Las políticas culturales y el sector artesanal

Políticas culturales y el sector artesanal: una revisión en el contexto
mexicano
FREITAG, Vanessa
Universidad de Guanajuato, campus León
Prolongación Calzada de los Héroes #308,
esquinaBlvd. Vasco de Quiroga,
Col. La Martinica, CP. 37500.
León, Guanajuato, México.
Tel. 01 (477) 1 04 03 00 ext.3843
[email protected]
DEL CARPIO OVANDO, Perla Shiomara
Universidad de Guanajuato, campus Celaya-Salvatierra
[email protected]
Resumen
El propósito de esta ponencia es reflexionar sobre la necesidad de trabajar políticas públicas
dirigidas al sector artesanal mexicano. En este sentido, el oficio artesanal en México vive paradojas
importantes: por un lado, sirve de pauta del día para algunas instituciones gubernamentales
interesadas en rescatar la identidad mexicana, especialmente, a través de la escasa compra y
difusión de los objetos creados por sus artesanos, y por otro,
la realidad de la mayoría de
artesanos que vive con lo poco que deja su trabajo. El oficio artesanal representa la principal
actividad productiva de artesanos de todo el país, no obstante, todavía carecen de programas
específicos que impulsen, de manera continua, el desarrollo de este trabajo. Por lo anterior, es
imperativo la existencia de políticas públicas dirigidas a este sector.
Palabras-clave: oficio artesanal; políticas públicas y culturales; artesanías mexicanas;
1.Introducción
“Estudiar y apoyar en lo posible la cultura popular,
dice Jas Reuter, no es un pasatiempo,
sino un compromiso moral”
(Colombres, 2009)
1
En México, como es sabido, la producción artesanal es vasta y variada.
Las obras plásticas creadas por manos de hábiles artesanos evidencian la
inmensa capacidad inventiva de su gente, así como, las tradiciones cultivadas
entre las generaciones y la persistencia para saber dar continuidad a una práctica
que sobrevive a retos emergentes. En este sentido, las artesanías son objetos
mercantiles y que manifiestan expresamente la cultura y la tradición popular de un
pueblo (Moctezuma, 2002).
Como tales, difícilmente pueden ser producidas en grandes volúmenes
y en forma seriada porque cada objeto, por más repetitivo que sea, deja impreso
las sinuosidades de las manos de su creador “en la elaboración de artesanías, los
productores tienen básicamente a la innovación(…) y no a la estandarización”
(Rotman, 2002, p.111). Se puede decir que las artesanías son productos de tres
diferentes herencias: la prehispánica, puesto que de los indígenas hemos
heredado técnicas y materiales tradicionales para la fabricación de enseres de uso
cotidiano y ritualístico; la colonial, donde los españoles nos heredaron nuevas
tecnologías de producción artesanal, tales como la cerámica de alta temperatura y
los telares de peine lizo; y la contemporánea, representada por la hibridación entre
las dos primeras, aunada las necesidades y retos que enfrentan las artesanías en
la actualidad (Moctezuma, 2002).
Entre estos retos del oficio podemos destacar la disminución
preocupante de ciertas materias primas que sirven de base para la producción
artesanal; la promoción del turismo interno y externo, que a su vez, ha generado
una proliferación de empresas dedicadas a la compra y venta de artesanías, por lo
cual, muchos talleres de tradicionales artesanos se han visto en la necesidad de
modificar su lógica de producción para atender a una mayor demanda. Sin
mencionar la ya tan mencionada inundación de “chucherías” de origen asiático
que conquista el mercado artesanal mexicano, cuyos consumidores son fácilmente
atraídos por sus bajos precios (Novelo, 2008).
Por lo anterior, podemos observar que las artesanías se caracterizan
por ser dinámicas y flexibles y han logrado sobrevivir en nuestra actualidad, pese
las dificultades por las cuales siguen viviendo sus creadores. Una de las formas
2
que ha tomado el oficio es su capacidad de reinventarse y conquistar nuevos
mercados y compradores, es decir, nos referimos a una línea que se dedica a
producir artesanías de autor o artísticas. Este tipo de artesanía está pensada para
figurar en espacios exclusivos y legitimadores por excelencia, tales como, los
museos de arte o de arte popular, las galerías, y las tiendas de exhibición y venta
de objetos artísticos. De igual manera, esas artesanías son creadas para una
clientela exclusiva y abastada, interesada en adquirir las “excentricidades”
ingeniosas de las mentes creativas de artesanos populares.
