Tratamiento de Adicciones: La Incorporación del Acompañante Terapéutico ante los Nuevos Escenarios1 Autores: Ana Quiroga. María José Pérez. Paulina Olivares Alzugaray. Rafael Pablo Díaz Guiñazú. Matías Ramiro Seguel. Introducción “En lo más íntimo y subjetivo de nuestra vida somos no sólo los que sufren sino más bien los que formamos una época. Nuestro tiempo es lo que somos nosotros.” C. G. Jung, 1936 No existe una noción unívoca de adicción, sino múltiples definiciones y diferentes modos de concebirlas. El equipo terapéutico de FAS entiende que los patrones de comportamiento que sustentan las conductas adictivas están apoyados en la vida anímica de cada persona y en ciertos condicionamientos culturales propios de nuestra época y sociedad, por ello se piensa a las dependencias en relación de un vínculo particular entre un sujeto y un objeto; de este modo, resulta primordial establecer los medios para estudiarlas en función a tres componentes: el sujeto, el objeto y el contexto (familiar, histórico, cultural). A su vez, desde nuestra concepción no se limita la adicción sólo al consumo de sustancias psicoactivas, sino a la mantención de otras actividades que se encuentren apuntaladas en los mismos principios psicológicos. La palabra Addict comienza a emplearse en Inglaterra durante el siglo XVI, sin embargo proviene del término latino addictus que significa “entregado a alguien como esclavo”, por lo tanto, Addiction significa: “entrega total”. Vemos así como, en su raíz etimológica, la palabra adicción hace directa referencia a la idea de esclavitud y de pérdida de la propiedad del sujeto respecto de sí mismo, posicionándolo como un objeto de comercialización. 1 Presentado en el Xº Congreso Argentino de Acompañamiento Terapéutico: "La Identidad del Acompañante Terapéutico, un Proceso en Construcción". San Juan, Octubre 2014. En la actualidad el problema de las adicciones, entendido desde la perspectiva de la psicopatología y la psicología clínica, avanza a grandes pasos, abarcando sectores sociales cada vez más amplios y diversos. Ya no se trata de un problema que afecte a ciertos grupos, sino que ha tomado características globales; cada vez son más los jóvenes que ingresan al mundo de las drogas y el alcohol, a edades más tempranas, llegando en casos a tomar como víctimas a menores aún infantes. Este mundo actual de la imagen, la superficialidad y el consumo es en gran medida causante de la proliferación de nuevas adicciones: Internet, videos juegos, trastornos alimenticios, juego compulsivo, compras compulsivas, entre otras (Osma; 2002). Según numerosos autores del psicoanálisis la relación que el sujeto establece con su objeto de adicción estaría motivada por tendencias inconscientes y mecanismos psíquicos primitivos, que remiten a modalidades de funcionamiento propias de las relaciones objetales tempranas. Considerando que la operatividad del Acompañante Terapéutico (AT) requiere del establecimiento de un determinado tipo de vínculo con el paciente, y que estos sujetos presentan ciertas particularidades en la modalidad de entablar lazos afectivos, pensamos en la importancia del posicionamiento del AT en su práctica frente a sujetos que tienden a anular los vínculos que posibilitan cambios y progresos. Susana Dupetit (1983) sostiene que el sujeto adicto, al no tolerar aquello que esté más allá de su propia vida y que posea la facultad de moverse a su voluntad, por las frustraciones que pueda ocasionar su independencia o el dolor que genera el abandono, inanimiza los seres animados y animiza, mediante fantasías inconscientes, los objetos inanimados, pudiendo así ejercer un control omnipotente sobre los mismos y sobre la situación. Dice la autora (p. 66): “…el deseo de control omnipotente lleva al sujeto al ilusorio intento de inanimizar lo animado y animar lo inanimado”. En páginas anteriores sostiene: “…el individuo rigidifica cada vez más su sistema defensivo tratando de alejarse de lo animado, apelando para ello, a sus fantasías, en un intento inconsciente de inanimizar lo animado y animizar lo inanimado.” (…) “…es mucho más fácil a modo de ver del sujeto, intentar controlar y manipular una pastilla o una jeringa, que una persona viva (…). Decididamente, la dependencia del objeto externo se hace más difícil cuando éste es un objetopersona vivo y puede tener conductas inesperadas, como por ejemplo, alejarse y desaparecer…” (…) “…la existencia de un mundo fuera de sí mismo lo impacienta cuando no lo desespera, y la estructura omnipotente infantil demanda entonces, cada vez más satisfacciones incondicionales que el sujeto se ve impulsado a buscar, a cada frustración, con mayor avidez…” (p. 58 y sig.) La demanda en el acompañamiento terapéutico La inclusión del AT cobra sentido, no sólo a partir de la necesidad o pedido que formule el paciente o la familia, sino fundamentalmente a partir del lugar que el terapeuta le confiere. La inserción del AT siempre tiene un “para qué” implícito dentro de una estrategia de tratamiento, por lo que no se trata de una intervención ingenua, sino de