ESTUDIOS ESTUDIO 7 LA RELACIÓN ENTRE SALARIO Y PRODUCTIVIDAD: UNA APLICACIÓN AL CASO ARGENTINO && EABA ESTUDIO 7 Contenidos de trabajo. Además, como la demanda de trabajo se presenta como una demanda “derivada” (de una supuesta “función de producción”) su posición depende de la situación prevaleciente en cada uno de los mercados de bienes existentes en la economía. De esta manera, la determinación del salario no solo es interdependiente con el resto de los mercados, sino que su fijación sería simultánea con el resto de los precios de la economía. 1 Introducción ............................................. 89 2 Los salarios y productividad. Una relación conflictiva ..................................... 89 3 Salarios y productividad. Una mirada de largo plazo ............................................ 91 3.1 Una periodización posible ....................... 91 3.2 Los setenta: ¿la crisis del fordismo en Argentina? ................................................ 97 3.3 De la crisis a la reestructuración ............. 98 3.4 La acumulación de capital y el reparto de la productividad ............................ 99 3.5 1930-2001. De la reestructuración a la reestructuración. De la globalización centrada en la libra a la globalización centrada en el dólar ....................................... 100 4 Convertibilidad, conflicto y macroeconomía .......................................... 101 4.1 La convertibilidad y sus consecuencia “indeseadas” ........................... 101 4.2 La convertibilidad como estrategia del capital ..................................................... 103 5 Conclusión ............................................... 105 Contrariamente, una de las características principales de las teorías no neoclásicas es que los salarios reales no dependen exclusivamente de la situación prevaleciente en el mercado de trabajo, sino que son resultantes del proceso de acumulación que se está llevando a cabo, es decir que dependen del funcionamiento de la economía en su conjunto, así como de las instituciones vigentes y el contexto político en ese determinado momento histórico. 1 Introducción Comprender la dinámica de largo plazo de la economía y comprender la lógica de sus transformaciones estructurales es uno de los objetivos centrales de la teoría económica. Sin embargo, a nuestro entender la teoría económica mainstream en sus diversas variantes tiende a desviar la atención de los problemas estructurales del desarrollo capitalista (como son la necesidad de reproducción del ciclo de valorización del capital y el control de la fuerza de trabajo) hacia problemas secundarios como es el funcionamiento de los “mercados”. Esta desviación aparece con claridad en las explicaciones a la determinación de los salarios. Así, por ejemplo, la escuela neoclásica ortodoxa enseña que la determinación del salario real se realiza en el mercado de trabajo, determinado por la intersección de las curvas de oferta y demanda El presente texto intentamos realizar un análisis de la economía argentina inspirándonos en los enfoques llamados de manera general “institucionalistas” (que incluyen desde la llamada Escuela de la Regulación, cuyos principales promotores son Aglietta, 19761 y Boyer, 1989 2, hasta el marxismo) los cuales entendemos permiten aportar una mirada adecuada a la lógica de las grandes transformaciones que la economía de nuestro país ha sufrido en los últimos 80 años. Este texto no pretende resolver todos los problemas que propone pero busca al menos señalar algunos elementos que consideramos centrales para la comprensión del período. 2 Los salarios y productividad. Una relación conflictiva Uno de los conflictos que se encuentra en el centro de la economía contemporánea es el relacionado con la utilización del trabajo social y la producción, apropiación y distribución de los productos de ese trabajo. Este conflicto clave se ve reflejado en lo 1 Aglietta, Michel (1999 [1976]), Regulación y crisis del capitalismo, Siglo XXI Editores, 6ta edición, México. 2 Boyer, Robert (1989), La teoría de la regulación. Un análisis crítico, Humanitas, CEIL / CONICET, Buenos Aires, Argentina. EABA &' ESTUDIO 7 será el origen de la ganancia y otros pagos no asociados a la realización de trabajo productivo5. que la Escuela de la Regulación denomina la “relación salarial” (Boyer, op.cit.). Desde esta perspectiva, la relación salarial es una de las cinco formas institucionales que articulan la producción y reproducción de las relaciones económicas en el capitalismo, siendo las otras: la moneda o restricción monetaria, el Estado, las formas de competencia de las empresas en el mercado y la inserción del sistema productivo nacional dentro de la división internacional del trabajo. Por otra parte, amen del conflicto inherente a la distribución de las ganancias de productividad, la relación salarios-productividad (o “brecha salarial” como la denomina Gautie, 19986) tiene implicancias importantes para la dinámica macroeconómica. Gautie (op.cit.) señala que si los salarios tienden a crecer más rápidamente que la productividad (es decir, que la “brecha salarial” es positiva) las empresas corren el riesgo de una restricción de rentabilidad, que provocaría una situación de “desempleo clásico”: Una determinada configuración de las formas institucionales determina un particular “modo de regulación”, que promueve, canaliza y restringe los comportamientos individuales, socializa los comportamientos heterogéneos de los agentes económicos y condiciona los mecanismos de ajuste de los mercados en función de reglas y principios de organización sin los cuales no podría funcionar. (Neffa, 19983). De todas maneras, más allá del modo de acumulación particular que pudiera regir en un país en un período histórico determinado, cabría afirmar que el conflicto central en las sociedades actuales gira siempre en torno al control del trabajo social. Es decir, al uso del mismo y la distribución de los productos resultantes de la aplicación de trabajo a escala social. Esa disputa por la distribución del trabajo social (y sus resultados) a nivel de su espacio primario de utilización (las empresas capitalistas) se expresa, en parte, en la relación que existe entre el salario real y la productividad media del trabajo. Mientras el salario real refleja el poder de compra que tienen las remuneraciones que reciben de manera directa los trabajadores de parte de los empresarios, la productividad media del trabajo expresa el valor de la producción creada por los trabajadores en un determinado período de tiempo. El salario real es el equivalente al valor de la fuerza de trabajo4 mientras que la productividad del trabajo en términos reales refleja la expresión material del valor creado por los trabajadores. La diferencia aparecerá, en una primera instancia, como el excedente que los empresarios se apropian y que ' Por el contrario, si la “salarial brecha” es negativa (porque el salario real aumenta menos que la productividad laboral) la economía corre el riesgo de enfrentar una restricción de demanda, lo cual induciría una situación de “desempleo de tipo keynesiano”: En este caso, la falta de demanda efectiva llevaría a las empresas a un problema de realización de la ganancia, ya que al disminuir la demanda permanecerían con mercancías no vendidas y por lo tanto no podrían transformar en dinero el trabajo excedente. En definitiva, la dinámica de un régimen de 3 Neffa, Julio C. (1998), Modos de regulación, regímenes de acumulación y sus crisis en Argentina (1880-1996), EUDEBA, Buenos Aires. 4 Es decir, del costo de reproducción social de la capacidad de trabajo de los obreros. Dado que este costo de producción y reproducción involucra no sólo el consumo de mercancías sino otras actividades que no involucran intercambios en dinero o en un mercado, el salario real sólo reflejará la porción del costo de reproducción de la fuerza de trabajo pagada directamente por los capitalistas. 