MAESTRÍA EN PSICOANÁLISIS ESCUELA DE GRADUADOS TÍTULO: La constitución de la subjetividad en niños de primaria en contextos de vulnerabilidad. AVANCE Nº: 1 FECHA: julio 2015 MAESTRANDO:Ida Nelia Aguirre DIRECTOR: Prof. Alejandra Loray. La constitución subjetiva en niños de escuela primaria en contextos de vulnerabilidad y pobreza AVANCE nº 1 “Día tras día, se niega a los niños el derecho de ser niños. Los hechos, que se burlan de ese derecho, imparten sus enseñanzas en la vida cotidiana. El mundo trata a los niños ricos como si fueran dinero, para que se acostumbren a actuar como el dinero actúa. El mundo trata a los niños pobres como si fueran basura, para que se conviertan en basura. Y a los del medio, a los niños que no son pobres ni ricos, los tienen atados a la pata del televisor, para que desde muy temprano acepten, como destino, la vida prisionera. Mucha magia y mucha suerte tienen los niños que consiguen ser niños”. GALEANO, Eduardo. Patas arriba: la escuela del mundo al revés Es el amor a la infancia, la infancia mirada como sujeto de derecho, a la tarea docente y al semejante alienado en esta etapa de capitalismo tardío lo que impulsa este trabajo. Dice Paulo Freire que “el amor que siente un docente por sus alumnos y para el proceso de enseñar es un amor armado, es un amor que lucha contra las injusticias” (FREIRE, 2008). En este mismo sentido, Hannah Arendt propone amar al alumno, pero el amor del que ella habla no es personalizado, sino que amar al alumno significa tener confianza en la humanidad. Es en este marco en el que se desarrolla el presente trabajo. Cada palabra, párrafo y hoja serán hilos desplegándose en una trama que aún no es, ya que es un continuo siendo. En este armado están presentes miradas, voces, gritos, silencios de cientos de niños que asisten a nuestras escuelas, las cuales constituyen “el último bastión donde es posible demandar y encontrar la ventanilla donde se puede recibir una respuesta”, según la expresión de una directora. “Los adultos que habitamos las escuelas jugamos un rol estratégico, como pasadores de la cultura, como mediadores. Esto nos lleva a pensar que lo que se juega hoy entre un educador y un alumno, para que se logre una transmisión, es un ofrecimiento de referencias, significados que le permitan al alumno construir su diferencia, que es su propia palabra” (ZELMANOVICH, 2003). El presente trabajo estará atravesado por una continua articulación del discurso psicoanalítico y pedagógico, ya que su objetivo primordial es posibilitar el diálogo y/o entrecruzamiento de saberes orientados a la construcción de herramientas que, a su vez, optimicen dispositivos de intervención con miras a la constitución subjetiva del niño como sujeto de derecho. Concibo por psicoanálisis un saber sobre el sujeto humano y no sólo sobre una práctica clínica. Entiendo por educación un proceso y una práctica que pueden ser teorizados desde distintos campos del saber, entre los cuales se halla el campo pedagógico. Entonces, la Educación es el proceso por el cual las generaciones adultas transmiten a los nuevos integrantes el patrimonio cultural y por el que estos nuevos integrantes se apropian del mismo. Este patrimonio es el “tesoro de las representaciones”, es decir que está constituido por aquellos elementos en que la sociedad ha sancionado su particular adaptación a su medio y por aquellas tradiciones y mitos en que su historia ancestral ha encontrado su versión (CANTEROS, Jorge). El psicoanálisis se centra tanto en la eficacia educativa como en los efectos que esta deja en los sujetos. Estas distintas formas de apropiación determinan diferentes posicionamientos frente a lo social, que, a su vez, dependen del tipo de discurso (LACAN, 1969-1970) que sostenga la educación. Concepto de transferencia Cabe diferenciar la transferencia que se produce en la cura psicoanalítica. En la relación intersubjetiva docente-alumno, en esta el educador ejerce las funciones de cuidador y de mediador cultural ofertando de este modo objetos sustitutivos a los del ámbito familiar. En palabras de Canteros: “esto