PSICOLOGÍA FORENSE PONORAMA GENERAL Resumen y traducción por Freddy Jossimar Hernandez Sibaja Asociación Oaxaqueña de Psicología A. C. 2015 La Psicología Forense ha recibido una atención especial por parte de las personas durante los últimos años, debido en gran parte a libros, películas y a series de TV que se han vuelto muy populares. La pregunta que comúnmente se le hace a los Psicólogos Forenses es: ¿Cómo puedo aprender a realizar perfiles? O remplazándola por una mejor o peor: ¿Los Psicólogos Forenses disecan cadáveres? El hecho es que los Psicólogos Forenses no tienen contacto con cuerpos (dejando esto a los Patólogos Forenses, Científicos Forenses y Antropólogos Forenses), además de que algunas definiciones de esté campo no consideran al perfil criminal como parte de la Psicología Forense Los orígenes de la Psicología Forense se remontan a 1908, antes de que este campo fuese conocido públicamente. Münsterberg (1908) propuso varios roles para los psicólogos en la corte, pero no fue hasta la década de los 70´s que esos esfuerzos comenzaron formalmente a definir el campo. No todos los psicólogos testifican en la corte acerca de un individuo especifico (p. ej. Un demandante en un juicio por lesiones personales o un acusado en un caso de locura), algunos ofrecen sus servicios como consultores para agencias policiales evaluando a candidatos a policías, seleccionando abogados como especialistas en un jurado, testificando como expertos ante un jurado acerca de temas específicos, por ejemplo la exactitud de la memoria de los testigos oculares. DEFINICIÓN DE PSICOLOGÍA FORENSE La palabra forense, proviene del latín, forensis, cuyo significado es “fórum”, el lugar donde se realizaban los juicios en la época romana. El uso actual de la palabra forense denota una relación entre un campo profesional, tal como la Medicina, Patología, Química, Antropología, o Psicología, con la confrontación del sistema legal. Existen muchas definiciones de psicología forense. Los “Lineamientos Especiales para la Psicología Forense” (Comité sobre Lineamientos Éticos para la Psicología Forense, 1991), un conjunto de indicadores éticos para aquellos que trabajan en el campo de la psicología forense, definen a la psicología forense como un campo que abarca, “todas las formas de conducta profesional cuando se actúa, con conocimiento previo definible, como un psicólogo experto sobre temas explícitamente psicológicos en asistencia directa a los tribunales, formando parte en los procedimientos legales, en instalaciones de salud mental y correccionales, y administrativas, judicial, y agencias legislativas actuando en calidad de órgano judicial” (p. 657) La Psicología Forense es una especialidad reconocida por la Junta Americana de Psicología Profesional (the American Board of Professional Psychology [ABPP por sus siglas en inglés]). La ABPP define el campo en su material escrito como “la aplicación de la ciencia y la profesión de la jurisprudencia a preguntas y cuestiones relacionados con la psicología y el sistema legal”. En la “Petición para el Reconocimiento de una Especialidad en la Psicología Profesional” preparada por el Dr. Kirk Heilbrun (2000) en representación de la Junta Americana de Psicología Forense (la Junta de Especialidad Forense de la ABPP) y la Psicología Americana—Sociedad Jurídica (división 41 de la Asociación Americana de Psicología), ésta es definida como “la practica profesional realizada por psicólogos dentro de las áreas de la psicología clínica, consejería psicológica, neuropsicología y la psicología escolar, cuando son ocupados regularmente como expertos y se representan a sí mismos como tales, en una actividad destinada principalmente a proveer experiencia psicológica profesional a el sistema legal” (P. 6). DIFERENCIAS ENTRE PSICOLOGÍA CLÍNICA Y PSICOLOGÍA FORENSE Los campos de la psicología y la ley están interesados y enfocados en la comprensión y la evaluación de la conducta humana. La ley existe para regular la conducta humana; por esta razón, los psicólogos son invitados a participar en el sistema de justicia civil y criminal. Porque la psicología está involucrada en el estudio de la conducta, en determinados casos legales, los resultados y los puntos de vista pueden asistir al juez o al jurado en la