Cristología

Aproximación a la persona de Jesús.
Esbozo de una Cristología
fundamental.
PROGRAMA:
1.Justificación: en tiempos de Nueva
Evangelizaron la llamada de Jesús a todos los
bautizados adquiere características de
urgencia. La descristianización del mundo es
una realidad que preocupa a toda la Iglesia y a
todos y cada uno de los que la formamos.
APROXIMACIÓN
A LA PERSONA
DE JESÚS
Un esbozo de
CRISTOLOGÍA FUNDAMENTAL
Pbro. Rigoberto Rivera O.
Es urgente ser y hacer nuevos discípulos
misioneros de Jesucristo que vivan
ardorosamente las tres formas verbales de su
llamamiento: ven, sígueme y vayan.
Con el "ven" Jesús nos ofrece su amistad,
con el "sígueme“ se nos ofrece como modelo
de vida personal y social;
con el "vayan" nos confía una misión.
PROGRAMA:
Pero nadie puede anunciar al que no conoce. Una cristología tiene
que ser realmente un esfuerzo de conocer la persona adorable del
salvador del mundo. La posibilidad de una experiencia personal de
él y oportunidad de acogerlo como salvador y Señor, para luego
dar testimonio de lo que aquí hemos visto y oído.
Mas no basta conocerlo; los habitantes de Nazaret lo conocían,
pero no creyeron en Él. Es necesario adherir a Él por la fe. Sin
embargo, tampoco basta creer… el diablo también cree (St 2,19),
es necesario dejarse invadir por su persona, su vida, su mensaje de
forma vital (comerlo para transformarse en Él),como lo afirma Juan
en el discurso del pan de vida; ser uno con Él.
PROGRAMA
2. Objetivo general:
Suscitar en el creyente en Jesucristo, una toma de posición.
Una actitud vital frente a su persona y su obra, con el fin propiciar
su compromiso evangelizador.
3. Objetivos específicos:
-Precisar el desarrollo histórico del dogma de la Cristología.
-Relacionar el tiempo histórico de Jesús con las coordenadas de la
historia universal y sus implicaciones.
-Estudiar la actuación de Jesús en el llamamiento a la conversión,
el anuncio del Reino y la formación de la comunidad de discípulos y
sus repercusiones en la N.E.
PROGRAMA
-Descubrir el sentido fundamental de la muerte y la resurrección de
Jesús.
-Procurar un acercamiento al misterio de Jesús Hijo de Dios e hijo
de hombre y mediador entre Dios y los hombres.
-Tomar conciencia a nivel experiencial de la fe en Jesucristo hoy y
las implicaciones en la evangelización.
-suscitar la respuesta de los agentes de pastoral frente a la
persona y el llamado de Jesucristo.
Contenidos Temáticos
-Primera Unidad:
Módulo 1. El Dogma cristológico.
1.1 Introducción
1.2 Desarrollo del Dogma Cristológico
1.3 Dogma central de la cristología.
1.4 ¿Qué es la Cristología?
1.5. Clases de Cristología
1.6 Vivencias actuales del dogma cristológico.
1.6.1 Monofisismo práctico
1.6.2 Cristianismo ateo.
1.7 Cuestionario de asimilación.
Contenidos Temáticos
Módulo 2. El mundo de Jesús.
2.1 Marco histórico geográfico de la vida de Jesús.
2.2 El problema del Jesús histórico
2.3 Posibilidad de una biografía de Jesús.
2.4 Relaciones entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe.
2.5 Respuestas personales frente a la persona de Jesús
2.5.1 De la fe tranquila a la fe ilustrada.
2.5.2 La fe comprometida.
2.6 Cuestionario de asimilación.
Contenidos Temáticos
Módulo 3. La actuación de Jesús.
Primera Parte. "Llamamiento a la conversión y el anuncio del Reino"
3.1 Comienzo de la vida pública.
3.2 "En aquel tiempo". Escenarios.
3.3 La experiencia original de Jesús.
3.4 Anuncio del Reino.
3.4.1 Características del Reino de Dios
3.4.2 Dimensiones del Reino de Dios.
3.4.3 Significado del Reino de Dios hoy. Exigencias.
3.5. Cuestionario de asimilación.
Contenidos Temáticos
Módulo 4. La actuación de Jesús.
Segunda Parte. Lo que realmente hizo Jesús.
4.1 Jesús forma una comunidad de discípulos.
4.2 Jesús enseña; las parábolas.
4.3 Jesús hace signos extraordinarios. Los milagros.
4.4 Cuestionario de asimilación
Contenidos Temáticos
Segunda Unidad: :
Módulo 1. La muerte de Jesús.
1.1 ¿Por qué mataron a Jesús?
"
1 .2 Papel de Dios en la muerte de Jesús.
1 .3 Sentido de la muerte de Jesús. Teología de la Cruz.
1 .7 Cuestionario de asimilación.
Módulo 2. La Resurrección de Jesús.
2.1
La Resurrección ¿Mito o leyenda? Datos de la tradición.
2.2
Significado de la Resurrección.
2.3
La resurrección, experiencia de fe.
2.4
La resurrección como revelación de Dios.
2.5
La resurrección como exaltación de Jesús.
2.6
La resurrección como acontecimiento salvador.
2.7
Cuestionario de asimilación.
Contenidos Temáticos
-Tercera Unidad
Módulo 1. Jesús Hijo de Dios.
1.1 Hijo de Dios en el abajamiento, "kenosis"
1.2 Hijo de Dios desde la eternidad. ,
1.3 Hijo de Dios como plenitud del tiempo.
1 .4 Cuestionario de asimilación
Módulo 2. Jesucristo hijo del hombre.
2.1 Jesucristo verdadero hombre.
2.2 Jesucristo hombre total.
2.3 Jesucristo hombre para los demás.
2.4. Cuestionario de asimilación
Contenidos Temáticos
Módulo 3. Jesucristo mediador entre Dios y los hombres.
3.1 La persona del mediador.
3.2 La obra del mediador.
3.3 Cuestionario de asimilación.
Módulo 4. La fe en Jesucristo hoy.
Conclusión
4.1 Nivel teórico de la fe..
4.2 Nivel experiencial de la fe.
4.3 Nivel testimonial de la fe. Nueva Evangelización.,
4.4 Cuestionario de asimilación.
METODOLOGÍA Y
CRITERIOS EVALUACIÓN
5. Metodología:
-Exposiciones
-Consultas bibliográficas.
-Estudio de documentos.
-Proyecciones.
-Trabajos individuales y por grupos con sustentación.
-Conferencias de especialistas.
-Retiros temáticos.
6. Criterios de evaluación:
-Los señalados por la institución.
-Interés, participación, asistencia y puntualidad.
-Prácticas, y aportes personales.
BIBLIOGRAFIA
-J.L. Martín Descalzo, Vida y misterio de Jesús de Nazaret, ed. Sigúeme.
Salamanca 1996.
-W. Kasper. Jesús, el Cristo. Ed.Sigúeme. Salamanca 1984.
- Y. Congar. La fe y la Teología. Ed Herder. 1981
- O. Ruiz Arenas. Jesús, epifanía del amor del Padre. Celam 1994.
- C. Central del gran jubileo. Jesucristo, salvador del mundo. Celam No. 142 .
Bogotá, 2000.
-J. I. González Faus. Humanidad nueva. Ed. Razón y fe. Madrid 1979
- J. Mateos y F. Camacho. El horizonte humano. La propuesta de
Jesús. Ed. El Almendro, Córdoba 1992.
-K. Rahner. Curso fundamental sobre la fe. Herder, Barcelona 1979
- C. Duquoc. Crístología. Ed. Sigúeme, Salamanca, 1978.
- H. U. V. Balthazar. ¿Nos conoce Jesús? Herder, Barcelona 1982
BIBLIOGRAFIA
-E. Schillebeeckx, La historia de un viviente. Cristiandad, Madrid 1983
- J. Ratzinger. El Dios de Jesucristo. Ed. Sigúeme, Salamanca 1980
- X. L. Dufour. La resurrección de Jesús. Sigúeme , Salamanca 1978
- J. Caravias. El Dios de Jesús. Ed. Paulinas. Bogotá 1996
- R. Latourelle. El hombre y sus problemas a la luz de Cristo. Ed. Sigúeme,
Salamanca 1984.
J. Jeremías, Teología del Nuevo Testamento. Ed, Sigúeme. Salamanca, 1980
-J. Galot.La conciencia de Jesús. Ed. Mensajero, Bilbao, 1977
-A. Nolan, ¿Quién es ese hombre? Ed. Cristiandad, Madrid, 1995
- J. R. Guerrero, El otro Jesús. Ed. Mensajero, Bibao, 1992
- J. Fritzer, Catecismo Cristológico. Sigúeme, Salamanca 1984.
- C. H. Dodd, Las parábolas del reino. Cristiandad, Madrid 1974.
- A. C. Hualde, Aquel Jesús. Ed. Paulinas, Bogotá, 1982
- Catecismo de la Iglesia Católica. 430- 478 . A.E. del Catecismo, Madrid, 1992
Biblia de Jerusalén, Desclee de Brouwer, Bilbao, 1975.
A MANERA DE INTRODUCCIÓN:
Profesión de fe inicial, de quien se
acerca reverente a la adorable
persona de Jesucristo.
Creo con todo mi ser que Jesús
es Dios,
y que esta es la fe de nuestro pueblo.
APROXIMACIÓN
A LA PERSONA
DE JESÚS
Un esbozo de
CRISTOLOGÍA FUNDAMENTAL
Pbro. Rigoberto Rivera O.
Si Jesús no fuera Dios, perdería sentido todo
lo que se va a estudiar de él.
Su vida, su predicación y su testimonio nos
serviría de muy poco.
Pero creyendo firmemente en su divinidad,
toma una fuerza muy especial toda su
humanidad. La tarea del que estudia
cristología es acercarse contemplativamente
a la persona de Jesús, a la manera que un
poeta se acerca a una flor, para a través de lo
humano de Jesús, llegar hasta Dios.
INTRODUCCIÓN
Hasta hace no muchos años pensaban los teólogos que Jesús
durante su vida terrena lo sabía todo, lo pasado, lo presente y lo
futuro; conocía todas las ciencias y todas las técnicas, todos los
inventos que se iban a realizar a través de la historia.
Conocía personalmente a todas las personas del mundo, sus
problemas y sus pensamientos. Decían que Jesús no ignoraba nada
y que cuando en su vida parecía no saber algo, era porque él
disimulaba para poder así enseñarnos.
Pero en estos últimos tiempos en que tanta gente se ha dedicado a
estudiar en serio la Biblia, se ha aceptado en profundidad la
realidad que muestran los Evangelios: que Jesús fue un hombre
completo, que como todo hombre, él no lo conocía todo, y por lo
consiguiente, estuvo siempre en actitud de búsqueda y de
aprendizaje y tuvo dudas en su caminar, crisis y tentaciones.
INTRODUCCIÓN
Esto no dice nada contra su divinidad. Ciertamente el que Dios
quisiera hacerse hombre completo, con todas sus consecuencias, es
una de las asombrosas maravillas de su amor por nosotros.
La humanidad de Jesús no pudo ser una comedia o una farsa.
Y ello sería así, si Jesús lo hubiera conocido absolutamente todo.
Jesús como hombre tenia que poder crecer en sabiduría y tenía que
tomar sus propias decisiones con libertad y dolor.
El tomó sobre sí todas las consecuencias de la encarnación, para que
su pasión y su muerte fueran verdaderas.
Lo que ocurrió es que Jesús vivió una humanidad con mucha más
profundidad que cualquier ser humano. Y en su humanidad
encontró como lo más íntimo de sí mismo al propio Dios.
1. Desarrollo histórico
del dogma central de la
Cristología
Llamamos teología en sentido estricto a la elucidación racional de las verdades
reveladas de la fe, el conocimiento sistemático de su conjunto y sus relaciones.
Así las cosas, ensayos teológicos los encontramos desde el siglo II.
Lo primero que dio lugar a intentos de reflexión racional, fue el conjunto de
problemas que hoy conocemos como doctrina de la Trinidad y encarnación del
Verbo.
Sabemos por Tertuliano, que los creyentes sencillos miraban estos ensayos
teológicos con cierta aprehensión. Procedentes como eran del politeísmo,
estaban gozosos de haber comprendido la doctrina de un Dios único, y no
querían saber nada de más.
Esta es la actitud conocida históricamente
como MONARQUIANISMO.
Este no era un sistema doctrinal, sino que sólo significaba el afán de
aferrarse a la verdad de la unidad y unicidad de Dios, aunque fuera a
expensas de otras verdades reveladas, como la Trinidad
y la divinidad de Jesucristo.
Ya hacia finales del siglo III existían dos corrientes monarquianas contrapuestas
entre sí:
a. LA MODALISTA: (Sabelianismo), cuya afirmación se resume así:
“ Existe un Dios en tres personas; pero empleando la palabra persona en el
sentido usado en el teatro (máscara de actor). Así tenemos que el mismo Dios,
cuando actúa como creador y rector del mundo es llamado Padre. Cuando
aparece en el papel de redentor encarnado se llama Hijo. Y en su papel de
dispensador de la gracia, recibe el nombre de Espíritu Santo.”
