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INSTITUTO UNIVERSITARIO CEDIIAP
(Centro de Docencia, Información e Investigación en Aprendizaje)
LICENCIATURA EN PSICOMOTRICIDAD
TRABAJO MONOGRÁFICO FINAL
EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA
La influencia de su historia
y su formación personal
- académica y continua en el desempeño de su rol
Autor: Iara Bermúdez
Tutor: Lic. en Psicomotricidad Blanca García
Abril de 2009
“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
INDICE
Página
INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………………………………... 3
CAPÍTULO I - NOCIÓN DE CUERPO ……………………………………………………………………..… 5
 Dicotomía alma – cuerpo .......…………………………………………………………………………...… 5
 La cenestesia ………………………………………………………………………...…………………….. 7
 El esquema corporal ………………………………………………………………………………............. 8
 La imagen corporal ………………………………………………………………………………………. 11
 Cuerpo desde la óptica psicoanalítica ……………………………………………………………………. 12
 Cuerpo y yo corporal …………………………………………………………………………………..… 13
 Enfoque psicosociológico y sociología del cuerpo …………………………………………………...…. 14
 Una mirada psicomotriz del cuerpo …………………………………………………………………….... 18
CAPÍTULO II - EXPERIENCIAS PREVIAS – La construcción del cuerpo del psicomotricista ………... 21
 Los primeros vínculos ………………………………………………………………………………........ 22
 El inicio de la separación – De la fusión corporal a la independencia ………………………………....... 25
 El espejo …………………………………………………………………………………………............. 28
 La infancia ……………………………………………………………………………………………….. 30
 La adolescencia ………………………………………………………………………………………….. 32
CAPÍTULO III - FORMACIÓN PERSONAL POR VÍA CORPORAL …………………………………… 33
 Por qué la Formación Personal por Vía Corporal en Psicomotricidad …………………………….…..… 33
 Objetivos de la Formación Personal por Vía Corporal…………………………………………….…….. 35
 El encuadre de la Formación Personal por Vía Corporal .......................………………………….…...… 37
 El coordinador ………………………………………………………………………………………….... 38
 El grupo ………………………………………………………………………………………………..… 39
 Situaciones y actividades para realizar en los talleres de Formación Personal por Vía Corporal …...……40
 No es una terapia, es terapéutico ………………………………………………………………………… 42
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
CAPÍTULO IV - FORMACIÓN CONTINUA DEL PSICOMOTRICISTA …………….………………… 43
 Yoga …………………………………………………………………………………………………...… 44
 Tai Chi Chuan ………………………………………………………………………………………….... 44
 Técnicas de Relajación …………………………………………………………………………………... 45
 Expresión Corporal ………………………………………………………………………………………. 45
 Danza Contemporánea …………………………………………………………………………………… 46
 Biodanza ……………………………………………………………………………………………...….. 46
 La Eutonía de Gerda Alexander ………………………………………………………...……………….. 47
 Método Feldenkrais ……………………………………………………………………..……………….. 47
 Sensopercepción ……………………………………………………………………………….………… 48
 Contact – Improvisación ……………………………………………………………………….………… 48
 Danceability ……………………………………………………………………………………………… 49
 Pilates …………………………………………………………………………………………………..... 49
 Expresión Plástica ……………………………………………………………………………….………. 49
 Teatro …………………………………………………………………………………………………….. 50
 Talleres de Formación Personal por Vía Corporal …………………………………………………...….. 50
CAPÍTULO V - DEL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA AL DESEMPEÑO DE SU ROL .………… 51
 Qué es el rol: El sistema de actitudes del psicomotricista ……………………………………………..… 51
 Qué cuerpo se pone en juego en el rol ………………………………………………………………….... 53
 Transferencia y contratransferencia en psicomotricidad ……………………………………………….... 54
CONCLUSIONES …………………………………………………………………………………………........ 57
BIBLIOGRAFÍA ……………………………………………………………………………………………….. 60
 Artículos consultados ……………………………………………………………………………….…… 62
 Páginas web consultadas ……………………………………………………………………………....… 63
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
INTRODUCCIÓN
A lo largo de estos últimos años, mientras cursaba la Licenciatura en Psicomotricidad, y sobre todo desde que
comencé con la materia Formación Personal por Vía Corporal, fui comprendiendo la gran importancia que ésta
tiene a la hora de situarnos frente a un niño y comenzar a trabajar desde el rol de psicomotricista. Al avanzar en
esta formación comencé a vivenciar diferentes cambios en mí misma que paulatinamente sentía influían
notoriamente en el desempeño de la práctica psicomotriz.
A su vez, a través de distintas materias teóricas fui reflexionando sobre el desarrollo del niño, sobre cómo se va
construyendo la personalidad, el yo, la noción de sí mismo corporal, el movimiento, la expresión, la actitud de
todos los sujetos. Comencé a comprender la formación de nuestro rol como psicomotricistas de forma más
global, como una construcción que no implica solamente la formación teórico, práctica y personal desde el punto
de vista académico, sino que también abarca nuestra historia como personas, la relación que tenemos con nuestro
cuerpo, la expresividad motriz o corporal y la imagen que tenemos de nuestro propio cuerpo. Considerando esto
como un proceso dinámico, que no tiene un fin, como una construcción continua, en la que el psicomotricista no
abandona esa búsqueda de sí mismo, sino que continúa trabajando sobre su cuerpo, conociéndose a sí mismo y
paralelamente aprendiendo a conocer a otros, a captar sus señales, a comprender la forma de expresarse de los
otros.
En esta reflexión, me pareció interesante tener en cuenta la noción de expresividad motriz o psicomotriz de B.
Aucouturier, quien en 1984 la define como “una manera de ser y estar del niño en el mundo original y
privilegiada...que actualiza una vivencia lejana cuyo sentido puede captarse gracias a todas las variaciones de su
relación tónica y emocional.”1 Si bien Aucouturier plantea este concepto para el niño, lo podemos aplicar a todas
las etapas de la vida. De esta forma, podemos pensar cómo en el rol del psicomotricista se pone en juego su
propia expresividad motriz. Y por lo tanto, su propia manera de ser y estar en el mundo, en la que influye la
historia de cómo fue su experiencia corporal y de las relaciones que ha ido estableciendo con su cuerpo y su
1
Aucouturier, B. “Los fantasmas de acción y la práctica psicomotriz”. Segunda edición. Barcelona: Ed. Biblioteca Infantil; 2005. P.
129
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
movimiento. La expresividad motriz se pone en juego en el psicomotricista, ya que él trabaja con su propio
cuerpo y con el cuerpo del otro.
En la elección de este tema influyeron también ciertos aspectos de mis experiencias personales previas y
paralelas a la carrera, ya que desde pequeña realicé diferentes técnicas corporales, entre las que destaco la danza,
la expresión corporal y plástica, los masajes y las técnicas de relajación. También en mi familia distintas personas
han trabajado y realizado diferentes técnicas corporales, influyendo en la forma en que yo valoro el trabajo
corporal y en mi propia concepción de la noción de cuerpo.
Es así que decidí realizar mi trabajo monográfico final sobre el cuerpo del psicomotricista, con el objetivo de
profundizar sobre su construcción y su permanente formación, y la importancia que esto tiene a la hora de
desempeñar su rol.
Creo que es importante describir antes que nada cuál es el concepto de cuerpo desde diferentes puntos de vista,
incluido el psicomotriz, para saber desde qué marco partimos.
Luego iniciaré un recorrido por tres áreas que creo las más importantes en relación a las experiencias del cuerpo
que hacen a la formación personal del psicomotricista, que son:
 Las experiencias previas, o sea la historia, la construcción de ese cuerpo.
 La Formación Personal por Vía Corporal, que sería la formación formal que se encuentra inserta dentro de la
Licenciatura en Psicomotricidad, como un aspecto académico, obligatorio.
 La formación continua, que el psicomotricista podrá seguir realizando paralelamente a su desempeño
profesional.
Finalmente me parece interesante realizar un capítulo sobre el desempeño el rol del psicomotricista. Como
culminación escribiré un capítulo con las conclusiones finales de este trabajo.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
CAPÍTULO I:
NOCIÓN DE CUERPO
A lo largo de la historia de la humanidad y desde variadas áreas filosóficas, artísticas, religiosas, psicológicas y
biológicas; diversos autores han aportado a la noción de cuerpo, intentando llegar a un acuerdo tanto en lo que se
refiere a esta noción, como a otras nociones que a ella se relacionan, como son las nociones de cenestesia, cuerpo
real, esquema corporal, imagen corporal, sí mismo corporal, entre varios términos.
Antes de abocarme al tema estricto de este trabajo, intentaré dejar en claro estas definiciones, para que al
nombrar estos términos sea clara la intención y la forma en que se utilizan.
Debemos tener en cuenta que la multiplicidad de términos y consideraciones sobre el cuerpo se originan en la
amplia gama de pensamiento, culturas y religiones que existen y han existido en la historia de la humanidad, cada
una de las cuáles responden a sus propias concepciones y creencias para definir estas nociones. Es en este sentido
que Michel Bernard cita a Claude Bruaire, quien dice que “el cuerpo se concibe según cómo se conciba Dios” y
agrega Bernard que “todo enfoque del cuerpo implica una elección filosófica y hasta teológica y viceversa”.
2
Dicotomía alma – cuerpo
Antes de desarrollar los diferentes conceptos relacionados con la noción de cuerpo, es importante mencionar
algunos autores que han abordado, a lo largo de los años, la dicotomía alma- cuerpo, espíritu-organismo, mentecuerpo. Nombraré solamente algunos autores, ya que hay infinidades de civilizaciones, filosofías y religiones,
que en algún momento han abordado esta dicotomía.
Podemos nombrar, siguiendo a Bottini y Sassano, a Platón, Aristóteles y Descartes, quienes marcan un dualismo,
una separación mente–cuerpo, que sin duda influye notoriamente en la concepción occidental que se ha tenido y
se continúa teniendo en ciertos ámbitos.
2
Bernard, M. “El cuerpo”. Primera reimpresión en España. Barcelona: Ed. Paidos; 1985. P. 12
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
Platón plantea un dualismo radical, alma y cuerpo de diferente naturaleza e incluso pertenecientes, según él, a dos
mundos distintos. Si bien dice que el hombre es alma y cuerpo, es el alma lo que predomina y la que debe
liberarse del cuerpo. Plantea que “valorizar el alma es envilecer el cuerpo” 3
Aristóteles tiene una concepción del hombre como “el alma con cierta cantidad de materia. Purificar el alma es
separarla del cuerpo, recogerse, concentrarse en ella”4 Así, el cuerpo es la materia, mientras que el alma es la
forma del cuerpo, en la que residen los principios vitales. Plantea que no puede existir uno sin otro, de forma que
el alma no es eterna, sino que al estar ligada al cuerpo, muere con él.
Descartes, dentro del dualismo filosófico cartesiano, concibe el alma como el pensamiento, donde el cuerpo sería
una extensión de ella. Afirma: “[…] soy una cosa que piensa, una cosa cuya esencia es pensar; no obstante, poseo
un cuerpo al que me hallo estrechamente unido, pero que sólo es una cosa externa y que no piensa. Parece, pues,
que mi alma (es decir, yo) es completamente distinta de mi cuerpo, pero que no puede existir sin él.” 5 Este punto
de vista de Descartes ha tenido un fuerte impacto en la cultura occidental y ha impregnado la noción de cuerpo
que se ha tenido desde entonces.
En psicomotricidad se ha recorrido un camino intentando romper con este dualismo. En principio, ya la palabra
psicomotricidad surge desde la psiquiatría y la neurología, ante la necesidad de unir el pensamiento y la
afectividad al movimiento, lo psíquico a lo orgánico. Le Camus (1984), en su descripción detallada de la historia
de la psicomotricidad, muestra cómo éste camino se desarrolla paralelamente a los pensamientos filosóficos,
psicológicos y científicos de las diferentes épocas, recibiendo innumerables aportes de éstos. Según él, se
produce un pasaje por el ‘cuerpo hábil’, el ‘cuerpo consciente’ y el ‘cuerpo significante’, reunidos en lo que el
llama el ‘cuerpo sutil’. Se llega así a una integración mente-cuerpo, alma/espíritu – organismo, a una verdadera
globalidad. Retomaremos este aspecto más adelante, al considerar el punto de vista de la psicomotricidad.
3
Citado por: Bottini, P. y Sassano, M. “Apuntes para una historia de la psicomotricidad”. En: Bottini, P. (compilador).
“Psicomotricidad: prácticas y conceptos”. Primera edición. Madrid: Miño y Dávila editores; 2000. Páginas 13 a 36. P. 14
4
Ibídem nota 3.
5
Ibídem nota 3.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
Me parece importante considerar la concepción de cuerpo según diversas civilizaciones. Debido a la
imposibilidad de abarcar en este trabajo la variedad de civilizaciones existentes, tomaré solamente dos a modo de
ejemplo, al mostrar gran diferencia u oposición en su pensamiento.
En la Grecia Clásica se tiene una concepción dualista del cuerpo. El cuerpo físico es considerado como la cárcel
del alma, el envase, por lo que se le da gran importancia, buscando lograr un cuerpo perfecto. Podemos observar
esta búsqueda de perfección a través de las pinturas, las esculturas, los estudios de medicina y la importancia que
se le daba al deporte. Por su parte, el alma anima al cuerpo, tiene origen divino y eterno, por lo que pre-existe al
cuerpo y sigue viviendo luego de su muerte. Es por esto que realizaban rituales de liberación del alma.
Por el contrario, en la Civilización China, el organismo se concibe como interrelación e interdependencia de
diferentes niveles: celeste, humano y terrestre. Así, el cuerpo humano es un microcosmos que debe vibrar
armónicamente con el macrocosmos donde vivimos. Existe una armonía entre cuerpo, mente y espíritu,
considerados en forma holística. Se reconoce la persona como un ‘individuo’, con características propias,
individuales. Vemos aquí una verdadera interrelación, no sólo en la globalidad del ser humano, en la unión entre
alma y cuerpo, sino también en la estrecha vinculación del sujeto con su entorno.
La cenestesia
Podemos continuar por el término cenestesia, que fue uno de los primeros términos que se acuñaron intentando
encontrar un concepto que explicara la conciencia del propio cuerpo, muy relacionado a la neurología.
Fue el fisiólogo Reil quien, a principios del siglo XIX, creó el concepto de cenestesia, que luego Henlé designó
como “el enmarañado caos de sensaciones que se transmiten continuamente desde todos los puntos del cuerpo al
sensorio, es decir, al centro nervioso de aferencias sensoriales”6
Wallón (1954) describe por un lado, una sensibilidad corporal o cenestesia, que correspondería a la sensibilidad
interoceptiva y propioceptiva, que tendría efectos afectivos y subjetivos. Y por otro lado, una sensibilidad
sensorial, que sería la sensibilidad exteroceptiva, volcada al mundo exterior, con la capacidad de captar
6
Citado por: Bernard, M. “El cuerpo”. Primera reimpresión en España. Barcelona: Ed. Paidos; 1985. P.27
-8-
“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
cualidades de objetos accesibles a la percepción. Así, para Wallón la cenestesia es “una noción bastante confusa
que recubre la sensibilidad propiamente visceral, la que Sherrington denominó interoceptiva, y otra sensibilidad
que llamo propioceptiva o postural, cuya sede periférica se encuentra en las articulaciones y en los músculos y
cuyos estímulos son las actitudes y los movimientos, siendo su función la de regular, bajo el control del laberinto,
el equilibrio y las sinergias necesarias a la ejecución de todo el desplazamiento corporal, sea total o local.”7
Wallón expresa que la cenestesia es “bajo su forma global, la conciencia del cuerpo, es decir, una simple
especialización de la conciencia, tal como la puede definir la introspección. Consiste en la aplicación del sentido
íntimo al organismo, del que sería la representación inmediata. Y esta representación expresaría lo esencial de
este, su realidad eficiente”8
Si bien Wallón considera la sensibilidad intero y propioceptiva como formadoras de la cenestesia, también es
importante considerar la sensibilidad exteroceptiva para su construcción. En base a estas definiciones podemos
decir que la cenestesia sería una percepción inmediata de las sensaciones extero, propio e interoceptivas del
cuerpo aquí y ahora.
El término cenestesia prontamente no alcanzó para dar cuenta de la experiencia corporal y su conocimiento, es
así que comenzaron a surgir otros términos, principalmente el de esquema corporal.
El esquema corporal
Michel Bernard, en su libro “El Cuerpo”, señala que fue el médico francés Bonnier quien primero habló de los
trastornos de ‘esquema’, para referirse a los “trastornos de la configuración topográfica del cuerpo que cada uno
posee”9. Así, el ‘esquema’ sería para él “un modelo perceptivo del cuerpo como configuración espacial: es en el
fondo, lo que permite al individuo diseñar los contornos de su cuerpo, la distribución de sus miembros y de sus
órganos, y localizar los estímulos que se le aplican así como las reacciones con que el cuerpo responde.” 10
7
Wallon, H. “Kinestesia e imagen visual del propio cuerpo en el niño”. Material para el estudio de la Psicomotricidad Operativa (II).
Editado por FUNDARI. Páginas 17 a 27. P.17
8
Wallón, H. “Los orígenes del carácter en el niño”. Primera edición en castellano. Argentina: Ed. Lautaro; 1964. P.146
9
Bernard, M. “El cuerpo”. Primera reimpresión en España. Barcelona: Ed. Paidos; 1985. P.29
10
Ibidem nota 9.
-9-
“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
En 1908, Pick, quien consideraba la existencia de una imagen espacial del cuerpo, expresó que “la localización
de nuestros órganos, nuestra orientación en el espacio y, de manera general, el conocimiento topográfico de