deliberación y toma de decisiones. Sin embargo, hay diferencias significativas entre los psicólogos que trabajan en los ambientes tradicionales y los que realizan evaluaciones forenses para las cortes. Goldstein (1996) ha resumido algunas de estas diferencias significativas. Greenberg y Gould (2001) considera los límites y normas del papel de la experiencia en el tratamiento y del testigo experto en casos de custodia infantil. ROLES El mayor papel de los psicólogos que laboran en el ambiente clínico, ya sea como psicoterapeutas o como evaluadores psicológicos, es para ayudar al cliente. Lo que esta aprendiendo acerca del paciente es usado para beneficio del mismo en términos de crecimiento personal y soporte. Sin embargo en la psicología forense, el papel del experto es significativamente diferente. Los psicólogos forenses son acusados de usar los resultados de sus evaluados para ayudar o educar a la corte, sin considerar el potencial benéfico para el examinado. DIAGNÓSTICOS En la psicología clínica, el diagnóstico psiquiátrico tiene una mayor función en la estrategia de tratamiento. Así mismo, un diagnóstico, basado en los criterios descritos en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales cuarta edición (DSMIV por sus siglas en inglés) o DSM-IV-TR (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales-cuarta edición-texto revisado, de la Asociación Americana de Psiquiatría, 2000) es requerido por el paciente. En la psicología forense, el papel del diagnóstico psiquiátrico es generalmente un problema menos crítico. Los diagnósticos no son requeridos en muchos de los problemas legales (p. ej. Custodia infantil, renuncia a los derechos, daños personales). Aunque los estatutos de demencia requieren un diagnóstico como un prerrequisito para ser considerados por un jurado, el diagnostico psiquiátrico no define en si la demencia. Más bien, en la psicología forense “los diagnósticos” son basados en estatutos, que definen las conductas de preocupación relevantes para la corte y, por lo tanto, se convierten en el centro de atención de la evaluación. Por ejemplo, la cuestión de la capacidad de la parte demandada para que de forma valida renuncie a los derechos es definida como estar en condiciones a sabiendas, inteligentemente y voluntariamente– en términos legales, no psicológicos. El trabajo de los psicólogos forenses es operacionalizar o trasladar los términos legales dentro de los conceptos psicológicos, que pueden ser evaluados objetivamente (Grisso, 1986). CONCEPTUALIZACIÓN DE LA CONDUCTA HUMANA Durante la introducción a la psicología, a los estudiantes universitarios se les enseña a que la conducta cae en un continuo. La curva de distribución normal es la representación de la orientación estadística y visual de los psicólogos: la conducta es complicada y no puede ser clasificada fácilmente en grupos discretos (p. ej. Intelectualmente talentoso frente a mentalmente retardado; normal frente a psicótico). Desafortunadamente, el sistema legal a menudo considera que la conducta humana es dicotómica. Típicamente, se requiere que constate los hechos para clasificar a la persona y la conducta dentro de una de las dos categorías (p. ej. Culpable frente a no culpable, sano frente a insano, responsable frente a no responsable). Los conflictos éticos surgen cuando se espera que aquellos quienes ven la conducta como un continuo clasifiquen a los individuos dentro de categorías distintas. Con la excepción de adjudicar daños monetarios e instruir a los miembros del jurado para considerar cargos menores en el proceso penal, rara vez existen gradientes en el sistema de justicia. PRODUCTO DE LA RELACIÓN PROFESIONAL Los psicólogos clínicos que realizan evaluaciones tradicionales buscan explicar la conducta de su cliente. El objetivo que subyace en el reporte escrito es típicamente el funcionamiento cognitivo y psicodinámico. En la psicología forense, las explicaciones de la conducta y el nivel de inteligencia son generalmente irrelevantes. Tales explicaciones podrían ser correctas, pero no responden a la cuestión o problema legal especifico. Para ser validos, los reportes forenses deberán dirigirse a conductas psicojurídicas, antes de enfocarse en explicaciones, psicodinámicas, C.I., o “excusas” para la