Universidad Nacional Autónoma de México Mesa Redonda, Octubre de 2010 “Secuencias Didácticas para el aprendizaje y evaluación de competencias matemáticas” 1 Introducción La educación matemática en los últimos tiempos, ha cobrado importancia por diversas razones, una que ha influido de forma impresionante ha sido la evaluación de los sistemas educativos por parte de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), que a través del informe PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes), emite un informe evaluativo acerca del estado de competencias para la vida en los estudiantes de 15 años. El objetivo general de este estudio, se dirige a presentar una alternativa viable de implementar en el salón de clases, como secuencias didácticas para el aprendizaje y la evaluación de competencias matemáticas, tomando en cuenta la importancia de la íntima asociación existente entre actuación de los docentes y el pensamiento que la sustenta. Investigaciones sobre educación matemática, dan cuenta de lo trascendente que resulta llevar a cabo una práctica reflexiva (Alsina, 2010), de tomar en cuenta las actitudes hacia las matemáticas, por su relación significativa con el rendimiento académico de los estudiantes (Dorinda y de la Torre, 2010), la trascendencia de las actividades humanas como formas de relación del individuo con el mundo, dirigidas por motivos y necesidades (Lima y Oriosvaldo, 2010), por lo que es trascendente la planeación cuidadosa de las actividades que desarrollarán los estudiantes con la mediación del profesor; la importancia de las nociones de representación y comprensión (Rico, 2009), o la importancia de creación de situaciones problemáticas, como puntos de partida a considerar en el aprendizaje de competencias matemáticas (Santos, 2006). Lo anterior nos permite vislumbrar la necesidad de llevar a cabo una práctica docente reflexiva, para la que se anticipe la planeación de un conjunto articulado de actividades colaborativas e individuales, que coadyuven a la resolución de un problema o situación motivante y contextualizada, donde se precisa activar las competencias matemáticas necesarias. En este trabajo, presentamos una propuesta de intervención, que se ha implementado en diversas instituciones educativas de nivel medio superior en México, específicamente, hemos basado esta disertación en un trabajo realizado en el Colegio de Bachilleres del Estado de Sinaloa (COBAES), el cual se ha estado acercando desde los últimos cinco años, a la propuesta de un modelo educativo basado en competencias. 1 Este documento está basado en un artículo enviado para su publicación a la Revista Bordón. 1 El pensamiento del profesor Es posible plantear a la práctica docente, como evidencia del estilo de enseñanza que los profesores promueven durante su intercambio con los estudiantes en las sesiones que se llevan a cabo en la institución educativa; sin embargo, al llamado estilo de enseñanza subyace el pensamiento del profesor, mismo que sustenta la práctica visible en las conductas manifiestas de los profesores. Clarificando el término estilos de enseñanza, es posible definirlo “como las diferentes formas que tienen los profesores de desempeñar su rol docente, que se concreta y observa a través de su conducta diaria de clase (forma de interactuar con sus estudiantes, de explicar, de evaluar y ejercer la disciplina, etc.)”. (Díaz-Aguado, 1985 y Doménech, 2004; citados por Traver, Sales, Doménech y Moliner, 2005, p.1). Los estilos de enseñanza influyen sobre todo el acontecer dentro del salón de clases, el aprendizaje de los alumnos y el clima que se genera para que se propicien dichos aprendizajes, son aspectos que recibirán los efectos de estos estilos. Lo mismo que el maestro piensa, sus concepciones acerca del mundo, sus percepciones acerca de sí mismo y los demás, sus creencias, tradiciones, es decir, toda la historia de vida que ha conformado su forma de pensar de la vida y particularmente acerca de su práctica, son las bases que sustentan el estilo que muestra cada día al “encontrarse” con los estudiantes. El pensamiento del profesor está, por tanto “en el origen y la génesis de los estilos de enseñanza” (Traver, Sales, Doménech y Moliner, 2005, p.1); pero, ¿a qué llamamos pensamiento del profesor? Coll y Miras (1999, p.297) plantean que es “un marco de referencia integrado por un cúmulo de teorías implícitas, representacionales, imágenes, suposiciones, nociones, ideas, intenciones, proyectos, supuestos, hipótesis, creencias, actitudes, intereses y valores susceptibles de influir en la selección de criterios para evaluar a los estudiantes, y para tomar decisiones sobre qué, cuándo y cómo planear, actuar y evaluar los procesos de enseñanza aprendizaje”. En este orden de ideas, es importante pensar al profesor como un profesional “poseedor de una base de conocimiento suficientemente amplia para desarrollar su trabajo, capaz de generar conocimiento sobre su práctica y de buscar los recursos necesarios para mejorarla, con una actitud positiva hacia su desarrollo profesional continuo; con una autonomía en la realización de su tarea, capaz de adecuarla al contexto y de cooperar con otros profesionales, con un código ético y mecanismos de autocrítica”. (Moreno, 1999, p.291) Es así que el estilo de enseñanza se sustenta en el pensamiento del docente, de un profesional reflexivo, cuestión que nos llama la atención en nuestro contexto, donde una gran cantidad de docentes no han sido formados en la profesión magisterial; sin embargo, no por ello es posible pensar en la no existencia de una práctica reflexiva, sino que la reflexión dependerá del bagaje de experiencias en su transcurrir como maestro. 