REVISTA DE PSICOANALISIS Buenos Aires, octubre de 1944 Año JI Núm. 2 ALGUNAS APORTACIONES A LA PSICOLOGIA DE LA MENSTRUACION por Marie Langer (Buenos Aires) El significado endocrinológico de la menstruación ha sido objeto de muchos estudios y ya es bastante conocido. Ultimamente se dirige la atención sobre las modificaciones psíquicas causadas por los procesos hormonales de la mujer durante su ciclo menstrual. Benedek y Rubenstein han estudiado este problema a fondo en su libro El ciclo sexual en la mujer (J-). Nuestro trabajo se orienta únicamente hacia el aspecto psicológico de la menstruación, estudiando especialmente las reacciones a la vivenvia del primer período en mujeres con características determinadas. En su libro recién aparecido Psychology of women (2) Helene Deutsch describe -las distintas reacciones que acompañan a la primera experiencia menstrual. Sostiene que, independientemente de la comprensión intelectual del proceso fisiológico, y a pesar de la satisfacción narcisística que lleva implícita la aparición' del período para la niña como indicio de su madurez sexual, es vivida en general como un trauma. Este trauma suele ser mayor si la niña es todavía relativamente joven. Desde luego el efecto traumático es también más intenso en niñas más viriles, que a menudo desarrollan una actitud negativista frente a su menstruación y se comportan como si nada hubiera pasado, negando así la existencia misma de su período. Reacciones anor(1) l3ENEDEK y RUBENSTEIN: El ciclo sexual en la mujer. Traducción castellana "Biblioteca de Psicoanálisis", en prensa. (2) HELJ<1NE DEUTSOH: The psychology of uiomen, Grune & Strarton, New York, 1944. REVISTA 212 DE.PSICOANALlSIS males a la primera menstruación como excitabilidad, malestar, fatiga, etc., son frecuentes. A veces la aparición de la sangre es el agente provocador de depresiones serias, de fobias, estados hipocondríacos y reacciones paranoides. Marañón (¡) supone que el pudor experimentado frente a la menstrua- ción proviene del pudor que la mujer siente en general frente a su vida sexual. Cita un comentario de Murat, agregado a la embajada francesa en Madrid en 1666, quien se sorprendió mucho observando la preocupación por las reglas en España. "Mientras en Francia las niñas se cuidaban mucho, en España se comentaba en familia la primera menstruación como un acontecimiento regocijante. Hablan de la pubertad de sus achaques como de la cosa más indiferente." Dice Marañón, que aun descontando ciones del relato la observación debe contener algún fondo las exagerade exactitud y en ella resalta la diferencia de costumbre entre dos países como el de Francia y España, el primero considerado como libre y el segundo como muy severo en sus costumbres. Marañón interpreta la liberalidad de las mujeres especialmente al hablar de su menstruación "como un fenómeno compensador" de la represión de los temas sexuales en la conversación habitual. El episodio menstrual es el más legal de lo sexual y por eso adquiere un carácter de tema permanente. Helene Deutsch destaca e) que muchas madres hablan con sus hijas con más facilidad sobre la concepción que sobre el período y que así las niñas ven reforzado actitud idéntica su propio sentimiento de su madre. Esta reacción de culpa y vergüenza por una de madre e hija tiene su raíz en el concepto infantil de la menstruación, cuando la niña asociaba con este estado de su madre vivencias crueles y prohibidas. Resulta fácil comprender que la vista de la sangre sea asociada con crueldad y agresividad. Entre los primitivos la mujer que sangra es tabú, probablemente porque la sangre, expresión de su estado de desamparo físico podría excitar el sadismo del hombre que se acerca. Además, según Daly, el hombre teme a la mujer en estado menstrual, porque proyecta sobre ella su propia agresividad. Daly sostiene por sus estudios antropológicos (3) y por el análisis del complejo (1) GREGaRIO MARAÑÓN: Ginecología Loe. cit. (3) DALY C. D.: Der Menstruation endocrinolágica, Espasa Calpe, p. 90, Madrid, (2) homple». "Imago", tomo XIV, 1928. 1935. APORTACIONES A LA PSICOLOGÍA DE LA MENSTRUACIÓN 213 de menstruación en obras literarias e) que la representación de la menstruación materna formaría el núcleo mismo del complejo de castración en el hombre y sería la causa más importante madre como objeto libidinoso. El que le induce niño huye con terror a abandonar su de la madre en es- tado menstrual, porque ve en la hemorragia vaginal la comprobación de su angustia de castración y muerte. Por la misma representación inconsciente existen probablemente las supersticiones muy difundidas de que una mujer no debe tocar en este estado flores, ni preparar ciertas comidas, etc. Se les achaca que pueden agriar el vino y cortar la leche. La idea de la leche que se corta a causa de la menstruación aparece también en otra conexión en los prejuicios populares. Existe la creencia muy difundida, que una madre debe destetar a su hijo cuando reaparece la menstruación, porque la leche se vuelve nociva y podría empachar al lac- tante. Como razón más superficial de esta creencia vemos el concepto de la impureza de la mujer en estado menstrual, concepto existente, por ejemplo, en la religión judía. Pero además hay probablemente razones más profundas. Según Freud e), la relación más exenta de odio que puede existir entre seres humanos es el amor maternal hacia el hijo varón. Creemos que se puede extender esta afirmación también a la relación madre-hija en lo que concierne a la época que abarca el embarazo y el período de lactancia. Eri este período la madre revive por identificación con su hijo los tiempos felices y libres de ambivalencia de la primera fase oral. Esta época empieza con la desaparición de la menstruación. Como la menstruación está ligada inconscientemente con ideas agresivas y sentimientos de culpa por la propia impureza, y va acompañada a menudo de un incremento de excitación sexual, su reaparición ya no permite a la madre proseguir esta relación pa- cífica y" de satisfacción incestuosa permitida, reinante entre la mujer que cría y su "lactante. Así será percibido por la madre. Pero el temor por la salud del niño tal vez se base sobre otro elemento, muy reprimido, desde luego. Sabemos que el temor paranoico de ser envenenado proviene de la representación. inconsciente de haber sido dañado por la leche mala de una (1) DALY C. D.: 'The Menstruation terly", 1935, vol. IV, N9 2. (2) FREUD: Obras completas, al psicoanálisis", pág. 156. komple» Editorial in Literature, Americana, tomo "The Psychoanalityc XVII, "Nuevas Quar- aportaciones REVISTA 214 madre agresiva. DE PSICOANALlSIS La verd'adera leche sería para el inconsciente na de la