Cap. 4 - ARQUEOLOGÍA DEL CENTRO

Capítulo
IV
ARQUEOLOGÍA DEL
CENTRO-OESTE ARGENTINO
ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
209
210 ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
ESTADO ACTUAL DE LOS ESTUDIOS SOBRE EL
POBLAMIENTO TEMPRANO DEL CENTRO DE MENDOZA
ALEJANDRO GARCÍA1
Introducción
El poblamiento humano del centro de Mendoza y su relación con la extinción de la megafauna
pleistocénica han sido investigados desde mediados del siglo XX en base al registro de la Gruta del
Indio (34° 45‘ S, 68° 22‘ W). A partir de estos estudios, Lagiglia ha propuesto una entrada temprana del
hombre a la región durante la transición Pleistoceno-Holoceno (Lagiglia 1956; 1968; 1977; 1979, Semper
y Lagiglia 1968) y la incidencia decisiva de estos primeros grupos humanos en la desaparición de la
megafauna pleistocénica (Lagiglia 1974). Recientes estudios en el sitio se han encaminado a obtener
nuevas evidencias que permitan profundizar el conocimiento de aquellos temas (Lagiglia y García
1999, García y Lagiglia 1999). Los resultados que aquí se exponen amplían nuestra comprensión de la
estratigrafía del sector derecho del sitio y de la distribución espacial de las evidencias culturales en la
gruta, y matizan la discusión sobre las causas de la desaparición de la megafauna pleistocénica.
Las excavaciones
Entre 1997 y 2001 se excavó un área del sector derecho de la gruta aledaña al lugar de hallazgo
de un fragmento de piel de Mylodon sp. con decenas de huesecillos dérmicos, algunos de los cuales
exhibían señales de exposición al fuego que han sido interpretadas como prueba de consumo por parte
de los primeros grupos humanos que ocuparon el sitio (Lagiglia 1956). Las excavaciones abarcaron
parte de las cuadrículas R8 y R9 del trazado inicial establecido por Lagiglia, en un área que permitía
observar las eventuales diferencias estratigráficas entre el interior del alero y el sector externo cercano
a la línea de goteo (Lagiglia y García 1999).
Se procedió a retirar algunas rocas mediante aparejos con capacidad de movilización de 0,7 y 2
toneladas, lo que dejó abierto un espacio de c. 2 m. Las excavaciones dejaron al descubierto un área de
aproximadamente 1,2 m de lado, y posteriormente otra de c. 0,8 por 0,6 m (Figura 1).
La estratigrafía coincide en líneas generales con la establecida por Lagiglia (1977). Hacia el
extremo E de la excavación (Figura 2) se observó una capa superior de color marrón amarillento (10 YR
5/4) de sedimento fino con abundantes raicillas y fragmentos de roca desprendidos del techo. En la
sección media aparecieron restos de carbón y ceniza, manchas de color beige que podrían corresponder
a excrementos de roedor descompuestos y una lasca de calcedonia roja.
La capa siguiente también presenta sedimento fino marrón (10 YR 5/3) y difiere fundamentalmente de la anterior por la presencia de excrementos de megafauna extinta. Éstos son escasos y su
preservación no es buena. También contiene clastos basálticos desprendidos del techo del alero y está
cruzada parcialmente por dos capas de color gris verdoso oscuro (2 f gley 3/5 bg). En la parte inferior
presenta gravilla riolítica y menor cantidad de excrementos. En la mitad derecha (interna) del perfil se
observan alineamientos de madera, excrementos y clastos que permiten identificar la inclinación de
estos sedimentos. Este buzamiento es de hasta 30° en el extremo del perfil. En la mitad norte del perfil
1
CONICET / UNSJ / UNCuyo - [email protected]
ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
211
▲ Figura 1
Planta del sector excavado entre 1997 y 2001
no se registraron alineamientos, por lo
que resulta difícil reconstruir la inclinación de los sedimentos, si bien ésta
parece haber disminuido a c. 10-15°.
La capa inferior está formada por
arena fina húmeda con lapilli rojizo y
manchas de color naranja, sin excrementos.
En la pared opuesta, el perfil W
(Figura 3) presenta una capa superior de
color marrón – marrón amarillento (10
YR 5/3 – 5/5), con abundantes clastos
basálticos. Una segunda capa de c. 5 cm
de espesor presenta un sedimento arenoso de color marrón fuerte (7.5 YR 4/6).
La capa siguiente es la que contiene los excrementos de megafauna,
aunque en gran medida éstos están desmenuzados. Algunos clastos y
excrementos alineados permiten observar una inclinación de c. 30°. El espesor
de esta capa varía considerablemente en
los extremos sur y norte del perfil (c. 36
y 55 cm respectivamente).
▲
Figura 2
Esquema del perfil este
212 ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
El límite con la siguiente capa es sinuoso y en el sector sur del perfil muestra una inclinación de
hasta 65/70°. Esta cuarta capa es de color marrón pálido – marrón amarillento claro (10 YR 6/3 – 6/4)
y presenta también abundantes clastos. No se observan en ella restos de excrementos de megafauna.
Muy importante es el registro de una madriguera de roedores cuyo relleno presenta un color marrón
amarillento oscuro (en condiciones húmedas) similar al del sector superior de la capa 1 (10 YR 3/6).
Finalmente, la capa inferior está formada por el lapilli rojo débil (10 R 4/4) y no presenta clastos
material orgánico ni elementos culturales.
El registro arqueológico
Para el tema que nos ocupa, la atención se concentra
en la capa que contiene los excrementos de megafauna, cuyo
extremo más reciente ha sido datado en <8999 ± 90 años
C14 AP (García y Lagiglia 1999). El registro del área
excavada está compuesto por decenas de fragmentos de
madera mal conservados, fragmentos de cáscaras de huevos, huesos de roedores, placas de piche, excrementos de
roedores, fragmentos de caparazones de escarabajos y fragmentos de huesos de megafauna extinta. Determinaciones
preliminares realizadas por la Dra. Laura Miotti tras el análisis de una muestra de restos óseos indican la probable presencia de Hippidion sp. y de Machrauquenia sp., que se
suman a la de Mylodon sp. y Megatherium sp. establecida
previamente (Lagiglia 1956). En los niveles superiores de
esta capa se registraron semillas de algarrobo, escasos pelos y fragmentos de piel, No se observaron restos de carbón, cenizas, suelo termoalterado o estructuras de piedra.
Los huesos no están quemados ni presentan huellas de corte, aunque algunos parecen exhibir señales de percusión
(estos materiales están siendo analizados por M. Gutiérrrez,
G. Neme y A. Gil) también se encontraron cinco microlascas
de calcedonia de reducidas dimensiones, que podrían haber sido redepositadas desde capas superiores (García y
Lagiglia 2000). En este sentido, el hallazgo de una lasca de
similar materia prima y de mayores dimensiones (22 mm)
en la capa 1 avalaría esta opinión. Igualmente, el hallazgo
de la madriguera del perfil W resulta significativo, ya que a
pesar de haberse rescatado numerosos huesos de roedores
en la capa que contiene los excrementos de megafauna, no
se habían podido registrar túneles o acumulaciones de materiales adscribibles a la actividad de roedores.
▲ Figura 3
Esquema del perfil oeste
La complejidad de los procesos de formación del registro del sitio
Uno de los aspectos relevantes de estas excavaciones es que han permitido observar algunas
manifestaciones de la complejidad de los procesos de formación que afectaron al sitio. La discordancia
horizontal que separa las capas 2 y 3 en el perfil W indica la existencia de un proceso erosivo sobre los
sedimentos inclinados de la capa 3 (Fig. 3). Una acción similar debió haber afectado con anterioridad la
capa 3 y haber producido el hiatus registrado entre c. 9000 y c. 24000 años C14 AP (García y Lagiglia
1999). La irregularidad del límite entre las capas 3 y 4 indica asimismo la presencia de perturbaciones
cuyos agentes aún no han sido determinados (e.g. la propia actividad de los megaherbívoros sobre el
terreno).
También es importante señalar las diferencias estratigráficas en espacios contiguos. Así, las características arriba comentadas del perfil W (Fig. 3) no son visibles en el perfil E (ubicado a c. 1,3 m), y ni
siquiera en una sección previamente expuesta 10 cm hacia el interior de la excavación desde el actual
perfil W. Estas diferencias advierten sobre los problemas vinculados con las reconstrucciones generales
ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
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de la estratigrafía en abrigos rocosos en los que el relleno sedimentario no sólo está sujeto a la acción de
diversos agentes como la micro, meso y megafauna, los factores climáticos o el hombre, sino también
condicionado por las irregularidades de los espacios generados por la distribución de múltiples y sucesivos desprendimientos del techo. En la Gruta del Indio esta complejidad se refleja en las variaciones
sufridas por la cronología de la capa que contiene los excrementos de megafauna: considerada en principio como producto de la transición Pleistoceno-Holoceno (D´Antoni 1983, Lagiglia 1977), su antigüedad
se extendió posteriormente a c. 31000 años C14 AP (García y Lagiglia 1999) y finalmente a más de 37000
años C14 AP.