2 Desde el paradigma mediacional, como apunta Montero (1999), centrado en el pensamiento del profesor, habrá que hablar de estilos de enseñanza “cognitivamente orientados”, que es posible subsumir bajo el constructo teórico “perspectivas docentes”, que se relaciona con los pensamientos y el actuar en una misma categoría. (Traver, 2005) Según Traver, Sales, Doménech y Moliner (2005), es posible clasificar los marcos explicativos sobre la educación que manejan los docentes en dos grandes formas de pensar: Una, dirigida hacia la forma tradicional en que se ha enmarcado la enseñanza durante muchísimo tiempo, donde el maestro es el que posee el conocimiento y lo explica a los alumnos y éstos, aprenden de la explicación recibida por los profesores, es decir, una concepción de que es posible aprender de afuera hacia adentro, por lo que la enseñanza debe ser la que deposite el saber en el aprendiz. En síntesis, esta tradición nos sitúa en prácticas de transmisión del conocimiento. Otra, orientada hacia los pensamientos defendidos en las últimas líneas de investigación en psicología y pedagogía: “las teorías constructivas de la enseñanza y el aprendizaje”. (Traver, 2005, p.2) Como apreciamos anteriormente, es muy fuerte aún la tradición conductista en la enseñanza, a pesar de que los discursos actuales han insistido en la necesidad de provocar al alumno para que logre aprender, pensando en esa provocación como su ubicación en el centro del proceso. El paidocentrismo, que las tendencias actuales lo marcan como la posibilidad de éxito se encuentra relegado, es muy común encontrar a diario que las prácticas educativas se caracterizan por el verbalismo tradicional y no solamente por el verbalismo; sino por la incapacidad de algunos docentes para propiciar el diálogo con sus alumnos. Por lo planteado con anterioridad, vislumbramos un horizonte donde la mezcla de estos dos tipos de pensamientos enmarcados, sea lo que caracterice la práctica actual. En este orden de ideas, “podemos caracterizar estos dos marcos teóricos en cuanto a teorías psicopedagógicas básicas, en función de que el peso del análisis recaiga preferentemente en la enseñanza o el aprendizaje, el proceso o el producto”. (Traver, 2005, p.2) Nos encontramos entonces ante una dicotomía, docentes preocupados por los resultados y docentes preocupados por los procesos, unos más dirigidos hacia el producto y otros más orientados hacia el proceso. La dicotomía podría manifestarse en prácticas que propicien la construcción de los conocimientos, la crítica y la reflexión, y las que propicien el enciclopedismo tradicional. 3 Como hemos planteado, todo el ámbito educativo estará afectado por el estilo de enseñanza sustentado en una forma particular de pensamiento del docente, es decir, por la perspectiva de los profesores, misma que subsume los dos conceptos anteriores. La evaluación de los aprendizajes también se verá influida, pudiendo encontrarse prácticas evaluativas centradas en su función sumativa y otras dirigidas hacia la función formativa. Cuando lo deseable, pudiera ser una sana combinación. Las concepciones docentes pueden ser fruto de la reflexión como de las presunciones, y pueden actuar de forma consciente o inconsciente en su comportamiento en el salón de clases. (Traver, 2004, citado por Traver, Sales, Doménech y Moliner, 2005, p.4) Como sugeríamos al inicio, el ambiente social de la escuela también es incidido por la forma particular de percibir el mundo que poseen sus docentes; pero más específicamente por su forma especial de concebir la enseñanza y el aprendizaje, por lo que el clima escolar será una manifestación de las relaciones que se entablan entre los actores implicados en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Algunos autores señalan que no es posible analizar el proceso de pensamiento de los profesores fuera de contexto, sin considerarlo dentro de un enfoque ecológico, por lo que las interacciones que se dan en el centro educativo serán un ensayo de cómo está y estará el mundo en el que se desenvolverá el estudiante. Por ello es importante detenerse en la gestión que se lleva a cabo en la institución, para realizarse preguntas como: ¿Qué tipo de relaciones se establecen entre las autoridades educativas del centro y los maestros, alumnos e incluso demás trabajadores? ¿Cuáles son los conflictos que se dan al interior? ¿Cómo se lleva a cabo el manejo disciplinario del centro? ¿Qué tipo convivencias se propician? ¿Cuál es el clima afectivo que caracteriza al centro? ¿Existe congruencia entre el discurso de las autoridades y la praxis educativa del centro? Las anteriores permiten percibir lo importante que son, tanto las relaciones que se entablan al interior del salón de clases como las que privan al exterior de los salones; pero al interior de la escuela, porque la incongruencia, la no integridad del centro es una manifestación de las relaciones que entablan los que conviven a diario dentro de él. No debemos olvidar que la educación puede ser conceptualizada como un especial proceso de comunicación, y como todo tal puede ser analizado hermenéuticamente para encontrar en los discursos el pensamiento subyacente. Para finalizar, la visión curricular, como marco global que enmarca: planes y programas, metodologías, perfiles, recursos, filosofías institucionales, contexto donde se desarrolla el proceso de enseñanza aprendizaje, será manifestada también, como un producto de las perspectivas docentes y, por supuesto, manifestada por el estilo de enseñanza que utilicen en el ámbito social al interior y exterior del salón de clases. 