madre cariñosa de la. primera trual, símbolo de agresividad infancia e impureza, mientras representaría la leche bue- la sangre mens- la leche mala. Hemos visto. que la representación del flujo menstrual se liga íntimamente con ideas de agresión, terror e impureza. Merton Gill explica (1), por qué la mujer se avergüenza de su menstruación. Como no dispone de un esfínter capaz de controlar la eliminación de la sangre, siente los mismos sentimientos de culpa y vergüenza que experimentó en su infancia, cuando se había ensuciado (2). La interpretación es interesante y correcta, pero probablemente insuficiente para explicar la intensidad de los sentimientos negativos, relacionados tan frecuentemente con la menstruación. Sin embargo, la mujer adulta y sana acepta su período y lo tolera sin mayores molestias físicas. En muchos casos la tolerancia de la menstruación puede servir de índice del estado de salud psíquica de la mujer. En los casos de depresiones o en estados psicóticos la menstruación desaparece a menudo por completo, mientras su reaparición pone término al estado mental anormaÍ. A pesar de que la menstruación es una función normal de la mujer adulta, puede servir para expresar tendencias neuróticas y contradictorias. Daly (3) comprueba la actitud ambivalente frente a la menstruación por la existencia de tan numerosos tabús relacionados con este estado. Cita a Freud (T'otem y tabú) quien dice que las personas que se someten al tabú tienen una actitud ambivalente hacia éste. Por esta ambivalencia M. Balint la interpreta, en su trabajo A contribution to the psychology of menstruation (4), como un síntoma neurótico. Ve en ella' el intento de satisfacer dos tendencias opuestas. U na consistiría en el d'eseo de excitar y seducir al compañero sexual y la otra de rechazar al compañero excitado." La primera tendencia reflejaría el incremento de (1) MERTON M. ninger GILL: Functional Clinic.", vol. 7, NQ 1, 1943. disturbances of -menstrtuuion; "Bulletin of the Men, (2) También Bertram Lewin compara la -rnenstruación con la incontinencia anal infantil. BERTRAMLEWIN: Wotscbmieren, Menses und weibliclJes Veber-lcb, "Int. Zeitschrift für Psychoanalyse", tomo XVI, 1930. (3) Loe. cit. (4) BALINTMICHAEL:A contribution analytic Quartcrly", vol. VI, NI) 3. to tbe psy cbology of menstruation, "The Psycho- APORTACIONES A LA PSICOLOGÍA DE LA MENSTRUACI6N excitación sexual de la mujer y la segunda su rechazo de lamisina. 215 Además este rechazo serviría para satisfacer un deseo agresivo contra el compañero sexual. Esta es la interpretación de Balint. Pero a nosotros nos interesa averiguar muchas de dónde provienen transformaciones. pertenecían estas tendencias Primitivamente a las fases pregenitales, una posición activa frente se dirigían cuando a ella ('). agresivas, que han sufrido contra la niña luchaba Formaban la madre y para adoptar la parte agresiva de sus deseos libidinosos hacia la madre y fueron vinculadas durante la fase fálica a la masturbación chtoridiana. Cuando la niña se da cuenta de su falta de pene, desvaloriza el clítoris. Helene Deutsch describe en varios de sus trabajos (2), cómo Ía libido clitoridiana de carácter activo-sádico sufre una regresión y transformación en masoquismo y como se efectúa simultáneamente un cambio del objeto libidinoso. En lugar de las tendencias activas, dirigidas el deseo pasivo-masoquista, de ser hacia la, madre, se establece castrada por el pad're. Este deseo inaugura el complejo de Edipo en la niña y está ligado al deseo de tener hijos del padre y dar a luz dolorosamente "tríada masoquística de la mujer", según Helene Deutsch. Este breve resumen de la evolución libidinosa de la niña nos hace comprender interpretación que Balint da al fenómeno de la menstruación; mejor la la interpreta como deseo sexual y rechazo de este mismo deseo. Inconscientemente la representación del coito y de la menstruación están ligadas, en la niña, con la idea de la castración. excitar al compañero un incremento mente que aprovechan el período para sexual, el deseo de ser castrada ha persistido y causa libidinoso aprovechada En las mujeres, en esta época. como defensa contra La menstruación es simultánea- el deseo masoquístico, porque sirve de obstáculo al comercio sexual, y satisface tendencias agresivas contra el compañero sexual por el rechazo del coito, vengando así las frustraciones sufridas en la situación edípica por el padre (3). Así que el deseo (1) RUTH MACK BRUNSWIC/K: La fase preedipica de Psicoanálisis", 1944, NQ 3. del desarrollo de la libido, "Revista (2) Especialmente "Intern. Zeitschrift en: Der [emenine Masocbismus und seine Beziebung zur Frigiditdt, für Psychoanalyse", V. XVI, 1930. (3) Como ilustración de cómo la menstruación puede servir para satisfacer tendencias agresivas contra el compañero sexual excitado, queremos citar un caso interesante, que H. Deursch describe en su libro (loe. cit.), Relata que, muchos años atrás, seguía en los dia- REVISTA 216 DE PSICOANALlSIS de venganza proviene de la situación edípica, igualmente como el deseo de ser castrada y la d'efensa contra éste. Balint cita un caso, que bien podemos interpretar en este sentido: Una joven va a visitar a su hermana que vive en otra ciudad para pasar con ella algunos días. Sabe que encontrará ahí un viejo amigo de l~ hermana, por quien se siente atraída. Cuando llega a la casa de su hermana se da cuenta que le ha venido la menstruación con varios días de anticipación. Si suponemos que para la paciente la hermana ocupa inconscientemente el lugar de la madre, comprendemos el porqué del adelanto de la regla. La joven ha envidiado a la madre la relación con el padre, que implica la castración deseada masoquísticarnente. Ahora se identifica castración, en forma histérica con ella, sufriendo una hemorragia, sin haber experimentado el placer correspondiente. indicio de Impide así una posible satisfacción libidinosa de sus deseos incestuosos y se castiga, volviendo su agresividad contra sí misma. Además rechaza por su indisposición al amigo de su hermana, frustrando sido frustrada por el padre. bebé. su satisfacción como ella había Desde muy pequeña la niña envidia a su madre por la posesión dé un En sus juegos con muñecas trata de identificarse con ella. Cuando descubre su propia falta de pene y más tarde la de la madre, la desprecia por eso, pero sigue envidiando su capacidad d'e tener hijos. La abandona, inclinándose ruasoquísticamente hacia el padre. La percepción de manchas de sangre en la' cama maternal suscita la angustia del yo frente a una satisfacción masoquística imaginada por el coito ('). Simultáneamente se intensifica su envidia contra la madre, querida del pad're, quien le