Además, las recientes excavaciones no sólo han permitido ratificar la diferencia de condiciones
de preservación entre el área interna de la gruta y la correspondiente a la línea de goteo sino también
comprobar que la distribución de los excrementos es muy heterogénea. Así, la información disponible
sugiere que el área de mayor densidad de excrementos es la parte interna central de la excavación
realizada en 1997. Tanto hacia los extremos de ésta como en la extensión de la excavación hacia el
exterior, la cantidad de excrementos disminuye marcadamente. Si bien estas observaciones no permiten
realizar generalizaciones sobre la distribución total del conjunto de restos paleoecológicos del sector
derecho, sugieren que probablemente la principal concentración de estos materiales ya ha sido excavada
y que la cantidad de excrementos restante en buenas condiciones de preservación podría ser muy limitada. De ahí la conveniencia de optimizar la utilización del registro ya disponible y de extremar recaudos
en la protección del que todavía permanece en el sitio.
La extinción de la megafauna
En base a la aparición de algunos indicios (entre los que se destacan un fragmento de piel y
huesos de Mylodon sp. con señales de exposición al fuego) y teniendo además en cuenta la aparición de
un fogón y de algunos artefactos líticos asignados al límite Pleistoceno-Holoceno (Lagiglia 1956; 1977)
se ha postulado que la entrada del hombre al área de la Gruta del Indio (con la consecuente explotación
de la megafauna pleistocénica) fue un factor decisivo para la extinción de los megamamíferos de la
región (Lagiglia 1974).
Las recientes excavaciones no han brindado evidencias que permitan evaluar esta hipótesis. Sin
embargo, a través del estudio microhistológico de los restos botánicos de dos series de excrementos de
megafauna datadas entre c. 25 y 30000 años C14 AP y en torno a 9.000 años C14 AP, se examinó la
probable incidencia de los cambios climáticos del Pleistoceno tardío en la vegetación y, por lo tanto, en
la dieta de la megafauna (Borghi et al. 2001, García et al. 2001). Los resultados indican que, al menos
para la/s especie/s productora/s de los excrementos analizados (que por afinidad morfológica son atribuidos preliminarmente a Hippidion sp.), la dieta no sufrió modificaciones significativas que pudieran
afectar la calidad de la alimentación al punto de conducir a estas especies a la extinción. Nuevos estudios actualmente en curso se han centrado en la búsqueda de tefras que puedan tener relación con el
proceso de extinción, sobre todo teniendo en cuenta que en el interior de la gruta se halló una capa de
ceniza cuya antigüedad corresponde al Holoceno temprano y por lo tanto es coincidente con la edad de
los últimos registros de megafauna en el sitio.
Consideraciones finales
Los datos recientemente obtenidos indican que, más allá de la reconstrucción de una estructura
general aplicable a todo el sitio, la estratigrafía de la Gruta del Indio presenta una complejidad mucho
mayor que la supuesta anteriormente, y que la consideración detallada de las diferencias estratigráficas
observables en espacios reducidos puede incidir de manera importante en la interpretación del registro
arqueológico y paleoecológico local.
Por otra parte, el registro paleoecológico y sedimentológico de la localidad permite trascender el
análisis de los restos arqueológicos para el estudio de la extinción de la megafauna y ampliar el tratamiento del tema mediante la evaluación de hipótesis vinculadas con factores ambientales.
Finalmente, las recientes observaciones sugieren la conveniencia de minimizar la afectación
antrópica del sitio (por ejemplo, implementando mecanismos de control a las visitas turísticas), y de
resguardar efectivamente las reducidas áreas que aún contienen evidencias que podrían dilucidar aspectos importantes de la presencia humana temprana en el sitio y de su relación con la megafauna extinta.
214 ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
Agradecimientos
Estos estudios son posibles gracias al apoyo económico de la Fundación Antorchas y de la Secyt
(UNCuyo). Agradezco especialmente a Humberto Lagiglia su constante apoyo y enriquecedoras sugerencias y discusiones. Las excavaciones mencionadas en el artículo contaron con la valiosa participación de los Lic. Adolfo Gil y Gustavo Neme, de la Sra. Susana Carrizo, y de los Sres. Enrique Timmermann,
Pablo Maza, Pablo Álvarez y Víctor Marino. Se agradece también al Sr. Pedro Hernández y a la Srta.
Nancy Hernández, dueños del Campo Limeño, por permitirnos el acceso al sitio.
Bibliografía
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D´ANTONI, H. 1983 Pollen analysis of Gruta del Indio. Quaternary of South America and Antarctica Peninsula pp. 83-103.
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GARCÍA, A., E. MARTÍNEZ CARRETERO y C. BORGHI 2001 Condiciones ambientales finipleistocénicas en el Rincón del
Atuel y su relación con el poblamiento temprano de los Andes Centrales Argentino-Chilenos. International Symposium
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LAGIGLIA, H. 1956 Estudios Arqueológicos en el Rincón del Atuel (Dpto. San Rafael, Mendoza). Anales de Arqueología y
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1968 Secuencias culturales del Centro Oeste Argentino: Valles del Atuel y Diamante. Revista Científica de Investigaciones 1 (4):159-174.
1974 Atuel IV frente a la prehistoria americana. Ms.
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1979 Dinámica cultural en el centro oeste y sus relaciones con áreas aledañas argentinas y chilenas. Actas del VII
Congreso de Arqueología de Chile II:531-560. Altos de Vilches
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SEMPER, J. y H. LAGIGLIA 1968 Excavaciones arqueológicas en el Rincón del Atuel (Gruta del Indio). Revista Científica de
Investigaciones I (4):89-158. Museo de Historia Natural, San Rafael.
ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
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216 ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
PATRÓN DE ASENTAMIENTO DURANTE EL PERÍODO
ARCAICO TARDÍO EN UN SECTOR DEL CORDÓN DE
CHACABUCO, V REGIÓN, CHILE
NURILUZ HERMOSILLA1, BÁRBARA SAAVEDRA1 y LORETO VARGAS1
Introducción
Considerando que el conocimiento científico consiste en configurar distinciones con sentido
para ese contexto de significado, este configurar siempre será constitutivo a la cultura del observador.
En un marco transdisciplinario son las equivalencias de las distintas configuraciones las que permiten
consensuar los modelos y conceptos utilizados en el análisis y definición del estudio. Nuestro trabajo
de análisis de la prehistoria centro chilena, el que se desarrolla desde una perspectiva arqueológica y
ecológica, se inicia con la aplicación de métodos específicos destinados a reconocer y hacerse cargo de
estos modelos. El resultado de esta metodología resulta en un mapa de territorialidad que explicita el (o
los) modelos de distinción por parte de los investigadores (Lavanderos et al. 2002, Hermosilla et al.,
este volumen). Nuestra aproximación se realiza desde una perspectiva relacional, más que en unidades
segmentadas, puesto que considera la relación cultura-naturaleza como eje semiótico. En particular
para el análisis relacional de cultura-naturaleza, hemos utilizado como elemento articulador el concepto de recursos, puesto que en él confluyen ambas dimensiones explicativas, la arqueológica y ecológica,
de manera directa. En este trabajo presentamos el análisis del uso del espacio de los primeros pobladores de Chile central, localizando el estudio en el área definida por el curso superior del río Aconcagua
y el sector norte del Cordón de Chacabuco (Figura 1). Abordamos este análisis desde una perspectiva
transdisciplinaria, involucrando profesionales provenientes del ámbito de la arqueología, ecología y
antropología. Desde esta múltiple visión se aborda el problema del uso del espacio en la Prehistoria del
área, específicamente durante el Período Arcaico Tardío, explicitando las estrategias cognitivas desarrolladas para explicar el problema, sus supuestos y finalmente la contrastación con datos obtenidos
para la zona.
Métodos
Para el estudio del patrón de asentamiento en el período Arcaico en las serranías del Cordón de
Chacabuco, utilizamos la base de datos compuesta por el total de sitios arqueológicos detectados en
dicha área. Esta base de datos es el resultado de la prospección prolongada y sistemática de la zona, la
cual ha permitido detectar hasta el momento 206 sitios arqueológicos (Hermosilla y Saavedra 1998).