4 Es así que consideramos urgente, mirar hacia una práctica docente reflexiva, donde el cuestionarse acerca de las perspectivas que sustentan la práctica, sea una base para generar estrategias que promuevan el aprendizaje reflexivo de las matemáticas. El aprender reflexivamente, puede incentivarse mediante la creación de “comunidades de aprendizajes”, que promuevan “el hecho de dar confianza a los estudiantes y hablar como colectivo”, como lo muestra Alsina (2010), en las conclusiones de su estudio; aspiración que solo puede lograrse teniendo la creencia, difícil de rebatir en la actualidad, de que los estudiantes, participan en la construcción activa de sus conocimientos matemáticos, de lo que la investigación en educación matemática ha dado cuenta en tiempo reciente (Santos, 2006). Explorar esta temática será nuestro siguiente propósito. 5 Sobre la Educación Matemática Podemos hablar de tres grandes periodos en la educación matemática, primeramente, uno centrado en el estudio de las matemáticas clásicas, tiempo después el centro se posicionó hacia las matemáticas modernas, ello ocurrió alrededor de 1960, y básicamente se distinguieron dos grandes movimientos, uno orientado a rescatar lo formal o métodos de demostración y otro, orientado a regresar a la importancia de lo básico. Es así que podemos hablar del momento actual, que ha venido sucediendo desde hace algo más de tres décadas aproximadamente, donde con mayor énfasis, nos hemos preocupado, por la resolución de problemas como tarea esencial para el aprendizaje de las matemáticas. (Rizo y Campistrous, 2004) Como hemos vislumbrado, desde hace más de treinta años, la resolución de problemas, ha sido identificada como la estrategia didáctica fundamental para incidir en el aprendizaje de las matemáticas. Ello es reafirmado por el National Council of Teachers of Mathematics (NCTM, 1995), que ha señalado a la resolución de problemas como una de los propósitos fundamentales en el aprendizaje de las matemáticas. Han existido diversas concepciones acerca de la enseñanza de las matemáticas, y por supuesto, directrices de investigaciones en el campo de la educación matemática. Básicamente podríamos enunciar tres que han sido influyentes en la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI: la resolución de problemas, la teoría de las representaciones y tomar en cuenta los procesos de modelación (Santos, 2007). Sin embargo, nadie duda en la actualidad de que la solución de conflictos en situaciones donde las matemáticas son necesarias, motiva a la búsqueda de alternativas para la resolución, y por supuesto, motiva al estudio de las matemáticas; claro, siempre y cuando, los problemas y situaciones que se presenten no sean rutinarios. En este orden de ideas, es posible advertir que hay tres razones que han influido en estos movimientos de la educación matemática: los nuevos requerimientos sociales, el propio desarrollo de las matemáticas y los avances de la investigación en la educación matemática. (Pimienta, 2007) Estas transformaciones parecen apuntar a la formación de ciertas capacidades, tales como: la capacidad para comunicar, la capacidad para resolver problemas y el desarrollo del pensamiento. Es por ello, que últimamente nos orientamos hacia la educación matemática, con un énfasis hacia el desarrollo de competencias. Podríamos afirmar que para aprender matemáticas, habría que, fundamentalmente enfrentar al estudiante a resolver o a la identificación de problemas susceptibles de ser resueltos mediante el empleo de las matemáticas. Pero, antes de adentrarnos en este constructo, preferimos esclarecer algo acerca de la resolución de problemas y específicamente, lo relacionado con las matemáticas. Resolver problemas es una actividad ancestral del hombre, resolver problemas utilizando las matemáticas parece ser un lujo, dado a pocos que pueden acceder a estos niveles superiores de abstracción; sin embargo, esta cuestión la consideramos 6 poco real, puesto que todos podemos movilizar nuestro bagaje matemático en la solución de alguna situación problemática que lo requiera. Un problema es “toda situación en la que hay un planteamiento inicial y una exigencia que obliga a transformarlo. La vía para pasar de la situación o planteamiento inicial a la nueva situación exigida tiene que ser desconocida y la persona debe querer hacer la transformación” (Rizo y Campistrous, 2004, p.132). Schonfeld (1992) se refiere a la resolución de problemas matemáticos, como una tarea no sencilla para el individuo que intenta realizarla, es decir, una tarea que requiere de algún grado de dificultad, lo que nos lleva pensar en que se debe saltar un obstáculo al resolverla, y donde con sencillez no se vislumbra hacia dónde avanzar para su solución. Finalmente, a propósito de lo que hemos venido tratando, nos parece muy pertinente el planteamiento de Santos Trigo (2007, p.51): “La idea fundamental en la concepción de lo que es un problema es que el alumno se