LA INSERCIÓN LABORAL DE LAS MUJERES PORTUGUESAS DE LA MATANZA AUTORA: PROFESORA ROSANA DIANA GONZÁLEZ TESIS: MAESTRÍA EN CIENCIAS SOCIALES 2002 ÍNDICE INTRODUCCION 1 CAPITULO 1. Los objetivos de la investigación 4 CAPITULO 2. Metodología de la investigación 6 CAPITULO 3. Marco teórico 12 CAPITULO 4. Antecedentes bibliográficos 28 CAPITULO 5. Transformaciones económicas y sociales del partido de La Matanza, 1940 – 1960 60 CAPITULO 6. Las mujeres portuguesas de La Matanza 74 6.1. Las mujeres portuguesas en las quintas 92 6.2. Las costureras portuguesas 101 6.3. Las obreras textiles portuguesas 106 CAPITULO 7. La vida espiritual de las mujeres portuguesas: la religiosidad 126 CAPITULO 8. Las instituciones para las mujeres portuguesas en Argentina 132 CAPITULO 9. Conclusiones 144 APENDICE . Modelo de encuesta utilizado 152 BIBLIOGRAFIA 154 2 INTRODUCCIÓN Este estudio tiene como antecedente las inquietudes surgidas durante mi participación en dos proyectos de investigación sobre la comunidad portuguesa del partido de La Matanza, provincia de Buenos Aires, en los que tuve la oportunidad de participar entre 1995 y 2000, dirigidos por la Licenciada Ada Svetlitza de Nemirovsky, en el marco del Departamento de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Matanza, Buenos Aires, Argentina. El primer proyecto estuvo orientado a un análisis de la dinámica de la estructura productiva hortícola de La Matanza, desde la década del cuarenta hasta la actualidad, período durante el cual los inmigrantes portugueses tuvieron un rol importante en el desarrollo de la producción de verduras, hortalizas y ladrillos. El segundo proyecto tuvo su anclaje en la primer investigación y fue su objetivo principal el análisis e interpretación de las particularidades del proceso de inserción socioeconómica y cultural de los portugueses que arribaron entre 1940 y 1960 y se dedicaron al trabajo de la tierra y a actividades comerciales e industriales. 3 Una de las conclusiones de los proyectos mencionados sostiene que en los procesos de expansión del sector industrial y de servicios, de urbanización y modernización que se operaron en La Matanza entre las décadas del cuarenta y del setenta, los inmigrantes portugueses ingresaron en un proceso de acumulación de bienes y capital, convirtiéndose en una importante franja de pequeños y medianos propietarios y comerciantes asentados en las diferentes localidades del partido. En este contexto surgió mi interés en conocer las historias de vida de las mujeres portuguesas de La Matanza. A lo largo de los dos proyectos de investigación anteriormente mencionados, durante la fase de recolección de datos, establecí con estas mujeres una relación amistosa y sincera. Fue así que comencé a interesarme en qué forma habían participado, junto a sus maridos, en el proceso de inserción en la estructura socioeconómica de La Matanza. De acuerdo con sus relatos, algunas habían trabajado en talleres textiles y en grandes establecimientos industriales, otras se dedicaron exclusivamente al hogar; quienes vivían en el sector rural del partido, habían colaborado en el trabajo en las quintas. Me pareció interesante este grupo de mujeres, no sólo por sus historias personales sino por el hecho de provenir del sector rural del norte de Portugal, históricamente pobre y atrasado, y haber tenido que insertarse en uno de los centros 4 urbanos más importantes de América latina, como es el Area Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Fueron las circunstancias señaladas anteriormente las que me impulsaron a tomar la decisión de realizar el trabajo que aquí se presenta, en calidad de tesis de Maestría en Ciencias Sociales. La originalidad de esta investigación reside en que es el primer estudio que se hace sobre las mujeres portuguesas que trabajan como obreras industriales. No puedo dejar de agradecer a Federico Schuster por su estímulo en el diseño del proyecto que dio origen a esta investigación; a Ada Nemirovsky, por la preocupación constante en mi formación y aprendizaje como investigadora; y asimismo, a las mujeres portuguesas de La Matanza, por abrirme su corazones, las puertas de sus hogares y haber confiado en mí y en mi investigación. Está demás señalar que sin la ayuda de mi familia no hubiera podido llevar a cabo el presente estudio. 5 CAPITULO 1. LOS OBJETIVOS DE LA INVESTIGACION El objetivo general de esta investigación ha sido conocer e interpretar las trayectorias de vida de las mujeres portuguesas que arribaron a La Matanza entre 1940 y 1960, que se dedicaron a actividades extradomésticas vinculadas con el sector industrial. Como objetivos secundarios se pueden mencionar : * - Analizar la forma que adoptó la inserción de estas mujeres en el mundo laboral, con especial referencia a las barreras socioculturales que debieron sortear. * - Conocer el grado de conflictividad que generó en las portuguesas su adaptación a las pautas de la organización del trabajo industrial de nuestro país, como cumplimiento de horarios, control de la producción y de la asistencia. * - Comparar el grado de integración a la sociedad argentina de las mujeres portuguesas que cumplieron trabajos fuera de su hogar, en relación con aquellas que permanecieron toda su vida dentro del ámbito doméstico. 6 Interesó además conocer el proceso de urbanización y modernización que se operó en La Matanza entre 1940 y 1960, contexto en el que los inmigrantes portugueses tuvieron un importante rol. La hipótesis de esta investigación señala que las portuguesas que trabajaron fuera de su hogar se integraron con mayor rapidez y menor conflictividad al nuevo entorno sociocultural, sin por ello haber perdido su identidad étnica y el sentimiento de pertenencia a la comunidad portuguesa a lo largo de su vida, en comparación con aquellas mujeres cuya vida transcurrió en el ámbito doméstico. 7 CAPITULO 2. METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN Es importante mencionar que la llegada de los primeros portugueses a La Matanza se realizó aproximadamente en la década del treinta, mientras que la segunda oleada inmigratoria se produjo a mediados de la década del cuarenta y se mantuvo en constante crecimiento hasta la década del sesenta. El universo de análisis de este estudio son las inmigrantes portuguesas del partido de La Matanza, que formaron parte de la segunda oleada migratoria. Básicamente, esta investigación focaliza su interés en los actores sociales, con especial referencia a su inserción en el mundo del trabajo industrial en las décadas del cuarenta y del cincuenta, un espacio diferente y externo a la comunidad portuguesa, y sus concomitancias en su integración sociocultural al nuevo país. Se construyó una muestra de cincuenta casos, formada por mujeres que habían trabajado como costureras y obreras industriales. Se realizaron treinta y ocho entrevistas semi-estructuradas y doce historias de vida. 8 En relación con las mujeres que no se insertaron en el trabajo extradoméstico, se desea destacar que se recogió una importante cantidad de datos durante el desarrollo de los dos proyectos mencionados anteriormente sobre la comunidad portuguesa de La Matanza. En dicha oportunidad se realizó una encuesta a productores hortícolas, entrevistas semi-estructuradas a portugueses que residían y trabajaban en el sector rural y urbano del partido y observación participante en fiestas y celebraciones de los Clubes Portugueses de Isidro Casanova y de González Catán y en procesiones religiosas en honor de la Virgen de Fátima, que me otorgaron un marco general para esta investigación y un importante cuerpo de información. Asimismo, a lo largo del presente proyecto realicé nuevamente visitas a las quintas, con el objeto de reforzar y confirmar datos. En el ámbito rural, la mujer portuguesa trabajó casi a la par del hombre tanto en el laboreo de la tierra como en la comercialización de la producción. La elección de entrevistas semi-estructuradas e historias de vida como metodología para este estudio tiene su razón de ser en que la mirada de esta investigación estuvo concentrada en la comprensión de la perspectiva del sujeto. En el Apéndice de este trabajo se ofrece una copia del modelo de entrevista utilizado. 9 Antes de proceder a la realización de las entrevistas efectué un pre-test a tres de los sujetos en estudio. Dado que no se presentaron dificultades en el sentido de que las preguntas fueron perfectamente comprendidas, comencé posteriormente la etapa de recolección de datos. Durante las entrevistas, las mujeres portuguesas reconstruyeron sus vidas, con la ayuda de elementos culturales como fotos, documentos (pasaportes), cartas y todo tipo de objetos, que ofrecían una carga simbólica para ellas. Es de señalar que las portuguesas optaron por elegir sus propios hogares para la realización de las entrevistas, lo cual constituyó un espacio más íntimo para recordar los momentos vividos. Tal como sostienen Taylor y Bogdan (1986), en relación al encuentro con el entrevistado, podemos afirmar que son espacios de conversación que están dirigidos a la comprensión de las perspectivas que tienen las mujeres portuguesas, en este caso, respecto a sus vidas, experiencias o situaciones que van recreando, tal como lo expresan, con sus propias palabras. Incluso a través de la conversación se allana el camino para que el entrevistado pueda expresarse con libertad, recrear una vivencia pasada y, a su vez, entrelazarla con otro recuerdo que se creía olvidado. 10 En relación con la utilización de posibles fuentes documentales, especialmente las relativas a la historia de La Matanza, se desea señalar su inexistencia, ya comprobada durante el desarrollo de los proyectos anteriores. Tal como se dijo al principio, interesó investigar la historia del partido de La Matanza y, en especial, aquellas localidades donde la inmigración portuguesa se instaló desde mediados de los años treinta, como Isidro Casanova y González Catán, coincidiendo en cierta forma con el crecimiento poblacional del partido en esos años. En lo relativo al intento de reconstrucción de las transformaciones económicas y sociales de La Matanza, se intentó realizar un relevo de los loteos de las localidades de Isidro Casanova, González Catán, Virrey del Pino, Villa Luzuriaga, en donde los portugueses, y por ende las mujeres de esta comunidad, no sólo se instalaron sino también trabajaron en instalaciones fabriles de la zona y en el ámbito rural de algunas de las localidades mencionadas. En relación a este aspecto del trabajo, se consultó en primer lugar los archivos y libros de remates de tierra de las dos principales empresas que estuvieron a cargo de loteos en el partido de La Matanza, las firmas Ezcurra Medrano y Bravo Barros de la ciudad de Buenos Aires. En ésta última también se realizó una búsqueda de datos 11 en dos colecciones de revistas de la época, que se denominaban “La Propiedad” y “Las Ventas”. Estas publicaciones no sólo reflejaban la situación del mercado inmobiliario de la época sino también contenían notas de información sobre las localidades y partidos donde se producían las compras y ventas de tierras, hipotecas, alquileres y loteos en general. En estas revistas se recogieron datos sobre la ubicación de dichos loteos e incluso sobre los transportes que circulaban por el partido, como por ejemplo el Ferrocarril del Oeste y el Ferrocarril Midland. Este último, en su recorrido pasaba por la localidad de Isidro Casanova, principal lugar de radicación de la comunidad portuguesa. A partir de los datos suministrados por las mujeres portuguesas durante las entrevistas y de la información que recibí por parte de los líderes de la comunidad y de las autoridades de los Clubes Portugueses de Isidro Casanova y González Catán, se pudo establecer que fueron los establecimientos Textil Yute, en Isidro Casanova; Hilos Cadena, en Villa Luzuriaga, y Danubio, en Ramos Mejía, los que principalmente habían contratado mano de obra femenina de origen portugués. Así, se realizaron entrevistas a jefes de sección o supervisores que habían trabajado en los establecimientos industriales antes mencionados, quienes 12 ofrecieron más información sobre las características del lugar de trabajo y las formas de socialización de las mujeres portuguesas en esos ámbitos, que resultó importante para este estudio. Se intentó, en el año 2001, consultar los archivos de Hilos Cadena, ubicada en Villa Luzuriaga, lo que no fue posible en razón de que la empresa estaba liquidando sus activos y retirándose del país. En tanto, los establecimientos Textil Yute y Danubio hace más de una década que han cerrado. También se llevaron a cabo entrevistas a mujeres no pertenecientes a la comunidad portuguesa, quienes habían sido compañeras de trabajo de las portuguesas que aquí nos interesan, a fin de poder conocer cómo éstas últimas eran percibidas y categorizadas durante el proceso de integración a nuestro país o a una nueva estructura sociocultural. CAPITULO 3 MARCO TEÓRICO 13 En el presente capítulo comprende una serie de autores que han servido de sustento en el marco teórico para poder analizar la inserción laboral de las mujeres portuguesas de La Matanza. Una de las formulaciones que han constituido como marco de referencia ha sido los estudios teóricos, con respecto a la introducción del género como concepto en la historiografía a finales de la década de los ochenta es aún un tema en debate, donde se plantean cuestiones que hacen a la construcción de la nueva historia de las mujeres y al status teórico del género. Entre ellas figura la problemática de las relaciones sociales entre los sexos, la fundamentación o no de un campo de saber centrado en el tema, el impacto del género en el interior de las disciplinas que integran las ciencias sociales y la necesidad del empleo de una metodología propia para los estudios de la mujer. Es así que han sido publicado los últimos trabajos de mujeres antes mencionados desde perspectivas diversas y enfoques distintos. Pero hay un punto en común en todos estos estudios, ya sean argentinos o extranjeros, y es que observan a la mujer con sus diferencias étnicas, de clase, de nacionalidad, como actores sociales en la historia. 14 Producto de esta nueva “especialidad histórica” son los volúmenes de la historia de las mujeres bajo la dirección de Duby y Perrot (1992), donde existe el análisis de una nueva construcción de la conciencia feminista, un cuestionamiento histórico en el rol de la mujer a través de un hilo conductor que señalan los diversos autores y colaboradores de Duby; ellos mencionan que ha contribuido al advenimiento de la historia de mujeres o estudios sobre mujeres una importante serie de factores, y señalan, en primer lugar, que el redescubrimiento realizado a partir del siglo XIX de la familia como célula fundamental y evolutiva de las sociedades se convirtió en el corazón de una antropología histórica, que pone en primer plano las estructuras del parentesco y de la sexualidad y, en consecuencia, de lo femenino. Luego, bajo el impulso decisivo de la Escuela de los Annales, el progresivo ensanchamiento del campo histórico a las prácticas cotidianas, a las conductas ordinarias, a las “mentalidades” comunes. Ciertamente, la relación entre los sexos no ha constituido la preocupación prioritaria de una corriente a la que por encima interesaban de todo las coyunturas económicas y las categorías sociales; sin embargo, le ofrece una audición favorable. También fue decisivo, en la huella de la descolonización, reasumida por mayo de 1968, la resonancia de una restricción política dirigida a los exiliados, las minorías, los silenciosos y las culturas oprimidas, y que considera a las periferias y los márgenes en su relación con el centro del poder. 15 Sin embargo, comenta Duby (1992), la cuestión de las mujeres no se planteó desde el comienzo, así como tampoco se abordó directamente la historia de las mujeres. Se puede decir que a fines de los setenta estudios realizados en Estados Unidos, Francia, Alemania e Italia fueron los que aportaron una historia que ya tiene su historia, que ha cambiado con sus objetos, sus métodos y sus puntos de vista, animada ante todo por el deseo de una historia mucho más problemática, menos descriptiva y más relacional. Duby (1992) también afirma que escribir la historia de las mujeres es más bien escribir una historia de la relación entre los sexos. Cómo funciona y evoluciona en todos los niveles de la representación, de los saberes, de los poderes y de las prácticas cotidianas, en la ciudad, en el trabajo, en la familia, en lo público y lo privado, división que no es necesariamente equivalente a sexo, sino más bien una estrategia relativamente recurrente en que se reformulan sin cesar los roles y las delimitaciones en las esferas. Una de las reflexiones teóricas en relación a la distribución de la inmigración en nuestro país y que ha constituido un marco alusivo para el análisis de esta temática, han sido los trabajos realizados por Gino Germani (1965) y que nos han servido de apoyo para la interpretación del contexto temporal y social en que se 16 desenvuelve este estudio. En uno de sus trabajos,” Estructura social de la Argentina” (1965), el autor hace un análisis de la composición por edades, por sexo y por estado civil de la población extranjera y la distribución geográfica de la población nativa-inmigrantes europeos. Germani destaca un significante desplazamiento en la masa de la población al especificar en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) las migraciones, tanto de argentinos como de extranjeros que se producen en los años anteriores al censo de 1947. De acuerdo con el autor mencionado, los porcentajes de extranjeros sobre el total del país, en el Gran Buenos Aires, en 1869, en 1895, en 1914 y en 1947 es de 48,1%, 38,6%, 40,6% y 43,7% respectivamente. La unidad territorial Gran Buenos Aires utilizada por Germani incluye la Capital Federal y los siguientes partidos, algunos con nombres de la época: Avellaneda, Almirante Brown, 4 de Junio, General San Martín, Lomas de Zamora, Matanza, Morón, Quilmes, San Fernando, San Isidro, Las Conchas y Vicente López. Según el autor que estamos comentando, el concepto de Gran Buenos Aires como una unidad territorial comenzó a utilizarse a partir de 1914 aproximadamente. En cuanto al crecimiento poblacional del Gran Buenos Aires durante las primeras décadas del presente siglo Germani establece, sobre la base de los datos aportados por los censos de población, que a mediados de la década 17 del treinta tuvo lugar una fractura en los componentes del crecimiento. Mientras el saldo de la inmigración externa fue positivo, el correspondiente a la inmigración interna comienza a aumentar en forma significativa. Germani diferencia cuatro períodos en el proceso de crecimiento demográfico del Gran Buenos Aires. Entre 1895 y 1914 los inmigrantes externos fueron el factor más importante del aumento de población; entre 1914 y 1936, continúa la inmigración externa y comienza la migración rural-urbana; entre 1936 y 1943 el saldo migratorio externo es negativo y se acrecienta la inmigración interna. El autor mencionado, sostiene que hacia 1947 amplios sectores de la vieja clase obrera urbana inmigrante había protagonizado un proceso de ascenso social generacional: a fines de la década de los cincuenta y principios de los sesenta la mitad de los que habían nacido de padres obreros se habían convertido en clase media. Para el autor, esta situación de movilidad social y de traspaso de empleos no calificados a ocupaciones calificadas se realizó entre los inmigrantes a partir del cuentapropismo, no solo en el caso de las actividades del sector terciario y rural sino también en el ámbito industrial. Como se puede deducir, el caso de los portugueses 18 de La Matanza constituye un modelo del ascenso social de los inmigrantes, en el marco de la teoría de Germani. El autor también realiza un análisis de lo que constituye un mundo de transición y formula dos tipos de sociedad, o sea la transición de la sociedad tradicional a la sociedad industrial moderna, con los caracteres del cambio social. El pasaje hacia la sociedad moderna se plantea un crecimiento y una extensión de los roles adscriptos difusos, de elementos particularistas, a través de una diferenciación de nuevas instituciones en la que el autor supone la necesidad de la existencia de la secularización del conocimiento, de la técnica, del desarrollo de la economía y de la educación y cierto grado de integración normativa. La transición de la sociedad tradicional a la sociedad industrial es un proceso acumulativo de cambio de estructuras, de condiciones que requieren la extensión de la secularización misma a otros sectores de la sociedad. Según Germani el carácter y los efectos de estas interrelaciones se ven afectados por el contexto histórico y social en el que se desarrolla el cambio. El autor ofrece en su trabajo un esquema explicativo de las etapas en las que se genera la transformación de esa transición. Para nuestra investigación ha sido 19 particularmente la cuarta etapa de desarrollo la que nos ha interesado, porque contiene los cambios o las crisis que se desarrollaron en 1930, productos de un giro en la orientación que se produjo en los países de América latina, forzados por elementos exógenos derivados de las nuevas políticas y condiciones creadas a partir de la gran depresión y posteriormente por la Segunda Guerra Mundial. Un cambio estructural que no sólo se dio en el plano económico, sino también significó la transformación en la estructura social, en la participación política con la integración de los estratos populares, la conciencia de poder de estas clases y la formación de una nueva identidad nacional. Para los primeros diez años de la primera posguerra se insinúa una cierta declinación de la inmigración, debido en gran parte a que la Argentina ha dejado de ofrecer nuevas oportunidades de trabajo en la medida necesaria para continuar atrayendo tanta población europea como a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. En los años treinta la “mentalidad” urbana implicaba desarrollar industrias, medios de transporte, las ciudades. La atracción del migrante deseado debía darse, entonces, a través de dos realidades: grandes industrias urbanas y suburbanas, donde la figura sería el de productor-consumidor. 