Tema de muestra

tema
2
´ Replanteo del proyecto
´ Preparación del terreno o sustrato
´ Implantación de elementos
vegetales
´ Construcción e instalación
de elementos no vegetales
´ Mantenimiento primario
´ Maquinaria, equipos, herramientas y materiales a utilizar
OBJETIVOS:
1. REPLANTEO DEL PROYECTO
Una vez tomadas las decisiones previas, y completado y presentado el diseño y proyecto definitivo del jardín, su establecimiento
real constituye un proceso en el que, normalmente, la primera
fase a ejecutar es la preparación del terreno, del que luego hablaremos.
Una vez terminada la labor profunda, la aportación de enmiendas
y abonados y las labores complementarias, las fases iniciales de
la preparación del terreno están complementadas y éste queda
alisado, mullido y preparado para pasar a las fases siguientes.
·
Ejecutar las operaciones para
la instalación de un jardín utilizando las técnicas, materiales y medios más adecuados a cada caso
·
Describir el proceso para llevar
a cabo la ejecución de un
proyecto de jardinería, estableciendo un calendario de
operaciones y secuencias
·
Determinar y planificar los
procesos para llevar a cabo
las operaciones de instalación
de infraestructuras (caminos,
estanques, red eléctrica, drenaje, puentes, muretes, red
de riego y agua potable)
·
Determinar y planificar los
procesos para llevar a cabo
las operaciones de preparación y corrección de las deficiencias del suelo, replanteo
y plantación de especies vegetales
·
Determinar y planificar los
procesos para llevar a cabo
las operaciones de replanteo
e instalación de equipamiento y mobiliario del jardín
-
Planificar y organizar las operaciones de conservación primaria para la entrega de un
jardín en función del cumplimiento del pliego de condiciones
-
Establecer el proceso de supervisión y cumplimiento de
las normas de prevención de
riesgos laborales y protección
medioambiental vigentes.
Esta fase siguiente, de gran importancia, se llama replanteo o marqueo.
Consiste en pasar el croquis o diseño del jardín del plano al terreno, marcando los puntos donde van a ir los elementos vegetales y no vegetales
con alguna señal, tal como una caña, una estaca, un punto de cal o cualquier otra que podamos emplear. En esta operación se aprovecha para
zonificar también las distintas áreas del jardín, así como para señalar las
zanjas y todos los puntos singulares incluidos en el diseño y que haya que
reflejar en el terreno.
Los trabajos de medición
y posterior replanteo
son fundamentales
para el correcto diseño del jardín.
1.1
Útiles de replanteo
Las operaciones de replanteo y marqueo consisten básicamente en señalar
sobre el terreno alineaciones, curvas, zonas y puntos. Ello hace preciso
utilizar una serie de útiles y criterios geométricos,
Entre los útiles podemos destacar los siguientes:
A. Piquetes o jalones
Son imprescindibles para trazar las alineaciones rectas. Los más corrientes
son los de tubo en aleación metálica ligera, con punta aguzada para clavarlos fácilmente en el terreno, de 1 a 2 metros de longitud y pintados en
colores vivos para que destaquen a distancia.
Ocasionalmente, se pueden sustituir por estacas gruesas aguzadas en un
extremo de 6 cm de diámetro y 1 m de longitud; o por piquetas de hierro
de armar de 6-8 mm de diámetro y 1 metro de longitud, también aguzados
para que puedan clavarse a golpe de mazo. De lejos, se distinguen con
dificultad y por ello conviene pintar por lo menos el extremo romo con
pintura roja para que destaque.
B. Cuerda de marqueo
Para señalar físicamente la alineación, se puede usar cualquier tipo de
cable, cuerda, cadena, etc. El material más frecuente es la cuerda lisa de
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cáñamo de 6-8 mm de diámetro, cortada en tramos de 50m. Cuerdas de mayor diámetro pesan
mucho y son más difíciles de tensar. Cuerdas más finas, pueden romperse y resultan molestas de
manejar en campo porque cortan las manos de los operarios. La cuerda debe ser lisa por la misma
razón; y debe llevar en cada extremo un lazo para sujetarla a los jalones.
