Lecciones de historia económica

Lecciones
de historia
económica
Victoriano MARTÍN MARTÍN
Isabel CEPEDA GONZÁLEZ
Concepción ESTELLA ÁLVAREZ
Rogelio FERNÁNDEZ DELGADO
Nieves SAN EMETERIO MARTÍN
Victoria ARRIBAS ESCUDERO
LECCIONES DE HISTORIA
ECONÓMICA
LECCIONES DE HISTORIA
ECONÓMICA
Coordinador
Victoriano Martín Martín
Autores:
Isabel Cepeda González
Mª Concepción Estella Álvarez
Rogelio Fernández Delgado
Mª Nieves San Emeterio Martín
Mª Victoria Arribas Escudero
MADRID • BOGOTÁ • BUENOS AIRES • CARACAS • GUATEMALA • LISBOA • MÉXICO
NUEVA YORK • PANAMÁ • SAN JUAN • SANTIAGO • SÃO PAULO
AUCKLAND • HAMBURGO • LONDRES • MILÁN • MONTREAL • NUEVA DELHI • PARÍS
SAN FRANCISCO • SIDNEY • SINGAPUR • ST. LOUIS • TOKIO • TORONTO
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
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transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia,
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Edificio Valrealty, 1.a planta
Basauri, 17
28023 Aravaca (Madrid)
ISBN: 84-481-8370-3
Editor: José Ignacio Fernández
Asist. editorial: Amelia Nieva
Diseño de cubierta: CD Form, S. L.
Compuesto en: CD Form, S. L.
IMPRESO EN ESPAÑA - PRINTED IN SPAIN
CONTENIDOS
Prólogo
....................................................................................................................
VII
Capítulo 1 Concepto y método de la historia económica ....................................
1
Capítulo 2 La actividad económica del hombre en las primeras
etapas de la historia ............................................................................
11
Capítulo 3 Las transformaciones económicas en la Europa Medieval ................
29
Capítulo 4 La expansión ultramarina y las economías europeas en el siglo XVI ......
51
Capítulo 5 El pensamiento económico desde la filosofía griega hasta
el pensamiento escolástico español del XVI ........................................
73
Capítulo 6 Decadencia y auge en la Edad Moderna: siglos XVII y XVIII ..............
87
Capítulo 7 Pensamiento económico en los siglos XVII y XVIII .............................
107
Capítulo 8 La Revolución Industrial .....................................................................
125
Capítulo 9 La economía política en la escuela clásica inglesa ............................
149
Capítulo 10
Transformaciones económicas y sociales en los siglos XIX y XX .......
171
Capítulo 11
Crisis monetarias y financieras en el periodo de entreguerras ..........
193
Capítulo 12
El nuevo orden económico tras la Segunda Guerra Mundial .............
219
Capítulo 13
El pensamiento económico del siglo xx .............................................
233
Capítulo 14
Desarrollo económico en la segunda mitad del siglo X .....................
257
PRÓLOGO
No nos disponemos aquí a disertar sobre lo que es la historia económica y su importancia
en la formación curricular de los estudiantes; lo primero se discutirá más adelante, lo segundo tal vez con suerte podamos convencer a alguno de nuestros alumnos (y seguramente
necesitemos algo más que un manual). En este prólogo nuestra intención es mucho más
pragmática porque es precisamente la faceta práctica de este libro el atributo que le distingue de otros muchos en el mercado, algunos de ellos de un valor indiscutible. Nos explicaremos. Cuando se nos ofreció la posibilidad de realizar un libro de historia económica, no
creo confundirme al decir que todos los autores que hemos participado en él repasamos
inmediatamente nuestra experiencia diaria con los alumnos durante años de docencia. De la
puesta en común de estas experiencias vimos las virtudes y debilidades de los libros publicados con la intención de elaborar un texto que cubriera las deficiencias que encontrábamos
no tanto en el contenido de los manuales en sí mismo como en la adecuación de éstos a la
asignatura “Historia económica” de las facultades donde se imparte la materia. Es verdad
que había textos excelentes pero también excesivamente extensos para alumnos que disponen en muchos casos de escasamente cuatro meses para su estudio. El profesor entonces
tenía que cribar de entre la bibliografía recomendada aquellos temas imprescindibles para
el alumno y de esta forma elaborar el rudimento de la disciplina. Este ha sido el principio
que nos ha llevado a la elaboración de este libro. Un manual que integrase los temas que
desde un punto de vista realista han de conocer los alumnos que cursan esta materia en la
universidad; el mismo título Lecciones de Historia Económica parte del reconocimiento
didáctico de este libro.
Otra de la característica distintiva de este libro y que a algunos lectores seguro que
sorprenderá es su contenido en historia del pensamiento económico. Intentaremos dar razones para su inclusión. Los autores de este libro compartimos la idea de que la Historia
económica no sólo es una disciplina que estudia cómo se han desarrollado las economías a
lo largo del tiempo: cómo aumenta la población o la renta per cápita de los habitantes o qué
sectores productivos son los pioneros del cambio económico. Todos nosotros convenimos
en que la historia económica, además de este aspecto descriptivo, también posee otra seña
de identidad que la separa de otras materias afines como la historia social o la historia política. La historia se transforma en historia económica no sólo porque estudie los hechos
económicos del pasado sino porque utiliza la teoría económica para interpretarlos. Por ello,
~ VIII ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
no nos conformamos, por ejemplo, en describir el proceso inflacionista que asoló a España
en el siglo XVI, o la terrible peste negra que diezmó a la población europea en el siglo XIV.
Utilizamos la teoría cuantitativa del dinero o la ley de los rendimientos decrecientes de la
tierra en uno y otro caso respectivamente para explicar por qué sucedieron tales acontecimientos. En este sentido entendemos la teoría económica como parte fundamental para
comprender la historia. Por otra parte, si la teoría económica es esencial para la historia, no
lo es menos a la inversa pues los hechos de pasado proporcionan constantemente el material necesario para contrastar y verificar las teorías. Por todo ello, porque creemos en lo
ventajoso de vincular hechos y teoría, consideramos necesario desde el primer borrador de
este libro incluir una concisa historia de las ideas económicas e intercalarla entre los temas
de historia económica propiamente dicha. De esta manera, siguiendo con el primer ejemplo, no sólo podemos saber que en el siglo XVI se produjo una subida de precios en España,
conocemos su causa y también que fue entonces cuando unos teólogos salmantinos acertaron en su explicación, una explicación que trascendió a esa centuria y continúa en plena
vigencia hoy en día para analizar los procesos inflacionista.
Tal vez todo ello parezca demasiado ambicioso y corramos el peligro de caer de
bruces en aquello de “el que mucho abarca poco aprieta”. Efectivamente, incluir en un libro
toda la Historia económica, desde el Paleolítico hasta la actualidad, junto a toda una historia del pensamiento económico y que el resultado no sea al mismo tiempo muy extenso
parece una hazaña digna no de un académico sino de un mago. Nosotros hemos evitado los
conjuros y nos decantamos por reducir el contenido mediante unas enormes dosis de síntesis. Pero conscientes de que algunos de los aspectos significativos están apenas apuntados
o incluso omitidos, al menos para aliviar la conciencia hemos intentado enmendarlo con la
incorporación en cada uno de los temas de una selección de lecturas que profundizan en los
puntos que consideramos más relevantes. Esperamos que con ello se nos puedan perdonar
los pecados de omisión. También, y en este caso por razones casi obvias, hemos incluido al
término de los temas una serie de preguntas y comentarios para que el lector pueda autoevaluarse en la comprensión de la materia.
Por último, no queremos terminar sin poner de manifiesto nuestro agradecimiento
por la paciencia que han tenido con nosotros a Gema González Carreño, Ana Navarro y José
Ignacio Fernández y a Isabel Cepeda por lo ingrato del papel que le ha tocado desempeñar
azuzando al resto de autores para cumplir en fecha y forma.
Victoriano Martín
Nieves San Emeterio
T E M A
1
CONCEPTO Y MÉTODO
DE LA HISTORIA ECONÓMICA
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
DEFINICIÓN
OBJETO
ALGUNOS PROBLEMAS METODOLÓGICOS
APORTACIONES DE LA ESCUELA HISTÓRICA ALEMANA
LA DISPUTA DEL MÉTODO: SCHMOLLER Y MENGER
LA NUEVA HISTORIA ECONÓMICA O CLIOMETRÍA
EJERCICIOS
LECTURAS RECOMENDADAS
BIBLIOGRAFÍA
La Historia Económica es una materia interdisciplinar, a caballo entre la Historia y la
Economía (Tortella, G., 1987). De ahí que todos los hechos y doctrinas económicas, objeto de esta asignatura, deban analizarse dentro de su contexto histórico. Uno de los principales problemas que plantea el estudio de esta ciencia social es la metodología. No se puede
dejar de lado el método histórico, la crítica de fuentes especialmente, pero también hay que
utilizar las teorías y métodos económicos. Incluso, el estudioso de la Economía debe de
acudir a la Historia, no sólo para descubrir el pasado, sino para comprender mejor el presente y, aún, anticipar el futuro.
Tras las aportaciones de la Escuela Histórica Alemana y el Methodenstreit, se plantea una reflexión sobre el pensamiento de la Nueva Historia Económica que surge en la
década de 1950.
~1~
~2~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
1. DEFINICIÓN
De una forma simple se podría definir la Historia Económica como una ciencia social que
estudia la manera en que el hombre ha tratado de satisfacer sus necesidades materiales a lo
largo del tiempo. Una vez satisfechas estas necesidades básicas, el género humano ha ido
almacenando excedentes para épocas de escasez y ha intentado cubrir otro tipo de prioridades: culturales, ideológicas, etc.
También la Historia Económica puede definirse como el estudio de las distintas
economías que se han dado en el pasado hasta el presente. En este sentido se considera tanto
una rama de la Historia, puesto que analiza una parcela de la sociedad en su dimensión del
largo plazo, como una rama de la Economía, en cuanto que utiliza el pasado como fuente
de evidencia empírica para contrastar los métodos y las teorías de la ciencia económica
(Tortella, G., 1987).
Además, el estudio de las economías pasadas permite conocer los límites de las
distintas teorías económicas y lo relativo de sus postulados y conclusiones. Pero también
ayuda a comprender las conexiones entre la variable económica y las demás variables sociales; por tanto, puede contribuir a la elaboración y perfeccionamiento de una teoría general
del desarrollo económico y social.
2. OBJETO
No existe unanimidad entre los distintos autores sobre el objeto principal de la Historia
Económica. Para G. Tortella, (1987) es la ciencia social más ambiciosa, porque trata no sólo
de comprender al ente social en su conjunto, sino abordarlo en su totalidad temporal. El
análisis del crecimiento y del cambio económico es el objetivo fundamental en Historia
Económica, junto con los factores de producción que se han ido desarrollando en el transcurso de los siglos: cuándo, cómo, dónde han aparecido y sus consecuencias. El objeto de
esta disciplina es la explicación de los procesos del desarrollo económico. Estudia las realidades que se establecen tanto para la producción, como para la distribución y el consumo,
pero también trata de dilucidar de qué manera el bienestar de una sociedad se ve afectado
por el progreso económico.
F. Simón (1990) expone, citando a Bauer, uno de los miembros de la Escuela
Histórica Alemana, que la “Historia Económica tiene por objeto exponer los cambios experimentados por las circunstancias económicas en el curso del tiempo y en su relación causal
con los demás cambios históricos, dirigiendo su atención, al propio tiempo, a examinar de
qué modo han actuado sobre la Economía”.
Otros, como W. Kula (1973) opinan que la “Historia Económica se dedica a la
búsqueda y el establecimiento de regularidades que se manifiestan en las actividades
sociales de carácter económico y de los factores sociales que los provocan”. Así pues,
para él, economía y sociedad están estrechamente vinculadas. También C. M. Cipolla,
(1991) considera que la Historia Económica en un sentido estricto debe ocuparse de los
hechos y de las vicisitudes económicas a escala individual o colectiva que afecten al
hombre.
CONCEPTO Y MÉTODO DE LA HISTORIA ECONÓMICA
~3~
Finalmente, D. C. North (1984) añade que “el cometido de la Historia Económica es
explicar las estructuras, el funcionamiento y los resultados de las economías a lo largo del
tiempo”. En suma, las investigaciones de los historiadores económicos tienen por objeto
cualquiera de las etapas históricas y todos y cada uno de los indicadores económicos, tratando también de relacionarlos con la sociedad en la que se hallan inmersos.
3. ALGUNOS PROBLEMAS METODOLÓGICOS
La Historia Económica, por tratarse de una ciencia dual, conlleva un problema metodológico importante, que es la conveniencia de utilizar las técnicas de investigación del historiador o las del economista. La Economía posee una teoría rigurosa y una metodología
unitaria, pero pierde precisión ante los cambios a largo plazo. En cambio la Historia, especializada en el largo plazo, tiene un campo de estudio amplísimo cuyo método fundamental es la crítica de fuentes. Además, la Historia se apoya en otras ciencias auxiliares, como
la Paleografía, Geografía, Sociología, Antropología, etc.
La buena Economía se asienta sobre abstracciones y modelos que permiten un tratamiento matemático y con los que se puede llevar adelante un análisis riguroso; a su vez, la
buena Historia requiere de un análisis profundo que no debe ser simplificador y sí complejo,
como también lo es la realidad. Por ello, no se deben olvidar los factores de carácter institucional o social. J. Topolski (1981), por su parte, afirma que la descripción de los acontecimientos históricos debe ser explicativa, reunir los diferentes factores del proceso histórico
(actos humanos, tendencias, etc.) mediante las correspondientes relaciones causales.
Algunos autores, al tratar problemas de crecimiento económico y progreso, introduciendo la perspectiva histórica, utilizan el método inductivo y menos el deductivo. En la
segunda mitad del siglo XX, las aportaciones metodológicas de la Nueva Historia
Económica, con la creciente aplicación de sistemas estadístico-económicos, utilizan no sólo
la teoría y los modelos económicos para identificar los problemas históricos, sino también
el método deductivo para obtener conclusiones a partir de la aplicación del modelo allí
donde no se pueda lograr información directa. Por añadidura, las técnicas econométricas
aplicadas a la Historia Económica permiten realizar verificaciones y contrastes de hipótesis con los datos históricos concretos.
Otro elemento a tener en cuenta desde el punto de vista metodológico es la motivación, aunque también hay posturas diversas al respecto; el por qué de las actuaciones de
individuos o grupos. La ciencia económica ha desarrollado unos supuestos en los que la
racionalidad del consumidor, la obtención del máximo beneficio por parte del empresario,
etc., han sido los puntos de partida del comportamiento de los agentes económicos. Por
tanto, resulta fundamental en el campo de la Historia Económica el estudio de las pautas en
la toma de decisiones de los agentes económicos en el pasado.
En suma, si bien la metodología de la Historia Económica debe sacar sus mejores
frutos de la aplicación de los principios y métodos de la Economía, también debe advertir
la diversidad de los fenómenos histórico-económicos. Su análisis debe apoyarse en un enfoque histórico, con toda su complejidad, porque, además, el conjunto de los factores del
crecimiento también son indivisibles. En definitiva los historiadores económicos aspiran a
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
alcanzar una certidumbre, aunque sea relativa, por los métodos que están a su alcance. Su
elección dependerá del problema a tratar y también de las fuentes disponibles.
4. APORTACIONES DE LA ESCUELA HISTÓRICA ALEMANA
Debido a esa naturaleza simbiótica de la Historia Económica, la aproximación entre
Economía e Historia se produjo gracias a la Escuela Histórica Alemana del siglo XIX.
Federico List fue el precursor de esta Escuela Histórica. Desde un principio los economistas de la Escuela trataron de seguir una metodología que aportase interpretaciones
del proceso económico usando conceptos teóricos que definían cada una de sus etapas
con objeto de descubrir las leyes específicas de su funcionamiento. Este método estaba
cargado de positivismo historicista. Los economistas pertrechados de sus teorías para
abordar cuestiones históricas dieron un alto contenido teórico a la historiografía económica.
La característica común de la Escuela Histórica Alemana era la creencia de que la
Economía científica debía consistir en los resultados de las monografías históricas y en sus
generalizaciones. (Esta tendencia surge, no por casualidad, en el momento de la conformación de la nación alemana). Por tanto, el economista debía dominar antes que nada la técnica histórica, con la que investigaría los procesos económicos concretos con todos sus
detalles de lugar y tiempo. De este tipo de planteamiento surge el método histórico en
economía que los historiadores de otras tendencias llamaron historicismo. El historicismo
convertirá al economista, en cuanto historiador de la Economía, en un recolector de ingentes masas de datos para realizar una interpretación de carácter inductivo.
Para Schumpeter (1994), desde la aparición de la Escuela Histórica Alemana se había
borrado la línea divisoria entre el economista histórico y el historiador económico, lo que
para él no representaba ningún inconveniente, pues la metodología de esta escuela se basaba en que el economista –como investigador– debía ser un historiador de la Economía. En
efecto, el trabajo de esta Escuela fue complementario al de los historiadores de la
Economía, una especialidad de la Historia que ya a finales del siglo XIX estaba bien asentada, aunque no siempre bien aceptada por los restantes historiadores.
Pero el historicismo no estuvo presente sólo en Alemania. Como señala P. Tedde
(1984), hubo portavoces de esta tendencia en Italia y Francia, aunque alcanzó mayor relevancia en Gran Bretaña. Uno de sus principales representantes fue W. J. Ashley, primer
titular de una Cátedra de Historia Económica en la Universidad de Harvard en 1891.
Perteneció a una generación de científicos –junto con Cunningham (Cambridge) y
Toynbee (Oxford), Unwin, etc.– que incluyeron los estudios históricos en la enseñanza
académica de la Economía. Sus obras, publicadas entre 1890 y 1900 tuvieron en común
el decidido propósito de aunar Teoría Económica e Historia. Sin embargo, quizá la polémica más interesante fue la discusión sobre el método –Methodenstreit– (de la que se
habla en el apartado siguiente) entre el alemán Schmoller, de la Escuela Histórica
Alemana, y el austriaco Menger, de la corriente deductivista, que en el caso de Gran
Bretaña protagonizaron respectivamente Cunningham y el padre de la escuela marginalista, A. Marshall.
CONCEPTO Y MÉTODO DE LA HISTORIA ECONÓMICA
~5~
5. LA DISPUTA DEL MÉTODO: SCHMOLLER Y MENGER
Con el nombre de Disputa del Método se conoce al choque o controversia metodológica que
tuvo lugar en el último cuarto del siglo XIX entre los economistas teóricos y los históricos,
personificada por Carl Menger (1840-1921), fundador de la Escuela Austriaca de
Economía, y Gustav Schmoller (1838-1913), miembro destacado de la Nueva Escuela
Histórica alemana. En aquella discusión se pusieron de manifiesto algunos problemas
aparentemente irreconciliables, pero que serían superados por la Nueva Historia
Económica.
Carl Menger era partidario del tratamiento abstracto de la economía. En especial
insistía en la necesidad de distinguir la economía política teórica, de la historia económica
y la estadística, y acusaba a la Escuela alemana dominante de no entender el método
abstracto y de atribuir una importancia exagerada al método histórico. Para Menger, la
abstracción y la deducción constituyen los fundamentos del análisis económico. Se refiere
a las leyes exactas de la Economía Teórica, desviada de la hipótesis del puro interés individual. Menger rechazaba la mutua determinación e interdependencia de los fenómenos
económicos. Puso varias veces de manifiesto la poca estima que tenía por el método matemático, característica que sigue manteniendo la Escuela Austriaca, e insistía en que lo que
busca el economista no son solamente las relaciones entre cantidades, sino la esencia de los
fenómenos económicos.
Schmoller, por su parte, pensaba que el contenido de la ciencia económica lo componían exclusivamente las monografías históricas. Ahora bien, como señala J. Schumpeter
(1994), siempre los economistas han considerado que la Historia Económica es una fuente
importante de “verdad económica”.
Es cierto que el núcleo original de lo que se llamaría Método Histórico en economía
arrancaría de la creencia, elevada a dogma de fe, de que la economía científica ha de consistir principalmente en los resultados de las monografías históricas y en sus generalizaciones,
y el economista debía dominar la técnica histórica. El economista ha de ser, ante todo, un
historiador de la economía.
Pues bien, ante estas posturas irreconciliables y por lo que a la Historia Económica
como disciplina científica se refiere, parecen adecuadas las palabras de Marshall sobre la
Escuela Histórica Alemana: “El trabajo de unos pocos miembros de esta escuela está afectado por la exageración e, incluso, por un mezquino desprecio hacia los razonamientos de
la escuela ricardiana, cuya tendencia y propósitos no han logrado entender: y esto les ha
llevado a una controversia muy amarga y sombría. Pero con apenas alguna excepción los
dirigentes de la escuela han estado libres de esta mezquindad. Sería difícil apreciar el valor
del trabajo que ellos y sus compañeros de otros países han hecho al investigar y explicar la
historia de los hábitos e instituciones económicas. Es uno de los grandes logros de nuestra
época y una importante adición a la riqueza real del mundo. Ha hecho más que cualquier
otra cosa por ensanchar nuestras ideas y aumentar el propio conocimiento de nosotros
mismos, y ayudarnos a comprender el plan central, por así decirlo, del gobierno divino del
mundo” (Marshall, A., 1890).
~6~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
6. LA NUEVA HISTORIA ECONÓMICA
O CLIOMETRÍA
A partir de la segunda mitad del siglo XX aparecieron en el Journal of Economic History y en
Explorations in Economic History una serie de
estudios que fueron calificados como “Cliometría
o Nueva Historia Económica”. Estos estudios
trataban de satisfacer la vieja aspiración schumpeteriana, al denunciar la controversia metodológica
entre Menger y Schmoller, de aproximar las tres
ramas fundamentales de la economía: Historia,
Teoría Económica y Estadística. La Cliometría
consiste en la aplicación del análisis económico y
el empleo de métodos cuantitativos a la investigación histórica. En última instancia se trata de aplicar a la Historia Económica la cuantificación
estadística y econométrica y reinterpretar los
hechos a la luz del análisis económico, esto es,
aplicar la teoría económica a los hechos históricos.
David Ricardo, uno de los máximos
exponentes de la Escuela Clásica de
Economía
Este enfoque, que se ha generalizado por
la inmensa mayoría de los Departamentos de
Historia Económica de las distintas universidades, ha beneficiado y potenciado al mismo tiempo los desarrollos del neoinstitucionalismo. Como señalaron D. C. North y R. P. Thomas
(1991), se trata de “un marco analítico global para examinar y explicar el desarrollo del
mundo occidental; un marco que está de acuerdo con la teoría económica neoclásica y
que la complementa”. La Nueva Historia Económica ofrece un nuevo esquema de análisis económico del pasado. La teoría del cambio institucional y la teoría de los costes de
transacción, derivados de la especialización y de la división del trabajo, que condicionan
las instituciones, que determinan la estructura de los sistemas político-económicos, son
ingredientes fundamentales de la Nueva Historia Económica, cuyo objetivo consiste en
explicar la estructura, el funcionamiento y los resultados de las economías a lo largo del
tiempo.
El énfasis principal se pone en la estructura, en cuanto determinante básico de los
resultados. En ella se incluyen las instituciones económicas y políticas, la tecnología, la
población y la ideología de la sociedad. De ahí que, para explicar los resultados económicos, se requiera una teoría de las instituciones, cuyos cimientos los constituyen:
1º. Una Teoría de los Derechos de Propiedad que determina la estructura de incentivos.
2º. Una Teoría del Estado, que es quien define y hace respetar los derechos de propiedad.
3º. Una teoría que explique cómo las ideologías influyen en la reacción de los individuos ante situaciones cambiantes.
CONCEPTO Y MÉTODO DE LA HISTORIA ECONÓMICA
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La confrontación existente entre población y recursos económicos constituye todavía
el objetivo central de la Historia económica. Según North, han existido periodos de presión
demográfica malthusiana, que ha sido superada unas veces por respuestas psicológicas y
sociales y, otras, por modificaciones en la eficiencia de las instituciones económicas que
han alterado la base de recursos naturales.
Parece que la cuantía de los recursos está relacionada con la tecnología. Fue la capacidad de inventar de los seres humanos lo que les separó de otros primates. A su vez, parece que la evolución y la innovación son tendencias inherentes a los seres humanos.
Ahora bien, ha existido a lo largo de la Historia una gran brecha entre los rendimientos sociales y privados de la invención y la innovación. Ha sido más difícil definir derechos de propiedad sobre el desarrollo tecnológico que sobre productos o factores naturales.
Esto explica la divergencia entre beneficios sociales y privados, confirmando con el razonamiento de North que las formas de cooperación y competencia que desarrollan los individuos y los sistemas para hacer respetar las reglas de organización de la actividad humana
forman el núcleo de la Historia Económica.
Estas reglas son las que describen detalladamente el sistema de incentivos y desincentivos que orienta la actividad económica, pero también determinan la distribución del
producto. Pero todo esto se fundamenta sobre una Teoría del Estado y una Teoría de los
Derechos de Propiedad.
Se necesita una Teoría del Estado porque es el Estado quien especifica la estructura
de los Derechos de propiedad. El Estado es el responsable de la eficiencia de tal estructura
y el causante, en última instancia, del crecimiento, el estancamiento o el declive económico. De la misma forma se necesita una Teoría de los Derechos de Propiedad, para explicar
las formas de organización económica que los individuos inventan para reducir los costes
de transacción.
Finalmente, por lo que se refiere a la ideología, parece una buena síntesis, que necesita poca explicación, la proposición de North: “La solidez de los códigos morales y éticos de
una sociedad y el cemento de la estabilidad social que hace viable un sistema económico”.
7. EJERCICIOS
7.1. Comentario del texto:
Me complace declarar aquí mismo que si hoy tuviera que volver a empezar desde la
nada mis esfuerzos en el terreno de la economía y me dijeran que sólo me sería posible estudiar una de aquellas tres grandes ramas, pudiendo escoger entre ellas, elegiría la historia económica. Tres serían mis razones para hacerlo. Primera, que el tema
de la economía es esencialmente un proceso único desplegado en el tiempo histórico. Nadie puede tener la esperanza de entender los fenómenos económicos de ninguna época –tampoco de la presente– si no domina adecuadamente los hechos
históricos o no tiene un sentido histórico suficiente, o lo que también se puede llamar
experiencia histórica. Segunda, que el registro histórico no puede ser simplemente
económico, sino que ha de reflejar también, inevitablemente, hechos “instituciona-
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
les” que no son puramente económicos: de este modo facilita el método mejor para
comprender cómo están relacionados los hechos económicos con los no económicos
y cómo se deberían relacionar las ciencias sociales entre ellas. La tercera es que creo
que la mayor parte de los errores básicos cometidos en análisis económico se debe a
la falta de experiencia histórica.
Fuente: Schumpeter, J. A. (1994): Historia del Análisis Económico.
Barcelona, Ariel, pág. 47-48.
7.2. Comentario del texto:
La historia económica es una materia eminentemente interdisciplinar. Ocupa una
zona del saber humano que está situada en la encrucijada de otras dos disciplinas: la
historia y la economía. La historia económica no puede prescindir de ninguna de
ellas. Si cede en uno de esos dos frentes, se desnaturaliza y pierde su propia identidad. El problema consiste en que las dos disciplinas que están en su base, por así
decirlo, pertenecen a dos culturas distintas. La historia era y sigue siendo la disciplina humanística por antonomasia. En cambio, la economía se ha distanciado de manera progresiva de la historia y de las ciencias humanas desde los tiempos de Ricardo:
aun permaneciendo tan débil como base para la predicción, se aferra obstinadamente a las llamadas ciencias exactas, mediante el uso y abuso de la lógica matemática
como instrumento fundamental para el análisis.
Fuente: Cipolla, C. M. (1991): Entre la historia y la economía.
Introducción a la Historia Económica. Barcelona, Crítica, pág. 10.
7.3. Comentario del texto:
¿Qué produce la historia cliométrica? Como mucho, nos provee de correlaciones y
otros datos estadísticos con un bajo margen de error; es decir, nos provee de evidencias sobre probabilidades o tendencias, pero no nos dice nada sobre casos individuales (que no sean las probabilidades) y no ofrece explicaciones de la conducta ni de las
instituciones humanas del pasado, o al menos explicaciones generales. Incluso si estamos de acuerdo, para los propósitos de esta discusión, en que Fogel y Engerman han
demostrado que el trabajo era eficiente en los estados sureños de América, esto no
garantiza que fuera igualmente eficiente en la Italia de los últimos siglos de la república o la primera época del imperio; ni puede decirnos mucho sobre las causas de la
guerra civil norteamericana o la introducción de la esclavitud en primera instancia.
La historia cliométrica alcanza su mejor expresión cuando se enfrenta a cuestiones de hecho estrictamente definidas y emplea métodos (y datos) bien conocidos
en la búsqueda de las respuestas. “Las pautas con las que los estudiosos de la cliometría han trabajado hasta ahora –señalaba Fogel recientemente–, han sido generalmente modelos de una sola ecuación o ecuaciones simples simultáneas con
relativamente pocas variables”. Es justamente mediante la reducción de las variables
a examinar cómo la cliometría ha fundamentado su reivindicación de ser científica y
ha producido sus mejores resultados. Pero no es injusto añadir que haciendo esto ha
CONCEPTO Y MÉTODO DE LA HISTORIA ECONÓMICA
~9~
pagado el precio de “omitir la mayor parte de lo que sabemos sobre la vida de los
seres humanos en cuestión”.
Fuente: Finley, M. I. (1986): Historia Antigua. Problemas metodológicos.
Barcelona, Crítica, pág. 91-92.
8. LECTURAS RECOMENDADAS
•
BUSTELO, F. (1998): La Historia Económica: una ciencia en construcción. Madrid,
Síntesis. Plantea una sencilla visión de la Historia Económica.
•
FOGEL, R. W. (1981): Tiempo en la cruz. La economía esclavista en los Estados
Unidos. Madrid, Siglo XXI. Es un ejemplo claro de obra realizada con el análisis
cliométrico.
•
NORTH, D. C. (1984): Estructura y cambio en la Historia Económica. Madrid,
Alianza. El premio Nóbel explica algunos cambios económicos que se han producido a lo largo de la Historia.
9. BIBLIOGRAFÍA
ARÓSTEGUI, J. (2001): La investigación histórica: Teoría y método. Barcelona, Crítica.
BACCINI, A. y GIANETTI, R. (1997): Cliometría. Barcelona, Crítica-NIU.
BLOCH, M. (1999): Historia e historiadores. Madrid, F.C.E.
BLOCH, M. (2001): Apología para la historia o el oficio de historiador. Madrid, F.C.E.
BRAUDEL, F. (1969): La historia y las ciencias sociales. Madrid, Alianza.
CARR, E. H. (2001): ¿Qué es la historia? Edición definitiva. Barcelona, Ariel.
CASANOVA, J. (2003): La Historia social y los historiadores ¿cenicienta o princesa?
Barcelona, Crítica.
CIPOLLA, C. M. (1991): Entre la historia y la economía. Introducción a la Historia
Económica. Barcelona, Crítica.
DUBY, G. (1988): Diálogo sobre la Historia. Madrid, Alianza.
DUBY, G. (1991): La historia continúa. Madrid, Debate.
FONTANA, J. (1982): Historia. Análisis del pasado y proyecto social. Barcelona Crítica.
FONTANA, J. (1992): La historia después del fin de la historia. Barcelona, Crítica.
HOBSBAWM, E. (2002): Sobre la historia. Barcelona, Crítica.
IGGERS, G. G. (1998): La ciencia histórica en el siglo XX. Barcelona, Idea Universitaria.
KULA, W. (1973): Problemas y métodos de la historia económica. Barcelona, Península.
MARSHALL, A. (1890): Principles of Economics. London, Macmillan.
NORTH, D. (1984): Estructura y cambio en la Historia Económica. Madrid, Alianza.
NORTH, D. C. y THOMAS, D. C. (1991): El nacimiento del mundo occidental. Una Nueva
Historia Económica (900-1700). Madrid, Siglo XXI.
~ 10 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
SCHUMPETER, J. A. (1994): Historia del Análisis Económico. Barcelona, Ariel.
SIMÓN, F. (1990): Manual de Historia Económica Mundial y de España. Madrid, Centro
de Estudios Ramón Areces.
TEDDE, P. (1984): “La Historia Económica y los economistas” en Papeles de Economía,
nº 20.
TOPOLSKI, J. et al. (1981): Historia económica: nuevos enfoques y nuevos problemas.
Barcelona, Crítica.
TORTELLA, G. (1987): Introducción a la economía para historiadores. Madrid, Tecnos.
VILAR, P. (1982): Iniciación al vocabulario de análisis histórico. Barcelona, Crítica.
T E M A
2
LA ACTIVIDAD ECONÓMICA
DEL HOMBRE EN LAS PRIMERAS
ETAPAS DE LA HISTORIA
1.
2.
3.
4.
5.
LA SOCIEDAD PRIMITIVA
LAS GRANDES CIVILIZACIONES DEL MUNDO ANTIGUO
EJERCICIOS
LECTURAS RECOMENDADAS
BIBLIOGRAFÍA
El conocimiento de las primeras sociedades humanas es bastante complicado por la dificultad de interpretar las fuentes arqueológicas. Este primer y más largo periodo de la
Historia de la Humanidad ha sido llamado Prehistoria, por el hecho de no haberse hallado
en él indicios de escritura, aunque no todos los historiadores están de acuerdo sobre el
término. Pero las divisiones arqueológicas del mismo en Edad de Piedra y Edad de los
Metales no son del todo arbitrarias, puesto que se basan en los materiales utilizados para la
fabricación de diversos utensilios cortantes, ya que éstos se encuentran entre los más importantes instrumentos de producción.
1. LA SOCIEDAD PRIMITIVA
La antigüedad del hombre sobre la tierra se remonta a cientos de miles de años. Pero los
diferentes grupos humanos evolucionaron a ritmos muy distintos. Parece que el hombre
existía en Europa en el periodo glacial y muy probablemente antes. Ha ido sobreviviendo a
muchas razas de animales de las que era contemporáneo y ha ido pasando por un proceso
de desenvolvimiento en las distintas ramas de la familia humana, tan notable en sus etapas
como en su progreso (Morgan, L. H., 1970).
~ 11 ~
~ 12 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
1.1. La economía de la Edad de Piedra
“Si la economía es la ciencia de las épocas sombrías, el estudio de las economías de la caza
y la recolección debe ser su rama más importante” (Sahlin, M., 1983). Durante todo este
tiempo, la principal actividad del hombre consistió en satisfacer sus necesidades materiales.
La recolección de alimentos y la caza de animales eran fundamentales para su supervivencia, aunque tuviera que trasladarse de un lugar a otro para conseguirlos. Por eso se habla del
hombre nómada. Para un mejor estudio de esta larguísima etapa se suele dividir en dos
amplios periodos: Paleolítico y Neolítico.
1.1.1. El periodo más lejano y desconocido
La tecnología de la Edad de la piedra tallada, que suele datarse hasta los 8000 años a. C.,
permaneció prácticamente sin cambios durante miles de años a base de toscas herramientas
y útiles de piedra, que fueron perfeccionando muy lentamente. La técnica básica lítica la
constituye la percusión sobre el nódulo de sílex, aunque el resultado difiere de la dureza del
material con que se golpea en relación con la consistencia de la piedra que se desea tallar;
de ahí la aparición de lascas, hachas, etc. Esto es de suma importancia para determinar el
valor de la industria lítica atribuida a ciertas tribus muy primitivas, el sistema social y la
organización económica.
Sin embargo, del estudio de estas sociedades se deduce que la piedra no era la única
materia prima de su industria, sino que también utilizaron otros elementos, como madera,
hueso, asta, conchas, etc., que sólo se han conservado en casos excepcionales y en lugares
concretos. Además, controlaron el fuego; utilizaron anzuelos para pescar y debieron de
disponer de alguna especie de balsa para trasladarse sobre el agua.
Aunque la caza parece ser tan antigua como la especie humana, la aparición de un
“género de vida cazadora” se halla en la base de la actividad mágicorreligiosa del hombre
del Paleolítico Superior y ejerce un impacto enorme en el desarrollo cultural. Estas poblaciones fueron tanto más nómadas cuanto más especializado era su género de caza y a ello
contribuyó tanto la necesidad alimenticia, como el complejo de su cultura material. A su
vez, la permanencia en pequeños grupos y la utilización de cuevas y abrigos rocosos creó
una tradición ininterrumpida hasta la aparición de las nuevas formas de vida de la etapa
postglaciar.
La lenta evolución de las sociedades paleolíticas puede explicarse tanto por la rutinaria continuidad del ritualismo mágico, como por la climatología. Las distintas plantas se
irían sucediendo en función de la temperatura, precipitación, etc. Los animales irían en pos
de ellas igualmente a un ritmo casi imperceptible. En algunos lugares y en momentos
concretos la emigración de estas especies pudo efectuarse de modo más rápido, lo que
conllevaría efectos negativos para muchas de ellos y provocaría su extinción, degeneración
o arrinconamiento en zonas más reducidas. El hombre, con la superioridad de sus innovaciones técnicas, contribuyó a agravar el desequilibrio y a la desaparición de algunas especies, como el bisonte o el mamut, por ejemplo. Pero también domesticó el perro,
asociándolo a sus tareas cazadoras. La aparición de sus restos fósiles es fundamental para
averiguar dentro del Cuaternario la fecha de los establecimientos humanos.
LA ACTIVIDAD ECONÓMICA DEL HOMBRE EN LAS PRIMERAS ETAPAS
DE LA HISTORIA
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Ahora bien, el desequilibrio económico necesario para crear el estímulo, se produjo
con la transformación climática postglaciar entre el 10000 y el 8000 a. C. La lenta, pero
progresiva sequía, al ir retrocediendo los hielos, llevó a la deforestación natural, a la pérdida de tapiz vegetal, a la disminución de la fauna útil y, ante esas circunstancias, la especie
humana también estaría en peligro.
1.1.2. La revolución neolítica
Por todo ello, la verdadera revolución en el desarrollo histórico de la humanidad se produjo en
el Neolítico (8000 a 5000 a.C). Una economía de producción liberó al hombre de la preocupación por su futuro inmediato y, mediante la utilización inteligente de los recursos naturales,
descubrió la agricultura y domesticó algunos animales: oveja, cabra, caballo, cerdo, etc.; quizá
los bueyes servirían como bestias de carga. La agricultura surgió entre aquellos grupos cuya
base económica dependía de la recolección de cereales silvestres. Pero agricultura y ganadería
(último eslabón de la domesticación de animales) aparecen íntimamente asociados.
Sin embargo, el Neolítico o Edad de la piedra pulimentada (azada, hoz) no debió de
suponer la aparición de pueblos distintos, sino que las mismas sociedades irían abandonando las cuevas y levantando los primeros poblados, lo que implicaría la organización de una
población, una vinculación más estrecha del hombre a la tierra, un sedentarismo mayor, la
innovación de técnicas, como la cerámica o el tejido de lino y lana. En el orden político
significó una concentración del poder y un principio de autoridad ordenado del esfuerzo
colectivo, pero en el aspecto económico se produjeron algunos excedentes y una escasa
división del trabajo. La revolución neolítica abarcó toda la región, que se extiende desde el
Nilo y el Mediterráneo Oriental hasta la meseta de Irán y el valle del Indo.
1.2. El desarrollo tecnológico de los metales
Hacia el 5000 a.C. surgió una nueva tecnología basada en la fundición de metales, lo que permitió obtener herramientas, armas y objetos mucho más resistentes. En primer lugar se desarrolló la elaboración de instrumentos de cobre, luego de bronce y, posteriormente, de hierro.
1.2.1. La innovación del cobre
En este periodo, llamado Edad del Cobre (5.000-3.000 a.C.) se fundía el metal en hornos de
carbón, calentándolo en crisoles; luego, se vertía en moldes para fabricar herramientas y armas
mucho más afiladas que las de piedra. Además, se usó el torno de alfarero; se aplicó la rueda
al carro; se utilizó el arado de madera en Egipto y Mesopotamia antes del 3000 a.C., con lo que
aumentó la producción de alimentos, la acumulación de excedentes y la actividad económica.
A su vez, nuevas técnicas de transporte, como la aplicación de la vela a la navegación, facilitaron el intercambio y todo ello contribuyó a una mayor división del trabajo.
1.2.2 La invención del bronce
Con la aleación del cobre y el estaño se entra en la Edad del Bronce (3000-1000 a.C.). El
hacha de bronce era un utensilio superior, más duro, pero, además, presupone una estructu-
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
ra económica y social más compleja, puesto que el cobre y el estaño pocas veces se hallan
juntos y uno de los dos debe ser importado. Esto es posible si existe excedente de algún
producto local para permutarlo por metales, con lo que aumenta el intercambio de bienes y
la división del trabajo. La invención de la moneda permitió acumular riquezas; se efectuaban préstamos con interés. Los agrupamientos de población fueron creciendo y alcanzaron
su plenitud los grandes Imperios de los valles fluviales; además, apareció la escritura y la
notación numérica.
A su vez, la tabla de multiplicar y la geometría facilitaron la construcción de edificios: templos y pirámides. También se desarrolló la astronomía con la medición exacta del
tiempo de las estaciones, los puntos cardinales, el reloj de sol y el calendario de 365 días.
Los avances en arquitectura fueron seguidos de otros en escultura, pintura y música con
diversos instrumentos, como la flauta, el arpa y la lira. Las relaciones sociales y económicas se plasmaron en reglas muy estrictas, como el Código de Hammurabi (1750 a.C.). Poco
a poco hubo una mayor división de clases: la de los poderosos (reyes, nobles o sacerdotes)
y la de los pobres (hombres libres, colonos, siervos y esclavos). Este periodo finalizó con
guerras y migraciones de pueblos.
1.2.3. La expansión del hierro
A partir del primer milenio a.C. se habla de la Edad del Hierro por la utilización generalizada de este metal, aunque una tribu de Armenia lo usaba antes del 2000 a.C. Su difusión tuvo
lugar hacia Europa; dada la abundancia de este mineral en la naturaleza, las herramientas y
armas de hierro resultaron más baratas y mucha gente pudo costearse un buen equipo. Con él
los agricultores aumentaron su producción. También apareció la esquiladora para cortar la
lana de las ovejas. Las técnicas industriales se adaptaron al nuevo metal con el que se fabricaron nuevos taladros, martillos, etc. Los albañiles perfeccionaron sus herramientas, como la
polea. Se mejoraron varios tipos de máquinas, como la noria, el molino giratorio, etc.
Todos estos progresos significaron un crecimiento económico muy importante, una
mayor división del trabajo y la aparición de talleres con decenas de trabajadores. Parte de
los excedentes acumulados permitieron dedicar la inteligencia de algunos hombres a las
ciencias, a las artes, a la filosofía, a la justicia, etc. Pero se considera que estos últimos
periodos pertenecen de lleno a la Historia y, por tanto, son objeto de posteriores páginas.
2. LAS GRANDES CIVILIZACIONES DE LA ANTIGÜEDAD
2.1. Los Imperios agrícolas
Se ha comprobado el paso de una sociedad rural de pastores y agricultores a una sociedad
urbana varios siglos antes de Cristo, en algunas áreas del Próximo Oriente. Algunos poblados
convertidos en ciudades se establecieron junto a los cursos de agua, manantiales, etc. y los
lugares más convenientes se mejoraban con un trabajo constante. Gran parte de las tareas que
se realizaban eran empresas colectivas y beneficiaban a la comunidad en su conjunto.
En las grandes llanuras de aluvión, un suelo fértil renovado cada año por las crecidas de los ríos, aseguraba un copioso abastecimiento de alimentos y permitía el crecimien-
LA ACTIVIDAD ECONÓMICA DEL HOMBRE EN LAS PRIMERAS ETAPAS
DE LA HISTORIA
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to de la población, aunque carecían de otras materias primas de origen mineral. La necesidad de construir importantes obras públicas para el riego y drenaje de la tierra, así como
para proteger los núcleos de población, hizo que la organización social se fuera consolidando y el sistema económico centralizando. No todos tenían que cultivar la tierra para
poder alimentarse, puesto que en una sociedad urbana existe una mayor división del trabajo. El lugar principal lo ocupaban los sacerdotes, príncipes, escribas, funcionarios y un
grupo de artesanos especializados, soldados profesionales y trabajadores de diferentes
oficios, todos ellos apartados de la ocupación primaria de producir alimentos.
2.1.1. Mesopotamia
El curso bajo de los ríos gemelos: Tigris y Éufrates forma una unidad geográfica cuya vida
natural y económica dependía de sus aguas. El territorio estaba dividido en ciudades-estado,
que eran autónomas desde el punto de vista político, pero todas con una cultura material, un
lenguaje y una religión comunes y, en gran medida, económicamente interdependientes. En el
centro de cada una se encontraba la ciudadela con el templo, que era no sólo un lugar de culto,
sino también un gran centro productor y administrador de riquezas. Funcionaba como un gran
banco, puesto que los documentos más antiguos muestran las cuentas anotadas por los sacerdotes acerca de los ingresos en los templos.
En esta vasta llanura tuvieron lugar varias guerras entre las diferentes ciudades y se
formaron algunos Imperios, como el de Babilonia que consiguió una unidad política ya
bajo el dominio de Hammurabi. En su Código (1750 a.C.) de leyes escritas se revela la
situación de los arrendamientos rústicos, del comercio, la industria, la contabilidad mercantil, el crédito, los tipos de interés, etc. Las instituciones de crédito alcanzaron altos niveles
concediendo préstamos a empresas mercantiles e industriales, recibiendo depósitos, etc. El
valor de las cosas se medía en dos tipos de unidades de cuenta: el gur de Babilonia (medida de cebada equivalente a 252 litros) o el siclo (lingote de plata de 8 gramos de peso), pero
no se llegó a acuñar moneda. Las ciudades-estado quedaron absorbidas dentro del territorio
de un Estado que correspondía por entero a la realidad de las necesidades económicas.
2.1.2. Egipto
El Valle del Nilo constituía una unidad económica natural. La agricultura dependía de la
crecida anual del río y su llegada significaba el comienzo del ciclo de las operaciones agrícolas. La predicción exacta del día de la inundación representaba una gran ventaja para la
población y se producía en función del movimiento anual de la tierra alrededor del sol, el
mismo día cada año solar. Las observaciones registradas durante 50 años demostraron que
el intervalo medio entre las crecidas era de 365 días. Sobre esta base se introdujo un calendario oficial en el que el año se dividía en 10 meses de 36 días cada uno con un periodo
adicional de 5 días, que se intercalaba al final del año. Hubo un error en el cómputo de unas
6 horas. Los funcionarios reales lo corrigieron observando la trayectoria aparente de la
estrella Sirio (Sothis para los egipcios), la cual en la latitud de El Cairo es la última estrella
que aparece en el horizonte, antes de que la aurora oculte a todas las demás en la época de
la crecida, y ésa fue la señal del inicio de los trabajos agrícolas. Además, la creación del
~ 16 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
calendario solar constituyó un hecho histórico de gran trascendencia para la astronomía y
para la historia de la ciencia.
En Egipto las reservas de provisiones requeridas para la transformación del sistema
económico no se acumularon en los templos de una deidad comunal, sino en manos de un
monarca, que ya se había colocado por encima de la sociedad de la que había surgido, auxiliado por un cuerpo importante de sacerdotes y funcionarios. Los campesinos sujetos a una
severa disciplina debían entregar una parte importante de las cosechas al faraón. A pesar de
ser una sociedad jerarquizada, de vez en cuando sufrió violentas sacudidas producidas por
algún periodo de anarquía y revolución o por invasiones exteriores, pues no mantenía una
gran fuerza militar.
2.2. La expansión y colonización del Mediterráneo
2.2.1. Ciudades fenicias
En las costas del Mediterráneo Oriental aparecieron ciudades, como Tiro, Sidón, Biblos que
difundieron los avances culturales de Egipto y Mesopotamia por el mar Mediterráneo en
busca de metales (cobre, plata y estaño, principalmente). Explotaron los yacimientos de
cobre y plata del Sur y Sureste de la Península Ibérica. El estaño de las regiones atlánticas,
transportado por mar o por tierra a través de la Galia, llegaba en sus barcos hasta los más
importantes centros industriales del Oriente clásico. A cambio llevaban tejidos finos, objetos de bronce y artículos de lujo. Acuñaron monedas de plata e inventaron el alfabeto.
Para controlar este comercio instalaron colonias, como Gadir (Cádiz, hacia el 1100 a.C.)
y Cartago, en el Norte de África, que fue fundada hacia el 825-819 a. C. y que se erigió en
una potencia mercantil, al desaparecer Fenicia en manos de los asirios. Los cartagineses
disputaron el comercio mediterráneo a los griegos y llegaron al Sureste de la Península
Ibérica; luego, se enfrentaron a los romanos, por lo que estallaron las guerras púnicas, que
pusieron fin a su hegemonía a mediados del siglo II a.C.
2.2.2. Creta: confluencia de productos y culturas
También en el Mediterráneo Oriental se hallaron importantes restos de una civilización,
llamada minoica, en la isla de Creta que se remonta al 2600 a.C., con abundancia de objetos de cobre y de bronce, algunos fabricados en Egipto, bellos ejemplares de cerámica
pintada y algunas inscripciones de escritura, primero ideográfica y, luego, lineal. Debieron
prosperar aquí príncipes-comerciantes que llevaban productos fabricados del Oriente Medio
hacia Occidente y volvían cargados de metales de estas lejanas tierras.
2.2.3. El mundo griego
Al Sur de la Península Balcánica parece que existió una antigua civilización, que a mediados del tercer milenio a.C. poseía objetos de bronce. A mitad del segundo milenio a.C.
entraron por el Norte pueblos invasores, que se instalaron como jefes guerreros y llegaron
a dominar, incluso, Creta. Fueron los aqueos de los que habla Homero en la Ilíada. Ambas
civilizaciones fueron destruidas por los dorios hacia el 1150 a.C.
LA ACTIVIDAD ECONÓMICA DEL HOMBRE EN LAS PRIMERAS ETAPAS
DE LA HISTORIA
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Paulatinamente los habitantes de este terreno abrupto y fragmentado, que hablaban
la lengua griega, se fueron organizando en polis1. La base de su economía era la tierra,
aunque distinguían entre los terratenientes que vivían en la ciudad y los trabajadores, en el
campo; sin embargo, estos campesinos figuraban en un puesto más alto de la escala social
que los artesanos. Había una estrecha unión entre ciudad y territorio. A medida que la
población de estas polis crecía, la producción de alimentos resultó insuficiente y muchos
habitantes tuvieron que abandonar sus ciudades.
La emigración griega comenzó hacia el s. VIII a.C. por el Mediterráneo. Cada colonia solía estar fundada por un grupo de emigrantes de la misma polis, a la que llamaban
metrópolis. Aunque eran políticamente independientes, sus habitantes se consideraron
siempre griegos (Magna Grecia). Las primeras colonias basaron su riqueza en la agricultura, pero después incorporaron a su economía las actividades comerciales y llegaron a
crear una amplia red de escalas, que constituyeron la base de su comercio marítimo con
intercambio de monedas, materias primas y toda clase de productos manufacturados.
El ideal de las polis era la independencia, pero ante la amenaza del Imperio Persa se
unieron y vencieron al gigante en las guerras médicas (490-448 a.C.). Este enorme esfuerzo militar y económico fue sufragado con una alianza de varias polis (Liga de Delos). Al
final de la guerra Atenas, que había llevado el mayor peso, exigió que el tesoro de la Liga
fuera guardado y administrado por los atenienses. Algunas polis no aceptaron y esta
desunión les llevó a la guerra del Peloponeso (431-404 a.C.) y a una crisis de la que ya no
se recuperaron.
En el siglo IV a.C. Filipo II de Macedonia ocupó Grecia. Su hijo Alejandro Magno,
que había sido educado por preceptores griegos, conquistó el Imperio persa entre el 334 y
el 327 a.C. y difundió la cultura helenística. En esta época el patrón monetario adoptado por
el mayor número de ciudades griegas era el dracma, que equivalía a 4 gramos 250 miligramos de peso, y la moneda más común era la pieza de 4 dracmas o tetradracma de plata.
Estas monedas con la efigie de Alejandro Magno se acuñaron en las ciudades helenísticas
hasta la conquista de Asia por los romanos. Durante la residencia de Alejandro Magno en
Babilonia se preocupó de reparar los canales, diques y defensas para los riegos de los territorios circundantes y allí murió en el 323 a.C. Sus sucesores, los jefes griegos de su ejército mantuvieron fuertes luchas entre ellos por la herencia de ese gran Imperio, hasta que en
el 280 a.C. se lo repartieron en tres estados: Macedonia, Egipto y Siria.
Los griegos que habitaban en estas ciudades helenísticas vivieron de la explotación
de sus tierras (trabajadas por esclavos o campesinos indígenas), pero pronto ampliaron sus
actividades a la industria o al comercio. Esta labor involuntaria de los esclavos favoreció la
creación de talleres importantes para la fabricación de productos dedicados a la exportación: cerámica, vidrios, bronces, papiro, artículos de lujo, etc. Así, el comercio se reanimó:
la ruta Norte Sur pasaba por Asia Menor y reunía a los reinos helenísticos y la otra ruta
terrestre, de Siria a la India, atravesaba Mesopotamia, por lo que Antioquia se convirtió en
un gran centro comercial en el que convergían ambas vías.
1
Ciudad estado autónoma en la que ciudad y campo constituyen una unidad estrechamente ligada.
~ 18 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
Biblioteca de Celso en Éfeso (siglo II d. C.). En la fachada, cuatro estatuas que representan
la sabiduría, la virtud, la inteligencia y la ciencia.
Al mismo tiempo continuaron los avances científicos y técnicos. Por ejemplo, Euclides
publicó Elementos de Geometría hacia el 350 a.C., Apolonio de Pérgamo (247-205 a.C.)
preparó su geometría de los conos, el gran Arquímedes (237-212 a.C.) describió la teoría de
la palanca y estableció la base de la mecánica teórica, así como varios ingenios militares y,
algo más tarde, Hiparco (160-125 a. C.) inventó la trigonometría plana y esférica.
2.3. Roma y el nacimiento de un gran imperio económico
Mientras tanto, otra ciudad-estado surgía en la parte central de la Península Itálica, en un
lugar estratégico apto para atravesar el río Tíber. En su origen se trataba de un conglomerado de cabañas de pastores, que ocupaban una serie de colinas cuya fundación se atribuye a
Rómulo y Remo en el 752 a.C., según la leyenda. El término pecunia (pecus en latín significa ganado) atestigua la importancia económica de la ganadería en los intercambios de este
periodo. Su organización política fue en los comienzos en forma de Monarquía.
2.3.1. El crecimiento económico durante la República
En el 509 a.C. se dio paso a la República. Durante la misma tuvo lugar el mayor crecimiento
económico de Roma, ya que ocuparon el Lacio, luego conquistaron el resto de la Península
Itálica y, una vez vencidos los cartagineses tras la tercera guerra púnica (146 a.C.), su autoridad en Occidente fue indiscutible. Poco a poco se anexionaron toda la costa mediterránea. Luego se apoderaron de gran parte de los estados helenísticos, con lo cual adoptaron
LA ACTIVIDAD ECONÓMICA DEL HOMBRE EN LAS PRIMERAS ETAPAS
DE LA HISTORIA
~ 19 ~
la cultura griega, y consiguieron inmensos territorios. La integración de las tierras
conquistadas se llevó a cabo a menudo mediante su conversión en provincias, lo que constituyó un importante precedente para el régimen imperial posterior.
El último periodo republicano se vio ensombrecido por una serie de conflictos
violentos, golpes militares, rebeliones, guerras civiles. Es interesante destacar el decenio de los hermanos Graco (tribunos de la plebe) y su propuesta de reforma agraria. La
principal reivindicación de los plebeyos era el reparto de tierras del ager publicus en
condiciones asequibles. Tiberio Graco rehabilitó la ley que fijaba en 500 iugera (unas
125 hectáreas) el límite de propiedades públicas entre particulares, prometiendo la
expropiación de las que excedieran del máximo legal permitido, que serían convertidas
en propiedades privadas y cedidas a título hereditario a cambio de un impuesto (vectigal) al Estado. Pero la lex agraria no se llevó a efecto por el asesinato del tribuno, cuando quiso disponer libremente de los fondos del legado de Atalo III privando de su
tradicional monopolio al Senado, lo que provocó un conflicto con la nobleza senatorial
y la masacre de 300 seguidores del tribuno de la plebe, que acabaron arrojados al Tíber
junto con él mismo (133 a.C.). Su hermano Cayo Graco fue elegido tribuno de la plebe
en el 123 a.C.; consiguió la publicación de la lex frumentaria, que disponía la distribución de grano a la plebe a precio político y no gratuitamente, como lo venía haciendo el
Senado, así como el reparto de algunas tierras del ager publicus más alejadas de las
vegas y menos fértiles.
Durante el siglo I a. C. Pompeyo y César2, de un lado, y Marco Antonio y Octavio3,
de otro, marcan el final de un periodo en la Roma antigua. Tras la incorporación de Egipto
como provincia romana (30 a.C.), Octavio regresó a la Urbs como mando único del ejército y se erigió en el jefe del nuevo régimen imperial que permaneció en vigor hasta el siglo
V de la Era Cristiana.
Desde la época republicana, la extensa red viaria favorecía el desplazamiento del ejército y agilizaba los intercambios comerciales. También las provincias se cruzaron de un gran
número de calzadas que favorecían la comunicación en el interior y con algunos puntos de la
periferia conectados, en última instancia, a Roma. El 90% de la población romana vivía de la
agricultura. Gran parte del excedente agrícola se consumía en las ciudades y éstas eran importantes centros de producción y distribución. En ellas se hallaban los talleres artesanales que
ocupaban a hombres libres y esclavos. Se perfilaron así dos economías no excluyentes, sino
complementarias: la monetaria en las ciudades, la natural en el medio rural.
La acuñación de oro y plata era monopolio del Estado; el sistema monetario se había
extendido por todo el territorio y, mediante algunas leyes, se habían fijado el peso y el valor
de las principales monedas romanas de plata y bronce: el denarius, el victoriatus, y el as.
Los griegos y orientales llegaban a Roma con monedas de oro y plata de sus respectivos
países y debían cambiarlos por denarios; de aquí dimanaban pingües beneficios para los
cambistas. El desarrollo de los Bancos en Italia y en Occidente se debió en parte a las
2
3
Pompeyo, César y Craso formaron el primer triunvirato en al año 60 a.C.
Lépido, Marco Antonio y Octavio formaron el segundo triunvirato en al año 43 a.C.
~ 20 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
circunstancias de la circulación de la moneda acuñada y estaban dirigidos en su mayoría por
individuos de origen griego. También se obtenían grandes negocios en las operaciones con
acciones de las sociedades de publicani, con las que se especulaba. Pero el negocio más
lucrativo era el préstamo con interés, que sobrepasaba la tasa legal del 12% y llegó en
ocasiones al 48%. Además, aceptaban depósitos pagando intereses y transferían dinero de
una ciudad a otra a través de bancos locales.
La economía romana al final de la República estuvo dominada por el influjo de la
riqueza mobiliaria. Esta evolución fue provocada por los éxitos de la política exterior y las
conquistas de Roma, más que por el desarrollo de la industria y del comercio. El origen del
capitalismo romano debe buscarse en el inmenso despojo de los pueblos vencidos, en el
botín obtenido en las campañas militares, en los tributos arrancados a las ciudades vencidas, a las exacciones sin freno ni escrúpulos de los publicanos y agentes de negocios, en las
operaciones financieras realizadas por los banqueros, etc.
Otro factor determinante fue la creciente rivalidad económica entre Roma, prototipo de
la ciudad de consumo, y las provincias. La tradicional posición económica de Italia, como abastecedora de los mercados provinciales en trigo, vino o aceite, cambió drásticamente desde
mediados del siglo I. Los productos agrícolas, primero, y los manufacturados, después, acabarían siendo reemplazados por los elaborados en las diversas provincias, las cuales le hacían la
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Expansión territorial del Imperio romano.
IMPERIO PERSA SASÁDINA
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LA ACTIVIDAD ECONÓMICA DEL HOMBRE EN LAS PRIMERAS ETAPAS
DE LA HISTORIA
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competencia. Roma empezó a contabilizar una balanza mercantil deficitaria. Pero su economía,
de urbana y regional, llegará a ser internacional y mundial en los años venideros.
2.3.2. El Imperio: auge y decadencia
En menos de un siglo Roma pasó del mero control político sobre los territorios conquistados a su anexión e incorporación como provincias de pleno dominio. Durante el Alto
Imperio (27 a.C.-235 d.C.) la actividad económica prosperó. En agricultura, la trilogía
mediterránea era predominante. Pero la producción de cereales fue disminuyendo, mientras
que las viñas y olivares ocuparon amplios dominios al Este y al Oeste, lo que provocó auténticas hambrunas. El gobierno imperial tomó medidas fomentando la siembra de trigo y
promulgando edictos para prohibir la plantación de viñas, incluso, arrancar las existentes
en las provincias. En cambio, el olivo fue difundido en Hispania, Dalmacia, África y en los
países semidesérticos desde el Este del Líbano hasta Palmira. Además, la conquista de
Europa Central y Occidental valdría a los romanos la posesión de considerables superficies
de bosques y pastos.
También hay que destacar la producción de sal, tanto la procedente de las marismas,
como la del interior en lagos, fuentes termales y en las minas de sal gema, sin olvidar la explotación de canteras de mármol, pórfido y granito en todo el orbe conocido, dado el gusto de los
romanos por las construcciones suntuosas, en las que emplearon abundantes esclavos.
Los yacimientos minerales metálicos ofrecieron distintos aspectos según los lugares.
Las minas de oro de Grecia estaban casi agotadas; Macedonia y Tracia eran aún ricas en oro
y plata; las de la Cólquida y Egipto continuaban dando oro. Además, se obtenía en sus
diversas formas, pepitas y pajuelas, en Hispania, Galia, Britania, Dalmacia y Mesia.
Trajano, al conquistar Dacia, consiguió para Roma los yacimientos auríferos más ricos del
mundo antiguo. Extrajeron ingentes cantidades de plomo argentífero de Cerdeña, Hispania,
Galia, Dalmacia, Épiro, etc. Se proveían de cobre de Macedonia, Península Ibérica, Galia e
isla de Bretaña, que junto con los de Chipre aportaban estaño y facilitaron el desarrollo de
la industria del bronce. Casi todos los yacimientos de hierro de Europa Occidental y Central
fueron valorizados y explotados, así como otros metales.
Por otra parte, la alianza entre políticos ambiciosos y jefes militares, acabó con la
hegemonía de los dos órdenes privilegiados de Roma, el senatorial y el ecuestre, los cuales
hasta entonces habían constituido una clase de grandes terratenientes semifeudales y de
hombres de negocios, que debían su prosperidad material a la explotación de los recursos
del Estado. La obra de Octavio César Augusto fue la expresión de esta victoria de las clases
medias e inferiores de las ciudades romanas.
Pero la pax romana había puesto fin a la expansión territorial y a la acumulación de
botín, incluido el humano, dos cosas que habían sido fundamentales para acrecentar la
riqueza. Además, se habían introducido en el Imperio amplias regiones interiores, lejos del
mar y con accesos inadecuados a las rutas del comercio y la comunicación. En las fincas
interiores existía la tendencia natural al asentamiento rural en torno a una casa de campo en
donde se producían las necesidades básicas del consumo masivo, con lo que se reducían las
actividades lucrativas de las ciudades. El golpe decisivo se dio cuando la monarquía abso-
~ 22 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
luta sustituyó la administración de la ciudad por el ejército profesional y el poder de unas
familias. Este sistema acabó con la iniciativa política y económica para la que faltaban las
oportunidades apropiadas.
Sin embargo la clase media urbana, base del Imperio, no era lo bastante fuerte para
sustentar el peso del Estado mundial. Los órdenes superiores se hicieron cada vez más
exclusivos y la sociedad se fue separando en dos castas: honestiores y humiliores. De este
modo surgió un antagonismo entre el campo y las ciudades. Los emperadores intentaron
acabar con la hostilidad fomentando la urbanización y protegiendo también a los campesinos, pero sus esfuerzos fueron baldíos. Tal antagonismo pudo ser la última causa de la crisis
del siglo III y conducir a la anarquía política de la segunda mitad de este siglo. Las clases
superiores fueron anuladas y emergió una nueva forma de gobierno basada, sobre todo, en
el ejército, en una robusta burocracia y en la masa de campesinos.
Poco a poco el comercio y la industria acabaron siendo ejercidos como medios
secundarios de acrecentar los ingresos derivados principalmente de la agricultura. Esta
situación detuvo el crecimiento económico de Italia e impidió la génesis de grandes
empresas en las provincias. Por otra parte, el Estado para mantener la paz interior y la
seguridad precisaba cada vez más dinero, pero el gobierno no hizo nada por fomentar el
progreso económico y contribuyó a acelerar el proceso de estancamiento, sin preocuparse de la prosperidad de las masas. Así el peso de la vida estatal gravitó sobre las clases
trabajadoras y provocó un rápido descenso de su bienestar material. Como este grupo era
el principal consumidor de la producción industrial de las ciudades, la disminución de su
capacidad adquisitiva repercutió desfavorablemente en el desarrollo de la producción en
masa y en la fabricación en gran escala. También acabó notándose en la importación de
mercancías.
Durante el Bajo Imperio Romano (235-476) para salvar al Estado, los emperadores
recurrieron a la violencia y coerción, que se aplicaron tanto a la clase media urbana como
a las clases inferiores. El resultado fue el colapso de la economía urbana y la aguda crisis
del siglo III, la cual conllevó un rápido declive de la actividad económica en general con
fuertes subidas de precios, un renacimiento de las formas primitivas de la economía, un
aumento del capitalismo del Estado y una inflación galopante.
Los hombres de la misma profesión decidieron asociarse en collegia reconocidos y
favorecidos por el Estado, sobre todo comerciantes y navieros, porque le resultaban imprescindibles. Además, el trabajo de las fábricas imperiales se había añadido a la lista de las
penas graves, como la condena antigua de trabajar en las minas. A los obreros de la ceca se
les marcaba y consideraba esclavos. La manufactura de armas y uniformes se convirtió en
monopolio del Estado y durante los últimos siglos del Imperio el ejército fue alimentado,
transportado y equipado con impuestos de bienes en especie, así como sus sueldos, y
también los que formaban parte de la administración; por tanto, el declive de la economía
mercantil en su conjunto era evidente.
M. I. Finley (1982) considera algo imprecisas las cuatro formas de propiedad que
subyacen en el informe de Shtaerman sobre “la crisis del sistema de propiedad esclavista en
el Imperio Romano de Occidente: 1) La forma esclavista, 2) la forma comunal, o sea, la
LA ACTIVIDAD ECONÓMICA DEL HOMBRE EN LAS PRIMERAS ETAPAS
DE LA HISTORIA
~ 23 ~
propiedad en manos de aldeas, 3) los latifundios extraterritoriales y 4) las propiedades del
Estado”. Todos estos propietarios tenían un interés común, los ingresos que podían sacar de
sus fincas rústicas, incluso, en metálico si eran propietarios privados
En cuanto a la forma de explotación de la tierra, colonus significaba labriego,
luego campesino arrendatario y a comienzos del siglo IV esclavo de la tierra, aunque los
colonos funcionaron más por la práctica que por la legislación. Constantino, refiriéndose
a los colonos que huían, decía que había que encadenarlos como esclavos para obligarlos
a cumplir los deberes propios de ellos como hombres libres. Paulatinamente las diferencias formales entre las diversas categorías de agricultores sometidos a dependencia
tendieron a desaparecer.
El impuesto sobre la tierra recaía con máxima fuerza sobre los que la trabajaban,
aunque una parte también sobre los propietarios de las fincas rústicas casi siempre con
mano de obra esclava; sin embargo los más ricos eran los más adeptos a la evasión fiscal.
La doble carga de los impuestos y la guerra condujo a muchos campesinos al bandidaje o a
buscar protección cerca de algún poderoso individuo local. Esto significaba el patrocinium:
a cambio de protección y cierto desahogo, el campesino aceptaba la autoridad de un señor
rural sobre sí y sobre su propiedad y, por tanto, la pérdida de la independencia. De esta
forma el mercado de los productos agrarios se redujo considerablemente.
Todo ello perduró a lo largo de los siglos IV y V. Algunos emperadores desde antes
de Diocleciano (284-305) recurrieron a la confiscación para incrementar los ingresos fiscales. Éste también llevó a cabo importantes reformas en las retribuciones al ejército, en la
administración, como la Tetrarquía, división en diócesis, etc.; pero las más trascendentes
fueron las que se refieren al sistema monetario, al fiscal (iugatio-capitatio)4 y a la publicación del Edicto máximo de precios y salarios en el 301. Prácticamente no existía el comercio libre.
Constantino continuó esta transformación ayudado por la abundancia de oro; acuñó
nuevas monedas de oro (solidus) y plata (denarius) hacia el 310, pero fue insuficiente para
reactivar el comercio por las malas infraestructuras en los transportes. Trasladó la capital a
Bizancio, a la que dio su nombre Constantinopolis (324), que pasó a ser el principal centro
de comercio y de comunicaciones del Imperio. Sus seguidores se enzarzaron en luchas
dinásticas y no continuaron su obra.
El último emperador digno de mención fue Teodosio el Grande (379-395), que dividió el Imperio entre sus hijos: a Arcadio le concedió el Imperio Romano de Oriente con el
título de Imperator y capital en Constantinopla. A Honorio le otorgó el de Occidente con
capital en Roma, legitimando de iure una situación que existía de facto desde hacía unas
décadas.
A lo largo del siglo V un doble proceso –empobrecimiento del Estado y ruralización
de la economía– agravó la situación y en el 476 un jefe militar germánico, Odoacro, depuso al último emperador Rómulo Augústulo. Fue sólo un hecho consumado, puesto que el
poder militar y político en el Imperio de Occidente había pasado a manos de los jefes de los
4
Este impuesto se basaba en unidades productoras de ingresos (iugum) y en el trabajo (caput).
~ 24 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
pueblos germánicos, asentados en su territorio con pacto o sin él (suevos, vándalos, alanos,
francos, burgundios, alamanes, anglos, sajones…). En el 376 el emperador Valente había
permitido a visigodos y ostrogodos que se instalaran, como pueblo aliado, al Sur del
Danubio, para defender las fronteras del Imperio en la península Balcánica, a cambio de la
entrega de tierras y recursos.
En síntesis, además de las migraciones germánicas y de los problemas económicos
derivados de la crisis del siglo III, otros muchos factores contribuyeron a la decadencia de
un Imperio tan extenso: disminución de la población, acusadas diferencias entre clases
sociales, pérdida de las autonomías municipales, mal reclutamiento del ejército, incapacidad de algunos emperadores para gobernar tan amplios territorios, grave déficit público,
amplia evasión fiscal etc. Así, el Imperio Romano de Occidente quedó desintegrado ante la
ocupación de los bárbaros que vivían al otro lado del Rhin y del Danubio, mientras que el
Imperio Romano de Oriente, con el nombre de Bizantino perdurará hasta 1453 en que el
sultán otomano Mehmet II tomó Constantinopla.
3. EJERCICIOS
3.1. Comentario del texto siguiente:
“El hombre perfeccionó sus técnicas para cazar y matar y aprendió a labrar la piedra,
fabricar herramientas primitivas y amaestrar al perro. No obstante, todos estos descubrimientos, incluido el aprovechamiento del fuego, sólo sirvieron para aumentar la
eficiencia del hombre en la explotación de los dos grupos de convertidores biológicos: las plantas y los animales. Fundamentalmente siguió siendo un parásito, aunque
cada vez más eficiente. En tal situación, la “economía” podía expandirse sin causar
perjuicios a la prosperidad futura solamente en la medida en que la destrucción anual
de animales y plantas no fuera superior al índice de reposición de unos y otras. Toda
expansión que sobrepasara este punto crucial solamente podía efectuarse a expensas
de una contracción en el futuro. Para vencer este obstáculo, el hombre tuvo que
aprender a controlar y aumentar las plantas y animales disponibles o, en su defecto,
a descubrir nuevas fuentes de energía…
No sabemos por qué o cómo se produjo esta revolución. Sabemos que tuvo
lugar después del final de la última glaciación. Es muy probable que los cambios
climáticos interviniesen en ella. También es razonable suponer que los primeros
hombres que empezaron a domesticar plantas y animales adquirían poderes de observación y experimentación. Con toda probabilidad, la Revolución Agrícola se vio
precedida por progresos culturales de cierta importancia.
Pisamos terreno más firme cuando tratamos de valorar las principales consecuencias de la revolución. En primer lugar, al aumentar el control sobre las disponibilidades de los dos grupos de convertidores biológicos, aumentaron también las
posibilidades de contar con una fuente de alimentos más amplia y más segura. Aparte
del perro, los primeros animales que se domaron fueron las ovejas y las cabras. La
producción de leche ya era conocida en Mesopotamia en 3000 a.C. La domesticación
LA ACTIVIDAD ECONÓMICA DEL HOMBRE EN LAS PRIMERAS ETAPAS
DE LA HISTORIA
~ 25 ~
de animales para el transporte y no sólo para la obtención de carne, leche y pieles fue
un avance relativamente posterior.
Fuente: Cipolla, C. M. (1989): Historia económica de la población mundial.
Barcelona, Crítica, pág. 44-46.
3.2. Análisis del cuadro siguiente explicando los bruscos cambios apreciados
en los distintos periodos y sus consecuencias
La producción de oro por año en el Bajo Imperio Romano
Periodo
Índice
Periodo
Índice
294/305
100
350/353
229
305/309
128
353/357
184
309/313
155
357/361
115
313/318
102
361/364
567
318/324
90
364/367
605
324/330
81
367/375
148
330/335
98
375/378
144
336/337
179
378/383
283
337/341
128
383/388
131
341/348
136
388/395
185
348/350
229
Fuente: DEPEYROT, G. (1991): Crises et inflation entre Antiquité et Moyen Âge. París,
Armand Colin, p. 211.
3.3. Comentario del texto siguiente:
Todas las tablillas se encontraron en ruinas de palacios (o estrechamente conectadas
con ellas). Esto es un hecho arqueológico de importancia básica, pues lleva a la hipótesis de que estamos ante una economía de palacio, de gran alcance y muy organizada, de un tipo muy bien atestiguado y documentado en todo el Oriente Próximo
antiguo. Tal economía se desconocía en Grecia después de la caída de Micenas, y
como es bastante lógico, también se desconocían los archivos y textos administrativos de este carácter, y las estructuras palaciegas amplias y complicadas, con sus
grandes almacenes y dependencias de archivos. Hasta dónde llegó realmente la
economía de palacio micénica, si cubrió la totalidad de la economía o dejó algunas
parcelas a la actividad “privada” independiente, ahora no se puede determinar, pero
creo que la primera es la mejor hipótesis de trabajo.
Por lo menos esto es lo que se deduce de las tablillas: que los registros palaciegos comprendían agricultura y pastoreo; un gran surtido de procesos productivos
especializados; almacenamiento de provisiones de tal variedad y cantidad que exce-
~ 26 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
de las necesidades del mero consumo de un palacio, en su sentido restringido
(aunque se tengan en cuenta un gasto excesivo y una clara ostentación); y un personal numeroso, jerárquicamente ordenado desde los esclavos hasta el rey en la cúspide, relacionándose, cada estrato social en los textos disponibles, con una función
(tanto militar y religiosa como “económica”) o con una posesión de tierra, o ambas
a la vez. En todas estas actividades faltan muchas cosas importantes. En las tablillas
existentes no se ha podido leer ninguna palabra que sea posible traducir con confianza por “comprar”, “vender”, “prestar” o “pagar un salario” (o los nombres correspondientes). Aún más, Ventris y Chadwick señalan que “aún no han sido capaces de
identificar un pago en plata o en oro por los servicios prestados”, y que no hay pruebas “e nada que se parezca a la moneda. Se hacen listas por separado de cada artículo, y no hay nunca ningún signo de equivalencia entre una unidad y otra”…
… Revelan una operación masiva de redistribución, en el que todo el personal
y todas las actividades, todos los movimientos de personas y mercancías, por así
decir, estaban fijados administrativamente. Se realizaba el trabajo, se repartían
tierras y mercancías, se hacían los pagos (es decir, repartos, cupos, raciones) según
esquemas fijos, que se corregían y volvían a establecer frecuentemente (incluso
quizás, anualmente). Semejante red de actividad centralizada requiere registros; con
más precisión, registros del modo que los tenemos en las tablillas, y con los mínimos
detalles.
Fuente: Finley, M. I. (1984): La Grecia antigua: economía y sociedad.
Barcelona, Crítica, pág. 233-234.
4. LECTURAS RECOMENDADAS
•
CIPOLLA, C. M. (1989): Historia económica de la población mundial. Barcelona,
Crítica. Muestra la evolución de la población desde sus orígenes, la necesidad de
recursos energéticos, la difusión de la técnica y la importancia de la educación en la
sociedad industrial.
•
DEPEYROT, G. (1996): Crisis e inflación entre la Antigüedad y la Edad Media.
Barcelona, Crítica. Analiza la caída del Imperio Romano y la evolución social a
través del sistema monetario y la presión fiscal.
•
FINLEY, M. I. (1982): Esclavitud antigua e ideología moderna. Barcelona, Crítica.
Plantea una interesante visión sobre la aparición de las sociedades esclavistas antiguas y cómo funcionaba la esclavitud en los sistemas económicos de la Antigüedad.
5. BIBLIOGRAFÍA
AVDIEV, V. I. (1986): Historia Económica y Social del Antiguo Oriente. I. El Egipto
Faraónico. Madrid, Akal.
BRAVO, G. (1998). Historia de la Roma antigua. Madrid, Alianza.
CHILDE, G. (1978): Los orígenes de la civilización. México, F. C. E.
LA ACTIVIDAD ECONÓMICA DEL HOMBRE EN LAS PRIMERAS ETAPAS
DE LA HISTORIA
~ 27 ~
FINLEY, M. I. (1984): La Grecia antigua: economía y sociedad. Barcelona, Crítica.
FINLEY, M. I. (1986): La economía de la Antigüedad. México, F. C. E.
FOGEL, R. W. y ENGERMAN, S. L. (1981): Tiempo en la cruz. La economía esclavista en
los Estados Unidos. Madrid, Siglo XXI.
GARNSEY, P. (1999): Food and society in classical antiquity. Cambridge University Press.
(Libro electrónico).
KINDER, H. y HILGEMANN, W. (1999): Atlas Histórico Mundial I. De los orígenes a la
Revolución Francesa. MADRID, Istmo.
LEROI-GOURHAN, A. (1972): La Prehistoria. Barcelona, Labor.
MOMMSEN, T. (1983): Historia de Roma. Madrid, Turner (8 vols.).
MAIER, G. (1985): Las transformaciones del mundo mediterráneo. Madrid, Siglo XXI.
MORGAN, L. H. (1970): La sociedad primitiva. Madrid, Ayuso.
RODANÉS, J. Mª (1988): La Prehistoria. Apuntes sobre concepto y método. Zaragoza,
Prensas Universitarias de Zaragoza.
ROSTOVTZEFF, M. I. (1972): Historia social y económica del Imperio Romano. Madrid,
Espasa Calpe.
SAHLINS, M. (1983): Economía de la Edad de la Piedra. Madrid, Akal.