20 La inmigración debía modificar su contenido y no tener absolutamente un fin colonizador y cumplir la función de aportar mano de obra barata al sistema del modelo agroexportador, que ya en los años treinta se había agotado para dar inicio a la etapa de sustitución de importaciones, dando lugar a una transformación radical en el Gran Buenos Aires no sólo en los aspectos demográficos y urbanísticos sino también en su estructura social. Es así que los migrantes provenientes de las provincias se concentraron en Buenos Aires, formando una clase social, la clase obrera. Utilizando la idea de Germani, estos últimos provenían de las migraciones internas mientras que los originarios de países europeos fueron gradualmente constituyéndose en representantes de la clase media. Una investigación relevante para nuestro estudio es la llevada a cabo por Romero-Gutiérrez (1995), en que sintetiza en forma ilustrativa el crecimiento y desarrollo de la industrialización y de los servicios, que afectaron a la ciudad de Buenos Aires, modificando profundamente su zona periférica, el Conurbano bonaerense o Gran Buenos Aires. Como dice en su trabajo, “...era una zona que crecía intensamente por su homogeneidad y por la significación que normalmente las fábricas tenían en las nuevas barriadas generándose nuevas condiciones para la 21 conformación de un nuevo tipo de identidad en los sectores populares, más definidamente obrera...”. Desde 1930, los avances de la industrialización y las migraciones internas que la acompañaron afectaron sólo tangencialmente a la ciudad de Buenos Aires, pero modificaron profundamente su periferia, el Conurbano o Gran Buenos Aires. Como sostiene Romero-Gutiérrez (1995), era una zona que crecía intensamente, por su homogeneidad trabajadora y por la significación que normalmente las fábricas tenían en las nuevas barriadas. En consecuencia, se daban las condiciones para la conformación de un nuevo tipo de identidad en los sectores populares, más definidamente obrera. Como otros grupos migratorios, el movimiento de los portugueses hacia los alrededores se profundizará a lo largo del siglo XX con un movimiento general hacia el Gran Buenos Aires, donde en 1960 vivía casi la mitad de la población portuguesa residente en la Argentina. En los partidos del denominado Gran Buenos Aires, particularmente en los distritos de La Matanza, Escobar, General Rodríguez, Villa Elisa, Hurlingham y Merlo, se formaron importantes colonias dedicadas al trabajo en quintas, hornos de ladrillo y floricultura. 22 El análisis de las transformaciones en la estructura socio-espacial de Buenos Aires a partir de la década de los cuarenta, que analizan Romero-Gutiérrez (1995) y Horacio Torres (1992), son teorías que he utilizado para la interpretación del contexto temporal y social de la inserción de los portugueses en el partido de La Matanza. Según Torres (1992), a comienzos de la década de los cuarenta se conformó una nueva corona periférica en los partidos del Gran Buenos Aires, que era una nueva localización residencial, predominantemente de los nuevos migrantes. Como sostiene este autor, el partido de La Matanza ha sido uno de los arquetipos de estos cambios de estructura socio-espacial, al que los portugueses fueron llegando entre mediados de la década de los treinta y fines de la década de los cincuenta, contribuyendo a consolidar la estructura de barrios periféricos de la Capital Federal. A continuación se comentan diferentes líneas teóricas con referencia a estudios culturales relacionados con las comunidades inmigrantes y enfoques de los fenómenos migratorios, que han constituido un aporte para esta investigación. Barth (1976) afirma que los grupos étnicos son considerados una forma de organización social, que en gran medida se autoperpetúan biológicamente, comparten valores culturales fundamentales realizados con unidad que manifiestan 23 formas culturales, integra un campo de comunicación e interacción y por último cuenta con unos miembros que se identifican a sí mismos y son identificados por otros y que constituyen una categoría distinguible en relación a otras categorías del mismo orden. Barth (1976) menciona en su estudio también el concepto de adscripción étnica, que se refiere a la clasificación de una persona de acuerdo a su identidad básica. En la medida en que los actores utilizan las identidades étnicas para categorizarse a sí mismos y a los otros con fines de interacción formando grupos étnicos en ese sentido de organización. Los rasgos que son tomados en cuenta no son la suma de diferencias “objetivas” sino solamente aquellas que los actores mismos consideran significativas. El autor puntualiza en su trabajo que algunos rasgos culturales son utilizados por los actores como señales de diferencia y otros son pasados por alto. En general ellos exhiben signos para indicar la identidad y que son por lo general el vestido, el lenguaje, la forma o estilo de vida, los valores o normas de moralidad. Estos signos, a través de la observación que hemos realizado en las portuguesas, se han podido apreciar como caso paradigmático, dentro del marco de la teoría de Barth. Como grupo adscripto en relación a la naturaleza de la continuidad de las unidades étnicas 24 es evidente que dependen de la “conservación de un límite”; con esta expresión, desde el ángulo de mi investigación, me estoy refiriendo al límite social, que define al grupo y no al contenido cultural que encierra. Asimismo, la comunidad portuguesa en sus celebraciones, en sus creencias, actos rituales, comidas, música, en todo su folklore, sigue extendiendo la vida del Portugal natal en el país receptor. Es parte del supuesto de que los integrantes de la comunidad, según la teoría de Barth, están fundamentalmente “jugando el mismo juego”. Desde el aspecto de los estudios culturales y en relación con las comunidades de inmigrantes, han surgido nuevos términos descriptivos e interpretativos. Es el claro ejemplo del trabajo sobre enfoque diaspórico de Clifford (1994), quien afirma que el actual significado de la diáspora es diferente al utilizado en relación al concepto de dispersión de judíos, armenios y griegos. Actualmente el concepto se refiere al de los inmigrantes expatriados, refugiados, comunidad de exiliados, comunidad étnica. Incluso el autor expresa la idea de un lenguaje diaspórico que es cada vez más utilizado por los pueblos que se sienten desplazados y, de alguna forma, mantienen reviviendo e inventando una conexión con el país de origen. 25 El autor afirma que las culturas de diáspora en cierta forma mediatizan una tensión vivida, una experiencia de desarraigo, de nostalgia y de tristeza de vivir en la sociedad receptora y recordar o desear el país o la región de origen. En esta conciencia de diáspora, sostiene Clifford (1994), el inmigrante vive las pérdidas y esperanzas en forma simultánea como estilo de vida o sentimiento del grupo migratorio. En el caso de las mujeres portuguesas, éstas son el claro modelo que se identifica con el concepto de diaspórico. Constantemente a partir de la década de los noventa buscan espacios transnacionales de encuentro para estar en contacto y diálogo con otras mujeres portuguesas que viven en otros países del mundo y comparten experiencias de inserción en las sociedades receptoras, aliviando la “saudade”, los conflictos o dificultades surgidas en las sociedades donde viven actualmente. Una vez comentadas las teorías que han servido de sustento para el análisis e interpretación del contexto temporal y social que se cubre en este estudio, a continuación mencionamos las diferentes perspectivas en relación con el estudio del fenómeno migratorio. El enfoque estructuralista en los estudios tradicionales migratorios hacía insistencia en el análisis de las variables que condicionaban en cierto modo la salida 26 y el arribo de los flujos migratorios solamente dentro del esquema “push-pull factors” en el que encuadraron generalmente las investigaciones que se hicieron en los ámbitos académicos hasta la década de los setenta. Superada esta visión, la teoría de las redes sociales forma parte de un conjunto de visiones de la sociedad a partir de los años ochenta, que se ha difundido como alternativa y desde donde han surgido nuevas perspectivas de análisis y en donde los actores sociales se constituyen en el foco de la investigación. En relación a esta temática, Ramella (1995) afirma que se han buscado nuevas vías para quienes han rechazado el enfoque estructuralista. La orientación estructuralista, al poner el énfasis sobre los factores de expulsión, ignoraba las elecciones de los emigrados o, de alguna manera, las pasaba por alto juzgándolas como irrelevantes. La revisión actual de esta visión condujo cada vez más a ver en los emigrantes a actores racionales que persiguen objetivos y movilizan, para tales fines, los recursos que tienen a su disposición; estos han sido considerados a menudo como recursos relacionales que sirven para conseguir información, elegir el destino, insertarse en el mercado de trabajo de la sociedad receptora. La emigración como temática de análisis dejó de ser una acción de desesperados y se transformó en una elección realizada por individuos movilizados por estrategias de superación social. 27 El punto crucial pasó a ser la capacidad de los emigrantes para insertarse a su arribo en redes sociales, tanto sea informales o formales de connacionales. Así, su trayectoria en la nueva sociedad se hacía depender casi exclusivamente de esta capacidad para disponer y conservar en el nuevo espacio redes de solidaridad fundadas en la procedencia común. Es importante destacar también que en los estudios migratorios realizados desde el análisis de las redes se hace evidente una visión más dinámica de la sociedad, que si nos detenemos a estudiar a los migrantes como insertos en categorías socioeconómicas estrictamente. Desde la perspectiva de las redes, los inmigrantes son quienes a través de sus relaciones personales y vivencias familiares van construyendo, de alguna forma, estas redes sociales en las que se encuentran insertos, mientras que desde el enfoque estructuralista se tendía a considerarlos insertos en categorías socioeconómicas fijas e inamovibles. Según Miguez (1995), “la clave está en la identidad de los actores”. Si bien los portugueses de La Matanza arribaron a nuestro país en base a solidaridades premigratorias, es también importante destacar que algunos hombres y mujeres portugueses decidieron por sí solos la idea de emigrar, de encontrar pareja, empleo y vivienda. 28 CAPITULO 4 ANTECEDENTES BIBLIOGRÁFICOS En este capítulo se ofrece una síntesis descriptiva de los trabajos de investigación, que se estiman de interés para nuestro estudio, en relación con la mujer en los espacios de trabajo en el siglo XX en Argentina. En nuestro país, la modernización iniciada en las últimas décadas del siglo XIX afectó las ocupaciones tradicionales de las mujeres, en particular en el interior del país. Al incrementarse la actividad industrial a principios del siglo XX para satisfacer las necesidades de una población que se multiplicaba aceleradamente, producto del ingreso masivo de inmigrantes y las oportunidades laborales en las áreas urbanas, fue increscendo también como consecuencia de la modernización del aparato estatal. La creciente diversificación económica trajo aparejada la incorporación de numerosas mujeres y niños al mercado laboral. En algunos oficios antes realizados exclusivamente por hombres, las mujeres empezaron a reemplazarlos. 29 Nari (1994), en su trabajo, sostiene que la mujer, cuando fue tenida en cuenta como estructura productiva, trajo mucha resistencia: en el mercado de trabajo, el hombre se sentía en cierta forma “amenazado” con ser suplantado, tanto en el mundo del trabajo como en una jefatura de familia; la Iglesia Católica, por otra parte, ejercía ciertos reparos a principios del siglo XX, porque suponía que el trabajo femenino “atentaba” contra la idea la familia cristiana, así como que el alejamiento de la mujer del hogar podía traer “efectos peligrosos”. En consecuencia, el trabajo femenino debía ser prohibido en algunas ramas industriales, específicamente en aquellas que se consideraban nocivas para la capacidad reproductiva o para la moralidad de las mujeres. Se suponía que la “debilidad física”, inherente a todas las mujeres, las incapacitaba para efectuar determinado tipos de trabajos. De esta forma se presentaba a la mujer como una especie de víctima de la naturaleza y de la sociedad. La “familia” era considerada como el verdadero lugar de la mujer, siendo la maternidad su función esencial. A partir de estos supuestos, característicos de ciertos grupos obreros de la época, es comprensible la resistencia masculina a incorporar masivamente a la mujer al mundo del trabajo. Si a esto se le suma la situación de desocupación que 30 vivieron los hombres en las primeras décadas del siglo XX, la mujer fue considerada un importante competidor en el mercado laboral. Nari (1990) señala que, para muchos empleadores, en los primeros años del siglo XX, la utilización de mano de obra femenina era ventajosa, puesto que por un rendimiento igual de trabajo pagaban salarios menores. De acuerdo con los obreros varones, la entrada de la mujer al mundo del trabajo significaba una baja de salarios para ellos y, en el peor de los casos, su propia desocupación. La autora antes mencionada afirma que los móviles que impulsaban a las mujeres a trabajar a principios del siglo XX fueron los mismos que se aducían como consecuencia de su ingreso en el mercado del trabajo: desocupación del conyugue o del padre, disminución de los salarios reales percibidos por otros miembros de las familias; todas situaciones que obligaban a generar ingresos complementarios. A esto se le sumaban los abundantes casos de mujeres solas, jefas de hogar, con hijos u otros parientes a cargo. Lobato (1995) ha realizado una completo estudio sobre el trabajo fabril en la Argentina, particularmente en la actividad de las industrias de la carne y textil en la localidad de Berisso. Expone en su trabajo diferentes aspectos de la temática en cuestión, como las transformaciones de la sociedad argentina con relación a la 31 actividad laboral femenina; el contexto de las empresas, que incluye la experiencia laboral de las obreras en las industrias mencionadas anteriormente, sobre todo en empresas que eran grandes corporaciones, como así también el rol de la mujer en su ámbito doméstico, muy semejante al tipo de relación de trabajo que tuvieron las mujeres en las Hilanderías en los diferentes partidos del conurbano bonaerense. Una investigación relevante para nuestro estudio es la llevada a cabo por Feijoo (1990) sobre la presencia de la mujer en el ámbito laboral a comienzos de siglo en la Argentina. En su estudio, la autora analiza la magnitud de la participación femenina en el mercado de trabajo, focalizando principalmente la actividad laboral considerada socialmente productiva para el mercado, como la mujer en la industria, en el comercio; además de reconstruir la visión de la sociedad porteña de principios de siglo XX, sobre el trabajo femenino. En la investigación llevada a cabo por la autora citada se afirma que en los primeros años del siglo XX la concentración de mujeres en la actividad laboral en las fábricas era muy elevada, y que era muy alta la participación femenina en las casas de modas y confecciones, en los talleres de corsetería, pasamanería y bordado. Aunque también las mujeres habían trabajado en otros tipos de establecimientos como fábricas, de la Compañía General de Fósforos, de Alpargatas o de tejidos. 32 E. Jorge (1985) sostiene que a principios de la década de los veinte, las inversiones norteamericanas o europeas -ya no sólo inglesas- irrumpen en el mercado argentino, multiplicando las instalaciones de más servicios e industrias en la economía del país e incorporando a la población femenina, como por ejemplo lo hicieron los frigoríficos norteamericanos Swift, Armour; las hilanderías de algodón Sudamtex, Anderson Clayton, Ducilo; los productores químicos y farmacéuticos Johnson & Johnson, Ponds, Helena Rubistein, Max Factor y las compañías elaboradoras de cereales Quaker y Adams. La población textil femenina se expandió sobre todo en el período de entreguerras y estuvo destinada a satisfacer las necesidades del mercado interno, especialmente en las ramas del algodón, la seda y la lana así como en tejidos de punto, cintas y elásticos. Barrancos (1999) afirma que diversas ramas y sectores se multiplicarán en grandes establecimientos y en pequeños talleres en todo el Gran Buenos Aires, produciendo un heterogéneo mundo del trabajo. La autora comenta que en el período de entreguerras fue, desde todo punto de vista, una larga transición para la condición femenina en general, para muchas mujeres que llevaron adelante tareas productivas en el seno del hogar y, 33 especialmente, para las que lo abandonaron a fin de ejercer empleos, suspendiendo así el duro mandato de las devociones a la familia. Durante esta etapa cada uno de los espacios de trabajo resultó un campo de ejercicio de sociabilidad entre los sexos, a lo que se unió una gran diversidad de ámbitos para el esparcimiento, desde confiterías y clubes hasta una marcada expansión de los medios de comunicación, especialmente la radio y el cine. Igualmente las normas siguieron siendo rígidas y se impusieron los miedos sociales a que las mujeres perdieran su esencia femenina si persistían en el trabajo extra doméstico. Sin embargo, a pesar de todo, la necesidad de trabajar y la aspiración a ascender fueron motores suficientes para atraer a muchas mujeres hacia los empleos. Con referencia a esto último, las mujeres portuguesas de La Matanza a pesar de las dificultades que tuvieron que experimentar en el ámbito laboral siguieron estando motivadas en progresar y ascender socialmente. Hasta la década de los treinta, dentro de la fuerza de trabajo de los sectores productivos más arriba mencionados, se fue insertando un arco bastante amplio de nacionalidades, destacándose a las nativas procedentes de Europa Oriental, Polonia, Bulgaria, Rusia, España y Portugal, entre otras naciones. 34 Otro estudio consultado y que fue de gran aporte para nuestra investigación fue el trabajo de Ceva (1995), porque la autora analiza la inserción de los inmigrantes en el mercado laboral de nuestro país en dos grandes establecimientos fabriles y establece diferencias de modalidad e integración de sus trabajadores; también ofrece una interpretación de la forma de inserción en la fábrica, la movilidad socio-ocupacional y rasgos de la política empresarial, como el tipo de selección de ingreso del personal de trabajo en el período 1935 - 1940, como también la construcción de redes sociales de recomendación para ingresar a la empresa, caso este último que se asemeja al de nuestro estudio, en referencia a las obreras portuguesas que trabajaron en grandes establecimientos como las Hilanderías Danubio o Hilos Cadena en el partido de La Matanza. A partir de la década de los cuarenta, por las políticas de Estado y después de la segunda posguerra, se produjo una gran expansión económica en el mercado interno argentino, producto del desarrollo industrial generado en el país, con el aumento de mano de obra industrial, con políticas de pleno empleo para generar un mayor consumo interno, así como un lineamiento estatal para inversiones en industrias de bienes de consumo masivo. Este proceso incorpora al país a un nuevo sector social constituido por cientos de miles de obreros nuevos, provenientes en su mayoría del sector rural y también 35 de los contingentes inmigratorios de las décadas de los cuarenta y de los cincuenta, conformándose así un nuevo proletariado industrial que se concentrará en la gran metrópoli de Buenos Aires. Por entonces, la mujer igual que el hombre pasó a formar el nuevo proletariado industrial de la sociedad argentina. De esta forma, las mujeres acrecientan su protagonismo en el mundo laboral, al tiempo que se modifican las ideas acerca de cuál debe ser el papel público de la mujer. Para el Estado peronista, la situación no pasa desapercibida y busca componer una alternativa a la cuestión, para ofrecerla en el marco de la legitimidad, desde un discurso construido en permanente contraste con la oposición, para distinguirse diametralmente de ella; aunque las alternativas ofrecidas para el trabajo femenino resulten de cuño tradicional: el arte, la docencia, las costuras, la ayuda social, la revalorización de costumbres. Dos Santos (1984) en su análisis del rol de las mujeres de la sociedad argentina a partir de la década del cuarenta asegura que la mujer se convierte en actor social relevante, capaz de concertar su función central en el núcleo familiar con su aporte pecuniario a la economía doméstica. En 1950 la participación de la mano de obra femenina en la actividad fabril se calcula en un cuarenta y dos por ciento y se concentra en los rubros textil, docente, servicio doméstico, comercio, sanidad, bancos y costura a domicilio. 36 No obstante esta significativa participación en el mundo del trabajo, la diferencia en los salarios percibidos con respecto a similares tareas cumplidas por los hombres es importante; para el caso de la industria textil, es inferior a un cincuenta por ciento para 1943 y, aunque en 1945 la disparidad desciende a un veinte por ciento, la propia Unión Industrial Argentina reconoce la desigualdad, sin dejar de advertir que la igualdad salarial es sólo un principio teórico y que la equiparación en las remuneraciones sólo motivará la escasez de empleo para las mujeres, ya que serían preferidos los varones en caso de no existir diferencia en los salarios a percibir. Dos Santos sostiene que las injusticias en el mundo laboral femenino intentan ser corregidas por el gobierno nacionalista y popular de Juan Domingo Perón y la acción de la Fundación de Ayuda Social Eva Perón; no obstante y en contraste con la concesión de los derechos políticos a la mujer, en la Argentina de los años cincuenta el discurso oficial se orienta a resguardar en esta materia la función primordial a la mujer como esposa y madre. No es casual que se favorezca desde el Estado nacional el trabajo femenino en el ámbito domiciliario, cuando se constituyó el Hogar de la Empleada para que las amas de casa puedan acceder a aprender el trabajo de costura. 