Los cables metálicos, cables de plástico o cuerdas de cualquier otro tipo son normalmente soluciones más caras, más difíciles de tensar, más pesadas o de manejo más incómodo, aunque no por
todo ello se excluya totalmente su uso.
C. Cintas métricas
Son necesarias para medir distancias con bastante exactitud. Las más prácticas son de tambor, de
25 metros de longitud, retráctiles, de tejido plastificado. Deben ir marcadas por ambas caras para
evitar errores en la lectura.
Existen en el mercado también cintas más largas, de 50 metros, aunque son más pesadas o más difíciles de manejar en el campo.
D. Cañas o estacas de marqueo
Se utilizan para señalar los puntos donde van a ir los árboles y arbustos, y en general cualquier
punto que necesitemos destacar. Lo más frecuente es utilizar trozos de caña, de 30 a 40 cm de longitud y de 2-3 cm de diámetro. El extremo que va al suelo se aguza en bisel para facilitar el clavado
en la tierra. Las cañas estarán bien lisas para facilitar su manipulación.
Si no se dispone de cañas, se pueden utilizar otros elementos que hagan el mismo efecto.
E.
Potro de marqueo
Es un utensilio que puede emplearse para replantear curvas de nivel en el terreno. Se prepara en
cada caso y es un bastidor de 3 a 4 metros de longitud, de madera o metálico, con dos patas en los
extremos de 1 metro de altura y con su base ensanchada para que no se claven en el suelo. Para
dar rigidez al bastidor, se colocan unos travesaños, tal y como se puede apreciar en el dibujo.
Potro de marcar
para terrenos en ladera
1.2
Técnicas de replanteo
El número de casos posibles que se nos pueden presentar en el replanteo de un jardín es imposible
de prever. Podemos encontrarnos ante un jardín pequeño en el que no hace falta ningún tipo de
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replanteo, o muy sencillo, para ubicar los elementos vegetales y no vegetales. En jardines medianos y grandes
se utilizarán todos los útiles descritos arriba. En un jardín histórico el replanteo puede ser de gran complejidad.
A. Replanteo por triangulación
La primera tarea será ubicarse en la zona del jardín a la que
corresponde el plano y localizar un punto de referencia inequívoco desde el que reconocer el resto de la parcela.
Desde éste punto cero se desarrollará el resto del trazado, efectuando el transporte de medidas del plano al
terreno mediante triangulación con cintas métricas, dejando testigos en puntos clave como esquinas o cambios de dirección. Todas las medidas han de
referenciarse como mínimo desde dos puntos distantes.
B. Medidas de desniveles
Se toma una manguera larga, se atan sus extremos a dos
reglas de madera, fuertes, y graduadas en centímetros,
y se dotan los extremos de la manguera de sendos tapones para que no se salga el agua. El agua se introduce
en la manguera antes del transporte.
En el dibujo se ve que las reglas son de un metro. Si fuésemos a trabajar con desniveles mayores, nos hacen
falta reglas de mayor longitud. La forma de proceder es
la siguiente: se sitúan las dos reglas en los dos puntos
del jardín cuya diferencia de cotas deseamos medir, y
dado que el agua siempre mantendrá el mismo nivel, la
diferencia entre las dos lecturas, nos estará indicando
el desnivel entre los dos puntos del terreno.
Nivel hecho con una manguera llena de
agua.
Nivel sencillo de agua, muy útil para los trabajos de movimientos de tierra, planificación de la orografía del futuro jardín, determinación de los niveles a los que deberán
quedar cada una de las zonas de éste.
Así, en el dibujo que aparece abajo, la regla de la izquierda marca 50 cm y la de la derecha marca 60 cm.
Esto quiere decir que el desnivel entre los dos puntos es
de 10 cm. Si entre ambos puntos existe una distancia
“d”, pongamos el ejemplo de 10 metros, es decir 1.000
cm., con lo cual la pendiente “p” sería
p= 10/1.000= 0,01 x 100 = 1%.
