Tercera Decada - Confederación Deportiva Mexicana

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Salida de la Delegación Mexicana
a los IX Juegos Centroamericanos en
Kingston, Jamaica 1962
Nombres de algunas integrantes que aparecen en la fotografía:
Pilar Roldán, Bertha Chiu, Olga Parellón Moreno, Rosa del Moral Escamilla,
Lourdes Roldán, Gloria Sánchez, Imelda Espinosa, Elvira Aracen, Martha Bravo,
Esperanza Girón, Ivonne Rojano
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Lic. Herminio Ahumada
1953-1954
Profr. Antonio Estopier
1954-1959
Lic. Alfonso García G.
1959-1960
Gral. José de Jesús Clark
1960-1966
En busca de la sede olímpica
En los primeros días de 1954, el primer mandatario Adolfo Ruiz Cortines aceptó la
renuncia que le presentó el abogado Herminio Ahumada, y designó al profesor de educación
física, Antonio Estopier, como nuevo presidente de la Confederación Deportiva Mexicana.
En una reunión de trabajo que se celebró a mediados de febrero el comité organizador
de los Juegos Panamericanos de 1955 informó que el Gobierno Federal había entregado 8
millones de pesos para el comité organizador. Y se destacó que era necesario contar con
la colaboración de la CDM y del Comité Olímpico Mexicano para alcanzar los objetivos
propuestos en el programa de la competencia.
El 7 de marzo de 1954, Ruiz Cortines inauguró en el estadio de Ciudad Universitaria los
VII Juegos Centroamericanos y del Caribe (doce países con mil 356 deportistas), en los
que México —con Joaquín Capilla al frente— tuvo una brillante participación, con 125
medallas, de las cuales 48 fueron de oro, 43 de plata y 34 de bronce. Cuba ocupó el
segundo sitio con 66 preseas (28 de oro), y Venezuela fue tercera con 53 metales, pero
sólo 14 de oro.
Cumplido el compromiso regional, la Confederación Deportiva Mexicana anunció las normas
generales para la integración del comité organizador de los segundos Panamericanos. Los
juegos ocurrirían en marzo de 1955, y la CDM envió ejemplares de esas disposiciones a
los países comprometidos para este certamen.
A fines de 1954, nuevamente Joaquín Capilla emocionó a la afición deportiva mexicana
cuando ésta se enteró, aquí, que el extraordinario clavadista se había proclamado
bicampeón del campeonato nacional abierto de Estados Unidos. En trampolín Capilla
venció a Robert Clotworthy y a Donald Harper, mientras que en plataforma a Jim Harrison
y a Gary Tobian.
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A principios de 1955, el secretario de Educación Pública, licenciado José Ángel Ceniceros,
nombró jefe de la delegación mexicana a los Panamericanos al presidente de la CDM,
Antonio Estopier, quien, según algunos diarios de la época, “ha tenido mejor desempeño
que Herminio Ahumada en la Confederación”.
El 8 de marzo, una noticia sacudió al deporte: murió en un accidente de aviación el
empresario potosino Jorge Pasquel, uno de los mecenas del béisbol. Al día siguiente hubo
luto en el recién remodelado parque Delta, ahora del IMSS, en el partido que la selección
de México venció 7-0 a los Gigantes de Japón.
Pero los Juegos Panamericanos, máxima competencia continental, ya estaban a la vuelta
de la esquina...
Y sólo el “Ratón” Macías opacó el panorama panamericano. El 9 de marzo, en el Cow
Palace de San Francisco, California, venció por nocaut en el undécimo round al tailandés
Chamren Songkitrat, para adueñarse del cetro mundial gallo de la NBA, que estaba
vacante. El popular “Ratón”, que había representado a México en los Juegos Olímpicos
de Helsinki, ya era campeón... y el pueblo se le entregó.
El presidente Ruiz Cortines inauguró los Juegos Panamericanos el 12 de marzo en el
estadio universitario, donde Joaquín Capilla marchó a la cabeza como abanderado del
conjunto nacional en el desfile de delegaciones y, ya en la competencia, éste repitió su
doble triunfo de Buenos Aires.
La delegación mexicana obtuvo 18 medallas de oro, 12 de plata y 29 de bronce y rescató
en casa, ante su público y en sus nuevas instalaciones deportivas, un honroso tercer
lugar, sólo debajo de Argentina y Estados Unidos, que ahora sí tomó en serio la justa
deportiva y se impuso abrumadoramente con 177 medallas (81-58-37).
Clark Flores y Antonio Estopier, presidente y secretario de la Comisión Permanente de los
juegos, participaron en el IV Congreso Deportivo Panamericano para pedir la reforma a
la carta fundamental de la competencia, y para elegir la siguiente sede, que fue otorgada
a la ciudad de Cleveland, Estados Unidos.
En la reunión, el estadounidense Avery Brundage, presidente del Comité Olímpico
Internacional, elogió la labor realizada por Clark Flores en pro del deporte mexicano, y
recalcó que éste hizo durante su gestión de cinco años mucho más de lo que pudieron
lograr otros dirigentes en el último cuarto de siglo. Aseguró que los Panamericanos de
México fueron la mejor justa que se había celebrado, a la fecha, en América Latina.
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Los Panamericanos, aquí
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Además, informó que el COl había otorgado a nuestro país la “Copa Olímpica” por la
excelente organización de los juegos. Dicha distinción la recibió el presidente de la
República, Adolfo Ruiz Cortines.
Y si el “Ratón” Macías había paralizado a nuestro país antes de los Panamericanos, el 15
de junio en Los Ángeles, California, lo volvió a hacer, pero ahora en diferente forma.
