7 de septiembre de 2015 Nº 90 1. E l capitalismo y la cr isis global de r efugiados, por R ober t Stevens 1 2. L a desaceler ación mundial y la cr isis de los r efugiados r equier en medidas fuer a de lo común de par te del G 20 4 3. R espuesta del G r upo B anco M undial a la cr isis de ébola 5 4. E l M ar del Sur de C hina, un tabler o de alto r iesgo, por L aur a V illadiego 7 5. E l mundo tembló con C hina, por A ndr és Or tega 9 6. T iempos de incer tidumbr e, por J osé A ntonio Ocampo 10 7. L a inflación, la F ed y el panor ama gener al, por C ar men R einhar t 17 1. EL CAPITALISMO Y LA CRISIS GLOBAL DE REFUGIADOS, POR ROBERT STEVENS De acuerdo a las Naciones Unidas, hoy en el mundo hay más refugiados que en cualquier otro momento de la historia humana. A finales del 2014, casi 60 millones de personas habían sido desplazadas a la fuerza. Esto es casi tres veces el número registrado tan sólo hace una década. A escala global, una de cada 122 personas en este mundo es ahora o un refugiado, un desplazado interno o se encuentra buscando asilo. Una mayoría (51 por ciento) de los refugiados de este planeta tiene menos de 18 años. Millones de personas se han quedado sin hogar y arrojadas a una pobreza absoluta como resultado de guerras apoyadas por el imperialismo en Afganistán, Irak, Siria y Libia. La crisis de refugiados más grande existe en Siria, en dónde el número de los que huyen a otros países excede cuatro millones. Aquellos que pueden buscan refugio en Europa. Lo que involucra a menudo un peligroso cruce del Mar Mediterráneo, un viaje que ya le ha costado las vidas de miles de hombres, mujeres y niños. Tan sólo esta semana, los cadáveres de 49 migrantes fueron descubiertos dentro la bodega de un bote de pesca; habían muerto por la inhalación de humo. Esto se suma al total de más de 2,300 que han perecido en el mar hasta este año. Frontex, la agencia de fronteras de la Unión Europea, ha reportado que 107.500 migrantes fueron detectados en las fronteras este último mes. Esto es el triple de personas que en julio de 2014. Miles de refugiados y buscadores de asilo –la gran mayoría huye de las zonas de guerra de Siria, Afganistán e Irak— intentan llegar a Europa a través de sus naciones del sur, Grecia, Italia y España. Desde enero, un total de 160,000 refugiados y migrantes han llegado a varias islas 1 Pagina 2 de 20 griegas, más de 20,000 sólo en la segunda semana de agosto. Más de 100,000 han sido rescatados y traídos a Italia este año. Esto es sólo una pequeña parte de aquellos que intentan escapar de terribles condiciones en sus países de origen. Millones de refugiados de Siria, por ejemplo, sobreviven en masivos campamentos de refugiados en Jordania y Turquía que tienen tamaños de ciudad. Los refugiados que intentan el viaje a Europa son los que han logrado reunir el dinero suficiente para pagar a uno de los traficantes de personas que operan los barcos. Este pequeño porcentaje de los refugiados mundiales es tratado como una amenaza existencial por la clase gobernante en Europa. Refugiados y migrantes son rutinariamente denunciados y pintados de criminales, responsables por todos los males de la ciudad, por gobiernos y partidos políticos de toda clase. Defiriéndose al relativamente pequeño grupo de 5,000 migrantes que viven en terribles condiciones en el puerto de Calais, el Secretario de Relaciones Extranjeras del Reino Unido Phillip Hammond declaró: "Europa no puede protegerse a sí misma y preservar su estándar de vida e infraestructura social si es que tiene que absorber millones de migrantes de África". Esta semana el canciller alemán Angela Merkel advirtió en una entrevista de televisión que la llegada de miles de refugiados a las costas del continente "preocuparía mucho a Europa, mucho más que el problema de Grecia y la estabilidad del euro". En la misma Grecia, el tratamiento brutal de refugiados por el gobierno de seudoizquierda de Syriza confirmaría, si es que aún fuera necesario, su carácter de clase, procapitalista y antiobrero. Una prensa histérica hace eco y magnifica la furia derechista que emana de los círculos oficiales hasta convertirlo en un torrente de odio cada vez más abierto contra los refugiados y solicitantes de asilo. Bandas derechistas y fascistas, alentados por esta atmósfera pútrida, han intensificado sus ataques contra los refugiados y solicitantes de asilo. En Alemania, por ejemplo, más de 200 incidentes, incluidos los ataques incendiarios contra las casas de los migrantes, se han reportado este año. Los musulmanes, en particular, encaran la ponzoña de ese veneno. Esta semana, el gobierno de Eslovaquia, que se espera va a acoger a 200 refugiados sirios, como parte de un plan de reubicación de la UE, afirmó que sólo aceptaría refugiados cristianos. Lo que se presenta como un "problema de migración" es en realidad un problema de dominio imperialista y del sistema capitalista. Hay dos causas fundamentales para la masiva crisis de refugiados. La primera es el creciente número de las guerras predatorias que conducen las potencias imperialistas y sus agentes. Efectivamente, Estados Unidos, apoyado por sus aliados, está metido en un estado guerra perpetua desde 1991 que ha desplazado poblaciones enteras y destruido sociedades enteras. El segundo factor importante es el control y la destrucción económica del planeta por los principales estados capitalistas que ha sumido a miles de millones de personas en la pobreza extrema. Las potencias europeas tratan de aislarse de los resultados de la carnicería que han forjado a través de la creación de una "Europa fortaleza". En su cumbre de emergencia de junio, de los refugiados, la UE se lavó las manos en la cara de la creciente repulsión público en la muerte de miles de personas en el Mediterráneo. Se negaron a establecer las cuotas para los países a tomar Pagina 3 de 20 en el creciente número de refugiados desesperados, acordando reubicar a sólo 40.000 refugiados ya en Italia y Grecia. Las potencias europeas tratan de aislarse de los resultados de la carnicería que han forjado a través de la creación de una "Fortaleza Europa". En la cumbre de emergencia por los refugiados en junio, la UE se lavó las manos ante la creciente repulsión público por la muerte de miles de personas en el Mediterráneo. Se negaron a establecer las cuotas para que los países tomaran el creciente número de desesperados refugiados, acordando reubicar a sólo 40.000 refugiados que ya se encuentran en Italia y Grecia. En vez de ello, todos los esfuerzos se concentran en el fortalecimiento de los controles fronterizos. La frontera sureña de Hungría marca el borde de la zona Schengen de la UE de viajes sin pasaporte. El gobierno de derecha del país está construyendo una valla masiva a lo largo de su frontera de 109 millas con Serbia. Esta semana un portavoz del primer ministro declaró que la cerca sería "defendida" por miles de policías contra migrantes "cada vez más agresivos". Nuevas vallas fronterizas fortificadas de varios metros, con kilómetros de longitud, se han construido y fortalecido por Grecia, Bulgaria, España, por el Reino Unido en el puerto del canal del túnel de Calais, y por otros países. En este entorno en que la economía global está más estrechamente interconectada y más compleja que nunca antes en la historia, el sistema capitalista, basado en la obsoleta división del planeta en rivales naciones estados y en la propiedad privada de los medios de producción, está creando el infierno sobre la tierra. En el programa fundacional de la Cuarta Internacional, el gran revolucionario León Trotsky escribió en la víspera de la Segunda Guerra Mundial: "Antes de agotar, o ahogar en sangre a la humanidad, el capitalismo envenena la atmósfera mundial con los vapores deletéreos del odio nacional y racial". Estas palabras son tan aptas hoy como lo fueron entonces. Como ocurre con todos los grandes problemas que enfrenta la humanidad, la única solución racional que puede prevenir que decenas y cientos de millones más se conviertan