7) La relación entre el salario y productividad

ESTUDIOS
ESTUDIO 7
LA RELACIÓN ENTRE SALARIO
Y PRODUCTIVIDAD: UNA
APLICACIÓN AL CASO
ARGENTINO
&&
EABA
ESTUDIO 7
Contenidos
de trabajo. Además, como la demanda de trabajo
se presenta como una demanda “derivada” (de una
supuesta “función de producción”) su posición
depende de la situación prevaleciente en cada uno
de los mercados de bienes existentes en la
economía. De esta manera, la determinación del
salario no solo es interdependiente con el resto de
los mercados, sino que su fijación sería simultánea
con el resto de los precios de la economía.
1 Introducción ............................................. 89
2 Los salarios y productividad. Una
relación conflictiva ..................................... 89
3 Salarios y productividad. Una mirada
de largo plazo ............................................ 91
3.1 Una periodización posible ....................... 91
3.2 Los setenta: ¿la crisis del fordismo
en Argentina? ................................................ 97
3.3 De la crisis a la reestructuración ............. 98
3.4 La acumulación de capital y el
reparto de la productividad ............................ 99
3.5 1930-2001. De la reestructuración
a la reestructuración. De la globalización
centrada en la libra a la globalización
centrada en el dólar ....................................... 100
4 Convertibilidad, conflicto y
macroeconomía .......................................... 101
4.1 La convertibilidad y sus
consecuencia “indeseadas” ........................... 101
4.2 La convertibilidad como estrategia
del capital ..................................................... 103
5 Conclusión ............................................... 105
Contrariamente, una de las características
principales de las teorías no neoclásicas es que los
salarios reales no dependen exclusivamente de la
situación prevaleciente en el mercado de trabajo,
sino que son resultantes del proceso de acumulación
que se está llevando a cabo, es decir que dependen
del funcionamiento de la economía en su conjunto,
así como de las instituciones vigentes y el contexto
político en ese determinado momento histórico.
1 Introducción
Comprender la dinámica de largo plazo de la
economía y comprender la lógica de sus
transformaciones estructurales es uno de los
objetivos centrales de la teoría económica. Sin
embargo, a nuestro entender la teoría económica
mainstream en sus diversas variantes tiende a
desviar la atención de los problemas estructurales
del desarrollo capitalista (como son la necesidad
de reproducción del ciclo de valorización del capital
y el control de la fuerza de trabajo) hacia problemas
secundarios como es el funcionamiento de los
“mercados”. Esta desviación aparece con claridad
en las explicaciones a la determinación de los
salarios.
Así, por ejemplo, la escuela neoclásica ortodoxa
enseña que la determinación del salario real se
realiza en el mercado de trabajo, determinado por
la intersección de las curvas de oferta y demanda
El presente texto intentamos realizar un análisis de
la economía argentina inspirándonos en los enfoques
llamados de manera general “institucionalistas” (que
incluyen desde la llamada Escuela de la Regulación,
cuyos principales promotores son Aglietta, 19761 y
Boyer, 1989 2, hasta el marxismo) los cuales
entendemos permiten aportar una mirada adecuada
a la lógica de las grandes transformaciones que la
economía de nuestro país ha sufrido en los últimos
80 años. Este texto no pretende resolver todos los
problemas que propone pero busca al menos señalar
algunos elementos que consideramos centrales
para la comprensión del período.
2 Los salarios y productividad. Una
relación conflictiva
Uno de los conflictos que se encuentra en el centro
de la economía contemporánea es el relacionado
con la utilización del trabajo social y la producción,
apropiación y distribución de los productos de ese
trabajo. Este conflicto clave se ve reflejado en lo
1
Aglietta, Michel (1999 [1976]), Regulación y crisis del
capitalismo, Siglo XXI Editores, 6ta edición, México.
2
Boyer, Robert (1989), La teoría de la regulación. Un
análisis crítico, Humanitas, CEIL / CONICET, Buenos Aires,
Argentina.
EABA
&'
ESTUDIO 7
será el origen de la ganancia y otros pagos no
asociados a la realización de trabajo productivo5.
que la Escuela de la Regulación denomina la
“relación salarial” (Boyer, op.cit.). Desde esta
perspectiva, la relación salarial es una de las cinco
formas institucionales que articulan la producción y
reproducción de las relaciones económicas en el
capitalismo, siendo las otras: la moneda o restricción
monetaria, el Estado, las formas de competencia
de las empresas en el mercado y la inserción del
sistema productivo nacional dentro de la división
internacional del trabajo.
Por otra parte, amen del conflicto inherente a la
distribución de las ganancias de productividad, la
relación salarios-productividad (o “brecha salarial”
como la denomina Gautie, 19986) tiene implicancias
importantes para la dinámica macroeconómica.
Gautie (op.cit.) señala que si los salarios tienden a
crecer más rápidamente que la productividad (es
decir, que la “brecha salarial” es positiva) las
empresas corren el riesgo de una restricción de
rentabilidad, que provocaría una situación de
“desempleo clásico”:
Una determinada configuración de las formas
institucionales determina un particular “modo de
regulación”, que promueve, canaliza y restringe los
comportamientos individuales, socializa los
comportamientos heterogéneos de los agentes
económicos y condiciona los mecanismos de ajuste
de los mercados en función de reglas y principios
de organización sin los cuales no podría funcionar.
(Neffa, 19983).
De todas maneras, más allá del modo de
acumulación particular que pudiera regir en un país
en un período histórico determinado, cabría afirmar
que el conflicto central en las sociedades actuales
gira siempre en torno al control del trabajo social.
Es decir, al uso del mismo y la distribución de los
productos resultantes de la aplicación de trabajo a
escala social.
Esa disputa por la distribución del trabajo social (y
sus resultados) a nivel de su espacio primario de
utilización (las empresas capitalistas) se expresa,
en parte, en la relación que existe entre el salario
real y la productividad media del trabajo. Mientras
el salario real refleja el poder de compra que tienen
las remuneraciones que reciben de manera directa
los trabajadores de parte de los empresarios, la
productividad media del trabajo expresa el valor de
la producción creada por los trabajadores en un
determinado período de tiempo.
El salario real es el equivalente al valor de la fuerza
de trabajo4 mientras que la productividad del trabajo
en términos reales refleja la expresión material del
valor creado por los trabajadores. La diferencia
aparecerá, en una primera instancia, como el
excedente que los empresarios se apropian y que
'
Por el contrario, si la “salarial brecha” es negativa
(porque el salario real aumenta menos que la
productividad laboral) la economía corre el riesgo
de enfrentar una restricción de demanda, lo cual
induciría una situación de “desempleo de tipo
keynesiano”:
En este caso, la falta de demanda efectiva llevaría a
las empresas a un problema de realización de la
ganancia, ya que al disminuir la demanda
permanecerían con mercancías no vendidas y por
lo tanto no podrían transformar en dinero el trabajo
excedente.
En definitiva, la dinámica de un régimen de
3
Neffa, Julio C. (1998), Modos de regulación, regímenes
de acumulación y sus crisis en Argentina (1880-1996),
EUDEBA, Buenos Aires.
4
Es decir, del costo de reproducción social de la
capacidad de trabajo de los obreros. Dado que este costo
de producción y reproducción involucra no sólo el
consumo de mercancías sino otras actividades que no
involucran intercambios en dinero o en un mercado, el
salario real sólo reflejará la porción del costo de
reproducción de la fuerza de trabajo pagada directamente
por los capitalistas.
5
Este excedente puede denominarse trabajo excedente (o
producto excedente, si es evaluado en términos de su
resultado) en tanto supera el trabajo necesario (o
producto necesario) para la reproducción de los
trabajadores.
6
Gautié, Jérome (1998), “Salario y empleo”, en Gautié, J. y
Neffa, J. C. (comps.), Desempleo y políticas de empleo en
Europa y Estados Unidos, Asociación Trabajo y SociedadPIETTE, Lumen Humanitas, Buenos Aires.