engendra hijos. Normalmente en esta época el deseo de tener un pene ya es abandonado como inalcanzable y sustituido por el deseo anterior y más legírios con sumo interés un proceso de divorcio. El marido, un marinero, entabló juicio de divorcio contra su mujer, porque a cada vuelta de sus viajes, gozando de una licencia de pocos días, la encontró con el período. Mientras el médico legal declaró que la mujer no era responsable de un azar tan deplorable, el juez, con su experiencia e intuición psicológica, dió razón al marido, separando el matrimonio por culpa de la mujer. Me acuerdo además de un clínico experimentado, que solía curar la duración excesiva de la menstruación en mujeres casadas, prohibiendo el acto sexual con el marido. (1) Según una creencia, muy difundida entre los primitivos, la primera menstruación es la consecuencia de un coito entre la niña púber y el espíritu ancestral. (Daly, loco cit. y Wíntersrein A., Pubertdtsriten der Méidcben und ibre Spuren im Mdrcben, "Irnago", V. XIV, 1928. APORTACIONES A LA PSICOLOGÍA DE LA MENSTRUACIÓN 217 e)("). timo, de tener un hijo Sin embargo hay mujeres que nunca abandonan el deseo de tener un pene o la idea de poseerlo realmente. Como describimos en un trabajo anterior (3), la persistencia del deseo del pene puede ser una de las causas psíquicas de la esterilidad. Pero también mujeres muy viriles pueden ser madres de numerosos hijos. Mujeres die este tipo siempre desean ser embarazadas y nunca se sienten tan bien como en este estado, porque inconscientemente posesión del pene. equiparan el embarazo a la A veces perciben que su pene es solamente prestado. Esto nos ilustra el sueño de una mujer, que había sido estéril durante muchos años. Soñaba que su prima, mujer casada y madre, le enseña como ponerse un "postizo" en su peinado. Ella había quedado embarazada durante su análisis. El postizo simboliza por su forma el pene y por el bulto en el peinado el embarazo. La mujer que le enseña como embarazarse y le da el pene es la analista. Pero ella se da cuenta perfectamente que el pene y el niño son "postizos" y que más tarde deberá separarse de ellos. En épocas anteriores, para la mujer muy activa, numerosos embarazos eran casi la única solución que no conducía a la neurosis. Las mujeres que subliman su actividad en la maternidad son en general madres buenas y concienzudas, dedicándose con afán a la educación d'e los hijos. También al marido lo tratan como si fuera otro hijo más, logrando así la victoria sobre su virilidad (4). Mientras los hijos son pequeños, los dominan o se identifican con ellos. Pero cuando ellos se independizan, reaparece a menud'o la agresividad primitiva de la mujer, dirigida contra el hombre, y el deseo de castrarlo. Leticia Buonaparte, la madre del gran Napoleón, pertenecía a este tipo. Durante sus embarazos acompañaba a su esposo en las guerras de liberación de Córcega. Ed'ucaba sus múltiples hijos con mucha dedicación, pero severamente. Su envidia al pene y sus deseos de castración se pusieron de manifiesto cuando' su hijo Napolione ya era el gran emperador Napoleón. Si entonces alguien le hablaba de sus éxitos, recibía siempre la misma contestación pesimista y escéptica: Pourvu que fa dure. Se mantenía alejada de él, ahorrando dinero para el momento en el cual pod'ría ocuNuevas aportaciones al psicoanálisis, la femineidad. loe. cit. C. E. CÁRCAMO y M. LANGER: loe. cit. FRFUD: loco cit. (1) FREUD: (2) RUTH (3) (4) MAOK BRUNSWICK: REVISTA 218 DE PSICOANALISIS par otra vez su papel materno. A menudo reñía con él. Sin embargo fué otra vez el más querido de sus hijos, cuando ya era un fracasado, es decir, cuando ella no temía más su potencia, sino que pudo recuperar su lugar de madre activa y protectora, frente a su niño desamparado. Según H. Deutsch la primera menstruación es vivida casi siempre en forma traumática. Este trauma es menor en la niña "normal" y femenina, que la acepta con pocas dificultades. La niña, que pertenece al tipo que acabamos de describir y que sublima su actividad en sus funciones maternales, asimilarf igualmente pronto el trauma de la menstruación. Pero en niñas neuróticas el rechazo violento de la menstruación es muy frecuente. Son niñas con una envidia al pene excesiva o con la idea inconsciente de poseer realmente el órgano masculino, en el sentido de Radó, quien habla del ilusory penis de la mujer ('). La envidia al pene o la idea del pene ilusorio forma a menudo la base de los disturbios neuróticos de la menstruación y tiene como contenido psíquico un rechazo de la propia femineidad. Por esta razón me llamó la atención encontrar en varias mujeres, que manifestaron una intensa envidia al pene, una reacción muy distinta frente al petíodo. Me contaron en el análisis con qué ansia esperaban la primera menstruación o qué alivio y orgullo sintieron después y cómo cambió su conducta en esta época. Antes de dar una explicación teórica de este fenómeno, relataré en pocas palabras las historiales de ellas. ANA Ana era una runa independiente y desde la edad de 18 años vivía separada de sus padres, con quienes se llevaba muy bien. Había sido buena estudiante y se .había recibido de abogado sin dificultades. Durante sus estudios rivalizaba con éxito con sus colegas 'masculinos. En su vida sexual se permitía todas las libertades, que en general se concede solamente al hombre, argumentando que como trabajaba tan bien como sus compañeros, tenía derecho de vivir como ellos. Sin embargo era frígida durante los primeros años d'e su vida sexual, logrando el orgasmo solamente si se imaginaba fantasías de contenido masoquista. El mismo carácter tenían sus fantasías de masturbación. En su fantasía predilecta era una niña, que un edu(1) RADÓ SANDOR:, Fear of castration in nuornen, "The Psychoanalytic Quarterly", 1934. APORTACIONES A LA PSICOLOGÍA DE LA MENSTRUACIÓN cador severo maltratabai por delitos nimios. En su infancia 219 no jugaba con muñecas, pero le gustaban mucho los libros y el jugar a la pelota. Durante casi toda la época de latencia se entretenía, a menudo, represen- tando con su mejor amiga, algo menor que ella, juegos dramáticos de contenido masoquista. Las dos niñas coleccionaban pequeños perritos de cristal, que estaban de moda en esa época. Los perritos eran los actores de sus juegos, representando niños, que eran torturados por perritos algo mayores, los maestros, por haber cometido delitos sin mayor importancia. Nunca se maltrató un niño-perro sin alguna razón. En estos juegos Ana desarrollaba más fantasía que su amiga, y desplegaba toda' la iniciativa. 