EL DÍA, domingo, 29 de marzo de 2015 p1 NOTICIAS DEL SIGLO XVIII en Tacoronte. Aspectos de la administración de esta población según los documentos . 6/7 del domingo revista semanal de EL DÍA LA CONSPIRACIÓN DE 1822 o el primer enfrentamiento canario por el poder en la etapa constitucional Texto: Javier Lima Estévez (graduado en Historia por la ULL) E l año de 1822 generó una de las primeras polémicas en relación a la unidad de las Islas. Al respecto, la división provincial española, inspirada en la estructura administrativa de los departamentos franceses, y llevada a cabo mediante Real Decreto de 27 de enero de 1822 por el que se aprueba con carácter provisional la división provincial de España en 52 provincias, entre ellas Canarias, procedió a establecer la capital en Santa Cruz de Tenerife, motivando con ello el inicio de un gran conflicto. En ese año, se desarrollaría en el juzgado de La Orotava una causa contra una serie de personas que habían actuado, al parecer, como conspiradores e impulsores de una supuesta causa independentista que pretendía, a priori, desunir los lazos de unas islas ya de por sí suficientemente separadas (1). El historiador portuense José Agustín Álvarez Rixo calificó esta conspiración como un simple sueño con el fin de separar de los destinos públicos (y de la posibilidad de ser elegidos diputados, de Cortes o de Provincias) a aquellos individuos que no eran de la confianza del partido dominante (2). Se trataba de un hecho insólito en la época que mereció un juicio con resultados ejemplares para aquellos que acusaron a otros de intentar actuar contra la Constitución. La lista de acusados como conspiradores fue larga e incluyó a los orotavenses Francisco de Lugo-Viña (3), Antonio Monteverde y Rivas (4), Pedro Benítez de Lugo (5), Miguel García Lugo, e Ignacio (6) y Fernando Llarena (7). Además, también estuvieron a puntos de ser acusados Miguel Yanes, natural de Los Realejos, los laguneros marqués de Villanueva del Prado (8), Fernando del Hoyo (9), Juan Botas (10), el canónigo Rivero (11), el provisor José Martinón (12), Juan Tabares de Roo (13) y el juez de primera instancia de La Laguna José Antonio Morales (14), así como el santacruce- ro Francisco Guerra (15). Una larga lista que acabaría por reducirse contra dos individuos, el presbítero Matías Aguilar y Martínez (16), vecino de Garachico, y el subteniente realejero José Pérez de Chaves y Barroso. Este último tomó parte en la defensa de Santa Cruz de Tenerife en 1797, y fue condecorado con el Escudo de la Fidelidad y la Cruz de Oro de su Santidad Benedicto XIV y caballero de la Milicia de Roma, por Breve del Papa León XII, dado en Roma el 14 de julio de 1826, siendo, además, gobernador de las armas, alcalde y síndico personero de Los Realejos. Fue uno de los más importantes representantes de la burguesía agraria del Realejo Alto a finales del siglo XVIII e inicios del XIX (17). El 4 de septiembre de 1822, Juan Ferrera Machado, juez del partido de Taoro, informa de que Juan Ramírez y Cárdenas, jefe superior político de la provincia de Canarias, comenta la existencia de posibles noticias sobre un plan para destruir el sistema constitucional presente hasta entonces, asegurando que se pretendía deponer a las autoridades constituidas, perturbando con ello la tranquilidad que había regido hasta entonces la ciudad. En base a tal rumor, Juan Ferrera Machado establece la obligación de averiguar toda la información posible, con la finalidad de establecer un castigo contra aquellos que pudieran haber planeado o imaginado tal acción. Entre los meses de enero y febrero de 1823, se desarrollaría el juicio público en La Orotava, un juicio cuya sentencia definitiva sería pronunciada por el juez letrado del Partido de Taoro el 10 de febrero de 1823, condenando a Matías de Aguilar y a José Pérez de Chaves a cumplir una pena de ocho de años de confinamiento en la isla de El Hierro, en el primer caso, mientras que en el segundo se establecía una pena de igual duración pero en Fuerteventura, siendo obligación de las autoridades civiles de una y otra isla custodiar a tales individuos (18). Además, los acusados pasarían a perder sus empleos, sueldos y honores. Se establecía que no podría liberarse a los condenados ba- José Agustín Álvarez Rixo (17961883) reflejó los hechos de la supuesta conspiración en su obra “Anales del Puerto de la Cruz de la Orotava 1701-1872”. jo fianza ni a compulsar la causa. Junto a lo anteriormente expuesto, se les establecía un plazo de ocho días para presentarse ante la Audiencia Territorial, nombrándose un procurador y un abogado residentes cerca de la superioridad. La respuesta no tardaría en llegar por parte del fiscal de la Audiencia Territorial, quien expresó una censura en dicho incidente a través de la ley de 17 de abril de 1821. Expone el fiscal haber realizado las averiguaciones oportunas y el examen necesario en torno a tal asunto en el breve periodo de tiempo que contaba para ello, manifestando “la imparcialidad, la carencia de lo justo y del bien de las que carecía el Juzgado de La Orotava”. El propio título de conspiración es tachado de insultante y vergonzoso para todas aquellas personas que supuestamente participaron en crear tal plan. El fiscal expone cómo los avisos confidenciales del jefe político al juez de primera instancia derivaron en un supuesto plan para atentar contra el sistema, aunque las averiguaciones realizadas por el fiscal (en base a lo declarado por Joaquín Díaz de Lugo) (19) no muestran noticias sobre el interés de los mismos para revelarse contra el sistema, pues reflejan únicamente un descontento por el modo en que hasta entonces se venía realizando la distribución de la contribución, manifestando, por tales acciones su descontento contra las autoridades que encarnaban los males que la sociedad sufría. p2 domingo, 29 de marzo de 2015, EL DÍA EN PORTADA Portada de la obra de Francisco María de León y Xuárez de la Guardia (17991871), que calificó la conspiración de simple sueño. Aspecto del Valle de La Orotava a finales del siglo XIX (fuente:FEDAC), arriba; y Los Realejos por la misma época (foto Carl Norman. Fuente: FEDAC). Matías de Aguilar y José Pérez de Chaves serían acusados por las noticias de que ambos habían hablado sobre los deseos de acabar con los abusos que hasta entonces se estaban desarrollando, queriendo expulsar a los responsables de Canarias y reemplazar a tales cargos por habitantes que hubieran nacido en las Islas. Sin lugar a dudas, las conversaciones que habían tenido tales acusados fueron malinterpretadas por diversos testigos, quienes no dudaron en calificar las palabras de los mismos como una clara conspiración contra el sistema, tergiversando una información que pudo haber tenido un final