to the PDF file. - UNDAV Ediciones

Año 2 - Nº 2 - Abril/2013 - Revista cultural de la Universidad Nacional de Avellaneda
historia cultura política
Dossier Eduardo Rinesi - Julio Aibar Gaete
Jorge Calzoni - Claudio Véliz
Entrevistas Nancy Ganz Eduardo Pavlovsky
Garabombo2.indd 1
17/04/13 23:54
Editor Responsable
Dirección y Producción General
Jefe de Redacción
Concepto visual, dirección
de arte y diseño gráfico
Comité de Redacción
Universidad Nacional de Avellaneda
Carlos Zelarayán
Claudio Véliz
Julia Aibar
Entrevista a Nancy Ganz
“Nos sentimos orgullosos”
Página 4
Julia Aibar, Bárbara Antico, Elena Calvín, Griselda Carbonell, Juan Mineldin,
Adriana Presa, Fernando Stöckl
Colaboran en este número
Julio Aibar Gaete, Jorge Calzoni, Ma-
Elena Calvín
rio Giorgi, Florencia Podestá, Eduardo
La demonización del Estado
Página 12
Rinesi, Adriana Schottlender
Agradecimientos
Impresión y encuadernación
Corrección
Al señor rector, Ing. Jorge Calzoni. A las autoridades de la Universidad Nacional de Avellaneda,
en especial a la Secretaría General, que brinda
un impulso decisivo para la realización de esta
revista. Al Dr. Eduardo Rinesi y al Dr. Julio Aibar
Gaete. A todas/os nuestras/os colaboradoras/
es. Y a las/os lectoras/es: es de sus manos que
habremos de mejorar; es gracias a ellas/os que
esta revista está viva.
Entrevista a Eduardo Pavlosky
Una pasión irrevocable
Página 17
Emede S.A. - Madame Curie 1101
(B1879GTS) Quilmes
Equipo editorial
Dossier - Eduardo Rinesi
De la democracia a la democratización
Página 22
Garabombo es una revista cultural editada por la Universidad Nacional de Avellaneda.
La correspondencia debe ser dirigida a: España 350 - Avellaneda CP 1870
Tel.: 4229-2466/70 - e-mail: [email protected]
Copyright © Buenos Aires, abril de 2013. Todos los derechos reservados. Hechos
los depósitos previstos en la ley 11723. Registro de propiedad intelectual en trámite.
Prohibida su reproducción total o parcial sin citar la fuente. ISSN 2314-0372.
La imagen de tapa es un mural (detalle) de La Ciudad de Dios-Brasil, del artista Joel
Bergner. El proyecto tiene el nombre de “Arte de la calle con niños de la calle”.
Dossier - Jorge Calzoni
Educación e inclusión
Página 30
Autoridades de la Universidad Nacional de Avellaneda
Rector
Vicerrectora
Secretaria General
Secretario Académico
Secretaria de
Extensión Universitaria
Secretaria de Investigación e
Innovación Socio Productiva
Secretario Administrativo
Bienestar Universitario
Subsecretaria Académica
Ing. Jorge Calzoni
Mg. Nancy Ganz
Mg. Patricia Domench
Dossier - Julio Aibar Gaete
Sentido común neoliberal e izquierda despolitizante
Página 34
Lic. Luis Fogliazza
Lic. Liliana Elsegood
Dra. María Mercedes Di Virgilio
Dr. Carlos Hermida
Dossier - Claudio Véliz
De piedras, heridas y abrazos
Héctor Britez, Ramiro Corvalán, Ana
Nuestra América en la encrucijada populista
María Camacho García, Sabrina Molnar
Página 40
Mg. Julia M. Denazis
Florencia Podestá
Conferencia de Gianni Vattimo
La heterodoxia como filosofía
Página 50
Garabombo2.indd 2
17/04/13 23:54
Editorial
El tiempo transcurrido desde la primavera en que Garabombo se presentaba en sociedad, hasta
este otoño en que asoma su segundo capítulo, vino a confirmar, con latidos urgentes y desafíos
que no dan tregua, su trazo fundante. El cambio de época, que no solo tenemos el privilegio de
testimoniar, sino, sobre todo, que nos convoca a asumir la responsabilidad exigente y fascinante
de ser protagonistas, ofrece pausas breves, en las que poder pensarlo mientras no dejamos de
vivirlo, para volver a irrumpir con su ímpetu incesante.
Los meses que separan a aquel primer número del que se abre en estas páginas, fueron habitados por múltiples expresiones culturales, sociales y políticas que resultan imposibles de atrapar.
Entre ellas: el crecimiento infatigable de la Universidad, los miles de estudiantes que pueblan sus
aulas, la apertura de una nueva sede, que nos llena de orgullo, los proyectos en curso para no
detener la expansión, todos ellos constituyen jalones preciosos de un proyecto que no solo ha
demostrado la justicia histórica de su andadura, sino que, además, se exige a sí mismo, cotidianamente, estar a la altura de su tiempo.
También hemos sido sacudidos por el estremecimiento de la tragedia. Cuando esta edición se
cerraba, la lluvia impiadosa arrastraba en su furia la vida de decenas de nuestras hermanas y de
nuestros hermanos, destruyendo casas, sueños, ilusiones, juguetes, cuadernos, músicas: se llevaba
la vida y sus huellas, dejando a miles de personas a la intemperie. La inundación desnudó heridas
profundas, lo que se hizo y lo que no, la decisión inquebrantable de avanzar y la indolencia. Pero
en medio del espanto surgió otra potencia arrasadora: la de una solidaridad que también avisa
un rasgo cultural indestructible: miles de jóvenes tomaron distancia de la trampa del individualismo, y fueron capaces de conmover en medio de la conmoción. La disputa, qué duda cabe, es
también por el lenguaje, por el sentido de las palabras y por la memoria.
A propósito de las cuestiones planteadas en el programa de la 1ª Jornada Latinoamericana “Estado, populismo y democracia”, que la UNDAV, junto con la Universidad Nacional de
General Sarmiento y la Facultad Latinoamericana
de Ciencias Sociales Sede México, animarán en
octubre próximo en nuestra Casa, y en el marco
del trigésimo aniversario del inicio del ciclo político abierto en la Argentina en 1983, el dossier
de este número se propone abrir ese debate.
Intentamos, así, contribuir a la comprensión de
las dificultades, las posibilidades y los desafíos de
esta hora argentina y sudamericana. La coyuntura
del Bicentenario del ciclo emancipatorio de 1810
a 1816, ese aniversario “largo” que este año se
potencia con otros dos aniversarios más cercanos: los 30 años de democracia, y los 10 de otro
punto de inflexión en la historia argentina más reciente, devienen acicates más que suficientes para,
juntos, pensar este tiempo. Pensarlo, sí, mientras lo
vivimos como protagonistas.
Aquí estamos de nuevo. Diciendo gracias y retomando la andadura. Golpeamos a tu puerta, para
que nos ayudes a crecer.
¿Estás ahí?
3
Garabombo2.indd 3
17/04/13 23:54
Entrevista a la vicerrectora de la Undav, Mg. Nancy Ganz
Nancy Ganz es la vicerrectora de la Undav, y cuenta con una reconocida trayectoria en la docencia universitaria. Profesora de Educación Física por el ISEF Nº1
(Dr. Enrique Romero Brest), licenciada en
Ciencias de la Educación por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y magíster
en Didáctica, por esa Universidad. Se ha
desempeñado, además, como docente de
las Universidades Nacionales de Luján
(UNLu), y Quilmes (UNQ), y docente y
directora del Laboratorio de Investigación
Pedagógica del ISEF Nº1, Dr. Enrique Romero Brest (todos cargos licenciados, por
sus tareas en la Undav). Aquí una charla
entrañable en la que nos ofrece sus impresiones acerca de la Universidad, y su
rol en esta etapa fundacional.
Por Carlos Zelarayán
¿Cuándo supo, si es que tiene registrado ese momento, que quería dedicarse a la educación,
entrar en la cuestión educativa asumiendo responsabilidades?
En principio, viendo a maestros y a profesores, dentro de las casas de estudio, y aprendiendo
muchas cosas de ellos, y de sus equipos de gestión política en las universidades. Me parece
que eso no es menor, política y educación, son palabras importantes. Durante la formación
uno va aprendiendo de esas cosas, va visualizándolas, va identificándose con ciertos maestros
o profesores, y yo tuve la suerte de transitar por la universidad pública después de 1987, con
lo cual, creo que recibí una buena formación tanto académica, como de política educativa.
De suerte que el origen está centralmente en aquella formación, que fue tardía porque yo
ya venía de otra carrera de formación docente. Me dedico desde muy pequeña al trabajo
educativo, y bueno, con los años fui consolidando más formación, también más participación
política, y en algún momento tuve, en otras universidades, cargos de gestión y eso hizo posible un crecimiento, y esto lo quiero destacar, en equipos y en trabajo colegiado. Son trabajos
de muchos. Es muy importante entender que es para muchos, entonces, esa premisa me
parece que es la que incentiva permanentemente el trabajo desde la gestión en la Universidad. Que en nuestro Estatuto esté incluida la gestión como misión sustantiva, creo que tiene
sentido en función de lo que uno va trabajando desde el equipo, y lo que va desarrollando,
y va saliendo, porque si se analizan todas las acciones que estamos desarrollando, tienen
sentido en la medida en que es posible objetivarlo: un edificio nuevo, más estudiantes, más
carreras, más profesores…
4
Garabombo2.indd 4
17/04/13 23:54
Me gustaría que volviera a una idea que expresó con mucha fuerza en esta reflexión: la relación
entre política y educación. Durante algún tiempo, en el ámbito educativo —y no solo— no era
una relación que fuera bien valorada. Muchas veces era una relación que se condenaba, ¿no?
Sí. Más aún, es probable que discursivamente también se esté condenando al mismo tiempo
que la estamos comentando. Las acciones implican siempre rupturas desde algún punto de
vista (y la política forma en ese tipo de situación). Entonces, es imposible desarrollar acciones
de manera aislada, es necesario lograr consensos, es preciso poder establecer discusiones,
y también eso es necesario para llegar a acciones. No es sólo la cuestión educativa de dar
clase, porque incluso en una situación de aula, estas situaciones de poder también se juegan.
Más solapadas, pero se juegan también. Son cosas que está muy bien plantearlas permanentemente. A principios de este año hubo una reunión en la que se compartieron con rectores,
referentes locales, políticos y legisladores, diferentes temas de agenda de discusión del rol de
las universidades, en este contexto; las acciones vinculadas a las universidades son acciones
fuertemente políticas, uno está determinando de algún modo, la inclusión de muchos sujetos
al circuito de ciudadanía nacional y popular, con lo cual, la educación está —voy a decir una
palabra muy utilizada— “atravesada”, pero en realidad no es que está atravesada, sino que
yo diría, hay una situación que determina ciertas acciones en la educación, desde un fuerte
posicionamiento político.
entrevista
En la Universidad Nacional de Avellaneda es posible apreciar un rol activo de la Vicerrectoría.
Hay un involucramiento muy fuerte, y el seguimiento concreto de temas que son importantes
para la Universidad. ¿Tiene esta misma percepción?
Bueno, creo que responde a características personales, pero además hay un sentimiento de
enorme responsabilidad. Tenemos un tiempo de gestión y una responsabilidad que es hacer
cumplir ciertas cosas escritas, y ciertas acciones que se convalidan todos los días desde la
gestión más política de gobierno. Entonces, hay situaciones o diseño de estrategias o de programas, o de acciones concretas día a día que si bien están bajo la órbita de la Vicerrectoría, se
convalidan en el conjunto de Secretarías o de colectivos involucrados. Esto es bien complejo,
y requiere de batallas cotidianas, que
las damos, no hay cosas fáciles, me
parece que esa es una reflexión también. No es fácil. Pero también, que
no sea fácil es importante en la elección. Desde el inicio, nada fue sencillo
y creo que las cosas complejas son
las que determinan parte de la tarea
de todos los días. La pregunta que
se me ocurre es ¿por qué debería
ser fácil? No, no es fácil, es de una
enorme responsabilidad, y en la responsabilidad, me parece que lo que
menos podemos hacer, es no hacer.
Y ese es un ejemplo de esta Universidad. En un tiempo tan breve estar
ya normalizada, tener un porcentaje
importante de docentes concursados, de estudiantes, algunos promediando su carrera, o ya finalizándola,
la apertura de diferentes cursos y posibilidades para los estudiantes, la fuerte relación con
lo local y regional. Todo esto marca que tenemos que desarrollar aquellas cosas que uno
5
Garabombo2.indd 5
17/04/13 23:54
dice que hay que hacer. Y, además, el
colectivo de la sociedad está mirando
y esperando que estemos atentos y
trabajemos en esa línea.
Usted subrayó a la dificultad como una
idea sobre la cual hay que reflexionar
en la Universidad: las cosas no son fáciles. Imagino que en esta idea de dificultad, no está ausente un elemento
positivo: el de una dificultad que no hay
por qué padecer, son dificultades positivamente desafiantes.
Sí, sí. Y eso es la ruptura. En las casas
de estudio que vienen con más trayectoria y con más años de ejercicio,
uno entra en esas instituciones que
tiene ya determinadas lógicas y uno
se incluye en ellas, como en una continuidad. Bueno, acá debemos estar
todos los días desarrollando, no hay
historia como para decir, “esto era así o es así”. Eso plantea dificultades. Pero tenemos un
Consejo Superior que acompaña, monitorea las acciones, hay un conjunto de colegas y compañeros que está todo el tiempo trabajando y compartiendo ideas, y eso es un respaldo en
el armado que hace que uno se entusiasme más con la tarea. Las dificultades deben servirnos,
en no pocos casos, para frenar un poco y estudiarlas. Por ejemplo, nuestras ideas de inclusión,
de llegar a diferentes lugares donde no existía la posibilidad de estudios superiores, también
plantean desafíos, imposibilidades que atender. Entonces, hay que tener actitud prudente,
no creer que podemos resolver absolutamente todo, sino que hay que, en algún momento,
detenerse, estudiar y mejorar. Nosotros compartimos un proyecto1, y en la reunión que
mantuvimos en estos días con directores y supervisores, la devolución que recibimos del
desarrollo de esta experiencia piloto durante 2012 es alentadora. Sin embargo, hay que seguir revisándolo, mejorándolo, ampliándolo, y eso es trabajo, y es lo que tenemos que hacer.
En más de una ocasión, usted fue enfática en que debemos sentir satisfacción cuando hay
buenas devoluciones del trabajo, pero no quedarnos allí, sino estar alertas respecto de
cómo se puede mejorar. El Programa de Articulación es uno de los que depende directamente de la Vicerrectoría. También Educación a Distancia depende de esta área. ¿Cómo
analiza su desarrollo?
Bueno, ahí tenemos sorpresas importantes. Desde el inicio tuvimos la posibilidad de desarrollar carreras de Educación a Distancia, algo que en otras casas de estudio no ocurrió así. Y la
verdad estamos bastante impresionados. Primero con el número de estudiantes que están
desarrollando las tres carreras que iniciamos en 2012. Este año, a partir del segundo cuatrimestre, estaríamos incluyendo otras tres, probablemente. Se trata de carreras que tienen
como principal objetivo llegar a todo el territorio, o sea poder dar respuesta a estudiantes
de diferentes zonas del país, y con temas muy vinculados a posibilidades de inclusión para
aquellos que decidan estudiar. Tenemos una población importante de gente de edades más
grandes, no jóvenes recién egresados de escuela media, y creo que eso también está vinculado a los temas de las carreras o a los problemas que trabajan las carreras, que están ya en
1 Se refiere al Programa de Articulación con Escuelas Medias que conduce la Vicerrectoría y se desarrolla con la participación directa de las Secretarías Académica y de Extensión Universitaria.
6
Garabombo2.indd 6
17/04/13 23:54
directa relación con el mundo laboral. Entre nuestros estudiantes hay gente que ya se desempeña hace muchos años en ese campo profesional, pero que está buscando la titulación, que
no tiene y a la que no puede acceder, por cuestiones de tiempo, de horarios, familiares, que
les impide cursar de manera presencial. Así que creo que también en ese sentido estamos
en coherencia con nuestro Estatuto, que nos plantea la necesidad de la inclusión, y de dar
respuesta a una demanda local o regional de manera más cercana.
Pero entonces, de acuerdo con lo que acaba de señalar, la propuesta de Educación a Distancia,
¿es probable que se duplique hacia 2014?
Sí. Es deseable, y estamos tras los pasos para poder, a mitad de año, según lo planificado,
poder estar dictando otras tres carreras. Una ya se incorpora este año, en convenio con el
Ministerio de Desarrollo Social, que es la carrera de Microcrédito para el Desarrollo de la
Economía Social. Ahí tenemos aproximadamente trescientos cuarenta estudiantes nuevos, un
trabajo importante, porque se lleva a cabo con un Ministerio del Estado Nacional. Ahí vuelve
a estar presente el significado de las políticas públicas, la educación como una herramienta
más. Estamos trabajando una institución educativa, como la Universidad, con un Programa
del Ministerio de Desarrollo Social y pudimos articular y desarrollar una carrera en conjunto.
Además está el desarrollo de una carrera con SMATA, de Seguridad e Higiene para la industria automotriz, y otra, que es una Tecnicatura en Política, Gestión y Comunicación, que lo venimos desarrollando en convenio
con Santa Fe como Curso Superior, no como carrera, pero ahora
estamos tendiendo a desarrollarla
como carrera a Distancia. Y, finalmente, la Tecnicatura en Dirección
de Orquestas y Coros Infantiles y
Juveniles, para el programa de Coros y Orquestas Infantiles y Juveniles que tiene el Ministerio de Educación, y que cuenta con un apoyo
importantísimo de organismos a
nivel nacional.
Volviendo a jugar con el tiempo,
¿cómo se recuerda en el inmediatamente antes de terminar su escuela media? ¿Qué horizontes se
planteaba?
Yo estudié en época de dictadura,
con lo cual, seguramente todas las
preguntas o posibilidades que los chicos están haciéndose ahora no estaban presentes. Eran
años difíciles, no sé si me imaginaba estas situaciones; sí siempre hubo un deseo, histórico, familiar, por el tema de los estudios superiores y de la formación para desempeñarme profesionalmente. Y esto me parece que fue siempre algo que actuaba sobre la necesidad de estudiar, de
formarse, este discurso más viejo o conservador, pero bueno, eso fue así. No en la época de la
Secundaria, yo no lo ubicaría dentro de esos años, porque, insisto, eran años más difíciles, uno
estaba muy asustado, eran unas escuelas bien difíciles. Me recuerdo como una estudiante media.
No me llevaba materias, pero me costaba, no estaba entre esos chicos talentosos. Ahora, los
amigos, hay un buen recuerdo de la escuela media; el deporte, haber hecho deporte siempre;
los buenos profesores; y los primeros pasos en el trabajo, mi primera profesión, también me
ayudaron. Porque ahí también tuve buenos maestros, por más que eran ámbitos laborales,
7
Garabombo2.indd 7
17/04/13 23:54
trabajaba con equipos de profesores o de coordinadores y eran personas que impulsaban la
formación, fueron referentes en el campo de los estudios superiores.
Sé que se trata de una pregunta difícil, porque el vértigo fundacional de la UNDAV es realmente muy importante, pero, ¿cómo se imagina a la UNDAV en los próximos cinco, diez años
por ejemplo?
Es que es muy difícil. No sólo desde la visión de la Universidad, sino también desde la política.
¿Cómo imaginarnos de aquí a fin de año? Son años bien intensos, y yo sería prudente e iría paso
a paso. El crecimiento debería ser acorde con las posibilidades también, porque si no, uno puede
equivocarse de manera más abrupta. Nuevo edificio, nuevas aulas, más estudiantes, formación de
los claustros… Un crecimiento que nos está marcando la realidad, porque es casi del cincuenta
por ciento o un poco más del año pasado a este, y sería deseable mantener ese número. Ahora,
si es posible, no lo sé, porque los recursos no son infinitos, y
esto en una programación de la institución es un dato muy
importante. Entonces, uno gestiona o administra según los
recursos. Está fantástico llenar las aulas de estudiantes, pero
también está fantástico poder darles respuesta y ocuparnos
de que estos chicos puedan en dos años o tres años, según la
carrera que eligieron, graduarse. Es decir, deberíamos trabajar por un crecimiento respetuoso. Responsable. Cuidar que
nuestros estudiantes, en algún momento, estén con nosotros
trabajando como profesores, o colaborando, estas cosas de
lograr identidad, pertenencia, crecimiento…
¿No hay allí un nudo interesante para reflexionar? Me refiero
a este carácter tan exigente de la gestión. Por una parte implica proyectar, y sin embargo, exactamente porque se gestiona
en tiempos políticos, esos tiempos exigen de esta prudencia
a la que usted aludía. Es decir, una tensión entre proyectar las
acciones hacia el futuro, y, de manera inseparable, hacerlo de
manera responsable.
Bueno, ahí hay una cuestión no diré de equilibrio, pero sí de audacia. Uno es audaz, hay momentos que son puramente audaces, y después viene la tranquilidad porque la audacia valió la
pena. En esa línea es que estoy argumentando. La inmovilidad es un problema enorme, y lo es
en particular de las instituciones, algunas veces pequeñas, otras grandes. Nosotros deberíamos
lograr que esta Universidad no pare nunca, que no sea inmóvil. Los estudiantes hacen que permanentemente esto no suceda, pero muchas veces hay cuestiones que obturan y esas cosas
no serían deseables.
¿Cómo es para usted, cómo vive todos estos desafíos y esta responsabilidad siendo mujer?
