. 41
Aquel encontró primero a su hermano Simón, y le dijo: -Hemos encontrado al Mesías --que significa "Cristo"--. 42 Y lo
trajo a Jesús. Mirándolo Jesús, dijo: --Tú eres Simón hijo de
Jonás; tú serás llamado Cefas --es decir, Pedro-.
Pedro, asiste al primer milagro de
Jesús en las bodas de Caná, en
Cafarnaúm, (Juan 2:1-9),
mientras ejercitaba su oficio de
pescador, escucha las enseñanzas
y presencia los milagros del
Señor hasta recibir la llamada a
seguirle como discípulos
dejándolo todo.
Antes del Sermón del Monte es
elegido como uno de los Doce.
Conversión de Pedro
Luego de su encuentro y entrega a Jesús no solo su nombre
cambio... “y mirándole Jesús, dijo: tu eres Simón, hijo de Jonás; tu serás
llamado Cefas, que quiere decir Pedro” (Juan 1:42) ; sino también su
vida.
¿Cómo es que Jesús sabía todo lo relacionado con Simón?
Juan 2:24,25. «Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque los
conocía a todos; 25 y no necesitaba que nadie le explicara nada
acerca del hombre, pues él sabía lo que hay en el hombre».
Por eso Jesús sabía su nombre, y además el nombre de su padre,
Jonás; como tambien sabe todo lo relacionado con cada uno de
nosotros.
Jesús no desconocía la debilidad y las negaciones de
Pedro: "Simón, Simón, he aquí que Satanás os ha reclamado para
zarandearos como el trigo” Pero yo he rogado por ti para que tu fe no
desfallezca; y tú cuando vuelvas, confirma en la fe a tus hermanos»
(Lucas 22:31-32). Pero aunque Jesús sabía de antemano
eso no fue obstáculo para seguir confiando en él.
“volverse”, Gr. epistrefō, que se refiere a la conversión o
al cambio que ocurriría en la vida de Pedro. Jesús indicó
aquí que Pedro caería, pero que este no sería el final de
todo, porque se arrepentiría. La amarga experiencia por
la cual Pedro estaba a punto de pasar como resultado de
negar a su Señor, obró en él una transformación que fue
claramente visible para los otros discípulos.
(DTG 659-660, 752).
El carácter de Simon Pedro es
transformado:
Luc.5:8. Viendo esto (la pesca milagrosa)
Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús,
diciendo: «Apártate de mí, Señor, porque soy
hombre pecador».
Viendo este milagro Pedro reacciona con la declaración de fe
arrodillándose ante Jesús, y confiesa su condición de hombre
indigno de estar tan cerca del Enviado de Dios.
Su vida anterior de hombre concreto y cercano a lo que se puede
palpar y contar, queda superada al reconocer el milagro. Entonces
sigue a Jesús dejándolo todo. Las posibles resistencias para seguir
al Maestro se desvanecen y la generosidad aflora de una manera
admirable.
Poco a poco adquiere confianza y supera el posible
envaramiento (Entumecimiento, actitud de la persona
orgullosa y tímida), y en su preparación se declara pescador y
no precisamente estudiante.
Los evangelios nos muestran un claro talante de liderazgo. Poco a
poco, se va convirtiendo en portavoz de los demás, lea
(Mat.16:15,16). Todo, sin perder la sencillez. Jesús le trata con
especial confianza.
Pedro mejora su fe, su oración, y muchas virtudes, pero
también esa confianza y sencillez permiten que se manifiesten
sus defectos, quizá antes escondidos por la timidez que se
suele dar en los que comienzan, lea (Mar.8:31-33). La fe de
Pedro es una fe de fuego. Nunca la fe es separable del amor.
Al crecer el amor, crece la fe, y viceversa.
Creemos porque amamos, y amamos a aquel que se nos revela
como bueno y sabio. Pedro cree en Jesús y le ama.
Actividades de Pedro en la obra con Jesús
1). Pedro es llamado a seguir a Jesús, cerca del mar de Galilea (Mateo 4:1819).