en refugiados es la unificación de la gente trabajadora a nivel internacional en la lucha por la reorganización socialista de la vida económica. El socialismo, una sociedad basada en el cumplimiento de las necesidades humanas, no del lucro, que usa racionalmente y desarrolla los recursos abundantes de la tierra para proporcionar una vida digna de ser vivida para todos. Al cumplir este objetivo y con toda su fuerza colectiva, la clase obrera debe defender inquebrantablemente los derechos democráticos de los refugiados y los migrantes al asilo y a su derecho a vivir donde quieran. La clase obrera internacional, la única fuerza revolucionaria en el planeta, debe movilizarse para poner fin a los horrores del imperialismo y el sistema capitalista. Esta tarea requiere la construcción del Comité Internacional de la Cuarta Internacional, el movimiento mundial trotskista. Fuente: Documento elaborado por Robert Stevens y publicado por el Comité Internacional de la Cuarta Internacional (CICI) el 2 de septiembre de 2015 y disponible en el sitio web: https://www.wsws.org/ Pagina 4 de 20 2. LA DESACELERACIÓN MUNDIAL Y LA CRISIS DE LOS REFUGIADOS REQUIEREN MEDIDAS FUERA DE LO COMÚN DE PARTE DEL G20 La fragilidad de la economía mundial se cierne sobre la reunión conjunta de Ministros de Trabajo y Finanzas del G20 en Ankara, bajo la presidencia turca del G20, dado que las metas de crecimiento se han quedado peligrosamente rezagadas y el comercio mundial ha experimentado en este primer semestre de 2015 su mayor caída desde 2009. Los sindicatos, en el marco de Labour 20, se dirigen a los Ministros exponiendo la necesidad de una acción coordinada para invertir en puestos de trabajo, apoyar a los salarios mínimos de vida y la negociación colectiva, establecer metas para el empleo juvenil y la consonancia de la inversión responsable con estas necesidades políticas. Las nuevas cifras del FMI muestran que los objetivos de crecimiento establecidos por el G20 en Brisbane se están quedando rezagados al presentar una brecha del 3 por ciento entre los objetivos y las perspectivas actuales de la economía mundial. “El crecimiento tiene que aumentar más del doble para satisfacer lo establecido por el G20 el año pasado. El G20 se enfrenta a un problema de credibilidad y exhortamos a los Ministros de Trabajo a advertir a los Ministros de Finanzas que necesitamos medidas específicas capaces de crear puestos de trabajo a través de una inversión responsable en infraestructura y medidas encaminadas a incrementar el poder de compra y los salarios en la medida en que hemos llegado a un punto de inflexión en lo que se refiere a la desigualdad de los ingresos”, afirmó John Evans, Secretario General de la Comisión Sindical Consultiva ante la OCDE. La amenaza que se cierne sobre la seguridad de los ingresos es cada vez mayor, en la medida en que el 55 por ciento de los habitantes de nueve países que representan la media del PIB mundial describe sus finanzas como en situación de estancamiento o en retroceso en la encuesta Nuevos Frentes de la CSI. “Desaparecen puestos de trabajo en las economías emergentes, el malestar social es cada vez mayor, el desempleo juvenil está convirtiéndose en estructural y la participación de los salarios se niega a repuntar, al tiempo que se acomete contra los salarios mínimos y la negociación colectiva reforzando así la pobreza de las familias. Contar con salarios justos en las cadenas de suministro mundiales aumentaría la demanda y ayudaría al crecimiento de la economía global”, señaló Sharan Burrow. Por segunda vez en la historia del G20, los Ministros de Trabajo y de Finanzas se reúnen conjuntamente en Ankara, lo que debería actuar como un catalizador para una acción política coherente. Las recomendaciones del L20 incluyen: • Incrementar la inversión en empleos y salarios. La modelización del crecimiento del L20 muestra que la expansión de la inversión en infraestructura pública en un 1 por ciento del PIB en los países del G20 podría crear hasta 3,8 por ciento más de crecimiento durante un período de cinco años en comparación con las políticas actuales; • Aumentar la participación de las mujeres en el mercado de trabajo, así como la inversión en el cuidado infantil y la economía asistencial para cumplir con el objetivo “25 para 25” del G20; • Un nuevo y ambicioso objetivo para el empleo de los jóvenes y garantías para la juventud, ya que las tasas de desempleo juvenil presentan como media un tercio más alto que en 2007, con la excepción de Alemania. La proporción de jóvenes que no estudian, no trabajan ni están en formación asciende a cerca del 20 por ciento en promedio en los Pagina 5 de 20 países industrializados y es superior en las economías emergentes. Solamente en las economías del G20 existen 150 millones de jóvenes que no estudian ni trabajan poco cualificados; • Debe garantizarse a las personas que huyen de las situaciones de conflicto el derecho al trabajo y a la protección social. “El mundo se enfrenta a la peor crisis mundial de refugiados experimentada desde la Segunda Guerra Mundial y el silencio de los Líderes es ensordecedor. Las ciudadanas y los ciudadanos del mundo entero llevan la delantera a sus Líderes, ya que abren su casa a los refugiados. La crisis mundial de los refugiados es una crisis económica y los Líderes del G20 deben tomar medidas coordinadas para garantizar el derecho al trabajo y a la protección social para los refugiados”, afirmó Sharan Burrow. La Encuesta Nuevos Frentes de la CSI de 2015 sobre las economías de países productores tales como Indonesia, Filipinas y Turquía, reveló lo siguiente: • la mitad del total de trabajadores/as afirman que su trabajo se ha vuelto más inseguro en los últimos 12 meses; • el 58 por ciento se espera a que alguien de su familia pierda su empleo en los próximos 12 meses; y • el 63 por ciento señala que están preocupados por la seguridad de su empleo y salarios. “El G20 tiene la posibilidad de configurar el mundo del trabajo dándole una trayectoria diferente, los trabajadores y las trabajadoras están buscando recomendaciones no trilladas en la medida en que vivimos una época fuera de lo común. Las vidas y los medios de vida de los trabajadores, sus familias y sus comunidades dependen de las decisiones de los Ministros de Trabajo y de Finanzas. Las discusiones no deben verse dominadas por excusas ante las políticas fallidas que no han conseguido fomentar el crecimiento”, indicó John Evans. Fuente: Noticias de la Confederación Sindical Internacional, publicado el 3 de septiembre de 2015 y disponible en el sitio web: http://www.ituc-csi.org/ 3. RESPUESTA DEL GRUPO BANCO MUNDIAL A LA CRISIS DE ÉBOLA Si bien se han registrado importantes avances en la disminución de la propagación del virus del Ébola en Guinea, Liberia y Sierra Leona, la epidemia no ha terminado. El mundo debe permanecer concentrado en lograr que no exista ningún caso y mantener dicha situación. Hasta que eso no ocurra en cada uno de los países afectados, las personas y las economías de la región y de otros lugares seguirán estando en riesgo. La respuesta del Grupo Banco Mundial ante la crisis de ébola consiste en ayudar a detener la propagación de las infecciones, mejorar los sistemas de salud pública en toda África occidental y brindar asistencia a los países para afrontar las consecuencias económicas de la crisis, incluyendo medidas de apoyo al comercio, las inversiones y el empleo. El Banco continúa trabajando estrechamente con los países afectados, las Naciones Unidas (ONU), la Organización Mundial de la Salud (OMS), y asociados de organismos bilaterales, la sociedad civil y del sector privado para apoyar las medidas de respuesta y de recuperación. Estas incluyen restaurar los servicios básicos de salud; ayudar a los países para que todos los niños retornen a la escuela, los agricultores vuelvan a plantar en sus campos y las empresas vuelvan a funcionar, y que los inversionistas regresen a los países. Además, está dando respaldo Pagina 6 de 20 a los