implica la intervención del contexto escolar, más amplio que el familiar, como una manera de intervención de lo social en las maneras que la familia hace al sujeto. Por lo tanto, es su posibilidad de acotar lo que podría aparecer como la absoluta hegemonía de los mandatos familiares, al ofrecer otras alternativas, otros modelos, a veces conflictivos, para que operen y den lugar al “trabajo” de los sujetos para constituirse como tales” (CANTEROS, 1992). Si bien la mirada e intervención (“venir entre”) sobre el sujeto es distinta de la clínica psicoanalítica, se intentará sostener un tipo de marco teórico que no se aleje del estilo clínico en el sentido en que lo expresa Filloux: “Un enfoque clínico es un enfoque que se preocupa por entender un sujeto, un tema singular. Lo que no quiere decir que no se alcance un cierto grado de generalidad. Pero no se trata de una generalidad en sentido de ley general. Sí una generalidad en el sentido de lo que sienten los individuos. Esto quiere decir que la palabra clínica remite a dos cosas: por un lado, una escucha particular de lo que siente un sujeto, y, en segundo lugar, la posibilidad de teorizar de manera suficiente a partir de lo que se conoce y lo que se comprende de los sujetos” (FILLOUX, 1996:19)”. Hablar hoy de la injerencia de la escuela, de la educación, del proceso de constitución subjetiva, de la mediación cultural propia del quehacer docente, todo ello es un intento de recuperar, pensar, problematizar “los sentidos que se inscriben y despliegan en discursos y prácticas concretas” (Lewkowiccz, 2004). Hasta aquí, una primera aproximación del marco teórico desde donde se abordará la problemática planteada. A continuación, se procederá a hacer una síntesis de los conceptos a utilizar. La constitución subjetiva del niño Presentaré los desarrollos de dos psicoanalistas: por un lado, Silvia Bleichmar, que se refiere al recién nacido como “cachorro humano”, y, por otro lado, Piera Aulagnier que utiliza el concepto de infans. Ambas autoras sostienen que en la constitución de un niño se producen los pasajes que Mariana Karol esquematiza de la siguiente manera: De cachorro humano →Sujeto De infans→ Sujeto De un mundo privado→ a un mundo público De un mundo endogámico→ a un mundo exogámico Estos pasajes implican un complejo trabajo psíquico y condiciones mínimas y necesarias para tal constitución. Mariana Karol desarrolla tres conceptos que explican la complejidad de estos pasajes: función materna, función paterna y función del campo social. Función materna En los orígenes de la constitución subjetiva se encuentra el Otro que acompaña el cuidado del cachorro. Este primer tiempo de vida depende del “contacto” con quien ejerza esta función, “pero tampoco se trata de un contacto cualquiera, sino de la instauración de la sexualidad, que no se define como genitalidad sino como cantidades, como tensiones que se instauran y que no son de orden biológico” (KAROL, 1999:7). Sabemos que un bebé sigue prendido al seno materno una vez saciado. Dice Freud: “Muy temprano, en el chupeteo en el que el niño persevera obstinadamente se evidencia una necesidad de satisfacción que- si bien tiene como punto de partida la recepción del alimento y es limitada por ésta- aspira a una ganancia de placer independiente de la nutrición, y que por eso puede y debe ser llamada sexual” (FREUD, 1991:151). Entonces, la sexualidad será la que motorice el trabajo en esos orígenes. En este sentido, Silvia Bleichmar plantea: “El hecho de que se le dé la leche a un bebé significa que el hambre puede ser saciada, pero en el momento de dar-le la leche, el Otro humano propiciará mediante una serie de actos un exceso, un plus de excitación que no encontrará derivaciones y que obligará al aparato a un trabajo de realización, de organización, de metabolización” (BLEICHMAR, 1995: 23). La función materna no sólo libidiniza a su cachorro sino que también ofrece recursos que le permiten ligar ese plus. En relación a estos recursos que ofrece la “madre”, Piera Aulagnier diría que “le violenta” sentidos. “La palabra materna derrama