Bueno, la pregunta que se me ocurre hacer es ¿por qué no?
Bueno, porque creo que los condicionamientos del patriarcado no son formales, son agentes,
son activos y tienen un peso.
Pero es que en esta responsabilidad de producir ruptura estamos incluidas. No lo estoy negando, no estoy diciendo “esto no es así, no existe”, lo estoy considerando y estoy diciendo:
“está fantástico, pero hay muchas cosas por hacer y tenemos que hacerlas”. Podemos trabajar
juntos, podemos convencer a todos de que también podemos un poco juntos y más repartido,
porque es cierto que hay obligaciones muy primarias, socialmente determinadas y amorosamente queribles. A mí me encanta saludar a mis hijas, estar con ellas, enterarme de todas las
cosas que hacen en el día, de mi esposo y de toda mi familia. Es un trabajo, entre muchos. Pero
bueno, en unos años, esto va a ser naturalizado y todos vamos a poder hacer más cosas sin
8
Garabombo2.indd 8
17/04/13 23:54
distinción. No vamos a decir que la familia es un equipo, pero está bueno que en una situación
más privada, cada uno también se desarrolle en relación con sus posibilidades y en aquello que
desea. Entonces, me parece que también a eso hay que construirlo.Y hay huellas culturales. Uno
viene de una familia de determinada manera, y también produce una familia de determinada
manera, y esto a nivel social también se está viendo. Insisto, la contrapregunta sería “¿por qué no,
cuál es la limitación?”. ¿Los horarios? Los dos tenemos limitaciones de horario. Usted también
tiene una familia y con ello preocupaciones. Es verdad que los hombres tienen más permiso
para determinados horarios, para estar dedicados a algunas cosas y a otras no. Si es un deseo
genuino, nosotras tendremos que hacer algo para que esos horarios también los tengamos
disponibles. Es trabajo. Es trabajo, es deseo, es empuje, es, en algún momento, decir, bueno, no
se puede… ¿no? También reconocerlo: no se puede. Pero creo que los hombres también en
algún momento dicen: “no se puede”. No son cuestiones individuales, pero creo que estamos viendo cambios
importantes a nivel social en nuestro país desde 2003
en esa línea: políticas y leyes que acompañan la igualdad
en los derechos de todos y de todas.
A las más clásicas misiones que son la Académica, la
Investigación y la Extensión, el Estatuto de la Undav integra la Transferencia y la Gestión. Específicamente en
relación con la actividad de gestionar, tan compleja, se
agrega la exigencia de pensar esa práctica, es decir, reflexionar permanentemente acerca de la acción. Con
este espíritu al que usted se refiere con insistencia, de
armar equipos, de socializar la práctica, de atender al
impacto de cada acto de Gestión.
Ahí hay un punto que quiero destacar: también es una
manera de revisar el propio trabajo de todos los días, porque eso nos debería dar información para poder mejorar
nuestra práctica o nuestra posibilidad de intervención en la política socio-educativa universitaria. La
Universidad tiene que estar vinculada a lo que está sucediendo en la realidad, y la gestión, como
institución pública, es una de sus funciones primordiales. Administramos recursos, capacidad, conocimientos, se transfiere ese conocimiento. Desde la perspectiva de la gestión, sería como poder poner
en movimiento todas las demás acciones. Uno hace docencia, investigación, extensión, gestión y
transferencia. La pregunta dentro de unos años, que usted se hacía antes, “cómo se lo imagina”, esta
gestión tiene, de alguna manera, que transformar prácticas más históricas y darnos conocimientos
acerca de cómo es la integración de estas dos nuevas categorías en la misión de la universidad.
Sé que las exigencias del día a día son muchas, pero ¿siente el impacto que ya tiene la UNDAV
en Avellaneda?
Sí. Hay desde comentarios, hasta una cosa de espacios, incluso visual, y de circulación muy importante que dan cuenta de que la Universidad ya está instalada. Están los chicos viendo desde
pequeños la posibilidad de acercarse a la Universidad a estudiar, hay más movimiento de vecinos
que ya la reconocen como “la” Universidad del Municipio. Hay mayor cercanía, la UNDAV se instaló y hay mayor cercanía entre la gente, en este lugar común. Es un lugar común. La universidad
es un lugar común que, como la definición de universidad, es ese lugar donde tiene que entrar
y salir todo el mundo. Los profesores vamos a estar para poder acompañar a los estudiantes y,
dentro de muchos años, seguramente, habrá muchos egresados, tanto del Municipio como de
la región, que se sientan orgullosos, como nos sentimos ahora nosotros, de estar trabajando, o
cursando en esta Casa. O los nietos de la primera generación que hoy está cursando, pueblen
estas aulas. Toda la familia recibida en la Universidad Nacional de Avellaneda. u
9
Garabombo2.indd 9
17/04/13 23:54
Presentación del primer número de
En el oleaje de este tiempo
Por Julia Aibar*
Este tiempo caudaloso, inédito, apasionante, histórico —y por eso mismo— delicado,
profundo, desafiante, con densos peligros acechándolo, pero con un pueblo crecido
lanzándolo al futuro, es el que esta revista se propone pensar, es decir, en el que nos
proponemos intervenir para contribuir a construirlo en el río incesante de una historia
que sentimos nuestra. Garabombo se reconoce orgullosa hija de este tiempo, y en ese
reconocimiento se cifran las razones pasadas, presentes y futuras que nutren sus desafíos
más esperanzados. Por ello, restituir aquella emocionante jornada del 25 de setiembre de 2012,
cuando nos presentábamos en sociedad, nos exige no solo un ejercicio de la memoria reciente,
sino sobre todo, reconocernos en la huella vertiginosa de una década extraordinaria: es en su
estela vertiginosa que ha nacido esta Universidad y, en ella, surgimos como revista cultural. Afirmados en la potencia transformadora de estos años nos miramos en el futuro que arcillamos
cada día, todos los días.
Garabombo daba sus primeros pasos, acaso sin saberlo, en el quiebre de una época que irrumpía
transformándolo todo, es decir, transformándonos para siempre. Es expresión de ideas en ebullición que, además, y de manera inseparable, se despliegan buscando —en una gramática otra— el
modo en que habremos de nombrarlas para que se digan, por fin, con el nombre de todos.
Esta inevitable inclinación interpretativa, quizá sea justo valorarla como una exigencia irrenunciable de indagar por lo actual del pasado, como una necesidad de identificar las figuras diversas, espectrales que nos anteceden. ¿De qué otro modo que interrogando, en los rastros del
presente, las posibilidades que se abren ante nosotros, seremos capaces de asumir, con alegría
y responsabilidad, los desafíos que tenemos por delante? Pensarnos es, siempre, hacer presente
lo que ha quedado a nuestras espaldas poniéndolo en la corriente del tiempo histórico. En este
núcleo decisivo se define la relación que forjamos con lo que ha sido y con lo que habrá de ser.
Una jornada inolvidable
En aquella tarde del martes 25 de setiembre, en la sede de 12 de octubre, donde se dicta la
Licenciatura de Artes Audiovisuales, se echaba a andar esta hermosa aventura. De la presenta-
10
Garabombo2.indd 10
17/04/13 23:54
ción participaron nuestro rector, Ing. Jorge Calzoni; la entonces jefa de Investigaciones del diario
Tiempo Argentino, Lic. Cynthia Ottaviano, que hoy se desempeña como defensora del Público,
una función creada por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual; el director de Garabombo, Lic. Carlos Zelarayán; y su jefe de Redacción, Lic. Claudio Véliz. Estuvieron presentes la
vicerrectora de la Universidad, Mg. Nancy Ganz; las secretarias General, Mg. Patricia Domench,
y de Extensión Universitaria, Lic. Liliana Elsegood; la subsecretaria de Gestión Académica, Mg.
Julia M. Denazis; el director de Radio Undav, Sr. Mario Giorgi, autoridades universitarias, secretarios municipales, estudiantes, docentes, vecinos de la comunidad. Este fuerte acompañamiento,
además de agradecerlo y reconocerlo en su significación cultural y en el compromiso que
representa, deviene un acicate para una tarea que afrontamos con esperanza y con alegría.
En las palabras que nos brindara el Ing. Calzoni aquella tarde se revela el anclaje de este proyecto no menos que una profunda convicción: “contar con un revista cultural es clave, porque
creemos que todos deberíamos tener la posibilidad de difundir los aspectos culturales. Esta revista no es nuestra sino de toda la comunidad, y entre todos tenemos que aportar para hacerla
crecer”. Cynthia Ottaviano, por su parte, nos decía “estamos transcurriendo un tiempo en el
cual queremos expresarnos, y en esta bisagra de la historia comunicacional esta revista es hija
de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, porque entre todos decidimos abrir esta
grieta y levantar la voz”. El director de Garabombo, agradecía “al rector por habernos confiado
esta tarea. Que ya exista una revista cultural en una Universidad recién nacida, es indudable expresión de la importancia que le da el señor rector a la cultura, y una decisión fundamental para
asumir, activa y responsablemente, los desafíos que nos plantea el
haber contribuido a poner a la cultura y a la lengua en el campo Garabombo, la revista cultural de la Universide batalla, allí donde se libra la batalla por el sentido”.
dad Nacional de Avellaneda ha escogido su
Claudio Véliz, jefe de Redacción, ofreció una pincelada conmo- nombre como un homenaje. A las campevedora: “la Universidad Nacional de Avellaneda es un sueño de sinas y a los campesinos de los Andes Centoda mi vida.Vivo en esta ciudad desde que nací y siempre anhelé trales del Perú. A Manuel Scorza. A Nuestra
que se concrete. No pude, desdichadamente, cursar en sus aulas. América, esa patria que, con legítimo derecho
Debí hacerlo en otra Universidad viajando hasta tres horas por y bríos renovados, vuelve a buscar, orgullosa,
día. Pero mi hijo iniciará aquí la carrera de Periodismo. Ese es un su grandeza. Y a los tantos Garabombos que
motivo de orgullo y de inmensa alegría”.
fueron invisibles. A los que tomaron la palaAsí nos echábamos a andar.
bra para no abandonarla nunca más. Mujeres
Y acá estamos: en el oleaje de este tiempo. Un poco asustados, pero y hombres. Garabombos. Esta Universidad, les
todavía más convencidos.Vamos, Garabombos, que tenemos que ha- pertenece.
cerlo crecer y crecer juntos. Porque este tiempo, es nuestro.u
* Responsable del concepto visual, dirección de arte y diseño gráfico de Garabombo, estudiante de Periodismo de la
Universidad Nacional de Avellaneda.
Garabombo2.indd 11
11
17/04/13 23:54
La demonización del Estado
Por Elena Calvín*
La economía no ha sido nunca libre.
O se la dirige y controla por el Estado en beneficio
del Pueblo o la manejan los monopolios en
perjuicio de la Nación.
John William Cooke (1919-1968).
Los discursos sociales se van modificando de acuerdo con los distintos contextos políticos y sociales que vamos atravesando como sociedad. Esto se debe a que la
cultura (entendida como un proceso conflictivo en permanente construcción de sentido),
y los conceptos que de ella derivan, se encuentran en un continuo cambio y sus sentidos
últimos están basados en el poder que tenga determinado sector para imponer sus propios
significados. Las otras visiones de la realidad seguirán intentando, aun en minoría, que prevalezcan sus propias definiciones.
Indudablemente los medios de comunicación masiva ejercen una importante influencia en
la sociedad en cuanto a esta imposición de sentidos y en la construcción de significados de
los hechos cotidianos. Los medios nos ofrecen su visión particular e interesada, respecto de
aquella porción de realidad a la que no podemos acceder, y
es desde allí que construyen sus noticias y sus relatos, que se
nos entregan como verdades objetivas y absolutas.
Durante los periodos en que la economía, y no solo, estuvo regida por el neoliberalismo, se inculcaron en nuestra
sociedad determinadas ideas que solo eran funcionales a
los intereses de los grupos privilegiados que detentaban el
poder en ese momento, pero que nos eran vendidas como
incuestionables y de “sentido común”. De esa manera lograron imprimir en el inconsciente colectivo, la desvalorización
de todo aquello que afectara de alguna manera el interés de
los grupos dominantes.
Así se nos enquistaron ideas tales como: que el aumento del
gasto público es lo que genera la inflación, que el Estado es
corrupto, que la libertad de empresa es superior al interés
colectivo, que la intervención estatal es dañina para el desarrollo de la economía, y que lo privado siempre es más
eficiente y transparente que lo público.
De tal forma influenciaron nuestro pensamiento, que aun
hoy asistiendo al derrumbe de los mercados, en plena crisis financiera global, aquellas fracasadas recetas mágicas que
vendía el neoliberalismo, aun subyacen en amplios sectores
de la política local, incluso en muchos autodenominados
“progresistas” y perduran en el imaginario colectivo.
En la década del 90, Bernardo Neustadt y Mariano Grondona —operadores políticos de grandes corporaciones eco-
12
Garabombo2.indd 12
17/04/13 23:54
nómicas— desde su programa Tiempo Nuevo (Canal 13), semana a semana, ensalzaban la
administración privada y se ocupaban de desprestigiar lo estatal. Desde este programa se
organizó la llamada Plaza del Sí, para apoyar el proceso privatizador menemista de las empresas estatales. El programa comenzaba cada emisión con la consigna: “Estas empresas, a las que
les interesa el país, presentan a Bernardo Neustadt y Mariano Grondona en Tiempo Nuevo”, y
allí se enumeraba a sus anunciantes, muchos de los cuales luego se convertirían
en los beneficiarios de alguna privatización.
Lo más interesante de analizar de este programa es
cómo naturalizaron las ideas neoliberales, explicándole
los beneficios que traería para su vida este sistema económico, a una supuesta “Doña Rosa” a un ama de casa
común, que, claro, era una mujer, es decir alguien poco
dispuesta y, sobre todo, nada preparada, para entender los
mecanismos de funcionamiento ni de la economía ni de su
trama ideológica que, en la rudimentaria estupidez con que
la pensaban estos deleznables personajes, solo era capaz de
notar que “las cosas no funcionaban bien”; un argumento que
calzaba perfecto a una clase media prejuiciosa y despolitizada,
fácil de manipular a través de clichés como “transparencia”, “eficiencia”, “corrupción”, etc.
Según el periodista y economista, Alfredo Zaiat, “los discursos económicos van moldeando la sociedad bajo el criterio de las emociones
y las creencias, ocultando la tensión de los intereses de los grupos
sociales […] Con su palabra dominante articulada en un discurso económico amplificado en el espacio público obtienen legitimidad social,
logrando que sus propios intereses, que son de una minoría privilegiada,
terminen asociados al bienestar general” (extracto de su libro Economía a
Contramano. Cómo entender la economía política, Planeta, 2012).
Así fueron logrando que los procesos políticos y económicos neoliberales
no solo contaran con un amplio apoyo de la sociedad, sino que sus preceptos se convirtieran en el “sentido común” de ciudadanos que repetían
sus consignas, aun siendo víctimas de ese modelo económico con el que
perdían sus trabajos quedando
fuera del sistema y no logrando
reinsertarse en el mundo laboral.
Se propendió a un excesivo culto
del individualismo que terminó de
romper los ya débiles lazos solidarios que habían quedado en pie
luego de la dictadura cívico-militar
que se iniciara en 1976. Todo era
cuestión de “sálvese quien pueda”
y lo colectivo y solidario era poco
menos que demonizado.
Mucho se ha escrito ya sobre la
herencia calamitosa que nos han
dejado a los argentinos y a los latinoamericanos las recetas económicas del FMI, que implementaron en toda la región las políticas neoliberales que nos convirtieron en meros satélites de los países centrales, y que fueron destruyendo nuestra economía regional, nuestras
13
Garabombo2.indd 13
17/04/13 23:54
fábricas, nuestras industrias y tantos puestos de trabajo genuinos. Todo en nombre de la
globalización y la modernización.
Pero también nos ha dejado una herencia cultural, como resabio de
aquel discurso tecnócrata repetido hasta el cansancio, que se nos fue
haciendo carne, tanto que aún se escuchan algunos de sus eslóganes
tanto en ámbitos académicos como en el supermercado.
Hemos sido educados de forma tal que nuestra memoria histórica
vivencial fuera frágil y descontextualizada. Poder hacer un recorrido sobre nuestra propia experiencia en los distintos momentos históricos del país requiere un trabajo minucioso y arduo.
Quizás porque fue invisibilizado todo lo que no adhería a la
versión hegemónica de las cosas y los hechos, hemos subestimado y minimizado nuestras pequeñas y simples historias
cotidianas que dan cuenta de nuestro trayecto como argentinos, quizás tanto, que hasta se nos fueron olvidando
sin dejar huella alguna.
Pero, a la vez, surgen sin reflexión ni esfuerzo aquellos
preceptos que nos han marcado a fuego; las voces
repetidas que —desde los distintos sectores del poder— fueron inculcándonos y que solo son funcionales a sus intereses, nunca a los nuestros.
Entonces repetimos, sin darnos cuenta, que el problema de la Argentina es que hay un Estado que interviene, sin notar
que ese Estado es la contención para que no nos “coma” la voracidad de las
grandes empresas. ¿A quién no le conviene que el Estado
se involucre? A las corporaciones que están acostumbradas a que no exista freno para maximizar sus ganancias,
y que en nombre de ellas no les importa cuánta gente
dejan en el camino. Para ellos lo más “democrático” es
que el que regule el mercado sea el dinero, o sea que los
que tienen plata (o sea, ellos) accedan a determinados
bienes y servicios, y los que no, lamentablemente queden
afuera… Afuera del sistema, afuera de la educación, afuera de la salud, afuera de la cultura, afuera de la historia...
Como ya sucedió.
Hoy vuelven a apelar al desprestigio del Estado, de los
funcionarios públicos y, fundamentalmente, de la política,
sobre todo de aquella que no es neutral en la puja de intereses y se inclina para el lado del más débil. Construyen
mediáticamente un clima turbio y corrupto para volvernos a vender el rol del administrador privado transparente y eficiente, o tratan de posicionar a políticos tibios que
sin alzar la voz, y de maneras “civilizadas” y amables, nos
dicen que “podrían” terciar en discusiones donde existen intereses contrapuestos, dando a cada uno lo suyo…
aunque es claro que siempre terminaron entregando
todo a los mismos. Ya los conocemos…
Ocultan que la política es una herramienta de transformación social y que para modificar lo establecido
y cambiar la realidad hay que confrontar, enfrentar intereses y pensamientos hegemónicos. Quizás por eso,
durante tantas décadas, tuvimos tutelada la democracia. Para el poder supra-territorial y
14
Garabombo2.indd 14
17/04/13 23:54
conservador, era necesario que el discurso político no se masificara, ni creara conciencia
porque con ello nos sería posible elaborar los cambios y transformaciones necesarias para
que, de una buena vez, la soberanía popular fuera más importante que la corporativa.
La plata de “mis” impuestos
—¡A vos te mantienen con la plata de MIS impuestos!— vocifera una señora a un periodista
trabajador de la TV Pública, en una marcha opositora convocada por los medios monopólicos. Esta muletilla repetida hasta el hartazgo en la actualidad, encierra mucho del “sentido
común” que ha atravesado a todos los sectores. Ese sentido ha sido dado por los voceros
de las corporaciones económicas y de los mercados financieros, quienes se resisten a toda
intromisión del Estado para regular la economía y ponerle límite a su ambición. Cuando el
Estado en beneficio de las mayorías, “osa” afectar sus intereses corporativos, lo demonizan y
pretenden hacernos creer que sus intereses económicos son los nuestros, cuando en realidad siempre han sido antagónicos.
Durante décadas los argentinos reclamábamos que las crisis económicas no las pagáramos siempre los mismos, es decir los pobres y los trabajadores. Era claro entonces a
quiénes se favorecía: a las grandes empresas
que eran beneficiadas con la baja de impuestos, lo que producía más déficit fiscal y que
nos obligaba a la mayoría a ser víctimas de
un nuevo ajuste. Estos ajustes, no representaban que no pudiéramos cambiar el auto, o
salir de vacaciones (o comprar dólares). Para
muchos de nosotros era quedar excluidos
del sistema, sin posibilidad de sobrevivir. Sin
trabajo, sin poder llevar un plato de comida
a la mesa, y hasta sin vivienda. Así fue cómo
tantos quedaron tan afuera que ni siquiera
tenían esperanzas de algún día poder salir de la “mala”. Chicos que se desmayaban de
hambre en las escuelas, familias revolviendo la basura en busca de algo de comida, viejos
que después de trabajar toda una vida tenían una jubilación que no les alcanzaba ni para los
remedios… Y otros centenares de miles que ni siquiera tenían una jubilación… Esos, según
la lógica neoliberal, eran los que tenían que pagar las crisis económicas que generaban
los mercados financieros. Y eso era “así”, como si fuera un desastre natural que había que
soportar. Sin responsables ni salidas posibles. Esa era la “libertad de mercado”, que todavía
hoy se pregona, con un Estado que beneficiaba a los poderosos que habían provocado las
“catástrofes” y que dejaba desamparados a los que menos tenían.
Seguir sosteniendo hoy que las medidas de inclusión social son para fomentar la “vagancia”,
es no haber entendido la historia. Quejarse por tener que pagar impuestos (obligatorios
por ley para todos los ciudadanos), que el Estado luego redistribuirá para generar condiciones de igualdad para los sectores más vulnerables, no solo es mezquino, es antisocial. Una
sociedad que no establece lazos de solidaridad con el que lo necesita, es solo una suma
de individualidades con la que es muy difícil poder construir un todo que nos albergue.