Nos referimos a un selecto grupo de artesanos que se dedican a
producir lo que las instituciones suelen nombrar como “arte popular”, en otras
palabras, a artesanos que elaboran piezas refinadas, algunas veces a pedido de
clientes, otras veces, para los concursos artesanales. Son artesanos cuya
trayectoria se sobresale frente a la gran mayoría de artífices dedicados a crear
piezas de uso cotidiano, para adorno o para una función ceremonial específica. El
elemento “creativo” y a la vez “tradicional” es lo que llama la atención de este tipo
de arte:
El estrato de artesanos populares que produce objetos catalogados como “arte
popular”, es decir, modelos tradicionales que encierran una propuesta estética no
académica y comunica valores y símbolos propios de las culturas étnicas y
campesinas de México, tiene teóricamente una posición privilegiada en cuanto a la
posibilidad de mantener vigente su producción frente a las exigencias del mercado y la
competencia internacional precisamente por su “monopolio cultural” sobre los valores
de su propio trabajo creativo, que es lo que busca el consumidor de arte étnico,
primitivo, naife, o popular” (Novelo, 2008,p.123).
Para la antropóloga Victoria Novelo (2002), la artesanía es la hermana
bastarda del arte (culto y de la clase dominante). En este sentido, valdría la pena
aclarar en este texto, los conceptos de “artesanía” y de “arte popular”. Parecen ser
ambos la misma cosa, pero su significado ha estado cambiando de acuerdo con
los discursos oficiales que se han tejidos y por los espacios ocupados a lo largo de
la historia.
3
El arte popular en México ha sido un término usado para nombrar a
expresiones culturales producidas por un determinado segmento social. Es decir,
desde la revolución mexicana, el arte popular era el tipo de manifestación artística
creadas por las etnias que tenían una contundente presencia en la vida social:
“arte popular entonces fue la danza, la música y la plástica de los grupos
indig
́ enas considerados por la fracción burguesa triunfante, en un mecanismo de
neta apropiación de la historia, como los legit́ imos herederos de las formas de vida
prehispánicas (Novelo, 2002,p.78)”. Advierte la autora que la cultura de masas y
su mercantilización han agregado otros rasgos al concepto pero pese el
transcurso del tiempo, todavía se sigue viendo y considerando a las artesanías
exclusivamente por su raíz indígena y campesina. Por arte popular se entiende
entonces, una serie de manifestaciones artísticos-culturales traducidas en
diferentes lenguajes: danza, música, artesanía, comidas, tradiciones, entre otros.
Desde este punto, las artesanías serían entonces, los objetos “plásticos”
producidos por las comunidades de artesanos.
Como hemos podido observar, la función y característica de las
artesanías suelen cambiar con el paso del tiempo, lo que ha permitido, hasta cierto
punto, la sobrevivencia de este oficio en muchos rincones de México. De entrada,
podemos decir que la práctica artesanal solía ser una alternativa laboral asociada
a individuos de bajos recursos, especialmente, campesino e indígenas “pero ahora
existen grandes empresarios productores de objetos clasificados como artesanías,
categorización sustentada en su grado de autenticidad, determinado por la medida
en que son una forma de expresión artística colectiva de un grupo humano que
comparte un origen e historia” (Moctezuma, 2002,p.227).
No obstante, su carácter manual y sus técnicas de elaboración suelen
permanecer pese la escasez de algunos recursos que implica la sustitución de
materiales tradicionales por otros más modernos, a ejemplo de determinadas
fibras sintéticas para la producción de textiles o colorantes artificiales para la
cerámica. Se necesita un vasto conocimiento técnico para elaborar piezas con
maestría así como, una profunda interacción con la cultura propia de un contexto
tradicional y artesanal. En este sentido, en el contexto mexicano, la artesanía es la
4
expresión material de la identidad cultural de los pueblos que la realiza por lo que
su valoración cultural implica, necesariamente, la continuidad de ciertas prácticas
artesanales:
Las artesanías, como las obras de arte, tienen una trayectoria sociocultural particular,
y su mercantilización depende no sólo de cuestiones económicas sino también de la
valoración cultural de las mismas, apreciación determinante para la continuidad de un
objeto en el mercado (Moctezuma, 2002, p.224).
La historia de los objetos, su origen y técnica, aunada a la estética de
las piezas y sus espacios de exhibición contribuyen a la formación de un gusto
muy particular por el arte popular. En especial, podemos atribuir el papel que
cumple los concursos artesanales en México puesto que logran reunir un amplio y
diversificado grupo de artesanos con muestras de su mejor trabajo:
Otro factor social importante en los cambios que ha observado la artesanía han sido
las instituciones promotoras. A través de programas a distintos niveles - municipal,
estatal y federal - se ha intentado construir de los artesanos de México un sector
socioeconómico, con el objetivo de tener control sobre el mismo y disminuir la
informalidad económica que según el sistema económico nacional ha distinguido a los
artesanos (Moctezuma, 2002,p.229).
