In memoriam Pedro Antonio San Martín Moro (1921-2013) Pedro Antonio San Martín Moro nació el 13 de mayo de 1921 en Valladolid. Allí cursó el bachillerato y pasó sus años de adolescencia. Fue precisamente en su juventud cuando debió conocer a Cayetano de Mergelina, por aquellos años profesor de arqueología en la universidad, de quien se dice alentó su ya temprana vocación por esa disciplina. Su amistad tendría ocasión de ser revalidada cuando en 1952 Mergelina obtuvo la cátedra de historia del arte en Murcia, justamente dos años antes de que San Martín llegara a Cartagena para tomar posesión de su plaza de arquitecto. La creación de un seminario de arqueología en el departamento que dirigía Mergelina, darían a San Martín la ocasión de frecuentar esos ambientes de campo que tanto influirían en sus futuros trabajos. A finales de los años cuarenta ya había comenzado sus estudios en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, obteniendo el título en 1953. Tras aprobar las oposiciones a la hacienda pública, consiguió una plaza de arquitecto en la delegación de Cartagena, donde se incorporó como profesional al servicio de la administración en 1954. Con una sólida formación en historia y arte, Pedro Antonio San Martín pronto sería reclutado por los defensores de la cultura local, que verán en él a la persona capaz de conducir los destinos arqueológicos de una ciudad que en pocos años había visto la salida del museo de su fundador, Antonio Beltrán, a Zaragoza, y la de su amigo y sucesor en el cargo, el alcoyano Francisco Jordá, a Oviedo, ambos con una plaza de arqueología en sendas universidades bajo el brazo. El vacío que quedó a mediados de los años cincuenta fue a duras penas atendido por la Junta Municipal de Arqueología, entre cuyos miembros se encontraban Julio Mas y Eduardo Cañabate, quienes muy pronto entablarían una sólida amistad con Pedro Antonio San Martín, proponiéndole en 1956 para ocupar el puesto de director del museo, cargo que desempeñó desde entonces paralelamente al de delegado de las excavaciones arqueológicas en Cartagena. A partir de ese momento, San Martín desplegó una intensa y fecunda labor de investigación arqueológica y de restauración arquitectónica que durará casi cuarenta años, cuajada de brillantes ejemplos, tanto en Cartagena como en el resto de la Región. En 1957 excavó la calzada porticada de la calle Morería Baja, dejándonos el primer ejemplo de interacción entre arqueología y arquitectura que en adelante marcaría las líneas de su trayectoria profesional. Por primera vez, unos restos de la antigua Carthago Nova que reposaban bajo tierra podían contemplarse integrados en el paisaje urbano, abriendo así la puerta hacia nuevas intervenciones; las mismas que andando el tiempo terminarán convirtiendo a Cartagena en una referencia obligada en esa modalidad de conservación, con ejemplos que fueron seguidos muy de cerca en todo el territorio español. La Catedral Vieja, que excavó en 1958, sería su segunda intervención en el centro de la ciudad, aunque ese mismo año tuvo ocasión de afrontar sus primeros trabajos de campo en la necrópolis de Torre Ciega y en la villa romana de Las Mateas, esta última cerca de Los Nietos. Poco después, a comienzos de los años sesenta, llevaría a cabo las excavaciones de la necrópolis visigoda del Corralón, el poblado ibérico de la Loma del Escorial y la villa romana de la Huerta del Paturro, todas ellas repartidas entre el Mar Menor y Portmán. Esta será sin duda su etapa arqueológica más intensa, y en ella se forjarán dos de las amistades más valoradas por San Martín, las de Hermanfrid Schubart, y Manuel Jorge Aragoneses. Es en este tiempo cuando recibirá el nombramiento de arquitecto-conservador para la Provincia de Murcia, incluida en la séptima zona, dependiente de la Dirección General de Bellas Artes del Ministerio de Cultura. Será también entonces cuando comience a poner en práctica su programa maestro aunando vocación y profesión: arqueología y arquitectura al servicio de un ideario profundamente conservacionista que verá en la restauración monumental la ocasión perfecta de tratar los inmuebles como documentos históricos en sí mismos, utilizando una rigurosa metodología arqueológica para descifrar sus claves constructivas y aplicar propuestas en coherencia con las formas preexistentes. Sus actuaciones estarán siempre marcadas por un profundo respeto hacia los monumentos en los que interviene, huyendo de las estridencias para pasar casi de puntillas sobre ellos, adoptando un papel de mediador entre la historia del edificio y la percepción del espectador, que pasa a convertirse en el depositario de la intervención, haciéndola para él accesible y comprensible como si de una visita al museo se tratara. La lista de intervenciones como arquitecto resulta tan extensa (más de sesenta proyectos relacionados con la restauración arquitectónica bajo su firma), que hemos preferido disponerla en adenda de este glosario, para centrarnos en los aspectos más relacionados con su faceta arqueológica, que por razones obvias encuentran aquí un mejor acomodo. 