La ciudad exclusiva: fricción en el uso de suelos y la dinámica fragmentaria del U espacio urbano1 UTP PT Voltaire Alvarado Peterson Resumen La ciudad de Santiago ha enfrentado, durante los últimos años, un crecimiento explosivo y descontrolado de su estructura urbana, la que ha variado en función de elementos económicos y jurídicos de los instrumentos de ordenamiento territorial. Una de las más importantes externalidades de este proceso es la producción de espacio urbano fragmentado, en el cual el mercado inmobiliario aprovecha los espacios que le permite el ordenamiento jurídico chileno y las instancias de planificación territorial a escala local y nacional. Palabras Clave: fragmentación socioespacial – fricción – agentes inmobiliarios Abstract The city of Santiago has faced, in recent years, an explosive and uncontrolled growth about his urban structure, which has varied depending on economic and legal elements of territorial management instruments. One of the most important externalities to this process is the production of fragmented urban space, where the housing market (or the land market) and builders corporations takes advantage of space that allows the Chilean legal system and territorial planning entities locally and nationally scale. Keywords: sociospatial fragmentation – friction – real estates agents 1 Este artículo pertenece al Núcleo Temático de Investigación “La producción del espacio urbano residencial: y en distintos contextos socioeconómicos del Gran Santiago”, dirigido por la carrera de Geografía y el Programa de Investigaciones e Intervenciones Territoriales de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Abril de 2011 TP PT Introducción Comprender el fenómeno de la fragmentación socioespacial es una temática que implica desarrollar una serie de variables propias de la Geografía, especialmente si sus alcances pueden ser verificados en un espacio determinado. Por ello es que tratar de analizar sus efectos desde sólo un método o corriente epistemológica del amplio campo de estudio que abarca esta ciencia, sólo ayuda a seguir coartando los alcances de una problemática propia del avance de un desequilibrado y desajustado desarrollo económico, desde quienes lo movilizan e inscriben en cada contexto social y espacial; y desde quienes facilitan el proceso de fragmentación en los espacios urbanos. Una de estas apuestas es la que proviene desde la Geografía Económica, la que no ha estado exenta de relecturas y revisiones a las que se han sometido otras tendencias teóricas dentro de la disciplina geográfica. Por ello ha debido reexaminar sus planteamientos teóricos y discursivos, los que durante gran parte del siglo XX, se enfocaron en aspectos cuantitativos y econométricos, sin la posibilidad de ser analizados, interpretados, revisados o subvertidos, algo que sí se ha revertido el último tiempo. Un grupo de geógrafos y economistas espaciales, no necesariamente de un perfil socio – crítico tan marcado, pero que si han influido en las nuevas controversias del mercado actual, han tomado y asumido ésta necesidad, desarrollando compuestos teóricos más reflexivos e interpretativos y, por lo tanto, más cercanos a la realidad material; desde luego que, considerando siempre, variables numéricas, estadísticas y gráficas, pero posibilitando una visión más holística de los procesos sociales que se desarrollan en las dimensiones económicas del espacio geográfico, reconociendo que el espacio de las dinámicas económicas “es un complejo set de relaciones de un cruce [interacción] enorme, porque están y son parte del espacio geográfico” (Coe, Neil, et. al.: 2007)2. TP PT TP 2 Neil Coe y Henry wai Chung - Yeung son los autores de uno de los últimos balances disciplinarios que se han realizado en el contexto de la así llamada “Nueva Geografía Económica”, como el artículo Rethinking relational economic geography (2005). Otros estudios, sobre el mismo campo, PT Vale la pena destacar que ésta nueva Geografía Económica involucra algunos elementos propios del giro posmoderno en lo cultural, propio de la actual secuencia epistemológica; sin embargo, se articula desde una novedosa perspectiva que integra aspectos subjetivos e intersubjetivos al análisis del espacio geográfico dentro de la tradicional funcionalidad de variables más positivas y absolutas, que reflexivas y propositivas. Esto ha hecho posible que, al desarrollar un posicionamiento distinto, se enriquece el cruce de los discursos geográficos, al relevar la importancia de un giro cultural, el que invita a considerar relaciones, tensiones y conflictos del espacio geográfico y su devenir; desde múltiples aristas teóricas y enfoques, que superan la tradicionalidad funcionalidad