un flujo portador y creador de sentido que se anticipa en mucho a la capacidad del infans de reconocer su significación y de retomarla por cuenta propia” (AULAGNIER, 1998: 33). Función Paterna Del mismo modo que la función materna, la función paterna es simbólica y no biológica. El padre cumplirá una función de corte en esa relación originaria. Dice Karol: “Propiciará la salida al campo social introduciendo objetos que anticipan el mundo exogámico (…). Cuando la función paterna reclama a la madre su mirada, le propone una serie de lugares e ideas que le permitan irse alejando de esa relación primara” (KAROL, página 8). Proyecto identificatorio e historización El sujeto nada sabe sobre su origen. Esa historia estará a cargo de los otros significativos y será fundante para el yo. Dice Piera Aulagnier: “La historia por la cual el sujeto se cuenta y se asume como tal exige, al igual que toda historia, que el primer capítulo no sea una hoja en blanco; a falta de ello, el conjunto de las demás correría el riesgo de que un día una palabra, al inscribirse las declarase pura falsedad. Su particularidad establece que ese capítulo sólo pueda escribirse “apres coup” y gracias a los testimonios de aquellos que pretenden saber y ser los únicos que recuerdan lo que el autor ha visto, percibido, escuchando, en ese tiempo lejano en que se lo escribió. ‘Yo nací…’ de ese primer momento, necesario para que exista la historia, el sujeto no puede saber nada más, como tampoco puede prescindir de ese saber: de ahí que tome necesariamente prestado del discurso de los otros” (AULAGNIER, 1994: 225). Es en este “tiempo historizado” en que se hace posible la proyección del sujeto en un futuro, “que permite la enunciación de un proyecto identificatorio para ese sujeto” (KAROL, 1999:10). La posibilidad de enunciar un proyecto identificatorio está fuertemente vinculada con la posibilidad de una salida al universo exogámico y con el lugar que la cultura y el campo social tienen como constitutivos en la subjetividad del niño. Asistimos aquí a la función que cumple el campo social. Dice Karol: “No se trata de postular la ‘influencia’ o el modo en que lo social se manifiesta en el sujeto particular, sino que esta inscripción de lo social forma parte indivisible y estructurante en la subjetividad de cada sujeto” (KAROL, 1999:11). Función del campo social Sostiene Castoriadis: “Los individuos devienen lo que son absorbiendo e interiorizando las instituciones; en cierto sentido, ellos son la encarnación principal de esas instituciones. Sabemos que esta interiorización no es en modo alguno superficial: los modos de pensamiento y acción, las normas y los valores, y, finalmente, la identidad misma del individuo dependen de ella…” (CASTORIADIS, 1993: 99). Esto está fuertemente imbricado con el proceso de sublimación. En relación a este proceso, el autor anteriormente citado dice: “…la sublimación es el proceso a través del cual la psique es forzada a reemplazar sus objetos ‘privados o propios’ de carga libidinal (comprendida su propia imagen) por objetos que son y valen en y por su institución social, y convertirlos en ‘causas’, ‘medios’ o ‘soportes’ de placer para sí mismo” (ibid, p. 240). De modo que la sublimación es inherente al acto de pasaje del mundo endogámico al mundo exogámico, a las posibilidades de “libidinizar lo público” (KAROL, 1999: 11). Cabe preguntarse cuáles son los objetos públicos que ofertan hoy las instituciones educativas y qué lugar tiene la figura del docente. En este sentido, expresa Karol: “La institución educativa sigue operando como lugar de pasaje fundamental en la vida de un niño. Su ingreso a la escuela- marcado por el Estado como obligatorio- lo confronta de entrada con una legalidad diferente de la del grupo primario; el maestro es una figura de investimiento y depositario de un acervo cultural e institucional para el niño y su familia. La escuela sigue siendo el lugar de oferta de objetos sustitutivos por excelencia” (KAROL, 1999: 13). Este punto, respecto del lugar del educador como facilitador de la salida exogámica y