María Adela Agudo y Nicandro Pereyra en Las Termas de Río Hondo el 7 de agosto de 1943. Imagen donada por Ildefonso Pereyra. Cartas a Nicandro 1943-1948 Patrimonios María Adela Agudo Rectora Lic. Natividad Nassif Cartas a Nicandro 1943-1948 Vicerrector Dr. Carlos Raúl López Directora de la Coordinación de Comunicaciones y Medios Audiovisuales Lic. María Eugenia Alonso Directora Editorial Mg. Ester Nora Azubel Edición de Soledad Martínez Zuccardi Martínez Zuccardi, Soledad Cartas a Nicandro: 1943-1948 / Soledad Martínez Zuccardi. 1a ed. edición especial. Santiago del Estero: EDUNSE, 2015. 204 p.; 21 x 15 cm. (Patrimonio) ISBN 978-987-29880-8- 1 1. Cartas. I. Título. CDD A866 Corrección: Marta Graciela Terrera Diseño editorial y maquetación: Noelia Achával Montenegro Diseño de tapa: María Eugenia Alonso y María Elisa Espeche Ilustración de tapa: Retrato de M. A. Agudo por Juanita Briones (fragmento) © EDUNSE, 2015 Av. Belgrano (S) 1912 - G4200ABT Santiago del Estero, Argentina email: [email protected] www.unse.edu.ar/edunse Las opiniones expresadas en los libros publicados por EDUNSE no necesariamente reflejan los puntos de vista de la Coordinación de Comunicaciones y Medios Audiovisuales, ni del Comité Académico u otras autoridades de la Universidad Nacional de Santiago del Estero. Cualquier tipo de reproducción total o parcial de este libro, no autorizada por los editores, viola derechos reservados. Hecho el depósito que marca la ley 11.723 ÍNDICE AGRADECIMIENTOS........................................................................................ 9 ESTUDIO PRELIMINAR: MARÍA ADELA AGUDO Y LA CARPA por SOLEDAD MARTÍNEZ ZUCCARDI............................... 11 1. Un emblema del grupo..................................................................... 13 2. Perfil y breve historia de una serie epistolar............................................................................................ 18 3. Búsquedas de un yo. Entre la soledad y el anhelo de un grupo. El afán de justicia y verdad....................................................................................................... 23 CRITERIOS DE TRANSCRIPCIÓN................................................................ 31 PRÓLOGO de NICANDRO PEREYRA........................................................ 33 CARTAS.............................................................................................................. 37 Carta 1.......................................................................................................... 39 Carta 2.......................................................................................................... 47 Carta 3.......................................................................................................... 59 Carta 4.......................................................................................................... 71 Carta 5.......................................................................................................... 77 Carta 6.......................................................................................................... 85 Carta 7........................................................................................................... 91 Carta 8.......................................................................................................... 99 Carta 9........................................................................................................ 107 Carta 10...................................................................................................... 115 Carta 11...................................................................................................... 127 Carta 12...................................................................................................... 133 Carta 13...................................................................................................... 139 Carta 14..................................................................................................... 145 Carta 15...................................................................................................... 151 Carta 16...................................................................................................... 157 Carta 17...................................................................................................... 