ALEJANDRO CARLÍN - Rodolfo Vera Calderón

ALEJANDRO
CARLÍN
ENTRAMOS EN SU REFUGIO YUCATECO,
UNA CONSTRUCCIÓN DEL SIGLO XIX, UBICADA
EN EL CENTRO HISTÓRICO DE MÉRIDA,
REFLEJO DE SU ESPÍRITU LIBRE Y APASIONADO
“El destino puso en mi vida
a una persona de la que
me enamoré. Esta casa se
convirtió en nuestro
refugio. Pasamos horas
tirados a un lado de la
alberca descansando y
disfrutando de la vida”,
nos revela Alejandro
Carlín, uno de los
diseñadores mexicanos
con más proyección
internacional.
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EN LA CIMA DE SU
CARRERA, NOS HABLA DEL
ÉXITO Y DE SU RELACIÓN
CON LA PRIMERA DAMA.
ANALIZA SU ESTILO
Y DESCIFRA SUS GUSTOS
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“SIEMPRE HE ESTADO MUY PENDIENTE
DE LA DECORACIÓN
Y DE TODOS LOS DETALLES
QUE, AL FINAL, SON LOS QUE LE DAN EL CALOR
DE HOGAR A CUALQUIER CASA”
E
ra todavía un
niño cuando
supo que la
moda sería su
destino. En París,
de la mano de su
madre, Alejandro Carlín ingresó en Chanel, la
maison más exclusiva de la rue
Cambon y el lugar donde mademoiselle Coco forjó el imperio que
hoy lleva su nombre. Con solo 12
años, la moda ya había definido
su vocación. Cuando llegó el momento de escoger una carrera,
sus padres decidieron que buscara una plaza en alguna de las mejores universidades de diseño del
mundo. El sitio elegido fue el
prestigioso Instituto Marangoni
de Milán, fundado en 1935 por el
célebre sastre Giulio Marangoni y
donde se han graduado genios
como Franco Moschino
y Domenico Dolce. En 2003
—ocho años después de haberse
graduado—, se convirtió en uno
de los diseñadores más jóvenes de
México en participar de la Fashion Week México. Amante de su
trabajo, abre en exclusiva para
¡HOLA! las puertas de su pintoresco refugio en el Centro Histórico de Mérida y habla de su vida,
de su relación con la Primera
Dama y de sus proyectos a futuro.
UN MEXICANO EN MILÁN
—¿Cómo fue llegar a Milán con
tan solo 18 años?
—Creo que ha sido una de las
mejores experiencias de mi vida.
Marangoni es una escuela muy didáctica. Hasta el día de hoy recuerdo con mucho cariño a Marcella y
a Mario, los dos grandes maestros
que he tenido y a quienes les debo
mucho de lo que sé sobre moda.
Con ellos me di cuenta de que la
creatividad no llega por obra divina, está dentro de nosotros, aunque debemos trabajar incansablemente para sacarla. También descubrí lo que es realmente el estilo.
Un creativo nunca debe dejar de
perfeccionar y de renovar su estilo, porque puede convertirse en
una persona aburrida. Así, de a
La esencia de Yucatán se halla entre
los muros de esta residencia: la
apuesta por los muebles rústicos y el
suelo colorido a manera de tapete (un
juego de cenefas elaborado con
mosaico antiguo) se acompaña por
objetos cosmopolitas (“Fuimos
trayendo cosas que hemos ido
comprando en todas partes del
mundo”), arte contemporáneo
expuesto en sus muros y las inevitables
palmas jugueteando con el espacio.
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poco, me fui encontrando con
mi álter ego y fui visualizando a
mi musa ideal. De pronto, de
un día para otro, nació la mujer para la que siempre diseña
Alejandro Carlín.
—¿Cómo es esa mujer?
—Extremadamente sofisticada, elegante y clásica, aunque le gusta arriesgarse. Jamás hay que olvidarse de lo
clásico, por eso intento lograr piezas modernas que no
pasen de moda y que puedan
usarse a lo largo de los años
sin parecer obsoletas. Porque lo que busca una mujer
a través de una prenda es ser
vista, sentirse sexy, parecer
inalcanzable…
VESTIR A UNA PRIMERA
DAMA
—¿Cómo nació tu relación
con Angélica Rivera?
