BIOGRAFÍA DE JORGE VILLALBA 15 DE

BIOGRAFÍA DE JORGE VILLALBA
15 DE SEPTIEMBRE DE 1.915 - 10 DE SEPTIEMBRE DEL 2.011
El 15 de septiembre de 1.915, nació en en la ciudad de San Miguel de Ibarra, Jorge
Alfredo Villalba Freire, esta biografía nos muestra un poco de lo que fue y
representó para la sociedad ecuatoriana este admirable sacerdote e ilustradísimo
historiador ibarreño.
Su vida es un ejemplo a seguir no solo para su familia y cercanos, también para
aquellos que creen tener la vocación de servir. Fue un hombre profundamente
coherente entre lo que proponía en sus obras y su devenir cotidiano.
Jorge Villalba, fue paradigma de virtudes morales, profesionales y rigurosidad
académica, estuvo ligado a la historia, a la literatura y estrictamente a Dios y a su
religión. Creció en una familia de personas profundamente devotas de la virgen María
de las que aprendió, además, la tradición del servicio, la preocupación por las cosas de
su ciudad y de su Patria.
Sus años de la escuela los cursó en la comunidad de los Hermanos Cristianos en su
ciudad natal, entonces una pequeña villa que surgía nueva y con grandes promesas.
Los estudios secundarios, en el colegio Loyola de Cotocollao, en la ciudad de Quito.
Sus padres Rafael Villalba Peña y la distinguida señora Zoila Salvador Freire, quienes
representaron un papel fundamental en los primeros años de su vida, en el hogar
paterno recibió una formación de rígida disciplina orientada a fortalecerlo
integralmente.
Su madre fue un apoyo muy importante para la concreción de su vida sacerdotal. La
temprana viudez de Doña Zoila también representó un tiempo de prueba y forja su
espíritu. Este hecho marcó en él, una madurez precoz por la responsabilidad de cuidar
y velar por su madre y sus familiares. Su adorada madre falleció, el 9 de noviembre
de 1.972, el hecho le dejo al padre Villalba un gran vacío.
En cuanto a su padre, según relataba el insigne historiador, no tuvo muchos recuerdos
de él. Sus datos biográficos señalan que Don Rafael murió de tifoidea cuando nuestro
biografiado era apenas un niño. Tuvo dos hermanos, Luis Enrique Villalba Freire y
Mercedes Villalba Freire, su familia se caracterizó por ser muy unida.
Su infancia la vivió en Ibarra y siendo aún un niño deseaba profundamente ser
sacerdote, imbuido del espíritu de piedad de su entorno, en él anidaban suficientes
cualidades y convicciones que le brindaron la confianza para llegar a concretar, su
plan de vida.
Así nació, el espíritu y el gran deseo de hacer apostolado, cualidad número uno para
saber si hay vocación sacerdotal. A corta edad Villalba, consideró que
hacer apostolado significaba compartir y guiar a todos para llegar a Dios.
Durante su infancia y parte de su adolescencia varios personajes como sus maestros,
sacerdotes, parientes cercanos, jugaron un papel preponderante, para su formación.
Según su ficha biográfica los personajes que influyeron en su vida sacerdotal fueron,
San Ignacio de Loyola, cuya vida leyó desde muy temprana edad y era su modelo a
seguir; y también lo deslumbraba la santa Virgen de la Dolorosa, quien toda su vida
fue su advocación principal.
Siempre se sintió atraído por la vida religiosa, contando tan solo 12 años de edad
tomo la determinación de dejar su hogar familiar en la ciudad de Ibarra y dedicarse
enteramente a una vida consagrada a Dios. A esa edad comenzó su vinculación con
la Compañía de Jesús en el prestigioso Colegio San Ignacio de Loyola ubicado en
Cotocollao, parroquia cercana a Quito, aquí fue bachiller, luego novicio y finalmente
sacerdote.
Prestó sus
servicios en diversos establecimientos de educación secundaria,
particularmente en las ciudades de Cuenca y Quito, como maestro, profesor y rector,
previos exigentes estudios, en países como Colombia, España y Estados Unidos, donde
alcanzó licenciaturas y finalmente, el afamado PHD. Su estadía en la ciudad de Cuenca
permitió fortalecer los procesos de educación en el Colegio Rafael Borja de esa
ciudad. Cuenca y el Azuay en general fue un ámbito en el que el padre Villalba fue muy
respetado y querido dejando en esta provincia una huella imperecedera, en varias
generaciones de estudiantes que hasta ahora le recuerdan.