distinto. Especialmente útiles al respecto serían las declaraciones de Calixto Perdomo y Pedro Grijalva, que no dudaron en aclarar todos los detalles del malentendido. El fiscal no encuentra datos para poder acusar a Matías de Aguilar y José Pérez de Chaves, asegurando que no hay razones ni motivos para continuar –ni siquiera para haber iniciado– tal juicio. En ningún momento, el juez llegó a tener noticias de altercados que pudieran derivar en una conspiración contra el sistema, exponiendo el fiscal que, de haber tenido algún tipo de prueba, debería haber adjuntado la misma el informe emitido, descubriendo con esos papeles el delito y los autores de esa supuesta conspiración, un hecho clave para el fiscal, pues faltó “el principal cimiento de este mal construido edificio”. La causa aparece como precipitada, sin fundamento alguno y con errores y hechos que dejaron a todos asombrados, como lo ocurrido con la presencia de Joaquín Díaz de Lugo, quien se presentó ante el juez para declarar sin ser citado. José Jiménez Pimienta volvería a declarar como inocente a Matías de Aguilar, mientras que Pedro Grijalva expondría como inocente a José Pérez de Chaves. No existían pruebas o elementos que pudieran dar a conocer la existencia de algún tipo de plan para destruir el sistema, ni hecho alguno que pudiera demostrar tal acto de forma real. Todo lo que se podía saber procedía, úni- camente, de testigos que pudieron escuchar determinados hechos sin ningún tipo de base lógica. Ni se llegaron a conocer las personas que pudieron haber planeado tal acto ni la manera de ejecutar el mismo. No se encontraron armas, ni víveres, ni personas que pudieran dar lugar a entender algún tipo de acto subversivo contra el sistema. José Pérez de Chaves fue acusado a través de las indicaciones que Joaquín Díaz de Lugo había ofrecido en relación a los actos manifestados por José Pantaleón para que entrase en el plan, así como a Pedro Grijalva sobre lo mismo, con la finalidad de que pudiera comentar tal acto a Juan Cólogan, unos hechos que vienen a incrementar las mentiras contra José Pérez de Chaves, pues por la declaración de José Pantaleón sabemos que nunca habló el realejero de plan de conspiración alguno. Matías de Aguilar tampoco encontró acusaciones contra su persona por parte de los testigos José Jiménez Pimienta y Calixto Perdomo, quienes aseguraron no haber sido persuadidos por parte del presbítero garachiquense. El fiscal aseguró no haber encontrado ninguna prueba de plan de conspiración, y, en caso de haberse desarrollado algún plan, este no pasó de ser un mero proyecto que nunca derivó en una acción real. Al mismo tiempo, tampoco encontró el fiscal prueba alguna que pudiera dar a entender la propagación de ideas contrarias por parte de los acusados contra la Constitución, cometiéndose, entonces, una grave infracción, pues se decretó prisión contra los mismos, dictándose con tal actuación una falta grave contra los supuestos reos. En relación a tales hechos, el fiscal acaba solicitando que se aplique la oportuna responsabilidad sobre el juez encargado de tal acción, juzgando el mismo (sin pruebas suficientes) un delito no justificado, así como por el hecho de haber infringido la Constitución, decretando la prisión a unos acusados sin pruebas suficientes. El asunto terminaría por establecer toda una serie de sanciones de carácter económico contra todas aquellas personas que hubieran tenido una participación en la supuesta conspiración. La Audiencia Territorial acabaría por mostrar la sentencia en la que expondría su actuación a partir de la causa formada en el juzgado de primera instancia de la Villa de La Orotava, declarando nulas todas las actuaciones realizadas hasta ese momento por el juez de primera instancia del partido de La Orotava. Se decreta, además, la obligación de poner en libertad sin cargos al presbítero Matías de Aguilar y José Pérez de Chaves. El juez acabaría por recibir como sanción el suspenso de empleo y sueldo durante dos años. Asimismo, se acabaría por condenar a Joaquín Díaz y José Pantaleón con una multa de cien ducados, al escribano y testigo Calixto Perdomo con seis meses de suspensión de oficio y cien ducados, mientras que el escribano Francisco Vivas sería sancionado con el pago de diez ducados. Por su parte, el escribano Miguel Quintín de la Guardia recibió una sanción de cien mil maravedíes, así como la expulsión de su oficio. p3 EL DÍA, domingo, 29 de marzo de 2015 EN PORTADA La situación acabó de forma totalmente distinta a como se había iniciado el proceso. Se trató de un procedimiento que presentó múltiples errores en los que llegaron a participar testigos sin ser citados. Además, se defendieron hechos sin pruebas y se ofrecieron acusaciones sin fundamento. Como ya observamos al inicio de este trabajo, algunos autores llegaron a calificar esta conspiración como el primer intento de independentismo generado en las Islas en los inicios de la segunda década del siglo XIX. En realidad, todo fue el resultado de una serie de hechos que se desencadenaron contra unos individuos de los que nunca se pudo demostrar su interés en realizar un acto contrario a la normativa del momento. Diversas injusticias se manifestaron en la causa, registrada como el primer en- Puerto de la Cruz a finales del siglo XIX (foto: Marcos Baeza Carrillo. Fuente. FEDAC). frentamiento por el poder en la etapa constitucional, o acaso como un conjunto de reivindicaciones que nunca se iban a materializar, pero que el rumor fue extendiendo sobre unos NOTAS: I. (1) La obra de los historiadores Adolfo Arbelo García y Manuel Hernández González “Revolución Liberal y conflictos sociales en el Valle de La Orotava (1808-1823)” incluye una breve exposición sobre los motivos que procedieron y las consecuencias de este conflicto. Para la realización de este artículo, nos apoyaremos en el impreso titulado “Principio y fin del incidente de la causa llamada de conspiración formado separadamente contra el presbítero don Matías Aguilar y Martínez, vecino del Puerto de Garachico, y el subteniente José Pérez Chaves que lo es del Realejo de Arriba…por habérseles supuesto cómplices en el figurado plan de tan horroroso crimen”. La Laguna: [s.n.] En la imprenta de San Fernando por Juan Díaz Machado. Signatura P.V. 47 (11). Consultado a través del portal “Patrimonio Bibliográfico Lacunense”, disponible en el siguiente enlace: http://hermes.bbtk.ull.es/pandora/cgibin/Pandora.exe?fn=select;collection=manuscritos;query=alt_record_id: BAB20101324928; xslt=vid. (2) “Y habiendo sido presos en La Villa de La Orotava el Gobernador de Los Realejos don José Pérez y Chaves y don Matías Aguilar, Chantre de la Catedral de Tenerife, acumulándoles conspiración contra la Constitución, se abultó el caso e hizo