ESTA ES PRIMERA COPIA (LAS CORECIONES PASAN A

LA INSERCIÓN LABORAL DE
LAS MUJERES PORTUGUESAS
DE LA MATANZA
AUTORA:
PROFESORA ROSANA DIANA GONZÁLEZ
TESIS: MAESTRÍA EN CIENCIAS SOCIALES
2002
ÍNDICE
INTRODUCCION
1
CAPITULO 1. Los objetivos de la investigación
4
CAPITULO 2. Metodología de la investigación
6
CAPITULO 3. Marco teórico
12
CAPITULO 4. Antecedentes bibliográficos
28
CAPITULO 5. Transformaciones económicas y sociales del partido
de La Matanza, 1940 – 1960
60
CAPITULO 6. Las mujeres portuguesas de La Matanza
74
6.1. Las mujeres portuguesas en las quintas
92
6.2. Las costureras portuguesas
101
6.3. Las obreras textiles portuguesas
106
CAPITULO 7. La vida espiritual de las mujeres portuguesas: la religiosidad
126
CAPITULO 8. Las instituciones para las mujeres portuguesas en Argentina
132
CAPITULO 9. Conclusiones
144
APENDICE . Modelo de encuesta utilizado
152
BIBLIOGRAFIA
154
2
INTRODUCCIÓN
Este estudio tiene como antecedente las inquietudes surgidas durante mi
participación en dos proyectos de investigación sobre la comunidad portuguesa del
partido de La Matanza, provincia de Buenos Aires, en los que tuve la oportunidad de
participar entre 1995 y 2000, dirigidos por la Licenciada Ada Svetlitza de Nemirovsky,
en el marco del Departamento de Humanidades y Ciencias Sociales de la
Universidad Nacional de La Matanza, Buenos Aires, Argentina.
El primer proyecto estuvo orientado a un análisis de la dinámica de la
estructura productiva hortícola de La Matanza, desde la década del cuarenta hasta la
actualidad, período durante el cual los inmigrantes portugueses tuvieron un rol
importante en el desarrollo de la producción de verduras, hortalizas y ladrillos.
El segundo proyecto tuvo su anclaje en la primer investigación y fue su
objetivo principal el análisis e interpretación de las particularidades del proceso de
inserción socioeconómica y cultural de los portugueses que arribaron entre 1940 y
1960 y se dedicaron al trabajo de la tierra y a actividades comerciales e industriales.
3
Una de las conclusiones de los proyectos mencionados sostiene que en los
procesos de expansión del sector industrial y de servicios, de urbanización y
modernización que se operaron en La Matanza entre las décadas del cuarenta y del
setenta, los inmigrantes portugueses ingresaron en un proceso de acumulación de
bienes y capital, convirtiéndose en una importante franja de pequeños y medianos
propietarios y comerciantes asentados en las diferentes localidades del partido.
En este contexto surgió mi interés en conocer las historias de vida de las
mujeres portuguesas de La Matanza. A lo largo de los dos proyectos de
investigación anteriormente mencionados, durante la fase de recolección de datos,
establecí con estas mujeres una relación amistosa y sincera. Fue así que comencé a
interesarme en qué forma habían participado, junto a sus maridos, en el proceso de
inserción en la estructura socioeconómica de La Matanza. De acuerdo con sus
relatos, algunas habían trabajado en talleres textiles y en grandes establecimientos
industriales, otras se dedicaron exclusivamente al hogar; quienes vivían en el sector
rural del partido, habían colaborado en el trabajo en las quintas.
Me pareció interesante este grupo de mujeres, no sólo por sus historias
personales sino por el hecho de provenir del sector rural del norte de Portugal,
históricamente pobre y atrasado, y haber tenido que insertarse en uno de los centros
4
urbanos más importantes de América latina, como es el Area Metropolitana de
Buenos Aires (AMBA).
Fueron las circunstancias señaladas anteriormente las que me impulsaron a
tomar la decisión de realizar el trabajo que aquí se presenta, en calidad de tesis de
Maestría en Ciencias Sociales.
La originalidad de esta investigación reside en que es el primer estudio que se
hace sobre las mujeres portuguesas que trabajan como obreras industriales.
No puedo dejar de agradecer a Federico Schuster por su estímulo en el
diseño del proyecto que dio origen a esta investigación; a Ada Nemirovsky, por la
preocupación constante en mi formación y aprendizaje como investigadora; y
asimismo, a las mujeres portuguesas de La Matanza, por abrirme su corazones, las
puertas de sus hogares y haber confiado en mí y en mi investigación. Está demás
señalar que sin la ayuda de mi familia no hubiera podido llevar a cabo el presente
estudio.
5
CAPITULO 1.
LOS OBJETIVOS DE LA INVESTIGACION
El objetivo general de esta investigación ha sido conocer e interpretar las
trayectorias de vida de las mujeres portuguesas que arribaron a La Matanza entre
1940 y 1960, que se dedicaron a actividades extradomésticas vinculadas con el
sector industrial.
Como objetivos secundarios se pueden mencionar :
*
- Analizar la forma que adoptó la inserción de estas mujeres en el mundo
laboral, con especial referencia a las barreras socioculturales que debieron sortear.
*
- Conocer el grado de conflictividad que generó en las portuguesas su
adaptación a las pautas de la organización del trabajo industrial de nuestro país,
como cumplimiento de horarios, control de la producción y de la asistencia.
*
- Comparar el grado de integración a la sociedad argentina de las mujeres
portuguesas que cumplieron trabajos fuera de su hogar, en relación con aquellas que
permanecieron toda su vida dentro del ámbito doméstico.
6
Interesó además conocer el proceso de urbanización y modernización que se
operó en La Matanza entre 1940 y 1960, contexto en el que los inmigrantes
portugueses tuvieron un importante rol.
La hipótesis de esta investigación señala que las portuguesas que trabajaron
fuera de su hogar se integraron con mayor rapidez y menor conflictividad al nuevo
entorno sociocultural, sin por ello haber perdido su identidad étnica y el sentimiento
de pertenencia a la comunidad portuguesa a lo largo de su vida, en comparación con
aquellas mujeres cuya vida transcurrió en el ámbito doméstico.
7
CAPITULO 2.
METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN
Es importante mencionar que la llegada de los primeros portugueses a La
Matanza se realizó aproximadamente en la década del treinta, mientras que la
segunda oleada inmigratoria se produjo a mediados de la década del cuarenta y se
mantuvo en constante crecimiento hasta la década del sesenta.
El universo de análisis de este estudio son las inmigrantes portuguesas del
partido de La Matanza, que formaron parte de la segunda oleada migratoria.
Básicamente, esta investigación focaliza su interés en los actores sociales, con
especial referencia a su inserción en el mundo del trabajo industrial en las décadas
del cuarenta y del cincuenta, un espacio diferente y externo a la comunidad
portuguesa, y sus concomitancias en su integración sociocultural al nuevo país.
Se construyó una muestra de cincuenta casos, formada por mujeres que
habían trabajado como costureras y obreras industriales. Se realizaron treinta y ocho
entrevistas semi-estructuradas y doce historias de vida.
8
En relación con las mujeres que no se insertaron en el trabajo extradoméstico,
se desea destacar que se recogió una importante cantidad de datos durante el
desarrollo de los dos proyectos mencionados anteriormente sobre la comunidad
portuguesa de La Matanza. En dicha oportunidad se realizó una encuesta a
productores hortícolas, entrevistas semi-estructuradas a portugueses que residían y
trabajaban en el sector rural y urbano del partido y observación participante en
fiestas y celebraciones de los Clubes Portugueses de Isidro Casanova y de González
Catán y en procesiones religiosas en honor de la Virgen de Fátima, que me
otorgaron un marco general para esta investigación y un importante cuerpo de
información.
Asimismo, a lo largo del presente proyecto realicé nuevamente visitas a las
quintas, con el objeto de reforzar y confirmar datos. En el ámbito rural, la mujer
portuguesa trabajó casi a la par del hombre tanto en el laboreo de la tierra como en
la comercialización de la producción.
La elección de entrevistas semi-estructuradas e historias de vida como
metodología para este estudio tiene su razón de ser en que la mirada de esta
investigación estuvo concentrada en la comprensión de la perspectiva del sujeto. En
el Apéndice de este trabajo se ofrece una copia del modelo de entrevista utilizado.
9
Antes de proceder a la realización de las entrevistas efectué un pre-test a tres
de los sujetos en estudio. Dado que no se presentaron dificultades en el sentido de
que las preguntas fueron perfectamente comprendidas, comencé posteriormente la
etapa de recolección de datos.
Durante las entrevistas, las mujeres portuguesas reconstruyeron sus vidas,
con la ayuda de elementos culturales como fotos, documentos (pasaportes), cartas y
todo tipo de objetos, que ofrecían una carga simbólica para ellas. Es de señalar que
las portuguesas optaron por elegir sus propios hogares para la realización de las
entrevistas, lo cual constituyó un espacio más íntimo para recordar los momentos
vividos.
Tal como sostienen Taylor y Bogdan (1986), en relación al encuentro con el
entrevistado, podemos afirmar que son espacios de conversación que están dirigidos
a la comprensión de las perspectivas que tienen las mujeres portuguesas, en este
caso, respecto a sus vidas, experiencias o situaciones que van recreando, tal como
lo expresan, con sus propias palabras. Incluso a través de la conversación se allana
el camino para que el entrevistado pueda expresarse con libertad, recrear una
vivencia pasada y, a su vez, entrelazarla con otro recuerdo que se creía olvidado.
10
En
relación
con
la
utilización
de
posibles
fuentes
documentales,
especialmente las relativas a la historia de La Matanza, se desea señalar su
inexistencia, ya comprobada durante el desarrollo de los proyectos anteriores.
Tal como se dijo al principio, interesó investigar la historia del partido de La
Matanza y, en especial, aquellas localidades donde la inmigración portuguesa se
instaló desde mediados de los años treinta, como Isidro Casanova y González
Catán, coincidiendo en cierta forma con el crecimiento poblacional del partido en
esos años.
En lo relativo al intento de reconstrucción de las transformaciones económicas
y sociales de La Matanza, se intentó realizar un relevo de los loteos de las
localidades de Isidro Casanova, González Catán, Virrey del Pino, Villa Luzuriaga, en
donde los portugueses, y por ende las mujeres de esta comunidad, no sólo se
instalaron sino también trabajaron en instalaciones fabriles de la zona y en el ámbito
rural de algunas de las localidades mencionadas.
En relación a este aspecto del trabajo, se consultó en primer lugar los archivos
y libros de remates de tierra de las dos principales empresas que estuvieron a cargo
de loteos en el partido de La Matanza, las firmas Ezcurra Medrano y Bravo Barros de
la ciudad de Buenos Aires. En ésta última también se realizó una búsqueda de datos
11
en dos colecciones de revistas de la época, que se denominaban “La Propiedad” y
“Las Ventas”. Estas publicaciones no sólo reflejaban la situación del mercado
inmobiliario de la época sino también contenían notas de información sobre las
localidades y partidos donde se producían las compras y ventas de tierras,
hipotecas, alquileres y loteos en general.
En estas revistas se recogieron datos sobre la ubicación de dichos loteos e
incluso sobre los transportes que circulaban por el partido, como por ejemplo el
Ferrocarril del Oeste y el Ferrocarril Midland. Este último, en su recorrido pasaba por
la localidad de Isidro Casanova, principal lugar de radicación de la comunidad
portuguesa.
A partir de los datos suministrados por las mujeres portuguesas durante las
entrevistas y de la información que recibí por parte de los líderes de la comunidad y
de las autoridades de los Clubes Portugueses de Isidro Casanova y González Catán,
se pudo establecer que fueron los establecimientos Textil Yute, en Isidro Casanova;
Hilos Cadena, en Villa Luzuriaga, y Danubio, en Ramos Mejía, los que
principalmente habían contratado mano de obra femenina de origen portugués.
Así, se realizaron entrevistas a jefes de sección o supervisores que habían
trabajado en los establecimientos industriales antes mencionados, quienes
12
ofrecieron más información sobre las características del lugar de trabajo y las formas
de socialización de las mujeres portuguesas en esos ámbitos, que resultó importante
para este estudio. Se intentó, en el año 2001, consultar los archivos de Hilos
Cadena, ubicada en Villa Luzuriaga, lo que no fue posible en razón de que la
empresa estaba liquidando sus activos y retirándose del país. En tanto, los
establecimientos Textil Yute y Danubio hace más de una década que han cerrado.
También se llevaron a cabo entrevistas a mujeres no pertenecientes a la
comunidad portuguesa, quienes habían sido compañeras de trabajo de las
portuguesas que aquí nos interesan, a fin de poder conocer cómo éstas últimas eran
percibidas y categorizadas durante el proceso de integración a nuestro país o a una
nueva estructura sociocultural.
CAPITULO 3
MARCO
TEÓRICO
13
En el presente capítulo comprende una serie de autores que han servido de
sustento en el marco teórico para poder analizar la inserción laboral de las mujeres
portuguesas de La Matanza.
Una de las formulaciones que han constituido como marco de referencia ha
sido los estudios teóricos, con respecto a la introducción del género como concepto
en la historiografía a finales de la década de los ochenta es aún un tema en debate,
donde se plantean cuestiones que hacen a la construcción de la nueva historia de
las mujeres y al status teórico del género.
Entre ellas figura la problemática de las relaciones sociales entre los sexos, la
fundamentación o no de un campo de saber centrado en el tema, el impacto del
género en el interior de las disciplinas que integran las ciencias sociales y la
necesidad del empleo de una metodología propia para los estudios de la mujer. Es
así que han sido publicado los últimos trabajos de mujeres antes mencionados
desde perspectivas diversas y enfoques distintos. Pero hay un punto en común en
todos estos estudios, ya sean argentinos o extranjeros, y es que observan a la mujer
con sus diferencias étnicas, de clase, de nacionalidad, como actores sociales en la
historia.
14
Producto de esta nueva “especialidad histórica” son los volúmenes de la
historia de las mujeres bajo la dirección de Duby y Perrot (1992), donde existe el
análisis de una nueva construcción de la conciencia feminista, un cuestionamiento
histórico en el rol de la mujer a través de un hilo conductor que señalan los diversos
autores y colaboradores de Duby; ellos mencionan que ha contribuido al
advenimiento de la historia de mujeres o estudios sobre mujeres una importante
serie de factores, y señalan, en primer lugar, que el redescubrimiento realizado a
partir del siglo XIX de la familia como célula fundamental y evolutiva de las
sociedades se convirtió en el corazón de una antropología histórica, que pone en
primer plano las estructuras del parentesco y de la sexualidad y, en consecuencia,
de lo femenino. Luego, bajo el impulso decisivo de la Escuela de los Annales, el
progresivo ensanchamiento del campo histórico a las prácticas cotidianas, a las
conductas ordinarias, a las “mentalidades” comunes. Ciertamente, la relación entre
los sexos no ha constituido la preocupación prioritaria de una corriente a la que por
encima interesaban de todo las coyunturas económicas y las categorías sociales; sin
embargo, le ofrece una audición favorable. También fue decisivo, en la huella de la
descolonización, reasumida por mayo de 1968, la resonancia de una restricción
política dirigida a los exiliados, las minorías, los silenciosos y las culturas oprimidas,
y que considera a las periferias y los márgenes en su relación con el centro del
poder.
15
Sin embargo, comenta Duby (1992), la cuestión de las mujeres no se planteó
desde el comienzo, así como tampoco se abordó directamente la historia de las
mujeres. Se puede decir que a fines de los setenta estudios realizados en Estados
Unidos, Francia, Alemania e Italia fueron los que aportaron una historia que ya tiene
su historia, que ha cambiado con sus objetos, sus métodos y sus puntos de vista,
animada ante todo por el deseo de una historia mucho más problemática, menos
descriptiva y más relacional.
Duby (1992) también afirma que escribir la historia de las mujeres es más bien
escribir una historia de la relación entre los sexos. Cómo funciona y evoluciona en
todos los niveles de la representación, de los saberes, de los poderes y de las
prácticas cotidianas, en la ciudad, en el trabajo, en la familia, en lo público y lo
privado, división que no es necesariamente equivalente a sexo, sino más bien una
estrategia relativamente recurrente en que se reformulan sin cesar los roles y las
delimitaciones en las esferas.
Una de las reflexiones teóricas en relación a la distribución de la inmigración
en nuestro país y que ha constituido un marco alusivo para el análisis de esta
temática, han sido los trabajos realizados por Gino Germani (1965) y que nos han
servido de apoyo para la interpretación del contexto temporal y social en que se
16
desenvuelve este estudio. En uno de sus trabajos,” Estructura social de la Argentina”
(1965), el autor hace un análisis de la composición por edades, por sexo y por
estado civil de la población extranjera y la distribución geográfica de la población
nativa-inmigrantes europeos.
Germani destaca un significante desplazamiento en la masa de la población al
especificar en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) las migraciones, tanto
de argentinos como de extranjeros que se producen en los años anteriores al censo
de 1947.
De acuerdo con el autor mencionado, los porcentajes de extranjeros sobre el
total del país, en el Gran Buenos Aires, en 1869, en 1895, en 1914 y en 1947 es de
48,1%, 38,6%, 40,6% y 43,7% respectivamente. La unidad territorial Gran Buenos
Aires utilizada por Germani incluye la Capital Federal y los siguientes partidos,
algunos con nombres de la época: Avellaneda, Almirante Brown, 4 de Junio, General
San Martín, Lomas de Zamora, Matanza, Morón, Quilmes, San Fernando, San Isidro,
Las Conchas y Vicente López. Según el autor que estamos comentando, el concepto
de Gran Buenos Aires como una unidad territorial comenzó a utilizarse a partir de
1914 aproximadamente. En cuanto al crecimiento poblacional del Gran Buenos Aires
durante las primeras décadas del presente siglo Germani establece, sobre la base
de los datos aportados por los censos de población, que a mediados de la década
17
del treinta tuvo lugar una fractura en los componentes del crecimiento. Mientras el
saldo de la inmigración externa fue positivo, el correspondiente a la inmigración
interna comienza a aumentar en forma significativa.
Germani diferencia cuatro períodos en el proceso de crecimiento demográfico
del Gran Buenos Aires. Entre 1895 y 1914 los inmigrantes externos fueron el factor
más importante del aumento de población; entre 1914 y 1936, continúa la
inmigración externa y comienza la migración rural-urbana; entre 1936 y 1943 el saldo
migratorio externo es negativo y se acrecienta la inmigración interna.
El autor mencionado, sostiene que hacia 1947 amplios sectores de la vieja
clase obrera urbana inmigrante había protagonizado un proceso de ascenso social
generacional: a fines de la década de los cincuenta y principios de los sesenta la
mitad de los que habían nacido de padres obreros se habían convertido en clase
media.
Para el autor, esta situación de movilidad social y de traspaso de empleos no
calificados a ocupaciones calificadas se realizó entre los inmigrantes a partir del
cuentapropismo, no solo en el caso de las actividades del sector terciario y rural sino
también en el ámbito industrial. Como se puede deducir, el caso de los portugueses
18
de La Matanza constituye un modelo del ascenso social de los inmigrantes, en el
marco de la teoría de Germani.
El autor también realiza un análisis de lo que constituye un mundo de
transición y formula dos tipos de sociedad, o sea la transición de la sociedad
tradicional a la sociedad industrial moderna, con los caracteres del cambio social.
El pasaje hacia la sociedad moderna se plantea un crecimiento y una
extensión de los roles adscriptos difusos, de elementos particularistas, a través de
una diferenciación de nuevas instituciones en la que el autor supone la necesidad de
la existencia de la secularización del conocimiento, de la técnica, del desarrollo de la
economía y de la educación y cierto grado de integración normativa.
La transición de la sociedad tradicional a la sociedad industrial es un proceso
acumulativo de cambio de estructuras, de condiciones que requieren la extensión de
la secularización misma a otros sectores de la sociedad. Según Germani el carácter
y los efectos de estas interrelaciones se ven afectados por el contexto histórico y
social en el que se desarrolla el cambio.
El autor ofrece en su trabajo un esquema explicativo de las etapas en las que
se genera la transformación de esa transición. Para nuestra investigación ha sido
19
particularmente la cuarta etapa de desarrollo la que nos ha interesado, porque
contiene los cambios o las crisis que se desarrollaron en 1930, productos de un giro
en la orientación que se produjo en los países de América latina, forzados por
elementos exógenos derivados de las nuevas políticas y condiciones creadas a partir
de la gran depresión y posteriormente por la Segunda Guerra Mundial. Un cambio
estructural que no sólo se dio en el plano económico, sino también significó la
transformación en la estructura social, en la participación política con la integración
de los estratos populares, la conciencia de poder de estas clases y la formación de
una nueva identidad nacional.
Para los primeros diez años de la primera posguerra se insinúa una cierta
declinación de la inmigración, debido en gran parte a que la Argentina ha dejado de
ofrecer nuevas oportunidades de trabajo en la medida necesaria para continuar
atrayendo tanta población europea como a fines del siglo XIX y principios del siglo
XX.
En los años treinta la “mentalidad” urbana implicaba desarrollar industrias,
medios de transporte, las ciudades. La atracción del migrante deseado debía darse,
entonces, a través de dos realidades: grandes industrias urbanas y suburbanas,
donde la figura sería el de productor-consumidor.
20
La inmigración debía modificar su contenido y no tener absolutamente un fin
colonizador y cumplir la función de aportar mano de obra barata al sistema del
modelo agroexportador, que ya en los años treinta se había agotado para dar inicio a
la etapa de sustitución de importaciones, dando lugar a una transformación radical
en el Gran Buenos Aires no sólo en los aspectos demográficos y urbanísticos sino
también en su estructura social.