5 Este excedente puede denominarse trabajo excedente (o producto excedente, si es evaluado en términos de su resultado) en tanto supera el trabajo necesario (o producto necesario) para la reproducción de los trabajadores. 6 Gautié, Jérome (1998), “Salario y empleo”, en Gautié, J. y Neffa, J. C. (comps.), Desempleo y políticas de empleo en Europa y Estados Unidos, Asociación Trabajo y SociedadPIETTE, Lumen Humanitas, Buenos Aires. EABA ESTUDIO 7 articulación será el resultado del doble juego entre el conflicto capital-trabajo y su expresión en la esfera macroeconómica. Hay que resaltar que no hay a priori ninguna certeza de que en un determinado período histórico podrá encontrarse un conjunto de formas institucionales que garanticen la reproducción suave del proceso de acumulación de capital. 3 Salarios y productividad. Una mirada de largo plazo La distribución entre el trabajo necesario (para la reproducción de los trabajadores) y el trabajo excedente (fuente de la ganancia capitalista) es el resultado de la disputa de trabajadores y empresarios por el control de la actividad de los primeros. Sólo en la medida en que los empresarios logran controlar el proceso de trabajo pueden extraer suficiente esfuerzo como para generar el excedente que dará lugar a la ganancia. En efecto, entonces, la relación entre salario real y productividad, permitirá observar de manera aproximativa la situación de este conflicto en un punto clave del proceso de producción de la sociedad capitalista, las empresas capitalistas. 3.1Una periodización posible. Siguiendo a los enfoques institucionalistas, y en particular la Escuela de la Regulación, que enfatizan el carácter histórico de los regímenes de acumulación y dan un rango prioritario al mencionado conflicto por la generación y apropiación del trabajo, puede ser interesante intentar construir una periodización de las etapas de la historia argentina teniendo en cuenta los cambios en la relación entre salarios y productividad. En este trabajo intentaremos abarcar el largo período que se inicia a comienzos de la década del treinta llegando hasta los años recientes. Desde comienzos del siglo XX y hasta fines del segundo gobierno peronista (1952-1955), se aprecia que en Argentina, los trabajadores avanzaron, de manera discontinua y conflictiva, no sin retrocesos, en la conquista de una creciente proporción del trabajo social. Previo a 1930, el crecimiento de la actividad agropecuaria junto a la aparición de las primeras industrias impulsaron una demanda sostenida de trabajadores, que en un contexto de escasez relativa de mano de obra. En este marco, desde el Estado se estimuló una fuerte inmigración de trabajadores extranjeros, muchos de los cuales tenían militancia anarquista y socialista y contribuyeron a la organización de los trabajadores. Durante esta etapa, en el marco de frecuentes movimientos huelguísticos en reclamo por las malas condiciones laborales y niveles de vida, fueron aprobadas las primeras leyes laborales en la Argentina: en 1902 la ley de descanso dominical, en 1907 se reguló el trabajo infantil y femenino, en 1915 se obligó a los empleadores a compensar a los trabajadores por accidentes de trabajo, en 1918 se reguló el trabajo a domicilio, etc. (Cortez y Marshall, 19917). Podemos decir que la mayor participación en el producto social por parte de los trabajadores se debió principalmente a las dificultades que el capital encontraba en ese momento para conseguir cantidades suficientes de fuerza de trabajo y a la lucha continua de los sindicatos por obtener sus demandas. Cortez y Marshall plantean que la legislación social fue generalmente una respuesta a reclamos de los trabajadores, otorgada después de graves conflictos. La crisis del 30 marca un primer gran quiebre en la trayectoria histórica de esa distribución del trabajo social y sus resultados. Luego de varios años en los que el conjunto de los trabajadores consiguen sostenidas mejoras en su remuneraciones (que tienden a seguir la evolución de la productividad laboral), durante toda la década de los años 30 se observa una fuerte disociación entre la evolución de los salarios reales, que descienden 7 Cortez, R. y Marshall, A. (1991). Estrategias económicas, intervención social del Estado y regulación de la fuerza de trabajo. Argentina 1890-1990. Revista Estudios del Trabajo N°1, Primer semestre, Buenos Aires. EABA ' ESTUDIO 7 Salarios reales y productividad laboral. Índice 1913=1. 3 .2 0 S a la r io r e a l y P r o d u c t o m e d io ( 2 .7 0 2 .2 0 1 .7 0 1 .2 0 0 .7 0 s a la r io r e a l p r o d u c t o m e d io 0 .2 0 1913 1920 1927 1934 1941 1948 1955 1962 1969 1976 1983 1990 1997 Fuente: IEFEdat. sistemáticamente, y la productividad laboral que tiene una tendencia ascendente 8. Este es un momento asociado a una fuerte reestructuración productiva en el capitalismo argentino y donde, en consecuencia, se expande el trabajo excedente (la participación del trabajo en el ingreso se reduce un 12,5% entre 1930 y 1942). Desde comienzos de la década del 30 el desempleo masivo y el uso de la fuerza para reprimir los conflictos van debilitando la posición de los trabajadores, facilitando la implementación de medidas contrarias a conquistas obreras previas (Cortez y Marshall, op.cit.). Además, bajo la dictadura del Gral.Uriburu los anarquistas y comunistas fueron reprimidos severamente la actividad de los sindicatos fue severamente restringida (Horowitz, 1984; citado en Cortez y Marshall, op.cit.). Luego de la crisis del 30, se inició en el país un proceso de acelerada industrialización en Argentina, Relación salario real / producto medio del trabajo. Índice 1913=100 160.00 Salario real / Produc to medio. Índic e 1913=100 150.00 140.00 130.00 120.00 110.00 100.00 90.00 80.00 70.00 60.00 1913 1921 1929 1937 1945 1953 1961 1969 1977 1985 1993 200 Fuente: IEFEdat. 8 Entre 1930 y 1942 la productividad por hombre ocupado subió un 4% mientras que los salarios reales se redujeron un 9%. ' EABA ESTUDIO 7 proceso que significó un fuerte salto en la intensidad de capital de la economía (con mayor concentración y centralización del mismo) y por ello, un incremento significativo en la productividad del trabajo. Sin embargo, como suele suceder en los procesos de transición, la reorganización técnica y social del capital (en nuevos procesos de trabajo y en nuevas actividades, respectivamente) se montó sobre la descomposición de la clase trabajadora cuyo poder había crecido durante las dos primeras décadas del siglo XX. La crisis y la reestructuración debilitaron al conjunto de los obreros, lo cual favoreció la transformación en el régimen de acumulación de capital, de uno articulado en torno a la utilización extensiva de los recursos naturales (el llamado período agroexportador) hacia uno más intensivo e industrializante (el período de sustitución de importaciones). crecía a partir de la consolidación del Peronismo, desde el mismo Estado se articuló una estrategia que combinando la coerción y cooptación de los sindicatos buscaba impedir el “desborde” más allá de los límites del régimen de acumulación (y del sistema capitalista) de los reclamos de los trabajadores. En efecto, la misma ideología del movimiento peronista contenía esas aspiraciones dentro de la idea de “armonía de clases y el respeto mutuo”, así como la distribución equitativa de los beneficios que arroja el incremento de la productividad laboral (James, 1981, pg. 33210). En el marco de esa estrategia, ya en 1945 se aprobaba la ley de asociaciones profesionales, la cual fue uno de los instrumentos utilizados para eliminar a los sindicatos de la oposición, ya que garantizaba el monopolio de representación a los sindicatos con mayor número de afiliados. A medida que se consolidó una nueva organización del trabajo social también fue estructurándose un nuevo movimiento obrero. El mismo implicó el triunfo de los sectores sindicalistas (los cuales se encuentran en el origen de los futuros gremios peronistas) en detrimento de aquellos sectores liderados por anarquistas y socialistas. La