Esta fórmula tenía la ventaja de que permitía considerar a Cristo como verdadero
Dios. Pero al mismo tiempo eliminaba la distinción real entre las tres divinas
personas. Según ella, Dios se manifestaba de tres distintos modos (de ahí el
nombre de modalismo) y de allí los tres nombres distintos. Esto equivalía a no
aceptar el testimonio de la Sagrada Escritura en donde está claramente
expresada la distinción real por lo menos entre el Padre y el Hijo.
b. La corriente propiamente MONARQUIANA, que a su vez tenía
dos ramificaciones:
-El llamado SUBORDINACIONISMO: que mantiene la distinción
real entre el Padre y el Hijo, pero para no poner en peligro la
unicidad de Dios, subordina el Hijo al Padre.
-Y EL DINAMISMO: el cual para poder explicar en que sentido se
podía llamar Dios a Cristo, estableció la disyuntiva de si Dios
habitó en el hombre Cristo, o si mejor le confirió al hombre
Cristo fuerzas divinas (Dynamis).
Estas corrientes fueron naturalmente combatidas
por los teólogos y los Papas de la época.
Aparece otra corriente muy fuerte llamada
ARRIANISMO:
La tesis sostenida por el Presbítero Arrio, consistía en lo siguiente: “ Si el Hijo fue
engendrado por el Padre, necesariamente tuvo que haber un tiempo en que el
Hijo no existía, por consiguiente no existe desde la eternidad y por lo tanto no es
Dios.”
Para resolver el problema causado por esta tesis que hizo carrera en la Iglesia
primitiva, el emperador Constantino, que tal vez no alcanzaba a comprender el
alcance de estas doctrinas, pero se interesaba por mantener la paz en la iglesia,
decidió convocar una asamblea de todos los obispos en la ciudad de Nicea,
conocida históricamente como “EL CONCILIO DE NICEA” en el año 325.
En él se definió la fórmula: “el Hijo es consubstancial al Padre” (de la
misma naturaleza que el Padre), conocida con la palabra griega
“Homoousios” = consubstancialidad.
Y se condenó a Arrio y su doctrina.
EL NESTORIANISMO
En el año 428, el monje Nestorio, después de ser nombrado obispo de
Constantinopla, propuso al pueblo la siguientes ideas teológicas:
“ No puede dársele a María el título de Madre de Dios, ya que su
maternidad se refería al hombre Cristo, pero no al “Logos divino” que
en él se había alojado.”
Esto significaba que en Cristo había dos personas, la divina y la humana.
El conflicto teológico provocado por esta tesis no se pudo resolver por la
intervención del Papa, y fue necesario convocar un concilio en la ciudad de
Éfeso, en el 431 en el cual se condenó la doctrina de Nestorio y se definió el
dogma de la maternidad divina de María. (Teotokos), pues en Cristo existe una sola
persona, la del Verbo, en la cual coexisten dos naturalezas, la humana propia del
hombre y la divina propia de Dios, unidas hipostáticamente (hipóstasis) y María no
es madre de una naturaleza, sino de una persona, la persona del Hijo de Dios.
EL MONOFISISMO
Fue otro monje de nombre Eutiques de Constantinopla, quien engendró otra
herejía llamada MONOFISISMO.
Como le pareció inadmisible hablar de la coexistencia en Cristo de dos naturalezas,
pues esto significaba en el fondo una concesión al Nestorianismo, propuso la
siguiente fórmula:
“ En Cristo existe una sola naturaleza, en griego mone physis, (de ahí
el nombre de monofisismo), y esta es la divina, Cristo es Dios
verdadero pero no al mismo tiempo hombre verdadero como
nosotros, en él la naturaleza humana ha sido disuelta por así decirlo,
en la divina.
No menos que el Nestorianismo esta fórmula afectaba el fundamento mismo de
las fe católica; pues si Cristo no era hombre verdadero, tampoco pudo morir
realmente en la Cruz, y así quedaba en tela de juicio la obra entera de la
redención.
Como en los casos anteriores hubo necesidad de reunir un concilio y ocurrió en
Calcedonia en el año 451.
Así se llegó al dogma central de la fe católica sobre Jesucristo
“Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre.” Cristo es una persona única
que posee a la vez la naturaleza divina y la naturaleza humana.
Estas afirmaciones tienen fundamento en numerosos datos del
Nuevo Testamento, y en la definición del Concilio de Calcedonia de año 451.
Tanto en tales datos como en la definición conciliar aparece que
Jesús de Nazareth fue un hombre de verdad;
pero por otra parte aparece también que Jesús el Cristo, es verdadero
Hijo de Dios y por eso Dios como el Padre del cielo.
Más concretamente según la definición de Calcedonia, Jesucristo, Logos,
(Verbo, Palabra) de Dios hecho hombre , es una persona en dos
naturalezas, la naturaleza humana (propia del hombre)
y la naturaleza divina (propia de Dios)
:2. Reflexión Teológica
¿Qué es la Cristología?
Para un especialista en las ciencias eclesiásticas, la Cristología es
una parte de la Teología que trata de Nuestro Señor Jesucristo, lo
que abarca su persona , sus obras y la totalidad de su doctrina.
Pero para un agente de pastoral, y teniendo como telón de fondo la
convocatoria de la Iglesia a la nueva evangelización, la cristología
es un acercamiento reflexivo a la persona del Señor Jesús para
asumir una actitud existencial frente a Él, que lo lleve a aceptar su
triple invitación: “Ven, sígueme y vayan”. Es una oportunidad de
situarse vitalmente frente a la vida y la obra de Jesús.
Esto supone en primer lugar la fe. Y la fe cristiana es esencialmente
una respuesta a la propuesta de Jesucristo, de ser su testigo hasta
los confines del mundo. (cfr No. 26 Cic).
Clases de Cristologías
Desde el punto de vista de la Teología clásica existen dos corrientes
contrapuestas, que marcan las dos orientaciones clave de la cristología.
Se trata de lo que los especialistas llaman como “Cristología
descendente” y “Cristología ascendente”.
La Cristología descendente parte de Dios; viene desde arriba. Dios
desciende al mundo y se hace hombre, es decir, asume la naturaleza
humana, mediante el misterio llamado “unión hipostática”.
En consecuencia el momento clave de esta cristología es la
encarnación, de tal manera que el resto de la vida de Jesús poco añade
a su ser y a su obra.
De donde se desprende fácilmente, que la Cristología (doctrina sobre
Cristo) y la Soteriología (doctrina de la salvación) están desvinculadas y
hasta podrían estar separadas.
Esta Cristología ha sido muy tradicional,
pues da perfecta cuenta del misterio de la
divinidad de Cristo y de los textos que en
el Nuevo Testamento hablan de la preexistencia del Logos; pero tiene el peligro
evidente de ser interpretada en categorías
míticas o monofisistas.
Y sobre todo, tiene el inconveniente de
que no da suficiente explicación de las
fórmulas del N.T. en las que se dice que
Jesús fue hecho Señor y Mesías,
precisamente por su vida de obediencia al
Padre y concretamente por su muerte y
resurrección (Hch 2,36; Rom 14,9; Fil 2,11),
y de las abundantes confesiones de fe en
este sentido.
Cristología Ascendente
Por el contrario, la Cristología ascendente parte del hombre.
Según esta visión, Jesús fue un hombre singular y único (en el sentido de
irrepetible), que vivió la existencia amenazada e insegura de todo hombre; que
se comprometió en la más radical obediencia a Dios, y que después de realzar
exactamente el plan trazado por Dios, fue resucitado y constituido Señor.
En este planteamiento están necesariamente vinculadas la Cristología y la
soteriología. La una no podría comprenderse sin la otra. Además, esta manera
de ver las cosas tiene la ventaja de que salva a la Cristología de todo peligro de
monofisismo o de infiltraciones míticas.
En esta Cristología aparece claramente que Jesús fue un hombre exactamente
igual a los demás hombres, menos en el pecado (Heb 4,15, Fil 2, 7-8). Por otra
parte explica sin dificultad toda una serie de cosas que los evangelios nos
cuentan de Jesús: que aprendía (Lc 2 40.50); que se extrañaba y se sorprendía (
Mt 8,10; Lc 7,9; Mc 6,6); que no sabía ciertas cosas (Mc 13, 32); que tuvo
tentaciones (Mt 4, 1-11); que sintió temor ante la muerte y el sufrimiento (Mt
26, 38); que pidió a gritos y con lágrimas ser liberado de aquel trance (Heb 5,7).
En definitiva Jesús es presentado como alguien a
quien se puede seguir y a quien se puede imitar.
Igualmente bajo esta visión, Jesús aparece como
un ciudadano que se da cuenta de la verdadera
situación de su pueblo y se compromete hasta el
fondo para liberar a los hombres de sus múltiples
cadenas y esclavitudes (morales, religiosa y
políticas).
Todo por obediencia al Padre del cielo que se
había revelado en el Antiguo Testamento, como
un Dios liberador.
Pero esta Cristología tiene el peligro de que al
menos en principio, no explica suficientemente
todas la serie de afirmaciones del Nuevo
Testamento en las que se habla de la preexistencia del Verbo y de la conciencia que de su
propia divinidad tenía Jesús, tal como lo
demuestra el cuarto evangelio.
En consecuencia, nos encontramos con el hecho siguiente: En el Nuevo
Testamento aparecen claramente delineadas dos cristologías, cada una de
las cuales tiene sus ventajas y sus inconvenientes. En cuanto a las ventajas,
cada una de ellas cuenta con una serie de textos en el Nuevo Testamento
que las sustentan solidamente. Y en cuanto a las desventajas, simplificando
mucho la cuestión, se podría afirmar que mientras la cristología
descendente tiene el peligro de incurrir en el monofisismo práctico, la
cristología ascendente tiene el peligro de caer en el cristianismo ateo.
Por lo demás, es importante en todo este asunto, tener en cuenta que cada
una de estas cristologías desencadena una determinada forma de leer el
Evangelio; una forma más sobrenaturalista y espiritualista en el caso de la
Cristología descendente; y una forma más encarnada, y si se quiere, más
comprometida con la realidad humana, en el caso de la Cristología
ascendente. Y que en definitiva se trata de dos formas, de alguna manera
contrapuestas, de entender el mensaje de Jesús, la fe en ese mensaje y la
vida cristiana en general.
CRISTOLOGÍA LATINOAMERICANA
Sin ánimo de polemizar ni incitar a una toma de posición, la cual puede ser más
emotiva que reflexiva, no se puede dejar de referenciar la cristología generada
desde el contexto histórico, geográfico y político de América Latina, que en su
esfuerzo liberador, pudo confundir el reino de Dios anunciado por Jesús, con
una realidad social y política.
El problema planteado era: ¿Cómo interpretar a Jesús y situarse frente a él,
desde la realidad latinoamericana?
Si se dijo que Jesús aparece como un ciudadano que se da cuenta de la
situación de su pueblo y se compromete a fondo en su liberación por
obediencia a su Padre, que posición debe asumir “aquí y ahora” , el seguidor de
Jesús, al constatar el hecho de que las grandes mayorías del continente están
viviendo y muriendo en condiciones inhumanas, con la total carencia de
aquellos bienes que son necesarios para una dignidad siquiera mínima de la
persona, y que precisamente la fe cristiana que profesa la casi totalidad del
pueblo latinoamericano, lo que predica y potencia, son los valores de la
justicia, la hospitalidad, el calor humano, el sentido de solidaridad, la
participación, en una palabra, la fraternidad.
La reflexión Teológica sobre estos hechos, y la toma de conciencia frente a
ellos a generado específicamente dos corrientes cristológicas que tienen como
eje articulador, a la imagen de Jesucristo liberador.
La primera hace énfasis en lo sensible, o sea, cómo vivir un cristianismo
auténtico en medio de esta realidad; lo que exige la denuncia profética de la
injusticia, y la incitación al amor comprometido que afirme que la situación no
se puede mantener, es decir, se trata de la reproducción de los gestos, las
palabras y las actitudes de Jesús, que implican una llamada a la conversión
(cambio de relaciones), su toma de posición frente a los marginados de la
sociedad, su preferencia por los pobres, los conflictos que enfrentó con el
“statu quo” religioso y social de su tiempo, el contenido del anuncio del reino
de Dios (a veces interpretado en sentido político), los motivos que lo llevaron a
la muerte, todo esto tiene una relevancia especial en esta interpretación, y
acaba por componer la imagen de un Jesús liberador, diferente de aquella de
la piedad dogmática oficial, Cristo Rey universal, o el de la piedad popular,
Cristo vencido y doliente.
La segunda se desenvuelve en el orden del análisis. O sea, en lo pensado
para detectar los mecanismos generadores de la miseria, y proponer
programas de acción comprometida en la liberación y el cambio eficaz de
estructuras. En otras palabras, se trata a la luz del evangelio, de mirar el
proceso histórico global desde la perspectiva de los pobres, para proponer
vías de acción que permitan superar las condiciones que generan luchas de
clases y opresión de unos sobre otros, y para crear posibilidades al derecho
de los pobres.
Ambas presentaciones tienen algo en común: son un segundo
momento – palabras – frente a un primer momento llamado
realidad – miseria – (hechos).
3. PRECISIONES VIVENCIALES
En este apartado se pretende responder a unas dificultadles de
tipo práctico:
-¿Cómo es posible entender que un mismo ser personal sea, a un tiempo y
esencialmente, verdadero Dios y verdadero hombre?
- ¿Cómo puede ser modelo para el hombre, otro hombre que en definitiva es
Dios?
- ¿Cómo puede ser modelo para el hombre, este hombre que tiene la sabiduría
de Dios, la impecabilidad de Dios, la seguridad de Dios y el poder de Dios?