Es así que los migrantes provenientes de las provincias se concentraron en
Buenos Aires, formando una clase social, la clase obrera. Utilizando la idea de
Germani, estos últimos provenían de las migraciones internas mientras que los
originarios
de
países
europeos
fueron
gradualmente
constituyéndose
en
representantes de la clase media.
Una investigación relevante para nuestro estudio es la llevada a cabo por
Romero-Gutiérrez (1995), en que sintetiza en forma ilustrativa el crecimiento y
desarrollo de la industrialización y de los servicios, que afectaron a la ciudad de
Buenos Aires, modificando profundamente su zona periférica, el Conurbano
bonaerense o Gran Buenos Aires. Como dice en su trabajo, “...era una zona que
crecía intensamente por su homogeneidad y por la significación que normalmente las
fábricas tenían en las nuevas barriadas generándose nuevas condiciones para la
21
conformación de un nuevo tipo de identidad en los sectores populares, más
definidamente obrera...”.
Desde 1930, los avances de la industrialización y las migraciones internas que
la acompañaron afectaron sólo tangencialmente a la ciudad de Buenos Aires, pero
modificaron profundamente su periferia, el Conurbano o Gran Buenos Aires. Como
sostiene Romero-Gutiérrez (1995), era una zona que crecía intensamente, por su
homogeneidad trabajadora y por la significación que normalmente las fábricas tenían
en las nuevas barriadas. En consecuencia, se daban las condiciones para la
conformación de un nuevo tipo de identidad en los sectores populares, más
definidamente obrera.
Como otros grupos migratorios, el movimiento de los portugueses hacia los
alrededores se profundizará a lo largo del siglo XX con un movimiento general hacia
el Gran Buenos Aires, donde en 1960 vivía casi la mitad de la población portuguesa
residente en la Argentina. En los partidos del denominado Gran Buenos Aires,
particularmente en los distritos de La Matanza, Escobar, General Rodríguez, Villa
Elisa, Hurlingham y Merlo, se formaron importantes colonias dedicadas al trabajo en
quintas, hornos de ladrillo y floricultura.
22
El análisis de las transformaciones en la estructura socio-espacial de Buenos
Aires a partir de la década de los cuarenta, que analizan Romero-Gutiérrez (1995) y
Horacio Torres (1992), son teorías que he utilizado para la interpretación del
contexto temporal y social de la inserción de los portugueses en el partido de La
Matanza.
Según Torres (1992), a comienzos de la década de los cuarenta se conformó
una nueva corona periférica en los partidos del Gran Buenos Aires, que era una
nueva localización residencial, predominantemente de los nuevos migrantes. Como
sostiene este autor, el partido de La Matanza ha sido uno de los arquetipos de estos
cambios de estructura socio-espacial, al que los portugueses fueron llegando entre
mediados de la década de los treinta y fines de la década de los cincuenta,
contribuyendo a consolidar la estructura de barrios periféricos de la Capital Federal.
A continuación se comentan diferentes líneas teóricas con referencia a
estudios culturales relacionados con las comunidades inmigrantes y enfoques de los
fenómenos migratorios, que han constituido un aporte para esta investigación.
Barth (1976) afirma que los grupos étnicos son considerados una forma de
organización social, que en gran medida se autoperpetúan biológicamente,
comparten valores culturales fundamentales realizados con unidad que manifiestan
23
formas culturales, integra un campo de comunicación e interacción y por último
cuenta con unos miembros que se identifican a sí mismos y son identificados por
otros y que constituyen una categoría distinguible en relación a otras categorías del
mismo orden.
Barth (1976) menciona en su estudio también el concepto de adscripción
étnica, que se refiere a la clasificación de una persona de acuerdo a su identidad
básica. En la medida en que los actores utilizan las identidades étnicas para
categorizarse a sí mismos y a los otros con fines de interacción formando grupos
étnicos en ese sentido de organización.
Los rasgos que son tomados en cuenta no son la suma de diferencias
“objetivas” sino solamente aquellas que los actores mismos consideran significativas.
El autor puntualiza en su trabajo que algunos rasgos culturales son utilizados
por los actores como señales de diferencia y otros son pasados por alto. En general
ellos exhiben signos para indicar la identidad y que son por lo general el vestido, el
lenguaje, la forma o estilo de vida, los valores o normas de moralidad. Estos signos,
a través de la observación que hemos realizado en las portuguesas, se han podido
apreciar como caso paradigmático, dentro del marco de la teoría de Barth. Como
grupo adscripto en relación a la naturaleza de la continuidad de las unidades étnicas
24
es evidente que dependen de la “conservación de un límite”; con esta expresión,
desde el ángulo de mi investigación, me estoy refiriendo al límite social, que define al
grupo y no al contenido cultural que encierra.
Asimismo, la comunidad portuguesa en sus celebraciones, en sus creencias,
actos rituales, comidas, música, en todo su folklore, sigue extendiendo la vida del
Portugal natal en el país receptor. Es parte del supuesto de que los integrantes de la
comunidad, según la teoría de Barth, están fundamentalmente “jugando el mismo
juego”.
Desde el aspecto de los estudios culturales y en relación con las comunidades
de inmigrantes, han surgido nuevos términos descriptivos e interpretativos. Es el
claro ejemplo del trabajo sobre enfoque diaspórico de Clifford (1994), quien afirma
que el actual significado de la diáspora es diferente al utilizado en relación al
concepto de dispersión de judíos, armenios y griegos. Actualmente el concepto se
refiere al de los inmigrantes expatriados, refugiados, comunidad de exiliados,
comunidad étnica. Incluso el autor expresa la idea de un lenguaje diaspórico que es
cada vez más utilizado por los pueblos que se sienten desplazados y, de alguna
forma, mantienen reviviendo e inventando una conexión con el país de origen.
25
El autor afirma que las culturas de diáspora en cierta forma mediatizan una
tensión vivida, una experiencia de desarraigo, de nostalgia y de tristeza de vivir en la
sociedad receptora y recordar o desear el país o la región de origen.
En esta conciencia de diáspora, sostiene Clifford (1994), el inmigrante vive las
pérdidas y esperanzas en forma simultánea como estilo de vida o sentimiento del
grupo migratorio. En el caso de las mujeres portuguesas, éstas son el claro modelo
que se identifica con el concepto de diaspórico. Constantemente a partir de la
década de los noventa buscan espacios transnacionales de encuentro para estar en
contacto y diálogo con otras mujeres portuguesas que viven en otros países del
mundo y comparten experiencias de inserción en las sociedades receptoras,
aliviando la “saudade”, los conflictos o dificultades surgidas en las sociedades donde
viven actualmente.
Una vez comentadas las teorías que han servido de sustento para el análisis e
interpretación del contexto temporal y social que se cubre en este estudio, a
continuación mencionamos las diferentes perspectivas en relación con el estudio del
fenómeno migratorio.
El enfoque estructuralista en los estudios tradicionales migratorios hacía
insistencia en el análisis de las variables que condicionaban en cierto modo la salida
26
y el arribo de los flujos migratorios solamente dentro del esquema “push-pull factors”
en el que encuadraron generalmente las investigaciones que se hicieron en los
ámbitos académicos hasta la década de los setenta. Superada esta visión, la teoría
de las redes sociales forma parte de un conjunto de visiones de la sociedad a partir
de los años ochenta, que se ha difundido como alternativa y desde donde han
surgido nuevas perspectivas de análisis y en donde los actores sociales se
constituyen en el foco de la investigación.
En relación a esta temática, Ramella (1995) afirma que se han buscado
nuevas vías para quienes han rechazado el enfoque estructuralista. La orientación
estructuralista, al poner el énfasis sobre los factores de expulsión, ignoraba las
elecciones de los emigrados o, de alguna manera, las pasaba por alto juzgándolas
como irrelevantes. La revisión actual de esta visión condujo cada vez más a ver en
los emigrantes a actores racionales que persiguen objetivos y movilizan, para tales
fines, los recursos que tienen a su disposición; estos han sido considerados a
menudo como recursos relacionales que sirven para conseguir información, elegir el
destino, insertarse en el mercado de trabajo de la sociedad receptora.
La emigración como temática de análisis dejó de ser una acción de
desesperados y se transformó en una elección realizada por individuos movilizados
por estrategias de superación social.
27
El punto crucial pasó a ser la capacidad de los emigrantes para insertarse a
su arribo en redes sociales, tanto sea informales o formales de connacionales. Así,
su trayectoria en la nueva sociedad se hacía depender casi exclusivamente de esta
capacidad para disponer y conservar en el nuevo espacio redes de solidaridad
fundadas en la procedencia común.
Es importante destacar también que en los estudios migratorios realizados
desde el análisis de las redes se hace evidente una visión más dinámica de la
sociedad, que si nos detenemos a estudiar a los migrantes como insertos en
categorías socioeconómicas estrictamente. Desde la perspectiva de las redes, los
inmigrantes son quienes a través de sus relaciones personales y vivencias familiares
van construyendo, de alguna forma, estas redes sociales en las que se encuentran
insertos, mientras que desde el enfoque estructuralista se tendía a considerarlos
insertos en categorías socioeconómicas fijas e inamovibles.
Según Miguez (1995), “la clave está en la identidad de los actores”. Si bien los
portugueses de La Matanza arribaron a nuestro país en base a solidaridades
premigratorias, es también importante destacar que algunos hombres y mujeres
portugueses decidieron por sí solos la idea de emigrar, de encontrar pareja, empleo
y vivienda.
28
CAPITULO 4
ANTECEDENTES
BIBLIOGRÁFICOS
En este capítulo se ofrece una síntesis descriptiva de los trabajos de
investigación, que se estiman de interés para nuestro estudio, en relación con la
mujer en los espacios de trabajo en el siglo XX en Argentina.
En nuestro país, la modernización iniciada en las últimas décadas del siglo
XIX afectó las ocupaciones tradicionales de las mujeres, en particular en el interior
del país. Al incrementarse la actividad industrial a principios del siglo XX para
satisfacer las necesidades de una población que se multiplicaba aceleradamente,
producto del ingreso masivo de inmigrantes y las oportunidades laborales en las
áreas urbanas, fue increscendo también como consecuencia de la modernización del
aparato estatal.
La creciente diversificación económica trajo aparejada la incorporación de
numerosas mujeres y niños al mercado laboral. En algunos oficios antes realizados
exclusivamente por hombres, las mujeres empezaron a reemplazarlos.
29
Nari (1994), en su trabajo, sostiene que la mujer, cuando fue tenida en cuenta
como estructura productiva, trajo mucha resistencia: en el mercado de trabajo, el
hombre se sentía en cierta forma “amenazado” con ser suplantado, tanto en el
mundo del trabajo como en una jefatura de familia; la Iglesia Católica, por otra parte,
ejercía ciertos reparos a principios del siglo XX, porque suponía que el trabajo
femenino “atentaba” contra la idea la familia cristiana, así como que el alejamiento
de la mujer del hogar podía traer “efectos peligrosos”.
En consecuencia, el trabajo femenino debía ser prohibido en algunas ramas
industriales, específicamente en aquellas que se consideraban nocivas para la
capacidad reproductiva o para la moralidad de las mujeres. Se suponía que la
“debilidad física”, inherente a todas las mujeres, las incapacitaba para efectuar
determinado tipos de trabajos. De esta forma se presentaba a la mujer como una
especie de víctima de la naturaleza y de la sociedad. La “familia” era considerada
como el verdadero lugar de la mujer, siendo la maternidad su función esencial.
A partir de estos supuestos, característicos de ciertos grupos obreros de la
época, es comprensible la resistencia masculina a incorporar masivamente a la
mujer al mundo del trabajo. Si a esto se le suma la situación de desocupación que
30
vivieron los hombres en las primeras décadas del siglo XX, la mujer fue considerada
un importante competidor en el mercado laboral.
Nari (1990) señala que, para muchos empleadores, en los primeros años del
siglo XX, la utilización de mano de obra femenina era ventajosa, puesto que por un
rendimiento igual de trabajo pagaban salarios menores. De acuerdo con los obreros
varones, la entrada de la mujer al mundo del trabajo significaba una baja de salarios
para ellos y, en el peor de los casos, su propia desocupación.
La autora antes mencionada afirma que los móviles que impulsaban a las
mujeres a trabajar a principios del siglo XX fueron los mismos que se aducían como
consecuencia de su ingreso en el mercado del trabajo: desocupación del conyugue o
del padre, disminución de los salarios reales percibidos por otros miembros de las
familias; todas situaciones que obligaban a generar ingresos complementarios. A
esto se le sumaban los abundantes casos de mujeres solas, jefas de hogar, con
hijos u otros parientes a cargo.
Lobato (1995) ha realizado una completo estudio sobre el trabajo fabril en la
Argentina, particularmente en la actividad de las industrias de la carne y textil en la
localidad de Berisso. Expone en su trabajo diferentes aspectos de la temática en
cuestión, como las transformaciones de la sociedad argentina con relación a la
31
actividad laboral femenina; el contexto de las empresas, que incluye la experiencia
laboral de las obreras en las industrias mencionadas anteriormente, sobre todo en
empresas que eran grandes corporaciones, como así también el rol de la mujer en
su ámbito doméstico, muy semejante al tipo de relación de trabajo que tuvieron las
mujeres en las Hilanderías en los diferentes partidos del conurbano bonaerense.
Una investigación relevante para nuestro estudio es la llevada a cabo por
Feijoo (1990) sobre la presencia de la mujer en el ámbito laboral a comienzos de
siglo en la Argentina. En su estudio, la autora analiza la magnitud de la participación
femenina en el mercado de trabajo, focalizando principalmente la actividad laboral
considerada socialmente productiva para el mercado, como la mujer en la industria,
en el comercio; además de reconstruir la visión de la sociedad porteña de principios
de siglo XX, sobre el trabajo femenino.
En la investigación llevada a cabo por la autora citada se afirma que en los
primeros años del siglo XX la concentración de mujeres en la actividad laboral en las
fábricas era muy elevada, y que era muy alta la participación femenina en las casas
de modas y confecciones, en los talleres de corsetería, pasamanería y bordado.
Aunque también las mujeres habían trabajado en otros tipos de establecimientos
como fábricas, de la Compañía General de Fósforos, de Alpargatas o de tejidos.
32
E. Jorge (1985) sostiene que a principios de la década de los veinte, las
inversiones norteamericanas o europeas -ya no sólo inglesas- irrumpen en el
mercado argentino, multiplicando las instalaciones de más servicios e industrias en
la economía del país e incorporando a la población femenina, como por ejemplo lo
hicieron los frigoríficos norteamericanos Swift, Armour; las hilanderías de algodón
Sudamtex, Anderson Clayton, Ducilo; los productores químicos y farmacéuticos
Johnson & Johnson, Ponds, Helena Rubistein, Max Factor y las compañías
elaboradoras de cereales Quaker y Adams.
La población textil femenina se expandió sobre todo en el período de
entreguerras y estuvo destinada a satisfacer las necesidades del mercado interno,
especialmente en las ramas del algodón, la seda y la lana así como en tejidos de
punto, cintas y elásticos.
Barrancos (1999) afirma que diversas ramas y sectores se multiplicarán en
grandes establecimientos y en pequeños talleres en todo el Gran Buenos Aires,
produciendo un heterogéneo mundo del trabajo.
La autora comenta que en el período de entreguerras fue, desde todo punto
de vista, una larga transición para la condición femenina en general, para muchas
mujeres que llevaron adelante tareas productivas en el seno del hogar y,
33
especialmente, para las que lo abandonaron a fin de ejercer empleos, suspendiendo
así el duro mandato de las devociones a la familia. Durante esta etapa cada uno de
los espacios de trabajo resultó un campo de ejercicio de sociabilidad entre los sexos,
a lo que se unió una gran diversidad de ámbitos para el esparcimiento, desde
confiterías y clubes hasta una marcada expansión de los medios de comunicación,
especialmente la radio y el cine.
Igualmente las normas siguieron siendo rígidas y se impusieron los miedos
sociales a que las mujeres perdieran su esencia femenina si persistían en el trabajo
extra doméstico. Sin embargo, a pesar de todo, la necesidad de trabajar y la
aspiración a ascender fueron motores suficientes para atraer a muchas mujeres
hacia los empleos. Con referencia a esto último, las mujeres portuguesas de La
Matanza a pesar de las dificultades que tuvieron que experimentar en el ámbito
laboral siguieron estando motivadas en progresar y ascender socialmente.
Hasta la década de los treinta, dentro de la fuerza de trabajo de los sectores
productivos más arriba mencionados, se fue insertando un arco bastante amplio de
nacionalidades, destacándose a las nativas procedentes de Europa Oriental,
Polonia, Bulgaria, Rusia, España y Portugal, entre otras naciones.
34
Otro estudio consultado y que fue de gran aporte para nuestra investigación
fue el trabajo de Ceva (1995), porque la autora analiza la inserción de los
inmigrantes en el mercado laboral de nuestro país en dos grandes establecimientos
fabriles y establece diferencias de modalidad e integración de sus trabajadores;
también ofrece una interpretación de la forma de inserción en la fábrica, la movilidad
socio-ocupacional y rasgos de la política empresarial, como el tipo de selección de
ingreso del personal de trabajo en el período 1935 - 1940, como también la
construcción de redes sociales de recomendación para ingresar a la empresa, caso
este último que se asemeja al de nuestro estudio, en referencia a las obreras
portuguesas que trabajaron en grandes establecimientos como las Hilanderías
Danubio o Hilos Cadena en el partido de La Matanza.
A partir de la década de los cuarenta, por las políticas de Estado y después de
la segunda posguerra, se produjo una gran expansión económica en el mercado
interno argentino, producto del desarrollo industrial generado en el país, con el
aumento de mano de obra industrial, con políticas de pleno empleo para generar un
mayor consumo interno, así como un lineamiento estatal para inversiones en
industrias de bienes de consumo masivo.
Este proceso incorpora al país a un nuevo sector social constituido por cientos
de miles de obreros nuevos, provenientes en su mayoría del sector rural y también
35
de los contingentes inmigratorios de las décadas de los cuarenta y de los cincuenta,
conformándose así un nuevo proletariado industrial que se concentrará en la gran
metrópoli de Buenos Aires. Por entonces, la mujer igual que el hombre pasó a formar
el nuevo proletariado industrial de la sociedad argentina.
De esta forma, las mujeres acrecientan su protagonismo en el mundo laboral,
al tiempo que se modifican las ideas acerca de cuál debe ser el papel público de la
mujer. Para el Estado peronista, la situación no pasa desapercibida y busca
componer una alternativa a la cuestión, para ofrecerla en el marco de la legitimidad,
desde un discurso construido en permanente contraste con la oposición, para
distinguirse diametralmente de ella; aunque las alternativas ofrecidas para el trabajo
femenino resulten de cuño tradicional: el arte, la docencia, las costuras, la ayuda
social, la revalorización de costumbres.
Dos Santos (1984) en su análisis del rol de las mujeres de la sociedad
argentina a partir de la década del cuarenta asegura que la mujer se convierte en
actor social relevante, capaz de concertar su función central en el núcleo familiar con
su aporte pecuniario a la economía doméstica. En 1950 la participación de la mano
de obra femenina en la actividad fabril se calcula en un cuarenta y dos por ciento y
se concentra en los rubros textil, docente, servicio doméstico, comercio, sanidad,
bancos y costura a domicilio.
36
No obstante esta significativa participación en el mundo del trabajo, la
diferencia en los salarios percibidos con respecto a similares tareas cumplidas por
los hombres es importante; para el caso de la industria textil, es inferior a un
cincuenta por ciento para 1943 y, aunque en 1945 la disparidad desciende a un
veinte por ciento, la propia Unión Industrial Argentina reconoce la desigualdad, sin
dejar de advertir que la igualdad salarial es sólo un principio teórico y que la
equiparación en las remuneraciones sólo motivará la escasez de empleo para las
mujeres, ya que serían preferidos los varones en caso de no existir diferencia en los
salarios a percibir.
Dos Santos sostiene que las injusticias en el mundo laboral femenino intentan
ser corregidas por el gobierno nacionalista y popular de Juan Domingo Perón y la
acción de la Fundación de Ayuda Social Eva Perón; no obstante y en contraste con
la concesión de los derechos políticos a la mujer, en la Argentina de los años
cincuenta el discurso oficial se orienta a resguardar en esta materia la función
primordial a la mujer como esposa y madre. No es casual que se favorezca desde el
Estado nacional el trabajo femenino en el ámbito domiciliario, cuando se constituyó
el Hogar de la Empleada para que las amas de casa puedan acceder a aprender el
trabajo de costura.
37
Reflejo de esta situación mencionada son los préstamos destinados a
costureras, confeccionistas y modistas difundidos a partir de 1952. Las principales
destinatarias son casi siempre mujeres y el objetivo primordial es afianzar el trabajo
domiciliario. Sobre todo, este tipo de política se promueve en el interior de nuestro
país.
Gran parte de las denominadas costureras o confeccionistas trabajan para las
fábricas que arman o reparan envases, bolsas de arpillera -para cereales, azúcares-,
lanas, confecciones de ropas para niños y hombres. De hecho, el Censo Industrial
de 1954 confirma la subsistencia de una rama tradicional de la industria, como la
fabricación y reparación de bolsas de arpillera y de algodón, que ocupa entonces
unas 3.700 personas, en su mayoría del sexo femenino. En esa misma época el
partido de La Matanza era unos de los principales centros de producción y
elaboración de bolsas de arpilleras, como la conocida Hilandería Textil Yute, en la
cual gran parte de la mano de obra era femenina.
De ahí que mientras desde el Estado se estudia la posibilidad de implementar
un salario para el ama de casa, es importante señalar que las micro empresas
familiares, la costura para terceros, la tejeduría domiciliaria, se constituyen en la
alternativa viable para conciliar la condición femenina con las obligaciones familiares.