¿Cómo se construye armonía y consenso con aquellos a quienes no les importa lo que le
pasa al prójimo?
Es difícil de entender para aquellos a los que nunca les faltó nada, la realidad de quienes no
15
Garabombo2.indd 15
17/04/13 23:54
han tenido las mismas oportunidades. Solo es posible con
empatía y generosidad, en un contexto que nos permita
comprender que somos parte de un destino común inexorable y colectivo. Nadie se salva solo.
Quien debe estar ahí para garantizar el acceso a la igualdad
de oportunidades, es el Estado. Y tiene que estar sostenido
por el aporte de todos, sobre todo de quienes más tienen.
Porque lo público es de todos, pero en especial de los que
más lo necesitan.
Cuando lo público es manejado por los privados, su propia visión empresaria les impide ver más allá de pérdidas y
beneficios y todo se reduce a las dos columnas del debe
y del haber. A veces lo que se toma como pérdidas en
términos de valor económico, representa el bienestar de
muchos a largo plazo, que no puede reducirse a números
en rojo.
Quizás también las décadas de destrucción del Estado, la
falta de protección que vivimos entonces, sumen a la desconfianza que en algunos sectores aún persiste frente a
todo avance de reconstruir lo público.
Hay un sector social que obstinadamente sostiene que todo lo que ha logrado en la vida se
debe solo a sus propios méritos, a su capacidad personal y a su propio esfuerzo. Como si
fueran islas, ajenas a los avatares que nos empujan a todos. Es hora, tal vez, de entender, que
más allá de lo individual, existe un colectivo al que pertenecemos, y del que
también depende la suerte de cada uno.
La identificación con el otro, el aportar a
un “nosotros” como abarcador de cada
una de las individualidades, es lo que nos
permitirá reconstruir las redes de solidaridad y lograr de una vez por todas,
un país más justo, más libre y soberano,
ese con el que durante tantas décadas
venimos soñando.u
* Estudiante de la Tecnicatura en
Periodismo de la Universidad Nacional de Avellaneda, consejera Superior
por el Claustro Estudiantil, conductora de Vivís la Undav Edición Sábado.
Garabombo2.indd 16
17/04/13 23:54
Garabombo2.indd 17
17/04/13 23:54
Una pasión irrevocable
Por Adriana Schottlender
Estamos en el living de la casa de Tato Pavlovsky rodeados de libros y viendo al fondo el jardín con
la pileta de natación donde sigue haciendo sus largos para no perder sus dotes de deportista. Y en
la mesita ratona estos cuatro libros que lee en forma simultánea. El secreto de la flor de oro, de
C.g. Jung / R. Wilhelm, 10 días que estremecieron al mundo, de John Reed, El innombrable, de
Samuel Beckett y El secuestro, de George Perec.
¿Qué pregunta siempre esperaste que te hicieran y nunca te hicieron?
Ah, qué difícil. Lo que me ha dado el teatro, y todo lo que le he dado como actor, como autor.
Aunque yo sea un entusiasta del teatro, un tipo que está cerca de los ochenta años con entusiasmo… para hacer eso, tenés que tener una retribución muy grande en el teatro, y en mi caso,
ha sido una especie de gran terapia colectiva. Te cuento mi acercamiento al teatro. Me recibí de
médico a los 22 años y casi al mismo tiempo comencé una breve experiencia en un grupo llamado El Gallo Petirrojo que era un conjunto muy burgués que hacían muy buen teatro, en la calle
Charcas, en la biblioteca de mujeres al lado del teatro El Globo. Aparecí por ahí, y había un elenco,
mi mujer era amiga de no sé quién y yo me metí en el año 59, 58. Era muy bueno.
Luego me acerqué al Nuevo Teatro, mítica formación del movimiento independiente, que dirigían
Pedro Asquini, Alejandra Boero y Conrado Ramonet. Yo decía: no soy del equipo, pero voy ahí…
tomo clases, y cambia mucho el mundo de la recepción del teatro, cuando estás con un elenco
con tanta profesionalidad y con una trayectoria estética, ideológica formidable. Había actores
como Onofre Lovero, Héctor Alterio, Enrique Pinti, Juan Carlos Puppo, Carlos Gandolfo, Jorge
Mayor, hicieron todo el recorrido de formación y también pintaban paredes, porque inauguraban
un teatro en la calle Corrientes. Más tarde fundé un grupo, el Yenesí, en los años 60.
El nombre ¿tiene que ver con el fútbol?
Es un juego de fútbol con fichas que mi padre practicaba en su infancia con sus hermanos. Al grupo no lo conocía nadie. Les sugería que para asociarse a Yenesí, que estaba muy ligado al teatro de
vanguardia francés con Beckett, Ionesco, Adamov, estudiaran teatro y que lo mejor era el Nuevo
Teatro. El grupo fue fundador de mi debut actoral, de alguna manera. En esa época iba a todos
los ensayos que hacían ellos. Hacía un papel chico, pero mi idea del teatro era que me diera una
formación estética ideológica que fuera fundante en mi vida, como un desafío, un partido para
militar… y yo quise tomar el teatro así, como lo sigo tomando de alguna manera. Se decía en la
época que había dos grupos de teatro de vanguardia: Pavlovsky en el Yenesí y Gambaro en el Di
Tella. Éramos la vanguardia pero ellos con apoyo del gobierno y nosotros no teníamos ni préstamos. Por suerte estaba Julio Tahier, que era capaz de cualquier cosa.
¿Cómo se incorpora al grupo?
Fui al consultorio de Julio Tahier, pediatra de mi hija Carolina, a hacer
una consulta y me preguntó si conocía al Pavlovsky que hacía teatro.
“Soy yo, le dije”, quedó shockeado y me dijo “lléveme, me encanta el
teatro”. Quedamos que para incorporarse al Yenesí tenía que estudiar.
Le pregunté si tenía alguna idea de escenografía —lo que necesitábamos
en ese momento— y me respondió con tanto entusiasmo que le ofrecí
ocuparse de la escenografía de La espera trágica, mi primera obra, y El
aniversario, de Anton Chéjov. Hizo un trabajo lindísimo en cartulina con
tinta negra, maravilloso. Julio venía a todas las clases sin abandonar su
pediatría. Estaba Julita von Grolman, que era preciosa, y para actuar se
18
Garabombo2.indd 18
17/04/13 23:54
hacía llamar Soledad Vértiz, también estaba Cormillot y algunos actores que eran funcionarios del
gobierno y usaban seudónimos. En esa época me inquieto por el teatro francés de vanguardia.
Muy inquieto, demasiado inquieto porque a mí me volvió loco.
entrevista
¿Esperando a Godot?
Claro, fui a ver la puesta que hacía Jorge Petraglia. Ahí se me abrió un mundo de angustias, que no
eran edípicas sino existenciales. Ahora hay un autor francés muy conocido, es muy difícil, se llama
George Perec cuyo teatro es muy parecido al de Beckett y rige los mismos parámetros creativos.
No lo ha dicho nadie, pero sin lugar a dudas, tiene la particularidad de romper con la letra, la representación de la letra es rota. El personaje que está hablando, por caso, se va transformando en otra
cosa, y te perdés. A mí me gusta mucho entender esta novela, muy importante, se llama El secuestro.
¿Qué autores teatrales se leía en la década del 50?
El teatro a mí me obligaba a leer a autores como Beckett. Era vanguardia, vanguardia, muy complejo; Beckett asume su popularidad cuando realiza la puesta de Esperando a Godot y luego la
lleva a San Quintin, California, donde los presos entendían la angustia de la espera. Te cuento una
anécdota con Beckett: estábamos haciendo El señor Galíndez, con Jaime Kogan en el teatro Payró.
Su puesta era extraordinaria, y en 1974 nos tiraron una bomba en el Teatro. Fuimos al Festival de
Nancy en Francia y a París a representarla en el D´Orsay, de Jean-Louis Barrault. Cuando llegué
a la sala, me encontré que la cartelera decía: El señor Galíndez, de Pavlovsky, y Happy Days, de
Beckett. ¡Era el sueño del pibe! Compartir el teatro con él es una epopeya cultural íntima. Quería
conocer a Beckett y Barrault me dijo que estaba dirigiendo Esperando a Godot, en Alemania. Le escribí una nota en la que le decía que Godot había influido en mi vida, me había modificado porque
había conocido la representación más extraordinaria de la angustia humana. Le decía: “Soy médico
estoy hablando desde la cultura, desde el conocimiento psiquiátrico porque usted en el teatro no
llora la angustia, la estruja. Los personajes son cómicos, admiro la polifonía y desde ya no hay nada
más que usted reciba mi admiración profunda”. Barrault se la entregó y con asombro recibí una
postal que decía que nunca se hubiese podido imaginar que su tipo de teatro le interesara a un
médico. Tengo esa postal como trofeo.
¡Qué felicidad! Venís de una familia burguesa, liberal. ¿Cómo fue esa transformación ideológica a
través del teatro que estabas desarrollando?
Yo no tenía un compromiso político cultural cuando hacíamos el teatro de vanguardia. Alquilábamos
una sala al Nuevo Teatro durante ocho lunes y nos obligaban a hacer tres obras de autores nacionales o europeos y estábamos todo el año con un entusiasmo fabuloso. No era teatro político, era inofensivamente de vanguardia. En mi familia el lema era: si es bueno es para nosotros, si sos bueno en
lo que hacés, hacé cualquier cosa. Vengo de una familia acomodada, mi padre fue campeón de box
peso pluma y yo campeón argentino de natación estilo mariposa. Sólo tenía algunas aproximaciones
que nos unían al deporte con mi familia. Era la cultura de no dejarse pegar.
Mi tío Alejandro era un gran hematólogo y sus hijos Santiago y Miguel
Pavlovsky estudiaron medicina. Mi familia se mostraba, con la incultura que
tenía, contenta porque salía en los diarios y mostraban un actor, autor, un
intelectual. La Asociación Psicoanalítica también se mostró satisfecha de mi
participación en el mundo teatral. Ser normal era ser pésimo. Esa etapa
del teatro se termina cuando el Yenesí ya no contenía las expectativas que
teníamos. Nos separamos sin que nadie se pelee con nadie. Paso a hacer
espectáculos y viajar. La colección, de Pinter, la estrené yo con Jaime Jaimes
Nipomnische, que fundó el Teatro de la Alianza Francesa en 1962. Luego
me fui abriendo y me empecé a buscar como autor. Escribía y estrenaba
mis obras, y en 1967 me llamó Luis Mottura para hacer La próxima vez te
19
Garabombo2.indd 19
17/04/13 23:54
lo diré cantando, con Beto Gianola, Luis Brandoni, Oscar Ferrigno y Juana Hidalgo, teatro profesional.
Era una figura conocida dentro de la marginación en que me movía. Ahí comenzó la búsqueda mía
con respecto a directores para cine y teatro, y fui muy categórico.
¿Fue luego del Cordobazo que comenzaste a escribir teatro más contestatario?
Empiezo a escribir La mueca, que estreno con Ferrigno. Había un marco social-histórico que
comprometía a los intelectuales, no podía decir soy psicoanalista. Había que salir de ese escondite
y comencé a pensar en personajes políticos dentro la obra. Pero mi acercamiento a la militancia
política fue con El señor Galíndez. Me llamó Jaime Kogan y me preguntó si estaba interesado en el
tema de la tortura. Le dije que sí. Trabajamos juntos sobre la subjetividad del torturador. De esas
investigaciones surgió El señor Galíndez, en 1973. Tuvo un impacto increíble en los sectores de la
cultura fascista y conservadora. Después me fui a la plataforma peronista de izquierda y marxista,
fue muy importante eso. Y mucho después estrenamos Telarañas, a fines de 1977, con Alberto
Ure. Era una obra muy fuerte sobre el fascismo familiar. A los dos días del estreno, me llamó el
secretario de Cultura de la Municipalidad. Fuimos con Ure. Nos recibió muy bien. Había ido a
ver la obra y dijo que si la hubiese visto en Polonia, en Moscú o en París, la habría recomendado;
es increíble. Pero agregó: “Pavlovsky, sáquemela mañana”. Y yo cometí el error de decirle: no voy
a sacar ninguna obra mía, sáquela usted. La sacó por decreto. Primero ponen una bomba en el
Payró y luego entran en mi casa; salté por el único lugar que podía, escapé por los techos y llegué
a un departamento vacío. Cuando estaba en la calle, reflexioné. ¿Cómo voy a dejar a mis hijos con
los encapuchados? Fui a la policía y dije que entraron ladrones y que quería hablar con Alfonsín
(él estaba muy involucrado en derechos humanos). “Raúl, acá estoy en la comisaría, no preso, en
la calle Cabildo y hay un grupo de jóvenes que han invadido la casa y están con mis hijos y han
roto todo, ¿me podrás ayudar?”. A la media hora cayó el grupo armado entero, eran como veinte,
los habían detenido. Me miraban, eran muy jóvenes. A partir de ahí comienza mi época épica: el
exilio. Primero fuimos con mi entonces esposa, Susana Torres Molina, nuestro hijo Federico, que
hoy es un médico tremendo, a Montevideo y nos recibió Juan Carlos Kusnetzoff. Luego en España
conozco a Susy Evans… y ya estamos juntos hace 30 años.
Participaste en Teatro Abierto, en 1981 con Tercero incluido. ¿La escribiste desde España?
Ya había vuelto. Participé de una manera colateral, escribiendo una obra a toda velocidad,
en media hora, para no quedarme afuera del movimiento, que era muy importante. Y se ha
dado mucho desde entonces. Estaba haciendo en ese momento Cámara lenta, con Carlos
Carella, de martes a domingo, y me quedaba poco tiempo para escribir.
¿Cuál fue el primer festival al que asististe, y cómo fue la sensación de tantos aplausos?
Festival de Nancy en Francia, con El Señor Galíndez, en 1975. Con los aplausos, cuando el actor
soy yo, siento una sensación muy particular, no muy definible, una emoción me embarga. Mi
estilo de actuación es diferente.Tuve premios en muchos países como mejor actor y mejor obra y participé en más de 50 festivales. Cuando actué en Alemania con Potestad,
la vio Jean-Louis Trintignant y le gustó y la quiso hacer. Trintignant hizo Potestad
en francés en Los Ángeles. Era el sueño del pibe. A mí me gusta que hagan mis
obras y doy los derechos. Pero para mí el teatro es el cuerpo.Y al hablar, estoy
reviviendo los momentos de mis devenires… esto tan bello que es el teatro.
¿Quiénes son tus referentes?
Admiración desde la perspectiva ideológica, pues nunca he podido zafarme del Che. Así como de joven el tipo que me impresionaba
por su estructura estética y filosófica, por su extraordinaria
personalidad teatral, era Vittorio Gassman.
Vos trabajaste con Jaime Kogan y con Alberto Ure, aparte
Garabombo2.indd 20
17/04/13 23:54
de la Boero, o sea, los grandes maestros que marcaron una época.
Sí, sí. Alberto Ure era una figura excepcional, de una cultura que no se puede creer, sabía de
todo. Digo “tenía”, porque se enfermó y no puede continuar, pero sí Alberto da para hablar. Un
sector del teatro lo admiramos, no todos, pero vivió muy loco.
¿La dirección nunca te interesó?
No sé… hay que tener cierta cualidad, espacio temporal que yo no tengo. Yo necesito un director.
Acabás de terminar de escribir y estás ensayando tu última obra, Asuntos Pendientes, que la vas
a estrenar en julio de 2013 en el Centro Cultural de la Cooperación.
Con el dirección de Pipi Onetto y trabajan Susana Evans y Eduardo Misch. La obra es muy fuerte,
está metida la política dentro del personaje central que es un excluido. Yo estoy preocupado
porque acá hay novecientos mil chicos mal alimentados. Trata de la subjetividad de los que no se
nombran. Hay un incesto hablado y muchas cosas que se dicen muy lanzadas. Utilizo un lenguaje
muy pornográfico, desvergonzado. Yo nunca hablé así en teatro… pero bueno. Me siento libre
para decir cualquier cosa.
Y aparte estás haciendo un estudio sobre la infancia de Stalin.
Bueno, sí estoy leyendo el libro Llamadme Stalin, de Simon Sebag Montefiore. Un personaje
muy extraño. Y algo digo en la otra obra que escribí: Meyerhold.
Sos de los que dicen que no hay que homogeneizarse, que hay que ser diverso y tratar de no
ser estructurado y no estar solamente en un lugar.
Sí, por eso, la multiplicidad, lo diverso, lo diferente, la posibilidad de no quedar atrapados con una
teoría y tratar de englobar la contradicción de la vida, de la muerte… incluso, me beneficiaron
mucho los acontecimientos, que son aquellos que ocurren fuera de lo rutinario. Lo que hay que
hacer todos los días es un acontecimiento. Algo que rompa la realidad cotidiana, la tenebrosidad
de la homogeneización de cómo vivimos, un acontecimiento, ir cambiando constantemente.
¿Qué les dirías a los jóvenes?
Cuando me trajiste la noticia de hacer una nota para la revista cultural de la Universidad Nacional
de Avellaneda, me entusiasmó mucho. Cuando la materia gris está bien alimentada, la tarea de la
educación es fundamental. Hay muchos muchachos que no tienen ni carrera, ni estudio, ni trabajo.
Se sienten excluidos. Estos pequeños mojones que luego se convierten en grandes, me parecen
muy importantes.Yo le diría a un joven: si estás bien alimentado, estudiá. Estudiá, rompete, estudiar
vale la pena para todo. Para todo lo que se te ocurra hacer, te da la posibilidad de pensar distintas cosas. Desarrollarse en lo que uno sabe a nivel intelectual es importante, no hay que tener
prejuicios intelectuales.
¿Cuál es tu legado, Tato?
Hacer un teatro muy fuerte que tenga una coherencia ideológica siempre. Mi legado es: “si
hacés teatro, hacé teatro”. Sé que no es fácil, tenés que ensayar mucho pero no podés dejar si
tenés la pasión. ¿Cuál es el sentido de lo que estás haciendo en tu vida? Ese sentido puede ser
ideológico, pero tiene que ser también estético, con un compromiso corporal, tratá de meterte
con gente que sabe mucho, acá hay muy buenos maestros. Pero con pocos años no basta. El
estudio es para toda la vida, seguirás estudiando y morirás estudiando. En una ocasión, hacía teatro y estaba en la Asociación Psicoanalítica, hacía de homosexual en Atendiendo al señor Sloane
(1968) dirigidos por Alberto Ure, era muy difícil y lo fui a ver a Agustín Cuzzani, estaban poniendo Los indios estaban cabreros y me dijo: “Vos te vas a morir en el teatro, porque hay una pasión
irrevocable en vos cuando hablás. No dejés de hacer teatro”. Y esto que hago es un poco un
regalo que me doy, aunque mi médico clínico me dice que descanse, que el teatro lo realizo
con el cuerpo, con gestos muy fuertes que es mucho esfuerzo, para mí el teatro es vida. u
Garabombo2.indd 21
17/04/13 23:54
A propósito de las cuestiones planteadas
en el programa de la 1ra Jornada Latinoamericana “Estado, Populismo y Democracia”
De la democracia a la democratización
Por Eduardo Rinesi1*
El trigésimo aniversario del inicio del ciclo político abierto en la Argentina en 1983 puede
ser una ocasión adecuada para ensayar un balance crítico de los modos en los que la categoría
teórico-política sin duda dominante en las formas en las que en los albores de ese ciclo tendíamos a conceptualizar los retos que enfrentábamos ha seguido operando desde entonces
en nuestras conversaciones, asumiendo a lo largo de estos años un conjunto cambiante de
significados. Entre ellos me gustaría acá destacar cuatro, que sugeriré que dominaron nuestros
intercambios en otros tantos distintos y sucesivos momentos de todo este período. Así, propondré que en los 80 pensamos la democracia como una utopía, que en los 90 pensamos la
1* Politólogo, filósofo. Rector de la Universidad Nacional de General Sarmiento.
22
Garabombo2.indd 22
17/04/13 23:54
dossier
democracia como una rutina, que en las agitadas jornadas de fin de 2001 la democracia se nos
presentó más bien bajo la forma de un espasmo, y que desde hace ahora una década hablamos
menos de democracia que de democratización, entendiendo por tal cosa no tanto un estado
ni un modo del orden, sino más bien un movimiento o un proceso. Presentadas estas cuatro
formas distintas de pensarse la cuestión de la democracia, me gustaría comparar las que ocupan
los dos extremos de la línea de tiempo que cubre estos treinta años, y extraer de ese cotejo
algunas consecuencias teóricas que tal vez valga la pena comentar.
1.
Desde el comienzo del fin de la dictadura, precipitada tras la derrota militar del régimen en la
guerra del Atlántico Sur, la democracia empezó a avizorarse como una especie de contrafigura
del régimen que se quería dejar atrás, como el nombre de una suerte de puerto de llegada de un
camino que debía ser, quizás en primer lugar, de “reforma moral e intelectual” (“cultural”, se decía),
de revisión de los componentes autoritarios de una “cultura política” escasamente tolerante a la
que obstinadamente se ponía en la base de los horrores de esa dictadura y del pasado argentino en
general, y de construcción de unas instituciones que garantizaran, en cambio, la vida y la libertad
a todo el mundo. La tarea se sabía difícil y por eso asumía la figura de un recorrido, de una “transición”. Recuperada de los viejos arcones de la sociología de la modernización y el desarrollo,
esta última palabra se usaba para indicar un movimiento de avance hacia un tipo de sociedad
cuyo sistema institucional tendía a asumir, en las imágenes con las que de modo dominante se la
representaba en los campos de la política y de la academia, la forma que tenían los de los países
del cuadrante noroeste del planeta. Que era la de una democracia representativa más que la
de una democracia participativa: la de una democracia sostenida sobre un tipo de lazo vertical
entre ciudadanos y representantes más que sobre el estímulo a formas activas de participación
popular en los asuntos públicos. Porque de lo que se trataba no era de asegurar a los ciudadanos
las condiciones para su involucramiento activo en la cosa pública, sino de garantizarles aquello
que durante los años anteriores les había sido arrebatado del modo más flagrante: su libertad. La
“utopía” democrática de los ochentas argentinos era una utopía liberal.