nueva composición de la clase obrera, más centrada en los obreros de las nuevas industrias, permitiría articular progresivamente una nueva forma de división del producto del trabajo. A medida que avanzaba la década de los cuarenta, y con la consolidación de la identidad peronista entre los trabajadores, los salarios reales pudieron recuperar una parte del espacio perdido. Así, hacia el primer quinqueño de la década de 1950, la relación entre los salarios y la productividad laboral alcanzó su punto más alto en la historia (la participación del salario en el ingreso llegó al 56%)9. Sobre la base de la hegemonía relativa alcanzada por los trabajadores, durante el último quinquenio de la década del 40, se aprobó la legislación que estableció las vacaciones pagas, el aguinaldo y la indemnización por despido, así como medidas tendientes a asegurar el cumplimiento de las convenciones colectivas, tales como la creación de tribunales del trabajo, el arbitraje obligatorio, etc. En torno a la creciente participación del ingreso de los trabajadores en el ingreso total se articuló lo que un régimen de acumulación que se orientó fundamentalmente a la producción de bienes de consumo no durables, los cuales tenían una demanda creciente. De cualquier manera, ya a comienzos de los cincuenta se inició un período de creciente deterioro de las conquistas de los trabajadores, deterioro que se produjo no sin oposición y conflicto. La fortaleza del movimiento obrero en al interior de las fábricas y en la sociedad en su conjunto, creó los incentivos necesarios para que los sectores del capital, preocupados por las crecientes dificultades para control a los trabajadores, comenzaran un fuerte proceso de innovación organizacional y técnica en el marco del nuevo modo de regulación de la economía argentina. 9 La relación entre los salarios reales y el producto medio del trabajo es igual a la participación del salario en el ingreso: Sr Sr * Empleo MasaSalarial Re al PBIreal = Empleo PBI real = Yreal 10 Por otra parte, si bien el poder de los trabajadores James, Daniel (1981), “Racionalización y respuesta de la clase obrera: Contexto y limitaciones de la actividad gremial en la Argentina ”, Desarrollo Económico, v. 21, 83, octubre-diciembre, pp. 321-349. EABA '! ESTUDIO 7 En efecto, la creciente autoconfianza de los trabajadores y su alto grado de organización y movilización, tendieron a provocar un creciente cuestionamiento al derecho empresarial a establecer las condiciones de la actividad laboral. Los trabajadores habían conseguido establecer de hecho nuevos parámetros para las condiciones de trabajo y en particular para la intensidad laboral (James, op.cit., pg. 326). Con salarios relativamente altos y beneficios adicionales incluidos en los nuevos contratos, redujeron la vieja compulsión económica sobre los trabajadores que los forzaba a intensificar su rendimiento y mantener hábitos de trabajo “apropiados” según los parámetros empresariales (James, op.cit.). Mientras hasta fines de los cincuenta, la resistencia de los trabajadores logró bloquear la mayor parte de los intentos empresarios, una sucesión de derrotas en 1959 y 1960 permitieron que durante la década de los sesenta el capital revolucionara la organización del trabajo en la Argentina. La incorporación de nuevos sectores dinámicos, el creciente predominio de las empresas trasnacionales y la consecuente revolución en la organización de la producción, en particular en las mayores empresas capitalistas, indujo un importante incremento en la productividad del trabajo en el marco de una creciente resistencia obrera y social. La capacidad de los trabajadores para sostener e incrementar sus niveles salariales se sostuvo durante los veinte años que siguieron a la caída de Perón en 1955 aun en el marco de una creciente productividad laboral. Si bien la productividad laboral creció durante el período a un ritmo superior al crecimiento en los salarios reales (lo que implicaba, a priori, un incremento en la rentabilidad empresaria), la suba en los componentes “indirectos” del salario tales como beneficios jubilatorios, obra social, gasto público en servicios sociales, etc., esto es, la expansión del “Estado de Bienestar”, operó como mecanismo de compensación que contuvo el crecimiento del excedente. Ya desde 1953 (en el marco del Plan Quinquenal) y con más fuerza desde 1955, a partir del Congreso de la Productividad y del Bienestar Social, los sectores del capital buscaron avanzar en la reestructuración de las relaciones laborales con el objetivo de recuperar control total sobre los procesos de trabajo. Así, sucesivos gobiernos intentarían debilitar a los sindicatos quienes eran percibidos como el principal obstáculo para el incremento de la productividad laboral (Cortés y Marshall, op.cit.). En particular, los empresarios estaban preocupados por debilitar a las comisiones internas que se habían constituido en la base del poder de los trabajadores, aun por encima de las burocracias sindicales (James, op.cit.). Salarios reales y productividad laboral. Índice 1956=1. 1956-1973. 1 .6 0 S a la r io r e a l y Pr o d u c to me d io ( 1 9 5 6 1 .5 0 1 .4 0 1 .3 0 1 .2 0 1 .1 0 1 .0 0 0 .9 0 0 .8 0 s a la r io r e a l 0 .7 0 p r o d u c to me d io 0 .6 0 1956 1958 1960 1962 1964 Fuente: IEFEdat. '" EABA 1966 1968 1970 1972 ESTUDIO 7 El debilitamiento de los trabajadores luego de la caída del gobierno peronista en 1955, no fue suficiente como para limitar sus aspiraciones a crecientes niveles de vida. La creciente productividad laboral junto con la represión creciente a la acción colectiva de los trabajadores (sostenida con la acción directa del Estado), parecen haber sido los ejes de la estrategia del capital para contener esa fortaleza. James (op.cit.) señala como la estrategia empresaria para contener los reclamos salariales y hacerlos funcionales a sus necesidades de incrementar la productividad por encima de aquellos fue buscar establecer por un lado, la polifuncionalidad de los trabajadores al interior de la empresa bajo la autoridad del empresario (es decir, sin intervención sindical) y, por otro, asociar los incrementos salariales al crecimiento de la productividad observada (trabajo a destajo). Como se aprecia en el gráfico anterior, mientras desde mediados de los cuarenta se observa que la relación “adelantada” entre la productividad y los salarios tiende a caer (es decir, que los salarios tienden a moverse cada vez más adelantando a la productividad y por lo tanto, induciendo caídas en el trabajo excedente), el capital consigue comenzar a invertir la tendencia de mediano plazo hacia fines de los cincuenta. Recién a comienzos de los sesenta, luego de la derrota momentánea de los trabajadores y gracias a la implementación de la nueva estrategia de “racionalización”, los salarios reales volvieron a “correr” por detrás de la productividad11. Los niveles de conflicto fueron en aumento durante toda la década del sesenta y hasta mediados de los setenta cuando el régimen de acumulación de capital basado en la centralidad del empleo industrial y en niveles salariales crecientes (con productividad también creciente) comenzó a mostrar signos de agotamiento. La conflictividad iba en aumento, se estancaba la productividad del trabajo y aumentaban los niveles de inconformismo y ausentismo laboral. Al agotamiento endógeno del régimen de acumulación argentino (producto de la creciente resistencia de los trabajadores), se sumó la primera crisis del Salarios reales y productividad laboral. Correlaciones parciales 1.50 Coef ic iente de c orrelac ión 1.00 0.50 0.00 -0.50 -1.00 s alario real -> produc tiv idad produc tiv idad -> s alario real -1.50 1918 1925 1932 1939 1946 1953 1960 1967 1974 1981 1988 1995 Nota1: En el caso de la correlación de salarios reales a productividad laboral (línea punteada), el coeficiente de correlación se calculó para un período que va de t-2 a t-7 en salarios reales y t a t5 en producto medio del trabajo (la línea negra gruesa