enfrente a una variedad de situaciones en donde sea necesario analizar y evaluar diversas estrategias en las diferentes fases de solución. Es decir, en el entendimiento del problema, en el diseño e implantación de algún plan de solución, y en la verificación de la solución y la búsqueda de conexiones, el estudiante usará diagramas, tablas, ejemplos y contraejemplos, así como los ajustes necesarios para avanzar o resolver problemas”. Con todo ello, es claro comprender que se pretende desarrollar ciertas actitudes para el aprendizaje, tales como: la valoración de las matemáticas y la estimación de la propia capacidad, sin descuidar los conocimientos, destrezas y habilidades necesarios para el desarrollo de las competencias matemáticas, entendiendo el término competencia como “actuaciones integrales ante actividades y problemas del contexto, con idoneidad y compromiso ético, integrando el saber conocer, el saber hacer y el saber ser, en una perspectiva de mejora continua”. (Tobón, Pimienta y García, 2010, p.11) Entre los primeros autores que se dedicaron al trabajo de la resolución de problemas, sin lugar a dudas, Polya (1976) es el que lleva la delantera, por lo que es posible plantear que ha ejercido gran influencia en el pensamiento matemático de nuestros días. Este autor, ofrece una descripción de cuatro etapas para la resolución de problemas y hace sugerencias en cuanto a detalles para implantarlas en las que llama “heurísticas modernas” y que son estrategias empíricas necesarias para progresar en la resolución de problemas cada vez más complejos: entender el problema, concebir un plan, llevar a cabo el plan y visión retrospectiva, que aunque han sido rebasadas actualmente, por su extremada estructuración del proceso, no dejan de ser un referente obligado en el tema. Entre los estudios que consideramos relevantes, en cuanto al tema de la resolución de problemas matemáticos, encontramos el de Rizo y Campistrous (2004), quienes sugieren un modelo para la resolución de problemas, mismo que presentamos a continuación. 7 Figura 1. Modelo para la resolución de problemas (tomado de Rizo y Campistrous, 2004, p. 153) Como es posible advertir en la anterior figura, nos encontramos ante cuatro importantes procesos para la resolución de problemas: comprender el problema, encontrar una vía de solución, resolverlo y realizar consideraciones. Si apreciamos la preguntas que rodean el “modelo”, podemos apreciar que contribuyen a “atribuir significado”, a lograr representaciones matemáticas (Rico, 2009). Al parecer, es difícil no advertir una mezcla de los diferentes marcos de la investigación en educación matemática dentro de las propuestas actuales. Otro referente importante lo tenemos en Santos Trigo (2007), quien se dirige hacia un modelo de análisis para la resolución de problemas. En este trabajo, en palabras del autor, “el análisis de cómo resuelven las personas los problemas matemáticos ha generado información valiosa no solo para entender el proceso de las diversas fases de solución, sino también para proponer algunas líneas de instrucción”. (Santos, 2007, p.52) Un interesante hallazgo es el de Schoenfeld (1987), quien ha vislumbrado la existencia de cuatro dimensiones que impactan en el proceso de resolver problemas: Dominio del conocimiento o recursos. Estrategias cognitivas o métodos heurísticos. Estrategias metacognitivas. Sistemas de creencias. En este trabajo, se presenta un interesante análisis de los principales marcos teóricos de la investigación en educación matemática: resolución de problemas, representaciones y procesos de modelación; sin embargo, se hace ver la necesidad de considerar nuevos tipos de análisis, cuando los estudiantes no se encuentren en ambientes de resolución de problemas mediante la utilización de lápiz y papel, es decir, cuando utilizan artefactos tecnológicos en las distintas fases de la resolución o en la comprensión de ideas o conceptos matemáticos. Es abierto el espacio para la consideración de investigaciones que promueva en los estudiantes el empleo de herramientas tecnológicas en la resolución de problemas matemáticos, pare ello, nos plantea una serie de recomendaciones, a modo de ir 8 dirigiéndonos hacia un modelo de análisis de la resolución de problemas, tomando en cuenta para ello: 1. Las características de los problemas que los estudiantes pueden resolver utilizando la tecnología. 2. El desempeño de los estudiantes al resolver los problemas. 3. El tipo de representaciones dinámicas que los estudiantes utilizan al resolver los problemas. 4. El tipo de argumentos que utilizan los estudiantes para sustentar las relaciones matemáticas que emerjan. 5. Las preguntas relevantes que los estudiantes formulan. 6. Los procesos de transformación de artefactos tecnológicos en herramientas de resolución de problemas y de entendimiento de ideas matemáticas. Es así que finalmente, consideramos a la resolución de problemas como una de las competencias fundamentales a considerar en el ámbito del aprendizaje de las matemáticas. ¿Será aprender matemáticas resolver problemas? En este momento presentamos nuestra propuesta para promover el aprendizaje y la evaluación de competencias matemáticas. 