Un hombre así, sería objeto de admiración y no de imitación. Sin embargo, los
cristianos afirmamos que en Jesús tenemos el modelo perfecto que debemos
seguir (Mt 8, 22). Jesús de Nazaret es el hombre como Dios lo quiere, es la
manera de ser hombre según Dios.
-¿Cómo lograr que el actuar de este hombre y su compromiso con su pueblo
auto implique en la forma adecuada al hombre latinoamericano cristiano, en su
lucha por lograr la justicia social y la reivindicación de los derechos de las
mayorías del continente, que viven en la más palpitante miseria, sin reducir
todo esto a un mero asunto político?
Estas dificultades, teórico prácticas que se acaban de enunciar han
desencadenado dos corrientes de pensamiento:
Por una parte la corriente de los que han acentuado la divinidad en detrimento
de la humanidad de Jesús: (monofisismo; Cristo es Dios con apariencia de
hombre).
Por otra parte la corriente de pensamiento que ha puesto el acento en la
humanidad con el consiguiente detrimento de la divinidad de Cristo.
(Cristo es un hombre con la fuerza de Dios).
Estas dos corrientes se dan en nuestro tiempo entre católicos, no a la manera de
doctrinas teóricas, sino bajo la forma de comportamientos determinantes de la
vida cristiana en su totalidad. Así se tiene de una parte lo que se podría llamar
el monofisismo práctico; y de otra parte lo que se podría llamar el cristianismo
ateo.
El monofisismo como doctrina teológica fue condenado en el
concilio de Calcedonia, pero como tentación práctica ha pervivido y
pervive en muchos cristianos; por una sencilla razón:
-son muchos los sacerdotes y los fieles que hablan de tal manera de
Cristo, que tienen muy buen cuidado en no decir nada que atente
contra su divinidad; pero resulta que, al mismo tiempo, dicen cosas
que son difícilmente conciliables con lo que es su condición humana,
la condición de un hombre como los demás. Lo cual es
perfectamente comprensible, porque según la definición de
Calcedonia en Cristo hay una sola persona que es la divina. Ahora
bien, esto puede hacer pensar dos cosas:
1. Que Cristo fue Dios antes que hombre (varias fórmulas del Nuevo
Testamento hablan de la preexistencia del sujeto que actúa en
Cristo).
2. Que Cristo es más Dios que hombre, ya que en Cristo no hay
persona humana (como la hay en todos los hombres), mientras que
si hay persona divina (cosa que no se da en ningún hombre)
Por supuesto esta manera de hablar comporta
una mala inteligencia del dogma de Calcedonia;
pero el hecho es que en la mentalidad de muchos
cristianos se infiltra de algún modo esta manera
de pensar, pues frecuentemente se escuchan
expresiones como esta: “en definitiva Cristo es
Dios y Dios es Dios y el hombre es hombre, es
decir Dios es infinitamente superior al hombre, y
por eso hizo lo que hizo, porque Dios todo lo
puede.
“ Ahora bien, desde el momento en que muchos cristianos conciban
así a Cristo (de una manera más o menos confusa), se comprende
fácilmente que toda la inteligencia del cristianismo se
vea orientada en la línea de una profunda divinización,
con detrimento de lo humano: interesan más los derechos de
Dios que los derechos de los hombres; preocupa más la religión
que la justicia, (el derecho canónico que las bienaventuranzas).
Se insiste más en el poder la gloria, que en la solidaridad y el
compromiso; se pone más el acento en salvaguardar los dogmas
que en liberar a las personas, y así sucesivamente. El talante de
la predicación y la pastoral se ven, con frecuencia,
profundamente marcados por esta manera fundamental de ver a
Cristo.
Y de ahí que toda una eclesiología se preocupe mucho por Dios y la
salvación eterna de las personas pero que se desentiende, quizá
escandalosamente, de los asunto de este mundo, bajo el pretexto de
que su misión es pura continuación de la de su divino redentor.
Los movimientos sociales del siglo XIX, nos han enseñado que debajo
de este modo de pensar puede ocultarse la ideología de las clases
dominantes y el “opio del pueblo”. Pero el hecho es que así ha
sucedido en no pocos casos.
Las preocupaciones de la ortodoxia y el cultualismo, que caracteriza
a muchos miembros de la iglesia, tienen también su fundamento en
esta manera de leer el evangelio”.
--------------------------------J .M. Castillo, El proyecto de Jesús, Sígueme, Salamanca, 19985
La respuesta opuesta al monofisismo práctico es lo que
podemos llamar, cristianismo ateo.
Es una corriente de pensamiento que en Cristo ve un hombre
ejemplar, pero nada más que eso.
En unos casos en forma de doctrina sistemáticamente
formulada (esto es lo menos frecuente); en otros casos en
forma de comportamientos concretos, que tienden a
presentar a Cristo más como un revolucionario socio político,
y menos como el Hijo de Dios de que nos hablan los autores
del Nuevo Testamento.
Por poner un ejemplo concreto en este sentido, en la
novela de B. Pasternak, “ el Doctor Zivago” se lee:
“ He dicho que hay que ser fiel a Cristo. Voy a explicar
esto en seguida. Usted no comprende que se puede ser
ateo, que se puede ignorar si existe Dios, o para qué
sirve, y sin embargo saber que el hombre vive, no en la
naturaleza, sino en la historia, y que la historia tal
como se la entiende hoy ha sido instituida por Cristo y
que el evangelio es su fundamento”.
Seguramente muchos cristianos no llegan a hacer semejante
afirmación, pero no cabe duda que son muchos los que se
sienten atraídos por los presupuestos que subyacen en las
planeamientos de Pasternak.
“primero el amor al prójimo, esa forma evolucionada de
energía vital, que llena el corazón del hombre, que exige una
apertura y una donación; después los principales elementos
constitutivos del hombre moderno, esos elementos sin los
cuales no se le conoce ya, a saber, la idea de la persona libre y
la idea de la vida como sacrificio”.
Tampoco cabe duda que actualmente hay mucha gente, sobre
todo entre las generaciones jóvenes, que viven intensamente
estos presupuestos, por lo tanto, para estas personas la idea de
Dios que tienen, entra en conflicto con la idea del hombre.
Además no se puede ignorar, que para muchos ciudadanos de
nuestro tiempo tienen la impresión que la idea de Dios responde
a la ideología de las clases dominantes, lo que agrava la dificultad.
Por eso se comprende el atractivo que ejerce la figura de Jesús
(éxitos como Superstar y Gospel), mientras todo lo que se refiere
a Dios (la religión, el culto, la Iglesia), se van quedando como
cosas marginadas, que interesan menos, y a veces, nada.
Por lo demás, aquí también se puede decir que esta forma
fundamental de comprender el evangelio, inspira a muchos
eclesiásticos y muchos militantes cristianos en lo que dicen y en
lo que hacen.
No se puede perder de vista que el Jesús que auto implica al hombre
latinoamericano en la lucha por sus reivindicaciones, es a la vez, verdadero
Dios y verdadero hombre, sin acentuar ninguno de estos dos elementos,
porque enfatizar la divinidad, sería tanto como reafirmar posiciones de
resignación y esperanza mítica, pensando que todo problema será resuelto
por el poder de Dios (falsa esperanza; opio del pueblo), Y destacar sólo su
humanidad, llevaría a presentar un Jesús comprometido en la lucha socio
política, por el logro de conquistas meramente temporales de bienestar y de
poder.
Todo lo desarrollado hasta aquí, desemboca en un gran objetivo,
que sin riesgo de error, se puede afirmar, coincide con el objetivo
central de toda Cristología: “Despertar vitalmente el Jesús en
el cual creemos”.
Es todo un proceso de asimilación de la persona de Cristo que
nos lleve a actuar “Jesúsmente”
4. CUESTIONARIO DE ASIMILACIÓN
-¿Por qué se originó el monarquianismo?
- ¿Qué diferencias hay entre modalistas, subordinacionistas y dinamistas?
-¿ Por qué fue condenado Arrio?
- ¿Qué enseñó Nestorio?
- ¿ Qué herejía engendró Eutiques y en qué consistía?
- Sintetice el dogma central de la fe católica, sobre Jesucristo.
- ¿Qué es la Cristología?
- ¿Qué son los evangelios?
- Haga un paralelo entre la cristología descendente y la ascendente .
¿Qué corrientes ha generado la toma de posición frente a Jesús en
América Latina?
-¿Qué características presentan los cristianos que vive el monofisismo
práctico?
-¿Cómo se comportan los cristianos ateos?
-¿Cuál es la posición correcta ante Jesús?
Módulo 2. El mundo de Jesús.
EL MUNDO JUDIO EN LA EPOCA DE JESÚS
Situación Política de Palestina
Al nacer Jesús reinaba en Palestina Heredes I el Grande (Mt 2,1)
rey vasallo del emperador romano. A la muerte de Heredes (Año
4 a.C.) se dividió el Reino entre sus tres hijos, con el
consentimiento del emperador Augusto, quien, sin embargo,
haciendo caso omiso del testamento de Heredes, no otorgó el
título de rey a ninguno de los tres.
Judea, la provincia del sur, cuya capital era Jerusalén, y Samaría,
la del centro, le tocaron a Arquelao (Mt 2,22) como etnarca o
reyezuelo.
Galilea, provincia del norte, con la capital en Tiberíades (Jn 6,1.23)
y la TransJordania al este, recibieron por tetrarca o virrey a
Heredes II Antipas (Lc 3, 1; 13,31). Otro hijo, Filipo o Felipe,
heredó también con el título de tetrarca, el territorio del este del
Jordán, y del lago de Galilea hacia el norte; su capital era Cesárea
de Filipo (Mt 16,13 y paralelos).
Arquelao, debido a su crueldad, fue depuesto por el emperador
Augusto y desterrado; en su lugar, Roma nombró un procurador o
un gobernador (Año 6 d.C.)
Herodes Antipas se mantuvo en el poder hasta el año 39 en que
fue depuesto y también desterrado por el emperador Tiberio. Su
tetrarquía o virreinato pasó a depender de la provincia romana de
Siria.
El año 41, el emperador Claudio
concedió a Herodes Agripa I,
nieto de Herodes el Grande, el
título de Rey de Palestina, pero
tras un breve reinado (41-44 d.
C), la totalidad de Palestina
pasó a convertirse en territorio
romano, administrado por un
procurador, bajo la supervisión
del legado de Siria.
El gobierno romano dejaba a los
judíos cierta autonomía.
Herodes Antipas gozaba en el
norte de relativa independencia
y en el sur, el gobernador
romano no tenía derecho a
inmiscuirse en los asuntos
internos de los judíos.
Sin embargo las excepciones a esta manera de proceder fueron
tan frecuentes y crearon tantos conflictos, que fueron la causa
principal de la rebelión de los judíos contra Roma (año 66), la cual
provocó la destrucción de Jerusalén (año 70) y la ruina completa
de la nación.
El origen de los procuradores romanos
Judea, como más tarde toda Palestina,
no fue incorporada en el sentido estricto
de término, a la provincia romana de Siria.
Tenía su propio gobernador del orden
ecuestre, es decir, militar, que solamente en
algunas materias estaba subordinado al legado imperial de Siria.
La mayoría de las provincias estaban administradas por
gobernadores del orden senatorial (civiles): sólo aquellas que
debido a su índole levantisca, a la peculiaridad de su cultura, o a
la carencia de ella, hacían poco menos que imposible el estricto
cumplimiento de las regulaciones del imperio, estaban bajo el
mando de gobernadores del orden ecuestre. El régimen de los
procuradores romanos duró en Judea desde el año 6 al 41 d. C. y
en toda Palestina, del 44 al 66
El procurador residía en Cesárea, puerto del mar en la costa de
Samaría. En ocasiones especiales, y sobre todo en las más
importantes fiestas judías, en las que era necesario tomar
medidas extraordinarias de seguridad, en atención a las
multitudes que se congregaban en Jerusalén, el gobernador
subía a la ciudad y se alojaba en la torre Antonia, antiguo
palacio de Herodes. Cuando residía en Jerusalén lo acompañaba
un contingente de soldados acuartelados en el mismo palacio.
Los procuradores romanos de
Judea ejercieron la suprema
autoridad judicial sólo en casos
excepcionales, ya que la
administración ordinaria de
justicia, tanto civil como criminal,
competía a los tribunales locales
judíos. La competencia judicial
del gobernador incluía el ius gladii, es decir, la imposición de la
pena de muerte; y únicamente los ciudadanos romanos podían
recurrir su sentencia apelando al emperador.
La competencia jurídica de las autoridades judiciales judías
estaba reconocida por el poder romano; sin embargo, cuando
entraban en juego los intereses del imperio, el gobernador
podía reservar cualquier caso a su propio tribunal. En general,
los crímenes políticos estaban sujetos a su jurisdicción.
La función más importante de los procuradores (o gobernadores),
además del mando de las tropas y el ejercicio de funciones
judiciales, era la administración de los recursos económicos.
Precisamente esta función dio origen al título de procurador.
En Palestina, como en las demás provincias romanas había dos
clases de tributos:
1) un impuesto sobre los productos del campo
(tributum soli), y
2) otro sobre las personas (tributum capitis).
El primero se pagaba parte en especie, y parte
en dinero. El segundo incluía diversas clases de
impuestos personales; una tasa sobre la
propiedad, que variaba de acuerdo con el
capital de la persona, y la otra estrictamente
personal y era igual para todos, incluyendo a
las mujeres y los esclavos. Sólo los niños y los
ancianos estaban exentos.