163 Carta 18..................................................................................................... 169 Carta 19...................................................................................................... 175 Carta 20..................................................................................................... 181 Carta 21..................................................................................................... 187 Carta 22..................................................................................................... 193 BIBLIOGRAFÍA.............................................................................................. 199 AGRADECIMIENTOS Este libro cristaliza un proyecto que tiene ya varios años y que comienza con el hallazgo de una serie de cartas que María Adela Agudo envía en la década de 1940 a Nicandro Pereyra, su compañero del grupo La Carpa. Tulia Chincarini, viuda de Nicandro, tuvo la gentileza de poner a mi disposición un juego de copias de las cartas, ordenadas y mecanografiadas por su destinatario. Nunca hubiera podido acceder a esas copias sin la mediación de Vicky Chincarini, sobrina de Tulia. Debo a su vez a Vicente Atilio Billone –hoy ausente– la sugerencia de contactar a Vicky para localizar la serie epistolar. Tiempo después, pude conocer los originales manuscritos de María Adela Agudo, gracias a la gestión de Ildefonso Pereyra, hijo de Nicandro, quien se tomó el trabajo de digitalizar las cartas que se ofrecen aquí como facsímile. Por su colaboración, estoy profundamente agradecida. Agradezco también a Victoria Cohen Imach, por cuanto el análisis que realizo en el Estudio preliminar se nutre en gran medida de la aproximación al estudio de cartas desplegada por ella en un curso impartido 10 Cartas a Nicandro en 2006 en la Universidad Nacional de Tucumán. Victoria fue además la primera lectora del manuscrito del que deriva este libro. Estoy en deuda asimismo con Carola Briones, quien me proporcionó datos útiles para la elaboración de las notas que acompañan las cartas. Vaya por último todo mi reconocimiento a EDUNSE (en especial a Ester Azubel) por hacer posible que estas cartas, inéditas durante tantas décadas, salgan por fin a la luz. ESTUDIO PRELIMINAR: MARÍA ADELA AGUDO Y LA CARPA S.M.Z. Tucumán, abril de 2015 “De María Adela Agudo nada digo, sino que era hermosa y lejana”, afirma Nicandro Pereyra (1967: 4) al evocar a quien había sido su compañera de La Carpa, ese grupo de escritores del Noroeste argentino que marcó una verdadera inflexión en la vida literaria de la región. Aunque muy admirada y querida por sus integrantes, al punto de ser visualizada por algunos de ellos como la encarnación de los ideales del grupo, alrededor de la poeta santiagueña se tejió con el tiempo un “clamoroso silencio”, según lamenta Raúl Aráoz Anzoátegui (1999: 265). La idea de lejanía sugerida por Nicandro resulta por ello adecuada para definir la figura de la autora, que se resiste a ser aprehendida sin dificultad. Murió joven, en un autoexilio interno, y sin haber publicado su libro en preparación. La principal y prácticamente única fuente de consulta de su obra está constituida por un cuaderno que la revista porteña Agón dedica a su memoria en 1953, a poco de su muerte, 12 Cartas a Nicandro y que reúne una parte significativa de su poesía, nunca editada en libro1. La serie de veintidós cartas que entre 1943 y 1948 envía a Nicandro –y que el presente libro da a conocer– arroja una luz nueva sobre la figura elusiva de María Adela Agudo. Cuidadosamente conservadas por su destinatario, quien se ocupó de mecanografiarlas y ordenarlas con miras a su publicación, dichas cartas configuran sin embargo un corpus casi por completo inédito y de difícil consecución. Solo la primera de ellas llega a ser publicada, con un prólogo de Nicandro, y algunos fragmentos de distintos textos de la serie aparecen citados en el mencionado cuaderno de Agón2. Este estudio preliminar procura, por un lado, presentar ese corpus poco explorado, situándolo en el marco de la trayectoria de la autora y de su 1 En diciembre de 1953 Agón. Revista de Filosofía y Letras publica en Buenos Aires un número extraordinario denominado Cuaderno a María Adela Agudo, que reúne la producción poética hasta entonces encontrada de la autora. Se trata de un conjunto de treinta y dos poemas, en su mayoría publicados originalmente en diarios y revistas. Sobre la obra y la figura de la poeta, pueden consultarse, además de dicho cuaderno, los estudios de Ana María Risco (2002) y de Soledad Martínez Zuccardi (2007), así como las evocaciones y los breves ensayos de Nicandro Pereyra (1948, 1971), Carola Briones (1982), Blanca Irurzun (1994), Raúl Aráoz Anzoátegui (1999). 