38
La costura como salida laboral independiente funcionaba en esos pequeños
centros de trabajo. Tenían amplia demanda las modistas y costureras, que trataban
de acceder a trabajar en las grandes tiendas porteñas: Harrods, Gath & Chaves, Las
Filipinas, Albion House, o copiaban los catálogos que a veces éstas editaban.
Barrancos (1999) menciona que se presentan cambios de conductas de la
mujer, como las preocupaciones morales según los diversos perfiles de trabajadoras,
especialmente en las mujeres del mundo urbano entre los años veinte y mediados
del cuarenta y en las principales ciudades del país.
Sostiene Rapoport (2000) que a principios de la década de los sesenta y
durante ella se fue generando cierta tendencia que marcaba una disminución del
gasto básico con respecto a fines de la década del cuarenta. Los estilos de vida
estaban cambiando y los gustos en el consumo de la población también.
Este decrecimiento como señala Rapoport (2000) del gasto básico, como en
vivienda o alimentación, sobre todo en los obreros industriales del Gran Buenos
Aires, se compensa en el incremento del consumo de bienes durables, como en
educación y mejores servicios de salud; esto se logró por un principal factor, la
expansión en el ingreso real, combinado con una mayor incorporación a la fuerza de
trabajo del género femenino.
39
Finalmente en la consulta de los trabajos (Nari, 1994; Lobato, 1995; Jorge,
1985; Barrancos, 1999; Ceva, 1995; Dos Santos, 1984; Rapoport, 2000) apreciamos
ciertas singularidades sobre las dificultades y características de la inserción laboral
de la mujer entre las décadas de los cuarenta y cincuenta, como así también las
políticas sociales con referencia a la actividad laboral en los años que los autores
mencionados coinciden en identificar como una expansión de la mano de obra
femenina en el mercado interno industrial, sobre todo en el sector de la industria
textil y costura.
La construcción de la historia de las mujeres no ha seguido un proceso lineal y
sin contradicciones. Por el contrario, su desarrollo fue, y es todavía, tema de debate
en el amplio espectro de las ciencias sociales.
Knecher y Panaia (1994) afirman en su análisis de participación de la mujer en
las situaciones históricas de fines de los años sesenta y principios de la década de
los setenta, en particular, que entramos en una época a la que se señala como de
emergencia de nuevas fuerzas o movimientos radicales o revolucionarios.
En ese marco surgen también con fuerza grupos feministas reformistas y
diversos movimientos. Es entonces cuando historiadores y especialistas en diversas
40
disciplinas sociales comienzan a percibir a las mujeres como sujetos sociales
activos.
En diferentes épocas históricas la contribución particular de la historia de las
mujeres ha sido también en ese sentido el ocuparse de las mujeres como
trabajadoras e integrantes de grupos e instituciones no necesariamente vinculadas al
poder político.
Los últimos estudios de historia de mujeres en nuestro país se han abordado
desde diversas disciplinas, tanto en la historia social, política, como también la
demografía histórica, a fin de examinar las migraciones, la situación civil, las tasas
de fecundidad, la mujer en el mundo del trabajo, los aspectos vinculados con la
participación femenina en el poder político, los accesos de las mujeres a la vida
pública, la incidencia del empleo femenino y su relación con el desarrollo económico.
El creciente desarrollo de la historia social en estos últimos años ha develado,
por su parte, una toma de conciencia: la participación en los procesos sociales y
económicos de grupos de personas, como las mujeres, constituyendo la clave para
llegar a comprender mejor algunas situaciones históricas. Temas como la familia o
las instituciones femeninas, despertaron interés y fueron objeto de análisis. Se
estudia también a las mujeres como miembros de una determinada clase social o de
41
un grupo étnico, tratando de presentarlas no aisladas de su conglomerado social,
sino formando parte esencial del mismo.
En nuestro país, la historia de las mujeres tuvo también su lugar en los últimos
años con trabajos interdisciplinarios y en temáticas variadas, como por ejemplo el
análisis de la inserción de la mujer en el mundo del trabajo, la mujer migrante en la
sociedad receptora. También es importante mencionar la compilación realizada por
Knecher y Panaia , como los trabajos de Cacopardo, Balbe, Lupano, Pagani (1994),
que abordan temáticas como la mujer y los movimientos sociales, el mercado laboral
de la mujer de fines del siglo XIX hasta 1940, o la mujer obrera y las migraciones
durante los primeros cuarenta años del siglo XX en nuestro país. Estos análisis
constituyen un aporte a la interpretación de los contextos políticos, económico,
sociales, culturales, psicológicos y vivenciales de la mujer en nuestro país, a través
del siglo XX.
De acuerdo con Navarro (1998), los historiadores sociales abrieron el paso a
la nueva historia feminista y también facilitaron su aceptación para algunos
historiadores. En una última compilación, denominada “Qué son los Estudios de
Mujeres,” Navarro junto a Catherine R. Stimpson (1998) reunieron una serie de
trabajos y ensayos sobre los estudios de mujeres que ofrecen un análisis sobre la
situación de la mujer en diversos sistemas sociales. Se señala que la investigación
42
de los estereotipos de género se han beneficiado de las técnicas de la historia social.
Las preocupaciones tradicionales de la historia social por comprender las vidas de
quienes se encuentran muchas veces al margen de las estructuras oficiales del
poder junto con los estudios de géneros son una manera de analizar a las mujeres
no como un aspecto aislado de la sociedad sino como una parte integral de ella.
Según Knecher y Panaia (1994), la cuestión de género nace en el espacio de
la sociología. En efecto, hay coincidencia en señalar como pionera a Anne Oakley,
quien en la década de los setenta a través de su obra establece la diferencia entre
sexo y género, reservando para el primero la distancia existente, a nivel biológico,
entre machos y hembras; y para género, el significado que remite a la cultura, lo que
concierne a la clasificación social entre “masculino” y “femenino”; aclarando,
además, que debe admitirse la invariabilidad del sexo así como la variabilidad del
género.
Según la autora que se está comentando, con el crecimiento de la actividad
fabril en Argentina y ya avanzado el siglo XX aumenta progresivamente en nuestro
país la participación de la mujer en el mercado de trabajo como fuerza remunerada,
como efecto de la expansión económica de la posguerra. Parte de las mujeres
casadas y una proporción mayoritaria de las solteras participaron activamente del
proceso de producción, en el que las mujeres pasaron de ser una unidad de
43
producción-reproducción solamente para ser una unidad de reproducción-consumo,
con una doble ocupación en la unidad doméstica y en el mercado de trabajo.
Lobato (1993) plantea que la teoría de la modernidad de esta época actual
destaca en cierta forma la pérdida del rol productivo de la mujer exclusivamente y la
familia, cediendo en funciones tales como la satisfacción emocional, la socialización
y el consumo.
Si volvemos a los comienzos de la industrialización en Argentina, también
hubo una importante proporción de mujeres que se mantuvo en general en tareas
domésticas, en la medida que se generalizaba el trabajo para el hombre. Pero con
referencia a la participación de la mujer en la esfera laboral se plantea la necesidad
de comprender el conjunto total de las demandas que pesan sobre la mujer, que la
obligan a incorporar un nuevo rol en una actividad constante según el contexto
temporal y social del caso en estudio.
Lobato (1993) afirma que hay diversas formas que utiliza la mujer para
construir su identidad genérica y que están estrechamente vinculadas a la definición
social de su ser y de su cuerpo: como ser-de-otros y como un cuerpo-para-otros, su
vinculación entre reproducción social y orden simbólico.
44
Según la autora que se está comentando, con el crecimiento de la actividad
fabril en Argentina y ya avanzado el siglo XX aumenta progresivamente en nuestro
país la participación de la mujer en el mercado de trabajo como fuerza remunerada,
como efecto de la expansión económica de la posguerra. Parte de las mujeres
casadas y una proporción mayoritaria de las solteras participaron activamente del
proceso de producción, en el que las mujeres pasaron de ser una unidad de
producción-reproducción solamente para ser una unidad de reproducción-consumo,
con una doble ocupación en la unidad doméstica y en el mercado de trabajo.
Lobato (1993) plantea que la teoría de la modernidad de esta época actual
destaca en cierta forma la pérdida del rol productivo de la mujer exclusivamente y la
familia, cediendo en funciones tales como la satisfacción emocional, la socialización
y el consumo.
Con referencia a la inmigración portuguesa en la Argentina contemporánea, la
indagación en un principio fue compleja debido a la falta de registros de los
portugueses en la sociedad de nuestro país, sobre todo a mediados del siglo XX,
como también son escasos los antecedentes de estudios de historia social en La
Matanza.
45
Tuvimos acceso a los estudios realizados por Marcelo Borges (1989, 1991),
quien efectúa un análisis de la comunidad portuguesa de mediados del siglo XIX y
principios de siglo XX en la ciudad de Buenos Aires.
Si bien desde el último cuarto del siglo XIX, con el comienzo de la inmigración
masiva al país, el peso relativo del grupo portugués en el total de inmigrantes fue
constante y creciente y una proporción importante de estos inmigrantes se estableció
en el interior del país, el Area Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) fue el lugar de
mayores asentamientos durante la oleada 1920 - 1960 y donde se desarrolló una
activa vida comunitaria.
Según un primer estudio realizado por el Borges (1989), generalmente los
inmigrantes lusitanos que llegaban a la ciudad de Buenos Aires no tenían en ésta su
primer destino migratorio, ya que algunos habían tentado suerte primero en Brasil o
en Uruguay. Algunos incluso se casaban, tenían hijos y llegaban a la margen
occidental del Río de la Plata muchos años después de haber abandonado Portugal.
Así, no todos los que no tenían suerte en su primer destino regresaban a Europa,
especialmente antes del desarrollo del transporte transoceánico, con buques a vapor
de la época de la inmigración masiva.
46
Borges (1989) comenta en su trabajo que la distribución por edades y sexo
permiten señalar una primera aproximación a la estructura demográfica de la
población portuguesa de Buenos Aires. Como consecuencia del origen migratorio de
esta población, la diferencia en favor del elemento masculino es abrumadora: vivían
en la ciudad al menos 33 mujeres y 662 hombres. Las mujeres rara vez emigraban
solas, sobre todo en la segunda mitad del siglo XIX; cuando lo hacían, era en
compañía de sus esposos o padres. El escaso número de portuguesas se
concentraba entre los 18 y 42 años.
El autor afirma que mayormente los hombres emigraban en busca de
oportunidades laborales. Al respecto se puede realizar una categorización de los
tipos de trabajo que realizaban en esta época. Por un lado, los que se desarrollaban
en tareas manuales y, por otro, los que se desempeñaban en tareas no manuales;
se observa que los primeros formaban casi el 70% de la población portuguesa
activa. Dentro de este grupo de trabajadores manuales, estaban los que efectuaban
trabajos con poca o ninguna calificación o se desempeñaban en el sector de
servicios, que constituía los dos tercios del total, destacándose los jornaleros, los
peones, los changadores y, particularmente, los marineros. Los restantes
portugueses se dedicaban a labores artesanales y a otros trabajos calificados, como
por ejemplo: carpinteros, albañiles, cigarreros, zapateros. El sector de trabajadores
no manuales estaba liderado por los portugueses que se dedicaban al comercio:
47
almaceneros, pulperos, bolicheros, comerciantes, fonderos y dependientes, que eran
la mayoría de este sector. Por su parte, el grupo de profesionales sólo representaba
un 5% del sector no manual.
48
49
Borges (1991) realiza un segundo estudio sobre los portugueses en Capital
Federal. Afirma que los portugueses constituían a mediados del siglo XIX uno de los
núcleos extranjeros más antiguos en Buenos Aires. Mientras que el 45,2% del total
de no nativos residentes en la ciudad en 1855 había llegado en los últimos cuatro
años y sólo el 7,6% llevaba más de 30 años de residencia en el Plata, los
portugueses arribados en los últimos cuatro años representaban el 24,6%, en tanto
que una proporción similar residía en Buenos Aires hacía más de treinta años.
Los datos del censo de 1855 también nos ofrecen la posibilidad de conocer
las regiones de Portugal involucradas en la inmigración hacia el Río de la Plata; se
observa en el Mapa 1 que el origen de la población portuguesa residente en Buenos
Aires no era regionalmente uniforme. Las regiones lusitanas expulsoras fueron:
Extremadura (42,3%) y Douro Litoral (34,3%), siguiendo en orden de importancia las
regiones del Minho (7,2%), Islas Azores (4,4%) y Beira Litoral (3,0%).
50
Vemos que el alto porcentaje de participación de las provincias de
Extremadura y Douro Litoral se debe a la importancia de las ciudades de Lisboa y
Oporto como focos migratorios y, por sobre todo, porque han sido las dos
localidades más desarrolladas de Portugal; sus puertos representaban juntos el 76%
de los habitantes portugueses de Buenos Aires.
En las décadas posteriores y el comienzo de una inmigración de
características masivas van a alterar en parte esta composición regional. En el caso
de la inmigración portuguesa, a la tradición marina se le une un factor estructural: el
interior montañoso, que sólo comenzará a tener cierta relevancia en el caudal
migratorio después de 1870, cuando el desarrollo de la red ferroviaria portuguesa
una las provincias interiores, como Trasos-Montes o Beira Alta, con los puertos del
Atlántico.
A fines del siglo XIX y principio del XX la mayoría de los portugueses de
Buenos Aires vivían en habitaciones o viviendas alquiladas. El acceso a la propiedad
urbana era muy complejo para todos los inmigrantes ; esto va a seguir siendo una
constante incluso en las primeras décadas del siglo XX. Dentro de la comunidad
51
portuguesa, los que podían acceder a la propiedad eran quienes se dedicaban a la
actividad comercial, seguidos por el grupo de artesanos. El tiempo de residencia
también pesaba en el acceso a la propiedad: de los portugueses propietarios, la
mitad llevaba más de 30 años como vecinos de Buenos Aires.
Otras de las temáticas consultadas en nuestro trabajo ha sido la actitud del
Estado portugués en relación con los emigrantes, sobre todo los que elegían como
destino a América del Sur. Halpern Pereira (1984) afirma que frente a la diversidad de
elección que presentaban entre mediados del siglo XIX y principios del siglo XX los
distintos países del continente americano, los portugueses mostraron preferencia
acentuada por Brasil, donde, a pesar de la completa alteración del estatuto social del
portugués, la lengua común y la ilusión de una civilización idéntica fueron elementos
que facilitaron la integración. Sólo los emigrantes de las Azores optarían
preferentemente por otro destino, en su mayoría asentándose en los Estados Unidos.
Para Halpern Pereira (1984), la dirección principal de la corriente migratoria
lusitana fue Brasil, tal como lo había sido ya en los siglos XVII y XVIII. Entre 1855 y
1965 el 87% de los emigrantes portugueses se dirige a esta parte del continente; el
dominio de esta orientación se mantendrá. Este sentido preferencial por el Brasil es
evidentemente inseparable de la política seguida por este país con relación a la
52
política migratoria mientras que, como hemos comentado anteriormente, la zona del
Río de la Plata fue otra opción de destino para los portugueses.
En tanto, en los principios del siglo XIX, los lusitanos representaban entre el
38% y el 42% de los extranjeros que llegaban al puerto de Buenos Aires.
La autora citada afirma que la emigración portuguesa constituyó uno de los
principales factores de equilibrio financiero de Portugal desde hace más de un siglo.
Sostener el envío de las remesas de emigrantes se
convirtió en uno de los
elementos principales de la política bancaria y financiera del país. Actualmente,
múltiples facilidades, anunciadas en los periódicos, intentan captar las inversiones de
los emigrantes y, paralelamente, se procura con los medios más diversos prolongar
las vinculaciones cultural y efectiva de los portugueses residentes en otros países. El
mito del retorno, cuyas consecuencias demográficas son reducidas, desempeña una
función financiera fundamental.
Pese a todo, afirma Halpern Pereira (1984), la política portuguesa de
emigración fue casi siempre ambigua y aparentemente contradictoria. La
persistencia de la tradición represiva de la corriente emigratoria fue acompañada de
una tolerancia real de la emigración, uno de cuyos índices lo constituye
precisamente la dimensión asumida por la emigración clandestina.
53
La autora afirma que cuando nos referimos a la elección de un lugar donde
vivir para el inmigrante, en este caso, los portugueses, igual que a la búsqueda de
trabajo y al establecimiento de relaciones sociales, debemos reconocer que estas
variables forman parte del ajuste o adaptación, etapa inicial del proceso de
integración y asimilación al medio receptor. La forma en que los inmigrantes se
establecen en los lugares de destino está relacionada en gran medida con los
mecanismos utilizados para migrar y, a su vez, afecta su inserción social. Así es que
los portugueses hayan elegido dirigirse también a la ciudad de Buenos Aires en el
transcurso del siglo XX se relaciona con el desarrollo de determinadas variables
estructurales, tales como la distancia de los lugares de trabajo, el desarrollo de la red
de transporte y las características del mercado de la vivienda, que explican los
patrones de asentamiento de los habitantes de la ciudad en general y, por supuesto,
de los inmigrantes portugueses en particular. Desde luego, no hay que descartar la
influencia de los lazos nacionales y regionales y el papel desempeñado por las
relaciones pre-migratorias, como la construcción de redes sociales en el país
receptor.
También hemos consultado la investigación realizada por Leandro (1999),
quien comenta con referencia a las mujeres portuguesas “da diáspora” que el papel
de la mujer emigrada en los países receptores ha sabido imprimir trayectorias
migratorias con valores como la solidaridad y la cooperación en la construcción de
54
las redes sociales, y ha sido el principal agente multiplicador de la cultura
portuguesa, interviniendo como mediadoras y como sujeto en el proyecto migratorio
familiar, en la medida en que su trabajo y su salario han contribuido a modificar el
rumbo de las cosas.
Otra investigación a la que hemos tenido acceso es el trabajo sobre la
emigración portuguesa realizado por Rocha Trindade (1988), que analiza los
espacios de herencia cultural portuguesa; las instituciones, los clubes, iglesias. Para
la autora, la emigración es un fenómeno estructural de la sociedad portuguesa.
Afirmación
que
resulta
de
la
continuidad
del
movimiento
de
salida,
independientemente de las fluctuaciones de las regiones de origen y de la elección
del destino preferencial. Es así que Portugal no ha podido históricamente recrear una
sociedad dentro de su territorio con la participación de todos y para todos.
Rocha Trindade(1988) sostiene que durante más de un siglo el destino
brasileño constituyó el principal país receptor de los emigrantes portugueses durante
el siglo XX. Sin embargo no puede ignorarse que en forma paralela hubo otros
destinos, como Estados Unidos, Francia, Australia, Venezuela y, de las corrientes
menores, la Argentina.
55
Puede considerarse que la primer modificación cualitativa de los destinos de
la emigración portuguesa se verifica con el establecimiento de una corriente
especializada hacia destinos centro-norte de Europa a fines de la década de los
cincuenta.
En síntesis, la autora afirma que durante la primera década del siglo XX, la
media anual de salidas de Portugal fue de 32.000 personas; entre 1911 y 1920, la
media anual fue de 42.000 salidas, pasando a 89.000 el número de emigrantes en
1912. En la década del treinta, la emigración tuvo una baja significativa debido a las
crisis económicas de los países receptores. Hasta 1946, la media anual de salidas
fue de 7.000 personas a raíz de la inseguridad de los viajes marítimos durante la
Segunda Guerra Mundial. A fines de la década del cuarenta la emigración
portuguesa, fundamentalmente transatlántica, llegó a las 32.000 salidas anuales.
Pero a fines de los años cincuenta se produce un nuevo fenómeno en la historia de
la emigración portuguesa, pues Francia se convertiría en un nuevo destino, como lo
mencionamos anteriormente.
Nos ha interesado para nuestro trabajo, entonces, lo relativo a la construcción
de espacios de herencia cultural, como los movimientos asociativos de las
comunidades portuguesas, en el país receptor realizada por los portugueses o
lusodescendientes, ya sea para afirmar la identidad nacional ligada a sus orígenes
56
portugueses , para ‘’ultrapassar’’ los problemas de inserción del país receptor, o para
revivir las experiencias de vida pasadas que le permitieron revitalizar las redes de
amistad y solidaridad.
Por otro lado, si nos referimos a la construcción de la identidad portuguesa, no
podemos dejar de mencionar el trabajo de Feldman-Bianco (1997). Esta autora
realizó un estudio sobre la reconstrucción de la identidad femenina en la intersección
de culturas y en la memoria cultural en sus trayectorias de vida. Cabe aclarar que la
investigación de la autora se realizó sobre los espacios constitutivos de la vida
cotidiana de portugueses que viven en el sudoeste de Massachussets, Nueva
Inglaterra.
Es importante destacar el concepto de la “saudade” que las portuguesas han
creado sobre la base de sus vivencias personales y el entrecruzamiento de dos
culturas, la americana y la portuguesa.
Feldman (1998) afirma que la incorporación del pasado portugués está
presente en lo americano, característica de enclave de los inmigrantes portugueses
en cualquier parte del mundo; o sea, representaciones simbólicas y prácticas
sociales del Portugal natal, reproduciendo de esta forma “fotografías de los tiempos
57
y espacios vividos” que reconstruyen sus identidades individuales en un espacio
transnacional.
Svetlitza de Nemirovsky, González y Beordi (1997), realizaron un análisis de la
dinámica de la estructura productiva agropecuaria del partido de La Matanza, desde
la década del cuarenta hasta la actualidad.
En este proyecto se trabajó, además, con la problemática que el impacto del
proceso de expansión de una gran metrópoli, Buenos Aires, tuvo sobre las
actividades agropecuarias del área periurbana, considerando a los portugueses
como actores sociales involucrados en el proceso productivo.