2). Pedro intenta caminar sobre las aguas, en el mar de Galilea (Mateo 14:2930).
3). En la ultima cena Jesús lavo los pies de Pedro, en Jerusalén (Juan 13: 6-7).
4). Pedro corta la oreja de un guardia en defensa de Jesús, en el huerto de
Getsemaní (Juan 18:10-11).
5). Pedro niega a Jesús, en el palacio del sumo sacerdote (Juan 18: 25-27).
6). Pedro y Juan se apresuran a la tumba (Juan 20: 3-8).
7). Pedro y los demás discípulos ven a Jesús, en el mar de Galilea después de la
resurrección (Juan 21:3-17).
¿A Pedro le es asignada una posición más elevada que la
de los demás apóstoles?
Mateo 16:18,19. "Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra
edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. 19 Te daré las
llaves del Reino de los cielos; y todo lo que atares sobre la tierra quedará atado en los
Cielos, y todo lo que desatares sobre la tierra, quedará desatado en los Cielos .”
Este texto se ha interpretado como que Cristo colocaba a
Pedro como la «piedra, la cabeza, el fundamento» de la iglesia.
En Juan 16:13, el Señor Jesús, les dijo a sus apóstoles: «Pero el Consolador,
el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, El os enseñará todas las cosas,
y os recordará todo lo que os he dicho»
Descenso del Espíritu Santo
En esta imagen que es
inspirada en la teología
Católica, aparece Pedro con un
«solideo» blanco en la cabeza,
como distintivo de dignidad
superior, pero no es ungido por
Dios con un derramamiento
mayor del E. Santo.
Según las Sagradas Escrituras y la
tradición, Pedro no ocupo el primer
puesto dentro de la iglesia primitiva que
era el cargo de obispo o anciano de la
iglesia de Jerusalén después del descenso
del Espíritu Santo, sino Santiago el menor.
(Lea el tema Biografía y
Muerte de Santiago el
Menor).
Para Pedro, ¿Quién es la piedra sobre la cual está fundada la iglesia?
De acuerdo a lo que Pedro enseñaba, él le asignaba a Cristo el ser la
«piedra» (1Ped.2.4-6). «Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente
por los hombres, pero para Dios escogida y preciosa, 5 vosotros también, como
piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer
sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. 6 Por lo cual
también dice la Escritura: "He aquí, pongo en Sión la principal piedra del ángulo,
escogida, preciosa; el que crea en él, no será avergonzado« (Isaías 28:16).
¿Para Pablo, quién es el fundamento de la iglesia?
Pablo enseña en las Escrituras con toda claridad que la
Iglesia tiene un solo y único fundamento que es Jesucristo
(1 Co 3.11). «Nadie puede poner otro fundamento que el que está
puesto, el cual es Jesucristo».
¿Para Pablo, quién es la cabeza de la iglesia?
Cristo es considerado como cabeza de la Iglesia: Lea (Col
2: 18-19 y Ef. 4: 15-16).
Por tanto, los apóstoles no le otorgaron un lugar de
preeminencia al apóstol Pedro dentro de la iglesia primitiva.
El hecho de que Pedro tomara la vocería de los apóstoles
para elegir el sucesor de Judas y dar el primer mensaje
después del Pentecostés, esa era su costumbre.
Note que en su mensaje de Hech.2: 21- 25, 32-38. lo que
hace Pedro es colocar en alto el Nombre de Cristo como el
único camino para obtener la salvación.
Miremos brevemente las Palabras de Jesús dirigidas a Pedro
en Mat. 16:18,19. Y como las interpretaron los apóstoles
Cristo les pregunta a sus discípulos: ¿Quién dicen los
hombres que es el Hijo del Hombre? (verso 13).
Luego les pregunta: ¿Y vosotros, quién decís que soy?
(Verso 15).
Y Pedro como de costumbre, se adelanta y responde: «Tu
eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente» (Verso 16).