Que no descartaba del todo, desde ya, la posibilidad de dejarse conmover por los razones de
una democracia más dispuesta a hacer audibles los diversos tonos de la vox populi: de
hecho, la tensión entre estas dos ideas de democracia fue la savia
vital de algunos de los grandes debates de esos años. Pero
sobre todo después de la Semana Santa de 1987, del pedido del presidente Alfonsín, desde el balcón de la Casa
de Gobierno, de que los ciudadanos abandonaran la
plaza a la que habían sido convocados y dejaran el
manejo de la crisis política, militar e institucional que
los había movilizado en manos de sus representantes,
la idea de una democracia popular terminó de ceder
su lugar a la idea de que democracia era sinónimo de
representación. Que fue, por cierto, la idea que dominó la
década signada por los dos gobiernos de Carlos Menem, y que se consolidó con la firma del
pacto secreto que el propio Menem selló con su antecesor a fin de 1993. El secreto es el grado
superior y la forma última de la separación entre dirigentes y dirigidos que resume la lógica
de la representación. Desde entonces, la democracia que funcionó entre nosotros (razonablemente bien, digámoslo) se volvió un hábito, una costumbre, una rutina. Lejos del encanto que
la palabra había tenido en la década anterior, ahora vino a significar apenas la vigencia de la ley,
el ejercicio periódico del voto y muy pocas cosas más. Nos habituamos a que la democracia
supusiera la afirmación de un hiato, que ya nadie se proponía sortear, entre la vida de los ciudadanos y la acción libre y descontrolada (en el sentido de lejana y a resguardo de cualquier
dispositivo de control popular) de los gobernantes.
23
Garabombo2.indd 23
17/04/13 23:54
Hasta que todo eso saltó por los aires (ya el gobierno de Menem había sido sucedido por el
de Fernando de la Rúa) en diciembre del año 2001. Mucho se podría decir (lo que se ha dicho
hasta ahora no parece suficiente) sobre esos días argentinos. A los fines de estas reflexiones,
importa apenas detenernos en el impacto que tuvieron sobre nuestros modos de pensar la
cuestión que nos importa, que es la de la democracia. Porque hubo un pensamiento sobre la
democracia en esos días que ahora comentamos. Una idea de democracia como irrupción
espontánea (se insistió mucho sobre esta idea de espontaneidad), como aparición intempestiva
y libre de “la gente” en la escena pública, como “toma de la palabra”, como rajadura inesperada
en el tiempo lineal de las instituciones. Como crítica o rechazo de esas instituciones, como
principio sin principio (an-arché) de un orden diferente, autónomo, libre. Pero también (con un
ligero matiz y en un segundo momento, apenas posterior) como auto-organización asamblearia
del pueblo, como generación de mecanismos de participación de los ciudadanos en la gran discusión colectiva que ese estallido había inaugurado. Fue un momento interesante. Proliferaron,
en las esquinas y en las plazas de la ciudad y del país, asambleas populares, vecinales, estudiantiles. Obreras, también, en muchas fábricas que habían sido abandonadas por sus dueños, cerrado sus puertas o fundido, y que eran “recuperadas” y puestas a funcionar nuevamente por sus
trabajadores. Cierto que fue un período fugaz. Seguramente tenían razón los grandes liberales
europeos del siglo XIX que observaron que una sociedad moderna no puede vivir en un estado de deliberación colectiva permanente. Pero no es
menos cierto que esa fugaz experiencia
de generalización de los modos asamblearios de conversar dejó una enseñanza importante en la vida pública
argentina, permitiendo recuperar
una idea sobre la democracia que
recogía su inspiración en aquella
tradición “participativista” que efímeramente –como vimos– había
iluminado los debates de los años
de la “transición”, dejando instalado
en el imaginario común de los años
que vendrían el dato novedoso de la
existencia de una ciudadanía activa,
que quería ser tenida en cuenta, y a
la que nadie, en adelante, podría dejar de oír.
A partir de 2003 esta historia que
aquí estamos narrando da un giro inesperado y novedoso. Tanto que parece posible sugerir que la propia palabra “democracia”
empezó a ser usada desde entonces con un significado bastante diferente de los tres que hasta
aquí vinimos recorriendo. Que dejó de nombrar una utopía, como en los 80, una rutina, como
en los 90, y un espasmo, como en 2001 y 2002, y que en realidad empezó a ser reemplazada, en
los discursos políticos dominantes en la década siguiente, por otra palabra, que de algún modo
la contiene pero también la modifica, dándole una inflexión diferente y una nueva intensidad,
que es la palabra “democratización”. Democratización: no ya el nombre del puerto de llegada
de un proceso, sino el nombre del proceso mismo. Como si el “ción” de “transición” (ese “ción”
que siempre designa un movimiento, una marcha, un desarrollo) se hubiera desplazado de esa
palabra que señalaba –dijimos– el camino hacia esa meta que se veía en el horizonte y a la que
se llamaba “democracia”, a la democracia misma. Como si ahora esa democracia no fuera otra
cosa que el proceso de su propia afirmación, de su propia realización, de su propia profundización. ¿Y en qué consiste ese proceso de profundización de la democracia? Pues en un movi-
24
Garabombo2.indd 24
17/04/13 23:54
dossier
miento de expansión –de ampliación, de universalización– de derechos. Hoy en la Argentina se
habla de democratización para nombrar un proceso de ampliación de derechos: de derechos
civiles, económicos, sociales, políticos. Una sociedad es tanto más democrática –tendemos a
pensar– cuantos más derechos tienen garantizados todos sus ciudadanos. Doble desplazamiento, entonces: de la idea de la democracia como utopía o como puerto de llegada de un cierto
movimiento a la idea de la democratización como el nombre mismo de ese movimiento, y del
énfasis en la libertad al énfasis en los derechos.
2.
Detengámonos ahora en esta última cuestión. En los años 80, cuando recién salíamos de una
dictadura feroz que había violado todas nuestras libertades y privilegiábamos la reconquista de
esas libertades por encima de cualquier otro bien político que pudiera competir con ellas, el problema político, teórico, incluso filosófico de la libertad se volvió un eje fundamental de nuestras
discusiones. Las ciencias sociales, cuyos desarrollos acompañaron muy de cerca, en esos años, los
movimientos de la agenda colectiva y del proyecto político que mejor expresaba el ánimo general
de la ciudadanía –que era el del gobierno radical–, fueron un campo propicio para el desarrollo
de un conjunto de importantes querellas conceptuales, que en no pocas ocasiones elegían acudir
a las fuentes que representaban los textos mayores de las grandes tradiciones del pensamiento
occidental en busca de inspiración y de argumentos. Así, la discusión –que recordábamos al comienzo– entre la idea de una democracia “representativa” y la idea de una democracia “participativa” se articulaba también bajo la forma de una discusión sobre los méritos relativos de las ideas
25
Garabombo2.indd 25
17/04/13 23:54
de libertad “negativa” (o libertad “de”) y de libertad “positiva” (o libertad “para”), y de hecho la
revisión de las bibliografías clásicas en torno a estas cuestiones constituyó un capítulo fundamental
de la agenda de nuestras ciencias sociales y políticas en aquellos años de la “transición” que ahora
estamos recordando. ¿Estamos hoy haciendo un ejercicio semejante en relación con el concepto
de “derecho” o de “derechos”, que –si está bien lo que veníamos diciendo– ha venido a ocupar el
lugar central que tenía el de “libertad” en aquellos, nuestros años ochentas? Yo creo que no, y creo
también que deberíamos, y quiero decir dos palabras sobre esto.
Sobre la necesidad, quiero decir, de asumir el desafío de pensar con las mayores exigencias teóricas
y filosóficas este problema fundamental de los derechos, que organiza hoy una zona importante
de nuestros discursos políticos más interesantes, pero que al hacerlo nos plantea un conjunto de
dilemas sobre los que es necesario detenernos a reflexionar. Apunto el primero: ¿qué es un derecho? ¿Qué queremos decir cuando decimos que “tenemos un derecho” a algo? Que es algo que
en general decimos –vale la pena destacarlo– justo cuando no tenemos, de hecho, ese derecho: es
raro que digamos que tenemos un derecho a algo a lo que tanto tenemos un derecho que hemos
llegado a naturalizarlo y a ya no pensarlo como tal. Estos problemas merecen, me parece, una
reflexión teórica a la altura de la que en los “liberales” ochentas sostuvimos sobre la cuestión de la
libertad, y que, como aquella, nos obligue a revisar los viejos textos de nuestras mejores tradiciones,
a juzgar su actualidad y su interés, a dialogar con ellos para mejorarlos y para poder encarar, con
su auxilio, nuestros propios desafíos. Por ejemplo (estoy proponiendo rápido una serie de temas
para una agenda posible, y este punteo no pretende tener otro valor que ése): ¿qué pasa cuando,
en un contexto de ampliación general de derechos, la expansión de alguno o algunos de ellos
corre el riesgo de colisionar con la de otro u otros? No carecemos de ejemplos, en la Argentina
26
Garabombo2.indd 26
17/04/13 23:54
dossier
contemporánea, de situaciones como ésta. O bien: ¿cómo pensar los derechos, no ya de aquellos
hombres y mujeres que componen en un cierto momento una comunidad
política determinada, sino de aquellos que ya no la componen, porque han
muerto (sobre todo, aunque no únicamente, cuando han muerto víctimas
de la violencia que los poderes de esa misma comunidad han descargado sobre ellos), o de aquellos que todavía no la componen,
porque todavía no han nacido? Este problema me parece a mí de
la mayor importancia teórica, política y ética, y está en el corazón
de muchos de nuestros debates contemporáneos.
En esta agenda de problemas sobre los que me parece
que tenemos que pensar, hay uno al que quiero dedicar algún espacio, que es el problema del Estado,
en relación con el cual se ha producido entre
nosotros un cambio decisivo. Me refiero a que
en los años de la “transición”, en la medida en
que el acento de nuestras reflexiones estaba
puesto en el tema de la libertad, y en que
pensábamos esa libertad sobre el trasfondo
del Estado terrorista que tratábamos de dejar atrás (en la medida, en otras palabras, en
que teníamos buenos motivos para hacer del
Estado el más serio de los enemigos reales o
potenciales de esas libertades que queríamos
conquistar), nuestro pensamiento tendió a tener,
en general, un fuerte componente antiestatalista. El
Estado se nos presentaba en general, en esos años,
como estando del lado de las cosas malas de la
vida, porque constituía una probada amenaza a
nuestra autonomía y nuestra libertad. Hoy, en cambio, cuando el eje de nuestras preocupaciones se
ha desplazado de esa preocupación casi excluyente
por la libertad a la preocupación por la ampliación
y generalización de los derechos, el Estado (un estado democrático, desde ya, pero no mínimo ni
ausente, sino fuerte y activo) se nos representa más
bien, y con razón, como una condición y como un garante de esos derechos que queremos ver
expandidos y universalizados. Por supuesto, no se trata de abrazar esta idea sin precauciones, ni
de desplazarnos de un antiestatalismo ingenuo a un estatalismo simétricamente candoroso, como
si Marx y toda una larga tradición no nos hubieran enseñado todo lo que tenemos que saber
sobre las formas de dominación y explotación del hombre por el hombre que los Estados sirven
para garantizar y para reproducir. Lo que sí hemos aprendido en la Argentina, y dolorosamente, es
que fuera del Estado o más allá de él lo que solemos encontrar no es la libertad ni la autonomía
finalmente realizadas, sino las formas más tremendas de la pobreza, la marginación y la falta de
derechos. Hay derechos porque hay Estado, y ése es un tema sobre el que hoy nuestras ciencias
sociales tienen que ayudarnos a pensar.
Voy a volver sobre este tema, pero antes quiero decir dos palabras sobre otro, que ya mencioné: el
de la libertad. Porque no quiero sugerir que ese asunto, tan presente –dije– en los años de la inmediata posdictadura, haya desaparecido de nuestras reflexiones. No lo ha hecho. Pero cuando aparece en ellas lo hace, me parece, doblemente transformado. Primero, porque muchas conquistas que
veinticinco o treinta años atrás seguramente habríamos tematizado como libertades se nos (re)
presentan hoy, más bien, como derechos. Quiero decir: que hoy no tendemos a decir, por ejemplo,
Garabombo2.indd 27
17/04/13 23:54
“somos libres de (‘libertad de’: libertad negativa o liberal) las coerciones que
nos impedían casarnos con quien nos diera la gana”, sino a decir “tenemos el
derecho a casarnos con quien nos dé la gana”. Ni tampoco tendemos a decir
“somos libres para (‘libertad para’: libertad positiva o democrática) votar a los
16”, sino a decir “tenemos el derecho a votar a los 16”. O sea: posibilidades
que en otro contexto podrían haber sido pensadas como libertades arrancadas de las garras del Estado, en este contexto –en que muchas veces fue
el propio gobierno de ese Estado el que las promovió o hasta las impuso:
voy a volver también sobre esto– se nos aparecen como derechos que ese
Estado garantiza. Segundo, porque allí donde todavía seguimos pensando en
términos de libertad o libertades, como a menudo hacemos, ya no lo hacemos en los términos liberales de aquella “libertad negativa” (o “de”) ni en los
términos democráticos de aquella “libertad positiva” (o “para”), sino más bien
en los términos (que, de nuevo, nos invitan a volver a algunos grandes textos
de la historia de la filosofía política) de una idea de libertad que, con Quentin
Skinner, podemos llamar “republicana”, y que es la que nos permite pensar
dos cosas. Una: que nadie puede ser libre en una comunidad que no lo es. Y
dos: que una comunidad se vuelve libre (de otra comunidad, de una potencia
imperial, de un ejército invasor o de la banca internacional) por medio del
Estado en el que se organiza y que la representa.
3.
De manera que el Estado aparece hoy, en muchas de nuestras representaciones y en los discursos políticos –estoy sugiriendo– más interesantes
(pero no necesariamente, estoy diciendo también, en nuestras discusiones
académicas ni en nuestros programas de lecturas, a los que tenemos que
incorporar estas problemáticas si queremos ponerlos en sintonía con las importantes transformaciones a las que estamos asistiendo), tanto como un garante
de nuestros derechos ciudadanos cuanto como una condición de nuestra soberanía
nacional. En otras palabras: que el Estado se nos aparece hoy, y que tenemos que
poder pensarlo con la seriedad y la sutileza necesarias, no ya –como lo pensamos durante mucho tiempo– como un enemigo de las luchas políticas por la emancipación,
sino como un momento fundamental en esas luchas. En esos términos ha planteado el
asunto, recientemente, Jorge Alemán, cuyo argumento me gustaría resumir muy brevemente. El pensamiento emancipatorio clásico –escribe Alemán– ha confiado siempre
en un sujeto objetiva y teleológicamente revolucionario que en su marcha hacia su
realización debía conquistar su libertad a expensas del Estado. Por su parte, el pensamiento emancipatorio actual (el de Rancière, el de Badiou, el de Negri) sacude la
pesadez de los sistemas anteriores, pero no deja de hacerlo en los términos de una
apuesta por una práctica capaz de interrumpir la lógica “policial” de las instituciones, a
las que siguen poniendo del lado de las cosas malas de la vida. En cambio, dice Alemán, hoy surge
de América Latina la novedosa posibilidad de pensar que el Estado puede ser un instrumento
positivo en las luchas por la transformación de la sociedad y la ampliación de las libertades y
de los derechos. Una verdad tanto mayor cuanto que muchas veces esas luchas no son las que
desarrolla un sujeto o un conjunto de sujetos “sociales” exteriores a ese Estado, sino la que lleva
adelante un grupo político lúcido y activo (eventualmente hasta bastante alejado, hasta bastante
separado, de esos sujetos sociales cuya libertad, autonomía y derechos busca promover) desde la
cima misma de ese aparato de Estado que conduce.
A esto último (que es en efecto un fenómeno interesantísimo que hay que poner en la agenda de
nuestras discusiones teóricas y filosóficas sobre este momento latinoamericano) es a lo que suele
llamarse, con una categoría prestada pero pertinente y sugestiva, jacobinismo. Que es un componente de los movimientos populares de nuestro país y de nuestra región casi desde el comienzo
28
Garabombo2.indd 28
17/04/13 23:54
dossier
mismo de su jornada independiente, y que no deja de constituir una de las
muy señaladas notas de los movimientos de tipo populista que jalonan una
parte fundamental de nuestra historia más reciente y que ciertamente –con
los matices y modulaciones del caso, o de los casos– caracterizan este momento histórico que aquí estamos tratando de pensar. No es éste el tema de
esta nota, que por otro lado ya tiene que ir encontrando su final, pero sí es
conveniente anotar en este rápido punteo (vuelvo a decirlo: casi un listado
de temas posibles en la agenda teórica que tenemos que ser capaces de
construir si queremos ponernos a la altura de los desafíos conceptuales de
esta hora tan interesante) que si los populismos han sido y vienen siendo, en
la historia moderna de nuestro país y de nuestra región, la principal vía de democratización de nuestras sociedades y de nuestros sistemas políticos, esos
procesos “populistas” de democratización (desde los que usamos siempre
como referencias clásicas: el cardenismo, el yrigoyenismo, el varguismo, el peronismo, hasta los que hoy dominan y enriquecen la escena regional) se han
desarrollado muchas veces menos por la capacidad de tal o cual sector social
de actuar en pos de la defensa de sus intereses o de sus derechos que por la
energía y la eficacia del gesto “estatalista” de promover –digamos: “de arriba
a abajo”– esos derechos cuya generalización entre todos los ciudadanos de
un país vuelve a éste una comunidad más democrática y más justa.
Repito y termino: si queremos contribuir a la comprensión de las dificultades, las posibilidades y los desafíos de esta hora argentina y sudamericana,
tenemos que pensar estos problemas.Varios de los cuales, ya lo vimos, son
acaso nuevos para las ciencias sociales y la filosofía política de la región,
pero no necesariamente para los modos en que las grandes tradiciones de
la filosofía política han contribuido a lo largo de los siglos a hacer inteligible
la vida de los hombres y de los pueblos. (Pensemos apenas, por ejemplo,
en la cuestión que planteaba recién: el jacobinismo, y en todo lo que tenemos que
revisar sobre el asunto de Hegel a Gramsci y más acá.) Tenemos que recuperar,
pues, esas tradiciones; tenemos que volver a hacer un poco de historia de las ideas;
tenemos que volver a oír a nuestros clásicos y darles una nueva oportunidad entre
nosotros. Algo de todo eso es lo que nos proponemos ensayar en el marco de la red
interuniversitaria “Estado, populismo y democracia” (UNGS-UNDAV-FLACSO México) y discutir en la jornada homónima que, como una de las actividades de esa red,
estamos pergeñando para el mes de octubre. Algo de todo esto es también lo que esperamos ayudar a poner en discusión a través de la serie de publicaciones que vamos a impulsar
por medio de esa red. Particularmente propicia resulta para ello la coyuntura del bicentenario
del ciclo emancipatorio de 1810 a 1816, ese aniversario “largo” que este año se superpone con
(y se deja sobredeterminar por) otros dos aniversarios más cercanos, a los que ya tuvimos aquí
ocasión para aludir: el de los 30 años del 83 y el de los 10 de ese otro punto de inflexión en
la historia argentina más reciente que es el inicio del ciclo kirchnerista. 1813, 1983, 2003. Son
algunos de los años de la historia política de nuestro país en los que con más energía se articularon (o en relación con los cuales más interesante resulta hoy volver a articular) algunas de
las palabras sobre las que aquí hemos conversado. Pensar con lucidez este momento tan interesante que hoy vivimos nos exige perseverar con lucidez en esta conversación interminable.u
Bibliografía
Aboy Carlés, Gerardo, Barros, Sebastián y Melo, Julián, Las brechas del pueblo, UNGS, UNDAV y FLACSO México,
Buenos Aires, 2013.
Alemán, Jorge, “Prólogo” a Barros, Mercedes, Daín, Andrés y Morales, Virginia, Escritos K, Eduvim, Villa María, 2012.
Skinner, Quentin, Liberty before liberalism, CUP, Cambridge, 1988.
29
Garabombo2.indd 29
17/04/13 23:54
Educación e inclusión
Por Jorge Calzoni*
Argentina vive un momento histórico. El ejercicio sostenido de una dimensión radicalmente diversa (en franca ruptura con la noche aciaga del neoliberalismo) no solo de la política y de lo político,
sino, de manera inseparable, del rol del Estado, ha producido y sigue produciendo transformaciones decisivas en todos los órdenes: económico, social, cultural y, claro, educativo. La Ley 26206 de
Educación Nacional, por ejemplo, sancionada en 2006, reconoce a la educación y al conocimiento
como bien público y un derecho personal y social, garantizados por el Estado. Esto implica, ni más
ni menos, que definirla prioritariamente como una política de Estado. Una dimensión cuya profundidad y proyección parece escapárseles a los apropiadores de ideas surgidas en aquel “primer
mundo” que no dejan de añorar, aun cuando se resquebraja irremediablemente.