Con este sencillo método hemos calculado que la pendiente del terreno es del 1%, dato importante a la hora
de diseñar, por ejemplo el sistema de riego, ya que hay
que conocer las pérdidas de carga.
1.3
Mediciones y cubicaciones
A. Generalidades
Lógicamente, a lo largo de la ejecución de los bocetos
y borradores que el diseño de nuestro jardín habrá exi-
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gido, habremos ido haciendo una serie de replanteos provisionales de nuestros dibujos al terreno,
para tantear si las plantaciones proyectadas encajarán bien en la realidad.
A menudo, al trabajar sobre el papel, habremos perdido un poco las perspectivas, la noción de las
distancias entre unas plantas y otras, o entre ellas y las paredes o caminos, etc., cosa fácilmente
subsanable al pasar al terreno las indicaciones de nuestro plano. Así, sobre la marcha, habremos
efectuado una serie de correcciones y retoques en el plano, hasta la consecución del diseño definitivo (o casi definitivo, ya que durante la plantación surgirán con toda seguridad nuevos factores
que obligarán a retocado o cambiarlo, aunque sólo sea en detalles pequeños).
Con ese plano semi-definitivo en la mano, procederemos primeramente a replantear en nuestro
solar todo lo relativo al movimiento de tierras, a los diferentes niveles que deseemos formar, a los
taludes que los unan, etc. Mediante la ayuda de una cinta métrica, situaremos en el suelo una serie
de estacas o señales de cualquier tipo que constituyan puntos clave para el movimiento de tierras,
teniendo siempre en cuenta la obvia condición geométrica de que hacen falta tres puntos para definir un plano.
Colocaremos, pues, tres o cuatro de estas marcas en el suelo, allá donde pensemos formar un plano
bajo; otros puntos allá donde deseemos formar un plano alto, una plataforma desde la que se domine el resto del jardín y que enlace con la casa; otros varios a lo largo de lo que será un futuro
talud, etc.
Pero tales marcas, por el momento, sólo nos indican la situación, en planta, de dichas zonas del
jardín. Hará falta expresar en cada una de ellas el nivel que el terreno habrá de tener en ese punto
concreto.
Esto puede hacerse colocando en cada punto una caña, un palo, un hierro... clavado verticalmente
en tierra, y que llegue hasta la altura que nosotros queramos que tenga la tierra allí, una vez efectuado el movimiento y la aportación de tierra precisos. Si a ello añadimos unas indicaciones o marcas en las fachadas de la casa y en las tapias que rodeen el jardín, que nos señalen el nivel del
terreno a lo largo de ellas (marcas que pueden hacerse con tiza, con lápices gruesos, con azulina,
o con cualquier producto fácilmente lavable una vez haya cumplido su misión), acabaremos teniendo nuestro solar perfectamente señalizado en cuanto a los niveles del terreno futuro. Evidentemente, en algunos puntos de ésos puede haber señales negativas, es decir, que nos indiquen que
allí hay que rebajar el terreno tantos centímetros o metros, en lugar de elevarlo en tal o cual otra
medida. Es muy conveniente que dispongamos de un plano del solar en el que se indiquen esos
puntos clave para el movimiento de tierras, situándolos exactamente igual en el plano y en el terreno
y escribiendo al lado de cada uno, en el plano, la cota correspondiente del terreno futuro, bien tomando como cota cero un punto fijo de la casa o de la tapia, por ejemplo, o bien indicando simplemente en cada punto la elevación o el rebaje que allí habrá que hacer, referida al nivel actual
del punto de que se trate. Por ejemplo, en un punto determinado podrá poner: “1,30 m sobre cota
0”, siendo la mencionada cota el nivel del escalón de la puerta principal. O bien podrá poner:
“0,70 cm más alto del nivel actual en este punto”, o por el contrario: “0,35 cm más bajo que
ahora”.... Este plano de niveles nos servirá siempre de guía, sobre todo en el caso de que cualquiera
de las señales se pierda.