gran ruido por sus enemigos haciendo subir algunos vecinos de este Puerto a declarar con dichos señores. El negocio fue bien diverso en su origen, puesto que Pérez alguna conversación confidencial que tuvo, había sido quejándose de la carga inútil de empleados que sufre esta Provincia, de la cual se les debía expulsar. También citaban como complicadas a varias personas de categoría; defendía a los llamados reos el Licenciado don José de Zárate; pasó el proceso a la Real Audiencia y este Tribunal redujo el asunto a insustancial según debió ser”. Álvarez Rixo, José Agustín. “Anales del Puerto de la Cruz de La Orotava 1701-1872”, p. 279. (3) Francisco de Lugo-Viña nació en Santa Cruz de La Palma, el 5 de enero de 1773. Contrajo matrimonio en la iglesia de Nuestra Señora de la Peña de Francia, del Puerto de la Cruz, el 4 de septiembre de 1803. Falleció en el Puerto de la Cruz el 20 de abril de 1833. En: “Nobiliario de Canarias”. La Laguna: 7 islas: J. Régulo, 1952-1967. Tomo I, p. 121. (4) El capitán Antonio Monteverde y Rivas nació en la Villa de La Orotava el 22 de septiembre de 1793. El 13 de junio de 1822 contrajo matrimonio en Las Palmas de Gran Canaria con su prima hermana Leonor Catalina María del Carmen Dominga Josefa del Castillo. En: “Nobiliario de Canarias”. La Laguna: 7 islas: J. Régulo, 1952-1967. Tomo III, p. 559. (5) Aristócrata orotavense del siglo XIX. (6) Dr. Ignacio María Llarena y Franchi fue prebendado de la Santa Iglesia Catedral de La Laguna. Hijo de José de Llarena y Mesa y de Teodora de Franchi y Llarena. En: “Nobiliario de Canarias”. La Laguna: 7 islas: J. Régulo, 1952-1967. Tomo (7) Fernando de Llarena y Franchi. Fue uno de los cuatro diputados doceañistas canarios que participaron en las Cortes de Cádiz. Hijo de José de Llarena y Mesa y de Teodora de Franchi y Llarena. En: “Nobiliario de Canarias”. La Laguna: 7 islas: J. Régulo, 1952-1967. Tomo I. (8) Alonso de Nava y Grimón (1757-1832) VI Marqués de Villanueva del Prado. (9) Nació en la ciudad de La Laguna el 5 de marzo de 1772. Falleció en Icod de los Vinos el 19 de octubre de 1849. Sirvió en las nobles Milicias de Canarias, ejerciendo diversos cargos. De Ossuna y Benítez de Lugo, Manuel. “La casa de Hoyo-Solórzano”. Revista de Historia Canaria, Tomo 2, número 16, 1927, pp. 236-244. (10) Juan Rodríguez Botas fue abogado de los Realejos Consejos y catedrático de la Universidad de La Laguna durante varios años. Mi agradecimiento al investigador y genealogista Antonio Luque Hernández por esta referencia. (11) Isidoro Rivero y Peraza de Ayala nació en Tacoronte el 11 de abril de 1774. Presbítero. Estudió en el Seminario de Las Palmas y pasó luego a la Península, donde obtuvo el grado de doctor en Teología. De regreso a la isla fue párroco de Granadilla y canónigo al instalarse la catedral de Tenerife, en virtud de nombramiento expedido el 21 de diciembre de 1819. Arcediano en 15 de octubre de 1825 y deán, en 19 de abril de 1834. Perteneció a los gremios y claustros de las Reales Universidades de Sevilla y San Fernando, y fue examinador sinodal, juez presidente del Tribunal de la Santa Cruzada y del subsidio económico del obispado Nivariense. Catedrático y rector propietario de la Universidad de La Laguna. En su relación de dignidades consta que fue caballero de la Orden de Carlos III (desde 1833) y cofrade de San Juan Evangelista. Falleció en 1857. En: “Nobiliario de Canarias”. La Laguna: 7 islas: J. Régulo, 1952-1967. Tomo III, p. 201. Millares Carló, Agustín y Hernández González, Manuel. “Ensayo de una bio-bliografía de escritores naturales de las Islas Canarias (siglos XVI, XVII y XVIII)”, p. 97. Mi agradecimiento al investigador y genealogista Antonio Luque Hernández por esta referencia. (12) José Hilario Martinón Hernández (17751843). “Fue licenciado y doctor en Sagrados Cánones por la Osua. Entre otros muchos cargos, fue provisor, vicario y gobernador eclesiástico de la diócesis nivariense”. Consultado en la página web de Gaviño de Franchi editores: www.lopedeclavijo.blogspot.com.es/2014/04/don-josehilario-martinon-hernandez.html (13) Juan Bernardino Tabares de Róo Vargas y Fonte (1764-1847). Coronel de Milicias, regidor perpetuo y decano de los regidores de Tenerife, diputado general del Común, fiel ejecutor, vocal-secretario de la Junta Suprema de Canarias. De él dice el “Nobiliario de Canarias”: “Desempeñó en 1833 las honoríficas funciones de Alférez Mayor de Tenerife en la solemne proclama- individuos acusados de un acto que nunca llegaron a cometer. El resultado de todo esto sería que: “Si en primera instancia salieron condenados los tenidos por reos, la ción de la Reina Doña Isabel II, la última ceremonia de este género celebrada en La Laguna; y a sus profundos conocimientos agrario-sociales e incansables y patrióticas gestiones, debiéronse valiosos beneficios concedidos por el Gobierno de Su Majestad a la clase labradora de la jurisdicción lagunera”. Había nacido en La Laguna el 20 de mayo de 1764, donde murió el 24 de junio de 1847. “Nobiliario de Canarias”. Tomo II, pp. 458-463. Mi agradecimiento al investigador y genealogista Antonio Luque Hernández por esta referencia. (14) José Antonio Morales. catedrático de Derecho Romano. Alcalde mayor, juez de primera instancia de La Laguna y diputado segundo en el Colegio de Abogados de San Cristóbal de La Laguna (1840). “El alcalde mayor es de Madrid –dejó dicho el tercer vizconde de Buen Paso–, de cuerpo pequeño y de contestación agradable y culta, y parece instruido en su facultad”. “Historia de la Universidad de La Laguna”. Tomo I, 1998; De León, Francisco María. “Historia de Canarias”, pp. 107n, 146n, 147, y 189n; Primo de la Guerra, Juan “Diario”. Tomo II 1808-1810. Tenerife, 1976, p. 217. Mi agradecimiento al investigador y genealogista Antonio Luque Hernández por esta referencia. (15) De León, Francisco M. “Historia de Canarias”, p. 187. Francisco María de León (1799-1871). Calificado por Marcos Guimerá Peraza como “bibliófilo apasionado y selecto”, prescindiendo de su significada personalidad política y social, defensora de los intereses de su tierra, destaca su faceta como historiador. Artiles, Joaquín; Quintana, Ignacio. “Historia de la literatura canaria”, p. 162. (16) Matías de Aguilar y Martínez. Sacerdote desde el 6 de febrero de 1836. Fue párroco de Garachico, luego, canónigo, dignidad de chantre en la Santa Iglesia de esta Diócesis y caballero de San Juan Evangelista. (Ingresó en la R.S.E.de T. el 16/06/1848). En San Juan Evangelista el 30/03/1844). En esa esclavitud su condición de sacerdote lo exime de presentar expediente. Mi agradecimiento al investigador y genealogista Antonio Luque Hernández por esta referencia. (17) “José Pérez de Chaves y Barroso fue hijo del Subteniente y luego Sargento