Además, se utilizó la información obtenida de la excavación de 12 de estos sitios (Hermosilla y Saavedra
1997, Hermosilla et al. 1995, Hermosilla 2002, Henríquez 2000a, Simonetti et al. 1999) lo cual ha
entregado datos arqueológicos puntuales y detallados para cada uno de ellos.
En segundo lugar, realizamos la digitalización de data espacial relacionada con la presencia de
recursos relevantes para el análisis. Estos recursos incluyeron vegetación, altitud, pendiente y exposición (variables agrupadas en un Modelo de desarrollo lineal), materias primas líticas, recursos hídricos
y quebradas. Para la vegetación consideramos seis categorías generales, las que incluyeron: 1) Zonas
1
Corporación Sintesys, Las Dalias 2893, Providencia, Santiago, Chile. [email protected]
[email protected]
ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
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agrícolas, cultivos y pueblos; 2) Matorral, agrupando matorral higrófilo, matorral arborescente y
renovales; 3) Suculentas, que incluyó matorral de suculentas; 4) Pradera, considerando praderas
estacionales y anuales; 5) Vegas y 6) Estepa, la cual incluyó cumbres y estepa andina. Respecto de la
altitud discriminamos entre: 1) Tierras Bajas (375 –750 m.s.n.m.) asociadas a tierras de cultivo, ríos y
esteros; 2) Tierras de Transición (751 –1025 m.s.n.m.), correspondiente a laderas de cerro; 3) Tierras
Altas (375 –750 m.s.n.m.), compuestas por valles y planicies de altura y 4) Cumbres (375 –750 m.s.n.m.),
las que consideraron aquellas tierras más altas y escarpadas. Para la exposición solar discriminamos
entre aquellas zonas de solana y de las de umbría. Para la categoría de Canteras, detectamos la presencia de canteras que presentaran materias primas presentes en sitios Arcaicos en la zona como jaspes,
brecha hidrotermal, ópalo, andesita/basalto no silicificado y granodiorita (Castelleti 2000 y 2001,
Castelleti y Aguilera 2001). Finalmente, consideramos la disponibilidad de agua en la zona, en la forma
de ríos, esteros o lagunas. Adicionalmente, analizamos la presencia de vías de paso, detectando para
ello todos los caminos secundarios y principales presentes en el área de estudio en la actualidad.
Al mismo tiempo, elaboramos un modelo jerárquico de criterios y descripción de líneas de pensamiento (Hermosilla et al. este volumen). Esto se hizo en un trabajo conjunto de análisis de los profesionales mencionados, respecto de la importancia relativa de las variables de recurso seleccionadas, en
explicar el patrón de uso del espacio para el Arcaico en las serranías analizadas. Este trabajo permitió
establecer una valoración relativa de cada variable y sus estados, en función del criterio considerado
fundamental para el modelo de uso del espacio en la zona, el que corresponde a la movilidad de los
grupos Arcaicos. Con este análisis se reformula la movilidad para este período explicitando la línea de
disitinciones que dirige nuestra explicación para el uso del espacio. Esto se traduce en una jerarquía
explicativa de las variables utilizadas (Lavanderos et al. 2002, Hermosilla et al. este volumen).
A continuación realizamos un análisis multicriterio, con el fin de dar un valor relativo de uso a
cada variable analizada, así como a cada subcategoría definida. De este análisis se obtuvo como resultado un modelo de territorialidad de uso para el Arcaico para cada uno de los recursos analizados. Así,
proponemos un modelo de uso de la vegetación, modelo de uso del recurso ríos y esteros, modelo de
acceso, modelo para el uso de canteras, modelo de uso de laderas, modelo de uso de franjas altitudinales
con sectores diferenciados según su pendiente. Cada uno de estos modelos se puede visualizar en un
mapa de la zona, en el que se destaca el valor relativo de cada categoría en relación al uso del espacio
por poblaciones Arcaicas.
Un segundo análisis multicriterio nos permite valorar en forma conjunta las variables analizadas
en el punto anterior. Esta valorización conjunta de variables la hemos llamado Configuración Arqueológica Territorial (CAT, Lavanderos et al. 2002, Hermosilla et al. este volumen). Acá exponemos la
CAT propuesto para el período Arcaico en las serranías del Cordón de Chacabuco. Visualmente, el CAT
consiste en un mapa que muestra la valorización relativa de cada punto del área de estudio. Esta valoración es relativa a los recursos analizados, así como al grado de movilidad propuesto para las poblaciones Arcaicas en el área. En resumen, la CAT constituye la explicitación de nuestra hipótesis de uso del
espacio en la zona para tiempos Arcaico Tardío, la cual será contrastada con la data existente. Dicha
contrastación se realiza mediante la superposición de los sitios Arcaicos con la CAT propuesta para el
mismo período. Si el modelo propuesto refleja el uso del espacio por poblaciones Arcaicas, entonces la
presencia de sitios del período debería centrarse en aquellas áreas con mayor valoración de uso.
Finalmente, realizamos la detección de indicadores de movilidad intrasitio en aquellos sitios
Arcaico excavados en el área de estudio. Esto, como elemento de apoyo para la elaboración de la CAT.
Dada la escasez de elementos informativos, en la elaboración de la CAT Arcaica dimos igual importancia a la información proveniente de la distribución de sitios en el espacio, así como a la información
proveniente del nivel intrasitio. Dentro de cada sitio, dimos valor mayor al criterio de recursos, y dentro
de éste, a su procedencia. Valoramos como indicativo además, la cadena productiva, que es la que
refleja las actividades desarrolladas dentro del sitio, y los indicadores de calidad de vida reflejados en
el análisis de antropología física. La extensión de los sitios fue menos relevante para la explicación del
uso del espacio, dado que los sitios arcaicos encontrados en el área son de escaso desarrollo espacial.
En términos de la asociación entre sitios, valoramos nuevamente el criterio de recursos, en particular, el
subcriterio que se refiere a la asociación de los sitios a un recurso específico.
218 ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
Resultados
El desarrollo del modelo jerárquico de criterios de uso del espacio se centró en torno la movilidad relativa de los grupos humanos presentes en el área de estudio durante la Prehistoria. En particular
para el Período Arcaico definimos un Patrón Móvil, por cuanto habría sido generado por cazadores
recolectores, los cuales se habrían constituido como grupos pequeños, lo cual determinaría una alta
movilidad en la zona. Estos grupos habrían utilizado recursos tanto de las serranías del Cordón de
Chacabuco, así como de las tierras bajas aledañas al mismo. Los recursos se habrían obtenido mediante
la apropiación directa, sin emplear técnicas más elaboradas como agricultura o domesticación. Ello
habría generado baja presencia humana en el área, lo cual habría generado a la vez baja modificación
ambiental. Este modelo de uso de espacio debería dar origen a sitios arqueológicos de baja extensión
areal, los cuales presentarían baja intensidad de uso. Estos sitios estarían localizados en tierras bajas
con escasa pendiente. Al mismo tiempo, en las serranías del Cordón de Chacabuco se debería observar
sitios de baja extensión areal y baja intensidad de uso. Ello, por cuanto los grupos Arcaicos habrían
realizado incursiones a esta zona, con el fin de extraer recursos puntuales, como fauna asociada a Vegas
de altura, o algún recuso lítico específico. La línea de pensamiento que subyace a este modelo indica
que fue articulado fundamentalmente a partir de distinciones de permanencia. En este sentido, el Modo
Arcaico respondería a un esquema de alta movilidad y de baja permanencia. La idea de recurso en este
contexto responde a un uso pasivo, esto es sin manejo de reproducción del recurso. Podría describirse
como una estrategia extractora y de caza-recolección, que eventualmente provocaría el agotamiento de
algunos recursos.
La valoración de los criterios de recursos para el Arcaico en el Cordón de Chacabuco permitió la
proposición de seis modelos de uso, los cuales se detallan a continuación:
Modelo de Exposición: En este se valoraron fuertemente aquellas áreas de umbría por sobre las
asoleadas. Esta valoración se sustenta en la mayor asociación de recursos de fauna y flora asociados a sectores de umbría, los cuales estarían disponibles para la recolección por parte de
pobladores Arcaicos (Figura 1).
Modelo de Pendiente: En este modelo se valoraron igualmente aquellas zonas con pendiente
baja, media y alta. Ello por cuanto se supone que dada la alta movilidad de los grupos Arcaicos,
habrían realizado un uso generalizado de este recurso.
Modelo Altitudinal: En este caso resultaron con mayor valoración aquellas zonas de altura como
planicies y valles, seguidos por las tierras bajas. Ello por cuanto habrían presentado mayor asociación relativa a recursos de caza y recolección, en desmedro de las laderas y cumbres, las
cuales habrían sido utilizadas en menor intensidad por parte de poblaciones Arcaicas (Figura 2).