países para que puedan reactivar sus economías, fortalecer sus sistemas de salud, y reconstruir mejor que antes. El principal costo de este brote trágico es la pérdida de vidas humanas y los sufrimientos que ocasiona, pero la crisis también ha echado por tierra avances en materia de desarrollo logrados con tanto esfuerzo en los países afectados, y agravará la ya persistente pobreza. El 17 de abril de 2015, el Grupo Banco Mundial publicó un análisis sobre el impacto económico que muestra que la crisis de ébola continúa paralizando las economías de Guinea, Liberia y Sierra Leona, aunque las tasas de transmisión muestran signos de desaceleración significativos. El Grupo Banco Mundial estima que estos tres países perderán al menos US$2200 millones en crecimiento económico paralizado en 2015 como consecuencia de la epidemia. Otros estudios recientes concluyeron que los impactos sociales y económicos del ébola en Liberia y Sierra Leona se han traducido en pérdidas de empleos, disminución de las cosechas e inseguridad alimentaria; aunque el uso de los servicios públicos parece estar mejorando. Para garantizar que el mundo esté mejor preparado y pueda responder mucho más rápido frente a futuros brotes epidémicos, el Grupo Banco Mundial, la Organización Mundial de la Salud y otros asociados están formulando un plan para un nuevo mecanismo de emergencia para casos de pandemia (i) que permitiría asignar recursos de manera expedita cuando ocurran dichos brotes. El Grupo Banco Mundial también ha establecido un Fondo Fiduciario para la Recuperación y Reconstrucción frente a la Crisis de Ébola de modo de abordar el urgente y cada vez mayor impacto social y económico de la crisis en la región. Situación actual Hasta el 1 de septiembre de 2015, el Grupo Banco Mundial ha movilizado alrededor de US$1620 millones en financiamiento para los esfuerzos de respuesta y recuperación destinados a apoyar a los países más afectados por el ébola. Esto incluye US$260 millones para Guinea; US$385 millones para Liberia, y US$318 millones para Sierra Leona. Del monto total de US$1620 millones, US$1170 millones provienen de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) —el fondo del Grupo Banco Mundial para los países más pobres— y al menos US$450 millones de la Corporación Financiera Internacional (IFC), un organismo miembro del Grupo Banco Mundial, para facilitar el comercio, las inversiones y el empleo en Guinea, Liberia y Sierra Leona. Un compromiso inicial de US$518 millones de la AIF está ayudando a proporcionar a Guinea, Liberia y Sierra Leona tratamiento y atención médica, a contener y evitar la propagación de infecciones, a dar apoyo a las comunidades para que puedan hacer frente a las repercusiones económicas de la crisis, y a mejorar los sistemas de salud pública. Esto incluye: Financiar suministros y medicamentos esenciales; equipos de protección personal y materiales para el control y la prevención de infecciones; capacitación para los trabajadores de la salud; pagos por condiciones de trabajo peligrosas y prestaciones por defunción para los trabajadores de la salud y voluntarios en la crisis de ébola; búsqueda de contactos; vehículos; equipos para la gestión de datos, y campañas educativas puerta a puerta sobre salud pública. Dar apoyo al aumento de trabajadores de la salud extranjeros en los tres países. A abril de 2015, más de 1300 funcionarios médicos extranjeros habían sido enviados a los países, entre ellos 835 profesionales del Grupo de Apoyo ante el Brote de Ébola en África Occidental de la Unión Africana (ASEOWA), y un equipo cubano de personal médico, integrado por 230 profesionales. Pagina 7 de 20 Entregar asistencia presupuestaria para ayudar a los Gobiernos de Guinea, Liberia y Sierra Leona a enfrentar los impactos del brote de ébola y financiamiento para ampliar los programas de redes de protección social en los tres países. De los US$518 millones comprometidos inicialmente a través de la AIF, US$390 millones corresponden a nuevos recursos proporcionados en concepto de donaciones con cargo al Mecanismo de Respuesta a las Crisis de la AIF; US$110 millones provienen de fondos nacionales de la AIF y del Mecanismo de Respuesta a las Crisis para operaciones de financiamiento para políticas de desarrollo, y US$18 millones fueron reasignados de proyectos de salud en curso en los tres países afectados. Hasta el 1 de septiembre de 2015, US$390 millones, o el 75 % del monto de US$518 millones comprometido por la AIF, han sido desembolsados a los tres países y a los organismos asociados de la ONU. En la primavera de 2015, con el fin de revitalizar la agricultura y evitar el hambre en los países afectados por el ébola, el Grupo Banco Mundial ayudó a entregar fertilizantes y una cantidad sin precedentes de 10 500 toneladas de semillas de maíz, caupí y arroz a más de 200 000 agricultores en Guinea, Liberia y Sierra Leona. De los al menos US$450 millones de financiamiento comercial entregado por IFC, que se destina a apoyar el comercio, las inversiones y el empleo en Guinea, Liberia y Sierra Leona, US$250 millones son para un programa de respuesta rápida, el cual está ayudando a garantizar la continuidad de las operaciones de las empresas y el suministro de bienes y servicios esenciales. Unos US$200 millones adicionales son para un programa de recuperación del ébola, que financiará proyectos de mediano y largo plazo después de la crisis. IFC también proporcionará servicios de asesoría a 800 pymes en cuestiones de salud, seguridad y medioambiente relacionadas con el ébola. Fuente: Nota informativa elaborado por el Departamento de Información del Banco Mundial, publicado el 1 de septiembre de 2015 y disponible en el sitio web: http://www.bancomundial.org/ 4. EL MAR DEL SUR DE CHINA, UN TABLERO DE ALTO RIESGO, POR LAURA VILLADIEGO El Mar del Sur de China sigue siendo uno de los puntos más calientes del planeta. Esta gran masa de agua situada entre China, Vietnam, Filipinas y el archipiélago que comparten Indonesia, Malasia y Brunei encierra cientos de islotes y pequeñas islas, muchos de los cuales han sido objeto de disputa entre varias de las naciones fronterizas desde hace varias décadas. Las más importantes son las islas Paracel, reclamadas por China, Taiwán y Vietnam, y las islas Spratly, reivindicadas como propias por China, Brunei, Malasia, Filipinas y Vietnam. Recientemente la tensión se ha disparado aún más. En junio, China anunció que estaba a punto de terminar siete nuevos islotes en las islas Spratly, en donde se cree que Pekín podría instalar bases militares. Este año se espera además que el Panel de Arbitraje de Naciones Unidas para la Convención sobre el Derecho del Mar tome una decisión acerca de las aspiraciones de Filipinas y China sobre las mismas Spratly que no será bienvenida por la parte perdedora. La disputa va más allá de la posesión de unos pedazos de tierra. Se cree que la zona es una importante reserva de petróleo y gas natural -un nuevo Oriente Medio, la llaman algunos-, además de ser una de las regiones más ricas en biodiversidad marina, aunque las reservas pesqueras están seriamente mermadas. Es además un lugar estratégico para el comercio marítimo internacional y fundamental en el proyecto de la Ruta de la Seda Marítima presentado por China para unir por mar el dragón asiático con el Sureste Asiático y el Sur de China. Pagina 8 de 20 La disputa en el Mar de China Meridional, como es también conocido, es uno de los conflictos internacionales más complejos que existen hoy en día debido a la gran cantidad de países involucrados. Fue, sin embargo, una región con una importancia estratégica limitada hasta mediados del siglo pasado, cuando la mayor parte de los países comenzaron a reclamar su soberanía sobre los islotes. Las tensiones se dispararon después de que Vietnam y Malasia presentaran en 2009 una sumisión conjunta ante Naciones Unidas sobre la extensión de sus plataformas continentales. Desde entonces, todos los países de la región han intentado reforzar