WEBER, M. (1981): Historia agraria romana. Madrid, Akal.
T E M A
3
LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS
EN LA EUROPA MEDIEVAL
1.
2.
3.
4.
5.
LA ECONOMÍA RURAL EN LA ALTA EDAD MEDIA
EL CRECIMIENTO ECONÓMICO BAJOMEDIEVAL
EJERCICIOS
LECTURAS RECOMENDADAS
BIBLIOGRAFÍA
En este capítulo se trata de explicar la evolución de Europa fundamentalmente, desde la caída
del Imperio Romano de Occidente hasta la Era de los Descubrimientos. Son mil años de historia sintetizados en dos etapas muy diferentes: Alta y Baja Edad Media. A su vez en cada una
de ellas se resumen aquellos aspectos que entendemos son más importantes para el conocimiento de la historia de la economía y de los que podemos aprender en el presente.
1. LA ECONOMÍA RURAL EN LA ALTA EDAD MEDIA
“La historia de la Edad Media europea ya no es lo que era” (L. K. Little y B. H. Rosenwein,
2003). El estudio de ese largo periodo se aborda hoy con diferentes teorías y métodos que
hace siglos, incluso años; en la actualidad se analizan las diferentes actividades humanas
como partes de un todo cultural integrado. Así, se ha conseguido que la alta Edad Media sea
un periodo más asequible para los interesados en el tema, mientras que anteriormente era
bastante impenetrable.
1.1. Los pueblos germánicos
Las migraciones germánicas precipitaron la decadencia económica y la ruralización de
Europa, dentro de un largo proceso que se había iniciado en el mismo Imperio Romano con
su debilitamiento y posterior caída. En efecto, los diferentes pueblos bárbaros que estaban
viviendo en el limes romano, habían pactado con el ejército imperial la defensa de su terri-
~ 29 ~
~ 30 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
torio en muchas ocasiones. A lo largo del siglo V fueron asentándose en las tierras del
Imperio. Sus actividades económicas básicas fueron la caza, la agricultura y la ganadería;
la tierra constituía para ellos la principal fuente de riqueza. Vivían en pequeños poblados
rodeados de bosques y emigraban con facilidad ante las rivalidades de los pueblos vecinos.
Resolvían sus problemas en asambleas generales y su ley era la costumbre. Acabaron organizando monarquías, primero electivas y, luego, hereditarias. A veces crearon Códigos de
leyes y se rodearon de un pequeño cuerpo de funcionarios y consejeros escogidos entre los
súbditos romanos más cultos. Pero su fuerza principal estaba en el ejército. Algunos de sus
guerreros más famosos –Estilicón y Aecio– habían prestado servicios en las legiones romanas e hijos de reyes nórdicos habían aprendido la lengua y civilización latina en la corte de
Roma.
El Mediterráneo se mantuvo como vía de comunicación con el Imperio Romano de
Oriente (Imperio Bizantino) que monopolizaba la industria y el comercio, aunque los reinos
germánicos difícilmente podían reactivar los intercambios. Los metales preciosos escaseaban cada vez más. La economía urbana fue desapareciendo, la población abandonaba las
decadentes ciudades para buscar sustento en el campo. Se tendió a la autarquía. Esta economía rural fue incapaz de desarrollar una cultura refinada con la excepción del ostrogodo
Teodorico en Rávena o el franco Carlomagno en Aquisgrán que intentó el renacimiento del
Imperio Romano y se coronó emperador en la Nochebuena del año 800, pero sus nietos se
repartieron el Imperio en el año 843 en Verdún.
En el siglo siguiente se produjo un nuevo intento de centralizar el poder en el nuevo
Imperio Germánico, en parte, gracias a la Iglesia. El año 951 Otón declaró exentos de toda
autoridad secular a 85 monasterios y a todos los obispados y, después de vencer a su rival,
fue coronado emperador por el Papa en el año 962.
1.2. El Islam
Otra gran civilización, que desde Arabia se expandió por el Mediterráneo hasta Europa
en menos de un siglo, fue el Islam. Su creador, Mahoma, el profeta de Allah, era un caravanero de La Meca donde su familia, los coraichitas, tenía grandes intereses económicos.
La predicación de su doctrina le trajo problemas con sus parientes y se refugió en Medina.
Esta huída (Héjira) tuvo lugar en el 622 y ha pasado a ser el año primero del calendario
musulmán.
Muy pronto se extendieron por una amplia zona de tierras esteparias o desérticas, de
pueblos pastores seminómadas, con valles y oasis de agricultura de regadío (Nilo, Indo
hasta donde llegaron por el Este). A la muerte de Mahoma, en unos veinte años sus sucesores conquistaron las provincias más ricas del Imperio Bizantino (Siria, Egipto, Palestina)
y del Imperio Persa sasánida, lo que les permitió contar con recursos, hombres y dinero. En
una carrera meteórica alcanzaron por el Norte de África el Estrecho de Gibraltar y, tras
vencer a los visigodos (711), atravesaron los Pirineos y fueron detenidos por los francos en
Poitiers (732), según se observa en el mapa.
Así dominaron el Mare Nostrum, que cerraron al tráfico bizantino. Desde entonces
en la mayor parte del Mediterráneo dominó la bandera con la media luna. Fueron impor-
~ 31 ~
LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS EN LA EUROPA MEDIEVAL
Aquisgrán
AST
UR
IAS
ESLAVOS
Verdún
Poitiers
IMPERIO
CAROLINGIO
BÚLGAROS
Toledo
Barcelona
Códoba
Rávena
Roma
Montecasino
Kairuán
Mar
Mediterráneo
Bizancio
Tesalónica
IMPERIO
BIZANTINO
Mar
Negro
Antioquía
M
SIRIA ESO
PALESTINA
PO
Damasco
Bag
MI B
A
TA
El mundo mediterráneo del siglo VII al IX.
tantes intermediarios entre Occidente y Extremo Oriente, por un lado, y entre África (ruta
del oro) y la Europa cristiana, por otro. De la India transportaron la caña de azúcar y el algodón a Sicilia y a África; el arroz, a Sicilia y Península Ibérica; aclimataron en Asia la fabricación de la seda que aprendieron de los chinos, al igual que la fabricación del papel, la
imprenta, etc.
1.3. La Iglesia
El cristianismo estaba menos extendido en Occidente que en Oriente, antes y después de la
conversión de Constantino (312-337). La estrecha alianza entre la Iglesia y el Estado en
Oriente no tenía equivalencia en Occidente. Teodosio I (379-395) luchó contra el paganismo y el arrianismo. Algunos teólogos destacados como Ambrosio (m. 397) y Agustín (m.
430), fortalecieron la posición doctrinal de la Iglesia y la aristocracia abandonó el paganismo hacia el siglo V.
Además, el debilitamiento de las instituciones imperiales afianzó el poder político de
los obispos en Roma y en otras ciudades importantes. La caída del Imperio permitió a la
Iglesia reforzar su papel como puente de enlace entre la decadente civilización romana y los
pueblos germanos a través de dos instituciones: el obispado1 y el monacato. Monjes irlandeses actuaron en Inglaterra y luego en Europa, pero la orden más difundida fue la de los
1
El obispo de Roma, libre del emperador que residía en Constantinopla, actuó con independencia del poder
político: Gregorio el Grande (590 - 604) se proclamó Papa, dependiente directo de San Pedro y superior a
los patriarcas de Oriente.
~ 32 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
benedictinos, fundada por San Benito de Nursia en el 529 en Montecassino (Italia). Los
monasterios, construidos entre los latifundios y las tierras de cultivo de los germanos, se
convirtieron en granjas modelo y centros culturales. Así, dentro de una sociedad cada vez
más ruralizada, la Iglesia empezó a convertirse en su cabeza intelectual y controlaba lo
esencial del sistema de enseñanza.
Por otra parte los bienes de la Iglesia eran ya considerables desde el Bajo Imperio.
Esa riqueza formaba parte de la misma estructura del clero. Paulatinamente se fue constituyendo un gran patrimonio, a través de las donaciones de los creyentes, que le permitió
jugar, sin problemas de herencia, un papel político considerable. Estos donativos se justificaban por la obligación de socorrer a los pobres, viudas, cautivos y necesitados. Durante la
Alta Edad Media, la Iglesia fue la única organización capaz de una cierta acumulación, lo
que le proporcionó una fuerza considerable en la sociedad y en las relaciones de producción. Incluso, consiguió sacar provecho de las guerras externas, como fue el caso de las
diferentes Cruzadas, sin olvidar la influencia de la Iglesia en el tema de la usura (préstamo
con interés), pero este asunto se estudia en capítulos posteriores.
1.4. El sistema feudal
La llegada de los francos a las Galias conllevó la desmembración definitiva del sistema
romano: brusca disminución del comercio interregional, desaparición de la autoridad
central y división del país en dominios. Clodoveo, apoyándose en la Iglesia intentó una reorganización basada en los principios tribales germánicos y, después de varias guerras, acabó
instaurándose una primera lógica feudal: grandes dominios casi autónomos en manos de
aristócratas agrupados en confederaciones basadas en la fidelidad y en vínculos de parentesco artificial2. Desde el punto de vista político el feudalismo significó una descentralización del poder, en gran parte obligada como solución ante la creciente inseguridad
provocada por el derrumbamiento de la autoridad imperial.
La originalidad básica de las relaciones feudales hay que buscarla en la asimilación
total del poder sobre la tierra y sobre los campesinos, con la práctica desaparición de las
funciones propias del Estado. Como la relación de dominium3 comprendía la tierra y los
hombres, esto implicaba necesariamente la vinculación de los hombres a la tierra. A su
vez, el dominio señorial se dividía en dos componentes: el dominio, cuya explotación
retenía en sus manos el propietario y los mansos, que se distribuían entre los siervos. El
dominio abarcaba la curtis dominica, la casa con los cobertizos y otras dependencias, el
huerto y las tierras del dominio (terra indominicata): suelos de laboreo, prado, viña, derechos de usufructo de bosques, suelos baldíos. La superficie era variada, pues la tierra
laborable de los dominios de los grandes monasterios podía llegar a 250 Ha., mientras que
2
3
No tiene que ver con el parentesco biológico. Niermeyer atribuye a familia los siguientes significados: 1)
conjunto de siervos que dependen de un señor; 2) conjunto de dependientes de diversas categorías que
dependen de un señor; 3) conjunto de dependientes de diversas categorías que se encuentran en un dominio;
4) conjunto de dependientes ligados al centro de explotación de un dominio, etc.
El dominium abarcaba lo esencial de la producción: control de acceso a los recursos, del proceso de trabajo
y de la distribución de productos.
LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS EN LA EUROPA MEDIEVAL
~ 33 ~
la de los pequeños oscilaba entre 5 y 50 Ha. Al principio los mansos tenían capacidad
suficiente para asegurar la subsistencia de una familia, pero en regiones más densamente pobladas vivían varias familias en un mismo manso y también oscilaba la superficie y
la calidad del suelo4. Entre el dominio y los mansos existía una simbiosis, pues los siervos estaban obligados a cultivar las tierras del dominio: arar, escardar, recoger la cosecha,
aparte de las banalidades y monopolios del señor. Ello implicaba una cierta equivalencia
entre la superficie de labor del dominio y de los mansos, como se puede observar en el
cuadro, ya que, si era demasiado grande, el señor tenía que contratar mano de obra adicional.
Cuadro 3.1
DOMINIO REAL DE SOMAIN, CERCA DE LILLE
Tierras dominicales de labor
Prados pertenecientes al dominio
Bosques (y suelos silvestres) del rey
Desconocido
250,6
44,8
785,4
5,6
Mansos siervos pertenecientes al dominio real
130,2
9 mansos de los que se había hecho donación a la abadía
151,2
TOTAL
1.367.8 hectáreas
Fuente: SLICHER VAN BATH, B. H. (1974): Historia agraria de Europa occidental, 500-1850. Barcelona,
Península, p. 67.
Además, según A. GUERREAU (1984), el sistema feudal se estructuraba como un
ecosistema en el que se integraban los hechos económicos. Europa vivía principalmente de la
agricultura; esta actividad dependía fundamentalmente del clima, con su diversidad en las
distintas zonas del continente y su variabilidad interanual. Pero el sistema técnico era estable,
por tanto el cultivo de las plantas era poco sensible a las variaciones, aunque los resultados
fueran bastante mediocres. En los grandes dominios se practicaba un modelo de cultivo extensivo que reposaba en una agricultura semiitinerante (rotación bienal o de año y vez) con cosechas exiguas. Esta forma de explotación era la predominante en la Alta Edad Media.
Sin embargo, debido al paulatino incremento demográfico a principios del siglo XI,
se empezó a generalizar el sistema de rotación trienal. Las tierras de labor del término
se dividían en tres hojas: una de ellas se sembraba de cereal de primavera (cebada o
4
La superficie media de los mansos de la abadía de Saint Germain-des-Prés, en las inmediaciones de París,
cuya iglesia se ve en la foto, medía: 4, 6, 8 y 10 Ha., mientras que en Artois la superficie oscilaba entre 12
y 17 Ha.
~ 34 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
Iglesia de la Abadía de-Saint-Germain-de-Prés, en París, en torno a la cual se formó un importante
faubourg.
avena), la segunda de cereal de invierno (trigo o centeno), la tercera se dejaba en barbecho y el ganado podía pastar en él, al mismo tiempo que aportaba abono orgánico. En
general, la productividad continuaba siendo muy baja. También se difundieron algunos
progresos técnicos, como el arado de vertedera con rejas de hierro, que profundizaba más
en la tierra al realizar la labranza, la sustitución del buey por el caballo de tiro, con mejores colleras, más caro pero más fuerte y rápido; la adopción de capital más eficiente
permitió aumentos en la productividad. Aún así, parece que a fines del siglo XIII la población europea había tocado techo y, ante la necesidad de mayor cantidad de alimentos, se
roturaron, incluso, tierras marginales dedicadas anteriormente a erial, por lo que los
rendimientos obtenidos eran decrecientes y la ganadería disminuyó (modelo malthusiano), o sea, los recursos obtenidos seguían siendo insuficientes para abastecer a toda la
población.
Mientras tanto en diversas partes de Europa (Francia, Holanda, Alemania) algunos
señores se habían ido especializando en productos para el mercado, como el vino de
Burdeos. El papel desempeñado por los cistercienses también fue muy interesante, no sólo
en el rechazo de las actitudes señoriales de Cluny, sino en la explotación directa de la tierra.
Sin embargo los hospitalarios emprendieron una gran obra de roturación fundando sauve-
LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS EN LA EUROPA MEDIEVAL
~ 35 ~
tés en los claros –aldeas en las que se alojaban los campesinos recién llegados–, casi todas
en torno al camino de Santiago. También se favorecieron la construcción de bastidas, auténticos centros de colonización del suelo, aunque tenían un papel predominantemente militar,
estaban fuertemente amuralladas y eran de planta rectangular.
Desde el siglo XI, bajo la dirección de los condes de Flandes, se aceleraron los
trabajos encaminados a desecar los pantanos del litoral y a construir diques para evitar la
entrada de agua marina (polders). A lo largo del siglo XII los nobles germánicos impulsaron la desecación de las tierras pantanosas situadas al Este del río Elba. La conquista de
nuevos espacios para el cultivo también tuvo lugar en Inglaterra, Norte de Francia y valle
del Po, lo que conllevó importantes modificaciones en la agricultura y en el paisaje agrario, aunque ese proceso estuvo muy localizado en las zonas de mayor prosperidad agrícola de Europa.
Ya no se producía sólo para el autoabastecimiento, sino para el mercado local o
regional. Los cultivos hortícolas ganaron terreno; por ejemplo, en París una larga franja de
tierra se dedicaba al cultivo de legumbres en el siglo XIII. También se extendieron las plantas industriales (lino, cáñamo, plantas tintóreas, como el “pastel” tan famoso en Picardía).
Pero el cultivo de mayor crecimiento fue el viñedo, aunque nunca ocupó más del 20% del
suelo labrado, especialmente en el Sudoeste de Francia: en la Rochela o Burdeos. Además,
creció el comercio de granos con un alza continuada del precio5 de los cereales hasta 1315.
Ello prueba la existencia de una demanda sostenida, con la exportación de trigo inglés a
Flandes o a Noruega y de Provenza a Génova.
En suma, el sistema feudal, que se había desarrollado en la Alta Edad Media, decayó en el siglo XIII como institución jurídico política en aras de la monarquía, vaciándose de
contenido, y también, como consecuencia de un mayor progreso económico y de los
cambios sociales derivados de una mayor seguridad. El nacimiento de esa situación fue
producto de dos fenómenos unidos: el incremento de población al tope máximo que el avance de las técnicas podía soportar y la rápida fusión de los vínculos de vasallaje. La creación
de las nuevas naciones trajo consigo dificultades serias entre señores feudales y oligarquías
urbanas que controlaban en parte los estados, sin olvidar la influencia de la Iglesia, centro
neurálgico del sistema y de la sociedad medieval en su conjunto, pues continuaba siendo la
única fuerza organizada.
1.5. Economía mercantil en la Alta Edad Media
El renacimiento del Estado Carolingio favoreció el desarrollo de la circulación monetaria,
aunque no se acuñó moneda de oro. Es posible que una cotización más favorable de la plata
con relación al oro hiciera afluir a fines del siglo VIII el metal blanco al Norte de la Galia,
pero los reyes francos intentaron hacer del denarius una moneda fuerte y estable.
Organizaron un sistema monetario basado en la libra de plata que equivalía a veinte sueldos, cada uno de los cuales valía 12 dineros. Este sistema se impuso en toda Europa por las
conquistas de Carlomagno. También los soberanos anglosajones lo adoptaron en el siglo IX.
5
En Inglaterra subió más del doble entre 1175 y 1225.
~ 36 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
La autoridad vigilaba, además, el comercio a larga distancia. Los mercaderes, generalmente extranjeros, viajaban lejos, mal protegidos por las leyes locales y amenazados por
el valor de los objetos preciosos que transportaban. Los textos de los siglos VIII y IX mencionan dos grupos étnicos que jalonaban los principales itinerarios: judíos y frisones. Estos
proveedores de artículos lejanos se ubicaban en áreas especialmente designadas, cercadas
por empalizadas, en las que exponían sus mercancías e intercambiaban entre sí los productos. Tenían que pagar un tributo por la protección real.
Otros lugares de encuentro eran las ferias. Algunas se insertaban en el ciclo normal
de un mercado semanal, aunque un día determinado del año atraía a mayor número de clientes. Esto cambiaba la situación desde el punto de vista jurídico, porque la protección del
soberano se extendía a todos los que acudían desde tierras lejanas, y también económicamente, puesto que había que preparar para esa fecha los contactos comerciales que no se
tenían normalmente entre las distintas áreas, a pesar de las dificultades de los caminos6. Las
mercancías eran, sobre todo, artículos de lujo; incluso, traficaban con esclavos. Este
desarrollo se vio favorecido por la paz interior en algunas zonas, por la reordenación del
aparato monetario, en otras, y por el reforzamiento de una aristocracia, que se repartía el
abundante botín conseguido en las frecuentes guerras hasta principios del siglo IX, en las
restantes.
También se pueden destacar algunas áreas mercantiles bastante activas, como las costas
del Mar Adriático y Mar Egeo, por un lado, y las del Mar del Norte y Báltico, por otro.
Durante la primera mitad del siglo IX, algunos puertos nórdicos habían desarrollado una interesante actividad comercial y se surcaron los ríos del Noroeste de Europa (Rhin, Escalda,
Mosa, Mosela, etc.). Pero a finales de este mismo siglo este tipo de comercio declinó.
2. EL CRECIMIENTO ECONÓMICO BAJOMEDIEVAL
2.1. Revolución urbana
Con el incremento demográfico, las ciudades crecieron en número y tamaño. Generalmente
se encontraban físicamente aisladas del campo vecino por murallas y sus habitantes estaban
sujetos a leyes diferentes. Sin embargo, en el aspecto económico la ciudad y el campo se
encontraban más estrechamente integrados: el producto del campo se compraba y vendía en
las ciudades y las áreas rurales proporcionaban la materia prima necesaria para las industrias artesanas urbanas. Un gran número de estas ciudades eran pequeñas, en términos
modernos, aunque su número y tamaño fue creciendo; en el Norte de Italia cuarenta ciudades alcanzaban una población de más de 10.000 habitantes e incluían cuatro de los centros
urbanos más grandes de Europa: los puertos de Génova y Venecia y los centros manufactureros de Milán y Florencia. Algo parecido sucedía en Flandes.
6
Por ejemplo, la feria que se celebraba cerca del monasterio parisino de Saint Denis tenía lugar en cctubre,
después de la vendimia, y de hecho era una feria de vino. En el 775 se añadió una segunda reunión en febrero en un punto central del calendario agrícola, pero hasta allí llegaban barcos cargados de miel y los monjes
aprovechaban para comprar paños, todo ello con exención de impuestos. También asistían ingleses desde
comienzos del siglo VIII y, después del 750, frisones y negociatores de Langobardia (Duby, G., 1983).
LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS EN LA EUROPA MEDIEVAL
~ 37 ~
La teoría general de H. Pirenne (1978) para explicar la aparición de las ciudades
europeas no ha tenido demasiado éxito por insistir en un modelo único7. C. M. Cipolla
(2003) citando a E. Ennen afirma que el proceso de urbanización europeo se adaptó de
distinta forma según las zonas:
a) Italia, España y Sur de Francia, donde las ciudades, aunque decadentes subsistieron en la Alta Edad Media;
b) Inglaterra, Norte de Francia, Países Bajos, Renania, Sur de Alemania y Austria,
donde habiendo existido ciudades romanas, desapareció prácticamente toda forma
de vida urbana durante la Alta Edad Media;
c) Norte de Alemania y Escandinavia, donde no hubo influencia romana ni núcleos
urbanos.
Pero esas diferencias de forma no ensombrecen la unidad sustancial de un movimiento sociocultural y económico.
La base del fenómeno urbano europeo fue consecuencia de un considerable éxodo
rural. La ciudad significaba un mundo nuevo y dinámico donde se creía poder romper con
los vínculos del pasado y donde se imaginaba nuevas posibilidades de éxito económico.
Pero no era sólo el hecho jurídico del siervo que se encontraba libre en la ciudad, sino que
se abrían una serie de oportunidades a todo aquél que se atreviera a actuar. En la ciudad la
gente había dejado a sus espaldas el mundo feudal sin ninguna nostalgia. Tanto si predominaba el descendiente de la pequeña nobleza, como el elemento mercantil o artesano, la
nueva sociedad burguesa nacía y crecía en claro contraste con el mundo circundante. Las
murallas de la ciudad adquirían un significado simbólico: marcaban el límite entre dos
culturas en conflicto, lo cual dio a las ciudades medievales su carácter inconfundible. A ellas
correspondía la tarea de coordinar y organizar la economía comercial resultante de la división del trabajo.
Sin embargo, no tardaron en estallar los problemas dentro de las propias ciudades
y sus habitantes advirtieron la necesidad de unión y cooperación entre ellos. Por este
motivo triunfó la organización horizontal8, la cooperación entre iguales, la corporación,
la universidad y, por encima de todos ellos, el municipio. De este modo la ciudad, independientemente de cual fuera su origen, resultó un hecho esencialmente nuevo, el núcleo
de una sociedad urbana y de una cultura capaz de desarrollar estructuras sociales recientes, redescubrir el Estado y aflorar valores distintos, así como impulsar una nueva economía. Todas estas características de Europa occidental en la Baja Edad Media marcaron
diferencias capitales entre el desarrollo de Occidente y otras civilizaciones, como el
Islam, por ejemplo.
7
8
La teoría del portus que se expande hasta englobar el núcleo fortificado feudal original y constituir la nueva
unidad urbana es válida para los Países Bajos y el Norte de Francia, pero no encuentra correspondencia en
la realidad de los hechos en otras partes de Europa occidental.
Al contrario que la organización vertical y jerárquica del feudalismo.
~ 38 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
2.2. La actividad comercial y las principales rutas europeas
2.2.1. Las ferias y las rutas terrestres
La actividad mercantil también alcanzó una gran expansión con el aumento de la población
urbana, pues se trataba de vender el exceso de producto para adquirir los bienes que no se podían conseguir localmente. Este comercio giraba en torno a los mercados y ferias que ya se
habían desarrollado en la etapa anterior, junto a los castillos o monasterios. En determinadas
fechas del año se congregaba multitud de gente en esos lugares por razones judiciales, religiosas, etc. y los mercaderes se dieron cuenta de que estos grupos eran clientes potenciales. Así
los comerciantes podían conocer a otros y negociar con ellos. A su vez los terratenientes se
percataron de que era posible obtener provecho, mediante impuestos, peajes y otros tributos, de
la actividad comercial que generaban tales ocasiones. Como consecuencia, los mercados y las
ferias cayeron bajo la protección y reglamentación señorial y pasaron a tener condición legal.
Los mercados solían celebrarse semanalmente y tenían importancia local, mientras
que las ferias, a veces, sólo se celebraban una vez al año; casi todas ellas duraban varios
días o semanas y atraían a mercaderes lejanos. Aunque algunas estaban especializadas en
productos particulares (feria del vino de Bozen, feria de la lana de Medina del Campo, feria
del arenque de Escania), la mayoría era un foro para el intercambio de una amplia gama de
productos al por mayor, locales y de otras regiones. Además, algunas adquirieron relieve
internacional, ayudadas por unas buenas comunicaciones y los avances en el transporte. En
algunas áreas se establecieron ciclos de ferias secuenciales que ofrecían a los hombres de
negocios oportunidades de comerciar prácticamente todo el año, como las de Flandes9,
aunque las más famosas eran las de Champaña. Desde la feria de Lagny en enero y febrero, los comerciantes podían viajar a Bar-sur-Aube, Provins y Troyes para regresar a Provins
y a la segunda feria de Troyes, en noviembre y diciembre. Estas seis ferias atraían a mercaderes y mercancías de toda Europa, destacando el intercambio de tejidos flamencos por
productos que llegaban por el Ródano y el Saona en los navíos italianos
Las ferias tuvieron una gran importancia como centros financieros donde se cambiaba dinero, se negociaban préstamos y se saldaban cuentas; también se utilizaron nuevas
técnicas llevadas desde los puertos mediterráneos, como la práctica de la escritura, de la
cifra, de las letras de cambio y de los contratos de asociación, que desde Constantinopla
hasta Bujía eran frecuentes en toda la costa. Estas ferias decayeron a comienzos del siglo
siguiente, debido al uso creciente de los pasos por los Alpes centrales. (Los pasos occidentales del Gran San Bernardo y del Monte Cenis eran los más utilizados entre Italia y
Champaña, pero desde 1230 cuando se construyó el puente Schöllenen, perdieron tráfico
en beneficio de San Gotardo, al que se llegaba fácilmente desde el Noroeste y desde las
ferias del Sur de Alemania). También influyó la comunicación directa por mar entre Italia y
el Norte de Europa, tras la apertura del Estrecho de Gibraltar. Por otra parte, el comercio ya
se había convertido en una actividad constante en las ciudades más grandes de Europa.
9
Uno de los primeros ciclos se organizó en el siglo XII en torno a las ferias de Yprés, Lille, Mesen, Torhout
y Brujas que se celebraban entre febrero y noviembre.
LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS EN LA EUROPA MEDIEVAL
~ 39 ~
2.2.2. El comercio a larga distancia y la Hansa
Sobre el marco de la actividad comercial marítima aumentó la importancia de muchas
ciudades y aparecieron mercaderes con grandes fortunas. Además, los cruzados abrieron
de nuevo el Mediterráneo. A los puertos de Constantinopla y Antioquia llegaron naves de
Occidente para comprar especias y seda. Algunas ciudades mediterráneas crearon verdaderos imperios comerciales, como Venecia cuyos hombres de negocios tenían representantes
en los barrios mercantiles de las principales ciudades del Mediterráneo oriental, sin olvidar
los puertos de Génova, Marsella y Barcelona. Ésta última ciudad impulsó a los reyes de la
Corona de Aragón a realizar una expansión militar por el Mediterráneo para defender su
red comercial en Cerdeña, Sicilia y Grecia. Como consecuencia, las dos primeras islas
fueron incorporadas a la Corona de Aragón en 1409.
Otra gran ruta mercantil se extendió entre el Mar del Norte y el Mar Báltico. Desde
los tiempos de los vikingos hasta el año 1200, los escandinavos llevaron la iniciativa y
mantuvieron el liderazgo en la zona. A mediados del siglo XII los alemanes entraron en la
escena del Báltico y en poco tiempo adquirieron una gran ventaja. A lo largo del siglo XIII
formaron asociaciones y uniones parciales entre distintas ciudades de Alemania del Norte.
Debido a problemas técnicos en la navegación, los intercambios entre el Mar del Norte y el
Mar Báltico se realizaban por tierra entre Hamburgo y Lübeck, por lo que en 1241 cerraron un acuerdo para defender con las armas la vía que las unía.
Las exportaciones hanseáticas consistían en productos naturales: trigo de Prusia,
miel y pieles de Rusia, materiales de construcción, pescado seco y salado de Schonen.
Como flete de regreso llevaban lanas de Inglaterra, sal y vino de Francia, pasando por
Brujas donde, además de las telas flamencas, encontraban las especias llegadas de Italia. El
control de abastecimiento de cereales permitió a los alemanes obtener privilegios en
Noruega. En 1250 Lübeck firmó un tratado con el país nórdico que sentaba las bases del
predominio comercial alemán en este país escandinavo, cuando anteriormente lo tenía
Inglaterra. Este hecho junto con avances en la construcción de navíos especialmente indicados para productos a granel, además de la adopción de técnicas de comercio italianas y
flamencas precipitó el dominio alemán en el Báltico. En 1256 Lübeck, Straldun, Wismar,
Greistswald y Rostock celebraron su primera reunión en la que Lübeck destacó su preeminencia, superioridad que mantuvo mientras duró la Liga Hanseática10.
Sus operaciones iban desde Londres y Brujas hasta Novgorod, donde concentraban
el comercio de Rusia. A través de los ríos Weser, Elba y Oder penetraban en el interior; por
el Vístula dominaban Polonia y extendían su radio de acción hasta los Balcanes. Aunque el
volumen del comercio hanseático podía equipararse al mediterráneo, sin embargo los capitales que utilizaba eran inferiores. Por otra parte en el siglo XV la Hansa tuvo que hacer frente a grandes retos contra su dominio comercial. Mercaderes ingleses, holandeses, italianos
y del Sur de Alemania trataban de intervenir en el lucrativo comercio del Báltico; al mismo
tiempo, en las ciudades las élites mercantiles en el poder tenían que enfrentarse al descon10
El término Liga hanseática apareció en un documento en 1344 y a lo largo del siglo XIV llegó a contar con
más de 70 ciudades.
~ 40 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
tento de los mercaderes pequeños. La reacción ante esas amenazas fue muy variada, pero
los holandeses en particular lograron desarrollar espectacularmente el comercio por el
Báltico llegando a monopolizar el mercado del arenque posteriormente. Las dificultades de
la Liga fueron debidas, sobre todo, a la incapacidad de la Hansa a reaccionar de forma
unánime. La unidad institucional no fue suficiente para conseguir que todas las ciudades se
pusieran de acuerdo y la hegemonía de la Liga Hanseática declinó. En efecto, una asociación de ciudades no podía hacer frente al poder de los estados centrales modernos.
2.3. Desarrollo industrial
2.3.1. Innovaciones técnicas
Una de las principales actividades urbanas fue la manufactura textil. En los Países Bajos del
Sur se había organizado una interesante actividad económica con la producción de paños
finos de lana, que se beneficiaba de la proximidad del mercado inglés, como exportador de
lana bruta. Gante, Brujas, Yprés, Arrás, etc. fueron importantes centros de este desarrollo
protocapitalista. Por su parte Italia, que importaba productos orientales y exportaba a
Oriente paños flamencos, distribuyó su economía de forma más equilibrada con el comercio y las finanzas. Pero durante el siglo XIII, los avances de la industria lanera también
fueron importantes, sobre todo, en la Toscana, debido a la innovación del molino de agua
para la batanadura del paño y a la aparición de la rueca de hilar.
Mientras tanto se habían desarrollado el comercio y la importación de seda y algodón, que habían sido llevados de Oriente a Occidente. Los musulmanes los introdujeron en
la Península Ibérica donde instalaron importantes fábricas de tejidos de seda en Córdoba y
en Granada. También Barcelona se convirtió en el primer productor de tejidos de algodón.
A su vez, en el Norte de Italia apareció la manufactura de algodón en el siglo XII a imitación de las islámicas, aunque éstas estaban organizadas como empresas del Estado, mientras que las italianas se basaban en la empresa privada. La primacía en la producción de
tejidos de seda tuvo lugar en Lucca en el siglo XIII, casi como monopolio, pero al siglo
siguiente muchos artesanos se marcharon a Venecia, Florencia y Génova.
Paulatinamente se fueron introduciendo interesantes progresos tecnológicos en la
industria textil y en otros sectores. La difusión de instrumentos de hierro permitió un
desarrollo de “capital humano” adecuado para las nuevas tecnologías (los herreros aparecen en Picardía a partir de 1125). En realidad la minería y las fraguas constituían uno de los
principales componentes del capital fijo, junto con los molinos, especialmente los de agua.
En la segunda mitad del siglo XII la fuerza motriz de la energía hidráulica, mediante la adopción de diferentes mecanismos, se aplicó a muy diversas fabricaciones: hierro, madera,
papel, curtido, batanadura del paño, etc.
También hay que destacar la propagación del molino de viento para usos variados, la
aparición del telar vertical en Flandes y Champaña y las innovaciones para la navegación
entre los siglos XII y XIII, que incluyeron: a) el perfeccionamiento de la brújula giroscópica,
b) la adopción de la clepsidra –reloj de agua usado ya por lo egipcios– para medir el movimiento de la nave, c) la redacción de portulanos, d) la preparación de tablas trigonométri-
LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS EN LA EUROPA MEDIEVAL
~ 41 ~
cas para navegar, e) la adopción del timón de popa. La aplicación de todos estos progresos
hizo posible una mayor utilización del capital “barcos”, porque el periodo de inactividad
invernal se acortó en la economía mercantil marítima, gracias a ellos (C. M. Cipolla, 2003).
Con las traducciones de tratados griegos y árabes –no hay que olvidar la importante
labor de las Escuelas de traductores, como la de Toledo o Ripoll–, muchas ciencias, entre
ellas la astrología, experimentaron una auténtica resurrección, así como la medicina. En el
siglo XIII apareció la rueca de hilar, con la que aumentó la producción y también el consumo, porque se abarataron los precios de las telas más comunes. Además, se empezaron a
utilizar los anteojos, etc. A principios del siglo XIV se obtuvieron los primeros relojes mecánicos; la adopción de la pólvora fue acompañada de la fabricación de armas de fuego.
También tuvo lugar la invención de esclusas para canales. En el siglo XV se construyó el
barco de vela oceánico, que combinaba lo mejor de la tradición marinera mediterránea y
nórdica; como consecuencia de estos progresos, se consiguió una mayor rapidez en los
transportes y una disminución de los costes relativos. Mientras tanto los portugueses empezaron a usar el cuadrante para medir la latitud; luego, el astrolabio, etc. Todas estas innovaciones fueron indispensables para los descubrimientos geográficos posteriores. Tampoco
hay que olvidar la imprenta, mediante el uso de caracteres móviles en lugar de bloques11, lo
que contribuyó al desarrollo cultural y económico. En definitiva, todos estos esfuerzos
fueron encaminados a sustituir los factores de producción más escasos y, al mismo tiempo,
a aumentar su productividad específica.
2.3.2. Formas de organización industrial
La producción manufacturera requería nuevos tipos de organización. La mayoría de los
artesanos y comerciantes se fueron asociando dentro del recinto amurallado de las ciudades. Los más importantes fueron los gremios de oficio. Era lógico que hombres con los
mismos intereses se aliasen para darse ayuda y protección mutua. La corporación de mercaderes fue la organización primitiva; luego, se especializaron en el comercio de diferentes
productos en las lonjas: paños, pieles, vinos, etc. Parece que algunos mercaderes empleaban artesanos de diversas maneras y, a veces, les adelantaban capital para la obtención de
las materias primas: después se quedaban con el producto acabado, pagando un tanto por
trabajo concluido. En otros casos, el mercader poseía el capital fijo, como sucedía en el caso
de los panaderos.
Desde el siglo XI algunos trabajadores artesanos de las ciudades constituyeron cofradías, en las que se reunían las diferentes profesiones adoptando como modelo las corporaciones mercantiles y las asociaciones religiosas; cada una de ellas se puso bajo la
advocación de un santo patrón. Sus estatutos reglamentaban con toda minuciosidad las
características de los productos fabricados, materiales a emplear, formas de elaboración,
medidas, calidades, etc., así como los precios de venta. El maestro agremiado era un empresario independiente cuyo capital incluía la casa y los utensilios necesarios para su profesión.
11
Muchas de estas técnicas nuevas se utilizaban en China varios siglos antes: pólvora, papel, imprenta, etc. y
lentamente Europa los fue recibiendo hasta su correcta aplicación.
~ 42 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
El personal se limitaba a un par de aprendices y algún oficial. Casi toda la producción artesanal estaba organizada en torno a estos gremios, cuyo fin era limitar la competencia y facilitar los acuerdos entre los miembros de la misma asociación, o sea, funcionaban como un
monopolio. Pero el papel de los gremios fue importante en un mercado de materias primas
muy limitado y con un comercio interregional muy débil.
Se ha polemizado mucho sobre las funciones de las corporaciones hasta considerarlas la estructura institucional básica de una sociedad estable, como la garantía de la calidad
en el trabajo y del “precio justo” para el consumidor. Otros opinan que fueron instrumentos ineficaces de intereses sectoriales, como freno al progreso técnico y a la organización
eficiente de los negocios, es decir, hicieron que la oferta fuera rígida. Seguramente el artesano urbano se hallaba en una débil posición económica y no podía limitar la producción ni
elevar los precios por mucho que se asociase. Sin embargo, cuando aumentaba la demanda,
en ocasiones, se utilizaba el putting out system (trabajo a domicilio que se expone en el
capítulo 6). En cualquier caso no era el artesano quien estudiaba los indicadores económicos ni quien juzgaba las posibilidades del mercado. Eso lo hacían los comerciantes que
disponían de los medios necesarios.
De hecho en las ciudades más desarrolladas también existían trabajadores artesanos
que producían objetos para mercados lejanos (recibían la materia prima y la entregaban en
forma de objeto acabado), aunque desempeñaban el papel de simples asalariados; eran los
proveedores de los mercaderes de mayoreo, que se dedicaban al comercio internacional.
Este tipo de trabajadores se sublevaron en ocasiones, como en 1274 los tejedores y bataneros de Gante, que abandonaron la ciudad y se fueron a Brabante donde, avisadas las autoridades, se negaron a recibirlos. A mediados del siglo XIV Gante tenía más de 4.000 tejedores
y más de 1.200 bataneros. En Florencia los mejor aposentados que controlaban los 7 Arti
Maggiori dominaban la ciudad y la masa de trabajadores semicualificados o no cualificados. Habían prohibido cualquier tipo de reunión sin permiso de las autoridades públicas.
Ese descontento derivó a las revueltas de los ciompi (1378-1381). La solución que adoptaron fue separar a los miembros de los oficios más especializados de los rebeldes y permitirles constituirse en gremios, sofocando duramente todo intento de organización de los
demás
En suma, el capitalismo mercantil sólo originó el capitalismo industrial en una escala insignificante. La asociación y el monopolio eran eficaces en aquellas ramas que satisfacían demandas de masas únicamente. En el caso de las manufacturas de artículos de lujo,
la elasticidad de la demanda era tal que esos métodos no tenían apenas resonancia.
2.4. Técnicas mercantiles
2.4.1. Monedas
Los parámetros de la moneda metálica son el peso y la ley. El peso lo ordenaban las autoridades y la ley se fijaba en quilates para las monedas de oro. Desde finales del siglo XII el
desorden monetario hizo que se impusiera una reforma. Todo empezó allí donde la actividad económica y mercantil estaba más avanzada. El dux de Venecia en 1192 mandó emitir
LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS EN LA EUROPA MEDIEVAL
~ 43 ~
un tipo de moneda nueva, el gros que pesaba 2,2 gramos de plata y valía 12 denarios antiguos, o sea, un sueldo carolingio, que en Venecia se convertía en verdadera moneda. En
Lombardía y Toscana la imitaron en seguida y se popularizaron. Felipe Augusto de Francia
(1180-1223) permitió seguir acuñando a quienes tenían derecho de ceca, pero impuso dos
sistemas controlados por el poder real: el sistema de dinero parisis en la parte oriental del
reino y el del dinero tornés en la parte occidental. Después Luis IX de Francia (1266-1270)
estableció el principio de que la moneda de un señor pudiera circular dentro de su señorío,
pero la moneda del Rey, por todo el Reino; creó el grós tournois, poco después el grós parisis, cuyo valor superaba en una cuarta parte al anterior y estas dos monedas se difundieron
por Europa a través de las ferias de Champaña. En la Corona de Aragón se dejó notar la
influencia francesa y en 1268 el infante D. Pedro empezó a acuñar una moneda de plata
parecida al grueso, aunque las depreciaciones posteriores fueron constantes. En Inglaterra
a finales del siglo XIII se emitió la libra esterlina que se imitó en Alemania y Países Bajos.
En suma, no hubo ruptura con el sistema carolingio, sino un esfuerzo por adaptarlo a las
necesidades de la economía mercantil.
Por otra parte, el tráfico marítimo había difundido monedas de oro árabes (dinares
acuñados en los territorios de la Península Ibérica recién conquistados por los sarracenos)12
y bizantinas, aunque parece que no se usaban como monedas de pago. En 1231 Federico II
(Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico) acuñó en Sicilia augustales de oro,
pero su difusión no rebasó la Italia del Sur. Sin embargo, en Florencia se emitieron florines
de oro en 1252; luego, en Génova y en 1284 Venecia sacó a la luz su ducado. Eran piezas
de 3,5 gramos de oro, que equivalían a una libra de plata. Así el monopolismo de la plata,
implantado por los carolingios, quedó roto y se sustituyó por sistemas bimetálicos. También
en el resto de Europa se acuñaron monedas de oro en el siglo XIV y sanearon la circulación
monetaria, aunque pronto los reyes empezaron a alterar el valor de la moneda y las devaluaciones fueron frecuentes. De ahí esa insaciable sed de oro de los europeos en el continente africano.
2.4.2. Nuevas técnicas comerciales
En el mundo de los negocios se desarrollaron notablemente otras técnicas nuevas, como la
letra de cambio, que era un instrumento para transferir dinero de una plaza a otra y se
convirtió en la forma preferida de la actividad crediticia y especulativa para aumentar la
liquidez internacional. Se solían firmar entre dos o más personas, que aseveraban haber
realizado la compra-venta de una mercancía por un valor estipulado, y el comprador se
comprometía a abonar por ella la suma acordada, en un lugar y fecha determinados.
Generalmente la clase de monedas, que se anotaban en estos documentos, eran distintas, por
lo que el cobro de intereses, que estaba implícito, quedaba disimulado. También se usaron
cheques, endosos, etc.
12
Alfonso VIII (1158-1214) acuñó monedas similares en la ceca de Toledo.
~ 44 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
Cuadro 3.2
MOVIMIENTO DE UNA LETRA DE CAMBIO
Giovanni Asopardo
(beneficiario)
Libras 306,13 s. 4 d.
de Barcelona
Fr. di Marco y
L. del Sera
(tenedor o librado)
Movimiento del dinero
Bartolomeo Garzoni
(librador o remitente)
Letra
400 Florines
genoveses
Fr. y A. di Bonanno
(prestatario, librador
o tomador)
Movimiento de la letra
Fuente: Elaboración a partir de N.J.G. POUNDS (1987): Historia Económica de la Europa
medieval. Barcelona, Crítica, p. 484.
En esta letra, como en la mayoría, hay cuatro partes: Bartolomeo Garzoni (3) ha
comprado la letra por 400 florines genoveses a Fr. y A. di Bonnano (4). Luego Garzón remite
la letra a F. di Marco y L. del Sera (1) banqueros de Barcelona, en cuyos libros figura una cuenta de los hermanos Bonnano. Di Marco y del Sera aceptan la letra y hacen efectivo el importe
en moneda de Barcelona a G. Asopardo (2); puede que se emplease para liquidar una deuda
comercial o para pagar una mercancía que le hubiera remitido previamente.
El desarrollo de los instrumentos de crédito hacía suponer que los mercaderes
sabían leer y escribir. La actividad mercantil parece ser la causa de la creación de las primeras escuelas laicas para los hijos de los burgueses. A su vez los documentos privados se
redactaron en lenguas vulgares, aunque el latín continuaba siendo el idioma internacional.
En Italia la práctica de la escritura se mezclaba con la vida comercial y la teneduría de
libros de los mercaderes. A principios del siglo XIV se había difundido en Europa la contabilidad por partida doble, aunque el primer tratado de contabilidad fue publicado por Fray
Luca Pacioli (Summa de Arithmética ) en Venecia en 1494; también Fray Bernardino de
Feltre organizó los Montes de Piedad, importante institución crediticia.
El crédito comercial ocupaba una parte de los capitales en circulación, pero la gran
mayoría se dedicaba a los empréstitos de los poderes públicos o de los particulares. Casi
todas las operaciones bancarias medievales fueron de préstamos. Aunque gran parte de los
prestamistas eran judíos en el siglo XIII, muchos cristianos les hicieron la competencia:
LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS EN LA EUROPA MEDIEVAL
~ 45 ~
cahorsinos, lombardos (era el nombre que se daba a los italianos, en general), etc. Algunos
banqueros descendían de los cambistas surgidos de la diversidad monetaria de la época y se
enriquecieron rápidamente, así como de los orfebres que custodiaban los depósitos. Muchos
de ellos eran grandes mercaderes que emplearon el exceso de sus capitales en préstamos.
Las grandes “compañías” familiares que surgieron en las ciudades del Norte de Italia en el
siglo XIII combinaban todas esas operaciones con la compra y venta de lana y paño; cuanto
más crecían, más énfasis daban a sus operaciones financieras. A mediados de siglo las
mayores –Bardi, Peruzzi, etc.– eran compañías centralizadas y todas las operaciones se
controlaban desde una contaduría central en Florencia.
Reyes, nobles e instituciones públicas acudían a ellos y cuanto más peligroso era el
reembolso, más altos eran los intereses estipulados. En general, el tipo de interés oscilaba
entre el 10% y el 16%, aunque a veces subía al 24% y al 50%. Además, se idearon créditos
en relación con la construcción naval y el comercio marítimo. De ahí surgió también el seguro cuyas primas eran, a veces, más elevadas de lo que merecían sus propios cargamentos.
El préstamo marítimo fue evolucionando hacia la commenda o societas maris. Se
trataba de una nueva técnica de negocio que posibilitó la activación del ahorro con fines
productivos. Tenía todas las características de una inversión honrada hecha por un capitalista en una operación marítima sobre la que carecía de control. Sus fórmulas eran variadas. Por ejemplo, algunos comerciantes necesitaban medios para comprar mercaderías,
que vendían en países lejanos y, luego, adquirían allí otras para llevarlas al lugar de
origen. En los puertos había notarios para redactar los contratos de aquellas personas, que
querían invertir sus ahorros en este tipo de empresas y así compartían riesgos. En la práctica este contrato de commenda ejerció una función parecida a la de las sociedades anónimas.
Pero en el siglo XIV la situación cambió y en su lugar, apareció la sociedad, como
forma de asociación menos aleatoria. Estas compañías se formaron, primero, entre parientes próximos y, luego, permitieron la entrada a extraños, con capitales en depósito, y acabaron asumiendo una fisonomía mixta, bancaria, comercial e industrial, que las expuso a
riesgos mayores y a grandes quiebras. Con la introducción de socios ajenos en la compañía
se cerró la primera fase de su historia.
2.5. La gran depresión medieval
El último periodo de este largo milenio estuvo marcado por una fuerte depresión económica
y una importante crisis demográfica. Se ha escrito mucho sobre la influencia de la peste negra
en la precaria situación de la crisis global del siglo XIV, pero no se debe exagerar la importancia de ese desafortunado suceso, puesto que desde finales del siglo XIII se habían mostrado claros signos de estancamiento en todos los sectores: demográfico, social y económico.
2.5.1. Estancamiento e inflación
La presión demográfica persistía sobre una economía agotada e insegura. Los precios se
elevaron desmesuradamente. Las manipulaciones monetarias intentaron paliar la desesperada situación del tesoro real y la compleja sociedad medieval monetarizada entró en una
~ 46 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
crisis sistémica13, según G. BOIS (2003). Un análisis malthusiano sugiere que la expansión
demográfica de los siglos anteriores a la epidemia creó una situación donde el crecimiento
de la población superó los recursos en alimentos dando como resultado unas crisis de
subsistencia más graves, en particular la gran hambruna de 1315-17. También la fiscalidad
contribuyó al debilitamiento de la economía rural, pues para el campesino era una espuela.
En el sector industrial la situación era más compleja y contradictoria, pero los artesanos se quejaban del hundimiento de la demanda, incluso en los paños. A su vez la deslocalización de las actividades textiles fue otro rasgo de la crisis. Esto respondía a la voluntad
de escapar de las obligaciones de los reglamentos gremiales y además, en Inglaterra influyó la pesada fiscalidad sobre la lana, junto a la defensa de los salarios por parte de los tejedores. Pero ninguna actividad industrial escapó al retroceso de conjunto, visible también en
la construcción, en la minería, en las salinas, etc., porque el dinero escaseaba.
Por otra parte, la violencia se volvió un fenómeno endémico alimentado por las frustraciones sociales. La generalización de la guerra (por ejemplo, la de los “Cien Años”
comenzó en 1337 entre Inglaterra y Francia y no acabó hasta 1453, devastándose gran parte
del territorio francés) constituyó la última expresión de las disfunciones de una sociedad
enfrentada con problemas, que ya no podía dominar. Europa en su conjunto fue sacudida
por la tormenta militar. Pero, además, hay que prestar atención a las “compañías” de forajidos, testimonios vivos de la descomposición social que acompañó y prolongó la guerra,
puesto que ya no se pagaban sueldos a los hombres en armas. Estas compañías estaban
formadas por nobles desclasados o bastardos, campesinos liberados de sus ataduras, etc. de
todos los confines de Europa. En suma, guerra y peste, asociadas al hambre fueron consideradas como los tres azotes de Dios, responsables de la mayoría de sus males.
2.5.2. La Peste Negra
La aparición y rápida propagación de la epidemia en Europa se facilitó por las numerosas rutas
comerciales que habían establecido los mercaderes entre Europa y Asia Central. Tras afectar a
los comerciantes genoveses del puerto de Caffa (estaba asediada por los mongoles que lanzaban por las murallas cadáveres apestados) en Crimea en 1347, llegó casi inmediatamente a
Constantinopla y, de ahí, se extendió por el Mediterráneo. A finales de 1348 afectaba a la mayoría de Europa meridional y occidental, con casos registrados ya en el verano en Inglaterra.
Durante los dos años siguientes se expandió por el resto de las Islas Británicas, Alemania y
Escandinavia. Le peste bubónica era una enfermedad de las ratas negras, que afectaba a los
humanos cuando el bacilo de Yersin era trasmitido a través de las pulgas (la pulga Xenopsylla
Cheopis, que va en las ratas, propagó la peste más deprisa en verano, porque los bacilos no se
multiplican con temperaturas frías).
La peste pulmonar producía una mortalidad mayor y era una variedad más contagiosa de la misma enfermedad, porque se propagaba al respirar los bacilos de las personas
infectadas. Aunque no se puede precisar con exactitud el número de personas que perecie13
Es sistémica porque los orígenes del estancamiento se hallan en las estructuras del feudalismo, porque no
puede encontrar salida en una autorregulación a corto plazo y porque desborda la esfera económica y penetra en la esfera social y política.
LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS EN LA EUROPA MEDIEVAL
~ 47 ~
ron por esta epidemia, se considera que sucumbió aproximadamente una tercera parte de la
población de Europa occidental, aunque con grandes diferencias entre las ciudades portuarias y el interior. Por ejemplo, Albi y Florencia perdieron la mitad de la población; Génova
y Hamburgo, dos tercios y Bremen hasta tres cuartas partes; en cambio, el interior de
Europa: Polonia, Hungría y la meseta castellana se vieron menos afectadas. Por tanto, la
peste no fue un simple factor exógeno de la crisis, fue un cataclismo.
2.5.3. Consecuencias económicas de la crisis
Desde mediados del siglo XIV hasta mediados del siglo XV se propagaron una serie de epidemias, que ya habían causado estragos anteriormente, pero que se manifestaron con mayor
virulencia: sarampión, tifus, tuberculosis y, sobre todo, la viruela que diezmaba a los niños y
jóvenes. Los efectos inmediatos fueron una brutal caída de la producción, del consumo y de
los intercambios comerciales, aunque el choque fue portador de rápidas capacidades de recuperación. En el orden demográfico, teniendo en cuenta la extrema sobrepoblación anterior, la
sangría fue un alivio. Permitió el establecimiento de nuevas familias en tierras disponibles,
con mejores salarios, se produjo cierta concentración de las explotaciones y se abandonaron
tierras marginales, que fueron ocupadas de nuevo por el ganado, con lo que mejoró la dieta
proteica y se obtuvieron rendimientos crecientes en la agricultura, es decir, se revitalizó el
sector agrario. La excepción la marcó Inglaterra, que en plena epidemia de peste congeló los
salarios y dos años después inició una verdadera reacción feudal, la cual presionó fuertemente al campesinado inglés. En 1381 se produjo un levantamiento popular4, que anuncia a la vez
la extinción de la servidumbre y los primeros pasos del capitalismo agrario.
En definitiva, se produjeron dos hechos indiscutibles: el descenso del precio de los
productos agrarios y las distorsiones entre precios industriales y agrícolas, por un lado, y
entre salarios y precios, por otro. Además, el impacto del descenso será mayor o menor,
según el grado de apertura de las explotaciones señoriales o campesinas al mercado; asimismo el impacto de la evolución de precios y salarios variará en función de la mano de obra
asalariada, indispensable para su funcionamiento, pero es innegable el impacto coyuntural
que sufrieron las explotaciones rurales en el conjunto de la gran depresión. Por su parte, los
monetaristas intentan demostrar que la contracción de la masa monetaria fue la causante del
descenso de los precios; otros afirman que se debió a una disminución de la demanda, pero
la oferta también se vio afectada. Por tanto, el problema es mucho más complejo.
La sombría serie de desastres que desbarató a Europa acabó a mediados del siglo XV.
Francia reconstruyó su economía después de la guerra de los Cien Años. Las coronas de
Castilla y Aragón sentaban las bases del futuro poderío español, mediante la unión personal de Isabel y Fernando. Portugal prosiguió sus avances por la costa africana. El sur de
Alemania entraba en un excepcional desarrollo por los descubrimientos de las minas de
plata y cobre del Tirol y de la zona de Sajonia-Bohemia. Los pequeños estados italianos
gozaban de un formidable bienestar cultural y económico. En suma, a lo largo de los últimos siglos se habían ido asentando las bases del naciente Renacimiento.
4
En Francia la explosión campesina, profundamente antiseñorial se había producido en 1358: la Jacquerie de
la cuenca de Paris.
~ 48 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
3. EJERCICIOS
3.1. Comentario del siguiente texto:
Thierry, obispo de la iglesia de Halberstadt, por el favor de la clemencia divina corresponde a la dignidad pontificia transmitir por escrito para conocimiento de la posteridad todo lo que es útil y necesario a la diócesis y a la provincia, para que no caiga en
el olvido con el curso del tiempo y para que cada uno conserve su derecho de manera
inviolable y sea protegido en el futuro contra toda violencia y contra toda injusticia.
Que se notifique, pues, tanto para los tiempos presentes como para los futuros:
1º. Que las gentes que habitan en el pantano situado entre el Oker y el Bode poseerán en cada manso catorce arpendes holandeses. Cada uno pagará, al comienzo
de su establecimiento, un cuarto de marco de plata todos los años como testimonio y el diezmo de su cosecha. Después del cuarto año, cada manso pagará anualmente 4 sueldos de censo en el día de la fiesta del bienaventurado Martín y el
diezmo como se indica arriba. A cada aldea corresponderán cincuenta mansos
que pagarán el censo y el diezmo al obispo. Además, la iglesia tendrá un manso
y el “maestro de la aldea” un manso también.
2º. Todo el que quiera establecerse en el pantano tendrá libertad de venir y de irse.
Tendrá paz para los bienes y para las personas. Tendrá parte en los bienes comunales de los bosques y los pastos, como los otros hombres del obispo.
3º. Del mismo modo, sea cual fuere el señor al que estén sometidos, los habitantes
del pantano gozarán de la paz del obispo y después de haber cumplido con sus
deberes hacia su señor, quedarán exentos de toda obligación y bajo la protección
del obispo.
4º. Tendrán tres asambleas al año, a las cuales asistirá el representante del obispo.
Los dos tercios de los productos de la justicia será entregados al obispo y un
tercio al maestro de la aldea. Éste los administrará, según el consejo del representante del obispo, y no aceptará ni entregará nada sin su consentimiento.
5º. En lo que concierne al robo y a las otras fechorías, el maestro de la aldea los
juzgará según su justicia, con la aquiescencia del representante del obispo.
6º. Si alguien muere sin heredero, su herencia será reservada durante un año y un día;
y si no se presenta ningún heredero, los dos tercios serán para el obispo y el tercio
para la iglesia.
Para que esta concesión de nuestra autoridad sea constante e inviolable, hemos
ordenado escribir la presente carta y ponerle nuestro sello. De este acto son testigos:
Conrado, el gran prior; igual que los canónigos de la misma iglesia;… baronesas;…
castellanos; … ministeriales…
Fuente: Boutruche, R. (1979): Señorío y feudalismo 2. El apogeo (siglos XI-XIII).
Documentos. Madrid, Siglo XXI, pág. 302-3. Número 14. Los roturadores de la región del
Bode (obispado de Halberstadt) (Germanenrechte Neue Folge; Deutsches Bauerntum, I,
Mittelalter, ed. G. Franz, Weimar, 1940, núm. 58, años 1180-1184).
~ 49 ~
LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS EN LA EUROPA MEDIEVAL
3.2. Análisis del cuadro siguiente:
Evolución de la población europea entre los años 500 y 1450 (en millones)
Área
500
650
1000
5,0
4,0
4,0
3,0
2,5
3,5
5,0
5,0
7,0
6,0
10,0
9,0
4,5
7,5
7,0
13,0
9,0
17,0
25,0
19,0
Francia y Países Bajos
Islas Británicas
Alemania y Escandinavia
5,0
0,5
3,5
3,0
,0 0,5
2,0
6,0
2,0
4,0
19,0
5,0
11,5
12,0
3,0
7,5
Total Europa occidental y central
9,0
5,5
12,0
35,5
22,5
Países eslavos
Rusia
Polonia-Lituania
Hungría
5,0
3,0
0,5
0,5
6,0
2,0
1,5
8,0
3,0
2,0
6,0
2,0
1,5
Total Europa oriental
5,5
3,5
9,5
13,0
9,5
27,5
18,0
38,5
73,5
50,0
Grecia y Balcanes
Italia
Península Ibérica
Total Sur de Europa
Total toda Europa
1340
1450
Fuente: RUSELL, J. C. (1987): “La población en Europa del año 500 al 1500” en CIPOLLA, C. M.: Historia
económica de Europa (1). La Edad Media. Barcelona, Ariel, pág. 38; revisada parcialmente, en especial
para Italia, por K. J. Beloch., Bevölkerungsgeschichte Italiens, III, 344 - 352, y para los Balcanes, por
Rusell, Journal of Economic and social History of the Orient, III (1960), 269 - 270.
3.3. Comentario del siguiente cuadro:
La deuda pública en Venecia
1255
1299
1353
1395
1438
1482
15.00015
1.500.00015
3.100.00015
10.000.00015
16.000.00015
21.500.00016
Fuente: POUNDS, N.J.G. (1987): Historia Económica de la Europa medieval. Barcelona, Crítica, pág. 502.
15
16
lire a grossi
Equivale aproximadamente a 8.260.000 ducados.
~ 50 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
4. LECTURAS RECOMENDADAS
•
BOIS, G. (2003): La gran depresión medieval: siglos XIV-XV. El precedente de una
crisis sistémica. Valencia, Universitat de Valencia. Explica el final de la edad Media
no sólo por las epidemias, sino por la conflictividad social, la guerra y la disminución de las actividades económicas.
•
CIPOLLA, C. M. (2003): Historia económica de la Europa preindustrial. Barcelona,
Crítica. Plantea diferentes problemas para entender el pasado a partir de distintos
indicadores económicos: demanda, factores de producción, productividad, tecnología, rentas, consumo, etc..
•
GUERREAU, A. (1984): El feudalismo. Un horizonte teórico. Barcelona, Crítica.
Intenta exponer un método de análisis que replantea el sistema feudal.
5. BIBLIOGRAFÍA
ANDERSON, P. (1993): Transiciones de la Antigüedad al feudalismo. Madrid, Siglo XXI.
BOUTRUCHE, R. (1979): Señorío y feudalismo 2. El apogeo (siglos XI-XIII). Madrid, Siglo XXI.
CAHEN, C. (1985): El Islam I. Desde los orígenes hasta el comienzo del Imperio otomano. Madrid, Siglo XXI.
DHONDT, J. (1983): La alta Edad Media. Madrid, Siglo XXI.
DUBY, G. (1983): Guerreros y campesinos. Desarrollo inicial de la economía europea 5001200. Madrid, Siglo XXI.
GANSHOF, F. L. (1975): El feudalismo. Barcelona, Ariel.
HEERS, J. (1976): Occidente durante los siglos XIV y XV: aspectos sociales y económicos.
Barcelona, Labor.
LE GOFF (1984): La baja Edad Media. Madrid, Siglo XXI.
LITTLE, L. K. y ROSEWEIN, B. H. (Eds.) (2003): La Edad Media a debate. Madrid, Akal.
MACKAY, A. y DITCHBURN, D. (Eds.) (1999): Atlas de Europa Medieval. Madrid, Cátedra.
NORTH, D. C. y THOMAS, P. R. (1978): El nacimiento del mundo moderno: una nueva
historia económica (900-1700). Madrid, Siglo XXI.
PIRENNE, H. (1978): Las ciudades en la Edad Media. Madrid, Alianza.
PIRENNE, H. (1986): Historia económica y social de la Edad Media. México, F. C. E.
POUNDS, N. J. S. (1987): Historia Económica de la Europa Medieval. Barcelona, Crítica.
RUSELL, J. C. (1987): “La población en Europa del año 500 al 1500” en CIPOLLA, C. M.:
Historia económica de Europa (1). La Edad Media. Barcelona, Ariel.
SLICHER VAN BATH, B. H. (1974): Historia agraria de Europa Occidental, 500-1800.
Barcelona, Península.
WHITE, L. (1987): “La expansión de la tecnología, 500-1500” en CIPOLLA, C. M. (Ed.):
Historia económica de Europa (1). La Edad Media. Barcelona, Ariel.
T E M A
4
LA EXPANSIÓN ULTRAMARINA
Y LAS ECONOMÍAS EUROPEAS
EN EL SIGLO XVI
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
LA EXPANSIÓN DE EUROPA EN ULTRAMAR
EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN
LA AGRICULTURA
LAS INDUSTRIAS EUROPEAS
EL DESARROLLO DEL COMERCIO
DINERO, CRÉDITO Y FINANZAS
EJERCICIOS
LECTURAS RECOMENDADAS
BIBLIOGRAFÍA
El presente tema pretende ofrecer una síntesis de la evolución de la economía europea del
siglo XVI y su expansión en ultramar, en la que desempeñó un importante papel España. A
finales del siglo XV se produjo la recuperación de las economías europeas situadas en la
fachada atlántica e hicieron su aparición los Estados nacionales y las monarquías absolutas, que prestaron su apoyo a la exploración de otros continentes. El descubrimiento y
colonización del continente americano, así como la apertura de nuevas rutas comerciales
con oriente, proporcionaron a Europa un gran incremento de las fuentes de recursos reales
y potenciales, y provocaron, junto con otras causas, cambios institucionales significativos
en la economía europea, especialmente respecto al papel del gobierno en la política económica. Otra de las consecuencias de la expansión en ultramar fue el desplazamiento de los
principales centros de actividad económica dentro de Europa, que afectó negativamente a
los anteriores centros comerciales medievales, las ciudades del norte de Italia y la Hansa
alemana.
~ 51 ~
~ 52 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
1. LA EXPANSIÓN DE EUROPA EN ULTRAMAR
Una de las características más importantes de la segunda mitad del siglo XV es la expansión de Europa en ultramar. Los avances en el diseño y la construcción de barcos proporcionaron mayor maniobrabilidad y control, así como mayor capacidad de carga y, por
tanto, la posibilidad de realizar viajes más largos. La introducción de la brújula y el
desarrollo de la cartografía facilitaron la navegación en general, así como el descubrimiento y exploración de otros territorios. Las primeras consecuencias fueron el establecimiento de rutas completamente marítimas entre Europa y Asia, y el descubrimiento de
América, que será colonizada en el siglo XVI y permitirá a Europa el aprovechamiento de
un gran número de recursos.
Los protagonistas de esta expansión fueron Portugal y España, países que hasta ese
momento no habían figurado de forma significativa en Europa y que se convirtieron en las
naciones más ricas y poderosas. Las regiones de Europa central, oriental y septentrional no participaron en la expansión, bien sea por el desplazamiento de las vías más importantes de comercio, o bien por la sucesión de una serie de guerras religiosas que obstaculizaron la actividad
económica. Será más tarde, en el siglo XVII, cuando los Países Bajos, Inglaterra y Francia pasaron a ser los receptores de las mayores ganancias derivadas de los grandes descubrimientos.
La expansión de Portugal se basó fundamentalmente en la búsqueda de las especias;
para ello los portugueses, establecieron ciudades y fuertes en las costas de África oriental y
de la India, controlaron el Océano Índico y el paso a las islas Célebes y Molucas, de donde
llegaban las especias más valiosas. También establecieron relaciones comerciales con Siam
y Japón, llegando incluso a la costa sur de China, sin embargo no intentaron conquistar o
colonizar estos territorios, contentándose con controlar las rutas marítimas desde los fuertes y los puestos comerciales.
La primera expedición emprendida por Cristóbal Colón, financiada por Castilla, llegó
el 12 de octubre de 1492 a las islas conocidas posteriormente como Indias occidentales. A pesar
de que el nuevo territorio resultó decepcionante, pues no se cumplieron las expectativas de
grandes riquezas y especias que esperaban encontrar, Colón volvió al año siguiente con una
expedición mucho más numerosa y equipada, con la que inició la verdadera colonización.
Inmediatamente después del regreso de la primera expedición, Fernando e Isabel
se dirigieron al papa Alejandro VI para que estableciese una “línea de demarcación” que
confirmara los derechos españoles sobre las tierras recién descubiertas. Esta línea ideal
tendría que haberse trazado entre los dos polos, a una longitud de cien leguas (unas 330
millas) al oeste de las Azores y de Cabo Verde (dominio portugués), y dividir el mundo
no cristiano en dos mitades, reservando la parte occidental a los españoles y la oriental a
los portugueses. Sin embargo, al año siguiente, 1494, en el tratado de Tordesillas, el rey
de Portugal convenció a los españoles para que desplazasen la línea divisoria unas 210
millas más al oeste de la de 1493, lo que permite pensar que los portugueses conocían la
existencia de América, ya que con el nuevo tratado la zona oriental de Sudamérica
(Brasil) quedaba situada en el hemisferio portugués. En el mapa 4.1 se aprecia la línea
divisoria trazada en el tratado de Tordesillas, así como los principales descubrimientos
geográficos realizados durante los siglos XV y XVI.
~ 53 ~
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Cabo
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AMÉRICA
DEL NORTE
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LA EXPANSIÓN ULTRAMARINA Y LAS ECONOMÍAS EUROPEAS
EN EL SIGLO XVI
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La
Viajes de descubrimientos, siglos XV y XVI.
Al contrario que los portugueses, los españoles iniciaron desde el principio la colonización de las zonas conquistadas y su asentamiento en ellas, de tal forma que a finales
del siglo XVI dominaban una gran parte del continente americano, desde Florida y el sur
de California en el norte, hasta Chile y el Río de la Plata en el sur (con la excepción de
Brasil).
Los españoles llevaron al nuevo continente sus leyes, instituciones y religión, que
impusieron por la fuerza a la población indígena, dando lugar a la modificación e incluso
desaparición de diversas culturas autóctonas. Así mismo importaron técnicas, manufacturas
y productos agrícolas desconocidos en América (cereales, caña de azúcar, café, verduras,
frutas) y animales domésticos como el caballo, ganado vacuno y ovino, cerdos, cabras,
asnos y la mayor parte de las aves de corral.
La comunicación abierta entre ambos continentes conlleva la difusión de enfermedades europeas no conocidas en América, con resultados dramáticos para las poblaciones
indígenas. La viruela, el sarampión o el tifus se extendieron rápidamente por el continente
diezmando la población nativa. Se calcula que tan sólo en Centroamérica la población
amerindia pasó durante el siglo XVI de 25 millones a menos de un millón de habitantes. La
escasez de mano de obra dio lugar a la importación de esclavos africanos para el trabajo
agrícola, ya que la emigración de agricultores europeos no fue significativa.
Ya desde mediados del siglo XV habían llegado a las costas atlánticas de África
negreros europeos, que se extendieron hasta Mozambique una vez que se dobló el cabo de
~ 54 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
Buena Esperanza. Los primeros traficantes de esclavos fueron los portugueses (incluyendo
más adelante a los colonos brasileños), a los que posteriormente se sumaron los holandeses, los ingleses (luego también los colonos americanos) y los franceses. Se calcula que
entre 1440 y 1860 fueron llevados al nuevo continente entre 8 y 11 millones de esclavos.
Sin embargo, las pérdidas demográficas que sufrió el continente africano fueron mucho
mayores, ya que no hay que olvidar que el porcentaje de esclavos que morían en el viaje era
de un 20% hasta 1700, descendiendo luego de forma paulatina durante el siglo XVIII.
Las estimaciones de los esclavos recibidos según el lugar de destino varían considerablemente. Brasil habría recibido como mínimo 5 millones, el Caribe cerca de 3 millones y el
resto habría sido desembarcado en las colonias inglesas especialmente del norte de América.
Los esclavos fueron empleados en las plantaciones de azúcar, tabaco, café, índigo y algodón en
el Caribe (compartido por España, Holanda, Inglaterra y Francia) y las colonias suramericanas
de Inglaterra y el Brasil portugués, donde también trabajaron en las minas de oro.
2. EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN
Durante el siglo XVI la población europea recuperó e, incluso, superó el nivel que había
alcanzado antes de la peste del siglo XIV. Se estima que la población de Europa era de unos
45 o 50 millones a mediados del siglo XV, de 80 a 85 millones alrededor de 1500, de 100 a
110 millones alrededor de 1600 y de 110 a 120 millones alrededor de 1700. Por tanto el
siglo XVI fue un periodo de expansión demográfica, en tanto que en el siglo XVII el incremento de la población fue muy moderado.
Sin embargo, la tasa de crecimiento demográfico no fue uniforme a lo largo del siglo.
En términos generales, fue mayor en la primera mitad de la centuria y tendió a la desaceleración durante la segunda mitad. Tampoco el proceso de crecimiento fue homogéneo en
toda Europa, invirtiéndose los términos en algunas regiones como Italia, que sufrió un serio
declive demográfico y económico en la primera mitad del siglo debido al estado de guerra
en que se encontraba sumida.
Este crecimiento se debió a múltiples factores, entre los que puede citarse la disminución gradual en la incidencia de la peste y de otras enfermedades epidémicas, probablemente como resultado de la creciente inmunización natural y de los cambios ecológicos que
afectaron a los portadores. Las mejoras salariales experimentadas durante el siglo XV probablemente estimularon matrimonios más tempranos y, por tanto, una tasa de natalidad más
alta. Así mismo, se produjo cierta mejora en la alimentación y la aparición de las primeras
normas sobre intervenciones sanitarias. En todo caso, gracias a una reducción de las tasas
de mortalidad y a una elevación de las de natalidad, la población de Europa experimentó un
crecimiento sostenido que continuó a lo largo del siglo XVI, incluso después de que hubieran cambiado las condiciones favorables iniciales.
Sin embargo, el crecimiento de la población, aunque general, no fue uniforme, variando su densidad en las distintas regiones europeas, generalmente en función de la productividad de la agricultura. No obstante, en términos generales, se puede hablar de superpoblación
en la segunda mitad del siglo XVI, incluso en las regiones montañosas y poco fértiles, prueba
de ello son las corrientes migratorias desde esas regiones a las llanuras y tierras bajas, más
LA EXPANSIÓN ULTRAMARINA Y LAS ECONOMÍAS EUROPEAS
EN EL SIGLO XVI
~ 55 ~
ricas pero también superpobladas, lo que condujo a un mayor fraccionamiento de las tierras
cultivables, y a una importante migración hacia las ciudades.
Así pues, la población urbana, especialmente en el norte de Europa, creció más rápidamente que el total, gracias a las migraciones interiores. Las oportunidades laborales que
ofrecían las ciudades atraían a los habitantes de las zonas rurales circundantes. Se estima
que se produjo una variación del porcentaje de la población urbana en Inglaterra del 3,1 al
5,8 por 100, en España del 6,1 al 11,4, en Portugal del 3 al 14,1, y en los Países Bajos
septentrionales del 15,8 al 24,3. El aumento de tamaño más notable ocurrió en ciudades que
se beneficiaron del desarrollo de nuevas actividades y del cambio de las vías del comercio,
como Londres, Ámsterdam, Berlín, Viena, Moscú o Madrid.
No obstante, la Europa de este período era una Europa rural, puesto que de cada diez
europeos, siete vivían en el campo y otros dos en pequeñas ciudades campesinas. Así
mismo, la distribución de los centros urbanos importantes era muy desigual; la mayor parte
de estos se sitúan en la Italia meridional y la llanura costera del mar del Norte.
Estrechamente relacionado con el fenómeno de las corrientes migratorias hacia las
ciudades está el problema del aprovisionamiento de cereales. A lo largo del siglo XVI se
produjo una sucesión de épocas de carestía que obligaron a las ciudades a dotarse de organizaciones estables para gestionar los problemas de abastecimiento y los Estados promulgaron gradualmente normas encaminadas a garantizar la disponibilidad de cereales,
alternando prohibiciones de exportación e iniciativas de aprovisionamiento.
Las guerras también contribuyeron notablemente a los desplazamientos de la población, debido a la destrucción de las cosechas o a la desaparición de las provisiones que se
producían al paso de los ejércitos que se abastecían de los recursos del territorio en el que
se encontraban, sin importar que fueran amigos o enemigos.
Así mismo, durante los siglos XVI y XVII, las medidas de expulsión colectiva como la
de los judíos y moriscos en España, la emigración de los protestantes de los Países Bajos
españoles y la salida de los hugonotes de Francia tras la revocación del edicto de Nantes,
provocaron el desplazamiento de un gran volumen de población, parte de la cual estaba
compuesta por técnicos y especialistas de diversos oficios y producciones.
Aquellos países que contaban con imperios coloniales, como Portugal y España,
pudieron canalizar el exceso de población mediante la migración a las colonias, aunque la
emigración a ultramar durante los siglos XVI y XVII fue casi insignificante para el conjunto
de Europa. La emigración hacia América se nutrió sobre todo de individuos que buscaban
realizar negocio con el comercio de ultramar, explotando los recursos que gradualmente
ofrecían las exploraciones en el interior del continente. Así pues el núcleo fundamental de
la emigración europea estuvo formado por marinos, comerciantes y funcionarios de las
monarquías que poseían colonias, muchos de los cuales volvieron después a sus lugares de
origen.
Entre las migraciones hacia América a lo largo del siglo XVI hay que destacar la
protagonizada por población no europea, los esclavos, procedentes por lo general de África, que, como veremos, fueron llevados al nuevo continente para satisfacer las exigencias
de mano de obra en las nuevas plantaciones.
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
También hubo flujos de población hacia Asia y África, aunque no puede considerarse como auténtica emigración, ya que se produjo el desplazamiento de los individuos indispensables para la gestión de las bases comerciales y militares que los países europeos, sobre
todo Portugal, organizaron como puntos de referencia de su comercio.
3. LA AGRICULTURA
La expansión agrícola se vio estimulada por una serie de factores entre los que sobresale el
crecimiento demográfico. Crecimiento que, a su vez, provocó una mayor demanda de
alimentos y materias primas para la transformación industrial, así como una mayor fuerza
de trabajo utilizada en la agricultura. Otro factor destacable fue el incremento de los
precios, que afectó a los costes de los productos agrícolas y, en especial, al de los cereales
para elaborar pan.
Los nuevos productos descubiertos en las colonias no tuvieron un papel significativo en la expansión de la agricultura europea en el siglo XVI, ya que en aquella época constituían más un objeto de curiosidad que de interés económico. Esta situación no comenzó a
cambiar hasta finales de siglo, debido sobre todo a la extensión del cultivo del maíz.
El panorama de la agricultura europea durante el siglo XVI es muy variado, no sólo
por la diversidad en los cultivos, sino, sobre todo, por las transformaciones que se produjeron en la estructura legal y social de la propiedad de la tierra y en los métodos de administración de la explotación agraria.
Existe una gran variedad de formas de propiedad de la tierra y modos de organización de la explotación agraria. No obstante, pueden señalarse dos zonas claramente diferenciadas en cuanto a sus características y proceso de desarrollo.
En las regiones de Europa oriental los propietarios de la tierra (nobles o eclesiásticos)
ampliaron sus posesiones haciendo valer unos derechos seculares. Los elevados beneficios
obtenidos por la exportación de cereales permitieron a los propietarios aumentar sus explotaciones. En estos territorios se impuso la administración directa por parte del señor de toda la
propiedad. Este proceso tuvo como consecuencia la disminución del número de campesinos
arrendatarios que disfrutaban de mejores condiciones, y el aumento considerable de los que
disponían de explotaciones diminutas y estaban obligados a realizar trabajo obligatorio para el
señor. Así mismo, se redujo gradualmente el tiempo de duración de los contratos y se endurecieron sus términos, con el resultado de que el arrendatario perdió su derecho a dejar la tierra
y se convirtió prácticamente en siervo. Este proceso fue acompañado de frecuentes protestas y
revueltas campesinas que no consiguieron frenar la instauración de la servidumbre.
Por el contrario, en las regiones occidentales de Europa se aceleró el proceso de disolución de las viejas propiedades señoriales. El empobrecimiento de la aristocracia terrateniente motivado por la devaluación monetaria, las guerras y las revueltas campesinas
contribuyeron a erosionar los derechos y prerrogativas feudales y a facilitar la transferencia
de la propiedad de la tierra.
Hasta finales del siglo XVI los derechos señoriales sufrieron un continuo debilitamiento y se redujeron considerablemente las extensiones de tierra reservadas al señor para
LA EXPANSIÓN ULTRAMARINA Y LAS ECONOMÍAS EUROPEAS
EN EL SIGLO XVI
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su propia administración, por lo que el trabajo obligatorio de los campesinos prácticamente desapareció o fue sustituido por pagos en dinero o en especie. Las tierras no explotadas
directamente por el señor quedaron en manos de campesinos mediante contratos de arrendamiento o aparcería e, incluso, en algunas zonas fueron expropiadas por ley, dando lugar
a la extensión de la pequeña y mediana propiedad campesina, especialmente en Francia y
Alemania. Los campesinos que poseían parcelas de tierra podían disponer libremente de
ellas, dividirlas, venderlas o transmitirlas a sus herederos.