EABA
ESTUDIO 7
articulación será el resultado del doble juego entre
el conflicto capital-trabajo y su expresión en la esfera
macroeconómica. Hay que resaltar que no hay a
priori ninguna certeza de que en un determinado
período histórico podrá encontrarse un conjunto de
formas institucionales que garanticen la
reproducción suave del proceso de acumulación de
capital.
3 Salarios y productividad. Una
mirada de largo plazo
La distribución entre el trabajo necesario (para la
reproducción de los trabajadores) y el trabajo
excedente (fuente de la ganancia capitalista) es el
resultado de la disputa de trabajadores y
empresarios por el control de la actividad de los
primeros. Sólo en la medida en que los empresarios
logran controlar el proceso de trabajo pueden extraer
suficiente esfuerzo como para generar el excedente
que dará lugar a la ganancia.
En efecto, entonces, la relación entre salario real y
productividad, permitirá observar de manera
aproximativa la situación de este conflicto en un
punto clave del proceso de producción de la sociedad
capitalista, las empresas capitalistas.
3.1Una periodización posible.
Siguiendo a los enfoques institucionalistas, y en
particular la Escuela de la Regulación, que enfatizan
el carácter histórico de los regímenes de
acumulación y dan un rango prioritario al mencionado
conflicto por la generación y apropiación del trabajo,
puede ser interesante intentar construir una
periodización de las etapas de la historia argentina
teniendo en cuenta los cambios en la relación entre
salarios y productividad. En este trabajo intentaremos
abarcar el largo período que se inicia a comienzos
de la década del treinta llegando hasta los años
recientes.
Desde comienzos del siglo XX y hasta fines del
segundo gobierno peronista (1952-1955), se aprecia
que en Argentina, los trabajadores avanzaron, de
manera discontinua y conflictiva, no sin retrocesos,
en la conquista de una creciente proporción del
trabajo social.
Previo a 1930, el crecimiento de la actividad
agropecuaria junto a la aparición de las primeras
industrias impulsaron una demanda sostenida de
trabajadores, que en un contexto de escasez relativa
de mano de obra. En este marco, desde el Estado
se estimuló una fuerte inmigración de trabajadores
extranjeros, muchos de los cuales tenían militancia
anarquista y socialista y contribuyeron a la
organización de los trabajadores.
Durante esta etapa, en el marco de frecuentes
movimientos huelguísticos en reclamo por las malas
condiciones laborales y niveles de vida, fueron
aprobadas las primeras leyes laborales en la
Argentina: en 1902 la ley de descanso dominical,
en 1907 se reguló el trabajo infantil y femenino, en
1915 se obligó a los empleadores a compensar a
los trabajadores por accidentes de trabajo, en 1918
se reguló el trabajo a domicilio, etc. (Cortez y
Marshall, 19917).
Podemos decir que la mayor participación en el
producto social por parte de los trabajadores se debió
principalmente a las dificultades que el capital
encontraba en ese momento para conseguir
cantidades suficientes de fuerza de trabajo y a la
lucha continua de los sindicatos por obtener sus
demandas. Cortez y Marshall plantean que la
legislación social fue generalmente una respuesta
a reclamos de los trabajadores, otorgada después
de graves conflictos.
La crisis del 30 marca un primer gran quiebre en la
trayectoria histórica de esa distribución del trabajo
social y sus resultados. Luego de varios años en
los que el conjunto de los trabajadores consiguen
sostenidas mejoras en su remuneraciones (que
tienden a seguir la evolución de la productividad
laboral), durante toda la década de los años 30 se
observa una fuerte disociación entre la evolución de
los salarios reales, que descienden
7
Cortez, R. y Marshall, A. (1991). Estrategias económicas,
intervención social del Estado y regulación de la fuerza de
trabajo. Argentina 1890-1990. Revista Estudios del Trabajo
N°1, Primer semestre, Buenos Aires.
EABA
'
ESTUDIO 7
Salarios reales y productividad laboral. Índice 1913=1.
3 .2 0
S a la r io r e a l y P r o d u c t o m e d io (
2 .7 0
2 .2 0
1 .7 0
1 .2 0
0 .7 0
s a la r io r e a l
p r o d u c t o m e d io
0 .2 0
1913 1920 1927 1934 1941 1948 1955 1962 1969 1976 1983 1990 1997
Fuente: IEFEdat.
sistemáticamente, y la productividad laboral que
tiene una tendencia ascendente 8. Este es un
momento asociado a una fuerte reestructuración
productiva en el capitalismo argentino y donde, en
consecuencia, se expande el trabajo excedente (la
participación del trabajo en el ingreso se reduce un
12,5% entre 1930 y 1942).
Desde comienzos de la década del 30 el desempleo
masivo y el uso de la fuerza para reprimir los
conflictos van debilitando la posición de los
trabajadores, facilitando la implementación de
medidas contrarias a conquistas obreras previas
(Cortez y Marshall, op.cit.). Además, bajo la
dictadura del Gral.Uriburu los anarquistas y
comunistas fueron reprimidos severamente la
actividad de los sindicatos fue severamente
restringida (Horowitz, 1984; citado en Cortez y
Marshall, op.cit.).
Luego de la crisis del 30, se inició en el país un
proceso de acelerada industrialización en Argentina,
Relación salario real / producto medio del trabajo. Índice 1913=100
160.00
Salario real / Produc to medio. Índic e 1913=100
150.00
140.00
130.00
120.00
110.00
100.00
90.00
80.00
70.00
60.00
1913 1921 1929 1937 1945 1953 1961 1969 1977 1985 1993 200
Fuente: IEFEdat.
8
Entre 1930 y 1942 la productividad por hombre ocupado
subió un 4% mientras que los salarios reales se redujeron
un 9%.
'
EABA
ESTUDIO 7
proceso que significó un fuerte salto en la intensidad
de capital de la economía (con mayor concentración
y centralización del mismo) y por ello, un incremento
significativo en la productividad del trabajo. Sin
embargo, como suele suceder en los procesos de
transición, la reorganización técnica y social del
capital (en nuevos procesos de trabajo y en nuevas
actividades, respectivamente) se montó sobre la
descomposición de la clase trabajadora cuyo poder
había crecido durante las dos primeras décadas del
siglo XX. La crisis y la reestructuración debilitaron
al conjunto de los obreros, lo cual favoreció la
transformación en el régimen de acumulación de
capital, de uno articulado en torno a la utilización
extensiva de los recursos naturales (el llamado
período agroexportador) hacia uno más intensivo e
industrializante (el período de sustitución de
importaciones).
crecía a partir de la consolidación del Peronismo,
desde el mismo Estado se articuló una estrategia
que combinando la coerción y cooptación de los
sindicatos buscaba impedir el “desborde” más allá
de los límites del régimen de acumulación (y del
sistema capitalista) de los reclamos de los
trabajadores. En efecto, la misma ideología del
movimiento peronista contenía esas aspiraciones
dentro de la idea de “armonía de clases y el respeto
mutuo”, así como la distribución equitativa de los
beneficios que arroja el incremento de la
productividad laboral (James, 1981, pg. 33210). En
el marco de esa estrategia, ya en 1945 se aprobaba
la ley de asociaciones profesionales, la cual fue uno
de los instrumentos utilizados para eliminar a los
sindicatos de la oposición, ya que garantizaba el
monopolio de representación a los sindicatos con
mayor número de afiliados.
A medida que se consolidó una nueva organización
del trabajo social también fue estructurándose un
nuevo movimiento obrero. El mismo implicó el triunfo
de los sectores sindicalistas (los cuales se
encuentran en el origen de los futuros gremios
peronistas) en detrimento de aquellos sectores
liderados por anarquistas y socialistas. La nueva
composición de la clase obrera, más centrada en
los obreros de las nuevas industrias, permitiría
articular progresivamente una nueva forma de división
del producto del trabajo. A medida que avanzaba la
década de los cuarenta, y con la consolidación de
la identidad peronista entre los trabajadores, los
salarios reales pudieron recuperar una parte del
espacio perdido. Así, hacia el primer quinqueño de
la década de 1950, la relación entre los salarios y la
productividad laboral alcanzó su punto más alto en
la historia (la participación del salario en el ingreso
llegó al 56%)9.