sus posiciones en la zona ocupando islotes y construyendo en ellos, pero el Panel de Arbitraje podría ser la primera instancia internacional en pronunciarse sobre la disputa territorial. Una de las que más se juega en este tablero es la propia China, quien reclama la soberanía de la mayor parte del Mar del Sur de China, en el área comprendida en la llamada línea de los nueve puntos. Pekín se basa en razones históricas en su reclamación ya que, asegura, la zona ha sido tradicionalmente considerada como parte íntegra de su nación. Sin embargo, el país no ha dado pruebas sólidas de su presencia en las islas antes de los años 40 del pasado siglo. El gigante asiático busca el control de los recursos naturales de la zona, pero también incrementar su presencia para contrarrestar el papel que históricamente ha jugado Estados Unidos en la región. Si China consigue imponer su postura, su posición como potencia mundial se verá reforzada, pero al mismo tiempo sus relaciones con el Sureste Asiático se verán probablemente dañadas. Y no es una pérdida cualquiera. China es el mayor socio comercial del Sureste Asiático, mientras que los países de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN en sus siglas en inglés) son los terceros en el balance comercial chino. Esta zona es así un mercado primordial para los bienes producidos por China, pero es también uno de sus principales centros de producción. De momento las tensiones no han impactado de forma importante en estas relaciones, pero las protestas que tuvieron lugar el año pasado en muchas fábricas de propiedad supuestamente china -muchas resultaron al final no serlo- en Vietnam son un buen ejemplo de los riesgos a los que se exponen tanto chinos como los propios países del Sureste Asiático. Por su parte, Filipinas también ha hecho una apuesta atrevida al presentar la ya mencionada petición de arbitraje. China es el principal destino de las exportaciones de Filipinas, y Pekín ya ha tomado en alguna ocasión represalias contra el archipiélago por sus movimientos en la zona, la más conocida de ellas la guerra de las bananas de 2012. Además la petición de arbitraje probablemente sólo servirá para enfurecer a Pekín, pero no conseguirá una retirada de China, quien ha asegurado que no reconocerá ninguna decisión procedente del panel. La batalla, sin embargo, no es sólo judicial y Filipinas está incrementando rápidamente su gasto militar, aunque sus esfuerzos serán inútiles ante la gran potencia armamentística del gigante asiático. Filipinas confía así en el apoyo de uno de sus socios más antiguos para disuadir a los chinos. No en vano, Estados Unidos considera el Mar de Sur de China una de sus zonas de influencia y no va a permitir que China ocupe su lugar. “Estados Unidos tiene un interés nacional en la libertad de navegación, el acceso abierto a las zonas marítimas comunes de Asia y el respeto por el derecho internacional en el Mar del Sur de China”, aseguró la antigua secretaria de Estado Hillary Clinton en 2010. EE UU se juega así el control de una región fundamental militar y comercialmente, pero su apoyo a las naciones de Sureste Asiático puede también poner en peligro sus relaciones con Pekín. Para Washington el resultado más satisfactorio sería mantener el status quo y que la región siga siendo considerada una zona marítima internacional para que sus barcos puedan seguir navegando sin trabas. Vietnam es otro de los principales actores en la región. Sus relaciones con China han sido tradicionalmente turbulentas, con numerosas guerras a lo largo de su historia, por lo que la Pagina 9 de 20 aversión hacia el país vecino está enraizada en la conciencia popular. El país está preocupada por perder los recursos energéticos, pero sobre todo por las trabas que Pekín podría poner a sus barcos pesqueros. De hecho, en 1999 China aprobó una prohibición anual de varias semanas para la regeneración de los recursos pesqueros en la zona que está intentando implementar cada vez con mayor severidad. Sin embargo, a pesar de que Vietnam también ha incrementado su gasto en defensa y ha estrechado sus relaciones militares con Estados Unidos, el país asiático tendría pocas posibilidades de defender a sus barcos en un enfrentamiento abierto. Pero probablemente la que más se juegue en este tablero es ASEAN, una especie de Unión Europea asiática, aunque con muchas menas competencias. La cuestión del Mar del Sur de China ha puesto en evidencia la falta de una política común incluso para luchar contra las aspiraciones de Pekín. Filipinas y Vietnam han llamado continuamente a la organización a crear un bloque común, pero Camboya se ha puesto desde 2012 en el lado chino y ha complicado continuamente las negociaciones. Sin embargo, las propias naciones del Sureste Asiático tienen aspiraciones sobre los mismos territorios y una victoria sobre China no implicará el fin de las tensiones en la región. La situación es sin duda volátil, pero parece poco probable que el Mar de Sur de China se convierta en el escenario de un conflicto abierto, aunque los malentendidos y los continuos tira y afloja de tantas naciones con intereses tan diversos pueden hacer prender la mecha. Fuente: Heredera de Foreign Policy en español, esglobal es editada por la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE). Este artículo fue publicado el 3 de septiembre de 2015 y se encuentra disponible en el sito web: http://www.esglobal.org/ 5. EL MUNDO TEMBLÓ CON CHINA, POR ANDRÉS ORTEGA “Cuando China despierte, el mundo temblará”. Napoleón, en la famosa frase que se le atribuye allá por 1816 en su exilio en Santa Elena, recomendaba “dejarla dormir”. Pero China desde entonces ha despertado, o vuelto a despertar, pues estamos ante un regreso a una normalidad histórica que se quebró por entonces. El problema actual es que el mundo tiembla ante su posible gripaje, ante sus debilidades. Por sus consecuencias externas y por las internas – agravadas por la manera en que se ha gestionado el accidente en el almacén químico del puerto de Tianjin en el que murieron casi 130 personas–, incluida la efectividad del control que el liderazgo chino ejerce sobre sus mercados y la capacidad real de reformas que el país necesita. Las otras economías emergentes son las principales economías en sufrir, como ya se venía avisando. Aunque todas acaben sufriendo. China es ya una parte consustancial de la economía global, un 16% del producto mundial. De hecho, según cómo se mida, puede ser ya la más grande. Inevitablemente, lo que ocurre allí nos afecta ya a todos. Los propios medios oficiales chinos hablaron del 24 de agosto como de un “lunes negro”. Aunque la relación entre la economía y el mercado de valores nunca es clara, y menos cuando viene dictada por algoritmos, la brusca caída en las bolsas chinas en agosto, tras el anterior episodio de julio, ha desatado una crisis bursátil general, que, pese a que se ha ya recuperado en Occidente y no haya afectado demasiado al resto de Asia, ha despertado enormes dudas sobre la situación real de una China de cuyas estadísticas se desconfía. El crecimiento oficial es de un 7%, pero algunos estudios sitúan lo que puede ser una “nueva normalidad” –a la que aludió el presidente Xi Jinping ya en mayo, y a la que los chinos y el mundo habrán de ajustarse– en un 5,3% y otros la bajan incluso a un 4%. Diversos indicadores (consumo de electricidad, cemento, exportaciones, demanda de metales como el cobre, Pagina 10 de 20 transporte por tren, nueva construcción, etc.) llevan tiempo frenándose, y la deuda pública se ha disparado a un 282% del PIB (estaba en un 130% en 2009), aunque las reservas en moneda extranjera permanecen altas. No es técnicamente una recesión –y en términos absolutos es un crecimiento para sí y para el mundo mayor que cuando ocho años atrás apuntaba a un 14%–, pero es insuficiente para generar el empleo que el aumento de la población china y los desplazamientos de las zonas rurales a las ciudades de la costa requieren. Aunque ha inyectado en estas semanas