nuestro cuerpo debían estar asegurados por una especie de mapa mental derivado de la asociación de las
sensaciones cutáneas con las sensaciones visuales correspondientes. Así, la conciencia dibujaría nuestro cuerpo
según las líneas de puntos determinadas por las excitaciones epidérmicas visualmente localizadas.”11
Head habló de esquema postural del cuerpo, describiéndolo de la siguiente forma: “Mediante perpetuas
alteraciones de la posición, construimos constantemente un modelo postural de nosotros mismos, sujeto a
continuos cambios. Cada postura o movimiento nuevo queda registrado sobre este esquema plástico, y la
actividad de la corteza pone a cada nuevo grupo de sensaciones provocadas por la alteración de la postura, en
relación con aquel.” Y agrega: “Gracias a la existencia de estos esquemas podemos proyectar nuestro
reconocimiento de la postura, movimiento y localización mas allá de los límites de nuestros propios cuerpos,
hasta el extremo de cualquier instrumento que tengamos en la mano”12
El ‘esquema postural del cuerpo’ de Head aparece como un concepto dinámico, que se construye, destruye y re
construye permanentemente en base a las diferentes posturas y movimientos que nuestro cuerpo realice. Esto
marca una gran diferencia con los conceptos anteriores que marcaban al esquema como algo rígido que se
construía en base a sensaciones que provenían del exterior, conformando un “mapa interno” estático que
informaba sobre la topografía de nuestro cuerpo. Si bien ya se tenía en cuenta la postura, Head agrega los
movimientos como un aspecto muy importante para la formación de este ‘esquema postural del cuerpo’.
Shilder (1994) toma a Head para elaborar su concepto de imagen del cuerpo humano, que al parecer toma como
sinónimo del concepto de modelo postural del cuerpo de Head y del concepto de esquema corporal, como
podemos ver a través de la siguiente frase: “El esquema corporal es la imagen tridimensional que todo el mundo
tiene de sí mismo. Y podemos llamar a esta imagen, ‘imagen corporal’.”13 Shilder sostiene que: “por imagen
corporal del cuerpo humano entendemos aquella representación que nos formamos mentalmente de nuestro
propio cuerpo, es decir la forma en que éste se nos aparece. Disponemos de ciertas sensaciones; vemos algunas
11
Citado por: Bernard, M. “El cuerpo”. Primera reimpresión en España. Barcelona: Ed. Paidos; 1985. P. 31
Citado por: Shilder, P. “Imagen y apariencia del cuerpo humano”. Primera edición. México: Ed. Paidos; 1994. P.16
13
Shilder, P. “Imagen y apariencia del cuerpo humano”. Primera edición. México: Ed. Paidos; 1994. P. 16
12
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
partes de la superficie corporal; tenemos impresiones táctiles, térmicas, de dolor, etc.; recibimos sensaciones que
provienen de los músculos y sus aponeurosis, indicando la deformación del músculo; sensaciones provenientes de
la inervación de los músculos; y sensaciones provenientes de las vísceras. Fuera de ello, está la experiencia
inmediata que existe una unidad corporal. Y si bien percibimos esta unidad, trátese de algo más que una
percepción”.14 Es importante destacar esta concepción de Shilder de unidad corporal, aportando la visión de
cuerpo como globalidad.
Rebollo (2004) utiliza el término somatognosia para designar el conocimiento y reconocimiento del cuerpo y lo
pone como sinónimo de esquema corporal o noción de cuerpo o cuerpo propio. Tomando a los autores
anteriores, plantea que para tener una noción de nuestro cuerpo son necesarios los datos, ya mencionados, de la
exteroceptividad, la propioceptividad y el movimiento, y agrega los datos de la interoceptividad, las sensaciones
vicerales en forma o no de necesidades orgánicas y la vivencia que cada uno tiene de su cuerpo. También
considera necesarios el equilibrio y el tono muscular y sus cambios, relacionados o no con la afectividad.
Wallón define el esquema corporal diciendo que “no es un dato inicial ni una actividad biológica o psíquica, sino
una síntesis activa, constantemente modificada que se constituye según las necesidades de la actividad y que es a
la vez, el resultado y la condición de las justas relaciones entre el individuo y el medio” 15 Wallón considera así al
esquema corporal como un sistema perceptivo normal del propio cuerpo, y dice que “se trataría de imágenes más
o menos latentes respondiendo a las diferentes partes del cuerpo, a sus posiciones variables, a sus
desplazamientos y también a su potencial de actividades y actitudes virtuales.”16
Ajuriaguerra plantea el esquema corporal como “el proceso psicofisiológico que a partir de los datos sensoriales
nos da, en una síntesis continuamente desecha y constantemente renovada, el conocimiento y la orientación de
nuestro cuerpo en el espacio para permitirnos actuar con eficacia”.17 Y agrega que es un modelo esencialmente
14
Shilder, P. “Imagen y apariencia del cuerpo humano”. Primera edición. México: Ed. Paidos; 1994. P.16
Citado por: Rebollo, Mª A., Brida, V., Destouet, R., Hackenbruch, G., Montiel, S. “Dificultades de aprendizaje”. Segunda edición.
Montevideo: Ed. Prensa Médica Latinoamericana; 2004. P. 141.
16
Citado por: García, B. “El cuerpo. Cuerpo real, esquema corporal, imagen corporal” En: De León, C., García, B., Grajales, Mª I.,
Podbielevich, J., Ravera, C., Steineck, C. “Cuerpo y Representación. Espacio de reflexión en terapia psicomotriz” Primera edición.
Montevideo: Ed. Psicolibros; 2000. Páginas 69 a 95. P. 80.
17
Ibidem nota 16. P. 79.
15
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
plástico, que se construye con nuestras experiencias actuales y pasadas. Es la existencia de un modelo perceptivo
que implica a la vez las partes del cuerpo y sus respectivas posiciones.
Le Boulch plantea que el esquema corporal es la “intuición global o conocimiento inmediato que nosotros
tenemos de nuestro propio cuerpo, tanto en estado de reposo como en movimiento, en relación con sus diferentes
partes y, sobre todo, en relación con el espacio y los objetos que nos rodean.”18
Doltó hace una clara diferenciación entre esquema e imagen corporal. Sostiene que: “El esquema corporal es una
realidad de hecho, en cierto modo es nuestro vivir carnal al contacto con el mundo físico. Nuestras experiencias
de la realidad dependen de la integridad del organismo, o de sus lesiones transitorias o indelebles, neurológicas,
musculares, óseas y también de nuestras sensaciones fisiológicas viscerales, circulatorias, todavía llamadas
cenestésicas.”19 Más adelante agrega que “el esquema corporal es el mismo para todos los individuos (de una
misma edad o viviendo bajo un mismo clima, poco más o menos) de la especie humana […]”20 Considera que el
esquema corporal es en parte inconsciente, pero también preconsciente y consciente.
La imagen corporal
Dolto, al referirse a la imagen corporal dice que es “la síntesis viva de nuestras experiencias emocionales:
interhumanas, repetitivamente vividas a través de las sensaciones erógenas electivas, arcaicas o actuales […] La
imagen del cuerpo es a cada momento memoria inconsciente de toda la vivencia relacional, y al mismo tiempo es
actual, viva, se halla en situación dinámica, a la vez narcisística e interrelacional: camuflable o actualizable en la
relación aquí y ahora, mediante cualquier expresión fundada en el lenguaje, dibujo, modelado, invención musical,
plástica, como igualmente mímica y gestual.”21 Blanca García (2000) agrega a esta definición, que también puede
ser actualizable por las construcciones, la expresividad motriz, el juego, las producciones gráficas y la utilización
y forma de organizar el espacio. Para Doltó (1986), esta imagen del cuerpo es inconsciente y es propia de cada
uno, ligada al sujeto y a su historia.
18
Citado por: Berruezo y Adelantado, P. P. “El contenido de la psicomotricidad”. En: Bottini, P. (compilador). “Psicomotricidad:
prácticas y conceptos”. Primera edición. Madrid: Miño y Dávila editores; 2000. P. 61
19
Doltó, F. “La imagen inconsciente del cuerpo”. Primera edición castellana. Barcelona: Ed. Paidos; 1986. P.18
20
Ibídem nota 19. P. 21
21
Ibídem nota 19. P. 21
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
Así, podemos ver cómo son las diversas experiencias las que van construyendo la imagen corporal. Ya sean
experiencias corporales, experiencias o fijaciones en las distintas zonas erógenas, experiencias vinculares; ya
sean experiencias positivas, de placer, de alegría y bienestar, o experiencias negativas, de angustia, de displacer,
de tristeza; todas van modelando la imagen corporal que cada uno tiene de sí mismo, dejando inscriptas huellas
en el cuerpo, y a la vez, van construyendo la noción de sí mismo corporal. Van formando así la noción que uno
crea de sus propias capacidades, destrezas y dificultades, de sus posibilidades de movimiento, de su fuerza, de su
agilidad, de su precisión, de su velocidad, entre muchas otras. Se va creando así, una imagen de nuestro propio
cuerpo y una forma particular de relacionarnos con él y a partir de él con los otros, con los objetos, con el tiempo
y con el espacio; es decir con el mundo exterior.
Cuerpo desde la óptica psicoanalítica
Desde el psicoanálisis se habla de un cuerpo configurado a través de la prevalencia o la fijación de ciertas zonas
erógenas. Shilder plantea que “En la estructura total del esquema del cuerpo, las zonas erógenas desempeñan el
papel preponderante, y cabe suponer que la imagen del cuerpo debe centrarse durante la etapa oral del desarrollo
en torno a la boca, y durante la anal en torno al ano. El flujo libidinal de la energía debe influir intensamente
sobre la imagen del cuerpo.”22
Bernard (1985), sostiene que desde el punto de vista psicoanalítico el cuerpo no es más que un ‘mosaico de zonas
erógenas’. Plantea que “La disparidad de placeres erógenos varía según los individuos y según el predominio que
en la infancia se haya dado a una u otra de estas zonas, es decir, según la fijación en una u otra fase de la
evolución sexual.”23 Luego agrega que “nuestro cuerpo conserva una estructura libidinal imaginaria que está
diseñada no sólo por los fantasmas de nuestra primera infancia sino también por los fantasmas de todos los
conflictos afectivos que afectaron y tejieron toda la historia de nuestra vida” 24
Anzieu (1987), propone el término ‘yo piel’, haciendo un paralelismo entre la piel y el psiquismo y definiendo
diversas funciones del yo piel. “Con el término ‘yo-piel’ designo una figuración de la que el niño se sirve, en las
fases precoces de su desarrollo, para representarse a sí mismo como yo que contiene los contenidos psíquicos a
22
Shilder, P. “Imagen y apariencia del cuerpo humano”. Primera edición. México: Ed. Paidos; 1994. P. 110.
Bernard, M. “El cuerpo”. Primera reimpresión en España. Barcelona: Ed. Paidos; 1985. P.105.
24
Ibídem nota 23. P. 107.
23
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
partir de su experiencia de superficie del cuerpo. Esto corresponde al momento en que el Yo psíquico se
diferencia del Yo corporal en el plano operativo y permanece confundido con él en el plano figurativo”.25 Plantea
que el yo piel se apoya sobre distintas funciones de la piel:
1. La piel contiene y retiene en su interior lo bueno y lo pleno de la lactancia, los cuidados y el baño de palabras
que han acumulado en él.
2. La piel marca el límite con el afuera y lo mantiene en el exterior, es la barrera que protege de la penetración de
las avideces y agresiones que provienen de los otros y de los objetos
3. La piel es un lugar y un medio primario de comunicación con el prójimo y de establecimiento de relaciones
significantes; es además una superficie de inscripción de las huellas que ellos dejan.
Anzieu agrega que: “Con este origen epidérmico y propioceptivo, el Yo hereda la doble posibilidad de establecer
barreras (que se convierten en mecanismos de defensa psíquicos) y de filtrar los intercambios (con el Ello, el Yo
y el mundo exterior)” 26
Cuerpo y yo corporal
Wallón considera el ‘yo corporal’, diciendo que “su noción no se limita a la intuición, aún suficientemente
coordinada, de los órganos y de su actividad: ella exige que se haga la distinción entre lo que debe ser referido al
mundo exterior y lo que puede ser atribuido al propio cuerpo, como definiéndolo en sus diferentes aspectos”.27
Freud afirmaba, tal cuál lo expresa Ajuriaguerra, que “el ‘yo’ es ante todo un ‘yo’ corporal, siendo el ‘yo’, en su
último extremo, derivado de las sensaciones corporales, principalmente las que nacen en la superficie del
cuerpo”28
Ajuriaguerra dice que “el cuerpo es una entidad física, en el sentido material del término, con su superficie, su
peso y su profundidad, cuya actividad propia evoluciona desde lo automático a lo voluntario, volviéndose más
tarde a automatizar con una libertad de acción para hacerse económicamente capaz de hacer compatibles la fuerza
25
Anzieu, D. “El yo piel”. Primera edición. Madrid: Ed. Biblioteca Nueva; 1987. P. 50 y 51.
Ibídem nota 25. P. 51.
27
Wallón, H. “Los orígenes del carácter en el niño” Primera edición en castellano. Argentina: Ed. Lautaro; 1964. P. 148
28
Citado por: Ajuriaguerra, J. de. “Ontogénesis de las posturas: yo y el otro”. En: Material para el estudio de la Psicomotricidad
Operativa (II). Editado por FUNDARI. Páginas: 53 a 59. P. 54.
26
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
y la habilidad, siendo capaz de adquirir incluso, por su capacidad expresiva, un valor de diálogo semiótico. En el
transcurso de su evolución, el cuerpo que actúa, al principio, ‘manejado’ por la acción del otro, se convertirá en
‘actuante’ y transformador. El cuerpo nos es dado, es la sustancia del hombre, sustancia que confirma su
existencia. El cuerpo nos pertenece pero forma parte del mundo de las formas de la naturaleza, es suficiente e
interior, es inerte y palpitante, habitáculo y habitado.” 29 “El cuerpo se haya situado en un tiempo y un espacio.
[…] El cuerpo es una totalidad”.30 Ajuriaguerra (1996) resalta la importancia del papel del otro como coformador de la noción de cuerpo, así como la importancia del dialogo tónico que el niño desarrolla con la madre
para su formación.
Ajuriaguerra (1996) describe diferentes modos de interpretación del propio cuerpo, respondiendo a las etapas del
desarrollo cognitivo descritas por Piaget: noción sensoriomotora del cuerpo, noción preoperatoria del cuerpo y
noción operatoria del cuerpo.
Enfoque psicosociológico y sociología del cuerpo
En la sociedad de hoy el cuerpo se presenta como un objeto de consumo y como objeto de juicio social, como
valor social. A través de los medios masivos de comunicación, y sobretodo por los efectos de la globalización, se
intenta mostrar una imagen ideal del cuerpo, a la cual hay que imitar, o por el contrario se teme quedar fuera de
las normas sociales, ser juzgado y excluido de la sociedad. Esto afecta sobretodo a los adolescentes, por la etapa
del desarrollo en la que se encuentran, pero cada vez más se extiende a todas las etapas de la vida de los sujetos,
desde los inicios de la niñez hasta la vida adulta y la vejez.
Ya desde inicios de siglo se le da importancia a la influencia de lo social sobre el cuerpo. En este sentido, si bien
Wallón no habla de lo social del cuerpo, nos evoca la importancia del conocimiento del propio cuerpo y la
valorización que le damos en relación a lo social. Encontramos así como en su teoría se le da gran importancia a
lo social en la personalidad de cada sujeto, en su opinión y expresión. Wallón plantea que: “Lo que el individuo
aprende a expresar y por consiguiente a conocer de sus deseos, no es, en suma, sino su aspecto socializado. […]
En su esfuerzo por conocerse, él no sabe sino aplicar a sí mismo una opinión, cuyo origen no está más en él que
29
30
Ajuriaguerra, J. “Manual de psiquiatría infantil”. Cuarta Edición. Barcelona: Ed. Masson; 1996. P.345
Ibídem nota 29. P. 346.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
en otro, pero que le es impuesto, a él como a todos, por el medio social y, a través del medio social, por las
condiciones y las formas actuales de la existencia social. […] Y es en esta mentalidad, de alguna manera
impuesta, que pretende encontrar las fuerzas propias del individuo, los factores de su conducta o de su carácter”31
Resaltando la importancia social del cuerpo, Ajuriaguerra plantea que “nuestro cuerpo no es nada sin el cuerpo
del otro, cómplice de su existencia. Es con el otro con el que se ve y se construye en la actividad de los sistemas
que le son ofrecidos por la naturaleza, en la intimidad de este espejo reflectante que es el otro y que hace de
nosotros un ser singular.”32 Y continúa diciendo que “[…] el otro está siempre presente; nos juzga o nos mide,
nos protege o nos amenaza, nos integra o nos propone. […] Yo y el otro somos uno, vestido de piel y palpitante
de músculos, superficie y profundidad, cuerpo que cuestiona y cuerpo que responde. Somos nuestro reflejo y
nuestro doble, somos dualidad y unidad, somos yo y el otro, fusión y distancia, el álter y el ego”33
Michel Bernard (1985) plantea que la sociedad contribuye a reforzar el miedo a ser juzgado y observado, con sus
tabúes sobre el cuerpo, la falta de información y con la difusión de modelos culturales de un cuerpo ideal a través
de las modas, los trajes y los medios de comunicación masiva, a través de la publicidad y la propaganda. El autor
también mantiene que el deseo de ver u ocultar el cuerpo, sus órganos y sus distintas partes, depende del juicio
social que la época histórica y cultural le otorgue a los mismos. Así, la valoración social del cuerpo se manifiesta
en su morfología modelada por la indumentaria.
De este modo, plantea que “la expresión del individuo está modificada por el valor que le dan la mirada y el