Modelo de desarrollo lineal ( ríos y esteros, quebradas y ríos): En este caso, aquellas zonas
localizadas más cercanamente al eje de análisis, como río, estero o vía de paso presentaron una
mayor valoración de uso para el período Arcaico. Al contrario, a medida que la distancia al eje
aumenta disminuye igualmente su valor de uso (véase como ejemplo, Figura 3).
Modelo de canteras: De modo similar al modelo anterior, se consideró la distancia lineal a las
canteras presente en el área de estudio, disminuyendo el valor de uso a medida que la distancia
a la cantera se incrementa (Figura 4).
Modelo Vegetacional: En este modelo la mayor valoración fue dada a las vegas. Ello por la
abundancia en recursos de recolección y caza asociadas a esta zona, los cuales habrían sido
buscados activamente por la poblaciones Arcaicas, sobre todo en períodos de escasez de agua
como el verano. Le sigue en importancia la pradera, el matorral y la vegetación de tierras bajas
(actualmente catalogadas como agrícolas) (Figura 5).
Configuración Arqueológica Territorial (CAT) para el Arcaico (Figura 6). El análisis conjunto
de cada modelo de uso de recursos, permitió proponer una CAT para el período analizado. Así,
la valoración relativa dada a cada una de las variables, indica que para este período cobró mayor
ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
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importancia el modelo de uso de canteras. Ello por cuanto este recurso es escaso en la zona de
estudio, proveyendo materia prima significativa para la elaboración de instrumentos que permitieran la apropiación de recursos por parte de las poblaciones Arcaicas. Por ello, se valoró en
segundo lugar el modelo vegetacional, así como los de cercanía a vías de circulación, cursos de
agua y quebradas. Esto se explicaría por la accesibilidad a recursos de todo tipo, tanto de flora,
fauna, como agua y líticos. Finalmente, para este período se le otorgó menor importancia relativa a los Modelos de Pendiente y Exposición, debido fundamentalmente a la alta movilidad propuesta como eje articulador de las poblaciones Arcaicas en la zona. En resumen, los sitios que se
correspondieran con las mayores valoraciones deberían estar cercanos a vías de circulación,
cercanos a fuentes de materias primas líticas, localizados en valles de altura media, cerca de
quebradas y cursos de agua permanentes o semipermanentes. Se deberían asimismo localizar en
cercanía a pasturas y recursos vegetales y animales de quebradas.
Contrastación CAT / DATA (Figura 6): Del total de sitios localizados hasta el momento en el
área de estudio, 53 son acerámicos (incluyendo canteras, petroglifos, piedras tacitas y otros),
mientras que sólo cuatro pudieron ser caracterizados como Arcaico Tardío. Los cuatro sitios
arcaicos (Las Chilcas 1, Las Chilcas 2, El Carrizo, Los Hornos) fueron excavados y fechados, y
esta ubicación cronológica, además de su análisis contextual y artefactual permitieron adscribirlos al Período Arcaico Tardío. Ellos corresponden a tres aleros y un sitio abierto en el Cordón de
Chacabuco. Estos fechados se ubicaron entre 2.530 a.C. y 140 d.C. (Tabla 1).
SITIO
MUESTRA
DESCRIPCIÓN
EDAD (A.P.)
FECHA1
Las Chilcas 1
El Carrizo
Las Chilcas 2
Las Chilcas 2
Las Chilcas 2
Las Chilcas 2
Los Hornos
F.104092
Uru 123
F.104092
Beta 67620
F.104092
Beta 67620
Beta 157961
Arcaico Tardío
Nivel 6b. Arcaico Tardío
Cuad. 3 nivel 4b. Arcaico Tardío
Cuad. 3 nivel 4b. Arcaico Tardío
Cuad. 5 nivel 3. Arcaico Tardío
Cuad. 5 nivel 3. Arcaico Tardío
Sepultura Arcaico Tardío
2830±110
2150± 80
4200 ± 90 2.
2020 ± 90
1810 ± 90
2030 ± 80
4480 ± 40
880 a.C.
200 a.C.
250 a.C.
70 a.C.
140 d.C.
80 a.C.
2530 a.C.
1. Fechas no calibradas
▲ Tabla 1
Dataciones radiocarbónicas Arcaicas obtenidas en sitios arqueológicos localizados en
el Córdon de Chacabuco, V Región, Chile.
Los resultados obtenidos permiten postular que las serranías del Cordón de Chacabuco estuvieron ocupada a partir del tercer milenio a.C. hasta pasados los inicios de nuestra Era. Los pueblos presentes en la zona no portaban cerámica y habrían dejado escasa evidencia de su utilización del área. La
evidencia arqueológica de los cuatro sitios excavados en el área se sintetiza a continuación:
Las Chilcas 1 (331.000 E y 6.357.600 N). Corresponde a un alero rocoso con varias ocupaciones
(Hermosilla 2002). El nivel inferior corresponde al Arcaico Tardío presentando una muy baja
densidad de artefactos, fundamentalmente desechos de talla y microdesechos. Las materias primas líticas locales más utilizadas fueron el jaspe rojo y la brecha hidrotermal. No se encontraron
instrumentos pulidos. Bajo una fecha de 880 a.C. se encontraron restos óseos de Cannis familiaris
(Simonetti et al. 1999). Se observó presencia de restos de micromamíferos posiblemente depositados por depredadores no humanos, lo que permitió proponer que el sitio habría sido abandonado esporádicamente por los mismos (Hermosilla 2002).
Las Chilcas 2 (325.200 E y 6.363.700 N). Corresponde a un alero rocoso, el que presenta un
nivel Arcaico Tardío con muy escasa densidad de materiales culturales (Hermosilla et al. 1995).
Ellas incluyen desecho de talla (jaspes, brecha hidrotermal y obsidiana) e instrumentos pulidos,
algunos con huellas de colorante rojo. Se encontró un rasgo que tenía como elemento central un
220 ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
cráneo humano quemado incompleto, sin el esqueleto poscraneal, acompañado de algunas conchas de moluscos.
El Carrizo (342.306 E y 6.355.510 N). Este sitio corresponde a un alero rocoso con varias ocupaciones (Hermosilla y Saavedra 1997, Henríquez 2000a). El nivel precerámico corresponde a
un rasgo correspondiente a un evento de quema que contenía un conjunto relativamente compacto de huesos humanos y animales, con distintos grados de calcinación, mezclados con algunos clastos y material ceniciento, fechado en el 200 a.C. (Hermosilla y Saavedra 1997). Los
restos humanos correspondieron a un fragmento de mandíbula de adulto, piezas dentales, además de dos huesos con huellas de modificaciones culturales: una falange con huellas de corte y
un fragmento de hueso largo impactado para obtener su fractura longitudinal. El material lítico
incluyó un percutor, lascas primarias de basalto y microlascado en jaspe y andesita.
Los Hornos (338.221 E y 6.366.073 N). Corresponde a un sitio abierto localizado en una rinconada
(Henríquez 2000b; 2000c; 2002, Vargas 2000). Allí se encontró una sepultura con un individuo
masculino de 35 a 39 años de edad. Se habría tratado de un individuo robusto, que presentaba
procesos mórbidos, producto de una dura calidad de vida, especialmente referida a procesos
nutricionales y estrés por esfuerzo físico continuo. Presenta traumas dentales, probablemente
producidos por la ingesta de dieta dura y fibrosa con un importante contenido de partículas
abrasivas, característico de una economía de subsistencia basada fundamentalmente en la recolección de vegetales duros, que habrían sido consumidos crudos o con poca cocción.
En síntesis, estos sitios corresponderían a enclaves que habrían sido producidos por la actividad
de grupos pequeños, asociados a recursos de agua o cercanos a ella, y canteras líticas. Su dieta se habría
basado fundamentalmente en vegetales crudos. Se habría producido en este período el consumo
antropofágico. Probablemente, los individuos de grupos Arcaicos habrían estado sometidos a un fuerte
estrés nutricional, lo que junto a un movimiento relativamente constante habría determinado una baja
expectativa de vida y un rendimiento físico al límite (Henríquez 2000c; 2002). Cabe destacar que información obtenida en otros sitios de Chile central (Hermosilla y Ramírez 1982, Stehberg y Fox 1977,
Stehberg et al. 1995, Cornejo et al. 2000, Durán et al. 1993), sustentan el patrón descrito para las
serranías de Chacabuco, por lo que éste habría sido general para el Arcaico en la zona central de Chile.