A lo cual Jesús responde: ¡Bienaventurado eres, Simón,
hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino
mi Padre que está en los cielos! «También te digo que Tú eres
Pedro, y sobre esta Roca, (señalándose a si mismo) edificaré mi iglesia»
(Versos 17-18). «Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos: todo
lo que ates en la tierra será atado en los cielos, y todo lo que desates en
la tierra será desatado en los cielos» (verso 19).
Sobre estos tres versos, el C.B.A. dice:
Estas palabras se han interpretado de diversas maneras: (1) que
Pedro era “esta roca”, (2) que la fe de Pedro en Jesús como el
Cristo era “esta roca”, (3) que Cristo mismo era “esta roca”.
Se han presentado persuasivos argumentos en favor de cada una de las tres
explicaciones. La mejor forma de determinar qué fue lo que Cristo quiso
decir con estas palabras difíciles de entender, es preguntar a las Escrituras
mismas qué era lo que esta figura de dicción (o manera de hablar)
significaba para los oidores judíos, especialmente para aquellos que se la
oyeron a Jesús en esta ocasión (DMJ 7).
El testimonio de los escritos de los mismos discípulos es
evidentemente superior a las ideas de los hombres que después de
ese tiempo han escrito u opinado acerca del supuesto sentido de
las palabras de Jesús
Felizmente, algunos de los que fueron testigos oculares en esta
ocasión han dejado un registro claro e inequívoco. (2Ped.1:16).
«No os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo
fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad».
1Juan1:1-3. Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con
nuestros ojos, lo que hemos contemplado y palparon nuestras manos tocante al Verbo de Vida.
2 --pues la vida fue manifestada y la hemos visto, y testificamos y os anunciamos la vida
eterna, la cual estaba con el Padre y se nos manifestó--, 3 lo que hemos visto y oído, eso os
anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión
verdaderamente es con el Padre y con su Hijo Jesucristo»
Pedro, a quien fueron dirigidas estas palabras, rechaza
enfáticamente, mediante sus enseñanzas, que la roca de la cual
habló Cristo se refería al apóstol mismo, veamos lo que dice:
Hech.4:8-12. Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo:
«Gobernantes del pueblo y ancianos de Israel: 9 Puesto que hoy se nos interroga acerca del
beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera este ha sido sanado,
10 sea notorio a todos vosotros y a todo el pueblo de Israel que en el nombre de Jesucristo de
Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este
hombre está en vuestra presencia sano.
11 Este Jesús es la piedra rechazada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser
cabeza del ángulo. 12 Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo,
dado a los hombres, en que podamos ser salvos».
1Ped. 2:4-8. Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por
los hombres, pero para Dios escogida y preciosa, 5 vosotros también, como
piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para
ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.
6 Por lo cual también dice la Escritura: "He aquí, pongo en Sión la principal
piedra del ángulo, escogida, preciosa; el que crea en él, no será avergonzado 7
Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso. En cambio para los que no
creen: "La piedra que los edificadores desecharon
ha venido a ser la cabeza del ángulo 8 y: "Piedra de tropiezo y roca que hace
caer". Ellos, por su desobediencia, tropiezan en la palabra. ¡Ese es su destino!
Mateo registra el hecho de que Jesús empleó otra vez
la misma figura, en circunstancias que indican
claramente que él mismo era la roca:
Mat. 21:42. Jesús les preguntó: ¿Nunca leísteis en las
Escrituras: ""La piedra que desecharon los edificadores ha venido a
ser cabeza del ángulo.
El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos?"
Luc. 20:17-18. Pero él (Jesús), mirándolos, dijo: ¿Qué,
pues, es lo que está escrito?: «La piedra que desecharon os
edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo". 18 "Todo el que caiga
sobre aquella piedra, será quebrantado; pero sobre quien ella caiga, lo
desmenuzará».
¿Qué dice el AT con relación a la Roca?
¿Quién dice que es la Roca?