En los ocho años que corrieron desde 2003 a 2011, la inversión consolidada en educación pasó
de 14.500 millones de pesos a 412.626 millones; esto es de un 3,6 al 6,47 por ciento de un PBI
que, además, es sustancialmente diferente de aquel que fuera devastado por la crisis. El Estado
argentino lleva construidas 1503 escuelas, otras 597 se encuentran en construcción y 250 se
inaugurarán este año, con lo que se totalizarán nada menos que dos mil escuelas en 2014. En
educación técnica, el presupuesto anual pasó de 6,7 millones en 2003 a 812 millones en 2011.
La fuga de cerebros que comenzara en la aciaga noche de los bastones largos, significó que
miles de intelectuales y científicos abandonaran el país. Hoy hay 947 científicos repatriados, algunos de los cuales —lo decimos con orgullo— están en nuestra Universidad. El financiamiento
de las universidades se duplicó en relación con los porcentajes de PBI. Estos datos hablan de
una inversión inédita en la democracia pos-dictadura en materia educativa. Sin embargo, no
se trata nada más que de recursos. Los trabajadores de la educación, a partir de esta mejora
presupuestaria y de condiciones laborales, estamos llamados a asumir mayores obligaciones. Y
30
Garabombo2.indd 30
* Rector de la Universidad Nacional de Avellaneda
17/04/13 23:54
dossier
no me refiero solo al personal administrativo, de mantenimiento o de servicios, sino también y
fundamentalmente a los docentes; y desde ese lugar quiero escribir. El ejercicio de la docencia
no implica solo transmitir algunos conocimientos, no exige nada más que capacitación y formación continuas, o investigación académica: conlleva una responsabilidad mayor. La sociedad pone
en nuestras manos la formación de sus hijos. Y aun cuando no se trata de una responsabilidad
exclusiva, nuestro rol tiene una significación social y simbólica muy trascendente.
La educación es el nudo gordiano en donde se debate qué tipo de sociedad tendremos. Si el
conocimiento vale por sí mismo, entonces es lo mismo generarlo que adquirirlo afuera y para qué
gastar recursos en ello si podemos canjearlo por productos primarios que tenemos de sobra. Lo mismo
sucede con la tecnología, importamos conocimiento
y exportamos materias primas. Para qué incorporar
valor agregado a nuestras producciones, para un Estado que no lo necesita; y para los que creen que el
Estado debe ser pequeño y “eficiente”; no necesitan
ni más técnicos ni profesionales.
Quienes gobernaron el país con estos preceptos, y aun
quienes aspiran a gobernarlo para retornar a ellos, no
salieron de un repollo, en general se educaron en nuestras aulas y se “perfeccionaron” en el exterior. Y estas
diferencias en las miradas ideológicas son un reflejo de
nuestras sociedades, que deberían sintetizarse en un
proyecto de Nación con matices, claro, pero con algunos elementos indiscutibles. Por ejemplo, la soberanía.
Sin embargo, un grupo de “intelectuales” argentinos
reivindica la posición de los kelpers, sobre las Islas Malvinas, como si esa no fuera la posición británica. Esto
tiene como agravante que encubre —detrás de una
absurda pátina de “libre determinación”— el carácter colonialista de la ocupación.
Cuando se sancionó la primera ley educativa argentina, uno de sus propósitos fue generar una
cultura social con principios liberales, y tal vez esa matriz de origen, que nunca fue transformada
definitivamente, sea la raíz principal de la mencionada batalla cultural. El momento histórico de
la primera nos solicita una justa apreciación de sus objetivos, puesto que el carácter laico y la
obligatoriedad de la enseñanza primaria, por caso, no pueden soslayarse. Nos referimos, acá,
en todo caso, a la impiadosa andanada neoliberal. Para algunos, la batalla implica sostener sus
principios y para nosotros, debe ser educar para una Nación justa, libre, soberana y democrática. Y en estos términos los docentes no somos neutrales. O educamos para dichos valores o
educamos para conservar los valores opuestos.
Cambio de época
El periodo abierto en 2003, está marcando que nos toca vivir algo más que una “época de cambios”. Asistimos a un verdadero cambio de época. Entre los muchos aspectos que podríamos
señalar para dar cuenta de esta afirmación elegimos uno, por su peso no menos que por sus
proyecciones ulteriores: la inédita ampliación de derechos como aspecto central de la agenda
pública de los últimos diez años.
En ese marco, un hecho que marca un punto de inflexión en el sistema de educación en su
totalidad —con un impacto particularmente fuerte y disruptivo en la educación superior— es
la obligatoriedad de la educación media. Para decirlo con las palabras del rector de la Universidad Nacional de General Sarmiento: “Sólo cuando la educación secundaria es una obligación,
Garabombo2.indd 31
17/04/13 23:54
la universitaria puede ser pensada como un derecho”1. Para la universidad pública, estatal y
gratuita, este elemento se constituye en un enorme desafío, puesto que implica la exigencia,
por un lado, de valorar este tiempo de ampliación de derechos en el sentido de que lo anima
un pensamiento profundamente democrático. Por otro, la interpelación de tornar mucho más
material y concreto lo que de otro modo no pasaría de ser un derecho formal.
Es por esto, entre otros tantos elementos decisivos, que creemos que el periodo abierto en 2003
marca el inicio de un ciclo histórico. En el ámbito específico de esta reflexión, baste señalar la inédita
inversión en la lógica de prioridades a la que ya hicimos referencia, pero que vamos a recordar: hasta
2002 se destinaba casi el 6 por ciento del PBI al pago de la deuda y solo el 2 por ciento a educación.
Desde el 2003, en cambio, se dio inicio a una política opuesta por el vértice que llevó esa relación
a que, en 2011, se destine el 2 por ciento al pago de deuda y el 6.47 por ciento a educación2. Es en
este punto de partida, que abrió la puerta al desarrollo de una verdadera revolución cultural, que
se inscribe la fundación de nueve nuevas universidades nacionales. De aquí se deriva, también, una
importante modificación acerca del papel del Estado. Es decir, la recuperación, a través de la política,
de otro rol, activo, estratégico, decisivo. He aquí otra de las claves sustanciales de este momento: el
de garante efectivo del ejercicio real de derechos que el mismo Estado está propiciando.
Nuestro desafío, entonces, es llenar de contenido, de ideas, de prácticas, estas políticas plasmadas en decisiones trascendentales para la democratización de derechos; por ejemplo, la
creación de estas nuevas instituciones educativas. Aparece, así, una disyuntiva que debe ser
resuelta en función de transitar por el camino de una educación emancipadora: o ejercer la
reproducción de una matriz tradicional en la cual, por cierto, nos hemos formado, y que implica
un darwinismo educativo que propugna que sobrevivirán los más aptos, sin importar sus trayectorias, problemáticas, procesos de aprendizaje, o bien romper con esa matriz para estar a la
altura de este momento histórico en el cual la masificación del acceso a la educación superior
y su concreción como derecho nos coloca ante el reto de desnaturalizar supuestos, roles y
prácticas para intervenir activamente como agentes de transformación.
Las nuevas universidades nacionales del conurbano nacen con estas marcas “en el orillo”. Son
portadoras orgullosas de esas señales poderosas del tiempo en el que surgen. Y se proponen,
por eso mismo, algo más que ser universidades estatales, públicas, gratuitas y autónomas: aceptan el desafío mayor de erigirse como universidades populares. Con seguridad, ese es el desafío
de la Universidad Nacional de Avellaneda.
Es por esto, también, que valoramos lo sustancial de intervenir en ese campo de batalla al que han
retornado la cultura y la lengua para aportar en la lucha abierta por la construcción de sentidos.
Entre ellos, el sentido profundo de la inclusión. Queremos comprenderla, entre otros aspectos
decisivos, como el desafío activo y permanente por el reconocimiento de los sectores populares
dentro de la educación superior, y como auto-reconocimiento de los que trabajamos en las universidades respecto de esa pertenencia, rompiendo barreras determinadas históricamente y propiciando la forjadura de intelectuales estrechamente imbricados en la vida social, política, cultural
de su tiempo y de su pueblo. Ello exige dejar de lado la yuxtaposición de los términos inclusión y
calidad, puesto que allí se asume —queriéndolo o no— la carga negativa del primer término, sancionando, al mismo tiempo, la existencia de ambos como núcleos fatalmente compartimentados.
Necesitamos universidades que dejen de pensarse como casas de altos estudios u oasis de conocimiento, y construir, en cambio, espacios de formación que acompañen a su pueblo, no desde arriba, sino desde adentro. De ese modo es posible un diálogo de saberes; y la interpelación
viva a la universidad pública deviene no solo inevitable, sino indispensable para la formación de
sus estudiantes no menos que para la formación continua de sus propios docentes, investigadores docentes, extensionistas y funcionarios.
Podremos, de ese modo, encaminarnos aún más en profundidad hacia una plena democratiza1 Rinesi, E., 2012, “La educación (superior) como derecho (popular)”, en Garabombo, revista cultural de la Universidad
Nacional de Avellaneda, núm. 1.
2 Fuente: Ministerio de Educación de la Nación.
32
Garabombo2.indd 32
17/04/13 23:54
dossier
ción del acceso a la educación, y específicamente a la educación superior: contribuyendo, en
suma, a garantizar que el derecho propiciado se concrete como derecho conquistado.
Allí es donde la universidad tiene sentido, en tanto se piense a sí misma como un actor social
que acompañe las políticas públicas que hagan posible el acceso a derechos sociales tales como
vivienda, salud, educación, trabajo, y entonces su rol, lejos de ser asistencialista, será de participante críticamente activo de su tiempo. Este tiempo que nos lleva a pensar de otro modo a
nuestros estudiantes; que nos exige corrernos de posturas nostálgicas —y en definitiva superficiales—; y nos convoca a dejar de lado anhelos de modelos vetustos como aquel “alumno”
que habitó en un pasado idílico y que obturaba la posibilidad de construir un proceso de enseñanza-aprendizaje. Nuestra responsabilidad es construir y defender una excelencia académica
que permita ganar esa batalla cultural que estamos librando acompañados por estas políticas
públicas superadoras y democratizadoras, que debe desplegarse no sólo en el campo académico, sino en el de la investigación y en el de la extensión universitaria, en el de la transferencia
y la gestión con los sujetos sociales que estudian hoy en nuestras universidades (y con quienes
aún no), forman parte de nuestra comunidad y son portadores de saberes indispensables.
Estos apuntes, porque así deben considerarse, se proponen como el acicate para un diálogo
intenso e indispensable. Su forjadura no podría ser más auspiciosa, puesto que viene dictada por
fundaciones tan complejas como apasionantes. Es desde estos anclajes que deviene estimulante
la exigencia irrenunciable de la universidad de propiciar el pensamiento crítico, como proceso
fundamental para interpretar y representar el mundo. Es decir, al desafío de ir más allá de las
impresiones y opiniones del sentido común (esa idea cansada, al decir de George Steiner), para
trazar, juntos, la grafía de una nueva gramática, plebeya y nuestromericana.u
Garabombo2.indd 33
17/04/13 23:54
Sentido común neoliberal e izquierda despolitizante
La elección del presidente de la República para el periodo 2012-2018, realizada en
julio pasado, concentró la atención de los ciudadanos mexicanos. En todo el país se eligió a senadores y diputados federales; seis Estados renovaron gobernadores y en 13 se
renovaron diputaciones locales y ayuntamientos. Con una alta participación ciudadana
(del 62 por ciento, alrededor de 49 millones de ciudadanos, la más alta de la historia de
México) los resultados solicitan un análisis no contingente, que contribuya a propiciar
un debate que parece tan urgente como incierto.
Por Julio Aibar Gaete1
Las últimas elecciones presidenciales confirmaron que en México no se ha configurado aún una
alternativa que compita seriamente con el neoliberalismo; que las elites políticas permanecen
alejadas de la población y que la izquierda no está capacitada para ofrecer al conjunto de la
sociedad una propuesta distinta de orden.
Aunque esas cuestiones están íntimamente relacionadas, remiten a problemas diferentes. La
fortaleza del neoliberalismo no se corresponde con los resultados alcanzados por ese modelo;
se debe más a la vigencia de un sentido común que, cultivado durante treinta años, ha logrado
prácticamente eliminar del horizonte político otras alternativas. El desapego social de los partidos, por su lado, tiene varios componentes: una no lograda integración de la sociedad civil con
la sociedad política, que refleja y reproduce profundas desigualdades económicas, asimetrías sociales, fracturas étnicas, raciales y culturales. La debilidad de la sociedad civil —que contrasta con
la densidad societal—, obtura el desarrollo de una comunidad política fundada sobre la base
de derechos y obligaciones compartidas. La incapacidad de la izquierda para encabezar una
alternativa política, finalmente, expresa y manifiesta su falta de pericia y voluntad para elaborar
políticamente —es decir atender, canalizar, articular y representar— las demandas sociales más
sentidas y para vincularse a los grupos que las expresan.
En el presente escrito realizaré un recorrido analítico por las elecciones presidenciales, trataré
luego de dar cuenta de algunos rasgos del sentido común neoliberal imperante y, finalmente,
esbozaré un breve análisis del papel de la izquierda.
La campaña: un mensaje para las elites
Las elecciones de julio fueron planteadas por los candidatos como una instancia crucial en la que
estaba en juego el país.2 Aunque esa advertencia la escuchamos en otras campañas electorales, es
indudable que en México —por la coyuntura actual y por las consecuencias de un proceso que
viene desarrollándose desde hace tiempo—parecían cobrar un sentido mucho más vívido, real.
La situación de emergencia declarada no se tradujo, sin embargo, en un cuestionamiento general
a las políticas aplicadas en los últimos años. Tampoco en un marco que permitiera a los sectores
1 Profesor investigador de la FLACSO, sede México.
2 Los resultados oficiales de la elección presidencial son: Enrique Peña Nieto, candidato por Compromiso por México (PRI y
Partido Verde) 38.2 por ciento; Andrés Manuel López Obrador, candidato el Movimiento Progresista (PRD, PT, MC) 31.6 por
ciento; Josefina Vázquez Mota, candidata por el Partido Acción Nacional (PAN) 25.4 por ciento y Gabriel Quadri, candidato
por el Partido Nueva Alianza (PANAL) con el 2.30 por ciento.
34
Garabombo2.indd 34
17/04/13 23:54
dossier
damnificados expresar su descontento y sus demandas. Pese al paupérrimo crecimiento de México desde la década de los años 80 y a los elevados niveles de pobreza y desigualdad, producto
de una escandalosa concentración de la riqueza, la economía fue tratada por los candidatos de un
modo superficial, pasajero. En esa materia no sólo se propuso básicamente seguir el rumbo actual,
sino extender y profundizar sus principales directrices.
En lo que a la seguridad se refiere, aunque en los últimos cinco años la violencia cobró cerca
de 70 mil muertos, 20 mil desaparecidos y miles de desplazados, ningún candidato cuestionó
seriamente la política gubernamental.
En pocas palabras, ni uno ni otro tema ocupó el centro del debate. La ausencia de discusión fue
la pauta y las campañas giraron en torno a acusaciones cruzadas de corrupción. Así, las elecciones
no se constituyeron en una instancia en la que los principales problemas de la sociedad fueran
siquiera planteados.
Si ese fue un dato curioso de las elecciones, más curioso resultó que fuera el partido gobernante
—principal responsable de la situación actual—, quien en la última etapa de la campaña, retomó
esas temáticas. La candidata del Partido Acción Nacional (PAN) reivindicó la estabilidad macroeconómica, acusó al candidato de las izquierdas de querer endeudar al país y al Partido Revolucionario Institucional (PRI), de frenar las “Reformas Estructurales” en el Congreso.3 Respecto de
3 Reformas Estructurales se les llama a la reforma energética (que consiste básicamente en abrir PEMEX a la inversión
privada); la laboral (que busca precarizar las condiciones laborales), y la hacendaria-fiscal (impulsar el IVA generalizado).
35
Garabombo2.indd 35
17/04/13 23:54
la seguridad, la derecha gobernante reivindicó la política represiva y acusó irresponsablemente a
todo candidato de la oposición que en las encuestas levantaba sus niveles de aceptación, de estar
“coludido con el crimen organizado”. A la oposición, tanto la candidata como el presidente de
la República, la conminaron a que expresaran claramente si continuaría o no con las políticas de
“ataque al crimen organizado”.
El candidato del PRI, por su lado, en lo económico no sólo propuso seguir adelante con las políticas actuales, sino que además se comprometió a realizar uno de los sueños incumplidos de la
administración panista: llevar adelante las Reformas Estructurales. Es que, para el gobierno, el PRI
y Partido Nueva Alianza (PANAL), la mayor parte de las elites académicas, intelectuales, económicas y medios de comunicación, la no aplicación de esas reformas son la causa del estancamiento.
En una especie de deja vu siniestro del credo neoliberal que hace dos décadas era el discurso único
en Latinoamérica, las mencionadas reformas son para esas elites el único camino para lograr el
crecimiento; la verdadera chispa que detonará la economía. Lejos de pensar que las penurias de
gran parte de la población se deben a las políticas económicas neoliberales aplicadas desde la
década de los años 80, atribuyen a la “falta de profundidad” de esas políticas la causa del pobre
desempeño económico.
Respecto de la seguridad, el PRI, en buena medida se limitó a reproducir las propuestas y medidas
del partido gobernante. Peña Nieto se comprometió a continuar con el “combate al crimen organizado”, aunque aclaró que haría algunos ajustes menores. Así, las medidas contenidas en la plataforma electoral del PRI son: fortalecer la cooperación entre países para frenar el contrabando;
profesionalizar a las policías, incrementar el número de efectivos; crear una gendarmería nacional;
combatir las adicciones y los circuitos financieros del dinero ilegal.4 Al igual que el oficialismo, el
PRI disoció la política de seguridad con la obligación estatal de garantizar los Derechos Humanos.
Aunque se hablara de Estado de derecho, la seguridad no se entendió como un derecho humano
fundamental que no autoriza a suprimir otros derechos humanos. Con ello quedó en claro que la
política de seguridad seguirá siendo represiva.
La no consideración de las demandas sociales por parte de los principales partidos revela tanto
el profundo desarraigo social de las elites políticas como la debilidad de la sociedad para hacer
escuchar sus reclamos. Ese desarraigo y debilidad sin embargo, no explican por qué el conjunto de
partidos (PAN, PRI y PANAL) que básicamente propuso continuar y profundizar el modelo actual,
4 Para consultar la plataforma del PRI: http://www.ulsa.mx/votolasallista/docs/Plataforma_PRI.pdf
36
Garabombo2.indd 36
17/04/13 23:54
dossier
consiguieron el 68 por ciento de los votos. En otras palabras, la relación entre el desempeño electoral, los resultados de las políticas neoliberales y el accionar de las elites en la campaña nos llevan
a preguntar: ¿cómo es posible que, pese a su evidente fracaso, el neoliberalismo no fue cuestionado?, y ¿cómo es posible que los que impulsan ese modelo conguieron tanto apoyo electoral?
Esas preguntas ya fueron planteadas en la arena pública. Las respuestas que se dieron son básicamente dos: 1) para la derecha, el no cuestinonamiento a las politicas económicas y de seguridad
y la no consideración de las demandas sociales revelan categóricamente que no hay alternativas
reales al modelo vigente. Intentaron así, instalar la idea de que no existe siquiera la posibilidad de
cuestionar, sin pagar un alto costo político, el paradigma dominante; 2) para la izquierda en cambio,
el desempeño electoral del PRI, se explica por la extorsión, la compra del voto, la intervención de
las grandes cadenas televisoras y la inequidad de los recursos.
Pese a lo parciales, una y otra respuesta son consideradas válidas por importantes porciones de
la población, pero lo que ellas ocultan son dos cuestiones fundamentales: 1) que no son los resultados de las políticas neoliberales ni la inexistencia de opciones lo que hace que no se visualicen
alternativas válidas, sino el establecimiento de un sentido común que ha recortado drásticamente
el campo de opciones políticas y, 2) que el resulado electoral se debe en gran medida a la debilidad de la izquierda para cuestionar el paradigma vigente y a su notable incapacidad para elaborar
y presentar propuestas alternativas.
El sentido común neoliberal
Si el discurso de las elites “hace sentido” en amplios sectores, es porque hay narrativas muy
arraigadas que lo hacen verosímil. En México, hace años que viene sedimentándose un sentido
común, cultivado tanto por sectores del PRI, como por sus detractores de izquierda y derecha,
que asocia la Nación con Estado proteccionista, corporativo y autoritario. El nacionalismo es, a su
vez, asociado a la Revolución Mexicana y sobre todo al régimen que se construyó en el proceso
posrrevolucionario.
La historia se narra como un proceso lineal, compuesto por momentos subsecuentes necesarios.
Para la historia forjada por el Estado priísta, esa sucesión —valorada positivamente—, comenzó con la institucionalización (gobierno de Calles); siguió con la reformas sociales (gobierno de
Cárdenas) y se consolidó con el desarrollo. La versión crítica en cambio, ve en esos momentos
la consumación de un proyecto autoritario: la institucionalización es codificada como expansión
estatal antidemocrática y corporativa, las reformas sociales como cooptación y disciplinamiento
de la sociedad, y el desarrollo como dirigismo estatista (la derecha liberal) o como profundización capitalista (la izquierda). Ninguna de esas interpretaciones reconoce quiebres y rupturas, ni
dimensiona la profundidad de las medidas implementadas en, por ejemplo, el periodo cardenista.
La convergencia de las críticas de la izquierda ortodoxa y de la derecha neoliberal, explica en
buena medida el alcance y la vigencia del sentido común opuesto a lo nacional revolucionario.