juicio de los demás, a fortiori esa expresión está ritualizada por las normas convencionales de una sociedad que le
da una determinada significación”.34 De esta forma, “la sociedad en virtud de su mirada y de los valores sociales
que proyecta, modela nuestra forma corporal y nuestra expresión corporal”.35
Más adelante continúa diciendo que “Toda nuestra educación tiende en cierta medida a modelar a nuestro cuerpo,
a formarlo o, más exactamente, a darle una determinada hechura de conformidad con las exigencias normativas
31
Wallón, H. “Los orígenes del carácter en el niño” Primera edición en castellano. Argentina: Ed. Lautaro; 1964. P. 14
Ajuriaguerra, J. de. “Ontogénesis de las posturas: yo y el otro”. Material para el estudio de la Psicomotricidad Operativa (II). Editado
por FUNDARI. Páginas: 53 a 59. P. 58.
33
Ibídem nota 32. P. 59.
34
Bernard, M. “El cuerpo”. Primera reimpresión en España. Barcelona: Ed. Paidos; 1985. P. 171
35
Ibídem nota 34. P. 172.
32
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
de la sociedad en que vivimos. El juicio social y, por consiguiente, los valores que éste supone no sólo
condicionan nuestro comportamiento por obra de la censura interior que ejercen y por los sentimientos de
culpabilidad que suscitan (y, conjuntamente, con los ideales sublimados que proyectan y promueven), sino que
además estructuran indirectamente nuestro cuerpo mismo en la medida en que gobiernan su crecimiento (con
prácticas higiénicas y culinarias), su presentación (cuidados estéticos, vestimentas, etc.), y su expresión afectiva
(signos emocionales)”.36
Michel Bernard plantea que a través del modelo sociológico del cuerpo podemos ver cómo todos nuestros
movimientos son de “naturaleza social en la medida en que los estructura y transforma la sociedad con sus
costumbres, sus normas, su educación, sus modelos culturales, en definitiva, sus valores propios.” 37 Así, “todo el
comportamiento de nuestro cuerpo que antes creíamos ‘natural’ se revela como algo no sólo modelado por la
sociedad, sino algo que adquiere su verdadero sentido como símbolo de la sociedad. [… ] La totalidad de nuestro
ser corporal ha de considerarse un simbolismo de dos rostros, el de nuestra libido y el de nuestra cultura, dos
rostros que se reflejan el uno en el otro, puesto que es la sociedad la que impone la ley a mi deseo y puesto que la
sociedad no es aprehendida sino a través de las resistencias o de las formas que ella impone a nuestro deseo. Esa
ley, esas resistencias y esas formas están fijadas en los mitos que rigen nuestro lenguaje sobre el cuerpo y que
proliferan según las transformaciones culturales.”38 De esta forma, “el cuerpo es el símbolo de que se vale una
sociedad para hablar de sus fantasmas.”39
Bernard agrega que “los mitos religiosos, médicos, filosóficos e ideológicos, son mitos que asedian de manera
más o menos consciente nuestro pensamiento y que dibujan en cada uno de nosotros una imagen del cuerpo que
nuestros fantasmas personales y la cultura en que vivimos modifican, enriquecen o empobrecen a su antojo. El
hombre contemporáneo proyecta en su cuerpo y busca en él no sólo los paraísos perdidos de su infancia, sino
también los espejismos suscitados por las innumerables mutaciones de su cultura, sin dejar de abrigar la
esperanza de poder algún día dominar su cuerpo y conocer sus ilusorios secretos”40
36
Bernard, M. “El cuerpo”. Primera reimpresión en España. Barcelona: Ed. Paidos; 1985. P. 173.
Ibídem nota 36. P. 176.
38
Ibídem nota 36. P. 197.
39
Ibídem nota 36. P. 189.
40
Ibídem nota 36. P. 193.
37
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
Es así que “para cada sociedad el cuerpo humano es el símbolo de su propia estructura; obrar sobre el cuerpo
mediante los ritos es siempre un medio, de alguna manera mágico, de obrar sobre la sociedad. Como lo expresó
Mary Douglas ‘los ritos obran sobre el cuerpo político mediante el término simbólico del cuerpo físico’.”41
Le Breton, en el prólogo de su libro “Sociología del cuerpo”, plantea que “El cuerpo, moldeado por el contexto
social y cultural en el que se sumerge el actor, es ese vector semántico por medio del cual se construye la
evidencia de la relación con el mundo. Comprende las actividades perceptivas, pero también la expresión de los
sentimientos, las convenciones de los ritos de interacción, gestuales y mímicos, la puesta en escena de la
apariencia, los juegos sutiles de la seducción, las técnicas corporales, el entrenamiento físico, la relación con el
sufrimiento y el dolor, etc. La existencia es, en primer término, corporal.” 42
A modo de conclusión sobre algunos aspectos anteriores, me gustaría volver a citar a Michel Bernard, quien en
su libro ‘El cuerpo’, luego de realizar una recorrida por diferentes autores y concepciones sobre el cuerpo,
concluye que “la realidad corporal, viva y concreta, aprehendida cotidianamente en la experiencia inmediata de
nuestras sensaciones, afectos y actos personales, se diluye y, de alguna manera, se extravasa en mitologías cuya
significación corresponde a la cultura que nos nutrió. […] Se pone en tela de juicio nuestro cuerpo, no sólo como
núcleo vital, inmediato, permanente e inalienable de toda certeza, sino también como bastión inexpugnable de
nuestra personalidad. El cuerpo que vivimos no es nunca verdaderamente y por entero nuestro, así como tampoco
es nuestra del todo la manera en que lo vivimos. La experiencia corporal de cada cuál está penetrada de parte a
parte por los demás y por la sociedad, que ha de entenderse como fuente, órgano y apoyo de toda cultura. De
cierta manera y paradójicamente, siempre es más o menos esa sociedad la que se mira, la que se experimenta a sí
misma y obra sobre sí misma por medio del cuerpo vivo que yo le ofrezco y al cual ella permite nacer, crecer,
educarse, conservarse y florecer”43
41
Bernard, M. “El cuerpo”. Primera reimpresión en España. Barcelona: Ed. Paidos; 1985. P. 184
Extraído de: http://www.boutiquedellibro.com.ar. Enero de 2009.
43
Bernard, M. “El cuerpo”. Primera reimpresión en España. Barcelona: Ed. Paidos; 1985. P. 195.
42
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
Una mirada psicomotriz del cuerpo
Desde el punto de vista psicomotriz, consideramos el sujeto como una globalidad, como una unión psique-soma,
cuerpo-mente, alma/espíritu-organismo. Unión entre el cuerpo físico (cuerpo con movimiento y sensaciones) con
la psiquis, considerada como afectividad y cognición. Consideramos al cuerpo, siguiendo el pensamiento de
Wallón, siempre en relación con su entorno, con el medio social que lo rodea, en el que se construye y con el que
interactúa permanentemente.
Bottini y Sassano, dicen que “el espacio de la psicomotricidad es el que atañe a la globalidad, donde el cuerpo no
esta separado del psiquismo, ya que en él y por él tienen asiento emociones, sensaciones, afectos, conocimientos,
acciones y expresiones”.44 Estos autores plantean pensar a la persona en un carácter bio-psico-socio-eco-cultural.
Acouturier y Lapierre (1980) mantienen un concepto de cuerpo expresivo, en oposición a pensamientos
anteriores que concebían al cuerpo como un instrumento del conocimiento, cuerpo que hay que conocer y
dominar. Así, dicen que “el cuerpo no es solamente ese instrumento racional al servicio de un pensamiento
consciente. El cuerpo es también, y ante todo, lugar de placer y displacer, reservorio de pulsiones, medio de
expresión de los fantasmas individuales y colectivos de nuestra sociedad, al servicio del inconsciente, tanto o más
que del consciente”.45
Calmels considera importante hacer una distinción entre el concepto de cuerpo y el concepto de organismo.
Plantea que el cuerpo y sus manifestaciones son el objeto de estudio de la psicomotricidad. “El organismo habla
de la especie, el cuerpo habla de la persona. El cuerpo nace entre cuerpos, siempre más de uno. El organismo
nace en las entrañas de otro organismo y en muchos casos, a pesar del cuerpo. El organismo guarda en su
memoria la sabiduría de millones de años [….] el cuerpo está sometido y sostenido por la coyuntura cultural. El
organismo tiene memoria genética, el cuerpo, recuerdo de su génesis.”46
44
Bottini, P. y Sassano, M. “Apuntes para una historia de la psicomotricidad”. En: Bottini, P. (compilador). “Psicomotricidad: prácticas
y conceptos”. Primera edición. Madrid: Miño y Dávila editores; 2000. Páginas 13 a 36. P. 19
45
Aucouturier, B., Lapierre, A. “El cuerpo y el inconsciente en Educación y Terapia”. Segunda edición. Barcelona: Ed. Científico
Médica; 1980. P. 11.
46
Calmels, D. “Cuerpo y saber”. Tercera edición. México - Buenos Aires: Ed. Novedades Educativas; 2001. P. 35.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
Este autor toma los conceptos de Sara Paín (1987), quien también hace una diferenciación de cuerpo y
organismo. Para ella el organismo sería programación, ya que puede funcionar según un programa ya grabado.
Plantea que hay un cuerpo real, distinto del organismo, que acumula experiencias, adquiere nuevas destrezas y
automatiza los movimientos, de manera de producir programaciones originales. La autora piensa que la memoria
del organismo tiene que ver con “[…] la reproducción de los caracteres hereditarios y las disposiciones que de
ellos se desprenden. La reproducción del cuerpo es la de la mímesis, la que duplica al otro en un juego de espejo,
aún antes de que se instale cualquier imagen de propiedad yoica. […] El organismo se domestica, se acostumbra,
se medica; el cuerpo ensaya, se equivoca, se corrige, aprende”.47
Calmels entiende que “el cuerpo ‘es’ en sus manifestaciones. Cobra existencia a partir del contacto, los sabores,
la actitud postural, la mirada, la escucha, la voz, la mímica facial, los gestos expresivos, las praxias, etc. […]
cuerpo conformado por el saber de la mirada que sustenta al ojo, el saber de la escucha que apoya al oído, el
saber del gesto que sostiene al movimiento, las posibilidades expresivas del rostro que permite la cara, el contacto
que habilita al tacto, el sabor que gesta al gusto, el aroma a través del olfato, la actitud de la postura, la imagen
del esquema corporal. Cuerpo como ’síntesis del ser y del saber’ (s. Pain), cuerpo como insignia y como
enseña”.48 Así, el autor define al cuerpo, expresando lo siguiente: “cuando me refiero al cuerpo estoy designando
un fenómeno de materialidad (visible y tangible), predominio de lo externo, imposible de existir sin lo interno en
el amplio sentido del término. Tampoco me refiero a una imagen, sino a algo de lo cuál se puede tener una
imagen.”49
Este autor considera al cuerpo en tres dimensiones: motriz-instrumental, emocional-afectivo y práxico-cognitivo.
Serían tres dimensiones complementarias, que se interrelacionan dentro de la globalidad del cuerpo. De esta
forma, utiliza el término ‘corporeidad’, para referirse al cuerpo ‘en su unidad’, al cuerpo y al conjunto de sus
manifestaciones.
47
Citada por: Calmels, D. “Qué es la psicomotricidad”. Primera edición. Buenos Aires: Ed. Lumen; 2003. P.16
Calmels, D. “Cuerpo y saber”. Tercera edición. México - Buenos Aires: Ed. Novedades Educativas; 2001. P.31
49
Ibídem nota 48. P. 36.
48
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
Myrtha Chokler dice que “el cuerpo que somos es, está, se presenta al mundo e interactúa con él, a través de su
tono y postura, actitud y movimiento.”50 Más adelante plantea que en el cuerpo “se articulan diferentes sistemas
anátomo-fisiológicos, psicológicos y sociales de gran complejidad que determinan una particular manera de ser y
estar en el mundo, de relacionarse con la realidad y los otros para satisfacer las necesidades biológicas, culturales,
espirituales y sociales. […] Este cuerpo, nuestro, tan propio, exclusivo e individual, está determinado, inclusive
biológicamente, por las condiciones de vida, las creencias religiosas, las teorías científicas, la tecnología y el
poder de la clase social o el grupo en el cual se desarrolla”51
Para concluir citaré a B. García (2000), quien luego de realizar una recorrida sobre diferentes autores que
describen distintos términos, propone ciertos conceptos para estar de acuerdo desde una visión psicomotriz: Así,
define como cuerpo real lo visible, la materia, con su anatomía, funcionamiento, sensorialidad y motricidad. Es el
cuerpo del aquí y el ahora, el cuerpo actual, que forma parte de la realidad objetiva. El esquema corporal será
considerado como la “representación psíquica de ese cuerpo real estructurado a partir de las percepciones y
vinculado al espacio [y a la acción real o virtual]. Percepción compleja de la unidad y la ubicación del cuerpo en
el espacio, de sus diferentes partes y la relación de estas partes entre ellas.”52 La imagen corporal es la dimensión
imaginaria, inconsciente de nuestro cuerpo. Es estructurada por las relaciones, los vínculos y la historia afectiva
de cada uno. Esta atravesada por las relaciones intersubjetivas significativas.
50
Chokler, M. “Los organizadores del desarrollo psicomotor”. Segunda edición. Buenos Aires: Ed. Cinco; 1998. P. 23.
Ibídem nota 50. P. 25.
52
García, B. “El cuerpo. Cuerpo real, esquema corporal, imagen corporal”. En: De León, C., García, B., Grajales, Mª I., Podbielevich,
J., Ravera, C., Steineck, C. “Cuerpo y Representación. Espacio de reflexión en terapia psicomotriz” Primera edición. Montevideo: Ed.
Psicolibros; 2000. Páginas 69 a 95. P. 92
51
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
CAPÍTULO II: EXPERIENCIAS PREVIAS - La construcción del cuerpo del psicomotricista
Todo ser humano es único e irrepetible. Esto no es un mero hecho genético, sino que además de los genes en esta
unicidad influye el ambiente en que el sujeto se desarrolle, sus experiencias personales, tanto a nivel corporal
como afectivo y vincular. Dentro de este aspecto, destacamos la forma cómo cada uno va construyendo su
cuerpo, la noción que tiene de él y sus experiencias corporales.
En el capítulo anterior, a través de la noción que los distintos autores plantean sobre el cuerpo, pudimos ver cómo
las experiencias corporales y vinculares van dejando ‘huellas en el cuerpo’, determinando la forma en que cada
uno se relaciona con su propio cuerpo y la imagen que tenemos de él. Vimos cómo en la acción del cuerpo aquí y
ahora se pone en juego no sólo la percepción actual de ese cuerpo, sus segmentos y su posición en el espacio,
sino también la imagen corporal que tenemos de él. Por lo tanto, nuestro movimiento y la relación con nuestro
propio cuerpo y con el mundo dependerán de cómo se haya dado la construcción de ese cuerpo a través de las
diversas experiencias corporales y vinculares.
En este sentido cito a Aucouturier y Lapierre, quienes plantean que “Estas estructuras, elaboradas en el curso de
los primeros años de la vida a partir de la vivencia de la relación con el mundo y con los otros, van a construir la
base inicial y fundamental de la personalidad. Las experiencias posteriores vendrán a integrarse, enriquecer y
arropar esas primeras estructuras hasta hacerlas irreconocibles, aunque sin modificar profundamente la
arquitectura. En el transcurso de nuestra vida repetimos, bajo formas diferentes, los mismos comportamientos,
incluso si éstos se muestran inapropiados en las circunstancias presentes”53
El psicomotricista, al desempeñar su rol, implica su expresividad motriz, su cuerpo real, su esquema corporal y su
imagen corporal. Por lo tanto la forma en que este cuerpo se ha construido, se sigue construyendo y las
experiencias vinculadas a él, se ponen en juego permanentemente en el desempeño de ese rol. Es por esto que me
parece importante repasar como se da la construcción de la noción de cuerpo, la personalidad y la imagen
corporal, etc. Haré una selección de los aspectos que me parecen más importantes y sobretodo de los autores más
53
Aucouturier, B., Lapierre, A. “El cuerpo y el inconsciente en Educación y Terapia”. Segunda edición. Barcelona: Ed. Científico
Médica; 1980. P. 65
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
relacionados con el campo de la psicomotricidad, ya que una descripción completa de cómo se construye el
cuerpo y las experiencias que lo forman a lo largo de toda la vida resulta imposible para la dimensión de este
trabajo.
Dentro de las ‘experiencias previas’ del psicomotricista tienen también mucha importancia las distintas
actividades o trabajos corporales que éste haya realizado a lo largo de su vida, desde niña/o, ya que éstos van
construyendo su cuerpo y la noción que se tenga de él. En el capítulo IV hago una recorrida por diferentes
técnicas corporales que pueden realizarse como formación continua del psicomotricista. Estas mismas técnicas
pueden formar parte también de las experiencias previas del psicomotricista.
Los primeros vínculos
La construcción del sí mismo y la concepción que cada uno tiene sobre su propio cuerpo, tienen sus orígenes en
las primeras etapas de la vida. “La personalidad se estructura y modifica a partir de las experiencias relacionales
y empieza a estructurarse a partir de las primeras experiencias corporales, es decir, prácticamente en el
nacimiento”54
Varios autores plantean que la construcción del cuerpo, la noción del yo corporal y la personalidad comienzan a
gestarse ya durante el embarazo, momento en el que se inicia el vínculo madre-hijo y la construcción del cuerpo
del niño. Muchos autores coinciden también en que es durante esta etapa e incluso antes que los padres van
construyendo el ‘hijo ideal’, o sea sus deseos de cómo sea ese niño. A través de esa idealización de cómo quieren
que sea su bebé sientan las bases de la construcción de su cuerpo y su personalidad.
En este sentido, Brazelton y Cramer (1993) plantean que ya durante la gestación se va generando un vínculo
entre la madre y el bebé, sobretodo a través de lo que la madre imagina y proyecta sobre ese niño, las ilusiones