Macías perdió lo invicto en la pelea de revancha ante Nate Books, quien le fractura la
quijada en el tercer asalto. Lloró el “Ratón”... y ¡lloró todo un pueblo!
Por otra parte, la CDM celebró el 20 de julio una reunión urgente de los miembros de sus
federaciones, para comenzar los preparativos de los equipos que irían a competir en la
XVI Olimpiada de Melbourne, Australia, del 22 de noviembre al 8 de diciembre de 1956.
En agosto el profesor Estopier anunció un “Plan de 15 meses” para la mejor selección y
preparación de los elementos mexicanos que irían a las Antípodas.
El 8 de agosto, en un comunicado de la Presidencia de la República, se decretó que, por
falta de seguridad en las carreteras y por la considerable potencia que han venido
desarrollando los automóviles, México no organizará la sexta edición de la Carrera
Panamericana. “No más muertes en territorio nacional”, se subrayó. “Ni de pilotos ni de
imprudentes aficionados y pobladores en general”.
Y otra mala noticia en ese mes: en el Congreso Olímpico celebrado en París, siete
ciudades presentaron su solicitud para ser consideradas sede de los Juegos Olímpicos del
año 1960: Bruselas, Budapest, Detroit, Lausana, México, Roma y Tokio. En la lucha final,
Roma venció 35 votos a 24 a la capital japonesa. México tendría que esperar...
El triunfo de Capilla
Mientras tanto, el secretario de Educación Pública, José Ángel Ceniceros presidió la
ceremonia de apertura de los terceros Juegos Juveniles, inaugurados el 18 de marzo de
1956, con la participación de 1,949 atletas que integraban las 30 delegaciones de las
entidades federativas y la ciudad de México. El senador Manuel Guzmán Willis precedió a
los contingentes en el desfile de honor.
En ese 1956, el deporte mexicano registró dos hechos llamativos e importantes: en
agosto, luego de 15 años en la Liga Mexicana, por fin se coronaron los Diablos Rojos del
México, guiados por el manager Lázaro Salazar. Asimismo, fue el adiós del ídolo del
fútbol: Horacio Casarín. Se fue sin ceremonias ni lágrimas. En un partido ante el Atlas, a
finales de temporada, se fracturó la clavícula derecha, salió del juego, y se fue también
del fútbol...
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Voleibol.
Equipo del Distrito
Federal en San Luis
Potosí, 1956
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Por lo que respecta al trabajo de los organismos deportivos, se buscó incrementar la base
deportiva del país, pero se descuidó la preparación de los atletas representativos del
país. Pasó el tiempo y no fue sino hasta octubre de 1956, ya con los juegos encima, que
se empezó a hablar de la delegación olímpica a Australia.
En un principio se afirmó que la delegación mexicana estaría compuesta sólo por 25
deportistas y no se enviaría a boxeadores. Entre los nadadores sobresalían Eulalio Ríos y
Walter Ocampo, y el grupo de clavadistas, encabezado por Joaquín Capilla —ya con dos
medallas olímpicas en su haber—, estaban su hermano Alberto, Juan Botella, Gilda Aranda
y Blanca Luz Barrón, que entrenaban con Mario Tovar. También se dijo que el equipo de
pentatlón moderno, integrado por José Pérez Mier, Antonio Almada Félix, David Romero
Vargas y Sergio Escobedo, “estaba seguro”. Asimismo, que se preparaban intensamente
los remeros Roberto Retolaza, del club España, y George Roesler, del Antares, en el lago
de Tequesquitengo.
Finalmente, el día 10 de octubre, en las oficinas de la CDM, se hizo el anuncio oficial: “A
Australia irán representantes de atletismo, ciclismo, esgrima, levantamiento de pesas,
lucha, natación, pentatlón moderno, remo y tiro”. En total, 33 plazas: 25 deportistas, y
el resto entrenadores y dirigentes. Estos, encabezados por el profesor Estopier y por el
coronel Francisco Valero Recio, quien llevó la representación oficial del Comité Olímpico
Mexicano, que dirigía Marte R. Gómez.
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El Melbourne olímpico se vistió de gala aquel 22 de noviembre de 1956. Iniciaban los
juegos de la XVI Olimpiada... Desfilaron 5 mil atletas de 69 países inscritas.
Y ya en la competencia, Joaquín Capilla obtuvo —7 de diciembre— para México la medalla
de oro en clavados de plataforma, al vencer en estrujante final a los estadounidenses
Gary Tobian —por sólo tres centésimas de punto— y Richard Connor. El clavadista mexicano
recibió varios homenajes por su hazaña olímpica y el profesor Antonio Estopier lo felicitó
por su ejemplar trayectoria en el deporte mundial. Posteriormente, la Confederación
Deportiva Mexicana organizó una sesión especial para entregar al campeón un trofeo y el
reconocimiento de los deportistas de México a su gran campeón olímpico.
Meses después, del júbilo olímpico vendría el tormentoso año de 1957 en la vida nacional...
Año de luto nacional
En enero se dio una gran satisfacción para miles de mexicanos aficionados al fútbol: el
equipo Guadalajara dejó de ser el “ya merito” al obtener su primera corona en la
competencia mexicana.
Asimismo, en marzo, cambió casi por completo el Consejo Directivo de la Confederación
Deportiva Mexicana. Por unanimidad fueron elegidos Gonzalo Aguilar, vicepresidente;
Ernesto Grobet Palacio, tesorero; Carlos de Anda, comisario; Fernando Díez Barroso,
vocal; licenciado Luis Ugalde, asesor jurídico; y Joaquín Soria Terraza, secretario. El
comité técnico lo integraron Javier Ostos, Antonio Isse Núñez y Raúl Ibarra Zapata. El
profesor Estopier fue confirmado presidente.