Así pues en Judea, se hablaba propiamente
de "pagar el tributo al César" (Mc 12,14).
Además de los tributos propiamente, los
tetrarcas o reyezuelos, vasallos de Roma,
tenían derecho de cobrar el impuesto de
aduana (de bienes en tránsito) en sus
fronteras, para su propio provecho, aunque
es seguro que los ciudadanos romanos, estaban excluidos.
Los tributos no eran recaudados por los funcionarios del imperio,
sino por los publicani, personajes que arrendaban los impuestos
de un distrito por una determinada suma anual fija. Si la
recaudación excedía dicha suma, la diferencia en su favor se
convertía en ganancia, pero si no llegaba a la cantidad contratada,
tenían que asumir las pérdidas.
De todas maneras quedaba un enorme margen para la
arbitrariedad y la rapacidad de los recaudadores; de allí, que por
los abusos en su gestión y el frecuente recargo que imponían a los
contribuyentes, les merecieron el odio del pueblo.
Bajo el régimen de los procuradores, el pueblo judío gozó, en
teoría, de grandes márgenes de libertad en asuntos internos y
de auto gobierno. El juramento mismo de vasallaje al
emperador, obligatorio desde tiempos de Heredes el grande, y
que el pueblo debía probablemente prestar en cada cambio de
gobierno, estaba formulado en términos muy generales, para
no herir la susceptibilidad judía.
Tras la deposición de Arquelao (año 6 d. C),
se pasó de un gobierno monárquico a otro
de constitución aristocrática, confiando a
un Sanedrín o consejo supremo, la
responsabilidad de la nación.
De suyo el gobernador romano no pasaba
de ser un supervisor, mientras que el aristocrático Sanedrín,
actuaba como auténtico gobierno. Al titular del Sumo
sacerdocio, que era a la vez el presidente del Sanedrín, se le
calificaba de "jefe de estado".
Y aunque los sumos sacerdotes eran nombrados o depuestos por el
gobernador romano, incluso en esto se pusieron ciertas limitaciones.
En este régimen, el Sanedrín gozaba de poderes legislativos y
ejecutivos mucho más amplios que los de cualesquiera de las
comunidades no autónomas dentro del imperio. Así las cosas, la
jurisdicción civil estaba completamente en manos del Sanedrín y de
sus tribunales dependientes, y se regía en todos los casos por la ley
judía. Incluso en las causas criminales prevalecía la misma norma, con
la única excepción ya apuntada de los delitos políticos.
Ni siquiera los ciudadanos romanos estaban totalmente exentos de
cumplir ciertas exigencias de la ley judía; estaba por ejemplo
prohibido a los paganos entrar en los atrios interiores
del templo; todo el que violara esta
prohibición, aunque fuera un ciudadano
romano era castigado con la pena capital
Los romanos confirmaron sentencias de
este tipo.
El culto y la liturgia judíos, no solamente eran tolerados, sino
que gozaban de la protección
del Estado romano.
El sincretismo religioso propio de la
cultura pagana, de este tiempo, hizo
que incluso algunos nobles romanos
presentaran ofrendas votivas en el
templo judío y encargasen sacrificios.
Por respeto a la sensibilidad
religiosa judía, mientras en algunas
provincias se instituyó el culto al
emperador y en otras al menos se
favoreció, nunca hubo exigencias
de este género para la población
judía, si exceptuamos la época de
Calígula (37-41 d. C).
En cuestiones cultuales, el poder romano se conformaba con el
sacrificio de dos corderos y un buey, que dos veces al día, se
ofrecían en el templo de Jerusalén por el César y por la nación
romana.
Casi tanto como el culto al emperador, sus imágenes en las
monedas y en los estandartes militares resultaban ofensivos
para los judíos.
También en esto los romanos respetaron
sus escrúpulos. Aunque la circulación del
denarios romano de oro o de plata con la
imagen del emperador no podía prohibirse
en Judea, por estar acuñados fuera de la
provincia, las monedas de cobre, que eran
fabricadas localmente, no llevaban
imágenes humanas, sino simplemente el
nombre del emperador y emblemas
inofensivos.
También las autoridades romanas eximían a los judíos de
presentarse ante un tribunal en sábado o día de fiesta, no sólo en
Judea, sino en todo el imperio.
La existencia de esta doble autoridad, la romana y la judía, cada
uno con su propio sistema legal fue causa continua de conflicto.
Los procuradores, en la práctica violaban con frecuencia el
ordenamiento establecido. Por eso Judea tuvo que soportar,
sobre todo en la época precedente a la rebelión (año 66 d. C.), a
más de un gobernador carente de todo escrúpulo y movido por
afán de lucro. Más aún, en el
tiempo en que los romanos
fueron respetuosos con el
sentimiento judío, la mera
presencia de estos
extranjeros en Palestina, era
considerado un insulto al
pueblo elegido por Dios.
Poncio Pilato
Como botón de muestra de las dificultades ocasionadas por
este régimen, pueden mencionarse los conflictos durante el
gobierno de Poncio Pilato, que ocupó el
cargo de gobernador de Judea del 26 al 36
d. C. y que fue quien condenó a muerte a
Jesús.
Según un testimonio de la época (una carta
de Heredes Agripa I, reproducida por Filón)
Poncio Pilato era un individuo intransigente,“
duro y obcecado, cruel y ambicioso. Su primera acción como
gobernador de Judea, despreciando los privilegios judíos,
fue desplegar los estandartes imperiales, en la guarnición de
Jerusalén.
El pueblo marchó multitudinariamente a Cesárea y mantuvo
su protesta ante el gobernador durante cinco días y cinco
noches, suplicándole que hiciera cesar tal ofensa.
Al sexto día, Poncio Pilato hizo entrar a los
judíos en el estadio, donde previamente
había colocado un destacamento de
soldados, y los amenazó con degollarlos si
seguían con sus quejas. Pero la actitud de
los judíos, dispuestos a morir antes que
transigir con un quebrantamiento de la ley,
forzó a Pilato a ordenar que fueran retiradas de Jerusalén las
imágenes ofensivas.
Otra tormenta se levantó cuando Pilato decidió aplicar los ricos
tesoros del templo a la provechosa finalidad de construir un
acueducto para Jerusalén. Esta decisión fue considerada sacrílega
por los judíos. De hecho, una vez Pilato visitó el las obras para
inspeccionarlas, se vio súbitamente rodeado por el pueblo en masa,
que le manifestaba su disgusto y su protesta. Pero, advertido del
posible tumulto, había dado órdenes a sus soldados de que vestidos
de paisanos y armados de porras, se mezclasen con los
manifestantes.
Cuando la situación se puso difícil, a una señal suya, previamente
convenida, los soldados cargaron contra la multitud. Muchos
judíos perdieron la vida y, aunque la resistencia fue reducida, el
odio hacia Pilato se acrecentó.
En Lc 13,1-4, se cuenta el asesinato de ciertos galileos en el
templo por orden de Pilato, afirmándose que mezcló su sangre
con la de los sacrificios; esto podría sugerir el elevado número de
víctimas que causó la represión. Ver también Mc 15,7.
Cuando Pilato hizo colocar escudos votivos con el nombre del
emperador, la aristocracia de Jerusalén capitaneados por los hijos
de Heredes el grande, trataron de convencer a Pilatos que los
retirase, al no lograrte, los notables se dirigieron al emperador
pidiéndole que ordenara retirar los escudos ofensivos. Tiberio dio
la orden a Pilato de retirarlos y colocarlos en el templo de
Augusto en Cesárea.
Un falso profeta convocó a los samaritanos en el monte Garizim, con
base en una antigua profecía de liberación. La brutal represión de
Pilato en aquella ocasión le costó el cargo. Los samaritanos lo
acusaron ante Vitelio, entonces legado en Siria, quien mandó a Pilato
a Roma para responder de su conducta y le entregó a Marcelo la
administración de Judea.
Situación Social
Desde el punto de vista socioeconómico se pueden distinguir en la
población de Palestina tres estratos: la clase pudiente, la clase media
y los pobres.
A la clase pudiente pertenecían los príncipes y miembros de la
familia real de Heredes, así como los altos dignatarios de la corte;
además, las familias de la aristocracia sacerdotal y laica, los
terratenientes, los grandes comerciantes y los recaudadores de
impuestos.
La clase media, muy reducida, existía prácticamente en Jerusalén,
ya que sus fuentes de ingresos procedían del templo y de los
peregrinos. Estaba integrada por los pequeños comerciantes, los
artesanos propietarios de sus talleres, los dueños de las
hospederías y el bajo clero.
A la clase pobre, que constituía la inmensa mayoría de la
población, pertenecían los asalariados, tanto obreros como
campesinos, los pescadores, los innumerables mendigos y
finalmente los esclavos.
Estos últimos no desempeñaban ningún papel relevante en la
economía rural, ya que principalmente se encontraban en las
ciudades, al servicio de la clase rica.
Los jornaleros, muy numerosos, ganaban por término medio un
denario al día, incluida la comida. Su situación se tornaba
lastimosa, cuando no encontraban trabajo. De hecho en Galilea, el
paro rural era muy elevado.
Los mendigos eran también muy numerosos. En su mayor parte
se encontraban concentrados en Jerusalén, alrededor del templo
y vivían de las limosnas de la gente piadosa.
La enorme distancia existente entra la clase pudiente y la
humilde, y lo reducido de la clase media, hacía que no existiera
para los pobres esperanza de promoción humana ni tuvieran
medios para cambiar su situación, dependiendo siempre de la
voluntad de los poderosos.
El pobre era por tanto, al mismo tiempo, el oprimido, el que
ansiaba justicia, el que en casos extremos recurría a la violencia,
único medio de aliviar su situación, aunque fuera de momento.
En la última época del Antiguo Testamento aparece entre estos
pobres una tendencia, la de "los pobres de Yahvé", que,
desesperando de toda ayuda humana, ponían su confianza en
Dios, único capaz de hacerles justicia y sacarlos de su miseria. De
hecho, hasta la época de Jesús, aquella justicia no había llegado.
Las instituciones judías
1. El Gran Consejo o Sanedrín
El gobierno judío propiamente dicho
estaba en manos de un gran Consejo
(Sanedrín) compuesto de 70 miembros,
más el Sumo sacerdote primado, su presidente.
Este consejo estaba formado por tres grupos: primero los
sumos sacerdotes; segundo los senadores seglares (ancianos
o presbíteros); y tercero los letrados (escribas), hombres de
letras, entendidos en las cuestiones de la religión y la ley
judía.
La figura del sumo sacerdote era sagrada. Originalmente, el
cargo era de por vida, pero en la época de Jesús no era ya
vitalicio ni hereditario, pues los romanos, como lo había
hecho anteriormente Herodes, deponían y nombraban al
sumo sacerdote según sus "conveniencias políticas.
. El sumo sacerdote se elegía entre un número reducido de
familias, de modo que esta dignidad no salía fuera de un círculo
determinado. Y aunque sus poderes habían sido recortados por
Herodes y por los romanos, todavía podía considerarse como el
jefe político, además de religioso de la nación. Además, a través
del Gran Consejo, que él presidía, gobernaba también en los
asuntos civiles de su competencia.
El primer grupo del gran Consejo,
los "sumos sacerdotes", eran miembros
de la aristocracia sacerdotal, pertenecientes
A determinadas familias poderosas y ocupaban
los altos cargos de la administración del templo
El rango supremo lo tenía el sumo sacerdote primado;
el segundo en dignidad era el jefe del templo, encargado del culto
y de la policía (los guardias eran clérigos); seguían los jefes de los
turnos sacerdotales semanales y diarios, los guardianes y los
tesoreros del templo.
El segundo grupo lo formaban los senadores (presbíteros),
seglares escogidos entra las familias de la aristocracia. Eran por
lo general grandes propietarios, y constituían la fuerza de la
facción saducea, a la que pertenecían también los sumos
sacerdotes.
el tercer grupo lo constituían los letrados (escribas), es decir los
entendidos en teología y cánones; en su gran mayoría
pertenecían a la facción farisea, de gran influjo espiritual sobre
el pueblo.
Como se ve, el Gran Consejo representaba el poder, la clase
dominante en todos los aspectos: político, ideológico,
económico, espiritual y religioso.
En tiempo de Jesús, la autoridad civil del Gran Consejo estaba
restringida al territorio de Judea, pero su autoridad moral se
extendía a todas las comunidades judías tanto en Galilea como
en el extranjero.
Era el foro competente para tomar decisiones judiciales y
medidas administrativas de todo orden, excepto las que
pertenecían a la competencia de tribunales inferiores o estaban
reservadas al gobernador romano.
Cuando los tribunales inferiores no llegaban a un acuerdo en
cuestiones tocantes a la ley judía, los litigantes podían recurrir en
última instancia al Gran Consejo de Jerusalén.
No sólo era competente en materias civiles y religiosas conforme
la ley judía, sino que poseía también notables competencias en
las causas criminales. Contaba con una fuerza independiente de
policía y tenía derecho a practicar detenciones.
Cuando condenaba a la pena capital, parece que sus sentencias
tenían que ser ratificadas por el gobernador romano.
A pesar de estas atribuciones reconocidas, su autoridad quedaba
restringida por el hecho de que las autoridades romanas podían
tomar la iniciativa en cualquier momento y actuar en forma
independiente.
LA ACTUACIÓN DE JESÚS -I parte (anuncio del reino)
1.
