Modelo de Acompañamiento Psicosocial Sisma Mujer

1
MODELO DE ACOMPAÑAMIENTO PSICOSOCIAL PARA MUJERES VÍCTIMAS DEL
CONFLICTO ARMADO
Corporación Sisma Mujer, Área Movilidad
Abril de 2014
1. MODELO DE ACOMPAÑAMIENTO PSICOSOCIAL:
PROPUESTA DE MARCO AMPLIO:
El modelo de trabajo de Sisma en el acompañamiento a mujeres integra tres perspectivas de
trabajo que promueven cambios en la vida y subjetividad de las mujeres, favorecen su
reconstrucción como sujetas de derechos, aportan a la toma de decisiones sobre su devenir y
contribuyen a su posicionamiento desde lugares alternativos a los tradicionales con recursos
fortalecidos. Se trata de un modelo en el que confluyen la política feminista, el abordaje
psicosocial de las violencias contra las mujeres (incluye un trabajo de autocuidado emocional
individual y colectivo) y un conjunto de perspectivas integradoras, referidas a la diversidad de
contextos en los cuales se realizan procesos de acompañamiento y a la necesidad de tejer una
pluralidad de niveles de intervención con una mirada compleja.
ABORDAJES POLÌTICOS:
TEORÌA FEMINISTA ,
PSICOLOGÍA DE LA
LIBERACIÓN Y ENFOQUE
DE DERECHOS
ACOMPAÑAMIENTO
PSICOSOCIAL DESDE
PERSPECTIVAS
FEMINISTAS
ABORDAJE
PSICOCIAL DE
VIOLENCIAS:
RECUPERACIÓN
EMOCIONAL Y
RECONSTRUCCION
COLECTIVA
PERSPECTIVAS
INTEGRADORAS:
ENFOQUE
INTERCULTURAL,
TRABAJO CORPORAL Y
DIVERSIDAD DE
CÓDIGOS.
En cuanto a los abordajes políticos que soportan el modelo de acompañamiento de Sisma Mujer,
resulta fundamental citar en primer lugar la política feminista, que explica las identidades de las
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mujeres como producciones históricas patriarcales que las ubican en esferas sociales de exclusión
y opresión, según constructos culturales que determinan lo considerado “sano”, “normal” y
“aceptable” en función del género. Dichas construcciones definen las “caras de la opresión” que
reprimen la libertad, voluntad de sentido y autonomía de las mujeres. Según la autora Iris Young
(2000), la opresión opera mediante la expropiación, explotación, marginación, carencia de poder y
violencia1, como mecanismos que prefiguran las relaciones sociales.
En este mismo sentido, la psicología feminista ubica el malestar emocional de las mujeres en la
condición sociohistórica, es decir, en las producciones del SER asociadas al contexto material y
simbólico que produce el patriarcado capitalista que impone en los cuerpos de las mujeres, la
desigualdad e injusticia. La tarea fundamental consiste, entonces, en la deconstrucción de los
discursos y prácticas esencialistas que prefiguran el imaginario individual y colectivo del ser mujer,
mediante procesos de autoconciencia2 que le permitan constituirse en una “nueva mujer”3.
De otro lado, los autores más importantes de la Psicología de la liberación, señalan que es desde
las propias mayorías populares oprimidas que deben concebirse los procesos psicosociales:
“Observen que se dice «desde» el analfabeto y el desempleado, el colono y la señora de los
mercados, no «para» ellos. No se trata de que nosotros pensemos por ellos, de que les
transmitamos nuestros esquemas o de que les resolvamos sus problemas; se trata de que
pensemos y teoricemos con ellos y desde ellos” (Baró, 1986)4.
Desde esta misma concepción, Paulo Freire (1970)5, quien planteó la pedagogía «del» oprimido/a
y no «para» el/la oprimido/a, consideraba que era la misma persona, la misma comunidad la que
debía constituirse en sujeto de su propia alfabetización concientizadora, la que debía aprender en
diálogo comunitario con el educador/a a leer su realidad y a escribir su palabra histórica. Como
dice Fals Borda (1985, p. 130) hablando de la investigación participativa, sólo al participar se
produce «el rompimiento voluntario y vivencial de la relación asimétrica de sumisión y
dependencia, implícita en el binomio sujeto/objeto».
1
Young, Iris Marion (2000). La justicia y la política de la diferencia. Ediciones Cátedra, Barcelona.
2
Desde sus orígenes, los grupos de autoconciencia de mujeres (1960 aproximadamente), se proponían según los
términos de las feministas radicales, «despertar la conciencia latente» que todas las mujeres tenían de su propia
opresión, para propiciar la conciencia política de la propia vida y poner las bases para su transformación de estas
experiencias surge la idea de que “lo personal es político”.
3
Esta idea de la “nueva mujer” es planteada por Simone de Beavouir en el “Segundo Sexo” (1970, p. 382), estableciendo
que dicha condición se logra cuando una transciende a la condición impuesta culturalmente. Asegura que valores como
la independencia emocional-económica son elementos claves para convertirse en otro tipo de sujeta, “inesperada” y no
sujetada a las normas asignadas al sexo. Para la autora este aprendizaje implica la existencia, materialidad y la “voluntad
de sentido”, es decir, dejar las formas socialmente esperadas, transcenderlas en los distintos momentos de la vida.
Rebasar las condiciones de “esposa”, “madre” son vitales para incorporar y vivir este sentido de transcendencia.
4
Ignacio Martín Baró (1986). Hacia una psicología de la liberación (d). Boletín de Psicología de El Salvador, 5, 22, 219231. En A. Blanco (Ed.), Psicología de la Liberación. Madrid: Editorial Trotta, 1998, Capítulo IV, pp. 283-302.
5
Paulo Freire (1970). Pedagogía del Oprimido. Herder & Herder, Nueva York
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3
En ese proceso de investigación participativa y a la vez construcción de sujetos políticos, es
necesario cambiar concepciones y métodos de construcción de conocimiento, empezando por
desideologizar estructuras formales de pensamiento. Desideologizar significa rescatar la
experiencia original de los grupos y personas y devolvérsela como dato objetivo, lo que permitirá
formalizar la conciencia de su propia realidad verificando la validez del conocimiento adquirido
(Martín Baró, 1986). Esta desideologización debe realizarse, en lo posible, en un proceso de
participación crítica en la vida de los sectores populares, lo que representa una cierta ruptura con
las formas predominantes de investigación y análisis.
Un enfoque de derechos aboga por dar continuidad a la reivindicación de ciudadanía de las
mujeres; a su vez ser sujeta de derechos implica agenciarse la configuración de la propia identidad
así como poder tomar decisiones sobre la propia vida, y por ende sobre los caminos elegidos de
recuperación y reparación.
Respecto al abordaje psicosocial, desde esta perspectiva se asume que la violencia contra las
mujeres, principalmente la violencia sexual, responde a unas estructuras de dominación y control
del cuerpo de las mujeres que en situaciones de violencia exacerbada se convierten en una
apropiación sin límites del mismo. Así mismo, dichas estructuras de dominación, al ser materiales
(socioeconómicas) y simbólicas, vienen a atribuir la responsabilidad de la misma a dichas mujeres,
dibujando el estigma que pesa sobre ellas, excluyendo la explicación y responsabilidad social y
colectiva, lo que finalmente se traduce en una introyección de la culpa, el estigma, la rabia y dolor
silenciados; de ahí derivan en cascada y en espiral, las innumerables afectaciones subjetivas y
físicas presentes en la vida de las víctimas de violencia sexual. En suma, se trata de des-naturalizar
el daño perpetrado contra las mujeres y promover una nueva visión del mundo que les permite
reconocerse en función de las capacidades propias y no en función de las representaciones
colectivas (introyectadas) de lo que es ser mujer víctima de violencias . Resignificar el mundo pasa
por poder nombrar las vivencias de las mujeres desde unos códigos propios, y poner en primer
lugar sus expectativas, intereses y demandas.
Ello implica que el proceso de abordaje de los sentimientos de culpa y vergüenza, la posibilidad de
superar el silencio y los tabúes impuestos, exige abordar y profundizar en el análisis y comprensión
de las causas estructurales que hacen que la explicación del daño se restringa a la esfera
individual.
En el trabajo con mujeres significa transitar hacia una conciencia de género desde diversas
posturas: 1. La violencia contra las mujeres se puede resignificar desde nuevos referentes que
superen los imaginarios patriarcales respecto a la misma. 2. Existe una responsabilidad social
respecto a la violencia sexual, por lo tanto lejos de abordarse desde la esfera privada ha de
abordarse desde una esfera pública, política (también repararse desde esta esfera). 3. Los
principales efectos y daños (culpa, vergüenza, silencio, ruptura de la identidad) de la violencia
contra las mujeres y especialmente de la violencia sexual pueden ser transformados si se trasladan
las responsabilidades a ese contexto social y se aprehenden las causas (históricas, sociales,
culturales) del estigma y de la exclusión. 4. La identidad de género, construida alrededor de
mandatos y estructuras discriminatorias y de subordinación, y articulada en torno a la pasividad-
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incapacidad (debido a dicha construcción de género) puede reconstruirse desde lugares
alternativos, autovalidantes, afirmativos y de empoderamiento.
Respecto a este último punto Alice Miller (2002) expresa la necesidad de dejar de ver a las mujeres
como “cuerpos sufrientes”, como cuerpos negados y relegados a la invisibilidad y a la inacción (o
“inacción doliente”) para pasar a concebirlas como sujetas críticas capaces de transformar su
realidad, la de otras mujeres y participar en la creación de condiciones que mejoren sus vidas. En
este sentido, un abordaje que se oriente al empoderamiento de las mujeres va más allá de la
recuperación de secuelas y pretende generar la construcción de nuevas identidades a través de
procesos de autoconciencia.
Por último, las perspectivas integradoras responden a la variedad de contextos y regiones en los
cuales se desarrollan los procesos de acompañamiento individual y grupal, lo que implica que las
propuestas contemplen esa diversidad de códigos sociales y expresivos. Esta mirada integradora
exige no sólo tener en cuenta la pluralidad de prácticas y códigos culturales presentes en los
contextos en los que se desarrolla la intervención (cómo atraviesan cada dimensión de la persona
y de la colectividad), sino específicamente los significados otorgados a las vivencias “traumáticas”
o a las situaciones críticas, los mecanismos específicos de afrontamiento tanto individuales como
colectivos y los saberes y prácticas alternativas que han permitido a tantas comunidades resistir en
medio del conflicto.
Se proponen entonces metodologías psicosociales que permitan abordar de manera compleja las
consecuencias de la vulneración, incluyendo las dimensiones comunitaria, cultural y política. La
integralidad supone abrir la posibilidad de trabajar en una variedad de niveles (subjetivo, corporal,
relacional, comunitario, cultural y jurídico) asumiendo que el afrontamiento de los impactos
secuelas de las violencias que se derivan y desarrollan en contextos particulares deben tener en
cuenta y nutrirse de éstos para la superación y reconstrucción tanto individual como colectiva.
ELEMENTOS CENTRALES DEL MODELO:
De la conjugación de estas tres vertientes, resultan como elementos fundamentales de un Modelo
de acompañamiento psicosocial con perspectiva de género, para mujeres que han vivido en
contextos de conflicto armado, los siguientes:

DESPATOLOGIZAR IMPACTOS Y DAÑOS EMOCIONALES:
Mediante la articulación entre historia colectiva e historia individual, se reconoce la
intencionalidad ideológica y la “fabricación e instrumentalización de las emociones” en la
cultura de la violencia. El enfoque de género permite un análisis del impacto psicológico
que tiene el mundo emocional en el ámbito político-comunitario y en la capacidad
organizativa de las mujeres para la gestión de la movilización, la resistencia y la
incidencia. Al conjugar la historia y el contexto, las emociones dejan de presentarse como
aisladas, individuales y anormales para pasar a la comprensión crítica y al escenario
político; es decir, el trauma psicológico que se consideraba asunto de la esfera privada y
debía tratarse sólo con terapia individual, es retomado como una preocupación de interés
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en la esfera pública, en razón de la violencia sociopolítica y de género (estructural y
directa) que lo produjo y de sus efectos en los espacios colectivos.
Las emociones instauradas por la cultura de la guerra (rabia, humillación, venganza,
tristeza, vergüenza, miedo, terror) son duraderas, constituyen reacciones individuales y
grupales cargadas de intencionalidad ideológica: buscan deshumanizar, “producir locura”
(aislamiento, depresión, impulsividad, agresividad) para desarticular la acción colectiva de
las mujeres y de sus comunidades. En este sentido, el acompañamiento psicosocial
procura contextualizar estas emociones en el continuum de la guerra que se perpetúa en
los cuerpos materiales y simbólicos de las mujeres.
6

RECONOCER PARTICULARES FORMAS DE AFRONTAMIENTO Y RESILIENCIA:
Un acompañamiento a mujeres parte del reconocimiento de la situación concreta de
dolor, desde ahí “tejer e hilar la propia historia”. Este acercamiento a la historia del dolor,
si bien implica “un viaje” y pasaje por las heridas, también procura el humor, la alegría, el
rescate de elementos poco visibles que sostienen y animan la vindicación de los derechos
humanos de las mujeres

DESINSTALAR CONTIUUM DE VIOLENCIA
Un objetivo fundamental del apoyo emocional, es restablecer los vínculos de confianza.
Desinstalar los códigos del miedo y la inseguridad, instaurados en el continuum de la
violencia, para afrontar situaciones conflictivas manteniendo respeto, valoración por el
lenguaje propio; evitando la recursividad de la violencia, como normativa de
relacionamiento consigo misma, con las otras y otros, ubicando alternativas cotidianas de
sobrevivencia.
Desintalar el continuum de violencia respecto de las prácticas cotidianas y políticas implica
también explorar y ensayar formas alternativas de participación, exigibilidad e incidencia
que superen las lógicas androcéntricas, violentas, jerárquicas y de competición que
atraviesan las prácticas políticas y de activismo y se reproducen como dadas sin haber sido
digeridas y repensadas.