Desde tiempos antiguos, el pueblo hebreo había empleado la
figura de la roca para referirse específicamente a Dios. Deu.32:4.
«Él es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectos. Es
un Dios de verdad y no hay maldad en él; es justo y recto».
Sal.18:2. «Jehová, roca mía y castillo mío, mi libertador; Dios mío, fortaleza
mía, en él confiaré; mi escudo y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio».
El profeta Isaías se refirió a Cristo como “gran peñasco en tierra
calurosa” (Isa.32:2), y como “piedra probada, angular, preciosa”
(Mat.28:16).
Pablo afirma que Cristo era la Roca que había acompañado a su
pueblo por el desierto en la antigüedad (1Cor.10:4; Deu.32:4;
2Sam.22:32; Sal.18:31). En un sentido secundario, las verdades
que Jesús habló son también una roca en la cual los hombres
pueden construir con toda seguridad (Mat.7:24-25).
Jesucristo es “la roca de nuestra salvación” (DTG 381;Sal.95:1; Deu.32:4,
Deu.32:15, Deu.32:18). El es el único fundamento de la iglesia,
porque “nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es
Jesucristo” (1Cor.3:11), ni “en ningún otro hay salvación” (Hech.4:12).
En estrecha relación con Jesucristo “la principal piedra del ángulo” en el
fundamento de la iglesia, se encuentran los apóstoles y los profetas
(Efe.2:20).
Todos los cristianos han de ser edificados como “piedras vivas” (Gr.
líthos) para formar una casa espiritual), (1Ped.2:5 un edificio cuya
piedra angular es Cristo (Efe.2:20-21). El es la única “Roca” sobre la
cual se afirma todo el edificio, porque sin él no habría ninguna iglesia.
Cuando creemos en él como Hijo de Dios, nosotros también podemos
llegar a ser hijos de Dios (Juan1:12; 1Juan 3:1-2). La comprensión de
que Jesucristo es realmente el Hijo de Dios, tal como Pedro lo afirmó
en esta ocasión (Mat.16:16), es la llave de la puerta de la salvación
(DTG 380-381). Es incidental (de poca importancia) y no fundamental
el que Pedro fuera el primero en reconocer este hecho y declarar
públicamente su fe, la cual era compartida también por sus
compañeros (Mat.16:16).
San Agustín (c. 400 d. C.), el mayor de los teólogos
católicos de los primeros siglos de la era cristiana, de a que
sus lectores decidan si Cristo dice que él mismo es la roca o si
dice que Pedro es la roca (Retracciones 1. 21. 1).
Juan Crisóstomo, patriarca de Constantinopla, célebre
por su elocuencia (m. 407 d. C.), dijo que Jesús había
prometido poner el fundamento de la iglesia sobre la
confesión de Pedro, y no sobre Pedro, pero también dice que
Cristo mismo es verdaderamente nuestro fundamento
(Comentario sobre Gálatas, Mat.1:1-3; Homilías sobre 1
Timoteo xviii. 6. 21).
Eusebio, historiador de la iglesia primitiva (m. 340 d. C.),
afirma que Clemente de Alejandría escribió que Pedro,
Santiago y Juan no lucharon por la supremacía en la iglesia en
Jerusalén, sino que escogieron a Santiago el justo (o el menor)
como dirigente (Historia eclesiástica ii. 1). Otros padres de la
iglesia enseñaron lo mismo; tal fue el caso de Hilario de
Poitiers.
Cuando se buscó apoyo bíblico para las pretensiones del obispo de
Roma a su primacía en la iglesia (ver t. IV, p. 863), las palabras
pronunciadas por Cristo en esta ocasión fueron sacadas de su contexto
original e interpretadas en el sentido de que Pedro era “esta roca”.