Precisiones históricas:
1.1 Cuándo comienza su vida publica.
1.2 "En aquel tiempo".
1.3 Escenarios de su actuación.
2.
Reflexión Teológica;
2.1 La experiencia original da Jesús .
2.2 El anuncio del reino (significado).
2.2.1 Características del reino de Dios.
2.2.2 Dimensión escatológica del reino de Dios.
2.2.3Dimensión teológica del reino de Dios.
2.2.4 Dimensión soteriológica del reino de Dios.
3. Precisiones vívencíales:
Significado del reino de Dios hoy.
Exigencias fundamentales.
CUANDO COMIENZA SU VIDA PUBLICA.
Se pisa terreno histórico relativamente firme cuando uno se fija en
el comienzo y en el final da la actuación pública de Jesús.
Comenzó por su bautismo por Juan en el Jordán y acabó con la
muerte de cruz en Jerusalén. Entre estos dos puntos fijos se puede
ordenar relativamente bien la actividad pública de Jesús.
Los cuatro evangelistas narran el bautismo de Jesús por Juan
hecho que hace imposible considerar este relato como mera
Teología de la comunidad, carente de núcleo histórico. Podemos
partir por tanto del hecho seguro del bautismo de Jesús por Juan.
De ello se deduce que Jesús estaba de acuerdo con el
movimiento bautista de Juan y con su predicación escatológica.
Según Mateo Juan anunciaba lo mismo que después Jesús:
"convertíos que está cerca el Reino de Dios". (Mt.3,2).
La "cosa" comenzó cuando Jesús, detenido ya Juan Bautista,
pregonó el reinado de Dios en Galilea. Si Jesús no hubiera
entrado en la vida pública, con su voz y su palabra, con sus
obras, no hubiera comenzado nada en Jesús para la historia. Ni
siquiera para la historia de la fe. Guardando silencio sobre todo lo
demás, la tradición que parte del testimonio apostólico ha
destacado lo importante.
A este respecto, conviene advertir que los apóstoles, los doce,
entendieron que su misión específica era proclamar y transmitir
lo que vieron y oyeron acompañando a Jesús durante su vida
pública.
El Jesús predicador, predicado
Hablando con exactitud se debe decir que lo que interesa es el
Jesús que predicó , pero tal y como él mismo, a su vez, fue
predicado por los apóstoles.
Porque es a través del testimonio apostólico como Jesús de
Nazareth ha entrado definitivamente en la historia, en una historia
que es la nuestra y de la que nada ni nadie lo puede echar.
O lo que es igual: interesa el Jesús de los evangelios, no una
biografía de Jesús cronológicamente expuesta y sin lagunas;
interesa el Jesús público tal y como fue visto, creído, interpretado,
proclamado y atestiguado por los apóstoles después de la
experiencia pascual.
Este es el Jesús que constituye, sin duda uno de los fenómenos
más inquietantes de todos los tiempos.
Incluso desde un punto de vista meramente cultural, la influencia
de Jesús de Nazareth sólo puede compararse con la influencia de
la filosofía griega, del derecho romano y de la ciencia moderna.
Con todo, es para los creyentes mucho más: en la tradición que de
él se origina dicen hallar el mayor incentivo para la vida y el único
consuelo ante la muerte.
"EN AQUEL TIEMPO".
Los cristianos están acostumbrados a pasar por alto esta fórmula
cuando la escuchan en las iglesias:
"En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos...
" sin embargo, nadie puede comprender lo que Jesús dijo o hizo
sin tener la más lejana idea de "aquel tiempo".
Púes se trata, claro está, de un tiempo bien concreto y no de
cualquier tiempo; se trata de unas circunstancias históricas que
constituyen el contexto interpretativo de las palabras de Jesús y de
la situación en la vida, de sus obras.
Aquel tiempo de los evangelios no es de María Castaña, sino el de
los emperadores Augusto y Tiberio César, del gobernador romano
Poncio Pilato, de los sumos sacerdotes Anas y Caifas, del profeta
Juan Bautista...
Todos ellos, como Jesús de Nazareth, personajes históricos y
algunos muy bien conocidos .
No cabe, pues, aquí escuchar: "en aquel tiempo", no es como si
escucháramos: "erase una vez..."
Porque no se trata de un tiempo indefinido como en la fábula o el
mito.
Y hecha esta reflexión, interesa saber lo que sucedía en aquel
tiempo por las tierras que andaría Jesús pregonando el evangelio
por las calles y plazas, cuál era el ambiente político-religioso que
conmovía por entonces a los judíos.
Desde los tiempos de Heredes el Grande hasta la destrucción de
Jerusalén por los ejércitos de Tito (año 70), los movimientos
mesiánicos se sucedieron continuamente.
El mismo Herodes tuvo que ahogar en sangre una conjura que
él había provocado al colocar unos trofeos en el teatro de
Jerusalén, hiriendo con ello los sentimientos religiosos del
pueblo.
Motivo semejante y represión tal tuvo la revuelta de los jóvenes
que, estando ya Herodes en el lecho de muerte, arrojaron, del
templo el "águila de oro" que el rey había colocado.
Un tal Judas, que se había negado a pagar el tributo al César y
que, juntamente con el fariseo Sadok, había fundado el partido
de los Zelotes, aprovechó también la muerte de Herodes el
Grande para hacer en Galilea su pequeña guerra de liberación.
Más tarde Poncio Pilato se encontraría también con dos
enfrentamientos en Judea y otro en Samaría.
Pero la agitación popular, que nunca cesó durante este tiempo,
llegaría a su culminación hacia el año 40. Aquí y allá 1 se alzarían
"profetas" y "bandoleros" (nombre que da Flavio Josefo a los
Zelotes), como Theudas o Eleazar.
No todos estos movimientos mesiánicos, revistieron formas
violentas. A veces, se trataba de grupos fanáticos o iluminados que
lo esperaban todo de una inmediata intervención de Dios en favor
de Israel, que pondría fin al imperio romano y restauraría el trono
de David.
Pero los romanos, que no podían distinguir veían en todos ellos un
peligro y acabaron colgando de una cruz o matando de otra forma
uno tras otro a todos los agitadores o sospechosos de serlo.
Se sabe que Cristo vivió en una sociedad profundamente
conflictiva en la que luchaban grupos con intereses enfrentados
.
Así por ejemplo entre los saduceos (la aristocracia, la clase
dominante que colaboraba con el podar romano) y los fariseos
(judíos practicantes, en su mayoría da baja clase media); entre
las autoridades políticas romanas y Heredes; entre los
sacerdotes y los letrados o teólogos (la mayoría eran fariseos);
entre la población judía y la samaritana, y entre los mismos
habitantes de Galilea y los judíos de Jerusalén...
La sociedad de aquel tiempo era una comunidad
profundamente dividida por interesas políticos, económicos,
ideológicos y, sobre todo, religiosos. En ella convergen intereses
de muy distinto signo en un tiempo de crisis, que cristalizará en
las dos grandes guerras del 70 y del 135 de nuestra era.
REFLEXIÓN TEOLÓGICA
Como se vio, Jesús inicio su actividad profética al estilo de Juan;
pero cuando oyó que lo habían encarcelado se fue a Galilea (Mt.4
,12 ) y allí empezó una experiencia original que admiró,
escandalizó e hizo dudar al mismo Juan (Mt.11,2 ss).
Porque mientras que para Juan la llegada del Reino de Dios está
bajo el signo del juicio, Jesús la presenta imprimiéndole el sello de
la misericordia y del amor de Dios para con los pecadores y los
marginados "Dichosos vosotros..." (Mt.5,3ss)
Por primera vez se presenta un mensaje de alegría, último y
definitivo ofrecimiento de gracia por parte de Dios.
Lo sorprendentemente nuevo en el mensaje de Jesús se muestra ante
todo en su conducta.
Entre las cosas más seguras de la vida de Jesús están su trato con
los pecadores y cultualmente impuros (Mc.2,16),
el
quebramiento del mandato judío sobre el sábado (Mc.2,23) y de las
prescripciones sobre pureza (Mc.7,1).
Esta conducta de Jesús suscitó desde el principio sorpresa,
fascinación y entusiasmo, así como sospechas, rechazo, escándalo y
odio.
Jamás se había visto ni oído una cosa así. Para un judío piadoso tal
conducta y tal mensaje significaba un escándalo
y hasta
una blasfemia (Mc.2,7).
El anuncio de un Dios, cuyo amor vale también para el pecador,
cuestionaba la concepción judía de la santidad
y
justicia de Dios.
Esto atrajo sobre Jesús muy pronto la enemistad y el odio de los
dirigentes del judaísmo de entonces.
Jesús tenía que parecer les un falso profeta a causa de su anuncio
revolucionariamente nuevo sobre Dios.
EL ANUNCIO DEL REINO (significado)
Ante todo, hoy está fuera de duda que el centro mismo de la
predicación y el mensaje de Jesús está en su enseñanza sobre el
“reino de Dios"
Cuando Jesús comenzó su experiencia en Galilea decía: “se ha
cumplido el plazo, ya llega el reinado de Dios…
… enmendaos y creed la buena noticia (Mc.1,14-15).
En estas palabras hay dos cosas muy claras:
-por una parte, que el mensaje esencial de Jesús era su
predicación sobre el reino;
-por otra parte, que esa predicación sobre el reino es la "buena
noticia", el evangelio que Jesús tenía que proclamar.
Por consiguiente, queda claro que el Centro mismo del evangelio
es la predicación sobre el reinado de Dios.
Pero ¿qué quería decir Jesús cuando hablaba sobre el reino de
Dios ? Empecemos por una observación sobre el término: como ha
probado muy bien el profesor Joachim Jeremías, consta con
seguridad que, para el oriental, la palabra "malkut" tenía un
significado distinto al de la palabra “reino " para el occidental.
Porque, en el Antiguo Testamento, solo muy escasas veces designa
"malkut" un reino en sentido local, un territorio.
Sino que designa casi siempre el poder de gobernar, la autoridad, el
poderío de un rey.
Pero no se entiende "malkut" en sentido abstracto. Sino como algo
que se está realizando.
Por consiguiente, el reino de Dios no es un concepto espacial, ni un
concepto estático, sino un concepto dinámico.
Designa la soberanía real de Dios ejerciéndose "in actu".
De ahí, que la traducción más adecuada no es la palabra "reino", sino
más concretamente "reinado" de Dios,
Ahora bien, qué sentido tiene , en la predicación de Jesús, este
reinado de Dios?
Una cosa es clara: decir que Dios va a reinar es lo mismo que
decir que se va a imponer el designio de Dios,
la voluntad de Dios, lo que Dios efectivamente quiere.
Porque eso es lo característico del rey, según el concepto antiguo
de la realeza: el soberano es el que manda, el que por eso
impone su voluntad.
Pero en ¿qué consiste eso más en concreto?
Para responder a esta cuestión hay que tener en cuenta que
Jesús predicó su mensaje a un pueblo que vivía de las ideas y de
las tradiciones del Antiguo Testamento.
Por
consiguiente, hay que echar mano de aquellas ideas y de aquellas
tradiciones, para comprender lo que Jesús quería decir.
De otra parte, según las ideas del antiguo Testamento, existía en
Israel una profunda corriente de pensamiento según la cual se
deseaba la venida de un rey que por fin iba a implantar en la tierra
el ideal de la verdadera justicia (Sal.44,3-5) Porque para los
israelitas, eso era lo característico del rey: el que establece e
implanta la justicia en el mundo, tal como se describe en el retrato
del rey ideal, en los salmos 45 y 47.
En consecuencia, el significado del rey estaba determinado para
los israelitas, entre otras cosas, por el sentido que la justicia tenía
para ellos. Pero, de qué justicia se trataba? Aquí es decisivo
destacar que no se trataba de la justicia en el sentido del derecho
romano: Vivir honradamente, dar no hacerle mal a nadie y dar a
cada uno lo suyo,
Justicia mesiánica
La justicia del rey, según las concepciones de los pueblos de
oriente, y también según las concepciones de Israel desde los
tiempos más antiguos, consistía en defender eficazmente al que
por sí mismo no puede defenderse.
De ahí que la justicia consistiera, para Israel, en la protección que
el rey prestaba -o debía prestar a los desvalidos, a los débiles y a
los pobres, a las viudas y a los huérfanos. En este sentido el
testimonio más claro «es el que nos suministra el salmo 72.
En este texto impresionante se ve el sentido que tenía, para los
israelitas, la idea de la justicia.
Y la idea también del rey, que era quien tenía por misión implantar
en la tierra semejante justicia.
Por eso, cuando Jesús dice, en su predicación, que ya llega el
reinado de Dios, lo que en realidad quería decir es que, por fin, se
va a implantar la situación anhelada por todos los descontentos de
la tierra; la situación en la que va a realizarse efectivamente la
justicia, es decir, la protección y la ayuda para todo el que por sí
mismo no puede valerse , para todos los desheredados de la tierra,
para los pobres, los oprimidos , los débiles, los marginados y los
indefensos.
Por eso se comprende que, en la predicación de Jesús, el Reino es
para los pobres (Lc.6,20), para los niños (Mc.10,14) para los
pequeños (Mt.5,19) en general para todos los que la sociedad
margina y desestima.
En el fondo, qué es lo que nos viene a decir todo ésto? Está
claro que aquí se describe lo que se podría llamar el ideal de
una nueva sociedad.
Una sociedad digna del hombre, en la que finalmente se
implanta la fraternidad, la igualdad, y la solidaridad entre todos.