RECUPERAR LA HISTORIA Y LA VOZ
Se trata de recuperar la historia individual o huella biográfica, porque influye en cómo
cada una afronta la cotidianidad. Para Francoise Sirone (2008)6, politizar las emociones
significa trabajar con los acontecimientos traumáticos, con el olvido, los mecanismos de
defensa y las estrategias de existencia que mantienen la esperanza y sentido de realidad
en la vida personal, familiar y organizativa, con el fin de vincular las experiencias de dolor
individual con la historia social y política:
Francoise Sirone (2008).Psicopatología de la violencia colectiva. 451 editores, Francia.
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“Son seres arrinconados en la historia colectiva, sociopolítica y socioeconómica. Los
universos de sentido que estructuraban la vida cotidiana y colectiva ya no existen debido a
los cambios acaecidos en el tejido social, económico y político lo que genera traumas (…)
hemos podido rehabilitar el sentido subyacente de estos síntomas volviéndolos a vincular
con la historia social”.
Además de aprehender la propia historia, se logra escuchar el punto de vista de las otras
para recuperar la propia voz en el “espejo de la OTRA”, por tanto, es un acompañamiento
que promueve la sororidad, colaboración, amistad y el cariño.

GENERAR Y AFIANZAR ACCIONES DE CUIDADO MUTUO Y AUTOCUIDADO
La naturalización de los roles de las mujeres, implican que deben ocuparse de otros y
otras sin considerarse a ellas mismas. En contraste, un principio de autocuidado, supone el
fomento del amor propio, la valoración de la propia vida en sus distintas dimensiones. Es
lo que traduce el concepto de affidamento, propuesto por las feministas italianas de la
diferencia, acto por medio del cual las mujeres podrían encontrarse con la otra igual en la
opresión y construir con ella lazos de solidaridad, amor y respeto, lo que en sí mismo,
desestabilizaría el orden patriarcal. Para Lia Cigarini (2000), abogada italiana, una de las
fundadoras de la Librería de Mujeres de Milán, el affidamento se refiere a una práctica de
intercambio entre mujeres, que permite establecer una relación de confianza con otra
mujer, de forma que unas puedan apoyarse en el valor o el saber de otras y hacer causa
común. Se postula como una mediación femenina que posibilita que se vuelvan más
visibles socialmente las relaciones significativas entre mujeres. (p. 24)7.
Para los procesos de acompañamiento psicosocial realizados por Sisma Mujer, el cuidado
mutuo implica confianza en la otra y corresponsabilidad frente a lo que hacen, dicen y
sienten las demás del grupo. Cuidar se traduce en una ética de relación que valora cada
dimensión de la vida propia y de las compañeras, garantizando la vindicación de los
derechos desde el cuidado propio, generando nuevas posibilidades de compromiso y
acción colectiva.

RECUPERAR Y FORTALECER LA DIMENSIÓN CORPORAL
En la búsqueda de identidades posibles, más allá de los mandatos de género, se promueve
el autoconocimiento y redescubrimiento del poder corporal. Se enfatiza la necesidad de
reencontrarse con las fuentes que dan energía en el propio cuerpo, como espacio
“sagrado” fuente de inagotable placer que vincula con lo propio. “Mi cuerpo es mío” es
una premisa fundamental para defender y acompañar a otros y otras, desde la experiencia
7
El concepto de affidamento, “aparece por primera vez en «Más mujeres que hombres», texto publicado en 1983 en
Sottosopra, la revista de los grupos feministas de Milán. No hay traducción literal del término, que combina los
conceptos de confiar, apoyarse, dejarse aconsejar, dejarse dirigir”. Dora Sales Salvador. Traducción, Género y
Poscolonialismo. Universitat Jaume I de Castelló Departament de Traducció i Comunicació 12005 Castelló. Quaderns.
Revista de traducció 13, 2006
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7
de apropiación del propio cuerpo. Se fomenta la salud, entendiendo la salud en todos sus
componentes (física, sexual, emocional, espiritual).