Ahora bien, a la vez que aumentaban las pequeñas explotaciones también se expandían las propiedades señoriales a costa de las tierras comunales de los pueblos, donde se
ejercían tradicionalmente derechos de pasto, aprovechamiento de bosques, etc. Basándose
en supuestos derechos de propiedad, los señores expropiaron un tercio de la propiedad
comunal (de ahí el término triade), proceso en el que se vieron favorecidos por el fuerte
endeudamiento de las comunidades rurales con respecto a su señor.
Mención aparte merece Gran Bretaña y España, donde se produjo un aumento de la
extensión de las grandes propiedades. En Gran Bretaña el pequeño propietario fue desapareciendo progresivamente y la sociedad rural tendió a una estructura de tres niveles: los
terratenientes propietarios de su tierra, los agricultores arrendatarios que cultivaban tierras
sin poseerlas y los trabajadores agrícolas que no tenían tierra.
En España se produjo un reforzamiento de la propiedad feudal, tanto laica como eclesiástica. La situación de prosperidad económica que se produjo en el siglo XVI indujo a los grandes propietarios a ampliar aún más sus explotaciones. La usurpación de bienes comunales y de
pastos y las reclamaciones de tierras trabajadas por los campesinos fueron los sistemas que se
pusieron en práctica y que aceleraron la concentración de la propiedad agraria.
Aunque procedente de épocas anteriores, el mayorazgo se extendió desde comienzos del siglo XVI, convirtiéndose entre los nobles españoles en la forma dominante de la
propiedad. El mayorazgo agrupaba una serie de bienes, sobre todo tierras y derechos señoriales, que debían heredarse indivisos dentro de una familia, primando el varón primogénito. El heredero del título nobiliario recibía estos bienes y sus rentas correspondientes, pero
no podía disponer de ellos libremente (no podía venderlos, repartirlos entre sus hijos o hipotecarlos) ya que tenía que mantenerlos intactos para transmitirlos, a su vez, al primogénito.
Inicialmente, esta institución garantizaba la perpetuación de la nobleza, pero posteriormente se extendió también entre burgueses enriquecidos y medianos propietarios rurales, que la
utilizaban como un medio de acceder a la nobleza. La proliferación de los mayorazgos hizo
disminuir sensiblemente la proporción de tierras que salían al mercado.
Otro problema que afectó a la agricultura española de la época fue la rivalidad existente entre agricultores y propietarios de ganado ovino. El Honrado Concejo de la Mesta,
asociación de propietarios de ganado lanar, fue una institución nacida probablemente en el
siglo XIII con el apoyo de la Monarquía castellana y cuya función era proteger el desarrollo
de la actividad trashumante en los territorios de la Corona de Castilla. La Mesta disfrutaba
de un gran número de privilegios, en detrimento de la agricultura, que fueron aumentando
con el paso de los siglos y que iban desde la libertad de paso y la conservación de las cañadas al mantenimiento de pastos abundantes y baratos para el ganado. La protección de la
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
Monarquía sobre la Mesta se debió a razones tributarias, ya que los ganaderos pagaban altos
impuestos y la lana merina, muy demandada en los Países Bajos y otros centros de la industria textil, reportaba a la Corona castellana altos ingresos en concepto de aranceles de exportación.
En cuanto a los sistemas de cultivo practicados en España, no se produjeron cambios
sustanciales con respecto a épocas anteriores, los útiles de labranza apenas evolucionaron y
el crecimiento de la producción dependía en su mayor parte de la extensión de la superficie
cultivada. Las reglamentaciones de las comunidades rurales tenían un gran peso, ya que
gestionaban los recursos comunales (pastos, bosques e incluso tierras de labor) y regulaban
la actividad productiva fijando las fechas de las labores y las especies cultivadas. Durante
el primer tercio del siglo XVI se expandió el cultivo del cereal, especialmente en la meseta,
como respuesta a la creciente demanda. Las múltiples quejas por la subida de los precios
llevaron al gobierno a implantar la tasa del grano en 1539 y, posteriormente, a importar
grano extranjero sin aranceles. Estas medidas desincentivaron a los agricultores que redujeron la extensión dedicada a este producto, y España se convirtió en un importador habitual de grano.
En algunas áreas de Murcia, Granada, Valencia y Aragón se había desarrollado el regadío, y cobraron importancia actividades alternativas orientadas a la producción de materias
primas para la industria, como la producción de seda o azúcar. Los impulsores de estas actividades fueron los moriscos que permanecieron en el reino hasta su expulsión en 1609.
Un proceso radicalmente diferente se dio en los Países Bajos, donde hubo notables
innovaciones, especialmente después de su independencia en 1579. Se suprimieron los
derechos señoriales y se produjo una amplia parcelación de las tierras, gran parte de las
cuales fueron a parar a manos de la burguesía. Esto dio como resultado la introducción de
modernos métodos de explotación, más remuneradores, en las propiedades agrarias, que
eran arrendadas preferentemente por períodos cortos, con objeto de facilitar la adaptación
a las cambiantes condiciones económicas. También aparecieron alrededor de las ciudades
numerosos huertos, y aumentaron las inversiones en la ampliación de nuevas tierras
mediante el drenaje de zonas pantanosas y tierras de estuario.
Los Países Bajos se convirtieron en la zona agrícola europea más avanzada, en especial Holanda. El rápido desarrollo urbano, la expansión de su industria textil, así como su
superioridad comercial sirvieron como acicate para que se desarrollase una agricultura basada en la especialización. En lugar de intentar producir lo máximo posible para el propio consumo, como hacían la mayoría de los campesinos en el resto de Europa, los granjeros holandeses
producían para el mercado, comprando también en éste bienes de consumo, intermedios y de
capital. Los agricultores holandeses se especializaron en productos de valor relativamente
alto, especialmente ganado y productos lácteos, que orientaron hacia la exportación. También
practicaron la horticultura en las zonas cercanas a las ciudades, así como una gran diversidad
de cultivos para uso industrial, como el lino, el glasto, la rubia, etc.
Por lo que se refiere a las técnicas y productividad agrícolas en la mayor parte de
Europa, no hubo apenas innovaciones. Se emplea el sistema de dos hojas y el barbecho trienal, con unos rendimientos bajos y una producción orientada principalmente al abasteci-
LA EXPANSIÓN ULTRAMARINA Y LAS ECONOMÍAS EUROPEAS
EN EL SIGLO XVI
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miento local, excepto en algunas zonas, como las regiones próximas al Mar Báltico, donde
la producción, principalmente de cereales, se orientó a la exportación.
El incremento de la producción agrícola en Europa fue el resultado de habilitar para
el cultivo tierras que hasta la fecha no habían sido explotadas y que tenían una menor capacidad de rendimiento. Las nuevas tierras fueron destinadas, sobre todo, al cultivo de cereales panificables, para satisfacer la demanda de alimentos de primera necesidad de las
ciudades, por lo que su precio se incrementó en mayor medida que el del resto de productos agrícolas. La expansión de los cultivos entró al final en conflicto con la ganadería,
excepto en ciertas zonas que tradicionalmente se habían especializado en la cría de ganado,
como Dinamarca. Sin embargo, la expansión de la superficie cultivada no fue suficiente,
por lo que fue necesario importar cereales de Europa oriental. Estas importaciones se destinaron principalmente a los Países Bajos, islas Británicas, norte de Francia y, en la segunda
mitad del siglo también a los países del sur de Europa.
4. LAS INDUSTRIAS EUROPEAS
Al igual que la agricultura, el sector industrial incrementó su producción como respuesta a
la creciente demanda y al estímulo de los precios en alza. En el siglo XVI la actividad industrial se encontraba dispersa; no era frecuente la especialización regional para la exportación,
sólo en algunas regiones existía una destacada industria especializada, como el sector textil
en los Países Bajos. La mayor parte de la actividad industrial se concentraba en las ciudades, donde los artesanos ejercían su oficio en gremios. Excepto en los casos de ciertas
industrias que requerían grandes inversiones de capital fijo, como la construcción naval o
la minería, el taller familiar del artesano era la unidad de producción básica.
A lo largo del siglo XVI la industria siguió empleando las fuentes de energía tradicionales, la energía hidráulica, la eólica y, sobre todo, el carbón vegetal. La demanda de madera
creció por su utilización como material básico en la construcción de edificios y barcos y como
combustible en la metalurgia y en la calefacción doméstica. Precisamente el uso intensivo de
este recurso provocó la destrucción de gran parte de los bosques que rodeaban los centros de
producción de las zonas más desarrolladas y provocó la integración de Noruega y Suecia en
la economía de la Europa occidental como principales abastecedores de madera.
Durante el siglo XVI los sectores industriales más destacados fueron el textil, la construcción de barcos, la metalurgia y la minería, que se analizan más detenidamente a continuación. Desde el punto de vista del empleo industrial, el sector textil fue el más
importante, seguido por las industrias relacionadas con la construcción.
La organización de la industria textil era prácticamente la misma que en la Baja Edad
Media, basada en la industria doméstica, en los gremios y en la industria a domicilio. La
mayor parte de la producción se llevaba a cabo en el seno de las familias campesinas, que
elaboraban aquellos productos que necesitaban para su propio consumo o para mercados
locales. En los gremios el artesano, por lo general, producía para el mercado, o bajo pedido y asumía un riesgo empresarial, aunque mínimo.
En la industria a domicilio o sistema de putting out, como veremos posteriormente en el tema 6 cuando hablemos de la protoindustrialización, el comerciante-
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
empresario era el propietario de las materias primas y los instrumentos de trabajo, además
del producto acabado; dependían de él diversos artesanos que trabajaban exclusivamente
lo que se les suministraba y de la forma que les indicaba, sin autonomía económica. Estos
artesanos (tejedores, hiladores) eran retribuidos a destajo, es decir, por obra realizada. La
localización de la industria a domicilio pasó gradualmente a las zonas rurales, lo que
permitió el incremento de la renta familiar, además de la posibilidad de abastecerse de
bienes de primera necesidad a precios más bajos y de escapar a la fiscalidad de los
centros urbanos y de las corporaciones. La estructura de la industria a domicilio se
mantuvo, aunque incorporando mano de obra femenina y relajando los controles sobre la
calidad de producción.
Las materias primas más utilizadas fueron la lana, el lino y la seda. La innovación
más destacada en la industria de la lana fue obra de los fabricantes de tejidos flamencos y
consistió en la elaboración de tejidos más ligeros y baratos (nouvelle draperie) que se
extendieron en los mercados internacionales y desplazaron los tejidos medievales más
bastos y pesados. La huida de un gran número de artesanos flamencos, tras la represión de
la revuelta en los Países Bajos españoles, permitió que aparecieran en otras zonas europeas, sobre todo en Inglaterra, industrias productoras del nuevo paño, y la industria de la lana,
tradicionalmente controlada por los italianos, pasó gradualmente a manos de ingleses,
holandeses y franceses.
La industria textil castellana experimentó durante la primera mitad del siglo XVI un
rápido crecimiento, lo que se tradujo en un importante volumen de exportaciones de paño
de calidad, a la vez que mantenía sus tradicionales exportaciones de lana merina en bruto.
Sin embargo, el aumento de la demanda nacional y, especialmente, de las colonias no fue
seguido por un incremento paralelo de la oferta y los precios se elevaron. La desacertada
intervención del gobierno que permitió la importación libre de impuestos de tejidos extranjeros en 1548, y prohibió la exportación de paños castellanos, excepto a las colonias, en
1552, provocó el estancamiento y crisis posterior de esta industria. La prohibición de exportación se levantó en 1555, pero para entonces la pérdida de los mercados extranjeros y el
aumento de los costes producidos por la inflación habían afectado profundamente a la
industria textil castellana.
La producción sedera estaba localizada en la cuenca del Mediterráneo, de ahí que su
industria textil se concentrase en esta zona, donde también podía aprovechar las importaciones de seda procedentes de Irán. La producción de lino se localizaba más al norte y en
áreas más dispersas.
La construcción fue otro sector que junto con el textil destaca en lo referente a ocupación durante este siglo, algo explicable si se tiene en cuenta que las necesidades básicas de
la población en una economía preindustrial son el alimento, la vivienda y el vestido. En lo
que se refiere a la construcción, gracias a la adopción de nuevas técnicas de proyección y
de cálculos de estática, se llevó a cabo la construcción de edificios generalmente más grandes, así como puentes y canales. Pero donde más evolucionaron las técnicas fue en la construcción naval, sector que experimentó profundas transformaciones, especialmente en los
Países Bajos holandeses.
LA EXPANSIÓN ULTRAMARINA Y LAS ECONOMÍAS EUROPEAS
EN EL SIGLO XVI
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En el siglo XVI había una gran variedad de embarcaciones, algunas de las cuales
seguían utilizando la fuerza de los remos, aunque estaban dotadas también de alguna vela
que se usaba en los momentos de navegación tranquila (galeras mediterráneas, buques de
guerra). Sin embargo, en los barcos mercantes predominaba la vela y los remos se utilizaban exclusivamente para las maniobras en el puerto y emergencias; la evolución de los
barcos de vela fue rapidísima, y se experimentaron una gran variedad de quillas y velámenes diferentes. Se buscaba la seguridad en la navegación y la reducción en el coste de los
transportes, de ahí que aumentase el volumen que desplazaban los buques y se redujese la
relación tripulación/carga de las embarcaciones, así el tamaño de los barcos para el comercio en el Atlántico aumentó de 200 a 600 toneladas a lo largo del siglo XVI, y la relación
tripulación/carga pasó de ser de cuatro o cinco toneladas de arqueo por marinero en el siglo
XV, a siete toneladas a mediados del siglo XVI.
Los mayores constructores de barcos de guerra (galeón) fueron los portugueses,
españoles e ingleses, sin embargo, fueron los holandeses quienes destacaron en la construcción de barcos para el comercio. La flota mercante holandesa experimentó un crecimiento vertiginoso a lo largo de los siglos XVI y XVII, gracias a la rápida expansión de su
comercio. Los constructores holandeses respondieron al aumento de la demanda racionalizando sus astilleros e introduciendo técnicas elementales de producción en masa. Gracias a
su eficacia, abastecieron no sólo a la flota de su país, sino también a todas sus rivales. Su
innovación más importante fue el fluyt, barco especialmente diseñado para cargas voluminosas de poco valor, como grano y madera, que funcionaba con menores tripulaciones que
las de los barcos convencionales.
Aunque de una importancia relativamente menor en términos de empleo y producción, las industrias metalúrgicas adquirieron un gran desarrollo gracias a la creciente
demanda militar, ya que, tanto en la infantería como en la marina, se habían generalizado
las armas de fuego. El hierro y el bronce fueron los más solicitados por los militares, aunque
el estaño, plomo y cobre sirvieron como base de diversas aleaciones para uso doméstico e
industrial, como el peltre utilizado en la fabricación de utensilios de cocina y en los tipos
de imprenta.
El mayor número de innovaciones se produjo en el trabajo del hierro, tanto en el proceso de fundido, como en otras operaciones secundarias. A comienzos del siglo XVI el sureste
de los Países Bajos (Valonia) era el centro metalúrgico más avanzado de Europa en la producción de hierro y en la aplicación de numerosas innovaciones; otros centros importantes estaban localizados en Alemania, norte de Italia, norte de España y Francia. A lo largo del siglo
los altos hornos se extendieron por toda Europa, localizándose en las zonas donde había mineral de hierro y abundante combustible, ya fuera madera o energía hidráulica.
La explotación de las minas conoció un proceso de gran expansión, y bajo la presión
de la creciente demanda, se mejoraron las técnicas, lo que dio lugar a pozos más profundos,
mejor ventilación y maquinaria de bombeo. Las principales innovaciones fueron obra de
mineros alemanes, especialmente sajones, que aplicaron las mejoras técnicas en la explotación de las minas de Europa central, y fueron contratados como expertos en Inglaterra,
Hungría y América.
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
La mayor demanda de minerales, especialmente cobre, plata, hierro, mercurio y sal
gema, impuso una compleja organización de instalaciones y trabajadores, que exigía recursos financieros de una entidad desconocida hasta entonces. La escala de las empresas creció
y aparecieron las primeras grandes concentraciones de trabajadores. Muchas grandes casas
bancarias, como los Fugger de Augsburgo, en Alemania, invirtieron en empresas del sector,
garantizando no sólo la producción, sino también la distribución de los metales y de los
productos derivados en cualquier parte del mundo.
Mención especial merece el carbón, cuya demanda comenzó a crecer en el siglo XVI,
motivada por la gran escasez de madera, utilizada hasta el momento como material y
combustible. El carbón, a pesar de las frecuentes leyes que prohibían su uso por sus características nocivas, se convirtió en el combustible doméstico más utilizado en Londres en el
siglo XVI, y poco a poco fue penetrando en industrias de alto consumo de combustible.
Los descubrimientos en ultramar también tuvieron repercusión en este sector, ya que
permitieron la aparición de nuevas industrias, como las refinerías de azúcar y las fábricas
de tabaco. Algunas industrias tradicionales, cuya producción había estado muy localizada,
se extendieron por toda Europa, como la fabricación de cristal fino, instrumentos ópticos y
relojería. El principal productor de éstos y otros productos de lujo durante la Edad Media,
había sido Italia, pero en el siglo XVI surgieron otros países productores de objetos similares, aunque de menor calidad y a menor precio, lo que provocó la progresiva decadencia
industrial de Italia. El desarrollo de la imprenta condujo también a un crecimiento de la
demanda de papel y a la aparición de imprentas en toda Europa que multiplicaron el número de títulos y ejemplares.
5. EL DESARROLLO DEL COMERCIO
Durante la Edad Moderna el sector más dinámico fue el comercio, tanto es así que tradicionalmente se ha hablado de “revolución comercial” como uno de las características
propias del siglo XVI. Ciertamente se produjeron cambios sustanciales que afectaron a la
estructura del comercio internacional, tanto en lo que respecta a las vías de tráfico utilizadas, al volumen y carácter de las mercancías objeto de comercio, como a las formas de organización comercial. Sin embargo, la mayor parte del crecimiento en volumen y en valor se
produjo en el comercio local, es decir, aquel que se establecía entre las ciudades y los territorios más cercanos.
El centro del comercio europeo pasó gradualmente del Mediterráneo al mar del
Norte y mar Báltico. La cuenca del Mediterráneo perdió su papel central por la disminución
del comercio, especialmente de especias, con Asia y África. Los italianos y muy especialmente los venecianos habían monopolizado el comercio de las especias hasta que Portugal
abrió la ruta del cabo de Buena Esperanza, lo que permitió que los productos llegasen a
Europa sin la intermediación de las ciudades italianas. También existen otros factores que
incidieron en la decadencia del comercio internacional e intercontinental en el
Mediterráneo, tales como la caída de Constantinopla, la expansión del imperio otomano por
las costas africanas del Mediterráneo, y la aparición de competidores más eficaces, como
los comerciantes flamencos y holandeses.
LA EXPANSIÓN ULTRAMARINA Y LAS ECONOMÍAS EUROPEAS
EN EL SIGLO XVI
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En el comercio intraeuropeo se produjo un cambio en el carácter de las mercancías,
ya que una gran parte de éstas pasaron a ser objetos voluminosos y de reducido valor, como
metales, madera, pescado, vino, grano, sal, textiles, ganado y materias primas, que se transportaban no sólo por vía marítima, sino también por vía fluvial y terrestre. Este cambio, al
contrario que en períodos anteriores, donde predominaba el comercio con objetos de lujo,
se dio gracias a la reducción de los costes del transporte.
Por lo que respecta al comercio intercontinental esta transformación se produjo a
partir del siglo XVII, cuando otros países europeos, además de Portugal y España, consiguieron sus propias colonias a las que exportaban manufacturas, y de las que importaban
productos como algodón, tabaco, azúcar, etc. Sin embargo, el comercio con Oriente apenas
experimentó variaciones. Tradicionalmente los europeos habían cambiado oro y plata por
las codiciadas especias, ante la falta de interés de los asiáticos por las manufacturas europeas. Este desinterés se mantuvo hasta el siglo XVIII, provocando la continua salida de metales preciosos hacia Oriente.
El resultado más visible de este auge del comercio internacional e intercontinental
fue la formación de una red de centros mercantiles, algunos especializados en un sólo tipo
de mercancía, como Burgos (lana merina) o Toulouse (glasto para teñir los tejidos). Al
depender de un solo producto estos centros eran proclives a experimentar graves crisis cuando las condiciones que sustentaban su especialidad variaban.
Otros centros cuyas actividades estaban más diversificadas, y que mantenían un
contacto más estrecho con las zonas rurales circundantes, mostraron un carácter más estable y una mayor capacidad de adaptación. Éste fue el caso de Lisboa, Sevilla, Londres,
Venecia, las ciudades hanseáticas de Hamburgo, Lübeck y Danzing, así como otras ciudades del interior del continente como Lyon, Milán y Ginebra. Sin embargo, el mayor centro
comercial, al menos hasta 1570, fue Amberes, donde se comerciaba con todo tipo de
mercancías procedentes de Europa y las colonias. De la misma forma que Amberes había
sustituido a Brujas cuando esta declinó, a su vez fue reemplazada posteriormente por
Amsterdam como centro distribuidor más importante.
La coordinación financiera de los pagos entre los distintos centros comerciales se
organizaba mediante un sistema de ferias como las de Amberes, Lyon, Medina del Campo
y Génova que eran organizadas a lo largo de todo el año de tal manera que los comerciantes o sus agentes pudieran reunirse para saldar sus cuentas.
En cuanto a la organización comercial variaba dependiendo del tipo de comercio y de
los países implicados en esta actividad. En el continente europeo se mantuvieron durante el
siglo XVI las formas organizativas heredadas de los comerciantes italianos consistentes en
sociedades, cuyos miembros residían algunas veces en ciudades distintas, y se mantenían informados de la situación política y económica internacional mediante una frecuente correspondencia. Estas sociedades emplearon la contabilidad de doble entrada y practicaron el crédito,
técnicas ya utilizadas por los mercaderes italianos. Los comerciantes y financieros más importantes en el siglo XVI fueron los Fugger, familia alemana de Augsburgo, en el sur de Alemania.
En Inglaterra la organización comercial era algo diferente. La mayor parte de las
exportaciones inglesas se basaban en la lana y los paños de este material, comercio contro-
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
lado fundamentalmente por los Mercaderes de la Lonja (Merchants of the Staple). Se trataba de una compañía regulada, en la cual cada uno de sus miembros comerciaba por su cuenta, aunque se atenían a unas normas comunes; tenían una sede central y un almacén (la
Lonja) situada en Amberes. A mediados de siglo empezaron a constituirse un gran número
de compañías dotadas con cartas de privilegio comercial. Algunas de estas compañías adoptaron la forma de organización regulada descrita anteriormente, pero otras se convirtieron
en compañías de capital conjunto, especialmente en el comercio a larga distancia, donde el
capital y los riesgos eran excesivos para uno o varios individuos.
La organización del comercio con las colonias era muy distinta de la del comercio
intraeuropeo. En Portugal el comercio de las especias procedentes de las colonias portuguesas era monopolio de la Corona y, por tanto, estaba regulado y controlado por el Estado.
La armada portuguesa hacía las funciones de flota mercante y todas las especias eran vendidas a través de la Casa da India en Lisboa. Los marinos portugueses podían embarcar
mercancías en concepto de propiedades personales, que luego vendían en Europa, aunque,
lógicamente, el volumen total de este comercio privado fue muy reducido, si se compara
con el comercio oficial practicado por el Estado. En cambio en el mercado oriental los
portugueses tuvieron que competir con comerciantes musulmanes, hindúes y chinos. Los
oficiales de la Corona eran los encargados de realizar las compras de especias en el Océano
Índico, y de embarcarlas con destino a Portugal. El pago se hacía en metales preciosos, oro
y plata, además de armas y municiones.
En lo que respecta a España el comercio con las colonias también era monopolio de
la Corona de Castilla, y desde 1501 se prohibió a los extranjeros (incluidos catalanes y
aragoneses) asentarse o comerciar con los nuevos territorios. En 1503 se creó en Sevilla la
Casa de Contratación de las Indias, institución que tenía como objetivos reservar para
Castilla el monopolio de todo el comercio con América y controlar todo el tráfico que se
produjera entre América y España. En los registros de la Casa de Contratación se recogían
todos los datos relativos al nombre de las naves, sus capitanes, armamento, carga, valor de
ésta y los derechos aduaneros pagados, así como los pasajeros embarcados. Los registros
tenían una finalidad claramente fiscal y de control del flujo de metales preciosos.
A mediados del siglo XVI se impuso el sistema de flotas en el comercio con América,
y más tarde con Filipinas. Este sistema establecía la salida de dos grandes flotas, una en
primavera y otra a finales de verano, compuestas esencialmente por galeones, que desde
Sevilla, la cabecera de la Carrera de Indias, se dirigían una al puerto mexicano de
Veracruz y la otra a la llamada Tierra Firme. Ambas flotas permanecían en las colonias
durante el invierno, se reunían en La Habana y volvían como un solo contingente en la
primavera siguiente. En el último tercio del siglo XVI se puso en funcionamiento una prolongación que partía de Acapulco (México) y llegaba a las islas Filipinas, donde intercambiaba la plata y otras mercancías mexicanas por sedas y porcelanas de China, productos
filipinos y otros de origen japonés, para regresar a las costas californianas.
El intento de evitar el contrabando, así como los frecuentes ataques de piratas y corsarios fueron las razones por las que se adoptó este sistema. Sin embargo, el contrabando y el
fraude en el comercio con América se extendieron rápidamente. Es muy probable que la razón
LA EXPANSIÓN ULTRAMARINA Y LAS ECONOMÍAS EUROPEAS
EN EL SIGLO XVI
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fundamental fuese la excesiva presión fiscal. Los principales gravámenes sobre el comercio
ascendieron aproximadamente al 35% del valor de las mercancías intercambiadas. Para evitar
el pago de tan altos impuestos los comerciantes buscaron diversas fórmulas que iban desde la
manipulación de los registros a la ocultación de mercancías. A este fraude generalizado hay
que sumar el contrabando abierto practicado por los extranjeros y sus agentes españoles
mediante el comercio directo al margen de las normas de la Carrera de Indias.
Las flotas se componían de barcos de muy diversos tipos, aunque terminaron por
imponerse los galeones, que gradualmente aumentaron su tonelaje. También aumentó el
número de barcos que componían cada flota, de los 15 o 20 navíos de principios del siglo
XVI se pasó a unos 70 barcos a finales de siglo.
Respecto a la naturaleza de los intercambios comerciales, Castilla exportaba productos agrícolas (vino, aceite y otros productos derivados), productos manufacturados (telas,
herrajes, herramientas, armas, papel, jabón, libros), hierro, así como mercurio destinado al
procedimiento de beneficio de la plata, llamado amalgama, que permitía separar fácilmente la plata de la ganga. Las importaciones se basaban fundamentalmente en metales
preciosos (al principio oro, pero después sobre todo plata), aunque también llegaban de
América colorantes, cueros, algunos productos medicinales, tabaco, azúcar y cacao.
La plata americana servía para pagar los productos que se llevaban al nuevo continente, pero la mayor parte de estos productos, especialmente las manufacturas procedían de
fuera de España y, por tanto, el destino de una parte importante de esta plata fue el norte de
Europa. De ahí que se pueda afirmar que el comercio sevillano era un comercio de intermediación, en el que muchos agentes españoles actuaban tan sólo como comisionistas,
mientras los beneficios de las exportaciones industriales iban a parar a los proveedores
extranjeros.
Un caso aparte fue el comercio de esclavos que quedó, por completo y desde el principio, en manos de comerciantes extranjeros. La existencia de mano de obra indígena en las
primeras etapas de colonización, así como la ausencia de bases españolas en las costas occidentales de África (como consecuencia del tratado de Tordesillas) apartó a los comerciantes españoles de este negocio. En consecuencia se recurrió a un sistema de asientos o
contratos para la introducción de esclavos. Hasta mediados del siglo XVII la mayor parte de
los asientos fueron firmados con mercaderes portugueses, más tarde con italianos, y, a partir
de principios del siglo XVIII; franceses e ingleses obtuvieron el monopolio.
6. DINERO, CRÉDITO Y FINANZAS
El progreso del comercio dependía de la situación monetaria y de las condiciones del crédito, que, a su vez, estaban supeditadas a los tipos de cambio, las balanzas comerciales, los
niveles de precios internacionales, los aranceles y las disposiciones de los tratados comerciales, así como de la manipulación de la moneda con finalidades fiscales. Con la circulación de moneda tanto de oro como de plata, ya que una de las características del sistema
monetario europeo era el bimetalismo, no siempre coincidía el valor oficial de la moneda
con su valor en el mercado, de ahí que se desplazasen metales preciosos y dinero en metálico, de un país a otro, para aprovechar las diferencias entre los tipos de cambio.
~ 66 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
La relación entre la producción de oro y la de plata era un factor importante del que
dependía la paridad de las monedas. Durante el siglo XVI el stock monetario de Europa
aumentó gracias a las minas europeas de oro y plata, el oro americano y africano, y, sobre
todo, la plata que llegó de América. Según las estimaciones de Braudel y Spooner, entre
1500 y 1650 sólo la llegada oficial desde América incrementó el stock total de oro de
Europa en un 5%, y el de plata en casi un 50%. Sin embargo, no todos los metales llegaron
a convertirse en moneda ya que, aparte de la pérdida por atesoramiento y desgaste, una
parte importante se envió a Oriente para saldar el déficit comercial que Europa tenía con
esta zona. A pesar del notable incremento del volumen de dinero disponible en Europa, no
fue suficiente para igualar el aumento de la demanda de medios de pago que requería la
expansión del comercio, de ahí que se produjese una expansión sin precedentes del uso de
técnicas de crédito.
No obstante, es evidente que, durante el siglo XVI, se produjo un crecimiento considerable de la cantidad de moneda en circulación con efectos inmediatos sobre los precios,
hasta el punto de denominar a este proceso la revolución de los precios. A lo largo del siglo
XVI se produjo en toda Europa y especialmente en España una elevación de los precios, no
comparable con las habidas en épocas anteriores. El alza de los precios se sintió en primer
lugar y de forma más intensa en Andalucía, extendiéndose al resto de la Península y a
Europa.
La inflación no afectó por igual a toda la población. Fue favorable para los grandes
propietarios nobles, ya que la apertura del mercado americano y el aumento de la población
en España incidieron en una mayor demanda de productos agrícolas, lo que implicó la necesidad de extender cultivos, y llevó a un incremento del valor de la tierra productiva y, por
tanto, de las rentas. De igual modo, la inflación incidió positivamente, sobre todo durante
la primera mitad del siglo XVI, en las actividades comerciales, así como en los negocios
realizados por fabricantes y mercaderes.
Por el contrario, la revolución de los precios supuso un empobrecimiento para aquellos
que vivían de rentas pequeñas e ingresos fijos, tales como los pequeños propietarios hidalgos,
el bajo clero, los funcionarios reales de nivel inferior, al no incrementarse éstas en la misma
medida que los precios. La misma situación se dio entre la población asalariada, tanto urbana
como rural, que sufrió una constante pérdida de su poder adquisitivo, especialmente durante
la primera mitad del siglo. La Corona resultó menos afectada, ya que a pesar de que aumentaron los gastos de la administración, también lo hicieron los ingresos fiscales.
Diversos autores han ofrecido diferentes explicaciones sobre la “revolución de los
precios”. E. J. Hamilton relaciona la inflación con la llegada masiva de metales preciosos,
tesis que ya fue apuntada en la época por pensadores de la llamada “escuela de Salamanca”,
como Martín de Azpilcueta. Estos autores del siglo XVI argumentaban que el aumento de la
moneda en circulación no sólo habría sido la causa del aumento de los precios, sino también
de la pérdida de competitividad de las manufacturas españolas en comparación con las
extranjeras. El gráfico 4.1 elaborado por Hamilton muestra la correlación existente entre el
aumento del volumen de las importaciones de metales preciosos y la subida de los precios
durante el siglo XVI.
LA EXPANSIÓN ULTRAMARINA Y LAS ECONOMÍAS EUROPEAS
EN EL SIGLO XVI
~ 67 ~
Gráfico 4.1: Importaciones quincenales totales de metales preciosos
e índices compuestos de los precios de las mercancías
Fuente: HAMILTON, EJ. (1975): El tesoro americano y la revolución de los precios en España, 15011650. Barcelona, Ariel p. 316.
Otros autores, como Pierre Vilar y Jordi Nadal, han llamado la atención sobre el
hecho de que el incremento de los precios relativos fue mucho mayor hasta 1560 precisamente cuando la entrada de metales preciosos fue menor. De ahí, argumentan estos historiadores, que se deban buscar otras explicaciones, tales como el rápido crecimiento de la
población y de la demanda, muy por encima de la producción y la oferta.
En la Edad Moderna los gastos de los Estados europeos aumentaron considerablemente, sin que lo hicieran en la misma medida los ingresos. El aumento global de los gastos se
debió, en parte, al aumento de los precios y de los salarios, pero, sobre todo, a la mayor duración y el rápido aumento del coste de la guerra. Así pues, para hacer frente a sus necesidades
en tiempos de guerra, los gobiernos se vieron obligados a solicitar préstamos a gran escala.
El desarrollo de la deuda pública en los diversos Estados europeos del siglo XVI
contribuyó a crear centros especializados de captación y de encuentro de capitales y
banqueros. Así, Lyon fue el centro principal donde se negociaban los títulos de la deuda
pública francesa, aprovechando sus ferias y la presencia de banqueros italianos y alemanes,
mientras que en la segunda mitad del siglo XVI fue sustituida por las ferias de Bensançon,
con el predominio de banqueros genoveses. Las demandas de Carlos V implicaron a muchos
banqueros y afectaron a muchos lugares, especialmente al eje comercial que unía Amberes
y Medina del Campo, sin olvidar Sevilla. Genoveses y alemanes, entre ellos los Fugger y
los Welter, administraron un imponente flujo de dinero. Las crisis financieras de
Augsburgo, Francia y Portugal, que se produjeron a mediados de siglo, provocaron un
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
replanteamiento de la capacidad de los banqueros europeos y la consolidación de la supremacía de los banqueros genoveses, que se habían situado como intermediarios entre los
ahorradores y las finanzas públicas. El desplazamiento de los intereses europeos de España
hacia el Mediterráneo, donde se concentraron los principales dominios españoles, contribuyeron también al predominio financiero de los banqueros italianos.
El volumen de la deuda pública de algunos Estados europeos provocó también casos
de insolvencia. El caso más espectacular fue el español, en el que Felipe II declaró bancarrota en tres ocasiones diferentes, 1557, 1575 y 1596. Las bancarrotas se declaraban cuando, ante la imposibilidad de pagar los intereses y devolver los capitales prestados, los
monarcas suspendían la gestión regular de las deudas y modificaban los contratos, alargando el vencimiento de los pagos, e incluso modificando los tipos de interés aplicados, de esta
forma los préstamos a corto plazo se transformaban en préstamos a largo plazo.
La difícil situación de la hacienda pública española puede apreciarse en el gráfico 4.2.
donde se comparan gastos e ingresos a finales del siglo XVI. Los gastos, entre los que destacan
los ocasionados por actividades militares, superan ampliamente los ingresos.
Gráfico 4.2: las finanzas de la hacienda de castilla (en millones de ducados)
Fuente: THOMPSON, I.A.A. (1981): Guerra y decadencia: Gobierno y administración en la España de
los Austrias, 1560-1620, Barcelona, Crítica, apéndice, cuadro A.
LA EXPANSIÓN ULTRAMARINA Y LAS ECONOMÍAS EUROPEAS
EN EL SIGLO XVI
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7. EJERCICIOS
7.1. Comentario de texto:
La estrecha correlación existente entre el aumento del volumen de las importaciones
de caudales y el alza de los precios de las mercancías durante el siglo XVI, particularmente de 1535 en adelante, demuestra sin lugar a dudas que “las ricas minas de
América” fueron la causa principal de la revolución de los precios en España. Sólo
al comienzo del siglo XVI, cuando la demanda colonial, la expansión del crédito y la
creciente producción de plata alemana hicieron sentir sus efectos, y a finales del
siglo, cuando coincidieron una devastadora epidemia y una acuñación excesiva de
vellón, otros factores desempeñaron un papel realmente importante en la rápida
subida de los precios. […] En realidad, es muy probable que el aumento del volumen de las existencias mundiales de metales preciosos durante el siglo XVI fuese el
doble –posiblemente hasta cuatro veces– más grande que el avance de los precios en
Sevilla, centro receptor y distribuidor de las importaciones legales de oro y plata
americanos.
En vez de buscar causas accesorias de la revolución de los precios, hemos de
explicar por qué el alza de los precios no se produjo al mismo ritmo que el aumento en las existencias de metales preciosos. Es evidente que la moneda atesorada y los
metales preciosos no transformados en moneda no tuvieron efecto sobre los precios.
El hecho de que la Iglesia utilizara con fines ornamentales y litúrgicos cantidades
apreciables de oro y plata neutralizó sin duda una porción considerable de las importaciones globales; y después del descubrimiento de la ruta de El Cabo, el flujo de oro
y plata hacia Oriente, cementerio de los metales preciosos europeos desde los tiempos de Roma, fue incomparablemente mayor. […] Aunque no podemos ofrecer
cifras exactas, podemos presumir con bastante verosimilitud que todos estos empleos de metales preciosos no impidieron que aumentara sin precedentes la masa monetaria. Pero la mayor producción e intercambio de mercancías que acompañaron al
aumento de población, la substitución de las rentas agrarias en especie por pagos
monetarios que trajo aparejada la decadencia del feudalismo, la disminución del
crédito mercantil y financiero resultante del declive de las ferias de Castilla la Vieja,
el paso gradual de los salarios en especie total o parcialmente a las remuneraciones
monetarias y la progresiva eliminación del trueque fueron factores que contribuyeron a contrarrestar el rápido aumento de la moneda de oro y plata.
E.J. Hamilton (2000): El tesoro americano y la revolución de los precios en España, 15011650, Barcelona, Crítica, pág. 317-318.
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
7.2. Comente este gráfico
Gráfico 4.3: Tráfico marítimo de Europa a Asia, 1491-1492 a 1700-1701
(barcos hacia Asia por países y períodos de diez años)
Fuente: KRIEDTE, P. (1990): Feudalismo tardío y capital mercantil, Barcelona, Crítica, p. 117.
7.3. Comente este gráfico
Gráfico 4.4: Comercio de esclavos, 1451-1870
(Importación de esclavos; promedios de 10, 20 y 25 años)
Fuente: KRIEDTE, P. (1990): Feudalismo tardío y capital mercantil, Barcelona, Crítica, p. 110.
LA EXPANSIÓN ULTRAMARINA Y LAS ECONOMÍAS EUROPEAS
EN EL SIGLO XVI
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8. LECTURAS RECOMENDADAS
•
DAVIS, R. (1988): La Europa Atlántica. Desde los descubrimientos hasta la industrialización, Madrid, Siglo XXI. Se centra en el descubrimiento y la colonización de
América además de en las economías de la Europa occidental.
•
HAMILTON, E.J. (1975): El tesoro americano y la revolución de los precios en
España. 1501-1650, Barcelona, Crítica. Explica la evolución de los precios en España
de 1500 a 1650, en función de la llegada de los metales preciosos americanos.
•
JONES, E.L. (1990): El milagro europeo, Madrid, Alianza. El autor realiza un estudio comparativo que destaca la disparidad de los sistemas económicos seguidos por
Europa y Asia, en especial entre 1400 y 1800.
9. BIBLIOGRAFÍA
AZPILCUETA, M. de (1965) [1556]: Comentario Resolutorio de Cambios, Madrid,
Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
BERNAL, A.M. (2005): España, proyecto inacabado. Costes/beneficios del Imperio,
Madrid, Fundación Carolina (Centro de Estudios Hispánicos e Iberoamericanos)Marcial Pons.
BRAUDEL, F. y SPOONER, F.C. (1967): “Prices in Europe from 1450 to 1750”, en RICH,
E.E. y WILSON, C.H. (dirs.) Cambridge Economic History of Europe, IV: The
Economy of Expanding Europe in the 16th and 17th Centuries, Londres, Nueva York,
Cambridge University Press.
DE MADDALENA, A. (1987): “La Europa rural (1500-1750)” en CIPOLLA, C.M, (ed.)
Historia Económica de Europa (2). Siglos XVI y XVII, Barcelona, Ariel.
GLAMANN, K. (1987): “El comercio europeo (1500-1750)” en CIPOLLA, C.M, (ed.)
Historia Económica de Europa (2). Siglos XVI y XVII, Barcelona, Ariel.
HAMILTON, E.J. (1975): El tesoro americano y la revolución de los precios en España.
1501-1650, Barcelona, Crítica.
KRIEDTE, P. (1991): Feudalismo tardío y capital mercantil, Barcelona, Crítica.
MARCOS MARTÍN, A. (2000): España en los siglos
dad, Barcelona, Crítica.
XVI, XVII
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XVIII:
Economía y socie-
MISKIMIN, H. (1981): La economía europea en el Renacimiento tardío (1460-1600),
Madrid, Cátedra.
NADAL, J. (1959): “La revolución de los precios españoles en el siglo
de la cuestión”, Hispania, 19.
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PARKER, G. (1987): “El surgimiento de las finanzas modernas en Europa (1500-1730)”
en CIPOLLA, C.M, (ed.) Historia Económica de Europa (2). Siglos XVI y XVII,
Barcelona, Ariel.
SELLA, D. (1987): “Las industrias europeas (1500-1700)” en CIPOLLA, C.M, (ed.)
Historia Económica de Europa (2). Siglos XVI y XVII, Barcelona, Ariel.
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
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formación de la Europa Moderna, Barcelona, Crítica.
TENENTI, A. (2002): La Edad Moderna. Siglos XVI-XVIII, Barcelona, Crítica.
THOMPSON, I.A.A. (1981): Guerra y decadencia: Gobierno y administración en la
España de los Austrias, 1560-1620, Barcelona, Crítica.
VILAR, P. (1982): Oro y moneda en la historia (1450-1920), Barcelona, Ariel.
YUN CASALILLA, B. (2002): “El siglo de la hegemonía castellana (1450-1590)” en
COMÍN, F., HERNÁNDEZ, M. y LLOPIS, E. (eds): Historia Económica de España.
Siglos X-XX, Barcelona, Crítica.
T E M A
5
EL PENSAMIENTO ECONÓMICO
DESDE LA FILOSOFÍA GRIEGA
HASTA EL PENSAMIENTO ESCOLÁSTICO
ESPAÑOL DEL XVI
1.
2.
3.
4.
PENSAMIENTO ANTIGUO
PENSAMIENTO MEDIEVAL Y ESCOLÁSTICO
FILOSOFÍA POLÍTICA Y TEORÍA MONETARIA
LOS ESCOLÁSTICOS ESPAÑOLES DEL XVI Y LOS FUNDAMENTOS
DE LA TEORÍA CUANTITATIVA
5. LA FISIOCRACIA
6. EJERCICIOS
7. LECTURAS RECOMENDADAS
En el presente capítulo vamos a presentar una síntesis apretada de la evolución del pensamiento económico desde los primeros rudimentos que encontramos en las obras de los filósofos
griegos, hasta las discusiones más refinadas de los escoláticos españoles del siglo XVI.
Analizaremos en primer lugar el pensamiento antiguo, primero con unas breves referencias a las aportaciones de Hesiodo y Jenofontes. Después nos detendremos en la obra de
Platón y Aristóteles, con especial atención a los aspectos monetarios que marcan el origen
de los debates que surgirán de forma recurrente a lo largo de la historia.
En el siguiente epígrafe abordamos el pensamiento escolástico medieval. Estudiaremos las discusiones de estos autores sobre la teoría del justo precio, sus reflexiones
sobre los problemas de la usura, la teoría del valor y su condena del monopolio, los salarios, las cuestiones relativas a los derechos de propiedad y su argumentación sobre la teoría
monetaria; en este sentido nos detendremos en el estudio de las relaciones entre la filosofía
política y la teoría monetaria en la época medieval, y cómo la generalización de la defensa
~ 73 ~
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
de los derechos subjetivos pone de manifiesto la necesidad de que el valor del dinero sea
estable, de la misma forma que la mejor manera de conseguirlo es mediante la limitación
de los poderes del príncipe en materia de acuñación y reacuñación monetaria, iniciándose
así el largo camino que conduce a la independencia de los bancos centrales. Veremos
además cómo en la época medieval se establecen las bases conceptuales del denominado
impuesto inflacionista. El capítulo terminará con el estudio de las aportaciones de los escolásticos españoles del siglo XVI.
1. PENSAMIENTO ANTIGUO
Marjorie Grice-Hutchinson pone de manifiesto que en el pensamiento de los escolásticos
españoles del siglo XVI confluyen dos grandes tradiciones: la tradición analítica griega y la
tradición religiosa. Dejaremos de lado la tradición religiosa, puesto que la idea fundamental que sería recogida en la tradición teológica se refiere a la condena de la usura, y encuentra su fundamento en la máxima del Antiguo Testamento: “No prestarás a interés a tu
hermano”. Esta línea de pensamiento que condena y encubre otras veces la usura es común
a judíos, cristianos y musulmanes. Por lo que se refiere a la tradición analítica griega, su
pensamiento económico lo encontramos fusionado con su filosofía política. Así, las cuestiones socioeconómicas pertenecían a la ética en cuanto se ocupaban de los contratos, y a
la política en cuanto se refería a la gestión pública y al ordenamiento social.
Entre los autores de esta tradición nos referiremos brevemente a Hesiodo (s. VIII a.
C) y Jenofonte (430-355 a.C), y de una forma un poco más extensa a Platón (427-347 a.C)
y Aritóteles (384-322 a.C). Veamos las principales aportaciones de cada uno de ellos.
Hesiodo (s. VIII a.C), en su obra Los trabajos y los días plantea tres ideas que siguen
preocupando a los economistas: la eficiencia necesaria para maximizar la producción y
minimizar los costes, y contrarrestar así el problema de la escasez. Señala la importancia
del trabajo para incrementar la riqueza; y apunta así mismo a la necesidad del orden y de
la justicia como requisitos para garantizar la prosperidad.
Jenofonte (430-355 a.C) escribe tres obras, en las aborda problemas económicos:
Económico, Ingresos y Gastos Públicos e Hieron. En su obra Económico, el tema central
que estudia Jenofonte es la Administración eficiente de los asuntos privados y públicos. En
Ingresos y Gastos Públicos se enfrenta con problemas de tanta actualidad como la importancia del papel del liderazgo, la división del trabajo o el papel de los incentivos. Y no
menos adelantado es su planteamiento en Hieron, obra en la que apunta hacia una noción
de la utilidad marginal decreciente: “Cuantos más manjares superfluos se tengan delante,
más rápidamente nos invade la falta de apetito”.
La preocupación fundamental de Platón (427-347 a.C.) era la configuración del estado ideal, un estado capaz de controlar todos los aspectos de la vida de los hombres. A la
tarea de construir la república perfecta dedica su obra La República, pero sus ideas económicas las encontramos también en otras obras, especialmente Las Leyes, también en
Protágoras, Georgias y Filebo. Defiende la división del trabajo como consecuencia de las
distintas capacidades y habilidades de los individuos. La división del trabajo conduce a la
especialización. El mercado y la utilización de la moneda se justifican como consecuencia
EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DESDE LA FILOSOFÍA GRIEGA
HASTA EL PENSAMIENTO ESCOLÁSTICO ESPAÑOL DEL XVI
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de la especialización. Pero además su concepción totalitaria del estado le lleva a mostrarse
partidario del control de precios, de la calidad de las mercancías y del comercio exterior por
las autoridades públicas.
En Plantón y Aristóteles encontramos la polémica entre dinero mercancía y dinero
fiduciario y los primeros atisbos de una teoría monetaria. La introducción de la división del
trabajo como consecuencia de las diferencias innatas en las capacidades provoca la “necesidad de un mercado y de una moneda como señal de cambio (GÚMBOHOV). Ahora bien,
como señala Schumpeter, su hostilidad al uso del oro y de la plata, o su idea de una moneda local que no se pudiera usar fuera del estado apuntan claramente hacia un patrón fiduciario, lo que implica que el valor del dinero en principio sea independiente del valor del
material con se fabriquen las monedas. Esta idea se ha visto como una consecuencia lógica
de su concepción totalitaria que lleva a Platón a menospreciar “la ganancia monetaria, el
comercio y la propiedad privada”. Dice Rothbard en su Historia del Pensamiento
Económico, que a Platón no le gustaba el uso del oro y la plata como moneda por servir
como moneda internacional, que toda la gente aceptaba, ya que los metales preciosos se
aceptan universalmente y existen al margen del imprimatur del gobierno, lo que supone una
amenaza potencial para la regulación económica y moral de la sociedad por sus gobernantes. Pero con mucha frecuencia a los autores se les hace decir más de lo que dijeron, por si
acaso esto es lo que decía Platón:
“Por lo demás, hay una ley que sigue a todas estas prescripciones: no se permitirá a
ningún ciudadano poseer la más pequeña cantidad de oro o plata, a no ser tan sólo la
moneda necesaria para los intercambios cotidianos, aquellos que uno se ve casi obligado a hacer con los artesanos y con todos aquellos de quien tiene necesidad, como
es el pagar los salarios de servicios análogos a estos a los mercenarios, esclavos o
extranjeros. Con este fin, decimos nosotros, los ciudadanos han de tener una moneda que sea válida para ellos, pero que carezca de valor en los demás Estados.”
(Platón, Las Leyes).
Con referencia al texto de Platón tal vez se le haga decir demasiado, pero no es extraño que Rothbard acentúe tanto las tintas, porque en la actualidad importantes representantes de la Escuela Austriaca reivindican un coeficiente del 100% de reservas y siguen
cantando las excelencias del patrón oro. Lo que no parece arriesgado es señalar a Platón
como el primer defensor conocido de una de las dos teorías fundamentales del dinero de la
misma forma que Aristóteles se puede presentar como el primer defensor conocido de la
otra. En lo que sí coinciden los dos grandes filósofos griegos es la prohibición de cobrar
intereses, “tampoco se prestará con intereses”, dice Platón en Las Leyes.
También podemos considerar a Platón precursor de Bentham, ya que afirmaba en
Filebo que la vida es una yuxtaposición del placer y del dolor, sensaciones que forman
el objeto de la elección del individuo, una corriente de pensamiento que llegaría a
Jevons.
Así como la preocupación de Platón era la configuración del estado ideal, la gran
preocupación de Aristóteles (384-322 a.C) es el reino de la Justicia. Aristóteles diferencia
dos tipos de justicias: la justicia conmutativa, que regula los intercambios, y se basa en el
~ 76 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
principio de equivalencia, y la Justicia distributiva que regula la distribución de la riqueza y se basa en el principio del mérito.
Por lo que se refiere a la teoría del valor, Aristóteles distingue entre Valor de uso y
Valor de cambio, señalando que éste último depende de una serie de variables, como son
la escasez, los costes y la utilidad del individuo. Sin embargo, su ambigüedad en este campo
creó importantes problemas a la hora de interpretar la teoría del valor de los escolásticos.
El principio de equivalencia en los intercambios exigido por la justicia conmutativa da
origen o sienta los fundamentos de la teoría del justo precio. Presenta la teoría del intercambio como un proceso bilateral en que las partes aumentan su bienestar. Dicho de otra
forma, los individuos intercambian cantidades de bienes mientras siga aumentando su satisfacción. Ya que uno entrega lo que le sobra y recibe lo que necesita.
“Habrá reciprocidad cuando se hayan igualado las prestaciones, de manera que la
relación entre el agricultor y el zapatero sea la misma que entre el producto del zapatero y del agricultor”.
Es fácil apreciar la semejanza de las propuestas aristotélicas con la teoría de la utilidad de Gossen (1810-1858). Esto es, existen importantes similitudes entre la teoría del
intercambio aristotélica con la primera Ley de Gossen, que establece la igualdad entre las
utilidades marginales de los participantes en un intercambio. De la misma forma podemos
encontrar algún rudimento del concepto de utilidad marginal decreciente, cuando
Aristóteles dice que se puede juzgar mejor el valor de un bien si lo añadimos a un grupo de
mercancías o lo sustraemos del mismo. Cuanto mayor sea la pérdida que experimentamos
con la destrucción de ese bien tanto más deseable es esa mercancía. Pues esto parece deducirse del siguiente texto:
“En efecto, las cosas cuya destrucción debe temerse más, son preferibles. Lo mismo
sucede con la pérdida y con las contrarias; porque aquello cuya pérdida a lo contrario debe evitarse es preferible”.
En cuanto a su Teoría Monetaria, encontramos importantes diferencias con Platón, ya
que Aristóteles es partidario del pleno contenido metálico de las monedas. Si en Platón está
el origen de la teoría fiduciaria del dinero, la obra de Aristóteles es precursora de la teoría
metalista del dinero. La teoría monetaria de Aristóteles comienza justificando el uso del
dinero porque la mera existencia de una sociedad no comunista implica el intercambio de
bienes y servicios, lo que necesariamente inducirá a la gente a elegir una mercancía como
medio de cambio. Aristóteles se refiere a los metales como adecuados para esta función.
La regla de equivalencia en el intercambio implica que el medio de cambio se utilizará también como medida del valor. No parece fuera de lugar remontarse a Aristóteles para
descubrir las funciones tradicionales del dinero, ya que además de medio de cambio y
unidad de cuenta, aparece claramente diseñada la función de servir de depósito de valor.
La teoría define por una parte la función del dinero, esto es, tiene que servir de medio
de cambio, y por otra determina que el dinero tiene que ser una cosa útil, con “valor intrínseco”, un valor que se pueda comparar con otros valores. La mercancía moneda recibe el
valor de su peso y su calidad, lo mismo que las demás mercancías. Como garantía de su
EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DESDE LA FILOSOFÍA GRIEGA
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valor, para conveniencia, la gente puede decidir imprimir una imagen (acuñar), a fin de
evitar las molestias de pesar o medir cada vez que se realicen los intercambios. Pero la
acuñación no es la causa del valor, sino la garantía de la cantidad y calidad de la mercancía
contenida en la moneda. En esto consiste el metalismo, o teoría metalista del dinero, que se
diferencia sustancialmente del nominalismo de Platón y su patrón fiduciario.
El metalismo, con todas sus debilidades e imperfecciones perdura hasta mediados
del siglo XX y es el fundamento de la mayor parte del trabajo analítico realizado sobre el
dinero. Al apuntar Aristóteles que el dinero no “existe por naturaleza sino por convención”,
parece que apunta más que al patrón fiduciario al material objeto de acuñación.
Desafortunadamente Aristóteles no tiene ninguna teoría del interés. Más bien planteó un grave problema con su condena moral, por no natural, del préstamo de dinero a interés. El dinero para Aristóteles no tiene un uso directo y sirve solo para facilitar los
intercambios. Es “estéril” lo que implica que por sí no puede aumentar la riqueza. De ahí
que el pagar interés se condenara por considerarlo contrario a la naturaleza.
2. PENSAMIENTO MEDIEVAL Y ESCOLÁSTICO
La economía escolástica hunde sus raíces en la Edad Media y dejó su impronta hasta en la
obra de Adam Smith. Cuando el padre de la economía política intenta explicar las circunstancias que determinan el precio de mercado en sus Lecciones sobre jurisprudencia, lo hace
a la manera de los escolásticos diciendo que entre las circunstancias que determinan el
precio de mercado están:
“Primero, la demanda o necesidad de la mercancía. No hay demanda de algo poco
útil.
Segundo, la abundancia o escasez de la mercancía en relación a su demanda. Si la
mercancía es escasa, el precio sube, pero si la cantidad es más que suficiente para
abastecer a la demanda el precio cae. Así, los diamantes y otras piedras preciosas son
caras, mientras que el hierro que es mucho mas útil, es más barato, aunque ello
depende fundamentalmente de la última causa.
Tercero, la riqueza o pobreza de los demandantes”.
De cualquier forma, la doctrina escolástica llegó hasta Adam Smith de la mano de
Hugo Grotio (1583-1645) y Samuel Pufendorf (1632-1694), cuyas obras eran utilizadas
como textos en las clases de Frances Hutchison (1694-1743) en Glasgow College cuando
Adam Smith era estudiante. Las ideas de la escolástica llegan a Adam Smith en estado puro,
ya que el propio Grocio las había reproducido tal cual de la obra del español Francisco de
Vitoria.
Las aportaciones más refinadas de análisis económico en el ámbito de la escolástica
proceden de los doctores españoles del siglo XVI y se refieren a la teoría monetaria. Con
ellos florece la economía escolástica en el ámbito de la denominada escuela de Salamanca,
fundada por Francisco de Vitoria (1480-1546). Aquellas aportaciones surgen de su preocupación moral. Les interesaba la moralidad de los fenómenos económicos, de ahí su preocupación por el justo precio.
~ 78 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
2.1. Valor y precios relativos
Hayek sintetiza bien el pensamiento de nuestros autores cuando dice que advirtieron “que
el único precio justo es el precio «natural», es decir, aquel que surge en el mercado competitivo con independencia de las leyes humanas pero sometido a tan elevado número de
circunstancias que sólo Dios puede prever”. Esto se trata del precio, que viene determinado por las fuerzas de la oferta y la demanda. Desde la época medieval los autores se referían a la estimación común, un concepto que sin duda alguna heredaron del derecho romano.
El propio Luis de Molina, en apoyo de su teoría de los precios, se refiere al comentario del
jurisconsulto Pablo en el Digesto:
“Los precios de las cosas no se establecen según el capricho o la utilidad de los individuos, sino de acuerdo con la valoración común. (…) Sin embargo, el tiempo y el lugar
introducen algunas modificaciones en el precio. El aceite no tendrá el mismo valor en
Roma que en España, ni tampoco estará valorado lo mismo en épocas de prolongada
esterilidad que durante periodos de abundante cosecha”.
El que los autores escolásticos como Luis de Molina y antes los teólogos medievales
se refieran a este texto en apoyo de su doctrina del justo precio, se explica porque el clero
y los teólogos siguieron utilizando el Derecho Romano en sus asuntos, aún después de la
extinción del Imperio de Occidente en el año 476.
El texto del Digesto rivaliza en su influencia con otro de San Agustín en La Ciudad de
Dios. Las tendencias platónicas del obispo de Hipona explican su menor influencia en la tradición escolástica. Sin embargo su influencia en la teoría del valor fue muy relevante, hasta tal
punto que la insistencia en la teoría subjetiva obedece fundamentalmente al siguiente texto:
“Sin embargo, cada cosa recibe un valor diferente proporcionado a su uso. Por esta
razón atribuimos más valor a algunos objetos insensibles que a otros sensibles. Tanto
es así que si de nosotros dependiera nos gustaría eliminar esas cosas vivientes del orden
de la naturaleza, bien sea porque no sabemos qué lugar ocupan en el esquema de la
naturaleza, o bien porque, si lo sabemos, las valoramos menos que a nuestra propia
conveniencia. ¿Quién no prefiere tener pan en su casa en lugar de ratones, o dinero más
que moscas? Pero, ¿por qué sorprendernos cuando en el valor que se asigna a los
hombres mismos, cuya naturaleza es ciertamente de suprema dignidad, un caballo
resulta con mucha frecuencia más caro que un esclavo o una joya más preciosa que una
sirvienta? Puesto que cada hombre tiene el poder de formar su mente como desee, hay
poco acuerdo entre la elección de un hombre que tiene verdadera necesidad de un objeto y del que ansía su posición solamente por placer”.
Este texto, como señala Dempsey, tuvo una profunda influencia durante siglos de
pensamiento escolástico. Lo citan y aceptan Santo Tomás de Aquino, Escoto, San Antonino
de Florencia, Bernardino de Siena, Domingo de Soto y el Cardenal Lugo entre otros. En
este texto nos encontramos con el germen de la teoría subjetiva en cuanto que es la utilidad
el fundamento del valor de los bienes.
Pero en la obra de Agustín existen al menos otros dos textos de signo bien distinto.
En el primero que vamos a citar aparece claramente la existencia de un justo precio objeti-
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HASTA EL PENSAMIENTO ESCOLÁSTICO ESPAÑOL DEL XVI
~ 79 ~
vo independientemente de mi juicio subjetivo. Dice Agustin en De Trinitate que “querer
comprar barato y vender caro es un vicio”. Narra la historia de un actor que cierto día
prometió revelar a su auditorio:
“… lo que había en sus corazones y lo que deseaban todos ellos. En el día fijado se
reunió una gran multitud silenciosa y expectante, y se cuenta que les dijo: «Queréis
comprar barato y vender caro». Aquel actor, bien como resultado de su propio
examen o de observar la experiencia ajena, llegó a la conclusión de que el deseo de
comprar barato y vender caro es común a todos los hombres… Ciertamente, es un
vicio… Yo mismo conozco a un hombre a quien se le ofreció un libro; vio que el
vendedor desconocía su verdadero valor, y por eso pedía tan poco por él y, sin embargo, ese hombre dio al vendedor, ignorante como estaba, el justo precio, que era
muchísimo mayor. Hemos conocido a personas que, movidas por motivos humanitarios, han vendido barato a sus conciudadanos trigo por el que habían pagado un alto
precio”.
¿Se trata de puntos de vista contradictorios? No parece que así sea. Uno de los
autores que mejor conoce los textos medievales, el profesor noruego Odd Langholm,
aporta multitud de ejemplos de autores que consideran el coste de producción a la hora
de enfrentarse con el valor determinado por la estimación común. En este contexto cita
a San Agustín, ahora en Enarrationes in Psalmos, quien se refiere a un mercader que
afirma:
“Traigo de lejos la mercancía al lugar donde no existen las cosas que traigo; para
vivir pido como recompensa de mi trabajo el exceso de precio en que las compré. De
aquí he de vivir puesto que está escrito: Digno es el operario de su recompensa”.
De acuerdo con Dempsey, estamos ahora en condiciones de poder establecer el
primer hito en nuestra investigación sobre la teoría del valor: reconciliar estos dos puntos
de vista aparentemente contradictorios, esto es, existe en nuestras valoraciones un importante elemento subjetivo, pero existe un justo precio independiente de nuestros juicios
subjetivos. La valoración de la comunidad, aunque es en parte subjetiva y en parte objetiva,
en la misma medida en que se basa en una consideración de las cualidades reales físicas del
objeto en venta, en la práctica se convierte en totalmente objetiva.
Llegado a este punto tenemos que dedicar un breve comentario a Peter Olivi (1247/81298) y a sus plagiarios San Bernardino de Siena (1380-1444) y San Antonino de Florencia
(1389-1459), que han pasado a la historia como autores de algo que plagiaron a Olivi. Peter
Olivi, uno de los pensadores medievales más importantes, un franciscano cuyo triple tratado (Tractatus de emptionibus et venditionibus, de usuris, de instituionibus), muestra un
entendimiento extraordinario de los fenómenos económicos.
Los escritos de Olivi, aunque refiriéndolos de forma injusta a los santos toscanos, se
utilizaron para rebatir las tesis de Weber sobre el protestantismo y el origen del capitalismo,
ante la evidencia de un espíritu de capitalismo entre los pensadores italianos anteriores a la
Reforma. Olivi se refiere a los costes en que incurren los mercaderes y a la escasez, pero
sobre todo al libre juego de la oferta y la demanda. San Bernardino y San Antonino no
hicieron sino respetir sin citar lo que encontraron en los textos de Olivi.
~ 80 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
En un recorrido por la teoría del valor de la escolástica al menos tenemos que
mencionar tres nombres más antes de citar a los españoles. En primer lugar a San Alberto
Magno (1193-1280) que afirmó que el precio justo es fijado por la estimación del mercado. Menos preciso es su discípulo Santo Tomás de Aquino (1225-1274), pero parece que no
violentaremos su pensamiento al afirmar que para él, el intercambio debe tener lugar de
acuerdo con la estimación en la comunidad de la utilidad social de los productos intercambiados. Y que los factores que usualmente determinarán la estimación comunitaria en la
utilidad social son el trabajo, el coste de los materiales, el riesgo de su transporte y el coste
de este último. Finalmente Duns Escoto (1265-1308) quien, aunque su teoría del valor
contempla la utilidad, no duda en afirmar que el precio debe cubrir todos los costes de
producción incluido el beneficio del mercader y una compensación por el riesgo.
Los escolásticos se ocuparon también del problema del monopolio, los salarios y los
derechos de propiedad. Por lo que se refiere al monopolio, lo condenaron unánimemente al
considerarlo como una confabulación para alterar los precios. Se trataba de conspiraciones
contra la libertad, perjudiciales para el bien común por crear escasez artificial. En cuanto a
los salarios, aplican la teoría del justo precio, al precio del trabajo determinado por la estimación común, por la oferta y la demanda, pero debía permitir la manutención del trabajador y su familia en su nivel social. Finalmente, por lo que se refiere a los derechos de
propiedad, los escolásticos tenían una teoría consecuencialista de la propiedad. Los beneficios derivados de la propiedad superan los costes de su no existencia.
Los escolásticos españoles, en cuanto a la teoría de los precios relativos, siguieron la
senda de sus maestros. Se refieren claramente a la estimación común, a la oferta y la
demanda. Así, Francisco de Vitoria (1483-1546) en sus comentarios a la Secunda-Secundae
de Santo Tomás afirma que:
“El precio es el que resulta de la común estimación cuando existe abundancia de
compradores y vendedores, si no hay muchos compradores y vendedores se deben
tomar en consideración (...) los gastos, el trabajo, el peligro y la escasez”.
Domingo de Soto (1494-1570) en De iustitia et iure, citando al Digesto, afirma que:
“El valor de las cosas no depende del aprecio ni de la utilidad de cada uno, sino que
se establece en común, esto es, es señalado según la estimación común”.
Apunta después la importancia de la utilidad citando el texto de Agustin De civitate
Dei, y continua de la siguiente forma:
“Para averiguar el justo valor de las mercancías es necesario atender a muchas cosas,
que se reducen a tres cosas. En primer lugar, ha de atenderse a la necesidad de la
cosa; después a la abundancia y a la escasez; y finalmente al trabajo del negocio, a
los ciudadanos, a la industria y a los peligros”.
Finalmente citaremos a Luis de Molina (1535-1600) que en su obra De iustitia et iure
disputa 348, señala que:
“El precio de los bienes se determina en base a la estimación común en el lugar en
el que se venden, consideradas todas circunstancias concurrentes”. Se refiere igualmente al criterio de los prudentes, “teniendo en cuenta la calidad del bien, su utili-
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HASTA EL PENSAMIENTO ESCOLÁSTICO ESPAÑOL DEL XVI
~ 81 ~
dad, su escasez o su abundancia, las dificultades, gastos y peligros que supuso el
trasladarlo”. Más importantes y refinadas son sus aportaciones a la teoría monetaria que analizaremos más abajo.
3. FILOSOFÍA POLÍTICA Y TEORÍA MONETARIA
La teoría monetaria hizo muy pocos progresos durante la Edad Media. Seguía en vigor el metalismo aristotélico, cuya exigencia de preservar la equivalencia en los intercambios implicaba el
pleno contenido metálico de las monedas, esto es, la igualdad entre su valor facial y su valor
intrínseco. Ahora bien, la época medieval añadió dos nuevas razones para mantener el pleno
contenido metálico como única forma de mantener estable el valor del dinero: el respeto sagrado del contenido de los contratos y no alterar la distribución del producto.
El dinero forma parte de la propiedad, considerada como la esencia de los derechos
subjetivos; derechos violados por la alteración y consecuente envilecimiento del valor de
las monedas. La pérdida de poder adquisitivo de las monedas como consecuencia de su
envilecimiento, reducía los derechos de propiedad de los súbditos. Por lo que se refiere a
los autores tenemos que mencionar a Juan de París, que en 1300 postulaba la necesidad
de la estabilidad de la moneda para la buena marcha de los contratos. Por su parte, Peter
de la Palu (1275/80-1342) se enfrentaba con los derechos del rey en relación con la moneda, al afirmar que si se emite dinero para la propia utilidad del rey en detrimento de sus
súbditos es un tirano más que un rey. Otro autor, Guiu Terrera (+1342), en sus comentarios sobre la Ética de Aristóteles fue incluso más lejos al permitir la alteración de la
moneda por el rey en beneficio del bien común, pero si se hiciera en contra del mismo y
para el bien del príncipe y para perjudicar a los ciudadanos, sería injusto y tal príncipe
sería un tirano. Tal vez el autor mejor conocido sea Nicolás de Oresme (1320/5-1382),
que fue un metalista en la línea aristotélica y figura clave en el proceso de emisión de la
moneda al defender que la moneda pertenece al pueblo más que al príncipe. En su
Tractatus de origene et natura, iure et mutationibus monetarum, estuvo a punto de avanzar la idea del impuesto inflacionista, al relacionar la quiebra de la moneda con las alteraciones de precios y rentas. Y todavía más cerca se quedó del enunciado de la ley de
Gresham.
Esta línea de pensamiento fue adoptada por Nicolás de Tudeschis, el Panormitano, al
afirmar que la alteración de la moneda era una forma de impuesto y, sin embargo, como
Oresme, permitía la alteración de la acuñación en peso y ley, en defensa del Estado con el
consentimiento del pueblo. Así afirma que: “La alteración de la acuñación es la forma más
general de impuesto, que afectará por igual a todas las clases, clérigos y laicos, nobles y
plebeyos, ricos y pobres”.
Otro autor, Gabriel Biel de Speyer (1410/15-1495), publicó en 1480 su Tractatus de
potestate et utilitate monetae. Como el Panormitano, a quien citó explícitamente, reconocía
que la alteración de la acuñación era una forma de impuesto y, como Oresme, permitía la
alteración de la acuñación en peso y ley, en defensa del Estado, con el consentimiento del
pueblo, y entendía por pueblo lo mismo que Panormitano.
~ 82 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
4. LOS ESCOLÁSTICOS ESPAÑOLES DEL XVI Y LOS FUNDAMENTOS
DE LA TEORÍA CUANTITATIVA
La teoría cuantitativa del dinero es el resultado de aplicar el análisis de oferta y demanda para
explicar el valor del dinero y establece que el mismo viene determinado por la cantidad. Pues
bien, los doctores escolásticos españoles hicieron avanzar de forma importante la teoría monetaria en este campo. Siguieron siendo metalistas, esto es, partidarios del pleno contenido metálico de las monedas, pero llevaron a cabo un doble descubrimiento: por una parte la estrecha
relación existente entre dinero y precios, y por otra la dirección de causalidad del dinero a los
precios. El nivel de precios viene determinado por la cantidad de dinero y las variaciones en la
cantidad de dinero determinan variaciones en el nivel de precios. La novedad con respecto a los
autores medievales consistía en el descubrimiento de que no bastaba el pleno contenido metálico de las monedas para mantener estable el valor de las mismas y como consecuencia el nivel
de precios, ya que el valor variaba también con la cantidad. Señalaron una conexión necesaria
entre el nivel de precios y la cantidad de oro y plata en circulación.
Esto aparece claramente en la obra de Martín de Azpilcueta, Comentario resolutorio
de cambios de 1556. En sus propias palabras:
“que por el séptimo respecto que haze subir o baxar el dinero, que es de aver gran
falta y necesidad o copia del, vale mas donde o quando ay gran falta del, que donde
ay abundancia”.
Pero en 1553 Domingo de Soto ya había aplicado la teoría para explicar las variaciones del tipo de cambio. De la misma forma la encontramos en Suma de tratos y contratos de 1571 de Tomás de Mercado, después en Luis de Molina y por último el padre Mariana
que recibe y perfecciona la tradición medieval del impuesto inflacionista.
La claridad y la actualidad del pensamiento fiscal y monetario del padre Mariana
exigen algunos comentarios: En primer lugar, deja clara la conveniencia del equilibrio
presupuestario; los gastos deben estar nivelados con los ingresos, y la única forma de conseguirlo es la limitación del gasto porque de lo contrario “habrá todos los días necesidad de
imponer nuevos tributos”. Por lo que se refiere a su teoría monetaria, “el rey no puede alterar la moneda sin que medie el consentimiento del pueblo”, ya que la “adulteración es una
especie de tributo con que se detrae algo de los súbditos”. Tenemos que adelantar la claridad con que Mariana expone el concepto de la inflación como impuesto.
El padre Mariana había publicado en 1599 De Rege et Regis institutione y había dedicado el capítulo VII del libro III a los impuestos, y volverá sobre el tema de una forma más
radical en 1609 con la publicación del Tratado sobre la moneda de vellón, radicalismo que le
llevaría a las cárceles de la Inquisición. Las reflexiones sobre los tributos le introducen en la
teoría monetaria. El padre Mariana es un metalista para quien el valor de las monedas viene
determinado por el contenido metálico de las mismas. El soberano, a través de la acuñación,
por la que recibe el señoreaje, tiene que garantizar que el contenido metálico coincida con el
valor facial. Ésta es la finalidad del cuño. El padre Mariana había introducido en la segunda
edición de De Rege en 1605 un nuevo capítulo, el octavo del libro III, titulado De la moneda. Comienza el capítulo refiriéndose al fenómeno de la alteración del valor de las monedas
EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DESDE LA FILOSOFÍA GRIEGA
HASTA EL PENSAMIENTO ESCOLÁSTICO ESPAÑOL DEL XVI
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como mecanismo para financiar los gastos del soberano, al tiempo que pone de manifiesto el
carácter fraudulento de tal forma de actuar, pues dice el padre Mariana:
“Algunos hombres astutos e ingeniosos para atender a las necesidades que continuamente abruman a un imperio, sobre todo cuando es de gran extensión, idearon como
medio útil para superar las dificultades sustraer a la moneda alguna parte de su peso,
de modo que, aunque resultara la moneda adulterada, conservara, sin embargo, su
antiguo valor. Tanto como se quita a la moneda en peso o calidad, otro tanto cede en
beneficio del príncipe que la acuña, lo que sería asombroso si pudiera hacerse sin
perjuicio de los súbditos”.
De la misma forma establece cuál es la obligación del príncipe en la administración
del dinero:
“El príncipe debe determinar por una ley su valor de acuerdo con el precio legítimo
del metal y su peso, y no añadir a esto sino lo que puede añadir al valor del metal el
trabajo de fundición y elaboración [...]. Si no queremos pisotear las leyes de la naturaleza, es necesario que el valor legal no se diferencie del natural o intrínseco. Lo
contrario sería un negocio escandaloso y más vergonzoso todavía si el príncipe
convierte en utilidad personal lo que detrae a la cantidad del metal o a su peso”.
Todo ello le da pie para hacer una exposición impecable del impuesto inflacionista a lo
largo de todo el capítulo, impuesto, claro está, que al no ser aprobado por los ciudadanos
convierte al príncipe en tirano. En el Tratado, el padre Mariana abre el capítulo III con una afirmación tajante: “El rey no puede bajar la moneda de peso o de ley sin la voluntad del pueblo”.
Insiste en que el príncipe no es el dueño de los bienes de los particulares, por lo que no podrá:
“tomar parte de sus haciendas, como se hace todas las veces que se baja la moneda,
pues les dan más por lo que vale menos”.
4.1. El tipo de interés y la usura
Los doctores españoles constituyen otro eslabón de la cadena de los economistas que han
transmitido la doctrina de Aristóteles sobre el origen y funciones de dinero (medio de intercambio y medida y reserva de valor). Los comentarios sobre el tipo de interés en la escolástica en general y los españoles en particular se encuentran absolutamente mediatizados
por la prohibición canónica de la usura. La doctrina consistía en que no se podía cobrar nada
por el préstamo, pero el prestamista podía a veces obtener una compensación por razones
ajenas al préstamo. Así surgió la teoría de los títulos extrínsecos. Los tres principales
fueron: poena conventionalis, dammun emmergens y lucrum cessans. La poena conventionalis era una sanción por el pago retrasado; el dammun emmergeus, una compensación por
los daños sufridos por el prestamista. Estos dos títulos fueros fácilmente admitidos; pero no
ocurrió lo mismo con el lucrum cessans que significaba que el prestamista podía exigir el
mismo rendimiento que el obtenido por inversiones rivales o competitivas. Así definido, el
lucrum cessans es, de hecho, el equivalente del concepto de coste de oportunidad.
No tienen nuestros autores una teoría del tipo de interés, pero protagonizaron un
avance importante en su justificación. Francisco de Vitoria en los Comentarios inéditos a
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
la II-II de santo Tomás, quest. 78, art. 2, 169 admite la licitud de exigir una compensación
por razón de lucrum cessans siempre que se proceda de buena fe y esté ausente el fraude y
el engaño. Algo parecido parece defender Martín de Azpilcueta en Comentario resolutorio
de cambios cuando señala que se cobre más o menos por los préstamos según que más o
menos (dinero) para más o menos tiempo tomasen.
Más explícito es Luis de Molina en su De institia et iure, disputa CCCLV, 4, al afirmar
que “por razón de lucrum cessans, es lícito aumentar o disminuir el precio más allá de los
límites del margen justo en la cuantía que juzgare conveniente la opinión de los prudentes”.
5. EJERCICIOS
1. ¿Por qué Aristóteles era metalista?
2. ¿Podría explicar la fijación de los teólogos medievales con el pleno contenido
metálico de las monedas?
3. Señale la aportación fundamental a la teoría monetaria de los escolásticos españoles del XVI.
4. ¿Por qué el Padre Mariana era partidario del equilibrio presupuestario.
6. LECTURAS RECOMENDADAS
•
SCHUMPETER, J.A. (1982): Historia del análisis económico, traducción al castellano de Manuel Sacristán, Barcelona, Ariel. Sigue siendo la mejor guía para el estudio de la teoría monetaria con anterioridad al siglo XVIII.
•
GRICE-HUTCHINSON, M. (1982): El pensamiento económico en España (11771740), Madrid, ed. Crítica. Obra imprescindible para conocer las aportaciones de los
escolásticos españoles y su enunciado de la teoría cuantitativa de los precios.
•
SPUFFORD, P. (2000), “Monetary practice and monetary Theory in Europe” (12th-15th
centuries), en Moneda y monedas en la Europa Medieval (Siglos XII-XV), Pamplona,
Gobierno de Navarra, Gobierno de Navarra Departamento de Educación y Cultura. Este
ensayo constituye una excelente guía para el estudio de la época medieval.
7. BIBLIOGRAFÍA
AGUSTIN:
—(1978): De civitate Dei, Madrid, BAC.
—(1956): De Trinitate, Madrid, BAC.
—(1964): Enarrationes in Psalmos, Madrid, BAC.
ARISTÓTELES:
—(1995): Tópicos, Madrid, Clásicos Gredos.
—(1995), Ética y Política, Madrid, Clásicos Gredos.
—(1995): Etica Nicomáquea, Madrid, Clásicos Gredos
EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DESDE LA FILOSOFÍA GRIEGA
HASTA EL PENSAMIENTO ESCOLÁSTICO ESPAÑOL DEL XVI
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AZPILCUETA, M., (1981) [1556]: Comentario resolutorio de cambios, Madrid, CSIC.
BARRIENTOS GARCÍA, J., (1985): Un siglo de moral económica en Salamanca (15261629), Salamanca, Ediciones de la Universidad de Salamanca.