Y una sociedad, además, en la que si alguien es privilegiado y
favorecido, ese es precisamente el débil y el marginado, el que
por sí mismo no puede defenderse. De ahí que el reinado de
Dios, tal como Jesús lo presenta, representa la transmutación
más radical de valores que jamás se haya podido anunciar.
Porque es la negación y el cambio, desde sus cimientos
del sistema social establecido.
Este sistema que sabemos de sobra, se basa en la competitividad,
La lucha del más fuerte contra el más débil y la dominación del
poderoso sobre el que no tiene poder.
Frente a eso, Jesús proclama que Dios es Padre de todos por igual.
Y si es Padre, eso quiere decir obviamente que todos somos
hermanos. Y si hermanos, por consiguiente iguales y solidarios los
unos de los otros.
Además, en toda familia bien nacida, si a alguien se privilegia, es
precisamente al menos favorecido, al desgraciado y al indefenso.
He ahí el ideal de lo que representa el reinado de Dios en la
predicación de Jesús „
Características del reino de Dios
en el anuncio de Jesús
Es un reino de paz y justicia: Quiere decir que el anhelo de paz como
ausencia de violencia y conflictos interpersonales, sólo se logra
cuando se da la justicia, que en la predicación de Jesús no se
identifica con el ideal romano de la época; "no hacer mal a nadie y
darle a cada cual lo que le pertenece"; sino que va más allá;
"hacer siempre el bien sin mirar a quien";
y compartir fraternalmente lo que se tiene con el que nada tiene por
amor;
amor y fraternidad que se extienden a los enemigos.
Es un reino de amor y de gracia- Amor que es total donación al estilo
de Dios, que no tiene distingos, que "hace salir el sol sobre los justos
y sobre los que no lo son (Mt. 5,44).
Gracia que es acción de Dios, iniciativa de Dios, presencia misma
de Dios. Donde Dios llega todo se santifica, todo cambia .
"Reinado de Dios es lo mismo que presencia de Dios" (W.Kasper).
Reino que ya ha comenzado, y no tendrá fin. Es la paradoja del
reinado de Dios entre el “ya y el todavía no"; cosa comprensible si
recordamos que se parece a un suceso en curso y no a un reino
con fronteras definidas.
En este suceso incontenible, mediante la acción de Dios se está
gestando la más bella de las utopías, cuyo sentido último es la
liberación o salvación del hombre en la totalidad de su existencia,
y la trascendencia de todos sus límites.
De donde se sigue que está entre nosotros (Mc .4,11)
en proceso de desarrollo, mediante la adhesión total a la persona
de Jesús.
Reino que sufre violencia (contra el que se usará la violencia)
Mt.11,12. Predicar el Reinado de Dios es predicar un cambio
radical de la situación en que vivimos. Y es por eso amenazar
directamente el orden de las cosas establecidas.
Porque todos los que disfrutan y se ven privilegiados en la
sociedad vigente, es evidente que se opondrán al establecimiento
de una nueva sociedad (Mt 10,16)
Por eso Jesús anuncia persecuciones y cárceles y aún la misma
muerte a sus seguidores. Y tenía que ser así.
Porque el Reino de Dios es la mejor propuesta que se le puede
hacer al mundo, pero es al mismo tiempo, la amenaza más radical,
para el orden establecido.
En consecuencia podemos decir: la salvación del reino de Dios
consiste en que llega a imperar en el hombre y por el hombre
el amor a Dios que se autocomunica.
El amor se
manifiesta como el sentido del ser. Únicamente en el amor
encuentran su plenitud mundo y hombre.
PRECISIONES VIVENCIALES
Se trata ahora de deducir algunas conclusiones de todo lo dicho
hasta el momento.
Y la primera de esas conclusiones es que el mensaje del reino
de Dios, de acuerdo con todo lo que se ha dicho, no se puede
reducir, ni a una moral individualista, ni a la sola religiosidad.
Se dice ésto, porque, sin temor a equivocación, en la práctica, a
eso es a lo que se viene a reducir, al menos en buena medida, la
acción y la presencia de las iglesias cristianas, concretamente la
Iglesia Católica, en la actualidad.
En efecto, se observa que las iglesias han dejado de ser un
profundo revulsivo social, en el sentido indicado, y se ha
reducido prácticamente a ser organizaciones de servicios
religiosos puestos a disposición del público.
Pero está claro que sólo a base de servicios religiosos no se
transforma la sociedad. En este sentido, no sólo la experiencia,
sino además la predicación de Jesús son un argumento
definitivo. Jamás se dice en el evangelio que a base de servicios
religiosos se va a conseguir que Dios reine efectivamente en el
mundo,es más, los servicios religiosos, siendo por supuesto
necesarios, pueden entrañar un gran peligro.
El peligro de que las iglesias, al ver que la gente acude a los
templos, se sientan satisfechas y lleguen a imaginar que así
cumplen con su misión en el mundo y en la sociedad.
Si no nos equivocamos, esto ocurre con bastante frecuencia en los
ambientes cercanos a las distintas iglesias, por lo menos que es
muy claro en el caso de la iglesia católica.
Nuestras liturgias, nuestros sacramentos, nuestras celebraciones
nos fascinan y nos entretienen, nos dan la impresión de que la
vida cristiana marcha y funciona pasablemente bien, cuando en
realidad estamos como ciegos para ver lo lejos que andamos del
correcto camino trazado por Jesús de Nazareth.
He aquí la primera conclusión que cabe deducir del mensaje del
Reino.
La segunda conclusión es también importante.
Y se puede formular diciendo, que el reinado de Dios tampoco
consiste en la sola práctica de la caridad, tal como eso se suele
entender corrientemente.
En efecto, la práctica de la caridad, tal como se presenta en buena
parte de las predicaciones eclesiásticas, se reduce a mantener
unas buenas relaciones interpersonales y a la ayuda al prójimo por
medio de la beneficencia.
Por supuesto, tanto las relaciones interpersonales como la
beneficencia son cosas importantes y que debemos tomar muy en
serio en nuestra vida. Pero mediante unas buenas relaciones
interpersonales y mediante la práctica de la
beneficencia es seguro que no se cambia la sociedad en que
vivimos.
Es más, aquí se repite lo de antes: las buenas relaciones
interpersonales y la práctica de la beneficencia nos pueden
fácilmente engañar, porque nos pueden hacer la ilusión de que
las cosas van como tienen que ir, cuando en realidad de lo que
se trata es de cambiar la sociedad que tenemos.
Decididamente, las exigencias del Reino no se satisfacen
mediante la sola práctica de la caridad, en el sentido indicado.
Hay que ir hasta la solidaridad, la igualdad verdadera, la
fraternidad incondicional, en un sistema de convivencia que haga
todo eso realmente posible y viable.
Por otra parte- y ésta es la tercera conclusión-, todo esto, nos dice
claramente que el reino de Dios es una utopía, en el sentido más
estricto de la palabra.
Utopía, en efecto, es lo que no tiene lugar. Pero se puede
entender de una manera muy distinta, ya que se puede
entender como la anticipación de un futuro mejor, un futuro
verdaderamente justo y digno del hombre.
Y eso es justamente lo que pasa con el proyecto del reino que se
ha descrito.
Se puede afirmar, con todo derecho, que el proyecto del reino de
Dios es utopía. Es decir, se trata de un proyecto que anticipa un
futuro mejor. El proyecto de Jesús es posible. Es realizable.
Lo que pasa es que ese proyecto no se nos va dar por arte de
magia o como resultado de un prodigio que Dios realiza sin
nuestra colaboración. El proyecto del reino se hará realidad en
la medida en que los cristianos tengan fe en que ese proyecto
es realizable.
Y, sobre todo, en la medida en que los creyente nos pongamos a
realizarlo. Aunque cueste sudor y sangre, como ha ocurrido con
las reivindicaciones sociales que han logrado los trabajadores a
lo largo de la historia.
El proyecto del reino de Dios será siempre utopía, es decir, será
siempre algo no plenamente realizado en la historia
... Porque ese proyecto apunta a una meta tan perfecta que será
siempre algo irrealizado en la condición histórica del hombre.
Siempre nos acercamos a él y siempre será inalcanzado. Porque,
en su realización total es un proyecto metahistórico.
Habrá hombres que se acerquen a él, que lo vayan logrando más
plenamente, pero de tal manera que siempre estarán lejos de su
realización total. Por eso se dice que el reino de Dios será
siempre utopía.
Por lo demás se comprende lo que se expone en la cuarta
conclusión.
Esta se refiere a del reino no se puede implantar a nivel de toda la
sociedad. Por una razón muy sencilla: el proyecto del Reino no se
puede implantar por la fuerza de la imposición colectiva. El proyecto
del reino tiene que venir mediante la conversión de los corazones
de las conciencias.
Es decir, el reinado de Dios se hará realidad en la medida que hay
hombres y mujeres que cambien radicalmente su propia
mentalidad, su escala de valores, su apreciación concreta el dinero,
el poder y el prestigio.
Ahora bien, eso no se va a dar a nivel de toda la población, es decir,
a nivel de toda sociedad. A no ser que queramos caer en el
totalitarismo y en la represión. Pero es claro que eso sería el
atentado más brutal y más directo contra el proyecto de Jesús
En este sentido tienen razón los que piensan que las utopías
pueden desembocar fácilmente en el totalitarismo.
El ejemplo de los regímenes comunistas ha sido elocuente en
nuestro siglo.
Pero aquí debe quedar bien claro que el proyecto de Jesús va por
otro camino y tiene un sentido muy distinto . Cuál es ese camino?
A eso se refiere la última conclusión.
El proyecto del reinado de Dios es realizable en la medida en que
hay grupos de tipo comunitario que se ponen a vivirlo, no como una
meta ya lograda, sino como un proyecto dinámico, como una tarea
a realizar paulatina y progresivamente.
Sin duda alguna, en eso consistió el planteamiento
del primitivo cristianismo, cuando la Iglesia no
estaba instalada a nivel de toda la sociedad,
porque consistía en pequeñas comunidades de
creyentes, comunidades en las que se vivía
efectivamente la solidaridad, la ayuda fraterna, la
puesta en común, la igualdad real entre todos y la
libertad de los hijos de Dios.
LO QUE DEBE QUEDAR CLARO:
l. Cuáles son los dos hechos que enmarcan la vida pública de
Jesús?
2. Cuándo y dónde comienza la vida pública de Jesús ?
3.Qué sentido tiene la expresión “en aquel tiempo"?
4.Describa brevemente el ambiente político y religiosa que
conmovía por entonces a les judíos.
5. «En cuántas regiones estaba dividida Palestina en tiempo de
Jesús?. Nombre cinco sitios visitados por Jesús «Ubique cinco
lugares en el mapa.
6.Cuál es el centro de la predicación de Jesús ?
7.Qué sentido tenía para Jesús hablar sobre el reino de
Dios?
8.Qué significaba para los Israelitas el reinado de Dios ?
9.Qué quiere decir Jesús con la expresión "Ya llega el reino de
Dios » ?
10.Qué características tiene el Reinado de Dios en el anuncio de
Jesús ?
11«De qué maneras se puede interpretar el sentido del término
“utopÍa" ?
12. Por qué se puede afirmar que el Reino de Dios es una
utopía?
13.Explique las conclusiones a que se llegó en esta parte del
curso.
LA ACTUACIÓN DE JESÚS. II PARTE
(Qué fue lo que realmente hizo Jesús)
1.
1.1
1.2
1.3
1.4
2.
2.1
2.2
2.3
3.
Precisiones Preliminares:
Qué es parábola ?
Qué es milagro ?
A qué se denominó comunidad
de Jesús ?
Buscar las parábolas que hablan
del reino de Dios.
Reflexión Teológica:
Jesús forma una comunidad de
discípulos.
Jesús enseña mediante
parábolas.
Jesús hace signos extraordinarios.
Precisiones Vivenciales
Nuestro obrar según el obrar de
Jesús.
1. Precisiones preliminares
1.1
1.2
1.3
1.4
Qué es una parábola
A qué llamamos milagro
A qué se denominó la comunidad de Jesús
Parábolas del Reino
2. Reflexión teológica
2.1 ¿Cuál era la misión de Jesús según Juan el
bautista?
2.2 ¿Cuál era realmente la misión de Jesús,
según la teología?
2.3 ¿Hay entre estos dos
planteamientos
alguna imprecisión?
Lo que realmente hizo:
1. formó una pequeña comunidad de discípulos
•
Condiciones:
-Tenerlo como único maestro (Mt 28,8-10)
-Renunciar a los obstáculos
- afectos (lazos familiares)
- bienes materiales
- propio proyecto de vida
- honores del mundo
- honores religiosos
-Tomar la cruz
-Seguimiento inmediato y definitivo
TENERLO COMO UNICO MAESTRO
La primera condición para quienes lo siguen, es
renunciar a cualquier otro que pretenda enseñar a
vivir de manera diferente.
Él no comparte su cátedra con Buda o Freud.
Su doctrina es antagónica, tanto con el marxismo
como con el capitalismo. Si hay contradicción o
diferencia entre lo que El dice con lo que otros
afirman, se le debe seguir incondicionalmente a El.
Se trata de un maestro exclusivo y excluyente. Sus
discípulos no lo aceptan como un maestro más, si no
como el único maestro, aun por encima del mismo
moisés y profetas de Israel. El así lo exigió: uno solo es
su maestro. Uno solo es su preceptor. Cristo (Mateo
23,8-3).