el equivalente a 200.000 millones de dólares o más en la economía y la bolsa chinas, el Banco de China tiene aún mucho margen de maniobra no sólo para ayudar a la economía china, sino también a los mercados emergentes. Pero lo que está ocurriendo pone en duda la famosa competencia del liderazgo chino en esta coyuntura, en que ha de conducir la economía hacia un nuevo modelo basado menos en la exportación y en la inversión y más en el consumo interno, con una devaluación de la moneda mal explicada y presentada. El problema es que los chinos son unos tremendos ahorradores, entre otras cosas para proveer a su vejez ante la carencia de pensiones públicas y a su salud dada la escasez de la sanidad pública. Además, las pautas de consumo están cambiando entre unos ciudadanos que se alejan de los productos de lujos y gastan más en los supermercados. Pero sobre todo está la cuestión del control de una economía de mercado con un peso enorme del sector estatal. El presidente Xi Jinping, que ha acumulado como nadie en los últimos años poder en sus manos, pretendió compensar la merma de legitimidad de un menor crecimiento económico con una mayor lucha contra una corrupción que indigna y genera inseguridad, como se ha visto en el accidente de Tianjin en una empresa estatal. El que ha quedado seriamente tocado ha sido el primer ministro Li Keqiang, encargado de la gestión –incluida una dimensión policial contra los “especuladores”– de la crisis bursátil, aunque no es previsible su democión. En todo caso, la nueva normalidad puede repercutir en unas economías emergentes que han sido demasiado dependientes en sus exportaciones de materias primas hacia China y no han construido una base industrial propia. Incluso en el mundo desarrollado, la crisis bursátil china –una pérdida de un 40% de valor desde junio, mucho más que una corrección– no sólo ha afectado a unas multinacionales cada vez más globales, sino empujado al alza el valor del euro cuya depreciación era parte de ese “viento de cola” que ha impulsado el actual crecimiento en Europa, España incluida. Con una posible guerra de divisas en el horizonte, con devaluaciones competitivas o con una subida de tipos de interés por parte de la Reserva Federal de EEUU que ahora se ve dificultada. Esto último, si se confirma, es lo único positivo de lo ocurrido. Pero la crisis ha abierto la duda de si China está en una transición manejable hacia un nuevo modelo, no sólo económico sino también social e incluso político. Nuevos temblores a la vista. Fuente: Artículo publicado el portal del Real Instituto Elcano el 1 de septiembre de 2015 y disponible en el sitio web: http://www.blog.rielcano.org 6. TIEMPOS DE INCERTIDUMBRE, POR JOSÉ ANTONIO OCAMPO Hace poco, América Latina era un ejemplo de próspero crecimiento económico. Mientras que las economías avanzadas padecían una grave recesión durante la crisis financiera de 2008–09 en Estados Unidos y Europa occidental, seguida de un leve repunte, las economías de mercados emergentes, así como América Latina, parecían ser la promesa de un renovado crecimiento económico mundial. La década 2004–13 fue, en muchos sentidos, excepcional en cuanto al crecimiento económico y más aún en cuanto al avance social de América Latina. Algunos analistas denominan a este Pagina 11 de 20 período como la “década de América Latina”, un término acuñado en contraposición a la “década perdida” de los años ochenta, cuando una enorme crisis de deuda generó una grave recesión en la región. Pero este panorama positivo ha cambiado radicalmente. En 2014, el crecimiento per cápita se detuvo y se considera que la promesa se esfumó en buena parte de la región. El súbito deterioro de las perspectivas de la región también refleja cambios significativos en la coyuntura mundial que afectan el desempeño económico de la región, por ejemplo, la caída sustancial de precios de las materias primas, que siguen siendo la columna vertebral de las exportaciones de la región (y especialmente de América del Sur), y la moderación global del comercio mundial. Para recuperarse, América Latina debe emprender reformas a fin de diversificar su economía y actualizar tecnológicamente la estructura de su producción a efectos de depender menos del comportamiento de las materias primas. Buen desempeño Aunque 2004 marcó el inicio de la denominada década de América Latina, algunas mejoras económicas habían empezado años antes. Desde los años noventa, la mayoría de esos países han tenido bajos déficits fiscales. El fortalecimiento de las bases tributarias facilitó la expansión del gasto social, que se había reducido notablemente en los años ochenta. La inflación de la región, que en 1990 trepó a casi el 1.200%, cayó a niveles de un solo dígito en 2001. Todos estos logros son significativos. Pero el más notable, dado el precedente de la crisis de endeudamiento, ha sido la marcada reducción de la relación deuda externa/PIB que tuvo lugar en 2004–08. Al mismo tiempo, los países de la región acumularon grandes reservas en divisas. La deuda externa, deducidas dichas reservas, se redujo, en promedio, del 28,6% del PIB en 1998–2002 al 5,7% en 2008 (véase gráfico 1). Si bien la tendencia descendente se interrumpió en 2008, cuando la región dejó de tener los superávits en cuenta corriente de que había gozado a partir de 2003, seguía siendo históricamente baja en 2014: solo un 8%. Como los coeficientes de endeudamiento bajos hacen más probable que una nación pueda pagar sus préstamos a tiempo, la mayoría de los países latinoamericanos lograron un extraordinario acceso al financiamiento externo. A mediados de la década de 2000, las tasas de interés reales (descontada la inflación) de los préstamos externos a América Latina retornaron a niveles bajos no observados en la región desde la segunda mitad de los años setenta, antes de la devastadora crisis de deuda que dio origen a la década perdida. Los prudentes coeficientes de endeudamiento permitieron que las autoridades monetarias de varios países emprendieran políticas expansionistas para contrarrestar los efectos adversos de la grave recesión en las economías avanzadas. En particular, todos los grandes bancos centrales redujeron sus tasas de interés, y varios gobiernos aumentaron el gasto del sector público para ampliar la demanda interna. Esta capacidad para aplicar políticas económicas que contrarrestaban el ciclo económico en lugar de reforzarlo no tenía precedentes en la historia de la región. Desde 2004 hasta mediados de 2008 el crecimiento económico promedio fue 5,2%, el mejor que la región había experimentado desde 1968–74 (véase gráfico 2). Además, en muchos países trajo aparejado un auge de inversión. La inversión, como porcentaje del PIB, creció a niveles apenas menores que el máximo alcanzado antes de la crisis de endeudamiento de los años ochenta, y más altos si se excluye a Brasil y Venezuela. Y luego de una breve y marcada desaceleración del crecimiento económico en 2009, que en algunos países fue una profunda recesión, especialmente en México, el crecimiento se recuperó y alcanzó en promedio un 4,1% anual en 2010–13. Para la mayoría de los países, el crecimiento Pagina 12 de 20 realmente excepcional tuvo lugar de 2004 a mediados de 2008, aunque las economías de Panamá, Perú y Uruguay crecieron a más del 6% en promedio durante toda una década: de 2004 a 2013. Desde los años noventa, toda la región también ha experimentado mejoras duraderas en el desarrollo humano gracias al aumento del gasto social como proporción del PIB. Este aumento facilitó la expansión de la educación, la salud y otros servicios sociales. Estas mejoras pueden caracterizarse como un “dividendo democrático”, pues tuvieron lugar tras el retorno de América Latina a la democracia en los años ochenta. Entre los cambios sociales más beneficiosos de la década pasada se destacan la gran reducción de la pobreza y las mejoras conexas en los mercados laborales y la distribución del ingreso. Según los datos de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL) y