que tiene para él, lo que imagina de como será, que hará, etc. En estas etapas comenzaría a gestarse ya la imagen
del cuerpo de ese niño en el pensamiento de sus padres.
54
Aucouturier, B., Lapierre, A. “El cuerpo y el inconsciente en Educación y Terapia”. Segunda edición. Barcelona: Ed. Científico
Médica; 1980. P. 65.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
Por su parte, Wallón (1925, 1964) también destaca que la construcción de la noción de cuerpo propio comienza
ya en el período fetal y en las primeras etapas luego del nacimiento. En esta construcción contribuye, para él, la
sensibilidad propioceptiva. En su descripción de estadios en el desarrollo del niño, el primer estadio es el
intrauterino, en el que el niño se encontraría en una simbiosis fisiológica con la madre, existiendo una
satisfacción inmediata de sus necesidades.
Luego del nacimiento se intensifica este vínculo entre la madre y el bebé, a la vez que se da el ‘duelo por la
muerte del hijo ideal’. Este vínculo ha sido descripto por múltiples autores, cada uno de los cuales lo ha
nombrado de distinta forma: apego, vínculo madre-hijo, diálogo tónico, fusión corporal, simbiosis afectiva, entre
otros. A pesar de los múltiples nombres que se le han dado, todos los autores coinciden en la importancia de este
vínculo inicial en la construcción del yo, de la personalidad, del cuerpo del niño.
Wallón (1925) plantea la existencia de una ‘simbiosis afectiva’ (sustituta de la ‘simbiosis fisiológica’ del período
intrauterino), que el niño tiene con su entorno, principalmente con su madre, y destaca la importancia de la
emoción como base del psiquismo. Así, describe un ‘ciclo tónico’ que experimenta el niño a lo largo del día. En
este ciclo habrían momentos de relajación tónica asociados a momentos de placer, satisfacción de sus
necesidades vitales (alimentación, higiene, sueño, necesidades de la sensibilidad cenestésico-postural) y otros
momentos de tensión, de aumento del tono, asociados a necesidades no satisfechas. Es a partir de este ciclo de
necesidad-satisfacción, junto con la respuesta de la madre, que se van diferenciando las distintas emociones.
Ajuriaguerra (1996), toma a Wallón, y denomina a esta relación madre-hijo “diálogo tónico”, el cual es para él el
lenguaje principal de la afectividad, por lo cual desempeña un papel decisivo en la adquisición de la noción de
vivencia corporal. Plantea que durante esa fase simbiótica el niño “no puede ser vivido ni como una totalidad ni
como la aposición de distintos fragmentos”. 55 Luego, durante la evolución “el niño vivencia su cuerpo como una
totalidad difusa y difuminada, pasando de una fase de confusión con el otro en la que se siente en y con el otro, a
otra fase en la que vive el cuerpo del otro (con sus desplazamientos y sus movimientos) y el suyo propio como si
fueran ambos él mismo. [...] Tras vivir en un principio sus diversos fragmentos como totalidades, más tarde
55
Ajuriaguerra, J. “Manual de psiquiatría infantil”. Cuarta Edición. Barcelona: Ed. Masson; 1996. P. 346.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
llegará a descubrir que estas diversas partes corresponden a una totalidad que es su cuerpo.” 56 Plantea así, que
“gracias a los ‘cuidados que recibe de la madre’, cada niño está preparado para tener una existencia personal y
empieza a edificar lo que podríamos llamar el sentimiento de ser en continuidad. Es a partir de esta continuidad
que el potencial innato se convierte gradualmente en un niño que tiene individualidad.”57
Aucouturier y Lapierre (1980) hablan de que el niño encuentra una ‘globalidad de fusión’, en el contacto de todo
su cuerpo con el cuerpo de su madre, o su padre, o un adulto que lo sustituya, o ‘cualquier cuerpo humano
deseoso’. Mantienen que lo que favorece esta unión son: “el calor corporal, el contacto con la piel, la respiración,
el mecimiento, la mirada, y la voz, pero en especial el acuerdo de las tensiones tónicas. Este acuerdo, que pone en
resonancia las modulaciones tónicas de ambos cuerpos, permite, en efecto, una especie de fusión biológica, como
una prolongación de sus propias tensiones en el cuerpo del otro”.58 Más adelante agregan que “ese diálogo
corporal tónico es fundamental y su calidad influirá todo el futuro del niño […]”, ya que “[…] es probable que
esas referencias a la globalidad de un cuerpo fusional, alternadas con las experiencias motrices y táctiles de sus
primeros meses favorecerán, tanto si no más que las imágenes visuales, el acceso a una imagen conjuntada y
coherente del yo corporal”.59 Estos autores plantean así que la personalidad se estructura a partir de una vivencia
psicomotriz, “una vivencia hecha de sensaciones con connotaciones tónico-afectivas y emocionales no
conceptualizadas”60
Bowlby (1989) plantea que a través de una relación de apego adecuada, el niño desarrolla una ‘base segura’, la
cual permitiría al niño desarrollarse adecuadamente, con una personalidad más fuerte, más seguro de sí mismo
para enfrentar diferentes situaciones adversas en el correr de su vida. Plantea también que el apego no es
exclusivo de la madre, sino que puede darse tanto con ésta como con el padre e incluso con ambos a la vez. El
apego puede ser bueno con uno de los progenitores y no con el otro, pero si el apego es ‘seguro’ con ambos, la
base será más segura.
56
Ajuriaguerra, J. “Manual de psiquiatría infantil”. Cuarta Edición. Barcelona: Ed. Masson; 1996. P. 346.
Ibídem nota 56. P. 104.
58
Aucouturier, B., Lapierre, A. “El cuerpo y el inconsciente en Educación y Terapia”. Segunda edición. Barcelona: Ed. Científico
Médica; 1980. P.24
59
Ibídem nota 58. P. 25.
60
Ibídem nota 58. P. 66.
57
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
Vemos que, aunque de diferentes formas, los distintos autores hacen referencia al vínculo entre la madre o el
padre o quien cumpla su rol, y el bebé. En este vínculo se le da importancia al contacto corporal, a través de la
piel por intermedio de masajes o caricias, al sostén del niño, los cambios de posturas, los desplazamientos, la
mirada, la voz, el intercambio de emociones a través del tono muscular, entre otras formas de relacionarse. Así,
esta primera ‘envoltura corporal’ sería lo que le permite al niño sentir su globalidad, sentirse como un todo, con
la unión de todas sus partes. Gracias a esta envoltura, el niño va a ir diferenciando, de a poco, sus límites
corporales, lo cual le va a permitir lentamente irse diferenciando del otro.
Hay que destacar también la importancia que tienen estos primeros vínculos en la futura intervención del
psicomotricista en estimulación oportuna y clínica psicomotriz del bebé, ya que en esta relación con los padres y
con un bebé que vienen a consultar, se reeditarán esas primeras vivencias de relación con su propia madre y/o
padre. En este sentido, Claudia Ravera (2008) muestra también la importancia de que el psicomotricista sea
madre o padre, ya que estos vínculos también influirán en esta relación.
El inicio de la separación – De la fusión corporal a la independencia
El niño nace totalmente indiferenciado, no hay diferenciación entre yo y no-yo, entre el mundo interno y el
mundo exterior, entre lo que soy yo y lo que es externo a mí (los objetos, los otros, el espacio). De a poco se debe
ir diferenciando como individuo distinto del otro y del entorno que lo rodea. Por lo tanto, esta etapa resulta
fundamental en la construcción del ‘yo’, de este sí mismo corporal, de mi propio cuerpo; distinto de los otros y de
los objetos exteriores.
Wallón (1964) plantea que la distinción entre sí mismo y el otro se adquiere progresivamente, siendo mínima en
el niño, y que esta distinción se extingue aún más en los momentos de emoción. Según él, el niño “parece reflejar
a cada instante en sus reacciones aquellas que lo rodean y participar de la sensibilidad ambiente”.61Así muestra la
unión tónico-emocional que el niño mantiene con su medio como parte de la indiferenciación yo-no yo.
Aucouturier y Lapierre (1980) plantean que la pérdida de la globalidad fusional que se produce en el nacimiento
no aseguran una separación yo no-yo, sino que esta separación implica una “disociación perceptiva entre las
61
Wallón, H. “Los orígenes del carácter en el niño” Primera edición en castellano. Argentina: Ed. Lautaro; 1964. P. 85.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
sensaciones provocadas por el exterior y las sensaciones internas, disociación que no es innata, sino adquirida por
la experiencia.”62
Winnicott (1981) describe tres etapas en el pasaje que debe realizar el bebé de la dependencia a la independencia.
La primera etapa sería la dependencia absoluta del bebé con su madre, la cual se da por un lado por las
necesidades fisiológicas del recién nacido; y por otro, gracias a lo que Winnicott llamó ‘preocupación materna
primaria’. Este estado particular de la madre comienza ya en las últimas semanas del embarazo y se extiende por
las primeras semanas de vida del niño. En esta etapa la madre se entrega por completo a los cuidados y las
necesidades del bebé, estando muy identificada con él. A su vez, el bebé forma parte de ella, sin conciencia de
estar en esta completa dependencia. Luego se pasaría, según Winnicott, a una etapa de dependencia relativa, en la
que el bebé es más consciente de su dependencia. “La gran mayoría de las madres están capacitadas para aportar
una desadaptación gradual que esté perfectamente acoplada a la rapidez con que el niño vaya haciendo
progresos.”63 Así el bebé es cada vez más capaz de enfrentarse y adaptarse al mundo, pasando progresivamente a
una etapa hacia la independencia, en un camino que se extiende hasta la adolescencia y la adultez y que muchas
veces nunca llega a ser completo. En este proceso que la madre permite que el bebé realice, Winnicott describe
tres funciones principales que debe tener esta ‘madre suficientemente buena’, como él la llama. Estas funciones
son: holding (sostenimiento), handling (manipulación) y presentación del mundo y los objetos.
Claudia Ravera plantea que “El diálogo tónico entre madre a hijo se dará inicialmente en una relación cuerpo a
cuerpo donde en forma mutua y recíproca, ambos protagonistas irán amoldándose y desamoldándose uno a otro.
El bebé irá descubriendo a través de su sensibilidad en especial de su tono muscular, lo que permanece igual
dentro de su cuerpo y lo que varía, las envolturas que lo contienen y pertenecen a su cuerpo (tono muscular, piel)
y las que no le pertenecen (vestimenta, brazos de la madre, paredes de su cuna, etc.) pudiendo así discriminar
lentamente su propio cuerpo del cuerpo del otro.”64
62
Aucouturier, B., Lapierre, A. “El cuerpo y el inconsciente en Educación y Terapia”. Segunda edición. Barcelona: Ed. Científico
Médica; 1980. P. 23.
63
Winnicott, D.W. “El proceso de maduración en el niño”. Tercera edición. Barcelona: Ed. Laia; 1981. P. 104
64
Ravera, C. “Clínica psicomotriz del bebé” Publicación sin datos de edición. 2008. P. 30
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
Anzieu, en su libro ‘El yo piel’, destaca la importancia del contacto a través de la piel en el desarrollo de la
diferenciación entre dentro y fuera, entre mundo interior y mundo exterior. Plantea que al bebé “se le tiene en
brazos, estrechado por el cuerpo de la madre cuyo calor, olor y movimiento siente; se siente llevado, manipulado,
frotado, lavado, acariciado, y todo ello acompañado generalmente por un baño de palabras y canturreos. […]
Estas actividades conducen progresivamente al niño a diferenciar una superficie que se compone de una cara
interna y otra externa, es decir, una interfaz que permite la distinción del afuera y del adentro, y volumen que le
aportan la experiencia de un continente”65
El autor agrega que estas experiencias de contacto con el cuerpo de la madre deben darse dentro de un marco de
relación aseguradora de apego con ella. De esta forma no sólo se diferenciaría el exterior del interior, sino que
también se llega a “la confianza necesaria para el control progresivo de los orificios, porque no se puede sentir
confianza en cuanto a su funcionamiento si no se posee, por otra parte, un sentimiento básico que garantice la
integridad de su envoltura corporal.”66 Anzieu considera que paralelamente a la diferenciación dentro-fuera, se va
construyendo el sí mismo, por una introyección del universo sonoro, gustativo y olfativo, como “cavidad psíquica
pre-individual dotada de un esbozo de unidad e identidad.”67
Teniendo en cuenta los aspectos cognitivos que hacen a la construcción del propio cuerpo y a la noción del yo
distinto de los otros, me parece importante mencionar a Piaget, quien plantea que el niño realiza un proceso para
pasar del egocentrismo total a la descentración. Así expresa que: “el universo inicial está enteramente centrado en
el cuerpo y la acción propios, en un egocentrismo tan total como inconsciente de sí mismo (falta de conciencia
del yo). En el transcurso de los dieciocho primeros meses se efectúa, por el contrario, una especie de revolución
copernicana o, más simplemente dicho, de ‘des-centración’ general, de modo que el niño acaba por situarse como
un objeto entre otros, en un universo formado por objetos permanentes, estructurado de manera espacio-temporal
y sede de una causalidad a la vez espacializada y objetivada en las cosas” 68
65
Anzieu, D. “El yo piel”. Primera edición. Madrid: Ed. Biblioteca Nueva; 1987. P. 47.
Ibídem nota 65. P. 49.
67
Ibídem nota 65. P. 171.
68
Piaget, J.; Inhelder, B. “Psicología del niño”. Novena edición. Madrid: Ed. Morata; 1980. P. 24.
66
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
En este proceso que realiza el niño hacia la independencia, es importante resaltar el momento, alrededor de los 2
o 3 años, en el que el niño puede nombrarse cómo “yo”. De esta forma el niño se reconoce a sí mismo, afirmando
su identidad y personalidad.
El espejo
Dentro de la etapa de diferenciación yo –no yo y del reconocimiento del cuerpo propio, se destaca el estadio del
espejo, inicialmente nombrado por Wallón, tomado por Lacan y luego citado por múltiples autores, como un
proceso fundamental para que el niño pueda darse cuenta de la globalidad de su cuerpo, de la unión de todas sus
partes, y a su vez de la diferenciación de lo que es su propio cuerpo y lo que es el cuerpo de los otros. A través de
esta etapa, el niño podrá pasar, según Lacan “de una imagen fraccionada del cuerpo a la comprensión de la
unidad de su cuerpo como un todo organizado, a la vez que a la confirmación de sí en la mirada del otro”69
Ajuriaguerra le da importancia al ‘estadio del espejo’, planteando que la imagen especular es “algo más que una
imagen enfrente del espejo o en el espejo. Es la imagen del preconocimiento de sí mismo en el cuerpo del otro: el
espejo es el otro. […] El conocimiento del otro confiere al niño la posibilidad de darse cuenta de que si el otro
está formado de fragmentos que forman una totalidad, estos mismos fragmentos que existen en él y que él puede
reconocer, forman, de hecho, una especie de totalidad en la que se halla implicada la imagen especular del otro” 70
Zazzó (1979), realizó distintas experiencias sobre la imagen especular y la imagen antiespecular, buscando
comprender el proceso que realiza el niño en la construcción de su propia imagen. Plantea que “para
‘reconocerse’ en el espejo el niño debe romper con el realismo de la imagen especular: en la profundidad del
espejo, el espacio percibido al principio como real debe hacerse virtual. Se establece, por tanto, una relación de
significante a significado entre la imagen especular y la que ya conoce el niño, firme y confusamente, como él
mismo.”71
69
Citado por: García, B. “El cuerpo. Cuerpo real, esquema corporal, imagen corporal”. En: De León, C., García, B., Grajales, Mª I.,
Podbielevich, J., Ravera, C., Steineck, C. “Cuerpo y Representación. Espacio de reflexión en terapia psicomotriz” Primera edición.
Montevideo: Ed. Psicolibros; 2000. Páginas 69 a 95. P. 78.
70
Ajuriaguerra, J. “Manual de psiquiatría infantil”. Cuarta Edición. Barcelona: Ed. Masson; 1996. P. 346.
71
Zazzo, R. “Imagen especular e imagen antiespecular. Experiencias sobre la construcción de la propia imagen”. Material para el
estudio de la Psicomotricidad Operativa (II). Editado por FUNDARI. Páginas: 71 a 78. P. 71.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
Wallón (1964) describe cómo reacciona el niño ante la presencia de su imagen en el espejo, a través de diferentes
etapas de su desarrollo, antes de “[…] llegar a reducir en una intuición de conjunto todo aquello que se refiere a
su personalidad física. […] Se trata de saber cómo llegar a ser capaz de reconocer como suyo su aspecto
exteroceptivo, que el espejo le traduce de la manera más completa y evidente.” 72 El proceso se daría en dos
grandes etapas que serían percibir la imagen y reportarla a sí mismo, dentro de las cuales las sub-etapas son
muchas y complejas.
Al hablar de la etapa del espejo, Anzieu (1987) destaca la existencia, incluso anterior a esta etapa, de un ‘espejo
sonoro’ o ‘piel audiofónica’, la cual tendría una función importante en la adquisición de la capacidad de
significar y luego de simbolizar. “Antes que la mirada y la sonrisa de la madre, que le nutre y le cuida, remitan al
niño una imagen de sí que le sea visualmente perceptible y que interiorice para reforzar su sí mismo y bosquejar
su yo, el baño melódico (la voz de la madre, sus canciones, la música que le hace escuchar) pone a su disposición
un primer espejo sonoro que utiliza primero con sus gritos (que la voz materna tranquiliza como respuesta) y
luego con sus gorjeos y finalmente con sus juegos de articulación fonemática.” 73
De forma de resumir los distintos aspectos a partir de los cuales se da la construcción de la noción de cuerpo
propio, Blanca García (2000) plantea los siguientes:

La sensibilidad interoceptiva proveniente de las vísceras y su funcionamiento.

La sensibilidad propioceptiva originada en la actividad motriz propia y la que le es impuesta.

La sensorialidad exteroceptiva. Tacto, temperatura, visual, auditiva.

La actividad exploratoria de su propio cuerpo y del cuerpo del otro.

Las reacciones tónico-emocionales que le darán en un comienzo la sensación difusa de globalidad corporal.

Los acuerdos y desacuerdos tónicos y los ritmos.

La construcción del objeto y del espacio

El reconocimiento y la significación otorgada a sí mismo por el otro.

La diferenciación y separación del otro.
72
73
Wallón, H. “Los orígenes del carácter en el niño” Primera edición en castellano. Argentina: Ed. Lautaro; 1964. P. 171.
Anzieu, D. “El yo piel”. Primera edición. Madrid: Ed. Biblioteca Nueva; 1987. P. 183.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez

La imagen visual (espejo) de su cuerpo que permitirá unir sus sensaciones corporales a la imagen de su
cuerpo como totalidad.
La autora destaca que luego el bebé deberá pasar por un proceso de apropiación de su cuerpo, hacerlo propio.
Para lograrlo deberá ir haciendo avances en el dominio motor, vinculados con posturas, movimientos, gestos, y a
su relación con el espacio y el tiempo. Así, en este proceso de construcción del cuerpo propio no debemos olvidar
el papel que tiene el tono muscular, el equilibrio y el movimiento.
La infancia
Si bien durante la etapa de la niñez pueden darse un sinfín de experiencias que contribuyan a la formación del
cuerpo, destacaré el papel que tiene el juego en la infancia del psicomotricista: que significó para él el juego,
cómo lo vivió, lo cual influirá en su concepción del juego, en la importancia que le de y en su propia capacidad
de jugar; aspectos fundamentales para el desempeño de su rol.
Diversos autores han descrito distintos tipos de juego, sin embargo, me parece importante limitarnos a los juegos
que tienen que ver con la construcción del cuerpo, que contribuyen a la formación del yo. A la vez que se conoce
y se construye como sí mismo, el niño conoce y se expresa a través del juego, además, al jugar involucra siempre
su propio cuerpo.
Los juegos relacionados a esta construcción del propio cuerpo, serían:

Juegos de ejercicio: inicialmente fueron descritos por Piaget, quien plantea que “consiste en repetir por placer
actividades adquiridas con un fin de adaptación”74. Abarca así las reacciones circulares primarias y
secundarias, siendo el juego característico del periodo sensorio-motor (0 a 24 meses).

Juegos de crianza: Calmels describió ‘juegos corporales’ o ‘juegos de crianza’, planteando que “los primeros
aprendizajes del niño están estrechamente vinculados con el cuerpo, al mismo tiempo que lo construyen.
Cuerpo que se construye desde el ‘sostén, acompañamiento y provocación’ del adulto que ejerce las
‘funciones de crianza’. Las funciones y juegos de crianza son acciones ligadas con el saber más que con el
74
Piaget, J.; Inhelder, B. “Psicología del niño”. Novena edición. Madrid: Ed. Morata; 1980. P. 66.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
conocer”.75 De esta forma el autor destaca los juegos corporales que el adulto realiza con el niño, con ese
‘cuerpo en formación’, por lo que agrega que “los padres acuden al ‘libro de su propio cuerpo’ para poner en
acción caricias, gestos, miradas, mecimientos, contactos, alejamientos, y todo aquello a lo que se recurre para
construir y afianzar el cuerpo, sobre la base del organismo que emite señales programadas. Podríamos decir
que por el cuerpo de otro nos apropiamos del organismo, construyendo un cuerpo propio”.76

Juego sensorio-motor: son juegos con el cuerpo, que pueden estar centrados en el propio cuerpo o en el
exterior y que desencadenan lo que Aucouturier denominó placer sensorio-motor o sensoriomotriz “el placer
sensoriomotriz es la expresión evidente de la ‘unidad’ de la personalidad del niño, puesto que crea la unión
entre las sensaciones corporales y los estados tónico emocionales y permite el establecimiento de la
globalidad”.77 Entre estos juegos encontramos: saltos, caídas, desplazamientos, balanceos, giros.

Juegos pre-simbólicos: Claudia Ravera (2000) plantea que son juegos que se dan principalmente con el
adulto, donde se esboza una separación significado-significante, juegos impregnados de ‘mamá’, que
permiten medir la distancia, la dialéctica cerca-lejos. “Este tipo de juegos permitirá al niño ir descubriendo y
diferenciando entre las invariantes y las transformaciones de sus sensaciones, sus percepciones, sus
movimientos y posturas, tan importantes en la construcción del esquema y la imagen corporal”78 Dentro de
este tipo de juegos encontramos: acercarse-alejarse, aparecer-desaparecer, lanzar-recoger, vaciar-llenar,
perseguir-ser perseguido.

Juego simbólico: Piaget dice que el juego simbólico “no es sólo asimilación de lo real al yo, como el juego en
general, sino asimilación asegurada (lo que la refuerza) por un lenguaje simbólico construido por el yo y
modificable a la medida de las necesidades.” 79 Así el niño toma objetos o pautas temporo-espaciales de la
realidad y los transforma en una escena, en una fantasía adaptada a sus necesidades, sobre todo afectivas.
75
Calmels, D. “Cuerpo y saber”. Tercera edición. México - Buenos Aires: Ed. Novedades Educativas; 2001. P. 32.
Ibidem nota 75. P. 32 y 33.
77
Citado por: Ravera, C. “Desarrollo psicomotor y juego: Importancia de los juegos que despiertan placer sensoriomotriz en el proceso
de simbolización”. En: De León, C., García, B., Grajales, Mª I., Podbielevich, J., Ravera, C., Steineck, C. “Cuerpo y Representación.
Espacio de reflexión en terapia psicomotriz”. Primera edición. Montevideo: Ed. Psicolibros; 2000. Páginas: 131 a 146. P. 138
78
Ravera, C. “Desarrollo psicomotor y juego: Importancia de los juegos que despiertan placer sensoriomotriz en el proceso de
simbolización”. En: De León, C., García, B., Grajales, Mª I., Podbielevich, J., Ravera, C., Steineck, C. “Cuerpo y Representación.
Espacio de reflexión en terapia psicomotriz”. Primera edición. Montevideo: Ed. Psicolibros; 2000. Páginas: 131 a 146. P. 143.
79
Piaget, J.; Inhelder, B. “Psicología del niño”. Novena edición. Madrid: Ed. Morata; 1980. P. 66.
76
- 32 -
“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
Estos juegos tienen gran importancia en la estructuración psíquica del niño. Son por ejemplo: jugar a las
mamás-papás, a las casitas, el almacén, los doctores, entre muchos otros.

Juegos de construcción: Estos juegos de construcción-destrucción influyen en la estructuración psíquica
(transformaciones o reconstrucciones a nivel psíquico) y simbólicamente pueden tener que ver también con la
construcción del propio cuerpo. Como plantean C. De León, B. García y C. Steineck (2000), a través de estos
juegos se da una construcción en el imaginario del niño, permiten ir descubriendo invariantes y
transformaciones, así como expresar y elaborar fantasías inconscientes.
La adolescencia
Me parece importante no dejar de lado los cambios que se producen en relación a la vivencia corporal durante
adolescencia: cambios y conflictos corporales, aceptación o no del propio cuerpo, afirmación del yo, crisis de
identidad. Es importante ver cómo se resuelven estos conflictos, ya que son aspectos que influyen en la
formación de la personalidad y del yo; lo cual a su vez va a influir en el rol. Hay que considerar también, que
muchas veces la elección de carrera se realiza en esta etapa de conflicto con el propio cuerpo.
- 33 -
“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
CAPÍTULO III: FORMACIÓN PERSONAL POR VÍA CORPORAL
Todo ámbito de formación en psicomotricidad incluye un área de formación personal. Puede variar el momento
de la carrera en que se sitúa, su duración o encuadre, pero su presencia es imprescindible para la formación del
rol del psicomotricista. En general podemos hablar de la existencia de tres pilares en la formación del
psicomotricista, que serían: la formación teórica, la formación práctica y la formación personal por vía corporal.
A través de esta última, el futuro psicomotricista puede integrar diferentes aspectos de su formación teórica y su
formación práctica en su persona, en su propio cuerpo, vivenciando conceptos. De esta manera, los talleres de
Formación Personal por Vía Corporal constituyen una instancia de articulación de la teoría, la práctica y la
experiencia personal, que habilitan al ‘saber ser psicomotricista’, como desarrollaremos en este capítulo.
Por qué la Formación Personal por Vía Corporal en Psicomotricidad
De forma inicial me gustaría citar a Suzanne Masson, quien en el prólogo de su libro “Las relajaciones”, plantea
que: “Nada que no haya sido vivido puede ser comunicado. La formación didáctica sólo puede ser práctica y se
sitúa en el nivel del entrenamiento corporal personal del futuro utilizador de la técnica. Sólo habiendo dominado
él mismo sus problemas personales corporales y psicológicos será capaz de provocar el interés y el deseo de
identificación en el paciente.”80
En psicomotricidad trabajamos con el cuerpo, con el cuerpo del niño y a través del cuerpo del psicomotricista. Lo
que el niño expresa y comunica a través de su cuerpo, enviando mensajes y esperando una respuesta ajustada a
los mismos, lo va a recibir y captar en su propio cuerpo el psicomotricista, para responderle adecuadamente,
estableciéndose un diálogo, un resonar tónico-emocional mutuo. Es a su vez en este cuerpo del niño, en su acción
y durante su construcción donde se instala la alteración. Así, el cuerpo es la herramienta terapéutica y el objetivo
de la terapia, a través del cual se genera el vínculo terapéutico que permite el tratamiento.
De esta forma el cuerpo pasa a ser un aspecto central en la práctica psicomotriz, ya se trate del tratamiento de
patologías o de estimulación del desarrollo del niño, de ese cuerpo en construcción. Es así que el psicomotricista
debe tener un amplio conocimiento de su propio cuerpo y del cuerpo del otro para comprenderlo, descifrar sus
80
Masson, S. “Las relajaciones”. Primera edición. Barcelona: Ed. Gedisa; 1985. P. 9.
- 34 -
“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
señales y comunicarse corporalmente con el niño. Pero este ‘conocimiento’ no es desde el pensamiento teórico,
sino que es un conocimiento desde la vivencia, desde el sentir y el sentir hacer. Es un ‘saber ser’ psicomotricista.
Como plantea Cristina de León, “Este saber no es meramente intelectual, ya que en psicomotricidad no se trata
sólo de pensar, sino que es un saber que se adquiere desde la vivencia, desde el profundo involucramiento de
cada individuo en las situaciones que se van proponiendo, situaciones en las que el sujeto participa con todo su
cuerpo, con toda su persona. Y es a partir de lo sentido, a partir de las emociones, a partir de lo compartido, que
se realizan las integraciones, integraciones de conocimientos recogidos en otras instancias de la Carrera.” 81
Ajuriaguerra, en el prefacio al libro: “La práctica psicomotriz. Reeducación y Terapia”, dice que “La formación
personal del psicomotricista debe pasar por la vía corporal no verbal. El practicante psicomotriz, debe revivir o
vivir la situación que más se aproxima a la vivencia del niño para llegar a comprender el sentido profundo de la
expresividad psicomotriz. Para descubrir una dinámica personal: estar a la escucha del otro, al mismo tiempo que
vivir las propias sensaciones, en un ir y venir permanente. Debe vivir el ajuste tónico, observar las situaciones de
carácter regresivo y de carácter simbólico, al mismo tiempo que descubre al otro y que vive su dinámica
personal”82
En este sentido, Cristina de León plantea que “El psicomotricista debe desarrollar una sensibilidad especial que le
permita captar la expresividad motriz del niño. […] Se trata de restablecer un modo de relacionarse que es propio
de la infancia temprana y que el adulto ha ido perdiendo a lo largo de su evolución. Para esto debe lograr
descentrarse hacia la persona del niño para poder observar sus mínimos gestos, los cambios en su tonicidad, sus
actitudes, el uso que realiza del espacio y del tiempo”83
De forma de resumir para qué y por qué es necesaria la Formación Personal por Vía Corporal, podemos citar a
Alicia Valsagna, quien plantea que “El saber acerca del propio cuerpo, desarrollando una mirada y una escucha
sensibles, brinda al profesional de la psicomotricidad mayores posibilidades de establecer comunicación, de
comprender al otro en su demanda, de adecuar sus propios mensajes corporales, y de poder participar más
eficazmente en un diálogo tónico. Hay una comprensión corporal desde la propia vivencia, desde las propias
81
De León, C. “La Formación corporal: integradora de disciplinas”. Artículo inédito
Ajuriaguerra, J. de. prefacio a: Aucouturier, B., Darrault, L., Empinet, J.L. “La práctica psicomotriz. Reeducación y Terapia”. Primera
edición. Barcelona: Ed. Científico Médica; 1985. P. 13.
83
De León, C. “La Formación corporal: integradora de disciplinas”. Artículo inédito.
82
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
reacciones corporales, desde la percepción propia, que permite abrirse a la recepción del decir corporal del
otro”.84 Y más adelante agrega que se trata de “observarse en el propio cuerpo, para observar el cuerpo del otro,
y de formarse en la disponibilidad corporal y la competencia relacional necesarias para el ejercicio del rol” 85
Objetivos de la Formación Personal por Vía Corporal
Aucouturier, al hablar de la formación personal del psicomotricista, concluye que “su finalidad es alcanzar la
capacidad de comprender y comprenderse, de llegar a ser uno su propio espejo” 86
Para lograr este comprender y comprenderse, conocer y conocerse, captar señales del cuerpo del otro y las
propias, expresarse y captar la expresión del otro, se plantea un trabajo a través del cuerpo cuyos objetivos, según
Alicia Valsagna, “tienden a que el futuro psicomotricista pueda lograr:

Desarrollar su disponibilidad corporal y actitudinal, para el ejercicio del futuro rol profesional.

Acrecentar la toma de conciencia del propio cuerpo, su gestualidad, sus modos posturales, su tonicidad y sus
posibilidades de movimiento, descubriendo posibilidades y límites en el propio accionar corporal.

Concientizar actitudes corporales propias y en relación a otros.

Desplegar sus capacidades creativas y comunicativas, manifestándose disponibles a disfrutar el caudal
expresivo y comunicativo del cuerpo.

Comprender la importancia del juego participando, investigando, y valorando el placer de jugar.

Redescubrir el placer sensomotriz y expresivo.

Desarrollar la capacidad de observación y escucha de la demanda corporal del otro, y de la adecuación
corporal de sus propias respuestas.

Aprender a observar al otro, diferenciando aspectos fenoménicos, de la resonancia personal que aquellos
generan, y realizar inferencias sobre lo observado.

Enriquecer la propia imagen corporal

Reflexionar sobre las resonancias personales que producen las distintas actividades, y los procesos que ellas
implican.
84
Valsagna, A. “La formación corporal del psicomotricista”. Revista Iberoamericana de Psicomotricidad y Técnicas Corporales, 2003;
número 11. Páginas: 5 a 12. Disponible en: www.iberopsicomot.net. P. 6.
85
Ibídem nota 84. P. 7
86
Aucouturier, B., Darrault, L., Empinet, J.L. “La práctica psicomotriz. Reeducación y Terapia”. Primera edición. Barcelona: Ed.
Científico Médica; 1985. P. 80.
- 36 -
“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez

Valorar la importancia del trabajo corporal en grupo, y del intercambio comunicacional, en la formación del
psicomotricista”87
Aucouturier (1985) describe detalladamente ciertos principios de la formación personal. Debido a la extensión de
los mismos sólo los nombraré en el presente trabajo. Estos principios son:

Una formación que exige un marco, un espacio, una duración

Una formación en grupo por vía corporal

Una formación que tiene una dirección

Una formación para la escucha del otro

Una formación para la escucha y para un control particular de sí mismo
Mila, describe los siguientes objetivos de la formación personal por vía corporal:

“Presentar disponibilidad a nivel intelectual, afectivo y corporal, para facilitar un diálogo tónico ajustado, la
capacidad de transformarse y transformar al otro, desde la dismetría y el simbolismo.

Tener capacidad de escucha de uno mismo y del otro para construir una relación empática.

Adquirir una comprensión de los aspectos inconscientes que se movilizan en la intervención psicomotriz,
tanto por parte del psicomotricista como de quien recibe la intervención.

Integrar un sistema personal de actitudes, que a partir de la escucha de uno mismo, evite proyecciones y
posibilite la escucha adecuada del otro para ayudarle a constituirse como sujeto.

Mostrar capacidad de contención para posibilitar el establecimiento de límites claros, seguridad física y
afectiva.

Internalizar la dialéctica cuerpo-psique en este proceso de formación personal, manifestado a través del
cuerpo, la palabra, la expresión gráfica y otras técnicas corporales.

