César Gómez Granada. Universidad de Alcalá de Henares La danza de las abejas, ¿un comportamiento arbitrario? Breve aproximación etológica a los estudios de comunicación animal. Había una vez una rana sentada en la orilla de un río, cuando se le acercó un escorpión que le dijo: —Amiga rana, ¿puedes ayudarme a cruzar el río? Puedes llevarme en tu espalda… — ¿Que te lleve en mi espalda? —contestó la rana—. ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! Si te llevo en mi espalda, sacarás tu aguijón, me picarás y me matarás. —No seas tonta —le respondió entonces el escorpión—. ¿No ves que si te pincho con mi aguijón, te hundirás en el agua y como yo no sé nadar, también me ahogaré? Tanto insistió el escorpión que al fin la rana accedió. El escorpión se colocó sobre la resbaladiza espalda de la rana y empezaron a cruzar el río. Cuando habían llegado a la mitad del trayecto, en una zona del río donde había remolinos, el escorpión picó con su aguijón a la rana. La rana sintió el fuerte picotazo y cómo el veneno mortal se extendía por su cuerpo. Y mientras se ahogaba, y veía cómo también con ella se ahogaba el escorpión, pudo sacar las últimas fuerzas que le quedaban para preguntarle: —No entiendo nada… ¿cómo has podido hacer algo así? Y entonces, el escorpión la miró y le respondió: 1 —No he tenido elección, es mi naturaleza . El zoólogo austriaco Karl R. von Frish obtendría el premio Nobel de Fisiología o Medicina en el año 1973 por el descubrimiento del mecanismo de comunicación animal conocido como la danza de las abejas, el premio es compartido con otros dos etólogos llamados Konrad Lorenz y Nikolaas Tinbergen quienes habían hallado otro comportamiento animal que revolucionaría la ciencia, la impronta o troquelado. La impronta es un comportamiento presente en algunos tipos de aves presente en algunos tipos de aves mediante el cual, éstas deciden adoptar como figura materna al primer objeto en movimiento que vieran durante sus primeras horas de vida. En condiciones de normalidad, éste suele ser su madre biológica, pero la investigación ha demostrado que las crías pueden adoptar como madre a una persona o a una figura inanimada que aparezca delante de sus ojos en el momento preciso2. El descubrimiento 1 Fábula popular cuyo autor es desconocido, aunque comúnmente atribuida a Esopo. Otra versión de la misma es posible localizarla en http://cvc.cervantes.es/ensenanza/luna/rajendra/cuento.htm (consulta 27/09/2015) 2 Arsuaga Ignacio Martínez, Juan Luís. La especie elegida. La larga marcha de la evolución humana. Madrid: Ediciones Planeta Madrid S.A., 2010. Pág. 252. del troquelado supuso un punto de inflexión para la comunidad académica, ya que contribuiría al desarrollo de dos conceptos que serían claves para la ciencia, especialmente para la etología, el periodo crítico3 y los patrones de acción modal 4. ¿Qué son los PAM? Éstos quedan definidos como las secuencias de respuesta que son típicas de una especie particular5. Quizás el ejemplo más ilustrativo de la magnitud de los patrones de acción modal pueda observarse en un anecdótico experimento realizado con pavos. Cuando todavía no son más que crías, éstas emiten un sonido muy específico al piar. En el momento en que dicho sonido es captado por la madre, ésta responde, como si de una forma involuntaria se tratase, proporcionando atención y protección a los polluelos. Si uno de sus vástagos no emite dicho sonido, la progenitora no sólo no le presta atención, sino que puede, incluso, llegar a matarlo. Otras características como pueden ser el aspecto físico, el olor o el tacto, pasan completamente desapercibidas, siendo el pío el desencadenante de una conducta completamente automática. Esto fue contrastado en un experimento en el que se disecó un ejemplar de mofeta, especie enemiga natural de los pavos, al cual se le introdujo una grabación que reproducía el sonido característico de las crías de pavo. Mientras que en otras ocasiones en las que la pava había sido expuesta a mofetas, ésta había reaccionado con hostilidad, cuando del interior de ésta salía aquel distintivo sonido, la mofeta pasaba a ser cuidada y atendida como si de una cría de pavo más se tratase. Sin embargo en el momento en que la grabación finalizaba, la mofeta pasaba a ser ferozmente atacada por la pava 6. Pese a que el anterior ejemplo resulta extremadamente anecdótico, existen muchísimos PAM conocidos, la mayoría de ellos suelen basarse en algún tipo de comportamiento sexual, defensa territorial, baile de cortejo, conducta migratoria o agresión. Sírvase de ejemplo también el caso del pez espinoso macho. Cuando éste se encuentra en época de apareamiento, su vientre y cuello adquieren un color rojizo. Tinbergen realizó un experimento mediante el cual demostró que este tipo de animales reaccionan agresivamente, y de forma innata, contra cualquier elemento que simule tener un vientre rojo, con independencia de si tiene forma de pez o no. No obstante dicha conducta agresiva no se observa cuando dicho elemento tiene forma de pez, pero con un vientre plateado o verde7. 