Sobre la base de una perspectiva sociohistórica se analizaron dos momentos
de la producción agropecuaria de La Matanza. Una primera observación dentro de
las conclusiones fue que, a pesar de las modificaciones del partido en los sectores
productivos, la horticultura se mantiene como un modelo históricamente presente.
Entre 1947 y 1960 se produce el mayor crecimiento demográfico de los
partidos del Conurbano bonaerense, al mismo tiempo que desciende la población
rural del país. En este período la industria se transforma en eje del desarrollo de la
Argentina.
58
En el contexto de expansión industrial y urbanización, crecimiento poblacional
y fácil acceso a la propiedad de la tierra en razón de su bajo precio, los inmigrantes
portugueses ingresaron en un proceso de acumulación que les permitió convertirse
en propietarios rurales, y actualmente dominar la producción hortícola del partido de
La Matanza.
En síntesis, la inserción laboral de los inmigrantes portugueses que se
insertaron en el área rural, una vez que arribaron a la Argentina, fue su contratación
como peones en los partidos bonaerenses de La Matanza, Merlo, Cañuelas, Gral.
Rodríguez, Ezeiza, La Plata (Villa Elisa), donde trabajaron para propietarios
argentinos, japoneses y, principalmente, italianos. La etapa siguiente fue el
arrendamiento, mientras
ahorraban para acceder a pequeñas y medianas
fracciones, hasta llegar a una cierta acumulación que finalmente los convirtió en
propietarios, adquiriendo tierras a italianos y argentinos, como es el caso del loteo de
la estancia Ezcurra-Medrano de Virrey del Pino o las tierras que el Colegio La Salle
tenía y arrendaba en la ciudad de González Catán.
Actualmente los portugueses son propietarios de explotaciones en el sector
rural de las localidades de Virrey del Pino, 20 de Junio, González Catán e Isidro
59
Casanova, pertenecientes al partido de La Matanza, dominando la producción
hortícola en este distrito bonaerense.
En un segundo proyecto de investigación (Svetliza de Nemirovsky, González,
Beordi, 1999) se realizó un análisis de las etapas de inserción de los portugueses de
La Matanza en la estructura socioeconómica: los que se fueron incorporando a la
producción hortícola y de ladrillos así como al sector servicios ofrecen una similitud;
primero, trabajaron como mano de obra no calificada, luego con los ahorros que
habían logrado se asociaron entre varios portugueses y con la ayuda de un coétnico
organizaron pequeñas empresas, arrendaron tierras y posteriormente se convirtieron
en propietarios. El acceso a la propiedad inmobiliaria ha sido el elemento de ascenso
social de los inmigrantes.
Una de las características principales de este flujo migratorio es la
inestabilidad; se destacan dos etapas del arribo a nuestro país. La primera puede
situarse entre los años 1926 y 1930 y la segunda desde 1950 hasta 1960, siendo en
ésta última entre los años 1958 y 1959 el período en que mayor cantidad de
inmigrantes se afincaron en La Matanza.
En las conclusiones se sugiere que la causa de elección en la migración
portuguesa hacia la Argentina no fue espontánea. Estuvo condicionada por el
60
rechazo de los tradicionales países receptores de inmigración, excepto Brasil, y por
la existencia de activas redes de interacción social que la promovieron como un país
donde rápidamente se lograba un buen nivel de acumulación. Fueron justamente
dichas redes sociales, junto con una intensa devoción a la Virgen de Fátima, lo que
hermanó a todos los emigrados.
61
CAPITULO 5
TRANSFORMACIONES
ECONÓMICAS
Y
SOCIALES
DEL
PARTIDO DE LA MATANZA 1940 - 1960
1 - Crecimiento demográfico del Partido de La Matanza
Desde la perspectiva de las unidades territoriales, el partido de La Matanza ha
sido incluido en el Area Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), el Conurbano
bonaerense y el Gran Buenos Aires.
Sobre la base de un criterio administrativo político, el AMBA se consideraba
conformado por la Capital Federal y diecinueve partidos provinciales hasta el año
2000: Avellaneda, Almirante Brown, Berazategui, Esteban Echeverría, Florencio
Varela, General San Martín, General Sarmiento, La Matanza, Lanús, Lomas de
Zamora, Merlo, Morón, Moreno, Quilmes, Tigre, Tres de Febrero, San Fernando, San
Isidro y Vicente López. (Lattes, A y Recchini de Lattes 1992); aunque actualmente
son 24 los partidos integrantes del AMBA, ya que tras la división de algunas
jurisdicciones, en los últimos años se crearon nuevos distritos como Hurlingham,
Ituzaingó y Malvinas Argentinas.
62
El crecimiento poblacional y los movimientos migratorios que tuvieron lugar en
la década del cuarenta en el Area Metropolitana de Buenos Aires constituyen
características y factores que introdujeron cambios significativos en el partido de La
Matanza (Svetlitza de Nemirovsky, A. 1997).
Torres (1992), en su trabajo sobre las transformaciones de la estructura
espacial de la ciudad de Buenos Aires sostiene que entre los años 1940 y 1960 tuvo
lugar el aumento de migraciones hacia la Región Metropolitana, vinculada al
surgimiento progresivo de una industria liviana que se ubica en los partidos del
noroeste y sudeste. En esta información que comentamos surge una de las
características de estas transformaciones que van a afectar a los partidos del Gran
Buenos Aires: la urbanización de la población de menores ingresos a partir del
crecimiento de los barrios de loteo, que se produjo principalmente entre 1940 y 1950
como efecto del aumento de la fuerza de trabajo urbana.
La densificación central es otra característica del período y tiene relación con
el acceso a la propiedad de departamentos. Este fenómeno se produce a partir de
1948 y va a extenderse a la casi totalidad de la Capital Federal y a los centros
importantes de los partidos del Gran Buenos Aires.
63
A fines de la década de los cuarenta se produce un proceso de ascenso social
generacional e individual con acceso a la pequeña propiedad, resultado de la
consolidación de los barrios suburbanos, formados estos por pequeñas fracciones
de tierra que, como se dijo anteriormente, además de precios económicos
generalmente fueron vendidos en mensualidades.
Asimismo, las migraciones que tuvieron lugar entre los años 1935 y 1945 en el
país contribuyeron a más de la mitad del crecimiento demográfico total del AMBA.
Lattes y Recchini de Lattes, Zulma (1992) en su trabajo sostienen que a partir de la
década del treinta la migración neta de argentinos constituyó más de la mitad del
crecimiento demográfico total del AMBA. Si a esa migración se le suman los
extranjeros, el peso de toda la migración neta aumenta a más del 80 por ciento.
Otro hecho a destacar es que las mujeres ya son mayoría entre los migrantes.
En efecto, la razón hombres-mujeres de la migración neta, argentinos más
extranjeros, muestra que en el período 1935 -1947 hay un estimativo de 100
migrantes mujeres por cada 90,3 migrantes de hombres. También es de destacar
que predominan las mujeres en el balance en el crecimiento vegetativo.
Es de señalar, como formulan Lattes y Recchini de Lattes (1992), que la
Capital Federal a principio del siglo XX tuvo una proporción de extranjeros algo
mayor que los partidos del Gran Buenos Aires; mientras que, por el contrario, los
64
extranjeros al igual que la población nativa del país llegaron al AMBA a partir de
1935 y se radicaron mayoritariamente en los partidos del Gran Buenos Aires.
Observamos en el siguiente cuadro las variaciones de crecimiento
poblacional, teniendo en cuenta las etapas cronológicas en que se produjeron estos
cambios.
Cuadro 1. Análisis del crecimiento anual del Gran Buenos Aires, desde fines del siglo XIX hasta
la década del cuarenta.
Años
Total
Saldo Inmig. ext.
Saldo Inmig. Inter.
Saldo vegetativo
1895-1914
65.000
+ 30.000
8.000
37.000
1914-1936
66.000
+ 11.000
--
--
1936-1943
85.000
- 11.000
72.000
24.000
1943-1947
142.000
- 15.000
117.000
40.000
Fuente: Rapoport, Mario, y colaboradores, 2000.
A partir de 1940 los protagonistas del proceso de cambio y crecimiento serán
los nuevos migrantes rurales - urbanos y en menor escala otra generación de
extranjeros que irán arribando a Buenos Aires. A diferencia de la inmigración de
principio del siglo XX, que en su mayoría estaban formada por italianos y españoles,
las nuevas oleadas migratorias provendrán también de otros países de Europa:
serán polacos, húngaros, yugoslavos, alemanes, portugueses.
65
MAPA 2. Área periurbana según el Censo Población 1947. Partido de La Matanza. Fuente:
Torres, Horacio, en Cambios en la Estructura Socioespacial de Buenos Aires a partir de la
década de 1940. Pág. 164.
66
Los mapas de 1947 y de 1960 del partido de La Matanza muestran la
aparición y el progresivo avance durante las décadas de 1940 y 1950 de un patrón
específico de suburbanización, caracterizado por la expansión hacia la periferia de
las zonas de bajo nivel socioeconómico (NSE) y, como contrapartida, la
consolidación
de
las
características
centrales
de
la
zona
de
alto
nivel
socioeconómico.
Teniendo en cuenta lo anterior, veamos a continuación las etapas de crecimiento
demográfico de La Matanza, desde la década de 1940 hasta nuestros días.
Cuadro 2. Evolución de la población. La Matanza 1947-1992
AÑO
POBLACIÓN TOTAL
DIFERENCIA
1947
98.471 hab.
----
1960
401.738 hab.
308%
1970
659.193 hab.
64%
1980
949.566 hab.
44%
1992
1.121.298 hab.
18%
Fuente: Nemirovsky, A. 1997
Como se puede observar en el Cuadro 2, es significativo el crecimiento
demográfico ascendente en las tres décadas siguientes a 1960; asimismo,
los
67
porcentajes, si bien se incrementan, no reflejan la complejidad del proceso socioeconómico que tuvo lugar entre 1947 y 1960.
Torres (1992) sostiene que a partir de 1960 se produce el definitivo
agotamiento del proceso de urbanización basado en loteos económicos, que estaba
asociado al acceso a la pequeña propiedad periférica por parte de los sectores de
bajos recursos. Es significativo que el importante aumento de propietarios que se
produce en los partidos del Gran Buenos Aires entre 1947 y 1960 y que alcanza
según el análisis de Torres el 67,2 por ciento, se mantenga en estos mismo valores
en 1970. Tampoco mejora sustancialmente la habitabilidad de las zonas donde se
produce ese proceso de suburbanización, es decir, las zonas de expansión surgidas
durante las décadas de 1940 y 1950.
Entre tanto, las corrientes migratorias internas se intensifican entre 1960 y
1970, aumentando el porcentaje de personas que vivían fuera de su provincia natal
al 24 por ciento. Aquí es importante destacar que el mayor porcentaje de estos
inmigrantes se asienta en el Gran Buenos Aires.
Para Torrado (1992), entre 1947 y 1960 se desarrolla en la Argentina el único
período de aumento del empleo industrial. Estos movimientos poblacionales internos
impusieron a las grandes aglomeraciones urbanas la necesidad de crear empleo. El
68
total de nuevos puestos de trabajo se divide entre un 46% para la clase media y un
56% para la clase obrera. El aumento de la clase media industrial se debe a la
expansión de su estrato asalariado, compuesto por un 94,3% de empleados
administrativos; junto a ellos surge una nueva clase de empresarios industriales, de
distinto origen a la desarrollada en décadas anteriores, reclutados en sectores de
clase media-alta que rápidamente se incorporan al sector industrial.
Afirma Newton que según el censo de población del año 1960, el partido de
La Matanza tenía una población de 401.378 habitantes. Pero ya en 1963 la cantidad
se elevaba en un diez por ciento, lo cual significa unos 438.000 habitantes,
convirtiéndose en esa época en el distrito que ocupaba el primer lugar entre los
partidos de la provincia de Buenos Aires por su numerosa población, superando
inclusive a Lanús, Avellaneda, San Martín y Vicente López. Como podemos apreciar
en el siguiente cuadro 3, la singularidad que muestra con respecto al cuadro anterior
es el detalle de crecimiento poblacional del partido de La Matanza por localidades
específicamente, complementando de esta forma la información local.
Cuadro 3. Datos del Censo de 1960, por localidades y crecimiento poblacional del Partido de La
Matanza.
LOCALIDAD
HABITANTES
69
San Justo
72.758
Ramos Mejía
84.960
Tablada
64.262
Villa Madero
41.891
Isidro Casanova
42.697
Laferrere
24.521
González Catán
12.447
Tapiales
8.644
Villa Luzuriaga
20.741
Aldo Bonzi
7.863
Rafael Castillo
6.689
Virrey del Pino
2.171
20 de Junio
200
Fuente: Newton, Jorge. El Partido bonaerense de La Matanza 1960
2 . El desarrollo industrial y de servicios
70
En los años treinta, La Matanza continuaba siendo un partido agrícola ganadero
con pequeñas zonas industriales en sus límites con la ciudad de Buenos Aires. Según el
historiador Newton (1960), en la ciudad de San Justo en 1935 había sólo 25 pequeños
establecimientos industriales y 135 industrias en el resto del distrito matancero.
En ese mismo año el intendente de La Matanza, Agustín De Elía, liberó de
impuestos por diez años a todas las industrias que se radicasen en el municipio, con
ciertas condiciones, como que tenían que hacerse cargo de la construcción de
caminos que permitieran el mejor acceso de las localidades del partido con la Capital
Federal. También, en esa época quedó construida la Avenida General Paz, que se
complementaba con la Ruta Nacional 3 que cruza las tierras de La Matanza en su
extensión más amplia.
Además de los factores mencionados, se disponía también de tierras baratas;
en 1935 se lotearon las principales localidades del partido, como las zonas que hoy
forman los centros cívicos de Isidro Casanova y San Justo; asimismo se realizaron
las ventas y fraccionamiento de la ciudad de Ramos Mejía, como también la
instalación de las principales fábricas e instalaciones industriales, entre ellas: la
Hilandería Danubio. En octubre de 1936, los avisos publicitarios de la casa de
remates Bravo Barros y Cía. anunciaba de este modo los adelantos del lugar: “... es
71
excelente el servicio de trenes eléctricos combinados con el subterráneo, y con
frente a la gran arteria convertida en una espléndida Avenida de actividades
múltiples. Sitio inmejorable para vivir ...”. Otros establecimientos que se ubicaron en
la zona fueron la Fluor Hídrica y la Papelera San Justo.
Otros lugares atravesaban el mismo proceso de urbanización dentro del partido
de La Matanza, como las localidades de Laferrere, Lomas del Mirador y González Catán.
Por la promoción publicitaria de los lotes ofrecidos a la venta en remates nos
enteramos que “a una cuadra de la calle Tacuarí pasan los colectivos que van a
Liniers y a Villa Luzuriaga, la zona está rodeada de establecimientos textiles en plena
actividad y próximos a la Avenida de Mayo y a la Avenida Rivadavia”; y agregaban:
“Barrio en completa transformación..., lotes que se prestan admirablemente para
edificar chalets y casas de familia”.
En síntesis, a través de la interpretación de los documentos y la bibliografía
consultada, podemos señalar que a fines de la década del treinta se establece otra
etapa de grandes loteos acompañada por los cambios propios de las ciudades de La
Matanza.
Jorge (1986) afirma que, durante este período, este proceso incorpora al país
un nuevo sector social constituido por cientos de miles de flamantes obreros,
72
provenientes en su mayoría del sector rural, pero también de los contingentes
inmigrantes de clase media que huyeron de Europa en vísperas o durante la
Segunda Guerra.
Gimenez (1995) menciona en su trabajo que en las décadas de los cuarenta y
cincuenta ya son varias las industrias que se habían instalado en el partido. Incluso
en los informes publicados en el periódico local Eco del Oeste figuran estos datos
que indicamos así como también forman parte de los anuncios de venta de
propiedades de la firma Bravo Barros y Cía., en los que se mencionaban
concretamente: ubicación del inmueble en venta y los servicios públicos y el
transporte de la zona y, por ejemplo, se comentan las “ventajas” de localidades como
San Justo y Ramos Mejía, localidades presentadas como lugares codiciados o
solicitados del Oeste por las construcciones, por el progreso urbano y por la
instalación en la zona de fábricas textiles y talleres en plena actividad; esto, como un
importante referente económico del momento, particularmente desde fines de la
década de los treinta y a comienzos de los cuarenta.
En relación a esta temática, además de la ya mencionada hilandería y
tejeduría Danubio, podemos referirnos al funcionamiento por esos años de la fábrica
de toallas Roberti-Bossi junto otras que estaban todavía en construcción.
73
Según Newton (1960), para la década de los sesenta había en el partido de
La Matanza unos seis o siete mil talleres y fábricas, destacándose las actividades
industriales como metalúrgicas y la fabricación o armado de automotores y tractores
junto a otras especialidades dedicadas a diferentes grupos de producción como la
electromecánica y la química; asimismo, se fundaron frigoríficos, fábricas de cartón y
papel y productoras de aceites comestibles; fábricas de soda, jabones, cocinas,
calefones, elaboradoras de medicamentos, transportadores eléctricos y, por
supuesto, los establecimientos dedicados al ramo textil, como las hilanderías y
fábricas de arpilleras y yute, así como los emprendimientos dedicados a la provisión
de materiales para la construcción, como los hornos de ladrillos y las fundiciones de
hierro.
Es de destacar que 1951 se había fundado la Cámara de Industria y
Comercio, en la cual participaron entidades particulares como Establecimientos
Metalúrgicos Santa Rosa, Jabón Federal, Monofort, Textil Oeste y pinturerías
Pavloff, entre otras.
Las ciudades de San Justo, Isidro Casanova, González Catán, Lomas del
Mirador y Ramos Mejía se desarrollaron intensamente en las décadas del cincuenta
y sesenta. En relación con las actividades del comercio del partido, podemos referir
que las calles y avenidas más importantes fueron Provincias Unidas, San Martín,
74
Emilio Mitre, Avenida de Mayo, en San Justo, mientras que en Ramos Mejía el
comercio quedaba centralizado en la Avenida Rivadavia y parte de Avenida de Mayo.
Hacia el interior del municipio, desde San Justo hasta González Catán, la Ruta
Nacional 3 ya era por ese entonces una importantísima vía comercial en casi su total
extensión.
Además,
al
margen
de
estos
centros
comerciales,
estaban
desarrollándose otros barrios, como Villa Constructora en la localidad de San Justo ,
Villa Luzuriaga y Villa Insuperable en Ramos Mejía .
En los años sesenta, afirma Newton, las actividades económicas del partido
de La Matanza fueron la consecuencia de un acelerado proceso industrial que se
encargó de generar, paralelamente, un gran desarrollo comercial, acompañados por
otros factores como la abundancia de capitales, la llegada de trabajadores de otros
lugares, la valorización de la tierra y el crecimiento de los loteos, sistema por el que
se generaron nuevos barrios fuera de los centros tradicionales más urbanizados del
partido.
CAPITULO 6
LAS MUJERES PORTUGUESAS DE LA MATANZA
75
Como se dijo en párrafos anteriores esta investigación aborda la temática de
la inserción de la mujer portuguesa en el mundo del trabajo en el partido bonaerense
de La Matanza entre 1940 y 1960.
En este capítulo se ofrece en primer lugar una breve información sobre la
migración portuguesa a nuestro país para luego proceder a un análisis de las
características más importantes de la comunidad portuguesa femenina de La
Matanza, desde una perspectiva diacrónica.
Los estudios de corrientes migratorias generalmente analizan al grupo social
migratorio en su conjunto y analizan el tipo y forma de inserción de la migración
masculina más que examinar el rol de la mujer migrante, quizás porque según los
datos contenidos en los registros de emigrantes puede establecerse que,
tradicionalmente, los varones en su mayoría partieron solos en busca de
oportunidades de trabajo, sobre todo a fines del siglo XIX y principios del siglo XX.
Aunque hay que señalar que algunos estudios han mostrado que existieron
diversas tipologías en la composición del flujo migratorio, en algunos casos dominó
la migración temporaria de hombres solos, en otros la migración masculina primero y
la reunificación familiar después. En este último caso se encuadra la migración
portuguesa en la Argentina. El flujo migratorio portugués hacia la Argentina, aunque
76
diverso en volumen, fue continuo, desde la época colonial hasta mediados del siglo
XX.
Cuadro 4.
Saldo de la inmigración portuguesa a Argentina por etapa de llegada 1857 - 1976.
PERÍODO
1857-60
1861-70
1871-80
1881-90
1891-900
1901-10
1911-20
1921-30
1931-40
1941-50
1951-60
1961-70
1971-76
SALDO MIGRATORIO
117
294
402
1.151
672
6.142
7.326
17.206
1.308
2.899
6.871
800
- 100
Fuente: Dirección Nacional de Migraciones, Argentina
La ciudad de Buenos Aires fue el principal destino para los inmigrantes
portugueses que llegaron a nuestro país a comienzos del siglo XX. Posteriormente
comenzaron a establecerse en otras zonas del país, como los partidos del Gran
Buenos Aires, los alrededores de La Plata, Comodoro Rivadavia, Mar del Plata, La
Pampa y la zona rural de la provincia de Buenos Aires como Carlos Tejedor,
Saliqueló, Timote.
En general, como lo afirmamos anteriormente, en cada una de las corrientes
migrarias fue dominada en sus etapas más tempranas por flujos de hombres
solteros, jóvenes, mayormente, o casados que dejaban sus familias en el lugar de
77
origen. Estas características se observaron en los portugueses que arribaron a
nuestro país, los que más tarde concretaban la reunificación familiar, tendiéndose a
equilibrar así la composición por sexos. No obstante, siempre se mantiene el
predominio masculino. En el caso de los portugueses que llegaron a la Argentina,
esta tendencia tiende a modificarse en forma más acentuada en la migración de
posguerra, 1945-1955, cuando tuvo lugar la llegada de mujeres solas. Entretanto,
según Miguez (1999), la modalidad de familias enteras emigrantes portuguesas se
registra en otras regiones, como por ejemplo en San Pablo, Brasil, donde el estado
estimulaba este tipo de inmigración.