BRETT, A. S., (1997): Liberty, right and Nature. Individual Rights in Later Scholastic
Thought, Cambridge, Cambridge University Press.
DE SOTO, D. (1967): De iustitia et iure , Madrid, Instituto de Estudios Políticos.
DEMPSEY, B. W. (1971): “El justo precio en una economía funcional”, en SPENGLER&ALLEN: El pensamiento económico de Aristóteles a Marshall, Madrid, Ed.
Tecnos.
JENOFONTE (1971): Hieron, Madrid, Instituto de Estudios Políticos.
HAYEK, F. A. (1979): Derecho, Legislación y Libertad, Madrid, Unión Editorial.
MARIANA, J. de:(1987) [1609]: Tratado y discurso de la moneda de vellón Madrid,
Instituto de Estudios Fiscales.
(1981): De Rege et Regis Institutione, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales.
MERCADO, T. (1977) [1571]: Suma de tratos y contratos, 2V., Madrid, Instituto de
Estudios Fiscales.
MOLINA, L. (1981): (1981) [1592]: La teoría del justo precio, Francisco Camacho (Ed.),
Madrid, Editora Nacional.
MONTESQUIEU, (1951) [1748]: El espíritu de las leyes, Buenos Aires, Librería el Ateneo.
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en Un Trattato di economia politica franciscana, Roma, ed. Todeschini.
ORESME, N. (1891) [1373]: “Tratado sobre el origen, naturaleza, derecho y alteraciones
de las monedas” en Acta histórica et archaelogica medievalia, 2, Barcelona.
PERDICES DE BLAS, L. (ed) (2003): Historia del pensamiento económico, Madrid, ed.
Síntesis.
PLATÓN, (1979): Obras Completas, Madrid, Aguilar.
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Sociales, Madrid, Aguilar
SCHUMPETER, J. A. (1994): Historia del Análisis Económico, Barcelona, Ariel.
—(1987) [1609]: Tratado y discurso de la moneda de vellón, Madrid, Instituto de
Estudios Fiscales.
SMITH, A.:
—(1988) [1776] Investigación sobre la Naturaleza y Causas de la Riqueza de las
Naciones, Barcelona, Oikos-Tau.
—(1995): Lecciones sobre jurisprudencia, Granada, ed. Comares.
—(1997) [1759] La teoría de los Sentimientos Morales, Madrid, Alianza Editorial.
SOTO, D. de (1963) [1553]: De la Justicia y del Derecho de Estudios Políticos.
T E M A
6
DECADENCIA Y AUGE
EN LA EDAD MODERNA:
SIGLOS XVII Y XVIII
1.
2.
3.
4.
5.
6.
LA TRANSICIÓN DEL SIGLO XVII
LA PROTOINDUSTRIALIZACIÓN
EL SIGLO XVIII Y EL RESURGIMIENTO DE LA ECONOMÍA EUROPEA
EJERCICIOS
LECTURAS RECOMENDADAS
BIBLIOGRAFÍA
La Edad Moderna se caracteriza por ser el momento de consolidación de los Estados nación
europeos. Las guerras y disputas territoriales entre ellos afectaron de una u otra forma a la
economía y en especial a sus relaciones comerciales. Es el momento de la aplicación de las
políticas mercantilistas en las que la rivalidad y la política defensiva invaden las relaciones
económicas. En el tema 7 daremos cuenta de ello. Mientras tanto intentaremos exponer en
líneas generales cuál fue la senda de desarrollo económico en las principales naciones europeas y las novedades en materia industrial.
Comenzaremos con el siglo XVII, un siglo en el que termina una fase expansiva de
crecimiento de la población. Sin embargo, la crisis se padeció de forma desigual en
distintos países. España y Holanda tomaron caminos divergentes; hacia la decadencia el
primero y la prosperidad el segundo. El tercer país que estudiamos es Inglaterra. No se
puede decir que durante la centuria disfrutara de la bonanza económica de Holanda; los
conflictos internos entre la corona de los Estuardo y el Parlamento mermaron la capacidad productiva del país, con todo, veremos que la limitación del control económico por
la monarquía coadyuvó al asentamiento de la bases institucionales para el desarrollo
económico del siglo XVIII.
~ 87 ~
~ 88 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
En segundo lugar estudiaremos la protoindustrialización; un nuevo sistema de
producción manufacturera que abandonó los núcleos urbanos para refugiarse en las zonas
rurales. Veremos cómo este sistema se adecuó perfectamente a las circunstancias económicas del siglo XVII. La elaboración de productos manufacturados por parte de la población
agrícola iba a suponer un método efectivo de obtener ingresos extra en una época en la que
la evolución demográfica presionaba a la baja a los salarios reales del campesinado. Por otra
parte, esta producción rural evitaba el encarecimiento de los productos derivado de la estricta reglamentación económica que afectaba a la producción gremial.
Terminamos con un apartado que resume el cambio económico, político y en cierto
modo ideológico que invadió Europa durante el siglo XVIII. Haremos especial hincapié en
las mejoras técnicas agrícolas y financieras como el experimento monetario de John Law.
1. LA TRANSICIÓN DEL SIGLO XVII
Como señala Douglass North (1994), parece existir un consenso general de que el siglo XVII
fue una época de crisis, aunque no hay un acuerdo similar entre los historiadores económicos
sobre sus causas. Sin embargo dos son los factores más mencionados que de uno u otro modo
afectaron a la evolución económica de los principales países europeos.
En primer lugar se trata de un periodo de fuerte rivalidad entre las naciones europeas
y en el que los conflictos bélicos para mantener o acrecentar el poder de los Estados acarrearon cuantiosos gastos que implicaron enormes dificultades financieras para las coronas.
En segundo lugar, en el siglo XVII de nuevo se van a dejar sentir las presiones del crecimiento de la población sobre los recursos. Como ya había sucedido en la crisis del siglo XIV,
el crecimiento continuado de la población entre 1475 y 1600 no fue acompañado por incrementos en la productividad agrícola y los efectos de las crisis malthusianas comenzaron a
padecerse en buena parte de los países europeos. Sin embargo, a diferencia de la crisis del
XIV que asoló Europa del sur al norte y de este a oeste, en este caso y por primera vez en la
historia, hubo algunos países que pudieron eludirla. De este modo en este siglo se abrió una
brecha entre la evolución económica de aquellos países que desarrollaron la tecnología
necesaria para que su producción aumentase a un ritmo similar o mayor al que lo hacía su
población, mientras que otros se enfrentaron a los temidos frenos malthusianos del hambre
y las enfermedades como único medio de purgar el excedente poblacional. Entre los primeros está Holanda, la primera potencia de este irregular siglo XVII. Fue seguida a distancia
por Inglaterra, que intentó emular a Holanda por todos los medios aunque se vio impedida
por constantes conflictos internos. En el grupo de los perdedores el país de referencia es
España que de una época de esplendor sin precedentes cayó al abismo del siglo XVII, con
inflación, bancarrotas de la corona y una población que sufría constantes reducciones en su
poder adquisitivo. Estudiemos cada uno de los casos con algo más de detenimiento.
1.1. El ocaso del Imperio Español
El ejemplo más utilizado para describir la crisis del siglo XVII es España por cuanto pasó de
ser un gran imperio en el siglo XVI a una nación “de segunda” con bastantes problemas
económicos, tanto desde el punto de vista financiero como en el sector real de su economía.
DECADENCIA Y AUGE EN LA EDAD MODERNA: SIGLOS XVII Y XVIII
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Como acabamos de decir, los gastos de las continuas guerras que emprendieron la corona
de los Habsburgo –como se conocen comúnmente, los Austrias– tienen gran parte de la
responsabilidad de esta triste evolución.
Los problemas de fondo comenzaron tiempo antes. Durante el siglo XVI, Carlos V se
embarcó en la misión de reunificar la Europa cristiana, para ello hubo de luchar en numerosos frentes que implicaron un enorme gasto militar. Cuando abdicó en su hijo hubo de
renunciar a parte de los territorios en Europa Central pero Felipe II, lejos de renunciar a las
aspiraciones de su padre, continuó con la intención de mantener la extensión de los territorios de su corona. Los gastos no pararon de crecer pero los ingresos no lo hicieron al mismo
ritmo. Las fuentes de ingresos públicos se basaban fundamentalmente en un débil sistema
impositivo, la continua llegada de metales preciosos de los territorios americanos y los
cuantiosos préstamos de banqueros flamencos, alemanes e italianos.
En cuanto al sistema impositivo la principal característica era su fuerte regresividad.
Las exenciones fiscales a la nobleza, muchos de ellos grandes terrateniente, junto a la venta
de la hidalguías –título de nobleza que conllevaba la exención impositiva– hacía que únicamente los más pobres que no alcanzaban a comprar ese título fueran los que pagaban realmente los impuestos.
La llegada de las remesas de metales del Nuevo Mundo suplió en parte las necesidades financieras de la corona. Fue común las emisiones de juros, una especie de títulos de
Deuda Pública que tenían como garantía la llegada de los cargamentos de plata americana,
de esta forma la mayor parte de las remesas que llegaban a España se destinaban directamente a pagar a los acreedores de la corona.
Por último, pero no en importancia, el endeudamiento con banqueros alemanes,
italianos y flamencos constituyó un recurso común para la financiación de las guerras.
Como sucedía con los juros, muchas veces estos préstamos tenían como garantía la plata
americana. El caso más llamativo es el de los Fugger, la familia de banqueros alemanes
que obtuvieron la explotación de las ricas minas de mercurio de Almadén de manos de
Carlos V en 1525 y hasta 1645 como contraprestación a los préstamos concedidos a la
corona española.
Como ya vimos en el tema 4, aún así los gastos de mantener el imperio aumentaban y, ante la imposibilidad de encontrar más ingresos, Felipe II no tuvo más remedio que
declarar la bancarrota de la corona en 1557, 1575 y 1596. Pero hasta entonces Felipe II
nunca había ordenado la manipulación de la moneda para la obtención de ingresos públicos, una política muy mal considerada por parte de los súbditos y las Cortes de Castilla.
Sin embargo, ya a finales de 1596, se comenzó una política de adulteración de la moneda de vellón en la ceca de Segovia. Felipe III tuvo muchos menos escrúpulos en acudir a
las prácticas de resello en su beneficio. Básicamente estas prácticas consistían en obligar
mediante ley a que las monedas de vellón pasaran por la ceca para que fueran reselladas,
en el proceso se eliminaba parte del contenido metálico, generalmente la plata que era el
más valioso. Se trataba de una confiscación en toda regla de la propiedad de los súbditos
o –como denunciaba por entonces Juan de Mariana– un impuesto no aprobado en Cortes1.
Se estima que el reinado de Felipe III (1598-1621) los ingresos derivados de las devalua-
~ 90 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
ciones de la moneda de vellón alcanzaron los 875 millones de maravedíes. Felipe IV
continuó con la misma política que su antecesor con el consiguiente deterioro de la moneda en circulación. El oro y la plata había desaparecido de la circulación y los precios
continuaron la senda ascendente por la que habían discurrido durante el siglo anterior,
pero a diferencia de entonces, la llegada de metales había dejado de ser la causa de la
inflación (las remesas se redujeron drásticamente a partir de 1630), la continua pérdida
del valor de la moneda propició en este caso la que se conoce como inflación del vellón.
Con todo, los soberanos no pudieron hacer frente a sus obligaciones financieras y, como
sucediera en el reinado de Felipe II, se vieron obligados a declarar la bancarrota en varias
ocasiones (1607, 1627, 1647 y 1653).
North y Thomas (1991) han valorado el papel que desempeñaron las duras condiciones por las que atravesaron las finanzas de los Austrias para explicar la senda de estancamiento que tomó España desde entonces. Según estos autores, “conforme aumentaban
las dificultades financieras de la corona, la apropiación, la confiscación o la alteración
unilateral de los contratos se convirtió en un fenómeno habitual que acabó dejando sentir
sus efectos sobre los grupos dedicados al comercio, la industria o la agricultura”. Aquí
únicamente hemos hablado de las confiscaciones de las llegadas de plata y de la adulteración de la moneda, pero hubo otros muchos ejemplos de concesión de privilegios a grupos
especiales a cambio de ingresos que –como en el caso de las hidalguías– en vez de establecer una estructura de incentivos que favoreciera las labores productivas, estimuló la
aversión al trabajo de los únicos estratos de la población con el capital suficiente para
emprender inversiones rentables. El resultado final de la tremenda miopía de los Austrias
fue que no supieron aprovechar las oportunidades que les brindaron las riquezas del Nuevo
Mundo. Tras su llegada a España, el oro y la plata siguieron el camino hacia el Norte de
Europa en forma de pago de los préstamos, de las compras por importaciones o simplemente salieron en busca de ganancias en el arbitraje de monedas. Cuando ese flujo de
metales desapareció, España siguió siendo lo que era antes del siglo XVI, un país atrasado
con un sistema económico básicamente medieval. Para colmo de males, entre tanto, la
expulsión de los judíos en 1492, de los musulmanes en 1502 y finalmente de los moriscos
en 1609, había provocado pérdidas irrecuperables en el terreno comercial, financiero y en
las valiosas técnicas agrícolas hortofrutícolas. Las posibilidades de evitar los males de la
superpoblación eran nulas.
1.2. El triunfo de Holanda
En el polo opuesto a la triste evolución de la economía española, es la que disfrutó las
Provincias Unidas de los Países Bajos o República Holandesa. Ya vimos al hablar del
comercio en el siglo XVI en el tema 4 que antes incluso de emanciparse del dominio español en 1579, los Países Bajos era una zona próspera especializada en el comercio internacional que rivalizó con los comerciante alemanes de la Liga Hanseática, pero desde su
1
Como veremos en el tema siguiente, Mariana escribió un libro Tratado y discurso de la moneda de vellón
(1609) en el que denunciaba estas prácticas por parte de la corona.
DECADENCIA Y AUGE EN LA EDAD MODERNA: SIGLOS XVII Y XVIII
~ 91 ~
independencia, Holanda emprendió la más sólida de las carreras para convertirse en poco
tiempo en la primera potencia del continente.
El pilar del comercio holandés era el del Báltico, principalmente de grano y madera,
imprescindible para la construcción de su potente flota mercante, su principal industria.
Pronto extendieron su área comercial, que llegaba al golfo de Vizcaya y el Mediterráneo. El
poderío naval holandés fue capaz de soslayar el bloqueo comercial que sufrió por parte del
imperio español, los holandeses construyeron barcos capaces de viajar hacia el oriente,
circunvalando África. Este comercio desbancó al portugués rápidamente. A comienzos de
siglo el éxito del comercio con las Indias fue tal que el gobierno y varias compañías comerciales crearon la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales, una compañía con monopolio para el comercio con las Indias. Tras el éxito en el Oriente, quisieron hacerse también
con el dominio portugués en las Indias Orientales aunque el éxito fue menor. En 1624 intentaron conquistar las colonias portuguesas en Brasil, pero fueron expulsados y sólo conservaron Surinam y algunas islas del Caribe. En ese mismo año otro grupo de colonos
holandeses fundó Nueva Ámsterdam.
Respecto a su agricultura, ésta experimentó una especialización encaminada a sacar
provecho del comercio internacional, para ello se requería hacer una importante inversión
en capital que permitiera drenar pantanos y fertilizar las tierras. Los productos lácteos como
la mantequilla y el queso o los cultivos de uso industrial pronto comenzaron a apreciarse
internacionalmente. Otra de las exportaciones más valiosas eran los tejidos de lana; en este
caso aplicaban la máxima mercantilista de exportar la materia prima e importar el producto ya elaborado.
A todo ello –como ya aludimos al hablar de las finazas en el siglo XVI– hay que unir
los grandes centros financieros, primero de Amberes y posteriormente de Ámsterdam. En
cada centro financiero, uno en cada momento, existía un mercado organizado o “bolsa” que
funcionaba como centro neurálgico de los negocios internacionales a escala europea. En
1609 se creó el Banco de Ámsterdam, un banco público fundado bajo los auspicios de la
propia ciudad. Era un banco de depósitos pero no de emisión, su principal función era
proporcionar medios de pago fiables a los mercaderes que acudían a la ciudad. Aunque no
hubo importantes innovaciones en el terreno financiero, los holandeses heredaron la refinada organización de los comerciantes italianos de la Baja Edad Media como la contabilidad de partida doble y el uso de instrumentos financieros como la letra de cambio.
Una vez repasadas muy someramente las características del poder económico de los
holandeses es pertinente preguntarse por las razones de fondo que auspiciaron su hegemonía
económica. Si en el caso español, las finanzas de la corona fue la rémora que coartó todas las
posibilidades de crecimiento, habría que señalar aquí las virtudes de las instituciones holandesas al permitir que se desarrollara el crecimiento sostenido de la economía. North y Thomas
inciden en el carácter de la organización sobre la que se sostuvo el crecimiento, una organización que protegió los derechos de propiedad y eliminó prácticas restrictivas. Entre éstas prácticas una de la más importantes es la limitación al libre movimiento de personas.
Durante el siglo XVI y XVII, Los Países Bajos del norte se convirtió en lugar de refugio de todos los expulsados de territorios europeos por motivos religiosos o políticos. De
~ 92 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
esta manera Holanda se hizo con una mano de obra cualificada proveniente de todos los
rincones del continente cada uno de los cuales aportaba un conjunto de conocimientos especializados. En este sentido, como sugiere E. L. Jones, habría que mirar con cierta “indiferencia divina” las expulsiones que se sucedieron en la Edad Moderna europea, más allá de
su posible condena moral, éstas contribuyeron sobremanera a extender internacionalmente
un capital humano sin el cuál no podría haberse producido el avance económico. La libertad de inmigración sin duda benefició a Holanda tanto como la expulsión de judíos,
musulmanes y moriscos perjudicó a España.
Sin embargo, la bandera de la libertad que ondeaba Holanda debería mirarse con
cautela en esos momentos en los que la rivalidad entre las naciones europeas era la seña de
identidad del siglo XVII. En el caso de Holanda, como lo sería en Gran Bretaña en el siglo
XIX, optaron por una política de libertad comercial porque era lo que más convenía dada su
especialización económica. Un caso que debería reconsiderarse en este sentido es la conocida preocupación holandesa por la libertar de los mares, es decir, su defensa intelectual a
favor de que se pudiera circular libremente por los océanos. No hay que olvidar que Hugo
Grocio (1583-1645), el autor holandés más conocido por mantener esta idea en su libro
Mare Liberum [1609], no sólo fue impelido a escribirlo por el deseo de plasmar los elevados valores de la libertad, sino que lo hizo por encargo de la Compañía Holandesa de las
Indias Orientales con el objeto de calmar la conciencia de los accionistas de esta compañía
por el apresamiento ilegal de un barco portugués en aguas de las Molucas.
Es cierto que la estructura subyacente sobre la que Holanda basó su desarrollo fue
mucho más tolerante con el extranjero, se respetaron los derechos de propiedad de los
súbditos y no se penalizó la innovación, pero no por ello deberíamos olvidar el momento
histórico en el que nos encontramos, un momento de beligerancia política en que los comerciantes holandeses no tuvieron muchos escrúpulos en sacar partido de ello. Como señala
Jones, los comerciantes de Holanda no dudaron en suministrar equipo naval a los enemigos
de su país en tiempo de guerra, y compensaron sus operaciones invirtiendo en los corsarios
que se dedicaban al pillaje de convoyes de barcos que subían por el Canal hasta Ámsterdam.
La diferencia fundamental con otros países europeos es que los comerciantes pudieron
mantener su espacio de actuación más allá de las luchas, disputas y enemistades que mantenían las naciones europeas entre sí, algo que como hemos visto no sucedió en España. Este
resultado no fue casual ya que durante ese tiempo se gobernó exteriormente bajo el mandato de los Estados Generales, un órgano de representación que desde mediados del siglo XV
estaba integrado por una oligarquía de las grandes familias de mercaderes. Es por tanto
obvio que éstos velaran por la prosperidad de sus negocios.
1.3. Inglaterra entre el conflicto y la rivalidad comercial
Hasta ahora hemos descrito la evolución económica de dos países que durante el siglo XVII
tomaron direcciones opuestas: España hacia el declive y la crisis malthusiana y Holanda
hacia el desarrollo y el crecimiento ininterrumpido. El camino que emprendió Inglaterra en
este siglo fue diferente al de los otros dos; por una parte no era una potencia como Holanda
pero aspiraba a igualarla en el comercio y la manufactura, por otra parte, comenzó el siglo
DECADENCIA Y AUGE EN LA EDAD MODERNA: SIGLOS XVII Y XVIII
~ 93 ~
con monarcas absolutos que –como los Austrias en España– no dudaron en financiarse a
través de la confiscación impositiva. Dos movimientos antagónicos que llevaron a
Inglaterra al conflicto civil pero que afortunadamente se zanjó con la victoria del poder
parlamentario. Por todo ello y a diferencia de los casos estudiados de España y Holanda en
el que ya en el mismo siglo XVII experimentaron la crisis y la bonanza económica respectivamente, en el caso de Inglaterra este siglo puede considerarse en cierto sentido de transición. No disfrutaron de los frutos de la especialización y del comercio internacional como
los holandeses, pero tampoco se puede decir que padecieran los terribles males asociados a
una crisis malthusiana. Fue por tanto un periodo de transición en el que se establecieron las
bases para que, con el tiempo, Inglaterra se alzara a la cúspide económica mundial.
Uno de los aspectos dignos de mención en este siglo en Inglaterra tiene que ver con
los constantes esfuerzos de la monarquía por obtener ingresos mediante el establecimiento
de impuestos y la venta de privilegios. La controversia entre el Parlamento y los Estuardo
es la disputa más conocida. La corona, que participaba en costosas luchas entre diversas
naciones, necesitaba cada vez mayores ingresos que el Parlamento se resistía a conceder.
Después de décadas de tensión, sobrevino una guerra civil entre la monarquía y el parlamento entre 1642 y 1649 que acabó con el juicio, la condena y ejecución de Carlos I. No
fue el final del periodo de turbulencias, a la posterior República de Cromwell, le siguió la
Restauración de la dinastía de los Estuardo con Carlos II y no fue hasta la Revolución
Gloriosa de 1688 que el poder del parlamento no se impuso sobre la monarquía. De todo
ello se deduce las muchas similitudes en el punto de partida que existían entre España (y
también Francia) con Inglaterra; las crisis fiscales por las guerras europeas forzaban a los
monarcas de Europa a utilizar su control sobre la economía para obtener ingresos; las diferencias entre unos y otro es que en el caso inglés la corona se enfrentó a una cámara de
representación lo suficientemente fuerte para coartar sus aspiraciones.
Un aspecto menos conocido en la historia de Inglaterra son los subterfugios creados
por los súbditos para evitar la reglamentación pública de la actividad económica. Desde
época de Isabel I existía el Statute of Artificiers –el Estatuto de los Artesanos– una estricta
reglamentación en la manufactura que congelaba la estructura de la actividad económica e
impedía la movilidad de factores. La reglamentación sin embargo pudo sortearse por tres
vías. Primero, se trataba de una reglamentación válida sólo para las industrias existentes en
aquel momento, no para las que pudieran aparecer. En segundo lugar, como veremos seguidamente, la manufactura huyó de la influencia de los gremios urbanos y se desplazó a la
zona rural en lo que se conoce como protoindustrialización. Por último, la ejecución de la
norma se dejó en manos de jueces de paz que no cobraban por hacer cumplir la ley y en
consecuencia su diligencia en esta tarea no fue realmente estricta.
Otra de las legislaciones más importantes del siglo XVII inglés es el Statute of
Monopolies aprobado en 1624 por el Parlamento. Esta ley, apoyada por un grupo de comerciantes e industriales a quienes les inquietaba las restricciones que limitaban sus actividades, además de proscribir los monopolios reales incorporó un derecho de patentes como
protección y estímulo a la innovación. Aunque la batalla política inglesa del XVII no dejara
ver los frutos de esta ley inmediatamente, con el transcurrir de los años iba a dejar huella
en el desarrollo económico inglés (North y Thomas, 1991). Antes de que existiera esta
~ 94 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
protección a la invención, las innovaciones podían copiarse sin ningún coste y sin que el
innovador recibiera ninguna recompensa. De esta manera, Inglaterra, a comienzos del siglo
XVIII, poseía un sistema de derechos eficientes que favorecía la invención y, con ello, establecía la base institucional para la primera revolución industrial (North, 1994).
Hasta ahora hemos visto como la incapacidad de ejercer el control económico de la
corona influyó en la ineficacia de las antiguas reglamentaciones gremiales y alentó la
iniciativa parlamentaria para crear leyes que fomentaran la innovación. Además del conflicto político entre monarquía absoluta y el Parlamente existía una preocupación adicional en
la mente de los ricos comerciantes, terratenientes y aristócratas que conformaban el
Parlamento inglés y que, en este caso, era también compartida por la corona: cómo evitar
la hegemonía holandesa en el comercio internacional. La legislación más famosa a este
respecto que ha quedado en los anales de la historia económica como la quintaesencia de la
política mercantilista son las Leyes de Navegación o Navegation Acts. Según estas leyes,
aprobadas por el Parlamento en 1651 y renovadas en el periodo de la Restauración en 1660,
todos los bienes importados que llegaban a Inglaterra debían ser transportados por barcos
ingleses o por barcos del país de origen de las mercancías2. De ese modo se evitaba que las
ganancias por el transporte fuesen a parar a terceros, especialmente a los por entonces envidiados y competitivos holandeses. Sin embargo, en muchas ocasiones los barcos de bandera inglesa habían salido de los armadores holandeses. Como era habitual las Leyes de
Navegación inglesas también reservaron para la metrópoli el tráfico comercial con las colonias y se baraja como una de las razones por las que las prósperas colonias americanas pronto consideraron la posibilidad de emanciparse y evitar la dependencia de la metrópoli.
Por último, aunque no guarda relación directa ni con los problemas políticos ni con
las rivalidades comerciales, hemos de señalar que durante la centuria se continuó con el
proceso de cercamientos de las tierras o enclousers que había comenzado en fechas tan
tempranas como el siglo XIII. El aumento en el precio de la lana estimuló la parcelación de
los terrenos de pastos durante el siglo XVI. Durante el XVII, la demanda de productos agrarios y el aumento relativo del valor de las cosechas, por su parte, presionó para que se cercaran las tierras de cultivo y poder poner en práctica las técnicas de la agricultura intensiva
importadas de los Países Bajos. Más adelante, cuando abordemos la Revolución Industrial,
veremos cómo la política de cercamientos de tierras favoreció el aumento en el rendimiento de los cultivos con nuevas técnicas agrícolas.
En definitiva, con el Estatuto de Monopolios o con cercamientos de terrenos, durante el siglo XVII, Inglaterra al mismo tiempo que consolidaba su estructura política pudo
hacerse con una base institucional lo suficientemente sólida para que su economía con el
tiempo creciera a un ritmo jamás conseguido por ninguna nación hasta entonces.
2. LA PROTOINDUSTRIALIZACIÓN
La producción de manufacturas que se desarrolló en diversas zonas rurales europeas durante los siglos XVII y XVIII es el proceso que se denomina Protoindustrialización. Como resul2
Un barco se consideraba inglés cuando lo era el capitán y tres cuartas partes de su tripulación.
DECADENCIA Y AUGE EN LA EDAD MODERNA: SIGLOS XVII Y XVIII
~ 95 ~
tado de la protoindustrialización, a principios del siglo XVIII algunas zonas de Europa occidental ya contaban con concentraciones industriales de cierta importancia.
Los términos protoindustria y preindustria no son, sin embargo, sinónimos. No todas
las formas de industrialización tuvieron su correspondiente protoindustria. Es más, la
protoindustria significó una discontinuidad entre la preindustria – que se desarrolló en las
zonas urbanas– y el capitalismo industrial, caracterizado por procesos fabriles y mecanizados. El capitalismo industrial no sería la forma de producción hegemónica hasta los primeros decenios del siglo XIX.
La protoindustria está conectada con la nueva pañería3, ya que surgió precisamente
en las zonas donde se desarrolló ésta. Se trataba de industrias localizadas en la zona rural y
dedicadas principalmente al sector textil, aunque el proceso protoindustrializador llegó a
diversos tipos de manufacturas, como las imprentas, la cerámica, los curtidos de pieles o la
fabricación de utensilios metálicos entre otras.
2.1. Características de la protoindustrialización
Entre sus características diferenciadoras cabe señalar que se trataba de industrias domiciliarias con mano de obra formada por trabajadores rurales dispersos entre sí. ¿Por qué
eran estos los trabajadores? La crisis agraria del siglo XVII favoreció el proceso de
protoindustrialización, ya que conllevó la caída de los precios de los productos agrícolas
y de las rentas agrarias. Los campesinos se vieron en la necesidad de incrementar sus
ingresos, que se habían visto mermados con la disminución de ingresos derivados de su
primera actividad, la agricultura. Su objetivo al emplearse en las protoindustrias era obtener una renta complementaria. Por eso no eran especializados, sino mano de obra campesina que compatibilizaba el trabajo industrial y el agrícola como fórmula para
incrementar sus escasas rentas.
Las características de la mano de obra repercutían en unos menores costes de producción en las protoindustrias por varias razones. En primer lugar, los trabajadores rurales
asumían parte de los costes de producción ya que se alimentaban y se mantenían con los
productos que ellos mismos producían en el campo. En segundo lugar, su actividad principal seguía siendo la agricultura. Este aspecto era importante. Debido a que las tierras de
cultivo debían quedar inactivas durante largas temporadas, el hecho de estar empleados en
la protoindustria no implicaba ninguna renuncia. Los campesinos no se veían en la necesidad de elegir a qué actividad dedicarse, la protoindustia no implicaba ninguna decisión en
términos laborales. En tercer lugar, las producciones en las ciudades estaban sometidas a
las estrictas reglamentaciones de los gremios y a una serie de impuestos que no afectaban
a las producciones rurales. Como consecuencia de todo ello, los sueldos en la actividad
protoindustrial eran más bajos que los sueldos en la ciudad para elaborar manufacturas
3
Como ya hemos visto, con la expresión nueva pañería se alude a tejidos de escasa calidad y buena apariencia. Este proceso implica menos costes de producción y, en consecuencia, precios más bajos. Como la
demanda de tejidos se caracteriza por ser elástica y estar muy relacionada con la renta disponible, la disminución en los precios animaba fuertemente la demanda, generando como resultado final un incremento en
los beneficios de los productores.
~ 96 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
similares. El menor precio de los productos elaborados en las protoindustrias hacía que
fueran muy competitivos y atractivos para los mercados.
Y precisamente es ésta es otra característica diferenciadora de las protoindustrias, ya
que su producción no estaba destinada al autoconsumo como ocurría en los talleres domiciliarios tradicionales, sino que producían artículos para el mercado (fundamentalmente
bienes de consumo, aunque en algunos casos también producían bienes de inversión).
La cuarta característica de las protoindustrias es que habían establecido un doble
vínculo con los mercaderes urbanos: estos les abastecían de materias primas y, a su vez, vendían su producto en localidades lejanas, inaccesibles para el trabajador rural. A pesar de la
importancia de las características anteriores, precisamente en ésta última reside el elemento
diferenciador del proceso protoindustrializador. Los pequeños artesanos autónomos y los
dedicados a la transformación de productos agrarios no se consideran protoindustrias, sino
industrias típicamente domésticas que sólo vendían sus productos en mercados locales. Por el
contrario, la producción en la protoindustria está orientada al comercio extralocal, ya fuera
nacional o internacional. De hecho, durante el siglo XVII Inglaterra y los países del “centro”
de Europa tuvieron una actividad exportadora muy elevada.
Las principales protoindustrias se dieron en el noroeste de Europa, en consonancia
con el predominio en la economía continental de Inglaterra (con ejemplos de protoindustrias en Worsley y Woolwich), Países Bajos (destacando los astilleros holandeses), el norte
de Francia (Sedán, Elbeuf), Bohemia en el Imperio austríaco y algunas regiones alemanas,
como Sajonia. Cabe señalar la fabricación de los paños con alto valor añadido en las
protoindustrias textiles francesas y alemanas. También había otros desarrollos protoindustriales fuera del marco de estos países, como el arsenal de Venecia.
Los comerciantes desempeñaron un papel clave dentro de la protoindustrialización,
dando el primer paso en la especialización en el proceso de distribución. No sólo abastecían de materias primas a los trabajadores rurales, sino que los conectaban entre sí en las diferentes fases del proceso productivo. Y además comunicaban las zonas rurales con los
mercados regionales e internacionales. Pero su relevancia llegó más lejos, ya que también
eran intermediarios financieros. El proceso protoindustrializador implicó la penetración del
capital mercantil, ya que los campesinos necesitaban financiación para conseguir los
medios de producción. Los comerciantes eran los que disponían de capital circulante para
la compra de materias primas y adelantaban a los productores rurales el capital mercantil
necesario para financiar todo el proceso de producción y también, por supuesto, el de distribución. Esto requería una capacidad financiera fuerte por parte de los comerciantes, ya que
en ocasiones el desfase de tiempo entre el momento de adelantar el dinero y el de recuperarlo era grande, ya que los préstamos sólo se recuperaban una vez que el producto estaba
fabricado, distribuido y vendido.
2.2. Consecuencias de la protoindustrialización
Como consecuencia del desarrollo protoindustrial la producción continental registró un
fuerte incremento a lo largo del siglo XVII y durante los primeros decenios del siglo XVIII.
Durante este periodo, muchas zonas rurales de Europa aumentaron su producción de bien-
DECADENCIA Y AUGE EN LA EDAD MODERNA: SIGLOS XVII Y XVIII
~ 97 ~
es de consumo dando lugar a una red de manufacturas rurales y, como resultado, muchas
localidades atrapadas en las consecuencias de la baja productividad agrícola se convirtieron
en zonas productoras de manufacturas a lo largo de estos siglos. Este incremento en la
producción no se debió a un crecimiento intensivo, consecuencia de avances tecnológicos,
sino fundamentalmente fue resultado de la utilización de un mayor número de trabajadores.
Como la mano de obra era barata y se conformaba con salarios bajos no existía ningún
incentivo para realizar mejoras técnicas. Por eso el modelo continental prefirió la utilización de mano de obra antes que la mecanización de los procesos.
Otra consecuencia de la protoindustrialización fue la transformación del modelo
demográfico. La posibilidad de acceder a mayores niveles de renta favoreció la disminución
en la edad media del matrimonio, con el consiguiente aumento de la natalidad. La expansión demográfica extendió sus efectos a los movimientos migratorios, ya que las mejores
condiciones de vida en el campo frenaron la emigración desde las zonas rurales hacia la
ciudad, ralentizando así el crecimiento demográfico en las ciudades.
2.3. Límites de la protoindustrialización
La expansión protoindustrial alcanzó su límite a mediados del siglo XVIII. El sistema
protoindustrial creó condiciones positivas para que la economía diera el salto a la industrialización, pero también condiciones negativas que dificultaron el proceso.
Condiciones positivas: Entre los aspectos que podrían haber impulsado la evolución
de la potoindustria hacia la industrialización hay que destacar que se trataba de un sistema
generador de mercado que, además, favorecía la división del trabajo. Además, la protoindustrialización generaba capital mercantil, que se encuentra en la base misma de funcionamiento del sistema. Otro elemento que hay que destacar es que la protoindustria implicó el
incremento de las dimensiones de los mercados al favorecer el incremento de la renta de los
campesinos, siendo la existencia de un mercado amplio y solvente uno de los requisitos
necesarios para que se dé una organización económica capitalista. La actividad protoindustrial también suponía una forma sencilla de escapar al encorsetamiento de los gremios. Por
último, también generó capital humano empresarial, ya que estos trabajadores estaban
controlando el proceso de producción.
Todos estos aspectos propiciaban la transición a la producción fabril. Sin embargo
las condiciones favorecedoras tuvieron que convivir con otras que desalentaban el proceso
industrializador. Las detallamos a continuación.
Condiciones negativas: Había contradicciones, ya que algunos elementos que habían
supuesto una ventaja, dejaron de serlo. En primer lugar, el incremento de la demanda de los
bienes producidos por la protoindustria conllevó la necesidad de incurrir inevitablemente en
mayores costes de producción, ya que era imprescindible comprar más materias primas y
llegar a zonas cada vez más lejanas. De esta forma, empezó a diluirse la ventaja comparativa de estos productos, que era su menor precio.
Otra de las ventajas residía en el hecho de que los trabajadores compatibilizaban el
trabajo en la protoindustria con sus tareas del campo. Sin embargo, cuando llegaba una
época de buenas cosechas los agricultores dedicaban menos tiempo a su actividad manu-
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
facturera debido a las mayores rentas derivadas de las buenas cosechas, por lo que se contraía la producción protoindustrial. La consecuencia directa era un aumento de la demanda
(por las mayores rentas) justamente a la vez que disminuía la oferta.
En conclusión, los factores por los que prácticamente ninguna zona protoindustrial
terminó transformándose en zona industrial fueron varios. Uno de los principales motivos
residió en el paulatino incremento de los salarios. La abundancia de mano de obra era uno
de los elementos claves en este desarrollo, y escaseaba cuando había un periodo agrícola
próspero, dando lugar a un incremento de los salarios y en los costes de producción. Pero
además se generaba un desequilibrio, ya que había una menor producción sin que hubiese
previamente caído la demanda. Ambos efectos presionaban al alza los precios de las manufacturas rurales, haciéndolas menos atractivas en los mercados y obligó a abandonar las
producciones intensivas en mano de obra en beneficio de las mejoras tecnológicas. Una
segunda razón fue la falta de aceptación de los nuevos métodos de producción. Y, en tercer
lugar se encuentra el hecho de que el proceso protoindustrializador no facilitaba la acumulación de capital entre los productores de manufacturas, ya que las ganancias quedaban en
manos de los intermediarios financieros, esto es, de los comerciantes. La falta de acumulación de capital en el seno de la protoindustria es posiblemente la clave de su fracaso.
Como resultado, y a pesar del avance que supusieron las protoindustrias, éstas quedaron arrinconadas con el surgimiento de las nuevas formas de organización y producción
surgidas con la Revolución industrial. Sólo algunas zonas de elevada producción de manufacturas rurales llegaron a ser ciudades industriales en el siglo XIX, cuando se implantó la
organización fabril.
3. EL SIGLO XVIII Y EL RESURGIMIENTO DE LA ECONOMÍA EUROPEA
El siglo XVIII, también denominado Siglo de la Razón o de las Luces, es un siglo de equilibrio entre la Tradición y la Revolución, simbolizado por el pensamiento de la Ilustración
y las Monarquías del Despotismo Ilustrado.
Las corrientes filosóficas del racionalismo y el naturalismo de grandes pensadores
franceses como René Descartes, ingleses como Francis Bacon y Thomas Hobbes y holandeses como Spinozza del siglo XVII dieron su fruto al finalizar el siglo en la Alemania de
Leibniz y en Inglaterra con el empirismo de Locke y las investigaciones científicas de
Newton.
Si bien es cierto que el ambiente de libertad política, diversidad religiosa y prosperidad económica de la burguesía imperante en Inglaterra y Holanda era el más adecuado para
el triunfo del pensamiento ilustrado, fue sin embargo en Francia donde tuvo lugar el denominado movimiento de la ilustración a la luz de la interpretación del empirismo inglés por
los racionalistas continuadores de Descartes.
En su vertiente política y social, el siglo de la razón se encuentra bajo la esfera del
absolutismo monárquico. El desarrollo del absolutismo moderno comenzó con el nacimiento de los Estados nacionales europeos hacia el final del siglo XV y se prolongó durante más de 200 años. En el siglo XVIII el absolutismo recibe el nombre de Despotismo
DECADENCIA Y AUGE EN LA EDAD MODERNA: SIGLOS XVII Y XVIII
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Ilustrado diseñado por medio de un eficaz entramado institucional absolutista utilizando
para ello las ideas nacidas de la ilustración. Tal vez, el mejor ejemplo de Despotismo
Ilustrado se encuentra, quizá, en el reinado de Luis XIV de Francia (1643-1715). Su declaración L’Etat, c’est moi resume con precisión el concepto del derecho divino de los reyes.
En general hay un hecho que predomina en el siglo XVIII: el desarrollo de la burguesía. Por lo que respecta al ámbito económico, el siglo XVIII se caracteriza por ser un periodo de crecimiento económico en donde se supera la crisis del XVII. Si bien existen
diferencias cronológicas que delimitan el periodo de crecimiento económico, suave al principio y fuerte al final, se puede afirmar que este periodo de expansión se generalizó a todos
los sectores. A pesar del papel predominante que ocupa la agricultura frente a la industria,
y el escaso desarrollo de los mercados nacionales, cabe señalar el fuerte dinamismo protagonizado por el comercio internacional, el sistema financiero y el principal factor productivo de la época: la población. Voltaire en sus Lettres anglaises, al encomiar el siglo XVIII,
señaló los cuatro elementos que bien pueden definir las características económicas del
mismo –Libertad, ciudadanía, comercio y Estado–:
“El comercio, que ha enriquecido a los ciudadanos, ha contribuido a hacerlos libres,
y esta libertad a su vez ha dilatado el comercio, formándose así la grandeza del
Estado”.
Cabe señalar que en la Europa del siglo XVIII las estructuras económicas del Antiguo
Régimen paulatinamente comenzaban a ceder toda su solidez, una solidez capaz de dificultar la propia idea de evolución económica. En determinados países europeos, de entre los
que destaca Inglaterra, se van a ir produciendo progresivos cambios capaces con el tiempo
de hender las estructuras del Antiguo Régimen y dar al traste con ellas. Estos cambios
preparan el terreno para la gran transformación económica que experimentará Europa conocida con el nombre de Revolución Industrial.
El estudio del resurgimiento de la economía europea en el siglo XVIII requiere en
primer lugar conocer cuáles eran las bases de la prosperidad económica del Antiguo
Régimen para después analizar las condiciones previas que hicieron posible el tránsito a la
Revolución Industrial.
3.1. Las bases económicas del Antiguo Régimen
En general se puede afirmar que las bases económicas del Antiguo Régimen eran sumamente débiles. Al depender la economía de la agricultura en su totalidad, un periodo de
malas cosechas, o un aumento de la población por encima de la producción agrícola daban
lugar a la aparición de la denominada crisis de subsistencia, con sus habituales secuelas de
hambre, miseria, epidemias y muerte. La población determinaba el comportamiento de la
demanda en un doble sentido. Por un lado, los frenos positivos malthusianos, reducían la
demanda de productos en general y de productos industriales en particular extendiendo la
crisis hacia todo el sistema económico. Por otro lado, el binomio población-subsistencias,
fuertemente condicionado por la productividad agrícola, amplificaba los resultados anteriores provocando una situación de estancamiento económico. Además, hay que añadir que
en esta economía los cambios climáticos resultaban transcendentales para la productividad
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
agrícola, entre otras cosas porque las cosechas determinaban la capacidad adquisitiva y el
nivel de precios. Unas malas cosechas podían elevar los precios, reducir el poder adquisitivo en general y condicionar el crecimiento económico de todos los sectores económicos.
Únicamente durante el siglo XVII, los Países Bajos del norte pudieron huir de este temido
círculo. Fue posible romperlo cuando la producción creció de forma sostenida por encima
del aumento de la población.
En efecto, los economistas que han estudiado el crecimiento económico han observado que el motor de dicho crecimiento debe basarse en los mismos cuatro engranajes o
factores del crecimiento supuesto un marco institucional estable: recursos humanos, recursos naturales, formación de capital y tecnología. Si bien es cierto que no podemos hablar de
crecimiento económico durante el Antiguo Régimen, las innovaciones tecnológicas que se
fueron gestando desde la Edad Media incrementaron paulatinamente la productividad de los
factores de la producción. Este lento incremento de la productividad se conjugaba además
con elevados costes en los transportes que condicionaban el desarrollo del comercio y la
fuerte dependencia hacia el autoconsumo.
Todo lo anterior permite señalar una característica de esta economía, a saber, que el
crecimiento de la población generaba excesos de demanda que se traducían en carestía y
hambrunas que se repetían una y otra vez durante periodos dilatados. Había épocas o regiones en las que no se producía un exceso de población, por lo que la oferta de productos era
suficiente, la productividad del trabajo era relativamente alta, la actividad económica
creciente y relativamente escasas las hambres, las epidemias y el malestar social. En
cambio, en aquellas otras regiones o etapas con excedentes de población, unas malas cosechas daban lugar a crisis catastróficas, la productividad se estancaba y la mala nutrición
hacía aumentar la proporción de personas que enfermaban en un sitio y tiempo determinado y, por ende, hacían aumentar la mortalidad.
3.2. El resurgimiento de la economía europea
Como hemos visto durante el siglo XVII, Holanda había disfrutado de un crecimiento económico sostenido, sin embargo durante el siglo XVIII el crecimiento económico se va a generalizar en otras partes de Europa.
3.2.1. La población en el siglo XVIII
Durante el siglo XVIII y en especial en su segunda mitad, se produjo un notable crecimiento de la población europea. En términos generales este siglo puso fin a un largo periodo de
crecimiento poblacional discontinuo que dio lugar a una transición demográfica que se
consolidó en el siglo XIX. El ascenso demográfico se explica entre otros elementos por el
menor impacto que van a tener las grandes epidemias, los avances en la medicina y la higiene que va a permitir prolongar la esperanza de vida. El hito más sobresaliente en el ámbito
de la ciencia médica en el siglo XVIII fue el descubrimiento en 1796 de la vacuna contra la
viruela por Edward Jenner, descubrimiento que precedió a otros tales como el hallazgo de
los agentes provocadores de las enfermedades por Louis Pasteur y Kock, y la introducción
de mejoras en la anestesia parcial y la antisepsia quirúrgica.
DECADENCIA Y AUGE EN LA EDAD MODERNA: SIGLOS XVII Y XVIII
~ 101 ~
También hay que mencionar en este sentido el aumento de la productividad agrícola
debido entre otras cosas a que, como consecuencia del proceso preindustrializador al que
estamos asistiendo, se produce un “vaciado” del campo a expensas de la ciudad, que hará
disminuir la densidad agraria y, por consiguiente, aumentar la productividad de la mano de
obra agrícola.
3.2.2. La agricultura en el siglo XVIII
Con relación a la agricultura hemos de decir en primer lugar que contribuyó a la expansión
demográfica. Aunque se puede afirmar que no existe acuerdo acerca de si en este periodo
se produjo o no una auténtica revolución agrícola, o simplemente tuvo lugar una intensificación en los cultivos, hay que señalar que la producción agrícola aumentó entre un 25 y 40
por 100 a lo largo del siglo XVIII. En este sentido cabe destacar que la mayor regularidad de
las cosechas incrementó los rendimientos agrarios hasta en un 15 por 100 por término
medio para los cereales. También se produjo un avance hacia la intensificación de la agricultura mediante la combinación de pequeños progresos en la especialización de la mano
de obra agrícola y nuevos cultivos como el del maíz y la patata. La difusión del maíz y de
la patata por Europa no estuvo exenta de dificultades. El maíz comenzó a extenderse desde
el segundo tercio del siglo XVII y, pese a que sus detractores le culpaban de que agotaba las
tierras, en el siglo XVIII arraigó totalmente. El avance de la patata fue mucho más lento y
polémico. Era considerado un producto más propio de la alimentación animal que humana,
incluso se le llegó a considerar venenoso. No obstante, su elevado rendimiento y su escasa
exigencia física y climática fueron factores que jugaron en su favor para su total aceptación
como producto básico de la dieta europea.
En contraste con la agricultura continental, hay que mencionar la distinta evolución que
tuvo la agricultura inglesa en este periodo. Es importante hacer este estudio diferencial puesto que dada su trascendencia se puede considerar que la agricultura inglesa fue el principal
motor de la Revolución Industrial. En efecto, durante el siglo XVIII la agricultura inglesa llevó
a cabo una serie de transformaciones que dieron lugar a un aumento considerable de su
productividad. Los cercamientos de fincas permitieron pasar de una organización agraria
comunal, a una estructura de la propiedad caracterizada por grandes fincas cultivadas por
agricultores capitalistas que tenían capacidad suficiente como para llevar a cabo grandes
inversiones en capital. En cambio, la estructura agraria europea se caracterizaba por estar
formada por pequeñas propiedades incapaces de llevar a cabo dicho proceso inversor.
Por lo que respecta a las innovaciones agrícolas hay que destacar las realizadas por
Townshend (1674-1738), que se las ideó para mantener la fertilidad del suelo incluso con
una única cosecha anual. Experimentó con varias plantas con la intención de encontrar una
combinación ideal que le permitiera llevar a cabo la rotación de cereales. Descubrió que
sembrando trébol, capaz de atrapar nitrógeno del aire y reintegrarlo en el suelo, y cultivando nabos, podía obtener un buen rendimiento. Su discípulo, Coke of Holkam (1752-1842)
difundió la rotación de cuatro cultivos de acuerdo con las líneas sugeridas por Townshend.
Este procedimiento se conoció con el nombre de sistema Norfolk. En definitiva, con la
eliminación del barbecho y los nuevos sistemas de rotación de plantas forrajeras, trigo,
nabos y avena, aumentó considerablemente la productividad agraria.
~ 102 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
3.2.3. El comercio y las finanzas como factor de crecimiento económico
en el siglo XVIII
Tanto el predominio agrícola, como los primeros avances que se estaban produciendo en la
industria, dieron lugar a una continua expansión en el comercio que trajo como consecuencia el desarrollo las relaciones comerciales.
Sin olvidar el gran impulso que tuvieron durante el siglo XVIII en Europa la construcción de carreteras y canales que estimularon el comercio regional, cabe mencionar el
progreso que tuvo en esta época el comercio colonial. El área comercial más dinámica fue
la atlántica, sobre todo desde que en 1713 se firmara el Tratado de Utrech que permitió el
comercio de Inglaterra con América. El tratado incorporó también Terranova y Nueva
Escocia en detrimento de los intereses franceses. Los acuerdos alcanzados en Utrech acentuaron la rivalidad colonial anglo-francesa que dio lugar a la guerra de los Siete Años. El
enfrentamiento militar entre ambos países confirmó el triunfo colonial y comercial británico. Las tasas de crecimiento del comercio inglés en las últimas décadas del siglo fueron del
4,9 por 100 anuales. No obstante hay que aclarar que Inglaterra, Francia junto a las
Provincias Unidas no fueron los únicos países que protagonizaron el despegue del comercio internacional en esta época. Todos los Estados que tuvieran puertos de mar desarrollaron su comercio, destacando particularmente los países nórdicos y las ciudades hanseáticas.
Los países ibéricos, aunque relegados a un papel secundario, conocieron también la expansión, sobre todo en la segunda mitad del siglo. En esencia, la política económica aplicada
por Inglaterra y Francia durante casi todo el siglo XVIII se inspiraba, como veremos en el
capítulo siguiente, en los principios mercantilistas. Como es sabido, los mercantilistas, para
quienes los metales preciosos constituían la esencia y medida de la riqueza, situaban el
centro de la actividad económica en la esfera de los intercambios. Estas políticas, fuertemente intervencionistas, asignaban a los poderes públicos la tarea de protagonizar el crecimiento económico.
También cabe subrayar que en el siglo XVIII existían nuevas formas de hacer negocios derivados de la colonización, y que prometían pingües beneficios. Un ejemplo de esta
prometedora forma de ganancia fue la propuesta que hizo el escocés John Law al regente
de Francia de fundar un banco de emisión con la intención de hacer negocios con las colonias que Francia tenía en América. Bien es cierto que el gobierno francés aceptó de buen
grado esta iniciativa porque veía en ella otra posibilidad de financiar su abultado déficit
público. Con esta intención se fundó un Banco de Emisión y una compañía comercial, la
denominada Compañía de Occidente que más tarde será conocida como la Compañía del
Mississippi.
Para participar en estos negocios, fuertemente dirigidos por el Estado, los accionistas debían comprar acciones pagando una parte en dinero y otra en “billetes” de deuda.
Ocurrió que buena parte de la emisión de billetes se utilizaba para pujar al alza por las
acciones de la Compañía que llegaron a valer diez veces más que su precio de emisión. Un
ejemplo de estas operaciones fue la banca de la que era propietario Ricardo Cantillon.
Concedía préstamos a los nobles ingleses para que compraran acciones de la Compañía. En
el punto más alto de la cotización se vendían las acciones para comprarlas de nuevo cuan-
DECADENCIA Y AUGE EN LA EDAD MODERNA: SIGLOS XVII Y XVIII
~ 103 ~
do su precio se había desplomado, exigiendo a los prestatarios el reembolso de los préstamos y los intereses contra la devolución de las acciones. Todo parecía marchar bien hasta
que los pésimos resultados de la empresa colonizadora del Mississippi, y el respiro que se
tomaron los especuladores en contra de las acciones de la Compañía dieron al traste con el
“Sistema”. Los intentos por mantener los precios de las acciones resultaron inútiles. Law
llegó incluso a comprar sus propias acciones con el fin de evitar su caída. Jugaba al alza
emitiendo más acciones, o incluso promulgaba edictos bajo el amparo del regente francés
obligando a los ciudadanos a aceptar los billetes emitidos por la banca de emisión. Todo fue
en vano, las personas que seguían aferradas a sus acciones se vieron completamente arruinadas, el mismo Law, que había llegado a Francia con una considerable fortuna la perdió
con sus experimentos. Nadie le culpó de fraude pero tuvo que abandonar el país.
En definitiva, se puede afirmar que de todos los sectores de la economía, el comercio fue el más dinámico en el siglo XVIII. Un ejemplo de este dinamismo lo tiene el denominado comercio triangular. Se trataba de un circuito comercial por el que los barcos
negreros zarpaban de Europa hacia África cargados de mercancías que intercambiaban por
esclavos, los cuales, una vez llegados a América, eran vendidos a los colonos. Con el
producto de la venta, los negreros compraban productos tropicales –café, algodón, azúcar–
que a su vez se vendían en Europa.
4. EJERCICIOS
1. ¿Piensa que la forma de gobierno de las naciones europeas durante el siglo
guarda relación con la evolución de sus economías?
XVII
2. La protoindustria no puede considerarse preindustria. ¿Qué características diferencian ambas organizaciones? ¿Qué papel desempeñaban los comerciantes
dentro de la protoindustria?
3. ¿Por qué se afirma que la protoindustria no implicaba ningún coste de oportunidad para los trabajadores rurales que se dedicaban a la misma?
4. Ricardo Cantillon se vio envuelto en numerosos pleitos a lo largo de su vida por
las operaciones que realizó al amparo del Sistema de Law. Explique en qué consistió y qué repercusiones tuvo dicho sistema.
5. De todos los sectores de la economía, ¿cuál fue el más dinámico entre los siglos
XV al XVIII? Explique por qué.
Lectura
“Todo empezó con el vapor. ‹‹El vapor es un inglés››, como reza el viejo dicho. En la
segunda mitad del siglo XVIII, James Watt perfeccionó descubrimientos anteriores y
construyó una máquina de vapor cuyas características técnicas y económicas contribuyeron a su amplia adopción. Comenzó sus experimentos alrededor de 1765. La utilización comercial empezó después de 1785 y en mayor medida después de 1825. Las
máquinas de vapor se utilizaron en las actividades metalúrgicas y textiles, así como en
las minas de carbón y en el transporte por superficie. De hecho, al disponerse de mayor
~ 104 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
fuerza mecánica, fue posible producir más carbón y transportarlo a una velocidad enormemente mayor. A su vez más carbón significó más fuerza mecánica.
El carbón pasó a ser un elemento estratégico en la aparición y difusión de la
civilización industrial. Produjo una rápida expansión de la energía disponible con su
consiguiente aplicación a la calefacción, iluminación, transportes terrestres y marítimos y casi todas las demás clases de industrias. Escribió Jevons:
“El carbón no está al lado sino muy por encima de todas las demás materias
primas. Es la energía material del país, la ayuda universal, el factor de todo lo que
hacemos. Con el carbón casi todas las hazañas son posibles o fáciles; sin él, nos
vemos arrojados otra vez a la pobreza laboriosa de los tiempos primitivos”
Carlo M. Cipolla, (1974): Historia económica de la población mundial.
5. LECTURAS RECOMENDADAS
•
NORTH, D. y THOMAS R. (1991): “Parte tercera: 1500-1700”, en El nacimiento del
mundo occidental. Una nueva historia económica (900-1700), Madrid, Siglo XXI.
En la tercera parte de este libro, North y Thomas abordan los factores que contribuyeron al crecimiento desigual de las naciones europeas a partir del siglo XVI y XVII
incidiendo fundamentalmente en los aspectos institucionales.
•
CHILD, J., (1999) [1668]: “Breves observaciones relativas al comercio y al interés
del dinero” en LOCKE, J.: Escritos monetarios, Madrid, Pirámide, pp. 233-262. En
estas páginas se recoge como anexo un texto de Sir Josiah Child, destacado mercantilista inglés, en el que discute las medidas de política económica que habría que aplicar en Inglaterra para conseguir el envidiado poderío económico holandés.
•
LANDES, D. S., (1999): “¿Por qué Europa? ¿Por qué entonces?” en La riqueza y la
pobreza de las naciones, Barcelona, Crítica. Cap. XIV. En este capítulo se investiga
por qué se llevó a cabo la Revolución Industrial en Europa y por qué en Inglaterra en
primer lugar.
6. BIBLIOGRAFÍA
CAMERON, R., NEAL, L. (2005): Historia económica mundial desde el Paleolítico hasta
el presente, 4º edición, Madrid, Alianza Editorial.
CIPOLLA, C. M. (1974): Historia económica de la población mundial, Barcelona, ed.
Crítica.
GOUBERT, P. (1971): El Antiguo Régimen, Buenos Aires, Siglo XXI.
HENRY W. SPIEGEL, (1991): El desarrollo del pensamiento económico, Barcelona,
Ediciones Omega.
JONES, E. L., (1991): El milagro europeo, Madrid, Alianza
LANDES, D. S. (1999): La riqueza y la pobreza de las naciones, Barcelona, ed. Critica.
NORTH, D., (1994): Estructura y cambio en la historia económica, Madrid, Alianza.
DECADENCIA Y AUGE EN LA EDAD MODERNA: SIGLOS XVII Y XVIII
~ 105 ~
NORTH, D. y THOMAS R. (1991): El nacimiento del mundo occidental. Una nueva historia económica (900-1700), Madrid, Siglo XXI.
NUÑEZ ROMERO-BALMAS G. (1989): Historia Económica Contemporánea. Vol I. Los
antecedentes de la industrialización en el siglo XVIII, Granada, Ediciones TAT
(S.A.L),.
SHEPARD B. CLOUGH Y RICHARD T. RAPP, (1986): Historia económica de Europa. El
desarrollo económico de la civilización occidental, Barcelona, Ediciones Omega.
SIMÓN SEGURA, F. (2002): Lecciones de Historia Económica, Madrid, Ediciones
Académicas, S.A.
T E M A
7
PENSAMIENTO ECONÓMICO
EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII
1.
2.
3.
4.
5.
PRINCIPALES IDEAS DEL MERCANTILISMO
EL MERCANTILISMO INGLÉS
EL MERCANTILISMO FRANCÉS
EL MERCANTILISMO ALEMÁN
EL ARBITRISMO Y LA DECADENCIA ECONÓMICA ESPAÑOLA
DEL SIGLO XVII
6.
7.
8.
9.
10.
EL PENSAMIENTO ECONÓMICO ANTERIOR A ADAM SMITH
LA FISIOCRACIA: EL GOBIERNO DE LA NATURALEZA
EJERCICIOS
LECTURAS RECOMENDADAS
BIBLIOGRAFÍA
El siguiente capítulo tiene por objetivo presentar las principales ideas del mercantilismo, de los
autores preclásicos y de la fisiocracia. Un elevado número de historiadores del pensamiento
económico se han afanado en estudiar las razones que pudieran explicar la ruptura que se va a
producir en el mundo de las ideas económicas entre, por un lado, las aportaciones que hicieron
los escolásticos españoles al análisis económico en general y la teoría monetaria en particular
en el siglo XVI, y las reflexiones de aquellos autores que en el siglo XVII se dedicaron a opinar
acerca de cómo debería funcionar la economía. Parafraseando a Maquiavelo, aquellos que abandonan el estudio de lo que es, para estudiar lo que debería de ser, se acercan con mayor rapidez
a la ruina que a la preservación de la misma. Pues bien, la primera parte de este capítulo estudia las ideas de un determinado conjunto de autores a los que muy bien da cabida la cita de
Maquiavelo. Para llevar a cabo este trabajo en primer lugar se estudiaran las principales ideas
del mercantilismo, así como el conjunto de autores que por naciones caracterizan el mismo.
~ 107 ~
~ 108 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
Dejando a los autores mercantilistas, la segunda parte del capítulo está dedicado a
estudiar las ideas económicas anteriores a Adam Smith. El mérito de la teoría cuantitativa
consistió en demostrar que el dinero, como tal, no constituye riqueza. Desde que David
Hume certificara con sus Political Discourses (1752), que todo intento mercantilista por
conseguir a toda costa un saldo de balanza comercial favorable es un objetivo contradictorio, las políticas mercantilistas estaban condenadas a fracasar irremediablemente.
Desde entonces, el análisis económico estudia cuáles son los elementos que intervienen en la determinación del valor de cambio de las mercancías, esto es, trata de averiguar cuáles son las variables “reales” que explican los precios relativos. Difícilmente se
puede contemplar bajo esta consideración el manido postulado mercantilista de que el dinero estimula el comercio. Todo lo contrario, el mecanismo autorregulador de Hume lo imposibilitaba. Así, el valor de los bienes y de los servicios son por tanto independientes de su
precio en unidades monetarias, esto es, independientes de su precio absoluto. La expresión
“el dinero es un velo” viene a decir que el dinero impide ver las variables reales que explican el funcionamiento de la economía. En definitiva, el velo tenía que levantarse, y a esta
labor contribuyeron las ideas de los tres autores estudiados: Ricardo Cantillon, David Hume
y Joseph Harris.
La última parte del capítulo está dedicado a la escuela fisiócrata, escuela que se
considera por la historia del pensamiento económico como la primera que surge en el ámbito de la economía. Estudiaremos las aportaciones de François Quesnay y sus discípulos, el
Tableau économique; el producto neto, las leyes que rigen la producción y las reglas que, a
juicio de los fisiócratas. determina la distribución de la riqueza.
1. PRINCIPALES IDEAS DEL MERCANTILISMO
El término mercantilismo se utiliza para denominar la política económica de los Estados nacionales en un periodo de tiempo que abarca aproximadamente desde el siglo XV al siglo XVIII.
Acabada la guerra de los Treinta Años (1618-1648), que mantuvo enfrentada a toda
Europa por motivos religiosos y políticos, comenzó a tomar forma una nueva institución, el
Estado secular y centralizado, que consiguió reemplazar las instituciones feudales que hasta
el momento habían sido utilizadas como instrumento de poder e influencia mundial. Sin
embargo, a mediados del siglo XVII, las distintas regiones de Europa emergieron como
naciones poderosas y centralizadas, temerosas del poder de la nación vecina, que de entre
todos sus objetivos, bélicos, políticos, sociales, descollaba la idea de que el engrandecimiento nacional se debía de llevar a cabo sin tener en cuenta los intereses del Estado vecino. En otras palabras, se trataba de arruinar económicamente al vecino.
Aquellos individuos que en esta época reflexionaban sobre asuntos económicos, los
llamados mercantilistas, arbitristas, colbertistas y cameralistas, capaces de ser oídos e incluso medrar persuadiendo a los monarcas, utilizaban una idea muy contundente que podríamos resumir diciendo que consideraban que la economía se comportaba como un juego de
suma cero, esto es, que lo que ganaba un país representa la pérdida de otro. Tomando como
base esta idea, una idea que las proposiciones más elementales de la teoría del comercio
internacional demostraron errónea, se diseñaban políticas intervencionistas cuyo fin último
PENSAMIENTO ECONÓMICO EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII
~ 109 ~
era la acumulación de metales preciosos. Para conseguir el acaparamiento de oro y plata se
actuaba sobre las partidas de la balanza comercial con el objetivo de conseguir que el volumen de las exportaciones fuera superior al de las importaciones. En general estos autores
consideraban los metales preciosos –oro y plata– como sinónimo de riqueza.
Se refería Adam Smith en sus Lecciones de Jurisprudencia 1762, a esta política en
los siguientes términos:
“La riqueza de un reino se ha considerado por casi todos los autores después de Mun,
consistente en oro y plata. En su libro –se está refiriendo a Thomas Mun– llamado
England’s Treasure by Forraign Trade, trata de mostrar que la balanza comercial es
la única cosa que puede mantener a Inglaterra, ya que, mediante ella, el oro y la plata
se traen al reino y en ellos consiste su riqueza, pues sólo ellos no son perecederos.
Esta doctrina, aunque absurda, ha sido asumida por todos los sucesivos autores, y en
ella se fundan estas leyes de felonía”
A las características anteriores hay que añadir otras que también forman parte de las
políticas mercantilistas. Estos autores proponían fomentar la industria mediante la subvención a la importación de materias primas baratas prohibiendo su exportación, la instauración de aranceles proteccionistas que gravasen las importaciones de productos
manufacturados y la subvención a la exportación de bienes con elevado valor añadido. Por
último hay que destacar el énfasis por el crecimiento de la población. El fin de las políticas
poblacionistas era hacer disminuir los salarios para de esta forma permitir que las industrias
nacionales compitieran ventajosamente en el exterior. En este sentido los mercantilistas
proponían medidas favorables a los matrimonios precoces y a las familias numerosas.
Criticaba Thomas Robert Malthus el poblacionismo mercantilista en su Ensayo sobre la
población 1798, de la siguiente manera:
“Nada es hoy día tan común como oír que hay que estimular el aumento de la población […] La verdadera razón es que este estímulo a incrementar la población se
desarrolla sin preparar los fondos necesarios para sostenerlo […] Es posible que
forzar un aumento de la población sea aparentemente ventajoso para los gobernantes
y los ricos de un Estado, ya que esto permite reducir el precio del trabajo […] pero
todo intento de este género debe ser observado con la máxima atención”.
Por último cabe destacar las ideas que estos autores tenían acerca del comercio colonial. Sugerían explotar las colonias en beneficio de la metrópoli. En este sentido, las colonias debían de ofrecer a la metrópoli materias primas a cambio de productos
manufacturados procedentes de la metrópoli.
En otro orden de cosas, y aunque pudiera parecer anacrónico, cabe destacar la defensa que del mercantilismo realiza John Maynard Keynes en el capítulo veintitrés de su Teoría
general de la ocupación, el interés y el dinero 1936:
“Sin embargo, como una contribución al arte de gobernar que se ocupa del sistema
económico en conjunto y de lograr la ocupación óptima de todos los recursos del
sistema; los métodos de los primeros precursores del pensamiento económico en los
siglos XVI y XVII pueden haber captado fragmentos de la sabiduría práctica que las
irreales abstracciones de Ricardo olvidaron primero y extinguieron después. Había
~ 110 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
sabiduría en su intensa preocupación por conservar reducida la tasa de interés por
medio de leyes de usura, sosteniendo las existencias nacionales de dinero y desanimando las alzas en la unidad de salarios, así como en su predisposición a restaurar,
como último recurso, las existencias de dinero por medio de la devaluación, cuando
se habían vuelto francamente deficientes, debido a una sangría exterior inevitable, a
un alza en la unidad de salarios o a cualquier otra causa”.
El argumento de Keynes en favor del mercantilismo no sólo pasa por ser una
búsqueda afanosa por encontrar en el pasado precursores de su doctrina, sino que esconde una correspondencia sorprendente, aunque forzada, por encontrar una relación entre,
por un lado, el hecho de conseguir un saldo de balanza comercial favorable y, por otro,
la posibilidad de manipular la demanda agregada por medio de la inversión gracias a la
abundancia de metales preciosos y los tipos de interés bajos. En definitiva, la idea de
proponer una balanza comercial favorable que permitiese la entrada de metales preciosos permitiría disminuir los tipos de interés y por consiguiente estimular la inversión y
el empleo. El problema de la interpretación keynesiana, como señala Blaug en su Teoría
Económica en retrospección, es que no existen pruebas en la literatura mercantilista que
permitan deducir que la preocupación por una balanza comercial favorable tuviese relación con el reconocimiento de que el desempleo se debiera a la escasez de demanda
efectiva.
Pues bien, a continuación realizaremos un breve repaso de los autores más destacados de la literatura mercantil en Inglaterra, Francia, Alemania y España. Cabe señalar que
estos autores no forman una escuela de pensamiento, son reflexiones aisladas, monotemáticas e interesadas que estudian aspectos muy concretos de la economía. En ningún momento construyeron modelos económicos en donde las variables económicas se encontrasen
interrelacionadas, y lo que es más importante, en general no se leían unos a otros, no se citaban, impidiendo el análisis crítico que ralentizó, por ende, el avance del análisis económico.
2. EL MERCANTILISMO INGLÉS
Los autores mercantilistas formaron parte de numerosos debates sobre la moneda, la población, la hacienda y el comercio internacional. Los autores más representativos dentro de lo
que podríamos denominar mercantilismo inglés fueron Gerard Malynes y su Treatise of the
Canker of England’s Commonwealth (1601), donde criticaba las prácticas usureras de
banqueros, comerciantes y cambistas. Si bien no explicaba con claridad en qué consistía la
balanza comercial, al menos dejaba bien claro que la importación de productos con elevado valor añadido, esto es, productos con elevada renta, implicaba una pérdida de riqueza y
una saca de metales preciosos que posibilitaba el lucro de cambistas y especuladores. Para
evitar la especulación consideraba que se había de intervenir estabilizando los tipos de
cambio a la paridad determinada por el valor intrínseco de cada moneda.
Destaca también el trabajo de Edward Misselden, miembro de la Sociedad de
Mercaderes Aventureros y comisario de la compañía de las Indias Orientales. En su Free
Trade or the Meanes to make Trade flourish (1622), defendió la devaluación de la moneda
PENSAMIENTO ECONÓMICO EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII
~ 111 ~
con la intención de estimular el comercio y atraer metales preciosos. Estas ideas dieron
lugar a otra publicación, The Maintenance of Free Trade, according to the three essential
parts of traffique; or an answer to a Treatise of Free Trade, or the Meanes to made Trade
flourish, lately published (1622), y un año más tarde The circle of commerce or the balance of trade, in defense of free trade, en donde defendía el típico argumento mercantilista de
que la saca de metales preciosos se debía al saldo desfavorable de la balanza comercial.
Debemos de apuntar que del trabajo de Misselden surge por primera vez el concepto de
“balanza comercial”.
Más arriba destacábamos la crítica que del sistema mercantil realizaba Adam
Smith, utilizaba para ello la obra de Thomas Mun, England’s Treasure by Forraign Trade
de 1621. Este autor mercantilista consideraba en general que el saldo desfavorable de la
balanza comercial era la causa de la salida de metales preciosos. Como miembro de la
Compañía de Indias Orientales consideraba el hecho de que si la actividad comercial de
la compañía finalizase, tarde o temprano su lugar lo ocuparían los holandeses que aumentarían su “gloria, riqueza y poder” y debilitarían la situación de Inglaterra. Expresaba una
idea muy extendida en el siglo XVII, que como hemos apuntado más arriba, se puede sintetizar diciendo que lo que gana un país representa la pérdida para otro. Una idea falsa, que
Adam Smtih con su teoría de las ventajas absolutas, David Ricardo con la teoría de las
ventajas comparativas y John Stuart Mill con su teoría de las demandas recíprocas se
encargarían de demostrar.
Destaca también el trabajo de Sir Josiah Child, Brief Observations concerning trade
and Interest of Money (1668), en donde no sólo le preocupaba los problemas relacionados
con la marina mercante, que la considera indispensable para la riqueza nacional, sino
también el tipo de interés. Consideraba que la moderación del tipo de interés es indispensable para la prosperidad, y pide al Gobierno que lo regule fijando tipos máximos. El objetivo era abogar para que el tipo de interés se redujera por ley del 6 por 100 al 4 por 100. El
trabajo de Child impulsó la discusión sobre la regulación de los tipos de interés, regulación
acuciada por la rivalidad comercial que representaba Holanda para los intereses ingleses.
Para Child los holandeses:
“mantenían una cuidadosa inspección para garantizar la calidad de los bienes, recompensaban a los inventores por publicar sus descubrimientos, construían barcos
pequeños y eficientes, educaban a sus hijos para el comercio y ponían a trabajar a los
pobres. Ellos hicieron la mayor parte de su capital manteniendo bancos públicos y
montes de piedad, incentivando el uso de letras de cambio, y manteniendo registros
públicos de títulos, que permitían a los propietarios de tierras vender más fácilmente o hipotecar su propiedad”.
Pero no sólo eso, sino que, además, la mayor ventaja en el comercio se debía al bajo
tipo de interés. Child estaba convencido de que dicha baratura era causa del enriquecimiento
de un país:
“la rebaja del interés es la causa de la prosperidad y de la riqueza de una nación, y
que la rebaja del interés en este Reino, del 6 al 4, o al 3 por 100, necesariamente
duplicaría la reserva de capital de la nación en menos de veinte años”
~ 112 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
Fue John Locke (1632-1704) quién intentó rebatir la doctrina de Child. Para ello
escribió Algunas de las consecuencias que es probable que sigan a la disminución del interés al 4 por 100 redactado entre 1668 y 1674. En este trabajo intentaba demostrar cómo
afectaría la reducción del tipo de interés al poder de compra, y afirmaba que en cualquier
momento debe haber un tipo natural de interés determinado por la oferta y demanda de
fondos prestables, esto es, por el número de prestatarios, el estado del comercio y la cantidad de dinero disponible. La interferencia con este tipo de interés de mercado serviría para
subir el precio que debían de pagar los prestatarios, pues, bajando por ley el tipo de interés,
disminuiría la cantidad de dinero disponible para préstamos. A finales de 1668 Locke
añadió un suplemento al trabajo original. Aquí se enfrenta, como sostiene Martín (1999)
con la que ha venido a ser conocida como su doble teoría del valor del dinero. Distingue el
valor que tiene el dinero, como cualquier otra mercancía, como medio de cambio para
conseguir bienes, de su valor, lo mismo que la tierra, para producir un ingreso para el
propietario.
En tiempos de Locke se aceptaba que el tipo de interés variaba inversamente con la
cantidad de dinero en el país. Esta creencia, típicamente mercantilista, se basaba en la
confusión del dinero con el capital. El estudioso del comercio internacional Jacob Viner,
refiriéndose a los mercantilistas en general, e incluyendo al propio Locke, afirmaba:
“Identificaban dinero con capital, gran parte de su argumentación puede ser explicada solamente si contemplaban el dinero y capital como idénticos de hecho. Esto
aparece de una forma más patente en las doctrinas del periodo de que el interés se
pagaba por el uso del dinero, que el tipo de interés dependía de la cantidad de dinero y que los altos tipos de interés eran prueba de la escasez de dinero”.
Por último cabe destacar los trabajos de William Petty (1623-1687), A treatise of
taxes and contributions (1662); Political Arithmetic (1676) y The political anatomy of
Ireland (1691). En estos trabajos discute temas relacionados con los ingresos del Estado,
los recursos de la guerra, los problemas monetarios y la distribución de la renta. Petty se
detuvo en un aspecto que con el tiempo se convertirá en vital para el desarrollo de la ciencia económica, la cuantificación. En concreto se detuvo en medir las partidas de la balanza
comercial. Preocupación que manifestó en su Political Arithmetic, donde señaló que la
medición de dichas partidas contribuiría a conocer mejor el crecimiento económico de un
país. Su método lo describe de la siguiente manera:
“El método que pretendo seguir es todavía desacostumbrado: en vez de usar solamente comparativos y superlativos, y argumentos intelectuales, he decidido expresarme en términos de número, peso y medida (como ejemplo de la aritmética política
que tanto he perseguido); de usar sólo argumentos basados en la sensación y de
tomar en consideración únicamente aquellas causas que tienen fundamentos visibles
en la Naturaleza; dejando aquellas que dependen de las volubles mentes, opiniones,
apetitos y pasiones de cada hombre a la consideración de los demás”.
Con relación a la controversia sobre los tipos de interés, Petty fue otro de los autores
contemporáneos a Locke que también se opuso a la limitación por ley del tipo de interés.
Coincide con Locke en relacionar el tipo de interés con la renta de la tierra, cuando afir-
PENSAMIENTO ECONÓMICO EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII
~ 113 ~
maba que la cuantía del interés debiera ser como mínimo equivalente a la renta de la tierra
capaz de ser comprada por el montante de dinero prestado.
3. EL MERCANTILISMO FRANCÉS
Dejando a los mercantilistas ingleses, destacan en Francia las reflexiones de aquellos autores preocupados por lograr la autosuficiencia económica de su país. En este sentido se
encuentra la obra de Jean Bodin Résponse aux paradoxes de monsieur Malestroit touchant
l’enchérissement de toutes les choses (1568). En este trabajo destaca la exposición, aunque
doce años más tarde de que lo hiciera Martín de Azpilcueta, de la teoría cuantitativa del
dinero. Defiende una política fuertemente intervencionista en el comercio internacional
impidiendo la exportación de materias primas y la importación de productos manufacturados. Con tales medidas se conseguiría, gracias a los aranceles, ingresos para la Hacienda
Pública, se fomentaría la producción nacional y se generarían puestos de trabajos.
Es importante también el trabajo de Antoine de Montchrétien, Traité de l’Economie
politique (1615). En este libro, que es donde por primera vez aparece el concepto de economía política, se analiza los efectos económicos de las manufacturas, el comercio, la navegación y los deberes del príncipe. Este autor no sólo señala los perjuicios que ocasionan los
comerciantes extranjeros, sino que además confía en la autosuficiencia de Francia y el
fomento de sus manufacturas como solución a los problemas económicos.
Por último cabe hacer mención a las reflexiones de Jean-Baptiste Colbert, el influyente ministro de Luis XIV. La gran aportación de Colbert al conjunto de reflexiones
mercantilistas fue su apoyo decidido a la industrialización francesa. Una industrialización
basada en una fuerte intervención estatal. Con ese fin propone llevar a cabo una política
comercial fuertemente proteccionista, es decir, alta protección arancelaria, subsidios, reducción o exención de impuestos, y la proliferación de fábricas reales y empresas públicas.
4. EL MERCANTILISMO ALEMÁN
De la misma forma que los autores ingleses y franceses, los mercantilistas alemanes
–también llamados cameralistas debido a su afán por estudiar los problemas de la Cámara
o Hacienda Pública– consideraban que el Estado debía intervenir decididamente en la actividad económica con la intención de acumular metales preciosos y aumentar la población.
Sin embargo difieren de los mercantilistas en el hecho de que si bien éstos se preocupan
principalmente por temas relacionados con el comercio, los cameralistas enfocan su atención sobre temas relacionados con la Hacienda Pública.
Entre otros autores destaca la obra de Johann Joachim Becher, Politischer Discurs
(1668), en dónde repite el típico eslogan político de la razón de Estado de que el “dinero es
el alma y el nervio del país”, por lo que se debe prohibir su exportación. Además recomienda llevar a cabo políticas de aumento de la población.
También hay que señalar la obra de Phillip Wilhelm von Hörnigk, Oesterreich über
alles, wann es nur will (Austria sobre todos, solamente con que quiera, 1684). En este
trabajo Hörnigk defiende la independencia económica de Austria proponiendo un progra-
~ 114 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
ma de política económica autárquica con el fin de acabar con la competencia de otros
países. Su doctrina consiste esencialmente en fomentar el desarrollo de las manufacturas
domésticas a través de una política de sustitución de importaciones apoyada con aranceles altos. Aconseja a las autoridades prohibir la exportación de oro y plata en la medida
en que esto fuera posible, y persuade a los ciudadanos de que deben consumir productos
nacionales.