2 Nicandro transcribe, numera y ordena las cartas bajo el título “Veintidós cartas de María Adela Agudo a Nicandro Pereyra”, con el interés de que ellas sean publicadas. Ya en 1969 el poeta alude en una entrevista a la entonces próxima publicación “de 20 y tantas cartas, que obran en mi poder, manuscritas, de María Adela Agudo” (Pereyra, 1969: 2). Sin embargo, solo difunde la primera carta, publicada en 1995 en Meridiano Cultural (segunda época), revista de la Dirección de Cultura de la Provincia de Santiago del Estero. La antecede un prólogo de su autoría –incluido en el presente libro–, en donde resalta el valor del “pequeño epistolario” y anuncia su decisión de publicarlo (Pereyra, 1995). Pero la publicación de la serie completa no llega a concretarse. Estudio preliminar por Soledad Martínez Zuccardi 13 relación con La Carpa, y, por otro, proponer una lectura –entre tantas otras posibles– de las cartas que lo componen partiendo del examen del sujeto que las enuncia y de los términos en que se representa a sí mismo. Intentaré mostrar que los textos construyen un yo singular, que busca constituirse en la escritura epistolar y en la relación con su destinatario; búsqueda que vinculo con las aspiraciones poéticas de María Adela Agudo y del grupo que integró. 1. Un emblema del grupo Nacida en La Banda, Santiago del Estero, en 1912, la muerte temprana de María Adela Agudo en 1952 parece haber contribuido a forjar el halo romántico y casi mítico que rodea su imagen y con el que la recuerdan quienes la conocieron. Cursó el profesorado de literatura en Buenos Aires y obtuvo una cátedra en su provincia natal, donde enseñó y escribió. Publicó sus textos iniciales en la revista santiagueña Vertical (Rivas, 1987: 143) y en septiembre de 1940 dio a conocer, por primera vez, un número significativo de poemas en el segundo número de Cántico, revista tucumana dedicada a la poesía. Posteriormente difundió las que serían algunas de sus composiciones más recordadas en la Muestra colectiva de poemas, tercer cuaderno de La Carpa, de noviembre de 1944, que reúne textos de la mayor parte de los poetas que integraron el grupo. Publicaciones de Buenos Aires como Nativa y Cosmorama, así como los diarios Clarín y La Gaceta, también incluyeron poemas de su autoría. Colaboró además en la realización de Tuco, periódico literario orientado por Nicandro Pereyra en San Miguel de Tucumán hacia 1943 y considerado como un significativo antecedente 14 Cartas a Nicandro de La Carpa3. La escritora fundó y dirigió en Santiago su propia revista, Zizayán (florecer, renacer en quichua), que incluyó escritos de muchos miembros de esa asociación4. Hacia el final de su vida, se vio expulsada de su cátedra por oponerse a ciertas exigencias del régimen peronista5. Sufrió por ello mucho y se autoexilió en Tucumán, donde murió, pro- 3 Tuco publica dos números correspondientes a los meses de mayo y junio de 1943. En julio del mismo año el periódico organiza en Tucumán una “Antología Oral de Poetas del Norte” en la que participa la mayor parte de quienes integrarían después La Carpa. En efecto, y tal como lo destaca el mismo Nicandro (Pereyra, 1967: 1-2), es posible pensar al periódico y a la labor por él desplegada como la primera manifestación del grupo que actuaría luego con otro nombre. 4 Se trata de una publicación de muy difícil consecución. En su estudio sobre revistas literarias argentinas, Héctor René Lafleur, Sergio D. Provenzano y Fernando P. Alonso indican que en los cinco números entregados por Zizayán colaboraron miembros de La Carpa, como Nicandro Pereyra, Raúl Aráoz Anzoátegui, Raúl Galán, Omar Estrella, Alba Marina Manzolillo y Julio Víctor Posee, además de, entre otros, Bernardo Canal Feijóo, que no perteneció al grupo (1968: 253). María Adela Agudo se desempeñó como directora y Carola Briones como secretaria. En cuanto a la fecha de edición de la publicación, los autores consignan únicamente el mes de aparición del primer número, correspondiente a octubre de 1944. El contenido de la carta 19 de la poeta permite conocer que en marzo de 1945 ella seguía solicitando colaboraciones para Zizayán. 