El 2 de diciembre de 1.945, recibió la orden sacerdotal Jesuita, este hecho representó
para Villalba, desarrollar un ministerio y una vida en la que pudo dedicarse
enteramente a su relación con Dios. La congregación recibió con gusto al joven
sacerdote, quien hizo verdaderos progresos en lo espiritual, con el pasar de esos
primeros años.
La Compañía de Jesús cuyos miembros son comúnmente conocidos como jesuitas, es
mayor orden masculina religiosa de la Iglesia Católica fundada en 1.534 por San Ignacio
de Loyola, su actividad se extiende a los campos educativo, social,
intelectual, misionero y de medios de comunicación que forman y educan bajo la
visión de la Doctrina Social de la Iglesia Católica.
La palabra "jesuita" les fue aplicada inicialmente a los miembros de la Compañía de
modo despectivo, pero con el paso del tiempo adquirió un tono neutral y positivo.
Esta palabra se utilizó por primera en un documento oficial. El lema de los jesuitas
es, “A la mayor gloria de Dios”.
Aunque siempre tuvo preferencia por las órdenes de consagración a Dios, la vida le
presentó otro camino. En poco tiempo se vio profundamente comprometido con la
vocación intelectual, constituyéndose también en un académico de excelencia y
vocación innata. Esta sería una de las razones porque la vida del padre Villalba fue un
ejemplo de virtud personal, profesional y académica.
Amante de la filosofía y la literatura, en ellas y en la Historia, descubrió el área de
estudio que marcaría su vida, desde entonces, se dedicó a investigar y enseñar a
varias generaciones.
Ese camino lo llevó a convertirse en el año de 1.938 en licenciado en filosofía, en
1.966 obtuvo la maestría en ciencias históricas en la Universidad de San Luis, Missouri,
de los Estados Unidos de Norteamérica y el doctorado en filosofía en la Pontificia
Universidad Católica del Ecuador.
Entre sus cargos más importantes está el de director del Archivo Juan José Flores y
director del Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Desde
estos espacios, ejerció su responsabilidad social para y con la comunidad.
La Pontificia Universidad Católica del Ecuador, le confió el cuidado del Museo y Archivo
Juan José Flores, que fue obra de su iniciativa y dedicación de toda su vida. El
historiador Villalba fue un apasionado del análisis histórico, profundamente objetivo
e imparcial. Esto de ninguna manera se contradice con el hecho de que el padre
Villalba fue un gran defensor de la figura histórica del general Juan José Flores,
fundador de la República del Ecuador. Se especializó en investigar y profundizar sobre
la historia de los primeros años de la vida republicana. Buscó, conservó, clasificó y
ordenó para el Instituto de Historia Archivo Flores de la Universidad Católica del
Ecuador, multitud de documentos.
El archivo ubicado en la Pontificia Universidad Católica de Quito, se guarda la
correspondencia entre el Libertador Simón Bolívar y el Fundador de la República,
Villalba transcribió y editó un volumen de 581 páginas sobre esta relación epistolar y
muchos otros documentos pertinentes a la vida del ex presidente de la República.
Salvó y conservó en el archivo, las condecoraciones de Juan José Flores y la colección
de diez retratos de los grandes generales de la Independencia, famosas pinturas de
cuerpo entero, creaciones magnificas del artista quiteño Antonio Salas.
El trabajo en este espacio histórico del Ecuador representó parte de su vida, sus
aspiraciones cumplidas y la posibilidad de estar cerca de lo que tanto amó, la historia
del Ecuador.
Era usual observarlo en sus últimos años, en el archivo, junto a su copa de vino francés
cada tarde pasadas las cuatro. Este acto era una especie de rigor y pausa en sus
labores cotidianas.
Publicó varias obras y estudios importantes para la cabal comprensión de la historia
ecuatoriana.
Entre los homenajes, preseas, medallas, condecoraciones, diplomas artículos
periodísticos recibidos se destaca la condecoración en Puerto Cabello, República de
Venezuela, por haber escrito la vida del presidente Juan José Flores en el año 2.000. La
condecoración por el Municipio de su ciudad natal en reconocimiento por haber
publicado la biografía del Presidente Miguel de Ibarra, fundador de la ciudad.