5. EL ARBITRISMO Y LA DECADENCIA ECONÓMICA CASTELLANA EN EL SIGLO XVII
El término arbitrista fue empleado en sentido peyorativo en la literatura del siglo XVII para
designar a la persona que inventa planes o proyectos disparatados con el fin de aliviar la
hacienda pública o remediar males políticos. Dejan a un lado los problemas morales planteados por los escolásticos y los temas que tratan son muy variados. Escriben sobre la decadencia económica de Castilla; la asistencia a los pobres; la alteración del valor de la
moneda; la tasa de trigo, la deuda pública; la política comercial y el desempeño de la
Hacienda.
Los arbitristas destacaron tres consecuencias económicas tras el descubrimiento de
América que afectaron negativamente a España: el alza de los precios; la “saca” de metales
a los centros financieros e industriales europeos y el abandono de los sectores productivos
que se derivaba del desprecio por el trabajo y a vivir de rentas no fruto del trabajo.
Además estos autores percibían las ventajas y riquezas que obtenían los extranjeros
transformando materias primas, procedentes de España o de sus colonias americanas. De
esta forma resolvían la paradoja de que los “países estériles” (sin recursos naturales como
Holanda) e “industriosos” fueran ricos, mientras que España, con abundancia de materias
primas y metales preciosos, pero “poco industriosa”, se empobrecía. Partiendo de las ventajas de una población abundante y de la no identificación de la riqueza con los metales
preciosos, los arbitristas proponían el fomento de las actividades productivas.
Entre los autores más representativos del arbitrismo castellano destaca Luis de Ortiz,
y su Memorial de 1558. En este trabajo defiende la idea de acumular metales preciosos con
el objetivo de invertirlos en actividades productivas. Ortiz hace hincapié en el desarrollo de
las manufacturas porque considera que la transformación de las materias primas, abundantes en España, daría lugar a un mayor valor añadido. Por consiguiente prohíbe la importación de productos manufacturados. También es importante dentro del arbitrismo castellano
Martín González de Cellorigo y su Memorial de la política necesaria y útil restauración a
la República de España y estados de ella, y del desempeño de estos reinos. En este trabajo
de 1600, subraya la importancia del valor añadido que generan las manufacturas. Considera
a la agricultura como la actividad “más noble” y “lo mucho que importa seguir las artes” y
el comercio siempre dentro de la moralidad propuesta por los teólogos.
En el ámbito de la desarrollo de la agricultura es importante el trabajo de Lope de
Deza y su Gobierno político de agricultura (1618). Para Deza la relevancia del sector
primario reside en el hecho de que su desarrollo es fundamental para el resto de sectores
económicos. También es significativa en el ámbito de la agricultura la obra de Pedro
Fernández de Navarrete y su Conservación de Monarquías y discursos políticos de l626. La
PENSAMIENTO ECONÓMICO EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII
~ 115 ~
ganadería también se tuvo en cuenta en la obra de los arbitristas. En este sentido se encuentra el trabajo de Miguel Caxa de Leruela titulado Restauración de la abundancia de España
(1631). Aunque no descarta la industria, considera que la ganadería es el verdadero motor
del crecimiento económico.
Por último hay que mencionar el trabajo de Sancho de Moncada, La Restauración
política de España de 1619. Si bien es destacable su afán por la cuantificación, hay que
decir que estaba más preocupado por restringir el comercio internacional y la saca de moneda. Defendía unos objetivos de política económica en donde los intereses del Estado estuviesen por encima de los intereses de los individuos. Su pensamiento hacendístico se
caracteriza por buscar los medios más eficaces con los que poder financiar el déficit público, y con suficiente capacidad recaudatoria como para poder prescindir de las decisiones de
las Cortes en este asunto. Es conocido que las Cortes utilizaban el Servicio de Millones
como única arma disponible para obligar al Rey a aceptar las condiciones que éstas le imponían. Pues bien, el que las Cortes pudieran limitar el presupuesto de gasto del monarca,
hacían que las decisiones tomadas por los representantes del pueblo tuvieran el poder de
condicionar la política económica del rey. Un hecho, éste último, que Sancho de Moncada
no admite y de ahí su afán por eliminar tal prerrogativa. Con relación a su pensamiento
monetario, supo ver la relación que existe entre el dinero y los precios, aunque considerará
que el aumento de los precios no se debe a la abundancia de dinero, sino al mayor gasto que
realizan los ciudadanos por la menor estima que tienen por los metales preciosos debido a
su abundancia. Por consiguiente, en el caso en el que los metales preciosos faltasen ocasionaría grandes endeudamientos que se podrían evitar mediante una política que promoviera
la acumulación de plata y oro.
También incide en la idea de prohibir el comercio exterior como remedio para evitar
la despoblación, idea que hay que enmarcarla en la compatibilidad que realiza Moncada
entre, por un lado, su política poblacionista, y, por otro, la pobreza. En este sentido cree el
autor toledano que prohibiendo la importación de bienes extranjeros habría más trabajo ya
que de esta manera se “negociarán, gastáranse los frutos, alquiláranse las casas, y cobrarán
sus rentas los que hoy no las cobran”; en definitiva, que vendrían españoles residentes en
otros países y aumentaría el número de matrimonios, y:
“Tendrán con que criar sus hijos, pues la educación industrial de ellos es la principal
causa de su conservación, de que Juan Botero trae muchos ejemplos, pues vemos que
las hazas llevan más pan con la industria que cardos de su natural inclinación, y
pariendo la oveja sólo un cordero, y las lobas nueve y diez lobos, hay más corderos
que lobos”.
Por último y como hemos señalado más arriba, Sancho de Moncada se afanaba por
la cuantificación, esto es, por la medición de variables económicas. Sin embargo, y dado el
alejamiento de sus ideas de la lógica económica, le llevó a establecer atrevidas, cuando no,
inverosímiles relaciones de causalidad, incluso no le tembló la mano a la hora de proponer
el genocidio y el racismo como solución a los problemas económicos.
Por último hay que subrayar las ideas de Juan de Mariana (1535-1624), un autor que se
encuentra a caballo entre las ideas de la denominada Escuela de Salamanca y el arbitrismo.
~ 116 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
Si bien los historiadores del pensamiento económico incluyen las ideas de Sancho de
Moncada en el grupo de economistas políticos del siglo XVII, sin embargo, la inclusión de
la obra de Juan de Mariana en dicho grupo, o en la Escuela de Salamanca, es cuanto menos
controvertida. El estudio completo de todas las ediciones que publicó Juan de Mariana de
De Rege et regis institutione (1599) y De monetae mutatione (1609), desde el ámbito de la
historia del pensamiento económico, permiten apreciar que si bien en algunos pasajes
comparte algunos aspectos que pudieran identificar su pensamiento con el de los economistas políticos, la mayor parte de sus trabajos están más cercanos a las ideas económicas
de la Escuela de Salamanca. Esta aparente transformación que sufre la obra de Juan de
Mariana se puede apreciar con nitidez si nos fijamos en la manera en cómo elabora sus
argumentos económicos. Asienta sobre la propiedad privada y en sus relaciones con la autoridad sus ideas sobre la fiscalidad y la moneda. Unas ideas que si bien en contadas ocasiones incluyen algunas políticas mercantilistas, no le impidieron señalar la mayoría de las
veces los inconvenientes de las mismas.
Buena parte de la literatura política y económica castellana de principios del siglo
defendía la idea de que el rey estaba exento del cumplimiento de las leyes, era solutus legibus, superior a las leyes y, por tanto, desligado de su cumplimiento. Frente al principio de soberanía materializado en la incontestable intervención del rey en todos los
aspectos de la vida política y económica, se alzó una corriente de pensamiento que reivindicaba el papel de ciertas instituciones con objeto de defender los derechos de los individuos frente al poder absoluto del monarca, siendo Juan de Mariana uno de sus más
destacados representantes.
XVII
Las ideas políticas de Juan de Mariana, contrarias al principio de soberanía,
contribuyeron al progreso del pensamiento monetario castellano en el siglo XVII. En
particular, cuando el jesuita integra en la doctrina del derecho de resistencia y de rebeldía contra el tirano la idea de que la inflación actúa como un impuesto establecido por
las autoridades en contra del consentimiento de los ciudadanos, profundiza en el estudio
de los efectos perversos que el Estado ocasiona cuando envilece las monedas. En general, las ideas de Juan de Mariana desplegadas tanto en De rege et regis institutione, como
en De monetae mutatione, constituyen otro hito de una tradición de pensamiento que se
remonta a los debates medievales sobre el envilecimiento del valor de las monedas. Es
precisamente en aquella época cuando germina la teoría monetaria a la luz de las ideas
nominalistas y voluntaristas. El dinero formaba parte de la propiedad considerada como
esencia de los derechos subjetivos, derechos violados por la alteración y consecuente
envilecimiento del valor de las monedas. La pérdida de poder adquisitivo como consecuencia de su envilecimiento reducía los derechos de propiedad de los súbditos. Estas
mismas ideas se encuentran en las obras de Juan de Mariana. Aproximándose a la
versión contractual del poder, el jesuita no sólo tendrá en cuenta la propiedad de los
súbditos a la hora de enumerar las diferentes atribuciones confiadas a los reyes, sino que
también demostrará lo beneficioso que resulta para la comunidad el que ésta tenga una
moneda sana y libre de manipulaciones estatales.
PENSAMIENTO ECONÓMICO EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII
~ 117 ~
6. EL PENSAMIENTO ECONÓMICO ANTERIOR A ADAM SMTIH
Como hemos visto en la introducción al capítulo, el mérito de la teoría cuantitativa consistió en demostrar que el dinero, como tal, no constituye riqueza. En este sentido se puede
afirmar que la etapa previa a la publicación de la obra de Adam Smtih, Investigación sobre
la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (1776), se considera como un intento
por superar los errores del mercantilismo. Destacan en este periodo los trabajos de Ricardo
Cantillon (1680?-1734) y su Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general (1755);
los Discursos políticos de David Hume (1711-1776), y el Ensayo sobre dinero y monedas
1757-1758, de Joseph Harris (1702-1764).
Cantillon en su Ensayo estudia la economía real, la economía monetaria, el comercio internacional, los intercambios y la banca. Con relación a su análisis monetario, cabe
señalar que aplica al dinero una teoría del valor con ayuda de la teoría cuantitativa modificada mediante una teoría de los costes de producción.
Era consciente, por un lado, de que las variaciones en la cantidad de dinero implicaban variaciones en el nivel general de precios, y, por otro, que dichas variaciones también
tenían efectos sobre los precios relativos, entre otras cosas porque la variación de la cantidad de dinero no afectaba a todos los precios de la misma forma, en el mismo grado o al
mismo tiempo. Este es el denominado efecto Cantillon, y partía del supuesto de que se
descubrían nuevas minas de oro y de plata de tal forma que la oferta adicional de metales
preciosos incrementaba inicialmente las rentas de todas las personas vinculadas a su
producción. El incremento del gasto de estas personas hacía elevar el precio de los bienes
que adquirían en mayores cantidades, lo que a su vez incrementaba el gasto y así sucesivamente. La conclusión es que sólo aquellos cuyas rentas aumentan primero se benefician del
incremento en la cantidad de dinero, mientras que para aquellos cuyas rentas suben más
tarde ese incremento de la cantidad de dinero resulta perjudicial.
Más conocida es la exposición que de esta idea realiza David Hume en sus Discursos
políticos. Aclara Hume que el incremento de la cantidad de oro y de plata es favorable para
la industria en el periodo intermedio entre la adquisición de dinero y la subida de precios.
Hay que destacar la crítica que realiza Hume a la doctrina de la balanza comercial
favorable de los mercantilistas. Esta crítica, bautizada por Jacob Viner con el nombre de
“teoría del mecanismo autorregulador de la distribución internacional del numerario” o
mecanismo de flujo de especie, señala la incoherencia que implica el intentar conseguir por
todos los medios una balanza comercial favorable. El argumento de Hume surge al aplicar
la teoría cuantitativa del dinero al comercio exterior. En este sentido, el incremento de
moneda en circulación en un país que tuviera superávit comercial haría aumentar los
precios, mientras que en los países con déficit lo haría descender. La consiguiente pérdida
de competitividad reequilibraría antes o después la balanza de pagos, interrumpiendo la
afluencia de metales preciosos. De este modo, las políticas comerciales mercantilistas eran
efímeras quimeras.
De esta idea podemos deducir, a diferencia de los autores mercantilistas, que el comercio exterior no es un juego de suma cero en el que sólo se puede conseguir la expansión de las
~ 118 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
exportaciones de un país a costa de la disminución de las exportaciones de otro. En vez de
considerar que la ganancia de un país lleva consigo necesariamente el empobrecimiento de sus
vecinos, Hume sostiene el criterio exactamente contrario. Ni los individuos ni las naciones
tienen por qué temer la prosperidad de sus vecinos, pues el mero hecho de pertenecer a una
comunidad próspera no puede por menos de redundar en beneficio de todos.
En definitiva, Hume se adhiere a la teoría cuantitativa del dinero, y la utiliza como
pretexto para exponer sus ideas acerca de la importancia de las variaciones de las instituciones económicas:
“La cantidad absoluta de metales preciosos –afirma–, es un asunto casi indiferente.
Hay sólo dos circunstancias que tienen una cierta importancia y son su incremento
gradual y su cabal difusión y circulación por todo el estado”
Por consiguiente, es una falacia atribuir a los factores monetarios consecuencias que
son realmente el resultado de «variaciones en las formas y costumbres de las gentes». La
teoría monetaria del interés mantenida por los mercantilistas, que afirma que el tipo de interés es inversamente proporcional a la oferta de dinero, es un ejemplo de dicho tipo de falacia.
En lugar de ello, el tipo de interés reflejará primordialmente la oferta y la demanda de capital
real, factores éstos, a su vez, que dependen de los «hábitos y formas de vida de la gente».
Así, en una nación agrícola, el tipo de interés será alto debido a que la demanda
–ociosa, y buscadora de placer– de préstamos de los señores, encontrará sólo una débil oferta. No hay una clase ahorradora o capitalista y no hay fondos acumulados para ser prestados, porque todo el dinero que entra «es disipado por los pródigos señores con tanta rapidez
como lo reciben y la mísera clase campesina no tiene ni medios ni perspectivas ni ambición
para obtener algo más que su simple manutención». El tipo de interés bajará conforme vaya
avanzando el desarrollo económico, debido a que surgirá una nueva clase de comerciantes
e industriales que adquirirá «pasión» por los beneficios y practicará la frugalidad, haciendo
que “el amor por las ganancias prevalezca sobre el amor por el placer”. Al irse acumulando capital, su «abundancia hará disminuir el precio del mismo» y descenderán tanto los
beneficios, como el interés.
La relación entre el tipo de interés y el tanto por ciento de beneficio no es una relación causal en el sentido de que un bajo tipo de interés sea la causa de unos beneficios bajos
o viceversa. Ambos reflejan el nivel de desarrollo económico y su relación es de mutua
interdependencia, si bien ésta es más bien funcional que causal.
En este sentido, también hay que señalar el trabajo de Joseph Harris, Ensayo sobre
dinero y monedas (1757-1758), en donde hace gala de un buen entendimiento, por un lado,
del funcionamiento del comercio internacional y, por otro, de los pagos internacionales.
Se opuso enérgicamente a la idea del envilecimiento monetario y defendió de
forma razonada la necesidad de un patrón monetario único. Pone de manifiesto los males
de la inflación, que no duda en calificar como un robo para los acreedores. Entendía y
expuso correctamente la teoría cuantitativa del dinero, poniendo de manifiesto los efectos negativos, aunque transitorios, de los cambios en el nivel de precios sobre la actividad
económica.
PENSAMIENTO ECONÓMICO EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII
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7. LA FISIOCRACIA: EL GOBIERNO DE LA NATURALEZA
En la historia del pensamiento económico la fisiocracia constituye la primera “escuela
económica”. El auge de esta escuela francesa se sitúa en la segunda mitad del siglo XVIII,
siendo Quesnay su figura más representativa, y su obra el Tableau économique (1764) una
de sus principales aportaciones a la historia del análisis económico.
François Quesnay no sólo puede considerarse la figura más representativa de los
fisiócratas, sino que además adquirió entre ellos el grado de maestro. Escribió en 1765 un
tratado que tituló Droit naturel y que sirvió de fuente inspiradora de los futuros planteamientos de la escuela. Los discípulos más destacados de Quesnay fueron Victor Riqueti,
marqués de Mirabeau, el famoso “amigo de los hombres” y autor de la Philosophie rurale
(1763); Mercier de la Riviére, autor de L’ordre naturel et essentiel des sociétés politiques;
Dupont de Nemours, Le Trosne, autor de L’intérét social (1777), y el abate Nicholas
Baudeau. Se puede afirmar que los fisiócratas alcanzaron su mayor influencia política cuando Anne Robert Jacques Tourgot, uno de sus partidarios, fue nombrado ministro de
Economía en 1774. Tal vez por el hecho de que Turgot concediera menos importancia a la
agricultura que sus correligionarios, acercándose así más a los planteamientos de Adam
Smith, le imposibilitó el ser aceptado dentro del círculo más íntimo de la escuela. Por último hay que decir que la Escuela poseía una publicación periódica titulada Efemérides.
Fueron constructores de un sistema económico en el que la naturaleza se considera
omnipotente y en donde existen unas leyes naturales por medio de la cuales, sin la intervención del Estado, se aseguraba el buen funcionamiento del sistema. La escuela, que se
puede afirmar que es el resultado de la doctrina del derecho natural de Quesnay y de
Mercier de la Riviére, se preguntaba si la naturaleza de las cosas tendía hacia una ciencia
de la economía política. También se inspiraron en John Locke para justificar la propiedad
privada que, como veremos a continuación, consideran fundamental para el buen funcionamiento de su modelo económico. Así, consideraba Mercier de la Riviére, que el orden esencial de las sociedades está fundado en el derecho de propiedad. Lo expresaba en los
siguientes términos:
“El hombre recibe de la misma naturaleza la propiedad exclusiva de su persona y la
de las cosas adquiridas por sus esfuerzos y trabajos. Digo la propiedad exclusiva, ya
que, si no fuera exclusiva, no sería derecho de propiedad”.
Su método se fundamentaba en la observación, y tenía por objetivo buscar relaciones de causalidad entre variables con la intención de encontrar en ellas aquellas leyes generales que rigen el comportamiento de los fenómenos económicos. Todo culminaba en el
denominado Tableau Economique –cuadro económico– que no pasaba de ser una situación
ideal pero útil para fundamentar la doctrina.
El Tableau Economique concebía la economía como un flujo circular de renta y gasto
donde interaccionan distintas variables económicas durante un periodo de tiempo. Para
llevar a cabo esta labor, Quesnay dividió la economía en tres clases o sectores: Una clase
productiva integrada enteramente por agricultores; una clase estéril compuesta por comerciantes, fabricantes, criados y profesionales, y una clase de propietarios terratenientes.
~ 120 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
En definitiva el Tableau es un esquema que tenía por objetivo imaginar cómo circulaba la riqueza entre las tres clases y conocer los elementos que subyacen al proceso productivo y, lo que es más importante, la reproducción del mismo, esto es, una situación en la que
cada sector proporciona a los demás sectores una determinada cantidad de inputs requerida
por ellos mismos. El modelo, aunque simplifica la realidad, entre otras cosas porque describe
una economía que no tiene relaciones con el exterior, concibe la existencia de propiedad privada de los recursos naturales. La tierra, que era propiedad de los terratenientes, proporcionaba
una renta procedente de los agricultores, generaba capital y contrataba mano de obra.
El modelo destacaba la importancia del sector agrícola por ser el único capaz de
generar, a juicio de los fisiócratas, producto neto, esto es, un excedente económico. Así, y
para evitar distorsiones, proponían en el ámbito impositivo, establecer un impuesto único
que gravase ese producto neto generado por la agricultura, porque se consideraba la única
fuente posible de generar riqueza para la sociedad. Además, el crecimiento económico no
sólo estaba regulado por la productividad de la agricultura, sino también por la manera en
cómo el producto neto generado por ella se distribuía por el sistema económico por medio
de una red de intercambios. Para comprender los intercambios, o canjes entre las tres diferentes clases, los fisiócratas utilizaron tres tipos de “adelantos” con la intención de explicar
la dinámica del proceso de producción-reproducción económica. En este sentido aparecían
los denominados “adelantos raíces”, que incluían el trabajo y los gastos necesarios para
preparar el suelo para el cultivo; los “adelantos primitivos”, que vendrían a ser los gastos de
inversión en bienes de capital, y los “adelantos anuales” que son los gastos necesarios para
la reproducción (semillas y sustento de los trabajadores). Como el objetivo es reproducir el
producto neto, los adelantos siempre tienen que tener la capacidad de estar disponibles, por
lo que el modelo requería necesariamente que las tres clases retuvieran, o descontasen parte
de los ingresos para asegurar la existencia de los adelantos. De esta manera el modelo
aseguraba una feliz conjunción entre, por un lado, los intercambios de los adelantos y, por
otro, la producción-reproducción del producto neto.
Por último, el Tableau no sólo expresaba las condiciones “ideales” que debía cumplir
el modelo, sino que, además, permitía justificar lo que con posterioridad se convirtió en el
frontispicio de los liberales: el laissez-faire. La no intervención del Estado en la economía
se justificaba porque, según los fisiócratas, permitiría que, de forma natural, floreciera una
sociedad próspera y virtuosa, en dónde la agricultura se encargaría de proporcionar los
excedentes. El comercio y la industria tendrían la labor de distribuirlos. A pesar de la trascendencia de esta idea, y para el progreso de las ideas económicas significó un cambio
importante frente a la visión que tenían los mercantilistas. Los fisiócratas al proponer la
noción de producción, desterraron por un lado la vieja idea mercantil de “adquisición”, y,
por otro, se proscribió la consideración de que la economía se comportaba como un juego
de suma cero. En definitiva, los fisiócratas se dedicaron a estudiar las leyes que rigen la
producción de la riqueza y a descubrir cuáles son las reglas que determinan la distribución
de la misma. Sus ideas colisionaron de lleno contra las políticas mercantilistas que consideraban que la riqueza de una nación dependía de la adquisición de metales preciosos,
adquisición que permitía justificar la plena intervención del Estado con el fin de conseguir
dicho objetivo.
PENSAMIENTO ECONÓMICO EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII
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En la actualidad existen estudios –la economía de los recursos naturales y la economía ecológica– que revitalizan las aportaciones de los fisiócratas. Estos trabajos demuestran que los planteamientos fisiocráticos siguen vigentes hoy en día: trazaron en el siglo
XVIII un problema de rigurosísima actualidad, a saber, la relación que existe entre economía
y naturaleza.
8. EJERCICIOS
1. ¿Se puede hablar de una “escuela mercantilista”? ¿Por qué?
2. Explique en qué consiste el mecanismo de flujo de especie de David Hume.
3. Explique el denominado Efecto Cantillon.
Lecturas
“El gran ingenio del Rey nuestro señor dio un arbitrio ingenioso, y fue alentar a los
denunciadores de modo que aunque uno hubiese sido cómplice en entrar o sacar algo
vedado en el Reino, sólo con denunciarlo quedaba libre del delito, y llevaba parte del
provecho. Pero todos querían ser en quebrar las leyes, pareciéndoles ganancia más
corriente, y más seguro, quedar bien quistos. El medio eficaz es poner en cada partido de puertos, como son San Sebastián, Bilbao, La Coruña, Alicante, Cádiz,
Cartagena, y los demás, un tribunal de jueces seglares, que procedan por vía de
inquisición, siguiendo el estilo de la Apostólica de España, contra los que sacaren, o
entraren cosas prohibidas, afrentando y condenando irremisiblemente a muerte a los
culpados”
Sancho de Moncada [1619] La Restauración política de España,
Dis. i, Cap. XIX: pág. 127.
“Estimo en general que un aumento de dinero efectivo determina en un Estado un
aumento proporcional del consumo, que gradualmente provoca el aumento de los
precios. Si el aumento de dinero efectivo proviene de las minas de oro y plata que se
encuentran en un Estado, el propietario de estas minas, los empresarios, fundidores,
refinadores y, en general, todos cuantos trabajan en ello, no dejarán de aumentar sus
gastos en proporción de sus ganancias. En sus hogares consumirán más carne y más
vino o cerveza que antes, se acostumbrarán a llevar mejores trajes, ropa blanca más
fina, a poseer casas mejor decoradas y a disfrutar otras comodidades deseables.
Darán, así, ejemplo a muchos artesanos que antes carecían de trabajo, y que, por la
misma razón, aumentarán también sus gastos; todo este aumento de gasto en carne,
vino, lana, etc., disminuye necesariamente la parte de otros habitantes del Estado que
no participan en un principio en la riqueza de las minas en cuestión. El regateo en el
mercado, o la demanda de carne, vino, lana, etc., serán más intensos que de ordinario, y no dejarán de elevar los precios. Estos precios más elevados inducirán a los
colonos a emplear más extensión de tierra para producirlos en años sucesivos: estos
mismos colonos se beneficiarán con el referido aumento de precio, y aumentarán,
como los otros, sus gastos familiares. Quienes sufrirán este encarecimiento y el
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
aumento del consumo serán, primeramente, los propietarios de las tierras, mientras
duren sus contratos de arrendamiento; después, sus criados y todos los obreros o
gentes con salario fijo, que a ellos están vinculados. Será preciso que todas estas
personas disminuyan su gasto en proporción al nuevo consumo, circunstancia que
obligará a un gran número a salir del Estado, y a buscar fortuna en otros países”
Ricardo Cantillon [1755] Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general.
“Supongamos que los dos tercios de todo el dinero que hay en Inglaterra quedasen
en el espacio de una noche reducidos a nada y la nación vuelta a la misma situación
que estaba a este respecto en el reinado de los Enriques y de los Eduardos. ¿Qué
saldría de todo esto? ¿El precio de la mano de obra y de todos los géneros no disminuiría en proporción y no sería preciso que todo se vendiese a un precio tan barato
como en aquellos tiempos? ¿Qué nación competiría con nosotros en el comercio
exterior? ¿Habría siquiera una que pretendiese navegar o vender sus mercancías al
mismo precio que nosotros y del que nosotros sin embargo obtendríamos un provecho suficiente? ¿Cuánto tiempo tardaría este proceso en reemplazar el dinero que
habíamos perdido y ponernos al nivel de todas las naciones vecinas?”.
D. Hume, [1752] “De la balanza comercial”, Ensayos Políticos.
9. LECTURAS RECOMENDADAS
•
ADAM SMITH, (1987): “Del Principio del Sistema comercial, o mercantil”, en
Investigación sobre la Naturaleza y Causas de la Riqueza de las Naciones, Vol. I,
Lib. IV, Cap. I. Oikos-Tau, Barcelona. Este capítulo es elemental para comprender
qué es lo que pensaba Adam Smith sobre los mercantilistas.
•
LARRAZ, J. (2000): “Los críticos coetáneos de la política económica”, en La época
del mercantilismo en Castilla, 1500-1700. Asociación Española de Historia
Moderna, Madrid. En este trabajo se investiga la razón del abandono de la teoría
cuantitativa que habían descubierto los autores de la denominada Escuela de
Salamanca por los arbitristas castellanos del siglo XVII.
•
PERDICES DE BLAS, L. (1999): “El florecimiento de la economía aplicada en
España”, en E. FUENTES QUINTANA (ed.), Economía y economistas españoles, t.
II, Galaxia Gutemberg-Círculo de Lectores, Barcelona, pp. 451-498. El objetivo de
este artículo es estudiar a los autores españoles dedicados a la economía aplicada que
no pertenecieron a la corriente teórica de los teólogos-juristas, y que, tanto en su
época como en la actualidad, han sido designados con nombres diversos: arbitristas,
proyectistas, economistas políticos, panfletistas, mercantilistas, autores económicos
o simplemente economistas.
10. BIBLIOGRAFÍA
ANES, G., (1982): (1978): “La depresión agraria durante el siglo XVII en Castilla”, en
Carreira, A., Cid, J.A. Gutiérrez Esteve, M. y Rubio, R. (1978): Homenaje a Julio
Caro Baroja, Madrid, pp. 83-100.
PENSAMIENTO ECONÓMICO EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII
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ARGEMÍ D’ABADAL, L., (1987): Las raíces de la ciencia económica una introducción
histórica, Barcelona, Barcanova.
BELTRÁN FLORES, L. (1989): Historia de las doctrinas económicas, Barcelona,
Teide.
BLAUG, M. (1985): Teoría Económica en retrospección, Madrid, Fondo de Cultura
Económica.
CANTILLON, R., [1755] (1996): Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general,
México, Fondo de Cultura Económica.
COLMEIRO, M. (1953-1954): Biblioteca de los economistas españoles de los siglos
XVII y XVIII, Madrid, Real Academia de las Ciencias Morales y Políticas.
XVI,
E. FUENTES QUINTANA (ed.), Economía y economistas españoles, t. II, Barcelona,
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T E M A
8
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL INGLESA
LA LENTA INDUSTRIALIZACIÓN EN FRANCIA
LA INDUSTRIALIZACIÓN DE ALEMANIA
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL DE ESTADOS UNIDOS
RUSIA, LA INDUSTRIALIZACIÓN TARDÍA
EJERCICIOS
LECTURAS RECOMENDADAS
BIBLIOGRAFÍA
En el presente tema se intenta ofrecer una apretada síntesis del fenómeno de la Revolución
Industrial en diferentes países. En primer lugar se trata el caso inglés, en el que se muestran
las condiciones que propiciaron la transformación, así como los cambios técnicos y organizativos que se introdujeron en los diferentes sectores de la economía inglesa. La difusión de
la industrialización se estudia a través de los contrastes entre diferentes modelos relacionados con las peculiaridades de cada país.
1. LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL INGLESA
Con el término “revolución industrial” se conoce a un conjunto de cambios económicos que
permiten a una economía preindustrial, caracterizada por una productividad baja y por tasas
de crecimiento generalmente estancadas, transformarse en una economía moderna, donde el
producto per cápita y el nivel de vida son relativamente altos, y el crecimiento económico es,
normalmente, sostenido. Estos cambios están interrelacionados en el ámbito de la organización económica, la tecnología y la estructura industrial. Así mismo, son causa y efecto de un
crecimiento sostenido de la población, del producto total y del producto per cápita.
En el último tercio del siglo XVIII se desarrollaron en Inglaterra estos cambios
conjuntamente y en una escala suficientemente amplia y permanente como para provocar
~ 125 ~
~ 126 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
un proceso de cambio y crecimiento continuo y acumulativo. La explicación de por qué fue
el primer país en industrializarse radica en una combinación de condiciones sociales, políticas, económicas y legales: en primer lugar, contaba con una clase próspera de comerciantes que se había enriquecido con el comercio exterior e interior y que poseía gran influencia
política. Así mismo, se apoyaba en una gran tradición de especialización tanto en el comercio como en la industria. En segundo lugar, había conseguido desarrollar una agricultura
muy productiva que produjo un excedente comercializable y por tanto fondos para la inversión en otros sectores, como vimos en el tema 6. Además, el aumento de la producción agrícola se tradujo también en un crecimiento sostenido de la población.
Por otra parte, la mano de obra no fue abundante en los primeros centros manufactureros, lo que condujo a salarios altos y, por tanto, los empresarios intentaron sustituir
mano de obra por máquinas, dando un gran impulso a los avances tecnológicos. Los salarios altos de los trabajadores industriales ingleses significaron una mejora en su poder de
compra y en consecuencia una mayor demanda de bienes de uso corriente y una ampliación
del mercado interior.
Así mismo, contaba con leyes que favorecían la dedicación al comercio, no existían
las aduanas interiores, y se mejoraron los transportes, con la construcción de carreteras y
canales. También aumentó el mercado exterior y se implantó el librecambismo en el siglo
XIX. Por último, desde 1694 existía el Banco de Londres, y los ingleses poseían un desarrollado sistema bancario y crediticio.
El progreso de la agricultura es uno de los factores indispensables para el desarrollo
industrial, ya que permite la obtención de mayor producción con una cantidad menor de
mano de obra que pasa a trabajar en el sector industrial, además hace posible que se produzca el crecimiento de la población. Así mismo, la revolución agrícola tiene un papel de incentivo de la demanda, porque, al producir más, los campesinos obtienen más recursos y se
amplía el mercado interior. También puede suministrar, en las primeras etapas, una gran
parte del capital y empresarios en los sectores clave de la revolución industrial.
La revolución agrícola se produjo por primera vez en Inglaterra hacia el año 1700.
La mayoría de las ideas se basaron en las técnicas holandesas del siglo XVII, pero desde 1730
hasta mediados del siglo XIX, Inglaterra tomó la delantera y pasó a ser el centro innovador
en la agricultura, convirtiéndose en el modelo seguido en el resto de Europa. A continuación se apuntan las principales técnicas aplicadas.
En primer lugar, la gradual eliminación del barbecho y su sustitución por continuas rotaciones de cultivos. Se implantó un sistema rotatorio de cultivos que abarcaba generalmente un
periodo de 3 a 4 años, aunque a veces podía llegar hasta 6 o 12 años, sin necesidad de intercalar ninguno de barbecho. El suelo se regeneraba por medio de una secuencia de plantas, cada
una con un consumo peculiar de las sustancias del suelo, por la introducción de especies vegetales que poseían un efecto regenerativo sobre el suelo, y, sobre todo, por un mayor abonado de
las tierras, que fue facilitado por la expansión del abono animal. Al incluir el cultivo de plantas forrajeras en el sistema de rotación aumentó el número de cabezas del ganado.
En segundo lugar, la introducción o extensión de nuevos cultivos. La rotación continua implica la inclusión de nuevos cultivos en el ciclo. Los principales cultivos de plantas
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
~ 127 ~
forrajeras y piensos fueron los nabos, el trébol, y otras especies para forraje menos importantes como la colza, el lúpulo, el maíz, las zanahorias y las patatas.
En tercer lugar, se produjo una considerable mejora de las herramientas de uso tradicional y la introducción de otras nuevas. También aumentó el empleo de caballos para el
trabajo de la tierra, al ser su velocidad media un 50% mayor que la del buey.
También se llevó a cabo la selección de semillas y de razas de animales. En las
primeras etapas los progresos más importantes se produjeron en la cría de ganado lo que se
reflejó en rápidos aumentos de peso en los animales y en la obtención de leche.
Por último, se efectuaron una serie de cambios que transformaron el régimen de
propiedad. Retrocedió el sistema de campos abiertos u open fields sustituido por el sistema de campos cerrados o enclosures, a la vez que se llevaba a cabo el paso del colectivismo al individualismo agrario. El sistema de enclosures se impuso gracias a las ventajas que
ofrecía, ya que, por una parte permitía que las inversiones que realizaba el propietario revirtieran exclusivamente en él, y por otra facilitaban la introducción de nuevas técnicas y cultivos. Este cambio de sistema benefició a los grandes y medianos empresarios agrícolas que
concentraron en sus manos grandes explotaciones que organizaron a modo de industrias
capitalistas, con una gran productividad encaminada a la comercialización en el mercado.
En cambio perjudicó a los campesinos que se vieron obligados a vender la tierra y trabajar
como asalariados para los terratenientes, o bien emigrar a la ciudad como mano de obra
para la industria. El proceso de cercamientos fue favorecido por Actas parlamentarias.
Íntimamente relacionada con la revolución agrícola se encuentra el crecimiento de la
población. El aumento de la producción y de la productividad en la agricultura permite que
mayor número de personas estén mejor alimentadas y mejoren su esperanza de vida. A la vez
el aumento de la población supone también un aumento de la demanda no solo de productos
agrícolas sino también de manufacturas. Hacia 1750 la población británica inició un rápido
crecimiento, gracias al cual pasó de unos 11 millones en esas fechas a más de 16 millones en
1830, gracias al aumento de las tasas de natalidad y a la disminución de las de mortalidad.
Los primeros cambios revolucionarios en la tecnología y en la organización económica se registraron en la industria textil, en el sector siderúrgico y en la maquinaria generadora de fuerza motriz.
Inglaterra ya poseía una gran tradición como productora de tejidos de lana, lino y de
algodón, pero con la aplicación de las máquinas en los procesos de hilado y tejido se impuso gradualmente la producción en fábricas, cada vez de mayores dimensiones, sobre el sistema de putting-out, que se había utilizado tradicionalmente, ya explicado en el tema 6. Sin
embargo, ambos sistemas convivieron durante cierto tiempo, debido a la resistencia de la
mano de obra a trabajar en una fábrica con un horario rígido, a pesar de que los salarios
pagados en la industria eran más altos que los ingresos que obtenían los trabajadores en el
campo. Además el empresario capitalista se resistía a invertir en edificios y fábricas que
reducían sus beneficios en épocas de crisis, cuando podía satisfacer la demanda en momentos de auge con operarios marginales.
La industria textil basó su desarrollo en el algodón, una materia prima importada.
Aunque al principio esta industria empleó los procesos manuales utilizados en la produc-
~ 128 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
ción de las manufacturas de lana y lino, pronto incorporó maquinaria que reducía mano de
obra, tanto en el proceso de hilado como en el de tejido. La drástica reducción en el precio
de las manufacturas de algodón condujo a un aumento de la demanda interior, potenciada
por el crecimiento demográfico y favorecida por la prohibición de tejidos de la India.
Inglaterra fue el primer país que utilizó las nuevas máquinas, el primero que produjo tejidos más baratos y más finos y por consiguiente pudo apropiarse de todos los beneficios
como innovador. Cuando sus rivales siguieron su ejemplo y empezaron a producir mercancías comparables, los precios habían bajado a niveles competitivos y los beneficios ya no
eran tan altos. La industria textil algodonera se convirtió en el principal sector de la renta
nacional de Inglaterra, y los beneficios se reinvirtieron lo que hizo que la industria siguiera aumentando su capacidad productiva y se dieran economías de escala. En el gráfico 8.1.
se hace patente la clara superioridad de la industria textil de Inglaterra con respecto a la de
otros países europeos que siguieron sus pasos.
Gráfico 8.1: Consumo de algodón por habitante (1825-1914)
Fuente: C.M. CIPOLLA (ed.). Historia Económica de Europa (4). El nacimiento de las sociedades industriales, Ariel, Barcelona, pp. 418-419.
La industria textil inglesa se nutrió, especialmente en las primeras etapas, de mano
de obra abundante, barata y desorganizada, constituida en su mayor parte por mujeres y
niños con jornadas de 12 a 16 horas. La legislación sobre limitación de jornada no entró en
vigor hasta 1850, los avances agrícolas no requerían ya un elevado número de mano de obra
y el resto de la industria todavía no estaba desarrollada, por tanto no había otras posibilidades de trabajo.
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
~ 129 ~
La industria siderúrgica estaba ya organizada sobre una base capitalista desarrollada
durante el siglo XVI. Las numerosas innovaciones técnicas del siglo XVIII permitieron a las
industrias británicas abandonar el carbón vegetal para adoptar el carbón mineral, muy abundante en el país, lo que produjo una disminución del precio del hierro y por tanto su uso
generalizado en la construcción de máquinas. El ferrocarril también desempeñó un papel
importantísimo en el siglo XIX como demandante de esta industria.
Una de las diferencias más importantes entre una economía industrializada y una
preindustrial es la mayor acumulación de capital, sin embargo hay formas de capital que
requieren inversiones totalmente desproporcionadas a los beneficios previsibles inmediatamente, se trata del capital social. La infraestructura de transportes requiere gastos de capital superiores a los permitidos por empresarios particulares, el periodo de construcción es
muy prolongado y los beneficios se producen a largo plazo y revierten más en la comunidad que en el empresario constructor. De ahí que estas inversiones generalmente sean estatales, sin embargo en Inglaterra la iniciativa y el capital fueron aportados por empresas
privadas. En la segunda mitad del siglo XVIII empresas privadas obtuvieron autorización
para la construcción de carreteras con derecho a peaje. Así mismo, la iniciativa privada
también construyó canales de navegación que proporcionaron un transporte barato y
promovieron el crecimiento de las ciudades al aportar alimentos y combustible más barato.
El capital para la construcción de canales procedió de la empresa colectiva (asociaciones de
hombres de negocios, terratenientes, accionistas locales, empresas y bancos de la ciudad),
posteriormente los accionistas de canales también invirtieron en el ferrocarril.
En el primer cuarto del siglo XIX hizo su aparición el ferrocarril en Inglaterra, gracias
a la aplicación de la máquina de vapor. La construcción del tendido nacional ferroviario inglés
fue muy rápida, quedando finalizada prácticamente en 1850. El ferrocarril impulsó el sector
financiero, ya que movilizó grandes capitales, se construyó exclusivamente con capitales
privados aportados por sociedades anónimas, además fue el mayor demandante del sector
siderúrgico (gracias al proceso Bessemer los raíles fueron más resistentes). Posteriormente se
utilizarían los ingenieros y el capital inglés en la construcción de la mayor parte de los ferrocarriles europeos. Las inversiones en transportes permitieron la utilización más económica y
productiva de los recursos de capital existentes, mejoraron las comunicaciones y posibilitaron
la integración del mercado nacional y el abaratamiento de los bienes.
El comercio internacional de un país marca la diferencia de un estadio preindustrial
a uno industrial. Gracias al comercio internacional se puede vender al extranjero los excedentes y comprar bienes escasos, con lo que se amplía los bienes y servicios ofrecidos en
el mercado interior y aumenta el valor de la producción nacional. Inglaterra contó con una
serie de factores favorables que le permitieron desarrollar su comercio. Entre estos factores
positivos destaca su situación geográfica, la abundancia de recursos naturales, la ventaja de
disponer de capital humano (marinos y navegantes), así como de una clase mercantil con
fondos que asumía riesgos, un gobierno que simpatizaba con la clase mercantil y, por último, un centro crediticio con gran experiencia financiera.
Hasta mediados del siglo XVIII, las exportaciones de Inglaterra se basaban en los tejidos de lana que representaban aproximadamente un 50% del total. Sin embargo, la deman-
~ 130 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
da de los tejidos de lana era inelástica, por lo que se produjo la saturación en el mercado.
Con la revolución industrial las exportaciones de tejidos de lana fueron sustituidas por tejidos de algodón que poseían una demanda más elástica.
Londres se convirtió en el centro financiero mundial donde acudían los fondos
disponibles de otros países y la organización comercial se transformó. Durante el siglo
XVIII y XIX aumentó el tamaño de las empresas comerciales, lo que significó mayores
capitales y las sociedades anónimas fueron la forma más adecuada para reunir dichos
capitales. En 1844 se liberalizó la constitución de sociedades anónimas, reglamentadas
hasta entonces por el Acta de la Burbuja de 1720, extendiéndose su uso con dos novedades: las sociedades de responsabilidad limitada en las que los inversores no responden
de las deudas de la compañía y las acciones preferentes, que ofrecían a sus poseedores
una posición privilegiada respecto al resto de los accionistas, pues recibían dividendos
antes de que se abonasen a las acciones ordinarias y tenían preferencia en caso de quiebra de la compañía.
El aumento de las sociedades anónimas produjo la expansión de las Bolsas de valores, las más importantes fueron las de Londres, París y Nueva York. El desarrollo del comercio exterior contribuyó a la revolución industrial inglesa ya que creó una demanda para los
bienes de la industria británica, así mismo, abrió a Inglaterra el acceso a materias primas
que ampliaron la gama de productos de la industria británica y los abarataron, a la vez que
permitió adquirir a países pobres un poder de compra suficiente para adquirir mercancías
británicas; por otra parte, creó un excedente económico que contribuyó a financiar la expansión industrial y la mejora de la agricultura y ayudó a crear una estructura institucional y
una ética de los negocios. Por último, la expansión del comercio produjo el crecimiento de
las grandes ciudades y de los centros industriales (Liverpool, Manchester).
Antes de la revolución industrial Inglaterra contaba con un sistema monetario y
bancario muy desarrollado, con la libra esterlina como unidad monetaria basada en la plata.
En 1816 se decretó el patrón oro, dependiendo la oferta monetaria del Banco de Inglaterra.
Hasta entonces, las instituciones monetarias inglesas consistían en un banco central -el
Banco de Inglaterra- que actuaba como banco del gobierno y como custodio de las reservas
de oro de la nación, unos sesenta bancos privados en Londres, de mucha liquidez y reputación, pero que no emitían billetes, y unos 800 bancos privados de provincias, de dimensiones reducidas pero emisores de billetes y que no tenían que someterse a más control que al
del valor de los billetes emitidos.
Durante el proceso de industrialización la necesidad de satisfacer la demanda urgente de numerario, así como la necesidad de encontrar oportunidades de inversión para el
capital excedente de la población adinerada de las provincias, indujo a centenares de pequeños bancos provinciales, muchos de los cuales se constituyeron a partir de 1750, a emitir
billetes de valor relativamente bajo (1 y 2 libras). En cuanto al resto de la banca privada
estaba constituida en general por sociedades por acciones con responsabilidad limitada que
tendieron a la fusión. La orientación de los bancos privados a inversiones a largo plazo
(industria) provocó quiebras y desastres financieros por lo que la mayoría de los bancos se
inclinó hacia las operaciones comerciales (inversiones a corto plazo).
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
~ 131 ~
2. LA LENTA INDUSTRIALIZACIÓN EN FRANCIA
El crecimiento económico de Francia comenzó en el siglo XVIII, con tasas de crecimiento
similares a las inglesas e incluso ligeramente superiores. Sin embargo mientras que en
Inglaterra se producía una revolución industrial en el algodón a finales de siglo, en Francia
estallaba la Revolución de 1789. Esto hizo que Francia afrontase la industrialización con un
considerable retraso. Existen una serie de factores negativos que inciden en su tardía incorporación al proceso.
En primer lugar, la evolución demográfica que, entre finales del siglo XVIII y principios del XX, se caracterizó por una reducción más temprana y rápida de la tasa de natalidad,
y una disminución de la mortalidad más lenta que en los demás países europeos; la consecuencia de esta doble tendencia fue un crecimiento menor de la población francesa así como
un temprano envejecimiento demográfico.
En segundo lugar la estructura de la propiedad agrícola. La Revolución de 1789
suprimió los derechos señoriales y vendió los bienes nacionales, que fueron comprados
principalmente por la burguesía y los agricultores, con lo que se reforzó la pequeña y
mediana propiedad. Se mantuvieron las grandes propiedades, pero tampoco fueron un
elemento dinámico, ya que los nobles prefirieron ceder en régimen de arrendamiento sus
propiedades y despreocuparse de su explotación directa. No es hasta el periodo de 1815 a
1864 cuando se produce un crecimiento rápido de la producción y de la productividad agrícola gracias a la utilización de mejores herramientas, el empleo de abonos y el aumento de
la superficie cultivada. Sin embargo durante el último tercio del siglo XIX se produjo una
reducción sensible del ritmo de crecimiento, probablemente debido a las guerras del
Segundo Imperio, y al movimiento internacional de precios. Por tanto, durante la primera
mitad del siglo XIX, Francia siguió siendo un país esencialmente agrícola e, incluso a finales de siglo, el 45% de la población activa estaba empleada en el sector primario y proporcionaba el 27% del producto nacional, cifras muy alejadas de las correspondientes a
Inglaterra, que serían del 8,7% y el 6,4% respectivamente.
En tercer lugar la insuficiencia de recursos naturales, especialmente en lo que se
refiere al carbón. En las primeras décadas del siglo XIX la mayoría de las minas más importantes estaban localizadas en las zonas montañosas del sur y el centro, de difícil acceso y
alejadas de los mercados; los ricos yacimientos del norte no entraron en funcionamiento
hasta 1840, de ahí que un tercio del carbón consumido fuera importado. Para compensar la
escasez y el alto coste del carbón, Francia optó por la utilización de la energía hidráulica lo
que le impuso una serie de restricciones, ya que los mejores emplazamientos normalmente
quedaban lejos de los centros de población, y el número de usuarios y el tamaño de las instalaciones era limitado, de ahí que se impusiera un modelo de empresas de mediano tamaño
muy dispersas geográficamente y bajos índices de urbanización.
En cuarto lugar la carencia de un sistema financiero y monetario adecuado: La crisis
de 1720 hizo que los franceses desconfiaran de los bancos y de los instrumentos de crédito, de ahí que no se abriese un nuevo banco de emisión hasta 1776, la Caisse d’Escompte,
fundada por Turgot. Durante la Revolución de 1789 también fracasó un intento de creación
de dinero fiduciario: los “asignados”, que consistían en pagarés que representaban tierras
~ 132 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
asignadas a sus tenedores. Sin embargo, la excesiva emisión de asignados provocó su depreciación y en 1791 el gobierno los anuló como moneda legal. En 1800 se creó un banco
central, el Banco de Francia fundado por Napoleón, que obtuvo privilegios especiales y
consiguió bloquear la aparición de otros bancos por acciones hasta mediados del siglo XIX,
por tanto el sistema bancario en Francia resultó insuficiente para atender la demanda de
crédito.
Otro factor importante es la ausencia de espíritu de empresa: el grupo social que estuvo al frente de la nación en Inglaterra era el de los empresarios, mientras que en Francia lo
fueron los burgueses. Mientras que el empresario crea, inventa, corre riesgos, el burgués del
siglo XIX recurre poco al crédito, ahorra progresiva y lentamente, buscando una colocación
segura que le garantice una renta fija con un mínimo de riesgo. Probablemente más de la
mitad del ahorro francés se canalizó en inversiones en el extranjero y en deuda pública.
Por último, es preciso destacar el gran número de conflictos sociales y políticos: La
Revolución de 1789 y los periodos posteriores (Consulado e Imperio) frenaron el crecimiento económico. Durante y después de la Revolución las luchas internas y las guerras en
Europa llevaron la economía del país a la ruina. Como consecuencia del enfrentamiento con
Inglaterra, gran parte de su marina se destruyó, quedando una flota comercial constituida
por veleros que, desde mediados del XIX, se vieron desplazados progresivamente por vapores ingleses. Las guerras costaron más de dos millones de hombres, absorbieron totalmente el ahorro y paralizaron el crecimiento económico que había comenzado.
Los primeros sectores industriales que se desarrollaron fueron el textil y la siderurgia.
En el siglo XVIII existía en Francia una industria textil rural, que trabajaba el lino y el algodón.
Sin embargo esta industria a domicilio desapareció en la segunda mitad del siglo con la introducción de las primeras máquinas de hilado que fueron instaladas en fábricas. El principal
problema fue la adquisición de técnicas y maquinaria, ya que, durante mucho tiempo, las autoridades inglesas prohibieron o limitaron su exportación. Sin embargo, algunos inventores y
empresarios ingleses, como John Kay, aceptaron instalarse en Francia atraídos por la perspectiva de elevados beneficios, o bien para huir de la justicia inglesa, como John Holker.
Numerosas familias inglesas se instalaron bajo el patrocinio del gobierno francés y desempeñaron un papel decisivo en el desarrollo de la hilatura del algodón, que se situó en la Alsacia
y en Normandía. La Revolución de 1789 frenó el crecimiento del sector, pero después de 1815
la hilatura experimentó de nuevo un crecimiento considerable, basado en la utilización de la
máquina de vapor y los motores hidráulicos. La mecanización del proceso de tejido fue más
tardía ya que existía una abundante mano de obra especializada y barata, además los bajos
precios de los telares manuales hacían más rentable el trabajo doméstico.
En el caso del lino y la lana, la mecanización se desarrolló posteriormente debido a
que su demanda no era tan grande como la del algodón, existían dificultades técnicas y,
además, resultaba más barato el proceso manual de hilado y tejido tradicional que se llevaba a cabo en las zonas rurales. Así mismo, las fábricas dedicadas a estas fibras fueron de
menor tamaño que las del algodón por razones financieras y técnicas.
El desarrollo de la industria siderúrgica estuvo influenciado en gran medida por las
técnicas importadas de Inglaterra. En el siglo XVIII la producción francesa era muy reduci-
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
~ 133 ~
da debido a la escasez de mineral de hierro, la ausencia de transportes y el alto proteccionismo del sector. La producción metalúrgica se hallaba dispersa por todo el país, dividida
entre un gran número de pequeñas empresas de carácter familiar que utilizaban el carbón
vegetal y los minerales locales. De nuevo, el gobierno francés favoreció la llegada de técnicos ingleses que crearon varias empresas metalúrgicas, como los altos hornos de Le
Creusot, que fueron construidos en 1785 con fondos privados y públicos y utilizaron el
coque. Sin embargo, la adopción del carbón mineral en la fabricación de hierro fundido fue
muy lenta, de hecho en 1850 todavía se seguía utilizando en mayor proporción la madera.
Después de la introducción de nuevas técnicas en las fundiciones “al estilo inglés”, no sólo
en la construcción de los hornos, sino también en las operaciones de pudelado se produjo
una transformación más rápida de las fundiciones. Entre 1830 y 1860 aumentaron las
empresas de mayor escala, y la concentración en el sector, aunque continuó funcionando un
considerable número de empresas de reducido tamaño. La adopción del proceso Bessemer
obligó a las empresas a modificar nuevamente su organización y a aumentar la producción
de hierro fundido para compensar las cuantiosas inversiones que se vieron obligados a realizar. Hacia 1870 la industria metalúrgica sufrió una completa transformación, adoptando
todas las características de la gran industria moderna: concentración financiera, integración
de la producción y empleo de una abundante fuerza de trabajo.
En el ámbito de las comunicaciones, Francia contaba con una buena red de caminos,
que fue mejorada por Napoleón. También se habían construido numerosos canales en los
años previos a la Revolución de 1789, aunque con escasos resultados a causa de dificultades políticas y financieras. La construcción de canales se reanudó a partir de 1820, enlazando París con las áreas en proceso de industrialización del norte y del este y favoreciendo
los sectores minero y metalúrgico. La construcción del ferrocarril fue más lenta que en
Inglaterra, debido a la fuerte resistencia opuesta por la opinión pública. La construcción a
gran escala no comenzó hasta la década de los cuarenta, cuando el Estado intervino a través
de un sistema de concesiones y ventajas financieras para las compañías, sin embargo el
periodo de construcción más activo fue en los primeros años del Segundo Imperio.
A principios del siglo XVIII Francia no disponía de una adecuada red de crédito
comercial. Las instituciones especializadas en el crédito comercial y los bancos emisores de
papel moneda eran escasos. El crédito tenía carácter local y estaba controlado por los
bancos privados que admitían depósitos, descontaban letras y realizaban distintas clases de
operaciones. Durante el siglo XIX destacó la “haute banque”, concentrada en París, que se
especializó en los grandes negocios financieros, como suscripción de empréstitos públicos,
adjudicaciones ferroviarias y comercio exterior a gran escala, de donde provenían la mayor
parte de sus beneficios. Estos banqueros estaban vinculados con los Rothschild y otros
banqueros judíos, y tuvieron una notable influencia política y social, especialmente durante el reinado de Luis Felipe.
La Revolución de 1848 condujo a la suspensión de la convertibilidad de los billetes
del Banco de Francia, a raíz de lo cual se impuso un límite de emisión; la misma crisis
provocó la depreciación de los billetes de los bancos departamentales o locales, e incluso la
quiebra de algunos de éstos, mientras que los billetes del Banco de Francia se mantuvieron,
esto condujo a la absorción de los bancos departamentales por el Banco de Francia, a la
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
unificación de todos los billetes emitidos y al restablecimiento de la convertibilidad. El
Segundo Imperio fijó las bases del moderno sistema bancario francés, apoyando el desarrollo de los bancos por acciones, entre los que destacó el Credit Mobilier, fundado por los
hermanos Pereire en 1852, que fue a la vez un banco de depósitos y un banco de inversión;
posteriormente, en 1863 surgió el Credit Lyonnais, dirigido a los pequeños ahorradores, que
financiaría operaciones a corto plazo. A raíz de la crisis de 1882, durante la cual quebraron
muchas entidades bancarias, la mayoría de los bancos siguieron una actitud prudente, reduciendo considerablemente sus inversiones a largo plazo.
Los bancos franceses no tuvieron un papel relevante en la financiación de las industrias, ya que prefirieron inversiones más seguras, como el comercio, el ferrocarril o la deuda
pública. La mayor parte de las empresas industriales se nutrieron, fundamentalmente, de
fondos familiares, en algunos casos realizaron ampliaciones directas de capital y, con bastante frecuencia, emitieron obligaciones o bonos para costear la instalación de nueva maquinaria.
El papel del Estado en la industrialización francesa resulta más patente a partir del
Segundo Imperio. En 1848 se produjo una revolución social provocada por problemas de
subsistencia debidos a las malas cosechas y por manifestaciones de obreros industriales que
reivindicaban mejoras salariales y de horarios. Tras la revolución y la proclamación del
Segundo Imperio comienza un régimen muy autoritario que conduce al despegue de la
economía francesa. Para Napoleón III el Estado debía intervenir activamente para fomentar
el progreso económico del país. Una de las características principales del período imperial
fue la política de grandes construcciones: se trazaron los grandes bulevares parisinos, se
reemprendió la construcción de carreteras y la construcción de ferrocarriles. Todo ello
permitió el acercamiento de los centros urbanos, el descenso de los precios del transporte y
el crecimiento industrial. La demanda agrícola, en un primer momento, y la demanda de
maquinaria textil, posteriormente, desempeñaron un papel importante en el desarrollo de la
industria del hierro; en el año 1870 la siderurgia francesa alcanzó el nivel técnico que había
logrado la inglesa hacia 1830-35. Al mismo tiempo se produjo una transformación en el
comercio, a partir de 1850 aparecen grandes empresas comerciales procedentes de negocios
familiares que se convirtieron en sociedades. Así mismo, en el año 1860 se firmó el tratado comercial Cobden-Chevalier con Inglaterra, seguido por otros con Bélgica, Holanda,
etc., que redujeron notablemente el proteccionismo, y facilitaron la expansión del comercio
exterior francés a un ritmo mayor que el de otros países de Europa.
Durante el segundo Imperio continuó la dominación política de la gran burguesía,
aunque se produjo un cambio en el equipo de gobierno con la introducción de técnicos,
funcionarios y financieros cuyo objetivo es el progreso económico. Hasta 1864 Napoleón
III gobernó con el apoyo de los medios rurales católicos y de los grandes industriales, pero
después de la firma del Tratado de Cobden-Chevalier los industriales le retiraron el apoyo,
y a partir de entonces intentó gobernar con el de las clases populares.
La situación de las clases obreras y campesinas mejoró durante este periodo. El
crecimiento económico y el aumento de la demanda, con la consiguiente subida de precios,
beneficiaron a los agricultores. También mejoró la condición de los obreros, sobre todo en
provincias, ya que en París continuaba el problema de escasez de vivienda.
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
~ 135 ~
3. LA INDUSTRIALIZACIÓN DE ALEMANIA
Hasta el siglo XIX Alemania no poseía un territorio integrado con un centro económico y
administrativo, los accidentes geográficos delimitaban las fronteras de los diferentes estados, que frecuentemente desarrollaron vínculos más estrechos con otras regiones no alemanas que entre sí mismos. Además, la situación geográfica de Alemania y su desunión
política la implicaron con gran frecuencia en conflictos militares que tuvieron consecuencias devastadoras.
A finales del siglo XVIII Alemania estaba compuesta de 314 territorios independientes y más de 1.400 feudos de Caballeros Imperiales. El comercio interior estaba obstaculizado por innumerables barreras aduaneras, diferentes monedas y monopolios comerciales.
Su economía se basaba en la agricultura, con un 80% de la población empleada en el sector
primario. Sin embargo, existían pequeñas concentraciones industriales en la zona del Rin,
Sajonia, Silesia y la ciudad de Berlín, pero eran fundamentalmente industrias artesanales o
protoindustriales.
Las transformaciones económicas en Alemania están estrechamente unidas a su
unificación política, que se llevó a cabo en 1871 bajo el impulso de Prusia. Previa a la unificación política se constituyó una unión aduanera, el Zollverein, que suuso un factor favorable para el inicio del desarrollo industrial. En la segunda década del siglo XX Alemania
era el país más poderoso de Europa, poseía las industrias más modernas y mayores del
continente en los sectores químico, siderúrgico, de energía eléctrica y de maquinaria; en
producción de carbón sólo era superada por Inglaterra y era un importante fabricante de
cristal, instrumentos ópticos, metales no ferrosos, tejidos y otros bienes manufacturados,
además de contar con una de las redes de ferrocarril más densas del mundo y un alto grado
de urbanización.
Las primeras transformaciones se iniciaron en el periodo de 1815 a 1833. Después de
las guerras de liberación contra Napoleón, se produjeron multitud de reformas en la mayor
parte de los Estados alemanes que condujeron a la ampliación de determinadas libertades
económicas, la disolución de los gremios y la promulgación de Constituciones. No obstante, el proceso no fue homogéneo, por lo que se pueden distinguir dos regiones perfectamente diferenciadas: por una parte los territorios del oeste, cuya estructura de propiedad era
parecida a la de Francia, con pequeñas propiedades agrícolas. Muy unida política y económicamente a este país durante la Revolución, adoptó el sistema legal y las instituciones
económicas francesas que pervivieron después de 1815. Tras la abolición de los derechos
feudales mantuvo una agricultura atrasada técnicamente, por lo que fueron proteccionistas.
Por otra parte, los territorios orientales, con una estructura de propiedad más parecida a la existente en Rusia, en la que la tierra pertenecía a los señores y los campesinos se
hallaban sometidos a la servidumbre. En 1807 fue abolida la servidumbre en Prusia. El agricultor que, como siervo, ocupaba una extensión de tierra que podía transmitir a sus descendientes, pasó a ser dueño de la misma con la condición de ceder una tercera parte al señor;
los campesinos que no tenían derecho a la sucesión también pasaron a ser propietarios,
cediendo al señor la mitad de la extensión. Esta reforma liberó a los agricultores de tipo
medio que pudieron cercar sus propiedades; por el contrario, el pequeño propietario se vio
~ 136 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
obligado a trabajar como obrero agrícola al obtener de su propiedad una pequeña parte de
lo necesario para su subsistencia. Los grandes propietarios, junkers, consiguieron grandes
extensiones de tierra y tendieron a seguir el modelo británico y establecieron explotaciones
modernas, aplicando nuevos sistemas y cultivos. Estas explotaciones consiguieron un gran
volumen de producción de cereales que se dirigió a la exportación.
Como consecuencia de la emancipación de los campesinos la población alemana
experimentó un gran crecimiento, al aumentar la natalidad. La población pasó de 24 millones de habitantes en 1800 a 36 millones en 1850 y a 56 millones en 1900. La producción
agrícola aumentó gracias a la ampliación de la superficie cultivada, al aumento de la productividad y a la introducción de la patata y otros tubérculos, de tal forma que, durante la primera mitad del siglo XIX, Alemania continuó siendo casi completamente autosuficiente con
respecto a su abastecimiento de alimentos y, además, desarrolló un considerable comercio de
exportación de productos agrícolas como cereales, lana y madera. Sin embargo, en la segunda mitad de siglo a pesar de que continuó la expansión de la producción agrícola no lo hizo
al mismo ritmo que el crecimiento de la población, y, por tanto, Alemania se vio obligada a
importar alimentos, a la vez que protegía su agricultura para contrarrestar el efecto de la
competencia creciente de granos americanos y rusos. A finales del siglo XIX, gracias a la
introducción de los fertilizantes artificiales y de la mecanización en la agricultura, la producción volvió a aumentar con mayor rapidez que la población y Alemania volvió a convertirse
en un importante exportador de algunos productos agrícolas.
Desde el punto de vista industrial, las primeras transformaciones importantes se
produjeron durante el periodo de 1833 a 1870. En esta etapa se pusieron los cimientos de
la industria, finanzas y transportes modernos primero en Prusia y posteriormente en el resto
de Alemania. Así mismo, la influencia de capital, tecnología y empresas extranjeras fue
muy considerable. Francia y Bélgica invirtieron importantes sumas, especialmente en las
minas alemanas, se importaron técnicas francesas e inglesas en la industria textil y siderúrgica, y se desplazaron al país un gran número de trabajadores extranjeros cualificados atraídos por salarios muy elevados. Una de las reformas económicas más importantes, liderada
por los funcionarios prusianos fue la creación del Zollverein (unión arancelaria o aduanera). En 1818 Prusia rebajó sus tarifas arancelarias con el objetivo de aumentar la eficacia de
la administración y el rendimiento de los impuestos. Los diferentes Estados alemanes se
unieron gradualmente a este sistema, y en 1833 se constituyó el Zollverein. Los países
miembros se comprometieron a adoptar el arancel prusiano y a delegar en Prusia todo lo
referente a las negociaciones comerciales con terceros países. En 1848 todos los estados
alemanes estaban integrados. El Zollverein abolió todas las fronteras y tarifas aduaneras
internas, creando un “mercado común” alemán, que permitió la libre circulación de bienes,
capitales y mano de obra entre todos los Estados alemanes.
El ferrocarril tuvo una gran importancia en la unificación económica del país. La
rivalidad entre los distintos estados alemanes aceleró su construcción y, como resultado, la
red alemana de ferrocarriles se expandió más rápidamente que la francesa. Gracias a sus
eslabonamientos hacia adelante y hacia atrás influyó enormemente en el crecimiento de la
industria, especialmente la producción de carbón y de hierro. Hasta 1860 la utilización
como energía del carbón vegetal fue superior a la del carbón mineral y la extracción y
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
~ 137 ~
producción de hierro era muy dispersa. Con la mejora en los medios de transporte varió la
distribución regional de los centros mineros, convirtiéndose el Sarre, la Alta Silesia y el
Ruhr en los nuevos centros de extracción y fundición de hierro.
La producción de acero se inició en 1863 con la utilización del sistema Bessemer y,
poco después, se adoptó el proceso Siemens-Martin. Pero no fue hasta la introducción del
proceso Gilchrist-Thomas, en 1881, que permitió el uso de mineral de hierro con componentes fosfóricos procedentes de Lorena, cuando la producción alemana de acero experimentó una aceleración impresionante.
En 1871 Alemania se unificó políticamente, formando una Confederación de 25
Estados, bajo la hegemonía de Prusia. La gran industria alemana se caracterizó por una
estrecha unión entre una administración autoritaria y una minoría de industriales. El Estado
alemán dictó directrices y órdenes que fueron fielmente seguidas por instituciones y personas, con el objetivo de obtener una rápida industrialización. Los sectores más dinámicos de
la economía alemana fueron los que producían bienes de capital o productos intermedios
para el consumo industrial (carbón, hierro y acero). Las industrias de bienes de consumo
(tejidos, ropa, cuero y elaboración de alimentos) tuvieron tasas de crecimiento sustancialmente inferiores a la media, situación que contrasta con Francia.
Gráfico 8.2: Índice de desarrollo industrial por habitante
(porcentaje del algodón, del carbón, del hierro y de los ferrocarriles de Gran Bretaña)
Fuente: C.M. CIPOLLA (ed.). Historia Económica de Europa (4), op. cit., pp. 438-441.
En Alemania también destacaron especialmente dos industrias nuevas: la química
y la eléctrica. La industria química se desarrolló gracias al rápido crecimiento de otras
industrias que precisaban productos químicos, especialmente álcalis y ácido sulfúrico,
también los agricultores empezaron a demandar fertilizantes artificiales. La industria
~ 138 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
química alemana utilizando personal y fondos de las universidades alcanzó la supremacía mundial y fue la primera que tuvo sus propios investigadores y creó ayudas a la investigación. El resultado fue la introducción de muchos productos nuevos y el dominio de la
fabricación de productos farmacéuticos. La industria eléctrica creció con mayor rapidez
que la química, favorecida por la demanda de las ciudades en rápido crecimiento. La
iluminación y el transporte urbano fueron los primeros usos, posteriormente también se
aplicó a los motores, que rivalizaron con los de vapor. Al igual que la química, también
utilizó personas procedentes de las universidades alemanas. En el gráfico 8.2 se puede
observar el rápido crecimiento económico experimentado por Alemania especialmente a
partir de la unificación política.
Una de las características principales de las industrias alemanas es el gran tamaño de
sus empresas. El tamaño estaba relacionado, en parte, con la utilización de tecnología avanzada y costosa, ya que resultaba más barato emplear maquinaria con gran volumen de
producción para reducir los costes unitarios (economías de escala técnica), y en parte por
economías de escala monetaria, es decir, acuerdos que proporcionaban beneficios o rentas
extras a promotores o contratistas sin reducir el coste real a la sociedad. Existe una estrecha
relación entre la banca y la industria alemana; en su estructura bancaria son fundamentales
los bancos industriales (kreditbanken) que se ocuparon de financiar la industria, proporcionando crédito a corto plazo y capital permanente. Este tipo de bancos, que se desarrollaron a partir de 1870, perseguían, entre otros fines, crear grandes y sólidas empresas y
favorecer el desarrollo de la industria alemana, así como facilitar las exportaciones de los
productos alemanes y las relaciones entre la industria nacional y el mercado financiero, y
consideraban que su primer deber consistía en proporcionar capital para fortalecer la actividad industrial. Los banqueros eran miembros de los consejos de administración de todas
las compañías industriales importantes y la industria se hallaba subordinada a las finanzas
de forma acusada.
Existe una vinculación muy estrecha entre la investigación científica y la organización de la industria alemana. Las innovaciones no fueron el resultado de innovaciones individuales, de pequeños progresos, sino de la sistemática aplicación de la ciencia a la
industria, a través de oficinas de estudio y de laboratorios de investigación pertenecientes a
grandes empresas industriales. Sólo progresaron las empresas que eran suficientemente
fuertes para destinar una parte importante de sus recursos a la investigación. Aquellas
empresas que no podían hacer frente a dichas inversiones desaparecieron porque los bancos
no las financiaron.
La influencia de los bancos también impulsó la formación de los cárteles. El cártel
es un convenio o acuerdo entre empresas que conservan su personalidad jurídica para fijar
precios, limitar la producción, repartirse los mercados o dedicarse a prácticas monopolísticas y restrictivas de la competencia. Mientras que en Inglaterra y Estados Unidos los cárteles estaban prohibidos, en Alemania eran legales y contaban con una opinión pública
favorable. La gran concentración industrial que se produjo especialmente en las industrias
metalúrgicas, mineras y químicas, ya que es necesaria una cierta uniformidad del producto,
facilitó la creación de los cárteles. En la mayoría de los casos, éstos tenían limitados sus
objetivos al establecimiento de precios y distribución de la producción.
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
~ 139 ~
En lo que respecta al comercio exterior las exportaciones fueron controladas y fomentadas por el Estado. El objetivo alemán fue conquistar los mercados mundiales, lo que consiguió gracias a la adopción de una política de discriminación de precios en mercados separados,
así como la utilización de prácticas de dumping. La adopción de tarifas arancelarias proteccionistas a partir de 1879 permitió a los cárteles mantener artificialmente precios altos en el
mercado interior, y dedicarse a exportar de forma ilimitada, incluso a precios inferiores al coste
medio de producción si el margen de ganancia bruta en las ventas en el interior compensaba
las pérdidas nominales en las exportaciones. La rentabilidad de este tipo de actividades aumentó con la práctica, por parte de los ferrocarriles de propiedad estatal o controlados por el Estado,
de aplicar precios inferiores por los envíos hasta la frontera que los aplicados en el interior del
país. El resultado fue el rápido aumento de las exportaciones alemanas.
4. LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL DE ESTADOS UNIDOS
Estados Unidos es el ejemplo más espectacular de rápido crecimiento económico. Su
desarrollo estuvo condicionado por dos guerras, la Guerra de Independencia (1776-1783) y
la Guerra de Secesión (1861-1865) y por una serie de factores positivos que facilitaron su
expansión económica: en primer lugar, es un territorio de enorme extensión que se puso en
explotación de forma progresiva; precisamente sus grandes dimensiones permiten que goce
de una gran variedad de climas y recursos, y de un alto grado de especialización regional.
Por otra parte, es un país poco poblado, y una parte importante de su población está constituida por emigrantes, sobre todo europeos, que buscaban libertad política y religiosa, así
como la mejora de sus condiciones de vida.
En las cuatro décadas posteriores a su independencia, los Estados Unidos gozaron de
un desarrollo económico y social rápido e intenso que coincidió con un notable aumento de
la población. Esta población colonizó progresivamente el Oeste de América, basando su
economía en la agricultura (trigo y maíz) y ganadería, mientras que en el Este (Nueva
Inglaterra) se asentó el comercio, la industria y la banca, y los Estados del Sur se especializaron en cultivos intensivos en tierra y trabajo como el algodón, índigo, tabaco y arroz,
una gran parte de los cuales se destinaba a la exportación. Los esclavos procedentes de África supusieron una mano de obra abundante y barata para el Sur, mientras que en el Norte
los salarios fueron cada vez más elevados.
Las guerras y revoluciones existentes en Europa a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX paralizaron en parte las importaciones estadounidenses y sirvieron de estímulo
para los comerciantes e industriales norteamericanos que invirtieron con el objetivo de
producir aquellos bienes que antes importaban y así satisfacer la creciente demanda del
mercado doméstico, pero, para ello, requerían una vasta red de transportes.
Los Estados y municipios, en colaboración con las empresas privadas, emprendieron la
construcción de caminos de peaje y canales, al tiempo que se desarrollaba el transporte
fluvial, mediante barcos de vapor. La construcción de carreteras y canales aceleró enormemente el flujo de la población hacia el Oeste y hacia el Sudeste, dando un gran impulso a su
desarrollo económico. Sin embargo, los resultados económicos de los canales fueron escasos
y en la mayoría de los casos las empresas inversoras no recuperaron el capital invertido.
~ 140 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
Una de las razones que explican el fracaso de los canales es la temprana construcción del ferrocarril que se convirtió en el principal medio de transporte. Al existir escasez
de capital privado, los gobiernos de los Estados y ciudades, en su deseo de tener ferrocarriles, adelantaron a menudo fondos para acelerar su construcción y el gobierno federal hizo
grandes concesiones de tierra a lo largo de las vías trazadas. Sin embargo, las bancarrotas
y las reorganizaciones de las compañías fueron el rasgo característico de los ferrocarriles
en Estados Unidos y muy pronto estallaron violentos enfrentamientos entre distintas
compañías con el objetivo de eliminarse mutuamente. Muchas veces su construcción se
consideró más como un instrumento de especulación que como un medio de transporte
tendente a mejorar la economía nacional. La mayor parte de los ferrocarriles se construyeron en el Nordeste y el Noroeste, lo que permitió vincular política y económicamente ambas
regiones, mientras que en los Estados del Sur la construcción fue mucho más reducida. En
1840 la longitud de líneas férreas construidas era mayor que la existente en toda Europa.
Al igual que ocurrió en Inglaterra, el ferrocarril en América no fue importante sólo
como productor de servicios de transporte, sino también por sus eslabonamientos hacia
atrás con otras industrias, sobre todo la siderurgia, especialmente después de la Guerra de
Secesión. A pesar del rápido crecimiento de la industria, en el siglo XIX Estados Unidos
seguía siendo una nación eminentemente rural. La población urbana no aumentó significativamente hasta después de la Primera Guerra Mundial, esto se debió en parte a que la
mayoría de la producción fabril estaba situada en zonas rurales, por tanto las empresas eran
de pequeña escala y utilizaron energía hidráulica hasta finales del XIX. Con la llegada de las
centrales eléctricas las industrias se trasladarían a las ciudades, aumentando su tamaño.
El crecimiento demográfico estadounidense durante el siglo XIX fue muy elevado,
debido a la inmigración y, sobre todo, a una tasa extremadamente alta de crecimiento natural,
ya que las tasas de natalidad eran más elevadas y las tasas de mortalidad más bajas que en
Europa. En 1790 la población de Estados Unidos no superaba los 4 millones de habitantes, en
1820 era ya de 10 millones, 17 en 1840, 31 en 1860, en 1870 casi 40 millones y en 1915 más
de 100 millones de habitantes. A pesar de este importante aumento, la densidad de población
permaneció relativamente baja gracias a la extensión de los territorios hacia el Oeste. También
la inmigración desempeñó un importante papel en el crecimiento demográfico, con dos
corrientes principales, la primera, que se produjo antes de 1870, procedía fundamentalmente
de Inglaterra y Alemania, mientras que la segunda tenía su origen en la Europa meridional y
oriental. Entre 1890 y 1914 se produjo una enorme corriente de inmigrantes (más de un millón
anual) gracias a la política de inmigración estadounidense, casi sin restricciones. No obstante, la renta per cápita y la riqueza crecieron todavía más rápidamente que la población. En el
cuadro 8.1 se puede observar el volumen de inmigración en Estados Unidos relacionado con
diferentes acontecimientos políticos y económicos.
Sin embargo, uno de los problemas fundamentales de la industria y de la agricultura
fue la escasez continua de mano de obra y, por tanto, su alto coste, de ahí que se adoptaran
con gran rapidez máquinas que ahorrasen mano de obra. Los métodos agrícolas europeos,
mejores que los americanos, daban mayor rendimiento por hectárea, pero los granjeros de
Estados Unidos obtenían mejores rendimientos por hombre/empleado, usando maquinaria
relativamente barata. En la industria, la situación era similar.
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
~ 141 ~
Cuadro 8.1: Inmigración en los Estados Unidos (1820-1950)
Medias anuales para el período (en miles)
Fuente: NIVEAU, M. (1989): Historia de los hechos económicos contemporáneos.
Barcelona, Ariel, p. 70.
La producción agrícola dominó las exportaciones americanas durante el siglo XIX,
pero a partir de la década de 1880 el número de trabajadores no agrícolas superó a los
empleados en la agricultura, y la renta proveniente de la industria superó a la de la agricultura. En 1890 los Estados Unidos se habían convertido en la primera nación industrial
del mundo.
Respecto al sistema bancario el proceso de industrialización que se llevó a cabo tras
la guerra de Secesión, se efectuó dentro de una acusada anarquía monetaria. Existían multitud de pequeños bancos emisores que no estaban sujetos a ningún tipo de control, lo que dio
lugar a multitud de quiebras y especulaciones, sin embargo la economía dispuso de los servi-
~ 142 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
cios bancarios que necesitaba y, de hecho, creció con gran rapidez. A finales de siglo se
implantó el patrón oro, pero el descubrimiento de nuevas minas acarreó un incremento de
producción de este metal, y por tanto aumentaron considerablemente los créditos. En 1913
el Congreso creó el Sistema de Reserva Federal, basado en tres instituciones: un Comité
Federal de Reserva, doce Bancos de Reserva y unos 9.000 Bancos miembros. Este sistema
permite a la Junta de Reserva Federal ejercer un control en la política de crédito del país.
5. RUSIA, LA INDUSTRIALIZACIÓN TARDÍA
El inicio de la industrialización en Rusia no se produjo hasta las últimas décadas del siglo
XIX. Hasta 1861 la inmensa mayoría de su población estaba constituida por siervos bajo
el dominio de la nobleza terrateniente; las industrias existentes eran, en su mayor parte,
fábricas propiedad del Estado, dedicadas a la producción de armas y municiones, o talleres, propiedad de los terratenientes, en los que trabajaban los siervos. Los siervos apenas
disponían de poder adquisitivo y los grupos acomodados preferían los artículos suntuarios importados.