muestra el medio movil para 10 años). Nota2: En el caso de la correlación de productividad laboral a salarios reales (línea negra), el coeficiente de correlación se calculó para un período que va de t-2 a t-7 en producto medio del trabajo y t a t-5 en salarios reales. La línea blanca gruesa muestra la media móvil para 10 años. Fuente: IEFEdat. EABA '# ESTUDIO 7 petróleo para hacer estallar por los aires en pocos años una forma de organización de la producción. El conflicto político de los años posteriores al derrocamiento de Perón, la proscripción del peronismo y hasta la vuelta de Perón a la presidencia de la Nación en 1973, había ocultado parcialmente este proceso de creciente conflictividad social (dentro de las fábricas pero también, y sobre todo, fuera de ellas, en lugares tales como las universidades) con base en una acelerada transformación en las relaciones sociales de producción. Desde mediados de los setenta, la dinámica del proceso se transformó en una profunda crisis del régimen de acumulación de capital producto de una dificultad cada vez más mayor para realizar los resultados de la creciente productividad del trabajo, de un conflicto social y laboral que alcanzó su punto crítico12 y de la crisis de la regulación internacional del dinero. Este último punto es relevante. Los primeros años de la década de lo setenta vieron estallar la estrategia de gestión del dinero a nivel mundial que había estado vigente desde fines de la segunda guerra mundial. En efecto, el esquema establecido a partir del Acuerdo de Bretton Woods que había puesto al dólar estadounidense como moneda patrón y que había comenzado a mostrar signos de debilidad hacia fines de los sesenta (producto de crecientes dificultades para contener las exigencias de los trabajadores norteamericanos), fue violentamente abandonado en 1971 (ver InformeIEFE no.125). Este régimen cambiario internacional establecía una relación fija de las principales monedas mundiales al dólar y a través de éste, la convertibilidad con el oro. Si el tipo de cambio fijo (mediadamente convertible) ponía sobre los estados nacionales la carga de contener los conflictos sociales por su propios medios, la fuga hacia un régimen de tipos flexibles permitió a todos ellos descargar en el resto del mundo los efectos de esos conflictos. La depreciación nominal de la moneda se convirtió en el medio perfecto para transferir las luchas nacionales por la distribución del trabajo social hacia el mercado mundial. Por otra parte, la creciente masa de fondos líquidos constituida a partir de los shocks petroleros y la inestabilidad política y social en los países desarrollados, fluyó en busca hacia las naciones en dónde, como la Argentina, el capital requería de financiamiento para sostener el proceso de reestructuración que se avecinaba. Salario 1 . 1 0 real y producto medio del trabajo. 1974-1990. Indice 1974=1 S a la r io r e a l y P r o d u c t o m e d io 1 .0 0 0 .9 0 0 .8 0 0 .7 0 0 .6 0 s a la r io r e a l p r o d u c t o m e d io 0 .5 0 1974 11 1976 1978 1980 Esta dinámica contradice los supuestos de los modelos postkeynesianos que señalan que los salarios monetarios son una función de un salario real objetivo que los sindicatos adoptarían como base para su negociación; y a su vez, este salario real objetivo dependería de la evolución a largo plazo de la productividad media de la economía (Carciofi, 1986). Sin embargo, contra esta afirmación, la experiencia histórica en la Argentina entre '$ 1982 1984 1986 1988 1990 1955 y 1973 es que los empresarios son quienes buscaron establecer un vínculo entre la productividad laboral y los salarios reales como mecanismo para intentar contener los incrementos en estos últimos (James, op.cit.). Ver Carciofi, R. (1986).Salarios y política económica. CEPAL / IDES. Buenos Aires. 12 Elevados niveles de conflicto laboral, ausentismo, etc. EABA ESTUDIO 7 A partir de 1974 la crisis de acumulación en Argentina se profundizó, iniciándose en 1975 (con un hito en el llamado “Rodrigazo”) un fuerte proceso de reestructuración productiva y social. El capital en Argentina buscó recuperar el control perdido sobre el proceso de trabajo y lo hizo por medio de la más brutal represión de la historia del país. 3.2 Los setenta: ¿la crisis del fordismo en Argentina? En este punto creemos que vale la pena reflexionar sobre la crisis que tuvo su expresión inicial a mediados de los setenta. ¿Operó en la Argentina el régimen de acumulación fordista y la crisis de mediados de los setenta fue una crisis la réplica local de la crisis del fordismo a escala internacional? ¿O en nuestro país no había llegado a consolidarse un régimen de acumulación de capital de ese tipo, al estilo de lo que había ocurrido en los países desarrollados? Pero, ¿qué es el régimen de acumulación fordista? El fordismo se define como un régimen de acumulación que combina 3 características (Boyer, 199813): (a) en el proceso de trabajo las tareas se encuentran fuertemente parcelizadas, los procesos productivos mecanizados y la concepción de las tareas está separada de la ejecución de las mismas, (b) habría una “garantía” de reparto de los incrementos en la productividad entre trabajadores (salario) y empresarios (ganancia), y (c) el proceso de acumulación de capital que opera en un espacio nacional y está gobernado por el consumo interno. En este esquema, los niveles salariales tienden a incrementarse en tandem con la productividad, recreando a su vez un mercado para los productos resultantes de la productividad en aumento. En el fordismo, este “acuerdo” distributivo es funcional al proceso de producción serializado que necesita de una creciente demanda (de forma tal de poder aprovechar las economías de escala de la tecnología disponible, altamente capital intensiva). En principio, no hay consenso entre quienes han analizado el problema. Por un lado, Neffa (1998) y Hillcoat (198614) coinciden en que en Argentina la relación salarial no llegó a constituir y consolidar lo que podría llamarse un régimen de acumulación fordista, principalmente debido a las restricciones externas que originaban el proceso de “stop and go”. Las crisis recurrentes en el balance de pagos y la consecuente devaluación de la moneda inducía un deterioro de los salarios reales que tendía a reducir la capacidad de consumo de los asalariados, en particular de bienes de consumo durables (propios de la norma de consumo fordista). Contrariamente, Miotti (199415) plantea que sí hubo una configuración salarial cercana al fordismo, con un aumento en los gastos de protección social y la institucionalización de la formación de salarios, cada vez más indexados con el costo de vida y atados a los incrementos de productividad. Una posibilidad a explorar es que el régimen de acumulación argentino haya constituido una suerte de configuración sub-fordista, como sostiene El Aoufi que ocurrió en Marruecos (El Aoufi, 199816). En ese tipo de configuración coexistirían dos modalidades de organización del trabajo fuertemente diferenciadas: una tipo taylorista/fordista, característica de las grandes firmas y que corresponde a relaciones profesionales bastante normalizadas; mientras que en las firmas pequeñas observa una organización no taylorista, con un sistema social basado en la anomia de las relaciones de trabajo y en la desconexión legal. 13 Boyer, R. (1998),“Del fordismo canónico a una variedad de modos de desarrollo” en Boyer, Robert y Saillard, Ives (1998) (comps.), Teoría de la regulación. El estado de los conocimientos, capítulo 37, EUDEBA, Buenos Aires. 14 Hillcoat, G. (1986), La crise de modèles de èveloppement en Amerique Latine. De la substitution d‘imo¡portations à l‘economiè tournèe vers l‘exterieur: une discussiòn thèorique illustèe par l‘expèrience argentine, Tesis Universidad Paris 8, junio. 15 Miotti, L (1994), “Argentine: fragilite de l’àccumulation et options de la règulation”, en Colin-Delavaud A. y Neffa J.C. (coord.), L‘Àrgentine a L‘aube du troisieme milienaire, Editions de l‘IHEAL, Paris. 