Transferir los conocimientos teóricos y prácticos a la práctica profesional.”88
87
Valsagna, A. “La formación corporal del psicomotricista”. Revista Iberoamericana de Psicomotricidad y Técnicas Corporales, 2003;
número 11. Páginas: 5 a 12. Disponible en: www.iberopsicomot.net. P. 7
88
Apuntes tomados de: Mila, J. y otros en: “Trabajo de Investigación del Equipo Interuniversitario de Investigación y Docencia en
Formación Corporal y Personal del Psicomotricista de la Universidad de Rovira i Virgili de Terragona, España y la Universidad de la
República, Uruguay” Dentro de la Mesa Redonda: “El cuerpo del Psicomotricista. La formación del Rol del Psicomotricista a través del
trabajo corporal específico” En: “Primer Congreso Mundial de Psicomotricidad”, 27 al 30 de Noviembre de 2008, Montevideo,
Uruguay.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
El encuadre de la Formación Personal por Vía Corporal
Existen diversas modalidades de formación, hay lugares en que ésta es semanal, en otros es bisemanal o también
pueden ser talleres mensuales o bimensuales; pudiendo ser éstos de menor o mayor duración.
Aucouturier (1985), plantea que la formación exige un marco, un espacio, una duración, los cuáles brindan
seguridad y garantizan la evolución, tanto de los futuros practicantes de psicomotricidad, como del formador,
juntos. Este autor considera que pueden existir dos modalidades de formación:
- Sesiones regulares de 3 o 4 horas cada semana.
- Stages regulares de 6 a 7 días cada dos meses.
Considera que las sesiones semanales no tienen la intensidad de implicación esperada pero facilitan la
elaboración y distanciación progresiva de lo que se ha vivido, mientras que los stages son momentos decisivos
para la evolución de las personas.
Como ejemplo de la diversidad de modalidades que toma la Formación Personal por Vía Corporal en
Psicomotricidad, podemos ver que en nuestro medio existen tres lugares de formación de la Licenciatura en
Psicomotricidad y los tres plantean un encuadre diferente:

La Licenciatura en Psicomotricidad de la Escuela Universitaria de Tecnologías Médicas, Facultad de
Medicina, Universidad de la República, plantea la realización de 4 talleres de formación personal en el año, de
6 horas de formación cada uno.

La Licenciatura en Psicomotricidad del Instituto Universitario CEDIIAP, plantea una formación de dos horas
semanales, durante el tercer y cuarto año de la carrera.

La Licenciatura en Psicomotricidad de la Universidad Católica del Uruguay plantea talleres semanales durante
los 4 años de la formación.
Dentro del encuadre en que se realiza la Formación Personal por Vía Corporal es importante destacar que ésta se
encuentra inscripta en la formación obligatoria del psicomotricista, como una materia más dentro del plan de
estudios de la Licenciatura, lo cual trae varias implicaciones. No se elige el grupo, los compañeros, ni el
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
coordinador, ni tampoco se elige el momento personal ni de la carrera en que se realizará este trabajo corporalpersonal.
En este sentido, destacamos los planteos realizados por Cristina de León: “Los integrantes del grupo no se eligen
entre ellos: es toda la generación que debe participar junta de esa experiencia. Los conflictos existentes en el
grupo, las rivalidades, problemáticas que se generan en otras instancias de la carrera, se hacen presentes y
generan situaciones, condicionan el trabajo. […] Otro factor que limita el pleno compromiso de los participantes
es el hecho de que ya está determinado el momento en que deben vivir esta experiencia. […] Creemos que este
trabajo dentro de la estructura de la universidad, plantea limitaciones que es imposible sortear. Debemos aceptar
que el nivel de involucramiento de los participantes no va a alcanzar grandes niveles de profundidad, dejando
esta posibilidad de ir más a fondo en experiencias de este tipo para otras instancias futuras fuera de la carrera.” 89
Dentro del encuadre, destacamos que la instancia de Formación Personal debe ser un espacio que brinde
confianza al alumno, que le de seguridad para poder expresarse libremente y así realizar un proceso de
autoconocimiento y de evolución personal profundo. En lo que tiene que ver con transmitir esta confianza,
seguridad y con la profundidad a la que se llegue, el coordinador o formador tiene un rol decisivo.
El coordinador
El rol del coordinador es de extrema importancia, ya que es el que a través de las consignas permite que se den
ciertas situaciones, facilitando la evolución del grupo y la evolución personal de cada estudiante dentro del
mismo. Al mismo tiempo es el responsable de sostener las situaciones.
Aucouturier plantea que “El formador permanece, espacialmente, en el exterior de lo que el grupo vive: debe ser
visto y oído, es el que hace evolucionar las situaciones y debe constituir el punto de referencia en lo que a
seguridad de las personas se refiere”90
89
De León, C. “La Formación corporal: integradora de disciplinas”. Artículo inédito
Aucouturier, B., Darrault, L., Empinet, J.L. “La práctica psicomotriz. Reeducación y Terapia”. Primera edición. Barcelona: Ed.
Científico Médica; 1985.P. 67.
90
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
Con respecto al rol del coordinador, dice Alicia Valsagna: “La escucha del coordinador del grupo, la claridad en
los objetivos de su propuesta, y una adecuada formación, le permiten sostener el encuadre, ejercer un rol
contenedor y sostenedor de la situación. El lugar del coordinador, es el de abrir caminos para la exploración.
Proporcionar un espacio propicio para el desenvolvimiento de la expresividad. Ayudar a una toma de conciencia
del propio cuerpo. Estar atento a los emergentes, y decidir, cuando la situación así lo requiera, si es conveniente
que se desplieguen o replantearlos.”91
El formador o coordinador debe respetar a las personas tal como son, respetando el tiempo de su propia
evolución. Aucouturier dice que “[…] el respeto y la seguridad de la persona son las llaves maestras del
formador.”92 En el grupo pueden surgir situaciones de descarga emocional, crisis personales, situaciones en las
cuales el formador desdramatizará la situación. Aucouturier plantea que “[…] el formador debe ser siempre
continente de las producciones excesivas del grupo. […] El formador no debe inducir, ni provocar, ni impulsar a
las personas a la acción, a la violencia: su papel no es éste, sino que consiste en la búsqueda de situaciones en las
que puedan investirse las pulsiones agresivas.” 93
Es por todo esto que el formador o coordinador de talleres de Formación Personal por Vía Corporal debe tener
una sólida formación personal continua, así como una fuerte formación teórica que también debe ser continua,
haber pasado por un proceso psicoterapéutico personal y mantener una supervisión regular de su trabajo.
El grupo
Ya hemos planteado, junto con Cristina de León, las dificultades que plantea el hecho de que no se elija el grupo
con el que se trabaja en Formación Personal, sino que éste esté constituido, en general, por toda la generación de
la Licenciatura en Psicomotricidad. Pero el trabajo en grupo no sólo tiene estas complicaciones, sino que a su vez
plantea grandes ventajas, ya que es en el relacionamiento con los otros que uno puede conocerse mejor a sí
mismo y darse cuenta de sus actitudes, reacciones, formas de vincularse, etc.
91
Valsagna, A. “La formación corporal del psicomotricista”. Revista Iberoamericana de Psicomotricidad y Técnicas Corporales, 2003;
número 11. Páginas: 5 a 12. Disponible en: www.iberopsicomot.net. P. 8.
92
Aucouturier, B., Darrault, L., Empinet, J.L. “La práctica psicomotriz. Reeducación y Terapia”. Primera edición. Barcelona: Ed.
Científico Médica; 1985. P. 65.
93
Ibídem nota 92.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
En este sentido podemos citar a Alicia Valsagna, quien plantea que: “El lugar de la práctica de formación
personal es un lugar de encuentro, donde el grupo es un dispositivo que permite el despliegue de las relaciones.
Estas relaciones que se dan en el grupo son formas de acercamiento, de rechazo, de separaciones. Se elige un
compañero, uno es buscado por otro, o no es elegido. El grupo acompaña, contiene, desencadena interrogantes:
¿Qué genera la actitud propia en el otro? ¿Qué genera en sí mismo la actitud del otro? ¿Cómo es la respuesta
corporal al contacto o al alejamiento?, ¿Cómo es empujar y ser empujado, sostener y ser sostenido, tocar y ser
tocado, llevar y ser llevado, mover y ser movido? El grupo permite observar y ser observado. Posibilita ver como
reaccionan otros ante la propuesta”94
El grupo, como lugar de encuentro es también un lugar donde se proyectan fantasías inconscientes sobre los
demás integrantes del grupo. En este sentido, Pichón Riviere plantea que: “Cuando varias personas se reúnen en
un grupo, cada miembro proyecta sus objetos de fantasía inconsciente sobre varios miembros del grupo,
relacionándose con ellos según esas proyecciones, que se patentizan en el proceso de adjudicación y asunción de
roles. La estructura interaccional del grupo no sólo permite sino que estimula la emergencia de fantasías
inconscientes.”95
Situaciones y actividades para realizar en los talleres de Formación Personal por Vía Corporal
Son muchas y muy variadas las situaciones que pueden plantearse en los talleres de Formación Personal por Vía
Corporal y dependen además del grupo, de sus necesidades y del proceso que realice, así como del coordinador.
Los distintos autores plantean diversas actividades, agrupadas en temas, o en procesos ideales a realizar.
A modo de ejemplo, citaré a Valsagna quien plantea que en las actividades se ponen en juego:

“Exploración sensoperceptiva del propio cuerpo (Técnica de Sensopercepción de Patricia Stokoe)

Juego – Actitudes lúdicas

Experimentación del vínculo en el contexto grupal a través del diálogo tónico y el movimiento

Exploración de elementos de diversas técnicas y métodos de trabajo corporal consciente, expresivo
94
Valsagna, A. “La formación corporal del psicomotricista”. Revista Iberoamericana de Psicomotricidad y Técnicas Corporales, 2003;
número 11. Páginas: 5 a 12. Disponible en: www.iberopsicomot.net. P. 9.
95
Pichón-Riviere, E. “El proceso grupal. Del psicoanálisis a la psicología social”. Edición número 27. Buenos Aires: Ed. Nueva Visión;
1997. P. 194.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez

Representación y re-significación de la vivencia poniendo palabras a la práctica y utilizando otros medios
expresivos, que permiten plasmar la resonancia personal de la vivencia corporal (registro escrito descriptivo y
reflexivo, verbalizaciones, escritura poética, modelado en arcilla, dibujo, juego dramático)

Concientización y reflexión (en relación al propio cuerpo, en relación al otro, a lo que se juega en cada
instancia, a la vivencia experimentada)

Ejercicio de roles de observador y de coordinador de propuestas vivenciales

Lectura de marco teórico y elaboración de textos que fundamenten y/o sostengan la práctica

Observación de videos

Reflexión escrita y verbalizada sobre las prácticas vivenciadas, coordinadas u observadas

Autoevaluación del propio proceso”96
Podemos nombrar también a Mila, quien describe contenidos del trabajo que se llevarán a cabo durante el
proceso de la Formación Personal por Vía Corporal, los cuáles serían:

“Exploración de las posibilidades del cuerpo propio: el cuerpo y el movimiento, el cuerpo y el espacio,
tensión-distensión, ritmos, equilibrios-desequilibrios.

Encuentro con el otro y con el grupo: acuerdos, resistencia, oposición, rol activo-pasivo