GENERAR REFLEXIÓN DESDE CONTEXTOS COTIDIANOS
Reflexión desde la praxis, mediante la exploración de sus contextos cotidianos (formas de
resistencias, las alegrías, los temores, dolores y las esperanzas), enfatizando las fortalezas
y cualidades que sostienen la vida cotidiana. Esta mirada se hace desde un sentido
holístico, que integra el cuerpo, las emociones y lo que acontece en su entorno inmediato
y se afianza con una búsqueda de sentido de ese quehacer.
2. DESCRIPCIÓN DE LA ESTRATEGIA DE ACOMPAÑAMIENTO PSICOSOCIAL DE SISMA
MUJER:
El trabajo de Sisma se desarrolla en espacios colectivos, de encuentro entre mujeres, a través de
Grupos de autoayuda-autoconciencia. A partir de la definición feminista de grupos de
autoconciencia, se promueve la reflexión respecto a la situación de las mujeres en espacios
privados y públicos, para llegar a la comprensión del continuum de violencias, que a la luz de una
perspectiva de derechos se dirige necesariamente a la consideración de cambios posibles en esas
situaciones de discriminación y exclusión que se viven por el hecho de ser mujeres, agravadas en
contextos de conflicto armado. En palabras de Aurora Levins Morales (2001, pgs 65-66):
En los grupos de autoconciencia a los que pertenecí en los primeros años de la década de
1970, compartíamos historias personales muy emotivas acerca de cómo había sido
realmente vivir como una mujer, examinando nuestras experiencias con los hombres y con
otras mujeres en nuestras familias, en las relaciones sexuales, en los lugares de trabajo y
en las escuelas, en el sistema de asistencia sanitaria y en la supervivencia frente al
desprecio y la violencia social general manifestada hacia nosotras. Mientras contábamos
nuestras historias, reconocíamos que nuestras experiencias y nuestras reacciones nos eran
comunes a muchas de nosotras, que nuestras percepciones, pensamientos y sentimientos
tenían sentido para otras mujeres. Después utilizábamos esa experiencia compartida
como una fuente de autoridad. Cuando nuestras vidas no se adecuaban al saber oficial
confiábamos en nuestras vidas y utilizábamos el cuerpo colectivo, mutuamente validado,
de nuestras historias para criticar esas versiones oficiales de la realidad.8
La estrategia de acompañamiento psicosocial, entonces, está basada en la idea de aportar al
fortalecimiento de la red social de apoyo y de confianza de las mujeres víctimas, a través del
encuentro con personas que comparten la misma experiencia. Favorece un espacio que congrega
a varias personas con una experiencia común, susceptible de ser conversada. Se trata de compartir
en colectivo las experiencias y problemas de cada una, con el deseo de buscar en las otras apoyo
8
Aurora Levins Morales (2001). Intelectual Orgánica Certificada. En: Hooks, B; Brah, A; Sandoval, Ch & Anzaldúa, G.
(2004). Otras Inapropiables. Feminismos desde las fronteras. Ed Traficantes de Sueños, Madrid
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8
para enfrentar las dificultades, dar lugar a procesos de reflexión e identificación colectiva y de
cambios personales. Es, en resumen, un espacio de affidamento y de empoderamiento en el que
poder compartir el sentir y elaborar el significado íntimo que se le otorga a lo vivido, así como
ideas personales en torno a los constructos de justicia o reparación.
Con relación a mujeres que han vivido en contextos de conflicto armado y en consecuencia, han
sufrido múltiples y agravadas formas de violencia por parte de diferentes actores armados, a la
metodología de autoapoyo-autoconciencia se le añade un componente informativo-pedagógico a
través del cual se abordan los componentes estructurales de la violencia contra las mujeres,
especialmente de la violencia sexual, así como el concepto y propuesta de reparación integral.
Al incorporar este marco pedagógico, los grupos de autoconciencia develan esas discriminaciones
estructurales que operan en tiempos de guerra y en tiempos de “paz”, permitiendo no sólo
compartir experiencias comunes sino también generar una comprensión crítica y empoderadora
frente a ese andamiaje social y simbólico; lo específico es que se accede, se aprehende la
discriminación desde el compartir del cotidiano y se avanza hacia una reivindicación desde el
encuentro colectivo.
Las intervenciones desarrolladas en la estrategia del grupo de autoapoyo se complementan con
espacios individuales, que buscan contribuir, en la medida posible, a la elaboración de reflexiones
y gestión de emociones suscitadas en la experiencia común. Al abrir espacios de expresión, de
escucha, de legitimación y legitimidad de ellas y sus historias, sumados a la contención que
provee el grupo, se generan condiciones de bienestar subjetivo, de resignificación de la historia de
vida, de acercamiento y fortalecimiento de vínculos.
Al mismo tiempo, puesto que el mundo emocional de las mujeres tiende a definirse por una
limitada autonomía (las emociones se perciben, experimentan y verbalizan siempre referidas a la
otredad), la estrategia de acompañamiento apoya un proceso reflexivo orientado a encontrar las
causas de las emociones y ayudar a que transiten hacia la autoreferencia (¿Cómo me hace sentir la
situación? ¿Qué me hace sentir bien más allá de mi ser para otros?).
De esta manera, la recuperación emocional se va afianzando con la toma de conciencia de las
nuevas posibilidades para el desarrollo del sí mismas.
3. METODOLOGÍA DESARROLLADA PARA EL ACOMPAÑAMIENTO A MUJERES EN LA RUTA
DE REPARACIÓN INTEGRAL EN TRES REGIONES DEL PAÍS9 (2012-2013):
CONSIDERACIONES GENERALES:
Como resultado del ajuste de la estrategia de acompañamiento a los tiempos, metas de atención y
requerimientos del proceso, la propuesta de abordaje se fundamentó en el reconocimiento del
daño causado por el conflicto armado como una exacerbación de la violencia estructural y
9
En este proceso participaron mujeres de 20 municipios diferentes, ubicados en los departamentos de Bolívar, Nariño y
Tolima.
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9
preexistente contra mujeres y niñas, la identificación de impactos desproporcionados y
diferenciados que recaen en ellas y la construcción de medidas de reparación integral que
respondan a los múltiples y diferenciados daños desde una perspectiva de género .
Más que un abordaje específicamente emocional o terapéutico, dado el reducido número de
sesiones, se privilegió una propuesta orientada a acercar a las mujeres conocimientos y
herramientas para pensar el momento actual que atraviesa el país, el lugar que deben tener las
víctimas en el mismo, el lugar de las mujeres en la transición y en la transformación de
determinadas condiciones, los derechos de las víctimas y en concreto de las víctimas mujeres.
La participación como un derecho fundamental de ciudadanas y de víctimas del conflicto,
constituyó el eje primordial de los encuentros y fue materializada de varios maneras y en
diferentes momentos: en principio, con el acceso a la información básica sobre lo que implica la
calidad de víctimas en procesos de reparación, el marco legal nacional y los referentes del derecho
internacional al respecto, las rutas de atención y las competencias institucionales. Más adelante,
con el intercambio sobre características del conflicto armado que se configura de manera distinta
en cada región, las mujeres participantes en cada encuentro le ponen voz a la historia de
victimización sufrida por ellas y por otras mujeres de sus comunidades, denunciando la presencia
de actores armados que siguen apropiándose de sus territorios y las formas de violencia que se
han instaurado contra ellas. Desde este acercamiento a la historia del conflicto vivida por mujeres
y desde la puesta en común de los diferentes daños sufridos, la construcción de propuestas de
reparación integral para mujeres resulta una acción de reconocimiento como sujetas políticas y de
empoderamiento en su relación con el Estado.
En este sentido, la propuesta metodológica general recoge planteamientos de varios autores
respecto a la relevancia de la participación de las víctimas en procesos de reparación:
“La participación de las víctimas es un criterio clave para que la reparación resulte
satisfactoria y tenga efectos constructivos. El proceso de recuperación no ocurre sólo a
través del objeto (por ejemplo, una indemnización o un monumento), sino del proceso de
participación y adecuación de ese objeto a las necesidades de las víctimas (Hmaber,
2006). La participación supone un espacio incluyente y puede mostrar una disposición, no
sólo de cumplir con la sentencia o el acuerdo, sino de escuchar a las personas afectadas y
tener en cuenta sus perspectivas en la definición de la reparación” (Beristaín, 2010. p
129)10.
Por su parte, Uprimmy & Sánchez (2011) señalan que uno de los grandes retos para el
gobierno nacional, que sólo puede alcanzarse con una reglamentación adecuada y una clara
10
Carlos Beristaín (2010). Manual sobre perspectiva psicosocial en la investigación de derechos humanos. Espacio
creativo impresores, Madrid
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10
voluntad política, consiste en asegurar una adecuada participación de las víctimas y sus
organizaciones tanto en el diseño como en la ejecución de las medidas.11
Tratándose de mujeres, las consideraciones sobre la participación son aún mayores por su
potencial transformador:
“La importancia de la participación de la mujer en los debates y procesos de reparaciones
mal puede subestimarse. Sin la participación de mujeres y niñas de diferentes orígenes,
las iniciativas de resarcimiento tenderán a reflejar más la experiencia masculina de la
violencia y las correspondientes preocupaciones, prioridades y necesidades de los varones.