16 El Aoufi, N. (1998), “Trayectorias nacionales en el Magreb”, en Boyer, Robert y Saillard, Ives (1998) (comps.), Teoría de la regulación. El estado de los conocimientos, capítulo 47, volumen 3, EUDEBA, Buenos Aires. EABA '% ESTUDIO 7 3.3 De la crisis a la reestructuración Háyase o no consolidado un régimen “fordista” en Argentina, lo qu si es seguro es que a medidos de los setenta la acumulación de capital enfrentó serias, y crecientes, dificultades. A partir de 1976 el gobierno militar produjo un profundo cambio en el régimen de acumulación argentino. Los sectores dominantes buscaron iniciar una reestructuración de las relaciones sociales de producción tal que les permitiera recuperar el control del trabajo y asegurar su rentabilidad. La dictadura militar sobre la base de una política de apertura indiscriminada de la economía, una reforma financiera y la persecución a los militantes populares, buscó establecer las bases de una nueva estrategia de acumulación de capital. Intentaron controlar el poder del trabajo sin establecer al poder del dinero (expresado en la lógica del “mercado libre”) como mecanismo eficaz para disciplinar a diferentes sectores de la sociedad, y en particular a los trabajadores, sus organizaciones y representaciones políticas (Canitrot, 1981, pg. 617). La regulación del mercado de trabajo se dirigió a garantizar las condiciones que –de acuerdo con la concepción predominante dentro del gobiernoresultarían más favorables para la acumulación: la reducción de costos laborales. Sin embargo, si bien el gobierno de la dictadura buscaba establecer una nuevo ordenamiento social, al mismo tiempo era consciente de que si crecía el desempleo podría intensificarse el conflicto social y, por lo que intentó evitar los despidos masivos (Cortez y Marshall, op.cit.). Se modificó sustancialmente la ley del trabajo, en particular los mecanismos de determinación institucional de los salarios. La negociación colectiva fue reemplazada por un control gubernamental de los salarios, se suprimió el derecho de huelga y varias reformas al código nacional del trabajo otorgaron mayor poder discrecional a los empleadores (Cortez y Marshall, op.cit.). tornado posible a partir de la crisis en los países centrales. En efecto, el endeudamiento permitía sostener determinados procesos de ajuste a nivel de las firmas y simultáneamente permitía constituir mecanismo financieros que sostuvieran la valorización del capital en el ínterin (Basualdo, 200118). Si bien la apertura comercial y financiera dieron inicio a fuertes procesos de reestructuración del capital, la experiencia del período 1976-1982 dio una primera evidencia de que el capital no podría realizar sus objetivos de disciplinamiento global de la sociedad solamente mediante la apertura de la economía pero sosteniendo elevados niveles de ocupación de la fuerza de trabajo (Canitrot, op.cit., pg. 29). En efecto, luego del sacudón inicial provocado por la dictadura, los sectores del trabajo comenzaron a recomponer sus fuerzas, logrando recuperar parcialmente las pérdidas salariales de 1975-1977. Durante los ochenta se sucedieron diferentes planes de estabilización cuyo objetivo explícito era frenar los altos niveles de inflación y controlar la balanza de pagos. Durante esta etapa el paradigma teórico que alienta la política de reestructuración es el enfoque de la absorción y las políticas de ingresos. En este enfoque, era el “exceso” de gasto (en particular, sostenido por salarios “demasiado” elevados) el que causaba los crecientes desequilibrios inflacionarios y en el sector externo de la economía. Hicieron su entrada las políticas de ingreso, cuyo eje era el congelamiento de precios pero sobre todos de salarios. La fijación administrativa de los salarios, que se mantuvo hasta 1988, se convirtió en el aspecto clave de la regulación estatal del mercado de trabajo (Cortez y Marshall, op.cit.). Por otra parte, el gobierno radical intentó sin éxito desestructurar 17 Un instrumento fundamental para favorecer la reestructuración industrial y social fue el acceso masivo al endeudamiento exterior que se había '& Canitrot, Adolfo (1981), Orden social y monetarismo , Estudios CEDES, Buenos Aires. 18 Basualdo, E., 2001. Sistema político y modelo de acumulación en la Argentina. Universidad Nacional de Quilmes/FLACSO/IDEP, Buenos Aires. EABA ESTUDIO 7 el poder de los sindicatos a partir de propuestas de modificación de la ley de asociaciones profesionales19. Por su parte, la recomposición de la clase trabajadora luego de la dictadura, marcó los límites de tal estrategia. Los sectores del capital, reconociendo las dificultades del camino encarado, continuaron con su fuga hacia delante. La caída de la inversión real y la fuga de capitales se convirtieron en expresiones de esa incertidumbre por parte del capital. De todas maneras, la persistente caída de la inversión durante esta período acentuó la disminución de los requerimientos de fuerza de trabajo y los salarios y su participación en el ingreso nacional continuaron declinando (Cortez y Marshall, op.cit.). En efecto, si algo había conseguido la dictadura militar fue articular una nueva correlación de fuerzas, ahora favorable a los sectores del gran capital (Bonnet y Glavich, 1993, pg. 1720). Sin embargo, no habían conseguido articular un nuevo proceso de acumulación de capital. Entre 1988 y 1990, se terminó de conformar el terreno para la etapa final de la reestructuración regresiva. A la creciente subutilización de la fuerza de trabajo debilitaba la capacidad de resistencia de los trabajadores; el proceso hiperinflacionario aplicó con toda su fuerza la “violencia del dinero”21 dando el golpe final a tal resistencia. A pesar de que la nueva normativa laboral establecía una tentativa alineación entre productividad y salarios22, la realidad mostraría una asociación muy débil entre ambos parámetros. Las transformaciones productivas de los noventa, permitieron al capital terminar de reorganizar los procesos de trabajo y la distribución del trabajo social de forma tal de incrementar la productividad del trabajo sin siquiera una contrapartida en términos de mayores salarios directos. La creciente desocupación de la fuerza de trabajo, la generación de empleos precarios (es decir, sin protección legal), el debilitamiento del poder sindical y un proceso de innovación e inversión que desestructuraba el poder de los trabajadores al interior de las empresas, permitieron a los empresarios sostener niveles salariales prácticamente congelados (en promedio) desde 199323. En efecto, durante el período 1991-2001 se aprecia una fuerte reducción en correlación entre el salario real y la productividad del trabajo en comparación con el período inmediatamente anterior (1984-1990) y con la etapa “fordista” (1956-1973). Con un valor de 0,65 este indicador es el más bajo desde que comenzó la crisis en 1974/5. Por otro lado, al igual que en el período posterior al derrocamiento de Perón en 1955, la relación entre 19 3.4 La acumulación de capital y el reparto de la productividad. Hacia 1991 la primera fase de la reestructuración de la economía iniciada a mediados de los setenta estaba acabada. Se había configurado una nueva hegemonía del capital sobre la base de una incipiente “alianza estratégica” entre los (nuevos) grandes grupos económicos trasnacionalizados y el capital financiero internacional. Hiperinflación y convertibilidad (monetaria, apertura comercial y financiera y privatizaciones) de por medio, el terrono estaba preparado; el capital había recuperado el control sobre el trabajo social y podía reiniciarse, al menos temporalmente y de manera precaria, la valorización del capital en suelo argentino. EABA Bajo el discurso de la democratización de los gremios (por muy real que fuera) se buscaba debilitar a los sindicatos para facilitar el control salarial y la reestructuración del capital. 