En el año 1861 fue abolida la servidumbre y gran parte de las tierras se cedieron
como propiedad corporativa a la comunidad rural, el mir. Cada familia recibía un lote de
tierra, nadiel, por un período de tiempo y a cambio debían efectuar unos pagos anuales en
metálico al Estado durante 50 años (pagos de redención). Los mir eran responsables colectivamente de los pagos de redención así como de los impuestos, y redistribuían las tierras
entre las distintas familias según sus necesidades. Los señores que perdían la tierra recibían
como compensación unos bonos del Estado.
Las consecuencias económicas de esta reforma fueron negativas, pues privaron al
campesino del incentivo que suponía mejorar su explotación o hacerla mayor; además el mir
era reacio a permitir la marcha de los campesinos (podían impedírselo por medios administrativos) por miedo a reducir el número de contribuyentes a las cargas financieras que
pesaban sobre el mir. Tampoco el campesino quería abandonar el pueblo por temor a perder
su derecho a la tierra en la siguiente distribución. El resultado fue un suministro intermitente e insuficiente de mano de obra procedente del campo a la industria, y por tanto la escasa cualificación y organización de la mano de obra industrial.
Además, la mayor disponibilidad de tierras condujo a un aumento de la producción
y, por tanto, a un rápido crecimiento demográfico y a la parcelación de los nadiel, que
seguían ofreciendo rendimientos muy reducidos al mantener sistemas y técnicas de cultivo
tradicionales. La precaria situación de los campesinos provocó graves disturbios que desembocaron en la revolución de 1905. El nuevo jefe de gobierno P.A. Stolypin, promulgó una
serie de leyes, de 1906 a 1911, conocidas como las “reformas Stolypin”, que tenían como
finalidad crear una clase de campesinos relativamente prósperos y aumentar la oferta de
mano de obra para la industria. Los campesinos podían abandonar los mir (que perdían una
gran parte de sus funciones) y solicitar parcelas para su familia en propiedad definitiva. Al
mismo tiempo intentó organizar una colonización libre de las tierras de Siberia.
Antes de 1861 comenzaron a aparecer y a extenderse algunas industrias de bienes de
consumo dedicadas a la producción de textiles y a la elaboración de azúcar dirigidas a la
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
~ 143 ~
creciente demanda interior. Los empresarios industriales eran sobre todo extranjeros,
componentes de diversas minorías religiosas, e incluso campesinos.
Hasta 1880 el gobierno imperial tuvo escaso interés por la industrialización e hizo
muy poco para promoverla, aunque actuó muy pronto en el ferrocarril, al promover un
programa de construcción en el que se utilizó capital y tecnología importada. La longitud
de líneas construidas aumentó rápidamente y permitió el notable crecimiento de las exportaciones de cereales rusas en la década de 1870.
A mediados de la década de 1880 el Estado comenzó a desempeñar un papel activo
y decisivo, especialmente en las industrias pesadas (minería del carbón, del hierro, de
minas no férricas, prospecciones petrolíferas e industrias del hierro y el acero). También
se convirtió en el principal constructor de ferrocarriles, comprando, incluso, algunas líneas privadas. El Estado adoptó un sistema de tratamiento preferencial de la industria autóctona como suministradora de las necesidades estatales, sobre todo respecto a ferrocarriles
y necesidades militares, y adoptó tarifas proteccionistas. Así mismo, aceptó el patrón oro
(1897) con el fin de atraer capitales extranjeros. El capital extranjero llegó a menudo
acompañado de especialistas, bienes de equipo y dirección empresarial, así como de
mercados exteriores.
Cuadro 8.2: Ferrocarriles. Longitud de vía construida a intervalos decenales.
Si no se indica lo contrario, todos los países europeos con las fronteras de 1914 (en km)
1Todas
las cifras son de 1861, 1871, 1881, etc. 2Se excluye Alsacia y Lorena. La cifra de 1869, incluyendo
Alsacia y Lorena es de 16.465 km. 3Se excluye Alsacia y Lorena. La cifra de 1871 incluyendo Alsacia y Lorena
es de 21.471 km. 4Cifra de 1871. 5Esta cifra que es la que se da en la fuente, no parece compatible con la de
2.362 km para 1899 que me ha proporcionado el Instituto Nacional de Estadística. 6Cifra de 1911.
Fuente: MITCHELL, B. R. (1982): “Apéndice estadístico” en CIPOLLA, C.M. (ed): Historia económica de
Europa (4). El nacimiento de las sociedades industriales (**). Barcelona, Ariel, pp. 436-7.
~ 144 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
Como resultado, Rusia disponía en 1913 del quinto mayor complejo industrial del
mundo, si bien, y como consecuencia de la enorme población del país (74 millones de habitantes en 1860 y 164 millones en 1913), se hallaba muy atrás en términos de producción per
cápita (la décima parte de la estadounidense). La alfabetización crecía con gran rapidez y
existía ya un grupo altamente cualificado de científicos, ingenieros y especialistas. Poseía
una extensa red de ferrocarriles, tal y como se puede comprobar en el cuadro 8.2 y abundantes recursos naturales ya conocidos o que serían descubiertos a medida que progresaba
la industrialización. Es decir poseía un gran potencial pero todavía era un país predominantemente campesino y pobre.
El modelo de industrialización rusa difiere enormemente de los modelos de industrialización tradicionales y ha servido como base para elaborar un modelo de industrialización en unas condiciones de “atraso económico”. Este modelo rechaza la idea de que los
procesos de desarrollo que siguen el líder y sus seguidores son similares, e incluso rechaza
el concepto de la necesidad de requisitos previos para que se den las revoluciones industriales. Por el contrario, se basa en las diferencias ideológicas e institucionales de los diferentes países que incidirían en la brusquedad del despegue, la rapidez del crecimiento
industrial y los modelos estructurales resultantes.
El elemento activo y dinámico del despegue industrial en Rusia fue el Estado que
promovió deliberadamente y de múltiples maneras el auge industrial y creó la demanda que
continuaría alimentándolo. A partir de 1907 el papel del Estado fue mucho más restringido
y, en su lugar, enormes cantidades de capital privado, procedentes especialmente de los
bancos que seguían el modelo alemán, tomaron buena parte de la iniciativa.
La agricultura desempeñó un papel importante. Suministró mano de obra a la industria, aunque en número más bien escaso, y fue la base del crecimiento demográfico con el
consiguiente efecto favorable sobre la demanda interior de productos manufacturados. Pero
el principal papel de la agricultura residió en hacer economías y liberar recursos para propiciar el auge económico: en el aspecto financiero por las cargas impositivas que los campesinos debían ingresar en la Hacienda pública y, en el aspecto material, al dirigir grandes
cantidades de cereales hacia la exportación o hacia las ciudades, exigiendo muy poco a
cambio. La debilidad de la agricultura del país será posteriormente un obstáculo para una
mayor industrialización y una modernización económica más rápida. El enorme crecimiento demográfico que tuvo lugar con anterioridad a la Primera Guerra Mundial, y sobre todo
la fuerte presión que sobre la oferta de tierras cultivables ejercía la población rural, fue un
factor importantísimo para mantener muy bajas las rentas de los campesinos, los salarios
reales y, como consecuencia, también el consumo per cápita, liberando recursos que se
invertirían en la industria y en otros sectores.
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
~ 145 ~
6. EJERCICIOS
6.1. Comentario de texto:
Formación del capital humano
Por un lado, tenemos una nación (Inglaterra) que hasta las últimas décadas del siglo
prefirió dejar que la escolarización dependiese del celo la indiferencia o la explotación de la empresa privada.(...) Como consecuencia de esta indiferencia y resistencia, hasta 1870 no se les confirió a las administraciones locales poderes para
establecer disposiciones para la asistencia obligatoria a la escuela, y hasta 1880 no se
hizo obligatoria la instrucción primaria en todo el reino.(...) Cualesquiera que fuesen
los objetivos proclamados de la educación elemental obligatoria, su función esencial
(...) no era la instrucción, sino disciplinar a una masa creciente de proletarios disidentes e integrarlos en la sociedad británica. Su objetivo era civilizar a los bárbaros:
como dijo el Inspector de Su Majestad en Londres, «si no fuera por sus quinientas
escuelas elementales, Londres seria barrida por una horda de jóvenes salvajes».
(…) A principios del siglo XIX, el sistema escolar alemán tenía fama en toda
Europa. (...) Pero, más importante que los resultados cuantitativos era el carácter y el
contenido del sistema. En primer lugar, constituía la expresión de una convicción
muy enraizada de que la educación era piedra angular del edificio social; de que el
Estado no sólo tenía la obligación de instruir a los ciudadanos sino que, además, se
beneficiaba de los resultados (…). En segundo lugar, la misma antigüedad del sistema le permitía prescindir del énfasis sobre la desbarbarización que caracterizó a la
primera generación del sistema educativo obligatorio en Inglaterra. (…). En tercer
lugar, el periodo escolar tendía a ser más largo que en Inglaterra, y las clases elementales se conectaban con los llamados grados «intermedios» y secundarios de forma
que se producía cierta selección de talentos. (…) La conexión entre la educación
formal profesional, técnica y científica, por un lado, y el progreso industrial por el
otro, es más directa y evidente. Además, se hizo más intima a lo largo del siglo XIX.
(...). Para empezar, la mayor complejidad y precisión de la maquinaria industrial y
los controles de calidad más estrechos, unidos al coste creciente de la ineficiencia y
a la presión de la competencia, condujeron a unos objetivos más altos de conocimiento y maestría técnicos, sobre todo a los niveles superiores de la jerarquía productiva y entre los diseñadores de plantas industriales. En segundo lugar, el alto coste de
los equipos hizo cada vez más caro el aprendizaje sobre la marcha, y ayudó a terminar con un sistema de aprendizaje que estaba en proceso de desaparición desde hacía
tiempo; y, finalmente, el cambiante contenido científico de la tecnología forzaba a
los encargados de supervisión e incluso a los trabajadores a familiarizarse con
nuevos conceptos y aumentaba en gran medida la importancia de un personal capaz
de estar al corriente de los nuevos adelantos científicos, apreciar su significación
económica y adaptarlos a las necesidades de la producción. (...).
En síntesis, mientras que Inglaterra abandonó la enseñanza técnica, al igual
que la primaria, a la iniciativa privada, lo cual condujo en su caso a una provisión de
~ 146 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
instituciones desigual e inadecuada, los estados alemanes financiaron generosamente un sistema completo de instituciones, erigiendo edificios, instalando laboratorios
y, sobre todo, manteniendo un profesorado competente y, a los niveles más altos,
verdaderamente distinguido.(...) En vísperas de la Primera Guerra Mundial, al sistema británico todavía le quedaba mucho camino por recorrer hasta ponerse a la altura del alemán —por lo menos desde el punto de vista de la productividad económica.
Landes, David S.(1979): Progreso tecnológico y revolución industrial.
Madrid, Tecnos, pág. 366-369.
6.2. Compare los siguientes textos:
A) El trabajo de los niños en Inglaterra
La concentración de la mano de obra en las fábricas hizo nacer nuevas exigencias en
la organización del trabajo. Los trabajadores veían en las máquinas un peligroso
competidor que podía conducirles al paro y detestaban la disciplina que los patronos
querían imponerles. A pesar de las largas jornadas de trabajo en casa, el obrero que
debía abandonar el taller familiar o el del maestro artesano para entrar en la fábrica,
tenía la sensación de abandonar la libertad por la cárcel. Ésta es la razón por la que
las primeras fábricas tropezaron con dificultades de empleo de mano de obra. Únicamente los más pobres y los más débiles aceptaron ser contratados por las fábricas: la
población expulsada del campo por las enclosures, y los niños asistidos por las parroquias, constituyeron de esta manera las primeras oleadas de este nuevo proletariado.
Niveau, M (1989): Historia de los hechos económicos contemporáneos,
Barcelona, Ariel, pág. 109.
B) Las condiciones de trabajo en los Estados Unidos
La escasez de mano de obra fue un factor favorable para los salarios, al menos con
anterioridad a los años de fuerte inmigración. Antes de 1840, los salarios reales de
los obreros cualificados eran netamente más elevados que en Inglaterra. La economía americana no poseía una población campesina capaz de emigrar hacia las ciudades bajo la presión del progreso técnico. La expansión hacia el Oeste absorbía una
parte de la mano de obra disponible, mientras que los inmigrantes eran contratados
por las empresas industriales del noroeste del país. La aparición de la máquina causó
el paro de los obreros pero la estructura social de los Estados Unidos no sufrió unos
trastornos tan considerables como en Europa. El artesanado no había adquirido la
misma importancia que en los viejos países europeos. Cuanto más escasa era la mano
de obra disponible, mejores eran las condiciones de trabajo. (…) Los salarios reales
de los obreros americanos aumentaron más rápidamente que en Europa, especialmente después de la guerra civil pero, en conjunto, encontramos en los Estados
Unidos los mismos abusos que en Europa y la misma miseria del proletariado.
Niveau, M (1989): Historia de los hechos económicos contemporáneos,
Barcelona, Ariel, pág. 111-112.
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
~ 147 ~
6.3. Comente este gráfico
Gráfico 8.3: Longitud de la red ferroviaria
Fuente: CIPOLLA, C.M. (1989) (ed.): Historia económica de Europa (4).
El nacimiento de las sociedades industriales **, Barcelona, Ariel, pp. 438-441
7. LECTURAS RECOMENDADAS
•
HOBSBAWM, E. (2003): La era de la revolución, 1789-1848, Barcelona, Crítica.
Visión global de las transformaciones políticas y económicas durante este periodo.
•
POLLARD, S (1987): La génesis de la dirección de la empresa moderna. Estudio
sobre la revolución industrial en Inglaterra, Madrid, Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social. Transformaciones que se llevaron a cabo en la dirección de empresa durante la industrialización.
•
RULE, J. (1990): Clase obrera e industrialización. Historia social de la revolución
industrial británica, 1750-1850, Barcelona, Crítica. La industrialización desde el
punto de vista de las relaciones entre empresarios y mano de obra.
8. BIBLIOGRAFÍA
BORCHARDT, K. (1987): “La revolución industrial en Alemania, 1700-1914” en CIPOLLA, C.M. (ed.): Historia económica de Europa (4). El nacimiento de las sociedades industriales *, Barcelona, Ariel.
DEANE, P. (1987): “La revolución industrial en Inglaterra” en CIPOLLA, C.M. (ed.):
Historia económica de Europa (4). El nacimiento de las sociedades industriales *,
Barcelona, Ariel.
DEANE, P. (1988): La primera revolución industrial, Barcelona, Península.
~ 148 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
FOGEL, R.W. y ENGERMAN, S.L. (1971): Tiempo en la cruz. La economía esclavista en
los EE.UU., Madrid, Siglo XXI.
FOGEL, R.W. (1972): Los ferrocarriles y el crecimiento económico de EE.UU. Ensayos de
Historia Econométrica, Madrid, Tecnos.
FOHLEN, C. (1987): “La revolución industrial en Francia, 1700-1914” en CIPOLLA, C.M.
(ed.): Historia económica de Europa (4). El nacimiento de las sociedades industriales *, Barcelona, Ariel.
GROSSMAN, G. (1989): “La industrialización de Rusia y de la Unión Soviética” en CIPOLLA, C.M. (ed.): Historia económica de Europa (4). El nacimiento de las sociedades industriales **, Barcelona, Ariel.
LANDES, D.S. (1979): Progreso tecnológico y Revolución Industrial, Madrid, Tecnos.
LANDES, D.S. y otros (1988): La revolución industrial, Barcelona, Crítica.
MATHIAS, P. y otros (1988): La Revolución industrial, Barcelona, Crítica.
MORI, G. (1987): La Revolución Industrial, Barcelona, Crítica.
NIVEAU, M. (1989): Historia de los hechos económicos contemporáneos, Barcelona,
Ariel.
NORTH, D.C. (1969): Una nueva historia económica. Crecimiento y bienestar en el pasado de los Estados Unidos, Madrid, Tecnos.
PAHL, E.R. (1991): Divisiones del trabajo, Madrid, Ministerio de Trabajo y Seguridad
Social.
POLLARD, S. (1991): La conquista pacífica. La industrialización de Europa, 1760-1970,
Zaragoza, Universidad de Zaragoza.
VILAR, P. y otros (1985): La industrialización europea. Estadios y tipos, Barcelona,
Crítica.
WRIGLEY, E.A. (1993): Cambio, continuidad y azar. Carácter de la revolución industrial
inglesa, Barcelona, Crítica.
T E M A
9
LA ECONOMÍA POLÍTICA
EN LA ESCUELA CLÁSICA INGLESA
1. DELIMITACIÓN DE LA ESCUELA CLÁSICA:
LA IMPORTANCIA DE ADAM SMITH
2. LOS FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS DE ADAM SMITH
3. LA TEORÍA DE LOS SALARIOS
4. RENTA DE LA TIERRA Y LEYES DE GRANO
5. TEORÍA MONETARIA CLÁSICA
6. LAS TEORÍAS CLÁSICAS DEL COMERCIO INTERNACIONAL
7. JOHN STUART MILL
8. ALFRED MARSHALL
9. EJERCICIOS
10. LECTURAS RECOMENDADAS
11. BIBLIOGRAFÍA
El presente capítulo tiene como objetivo llevar a cabo una síntesis apretada del pensamiento económico inglés desde la publicación de La Riqueza de las Naciones en 1776, hasta
1890, fecha en que se publican los Principios de Economía de Alfred Marshall. Tres personajes y algunas teorías serán los protagonistas del capítulo. Por lo que se refiere a los personajes, Adam Smith por sentar los fundamentos de la escuela clásica, John Stuart Mill
porque sus Principios de Economía Política son el mejor manual de economía clásica, y
Alfred Marshall por ser el padre de la microeconomía moderna. En cuanto a las teorías, por
considerarlas relevantes en el ámbito de la escuela clásica.
En primer lugar, intentaremos delimitar la escuela clásica resaltando la importancia
y la personalidad de Adam Smith. Aunque fijamos la fecha de 1776 como inicio de la escuela clásica, tenemos que referirnos, aunque sólo sea mencionándolos, a Cantillon y a David
~ 149 ~
~ 150 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
Hume. Seguidamente realizamos un recorrido por los principales autores de la misma, para
centrarnos después en la personalidad de Adam Smith y los fundamentos filosóficos de sus
teorías. Pasaremos después revista a algunas de las teorías más relevantes de la escuela
clásica, tales como la teoría de los salarios, la teoría de la renta de la tierra, la teoría monetaria y la teoría del comercio internacional. Excepto en el caso de la teoría de la renta, en
que Adam Smith incurre en alguna contradicción, en el resto arrancaremos de las explicaciones expuestas en La Riqueza de las Naciones. Por lo que se refiere a los salarios, la
mayor parte de los elementos de discusión se encuentran en la obra del economista escocés.
Los apartados dedicados a la teoría monetaria y a la teoría del comercio internacional intentan recoger el avance y perfeccionamiento de la teoría en ambos campos. Por lo que se refiere a la teoría de la renta de la tierra, realizamos una breve exposición relacionándola con la
discusión sobre las leyes de granos o protección a la agricultura. Dedicamos otro apartado
a John Stuart Mill, insertando su formación y su obra en el panorama general del pensamiento económico de su época. Siguiendo su autobiografía, analizaremos la evolución de
su pensamiento y el perfeccionamiento de las teorías. Finalmente dedicaremos un apartado
al estudio de algunos aspectos de la obra de Alfred Marshall, deteniéndonos especialmente
en el excedente del consumidor y en su teoría de la demanda.
1. DELIMITACIÓN DE LA ESCUELA CLÁSICA: LA IMPORTANCIA DE ADAM SMITH
Por Economía Clásica entendemos la teoría económica elaborada por los autores pertenecientes a la Escuela Clásica de Economía Política. No es fácil la delimitación temporal,
aunque, puestos a avanzar unas fechas, el comienzo podría fijarse en 1776 y el final en torno
a la década de 1870, si bien es difícil justificar las ausencias de Cantillon (1860?-1734) y,
sobre todo, de David Hume (1711-1776), ya que el primero debió de escribir su Ensayo sobre
la naturaleza del comercio en general en el segundo cuarto del siglo XVIII y los Essays de
Hume fueron publicados en 1752. Ambos autores presentan un rigor analítico similar al de los
economistas clásicos. Pero también podemos encontrar ejemplos de metodología idéntica a la
de los clásicos después de 1870 que, como los casos de Bagehot (1826-77), Sidgwick (18681900) y Cairnes (1823-75), se “mostraron claramente poco entusiastas”, cuando no abiertamente críticos, con los nuevos enfoques. Ahora bien, si hemos de hacer justicia al enfoque
marginalista, tanto la utilidad marginal como la productividad marginal se utilizaron en pleno
periodo clásico, aunque no de una forma generalizada, para explicar los precios de los bienes
y de los factores respectivamente.
No cabe duda que los economistas clásicos más importantes fueron Adam Smith
(1723-1790), Th. R. Malthus (1766-1834), D. Ricardo (17772-1823) y J.S. Mill (18061873), pero existieron multitud de autores que destacaron en diversos campos de la economía. Sólo por citar algunos que lo hicieron en teoría monetaria podemos referirnos a Henry
Thornton (1760-1851) y a Thomas Tooke (1774-1858). Podríamos igualmente referirnos a
Robert Torrens (1780-1864), Edward West (1782-1828), o W. N. Senior (1790-1864). Y
para no hacer la lista interminable podríamos citar a Jeremy Bentham (1748-1832), un autor
a quien se le suele citar de forma inexacta, pero cuyas ideas han ejercido una influencia muy
considerable y de consecuencias todavía no calculables a través de los programas socialdemócratas y de bienestar social. Por ello, nos vamos a centrar en algunos de los aspectos más
LA ECONOMÍA POLÍTICA EN LA ESCUELA CLÁSICA INGLESA
~ 151 ~
relevantes de la obra de Adam Smith y de los principales economistas clásicos.
Adam Smith tal vez sea el economista más importante de la historia, pero, sin duda, sí lo es de la escuela
clásica. En cualquier manual de Teoría Económica nos
encontramos con aquellas dos ideas que constituyen la
columna vertebral de La Riqueza de las Naciones, esto
es, el comportamiento maximizador de los individuos y la
competencia como mecanismos explicativos de las regularidades económicas. En la actualidad, la Economía
Neoinstitucional, especialmente interesada en el impacto
que tienen las formas de organización y los arreglos institucionales sobre los resultados económicos, al intentar
entender y generalizar la teoría del precio y aplicarla a las
Adam Smith
instituciones políticas y económicas, se ha fijado en esa
cierta propensión que señaló Adam Smith, “la propensión a trocar, traficar en intercambiar una cosa por otra”, al tiempo que ha subrayado las consecuencias de estas actividades para el uso de los recursos escasos y la creación de riqueza.
A finales de la década de 1970, J. M. Buchanan llamó la atención sobre este punto
al preguntarse por el papel de los economistas, y se refería al “muy olvidado principio
enunciado por A. Smith” al principio del capítulo segundo de La Riqueza de las Naciones,
al establecer que “la división del trabajo”, que en sus Lecciones de jurispruedencia ya
había demostrado que “es la causa inmediata de la opulencia” de la que tantas ventajas se
obtienen, no es efecto de la sabiduría humana, que haya previsto y trate de obtener el
bienestar general que de aquélla se deriva, es la consecuencia necesaria y gradual, aunque
lenta, de una cierta tendencia que no busca tan gran ventaja; la tendencia a trocar, permutar y cambiar una cosa por otra”. Esta propensión, subraya Buchanan, ha sido pasada por
alto por la mayoría de los exegetas de la obra del economista escocés, y no duda en afirmar que “los economistas deberían concentrar su atención sobre una forma particular de
la actividad humana y sobre los diferentes arreglos institucionales que surgen como resultado de tal forma de actividad. El comportamiento del hombre en la relación de mercado
–continua Buchanan– reflejando la tendencia a trocar y a permutar, y las múltiples variaciones en la estructura que esta relación puede tomar, son los objetos propios para el estudio de los economistas”. Esta aproximación, avanzada por Adam Smith, reivindicada por
Buchanan y recogida por el Neoinstitucionalismo, coloca a la “teoría de los mercados” –y
no a “la teoría de la asignación de recursos” de la definición de Robbins– en el centro de
la escena, y nos acerca más a la denominada “aproximación económica al entendimiento
del comportamiento humano”. Tal vez la falta de atención al funcionamiento de los
mercados y la obsesión por la asignación de recursos expliquen los errores y las consecuencias desastrosas de las políticas protagonizadas por economistas con responsabilidades públicas.
Pues bien, según la aproximación de la Economía Neoinstitucional, los resultados
económicos de la producción dependen, en gran parte, de las reglas políticas y sociales que
~ 152 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
gobiernan la actividad económica y la sociedad en general. En su contribución pionera a
esta forma de aproximación a la Economía, Adam Smith intentó demostrar cómo un conjunto específico de reglas contribuye más a aumentar la riqueza de las naciones que otro. La
estructura que Adam Smith recomendaba se caracterizaba por los derechos privados exclusivos de los individuos sobre los activos económicos.
2. LOS FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS DE ADAM SMITH
El objetivo de la economía clásica era el crecimiento económico –como se desprende del
título de la obra de Adam Smith, Una investigación sobre la naturaleza y causas de la
riqueza de las naciones, pero también la distribución que emanaba de su visión del crecimiento económico–. Trataron igualmente el problema de la asignación de recursos, aunque
aquí la idea básica era que la competencia entre individuos que luchan por su interés personal suministra el mecanismo de asignación. Esta última idea nos introduce en un campo de
capital importancia para entender muchas de las proposiciones de los economistas clásicos:
el campo de los supuestos filosóficos o fundamentos filosóficos de la economía clásica.
Adam Smith era un profesor de Filosofía Moral que heredó toda una tradición a lo
largo de la cual había venido configurándose el concepto de naturaleza humana que subyace a la economía clásica, pero también a la que podemos denominar corriente principal de
pensamiento económico o teoría económica ortodoxa. Según esta tradición, el principal
impulso explicativo del comportamiento humano es el interés propio.
A lo largo del siglo XVIII se van abriendo camino con fuerza otras dos ideas importantes que es necesario tener en cuenta en el análisis de la economía clásica. Una se refiere a la
no maleabilidad de los individuos; de ello estaba convencido David Hume y advierte que:
“es necesario que los soberanos acepten a los hombres tal y como los encuentran, sin
introducir cambios violentos en sus principios y en su modo de pensar. (...) La mejor
política es la de acomodarse a la condición general de los hombres y obtener el
mayor partido posible”.
La otra es la ley de las consecuencias no queridas. Esta última conducirá al concepto de mano invisible, una fuerza gracias a la cual los individuos, que actúan de acuerdo con
sus intereses privados, contribuyen sin saberlo al bien común.
Merece la pena detenernos en la historia de ésta última idea, que cobra cuerpo en su
doble acepción de ley de consecuencias no queridas y mano invisible en el ámbito de la denominada escuela escocesa de filosofía moral. A la ley de las consecuencias no queridas le dará
forma la pluma de Adam Ferguson (1723-1816), quien en 1767 publicó el Ensayo sobre la
Historia de la sociedad Civil, al afirmar que “las naciones se debaten entre instituciones que
si son realmente el resultado de un acto humano, no son la ejecución de un designio humano”. Por su parte, el concepto de mano invisible aparece unido a la personalidad de A. Smith,
quien escribió que el individuo “sólo piensa en su propia ganancia, pero en éste como en otros
muchos casos es conducido por una mano invisible a promover un fin que no entraba en sus
intenciones. Mas no implica mal alguno para la sociedad que tal fin no entre a formar parte
de sus propósitos, pues al perseguir su propio interés, promueve el de la sociedad de manera
más efectiva que si esto entrara en sus designios”.
LA ECONOMÍA POLÍTICA EN LA ESCUELA CLÁSICA INGLESA
~ 153 ~
Pero el concepto smithiano de mano invisible no implicaba la idea de Mandeville de
“vicios privados, virtudes públicas”. Adam Smith era un profesor de Filosofía Moral y su
primera obra fue un libro de ética que publicó en 1759, titulado La teoría de los
Sentimientos Morales y entre sus objetivos figuraba rebatir las ideas de Mandeville. En esta
obra A. Smith acepta que el hombre se mueve por el propio interés, pero que también posee
la tendencia a sufrir y sentir con sus semejantes, con el prójimo. Nuestro autor denominó a
este complejo mecanismo psicológico de respuesta del hombre a los sentimientos de sus
vecinos, de aprobación o desaprobación, simpatía. Mecanismo que presupone no sólo el
deseo de obtener alabanza o aprobación de otros, sino también el deseo de ser digno de
alabanza. Así pues, la simpatía o capacidad de ponerse en el sitio de los demás, llevaba a
que apareciese en cada uno un hombre dentro del pecho, “un espectador imparcial” que es
quien aprueba o desaprueba nuestra conducta. De esta forma, la simpatía es un freno para
los intereses egoístas de los individuos, pero existen otras dos fuerzas que canalizan el interés propio hacia el bien común: por una parte, la mano invisible que armonizaba insensiblemente los intereses particulares para la obtención de la prosperidad pública y, por otra
parte, la fuerza coercitiva del estado.
3. LA TEORÍA DE LOS SALARIOS
A lo largo del capítulo, estamos resaltado la importancia de La Riqueza de las Naciones
como fuente de las diferentes teorías de los economistas clásicos. Esto es cierto también en
el caso de los salarios. La mayor parte de las teorías clásicas sobre el salario arranca de los
diferentes enfoques de la determinación del salario existentes en el libro de Adam Smith.
Encontramos ahí una teoría del fondo de salarios; una teoría de la productividad, pues es
esto lo que parece deducirse cuando se dice que la división del trabajo aumenta la productividad y consiguientemente, tras aumentar la acumulación de capital aumentan los salarios;
una teoría residual, pues Smith asegura que en un “estado primitivo y rudo de la sociedad”
el trabajo generaba todo el producto, pero tan pronto como aparece la propiedad privada de
la tierra y tiene lugar la acumulación de capital, es necesario retribuir a los propietarios de
la tierra y a los dueños del capital en forma de renta y beneficio, estas retribuciones se
detraen del producto y la parte residual, lo que queda, retribuye el factor trabajo. Pero al
menos encontramos otras dos teorías, esto es, la que podemos denominar una teoría de la
negociación, según la cual el salario sería el resultado de la negociación entre empresarios
y trabajadores; y fundamentalmente una teoría del salario de subsistencia. Es cierto que
estas teorías están estrechamente relacionadas. La teoría del fondo de salarios se relaciona
con la teoría de la productividad y la teoría residual se convertiría en una teoría de la negociación. La teoría de la subsistencia es una teoría a largo plazo, resultado de la teoría de la
población de Malthus y de la teoría del fondo de salarios.
Pero resumiendo el cuerpo central de la teoría de los salarios de los economistas
clásicos consistía, a corto plazo, en la teoría de la oferta y la demanda o en la teoría del
fondo de salarios, y a largo plazo en la teoría de la subsistencia. La teoría del fondo de salarios, en sentido estricto, es una teoría de la demanda de trabajo bajo la forma de capital
previamente acumulado, “subsistencias para mantener a los trabajadores durante el tiempo
que están ocupados en la producción” decía John Stuart Mill. Pero la idea se basaba en la
~ 154 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
noción fundamental de La Riqueza de las Naciones, de que la división del trabajo se
apoyaba en una previa acumulación del capital y que, a su vez, tenía su origen en los avances de los fisiócratas debido a que el proceso productivo era discontinuo; de ahí el concepto de adelantos, avances, presentes en el concepto de fondo de salarios.
La teoría del fondo de salarios se relaciona también estrechamente con el teorema
Turgot-Smith, que establece que todo lo que se ahorra se consume; o Smith-Say, que asevera que los actos de ahorro e inversión eran idénticos. La abstinencia de consumo, el ahorro, era
la fuente del capital y el capital, demanda de trabajo. Lo que nos lleva a la cuarta proposición
del capital de John Stuart Mill “La demanda de mercancías no es demanda de trabajo, ya que
la demanda de trabajo depende de la acumulación de capital”.
En algunas discusiones se distinguía entre capital salarial y capital total, y entre
población activa y población total. Sin embargo, esta última distinción frecuentemente no
se tenía en cuenta. Así, J. S. Mill no sólo eludía esta distinción al postular una reducción del
crecimiento de la población. También pasaba por alto el problema de la productividad al
postular el crecimiento de la relación capital-trabajo lo más posible.
No se preocuparon los economistas clásicos de la determinación del tamaño del
fondo. La mayor parte de los autores indicaron que dependía del volumen del producto total
y de la participación de los capitalistas en el mismo, así como del ahorro. La posición general fue que las decisiones del ahorro constituían todas demanda de trabajo al proporcionar
el capital, que permitía la división del trabajo y que, a su vez, incrementaba la productividad. El capital, capital circulante, era consumido durante el proceso productivo en forma de
salarios. Pero la Teoría del fondo de salarios era fundamentalmente una teoría de la demanda de trabajo. El supuesto más fuerte del lado de la oferta era que la oferta de trabajo era
igual a la población total, aunque este aspecto no queda claro en los escritos clásicos. A
veces se empleó la teoría del fondo de salarios para poner en tela de juicio las reivindicaciones sindicales, ya que generalmente existía un supuesto implícito de que se trataba de un
fondo fijo, lo que implicaría que las subidas salariales en un sector sólo serían posibles a
costa de bajadas en otro. Finalmente, aunque con frecuencia se asocia esta teoría con J. S.
Mill, pensamos que su mayor mérito fue falsarla en 1868, esto es, darse cuenta de que dicha
teoría no se tenía en pie, pues los salarios podían crecer a costa de los beneficios.
4. RENTA DE LA TIERRA Y LEYES DE GRANO
El sistema teórico de Ricardo surgió del gran debate de 1814-1816 sobre las leyes de cereales. Ya antes de que hubieran terminado las guerras napoleónicas, el problema de protección a la agricultura había sido objeto de discusión, que había dado origen a la formación
de comisiones y a la publicación de al menos cuatro folletos prácticamente simultáneos. La
crisis de subsistencia, agravada con el inicio de las guerras napoleónicas y los efectos
restrictivos del bloqueo continental, y puesta de manifiesto por la escasez de alimentos,
tuvo como consecuencia la adopción de medidas proteccionistas para la agricultura que se
materializaron en la ley de 1804.
La inflación de la guerra había dejado prácticamente sin efecto esta legislación. En
1813 comenzaron de nuevo las presiones a fin de conseguir mayor protección en la medida en
LA ECONOMÍA POLÍTICA EN LA ESCUELA CLÁSICA INGLESA
~ 155 ~
que los precios bajaban debido precisamente a la gran cosecha cerealística de este mismo año.
A tal efecto se formaron comisiones tanto en la cámara de los comunes como de los lores para
informar sobre la cuestión. Se puso en marcha un profundo debate y fue precisamente durante este debate cuando cuatro autores –Malthus, West, Torrens y Ricardo– en febrero de 1815
enunciaron la ley de los rendimientos decrecientes en la agricultura. Todos los autores tomaron como punto de partida la relación entre los altos precios del trigo y la extensión de los
cultivos a tierras menos fértiles y menos accesibles, y el decrecimiento de los rendimientos de
las tierras cultivadas en relación con sucesivos aumentos de trabajo y capital. El orden de
publicación de las obras fue el siguiente: T. R. Malthus publicó el 8 de febrero de 1815,
Investigación sobre la naturaleza y el progreso de la renta, y dos días después, el 10 de febrero Fundamentos de una opinión en defensa del proteccionismo. El día 13 de ese mismo mes
West publicó su Ensayo sobre la aplicación del capital a la tierra. Y el día 24 de febrero
aparecen dos nuevas obras, Torrens publica el Ensayo sobre el comercio exterior de cereales
y David Ricardo el Ensayo sobre la influencia del bajo precio del trigo sobre las utilidades
del capital. Aquellos folletos compartían la idea de que las restricciones en la importación de
grano dan origen a que suba el precio del pan de trigo, y que el precio del pan regula los salarios en dinero y la tasa general de beneficios. En los cuatro folletos aparecía el concepto renta
diferencial, esto es, definían la renta de la tierra como la diferencia de ingresos en dos tierras
de diferente calidad. Como observaba Richard Cobden, todos los partidos que intervinieron
en el debate que precedió a la aprobación de la ley de cereales de 1814 estaban de acuerdo en
un solo punto: en que el precio de los alimentos regula la tasa de salarios. Este principio fue
sentado y admitido por los hombres más importantes de cada bando.
Un punto de vista común igualmente compartido por Malthus, West, Torrens y
Ricardo era la tendencia a limitar la discusión a los efectos de las leyes de cereales sobre la
distribución de la renta nacional entre “las clases importantes de la sociedad”: terratenientes, capitalistas (incluyendo los grandes propietarios) y trabajadores.
5. TEORÍA MONETARIA CLÁSICA
El núcleo analítico de la teoría monetaria clásica constaba de tres elementos estrechamente
relacionados: la teoría cuantitativa del dinero, el mecanismo de flujo de especie y la teoría
de la distribución internacional autorregulada de metales preciosos. Estos elementos los
encontramos en la obra de Cantillon y de forma más explícita en Hume y Joseph Harris
(1702-1764). Lo que implica que la cantidad de dinero es el determinante fundamental del
nivel de precios, que el volumen del comercio internacional depende de los precios relativos locales e internacionales, que los saldos de las balanzas de pagos internacionales deben
liquidarse en metálico y todo ello conduce a una teoría coherente de la distribución internacional autorregulada de los metales preciosos.
Lo esencial de este análisis fue recogido por Adam Smith en La riqueza de las naciones. Señala A. Smith la importancia del dinero como un instrumento que potencia la división del trabajo, con lo que aumenta la productividad y estimula el crecimiento económico.
Pero A. Smith se dio cuenta de que el dinero, sobre todo el dinero metálico, tenía un coste
de producción y un coste de uso en forma de desgaste. De ahí que Adam Smith, en contra
~ 156 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
de Hume y Harris, se mostrara partidario de la utilización de papel moneda convertible, ya
que el país se ahorraría los costes de producción y mantenimiento inherentes al empleo del
dinero metálico.
Adam Smith demuestra sobradamente que conocía los mecanismos monetarios y la
relación dinero-precios, sin embargo, justo es decirlo, una de las partes más controvertidas
y oscuras de su tratado del dinero, al introducir el papel moneda, es su teoría de los canales
de circulación. No explica bien A. Smith cómo el oro y la plata rebosaban por los canales
de circulación y tampoco explicaba por qué los canales no se ensanchaban, esto es, subían
los precios al aumentar la cantidad de dinero (metálico más papel moneda). La cuantitativa
y el mecanismo de flujo de especie lo que nos dicen es que los aumentos en la cantidad de
dinero provocan subidas de precios, y la subida de precios estimula las importaciones y el
déficit de la balanza de pagos, déficit que hay que financiar con salidas de oro y plata. Pero
el mecanismo de flujo de especie implicaba la autocorrección del superávit o déficit de la
balanza de pagos y el equilibrio en la distribución de metales preciosos, que sería expuesto
con mayor claridad por David Ricardo. Pues bien, aunque sintetizados se presentan los
elementos teóricos utilizados, primero en la controversia bullonista, y después en la controversia entre la escuela monetaria y la escuela bancaria. Estaba prácticamente lista la teoría
básica de la moneda metálica, y muy avanzada la del papel moneda convertible.
5.1. La Controversia Bullonista
Con el nombre de controversia bullonista se conoce la serie de debates sobre teoría y política monetaria que tuvo lugar en Inglaterra entre los años 1797-1821, mientras estaba
suspendida la convertibilidad de la libra papel. Durante esta época hubo depreciación del
tipo de cambio, el precio de oro en barras se disparó y se daban síntomas más que evidentes de inflación. El resultado del debate suministraría los elementos fundamentales de una
teoría del papel moneda convertible, ya que lo que se trataba de indagar era qué características debería cumplir un sistema de papel moneda convertible para asegurar su estabilidad. Los protagonistas de la controversia frecuentemente son clasificados en dos grupos:
los “bullonistas”, partidarios de la convertibilidad y críticos con la actuación del Banco de
Inglaterra, y los “antibullonistas”, defensores del punto de vista opuesto. En última
instancia, con todas las matizaciones, ante la subida generalizada de precios, el premio del
oro sobre el precio cotizado de la acuñación, el descuento sobre el papel y la depreciación
del tipo de cambio, el debate consistía en dilucidar si tales acontecimientos se debían a un
exceso de emisión de papel moneda por parte del Banco de Inglaterra –ésta era la tesis
mantenida por los bullonistas–, o si más bien obedecían a factores reales ajenos al comportamiento del banco, entre los que se señalaban las transferencias de capital enviadas al
extranjero para financiar al ejército británico, las malas cosechas, etc., que era el punto de
vista de los antibullonistas.
Al final triunfaron las propuestas bullonistas y se llegó a la conclusión de que la
convertibilidad sería la mejor salvaguarda frente a la sobreemisión, ya que si una moneda
es convertible entonces los billetes emitidos en exceso, al aumentar los precios, son devueltos al banco emisor a cambio de oro. La subida de precios interiores pondrá en funciona-
LA ECONOMÍA POLÍTICA EN LA ESCUELA CLÁSICA INGLESA
~ 157 ~
miento el mecanismo de flujo de especie y el drenaje de oro hará caer los precios interiores
nuevamente. La convertibilidad fue restaurada en 1819-1821. Sin embargo, en contra de lo
esperado, continuaron las crisis monetarias.
5.2. Los Debates entre La Escuela Monetaria, La Escuela Bancaria
y La Escuela de Libre Emisión de Papel Moneda Convertible
Los debates monetarios británicos a partir de 1820 se centraron en la cuestión de si la política monetaria debería ser gobernada por reglas, posición adoptada por los miembros de la
escuela monetaria, o si se debería permitir a las autoridades monetarias una actuación
discrecional como apuntaban de forma matizada los miembros de la escuela bancaria. Hubo
otras cuestiones en discusión como las planteadas por los menos conocidos partidarios de
la igualmente menos mencionada Free Banking School.
Entre las cuestiones disputadas hay que resaltar las siguientes: si el sistema bancario
debería seguir el principio defendido por la escuela monetaria de que la emisión de billetes
debería variar uno a uno con las reservas de oro del Banco de Inglaterra; o si eran válidas
las doctrinas de la escuela bancaria de las letras reales, las necesidades del comercio y la
ley del reflujo. Estaba también en discusión si era deseable el monopolio de emisión, o
como defendía la Free Banking School el monopolio implicaba un riesgo de desestabilización. Se discutía también si la sobreemisión era un problema, y en el caso afirmativo quién
era el responsable. Tampoco había acuerdo sobre cuál debiera ser la definición de dinero,
ni sobre las causas de los ciclos. Incluso se discutía si debiera existir un banco central. Los
partidarios de la libre emisión pensaban que no debiera existir, frente a la defensa de las
otras dos escuelas. En lo que todas estaban de acuerdo era en la viabilidad del sistema de
patrón oro con billetes del Banco de Inglaterra convertibles en oro.
5.3. Recapitulación
Las controversias monetarias del siglo XIX consolidaron la mayor parte de los elementos de
una teoría monetaria moderna, y J. S. Mill se encargaría de sistematizarla. Mill puntualiza
la idea de neutralidad del dinero al señalar que el valor del dinero varía inversamente con la
cantidad, pero que el proceso de aumento de la cantidad de dinero puede alterar los precios
relativos. Igualmente puso de manifiesto sin paliativos los males de la inflación, ya que “no
hay modo de que un aumento general y permanente de los precios (…) pueda beneficiar a
alguien, excepto a expensas de algún otro”. Se enfrentó con el tipo de interés, una variable
determinada en última instancia por fuerzas reales. La tasa de interés está determinada por
la demanda y oferta de fondos prestables. La demanda de préstamos está integrada por la
demanda de inversión, la demanda del gobierno y la demanda de consumo improductivo de
los terratenientes; la oferta de fondos está integrada por el ahorro más los billetes y los
depósitos bancarios. La cantidad de dinero no influye sobre la tasa de interés. En equilibrio
la tasa de interés de mercado debe ser igual a la tasa de rendimiento de capital. Aunque a J.
S. Mill se le suele colocar entre los miembros de la escuela bancaria es necesario matizar,
ya que aunque Mill era muy escéptico ante las posibilidades de la autoridad monetaria de
regular el papel moneda convertible, y aceptaba la doctrina de las necesidades del comer-
~ 158 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
cio, de las letras reales y la ley del reflujo, sin embargo su aceptación incondicional de la
cuantitativa le llevaba a compartir las teorías monetarias de Ricardo.
Pues bien, si admitimos las fructíferas ideas de Thornton recogidas después por
Wicksell sobre la diferencia entre el tipo de interés de mercado y el tipo de beneficio y su
importancia en el análisis de la inflación, la teoría monetaria neoclásica no fue mucho más
lejos de las ideas que estamos analizando.
Tal vez una de las mejores síntesis la encontramos en el Breve tratado sobre la Reforma
monetaria de J. M. Keynes de 1923. Una lectura detallada de esta pequeña gran obra nos
advierte de la actualidad y de la validez de la misma. Es cierto que aquí Keynes ya se veía
asaltado por los fantasmas de la heterodoxia que elevaría la categoría de norma en la Teoría
General de 1936. El Breve tratado es una obra completamente ortodoxa. Analiza de forma
magistral las consecuencias de la variación del dinero, pero también sus causas. Pero tal vez
la parte más interesante y de gran actualidad es la discusión sobre la teoría cuantitativa del
dinero y concretamente la puesta en duda de la estabilidad de la demanda de dinero, sobre
todo a corto plazo, porque “en el largo plazo estamos todos muertos”.
Progresivamente Keynes abandonaría la cuantitativa y en la Teoría general abrazó la
teoría renta de los precios. Teoría que antes de ser desechada a lo largo de la década de 1970,
dejaría las economías sumidas en el paro y desconcertadas por la inflación.
6. LAS TEORÍAS CLÁSICAS DEL COMERCIO INTERNACIONAL
6.1. La Teoría de la ventaja absoluta: Adam Smith (1723-1790)
La teoría clásica del comercio internacional arranca fundamentalmente de la obra de Adam
Smith –el locus clásico de la doctrina del librecambio– La riqueza de las naciones (1776).
El planteamiento de Smith era una teoría de la interacción entre el comercio y el crecimiento económico. Considera Smith la división del trabajo como el motor principal del
crecimiento económico, pero la división del trabajo está limitada por la extensión del
mercado. Lo que el comercio hace es ampliar el mercado y así extiende el campo para la
división del trabajo.
En la teoría de Adam Smith existe el supuesto al menos implícito de la movilidad de
los factores entre países y entre regiones. Pero si los factores son móviles internacionalmente entonces el comercio se entabla sobre la base de la ventaja absoluta. Esto significa
que las mercancías se producirán allí donde los insumos de recursos que necesitan sean más
baratos en términos absolutos. Cada país tendrá ventajas particulares en la producción de
mercancías particulares. La ventaja del comercio estriba por tanto en comprar en el extranjero más barato que en el mercado local. El comprar en la fuente más barata era una de
ventajas mayores del comercio; a esta ventaja hay que añadir la de conseguir mercancías
imposible de producir dentro del país.
Este enfoque smithiano fue mantenido también por John Ramsey McCulloch (17891864), que justificaba el comercio en la ventaja absoluta y venía determinado por los
precios de los bienes intercambiables internacionalmente. Creía McCulloch que existía una
tendencia a la igualación internacional de los precios de los factores a través de la movili-
LA ECONOMÍA POLÍTICA EN LA ESCUELA CLÁSICA INGLESA
~ 159 ~
dad de éstos. Para él, lo mismo que para Adam Smith, la base de la ventaja absoluta radicaba en la tierra y en la dotación de factores naturales. Los otros factores se desplazan para
cooperar con dichas dotaciones. Los países lo mismo que los individuos debían buscar la
oferta más barata.
La salida del excedente. El otro objetivo del comercio internacional era el de eliminar y colocar el excedente, producto del aumento de la productividad debido a la división
del trabajo. Mientras que como veremos la teoría del coste comparativo supone el pleno
empleo de los recursos antes de que comience el comercio, el enfoque de la salida del excedente supone que existe una capacidad ociosa, real o potencial, antes de la apertura del
comercio. La doctrina de la salida del excedente confirmaba que la libertad de comercio era
necesaria para alcanzar y dinamizar el crecimiento. Aunque la teoría de Adam Smith implicaba otras ventajas como que las mercancías se dirigían allí donde su utilidad era mayor y
elevaban los beneficios, el corazón de la misma es una teoría del comercio y del crecimiento
lo que ha impulsado a algunos desarrollos recientes que descansan en la idea de la disponibilidad de exportaciones y la transferencia de tecnología a través de la imitación, después
de que un país establece una ventaja comercial merced al liderazgo tecnológico.
El comercio actúa como motor para la posterior división del trabajo y el cambio tecnológico. Por consiguiente, existe un vinculo entre división del trabajo y comercio, acumulación
de capital y progreso y ventajas tecnológicas. El comercio incrementa la renta porque sostiene
el crecimiento y porque las mercancías pueden ser adquiridas allí donde sus necesidades de
consumo son menores. La libertad de comercio garantiza también que el capital fluye hacia los
destinos en donde puede ser más productivo al incrementar la división del trabajo.
6.2. La teoría de la ventaja comparativa: David Ricardo (1772-1823)
En los manuales de Principios de Economía se suelen citar como fuentes del comercio internacional: diferencias regionales respecto a las condiciones de producción, esto es, las diferencias entre países respecto a sus posibilidades productivas, costes decrecientes en la
producción a gran escala, diferencias de gustos.
Las tres causas del comercio antes citadas son las razones de sentido común por las
que existe comercio internacional, pero hay un principio más profundo que subyace a todo
el comercio –al que tiene lugar en el seno de una familia, dentro de un mismo país y entre
los países que va más allá del sentido común–. La teoría, llamada principio de la ventaja
comparativa, sostiene que un país comerciará con otras regiones incluso aunque sea, en
términos absolutos, más eficiente o más ineficiente en la producción de todos los bienes.
El principio de la ventaja comparativa establece que cada país se especializará en la
producción y la exportación de los bienes que puede producir con un costo relativamente
bajo (en los cuales es relativamente más eficiente que los demás) e importará los bienes que
produzca con un costo relativamente elevado (en los cuales sea relativamente menos
eficiente que los demás). David Ricardo ofreció en 1817 una prueba de que la especialización internacional beneficiaba a los países, y llamó al resultado la ley de la ventaja comparativa. Ricardo ilustra su teoría con el ejemplo de dos países, Inglaterra y Portugal, y dos
productos, el paño y el vino. El ejemplo lo tenemos sintetizado en los cuadros siguientes:
~ 160 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
Cuadro 9.1: La lógica de la ventaja comparativa
INGLATERRA
PORTUGAL
Producción de una unidad de paño
100 horas/hombre
Producción de una unidad de paño
90 horas/hombre
Producción de una unidad de vino
120 horas/hombre
Producción de una unidad de vino
80 horas/hombre
SIN COMERCIO EXTERIOR
En Inglaterra por una unidad de vino habrá
que pagar:
120/100=6/5=1'2 de paño
En Portugal por una unidad de vino habrá
que pagar:
80/90=8/9=0'88 de paño
Por una unidad de paño habrá que pagar:
100/120=5/6=0'83 de vino
Por una unidad de paño habrá que pagar:
90/80=9/8=1'125 de vino
ANTES DEL COMERCIO
Paño
Vino
INGLATERRA (1 unidad)
100
120
PORTUGAL (1 unidad)
90
80
Costes de producción
190
200
390
DESPUÉS DEL COMERCIO
Paño
INGLATERRA (2 unidades)
Vino
200
PORTUGAL (2 unidades)
160
Costes de producción
200
160
360
Ahorro producido después del comercio: 390-360= 30 horas/hombre
LA ECONOMÍA POLÍTICA EN LA ESCUELA CLÁSICA INGLESA
~ 161 ~
De todo lo anterior se deduce que: Inglaterra se especializará en la producción de
paño ya que con 1 unidad de paño puede comprar en Portugal 1’125 unidades de vino frente a las 0’83 que conseguiría si no comerciara. Portugal se especializará en la producción
de vino y comprará paño en Inglaterra ya que por 1 unidad de vino podrá comprar en
Inglaterra 1’2 de paño frente a las 0’88 que conseguiría si no comerciara.
Reparto de las ganancias: Si 1 unidad de tejido británico se cambiara por 1’125 de
vino portugués toda la ganancia iría a Inglaterra. Si 1 unidad de vino portugués se cambiara por 1’2 de paño inglés toda la ganancia sería para Portugal. Ricardo supone una razón de
1 a 1. Inglaterra produce tejido con 100 horas/hombre y recibe 1 unidad de vino que a ella
le hubiera costado producirla 120 horas. Portugal obtiene tejido que le hubiera costado 90
horas por tan solo 80 horas de trabajo.
La manera más fácil de analizar las ganancias derivadas del comercio es calcular la
influencia de éste en los salarios reales de los trabajadores. Los salarios reales se miden en
la cantidad de bienes y servicios que puede comprar con la retribución que percibe por una
hora de trabajo. Examinando los cuadros se observa que después del comercio los salarios
reales son mayores que antes, tanto para los trabajadores de Inglaterra como para los de
Portugal. Supongamos para mayor sencillez que cada trabajador compra 1 unidad de paño
y 1 de vino. Antes del comercio, este conjunto de bienes de consumo le costaba al trabajador inglés 220 horas de trabajo y al portugués 170. Una vez abierto el comercio al trabajador inglés, el mismo conjunto de bienes le costará 200 horas y al portugués 160.
En resumen, cuando se abre el comercio y cuando cada país se concentra en el área
en la que tiene una ventaja comparativa, mejora la situación de todo el mundo. Los trabajadores de cada región pueden obtener una cantidad mayor de bienes de consumo a cambio
de la misma cantidad de trabajo cuando la población se especializa en las áreas en las que
tiene una ventaja comparativa e intercambia su propia producción por bienes en los que
tiene una desventaja relativa. Cuando se abren las fronteras del comercio internacional,
aumenta la renta nacional de todos y cada uno de los países que comercian.
6.3. La Teoría de las Demandas Recíprocas: John Stuart Mill (1806-1873)
John Stuart Mill hizo avanzar de forma considerable la teoría del comercio internacional al
explicar cómo se repartían las ganancias del comercio. En los Principios de Economía
Política demuestra que los términos del intercambio de trueque no dependen sólo de las
condiciones de costes sino también de la “demanda recíproca”. Para conseguir su objetivo, primero realiza una buena síntesis de la teoría de los costes comparativos y después
demuestra que los términos del intercambio de trueque no dependen sólo de las condiciones de los costes sino también de la “demanda recíproca”. La “ecuación de la demanda
internacional” estipula que el valor de las exportaciones de un país debe ser igual al valor
de las importaciones del otro país, de modo que los términos de intercambio están determinados por la cantidad y la flexibilidad de la demanda”, o lo que ahora llamamos el nivel
y la elasticidad de la demanda de importaciones de cada país. Cuanto mayor y más elástica
sea la demanda extranjera, más favorables serán los términos de intercambio para el país en
cuestión. Cuando introduce el coste de transporte señala que todo aumento de los costes de
~ 162 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
transporte significa la reducción de las ganancias del comercio exterior. Además, una vez
en presencia de costes de transporte, las razones de intercambio entre los dos productos no
son iguales en ambos países. Por último, los costes de transporte originan bienes del comercio interno que nunca se exportan ni importan.
Sostiene que un avance reductor de los costes de la industria del lino de “Alemania”
puede mejorar los términos de intercambio de “Inglaterra” en mayor medida que la reducción del precio relativo a los linos. Mill se aproxima a la expresión del concepto de la elasticidad-precio (¡) en mayor medida que cualquier otro economista anterior. Divide todas las
exportaciones en tres clases: 1) aquellas cuya “demanda aumenta en una razón mayor que
la reducción del precio” ¡ >1; 2) aquellas cuyos ingresos totales permanecen constantes
cuando baja el precio porque la cantidad demandada aumenta “en la misma proporción de
la baratura” ¡ =1; y 3) aquellas cuyos ingresos bajan porque la cantidad demandada aumenta en una razón” menor que la baja del precio ¡ < 1.
Los autores neoclásicos posteriores añadieron poco a la teoría pura de los valores
internacionales de Mill, excepto la consideración de los costes variables en cualquiera de
los países. El único punto verdaderamente importante se refería al tamaño relativo de los
dos países y a la importancia relativa de los dos bienes intercambiados: un país pequeño que
produzca un bien importante en el comercio internacional puede especializarse exclusivamente en su producción y modificar así los términos de intercambio a su favor; o bien, si
un país es grande en relación con otro, puede forzar el intercambio en el límite del intervalo de los costes comparativos. Sin embargo, se mejoró considerablemente la presentación
anterior del argumento de Mill. A fines del decenio de 1870, Marshall elaboró una ilustración geométrica de la acción de la demanda recíproca.
7. JOHN STUART MILL (1806-1873)
Filósofo, además de economista. Sus aportaciones al análisis económico se encuentran
fundamentalmente en sus Principios de Economía Política (1848) y la mejor introducción
a los Principios es su Autobiografía publicada en 1873. En la Autobiografía describe la
economía estrictamente ricardiana que le enseñó su padre James Mill, así como sus posteriores estudios de economía con un grupo de jóvenes, amigos suyos. Explica así mismo las
influencias intelectuales que recibió a lo largo de su vida, desde los socialistas franceses
hasta Harriet Taylor, en la modificación de sus ideas ricardiano-benthamistas. La época en
que se desarrolla la vida y la actividad de J. S. Mill es de gran interés desde el punto de vista
del análisis económico. Es una época de grandes avances analíticos y de muchos de ellos
sería protagonista J. S. Mill. En esta época experimenta un gran avance la teoría monetaria,
la teoría del comercio internacional, la libertad de comercio (en 1846 Inglaterra proclama
unilateralmente la libertad de comercio), se sientan las bases del socialismo científico y se
desarrollan los sindicatos.
Cuando nace J. S. Mill sigue todavía en plena vigencia la obra de A. Smith La riqueza de las naciones (1776). Otras obras de gran interés y que formaban parte de la literatura económica en Inglaterra eran El primer ensayo sobre población, publicado por Malthus
en 1798, Investigación sobre la naturaleza y los efectos del papel moneda, publicada por
LA ECONOMÍA POLÍTICA EN LA ESCUELA CLÁSICA INGLESA
~ 163 ~
Thornton en 1802 y que constituye una de las aportaciones más importantes y originales a
la teoría monetaria. El Tratado de Economía política de Say, se publica en 1803; La defensa del comercio, publicada por James Mill en 1806 o los Principios de economía política y
tributación, que había publicado David Ricardo en 1817 fueron herramientas fundamentales para el joven Mill. Estos eran los materiales con los que contaba J. S. Mill para su formación como economista. Recibe la misma formación que Ricardo, cuya obra se proponía
revisar. James Mill tiene una gran influencia sobre su hijo tanto en su formación como en
su obra. J. S. Mill no fue ni al colegio ni a la universidad. La educación recibida por el joven
Mill se fundamentaba en la teoría educativa de James Mill, que lo mismo que el filósofo
francés Helvetius, pensaba que la mente humana era como una tabla rasa y que el carácter
era el resultado de la experiencia, la educación y el medio social.
En su Autobiografía (1873) Mill describe la esmerada educación que recibió de su
padre. Aunque Mill realizaría importantes aportaciones en el campo de la filosofía y de la
ciencia política, nuestro interés se centra en sus aportaciones en el campo de la economía.
Sus primeros estudios económicos datan de 1819, a la edad de 13 años su padre le hizo
seguir un curso de Economía política. Ricardo había publicado dos años antes, en 1817, sus
Principios de economía política y tributación. Sin embargo, el mismo Mill señala que “no
había aparecido ningún tratado didáctico que incorporara las doctrinas de Ricardo en forma
apropiada para escolares”. El sistema consistía en una conferencias que James Mill daba a
su hijo, quien debía entregar al día siguiente un resumen por escrito sobre el contenido de
las mismas. Estos resúmenes sirvieron a James Mill como material para escribir su obra
Elementos de Economía Política (1821).
A continuación leyó a Ricardo y posteriormente a A. Smith y según apunta el mismo
J. S. Mill, “uno de los fines principales de mi padre era hacerme aplicar a las opiniones más
superficiales de A. Smith sobre economía política los razonamientos mucho más profundos
de Ricardo y descubrir lo que hubiera de engañoso en los argumentos de Smith, y de erróneo en sus conclusiones”. En 1820, durante una estancia de un año en Francia, entra en
contacto con J. B. Say, amigo de su padre, así como de varios dirigentes liberales franceses.
Recordaría especialmente el contacto con Saint Simon. De su estancia en Francia datan las
influencias recibidas de los socialistas utópicos, influencias acusadas en sus obras como
economista.
En 1823 pasa a ser funcionario a las órdenes de su padre en la compañía de las
Indias Orientales, lo que le permitiría “ganarse la vida” y “consagrar una parte del día a
las ocupaciones intelectuales personales”. En 1825 reemprende el estudio sistemático de
la Economía política en una especie de seminario organizado con un grupo de amigos,
jóvenes utilitaristas. El primer libro que les sirvió de texto en estas reuniones fue
Elementos de Economía Política de James Mill, continuando con los Principios de
Ricardo. Estas lecturas le conducen a su teoría de las demandas recíprocas. El lazo de
unión del grupo de jóvenes radicales lo constituía el siguiente credo: En economía, “el
principio de la población de Malthus era una bandera (…) entre nosotros, como lo era
cualquier opinión de Bentham. Adoptamos con celo ardiente esta gran doctrina originariamente lanzada como argumento contra la perfectibilidad indefinida de las cosas humanas, por indicar los únicos medios de realizar la perfectibilidad, asegurando plena
~ 164 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
ocupación con altos salarios a toda la población obrera mediante una restricción voluntaria del aumento de su número. En política, una confianza casi absoluta en la eficacia de
dos cosas, el gobierno representativo y la absoluta libertad de discusión. En psicología, la
formación del carácter humano por las circunstancias según el principio universal de la
asociación y la consiguiente posibilidad ilimitada de mejorar la condición moral e intelectual de la humanidad por la educación” (Mill, 1859).
J. S. Mill había recibido las doctrinas de los economistas y filósofos franceses del
siglo XVIII, de A. Smith, Malthus y Ricardo. En suma, había estudiado los escritos de los
“economistas políticos de la vieja escuela”. En el otoño de 1826 sufre una crisis mental
que provocó un cambio en su mentalidad y le apartó de los radicales filosóficos, llevándole a un replanteamiento de la validez universal de sus teorías. Este replanteamiento le
condujo a su famosa distinción entre leyes de producción y leyes de distribución.
Considerado muchas veces como un economista mediocre, como mero vulgarizador de
Ricardo es, sin embargo, uno de los economistas que más descubrimientos tiene en su
haber, entre los que podemos destacar la indeterminación en el mercado de trabajo por la
existencia de grupos no competitivos; la existencia de barreras contra la movilidad por los
costes de la educación; formuló con claridad el problema de la producción conjunta; se
dio cuenta de la existencia de costes alternativos en los usos de la tierra, tiene una discusión en torno a la economía de la firma, y expuso claramente la ley de la oferta y la
demanda.
Todos estos aspectos los encontramos desarrollados en los Principios de Economía
Política (1848), pero durante su época de formación llevó a cabo importantes avances en los
campos referentes a la Ley de Say y de la teoría del comercio internacional, así como de la
metodología en economía, reflejados en una serie de ensayos escritos en torno a 1830 y
publicados en 1844 en un volumen titulado Ensayos sobre algunas cuestiones no resueltas
sobre Economía Política. Publicó en 1843 Sistema de la Lógica, locus clasicus del inductivismo. La publicación de los Principios de Economía Política (1848) lo consagra como el
mejor economista de su tiempo. En vida del autor se publicaron siete ediciones, que marcan
la evolución del pensamiento del autor, la mejor forma de analizarlo es a través de los diferentes prólogos. En 1869 hay una retractación de la doctrina del fondo de salarios. Los
Principios se convirtieron en la biblia indiscutible de los economistas de la segunda mitad
del siglo XIX. A principios del XX serán sustituidos por los Principios de Economía de
Alfred Marshall.
8. ALFRED MARSHALL (1842-1924)
Dejando de lado las importantes aportaciones de W. S. Jevons (1835-1882), a finales del
siglo XIX existían tres corrientes de pensamiento: la escuela austriaca, la escuela de
Lausana y la denominada escuela de Cambridge, que levantó la obra de Marshall, que
había sido nombrado catedrático de Economía Política de la Universidad de Cambridge
en 1885.
Los austriacos eran graduados en Derecho, manifestaban cierta aversión a las
matemáticas y eran mejores conocedores de la Metafísica de Aristóteles. Walras y Pareto
LA ECONOMÍA POLÍTICA EN LA ESCUELA CLÁSICA INGLESA
~ 165 ~
procedían de escuelas de ingeniería. Marshall, matemático de profesión, fue profesor
interino de matemáticas en 1865. Llegó a la economía desde las matemáticas. Sus conocimientos matemáticos le aconsejaban cierto escepticismo en cuanto a sus posibilidades
de aplicación en economía. Marshall se acercó a la economía con fines morales. Sus
estudios están motivados por sus deseos de aliviar la pobreza. Se empezó preguntando
por las causas de las diferencias sociales. Recorría los barrios pobres observando la
gente más menesterosa, intentando dar respuesta a su pregunta. Los fines morales que
se proponía le obligaban a prescindir de ejercicios puramente especulativos. Pretende
que su teoría se pueda llevar a la práctica por los hombres de gobierno, de empresa y por
los sindicalistas.
Su pragmatismo explica que su economía fuera más realista y menos abstracta que
la teoría de la utilidad de los austriacos y el sistema de equilibrio general de Walras, aunque
era consciente de la interdependencia de los fenómenos económicos. Hubiera deseado
llenar de contenido empírico las generalizaciones. Preparó el terreno para la aparición de la
econometría. Se muestra respetuoso con los clásicos. A diferencia de Jovons, desarrolló su
tarea con profunda adhesión a la tradición del pensamiento británico anterior.
Considerándose como mero discípulo de Cournot, de Von Thünen y de Ricardo, tradujo la
versión realizada por Mill de las doctrinas de Ricardo a las matemáticas. La continuidad y
no el cataclismo era su divisa. No en vano, bajo el título de sus Principios, aparece la expresión latina Natura non facit saltum.
Alfred Marshall, nació el 26 de junio de 1842. Su padre, de sólida formación evangélica, era cajero del banco de Inglaterra. Existe alguna semejanza entre las relaciones de
los Marshall y de los Mill debido a la severidad paterna en cuanto a la formación de los
hijos. Tras un breve paso por Oxford estudiando lenguas clásicas con destino a la ordenación sacerdotal en la iglesia Anglicana, abandona los estudios clásicos, lenguas muertas, e
ingresa en Cambridge, donde se graduó en matemáticas. Fue uno de los mejores matemáticos de su generación.
Fue el intento de explicar las condiciones de la sociedad en que vivía lo que le llevó
a la lectura de los Principios de Economía Política de J. S. Mill. En 1868, su deseo de leer
a Kant le llevó a Alemania, donde, además de leer a Kant y a Hegel, entró en contacto con
las obras de los economistas de la Escuela Histórica, especialmente Roscher. En 1875 visitó durante cuatro meses Estados Unidos. En 1879 publica con su mujer su primer libro, La
economía industrial, y este mismo año aparece una edición privada de La teoría pura del
comercio internacional y de los valores domésticos.
8.1. El Excedente del Consumidor
Marshall explicaba el significado del excedente del consumidor analizando la demanda de
té. Un consumidor compraría un litro de té si el precio fuera p0=20 chelines. Si p1=14 chelines, compraría dos litros. En este caso, el consumidor estaría dispuesto a pagar 34 chelines:
20 por la primera unidad; 14 por la segunda. Como podría comprar dos litros a 14 chelines
cada uno, lo que sería un total de 28 chelines, la diferencia es el excedente del consumidor:
34-28 = 6 chelines.
~ 166 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
Expuso este razonamiento de forma gráfica:
Figura 9.1: el excedente del consumidor
P/unidad
D
T
C
Si el precio fuera OC, la cantidad
demandada sería OH. El consumidor
estaría dispuesto a pagar una cantidad de dinero por OH igual a OHAD.
Como paga efectivamente OHAC, el
excedente del consumidor lo representa la superficie CAD.
B
R
A
O
M
H
Cantidad demandada
Marshall limitó su análisis a los casos en los que el gasto en el producto representa
sólo una pequeña parte del gasto total del consumidor. En las aplicaciones prácticas del
concepto se mostró cauteloso, subrayando que el excedente del consumidor era “una burda
medida económica”. Indicó que el cálculo debería limitarse a variaciones relativamente
pequeñas en torno al precio acostumbrado, especialmente tratándose de productos de
primera necesidad. Parece que Marshall en principio abrigó grandes esperanzas de llegar a
calcular estimaciones estadísticas del excedente del consumidor, pero sólo en un caso realizó una estimación: se trataba de la pérdida del excedente del consumidor debida a la oposición de la oficina de Correos británica a las tarifas postales locales baratas. Pero poco a
poco fue descubriendo los problemas planteados por la existencia de bienes –complementarios y sustitutivos–, llegando a perder toda ilusión sobre la posibilidad de tales estimaciones estadísticas.
Finalmente explicó la utilización del excedente del consumidor mediante ejemplos
tomados del campo de los impuestos. En la figura 9.2 observamos cómo si se grava el
producto con un impuesto CT por unidad y esto da lugar a un incremento en el precio por
el importe del impuesto de OC a OT, y a una reducción de la cantidad demandada de OH
a OM, la cantidad que el consumidor pagaría en impuestos sería CRBT, dejando de demandar MH. El ahorro en dinero sería MHAR, y pierde utilidad por MHAB. La pérdida del
excedente sería: MHAB – MHAR = RAB
LA ECONOMÍA POLÍTICA EN LA ESCUELA CLÁSICA INGLESA
~ 167 ~
Figura 9.2: Pérdida del excedente del consumidor como consecuencia
del establecimiento de impuestos
D
T
C
B
R
A
O
M
H
Cantidad demandada
Este análisis le llevó a Marshall a recomendar que en caso de que el gobierno tuviera que obtener mediante impuestos una cantidad dada, al elegir el objeto de la imposición
debiera seguir el criterio de reducir al mínimo la pérdida de excedente del consumidor.
8.2. La Curva de Demanda Marshalliana
Marshall estableció una correspondencia entre la demanda de un bien y su utilidad marginal, o dicho de otra forma, dedujo la curva de la demanda de un bien de su curva de utilidad marginal. Al estar la demanda y la utilidad marginal representadas por la misma curva,
si se adopta el principio de que la utilidad marginal es decreciente, la función de demanda
ha de serlo también.
La curva de demanda marshalliana relaciona la demanda de un bien por unidad
de tiempo con su precio, sólo y exclusivamente. Se trata de una relación ceteris paribus.
Sin embargo, Marshall no proporciona una lista explícita de las restricciones que pesan
sobre la curva de demanda de un bien, lo que hace que existan algunas ambigüedades en
cuanto a la formulación correcta de la cláusula ceteris paribus, a las que después nos
referiremos. Por el momento consideraremos constantes los gustos, los precios de los
demás bienes, la renta (utilidad marginal del dinero), utilidad marginal del flujo monetario de cada individuo. Si se consideran los bienes X1, X2, … Xn, que el sujeto de demanda en cantidades x1, x2, … xn , y sus precios son p1, p2, … pn, la concepción marshalliana
implica que la variación de pi altera de modo directo la demanda de xi de Xi. Pero para
que no varíe la demanda de xs de otro bien Xs, es necesario que la utilidad proporcionada por xs sea independiente de Xi.
~ 168 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
La ley general de la demanda de Marshall afirma que el precio de un bien y la cantidad demandada del mismo varían en relación inversa. Tal restricción se deduce de la forma
de la función de utilidad postulada por Marshall. Consistente con su concepción de la utilidad como magnitud mensurable, aunque en la práctica Marshall se refirió a la utilidad como
indirectamente mensurable, en el límite, mediante el precio, y con la idea de que a cada bien
le corresponde una utilidad propia e independiente de carácter aditivo.
La utilidad total que el consumidor obtiene de su consumo de bienes y servicios es
la suma de las utilidades individuales obtenidas del consumo de cada bien de su presupuesto. Simbólicamente:
n
U = - Ui
U1 = f1 (X1); U2 = f2 (X2);... Un = fn(Xn)
i=1
De donde se deduce que,
U = f1 (x1) + f2 (x2) + ... + Un = fn(xn)
En este caso la utilidad marginal de cada artículo es independiente de las cantidades
poseídas de las demás, puesto que:
Y como fi depende solamente de xi se verifica que,
,U
f’(xr)
,xr
Y análogamente se anulan todas las derivadas mixtas.
Pero Marshall se dio cuenta de que existen bienes de consumo rival, sustitutivos,
mientras que otros son de consumo complementario. Los bienes X e Y son sustitutivos
cuando UMx disminuye al aumentar la cantidad de Y. Son complementarios cuando UMx
aumenta al aumentar la cantidad de Y. El reconocimiento de estas interrelaciones entre los
bienes lleva claramente una función generalizada de la utilidad del tipo:
,2U
=0
,x1,x2
Con una función generalizada de la utilidad, la utilidad marginal decreciente ya no
conduce necesariamente a que todas las curvas de demanda tienen pendiente negativa, y las
curvas de ingreso las tienen positivas. Un incremento del ingreso real resultante de una
reducción en p no asegura que todos los bienes serán consumidos en mayores proporciones.
Si X e Y son bienes sustitutivos, un incremento en la cantidad comprada de Y no solamente hará disminuir la UMy, sino también la UMx.
Por consiguiente, cuando se gasta una parte del incremento del ingreso real en adquirir el bien Y, la UMx puede bajar tanto que la cantidad X deba reducirse por debajo de su
cantidad original, con el fin de cumplir las condiciones de satisfacción máxima. El efecto
LA ECONOMÍA POLÍTICA EN LA ESCUELA CLÁSICA INGLESA
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renta es negativo y la curva de demanda de X puede tener una pendiente positiva: se trata
de un bien inferior.
9. EJERCICIOS
1. Podemos estar seguros de que un país comerciará con otros países incluso aunque
sea, en términos absolutos, más eficiente en la producción de todos los bienes.
¿Por qué?
2. Explique las razones por las que podemos afirmar que la Teoría del fondo de salarios
de la escuela clásica era fundamentalmente una teoría de la demanda de trabajo.
3. Exponga brevemente cómo Marshall explicó la pérdida del excedente del consumidor como consecuencia del establecimiento de un impuesto en el consumo de
un bien.
Lectura
“Grandes multitudes pululaban en el fructífero panal, y esa gran cantidad les permitía medrar, empeñados por millones en satisfacerse mutuamente la lujuria y la vanidad […] todo oficio y dignidad tiene su tramposo, no existe profesión sin engaño.
Los abogados cuyo arte se basa en crear litigios y discordar los casos, […] sacerdotes contratados para conseguir bendiciones de arriba.
[…] violentos e ignorantes por millones […] soldados que a batirse eran
forzados. Así pues, cada parte estaba llena de vicios pero todo en conjunto era un
paraíso. Tales eran las bendiciones de aquel Estado: sus pecados colaboraban para
hacerle grande, […] la raíz de los males, la avaricia, vicio maldito, perverso y pernicioso, era esclava de la prodigalidad, ese noble pecado; mientras el lujo daba trabajo
a un millón de pobres y el odioso orgullo a un millón más, la misma envidia, y la
vanidad, eran ministros de la industria […]”.
Mandeville, El panal rumoroso o la rendición de los bribones.
10. LECTURAS RECOMENDADAS
•
“La ética y la economía en Adam Smith“, en MARTÍN MARTÍN, V.(2002): El liberalismo económico : La génesis de las ideas liberales desde San Agustín hasta Adam
Smith, Madrid, Editorial Síntesis. En esta lectura se analiza la investigación que realiza Adam Smith sobre la naturaleza del orden económico que propicia el incremento
de la riqueza. Resaltará la existencia de la armonía entre los intereses particulares de
los individuos y los intereses generales de la sociedad.
•
“La escuela clásica” en PERDICES DE BLAS, L., (2003). Historia del Pensamiento
Económico, Madrid, Editorial Síntesis. Se trata de un conjunto de capítulos dedicados a la escuela clásica desde Adam Smith hasta John Stuart Mill, incorporando un
capítulo dedicado a la teoría monetaria clásica.
~ 170 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
11. BIBLIOGRAFÍA
BUCHANAN, J. M. (1979): What Should Economist, do? Indianapolis, Liberty Press.
FERGUSON, A. (1974): Un Ensayo sobre la Historia de la sociedad Civil, Madrid,
Instituto de Estudios Políticos,.
HUME, D. (1987): Essays Moral, Political and Literaty, Indianapolis, Liberty Classics.
HUTCHISON, T. (1967): Historia del pensamiento Económico 1870-1929, Madrid, Ed.
Gredos,.
MALTHUS, T. R.
—(2000) [1798]: Primer ensayo sobre la población, Madrid, Alianza Editorial.
—(1946) [1820]: Principios de economía política, México, Fondo de Cultura
Económica.
MILL, J. S.
—(1997) [1844]: Ensayos sobre algunas cuestiones disputadas en economía política, Madrid, Alianza Editorial.
—(1996) [1848]: Principios de Economía Política, México, Fondo de Cultura
Económica.
—(1977): Collected Works II y III. Principles of Political Economy, Toronto,
University of Toronto Press.
MANDEVILLE, B. (1988): The Table of the Bees: or Private Vices, Publick Benefits, 1958
T E M A
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TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS
Y SOCIALES EN LOS SIGLOS XIX Y XX
1.
2.
3.
4.
5.
6.
FLUCTUACIONES ECONÓMICAS INTERNACIONALES
EL SINDICALISMO
EL NACIMIENTO DEL ESTADO DE BIENESTAR
EJERCICIOS
LECTURAS RECOMENDADAS
BIBLIOGRAFÍA
Como sabemos la Revolución Industrial transformó la economía europea permitiéndola
pasar de ser una economía agrícola a otra caracterizada por procesos de producción intensivos en capital con capacidad para fabricar bienes a gran escala. Este proceso trajo consigo una nueva forma de percibir las fluctuaciones económicas. A pesar de las indiscutibles
mejoras económicas que supuso la Revolución Industrial, paralelamente fueron apareciendo recurrentes periodos de expansión y recesión económica que condicionaron la senda de
crecimiento. Pues bien, en este capítulo estudiaremos en primer lugar las fluctuaciones que
tuvieron lugar en Europa y América del Norte durante los siglos XIX y XX. Veremos como
las alteraciones de las variables clave del proceso industrializador eran suficientes para
modificar el ciclo económico. También veremos hasta qué punto la Revolución Industrial
trascendió al ámbito político y social ayudando a elaborar el marco institucional en el cual
hoy vivimos. En este sentido dedicaremos los dos últimos apartados del capítulo a presentar la historia del sindicalismo obrero y el Estado del Bienestar respectivamente.
1. FLUCTUACIONES ECONÓMICAS INTERNACIONALES
Desde la segunda mitad del siglo XVIII hasta principios del XIX las fluctuaciones en el
comercio o en la industria se explican por causas que no eran estrictamente económicas. Las
contiendas bélicas como la guerra de los Siete Años (1756-1763), o la guerra de la
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
Independencia de Estados Unidos dieron lugar a un periodo de crisis económica que se
superaron con relativa facilidad cuando Inglaterra, que era el motor del crecimiento económico, recuperó su comercio de exportación.