De cierta forma, la variación en las líneas de artesanías que vemos en las
ferias artesanales o en los talleres de artesanos y su participación en certámenes
artesanales, son algunos de los ejemplos de las estrategias que, bien o mal,
utilizan los artesanos para hacer circular sus productos. No obstante, se trata de
contextos bastante competitivos y solo algunos se animan a realizar un trabajo
que responda a las exigencias de ciertos consumidores.
Las Políticas de Fomento a la Artesanías
En México, centenas de familias sobreviven de la comercialización de sus
artesanías, siendo estas, un aspecto importante para el fomento del turismo en
algunos contextos. Para Duarte (2013), la actividad artesanal genera un
5
importante número de empleos en el país. Sin embargo, se trata de un tipo de
trabajo que carece de políticas públicas regionales por lo cual, se ha estancado.
Este autor defiende que la justa valorización e impulso del oficio solo es posible
mediante la implementación de políticas públicas dirigidas a este sector y que
deben ser promovidas por el estado.
En este sentido, el oficio vive una paradoja: por un lado, se refuerza la idea
de que las artesanías son objetos portadores de los valores tradicionales de un
determinado contexto, pero a la vez, algunas instancias gubernamentales dirigidas
a proteger e impulsar a este sector refuerza la idea de que artesanos deben de
incluir procesos contemporáneos de producción y consumo. A la vez, las y los
artesanas se aquejan de dos problemas que viven constantemente: el primero,
tiene que ver con la falta de ventas de su trabajo por lo cual, se ven obligados a
practicamente “regalarlo” al consumidor, o en el peor de los casos, a buscar otro
tipo de actividad laboral mientras se restablece las ventas. Y la segunda, tiene que
ver con el poco reconocimiento social de esta actividad de antigua raigambre. Esto
nos da pie a pensar que, por un lado, los artesanos desean vivir de su oficio pero
que tampoco quieren seguir siendo vistos solo desde la perspectiva económica,
como algo que puede o no ser rentable para la ciudad o pueblo donde pertenecen.
6
Imagen 01. Artesanías comerciales en barro bruñido, Tonalá, Jalisco. Família
Jimón. Fotografía: archivo personal de la família, 2014.
En este rubro, se hace imperativo que los artesanos cuenten con políticas
que ayuden, por un lado, a protegerlos de una serie de problemáticas que
compromete la continuidad del oficio artesanal en México, y por el otro, que les
brinden los derechos necesarios para que trabajen dignamente.
Partimos de la idea de que el trabajo artesanal en este país debe dejar de
ser visto como alg preponderantemente vulnerable, lo que da cabida a la
implementación
de
iniciativas
gubernamentales
que
son
meramente
asistencialistas y no logra apoyar, de manera continua y sistemática, a los y las
artesanas de este país.
Como ejemplo, la necesidad de que a los artesanos les brinde derechos a la
salud, prestaciones como el retiro, facilidades para adquirir materia prima y
comercializar, de manera justa y transparente, sus productos. En este rubro, que
7
puedan estar protegidos contra la piratería y en la misma dirección, garantizar los
derechos de autor de artesanos y sus comunidades artesanales.
Algunos estados mexicanos, a mencionar, Michoacán y Jalisco, se destacan
como ejemplos de localidades que se preocupan con la situación de sus
artesanos. En el caso de Michoacán, recientemente promulgaron una “Ley de
Fomento Artesanal” que según consta, trata de garantizar los derechos de los y
las artesanas del estado. Tal propuesta contempla la realización de un censo
artesanal, a fin de tener datos precisos sobre cuántos son y dónde están los
artesanos michoacanos. Conocer numéricamente a los artesanos en México,
sigue siendo una tarea por hacerse en este país. Sin estos datos, no se puede
pensar en políticas efectivas y que respalden a este sector.
El diseño de políticas públicas requiere, necesariamente, de la participación
de los actores sociales en cuestión. De entrada, Duarte (2013, p.235) plantea
algunos aspectos problemáticos de la actividad artesanal, a mencionar:
a.
La ausencia de estudios territoriales o regionales que se ocupen de
este sector; se desconce las funciones que genera esta actividad;
b.
Necesidad de fomento a la innovación artesanal;
c.
La pobreza que vive muchos artesanos, lo que dificulta la generación
de ingresos sostenibles;
d.
Falta de instituciones de créditos en algumas comunidades
artesanales;
e.
El valor del producto no se relaciona con su trabajo; falta de
mercado;
f.
El intermediarismo;
g.
Desvalorización social del oficio;
h.
Deterioro de las condiciones de salud de los artesanos.
Para contrarrestar estas problemáticas, Duarte (2013, p. 249-255) propone
una serie de iniciativas. Entre ellas, considera que, primeramente, es importante
conformar un grupo de investigaciones muldisciplinarias que de cuenta de estudiar
y analizar el sector artesanal desde varias perspectivas. El estudio serio y
8
sistemático propicia una compreensión más amplia y a la vez, profunda, del
trabajo artesanal en México. A la par, brinda algunas posibilidades de intervención
social sustentada con investigación de calidad.
