huelva lejana II - Motor Huelva RPM

Huelva lejana y rosa (II)
Huelva lejana y rosa (II)
Los buhoneros trashumantes se acabaron y dejaron paso, en la zona del Mercado del Carmen, a comercios como este de Aquilino
Vidal y su famosa cuchillería.
Foto portada:
D
La Plaza de las Monjas, corazón vivo de
la ciudad, los puestos de Manué o de la
rubia, el templete de la música y al fondo
la calle de Enmedio, recuerdos rodeados
de jazmines y damas de noche.
Edita
HUFERAG, S.C.
Depósito legal
H 225-2014
Fotografías
Fotos Rodri
Javier Pérez Blanco
Antonio La O
Diego Lopa
Textos
Diego Lopa
Diseño y maquetación
dona vázquez machado
Impresión
Artes Gráficas Bonanza
Nuestra identidad, nuestro futuro
ESDE siempre, las ciudades se han construido a base de mucho trabajo y de mucho
esfuerzo. Huelva no ha sido ajena a este principio. A veces, incluso los onubenses
pensamos que hacer nuestra ciudad nos ha costado más esfuerzo si cabe que el que
han tenido que empeñar en otros pueblos. Por diversos factores, la historia de Huelva
ha sido ingente, y la tarea de su construcción no ha estado exenta de dificultades.
Pero ahí está la ciudad del siglo XXI, la urbe moderna que se convierte poco a poco en
una ciudad de servicios en torno al mar recuperando anhelos de siempre que la han
evocado como una ciudad casada con su ría.
Huelva hoy es lo que es porque ha peleado por ello y porque ha crecido y se ha
transformado al amparo de dos factores determinantes: su gente y su identidad; los
onubenses y el pasado; los protagonistas del cambio de esta ciudad y el tener presente
permanentemente de dónde venimos. La identidad de un pueblo, cuando se tiene una
gran identidad que nos une como es nuestro caso, es la principal baza del crecimiento.
El onubense siempre se ha caracterizado por mirar de frente sabiendo al mismo tiempo
quién es y de dónde viene. Nunca ha olvidado cuáles son sus raíces y qué es lo que
nos identifica como pueblo. Por eso, siempre va a tener en su retina la fotografía de
una Huelva cercana, humilde pero con ansias de progreso, grande de corazón y de
horizonte. El día que se nos olvide eso, la ciudad que éramos y los signos identitarios
que nos unen, dejaremos de ser la ciudad que somos.
En Huelva eso no va a pasar nunca. Ya hemos demostrado que sabemos salir hacia
adelante defendiendo lo nuestro. Y que siempre tenemos el respeto debido a nuestro
pasado. Por ello, publicaciones como las que tenemos entre las manos son más que
una simple revista. Son el vivo ejemplo de lo que somos y un instrumento necesario
para poder seguir transmitiendo a las generaciones venideras, a nuestro hijos y nietos,
que Huelva es una ciudad grande, que se ha hecho a base de caerse y levantarse y que
nuestro pasado, el de esa Huelva en blanco y negro que en estas páginas podemos ver,
es un tesoro irrenunciable que siempre marcará nuestro futuro.
Ángel Sánchez. Concejal de Presidencia, Comercio y Turismo del Ayuntamiento de Huelva
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Huelva lejana y rosa (II)
Iba tomando forma la Gran Vía para desembocar en la Plaza de Las Monjas con el edificio de Cumbreño al fondo, el Pelayo a la derecha
y los coches en batería.
Concurso de tiro en el cuartel del Carmen. Donde antes maniobraba el Regimiento de Granada número 34 y hoy acoge a nuestra joven
Universidad.
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La Plaza de San Pedro siempre acogió manifestaciones y celebraciones religiosas, un punto de Huelva que unía la Vega con
San Sebastián.
El Rocío y su expresión mariana ante la parroquia del mismo nombre, una fiesta en Huelva cada jueves de la salida. Miguel Báez
“Litri” acompaña al Simpecado.
La calle Sagasta, abrazando la Placeta con el Casino Comercial y
a la historia con el café Nuevo Mundo, el hotel Internacional y al
fondo la salida hasta la ría.
Si algo fue errante en Huelva ha sido esta farola, plazas y cementerios para acabar varada donde estaba cuando esta foto. La puerta
de la Iglesia de La Concepción. Cuantas citas y cuantas esperas...