de los cohortes sociales, económicos y políticos, lo que se refleja en que “(…) La Nueva Geografía Económica es una propuesta muy diferente y describe un acercamiento a la Geografía Económica que ha sido recientemente influenciada por el giro cultural en la Geografía Humana (así como en el resto de U U las Ciencias Sociales). Esto ha creado una aproximación geográfica a la Economía que ha contextualizado procesos económicos situados en diferentes relaciones culturales, sociales y políticas” (Coe, Neil, et. al.: 2007) Este panorama general de la Geografía Económica pretende dar cuenta, brevemente, de una de las transformaciones que se han generado en la perspectiva que, para el espacio geográfico, se han discutido en los últimos años. Sin duda alguna que ésta discusión sigue siendo contingente y específica, en cuanto a querer mostrar una realidad que va más allá de los procesos técnicos y que espera indagar para comprender y proponer. Desde luego que ella supera los límites del presente artículo, pero desde este exiguo balance, se espera de dar un panorama y enfoque al tema que se trabaja en él. pueden encontrarse en la obra conjunta de Anthony Venables, Masahisa Fujita y Paul Krugman Economía espacial: las regiones, las ciudades y el comercio internacional (2000); y en artículos varios, como los de Scott Allen: Spatial assemblages of power: from domination to empowerment (1999); y uno de los clásicos en la materia, de William Alonso, A theory of the land market (2005). Lamentablemente, aún no se ha desarrollado una traducción generalizada de esta literatura al castellano, lo que ha sesgado, en gran parte, su ingreso a los círculos de discusión actuales. Para desarrollar las problemáticas que encierran nuestra investigación, de las que una de sus aristas son las dinámicas económicas en el espacio geográfico del Gran Santiago, intentaremos aproximarnos a una temática que, en particular, es la que involucra a los actores inmobiliarios y estatales, además de los marcos legales sobre los cuales se sustentan o promueven, de manera intencional o externalista al modelo de desarrollo. Es por ello que se abordará de cómo la ciudad exclusiva se transforma en un obstáculo para la equidad y cómo ésta se ha producido desde los aparatos estatales y desde los actores privados. El mercado de suelos y el espacio fragmentado: el ejemplo de Ciudad Juárez Para analizar el contexto socioespacial de la fragmentación urbana, desde el prisma de la Geografía Económica, es necesario considerar algunos elementos de comparación en el contexto regional latinoamericano. Uno de los grandes problemas en las políticas públicas y dinámicas privadas en los usos de suelo es la especulación que yace a su enajenación, ya sea por la vía de la inversión de privados o por las directrices de ministerios y oficinas de gobierno. Uno de los ejemplos a los cuales es posible aproximarse, se exhibe en la urbe mexicana de Ciudad Juárez. Sin abordar elementos propios de un análisis detallado, lo que se busca con este ejemplo es problematizar la estrecha relación en la tensión que se genera entre un desequilibrado valor del suelo, y las desigualdades económicas de la población, lo que impulsa a diversos intereses, privados en lo esencial, a enfrentarse en los espacios urbanos que sean más factibles del mercado de “futuros”. Este tipo de mercado de uso de suelo aprovecha los bajos costos iniciales de espacios urbanos poco apetecidos por los segmentos más acomodados del cuerpo social y al construir proyectos inmobiliarios de alto valor, excluyendo del uso de suelo a los segmentos sociales de población menos adinerada. La situación de Ciudad Juárez es compleja, ya que es un espacio urbano en el cual se enfrentan diversos intereses económicos en una realidad social que se ve sobrepasada por la especulación de privados; con un enfoque especialmente centrado en los sectores industriales y comerciales de la producción, los que son muy similares a la situación de la Región Metropolitana y alguna de sus comunas. Los estudios de Cervera, por ejemplo, apuntan a que “(…) Específicamente, los altos precios por suelos de servicios [uso de suelo comercial] en el mercado formal afecta los precios relativamente altos de los suelos [de uso habitacional o ciudadano, como vivienda o educación] que no son para servicios en el mercado informal” (Cervera, Luis, et. al.: 2006). Este vínculo de presiones recíprocas deriva en que el suelo se encuentre friccionado por la presión inmobiliaria del desarrollo del mercado abierto, con los suelos que tienen fines distintos al sector servicios. Al igual que en algunos sectores del Gran Santiago, específicamente en algunas de sus comunas; Ciudad Juárez también