Mayor del Regimiento de Garachico Antonio Pérez de Abreu y Chaves, quien fuera Alcalde del Realejo Alto en 1780. En su segundo matrimonio, se casó con Ana Jacobe y Barroso. De ese matrimonio nació José Pérez de Chaves y Barroso. Capitán del Regimiento Provincial de La Orotava, Subteniente por real despacho de 21 de noviembre de 1798 en atención a su heroico comportamiento durante el ataque del Capitán Horacio Nelson al puerto de Santa Cruz de Tenerife, y más tarde Capitán del mismo Regimiento. Gobernador de las Armas, Alcalde de Realejo Alto y Síndico Personero de Los Realejos, condecorado con el escudo de la Fidelidad y Cruz de Oro de su Santidad el Papa Benedicto XIV el 14 de julio de 1826. Se casó en la Iglesia del Apóstol Santiago con María Fernández Audiencia en segunda les redimió la injusticia y el agravio”. (20) La supuesta conspiración, representó un suceso que ya se había observado durante las elecciones. La facción liberal planteaba la necesidad de separar de los cargos públicos a aquellos reaccionarios que no pudieran ser de la confianza del Partido Dominante. En ese sentido, la facción oligárquica se ve obligada a defender la abolición del régimen constitucional por el temor a las consecuencias que podría tener para sus intereses el gobierno que los exaltados estaban ejecutando desde Madrid, “pero ciertamente parece infundado el supuesto anticonstitucional y más bien debía haberse tratado de una amenaza coactiva contra los que sí eran en realidad sus enemigos políticos, los liberales radicales que tanto odiaban”(21). Casanova y Morales”. En: Luque Hernández, Antonio. “Las familias Chaves y Montañés de Tenerife”, pp. 93-95. “Subteniente de milicias, vecino del lugar del Realejo de Arriba, en las diligencias sobre que este Ilustre Cuerpo, me reparta un pedaso de tierra situado donde nombran las Furnias, o trabiera, que se halla inmediato a unas tierras que poseo. Digo que usted se sirvió a mi anterior representación acordar que el Alcalde y el Ayuntamiento del lugar donde se hallare el enunciado terreno, informaren acerca de mi solicitud, y con efecto así lo han ejecutado el Personero y Diputado del mencionado lugar, respecto a que yo estaba administrando la jurisdicción de la que me hallo ya eximido…” 11 de julio de 1800. AMLL (sección primera). Leg. T-III (Terrenos baldíos). Referencia localizada en el libro “Los Realejos: una síntesis histórica”. El 6 de marzo de 1831 figura que José Pérez de Chaves fue capitán de la 6º compañía del regimiento de milicias de La Orotava, aunque ya estaba retirado del servicio en marzo de 1831. En: Hernández Morán, José. “Reales Despachos de Oficiales de Milicias en Canarias que se custodian en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife”, p. 97. La petición de José Pérez de Chaves no fue aceptada, pero acabaría ocupando tales tierras. “Algún que otro miembro de esta burguesía rural dotado con un patrimonio más cuantioso que la mayoría de los miembros de este grupo social, contribuirá a la privatización de las aguas de esta localidad, es el caso de D. José Pérez de Chaves, que había adquirido un chorro de agua que transitaba por el Barranco de La Lora, canalizándola e invirtiéndola en el riego de sus propiedades. No obstante esta agua adquirida al ayuntamiento del Realejo de Arriba, con la obligación de pagar un tributo de 45 reales anuales a dicha corporación, le va a crear graves problemas a su nuevo propietario, reproduciéndose de nuevo las pugnas por el agua”. En: Arbelo García, Adolfo. “Agua y conflictividad social en Tenerife durante el Antiguo Régimen”, p. 36. Sabemos que José Pérez de Chaves obtuvo las aguas del barranco de La Lora a cambio de pagar un censo anual de 675 reales. “Los Realejos: una síntesis histórica”, p. 78. Agradezco la ayuda sobre esta referencia al investigador y bibliotecario de la Universidad de La Laguna Daniel García Pulido. (18) Hernández González, Manuel; Arbelo García, Adolfo. Op. Cit, p. 138. Sentencia definitiva del juez letrado del Partido de Taoro. 10 de febrero de 1823. (19) Joaquín Díaz de Lugo había actuado en la corporación municipal en el influyente cargo de secretario, que en este período no es un puesto de tipo administrativo -como en la actualidadsino eminentemente político. (20) De León. Francisco María. Op. Cit, p. 187 (21) Hernández González, Manuel; Arbelo García, Adolfo. Op. Cit, p. 138. p4 domingo, 29 de marzo de 2015, EL DÍA LUGARES SAGRADOS (XX) H echo esto, el apocado confesor, entre amedrentado y vacilante, aderezó su cabalgadura y partió hacia donde le aguardaba aquel espíritu penitente. Un nutrido grupo de curiosos se adhirió a la comitiva. Entre unas cosas y otras, religiosos y “compaña” recalaron al lugar hacia las dos de la tarde. Apenas llegados, el fraile presintió la existencia de algún espíritu en la estancia. El clérigo podía mantener firme su entereza gracias a los apoyos sagrados que llevaba consigo. De pronto, desde la inmaterialidad, aquel halo difuso le habló con sonora nitidez, dándole especialmente la bienvenida. A renglón seguido le pidió humilde perdón por los trastornos que le estaba ocasionando. “El Señor Todopoderoso se lo pagará”, repetía sin cesar. Luego, el espíritu, con carácter impositivo y mandón, ordenó al recién llegado que tomara asiento para un refrigerio que le amortiguase la inclemencia del camino, a lo que el religioso se negó rotundamente. La situación le había robado el apetito, aunque sí tomara asiento donde se le había señalado. Tras un corto periodo de sosiego, el alma presente, con similar contundencia, interpeló a la madre de la testifical para que se dirigiesen a la otra estancia, porque deseaba hacer algunas cruces para su despedida. Solicitó papel, tinta y sal dentro del cofre nuevo de pino. Por largo tiempo el visitante intangible se entretuvo en dibujar cruces de distintos tamaños y formas. Algunas de ellas las mandó pedir el obispo, otras se las llevaron los presentes. Para la casa sólo quedaron tres de ellas. Señalando que la tarde culminaba y que el tiempo de su estancia en la tierra se agotaba, el alma imploró al confesor que preparase salmos para ausentarla, pero aseguró que no se marcharía sin antes decir quién era y las razones de su castigo. Finalizado el ritual religioso, el celebrante, con tibieza, preguntó si ya se había apartado el espíritu maligno de su alma. La respuesta resultó afirmativa con total libertad: “Ya puedes descubrirte y decir lo que deseas de nosotros”, agregó el fraile. Como un alarido retumbó ahora la voz en la Hacienda: “Soy Ana González”. Era inaudito. Mucho fue el espanto y grande el sentimiento para todos los concurrentes. “Ana González es mi tía, la hermana de Cristóbal, mi padre”, se alarmó la deponente. ¿Cómo era posible que hubiera permanecido