El 15 de abril sucedió un hecho impactante que estremeció de dolor a nuestro pueblo: la
muerte del actor y cantante Pedro Infante, el llamado “Ídolo de Guamúchil”, el recordado
“Pepe el Toro”, el artista que había sido chofer, boxeador, soldado, vago, charro, cura,
motociclista de tránsito, pobre, millonario, violinista, indígena, parrandero. Hijo
respetuoso, pícaro, ingenioso, divertido y, sobre todo, enamorado.
Infante regresaba de Mérida, Yucatán, con destino a la ciudad de México, en uno de sus
aviones de la compañía Transportes Aéreos Mexicanos. El aparato, que en su interior
llevaba una excesiva carga de pescado acababa de despegar y terminó precipitándose en
el patio de una casa, matando a una mujer y a su pequeño hijo. Falleció también el resto
de la tripulación, el copiloto Víctor Manuel Vidal Lorca y el mecánico Marciano Bautista.
Días después, el 3 de junio, vino una buena nueva para el deporte: Rosa María Reyes y
Yolanda Ramírez llegaron a la final del prestigioso torneo tenístico de Wimbledon, pero
fueron derrotadas por la británica Shirley Plummer y la estadounidense DalINDE Hard.
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Pero días después, otra noticia. Esta, mejor: el 23 de agosto, catorce humildes chiquillos
de Monterrey, dirigidos por el manager César Faz, conmocionaron al país al proclamarse
campeones en el undécimo Campeonato Mundial de Ligas Pequeñas de béisbol, en
Williamsport, Estados Unidos. En el juego final, ante el equipo La Mesa, de Arizona,
Ángel Macías lanzó juego perfecto en la blanqueada de 4-0 sobre los chamacos
estadounidenses.
El éxito trajo a los “Pequeños Gigantes” muchas emociones: el presidente Dwight
Eisenhower los recibió en la Casa Blanca; aquí, en Los Pinos, hizo lo propio el presidente
Ruiz Cortines, y el 30 de agosto, en una apoteósica recepción en Monterrey, que aún se
recuerda, más de cien mil personas los vitorearon en el desfile por las calles citadinas.
Por otra parte, la Confederación Deportiva Mexicana y el Comité Olímpico Mexicano
ofrecieron su apoyo a la ciudad de Chicago, una vez que Cleveland había renunciado a
realizar la tercera edición de los Juegos Panamericanos. Además, las agrupaciones
nacionales confirmaron que del 2 al 14 de diciembre serían celebrados en Caracas,
Venezuela, los VIII Juegos Centroamericanos y del Caribe, a los que nuestro país había
dispuesto enviar una delegación numerosa, pese a que el presidente Ruiz Cortines aun no
era un convencido del deporte. Incluso, el doctor Manuel Sandoval Vallarta fue el que
inauguró el 23 de noviembre los Juegos Juveniles, en el deportivo Plan Sexenal.
Días antes, el 6 de noviembre, nuestro país se sumió en el desconsuelo. Hubo luto
nacional. El popular Raúl “Ratón” Macías fue derrotado en el Olympic Auditorium de Los
Ángeles, California por el francés Alphonse Halimi, en pelea de unificación del cetro
mundial gallo. La transmisión radiofónica fue un verdadero martirio para los millones de
mexicanos que estuvieron pendientes del combate. Golpe a golpe, round a round, la
superioridad del argelino naturalizado francés fue mayor y suficiente; la decisión fue
mero formulismo. Lágrimas, dolor, frustración... atrás quedaba la frase: “Todo se lo
debo a mi manager y a la virgencita de Guadalupe”.
En el otoño de 1957, las posiciones en el mundo estaban claramente definidas: se inició la
llamada “Guerra fría”. Y las dos superpotencias mundiales: Estados Unidos y la Unión
Soviética, compitieron franca y abiertamente para demostrar al mundo cuál de los dos
sistemas, capitalismo o comunismo, era el más conveniente para la humanidad.
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Y, de pronto, un nuevo y gran sobresalto...
La noche del sábado 27 de julio, todo transcurría en paz. La mayoría de mexicanos
dormía plácidamente, pero a las 2.40 horas del domingo, un temblor oscilatorio de más
de 7 grados Richter, proveniente de las costas de Guerrero, despertó y llenó de pánico a
los capitalinos. El famoso Ángel de la Independencia, situado en la enorme columna del
Paseo de la Reforma, estaba segundos después en el suelo, con las alas rotas... la ciudad
habían perdido el sueño.
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Ante la imposibilidad de enfrentarse abiertamente en el campo de batalla, lo cual
representaba entrar en una franca y temible tercera guerra mundial, una singular
competencia dio inicio el 4 de octubre: la carrera por la conquista del espacio. El primer
triunfo fue para los soviéticos: el lanzamiento de su primer satélite artificial, al que le
siguió años después el viaje al espacio de la perrita “Laika” y, posteriormente el primer
cosmonauta que orbitaría la Tierra: Yuri Gagarin.
Pero todos esos avances rusos fueron sobrepasados en 1969, cuando el estadounidense
Neil Armstrong pisó, en “un gran salto para la humanidad” la superficie de la Luna.
De vuelta al deporte mexicano, en la asamblea celebrada a mediados de diciembre,
Antonio Estopier comunicó a los presidentes de todas sus agrupaciones que el patrimonio
de la Confederación ascendía a 250 mil pesos, y precisó que el Consejo Directivo pondría
en práctica en 1958 un programa de actividades que le permitiría aumentar su capital.
El deporte, esencial: ALM
Terminaba, pues, ese tormentoso 1957, de triunfos y sinsabores; de sorpresas y
desencantos... Pero surgió una ilusión: en 1958, se estimó, las cosas mejorarían.