20 Bonnet, Alberto y Glavich (1993), “El huevo y la serpiente: Notas acerca de la crisis del régimen democrático de dominación y la reestructuración capitalista en Argentina, 1983-1993 (primera parte)”, Cuadernos del Sur, 16, Buenos Aires, pp. 9-29. 21 La violencia del dinero está implícita en el hecho de que en las economías capitalistas la reproducción de la vida se articula en torno a la compra-venta de mercancías y por lo tanto al acceso al dinero. La desaparición del valor del dinero (hiperinflación) o a la ausencia misma de la posibilidad de acceder a suficientes cantidades del mismo (desempleo, deflación salarial) imponen la violencia de las relaciones dinerarias sobre la población. 22 La ley de convertibilidad ilegalizó la indexación salarial mientras que simultáneamente en la legislación laboral (decreto 1334/01) se estableció que las variaciones salariales debían estar atadas a la evolución de la productividad. 23 Los salarios reales se estabilizaron entre 1991 y 2001 en un nivel un 21% por debajo de la media 1981-1988. '' ESTUDIO 7 Correlaciones parciales. 1913-2001 Período Salario real – Producto Participación del Salario en el Ingreso Salario real – Empleo medio del trabajo – Producto medio del trabajo 1930-1942 -0.86 -0.96 -0.55 0.79 1943-1955 0.83 0.62 -0.53 0.52 1956-1973 0.74 -0.59 0.38 0.82 1974-1983 0.37 0.13 -0.04 -0.62 1984-1990 0.83 0.64 0.35 -0.75 1991-2001 0.65 -0.94 -0.35 0.48 la participación del salario en el ingreso generado y la productividad media del trabajo se tornó negativa en la década de la convertibilidad. En períodos de fuerte intensificación de la explotación del trabajo, donde se aprecia una fuerte transformación en la organización social y técnica del trabajo y se revolucionan las relaciones en torno al proceso de trabajo los sectores asalariados tienden a perder espacios en la medida en que el capital es exitoso en impulsar esas transformaciones. Así, en tanto logran acrecentar la productividad del trabajo alterando violentamente su organización tanto a nivel de la sociedad como al interior de las fábricas (como ocurrió tanto en el período posterior a 1955 como luego de la década de los ochenta), los trabajadores ven contenida su capacidad de disputar una participación mayor en el valor creado. Sólo en la medida en que encuentran maneras novedosas de enfrentar el proceso de intensificación del trabajo, es decir en la medida en que encuentran formas de recomponerse como clase, pueden los trabajadores frenar el crecimiento intenso de la productividad y recuperar espacios en la puja distributiva. Por otra parte, es de resaltar que los períodos señalados son períodos de fuerte expansión de la actividad económica global (entre 1956 y 1973 el crecimiento promedio del PBI fue de 3,8% anual, mientras que entre 1991 y 2001 fue de 4,8% anual) lo que permite conseguir intensificar el trabajo limitando la conflictividad al poder expandir simultáneamente la productividad y el empleo de fuerza de trabajo. Sin embargo, la década de los noventa fue peculiar en tanto la asociación positiva entre el empleo y la productividad fue la más reducida de los períodos de expansión previos. El fuerte Empleo – Producto medio del trabajo incremento de la productividad del trabajo se apoyó fundamentalmente en la incorporación de maquinaria y procesos de organización del trabajo poco intensivos en fuerza de trabajo directa. 3.5 1930-2001 De la reestructuración a la reestructuración. De la globalización centrada en la libra a la globalización centrada en el dólar. En síntesis, podemos caracterizar el período analizado entre 1930 y 2001 como representando la estructuración, consolidación, expansión, crisis y re-estructuración de una modo de regulación de la economía argentina. La etapa que abarca desde 1930 hasta mediados de los 40 puede caracterizarse como el período de reestructuración asociado a la salida de un régimen de acumulación a otro (del “granero del mundo” pasamos a la “industrialización sustitutiva”). Durante ese período la productividad crece mientras los salarios se estancan o caen, producto de la debilidad de los trabajadores. La crisis definitiva del mundo dominado por el capitalismo británico entra en su transición a la hegemonía del capital norteamericano. Con el advenimiento del peronismo, el régimen de acumulación (que podríamos acuñar de “fordistasubdesarrollado” o “sub-fordista”) se consolidó. Los trabajadores consolidan un poder en torno al cual se articulará la acumulación de capital: salarios, empleo y consumo de masas creciente. Con la caída de Perón y hasta su vuelta, se desarrolla una etapa de fuerte disputa entre el capital y el EABA ESTUDIO 7 trabajo por la hegemonía en la sociedad. En efecto, tanto la productividad como los salarios se disparan en un proceso de crecimiento acelerado marcado por fuertes arranque y paradas provocadas por el conflicto distributivo: consumo que crece muy rápido, crisis de balance de pagos, caída en los salarios y comienzo de un nuevo ciclo. A mediados de los setenta, el régimen de acumulación de capital argentino entre en colapso, pues sus contradicciones económicas, sociales y políticas llegan a un pico. La dictadura operará en este contexto como instrumentador de las primeras etapas de la reestructuración del capital. A partir de allí, la crisis del régimen de acumulación “sub-fordista” se prolongará hasta fines de los ochenta cuando finalmente el capital recupera el control sobre el proceso de producción y reproducción de la sociedad. La consolidación de una nueva hegemonía, articulada en torno al tandem Grandes Grupos Económicos – Capital Financiero Transnacional, permitió re-encausar la acumulación dando lugar a un nuevo proceso de re-estructuración que, con similitudes con el proceso iniciado en 1930, transformó la sociedad en su conjunto (y en particular, las relaciones laborales) en torno a un nuevo paradigma de régimen de acumulación: extrovertido sobre la base de salarios bajos y empleo precario. La Argentina entra al mundo globalizado como la factoría productora de alimentos que siempre supo ser. 4 Convertibilidad, conflicto y macroeconomía 4.1 La convertibilidad y sus consecuencia “indeseadas”. Según la visión corriente el objetivo principal de la Convertibilidad fue detener la inflación. Para ello se instrumentó un conjunto de políticas que fueron conocidas como Plan de Convertibilidad: tipo de cambio fijo, caja de conversion, apertura unilateral comercial y finaciera. El objetivo antiinflacionario se cumplió pero tuvo un efecto no deseado (Canitrot, 1995 24): la sobrevaluación real del peso y la consiguiente pérdida de competitividad de la producción local frente a la externa. Si definimos el tipo de cambio real (q) como la relación entre los precios internacionales (P*) expresados al tipo de cambio vigente (e) y los precios domésticos (P), observamos que en un régimen de tipo de cambio fijo, las variaciones en el tipo de cambio real sólo pueden deberse a diferencias entre los cambios en los precios internacionales y los precios domésticos. Una baja en los precios locales deprecia el tipo de cambio real tanto como lo haría una suba en el tipo de cambio nominal (o una suba en los precios de producción en los países competidores). Si todos los bienes cuyos precios aparecen en el índice de precios interno utilizado para medir la inflación estuvieran expuestos a la competencia internacional, se supondría que, bajo ciertas condiciones, se produciría la convergencia de los precios internos a los internacionales. Sin embargo, esto no ocurriría porque junto a los bienes expuestos a la competencia internacional, existen además bienes que están aislados de la competencia externa (no comercializables internacionalmente, es decir no importables o exportables) principalmente por los elevados costos de transporte. Aún cuando el proceso de convergencia a la inflación internacional resultó finalmente exitoso (es más, la inflación doméstica se redujo muy por debajo de la media internacional y en los últimos años de la década se convirtió en deflación abierta), la desinflación mostró una dinámica diferencial entre precios mayoristas (en su mayoría bienes comercializables internacionalmente) y minoristas (en general, bienes no exportables ni importables) ya que los últimos mostraron tasas de aumento muy superiores a los primeros. La inflación acumulada entre 1991 y 1997 fue de 49,8% medida por el índice de precios al consumidor (IPC) y de 21,1% medida por el índice de precios mayoristas (IPM). Dado que el tipo de cambio estaba fijo, la lentitud de convergencia entre las tasas internas y las EABA 24 Canitrot, A. (1995), Presentación general al Libro Blanco sobre el empleo en la Argentina, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Buenos Aires. ESTUDIO 7 Tipo de cambio real. Calculado según IPC e IPM. Número índice. 