Sobre la base de la hegemonía relativa alcanzada
por los trabajadores, durante el último quinquenio
de la década del 40, se aprobó la legislación que
estableció las vacaciones pagas, el aguinaldo y la
indemnización por despido, así como medidas
tendientes a asegurar el cumplimiento de las
convenciones colectivas, tales como la creación de
tribunales del trabajo, el arbitraje obligatorio, etc.
En torno a la creciente participación del ingreso de
los trabajadores en el ingreso total se articuló lo
que un régimen de acumulación que se orientó
fundamentalmente a la producción de bienes de
consumo no durables, los cuales tenían una
demanda creciente.
De cualquier manera, ya a comienzos de los
cincuenta se inició un período de creciente deterioro
de las conquistas de los trabajadores, deterioro que
se produjo no sin oposición y conflicto. La fortaleza
del movimiento obrero en al interior de las fábricas y
en la sociedad en su conjunto, creó los incentivos
necesarios para que los sectores del capital,
preocupados por las crecientes dificultades para
control a los trabajadores, comenzaran un fuerte
proceso de innovación organizacional y técnica en
el marco del nuevo modo de regulación de la
economía argentina.
9
La relación entre los salarios reales y el producto medio
del trabajo es igual a la participación del salario en el
ingreso:
Sr
Sr * Empleo MasaSalarial Re al
PBIreal
=
Empleo
PBI real
=
Yreal
10
Por otra parte, si bien el poder de los trabajadores
James, Daniel (1981), “Racionalización y respuesta de la
clase obrera: Contexto y limitaciones de la actividad
gremial en la Argentina ”, Desarrollo Económico, v. 21, 83,
octubre-diciembre, pp. 321-349.
EABA
'!
ESTUDIO 7
En efecto, la creciente autoconfianza de los
trabajadores y su alto grado de organización y
movilización, tendieron a provocar un creciente
cuestionamiento al derecho empresarial a establecer
las condiciones de la actividad laboral. Los
trabajadores habían conseguido establecer de hecho
nuevos parámetros para las condiciones de trabajo
y en particular para la intensidad laboral (James,
op.cit., pg. 326). Con salarios relativamente altos y
beneficios adicionales incluidos en los nuevos
contratos, redujeron la vieja compulsión económica
sobre los trabajadores que los forzaba a intensificar
su rendimiento y mantener hábitos de trabajo
“apropiados” según los parámetros empresariales
(James, op.cit.).
Mientras hasta fines de los cincuenta, la resistencia
de los trabajadores logró bloquear la mayor parte
de los intentos empresarios, una sucesión de
derrotas en 1959 y 1960 permitieron que durante la
década de los sesenta el capital revolucionara la
organización del trabajo en la Argentina.
La incorporación de nuevos sectores dinámicos, el
creciente predominio de las empresas
trasnacionales y la consecuente revolución en la
organización de la producción, en particular en las
mayores empresas capitalistas, indujo un
importante incremento en la productividad del trabajo
en el marco de una creciente resistencia obrera y
social.
La capacidad de los trabajadores para sostener e
incrementar sus niveles salariales se sostuvo durante
los veinte años que siguieron a la caída de Perón en
1955 aun en el marco de una creciente productividad
laboral. Si bien la productividad laboral creció durante
el período a un ritmo superior al crecimiento en los
salarios reales (lo que implicaba, a priori, un
incremento en la rentabilidad empresaria), la suba
en los componentes “indirectos” del salario tales
como beneficios jubilatorios, obra social, gasto
público en servicios sociales, etc., esto es, la
expansión del “Estado de Bienestar”, operó como
mecanismo de compensación que contuvo el
crecimiento del excedente.
Ya desde 1953 (en el marco del Plan Quinquenal) y
con más fuerza desde 1955, a partir del Congreso
de la Productividad y del Bienestar Social, los
sectores del capital buscaron avanzar en la
reestructuración de las relaciones laborales con el
objetivo de recuperar control total sobre los procesos
de trabajo. Así, sucesivos gobiernos intentarían
debilitar a los sindicatos quienes eran percibidos
como el principal obstáculo para el incremento de
la productividad laboral (Cortés y Marshall, op.cit.).
En particular, los empresarios estaban preocupados
por debilitar a las comisiones internas que se habían
constituido en la base del poder de los trabajadores,
aun por encima de las burocracias sindicales
(James, op.cit.).
Salarios reales y productividad laboral. Índice 1956=1. 1956-1973.
1 .6 0
S a la r io r e a l y Pr o d u c to me d io ( 1 9 5 6
1 .5 0
1 .4 0
1 .3 0
1 .2 0
1 .1 0
1 .0 0
0 .9 0
0 .8 0
s a la r io r e a l
0 .7 0
p r o d u c to me d io
0 .6 0
1956
1958
1960
1962
1964
Fuente: IEFEdat.
'"
EABA
1966
1968
1970
1972
ESTUDIO 7
El debilitamiento de los trabajadores luego de la
caída del gobierno peronista en 1955, no fue
suficiente como para limitar sus aspiraciones a
crecientes niveles de vida. La creciente productividad
laboral junto con la represión creciente a la acción
colectiva de los trabajadores (sostenida con la
acción directa del Estado), parecen haber sido los
ejes de la estrategia del capital para contener esa
fortaleza.
James (op.cit.) señala como la estrategia
empresaria para contener los reclamos salariales y
hacerlos funcionales a sus necesidades de
incrementar la productividad por encima de aquellos
fue buscar establecer por un lado, la polifuncionalidad de los trabajadores al interior de la
empresa bajo la autoridad del empresario (es decir,
sin intervención sindical) y, por otro, asociar los
incrementos salariales al crecimiento de la
productividad observada (trabajo a destajo).
Como se aprecia en el gráfico anterior, mientras
desde mediados de los cuarenta se observa que la
relación “adelantada” entre la productividad y los
salarios tiende a caer (es decir, que los salarios
tienden a moverse cada vez más adelantando a la
productividad y por lo tanto, induciendo caídas en el
trabajo excedente), el capital consigue comenzar a
invertir la tendencia de mediano plazo hacia fines
de los cincuenta. Recién a comienzos de los
sesenta, luego de la derrota momentánea de los
trabajadores y gracias a la implementación de la
nueva estrategia de “racionalización”, los salarios
reales volvieron a “correr” por detrás de la
productividad11.
Los niveles de conflicto fueron en aumento durante
toda la década del sesenta y hasta mediados de
los setenta cuando el régimen de acumulación de
capital basado en la centralidad del empleo industrial
y en niveles salariales crecientes (con productividad
también creciente) comenzó a mostrar signos de
agotamiento.
La conflictividad iba en aumento, se estancaba la
productividad del trabajo y aumentaban los niveles
de inconformismo y ausentismo laboral. Al
agotamiento endógeno del régimen de acumulación
argentino (producto de la creciente resistencia de
los trabajadores), se sumó la primera crisis del
Salarios reales y productividad laboral. Correlaciones parciales
1.50
Coef ic iente de c orrelac ión
1.00
0.50
0.00
-0.50
-1.00
s alario real -> produc tiv idad
produc tiv idad -> s alario real
-1.50
1918 1925 1932 1939 1946 1953 1960 1967 1974 1981 1988 1995
Nota1: En el caso de la correlación de salarios reales a productividad laboral (línea punteada), el
coeficiente de correlación se calculó para un período que va de t-2 a t-7 en salarios reales y t a t5 en producto medio del trabajo (la línea negra gruesa muestra el medio movil para 10 años).