como representante de un orden público, se retomará varias veces a lo largo de este trabajo, dado que en contextos de vulnerabilidad y pobreza merece ser reflexionado y problematizado. Para pensar la relación compleja entre psique y cultura, tomaremos el concepto de “contrato narcisista” que establece P. Aulagnier. Este contrato posibilita y asegura que las renuncias primarias tengan espacios de investimiento y que el conjunto social tenga garantizada su continuidad. Asimismo, este contrato permite la conformación de “ciudadanía”, en la medida en que cada individuo interioriza sus instituciones y recrea sus enunciados. Por otro lado, hace posible la constitución de la singularidad en tanto cada sujeto encuentra en el campo social objetos sustitutivos que le permiten alejarse de las figuras parentales. Piera Aulagnier afirma: “El discurso social proyecta sobre el infans la misma anticipación que caracteriza al discurso parental: mucho antes de que el sujeto haya nacido, el grupo habrá precactectizado el lugar que se supondrá que ocupará, con la esperanza de que él transmita idénticamente el modelo sociocultural. El sujeto, a su vez, busca y debe encontrar, en ese discurso, referencias que le permitan proyectarse hacia un futuro, para que su alejamiento del primer soporte constituido por la pareja paterna no se traduzca en la pérdida de todo soporte identificatorio” (AULAGNIER, 1998:159). Se mencionó la conformación de ciudadanía en el establecimiento de este contrato. Severino define ciudadanía como “una cualidad de la condición de existencia de los hombres” y sostiene que “el hombre, finalmente, sólo es plenamente hombre si es ciudadano” y que “la ciudadanía exige compartir mediaciones existenciales” (SEVERINO, 1995). En esas mediaciones, se diferencian tres configuraciones que tienen una relación dialéctica entre sí: ● Compartir bienes materiales: Aquí es sumamente relevante que el contexto social garantice al individuo todo lo que le permita recomponer diariamente su organismo biológico, como también adquiere la misma importancia el trabajo como actividad mediadora para la existencia material. ●Compartir los bienes simbólicos: “La apropiación y el usufructo de la vida cultural, de las vivencias subjetivas, no constituyen apenas un complemento superfluo o aleatorio de la vida humana, sino un elemento fundamental, imprescindible e insustituible para la constitución de la ciudadanía como cualidad de vida” (SEVERINO, 1995). ●Compartir el poder: Esta es la esfera de la ciudadanía en sentido estricto, dado que la repartición de bienes materiales y simbólicos es incompleta si no se apoya en la repartición de poder. Esta es una dimensión a ser construida e instaurada donde la escuela por su especificidad-es decir, el campo simbólico y público- tiene, como ya vimos, una función estructurante en el proceso de constitución subjetiva. Cabe preguntarse de qué manera contribuyen las prácticas educativas a este proceso de empoderamiento, entendiendo a este proceso de transferencia de poder como la forma más humanizada de la existencia. La infancia como sujeto de derecho En relación a los derechos del niño, hay un derecho fundamental y que consideramos que debe cumplirse en la escuela, que es el de escuchar a los niños. Esta escucha “no es simplemente una escucha pasiva para saber qué le pasa a alguien, sino que es una disposición también a cambiar por parte de quien ejerce la función adulta” (SCHUJMAN, Gustavo). Estamos hablando de escuchar, de alojar la palabra y hacer algo con eso que se escucha, es decir que se trata de producir a partir de lo que los niños puedan decir. En el modelo anterior al de los derechos del niño(modelo tutelar)- donde el adulto se asume como protector y donde su acción se ejecuta pensando en el bien del niño, no precisamente escuchando sus intereses- la acción adulta se ocupa de determinar el futuro del niño y no tiene en cuenta lo que quiere ese sujeto hoy. En el modelo de la infancia mirada como sujeto de derecho, cobra sentido “el aquí y el ahora”, no como promesa a futuro (“esto te va a servir”, “ya vas