El licenciado Adolfo López Mateos, quien fungía como secretario de Trabajo en el gobierno
de Ruiz Cortines, había sido postulado por el Partido Revolucionario Institucional como
candidato a la presidencia de la República. En su campaña electoral, López Mateos
sostuvo la tesis de que el deporte era esencial para el desarrollo de la juventud mexicana.
Y bajo esos promisorios signos, los deportistas no fallaron.
Primero, los pequeños peloteros de Monterrey repitieron lo que nadie había hecho: ser
bicampeones en Williamsport. Sólo Ricardo Treviño sobrevivió de la novena campeona el
año anterior. Y si el manager César Faz ya no contaba con el brazo de Ángel Macías,
ahora su lanzador estelar era Héctor “Malita” Torres, hijo de Epitacio. Triunfos de 11-0
sobre el Pearl Harbor, 11-5 al Dariel de Connecticut; y 10-1 al Kankanee, dieron el cetro
a los pequeños. Y, nuevamente, la euforia se apoderó de los regiomontanos.
Como sucedió en todo el país cuando un equipo mexicano logró su primer punto en una
Copa del Mundo de fútbol. Ello sucedió en junio, en el campeonato celebrado en tierras
suecas: México igualó 1-1 con Suiza, con gol de Jaime Belmonte. Ni las derrotas 3-0 ante
Suecia y 4-0 frente a los húngaros minimizó aquello que había tardado años: nueve
partidos mundialistas y sólo derrotas.
Cuando López Mateos tomó posesión de la presidencia de México, el 1 de diciembre de
1958, confirmó su firme decisión de fomentar por todos los medios posibles las actividades
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Días antes, en un acto multitudinario, el todavía presidente Ruiz Cortines inauguró el 15
de octubre la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixhuca, una de las grandes aportaciones
de su gobierno a la juventud mexicana. Así se cristalizaba el esfuerzo del tapatío Jesús
Martínez “Palillo”, cómico de sátira política, amante de las Chivas del Guadalajara, que
en múltiples ocasiones, en las carpas, pedía y ¡exigía! al gobierno una unidad deportiva
para los capitalinos y no el basurero, foco de infección, que eran esas 285 hectáreas.
Ese día, todos los dirigentes del deporte federado reconocieron el esfuerzo del primer
mandatario (Ruiz Cortines) por dar a éste el impulso que tanto anhelaron los fundadores
de la CDM.
En la asamblea de diciembre, Víctor Luque Salanueva fue nombrado vicepresidente de la
Confederación Deportiva Mexicana. Y en el informe de actividades, su presidente, Antonio Estopier, estimó que esta agrupación se vería beneficiada por el gobierno del presidente
López Mateos, quien se había pronunciado en favor del deporte. También dijo que se
continuaba preparando a los equipos para la justa regional en Caracas y para los
Panamericanos de Chicago.
Más cambios en la CDM
Llegaría, pues 1959... Y, una vez más, cambios en el gobierno y cambios en la dirigencia
del deporte nacional.
En enero nuestro país pudo acaparar la mayoría de premios en los octavos Juegos
Centroamericanos y del Caribe, celebrados en Caracas. Sin la presencia de la poderosa
delegación cubana, que no asistió por los acontecimientos conocidos: el triunfo de la
Revolución, la huída de Batista y el ascenso de Fidel Castro al poder, México copó el
medallero gracias a los triunfos obtenidos en atletismo, natación y tenis, con 132 metales:
53 de oro, 37 de plata y 42 de bronce. Le siguió Venezuela con 102, con 36 metales
áureos, y Puerto Rico con 36.
Y al regreso de la delegación de Sudamérica, en la Confederación Deportiva Mexicana se
registró el cambio de mando. El jefe del Ejecutivo designó el 15 de abril como nuevo
titular al ex atleta velocista y abogado, Alfonso García González, en sustitución de Antonio Estopier, quien continuó al frente de la Dirección de Educación Física.
Posteriormente, en los terceros Juegos Panamericanos, celebrados en Chicago, en agosto
de 1959, García González fue el jefe de los 225 atletas, mientras que en los congresos de
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deportivas. Además, dejó ver que pronto llamaría a colaborar con él al ya famoso dirigente,
el general José de Jesús Clark Flores.
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la Organización Deportiva Panamericana se designó como asesores especiales a José de
Jesús Clark Flores, de México, y a Julio Illescas, de Guatemala.
Por lo que toca a las competencias destacó el triunfo del clavadista Álvaro Gaxiola, en la
plataforma; el del gimnasta Francisco José Álvarez; la victoria en florete de Pilar Roldán,
así como las coronas de los tenistas: en dobles Antonio y Gustavo Palafox, y Yolanda
Ramírez y Rosa María Reyes, y en mixtos con Yolanda y Gustavo Palafox. Para México
fueron 29 medallas (6 de oro, 11 de plata y 12 de bronce).
Y, como era de esperarse, también significó un triunfo el hecho de que el general Clark,
en la sesión plenaria de la Organización Deportiva Panamericana (ODEPA), fuera elegido
sucesor de Douglas Roby, en el cargo de presidente.
Y para aumentar el gozo de los mexicanos, el tapatío José Becerra arrebató al francés
Halimi el título mundial gallo, el 24 de octubre, en Guadalajara. La venganza por lo
sucedido al “Ratón” estaba consumada... y más cuando meses atrás, el 28 de febrero,
inesperadamente Raúl Macías había anunciado su retiro tras vencer a Ernesto Parra, en
la Arena Coliseo.