Nota2: En el caso de la correlación de productividad laboral a salarios reales (línea negra), el
coeficiente de correlación se calculó para un período que va de t-2 a t-7 en producto medio del
trabajo y t a t-5 en salarios reales. La línea blanca gruesa muestra la media móvil para 10 años.
Fuente: IEFEdat.
EABA
'#
ESTUDIO 7
petróleo para hacer estallar por los aires en pocos
años una forma de organización de la producción.
El conflicto político de los años posteriores al
derrocamiento de Perón, la proscripción del
peronismo y hasta la vuelta de Perón a la presidencia
de la Nación en 1973, había ocultado parcialmente
este proceso de creciente conflictividad social
(dentro de las fábricas pero también, y sobre todo,
fuera de ellas, en lugares tales como las
universidades) con base en una acelerada
transformación en las relaciones sociales de
producción.
Desde mediados de los setenta, la dinámica del
proceso se transformó en una profunda crisis del
régimen de acumulación de capital producto de una
dificultad cada vez más mayor para realizar los
resultados de la creciente productividad del trabajo,
de un conflicto social y laboral que alcanzó su punto
crítico12 y de la crisis de la regulación internacional
del dinero.
Este último punto es relevante. Los primeros años
de la década de lo setenta vieron estallar la
estrategia de gestión del dinero a nivel mundial que
había estado vigente desde fines de la segunda
guerra mundial. En efecto, el esquema establecido
a partir del Acuerdo de Bretton Woods que había
puesto al dólar estadounidense como moneda patrón
y que había comenzado a mostrar signos de
debilidad hacia fines de los sesenta (producto de
crecientes dificultades para contener las exigencias
de los trabajadores norteamericanos), fue
violentamente abandonado en 1971 (ver InformeIEFE
no.125). Este régimen cambiario internacional
establecía una relación fija de las principales
monedas mundiales al dólar y a través de éste, la
convertibilidad con el oro. Si el tipo de cambio fijo
(mediadamente convertible) ponía sobre los estados
nacionales la carga de contener los conflictos
sociales por su propios medios, la fuga hacia un
régimen de tipos flexibles permitió a todos ellos
descargar en el resto del mundo los efectos de esos
conflictos. La depreciación nominal de la moneda
se convirtió en el medio perfecto para transferir las
luchas nacionales por la distribución del trabajo
social hacia el mercado mundial. Por otra parte, la
creciente masa de fondos líquidos constituida a partir
de los shocks petroleros y la inestabilidad política y
social en los países desarrollados, fluyó en busca
hacia las naciones en dónde, como la Argentina, el
capital requería de financiamiento para sostener el
proceso de reestructuración que se avecinaba.
Salario
1 . 1 0 real y producto medio del trabajo. 1974-1990. Indice 1974=1
S a la r io r e a l y P r o d u c t o m e d io
1 .0 0
0 .9 0
0 .8 0
0 .7 0
0 .6 0
s a la r io r e a l
p r o d u c t o m e d io
0 .5 0
1974
11
1976
1978
1980
Esta dinámica contradice los supuestos de los modelos
postkeynesianos que señalan que los salarios monetarios
son una función de un salario real objetivo que los
sindicatos adoptarían como base para su negociación; y a
su vez, este salario real objetivo dependería de la
evolución a largo plazo de la productividad media de la
economía (Carciofi, 1986). Sin embargo, contra esta
afirmación, la experiencia histórica en la Argentina entre
'$
1982
1984
1986
1988
1990
1955 y 1973 es que los empresarios son quienes
buscaron establecer un vínculo entre la productividad
laboral y los salarios reales como mecanismo para intentar
contener los incrementos en estos últimos (James, op.cit.).
Ver Carciofi, R. (1986).Salarios y política económica.
CEPAL / IDES. Buenos Aires.
12
Elevados niveles de conflicto laboral, ausentismo, etc.
EABA
ESTUDIO 7
A partir de 1974 la crisis de acumulación en
Argentina se profundizó, iniciándose en 1975 (con
un hito en el llamado “Rodrigazo”) un fuerte proceso
de reestructuración productiva y social. El capital
en Argentina buscó recuperar el control perdido
sobre el proceso de trabajo y lo hizo por medio de
la más brutal represión de la historia del país.
3.2 Los setenta: ¿la crisis del fordismo en
Argentina?
En este punto creemos que vale la pena reflexionar
sobre la crisis que tuvo su expresión inicial a
mediados de los setenta. ¿Operó en la Argentina el
régimen de acumulación fordista y la crisis de
mediados de los setenta fue una crisis la réplica
local de la crisis del fordismo a escala internacional?
¿O en nuestro país no había llegado a consolidarse
un régimen de acumulación de capital de ese tipo,
al estilo de lo que había ocurrido en los países
desarrollados?
Pero, ¿qué es el régimen de acumulación fordista?
El fordismo se define como un régimen de
acumulación que combina 3 características (Boyer,
199813):
(a) en el proceso de trabajo las tareas se encuentran
fuertemente parcelizadas, los procesos productivos
mecanizados y la concepción de las tareas está
separada de la ejecución de las mismas,
(b) habría una “garantía” de reparto de los incrementos
en la productividad entre trabajadores (salario) y
empresarios (ganancia), y
(c) el proceso de acumulación de capital que opera
en un espacio nacional y está gobernado por el
consumo interno.
En este esquema, los niveles salariales tienden a
incrementarse en tandem con la productividad,
recreando a su vez un mercado para los productos
resultantes de la productividad en aumento. En el
fordismo, este “acuerdo” distributivo es funcional al
proceso de producción serializado que necesita de
una creciente demanda (de forma tal de poder
aprovechar las economías de escala de la tecnología
disponible, altamente capital intensiva).
En principio, no hay consenso entre quienes han
analizado el problema. Por un lado, Neffa (1998) y
Hillcoat (198614) coinciden en que en Argentina la
relación salarial no llegó a constituir y consolidar lo
que podría llamarse un régimen de acumulación
fordista, principalmente debido a las restricciones
externas que originaban el proceso de “stop and
go”. Las crisis recurrentes en el balance de pagos y
la consecuente devaluación de la moneda inducía
un deterioro de los salarios reales que tendía a
reducir la capacidad de consumo de los asalariados,
en particular de bienes de consumo durables (propios
de la norma de consumo fordista).
Contrariamente, Miotti (199415) plantea que sí hubo
una configuración salarial cercana al fordismo, con
un aumento en los gastos de protección social y la
institucionalización de la formación de salarios, cada
vez más indexados con el costo de vida y atados a
los incrementos de productividad.
Una posibilidad a explorar es que el régimen de
acumulación argentino haya constituido una suerte
de configuración sub-fordista, como sostiene El
Aoufi que ocurrió en Marruecos (El Aoufi, 199816).
En ese tipo de configuración coexistirían dos
modalidades de organización del trabajo fuertemente
diferenciadas: una tipo taylorista/fordista,
característica de las grandes firmas y que
corresponde a relaciones profesionales bastante
normalizadas; mientras que en las firmas pequeñas
observa una organización no taylorista, con un
sistema social basado en la anomia de las
relaciones de trabajo y en la desconexión legal.
13
Boyer, R. (1998),“Del fordismo canónico a una variedad
de modos de desarrollo” en Boyer, Robert y Saillard, Ives
(1998) (comps.), Teoría de la regulación. El estado de los
conocimientos, capítulo 37, EUDEBA, Buenos Aires.
14
Hillcoat, G. (1986), La crise de modèles de èveloppement
en Amerique Latine. De la substitution d‘imo¡portations à
l‘economiè tournèe vers l‘exterieur: une discussiòn
thèorique illustèe par l‘expèrience argentine, Tesis
Universidad Paris 8, junio.
15
Miotti, L (1994), “Argentine: fragilite de l’àccumulation et
options de la règulation”, en Colin-Delavaud A. y Neffa J.C.