conducta. LA CONFIANZA EN LAS RESPUESTAS DEL CLIENTE Rara vez los psicólogos clínicos cuestionan la veracidad o la motivación detrás de las respuestas del paciente o las respuestas al test. La inexactitudes son típicamente a tribuidas a la percepción, en lugar, de un esfuerzo consciente de engañar. Sin embargo, en las evaluaciones forenses, la motivación para distorsionar conscientemente, el engaño, o responder a la defensiva es evidente. Consecuentemente los psicólogos forenses no toman la palabra del cliente incondicionalmente. Toda la información debe ser corroborada buscando consistencias a través de múltiples fuentes de información (p. ej. Entrevistas con terceros, revisión de documentos). Adicionalmente, los test que evalúan objetivamente la actitud están disponibles para hacer frente a las demandas de validez en la medición del deterioro cognitivo y enfermedad mental. ENFOQUE TEMPORAL DE LA EVALUACIÓN La mayoría de las evaluaciones clínicas están orientadas al presente, es decir, están enfocadas en el estado del cliente al momento de la evaluación (p. ej. La psicodinámia de él o ella, nivel de función intelectual), algunas de las evaluaciones forenses tienen al menos parte de su enfoque en el presente (p. ej. Que padre está en la mejor situación para hacer frente a las necesidades del niño), pero la mayoría se ocupa exclusiva o parcialmente de la conducta pasada o futura. Por ejemplo, la medición de la locura se centra en las mediciones del estado mental del acusado al momento en que ocurrió el crimen: días, semanas, meses o años antes. En los casos de lesiones personales, la corte esta interesada no solo en las discapacidades actuales del demandante, sino también en como él o ella eran antes de la lesión, si hubo una relación entre el presunto mal y el daño, y el pronóstico para el restablecimiento al estado previo. Aun en las evaluaciones en los casos de custodia infantil, los cambios del desarrollo atribuibles a la edad requieren de un evaluador para valorar las habilidades de los padres para atender mejor los intereses de ese niño. NIVEL DE LA PRUEBA Debido a que la psicología es una ciencia, el nivel de la prueba esta basado en una distribución normal. Los estudios empíricos deben demostrar significancia estadística para ser considerados interpretables, este nivel se establece típicamente en el 0.05 nivel de probabilidad. Es decir, el investigador debe estar 95% seguro de que los resultados del estudio son atribuibles a las variables bajo investigación en lugar de la casualidad. En el tribunal, existen varios criterios de prueba (p. ej. Más allá de una razonable duda, pruebas claras y convincentes, preponderancia de la evidencia), el nivel depende de la cuestión jurídica que se trate y de que lado recae la carga del delito. Sin embargo, como peritos expertos, normalmente a los psicólogos forenses se les pregunta si fueron capaces de llegar a un dictamen “con un grado razonable de certeza psicológica”. Este nivel no se refiere al 0.05% del nivel de significancia estadística, ni se relaciona con otros niveles de pruebas legales. Más bien, se refiere a la información sobre la cual la opinión esta basada: ¿Puede el experto describir las razones de su opinión basada sobre toda la información examinada, y, al mismo tiempo puede explicar porque las opiniones alternativas (tales como hacerse el enfermo) se pueden descartar? RESPONSABILIDAD PROFESIONAL Los “Principios Éticos y el código de conducta” rigen las actividades profesionales de los psicólogos (Asociación Americana de Psicología [APA], 1992). Como tal, los psicólogos deben de responder ante su organización profesional (así como a los consejos estatales en los que tienen licencias) por las denuncias de conducta no ética. Sin embargo, en relación al número de psicólogos quienes son miembros de la APA, las denuncias son pocas. Sin que ello implique mala conducta por parte de un gran número de psicólogos, la psicoterapia es llevada a cabo a puerta cerrada sólo con el paciente como testigo. En situaciones de valoraciones tradicionales, el cliente es evaluado y un reporte es enviado a la parte que refiere. Debido a que esa parte hizo la referencia, existe una sensación de confianza en la competencia del psicólogo; pocas personas miran por encima del