León 1 fue el primer pontífice romano en pretender que había recibido
su autoridad de Cristo por medio de Pedro. Esto sucedió por el año
445 d. C. Acerca de esta pretensión, Kenneth Scott Latourette,
conocido historiador de la iglesia, dice: “Insistió que por decreto de Cristo,
Pedro era la roca, el fundamento, el guardián de la puerta del reino de los cielos, puesto
para atar y para desatar, cuyos juicios retenían su validez en el cielo, y que por medio del
papa como su sucesor, Pedro seguía realizando la tarea que le había sido encomendada”
(A History of Christianity, 1953, p.186).
Resulta extraño que si esto es realmente lo que Cristo quiso decir,
ninguno de los otros discípulos hubiera descubierto ese hecho, ni
tampoco ningún otro cristiano durante cuatro siglos después de que
Cristo pronunciara esas palabras. Además, resulta extraordinario que
ningún obispo de Roma descubriera este significado en las palabras de
Cristo hasta que un obispo del siglo V pensó que era necesario hallar
apoyo bíblico para la primacía papal. La interpretación de las palabras
de Cristo, que concede supremacía a los así llamados sucesores de
Pedro, los obispos de Roma, no armoniza en absoluto con lo que Cristo
enseñó a sus seguidores (ver Mat.23:8,10).
La mejor evidencia de que Cristo no designó a Pedro como la “roca” sobre la
cual habría de construir su iglesia, es quizá el hecho de que ninguno de los
que oyeron a Cristo en esta ocasión -ni siquiera Pedro- así lo entendió,
mientras Jesús estuvo con ellos, ni después. Si Cristo hubiera establecido a
Pedro como principal entre los discípulos, éstos no habrían disputado
repetidas veces el primer puesto, ver (Luc. 22:24; Mat.18:1; Mar.9:33-35;
etc.; DTG 755-756; com. Mat.16:19).
El nombre Pedro proviene del Gr. pétros, “piedra” o “canto rodado”. “Roca”
es la traducción de la palabra griega pétra, que suele emplearse para designar
una peña, o un macizo de piedra. Una pétra es una roca grande, fija,
inamovible; en cambio potros es una piedra pequeña o un canto rodado.
No puede saberse hasta qué punto Cristo tuvo en cuenta esta distinción, ni
cómo pudo haberla explicado mientras hablaba, porque Cristo ciertamente
habló en arameo, la lengua vernácula en Palestina en ese tiempo, y no
empleó las palabras griegas. La palabra griega pétros, sin duda, equivale a la
palabra aramea kefa’ (Cefas. Por otra parte, es muy posible que pétra
también equivalga a kefa’, aunque existe la posibilidad de que Cristo hubiera
empleado algún otro sinónimo u otra expresión en arameo que haría notar la
distinción entre pétra y pétros que se advierte en el relato evangélico en
griego. Sin embargo, parece probable que Cristo debe haber tenido el
propósito de hacer una diferencia; de lo contrario, Mateo, escribiendo en
griego y guiado por el Espíritu Santo, no la hubiera hecho.
Evidentemente pétros, una piedra pequeña, no
podría servir de fundamento para ningún edificio.
Jesús aquí afirma que únicamente una pétra, o
“roca”, sería suficiente. Lo que Cristo dijo aquí
queda más claro con sus palabras registradas en
Mat.7:24 : “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las
hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa
sobre la roca [Gr. pétra]”.
Cualquier edificio construido sobre Pedro, pétros, un
débil y falible ser humano, tal como lo presenta
claramente el relato evangélico de, tiene un fundamento
muy poco mejor que las arenas movedizas (Mat.7:2627).
Te daré las llaves del Reino de los cielos
Elena de White afirma que las llaves del reino son las
palabras de Cristo (DTG 381). Es importante señalar
que Cristo mismo dice que la “llave” que da acceso al
reino es la “llave de la ciencia” o del conocimiento
(Luc. 11:52). Las palabras de Jesús son espíritu y son
vida para todos los que las reciben (Juan 6:63); ellas
son las que dan vida eterna (Juan 6:68). La palabra
de Dios es la llave de la experiencia del nuevo
nacimiento (1Ped.1:23).