(coord.), L‘Àrgentine a L‘aube du troisieme milienaire,
Editions de l‘IHEAL, Paris.
16
El Aoufi, N. (1998), “Trayectorias nacionales en el
Magreb”, en Boyer, Robert y Saillard, Ives (1998) (comps.),
Teoría de la regulación. El estado de los conocimientos,
capítulo 47, volumen 3, EUDEBA, Buenos Aires.
EABA
'%
ESTUDIO 7
3.3 De la crisis a la reestructuración
Háyase o no consolidado un régimen “fordista” en
Argentina, lo qu si es seguro es que a medidos de
los setenta la acumulación de capital enfrentó serias,
y crecientes, dificultades. A partir de 1976 el
gobierno militar produjo un profundo cambio en el
régimen de acumulación argentino. Los sectores
dominantes buscaron iniciar una reestructuración
de las relaciones sociales de producción tal que les
permitiera recuperar el control del trabajo y asegurar
su rentabilidad.
La dictadura militar sobre la base de una política de
apertura indiscriminada de la economía, una reforma
financiera y la persecución a los militantes
populares, buscó establecer las bases de una nueva
estrategia de acumulación de capital. Intentaron
controlar el poder del trabajo sin establecer al poder
del dinero (expresado en la lógica del “mercado libre”)
como mecanismo eficaz para disciplinar a diferentes
sectores de la sociedad, y en particular a los
trabajadores,
sus
organizaciones
y
representaciones políticas (Canitrot, 1981, pg. 617).
La regulación del mercado de trabajo se dirigió a
garantizar las condiciones que –de acuerdo con la
concepción predominante dentro del gobiernoresultarían más favorables para la acumulación: la
reducción de costos laborales. Sin embargo, si bien
el gobierno de la dictadura buscaba establecer una
nuevo ordenamiento social, al mismo tiempo era
consciente de que si crecía el desempleo podría
intensificarse el conflicto social y, por lo que intentó
evitar los despidos masivos (Cortez y Marshall,
op.cit.).
Se modificó sustancialmente la ley del trabajo, en
particular los mecanismos de determinación
institucional de los salarios. La negociación colectiva
fue reemplazada por un control gubernamental de
los salarios, se suprimió el derecho de huelga y
varias reformas al código nacional del trabajo
otorgaron mayor poder discrecional a los
empleadores (Cortez y Marshall, op.cit.).
tornado posible a partir de la crisis en los países
centrales. En efecto, el endeudamiento permitía
sostener determinados procesos de ajuste a nivel
de las firmas y simultáneamente permitía constituir
mecanismo financieros que sostuvieran la
valorización del capital en el ínterin (Basualdo,
200118).
Si bien la apertura comercial y financiera dieron
inicio a fuertes procesos de reestructuración del
capital, la experiencia del período 1976-1982 dio una
primera evidencia de que el capital no podría realizar
sus objetivos de disciplinamiento global de la
sociedad solamente mediante la apertura de la
economía pero sosteniendo elevados niveles de
ocupación de la fuerza de trabajo (Canitrot, op.cit.,
pg. 29). En efecto, luego del sacudón inicial
provocado por la dictadura, los sectores del trabajo
comenzaron a recomponer sus fuerzas, logrando
recuperar parcialmente las pérdidas salariales de
1975-1977.
Durante los ochenta se sucedieron diferentes planes
de estabilización cuyo objetivo explícito era frenar
los altos niveles de inflación y controlar la balanza
de pagos. Durante esta etapa el paradigma teórico
que alienta la política de reestructuración es el
enfoque de la absorción y las políticas de ingresos.
En este enfoque, era el “exceso” de gasto (en
particular, sostenido por salarios “demasiado”
elevados) el que causaba los crecientes
desequilibrios inflacionarios y en el sector externo
de la economía.
Hicieron su entrada las políticas de ingreso, cuyo
eje era el congelamiento de precios pero sobre todos
de salarios. La fijación administrativa de los salarios,
que se mantuvo hasta 1988, se convirtió en el
aspecto clave de la regulación estatal del mercado
de trabajo (Cortez y Marshall, op.cit.). Por otra parte,
el gobierno radical intentó sin éxito desestructurar
17
Un instrumento fundamental para favorecer la
reestructuración industrial y social fue el acceso
masivo al endeudamiento exterior que se había
'&
Canitrot, Adolfo (1981), Orden social y monetarismo
, Estudios CEDES, Buenos Aires.
18
Basualdo, E., 2001. Sistema político y modelo de
acumulación en la Argentina. Universidad Nacional de
Quilmes/FLACSO/IDEP, Buenos Aires.
EABA
ESTUDIO 7
el poder de los sindicatos a partir de propuestas de
modificación de la ley de asociaciones
profesionales19.
Por su parte, la recomposición de la clase trabajadora
luego de la dictadura, marcó los límites de tal
estrategia. Los sectores del capital, reconociendo
las dificultades del camino encarado, continuaron
con su fuga hacia delante. La caída de la inversión
real y la fuga de capitales se convirtieron en
expresiones de esa incertidumbre por parte del
capital. De todas maneras, la persistente caída de
la inversión durante esta período acentuó la
disminución de los requerimientos de fuerza de
trabajo y los salarios y su participación en el ingreso
nacional continuaron declinando (Cortez y Marshall,
op.cit.). En efecto, si algo había conseguido la
dictadura militar fue articular una nueva correlación
de fuerzas, ahora favorable a los sectores del gran
capital (Bonnet y Glavich, 1993, pg. 1720). Sin
embargo, no habían conseguido articular un nuevo
proceso de acumulación de capital.
Entre 1988 y 1990, se terminó de conformar el
terreno para la etapa final de la reestructuración
regresiva. A la creciente subutilización de la fuerza
de trabajo debilitaba la capacidad de resistencia de
los trabajadores; el proceso hiperinflacionario aplicó
con toda su fuerza la “violencia del dinero”21 dando
el golpe final a tal resistencia.
A pesar de que la nueva normativa laboral establecía
una tentativa alineación entre productividad y
salarios22, la realidad mostraría una asociación muy
débil entre ambos parámetros. Las transformaciones
productivas de los noventa, permitieron al capital
terminar de reorganizar los procesos de trabajo y la
distribución del trabajo social de forma tal de
incrementar la productividad del trabajo sin siquiera
una contrapartida en términos de mayores salarios
directos. La creciente desocupación de la fuerza de
trabajo, la generación de empleos precarios (es decir,
sin protección legal), el debilitamiento del poder
sindical y un proceso de innovación e inversión que
desestructuraba el poder de los trabajadores al
interior de las empresas, permitieron a los
empresarios sostener niveles salariales
prácticamente congelados (en promedio) desde
199323.
En efecto, durante el período 1991-2001 se aprecia
una fuerte reducción en correlación entre el salario
real y la productividad del trabajo en comparación
con el período inmediatamente anterior (1984-1990)
y con la etapa “fordista” (1956-1973). Con un valor
de 0,65 este indicador es el más bajo desde que
comenzó la crisis en 1974/5.
Por otro lado, al igual que en el período posterior al
derrocamiento de Perón en 1955, la relación entre
19
3.4 La acumulación de capital y el reparto
de la productividad.
Hacia 1991 la primera fase de la reestructuración
de la economía iniciada a mediados de los setenta
estaba acabada. Se había configurado una nueva
hegemonía del capital sobre la base de una incipiente
“alianza estratégica” entre los (nuevos) grandes
grupos económicos trasnacionalizados y el capital
financiero internacional. Hiperinflación y
convertibilidad (monetaria, apertura comercial y
financiera y privatizaciones) de por medio, el terrono
estaba preparado; el capital había recuperado el
control sobre el trabajo social y podía reiniciarse, al
menos temporalmente y de manera precaria, la
valorización del capital en suelo argentino.
EABA
Bajo el discurso de la democratización de los gremios
(por muy real que fuera) se buscaba debilitar a los
sindicatos para facilitar el control salarial y la
reestructuración del capital.