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Los desfiles militares acompañaban cualquier celebración religiosa o castrense. Con los cabezos de fondo la infantería pasa por la
puerta del hospital en la Plaza de La Merced.
Las inauguraciones y visitas se acompañaban por la pompa de las autoridades y la presencia religiosa, en este caso representada por
el obispo Cantero Cuadrado.
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Se iniciaba la expansión de Huelva, el Paseo de Las Palmeras acogería tras estas
obras a la comisaría de policía, el cuartel de la local y la hermandad del Rocío de Emigrantes. Una zona abandonada que se recuperaba para la nueva Huelva.
Huelva reaccionó con unidad ante la fecha
del 23-F, una manifestación recorre la plaza
12 de Octubre apoyando la Constitución.
¿Hubo en la Huelva de los 50/60 algo más popular que la tómbola del obispo?. Le dan realce Antonio Segovia, alcalde, Pérez Cubillas,
gobernador civil y el propio obispo Cantero Cuadrado.
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Las inundaciones, compañera de las lluvias y de las mareas. Para
acceder al Mercado del Carmen se colocaban estas improvisadas
pasarelas.
Las carreras ciclistas eran frecuentes en la Huelva de los 50/60,
en la foto la meta en el Paseo de la Independencia, a la altura del
Bar El Valle, en una de ellas.
La falta de instalaciones deportivas en la Huelva de la época obligaba a improvisar los campos de deportes en los patios de los
centros escolares. Niñas con sus puchos hacen la rueda.
Cuando la vela se imponía a los motores, el muelle estaba lleno
de puntos de atraque para cruzar a Corrales o llegar hasta Palos.
Una bella estampa de nuestro puerto.
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Antonio Sánchez Mena, el rey de los caramelos, comenzó en la
calle Béjar para llegar hasta la Isla Chica.
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Las inundaciones paralizaban la ciudad, la estación de autobuses de Damas y la del ferrocarril de Zafra las sufrían frecuentemente por
su cercanía a la ría.
Paso del Ecuador de la Escuela de Minas en el año 1961. Alegría por las calles de Huelva y caras conocidas en la foto: Adolfo Rodríguez,
Noni Arias, Manolín Garrido y Diego Lopa con sus trajes de tunos.
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La casa de la Santísima Trinidad, más conocida como el Brasil grande. Casa de vecinos junto a la Casa Colón. Llena de historias y
vivencias familiares donde todo se compartía.
En las Fiestas Colombinas la fuerza aérea rendía tributo a la figura de Cristóbal Colón. Un motivo de alegría para la juventud por la
novedad que suponía.
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En la prisión provincial había una escuela donde los internos recibían enseñanzas básicas. Muchos entraban analfabetos y salían con
las 4 reglas como se decía entonces.
Huelva se moderniza, la calle Méndez Núñez, antigua del Hospital, dijo adiós al Central Cinema y a la Popular, reformando su
paso hacia la Placeta.
La Ermita de la Soledad, entre San Pedro y Montrocal, cuántas
‘velás’ del santo llenaron su plaza.
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Las órdenes religiosas se ocupaban de los talleres de costura y bordado. Cuantas esperas de los noviazgos de la época en sus puertas.
Los medios de infraestructuras municipales eran bastantes precarios pero suficientes para el escaso tráfico, en la moto Peral,
una dinastía de la policía local.
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La calle Puerto desde su estrechez con el Colegio de Arquitectos
al fondo y el Banco de Sevilla a la derecha.
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Las avenidas de Alemania y de Cristóbal Colón, eran los lugares de talleres, garajes y almacenes.
La plaza 12 de Octubre, con el edificio de Aduanas como fondo, dando aparcamiento a los escasos autobuses turísticos que llegaban
a Huelva.
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Cuando el DNI se sacaba en La Piterilla, largas colas durante toda
la noche para asegurar el número de turno, el café en el bar colindante “Los 3 Reyes”.
Desde la Fuente Magna, con los tritones como mudos testigos,
el Banco de España, el templete de la música y miles de historias
de tardes de domingo.
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El ajímez de la calle del Puerto, residuo dorado de una época ya
pasada que actualmente se encuentra en el Santuario de La Cinta.