a entender”), sino que vale el hoy. Retomando el concepto de contrato narcisista que plantea Aulagnier, Schujman dice: “los derechos son un contrato (…) dependen de una organización que garantiza que cada uno de nosotros pueda ejercer ese derecho (…) pensar los derechos como producto de un contrato colectivo, donde tiene que haber cierta regulación pero también ciertos dispositivos, ciertos compromisos, no sólo del Estado sino también de los sujetos (…) algo que también depende tanto de nosotros como de los otros” (SCHUJMAN, Gustavo). Mencionamos anteriormente el proyecto identificatorio y la historización, ese “relato” que estará a cargo de otros significativos y fundante para el yo que se constituye en un “tiempo historizado”; poner en las escuelas a disposición de los sujetos herramientas para tejer y destejer ese relato es ofrecer espacios de ciudadanización y empoderamiento. Todo esto es propio del proceso de libidinización de lo público y constitución de la infancia como sujeto de derecho. Como señala Fuentes Marcel: “…somos en gran medida el relato que somos (…) La mayor plenitud de lo que podemos ser tiene que ver con producir un discurso propio para conseguir el más veraz acerca de nosotros mismos. Quizá cada uno deba ser filósofo y poeta a la vez para construir eso que somos, porque eso que somos es, en suma medida, un cierto modo de contarnos el presente, lo que nos pasa, lo que fuimos y queremos ser” (FUENTES MARCEL, 2002 ). La función del campo social en escuelas en contexto de pobreza y vulnerabilidad “Estábamos bastante tranquilos con nuestras identidades profesionales, con nuestras concepciones (…) Todo parece venirse abajo, destruirse. Y no por el soplo de nuevos paradigmas teóricos, sino por la realidad que llega cada día a nuestras escuelas con el rostro y el cuerpo de los niños y adolescentes pobres (…) Interrogan nuestra civilización. ¿Cómo la infancia sin voz, sin pensamiento, puede hablar e interrogarnos?” (GONZÁLEZ ARROYO). Los adultos que trabajamos en escuelas en contextos de pobreza y vulnerabilidad “un enfriamiento del vínculo social que precede a su ruptura. En lo que concierne al trabajo, significa la precariedad del empleo, y, en el orden de la sociabilidad, una fragilidad de los soportes proporcionados por la familia y por el entorno familiar…” (CASTEL, 1998:29). nos preguntamos qué sentido tiene enseñar contenidos escolares a niños y niñas que tienen tanto por resolver : ausencia de padres, de vivienda digna y segura, y de condiciones básicas de salud. En el trabajo en equipo, surge la respuesta a este interrogante que da sentido a nuestra tarea y función simbólica: generar un espacio, un dispositivo que oferta mediación cultural y que ampara y resguarda a estas infancias de una cruda realidad que vivencian y que es difícil de explicar. Zelmanovich define esa mediación como: “Velo que se convierte en protección y amparo para el niño. Esto nos hace pensar que, incluso en las condiciones más penosas, el recurso de dar sentido posee una fuerza vital extraordinaria al ejercer con eficacia una función de velamiento, no en el sentido de la mentira, sino en el sentido de una distancia necesaria con los hechos, que permite aproximarse a estos sin sentirse arrasado por ellos. Se trata de una especie de pantalla, de trama que hace las veces de intermediación, capaz de generar condiciones mínimas para una posible subjetivación de la realidad, una delgadísima malla que recubre la crudeza de los hechos, que le brinda la posibilidad a quien la padece, de erigirse como sujeto activo frente a la circunstancia, y no mero objeto de éstas. Así,l la organización de ideales o la ilusión de un proyecto permite atemperar el sinsentido” (ZELMANOVICH, 2003 ). El recorte conceptual realizado se presenta como disparador de reflexión y propone empezar a construir ese entramado discursivo que se enuncia al principio de este trabajo. A continuación, planteo ciertos interrogantes que guiarán la construcción y/o de-construcción. ● ¿Qué márgenes de acción e intervención tenemos los adultos que trabajamos en las escuelas