9 Propuesta de secuencia didáctica para el aprendizaje y evaluación de competencias matemáticas La formación y evaluación dentro del paradigma de las competencias, actualmente ha tenido un auge sin precedentes; pero también ha presentado múltiples formas de abordar estas cuestiones. Según nuestro interés, consideramos de importancia la planeación de la formación y la evaluación, de forma paralela y para ello, proponemos a las secuencias didácticas. Concebimos a las secuencias didácticas, como “conjuntos articulados de actividades de aprendizaje y evaluación que, con la mediación de un docente, buscan el logro de determinadas metas educativas, considerando una serie de recursos”. (Tobón, Pimienta y García, 2010, p. 20) Una secuencia didáctica, que siempre debe dirigirse a una situación didáctica, es decir, una situación de aprendizaje que requiere ser animada conjuntamente con los estudiantes para contribuir al logro de las competencias (Pimienta y Enríquez, 2009), es posible estructurarla, atendiendo a los elementos que se muestran en el siguiente cuadro: COMPONENTE Situación problema del contexto Competencias a formar Actividades de aprendizaje y de mediación de la enseñanza Evaluación Recursos Proceso metacognitivo DESCRIPCIÓN Problema relevante del contexto, por medio del cual se pretende motivar el estudio de las matemáticas. Se describe la competencia o competencias que se pretenden contribuir a formar. Se indican las actividades (tareas) del docente y las actividades de aprendizaje autónomo de los estudiantes. Hemos determinado llamarlas Conjunto de Actividades Concatenadas. Se establecen los criterios y evidencias para orientar la evaluación del aprendizaje, así como la ponderación respectiva. Se anexan las matrices de evaluación, basadas en los niveles de dominio: inicial, básico, autónomo y estratégico. Se establecen los materiales educativos requeridos para la secuencia didáctica, así como los espacios físicos y los equipos. Se describen las principales sugerencias para que el estudiante reflexione antes, durante y después de las actividades, para que posteriormente autorregule su proceso de aprendizaje. También es el espacio del profesor para desarrollar su proceso reflexivo acerca de su práctica. Cuadro 1. Principales componentes de una secuencia didáctica por competencias (Tobón, Pimienta y García, 2010, p. 22) 10 Para lograr mayor comprensión del proceso, a continuación presentamos un formato que contiene los elementos que pudiera contener una secuencia didáctica, para posteriormente realizar una explicación pormenorizada de cada uno ellos. FORMATO PARA LA PLANEACIÓN DE SECUENCIAS DIDÁCTICAS 2 1 IDENTIFICACIÓN DE LA SECUENCIA 1 PROBLEMA SIGNIFICATIVO DEL CONTEXTO Nivel de estudios Semestre Tiempo asignado al bloque o unidad temática Número de sesiones de la secuencia 3 Título de la secuencia: 1 DECLARACIÓN DE LAS COMPETNCIAS Competencias Genéricas: Competencias disciplinares: 4 5 1 1 6 Dimensiones de las competencias (OPCIONAL) 1 Genéricas Saber Conocer 7 Disciplinares Saber Hacer Saber Ser Saber Conocer Saber Hacer Saber Ser Recursos: 1 Actividades Concatenadas Actividades Actividades del de los Profesor Estudiantes 8 1 10 Evaluación 9 Criterios, Evidencias y Ponderación 1 Inicial Niveles de Dominio Básico Autónomo Estratégico Metacognición 1 Cuadro 2. Formato para la Planeación de Secuencias Didácticas por Competencias 11 Identificación de la secuencia 1 Este apartado pretende ubicar la secuencia dentro del contexto de un módulo, bloque, asignatura. Tomando en cuenta que la identifica, mediante los datos pertinentes para su ubicación: nivel de estudios, semestre, tiempo asignado al bloque o unidad temática, número de sesiones, entre otros aspectos que el docente puede determinar importante tomar en cuenta en este momento. Una secuencia es posible planearla para la asignatura completa, para una unidad o tema, es decir, es una planeación bastante flexible; pero es recomendable no planear una secuencia para cada sesión de clases. 2 Problema Significativo del Contexto Desde esta perspectiva, es importante la determinación y formulación de un problema significativo del contexto, mismo que sea factible de ser resuelto mediante la activación de las competencias que pretendemos contribuir a formar con la secuencia didáctica, recordando que debe ser una situación que presente algún obstáculo que saltar, es decir, un reto abordable por los estudiantes. 3 Título de la secuencia. Redactar un título para la secuencia es importante, puesto que centra el interés de los estudiantes en el propósito que se persigue con la resolución del problema o situación propuesta, para ello es imprescindible que la formulación del mismo, se lleve a cabo conjuntamente entre docente y estudiantes, como una actividad de elaboración conjunta; sin embargo, debiera el profesor haber elaborado un título tentativo para mediar el trabajo de su construcción conjunta. El título, da cuenta de la competencia o competencias que pretendemos contribuir a desarrollar. 4 Competencias genéricas Las competencias genéricas son las llamadas competencias clave, competencias llave, mismas que son transversales al currículo, incluso en algunos países se han declarado como perfil del egresado. Es deseable, si no se cuenta con ellas en el programa, elaborarlas tomando en cuenta que una competencia tiene un verbo dirigido al desempeño, un objeto sobre el que recae la acción, una finalidad y la condición o condiciones de referencia (idoneidad). Como ejemplos de competencias genéricas tenemos: Resolver problemas del contexto tomando en cuenta un protocolo para su realización. Trabajar en equipo como forma de compartir conocimientos entre los integrantes del grupo para presentar productos colaborativos. 