Por otro lado, impulsar una Ley Federal de Desarrollo Artesanal es clave
para la gestión de instrumentos legales que promuevan y difundan a las
artesanías. La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos no
considera la actividad artesanal como una responsabilidad Federal sino, de los
estados. No obstante, “el problema radica en que los estados y la Federación
carecen de programas eficaces para su desarrollo, porque sus polit́ icas son ajenas
a sus necesidades” (Duarte, 2013, p.250).
Otro aspecto que vale la pena mencionar es la necesidad de creación de
centros de aprendizaje, de capacitación y asesoría técnica a los artesanos. Esta
iniciativa propiciaría el intercambio de conocimientos y experiencias entre artífices
oriundos de diferentes localidades, lo que propiciaría, la organización de colectivos
artesanales:
La conformación de redes de artesanos que les permita estar en constante comunicación,
permitiría trabajar en conjunto desde sus lugares de trabajo de modo que integren un solo
sistema de producción, que los beneficie individual y en conjunto (Duarte, 2013, p.251).
Finalmente, la comercialización de las artesanías constituye el punto nodal
para la sobrevivencia de familias y comunidades artesanales. Sabemos que
muchos artesanos viven en zonas rurales, de difícil acceso y comunicación. En
estos casos, la venta de sus mercancías suele ser muy complicada, motivo por el
cual, la mayoría de los artesanos depende de los intermediarios. El problema
radica que los intermediarios suelen revender sus mercancías a precios
exhorbitantes y casi siempre, ocultan la identidad del artesano que las elaboró.
A raíz de lo anterior, Duarte (2013) defiende que la implementación de
mecanismos de promoción del oficio y de los productos artesanales para
diferentes mercados. Muchas veces, es el propio artesano quien desconoce las
9
diferentes posibilidades que hay para hacer circular su trabajo: “Es importante del
fortalecimiento del mercado interno y externo, vinculando al artesano para que
realice exposiciones en universidades, ferias, centros de negocios y centros
turiś ticos” (Duarte, 2013, p.252-253). Por lo que el intermediarismo le parece la
única opción viable para comercializar su producto.
Consideraciones finales
En este texto, nuestra intención fue abordar algunas de las problemáticas
más recurrentes que enfrentan los artesanos y artesanas del contexto mexicano.
Dichas problemáticas son el resultado de las reflexiones que nos provocan
lecturas sobre el tema y de la experiencia misma realizando trabajo de campo con
artesanos en este país. En este sentido, consideramos necesaria la discusión
sobre la implementación de políticas culturales pensadas para el sector artesanal,
dado que sería una forma de garantizar algunos derechos laborales a nuestros
artífices, bien como, posibilitarles estrategias de protección y valorización del
oficio.
Nos parece sorprendente que en un país como México, cuya artesanía
posee representatividad en todo el territorio y en el extranjero, que sus
productores encuentrense a deriva y a espera de inicitivas que impulsen su oficio.
No podemos seguir viéndolos como victimas, tampoco podemos dejar de
evidenciar los retos cotidianos que se enfrentan para sobrevivir de la artesanía. No
podemos seguir hablando del oficio y de todo lo que hay por hacer si no se toman
medidas concretas dirigidas a este sector de la población. Por lo que el fomento
artesanal debe estar asegurado por políticas serias y comprometidas con este
sector.
Referencias Bibliográficas
10
Colombres, Alfonso (2009) Teoría de la cultura y arte popular. CONACULTA,
México.
Duarte Duarte, Rómulo (2013) “Políticas culturales para el desarrollo regional de
las artesanías”, Revista Inceptum, vol.VIII, nro.15, julio a diciembre, pp.229258.
Moctezuma Yano, Patricia (2002) Artesanos y artesanías frente a la globalización:
Zipiajo, Patamban y Tonalá. San Luis Potosí: El Colegio de San Luis/El
Colegio de Michoacán/FONCA.
Novelo Oppenheim, Victoria (2002) “La expropiación de la cultura popular”,
Culturas populares y política cultural, México: CNCA, pp. 77-85.
_______________________(2008) “La fuerza de trabajo artesanal mexicana,
protagonista ¿permanente? de la industria”, Alteridades, vol.18, nro.35,
México, ene./jun., pp.117-126.
Política de Fomento a las Artesanías, 2010-2015, Chile. Disponible en:
http://www.cultura.gob.cl/wp-content/uploads/2011/09/politica_artesania.pdf
Rotman, Mónica (2002) “Producción y consumo de bienes culturales: el caso de
las artesanías urbanas de la ciudad de Buenos Aires”, Revista Intersecciones
en Antropología, nro.03, Universidad Nacional del Centro de la Província de
Buenos Aires, Argentina, pp.109-117.
11