37 Reflejo de esta situación mencionada son los préstamos destinados a costureras, confeccionistas y modistas difundidos a partir de 1952. Las principales destinatarias son casi siempre mujeres y el objetivo primordial es afianzar el trabajo domiciliario. Sobre todo, este tipo de política se promueve en el interior de nuestro país. Gran parte de las denominadas costureras o confeccionistas trabajan para las fábricas que arman o reparan envases, bolsas de arpillera -para cereales, azúcares-, lanas, confecciones de ropas para niños y hombres. De hecho, el Censo Industrial de 1954 confirma la subsistencia de una rama tradicional de la industria, como la fabricación y reparación de bolsas de arpillera y de algodón, que ocupa entonces unas 3.700 personas, en su mayoría del sexo femenino. En esa misma época el partido de La Matanza era unos de los principales centros de producción y elaboración de bolsas de arpilleras, como la conocida Hilandería Textil Yute, en la cual gran parte de la mano de obra era femenina. De ahí que mientras desde el Estado se estudia la posibilidad de implementar un salario para el ama de casa, es importante señalar que las micro empresas familiares, la costura para terceros, la tejeduría domiciliaria, se constituyen en la alternativa viable para conciliar la condición femenina con las obligaciones familiares. 38 La costura como salida laboral independiente funcionaba en esos pequeños centros de trabajo. Tenían amplia demanda las modistas y costureras, que trataban de acceder a trabajar en las grandes tiendas porteñas: Harrods, Gath & Chaves, Las Filipinas, Albion House, o copiaban los catálogos que a veces éstas editaban. Barrancos (1999) menciona que se presentan cambios de conductas de la mujer, como las preocupaciones morales según los diversos perfiles de trabajadoras, especialmente en las mujeres del mundo urbano entre los años veinte y mediados del cuarenta y en las principales ciudades del país. Sostiene Rapoport (2000) que a principios de la década de los sesenta y durante ella se fue generando cierta tendencia que marcaba una disminución del gasto básico con respecto a fines de la década del cuarenta. Los estilos de vida estaban cambiando y los gustos en el consumo de la población también. Este decrecimiento como señala Rapoport (2000) del gasto básico, como en vivienda o alimentación, sobre todo en los obreros industriales del Gran Buenos Aires, se compensa en el incremento del consumo de bienes durables, como en educación y mejores servicios de salud; esto se logró por un principal factor, la expansión en el ingreso real, combinado con una mayor incorporación a la fuerza de trabajo del género femenino. 39 Finalmente en la consulta de los trabajos (Nari, 1994; Lobato, 1995; Jorge, 1985; Barrancos, 1999; Ceva, 1995; Dos Santos, 1984; Rapoport, 2000) apreciamos ciertas singularidades sobre las dificultades y características de la inserción laboral de la mujer entre las décadas de los cuarenta y cincuenta, como así también las políticas sociales con referencia a la actividad laboral en los años que los autores mencionados coinciden en identificar como una expansión de la mano de obra femenina en el mercado interno industrial, sobre todo en el sector de la industria textil y costura. La construcción de la historia de las mujeres no ha seguido un proceso lineal y sin contradicciones. Por el contrario, su desarrollo fue, y es todavía, tema de debate en el amplio espectro de las ciencias sociales. Knecher y Panaia (1994) afirman en su análisis de participación de la mujer en las situaciones históricas de fines de los años sesenta y principios de la década de los setenta, en particular, que entramos en una época a la que se señala como de emergencia de nuevas fuerzas o movimientos radicales o revolucionarios. En ese marco surgen también con fuerza grupos feministas reformistas y diversos movimientos. Es entonces cuando historiadores y especialistas en diversas 40 disciplinas sociales comienzan a percibir a las mujeres como sujetos sociales activos. En diferentes épocas históricas la contribución particular de la historia de las mujeres ha sido también en ese sentido el ocuparse de las mujeres como trabajadoras e integrantes de grupos e instituciones no necesariamente vinculadas al poder político. Los últimos estudios de historia de mujeres en nuestro país se han abordado desde diversas disciplinas, tanto en la historia social, política, como también la demografía histórica, a fin de examinar las migraciones, la situación civil, las tasas de fecundidad, la mujer en el mundo del trabajo, los aspectos vinculados con la participación femenina en el poder político, los accesos de las mujeres a la vida pública, la incidencia del empleo femenino y su relación con el desarrollo económico. El creciente desarrollo de la historia social en estos últimos años ha develado, por su parte, una toma de conciencia: la participación en los procesos sociales y económicos de grupos de personas, como las mujeres, constituyendo la clave para llegar a comprender mejor algunas situaciones históricas. Temas como la familia o las instituciones femeninas, despertaron interés y fueron objeto de análisis. Se estudia también a las mujeres como miembros de una determinada clase social o de 41 un grupo étnico, tratando de presentarlas no aisladas de su conglomerado social, sino formando parte esencial del mismo. En nuestro país, la historia de las mujeres tuvo también su lugar en los últimos años con trabajos interdisciplinarios y en temáticas variadas, como por ejemplo el análisis de la inserción de la mujer en el mundo del trabajo, la mujer migrante en la sociedad receptora. También es importante mencionar la compilación realizada por Knecher y Panaia , como los trabajos de Cacopardo, Balbe, Lupano, Pagani (1994), que abordan temáticas como la mujer y los movimientos sociales, el mercado laboral de la mujer de fines del siglo XIX hasta 1940, o la mujer obrera y las migraciones durante los primeros cuarenta años del siglo XX en nuestro país. Estos análisis constituyen un aporte a la interpretación de los contextos políticos, económico, sociales, culturales, psicológicos y vivenciales de la mujer en nuestro país, a través del siglo XX. De acuerdo con Navarro (1998), los historiadores sociales abrieron el paso a la nueva historia feminista y también facilitaron su aceptación para algunos historiadores. En una última compilación, denominada “Qué son los Estudios de Mujeres,” Navarro junto a Catherine R. Stimpson (1998) reunieron una serie de trabajos y ensayos sobre los estudios de mujeres que ofrecen un análisis sobre la situación de la mujer en diversos sistemas sociales. Se señala que la investigación 42 de los estereotipos de género se han beneficiado de las técnicas de la historia social. Las preocupaciones tradicionales de la historia social por comprender las vidas de quienes se encuentran muchas veces al margen de las estructuras oficiales del poder junto con los estudios de géneros son una manera de analizar a las mujeres no como un aspecto aislado de la sociedad sino como una parte integral de ella. Según Knecher y Panaia (1994), la cuestión de género nace en el espacio de la sociología. En efecto, hay coincidencia en señalar como pionera a Anne Oakley, quien en la década de los setenta a través de su obra establece la diferencia entre sexo y género, reservando para el primero la distancia existente, a nivel biológico, entre machos y hembras; y para género, el significado que remite a la cultura, lo que concierne a la clasificación social entre “masculino” y “femenino”; aclarando, además, que debe admitirse la invariabilidad del sexo así como la variabilidad del género. Según la autora que se está comentando, con el crecimiento de la actividad fabril en Argentina y ya avanzado el siglo XX aumenta progresivamente en nuestro país la participación de la mujer en el mercado de trabajo como fuerza remunerada, como efecto de la expansión económica de la posguerra. Parte de las mujeres casadas y una proporción mayoritaria de las solteras participaron activamente del proceso de producción, en el que las mujeres pasaron de ser una unidad de 43 producción-reproducción solamente para ser una unidad de reproducción-consumo, con una doble ocupación en la unidad doméstica y en el mercado de trabajo. Lobato (1993) plantea que la teoría de la modernidad de esta época actual destaca en cierta forma la pérdida del rol productivo de la mujer exclusivamente y la familia, cediendo en funciones tales como la satisfacción emocional, la socialización y el consumo. Si volvemos a los comienzos de la industrialización en Argentina, también hubo una importante proporción de mujeres que se mantuvo en general en tareas domésticas, en la medida que se generalizaba el trabajo para el hombre. Pero con referencia a la participación de la mujer en la esfera laboral se plantea la necesidad de comprender el conjunto total de las demandas que pesan sobre la mujer, que la obligan a incorporar un nuevo rol en una actividad constante según el contexto temporal y social del caso en estudio. Lobato (1993) afirma que hay diversas formas que utiliza la mujer para construir su identidad genérica y que están estrechamente vinculadas a la definición social de su ser y de su cuerpo: como ser-de-otros y como un cuerpo-para-otros, su vinculación entre reproducción social y orden simbólico. 44 Según la autora que se está comentando, con el crecimiento de la actividad fabril en Argentina y ya avanzado el siglo XX aumenta progresivamente en nuestro país la participación de la mujer en el mercado de trabajo como fuerza remunerada, como efecto de la expansión económica de la posguerra. Parte de las mujeres casadas y una proporción mayoritaria de las solteras participaron activamente del proceso de producción, en el que las mujeres pasaron de ser una unidad de producción-reproducción solamente para ser una unidad de reproducción-consumo, con una doble ocupación en la unidad doméstica y en el mercado de trabajo. Lobato (1993) plantea que la teoría de la modernidad de esta época actual destaca en cierta forma la pérdida del rol productivo de la mujer exclusivamente y la familia, cediendo en funciones tales como la satisfacción emocional, la socialización y el consumo. Con referencia a la inmigración portuguesa en la Argentina contemporánea, la indagación en un principio fue compleja debido a la falta de registros de los portugueses en la sociedad de nuestro país, sobre todo a mediados del siglo XX, como también son escasos los antecedentes de estudios de historia social en La Matanza. 45 Tuvimos acceso a los estudios realizados por Marcelo Borges (1989, 1991), quien efectúa un análisis de la comunidad portuguesa de mediados del siglo XIX y principios de siglo XX en la ciudad de Buenos Aires. Si bien desde el último cuarto del siglo XIX, con el comienzo de la inmigración masiva al país, el peso relativo del grupo portugués en el total de inmigrantes fue constante y creciente y una proporción importante de estos inmigrantes se estableció en el interior del país, el Area Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) fue el lugar de mayores asentamientos durante la oleada 1920 - 1960 y donde se desarrolló una activa vida comunitaria. Según un primer estudio realizado por el Borges (1989), generalmente los inmigrantes lusitanos que llegaban a la ciudad de Buenos Aires no tenían en ésta su primer destino migratorio, ya que algunos habían tentado suerte primero en Brasil o en Uruguay. Algunos incluso se casaban, tenían hijos y llegaban a la margen occidental del Río de la Plata muchos años después de haber abandonado Portugal. Así, no todos los que no tenían suerte en su primer destino regresaban a Europa, especialmente antes del desarrollo del transporte transoceánico, con buques a vapor de la época de la inmigración masiva. 46 Borges (1989) comenta en su trabajo que la distribución por edades y sexo permiten señalar una primera aproximación a la estructura demográfica de la población portuguesa de Buenos Aires. Como consecuencia del origen migratorio de esta población, la diferencia en favor del elemento masculino es abrumadora: vivían en la ciudad al menos 33 mujeres y 662 hombres. Las mujeres rara vez emigraban solas, sobre todo en la segunda mitad del siglo XIX; cuando lo hacían, era en compañía de sus esposos o padres. El escaso número de portuguesas se concentraba entre los 18 y 42 años. El autor afirma que mayormente los hombres emigraban en busca de oportunidades laborales. Al respecto se puede realizar una categorización de los tipos de trabajo que realizaban en esta época. Por un lado, los que se desarrollaban en tareas manuales y, por otro, los que se desempeñaban en tareas no manuales; se observa que los primeros formaban casi el 70% de la población portuguesa activa. Dentro de este grupo de trabajadores manuales, estaban los que efectuaban trabajos con poca o ninguna calificación o se desempeñaban en el sector de servicios, que constituía los dos tercios del total, destacándose los jornaleros, los peones, los changadores y, particularmente, los marineros. Los restantes portugueses se dedicaban a labores artesanales y a otros trabajos calificados, como por ejemplo: carpinteros, albañiles, cigarreros, zapateros. El sector de trabajadores no manuales estaba liderado por los portugueses que se dedicaban al comercio: 47 almaceneros, pulperos, bolicheros, comerciantes, fonderos y dependientes, que eran la mayoría de este sector. Por su parte, el grupo de profesionales sólo representaba un 5% del sector no manual. 48 49 Borges (1991) realiza un segundo estudio sobre los portugueses en Capital Federal. Afirma que los portugueses constituían a mediados del siglo XIX uno de los núcleos extranjeros más antiguos en Buenos Aires. Mientras que el 45,2% del total de no nativos residentes en la ciudad en 1855 había llegado en los últimos cuatro años y sólo el 7,6% llevaba más de 30 años de residencia en el Plata, los portugueses arribados en los últimos cuatro años representaban el 24,6%, en tanto que una proporción similar residía en Buenos Aires hacía más de treinta años. Los datos del censo de 1855 también nos ofrecen la posibilidad de conocer las regiones de Portugal involucradas en la inmigración hacia el Río de la Plata; se observa en el Mapa 1 que el origen de la población portuguesa residente en Buenos Aires no era regionalmente uniforme. Las regiones lusitanas expulsoras fueron: Extremadura (42,3%) y Douro Litoral (34,3%), siguiendo en orden de importancia las regiones del Minho (7,2%), Islas Azores (4,4%) y Beira Litoral (3,0%). 50 Vemos que el alto porcentaje de participación de las provincias de Extremadura y Douro Litoral se debe a la importancia de las ciudades de Lisboa y Oporto como focos migratorios y, por sobre todo, porque han sido las dos localidades más desarrolladas de Portugal; sus puertos representaban juntos el 76% de los habitantes portugueses de Buenos Aires. En las décadas posteriores y el comienzo de una inmigración de características masivas van a alterar en parte esta composición regional. En el caso de la inmigración portuguesa, a la tradición marina se le une un factor estructural: el interior montañoso, que sólo comenzará a tener cierta relevancia en el caudal migratorio después de 1870, cuando el desarrollo de la red ferroviaria portuguesa una las provincias interiores, como Trasos-Montes o Beira Alta, con los puertos del Atlántico. A fines del siglo XIX y principio del XX la mayoría de los portugueses de Buenos Aires vivían en habitaciones o viviendas alquiladas. El acceso a la propiedad urbana era muy complejo para todos los inmigrantes ; esto va a seguir siendo una constante incluso en las primeras décadas del siglo XX. Dentro de la comunidad 51 portuguesa, los que podían acceder a la propiedad eran quienes se dedicaban a la actividad comercial, seguidos por el grupo de artesanos. El tiempo de residencia también pesaba en el acceso a la propiedad: de los portugueses propietarios, la mitad llevaba más de 30 años como vecinos de Buenos Aires. Otras de las temáticas consultadas en nuestro trabajo ha sido la actitud del Estado portugués en relación con los emigrantes, sobre todo los que elegían como destino a América del Sur. Halpern Pereira (1984) afirma que frente a la diversidad de elección que presentaban entre mediados del siglo XIX y principios del siglo XX los distintos países del continente americano, los portugueses mostraron preferencia acentuada por Brasil, donde, a pesar de la completa alteración del estatuto social del portugués, la lengua común y la ilusión de una civilización idéntica fueron elementos que facilitaron la integración. Sólo los emigrantes de las Azores optarían preferentemente por otro destino, en su mayoría asentándose en los Estados Unidos. Para Halpern Pereira (1984), la dirección principal de la corriente migratoria lusitana fue Brasil, tal como lo había sido ya en los siglos XVII y XVIII. Entre 1855 y 1965 el 87% de los emigrantes portugueses se dirige a esta parte del continente; el dominio de esta orientación se mantendrá. Este sentido preferencial por el Brasil es evidentemente inseparable de la política seguida por este país con relación a la 52 política migratoria mientras que, como hemos comentado anteriormente, la zona del Río de la Plata fue otra opción de destino para los portugueses. En tanto, en los principios del siglo XIX, los lusitanos representaban entre el 38% y el 42% de los extranjeros que llegaban al puerto de Buenos Aires. La autora citada afirma que la emigración portuguesa constituyó uno de los principales factores de equilibrio financiero de Portugal desde hace más de un siglo. Sostener el envío de las remesas de emigrantes se convirtió en uno de los elementos principales de la política bancaria y financiera del país. Actualmente, múltiples facilidades, anunciadas en los periódicos, intentan captar las inversiones de los emigrantes y, paralelamente, se procura con los medios más diversos prolongar las vinculaciones cultural y efectiva de los portugueses residentes en otros países. El mito del retorno, cuyas consecuencias demográficas son reducidas, desempeña una función financiera fundamental. Pese a todo, afirma Halpern Pereira (1984), la política portuguesa de emigración fue casi siempre ambigua y aparentemente contradictoria. La persistencia de la tradición represiva de la corriente emigratoria fue acompañada de una tolerancia real de la emigración, uno de cuyos índices lo constituye precisamente la dimensión asumida por la emigración clandestina. 53 La autora afirma que cuando nos referimos a la elección de un lugar donde vivir para el inmigrante, en este caso, los portugueses, igual que a la búsqueda de trabajo y al establecimiento de relaciones sociales, debemos reconocer que estas variables forman parte del ajuste o adaptación, etapa inicial del proceso de integración y asimilación al medio receptor. La forma en que los inmigrantes se establecen en los lugares de destino está relacionada en gran medida con los mecanismos utilizados para migrar y, a su vez, afecta su inserción social. Así es que los portugueses hayan elegido dirigirse también a la ciudad de Buenos Aires en el transcurso del siglo XX se relaciona con el desarrollo de determinadas variables estructurales, tales como la distancia de los lugares de trabajo, el desarrollo de la red de transporte y las características del mercado de la vivienda, que explican los patrones de asentamiento de los habitantes de la ciudad en general y, por supuesto, de los inmigrantes portugueses en particular. Desde luego, no hay que descartar la influencia de los lazos nacionales y regionales y el papel desempeñado por las relaciones pre-migratorias, como la construcción de redes sociales en el país receptor. También hemos consultado la investigación realizada por Leandro (1999), quien comenta con referencia a las mujeres portuguesas “da diáspora” que el papel de la mujer emigrada en los países receptores ha sabido imprimir trayectorias migratorias con valores como la solidaridad y la cooperación en la construcción de 54 las redes sociales, y ha sido el principal agente multiplicador de la cultura portuguesa, interviniendo como mediadoras y como sujeto en el proyecto migratorio familiar, en la medida en que su trabajo y su salario han contribuido a modificar el rumbo de las cosas. Otra investigación a la que hemos tenido acceso es el trabajo sobre la emigración portuguesa realizado por Rocha Trindade (1988), que analiza los espacios de herencia cultural portuguesa; las instituciones, los clubes, iglesias. Para la autora, la emigración es un fenómeno estructural de la sociedad portuguesa. Afirmación que resulta de la continuidad del movimiento de salida, independientemente de las fluctuaciones de las regiones de origen y de la elección del destino preferencial. Es así que Portugal no ha podido históricamente recrear una sociedad dentro de su territorio con la participación de todos y para todos. Rocha Trindade(1988) sostiene que durante más de un siglo el destino brasileño constituyó el principal país receptor de los emigrantes portugueses durante el siglo XX. Sin embargo no puede ignorarse que en forma paralela hubo otros destinos, como Estados Unidos, Francia, Australia, Venezuela y, de las corrientes menores, la Argentina. 