10 En la edad de años, Ana se enteró por el diario de un proceso, causa de un gran escán- dalo. Se acusaba a una mujer de haber maltratado y pegado a su hija delante de señores de la alta sociedad, que pagaban bien por este espectáculo. De golpe a Ana se le hizo consciente que el sadismo era algo muy "malo. y prohibido". A pesar de haberse siempre identificado en sus juegos con la víctima maltratada, reaccionaba con sentimientos intensos de culpabilidad. Declaró a su amiga, desconcertada, que no practicara nunca más "esos" juegos. Durante el veraneo del mismo año conoció a unas niñas que le explicaron, en forma algo confusa, cómo y de dónde provenían los niños. Su madre se enteró de estas conversaciones y, reaccionando con mucho enojo, prohibió terminantemente a Ana tan mala compañía. Ana, herida por la conducta de su madre y en un intento de elaborar sus nuevos conocimientos, trató de prescindir en sus fantasías de la mujer en el proceso de procreación. Suponía que el hijo crecía dentro de la madre, por alimentarse con la sangre, normalmente eliminada durante la menstruación. Se imaginaba que se podría cultivar los espermatozoos como bacterias, en un medio nutritivo; y regándolos con sangre, criar niños, sin que existiera la necesidad de una intervención femenina. En esta época un drama de celos había causado mucha sensación en su ciudad natal. La mujer de un famoso cantor había agredido a la querida de éste, arrojándole a la cara ácido sulfúrico concentrado. Un protagonista del drama, el cantor, pasaba. su veraneo en el mismo lugar que Ana y sus padres. Cuando Ana se enteró de laque había pasado, lo aprovechó como material para proseguir su fantasía. Como ya no se necesitaba a las mujeres, se podía eliminarlas de alguna manera. Le pareció que el mejor método sería obligarlas a beber ácido 220 R E V 1S T A DE sulfúrico concentrado. P S 1e o A N A t.t st S Ana eliminaba en sus fantasías todas las mujeres del mundo, imaginándose, con lujo de detalles, cómo el líquido cáustico les quemaba la boca, el esófago y el estómago, hasta que morían miserablemente. Ana era una niña alta y bien desarrollada. Cuando tenía 13 arras empezó a esperar con ansia los indicios del primer período. Se desesperó cuando cumplía 14, sin haber menstruado. Temía no poder tener hijos nunca en su vida. Pedía a su madre que la llevara a consultar a un ginecólogo. La madre quiso consolarla, restando importancia al asunto. Por eso Ana la acusaba como responsable de que ella más tarde no pudiera tener hijos. Cuando sobrevino su primera menstruación, a la edad de 14 años y medio, su alivio fué indescriptible. Al mismo tiempo cambió de conducta. No se preocupaba más de sus estudios y se enamoró intensamente de un joven. algunos años mayor que .ella. Deseaba casarse tan pronto como fuera posible para tener hijos. Había anhelado tanto tener la primera menstruación, pero siempre con el temor de no lograrla. Tal vez por sentimientos de culpa había retrasado realmente la fecha de su primer flujo menstrual. Reaccionaba más tarde en forma similar a todos los acontecimientos de su vida femenina. Muy joven aún tuvo sus primeras relaciones sexuales, debiendo insistir mucho frente a su amigo, que no quería deflorarla por escrúpulos y temor a la responsabilidad. Cuando se inició en la vida sexual, notó que era frígida. Luego se casó; no quedó embarazada durante el primer año de su matrimonio, y se desesperó, persuadida de ser estéril. Otra vez tenía la idea vaga de que su madre era la culpable de su supuesta esterilidad e). Ya fértil, abortó varias veces, sin que su médico pudiera encontrar una causa adecuada. Otra vez desesperada, temía de no poder nunca llevar a cabo un embarazo. Cuando finalmente tuvo un hijo, no podía amamantarlo. Soportaba las molestias de la vida sexual femenina, la menstruación, defloración y los dolores del parto con suma facilidad y sin quejarse nunca. BERTA Berta era atractiva, inteligente y ambiciosa, pero se sentía muy inferior e insegura por ser mujer. Tenía un concepto muy doloroso del amor. Para ella la mujer que se entrega por amor a su compañero debe sufrir MO (1) Vimos el mismo mecanismo en nuestro y MARIE LANGER: loco cit. trabajo sobre la esterilidad: C. E. CÁRCA. e APORTACIONES A LA PSICOLOGÍA DE LA MENSTRUACIÓN 221 mucho y será inevitablemente abandonada. Con ser tan moderna y tener conceptos sexuales liberales, se asombró en el análisis, cuando se dió cuenta de que todo lo relacionado con la homosexualidad la horrorizaba. Esto se puso en evidencia en la situación transferencial, pareciéndole que la analista quería seducirla. Su horror se manifestó en esta pesadilla: Sueña que mira un árbol y observa en sus ramas varios chanchitos. Dirige su mirada hacia arriba yve una araña enorme, parecida más bien a un cangrejo, pendida de la punta del árbol. De golpe, esta araña empieza a bajar. chanchitos huyen, menos uno que se queda como paralizado La araña se le echa encima y empieza a chuparlo. susLos y fascinado. Ella ve con horror y an- v gustia indescriptible cómo el pobre chanchito no puede defenderse cómo el color rosado de su piel se vuelve pálido y blanco, porque la araña le ha sacado toda la sangre.El chanchito representa a ella misma, los demás ' chanchitos recuerdos a sus hermanos y la araña a la analista y a su madre. de infancia están infIuídos por su envidia al pene. juegos de varón, armas de cualquier índole, máquinas,· etc. Todos sus Adoraba los Envidiaba de todo corazón a sus hermanos y odiaba y admiraba simultáneamente padre, un hombre hiperviril. Se sintió perjudicada e inferior durante su infancia. U na vez la sorprendieron, con un látigo que le habían regalado cía a su madre. Tuvo su primera cambió radicalmente. Relata que lices de su vida. Se hizo femenina, a su toda mientras azotaba con toda su fuerza una estatua de la virgen que menstruación a los 12 años. vivió entonces los dos años coqueta y se entusiasmó por perteneDespués más feTarzán. Pero teniendo 14 años su estado psíquico empezó a cambiar otra vez. Sufría crisis i de llanto, y depresiones, haSta~ qltle se estableció un verdadero estado de despersonalización, que duró varios años. La alegría de su adolescencia ya no la recuperó más. Durante su despersonalización se quejaba de dos síntomas. Que todo había perdido su relieve para ella y que no le gustaban más los hombres. Reik e) sostiene que la represión de una pulsión de primordial interés para el individuo conduce a la despersonalización, en la que todo lo elemental carece de interés. La enferma había reprimido sus tendencias heterosexuales de carácter inces(1) Ver el trabajo de T. mo número de la revista. REIK sobre la despersonalización, que aparecerá en el próxi- 222 REVISTA DE PSICOANALlSIS tuoso en la pubertad, por sentimientos de culpa frente a su madre y temor a una posible