habría experimentado, según lo expuesto por Cervera, un crecimiento urbano acelerado y abrupto, pero en función de una fragmentación espacial instrumental que sólo tiende a reproducirse en lo humano y particular. El mercado de los suelos, para fines habitacionales, abre un nuevo campo de análisis desde el enfoque de la Geografía Económica, ya que no sólo es posible de ser analizado desde la tradicional perspectiva cuantitativa, en la relación de costo – ganancia – utilidad, sino que también desde una visión cualitativa, incluyendo el problema que se genera desde la presión inmobiliaria al generar burbujas sociales, en las que el mercado inmobiliario, a través de sus agentes, aprovecha los espacios de competencia que le abren las legislaciones a escala nacional y comunal. Esta presión inmobiliaria no sólo incentiva la competencia entre los oferentes – actores del mercado del sector; sino que, además, produce una situación de fronteras urbanas de exclusión, dentro de las que se desarrollan espacios específicos para un determinado conjunto de necesidades. Desde esta perspectiva, no es imposible creer que exista una tendencia generalizada desde el actor inmobiliario en general, a desarrollar proyectos que sean excluyentes; especialmente si se utilizan como sostén mediático a diarios impresos, noticiarios de televisión y radio para dar cuenta de un exponencial problema de “seguridad ciudadana”, que son capaces de fomentar, incluso, con el apoyo comprometido de los aparatos coercitivos del Estado3. Prueba de este elemento es que el índice de TP PT temor, como dato discreto, es parte fundamental a la hora de valorizar o desvalorizar un determinado sector del Gran Santiago. Por todo esto, entre otros aspectos, los procesos de segregación se ven, a los ojos del grueso de la sociedad, como una necesidad, especialmente si la criminalización y su “encuestocracia”, aumenta en determinados sectores de algunas comunas de la capital, como es el caso de los espacios ubicados en la periferia norte del Gran Santiago. El considerar y categorizar, dentro de cada comuna, lugares como “alto” o “población”, responde a un patrón de convencimiento que produce espacialidades segregadas y fragmentarias, en función de un desregulado mercado de oferentes inmobiliarios4. TP PT Asimismo, el Estado y su aparato legislativo, ya sea por la vía de leyes o decretos de la potestad reglamentaria, potencian éste fenómeno y le abre al mercado de suelos, que opera a través de los agentes inmobiliarios, la creación de burbujas sociales, las que no interactúan con el grueso de la población, y que producen, en si mismas, lugares, en los cuales se satisfacen las más diversas necesidades, sin la posibilidad de cruzarse con clases sociales “indeseadas” ni con problemas propios de una metrópolis. Marco legal, institucionalidad y fragmentación Es imposible considerar el funcionamiento de los agentes inmobiliarios en función del mercado de suelos y sus efectos en la generación de espacios 3 Cabe destacar, en este caso particular, la influencia de los medios de comunicación, y el célebre “índice de victimización”. Quedará para otra instancia identificar el grado de influencia de estos elementos en la fragmentación desde los actores inmobiliarios. TP PT 4 El problema conceptual del “alto” y “bajo”, además de la contradicción socioespacial “población” y “condominio” son propios de una sociedad que se autofragmenta. Vale la pena hacer la aclaración, aunque exceda los alcances de este documento. TP PT urbanos segregados, sin observar los dispositivos legales que reglamentan su desarrollo. Para ello es necesario comprender a la ley dentro de la lógica manda – prohíbe – permite, específicamente desde el cómo un marco regulatorio posibilitaría determinados entornos dentro de la ciudad. En primer lugar es necesario delimitar los alcances de la Ley General de Urbanismo y Construcción - DFL nº 458 de 1976, LGUC, en adelante-. Éste instrumento legal es amplio en cuanto a sus alcances normativos, con atribuciones desde la organización de las funciones del Ministerio de la Vivienda y Urbanismo y su forma de relacionarse con el gobierno, hasta el radio de acción de sus funcionarios profesionales y sus responsabilidades civiles en caso de eventuales acciones judiciales en su contra. La LGUC destaca una relación escalar jerarquizada en sus radios de acción, especialmente a la hora de las decisiones frente al uso habitacional de los suelos, ya que otorga a las municipalidades la no despreciable facultad sobre la planificación urbana y su construcción – artículo 5° -, quedando en manos del MINVU sólo lo respecta al ordenamiento del espacio urbano en cuanto a sus alcances, como la ejecución de planes