Brecha Nutricional – Paper

BRECHA NUTRICIONAL
Un enemigo silencioso de la buena alimentación
Los primeros 1000 días de vida de un bebé (desde la concepción hasta los dos años) son
determinantes para su futuro, ya que una base sólida en esta etapa favorecerá su desarrollo
saludable. Desde el nacimiento hasta los dos años los niños experimentan un crecimiento y
desarrollo acelerado inigualable, el más importante de su vida: aumenta su peso hasta un 250% y
un 50% su altura. Además, su cerebro aumenta de tamaño hasta 3 veces.
Existe una estrecha relación entre nutrición y salud. Algunas enfermedades que pueden
desarrollarse en la vida adulta, como la diabetes, la obesidad y las enfermedades del corazón no
son sólo resultado de un estilo de vida sino que pueden estar directamente relacionadas con la
nutrición materno infantil, lo que significa que puede hacerse una diferencia desde el inicio.
Este desarrollo físico, mental e inmunológico que experimentan de bebés debe ir acompañado de
una nutrición adecuada para este período, en el que existe el mayor riesgo de que se desarrolle lo
que los especialistas llaman “brecha nutricional”. Suele tratase de un riesgo asociado a casos en
los que los bebés se alimentan con la cantidad y frecuencia adecuada, pero sin la densidad de
nutrientes necesarios para el nivel de crecimiento y desarrollo que experimentan.
¿Qué es la brecha nutricional?
A diferencia de la desnutrición, la brecha nutricional no es una enfermedad ya que no puede
percibirse y tampoco genera síntomas. Siempre es “silenciosa”: es la etapa previa a una
enfermedad por carencia de uno o más nutrientes o de energía. Es considerada una ventana de
riesgo; pero si esta brecha se llena y el niño no desarrolla síntomas de carencia; es totalmente
reversible y no deja secuelas.
A partir de los 6 meses de vida el aporte nutricional proveniente en forma exclusiva de la leche
materna ya no resulta suficiente por los altos requerimientos de un bebé en esa etapa; es por
esto que comienzan a introducirse alimentos complementarios. Entre el momento en el cual se
reciben todos los nutrientes necesarios a través de la leche materna y el momento en el que se
incorporan también por medio de diversos alimentos sólidos y semisólidos puede producirse la
brecha nutricional si estos alimentos no tienen la densidad nutricional adecuada por porción.
El crecimiento extraordinario de los bebés a partir de los 6 meses debe ser impulsado por un
consumo alto de nutrientes. Esto no siempre es fácil de lograr, debido a su limitada capacidad
gástrica. En esta etapa de la vida, los niños tienen una vulnerabilidad máxima frente a la
malnutrición y sus efectos adversos asociados a la salud y al crecimiento. Por día, el consumo de
energía que requieren proviene en un 75% a través de la leche materna y en un 25 % a través de
alimentos complementarios semisólidos. Sin embargo, estos alimentos son los responsables de
aportar casi la totalidad de algunos nutrientes claves que los niños necesitan diariamente: desde
los 6 y hasta los 8 meses de vida, el 98% del hierro, el 72% de zinc y el 27% de calcio, deben
provenir de la alimentación complementaria.
Por lo tanto, es esencial la ingesta de alimentos de alta densidad nutricional, es decir, alimentos
que sean apropiados para la edad y contengan un adecuado contenido por porción no sólo de
energía sino también de vitaminas y minerales cuyo objetivo será complementar los aportes de
leche materna: carnes, verduras, frutas y alimentos elaborados especialmente para niños como los
cereales infantiles fortificados. Estos últimos aportan la mitad del hierro que los niños necesitan
por día para favorecer su normal desarrollo intelectual, el 58% del calcio necesario para su
crecimiento y el 98% del zinc para colaborar con el mantenimiento de su sistema inmune. Se debe
mantener una alimentación equilibrada, e incorporar alimentos variados de todos los grupos
(frutas y verduras, carnes, cereales y aceites).
La importancia de los nutrientes
Si bien todos los nutrientes deben ser ingeridos en las cantidades adecuadas, algunos son más
críticos por su baja absorción en el organismo o las consecuencias que trae su deficiencia:
 La deficiencia de HIERRO como causa de anemia es la más significativa a nivel mundial (en
Latinoamérica representa el 57% de los casos), y en esta etapa se traduce en un menor desarrollo
del cerebro. Si la carencia es crónica, entonces habrá menor desarrollo cognitivo,
desconcentración y bajo rendimiento escolar. A nivel global, la anemia afecta a 4 de cada 10 chicos
en edad pre-escolar (243 millones).