5 Una sucinta biografía publicada en El Jabalí. Revista Ilustrada de Poesía (10/VI 1999) y citada por Ana María Risco (2002: 9, nota 15) menciona que la poeta se habría opuesto a informar sobre la reforma constitucional de 1949 en sus clases de literatura española en la Escuela Normal de La Banda, por lo que fue trasladada a Frías, donde se le asignó la cátedra de Geografía económica. Abandonó por ello Santiago del Estero y se trasladó a Tucumán, donde dictó clases en el Instituto Juan Bautista Alberdi, dirigido por Julio Ardiles Gray, también integrante de La Carpa. Estudio preliminar por Soledad Martínez Zuccardi 15 bablemente intoxicada. Su libro en preparación, que iba a ser editado por La Carpa y al que llamaría La guitarra absorta, nunca llegó a publicarse. La guitarra absorta es anunciada en el prólogo a la Muestra colectiva de poemas como una próxima edición de La Carpa (Agudo y otros, 1944: 12). No obstante, las cartas permiten inferir, como se verá más adelante, que la autora no llega a publicar el libro por falta de medios para financiarlo, así como por sus propias autoexigencias: “Aún no publicaré mi libro, no está en condiciones. Gracias” afirma en la decimoctava carta. Y, en la siguiente, agrega: “Les dice a los muchachos de La Carpa que no tengo dinero para publicar mi libro y que espero de mí uno o dos poemas más de contenido”. Puede advertirse que la trayectoria de la autora se ve muy ligada a la vida de La Carpa, quizá la manifestación literaria de carácter colectivo más relevante del Noroeste argentino6. Como es sabido, el grupo promovió actividades de extensión cultural y, sobre todo, una significativa labor editorial. Entre sus figuras centrales es posible destacar a quienes participaron en la mencionada Muestra colectiva de poemas como, además de María Adela y de Nicandro, Raúl Aráoz Anzoátegui, Raúl Galán, Manuel J. Castilla, Julio Ardiles Gray, Sara San Martín, María Elvira Juárez y José Fernández Molina. Las ideas expuestas en el prólogo a esa Muestra, que proponían una poesía adentrada en la tierra aunque sin falso folclorismo, comprometida con el momento histórico sin ser arte de combate y capaz de “recoger por igual las resonancias del paisaje y los clamores del ser humano” (Agudo y otros, 1944: 9), implicaron una verdadera renovación en un ambiente literario en el 6 Todo lo que a continuación indico sobre La Carpa y el contexto en el que surge está desplegado con mayor amplitud en el capítulo que dedico al grupo en el libro de mi autoría (Martínez Zuccardi, 2012). 16 Cartas a Nicandro que primaban todavía las corrientes nativistas, románticas y modernistas. Con el tiempo, dicho prólogo, cuya redacción delegó el grupo en Raúl Galán, sería considerado como el “manifiesto” de La Carpa. El nucleamiento tuvo su sede en la ciudad de Tucumán, que funcionaba entonces como centro intelectual del Noroeste. Convertida desde fines del siglo XIX, y a partir del crecimiento de la industria azucarera, en un significativo polo económico, la provincia contaba además con una tradición cultural prestigiosa cimentada en los comienzos del nuevo siglo por quienes habían fundado la primera universidad de la región (la Universidad de Tucumán, inaugurada en 1914). Tal tradición se vería enriquecida y cobraría nuevo impulso con la creación en 1937 del Departamento de Filosofía y Letras, pronto transformado en Facultad, cuyo excepcional plantel inicial de profesores llegados de diversos puntos del país o exiliados de Europa (Manuel García Morente, Lorenzo Luzuriaga, Marcos A. Morínigo, Enrique Anderson Imbert, Aníbal Sánchez Reulet, Eugenio Pucciarelli, Silvio y Risieri Frondizi, entre otros) se encargó de dinamizar la vida cultural local e introdujo nuevas ideas y lecturas. Ese clima intelectual, que atraía a los jóvenes inquietos de otras provincias del Noroeste, parece haber favorecido la vinculación de la mayor parte de quienes integrarían La Carpa. El año de mayor actividad y de mayor cohesión del grupo fue sin duda el de 1944, durante el cual sus miembros se reunieron periódicamente en Tucumán y publicaron allí, en forma sistemática, los cuatro primeros cuadernos de La Carpa, con sus correspondientes boletines noticiosos7. Posteriormente, su 7 Los cuatro cuadernos publicados en 1944 son: Tiempo deseado (poesía) de Julio Ardiles Gray, Horacio Ponce (cuentos) de Juan H. Figueroa, la ya mencionada Muestra colectiva de poemas y, por último, La Reforma religiosa y la formación