intercomunales de desarrollo. Por ello, es posible suponer, que cada municipalidad emplea sus facultades para generar una determinada identidad desde su conformación espacial, ya que puede permitir y condicionar al agente inmobiliario respecto de sus propios intereses. Entonces “permite” que el mercado de suelos sea parte de una especulación con actores públicos y privados, que pueden transar un determinado lugar, a requerimiento directo de la administración comunal. Éste elemento entrega una visión un tanto extrema del agente inmobiliario, pero sus posibilidades pueden llegar a determinar qué tipo de construcción, para qué tipo de personas y para qué nivel de ingresos se está diseñando una determinada comuna. También se podría suponer que, bajo la presión inmobiliaria por el uso de los suelos, se genera la exclusión de aquellos grupos sociales que están fuera de las proyecciones de urbanización de una municipalidad en específico. Si no se consigue su exclusión, puede dar pie a un proceso de generación de fronteras sociales y distancias de la misma especie, que terminan por estrangular a los segmentos socioeconómicos más pobres de cada comuna. Es necesario considerar, también, que la LGUC no tiene una génesis afortunada. Concebida en dictadura (1976), se ha complementado en el tiempo con leyes varias que persiguen perfeccionar su rango de acción. Los eventos inmediatos y posteriores al terremoto de 2010, dan cuenta de una de sus modificaciones, referida a los materiales de construcción de las viviendas. Un claro ejemplo del camino que ha tomado una legislación que sólo potencia la competencia entre los agentes inmobiliarios a costa de reducir la calidad de las viviendas. Entonces, si la LGUC manda a las municipalidades a asumir la planificación urbana de su espacio administrativo - comunal, ésta última puede permitir y prohibir, al mismo tiempo, el ingreso de agentes inmobiliarios específicos que generen productos para determinados segmentos socioeconómicos, que excluyan - expulsen, por la vía del mercado, a otros grupos sociales. Los municipios, amparados en el radio de acción que les otorga ésta legislación, funcionan como ejes en la producción de espacio segregado, ya que originan espacios “burbuja”, los que desarrollan una exclusión sistemática de quienes no pueden ingresar, por la exclusión - expulsión como una externalidad dentro de la dinámica del mercado inmobiliario. Alcances de la fragmentación y la fricción del uso de suelos La propuesta que se ha tratado de establecer, desde un enfoque de la Geografía Económica, tiene como objetivo el dar cuenta de las tensiones que existen dentro del mercado de usos de suelo en la Región Metropolitana y, específicamente en el Gran Santiago y los sectores al norte de ésta, observando la implementación de las legislaciones y aparatos legales de ordenamiento territorial, en la producción de espacio fragmentado, como el resultado de la fricción que existiría entre los actores privados, los municipios y los Ministerios de Obras Públicas y de la Vivienda y Urbanismo, y las necesidades propias de una ciudad que debiera aspirar a la justicia, la inclusión y la sinceridad dentro del espacio urbano. Estos elementos forman parte de una triada que no sería contradictoria, sino que complementaria y funcional a los intereses de cada uno de los actores mencionados, por lo que es posible desarrollar, de manera particular, un concepto que es propio de la Geografía Económica, pero que ha sido utilizado siempre desde la perspectiva del costo – distancia; que es la llamada fricción de distancia. Ahora, la intención es subvertir este concepto hacia la fricción de suelos, para dar cuenta de una problemática que se aproxima, en tanto a sus características, a lo social. Al estar el mercado de uso de suelo arrojado a los intereses privados, como lo trabaja David Harvey en cuanto a la “acumulación por desposesión” (Harvey: 2003), ya que ellos son los que construyen y venden determinados espacios urbanos, para determinados segmentos socioeconómicos; el Estado, como ente jurídico, sólo propone condiciones de desarrollo para la inversión privada, desposeyéndose de éstas al punto de no intervenir de manera directa en el mercado inmobiliario, pero sí facilitando la acción de los agentes privados. La fricción habría que buscarla, entonces, en el uso de suelo en función del costo e imagen que cumple determinadas necesidades de un público – target – que sólo aprovecha lo que le ofrece el mercado inmobiliario. Determinadas comunas del Gran Santiago, las que han sido pensadas dentro de los alcances de esta investigación, como Huechuraba y Colina, buscan generar polos urbanos que atraigan a habitantes de un determinado