La calle Palacios siempre tomando el pulso a la ciudad. En la foto
el Bar Gambrinus frente a la venta de prensa de Justo Toscano.
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En 1965 Huelva se convirtió en Normandía. La operación “Lanza de Acero” desembarcó por Mazagón. En la foto soldados maniobran
avanzando por los viejos railes del tren de la Punta del Sebo.
La Plaza de Las Monjas y su templete de la música sirvieron de escenario a múltiples actos religiosos. Niñas y niños con sus vestidos
de primera comunión ante la Virgen.
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El hotel Colón, impresionante muestra arquitectónica en la Huelva británica de finales XIX, el salón de baile y comedor, cuantas fiestas
celebradas tras sus amplias cristaleras.
El miércoles 12 de septiembre de 1956 la tragedia sacudió
Huelva en el numero 12 de la calle Aragón dejando 10 muertos
y 13 heridos. El entierro paralizó la ciudad.
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La fachada del instituto La Rábida, cuantas risas juveniles y cuantas historias de adolescencia se esconden entre los cabezos que
lo rodeaban.
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Una preciosa foto de Ana Macías del año 1976. La Alameda Sundheim, por entonces la entrada a una ciudad que ya comenzaba a
tomar su fisonomía más moderna, aunque siempre con el colegio del Padre Laraña junto a la Casa Colón.
La parroquia de San Sebastián con la vieja rampa de madera para sacar a pasear al santo, el bendito patrón de los palmitos.
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Solemne procesión por la plaza de San Pedro pasando junto al monumento al arcipreste don Manuel González.
La plaza Niña en Navidad. El Brasil chico, la carbonería de Almansa, la taberna de Benjamín y las cruces de mayo.
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El viejo cinema Rábida, las funciones a beneficio de la campaña
de Navidad y el estreno de “El hombre que nunca existió”, las
colas para la numerada y el olor perfumado que llenaba la sala.
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El bar Santa Fe, en el paseo del Chocolate, Boni, su
dueño y las tertulias con las inquietudes juveniles de
los años 60.
El Ejército colaborando en el rescate de las víctimas del derrumbe del cabezo
de la calle Aragón. Año de 1956.
La calle San José: la Escuela de Aeromodelismo, el colegio del
mismo nombre, la tienda de Manolo Flores y el bar Los Curros.
La clínica de los ingleses en una zona campestre como era la del
cabezo de La Esperanza.
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El hotel Granada o más popularmente la
Granaína, en la Placeta, hotel de los toreros, con un descarado loro en la puerta y
un inmenso jardín en su trasera.
La zona del mercado del Carmen sufría las consecuencias de las lluvias y sus inundaciones. A la derecha el Stella Maris y al fondo el mercado del Carmen.
Edificio que acogió a la Telefónica, antes de su
paso a la Placeta y más tarde a unos almacenes
muy celebrados en Huelva, “Los Madrileños”. El cine Emperador en la calle Berdigón. Siempre recuerdo diciembre de 1964 y “Un
Esquina a la concurrida calle Palacios.
beso para Birdie” para inaugurarlo. Todos nos enamoramos de Ann Margret.
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La Montañesa en la esquina de la calle Marina, camino de los jardines del muelle, sus escaparates con enormes panes de higo nos
clavaban a los niños de esos años.
La calle Puerto y el viejo ayuntamiento, luego Huelva Farmacéutica, con la casa del millón al fondo, hoy Colegio
de Arquitectos.
Los trenes, los talleres y las vagonetas de mineral una constante en la
vida de Huelva, como anticipo del futuro industrial de la ciudad.
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Acto en honor de San Isidro llenando de alegría La Merced, pequeña, intimista y devota. Como testigos el café la Sinnombre y la
taberna de Paco Asunto.
El viejo muelle de Riotinto en estado de abandono pero aún sin
cortar para permitir el paso de maquinaria hacia el polo industrial.
Cuantos paseos bajo su arco buscando la Fuente de las Naciones.
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Una bonita estampa llena de tipismo. ¿Quién no conocía el Bar El
Andévalo? Justo al final de la Cuesta de San Cristóbal, enfilando
la salida hacia Sevilla o al Barrio Obrero. Lugar de reunión antes y
después de los partidos en el viejo Velodrómo.