gratificación masoquista. Por su incapacid'ad de satisfacer sus tendencias heterosexuales u homosexuales -véase el sueño de la araña- el mundo exterior ya no le ofrecía ninguna satisfacción libidinosa. Como ella era una niña tan viril, con tanto repudio para todo lo femenino, se hubiera podido esperar que rechazaría la menstruación. Sin' embargo fué la causa de una reconciliación pasajera con su papel femenino y de una mejoría grande de su estado psíquico, que duró 2 años. CLAUDIA Claud'ia era una niña vehemente y de mal genio. Su primer recuerdo es la desesperación, que sintió cuando un globo que le habían comprado se le escapó. Ella estaba desolada y, sin hacer caso a su,padre que le prometió comprarle otro globo, seguía' con la vista al suyo que subía, subía hasta que desapareció en el cielo. Cuando ella tenía 5 años nació un hermano menor. Algo más tarde inventó una fantasía, con la cual se entretuvo durante muchos años, Se imaginaba que era dueña de un castillo subterráneo. Era la única mujer entre muchos jóvenes, que la adoraban. En el piso del castillo había agujeros y por debajo un sótano. De vez en cuando ella ordenaba que un joven se acostara en el piso, introduciendo su pene en el agujero. Después otra persona entraba en el sótano y cortaba el pene al joven. El pene era preparado como un manjar y ella lo comía como un plato' preferido. En su infancia ella se parecía a un varón. N o era coqueta, odiaba los juegos de niñas, era muy buena estudiante y muy ambiciosa. Dice que estaba desprevenida cuando le vino la primera menstruación y que su reacción inmediata fué de odio contra su madre que no le había explicado antes lo qué iba a suceder. Pero pronto se calmó y se sintió muy orgullosa y feliz. El día anterior, en el colegio, se había peleado con su mejor amiga. Este día estaba tan orgullosa con 'su menstruación, que se reconcilió inmediatamente con ella, para poderle contar. triunfalmente el acontecimiento. Claudia cambió mucho vdespués de haberse desarrollado. Se hizo aparentemente muy femenina. Era suave y coqueta y aprendió a esconder su agresividad y su ambición bajo una cara risueña. Más tarde tuvo mucho éxito con los jóvenes y más todavía con hombres ya maduros. Provocó inconscientemente que todo el mundo APORTACIONES A LA PSIcoL'oaL;1 DE LA MENSTRUACIÓN 223 se enamorara de ella, flirteaba mucho, pero cuando vino al análisis era realmente incapaz de enamorarse y solía terminar sus relaciones amorosas por algún acto agresivo. Además se sentía siempre culpable delante de su madre, si ésta le hacía alguna observación sobre su vida afectiva. DAISY Brevemente relataremos otro caso más. Daisy padecía los síntomas que Radó Cuando interpreta empezó su análisis, como "temor a la castra- ción del pene ilusorio". Era muy suceptible a cualquier situación, que podía ser interpretada por. ella corno amenaza de castración. Era la última de tres hemanas. Su parto había sido muy d'ifícil y desde muy pequeña oyó decir el)¡casa, que a causa de este parro su madre había quedado enferma y no debía tener más hijos. Tenía seis meses, cuando a raíz de un destete brusco por haber sido despedida su ama d'e leche, enfermó gravemente de una gastroenteritis. Este trauma era probablemente la causa de su intensa fijación oral. Solía chupar su lengua hasta el día el). que se casó. Cuando tenía 10 años, su madre siempre enferriüza se hizo extirpar los ovarios y parte de la matriz. Poco tiempo después Daisy enfermó de dolores en el bajo vientre y se diagnosticó una apendicitis. Frié operada. Daisy tenía siempre una acntud muy ambivalente hacia su madre. Le reprochaba, de que nunca le había dado nada, pero rara vez se permitió una actitud agresiva directa contra ella. En la prepubertad, masturbándose con un lápiz, se perforó el himen. Se asustó mucho y sintió intensos sentimientos de culpa. Temía no poder casarse nunca. Inconscientemente lo vivía como si hubiera mutilado en este acto a su madre. En esta época envidiaba mucho a su hermana mayor, que ya menstruaba. Cuando sobrevino su primera menstruación, se sentía muy orgullosa y aliviada. Ya mencionamos, que la niña virilizada y fijada a una posición fálica rechaza en general la menstruación. El primer período, como las hemorra- gias siguientes, son vividas como injuria narcisística y con protesta. Jamás consideran al niño como sustituto equivalente¡ del pene perdido y cada menstruación d'emuestra a la niña, que esta pérdida es definitiva. A pesar de que nuestras enfermas sufrían indudablemente de una envidia al pene intensa, su reacción a la primera menstruación fué muy distinta. Estas niñas experimentaron algo como un triunfo, un gran alivio y un sentimiento vago de gratitud. Parecía que no habían adoptado antes el papel femenino, porque du- REVISTA 224 DE PSICOANALISIS daron de su capacidad de ser mujeres y madres. que ha observado frecuentemente en mujeres hijos, por haberse masturbado en su infancia esta masturbación infantil iba acompañada otras mujeres. Pudimos observar en algunas de Karen Horney describió e) el temor de no poder tener y sentirse culpables, porque de fantasías sádicas contra nuestras enfermas este meca- nismo, y queremos averiguar, de dónde proviene la agresividad exteriorizada en estas fantasías. Nuestras analizadas eran capaces de una agresividad intensa. Las ensoñaciones diurnas de Ana ponen de manifiesto la procedencia oral de su sadismo. En lugar de su-propia madre aparecen todas las madres d'el mundo como objetos de sus tendencias destructivas .. En el sueño de la araña, que mata al chanchito chupándole la sangre, Berta expesa su terror frente a una posible agresión oral de la madre. Este terror proviene de una proyección de la propia agresividad, que se manifestó claramente en el acto de azotar la estatua de la virgen. es evidente. En Claudia el carácter oral de su agresividad Esta se dirige en sus fantasías manifiestas del castillo subterrá- neo contra el pene e). Pero las fantasías aparecieron en la época, en que vió amamantar a su hermanit¿. Suponemos que fueron causadas, no solamente porque envidió a su hermanito la posesión de un pene, sino también la del pecho materno. Además existe en general una conexión bien conocidaentre ideas de felación y la nostalgia del seno materno (3). En una capa más profunda expresó en estas fantasías su hostilidad contra su padre, quien perturbó con su pene la relación armónica, llena de paz y tranquilidad con la madre durante la época prenatal y contra su madre que la había traicionado. Su manifestación de haber sido completamente sorprendido por el nacimiento del hermanito y el reproche contra la madre por no haberle comunicado antes suestado, refleja su represión y rencor frente