de la Organización Internacional del Trabajo, el desempleo de la región bajó del 11,3% en 2003 al 6,2% en 2013. El empleo en el sector informal, en el que los trabajadores realizan actividades de baja productividad, ya sea en forma independiente o en empresas muy pequeñas, cayó del 48,3% del empleo total en 2002 al 44,0% en 2014, y la población de 15 a 64 años con empleo aumentó en 4,6 puntos porcentuales. La distribución del ingreso también mejoró notoriamente en la mayoría de los países latinoamericanos. Este hecho, además de contrastar con el historial de la región, difiere del aumento relativamente generalizado de la desigualdad de estos últimos años. Esta disminución de la desigualdad, junto con el crecimiento económico, dio lugar a una impresionante reducción de los niveles de pobreza y al crecimiento de la clase media. En 2002, el porcentaje de población latinoamericana que vivía en la pobreza era mayor que en 1980, según los datos de la CEPAL (2014). Pero el número de pobres disminuyó en 16 puntos porcentuales en el transcurso de la década subsiguiente, y la pobreza extrema se redujo la mitad de esta cifra. La única reducción similar de los niveles de pobreza tuvo lugar en los años setenta, gracias al veloz crecimiento económico de ese período. Con la reducción de la pobreza, la clase media (gente que vive con ingresos entre US$10 y US$ 50 diarios, según la definición del Banco Mundial) creció en alrededor del 23% al 34% de la población. Pagina 13 de 20 Sin embargo, estas mejoras sociales deben considerarse con cuidado. En muchos países aún predomina la informalidad en el mercado laboral. En gran medida, las mejoras de la distribución del ingreso constituyeron una reversión de la creciente desigualdad de los años ochenta y noventa. Y aun con las mejoras de la desigualdad, América Latina sigue teniendo una de las peores distribuciones del ingreso a nivel mundial. Además, la mejora de la disponibilidad de servicios de educación y cuidado de la salud no estuvo acompañada de mejoras en la calidad de los mismos. Por ejemplo, los estudiantes latinoamericanos tienen bajo puntaje en el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de la OCDE. La educación de alta calidad es esencial para desarrollar los sectores de tecnología avanzada que producen bienes y servicios de alto valor, esenciales para que América Latina recupere el crecimiento dinámico. Fin de la bonanza A diferencia de la década idílica que terminó en 2013, el desempeño económico reciente de América Latina ha sido pobre. En 2014, el crecimiento cayó a tan solo el 1,1%, apenas por encima del actual escaso 1,0% de crecimiento de la población de la región y, según el FMI y la CEPAL, en 2015 la tasa será similar o aún menor (véase gráfico 2). La inversión también disminuyó en 2014, y seguirá disminuyendo en 2015. Las tasas de pobreza se han estancado en los niveles de 2012 (véase gráfico 3) y, aunque todavía no hay datos exactos, al parecer lo mismo sucedería con la distribución del ingreso. El desempleo se ha mantenido bajo, pero en 2014 se redujo la proporción de población activa con empleo. Sin embargo, la evolución reciente de América Latina presenta diferencias regionales significativas. La marcada desaceleración es esencialmente un Pagina 14 de 20 fenómeno de Sudamérica, que en 2014 creció un 0,6%, frente al 2,5% de México y Centroamérica. Además, Venezuela entró en una grave recesión en 2014, que se agudizará en 2015 y, según el FMI (2015), las dos economías sudamericanas más importantes, Argentina y Brasil, también experimentarán recesiones moderadas en 2015. La mayoría de los restantes países de Sudamérica ha seguido creciendo, pero en 2014 experimentaron una desaceleración (Chile, Ecuador, Perú, Uruguay) o la están experimentando en 2015 (Colombia). Las excepciones son Bolivia y Paraguay, que seguirán creciendo al 4,0% o más en 2015. En el norte de la región, México crecerá, aunque a una tasa algo floja: 2,1% en 2014, y se estima un 3,0% en 2015. Eso prolonga la tendencia mediocre de la economía del norte de la región, que entre 2004 y 2013 creció a una tasa promedio del 2,6%, la segunda más baja de América Latina. Por consiguiente, en el norte de América Latina, el mejor desempeño corresponde a América Central (excepto El Salvador y Honduras) y República Dominicana. Si bien persisten algunos puntos fuertes, la región es menos capaz de contrarrestar shocks externos adversos que en 2008 y 2009, tales como menores precios de las materias primas o cambios en la política monetaria de Estados Unidos. Una gran ventaja de la región es que sigue teniendo bajos coeficientes de endeudamiento externo que, aunque han comenzado a aumentar, permanecen bajos al deducir las reservas en divisas. Con algunas excepciones, esta posición de deuda neta favorable brinda a los países acceso a los mercados de capital privados y, como mínimo, permite a la mayoría de las autoridades monetarias evitar políticas contractivas para afrontar shocks. Pero, con los crecientes desequilibrios de la balanza de pagos (especialmente el déficit en cuenta corriente), y en algunos casos inflación creciente, las autoridades monetarias tienen menos margen de maniobra que durante la crisis financiera de 2008–09. De hecho, algunas, especialmente las de Brasil, se vieron forzadas a aumentar las tasas de interés para contrarrestar la inflación. Además, el mayor gasto público de estos últimos años ha limitado la capacidad de América Latina para utilizar la política fiscal a fin de apoyar el crecimiento de las economías afectadas por la menguante demanda internacional. En promedio, la región dejó de tener los superávits fiscales primarios (ingreso menos gasto antes del pago de intereses) de los que gozaba antes de la crisis. Sin embargo, el riesgo mayor radica en la cuenta corriente de la balanza de pagos. A pesar de los términos de intercambio muy favorables (entre los precios de las exportaciones y las importaciones), la región ha estado manteniendo déficits de cuenta corriente (que sobre todo mide la diferencia entre las exportaciones e importaciones de bienes y servicios, o sea, el gasto agregado que supera el valor del ingreso nacional). Una forma de entender esto es restar de la cuenta corriente las ganancias de los valores de las exportaciones generadas por las mejoras de la relación de intercambio con respecto al año previo al auge de las materias primas (2003). Según este cálculo, los términos de intercambio beneficiaron a América Latina por el equivalente de cerca del 7% del PIB en 2011–13. Pero la región, además de gastar todo lo que ganó, registró déficit en su cuenta corriente. Esto significa que, de hecho, en la región hubo un gasto excesivo durante el auge de las materias primas (gráfico 4). Otras estimaciones (FMI, 2013) indican que ese gasto excesivo fue incluso mayor. Las recientes depreciaciones de muchas de las monedas de la región a la larga ayudarán a reducir los déficits en cuenta corriente (al hacer más rentables las exportaciones y encarecer las importaciones). Pero a corto plazo las mejoras de la cuenta corriente provendrán sobre todo de la reducción de las importaciones resultante de la desaceleración económica. Pagina 15 de 20 Influencia externa El cambio de suerte de América Latina obedece en gran medida al vuelco de las condiciones externas benevolentes que fomentaron el auge. El excelente desempeño desde 2004 hasta mediados de 2008 reflejó la extraordinaria coincidencia de cuatro factores externos positivos: el veloz crecimiento del comercio internacional, el auge de precios de las materias primas, el abundante acceso al financiamiento externo, así como las oportunidades de emigración y las crecientes remesas que los emigrantes enviaban a sus hogares. Dos de estos factores positivos, las oportunidades de emigración y la veloz expansión del comercio mundial, han desaparecido, probablemente en forma permanente, a raíz de la crisis financiera de las economías avanzadas. Las oportunidades de emigración