de la conciencia mo- Estudio preliminar por Soledad Martínez Zuccardi 17 labor editorial continuó, aunque de modo esporádico, hasta 1952, si bien los lazos que unían a sus integrantes estaban ya resentidos. Como se ve en la vigésima carta, ya en 1946 María Adela escribe acerca de la dispersión del grupo. La poeta en modo alguno fue uno de los miembros más activos de la asociación. Al contrario, por momentos parece haber mirado la labor colectiva desde cierta distancia, como puede inferirse a partir de la decimoctava carta, en la que, con respecto a la Muestra colectiva de poemas, escribe: “La Carpa, hermosa, juvenil, delicada. […] Mis felicitaciones a los que han realizado la empresa”. La última frase muestra que la autora no se incluye entre los realizadores de la Muestra. Sin embargo, ella sería visualizada por algunos de sus compañeros –y sobre todo por Nicandro– como el emblema de La Carpa. Raúl Aráoz Anzoátegui afirma que “su presencia fue fundamental para los que pertenecíamos al círculo de sus afectos y veíamos en ella algo así como lo más cercano a lo que admirábamos llegar; o sea adonde nunca se accede” (1999: 265). Por su parte, Nicandro la define como una lograda conjunción de “Arte y Vida”, principal aspiración de La Carpa, en la medida en que tanto su poesía como su trayectoria vital parecen haber encarnado los ideales poéticos y políticos del grupo: Veíamos en aquella mujer de grandes ojos negros el hechizo de una poesía y de una conducta. Su muerte tan temprana se ató a su vida ejemplar: perseguida por la pobreza y por una tiranía ciega, nos ha quedado de ella una lección de humildad, serenidad y valentía: es decir, un poco la imagen de lo que soñábamos en aquellos días (Pereyra, 1967: 4). derna (ensayo) de Lázaro Barbieri. Cada cuaderno estaba acompañado de un boletín que difundía novedades ligadas a la labor de los integrantes del grupo y a la actividad cultural del Noroeste. CARTA 1 20 21 Cartas a Nicandro La Banda, Marzo 22 de 1943 Señor: Nicandro Pereyra Tucumán Estimado amigo: Ante todo le pido que no me llame poetisa. Dígame Adela o Nena o lo que ud. desee y que a esto equivalga. Recibí sus libros y su poema Noctámbulo triste17. En cuanto a los primeros debo expresarle que emitiré mi opinión en cuanto pueda leerlos detenidamente. Acabo de recibirlos. El poema me gusta mucho. Es inspirado, correcto y de metáforas muy bellas. Hubiese querido que no viniera contra su voluntad, pues me lo prometió y además se lo pedí. Particularmente estoy complacida por la gentil poesía que me dedica. No podía esperarse sino de un poeta, de Nicandro, su apodo no sé, esta manifestación de delicadeza, de cordialidad, de amistad que tanto he apreciado. En cuanto a los desaires no crea que fueron por llamar la atención. A no ser que esto sea mimetismo suyo. Lo creo bastante inteligente como para darles su verdadero sentido. Pero, si mimetismo fuera no puede ser otro que el de los poetas o el de los niños. También puede llamarse ternura o travesura o mimo. Ahora me referiré a la odiosa, a la desdichada simulación. Bien lo digo: “Desgraciadamente todos simulamos 17 Se trata seguramente de los dos libros hasta ese momento publicados por Nicandro: Mi canto (1941) y Poemas simples (1942). En cuanto al poema “Noctámbulo triste”, es posible conjeturar que quizás formaba parte de los textos que el autor estaba escribiendo en esta etapa y que formarían parte de su libro en preparación, La montaña verde, que no llega a publicarse y al que María Adela alude en las siguientes cartas. –aunque ninguno debe simular”. Hay quienes simulando traicionan al ser que aman y por ello a sí mismos y a Dios. ¿Cómo traicionar a los nuestros, a los que amamos, a los que debemos la verdad, la sinceridad. Yo no he simulado nunca ante mis alumnos. No simularía tampoco ante el hijo, ante el amante, ante los amigos. Por eso no he llegado a adquirir esposo, cargos, gloria. Sí tengo la sola dicha de haber sido consecuente conmigo misma, con mi corazón, con mis deberes, con mis ideales y no haber causado daño a conciencia a nadie. Pero, como no somos dioses sino humanos aun podemos simular siempre que fuera sin daño para terceros; nunca a costa del honor, de la salud, de la vida, de la tranquilidad de los otros. Creo ir en esta semana o en la otra a ésa. Le hablaré por teléfono y así concluiremos esta charla. Afectuosamente María Adela 22 Cartas a Nicandro 23 24 Cartas a Nicandro
© Copyright 2024