un dispositivo que persigue una finalidad en el marco de un tratamiento específico. Es en la individualidad de cada caso donde debemos analizar si la demanda del AT es adecuada para ese sujeto o si estamos en riesgo de producir mayor estigmatización. Dimensiones de acción del AT - Lo vincular: es sólo en el vínculo y por el vínculo que las intervenciones podrán ser efectivas. - Lo cotidiano: es el ámbito por excelencia de intervención del AT, en el que se inserta al modo de un “yo auxiliar” o soporte en donde hay grietas en las funciones de sostén de la familia y otras instituciones sociales y carencias en los propios recursos internos del sujeto. - El trabajo en equipo: se requiere de la reunión de equipo, lo cual implica la renuncia a la omnipotencia imaginaria del profesional solitario y la multiplicación e intercambio de diversos puntos de vista. ¿Qué le aporta el AT al terapeuta? - La posibilidad de ampliar la estrategia terapéutica en el ámbito cotidiano del paciente. - Abarcar el espacio-tiempo entre sesiones. - Trabajar en equipo hacia los objetivos terapéuticos propuestos. - Afrontar situaciones de recaída, de ruptura en la trama social. - Favorece la gradualidad de las intervenciones. - Mayor adherencia al tratamiento. Incorporación del AT en el servicio de adicciones La modalidad de intervención es planificada por el equipo profesional junto al AT, para cada caso y para cada momento. Las funciones del AT no pueden generalizarse pero suelen incluir la contención y la (Re)socialización. Aporta al equipo información fundamental de la vida cotidiana del paciente, que de otra manera no podría obtenerse. Battistoni (2003) propone un listado de actividades posibles del AT con pacientes adictos en relación a la prevención de recaídas: - Contener: durante el síndrome de abstinencia y en momentos críticos (“craving”). - Administración de medicación. - Alejar al paciente de situaciones destructivas o de riesgo. - Ayudar con el manejo del dinero (herramienta importante en el tratamiento de pacientes ludópatas) - Acompañar en momentos críticos en los que no pueden frenar el impulso al consumo. - Propiciar la reflexión en lugar del acto: hay momentos en los que el AT debe intervenir con firmeza y tomar decisiones. - Organizar y participar de salidas y actividades recreativas y deportivas - Ayudar con la planificación del tiempo libre, con tareas cotidianas y organización de las actividades diarias. - Señalar contradicciones entre el nivel verbal y conductual. - Poner límites, intervenir en lo real de la vida cotidiana del paciente. - Romper intentos de alianza con el paciente y evitar dobles discursos. - Promover la comunicación (con terapeutas, familia, entorno) - Favorecer el establecimiento de vínculos saludables. - Participar en actividades institucionales. - Preservar la integridad física y psíquica cuando no es posible evitar el acting. - Reconocer estímulos de riesgo y ensayar nuevas formas de afrontamiento. - Promover la participación de la familia en el tratamiento. - Reforzar la red social de apoyo. - Otros. Posiciones a sostener por el AT (Manson, 2006) - Contribuir a sostener una legalidad que lo trascienda, sustentada en la estrategia, la política y la lógica del tratamiento. - Ni vigilante. - Ni cómplice (ni con el paciente, ni con la familia) - Ni testigo (no permitir que el paciente lo convierta en testigo u observador de su autodestrucción). - Ni caritativo. Conclusión A partir de nuestro trabajo como integrantes de un equipo interdisciplinario de la Fundación de Acción Social (FAS), una ONG de la Ciudad de San Luis que desde 1984 se dedica a la Prevención y Asistencia de las adicciones, surge la necesidad de repensar nuestras prácticas profesionales, que en la actualidad se encuentran frente a escenarios y paradigmas que requieren de un análisis sobre nuevas alternativas terapéuticas, en virtud de la complejidad creciente de la demanda con la que nos encontramos día a día. Cambios demográficos, sociales y en políticas de salud propios de la sociedad contemporánea, nos conducen a considerar la importancia de incorporar en nuestros equipos de trabajo a nuevas figuras auxiliares (como la del AT) y los requerimientos de atención que las suponen, en el marco de un plan de abordaje interdisciplinario y multifacético. Bibliografía - DÍAZ GUIÑAZÚ, R.; Aproximaciones al Estudio de la Psicopatología y Clínica de las Adicciones desde la teoría de Carl Gustav Jung. Tesis de Licenciatura, Biblioteca Antonio Esteban Agüero, Universidad Nacional De San Luis, 2010. - DUPETIT, S.; La adicción y las drogas, Buenos Aires, Salto ediciones, 1983. - Pagina web: http: www.fas.org.ar - JUNG, C. G., (1936); Arquetipos e inconsciente colectivo, Buenos Aires, Ed. Paidós, 1970. - OSMA, J.; “Observatorio epidemiológico de sustancias psicoactivas, uso de Internet y juegos electrónicos en una institución universitaria”,Adicciones, 2002. - ZOJA, L. (1985); Drogas: adicción e iniciación. La búsqueda moderna del ritual, Barcelona, Ed. Paidós, 2003.
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