hombro del psicólogo. Sin embargo, en la psicología forense, los reportes y los testimonios son cuidadosamente examinados, diseccionados por el abogado opositor. Las transcripciones del testimonio son preparadas. Si un abogado, juez, experto contrario o parte en el litigio considera, justa o injustamente, que la mala conducta ha ocurrido, puede resultar en una denuncia ética. Los psicólogos forenses son responsables no solo de su profesión, sino que, de alguna manera, son responsables de todas las partes que los involucran en el sistema legal, sugiriendo la necesidad de un enfoque conservador para aquellos problemas y conflictos que surgen en el ámbito jurídico. ¿QUIÉN ES EL CLIENTE? En la psicología clínica, el cliente es fácilmente identificable: La persona a quien los servicios profesionales son ofrecidos es el cliente, el único que tiene el deber legal, el único a quien pertenece el privilegio. En contraste, en el sistema jurídico, los psicólogos forenses se ocupan de múltiples clientes. En su libro emblemático, Who is the Client? (¿Quién es el cliente?), Monahan (1980) confronta una diferencia fundamental entre la practica de la psicología forense y la práctica de la psicología clínica. Monahan argumenta que el experto no solo se ocupa de la persona que está siendo evaluada, sino que de muchas otras también. Debido a la naturaleza de la evaluación, la naturaleza del juramento (de decir toda la verdad y nada más que la verdad), y los principios éticos de la APA, los clientes incluyen al bogado de retención, el consumidor del producto (p. ej. El juez y el jurado) y aquellos que pueden verse afectados por la opinión del experto: la sociedad como un todo. OTRAS DIFERENCIAS NOTABLES Greenberg y Shuman (1997) debatieron varias diferencias irreconocibles entre la evaluación clínica y forense. Describieron diferencias en el conjunto cognitivo de los psicólogos clínicos y los expertos forenses. Los psicólogos clínicos se enfocan en apoyar a los clientes, orientaciones empáticas; los únicos requerimientos de las evaluaciones forenses requieren de un enfoque individual, neutral y objetivo. En términos de cantidad de estructura y control en la relación, las relaciones estructuradas con el paciente tienen relativamente menos estructura que la relaciones forenses de examinador-examinado. Esas diferencias fundamentales forman y determinan el enfoque de los psicólogos forenses para realizar las evaluaciones, su metodología, y la estructura de sus opiniones y testimonio. Solo mediante el reconocimiento y el abordaje de estas grandes diferencias pueden los psicólogos forenses laborar de una manera eficaz y ética. UNA BREVE HISTORIA DE LA PSICOLOGÍA FORENSE Hugo Münsterberg, un estudiante de Willhelm Wundt y profesor de la universidad de Harvard, es generalmente reconocido como fundador de la psicología forense. Su conocido libro de texto, On the Witness Stand (en el banquillo de los testigos) (1908), esta compuesto de nueve capítulos que argumentan a favor de la participación de los psicólogos en varios aspectos del sistema legal. Basándose, en parte, en su propia experiencia como perito, Münsterberg considero temas como los recuerdos de los testigos, detección del crimen, confesiones falsas, la hipnosis y el crimen, y la prevención del crimen. Él encontró “ que sorprendentemente el trabajo de la justicia se lleva siempre acabo en las cortes sin consultar al psicólogo” (p. 194). A pesar de su importancia para abordar problemas psico-legales. De acuerdo con Bartol and Bartol (1999), “sus afirmaciones fueron frecuentemente exageradas. . . Y sus propuestas raramente se basaban en datos empíricos” (p. 6). A finales del siglo XX, la psicología estaba en sus inicios, la falta de la suficiente base científica para apoyar la admisibilidad del testimonio de un experto. A pesar de las apasionadas peticiones de Münsterberg para la participación de la psicología en el sistema jurídico, sus sugerencias fueron ampliamente ignoradas. Sin embargo, generó interés en la posibilidad de que, algún día, la psicología podría realizar contribuciones al sistema jurídico. Un profesor de leyes, John H. Wigmore estaba familiarizado con el texto de Münsterberg. Como destacado estudioso sobre derecho probatorio, el escribió un artículo