Muchos portugueses que se instalaron en la Argentina aparecen con
frecuencia formando familias extensas: hermanos u otros parientes de alguno de los
cónyuges que comparten el hogar hasta que logran conformar su propia unidad
doméstica. Esto ocurre especialmente en la década de los treinta.
Para la mujer inmigrante portuguesa el matrimonio es su estado natural. Las
pautas de conductas más conservadoras son traídas de su país de origen y son
reproducidas en la sociedad receptora. Un control social más firme por parte de la
comunidad étnica y la escasez de mujeres dentro de estas comunidades, tiende a
que la nupcialidad sea altísima entre los inmigrantes y la edad del matrimonio casi
78
siempre muy temprana. Las mujeres portuguesas estuvieron sujetas a la tutela de
su padre, hermano o marido.
La familia portuguesa es básicamente patriarcal, observándose esta
característica en los inmigrantes de las décadas de los cuarenta y cincuenta que se
establecieron en el Gran Buenos Aires, específicamente en el partido de La
Matanza. Así, a diferencia del hogar criollo, la jefatura femenina del hogar extranjero
es un fenómeno infrecuente, salvo en el caso de mujeres viudas con hijos adultos y
que continúan el mismo negocio, ocupación o trabajo del cónyuge fallecido.
A través de la experiencia obtenida en estos últimos años de investigación y
en el trabajo de campo realizado en el partido de La Matanza, se fue construyendo
un registro sistemático de datos, instituciones portuguesas y de los diferentes
ámbitos de trabajo donde se desempeñó la mujer portuguesa. Podemos distinguir
dos grupos etarios bien diferenciados: el primero corresponde a mujeres entre 59 y
65 años y el otro de mujeres de 68 a 75 años.
En La Matanza, en la década de los cuarenta y, particularmente, en la década
de los cincuenta, será más estable la presencia de un interesante porcentaje de
mujeres portuguesas provenientes de dos zonas o regiones diferenciadas; del norte,
79
de Tras-o-Montes, Guarda, Beira Baxa, Beira Alta, Oliveira do Hospital; y del sur, el
Algarve y muy excepcionalmente originarias de ciudades como Oporto o Lisboa.
Entre las mujeres portuguesas de La Matanza podemos diferenciar dos
grandes grupos:
Las mujeres que arribaron a la Argentina en las décadas de los treinta y de los
cuarenta, que generalmente fueron a trabajar junto a sus esposos, padres o
hermanos mayores; es decir, casi siempre al lado de una figura masculina y familiar
y por lo tanto se socializaban fundamentalmente con integrantes de la familia nuclear
o extensa y con coétnicos. Su actividad estaba centrada dentro del sector rural
porque trabajaron y se relacionaron dentro del hogar o en el ámbito rural como en la
producción hortícola y hornos de ladrillos.
Hemos comprobado que las integrantes de la primera oleada migratoria
femenina habían tomado la decisión de viajar a la Argentina no por resolución
propia, si no siguiendo de algún modo a un miembro de la familia de origen. Es poco
frecuente que mujeres portuguesas llegaran a Argentina antes que sus maridos no
hubiesen tenido ninguna experiencia laboral previa; generalmente se unen a sus
maridos cuando éstos habían tenido un relativo éxito, al menos el suficiente para
pagar
el
80
traslado
en barco e instalación de su familia. Algunas dejaban
propiedades -tierras, si tenían- en Portugal y daban algún tipo de poder para
administrar los bienes a un familiar.
No es el caso del segundo grupo de las mujeres portuguesas que arribaron a
nuestro país durante la década de los cincuenta. Los datos obtenidos establecen
que podían viajar para reencontrarse con parte de su familia, pero también tenían
otras motivaciones en el momento de la toma de la decisión de migrar, como
establecerse en un nuevo país y alcanzar un mejor nivel de vida trabajando fuera del
ámbito doméstico, como el caso de las portuguesas de La Matanza que se
insertaron como costureras y obreras textiles, aunque algunas hallan trabajado
también en la zona rural.
En una comunidad como la portuguesa, compuesta por núcleos familiares y
redes parentales que emigraban en "cadena", la inserción de las mujeres debía
realizarse aparentemente sin traumas iniciales. Una vez que llegaban a Buenos
Aires algunas de estas mujeres se reencontraban con los maridos, con los cuales
hacía ya unos años que estaban casadas. En otros casos, las que se habían casado
recientemente por "poder", en su mayoría, concretaban la ceremonia religiosa de
matrimonio una vez instaladas en la Argentina, sobre todo las que iban a
establecerse en el área rural de La Matanza, donde, según los datos que hemos
obtenido, era común que realizaran el oficio religioso en la Iglesia San Mauricio, en
81
González Catán. Allí había sacerdotes italianos y en aquellos tiempos el templo
pertenecía a un convento de monjas.
Los barrios donde se instalaban las familias portuguesas tenía como vecinos
a inmigrantes de otras nacionalidades, como italianos, polacos y españoles. En el
caso de los italianos, se había establecido con ellos una relación mas estrecha, ya
que la mayor parte de la tierra en zonas rurales en La Matanza era propiedad de
ellos.
Fue muy conocida por los años treinta una extensa quinta llamada Los
Boninos, en San Justo, en la cual trabajaban muchos portugueses como peones en
esa época. También, otra zona muy conocida por entonces -donde la tierra también
se arrendaba- eran los terrenos cercanos al casco de la estancia Peregrina, en la
Ruta 3, Km. 20. Otro sitio conocido por la cantidad de hectáreas que arrendaban los
portugueses en González Catán era propiedad de los sacerdotes del colegio
Lassalle.
En relación con la edad de las inmigrantes hemos establecido cuatro grupos
etarios:
A) Las niñas portuguesas que vinieron con sus familias que aún estaban en edad
escolar.
82
B) Las jóvenes solteras que normalmente habían venido sin su familia de origen pero
acompañadas por vecinos o paisanos y habían abandonado o en algunos casos
finalizaron la escuela.
C) Las mujeres en proceso de matrimonio, o sea aquellas para las cuales el
casamiento y la migración estaban interrelacionadas, ya sea porque habían migrado
con la intención de casarse inmediatamente cuando llegaran a la Argentina o
estaban casadas por poder.
D) Las casadas y viudas, que generalmente tenían hijos.
En el caso de las familias portuguesas que emigraron a nuestro país entre los
años treinta y cuarenta, es de destacarse que no volvieron a ver a su familia en
Portugal. El único contacto que existía era a través del correo, por cartas y fotos.
Pero quienes arribaron a la Argentina a fines de los años cincuenta en general
tuvieron la oportunidad de reencontrarse con parte de su familiares, en ocasión de
hacer viajes a Portugal, después de unos años de residencia en la Argentina.
La mayor parte de estos núcleos familiares que llegaron en la década de los
cincuenta se establecieron en el partido de La Matanza, sin hacer una escala en
otros distritos de la provincia de Buenos Aires como sí lo había realizado el flujo
migratorio anterior. Este grupo en general empezó a trabajar en las quintas, aunque
83
algunos portugueses después se dedicaron a actividades comerciales, de servicio y
fabril.
Las localidades de La Matanza donde se asentó la mayor población
portuguesa entre las décadas de los cuarenta y los sesenta fueron y siguen siendo
actualmente Isidro Casanova, González Catán, Villa Luzuriaga, Virrey del Pino, Villa
Constructora y 20 de Junio. En su mayoría trabajaron en la actividad hortícola, en
hornos de ladrillos, en la producción de flores y, en menor medida, en el sector
comercial. Es de destacar que Isidro Casanova es actualmente la ciudad con mayor
número de habitantes portugueses.
En la entrevista realizada a Alcina S., nos relataba sobre las primeras labores
de trabajo que realizaron ella y su marido.
... A fines de la década del cincuenta y principios de los años sesenta aparte
de la producción hortícola, que era la principal, se desarrollaba muy bien sobre la
actual Avenida Don Bosco una importante explotación de floricultura, adonde
trabajaba junto a mi esposo y mis cuñados. Me acuerdo que el área de explotación
llegaba casi hasta donde se instaló el Distrito Militar, en Ramos Mejía: abarcaba la
tierra cultivada en forma lindante a las calles Brandsen, Triunvirato y Guido Spano.
También se dedicó a la floricultura una zona semi triangular que formaba una quinta
84
entre las calles Alvarado, Tacuarí y Avenida de Mayo. Así es que el cultivo de flores
comprendió zonas de Villa Luzuriaga y Ramos Mejía. Los dueños eran italianos y los
portugueses que allí trabajábamos éramos arrendatarios.
La mayoría de las mujeres que se establecieron en la Argentina provenían del
norte portugués, comúnmente de zonas rurales donde sus familias habían sido
agricultores. Allí cosechaba principalmente centeno, trigo, porotos, papa, aceitunas;
igualmente trabajaron para cuidar las pasturas para la cría de ovejas. Algunos
arrendaban la tierra, otros eran pequeños y medianos propietarios. Algunos, se
dedicaban a realizar labores complementarias, al sector agrícola, como la fabricación
de canastos de mimbre.
Por otra parte, los inmigrantes portugueses que provenían de ciudades se
dedicaron a la metalúrgica, la albañilería, la peluquería, la gastronomía y al más
variado tipo de comercios, y las mujeres al servicio doméstico.
Las mujeres portuguesas que hemos entrevistado provenían de Beira Baxa,
Beira Alta, Tras os Montes, Aldea Vicosa, pertenecientes al distrito de Guarda;
Malpapao Oliveira do Bairro, Mangualde das Cerro, Santa María de Arnollo, de la
provincia de Miño; y, en menor medida, de la región de Algarve, del sur del país.
85
Foto Documentación 1. Pasaporte portugués de Ana do Espiritu Santo Guerra de Lourenco,
nacida en Julio de 1908 en Orco Guarda Beira Baesca
El transporte utilizado para trasladarse al nuevo país de residencia fue el
barco. De acuerdo con los pasaportes que tuvimos oportunidad de consultar, los
nombres de los barcos eran Monterrosa y Capellonia; otros, Salta y Yapeyú,
argentinos, y varios de origen inglés, como H. Princess, Highland, Highland Patriot,
Highland Monarch, Highland Ckefftime, Haybrd. La duración del viaje era de quince
días por lo menos.
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Foto Documentación 2. Pasaporte portugués masculino
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La mayor parte de los inmigrantes portugueses se vieron obligados a emigrar
por la precaria situación económica en su país, tanto en el ámbito rural como en las
ciudades. Durante los años de mayor flujo de portugueses a la Argentina, desde
1920 a 1959, estaba en el poder el General Oliveira Salazar. El testimonio de
Gracelina Almeida es el mas elocuente: “en aquellos tiempos la vida era terrorífica,
no se podía hablar, los obreros lloraban, algunos se exiliaban, no había protección ni
leyes. Con la Segunda Guerra se estableció un racionamiento muy controlado. Los
jefes de familia tenían una libreta. Los comercios no iban bien, sobre todo los
comercios como almacenes o bares. Había cupo para determinados alimentos como
el azúcar, el aceite, por ejemplo; escaseaba el combustible y se cocinaba con
carbón. Eran altos los impuestos al azúcar y al café. El gobierno no dejaba salir del
país a los portugueses que no tuvieran carta de llamada de otro país, ni siquiera
para ir a las colonias portuguesas. En Lisboa incluso existía una situación crítica de
vida en los años 1945 y 1946. No había trabajo. Se sufría porque la inflación era
constante. La papa y el arroz eran también alimentos que estaban racionados.
Imagínese que si esto era así, como sería en las aldeas, en el campo. Recuerdo que
papá tenía la libreta y tenían como planillas con cuadritos donde se marcaba lo que
se compraba”.
Otro testimonio, el de María Joao Da Paz, nos relata que a fines de los años
cincuenta la idea o el deseo de emigrar estaba instalado por la guerra de África: “el
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gobierno alistaba a los hombres más jóvenes, por eso era común que quisieran irse
del país o que desertaran y se escondieran a veces en las aldeas donde hay muchas
montañas, con el peligro de que la Guardia Civil los fusilara. Era duro vivir, incluso en
la década del ´30 la población rural estaba presionada a vender sus cosechas al
gobierno y a cambio le daban ciertas cosas racionadas”.
Sin embargo, para algunas mujeres, el haber dejado su país no fue lo más
justo o feliz. Patricia Oliveira expresó: “ser emigrante es una de las decisiones más
duras que uno tiene que tomar en la vida. A no ser por motivos extremos, como la
gran pobreza, la guerra, las personas nunca tendrían que emigrar. Viajar, sí, conocer
el mundo... El emigrante siempre es una persona descolocada, que no pertenece a
un mismo lugar o una misma cultura. Lo que pasa que en ese tiempo la gente estaba
cansada de una fanática dictadura, que duró medio siglo...”.
Más allá de la nostalgia, todas las mujeres portuguesas que emigraban a
nuestro país tenían en la Argentina un pariente o un conocido a quien no veían hacía
años y establecerse en el barrio quería decir por lo tanto restablecer vínculos
interpersonales que el tiempo había "congelado”. Así se acrecienta la emigración de
mujeres solas y con niños, ya fueran éstas hermanas adultas, tías, abuelas o madres
de los menores; aunque, generalmente venían a reencontrarse con sus maridos y,
en todos los casos, fue necesario para sus establecimientos que existiese en el país
89
de arribo comunidades embrionarias, sobre todo a mediados de la década de los
cuarenta. Esto aseguraba un primer alojamiento adecuado.
Además, la inmigración femenina, por su parte, tuvo un rol fundamental para
conferirle un carácter permanente a la comunidad portuguesa en nuestro país; como
el caso de Alcina Freire de Cabello y su madre:
“... Mi padre -dice Alcina- vino a este país con 20 centavos en el bolsillo en el
año 1923, después retornó a Portugal y se fue nuevamente a la Argentina en 1937.
Estuvimos 22 meses sin recibir ni carta ni dinero de mi papá. Pero recién el 13 de
setiembre de 1947 mi madre y mis tres hermanos llegaban a este país y se
reencontraron después de tantos años, y yo prácticamente no lo conocía a mi papá.
Los primeros días ni me acercaba. El mismo día que llegamos a la noche nos
quedamos en San Justo y al otro día ya nos fuimos donde trabajaba papá con otros
paisanos, en González Catán”.
La mayoría de las mujeres portuguesas adultas llegaba a Buenos Aires con
uno o más hijos en la década de los cuarenta. Según los datos aportados en las
encuestas y entrevistas, a fines de los años cincuenta, para ser más precisos entre
1957 y 1959, arribaron matrimonios jóvenes, sin hijos y casados en Portugal o
casados por "poder", realizándose la ceremonia religiosa generalmente el mismo día
90
de llegada a Buenos Aires pues ya había sido organizada por los coetáneos
establecidos en la Argentina en años anteriores.
En referencia a la inserción en el nuevo país, el principal soporte psicológico
para las portuguesas derivaba naturalmente de la familia.
En el caso de las mujeres adultas que llegaban con dos o más hijos, el tiempo
utilizado para atender a los niños contribuía a disminuir el impacto ante la nueva
sociedad. La relación con el cónyuge tardaba más tiempo en restablecerse; según
las entrevistas realizadas era frecuente una separación como mínimo de dos o tres
años, aunque en otros casos la separación duraba “algunos años”. Este factor era
más común en las mujeres que llegaron al país en los años treinta y cuarenta.
El otro sostén fue sin duda la religiosidad, particularmente de la devoción
mariana, especialmente hacia la Virgen de Fátima. Esta era un refugio para algunas
portuguesas. A veces la soledad podía dejar espacio a la nostalgia, sobre todo en las
mujeres que vivieron en las quintas. Asimismo, el hecho de que no tuvieron
demasiada instrucción y que raramente cruzaran el umbral de sus casas, hacía lento
el aprendizaje de la nueva lengua.
91
A fin de ofrecer una descripción más detallada para nuestra investigación de
las mujeres portuguesas de La Matanza, en el próximo capítulo se señalan las
características de los tres grupos en que hemos dividido a las portuguesas en
relación con el tipo de inserción laboral que tuvieron: quienes permanecieron en el
ámbito doméstico en las quintas, las que trabajaron como costureras y las obreras
textiles.
CAPITULO 6.1
92
LAS MUJERES PORTUGUESAS EN LAS QUINTAS
En la gran masa de inmigrantes europeos que se asentaron en La Matanza
durante y después de la Segunda Guerra Mundial, fueron los portugueses quienes
tuvieron un rol protagónico en el desarrollo de la horticultura del partido, como una
forma de continuidad de las actividades desarrolladas en el país de origen. (Svetlitza
de Nemirovsky, A. et al (1999)
El alto índice de endogamia entre los quinteros ha condicionado en cierta
forma la inclusión de la mujer dentro del proceso productivo. Al mismo tiempo es
interesante señalar la identidad ocupacional de estos inmigrantes que, en forma
lineal, se ha transmitido de una generación a otra.
El período de adaptación de las portuguesas al nuevo país no era tan
traumático, debido a las continuas atenciones que recibían de sus paisanos. Este
proceso continuaba generalmente con el nacimiento del primer hijo argentino y en
ocasión del ingreso del niño a la escuela primaria. Para las mujeres rurales, esto
significaba por primera vez la posibilidad de socialización con argentinos nativos y,
además, un acercamiento a la lengua castellana introducida al hogar por el hijo. En
este sentido, esta es la razón por la cual muchas mujeres portuguesas hablan
93
correctamente el idioma, a diferencia de otras mujeres que no tuvieron esa
posibilidad.
La vida transcurría centrada en la familia, sobre todo para aquellas
portuguesas que se establecieron en el sector rural de los partidos del Gran Buenos
Aires, puntualmente en el área de las explotaciones hortícolas y de hornos de
ladrillo. Sus vidas y su entorno giraban alrededor de un escenario casi
exclusivamente rural, especialmente en las décadas de los treinta y de los cuarenta.
No fueron fáciles los primeros años; a veces la decepción, la tristeza, la soledad
impuesta por el mismo ámbito en que vivían, ”siempre encerradas dentro de la
quinta”.
Estas mujeres portuguesas que arribaron al país en las décadas del treinta y
cuarenta trabajaban con sus maridos en las quintas además de ocuparse del hogar y
de la crianza de los hijos: ayudaban en la cosecha, lavaban verduras, atendían al
personal masculino con las comidas, se encargaban de la ropa de trabajo. La
mayoría de las mujeres portuguesas de este sector no habían terminado sus
estudios primarios en Portugal.
Virginia Canicais de Moraies nos comentaba: “como era mujer mi padre me
sacó de la escuela, así que tengo hasta tercer grado. Entonces, como le digo, mi
94
padre me puso a trabajar en la quinta con la pala y no dominaba el idioma de acá ...
Mi hermano mayor trabajaba la tierra, pero seguía estudiando...”.
A continuación otro testimonio refleja el sacrificio, en los primeros años, de las
mujeres que estaban en las quintas, como el de María Domicilia que relataba: ...”en
Europa no había alambrado si no cercas de piedras y me acuerdo que miraba y me
asombraba con el alambrado de púas, que dividía los terrenos. Trabajábamos con
espárragos, zanahorias, hacíamos con mi hija ataditos de verdura que se vendía
posteriormente al Spinetto o al Abasto, pero este último mercado pagaba menos. La
casa era de chapa, piso de tierra, no había luz en los primeros tiempos. Estabamos
cerca de un tambo. Lo único que me ponía contenta en esos días era poder ver,
desde la quinta, la cruz de Colegio Lasalle, que eran veinte cuadras caminando para
ir a misa...”.
Muchos testimonios de estas mujeres portuguesas o de sus hijas se refieren a
la vergüenza por no poder hablar bien el castellano. Algunas de ellas afirmaron que
se ayudaban entre sí para aprenderlo.
Junto al aislamiento, otro factor que complicaba el aprendizaje del idioma
castellano era el uso constante del idioma portugués. Cuando los hijos comenzaban
la escuela primaria, tenían inconvenientes porque utilizaban y combinaban
95
simultáneamente los dos idiomas. Además, en comparación con los hombres, las
portuguesas del sector agrario tenían mayores dificultades en el aprendizaje del
castellano, porque era limitada la socialización con otras personas que no fueran
coétnicos. Esto no sorprende, si se tiene en cuenta que en las décadas del treinta y
cuarenta recién se estaban loteando las zonas urbanas del partido de La Matanza y
que, por lo tanto, las localizaciones de quintas u hornos de ladrillos estaban alejadas
de las ciudades. En ese sentido, son unánimes los testimonios que afirman que
prácticamente no existían comercios cercanos a las quintas, ni habían líneas de
transporte colectivo de pasajeros que llegaran hasta las inmediaciones del sector
rural.
Concepción explicaba su situación de adaptación en las quintas: ”...llegué en
el año 1951 a la Argentina con mi hermano Manuel. Me costó aprender el idioma,
casi más de un año. Lavaba ropa en la quinta y hacía la comida para veinte
hombres, fue ahí donde conocí a mi marido, con quien me casé precisamente el día
que murió Evita. Trabajamos la tierra con mi marido ... era muy duro, teníamos un
arado viejo tirados por caballos. ...Algo que me llamó la atención cuando llegué a
este país era ver tomar mate; no me gustaba, porque no entendía el motivo de
chupar de ese cañito. A pesar de haber extrañado la tierra portuguesa, hoy después
de tanto tiempo, me siento argentina también...”.