perfil y para un determinado conjunto de necesidades, lo que excluye a los que no pueden acceder a este tipo de bienes. Por ello, cada política arraigada en cada comuna, especialmente en los Planes de Desarrollo Comunal y Plano Regulador específico, atentan contra la idea de una ciudad justa e inclusiva, ya que la autoridad municipal entra en el juego de la propuesta e interés del agente inmobiliario, por lo que la fricción de uso de suelo se detona entre aquellos grupos sociales de menor poder adquisitivo, los que quedan fuera de la oferta del agente inmobiliario; y lo que propone como mercado este actor privado. Esta disputa por el espacio urbano no está regulada por una legislación en especial, ya que el rubro construcción es uno de los más lucrativos del mercado chileno, ya que la relación mano de obra – costo y el sostenido aumento de la deuda hipotecaria, hacen que un sistema de mercado abierto sea muy dinámico. Sólo hay que considerar que cuando empiezan los ciclos de crisis económicas, el primer beneficiado es el sistema bancario - hipotecario y el primero en resentirse es el rubro de la construcción - inmobiliario. El primero, por la capitalización de las deudas; y el segundo, por la reducción en las ventas y el encarecimiento en el costo de los materiales. Sin dejar de lado lo anterior, podemos sostener que, en función de lo anterior, para medir la segregación, o fragmentación socioespacial en determinadas comunas del Gran Santiago, la propuesta de la Geografía Económica que se ha buscado establecer, debe considerar el comportamiento del mercado inmobiliario en los determinados espacios urbanos y como este fricciona hacia la exclusión de quienes no pueden acceder a su oferta. Esta propuesta debe contemplar, además, la concomitancia de los instrumentos ministeriales y comunales de ordenamiento y uso del espacio, lo que ya ha sido definido con anterioridad, pero que debe ser revisado a la hora de establecer un campo de estudio más acotado. Por ello, dentro de los atributos cualitativos y cuantitativos, creemos que es necesario implementar una metodología mixta, que nos permita evaluar y analizar, desde los datos discretos, hacia una interpretación crítica, reflexiva e intersubjetiva del espacio urbano segregado, sus causas y consecuencias. Reflexiones finales: terreno y espacio abierto Pareciera que las presunciones respecto a la forma en la que operarían los instrumentos de planificación territorial serían muy paradigmáticas a la hora de analizar las propuestas que hemos desarrollado. El mercado inmobiliario y los agentes privados que lo dinamizan han aprovechado, de muy buena manera, el desarrollo en obras públicas que se han propuesto en determinados sectores y comunas del Gran Santiago. Con todo, se debe aclarar que el Estado es, en sí mismo, una de las unidades que producen espacio fragmentado, al operar a través del Ministerio de Obras Públicas con la licitación de proyectos de infraestructura urbana, lo que acelera, mejora y optimiza los traslados dentro de determinados espacios; asignándole una mayor plusvalía a los suelos habitacionales y comerciales que no necesariamente están dentro de un núcleo urbano tradicional, como el sector centro – oriente de Santiago y las comunas que ello implica; sino que además genera una mayor competencia dentro de los mismos agentes inmobiliarios. Esta relación se retroalimenta de manera constante en función de una demanda que impone determinados criterios habitacionales, como espacios urbanos lejanos de los centros socio – corporativos de las urbes contemporáneas. Como demanda no puede ser considerada como una externalidad del proceso de fragmentación, sino que como una condicionante de ésta. Demanda – Público específico Agente privado inmobiliario Instrumentos de ordenamiento territorial Ministerio de Obras Públicas Licitación de proyectos Figura 1: Flujos de influencia en el mercado inmobiliario (Elaboración propia) Ejemplos como los revisados en terreno5, especialmente el sistema habitacional TP PT “Piedra Roja” en la comuna de Colina, responden a una utilización y expansión de las inversiones licitadas por el MOP en materia de obras públicas viales, las que ofrecen una conectividad más efectiva, pero considerando un costo asociado al tránsito por dichas vías, lo que se entiende como parte del presupuesto de un grupo familiar o de individuos que quieran y puedan asentarse en espacios como el mencionado. Ésta condición, la que está mediada por el costo que toman los suelos, en función de las pujanzas de los actores inmobiliarios frente a la cartera de inversiones del Ministerio de Obras Públicas, desarrollan mayores fricciones espaciales en cuanto al uso de suelo, ya que el alto