20
Bonnet, Alberto y Glavich (1993), “El huevo y la
serpiente: Notas acerca de la crisis del régimen
democrático de dominación y la reestructuración
capitalista en Argentina, 1983-1993 (primera parte)”,
Cuadernos del Sur, 16, Buenos Aires, pp. 9-29.
21
La violencia del dinero está implícita en el hecho de que
en las economías capitalistas la reproducción de la vida se
articula en torno a la compra-venta de mercancías y por lo
tanto al acceso al dinero. La desaparición del valor del
dinero (hiperinflación) o a la ausencia misma de la
posibilidad de acceder a suficientes cantidades del mismo
(desempleo, deflación salarial) imponen la violencia de las
relaciones dinerarias sobre la población.
22
La ley de convertibilidad ilegalizó la indexación salarial
mientras que simultáneamente en la legislación laboral
(decreto 1334/01) se estableció que las variaciones
salariales debían estar atadas a la evolución de la
productividad.
23
Los salarios reales se estabilizaron entre 1991 y 2001
en un nivel un 21% por debajo de la media 1981-1988.
''
ESTUDIO 7
Correlaciones parciales. 1913-2001
Período
Salario real – Producto Participación del Salario en el Ingreso
Salario real – Empleo
medio del trabajo
– Producto medio del trabajo
1930-1942
-0.86
-0.96
-0.55
0.79
1943-1955
0.83
0.62
-0.53
0.52
1956-1973
0.74
-0.59
0.38
0.82
1974-1983
0.37
0.13
-0.04
-0.62
1984-1990
0.83
0.64
0.35
-0.75
1991-2001
0.65
-0.94
-0.35
0.48
la participación del salario en el ingreso generado y
la productividad media del trabajo se tornó negativa
en la década de la convertibilidad. En períodos de
fuerte intensificación de la explotación del trabajo,
donde se aprecia una fuerte transformación en la
organización social y técnica del trabajo y se
revolucionan las relaciones en torno al proceso de
trabajo los sectores asalariados tienden a perder
espacios en la medida en que el capital es exitoso
en impulsar esas transformaciones. Así, en tanto
logran acrecentar la productividad del trabajo
alterando violentamente su organización tanto a nivel
de la sociedad como al interior de las fábricas (como
ocurrió tanto en el período posterior a 1955 como
luego de la década de los ochenta), los trabajadores
ven contenida su capacidad de disputar una
participación mayor en el valor creado. Sólo en la
medida en que encuentran maneras novedosas de
enfrentar el proceso de intensificación del trabajo,
es decir en la medida en que encuentran formas de
recomponerse como clase, pueden los trabajadores
frenar el crecimiento intenso de la productividad y
recuperar espacios en la puja distributiva.
Por otra parte, es de resaltar que los períodos
señalados son períodos de fuerte expansión de la
actividad económica global (entre 1956 y 1973 el
crecimiento promedio del PBI fue de 3,8% anual,
mientras que entre 1991 y 2001 fue de 4,8% anual)
lo que permite conseguir intensificar el trabajo
limitando la conflictividad al poder expandir
simultáneamente la productividad y el empleo de
fuerza de trabajo. Sin embargo, la década de los
noventa fue peculiar en tanto la asociación positiva
entre el empleo y la productividad fue la más reducida
de los períodos de expansión previos. El fuerte
Empleo – Producto
medio del trabajo
incremento de la productividad del trabajo se apoyó
fundamentalmente en la incorporación de maquinaria
y procesos de organización del trabajo poco
intensivos en fuerza de trabajo directa.
3.5 1930-2001 De la reestructuración a la
reestructuración. De la globalización
centrada en la libra a la globalización
centrada en el dólar.
En síntesis, podemos caracterizar el período
analizado entre 1930 y 2001 como representando
la estructuración, consolidación, expansión, crisis
y re-estructuración de una modo de regulación de
la economía argentina.
La etapa que abarca desde 1930 hasta mediados
de los 40 puede caracterizarse como el período de
reestructuración asociado a la salida de un régimen
de acumulación a otro (del “granero del mundo”
pasamos a la “industrialización sustitutiva”). Durante
ese período la productividad crece mientras los
salarios se estancan o caen, producto de la debilidad
de los trabajadores. La crisis definitiva del mundo
dominado por el capitalismo británico entra en su
transición a la hegemonía del capital
norteamericano.
Con el advenimiento del peronismo, el régimen de
acumulación (que podríamos acuñar de “fordistasubdesarrollado” o “sub-fordista”) se consolidó. Los
trabajadores consolidan un poder en torno al cual
se articulará la acumulación de capital: salarios,
empleo y consumo de masas creciente.
Con la caída de Perón y hasta su vuelta, se desarrolla
una etapa de fuerte disputa entre el capital y el
EABA
ESTUDIO 7
trabajo por la hegemonía en la sociedad. En efecto,
tanto la productividad como los salarios se disparan
en un proceso de crecimiento acelerado marcado
por fuertes arranque y paradas provocadas por el
conflicto distributivo: consumo que crece muy rápido,
crisis de balance de pagos, caída en los salarios y
comienzo de un nuevo ciclo.
A mediados de los setenta, el régimen de
acumulación de capital argentino entre en colapso,
pues sus contradicciones económicas, sociales y
políticas llegan a un pico. La dictadura operará en
este contexto como instrumentador de las primeras
etapas de la reestructuración del capital.
A partir de allí, la crisis del régimen de acumulación
“sub-fordista” se prolongará hasta fines de los
ochenta cuando finalmente el capital recupera el
control sobre el proceso de producción y
reproducción de la sociedad. La consolidación de
una nueva hegemonía, articulada en torno al tandem
Grandes Grupos Económicos – Capital Financiero
Transnacional, permitió re-encausar la acumulación
dando lugar a un nuevo proceso de re-estructuración
que, con similitudes con el proceso iniciado en 1930,
transformó la sociedad en su conjunto (y en
particular, las relaciones laborales) en torno a un
nuevo paradigma de régimen de acumulación:
extrovertido sobre la base de salarios bajos y empleo
precario. La Argentina entra al mundo globalizado
como la factoría productora de alimentos que
siempre supo ser.
4 Convertibilidad, conflicto y
macroeconomía
4.1 La convertibilidad y sus consecuencia
“indeseadas”.
Según la visión corriente el objetivo principal de la
Convertibilidad fue detener la inflación. Para ello se
instrumentó un conjunto de políticas que fueron
conocidas como Plan de Convertibilidad: tipo de
cambio fijo, caja de conversion, apertura unilateral
comercial y finaciera. El objetivo antiinflacionario se
cumplió pero tuvo un efecto no deseado (Canitrot,
1995 24): la sobrevaluación real del peso y la
consiguiente pérdida de competitividad de la
producción local frente a la externa.
Si definimos el tipo de cambio real (q) como la
relación entre los precios internacionales (P*)
expresados al tipo de cambio vigente (e) y los precios
domésticos (P), observamos que en un régimen de
tipo de cambio fijo, las variaciones en el tipo de
cambio real sólo pueden deberse a diferencias entre
los cambios en los precios internacionales y los
precios domésticos. Una baja en los precios locales
deprecia el tipo de cambio real tanto como lo haría
una suba en el tipo de cambio nominal (o una suba
en los precios de producción en los países
competidores).
Si todos los bienes cuyos precios aparecen en el
índice de precios interno utilizado para medir la
inflación estuvieran expuestos a la competencia
internacional, se supondría que, bajo ciertas
condiciones, se produciría la convergencia de los
precios internos a los internacionales. Sin embargo,
esto no ocurriría porque junto a los bienes expuestos
a la competencia internacional, existen además
bienes que están aislados de la competencia externa
(no comercializables internacionalmente, es decir
no importables o exportables) principalmente por
los elevados costos de transporte.