Discusión
El análisis aquí realizado, ha permitido proponer una hipótesis explícita en cuanto a su origen y
fundamentos, respecto del uso del espacio por poblaciones Arcaicas en las serranías del Cordón de
Chacabuco. Asimismo, en este trabajo se ha ejemplificado el modo de análisis relacional, el que permite acercarse en forma sucesiva y explícita al entendimiento de una configuración explicativa. Es así
entonces, que producto de este análisis entregamos a la discusión una Configuración Arqueológica
Territorial para el Período Arcaico, la cual debe ser retroalimentada con nueva data, así como enriquecida con la incorporación consensuada de nuevas aproximaciones para su análisis.
En resumen, las distinciones significativas para nuestro análisis del uso del espacio en el Arcaico, son aquellas que indican que producto de su alta movilidad, y de su actividad cazadora-recolectora,
los grupos Arcaicos habrían utilizado los valles altos del sector, asociados a mayores recursos. Asimismo, en forma oportunista, habrían utilizado áreas aledañas a canteras, las que habrían explotado incluso hasta llegar a límites cercanos al agotamiento de los recursos. Desgraciadamente, la conservación
deficiente observada en los sitios estudiados, no ha permitido acotar la base de recursos vegetales o
animales utilizadas en este período. La estructura de los grupos Arcaicos, habría estado basada en
grupos de tamaño pequeño, los que probablemente correspondería a grupos familiares.
Finalmente, debemos destacar que la continua retroalimentación de hipótesis-data, propia del
trabajo científico, pero completamente explicitada aquí, estimula y dirige el procesamiento de información y análisis en arqueología.
Agradecimientos
Este trabajo fue financiado por Fondecyt 1990067. B Saavedra es becaria CONICYT.
ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
221
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222 ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
▲ Figura 1
Modelo de uso de áreas con diferente Exposición Solar propuesto para Poblaciones
Arcaicas que habitaron el Cordón de Chacabuco, V Región, Chile.
▲ Figura 2
Modelo de uso de áreas con diferente altitud propuesto para Poblaciones Arcaicas que habitaron el
Córdon de Chacabuco, V Región, Chile
ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
223
▲ Figura 3
Modelo de uso quebradas propuesto para Poblaciones Arcaicas que habitaron el Cordón de
Chacabuco, V Región, Chile
▲ Figura 4
Modelo de uso de Canteras propuesto para Poblaciones Arcaicas que habitaron el Cordón de
Chacabuco, V Región, Chile
224 ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
▲ Figura 5
Modelo de uso de la vegetación propuesto para Poblaciones Arcaicas que habitaron el Cordón de
Chacabuco, V Región, Chile
▲ Figura 6
Configuración Arqueológica Territorial propuesta para el uso del espacio por poblaciones
Arcaicas en el Cordón de Chacabuco, V Región, Chile. Los puntos negros indican localización de
sitios Arcaicos encontrados hasta en momento en la zona.
ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
225
226 ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
CERÁMICA DEL CEMENTERIO INDÍGENA DE
CAPIZ ALTO (DEPARTAMENTO DE SAN CARLOS,
PROVINCIA DE MENDOZA)
CRISTINA PRIETO1 y VICTOR DURÁN2
Presentación
Dentro de los materiales rescatados de los enterratorios del cementerio de Capiz Alto, la cerámica constituye uno de los más abundantes. El cementerio presenta características similares a las del
cementerio de Viluco -Depto. San Carlos. Mendoza- (Durán y Novellino 2003). Son contextos complejos en los que se encuentran asociados materiales indígenas de diversas procedencias y artefactos de
origen occidental. Estos contextos y otros hallazgos en Mendoza y San Juan han llevado al planteamiento de múltiples hipótesis en torno al origen y cronología de la Cultura Viluco, esta última definida
por Lagiglia (1976) a partir del cementerio de Viluco y materiales provenientes de otros sitios de Mendoza
y San Juan.
Con respecto a la cerámica del cementerio de Capiz, se presentan tres grandes grupos: cerámica
Viluco, cerámica Overo oridinaria e incisa (Lagiglia 1997) y vasijas de las que no existen antecedentes.
La diversidad cerámica presente en el sitio llevaron a plantear objetivos y análisis que permitieran
aproximarse a los problemas de: cronología, movilidad e intercambio.
La cerámica Viluco y Overo han sido tipologizadas a partir de atributos morfofuncionales y de
decoración (Lagiglia 1976; 1997; 1999-2000). Este trabajo intenta introducirse en un nivel más profundo de comprensión del material alfarero, conscientes del potencial que encierra la cerámica para la
interpretación arqueológica. Debido a esto se optó por reorientar los estudios cerámicos, específicamente
intentar comprender la variabilidad cerámica presente en el sitio a partir del estudio de los aspectos:
tecnológicos, morfofuncionales y decorativos. Un enfoque de esta naturaleza aplicado a otros sitios
tardíos y coloniales de la provincia, ayudará a entender la variabilidad cerámica a nivel intra sitio, inter
sitios y dentro de cada uno de los conjuntos cerámicos presentes en contextos funerarios y domésticos.
Por otro lado, la problemática en torno a la Cultura Viluco tiene diversos matices relacionados
con la particularidad de cada una de las áreas donde se presenta (valles, precordillera, planicies áridas)
y la dinámica social que implicaron las relaciones de intercambio y movilidad. En el caso de los sitios
ubicados en San Carlos pensamos que la problemática pasa por entender la dinámica social desarrollada en una zona tan conflictiva e inestable como la frontera de amortiguación que se estableció durante
la colonia (siglo XVII) en el valle de Jaurúa (actualmente área sur del río Tunuyán, que incluye la
cuenca del arroyo San Carlos) (Durán y Novellino 2003), e intentar establecer las relaciones que pudieron existir entre estos y los sitios (funerarios y domésticos) ubicados en el norte de la provincia de
Mendoza.
En este trabajo presentamos los resultados correspondientes a la clasificación general y los
análisis de pasta llevados a cabo en las vasijas enteras y reconstruidas parcialmente del cementerio de
Capiz. Estos primeros resultados han otorgado datos en relación a la variabilidad tecnológica de los
grupos cerámicos del cementerio.
1
2
Becaria Conicet. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de [email protected]
Conicet. CEIDER (Centro Interdisciplinario de Estudios Regionales). [email protected]
ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
227
El sitio y Antecedentes
El cementerio de Capiz se
ubica en el Camping El Manantial
o Baños de Capiz, Departamento
de San Carlos, Provincia de Mendoza (Figura 1).
El sitio se encuentra emplazado en uno de los puntos más altos
de los médanos pertenecientes a un
sistema de lomadas arenosas que limitan con la Cerrillada Pedemontana Mendocina (Huayquerías de San
Carlos) (más detalles en Durán y
Nove-llino 2003). Se trata de un punto visible dentro de la llanura y cercano a actuales zonas agrícolas, además de encontrarse a sólo 100 m de
las nacientes del manantial de aguas
termales.
La zona llana es óptima para
actividades tanto agrícolas como
agropecuarias, mientras que las lomadas arenosas aportan importantes recursos vegetales autóctonos (algarrobo, chañar, piquillines, etc). En el
pasado estas condiciones favorables
habrían permitido sostener la existencia de animales como el ñandú (Rhea
americana), guanaco (Lama guanicoe), vizcacha (Lagostomus maximus) y edentados (Dasypodidae)
▲ Figura 1
(Durán y Novellino 2003).
Localización del sitio Capiz en Mendoza
Este cementerio se encuentra a unos 25 km al norte del cementerio de Viluco (Reed 1918, Boman 1920, Torres 1923, Metraux 1937, Rusconi 1962, Lagiglia 1976),
llama la atención las similitudes entre ambos registros arqueológicos, especialmente la presencia de
cerámica Viluco, de pasta anaranjada con pintura bícroma y polícroma: rojo, rojo y negro, y negro
sobre fondo ante, con formas como: vasos con y sin asa, jarras, ollas y escudillas (Lagiglia 1976). En
ambos sitios se encontraron artefactos de origen occidental entre los que destacan: cuentas de vidrio,
galones y objetos de hierro y metal (Boman 1920, Lagiglia 1976, Durán y Novellino 2003). Además el
cementerio de Viluco cuenta con algunos objetos que parecen tener influencia mapuche como por
ejemplo un instrumento musical de viento.
En Capiz destaca la presencia de un contexto de un individuo infantil en el que se encontró un
objeto laminar de bronce que lo cubría desde el cráneo hasta la pelvis, probablemente un adorno cefálico.