a Estados Unidos están más limitadas que antes de la crisis, y el alto desempleo de España indujo a muchos emigrantes sudamericanos a regresar a casa. Las remesas, que ayudan a apuntalar la demanda en los países destinatarios, se han recuperado, pero siguen estando por debajo de los máximos de 2008. Asimismo, el comercio mundial experimentó la peor contracción de la historia en tiempos de paz tras el colapso de la empresa de inversiones de Wall Street, Lehman Brothers, en septiembre de 2008. Si bien el comercio se recuperó velozmente, a partir de 2011 la tasa de crecimiento pasó a ser lenta. En general, según datos del FMI, a partir de 2007 el volumen de las exportaciones ha aumentado solo un 3,0% anual, el peor desempeño desde la Segunda Guerra Mundial y una fracción del 7,3% registrado entre 1986 y 2007. El auge de precios de las materias primas se disparó en 2004 y, a pesar de que el aumento se interrumpió con la marcada contracción del comercio internacional, la recuperación también fue muy veloz. Los países más beneficiados por los términos de intercambio positivos fueron los exportadores de energía y minerales (Venezuela, Chile, Bolivia, Perú, Colombia y Ecuador, en ese orden), secundados por los principales exportadores agropecuarios (Argentina y Brasil). En cambio, los países importadores de petróleo se perjudicaron, especialmente los de América Central y el Caribe. Pero la suerte cambió cuando los precios de las materias primas no petroleras empezaron a caer en 2012 y los precios del petróleo colapsaron en la segunda mitad de 2014. Las economías exportadoras de energía y minerales beneficiadas por el auge pasaron a ser perdedoras, mientras que los países de América Central pasaron a ganar. La desaceleración económica de China es una causa importante de la implosión de las materias primas, ya que la demanda china ha sido el principal determinante de los precios de las mismas. Falta saber si este es un fenómeno a corto o largo plazo. Mis investigaciones con Bilge Erten (Erten y Ocampo, 2013) indican que los precios reales de las materias primas han seguido ciclos de largo plazo desde fines del siglo XIX. Si esta tendencia se mantiene, el mundo se encuentra en el comienzo de un largo período de precios descendentes de las materias primas. Por lo tanto, de los cuatro factores que alimentaron el auge de 2004 a mediados de 2008, solo persiste uno: el buen acceso al financiamiento externo. En esencia, los ecos del colapso de Lehman suspendieron el financiamiento de los mercados de capital privados, pero solo por cerca de un año. Inmediatamente después, América Latina recuperó el acceso a los mercados de capital internacionales. América Latina casi triplicó la emisión de bonos anuales, de US$3.500 millones mensuales en 2004–07 a US$9.600 millones en 2010–14, y los costos de financiamiento para los países que emitieron bonos en los mercados de capital privados internacionales se han mantenido bajos. El clima financiero favorable se debe a los bajos Pagina 16 de 20 coeficientes de endeudamiento y la abultada liquidez (efectivo) que flota en torno a los mercados financieros mundiales a raíz de las políticas monetarias expansivas de las principales economías desarrolladas que procuran reactivar sus economías aún débiles (véanse “Vigilar la marea” y “El contagio” en esta edición de F&D). La crisis del euro de 2011–12, la gradual reducción de las compras de bonos de la Reserva Federal de Estados Unidos, e incluso los shocks de materias primas de 2014 apenas han afectado el acceso de América Latina a los mercados de capital mundiales. Además, los pocos países que carecen de acceso a los mercados mundiales de capital privados —Argentina, Ecuador y Venezuela— han obtenido amplio financiamiento de China. Claro que las condiciones financieras mundiales pueden cambiar dadas las nuevas incertidumbres que rodean a la zona del euro debido a la crisis griega o si un giro de la política monetaria de Estados Unidos alejara los fondos de inversión de la región. Pero al momento de redactarse este artículo, el acceso de América Latina a los mercados mundiales de capital seguía siendo favorable. De cara al futuro América Latina no puede depender únicamente de las condiciones externas favorables para impulsar el crecimiento económico en el futuro inmediato, sino que debe forjar condiciones favorables por sus propios medios. Y de ahí surge la necesidad de reformas. Pero las reformas deben trascender los enfoques tradicionales de mercado que estaban de moda en los años ochenta y noventa. El hecho concreto es que las reformas de mercado no han generado un crecimiento económico sólido. De hecho, el crecimiento del PIB entre 1991 y 2014, tras las reformas de mercado, fue del 3,2% anual, frente al 5,5% entre 1946 y 1980 con una intervención del Estado más activa. La baja productividad obstaculizó el desempeño económico y el crecimiento fue inestable. Básicamente, este mediocre desempeño económico a largo plazo se debe a la inadecuada atención en actualización tecnológica del sector productivo, la gran desindustrialización, y al hecho de que la región se ha especializado en bienes (principalmente materias primas) que ofrecen limitadas posibilidades de diversificación y de mejoras en la calidad del producto. Esto se ha visto reforzado por el creciente comercio con China, que importa de América Latina casi exclusivamente bienes basados en recursos naturales. Al basarse en las exportaciones tradicionales, la brecha tecnológica se amplía, no solo con respecto a las dinámicas economías asiáticas, sino también en relación a las economías desarrolladas con uso intensivo de recursos naturales como Australia, Canadá y Finlandia. Pagina 17 de 20 Por lo tanto, es esencial que la región invierta en diversificar la estructura de su producción y ubique el cambio tecnológico en el centro de las estrategias de desarrollo a largo plazo. Esto no solo debería incluir la reindustrialización, sino también la actualización de la tecnología para la producción de recursos naturales y la generación de servicios modernos. Otro elemento esencial de esta política es diversificar el comercio con China apartándose de las materias primas. La necesidad de focalizarse en nuevas tecnologías para aumentar la competitividad es fundamental dadas las magras perspectivas de crecimiento del comercio mundial. Pero la región no debería limitarse a aumentar sus exportaciones. Una menor pobreza y una mayor clase media también son provechosas para los mercados internos. La mejor manera de explotar mercados internos más ricos es a través de la integración regional. Pero, a su vez, esto exige superar las significativas divisiones políticas que han bloqueado el avance de la integración regional en la década pasada. En particular, luego del firme crecimiento del comercio intrarregional de los años noventa en los dos principales procesos de integración sudamericanos —el MERCOSUR, inicialmente integrados por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, la Comunidad Andina de Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú— el desempeño ha sido más bien mediocre. En términos macroeconómicos, la condición más importante para una diversificación más dinámica de la producción es que los tipos de cambio reales sean más competitivos y menos volátiles. Esto debería formar parte de un cambio más decidido hacia políticas macroeconómicas que contrarresten los auges y las desaceleraciones del crecimiento y reduzcan la volatilidad que caracterizó a este último cuarto de siglo. La región también debe realizar grandes avances en otras dos áreas: calidad de la educación e inversión en infraestructura. Sin una mejor educación, la escasez de trabajadores capacitados frenará el avance tecnológico que la región necesita. A su vez, la precaria infraestructura exige, como mínimo, duplicar la inversión en carreteras, puertos y aeropuertos, según el Banco de Desarrollo de América Latina (2014). Dichas inversiones deberían recurrir a alianzas entre los sectores