Así como las palabras pronunciadas por Jesús convencieron a los discípulos de la divinidad
de su Maestro, así también ellos, como embajadores de Jesús, debían repetir sus palabras
a otros hombres, a fin de reconciliarlos con Dios (2Cor.5:18-20). El poder salvífico del
Evangelio es lo único que puede permitir la entrada de los seres humanos en el reino de
los cielos. Cristo sencillamente confió a Pedro y a todos los otros discípulos (Mat.18:18;
Juan 20:23) la autoridad y el poder de llevar a los hombres al reino.
Cuando Pedro percibió la verdad de que Jesús era el Cristo,
fueron colocadas en sus manos las llaves del reino y le fue
abierta la puerta del reino. Lo mismo puede decirse de todos
los seguidores de Cristo hasta el mismo fin del siglo.
La afirmación de que Cristo concedió a Pedro mayor autoridad que
a los otros discípulos, o que le otorgó una autoridad diferente de la
que ellos tenían, carece de base bíblica. En verdad, entre los
apóstoles, fue Jacobo (el menor), y no Pedro, el que desempeñó
funciones administrativas en la iglesia primitiva de Jerusalén, ver
(Hech.15:13, 19; Mat.1:13; Mat.12:17; Mat.21:18; 1Cor.15:7;
Gal.2:9, 12).
Por lo menos en una ocasión Pablo resistió públicamente a
Pedro, por lo que el primero consideraba como un proceder
erróneo del segundo (Gal.2:11-14), lo que indudablemente no
habría hecho si hubiera estado enterado de que Pedro poseía
los derechos y los privilegios que algunos ahora le atribuyen
basándose en Mat.16:18-19.
Así como ocurre frecuentemente en el registro del ministerio de la vida
de Cristo, el reino de los cielos se refiere en este pasaje al reino de la
gracia divina en el corazón de aquellos que son sus ciudadanos, aquí y
ahora (Mat.4:17; Mat.5:3). Nadie puede esperar entrar en el futuro
reino de la gloria (Mat.25:31,34) si no ha pasado primeramente por el
reino presente de la gracia divina.
«Todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos, y todo
lo que desates en la tierra será desatado en los cielos»
Evidentemente debe entenderse que la iglesia en la tierra sólo
requerirá lo que el cielo requiere y prohibirá sólo lo que el cielo
prohíbe. Esta parecería ser la clara enseñanza bíblica de (Mat.7:21-27;
Mar.7:6-13).
Cuando los apóstoles salieron a proclamar el Evangelio, de acuerdo
con la misión que les había sido dada en (Mat.28:19-20), debían
enseñar a los conversos que guardaran “todas las cosas” que Jesús
había mandado: ni más ni menos.
Si se amplía el significado de los verbos “atar” y “desatar”
hasta abarcar la autoridad de dictar lo que los miembros de
la iglesia pueden creer y lo que pueden hacer en asuntos de
fe y de práctica, se le da un sentido más abarcante del que
Cristo quiso darles y que el que los discípulos pudieron
entender en esa ocasión. Dios no sanciona esa pretensión.
Los representantes de Cristo en la tierra tienen el derecho y
la responsabilidad de atar todo lo que ya ha sido atado en el
cielo, y de desatar todo lo que ya ha sido desatado en el cielo,
es decir, de exigir o de prohibir aquello que la Inspiración
revela con claridad.
Ir más allá de esto, es poner la autoridad humana en lugar de
la autoridad de Cristo (Mar.7:7-9), tendencia que Dios no
puede tolerar en aquellos que han sido designados como
supervisores de los ciudadanos del reino de los cielos en la
tierra.
Muerte de Pedro
En Hechos 12:1-5, leemos: En aquel mismo tiempo, el rey Herodes
echó mano a algunos de la iglesia para maltratarlos. 2 Mató a espada a
Jacobo, hermano de Juan, 3 y al ver que esto había agradado a los
judíos, procedió a prender también a Pedro. Eran entonces los días de
los Panes sin levadura. 4 Tomándolo preso, lo puso en la cárcel,
entregándolo a cuatro grupos de cuatro soldados cada uno, para que
lo vigilaran; y se proponía sacarlo al pueblo después de la Pascua. Así
que Pedro estaba custodiado en la cárcel, pero la iglesia hacía sin cesar
oración a Dios por él.