También se encontraban asociadas 114 cuentas de collar de caracoles marinos (Urosalpinx sp.) y un
cuenco cerámico (cuenco pequeño). Esto podría evidenciar símbolos de posición social, los que podrían estar relacionado a los cambios que experimentaron las sociedades indígenas en sus formas de
organización social debido al contacto con el dominio español. En este sentido, la existencia de caciques pudo haber sido influida por el grupo dominante, situación que talvez fue aprovechada para beneficio personal y familiar por los sectores indígenas favorecidos (Durán y Novellino 2003:154).
Según datos etnohistóricos el valle de Jaurúa, que incluye la cuenca del arroyo San Carlos,
habría estado ocupado por los Huarpes (Michieli 1983), donde habrían desarrollado actividades agropastoriles complementadas por la caza y la recolección (Prieto 1974-1976, Michieli 1983, Parisii 1992).
Estas sociedades se habrían visto fuertemente diezmadas durante la segunda mitad del s. XVI por el
desplazamiento de ciertos sectores de la población masculina hacia Chile central por parte de los
228 ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
encomenderos. Los valles de Uco y Jaurúa se destinaron principalmente a la explotación ganadera,
mientras que los valles del norte, Mendoza y Tunuyán, los más densamente poblados, se constituyeron
como los ejes de control efectivo por parte de los conquistadores. De este modo hacia el sur de estas
áreas funcionó una “frontera de campos abiertos” (Prieto 1989), demarcada hasta le río Atuel por la
presencia de ganado español y de ahí hacia el sur por la presencia de los puelches (Prieto 1989:124).
Desde 1660 el valle de Jaurúa se transfoma en una “frontera de amortiguación” entre los ríos
Tunuyán y Diamante (Durán y Novellino 2003), debido a la violencia desatada entre hispano-criollos e
indígenas ubicados al sur del río Diamante y que lleva a un replegamiento de los primeros hacia los
valles del norte. Esta nueva frontera implicó la relocalización, por parte de los españoles, de chiquillames
y parcialidades pampas, por lo cual la zona estuvo ocupada por “indios amigos” hasta aproximadamente 1690 año en que los hispano-criollos reocupan estos sectores (Prieto 1989; 1997-1998).
A continuación resumimos el estado de los antecedentes de investigación relacionados con la
evidencia arqueológica para el momento prehispánico tardío y los primeros años de la colonia.
Lagiglia (1976) define la Cultura de Viluco a partir del sitio epónimo y algunas colecciones de
San Juan y Mendoza, dividiéndola en dos períodos: Viluco I de origen preincaico y con claras influencias de la Cultura Aconcagua de Chile central; Viluco II, con su origen en le Viluco I pero con claras
influencias incaicas, que perduraría hasta el período post hispánico. Lagiglia (1976; 1999-2000) asocia
la cultura Viluco a los Huarpes, grupo que ocupaba en centro y norte de la provincia de Mendoza a la
llegada del conquistador europeo (Prieto 1997-1998).
La discusión sobre el origen y la cronología del fenómeno Viluco se ha desarrollado especialmente desde los 90’, existiendo básicamente dos posturas entre los investigadores: los que plantean su
orígen prehispánico (Boman 1920, Rusconi 1962, Lagiglia 1976, Bárcena 1992, García 1991-1992;
1993-1994, Chiavazza 1995; 1999, Prieto y Chiavazza 2001) y aquellos que consideran su orígen en
tiempos post hispanos (Torres 1923, Michieli 1998).
Entre los primeros hay algunos que ha puesto énfasis en el origen de la Cultura Viluco a partir de
las incursiones incaicas en la zona (Bárcena 1992; 1998, Lumbreras 1981, Gentile 1992, García 19931994). Por otro lado, y no contrapuesto a la anterior, se sostiene la postura de Lagiglia (1976, 19992000) que relaciona étnicamente esta cultura arqueológica a los Huarpes (Boman 1920, Canals Frau
1937, Lagiglia 1976, García 1993-1994, Chiavazza 1995, Prieto y Chiavazza 2001).
De acuerdo a datos arqueológicos del sur de la Provincia de San Juan, Michieli (1998) ubica a la
cultura Viluco entre mediados del s. XVII y mediados del s. XVIII, y niega la asociación de la Cultura
Viluco con la etnohistórica Huarpe. La cultura Viluco correspondería a manifestaciones materiales de
grupos e individuos reubicados traídos desde provincias del norte argentino, Perú, Chile y Paraguay
(Michieli 1998:73-74).
Con respecto a la cerámica Overo ordinaria y su variante incisa Lagiglia (1997) la define como
un tipo cerámico tradicional para la cordillera y la sitúa cronológicamente posterior al 500 d.C. perdurando posiblemente hasta el contacto histórico (Lagiglia 1997:81). Este tipo de cerámica constituiría
una variante de la cerámica Nihüil Ordinaria, característica del piedemonte, las llanuras y valles situados bajo los 2000 m.s.n.m. (Lagiglia 1997:81). El Indígeno del Volcán Overo (3200-3400 m.s.n.m) se
ubica en las estribaciones de los escoriales situados al norte del mencionado volcán, en la Cordillera de
los Andes, en la región del Sosneado (Depto. de San Rafael, Provincia de Mendoza) (Lagiglia 1997:12).
Aspectos teóricos y metodológicos
Los objetivos planteados no son particulares a este estudio, sino que conforman los objetivos y
metodología que orientan nuestras investigaciones en el valle, planicie árida, precordillera y pedemonte
del norte de la provincia de Mendoza (Prieto y Chiavazza 2001), por lo que este trabajo debe entenderse
como parte de un proyecto más amplio en desarrollo.
De acuerdo a los objetivos enunciados fue necesario replantear el estudio de la cerámica, ir más
allá de las clasificaciones generales y estudiar aspectos que nos introdujeran en los aspectos socialmente inferibles a partir de ella. Al respecto, entendemos la cerámica como un material que cumple una
función social y supone el desarrollo de una cadena productiva, por lo cual evidencia un grado de
desarrollo tecnológico e informa sobre la especialización y división social del trabajo (Bate 1977 :36).
Este modo de comprender la cerámica conduce a estudiar los aspectos relacionados con la producción,
la función y el estilo cerámico, evaluados a la luz de los contextos arqueológicos.
ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
229
El estudio de los contenidos sociales inferibles a través de la alfarería implica investigar sobre su
variabilidad, ésta por su parte nos informa sobre los diversos grados de actividad social de un grupo
determinado (Zedeño s/f: 21), ya que, son el resultado de acciones conscientes o subconscientes llevadas a cabo por quienes las producen y las usan (Falabella 1997: 428).
Operativamente nos interesa definir patrones cerámicos (Sanhueza 1997) los que se definen
como “la reconstrucción arqueológica de una particular manera de hacer cerámica por parte de uno
o más artesanos” (Sanhueza 1997: 245), este puede ser abordado a partir de tres dimensiones integradas en la vasija: la tradición tecnológica, la forma y la decoración (Sanhueza 1997). Aclaramos que la
definición de estos sólo es posible integrando la información de una mayor cantidad de sitios abordados
con la misma perspectiva.
El aspecto tecnológico se refiere específicamente a la producción cerámica y se constituye como
uno de los elementos más estables dentro de la variabilidad cerámica, debido a las limitaciones que
impone la disponibilidad de materias primas y los problemas de innovación que supone la tecnología.
La manufactura se encuentra sujeta a las relaciones sociales de producción, por lo cual la reconstrucción de los procesos de producción se transforman en un importante medio para acceder a los contenidos sociales (Zedeño s/f: 22). Es fundamental conocer los procesos de producción si se usan los patrones de variación cerámica para la comprensión de los aspectos socio culturales del pasado (Falabella
1997).
Entendemos la forma como un conglomerado de atributos estilísticos y funcionales que hacen
viable la utilización de la pieza en un contexto social determinado. Dentro de los contextos fragmentarios la forma adquiere relevancia, ya que, trabajando a escala del artefacto concebimos los fragmentos
cerámicos como partes que constitutivas de una vasija. Los aspectos funcionales y morfológicos se
encuentran estrechamente ligados, así lo confirman estudios de carácter etnoarqueológico (Hardin 1979,
Arnold 1991, De Boer y Lathrap 1979, Longacre 1981, entre otros).
Trabajamos considerando al atributo como unidad mínima de análisis. Los atributos cerámicos
se constituyen a partir de factores culturales, sociales, funcionales, ideacionales, ambientales, por lo
cual, cada atributo explicará una parte de la variabilidad de los grupos que los manufacturaron (Falabella
1997).