96
Con referencia a las carencias sufridas en ese tiempo, el testimonio de la
señora de Rodrigues Da Cruz, de González Catán, en cierta forma refleja la
experiencia general de las portuguesas rurales del partido de La Matanza, fue ella
quien nos relató en su quinta: ...”por ese entonces, y ahora también, las calles eran
de tierra, pero aparte los proveedores venían a nuestras casas y a la quinta que
estaba en el mismo lugar; y en determinados días los repartidores nos vendían el
pan, la carne, el pescado, incluso vendían ropa; y si queríamos salir teníamos que
caminar fácil 20 cuadras hasta llegar a la ruta, donde pasaban dos colectivos en el
día..., hasta para ir a misa debíamos hacerlo caminando unas cuantas cuadras
porque no había cerca ninguna capilla. Los hombres iban a la ruta a llevar la
mercadería en carro, pero a veces era un lío porque cuando llovía se atascaba todo.
Casi siempre iban al Km. 28 y de ahí los intermediarios en un camión fletero, que se
encargaba de todas las quintas de alrededor, lo llevaban al mercado de Abasto o al
Spinetto, o a veces a Liniers... Igualmente con la escuela, había que ir a otra
localidad o si no como hizo después de algunos años don Julio Pires a fines de la
década del cincuenta en Virrey del Pino, que reunió los quinteros de la zona, sobre
todo las quintas que están atrás de la Mercedes Benz, y ellos mismos construyeron
la escuela rural que ahora se llama la 135, donde las maestras eran traídas por los
portugueses...”.
97
En general, la organización del trabajo en las quintas sigue sustentándose
sobre la base de la integración de todos los miembros de la familia, incluidas las
esposas e hijos como se pudo
comprobar durante el trabajo de campo. A
continuación, a través de una fotografía contemporánea, en la casa-quinta de los
Rodrigues da Cruz, se reflejan las características de la actividad laboral dentro de la
misma familia y a una de las portuguesas rurales más antiguas de González Catán.
Foto Documentación 3. Familia Rodríguez da Cruz en su quinta de González Catán. A la
derecha, María de Rodríguez da Cruz, portuguesa que arribó al país el 11 de enero de 1954
A diferencia de las mujeres portuguesas, que llegaron entre las décadas del
veinte y del treinta, a las familias que arribaron en la segunda posguerra les
98
preocupaba que sus hijos pudieran terminar la escuela primaria. A los niños de la
zona que no asistían a la Escuela Rural Número 135 los trasladaban a localidades
vecinas como Cañuelas, Laferrere y, preferentemente, Isidro Casanova, uno de los
sitios con mayor concentración de residentes de origen portugués en La Matanza y
donde existe el establecimiento educativo más antiguo de la zona, creado en 1916,
la actual Escuela Número 15.
En esa institución, tras acceder a sus archivos tuvimos la oportunidad de
consultar los registros de matrículas, pases y retiros de alumnos, ordenados por
años durante el desarrollo del proyecto: ”Productores portugueses en el Conurbano
Bonaerense. El caso del partido de la Matanza“ (Svetlitza de Nemirovsky, González,
Beordi ,1999). En cada página se podía leer la procedencia del alumno, el apellido,
fecha de nacimiento, nacionalidad y por último un elemento muy importante como los
datos de la nacionalidad de los padres. La mayoría declaraban que su ocupación era
agricultor, quintero, hornero; asimismo, en los registros de los años 1958 y 1959 se
anotaron también otros empleos como obrero y empleado. También pudimos
constatar la cantidad de alumnos portugueses que habían estudiado entre las
décadas de los treinta y de los cincuenta.
En síntesis, las mujeres portuguesas contaban a su llegada con redes de
solidaridad femenina que a veces se extendía más allá del ámbito de parientes y
99
coetáneos, como la ayuda de otras inmigrantes vecinas no portuguesas o los grupos
parroquiales. Fue importante la asistencia confesional del sacerdote católico, para
las mujeres portuguesas de mayor edad, para quienes significo, un cierto alivio al
desarraigo . Muy a menudo la realidad étnica del barrio en las localidades de Isidro
Casanova, González Catán, San Justo, Virrey del Pino, era de hecho compleja, pues
varias familias portuguesas tenían como vecinos a inmigrantes de otras
nacionalidades, especialmente italianos, con quienes debían interactuar diariamente.
Como dueña de casa, la mujer permitió la mejor orientación y rentabilidad de
los recursos, ya sea en relación con la alimentación como con el vestido. Así, estas
mujeres aseguraron por un lado la economía familiar y, por otro, la integración
familiar.
Muchas de las mujeres que actualmente viven en las localidades de Virrey del
Pino y González Catán de La Matanza tuvieron una multiplicidad de roles: esposas,
madres, amas de casa y trabajadoras rurales, ocupación esta última por la que no
recibían ninguna remuneración.
Sin embargo, otras mujeres portuguesas trabajaron afuera de sus casas, en el
sector fabril, consiguiendo imprimir una reorientación en las estrategias de la
economía familiar. Nos ocuparemos de analizar el comportamiento y la inserción en
100
el mercado de laboral de estas mujeres
portuguesas, en el próximo capítulo la
intervención de la portuguesas como mediadora y como actor social, en la medida en
que ella con su trabajo o salario contribuyó a modificar el rumbo de las cosas.
Otro aspecto de inserción social que tuvieron las inmigrantes portuguesas se
relaciona con la práctica religiosa, que se ha dado igualmente entre hombres y
mujeres, ya que los portugueses han sido y siguen siendo una activa comunidad
practicante en términos de participación, de organización socio-religiosa interna.
Siempre han sido integrantes activos de un grupo organizado relacionado con una
pastoral o preparación litúrgica. Esto último ha constituido para muchas mujeres
portuguesas emigrantes una oportunidad indiscutible para su valorización personal o
social.
CAPITULO 6.2
LAS COSTURERAS PORTUGUESAS
101
Tal como se dijo en el capítulo anterior, mientras algunas inmigrantes
portuguesas se dedicaron en nuestro país a las labores domésticas y en su mayoría
colaboraron con los maridos en la pequeña empresa familiar, otras arribaron con un
ideal de mayor progreso. Estas últimas, que constituyen el foco de nuestro análisis,
son las que salieron del ámbito doméstico y se insertaron en diferentes tipos de
trabajos.
En esta categoría pueden reconocerse dos grupos: quienes participaron de la
fuerza de trabajo de establecimientos industriales y aquellas que trabajaron en
talleres de costura. Estos talleres estaban situados en localidades cercanas al
partido de La Matanza, como por ejemplo Liniers o en torno al ferrocarril General
Sarmiento, cuyos trenes utilizaban para dirigirse a los establecimientos del barrio de
Once de Capital Federal, en los que se confeccionaban camisas, sábanas y
uniformes de trabajo. El trabajo de las portuguesas consistía en realizar finos
bordados sobre prendas ya terminadas.
Ana de E, relataba: “...cosía todo el tiempo para hacer unos pesos más,
incluso me quedaba de noche para entregar a tiempo. Primero trabajé en la costura
para gente rica que vivía en Villa Luzuriaga; era para la quinta de los Porta. Después
102
iba a buscar ropa para confeccionar en Once, para un señor judío. Hacia camisas,
calzoncillos, batones, era armadora de ropa de trabajo”.
María José relata el trabajo de su madre , que “...mamá cosía e iba a buscar
los paquetes para la costura. Los traía en la cabeza. Caminaba bien derecha.
Tomábamos en Liniers el colectivo tres y a mi me daba una vergüenza que la gente
nos miraba porque mi mamá llevaba la ropa en la cabeza....”.
Es necesario destacar que las más importantes fábricas de confecciones
textiles estaban frecuentemente vinculadas a las empresas de transporte, como el
ferrocarril; y también al Estado, al que proveían de uniformes o mercaderías
necesarias en su habitual funcionamiento. Un dato interesante y que de alguna
manera refleja el contexto multiétnico en el que se movían estas portuguesas ,es que
los propietarios de dichos comercios y talleres pertenecían a otras colectividades
extranjeras. Según testimonios de las entrevistadas, “eran judíos o españoles”,
escasamente argentinos. Julia Freire comentaba: “... yo llegué a la Argentina en
1951 y mi marido enseguida consiguió trabajo como chofer de La Costera Criolla. Yo
también salí a trabajar afuera; íbamos con mi hermana, tomábamos el colectivo
hasta Liniers y de ahí nos íbamos con el Sarmiento. Conseguimos el trabajo por los
avisos del diario Clarín. Me acuerdo que nos tomaron enseguida porque éramos
portuguesas y teníamos fama de cumplidoras. Así que íbamos cerca del Congreso,
103
por ahí estaba lleno uno al lado de otro de comercios o talleres. Trabajamos con
libreta de trabajo y donde figuraba el aporte al sindicato. Como compañeras de
trabajo teníamos muchas extranjeras, como nosotras, sobre todo italianas;
argentinas, era pocas. Nos pagaban poco. Mi hermana siguió ahí, pero yo me fui a
trabajar después como costurera en Gath & Chaves y en Harrods...”.
Benedita Dos Santos relataba: “...soy de Algarve, del sur ¿Sabía? Vine en
1952. Trabajaba en un taller de pantalones en Colegiales, durante años, me acuerdo
que cuando todavía estaba soltera. A mi padre no le gustaba mucho la idea de
trabajar afuera, pero a mí no me importó. Además siempre trabajé, aún después de
casada, y con el idioma castellano no tenía problema...”.
En sus primeros tiempos en Argentina, la mayoría de las inmigrantes
portuguesas trabajaron cerca de los lugares que residían. Fue común, por ejemplo,
que trabajaran en pequeños talleres de costura como camiseras y de confección de
medias, en localidades como Aldo Bonzi o Isidro Casanova, en el partido de La
Matanza. En el caso de las mujeres de esta última ciudad que entrevistamos,
comentaron haber trabajado en unos de los talleres de confección de medias situado
en la calle Lima.
104
Es importante señalar que las portuguesas también se dedicaban a lavar a
mano ropa de trabajo de alguna fábrica de la zona; por ejemplo, algunas hicieron
este trabajo para la fábrica de pinturas “Strauss”, en la localidad de Ramos Mejía,
ubicada entre las calles Tacuarí, Saavedra y Medrano, donde después de cerrar por
decisión de Juan D. Perón, comenzó a funcionar el Distrito Militar General San
Martín. Muchas mujeres señalaron que con grasa hacían jabones en barra, para
lavar las camisas de trabajo, y si no salían las manchas de aceite o pintura,
utilizaban soda cáustica.
Como se puede apreciar, se trataba de labores que demandaban mucho
esfuerzo físico. No tenían lavarropas y el lavado lo hacían en grandes fuentones, a
veces revolviendo con un palo. El uso de un elemento altamente corrosivo como la
soda cáustica da una idea de los tipos de trabajos duros y rudimentarios que estas
portuguesas se vieron obligadas a realizar.
Pero a medida que se iban insertando en la sociedad receptora, las mujeres
portuguesas fueron en busca de actividades laborales más estables y redituables en
talleres o en prestigiosas tiendas de Capital Federal y aún en fábricas dentro del
partido de La Matanza, como es el caso de Gracelina Almeida, quien trabajó en el
taller de costura del Hospital Alemán: “...me tomaron con facilidad porque era
105
inmigrante y teníamos fama de trabajadoras, pero estudié y después de seis años
conseguí un trabajo de empleada en una empresa que vendía neumáticos ...”.
Mayoritariamente entre las mujeres que tenían más edad era común que
después de retirarse de la actividad fabril se ubicaran en el barrio, siempre activas,
como modistas o pantaloneras, por la experiencia obtenida en los años de trabajo.
Como el caso de María Joao: “...a los dieciséis era costurera en una casa de
modas en Capital Federal, en la calle Colombres. El dueño era catalán. Ahí aprendí
a ser pantalonera y a hacer vestidos de novias. Trabajábamos con libreta, pero te
pagaban poco. Así que después que me casé seguí trabajando como modista pero
en mi casa...”
106
CAPITULO 6.3
LAS OBRERAS TEXTILES PORTUGUESAS
El otro grupo que se ha identificado es el formado por aquellas mujeres
portuguesas que integraron la masa obrera de los principales establecimientos
fabriles del partido de La Matanza.
Un lugar en el que se concentraron las obreras portuguesas fue la firma Textil
Yute, industria situada en la localidad de Isidro Casanova, sobre la Ruta 3 en el
partido de La Matanza. En la década de los cincuenta y principio de la de los
sesenta, era tan importante la producción de esta fábrica que incluso existían
pequeñas empresas y talleres de la zona que proveían de mercadería y servían de
eje a Textil Yute. Estaba considerada la fábrica de arpillera más importante de la
Argentina. Ocupaba alrededor de 1.400 obreros para fabricar telas de arpilleras.
Otro lugar de trabajo de las mujeres portuguesas fue la empresa Textil
Danubio S.A., ubicada en la ciudad de Ramos Mejía, también en La Matanza.
Cuando las inmigrantes portuguesas trabajaron en la hilandería Danubio, ésta
superaba a las demás empresas del lugar en cuanto superficie cubierta y cantidad
107
de personal ocupado: para los años sesenta contaba estimativamente con 1.600
obreros y empleados.
Se pudo corroborar a través de testimonios que la mayoría de las portuguesas
obreras de esta fábrica textil vivían en Isidro Casanova. Muchas eran socias del club
portugués de esa localidad. En el proyecto “Productores portugueses en el
conurbano bonaerense. El caso del Partido de La Matanza” (1999) se hizo un primer
intento de la historia del crecimiento de la localidad de Isidro Casanova, básicamente
poblada por portugueses. Como homenaje al rol de los portugueses en el desarrollo
de la ciudad, la calle principal, antes General Quesada, pasó a llamarse República
de Portugal. La ciudad cuenta con uno de los Club Portugueses más importante de
nuestro país
Muchas de las portuguesas que trabajaron en la fábrica Danubio aun
conservan, quizás como símbolo de una parte de su vida, el carnet que la acreditaba
como obrera de ese establecimiento. Allí constaban sus datos personales, foto,
numero y sección donde cumplían sus tareas.
En cuanto a la jornada laboral diaria, las mujeres entrevistadas señalaron que
trabajaban ocho horas y en turnos rotativos, en la sección Hilandería.
108
Todos los casos coinciden con el testimonio de Norberta Do Cue Da Silva:
“...vine en el año 1948, los vecinos me enseñaron a aprender las primeras letras,
porque yo no sabía leer ni firmar y lo tuve que hacer para entrar a la Danubio; me
acuerdo que había una mesa con grandes conos de hilo, yo clasificaba los colores.
Los domingos juntos con mis paisanas hacíamos horas extras, eran unos pesos
más, para que mis hijos no trabajasen y pudieran ir a la número 15, además había
que ser muy cumplidora si uno quería quedar en la fábrica. La Danubio te daba la
posibilidad de comprar telas más baratas y yo las vendía en las quintas ...”.
Como se puede apreciar, además de trabajar en la empresa fabril, en este
caso en la hilandería Danubio, algunas mujeres pudieron elaborar estrategias que le
permitían aumentar sus ingresos, como la venta de telas a sus paisanos que residían
y trabajaban en las quintas.
109
Foto Documentación 4. Carnet utilizado por obrera portuguesa, en 1950
Otro espacio de empleo de las portuguesas fue la fábrica de Hilos Cadena,
que estaba un poco alejada para la época del circuito más urbano y comercial de La
Matanza, porque estaba ubicada en Villa Luzuriaga, pero a su vez estaba cerca de
una zona del partido donde residían un número importante de inmigrantes
portuguesas.
De las tres fábricas mencionadas en las que trabajaron las portuguesas, sólo
Hilos Cadena perduró abierta hasta el año 2000, Textil Yute y Danubio cerraron por
lo menos hace quince años.
110
A través de los testimonios
que hemos recogido tanto de las obreras
portuguesas como de sus compañeras de trabajo y jefes o supervisores, todos
coinciden en afirmar que la mayoría del personal de estas fábricas mencionadas
hacía su ingreso a través de una recomendación, que podía ser de sus familiares o
de alguien perteneciente a su grupo étnico. Esta situación podría responder al
entorno en que se desenvolvían las empresas, con contactos en el ámbito local, y
que aún sin una recomendación expresa, era importante un conocimiento implícito
de parientes o amigos.
En el caso de la hilandería Danubio, fue muy notoria la veracidad de estas
redes existentes en el caso de las obreras portuguesas, que responden a un
esquema familiar y paisano. Los lazos de solidaridad o de tradición cultural del grupo
étnico hacían que hubiera una mejor adaptación a la presión del trabajo de la fábrica
y, consecuentemente, mejorara la inserción laboral.
El caso más claro ha sido el de Ana Espíritu Santo Guerra, quien llegó a la
Argentina en el año 1939, se conectó inmediatamente con inmigrantes italianos y
españoles de la zona de la Avenida Don Bosco, en el partido de La Matanza, y con
paisanos de Barrio Nuevo. Su hija relata con nostalgia: “...una vecina gallega la hizo
entrar, ella tenía treinta años y no había problema porque en la Danubio no permitían
menores de 18 años y el turno de noche era de hombres. Siempre había
111
movimiento, se almorzaba al lado de la maquina, no había comedor en esa época,
así que había que traer la comida de casa. Trabajaba en la Hilandería; era feo, con
pelusa y humedad por el hilo. En el verano hacía tanto calor que te mataba y
después le quedó un reuma terrible. Me acuerdo que mi prima y yo nos quedábamos
solas, cuando nuestras madres se iban a trabajar a las cinco de la mañana, y si
teníamos miedo nos íbamos a lo de una vecina. Mi mamá hacía entrar a todas las
que venían de Portugal, en ese tiempo...”.
La trama de lazos parentales y de amigos, en muchos sentidos favoreció la
inserción de los inmigrantes y generó una mejor adaptación a la presión de la fábrica
sobre el trabajo. Posiblemente la situación beneficiara a la empresa: la presencia de
la recomendación, como si fuera un aval de lealtad, promovía más compromiso o
reciprocidad de los operarios en caso de conflicto con la patronal.
A través de datos, como el apellido y domicilio del recomendador, que se
pudieron extraer de las entrevistas a las mujeres obreras portuguesas, hemos
reconstruido redes de recomendaciones.
A
continuación
se
ofrece
un
gráfico
que
configura
una
red
de
recomendaciones entre las mujeres portuguesas en la fábrica Danubio. (Gráfico 1).
112
Podemos mencionar que el grupo de mujeres que conforma esta red de
recomendación son en su mayoría de origen portugués; también se entrelazaba con
otros grupos étnicos, como por ejemplo españoles. La permanencia de Ana del
Espiritu y Norberta Da Cunha en la empresa por varios años permitió hacer ingresar
a otras mujeres portuguesas a la firma; en el caso de Matilde Vinho, existió un lazo
de parentesco más directo con Isabel Vinho, pues eran primas hermanas.
También es evidente, en este tipo de recomendación laboral, la existencia de
un sistema informal de aprendizaje en el interior de la familia o paisanos, con la
ayuda de empleo y la transmisión de información, con lo que se podía acceder a una
mejor adaptación en la estructura formal de la fábrica, transformándose de ese modo
en una red de vínculos y contactos entre los mismos recomendados.
113
Gráfico 1.- Red de recomendaciones en la fábrica Danubio, entre las mujeres portuguesas en La
Matanza
Isabel Pereira decía: “...debíamos trabajar cada una con una máquina larga de
un lado a otro, siempre paradas. Teníamos una franeleta para que no se cortara el
hilo. Si teníamos que ir al baño, la compañera de al lado nos cuidaba el manejo de
la máquina y a veces se desenganchaba el hilo y había que ponerlo nuevamente.
Así que no podías dejar de mirarla. Teníamos delegados gremiales pero siempre
eran hombres. Casi no hacíamos paro, porque por represalia te descontaban y
cobrábamos del uno al seis...”.
114
Como en otros testimonios, se repiten las mismas características de la rutina
del trabajo: en la primera etapa debían practicar en el manejo de la máquina, que
tenía grandes bobinas, y tenían que poner atención por si se rompía el hilo. La
máquina no debía parar. En la etapa siguiente a cada operaria le daban la
responsabilidad de una máquina. Se trabajaba en tres turnos, que comenzaban a la
seis de la mañana, a la una de la tarde y a las nueve de la noche. Sólo los hombres
trabajaban en el turno de la noche.
Había otras secciones como Tintorería, Tejeduría y, por supuesto, Hilandería;
según los testimonios, en este último lugar habría mucha humedad, “por el hilo”, y
esto habría perjudicado la salud de las operarias posteriormente. En esta sección
que mencionamos, las mujeres debían trabajar paradas; muchas respondieron que
tenían miedo que se les cortara el hilo. Es unánime en los testimonios que no había
movilidad ocupacional dentro de la fábrica: entraban en cierta sección y cuando se
retiraban ,habían seguido en la misma. Se trabajaba con mucho sacrificio.
Todas las mujeres entrevistadas dijeron tener la ilusión de poder cumplir un
sueño. En general, todas coincidían en querer tener una casa propia y no compartida
con parientes o paisanos; también, alcanzar mayores comodidades como un calefón,
no pasar privaciones como tener que lavarse con agua fría, tener unos ahorros para
115
mandar a llamar algunos parientes portugueses, conseguir trabajo para los
hermanos y estar juntos.
A diferencia de las oleadas migratorias que llegaron en las décadas del veinte
o del treinta a la Argentina, en los años cincuenta el Estado imponía ciertos
requisitos a los extranjeros. Virginia Morais lo comentaba así: “...después, en el año
1959, tíos o sobrinos migraron para la Argentina, a través de una carta de llamada ya
tenías que tener trabajo aquí, la cuestión era con contrato de trabajo. Podía ser en la
provincia de Buenos Aires pero tenía que ser a 200 kms. de la Capital Federal. Pero
ya en esa época los portugueses que no tenían familia en Argentina iban para otros
lados como a Francia o Alemania y también a Nueva York...”.