Sin ella, además, las víctimas pierden una ocasión de sentirse capaces de actuar, la cual
puede resultar en sí misma una importante forma de rehabilitación, especialmente si se
ven como agentes de cambio social. Dicha participación, por último, es importante para
que las mujeres y, en general, la sociedad, establezcan vínculos entre las formas pasadas y
presentes de la violencia y aprovechen la oportunidad que ofrecen los mencionados
debates para insistir en mayores reformas estructurales.”(Rashida Manjoo, 2010, p. 11)12.
Para ONU Mujeres (2012), “Además de cumplir los principios democráticos de inclusión y
representación, la implicación de las mujeres en el diseño de los programas de justicia
transicional constituye sencillamente una buena práctica: sin su aportación no es posible
diseñar unos mecanismos eficaces para las y los beneficiarios de esos programas. Las
consultas también pueden servir en sí mismas como herramienta de reparación y
empoderamiento: las poblaciones damnificadas son a menudo aquellas que fueron
marginadas por regímenes anteriores, y la inclusión puede marcar el inicio de un nuevo
régimen basado en derechos, en la igualdad de ciudadanía y en el estado de derecho. Con
respecto a las desigualdades de género, la celebración de consultas específicas con
mujeres envía un contundente mensaje en relación con la igualdad de derechos para
todas y todos.” (p. 19)13
Es importante destacar que, si bien no se dispuso de manera formal un momento para el trabajo
emocional en los Grupos de autoapoyo, los contenidos y metodologías fueron concebidos y
probados con carácter flexible en numerosos encuentros y diversos contextos, con el fin de
permitir la expresión de percepciones, experiencias, emociones y opiniones de las participantes a
medida que se desarrollaba cada tema. Así, en distintos momentos de cada encuentro, el equipo
realizó acciones de contención y abordaje de afectaciones emocionales, algunas de éstas de
11
Rodrigo Uprimny Yepes & Nelson Camilo Sánchez (2011). Ley de Víctimas: avances, limitaciones y retos. Universidad
Nacional de Colombia, Bogotá
12
Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (2010). Informe de la Relatora Especial sobre la violencia
contra la mujer, sus causas y consecuencias, Rashida Manjoo. Recuperado de http://www.onu.cl/onu/wpcontent/uploads/2014/03/G1013112.pdf.
13
ONU Mujeres -Nahla Valji- (2012). La Justicia Transicional. ¿Una oportunidad para las mujeres? Recuperado de
http://www.unwomen.org/~/media/Headquarters/Media/Publications/es/WPSsourcebook-06B
TransitionalJusticeWork4Women-es%20pdf.pdf
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11
preocupante magnitud y cronicidad. Frente a estas situaciones más críticas, las profesionales de
Sisma realizaron atenciones individuales, seguimientos telefónicos, derivaciones para
profesionales psicosociales de entidades gubernamentales en cada departamento y solicitudes de
atención terapéutica individual o familiar a la Unidad para la Atención y Reparación Integral de las
Víctimas (UARIV) en el nivel nacional.
3.1. Líneas de Acción y propuestas desarrolladas:
Para el acompañamiento psicosocial a mujeres víctimas de violencia sexual:
Objetivos:
 Generar un espacio de confianza, bienestar y de expresión de emociones (mediante la
expresión libre, la promoción de la escucha mutua, el juego y el trabajo corporal).
 Abordar los daños de la violencia sexual y reforzar las estrategias de afrontamiento
personal.
 Generar un espacio pedagógico y empoderador desde la perspectiva feminista y de
derechos: comprender el concepto de reparación y de derecho a reparación; abordar las
causas estructurales de la violencia sexual.
Contenidos:
Primera sesión:
Contextos de conflicto armado y violencia contra las mujeres; silenciamiento como efecto de estas
violencias; impactos, daños y aprendizajes; violencia estructural contra las mujeres, concepto de
reparación y derechos de las víctimas; rutas de atención y reparación (marco institucional);
expectativas frente a la reparación integral. Como elementos emocionales, se dispuso un tiempo
importante para la construcción conjunta de un espacio físico y simbólico de protección y
confianza, se contempló el abordaje del miedo, la culpa y el aislamiento; se inició una reflexión
sobre “la marca” de la violencia sexual y se propuso a las participantes una tarea para trabajar la
identidad afirmativa.
Segunda sesión:
Rutas de atención y reparación (experiencias previas, reconstrucción de la ruta, ley 1448/11),
componentes de la reparación integral, presentación de la ruta de reparación y de la estrategia de
recuperación emocional por parte de la UARIV Regional Tolima, propuestas sobre reparación para
víctimas de violencia sexual, condiciones adecuadas para que una mujer víctima de violencia
sexual realice la declaración. En cuanto al cuidado emocional, se preparó nuevamente el espacio
de protección con la participación de todas, usando elementos simbólicos; se abordaron daños
causados por la violencia sexual en los cuerpos, la intimidad, las relaciones familiares y el proyecto
de vida y se promovió la construcción de confianza, empatía y apoyo entre las participantes.
Tercera sesión:
Se diseñó, antes de la preparación para la declaración, una metodología que permitiera retomar
afectaciones específicas sobre los cuerpos físicos y simbólicos de las mujeres participantes, ya
enunciadas en las sesiones previas, dirigida a trabajar el estigma para las víctimas (“la marca”, la
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culpa, la privatización del daño), a identificar impactos y daños sufridos en la dimensión corporal
desde una perspectiva apreciativa, a generar acciones de recuperación emocional basadas en el
reconocimiento y resignificación de la dimensión corporal y a movilizar acciones de autocuidado
para la vida cotidiana.
Cuarta sesión:
Se realizaron ejercicios para compartir experiencias en toma de declaración y registro de
participantes que ya hubieran declarado hechos de violencia sexual; se reconstruyeron
procedimientos institucionales (se revisó con las participantes el formato de declaración) y se
elaboró una propuesta colectiva para la toma de declaración y registro de mujeres víctimas de
violencia sexual. Respecto a los elementos emocionales, se desarrollaron acciones (incluso desde
sesiones anteriores) para promover el empoderamiento en la toma de decisiones frente al
procedimiento del registro y para anticipar subjetiva y emocionalmente el momento en el que se
realizaría la declaración de la violencia sexual; al mismo tiempo, se conjugaron elementos que
potenciaron vínculos ya establecidos (por lo menos ya iniciados) entre varias de las participantes y
que contribuyeron a la consolidación del grupo, más allá de los encuentros convocados por Sisma.
Quinta sesión:
Se dispuso un tiempo generoso para el reencuentro y para que cada una compartiera los
acontecimientos más recientes de su vida, así como su situación emocional. Se retomó la
preparación colectiva del acompañamiento a algunas de las integrantes que realizarían la
declaración, se reorganizaron horarios y roles entre todas y de manera espontánea se
desarrollaron acciones de apoyo y contención antes, durante y después de las declaraciones.
Finalmente, se realizó conjuntamente la evaluación del proceso, la devolución de los avances por
parte de las profesionales de Sisma y como cierre de la jornada, un ejercicio prolongado de
relajación-visualización, entrega de regalo y despedida.
Para mujeres víctimas de otras formas de violencia en contextos de conflicto armado:
Objetivos:
 Facilitar elementos conceptuales que permitan comprender la reparación integral como
un conjunto de derechos de las víctimas del conflicto armado, con características
diferenciadas para las mujeres
 Promover un mayor conocimiento sobre el marco legal y la ruta institucional de
reparación a víctimas del conflicto armado
 Recoger propuestas de las mujeres participantes sobre medidas de reparación integral,
desde una perspectiva psicosocial
 Promover la construcción de un espacio de confianza, bienestar y de expresión de
emociones
Contenidos:
Violencia contra las mujeres en razón de ser mujeres, intensificación de la violencia contra las
mujeres en contextos de conflicto armado, derechos de las víctimas (estándares internacionales),
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marco institucional de la reparación (ley 1448/11, competencias institucionales), presentación de
la ruta de reparación individual y de la estrategia de recuperación emocional por parte de
representantes de la UARIV en todos los departamentos, reparación transformadora y
elaboración de propuestas para la reparación integral de mujeres víctimas del conflicto armado.
Como elementos emocionales y psicosociales, se contemplaron en todos los grupos espacios de
contención emocional (cuando fueron necesarios por las experiencias relatadas por algunas
participantes), de reivindicación de derechos como mujeres víctimas de violencias, de encuentro
colectivo, de reconocimiento al papel de las mujeres y de las organizaciones de mujeres en la
construcción de una paz sostenible y de un proyecto de país con justicia social.
3.2. Lecciones Aprendidas:
A partir de las variaciones metodológicas respecto a los planteamientos iniciales formulados por el
equipo, los cambios en la estrategia de reconocimiento y caracterización en cada región, las
reflexiones nutridas por el encuentro con un número significativo de mujeres con perfiles diversos
y el conocimiento progresivo de la complejidad institucional, es posible señalar como lecciones
aprendidas las siguientes:

Respecto al momento inicial de llegada a territorios para desarrollo de la propuesta, se
hizo evidente la necesidad de destinar en cada región, tiempos para la caracterización de
actores institucionales y sociales, así como para identificar aciertos y dificultades en rutas,
políticas y procedimientos de atención a víctimas. En concreto, esto significó ampliar días
para el desarrollo de las actividades con el fin de realizar reuniones de reconocimiento
institucional y representó un acercamiento entre funcionarios de entidades
gubernamentales y mujeres participantes, así como la obtención de información
pertinente para el equipo de Sisma con la cual hacer análisis comparativos.

Acerca del contacto con mujeres participantes, se evidenciaron distancias considerables
entre ellas y la institucionalidad, acrecentadas por experiencias negativas de
discriminación y revictimización por parte de distintos funcionarios (Personeros
municipales, profesionales de salud mental, personal administrativo, vigilantes,
profesionales de Puntos de Atención a Víctimas, entre otros). Por esta razón, el equipo
varió la estrategia para iniciar el acercamiento con redes de confianza – organizaciones
sociales, de mujeres- y más adelante, incluir en los encuentros un espacio de aproximación
entre la UARIV y las mujeres.
Una conclusión que fue ratificándose mientras más encuentros se realizaban, se refiere al
respeto por las dinámicas de conformación de espacios colectivos para mujeres: los
grupos se amplían y consolidan desde lógicas de bienestar y protección (para ganar
confianza, se necesita tiempo; para lanzar la voz, se necesita recibir una escucha
cuidadosa; para contar la propia historia, se necesita validación). Además, es fundamental
considerar realidades de las mujeres que dificultan la participación y hacen intermitente la
asistencia: tienen a su cargo múltiples responsabilidades, pasan por situaciones
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económicas críticas y viven en lugares distantes. En consonancia, la sensibilidad frente a
las particulares situaciones de las mujeres por parte del equipo responsable del
acompañamiento, junto con un posicionamiento político claramente feminista, facilita la
confianza y el vínculo.

Especialmente en el acompañamiento a víctimas de violencia sexual, la esencia y finalidad
del grupo (el trabajo alrededor del daño a la integridad sexual) hace que la dinámica del
mismo sea pausada y que su conformación presente más dificultades, lo cual motivó el
incremento de las sesiones para estas participantes.

Con las experiencias aportadas por las mujeres participantes y el trabajo realizado en tres
departamentos, durante el último mes el equipo encontró una importante fuente de
análisis al organizar información sobre contextos regionales que facilitó un mejor
conocimiento de la actual configuración del conflicto armado en cada territorio. Esto
permitió, en los últimos grupos, llevar experiencias relatadas por mujeres de otras
regiones, guiar discusiones sobre formas de violencia presentes por parte de actores
armados, reflexionar sobre coyunturas nacionales con fuerte implicación regional
(diálogos de paz, elecciones para congreso) y elaborar, en momentos posteriores, mejores
recomendaciones a nivel nacional y territorial. Podemos utilizar un término investigativo
de procesos en espiral, es decir cada encuentro alimenta y genera nueva información y
reflexiones para el equipo, a partir de ese espacio de autoconciencia, reflexión y
empoderamiento colectivo; y cada uno de esos nuevos saberes se pone en juego en el
siguiente espacio, y así sucesivamente. De ese modo, el equipo se convierte en un canal
que articula y conecta las reflexiones y aportes de diferentes mujeres de lugares lejanos.

Frente a las atenciones individuales de una sola sesión, que se promovieron en los
primeros encuentros, pero para las cuales no se contaba con mayores posibilidades de
seguimiento, el equipo identificó una notable capacidad de acompañamiento emocional al
interior de los grupos, por lo cual destinó esas atenciones a situaciones muy delicadas
identificadas durante los espacios grupales, privilegiando el acompañamiento colectivo
que sirvió siempre de apoyo y contención para las mujeres participantes. Sin embargo, la
urgencia de la atención terapéutica para varias de ellas no puede dilatarse con espacios de
acompañamiento psicosocial que fueron diseñados para otros propósitos y que no se
inscriben dentro de programas institucionales. Por esto, ya finalizado el proyecto, para el
equipo de Sisma permanece la preocupación por la adecuada atención en salud mental
para estas mujeres.

Si bien proyectos como el presente representan una oportunidad para el trabajo
colaborativo con instituciones competentes en la atención de víctimas del conflicto,
orientado a la incorporación de la perspectiva de género y las propuestas elaboradas por
las participantes en programas y políticas de reparación integral, es necesario reconocer
que en este proceso se juega la confianza alimentada durante mucho tiempo cuando se
ocupa una posición de intermediario entre mujeres víctimas y la institucionalidad. En este
sentido, es imprescindible el cumplimiento de acuerdos y la transparencia en la
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comunicación entre todas las partes involucradas (UARIV, Sisma, organizaciones y redes
de mujeres, mujeres participantes), no sólo en cada etapa del desarrollo de los proyectos
sino también respecto a la utilidad de los productos y la sostenibilidad de los resultados.
Por ejemplo, en cuanto a la implementación de las recomendaciones entregadas para
mejorar la atención y la calidad de las medidas en la ruta de reparación integral para
mujeres víctimas del conflicto armado.

Aunque se realizaron actividades de evaluación al finalizar algunos encuentros, debido a
ciertas dificultades en el desarrollo de algunas actividades y también a la necesidad de
recoger aprendizajes y buenas prácticas, el equipo efectuó un ejercicio de evaluación
interna, que permitió valorar aspectos como logística, comunicación, procedimientos
institucionales, trabajo de equipo, metodologías empleadas, relacionamiento con mujeres
y organizaciones y capacidad de respuesta ante imprevistos. De esta manera, resultaron
propuestas para ajustes o, en otros casos, validación de prácticas en cada una de estas
áreas, de cara a procesos de acompañamiento vigentes o por iniciar.
3.3. Buenas prácticas de atención psicosocial con perspectiva de género:

En primer lugar, a lo largo del proceso se buscó conjugar tres ejes fundamentales en la
concepción y el desarrollo de propuestas de acompañamiento psicosocial para mujeres
víctimas:
-
Perspectiva de derechos: materializadas en el contenido que debe incluir referentes
internacionales y nacionales, en las metodologías participativas y de empoderamiento y
en el lugar de enunciación (reivindicación) dispuesto para las mujeres. Se refiere al
conocimiento de la legislación y derechos que las amparan, a la agencia de herramientas y
prácticas para exigirlos y gozar de los mismos, y a la participación activa en una política
pública que les afecta. En últimas, esto hace una enorme diferencia entre recorrer una
ruta como víctima, sin saber qué se recorre, porqué, qué medidas se le entregan o
recorrer una ruta desde una conciencia de derechos y sabiendo a qué medidas se está
accediendo.
-
Perspectiva de mujeres: contempla por un lado, las experiencias de vida de ellas y su
posterior análisis crítico y por otro, la socialización de postulados basados en teoría de
género y feminista (mandatos de género, continuo de violencia, enfoque transformador).
-
Perspectiva psicosocial: a través de la cual se proveen herramientas para analizar el
contexto y situarse como sujetos(as) políticos(as), se generan redes de apoyo mutuo, se
construye un espacio físico, simbólico y emocional seguro que permita la expresión y
contención emocional, se realizan acciones de desprivatización del daño reconociendo su
complejidad y su especificidad por el hecho de ser mujeres y se abordan algunas
afectaciones (miedo, culpa, aislamiento), comprendiendo que son efectos de una violencia
intencionada y sistemática contra las niñas y las mujeres. Todo esto asociado al
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reconocimiento y validación permanente de su verdad, de sus habilidades capacidades y
recursos.

Trabajar “de la mano” de colectivos locales de mujeres antes, durante y después de las
intervenciones en territorios, para promover intercambios y generar vínculos entre los
colectivos y las participantes que puedan continuar una vez Sisma ha finalizado el
acompañamiento, especialmente si no se cuenta con las condiciones para sostener los
procesos

Lograr el suficiente conocimiento de la institucionalidad local que permita brindar
información veraz y contextualizada a las mujeres en cada región y a la vez identificar
obstáculos, vacíos o buenas prácticas institucionales en el acceso a sus derechos para
eventuales acciones de asistencia técnica, incidencia o participación política

Incluir acciones de orientación y asesoría, lo que exige entregar a las mujeres
participantes la mayor cantidad y calidad de información pertinente: por ejemplo,
contactos y competencias institucionales, páginas web, referencias documentales o
jurídicas, trámites y procedimientos, alcances y limitaciones de la ley y de la ruta, material
de consulta.

Promover el acercamiento entre la institucionalidad, las organizaciones de mujeres y las
mujeres víctimas, en un primer momento con el contacto durante la actividad de
acompañamiento psicosocial desarrollada por Sisma y más adelante, con la derivación de
varias participantes a la Estrategia de Recuperación Emocional que desarrolla la UARIV en
el nivel regional; algunos casos críticos fueron derivados a la UARIV en el nivel nacional.

Mantener comunicación para seguimiento, tanto con las mujeres participantes, como con
representantes de UARIV a nivel regional y nacional sobre la respuesta institucional de los
casos derivados.

Promover espacios no revictimizantes, empoderadores y participativos que favorezcan un
análisis crítico del contexto y la implicación activa de las mujeres en la transformación de
su realidad a través de acciones modestas pero al mismo tiempo, concretas. Estas
acciones pasan por gestiones con la institucionalidad para la exigibilidad de sus derechos,
por la movilización de recursos personales y familiares de afrontamiento e incluso, por la
consolidación de espacios colectivos de encuentro entre ellas más allá de los espacios
convocados por Sisma.

Ajustar intervenciones a realidades concretas de las mujeres: frente a situaciones como
distancias físicas y dificultades logísticas para llegar a lugares de reunión, no contar con
apoyo para el cuidado de hijos/as y otros/as familiares, trabajos informales que resultan
de forma inesperada, cansancio físico y emocional, la estructura y metodología de las
actividades debe ser flexible. Así, es adecuado preparar núcleos temáticos que puedan
presentarse en secuencias diferentes, según la situación del grupo; acordar tiempos para
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inicio-cierre, concentración-distensión; equilibrar y armonizar metodologías que permitan
combinar elementos de formación, discusión, juego, construcción colectiva y trabajo
emocional.

Disponer tiempo suficiente para el conocimiento mutuo (de las participantes entre sí y del
grupo con las facilitadoras) y la construcción de confianza, a través de elementos
simbólicos, trabajo corporal, juegos cooperativos y momentos de encuentro más íntimo
en parejas, en pequeños grupos o en plenaria.

Trabajar en equipo formado por dos profesionales, diseñar conjuntamente propuestas
metodológicas, realizar evaluación permanente de las acciones desarrolladas y sus efectos
en las mujeres participantes y mantener procesos internos que favorezcan al interior del
equipo el relacionamiento, el cuidado-autocuidado y la cualificación.
3.4. Propuestas de continuidad:
Para el acompañamiento psicosocial a mujeres víctimas de violencia sexual:
Como se ha expuesto de manera suficiente en otros apartados, frente a los daños específicos
causados por la violencia sexual y la gravedad de sus efectos en distintas esferas de la vida, se
requiere un acompañamiento específico y diferenciado. El trabajo realizado con el grupo de
mujeres del Tolima permitió avanzar en la consolidación de un espacio seguro, en el abordaje de
algunas afectaciones emocionales y en la desprivatización del daño. Hasta aquí, se inició la
caracterización de lo que le acontece a una mujer víctima de estos hechos (al nombrar lo
innombrable, se comienza a desmitificar la idea de anormalidad o fatalidad que ha servido para
explicar el horror sufrido) y se identificaron aspectos nucleares que deben ser abordados de
manera específica y con intencionalidad terapéutica. Así, el equipo considera que es necesario
continuar el trabajo psicosocial con este mismo grupo, de la siguiente manera:

Ampliar el número de sesiones en perspectiva de procesos de recuperación emocional,
que realmente permitan elaborar lo ocurrido y generar nuevas posibilidades afectivas,
emocionales, vitales.

Los núcleos temáticos ya identificados por la voz de las participantes durante el proyecto
que finalizó recientemente, que señalan el proceso por venir, serían: el cuerpo
fragmentado, el estigma psíquico y social (“una queda marcado para siempre”), la salud
sexual y reproductiva, las afectaciones familiares y la relación con hijos-as (especialmente
si son resultado de embarazos forzados), la identidad lesionada, el sentido de justicia
(relacionado con impactos emocionales como culpa, desconfianza, miedo). Estos temas
requieren un desarrollo metodológico y una intervención concebida con propósitos
terapéuticos y enfoque de derechos; por ejemplo, para abordar la dimensión corporal
(sesión que no pudo ser realizada), se diseñaron actividades orientadas a identificar
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primero los impactos psicosociales de la violencia sexual en la imagen corporal y en la
identidad femenina, para después promover acciones reparadoras y de autocuidado.

El espacio grupal cumple un papel significativo en los procesos de recuperación emocional,
pero no suple todas las necesidades de atención y acompañamiento psicosocial y en salud
mental que requiere una mujer víctima de violencia sexual. Por esto, se proponen en una
eventual fase siguiente, destinar sesiones individuales para todas las participantes, por lo
menos durante tres encuentros con posibilidad de ampliación.