El discípulo de Cristo no acepta la
enseñanza de la propaganda del
mundo, ni sigue los criterios de la
carne.
El autor de moda no es su maestro
"el Código deDa Vinci, ni los patrones
de moda de Paris o Roma.
No comparte su autoridad con los
gurús orientales, o filosofías
contemporáneas: es más, a muchos
maestros de la sociedad y la religión.
SEGUIMIENTO INMEDIATO Y DEFINITIVO
Seguir a Jesús a diferencia de cualquier otro
maestro, es una decisión que no admite espera
ni tardanza.
Se hace en cuanto se escucha el llamado.
El maestro exige el seguimiento instantáneo,
dejando el dinero sobre la mesa de impuestos o
las redes llenas de peces. De otra manera no se
puede ser autentico discípulo suyo. La razón es
muy sencilla: si no se es capaz de seguirlo así, es
porque todavía no se le valorado debidamente.
El peor enemigo del hombre es la
indecisión. Cuando las cosas se dejan
para después, se dejan para siempre.
Quien quiere dos cosas a la vez, no
quiere ninguna en serio. No se puede
servir a dos señores. Jesús no admite
estar en segundo lugar. Es inflexible en
este sentido.
Si no se comienza bien, no se puede
llegar a la meta. Si el primer paso es
mediocre, no hay ninguna garantía de
perseverar hasta el fin en las siguientes
pruebas y dificultades.
RENUNCIA A LOS OBSTACULOS
El seguimiento del maestro implica necesariamente
renunciar a todo cuanto se oponga a esta decisión o la
detenga. Por supuesto que no se dejan las cosas por ser
malas, sino por cuanto obstaculicen la entrega total del
maestro. En esta línea debemos entender las cuatro
renuncias exigidas por Jesús:
RENUNCIA A LOS LAZOS FAMILIARES:
Si alguno viene a mí y no odia a su padre, a su madre, a
su mujer, a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y aun
su propia vida, no puede ser mi discípulo (Lc 14, 26).
Aquí Jesús esta utilizando el recurso oriental de exagerar
los contrarios, para subrayarla absoluta superioridad del
reino sobre cualquier otra cosa.
No se trata de renunciar a la familia
porque esta sea mala, sino en cuanto
llegue a constituir un lazo que impide
servir con libertad del reino. Cuando
ciertas costumbres, tradiciones o
presiones familiares nos encadenan, el
discípulo opta definitivamente por el
maestro.
No se pretende la renuncia a la familia
sino en vistas del reino: se opta por otra
familia que no esta basada en los lazos de
la carne. Cuando los vínculos carnales se
conviertan en cadenas, el reino tiene
prioridad. La relación con el Maestro debe
estar por encima de cualquier afecto de
este mundo.
-RENUNCIA AL PLAN DE VIDA:
Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a
dos hermanos: Simón Pedro y Andrés, echando
la red al mar, pues eran pescadores. Les dijo:
“Vengan conmigo. Yo los hare pescadores de
hombres” (MC 1, 17).
Desde ese momento, la barca de Pedro estaba a
la disposición de la predicación y para el
trasporte de la comunidad, y no para uso
exclusivo del pescador de Cafarnaúm. Su casa,
igualmente, se convirtió en un lugar de
descanso y de trabajo del Maestro.
Jesús exige el cambio total en la vida de sus
seguidores.
El discípulos no dispone ya de sus
planes, del tiempo, ni del fruto de su
trabajo para su beneficio exclusivo;
sino que, al asociarse a Cristo Jesús,
se integra a su obra salvífica y ahora
sirve a otro. No se trata, pues, de no
comprometerse, sino de un cambio
de mentalidad.
Lo cierto es que un discípulo ya no
labora para si mismo ni dispone a su
capricho de su salario, sino que ha
sido invitado a colaborar en la viña
del Señor, a pescar en otros mares y
a administrar bienes que no le
pertenecen.
RENUNCIA A LOS BIENES MATERIALES:
Entre los obstáculos que mas impiden el
seguimiento completo de Jesús, esta el
afán por las cosas de este mundo. Jesús,
buen maestro, previene claramente a sus
seguidores, afirmando que no se puede
servir a dos amos, pues es imposible
atender a Dios y al dinero. Siempre se
queda mal ante el Señor. Pocas
enseñanzas tan claras han sido tomadas
tan a la ligera.
El afán de las riquezas de este
mundo ahoga la semilla de la Palabra
y no le permite fructificar, ya que el
corazón humano se obstina en las
cosas de este mundo
considerándolas como necesarias.
El joven rico del evangelio quería
“tener” vida eterna. Para ellos
bastaba cumplir una serie de
preceptos. Mas, para “ser” perfecto,
era necesario desprenderse de todo
y hacerse pobre para seguir a Jesús.
Desgraciadamente, este joven estaba
demasiado apegado y dependiente de sus
abundantes bienes. No acepto pagar el
precio de la inscripción en la escuela del
discipulado. A pesar de ser buena persona y
fiel cumplidor de todos los mandamientos de
la ley, no era apto para el reino. A Jesús no le
bastaba que alguien cumpliera la ley de
Moisés. Se necesitaba algo mas.
L a pobreza evangélica es voluntaria, y
de ninguna manera la podemos
identificar con aquella que es fruto de
la injusticia y del pecado.
No se trata de aceptar el ser
empobrecido por la ambición de
otros, sino optar libremente por vivir
sin depender de las cosas de este
mundo.
RENUNCIA A LOS HONORES DEL MUNDO:
Paralelamente a la renuncia del “tener”, el discípulo
se despoja de los vanos honores que el mundo ofrece
como signos de poder o sinónimos de valía.
El discípulo sabe donde radica su dignidad, y por eso
no mendiga glorias transitorias o superfluas.
Sabiéndose hijo del rey, no finca su valía en funciones
como líder superior o gerente. Solo quien no se
reconoce hijo de Dios: presume títulos menos
valiosos.
Cuando Heraclio, rey de Jerusalén, quiso
entrar en la ciudad santa cargando la
cruz de Jesús, no pudo. Sus pies se
pegaron al piso y le fue totalmente
imposible dar un solo paso. Hasta que se
despojo de su corona y los ricos ornatos
reales y se vistió sencillamente, pudo
cargar la cruz de Jesús.
Quien no renuncia a los vanos honores
del mundo no puede seguir las huellas
de Jesús de Nazaret.
RENUNCIA A LOS HONORES RELIGIOSOS.
El oropel mundano es más peligroso cuando se disfraza
de privilegios eclesiásticos, títulos honoríficos y
autoridad ejercida no con actitud de servicio, sino de
superioridad. Los honores eclesiásticos son los más
peligrosos, pues debajo de la piel de oveja se esconde
una trampa mortal. Las ventajas que ofrece la estructura
eclesiástica son muy riesgosas, ya que muchas de ellas
son antievangélicas.
Santiago y Juan pretendieron merecer ciertas
prerrogativas celestiales: sentarse a diestra y siniestra
del rey universal. Cayeron en la tentación de
aprovecharse de su función eclesial, para estar por
encima de todos los demás.
Hay quienes por el plato de lentejas de los
privilegios eclesiásticos, sacrifican la
herencia del evangelio. Existen títulos que
no corresponden a ningún servicio a la
comunidad, sino que simplemente
sustituyen a los privilegios nobiliarios de
la edad media.
¿Podríamos descubrir algunos títulos
eclesiásticos que no existen en el
vocabulario evangélico?
Si Jesús un día no acepto que un joven lo
llamara bueno, ¿Qué pasaría si hoy
alguien lo llamara superior general,, su
excelencia reverendísima.
TOMAR LA CRUZ
El que no tome su cruz y me siga, no puede ser mi
discípulo (Lc 14, 27)
En la antigüedad, llevar la cruz era sinónimo de estar
condenado a muerte. Por lo tanto, en la mentalidad de
Jesús implicaba estar dispuesto a entregar la vida; morir a
si mismo para poder ser su discípulo de otra manera, seria
vano ilusión considerarse uno de los suyos.
Seguirlo para abrillantar el prestigio personal, mejorar la
reputación, adquirir mayores ventajas económicas,
ascender en la escala social o jerárquica, es lo más
antievangélico. Sin embargo, el sentido más fuerte de
tomar la cruz estriba en asumir las consecuencias de
nuestra opción por Jesús y su evangelio.
Pagar el precio de la congruencia debida que contradice
los criterio y ventajas del mundo; mundo cuyos valores
corren hasta por las venas de la iglesia.
Por lo tanto es absolutamente indispensable la
disponibilidad a favor de los demás, especialmente de
los más necesitados, dispuestos a correr el mismo
destino del siervo de Yahve que ofrenda la vida a favor
de otros.
Morir a nosotros significa ya no vivir para nosotros
mismos, ni buscar ninguna ventaja de tipo personal,
sino estar a disposición del reino y sus intereses.
2. Enseñó:
- a la gente
- a la p.c
Contenidos :
- La condición
- El programa
- la actitud básica o fundamental
3. hizo signos extraordinarios
¿Qué querían expresar esos signos?
3. Precisiones vivenciales
3.1 Nuestra vida en Cristo
Nuestro obrar según el obrar de Cristo
Cuestionarios de Asimilación:
- ¿Cual era la Misión de Cristo?
- ¿Qué fue lo que realmente hizo?
- ¿Cuales son las condiciones del discipulado?
- ¿Cuál fue el contenido de su enseñanza?
- ¿Qué finalidad tenían los signos extraordinarios?
- ¿Como sería realmente una vida en Cristo?
TITULO:
LA MUERTE DE JESÚS
1.
MARCO HISTÓRICO
1.1
Suceso histórico. El Conflicto
1.2
La actuación y la conciencia de Jesús
1.3
El proceso, el juicio y la condena a
muerte
2.
REFLEXIÓN TEOLÓGICA
2.1
Papel de Dios en la muerte de Jesús
2.2, El abandonado
2.3
Descendió a los infiernos
2.4
Sentido de las últimas palabras de Jesús
3.
APLICACIONES VIVENCIALES
3.1
Teología de la cruz
3.2
Sentido del dolor humano
Ya los relatos evangélicos son reflexión
y teología de sus autores y esto hay
que actualizarlo en cada momento y
lugar según la sensibilidad y los
cuestionamientos con que nos
acercamos a los textos.
La lectura, históricamente
condicionada, de los relatos es la que
genera las diversas teologías e
interpretaciones.
La reflexión durante esta unidad nos
llevará a tratar de despejar estos
interrogantes: Cuáles fueron los
desencadenantes históricos de la
muerte de Jesús?
-Qué es lo que hizo este hombre para
acabar tan mal? Qué claves de
interpretación nos ofrece su vida para
explicar su fatal desenlace?
El presupuesto es siempre que su muerte
violenta sólo es comprensible y explicable
si acudimos a su vida, para allí encontrar
las causas.
No se puede separar el homicidio de Jesús,
de las causas que lo provocaron, causas que
podemos encontrar analizando su vida
pública.
JESUS RESUCITADO Y EXALTADO
Precisiones preliminares
El significado de la resurrección
La resurrección como revelación de Dios
La resurrección como experiencia de la fe
2. Reflexión teológica
2.1
Fundamento de la fe en la resurrección de Jesús;
Datos de la tradición
2.2 La resurrección como exaltación
2.3 La resurrección como acontecimiento salvador
3. Precisiones Vivenciales
Vivir hoy la resurrección de Jesús
LA RESURRECCIÓN
DIOS REHABILITÓ AL AJUSTICIADO
"Muerto el perro se acabó la rabia", debieron
pensar a la vez los fariseos, los sacerdotes y
los romanos en aquel primer viernes santo de
la historia.
Sin embargo, algo ocurrió en seguida que
revolucionó todo. Como dirá Festo, por culpa
de "un tal Jesús, ya muerto, de quien Pablo
afirma que vive" (Hech 25, 19).
Es sabido que para Aristóteles "fue la admiración lo que
inicialmente empujó a los hombres a filosofar''1.
También la teología cristiana, y la Iglesia misma,
tuvieron su origen en el asombro de los discípulos al
encontrar vivo al que creían muerto. El asombro de la
filosofía palidece ante el asombro de la teología.
¿Qué ocurrió realmente?
En el oratorio de Rodion Stschedrin "Lenin en el
corazón del pueblo", el guardia rojo, junto al lecho de
muerte de Lenin, canta: "¡No, no, no; no puede ser!
¡Lenin vive, vive, vive!" Es decir, Lenin vive porque su
causa sigue adelante y su recuerdo no se ha apagado.
¿Qué diremos de Cristo? ¿Simplemente que
está vivo porque después de dos mil años
tiene el honor de "cubrir" dos veces en un solo
año la portada de "Time"?; ¿porque tras la
presuntuosa afirmación del beatle John
Lennon en 1966 de que "Los Beatles son más
populares que Jesucristo", se disolvió el
famoso conjunto y, cinco años después, uno
de sus antiguos componentes, George
Harrison, cantaba "My sweet Lord, I really
want to know you" (Mi dulce Señor, necesito
realmente conocerte)? ¿Recordamos a Cristo
como a Sócrates, Confucio, Buda, etcétera: Los
"hombres normativos" de los que habla Karl
Jaspers?
De ninguna manera: Se trata de mucho más. La
causa de Lenin podía seguir adelante sin su
protagonista, pero no pasa lo mismo con la
causa de Jesucristo. La doctrina y la vida de
Jesús de Nazaret no pueden separarse.