Se confirma que entonces detrás de las redes de recomendación laboral por
medios de parientes o paisanos, yacían mecanismos de migración.
Como contrapeso a las duras exigencias laborales, la hilandería Danubio
estaba situada en la localidad de Ramos Mejía, en la calle Rondeau 900, y trató de
conformar en el ámbito local un cierto espacio de sociabilidad familiar para su
personal. La empresa empezó a construir entre las calles Laprida y Tacuarí, en la
localidad de Ramos Mejía, una cancha de fútbol, con socios que debían pagar una
116
pequeña cuota; había juegos, pista de patinaje, de baile, canchas de tenis. Para
Carnaval se hacían concursos.
A pesar de que las portuguesas entraban en la empresa por intermedio de un
conocido o paisano, quienes con consejos y advertencias intentaban facilitar la
rápida inserción al nuevo contexto laboral, estas mujeres experimentaban nuevas
situaciones que implicaban establecer nuevos vínculos, costumbres y valores
diferentes a los propios en ese nuevo mundo que era la fábrica, aunque algunas ya
habían trabajado en empresas más pequeñas o de otro rubro diferente al textil, como
por ejemplo en la empresa Winco que estaba en Ramos Mejía entre las calles Larrea
y Bartolomé Mitre; y otros casos, como el de Lucinda Da Costa, quien nos relataba:
“...trabajé en una fábrica de tejido, hacíamos polleras plisadas y medias en Isidro
Casanova, en la calle Lima, después entré a trabajar en la Yute. Casi toda la década
de los sesenta y algunos años de los años setenta se hacía bolsas de arpilleras. Era
un trabajo muy duro. Me costó la inserción, porque se burlaban en el trabajo de
nosotras; decían las argentinas que éramos unos muertos de hambre y realmente
me sentí discriminada. Yo creo que era porque los argentinos nos tenían envidia a
los extranjeros. Nos dábamos con las italianas ...”.
No fue común que las portuguesas respondieran que se sintieron muy
segregadas en el lugar de trabajo, sino que por el contrario coincidieron en señalar
117
que les costaba más la adaptación a la empresa. Lucinda, a su vez, se refirió a las
burlas de las obreras argentinas por la forma de hablar castellano o la forma de
vestirse. Esto último se originaba en que las portuguesas no solían en general
vestirse a la moda o no sabían combinar diseños y colores.
En los años de la segunda posguerra en que las portuguesas se integraron al
mundo del trabajo, era común que la estructura de la clase obrera argentina
estuviera compuesta por trabajadoras de diversos grupos étnicos: las portuguesas
comentaron que mayormente tuvieron compañeras italianas, españolas, polacas. En
cuanto a las argentinas, éstas últimas provenían de las provincias del interior; sobre
todo había muchas santiagueñas.
Las respuestas de las portuguesas son unánimes en el sentido que aún
después de muchos años de haber dejado de trabajar, todavía mantienen una
amistad con sus ex-compañeras de fábrica.
La organización del trabajo en los diferentes departamentos de la empresa
Hilos Cadena SACI, compañía ubicada en la calle Triunvirato 1250 en Villa
Luzuriaga, partido de La Matanza, era similar a la hilandería Danubio. Después de
reiterados intentos para mantener una entrevista con ejecutivos de la empresa Hilos
Cadena o acceder a consultar los archivos del personal, finalmente se recibió una
118
respuesta negativa a principio del año 2000. Ante nuestra insistencia, nos
comentaron que “ya cerraban”, que “no tenían ningún papel” y que lo único que
había en ese lugar eran aproximadamente treinta empleados administrativos.
Sin embargo, fue posible incorporar datos para nuestra investigación a partir
de las entrevistas realizadas a personal que trabajó en Hilos Cadena. Tal es el caso
de un directivo de la firma, el señor José Loveri, quien informó que “para fines de la
década del cincuenta la fábrica contaba con 2500 empleados. La empresa, si no me
equivoco, vino en el época de Perón. Los dueños eran ingleses y tenían otras sedes
de la misma firma en Latinoamérica, como Chile y Brasil. La sección de
administración general funcionaba en Piedras e Independencia, donde era el lugar
de ventas y depósito, pero la fábrica estaba en La Matanza. Yo me encargaba de la
primera entrevista para los que querían ingresar y otro realizaba la preselección. Los
hombres hacían el trabajo de estibadores mecánicos y ayudaban cuando a la
máquina le faltaba algo y se prendía una luz. Las mujeres, aparte del trabajo en la
máquina, había otras que enrollaban el hilo, ponían la etiqueta, los ponía en cajas,
verificaban la calidad; había que cuidar el torceado del hilo, la tintura. Después se
hacían otros hilos que eran mercerizados más firmes. Las mujeres debían estar
atentas porque el hilo se rompía con rapidez. Los delegados eran hombres. Había en
cada sección un capataz, jefe de sección y gerente de sección. Recién en la década
119
del setenta los delegados lograron una mejora para las mujeres, que la empresa
tuviera guardería ...”.
Resultó interesante para este trabajo la coincidencia de todas las entrevistas
al afirmar que los establecimientos industriales, especialmente los textiles, preferían
contratar personal femenino porque las mujeres eran más cuidadosas y prolijas en el
tratamiento del hilo, “porque si no, se podía cortar o deteriorar fácilmente” durante el
proceso de elaboración como también en el proceso final de empaquetado y
etiquetado, donde eran más rápidas y más responsables en el trabajo. Pero las
empresas encontraban otra ventaja en las mujeres: las operarias eran “más
económicas”, sus salarios eran más bajos que los del personal operario masculino.
Foto 5. Obreras textiles, del establecimiento Hilos Cadena, en La Matanza.
120
La señora Castelo nos comentaba que tenían varias compañeras, argentinas,
italianas, españolas: “...yo entré en Hilos Cadena en 1960. Se hacía expresamente
hilo; trabajábamos ocho horas, siempre paradas. Había tres turnos: seis de la
mañana, catorce y veintiuna. No era limpio el lugar, lleno de algodón. Teníamos que
tener un pañuelo en la cabeza. Usábamos un guardapolvo. El uniforme fue después,
más o menos en los años sesenta. En Navidad nos daban un pan dulce, nada más.
Los delegados gremiales eran hombres, el capataz era un italiano y recuerdo que
teníamos una chica como supervisora. Si se cumplía, no había problema. Yo me
hacía respetar... Ha! Teníamos servicio de enfermería para las obreras ...”.
A través del recorrido que hicimos en las trayectorias laborales de las obreras
textiles, verificamos que tuvieron un patrón similar. La actividad laboral comenzaba a
las seis mañana y los salarios en la rama textil eran más bajos comparados con los
metalúrgicos, según nos relataba una obrera de Hilos Cadena: “...yo tenía
compañeras argentinas, pero la mayoría era del interior del país o extranjeras. Del
interior de las provincias me acuerdo que había tucumanas, formoseñas, correntinas;
y de las otras había italianas, españolas, portuguesas... Cobrábamos tan poco que
teníamos que hacer una hora extra todos los días, en cambio los hombres ganaban
más estando incluso en la misma sección... Yo entré más o menos a fines del año
1959. Buscaba trabajo y podías entrar por recomendación. Pero yo no conocía
121
mucha gente. Igual una amiga me dijo que me acercara a la empresa y así fue. Pero
más seguro era hablar con los delegados gremiales que te atendían a la entrada en
la misma fábrica y ellos me hicieron entrar a trabajar. Además los delegados eran los
mismos que estaban en la Danubio. Me acuerdo también que teníamos un gran
delantal. Yo trabajaba en Continua. Ahí se hilaba y después se pasaba al lugar de
los conos, donde se ponía el hilo y se trabajaba con fuego. Hacía un calor bárbaro, y
también lo hacían las mujeres y eso que ganábamos menos que los hombres. Ellos
hacían el trabajo con las madejas y los ponían en las máquinas, era al principio del
proceso...”.
Mujeres portuguesas jóvenes y solteras que vivían con sus padres o un
familiar, eran el grueso de la fuerza de trabajo en las hilanderías. Sin embargo, un
dato significativo es que estas mujeres en su mayoría permanecían en la fábrica
después de contraer matrimonio. Aparentemente el objetivo era lograr una
acumulación de capital y que se cumpliera el “sueño americano”. Igualmente,
aunque algunas dejaron de trabajar en el sector fabril, después de varios años se
dedicaron a otras actividades laborales, como el comercio. Según las entrevistas
podía ser desde una mercería, una marmolería, una peluquería, una carnicería, una
panadería o un pequeño mercado, e incluso comercios proveedores para las quintas
como forrajería, o atender las secretarías de asociaciones barriales.
122
En la fábrica, uno de los puntos claves ha sido la organización del trabajo. El
lugar que ocupaban las mujeres correspondía a los trabajos menos calificados y casi
nunca accedieron a posiciones de mando dentro de la empresa en las secciones o
departamentos. Las mujeres portuguesas trabajaron principalmente en la sección de
hilandería, en el proceso de estiraje y homogeneización de las fibras y en la
preparación para la tejeduría. Las respuestas dadas por las obreras entrevistadas
coinciden en afirmar las precarias condiciones de salubridad, por el carácter nocivo
del calor, el vapor que se necesitaba para el hilo, la presencia constante de
humedad y, sobre todo, la pelusa del algodón y su relación a veces con
enfermedades bronco-pulmonares.
Con referencia al tipo de patologías que las obreras tuvieron que tolerar
mientras trabajaron en las fábricas y los efectos colaterales que fueron apareciendo
con los años, aún después de haber dejado la actividad laboral, entrevistamos al
Doctor Alfonso Del Giudice, ciudadano ilustre de la provincia de Buenos Aires y uno
de los principales médicos del distritos de La Matanza desde la década de los
cuarenta hasta los noventa.
“... trabajaba tres veces a la semana en la fábrica Danubio y en talleres o
fábricas chicas en horarios combinados. Atendía en la Danubio cincuenta enfermos
casi por día, con enfermedades respiratorias, congestión, reumatismo, artritis, sobre
123
todo por el clima de humedad que se necesitaba en las secciones de trabajo.
Además hacía consultoría a domicilio para verificar la licencia...”
“...en general tenía más pacientes mujeres, porque la mayoría de la mano de
obra era femenina. A las mujeres se les pagaba menos que a los hombres y en
cuanto a accidente de trabajo, había muchos en la sección de Hilandería y Tejeduría,
por las máquinas que lesionaban las manos. En Hilandería eran muy común las
alergias por la pelusa o afecciones cutáneas por el teñido de telas y las tinturas
fuertes que se utilizaban. A veces, las mujeres se resistían a usar guantes, porque
les restaban tiempo en el manejo de la máquina y por lo tanto hacía que a su vez
disminuyera la productividad...”
Estas migrantes portuguesas que experimentaron otra realidad social, en
relación con sus coétnicas que se dedicaron exclusivamente al hogar, tuvieron la
posibilidad de vivir en dos contextos socioculturales y pudieron en cierta forma
vivenciar una dualidad; por un lado, con el propio grupo étnico, pero por otra parte
traspasaron de algún modo algunos límites y fueron participes de cambios,
transformaciones generacionales en el mundo del trabajo, y a la vez influyeron
también en su vida familiar, incorporando nuevos valores o diferentes elementos
culturales de la sociedad receptora. Incluso, al analizar los datos de las entrevistas
124
pudo observarse que no todas las mujeres obreras habían contraído nupcias con
portugueses: algunos de los esposos eran argentinos o de otra colectividad.
Alcina relataba así su recuerdo de noviazgo: “...mi madre estaba triste. Ella no
quería que me casara con un argentino, pero me casé con él en 1958; y mis hijas
tampoco están casadas con portugueses...”.
Muchas de las obreras portuguesas fueron integrándose de diversas formas a
la comunidad barrial o vecinal, ya sea participando no sólo de clubes de la propia
comunidad étnica, como el caso del Club 21 de Marzo, sino también en otros
espacios de participación como las sociedades de fomento. Aquellas mujeres
portuguesas que tuvieron hijos en edad escolar colaboraron activamente con otros
padres de diferentes colectividades en las cooperadoras de las escuelas. Desde
jóvenes buscaron espacios de recreación, a pesar de vivir en zonas alejadas a la
Capital Federal. Las jóvenes trataban de frecuentar clubes adonde ir a bailar, como
el Centro Patria Portugués o el Club Portugués de la calle Pedro Goyena, ambos de
la ciudad de Buenos Aires, porque los clubes portugueses de La Matanza se crearon
recién en la década del setenta, para ser más exactos en 1978.
Benedita Sarinho comentaba: “...he tenido siempre amigas portuguesas pero
también argentinas, participábamos con un grupo de amigas en el club River Plate.
125
Fui presidenta del Club de Fans de Juan Ramón. Éramos 300 socias. También
íbamos a bailar a Vélez, cuando venía a cantar Palito Ortega ... nos divertíamos.
Trabajé toda mi vida en fábrica, en la marmolería de mi marido; hasta tuve un kiosco.
Ahora estoy en el bufete del Club Portugués de Isidro Casanova; actualmente hay
muchos socios que, no son sólo portugueses, vienen de todo el barrio como un club
más ...”.
Foto 6. Actual fábrica 5 Hispanos, sede del antiguo establecimiento Hilos Cadena, en la
localidad de Villa Luzuriaga, partido de La Matanza.
En el transcurrir de los últimos años de la década de los cincuenta y principios
del sesenta, las localidades como Isidro Casanova, González Catán, San Justo, que
126
hemos mencionado a través de la investigación en el Partido de La Matanza, han
sido espacios en los que estas mujeres portuguesas pudieron insertarse con
variabilidad, según las edades, el momento histórico en que migraron, los motivos
personales que incidieron en la decisión de emigrar a la Argentina. Pero a pesar de
las diversas vivencias e historias de vida, la condición de las mujeres emigradas se
fue modificando con el empuje de las nuevas generaciones, bajo la influencia de una
realidad social en transformación, sobre todo en los últimos años.
Foto 7. Sitio donde funcionaba el establecimiento textil Yute, en la localidad de Isidro
Casanova, sobre la ruta provincial 3 en La Matanza.
127
Foto Documentación 8. Pasaporte portugués emitido en 1928
128
CAPITULO 7
LA
VIDA
ESPIRITUAL
DE
LAS
MUJERES
PORTUGUESAS: LA RELIGIOSIDAD
A continuación se hace referencia a la persistencia de una práctica religiosa
premigratoria como es la devoción de la Virgen de Fátima, desde la concepción de la
celebración religiosa como un ámbito que contiene y al mismo tiempo refuerza la
identidad étnica portuguesa.
La religión constituyó un importante factor de relación de los inmigrantes
portugueses con otros grupos migratorios, como
españoles e italianos. De esta
forma, todas las comunidades portuguesas de Argentina han estado siempre
organizadas desde el punto de vista religioso a través de ceremonias, procesiones,
actos de fe, celebraciones litúrgicas, participando en las fiestas patronales, lugares
de peregrinaje, colaboraciones en la fundación y construcción de sedes para
parroquias y capillas. Este espacio constituyó para las mujeres portuguesas un factor
que proporcionó el encuentro dominical, medio que fue propicio para intensificar las
relaciones sociales.
129
Es importante señalar que tanto las capillas como los clubes portugueses que
ayudo a levantar la comunidad portuguesa de La Matanza , fueron fundados recién
en la década de los setenta cuando ya habían entrado en una etapa de
mejoramiento de la situación socioeconómica y estaban en condiciones de aportar
sistemáticamente aunque fueran pequeñas cantidades de dinero. Estos han sido
ámbitos en que las migrantes portuguesas han podido compartir las memorias de su
tierra natal, las celebraciones, los sucesos de la comunidad, las fiestas folklóricas,
los bailes, la música, en un marco de recreación de la identidad étnica.
Cuando se ingresa a sus hogares o se visita alguna institución portuguesa,
están presentes elementos religiosos traídos del país de origen, impregnados de la
religiosidad mariana.
La devoción de la Virgen de Fátima tiene su origen en una aparición de la
Virgen a tres pastores, el 13 de mayo de 1917 en Portugal. Los mensajes giraban
alrededor de la paz y los grandes conflictos que la podían amenazar durante el siglo
XX. La imagen que actualmente se venera en la capilla de González Catán fue
comprada en la Argentina en 1968 y bendecidas por padres españoles, habiéndose
elegido el 16 de mayo como el día de su celebración.
130
Si bien en general el idioma utilizado en la misa es el castellano, es de
destacar que entre los cánticos se incluyen himnos religiosos en portugués, otros en
castellano y canciones populares. Svetlitza de Nemirovsky, González, R 1999
Se repiten cánticos en las celebraciones religiosas y expresiones literarias en
algunas revistas de las Asociaciones portuguesas con componentes de nostalgia o
sentimiento de pérdida, como por ejemplo :
Saí de Mangualde da Serra
para Argentina em 1963
com meus pais e minha irma.
Imaginem como debe ter sido.
Difícil, para começar uma vida nova
num país estrangeiro.
En otro cántico se narran las vivencia de generaciones anteriores:
131
... Un gran hombre fue en su vida
ya tiene casi noventa
pero él nunca aflojó
tiene más ánimo que yo
y a veces suele cantar
a mí me hace llorar
porque sé lo que ha sufrido
dejar su país querido
rumbo hacia la Argentina
en su idea imagina
una hinchada billetera
pero la suerte fue quimera
y a Portugal no volvió”
Para las fiestas patronales de la Virgen de Fátima no faltan los rezos de
ayuda y perdón si no también canciones como la siguiente :
132
Os peregrinos... No verão eu fui com fé, a Fátima passear
vi tanta gente ir a pé, debaixo do sol aqueimar.
eram os peregrinos com promessas para cumprir.
Homens, mulheres, meninos, trazen forças para seguir.
En Fátima rezei por ti, orei á virgen, pedi. O fim do ódio e da guerra a
paz e o amor na terra......
Si consideramos la totalidad de la comunidad portuguesa de La Matanza, es
evidente una fuerte identidad nacional portuguesa, construida sobre la base de un
sistema de significaciones comunes que unen a sus miembros, sin duda reforzada
desde los cambios de la política de Portugal hacia los emigrados.
Este país ha sido históricamente expulsor de población. Hasta la década del
cincuenta, los ciudadanos portugueses que habían emigrado tenían en su país de
origen status de ciudadanos de segunda. Pero en la década de los setenta Portugal
modificó su política en relación con la emigración y el retorno de los trabajadores
portugueses del exterior (Svetliza de Nemirovsky, A.; González, R.1998).
En nuestro trabajo sobre la religiosidad portuguesa consideramos que la vida
cotidiana de los portugueses de La Matanza aparece inmersa en la “saudade“ de un
Portugal inmutable, que no es el actual Portugal sino aquel que dejaron hace ya
133
varias décadas y que adquiere la forma de una utopía imaginada. Esta dimensión de
“saudade“, con sus propias representaciones, se fortalece a su vez en una práctica
religiosa premigratoria trasladada al nuevo país y reconstruida, situación que se hace
más evidente en el los portugueses del sector rural.
Podría pensarse que aun subsiste la vivencia de desarraigo en los quinteros
portugueses de La Matanza y que en la asistencia a las parroquias o capillas
portuguesas se refuerza la identidad étnica.
134
CAPITULO 8
LAS
INSTITUCIONES
PARA
LAS
MUJERES
PORTUGUESAS EN ARGENTINA.
A fin de lograr una visión más integral de la mujer portuguesa, se reseñan en
primer lugar los diferentes ámbitos que poseen de participación institucional. La idea
es aportar mayores elementos que sean útiles para una mejor interpretación del
comportamiento de vida en la Argentina de la mujer portuguesa.
En primer lugar me puse en contacto con diferentes instituciones que agrupan
a portugueses actualmente residentes en el Conurbano bonaerense y la Capital
Federal como clubes de las localidades de González Catán, Isidro Casanova,
Hurlingham, Villa Tesei, Escobar y Villa Elisa, en la provincia; y de Buenos Aires y
Villa Urquiza, en Capital Federal, como también la institución Centro Patria
Portuguesa de Buenos Aires. Todos tienen una Comisión de Damas.
Paralelamente a estas organizaciones existe a nivel nacional una Asociación
de Mujeres Portuguesas, que se ocupa específicamente de las problemáticas de la
mujer migrante portuguesa en nuestro país. Uno de los interrogantes que se plantea
135
esta asociación es qué sucedió con el rol de la mujer migrante portuguesa en la
Argentina durante los últimos cincuenta años y en muchos casos la respuesta ha
sido desalentadora por la escasa participación pública.
Por eso actualmente la Asociación de Mujeres Portuguesas analiza cuatro
dimensiones fundamentales: inserción en el sistema de producción, inserción social
a nivel de relaciones interpersonales, inserción institucional e inserción normativa
que se relaciona con los sistemas de valores.
En principio, recién en el año 1985, el gobierno portugués promovió un
Encuentro Mundial de Mujeres Portuguesas y, posteriormente, en los años noventa
el Estado portugués tuvo el objetivo de recuperar el espacio de la mujer portuguesa
en la sociedad civil e institucionalizar el contacto y diálogo con aquellas mujeres “de
la diáspora", dinamizadoras del movimiento asociativo en medios de comunicación
social. En 1995 se hace un segundo Encuentro con la presencia de personalidades,
dirigentes asociativos, jóvenes de la comunidad portuguesa en Europa, y se
manifestó la voluntad de proseguir en común el trabajo que valorice el papel de la
mujer emigrante en las sociedades receptoras y en el país de origen.