12 5 Competencias disciplinares (o profesionales, según sea el caso, de cualquier forma, son específicas) En este momento, enunciamos la competencia o competencias que pretendemos contribuir a formar mediante la resolución del problema o situación del contexto. Igualmente, si no aparecen declaradas en el programa, entonces es posible formularlas tomando en cuenta la sugerencia declarada anteriormente en el aspecto 4. Como ejemplo de competencia disciplinar podemos plantear las siguientes: 6 Resuelve problemas matemáticos utilizando el álgebra, explicando el procedimiento llevado a cabo. Dimensiones de las competencias Este apartado es totalmente opcional, puesto que se trata de descomponer las competencias en: saber conocer (conocimientos factuales, conceptuales), saber hacer (procedimientos, habilidades, destrezas) y actitudes (predisposiciones a la actuación basadas en algún valor, se pueden expresar mediante juicios). En algunas ocasiones, nos ha funcionado el que se determinen solamente las dimensiones de las competencias disciplinares o profesionales, dejando intactas a las genéricas, si no aparecen desglosadas en los programas de estudio. Enseguida mostramos un ejemplo de la descomposición de una competencia disciplinar en sus dimensiones. 7 Recursos Determinar los medios necesarios para poder realizar las actividades es un momento importante, pensar en los recursos didácticos es anticiparnos a la actividad que realizaremos con los estudiantes, tanto en las de enseñanza, como en las de evaluación. Entre los recursos que podríamos gestionar se encuentran: modelos, presentaciones, herramientas, utensilios, maquetas, mapas, libros, materiales para el análisis, videos, música, proyectores, documentos, fotografías, materiales diversos para realizar experimentos y proyectos, etc. 8 Actividades Concatenadas Partiendo del problema del contexto (también llamado situado), y tomando en cuenta la competencia o competencias a formar, establecemos las actividades de aprendizaje y evaluación, mismas que se realizan interrelacionadamente y de forma paralela, en ello se basa el cambio esencial en la planeación por competencias; en el mismo momento que concebimos el aprendizaje, estamos trabajando en y para la evaluación. 13 La concatenación está referida a que poseen una relación estrecha con el problema las competencias que se contribuyen a formar y todos los demás elementos de la secuencia didáctica, es decir, hay un sentido sistémico en la planeación. Es común que en este tipo de planeación, la separemos para su mejor comprensión en tres momentos: inicio, desarrollo y cierre. Por la experiencia de llevar a cabo la propuesta, recomendamos que en el inicio, determinemos una actividad detonadora (que provoque un conflicto cognitivo), misma que podría contribuir a incrementar la motivación de los estudiantes hacia la resolución del problema que se pretende solucionar. Por ejemplo: si estuviéramos tratando de introducir en el bachillerato las funciones exponenciales, una actividad detonadora pudiera ser el planteamiento del siguiente conflicto: Sabemos que las células cancerosas se dividen a la mitad cada hora. Comenzando con una célula, ¿cuántas tendríamos al haber transcurrido 5 horas y 30 minutos? Como actividades del desarrollo, proponemos un conjunto de actividades íntimamente relacionadas con la competencia y el problema, en este momento la creatividad de los docentes sale a la luz en una cantidad verdaderamente sorprendente de tareas para abordar con sus estudiantes. Para el cierre, generalmente trabajamos actividades que permitan la consolidación o sistematización de lo abordado durante todo el tiempo previo. 9 Evaluación La evaluación en este enfoque, como hemos mencionado, es un proceso que se lleva a cabo paralelamente durante todo el proceso de enseñanza-aprendizaje. Tres cuestiones son esenciales para llevarlo a cabo: la determinación de los criterios, las evidencias, y los niveles de dominio. En este momento solo nos referiremos a la evaluación mediante matrices (en este caso son rúbricas); pero estamos conscientes de que para la evaluación de competencias, habrá que tomar en cuenta un amplio abanico de posibilidades: exámenes de desempeño, escalas estimativas, listas de cotejo, portafolios de evidencias, análisis de trabajos diversos como productos de aprendizaje; es decir, debemos llevar a cabo la evaluación, tratando de valorar todo el espectro de desempeños posibles que dan cuenta de la competencia o competencias, además de tomar en cuenta a los participantes para la realización de autoevaluaciones y coevaluaciones, y no solamente realizar la evaluación con el punto de vista del docente (heretoevaluación). Está claro que para evaluar las competencias, fundamentalmente se debe tomar en cuenta el desempeño ante una tarea, mediante la activación de conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes. En algunas ocasiones, es recomendable valorar cada una de las dimensiones de la competencia; pero con la absoluta conciencia de que no es posible decir que se tiene la competencia producto de conocer “algo”, o hacer algo 14 con lo que se conoce”; sino, que puede ser un indicador de que se posee, en algún grado, la competencia que se pretende valorar. Los principales componentes de la evaluación en una