De manera coherente con los hallazgos y recomendaciones ya descritas, la propuesta debe
involucrar a los grupos familiares de las mujeres víctima de violencia sexual, no
necesariamente como un espacio terapéutico con cada familia, pero que incluya acciones
de acompañamiento psicosocial en el nivel familiar.
Además de las intervenciones que puedan desarrollarse con el grupo inicial, es importante
considerar otros aspectos sin los cuales el proceso de recuperación emocional se limitaría a la
voluntad de las mujeres víctimas, descuidando principios del acompañamiento psicosocial propios
del modelo consolidado por Sisma Mujer. Resulta entonces necesario involucrar a actores
institucionales y al entorno social inmediato, así como fortalecer redes de mujeres que se vayan
creando a través de los procesos de acompañamiento:

Continuar interlocución y relacionamiento institucional hacia un trabajo conjunto que se
refleje en avances sobre: la incorporación de la perspectiva de género en la atención de
mujeres víctimas (UARIV, Puntos de Atención a Víctimas en cada municipio, Ministerio
Público), la prevención de nuevas violencias contra mujeres y garantías de no repetición a
partir del análisis de los contextos actuales de conflicto armado (Sistema de Alertas
Tempranas de la Defensoría del Pueblo, ACNUR, OACNUDH) y la integración de
recomendaciones para la adecuada atención de mujeres víctimas de violencia sexual
desde el intercambio técnico de propuestas de acompañamiento psicosocial y en salud
mental (Ministerio de Salud, Programa de Atención Psicosocial a Víctimas).

Acerca del ámbito comunitario, pueden contemplarse acciones afirmativas de
reivindicación (considerando primero si existen riesgos para las mujeres) que se relacionen
con medidas de satisfacción como parte de las funciones de la UARIV y se lleven a cabo en
microsectores dentro de los territorios (localidades, comunas, barrios, etc.). Estas acciones
de participación y reivindicación tendrían un claro impacto positivo en la salud mental por
el empoderamiento que proveen.

El trabajo hasta el momento desarrollado en esta línea no sólo está permitiendo ampliar
los saberes de Sisma en cuanto a violencia sexual y reproductiva, daño sexual y
reproductivo, propuestas y acompañamiento e intervención en dichos casos, sino que
permite pensar una estrategia de identificación y contacto de los casos de violencia sexual
en las diferentes regiones. El mismo fluir del grupo muestra el impacto de un grupo
nuclear de mujeres que una vez que acuden al grupo, se vinculan e identifican con el
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mismo y reconocen los impactos que éste les genera, activan sus redes invitando a nuevas
mujeres al espacio. Esta dinámica, que Sisma ya propuso en su momento, ha favorecido la
ampliación progresiva del grupo y es fácilmente replicable.
Para mujeres víctimas de otras formas de violencia en contextos de conflicto armado:

Mayor número de actividades en cada región en la que se desarrolló el proyecto,
representada en una mejor caracterización territorial, más sesiones grupales y más
encuentros entre la institucionalidad y las mujeres víctimas. Esto permitiría cualificar la
información y el acceso de las mujeres a la oferta institucional, desde una perspectiva de
derechos, promover su derecho a la participación en espacios formales o informales y
abordar algunas afectaciones emocionales en los encuentros colectivos, que contribuyan
realmente a su recuperación (lo que no puede medirse ni lograrse en una sola sesión). En
cuanto a las instituciones competentes, una intervención más duradera puede contemplar
actividades de capacitación en perspectiva de género y acompañamiento psicosocial, así
como unas recomendaciones específicas, ajustadas a la realidad territorial.

Además de facilitar un mejor conocimiento de sus derechos como víctimas y de las rutas
institucionales existentes, las sesiones estarían orientadas a la caracterización de los daños
diferenciados y desproporcionados que ha dejado el conflicto en la vida de las mujeres (lo
cual apenas fue iniciado en el proyecto realizado), las formas como las mujeres han
sostenido el país a pesar de la violencia y las medidas de reivindicación desde una
reparación transformadora. A mediano plazo, esta intervención tendría que generar la
conformación de redes de apoyo mutuo entre las mujeres participantes, lo que sólo se
alcanza después de construir espacios de confianza y de validación durante varios
encuentros.

Puesto que una buena práctica de la propuesta de acompañamiento desarrollada por
Sisma Mujer en el presente proyecto fue el trabajo asociado con colectivos de mujeres de
las regiones, una siguiente fase tendría que contemplar actividades de apoyo o
fortalecimiento a estos procesos organizativos locales.

Parte de los logros de la estrategia desarrollada consistió en la construcción de propuestas
de reparación integral para mujeres víctimas, ejercicio inicial que bien puede continuarse y
perfeccionarse en perspectiva nación-territorio. Esta particular forma de participación es
destacada de manera especial por ONU Mujeres (2012) con relación a medidas de
reparación transformadora:
“La necesidad de incluir a las mujeres en todos los aspectos de la reconstrucción y la
consolidación de la paz después de un conflicto es uno de los pilares fundamentales
de la resolución 1325 del Consejo de Seguridad. Además de cumplir los principios
democráticos de inclusión y representación, la implicación de las mujeres en el diseño
de los programas de justicia transicional constituye sencillamente una buena
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práctica: sin su aportación no es posible diseñar unos mecanismos eficaces para las y
los beneficiarios de esos programas. Las consultas también pueden servir en sí
mismas como herramienta de reparación y empoderamiento: las poblaciones
damnificadas son a menudo aquellas que fueron marginadas por regímenes
anteriores, y la inclusión puede marcar el inicio de un nuevo régimen basado en
derechos, en la igualdad de ciudadanía y en el estado de derecho.
Con respecto a las desigualdades de género, la celebración de consultas específicas
con mujeres envía un contundente mensaje en relación con la igualdad de derechos
para todas y todos.
Los métodos de consulta pueden incluir la realización de encuestas, la celebración de
reuniones comunitarias y la organización de grupos de discusión. No obstante, es
preciso tener en consideración las cuestiones relacionadas con la ética y la seguridad,
sobre todo en los casos en que las consultas públicas se llevan a cabo
inmediatamente después de un conflicto. En esas circunstancias deberían adoptarse
medidas encaminadas a proteger la confidencialidad y la seguridad de las y los
participantes. Deberían celebrarse consultas con grupos de mujeres procedentes de
todas las partes del país, y las consultas debieran ser representativas de las
diferentes características identitarias de las mujeres, incluidas su condición
socioeconómica, su ubicación geográfica, su origen étnico, su afiliación religiosa y su
edad. También deberían invertirse esfuerzos para llegar a aquellas que se
encuentren en zonas remotas, en las que los efectos de los conflictos pueden haber
sido particularmente graves…” (p. 19)14
14

En el mismo sentido, puesto que se elaboraron algunas recomendaciones a partir de los
ejercicios de consulta realizados con mujeres víctimas en tres departamentos, la
continuidad de esta acción es el seguimiento al impacto de esas recomendaciones
entregadas a la UARIV

Como temas para conceptualizar, profundizar con las mujeres en escenarios participativos
y construir propuestas de intervención, que fueron enunciados de manera reiterativa en
los encuentros, pueden mencionarse: daños específicos y diferenciados de las mujeres
víctimas del conflicto en contextos actuales de riesgo y revictimización, necesidades de
atención psicosocial para mujeres y para sus familias y abordaje de violencia contra
mujeres líderes y defensoras de derechos humanos.
ONU Mujeres -Nahla Valji- (op. Cit.)
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