El retorno del general
A un año de asumir el mando de la CDM, el 25 de abril de 1960 renunció a la presidencia
del organismo Alfonso García González, quien se enfilaría a su carrera política, llegando a
ser el primer gobernador de Baja California Sur. Para sustituirlo, por fin, el presidente
López Mateos nombró titular al general José de Jesús Clark Flores, quien se había
desempeñado en ese cargo de 1948 a 1952, y que conocía muy a fondo la problemática
del deporte nacional.
José de Jesús Clark Flores, militar, ingeniero, político y dirigente deportivo, que había
estado en el ostracismo durante el gobierno de Ruiz Cortines, era nuevamente el hombre
fuerte de la Confederación. Y, a la brevedad, también lo sería del Comité Olímpico
Mexicano. Ya lo era, asimismo, de la ODEPA y como vicepresidente del COI.
Durante la ceremonia de toma de posesión en la CDM, celebrada el 26 de abril de 1960,
Clark Flores dijo que se proponía realizar un trabajo acorde con el crecimiento que
registraba el país. Y apuntó que para lograrlo necesitaba contar con el apoyo de todas las
federaciones y de los organismos comprometidos en el fomento deportivo nacional.
El 8 de junio, en la ceremonia de promoción del reconocimiento a los auténticos valores
deportivos, Clark Flores entregó a la esgrimista olímpica Pilar Roldán el trofeo “Carro de
la Victoria”, por haber sido designada la mejor deportista de 1959. A la breve pero
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En julio, nuevamente noticias del extranjero causaron la alegría de los aficionados:
Rafael “Pelón” Osuna y el estadounidense Dennis Ralston, resultaron campeones del
afamado torneo tenístico de Wimbledon. Osuna era el primer mexicano en llegar a esas
alturas.
Por su parte, la Confederación concluyó el entrenamiento de los atletas que figurarían en
la XVII Olimpiada de Roma. Y poco antes de su salida, programada para el 19 de agosto
1960, Clark Flores anunció que la delegación la integraban 91 personas, entre las cuales
estaban 71 eran competidores, 8 entrenadores, y el resto, directivos.
En esos Juegos Olímpicos en la urbe italiana, el clavadista Juan Botella fue el único que
consiguió para México un lugar en el podio: una medalla de bronce, en trampolín de tres
metros. Una sola presea, pero nuestros deportistas regresaban, como ha sucedido desde
1932, con metal en las alforjas.
Los resultados apenas fueron aceptables; sin embargo, el general Clark Flores, quien
figuró como jefe de la delegación nacional, no escondió la verdad y afirmó más tarde, en
su informe oficial, que no pudo lograrse más de lo que se esperaba —conociendo el nivel
de competencia— de nuestros atletas, y ante los escasos resultados habría que luchar
mucho para aumentar la calidad para, en un futuro, aspirar a tener mejores resultados
en las competencias internacionales.
El martes 27 de septiembre de 1960, mientras algunos políticos y oportunistas se
preparaban para felicitar en su día de cumpleaños al presidente Adolfo López Mateos,
éste se encontraba demasiado ocupado. Temprano, desde el balcón principal de Palacio
Nacional, se dirigió al pueblo y anunció la expropiación y nacionalización de la industria
eléctrica, que si bien aún no llegaba a todos los rincones del país, era vital para la vida y
desarrollo de la nación.
En noviembre, el Presidente de la República puso en marcha los segundos Juegos Deportivos
del Distrito Federal, en la Magdalena Mixhuca, acompañado de veinte mil espectadores
que aplaudieron estrepitosamente a los atletas que desfilaron llevando como abanderada
a la exitosa esgrimista Pilar Roldán.
Poco tiempo después renunció el titular de la nueva Federación Ecuestre reconocida por
la CDM, Arias Sánchez. Esta agrupación vivía infinidad de problemas por la división de sus
miembros.
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emotiva ceremonia, efectuada en el auditorio de la Confederación, asistieron los principales
dirigentes del deporte y sus compañeros deportistas.
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En la Asamblea General de la CDM, a fines de año, Clark Flores aseguró a los miembros de
su Consejo Directivo y a los presidentes de las federaciones que se habían cumplido
algunos de los objetivos señalados por él cuando se hizo cargo de la presidencia de la
Confederación, pero que faltaba mucho por hacer para responder plenamente al
compromiso contraído con el primer mandatario, Adolfo López Mateos, de dar a las
actividades deportivas un impulso sin precedente en la historia del país.
Entre otros puntos principales de su informe de labores, Clark Flores mencionó la publicación
del calendario único del deporte, que contenía el programa nacional, dividido en tres
secciones: iniciación deportiva, eventos competitivos y de promoción y recreación.
Año de euforia deportiva
Carismático, sonriente, aclamado principalmente por las mujeres, López Mateos no dejó
de estar atento al devenir deportivo, como sucedió cuando se presentó, en enero, en el
espléndido autódromo de la Magdalena Mixhuca para ver a su gran amigo y protegido, el
joven Ricardo Rodríguez, de escasos 19 años, ganar en cuatro categorías.
En febrero de 1961, el general Clark Flores presentó al Ejecutivo, para su aprobación, el
programa de trabajo que habría de realizar en el transcurso del año la Confederación
Deportiva Mexicana. La respuesta del mandatario fue generosa, pues, además de
autorizarlo, dio su apoyo moral y económico a las actividades de este organismo, que
comprendían también el plan de promoción atlética y varios cursos de capacitación para
entrenadores.
López Mateos encargó a la CDM que organizara, en este período, los sextos Juegos
Juveniles Nacionales. Posteriormente, el jefe del Poder Ejecutivo acordaría la participación
de México en los décimos Juegos Centroamericanos y del Caribe, la presencia de un
equipo en el décimo Campeonato de Pentatlón Moderno, y la asistencia de deportistas en
los segundos Juegos Infantiles y Juveniles Centroamericanos, que iban a celebrarse en El
Salvador. Asimismo, afinar los preparativos del dual meet de natación y clavados, entre
nuestro país y la Florida.