secuencia didáctica por competencias, desde este tipo de enfoque son: identificación de las competencias, determinación de los criterios con que se valorarán las evidencias, la ponderación de esa actividad dentro del conjunto necesario y la ubicación en los diferentes niveles de dominio. Ahondamos en la explicación, las competencias que se pretenden contribuir a formar, se manifiestan en las actividades de aprendizaje, por lo que constituyen el punto de partida para la evaluación; son el punto de partida para determinar los criterios con los que se compararán las evidencias del desempeño. La ponderación de los criterios y las evidencias, atiende al grado de importancia en el contexto de la planificación de todas las actividades que contribuyen al logro de la competencia. Finalmente, es importante determinar los indicadores por niveles de dominio en las actividades. A continuación, a modo de guía, presentamos un ejemplo utilizado en la aplicación de la propuesta, sin pretender mostrar “la forma” en que sería deseable realizar la planeación de las actividades y de la evaluación. Solo pretendemos compartir una posibilidad que se ha llevado a cabo con estudiantes de nivel medio superior. Como se podrá apreciar, al ser la primera actividad de la secuencia, se muestra la actividad detonadora, en este caso un problema; pero que pudiera estar constituida por otro tipo de tarea que mueva a los estudiantes a la actuación. 15 Actividades Concatenadas Docente Estudiante Evaluación Criterios y Evidencias Presenta el problema en una lámina de PP: “Conocem os que las células cancerosa s se dividen a la mitad cada hora. ¿Cuántas horas tendríamo s al transcurrir 5 horas y 35 minutos?” . Se propone, primerament e en trabajo individual llevar a cabo la comprensión del problema, después de leerlo, releerlo y poderlo expresar con sus palabras. Posteriormen te, se orienta la realización de algún tipo de representaci ón de forma tal que pueda ir transcurriend o por los diferentes tipos: enactivas, icónicas, hasta llegar a la simbólica. Finalmente, se une a un pequeño grupo colaborativo de estudiantes para compartir sus hallazgos y enriquecerlo s.l Tiempo: 40’ Criterios: Parafrasea el problema oralmente. Realiza algún tipo de representació n en correspondenc ia con el problema planteado. Comparte sus hallazgos con sus compañeros. Toma en cuenta los puntos de vista de los compañeros y enriquece su representació n del problema. Evidencias: Discurso oral. Muestra de sus representacio nes. Participación activa compartiendo sus productos. Niveles de Dominio Inicial Es difícil enunciar con sus propias palabras el problema, recurre constantemen te a los planteado originalmente en el mismo. Sus representacio nes son inconsistentes , no denotan comprensión del problema. Básico Autónomo Estratégico Le es posible enunciar el problema con sus propias palabras; aunque sus representaci ón del mismo es incipiente, logra tener sentido. Comparte sus hallazgos, pero le cuesta un poco de esfuerzo poder enriquecer sus trabajo con las opiniones de los demás. Puede expresar claramente una paráfrasis del problema, denota que ha comprendido. Se realizan diferentes representacio nes o, se logra una representació n que pueda contribuir a resolver el mismo. Comparte sus hallazgos y es posible tomar en cuenta la opinión de los otros compañeros. Comunica con facilidad el problema, utilizando sus propias palabras y explicaciones. Elabora representacio nes consistentes del problema a resolver y le es fácil compartir sus hallazgos, y además, enriquecerlos si es necesario, tomando en cuenta la opinión de los integrantes del equipo. Puede declarar cómo ha realizado la actividad y puede colaborar con otros en el logro de la misma. Ponderación: Tiempo 1 punto 2 puntos 3 puntos 4 puntos 40% 10’ horas Cuadro 3. Ejemplo de una sección de una matriz para la formación y evaluación de competencias 16 Es necesario presentar una explicación acerca de los niveles de dominio que hemos incluido en la matriz anterior, aclarando que en el nivel superior la factibilidad de cuatro niveles ha sido llevada a cabo sin mayor problema. 10 Nivel inicial: En este nivel el estudiante muestra que posee algunas nociones sobre la tarea que se pretende realizar (tiene vagas ideas), es posible advertir algún acercamiento a la actividad de aprendizaje; por lo que sería necesario el apoyo intenso para lograr la realización. Nivel básico: Puede resolver problemas sencillos y enfrentarse a situaciones rutinarias; pero esporádicamente requiere ayuda para la realización de la tarea, puesto que queda incompleta debido a que no se visualizan todos los elementos de una óptima realización. Nivel autónomo: Evidentemente puede realizar la actividad de aprendizaje adecuadamente, argumentando el cómo y por qué de su realización, se evidencian los criterios de idoneidad. Nivel estratégico: Puede realizar la actividad cumpliendo los requisitos del nivel anterior; pero además, la creatividad y la innovación en su propuesta es evidente, por lo que su desempeño puede ser considerado sobresaliente. (Tobón, Pimienta y García, 2010) Proceso Metacognitivo Este proceso va orientado a que los estudiantes reflexionen acerca de sus procesos, su desempeño y posteriormente regulen sus actuaciones. No solo consiste en tomar conciencia acerca de cómo hemos venido realizando las actividades de aprendizaje, sino cómo mejorarlas y además, trabajar