Todo ello devino en un consenso del que participaron políticos, académicos, elites culturales y
económicas. La concurrencia de tantos actores se debió en buena medida, a que aquello que se
identificó como nacionalismo revolucionario, además de erosionarse en el tiempo, experimentó
dos profundas rupturas. La primera fue el 2 de octubre de 1968, en la que la brutal represión al
movimiento estudiantil dejó al descubierto el alejamiento del régimen con la población. La segunda fue la crisis económica que, en la década de los años 80, abrió la puerta para que el sector
neoliberal del PRI se impusiera y negara los principios sobre los que se fundó ese partido.
Aunque parte de la izquierda logró reagruparse y mantuvo las demandas de democratización,
la derecha logró tener mayor peso e iniciativa política. Se apropió de las demandas democráticas reconduciéndolas al formato liberal-procedimental e impuso la ideología del libre mercado.
A partir de ahí, todo discurso con contenido nacional fue asociado con lo arcaico, como expresión melancólica de una comunidad perdida que, en nombre del pueblo, niega al individuo
y al ciudadano; como un intento de reedición de un Estado ‘paternalista’ que sofoca la vitalidad
37
Garabombo2.indd 37
17/04/13 23:54
de los agentes económicos. Esa cadena de valoraciones negativas se condensa actualmente en
la palabra “populista”.
Ese consenso neoliberal, aunque tuvo redefiniciones, mantiene sus núcleos definitorios. Ello explica
parcialmente por qué hoy en día parece no ser posible pensar en programas económicos redistributivos e incluyentes, en un Estado con mayor presencia que no solo asuma las funciones represivas.
Es a ese conjunto de ideas y prácticas dominantes, que contiene pero que también excede
ampliamente un programa económico a lo que llamo sentido común neoliberal. Se trata de una
cosmovisión que concibe a las personas como individuos racionales autointeresados, al Estado
como un ente ajeno a la sociedad, cuyo cometido excluyente es garantizar el funcionamiento del
libre mercado; a la política como aquello que acontece excluivamente en las instituciones liberales
y que debe encargarse de agregar intereses y a la democracia como un procedimiento destinado
a seleccionar elites gobernantes.
La izquierda sin propuesta de orden alternativo
El predominio del sentido común neoliberal explica en parte lo hecho por la izquierda encabezada por López Obrador en el proceso electoral, cuya campaña se centró en la denuncia de lo
que denominaba “mafia del poder”. En lo económico, propuso un plan de desarrollo sustentado
en recursos generados por la reducción de salarios y gastos de los sectores más altos de la
burocracia. Esa era su estrategia central para mejorar el desempeño económico. Por otro lado,
aclaró que no implementaría nuevos esquemas impositivos y, para tranquilizar a los empresarios,
manifestó taxativamente que no afectaría los ingresos de los más ricos. Respecto de las Reformas
Estructurales, expresó que no las aplicaría, aunque no explicó claramente por qué.
Acerca del problema de la violencia, sus propuestas fueron tibias, generales y poco precisas. Se
limitó a plantear algunas medidas sociales para combatir la pobreza y a proponer algunas vagas
medidas para mejorar el desempeño de las policías.
Aunque el Frente Progresista no compartía gran parte de la prédica de los otros partidos, las
diferencias entre unos y otros no fueron claramente planteadas. Temeroso de ser tildado de “radical” se empeñó más en mostrar un rostro amable que en configurar una verdadera alternativa.
Pese a que muchos analistas destacan que uno de los factores para que la izquierda no cosechara
más votos fue la supuesta aspereza del discuro de López Obrador, lo cierto es que en su campaña
no fue lo suficientemente categórico en oponerse a la política de seguridad ni en cuestionar a
38
Garabombo2.indd 38
17/04/13 23:54
dossier
las políticas económicas causantes de la pobreza. Su mensaje fue tan difuso que no generó una
polarización entre sus propuestas y las de los otros candidatos. La polarización en todo caso —
más notoria en las elecciones de 2006, en las que también López Obrador fue candidato— la
produjeron las otras expresiones políticas, a partir de su propia agenda e intereses.
Increíblemente la izquierda permitió que la candidata de la derecha violenta enarbolara las banderas de la paz; el candidato del PRI —partido responsable del atraso brutal que viven regiones
enteras— se apropiara del discurso de la modernización y que el candidato del PANAL —fundado por la líder sindical docente, señalada como una de las responsables del rezago educativo—
monopolizara las propuestas para mejorar la educación.
El construir su imagen casi exclusivamente desde la dimensión moral y hacer de ésta el centro de
su propuesta (como denuncia de la corrupción de las elites del poder) lo fortaleció en su entorno
inmediato, pero redujo drásticamente su espectro interpelatorio. Las demandas ligadas a intereses
sectoriales concretos, como ya se señaló, en su mayoría no fueron atendidas. Las pocas que sí se
consideraron no se procesaron ni articularon.
Pese a todas esas limitaciones, el desempeño electoral de las izquierdas fue bueno, en algunas
ciudades y regiones fue incluso destacado. Ello indica, por un lado, que aunque el sentido común
neoliberal sigue siendo dominante, empieza a agrietarse y, por otro, que la izquierda puede aspirar
a ser una fuerza política importante.
La inminente concreción de las Reformas Estructurales, prefigura dos escenarios: el de una derrota
política histórica o el crecimiento del descontento y la protesta. Cualquiera sea el caso, la izquierda
puede jugar un papel importante pero, si está dispuesta a hacerlo, deberá plantearse las siguientes
preguntas: ¿seremos capaces de trascender la estrategia de construcción política basada en el acuerdo con grupos de presión, para hacernos cargo de las demandas más sentidas de la población?, ¿seremos capaces de —a partir de asumir y politizar esas demandas— representar a sectores amplios
de la población y crear así subjetividades colectivas? En otras palabras, la izquierda —y especialmente
el lopezobradorismo— deberá preguntarse si será capaz de superar la representación parcial de
un pueblo entendido casi exclusivamente como lo plebeyo —sobre todo como cultura de “los de
abajo”—, para construir otro pueblo concebido como un sujeto político que puede expresar y
sintetizar, por medio de la transversalización y no de la reducción, la diversidad de lo social.
Finalmente, con esa fuerza social, ¿será capaz la izquierda de cuestionar el lugar que el dogma neoliberal le destina al Estado, para revalorizarlo, dotarlo de capacidades técnicas y hacerlo garante
de los derechos sociales, civiles y políticos, y así ampliar los límites de la democracia atrapada por
el legalismo y los procedimientos?
Las posibilidades están dadas. Las acciones de la izquierda mexicana real no parecen apuntar
en ese sentido.u
Partido/Coalición
Candidato
Votos
Porcentaje
Compromiso por México (pri, pvem)
Enrique Peña Nieto
19,226,784
38.21
Movimiento Progresista (prd, pt, mc)
Andrés Manuel López Obrador
15,896,999
31.59
Partido Acción Nacional (pan)
Josefina Vázquez Mota
12,786,647
26.03
Nueva Alianza (pna)
Gabriel Quadri de la Torre
1,150,662
2.29
39
Garabombo2.indd 39
17/04/13 23:54
De piedras, heridas y abrazos
Nuestra América en la encrucijada populista
Por Claudio Véliz*
El Estado de la cuestión
Los infatigables combates discursivos en el ámbito (público) de la polis, las acaloradas discusiones en el ágora, las divergencias respecto de las formas aristocráticas, tiránicas y/o democráticas,
y, en líneas generales, el debate filosófico (y político) sobre cómo producir/diseñar/instaurar
algún orden posible y duradero a partir del caos; han signado, sin lugar a dudas, el pensamiento
y la acción de nuestras sociedades occidentales desde la más temprana “antigüedad”, es decir,
desde aquella primera y remota escena cuyos signos hemos logrado decodificar con cierto
grado de rigurosidad (si es que aceptamos las conclusiones de algunos expertos hermeneutas).
A falta de una conceptualización más adecuada, nuestros manuales han insistido en definir a la
polis como una Ciudad-Estado, es decir, como un lejano antecedente de los modernos EstadosNación. Pero quizá, esta arbitraria traducción venga a dar cuenta de algo aún más interesante:
eso que hoy entendemos por Estado resultaba inescindible, por entonces, de aquello que los
griegos designaban como política, es decir, como el agónico combate discursivo en el espacio
de lo público. En todo caso, la discusión sobre quiénes podían y/o debían participar de dichos
40
Garabombo2.indd 40
17/04/13 23:54
dossier
debates (o bien de su lisa y llana supresión tiránica), y el problema de cómo se articulaban sus
resultados en un ordenamiento determinado, terminó por definir la forma de gobierno adoptada por cada una de aquellas poleis.
Poco nos importa aquí dirimir si es posible hablar de “Estados antiguos” o si, por el contrario,
es conveniente concebir al Estado como un fenómeno estrictamente moderno. Lo que sí nos
ocupa en el presente texto, es trazar una suerte de genealogía de algunas modernas escisiones
conceptuales, a la luz de la apasionante polémica desatada recientemente en Nuestra América.
Para comprender algunos de estos quiebres lexicales de la modernidad (siempre y cuando
acordemos que no siempre ni necesariamente, las formaciones discursivas y las estructuras
gramaticales constituyen el reflejo tardío de un reclamo “material”), es necesario tener presente
una serie de circunstancias determinantes: las demandas de los mercados en expansión, las
prácticas “económicas” de burgueses, banqueros y hacendados, la necesidad de legitimar y legalizar el botín conquistado; las significativas transformaciones del imaginario colectivo, las nuevas
expresiones artísticas, la metamorfosis de las concepciones teologales (y muy especialmente, de
la idea de una comunidad política-teológica universal), y los cambios revolucionarios en el dominio de las ciencias. La separación de la comunidad política (Estado) respecto de la comunidad
teológica (Iglesia), estrechamente ligada a la denominada “disputa por los universales”, alentó las
denominadas “utopías renacentistas”, y preanunció, de algún modo, la fractura (¿teórica?) entre
Estado y política, y en mayor medida aún, entre Estado y sociedad civil.
Durante el período que, arbitrariamente, solemos designar como Edad Media, se gestó un proceso histórico que supuso notables cambios en las designaciones y clasificaciones del ordenamiento colectivo. Recién en el siglo XIII, la palabra Estado adquiere una fuerza sustantiva capaz
de prescindir de calificativos y expresiones subordinadas. Desde entonces, dicho concepto
alude a un ordenamiento colectivo, a una organización autónoma, al gobierno de una comunidad. Sin embargo, no son pocos los historiadores y politólogos que coinciden en atribuir a
Nicolás Maquiavelo la primera reflexión sobre este nuevo fantasma que por entonces recorría
Europa. Para nombrarlo, el florentino utilizó una palabra derivada del participio latino status
que, al intentar aludir a dicha novedad histórica, se transformó en un sustantivo abstracto (y tan
abstracto que, desde su emergencia misma, disparó una querella interminable por el significado,
que aquí intentamos recuperar). Lo cierto es que hacia el siglo XV, el término stato se utilizaba
en Europa para designar a cualquier orden político (republicano, democrático, monárquico o
aristocrático) fundado en la soberanía del vivere civile.
Maquiavelo también utiliza la palabra Estado para aludir al poder y/o autoridad de una persona,
familia o grupo que ejerce un poderío efectivo en el seno de una organización social. En la
Europa moderna, el Príncipe hace estallar el poder del emperador y el del Papa, refundando
un Estado (“nacional”) que halla en sí mismo su poder soberano (ya no en la Iglesia ni en el
Imperio). La política se autonomiza, así, de la religión y de la moral; el Estado se constituye
definitivamente como el ámbito de lo público, el escenario siempre conflictivo en que acontece la política. Para Maquiavelo, el orden político es inherente a las relaciones humanas y, por
consiguiente, no es posible pensarlo como el resultado de un acuerdo o de un contrato. Por
otra parte, la suerte del Príncipe estará estrechamente vinculada con la forma en que éste se
relacione con el pueblo cuyo favor necesita para mantener su poder.
De todos modos, tampoco el denominado “contractualismo” (de Hobbes a Kant, pasando
por Rousseau) planteó mayores conflictos entre una pretendida societas civilis (asociación de
ciudadanos no regulada por el orden político) y un Estado como esfera de gobierno escindida
de aquélla. Habrá que esperar hasta fines del siglo XVIII para advertir los primeros esbozos,
al menos en la literatura europea (alemana, escocesa e inglesa), de una esfera “económica”
(el concepto latino societas civilis es la traducción del griego koinomia politiké) relativamente
autónoma tanto del Estado como de la Iglesia. Sin duda, las transformaciones políticas, socia-
41
Garabombo2.indd 41
17/04/13 23:54
les, económicas y religiosas (crisis del ancien régime, ascenso social de la burguesía, apertura y
expansión de los mercados, impulso comunitario de la reforma religiosa) allanaron el terreno
para la conformación de un ámbito ajeno a las instituciones estatales. En cualquier caso (y de
aquí la importancia de relativizar dicha autonomía), la condición de emergencia de una esfera
de actividad asociativa conocida como sociedad civil, fue la existencia tanto de un Estado capaz
de regular y consolidar la compleja red de relaciones económicas (siempre tendientes a eludir
las “intromisiones distribucionistas”); como de una Iglesia protestante en perfecta sintonía con
el “ethos capitalista” (cohesión, austeridad, disciplinamiento, espíritu de sacrificio, etc.).
Aun si pudiéramos pensarla como un ámbito-otro respecto del Estado, la sociedad civil no
ha cesado de reproducir las lógicas coactivas y patrimonialistas inherentes a las instituciones
estatales. Por otra parte, el impulso moral, religioso y/o económico que signó la conformación
de aquellas primeras asociaciones, no tardó en devenir movilización política (intrigas, conspiraciones, creación de partidos y grupos de interés, etc.). Las modernas revoluciones constituyen,
quizá, el mejor ejemplo de esta repolitización de la sociedad civil. Antes de que las violencias
revolucionarias acabaran con las monarquías absolutistas europeas, era el Estado el que imprimía a la sociedad la impronta del cambio, la innovación y la movilización acordes con la nueva
dinámica económica y cultural del capitalismo. En tanto, la conservadora sociedad civil se constituía como celosa defensora de las autonomías comunales, de la rígida estructura estamentaria,
y de la propiedad terrateniente.
Todas estas circunstancias deben encender las alarmas a la hora de (re)pensar la contraposición
Estado/sociedad civil como si se tratara de dos ámbitos claramente diferenciados y con prácticas
antitéticas. Es imprescindible no seguir alentando el equívoco consistente en caracterizar al Estado como un orden policíaco y conservador, y a la sociedad civil como su contracara libertaria,
transformadora e impolítica.
La hora de la sociedad civil
En Nuestra América, pero muy especialmente en Argentina, los años 90 resultaron decisivos
para consolidar el mito de un Estado-Leviatán temible y asfixiante, y al mismo tiempo, ineficiente y adicto al despilfarro de los fondos públicos. Las heridas aún abiertas por el terrorismo
Garabombo2.indd 42
17/04/13 23:54
dossier
disciplinador del genocidio cívico-militar nos ayudan a comprender la eficacia del relato neoliberal, y la seducción ejercida por el menemato como su (máxima) expresión nativa. La verdadera
infamia del Estado noventista no fue su retiro decisivo de la escena social (algo que, en verdad,
nunca ocurrió) sino la metamorfosis de sus acciones, tareas y funciones. La maquinaria estatal, al
mismo tiempo que se esmeraba en garantizar la más descomunal transferencia de recursos del
sector público al privado, relajaba (hasta tornarlos inexistentes) el control y la regulación para
regocijo de corporaciones agrarias, empresariales, mediáticas y financieras.
Ante el desamparo estatal, y librados a sus propias fuerzas, los sectores más perjudicados por el
aluvión flexibilizador, el ajuste, el endeudamiento y el incremento desmedido del desempleo y
la pobreza, comenzaron a agruparse en diversos movimientos alternativos al sistema tradicional
de partidos (del que apenas quedó una máscara patética), y a los sindicatos cómplices del desguace. Emergieron, de este modo, organizaciones piqueteras, territoriales, de empresas recuperadas, y de campesinos sin tierra, y se fortalecieron los organismos de Derechos Humanos, de
defensa del consumidor y las ONGs. La crisis del “modelo representacional” que hizo eclosión a
principios del nuevo siglo, y la consecuente consolidación de movimientos sociales que lograron
instalarse, con estricta justicia, en el centro de la escena reivindicativa; contribuyeron a crear un
“clima de horizontalidad”, inmediatez, y hostilidad hacia todo el aparato institucional-representacional. Parecía haber llegado la hora de la sociedad civil que, como nunca antes, se erigía como
la contracara inocente, espontánea e inmaculada de un desprestigiado Estado en irremediable
retirada. Claro que esta vez (y sólo por esta vez), la osadía militante de los sectores populares
contó con el inestimable apoyo del caceroleo pacato y oportunista de no pocos distinguidos
vecinos, afectados por las ruinas humeantes de esa misma convertibilidad que otrora habían
aplaudido a rabiar. La consigna: “Que se vayan todos”, sintetizó a la perfección el hastío y la
repugnancia por una burocracia dirigencial parasitaria y cómplice del desfalco menemdelarruista.
Además del saldo trágico (las decenas de muertos que ocasionó la represión ordenada por un
gobierno que no dudó en disparar el tiro del final), lo más inquietante de estas jornadas (en las
que estamos orgullosos de haber participado), es el hecho de que no pocos ingenuos “izquierdistas” hayan creído hallarse (una vez más) ante el umbral de una novedosa revolución (posmoderna) de las multitudes, ante la irrupción de un acontecimiento que inauguraba el gobierno de
los soviets nativos, y se vanagloriaba de su prescindencia respecto del moderno aparato estatal.
Y quizá sea ésta la razón por la cual aún hoy (y al cabo de la recuperación de la producción, el
empleo, el salario, las asignaciones sociales, las jubilaciones, las paritarias, los planes de vivienda y
las políticas de protección y control), aquellos obsesivos horizontalistas insisten en que la etapa
de recuperación institucional iniciada en 2003 consistió, lisa y llanamente, en la borradura de las
huellas del espíritu autonómico de 2001.
Vox populi
Quien suscribe el presente texto (e incluso, me animaría a decir, quienes hacemos Garabombo)
reivindica(mos) y recupera(mos) tanto la valentía de los movimientos sociales que se plantaron
frente al vaciamiento y la entrega del menemato, como la potencia “acontecimental” de aquellas
febriles jornadas de 2001, que resultaron decisivas para comprender la emergencia del —también anómalo— impulso de la “razón populista”. El problema surge y se torna grave —al menos
así lo entendemos nosotros— cuando algunos de aquellos heroicos protagonistas exacerban
su impulso libertario/instituyente hasta obturar la (de por sí) complejísima y ardua tarea de
fortalecer y consolidar —frente a los corporativos poderes de facto— el ámbito público de “lo
instituido” (para no hablar de aquellos que en nombre del “movimientismo social”, continúan
reclamándole al Estado-enemigo, más y mejores planes sociales para su clientela cada vez más
reducida por las mejores y “asistenciales” razones). Nos guste o no, ninguno de los poderes
corporativos se siente amenazado/asediado frente a la capilaridad rizomática de los diversos
reclamos impolíticos e inconexos de la multitud. Bien lo saben los oligopolios mediáticos que
Garabombo2.indd 43
17/04/13 23:54
no dudan en difundir cuanta consigna autonomista y antiestatalista circula por el mundo para
exhibirla como la contracara “democrática” de la prepotencia autoritaria y hegemonista de los
populismos. Por su parte, los eternos representantes de la paleoizquierda argentina (como la
llama el periodista Horacio Verbitsky), no dudan en abrazarse con la gauchocracia golpista, ni en
pasearse por los pasillos de TN, ni en editorializar para La Nación, o en brindar con los ejecutores (asumirlos como cómplices equivale a exculparlos) civiles del genocidio.
Para decirlo de otro modo, es el populismo (y no la potencia acontecimental de nómades, libertarios y autonomistas, de la que aquél debiera nutrirse) el único espectro asediante que inquieta,
perturba, y crispa a los beneficiarios del despojo noventista, a esos “sutiles” expropiadores de lo
público, que ahora sí tienen razones de peso para sentirse amenazados. Cualquier tibia maniobra
que amague con apropiarse de su ilegítima renta extraordinaria, con el objeto de financiar la dignidad de quienes fueron expropiados en nombre de la “libertad”, logra encender su ira destituyente,
y exacerbar sin límites su odio de clase. Sin embargo, no es este odio ni esta ira clasista lo que más
nos preocupa, sino las ocasionales alianzas de estos grupos concentrados con un “progresismo”
que no ha cesado de sincerarse hasta sorprender a propios y a extraños (aunque mucho más a
propios que a extraños). Tal como afirmábamos en otro texto: “Tras el espanto organizado del
terror estatal con su secuela de muerte, desaparición y tortura, hemos consentido en evadir ciertas denominaciones ‘incómodas’ sin que por ello hayamos abandonado el proyecto igualitarista. La
ambigua y engañosa idea de ‘progresismo’ operó como insípido placebo capaz de producir cierto
alivio en los espíritus bienpensantes. Pero ¿qué significa hoy ser ‘progresista’?, ¿desde dónde y hacia
dónde deberíamos ‘progresar’?, ¿desde el salvajismo a la civilización?, ¿desde la gomera a la bomba
atómica (como sugería Adorno)?, ¿desde la ‘negritud’ populista a la república liberal? Quizá sea esta
última la opción preferida por nuestros progresistas criollos que continúan prefiriendo el ropaje,
aún amigable y ‘políticamente correcto’, de un nombre menos ingenuo que culpable” (2011: 59).