10 Decir en este sentido que los tres primeros proyectos que dirige en Cartagena, la torre del Castillo de la Concepción, la Catedral Antigua y el monumento funerario romano de la Torre Ciega, resultarán determinantes para la comprensión de su obra posterior. En ellos procurará siempre que la evocadora imagen de ruina que presentaban antes de la restauración no pierda protagonismo, dejando insinuados los volúmenes perdidos, como es el caso de la torre del homenaje del Castillo de la Concepción, rescatando viejas superposiciones estratigráficas de la arquitectura, como en la Catedral Vieja, o sugiriendo formas contrastadas en documentos antiguos, caso de Torre Ciega. En el campo estrictamente arqueológico, San Martín abordará al final de la década tres de sus más queridos y emblemáticos yacimientos: el anfiteatro romano, la necrópolis de San Antón, y la plaza de Los Tres Reyes. Si en el primero afrontará el difícil reto de mantener la superposición de la plaza de toros sin renunciar a la investigación arqueológica de las antiguas estructuras, en el segundo llevará a cabo una meticuloso trabajo de campo en colaboración con el profesor Pedro de Palol, ofreciendo aquí un rigor en la disciplina que tendrá su reflejo en la excelente planimetría del yacimiento y en el exhaustivo registro de datos. Consciente de la trascendencia de aquel hallazgo, hará valer su influencia para que el Ayuntamiento de Cartagena inicie las gestiones de compra del solar y traslade las colecciones del museo, que aún se encontraban en la vieja y ruinosa sede de la calle Baños del Carmen, hasta las futuras instalaciones que serían construidas alrededor de la necrópolis recién descubierta, según el proyecto que él mismo habría de elaborar. De la Plaza de los Tres Reyes se podría decir que es su obra más conseguida, y sin duda la que más admiración ha despertado por las soluciones arquitectónicas que adoptó. La contundencia de los restos encontrados y el modo en que éstos fueron presentados marcarán un antes y un después en el modelo de integración en la trama urbana, y no solo en Cartagena. Un sótano sorprendentemente diáfano sustentado por pilotes encamisados no bastaron sin embargo para San Martín, que quiso además incorporar un sector abierto de aquella pequeña plaza al conjunto, permitiendo su contemplación desde la vía pública. El formidable ensayo de la Plaza de los Tres Reyes, precedente de una serie de logros encadenados, le daría en 1971 la oportunidad de conservar otros restos arqueológicos, esta vez en la calle del Duque, bajo el nuevo inmueble que la caja de ahorros comenzaba a construir. También aquí adoptará la solución de cimentación sobre un pilotaje estratégicamente distribuido, que dejaba a salvo las estructuras más relevantes. La calzada romana y las viviendas que se disponían a ambos lados fueron durante muchos años visita obligada para los escolares de la comarca, y una referencia ineludible en las escuelas de arquitectura de todo el país. En 1975 acomete uno de los proyectos arqueológicos más ambiciosos y a la vez complejos de cuantos emprendió: El Cerro del Molinete. Los derribos llevados a cabo un año antes, habían convertido a este amplio espacio en una de las reservas arqueológicas más importantes de la ciudad; consciente de las dificultades de su abordaje, San Martín quiso desde el primer momento involucrar a los organismos que más y mejores profesionales pudieran aportar, movido por el propósito de convertir aquel inmenso espacio en un lugar de ensayo donde los restos exhumados quedaran puestos en valor; una auténtica escuela de formación en el trabajo de campo para estudiantes universitarios coordinados por un equipo directivo interdisciplinar. De esa confidencia fuimos depositarios en 1976 algunos de los bisoños estudiantes universitarios que por entonces participábamos en los trabajos de la cumbre, enviados allí por la doctora Ana María Muñoz, que asumía de ese modo el compromiso de colaboración con don Pedro, al poco de tomar posesión de su cátedra de arqueología en Murcia. El final de la década de los setenta reservaba para San Martín una intensa actividad arqueológica, que estaría no solo alimentada por los trabajos del Molinete o los que realizó en algunos solares de la ciudad, sino también por las obras de construcción del nuevo Museo Arqueológico Municipal, que marchaban con el mismo y desigual ritmo que seguían las escuálidas dotaciones presupuestarias, imponiendo inesperados parones y algunas rectificaciones al proyecto original; unas adversidades que serían felizmente solventadas gracias a su empeño por ofrecer alternativas ingeniosas y dignas precisamente cuando más acuciante era la necesidad. Las obras del museo concluirían finalmente con el empujón económico que la corporación que presidía Enrique Escudero concedió, y que permitieron su inauguración en enero de 1982. 