 Cuando hay deficiencia de ZINC, los niños tienen un crecimiento más lento que lo normal y
pueden tener diarreas frecuentes. En el mundo, 2 de cada 10 personas están en riesgo de una
ingesta inadecuada de zinc.
 La falta de VITAMINA A, por su parte, se asocia a ceguera y a un pobre desarrollo
inmunológico. A nivel mundial, 250 millones de chicos en edad pre-escolar (3 de cada 10) sufren la
deficiencia de esta vitamina.
La deficiencia de estos tres nutrientes puede darse en simultáneo cuando la alimentación
complementaria no tiene la correcta densidad nutricional. En resumen, esto puede reflejarse en
menor desarrollo físico y mental, menor rendimiento académico y laboral en la vida adulta.
Además, existen otros nutrientes indispensables: la vitamina C que favorece la absorción del
hierro; las vitaminas del complejo B que ayudan al desarrollo mental; y los ácidos grasos esenciales
que son indispensables para el correcto desarrollo del cerebro y el sistema nervioso.
Situación nutricional en la Argentina1
En nuestro país, la anemia por deficiencia de hierro afecta a un 30% de niños menores de 2 años.
La deficiencia de otros nutrientes afecta al 20% de los niños, siendo el - calcio, vitamina A, C, B,
fibras y ácidos grasos omega 3 los de mayor carencia.
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1
Datos obtenidos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ministerio de Salud de la Nación, 2007) e
investigaciones y estudios de organizaciones como el Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI), la
Cooperadora para la Nutrición Infantil (CONIN) y el Programa de Agronegocios y Alimentos (PAA) de la
Universidad de Buenos Aires.
¿Cómo puede prevenirse la brecha nutricional?
Las necesidades nutricionales de los bebés son mucho más altas que las de los adultos, ya que
necesitan incorporar de 4 a 5 veces más hierro, iodo, zinc y vitamina A. La mejor forma de
asegurar una adecuada nutrición es una alimentación equilibrada y variada, que incluya carnes,
huevo, frutas, verduras, aceites y cereales todos los días. Las papillas deben contener una
adecuada densidad energética y buena calidad de proteínas, así como un aporte equilibrado de
micronutrientes.
Pero para que el bebé coma todos estos alimentos, es imprescindible formar hábitos alimenticios
desde la primera etapa de vida; su desarrollo depende en gran parte de los hábitos de
alimentación adquiridos durante el primer año de vida.
Alimentación por etapas:
Durante los primeros seis meses de vida la lactancia materna exclusiva es la mejor alimentación
para el bebé, e idealmente debe continuar de forma parcial hasta los dos años de edad. Además
de brindarle todos los nutrientes necesarios, se digiere más fácilmente que cualquier otro
alimento y está siempre a la temperatura adecuada. También posee anticuerpos que protegen al
bebé de las enfermedades más comunes de la etapa.
Asimismo, los niños que se alimentan con leche materna suelen tener menor riesgo de desarrollar
alergias y como beneficio emocional, se conectan más fuertemente con la mamá.
Desde los 6 y hasta los 8 meses es necesario ir agregando de a poco otros alimentos.
Es fundamental no retrasar la inclusión de las carnes, que son esenciales por su aporte de hierro y
proteínas, y diversas frutas, como manzana, durazno, damasco, banana o pera.
A partir de los 8 meses, el bebé ya come de 2 a 3 comidas al día. En esta etapa debe incluirse de
manera progresiva en su alimentación el resto de las verduras cocidas, pescado, huevo bien
cocido, papillas de legumbres cocidas, pisadas y sin piel (lentejas, porotos, etc.), y pastas como
ñoquis y ravioles. Además se debe continuar progresando en la degustación de nuevas frutas.
Algunos bebés suelen rechazar los sabores nuevos. Esto es normal y por eso es importante
ofrecerles los mismos alimentos varias veces hasta lograr su aceptación.
Pescados como el atún fresco también deben aparecer en el menú semanal del niño, por su aporte
de ácidos grasos como el Omega 3, ya que son fundamentales para su desarrollo intelectual y el de
su sistema de defensas.
Mantener una alimentación saludable y equilibrada incorporando todos estos alimentos le
brindará al niño los nutrientes necesarios para que pueda expresar su potencial. Es importante
tener en cuenta que durante el primer año de vida el bebé establecerá la base sobre la cual
construirá su futuro y fortalecerá sus triunfos intelectuales, emocionales y físicos.
Fuente: Nestum de Nestlé