De este modo, el orden de la dominación (que nos convoca a una antipolítica del diálogo, el
consenso y la conciliación); el desorden anárquico de la revuelta perpetua (nomadismo que
acaba por huir de los focos conflictivos); el liberalismo bienpensante de la máscara republicana (eterno aliado de la derecha conservadora), se aúnan para batallar contra la osadía de
un Estado (populista) que reniega tanto de los consensos establecidos, como de la indignada
ingenuidad en el exilio, y de las impávidas ficciones institucionales que sirven de fachada a las
violencias corporativas. Es la potencia de lo plebeyo, el ascenso imparable de la turba popular lo
que atemoriza por igual a los patrones de estancia, a los CEOs mediáticos, a los “demócratas”
del diálogo consensual (consabidos cómplices de la farsa institucional), y a los sesudos “izquierdistas” que parecen haberse desembarazado del violento siglo XX, y no dudan en cortejar a
terratenientes, genocidas y portavoces de medios hegemónicos.
Lo que hace estallar los manuales de la corrección política (aunque también a la prédica apologética de la incorrección), es la emergencia de un Estado que no sólo se ocupa de articular las
demandas y reclamos de la sociedad civil, sino que, además, los produce, problematiza aquello que
la sociedad había normalizado, tensiona la calma del satuo quo, perturba la paz de los cementerios.
Más allá de las reivindicaciones que han venido esgrimiendo, desde hace tiempo, los organismos
de Derechos Humanos, algunos movimientos sociales y coaliciones comunicacionales, además de
ciertos partidos de izquierda, ¿existía un clamor popular a favor de la ley de medios, el matrimonio
igualitario, la reapropiación del petróleo expropiado, la recuperación de la línea aérea de bandera,
o el reclamo de una “justicia legitima”? ¿Qué ocurre cuando el Estado se convierte en vanguardia
de una sociedad civil adormecida, resignada, o incluso cómplice del desguace y la fiesta de los 90?
¿Y qué cuando es el Estado el que asume la tarea democratizadora frente a una sociedad civil
policíaca que levanta muros, usa barbijos, reclama mano dura y criminaliza la protesta social?
Para que una lógica de gobierno caracterizada como populista1 logre imponer una fuerza de-
1 Entendemos como populista aquella lógica de gobierno basada en el protagonismo del pueblo en tanto efecto de
una multiplicidad de demandas de índole diversa, y cuya potencia, cristalizada en la figura de un líder, es la única capaz
de transformar el satu quo.
44
Garabombo2.indd 44
17/04/13 23:54
dossier
mocratizadora tal que consiga horadar la sólida estructura corporativa, y agrietar la fachada
de los poderes de facto (o, para decirlo con Rancière, una fuerza que consiga interrumpir
y reconfigurar el reparto desigual de las partes); es necesario que “dialogue” (aunque dicha
relación incluya tensiones, confrontaciones y contrapuntos) tanto con los movimientos de
base (sociales, campesinos, territoriales, etc.) como con las prácticas y discursos institucionales democrático-republicanos. El litigio de la democracia por la igualdad y la inclusión de lo
excluido (el desacuerdo de la parte de los que “no tienen parte”) implica, necesariamente, un
conflicto adversarial con los celosos beneficiarios de la exclusión y de la desigualdad (¿acaso
no es éste el escenario en el que han elegido batallar los populismos latinoamercicanos?).
Frente a semejante tarea confrontativa, es posible que dicho conflicto asuma la dimensión de
una polarización reduccionista, o bien que propicie la proliferación de diferencias que no por
ello dejen de “estar a la altura del conflicto”; es decir, que aliente la consumación de ese verdadero “partido de lo múltiple” que amenaza las jerarquías del Uno (léase, del pensamiento
único, de la gramática colonizada, de los grupos monopólicos, del curso repetitivo, homogéneo
y vacío de la desigualdad).
Lo cierto es que si no somos lo suficientemente inteligentes como para promover la conjugación del decisionismo populista, las demandas participativas “desde abajo”, y la mejor tradición
igualitarista del institucionalismo republicano; cualquier triunfo resultará efímero, y toda conquista iniciará el camino de regreso hasta alcanzar el oprobioso punto de partida. De nosotros
depende (aunque también de algunos otros) que las piedras arrojadas contra la turba populista,
por parte de espíritus autonomistas, de ególatras filoizquierdistas y de aturdidos “compañeros
de ruta”, se transformen en plebeyos abrazos reparadores.u
Bibliografía:
Véliz, Claudio (2011): “El despertar de lo político o el retorno de la potencia plebeya”, La tela de la araña nº 15, Bs. As.
(Revista cultural de la UTN).
* Jefe de Redacción de Garabombo. Docente de la Universidad Nacional de Avellaneda.
45
Garabombo2.indd 45
17/04/13 23:54
Pensar en voz alta el mensaje hasta llegar a la radio
Detrás de las paredes
Por Mario Giorgi
Aquel dicho tan reiterado que señala que el árbol suele ocultar el
bosque, le cae a medida al manejo de la información hegemónica
que hace esfuerzos para sustraer noticias sobre la aplicación de la
Ley 26522 de Servicios de Comunicación Audiovisual, tan real y efectiva, pero escondida detrás
de los artículos que las corporaciones esgrimen para mantener sus privilegios. Los esfuerzos
denodados para ocultar los efectos de la ley, presionar ante la justicia y envolver a políticos
claudicantes ante las luces y cámaras de TN y sus afluentes, obtienen resultados notables al momento de invisibilizar la efectiva puesta en marcha de muchas experiencias comunicacionales
—si bien algunas previas a la ley— que consiguen con la norma legal oficializar sus proyectos,
profundizarlos y, lo que es más importante, concretar el anclaje en la comunidad.
La definición entre romántica y literaria que el legislador utiliza para interpretar la esencia
de la norma aprobada, es decir “el espíritu de la ley”, termina encarnando, en la realidad de
muchísimas experiencias a lo largo de toda la Argentina, las que por aquello “del árbol” se
mantienen invisibles para la gran mayoría, pero resultan eficaces para sus protagonistas y
destinatarios. Una cooperativa eléctrica en Santa Rosa, La Pampa, que provee TV por cable
y tiene su propio noticiero además de la distribución de la energía eléctrica, claro. Una
radio en Villa María inspirada por la ley en el seno de un sindicato —ATILRA (Asociación
de Trabajadores de la Industria Láctea)— que da trabajo a 15 profesionales y tiene un
impacto notable en la ciudad cordobesa y la región. Las radios de las comunidades originarias con sonido bilingüe, las organizaciones comunitarias y su producción de contenidos
audiovisuales y tantos otros ejemplos que sirven para ilustrar la vigencia plena de la Ley de
Servicios de Comunicación Audiovisual.
¿Qué quieren seguir ocultando?
Resulta sin embargo un buen ejercicio tratar de descubrir cuál
es la información detrás de la información. Qué se presenta
como noticia para enmascarar a la verdadera noticia y qué fin
entraña la abundancia de zócalos en la pantalla silenciosa del
canal de noticias destacando frases no dichas o los títulos que
no titulan nada. Buen desafío para futuros periodistas.
La primera percepción es la de la necesidad de construcción
de un relato que, agazapado detrás de la ley rechazada, pretende mantener, sustentar y, si es posible, incrementar privilegios económicos, prebendas y un notable tráfico de influencias que se contraponen con lo que resulta inexorable. Aquello que los intelectuales con gran sensibilidad socio-cultural ya
describen como un cambio de época.
La descripción “jauretcheana” referida al odio de los ricos por
la pérdida de privilegios, tiene apenas visible una punta del iceberg con formatos audiovisuales y de papel, que representa y
46
Garabombo2.indd 46
17/04/13 23:54
oculta a una poderosa sustentación que desconoce credos, banderas, pensamientos nacionales y, por supuesto, se retuerce a partir de los medios, sus medios, para denostar, agraviar y
atacar aquellas decisiones que surgen de los pueblos y que maduran desde sus autonomías
y decisiones soberanas. Resulta más fácil y económicamente efectivo promover totalitarismos, bendecir dictaduras asesinas, multiplicar la estupidez bajo el envoltorio del “entretenimiento” y asociarse para defender la libertad de empresa bajo el falso emblema de la
libertad de prensa o expresión.
¿Qué busca Radio UNDAV?
A lo nuestro, entonces. El medio universitario tiene hoy en la Argentina la obligación
y la oportunidad ineludible de transformarse en una herramienta multipropósito para
asistir, compenetrarse y protagonizar desde los procesos académicos hasta las más
terrestres necesidades de la comunidad educativa primero y el conjunto de la comunidad después, para que caigan las máscaras de una vez por todas y aparezcan todas
las voces. Esa responsabilidad comienza, sin eludir la agenda que proponen los medios
concentrados, ejercitando la simple réplica al relato hegemónico, tomando el discurso
y raspando las superficies para incorporar o dilucidar los faltantes. Es decir, dar visibilidad a un rompecabezas cuyas piezas no se entregan todas juntas, o no se entregan
nunca, parcializando interesadamente lo que nos quieren hacer creer que es la noticia.
Los ejemplos sobran y es frecuente constatar que detrás de un título, una foto, o un
zócalo, muchas veces ni siquiera hay noticia.También eso hay que visibilizar. La valiosa pérdida de
tiempo que llevan las aclaraciones, los desmentidos que no se publicarán jamás y mucho menos
los propios errores que los monopolios desconocerán siempre en medio de su soberbia. Todo
eso debe ser transformado en energía vital para una radio universitaria, nuestra radio.
Una carga de contenidos cuyas calidades debemos al valor agregado de los componentes de una
programación en la que mujeres y hombres de la UNDAV entregan generosamente experiencia
y sensibilidad. Momentos de radio con voces que vienen del contacto con los estudiantes en el
aula, en la asistencia académica y social, quienes en forma cotidiana recrean el idioma universitario
y lo traducen a la interpretación y lenguaje del medio. Sin llegar a ser un “parlante de claustro”,
cada programa, con su propia personalidad, no elude la pertenencia. Por el contrario, hasta el
oyente menos alerta, advierte que está la UNDAV “en el aire”.
Un mensaje preservado y concreto para sostener el mandato
de la materia prima universitaria, con el perfil que inspire a los
futuros profesionales, a la sazón oyentes de la radio, y se extienda a los vecinos, la sociedad, que resulta al mismo tiempo
beneficiaria y sustento de la productora de estos contenidos.
Al decir nacional, popular y gratuita o no arancelada, describimos en forma conjunta la radio y su casa.
Estamos en camino, parece a priori, una siembra en terreno árido cuando el adversario tiene recursos, seduce con el culto a
la individualidad y abre ilusiones hedonistas a muchos incautos
que añoran su “salvación noventista” frente a los avances de
la expresión colectiva. Será bueno recordar entonces que en
aquel tiempo de encandilamiento efímero, había dolor, desempleo, concentración de medios, indigencia y un culto al sálvese
quien pueda. Hoy el esfuerzo por la inclusión va poniendo las
cosas en su lugar y donde había abandono y silencio hay una
universidad plena y su ruidosa radio.u
47
Garabombo2.indd 47
17/04/13 23:54
Los nombres de la memoria
Las palabras son poderosas, y muy capaces de preservar en ellas las historias de los hombres. Pueden oficiar como capullos que visten amorosamente lo vivido, cerrarse como jaulas o agitarse como velos que
ocultan y provocan confusión. Afortunadamente, la mayoría de las palabras no se rinde fácilmente a las intenciones de los hombres: luchan
con ambigüedades y polisemias, resisten en raíces y familias, se preservan
como tímidas semillas hasta que tiempos mejores propicien nuevamente su germinación. Asumimos que su poder no está en ellas mismas, sino en las intenciones de los hombres y pueblos
que las dicen, callan u olvidan.
En este espacio queremos tratar con un tipo muy especial de palabras: los topónimos, los
nombres propios que le damos a cada lugar. Nuestro interés apunta a desnaturalizarlos, reintegrándoles su semilla de historia política y social. Muchos de ellos necesitan de nuestro auxilio
porque son prisioneros de poderes que han doblegado sus sentidos, imponiéndose con la
fuerza de la Ley. Arturo Jauretche afirma que “se borró el nombre original de los lugares y
al sustituirlos se rompió la conexión con el hecho histórico allí ocurrido […] El nombre no
proviene de la tradición sino de [un] decreto y así la narración se desvincula del paisaje, como
los protagonistas de la sociedad a la que pertenecían”.1
Experimentamos diariamente que el nombre propio de un lugar nos referencia no sólo geográficamente: también nos guía en un mundo de signos y de valores. Con sólo pronunciarlo
delimitamos carencias y oportunidades, identificamos escalas y pertenencias sociales, intuimos
posibles e imposibles culturales que se anudan a destinos personales y colectivos. Quinta Galli
y Villa Tranquila, por ejemplo, son mundos casi contiguos y, a la vez, distantes, contemporáneos
sin duda, ninguno de ellos resultado del azar.
Particularmente nos proponemos recuperar para la memoria antiguos topónimos de Avellaneda.
Serán nombres propios de calles, barrios o parajes. Junto con ellos traeremos las historias que los
acompañaron en su nacimiento o en su muerte. En ningún caso los buscaremos para alimentar
amores u odios, actualizar imposiciones, ni estimular aceptaciones o rechazos. Sólo pretendemos
rescatar los nombres de la memoria para extenderlos al sol de los nuevos tiempos y probar su
antiguo sabor.
En la primera mitad del Siglo XIX el topónimo Paraje de los Restauradores fue el que designaba a
las tierras al sur de la desembocadura del Riachuelo, que actualmente conocemos con el nombre
propio de Avellaneda. Hernán Doval relata que “numerosos hechos nos hablan de la condición
rosista de estos pagos. En primera instancia hablaremos de la influencia del lugar durante el ascenso de Rosas al poder. Aquí se preparó la determinante Revolución de los Restauradores (1833)
que colocó a Rosas en dicha situación […] La zona aledaña al Puente (hoy Avellaneda centro) fue
conocida como Paraje de los Restauradores”.2 Este relato encuentra aval en el Censo de 1838;
allí, Paraje de los Restauradores es el topónimo oficial que designa a nuestra ciudad.
Hacia la segunda mitad del Siglo XIX Rosas es derrotado en la Batalla de Caseros (1852) y la
situación política se modifica radicalmente; los unitarios asumen el poder y procuran borrar
todo trazo de la hegemonía rosista. El 7 de abril de 1852 nace el Partido de Barracas al Sud, ubi-
1 Jauretche, A. (2006), Política nacional y revisionismo histórico, Buenos Aires: Corregidor.
2 Doval, H. (2007), No te hagas historia… Avellaneda: Ediciones del R.H.A.J.
48
Garabombo2.indd 48
17/04/13 23:54
cado “sobre la superficie de los tres primero cuarteles de la antigua jurisdicción de Quilmes”.3
Esta fundación responde, según interpretación de Doval, a la necesidad de aumentar el control
político-social de la zona y disciplinar a su población, que es históricamente adversa al nuevo régimen. En las últimas décadas de 1800, la Generación del 80 logra consolidar el Estado Nacional,
instalando el modelo de país agroexportador impulsado por la oligarquía. Comenzado el Siglo
XX, en Barracas al Sur se concentra gran cantidad de talleres y fábricas cuyos obreros crecen
en la toma de conciencia de su propio poder de clase. Es tiempo de conflictos y huelgas obreras que la asustada oligarquía reprime con la fuerza de la Ley de Residencia y Control Social.
El 11 de enero de 1904, a instancias del caudillo conservador Emilio Barceló, el Parlamento
provincial rompe nuevamente la conexión histórica y geográfica al asignar como topónimo de
la ciudad y el partido el apellido de Nicolás Avellaneda, abogado tucumano y ex presidente de
la Nación. Proveniente de una familia antirrosista, nadie ha podido asegurar que haya pisado
estas tierras que aún hoy llevan su nombre, aunque el desarrollo de este asunto lo dejaremos
para otra oportunidad.u
*Estudiante de la Tecnicatura en Periodismo de la Universidad Nacional de Avellaneda.
3 Fernández Larrain, F. (1986), Historia del partido de Avellaneda. Avellaneda: La Ciudad.
Garabombo2.indd 49
17/04/13 23:54
Conferencia de Gianni Vattimo en la UNDAV
La heterodoxia como filosofía
Por Florencia Podestá*
Gianni Vattimo cumplió, en enero último, 77 años. Su jovialidad, no exenta de un carisma incuestionable,
y la increíble agenda que lo tuvo ocupado en su visita a la Argentina, lo desmintieron una y otra vez.
En quince días de una intensidad avasallante, recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad
de Buenos Aires, dio sendas conferencias —entre ellas una en la que compartió reflexiones con el juez
de la Corte Suprema de Justicia, Eugenio Raúl Zaffaroni—, se encontró con la presidenta de la Nación,
Cristina Fernández de Kirchner, y visitó nuestra Universidad, con una disertación sobre “Filosofía del siglo
XX: Ser y Lenguaje”.
Provocador y heterodoxo, reconocido por sus estudios sobre Heidegger y Nietzsche, es el filósofo italiano más solicitado por los medios, trono que solo puede disputarle Umberto Eco. Es un
referente indudable del posmodernismo, sobre todo por su crítica a la razón y a los pensamientos
fuertes de la modernidad y su defensa del pensamiento débil, además de sus aportes acerca de
los dialectos. Este “cristiano sin Iglesia” y “comunista sin partido”, siente (y ejerce) la libertad de
hablar de todo: de las bellezas, del erotismo, de la caridad cristiana, del
Papa Francisco. En fin, de lo humano y lo divino. Su disertación en la
Universidad Nacional de Avellaneda, presentada por el señor rector,
Ing. Jorge Calzoni y por el secretario General de FEDUN, Dr. Daniel
Ricci, tuvo una fuerte impronta propedéutica (dirigida, sobre todo, a las/
os estudiantes), con base en la cual se refirió a algunos de los debates
filosóficos que tuvieron lugar durante el siglo XX. En ese marco, opinó,
entre otras cosas, sobre la filosofía analítica y la vinculación entre los
trabajos de su maestro Martin Heidegger y Ludwig J. Wittgenstein.
“Esta no es para mí una Universidad más, al lado de otras. Arquitectónica, social, académicamente, se trata de una Universidad especial,
en la que pasa algo nuevo. Tanto desde el punto de vista de sus carreras como respecto de su relación con el territorio, del Municipio,
de su sociedad y la realidad misma”, dijo Vattimo, al comienzo de su
intervención. “En este sentido, me gusta decir que Latinoamérica es
el futuro de nuestra Europa. Basta mirar a Italia y su profunda crisis.
Latinoamérica, esta Universidad, me dan esperanzas”.
En sintonía con sus elaboraciones, el filósofo turinés volvió, insistentemen-
Garabombo2.indd 50
17/04/13 23:55
te, sobre su crítica a las concepciones unívocas. “Nuestras afirmaciones no pueden nunca pretender
una universalidad absoluta. Cada afirmación tiene su sentido al interior de un horizonte cultural, histórico, social, político, etc. Es de acuerdo con este punto de vista que hablo de tolerancia: como comprensión de la propia historicidad. Aplicado a la política esto deviene importante. Por ejemplo, en
Europa, es posible vislumbrar una pretensión de verdad absoluta en los economistas científicos, con
las consecuencias conocidas”. Destacó, además, las que consideró como sus últimas elaboraciones, al
referirse al “comunismo hermenéutico”. “Es cierto que se considera algo controversialmente mi referencia a Marx, al comunismo, al catolicismo. Mi libro que, precisamente, lleva por título Comunismo
hermenéutico, se refiere a un comunismo no simplemente marxista, porque hay partes del marxismo
que no me gustan. Pero es importante reflexionar respecto de una historización del ser, cuya legitimación histórica consiste en la escucha de una tradición cultural ontológica (en la que podemos encontrar al cristianismo, etc.) que se legitima no sobre la base de la demostración científica, sino sobre
la base de una continuidad histórica. Si me preguntaran, ¿por qué es usted un filósofo hermenéutico?
¿Cómo me demuestra la verdad hermenéutica? Bueno, en ese caso, mis argumentos serían los que
surgen al interior de una historia cultural. Cuando yo digo que soy comunista, no lo digo pensando
en que hay una verdad objetiva del comunismo. Lo digo pensando que si no fuera cristiano no sería
comunista. Es decir, que mi ser comunista es la manifestación de mi pertenencia a una tradición que
incluye el amor al prójimo,
no desear la riqueza, rechazar el consumismo, etc., etc.”.