11 Es cierto que el resultado final de aquella obra sintetizaba muchas de sus anteriores experiencias, pero no lo es menos que ese permanente diálogo que en la obra de Pedro Antonio San Martín mantenían arqueología y arquitectura tendrá aquí una de sus más altas cotas de complicidad. Los guiños hacia una y otra disciplina estarán siempre presentes en el museo, y no es casual que adoptara el ladrillo, uno de los materiales constructivos más humildes y a la vez más genuinamente romanos, como protagonista en una arquitectura diseñada para arropar la necrópolis que se conservaba en el interior; un recurso que años más tarde y en otra escala adoptará Rafael Moneo para el Museo Nacional de Arte Romano en Mérida. La preocupación por fundir el museo y la necrópolis hará que sus salas no sean tales, sino largos corredores en permanente contacto visual con el yacimiento, donde los objetos y las vitrinas quedarán dispuestos bajo un sencillo discurso museográfico tratando de contribuir a ese propósito de no restar protagonismo a las piezas que subyace en todo el diseño arquitectónico. El concepto de ruina viva que manejaba San Martín, encontrará en los magros presupuestos que manejaba la excusa ideal para componer una sencilla aunque original cubierta que aprovechó -así nos lo hizo saber cuando se ultimaban los preparativos para la inauguración- amplios vanos para instalar los lucernarios, por entonces transparentes, que irradiaban la luz natural en el interior del edificio, tratando de componer una atmósfera lo más real posible para el yacimiento. Con el museo abierto y con su centro de investigaciones anexo dispuesto para funcionar, el ilusionante comienzo de los ochenta coincidirá además con el despegue de la arqueología institucional en la ciudad, un hecho en buena medida propiciado por la declaración de conjunto histórico-artístico para el casco antiguo de Cartagena, aprobada en 1981, que tuvo en Pedro Antonio San Martín a uno de sus más firmes valedores. Al amparo de esa declaración, y con las nuevas generaciones de arqueólogos formados en la Universidad de Murcia dispuestos para trabajar, la ciudad verá incrementar notablemente el ritmo de las intervenciones. Por primera vez el museo dispondrá de un equipo de profesionales para atender las excavaciones y un centro dignamente equipado que dará soporte al trabajo de investigación. Serán años de dura briega en una ciudad todavía poco acostumbrada a convivir con la arqueología, en los que don Pedro irá poco a poco cediendo su sitio en las labores de campo para centrarse en los aspectos más formales de esa arquitectura al servicio del patrimonio histórico, de la que aún nos dejará algunos notables ejemplos como el acondicionamiento de las instalaciones del nuevo Museo Nacional de Arqueología Marítima, y su anexo de nueva planta destinado al Centro de Investigaciones Subacuáticas, en el dique de Navidad; el sótano de la calle de la Soledad, o las primeras etapas del descubrimiento del teatro romano, precisamente en el solar donde San Martín acababa de recibir en encargo de construir el Centro Regional de Artesanía, y que él mismo recomendó trasladar de lugar viendo la progresión de los hallazgos. El pasado día 15 de febrero se nos fue Pedro Antonio San Martín Moro dejando tras de sí una estela de magníficas obras repartidas por toda la Región. A Cartagena, su ciudad adoptiva, le entrega un hermoso legado a su patrimonio histórico que otros, ya que él nunca quiso reconocimientos, estamos obligados a aventar no sólo por el afecto que le profesamos, sino por el más elemental principio de reciprocidad. Fiel a sus amigos, castellano en las formas y el espíritu, generoso, atento en el trato, culto, y dotado de un fino sentido del humor, don Pedro, como cariñosamente le llamábamos sus colaboradores más allegados, siempre estuvo dispuesto a ofrecer su ayuda desinteresada, y a prestar el asesoramiento de su amplia experiencia cada vez que le era requerida. Fue la suya una labor callada y metódica que tuvo en la modestia a su más fiel aliada. Un modelo de vida que quedó reflejado en su obra, porque en él no se entendía de otro modo. Muchas gracias, don Pedro. El equipo del museo. 