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Una vieja imagen de la plaza de La Merced, las palmeras recién plantadas, el hospital con una sola planta alta y la iglesia sin las espadañas, pero siempre con la alegría de su gente.
Calzados La Infantil, camino del mercado
del Carmen, con sus zapatos Gorila y las
pelotitas verdes de su publicidad.
Santa Lucía, el muro, el chorrito... zonas deprimidas de una Huelva que ya pasaron a la
historia.
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No solo el policía local avanza con la moto por la avenida de Italia inundada, sino que lo hace con un pitillo en
la boca, eso es equilibrio.
Una de las esquinas señeras de Huelva. La calle Concepción bajando hacia
la Placeta: Mascarós, el Banco Hispano, el estanco de Tercero, el otro hotel
Colón y la Telefónica.
La zona del mercado: Tendaleras, Valencia, Bocas, Rascón, Carmen; siempre con las inundaciones a cuestas, como las “tortas Cuesta” del triciclo de reparto, y las botas de agua como parte fija del uniforme de los niños.
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El bar La Marina camino del puerto, lugar de encuentro para marineros y funcionarios. Nombres cercanos: cafés Toronjo, suministros
Echevarría Powell y sastrería Millares.
Lázaro Gallego, el ‘Nini’, en día de novillada, con su eterno traje
tabaco y oro, andaba todo el día vestido mientras publicitaba el
festejo. El sorteo de su muñequita andadora le acompañaba el
resto de la semana.
Las firmas comerciales apoyaban con vehículos las cabalgatas
de la ciudad y con sus altavoces se publicitaban y anunciaban el
acontecimiento.
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La barriada de las Colonias, agua, barro y polvo que se asentaba entre tormenta y tormenta en la salida hacia Gibraleón.
Tras los autobuses amarillos de don Vido llegaron los municipales. Inauguración de nuevos vehículos ante la estatua a la Fe Descubridora, más conocida como la de Colón en la Punta del Sebo.
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La familia Márquez inauguró esta moderna cafetería en la zona de la Isla Chica, Las Columnas. Qué animación las tardes de partido de
nuestro viejo Recre.
En el viejo edificio del ayuntamiento se situó Huelva Farmacéutica, un intento cooperativo de los farmacéuticos onubenses en asociarse. En su trasera a la calle Isaac Peral,
las gaseosas “La fortuna”.
El 18 de julio de 1952 fue la primera y única
vez que se ha jugado a baloncesto al pie
del Monumento a Fe Descubridora.
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El viejo muelle del mineral de Riotinto. Miles de toneladas han
pasado sobre sus railes para navegar hasta medio mundo.
A finales de los 60, estos pilotes anunciaron la unión de la Punta
del Sebo con La Rábida. Atrás quedaron las barcas de Bocanegra
varadas por el nuevo puente.
El paseo “el Piojito” contempla con dolor el derrumbe del cabezo de la tragedia en la calle Aragón.
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La calle San José desde la taberna del Macareno cambió las bombillas mortecinas en el centro de la calle por estas modernas farolas
fluorescentes: confitería Dioni, la lechería, servicio Bru y joyería Molina alegraron sus fachadas.
Adolfo Suárez pasea por la calle Concepción junto al arquitecto
Paco Gallego. Una calle de trasiego y buenos comercios en la época: Lérida, Diario de Huelva, Regior, Padilla, La Española.
Una vista del muelle de Riotinto con la farola que hoy luce en el
viejo muelle de las canoas, desde ahí salían barcas de vela para
atravesar la ría.
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La fábrica de harinas, cuando el pan era artesanal y los panaderos
pasaban la noche elaborando el de cada día.
Imprenta Muñoz Calvo, también Papelería Inglesa. Su encargado “El Capitán” nos
atendía siempre con sus bromas y las mejores estilográficas de Huelva.
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En la calle Carmen, la tienda Chica de la familia de Aurelio
Linares, junto al mercado, allí se encontraba de todo lo que
necesitaba en temas textiles. En la zona también estaban almacenes La Verdad, la Bilbaína y el Alba.
El mercado de artesanía en la calle, entonces Calvo Sotelo, actualmente Palacios, abierto por la delegación de sindicatos, ofrecía todo tipo de manualidades que se confeccionaban en la provincia.