Como el manejo de aparatos de topografía es difícil, es mejor limitarse al uso de la cinta métrica y
al nivel de manguera. El replanteo con nivel y mira requeriría de un curso de formación que excede
este manual.
Una vez efectuado el movimiento de tierras con arreglo al replanteo de niveles explicado, pasaremos a replantear el plano del jardín propiamente dicho, es decir, la situación de cada planta, el trazado de los caminos, los márgenes de los arriates de flor o de las rocallas...
Estimamos que primeramente habremos de efectuar un replanteo general, dibujándolo o señalándolo absolutamente todo en el suelo que ya tendrá su forma definitiva. Los árboles, los arbustos o
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cualquier otro elemento que pensemos tener en el jardín podremos replantearlas mediante estacas
situadas en el punto exacto de plantación o de colocación.
En cuanto a los caminos, las plataformas, los arriates, las rocallas, los diversos macizos compuestos
por varias o muchas plantas pequeñas, etc., será mejor replantearlos a base de dibujar sus límites
en el suelo con líneas de yeso. Asimismo señalaremos mediante estacas o cañas los lugares exactos
en que habrán de ir las bocas de riego, los posibles puntos de luz del jardín...
A continuación será el momento de dar los retoques oportunos: distancia de los elementos vegetales
a las paredes, separación entre arbustos...
Después podrá procederse a afianzar las señales, clavando bien las estacas, haciendo un surco a
lo largo de las líneas de yeso o rehaciéndolas con cal. A pesar de ello, a lo largo de los trabajos algunas marcas desaparecerán, lo cual nos obligará a pequeños replanteos parciales posteriores.
Si empezamos, como es lógico, con las obras de albañilería, fontanería y electricidad, y seguimos
con la plantación de los árboles y demás plantas principales, será fácil que a continuación tengamos
que replantear de nuevo, bien porque se hayan borrado, bien porque queramos modificarlos en
algo a la vista de lo que ya llevamos hecho.
Por último, una vez plantado lo que se ha expuesto, se procede a la implantación de la pradera, si
está en el diseño del jardín.
Este orden de trabajos ideal no será factible en ocasiones y habrá de alterarse por imperativos de
las distintas épocas del año o por dificultades surgidas en la búsqueda de unas plantas y otras o en
la coordinación de jardineros, albañiles, fontaneros, etc. En tales casos, la exactitud del replanteo
adquiere su mayor importancia, ya que a lo mejor nos vemos obligados a plantar un arriate de
flores sin tener aún plantado el grupo de árboles o el macizo de arbustos o el seto que haya de ir
detrás, y que nos habría servido mucho de guía si hubiese estado ya plantado.
El replanteo del plano al terreno no es una operación rutinaria, mecánica, sino una prolongación
de la labor creadora efectuada al diseñar el jardín, y una preparación fundamental de la otra labor
creadora que consiste en plantarlo, construirlo.
Resulta útil ir contemplando el jardín desde todos los puntos de vista, interiores y exteriores a él.
Se darán ahora unas nociones de áreas y volúmenes para recordar conceptos básicos que nos van
a ayudar a las mediciones y cubicaciones
B. Superficies
Para la dosificación de abonos y otras tareas similares tendremos que averiguar la superficie de una
zona. Para proporcionar un método sencillo, se estudiarán figuras regulares:
-
Cuadrado: ángulos rectos (90˚), todos sus lados iguales. Se multiplica la medida del lado por sí
misma.
-
Rectángulo: ángulos rectos (90˚), se multiplica la medida del lado largo por la del corto.
-
Círculo: la distancia desde el centro del círculo al borde del mismo (radio), se multiplica por sí
misma y luego por el número pi (π: 3,1416)
-
Triángulo rectángulo: las medidas de uno de los lados que comienzan en el ángulo recto (90º)
se multiplica por sí misma y se divide el resultado entre 2.
Todas las operaciones resultantes de multiplicar metros lineales por metros lineales da como resultado unidades de superficie en metros cuadrados.
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