durante tantos días entre ellos sin insinuar siquiera su identidad? Un tiempo pasó para que la calma volviese a reinar en el aposento. Interrumpió el asceta para añadir: “Ya sabemos quién eres, ahora necesitamos El alma de Tacande. Delirio, ensoñación y mito (II). Cruces para la despedida Durante este tiempo el alma penitente, con gran alborozo, se descubrió ante todos. Dijo llamarse Ana González. Reconoció encontrarse entre todos sus familiares, y particularmente su amado hijo Salvador, por cuya vida ella había sacrificado la suya. En su espíritu, porque corazón ahora no tenía, por toda la eternidad guardaría la enorme satisfacción de haber contemplado a su hijo feliz y saludable, creciendo entre sus protectores. Aquella tarde signó muchas cruces para consolidar su recuerdo. Texto: Emiliano Guillén Rodríguez (periodista, cronista oficial y miembro del Instituto de Estudios Canarios) Foto: Wifredo Ramos conocer la verdadera razón que te obligó a regresar de nuevo a este destierro”. El alma, en situación plácida, afirmó que todo cuanto sabía lo diría cabal. Lo contaría a todos, tanto eclesiásticos como familiares y presentes, en llegando la primera hora de cenar. En aquel mismo instante reclamó Nuevo templo en El Paso. a su hermana Isabel Díaz para que pusiese mesa y mantel en aquella casa. En torno a ella reunió a los devotos, a su hermano Cristóbal, a su hermana, a sus sobrinas, a Leonor Pérez y Juana González. Sus sobrinos Andrés y Simón, junto con todos los demás hombres, así como Ana, lo harían en el otro departamento, al igual que la confidente con su hijo Salvador. Este último era demasiado infante para someterle a vivencia tan incomprensible. Tal cual se dispuso se cumplió. Inicialmente, el alma se trasladó a la segunda mesa y ordenó que se le diese al niño una “tajadita” de queso fresco. El alma, como procreadora material, por su hijo siempre se desvivió. Para él fueron sus mejores frases amorosas, siempre exentas de todo hálito rencoroso. La inquietud y la zozobra se apoderaban de las almas simples de los expectantes concurrentes. El alma les rogó calma y serenidad. En ese preciso instante su hermano hizo acto de presencia en el local. Iba acompañado del confesor. Los recién lle- gados les encontraron a todos afligidos, llorando y lamentando la triste situación. Al cabo de un rato, el alma volvió a conminar a la madre de la interlocutora para que se trasladase a la otra casa, donde ya estaba servido el ágape principal. Le encomendó que hiciese las camas, luego debería encender dos velas para colocar “en concierto” sobre de la dicha mesa. Le comunicó, asimismo, que una vez estuviese esto dispuesto, el alma pasaría a descansar en ella, acompañada de su confesor y de las personas que oportunamente considerase. El ceremonial continuaba con la separación de los presentes en dos grupos en función al interés que les ocupara. Sus hermanos Domingo y Lorenzo González, todos sus sobrinos, Juana Gutiérrez y Leonor Pérez, la Vieja, y su pequeño Salvador formarían el grupo seleccionado. El resto quedaría fuera, guarecido en lugar contiguo. Así se hizo. El grupo elegido se acomodó en la estancia reservada para el postrer desenlace. El fraile, sentado en el chaplón de la entrada, Andrés y el alma junto al confesor. Los demás se acomodaron donde les hubo sido más confortable, ocupando sillas en torno a la mesa. El resto de las mujeres se aposentó en las camas. Ultimado el ordenamiento, el espíritu solicitó licencia para hablar de inicio con Juana Gutiérrez. Obtenida la licencia requerida, de inmediato se dirigió a los lechos donde yacían las mujeres bien despiertas. Inició la expectante declaración recordando a Juana Gutiérrez una vivencia que había tenido con ella en un encuentro ocurrido junto a la cancela vieja de su hermano Rodrigo. Allí le abordó preguntándole si realmente estaba preñada. Juana lo negó con toda firmeza. Agregó a continuación que se trataba de un falso testimonio o calumnia que le habían levantado las malas lenguas. Candelaria, es decir, su alma ahora penitente, sin embargo no le creyó. A pesar de tan contundente negativa, siguió teniendo para sí que preñada sí estaba. El tiempo se encargaría de evidenciar su error. El espíritu sacrificado aseguró entonces que, atormentada por la conciencia, confesó en vida esta culpa. El sacerdote, para su limpieza, le impuso por penitencia la solicitud del perdón público a la ofendida. El testimonio falso había salido de sus labios. Confiesa que no lo calló, sino que por el contrario lo divulgaba a cada ocasión que se le presentase. El perdón, entonces, jamás salió de su boca. Ahora, firmemente convencida, lo hacía ante la perjudicada y ante todos los presentes sin pudor alguno. Hasta tres veces lo hizo. Su conciencia quedaba entonces limpia de esta imperfección. p5 EL DÍA, domingo, 29 de marzo de 2015 INVESTIGACIÓN EN PORTADA TURISMO Nicolás Massieu y Falcón Nicolás Massieu (Las Palmas de Gran Canaria, 1853-1934) da continuidad a una estirpe de artistas canarios entre los que cabe citar a su tío, el pintor Manuel Ponce de León y Falcón, a su sobrino el pintor Nicolás Massieu y Matos, a la pintora Lola Massieu (sobrina de éste), a la pintora Alicia Morilla C. Massieu (sobrina nieta de Nicolás Massieu y Matos y prima segunda de Lola Massieu) y al pintor Tomás Morilla Massieu (hijo de Alicia Morilla C. y Massieu). Nicolás Massieu se diferencia por ser un hombre inquieto, curioso, con sólida cultura por sus cualidades artísticas, que le permiten ser discípulo de su pariente Manuel Ponce de León y Falcón (1812-1880), ampliando sus conocimientos en la Academia de San Fernando y con varios viajes a Europa. Al igual que su coetáneo el escultor y pintor Rafael Bello O’Shanahan, pasa una larga temporada de estudios en Roma, en la Academia Española de Bellas Artes. Allí, Nicolás se hace discípulo de Casado del Alisal. Entre sus compañeros de aula destacan: Pradilla, Muñoz Degrain, Moreno Carbonero, Domingo Muñoz, los Benlliure y otros. De carácter polifacético, cuando regresa a Gran Canaria, al final de la década de 1880, combina sus preocupaciones políticas con una importante labor docente en el Colegio de San Agustín y en la Academia Municipal de Dibujo de Las Palmas, de la que fue director y profesor de futuros artistas, destacando en el campo de la creación pictórica como una de las figuras más relevantes del panorama insular en el siglo XIX. Cultivó el retrato y la copia como ejercicio de formación, pero fue principalmente un pintor de paisajes de rincones insulares, con especial atención al tratamiento de la luz y de la atmósfera. Nombrado cónsul de Italia en Las Palmas, desempeña su labor a lo largo de cuarenta años, recibiendo la alta distinción de Caballero de la Corona de Italia. Cabe destacar