Fue miembro de la Academia Nacional de Historia del Ecuador. Secretario de la
Academia Ecuatoriana de Historia Eclesiástica, en la PUCE. Miembro correspondiente
de la Real Academia de Historia, Madrid-España. Miembro correspondiente de la
Academia de la Lengua e Historia de Venezuela y de historia de Bolívar. Profesor
Emérito de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Recibió un muy significativo
homenaje por sus 40 años de trabajo en la PUCE en el 2.008.
Villalba también fue autor de innumerables obras y estudios trascendentales para la
comprensión de la realidad ecuatoriana.
Entre las obras publicadas por nuestro biografiado se destacan, La Abolición de la
Esclavitud y el Cristianismo, en 1956. La Instrucción Pública en la Villa de Ibarra en
1.685 – 1.767. Manuela Sáenz, Epistolario en 1.987. Las Misiones Jesuíticas, en
Ecuador Vol. 4, en 1.988. Los 500 años de fe en el Ecuador en 1.992. El General Juan
José Flores fundador de la República del Ecuador en 1.994. Fundación de la Villa de
San Miguel de Ibarra en 1.995. La Verdad Histórica sobre el Asesinato del Gran
Mariscal de Ayacucho. Vol.78, en 1.996.
Según, Villalba, de las obras realizadas, se identificó mucho con la denominada “Miguel
de Ibarra”, en la introducción en la página V de esta obra, destaca: “Muchos ibarreños
han escrito sobre la ciudad de Ibarra y sobre su Fundador”; a esos excelentes trabajos
históricos añado estos datos biográficos, como ferviente homenaje de un ibarreño a
mi ciudad y al Presidente que le donó su nombre”. Este hecho según sus cercanos
refleja el sentimiento sencillo, grato y profundo de ser originario de la ciudad de
Ibarra.
Fue un sacerdote muy respetado y querido por sus familiares y amigos cercanos, la
mayoría de ellos confiaban en su buen consejo. Sus amigos lo recuerdan por su gran
espíritu de sencillez y humildad. La mayoría de sus parientes directos tuvieron el gran
honor de recibir de sus manos los santos sacramentos cristianos como el bautizo, la
primera comunión, confirmación y el matrimonio.
Entre las anécdotas vividas se destaca una en particular, cuando el padre Villalba viajó
desde España a Venezuela en barco. En el lugar existía dos personas con el mismo
nombre, Jorge Villalba el sacerdote y el torero. Se dice que el capitán de la
embarcación solicitó a Villalba la revisión de sus pertenencias y en un equipaje había
una pintura de un toro de lidia, un hecho que generó desconfianza en los marinos.
Finalmente Villalba mostró su carnet de identificación, el mal entendido llegó a su fin,
cuando de entre la multitud apareció el torero, un hecho que permanece en la retina
de la memoria del sacerdote.
Los problemas sociales y políticos del país, le afectaban, profundamente, aún más
cuando en la ciudad de Quito vivió de cerca épocas tumultuosas de la vida política del
Ecuador. Villalba analizaba estos acontecimientos e invitaba a la reflexión sobre ellos,
su análisis se enfocaba desde diferentes puntos de vistas sociales, históricos, humanos
y políticos siempre respetando los criterios de todos.
Las desigualdades sociales, la falta de acceso a la educación de la población indígena y
de los sectores de menores ingresos eran su gran preocupación. Siempre trasmitía sus
sentimientos de bondad y solidaridad con la población de escasos recursos y trataba
de ayudar. Villalba tenía una frase con la se identificaba y la cual servía para evidenciar
su profunda fe, “en las manos de Dios estoy”. Seguramente fue la misma que dijo
en su último aliento.
En 10 de septiembre del 2.011, a 5 días de cumplir 97 años Jorge Villalba Freire,
falleció, a causa de una enfermedad cardiorrespiratoria en la Clínica Pichincha de la
ciudad de Quito, donde estuvo internado por dos semanas, murió aproximadamente a
la media noche.
Sus honras fúnebres, se realizaron en la Capilla del Colegio San Gabriel y fueron
presididas por Monseñor Julio Terán Dutari. Sus restos mortales fueron depositados en
la cripta basilical de La Dolorosa, en espera de la resurrección final. Este ilustre
sacerdote e historiador ecuatoriano, demostró gran interés en su labor apostólica,
dedicado primordial y esencialmente a su misión sacerdotal. Su amor por Dios,
fomentó la piedad y el amor hacia los demás y tuvo una vida de intensa espiritualidad.
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