No sólo las contiendas explicaban las crisis económicas en la Europa preindustrial,
bastaban unas malas cosechas para frenar un periodo de expansión económica. Sin embargo, tras la industrialización, las alteraciones de las variables claves del mismo proceso
industrializador –necesidades de capital, crédito o simplemente la competencia entre
empresarios– eran suficientes como para modificar el ciclo económico. En una palabra, si
bien los efectos eran los mismos –paro, hambre, miseria y bancarrotas–, las causas no, y
buena parte de la explicación se debe al proceso industrializador que llevó a cabo Europa y
América entre los siglos XIX y XX. Además hay que añadir otro elemento importante, los
ciclos de expansión o recesión económica no respetaban las fronteras nacionales. Así, los
gobiernos nacionales veían “importadas” a sus fronteras crisis económicas de otras naciones que en buena medida no eran de su responsabilidad.
A partir del siglo XIX los teóricos de la economía se afanaron por intentar conocer
cuáles eran las causas que explicaban esos ciclos recurrentes de contracción y expansión.
En definitiva, se comenzó a observar cuáles eran los mecanismos internos del capitalismo
con el objetivo de encontrar las causas de esas fluctuaciones. Para estos economistas las
diferentes fluctuaciones económicas de los siglos XIX y XX fueron provocadas por distintos
tipos de factores que operaron simultáneamente sobre la economía occidental1.
Así, la crisis de 1810 en buena medida vino provocada por el intento francés y americano de eclipsar el protagonismo de Inglaterra en el comercio internacional. Hay que tener
en cuenta que Europa y Estados Unidos adquirían aproximadamente los dos tercios de las
exportaciones inglesas. Cuando en 1812 el dominio de Napoleón sobre Europa empezó a
relajarse, y en 1814 los puertos europeos se abrieron nuevamente al comercio inglés, los
ingleses de nuevo volcarán su actividad hacia el comercio de exportación con América, rela1
Como sostiene el profesor Gregorio Nuñez Romero-Balmas (1989), el movimiento de larga duración o
ciclo largo, divulgado por Kondratieff, recoge en grandes oscilaciones vagamente definidas la evolución
de las naciones capitalistas desde el siglo XVIII. Algunos autores niegan su existencia diferenciada a falta
de suficiente precisión y de una explicación adecuada. Lo configuran lentas oscilaciones del alza y a la
baja de los precios, tipos de interés y del ritmo de crecimiento de la producción y de los intercambios.
Tienen una duración media, bastante variable, en torno a los cincuenta y dos años y presenta dos fases
definidas aunque no es posible explicar con precisión los puntos de inflexión, si bien se suelen aceptar los
siguientes:
Cronología histórica del movimiento de larga duracción
Fase A
Alza
Fase B
Baja
1792 a 1815
1815 a 1850
1850 a 1873
1873 a 1896
1896 a 1920
1920 a 1945
1945 a 1973
1973 en adelante
TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS Y SOCIALES EN LOS SIGLOS XIX Y XX
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zando no sólo su economía sino también la europea que por aquellas fechas se encontraba
muy mermada debido al periodo de guerra continuada que sufrió desde la guerra de los
Siete Años hasta el fin de las guerras napoleónicas. Sin embargo hay que señalar dos hechos
que perjudicaron notablemente a Inglaterra. Por un lado, al finalizar las guerras napoleónicas, la industria perdió los ventajosos pedidos del Ejército y el exceso de capacidad que esto
trajo consigo ralentizó su crecimiento industrial. También hay que destacar las malas cosechas de 1816-1817 que hicieron duplicar el precio del trigo afectando negativamente a los
salarios y por ende a la demanda de consumo.
El siguiente periodo de crisis incorpora las crisis de 1825 y 1836. Después de un
lento aumento de la producción y del comercio, un periodo de grandes inversiones estimuló la producción. Las nuevas oportunidades de inversión hicieron que los Rothschild, y la
banca Baring entre otras, emitieran empréstitos por cuenta de gobiernos europeos ofreciendo un elevado tipo de interés, superior al que ofrecían los fondos del gobierno británico. En
1825 se habían prestado alrededor de 20 millones de libras. Al mismo tiempo, los industriales reinvertían sus beneficios o prestaban enormes cantidades de dinero para ampliar
fábricas textiles y explotar minas. El optimismo general llevó a la banca local a aumentar
fuertemente sus emisiones. Todo marchó bien hasta que 1825 una malas cosechas y el mal
resultado obtenido por las inversiones proyectadas en América Latina y en la metalurgia
dieron lugar a un exceso de capacidad que hizo tambalear la estructura de precios. Como
suele ocurrir en estos casos, las incertidumbres sobre si se iban a cumplir o no los contratos se multiplicaron y los bancos restringieron sus préstamos. Las inversiones se paralizaron y la producción se desplomó. Los años posteriores a 1825 estuvieron presididos por
paro, bajos beneficios y malestar general.
Destaca en este periodo el hecho de que a partir de 1832 Inglaterra entró de nuevo
en una fase de expansión que duraría hasta el año 1836. Las buenas cosechas permitieron
una reducción de importaciones de trigo, a la vez que las exportaciones de productos industriales a Estados Unidos aumentaban considerablemente. Muchas veces las exportaciones
se financiaban a través de créditos que bancos ingleses concedían a comerciantes americanos. No obstante la crisis sobrevino procedente de Estados Unidos. La gran expansión que
estaba atravesando la economía norteamericana requería numerosas inversiones en infraestructuras –construcción de canales, carreteras–, muchas de los cuales fueron financiadas
con la emisión de deuda en Londres. Inclusive muchos bancos americanos tomaban dinero
prestado en Inglaterra para prestarlo a un tipo de interés más elevado. A finales de 1836 el
Banco de Inglaterra comenzó a restringir sus préstamos a las empresas dedicadas al comercio transatlántico. Al mismo tiempo la especulación por vender a un precio elevado los
terrenos que previamente había vendido el Estado norteamericano trajeron consigo el hecho
de que el gobierno obligara a realizar los pagos con moneda de oro y de plata. La especulación cesó, los clientes de los bancos retiraron fondos y exigieron el pago en oro de los
billetes. Los bancos de los estados del Oeste fueron los primeros en quebrar y la crisis se
agravó con la caída en el precio del algodón. A partir de la primavera de 1837 la mayor parte
de los bancos americanos cerraron. A muchos exportadores británicos no les devolvieron el
importe de sus exportaciones y se arruinaron. Hay que resaltar que otros países, además de
Inglaterra, también habían participado en estos préstamos a América del Norte. En este
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
sentido, la interdependencia de los países y de los continentes agravó todavía más la depresión. Numerosas suspensiones de pagos en América y las malas cosechas de l838 y 1840
remataron la crisis de 1836.
Con relación a la crisis de 1847 cabe señalar que ésta se fue gestando a partir de 1842
cuando, animados por las buenas cosechas y el buen precio de los alimentos, los bancos,
con exceso de fondos, se lanzaron a prestar dinero. El mayor estimulante lo trajo la industria del ferrocarril, y el hecho de que todos los países reconocieron indispensables su construcción. Por consiguiente, y hablando en términos generales, la expansión económica de
los años cuarenta se apoyó en gran medida en las masivas inversiones que se van a llevar a
cabo en la construcción de ferrocarriles y en el estímulo que esta industria va a tener sobre
la industria metalúrgica. Por ejemplo, en Gran Bretaña, a finales entre 1843 y 1848 se habían construido 3.120 kilómetros que daban empleo a unas trescientas mil personas.
Por lo que respecta a la economía británica, y debido entre otras cosas a la pérdida
de la cosecha de la patata en Irlanda en 1846, y los años de malas cosechas de cereales, se
produjo un aumento generalizado de los precios de los productos de primera necesidad, que
repercutió negativamente en la demanda de tejidos de algodón cuyos precios también habían subido como consecuencia de las malas cosechas. A todo lo anterior hay que añadir los
efectos de la disminución de los derechos de importación de cereales adoptada por el
gobierno de Robert Peel. Estas medidas hicieron aumentar las importaciones de trigo
contribuyendo a incrementar el déficit de la balanza comercial. Sin embargo, y debido a un
periodo de buenas cosechas en los años siguientes no previstas por los especuladores,
dieron lugar a un periodo de deflación que tuvo consecuencias negativas en el sistema
financiero. El comportamiento anticíclico de las autoridades monetarias al modificar la ley
bancaria de 1844, ley que imponía reglas muy estrictas a la emisión de billetes, permitió
inyectar liquidez al sistema suavizando las tensiones, pero condenando irremisiblemente a
la economía a un periodo inflacionista.
Respecto a la otra gran potencia del momento, Francia, hay que decir que también atravesaba una coyuntura favorable, sobre todo a partir de 1840 en gran medida debido también
a la construcción del ferrocarril. En 1847 alcanzaba una extensión total de 3.680 kilómetros.
No obstante cabe señalar el aspecto negativo que representaba su abultado déficit comercial.
Déficit que se disparó por dos razones. En primer lugar porque la mayor parte de los materiales necesarios para la construcción y la explotación del ferrocarril eran de importación y,
en segundo lugar, y debido a unos años de malas cosechas, las autoridades francesas se vieron
obligadas a importar cereales. La evolución de la crisis francesa fue similar a la de Inglaterra:
retirada de depósitos y quiebras. Hay que significar que el descontento social por la mala
situación económica fue uno de los detonantes de la revolución de 1848, en el que se vieron
implicados no sólo los franceses, sino también, austriacos, alemanes e italianos.
No obstante hay que señalar que los nuevos yacimientos de oro descubiertos en
California y en Australia entre 1848 y 1851 impulsaron las inversiones, la iniciativa empresarial y contribuyeron a relanzar la actividad económica a mediados del siglo XIX. Hay que
hacer notar que la producción mundial de oro, que en el año 1850 era de más de 55.000
kilos al año, pasó a unos 200.000 entre 1851 y 1855. Aunque el sistema de patrón oro era
TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS Y SOCIALES EN LOS SIGLOS XIX Y XX
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muy eficiente porque ajustaba de manera automática las paridades entre las diferentes
monedas, no estaba exento de protagonizar ciertas tensiones en el sistema monetario internacional. Aunque se verá más adelante, el patrón oro era un sistema monetario que permitía convertir todos los medios de pago legales (billetes, pagarés, letras…) y cambiarlos por
cantidades predeterminadas de oro. Al tener todas las monedas un tipo de cambio o paridad
respecto al oro, se fijaban el tipo de cambio entre todas las monedas facilitándose así los
intercambios comerciales entre países.
Referente a la crisis de 1857 hay que decir que desde mediados del XIX asistimos
aun periodo de auge generalizado que afectó a la mayoría de los países y a la mayoría de
los sectores económicos. En este periodo no sólo hay que destacar la gran actividad que
comportaba la construcción de ferrocarriles, sino también la construcción naval, el telégrafo y las grandes obras de urbanismo.
La expansión en Estados Unidos fue muy rápida y la llegada de inmigrantes atraídos
por el oro californiano acentuó la buena coyuntura industrial, consolidada por la construcción del ferrocarril. La Guerra de Crimea facilitó las exportaciones americanas de trigo
hacia Europa, interrumpidas poco después por las buenas cosechas habidas en Europa. El
síntoma de la crisis de 1857 fue la quiebra de un pequeño banco, el Ohio Life Insurance and
Trust Co. que operaba con acciones del ferrocarril. Esta quiebra trajo consigo otras quiebras de otros bancos y de otras empresas vinculadas al sistema. El punto álgido de la crisis
se alcanzó en el mes de octubre cuando 62 de los 63 bancos que existían en Nueva York
suspendieron pagos.
En Gran Bretaña, el pánico financiero norteamericano se dejó sentir con inusitada
celeridad. Las reservas del Banco de Inglaterra descendieron de 6.100.000 a 960.000 libras
en poco más de dos meses. De poco sirvió la política de elevación de tipos de interés, que,
si bien ayudó a ralentizar la saca de oro, no impidió la suspensión de pagos de algunas entidades y de algunas compañías dedicadas al comercio de exportación hacia Estados Unidos.
Los valores industriales se hundieron y aumentaron las compras de activos financieros estatales, que también competían en los mercados exteriores, originando cierto efecto expulsión
de la inversión privada en beneficio de la iniciativa pública.
Con relación a Francia, y con la intención de “parapetarse” frente a la crisis “importada” del exterior, se intentó establecer un clima de confianza empresarial adoptando una
serie de medidas, promovidas por el Estado, que favorecieron la evolución económica:
nuevas concesiones para construcción de ferrocarriles, reordenación en la explotación de
las líneas existentes, apoyos a los distintos sectores industriales –industria textil, construcción naval, minería y metalurgia–, dieron lugar a un periodo de crecimiento económico.
Nuevas modalidades de crédito, y estímulos a la industria de construcción junto a una política arancelaria más liberalizadora ofrecieron un panorama económico alentador. No
obstante la crisis americana también tuvo, como en el caso inglés, una rápida repercusión
en Francia, entre otras razones porque la banca parisina tenía multitud de intereses en
Norteamérica. Además, las medidas adoptadas en Londres produjeron pánico en la bolsa de
París donde algunos valores, especialmente los vinculados al ferrocarril, cayeron vertiginosamente.
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
La segunda ola de fluctuaciones económicas alcanza su cenit entre 1870 y 1875, y
destacan las crisis de 1866 y 1873. En los años comprendidos entre 1861 y 1866 hubo dos
acontecimientos importantes que condicionaron el proceso de crecimiento económico. El
acuerdo Cobden Chevalier que firmaron Francia y Gran Bretaña en el año 1860, y la Guerra
de Secesión en Estados Unidos.
La importancia del tratado franco-británico reside en el hecho de que provocó una
oleada de acuerdos arancelarios bilaterales entre los países europeos. Casi todos estos
acuerdos incluían la cláusula de nación más favorecida que significaba que si uno de los
dos países firmantes concedía ventajas arancelarias a un tercero, también tenía que concedérsela al otro país signatario. A pesar de que se generalizaron las concesiones arancelarias,
abriendo el camino hacia un comercio multilateral, sin embargo, pronto surgieron fuertes
presiones que amenazaban la expansión de esta red comercial a escala mundial. El imperialismo, con la consiguiente rivalidad económica y guerra arancelaria, pasaría a ser la
norma. Como menciona Cameron (2005), frente a las falaces interpretaciones económicas
del imperialismo, el oportunismo político combinado con el crecimiento de un nacionalismo agresivo, desempeñaron un papel predominante en el proceso imperialista al que va a
asistir Europa en este periodo.
Por lo que respecta a la Guerra de Secesión, cabe señalar que tuvo gran impacto
sobre la economía europea porque los norteamericanos disminuyeron sus relaciones económicas con el continente. La disminución de las importaciones de algodón, que eran básicas
para la industria textil inglesa, provocó despidos masivos de trabajadores, descensos de los
salarios y emigración de mano de obra. No obstante, hay que decir que los tratados comerciales entre los países europeos contribuyeron a amortiguar el efecto negativo de la contienda americana.
Por lo que atañe a la crisis de 1873, hay que señalar en primer lugar que si bien hasta
el momento los países protagonistas de las etapas de expansión y recesión eran Inglaterra y
Francia, a partir del decenio de los 70, Estados Unidos y Alemania van a ser también protagonistas de las fluctuaciones. Por estos años, Alemania accedía al nivel de gran potencia
industrial, y Estados Unidos, después de la Guerra de Secesión, reemprendió su proceso
industrializador que la convertirá en la gran potencia mundial.
Deteniéndonos en la crisis de 1873, hay que señalar que ésta comenzó en Austria para
después extenderse a Alemania, que fue incapaz de defenderse a pesar de que su sector industrial y, por ende, toda su economía, se había reactivado gracias a los preparativos bélicos de
su futura guerra contra Francia. Hay que resaltar que a este proceso de crecimiento económico contribuyó de manera decisiva la anexión de la Alsacia y la Lorena. En general tanto en
Austria como en Alemania se había creado un sistema financiero que apoyaba decididamente al sector empresarial. Tal vez y debido a la gran participación de ahorradores y a la alta
rentabilidad de las empresas, que repartían beneficios con regularidad, la especulación hizo
acto de presencia. Sólo faltaba, como así fue, que las empresas disminuyeran su rentabilidad,
lo que llevó a que gran parte de las inversiones imprudentes desaparecieran y con ellas numerosos bancos de inversión. La consecuencia fue fatal, disminución de la producción, de los
precios y aumento del paro. La crisis alcanzó a Estados Unidos, afectando a la industria del
TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS Y SOCIALES EN LOS SIGLOS XIX Y XX
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hierro y del acero, extendiéndose al sector de la construcción y al textil. En Gran Bretaña la
prosperidad industrial quedó interrumpida y se inició un largo período de depresión. Aunque
a Francia no le afectó en exceso esta crisis, sin embargo los pagos que tuvo que realizar a
Alemania al perder la guerra ralentizaron su crecimiento económico.
Superada la crisis de 1873 fue a partir de 1878 cuando de nuevo surgirán elementos
que traerán consigo nuevos problemas y dificultades. Hay que resaltar un rasgo característico de esta crisis, y es el hecho de que el número de países afectados por ella crecerá. Así
se verán afectados, a parte de los que hemos venido estudiando, Argentina, Brasil, Rusia,
Canadá, Australia, y algún país de África. Señal inequívoca de la enorme amplitud que por
estas fechas tenía la trama de inversiones y relaciones comerciales internacionales. Se
puede afirmar también que la década de 1880 va a ser la última que la construcción y la
industria del ferrocarril van a ser el motor del crecimiento económico.
Con relación a la crisis de finales del XIX, hay que decir que la recuperación económica tocó su techo entorno a 1900. Esta recuperación vino precedida por los lamentables
hechos acaecidos en el mundo financiero capitaneados por la casa Baring y sus malas inversiones en Argentina que hizo tambalear todo el sistema financiero internacional.
A comienzos del siglo XX el progreso económico era generalizado y afectaba principalmente a la construcción y a la industria. En Estados Unidos, alrededor de 1890, la prosperidad era general. Grandes trust protagonizaban importantes conglomerados industriales.
Hay que señalar que la política proteccionista instaurada con la aplicación del arancel
MacKinley coadyuvó en buena medida a este proceso industrializador. No obstante, una
disminución generalizada de pedidos afectó a las compañías de ferrocarriles, a la construcción de tranvías y a la demanda del cobre, que era imprescindible en los procesos de electrificación. La disminución de la producción industrial precedió a la crisis monetaria de
1907. Comenzó quebrando la empresa Heinze que especulaba con el cobre y afectó al
«National Bank of Comerce» que quebró arrastrando a numerosas empresas y a gran cantidad de bancos que se declararon en suspensiones de pago. La crisis monetaria precipitó el
hundimiento generalizado de las cotizaciones. Quebraron empresas metalúrgicas, eléctricas
y automovilísticas. En 1908 la inmigración descendió un 40 por ciento, los salarios disminuyeron del 15 y del 20 por 100. Por ejemplo, en Nueva York el 35 por ciento de obreros
afiliados a los sindicatos estaba en paro.
La crisis de 1907 fue importante para Estados Unidos, aunque se remontó con rapidez. Huelga decir que las crisis pusieron en evidencia que el sistema financiero norteamericano tenía una estructura bancaria fragmentaria e incompleta, incapaz de hacer frente a las
necesidades de crédito en momentos de dificultad. Sin embargo, el “valor” del comercio
internacional en un período de trece años se duplicó. Es más, se afirma que la afluencia de
capitales a Estados Unidos durante este periodo fue tan enorme que condicionó el proceso
inversor de aquellos países exportadores de capital. No obstante, y en general, los países de
ultramar ofrecían oportunidades de beneficios mayores que los que podían ofrecer los
países europeos.
En 1914 no se sospechaba que las posibilidades de inversiones pudieran exceder de
las demandas reales, excepto en algún caso concreto como en el Canadá. Sin embargo, tanto
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
para los trabajadores como para los que vivían de rentas fijas, la coyuntura no se presentaba con los mismos signos de optimismo. Según todas las estimaciones, los salarios reales,
incluso de los obreros bien organizados, eran ligeramente inferiores en 1914 a los de 1900.
Los sindicatos, como veremos a continuación, luchaban para lograr un aumento de los salarios y reducciones de la jornada laboral. En toda la Europa industrial los salarios reales que
no habían dejado de aumentar desde 1850, paralizaron esta tendencia a partir de 1900.
Después de la guerra de 1914-18, la organización económica internacional se intentará
reconstruir pero las fluctuaciones económicas no habían cesado, y, por ende, faltaba atravesar la más devastadora de las crisis, la de 1929.
2. EL SINDICALISMO
El objetivo de este epígrafe es realizar una breve síntesis de la historia del sindicalismo obrero en Europa y América. Tenemos que ser conscientes de que el concepto de sindicalismo da
cabida a todo un conjunto de métodos y teorías que tienen por objetivo la agrupación de personas de profesión similar, no sólo de trabajadores, también de artesanos, empresarios y otros.
No obstante la historia del sindicalismo obrero nos ofrece una buena panorámica para
comprender hasta que punto la Revolución Industrial en general, y el capitalismo en particular, trascendió al ámbito político y social ayudando a elaborar nuevas instituciones que hoy en
día configuran las reglas de juego de la sociedad en la que vivimos.
En general, se acepta que los sindicatos surgieron como respuesta de los trabajadores a las consecuencias no queridas de lo que la historia económica denomina Revolución
Industrial. Los primeros sindicatos se crearon en Europa occidental y en Estados Unidos a
finales del siglo XVIII y principios del XIX. A medida que se iba desarrollando el sistema
industrial, numerosas personas abandonaban el campo para buscar los escasos puestos de
trabajo de los grandes centros urbanos. Este exceso de oferta de mano de obra aumentó la
dependencia de la clase trabajadora. Para reducir esta dependencia se crearon los primeros
sindicatos, sobre todo entre el gremio de artesanos, entre otras razones porque veían amenazada su actividad laboral. Estos grupos tuvieron que enfrentarse a la oposición de gobiernos y patronos que los consideraban asociaciones ilegales o conspiradores que pretendían
restringir su proceso de maximización del beneficio. Durante el siglo XIX se fueron eliminando estas barreras legales gracias, no sólo, a determinadas resoluciones judiciales, sino
también, a la promulgación de diferentes leyes que favorecían la sindicación. No obstante,
cabe decir que en términos generales los primeros sindicatos no lograron superar las grandes depresiones económicas de la primera mitad del siglo XIX y desaparecieron.
Aunque en la historia existen innumerables ejemplos de asociaciones de trabajadores, ninguna es comparable al movimiento sindical que tuvo su origen en las Trade Unions
inglesas. Estas asociaciones fueron legalizadas en 1824 y agruparon los primeros sectores
obreros de las industrias más desarrolladas. Además estas primeras agrupaciones sustituyeron a las denominadas Combination Laws –Leyes de Asociación– que prohibían la libre
asociación de trabajadores vigentes desde 1799.
Con anterioridad a 1824 el movimiento sindical atravesó un periodo truculento cuyo
principal objetivo era fundamentalmente luchar por su subsistencia. Paradigma de esta
TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS Y SOCIALES EN LOS SIGLOS XIX Y XX
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represión son en Francia la Ley Le Chapelier de 1791 y en Inglaterra las Leyes de
Asociación antes mencionadas. No obstante hay que destacar que en el año 1802 en
Inglaterra se dictó por primera vez una ley que regulaba el trabajo en las fábricas. Es conocido que desde que se inició la Revolución Industrial los trabajadores no tenían ningún
horario, ni días de descanso, el trabajo era todos los días y para todos los trabajadores, incluyendo los niños y las mujeres. La ley de 1802 incluía prescripciones sanitarias, limitación
de la jornada de trabajo y la educación obligatoria para niños. Destaca dentro de este primer
periodo de la historia sindical la rebelión de los tejedores y las hiladoras entre 1810 y 1811
en Inglaterra contra el empleo de maquinaria. Consideraban que el empleo de capital ponía
en peligro sus puestos de trabajo. Este movimiento se conoció con el nombre de
“Luddismo” y fue capitaneado por Ned Ludd, un obrero especializado en la destrucción de
máquinas, con mucho poder de convocatoria puesto que fue capaz de extender su credo al
gremio de zapateros, sastres, mineros, carpinteros y otros sectores de trabajadores. Son
destacables también en este sentido los hechos que acaecieron en Francia cuando los obreros de Saint Etienne se dedicaron a destruir las máquinas de la fábrica de Rives, y lo trabajadores de las aserradoras de Burdeos hicieron lo propio con las suyas.
En 1825 nuevamente se reglamentó la asociación de trabajadores, que, si bien no se
prohibieron, al menos se toleraron. Pero fue a partir de 1830 cuando comienza una nueva
etapa para el sindicalismo obrero puesto que surgen las primeras asociaciones de obreros de
un mismo oficio. Destacan en este sentido las asociaciones de Lancashire en el sector textil
y la de Yorshire en el de la construcción. En ese mismo año nace La Asociación Nacional
para la Protección del Trabajo, que era una federación que articulaba todas las “uniones de
obreros” existentes, y que tenía como principales objetivos la creación de un fondo de resistencia de huelga y luchar contra las reducciones de salarios. El líder de la asociación fue
John Doherty que en 1829 organizó en Inglaterra la Gran Unión de los Hiladores y
Tejedores a destajo.
Siguiendo con la cronología, el 12 de octubre de 1834 se celebró en Londres, inspirado por Robert Owen, el Primer Congreso de la Gran Unión Consolidada de los Oficios,
congreso que coincidió con el primer intento de organizar una huelga general para reducir
la jornada laboral a ocho horas. Destaca la fecha del 16 de junio de 1836 que fue cuando se
creó en Inglaterra la Asociación de Trabajadores de Londres dirigida por William Lovett y
Francis Place. En 1837 elaboraron una carta, “la carta del pueblo”, que, dirigida al
Parlamento, elevaba seis demandas específicas de reformas democráticas: sufragio para los
varones mayores de veintiún años, voto secreto, elecciones parlamentarias anuales, abolición de los requisitos de propiedad para ser miembro del Parlamento, asignación de un sueldo a los parlamentarios y distritos electorales equitativos. Ni que decir tiene que fueron de
inmediato rechazadas por la Cámara de los Comunes. Por este motivo, la Asociación lanzó
una campaña nacional en apoyo de su programa en donde aproximadamente 1.250.000
personas firmaron un requerimiento con la intención de que el Parlamento elevara la carta
al rango de ley.
Los defensores de dicha carta, los “cartistas”, si bien en un principio y desde una
posición moderada expresaban con dicho documento el malestar social provocado por las
leyes de Reforma de 1832 y la Poor Law Amendment Act de 1834, fue cuando el Parlamento
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
rechazó dicho documento cuando decidieron pasar a la acción convocando una huelga general. Hay que decir que la protesta fue un fracaso, pero es cierto que fue el origen de la
revuelta de Newport, Monmouthshire y Gales en noviembre de 1839. En dicha revuelta
muchos dirigentes del movimiento fueron arrestados y encarcelados. Los cartistas presentaron una segunda petición en 1842 firmada por tres millones de seguidores, pero el
Parlamento de nuevo volvió a negarse. El cartismo atravesó un periodo de declive hasta
1848, fecha en la que se remitió otra solicitud al Parlamento. A pesar de las multitudinarias
manifestaciones la carta no se aceptó alegando que el número de firmas era insuficiente y
que algunos de los signatarios no existían. Aunque este movimiento fue perdiendo fuerza
gradualmente, todas sus demandas, salvo la que reclamaba elecciones parlamentarias anuales, fueron elevadas finalmente a la categoría de leyes.
En 1864 nace la Asociación Internacional de Trabajadores que se conoce como la
Primera Internacional. Sobre los orígenes de la Primera Internacional, las opiniones son múltiples. Para los franceses que participaron en el mitin de St. Martin’s Halls en Londres, la iniciativa se origina en París. En cambio para los historiadores de tendencia marxista, atribuyen la
paternidad a Karl Marx. Lo que si es cierto es que Marx, que vivía en Londres por esos años,
fue elegido miembro del Consejo General de la Internacional y se convirtió en la figura predominante en el seno de la Internacional, encargado, además, de redactar sus estatutos. Sin
embargo, hay que destacar que desde el principio los anarquistas, Pierre Joseph Proudhon y
Mijaíl Bakunin, se opusieron al modelo de Karl Marx, modelo que pasaba por crear un Estado
centralizado gobernado por los trabajadores. Bakunin precipitó la crisis al denunciar la actitud despótica de Marx, realizando un llamamiento para crear una Internacional “antiautoritaria”. En el Congreso de la Haya de 1872, Marx salió victorioso y Bakunin fue expulsado de
la Internacional. Tras la ruptura entre marxistas y anarquistas se tomó la decisión de trasladar
el Consejo General a los Estados Unidos donde fue formalmente disuelto y con él la Primera
Internacional en 1876. Un año después de disuelta la Primera Internacional se concedió en
Inglaterra el derecho de los trabajadores a organizarse sindicalmente.
El movimiento sindical también se desarrolló en Alemania donde en 1868 se constituyó la Asociación de Sindicatos al estilo de las Trade Unions inglesas. En 1878 se fusionaron
la Federación Sindical y la Asociación General de Obreros alemanes, formando la Comisión
General de Sindicatos, que con el tiempo se convertirá en una de las organizaciones sindicales más poderosas del mundo. En la historia sindical belga destaca la protesta que en 1868
protagonizaron los mineros la ciudad de Mons debido a la disminución de sus salarios y al
licenciamiento forzoso de sus trabajos. Las protestas dieron lugar a una crisis en las minas de
Carbón del distrito carbonífero de Borinage. Por lo que respecta a España, hay que decir que
en 1881 se fundó la Federación de Trabajadores de la Región Española, de tendencia anarquista. En 1882 se constituyó la Asociación Nacional de Trabajadores, que en 1889 se convirtió en la Unión General de Trabajadores vinculada al Partido Socialista acogiendo a los
sectores más moderados del proletariado español. En 1884 en Francia, la ley WaldeckRousseau permitió la creación de sindicatos profesionales y en 1887 se fundó el primer sindicato cristiano bajo la orientación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.
En Estados Unidos se creó en 1869 la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, y
en 1881 se constituyó la Federación de Sindicatos de Obreros y Oficios Organizados. Por
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estas fechas se estaban organizando los trabajadores de Chicago con objeto de conseguir
que la duración legal de la jornada de trabajo fuera de ocho horas. Los cruentos sucesos que
van a tener lugar tuvieron como detonante el despido en 1886 por la empresa McCormik de
1.400 trabajadores como represalia a una huelga. El primero de mayo de 1886 fue el día
elegido por la Federación de Sindicatos para exigir el nuevo horario aprovechando el
descontento general motivado por el despido de los trabajadores de la empresa de Chicago.
Ese mismo día, los Pinkertons, que eran la policía privada empresarial, y los esquiroles, que
estaban esperando cualquier actitud de los huelguistas, provocaron el fatal desenlace.
Murieron seis trabajadores y hubo más de medio centenar de heridos. Los trabajadores de
todo el mundo se solidarizaron con los trabajadores de Chicago, en especial con aquellos
que fueron arrestados y condenados a muerte. Los acontecimientos que ocurrieron en
Chicago y la muerte de los dirigentes sindicales dieron origen a que en todas partes del
mundo los trabajadores organizados recordaran a “Los mártires de Chicago”, y que el
Primero de Mayo fuera considerado como el día internacional de los trabajadores.
En 1889, centenario del comienzo de la Revolución Francesa, se celebraron dos
congresos socialistas en París. Uno, inspirado en el Manifiesto Comunista de Marx que
originó lo que más tarde se conocerá como la Segunda Internacional, el otro congreso fundó
la Oficina Internacional Socialista con sede en Bruselas. Con relación a la Segunda
Internacional hay que decir que surgieron nuevos líderes, Lenin (1870-1924) favorable a las
proposiciones comunistas, y Bernstein (1850-1932) que rechazaba los argumentos de Marx
y de Engels de derrocar el capitalismo de forma violenta. Fue Karl Johann Kautsky (18541938), líder de los marxistas ortodoxos alemanes, el que con más rotundidad se opuso a los
planteamientos de Bernstein. Hasta la Primera Guerra Mundial, la Segunda Internacional se
reunió nueve veces en intervalos irregulares. En el Congreso de Londres de 1896 fueron
expulsados los anarquistas dejando a los marxistas, “sobre todo a los alemanes”, en una
posición de liderazgo incontestable. Éstos, a pesar de que seguían proclamando las teorías
revolucionarias de Marx, deseaban reformarlas. Un conflicto paralelo socavó los esfuerzos
de la Internacional por evitar una guerra en Europa. Comprometidos ideológicamente con
la paz y el internacionalismo, cuando la Primera Guerra Mundial estalló en 1914, las lealtades nacionales demostraron ser más fuertes que los compromisos de clase y la mayoría de
los socialistas respaldaron los esfuerzos de guerra de sus respectivos gobiernos. Esto significó el fin de la Segunda Internacional, a pesar de los esfuerzos por revivirla.
Con relación a la postura de la Iglesia en relación al sindicalismo, cabe destacar la
encíclica Rerum Novarum, publicada el 15 de mayo de 1891 por el Papa León XIII.
Dedicada a la cuestión obrera, el comunicado papal expuso una serie de criterios y principios que dieron el pistoletazo de salida para la creación de organizaciones sindicales entre
los trabajadores cristianos.
Los años de entreguerras fueron testigos de un crecimiento en la afiliación a los
sindicatos. En este sentido en Estados Unidos, gracias a la política económica y social del
presidente Roosevelt, iniciada a partir de 1933 para contrarrestar los efectos de la Gran
Depresión, y que se conoce con el nombre de New Deal, favoreció la sindicación. Así, el
36% de los trabajadores norteamericanos pertenecían a algún tipo de asociación. La tendencia fue similar en Europa. Los sindicatos apoyaban tanto al Partido Laborista en Inglaterra,
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como al Partido Socialdemócrata alemán, permitiéndoles además tener representación en
las tareas de gobierno.
En América Latina los sindicatos aparecieron a finales del siglo XIX, primero en
Argentina y Uruguay y algo más tarde en Chile y otros países. La influencia de los trabajadores españoles e italianos emigrados a Sudamérica resultó decisiva en el proceso de formación del sindicalismo iberoamericano. En México, influyó además el ejemplo asociativo
estadounidense y ya en 1870 se constituyó el Gran Círculo de Obreros, de inspiración
marxista. Los principales sindicatos latinoamericanos, muy influidos por el marxismo y el
anarquismo, fueron la Federación Obrera de la República Argentina (FORA), creada en
1901, y la Confederación General del Trabajo (CGT) que se fundó en 1930; la Federación
Obrera de la República Uruguaya (FORU), creada en 1905, y la Confederación Sindical
Uruguaya (CSV) que se constituyó en 1951. En México, la Confederación Regional Obrera
Mexicana (CROM) nacida en 1917 al calor de la revolución, se transformó mas tarde en la
Confederación de Trabajadores de México (CTM), que a partir de 1936 apoyó de forma
resuelta la política obrerista del general Lázaro Cárdenas.
En la actualidad la principal función de los sindicatos en los países industrializados
democráticos consiste en lograr acuerdos con los empresarios mediante la negociación
colectiva. Los temas tratados en este tipo de negociación son muy variados y vienen a reflejar la complejidad de las sociedades industrializadas. En algunos casos, los acuerdos colectivos especifican con gran detalle cuáles serán los salarios, el número de horas de la jornada
laboral, los días de vacaciones, las condiciones de trabajo y otras reivindicaciones. En otras
ocasiones, los sindicatos utilizan su poder para forzar la promulgación de leyes en favor, no
sólo de trabajadores activos, sino también de los jubilados, de los parados, de las madres,
de la construcción de viviendas de protección oficial, seguro médico obligatorio e incluso
la creación de tribunales especializados en temas laborales, y procedimientos conciliatorios
que protejan a los trabajadores de decisiones arbitrarias tomadas por los empresarios.
Con relación a los sindicatos internacionales hay que decir que desde el principio
estuvieron vinculados al movimiento socialista. En 1901 varios sindicatos nacionales
crearon la Federación Internacional de Sindicatos (FIS). Tras la II Guerra Mundial, la FIS
se disolvió para crear la Federación Mundial de Sindicatos (FMS) que intentaba agrupar
a sindicatos comunistas y no comunistas. Los sindicatos de los países democráticos se
dieron cuenta de que su acción era incompatible con la de los sindicatos comunistas, por
lo que crearon la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres
(CIOSL) que incorporaba a casi todos los sindicatos no comunistas. Los sindicatos de la
FMS pertenecen casi todos a sindicatos de los países de la antigua Unión Soviética,
aunque algunos provienen de países democráticos. Otra asociación internacional de sindicatos, la Confederación Mundial del Trabajo (CMT) surgió a partir de una federación de
sindicatos cristianos, aunque hoy en día es una asociación secular, con afiliados en
Europa occidental, América Latina y África. En América Latina, la FMS, de influencia
comunista, se organizó a partir de 1938 con el nombre de Confederación de Trabajadores
de América Latina (CTAL) y en 1948 se alineó en favor de la extinta Unión Soviética,
frente a la Organización Regional Interamericana de Trabajadores (ORIT), que se afilió
a CSIL, constituida en Londres. Los sindicalistas cristianos, por su parte, se agruparon en
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una organización que adoptó el título de Confederación Latinoamericana de Sindicalistas
(CLAS).
Aunque las organizaciones sindicales internacionales tienen poco poder, su importancia estriba en que fomentan la cooperación y facilitan el intercambio de información.
Han realizado importantes esfuerzos para coordinar sus líneas de acción. La Organización
Internacional del Trabajo (OIT), organismo de la Organización de las Naciones Unidas
(ONU), también ha desempeñado en este sentido un importante papel.
3. EL NACIMIENTO DEL ESTADO DE BIENESTAR
Uno de los fenómenos más relevantes que se produjeron en Estados Unidos como respuesta a la gran depresión de 1929 fue el surgimiento de lo que con el tiempo se ha denominado el Estado del Bienestar. Las bases jurídicas y políticas del Estado del Bienestar
pertenecen a lo que se denomina Estado social de derecho, cuyo objetivo es mejorar las
condiciones de vida y proporcionar la igualdad de oportunidades entre los ciudadanos. Si
bien es cierto que el nacimiento del llamado Welfare State pertenece a la época de Rooselvet
(1882-1945), no es menos cierto que los Estados Unidos no fueron de ningún modo precursores. En efecto, los orígenes de este tipo de Estado hay que situarlos en la Alemania del
canciller Otto von Bismarck (1815-1898). No obstante hay que señalar que con anterioridad al Estado de Bienestar bismarkiano, y a pesar de que parece inevitable que cuando se
plantea el problema de la pobreza y la asistencia social en la Europa moderna la referencia
obligada sea Inglaterra y sus leyes de pobres, cabe decir que el asunto de la pobreza y de la
beneficencia tuvo un tratamiento teórico y práctico muy amplio en España durante el siglo
XVI. Un proceso que se remonta a la baja Edad Media y que permitió a los autores que lo
analizaron adentrarse por los vericuetos del sistema asistencial.
3.1. Antecedentes del Estado del Bienestar
La obra de Luis Vives (1492-1540) puede servirnos como primer ejemplo teórico en donde
se analiza el problema de la asistencia social. Su obra De Subventione Pauperum (Brujas,
1526), es una síntesis de todos los aspectos del problema social de los pobres y del fenómeno de la mendicidad. El objetivo de la obra, muy intervencionista y contraria a la mendicidad, es condenar el ocio y exaltar el trabajo, es más, obligar incluso a que trabajasen todos
los pobres. Cabe señalar en este sentido que Vives es el representante hispano del humanismo, muy influenciado tanto por Erasmo de Rótterdam como por Tomás Moro, que se
pronunciaron en contra de la mendicidad. Las propuestas de Vives podían derivarse consecuencias económicas negativas no fácilmente evaluables. Postulaba Vives una intervención
amplia del poder civil en la asistencia de los pobres subordinando la libertad de los individuos a la acción del poder público. Además, las propuestas de Vives caen de pleno derecho
en el ámbito del más puro arbitrismo, y concretamente del arbitrismo planificador, sin analizar las causas de los problemas que se intentan remediar ni mucho menos prever las consecuencias negativas que pudieran derivarse de los remedios aplicados. Como señala el
profesor Martín (1990) la falta de coherencia lógica del razonamiento de Vives le hace caer
frecuentemente en contradicciones.
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Otro hito importante en el desarrollo del Estado asistencial es la obra de Domingo
de Soto, Deliberación en la causa de los pobres (Salamanca, 1545). En su defensa de las
posiciones tradicionales de la Iglesia, sin apartarse de la primitiva comunidad de bienes
criticó el plan tan rígido derivado de las propuestas de Vives que privaba a los pobres del
derecho a la libertad. Afirmaba el dominico:
“…aunque sea un hombre sano y de fuerzas, si por ventura no halla labor u oficio, y
si en su tierra no lo halla, tiene derecho a irlo a buscar por todo el reino”.
Para Soto, no hay pobres “buenos o malos”, y estaba en contra de cualquier forma de
concepción de ayuda basada en la comprobación previa de la rectitud de vida y costumbres
del posible beneficiario. Estaba igualmente en contra de la discriminación por motivos religiosos y del amontonamiento de los mendigos en casas de trabajo. Pero además llamó la
atención acerca de cómo la expulsión de los municipios a los pobres forasteros violaba el
derecho natural y de gentes al coartar su libertad de movimientos. Fundaba su tesis en que
debía permitirse a los pobres mendigar libremente en el hecho de “que no todas las tierras
tienen la misma riqueza ni la misma caridad”, por lo que mediante el movimiento de pobres
podría conseguirse una adecuada asignación de los recursos productivos. No cejó en el
empeño de señalar los inconvenientes del sistema:
“Cuantos habrá en la república, oficiales, artífices y oficiales públicos que viven de
derechos públicos, los cuales por fraude y engaño llevan sin comparación mucha mayor
hacienda ajena que todos cuantos falsos pobres y vagabundos haya en el reino”
El debate sobre la mendicidad fue también importante en el plano cultural y social.
Por ejemplo, el Concilio de Trento prohibía practicar la mendicidad declarando que era una
herejía. En 1555, el franciscano Alfonso de Castro en su trabajo Adversus omnes haereses
(Contra todas las herejías), afirmaba que el fin de la ley es la caridad, no la fe. En 1564, el
agustino Laurencio de Villavicencio lanzó un violento ataque contra las tesis de Vives. Su
trabajo supone la expresión más radical de la reacción contrarreformista, incluyendo el
problema de los pobres en la polémica contra los protestantes.
Ante la presunta decadencia económica castellana en el siglo XVII se produce una
nueva toma de conciencia con relación al asunto asistencial que contribuyó a relanzar el
debate. Aquellos que reflexionaron sobre asuntos económicos son cada vez más conscientes de la crisis económica: y, finalmente, se consigue ver la mendicidad como un elemento
más de esta crisis. La economía española había fracasado, y había empezado lo que los
mismos mercantilistas españoles (arbitristas) llamaban “decadencia”. Surge así la literatura
del trabajo útil, viendo en él una actividad que podía contribuir muy eficazmente a emplear
a la mano de obra ociosa.
Destaca el trabajo de Miguel de Giginta Tratado de remedio de pobres, Coimbra
1579, que se puede considerar el ser responsable de las denominadas Casas de Misericordia,
que fueron una de las primeras instituciones de “recogimiento” de pobres y mendigos. Este
trabajo puede considerarse un excelente ejemplo del reformismo institucional con repercusiones en el mercado de trabajo. Se recomendaba que no se repartiesen limosnas, de esta
manera todos los mendigos, apremiados por la necesidad, se verían obligados a acudir a
estas casas en las que recibirían comidas con que alimentarse. Una vez dentro de ellas,
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aunque pudiesen abandonarlas libremente, no tendrían incentivos a salir, porque de hacerlo, implicaba, con toda seguridad, el no encontrar los medios con los que subsistir. Todos
los pobres que permaneciesen en las Casas habían de ocuparse en trabajos útiles, manufacturas de la lana, seda, esparto, o de cualquier otra cosa.
El seguidor más famoso de Vives fue el médico Cristóbal Pérez de Herrera, quien
escribe y publica Madrid en 1598 Amparo de pobres, en donde se pretendía llevar a cabo
una política de inserción laboral del vagabundo junto a otras medidas de sostenimiento. En
verdad, hubo otros autores que sacaron a la luz la relación entre el fenómeno de la mendicidad, la desocupación y la crisis económica. Destaca en esta línea la propuesta que realiza
Juan de Mariana en De rege et regis institutione (Toledo, 1599), que propone que se fijen
unas rentas anuales con el objetivo de financiar los centros de acogida, pues era consciente
de que la caridad difícilmente podía llevar a cabo esta tarea. Las ideas de Juan de Mariana
con el paso del tiempo entrarán a formar parte del conjunto de ideas y prácticas acerca de
la previsión, la asistencia y la seguridad social que se han venido desarrollando en Europa
y que constituye otro antecedente teórico del Estado del Bienestar. Premisas que encontrarán continuación en las leyes de pobres inglesas, las Poor Law, donde ya es plena la responsabilidad pública por el cuidado de los pobres. Además las Poor Law contribuyeron, sobre
todo a partir de la creación del sistema Speenhamland, a que los economistas clásicos realizasen un análisis económico coherente del sistema de previsión social.
3.2. Las Leyes de Pobres inglesas
Las Leyes de Pobres inglesas marcan un hito en el proceso de secularización de la beneficencia debido, por un lado, a la decadencia de la caridad y, por otro, a la inadecuación de
las empresas públicas a las normas religiosas. Así, la acción más impersonal del gobierno
fue convirtiéndose en la máxima dispensadora de la ayuda para los pobres, no ya en forma
de caridad, sino por medio de una legislación social adecuada. En este sentido, las Poor Law
de la reina Isabel en 1601, que aceptaba la responsabilidad pública por el cuidado de los
pobres, marcaba un hito en esta transformación.
Toda la normativa inglesa que tenía por objetivo suprimir el vagabundeo fue recopilada en el reinado de Isabel I dan origen a la primera ley oficial de pobres conocida como
Ley de Isabel del año 1601. Esta ley estableció los principios de un sistema nacional de
ayuda legal y obligatoria a los pobres y constituyó la base de lo que más tarde se conocería
como Antigua ley de pobres. Las sucesivas leyes de pobres que se fueron promulgando a
partir de la Ley de Isabel se complementaron con las llamadas leyes de domicilio. En este
sentido, se aprobó en 1662 la ley de Asentamiento, por la que cualquier parroquia en la que
una persona quisiera establecerse, podría devolverla a la parroquia de origen antes de que
alcanzara residencia y el posible derecho de socorro con cargo al impuesto de mendicidad.
Aunque el principio del asentamiento no era nuevo, la Ley de Asentamiento de 1662 estableció una definición precisa y uniforme de domiciliación. Las disposiciones sobre el asentamiento fueron a menudo ignoradas, eludidas, modificadas por leyes posteriores, pero los
requisitos para el asentamiento y las restricciones a la movilidad de los pobres continuaron
existiendo y se convirtieron en una característica esencial de la antigua ley de pobres.
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Una de las modificaciones más importantes de las leyes de pobres inglesas se produjo con la aprobación de la Ley de Gilbert de 1782. Esta ley introdujo el principio de ayuda
exterior para los pobres capacitados, es decir, subsidios a los desempleados con cargo a
impuestos locales. La última innovación substancial respecto a lo que se considera la antigua ley de pobres se produjo en el año 1795. Las malas cosechas de ese año en Inglaterra,
así como las penalidades producidas a consecuencia de las guerras napoleónicas, llevaron a
que se aumentara ampliamente la ayuda a los pobres y se instituyeran nuevos tipos de subsidios. El más novedoso fue el tipo que se fijó en los Acuerdos de Speenhamland.
Los jueces del condado de Berkshire, reunidos en Speenhamland, establecieron un
subsidio para los trabajadores cuyos ingresos estuvieran por debajo de un nivel dado, establecido por el precio del pan y el número de miembros de su familia. Este subsidio se extendió rápidamente a otros condados, fundamentalmente por el sur de Inglaterra, de forma que
puede decirse que se institucionalizó una nueva categoría de pobres: la de los trabajadores
que, a pesar de tener empleo, no ganaban un salario suficiente para mantener a su familia.
La Revolución Industrial, el crecimiento de la población y las frecuentes crisis
económicas del primer tercio del siglo XIX, dieron lugar a un gran aumento en la mendicidad. Este hecho incrementó los costes del sistema de ayuda legal vigente2. Se daba además
la circunstancia de que ese sistema creaba grandes desigualdades entre unas zonas y otras.
Las zonas industriales solían atraer mano de obra campesina durante las épocas de expansión. Pero cuando surgía una crisis y la actividad económica se reducía, los desempleados
de origen inmigrante no podían obtener ayuda en las ciudades industriales y tenían que
volver a sus lugares de origen, donde no eran siempre bien acogidos. El sistema era pues
claramente favorable a las zonas industriales en expansión en relación con las zonas agrícolas tradicionales. Todo esto hizo surgir un debate en torno a la conveniencia de modificar
la antigua ley de pobres. Este debate se desarrolló tanto en el Parlamento como en la prensa inglesa durante las tres primeras décadas del siglo XIX.
Los economistas clásicos se mostraron, en general, críticos con el sistema de ayuda
legal establecido. El capítulo 5 del Ensayo sobre la población (1798) de Thomas Robert
Malthus puede considerarse un ataque continuado a dicho sistema. David Ricardo se refirió a
la “perniciosa tendencia de las leyes de pobres” en el capítulo que dedicó a los salarios en sus
Principios de economía política. Pero el economista clásico que analizó con más detalle la
cuestión de las leyes de pobres fue Nassau William Senior. De hecho, este autor desempeñó
un papel decisivo en la redacción del Informe de la Ley de Pobres de 1834 que acabó convirtiéndose ese mismo año en la Ley de Enmienda a la Ley de Pobres (o Nueva Ley de Pobres).
La Nueva Ley de Pobres transformó de manera importante el sistema de ayuda legal
vigente hasta entonces. En primer lugar, se suspendió la ayuda exterior a los necesitados y
se creó un sistema de casas de trabajo (workhouses) donde se ofrecía ayuda a cambio de la
realización de algún trabajo, aunque en condiciones más desagradables que las existentes
hasta entonces. En segundo lugar, se traspasó la gestión de la ayuda desde las autoridades
locales a un órgano central de nivel nacional creado a tal efecto.
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Según Gordon (1995), durante el periodo que va desde Waterloo a 1834, se gastó en beneficencia en
Inglaterra y Gales aproximadamente el 80% de los ingresos procedentes de los impuestos locales.
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Para finalizar, cabe señalar que Inglaterra se convirtió durante la época en la que se
desarrolló la escuela clásica de economía política en la vanguardia de la política económica y social de ayuda a los pobres. Así, los debates parlamentarios, los aparecidos en la prensa, y el Informe de 1834, junto a un conjunto de informes estadísticos fueron sucesivamente
citados y analizados por otros países. Los principios inspiradores de las Leyes de Pobres
inglesas aunque fueron ampliamente criticados, enmendados o complementados estuvieron
vigentes hasta la implantación del Estado de Bienestar moderno después de la Segunda
Guerra Mundial.
3.3. El Estado del Bienestar
Como hemos visto, los antecedentes del Estado del Bienestar se encuentran en los debates que
sobre la beneficencia tuvieron lugar en España y en Inglaterra entre los siglos XVI al XIX.
La desaparición de la presencia eclesiástica como institución protagonista en la
ayuda de los menos favorecidos, tuvo, como hemos visto, su secuencia en las Leyes de
Pobres en el Reino Unido, y sistemas similares de asistencia a los mendicantes en otros
países europeos, donde los poderes públicos tuvieron que hacerse cargo de determinadas
funciones que con anterioridad estaban en manos de instituciones eclesiásticas y monacales. Esta situación cambió a partir de la Revolución Industrial y la emergencia del llamado
sistema de clases. En estas circunstancias, ya muy avanzado el siglo XIX es cuando en
Alemania se planteó de forma pionera lo que actualmente llamamos Seguridad Social.
Concretamente, fue en 1880 cuando Otto von Bismark creó todo un repertorio de
seguros para los obreros: accidentes, enfermedad, invalidez y jubilación. Fue una inteligente operación de ingeniería social que marcó el verdadero comienzo del Estado de bienestar,
capaz de paliar el conflicto interclasista entre empresarios y trabajadores. En este sentido
fue en el año 1883 cuando se hizo efectiva la implantación de los primeros programas estatales de previsión social, poco después comenzaron también a implantarse seguros sociales
similares en los países nórdicos.
Dicha legislación estableció las bases de la moderna seguridad social bajo el principio
contributivo, mediante el cual se financiaba obligatoriamente el sistema de previsión social.
Los trabajadores pasaron a ser considerados sujetos de derechos y obligaciones, y no pobres
potenciales que tan sólo podían recurrir a ayudas estatales en caso de perdida del empleo.
De esta manera quedó establecida en Alemania la legislación social más avanzada de
la época. En líneas generales, esa política comprende las siguientes medidas:
• La ley sobre el seguro de enfermedad, (1883). Con anterioridad (1875), dos leyes
autorizaban a los trabajadores a fundar cajas de socorros, que en algunos casos
recibieron status jurídico. La ley de 1883 generalizó estas disposiciones, respetando las cajas existentes y creando en todas partes cajas obligatorias para los trabajadores que no contribuían. Dos tercios de las cotizaciones corrían a cargo de los
patronos, y el resto a cargo de los trabajadores. En caso de enfermedad o de invalidez no superior a trece semanas se percibía atención médica gratuita y una
indemnización diaria equivalente al 50% del salario.
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• La ley del seguro de accidentes (1884). La administración de esta ley se debía llevar
a cabo por medio de cincuenta y siete sociedades profesionales, de las cuales veinticuatro se hacían extensivas a la administración estatal. Eran administradas por tres
patronos bajo el control de una oficina de seguros. El trabajador percibía el seguro a
partir de la decimocuarta semana de invalidez. Recibía atención médica gratuita y
una pensión en el periodo de incapacidad equivalente a los dos tercios del salario. En
caso de muerte, la pensión por viudedad u orfandad podía elevarse hasta el 60 por
100 del salario. La financiación se hacía con cargo a los patronos.
• La ley del seguro de vejez o invalidez total (1889). Su administración se confió a
instituciones provinciales bajo control de la oficina de seguros. Se estableció el
principio de la triple financiación, igual para patronos y obreros, más un subsidio
del Estado fijado en 30 marcos por trabajador. La pensión de vejez implicaba treinta años de cotizaciones, y la pensión de invalidez cinco.
La obligatoriedad del sistema fue el elemento clave que posibilitó su consolidación,
junto al apoyo legitimador de empresarios, trabajadores y funcionarios. Si bien es cierto que
el objetivo inicial de la política fue la neutralización de las organizaciones de trabajadores,
muy radicalizadas y, gradualmente, muy bien organizadas, sin embargo el seguro social
implicó la eliminación de la temida incertidumbre dando lugar a un clima general que generó en un mayor bienestar. Por tanto no es arriesgado afirmar que el origen histórico de la
seguridad social se encuentra, por tanto, en una feliz conjunción entre, por un lado, intereses políticos-económicos, y, por otro, la satisfacción de determinadas demandas populares
en busca de justicia y protección social.
Los sistemas de seguros contributivos de finales del siglo marcaron por tanto el
inicio de una intervención estatal destinada a garantizar la seguridad social de las clases
asalariadas. Sus primeros beneficiarios, por tanto, fueron obreros carentes de protección, y
carentes de las necesidades vitales más urgentes. Por medio de las cotizaciones a fondos de
seguros sociales de previsión, se posibilitaba el pago para cubrir situaciones de riesgo tales
como la enfermedad, la vejez o la viudedad.
Cabe hacer notar que a finales de los años veinte se habían introducido programas de
seguros de enfermedad en veintidós países europeos. En Estados Unidos, y tras los devastadores efectos de la denominada “Gran Depresión”, el presidente estadounidense Franklin
Delano Roosevelt financió planes extensivos de protección social bajo el amparo de su política de New Deal. Esta política dio sus frutos con la aprobación del sistema de seguridad
social en 1935 (Social Security Act). Con el tiempo el sistema evolucionó hacia unos programas sociales menos ambiciosos. Si a esto añadimos el hecho de que en Estados Unidos no
existe un sistema nacional de salud pública, podemos afirmar que el welfare estadounidense progresó hacia un modelo de mínimos dentro de lo que se conoce como modelo de bienestar “anglosajón”.
En el período de entreguerras, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se
afanó en legitimar los programas de seguros –enfermedad, incapacidad laboral, desempleo,
pensiones–. Hay que señalar que durante este periodo vio la luz el denominado Informe
Beveridge, publicado en el Reino Unido en 1941. Dicho informe proclamó el principio de
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cobertura universal de la seguridad social para todos los ciudadanos from cradle to grave ,
desde la cuna hasta la tumba. La propuesta se financiaba con cargo a los presupuestos generales estatales y sus recomendaciones se plasmaron en el Servicio Nacional de las Salud,
que era gratuito y universal.
La universalización de las políticas sociales y su desarrollo gracias a las sólidas
alianzas entre trabajadores asalariados y campesinos (Suecia), o entre la clase obrera y
amplios sectores de clase media de trabajadores cualificados (Reino Unido), propiciaron un
modelo de protección social que se ha considerado como el auténtico welfare state acorde
a las propuestas de Beveridge.
No obstante cabe señalar que con el tiempo ha surgido cierta polémica entre el modelo de bienestar alemán y el modelo inglés, al menos en lo que respecta a la definición del
propio concepto de bienestar social. Definición que en la mayoría de los casos apela a la
cuantificación de los efectos producidos por las políticas sociales. En este sentido con
frecuencia se recurre a medir niveles de desigualdad de rentas como expresión de mayores
o menores niveles de bienestar de los ciudadanos. Tal polémica se diluye si bajo cualquier
circunstancia se consolida la unión entre, por un lado, bienestar social y, por otro, necesidades humanas. Además, dicha unión debe de considerarse establecida como fundamento
moral del bienestar de los ciudadanos.
Tras la Segunda Guerra Mundial el desarrollo de las políticas económicas tuvo una
doble dimensión: laboral o de pleno empleo y familiar. Ambas han experimentado importantes transformaciones en los últimos decenios. Así, el denominado proceso de mundialización de la economía, el declive industrial tradicional y el creciente protagonismo del
sector servicios han afectado al mercado de trabajo y por ende al sistema de protección. Por
otro lado, las estructuras familiares se han modificado como consecuencia de factores que
tienen que ver con el envejecimiento de la población y la progresiva incorporación de la
mujer al mundo laboral que ha dado lugar a todo un proceso de conciliación de la vida familiar y laboral con repercusiones también en mercado de trabajo. A todo esto hay que añadir
el efecto que sobre los estados del bienestar europeo han provocado las sucesivas crisis
fiscales y la erosión del consenso ideológico en torno a las políticas sociales. Todo lo anterior ha dado lugar a que los modelos se orienten paulatinamente hacia sistemas de protección más descentralizados.
Por consiguiente, y a modo de síntesis, para finalizar, se puede afirmar que todo lo
anterior ha dado lugar a la configuración de dos grandes modelos de bienestar:
• Universalista o beveridgeano, basado en la consideración de unos derechos básicos del bienestar para los ciudadanos, plasmados en un acceso sin restricciones a
políticas y servicios sociales. Las prestaciones económicas son a tanto alzado y de
igual cuantía para todos los beneficiarios. Su financiación se realiza por vía impositiva con cargo a los presupuestos generales del Estado. Se producen, por tanto,
transferencias resdistributivas de rentas por vía fiscal entre los contribuyentes.
• Ocupacional o “bismarckiano”, basado en el principio contributivo de la seguridad
social. Las prestaciones monetarias, principalmente pensiones, se perciben de
acuerdo a las contribuciones realizadas. Éstas no siguen a criterios actuariales de
~ 190 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
equivalencia entre aportaciones y percepciones. Esta característica provoca redistribuciones entre diversas categorías de trabajadores cotizantes y familiares dependientes. Se pretende con ello mantener el nivel de renta de los cotizantes, un nivel
de renta que han adquirido a lo largo de toda su vida laboral.
Dentro de los dos modelos se pueden identificar países que se ajustan a sus características. Así Suecia o Dinamarca, se ajustan al modelo universalista, mientras que Alemania
o Bélgica, se acercan al modelo ocupacional. Otros países incorporan rasgos mixtos como
el Reino Unido o Canadá, aunque escorados hacia el modelo universalista, y Holanda o
Suiza, al ocupacional.
4. EJERCICIOS
1. Describa brevemente las similitudes y discrepancias de las fluctuaciones económicas habidas en Europa en el XIX.
2. Las formas más habituales de solidaridad de las clases trabajadoras fueron los
sindicatos. Aunque los sindicatos tienen una larga historia que podría remontarse
a las asociaciones de viajantes de la Baja Edad Media, el sindicato moderno data
su nacimiento en la denominada Revolución Industrial. Haga un breve repaso del
desarrollo del sindicalismo durante los siglos XIX y XX señalando aquellos hitos
que considere más importante y que más contribuyeron a su consolidación como
representantes de los intereses de los trabajadores.
3. Antecedentes del Estado del Bienestar. Distinga los diferentes modelos de Estado
de Bienestar en Europa.
Lectura
La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de
clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros
y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras franca y abierta; lucha que
terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda sociedad o el hundimiento de las clases en pugna. En las anteriores épocas históricas encontramos casi
por todas partes una completa diferenciación de la sociedad en diversos estamentos,
una múltiple escala gradual de condiciones sociales. En la antigua Roma hallamos
patricios, caballeros, plebeyos y esclavos; en la Edad Media, señores feudales, vasallos, maestros, oficiales y siervos, y, además, en casi todas estas clases todavía
encontramos gradaciones especiales. La moderna sociedad burguesa, que ha salido
de entre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clase.
Únicamente ha sustituido las viejas clases, las viejas condiciones de opresión, las
viejas formas de lucha por otras nuevas. Nuestra época, la época de la burguesía, se
distingue, sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la
sociedad va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes campos enemigos, en dos
grandes clases, que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado. De los
siervos de la Edad Media surgieron los vecinos libres de las primeras ciudades; de
TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS Y SOCIALES EN LOS SIGLOS XIX Y XX
~ 191 ~
este estamento urbano salieron los primeros elementos de la burguesía. El descubrimiento de América y la circunnavegación de África ofrecieron a la burguesía en
ascenso un nuevo campo de actividad. Los mercados de la india y de China, la colonización de América, el intercambio con las colonias, la multiplicación de los medios
de cambio y de las mercancías en general imprimieron al comercio, a la navegación
y a la industria un impulso hasta entonces desconocido, y aceleraron con ello el
desarrollo del elemento revolucionario de la sociedad feudal en descomposición. La
antigua organización feudal o gremial de la industria ya no podía satisfacer la
demanda, que crecía con la apertura de nuevos mercados. Vino a ocupar su puesto la
manufactura. El estamento medio industrial suplantó a los maestros de los gremios;
la división del trabajo entre las diferentes corporaciones despareció ante la división
del trabajo en el seno del mismo taller. Pero los mercados crecían sin cesar; la
demanda iba siempre en aumento. Ya no bastaba tampoco la manufactura. El vapor
y la maquinaria revolucionaron entonces la producción industrial. La gran industria
moderna sustituyó a la manufactura; el lugar del estamento medio industrial vinieron a ocuparlo los industriales millonarios –jefes de verdaderos ejércitos industriales–, los burgueses modernos. La gran industria ha creado el mercado mundial, ya
preparado por el descubrimiento de América. El mercado mundial aceleró prodigiosamente el desarrollo del comercio, de la navegación y de los medios de transporte
por tierra. Este desarrollo influyó, a su vez, en el auge de la industria, y a medida que
se iban extendiendo la industria, el comercio, la navegación y los ferrocarriles,
desarrollábase la burguesía, multiplicando sus capitales y relegando a segundo término a todas las clases legadas por la Edad Media.
Marx y Engels, (1848): Manifiesto del Partido Comunista
5. LECTURAS RECOMENDADAS
•
SIDNEY Y BEATRICE WEBB, (1990). Historia del sindicalismo. 1666-1920,
Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid. Analiza el movimiento sindical en
un periodo de tiempo en el que los sindicatos adquieren un status legal y se organizan políticamente.
•
LÓPEZ DE GOICOECHEA ZABALA J. (2003): “De subventione pauperum: Los
tratados sobre la pobreza en los orígenes del Estado Moderno”, en Saberes, Revista
de estudios jurídicos, económicos y sociales, vol I, Universidad Alfonso X El Sabio.
En este trabajo se estudia como desde el Decreto de Graciano hasta los documentos
conciliares de Trento, la preocupación por el estado de pobreza ha sido una nota
destacada de los textos jurídicos-canónicos y de los tratados tardomedievales.
•
MARTÍN MARTÍN, V. (1999): “La controversia de los pobres en el siglo XVI”, en
Fuentes Quintana (dir.). Economía y Economistas Españoles. De los orígenes al
mercantilismo, 2, Galaxia-Gutemberg-Círculo de Lectores, Barcelona, pp. 295-339.
En este trabajo se pretende insertar los opúsculos de Luis Vives y Domingo de Soto
en el contexto de la doctrina de la propiedad privada, sujeta a la restricción por ley
natural del destino universal de los bienes y de la obligación moral de la limosna,
~ 192 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
pero también en el derecho de gentes, cuyos postulados inalterables y universales
constituyen el fundamento de la convivencia entre los hombres y entre los pueblos.
•
NUÑEZ ROMERO-BALMAS G. (1989): “Ritmos y evolución de la economía
contemporánea”, en Historia Económica Contemporánea. Vol I. Los antecedentes de
la industrialización en el siglo XVIII, Ediciones TAT (S.A.L), Granada. Se aborda el
estudio de los ciclos económicos. Se intenta demostrar que el fenómeno cíclico y las
crisis periódicas no son fenómenos exclusivos de la economía contemporánea. Antes
al contrario el Antiguo Régimen tenía su propio modelo de crisis, llamadas de subsistencias, y su peculiar dinámica recurrente propia de su estructura económica.
6. BIBLIOGRAFÍA
CAMERON R., y NEAL L., (2005): Historia económica mundial desde el Paleolítico hasta
el presente, 4ª ed. Madrid, Alianza Editorial.
CLEGG, H. A. (1985): El sindicalismo en un sistema de negociación colectiva. Madrid,
Ministerio de Trabajo.
DEL ROSAL, AMARO (1975): Los Congresos Obreros Internacionales del siglo
vols, Barcelona, Grijalbo.
XIX.
2
GÓMEZ CERDA, J.: Cronología del sindicalismo Internacional (1810-2001)
http://www.acmoti.org.
GORDON S. (1995): Historia y Filosofía de las Ciencias Sociales, Barcelona, Ariel.
MOLMAN, M. (1974): El declive de la I Internacional. Madrid, Edicusa.
NUÑEZ ROMERO-BALMAS G. (1989): Historia Económica Contemporánea. Vol I. Los
antecedentes de la industrialización en el siglo XVIII, Granada, Ediciones TAT
(S.A.L).
SARTORIUS, NICOLÁS (1977): El sindicalismo de nuevo tipo. Barcelona, Editorial Laia.
SCHWARTZ GIRÓN, P. (1967): “La ley de Pobres inglesa de 1834: Las responsabilidades
de la economía política”, en Moneda y Crédito, 101, pág. 69-99.
SEGURA, J., CABRILLO F., TORTELLA G. (1987): La reforma del Estado Asistencial,
Cuadernos y Debates, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales.
SIMÓN SEGURA, F. (2002): Lecciones de Historia Económica, Madrid, Ediciones
Académicas, S.A.
SERRANO DEL ROSAL, R. (2000): Transformación y cambio del sindicalismo español
contemporáneo. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
SIDNEY y BEATRICE WEBB, (2004): La democracia industrial, Madrid, Biblioteca
Nueva, Fundación F. Largo Caballero.
T E M A
11
CRISIS MONETARIAS Y FINANCIERAS
EN EL PERIODO DE ENTREGUERRAS
1. EL DESARROLLO DEL SISTEMA MONETARIO INTERNACIONAL
2. LAS CONSECUENCIAS ECONÓMICAS DE LA PRIMERA GUERRA
MUNDIAL
3. LA CRISIS DEL 29
4. POLÍTICAS DE GASTO
5. EL NACIMIENTO DE LA UNIÓN SOVIÉTICA
6. EL TRISTE BALANCE DE UN CUARTO DE SIGLO
7. EJERCICIOS
8. LECTURAS RECOMENDADAS
9. BIBLIOGRAFÍA
Si algo ha caracterizado al siglo XX ha sido por ser la centuria de las grandes inflaciones.
Nunca antes en la historia los precios habían sufrido una escalada tan fulgurante como la
que padecieron en mayor o menor medida, prácticamente todas las naciones de la tierra; ni
tan siquiera el siglo XVI, en el que tuvo lugar la llamada “revolución de los precios”, se aproxima remotamente a los estándares de inflación del siglo XX. La explicación más plausible
de este fenómeno tiene mucho que ver con lo que se consideraba dinero a finales del siglo
XIX, y lo que se entiende por tal hoy en día. Si pudiéramos volver en el tiempo y abrir un
monedero de transeúnte decimonónico descubriríamos algunas monedas con cierto contenido metálico y, lo que es más importante, billetes de banco totalmente convertibles, lo que
significaba que, a voluntad el tenedor, el billete podía presentarse en la ventanilla del banco
emisor y ser inmediatamente cambiado por un metal precioso, en la mayoría de los casos
oro (si fuera español seguramente obtendría plata). Había algo tangible y brillante que
respaldaba ese papel de modo que al hacer un intercambio y entregar esos billetes se transfería al mismo tiempo ese metal que estaba custodiado en las bodegas de los grandes
~ 193 ~
~ 194 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
bancos. Se intercambiada por tanto igual por igual, la “justicia conmutativa” de la que ya
hablaba Aristóteles en los albores de la civilización occidental se cumplía de forma similar
a como venía haciéndose desde épocas inmemoriales. Si, por el contrario, echamos una
ojeada a nuestras carteras veremos monedas y billetes similares a las de antaño (y también
las nuevas e importantísimas tarjetas de crédito) pero, por mucho que nos esforzáramos en
convertir esos medios de pago en las ventanillas de los bancos, no obtendríamos más que
otros billetes similares y en ningún caso obtendríamos metales preciosos (a no ser claro que
fuéramos no a un banco sino a una joyería). Nuestro dinero no es otra cosa más que una
representación de riqueza, y su valor únicamente está en función de la buena o mala voluntad de la autoridad monetaria y de la política crediticia de los bancos comerciales.
Hasta el siglo XIX la estabilidad de precios en la historia ha estado estrechamente
vinculada con ese atributo del dinero de ser un activo en cierta medida real, mientras que
las grandes inflaciones del siglo XX se derivan de la pérdida de ese atributo que en muchas
ocasiones ha supuesto la peligrosa tarea de encomendar “al zorro el cuidado de las gallinas”. En las páginas siguientes de este capítulo intentamos poner orden a los muchos acontecimientos de ese “increíble galimatías” de la primera mitad del siglo XX del que habla
Gabriel Tortella (2000), fundamentalmente en términos monetarios, por cuanto fue el
momento en el que se rompió por primera vez el anclaje del dinero con los metales preciosos en general, y con el oro en particular. Veremos algunos de los que a nuestros ojos resultan hoy errores políticos pero que en su momento fueron intentos desesperados de recuperar
el antiguo patrón monetario o sustituirlo por otro con cierta inexperiencia de lo que en realidad estaba sucediendo.
Con todo, no debemos olvidar la economía real, la Gran Depresión del 29 que asoló
a la economía mundial en la década de los treinta no sólo posee un componente monetario;
las elevadas tasas de paro de las economías y la reducción en los niveles producción
también poseen una explicación en términos reales con la vuelta al proteccionismo. Por último, las políticas de gasto aplicadas en EEUU y en Alemania inciden directamente en el
circuito de bienes y servicios, y no en el de dinero y por tanto pertenecen por definición al
campo de la economía real.
El capítulo concluye con una breve descripción de los inicios de la Unión Soviética, en
este caso, este país no sólo perdió el patrón monetario y su pertenencia al sistema monetario
internacional. En la primera mitad del siglo y en varios episodios perdió mucho más; el entramado institucional que habita en el mundo capitalista: la propiedad privada y los mercados.
Sólo mucho más tarde se iba a conocer el verdadero alcance de reformas tan radicales.
1. EL DESARROLLO DEL SISTEMA MONETARIO INTERNACIONAL
Parece claro lo que entendemos hoy por Globalización, o si se prefiere Mundialización.
Nadie duda en reconocer que, en las últimas décadas del siglo XX y los comienzos de este
siglo XXI en el que nos encontramos, se ha producido una integración económica internacional que percibimos por encima de todo por la libertad de movimiento de capitales y en
menor medida por el movimiento de mercancías y menor aún de personas. No es éste el
momento de estudiar o cuestionar los rasgos de esta integración pero nos es pertinente para
CRISIS MONETARIAS Y FINANCIERAS EN EL PERIODO DE ENTREGUERRAS
~ 195 ~
revisar el funcionamiento de las economías occidentales en el transcurso del siglo XIX hasta
la fecha fatídica del comienzo del la Primera Guerra Mundial, 1914. En realidad, la globalización actual no fue la primera en la historia aunque es cierto que ahora el número de
países a los que afecta es mayor.
El primer proceso globalizador se dio en el siglo XIX (fundamentalmente en su segunda mitad) y acabó precisamente en 1914. Nunca antes habían crecido los intercambios de
bienes y factores entre las naciones y en consecuencia nunca antes se había sacado partido
de una forma tan intensa de las ventajas del comercio internacional, pese a que no fue un
proceso totalmente uniforme1. Las enseñanzas de las Escuela Clásica Inglesa de Economía
Política se implementaban en un país tras otro del continente europeo y también del americano y su laissez-faire derramaba sus frutos a través del crecimiento continuado de las
riquezas de las naciones. Pero para llevar a cabo el intercambio transfronterizo no sólo se
necesitaba la voluntad política de los gobernantes para reducir las barreras arancelarias, era
preciso disponer de un sistema monetario viable a nivel internacional sobre el que discurriera el flujo de bienes, servicios y capitales. Las naciones lo tuvieron fácil, ya disponían
de uno y parecía funcionar bien. No hubo autoridad alguna que lo planificara al estilo de
los famosísimos acuerdos posteriores de Bretón Woods de 1944; se trataba de continuar con
el sistema de pagos que venía utilizando hasta entonces: emplear los metales preciosos para
cancelar las deudas internacionales.
Volvamos por un momento a la naturaleza del dinero en el siglo XIX. Como antes
hemos dicho, hacía tiempo que la moneda metálica compartía con el papel moneda e incluso con los depósitos bancarios la capacidad de cancelar deudas y realizar pagos, pero a diferencia de los patrones fiduciarios actuales, todo lo que podía definirse como dinero podía
convertirse con cierta facilidad en un activo real, generalmente plata u oro. Aun así, se sabía
que no existía una correspondencia directa entre el papel moneda en circulación –principalmente billetes de banco– y las cantidades de oro depositadas en reservas de estas instituciones financieras. Los bancos desde sus inicios, allá en las postrimerías de la Edad
Media, habían aprendido las posibilidades de enriquecerse dejando en reserva una fracción
del dinero depositado por sus clientes. Pero este mismo sistema les enseñó a no emitir pasivos muy por encima de estas reservas de metal porque podía darse el caso de que sus acreedores se abalanzaran a redimir estos pasivos lo que les conduciría a la quiebra inmediata.
La convertibilidad era la salvaguarda del sistema ya que imponía una disciplina a quienes
creaban dinero no metálico. En inicio, bajo este sistema ni siquiera era necesario que los
billetes fueran emitidos por un banco con garantía pública; cualquier banco comercial
disfrutaba de la capacidad emisora. Bastaba una cámara de compensación interbancaria
donde cancelar los saldos acreedores y deudores presentados por los diferentes bancos y
cerrar las diferencias en las cuentas con oro o plata. Como ha sugerido Vera Smith (1993),
un repaso en la historia financiera de occidente demuestra que la concesión del monopolio
de emisión a un banco central se debió más a razones políticas muy ligadas a las necesidades financieras de los Estados qua a argumentos económicos que desaconsejaran el libre
acceso al negocio de emitir billetes.
1
En realidad a partir de la depresión de 1873 hubo una cierta involución en las prácticas librecambistas.
~ 196 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
Si regresamos a la esfera internacional, el funcionamiento del sistema era sencillo; todo
el dinero en circulación tenía una garantía en metal precioso de modo que una vez establecido el valor de la moneda nacional –libra, franco, dólar, etc.– en términos de plata u oro, los
cálculos y también lo pagos en los intercambios internacionales se llevaban a cabo en ese
patrón metálico de valor. Por ejemplo, ningún inglés esperaba recibir por la venta de su paño
en Portugal billetes denominados en escudos y convertibles en oro únicamente por el banco
emisor, los pagos se efectuaban en oro aunque se hicieran girando letras de cambio. Como
había dicho el mismo John Locke (1999) mucho tiempo antes, “los hombres en los negocios
no se comprometen por denominaciones o sonidos, sino por el valor intrínseco, que es la cantidad de plata”, de no ser así, las denominaciones resultan ser “sonidos vacíos, si no tienen la
cantidad de plata esperada”. Sin embargo, como cualquier mercancía, la plata y el oro poseían
su propio precio en función de su oferta y su demanda. Descubrimientos de nuevas minas o
el abaratamiento de los costes de extracción del metal acarreaban alteraciones de los precios
tanto interiores como internacionales. La llegada masiva del metal americano en el siglo XVI
daba buena prueba de ello y ponía en evidencia a ojos de algunos avezados teólogos salmantinos del momento la relación entre el valor del dinero y su efecto sobre los precios: la denominada teoría cuantitativa. Más cerca en el tiempo, los descubrimientos de oro en California,
Australia a mediados del siglo XIX y los posteriores de Sudáfrica, Alaska, Canadá y Siberia de
1890 corroboraban fehacientemente esta relación.
Este sistema monetario tenía una gran virtud y también un pequeño defecto. La gran
virtud consistía en el mecanismo autorregulador de los desequilibrios externos; el pequeño
defecto radicaba en utilizar dos metales preciosos como referencia. Comentémoslo brevemente. Como quedó dicho en el tema 7, desde que David Hume escribiera su ensayo Sobre
la Balanza Comercial a mediados del siglo XVIII, se sabía que ninguna nación podía acumular indefinidamente metales preciosos en su interior. En una economía en la que el dinero
en circulación utilizaba como base monetaria esos metales, su afluencia repercutía directamente en lo precios y en consecuencia la llegada de esos metales se traducía tarde o temprano en una pérdida de competitividad de los productos autóctonos en los mercados
internacionales. El déficit de Balanza Pagos resultante haría que esos metales salieran del
país hacia otras naciones con niveles de precios comparativamente menores. Esta teoría
llamada del “Flujo en especie” desbancaba las tesis mercantilistas del momento que trataban por todos los medios imaginables de impedir la huída de los metales preciosos del interior de las fronteras, según palabras de Hume, parecía “realmente como si hubiese en la
naturaleza un obstáculo invencible para este inmenso crecimiento de riquezas”. Por el
contrario, un país con precios deprimidos por la escasez de plata y oro disfrutaría de una
posición privilegiada en los cambios internacionales y vería como estos metales afluyen por
miles de canales distintos a través de sus fronteras. Metales y precios de los países estaban
en estrecha relación y el comercio internacional canalizaba los metales hacia las zonas
donde los precios estaban más deprimidos –como sucede con los líquidos cuando discurren
por vasos comunicantes–, todo lo cual garantizaba un cierto equilibrio en las balanzas exteriores de todos los países.