a su madre embarazada. El análisis de la última enferma, citada por nosotros, pudo demostrar (1) que ella satisfacía con otras tendencias HORNEY KAREN: su agresividad contra la T'be ooervaluation of loue, "Psychoanalytic Quarterly", vol. IlI, 19H, N" 4. (2) En su artículo 'The pballic Pbase E. JONES llega a la conclusión, que la insatisfacción oral de la niña es la causa más profunda de su envidia al pene. JONES E.: Papers 017 psicboanaly ris, pág. 599, London, Bailliere, ]939. (3) FREUD: edición cit. tomo XV, en un Análisis fragmentado de una bistoria y Análisis de la fobia de un niño de S años. APORTACIONES A LA PSICOLOGÍA DE LA MENSTRUACIÓN madre en el acto de perforarse el himen. Su fijación- oral se puso de mani- fiesto en su tic de chupar la lengua, que persistía durante y adolescencia. Los sentimientos deculpabilidad 225 toda su infancia que causan la duda sobre la propia capacidad de poder tener hijos, tienen, pues, en nuestras enfermas su raíz en el sadismo oral. Surge ahora la pregunta, de ¿por qué estas niñas que ostentaban todas una envidia intensa al pene, que no jugaron con muñecas y preferían juegos varoniles, anhelaban en el fondo tanto la maternidad? Tal vez su envidia al pene no fué primariamente más intensa de lo común, pero fué reforzada secundariamente. Podríamos suponer que ellas habían reaccionado al descubrimiento aceptando de la diferencia de sexos en una forma normal: la realidad después de una época de lucha intensa y reconcilián- dose con su falta irreparable de un pene para volver al deseo anterior y realizable de tener un hijo. Pero parece que ellas, a pesar de quererse reconciliar con su papel de niña y futura madre, temían no alcanzar esta posibilidad. La escuela inglesa, especialmente Jones y Melanie Klein, quienes estu- diaron a fondo los deseos agresivos de las fases orales, describen fantasías de destruir el interior del cuerpo materno para despojarle de su contenido de hijos y penes. Por esta razón puede surgir el temor de ser destruída interiormente. Encontramos este mecanismo en nuestras enfermas .. Todas ellas estaban fijadas oralmente a la madre. Existía probablemente durante la fase oral deseos intensos de incorporarse la madre,' o partes de ella, destruyéndola. Como estos deseos causaron angustia y sentimientos de culpabilidad, se intentó proyectarla sobre la. madre. Pero esta proyección equivale al temor de la agresión de !~madre, como lo demuestra el sueño de la araña. La idea de no ser intacta físicamente por culpa de la madre es consecuencia de este temor. Esta idea es reprimida. Más tarde el descubrimiento de la falta de pene vivida coma castración, hace resurgir el antiguo temor de haber sufrido una destrucción interior, que ahora se relaciona como explicaremos más adelante, con un daño genital. Este temor primitivo se hizo en esta forma consciente en el análisis, ya adelantado, de Daisy: Se interpretó uno de sus sueños como reproche contra su madre por la castración. La paciente contestó a esta interpretación: "No creo que le reprocho simplemente mi castración, sin o de haberme castrado mal. Ella' no me ha hecho ni hombre ni mujer." REVlSTA 226 DE PSlCGANALlSlS Cuando en el análisis se discutía su temor a la sexualidad, surgía: en' ella una imagen de su infancia. Vió a su padre como degollaba una gallina -y lo asoció con su castración- y después su madre, que, introduciendo la mano en el ano del animal le sacaba las vísceras, vaciándolo. Siguió asociando con su incapacidad para dedicarse a estudios profundos, dando como razón que ella misma era vacía. El temor femenino de no poder tener hijos es bien conocido: Igual- mente lo son las fantasías cruentas de eventración en niñas y mujeres masoquísticas y la proyección de tendencias agresivas orales sobre la madre e). Hacemos recordar en esta conexión el fondo psicológico del temor al chantaje homosexual, la fobia a las arañas, los cuentos de hadas de la madrastra cruel, que maltrata a la niña indefensa. Encontramos fantasías de este tipo en los análisis d~ mujeres de carácter muy distinto. Pensamos que el temor a la esterilidad, la angustia frente a la agresividad oral proyectada y las fantasías de eventración pueden interpretarse como derivados de una sola idea que definimos con el término de "castración de la genitalidad ' femenina". Suponemos que la idea de ser castrada como mujer, es decir, no por falta de pene, sino por una destrucción parcial o total de los órganos sexuales ferneninos, es frecuente y puede ser la causa de múltiples soluciones neuróticas del problema de la femineidad. En nuestras enfermas era en parte responsable de su fijación clitoridiana, Dos es el número simbólico del sexo femenino. Freud (2) destacó que la evolución libidinosa del varón es mucho más sencilla que la de la niña, La niña en las fases preedípicas, ya ha evolucionado hacia la actividad y debe regresar otra vez a una actitud pasiva. Además. debe abandonar a su objeto primitivo, la madre, para inclinarse hacia el padre y cambia finalmente el órgano erótico, representante de sus tendencias activas, el clítoris por la vagina. Por esta duplicidad biológica y psicológica, no nos parece extraño, si existen también dos representaciones distintas de la castración en la niña. La primera, proveniente de fases pregenitales, resultado de la proyección de sus propias tend'encias destructivas dirigidas contra la madre y por esta ra(1) Describimos el mecanismo de proyección madre en el análisis de la psicología del antojo. (2) FREUD: Nuevas la C. de la propia agresividad' oral sobre E. CÁRCAMO Y MARIE LANGER, loe. cit. aportaciones al psicoanálisis, loe. cit. APORTACIONES A LA PSiCOLOGÍA DE LA MENSTRUACIÓN 227 zón ligada íntimamente a fantasías sadomasoquistas cruentas. Cuando la niña entra en la fase postfálica, esta representación se relaciona secundaria-mente con su femineidad y con la libido vaginal, que contiene muchas tendencias parciales pregenitales. Entonces la denominamos temor a la "castración de la genitalidad femenina". La segunda representación de temor a la castración es vinculada estrechamente a la fase fálica y al clítoris. Los dos temores a la castración, vividos simultáneamente, representarían el temor a la Apbana- sis según el término de J ones (1). Un temor muy intenso de haber sufrido la "castración femenina" puede ser una de las causas de una fijación igual- mente intensa al clítoris y a la posición bien conocida de envidia al pene, La niña, convencida de no poder gozar como mujer por ser destruíd'a interiormente persistirá en la posición clitoridiana, que le ofrece ciertas gratificaciones (Z). En el caso contrario tendría que enfrentarse con la pérdida total de cualquier posibilidad