Durante el mes de agosto, la Confederación Deportiva Mexicana participó activamente
en la organización de los Campeonatos Centroamericanos infantiles y juveniles de natación,
en los cuales el equipo nacional ganó 8 de las 15 pruebas del certamen y rompió tres
récords del área.
En el Distrito Federal, mientras tanto, López Mateos inauguró los primeros Juegos Infantiles
Interprimarios, en los que participaron 80 mil pequeños competidores, desde la etapa
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Por su parte, el brasileño Adhemar Ferreira, campeón de salto triple de las justas olímpicas
de 1952 y 1956, contratado especialmente por la Confederación, impartió varios cursos
de atletismo a los equipos seleccionados para competencias internacionales.
En los primeros días de septiembre se reunieron los directivos de la CDM para escuchar la
grabación de un mensaje del Primer Mandatario, destinado a los jóvenes inscritos en la
segunda Carrera de la Unidad Nacional, que saldrían de seis ciudades del interior para
traer el fuego simbólico de la Revolución, a los sextos Juegos Juveniles Nacionales, que
serían inaugurados el 24 de septiembre. Ese día, López Mateos los inauguró en la Ciudad
Deportiva, y en medio de la algarabía popular, desfilaron 2 mil 692 atletas participantes.
Veinte días después, el Presidente de la República inauguró los terceros Juegos del Distrito
Federal, organizados también por la Confederación.
Equipo de Voleibol del
Distrito Federal,
Campeonato de Primera
Fuerza, 1956
De izquierda a derecha:
Francisca González
Olivia Luna
Juanita Malagón
Cenobia Castillo
Ana Aceves
Ema Zayas
Hilda Martínez
Concepción García
Aída Martínez
Olga García
Hildeliza Rodríguez
Si las flamantes instalaciones de la Ciudad Deportiva eran escenario de importantes
certámenes deportivos, irónicamente, su gran promotor, el cómico Jesús Martínez “Palillo”,
era inhabilitado como actor por el resto de su vida, debido a un sketch en el Lírico, en el
que se refería a la ciudad de México como “a esta ciudad uruchurtescamente limpia”. De
sobra era conocida la campaña de moralización emprendida desde 1952 por Ernesto P.
Uruchurtu, regente de la ciudad. Incluso, Pérez Prado tuvo que salir por un largo tiempo
del país, en razón de que el gobierno tomó a mal su versión de mambo del himno
nacional, amén de que la música de don Gabilondo Soler, “Cri-Cri” también estuviera
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inicial. Asimismo, el equipo mexicano, patrocinado por la CDM, ganó el dual meet de
natación ante el representativo estadounidense de Florida.
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vetada en las escuelas públicas, “por procaz y perturbador de las sanas conciencias”.
Clark Flores se anotó un gran éxito el 11 de noviembre: anunció la creación del Instituto
de Capacitación para Entrenadores de todas las ramas deportivas, que patrocinarían la
propia Confederación y las Secretarías de la Defensa Nacional y Marina.
El presidente de la CDM consideró que con ese centro se iba a dar un fuerte impulso al
deporte amateur nacional, y reiteró que tendría como única misión la preparación de los
técnicos mexicanos, tan necesarios para la iniciación y formación de atletas de excelencia
en todo el país.
En la Asamblea Ordinaria celebrada el 23 de diciembre, el presidente de la CDM anticipó
que esta agrupación realizaría durante 1962 un intenso plan de trabajo, que bien podría
extenderse incluso a los tres años siguientes, por la expectativa de la preparación de los
equipos destinados a las competencias centroamericanas, panamericanas y olímpicas.
Asimismo, informó a los presidentes de las federaciones que la Confederación había
reconocido como entidades deportivas a la Universidad Autónoma de México y al Instituto
Politécnico Nacional.
El deporte, a niños y jóvenes
A partir de 1962, otro de los esfuerzos dedicados por la Confederación Deportiva Mexicana,
fue el mejoramiento técnico de los atletas representativos. Y ese trabajo tuvo una
especial resonancia en los undécimos Juegos Centroamericanos y del Caribe, inaugurados
el 11 de agosto en Kingston, Jamaica.
La delegación nacional conquistó 89 medallas, entre las que figuraban 37 de oro. Víctor
Luque, representante de la CDM, estimó que este triunfo se debía absolutamente a la
buena preparación y disciplina de nuestro conjunto deportivo. Venezuela ocupó el segundo
sitio con 58 preseas, en tanto Cuba, que regresó a la escena deportiva del área, terminó
atrás con 57 metales.
Días antes, en junio, México participó en la Copa del Mundo de fútbol, en Chile. Y
obtuvieron su primer triunfo en un mundial: 3-1 sobre Checoslovaquia, ya calificada.
Antes se perdió por 2-0 ante Brasil y 1-0 frente a España, para quedar eliminados.
Asimismo, en los primeros días de junio, el caballista Rubén Uriza —oro y plata en la
justa olímpica de Londres ’48— recibió de manos del presidente López Mateos el trofeo
“Caballería de México”, como triunfador de las pruebas selectivas ecuestres. Poco antes,
en Sacramento, California, 26 miembros de la Asociación Ecuestre habían ganado
competencias de salto a conjuntos hípicos de Estados Unidos y Canadá y resaltaban su
condición de campeones.
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Frontenis.
Parque Deportivo
Venustiano Carranza
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La Confederación Deportiva Mexicana contrató a Lloyd “Bud” Winter, uno de los más
destacados entrenadores norteamericanos de atletismo, para que diera conferencias y
un curso de adiestramiento a maestros y alumnos de la Escuela de Educación Física.