Debemos afirmar rotundamente que Jesús no
vive porque su causa sigue adelante, sino que
sigue adelante su causa porque vive.
Sin embargo, a la vez, debemos aclarar que no
vive igual que nosotros. Recientemente fueron
descubiertos en los alrededores de Jerusalén los
huesos de un crucificado -uno de tantos como
hubo- de casi dos mil años de antigüedad 3.
No faltó quien se preguntase: ¿Y si fueran los
restos de Jesucristo? ¿Qué pasaría entonces
con la fe en la resurrección?
Semejante pregunta denota un error grosero
en la concepción que muchos cristianos tienen
de la resurrección de Cristo. Piensan que
consistió en la revivificación de su cadáver.
Sin embargo, debemos afirmar con claridad
que hay una diferencia fundamental entre la
resurrección de Jesús y la de Lázaro (/Jn. 11,144), aunque designemos a ambas con el mismo
término.
Lázaro volvió a la vida de antes; simplemente
se le concedió una prórroga para morir. Jesús,
en cambio, "ya no muere" (Rom 6, 9) porque
no volvió a esta vida, sino que "entró en su
gloria" (Lc 24, 26). Mientras a Lázaro hay que
soltarle las vendas para que pueda moverse
(Jn 11, 44), como a cualquier ser humano, el
Resucitado se presenta en medio de sus
discípulos sin abrir las puertas (Jn 20, 19 y
26). Y es que el cuerpo de Cristo resucitado no
es como el cuerpo físico que tenía antes de
morir.
San Pablo dedica casi una veintena de
versículos (1 Cor 15, 35-53) a explicar la
diferencia entre los cuerpos físicos y los
cuerpos resucitados, tras lo cual uno tiene la
impresión de no haberse enterado de nada. Y
es que la resurrección carece de analogías.
Desde luego, no ha sido el Nuevo Testamento
quien ha proporcionado a tantos pintores los
datos para representar a Jesús en el momento
de salir glorioso de la tumba.
Afirman los evangelistas que nadie presenció la
resurrección en si misma 4. Es lógico: Si no
hubo testigos de tal acontecimiento es
sencillamente porque no podía haberlos. Los
cuerpos gloriosos no impresionan la retina.
La palabra ófthe, que aparece en textos
decisivos (1 Cor 15, 5 y ss.; Lc 24, 34; Hech 9,
17; 13, 31; 16, 9...) se emplea en los LXX 5
para expresar la manifestación de Dios o de
seres celestes normalmente inaccesibles a los
ojos. Santo Tomás de Aquino afirma que los
apóstoles vieron a Cristo tras la resurrección
"oculta fide" 6: No con los ojos del cuerpo, sino
con los "ojos de la fe".
Por eso el Nuevo Testamento resalta
expresamente que sólo hubo apariciones a
creyentes: Se aparece "no a todo el pueblo,
sino a los testigos que Dios había escogido de
antemano" (Hech 10, 41), es decir, a los que
creían en él, como los apóstoles, o a los
destinados a creer, como Pablo. Si Pilato o
Tácito hubieran estado en el lugar en que
Jesús se apareció a sus apóstoles, no habrían
visto nada. Hacía falta fe.
En este sentido afirmamos que la resurrección de
Cristo es un hecho real, realísimo, pero no es un
acontecimiento histórico porque nadie lo presenció
ni podía presenciarlo. La resurrección de Cristo,
afortunada o desafortunadamente, no puede ser
probada ni desmentida por la historia. En un
artículo cuyo título ya es significativo: "Seguridad
pascual sin garantías", escribe el exegeta E.
Schweizer: "Existen garantías sobre la consistencia
de un puente que se acaba de construir, sobre la
exactitud de una operación matemática, (. .) Pero
para aquello que constituye el meollo de lo
humano nunca hay garantías: no existen garantías
para la belleza de un cuadro, para la fuerza
arrebatadora de una sonata, para el amor
auténtico de una mujer" 7.
Lo más que podríamos decir es que la
resurrección de Cristo es un acontecimiento
metahistórico porque, sin ser histórico, toca
a la historia en cuanto contribuye a
modificar los acontecimientos de este
mundo y ha sido percibido en sus efectos.
Pero haríamos mejor en decir que es un
acontecimiento escatológico.
La escatología se refiere al final.
La resurrección de Cristo es final no en
sentido cronológico, por ser lo último, sino
en sentido cualitativo, por ser algo en sí
mismo insuperable y, por tanto, definitivo.)
Nos gustaría poder imaginar cómo fue todo.
¡Desgraciadamente no es posible en absoluto!
No sería una vida completamente distinta si pudiéramos
representarla con conceptos e imágenes tomados de la
vida actual.
Con esa dificultad toparon los apóstoles al querer
expresar la vivencia que tuvieron y que era inexpresable.
Les fallaba el lenguaje y tenían que corregirse a sí
mismos constantemente: afirman que el cuerpo
resucitado era como antes (Jn 20, 20) y a la vez que no
era igual (Jn 20, 15; 20, 19; Lc 24, 16...).
Ni siquiera saben qué palabra utilizar: Descubren que
"resurrección" es insuficiente y por eso coexiste en el
Nuevo Testamento otro lenguaje que habla más bien de
exaltación.
(Flp 2, 9; Hech 2, 36; 5, 30 y ss.; 1 Tim 3, 16; Heb 1, 3;
etc.).
La tumba-vacía (Jn 20, 1-10) habría que inscribirla en
este contexto de inadecuación del lenguaje.
¿Dijeron los apóstoles que Jesús había resucitado
porque encontraron la tumba vacía, o afirmaron que la
tumba estaba vacía para expresar que Jesús había
resucitado?
Repitamos una vez más que la resurrección no es volver
a esta vida terrena, sino, a través de la puerta de la
muerte, pasar a la vida eterna, entrar en una nueva
dimensión.
Las apariciones:
En Mt, Lc, y Jn se describen apariciones de Jesús a los
suyos después de la muerte.
Estas son formas de expresar la experiencia de la
comunidad cristiana de que Jesús seguía vivo y activo.
Las descripciones de Lc, y Jn, señalan de diversas
maneras la identidad del resucitado con el crucificado;
por eso Jesús se presenta con las señales de la pasión.
Lucas insiste en que esa realidad de Jesús vivo después
de la muerte no es producto de la imaginación de sus
discípulos; por eso describe la realidad del resucitado
con términos pertenecientes a la vida física( tener carne
y huesos y comer).
En Mateo sólo se relata una aparición a los discípulos en
el monte de Galilea(28, 16-20). Esta tiene por objeto
enviarlos a la misión, continuando la obra de Jesús pero
con una dimensión universal.
También Lucas y Juan relacionan el encuentro con el
resucitado con la misión que se recibe de él, y esta idea
aparece también en Marcos (16-15)
Los relatos de las apariciones utilizan diversos símbolos.
Por ejemplo:
-El día primero de la Semana, alude a la primera creación
y es símbolo de la nueva; del mundo definitivo que
empieza con la resurrección de Jesús.
-El huero o jardín alude al paraíso original y muestra el
principio de la nueva humanidad (simbolizada en María
Magdalena) que se encuentra con el nuevo Adán, Jesús.
-Las puertas trancadas simbolizan la situación en que se
encuentra la comunidad cristiana. En dos sentidos:
miedo a los dirigentes y ruptura con el mundo anterior.
- Las señales de la crucifixión, muestran la identidad del
resucitado con el crucificado. Pero el hecho cierto es que
Jesús es el mismo pero no lo mismo.
El Mateo el monte donde se aparece Jesús simboliza la
esfera divina en contacto con la historia humana.
Corresponde al lugar teológico donde se encuentra Jesús
después de la resurrección, desde donde acompaña la
tarea de transformar el mundo por la evangelización.
Esta abundancia y variedad de símbolos indica que
estos relatos no pueden tomarse literalmente sino que
tienen que ser interpretados como formulaciones de
una experiencia: la de Jesús vivo y activo para
siempre en medio de la comunidad.
Reflexión teológica
El significado
El primer significado de la resurrección salta a la vista:
Dios rehabilitó al ajusticiado.
La muerte de Jesús en la cruz le había convertido a los
ojos de todos en alguien maldito (Gál 3. 13)
Ahora Dios corrige la sentencia de sus representantes, y
éste es el contenido nuclear de la predicación apostólica:
"Vosotros le matasteis clavándole en la cruz (...) Dios le
resucitó" (Hech 2, 23-24).
El mensaje de la resurrección revela algo completamente
inesperado. A pesar de las apariencias, este Crucificado
tenía razón: Era Hijo de Dios y ya no hay quien detenga
el avance del Reino.
Ahora, y sólo ahora, entendemos las bienaventuranzas
(Mt 5, 1-12) y el Sermón de la Montaña entero (Mt 5-7):
No fue un iluso; al resucitar se convirtió en el
"bienaventurado"; es decir, en alguien que se había
aventurado bien.
A partir de ese momento su amor y su lucha por el Reino
se hicieron contagiosos: "El amor de Cristo nos apremia"
(2 Cor 5, 14).
La resurrección de Cristo permite dar respuesta a la
pregunta para la que ningún humanismo tiene
respuesta:
¿Qué sentido tiene perder la vida por los semejantes?
O. simplemente:
¿Para qué vivir, si nos morimos?
Miguel de Unamuno, en un libro cuyo mismo título ya
dice mucho, gritaba, más que escribía:
"No quiero morirme, no, no, no quiero ni puedo
quererlo; quiero vivir siempre, siempre, siempre, y
vivir yo, este pobre yo que soy y me siento ser ahora
y aquí” .
Y, rebelde, citaba repetidamente a Sénancour:
"Si nos está reservada la nada, vivamos de modo que
esto sea una injusticia.”
Precisiones Vivenciales
Así queda perfectamente reflejado el drama de cualquier
humanismo-ateo: Sin resurrección no hay ninguna
antropología aceptable para la dignidad de la persona
humana. San Pablo lo vio claramente: "Si Cristo no
resucitó... isomos los más desgraciados de los hombres!
(1 Cor 15, 19).
En cambio, con la resurrección de Cristo todo cambia:
Con ella llega la justicia a un mundo en que muertos y
vivos piden justicia a gritos; porque El no resucitó por
un privilegio irrepetible, sino "como primicias de los que
durmieron" (I Cor 15, 20). Cuando nosotros
resucitemos, la cosecha estará completa.
Ahora podemos, como Jesús de Nazaret, vivir sin miedo
a morir y morir sin perder la vida. Cuando el hombre se
analiza en profundidad, descubre que "la raíz de toda
obra buena es la esperanza de la resurrección” .
Amenazado de resurrección
He aquí el testimonio de un periodista guatemalteco
amenazado de muerte:
"Dicen que estoy 'amenazado de muerte'. Tal vez. Sea ello lo
que fuere, estoy tranquilo, porque si me matan, no me quitarán
la vida. Me la llevaré conmigo, colgando sobre mi hombro como
un morral de pastor.
A quien se mata se le puede quitar todo previamente, tal como
se usa hoy, dicen: los dedos de las manos, la lengua, la cabeza.
Se le puede quemar el cuerpo con cigarrillos, se le puede
aserrar, partir, destrozar, hacer picadillo. Todo se le puede hacer,
y quienes me lean se conmoverán profundamente con razón.
Yo no me conmuevo gran cosa, porque desde niño Alguien
sopló a mis oídos una verdad inconmovible que es, al mismo
tiempo, una invitación a la eternidad: 'No temáis a los que
pueden matar el cuerpo, pero no pueden quitar la vida.'
Que estoy amenazado de muerte. Hay en la
advertencia un error conceptual.
Ni yo ni nadie estamos amenazados de
muerte. Estamos amenazados de vida,
amenazados de esperanza, amenazados de
amor. . .
Estamos equivocados.
Los cristianos no estamos amenazados de
muerte. Estamos 'amenazados' de
resurrección. Porque además del Camino y de
la Verdad, él es la Vida, aunque esté
crucificada en la cumbre del basurero del
Mundo...”
....................
La vida de Jesús después de la muerte no es privilegio
exclusivo suyo, es el destino que aguarda a todos los que
poseen su Espíritu, los que como él y con él, dedican su
vida al bien de la humanidad (Jn 11, 25ss y 1Cor 15, 20-22)
Jesús no es un teórico de la utopía.
Su misión es abrir a la humanidad
la posibilidad de una sociedad
alternativa (“el Reino de Dios”)
Esta sociedad sin embargo, no
puede constituirse forzando la
libertad, sino por libre opción de los
seres humanos.
Tampoco hay que aguardar a que
se den todas las condiciones
objetivas para comenzarla.
LA COMUNIDAD DE JESUS
Jesús espera que los suyos formen sin dilación grupos
humanos que hagan presente en el mundo las
relaciones propias de la nueva sociedad. De este modo,
según la intención de Jesús, su comunidad debe ser el
germen de una humanidad nueva.
Numerosos son los pasajes del
Evangelio donde se trata
directamente de las actitudes de los
miembros de la comunidad de Jesús
y de sus relaciones.
Sorprendentemente no se encontrará
en ellos que que Jesús determine la
estructura de su comunidad, ni
diseñe un plan para el futuro.
De esos pasajes sólo se deduce las
Principales características de su
comunidad.
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
Una Comunidad identificada con Jesús
Una comunidad del Espíritu
Una comunidad de hombres libres
Una comunidad de iguales
Una comunidad abierta a todos
Una comunidad solidaria
Una comunidad de Servicio.
Cuestionario de asimilación