el importante papel que desempeñó como consejero del Cabildo Insular de Gran Canaria en la primera corporación que se constituye, en 1912. Su obra se encuentra en numerosas colecciones particulares e institucionales, como la Casa Museo León y Castillo de Telde, la Casa Museo Colón, el Gabinete Literario y el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Serie “Pintores canarios”, cuadro nº 9 (técnica mixta sobre papel de acuarela) p6 domingo, 29 de marzo de 2015, EL DÍA HISTORIA TACORONTE Texto: Nicolás Pérez García E ntre 1758 y 1768, la madera para la iglesia, casas y alhóndigas de Tacoronte es traída de La Guancha y algún otro pueblo del norte, transportada en barcazas hasta el puerto de la Madera, surgidero situado en un punto de la costa que hoy es el conocido El Pris. Desde aquí se lleva a lomos de bestias acantilado arriba hasta el cargadero de carretas que está junto a la ermita de San José el Viejo (casas del Marqués), desde donde se llevan a su destino. En este tiempo prosiguen las obras de ampliación y mejora del templo parroquial de Santa Catalina bajo el impulso que imprime el licenciado José Antonio Fernández de Ocampo, en su calidad dual de párroco y mayordomo de fábrica de la iglesia. Se reforman las naves laterales y se construye una sacristía más amplia; el templo se prolonga un tramo hacia el barranco y se suprime la puerta central de la fachada, en la que se abren dos puertas de acceso a las naves laterales entre las que más tarde se fabricaría el coro. Estas importantes obras dejan la planta de la iglesia tal como se conoce en la actualidad, es decir, tres naves separadas por columnas, crucero, capilla mayor, sacristía, torrecampanario y cuatro capillas laterales. En el exterior, de cara al poniente, se cubre el barranco sobre una cimbra, se colmata con entullo, se allana y queda como plaza, y en la parte norte que da a la calle Calvario se construye un fuerte de piedra que guarnece y refrena el empuje de lo construido. Rayando el año 1760 se sabe del asentamiento de industriales flamencos en Tacoronte, precisamente en el sitio de Ubaque o Bubaque, enclave que el decir popular nombraría “Ciudad de Waque” por la semblanza de sus casitas terreras agrupadas. El vocablo Ubaque fue extranjerizado por “Waque”, sin que se sepa otra cosa. Desde los altos de Tacoronte, por el Camino Real, a los transeúntes les parecía una pequeña ciudad y así aparece tal expresión en documentos de la época. Con la llegada del rey Carlos III comienzan a cambiar muchas cosas. Se crean los diputados del común o de abastos, que vienen a ser oficios de elección popular restringida o indirecta. La impresión es que se pretende democratizar cabildos y ayuntamientos, propósito bastante extraño en tiempos del absolutismo. En un documento testamentario de 1760, el vecino Juan Mendoza Domínguez dispone: “Doto a la infraoctava del Corpus; señalo de limosna 42 reales y medio; y ademas de lo referido, es obligado mi hijo y subsesores a poner la rama y flores que se acostumbra para la celebridad de dicho dia”. La celebración del Corpus Christi es de las más antiguas de NOTICIAS DEL SIGLO XVIII (V) El Pris, en cuyas cercanías se hallaba el puerto de La Madera, llamado así porque por allí se descargaba este material para obras. Tacoronte, se remonta al siglo XVI. A principio de los 1760 el Pósito o Arca de Misericordia sufre cambios en su organización. La Real Audiencia dispone que el síndico personero asista a la celebración de las juntas y elecciones de alhondigueros, así como dictar decretos. Se señala que el alcalde, el cura y los personeros tengan que ver con las cuentas del Pósito, que se designe un fiel encargado del pago de material y jornales dedicados a las obras del común y que el alcalde remita cada año las cuentas a la Audiencia para su control y supervisión. El cambio supone intermediación total en la entidad agrícola, ya que antes eran los vecinos quienes, en junta o concejo abierto, tomaban las decisiones, tal como establecían los estatutos de fundación desde 1618. Por último se ordena la creación de una escuela (año 1763), la primera en el lugar, dotando al maestro con 20 o 30 fanegas de trigo al año, que salen de las ganancias del Pósito. Por este tiempo el caudal de las dos alhóndigas se acerca a las 1.800 fanegas de grano, que en su mercadeo anual puede rendir unos 4.000 reales de ganancia, cuyo tercio se destina a la fábrica de la iglesia para su mantenimiento y reparo según una cédula real de 1680. Año 1764. El comerciante inglés George Glass recorre las Islas Canarias. En uno de sus relatos menciona Tacoronte, y cita concretamente un punto costero llamado Puerto de la Madera, bahía situada entre la Angostura y El Pris, frente a la playa del Sargo. El refugio recibió tal nombre por ser el ancladero por donde desembarcaba la madera sin labrar que arribaba por mar a Tacoronte, con destino a la construcción y canales del agua. Tiempo después, el topónimo Puerto de la Madera se desplazó hacia el interior, sobre el acantilado, designando una zona que bordea el risco siguiendo el antiguo camino de los Guanches hasta la Punta del Viento en el caserío de Juan Fernández. En El Pris existe otro curioso topónimo que llama la atención: Garajao o punta del Garajao, saliente rocoso que se adentra en el mar. El nombre procede de un ave marina parecida a la pardela que antes abundaba en estos litorales. En la bahía de Funchal, de la isla de Madeira, existe un saliente de la costa con el mismo nombre. En este año 1764 se registra una nota que dice: “Predicador de feria por la limosna de los sermones de Cuaresma y Semana Santa, segun que ha sido estilo y esta mandado por la Rl. Audiencia, que paga el Pósito”. Se trata de una práctica mantenida desde antiguo. Los labradores que sacan trigo del Pósito para la sementera lo hacen en calidad de préstamo con la obligación de devolverlo en la siguiente cosecha, en grano nuevo y limpio con más dos reales por fanega, beneficio que la entidad acumula en su arca para atender las contingencias que surgen en el pueblo. En una de las alhóndigas está la carnicería; las tejas para trastejo se traen de La Laguna, las medidas de media fanega que se manejan en los graneros son de madera de cedro, y cada alhondiguero cobra 20 pesos al año por su trabajo. En un descargo (gastos) de una cuenta consta lo siguiente: «Por mil quinientos treinta rrs. que ymportaron sinqtª. Canales sensillas, sinqtª. Dobles y sien Gibrones qe se compraron para poder [conducir] el agua presisa y nesesaria del Pueblo: en esta forma las canales sensillas a seis rrs. de ptª., los Gibrones a qutrº. rrs. de ptª. y las canales Dobles a dies y medio de ptª. la qual madera se compro en virtud del decreto que hizo este Pueblo en veinte de Marzo de este