300.0 tipo de c ambio real (ipc ) tipo de c ambio real (ipm) Número índic e. 1991=100 250.0 200.0 150.0 100.0 2002 2000 1998 1996 1994 1992 1990 1988 1986 1984 1982 1980 50.0 Fuente: IEFEdat. internacionales implicó que la tasa de cambio se valorizara y que la moneda nacional se apreciara (Fanelli, 199825). En principio, esta apreciación del peso aumentó los salarios en dólares en perjuicio de las ganancias, ya que con las nuevas reglas del juego, no era posible continuar trasladando los aumentos salariales a los precios (Cortés y Marshall, 199926). Una de las “paradojas” de la convertibilidad fue que los salarios nominales se incrementaban en dólares mientras simultáneamente los salarios reales se estacionaban en un nivel promedio históricamente bajo. Asimismo, durante la primera parte de la Convertibilidad (1991-94) se verifica un incremento en la demanda agregada (posibilitado por el ingreso sin restricciones del capital financiero) que conjuntamente al ajuste de tarifas públicas de los servicios privatizados, contribuyeron a configurar un conjunto de precios relativos favorables a los servicios en detrimento del agro y la industria. En un contexto de apertura comercial, el aumento en la demanda doméstica implicó un incremento en los precios de los bienes no comercializables internacionalmente mientras que entre los bienes exportables/importables tendió a producirse un fuerte incremento en la importación. Entre 1990 y 1994 el valor anual (en dólares corrientes) de las importaciones se multiplicó por seis, provocado por la convergencia de tres factores: el aumento de la demanda interna y el nivel de actividad de la fase expansiva 1991-94, la reducción de aranceles y eliminación de restricciones cuantitativas que acompañó el lanzamiento del plan y el proceso de apreciación cambiaria (Frenkel y González Rosada, 199727). Este impresionante aumento en las importaciones provocó que -a pesar del gran aumento del PBI- los sectores y regiones más expuestos a la competencia internacional (principalmente PYMES y economías regionales) disminuyeran su nivel de actividad. Este hecho provocó que la expansión en la producción ocurrida entre 1991 y 1994 fuera muy pobre en crecimiento de empleo, aumentando las tasas de desempleo abiertas. Además, desde 1992 aparece un déficit creciente en la cuenta corriente del balance de pagos, lo cual ponía de manifiesto la necesidad de aumentar la competitividad de los productos nacionales. 25 Fanelli, J. M. (1998), ”Estabilidad, reforma estructural y crecimiento : reflexiones sobre el régimen de Convertibilidad en la Argentina”, CEDES-Universidad de Palermo, Serie Documentos de Economía, 8. 26 Cortés, R. y Marshall, A. (1999), «Estrategia económica, instituciones y negociación política en la reforma social de los ’90", Desarrollo Económico, No.154, vol. 39. 27 Frenkel, R. y González Rosada, M. (1997), “Apertura, productividad y empleo. Argentina en los años 90”, CEDES, Mimeo. EABA ESTUDIO 7 La respuesta del gobierno fue alentar el aumento de la productividad laboral, de modo de recuperar en el territorio de la micro, lo que se cedía en el de la macro, pero los aumentos de productividad, sin el recurso de modificar los precios relativos y de utilizar el empleo público como refugio, tuvieron por consecuencia el aumento del desempleo. Disimulado por la expansión del nivel de actividad en la fase inicial ascendente del ciclo, habría de manifestarse con toda intensidad en la fase descendente (Canitrot, op.cit.). El desempleo aumenta de un promedio de 8,4% entre 1990-94 a 15,3% promedio entre 1995 y 1999 (Pérez, 200228). con la utilización de la política cambiaria (devaluación) como instrumento de reducción del precio de los bienes exportables/importables y del salario nominal (en dólares) frente a una fluctuación negativa la Convertibilidad necesita poder reducir costos rápidamente y/o alternativamente ajustar por cantidades (despidiendo trabajadores). En una economía con libre movilidad de capitales y tipo de cambio fijo, el costo del ajuste frente a una fluctuación se descarga principalmente en la fuerza de trabajo, cuya movilidad geográfica es más reducida. Por otro lado, la política económica estableció una serie de mecanismos que presuponían el traslado de los desequilibrios macroeconómicos al mercado de trabajo. Fanelli (op.cit.) destaca dos formas de cómo la imposibilidad de devaluación nominal propia de la Convertibilidad afecta el mercado de trabajo. La primera es que la falta de flexibilidad salarial (producto de que los precios nominales, entre ellos el salario, no son completamente flexibles) magnifica las consecuencias de los shocks negativos sobre el desempleo, dado que todo el peso del ajuste cae sobre las cantidades (el empleo). La segunda es que tiende a complicar las relaciones del trabajo entre empleadores y empleados. Ante a una fluctuación negativa (fundamentalmente, en la demanda) se podría utilizar el recurso de la devaluación para adaptar los salarios reales a las condiciones macro (es decir, se puede utilizar el salario como “buffer” para absorber la fluctuación y evitar así una reducción en la tasa de ganancia) sin tener que renegociar al interior de las empresas las condiciones laborales (incluyendo los niveles salariales) reguladas por los convenios de trabajo. Al eliminar la devaluación como una opción de corto plazo, la Convertibilidad obligaba a una negociación salarial mucho más activa a nivel micro, ya que necesita mayor flexibilidad de los salarios nominales (Fanelli, 1998). 4.2 La convertibilidad como estrategia del capital. Alternativamente, la convertibilidad como política global del Estado argentino puede ser interpretada como una estrategia amplia de reestructuración de la organización del trabajo social en la Argentina. La institución de una caja de conversión simultáneamente con la apertura unilateral de la cuenta corriente y de capital del balance de pagos, la privatización de empresas públicas y la desregulación de las actividades económicas, ponía al conjunto del proceso de acumulación nuevamente bajo el comando del capital. Así, para contrarrestar la caída en la tasa de ganancia se requiere obtener por la fuerza, por la vía de la dominación de lo político –y no por el respeto de las leyes de intercambiouna reducción del salario y un aumento de la intensidad del trabajo (Nadel, 199829). La acumulación de capital quedaba directamente vinculada a la dinámica del capital a escala global. En el marco de la apertura externa, la caja de conversión ponía límites importantes (al menos en teoría) a la posibilidad del Estado de monetizar los conflictos resultantes en torno a la distribución del trabajo social. Si hasta principios de los noventa, En otras palabras, la Convertibilidad necesitaba flexibilidad de precios internos para absorber las fluctuaciones (en particular, las fluctuaciones provenientes del exterior del país). Al no poder contar EABA 28 Pérez, P. (2002), “El mercado de trabajo en la década de los ’90”, en Globalización, empleo y generación de ingresos, Baima de Borri, Cesilini y Neffa (comp.), GT-ONG / Banco Mundial, Argentina. 