55 Puede considerarse que la primer modificación cualitativa de los destinos de la emigración portuguesa se verifica con el establecimiento de una corriente especializada hacia destinos centro-norte de Europa a fines de la década de los cincuenta. En síntesis, la autora afirma que durante la primera década del siglo XX, la media anual de salidas de Portugal fue de 32.000 personas; entre 1911 y 1920, la media anual fue de 42.000 salidas, pasando a 89.000 el número de emigrantes en 1912. En la década del treinta, la emigración tuvo una baja significativa debido a las crisis económicas de los países receptores. Hasta 1946, la media anual de salidas fue de 7.000 personas a raíz de la inseguridad de los viajes marítimos durante la Segunda Guerra Mundial. A fines de la década del cuarenta la emigración portuguesa, fundamentalmente transatlántica, llegó a las 32.000 salidas anuales. Pero a fines de los años cincuenta se produce un nuevo fenómeno en la historia de la emigración portuguesa, pues Francia se convertiría en un nuevo destino, como lo mencionamos anteriormente. Nos ha interesado para nuestro trabajo, entonces, lo relativo a la construcción de espacios de herencia cultural, como los movimientos asociativos de las comunidades portuguesas, en el país receptor realizada por los portugueses o lusodescendientes, ya sea para afirmar la identidad nacional ligada a sus orígenes 56 portugueses , para ‘’ultrapassar’’ los problemas de inserción del país receptor, o para revivir las experiencias de vida pasadas que le permitieron revitalizar las redes de amistad y solidaridad. Por otro lado, si nos referimos a la construcción de la identidad portuguesa, no podemos dejar de mencionar el trabajo de Feldman-Bianco (1997). Esta autora realizó un estudio sobre la reconstrucción de la identidad femenina en la intersección de culturas y en la memoria cultural en sus trayectorias de vida. Cabe aclarar que la investigación de la autora se realizó sobre los espacios constitutivos de la vida cotidiana de portugueses que viven en el sudoeste de Massachussets, Nueva Inglaterra. Es importante destacar el concepto de la “saudade” que las portuguesas han creado sobre la base de sus vivencias personales y el entrecruzamiento de dos culturas, la americana y la portuguesa. Feldman (1998) afirma que la incorporación del pasado portugués está presente en lo americano, característica de enclave de los inmigrantes portugueses en cualquier parte del mundo; o sea, representaciones simbólicas y prácticas sociales del Portugal natal, reproduciendo de esta forma “fotografías de los tiempos 57 y espacios vividos” que reconstruyen sus identidades individuales en un espacio transnacional. Svetlitza de Nemirovsky, González y Beordi (1997), realizaron un análisis de la dinámica de la estructura productiva agropecuaria del partido de La Matanza, desde la década del cuarenta hasta la actualidad. En este proyecto se trabajó, además, con la problemática que el impacto del proceso de expansión de una gran metrópoli, Buenos Aires, tuvo sobre las actividades agropecuarias del área periurbana, considerando a los portugueses como actores sociales involucrados en el proceso productivo. Sobre la base de una perspectiva sociohistórica se analizaron dos momentos de la producción agropecuaria de La Matanza. Una primera observación dentro de las conclusiones fue que, a pesar de las modificaciones del partido en los sectores productivos, la horticultura se mantiene como un modelo históricamente presente. Entre 1947 y 1960 se produce el mayor crecimiento demográfico de los partidos del Conurbano bonaerense, al mismo tiempo que desciende la población rural del país. En este período la industria se transforma en eje del desarrollo de la Argentina. 58 En el contexto de expansión industrial y urbanización, crecimiento poblacional y fácil acceso a la propiedad de la tierra en razón de su bajo precio, los inmigrantes portugueses ingresaron en un proceso de acumulación que les permitió convertirse en propietarios rurales, y actualmente dominar la producción hortícola del partido de La Matanza. En síntesis, la inserción laboral de los inmigrantes portugueses que se insertaron en el área rural, una vez que arribaron a la Argentina, fue su contratación como peones en los partidos bonaerenses de La Matanza, Merlo, Cañuelas, Gral. Rodríguez, Ezeiza, La Plata (Villa Elisa), donde trabajaron para propietarios argentinos, japoneses y, principalmente, italianos. La etapa siguiente fue el arrendamiento, mientras ahorraban para acceder a pequeñas y medianas fracciones, hasta llegar a una cierta acumulación que finalmente los convirtió en propietarios, adquiriendo tierras a italianos y argentinos, como es el caso del loteo de la estancia Ezcurra-Medrano de Virrey del Pino o las tierras que el Colegio La Salle tenía y arrendaba en la ciudad de González Catán. Actualmente los portugueses son propietarios de explotaciones en el sector rural de las localidades de Virrey del Pino, 20 de Junio, González Catán e Isidro 59 Casanova, pertenecientes al partido de La Matanza, dominando la producción hortícola en este distrito bonaerense. En un segundo proyecto de investigación (Svetliza de Nemirovsky, González, Beordi, 1999) se realizó un análisis de las etapas de inserción de los portugueses de La Matanza en la estructura socioeconómica: los que se fueron incorporando a la producción hortícola y de ladrillos así como al sector servicios ofrecen una similitud; primero, trabajaron como mano de obra no calificada, luego con los ahorros que habían logrado se asociaron entre varios portugueses y con la ayuda de un coétnico organizaron pequeñas empresas, arrendaron tierras y posteriormente se convirtieron en propietarios. El acceso a la propiedad inmobiliaria ha sido el elemento de ascenso social de los inmigrantes. Una de las características principales de este flujo migratorio es la inestabilidad; se destacan dos etapas del arribo a nuestro país. La primera puede situarse entre los años 1926 y 1930 y la segunda desde 1950 hasta 1960, siendo en ésta última entre los años 1958 y 1959 el período en que mayor cantidad de inmigrantes se afincaron en La Matanza. En las conclusiones se sugiere que la causa de elección en la migración portuguesa hacia la Argentina no fue espontánea. Estuvo condicionada por el 60 rechazo de los tradicionales países receptores de inmigración, excepto Brasil, y por la existencia de activas redes de interacción social que la promovieron como un país donde rápidamente se lograba un buen nivel de acumulación. Fueron justamente dichas redes sociales, junto con una intensa devoción a la Virgen de Fátima, lo que hermanó a todos los emigrados. 61 CAPITULO 5 TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS Y SOCIALES DEL PARTIDO DE LA MATANZA 1940 - 1960 1 - Crecimiento demográfico del Partido de La Matanza Desde la perspectiva de las unidades territoriales, el partido de La Matanza ha sido incluido en el Area Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), el Conurbano bonaerense y el Gran Buenos Aires. Sobre la base de un criterio administrativo político, el AMBA se consideraba conformado por la Capital Federal y diecinueve partidos provinciales hasta el año 2000: Avellaneda, Almirante Brown, Berazategui, Esteban Echeverría, Florencio Varela, General San Martín, General Sarmiento, La Matanza, Lanús, Lomas de Zamora, Merlo, Morón, Moreno, Quilmes, Tigre, Tres de Febrero, San Fernando, San Isidro y Vicente López. (Lattes, A y Recchini de Lattes 1992); aunque actualmente son 24 los partidos integrantes del AMBA, ya que tras la división de algunas jurisdicciones, en los últimos años se crearon nuevos distritos como Hurlingham, Ituzaingó y Malvinas Argentinas. 62 El crecimiento poblacional y los movimientos migratorios que tuvieron lugar en la década del cuarenta en el Area Metropolitana de Buenos Aires constituyen características y factores que introdujeron cambios significativos en el partido de La Matanza (Svetlitza de Nemirovsky, A. 1997). Torres (1992), en su trabajo sobre las transformaciones de la estructura espacial de la ciudad de Buenos Aires sostiene que entre los años 1940 y 1960 tuvo lugar el aumento de migraciones hacia la Región Metropolitana, vinculada al surgimiento progresivo de una industria liviana que se ubica en los partidos del noroeste y sudeste. En esta información que comentamos surge una de las características de estas transformaciones que van a afectar a los partidos del Gran Buenos Aires: la urbanización de la población de menores ingresos a partir del crecimiento de los barrios de loteo, que se produjo principalmente entre 1940 y 1950 como efecto del aumento de la fuerza de trabajo urbana. La densificación central es otra característica del período y tiene relación con el acceso a la propiedad de departamentos. Este fenómeno se produce a partir de 1948 y va a extenderse a la casi totalidad de la Capital Federal y a los centros importantes de los partidos del Gran Buenos Aires. 63 A fines de la década de los cuarenta se produce un proceso de ascenso social generacional e individual con acceso a la pequeña propiedad, resultado de la consolidación de los barrios suburbanos, formados estos por pequeñas fracciones de tierra que, como se dijo anteriormente, además de precios económicos generalmente fueron vendidos en mensualidades. Asimismo, las migraciones que tuvieron lugar entre los años 1935 y 1945 en el país contribuyeron a más de la mitad del crecimiento demográfico total del AMBA. Lattes y Recchini de Lattes, Zulma (1992) en su trabajo sostienen que a partir de la década del treinta la migración neta de argentinos constituyó más de la mitad del crecimiento demográfico total del AMBA. Si a esa migración se le suman los extranjeros, el peso de toda la migración neta aumenta a más del 80 por ciento. Otro hecho a destacar es que las mujeres ya son mayoría entre los migrantes. En efecto, la razón hombres-mujeres de la migración neta, argentinos más extranjeros, muestra que en el período 1935 -1947 hay un estimativo de 100 migrantes mujeres por cada 90,3 migrantes de hombres. También es de destacar que predominan las mujeres en el balance en el crecimiento vegetativo. Es de señalar, como formulan Lattes y Recchini de Lattes (1992), que la Capital Federal a principio del siglo XX tuvo una proporción de extranjeros algo mayor que los partidos del Gran Buenos Aires; mientras que, por el contrario, los 64 extranjeros al igual que la población nativa del país llegaron al AMBA a partir de 1935 y se radicaron mayoritariamente en los partidos del Gran Buenos Aires. Observamos en el siguiente cuadro las variaciones de crecimiento poblacional, teniendo en cuenta las etapas cronológicas en que se produjeron estos cambios. Cuadro 1. Análisis del crecimiento anual del Gran Buenos Aires, desde fines del siglo XIX hasta la década del cuarenta. Años Total Saldo Inmig. ext. Saldo Inmig. Inter. Saldo vegetativo 1895-1914 65.000 + 30.000 8.000 37.000 1914-1936 66.000 + 11.000 -- -- 1936-1943 85.000 - 11.000 72.000 24.000 1943-1947 142.000 - 15.000 117.000 40.000 Fuente: Rapoport, Mario, y colaboradores, 2000. A partir de 1940 los protagonistas del proceso de cambio y crecimiento serán los nuevos migrantes rurales - urbanos y en menor escala otra generación de extranjeros que irán arribando a Buenos Aires. A diferencia de la inmigración de principio del siglo XX, que en su mayoría estaban formada por italianos y españoles, las nuevas oleadas migratorias provendrán también de otros países de Europa: serán polacos, húngaros, yugoslavos, alemanes, portugueses. 65 MAPA 2. Área periurbana según el Censo Población 1947. Partido de La Matanza. Fuente: Torres, Horacio, en Cambios en la Estructura Socioespacial de Buenos Aires a partir de la década de 1940. Pág. 164. 66 Los mapas de 1947 y de 1960 del partido de La Matanza muestran la aparición y el progresivo avance durante las décadas de 1940 y 1950 de un patrón específico de suburbanización, caracterizado por la expansión hacia la periferia de las zonas de bajo nivel socioeconómico (NSE) y, como contrapartida, la consolidación de las características centrales de la zona de alto nivel socioeconómico. Teniendo en cuenta lo anterior, veamos a continuación las etapas de crecimiento demográfico de La Matanza, desde la década de 1940 hasta nuestros días. Cuadro 2. Evolución de la población. La Matanza 1947-1992 AÑO POBLACIÓN TOTAL DIFERENCIA 1947 98.471 hab. ---- 1960 401.738 hab. 308% 1970 659.193 hab. 64% 1980 949.566 hab. 44% 1992 1.121.298 hab. 18% Fuente: Nemirovsky, A. 1997 Como se puede observar en el Cuadro 2, es significativo el crecimiento demográfico ascendente en las tres décadas siguientes a 1960; asimismo, los 67 porcentajes, si bien se incrementan, no reflejan la complejidad del proceso socioeconómico que tuvo lugar entre 1947 y 1960. Torres (1992) sostiene que a partir de 1960 se produce el definitivo agotamiento del proceso de urbanización basado en loteos económicos, que estaba asociado al acceso a la pequeña propiedad periférica por parte de los sectores de bajos recursos. Es significativo que el importante aumento de propietarios que se produce en los partidos del Gran Buenos Aires entre 1947 y 1960 y que alcanza según el análisis de Torres el 67,2 por ciento, se mantenga en estos mismo valores en 1970. Tampoco mejora sustancialmente la habitabilidad de las zonas donde se produce ese proceso de suburbanización, es decir, las zonas de expansión surgidas durante las décadas de 1940 y 1950. Entre tanto, las corrientes migratorias internas se intensifican entre 1960 y 1970, aumentando el porcentaje de personas que vivían fuera de su provincia natal al 24 por ciento. Aquí es importante destacar que el mayor porcentaje de estos inmigrantes se asienta en el Gran Buenos Aires. Para Torrado (1992), entre 1947 y 1960 se desarrolla en la Argentina el único período de aumento del empleo industrial. Estos movimientos poblacionales internos impusieron a las grandes aglomeraciones urbanas la necesidad de crear empleo. El 68 total de nuevos puestos de trabajo se divide entre un 46% para la clase media y un 56% para la clase obrera. El aumento de la clase media industrial se debe a la expansión de su estrato asalariado, compuesto por un 94,3% de empleados administrativos; junto a ellos surge una nueva clase de empresarios industriales, de distinto origen a la desarrollada en décadas anteriores, reclutados en sectores de clase media-alta que rápidamente se incorporan al sector industrial. Afirma Newton que según el censo de población del año 1960, el partido de La Matanza tenía una población de 401.378 habitantes. Pero ya en 1963 la cantidad se elevaba en un diez por ciento, lo cual significa unos 438.000 habitantes, convirtiéndose en esa época en el distrito que ocupaba el primer lugar entre los partidos de la provincia de Buenos Aires por su numerosa población, superando inclusive a Lanús, Avellaneda, San Martín y Vicente López. Como podemos apreciar en el siguiente cuadro 3, la singularidad que muestra con respecto al cuadro anterior es el detalle de crecimiento poblacional del partido de La Matanza por localidades específicamente, complementando de esta forma la información local. Cuadro 3. Datos del Censo de 1960, por localidades y crecimiento poblacional del Partido de La Matanza. LOCALIDAD HABITANTES 69 San Justo 72.758 Ramos Mejía 84.960 Tablada 64.262 Villa Madero 41.891 Isidro Casanova 42.697 Laferrere 24.521 González Catán 12.447 Tapiales 8.644 Villa Luzuriaga 20.741 Aldo Bonzi 7.863 Rafael Castillo 6.689 Virrey del Pino 2.171 20 de Junio 200 Fuente: Newton, Jorge. El Partido bonaerense de La Matanza 1960 2 . El desarrollo industrial y de servicios 70 En los años treinta, La Matanza continuaba siendo un partido agrícola ganadero con pequeñas zonas industriales en sus límites con la ciudad de Buenos Aires. Según el historiador Newton (1960), en la ciudad de San Justo en 1935 había sólo 25 pequeños establecimientos industriales y 135 industrias en el resto del distrito matancero. En ese mismo año el intendente de La Matanza, Agustín De Elía, liberó de impuestos por diez años a todas las industrias que se radicasen en el municipio, con ciertas condiciones, como que tenían que hacerse cargo de la construcción de caminos que permitieran el mejor acceso de las localidades del partido con la Capital Federal. También, en esa época quedó construida la Avenida General Paz, que se complementaba con la Ruta Nacional 3 que cruza las tierras de La Matanza en su extensión más amplia. Además de los factores mencionados, se disponía también de tierras baratas; en 1935 se lotearon las principales localidades del partido, como las zonas que hoy forman los centros cívicos de Isidro Casanova y San Justo; asimismo se realizaron las ventas y fraccionamiento de la ciudad de Ramos Mejía, como también la instalación de las principales fábricas e instalaciones industriales, entre ellas: la Hilandería Danubio. En octubre de 1936, los avisos publicitarios de la casa de remates Bravo Barros y Cía. anunciaba de este modo los adelantos del lugar: “... es 71 excelente el servicio de trenes eléctricos combinados con el subterráneo, y con frente a la gran arteria convertida en una espléndida Avenida de actividades múltiples. Sitio inmejorable para vivir ...”. Otros establecimientos que se ubicaron en la zona fueron la Fluor Hídrica y la Papelera San Justo. Otros lugares atravesaban el mismo proceso de urbanización dentro del partido de La Matanza, como las localidades de Laferrere, Lomas del Mirador y González Catán. Por la promoción publicitaria de los lotes ofrecidos a la venta en remates nos enteramos que “a una cuadra de la calle Tacuarí pasan los colectivos que van a Liniers y a Villa Luzuriaga, la zona está rodeada de establecimientos textiles en plena actividad y próximos a la Avenida de Mayo y a la Avenida Rivadavia”; y agregaban: “Barrio en completa transformación..., lotes que se prestan admirablemente para edificar chalets y casas de familia”. En síntesis, a través de la interpretación de los documentos y la bibliografía consultada, podemos señalar que a fines de la década del treinta se establece otra etapa de grandes loteos acompañada por los cambios propios de las ciudades de La Matanza. Jorge (1986) afirma que, durante este período, este proceso incorpora al país un nuevo sector social constituido por cientos de miles de flamantes obreros, 72 provenientes en su mayoría del sector rural, pero también de los contingentes inmigrantes de clase media que huyeron de Europa en vísperas o durante la Segunda Guerra. Gimenez (1995) menciona en su trabajo que en las décadas de los cuarenta y cincuenta ya son varias las industrias que se habían instalado en el partido. Incluso en los informes publicados en el periódico local Eco del Oeste figuran estos datos que indicamos así como también forman parte de los anuncios de venta de propiedades de la firma Bravo Barros y Cía., en los que se mencionaban concretamente: ubicación del inmueble en venta y los servicios públicos y el transporte de la zona y, por ejemplo, se comentan las “ventajas” de localidades como San Justo y Ramos Mejía, localidades presentadas como lugares codiciados o solicitados del Oeste por las construcciones, por el progreso urbano y por la instalación en la zona de fábricas textiles y talleres en plena actividad; esto, como un importante referente económico del momento, particularmente desde fines de la década de los treinta y a comienzos de los cuarenta. En relación a esta temática, además de la ya mencionada hilandería y tejeduría Danubio, podemos referirnos al funcionamiento por esos años de la fábrica de toallas Roberti-Bossi junto otras que estaban todavía en construcción. 73 Según Newton (1960), para la década de los sesenta había en el partido de La Matanza unos seis o siete mil talleres y fábricas, destacándose las actividades industriales como metalúrgicas y la fabricación o armado de automotores y tractores junto a otras especialidades dedicadas a diferentes grupos de producción como la electromecánica y la química; asimismo, se fundaron frigoríficos, fábricas de cartón y papel y productoras de aceites comestibles; fábricas de soda, jabones, cocinas, calefones, elaboradoras de medicamentos, transportadores eléctricos y, por supuesto, los establecimientos dedicados al ramo textil, como las hilanderías y fábricas de arpilleras y yute, así como los emprendimientos dedicados a la provisión de materiales para la construcción, como los hornos de ladrillos y las fundiciones de hierro. Es de destacar que 1951 se había fundado la Cámara de Industria y Comercio, en la cual participaron entidades particulares como Establecimientos Metalúrgicos Santa Rosa, Jabón Federal, Monofort, Textil Oeste y pinturerías Pavloff, entre otras. Las ciudades de San Justo, Isidro Casanova, González Catán, Lomas del Mirador y Ramos Mejía se desarrollaron intensamente en las décadas del cincuenta y sesenta. En relación con las actividades del comercio del partido, podemos referir que las calles y avenidas más importantes fueron Provincias Unidas, San Martín, 74 Emilio Mitre, Avenida de Mayo, en San Justo, mientras que en Ramos Mejía el comercio quedaba centralizado en la Avenida Rivadavia y parte de Avenida de Mayo. Hacia el interior del municipio, desde San Justo hasta González Catán, la Ruta Nacional 3 ya era por ese entonces una importantísima vía comercial en casi su total extensión. Además, al margen de estos centros comerciales, estaban desarrollándose otros barrios, como Villa Constructora en la localidad de San Justo , Villa Luzuriaga y Villa Insuperable en Ramos Mejía . En los años sesenta, afirma Newton, las actividades económicas del partido de La Matanza fueron la consecuencia de un acelerado proceso industrial que se encargó de generar, paralelamente, un gran desarrollo comercial, acompañados por otros factores como la abundancia de capitales, la llegada de trabajadores de otros lugares, la valorización de la tierra y el crecimiento de los loteos, sistema por el que se generaron nuevos barrios fuera de los centros tradicionales más urbanizados del partido. CAPITULO 6 LAS MUJERES PORTUGUESAS DE LA MATANZA 75 Como se dijo en párrafos anteriores esta investigación aborda la temática de la inserción de la mujer portuguesa en el mundo del trabajo en el partido bonaerense de La Matanza entre 1940 y 1960. En este capítulo se ofrece en primer lugar una breve información sobre la migración portuguesa a nuestro país para luego proceder a un análisis de las características más importantes de la comunidad portuguesa femenina de La Matanza, desde una perspectiva diacrónica. Los estudios de corrientes migratorias generalmente analizan al grupo social migratorio en su conjunto y analizan el tipo y forma de inserción de la migración masculina más que examinar el rol de la mujer migrante, quizás porque según los datos contenidos en los registros de emigrantes puede establecerse que, tradicionalmente, los varones en su mayoría partieron solos en busca de oportunidades de trabajo, sobre todo a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Aunque hay que señalar que algunos estudios han mostrado que existieron diversas tipologías en la composición del flujo migratorio, en algunos casos dominó la migración temporaria de hombres solos, en otros la migración masculina primero y la reunificación familiar después. En este último caso se encuadra la migración portuguesa en la Argentina. El flujo migratorio portugués hacia la Argentina, aunque 76 diverso en volumen, fue continuo, desde la época colonial hasta mediados del siglo XX. Cuadro 4. Saldo de la inmigración