de satisfacción sexual, con la Aphanasis. Winterstein (loe. cit.) cuenta, que entre algunas tribus primitivas la madre o una sustituta de ella extirpa en la fiesta de iniciación a la niña púber el clítoris y los labios menores. Mientras que la extirpación del clítoris tiene el sentido de eliminar las tendencias viriles de la niña, la extirpación de los labios menores podría simbolizar la "castración de la genitalidad femenina", como la circuncisión ritual del varón es una reminiscencia de la amenaza de la castración, real en los tiempos de la horda primitiva. Nostha causado gran placer, de encontrar, que, H. Deutsch llega en su libro (S) recién aparecido a un concepto que complementa el nuestro y le da una base biológica. Escribe en la página 226: "No cabe duda de que la envidia al pene, existe en la psicología de la mujer y tiene gran importancia en el desarrollo de su personalidad. Pero la teoría que hace de la envidia al pene la base de los conflictos más esenciales, es insostenible." Cita a Jones quien dice (4): "que la vista del pene del varón no es la única vivencia traumática en la vida de la niña, sino el último eslabón de una cadena (1) JONES: Papers on psy cbo-anaiysis, pág. 558, fourth , edition, Balrimore, WiHiam Wood and Company, 1938. (2) MARtE BoNAPARTE describe un mecanismo parecido en su artículo Passiuité, masochisme et [éminité, "Bibliothéque psychoanalytique", Paris, éditions Denoél & Steelc. Dice, que por temor a una gratificación masoquista peligrosa la niña "se apega" al clítoris. (3) HELENE DE,uTsCH, loco cit. (4) JONES E.: Popers on psy cbo-analy sis, pág. 615, London, Bailliere, 1939. REVISTA 228 DE PSICOANALISIS larga". Helene Deutsch supone que la envidia al pene adquiere a menudo secundariamente su gran importancia, como consecuencia de lo que la autora llama el "trauma genital" de la niña. Dice, que la niña llega a la etapa fálica con un órgano incapaz de gratificar sus impulsos instintivos activos y sádicos. Es la insuficiencia biológica y real del clítoris, que obliga a la niña a trasformar sus tendencias activasen pasivas. A estas tend'encias corresponde como órgano ejecutivo la vagina, que ocupará más tarde este papel. Pero la niña ignora en esta época la vagina por no haber experimentado todavía sensaciones vaginales. Así se ve enfrentada por segunda vez con una falta de órgano apropiado para descargar sus tendencias libidinosas. Antes carecía del órgano efector activo, ahora del pasivo. Esta doble ausencia de órgano sería, según H. Deutsch, el "trauma genital" que forma. la base del rechazo de la niña de su propia femineidad. Queremos citar otra frase significativa de H. Deutsch (loe, cit.) página 230: "El trauma genital con sus numerosas consecuencias, está situado entre la Scilla de la falta de pene y la Carybdis de la vagina, insensible en esta época (1)." Volvemos a nuestro propio tema. A causa de la agresividad inherente a la fase oral los niños de ambos sexos sufrirán pasajeramente del temor de ser destruidos interiormente. Este temor es reprimido y en general no surge más en el varón, quien en~pentra en el pene un órgano ejecutivo ideal de sus instintos activo-agresí~Ó~, órgano que le es familiar y bien visible. Todos sus posibles temores narcisÍsticos de castración se concentran ahora alrededor d'el pene, cargado con libido narcisÍstica intensa. Sin embargo encontramos en hombres de gran fijación oral, derivados del primitivo temor a la destrucción interior por parte de su madre. Aparécen en fantasías relacionadas con vampire~as, en el temor de ser envenenado, en estados hipocondríacos etc. El deseo de destruir el cuerpo de la madre puede surgir ya libre de proyección en forma de determinados crímenes sádicos. La fama de la cual gozan estos perversos pone de manifiesto la existencia de deseos del mismo tipo, muy reprimidos desde luego, en una gran parte de los seres humanos. Jack el destripador de Londres ha sido una figura famosa. Su (1) La escuela inglesa afirma que existen sensaciones vaginales muy precoces peto supone que por distintos motivos estas sen~acioneswn rep'rimidas muy tempranamente junto con el conocimiento de la existencia misma de la vagina. JONES: loco cit., pág. 609. APORTACIONES A LA PSICOLOGÍA DE LA MENSTRUACIÓN estatua está en el museo de madame T oussaut. 229 Ya apareció la segunda pe- lícula que expone sus hazañas, con el título significativo de "Odio que mata". La niña llega a la fase fálica que, no le ofrece un órgano biológicamente apto para descargar su actividad. Se vuelve pasiva y fracasa nuevamente por 'no disponer en esta época de la vagina, órgano correspondiente a sus impulsos. Sabemos que la niña elabora a menudo su falta de pene afirmando, que antes tenía' ese órgano valioso, pero que lo ha perdido ajena o por su propia culpa. Suponemos que reacciona por una agresión en la misma forma a la ausencia, transitoria desde luego, de un órgano pasivo, surgiendo en ella la convicción, de haberlo poseído y de haber sido castrada en su femineidad por su propia culpa o por una agresión materna. En esta época el deseo del hijo ha sustituido al del pene. Su temor de haber sido destruida interiormente puede ligarse ahora a este d'eseo del hijo por los conocimientos sexuales, que generalmente ya ha adquirido en esta época. Así resulta la convicción de su propia esterilidad. Este proceso puede ser la causa de una vuelta a la posición fálica. Además forma la base de diversos temores, y fobias. Laforgue e) aborto habitual sin causa somática entre las neurosis de fracaso. clasifica el La con- vicción de haber sufrido una "castración de la genitalidad femenina" es probablemente la base de esta neurosis, como lo pudimos comprobar en el caso de la primera enferma, citada por nosotros. Ana' trató, en vano, durante mucho tiempo de vencer su propia convicción inconsciente de ser incapaz para la maternidad. La última paciente citada, Daisy, tuvo sólo un hijo. Había estado enferma durante todo el embarazo. En el quinto mes, un ataque de eclampsia la expuso a peligro de muerte. Mucho tiempo después de haber nacido su hijo, le pareció un niño ajeno y no podía creer haberlo parido. A pesar de sus deseos de tene~' otro hijo, no se decidió, porque no se sentía "bastante madre". La segunda y la tercera de nuestras analizadas despreciaban la mujer profundamente. Pero la causa de este desprecio no era exclusivamente la falta de pene de la mujer. Este desprecio escondía también su envidia a la femineidad normal, que temían no poder alcanzar. Representaba para ellas las "uvas verdes" de la conocida (1) LAFORGUE R.: Clinique fábula de La F ontaine. psicoanatytique, Edition Denoél, París, 1936. REVISTA 230 DE PSICOANALisIS Volvemos a