satírico, publicado en la Illinois Law Review (la Revista Jurídica de Illinois) (Wigmore, 1909), burlándose del valor de la psicología en el sistema jurídico. Las críticas de Wigmore de los puntos de vista poco grandiosos de Münsterberg de la relación de la psicología con la ley, retraso el crecimiento del campo por aproximadamente 20 años. Como la psicología continuó desarrollándose como una ciencia basada en estudios empíricos, el sistema jurídico lentamente comenzó a utilizar los servicios de los psicólogos en los tribunales. Sin embargo, debido a que los psicólogos carecían de un título médico, sus calificaciones fueron, en ocasiones, cuestionadas. En 1962, el Tribunal del Circuito de Apelaciones de D. C. celebró en Jenkins contra los Estados Unidos que los psicólogos podían proveer opiniones expertas al tribunal respecto a los trastornos mentales en el momento en que un acusado ha cometido un delito. El juez David Bazelon revisó la formación y cualificación de los psicólogos. Escribiendo para la mayoría, indicando que los expertos en trastornos mentales podrían no estar limitados a las cuestiones medicas, sino que factores tales como la formación, las habilidades y los conocimientos deben servir como la base sobre la que son calificados como expertos. Consecuentemente, los psicólogos fueron aceptados por las cortes como expertos sobre una amplia gama de cuestiones jurídicas. En 1945, la Suprema Corte de los Estados Unidos, en Brown contra el Consejo de Educación, sostuvo que la segregación escolar era ilegal, en la violación de la décimo cuarta Enmienda. En este caso, un anexo preparado por tres psicólogos, Kenneth B. Clark, Isider Chein, y Stuart Cook, fue incluido con el escrito del demandante. La investigación en las Ciencias Sociales, incluyendo los efectos psicológicos de la segregación en la autoimagen de los niños, fue citada en 35 pies de página (Brigham & Grisso, 2002). Puntos planteados en este anexo y en una respuesta subsecuente a la Corte fueron citados en el dictamen, representando la aplicación de las investigaciones psicológicas a las decisiones de apelación en los Tribunales. En el 2000, una petición fue presentada a la APA para reconocer a la psicología forense como una especialidad en la psicología profesional. En Agosto del 2001, el abogado representante de la APA aprobó formalmente la psicología forense como un área de especialización dentro del campo de la psicología. Con este reconocimiento, el número de programas de postgrado y becas postdoctorales probablemente aumentarán, y la demanda para los psicólogos forenses en una amplia gama de investigación, académica y los ajustes prácticos deberían intensificarse. NOTAS 1.-La Advertencia de Miranda (en inglés Miranda warning) o Derechos Miranda (Miranda rights) es una advertencia que debe darse a un imputado que se encuentra en custodia de la policía de Estados Unidos, antes de que le hagan preguntas relativas a la comisión del ilícito. La policía puede requerir información biográfica como el nombre, fecha de nacimiento y la dirección del domicilio del sospechoso. Las Confesiones no constituirán una prueba admisible en un juicio a menos que el imputado haya tenido conocimiento y haya ratificado su entendimiento de su Advertencia Miranda. 2.-En 1963, Ernesto Arturo Miranda fue detenido por secuestro y violación, lo cual él confesó sin ninguna advertencia de su derecho constitucional a guardar silencio, o su derecho de tener un abogado presente. En el juicio, el fiscal ofreció sólo su confesión como prueba y él fue condenado. La Corte Suprema resolvió (Miranda v. Arizona, 384 U.S. 436 1966) que Miranda fue intimidado durante su interrogatorio y que él no entendió su derecho a no incriminarse ni su derecho a un abogado. Sobre esas bases, la Corte revocó el fallo anterior. Miranda fue luego condenado en otro juicio, con testigos que declararon en su contra y otras pruebas presentadas. Cumplió 11 años de condena. REFERENCIAS • Handbook of Psychology (2003) Volumen 11 Forensic Psychology. Hoboken, New Jersey: John Wiley & Sons, Inc. • Advertencia Miranda (2014, 11 Febrero) Wikipedia La enciclopedia libre. Recuperado el 10 de Marzo de 2014, de http://es.wikipedia.org/wiki/Advertencia_Miranda.
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