en la mejora, es decir, posee un componente que se dirige hacia la actuación para cambiar. La metacognición es un proceso importantísimo en la evaluación de competencias, puesto que es lo que determina que no nos quedemos en un balance de logros y oportunidades de mejora. Con la metacognición estamos atendiendo el carácter instrumental de la evaluación, evaluamos para mejorar el desempeño de forma permanente, pero también actuando sobre el pensamiento. Para ello, proponemos que estos procesos metacognitivos se incluyan al final de cada actividad transversalmente en la matriz. Flavel (1979) plantea que la metacognición es el conocimiento acerca de la cognición. El mismo lleva implícito la concientización por parte del individuo al enfrentarse a la actividad de aprendizaje y seleccionar la vía para su resolución. Es importante, como hemos planteado, el no dejar que la actividad metacognitiva se convierta en un proceso de reflexión solamente, sino que transforme actitudes que lleven a la acción, a la actuación para contribuir a la mejora de futuros desempeños. En ello reside la importancia de esta actividad en el contexto de las competencias. 17 Con este ejemplo, concluimos la presentación de nuestra propuesta, es importante señalar, que como propuesta, solo pretende iniciar el debate acerca de cómo planificar las actividades de aprendizajes que los estudiantes realizarán para contribuir al desarrollo de las competencias deseables, atendiendo a un problema del contexto; para, paralelamente llevar a cabo el proceso de valoración de los logros mediante el empleo de matrices (rúbricas) para la mejor comprensión integral del proceso. Reflexiones finales ¿Por qué la anterior es una propuesta viable de implementar? Consideramos que actualmente han emergido una gran cantidad de propuestas para la planeación “por competencias”; sin embargo, es posible advertir en muchas de ellas, que además de gran cantidad de elementos en su estructura organizativa, continua planteándose la idea de primero planear, para después evaluar. Volveremos a caer en la tradicional planeación, de no “cambiar la lógica”, romper el paradigma tradicional de la transposición didáctica conocida: primero el profesor toma el contenido, lo organiza a su manera, lo explica a los estudiantes, esperando que lo apliquen adecuadamente; después, realizamos los instrumentos de evaluación para ver el grado en que se han alcanzado los propósitos. Es urgente moverse a la lógica de la acción, al planteamiento de tareas que promuevan actividades en los estudiantes, que puedan ser evaluadas a través de las evidencias de su desempeño, mediante la comparación con criterios claros, previamente compartidos y comprendidos perfectamente por los estudiantes. Lograr el desarrollo de competencias matemáticas, es finalmente, propiciar actuaciones ante problemas que son factibles de ser resueltos mediante la utilización de las matemáticas, en contextos cercanos y éticamente válidos. 18 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Alsina, A. (2010). El aprendizaje reflexivo en la formación inicial del profesorado: un modelo para aprender a enseñar matemáticas. Educación Matemática, 22 (1), 149166. Lima, W. y Oriosvaldo, M. (2010). Experimento didáctico: un camino metodológico para la investigación en educación matemática. Revista Iberoamericana de Educación Matemática, Junio, No. 22, 53-63. Parra, C. y Saiz, I. (1994). Didáctica de las matemáticas. Aportes y reflexiones. Buenos Aires, Argentina: Paidós Educador. Pimienta, J. (2006). Diseño y validación de un modelo didáctico para la Educación Media Superior. Tesis Doctoral. Universidad Anáhuac México Norte. Estado de México, México. Pimienta, J. (2003). Validación de una propuesta metodológica para la enseñanza de las matemáticas en educación secundaria, Tesis de Maestría en Educación. Universidad Anáhuac México Norte. Distrito Federal, México. Polya, G. (1976). Cómo plantear y resolver problemas. Distrito Federal: Trillas. Martínez, M. (2006). Ciencia y arte en la metodología cualitativa. Distrito Federal, México: Trillas. Mato, M. D. y De la Torre, E. (2010). Evaluación de las actitudes hacia las matemáticas y el rendimiento académico. PNA, 5(1), 25-36. Rizo, C. y Campistrous, L. (2004). Didáctica y solución de problemas. En: Colectivo de Autores IPLAC (Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño). Didáctica de las ciencias. Nuevas perspectivas. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación. Rico, L. (2009). Sobre las nociones de representación y comprensión en la investigación en educación matemática. PNA, 4(1), 1-14. Santos, L. (2006). Aportaciones de la investigación en Educación Matemática a la Instrucción. Revista Educación Matemática, Febrero 2005, Volumen 63, 25-40. Santos, L. (2007). La resolución de problemas matemáticos. Fundamentos cognitivos. Distrito Federal, México: Trillas. Schönfeld, A. (1992). Aprendiendo a pensar matemáticamente. New York, EEUU: Mc Millan. Tobón, S., Pimienta, J. y García, J. A. (2010). Secuencias didácticas: aprendizaje y evaluación de competencias. Distrito Federal, México: Pearson - Prentice Hall. Dr. Julio Herminio Pimienta Prieto. Profesor-Investigador del Centro Anáhuac de Investigación y Servicios Educativos, de la Facultad de Educación de la Universidad Anáhuac, México-Norte. Correo electrónico: [email protected] 19
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