portuguesa a Argentina por etapa de llegada 1857 - 1976. PERÍODO 1857-60 1861-70 1871-80 1881-90 1891-900 1901-10 1911-20 1921-30 1931-40 1941-50 1951-60 1961-70 1971-76 SALDO MIGRATORIO 117 294 402 1.151 672 6.142 7.326 17.206 1.308 2.899 6.871 800 - 100 Fuente: Dirección Nacional de Migraciones, Argentina La ciudad de Buenos Aires fue el principal destino para los inmigrantes portugueses que llegaron a nuestro país a comienzos del siglo XX. Posteriormente comenzaron a establecerse en otras zonas del país, como los partidos del Gran Buenos Aires, los alrededores de La Plata, Comodoro Rivadavia, Mar del Plata, La Pampa y la zona rural de la provincia de Buenos Aires como Carlos Tejedor, Saliqueló, Timote. En general, como lo afirmamos anteriormente, en cada una de las corrientes migrarias fue dominada en sus etapas más tempranas por flujos de hombres solteros, jóvenes, mayormente, o casados que dejaban sus familias en el lugar de 77 origen. Estas características se observaron en los portugueses que arribaron a nuestro país, los que más tarde concretaban la reunificación familiar, tendiéndose a equilibrar así la composición por sexos. No obstante, siempre se mantiene el predominio masculino. En el caso de los portugueses que llegaron a la Argentina, esta tendencia tiende a modificarse en forma más acentuada en la migración de posguerra, 1945-1955, cuando tuvo lugar la llegada de mujeres solas. Entretanto, según Miguez (1999), la modalidad de familias enteras emigrantes portuguesas se registra en otras regiones, como por ejemplo en San Pablo, Brasil, donde el estado estimulaba este tipo de inmigración. Muchos portugueses que se instalaron en la Argentina aparecen con frecuencia formando familias extensas: hermanos u otros parientes de alguno de los cónyuges que comparten el hogar hasta que logran conformar su propia unidad doméstica. Esto ocurre especialmente en la década de los treinta. Para la mujer inmigrante portuguesa el matrimonio es su estado natural. Las pautas de conductas más conservadoras son traídas de su país de origen y son reproducidas en la sociedad receptora. Un control social más firme por parte de la comunidad étnica y la escasez de mujeres dentro de estas comunidades, tiende a que la nupcialidad sea altísima entre los inmigrantes y la edad del matrimonio casi 78 siempre muy temprana. Las mujeres portuguesas estuvieron sujetas a la tutela de su padre, hermano o marido. La familia portuguesa es básicamente patriarcal, observándose esta característica en los inmigrantes de las décadas de los cuarenta y cincuenta que se establecieron en el Gran Buenos Aires, específicamente en el partido de La Matanza. Así, a diferencia del hogar criollo, la jefatura femenina del hogar extranjero es un fenómeno infrecuente, salvo en el caso de mujeres viudas con hijos adultos y que continúan el mismo negocio, ocupación o trabajo del cónyuge fallecido. A través de la experiencia obtenida en estos últimos años de investigación y en el trabajo de campo realizado en el partido de La Matanza, se fue construyendo un registro sistemático de datos, instituciones portuguesas y de los diferentes ámbitos de trabajo donde se desempeñó la mujer portuguesa. Podemos distinguir dos grupos etarios bien diferenciados: el primero corresponde a mujeres entre 59 y 65 años y el otro de mujeres de 68 a 75 años. En La Matanza, en la década de los cuarenta y, particularmente, en la década de los cincuenta, será más estable la presencia de un interesante porcentaje de mujeres portuguesas provenientes de dos zonas o regiones diferenciadas; del norte, 79 de Tras-o-Montes, Guarda, Beira Baxa, Beira Alta, Oliveira do Hospital; y del sur, el Algarve y muy excepcionalmente originarias de ciudades como Oporto o Lisboa. Entre las mujeres portuguesas de La Matanza podemos diferenciar dos grandes grupos: Las mujeres que arribaron a la Argentina en las décadas de los treinta y de los cuarenta, que generalmente fueron a trabajar junto a sus esposos, padres o hermanos mayores; es decir, casi siempre al lado de una figura masculina y familiar y por lo tanto se socializaban fundamentalmente con integrantes de la familia nuclear o extensa y con coétnicos. Su actividad estaba centrada dentro del sector rural porque trabajaron y se relacionaron dentro del hogar o en el ámbito rural como en la producción hortícola y hornos de ladrillos. Hemos comprobado que las integrantes de la primera oleada migratoria femenina habían tomado la decisión de viajar a la Argentina no por resolución propia, si no siguiendo de algún modo a un miembro de la familia de origen. Es poco frecuente que mujeres portuguesas llegaran a Argentina antes que sus maridos no hubiesen tenido ninguna experiencia laboral previa; generalmente se unen a sus maridos cuando éstos habían tenido un relativo éxito, al menos el suficiente para pagar el 80 traslado en barco e instalación de su familia. Algunas dejaban propiedades -tierras, si tenían- en Portugal y daban algún tipo de poder para administrar los bienes a un familiar. No es el caso del segundo grupo de las mujeres portuguesas que arribaron a nuestro país durante la década de los cincuenta. Los datos obtenidos establecen que podían viajar para reencontrarse con parte de su familia, pero también tenían otras motivaciones en el momento de la toma de la decisión de migrar, como establecerse en un nuevo país y alcanzar un mejor nivel de vida trabajando fuera del ámbito doméstico, como el caso de las portuguesas de La Matanza que se insertaron como costureras y obreras textiles, aunque algunas hallan trabajado también en la zona rural. En una comunidad como la portuguesa, compuesta por núcleos familiares y redes parentales que emigraban en "cadena", la inserción de las mujeres debía realizarse aparentemente sin traumas iniciales. Una vez que llegaban a Buenos Aires algunas de estas mujeres se reencontraban con los maridos, con los cuales hacía ya unos años que estaban casadas. En otros casos, las que se habían casado recientemente por "poder", en su mayoría, concretaban la ceremonia religiosa de matrimonio una vez instaladas en la Argentina, sobre todo las que iban a establecerse en el área rural de La Matanza, donde, según los datos que hemos obtenido, era común que realizaran el oficio religioso en la Iglesia San Mauricio, en 81 González Catán. Allí había sacerdotes italianos y en aquellos tiempos el templo pertenecía a un convento de monjas. Los barrios donde se instalaban las familias portuguesas tenía como vecinos a inmigrantes de otras nacionalidades, como italianos, polacos y españoles. En el caso de los italianos, se había establecido con ellos una relación mas estrecha, ya que la mayor parte de la tierra en zonas rurales en La Matanza era propiedad de ellos. Fue muy conocida por los años treinta una extensa quinta llamada Los Boninos, en San Justo, en la cual trabajaban muchos portugueses como peones en esa época. También, otra zona muy conocida por entonces -donde la tierra también se arrendaba- eran los terrenos cercanos al casco de la estancia Peregrina, en la Ruta 3, Km. 20. Otro sitio conocido por la cantidad de hectáreas que arrendaban los portugueses en González Catán era propiedad de los sacerdotes del colegio Lassalle. En relación con la edad de las inmigrantes hemos establecido cuatro grupos etarios: A) Las niñas portuguesas que vinieron con sus familias que aún estaban en edad escolar. 82 B) Las jóvenes solteras que normalmente habían venido sin su familia de origen pero acompañadas por vecinos o paisanos y habían abandonado o en algunos casos finalizaron la escuela. C) Las mujeres en proceso de matrimonio, o sea aquellas para las cuales el casamiento y la migración estaban interrelacionadas, ya sea porque habían migrado con la intención de casarse inmediatamente cuando llegaran a la Argentina o estaban casadas por poder. D) Las casadas y viudas, que generalmente tenían hijos. En el caso de las familias portuguesas que emigraron a nuestro país entre los años treinta y cuarenta, es de destacarse que no volvieron a ver a su familia en Portugal. El único contacto que existía era a través del correo, por cartas y fotos. Pero quienes arribaron a la Argentina a fines de los años cincuenta en general tuvieron la oportunidad de reencontrarse con parte de su familiares, en ocasión de hacer viajes a Portugal, después de unos años de residencia en la Argentina. La mayor parte de estos núcleos familiares que llegaron en la década de los cincuenta se establecieron en el partido de La Matanza, sin hacer una escala en otros distritos de la provincia de Buenos Aires como sí lo había realizado el flujo migratorio anterior. Este grupo en general empezó a trabajar en las quintas, aunque 83 algunos portugueses después se dedicaron a actividades comerciales, de servicio y fabril. Las localidades de La Matanza donde se asentó la mayor población portuguesa entre las décadas de los cuarenta y los sesenta fueron y siguen siendo actualmente Isidro Casanova, González Catán, Villa Luzuriaga, Virrey del Pino, Villa Constructora y 20 de Junio. En su mayoría trabajaron en la actividad hortícola, en hornos de ladrillos, en la producción de flores y, en menor medida, en el sector comercial. Es de destacar que Isidro Casanova es actualmente la ciudad con mayor número de habitantes portugueses. En la entrevista realizada a Alcina S., nos relataba sobre las primeras labores de trabajo que realizaron ella y su marido. ... A fines de la década del cincuenta y principios de los años sesenta aparte de la producción hortícola, que era la principal, se desarrollaba muy bien sobre la actual Avenida Don Bosco una importante explotación de floricultura, adonde trabajaba junto a mi esposo y mis cuñados. Me acuerdo que el área de explotación llegaba casi hasta donde se instaló el Distrito Militar, en Ramos Mejía: abarcaba la tierra cultivada en forma lindante a las calles Brandsen, Triunvirato y Guido Spano. También se dedicó a la floricultura una zona semi triangular que formaba una quinta 84 entre las calles Alvarado, Tacuarí y Avenida de Mayo. Así es que el cultivo de flores comprendió zonas de Villa Luzuriaga y Ramos Mejía. Los dueños eran italianos y los portugueses que allí trabajábamos éramos arrendatarios. La mayoría de las mujeres que se establecieron en la Argentina provenían del norte portugués, comúnmente de zonas rurales donde sus familias habían sido agricultores. Allí cosechaba principalmente centeno, trigo, porotos, papa, aceitunas; igualmente trabajaron para cuidar las pasturas para la cría de ovejas. Algunos arrendaban la tierra, otros eran pequeños y medianos propietarios. Algunos, se dedicaban a realizar labores complementarias, al sector agrícola, como la fabricación de canastos de mimbre. Por otra parte, los inmigrantes portugueses que provenían de ciudades se dedicaron a la metalúrgica, la albañilería, la peluquería, la gastronomía y al más variado tipo de comercios, y las mujeres al servicio doméstico. Las mujeres portuguesas que hemos entrevistado provenían de Beira Baxa, Beira Alta, Tras os Montes, Aldea Vicosa, pertenecientes al distrito de Guarda; Malpapao Oliveira do Bairro, Mangualde das Cerro, Santa María de Arnollo, de la provincia de Miño; y, en menor medida, de la región de Algarve, del sur del país. 85 Foto Documentación 1. Pasaporte portugués de Ana do Espiritu Santo Guerra de Lourenco, nacida en Julio de 1908 en Orco Guarda Beira Baesca El transporte utilizado para trasladarse al nuevo país de residencia fue el barco. De acuerdo con los pasaportes que tuvimos oportunidad de consultar, los nombres de los barcos eran Monterrosa y Capellonia; otros, Salta y Yapeyú, argentinos, y varios de origen inglés, como H. Princess, Highland, Highland Patriot, Highland Monarch, Highland Ckefftime, Haybrd. La duración del viaje era de quince días por lo menos. 86 Foto Documentación 2. Pasaporte portugués masculino 87 La mayor parte de los inmigrantes portugueses se vieron obligados a emigrar por la precaria situación económica en su país, tanto en el ámbito rural como en las ciudades. Durante los años de mayor flujo de portugueses a la Argentina, desde 1920 a 1959, estaba en el poder el General Oliveira Salazar. El testimonio de Gracelina Almeida es el mas elocuente: “en aquellos tiempos la vida era terrorífica, no se podía hablar, los obreros lloraban, algunos se exiliaban, no había protección ni leyes. Con la Segunda Guerra se estableció un racionamiento muy controlado. Los jefes de familia tenían una libreta. Los comercios no iban bien, sobre todo los comercios como almacenes o bares. Había cupo para determinados alimentos como el azúcar, el aceite, por ejemplo; escaseaba el combustible y se cocinaba con carbón. Eran altos los impuestos al azúcar y al café. El gobierno no dejaba salir del país a los portugueses que no tuvieran carta de llamada de otro país, ni siquiera para ir a las colonias portuguesas. En Lisboa incluso existía una situación crítica de vida en los años 1945 y 1946. No había trabajo. Se sufría porque la inflación era constante. La papa y el arroz eran también alimentos que estaban racionados. Imagínese que si esto era así, como sería en las aldeas, en el campo. Recuerdo que papá tenía la libreta y tenían como planillas con cuadritos donde se marcaba lo que se compraba”. Otro testimonio, el de María Joao Da Paz, nos relata que a fines de los años cincuenta la idea o el deseo de emigrar estaba instalado por la guerra de África: “el 88 gobierno alistaba a los hombres más jóvenes, por eso era común que quisieran irse del país o que desertaran y se escondieran a veces en las aldeas donde hay muchas montañas, con el peligro de que la Guardia Civil los fusilara. Era duro vivir, incluso en la década del ´30 la población rural estaba presionada a vender sus cosechas al gobierno y a cambio le daban ciertas cosas racionadas”. Sin embargo, para algunas mujeres, el haber dejado su país no fue lo más justo o feliz. Patricia Oliveira expresó: “ser emigrante es una de las decisiones más duras que uno tiene que tomar en la vida. A no ser por motivos extremos, como la gran pobreza, la guerra, las personas nunca tendrían que emigrar. Viajar, sí, conocer el mundo... El emigrante siempre es una persona descolocada, que no pertenece a un mismo lugar o una misma cultura. Lo que pasa que en ese tiempo la gente estaba cansada de una fanática dictadura, que duró medio siglo...”. Más allá de la nostalgia, todas las mujeres portuguesas que emigraban a nuestro país tenían en la Argentina un pariente o un conocido a quien no veían hacía años y establecerse en el barrio quería decir por lo tanto restablecer vínculos interpersonales que el tiempo había "congelado”. Así se acrecienta la emigración de mujeres solas y con niños, ya fueran éstas hermanas adultas, tías, abuelas o madres de los menores; aunque, generalmente venían a reencontrarse con sus maridos y, en todos los casos, fue necesario para sus establecimientos que existiese en el país 89 de arribo comunidades embrionarias, sobre todo a mediados de la década de los cuarenta. Esto aseguraba un primer alojamiento adecuado. Además, la inmigración femenina, por su parte, tuvo un rol fundamental para conferirle un carácter permanente a la comunidad portuguesa en nuestro país; como el caso de Alcina Freire de Cabello y su madre: “... Mi padre -dice Alcina- vino a este país con 20 centavos en el bolsillo en el año 1923, después retornó a Portugal y se fue nuevamente a la Argentina en 1937. Estuvimos 22 meses sin recibir ni carta ni dinero de mi papá. Pero recién el 13 de setiembre de 1947 mi madre y mis tres hermanos llegaban a este país y se reencontraron después de tantos años, y yo prácticamente no lo conocía a mi papá. Los primeros días ni me acercaba. El mismo día que llegamos a la noche nos quedamos en San Justo y al otro día ya nos fuimos donde trabajaba papá con otros paisanos, en González Catán”. La mayoría de las mujeres portuguesas adultas llegaba a Buenos Aires con uno o más hijos en la década de los cuarenta. Según los datos aportados en las encuestas y entrevistas, a fines de los años cincuenta, para ser más precisos entre 1957 y 1959, arribaron matrimonios jóvenes, sin hijos y casados en Portugal o casados por "poder", realizándose la ceremonia religiosa generalmente el mismo día 90 de llegada a Buenos Aires pues ya había sido organizada por los coetáneos establecidos en la Argentina en años anteriores. En referencia a la inserción en el nuevo país, el principal soporte psicológico para las portuguesas derivaba naturalmente de la familia. En el caso de las mujeres adultas que llegaban con dos o más hijos, el tiempo utilizado para atender a los niños contribuía a disminuir el impacto ante la nueva sociedad. La relación con el cónyuge tardaba más tiempo en restablecerse; según las entrevistas realizadas era frecuente una separación como mínimo de dos o tres años, aunque en otros casos la separación duraba “algunos años”. Este factor era más común en las mujeres que llegaron al país en los años treinta y cuarenta. El otro sostén fue sin duda la religiosidad, particularmente de la devoción mariana, especialmente hacia la Virgen de Fátima. Esta era un refugio para algunas portuguesas. A veces la soledad podía dejar espacio a la nostalgia, sobre todo en las mujeres que vivieron en las quintas. Asimismo, el hecho de que no tuvieron demasiada instrucción y que raramente cruzaran el umbral de sus casas, hacía lento el aprendizaje de la nueva lengua. 91 A fin de ofrecer una descripción más detallada para nuestra investigación de las mujeres portuguesas de La Matanza, en el próximo capítulo se señalan las características de los tres grupos en que hemos dividido a las portuguesas en relación con el tipo de inserción laboral que tuvieron: quienes permanecieron en el ámbito doméstico en las quintas, las que trabajaron como costureras y las obreras textiles. CAPITULO 6.1 92 LAS MUJERES PORTUGUESAS EN LAS QUINTAS En la gran masa de inmigrantes europeos que se asentaron en La Matanza durante y después de la Segunda Guerra Mundial, fueron los portugueses quienes tuvieron un rol protagónico en el desarrollo de la horticultura del partido, como una forma de continuidad de las actividades desarrolladas en el país de origen. (Svetlitza de Nemirovsky, A. et al (1999) El alto índice de endogamia entre los quinteros ha condicionado en cierta forma la inclusión de la mujer dentro del proceso productivo. Al mismo tiempo es interesante señalar la identidad ocupacional de estos inmigrantes que, en forma lineal, se ha transmitido de una generación a otra. El período de adaptación de las portuguesas al nuevo país no era tan traumático, debido a las continuas atenciones que recibían de sus paisanos. Este proceso continuaba generalmente con el nacimiento del primer hijo argentino y en ocasión del ingreso del niño a la escuela primaria. Para las mujeres rurales, esto significaba por primera vez la posibilidad de socialización con argentinos nativos y, además, un acercamiento a la lengua castellana introducida al hogar por el hijo. En este sentido, esta es la razón por la cual muchas mujeres portuguesas hablan 93 correctamente el idioma, a diferencia de otras mujeres que no tuvieron esa posibilidad. La vida transcurría centrada en la familia, sobre todo para aquellas portuguesas que se establecieron en el sector rural de los partidos del Gran Buenos Aires, puntualmente en el área de las explotaciones hortícolas y de hornos de ladrillo. Sus vidas y su entorno giraban alrededor de un escenario casi exclusivamente rural, especialmente en las décadas de los treinta y de los cuarenta. No fueron fáciles los primeros años; a veces la decepción, la tristeza, la soledad impuesta por el mismo ámbito en que vivían, ”siempre encerradas dentro de la quinta”. Estas mujeres portuguesas que arribaron al país en las décadas del treinta y cuarenta trabajaban con sus maridos en las quintas además de ocuparse del hogar y de la crianza de los hijos: ayudaban en la cosecha, lavaban verduras, atendían al personal masculino con las comidas, se encargaban de la ropa de trabajo. La mayoría de las mujeres portuguesas de este sector no habían terminado sus estudios primarios en Portugal. Virginia Canicais de Moraies nos comentaba: “como era mujer mi padre me sacó de la escuela, así que tengo hasta tercer grado. Entonces, como le digo, mi 94 padre me puso a trabajar en la quinta con la pala y no dominaba el idioma de acá ... Mi hermano mayor trabajaba la tierra, pero seguía estudiando...”. A continuación otro testimonio refleja el sacrificio, en los primeros años, de las mujeres que estaban en las quintas, como el de María Domicilia que relataba: ...”en Europa no había alambrado si no cercas de piedras y me acuerdo que miraba y me asombraba con el alambrado de púas, que dividía los terrenos. Trabajábamos con espárragos, zanahorias, hacíamos con mi hija ataditos de verdura que se vendía posteriormente al Spinetto o al Abasto, pero este último mercado pagaba menos. La casa era de chapa, piso de tierra, no había luz en los primeros tiempos. Estabamos cerca de un tambo. Lo único que me ponía contenta en esos días era poder ver, desde la quinta, la cruz de Colegio Lasalle, que eran veinte cuadras caminando para ir a misa...”. Muchos testimonios de estas mujeres portuguesas o de sus hijas se refieren a la vergüenza por no poder hablar bien el castellano. Algunas de ellas afirmaron que se ayudaban entre sí para aprenderlo. Junto al aislamiento, otro factor que complicaba el aprendizaje del idioma castellano era el uso constante del idioma portugués. Cuando los hijos comenzaban la escuela primaria, tenían inconvenientes porque utilizaban y combinaban 95 simultáneamente los dos idiomas. Además, en comparación con los hombres, las portuguesas del sector agrario tenían mayores dificultades en el aprendizaje del castellano, porque era limitada la socialización con otras personas que no fueran coétnicos. Esto no sorprende, si se tiene en cuenta que en las décadas del treinta y cuarenta recién se estaban loteando las zonas urbanas del partido de La Matanza y que, por lo tanto, las localizaciones de quintas u hornos de ladrillos estaban alejadas de las ciudades. En ese sentido, son unánimes los testimonios que afirman que prácticamente no existían comercios cercanos a las quintas, ni habían líneas de transporte colectivo de pasajeros que llegaran hasta las inmediaciones del sector rural. Concepción explicaba su situación de adaptación en las quintas: ”...llegué en el año 1951 a la Argentina con mi hermano Manuel. Me costó aprender el idioma, casi más de un año. Lavaba ropa en la quinta y hacía la comida para veinte hombres, fue ahí donde conocí a mi marido, con quien me casé precisamente el día que murió Evita. Trabajamos la tierra con mi marido ... era muy duro, teníamos un arado viejo tirados por caballos. ...Algo que me llamó la atención cuando llegué a este país era ver tomar mate; no me gustaba, porque no entendía el motivo de chupar de ese cañito. A pesar de haber extrañado la tierra portuguesa, hoy después de tanto tiempo, me siento argentina también...”