Por su parte, el general Clark Flores, siempre interesado en la promoción de las
competencias infantiles y juveniles como fuente productiva de futuros deportistas, cerró
los preparativos de los undécimos Juegos Infantiles Nacionales y de los sextos Juegos del
Distrito Federal, que inauguró el presidente de la República, en el mes de septiembre.
En agosto, mientras tanto, en la cancha de arcilla del Deportivo Chapultepec, se escribió
una gran historia en el tenis. Se venció por primera ocasión, tras 14 enfrentamientos, a
la poderosa escuadra de Estados Unidos. Rafael “Pelón” Osuna y Antonio “Potrillo” Palafox
fueron los protagonistas. Posteriormente vencieron 4-1 a Yugoslavia, y 3-2 a Suecia,
antes de viajar a Madras, India, para doblegar a los locales 5-0 y llegar, ¡por vez primera
en la historia, a la final de la Copa Davis!, ante la invencible escuadra de Australia,
integrada por Neal Fraser, Rod Laver y Roy Emerson, que dibujaron un contundente 5-0.
Por otra parte, en San Luis Potosí, el doctor Jaime Torres Bodet, secretario de Educación
Pública, inauguró el 5 de octubre los sextos Juegos Juveniles Nacionales, organizados por
la Confederación Deportiva Mexicana. En esta competencia concursaron 3 mil 500 atletas
en 18 disciplinas. Y en la ceremonia respectiva el funcionario aseveró que México estaba
creciendo deportivamente, debido al entusiasmo con el que las instituciones del ramo
fomentaban la cultura física y el deporte como práctica común en la niñez y la juventud.
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La promoción del deporte en el país era intensa, pero un nuevo golpe se abatió sobre el
automovilismo, y el deporte en general se cubrió de luto: Ricardo Rodríguez, amigo
personal de López Mateos, y que había maravillado a la misma gente de la Fórmula Uno,
por su audacia, temeridad y habilidad al volante, murió el sábado 1 de noviembre al
estrellar su Lotus a la salida de la curva peraltada del autódromo de la Magdalena Mixhuca,
previo al Gran Premio de México, que se celebró al día siguiente.
Días después, en diciembre, en la asamblea de la CDM, Clark Flores informó a sus
asociados que formaría un cuerpo nacional de dirigentes, ya que existía la probabilidad
de organizar los XIX Juegos Olímpicos de 1968, en la ciudad de México. Y anunció que ya
había solicitado la sede deportiva al Comité Olímpico Internacional.
Puestos de pie, los presidentes y delegados de las federaciones dedicaron un fuerte
aplauso a su titular como testimonio a la iniciativa que habría culminar con la realización
de esa competencia.
La victoria en Baden Baden
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Bajo ese tenor, 1963 sería un año crucial para el deporte de México. Lleno de ilusiones...
El general Clark Flores, titular de la Confederación y del Comité Olímpico Mexicano, fue
designado por el COl como su representante en los sextos Juegos Panamericanos, que se
celebraron del 20 de abril al 5 de mayo, en San Paulo, Brasil.
Días antes, el Primer Mandatario abanderó a la delegación mexicana, y nombró como
jefe de la misma a Clark Flores. Y ya en las pruebas, nuestro país ocupó un decepcionante
octavo sitio, con sólo 25 medallas en los juegos: 2 de oro (por el maratonista Fidel
Negrete y la pareja en mixtos de tenis de Yolanda Ramírez y Francisco Contreras), 8 de
plata y 15 de bronce, atrás de Estados Unidos, Brasil, Canadá, Argentina, Cuba y Uruguay.
Por esta decepcionante actuación en Sao Paulo, el presidente de la CDM anunció la
reorganización total del deporte mexicano, eliminando sistemas y, sobre todo, a personas arraigadas en los principales puestos federativos, “por un trabajo nulo”.
El Consejo Directivo de la CDM dispuso el 4 de junio que los entrenadores egresados de su
Instituto de Capacitación Deportiva (ICD), colaborasen con el Instituto Politécnico Nacional
en la preparación de los grupos de competencias del plantel.
Además, el general Clark Flores fue reelecto presidente del Comité Olímpico Mexicano, el
12 de julio, para el período 1963-1967. También fueron reelegidos Víctor Luque, en la
vicepresidencia, Raúl Ibarra, en la secretaría general, y Joaquín Soria Terrazas, en la
tesorería.
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Pero la posibilidad de que los juegos de la XIX Olimpiada fueran en nuestro suelo seguía
teniendo prioridad en las acciones. Y el 1 de octubre le fue presentada al Presidente de la
República, Adolfo López Mateos, la muestra deportiva que sería enviada a Baden Baden,
Alemania, como argumento de las gestiones que realizaba el titular de la CDM y el COM
para obtener la sede de la justa de 1968.
Clark Flores, como titular de la CDM y en representación del Ejecutivo, clausuró ese día
los séptimos Juegos Juveniles Nacionales, celebrados en la ciudad de Puebla, y felicitó a
los 5 mil 400 atletas que compitieron en 18 disciplinas deportivas.
Y, el 19 de octubre, por fin, nuestro país fue sacudido por una grata noticia: el Comité
Olímpico Internacional concedió a la ciudad de México la sede de la XIX Olimpiada de
1968, durante la votación de sus miembros reunidos en Baden Baden, Alemania.
De acuerdo con el cómputo realizado, México recibió 30 votos, Detroit 14, Lyon 12, y
Buenos Aires 2.