Aún cuando el proceso de convergencia a la inflación
internacional resultó finalmente exitoso (es más, la
inflación doméstica se redujo muy por debajo de la
media internacional y en los últimos años de la
década se convirtió en deflación abierta), la
desinflación mostró una dinámica diferencial entre
precios mayoristas (en su mayoría bienes
comercializables internacionalmente) y minoristas
(en general, bienes no exportables ni importables)
ya que los últimos mostraron tasas de aumento muy
superiores a los primeros. La inflación acumulada
entre 1991 y 1997 fue de 49,8% medida por el índice
de precios al consumidor (IPC) y de 21,1% medida
por el índice de precios mayoristas (IPM). Dado que
el tipo de cambio estaba fijo, la lentitud de
convergencia entre las tasas internas y las
EABA
24
Canitrot, A. (1995), Presentación general al Libro Blanco
sobre el empleo en la Argentina, Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social, Buenos Aires.
ESTUDIO 7
Tipo de cambio real. Calculado según IPC e IPM. Número índice.
300.0
tipo de c ambio real (ipc )
tipo de c ambio real (ipm)
Número índic e. 1991=100
250.0
200.0
150.0
100.0
2002
2000
1998
1996
1994
1992
1990
1988
1986
1984
1982
1980
50.0
Fuente: IEFEdat.
internacionales implicó que la tasa de cambio se
valorizara y que la moneda nacional se apreciara
(Fanelli, 199825). En principio, esta apreciación del
peso aumentó los salarios en dólares en perjuicio
de las ganancias, ya que con las nuevas reglas del
juego, no era posible continuar trasladando los
aumentos salariales a los precios (Cortés y Marshall,
199926). Una de las “paradojas” de la convertibilidad
fue que los salarios nominales se incrementaban
en dólares mientras simultáneamente los salarios
reales se estacionaban en un nivel promedio
históricamente bajo.
Asimismo, durante la primera parte de la
Convertibilidad (1991-94) se verifica un incremento
en la demanda agregada (posibilitado por el ingreso
sin restricciones del capital financiero) que
conjuntamente al ajuste de tarifas públicas de los
servicios privatizados, contribuyeron a configurar un
conjunto de precios relativos favorables a los
servicios en detrimento del agro y la industria. En
un contexto de apertura comercial, el aumento en
la demanda doméstica implicó un incremento en
los precios de los bienes no comercializables
internacionalmente mientras que entre los bienes
exportables/importables tendió a producirse un fuerte
incremento en la importación. Entre 1990 y 1994 el
valor anual (en dólares corrientes) de las
importaciones se multiplicó por seis, provocado por
la convergencia de tres factores: el aumento de la
demanda interna y el nivel de actividad de la fase
expansiva 1991-94, la reducción de aranceles y
eliminación de restricciones cuantitativas que
acompañó el lanzamiento del plan y el proceso de
apreciación cambiaria (Frenkel y González Rosada,
199727).
Este impresionante aumento en las importaciones
provocó que -a pesar del gran aumento del PBI- los
sectores y regiones más expuestos a la competencia
internacional (principalmente PYMES y economías
regionales) disminuyeran su nivel de actividad. Este
hecho provocó que la expansión en la producción
ocurrida entre 1991 y 1994 fuera muy pobre en
crecimiento de empleo, aumentando las tasas de
desempleo abiertas. Además, desde 1992 aparece
un déficit creciente en la cuenta corriente del balance
de pagos, lo cual ponía de manifiesto la necesidad
de aumentar la competitividad de los productos
nacionales.
25
Fanelli, J. M. (1998), ”Estabilidad, reforma estructural y
crecimiento : reflexiones sobre el régimen de
Convertibilidad en la Argentina”, CEDES-Universidad de
Palermo, Serie Documentos de Economía, 8.
26
Cortés, R. y Marshall, A. (1999), «Estrategia económica,
instituciones y negociación política en la reforma social de
los ’90", Desarrollo Económico, No.154, vol. 39.
27
Frenkel, R. y González Rosada, M. (1997), “Apertura,
productividad y empleo. Argentina en los años 90”, CEDES,
Mimeo.
EABA
ESTUDIO 7
La respuesta del gobierno fue alentar el aumento de
la productividad laboral, de modo de recuperar en el
territorio de la micro, lo que se cedía en el de la
macro, pero los aumentos de productividad, sin el
recurso de modificar los precios relativos y de utilizar
el empleo público como refugio, tuvieron por
consecuencia el aumento del desempleo.
Disimulado por la expansión del nivel de actividad
en la fase inicial ascendente del ciclo, habría de
manifestarse con toda intensidad en la fase
descendente (Canitrot, op.cit.). El desempleo
aumenta de un promedio de 8,4% entre 1990-94 a
15,3% promedio entre 1995 y 1999 (Pérez, 200228).
con la utilización de la política cambiaria (devaluación)
como instrumento de reducción del precio de los
bienes exportables/importables y del salario nominal
(en dólares) frente a una fluctuación negativa la
Convertibilidad necesita poder reducir costos
rápidamente y/o alternativamente ajustar por
cantidades (despidiendo trabajadores). En una
economía con libre movilidad de capitales y tipo de
cambio fijo, el costo del ajuste frente a una
fluctuación se descarga principalmente en la fuerza
de trabajo, cuya movilidad geográfica es más
reducida.
Por otro lado, la política económica estableció una
serie de mecanismos que presuponían el traslado
de los desequilibrios macroeconómicos al mercado
de trabajo. Fanelli (op.cit.) destaca dos formas de
cómo la imposibilidad de devaluación nominal propia
de la Convertibilidad afecta el mercado de trabajo.
La primera es que la falta de flexibilidad salarial
(producto de que los precios nominales, entre ellos
el salario, no son completamente flexibles) magnifica
las consecuencias de los shocks negativos sobre
el desempleo, dado que todo el peso del ajuste cae
sobre las cantidades (el empleo). La segunda es
que tiende a complicar las relaciones del trabajo
entre empleadores y empleados. Ante a una
fluctuación negativa (fundamentalmente, en la
demanda) se podría utilizar el recurso de la
devaluación para adaptar los salarios reales a las
condiciones macro (es decir, se puede utilizar el
salario como “buffer” para absorber la fluctuación y
evitar así una reducción en la tasa de ganancia) sin
tener que renegociar al interior de las empresas las
condiciones laborales (incluyendo los niveles
salariales) reguladas por los convenios de trabajo.
Al eliminar la devaluación como una opción de corto
plazo, la Convertibilidad obligaba a una negociación
salarial mucho más activa a nivel micro, ya que
necesita mayor flexibilidad de los salarios nominales
(Fanelli, 1998).
4.2 La convertibilidad como estrategia del
capital.
Alternativamente, la convertibilidad como política
global del Estado argentino puede ser interpretada
como una estrategia amplia de reestructuración de
la organización del trabajo social en la Argentina.
La institución de una caja de conversión
simultáneamente con la apertura unilateral de la
cuenta corriente y de capital del balance de pagos,
la privatización de empresas públicas y la
desregulación de las actividades económicas, ponía
al conjunto del proceso de acumulación nuevamente
bajo el comando del capital. Así, para contrarrestar
la caída en la tasa de ganancia se requiere obtener
por la fuerza, por la vía de la dominación de lo político
–y no por el respeto de las leyes de intercambiouna reducción del salario y un aumento de la
intensidad del trabajo (Nadel, 199829).
La acumulación de capital quedaba directamente
vinculada a la dinámica del capital a escala global.
En el marco de la apertura externa, la caja de
conversión ponía límites importantes (al menos en
teoría) a la posibilidad del Estado de monetizar los
conflictos resultantes en torno a la distribución del
trabajo social. Si hasta principios de los noventa,
En otras palabras, la Convertibilidad necesitaba
flexibilidad de precios internos para absorber las
fluctuaciones (en particular, las fluctuaciones
provenientes del exterior del país). Al no poder contar
EABA
28
Pérez, P. (2002), “El mercado de trabajo en la década de
los ’90”, en Globalización, empleo y generación de
ingresos, Baima de Borri, Cesilini y Neffa (comp.), GT-ONG
/ Banco Mundial, Argentina.