. 96 Con referencia a las carencias sufridas en ese tiempo, el testimonio de la señora de Rodrigues Da Cruz, de González Catán, en cierta forma refleja la experiencia general de las portuguesas rurales del partido de La Matanza, fue ella quien nos relató en su quinta: ...”por ese entonces, y ahora también, las calles eran de tierra, pero aparte los proveedores venían a nuestras casas y a la quinta que estaba en el mismo lugar; y en determinados días los repartidores nos vendían el pan, la carne, el pescado, incluso vendían ropa; y si queríamos salir teníamos que caminar fácil 20 cuadras hasta llegar a la ruta, donde pasaban dos colectivos en el día..., hasta para ir a misa debíamos hacerlo caminando unas cuantas cuadras porque no había cerca ninguna capilla. Los hombres iban a la ruta a llevar la mercadería en carro, pero a veces era un lío porque cuando llovía se atascaba todo. Casi siempre iban al Km. 28 y de ahí los intermediarios en un camión fletero, que se encargaba de todas las quintas de alrededor, lo llevaban al mercado de Abasto o al Spinetto, o a veces a Liniers... Igualmente con la escuela, había que ir a otra localidad o si no como hizo después de algunos años don Julio Pires a fines de la década del cincuenta en Virrey del Pino, que reunió los quinteros de la zona, sobre todo las quintas que están atrás de la Mercedes Benz, y ellos mismos construyeron la escuela rural que ahora se llama la 135, donde las maestras eran traídas por los portugueses...”. 97 En general, la organización del trabajo en las quintas sigue sustentándose sobre la base de la integración de todos los miembros de la familia, incluidas las esposas e hijos como se pudo comprobar durante el trabajo de campo. A continuación, a través de una fotografía contemporánea, en la casa-quinta de los Rodrigues da Cruz, se reflejan las características de la actividad laboral dentro de la misma familia y a una de las portuguesas rurales más antiguas de González Catán. Foto Documentación 3. Familia Rodríguez da Cruz en su quinta de González Catán. A la derecha, María de Rodríguez da Cruz, portuguesa que arribó al país el 11 de enero de 1954 A diferencia de las mujeres portuguesas, que llegaron entre las décadas del veinte y del treinta, a las familias que arribaron en la segunda posguerra les 98 preocupaba que sus hijos pudieran terminar la escuela primaria. A los niños de la zona que no asistían a la Escuela Rural Número 135 los trasladaban a localidades vecinas como Cañuelas, Laferrere y, preferentemente, Isidro Casanova, uno de los sitios con mayor concentración de residentes de origen portugués en La Matanza y donde existe el establecimiento educativo más antiguo de la zona, creado en 1916, la actual Escuela Número 15. En esa institución, tras acceder a sus archivos tuvimos la oportunidad de consultar los registros de matrículas, pases y retiros de alumnos, ordenados por años durante el desarrollo del proyecto: ”Productores portugueses en el Conurbano Bonaerense. El caso del partido de la Matanza“ (Svetlitza de Nemirovsky, González, Beordi ,1999). En cada página se podía leer la procedencia del alumno, el apellido, fecha de nacimiento, nacionalidad y por último un elemento muy importante como los datos de la nacionalidad de los padres. La mayoría declaraban que su ocupación era agricultor, quintero, hornero; asimismo, en los registros de los años 1958 y 1959 se anotaron también otros empleos como obrero y empleado. También pudimos constatar la cantidad de alumnos portugueses que habían estudiado entre las décadas de los treinta y de los cincuenta. En síntesis, las mujeres portuguesas contaban a su llegada con redes de solidaridad femenina que a veces se extendía más allá del ámbito de parientes y 99 coetáneos, como la ayuda de otras inmigrantes vecinas no portuguesas o los grupos parroquiales. Fue importante la asistencia confesional del sacerdote católico, para las mujeres portuguesas de mayor edad, para quienes significo, un cierto alivio al desarraigo . Muy a menudo la realidad étnica del barrio en las localidades de Isidro Casanova, González Catán, San Justo, Virrey del Pino, era de hecho compleja, pues varias familias portuguesas tenían como vecinos a inmigrantes de otras nacionalidades, especialmente italianos, con quienes debían interactuar diariamente. Como dueña de casa, la mujer permitió la mejor orientación y rentabilidad de los recursos, ya sea en relación con la alimentación como con el vestido. Así, estas mujeres aseguraron por un lado la economía familiar y, por otro, la integración familiar. Muchas de las mujeres que actualmente viven en las localidades de Virrey del Pino y González Catán de La Matanza tuvieron una multiplicidad de roles: esposas, madres, amas de casa y trabajadoras rurales, ocupación esta última por la que no recibían ninguna remuneración. Sin embargo, otras mujeres portuguesas trabajaron afuera de sus casas, en el sector fabril, consiguiendo imprimir una reorientación en las estrategias de la economía familiar. Nos ocuparemos de analizar el comportamiento y la inserción en 100 el mercado de laboral de estas mujeres portuguesas, en el próximo capítulo la intervención de la portuguesas como mediadora y como actor social, en la medida en que ella con su trabajo o salario contribuyó a modificar el rumbo de las cosas. Otro aspecto de inserción social que tuvieron las inmigrantes portuguesas se relaciona con la práctica religiosa, que se ha dado igualmente entre hombres y mujeres, ya que los portugueses han sido y siguen siendo una activa comunidad practicante en términos de participación, de organización socio-religiosa interna. Siempre han sido integrantes activos de un grupo organizado relacionado con una pastoral o preparación litúrgica. Esto último ha constituido para muchas mujeres portuguesas emigrantes una oportunidad indiscutible para su valorización personal o social. CAPITULO 6.2 LAS COSTURERAS PORTUGUESAS 101 Tal como se dijo en el capítulo anterior, mientras algunas inmigrantes portuguesas se dedicaron en nuestro país a las labores domésticas y en su mayoría colaboraron con los maridos en la pequeña empresa familiar, otras arribaron con un ideal de mayor progreso. Estas últimas, que constituyen el foco de nuestro análisis, son las que salieron del ámbito doméstico y se insertaron en diferentes tipos de trabajos. En esta categoría pueden reconocerse dos grupos: quienes participaron de la fuerza de trabajo de establecimientos industriales y aquellas que trabajaron en talleres de costura. Estos talleres estaban situados en localidades cercanas al partido de La Matanza, como por ejemplo Liniers o en torno al ferrocarril General Sarmiento, cuyos trenes utilizaban para dirigirse a los establecimientos del barrio de Once de Capital Federal, en los que se confeccionaban camisas, sábanas y uniformes de trabajo. El trabajo de las portuguesas consistía en realizar finos bordados sobre prendas ya terminadas. Ana de E, relataba: “...cosía todo el tiempo para hacer unos pesos más, incluso me quedaba de noche para entregar a tiempo. Primero trabajé en la costura para gente rica que vivía en Villa Luzuriaga; era para la quinta de los Porta. Después 102 iba a buscar ropa para confeccionar en Once, para un señor judío. Hacia camisas, calzoncillos, batones, era armadora de ropa de trabajo”. María José relata el trabajo de su madre , que “...mamá cosía e iba a buscar los paquetes para la costura. Los traía en la cabeza. Caminaba bien derecha. Tomábamos en Liniers el colectivo tres y a mi me daba una vergüenza que la gente nos miraba porque mi mamá llevaba la ropa en la cabeza....”. Es necesario destacar que las más importantes fábricas de confecciones textiles estaban frecuentemente vinculadas a las empresas de transporte, como el ferrocarril; y también al Estado, al que proveían de uniformes o mercaderías necesarias en su habitual funcionamiento. Un dato interesante y que de alguna manera refleja el contexto multiétnico en el que se movían estas portuguesas ,es que los propietarios de dichos comercios y talleres pertenecían a otras colectividades extranjeras. Según testimonios de las entrevistadas, “eran judíos o españoles”, escasamente argentinos. Julia Freire comentaba: “... yo llegué a la Argentina en 1951 y mi marido enseguida consiguió trabajo como chofer de La Costera Criolla. Yo también salí a trabajar afuera; íbamos con mi hermana, tomábamos el colectivo hasta Liniers y de ahí nos íbamos con el Sarmiento. Conseguimos el trabajo por los avisos del diario Clarín. Me acuerdo que nos tomaron enseguida porque éramos portuguesas y teníamos fama de cumplidoras. Así que íbamos cerca del Congreso, 103 por ahí estaba lleno uno al lado de otro de comercios o talleres. Trabajamos con libreta de trabajo y donde figuraba el aporte al sindicato. Como compañeras de trabajo teníamos muchas extranjeras, como nosotras, sobre todo italianas; argentinas, era pocas. Nos pagaban poco. Mi hermana siguió ahí, pero yo me fui a trabajar después como costurera en Gath & Chaves y en Harrods...”. Benedita Dos Santos relataba: “...soy de Algarve, del sur ¿Sabía? Vine en 1952. Trabajaba en un taller de pantalones en Colegiales, durante años, me acuerdo que cuando todavía estaba soltera. A mi padre no le gustaba mucho la idea de trabajar afuera, pero a mí no me importó. Además siempre trabajé, aún después de casada, y con el idioma castellano no tenía problema...”. En sus primeros tiempos en Argentina, la mayoría de las inmigrantes portuguesas trabajaron cerca de los lugares que residían. Fue común, por ejemplo, que trabajaran en pequeños talleres de costura como camiseras y de confección de medias, en localidades como Aldo Bonzi o Isidro Casanova, en el partido de La Matanza. En el caso de las mujeres de esta última ciudad que entrevistamos, comentaron haber trabajado en unos de los talleres de confección de medias situado en la calle Lima. 104 Es importante señalar que las portuguesas también se dedicaban a lavar a mano ropa de trabajo de alguna fábrica de la zona; por ejemplo, algunas hicieron este trabajo para la fábrica de pinturas “Strauss”, en la localidad de Ramos Mejía, ubicada entre las calles Tacuarí, Saavedra y Medrano, donde después de cerrar por decisión de Juan D. Perón, comenzó a funcionar el Distrito Militar General San Martín. Muchas mujeres señalaron que con grasa hacían jabones en barra, para lavar las camisas de trabajo, y si no salían las manchas de aceite o pintura, utilizaban soda cáustica. Como se puede apreciar, se trataba de labores que demandaban mucho esfuerzo físico. No tenían lavarropas y el lavado lo hacían en grandes fuentones, a veces revolviendo con un palo. El uso de un elemento altamente corrosivo como la soda cáustica da una idea de los tipos de trabajos duros y rudimentarios que estas portuguesas se vieron obligadas a realizar. Pero a medida que se iban insertando en la sociedad receptora, las mujeres portuguesas fueron en busca de actividades laborales más estables y redituables en talleres o en prestigiosas tiendas de Capital Federal y aún en fábricas dentro del partido de La Matanza, como es el caso de Gracelina Almeida, quien trabajó en el taller de costura del Hospital Alemán: “...me tomaron con facilidad porque era 105 inmigrante y teníamos fama de trabajadoras, pero estudié y después de seis años conseguí un trabajo de empleada en una empresa que vendía neumáticos ...”. Mayoritariamente entre las mujeres que tenían más edad era común que después de retirarse de la actividad fabril se ubicaran en el barrio, siempre activas, como modistas o pantaloneras, por la experiencia obtenida en los años de trabajo. Como el caso de María Joao: “...a los dieciséis era costurera en una casa de modas en Capital Federal, en la calle Colombres. El dueño era catalán. Ahí aprendí a ser pantalonera y a hacer vestidos de novias. Trabajábamos con libreta, pero te pagaban poco. Así que después que me casé seguí trabajando como modista pero en mi casa...” 106 CAPITULO 6.3 LAS OBRERAS TEXTILES PORTUGUESAS El otro grupo que se ha identificado es el formado por aquellas mujeres portuguesas que integraron la masa obrera de los principales establecimientos fabriles del partido de La Matanza. Un lugar en el que se concentraron las obreras portuguesas fue la firma Textil Yute, industria situada en la localidad de Isidro Casanova, sobre la Ruta 3 en el partido de La Matanza. En la década de los cincuenta y principio de la de los sesenta, era tan importante la producción de esta fábrica que incluso existían pequeñas empresas y talleres de la zona que proveían de mercadería y servían de eje a Textil Yute. Estaba considerada la fábrica de arpillera más importante de la Argentina. Ocupaba alrededor de 1.400 obreros para fabricar telas de arpilleras. Otro lugar de trabajo de las mujeres portuguesas fue la empresa Textil Danubio S.A., ubicada en la ciudad de Ramos Mejía, también en La Matanza. Cuando las inmigrantes portuguesas trabajaron en la hilandería Danubio, ésta superaba a las demás empresas del lugar en cuanto superficie cubierta y cantidad 107 de personal ocupado: para los años sesenta contaba estimativamente con 1.600 obreros y empleados. Se pudo corroborar a través de testimonios que la mayoría de las portuguesas obreras de esta fábrica textil vivían en Isidro Casanova. Muchas eran socias del club portugués de esa localidad. En el proyecto “Productores portugueses en el conurbano bonaerense. El caso del Partido de La Matanza” (1999) se hizo un primer intento de la historia del crecimiento de la localidad de Isidro Casanova, básicamente poblada por portugueses. Como homenaje al rol de los portugueses en el desarrollo de la ciudad, la calle principal, antes General Quesada, pasó a llamarse República de Portugal. La ciudad cuenta con uno de los Club Portugueses más importante de nuestro país Muchas de las portuguesas que trabajaron en la fábrica Danubio aun conservan, quizás como símbolo de una parte de su vida, el carnet que la acreditaba como obrera de ese establecimiento. Allí constaban sus datos personales, foto, numero y sección donde cumplían sus tareas. En cuanto a la jornada laboral diaria, las mujeres entrevistadas señalaron que trabajaban ocho horas y en turnos rotativos, en la sección Hilandería. 108 Todos los casos coinciden con el testimonio de Norberta Do Cue Da Silva: “...vine en el año 1948, los vecinos me enseñaron a aprender las primeras letras, porque yo no sabía leer ni firmar y lo tuve que hacer para entrar a la Danubio; me acuerdo que había una mesa con grandes conos de hilo, yo clasificaba los colores. Los domingos juntos con mis paisanas hacíamos horas extras, eran unos pesos más, para que mis hijos no trabajasen y pudieran ir a la número 15, además había que ser muy cumplidora si uno quería quedar en la fábrica. La Danubio te daba la posibilidad de comprar telas más baratas y yo las vendía en las quintas ...”. Como se puede apreciar, además de trabajar en la empresa fabril, en este caso en la hilandería Danubio, algunas mujeres pudieron elaborar estrategias que le permitían aumentar sus ingresos, como la venta de telas a sus paisanos que residían y trabajaban en las quintas. 109 Foto Documentación 4. Carnet utilizado por obrera portuguesa, en 1950 Otro espacio de empleo de las portuguesas fue la fábrica de Hilos Cadena, que estaba un poco alejada para la época del circuito más urbano y comercial de La Matanza, porque estaba ubicada en Villa Luzuriaga, pero a su vez estaba cerca de una zona del partido donde residían un número importante de inmigrantes portuguesas. De las tres fábricas mencionadas en las que trabajaron las portuguesas, sólo Hilos Cadena perduró abierta hasta el año 2000, Textil Yute y Danubio cerraron por lo menos hace quince años. 110 A través de los testimonios que hemos recogido tanto de las obreras portuguesas como de sus compañeras de trabajo y jefes o supervisores, todos coinciden en afirmar que la mayoría del personal de estas fábricas mencionadas hacía su ingreso a través de una recomendación, que podía ser de sus familiares o de alguien perteneciente a su grupo étnico. Esta situación podría responder al entorno en que se desenvolvían las empresas, con contactos en el ámbito local, y que aún sin una recomendación expresa, era importante un conocimiento implícito de parientes o amigos. En el caso de la hilandería Danubio, fue muy notoria la veracidad de estas redes existentes en el caso de las obreras portuguesas, que responden a un esquema familiar y paisano. Los lazos de solidaridad o de tradición cultural del grupo étnico hacían que hubiera una mejor adaptación a la presión del trabajo de la fábrica y, consecuentemente, mejorara la inserción laboral. El caso más claro ha sido el de Ana Espíritu Santo Guerra, quien llegó a la Argentina en el año 1939, se conectó inmediatamente con inmigrantes italianos y españoles de la zona de la Avenida Don Bosco, en el partido de La Matanza, y con paisanos de Barrio Nuevo. Su hija relata con nostalgia: “...una vecina gallega la hizo entrar, ella tenía treinta años y no había problema porque en la Danubio no permitían menores de 18 años y el turno de noche era de hombres. Siempre había 111 movimiento, se almorzaba al lado de la maquina, no había comedor en esa época, así que había que traer la comida de casa. Trabajaba en la Hilandería; era feo, con pelusa y humedad por el hilo. En el verano hacía tanto calor que te mataba y después le quedó un reuma terrible. Me acuerdo que mi prima y yo nos quedábamos solas, cuando nuestras madres se iban a trabajar a las cinco de la mañana, y si teníamos miedo nos íbamos a lo de una vecina. Mi mamá hacía entrar a todas las que venían de Portugal, en ese tiempo...”. La trama de lazos parentales y de amigos, en muchos sentidos favoreció la inserción de los inmigrantes y generó una mejor adaptación a la presión de la fábrica sobre el trabajo. Posiblemente la situación beneficiara a la empresa: la presencia de la recomendación, como si fuera un aval de lealtad, promovía más compromiso o reciprocidad de los operarios en caso de conflicto con la patronal. A través de datos, como el apellido y domicilio del recomendador, que se pudieron extraer de las entrevistas a las mujeres obreras portuguesas, hemos reconstruido redes de recomendaciones. A continuación se ofrece un gráfico que configura una red de recomendaciones entre las mujeres portuguesas en la fábrica Danubio. (Gráfico 1). 112 Podemos mencionar que el grupo de mujeres que conforma esta red de recomendación son en su mayoría de origen portugués; también se entrelazaba con otros grupos étnicos, como por ejemplo españoles. La permanencia de Ana del Espiritu y Norberta Da Cunha en la empresa por varios años permitió hacer ingresar a otras mujeres portuguesas a la firma; en el caso de Matilde Vinho, existió un lazo de parentesco más directo con Isabel Vinho, pues eran primas hermanas. También es evidente, en este tipo de recomendación laboral, la existencia de un sistema informal de aprendizaje en el interior de la familia o paisanos, con la ayuda de empleo y la transmisión de información, con lo que se podía acceder a una mejor adaptación en la estructura formal de la fábrica, transformándose de ese modo en una red de vínculos y contactos entre los mismos recomendados. 113 Gráfico 1.- Red de recomendaciones en la fábrica Danubio, entre las mujeres portuguesas en La Matanza Isabel Pereira decía: “...debíamos trabajar cada una con una máquina larga de un lado a otro, siempre paradas. Teníamos una franeleta para que no se cortara el hilo. Si teníamos que ir al baño, la compañera de al lado nos cuidaba el manejo de la máquina y a veces se desenganchaba el hilo y había que ponerlo nuevamente. Así que no podías dejar de mirarla. Teníamos delegados gremiales pero siempre eran hombres. Casi no hacíamos paro, porque por represalia te descontaban y cobrábamos del uno al seis...”. 114 Como en otros testimonios, se repiten las mismas características de la rutina del trabajo: en la primera etapa debían practicar en el manejo de la máquina, que tenía grandes bobinas, y tenían que poner atención por si se rompía el hilo. La máquina no debía parar. En la etapa siguiente a cada operaria le daban la responsabilidad de una máquina. Se trabajaba en tres turnos, que comenzaban a la seis de la mañana, a la una de la tarde y a las nueve de la noche. Sólo los hombres trabajaban en el turno de la noche. Había otras secciones como Tintorería, Tejeduría y, por supuesto, Hilandería; según los testimonios, en este último lugar habría mucha humedad, “por el hilo”, y esto habría perjudicado la salud de las operarias posteriormente. En esta sección que mencionamos, las mujeres debían trabajar paradas; muchas respondieron que tenían miedo que se les cortara el hilo. Es unánime en los testimonios que no había movilidad ocupacional dentro de la fábrica: entraban en cierta sección y cuando se retiraban ,habían seguido en la misma. Se trabajaba con mucho sacrificio. Todas las mujeres entrevistadas dijeron tener la ilusión de poder cumplir un sueño. En general, todas coincidían en querer tener una casa propia y no compartida con parientes o paisanos; también, alcanzar mayores comodidades como un calefón, no pasar privaciones como tener que lavarse con agua fría, tener unos ahorros para 115 mandar a llamar algunos parientes portugueses, conseguir trabajo para los hermanos y estar juntos. A diferencia de las oleadas migratorias que llegaron en las décadas del veinte o del treinta a la Argentina, en los años cincuenta el Estado imponía ciertos requisitos a los extranjeros. Virginia Morais lo comentaba así: “...después, en el año 1959, tíos o sobrinos migraron para la Argentina, a través de una carta de llamada ya tenías que tener trabajo aquí, la cuestión era con contrato de trabajo. Podía ser en la provincia de Buenos Aires pero tenía que ser a 200 kms. de la Capital Federal. Pero ya en esa época los portugueses que no tenían familia en Argentina iban para otros lados como a Francia o Alemania y también a Nueva York...”