—Mientras estaba de viaje en
Edimburgo, recibí una llamada de Los Pinos para decirme
que Angélica Rivera quería conocer mi trabajo. Si bien fue
una gran sorpresa, también
significó una gran satisfacción
que la Primera Dama de mi
país tocara a la puerta y me pidiera que la vistiera. Así comprendí que el trabajo duro y
bien hecho siempre tiene su
recompensa.
—¿Qué impresión tuviste al
conocerla?
—Descubrí a una mujer que
ama a México y que quiere
apoyar el diseño mexicano desde su trinchera. La Primera
Dama refleja a la perfección
cómo vive y cómo se viste una
mujer en el México de hoy y
demuestra que para ser elegante no es necesario renunciar a las raíces.
Cada estancia constituye un canto al buen gusto. Altos techos de
viga vista, espacios amplios, funcionalidad —como la del comedor
(izquierda)—, sin olvidar el toque chic y la idiosincrasia mexicana
con las notas de color. Una residencia que, hoy por hoy, se ha
convertido en el refugio del diseñador.
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“LOS MUEBLES SON, EN SU MAYORÍA,
RÚSTICOS O ANTIGÜEDADES
QUE PUEDEN SOPORTAR LA HUMEDAD
Y EL CALOR DE ESTA CIUDAD”
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HF DECORACIÓN
“LA PRIMERA DAMA REFLEJA
A LA PERFECCIÓN CÓMO
VIVE Y CÓMO SE
VISTE UNA MUJER
EN EL MÉXICO DE HOY Y DEMUESTRA
QUE PARA SER ELEGANTE
NO ES NECESARIO
RENUNCIAR A LAS RAÍCES”
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Los tonos claros, los altos techos, el patio interior... Cada detalle está concebido
para soportar las altas temperaturas y la humedad de la bella Mérida. Las raíces
de Alejandro Carlín se hunden en Yucatán y en Líbano. La suma de culturas y su
refinada formación en una de las mejores escuelas de diseño del mundo, en Milán,
se perciben en todos los rincones de su refugio yucateco. ¡Lo rústico está de moda!
—¿Cómo definirías su estilo?
—Es una mujer muy sofisticada que se conoce a
la perfección: más allá de ser elegante, se decanta
por los colores neutros y primarios. Además, tiene una gran figura y eso hace que todo lo que
lleve le quede bien.
—¿Cómo fue ver a la Primera Dama vestida
con una de tus creaciones?
—La primera vez que vi a Angélica Rivera con
un diseño mío sentí que todo mi esfuerzo había
valido la pena.
RAÍCES YUCATECAS
—Hablemos de esta casa...
—La familia de mi madre, los Castillo Pérez
Dermidé, es yucateca, mientras que mi abuelo
era nieto de libaneses que llegaron a la península
en el siglo XIX, por lo que siempre he sentido
mucho cariño por Mérida. Después, el destino
puso en mi vida a una persona de la que me enamoré y que resultó ser de Yucatán, así es que entre los dos decidimos emprender el proyecto de
tener una casa de fin de semana juntos. Recuerdo que cuando entré la primera vez no podía
creer lo deteriorada que estaba la propiedad.
Entre los dos fuimos ideando cada ambiente e
imprimiéndole una energía asombrosa que la
convirtió en nuestro refugio en el mundo. Pasamos horas tirados a un lado de la alberca descansando y disfrutando de la vida. Siempre estuve
muy pendiente de la decoración y de todos los
detalles que, al final, son los que le dan el calor
de hogar a cualquier casa. Fuimos trayendo cosas
que hemos ido comprando en todas partes del
mundo, sin perder de vista el clima extremo que
hay en Mérida, por lo que los muebles son, en su
mayoría, rústicos o antigüedades que pueden soportar la humedad y el calor de esta ciudad.
—Además de esta casa, ¿qué es lo que más te
gusta de Mérida?
—La primera vez que visité la ciudad fue con
mi abuela, en 1998, quien quería que conociera
mis raíces. Desde ese primer viaje quedé enamorado de la gente, que es maravillosa y muy
amigable. Realmente adoro a los yucatecos, son
encantadores.
Texto y producción: RODOLFO VERA CALDERÓN
Fotos: RAMÓN OUTÓN
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