público y privado, pero también requieren una mayor inyección de fondos del sector público. Este plan de reformas es necesario. No es una cuestión de reformas de mercado, con el significado habitual de “reformas” en los debates políticos, sino de una mejor integración entre Estados y mercados. Y, por supuesto, esa integración también debe consolidar y promover el avance social, el logro más importante de la década pasada. Fuente: José Antonio Ocampo es profesor en la Universidad de Columbia y Presidente del Comité de Políticas de Desarrollo del Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas. Fue Secretario General Adjunto de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, Secretario Ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, y Ministro de Hacienda y Crédito Público, Ministro de Agricultura y Director del Departamento Nacional de Planeación de Colombia. Este artículo fue publicado en la Revista Finanzas & Desarrollo del Fondo Monetario Internacional (septiembre 2015) y disponible en el sitio web: http://www.imf.org/ 7. LA INFLACIÓN, LA FED Y EL PANORAMA GENERAL, POR CARMEN REINHART La inflación -sus causas y su conexión con la política monetaria y las crisis financieras- fue el tema de la conferencia internacional de banqueros centrales y académicos de este año en Jackson Hole, Wyoming. Pero, si bien el deseo de los responsables de las políticas económicas Pagina 18 de 20 de estar preparados para potenciales riesgos futuros que afecten la estabilidad de precios es entendible, no colocaron estos temores en el contexto de los recientes desarrollos inflacionarios a nivel global -o dentro de una perspectiva histórica. Para los 189 países sobre los cuales hay datos disponibles, la inflación mediana para 2015 está apenas por debajo del 2%, levemente menos que en 2014 y, en la mayoría de los casos, es inferior a las proyecciones del Fondo Monetario Internacional en su Perspectiva Económica Mundial de abril. Como demuestra el gráfico más abajo, la inflación en casi la mitad de todos los países (avanzados y emergentes, grandes y pequeños) hoy está en 2% o por debajo de ese nivel (la manera en que la mayoría de los banqueros centrales definen la estabilidad de precios). A la otra mitad, en general, no le está yendo mal tampoco. En el período posterior a los shocks petroleros de los años 1970 hasta comienzos de los años 1980, casi dos tercios de los países registraban tasas de inflación superiores al 10%. Según los últimos datos, que llegan hasta julio o agosto para la mayoría de los países, hay "solamente" 14 casos de inflación alta (la línea roja en el gráfico). Venezuela (que no ha publicado estadísticas oficiales sobre la inflación este año) y Argentina (que no ha difundido datos confiables sobre la inflación por varios años) ocupan un lugar prominente en este grupo. Irán, Rusia, Siria, Ucrania y un puñado de países africanos conforman el resto. El porcentaje de países que registran una deflación absoluta en los precios al consumidor (la línea verde) es superior en 2015 que el de los países que experimentan una inflación de dos dígitos (7% del total). Más allá de las sorpresas desagradables que puedan presentarse en el futuro, el entorno inflacionario global es el más contenido desde comienzos de los años 1960. En verdad, el riesgo para la economía mundial, realmente, es proclive a la deflación para las 23 economías avanzadas en la muestra, inclusive ocho años después del estallido de la crisis financiera global. Para este grupo, la tasa de inflación mediana es de 0,2% -la más baja desde 1933-. La única economía avanzada con una tasa de inflación superior al 2% es Islandia (donde la lectura de los últimos 12 meses es de 2,2%). Si bien no sabemos qué podría haber sucedido si las políticas hubieran sido diferentes, es fácil pensar que, sin un alivio cuantitativo en Estados Unidos, Europa y Japón, esas economías habrían quedado atrapadas en un paisaje deflacionario post-crisis similar al de los años 1930. A comienzos de aquella década terrible la deflación se convirtió en una realidad para casi todos los países y para todas las economías avanzadas. En los últimos dos años, por lo menos seis de las economías avanzadas -y hasta ocho- han tenido que lidiar con un contexto de deflación. Pagina 19 de 20 Una caída de los precios implica un alza en el valor real de las deudas existentes y un incremento de la carga de servicio de deuda, debido a tasas de interés reales más altas. En consecuencia, los incumplimientos de pago, las quiebras y una caída económica se tornan más probables, lo que ejerce una mayor presión bajista sobre los precios. La advertencia profética de Irving Fisher en 1933 sobre una espiral de deuda-deflación de este tipo resuena hoy de manera contundente, teniendo en cuenta que los niveles de deuda pública y privada están en máximos históricos, o muy cerca, en muchos países. Particularmente instructiva es la caída de precios del 2,2% en Grecia para los 12 meses que terminaron en julio el ejemplo más severo de una deflación en curso en los países avanzados y contraproducente para una solución ordenada para los problemas del país. Las tasas de inflación medianas para las economías de mercados emergentes y en desarrollo, que estuvieron en dos dígitos hasta mediados de los años 1990, hoy rondan el 2,5% y están cayendo. Los marcados descensos de los precios del petróleo y las materias primas durante el último superciclo han ayudado a mitigar las presiones inflacionarias, mientras que la desaceleración generalizada de la actividad económica en el mundo emergente también puede haber contribuido. Sin embargo, es demasiado pronto para concluir que la inflación es un problema del pasado, porque otros factores externos están operando en la dirección contraria. Como observó Rodrigo Vergara, director del Banco Central de Chile, en sus comentarios preparados en Jackson Hole, las grandes depreciaciones monetarias en muchos mercados emergentes (en especial algunos productores de petróleo y materias primas) desde la primavera de 2013 han estado asociadas a un incremento de las presiones inflacionarias frente a mayores brechas de producción. El análisis presentado por Gita Gopinath, que establece una conexión entre el traspaso de precios a precios que surgen de modificaciones del tipo de cambio y de la moneda en la cual se facturan las operaciones comerciales, habla claramente de esta cuestión. Dado que gran parte del comercio de los países de mercados emergentes se realiza en dólares, una depreciación de la moneda debería incrementar los precios de las importaciones casi en su totalidad. Al final de cuentas, la Reserva Federal de Estados Unidos basará sus decisiones sobre las tasas de interés principalmente en consideraciones domésticas. Si bien existe un grado de incertidumbre mayor de lo habitual respecto de la magnitud de la brecha de producción de Estados Unidos desde la crisis financiera, existe una ambigüedad comparativamente menor ahora que la inflación doméstica está controlada. El resto del mundo comparte ese contexto inflacionario benigno. Mientras la Fed se prepara para su reunión de septiembre, los responsables de sus políticas económicas harían bien en no ignorar lo que se pasó por alto en Jackson Hole: la necesidad de colocar las tendencias domésticas en un contexto global e histórico. Por ahora, esa perspectiva favorece el gradualismo de las políticas monetarias. Fuente: Carmen Reinhart es profesora del Sistema Financiero Internacional en la Escuela de Gobierno Kennedy de la Universidad de Harvard. Este artículo fue publicado en el portal Project Syndicate el 3 de septiembre de 2015 y se encuentra disponible en el sito web: http://www.project-syndicate.org/ Pagina 20 de 20 Tel: 591 2 2799673 Fax:591 2117326 Calle 21 de Calacoto, Edificio Lydia, Piso 2 Of. 201 La Paz – Bolivia Página Web: www.institutoprisma.org Correo electrónico: [email protected] Edición a cargo de Rodrigo Fernández Ortiz
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