Note que aquí se registra la confabulación entre paganos y el pueblo
de Israel para perseguir y dar muerte a los cristianos, especialmente a
los apóstoles, que no es otra cosa sino el rechazo al plan de salvación,
y a Cristo, quien los había mandado a predicar. Lea (Mat.28:18-20;
Hech.1:8).
El apóstol Pedro fue encarcelado por segunda vez en el año 44 por
orden del rey Herodes Agripa, pero consiguió escapar en forma
milagrosa y abandonó Jerusalén ,ver (Hech.12:3-17), y en lugar de
menguar su fe, mas bien se fortaleció, y continuó la obra de propagar
la nueva religión por Siria, Asia Menor y Grecia.
La tradición nos dice que alrededor del año 64 d.C, Pedro estuvo
encarcelado en Roma por causa del evangelio y condenado a muerte.
Dicen que la sentencia fue crucifixión pero Pedro pidió ser crucificado
de cabeza para abajo, porque no se consideraba digno de morir de la
misma manera que el Señor Jesús.
Su muerte fue bajo el emperador Nerón.
La fecha más probable de su muerte es el
año 67. Según la tradición murió
crucificado cabeza abajo. La tradición
narra que Pedro acabó sus días en Roma,
y que allí murió martirizado bajo el
mandato de Nerón en el Circo Vaticano.
El historiador religioso de la antigüedad Eusebio informa que
Pedro «fue crucificado con la cabeza hacia abajo, habiendo él mismo
pedido sufrir así». Sin embargo, la profecía de Jesús acerca de la
muerte de Pedro no fue tan específica. El libro A catholic
commentary on Holy Scripture admite lo siguiente: «Puesto que
se coloca la extensión de las manos antes de ser ceñido y llevado, es difícil
discernir cómo debe concebirse. Si el orden es parte de la profecía,
debemos suponer que el prisionero fue atado al patíbulum antes de ser
ceñido y llevado a la ejecución».
Por eso, si no fuera por la tradición que registró Eusebio, la
declaración de Jesús en sí no señalaría a una muerte por
crucifixión o por fijarlo en un madero. Considerando las
palabras de Juan 21:18-19 aparte de la tradición, llegaríamos a
la siguiente conclusión:
En los años cuando Pedro era más joven podía ceñirse a gusto
para cualquier deber que quería desempeñar. Tenía la libertad
de ir a donde quisiera ir. Pero en la vida posterior esto cambiaría.
Tendría que extender las manos, quizás en sumisión a otra
persona. Otro hombre lo controlaría, ciñendo a Pedro (ya sea
atándolo o preparándolo para lo que habría de venir) y
cargándolo a un lugar adonde no querría ir, evidentemente al
lugar de ejecución.
Así la profecía de Jesús respecto a Pedro realmente indicó que el
apóstol moriría «una muerte de mártir», pero no
necesariamente denota la manera en que se le daría esta
muerte.
Steuart McBirnie relata en su libro una tradición conmovedora
sobre los últimos días de Pedro en Roma. Se dice que su esposa
también estaba encarcelada en aquella ciudad. El día que la
llevaron a ser ejecutada, Pedro la animaba desde su cárcel
exhortándole que recordara al Señor en sus últimos momentos.
Dicen que el murió no mucho después.
Note que la historia conserva registros de como los apóstoles
fueron ofrendando sus vidas uno tras otro por causa del
Evangelio, que no ofrecían ninguna resistencia, lo cual mas bien,
fortalecía su fe y su relación con su Señor, por el contrario para
ellos era un privilegio morir por creer en Cristo. Todo esto es un
incentivo para cada uno de nosotros hoy.