“Me parece que el cine chileno no arranca y no tiene - Papel Digital

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LATERCERA Lunes 27 de octubre de 2014
Sociedad
Cultura
Quintín
Crítico argentino y ex director del Bafici:
“Me parece que el cine chileno no arranca y no
tiene la nobleza de las películas de Raúl Ruiz”
R El intelectual transandino, creador de la revista El
Amante, ofreció hace una semana en la UDP una
conferencia sobre “cine, literatura y visibilidad”.
R Influyente, frontal y polémico, este admirador de
Ruiz dice: “Las actuales cintas chilenas están ligadas a
la televisión y a una narración reaccionaria”.
Pablo Marín
Se llama Eduardo Antin (1951),
pero lo llaman Quintín. Comenzó a escribir crítica de cine cuando ya había cumplido 40 y desde
entonces el registro tajante y desinhibido de quien fuera director
de la revista argentina El Amante y del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires (Bafici) ha clavado más de una bandera en un oficio que él mismo ve
en declive.
Acompañado de su esposa y colega Flavia de la Fuente, junto a
quien mantiene el blog La Lectora Provisoria, llegó a Santiago
tras asistir al Festival de Valdivia.
Ya en la capital, fue conferencista invitado de la Cátedra
Abierta UDP en Homenaje a Roberto Bolaño. ¿Su tema? Cine,
literatura y visibilidad: los mecanismos de consagración, que
“pasan en la literatura por la industria editorial española, en un
principio, y en el cine por los
productores franceses que dan
la carta de visibilidad a directores de todo el mundo, en particular a los latinoamericanos”.
¿Cómo entra el crítico en esta
lógica de visibilización?
Es un poco la función del crítico
y también del programador del
festival: hacer visible algo que
estaba oculto, mostrarle al público algunas películas. Creo que
todavía la crítica ejerce influencia en ese sentido, aunque cada
vez menos.
Ahora que hay tanto cine disponible, ¿no opera el crítico como
curador o DJ?
El trabajo de crítico se ha hecho
más complicado, por el volumen
de cosas que hay para ver y por los
distintos formatos existentes.
Más complicado y cada vez menos relevante, porque no existen
críticos de la web: no veo que alguien diga, bueno, de la cartelera de hoy vaya a ver esto o vaya a
tal sitio y baje tal cosa. Porque tiene que haber un universo más o
menos acotado. No se puede hacer señalamiento de lo infinito.
Entonces, uno cae en una lógica
que no es la del crítico, sino la del
fan, que sigue y hace campaña
por determinado cine, determinado director, determinada serie.
¿Qué lo estimula para hacer una
crítica elogiosa?
Hay muy poco placer en el cine,
pero encuentro placer en algunas
películas inesperadas. Por ejemplo, me gustó mucho Gravedad.
RR Quintín, cuyo nombre es Eduardo Antin, empezó a ejercer la crítica a los 40 años. FOTO: RAUL LORCA
Pero también me gustan películas muy de arte, como Aquel querido mes de agosto, de Miguel Gomes, o Jauja, la última película de
Lisandro Alonso. Me parece que
últimamente la crítica se reduce
a ver si una película está más o
menos bien hecha, más o menos
bien escrita, más o menos bien actuada, etc. O sea, si tiene eficacia
desde el punto de vista profesional. Y eso a mí no me importa
mucho: hay muchas películas
bien hechas, pero que no me dan
ni un placer. Si soy el profesor
que evalúa al alumno, le pongo un
7, pero en realidad no me aporta
nada. La mayoría del cine que se
hace hoy es así, de todas partes del
LA LABOR DEL CRITICO
“La función es un poco la de
hacer visible algo que estaba
oculto, mostrarle al público
algunas películas. Todavía
ejerce esa influencia,
aunque cada vez menos”.
PLACER
“Hay poco placer en el cine,
pero lo encuentro en filmes
inesperados. Por ejemplo,
me gustó mucho Gravedad.
Pero también películas muy
de arte, como Jauja”.
mundo. Las películas tienen piso
técnico y artístico aceptable, pero
hay muy pocas películas buenas.
Hay muy pocas películas que excedan la rutina profesional. No
está la cresta de la ola, no están las
películas geniales.
¿Es la genialidad una condición?
No digo genial en términos convencionales. Se trata simplemente de películas distintas, que le digan algo a uno, que tengan libertad, que tengan frescura.
¿Los festivales están homogeneizando el cine?
Sí. Hay un cine que se aprobó.
Cuando las películas llegan a los
festivales, previamente han pasado por los talleres de estructura
de guión, las residencias, los fondos, la búsqueda de nuevos directores. Y entonces las películas se
construyen a partir de un guión
que es perfeccionado en sucesivas entrevistas del director con
sus productores, tutores, sus
sponsors institucionales. Gracias
a eso, se termina haciendo un
cine donde todo es parecido, pero
todo tiene algo local, personal.
Es lo mismo que hace Hollywood,
donde las películas se parecen,
pero todas son distintas.
Cuando mucho crítico local se
entusiasmó con La sagrada familia (2005), de Sebastián Lelio,
usted la trató muy mal. ¿Cómo
ve el cine chileno?
La sagrada familia no me gustó
nada. No he visto Gloria, pero vi
El año del tigre y no me gusta
nada lo que hace (Sebastián) Lelio. Y no me gustan las películas
que se están haciendo en Chile:
me parecen películas muy ligadas
a la televisión, a una narrativa
muy reaccionaria, muy vieja.
¿Qué películas chilenas ha visto últimamente?
Vi en Valdivia La voz en off (de
Cristián Jiménez) y también me
parece una película medio torpe, facilista, vieja. Me parece que
el cine chileno no arranca. Es
un cine donde no hay nobleza,
esa nobleza que tenía el cine de
Ruiz y que nadie ha retomado.
Hay todo un cine sórdido, que
festeja el cinismo y, a su vez, es
sentimental. La de Che Sandoval
(Soy mucho mejor que voh) es lo
mismo: está bien, es buena película, es graciosa, pero siempre está la cosa humillante, autohumillante. Tony Manero es lo
mismo: ese mundo de gente que
merece ser castigada, merecemos ser castigados y al mismo
tiempo nos celebramos. Creo
que el cine chileno tiene esa impronta, sórdida y cruel, sobre sí
mismo, sobre la sociedad y sobre
todo. Aunque sean comedias y
cosas ligeras, siempre terminan
quejándose de algo y haciendo
un cine muy vetusto. Me hace recordar el cine argentino de los
años 50.
Pero el abanico ahora es amplio.
Pues no he visto tanto. Pero cada
vez que veo una, con cierta expectativa, me vuelvo a desilusionar. Además, está la autocelebración: todo el mundo celebra el
cine chileno y todos se festejan
entre todos, porque son parte de
la misma profesión y no hay crítica ni autocrítica.b