En la década de los noventa Lisboa fue la ciudad elegida como centro de
encuentro de inmigrantes portuguesas para asegurar los propósitos de realización de
136
un programa de actividades con tres lineamientos: 1) estudio de la situación de la
mujer emigrada, 2) solidaridad y cooperación y 3) vocación de transformar la
situación de las mujeres inmigrantes de cada comunidad, que permita la experiencia
de promover la vida asociativa en los países receptores de la mujer migrante
portuguesa, su capacidad de realizar un destino colectivo.
Según testimonios de aquellas mujeres migrantes portuguesas, especialmente
las que vinieron al país después de la segunda posguerra, más concretamente entre
1947 y fines de la década de los cincuenta, tienen como objetivo central suscitar
como tema de interés debates y estudios sobre la idea y práctica de la igualdad, no
sólo dentro de la comunidad portuguesa en el extranjero sino también en su propio
país de origen, y superar la dicotomías hombres portugueses-mujeres portuguesas,
primeras-segundas generaciones, políticas nacionales - regionales.
Otro objetivo, que es impulsado por el gobierno portugués, se refiere a la
búsqueda de aliados o apoyo en la integración del emigrante portugués, sobre todo
en universidades, iglesias, cámaras municipales, con otras asociaciones de
emigrantes de Portugal y de emigrantes de comunidades portuguesas en el exterior.
Otro de los proyectos para el emigrante está en el rescate de la historia de las
comunidades fundadoras de los actores intervinientes, tanto mujeres como hombres,
137
cuya memoria de otro modo se vería irremediablemente perdida; en el mismo
sentido, se busca además rescatar la cultura e identidad portuguesa en las
comunidades portuguesas migrantes en el exterior.
La Asociación de las Mujeres Portuguesas actualmente está trabajando en la
Argentina en la intención de separar a algunas mujeres de una situación de
desolación, inercia o desánimo a la que han estado sumidas en estas últimas
décadas. Según los testimonios orales recogidos de las emigrantes, "hay que
descubrir las potencialidades de la mujer portuguesa, de su facilidad o dificultad,
según los casos, de integración a la sociedad argentina".
Es por eso que, cuando reviven o relatan los recuerdos de su tierra, no es de
extrañar que comenten que partieron de “cero” en la adaptación a una nueva
sociedad: para muchas, podría pensarse que comenzaron una nueva vida en la
Argentina. Esta situación quizás se ha hecho más evidente en aquellas mujeres
portuguesas que arribaron a nuestro país en la década del treinta particularmente.
En estos años, los lugares o roles destacados dentro de la familia les habían sido
reservados al hombre, como el jefe de familia; en ese mundo cultural, la mujer no
formó parte del proceso de decisión, sobre todo en el ámbito rural de La Matanza.
138
Se ha observado que entre de algunas mujeres portuguesas de 60 años en
adelante siguen de un modo manteniendo una relación de mayor dependencia del
marido, no sólo en cuestión económica sino también en la forma en que se
relacionan con otros grupos sociales. Sin embargo, no es tan así con las mujeres
portuguesas cuyas edades oscilan entre 35 y 47 años. Estas mujeres han podido
insertarse en el mundo social en forma más activa; en razón que sus ocupaciones no
giraban solamente alrededor de la vida doméstica, ya que han ido incorporando otros
medios de socialización no tradicionales, como por ejemplo actividades recreativas o
con la comunidad vecinal no portuguesa, incluso algunas de ellas han generado
miniemprendimientos comerciales.
Leandro (1998) ha impulsado la creación en nuestro país de la Asociación de
la Mujer Migrante Portuguesa en Argentina. Además, es estudiosa de la posición de
la mujer migrante portuguesa, sostiene que desde hace mucho se sabe que las
mujeres han ejercido un papel preponderante en la historia de las transformaciones
de la humanidad, en las sociedades tomadas individualmente o como mediadoras de
transiciones sociales y familiares. Con esta perspectiva podemos entrar a interrogar
sobre la intervención de la mujer portuguesa migrante y a este respecto "entiendo dice Leandro- es tomar el fenómeno de migraciones internacional en la segunda
mitad del siglo XX y aprender mejor la dinámica que las mujeres portuguesas han
sabido imprimir en las trayectorias migratorias".
139
En este mismo sentido, últimamente la Asociación de la Mujer Portuguesa en
Portugal ha elaborado algunos proyectos de migración para las portuguesas que
emigran a países europeos, que están integrados por temas que preocupan a la
mujer, por ejemplo, las necesidades que incitan al futuro migrante a querer pasar
(ultrapasar) una situación económica, social o de otra índole insatisfactoria y la
atracción por otro país o región para encontrar las condiciones para realizar sus
aspiraciones. La Asociación de la Mujer Portuguesa considera que si bien hay
estrategias individuales y familiares diversificadas, hay componentes fundamentales
que son comunes a los proyectos de emigración, como hacer ahorros de capital,
acceder a mejores niveles de vida y contactarse con sociedades diferentes.
Coincidentemente, Alice Matos, emigrante portuguesa, actual presidenta de la
Asociación de Mujeres Migrantes Portuguesas en la Argentina y representante de la
colectividad portuguesa en el Centro de Migraciones que pertenece al Ministerio del
Interior de la Nación, nos ha transmitido en una entrevista las experiencias de vida
de estas mujeres portuguesas, que “por muchos años estuvieron en forma casi
invisibles, casi sin participación activa, como dormidas", y que han trabajado en
140
forma anónima en los clubes de la colectividad, integrando tradicionalmente la
Comisión de Damas.
Alice Matos afirma que:..” no es que seamos feministas. Nosotras
necesitamos de nuestros maridos y de toda la comunidad portuguesa. Pero
teníamos la necesidad de hacer algo por nosotras mismas. Sabemos la dificultad
que han tenido las asociaciones por hacerse cargo de muchos temas, pero a
nosotras nos preocupa otros elementos, que tienen que ver con la mujer, su
situación social; porque existen muchas mujeres portuguesas que por diferentes
situaciones han quedado solas y desamparadas. Estas últimas, han llegado a la
Argentina entre los años 1945 y 1958. En esos años se fueron a trabajar a las
quintas, y han quedado enterradas; con todo respeto a ellas y a la comunidad que
nos recepcionó... El pueblo portugués es muy agradecido. El lema del portugués es
el trabajo. Volviendo a estas mujeres enterradas en La Pampa, que se dedicaron
sólo a ayudar al marido y que no tuvieron la oportunidad de que su opinión se
escuchara. A veces porque eran portugueses duros y no entendían más allá de lo
que podían hacer.
A través de las entrevistas hechas a integrantes de la Asociación de Mujeres
Portuguesas en Argentina, se ha reflejado el deseo de la institución de colaborar con
mujeres solas, que se quedaron sin familia en nuestro país y que no tienen recursos.
141
Muchas de ellas tienen entre 67 y 70 años; y aunque generalmente no se acercan a
la Institución para que las ayuden, las integrantes de la Asociación tratan de
brindarles una ayuda acercamiento. Con algunas se ha tenido éxito e incluso
pudieron ser repatriadas, para que se reencontrasen con parte de su familia que
quedó en Portugal.
La misión de la Asociación de Mujeres Portuguesas en Argentina tiene como
prioridad un objetivo social, pero también quieren promover la cultura portuguesa en
la Argentina. En los testimonios, las mujeres expresaron: “... y como la mujer trae al
hombre y a la familia, nuestro objetivo es lograr la unión de la mujer migrante sin
distinción racial, política, social y religiosa. Queremos unificar el esfuerzo de todas y
lograr una dinámica para trabajar e integrarnos en emprendimientos tanto sociales
como de nivel cultural...”.
Otro objetivo de la institución es combatir la discriminación que pueda sufrir la
mujer portuguesa y auxiliar a ellas en sus intereses comunes. Además desean
concientizar a la juventud sobre la cultura portuguesa y crear un gabinete social, un
hogar para los luso descendientes.
142
Hoy las mujeres portuguesas creen que existieron algunas desventajas para
las que vinieron a la Argentina en las década del veinte o treinta, incluso comentan
que algunas todavía están “anestesiadas”.
Alda do Nacimento, en una reunión de la Asociación de mujeres portuguesas,
nos decía: “... creemos que es por el dolor de haber dejado la aldea y también
porque a la mayoría no le fue tan bien, que algunas no participen en las
instituciones. Es triste ser migrante, es como tener el alma mutilada. No soy ni de
acá ni de allá. Todavía hoy en día, cuando voy a Portugal, nos tratan como
ciudadanos de segunda: - ah! ese vino de Argentina. Y cuando vinimos a este país
muchas de las mujeres que han trabajado, los nativos argentinos nos han tratados
como atrasados... Ahora si hablabas inglés, era otra cosa. Otro dolor que hemos
tenido fue el trato que nos daba el gobierno portugués. Durante la época de post
guerra nos explotaban con impuestos, y lo que no perdonamos es que el gobierno
de nosotros nos obligara en cierta forma a emigrar. Yo estaba en mi país, no tenía
por qué haberme ido; y si lo hacía era por mi decisión...”.
Alice Matos en uno de sus testimonios nos comentaba: “...en honor a esa
mujer anónima, que contuvo el dolor de dejar su patria y muchas veces a parte de su
familia, hemos tratado de luchar para que las emigrantes voten en la Argentina, ya
que hace 49 años que trabajamos para este país y tenemos familia. También
143
luchamos para que el gobierno portugués pueda enviar una pensión mínima al
migrante carenciado residente aquí en la Argentina...”.
"Igualdad y solidaridad" entre los portugueses es el tema más importante que
tiene la Asociación de Mujeres Portuguesas en la Argentina; sobre todo para mejorar
la divulgación de información, luchar contra la burocracia y lograr la modernización
consular. Las integrantes de la Asociación aseguran que el migrante portugués en
América latina se siente olvidado por el Gobierno de Portugal, comparativamente con
el migrante portugués en Europa o Estados Unidos, pues “esgrime que algunos
portugueses que residen en esos países han invertido en Portugal, en propiedades o
en la actividad financiera, y eso el Gobierno portugués lo tiene en cuenta”.
Manuela Aghiar, presidenta de la Comisión de Refugiados y de la Mujer
Migrante Portuguesa, estuvo en la Argentina en 1998 y reunió a las mujeres
portuguesas de la Argentina. Les transmitió la inquietud de la necesidad de la unión
y el trabajo para mejorar la integración e inserción de la mujer portuguesa en el país
receptor; además, instó a tener un rol participativo, ya que comparándolas con las
pertenecientes a otras colectividades, la mujer de España, Italia, e incluso la
colectividad judía y armenia por ejemplo, tienen un rol más activo que la mujer
portuguesa. Esto se refleja en las reuniones que hace la Federación de
Colectividades en la Argentina.
144
A veces, según el país receptor, la mujer portuguesa está tratando de tener
una mejor integración, incluso que el hombre. Esto coincide también con la
redefinición del papel de la mujer portuguesa en la familia, la adopción espontánea
de un modelo más igualitario en que la mujer surge como una ligazón entre culturas
o entre generaciones; y también una postura más activa, con cierta autonomía
económica, garantizada a veces por el trabajo remunerado de la mujer portuguesa
en la actualidad.
Esta integración desde luego depende de las relaciones familiares y de la
forma en que se adaptó a las sociedades receptoras.
El factor que más preocupa a la Asociación de Mujeres Portuguesas en la
Argentina es que muchas veces por sus usos y costumbres han sido y siguen siendo
discriminadas, a veces por la sociedad local, la comunidad vecinal, la escuela o el
lugar donde trabajaban. La continua inclusión del pasado con el presente está
permanente en todas las mujeres portuguesas entrevistadas, en su vida cotidiana,
en las prácticas sociales..
145
CAPITULO 9
CONCLUSIONES
El presente trabajo de investigación trata de contribuir al conocimiento de las
formas que adquirió la inserción laboral de las mujeres portuguesas, que llegaron a
La Matanza, entre las décadas de los treinta y los cincuenta. El tema central está
íntimamente conectado con el rol que tuvieron las mujeres inmigrantes en el
desarrollo de la industria argentina.
Es necesario destacar que a lo largo de la realización de entrevistas e
historias de vida hemos analizado dos supuestos históricos con respecto a las
mujeres portuguesas. En primer lugar, los que corresponden a la reconstrucción del
transcurso de vida y que hacen puntos de inflexión y de relaciones sociales
alrededor del “yo“. Por otra parte, interesaron los vinculados con temas emergentes
146
de contenido sustantivo para la investigación, como son los contenidos socio
psicológicos y culturales construidos a raíz de sus angustias, deseos, valores, modos
de mirar y comprender su auto imagen.
Las trayectorias de vida de estas mujeres portuguesas se entrelazan desde lo
individual con las otras personas de redes, de relaciones familiares y de coétnicos;
se enmarcan en tiempos y dinámicas familiares, en contextos históricos y sociales
específicos. Sus episodios vitales más importantes incluyen, además de casarse,
construir una familia, enfrentar la enfermedad o la pérdida de un ser querido, la
decisión de emigrar. Y ya en el nuevo país, algunas de estas portuguesas deciden el
ingreso al mundo del trabajo extradoméstico.
En la estructura y dinámica familiar, hemos intentado recuperar las
experiencias migratorias tal como las entrevistadas las reviven y reconstruyen
significativamente en sus relatos, y para rescatar esa dimensión tuvimos en cuenta
decisión de emigrar, el contexto familiar y cultural del Portugal natal, así como las
conexiones que se construyen y que acompañaron a sus desplazamientos hacia la
Argentina.
147
Las mujeres portuguesas generalmente emigraron jóvenes, cuyas vidas
fueron marcadas por la confrontación de valores culturales diversos y a veces
antagónicos, en relación a la construcción del género femenino. Algunas optaron por
vivir vidas paralelas como si estuvieran todavía en su país natal y, para “matar a la
saudade”, transforman lo actual e idealizan su pasado rural o en su tierra natal. En
este proceso de vivir entre dos culturas, a pesar de todo, las mujeres persisten en
concretar el “sueño americano”, buscando para sus propios hijos al menos una parte
de la utopía americana simbolizada en una vida de mejores posibilidades, la casa
propia, mayor consumo, y la posibilidad de ascenso social. Otras mujeres comienzan
a enfatizar una nueva interpretación de su experiencia en América en términos de
crecimiento individual y de conciencia de sus derechos de mujer. Y así lo han
realizado en la Argentina.
Esto obviamente afecta a las aspiraciones y recursos de los migrantes como
así también a las estrategias individuales o familiares que articularon cuando se
establecieron en la sociedad receptora, tales como acumular para invertir en una
empresa familiar, construir solidaridades en torno al patrimonio-empresa y reproducir
el modelo a través de sus hijos. En el caso de algunas mujeres portuguesas, salir a
trabajar fuera del ámbito doméstico.
148
Es importante destacar que igualmente cada familia, cada grupo social de
origen, tiene sus deseos, sus propias expectativas y finalidades de emigración, así
como las posibilidades de realización concreta de las ambiciones.
Los portugueses que llegaron a la Argentina en la segunda posguerra se
radicaron en los partidos del Gran Buenos Aires, construyendo cadenas migratorias
que influenciaron en su inserción social y ocupacional. De ese modo, los lazos
establecidos por los inmigrantes, en tanto originarios de un mismo país y región,
fueron de vital importancia.
Es a partir de la década del cuarenta el momento en que comenzó con más
intensidad la llegada de mujeres portuguesas a nuestro país, algunas de las cuales
constituirían posteriormente la fuerza laboral en las grandes hilanderías establecidas
en el partido de La Matanza, como son los casos analizados en este trabajo, las
empresas Danubio, Hilos Cadenas, Textil Yute.
El análisis de las trayectorias vitales de las mujeres portuguesas se ha
concentrado en la articulación de las diferentes circunstancias del contexto de la vida
personal. Este abordaje nos permitió recuperar, en el marco general de los límites
estructurales, la trama de círculos y de contextos inmediatos de interacción en las
149
que transcurren y despliegan su vida cotidiana: familia, lugar de residencia, trabajo,
amigos y paisanos. A esto se suman los diferentes elementos que componen la
cultura portuguesa, y que se centra fundamentalmente en los aspectos concretos y
simbólicos de la vida social y el significado de la propia vida.
Se han reconocido tres categorías de trabajadoras portuguesas, en relación
con el tipo de inserción laboral. El primer grupo está formado por aquellas mujeres
portuguesas que se dedicaron sólo a las labores domésticas y colaboraron con sus
maridos en la empresa familiar o en las quintas ubicadas en el sector rural de La
Matanza. Por otra parte, otras portuguesas, si bien trabajaron fuera de sus hogares
lo hicieron en pequeños talleres de confección como costureras y bordadoras,
generalmente en la ciudad de Buenos Aires. En cuanto al tercer grupo, está formado
por portuguesas que trabajaron como obreras en los grandes establecimientos
industriales del distrito matancero.
A través del análisis comparativo de estos tres grupos, las trayectorias de vida
de las mujeres difieren notoriamente entre ellas. Así, las costureras se
desempeñaron en talleres con un reducido número de trabajadores, donde las
relaciones entre unos y otros resultaban más fáciles por la cercanía física y la
posibilidad de mantener conversaciones durante el proceso de trabajo. Algunas
mujeres terminaron de confeccionar los detalles de las prendas en sus hogares, con
150
la posterior entrega a sus patrones. En este ámbito, las relaciones entre trabajadoras
y patrones eran fluidas y amigables. Este tipo de trabajo obligó a las portuguesas a
utilizar diferentes tipos de transporte público, para transladarse a sus lugares de
trabajo, y además conocer la ciudad de Buenos Aires.
En cuanto a las mujeres de las quintas, su vida transcurría centrada en la
familia en un escenario casi exclusivamente rural, trabajando la tierra y realizando
tareas domésticas. Quizás estas portuguesas fueron las más sacrificadas, con poca
socialización con personas que no fueran coétnicos y pocas posibilidades de ampliar
su círculo de amistades.
La
situación
de
las
mujeres
portuguesas
obreras
era
diferente
y
probablemente más complicada, porque el mundo de la fábrica ofrecía las
características de una sociedad para ellas desconocida, donde las relaciones eran
verticales; los controles, rigurosos. La vigilancia era continuamente realizada por el
jefe de sección mientras los reglamentos internos fijaban las pautas que regían al
trabajador; con horarios fijados que debían registrarse con una tarjeta de trabajo y
espacios claramente delimitados.
Para las mujeres obreras quedaban las tareas menos calificadas y casi nunca
podían acceder a posiciones de mando en los diferentes departamentos o
151
secciones, mientras lo contrario ocurría con los varones, quienes, además, por igual
tarea recibían salarios mayores.
En relación con su inserción en los talleres y las fábricas, las mujeres
portuguesas entrevistadas sostienen que tuvieron dificultades para insertarse en
nuestro país. Ciertas barreras culturales como el idioma, las costumbres o el miedo a
relacionarse con gente desconocida o personas ajenas a la comunidad portuguesa,
junto a situaciones de discriminación en los lugares de trabajo, fueron las que más
se mencionaron durante la etapa de recolección de datos. En este ambiente de
trabajo, las mujeres portuguesas se vieron enfrentadas a situaciones críticas en
razón de que tenían que adaptarse al nuevo oficio, adquirir un nuevo status social
para ellas desconocido, perder rápidamente los códigos de su propia cultura y
aprender el castellano. En estas rápidas transformaciones sentían que se
involucraba su propia identidad étnica.
Finalmente
es
necesario
destacar
que
las
obreras
portuguesas,
probablemente resignadas al efecto disciplinador de la fábrica, ya sea porque eran
conscientes de que era un paso más para permitirles adquirir determinados bienes
que juzgaron necesarios junto a las expectativas de alcanzar una mejor calidad de
vida en Argentina, fueron las que se integraron con mayor facilidad y rapidez a la
sociedad nacional. Incluso fueron éstas mujeres quienes crearon redes de
152
recomendaciones para el ingreso a las fábricas de las nuevas inmigrantes
portuguesas. Hoy, la mayoría de ellas mayores de sesenta años, se sienten
satisfechas por haber sido un componente importante del proceso de desarrollo
económico del partido de La Matanza, a pesar del sacrificio y las dificultades que
debieron sortear durante los años de trabajo.
153
APENDICE
MODELO DE ENCUESTA UTILIZADO
Sobre la base de la encuesta realizada en el proyecto “Productores
portugueses en el conurbano bonaerense. El caso del partido de La Matanza”
(Svetlitza de Nemirovsky, A. et al, 1999) se fue diseñando un modelo de entrevista,
teniendo en cuenta los siguientes ejes de tiempo y espacio.
Primera parte en común para todas las mujeres portuguesas.
*
- La idea de emigrar.
*
- La vida en Portugal.
*
- La situación de Portugal.
*
- La decisión de emigrar.
*
- La partida.
*
- El viaje.
*
- La llegada.
*
- Primeros tiempos en Argentina.
Segunda parte para las mujeres portuguesas que salieron a trabajar fuera de
su hogar.
154
*
- ¿En qué comenzaron a trabajar?
*
- ¿Habían trabajado en Portugal?
*
- ¿Cómo consiguieron el trabajo en la Argentina? (a través de paisanos,
vecinos no portugueses, avisos).
*
- ¿Estaba de acuerdo su esposo en que Ud. trabajara?
*
- ¿Tuvo dificultades con el idioma?
*
- Exactamente, ¿qué trabajo hacía?
*
- ¿Había muchas mujeres jóvenes portuguesas trabajando en la misma
fábrica que Ud.?
*
- ¿Cuántas horas trabajaba por día?, y la casa y los hijos, ¿alguien la
ayudaba a criarlos?
*
- ¿Cómo era la relación con las compañeras argentinas de trabajo?
(rechazo, simpatía, aceptación, respeto).
*
- ¿Cómo era la relación con capataces, directivos, jefes?
*
- ¿Participó de alguna actividad en alguna institución no portuguesa?
(cooperativa, sociedad de fomento, iglesia, club).
155
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