Encuentro con el objeto

Encuentro con el sonido

Proceso de representación a través de: la verbalización, el dibujo, la escritura.”97
Dentro de las actividades a realizar en los talleres de Formación Personal por Vía Corporal, me gustaría destacar
la importancia que tiene la verbalización. Ésta da la posibilidad de poner en palabras lo vivido corporalmente de
forma de pensarse a sí mismo, permitiendo salir del registro de la vivencia y pasar al registro del pensamiento,
esto es lo terapéutico. La verbalización también permite asociar la teoría a lo experimentado en la práctica con los
niños y a la experiencia en la sesión de Formación Personal por Vía Corporal, asociándose así los tres pilares de
la formación del psicomotricista. También hay que destacar la importancia de los dibujos, las construcciones y
96
Valsagna, A. “La formación corporal del psicomotricista: un cómo y un porqué, de un saber que se in-corpora”. Revista
Iberoamericana de Psicomotricidad y Técnicas Corporales, 2009; número 33. Páginas: 85 a 94. Disponible en: www.iberopsicomot.net.
P 90 y 91.
97
Mila, J. “La interdisciplina y los contenidos de la formación del psicomotricista”. Revista Iberoamericana de Psicomotricidad y
Técnicas Corporales, 2005; número 19. Páginas: 7 a 19. Disponible en: www.iberopsicomot.net. P. 17.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
las pinturas, que permiten representar lo vivido en otra forma, así como desarrollar la creatividad, elemento
fundamental para el psicomotricista.
No es una terapia, es terapéutico
Son muchos los autores que plantean que la Formación Personal no es una terapia, no es un lugar de catarsis, ni
de resolución de conflictos, pero que sí es un espacio que tiene efectos terapéuticos, que tiende al ‘cambio de la
persona’, como dice Aucouturier. Este espacio de trabajo corporal permite que emerjan dificultades personales,
imágenes, fantasmas, miedos, vivencias personales anteriores que se actualizan por la vivencia actual; todo lo
cual moviliza afectiva y psíquicamente a la globalidad de la persona y por eso es terapéutico, pero estos
conflictos no van a resolverse en este marco. Es por esto que es aconsejable tener un espacio terapéutico personal
(por ejemplo psicoterapia), exterior a la institución educativa, al cual se puedan trasladar estos temas para ser
analizados con mayor profundidad.
En este sentido, Aucouturier expresa: “Claridad, una vez más, para todos aquellos que pudieran sentir la tentación
de creer que esta formación es una terapia personal; sin duda; de todas las situaciones vividas y de todas las
verbalizaciones subsiguientes; cada uno puede extraer beneficios que suponen un cambio de actitud en su
persona. Pero la formación personal no es una terapia de adultos: el cambio de la persona no es el objetivo
inmediatamente buscado, tan solo es la consecuencia de todo lo que se ha vivido.” 98
98
Aucouturier, B., Darrault, L., Empinet, J.L. “La práctica psicomotriz. Reeducación y Terapia”. Primera edición. Barcelona: Ed.
Científico Médica; 1985. P. 60.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
CAPÍTULO IV:
FORMACIÓN CONTINUA DEL PSICOMOTRICISTA
La Formación Personal por Vía Corporal descrita en el capítulo anterior, constituye sólo un aspecto de la
Formación Personal del psicomotricista. Su inserción en el plan de estudios de la Licenciatura en Psicomotricidad
muchas veces no permite alcanzar grandes niveles de profundidad en el trabajo, que son necesarias para
desempeñar el rol. La formación del psicomotricista no termina nunca, ya que el autoconocimiento del propio
cuerpo, sus expresiones y formas de actuar y vincularse, sus fantasmas actuales y arcaicos; son aspectos que
pueden continuar siendo investigados, descubiertos durante toda la vida.
Es por estos motivos que los distintos autores coinciden en la importancia de que el psicomotricista continúe su
formación en forma continua y paralela a su desempeño profesional, en un ir y venir permanente, en el que tanto
la Formación Personal va a nutrir el rol profesional, como éste va a influir en la forma en que se vive la
Formación Personal. Si bien es importante la Formación Personal por Vía Corporal específica para el trabajo
sobre el rol del psicomotricista; hay muchas y variadas técnicas corporales que existen en el mundo. Y cada vez
son más, debido a la creciente importancia que se le da a las mismas y al cuerpo.
En esta variedad, hay técnicas en las que el objetivo es la expresión a través del cuerpo de sentimientos,
emociones; otras en las que se busca el conocimiento del cuerpo, el autoconocimiento; las hay en las que se
quiere llegar a una integración cuerpo-mente; y finalmente hay otras en las que el objetivo es profundizar el
vínculo consigo mismo, con el otro y/o con el entorno.
Esta diversidad brinda al psicomotricista la posibilidad de ir recorriendo distintas técnicas que ayudarán a
sensibilizar y a flexibilizar el cuerpo, de forma de abarcar diversas áreas de su búsqueda personal, de su trabajo y
formación corporal. Hay que destacar que el estar aquí descriptas dentro de la formación continua, no quiere
decir que deban ser realizadas luego de ‘ser psicomotricista’, sino que se pueden realizar en el correr de su vida,
de su etapa de estudiante y de su desempeño profesional, de manera de ir preparando y enriqueciendo ese ‘ser
psicomotricista’ al ir vivenciando, conociendo su cuerpo, su noción de él, la relación con el cuerpo propio, con
los otros y con el entorno. Pudiéndose también instrumentar la realización de talleres de distintas técnicas
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
corporales durante la Licenciatura en Psicomotricidad, de forma de ir realizando un acercamiento al cuerpo por
parte del estudiante, despertando el interés por su autoconocimiento y el de los otros.
Realizaré una síntesis de algunas técnicas que creo las más relevantes o aquellas en las que me he ido
encontrando durante mi vida. Es importante tener en cuenta que éstas son diferentes opciones que el
psicomotricista puede elegir realizar más allá de la Formación Personal por Vía Corporal específica.
Yoga
El Yoga es una de las técnicas holísticas más antiguas. La palabra ‘Yoga’ tiene dos significados. Por un lado,
significa unión, tanto con uno mismo (integración armónica del ser), como del individuo con el cosmos, con el
universo. Por otra parte, significa las técnicas o métodos utilizados para llegar a esa unión, a este desarrollo
integral del ser humano. Es así que el Yoga puede definirse cómo “un conjunto de técnicas de perfeccionamiento
del ser humano a nivel físico, mental y espiritual”.99 La práctica del Yoga tiene como finalidad que la persona
pueda vivenciar conscientemente en sí misma esa unión. Existen distintas sendas del Yoga, con distintos
objetivos y metodologías, que se adaptan a cada persona. Es así, que el Yoga permite diferentes posibilidades al
psicomotricista, según los intereses y necesidades personales de ahondar en dicha disciplina: desde un trabajo
más basado en el cuerpo físico (flexibilizando el cuerpo, mejorando posturas), pasando por profundizar la
conciencia y la relación con ese cuerpo (favoreciendo la conciencia corporal e introduciéndose en técnicas de
relajación y respiración), hasta un trabajo cada vez más profundo de autoconocimiento que sin duda influirá en la
práctica profesional.
Tai Chi Chuan
El Tai Chi Chuan se considera una disciplina para la integración cuerpo-mente y el equilibrio personal. Se trata
de secuencias de movimientos lentos y suaves, con mucha concentración y respiración suave y profunda; a través
de los cuales se consigue pacificar el espíritu, transmitiendo un sentimiento de paz, armonía y serenidad. Se
trabaja la respiración, la concentración permanente y total con todo el cuerpo (permite tomar conciencia de cómo
está mi cuerpo), el fortalecimiento de músculos, el desbloqueo de articulaciones. Se realiza con música y sin
99
Hernández, D. “Claves del yoga. Teoría y práctica”. Segunda edición. Barcelona: Ed. Los Libros de La Liebre de Marzo, S.L.; 1998.
P.20
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
palabras. Tiene grandes beneficios sobre la salud, tanto física como espiritual, siendo muy utilizado para manejar
el estrés cotidiano. Al psicomotricista puede aportarle serenidad, conciencia corporal y de los movimientos
propios, e integración cuerpo-mente. Es un trabajo muy centrado en la propia persona, por lo que permite el
conocimiento y reconocimiento del cuerpo propio y sus posibilidades de movimiento.
Técnicas de Relajación
Relajar implica aflojar, tanto desde el punto de vista tónico como emocional. En psicomotricidad, si bien se busca
la distención psíquica y tónica, el objetivo principal es el conocimiento del propio cuerpo, que el paciente se
interese por sí mismo y por su cuerpo. Se trabaja a nivel tónico-emocional, reactualizándose la relación madrebebé. Hay múltiples Técnicas de Relajación, con objetivos y metodologías propias. Podemos distinguir Técnicas
de Relajación estáticas y dinámicas. Las Técnicas de Relajación Estáticas más conocidas y utilizadas en nuestro
medio son: Método de Relajación Progresiva de Jacobson, Relajación Terapéutica en el niño de Bergés y Bounes,
Training Autógeno de Schultz y Relajación Psicoterapéutica de J. de Ajuriaguerra. Como Técnicas de Relajación
Dinámicas, Masson (1985) destaca: el Método de Gimnasia Alemana, el Método de Moshé Feldenkrais, el
Método de Marie-Thérèse Orlic, la Eutonía de Gerda Alexander, el Método de Rosalía Chladek y el Método de
Raoul Dupont. Para el psicomotricista las Técnicas de Relajación tienen un doble sentido. Por un lado, pueden
ser utilizadas como un instrumento de trabajo para lograr los objetivos propuestos para un determinado
tratamiento, constituyendo una estrategia de tratamiento entre muchas otras. Por este motivo el psicomotricista
puede realizar Técnicas de Relajación como forma de vivir en su cuerpo lo que luego propondrá al paciente. Por
otra parte, las Técnicas de Relajación son también una técnica corporal, que como otras, pueden contribuir a la
Formación Personal del psicomotricista. Permiten así que el psicomotricista logre relacionarse de otra manera
con su cuerpo, teniendo otro registro del mismo.
Expresión corporal
La Expresión Corporal constituye la base de muchas técnicas corporales y las incluye. La Expresión Corporal
sería un lenguaje, que utiliza el cuerpo como instrumento de comunicación de mensajes expresivos. Logra la
integración de los planos físico, afectivo, social y cognitivo de la persona. Constituye una forma de exteriorizar a
través del cuerpo estados de ánimo, a la vez de liberar energías, tensiones acumuladas, y así permite
desbloquearse, relajarse. También expresar es despertar la sensibilidad, la toma de conciencia, percibir y
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
percibirse aquí y ahora. Se busca además la experiencia del movimiento libre y espontáneo, la creación con el
cuerpo, descubriendo distintas posibilidades que surgen desde el cuerpo. En esta expresión se le da importancia a
la relación con otros, ya que el individuo se auto-expresa a través de las relaciones que establece con su medio,
con el espacio, con los objetos y con los otros. Se le da también importancia a la dimensión cognitiva de la
expresión corporal, ya que para exteriorizar una idea se requiere un proceso mental, que en esencia consiste en
buscar los signos más apropiados de lenguaje corporal y combinarlos del modo más adecuado para que permitan
transmitir el mensaje que se quiere comunicar. Sobre el psicomotricista van a influir tanto los aspectos
expresivos, lo externo, el movimiento, los gestos, la creación del cuerpo propio y con el otro; como los aspectos
cognitivos, lo interno, el pensamiento y los sentimientos.
Danza contemporánea
La Danza Contemporánea puede considerarse un tipo de expresión corporal que surge en oposición a la rigidez
del ballet clásico y que utiliza la danza como un medio de comunicación. Así, a través del cuerpo y el
movimiento, el bailarín expresa sentimientos, emociones, buscando trasmitir un mensaje. Se le da importancia al
movimiento libre, al movimiento de cada parte del cuerpo, al espacio y al tiempo. La Danza Contemporánea
aporta al psicomotricista la posibilidad de crear, expresar emociones y sentimientos con su propio cuerpo, decirse
a través de su cuerpo, liberar el movimiento y tener mayor manejo de su cuerpo en el tiempo y el espacio.
Paralelamente le permitirá captar la expresión en el otro (paciente, niño o adulto con quien trabaja).
Biodanza
“La Biodanza es un sistema de integración humana, de renovación orgánica, de reeducación afectiva y de reaprendizaje de las funciones originarias de la vida”.100 Se busca desarrollar potenciales genéticos, a través de 5
líneas de vivencia, que son: vitalidad, sexualidad, creatividad, afectividad y trascendencia; buscando armonizar e
integrar estas funciones. Se trabaja en tres niveles: vinculación con uno mismo, con los demás y con el entorno.
Los instrumentos para lograr esto son: la música, el movimiento, el grupo y la vivencia. La música conecta con la
emoción e induce al movimiento creándose la vivencia. Estas vivencias “tienen un alto potencial integrador
cuerpo-mente, conectan con un lenguaje arquetípico, crean en las personas una nueva sensibilidad hacia sí
100
Toro, R. “Biodanza”. Segunda edición. Santiago de Chile: Ed. Indigo – Cuarto propio; 2008. P. 39.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
misma, hacia los demás y hacia la vida.” 101 Así, la Biodanza permitirá al psicomotricista un mejor y mayor
desarrollo de sus posibilidades, la expresión de sus emociones más internas, la integración cuerpo-mente y un
mayor conocimiento y sensibilidad hacia sí mismo, los otros y el entorno.
La Eutonía de Gerda Alexander
La palabra Eutonía viene de eu: buen, justo, armonioso; y tonía: tono. Así, Gerda Alexander crea la Eutonía
buscando alcanzar una “tonicidad armoniosamente equilibrada, en adaptación constante y ajustada al estado o a
la actividad del momento”.102 Propone profundizar el conocimiento de uno mismo, así como dosificar el gasto de
energía durante el movimiento. Considera que manteniendo un tono armonioso se logran realizar movimientos
más económicos, sin gastar energía excesiva. Cree que actuando sobre la tonicidad se puede influir sobre todo el
ser humano, pero no busca disminuir el tono, sino obtener un tono adecuado en todas las situaciones y
actividades. Para esto plantea observarse profundamente, sentir conscientemente las variaciones del tono y de las
funciones vegetativas, tanto en reposo como durante el movimiento. “La enseñanza se dirige hacia la conciencia
del cuerpo y del desarrollo, es decir, la percepción y la representación del cuerpo estático, dinámico y su
presencia en el mundo que lo rodea”.103 Al psicomotricista, la Eutonía le aporta profundización sobre el
conocimiento de su propio cuerpo, posibilidad de actuar sobre el tono muscular, logrando un tono equilibrado y
armónico en todas las situaciones y actividades de la vida, y así disminuir el gasto de energía.
Método Feldenkrais
El método elaborado por Moshé Feldenkrais busca que el cuerpo esté organizado para realizar un movimiento
con el mínimo esfuerzo, logrando la mayor eficacia, lo cual se logra con un mayor conocimiento de su
funcionamiento. Para esto se realizan movimientos fáciles y suaves, atendiendo los efectos que estos
movimientos producen en la persona. Considera que el cuerpo es el principal vehículo de aprendizaje que
tenemos los seres humanos, por lo que el objetivo del método es el aprendizaje y toma de conciencia por medio
de movimientos para mejorar el bienestar general a través de la reeducación motora y perceptiva. ‘Aprender a
moverse con el menor esfuerzo hace la vida más fácil’. Este método, considerado una relajación dinámica,
permite al psicomotricista un profundo conocimiento de sus propios movimientos, buscando la funcionalidad de
101
Cita extraída de: www.oceanoquedanza.com/es/biodanza. Enero de 2009.
Alexander, G. “La eutonía. Un camino hacia la experiencia total del cuerpo”. Primera edición. Bs. As.: Ed Paidós; 1979. P. 23.
103
Masson, S. “Las relajaciones”. Primera edición. Barcelona: Ed. Gedisa; 1985. P. 86.
102
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
los mismos, realizando el mínimo esfuerzo. También aporta un gran conocimiento del cuerpo real aquí y ahora y
del esquema corporal.
Sensopercepción
Desarrollada por Patricia Stokoe, la Sensopercepción es una técnica muy relacionada con la Expresión Corporal y
la Danza, que ha recibido aportes de éstas, de la Eutonía y el Método Feldenkrais, entre otras. “La
Sensopercepción se refiere a dos aspectos tendientes uno, a estimular la capacidad de observación y registro de
los estímulos que van a dar lugar a la elaboración de imágenes diferenciadas, detalladas, precisas del propio
cuerpo en su vínculo dinámico y constante con el medio y dos, se puede convertir en una técnica y camino hacia
la danza.”104 Considera que todos tenemos capacidades sensoperceptivas, cada uno viene con un potencial y los
estímulos externos y las oportunidades en la vida permiten que estos sean desarrollados. Permite armonizar el
tono muscular, entrenar los sentidos para agudizar la percepción y desarrollar la capacidad de escucha. Al
psicomotricista aporta capacidad de auto-descubrimiento, de toma de conciencia del cuerpo propio y de
despliegue de potenciales propios. Hay que destacar que A. Valsagna la describe como técnica a utilizar en los
talleres de Formación Personal por Vía Corporal del Psicomotricista.
Contact-Improvisación
“Es una forma de danza en improvisación, que desarrolla un estado de escucha y de atención en relación a los
propios impulsos de movimiento, a la relación de apoyo con la tierra y a los movimientos de los otros. Es una
profunda exploración del uso del peso del cuerpo para el movimiento, de cómo reaccionamos frente al toque, del
estado del cuerpo en caída y del espacio en sus tres dimensiones.” 105 El Contact-Improvisación es una técnica que
permite al psicomotricista escuchar su propio cuerpo, tomar conciencia de él y sobretodo escuchar el cuerpo del
otro, a través del ‘pasaje del peso’, captando los mínimos movimientos que realiza el otro para responderle a
través de mi propio movimiento, estableciendo un vínculo corporal. También, al trabajar la improvisación,
contribuye a desarrollar la creatividad y los aspectos lúdicos.
104
105
Cita extraída de: www.kalmarstokoe.com.ar. Enero de 2009.
Citas extraídas de: www.contactargentina.blogspot.com. Enero de 2009.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
Danceability
Creada por Alito Alessi, Danceability es una forma de danza que busca la integración de personas diversas, con y
sin discapacidad, con y sin experiencia en la danza, para bailar todos juntos, en grupo, buscando diversas
posibilidades de movimientos. Se busca así la integración, permitir la diversidad, dejando de lado los prejuicios
sobre elegancia, belleza y perfección en la danza y el bailarín ideal. Constituyen técnicas sencillas de
improvisación con el movimiento, que permiten la danza y la expresión creativa de todos los cuerpos. Para el
psicomotricista esta técnica puede ser muy beneficiosa, ya que le permite, no sólo un trabajo expresivo,
reconociendo sus propios movimientos, sino sobre todo lo ayuda a aceptar al otro con sus diferencias y bailar con
él. En lo personal, creo que si bien el psicomotricista trabaja habitualmente con niños con múltiples
discapacidades, esta técnica habilita una concepción distinta de la discapacidad, a través de un trabajo directo, de
igualdad con personas con diferentes capacidades, lo cual nos permitiría generar mayor sensibilidad hacia la
diversidad, ‘bailando juntos, perteneciendo al mismo grupo’.
Pilates
El método Pilates consiste en una serie de movimientos que buscan un equilibrio entre cuerpo y mente,
considerando al individuo como un todo integrado. Su objetivo es recuperar el movimiento funcional, las
actividades cotidianas, los hábitos y funcionamientos básicos; se llega así a lograr cuerpos fuertes, elongados y
flexibles. En los ejercicios de Pilates son muy importantes la concentración, la fluidez en la respiración, el control
de los mínimos movimientos, la tonificación de los músculos posturales básicos para estabilizar el cuerpo, la
comprensión de la mecánica corporal y la relajación mental. Brinda al psicomotricista: integración cuerpo mente,
flexibilidad y fuerza para el trabajo, control y conciencia del movimiento, lograr movimientos más funcionales,
potenciar las posibilidades de respiración y de relajación.
Expresión plástica
Como toda forma de expresión y lenguaje, la Expresión Plástica constituye un instrumento de comunicación, que
utiliza la plástica como vehículo de expresión. Se utilizan diversos materiales y elementos para crear, no para
llegar a grandes obras perfectas, sino buscando una expresión libre. Así, a través de los trabajos se evidencia la
afectividad, habilidades y destrezas, imaginación y estética. Al psicomotricista le brinda otra forma de expresión,
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
de creatividad y también un medio de encontrarse con distintas técnicas y materiales que pueden ser utilizados en
los talleres de grafomotricidad.
Teatro
El Teatro se considera como el arte total, ya que utiliza todos los lenguajes expresivos (verbal y no verbal:
plástico, rítmico-musical, corporal, etc.). Su objetivo ha ido cambiando a lo largo de la historia y las distintas
culturas: enfatizar emociones, soltar instintos, mostrar estados de ánimo por medio de gestos simbólicos,
representar escenas, formas de vida, etc. En el teatro moderno se realizan estudios psicológicos y corporales para
analizarse a sí mismo y al personaje. Esto me parece de gran importancia para el psicomotricista, ya que debe
conocerse muy bien a sí mismo, para a su vez ‘entrar en el personaje’, ponerse en su lugar, para poderlo
representar; por lo que implica desarrollar la capacidad empática y refuerza la posibilidad de ser partenaire
simbólico en el juego del niño (estos roles del psicomotricista se desarrollarán en el próximo capítulo). Este
aspecto sería, junto con la posibilidad de ‘expresión total’, lo que le aporta el teatro a la Formación Personal del
psicomotricista.
Talleres de Formación Personal por Vía Corporal
Como forma de Formación Continua se pueden realizar talleres de Formación Personal por Vía Corporal,
formando grupos de psicomotricistas y un coordinador con una sólida formación en Formación Personal por Vía
Corporal. Estos talleres tienen la ventaja de, por un lado, ser específicos para la formación del rol del
psicomotricista, y por el otro que sea elección del psicomotricista realizarlos en el momento que él crea que le
son necesarios, a diferencia de lo que sucede cuando se encuentran insertos dentro del plan de estudios de la
Licenciatura en Psicomotricidad. Sus objetivos y encuadre serían los mismos ya descritos en el capítulo IV,
pudiéndose profundizar en algún área determinada que al grupo de psicomotricistas, junto con el coordinador, les
parezca oportuno abordar.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
CAPÍTULO V:
DEL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA AL DESEMPEÑO DE SU ROL
El psicomotricista, que se ha ido formando como todo sujeto, desde los inicios de la vida, a través de
experiencias corporales y vinculares, luego específicamente con la Formación Personal por Vía Corporal
inserta en la Licenciatura en Psicomotricidad e influenciado enormemente por diversas técnicas corporales y
expresivas que podríamos reunir bajo el término Formación Continua; este ‘ser psicomotricista’ al que
hemos alcanzado, es el que se pondrá en juego en el rol. Es este cuerpo del psicomotricista el que estará
presente en el aquí y ahora en la relación con el niño.
Qué es el rol: El sistema de actitudes del psicomotricista
Aucouturier (1985) plantea un sistema de actitudes del psicomotricista, describiendo 3 actitudes o roles
fundamentales. Plantea que si bien este sistema de acción puede ser complejo, ya que los roles pueden ser
contradictorios, “la imagen del psicomotricista no debe ser ambigua”.106 Así, el psicomotricista debe:

Escuchar al niño gracias a la empatía tónica: Significa comprender los mensajes que el niño nos envía,
mensajes a nivel corporal, a nivel tónico. Aucouturier plantea que esta comprensión “[…] supone una escucha
vigilante, una atención al menor indicio, a la más mínima variación tónica.”107 Esta comprensión es una
comprensión empática, es decir que el psicomotricista debe descentrarse de sí mismo, ponerse en el lugar del
niño para comprenderlo profundamente y luego volver a sí mismo, para así actuar. La empatía tónica implica
aceptar y comprender al niño. Cómo dice Aucouturier, implica “[…] aceptar al otro, con sus dificultades, tal
como es, no como nos gustaría que fuese. […] Tan sólo en un ambiente de seguridad, gracias a la escucha
empática, el otro puede entrar en una dinámica de evolución.”108

Ser partenaire simbólico: Esto implica que el psicomotricista no va a jugar con el niño, sino que es un
compañero de juego. El partenaire simbólico “[…] se inscribe en el juego del niño, no como jugador, sino
106
Aucouturier, B., Darrault, L., Empinet, J.L. “La práctica psicomotriz. Reeducación y Terapia”. Primera edición. Barcelona: Ed.
Científico Médica; 1985. P. 43.
107
Ibídem nota 106. P. 46.
108
Ibídem nota 106. P. 47.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
como agente de un cierto itinerario; simboliza, a requerimiento del niño, ciertos roles, pero no se deja
encerrar en ninguno de ellos.”109 De esta manera, facilita al niño desplegar su juego y proyectarse en él.