en el proceso de constitución subjetiva? ● ¿Cómo se articula el proceso de constitución subjetiva con los procesos de producción de subjetividad propios del campo social-público? ● ¿Qué características debería ofrecer el dispositivo pedagógico a fin de propiciar el proceso de libidinización de lo público? ● ¿Qué objetos culturales se ofertan o deberían ofertarse como objetos culturales sustitutos a los del mundo endogámico? ● ¿Cómo optimizar y/o posibilitar el proyecto identificatorio e historización en niños pertenecientes a contextos de vulnerabilidad? ● ¿Es posible un entrecruzamiento entre el discurso piscoanalítico y el discurso educativo-social en la construcción del sujeto de derecho en estas infancias? ¿Cuál es el punto de intersección y de inflexión entre ambos discursos? A modo de cierre, se exponen voces de los protagonistas que impulsan este trabajo: “Hoy a la mañana, mientras estaba dando matemática, se escucha el ruido del helicóptero de la gendarmería (algo que suele darse, al menos una vez a la semana). Rodrigo se asoma por la ventana y dice: ‘Otra vez la gendarmería (Héctor, otro niño, dice: ‘deben estar allanando otra vez’). Con mi amigo le tiramos tiros cuando viene. ¡Siempre que vienen es para fotografiarnos mientras vendemos droga!’ Seguí dando matemática, ya que no sé cómo intervenir. Quizás mi silencio es una forma, pero no sé si siempre tengo que quedarme callada. Hace unos días, también contó que la gendarmería lo corrió mientras llevaba un paquete con ropa a un vecino pero que se pudo escapar. Después agregó que en realidad un vecino le había dado ese paquete y que llevaba armas. Me preguntó si conocía la 9mm y otras que no recuerdo .Y que su hermano llevaba merca pero que él no. Esto lo cambió hoy ya que dijo que vendía droga con un amigo. Posible material bibliográfico a utilizar: AULAGNIER, Piera. La violencia de la interpretación BLEICHMAR, Silvia. La fundación de lo inconciente. Destinos de la pulsión, destinos del sujeto FREUD, Sigmund. Más allá del principio del placer ----------------------Esquema de piscoanálisis En: Obras completas, vol XXIII FREIRE, Paulo. Pedagogía del oprimido DELEUZZE, G., GUATTARI, F. Mil Mesetas DELEUZZE, G. Diferencia y repetición GUATTARI, F. Micropolítica. Cartografías del deseo LACAN, Jacques. Escritos I --------------------Seminario XI: Los cuatro conceptos fundamentales ------------------- -Seminario VII: El reverso del psicoanálisis --------------------- Seminario XVII: La ética del psicoanálisis ----------------------Seminario IV: La relación de objeto MERIEU, P. Frankenstein educador MARCEL FUENTES, A. Ese relato que somos Bibliografía utilizada: AULAGNIER, Piera. “La violencia de la interpretación”, Amorrortu, Buenos Aires, 1988. En: Karol, Mariana. La constitución subjetiva del niño BLEICHMAR, Silvia. “Aportes psicoanalíticos para la comprensión de la problemática cognitiva”, Ed. Miño y Dávila, Buenos Aires, 1995. En: KAROL, Mariana. La constitución subjetiva del niño CANTEROS, Jorge. Psicoanálisis y educación. Una articulación posible CASTORIADIS, Cornelius. “El mundo fragmentado”. En: KAROL, Mariana. La constitución subjetiva del niño CASTEL, Robert. De la exclusión como estado a la vulnerabilidad como proceso, Paris, 1992 FREIRE, Paulo. Pedagogía del oprimido, Siglo XXI, España, 2012 FUENTES MARCEL, A. Ese relato que somos, Ed. Octaedro, Barcelona, 2002 GONZÁLEZ ARROYO, M. Prefacio. En: REDONDO, Patricia. Escuelas y pobreza, Ed. Paidós, Buenos Aires LACAN, Jacques. “Seminario XVII: El reverso del psicoanálisis”. Ed Paidós, 1992. En: CANTEROS, Jorge. Psicoanálisis y educación. Una articulación posible SEVERINO, A. J. “La escuela es la construcción de ciudadanía: nuevas concepciones y nuevas alternativas”: Facultad de Educación de Universidad de San Pablo. En: NEMIÑA, Gabriela. Malestar, deseo y saber, Ed. Noveduc, 2014 SCHUJMAN, Gustavo. Dimensiones éticas y política de la tarea docente ZELMANOVICH, Perla. Enseñar hoy. Una introducción a la educación en tiempos de crisis. F. C. Económico, 2003
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