. Se confirma que entonces detrás de las redes de recomendación laboral por medios de parientes o paisanos, yacían mecanismos de migración. Como contrapeso a las duras exigencias laborales, la hilandería Danubio estaba situada en la localidad de Ramos Mejía, en la calle Rondeau 900, y trató de conformar en el ámbito local un cierto espacio de sociabilidad familiar para su personal. La empresa empezó a construir entre las calles Laprida y Tacuarí, en la localidad de Ramos Mejía, una cancha de fútbol, con socios que debían pagar una 116 pequeña cuota; había juegos, pista de patinaje, de baile, canchas de tenis. Para Carnaval se hacían concursos. A pesar de que las portuguesas entraban en la empresa por intermedio de un conocido o paisano, quienes con consejos y advertencias intentaban facilitar la rápida inserción al nuevo contexto laboral, estas mujeres experimentaban nuevas situaciones que implicaban establecer nuevos vínculos, costumbres y valores diferentes a los propios en ese nuevo mundo que era la fábrica, aunque algunas ya habían trabajado en empresas más pequeñas o de otro rubro diferente al textil, como por ejemplo en la empresa Winco que estaba en Ramos Mejía entre las calles Larrea y Bartolomé Mitre; y otros casos, como el de Lucinda Da Costa, quien nos relataba: “...trabajé en una fábrica de tejido, hacíamos polleras plisadas y medias en Isidro Casanova, en la calle Lima, después entré a trabajar en la Yute. Casi toda la década de los sesenta y algunos años de los años setenta se hacía bolsas de arpilleras. Era un trabajo muy duro. Me costó la inserción, porque se burlaban en el trabajo de nosotras; decían las argentinas que éramos unos muertos de hambre y realmente me sentí discriminada. Yo creo que era porque los argentinos nos tenían envidia a los extranjeros. Nos dábamos con las italianas ...”. No fue común que las portuguesas respondieran que se sintieron muy segregadas en el lugar de trabajo, sino que por el contrario coincidieron en señalar 117 que les costaba más la adaptación a la empresa. Lucinda, a su vez, se refirió a las burlas de las obreras argentinas por la forma de hablar castellano o la forma de vestirse. Esto último se originaba en que las portuguesas no solían en general vestirse a la moda o no sabían combinar diseños y colores. En los años de la segunda posguerra en que las portuguesas se integraron al mundo del trabajo, era común que la estructura de la clase obrera argentina estuviera compuesta por trabajadoras de diversos grupos étnicos: las portuguesas comentaron que mayormente tuvieron compañeras italianas, españolas, polacas. En cuanto a las argentinas, éstas últimas provenían de las provincias del interior; sobre todo había muchas santiagueñas. Las respuestas de las portuguesas son unánimes en el sentido que aún después de muchos años de haber dejado de trabajar, todavía mantienen una amistad con sus ex-compañeras de fábrica. La organización del trabajo en los diferentes departamentos de la empresa Hilos Cadena SACI, compañía ubicada en la calle Triunvirato 1250 en Villa Luzuriaga, partido de La Matanza, era similar a la hilandería Danubio. Después de reiterados intentos para mantener una entrevista con ejecutivos de la empresa Hilos Cadena o acceder a consultar los archivos del personal, finalmente se recibió una 118 respuesta negativa a principio del año 2000. Ante nuestra insistencia, nos comentaron que “ya cerraban”, que “no tenían ningún papel” y que lo único que había en ese lugar eran aproximadamente treinta empleados administrativos. Sin embargo, fue posible incorporar datos para nuestra investigación a partir de las entrevistas realizadas a personal que trabajó en Hilos Cadena. Tal es el caso de un directivo de la firma, el señor José Loveri, quien informó que “para fines de la década del cincuenta la fábrica contaba con 2500 empleados. La empresa, si no me equivoco, vino en el época de Perón. Los dueños eran ingleses y tenían otras sedes de la misma firma en Latinoamérica, como Chile y Brasil. La sección de administración general funcionaba en Piedras e Independencia, donde era el lugar de ventas y depósito, pero la fábrica estaba en La Matanza. Yo me encargaba de la primera entrevista para los que querían ingresar y otro realizaba la preselección. Los hombres hacían el trabajo de estibadores mecánicos y ayudaban cuando a la máquina le faltaba algo y se prendía una luz. Las mujeres, aparte del trabajo en la máquina, había otras que enrollaban el hilo, ponían la etiqueta, los ponía en cajas, verificaban la calidad; había que cuidar el torceado del hilo, la tintura. Después se hacían otros hilos que eran mercerizados más firmes. Las mujeres debían estar atentas porque el hilo se rompía con rapidez. Los delegados eran hombres. Había en cada sección un capataz, jefe de sección y gerente de sección. Recién en la década 119 del setenta los delegados lograron una mejora para las mujeres, que la empresa tuviera guardería ...”. Resultó interesante para este trabajo la coincidencia de todas las entrevistas al afirmar que los establecimientos industriales, especialmente los textiles, preferían contratar personal femenino porque las mujeres eran más cuidadosas y prolijas en el tratamiento del hilo, “porque si no, se podía cortar o deteriorar fácilmente” durante el proceso de elaboración como también en el proceso final de empaquetado y etiquetado, donde eran más rápidas y más responsables en el trabajo. Pero las empresas encontraban otra ventaja en las mujeres: las operarias eran “más económicas”, sus salarios eran más bajos que los del personal operario masculino. Foto 5. Obreras textiles, del establecimiento Hilos Cadena, en La Matanza. 120 La señora Castelo nos comentaba que tenían varias compañeras, argentinas, italianas, españolas: “...yo entré en Hilos Cadena en 1960. Se hacía expresamente hilo; trabajábamos ocho horas, siempre paradas. Había tres turnos: seis de la mañana, catorce y veintiuna. No era limpio el lugar, lleno de algodón. Teníamos que tener un pañuelo en la cabeza. Usábamos un guardapolvo. El uniforme fue después, más o menos en los años sesenta. En Navidad nos daban un pan dulce, nada más. Los delegados gremiales eran hombres, el capataz era un italiano y recuerdo que teníamos una chica como supervisora. Si se cumplía, no había problema. Yo me hacía respetar... Ha! Teníamos servicio de enfermería para las obreras ...”. A través del recorrido que hicimos en las trayectorias laborales de las obreras textiles, verificamos que tuvieron un patrón similar. La actividad laboral comenzaba a las seis mañana y los salarios en la rama textil eran más bajos comparados con los metalúrgicos, según nos relataba una obrera de Hilos Cadena: “...yo tenía compañeras argentinas, pero la mayoría era del interior del país o extranjeras. Del interior de las provincias me acuerdo que había tucumanas, formoseñas, correntinas; y de las otras había italianas, españolas, portuguesas... Cobrábamos tan poco que teníamos que hacer una hora extra todos los días, en cambio los hombres ganaban más estando incluso en la misma sección... Yo entré más o menos a fines del año 1959. Buscaba trabajo y podías entrar por recomendación. Pero yo no conocía 121 mucha gente. Igual una amiga me dijo que me acercara a la empresa y así fue. Pero más seguro era hablar con los delegados gremiales que te atendían a la entrada en la misma fábrica y ellos me hicieron entrar a trabajar. Además los delegados eran los mismos que estaban en la Danubio. Me acuerdo también que teníamos un gran delantal. Yo trabajaba en Continua. Ahí se hilaba y después se pasaba al lugar de los conos, donde se ponía el hilo y se trabajaba con fuego. Hacía un calor bárbaro, y también lo hacían las mujeres y eso que ganábamos menos que los hombres. Ellos hacían el trabajo con las madejas y los ponían en las máquinas, era al principio del proceso...”. Mujeres portuguesas jóvenes y solteras que vivían con sus padres o un familiar, eran el grueso de la fuerza de trabajo en las hilanderías. Sin embargo, un dato significativo es que estas mujeres en su mayoría permanecían en la fábrica después de contraer matrimonio. Aparentemente el objetivo era lograr una acumulación de capital y que se cumpliera el “sueño americano”. Igualmente, aunque algunas dejaron de trabajar en el sector fabril, después de varios años se dedicaron a otras actividades laborales, como el comercio. Según las entrevistas podía ser desde una mercería, una marmolería, una peluquería, una carnicería, una panadería o un pequeño mercado, e incluso comercios proveedores para las quintas como forrajería, o atender las secretarías de asociaciones barriales. 122 En la fábrica, uno de los puntos claves ha sido la organización del trabajo. El lugar que ocupaban las mujeres correspondía a los trabajos menos calificados y casi nunca accedieron a posiciones de mando dentro de la empresa en las secciones o departamentos. Las mujeres portuguesas trabajaron principalmente en la sección de hilandería, en el proceso de estiraje y homogeneización de las fibras y en la preparación para la tejeduría. Las respuestas dadas por las obreras entrevistadas coinciden en afirmar las precarias condiciones de salubridad, por el carácter nocivo del calor, el vapor que se necesitaba para el hilo, la presencia constante de humedad y, sobre todo, la pelusa del algodón y su relación a veces con enfermedades bronco-pulmonares. Con referencia al tipo de patologías que las obreras tuvieron que tolerar mientras trabajaron en las fábricas y los efectos colaterales que fueron apareciendo con los años, aún después de haber dejado la actividad laboral, entrevistamos al Doctor Alfonso Del Giudice, ciudadano ilustre de la provincia de Buenos Aires y uno de los principales médicos del distritos de La Matanza desde la década de los cuarenta hasta los noventa. “... trabajaba tres veces a la semana en la fábrica Danubio y en talleres o fábricas chicas en horarios combinados. Atendía en la Danubio cincuenta enfermos casi por día, con enfermedades respiratorias, congestión, reumatismo, artritis, sobre 123 todo por el clima de humedad que se necesitaba en las secciones de trabajo. Además hacía consultoría a domicilio para verificar la licencia...” “...en general tenía más pacientes mujeres, porque la mayoría de la mano de obra era femenina. A las mujeres se les pagaba menos que a los hombres y en cuanto a accidente de trabajo, había muchos en la sección de Hilandería y Tejeduría, por las máquinas que lesionaban las manos. En Hilandería eran muy común las alergias por la pelusa o afecciones cutáneas por el teñido de telas y las tinturas fuertes que se utilizaban. A veces, las mujeres se resistían a usar guantes, porque les restaban tiempo en el manejo de la máquina y por lo tanto hacía que a su vez disminuyera la productividad...” Estas migrantes portuguesas que experimentaron otra realidad social, en relación con sus coétnicas que se dedicaron exclusivamente al hogar, tuvieron la posibilidad de vivir en dos contextos socioculturales y pudieron en cierta forma vivenciar una dualidad; por un lado, con el propio grupo étnico, pero por otra parte traspasaron de algún modo algunos límites y fueron participes de cambios, transformaciones generacionales en el mundo del trabajo, y a la vez influyeron también en su vida familiar, incorporando nuevos valores o diferentes elementos culturales de la sociedad receptora. Incluso, al analizar los datos de las entrevistas 124 pudo observarse que no todas las mujeres obreras habían contraído nupcias con portugueses: algunos de los esposos eran argentinos o de otra colectividad. Alcina relataba así su recuerdo de noviazgo: “...mi madre estaba triste. Ella no quería que me casara con un argentino, pero me casé con él en 1958; y mis hijas tampoco están casadas con portugueses...”. Muchas de las obreras portuguesas fueron integrándose de diversas formas a la comunidad barrial o vecinal, ya sea participando no sólo de clubes de la propia comunidad étnica, como el caso del Club 21 de Marzo, sino también en otros espacios de participación como las sociedades de fomento. Aquellas mujeres portuguesas que tuvieron hijos en edad escolar colaboraron activamente con otros padres de diferentes colectividades en las cooperadoras de las escuelas. Desde jóvenes buscaron espacios de recreación, a pesar de vivir en zonas alejadas a la Capital Federal. Las jóvenes trataban de frecuentar clubes adonde ir a bailar, como el Centro Patria Portugués o el Club Portugués de la calle Pedro Goyena, ambos de la ciudad de Buenos Aires, porque los clubes portugueses de La Matanza se crearon recién en la década del setenta, para ser más exactos en 1978. Benedita Sarinho comentaba: “...he tenido siempre amigas portuguesas pero también argentinas, participábamos con un grupo de amigas en el club River Plate. 125 Fui presidenta del Club de Fans de Juan Ramón. Éramos 300 socias. También íbamos a bailar a Vélez, cuando venía a cantar Palito Ortega ... nos divertíamos. Trabajé toda mi vida en fábrica, en la marmolería de mi marido; hasta tuve un kiosco. Ahora estoy en el bufete del Club Portugués de Isidro Casanova; actualmente hay muchos socios que, no son sólo portugueses, vienen de todo el barrio como un club más ...”. Foto 6. Actual fábrica 5 Hispanos, sede del antiguo establecimiento Hilos Cadena, en la localidad de Villa Luzuriaga, partido de La Matanza. En el transcurrir de los últimos años de la década de los cincuenta y principios del sesenta, las localidades como Isidro Casanova, González Catán, San Justo, que 126 hemos mencionado a través de la investigación en el Partido de La Matanza, han sido espacios en los que estas mujeres portuguesas pudieron insertarse con variabilidad, según las edades, el momento histórico en que migraron, los motivos personales que incidieron en la decisión de emigrar a la Argentina. Pero a pesar de las diversas vivencias e historias de vida, la condición de las mujeres emigradas se fue modificando con el empuje de las nuevas generaciones, bajo la influencia de una realidad social en transformación, sobre todo en los últimos años. Foto 7. Sitio donde funcionaba el establecimiento textil Yute, en la localidad de Isidro Casanova, sobre la ruta provincial 3 en La Matanza. 127 Foto Documentación 8. Pasaporte portugués emitido en 1928 128 CAPITULO 7 LA VIDA ESPIRITUAL DE LAS MUJERES PORTUGUESAS: LA RELIGIOSIDAD A continuación se hace referencia a la persistencia de una práctica religiosa premigratoria como es la devoción de la Virgen de Fátima, desde la concepción de la celebración religiosa como un ámbito que contiene y al mismo tiempo refuerza la identidad étnica portuguesa. La religión constituyó un importante factor de relación de los inmigrantes portugueses con otros grupos migratorios, como españoles e italianos. De esta forma, todas las comunidades portuguesas de Argentina han estado siempre organizadas desde el punto de vista religioso a través de ceremonias, procesiones, actos de fe, celebraciones litúrgicas, participando en las fiestas patronales, lugares de peregrinaje, colaboraciones en la fundación y construcción de sedes para parroquias y capillas. Este espacio constituyó para las mujeres portuguesas un factor que proporcionó el encuentro dominical, medio que fue propicio para intensificar las relaciones sociales. 129 Es importante señalar que tanto las capillas como los clubes portugueses que ayudo a levantar la comunidad portuguesa de La Matanza , fueron fundados recién en la década de los setenta cuando ya habían entrado en una etapa de mejoramiento de la situación socioeconómica y estaban en condiciones de aportar sistemáticamente aunque fueran pequeñas cantidades de dinero. Estos han sido ámbitos en que las migrantes portuguesas han podido compartir las memorias de su tierra natal, las celebraciones, los sucesos de la comunidad, las fiestas folklóricas, los bailes, la música, en un marco de recreación de la identidad étnica. Cuando se ingresa a sus hogares o se visita alguna institución portuguesa, están presentes elementos religiosos traídos del país de origen, impregnados de la religiosidad mariana. La devoción de la Virgen de Fátima tiene su origen en una aparición de la Virgen a tres pastores, el 13 de mayo de 1917 en Portugal. Los mensajes giraban alrededor de la paz y los grandes conflictos que la podían amenazar durante el siglo XX. La imagen que actualmente se venera en la capilla de González Catán fue comprada en la Argentina en 1968 y bendecidas por padres españoles, habiéndose elegido el 16 de mayo como el día de su celebración. 130 Si bien en general el idioma utilizado en la misa es el castellano, es de destacar que entre los cánticos se incluyen himnos religiosos en portugués, otros en castellano y canciones populares. Svetlitza de Nemirovsky, González, R 1999 Se repiten cánticos en las celebraciones religiosas y expresiones literarias en algunas revistas de las Asociaciones portuguesas con componentes de nostalgia o sentimiento de pérdida, como por ejemplo : Saí de Mangualde da Serra para Argentina em 1963 com meus pais e minha irma. Imaginem como debe ter sido. Difícil, para começar uma vida nova num país estrangeiro. En otro cántico se narran las vivencia de generaciones anteriores: 131 ... Un gran hombre fue en su vida ya tiene casi noventa pero él nunca aflojó tiene más ánimo que yo y a veces suele cantar a mí me hace llorar porque sé lo que ha sufrido dejar su país querido rumbo hacia la Argentina en su idea imagina una hinchada billetera pero la suerte fue quimera y a Portugal no volvió” Para las fiestas patronales de la Virgen de Fátima no faltan los rezos de ayuda y perdón si no también canciones como la siguiente : 132 Os peregrinos... No verão eu fui com fé, a Fátima passear vi tanta gente ir a pé, debaixo do sol aqueimar. eram os peregrinos com promessas para cumprir. Homens, mulheres, meninos, trazen forças para seguir. En Fátima rezei por ti, orei á virgen, pedi. O fim do ódio e da guerra a paz e o amor na terra...... Si consideramos la totalidad de la comunidad portuguesa de La Matanza, es evidente una fuerte identidad nacional portuguesa, construida sobre la base de un sistema de significaciones comunes que unen a sus miembros, sin duda reforzada desde los cambios de la política de Portugal hacia los emigrados. Este país ha sido históricamente expulsor de población. Hasta la década del cincuenta, los ciudadanos portugueses que habían emigrado tenían en su país de origen status de ciudadanos de segunda. Pero en la década de los setenta Portugal modificó su política en relación con la emigración y el retorno de los trabajadores portugueses del exterior (Svetliza de Nemirovsky, A.; González, R.1998). En nuestro trabajo sobre la religiosidad portuguesa consideramos que la vida cotidiana de los portugueses de La Matanza aparece inmersa en la “saudade“ de un Portugal inmutable, que no es el actual Portugal sino aquel que dejaron hace ya 133 varias décadas y que adquiere la forma de una utopía imaginada. Esta dimensión de “saudade“, con sus propias representaciones, se fortalece a su vez en una práctica religiosa premigratoria trasladada al nuevo país y reconstruida, situación que se hace más evidente en el los portugueses del sector rural. Podría pensarse que aun subsiste la vivencia de desarraigo en los quinteros portugueses de La Matanza y que en la asistencia a las parroquias o capillas portuguesas se refuerza la identidad étnica. 134 CAPITULO 8 LAS INSTITUCIONES PARA LAS MUJERES PORTUGUESAS EN ARGENTINA. A fin de lograr una visión más integral de la mujer portuguesa, se reseñan en primer lugar los diferentes ámbitos que poseen de participación institucional. La idea es aportar mayores elementos que sean útiles para una mejor interpretación del comportamiento de vida en la Argentina de la mujer portuguesa. En primer lugar me puse en contacto con diferentes instituciones que agrupan a portugueses actualmente residentes en el Conurbano bonaerense y la Capital Federal como clubes de las localidades de González Catán, Isidro Casanova, Hurlingham, Villa Tesei, Escobar y Villa Elisa, en la provincia; y de Buenos Aires y Villa Urquiza, en Capital Federal, como también la institución Centro Patria Portuguesa de Buenos Aires. Todos tienen una Comisión de Damas. Paralelamente a estas organizaciones existe a nivel nacional una Asociación de Mujeres Portuguesas, que se ocupa específicamente de las problemáticas de la mujer migrante portuguesa en nuestro país. Uno de los interrogantes que se plantea 135 esta asociación es qué sucedió con el rol de la mujer migrante portuguesa en la Argentina durante los últimos cincuenta años y en muchos casos la respuesta ha sido desalentadora por la escasa participación pública. Por eso actualmente la Asociación de Mujeres Portuguesas analiza cuatro dimensiones fundamentales: inserción en el sistema de producción, inserción social a nivel de relaciones interpersonales, inserción institucional e inserción normativa que se relaciona con los sistemas de valores. En principio, recién en el año 1985, el gobierno portugués promovió un Encuentro Mundial de Mujeres Portuguesas y, posteriormente, en los años noventa el Estado portugués tuvo el objetivo de recuperar el espacio de la mujer portuguesa en la sociedad civil e institucionalizar el contacto y diálogo con aquellas mujeres “de la diáspora", dinamizadoras del movimiento asociativo en medios de comunicación social. En 1995 se hace un segundo Encuentro con la presencia de personalidades, dirigentes asociativos, jóvenes de la comunidad portuguesa en Europa, y se manifestó la voluntad de proseguir en común el trabajo que valorice el papel de la mujer emigrante en las sociedades receptoras y en el país de origen. En la década de los noventa Lisboa fue la ciudad elegida como centro de encuentro de inmigrantes portuguesas para asegurar los propósitos de realización de 136 un programa de actividades con tres lineamientos: 1) estudio de la situación de la mujer emigrada, 2) solidaridad y cooperación y 3) vocación de transformar la situación de las mujeres inmigrantes de cada comunidad, que permita la experiencia de promover la vida asociativa en los países receptores de la mujer migrante portuguesa, su capacidad de realizar un destino colectivo. Según testimonios de aquellas mujeres migrantes portuguesas, especialmente las que vinieron al país después de la segunda posguerra, más concretamente entre 1947 y fines de la década de los cincuenta, tienen como objetivo central suscitar como tema de interés debates y estudios sobre la idea y práctica de la igualdad, no sólo dentro de la comunidad portuguesa en el extranjero sino también en su propio país de origen, y superar la dicotomías hombres portugueses-mujeres portuguesas, primeras-segundas generaciones, políticas nacionales - regionales. Otro objetivo, que es impulsado por el gobierno portugués, se refiere a la búsqueda de aliados o apoyo en la integración del emigrante portugués, sobre todo en universidades, iglesias, cámaras municipales, con otras asociaciones de emigrantes de Portugal y de emigrantes de comunidades portuguesas en el exterior. Otro de los proyectos para el emigrante está en el rescate de la historia de las comunidades fundadoras de los actores intervinientes, tanto mujeres como hombres, 137 cuya memoria de otro modo se vería irremediablemente perdida; en el mismo sentido, se busca además rescatar la cultura e identidad portuguesa en las comunidades portuguesas migrantes en el exterior. La Asociación de las Mujeres Portuguesas actualmente está trabajando en la Argentina en la intención de separar a algunas mujeres de una situación de desolación, inercia o desánimo a la que han estado sumidas en estas últimas décadas. Según los testimonios orales recogidos de las emigrantes, "hay que descubrir las potencialidades de la mujer portuguesa, de su facilidad o dificultad, según los casos, de integración a la sociedad argentina". Es por eso que, cuando reviven o relatan los recuerdos de su tierra, no es de extrañar que comenten que partieron de “cero” en la adaptación a una nueva sociedad: para muchas, podría pensarse que comenzaron una nueva vida en la Argentina. Esta situación quizás se ha hecho más evidente en aquellas mujeres portuguesas que arribaron a nuestro país en la década del treinta particularmente. En estos años, los lugares o roles destacados dentro de la familia les habían sido reservados al hombre, como el jefe de familia; en ese mundo cultural, la mujer no formó parte del proceso de decisión, sobre todo en el ámbito rural de La Matanza. 