Cultor de una fina ironía,
de un humor a prueba de
contratiempos, este eurodiputado que se considera
un católico que reza todas
las noches, incluso en latín;
que expresó su atracción
por el discurso de Hugo
Chávez y se declaró “kirchnerista cristinista”, es un acicate para, en la estela de sus
elaboraciones, polemizar
con ellas, y continuar debates tan interesantes como
imprescindibles.u
Gianni Vattimo (Turín, 4/1/1936)
Discípulo de Hans-Georg Gadamer, es seguidor de la corriente hermenéutica en filosofía. En 1964 inicia la docencia de estética en la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad de Turín. Influido por Heidegger y Nietzsche, Vattimo ha sido profesor universitario en Los Ángeles y Nueva
York. Es, asimismo, Doctor Honoris Causa por la Universidad de Palermo, la Universidad de La Plata (Argentina), la UNED (España), la Universidad
de Buenos Aires (UBA) y las Universidades Inca Garcilaso de la Vega y Nacional Mayor de San Marcos (Perú), entre otras, así como miembro de
la Academia Europea de Ciencias y Artes. Es catedrático de Filosofía Teorética en su ciudad natal. Como político inició su trayectoria en el Partido
Radicale, luego en Alleanza per Torino (Olivo) y más tarde en Demócratas de Izquierda en el Parlamento Europeo, formación que abandona en
2004. Es miembro de la dirección nacional de Coordinamento Omosessuale. Varios de sus últimos textos tratan el tema de la religión, entre ellos
Creer que se cree, Después de la cristiandad, y El futuro de la religión. Entre sus obras traducidas al español destacan: Las aventuras de la diferencia, El
pensamiento débil, El fin de la modernidad, La sociedad transparente, Ética de la interpretación, Creer que se cree, Diálogos con Nietzsche, y Nihilismo
y emancipación (2003). Para Vattimo, estamos en la posmodernidad, una especie de “babel informativa”, donde la comunicación y los medios adquieren un carácter central. Marca la superación de la modernidad dirigida por las concepciones unívocas de los modelos cerrados, de las grandes
verdades, de fundamentos consistentes, de la historia como huella unitaria del acontecer y abre el camino a la tolerancia y la diversidad. Es el paso
del pensamiento fuerte, a una modalidad de nihilismo débil, a un pasar despreocupado y alejado de la acritud existencial.
* Estudiante de Periodismo, Universidad Nacional de Avellaneda.
Garabombo2.indd 51
51
17/04/13 23:55
Ecos de
Voces plebeyas
Por Griselda Carbonell
“Pensar que después de leer el primer número de Garabombo se
despertaría la pasión por su lectura y haría que los estudiantes salieran corriendo a
intentar conseguirla para debatir sobre la publicación y sus contenidos es, como
mínimo, ingenuo”, me dijo un compañero. La ironía de sus palabras parecía corroborarse en los pasillos y aulas por los que acechaba —Garabombo en mano—,
intentando escuchar qué opinaban mis pares sobre la revista. Entre silencios y
ecos desiguales, alguien se interrogaba, con un dejo de extrañeza, acerca de
su nombre.
Sin embargo no podía quitar de mi cabeza un par de frases que había leído en
el artículo Editorial de la revista: Garabombo se ofrecía no sólo como espacio de
debate y de intercambio cultural intenso, sino que se comprometía a librar los
combates que todavía restan para sumar a los invisibles de la historia.
En nuestra Universidad somos gente del común. No estamos acostumbrados a ser interrogados por ningún medio de comunicación acerca de los temas que consideramos vitales para el
desarrollo de nada, ni sobre cuáles son los argumentos con que sostenemos alguna posición.
¿Por qué habríamos de sentirnos interpelados por el Editorial de Garabombo, entonces?
Era necesario buscar algunos mecanismos para superar esta sensación de paradójica invisibilidad y los repetidos silencios. Para sortear aquella mala costumbre invité a algunos compañeros —de diferentes carreras— a participar de un sencillo ejercicio: les propusimos leer, al
menos, una nota del dossier del primer número, definir los principales puntos de acuerdo o
desacuerdo con lo que hubiesen leído y justificar tal opinión.
Luego de nuestro ingenuo experimento y con las respuestas de los compañeros en la mano,
surgieron de modo casi reflejo dos preguntas:
w¿Cuáles son los temas de la cultura que es necesario se debatan en la UNDAV1 y
deberían estar reflejados en Garabombo, su revista cultural?; y
w¿Cuáles son los mecanismos más adecuados para que se sumen a dicho debate cultural los invisibles de la historia?2
Estimados compañeros, en las próximas semanas lanzaremos sucesivas y diversas invitaciones para responder a estas primeras preguntas. Ojalá que al menos una de ellas tenga la
originalidad necesaria para alterar lo uniforme y logre un temblor que nos permita hacernos
mutuamente visibles y así, solidariamente, escucharnos.
Recojamos, entonces, estos primeros ecos:
1Universidad que, no obstante su inserción territorial en un municipio bonaerense, se proyecta en una perspectiva
latinoamericana y asume el desafío de construir excelencia popular en el Siglo XXI.
2 Ellos o sus hijos estudian y trabajan en nuestra Casa y con frecuencia nos referimos a ellos/nosotros como el “80%
primera generación universitaria de la familia”.
52
Garabombo2.indd 52
17/04/13 23:55
wA veces me parece que la idea de la Facu es adoctrinar políticamente, a la fuerza, en vez
de ayudar a desarrollar conclusiones propias.
wHoy todo es corto y rápido y una revista como Garabombo requiere ser leída y releída, y
al hacerlo es necesario pensar y repensar.
wInclusión es que también haya lugar para diferentes ideas.
wEstoy muy conmovido y orgulloso de tener, como estudiante de la undav, acceso a una
revista cultural que pondera las voces que durante años fueron silenciadas de varias maneras.
wQue la revista sea un espacio abierto para la expresión democrática de los invisibles no
dependerá del papel en que esté impresa ni del nombre que le pongan. En buena parte
dependerá de que haya gente que realmente tenga algo para decir y no se calle.
wHabrá que ver si ellos (los estudiantes) se sienten parte del debate y se atreven a entrar.
wMe parece que todo este proceso es justamente eso, un proceso, y como tal toma tiempo,
necesita desarrollarse, consolidarse, debatirse, autocriticarse, reformularse total o parcialmente,
si hace falta. wLamento no poder ayudarte, es un poco tarde. De todas maneras agradezco que me
hayas tenido en cuenta.
wEste “espacio de debate y de intercambio cultural intenso” nos invita a formar parte de un
recorrido en común, con un fuerte espíritu latinoamericanista. wMe atrevo a proponer que, de vez en cuando, una voz rompa con el relato oficial, podría
sacudir u obligar a pensar y podría suscitar interés, aunque sea para estar en desacuerdo.u
Hemos recibido, en buena hora, muchísimos saludos, comentarios, críticas, sugerencias, buenos augurios y, claro, algunos silencios que mucho nos intriga saber qué dicen. Entre los
ruidosos, los buenos augurios del director de la Biblioteca Nacional, Horacio González.
Aquí, en esta sección —que esperamos sientan vuestra— hemos escogido, de entre tantos
de esos saludos calurosos, esta carta que deseamos compartir con todas/os.
Garabombo2.indd 53
17/04/13 23:55
54
Garabombo2.indd 54
17/04/13 23:55
Homenaje a Luis A. Spinetta
De un flaco para el flaco
Tal vez tu alma
continuó su viaje
evitando al vacío
en un cielo de jade.
Tal vez tu alma
apartada de su oda dolorosa
lejos de la perturbación
halle paz en tu música hermosa.
Alma de diamantes
libros de la buena memoria
enseñándonos caminos errantes
y un sinfín de historias
para leerlas con ojos de papel.
En un mar de pescados rabiosos
serás invisible al odio
porque el amor vence al odio
y la poesía a esos hombres tristes.
Y será el sol cada dieciocho minutos
que brillará con su luz
y será tu estrella iluminando
nuestras noches en el desierto.
Como un kamikaze
o esos niños que escriben en el cielo
has plantado mil flores
en el jardín de los presentes.
De un flaco para el flaco
tiendo estos puentes amarillos
acercándome cuanto pueda
a tu magia y sus destellos.
Para los árboles
serás lluvia creativa
serás pan para los corazones
y por siempre... un mañana.
Carlos Jobián
Garabombo2.indd 55
17/04/13 23:55
recomienda...
Una geografía del tiempo. O cómo cada cultura percibe el tiempo de manera un poquito
diferente
*
Robert Levine
Siglo XXI, Buenos Aires, 2012
Hay un gramo de irreverencia en el diseño de tapa de este libro.Y no es casual. Su título
original, Geography of time: the temporal misadventures of a social psychologist, revela
mejor que el psicólogo norteamericano Robert Levine tramó una suerte de mix
de aventuras y desventuras, choques culturales y revelaciones, enigmas y sorpresas alrededor de uno de los dilemas filosóficos más reputados y
complejos (¡y más tratados!): el tiempo. Con base en el concepto de
“tiempo geográfico”, es decir en la idea de que el tiempo, como los
idiomas, es un hecho cultural que varía de comunidad en comunidad,
logra un texto disruptivo y, sí, original. Digamos que, además, Levine escribe
con solidez, y no duda en acudir a buenas citas: “Cada cultura tiene sus propias huellas digitales temporales únicas. Conocer un pueblo es conocer los
valores del tiempo por los que se rige su vida” (Jeremy Rifkin). Una interesante argamasa de estudios culturales y enfoques antropológicos y sociológicos, Geografía... es, sobre todo, un manual de psicología transcultural del
tiempo, cuyo eje gira alrededor de la idea de que los lugares, al igual que la
gente, tienen personalidad propia. Estamos frente a un buen acicate para
volver sobre una noción demasiadas veces dada por descontada: nuestra
percepción del tiempo. Tanto y tan profundamente que solemos olvidar
que, también ésta, es una construcción humana.
* Agradecemos a Siglo XXI el envío de sus novedades editoriales.
Semióticas. Las semióticas de los géneros,
de los estilos, de la transposición
*
Oscar Steimberg
Eterna Cadencia, Buenos Aires, 2013
El autor de este libro, Oscar Steimberg, es un semiólogo y escritor argentino. Designado profesor emérito por el Consejo Directivo de la Facultad de
Ciencias Sociales (UBA) y director de Posgrado del Área de Crítica de Artes
del Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA), presidió la Asociación
Argentina de Semiótica y fue vicepresidente de la Asociación Internacional de
Semiótica Visual. Integra, además, la Comisión de Posdoctorado de la Facultad
de Ciencias Sociales de la UBA. Participó en aquella excelente revista que fue
Literal, y en 1974 publicó junto a Oscar Traversa, Juan Carlos Indart y Eliseo Verón
la revista lenguajes, una publicación de lingüística y semiología, en la que definían
su posición en el campo intelectual. De aquel tiempo, el lector quizá recuerde la
disputa teórica con la revista Comunicación y Cultura, en la que participaban Ariel
Dorfman, Armand Mattelart y Héctor Schmucler. Fogwill, que no era inclinado a
hacerlo con frecuencia, elogió su obra poética.
56
Garabombo2.indd 56
17/04/13 23:55
Esta referencia la consideramos útil, a la hora de recomendar una
obra imprescindible que retoma y actualiza los debates en torno a
la producción de significación en el campo de las ciencias sociales,
la literatura, el arte y los géneros de la información, en un momento en que, precisamente, retomar esos debates devine una tarea
impostergable. Este volumen reúne una serie de trabajos que van
de la década del 80 hasta la actualidad, incluidos los textos que
integraron un clásico de esta temática: Semióticas de los textos
masivos (1993).
* Agradecemos a Eterna Cadencia el envío de sus novedades editoriales.
Patrones y obreros.
La ofensiva de la clase propietaria 1918-1930
*
María Ester Rapalo
Siglo XXI, Buenos Aires, 2012
En términos esquemáticos, puede decirse que este interesantísimo libro
de Rapalo cuenta la historia de la Asociación del Trabajo, una organización
creada en nuestro país en 1918 por el grupo de empresarios más poderoso de aquella época para enfrentar la oleada de conflictividad social y
acabar con los reclamos sindicales durante el gobierno de Hipólito Yrigoyen.
La seriedad de la investigación y su originalidad —el tema de las patronales
ha sido muy poco abordado en la historiografía de nuestro país y menos aún
en el período considerado, que va desde la primera posguerra a la depresión
económica del 30, del primer Yrigoyen al golpe de Estado de Uriburu— son
ya motivos suficientes para justificar la lectura de esta obra. Sin embargo aún
hay otros, incluso más significativos y actuales. Mientras el mundo avanzaba en
reivindicaciones laborales, aquí se apelaba a métodos brutales para conservar
el poder y abrir una huella profunda, y un pésimo antecedente, en la relación
entre gobierno, trabajadores y corporaciones. Las más poderosas apelaban a los
rompehuelgas, los boicots y las extorsiones, en una matriz que reunió a la Sociedad
Rural, la Bolsa de Comercio, la Liga Patriótica y los Círculos Obreristas de la Iglesia
Católica. En suma, la nueva derecha argentina, por entonces en gestación, causal de
miserias como la Semana Trágica, en enero de 1919, los fusilamientos en la Patagonia
o la masacre de Napalpí (La Forestal) en 1924. Entre otros aspectos de importancia tratados por Rapalo, el que se refiere a la elaboración ideológica sistemática financiada y
estimulada por las clases propietarias revela por qué el sistema democrático es nocivo para
la clase propietaria, aun cuando —entonces y ahora— haya un trabajo discursivo a través del
cual buscan mostrarse democráticos. No se trata si no del lenguaje de peligro inminente, para
el cual los medios de comunicación juegan un papel decisivo, mientas sus estrategias y ataques
se dirigen a los trabajadores que buscan organizarse sindicalmente. El temor no era a la revolución social si no a la clase obrera organizada en sindicatos. Ya entonces, con esa persistente
inclinación a la confusión, la misma izquierda toma en serio ese discurso que ellos transmiten
para afuera, para ser funcionales a las intenciones de las clases dominantes para adentro. Patrones y obreros es un libro importante, no solo para entender las peculiaridades del periodo
tratado, sino para reflexionar, aquí y ahora, acerca de la capacidad de cohesión de la derecha,
que, en más de un trayecto de nuestra historia, ha sido capaz de mostrar, incluso a pesar de los
díscolos, una mayor conciencia de clase que la de los sectores trabajadores. Mención final para
el rol de la Iglesia Católica de Argentina que, según Rapalo, fue la “más brutal y abiertamente
antiobrera” de América Latina, muy vinculada a las patronales, inspiradas en el fascismo italiano
para combatir la organización sindical de comienzos de siglo XIX.
* Agradecemos a Siglo XXI el envío de sus novedades editoriales.
Garabombo2.indd 57
17/04/13 23:55
recomienda...
Todos los colores
del continente
Maíz es una publicación de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata. Su
propósito es desarrollar asuntos históricos y de actualidad con
un lenguaje amplio: investigación periodística, crónica, análisis político, discurso crítico, ensayo, fotografía, arte gráfico. En suma, un
abordaje con anclaje en una mirada transversal que ya se perfila
como una de sus claves distintivas. Una revista de este sur nuestro, a la que Garabombo saluda sintiéndola su hermana y con
la que se ilusiona por protagonizar andaduras comunes. Para ello
hemos hablado con Carolina Muzi, directora Editorial de Maíz,
periodista y docente de la Universidad Nacional de Avellaneda,
entre otras muchas cosas que le pueblan la vida.
Por Carlos Zelarayán*
Conviene empezar siendo contundentes: el primer número de Maíz, publicado en diciembre de
2012, es excelente. Una mezcla ambiciosa y potente que busca, en lo profundo de la vida social,
los modos posibles (e imposibles) de conocernos. Inquietante, irreverente, sólida, con música
propia, colores de todos y chispa. Mucha chispa. Es hija de este tiempo y es en este sentido
que, con modestia no fingida, elegimos considerarla nuestra hermana. Habremos de decirnos,
dice Maíz. Ya no seremos dichos, por nadie. “Venimos de años en los que la cultura se había
separado de los cuerpos, del poder y parecía que nada tenía que ver con la historia”, afirma
la decana Florencia Saintout en el editorial De los Andes al mar. Establecer nuevas alianzas
entre académicos, periodistas, artistas y gestores culturales, aparece como una de las apuestas
de la revista. Muzi toma la palabra: “Es un andarivel de caminata conjunta que se está dando
en muchas universidades nacionales, impulsado desde lo periodístico. En Maíz buscamos este
encuentro; la construcción es colectiva y transdisciplinar o no existe. Y esa mirada integral no
es más que identificar del presente el hilván que lo engancha con la historia y de ahí seguir el
punto, fluir... como se dice ahora, en lo nuestromericano”.
Es manifiesto el afán por contribuir a un
pensamiento emancipador. Algo que está
presente en la diversidad de miradas no
menos que en una fuerte coherencia ideológica que, como debe ser, se afirma en un
marco (y en una búsqueda) de marcada
pluralidad. “Es que el pensamiento emancipador se construye, sobre todo, siendo
libres, que no haya otros compromisos que
los que nos ligan a los idearios democráticos más legítimos y abarcadores: la verdad,
la justicia, la memoria, el trabajo, la solidaridad, la igualdad en las diversidades, la inclusión, la accesibilidad, el amor y ¡el humor!
Eso: sin alegría no vamos a ningún lado. Y
El tema transversal del dossier es la Soberanía, abordada con un brillante
ensayo de María Pía López, y con temas de comunicación visual como
la evolución de la marca de YPF (Norberto Chaves) y un análisis de la
experiencia petrolera chavista. También la relación entre voseo y las banderas albicelestes en América, genial producción de Ral Veroni. Hay notas
de opinión: cómo los medios tradicionales asisten a su funeral diario por
desconexión con la realidad (Gabriela Cerruti); un texto inédito de literatura (Pedro Lemebel); una genealogía de los ritmos tropicales (Ramiro
García Morete); una pieza de humor político (Juan Becerra). Hay notas
de ciencia, de soberanía alimentaria, de técnicas nativas o de urbanismo.
“En la coyuntura somos actores. Y esto lo extendemos a los contenidos,
donde también incluimos al diseño (Wili Peloche y Javier Beresiarte) y
hasta la tipografía: Maíz usa una fuente local, la familia Chivo, diseñada por
Héctor Gatti. Me gusta que el nombre de un animal autóctono se asocie
a la legibilidad y de paso le dé una estocada a esa afrenta antiética con
la que los medios hegemónicos han enfermado a la información y a la
práctica: los chivos. De eso, en Maíz no hay”.
58
Garabombo2.indd 58
17/04/13 23:55
en torno al derecho de la información, insistir en reconocernos como
pueblos hermanos y amigos que atraviesan un proceso de crecimiento
mientras curan su estrés postraumático; y cambian, además, la tortícolis
intelectual europeísta por una etapa de concentración en sí mismos, de
autoconocimiento, por asumirse y profundizar en el reencuentro y en
el intercambio, en presente y en pasado. Y teniendo en cuenta que la
esencia de la información es ser socializada, es un bien común, público.
Un pensamiento emancipador se puede construir divulgando las voces
emancipadoras del presente y también poniendo en valor a las de la
historia, revisando sus abordajes como las de Martí o Rafael Correa, por
caso. Su discurso en la facultad de Periodismo en diciembre pasado fue
una clase magistral de Historia de los Medios de Comunicación y la Economía en los siglos XX y XXI”.
Muzi nos brindó, además, con generosidad que se agradece, algunos adelantos del próximo número. “Una de las notas será `Diseño y Memoria´,
que gira alrededor de dos proyectos que tuvieron lugar en La Plata, la
ciudad más castigada por la dictadura. Una de ellas es la rehabilitación de
la Casa Mariani Teruggi. Es la primera vez que se restaura un domicilio
particular que, por otra parte, es donde más se ensañaron contra una
vivienda, en un operativo que dirigieron los asesinos Camps y Echecolatz.
Allí funcionaba la imprenta Evita Montonera, y de allí se llevaron con vida a
Clara Anahí Mariani, y fueron asesinados Diana Teruggi y otros cuatro compañeros (es la casa de la novela de Laura Alcoba, La casa de los conejos). El
otro trabajo es la `Cartografía para la Memoria´, un proyecto diseñado por
Pablo Ungaro y Florencia Thompson a partir de un concurso promovido
por la Secretaría de Derechos Humanos de la Municipalidad de La Plata
para conmemorar con marcas urbanas las desapariciones y secuestros de
ciudadanos. Obviamente habrá material sobre Chávez, un amigo de la casa,
a quien la Facultad le dio el premio Rodolfo Walsh en la categoría Presidentes por la Comunicación Popular en 2011. Y también sobre el momento
de fulgor que atraviesa Avellaneda. La Undav, en primer lugar, e iniciativas
vinculadas con asuntos del orden social y productivo”.
“¡Son tan vastas las canteras de nuestras realidades! Y con esto no me
refiero a las producciones de una clasificación tradicional de cine, letras,
música, plástica y ya. Digo: adentro de los procesos políticos y culturales,
también queremos conocer y divulgar nuestra ciencia, nuestros recursos,
paisajes y especies, nuestra industria, tanto como el urbanismo, la gastronomía, o las cosas que usamos para la vida, desde el tren a las zapatillas
o las netbook. Nos interesan las lecciones nativas, en técnicas y otros
legados de sustentabilidad. Cuando pensamos en notas, las bambalinas de
la fabricación y el uso de ojotas Havaianas, la migración de las Mariposas
monarca tanto como la vida y la obra de León Ferrari o el nexo entre
el reggaetón y las maras en Puerto Rico son parte de una misma avidez:
ésa, conocernos, entender los procesos y comunicarnos más ¡porque nos
queremos! ¡Bailar estas sincronías, aprovechando la diversidad de ritmos!”.
Bailemos, Maíz, bailemos que la música es nuestra y en ella vibran los
acordes, el ritmo y la melodía de la cultura popular.u
* Director y productor general de Garabombo. Docente de la Universidad Nacional de Avellaneda.
59
Garabombo2.indd 59
17/04/13 23:55
Año 1 - Nº 1 - Setieembre/2012 - Revista cultural de la Universidad Nacional de Avellaneda
Garabombo2.indd 60
Allí están los que invisibles fueron.
El dolor apretado en el pecho, la esperanza
invencible gritando ¡Pa lante!
Habrá que llevar las manos a la arcilla,
y arcillar nomás.
La hora nos reclama, Garabombos, que sigamos
construyendo juntos la Patria Grande.
17/04/13 23:55