Factor decisivo en esta victoria latinoamericana fue el prestigio, el imán de un hombre,
de un genuino deportista, quien poco antes había sido aclamado y a quien se le tributaron
honores como gran estadista durante la gira hecha por la vieja Europa. Homenajes y
honores que repercutieron en todo el mundo y que situaron al pujante México en un lugar
prominente entre las naciones. Este hombre fue Adolfo López Mateos, llamado el “presidente
deportista” de nuestro país.
El general Clark Flores, que había viajado con anterioridad a esa población alemana para
instalar una magnífica exposición sobre aspectos del deporte mexicano, expresó su más
amplio reconocimiento a los integrantes del Comité Olímpico Internacional por esta elección.
Y, sobre todo, a su equipo de trabajo integrado por don Manuel Guzmán Willis, Alejandro
Carrillo, Eduardo Hay, Josué Sáenz, Marte R. Gómez, Víctor Luque Salanueva, Guillermo
Montoya, por citar sólo algunos, que hicieron contagiar a los miembros del COI del
“sueño mexicano”.
Asimismo, el presidente López Mateos, que había secundado con mucho entusiasmo el
proyecto del general Clark Flores para obtener la sede de los Juegos Olímpicos, al conocer
el resultado de la votación del COl, expresó que una vez más “se había distinguido el
esfuerzo y la creatividad del pueblo mexicano”.
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Un día después de que un grupo de personajes pasara a formar parte como miembros
honorarios del Comité Olímpico Mexicano, entre los que figuraban Luis Echeverría Álvarez,
Agustín Legorreta y el general Abelardo L. Rodríguez, el secretario de Educación Pública
inauguró en julio el torneo Centroamericano de Natación Infantil y Juvenil, en el Auditorio
Nacional.
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En una reunión extraordinaria, celebrada también en Baden Baden, Clark Flores fue
designado miembro de la Comisión Ejecutiva del COl, junto con lvon Emil Vind, de
Dinamarca. Fue el primer mexicano que formó parte de ese cuerpo.
Posteriormente, en la ceremonia de clausura de la reunión y de protesta ante el nuevo
compromiso olímpico, encabezada por Avery Brundage, como presidente del COI, el
general José de Jesús Clark Flores prometió que no se decepcionaría a ninguno de los
países que depositaron su confianza en México.
La noticia de la designación de la ciudad de México como sede de los juegos fue recibida
con gran júbilo en todo el país. Los diarios dieron a conocer la noticia con grandes
encabezados y se despertó una gran euforia deportiva, comercial y social. Sin embargo,
poco después, en varias partes del mundo se inició una sistemática campaña en contra
de la ciudad de México. Una campaña infundada y la más de las veces mal intencionada,
enfocada principalmente a criticar y temer por la altura de la ciudad de México (2,240
metros sobre el nivel del mar). Incluso los italianos protestaban porque aquí no se podía
hacer, “aldente”, un buen spaghetti; los ingleses temían que sus atletas se infartaran...
De regreso a la capital del país, el 5 de noviembre, satisfecho por el éxito de su gestión,
Clark Flores declaró que ya se había conseguido la primera parte del proyecto olímpico.
Ahora faltaba trabajar más, tesoneramente, para formar buenos atletas y, sobre todo,
contar con dos equipos: uno competitivo y otro de organización.
El entusiasmo “olímpico” llenó de trabajo las oficinas de los organismos deportivos:
incluso, en varias secretarías de Estado, de inmediato se empezó a hablar de planes y
programas. Sin embargo, por un momento todo esto se detuvo. Inesperada y
sorpresivamente, se dio a conocer una noticia que conmocionó al país y al mundo: el
asesinato de John F. Kennedy, “gran amigo de México”, diría un acongojado primer
mandatario, quien declaró por decreto tres días de luto nacional.
En efecto, ese 22 de noviembre, en una gira a Dallas, Texas, el presidente Kennedy y su
esposa, Jacqueline, viajaban en una limousine y saludaban alegremente a los 250 mil
texanos que se hallaban reunidos esa tarde en las principales avenidas de esa ciudad
sureña, cuando un disparo certero en la cabeza terminó con la fugaz pero brillante
carrera de John Fitzgerald, héroe de guerra, católico, liberal, carismático, hijo de familia adinerada y sonrisa deslumbrante, y con el sueño de millones de estadounidenses.
Kennedy murió a la una de la tarde en el hospital Parkland, de Dallas, a la edad de 46
años y, en plena “guerra fría”, la policía acusó a Lee Harvey Oswald de ser el asesino del
presidente. Oswald, que se declaró inocente en sus primeras declaraciones, no tuvo un
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Mientras tanto, el trabajo en el deporte continuó aquí y, días después, el 5 de diciembre,
Clark Flores designó una comisión encargada de conjuntar los equipos nacionales para los
Juegos Olímpicos de Tokio en 1964. La integraron: Miguel Iglesias, de Coahuila: Alfonso
Montaño, de Morelos; Emilio Mendoza, de Baja California, y Salvador Martínez, de La
Laguna. También fue nombrada una comisión que seleccionaría a los atletas para la
competencia de 1968. La presidieron: Conrado Rodríguez, de Coahuila; Gerardo Alcaraz,
de Colima; Fermín Álvarez, de Nayarit, y Modesto Careaga, de Jalisco.
Durante la reunión efectuada con este fin, el presidente de la Confederación Deportiva
Mexicana manifestó a los asambleístas que había solicitado al gobierno la construcción de
un Palacio de los Deportes. Y agregó que sería admitida en la CDM la Asociación de
Hockey sobre Hielo, deporte que recibiría un fuerte impulso el año siguiente.
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juicio. Un par de días después, fue asesinado por un oscuro personaje, Jack Ruby. El
vicepresidente Lyndon B. Johnson tomó el mando del país.
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