29
Nadel, H. (1998),“La regulación y Marx ”, en Boyer,
Robert y Saillard, Ives (1998) (comps.), Teoría de la
regulación. El estado de los conocimientos, capítulo 3,
volumen 1, EUDEBA, Buenos Aires.
!
ESTUDIO 7
los conflictos por el control del trabajo se trasladaban
a la esfera mercantil bajo la forma de una espiral
inflacionaria, a partir de la convertibilidad esos
conflictos debían ser contenidos, controlados y
resueltos al interior de las unidades productivas30.
Aquellos capitalistas que no pudieran enfrentar de
manera exitosa el desafío de los trabajadores, serían
barridos por la competencia. La necesidad de
respetar los parámetros determinados por el capital
social a nivel mundial, forzaba a todas las empresas
a enfrentar los requisitos de competitividad o perecer.
Es en este sentido que podemos adherir a la posición
que Boyer y Saillard que encuentran que existe “una
dialéctica escondida pero poderosa entre la dureza
del régimen monetario y la solidez del compromiso
capital / trabajo” (Boyer y Saillard, 199831). En
efecto, la convertilidad no solo aparece como un
instrumento anti-inflacionario, sino que en un nivel
más profundo la rigidez monetaria actúa como
instrumento en una estrategia para establecer un
nuevo compromiso (aunque sea precario) entre el
capital y el trabajo en torno a la distribución del
valor creado. O, desde otro punto de vista, el combate
a la inflación expresó el objetivo de reducir el poder
de los trabajadores para reencauzar la acumulación
de capital en el marco de una estrategia de creciente
transnacionalización del capital doméstico.
Ese nuevo “compromiso” entre el capital y el trabajo
se expresa en la imposición de una mayor flexibilidad
de la relación salarial. La apreciación cambiaria se
puede entender, entonces, yo no como un “efecto
no deseado” de la política económica sino como un
ingrediente básico de una política que buscaba forzar
una profunda reestructuración del aparato productivo
argentino. ¿Hubiera sido posible el fuerte ajuste
producido al interior del conjunto de las empresas
sin apreciación cambiaria? ¿Hubiera sido posible
derrotar a la clase trabajadora, obligándola a aceptar
menores niveles salariales y niveles más altos de
precariedad e intensidad laboral, sin la amenaza
que un peso sobrevaluado establecía sobre la
continuidad de las empresas?
La estrategia se centraba en forzar, a partir del
programa de convertibilidad, una reducción en la
"
participación de los salarios en el valor agregado
pero en un contexto de producción creciente y no,
como en los ochenta, en un contexto depresivo. La
flexibilización de las condiciones de trabajo (es decir,
la precarización del empleo) y la reducción de los
salarios (directos e indirectos) apuntaban en tal
sentido. Mientras que en una economía más cerrada
esta estrategia podría haber inducido una
contracción de la actividad económica global (por la
imposibilidad de vender los productos producidos
en un mercado interno menor) pues operaba la
restricción externa que no permitía exportar los
excedentes, en una economía más abierta la
reducción de los costos laborales (tanto producto
de la reducción en los salarios como por el
incremento en la productividad que la precarización
y reestructuración del proceso de trabajo permiten)
posibilitaría el incremento en competitividad de las
firmas las cuales podrían aumentar su participación
(%) en el mercado mundial:
Si esta dinámica permitía la reproducción del capital
a escala ampliada, el empleo de fuerza de trabajo
podría llegar a crecer a pesar de los incrementos en
la productividad laboral.
De esta manera, si durante el período “sub-fordista”
argentino (entre 1955 y 1974) el rápido crecimiento
en el empleo y los salarios, permitieron que creciera
la demanda agregada de forma tal de absorver el
resultado de la creciente productividad, en la década
de los noventa con la globalización y la apertura
económica perdió relevancia la restricción de
demanda interna que podía asociarse a una caída
de los salarios reales a la vez que se relajó la
restricción externa, de manera que el ataque sobre
salarios y condiciones laborales se hacía más
30
Esto era así solo en principio pues el capital buscó
activamente la intervención estatal en el conflicto laboral
en su favor. Esto se observó tanto a partir de medidas
tales como la derogación de la indexación salarial, como a
partir de la flexibilización de la normativa laboral y la
reducción de los componentes del salario social (aportes
patronales, etc.).
31
Boyer, Robert y Saillard, Ives (1998) (comps.), Teoría de
la regulación. El estado de los conocimientos, EUDEBA,
Buenos Aires.
EABA
ESTUDIO 7
factible y aun funcional a la estrategia general del
capital.
Es en este contexto que puede entenderse el fuerte
ingreso de capitales durante la primera mitad de los
noventa. En la medida en que avanzaba el proceso
de reestructuración, el capital (en la forma de capital
financiero) ingresaba a la Argentina para financiar el
proceso y ganar el derecho a una porción de los
crecientes excedentes que se esperaban.
En los noventa, se produjo así un fuerte incremento
en la productividad laboral horaria. Este aumento
se encontró asociado a niveles crecientes de
producción. La tesis de los hacedores de política
económica era que la mayor productividad reduciría
los costos, reduciendo eventualmente los precios
de las mercancías producidas localmente. Y sin
embargo, eso no ocurrió. ¿Es posible que la misma
estrategia de financiar mediante endeudamiento la
reestructuración haya establecido restricciones
insalvables a la deflación de precios?
En cualquier caso, la creciente productividad laboral
implicaba una reducción sostenida en los costos
laborales unitarios requeridos para producir. En
principio, esto induce un creciente nivel de inversión
y producción pues incrementa la rentabilidad
potencial de la producción, en caso de que no opera
ninguna restricción de demanda. Es decir, el
presupuesto esencial detrás del proceso es que se
cumple a rajatabla la “ley de Say”, toda oferta crea
su propia demanda. Algo que hace tiempo se sabe
no es así.
En síntesis, la creciente oferta de mercancías
producto del “éxito” de la reestructuración se convirtió
progresivamente en una creciente sobre-oferta
resultante de ese mismo logro: una caída en la
demanda doméstica producida por la precarización
del empleo. La imposibilidad de deflacionar (no
producto de la “rigidez” salarial sino de la rigidez de
la deuda) imposibilitó a su vez la “salida
exportadora”, que podría haber dado aire al resultado
de la creciente productividad laboral.
características de la inserción internacional. La
mayor flexibilidad laboral y la caída en los ingresos
de la población colisionó con el creciente
endeudamiento de los capitales domésticos y la
inviabilidad de la apertura indiscriminada, hicieron
inviable la reproducción del capital como un todo.
La crisis del proceso estaba asegurada.
5 Conclusión
La acumulación de capital en una economía
capitalista requiere para su continuidad garantizar
la reproducción de sus propias pre-condiciones o
supuestos.
En particular, requiere garantizar el control en el
tiempo del uso adecuado de la fuerza de trabajo y
de la apropiación del producto del uso de misma.
Esto supone la articulación de un conjunto
adecuados de formas institucionales y en particular
requiere la adaptación de la relación salarial a estas
necesidades.
Uno de los principales escollos que ha encontrado
históricamente el capital para garantizar su propia
reproducción es el rechazo de los trabajadores a
las imposiciones que el mismo busca establecer.
Es en esta clave que hemos interpretado, la
dinámica de la economía argentina del último siglo.
En el análisis particular de la última década
buscamos mostrar como es posible entender que
lo ocurrido es el resultado la implementación de un
conjunto de políticas que tuvieron como objetivo de
fondo reestructurar la organización del trabajo social
con el fin de encauzar la acumulación de capital.
La nueva relación salarial flexible entró en
contradicción la regulación de la moneda y las
EABA
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