12 INTERVENCIONES EN MONUMENTOS En Cartagena: • • • • • Castillo de la Concepción (Torre del Homenaje, I- fase). Catedral Antigua (nave sur, torre y portada). Torre Ciega (consolidación y restitución). Necrópolis Romana de San Antón (acondicionamiento y protección con la construcción del Museo Arqueológico Municipal). En Murcia (capital): • • • • • • • • Catedral (Capilla de los Vélez, fachada principal, cubiertas y ábside). Convento de Santa Clara (Claustro, torres y cubiertas de la iglesia). Museo de Bellas Artes (consolidación, ampliación y rehabilitación). Museo Salzillo (ampliación y colocación portada). Museo de la Catedral (restauración del claustro e instalación del Museo). Iglesia de San Nicolás (Torre y limpieza de portadas). Iglesia de Santa Eulalia (portada y torre). Murallas y cementerio árabe de la plaza de Santa Eulalia (restauración y acondicionamiento). En Lorca: • • • • • • Colegiata (fachada principal y cubiertas). Edificio de las Salas Capitulares (Fachada, cubiertas y rehabilitación). Castillo (restauración de la Torre del Espolón}. Palacio de Guevara (restauración de fachada principal y portada, eliminación de cuerpos modernos), Porche de San Antonio y muralla contigua (restauración). Iglesia de Santa María (consolidación de la Torre y nervaduras de las naves). En Jumilla: • • • Castillo (Torre del Homenaje y murallas). Iglesia de Santiago (pavimento). Iglesia de Santa María (consolidación y acondicionamiento de las ruinas). En Moratalla: • Castillo (consolidación de la Torre del Homenaje, limpieza de solanos). En Mula: • Castillo (restauración de la Torre, cuerpo de guardia y murallas; en colaboración con Manuel Cuadrado). En Cehegín: • • • Iglesia de San Esteban (consolidación de naves y cubiertas). Ayuntamiento antiguo (cubiertas). Yacimiento Arqueológico de Begastri (consolidación de muralla). 13 En Mazarrón: • Iglesia de San Andrés (restauración de fachadas y cubiertas). En Caravaca: • Termas romanas del Empalme (acondicionamiento). En Algezares (Murcia); • Iglesia parroquial (restauración de cubiertas y pinturas). En Alhama: • Baños árabes (acondicionamiento 1a fase). En Cieza, Moratalla y Yecla: • Obras de protección de cuevas y abrigos de arte rupestre. En La Unión: • Antiguo Mercado (restauración de cubiertas y fachadas). PROSPECCIONES Y EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS En el casco urbano de Cartagena: • • • • • Necrópolis romana de San Antón. Molinete (primera prospección general). Anfiteatro (primera fase y colaboración en las fases siguientes con J. Pérez Ballester). Teatro Romano (colaboración con Sebastián Ramallo y Elena Ruiz). Diversas prospecciones en solares del casco antiguo. En la comarca de Cartagena: • • • • Los Nietos: Poblado ibérico de ‘’El Escorial” (en colaboración con H. Schubart). Los Nietos: Villa romana de “Las Mateas”. Los Belones: Necrópolis de época visigoda. (Las dos últimas junto con otras muchas prospecciones en la comarca en colaboración con Julio Mas). Portman: Villa romana de la Huerta de Paturro (en colaboración con Manuel Jorge Aragoneses). ACONDICIONAMIENTO DE YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS EN CARTAGENA • • • • • • 14 Calle de la Morería (base de columnata de época romano-republicana). Calle Duque (calle enlosada con restos de viviendas a ambos lados del siglo I). Plaza de los Tres Reyes (parte de termas romanas, con calzada porticada de época Tardorromana). Anfiteatro Romano (consolidación y acondicionamiento de los sectores Sur y Oeste). Molinete (restos íbero-romanos: desescombro, limpieza y cercado). Calle Nueva (conservación en sótano de restos romanos y posible muralla bizantina). RECONOCIMIENTOS PROFESIONALES 1953. Título de arquitecto por la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid. 1954. Por oposición es destinado a Cartagena como arquitecto de la Delegación de Hacienda. 1954. Nombrado Comisario local de Excavaciones Arqueológicas de la ciudad. 1956. Director del Museo Arqueológico Municipal. 1967. Arquitecto ayudante de la Séptima Zona de la Dirección General de Bellas Artes al servicio de la defensa del Patrimonio Nacional. 1967-1981.Miembro Numerario de la Real Academia Alfonso X El Sabio de Murcia. 1981-2013.Miembro Correspondiente de la Real Academia Alfonso X El Sabio de Murcia. 1985-1990. Vocal de libre designación del Consejo Asesor de Arqueología de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. 1997. Premio Especial del Colegio Oficial de Arquitectos de Murcia a la labor profesional. Miembro de Honor del Instituto Arqueológico Alemán. 15 BIBLIOGRAFÍA DE PEDRO ANTONIO SAN MARTÍN MORO SAN MARTÍN MORO, P. A. (1962): “Informe sobre los hallazgos en la calle de la Morería Baja (Cartagena)”, Noticiario Arqueológico Hispánico V, 1956-1961, Madrid: 193-199, láminas CLI-CLVI. (1964): “Primer informe sobre la excavación de La Loma del Escorial-Los Nietos (Cartagena)”, Noticiario Arqueológico Hispánico VI, Madrid: 157-161. (1972): “Patrimonio Histórico-Artístico de Cartagena. 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