Los aspectos antes mencionados son los que rigen nuestras investigaciones. Entre éstos los análisis de pasta se han constituido en la base de esta primera etapa de investigación, la que ha permitido
caracterizar los grupos cerámicos del cementerio. Estos se realizaron con lupa binocular usando aumentos entre 10X y 40X, el objetivo general es introducirnos en aspectos tecnológicos que puedan dar
indicios, en futuras investigaciones que integren diversos sitios y áreas geográficas, sobre los modos de
organización de la producción cerámica (Costin 1991). Nos basamos en que la comprensión de la
estructura interna de cada conjunto de pastas permite caracterizar la norma que dicta como debe
confeccionarse la cerámica (Sanhueza 1997).
Los análisis se han enfocado en intentar describir las características generales de la matriz (color, cocción y textura) y de los antiplásticos incluidos en ella (color, transparencia, forma, tamaño,
distribución y densidad), con la finalidad de agruparlos en patrones de pasta. El análisis se hizo sobre
las piezas que tuvieran alguna fractura que permitiera la observación. La información obtenida de los
análisis de pasta se cruzó con la obtenida de otros atributos (color, tratamiento de superficie, forma y
técnica decorativa) con la finalidad de definir grupos cerámicos.
Resultados
En esta primera organización de la evidencia cerámica del cementerio adoptamos como categorías ordenadoras los tipos definidos por Lagiglia (1976; 1999-2000; 1997) para la cerámica Viluco y
Overo ordinario e inciso. Luego contrastamos estas categorías con los resultados de los análisis de
pasta.
Clasificación y análisis de piezas enteras y fracturadas reconstruibles
Los análisis han sido llevados a cabo sobre piezas enteras y fragmentadas reconstruibles. Se
analizaron un total de 17 vasijas (tabla 1)1:
230 ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
Vasijas
E4
Escudilla
Escudilla apéndices
Cuenco pequeño
1
Cuenco fitomorfo
Vaso
Vaso kero
Jarra asa unilateral
Jarra miniatura
Olla incisa reticulada romboidal
Olla grande
Olla borde reforzado
Olla
E6
1
1
Entierros (E)
E7
E10 E15
2
E16
1
1
1
1
2
1
1
1
1
1
1
▲ Tabla 1
Correlación entre vasijas enteras y fracturadas y entierros (E).
Siguiendo a Lagiglia (1976; 1997; 1999-2000)
las piezas cerámicas de Capiz corresponderían a tipos
cerámicos Viluco, Overo y vasijas de las que no existen
antecedentes, es decir, de adscripción cultural indeterminada. Los tipos Viluco presentes en el sitio son: jarras con asa unilateral (subglobulares de cuello evertido,
boca ancha, con decoración lineal, con figuras de bordes festoneados, escalonados y ondulados); pucos o escudillas lisas; escudilla con apéndices triangulares sobre el borde; vaso timbal o kero sin asa. Los tipos Overo
presentes son: olla Overo ordinario con borde reforzado (Figura 3); Overo incisa reticulada romboidal (Figura 2). Las vasijas que no cuentan con antecedentes son:
el vaso, la jarra en miniatura, el cuenco fitomorfo, la
olla del entierro 6 y el cuenco pequeño (Figura 4).
▲ Figura 2
El estudio de formas que hemos desarrollado ha
Olla “Overo inciso”
sido descriptivo. De las vasijas enteras y reconstruibles
(tomado de Durán y Novellino 2003)
vemos una tendencia a la predominancia de formas no
restringidas por sobre las restringidas (Figuras 5 y 6).
Hasta el momento las formas no restringidas (escudillas, cuencos, vasos) han sido descriptas desde la
etnografía como vasijas diseñadas para servir y/o consumir alimentos, mientras que las vasijas restringidas (ollas, jarras) son usadas para servir líquidos en el caso de las jarras, y procesar alimentos sobre
el fuego en el caso de las ollas (Falabella et al. 1993: 46-48).
En relación a la información que obtuvimos de las huellas de uso, la presencia de ahumados y
hollinados (termoalteraciones post cocción) en gran parte de las vasijas, nos permiten interpretar que la
mayoría de las piezas cumplieron una doble función, por un lado, la función ritual que cumplieron en
los contextos funerarios como en el caso de este cementerio, y por otro, el uso que se les dio en contextos probablemente domésticos. Podemos afirmar, a partir de las huellas de termoalteración y las de
origen mecánico, que las escudillas, ollas, jarras y el cuenco fitomorfo son piezas que no fueron manufacturadas exclusivamente con fines funerarios, ya que, indistintamente fueron usadas en contextos de
“vivos” y de “muertos”.
Por otro lado algunas piezas no presentaron huellas de uso, estas son: el vaso, el vaso timbal, la
jarra en miniatura y el pequeño cuenco. En este caso no podemos aseverar que fueron confeccionadas
con fines funerarios, ya que, pudieron ser usadas en actividades que no necesariamente alteraron sus
superficies.
ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
231
Los análisis de pasta arrojaron datos interesantes en relación a la variabilidad presente en el
conjunto cerámico del cementerio, ya que se definieron 5 patrones de pasta. Se analizaron 11 vasijas
del total de 17, ya que no todas la piezas presentaron fracturas que permitieran su análisis en la lupa.
– Grupo A: Overo ordinario: escudilla del
E6. Olla 1 (de borde reforzado E6). Olla
del E16. La matriz es marrón, medianamente compacta, fractura irregular. Los
áridos son: granos transparentes, granos
traslúcidos blancos, rosados y grises,
mica. Las formas son sub-redondeadas y
subangulares y todos se presentan en alta
▲ Figura 3
densidad.
Olla “Overo ordinario” con borde reforzado
– Grupo B: probable adscripción neomapu(tomado de Durán y Novellino 2003)
che: representado por la escudilla del E10
y la jarrita miniatura del E16. La matriz
es anaranjada clara, muy poco compacta,
fractura irregular. Los áridos son: granos
traslúcidos blancos, grises y rosados; granos negros brillantes; mica. Las formas
de los áridos son sub-redondeados y todos se presentan en alta densidad.
– Grupo C: Viluco-Inca: escudilla con apéndices del E6. La matriz es anaranjadamarrón clara, de cocción oxidante, semi
compacta, fractura regular. Los antiplásticos son transparentes, blancos y rojo traslúcidos, negros brillantes, todos de forma
angular y tamaño pequeño, en densidades
que van de alta a baja, hay mica muy pequeña en alta densidad, presenta formaciones blancas traslúcidas filamentosas de
formas alargadas y redondeadas, de gran
tamaño y alta densidad.
– Grupo D: Viluco: compuesto por la jarra
del entierro E16, la jarra nº2 del E15 y el
vaso timbal del E15. Matriz anaranjada,
compacta, fractura irregular. Los áridos
son: granos traslúcidos rosados, grises y
▲ Figura 4
blancos; granos rojos opacos; granos neCuenco pequeño, adorno cefálico y cuentas de
gros opacos; mica. Las formas son subancaracoles marinos (Urosalpinx sp.) (tomado de
gular y angular y se presentan alta densiDurán y Novellino 2003)
dad, sólo la mica se presneta en densidad
media.
– Grupo E: Viluco: Jarra 1 del E15. Matriz anaranjada, muy compacta, fractura irregular. El
antiplástico está compuesto por granos negros opacos, blancos y rosados traslúcidos, de tamaño pequeño y homogéneo. La forma es angular y se presentan en mediana densidad.
– Grupo F: sin adscripción cultural: olla 2 (cuello evertido) E6. De color marrón oscuro, se
desgrana fácilmente, de fractura irregular. Los áridos son: mica de tamaño grande, granos
transparentes, granos traslúcidos blancos y grises. La forma es sub-angular y se presentan en
alta densidad.
– Grupo G: probable adscripción Viluco: vaso del E15. Matriz anaranjada, muy compacta, fractu-
232 ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
ra regular. Los áridos son: granos transparentes; granos traslúcidos blancos, rosados y grises;
granos negros opacos; mica. Todos de tamaño muy pequeño, forma angular y se presentan en
muy baja densidad, sólo la mica se presenta en alta densidad.
2
3
1
4
▲ Figura 5
1) perfil sector borde-cuerpo escudilla de borde recortado entierro 16. 2) perfil sector borde-cuerpo escudilla Viluco del entierro 10. 3) perfil sector borde-cuerpo cuenco
fitomorfo entierro 16. 4) perfil sector borde-cuerpo escudilla Overo ordinario de base
menicoconvexa entierro 6.
2
1
3
▲ Figura 6
1) perfil sector borde-cuello-cuerpo olla Overo inciso reticulado romboidal entierro
7. 2) perfil sector borde-cuello olla Overo ordinario borde engrosado entierro 6. 3)
perfil sector borde-cuello-cuerpo olla entierro 6.