Ser símbolo de ley aseguradora: Consideramos la ley no como autoritarismo, sino como orden, permanencia,
que contribuye a crear un clima de confianza y seguridad para el niño. Hay reglas claras, hay un orden para
las cosas, por lo cual el niño puede expresarse libremente, sintiéndose cuidado, respetado, seguro. Y es el
psicomotricista el que simboliza el orden y representa la ley en la sala de psicomotricidad.
Estos tres aspectos se dan a la vez, están íntimamente asociados y se refuerzan entre sí. “El terapeuta, por medio
de su empatía tónica, se inscribe en una actitud de escucha que favorece la comunicación al tiempo que mantiene
una distancia en una atmósfera de seguridad.”110 Seguridad que es posible gracias a ser símbolo de ley en la sala,
manteniendo el orden, la seguridad y las normas, que permiten que la práctica exista. Es dentro de este marco que
el psicomotricista puede introducirse en el juego del niño.
Vemos cómo este sistema de actitudes requiere una sólida formación personal y corporal. La empatía tónica
requiere de un profundo conocimiento de las variaciones tónicas de uno mismo y del otro, así como de la
posibilidad de descentración de uno mismo, para comprender al niño. El psicomotricista debe poder jugar,
disfrutar del juego, aunque al desempeñar el rol no deba jugar realmente con el niño, pero si haber vivenciado el
juego para comprender las demandas del niño y simbolizar adecuadamente los roles que el niño desee en el
juego. Mostrar corporalmente orden y seguridad, ser seguro de uno mismo, permite mantener el encuadre de
confianza y seguridad que necesita el niño, simbolizando la ley.
Aucouturier habla de un sistema de actitudes del psicomotricista y podemos pensar cómo desempeñar un rol es
justamente ‘adoptar una actitud’, al decir de Jean Chateau. Siguiendo a este último autor, Blanca García (2008)
plantea que la actitud tónica y postural que el psicomotricista adopta en la sala constituye: “Su forma corporal
que expresa su rol de terapeuta. Forma corporal que permite sus gestos, el ritmo de sus gestos, amplitud de
movimientos. Forma de su cuerpo que expresa disponibilidad, escucha, aceptación, recepción, comprensión,
109
Aucouturier, B., Darrault, L., Empinet, J.L. “La práctica psicomotriz. Reeducación y Terapia”. Primera edición. Barcelona: Ed.
Científico Médica; 1985. P. 45.
110
Ibídem nota 109. P. 48.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
empatía. Actitud corporal que expresa seguridad y confianza. Forma del cuerpo que adopta para funcionar como
partenaire simbólico (actitud que simboliza un lobo, un padre, un maestro, un animal furioso). Actitud perceptiva
que permite esa visión de conjunto, globalizadora de la acción de los distintos integrantes de la sala. Sistema de
actitudes que es integrado y trabajado a partir de la Formación Personal por Vía Corporal.”111
Qué cuerpo se pone en juego en el rol
Nos debemos preguntar con qué aspectos de su realidad corporal trabaja el psicomotricista. ¿Trabaja con su
cuerpo real, con su esquema corporal, o con su imagen corporal? ¿Qué pone en juego al desempeñar el rol?
Vemos que si pensamos en la práctica psicomotriz, el psicomotricista al ejercer su rol va a poner en juego tanto
su cuerpo real, como su esquema corporal y su imagen corporal.
El cuerpo real siempre está presente, es el cuerpo que el niño ve, el que trasmite el tono, el que muestra posturas
y actitudes, es el cuerpo que actúa, que acciona, el cuerpo que se mueve, el que hace. También el cuerpo real del
niño es el que está presente en el aquí y ahora en la relación con el psicomotricista. Podemos decir que el vínculo
entre los ‘cuerpos reales’ de ambos sería el vínculo que se ve, el vínculo consciente, explícito.
El esquema corporal es el que se necesita para la realización del movimiento en el medio, permitiendo una
correcta adecuación del movimiento en el tiempo y el espacio. Es el que permite el conocimiento de posibilidades
y realidades corporales, tanto del psicomotricista como del niño. Constituye de esta forma el aspecto más
cognitivo. Si bien el esquema corporal está presente y debe estarlo para un correcto movimiento en el espacio y el
tiempo de ambos; este vínculo ya no es del todo consciente, sino también preconsciente e inconsciente.
La imagen corporal se da a ver en las posturas, en la expresividad motriz, en los gestos, en las actitudes, en las
reacciones tónicas y se pone en juego frente a cualquier relación del individuo con su entorno, fundamentalmente
humano, lugar donde también se ha generado. Con más razón se pone en juego en una relación terapéutica
privilegiada, en una disciplina en la que la acción terapéutica se vehiculiza a través del cuerpo. Si bien la imagen
111
García, B. “Análisis del campo de estudio y acción de la psicomotricidad analizado desde la perspectiva del pensamiento de
Wallón”. Curso pre-congreso dictado el 27 de noviembre de 2008. En: “Primer Congreso Mundial de Psicomotricidad”, 27 al 30 de
Noviembre de 2008, Montevideo, Uruguay.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
corporal, tanto del psicomotricista como del niño, se pone en juego en el aquí y ahora, esa relación constituye el
aspecto inconsciente.
Transferencia y contratransferencia en psicomotricidad
En el “Diccionario de Psicoanálisis”, Laplanche y Pontalis, plantean que la transferencia es “el proceso por el
cual los deseos inconscientes se actualizan sobre ciertos objetos en el marco de un tipo de relación establecida
con ellos y eminentemente en el encuadre de la relación analítica”.112 Así, vemos que se traen al presente
situaciones del pasado, volviéndolas a representar en la relación analítica actual y proyectando sobre el terapeuta,
fantasmas y personajes del pasado. Por su parte, la contratransferencia serían los aspectos inconscientes del
terapeuta que se relacionan a las manifestaciones de transferencia del paciente.
Si bien la transferencia fue descrita para explicar situaciones que se daban durante la cura psicoanalítica, vemos
que se da en todas las relaciones vinculares de la vida, en las que muchas veces se actúa y se reacciona por
vivencias anteriores que no se explican por el contexto actual. Como dice Aucouturier “nuestra manera de ser y
estar en el mundo se funda, en parte, en una vivencia anterior sin que nosotros tengamos una clara conciencia de
ello”113
En la sala de psicomotricidad también se dan fenómenos transferenciales. La figura del psicomotricista puede ser
objeto de revivir situaciones pasadas, sobre la que se depositen fantasmas, o sea con la cual se den relaciones
transferenciales. Aucouturier (1985), si bien acepta la existencia de fenómenos transferenciales en la sala de
psicomotricidad, considera que casi no se trabaja sobre ellos, como sí se hace en la terapia analítica. Al respecto,
dice que “a partir del momento en que la persona del terapeuta (o del reeducador) deja de ser soporte de la
transferencia, de forma privilegiada, ésta ya no es un resorte esencial de la terapia y carecemos ya de razones para
centrarnos en este aspecto. Resulta mucho más importante examinar cómo podemos hacer evolucionar las
pulsiones y las compulsiones entrando en una dinámica de comunicación” 114
112
Citado por: Pichón-Riviere, E. “El proceso grupal. Del psicoanálisis a la psicología social”. Edición número 27. Buenos Aires: Ed.
Nueva Visión; 1997. P. 191.
113
Aucouturier, B., Darrault, L., Empinet, J.L. “La práctica psicomotriz. Reeducación y Terapia”. Primera edición. Barcelona: Ed.
Científico Médica; 1985. P. 41.
114
Ibídem nota 113. P. 43.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
Más adelante, Aucouturier (2005) describe un concepto, que podemos pensar que es análogo al concepto de
transferencia, al hablar de la emergencia de ‘resonancias tónico-emocionales recíprocas’, que viven tanto los
niños como el psicomotricista. Plantea que durante la práctica psicomotriz se dan movilizaciones afectivas, que
cuando son vividas con placer producen “fuertes resonancias tónico-emocionales recíprocas que harán emerger
en los niños representaciones de su historia afectiva” 115. Sin embargo, aunque éstas sean recíprocas, aclara que
“no pueden ser idénticas en los niños y en el psicomotricista, ya que en este último deben tener un carácter
empático. […] Las resonancias tónico-emocionales recíprocas empáticas del psicomotricista en su implicación
corporal con los niños, le permiten interaccionar sin invadir y esta interacción permite acompañarles y
envolverles de manera estructurante”.116 Aucouturier (2005) plantea que esta actitud requiere que el
psicomotricista tenga capacidad de sentir sus mínimas transformaciones tónicas y emocionales en su relación con
el niño; pueda escucharse a sí mismo para descubrir sus propias resistencias o sus repeticiones de situaciones de
placer o displacer y pueda escuchar el ‘cómo estoy en mi cuerpo’.
A pesar de estos planteos de Aucouturier, es indudable que la transferencia está presente constantemente en la
práctica psicomotriz. Por un lado porque se da, cómo dijimos anteriormente, en todas las relaciones humanas, y
por otro porque al ser una relación terapéutica, se pone en juego más aún entre el psicomotricista y el paciente.
Así, la transferencia en la sala de psicomotricidad se da en forma de vivencias, o sea a través de actos, del juego,
del cuerpo. Por ejemplo, siendo el psicomotricista ‘partenaire simbólico del niño’, deberá representar roles para
el juego del niño. Estos roles representados facilitarán los fenómenos transferenciales, ya que el niño deposita en
estos roles fantasías, miedos y vivencias anteriores, para resolverlos a través del juego, a través del
psicomotricista que presta su cuerpo, para que sobre él el niño coloque sus fantasmas y los pueda elaborar.
115
Aucouturier, B. “Los fantasmas de acción y la práctica psicomotriz”. Segunda edición. Barcelona: Ed. Biblioteca Infantil; 2005. P.
229.
116
Ibídem nota 115
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
Lapierre, plantea que “el transfert existe siempre, incluso en la pedagogía más tradicional y el psicomotricista
debe ser consciente, aceptarlo y utilizarlo, pero no debe dejarse arrastrar a vivirlo corporalmente, regresivamente,
fusionalmente”117
Cori Camps (2005) plantea que la transferencia existe en todas las relaciones humanas. En psicomotricidad
describe la transferencia y la contratransferencia no sólo como fenómeno que se genera en la relación entre el
terapeuta y el paciente en la práctica psicomotriz, sino también durante el proceso de formación personal, tanto
con el formador o coordinador, como con los otros integrantes del grupo de formación personal. Plantea que la
existencia de una relación transferencial, permite que el psicomotricista pueda desarrollar una serie de actitudes
necesarias para ejercer su rol, estas son: diálogo tónico, empatía tónica, disponibilidad corporal, contención,
escucha, aceptación del otro, transformación, disimetría.
117
Lapierre, A. “La formación personal en psicomotricidad”. Revista Iberoamericana de Psicomotricidad y Técnicas Corporales, 2005;
número 19. Páginas: 21 a 26. Disponible en: www.iberopsicomot.net. P. 24.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
CONCLUSIONES
A lo largo del presente trabajo he podido profundizar sobre el concepto de cuerpo desde diferentes puntos de
vista y reflexionar acerca de la experiencia corporal del psicomotricista, desde lo que tiene que ver con sus
primeras experiencias como sujeto, pasando por su formación personal por vía corporal, inserta en la formación
académica, por su formación continua y analizando el ejercicio de su rol.
Podemos ver cómo la multitud de reflexiones y conceptos relacionados con el concepto de cuerpo, se desprenden
de la diversidad de religiones, culturas, corrientes filosóficas, psicológicas, sociales y culturales. No debemos
considerar esta diversidad como un aspecto negativo para alcanzar un concepto de cuerpo, sino que debe ser
tomado como una virtud, ya que los variados puntos de vista aportan diferentes visiones, apuntando a distintos
aspectos, formando parte de su globalidad. Así, podemos considerar el cuerpo en estas diversas facetas que coexisten, no siendo opuestas sino complementarias.
De este modo es que consideraremos también al cuerpo del psicomotricista y a su experiencia corporal, como
compuestos por diversos aspectos, que aportan a su personalidad, a su cuerpo y a su rol. Consideramos así, que el
cuerpo del psicomotricista y el rol que va a desempeñar se construyen a través de un largo proceso. Este proceso
se inicia con el sujeto, desde los primeros días de vida, e incluso desde el momento de la gestación.
Así, hemos analizado cómo los primeros vínculos del bebé con su madre, incluso ya durante el embarazo,
comienzan a construir el cuerpo, dando una base segura para el desarrollo de la personalidad del sujeto. El sostén
de la madre y el diálogo tónico-emocional que se establece con ella van dando un sentido al cuerpo, unificándolo.
El apego evoluciona hacia una etapa de separación-individuación, donde el niño va comprendiendo que es un ser
distinto al resto, un sujeto entre otros sujetos y objetos. Esta etapa es fundamental en la construcción del cuerpo
propio y la noción que se tiene de él. Vimos también la importancia de la niñez, destacando el papel del juego,
por un lado como medio de expresión y de conocimiento del cuerpo propio, y por otro como experiencia que el
psicomotricista reedita en su rol, al ser partenaire simbólico en el juego del niño. También le dimos importancia a
la adolescencia como etapa de conflicto y aceptación del cuerpo que cambia.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
Al reflexionar sobre la Formación Personal por Vía Corporal, me parece importante resaltar su importancia
dentro de la formación académica del psicomotricista. Dentro de ésta existen tres pilares fundamentales que son
la formación teórica, la formación práctica y la formación personal por vía corporal. Creo que esta última es un
aspecto esencial, que deben tener en cuenta los diversos ámbitos de formación en psicomotricidad para repensarla, tanto en lo que tiene que ver con su duración y frecuencia, como en su extensión en la carrera y también
en sus contenidos. Debido a la importancia que tiene la formación personal para el desempeño del rol del
psicomotricista, me parece esencial que tenga una extensión más importante dentro de la Licenciatura en
Psicomotricidad. Quizás se puede pensar en la posibilidad de brindar talleres de distintas técnicas corporales
dentro de la Licenciatura, como forma de permitir que los alumnos se aproximen al trabajo corporal,
interesándose por continuar su formación personal, ya sea en forma paralela o posterior a la carrera, así como que
conozcan también distintas técnicas, además, por supuesto, de los objetivos propios de cada una.
La formación continua, le permite al psicomotricista continuar con la exploración y descubrimiento de su cuerpo
y su expresividad motriz, seguirse trabajando, lo cual influye notoriamente en el desempeño de su rol. La
realización de distintas técnicas corporales le permite ir profundizando sobre diferentes aspectos: expresivos, de
auto-conocimiento, de integración, de exploración del inconsciente, entre otros. Me gustaría en este trabajo
destacar la importancia que tiene la formación continua, el seguirse formando siempre, no sólo desde lo corporal,
sino también a través de actualizaciones teóricas, de posibles procesos psicoterapéuticos y de supervisión de la
práctica psicomotriz. Creo que son aspectos fundamentales que fortalecen nuestro rol, permitiendo un trabajo
más comprometido, serio y responsable, que desemboca en una mejora para el paciente. Si bien, en general, estas
exigencias se plantean sobre todo en Terapia Psicomotriz, creo que todas las áreas de la práctica psicomotriz
(Estimulación Oportuna o Clínica Psicomotriz Temprana, Educación Psicomotriz, Reeducación Psicomotriz y
Terapia Psicomotriz) son de gran importancia para el momento de desarrollo en que se encuentra el niño y que
merecen del mismo compromiso corporal y ético.
Al desempeñar su rol el psicomotricista pone en juego, en ese aquí y ahora, lo que ha integrado de las vivencias
de sus primeros vínculos, las experiencias a lo largo de su historia de vida, su formación personal a nivel
académico y su formación continua, así como también su formación teórico-práctica, todos integrados en una
unidad que actúa, en cada instante, a través del cuerpo del psicomotricista, a través del ejercicio de su rol. De esta
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
manera el psicomotricista dispone rápidamente y en cada situación de un sistema de actitudes y una tecnicidad
producto de su intensa formación; instaurando un ‘saber ser psicomotricista’, que actúa en cada instante.
Es así que en este trabajo hemos podido analizar y resaltar los aspectos más importantes de la formación corporal
del psicomotricista y cómo influyen en su rol. Espero que este trabajo pueda no sólo profundizar dichos
conceptos y resaltar la importancia de estos procesos en nuestra formación, sino también influir en los ámbitos de
formación de psicomotricistas para desde ahí dar más importancia tanto a la Formación Personal por Vía
Corporal como a la Formación Continua del psicomotricista, y a través de esto influir en un mejor desempeño del
rol.
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“EL CUERPO DEL PSICOMOTRICISTA. La influencia de su historia y su formación personal -académica y continua- en el desempeño de su rol” Iara Bermúdez
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