presente año por mano de francº. Hernas [Hernández] Abad persona nombrada en p7 EL DÍA, domingo, 29 de marzo de 2015 HISTORIA dho decreto para la distribusion y gasto de dhas obras […]» (27-11-1764). (“gibrón” es el madero que va de la viga cumbrera a las soleras laterales). En 1766 el rey Carlos III regula la elección de diputados del común y personeros de cada pueblo en razón del censo vecinal. Acorde al número de habitantes, a Tacoronte le corresponden dos diputados, cuya misión consiste en controlar los abastos, arbitrios y dinero público. Con esta novedad comienza a perfilarse la base de lo que es un ayuntamiento, el de Tacoronte con un alcalde, dos diputados, un personero y el escribano o fiel de hechos, que actúa como secretario para suscribir las actas y dar fe de los acuerdos. En la alhóndiga que llaman “de arriba”, la que está más cerca del Calvario, que hoy sigue allí desafiando al tiempo, en la época que se habla guarda la munición de la milicia. En 1765 hay 16 peruleras (ver nota) y media de pólvora (317 libras de peso), otra con 112 libras de balas y 41 libras y media de cuerda mecha. Todo se halla con otras cosas en una dependencia separada y cerrada con tres llaves diferentes que paran en manos del alcalde, párroco y alhondiguero del granero, en realidad claveros del Pósito. (“perulera” o perol: vasija de barro angosta de base, ancha de barriga y estrecha de boca). A comienzos de marzo de 1765 visita Tacoronte el corregidor de las islas de Tenerife y La Palma. Es alcalde el sargento de caballería Francisco Suárez de Miranda, quien recibe estos apercibimientos del mandatario: detallar todas las partidas de las cuentas del Pósito, no incluir en las fianzas los bienes de las mujeres, cuidar la conservación de los montes y aguas, no permitir ni el corte de una horqueta sin licencia, con pena de 10 ducados y un mes de cárcel; igual sanción a los que fabricasen carbón fuera de los parajes acotados, los cabreros deben apañar sus animales fuera de las sementeras en los lugares señalados, con sanción de 4 ducados y ocho días de cárcel, y lo mismo para pastores de bueyes que de noche se encuentren sin esquilones. Asimismo, prohíbe acudir de noche a las “velas de paridas” debido a los perjuicios y ofensas que se causan a Dios, sobre lo que había La Alhóndiga, que t uvo un papel determinante en la vida económica de Tacoronte desde el siglo XVIII, y la calle Calvario. sido informado por algunas personas timoratas. Finalmente ordena al alcalde que coloque bandos con estas instrucciones en las partes acostumbradas del pueblo. 80 reales se entregaron al corregidor por su visita. El llamado Motín de Esquilache, que estalló en Madrid en la Semana Santa de 1766, generó consecuencias que se harían sentir en todos los pueblos del reino. El auto acordado por el Consejo de Castilla el 5 de mayo de aquel año es toda una declaración de principios y promulgación de ordenanzas que modifican sustancialmente la dinámica municipal, y por ende el pensamiento de la sociedad. En poco tiempo se desgranan diversas ins- trucciones que acaban por conformar un grupo de gobernantes en el pueblo, elegidos mediante sufragio vecinal indirecto, que aunque restringido no deja de ser una premisa inédita que anima a la participación. Inadvertidamente, la vecindad empieza a conocer la política y las consecuencias de esta novedad. De acuerdo con las instrucciones recibidas, a Tacoronte le corresponde elegir alcalde, dos diputados del común por tener menos de 2.000 vecinos, y también un procurador síndico, especie de apoderado del pueblo. La elección se realizó el 13 de julio de 1766 en la iglesia parroquial. Otra consecuencia del motín fue la expulsión de los jesuitas, acusados de ser los instigadores de las revueltas, pero este asunto es mucho más complejo. Se ha dicho que fue un acto arbitrario del poder absoluto y una pérdida para la cultura nacional, de lo cual se quejaron importantes historiadores y humanistas. La real pragmática de expulsión de la Compañía de Jesús lleva la fecha 2 de abril de 1767, “con trompetas y timbales, por voz de pregonero público”. Años más tarde se publicaría el breve del papa Clemente XIV que suprime, deroga y extingue la orden jesuítica. En 1768 tiene Tacoronte 3.521 habitantes (1.931 mujeres y 1.590 hombres), según el censo de Aranda. Citando pueblos cercanos, La Matanza tiene 1.222 habitantes, La Victoria 1.575 y Santa Úrsula 1.237. Un temporal se lleva el puente del Camino Nuevo sobre el barranco de las Granadas, que más arriba le llaman del Chupadero. El párroco José Antonio Fernández de Ocampo lo manda reconstruir y dirige las obras, pagando los gastos el Pósito. Fueron 14 semanas de trabajo en sacar y subir la piedra, hacer paredes y demás, con un gasto total de 1.114 reales. El cura llevó la cuenta con todo detalle, tal era su proceder habitual, siendo felicitado por la municipalidad. La cofradía de Ánimas construye un osario nuevo en las afueras del templo, adonde unos peones trasladan los huesos del que estaba en un hueco lateral dentro de la iglesia. La cofradía cobra por el alquiler del cajón y paño que se utilizan en los entierros. Un ciriero (cerero) labra la cera y cobra por ello; un barril de mosto malvasía cuesta 15 reales y uno de vidueño, 11,25; a la mujer que remienda y plancha se le pagan 3,5 fanegas de trigo al año. La Real Audiencia expide una providencia para elegir fiel de hecho en los pueblos que carecen de escribano público. Hasta entonces el fiel era elegido por los vecinos, pero el resultado había sido de poca satisfacción y de desconfianza: “[…] q en los Pueblos y Lugares destas Yslas donde no resida essnº pucº [escribano público] nombre cada vecindario su fiel de fechos a principio del año en el modo y forma que debe nombrar Syndico Personero y Diputados del comun […]”. (16-11-1768). p8 domingo, 29 de marzo de 2015, EL DÍA www.eldia.es/laprensa Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 973 Papá, mamá, ¿qué es la muerte? “Poder llorar la muerte de un ser querido adecuadamente y afrontar la perdida, hace que un niño no pueda sentirse culpable, deprimido o asustado. Cuando ayudamos a nuestros hijos a curarse del dolor que produce la herida emocional más profunda de todas, la muerte de un ser querido, los estamos dotando de unas capacidades y comprensión importantes, que les servirán para el resto de sus días” (William C. Kroen, 1996). Texto: Mª del Carmen Herrera Franquis (psicóloga sanitaria y forense T-01486. Coordinadora de la Comisión de Atención Psicológica al Duelo Infanto-Juvenil, Colegio Oficial de Psicología de Santa Cruz de Tenerife. [email protected]) L os casos de duelo en niños son mucho más frecuentes de lo que pensamos. El 40% de los niños y niñas y adolescentes que están pasando por