En este nivel de análisis la mayor parte de los patrones contienen antiplásticos semejantes en el
color y transparencia. Las diferencias significativas se dan en la compactación de las pastas y la forma
y cantidad de los áridos presentes. La escudilla con apéndices (grupo C) es la única pieza distinta en la
composición de los áridos y color de la matriz. Pensamos que análisis petrográficos aportarían datos
concretos en relación a la composición de cada uno de los grupos de pastas definidos.
ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
233
Si bien, este estudio es acotado y no incluye el análisis de los fragmentos recuperados2, los datos
obtenidos permiten definir la presencia de cuatro grupos cerámicos en el cementerio de Capiz, no todos
ellos adscribibles culturalmente. Nos basamos no sólo en los atributos tecnológicos, sino también en
las formas y decoraciones descriptas para otros sitios de la provincia (Lagiglia 1976; 1997).
El primer grupo corresponde a vasijas cerámicas Viluco descriptas para el norte y centro de la
provincia. A grandes rasgos, se caracterizan por la cocción oxidante, pasta compacta, homogeneidad (a
nivel de vasija) en el tamaño de los antiplásticos y la forma angular de los granos. Estas mismas características observamos en el análisis de pasta con lupa binocular sobre fragmentos de alfarería Viluco provenientes del valle de Mendoza en el predio de las Ruinas de San Francisco (Prieto y Chiavazza 2001) y el
diversos sitios de la Planicie NE3. Los atributos mencionados podrían evidenciar la preparación de los
antiplásticos (trituración y tamizado) antes de ser agregados a la pasta. Las vasijas que corresponden a
este grupo son: las jarras de los entierros E16 y E15; el vaso timbal del E15; el vaso E15; escudilla con
apéndices del E6; la escudilla (hollinada) del E10, esta pieza fue incluida por asociación morfológica y
rasgos tecnológicos como tratamiento y color de superficie, no se analizó la pasta por encontrarse en
buenas condiciones de conservación.
Un segundo grupo lo constituye la escudilla con apéndices triangulares en el borde, pasta C. Si
bien en este caso está representado por una sola vasijas, pastas de características muy similares han sido
encontradas en las Ruinas de San Francisco (valle de Mendoza) (Prieto y Chiavazza 2001) y en la
Planicie NE4.
El tercer grupo está constituido por la cerámica caracterizada para el sitio El Indígeno del Volcán Overo (Lagiglia 1997). La olla de borde reforzado y la olla incisa reticulada formando rombos
corresponden a vasijas Overo ordinario y Overo inciso respectivamente. Las otras vasijas se incluyen
por asociación de pastas, estas son: la olla 1 (borde reforzado) del E6; la olla (grande) del E16; la
escudilla E6 (base cóncava); olla incisa reticulada formando rombos E7, asociada por sus características morfológicas y decorativas.
Tentativamente definimos un cuarto grupo, que correspondería a la jarrita en miniatura del E16
y la escudilla del E10, ambas de probable adscripción neo-mapuche. Un antecedente de la jarra en
miniatura existe para las Sierras de Chachahuen (Malargüe) (Lagiglia 1997, lámina XCVI).
En el caso de la olla 2 del E6 las características de pasta no permiten asociarla definitivamente a
ninguno de los grupos, lo mismo ocurre con el cuenco fitomorfo y el pequeño cuenco, que no pudieron
ser analizado a nivel de pasta y no contamos con datos de otros sitios que nos permitan inferir su
filiación.
Por otro lado, las vasijas enteras o reconstruidas permitieron observar un predominio de las
vasijas no restringidas por sobre las restringidas, si bien los datos sobre la posible funciona-lidad de
ellas puede conocerse desde la etnografía y la etnoarqueología, su presencia en este contexto funerario
puede tener connotaciones relacionadas con aspectos ligados al género, edad o posición social del
individuo con el que fueron depositados, aspecto que ya mencionaron Durán y Novellino (2003) en
relación a la probable existencia de cacicazgos y su relación con las distintas cualidades en los ajuares
encontrados. En este sentido la alfarería se hace presente en todos los contextos de adultos (femeninos
y masculinos) e infantiles, se observa una predominancia de piezas en buen estado en los enterratorios
infantiles y masculinos evidencia que debemos evaluar a la luz de los procesos post depositacionales
que afectaron al sitio. Otro dato relevante es la presencia de un tortero de cerámica en una tumba
femenina, en este caso se podría asociar la labor textil con el trabajo femenino.
Conclusiones
Los materiales y asociaciones observadas en el cementerio de Capiz no permiten una fácil interpretación y menos aun resolver alguno de los problemas que han estado en el centro de las discusiones
de los investigadores dedicados al tema. Si bien, nuestros resultados sobre el material cerámico son
incipientes, éstos constituyen nuevos aportes a la hora de definir con más precisión el complejo fenómeno que supuso la relación entre los grupos aborígenes que ocupaban el centro de la provincia de
Mendoza los grupos de españoles recién llegados a estas tierras.
Existen dos puntos en los que podemos aportar evidencia que permite comenzar a esclarecer y
delinear la dinámica social que se pudo desarrollar en Capiz en el primer siglo después de la conquista
(s. XVII).
234 ARQUEOLOGÍA ARGENTINA EN LOS INICIOS DE UN NUEVO SIGLO
En primer lugar existen datos etnohistóricos que indican la presencia de grupos Huarpes en el
valle de Jaurúa, los que se vieron drásticamente reducidos -especialmente en su población masculinaen los primeros años de la colonia producto de la relocalización de población por el sistema de encomiendas. Por otro lado, la evidencia arqueológica del cementerio indica la presencia de cerámica Viluco,
atribuida por algunos investigadores a los Huarpes. Pensamos que este último planteamiento es viable
si nos detenemos en que la población indígena Huarpe continuó habitando la zona de San Carlos a
pesar de su masivo traslado a Chile central y el desequilibrio demográfico que significó tal fenómeno.
La población que permaneció habría estado constituida principalmente por mujeres, niños y hombres
mayores de cincuenta años, este desequilibrio se encuentra claramente expresado en la muestra de
individuos enterrados en el cementerio de Capiz (Durán y Novellino 2003 ).
Por otro lado, la variabilidad cerámica observada en los distintos entierros nos han permitido
observar la presencia de grupos cerámicos conocidos y otros indeterminados culturalmente. Se identificó la presencia de cerámica Viluco y Overo (Lagiglia 1976; 1997; 1999-2000). Por su parte las vasijas
de las que no existen antecedentes y por lo tanto no se pueden adscribir culturalmente son: el cuenco
fitomorfo, el cuenco pequeño, y la olla 2. Esta evidencia no permite confirmar el carácter multiétnico
que pudo darse en el valle de Jaurúa, pero demuestra la existencia de un fenómeno que pudo ser el
intercambio de bienes o la posible movilidad (voluntaria o involuntaria) de grupos o personas a esta faja
de frontera.
Hay que mencionar que la singularidad del patrón de pasta C, que ha sido adscripto tentativamente
como Viluco/Inca, podría indicar el ingreso de una nueva tecnología, este dato fue contrastado con
fragmentos provenientes de otras áreas del norte de la Provincia de Mendoza como las Ruinas de San
Francisco (valle de Mendoza) (Prieto y Chiavazza 2001) y en la Planicie NE, los que también presentaron atributos Viluco/Inca .
Las fechas obtenidas por TL para dos ollas (olla 1 de borde reforzado -overo inciso- 450+/-45 1550 DC (UCTL 1292), olla 2 de cuello evertido, 380+/-40 - 1615 DC (UCTL 1291, ambas provenientes del E6) indican que la movilidad o intercambio producido en la zona pudo desarrollarse durante el
primer siglo de contacto hispano indígena. Hasta este momento, indicios claros de este fenómeno sólo
existían para después de este primer siglo y el carácter multiétnico estaba definido para la segunda
mitad del siglo XVII y el siglo XVIII.
Estos resultados deben ser evaluados a la luz de los datos que aporten los restos cerámicos
fragmentarios del cementerio y específicamente en el caso de las pastas, los análisis petrográficos que
permitan caracterizar e intentar definir la procedencia de las vasijas presentes en el sitio.
Notas
1. Para más detalles de los contextos del sitios Cementerio de Capiz ver Durán y Novellino (2003).
2. Desde la presentación de este artículo, año 2001, a su publicación, año 2004, se realizó el estudio de la fragmentería
recuperada en el sitio, la cual no se incluye aquí por problemas de espacio, para más datos ver Prieto 2004.
3. Estos estudios corresponden a la tesis doctoral que Horacio Chiavazza realiza en la planicie NE de Mendoza y que actualmente se encuentra en desarrollo.
4. Estos estudios corresponden a la tesis doctoral que Horacio Chiavazza realiza en la planicie NE de Mendoza y que actualmente se encuentra en desarrollo.
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