nuestro tema principal: ¿Qué significado psicológico podía tener la primera menstruación para nuestras enfermas, cuando sobrevino a pesar de todas sus dudas y temores? En primer término fué vivida como una reconciliación con la madre, de la cual la recibían como un regalo. Además equivalía a una absolución de la madre, que así les permitía tener hijos en el futuro. Esto y el hecho que sangraban y sentían ligeros dolores, aliviaba sus sentimientos de culpabilidad. La hemorragia satisfacía también sus fan- tasías masoquistas en una forma aceptable para su yo. Además su sentimiento de triunfo y alivio provenía de no sentirse más como niñas dependientes, sino mujeres, capaces de renunciar a srr dependencia homosexual de la madre: Gran parte de los ritos de iniciación entre los primitivos tiene el signi- ficado de separar a la niña de sus padres y especialmente de la madre. (Winterstein, loe cit.). Entre muchas tribus la niña debe abandonar a su madre, con la aparición de la primera menstruación. Vive después con una mujer vieja, símbolo de la madre asexual, hasta que es entregada al esposo. Durante la primera menstruación y entre algunas tribus, durante los meses siguientes, queda enclaustrada en una casita, una jaula o una hamaca. El abandonar este lugar, .símbolo del seno materno, ponde a un renacimiento Todavía después y significa la separación de cierto lapso, corres- definitiva en nuestra civilización la primera menstruación de la madre. puede ayudar a la niña, a independizarse. Además, Wittels describe en su trabajo Motherhood and Bisexuality , como la maternidad puede ser utilizada como defensa contra la propia homosexualidad. Toda manifestación somática francamente femenina puede servir probablemente al mismo fin. La menstruación como defensa contra la homosexualidad' se manifestó más clara en una enferma psicótica, que e) en nuestras pacientes neuróticas. Padecía de una esquizofrenia hipocondría- ca. Durante mucho tiempo su preocupación hipocondríaca se concentraba sobre su amenorrea relativa. Se sentía angustiada, si le parecía que la menstruación no duraba bastantes días 'o no era suficientemente abundante. Temía estar gravemente enferma y sentía, que algo dentro de ella no iba bien. (1) WITTELS FRITZ: Motherhood XI, 1934. and Bisexualit y ; "The Psychoanalytic Review", vol. APORT A ClONES A LA PSICOLOGÍA DE LA MENSTRUACIÓN 231 Pero este síntoma persistía solamente mientras ella luchaba contra su homosexualidad. Tuvo un sueño en el cual realizó un coito con su madre. Cuando creía sentir que le crecía dentro de sus genitales un pene y que se transformaba en varón, perdía todo interés en su menstruación. Así que su preocupación por la regla, expresaba su lucha contra la percepción inconsciente de su homosexualidad. Cuando admitía su homosexualidad' en la idea delirante de su transformación parcial en un hombre, ya perdía toda razón para preocuparse de sus funciones femeninas. Encontramos aquí el mismo mecanismo que Freud (1) describe en su famoso análisis de Schreber. Es probable que la preocupación hipocondríaca, tan frecuente en muchas mujeres neuróticas en relación con la menstruación tenga a menudo la misma causa. Además la menstruación -la primera y las siguientes- puede ser utilizada para satisfacer tendencias agresivas dirigidas contra la madre. Como ya referimos, Balint destaca en su trabajo A contribution to tbe psy cbology of menstruation (2) las tendencias agresivas que se expresan en la menstruación. Ya hemos supuesto que provienen de la agresividad infantil contra la madre y se satisfacen en la menstruación por un mecanismo de identificación histérica con ella. Pero existe otro mecanismo más profundo. La matriz misma, como órgano, es identificada con la madre. Esto no nos ha de extrañar si recordamos que la matriz es lo primero, que conocemos de nuestra madre. Además existe en castellano una relación filológica muy clara entre las palabras madre y matriz. En alemán esta relación es aún más evidente (Mutter, Gebdrmutter). Algunos pueblos primitivos prohiben a la mujer, el comer carne. de pájaro durante la menstruación. Temen que la mujer que no se somete a esta prohibición, sufrirá una grave hemorragia C). Freud (4) nos da la explicación de este tabú por su interpretación del pájaro como símbolo de la madre fálica. Una paciente homosexual que había quedado fijada a su¡ madre, a causa de una frustración oral intensa, describió, en el análisis el placer (1) FRfo,UD: Obras completas, tomo XVI. (2) M. BALINT: loco cit. (3) DALY: (4) FREUD: loe. cit. Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci, tomo VIII. 232 REVISTA DE PSICOANALlSIS sádico, que sentía si observaba su sangre menstrual, corriendo sobre sus mus- los. Se acordaba haber sentido una excitación intensa, cuando leía en una novela la descripción, de. como corría la sangre menstrual de una campesina sobre sus piernas desnudas manchando el suelo. Para ella la matriz era la propia madre, que sangraba y sufría durante su menstruación. La paciente tenía una erosión del útero, que no se curaba nunca. incurable vidarla. contra la madre, que no le permitía Las madres de las tribus primitivas Representa reconciliarse perciben su odio con ella y ol- la agresividad de la hija e) púber. Winterstein explica que entre muchas tribus la madre o un sustituto de ésta ejecutan la parte más cruel de. los ritos de iniciación de las niñas puberes, para vengarse y defenderse incestuosos y sádicos de la hija. inconscientemente de los impulsos RESUMEN En este trabajo nos ocuparnos de algunas funciones psíquicas de la menstruación, ahondando más los mecanismos descritos por M. Balint y destacando el sentido de defensa contra la homosexualidad y la satisfacción sádica que puede expresar la menstruación. Además describimos la' reacción positiva a la primera menstruación de algunas de nuestras enfermas de tipo más bien viril. Explicamos esta reacción como consecuencia de una victoria sobre un temor, que definimos como "temor a la castración de la genitalidad femenina". La primera menstruación hacía desaparecer temporariamente sus ideas de castración, permitiéndoles así conformarse por un tiempo con su papel femenino, porque parecía ofrecerles la garantÍa de una vida sexual satisfactoria normal en un futuro próximo. . En resumen, la primera menstruación aliviaba sus sentimientos de culpa de la genitalidad femenina, y sus temores a un fracaso futuro en su vida de mujer, originados en la idea de haber· sufrido una castración femenina. Satisfacía sus tendencias sadomasoquísticas y fué además experimentada como una victoria sobre su homosexualidad. (1) WINTERSTEIN: loe. cit.
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