3 Dícese del intervalo de tiempo en el que es necesaria la exposición a un estímulo externo para el desarrollo de una capacidad determinada. Se sustituye por periodo sensible para describir aquellos casos en las capacidades que son parcialmente recuperables una vez finalizado dicho intervalo de tiempo. No se hará mención a él en el presente trabajo. 4 Se podrá hacer alusión a ellos bajo las siglas PAM. En un primer momento fueron denominados pautas de acción fijos, por lo que es posible encontrarlos bajo dicha nomenclatura en algunos manuales. 5 Domjan, Michael. Principios de aprendizaje y conducta. México D.F.: Cengange Learning Editores S.A., 2010. Pág. 36. 6 7 Cialdini. Robert B. Influence: Science and practice. Boston: Allyn & Bacon, 2001. Págs. 2-3. Una sencilla demostración de este comportamiento puede observarse en el siguiente video: https://www.youtube.com/watch?t=72&v=ZfcGZCGdGVE (consulta 27/09/2015) Los PAM pueden ser comprendidos por otros organismos más inteligentes y, de esta manera, ser empleados en beneficio propio. Es el caso de unas luciérnagas hembras del género photuris que consiguen engañar a los machos del género photinus imitando las señales de apareamiento que hacen las hembras de dicho género para, una vez son atraídos, finalmente comérselos8. No obstante a pesar de sus fallos, el porqué de dichas conductas parece tener para autores como Dawkins una explicación darwinista. “Los genes son maestros de la programación, y programan para sus vidas. Son juzgados de acuerdo con el éxito de sus programas al afrontar todos los riesgos que la vida lanza a sus 9 máquinas de supervivencia, y el juez es el juez implacable del tribunal de la supervivencia ”. El mismo Dawkins recurre a la danza de las abejas como ejemplo de un mecanismo desarrollado y perfeccionado por esas máquinas de supervivencia10. La danza de las abejas, al tratarse de una secuencia de respuesta típica de dicha especie ante un estímulo concreto11, la localización de comida, parece que podemos considerarla un ejemplo más de PAM12. Si aceptamos la premisa de Dawkins de que comportamientos de esta tipología forman parte del acervo génico de la especie, se puede sospechar que dicho mecanismo perfeccionado a través de la selección natural, no es arbitrario. Sin embargo basta con hacer un breve recorrido en la historia de la investigación de la danza de las abejas para finalmente corroborarlo. Von Frish en el año 1943 no sólo demostró que las abejas se comunicaban a través de una característica danza, sino que también afirmó que los movimientos rítmicos realizados con el abdomen de la abeja eran realizados de forma vertical y en relación a una plomada, de tal manera que formaba un ángulo que correspondía a la fuente de alimento, la posición del sol en el momento de la danza y la posición de la colmena. De tal forma que parece completamente desechada la posibilidad de arbitrariedad en la danza de la cola, dejando quizás más en duda la existencia de arbitrariedad en la danza en círculo. Sin embargo los hallazgos posteriores del profesor Kerr demostraron que las abejas emitían sonidos diferentes en relación con la distancia a la que estuviese la fuente de alimento en relación con la colmena. Más tarde el ruso E.K. Skov determinó que a medida que aumentaba la distancia entre la colmena y la fuente de alimentación, la duración de la danza también aumentaba. Finalmente Gonçalves llegó a la conclusión de que las abejas usaban tanto olores (67%) como la danza (33%) para informar de la ubicación de la fuente de alimento13. 8 Skyrm, Brian. ¿Por qué cooperamos? Tomasello, Michael (cord.) Madrid: Katz, 2010. Pág. 157. 9 Dawkins, Richard. El gen egoísta. Las bases biológicas de nuestra conducta. Barcelona: Salvat, 1993. Pág. 74. 10 Ibídem. Pág. 75. 11 Es la definición inicial proporcionada para PAM. 12 Si una abeja decidiese, en un momento determinado, no comunicar su hallazgo al resto de la colmena, podríamos cuestionar dicha afirmación. Pero no parece que se haya dado el caso. 13 Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas. Primer seminario técnico sobre abeja africanizada: 16 al 19 de julio de 1979, Bogotá,́ Colombia. Bogotá: Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas, OEA, Oficina en Colombia, 1979. Pág. 46. En este complejo sistema de intercambio de información de las abejas no solamente intervienen elementos cinestésicos, sino que también participan sonidos y olores que correlacionan la distancia y posición de la fuente de alimento. De modo que parece más que sensata la afirmación de que no parece tratarse de un comportamiento arbitrario. A pesar de su complejidad, probablemente la danza de las abejas no sea más que otro patrón de acción modal más, fruto de la selección natural, que no haga sino reproducir un mecanismo completamente estereotipado y automático en las abejas. Bibliografía Arsuaga Ignacio Martínez, Juan Luís. La especie elegida. La larga marcha de la evolución humana. Madrid: Ediciones Planeta Madrid S.A., 2010. Cialdini. Robert B. Influence: Science and practice. Boston: Allyn & Bacon, 2001. Dawkins, Richard. El gen egoísta. Las bases biológicas de nuestra conducta. Barcelona: Salvat, 1993. Domjan, Michael. Principios de aprendizaje y conducta. México D.F.: Cengange Learning Editores S.A., 2010. Tomasello, Michael. ¿Por qué cooperamos? Madrid: Katz, 2010.
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