29 Nadel, H. (1998),“La regulación y Marx ”, en Boyer, Robert y Saillard, Ives (1998) (comps.), Teoría de la regulación. El estado de los conocimientos, capítulo 3, volumen 1, EUDEBA, Buenos Aires. ! ESTUDIO 7 los conflictos por el control del trabajo se trasladaban a la esfera mercantil bajo la forma de una espiral inflacionaria, a partir de la convertibilidad esos conflictos debían ser contenidos, controlados y resueltos al interior de las unidades productivas30. Aquellos capitalistas que no pudieran enfrentar de manera exitosa el desafío de los trabajadores, serían barridos por la competencia. La necesidad de respetar los parámetros determinados por el capital social a nivel mundial, forzaba a todas las empresas a enfrentar los requisitos de competitividad o perecer. Es en este sentido que podemos adherir a la posición que Boyer y Saillard que encuentran que existe “una dialéctica escondida pero poderosa entre la dureza del régimen monetario y la solidez del compromiso capital / trabajo” (Boyer y Saillard, 199831). En efecto, la convertilidad no solo aparece como un instrumento anti-inflacionario, sino que en un nivel más profundo la rigidez monetaria actúa como instrumento en una estrategia para establecer un nuevo compromiso (aunque sea precario) entre el capital y el trabajo en torno a la distribución del valor creado. O, desde otro punto de vista, el combate a la inflación expresó el objetivo de reducir el poder de los trabajadores para reencauzar la acumulación de capital en el marco de una estrategia de creciente transnacionalización del capital doméstico. Ese nuevo “compromiso” entre el capital y el trabajo se expresa en la imposición de una mayor flexibilidad de la relación salarial. La apreciación cambiaria se puede entender, entonces, yo no como un “efecto no deseado” de la política económica sino como un ingrediente básico de una política que buscaba forzar una profunda reestructuración del aparato productivo argentino. ¿Hubiera sido posible el fuerte ajuste producido al interior del conjunto de las empresas sin apreciación cambiaria? ¿Hubiera sido posible derrotar a la clase trabajadora, obligándola a aceptar menores niveles salariales y niveles más altos de precariedad e intensidad laboral, sin la amenaza que un peso sobrevaluado establecía sobre la continuidad de las empresas? La estrategia se centraba en forzar, a partir del programa de convertibilidad, una reducción en la " participación de los salarios en el valor agregado pero en un contexto de producción creciente y no, como en los ochenta, en un contexto depresivo. La flexibilización de las condiciones de trabajo (es decir, la precarización del empleo) y la reducción de los salarios (directos e indirectos) apuntaban en tal sentido. Mientras que en una economía más cerrada esta estrategia podría haber inducido una contracción de la actividad económica global (por la imposibilidad de vender los productos producidos en un mercado interno menor) pues operaba la restricción externa que no permitía exportar los excedentes, en una economía más abierta la reducción de los costos laborales (tanto producto de la reducción en los salarios como por el incremento en la productividad que la precarización y reestructuración del proceso de trabajo permiten) posibilitaría el incremento en competitividad de las firmas las cuales podrían aumentar su participación (%) en el mercado mundial: Si esta dinámica permitía la reproducción del capital a escala ampliada, el empleo de fuerza de trabajo podría llegar a crecer a pesar de los incrementos en la productividad laboral. De esta manera, si durante el período “sub-fordista” argentino (entre 1955 y 1974) el rápido crecimiento en el empleo y los salarios, permitieron que creciera la demanda agregada de forma tal de absorver el resultado de la creciente productividad, en la década de los noventa con la globalización y la apertura económica perdió relevancia la restricción de demanda interna que podía asociarse a una caída de los salarios reales a la vez que se relajó la restricción externa, de manera que el ataque sobre salarios y condiciones laborales se hacía más 30 Esto era así solo en principio pues el capital buscó activamente la intervención estatal en el conflicto laboral en su favor. Esto se observó tanto a partir de medidas tales como la derogación de la indexación salarial, como a partir de la flexibilización de la normativa laboral y la reducción de los componentes del salario social (aportes patronales, etc.). 31 Boyer, Robert y Saillard, Ives (1998) (comps.), Teoría de la regulación. El estado de los conocimientos, EUDEBA, Buenos Aires. EABA ESTUDIO 7 factible y aun funcional a la estrategia general del capital. Es en este contexto que puede entenderse el fuerte ingreso de capitales durante la primera mitad de los noventa. En la medida en que avanzaba el proceso de reestructuración, el capital (en la forma de capital financiero) ingresaba a la Argentina para financiar el proceso y ganar el derecho a una porción de los crecientes excedentes que se esperaban. En los noventa, se produjo así un fuerte incremento en la productividad laboral horaria. Este aumento se encontró asociado a niveles crecientes de producción. La tesis de los hacedores de política económica era que la mayor productividad reduciría los costos, reduciendo eventualmente los precios de las mercancías producidas localmente. Y sin embargo, eso no ocurrió. ¿Es posible que la misma estrategia de financiar mediante endeudamiento la reestructuración haya establecido restricciones insalvables a la deflación de precios? En cualquier caso, la creciente productividad laboral implicaba una reducción sostenida en los costos laborales unitarios requeridos para producir. En principio, esto induce un creciente nivel de inversión y producción pues incrementa la rentabilidad potencial de la producción, en caso de que no opera ninguna restricción de demanda. Es decir, el presupuesto esencial detrás del proceso es que se cumple a rajatabla la “ley de Say”, toda oferta crea su propia demanda. Algo que hace tiempo se sabe no es así. En síntesis, la creciente oferta de mercancías producto del “éxito” de la reestructuración se convirtió progresivamente en una creciente sobre-oferta resultante de ese mismo logro: una caída en la demanda doméstica producida por la precarización del empleo. La imposibilidad de deflacionar (no producto de la “rigidez” salarial sino de la rigidez de la deuda) imposibilitó a su vez la “salida exportadora”, que podría haber dado aire al resultado de la creciente productividad laboral. características de la inserción internacional. La mayor flexibilidad laboral y la caída en los ingresos de la población colisionó con el creciente endeudamiento de los capitales domésticos y la inviabilidad de la apertura indiscriminada, hicieron inviable la reproducción del capital como un todo. La crisis del proceso estaba asegurada. 5 Conclusión La acumulación de capital en una economía capitalista requiere para su continuidad garantizar la reproducción de sus propias pre-condiciones o supuestos. En particular, requiere garantizar el control en el tiempo del uso adecuado de la fuerza de trabajo y de la apropiación del producto del uso de misma. Esto supone la articulación de un conjunto adecuados de formas institucionales y en particular requiere la adaptación de la relación salarial a estas necesidades. Uno de los principales escollos que ha encontrado históricamente el capital para garantizar su propia reproducción es el rechazo de los trabajadores a las imposiciones que el mismo busca establecer. Es en esta clave que hemos interpretado, la dinámica de la economía argentina del último siglo. En el análisis particular de la última década buscamos mostrar como es posible entender que lo ocurrido es el resultado la implementación de un conjunto de políticas que tuvieron como objetivo de fondo reestructurar la organización del trabajo social con el fin de encauzar la acumulación de capital. La nueva relación salarial flexible entró en contradicción la regulación de la moneda y las EABA #
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