138 Se ha observado que entre de algunas mujeres portuguesas de 60 años en adelante siguen de un modo manteniendo una relación de mayor dependencia del marido, no sólo en cuestión económica sino también en la forma en que se relacionan con otros grupos sociales. Sin embargo, no es tan así con las mujeres portuguesas cuyas edades oscilan entre 35 y 47 años. Estas mujeres han podido insertarse en el mundo social en forma más activa; en razón que sus ocupaciones no giraban solamente alrededor de la vida doméstica, ya que han ido incorporando otros medios de socialización no tradicionales, como por ejemplo actividades recreativas o con la comunidad vecinal no portuguesa, incluso algunas de ellas han generado miniemprendimientos comerciales. Leandro (1998) ha impulsado la creación en nuestro país de la Asociación de la Mujer Migrante Portuguesa en Argentina. Además, es estudiosa de la posición de la mujer migrante portuguesa, sostiene que desde hace mucho se sabe que las mujeres han ejercido un papel preponderante en la historia de las transformaciones de la humanidad, en las sociedades tomadas individualmente o como mediadoras de transiciones sociales y familiares. Con esta perspectiva podemos entrar a interrogar sobre la intervención de la mujer portuguesa migrante y a este respecto "entiendo dice Leandro- es tomar el fenómeno de migraciones internacional en la segunda mitad del siglo XX y aprender mejor la dinámica que las mujeres portuguesas han sabido imprimir en las trayectorias migratorias". 139 En este mismo sentido, últimamente la Asociación de la Mujer Portuguesa en Portugal ha elaborado algunos proyectos de migración para las portuguesas que emigran a países europeos, que están integrados por temas que preocupan a la mujer, por ejemplo, las necesidades que incitan al futuro migrante a querer pasar (ultrapasar) una situación económica, social o de otra índole insatisfactoria y la atracción por otro país o región para encontrar las condiciones para realizar sus aspiraciones. La Asociación de la Mujer Portuguesa considera que si bien hay estrategias individuales y familiares diversificadas, hay componentes fundamentales que son comunes a los proyectos de emigración, como hacer ahorros de capital, acceder a mejores niveles de vida y contactarse con sociedades diferentes. Coincidentemente, Alice Matos, emigrante portuguesa, actual presidenta de la Asociación de Mujeres Migrantes Portuguesas en la Argentina y representante de la colectividad portuguesa en el Centro de Migraciones que pertenece al Ministerio del Interior de la Nación, nos ha transmitido en una entrevista las experiencias de vida de estas mujeres portuguesas, que “por muchos años estuvieron en forma casi invisibles, casi sin participación activa, como dormidas", y que han trabajado en 140 forma anónima en los clubes de la colectividad, integrando tradicionalmente la Comisión de Damas. Alice Matos afirma que:..” no es que seamos feministas. Nosotras necesitamos de nuestros maridos y de toda la comunidad portuguesa. Pero teníamos la necesidad de hacer algo por nosotras mismas. Sabemos la dificultad que han tenido las asociaciones por hacerse cargo de muchos temas, pero a nosotras nos preocupa otros elementos, que tienen que ver con la mujer, su situación social; porque existen muchas mujeres portuguesas que por diferentes situaciones han quedado solas y desamparadas. Estas últimas, han llegado a la Argentina entre los años 1945 y 1958. En esos años se fueron a trabajar a las quintas, y han quedado enterradas; con todo respeto a ellas y a la comunidad que nos recepcionó... El pueblo portugués es muy agradecido. El lema del portugués es el trabajo. Volviendo a estas mujeres enterradas en La Pampa, que se dedicaron sólo a ayudar al marido y que no tuvieron la oportunidad de que su opinión se escuchara. A veces porque eran portugueses duros y no entendían más allá de lo que podían hacer. A través de las entrevistas hechas a integrantes de la Asociación de Mujeres Portuguesas en Argentina, se ha reflejado el deseo de la institución de colaborar con mujeres solas, que se quedaron sin familia en nuestro país y que no tienen recursos. 141 Muchas de ellas tienen entre 67 y 70 años; y aunque generalmente no se acercan a la Institución para que las ayuden, las integrantes de la Asociación tratan de brindarles una ayuda acercamiento. Con algunas se ha tenido éxito e incluso pudieron ser repatriadas, para que se reencontrasen con parte de su familia que quedó en Portugal. La misión de la Asociación de Mujeres Portuguesas en Argentina tiene como prioridad un objetivo social, pero también quieren promover la cultura portuguesa en la Argentina. En los testimonios, las mujeres expresaron: “... y como la mujer trae al hombre y a la familia, nuestro objetivo es lograr la unión de la mujer migrante sin distinción racial, política, social y religiosa. Queremos unificar el esfuerzo de todas y lograr una dinámica para trabajar e integrarnos en emprendimientos tanto sociales como de nivel cultural...”. Otro objetivo de la institución es combatir la discriminación que pueda sufrir la mujer portuguesa y auxiliar a ellas en sus intereses comunes. Además desean concientizar a la juventud sobre la cultura portuguesa y crear un gabinete social, un hogar para los luso descendientes. 142 Hoy las mujeres portuguesas creen que existieron algunas desventajas para las que vinieron a la Argentina en las década del veinte o treinta, incluso comentan que algunas todavía están “anestesiadas”. Alda do Nacimento, en una reunión de la Asociación de mujeres portuguesas, nos decía: “... creemos que es por el dolor de haber dejado la aldea y también porque a la mayoría no le fue tan bien, que algunas no participen en las instituciones. Es triste ser migrante, es como tener el alma mutilada. No soy ni de acá ni de allá. Todavía hoy en día, cuando voy a Portugal, nos tratan como ciudadanos de segunda: - ah! ese vino de Argentina. Y cuando vinimos a este país muchas de las mujeres que han trabajado, los nativos argentinos nos han tratados como atrasados... Ahora si hablabas inglés, era otra cosa. Otro dolor que hemos tenido fue el trato que nos daba el gobierno portugués. Durante la época de post guerra nos explotaban con impuestos, y lo que no perdonamos es que el gobierno de nosotros nos obligara en cierta forma a emigrar. Yo estaba en mi país, no tenía por qué haberme ido; y si lo hacía era por mi decisión...”. Alice Matos en uno de sus testimonios nos comentaba: “...en honor a esa mujer anónima, que contuvo el dolor de dejar su patria y muchas veces a parte de su familia, hemos tratado de luchar para que las emigrantes voten en la Argentina, ya que hace 49 años que trabajamos para este país y tenemos familia. También 143 luchamos para que el gobierno portugués pueda enviar una pensión mínima al migrante carenciado residente aquí en la Argentina...”. "Igualdad y solidaridad" entre los portugueses es el tema más importante que tiene la Asociación de Mujeres Portuguesas en la Argentina; sobre todo para mejorar la divulgación de información, luchar contra la burocracia y lograr la modernización consular. Las integrantes de la Asociación aseguran que el migrante portugués en América latina se siente olvidado por el Gobierno de Portugal, comparativamente con el migrante portugués en Europa o Estados Unidos, pues “esgrime que algunos portugueses que residen en esos países han invertido en Portugal, en propiedades o en la actividad financiera, y eso el Gobierno portugués lo tiene en cuenta”. Manuela Aghiar, presidenta de la Comisión de Refugiados y de la Mujer Migrante Portuguesa, estuvo en la Argentina en 1998 y reunió a las mujeres portuguesas de la Argentina. Les transmitió la inquietud de la necesidad de la unión y el trabajo para mejorar la integración e inserción de la mujer portuguesa en el país receptor; además, instó a tener un rol participativo, ya que comparándolas con las pertenecientes a otras colectividades, la mujer de España, Italia, e incluso la colectividad judía y armenia por ejemplo, tienen un rol más activo que la mujer portuguesa. Esto se refleja en las reuniones que hace la Federación de Colectividades en la Argentina. 144 A veces, según el país receptor, la mujer portuguesa está tratando de tener una mejor integración, incluso que el hombre. Esto coincide también con la redefinición del papel de la mujer portuguesa en la familia, la adopción espontánea de un modelo más igualitario en que la mujer surge como una ligazón entre culturas o entre generaciones; y también una postura más activa, con cierta autonomía económica, garantizada a veces por el trabajo remunerado de la mujer portuguesa en la actualidad. Esta integración desde luego depende de las relaciones familiares y de la forma en que se adaptó a las sociedades receptoras. El factor que más preocupa a la Asociación de Mujeres Portuguesas en la Argentina es que muchas veces por sus usos y costumbres han sido y siguen siendo discriminadas, a veces por la sociedad local, la comunidad vecinal, la escuela o el lugar donde trabajaban. La continua inclusión del pasado con el presente está permanente en todas las mujeres portuguesas entrevistadas, en su vida cotidiana, en las prácticas sociales.. 145 CAPITULO 9 CONCLUSIONES El presente trabajo de investigación trata de contribuir al conocimiento de las formas que adquirió la inserción laboral de las mujeres portuguesas, que llegaron a La Matanza, entre las décadas de los treinta y los cincuenta. El tema central está íntimamente conectado con el rol que tuvieron las mujeres inmigrantes en el desarrollo de la industria argentina. Es necesario destacar que a lo largo de la realización de entrevistas e historias de vida hemos analizado dos supuestos históricos con respecto a las mujeres portuguesas. En primer lugar, los que corresponden a la reconstrucción del transcurso de vida y que hacen puntos de inflexión y de relaciones sociales alrededor del “yo“. Por otra parte, interesaron los vinculados con temas emergentes 146 de contenido sustantivo para la investigación, como son los contenidos socio psicológicos y culturales construidos a raíz de sus angustias, deseos, valores, modos de mirar y comprender su auto imagen. Las trayectorias de vida de estas mujeres portuguesas se entrelazan desde lo individual con las otras personas de redes, de relaciones familiares y de coétnicos; se enmarcan en tiempos y dinámicas familiares, en contextos históricos y sociales específicos. Sus episodios vitales más importantes incluyen, además de casarse, construir una familia, enfrentar la enfermedad o la pérdida de un ser querido, la decisión de emigrar. Y ya en el nuevo país, algunas de estas portuguesas deciden el ingreso al mundo del trabajo extradoméstico. En la estructura y dinámica familiar, hemos intentado recuperar las experiencias migratorias tal como las entrevistadas las reviven y reconstruyen significativamente en sus relatos, y para rescatar esa dimensión tuvimos en cuenta decisión de emigrar, el contexto familiar y cultural del Portugal natal, así como las conexiones que se construyen y que acompañaron a sus desplazamientos hacia la Argentina. 147 Las mujeres portuguesas generalmente emigraron jóvenes, cuyas vidas fueron marcadas por la confrontación de valores culturales diversos y a veces antagónicos, en relación a la construcción del género femenino. Algunas optaron por vivir vidas paralelas como si estuvieran todavía en su país natal y, para “matar a la saudade”, transforman lo actual e idealizan su pasado rural o en su tierra natal. En este proceso de vivir entre dos culturas, a pesar de todo, las mujeres persisten en concretar el “sueño americano”, buscando para sus propios hijos al menos una parte de la utopía americana simbolizada en una vida de mejores posibilidades, la casa propia, mayor consumo, y la posibilidad de ascenso social. Otras mujeres comienzan a enfatizar una nueva interpretación de su experiencia en América en términos de crecimiento individual y de conciencia de sus derechos de mujer. Y así lo han realizado en la Argentina. Esto obviamente afecta a las aspiraciones y recursos de los migrantes como así también a las estrategias individuales o familiares que articularon cuando se establecieron en la sociedad receptora, tales como acumular para invertir en una empresa familiar, construir solidaridades en torno al patrimonio-empresa y reproducir el modelo a través de sus hijos. En el caso de algunas mujeres portuguesas, salir a trabajar fuera del ámbito doméstico. 148 Es importante destacar que igualmente cada familia, cada grupo social de origen, tiene sus deseos, sus propias expectativas y finalidades de emigración, así como las posibilidades de realización concreta de las ambiciones. Los portugueses que llegaron a la Argentina en la segunda posguerra se radicaron en los partidos del Gran Buenos Aires, construyendo cadenas migratorias que influenciaron en su inserción social y ocupacional. De ese modo, los lazos establecidos por los inmigrantes, en tanto originarios de un mismo país y región, fueron de vital importancia. Es a partir de la década del cuarenta el momento en que comenzó con más intensidad la llegada de mujeres portuguesas a nuestro país, algunas de las cuales constituirían posteriormente la fuerza laboral en las grandes hilanderías establecidas en el partido de La Matanza, como son los casos analizados en este trabajo, las empresas Danubio, Hilos Cadenas, Textil Yute. El análisis de las trayectorias vitales de las mujeres portuguesas se ha concentrado en la articulación de las diferentes circunstancias del contexto de la vida personal. Este abordaje nos permitió recuperar, en el marco general de los límites estructurales, la trama de círculos y de contextos inmediatos de interacción en las 149 que transcurren y despliegan su vida cotidiana: familia, lugar de residencia, trabajo, amigos y paisanos. A esto se suman los diferentes elementos que componen la cultura portuguesa, y que se centra fundamentalmente en los aspectos concretos y simbólicos de la vida social y el significado de la propia vida. Se han reconocido tres categorías de trabajadoras portuguesas, en relación con el tipo de inserción laboral. El primer grupo está formado por aquellas mujeres portuguesas que se dedicaron sólo a las labores domésticas y colaboraron con sus maridos en la empresa familiar o en las quintas ubicadas en el sector rural de La Matanza. Por otra parte, otras portuguesas, si bien trabajaron fuera de sus hogares lo hicieron en pequeños talleres de confección como costureras y bordadoras, generalmente en la ciudad de Buenos Aires. En cuanto al tercer grupo, está formado por portuguesas que trabajaron como obreras en los grandes establecimientos industriales del distrito matancero. A través del análisis comparativo de estos tres grupos, las trayectorias de vida de las mujeres difieren notoriamente entre ellas. Así, las costureras se desempeñaron en talleres con un reducido número de trabajadores, donde las relaciones entre unos y otros resultaban más fáciles por la cercanía física y la posibilidad de mantener conversaciones durante el proceso de trabajo. Algunas mujeres terminaron de confeccionar los detalles de las prendas en sus hogares, con 150 la posterior entrega a sus patrones. En este ámbito, las relaciones entre trabajadoras y patrones eran fluidas y amigables. Este tipo de trabajo obligó a las portuguesas a utilizar diferentes tipos de transporte público, para transladarse a sus lugares de trabajo, y además conocer la ciudad de Buenos Aires. En cuanto a las mujeres de las quintas, su vida transcurría centrada en la familia en un escenario casi exclusivamente rural, trabajando la tierra y realizando tareas domésticas. Quizás estas portuguesas fueron las más sacrificadas, con poca socialización con personas que no fueran coétnicos y pocas posibilidades de ampliar su círculo de amistades. La situación de las mujeres portuguesas obreras era diferente y probablemente más complicada, porque el mundo de la fábrica ofrecía las características de una sociedad para ellas desconocida, donde las relaciones eran verticales; los controles, rigurosos. La vigilancia era continuamente realizada por el jefe de sección mientras los reglamentos internos fijaban las pautas que regían al trabajador; con horarios fijados que debían registrarse con una tarjeta de trabajo y espacios claramente delimitados. Para las mujeres obreras quedaban las tareas menos calificadas y casi nunca podían acceder a posiciones de mando en los diferentes departamentos o 151 secciones, mientras lo contrario ocurría con los varones, quienes, además, por igual tarea recibían salarios mayores. En relación con su inserción en los talleres y las fábricas, las mujeres portuguesas entrevistadas sostienen que tuvieron dificultades para insertarse en nuestro país. Ciertas barreras culturales como el idioma, las costumbres o el miedo a relacionarse con gente desconocida o personas ajenas a la comunidad portuguesa, junto a situaciones de discriminación en los lugares de trabajo, fueron las que más se mencionaron durante la etapa de recolección de datos. En este ambiente de trabajo, las mujeres portuguesas se vieron enfrentadas a situaciones críticas en razón de que tenían que adaptarse al nuevo oficio, adquirir un nuevo status social para ellas desconocido, perder rápidamente los códigos de su propia cultura y aprender el castellano. En estas rápidas transformaciones sentían que se involucraba su propia identidad étnica. Finalmente es necesario destacar que las obreras portuguesas, probablemente resignadas al efecto disciplinador de la fábrica, ya sea porque eran conscientes de que era un paso más para permitirles adquirir determinados bienes que juzgaron necesarios junto a las expectativas de alcanzar una mejor calidad de vida en Argentina, fueron las que se integraron con mayor facilidad y rapidez a la sociedad nacional. Incluso fueron éstas mujeres quienes crearon redes de 152 recomendaciones para el ingreso a las fábricas de las nuevas inmigrantes portuguesas. Hoy, la mayoría de ellas mayores de sesenta años, se sienten satisfechas por haber sido un componente importante del proceso de desarrollo económico del partido de La Matanza, a pesar del sacrificio y las dificultades que debieron sortear durante los años de trabajo. 153 APENDICE MODELO DE ENCUESTA UTILIZADO Sobre la base de la encuesta realizada en el proyecto “Productores portugueses en el conurbano bonaerense. El caso del partido de La Matanza” (Svetlitza de Nemirovsky, A. et al, 1999) se fue diseñando un modelo de entrevista, teniendo en cuenta los siguientes ejes de tiempo y espacio. Primera parte en común para todas las mujeres portuguesas. * - La idea de emigrar. * - La vida en Portugal. * - La situación de Portugal. * - La decisión de emigrar. * - La partida. * - El viaje. * - La llegada. * - Primeros tiempos en Argentina. Segunda parte para las mujeres portuguesas que salieron a trabajar fuera de su hogar. 154 * - ¿En qué comenzaron a trabajar? * - ¿Habían trabajado en Portugal? * - ¿Cómo consiguieron el trabajo en la Argentina? (a través de paisanos, vecinos no portugueses, avisos). * - ¿Estaba de acuerdo su esposo en que Ud. trabajara? * - ¿Tuvo dificultades con el idioma? * - Exactamente, ¿qué trabajo hacía? * - ¿Había muchas mujeres jóvenes portuguesas trabajando en la misma fábrica que Ud.? * - ¿Cuántas horas trabajaba por día?, y la casa y los hijos, ¿alguien la ayudaba a criarlos? * - ¿Cómo era la relación con las compañeras argentinas de trabajo? (rechazo, simpatía, aceptación, respeto). * - ¿Cómo era la relación con capataces, directivos, jefes? * - ¿Participó de alguna actividad en alguna institución no portuguesa? (cooperativa, sociedad de fomento, iglesia, club). 155 BIBLIOGRAFIA Armus, Diego, 1990, Mundo Urbano y Cultura Popular. Editorial Sudamericana. Barrancos, Dora, 1999, Moral sexual, sexualidad y mujeres trabajadoras en el período de entreguerras, .En Historia de la vida privada en la Argentina, tomo tres. Editorial Taurus.Direccion Devoto, Fernando y Madero Marta. 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