costo que involucra integrar alguno de éstos sistemas habitacionales es excluyente por sobre lo exclusivo. La expulsión de núcleos de población histórica del sector de Colina es apreciable con sólo atravesar la frontera que propone la carretera de reingreso a Santiago, lo que corta el flujo de comunicación entre determinados segmentos socioeconómicos. Uno de los elementos objetivos que distingue estas fricciones, es el estado de las calles. En los sectores de mayores ingresos, la condición de las calles es muy superior a la de aquellas rutas en la cuales se traslada la población de menores ingresos. La inversión municipal en alumbrado público y seguridad ciudadana es también mayor en sectores como Piedra Roja y Chicureo. Por ello, no puede considerarse que la voluntad de intervenir los instrumentos municipales de ordenamiento territorial para trasladarlos hacia un parámetro más equitativo en cuanto al tratamiento de los espacios públicos, sea también muy deficiente o negativa. No puede ser involuntario, ya que tiene un correlato con las inversiones del MOP y la pujanza del actor inmobiliario. El costo de los suelos siempre se ve supravalorizado en situaciones como la que se aprecia en casos como éste. TP 5 Dentro de las actividades del Núcleo Temático de Investigación al que pertenece esta publicación, se generaron diversas instancias de terreno, para revisar aquellas construcciones teóricas que se desarrollaron durante las rondas de discusión previas. El terreno al que se hace mención, tuvo lugar en el mes de enero de 2011 y se hizo un extenso recorrido por las comunas de Colina, Huechuraba, Vitacura y Las Condes. PT Imagen 1: La conexión vial posibilita y favorece las burbujas de fragmentación urbana. Un ejemplo de esto es la autopista Nororiente, la que conecta Vitacura con Colina, sin pasar por el centro de la ciudad (Fuente: elaboración propia, utilizando Google Earth 6) No es posible observar estos procesos económico – espaciales sin considerar elementos más bien subjetivos, que sí inciden en el proceso de fragmentación que exhibe con claridad el Gran Santiago, especialmente en aquellos sectores a los cuales hemos buscado referirnos. Si bien el actor inmobiliario propone y produce un determinado espacio a un grupo específico de personas, el sector público no puede quedar al margen de la situación como un actor pasivo. En las bitácoras que hemos generado, ha sido muy importante la teoría que la economía de mercado sí planifica, en distintas escalas sociales y territoriales y así lo ha hecho históricamente y es posible que así siga. La expulsión de segmentos socioeconómicos, ya sea por la plusvalía que adoptan los suelos en función de la fricción, no puede ser culpa exclusiva de los agentes inmobiliarios. El ordenamiento jurídico chileno, en relación a la planificación urbana y habitacional permite situaciones como la que se han discutido en éste grupo de trabajo. Las omisiones o silencios legales de LGUC son aprovechados desde los planes de desarrollo comunal y planificaciones territoriales municipales las que, si bien son a escala local, inciden en la funcionalidad de las disposiciones del MOP y su cartera de inversiones. No es posible, además, dividir y seccionar estos elementos, ya que la fragmentación del espacio urbano no es casual o factible de ser calificada como una externalidad negativa o positiva del mercado inmobiliario. Es una situación producida desde distintos actores que inciden sobre la ciudad y sus dinámicas. Tanto es así que frases como “seguridad y exclusividad” son parte del vocabulario de todos los dípticos y trípticos de cada una de las inmobiliarias que actúan en el Gran Santiago. Sin importar en qué comuna sea o qué tipo de ingresos existan o posean los eventuales compradores quienes son, en suma, los que fomentan estos procesos. Imagen 2: En el cuadrante rojo se destacan los cuerpos artificiales de agua que se encuentran en el sector Colina – Chicureo. Cruzando la frontera artificial de la autopista 57, se encuentra el sector de Colina “histórico” (Fuente: elaboración propia, utilizando Google Earth 6) Bibliografía Coe, Neil; Philip, Kelly; Yeung, W.C. Henry, Economic Geography: A Contemporary Introduction, Hong Kong: Blackwell Publishing Ltd., 2007. Fuentes, César; Cervera, Luis, Land markets and its effects on the spatial segregation: the case of Ciudad Juárez, Mexico, 2006. Recurso disponible en línea (noviembre de 2010): http://redalyc.uaemex.mx/pdf/530/53071303.pdf. Harvey, David, Espacios de Esperanza, Madrid: Akal, 2003. Ley General de Urbanismo y Construcción, repertorio general de leyes de la República, Biblioteca del Congreso Nacional.
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