un proceso de duelo padecen estos trastornos un año después de la pérdida. De ahí la importancia de la prevención y el trabajo psicoterapéutico en estos casos. El duelo es la reacción emocional de un individuo, ya sea niño, adolescente o adulto, ante una pérdida significativa, que se caracteriza por una serie de manifestaciones muy diversas y que supone grandes repercusiones a nivel personal, familiar, social e incluso espiritual. ¿Alguna vez han tenido que hablar con sus hijos de una situación dolorosa, bien sea por enfermedad, fallecimiento, ruptura sentimental, pérdida de empleo, cambios de residencia, etcétera? Lo cierto es que deberíamos estar preparados para hacer frente a esos momentos y facilitarles el afrontamiento sano ante dicha situación. Pero, ¿somos capaces de hacerlo y proporcionarles los recursos necesarios y así prevenir complicaciones futuras? Esta es una cuestión que los adultos no se plantean hasta que se encuentran inmersos en una situación vital de pérdida. No saben qué decir ni qué hacer para que no sufran sus hijos. ¿Quién?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿cómo? y ¿qué decir? se convierte entonces en su máxima preocupación. Normalmente, desde el entorno familiar, cuando se produce la muerte de un ser querido, procuramos no hablar ni llorar delante de nuestros hijos, para evitarles el dolor y el sufrimiento; intentamos protegerlos, apartándolos o llevándolos a casa de algún amigo o vecino, pensando que esto es lo mejor para ellos, que de momento no sepan nada, porque creemos que así no sufrirán; pero la realidad es que cuando los niños no saben, y desean saber, intuyen y se inven- tan sus propias teorías al vivir con angustia la falta de una explicación. Los adultos no podemos proteger a los niños de las pérdidas, ni evitar el dolor que ellos sienten, pero sí podemos ayudarles a vivir el duelo de una manera más adecuada. Dada la creciente demanda de ayuda psicológica para niños y adolescentes que han experimentado una situación dolorosa en su entorno, y por las numerosas consultas de padres, profesores, clínicos y educadores que buscan respuesta para el abordaje del duelo infanto-juvenil, la Comisión de Atención Psicológica al Duelo Infanto-Juvenil del Colegio Oficial de Psicología ha elaborado un proyecto de intervención en estos casos, pues el duelo en esta etapa requiere de una atención y tratamiento distintos. Es más complejo que el de los adultos por las características propias de la infancia, una etapa en la que el carácter y los recursos personales del niño y el adolescente están en proceso de desarrollo y en la que existe, por tanto, una gran dependencia del adulto para afrontar y resolver las situaciones problemáticas. Las experiencias de pérdida son parte integrante del desarrollo infantil y la manera en que se resuelvan estas situaciones determinará la capacidad de afrontar y resolver experiencias de pérdida posteriores, por lo que dicha intervención debe plantearse desde una atención especializada al niño, la familia y al entorno educativo para lograr así el menor desequilibrio de los menores. Cuando no son atendidos adecuadamente y no se tienen los recursos suficientes para afrontar la pérdida se desarrolla el duelo complicado, caracterizado por sentimientos intensos de soledad, aislamiento, culpabilidad, conductas antisociales y de rabia intensa. En los adolescentes también puede llevar apare- jados una actitud pesimista e inconformista ante la vida, mostrándose rebeldes y desafiantes, o desarrollando conductas de riesgo, trastornos del comportamiento, depresión y consumo de drogas. La reacción de un niño/a frente a la pérdida, es decir, el duelo, dependerá del momento evolutivo, la situación y, en especial, de la actitud de los adultos que le rodean. El nivel de implicación del progenitor con el menor, desde el inicio de la pérdida, es el predictor más potente de la adaptación del niño. ¿Qué podemos hacer los padres? No hay que fingir que no pasa nada, siempredebemosdecirleslaverdad,adaptándonos a su etapa evolutiva y emocional, dejar que pregunten, mostrarnos accesibles, permitirles que expresen su vivencia, dejando que el duelo siga su curso y mantener las rutinas que asumían en su vida diaria. Estas son unas pautas generales, que habrá que adaptar a cada familia, ya que cada una tiene su modo de pensar y convivir y sus propias costumbres. Es fundamental que niños y adolescentes tomen parte de los procesos familiares, que no se les excluya de ello para protegerlos y se les proporcione una información que les permita conocer lo sucedido. Resulta difícil para un adulto que está sumido en su propio duelo saber el estado anímico en el que se encuentra su hijo y averiguar qué le pasa. En estos casos debe acudir a un profesional, ya que si a lo largo de este proceso el niño se siente acompañado, protegido y apoyado, facilitará que vaya encontrando la forma de enfrentarse sanamente a su dolor y aceptar la perdida de la forma menos traumática. Retraimiento, tristeza, ansiedad, rabia, ira, culpa, falta de atención, apatía, etcétera, no necesariamente en este orden, son los sentimientos habituales del niño durante el duelo. Algunos niños y adolescentes no muestran reacciones inmediatas, aunque en algún momento puntual hayan mostrado tristeza o llanto. Si este comportamiento persiste en el tiempo, es importante acudir a un profesional puesto que el menor puede estar ocultando su tristeza para evitar causar más dolor en los adultos o por temor a que se enfaden con él. Intervención psicológica La importancia de la intervención psicológica para prevenir complicaciones futuras es avalada por las pruebas que existen de que los trastornos depresivos y los intentos de suicidio son más frecuentesenlosadultosque vivieron durante su infancia esta pérdida, siendo la etapa más vulnerable entre los 10 y los 14 años de edad. Nuestra propuesta, desde el campo de la psicología, consiste en un programa destinado a la prevención e intervención psicoeducativa en el duelo infantojuvenil basado en actuaciones orientadas a favorecer experiencias que ayuden a comprender, expresar y manejar las situaciones dolorosas de manera adecuada, mediante programas preventivos (cursos, talleres, charlas, orientaciones a profesores, padres, personal sanitario), y de tratamiento psicoterapéutico, empleando las herramientas, recursos y protocolos específicos para gestionar las situaciones difíciles que surgen en la rutina diaria de esta población, de manera que niños, adolescentes y adultos sean capaces de afrontar los síntomas de estrés de manera adaptativa, promoviendo el desarrollo integral de estos menores mediante acciones específic as centradas en la salud y la educación.
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