También Hume en otro de sus ensayos monetarios, Del dinero, expuso los mecanismos de ajuste, es decir cómo una entrada de metal en un país posee efectos reales
CRISIS MONETARIAS Y FINANCIERAS EN EL PERIODO DE ENTREGUERRAS
~ 197 ~
beneficiosos a corto plazo. Los individuos con más dinero en sus bolsillos gastan más y,
conforme se distribuye ese caudal por todos los estratos de la sociedad, se experimenta
un periodo de florecimiento en la economía que dura el espacio de tiempo en que se
transforma en subida de precios. Pero este sistema también funciona en sentido inverso
y ocasiona efectos contrarios. Como señala Hume, “hay siempre un intervalo antes de
que los negocios se ajusten a la nueva situación, y este intervalo es tan pernicioso a la
industria cuando el oro y la plata disminuye, como ventajoso cuando estos metales van
en aumento”.
Hasta ahora hemos visto el mecanismo regulador del sistema monetario y los ajustes
que implica su plena puesta en funcionamiento. Veamos sus inconvenientes.
El gran problema de establecer como patrón monetario una mercancía, como puede
ser el oro o la plata, es que tiene un valor variable. Ya antes hemos dicho cómo los nuevos
descubrimientos influyen en los precios. Cuando se utilizan dos metales al mismo tiempo
como dinero los problemas se multiplican porque, si una vez establecida la correspondencia entre los dos, el valor de uno de ellos –o de los dos al mismo tiempo– diverge de esa
paridad de cambio, inmediatamente el metal que se encarece en términos relativo es llevado al crisol para venderse como mercancía y desaparece de la circulación. Esta es la conocida aunque apócrifa Ley de Gresham, un experto tratante de cambios y servidor de Isabel
I de Inglaterra (Kindleberger: 1988). En este sentido Friedman (1992) sostiene que los
patrones monetarios bimetálicos en la historia no han funcionado realmente como tales; la
continua presión de la ley de Gresham ha provocado lo que él denomina un “monometalismo basculante”, es decir, unas veces se utilizaba la plata y otras el oro en razón del precio
en el mercado de ambos metales.
Sin embargo, había argumentos poderosos a favor del bimetalismo: por un lado se
podía conseguir una mayor estabilidad de precios a largo plazo, habida cuenta de que el
bimetalismo reparte entre dos mercados, el del oro y el de la plata, los efectos de las fluctuaciones en sus mercados respectivos. Por otro lado, parece que un sistema bimetálico
satisface mejor el amplio abanico de transacciones que requiere la economía (baste imaginar la dificultad en el manejo de una pequeñísima moneda de oro con la que comprar una
cerveza). Por todo ello, durante mucho tiempo, los artículos de distinto valor se negociaban
con diferentes clases de monedas, de oro, plata o cobre.
En definitiva, el sistema monetario hasta el siglo XX se basaba básicamente en la
utilización de dos metales como base monetaria. Este sistema poseía un mecanismo autocorrector de los desequilibrios de balanza de pagos e imponía una severa disciplina a la
creación de billetes por el sistema bancario. Por otro lado, la posible utilidad de disponer de
dos metales para llevar a cabo todo tipo de transacciones y estabilizar los niveles generales
de precios era contrarrestada por las dificultades de mantener una paridad oficial entre oro
y plata cuando los valores de estos dos metales divergían en los mercados. Sin embargo, en
el transcurso del siglo XIX la plata iba a desaparecer paulatinamente –y no sin oposición–
como patrón de referencia en el sistema monetario internacional. De este modo al finalizar
la centuria el dominio del oro fue total, en este sentido se puede hablar mucho más que
metafóricamente de la edad dorada de los cambios internacionales.
~ 198 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
1.1 El patrón oro
El primer país en adoptar el oro como patrón monetario fue Inglaterra. Después de las grandes depreciaciones de la moneda de plata que se produjeron durante el conflictivo siglo XVII
inglés, finalmente el mismo Isaac Newton en 1717 determinó el precio del oro en 3 libras,
17 chelines y 10,5 peniques, una paridad que Inglaterra iba a mantener con uñas y dientes
hasta 1931 (con excepción a los periodos de inconvertibilidad, entre 1797 y 1819, y entre
1914 y 1925). La plata se desmonetizó en 1774 y se eliminó como moneda de curso legal
para sumas que excedieran las 25 libras.
La vuelta a la convertibilidad tras las guerras napoleónicas en 1816 instauró el patrón
oro en Inglaterra de una manera tan firme que a lo largo del siglo doblegaría a aquellos países
que se oponían a la adopción del monometalismo áureo. Uno de los más duros adversarios
al patrón-oro inglés fue Francia, entre otras cosas porque tenía en su poder grandes reservas
de plata. Friedman estima que la plata amonedada en Francia tanto en 1850 como en 1870
representaba aproximadamente el 10 por ciento de toda la plata producida en el mundo desde
1493, por tanto es comprensible que se resistiera a adoptar el oro como único metal de referencia para sus pagos. De su iniciativa surgió en 1865 la Unión Monetaria Latina, que estaba integrada además de por Francia, por Bélgica, Italia y Suiza, a la que más tarde se unieron
Grecia, Rumanía y España. Estos países optaron por la plata como metal en el que basar sus
monedas. Sin embargo dos acontecimientos pusieron término a la Unión. En primer lugar
aumentó la producción mundial de plata por dos motivos: el descubrimiento de minas de
plata en California y Australia de mitad de siglo, y el desarrollo de nuevas técnicas de extracción de la plata que hacía rentable trabajar con minerales con bajo contenido en metal precioso. En segundo lugar, tras la derrota francesa en la guerra franco-prusiana, el canciller
Bismarck exigió a los vencidos una indemnización de cinco millones de francos en oro. Fue
entonces cuando Alemania sustituyó su patrón bimetálico por un patrón oro, y se deshizo de
gran parte de las tenencias de plata que salvaguardaban sus emisiones de papel. Por estas dos
causas el mercado internacional se inundó de plata y este metal se depreció. En estas circunstancias la lógica del sistema imponía una subida de precios en aquellos países que utilizaran
la plata como patrón monetario. Sin embargo, en vez de permitir la inflación, los países integrantes de la Unión acabaron abandonándola prefiriendo refugiarse en el patrón oro. Desde
entonces (1875-1880) y hasta la Primera Guerra Mundial, el oro constituyó el único metal
de referencia para las grandes naciones Europeas y para EEUU, que vio como sus esperanzas de adoptar un patrón bimetálico se desvanecían en la Conferencia Monetaria
Internacional de 1878. Curiosamente sólo España continuó con un patrón plata al abandonar
la convertibilidad en oro de billetes del Banco de España en 1883.
2. LAS CONSECUENCIAS DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Siempre resulta difícil establecer las causas que conducen a una guerra, la personalidad de
un líder, la sublevación de una minoría reprimida, las ansias expansionistas de un pueblo, la
supuesta superioridad de una etnia, la pugna por un territorio, etc. No es éste el sitio donde
discutir sobre las razones que condujeron a la Primera Guerra Mundial, sino el momento de
analizar cómo esta guerra alteró el sistema económico de las naciones de un modo tal que,
CRISIS MONETARIAS Y FINANCIERAS EN EL PERIODO DE ENTREGUERRAS
~ 199 ~
pese a denodados esfuerzos de muchas de ellas, fue imposible reconstruir el mundo anterior al conflicto. Es obvio que la envergadura de la guerra justificó unas pérdidas en vidas
humanas y de destrucción física a las que era difícil de sobreponerse, pero tal vez los
problemas más graves no se derivaron de la gran catástrofe física sino de los errores políticos que se cometieron cuando se intentó volver a la normalidad. Pero antes de adentrarnos
en la política económica de la posguerra, demos algunas cifras del esfuerzo del gasto bélico y de las bajas humanas y sus consecuencias inmediatas.
Se calcula que el número de soldados muertos en la guerra se aproximó a los 10
millones, a esto hay que añadir unos 40 millones de bajas civiles directas de la contienda e
indirectas por la propagación de la terrible “gripe española” que se difundió a causa de la
guerra. Los gastos militares fueron también muy onerosos; las estimaciones sobre el coste
de las operaciones militares varían entre los 180.000 y los 230.000 millones de dólares,
medidos en poder adquisitivo de 1914. Tales gastos difícilmente podrían acometerse con un
simple aumento de la presión impositiva o a través de las emisiones de deuda pública. Ante
una necesidad tan apremiante de fondos, los gobiernos de los países beligerantes utilizaron
la vía rápida de obtención de financiación: la emisión de papel moneda. Sin embargo, esta
vía rápida y sencilla de financiación conllevaba su cruz particular: la pérdida de la convertibilidad. Caía por tanto uno de los pilares en los que se había sujetado el crecimiento durante el siglo XIX y los esperanzadores comienzos del XX, el patrón oro. Las amarras que
sujetaban a los niveles de precios se rompió y éstos subieron como lo haría un globo aerostático cuando se desprende de su lastre. No era algo radicalmente nuevo en la historia; la
misma Inglaterra había vivido un momento similar en el transcurso de las guerras napoleónicas un siglo antes. Sin embargo, ahora se trataba de una política generalizada y como tal
redundó en una elevación de precios sin precedentes que afectó a cada país de un modo diferente en función de sus emisiones de papel inconvertible durante la guerra.
El segundo de los pilares que cayó hecho añicos durante la guerra fue la libertad en
el comercio internacional. Ya hemos visto que el crecimiento de la época anterior a la Gran
Guerra se debió en gran medida a la porosidad de las fronteras a través de cuales discurren
bienes, servicios, capitales y también personas. La Guerra acabó con ello y en su lugar se
impuso el proteccionismo como arma defensiva. La dislocación del mercado internacional
que se había forjado durante años fue total. La mayoría de los países europeos había aprendido a ser dependientes y a especializarse siguiendo fielmente las recomendaciones de la
teoría ricardiana de la “ventaja comparativa”, pero con la irrupción de la guerra los políticos hicieron suyas las palabras de Adam Smith para quien “la defensa era más importante
que la opulencia”. Un caso particular y extremo de desintegración económica fue el acaecido en el Este europeo que desarrollamos a continuación.
2.1. La desintegración de Europa Oriental
Como bien señala Gabriel Tortella (2000), una de las paradojas de la “guerra imperialista”
del 14 es que tuvo la virtud de terminar con los cuatro imperios que tomaron parte en ella.
Como veremos, el Imperio Ruso se convirtió en la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas, el alemán acabó en una simple República, pero los casos mayores de desinte-
~ 200 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
Figura 11.1: Nuevos estados formados después de la Primera Guerra Mundial
FINLANDIA
Nuevos estados formados hasta 1920con el apoyo de
los aliados
Parte restante del imperio austro-húngaro: dos estados
independientes y separados, intituidos por las potencias
aliadas.
Territorio del imperio austro-húngaroanexionado a
Rumanía y a Serbia por las potencias aliadas. La Gran
Serbia se convirtió en el reino de Serbia, Croacia y
Eslovenia, llamado a continuación Yugoslavia.
Bá
l
tic
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ESTONIA
ar
Territorio que antes pertenecía a Rusia, anexionado a
Rumanía
M
LETONIA
RUSIA
Dáncig
(ciudad libre)
LITUANIA
PRUSIA
ORIENTAL
POLONIA
CHECOSLOVAQUIA
BE
SA
RA
AUSTRIA
BI
HUNGRÍA
A
Fiume
(ciudad libre)
RUMANIA
YUGOSLAVIA
ITALIA
M
ar
BULGARIA
Ad
Mar Negro
riá
tic
ALBANIA
o
CIA
GRE
TURQUÍA
Fuente: C.C. FEINSTEIN, P. TEMIN y G. TONIOLO, The European economies between the wars, Oxford,
Oxford University Press, 1997, p. 29 (trad. it.: L’economia europea fra le due guerre, Roma-Bari,
Laterza, 1998).
CRISIS MONETARIAS Y FINANCIERAS EN EL PERIODO DE ENTREGUERRAS
~ 201 ~
gración fueron el Imperio Austro-Húngaro y el Otomano. De las cenizas del imperio de los
Habsburgo de formaron parcial o por completo diez nuevas naciones (Figura 11.1). El
imperio turco perdió con la guerra prácticamente todos los territorios en el continente europeo, excepto la región inmediata a Estambul y las provincias árabes del Oriente Próximo.
Más tarde con la Revolución Turca en 1922 nacería la República nacional Turca –la moderna Turquía– que conservó la Tracia –su provincia europea– y la península de Anatolia, arrebatada a los griegos.
Pero más allá de la desmembración política del Este europeo, está la desintegración
económica que trajo consigo la formación de nuevas fronteras con sus correspondientes
aranceles. El imperio Austro-Húngaro había creado una zona de libre comercio en la cuenca del Danubio que fomentó la especialización económica; áreas industriales en el oeste y
agrarias en el sur y este. Al deshacerse el imperio los nuevos Estados defendieron su nacionalidad con el proteccionismo comercial. Los mercados se redujeron, productores y consumidores quedaron en lados opuestos de las fronteras, y las nuevas naciones buscaron la
autosuficiencia. El resultado de esta fragmentación fue el empobrecimiento de la zona. Si
unimos a la política proteccionista de estos nuevos países la carga de las reparaciones de
guerras exigidas a Austria, Hungría y Checoslovaquia en la Paz de París; los escasos fondos
de ayuda de Occidente; la debilidad de los recién creados sistemas fiscales, y la impericia
de las autoridades monetarias, la política de monetización del déficit público fue prácticamente el único camino para hacer frente a sus dificultades financieras. Como sucedía en
Occidente la consecuencia inmediata fue la inflación que, como la virulenta gripe de la
guerra, se extendía por todos los confines del continente.
2.2. La hiperinflación alemana
Con todo y con mucho, el proceso inflacionista más estudiado de la posguerra por sus
enormes dimensiones fue el alemán. El origen de este proceso está en las famosas reparaciones de guerra establecidas en el Tratado de Paz de París. El tratado tuvo varios lugares
de negociación a la afueras de la capital francesa y el palacio de Versalles fue el elegido
para establecer las condiciones de la paz con Alemania, de ahí que se conozca comúnmente con el nombre del Tratado de Versalles. Las estipulaciones del Tratado fueron
bastante punitivas; privó a Alemania del 13 por ciento de su territorio y del 10 por ciento
de su población. Esto suponía la pérdida de aproximadamente el 15 por ciento de su tierra
cultivable y de las grandes zonas productoras de hierro, cinc y carbón. Sus colonias fueron
confiscadas así como todas las inversiones exteriores no liquidadas durante la guerra; tuvo
que rendir su armada y la mayor parte de su flota mercante, 5000 locomotoras, 150.000
vagones, 5000 camiones, etc. Además los aliados exigieron suministros continuados de
diversos productos como el carbón que representaba entre el 4 y el 5 por ciento del PIB
alemán de la época. Si esto no era suficiente humillación para la nación vencida, se creó
una Comisión de Reparaciones con sede en Berlín que evaluaría los pagos monetarios en
concepto de indemnización por los daños causados en los territorios aliados y que iba a
establecer unas cuantías fuera de toda proporción (132.000 millones de marcos de oro).
Fue entonces cuando John Maynard Keynes –quien se convertiría en el economista más
importante del siglo XX– entró en la arena de la economía internacional.
~ 202 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
Keynes formaba parte de la delegación inglesa en el tratado de paz y tal fue su oposición a la actitud revanchista de los aliados que renunció a su puesto y escribió un libro, Las
consecuencias económicas de la paz, en el que exponía sus críticas a las duras reparaciones
de guerra y vaticinaba consecuencias desastrosas para Europa. Por entonces sólo se dejaron
sentir males en el país vencido. Alemania estaba económicamente arruinada por los gastos
bélicos y su capacidad productiva dañada por la guerra. Como el resto de países implicados
en la guerra, había monetizado el gasto e incurrido en la inflación. A esto se unía las confiscaciones y “amputaciones territoriales” dictaminadas en el tratado. Si además tenemos en
cuenta la imposibilidad de sacar partido del comercio internacional por las prácticas proteccionistas del momento, es fácil percatarse de las escasísimas posibilidades que tenía
Alemania de cumplir con los pagos impuestos. Por todo ello Alemania no tuvo más remedio que responder con morosidad y con la emisión descontrolada de papel.
En el verano de 1922 la situación se hizo crítica y Alemania pidió infructuosamente una
moratoria de sus deudas. Detrás de la negativa aliada a la renegociación o posible condonación
de las reparaciones estaba Estados Unidos que les reclamaba a su vez los préstamos concedidos para financiar la guerra. La debilidad de las economías europeas hacía por tanto que los
pagos de Francia, Gran Bretaña y el resto de aliados a Estados Unidos dependieran de las reparaciones que pudieran obtener de Alemania. La solución más plausible hubiera sido que
Estados Unidos cancelara sus deudas con los aliados pero se mostró inflexible en sus exigencias, una rigidez en las demandas de pago que se trasladó con la misma intensidad al otro lado
del Atlántico. Pero los acontecimientos se precipitaron. A finales de año Alemania suspendió
los pagos y Francia y Bélgica decidieron ocupar la zona minera del Ruhr para incautarse directamente de producción y resarcirse. Se trató de una mala decisión porque entonces los alemanes respondieron con la resistencia pasiva en connivencia con el gobierno que no dudó en pagar
los salarios a los trabajadores durante la ocupación. El déficit público se multiplicó y con él las
grandes tiradas de papel moneda. En 1923 la inflación alcanzó cifras astronómicas, el índice de
precios de enero a noviembre se multiplicó por la prácticamente inimaginable cifra de 270
millones. Si en 1914 el tipo de cambio era de 4,2 marcos por dólar, en noviembre de 1923 estaba a 4,2 billones de marcos por dólar; alguien debió de advertir la coincidencia de la cifra
porque en ese mismo mes las autoridades monetarias, para poner orden a tal desastre monetario, desmonetizaron el marco y lo sustituyeron por una nueva unidad de cuenta, el rentenmark,
que equivalía a un billón de marcos antiguos. Fue entonces cuando precipitadamente se convocó una comisión internacional para estudiar los enormes problemas de las reparaciones. Esta
comisión produjo el llamado Plan Dawes, por Charles G. Dawes, el político y financiero americano que la presidió y que posteriormente fue premiado con el Nobel de la Paz en 1925 como
reconocimiento al papel desempeñado en esta comisión.
El plan Dawes supuso la salvación para Alemania. Se renegociaron las condiciones de
pago aunque no la cuantía de la deuda; las cuotas anuales se redujeron y se estableció su actualización en función del crecimiento de la economía alemana. Pero sobre todo la principal
ayuda internacional que incorporaba el plan Dawes fue un préstamo de 800 millones de
marcos en su mayor parte aportados por Estados Unidos. El plan fue un éxito; en los años
siguientes Alemania cumplió con los pagos, el marco mantuvo su estabilidad, y comenzó un
periodo de recuperación incentivado por la llegada continua de capitales norteamericanos
CRISIS MONETARIAS Y FINANCIERAS EN EL PERIODO DE ENTREGUERRAS
~ 203 ~
hacia Alemania. Se trató de una prosperidad efímera porque la estrecha vinculación con
Estados Unidos hizo que Alemania se resintiera de los efectos de la Gran Depresión del 29
incluso antes de que ésta se manifestara con el crack bursátil. Lo estudiaremos más adelante.
2.3. La difícil vuelta a la normalidad
Acabamos de ver los duros momentos por los que atravesó Alemania tras la Gran Guerra,
pero a fin de cuentas era el país vencido y en cierto modo era lógico que sintiera en sus
propias carnes el dolor de la derrota. Sin embargo, no fue el único que padeció en los años
siguientes a la firma de Versalles. Gran Bretaña, dentro del grupo de los victoriosos, fue uno
de los países que más sufrió para recuperar la “normalidad”.
Como ya dijimos, tanto en la Europa Occidental como Oriental, el recurso directo a
las emisiones de billetes fue una práctica habitual para financiar los déficits públicos. Los
distintos gobiernos renunciaron a hacer convertibles en oro estos billetes y la inflación se
extendió por todo el territorio europeo. No obstante, los efectos inflacionistas no afectaron
por igual; hemos visto el caso más agudo de la hiperinflación alemana y no menos intensas
fueron las tasas de los recién creados Estados del Este europeo. En Occidente las subidas
de precios fueron mucho más moderadas, por eso se pensó que algo habría que hacer para
volver a la situación de los cambios de preguerra. Era el momento de recuperar el patrón
oro que tan buenos resultados había producido durante el siglo anterior.
Así las cosas se organizaron varias conferencias, la primera de ellas en 1920 en
Bruselas auspiciada por la Sociedad de Naciones (la débil antecesora de las Naciones
Unidas, creada en Versalles), pero no llegó a ningún acuerdo debido a que aún no se había
determinado la cuantía y sistema de pagos de las reparaciones de guerra alemanas. La
conferencia de Génova de 1922 fue más productiva; allí se contempló por primera vez la
utilización del patrón cambios oro. Este sistema consistía en establecer una moneda –en este
caso fue la libra– como depósito de valor en las reservas de los bancos centrales. De hecho,
la libra asumía el papel del oro como divisa de reserva sobre la que emitir los billetes. De
esta forma se paliaba la necesidad de que fuese oro todo el encaje bancario; ahora una parte
podía seguir siendo oro, y otra, libras en papel. El objetivo último era romper en parte la
estrecha supeditación del crecimiento de comercio internacional al descubrimiento de
nuevos yacimientos se oro. Sin embargo, el vínculo no se perdía del todo ya que se daba por
supuesto que este sistema monetario debía descansar en la plena convertibilidad de la libra
en oro, algo que aún no se había recuperado.
En este punto Keynes volvió a entrar en escena. En la discusión sobre la vuelta a la
convertibilidad de la libra, Gran Bretaña se debatía entre aceptar la depreciación que se
había producido durante esos años o volver al veterano dogma de las 3 libras, 17 chelines y
10,5 peniques la onza de oro que había establecido Newton en 1717. Keynes expresó sus
opiniones al respecto en un magnífico libro titulado Breve tratado sobre la reforma monetaria, publicado en 1923 (1992). En él manifestaba su ferviente oposición al restablecimiento de la paridad de preguerra que según él acarrearía una dolorosa deflación. Es más,
propuso el abandono definitivo del patrón oro y su sustitución por una moneda fiduciaria
controlada por las autoridades –algo muy parecido al sistema monetario internacional
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
actual. Para Keynes el patrón oro no era sino una “reliquia bárbara” que había funcionado
bien durante el siglo XIX por la caprichosa fortuna del descubrimiento continuado de nuevos
yacimientos pero era de ilusos confiar en “que una sucesión de accidentes conservaría estable el valor del oro en el futuro”. Por último denunció la situación de dependencia que se
establecería respecto de Estados Unidos. Durante la guerra, Estados Unidos había acaparado grandes cantidades de oro que mantenía la Reserva Federal, su banco central. Las autoridades monetarias norteamericanas en vez de permitir la depreciación del metal y en
consecuencia poner en funcionamiento el mecanismo del flujo en especie de Hume, habían
esterilizado las entradas de metal atesorándolo. En consecuencia, el oro poseía un valor
“artificial” cuya evolución futura ya no dependía de los aleatorios dones de la naturaleza
sino de las decisiones de la Junta de la Reserva Federal.
Este diagnóstico de la situación en el sistema monetario internacional no fue escuchado ni entendido por los políticos del momento, especialmente por Winston Churchill
–por entonces ministro de Hacienda inglés– que en 1925 decidió retornar al patrón oro con
la paridad de preguerra haciendo caso omiso a las recomendaciones de Keynes. El mismo
Keynes le dedicó entonces sus críticas en varios artículos de prensa posteriormente
compendiados en un libro, Las consecuencias económicas de Mr. Churchill. Los partidarios
de la vuelta a la convertibilidad de preguerra poseían, con todo, sus argumentos; era una
obligación moral para los gobernantes garantizar que los ahorros de los ciudadanos en los
depósitos bancarios de preguerra representaran al término de la contienda las mismas
brillantes onzas doradas. Pero el argumento de fondo no tenía que ver con la justicia; se
trataba más bien de honor. La vuelta a la paridad era la respuesta al desafío de Nueva York
como centro financiero mundial, como señala Kindleberger, era una cuestión de autoestima
y de necesidad de “mirar al dólar a los ojos”.
Las repercusiones de esta estabilización monetaria no tardaron en aparecer. Para
volver a la antigua paridad acometieron una reducción de la circulación monetaria, la
apreciación de la libra encareció los productos ingleses que perdieron competitividad en
los mercados internacionales y provocó un déficit comercial. La deflación de precios fue
especialmente dura para empresarios y trabajadores; las presiones a la baja de los salarios
provocaron graves tensiones sociales que incluso desembocaron en una huelga general de
nueve días en 1926 y una de mayor duración en la industria del carbón. Aun así los salarios reales no se redujeron lo suficiente para acabar con el paro que campaba a sus anchas
por la isla. El intervalo de ajuste entre la disminución de la cantidad de dinero y las
correspondientes bajadas de precios que había descrito Hume a mediados del siglo XVIII
se dejaba sentir dolorosamente en la Gran Bretaña de los años veinte. Sólo al final de la
década comenzó a mejorar la situación, una mejora efímera porque lo peor estaba por
llevar con la Gran Depresión.
El resto de los países no lo tuvieron tan difícil. Francia fue un país que, pese a las grandes pérdidas en capital humano y físico que sufrió durante la guerra, su recuperación en los
años veinte no fue tan traumática como la inglesa. Ciertamente con el armisticio recuperó las
ricas regiones mineras de Alsacia y Lorena, pero quizá el factor que contribuyó más a su recuperación fue la estabilización del franco. La decisión que tomaron fue la contraria a la ingle-
CRISIS MONETARIAS Y FINANCIERAS EN EL PERIODO DE ENTREGUERRAS
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sa, devaluar su moneda. Si antes de la guerra el tipo de cambio era de 5,18 francos por dólar,
en 1926 –año de la estabilización– la paridad se fijó en 25,53 francos por dólar, que era aproximadamente la depreciación que se había producido en el mercado durante esos diez años.
Los efectos fueron los previsibles: una mejora de la competitividad de los productos franceses en los mercados internacionales. Esta política no pudo por menos que ser criticada por el
gobierno inglés que consideraba que las ganancias internacionales basadas en la devaluación
de la moneda era una forma muy poco honesta de competir.
Al término de la década prácticamente todos los países europeos y América habían
estabilizado sus monedas. En Europa sólo cuatro de ellos –Suecia, Holanda, Gran Bretaña
y Dinamarca– recuperaron la paridad de preguerra, mientras que el resto devaluó en alguna medida su moneda (en muchos casos –como se aprecia en el cuadro 11.1.– en una enorme medida).
Cuadro 11.1: Estabilizaciones monetarias europeas después de la guerra
Año de estabilización
Nueva paridad respecto
a la preguerra (%)
Suecia
1922
100
Holanda
1924
100
Gran Bretaña
1925
100
Dinamarca
1926
100
Italia
1926
27,3
Francia
1926
20,3
Checoslovaquia
1923
14,6
Bélgica
1926
14,5
Yugoslavia
1925
8,9
Grecia
1927
6,7
Portugal
1929
4,1
Hungría
1924
0,0069
Austria
1922
0,00007
Polonia
1926
0,000026
Alemania
1923
0,0000000001
Fuente: C.H. FEINSTEIN, P. TEMIN Y G. TONIOLO (1997): The European Economy between The Wars,
Oxford, Oxford University Press. Recogido por Zamagni (2002)
Sin embargo tan pronto se levantaron los cimientos monetarios derrumbados por la
guerra, un nuevo cataclismo iba a echarlo por tierra. La Gran Crisis de 29 iba a dar una
nueva embestida a un apenas reinstaurado edificio áureo.
~ 206 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
3. LA CRISIS DEL 29
Antes siquiera de narrar los hechos concretos que dieron lugar a la Gran Depresión del 29,
recapitulemos cómo se había retornado a la “normalidad” en la década de los veinte. En
primer lugar y pese a los inútiles esfuerzos de los ingleses por mirar frente a frente a los norteamericanos, Estados Unidos se había convertido en la gran potencia mundial. La guerra había
transformado a un tradicional deudor en el mayor acreedor de las naciones europeas. Un acreedor, sin embargo, que no podía cobrar sus deudas sino era prestando de nuevo a sus deudores; una tarea que tampoco resultaba extremadamente gravosa a Estados Unidos a tenor de su
constante superávit comercial de esos años. El gran crecimiento de la productividad en industrias como la automoción, la electricidad, las comunicaciones o el sector de la construcción,
le había catapultado a lo más alto en los niveles de desarrollo del planeta. En esta época de
vacas gordas, la Reserva Federal veía cómo sus tenencias de oro se multiplicaban y –como
describía Keynes– las autoridades monetarias tan pronto como llegaban las remesas de metal,
las enterraban en lo más profundo de sus cámaras para impedir que formaran parte de la base
monetaria. En una situación como ésta no debe extrañarnos que decidiera ayudar financieramente a Europa. El préstamo del Plan Dawes fue un cabo importante para reflotar a la economía alemana, pero no fue el único porque Alemania recibió sucesivas oleadas de capitales
privados norteamericanos. Temporalmente todo funcionó como se esperaba; Alemania se
recuperaba y efectuaba sus pagos por reparaciones de guerra a los aliados, y estos a su vez
podían pagar las deudas contraídas con Estados Unidos; capitales de ida y vuelta que creaban
un círculo virtuoso por momentos. La bonanza de la economía norteamericana era la clave del
crecimiento europeo, por eso cuando la primera se colapsó nada impidió que arrollase a las
convalecientes naciones del viejo continente.
Un segundo factor que iba a explicar el contagio de la depresión fue el patrón
cambios oro. Como hemos visto consistía en un sistema mixto de reservas bancarias, oro y
libras convertibles, que servían de base monetaria para la emisión de papel moneda. Con
este sistema se reducía efectivamente la dependencia del oro y la capacidad de creación de
dinero por los bancos sin duda aumentaba, pero había que pagar un precio y éste era que,
ante una crisis, se aceleraba la rapidez del contagio. Si los poseedores de billetes en Nueva
Zelanda, por ejemplo, quisieran hacerlos convertibles en oro, es posible que reclamaran al
Banco de Inglaterra la conversión en oro de sus libras en reserva, lo que presionaría a su
vez la reducción en la emisión de sus libras. Además de los efectos sobre la economía real
de la deflación en Gran Bretaña, eliminaría libras del mercado internacional y es posible
que las reservas de los bancos centrales de todos los países integrantes del sistema se vieran
reducidas.
Tradicionalmente se piensa que el derrumbe del índice bursátil de la Bolsa de Nueva
York, el 24 de octubre de 1929 –el famoso “jueves negro”–, fue el desencadenante de la
crisis, pero ya antes había indicios de que la economía mundial se había levantado sobre
bases poco sólidas. Los primeros efectos se sintieron en Alemania meses antes de la fatídica fecha. Como vimos, Alemania era la nación europea más dependiente de los préstamos
norteamericanos, por ello, cuando estos capitales cambiaron el rumbo prefiriendo sacar
rentabilidad en la Bolsa norteamericana, los alemanes se encontraron sin la red de auxilio
CRISIS MONETARIAS Y FINANCIERAS EN EL PERIODO DE ENTREGUERRAS
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que los mantenía a flote. Los pagos por reparaciones se resintieron de la huida de estos capitales y, como se hiciera en 1923, en 1929 se creó una nueva comisión, esta vez presidida por
Owen D. Young, que emulara los éxitos obtenidos por su compatriota Charles C. Dawes para
aliviar el peso de las deudas alemanas. Sin embargo, no tuvo tiempo de dar sus frutos. Ante
la crisis financiera americana de los meses siguientes, se propuso la moratoria del Plan
Young. Y en 1931, en el punto más álgido de la crisis financiera internacional los pagos de
guerra fueron suspendidos. Pero no nos adelantemos a los acontecimientos, hasta ahora sólo
nos ha interesado el escenario, lo actores estaban por llegar y el crack bursátil era sin lugar
a dudas el intérprete principal del drama.
En la primavera de 1929 el Producto Nacional Bruto norteamericano tocó techo. A
partir de entonces la producción industrial descendió levemente pero nadie se preocupó
demasiado por ello; la Bolsa seguía con cotizaciones al alza. Tras breves oscilaciones en los
meses de septiembre y octubre, finalmente el 24 de ese mes se desencadenó una venta en
masa acciones que, a pesar de los esfuerzos de algunos banqueros por detener la avalancha
en las ventas, fue seguido del “martes negro” –el 29 de octubre. El descenso en el índice del
mercado de valores de Nueva York fue enorme; de un nivel de 316 de media en septiembre,
tomando como base 100 el año 1926, se pasó a 147 en diciembre.
Pero aunque es cierto que el derrumbe bursátil fue el desencadenante de la crisis, su
virulencia en la economía americana guarda una estrecha relación con el diseño del sistema
financiero. En primer lugar, una práctica admitida por los agentes de bolsa fue financiar a
crédito las compras de sus clientes que en algunos casos pagaban únicamente el 10 por ciento al contado y el 90 restante lo tomaban prestado. Estos préstamos ascendieron al 3.600
millones de dólares el 30 de junio de 1927, a 4.900 millones un año después y alcanzaron la
cifra de los 6.400 millones al acabar 1928. Además los préstamos tenían normalmente como
único aval el valor bursátil de las acciones por lo que una vez que estos valores se desplomaron, el pánico financiero se contagió a todo el sistema crediticio. Por consiguiente, la crisis de
las empresas bursátiles se trasladó a los bancos, éstos podrían haber resistido la embestida
pero muchos no lo hicieron. De nuevo las características del sistema bancario americano impidió crear el cortafuegos necesario para impedir la propagación del desastre financiero.
Como resultado de una ancestral desconfianza en los bancos en Norteamérica, los
legisladores habían creado una reglamentación muy restrictiva con respecto al tamaño que
deberían tener los bancos y a la capacidad de establecer sucursales en diversos Estados del
territorio. Las pequeñas y numerosísimas entidades surgidas de la aplicación de estas
normativas (llegó a haber hasta 30.000 bancos diferentes) originó un sistema bancario muy
sujeto a la coyuntura local de emplazamiento y, en consecuencia, incapaz de diversificar sus
riesgos geográficos y sectoriales. Cuando se puso a prueba la fortaleza de este sistema tras
el derrumbe de la bolsa, se comprobó dolorosamente cómo se sumaban a la vorágine de
quiebras. El pánico financiero y la desconfianza en el sistema crediticio alcanzó tal magnitud que finalmente Franklin D. Roosevelt, apenas llegado al poder decretó la moratoria
bancaria en marzo de 1933 y suspendió la convertibilidad en oro de los dólares para el
público. Todo ello podía haberse evitado si la Reserva Federal hubiera acudido a ayudar a
los bancos comerciales pero no fue así. En la creencia de que cualquier ayuda podía provocar la relajación en los estándares de precaución que debían tener los bancos por sí mismos
~ 208 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
–un problema de “riesgo moral”– no sólo no ayudaron sino que vieron con buenos ojos el
castigo que el mercado estaba infligiendo a los malos gestores que habían concedido préstamos sobre valores ficticios en bolsa.
Hasta aquí hemos visto la crisis financiera, pero no las repercusiones en la economía
real. Estas fueron de una enorme envergadura: deflación; quiebras; una tremenda caída de
la producción industrial y, lo más dramático, una tasa de paro que superó el 20 por ciento
del total de la fuerza de trabajo entre 1932 y 35. Si unimos a este dato el hecho que Estados
Unidos era en un país donde el desarrollo del Estado del Bienestar era mínimo, estar sin
empleo era prácticamente sinónimo de encontrarse al borde de la inanición.
Los durísimos efectos sobre la economía real han llevado a los economistas a cuestionarse sobre las causas primigenias de la crisis. La disminución en la producción industrial y
las bajadas de precios de las materias primas meses antes de desplomarse el mercado de valores es el argumento que esgrimen aquellos economistas que no creen que fuesen las restricciones monetarias las que causaron la crisis, estos economistas por el contrario abogan por los
efectos de una insuficiente demanda agregada, más en concreto del consumo y la inversión;
una explicación que iba a hacer famosa Keynes poco después con la publicación de su libro
La Teoría General de la Ocupación, el interés y el dinero en 1936. Los partidarios de la
opinión contraria –los monetaristas– insisten en la contracción monetaria como causa que
originó la crisis y que fue la deflación obligada de la contracción la que afectó negativamente a la economía real. Las altas cifras de paro serían entonces el resultado de la rigidez a la
baja en los salarios que no acabarían de cerrar la brecha entre oferta y demanda de trabajo (una
reflexión en cierto modo bastante keynesiana). Una explicación mixta es la que realiza
Kindleberger que cree que la contracción de crédito comercial fue el factor clave que explica
la reducción drástica del precio de las mercancías, especialmente las comercializables internacionalmente incluso antes del mes de octubre del 29. Debido a que los bancos racionaban
el crédito a corto plazo a sus clientes a favor del mercado de préstamos a los agentes de bolsa,
aquellos tuvieron serios problemas para efectuar sus compras normales, y los vendedores –en
su mayoría intermediarios comerciales– no tuvieron ningún interés en almacenar sus mercancías, con lo que optaron por rebajar los precios. Una explicación plausible para la bajada de
precios al por mayor y la reducción en la producción de la industria automovilística que anticiparon y acompañaron a la caída del mercado de valores.
Al margen de la controversia sobre qué explicación es la correcta, lo realmente cierto
fue que una serie de adversos acontecimiento agravaron y alargaron sustancialmente la crisis.
Hemos visto cómo se toleraron inversiones al descubierto en la bolsa, cómo la Reserva
Federal se negó a asumir el papel de prestamista en última instancia e hizo caso omiso a las
urgentes necesidades de liquidez de los bancos permitiendo sus quiebras, y también hemos
aludido a la vulnerabilidad de sistema bancario norteamericano. Si unimos a esto la política
proteccionista que ya se venía aplicando a lo largo de la década y que tras la crisis se recrudeció con el tristemente famoso Arancel Smoot-Hawley de 1930 –el más restrictivo de la
historia arancelaria americana– no es de extrañar que la crisis lejos de remitir se enquistara.
Como era previsible el contagio en Europa fue inmediato. La dependencia de las
llegadas de capitales americanos había hecho que los primeros en percibir el desastre que
CRISIS MONETARIAS Y FINANCIERAS EN EL PERIODO DE ENTREGUERRAS
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se avecinaba fueran los europeos, especialmente los alemanes y los debilitados ingleses.
Tras el martes y jueves negros, las bolsas europeas siguieron el camino idéntico a la americana y vieron cómo las cotizaciones se precipitaban en una avalancha de ventas. Los valores de la bolsa belga se redujeron un 30 por ciento en promedio, un 16 por ciento en Gran
Bretaña, el 15 por ciento en los Países Bajos, el 11 por ciento en Francia, el 10 por ciento
en Suiza y, en Alemania, que ya había sufrido una bajada del 15 por ciento en el año anterior, vio reducir de nuevo sus valores bursátiles en un 14 por ciento adicional. La reducción del precio de las acciones debilitó la posición de los bancos europeos que poseían en
su cartera gran cantidad de valores industriales sobre los cuales habían concedido créditos. Las grandes quiebras bancarias comenzaron en Austria con la suspensión de pagos del
gran Creditanstald en 1931. La crisis financiera se contagió a sus vecinos del Este
–Hungría, Checoslovaquia, Rumanía y Polonia – pero especialmente a Alemania, presa
fácil del pánico en esos duros momentos. El partido nazi acababa de obtener un gran
aumento en las elecciones de septiembre de 1930 que originó una salida de los capitales
extranjeros en los bancos alemanes. Las reservas bancarias del Banco Central –el
Reichsbank– bajaron hasta el 40 por ciento de su límite legal. Tras la quiebra del
Creditanstalt, las quiebras bancarias alemana se sucedieron en ese año, pero el Reichsbank
no disponía de recursos para salir en su ayuda y el resto de bancos centrales europeos no
pudieron o no quisieron colaborar para aplacar la crisis financiera. A partir de entonces el
marco dejó de facto de ser convertible en oro aunque no abandonó el patrón oro formalmente. Los efectos en la economía real fueron los previsibles: la actividad económica se
desaceleró y muchas empresas tuvieron que recurrir al despido. Como en el caso americano, el paro fue la consecuencia inmediata que afectó a un 13,9 por ciento de la fuerza de
trabajo en 1931 y un 17,2 por ciento en 1932.
El mecanismo de cambios oro internacional, la compleja red de reparaciones de
guerras, y la colaboración entre los bancos centrales hacía que el sistema crediticio de las
distintas naciones europeas estuviera íntimamente relacionado entre sí. Por todo ello, poco
después de que se desatara el pánico en Alemania, Gran Bretaña sintió en sus propias carnes
la agonía del patrón oro. En el mes de julio de 1931 el Banco de Inglaterra perdió 200 millones de dólares en divisas y aunque recibió préstamos de la Reserva Federal y del Banco de
Francia, las pérdidas de reservas continuaron en agosto. Ante el imparable drenaje de oro y
divisas del Banco de Inglaterra finalmente el 21 de septiembre suspendió la convertibilidad,
se trataba del punto final a un patrón con más de dos siglos de vigencia y que muchos interpretaron como la demostración clara de la pérdida definitiva de la hegemonía económica
inglesa.
Entre septiembre de 1931 y abril de 1932, otros 24 países abandonaron el patrón oro
inaugurándose así una época de autarquía en los cambios internacionales. Sin un patrón internacional las monedas fluctuaban alegremente, en el mejor de los casos en función de su oferta
y demanda, en el peor, en relación a los controles de cambios o a las devaluaciones dirigidas a
ganar cuota en el comercio internacional. Para colmo de males, tras el arancel Smoot-Hawley
de 1930 norteamericano, se desató la represalia en la política comercial. En unos momentos en
los que el valor de la producción mundial se reducía y el sistema monetario internacional hacía
aguas, la aplicación de políticas proteccionistas coartaba las mínimas posibilidades de reflotar
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LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
a la economía mundial. Los países guiados únicamente por sus propios intereses entraron en
un juego no cooperativo que iba a dar el resultado pronosticado por Nash2 (un juego en que
todos pierden). La Conferencia Monetaria Mundial de 1933 intentó poner orden en este caos
pero para entonces era demasiado tarde. Roosevelt había llegado a la presidencia de Estados
Unidos e inmediatamente sacó a su país del patrón oro negándose a comprometerse a ningún
acuerdo internacional; su prioridad –como veremos inmediatamente– era sacar a Estados
Unidos de la crisis interna. Por otro lado, Hitler recién llegado al poder y como la historia nos
demostró, tenía desgraciadamente otros planes en la cabeza distintos a la armonización monetaria internacional. Sin embargo, ambos personaje –Roosevelt y Hitler– iban a intentar levantar a sus respectivos países –Estados Unidos y Alemania– de la aguda depresión que padecía
aplicando una bastante heterodoxa lógica económica.
4. POLÍTICAS DE GASTO
El sistema monetario internacional que había acompañado al crecimiento económico en el
siglo XIX se había desmoronado y con él toda posibilidad de utilizar los factores de compensación y reequilibrio que incorporaba. Si las duras restricciones al comercio internacional
y el control de cambios impedían que el mecanismo de flujo en especie de Hume se pusiera en funcionamiento, resultaba inútil esperar la salvación del exterior. Muchos políticos
vieron entonces que su única salida estaba en la adopción de políticas internas. Era el
momento de inmiscuirse directamente en la estructura productiva de sus propios países y
así lo hicieron con la adopción de políticas de gasto.
En ocasiones se ha pensado que estas políticas calificadas de neomercantilistas
fueron la plasmación de las ideas mantenidas por Keynes que efectivamente proponía para
hacer frente a lo que él consideraba crisis de insuficiencia de demanda. No fue así, su Teoría
General fue publicada en 1936, tiempo después de que los principales países que tomaron
esta senda intervencionista hubieran emprendido sus acciones. Incluso Keynes manifestó su
desacuerdo cuando se aplicaron las políticas de gasto con el New Deal americano. En realidad, durante toda la década de los 30 fueron muchos los políticos y hombres negocios que
veían con buenos ojos los déficits públicos y que no manifestaron muchos escrúpulos en
aplicar duras restricciones al tráfico internacional.
Japón fue el primero en implementar una política de gasto a partir del 32. El peso en
los gastos militares representó un gran estímulo para salir de la crisis como lo iba a ser un
año más tarde en la Alemania nazi.
4.1. El rearme alemán
Con la llegada al poder de Hitler en 1933 al poder, una de sus primeras acciones fue repudiar unilateralmente las deudas de guerra que había mantenido al país en la práctica bancarrota a lo largo de la década anterior. Junto a esta medida emprendió una extensa política
de obras públicas que con el tiempo derivó en una política de rearme.
2
John Nash, Nobel de economía en 1994, fue uno de los autores que aplicaron la teoría de juegos en el análisis económico.
CRISIS MONETARIAS Y FINANCIERAS EN EL PERIODO DE ENTREGUERRAS
~ 211 ~
Un método bastante expeditivo para acabar con el grave problema del paro fue
emplear a los desocupados en la construcción de obras públicas, de ese tiempo data la
primera red de autopistas del mundo. Como señala Tortella, en muchos casos se trataba de
poco más que era un sistema de “trabajos forzados”. El éxito para eliminar el paro fue total,
pronto el mercado de trabajo arrojó un exceso de demanda que se cubrió con los desheredados del nazismo: vagabundos, gitanos y judíos. La filiación sindical voluntaria fue sustituida por el Frente de Trabajo Nacional al que todos los trabajadores estaban obligados a
participar; no había allí nada parecido a la negociación colectiva, y salarios, jornadas y
condiciones laborales se establecían por agentes del Frente Nacional unilateralmente.
Esta política de obras públicas tuvo como consecuencia el aumento del gasto público que del 23 por ciento en 1934 subió al 33 por ciento en 1938. La financiación necesaria
para este incremento en las partidas del gasto esta vez no provino de las emisiones de billetes por el banco central como había sucedido diez años antes con tan nefastas consecuencias; se ideó algo más sutil, las emisiones de “certificados de créditos”, un medio de pago
también creado por la autoridad monetaria al alcance sólo de las empresas e instituciones
de crédito pero que no eran aceptados en las compras corrientes de los ciudadanos. De este
modo se consiguió financiar el gasto sin que retornara la hiperinflación; de hecho el marco
ni siquiera se devaluó y conservó oficialmente la paridad con el oro de 1924, aunque artificialmente mantenido con el control de cambios y sin convertibilidad real en oro.
La política de rearme a gran escala comenzó en 1936 con un plan cuatrienal que obligaba a ciertas industrias clave –metalurgia y armamentística– a producir determinadas
cantidades y con precios fijados por el gobierno. El objetivo era crear una “muralla occidental” para una futura guerra relámpago. La necesidad de armamento era clara pero
también era necesario prevenirse ante el posible asedio; una política de Autarkie o autosuficiencia era la solución para resistir ante un probable acontecimiento bélico. La planificación se orientó entonces hacia la industria química para la producción de artículos
sintéticos, posibles sustitutivos de productos que antes eran obtenidos a través del comercio
exterior. Además se sometió a todas las relaciones comerciales a un control férreo mediante licencias y el control de divisas. Sin embargo, no eliminaron del todo este comercio externo; crearon lo que se llamó el Lebensraum o Espacio Vital; Alemania estableció relaciones
más que comerciales con sus vecinos de Europa oriental y meridional; el intercambio se
llevaba a cabo no con divisas u oro sino a través de la práctica de clearing, esto es, con la
compensación de los saldos exportadores e importadores.
4.2. El New Deal
El otro ejemplo más característico de las políticas intervencionistas de la década de los años
treinta es la emprendida por la administración de Franklin Roosevelt en Estados Unidos,
que lleva el nombre de New Deal. Este fue un programa decretado por el presidente nada
más llegar al poder –en los famosos 100 días– y que comprendía una batería de medidas
intervencionistas. Una de ellas fue, como antes hemos dicho, la salida de Estados Unidos
del patrón oro, pero las más famosas fueron la Agricultural Adjustment Act (AAA) o Ley de
Ajuste Agrícola y la Nacional Industrial Recovery Act (NIRA), la Ley de Reconstrucción
~ 212 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
de la Industria, ambas declaradas inconstitucionales dos años después. En el ánimo de los
legisladores estaba provocar la subida de los precios industriales y agrícolas aunque fuera
reduciendo la producción. Así se hizo en terreno agrícola con la AAA donde se subsidiaba
a los agricultores por dejar de cultivar sus tierras; una política que –como veremos en el
tema 14– desgraciadamente todavía hoy se viene aplicando en la Política Agraria Común
(PAC) europea, aunque tanto en la década de los treinta como en actualidad viola toda lógica económica. La NIRA llevaba a cabo una política similar pero en el sector industrial; lo
más característico de esta ley era la creación de “códigos de competencia leal” para cada
rama industrial con acuerdos colusorios de precios y salarios. Poco tenían que ver estas
intervenciones con las recomendaciones de política anticíclica que Keynes iba a sistematizar en su Teoría General; como dejó patente en una carta a Roosevelt publicada en el New
York Times en diciembre de 1933, intentar aumentar la producción con subidas de precios
era tan inútil como tratar de engordar aflojándose el cinturón.
Mucho más en la órbita del pensamiento keynesiano fue el programa de obras públicas de la Federal Emergency Relief Act, que, como en el caso alemán, destinó grandes partidas presupuestarias a la construcción de autopistas y embalses. También dentro del paquete
de medidas intervencionistas del New Deal, se aprobó la Ley de Seguridad Social de 1935
que estableció entre otras medidas un seguro de desempleo y vejez –como vimos en el tema
anterior– y La Ley Bancaria de 1933 que creó un necesario fondo de garantía para los depósitos bancarios utilizable en caso de la quiebra de algún banco.
El balance del New Deal sin embargo no fue tan positivo como previeron los pronósticos halagüeños de la administración Roosevelt. Las subidas de precios y salarios, éstos
últimos estimulados por un creciente y más que tolerado poder sindical, hicieron un flaco
favor para terminar de una vez por todas con el problema económico mayor de la economía
americana de los años treinta: el desempleo. La recuperación industrial fue decepcionante
y en 1941, cuando Estados Unidos entró de nuevo en guerra, había aún 6 millones de personas sin empleo.
5. EL NACIMIENTO DE LA UNIÓN SOVIÉTICA
Hasta ahora no hemos hecho mención alguna a uno de los países protagonistas en la historia del siglo XX, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviética, un nuevo país que surgió en
los años de la Gran Guerra y que iba a experimentar el mayor intento de planificación
económica que se haya producido en todos los tiempos. Si Keynes fue el economista más
influyente del siglo XX, Marx fue el economista o –si se prefiere– el teórico de la historia
más influyente de todos los tiempos en la medida que sus ideas sobre el levantamiento del
proletariado para acabar con la supuesta tiranía del método de producción capitalista,
fueron las que incentivaron la revolución bolchevique en Rusia y, en última instancia, dieron
lugar a las dictaduras comunistas del siglo XX y que, en algún esporádico caso, llegan hasta
nuestros días.
No deja de ser paradójico que fuera precisamente en la Rusia de comienzos de siglo
donde prendieron las ideas de Marx con mayor intensidad. En su obra más importante, El
capital, Marx había previsto el ocaso del sistema capitalista. La puesta en funcionamiento
CRISIS MONETARIAS Y FINANCIERAS EN EL PERIODO DE ENTREGUERRAS
~ 213 ~
de las leyes del movimiento capitalistas en aquellos países donde el sector industrial estuviera más desarrollado y los capitales más concentrados, comenzarían a sufrir crisis periódicas que, en última instancia, incitarían a la sublevación a la masa de parados que arrojaba
el sistema –“el ejército industrial de reserva” en su terminología– que acabarían con el sistema de producción capitalista y daría paso a uno nuevo, el socialismo, que Marx nunca llegó
a describir. Marx tenía en mente a Gran Bretaña, país que conocía a la perfección y que
cumplía los requisitos de ser la nación más desarrollada industrialmente. Rusia, en teoría,
estaba lejos de alcanzar el nivel de desarrollo requerido para la revolución del proletariado.
Así, el desencadenante de los cambios políticos que llevaron a la planificación comunista
de la Unión Soviética poco se ajustaban a los vaticinios de Marx, aunque los dirigentes políticos los utilizaran como argumentos para hacerse con el poder e impedir el desarrollo
democrático de la zona.
Comencemos por la narración sucinta de los hechos. Aunque las condiciones
económicas de Rusia no eran favorables para su participación en la Primera Guerra
Mundial, se vio forzada por una parte desde el exterior a su intervención en el bando de
los aliados por Francia y por otra parte también desde el interior en la creencia de que así
reforzaría su papel de gran potencia internacional. Sin embargo, pronto se comprobaría
su debilidad con problemas en el abastecimiento de alimentos a los soldados y a las ciudades industriales que producían para la guerra. El descontento se generalizó, y dio paso a
una revolución –la “revolución burguesa”– que apenas sin violencia derrocó el régimen
zarista en febrero de 1917. Esta revolución instituyó un parlamento, el Duma, con un
nuevo gobierno encabezado por Alexander Kerenski. Pero este nuevo gobierno cometió
el gran error de continuar con la guerra y en consecuencias las tensiones internas se sucedieron. Fue entonces cuando Vladimir I. Lenin, exiliado político, regresó desde Zurich en
connivencia con el gobierno alemán que pretendía azuzar el derrocamiento del gobierno
de Kerenski enviando a un selecto grupo de subversivos. La maniobra fue un éxito; la
propaganda socialista de Lenin y de su partido bolchevique consiguió el suficiente apoyo
popular para que en octubre de ese mismo año asaltaran el Palacio de Invierno, sede de
gobierno. Era el comienzo de toda una época de poder comunista en territorio ruso que
iba a llegar hasta diciembre de 1991.
La toma del poder por los bolcheviques fue seguida de cuatro años de guerra civil
contra sus opositores, el llamado “ejército blanco”. Durante este tiempo se aplicó el denominado comunismo de guerra. Entre tanto los bolcheviques negociaron la paz con Alemania
en la primavera de 1918 con el Tratado de Brest-Litovsk en el que los rusos cedían las republicas bálticas a Alemania. El comunismo de guerra llevado a cabo por los bolcheviques que
se autodenominan comunistas supuso el retorno a una economía de trueque; el dinero fue
eliminado y la población obtenía los medios mínimos para subsistir a través de cartillas de
racionamiento. Se comenzó entonces la nacionalización de las industrias y de las tierras que
fueron distribuidas al campesinado. Se eliminaron los partidos políticos y en su lugar se
impuso el gobierno de partido único con Lenin a la cabeza.
Al término de la guerra civil, el comunismo de guerra había hecho mella en la economía; la producción industrial había quedado reducida a la quinta parte de los que era en
~ 214 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
1913, y la producción agrícola se vio reducida en un 40 por ciento; pero donde más se dejó
sentir estas práctica políticas fue en los mercado internacionales donde los productos rusos
desaparecieron al igual que sus compras.
Acabada la guerra, Lenin y su camarilla del partido comunista adoptaron una nueva
política con la intención de que la situación económica mejorase y se evitaran las insurgencias. Fue así como se dio paso a un sistema mixto de economía planificada y mercado:
la Nueva Política Económica, más conocida por la NEP que se implantó a comienzos de
1921. Se reintrodujo el dinero y se permitió la libertad de empresa en pequeña escala (en
empresas de menos de 20 empleados). Las hasta entonces frecuentes requisiciones de las
cosechas fueron sustituidas por un canon en especie mientras que se permitía el comercio
de los excedentes agrícolas al precio libre de mercado. De las grandes empresas nacionalizadas, sólo las consideradas como estratégicas como la industria militar, los transportes y
comunicaciones, el comercio exterior y las finanzas, permanecieron controladas desde el
Estado; mientras que se dejó a las demás cierta autonomía e incluso tolerándose la creación
de pequeños grupos industriales que acordaban precios a los productos manufacturados.
También se emprendió una estabilización monetaria con la creación de unos nuevos rublos,
los chervonets, convertibles en oro. En realidad, la NEP, híbrido entre planificación en
sectores estratégicos y economía de mercado, poco se iba a diferenciar de las políticas de
gasto que, como hemos visto, adoptaría Alemania en la década de los treinta. El balance de
la NEP fue bastante positivo; la producción industrial y agrícola recuperaron los valores
anteriores a la Primera Guerra Mundial y se reanudaron nuevamente las relaciones comerciales internacionales aunque en este caso no se alcanzaran el nivel de preguerra.
Mientras tanto se produjeron importantes cambios políticos. Un año después de
adoptarse la NEP, se constituiría formalmente la Unión de Republicas Socialistas Soviéticas
(URSS) que comprendía la Rusia Europea, Siberia, Ucrania, la Rusia Blanca y
Transcaucásica y parte de Asia Central. A comienzos de 1924, con la muerte de Lenin, se
desató la pugna por el poder entre sus posibles sucesores: León Trotski y José Stalin, cada
uno de los cuales representaba una opción política diferente. El vencedor en esta lucha fue
Stalin que utilizó su posición de secretario general del Comité Central del partido para
conseguir el exilio de Trotski y su posterior asesinato.
En 1928 con todo el poder del partido en sus manos, Stalin cambió inesperadamente el
rumbo de la economía soviética y, tras una crisis en el suministro de cereales en los mercados
urbanos, adoptó su primer Plan Quinquenal. Surgió así el periodo de la más férrea planificación soviética. Se trataba de suprimir la “mano invisible” del mercado por la mucho más
visible del Gosplan –el Comité Estatal de Planificación. Este comité establecía la cantidad de
producto de cada sector y los precios a los cuales debían intercambiarse; se suprimió legalmente la empresa privada y se colectivizó la tierra. El trabajo técnico y de dirección era llevado a cabo por funcionarios especialistas muchas veces asesorados por ingenieros extranjeros.
Las consecuencias de esta planificación fueron lógicas: en primer lugar, la oposición de la
población, especialmente los campesinos que durante la NEP se habían apegado fuertemente
a la tierra. La respuesta del gobierno fue la aplicación drástica de la violencia con ejecuciones a quienes se oponían a la colectivización. La segunda consecuencia de la planificación
está relacionada con la pérdida de la información que arrojan los precios y los beneficios del
CRISIS MONETARIAS Y FINANCIERAS EN EL PERIODO DE ENTREGUERRAS
~ 215 ~
mercado. Sustituido éste por el Gosplan, los precios intervenidos nada tenían que ver con los
costes ni con las preferencias de los consumidores; la ausencia de beneficios empresariales
eliminaba la información necesaria para saber dónde realizar una inversión rentable y por
tanto desincentivaba la voluntad innovadora individual. Todo ello dio lugar a los desajustes
entre demanda y oferta en el suministro de determinados bienes que eran paliados por el racionamiento mediante el tiempo de espera en las colas o por el acceso a los mercados negros. En
cuanto a la innovación tecnológica, en mucha ocasiones tuvo que importarse.
Los objetivos del primer Plan Quinquenal se declararon cumplidos oficialmente en
1932, aunque las estimaciones parecen que estaban bastante infladas por el gobierno. Al año
siguiente se estableció el segundo que iba a llegar hasta 1937, al que le siguió un tercero en
1938 que se interrumpiría con la Segunda Guerra Mundial. El resultado conjunto de la
planificación había sido irregular, el esfuerzo industrializador había dado frutos, en especial en la industria pesada y militar, pero fue a costa de la disminución en la producción de
bienes de consumo y, lo que es mucho más dramático, a costa de sumir a gran parte de la
población en el régimen del terror y el hambre.
6. EL TRISTE BALANCE DE UN CUARTO DE SIGLO
Es momento de recapitular y hacer balance de los acontecimientos económicos de los 25
años que median entre 1914 y 1939, tiempo transcurrido entre el comienzo de las dos
guerras mundiales. La primera fecha señala la pérdida de un mundo en el que los pagos se
realizaban directa o indirectamente con oro; una edad dorada en el que el libre comercio y
los mecanismos automáticos de ajuste derramaban sus frutos con tasas de crecimiento en la
producción y la renta nunca alcanzadas hasta entonces. Pero esta época de bonanza se iba a
revertir en una de caos y depresión. Nacionalismo e imperialismo se dieron la mano para
organizar la peor de las guerras hasta entonces. La transformación económica que requirió
la contienda derrumbó uno por uno los soportes del sistema económico decimonónico: el
equilibrio presupuestario terminó en déficit, en su financiación el patrón oro tuvo que ser
suplantado por las emisiones incontroladas de papel moneda fiduciario que condujeron
directamente a la inflación y la libertad en el comercio se transformó de la noche a la mañana en proteccionismo.
Comparado con otras guerras, las transformaciones políticas que se produjeron
durante la Primera Guerra Mundial no eran extrañas. En la memoria histórica estaban aún
las guerras europeas contra Napoleón que habían llevado a aplicar políticas similares. Las
diferencias entre entonces y ahora no era la política económica en una economía en guerra
sino los medios que se llevaron a cabo para recuperar la normalidad llegada la paz. Keynes
fue el primero en denunciar las reparaciones exigidas a Alemania, tampoco hubo voluntad
política por parte de Estados Unidos por aminorar la carga de las deudas contraídas por los
aliados, y tal vez Gran Bretaña cometió el error de retornar a la paridad de preguerra de sus
libras por no querer renunciar a la ya por entonces ficticia cúspide económica. Todo ello y
otros muchos factores, condujeron a unos años veinte inciertos, en el que el crecimiento de
unos –como por ejemplo Francia y Estados Unidos– coincidían con el estancamiento y
depresión de otros –Gran Bretaña y sobre todo Alemania. Una vuelta a una supuesta norma-
~ 216 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
lidad mantenida artificialmente por una corriente de capitales americanos que recorrían
Europa y con un sistema de patrón oro adulterado con cada vez menos oro como respaldo
a los billetes.
Tan pronto como el flujo de capital americano se interrumpió, primero por el atractivo de la bolsa de Nueva York y después con las liquidaciones tras la Crisis de 29, el débil
sistema creado en los años veinte se vino abajo. Ante tal catástrofe, en vez buscar la cooperación internacional, los gobiernos de los principales países cerraron aún más sus fronteras
de manera que era virtualmente imposible utilizar otro medio para salir de la crisis que no
fuera mirando al interior. Fue entonces cuando Hitler en Alemania y Roosevelt en Estados
Unidos comenzaron a aplicar políticas de gasto público para salir de la crisis. Estados
Unidos se recuperó a duras penas con este tipo de política, pero los métodos mucho más
coercitivos del Führer fueron efectivos y consiguieron acabar con el paro y poner a la nación
en plena disposición para afrontar una previsiblemente corta y victoriosa guerra.
Al mismo tiempo que Europa y Estados Unidos sufrían este triste “galimatías”, Rusia
padecía su propio calvario. En 1917 se desencadenaron dos revoluciones: “la burguesa” que
depuso al zar y la “bolchevique” que instauraría un régimen comunista prácticamente para
el resto del siglo. Tras cuatro años de guerra civil, de hambre y de total aislamiento internacional del llamado comunismo de guerra, el gobierno de Lenin dio esperanzas a la población con la NEP, pero justo cuando comenzaba a dar sus frutos, su sucesor, Stalin eliminó
por completo la economía de mercado y la sustituyó por la planificación centralizada. El
bienestar de los individuos no era objetivo de los planificadores y a sus expensas se alcanzaron las tan ansiadas cuotas en bienes de capital y equipamiento militar.
7. EJERCICIOS
1. Describa el funcionamiento del sistema monetario internacional hasta la Primera
Guerra Mundial. ¿Era posible que un país incurriera constantemente en déficit de
Balanza de Pagos?
2. Comente el siguiente texto:
“La consideración, final, que ha de influir en la actitud del lector en cuanto a esta
proposición, debe depender, sin embargo, de su modo de pensar en cuanto al lugar
futuro que ocuparán en el progreso del mundo las grandes obligaciones en papel
que nos ha legado la guerra financiera, tanto en el interior como en el exterior. La
guerra ha acabado debiendo cada uno inmensas cantidades de dinero a los demás.
Alemania debe una gran suma a los aliados; los aliados deben una gran suma a
Gran Bretaña, y Gran Bretaña debe una gran suma a los Estados Unidos. A los
tenedores de préstamos de guerra de cada país les debe una gran suma el Estado,
y al Estado, a su vez, le deben una gran suma éstos y los demás contribuyentes. La
situación, en conjunto, es en el más alto grado artificiosa, falsa y humillante. No
seremos ya nunca capaces de movernos, a no ser que libremos nuestros miembros
de estas ligaduras de papel. Una hoguera general es una necesidad tan grande, que
si no hacemos de ella un asunto ordenado y sereno, en el que no se cometa ninguna injusticia grave con nadie, cuando llegue al final se convertirá en una confla-
CRISIS MONETARIAS Y FINANCIERAS EN EL PERIODO DE ENTREGUERRAS
~ 217 ~
gración que puede destruir otras muchas cosas. En cuanto a la deuda interior, yo
soy uno de los que creen que el impuesto general para la extinción de la deuda es
un requisito previo esencial para sanear la Hacienda en todos los países beligerantes. Pero el mantenimiento de la grandes deudas entre los gobierno tiene en sí
mismo peligros especiales”.
Keynes, J.M., (1991) [1919]: Las consecuencias económicas de la paz,
Barcelona, Crítica, pp. 181-2
3. Comente el siguiente cuadro:
Cuadro 11.2: Índices de precios al consumo, 1913-1924 (1913 = 100)
Gran Bretaña
Alemania
Francia
Italia
Estados Unidos
1913
100
100
100
100
100
1914
97
103
102
100
103
1915
115
129
118
109
101
1916
139
169
135
136
113
1917
166
252
159
195
147
1918
225
302
206
268
171
1919
261
414
259
273
189
1920
258
1.017
359
359
204
1921
234
1.338
312
427
180
1922
190
15.025
300
423
167
1923
180
15.883 mm
335
423
171
1924
181
128
282
436
171
Fuente: B.R. Mitchell, International Historical Statistics. Europe, Londres, Macmillan, 1992. Recogido
en V. Zamagni (2001).
8. LECTURAS RECOMENDADAS
•
KEYNES, J. M., (1991) [1919]: Las consecuencias económicas de la paz,
Barcelona, Crítica. Constituye el primer documento de denuncia de las enormes
reparaciones de guerra que se impuso a Alemania en el Tratado de Versalles y vaticina las probables represalias del país vencido.
•
KEYNES, J. M., (1996) [1925]: “Las consecuencias económicas del Sr. Churchill”,
en Ensayos sobre intervencionismo y liberalismo, Barcelona, Folio. Este documento recopila los artículos que Keynes escribió en prensa en contra de la vuelta a la
paridad de preguerra por Gran Bretaña en 1925 que llevó a cabo Winston Churchill,
entonces ministro de Finanzas.
~ 218 ~
•
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
KINDLEBERGER, C. P. (1988): “La gran Depresión de 1929”, en Historia
Financiera de Europa, Barcelona, Crítica. Kindleberguer, gran especialista en la
Depresión de 29, resume en este capítulo la que es para él la explicación más coherente del origen de la Gran crisis del siglo XX.
9. BIBLIOGRAFÍA
CAMERON, R. (2001). Historia Económica Mundial, Madrid, Alianza.
FRIEDMAN, M. (1992): Paradojas del dinero, Barcelona, Grijalbo.
HUME, D., (1982)[1752]: Ensayos Políticos, Madrid, Ed. Civitas.
KEYNES, J. M., (1991) [1919]: Las consecuencias económicas de la paz, Barcelona,
Crítica.
KEYNES, J. M., (1992) [1923]: Breve tratado de la reforma monetaria, México, Fondo de
Cultura Económica.
KINDLEBERGER, C. P. (1988): Historia Financiera de Europa, Barcelona, Crítica.
LOCKE, J. (1999) [1692]: Escritos monetarios, Madrid, Pirámide.
SMITH, V. C., (1993): Fundamentos de la banca central y de la libertad bancaria, Madrid,
Unión Editorial-Ediciones Aosta.
TORTELLA, G., (2000): La revolución del siglo XX, Madrid, Taurus.
ZAMAGNI, V. (2001): Historia económica de la Europa Contemporánea, Barcelona,
Crítica.
T E M A
12
EL NUEVO ORDEN ECONÓMICO
TRAS LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
LAS ENSEÑANZAS DE LA GRAN DEPRESIÓN
EL SISTEMA DE TIPOS DE CAMBIO DE BRETTON WOODS
EL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL
EL BANCO MUNDIAL
EL GATT
EJERCICIOS
LECTURAS RECOMENDADAS
1. LAS ENSEÑANZAS DE LA GRAN DEPRESIÓN
Cuando la Segunda Guerra Mundial estaba llegando a su fin Estados Unidos y sus aliados, preocupados por las necesidades económicas que el mundo iba a tener en la posguerra, se reunieron
para establecer las bases del nuevo orden económico que estaría vigente cuando llegase la paz
y que debía favorecer una recuperación rápida y duradera de la economía internacional.
Los principales economistas de la época proyectaron una serie de Instituciones
Internacionales con el objetivo de promover el pleno empleo, la estabilidad de precios, la
cooperación económica y el libre comercio internacional. Todos ellos se hallaban fuertemente
lastrados por el caos económico que caracterizó el periodo de entreguerras, por lo que la huella
de la Gran Depresión impregnó las instituciones diseñadas.
Uno de estos economistas fue Keynes, cuyas propuestas fueron adoptadas con entusiasmo al finalizar la contienda. El liderazgo intelectual de Keynes imprimió un fuerte sello intervencionista a las instituciones que se crearon.
Estas instituciones se plantearon en la Conferencia Monetaria y Financiera de las
Naciones Unidas, celebrada entre el 1 y el 22 de julio de 1944 en la pequeña localidad de
Bretton Woods, en el estado de New Hamsphire, que reunió a los líderes de 45 países alia-
~ 219 ~
~ 220 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
dos. El resultado fue la firma del Acuerdo de Bretton Woods, fruto del cual nacieron el
sistema de tipos de cambio de Bretton Woods, el Fondo Monetario Internacional y el Banco
Mundial. También se previó una organización encargada de fomentar la liberalización del
comercio mundial, pero la ratificación por parte de los distintos gobiernos, en particular el
de los Estados Unidos, no se produjo.
Estas instituciones llegaron a convertirse en el centro del sistema económico internacional. Aunque han experimentado profundas transformaciones al hilo de los cambios
económicos y políticos, actualmente siguen desempeñando un papel protagonista en la
coordinación de la política internacional y en la búsqueda de soluciones a problemas que
afectan de forma común a diferentes países.
2. EL SISTEMA DE TIPOS DE CAMBIO DE BRETTON WOODS
Durante los años treinta el mundo había asistido al derrumbamiento del patrón oro internacional y a los experimentos fallidos que realizaron muchos países con la adopción de tipos de
cambio flotantes. La amarga experiencia monetaria de la Gran Depresión llevó al convencimiento de que el sistema de tipos de cambio flotantes causaba inestabilidad en los mercados y
perjuicios al comercio internacional, ya que ante la recesión padecida en el periodo de entreguerras muchos países decidieron cerrar sus mercados al comercio entre fuertes turbulencias
en los mercados internacionales, guerras comerciales y devaluaciones sucesivas, lo que supuso un elevado coste para la economía mundial. El afán por evitar la repetición de situaciones
parecidas inspiraron el diseño del sistema monetario internacional acordado en Bretton Woods.
Como vimos en el capítulo 11, los asistentes a la Conferencia eran conscientes de que
el patrón-oro era demasiado inflexible y podía agravar las crisis económicas, y también de que
el sistema de cambios flotantes habían demostrado su incapacidad para resolver la crisis. El
núcleo central de este Acuerdo fue la creación del sistema patrón de cambio-oro, consistente en un sistema mundial de tipos de cambio fijos de las monedas, siendo el ancla del sistema
el oro. El sistema de Bretton Woods estableció una paridad para cada moneda fijada tanto en
dólares americanos como en oro. Se definió que una onza de oro valía 35 dólares de Estados
Unidos, y todas las demás monedas estaban vinculadas al dólar a un tipo de cambio fijo.
El dólar era la única moneda convertible en oro, por lo que fue considerado una divisa de reserva tan válida como el oro mismo. Los países miembros mantenían sus reservas
principalmente en forma de oro o de dólares, y tenían el derecho de vender sus dólares a la
Reserva Federal a cambio del oro al precio oficial. De esa forma era posible economizar las
reservas de oro como reservas internacionales. El dólar asumía el papel de principal moneda de reserva del sistema monetario internacional o moneda n-ésima.
La principal innovación del sistema de cambios de Bretton Woods eran las paridades
ajustables: los tipos de cambio eran fijos pero ajustables. La capacidad para ajustar los tipos
de cambio cuando surgía un desequilibrio fundamental1 es la característica que más distinguía al sistema de Bretton Woods del rígido sistema de patrón-oro. Al ser los tipos de
cambio fijos pero ajustables, si una moneda se desviaba excesivamente de su valor apro1
Sólo en caso de desequilibrio fundamental estaba permitida la revaluación o devaluación de la moneda.
EL NUEVO ORDEN ECONÓMICO TRAS LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
~ 221 ~
piado podía ajustarse la paridad. En un principio las variaciones de los tipos de cambio eran
pactadas por los países. La única moneda a la que se le negaba esta flexibilidad en el sistema de Bretton Woods era al dólar de los Estados Unidos.
Con las paridades ajustables, sus diseñadores confiaban en lograr dos efectos simulténeamente:
a) Mantener la estabilidad del sistema: un sistema de cambios estable permite
prever los tipos de cambio, lo que impulsa los flujos comerciales y financieros.
b) Fomentar la capacidad de adaptación de los tipos de cambio flexibles, lo que
permitiría ajustar las diferencias entre los precios relativos de los países alterando los tipos de cambio, sin tener que recurrir al desempleo e inflación que se
derivaban necesariamente del sistema de patrón-oro.
Esta combinación de disciplina y rigidez debía permitir a los países conseguir el
equilibrio externo sin renunciar al equilibrio interno.
2.1. El colapso de Bretton Woods
El sistema de tipos de cambio fijos establecido en Bretton Woods funcionó suficientemente
bien durante los años 50 y principios de los 60, aunque a veces escasearon los dólares de
Estados Unidos. Esto se debió a que la mayoría de los países en reconstrucción los necesitaban para financiar las compras que realizaban a Estados Unidos, lo que les llevaba a incurrir
en déficit. Estos déficit no podían financiarse pidiendo prestadas divisas –ya que había una
limitación impuesta por el FMI2– por lo que recurrieron a movimientos de reservas oficiales y
préstamos gubernamentales. A pesar de la escasez, se mantuvo la confianza en el dólar estadounidense como divisa de reserva, al menos mientras las reservas monetarias de oro en
Estados Unidos conservaron un alto nivel en relación con las obligaciones en dólares pendientes de liquidación en otros países.
Este escenario comenzó a cambiar en 1958 con el restablecimiento de la convertibilidad3. La movilidad de los capitales privados y el creciente intercambio de monedas
extranjeras favorecieron la integración de los mercados financieros internacionales pero
también los desequilibrios por cuenta corriente. Esta situación podía corresponderse con un
desequilibrio fundamental, lo que posibilitaba la revaluación o devaluación de la moneda.
De hecho, durante los años sesenta fueron cada vez más habituales las crisis de las
balanzas de pagos. El sistema se vio sometido a crecientes presiones cuando los Estados
Unidos adoptaron unilateralmente una política sobreexpansiva bajo la presidencia de
Johnson (1963-1969). En 1965 la oferta total de dólares en manos extranjeras era superior
a las reservas en oro de Estados Unidos, y la imposibilidad de cambiar todos los dólares en
circulación por oro al cambio establecido (35$/onza) planteó serios interrogantes sobre la
viabilidad del sistema.
2
3
Véase funcionamiento del FMI, epígrafe 3.
Una moneda es convertible si se puede convertir en metal. En los mercados internacionales, una moneda
se considera convertible si el público puede intercambiar moneda local por moneda extranjera sin grandes
restricciones al cambio oficial.
~ 222 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
Las crisis llegaron a ser tan importantes al comienzo de los años setenta que colapsaron
la estructura de tipos de cambio en Bretton Woods. En 1971 el orden prácticamente se había
derrumbado. Las reservas monetarias de oro de Estados Unidos eran claramente insuficientes,
por lo que el entonces presidente del país Nixon (1969-1974), anunció el fin del sistema. El lazo
entre el dólar y el oro quedó bloqueado. A partir de ese momento cada país ha elegido su propio
régimen cambiario, conviviendo con una variedad de tipos de cambio flexibles y dirigidos.
3. EL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL
Como resultado de los Acuerdos de Bretton Woods nacieron dos instituciones financieras internacionales (IFI): el Fondo Monetario Internacional (FMI) y su hermano el Banco Mundial.
El Acuerdo constitutivo del FMI estaba muy influido, como no podía ser de otra forma,
por la experiencia adquirida en los años precedentes respecto a la inestabilidad financiera, la
inflación, el desempleo y la desintegración económica internacional. Los asistentes a la conferencia de Bretton Woods decidieron establecer un marco de cooperación económica que evitara la repetición de las políticas económicas que condujeron al mundo a la Gran Depresión, y el
FMI nació con la aspiración de ser el administrador del sistema monetario internacional.
Entre las responsabilidades encomendadas al FMI se encontraban el fomento de la
cooperación monetaria internacional y de la estabilidad cambiaria. El crecimiento del comercio internacional y el fomento de un sistema multilateral de pagos internacionales eran también
metas del FMI, que mediante la eliminación de restricciones cambiarias pretendía evitar posibles entorpecimientos para el comercio internacional. Uno de los instrumentos utilizados por
el FMI para promover el comercio internacional es la convertibilidad de las monedas nacionales. El dólar estadounidense y el canadiense se hicieron convertibles en 1945. Los países
europeos implantaron la convertibilidad en 1958 y Japón lo hizo en 1964.
Otra de las responsabilidades asumidas por el FMI es la elaboración de planes globales
para corregir las situaciones de dificultades económicas que pudiera atravesar un país. Estos
planes incluyen créditos y líneas de actuaciones políticas y presupuestarias, así como la negociación de las posibles deudas. Las medidas de política que propone el Fondo no tienen como
único objetivo resolver los problemas inmediatos de balanza de pagos, sino también sentar las
bases de un crecimiento económico sostenido fomentando la estabilidad económica a largo
plazo (por ejemplo, medidas para reducir la inflación o la deuda pública), así como abordar los
problemas estructurales que obstaculizan un crecimiento sólido (liberalización de los precios y
del comercio). El funcionamiento es el siguiente: cuando las dos partes implicadas (el país
afectado y el FMI) llegan a un acuerdo, el plan se pone en marcha y el Fondo pone a disposición de los países miembros recursos financieros a corto plazo que les permiten corregir
desequilibrios en sus balanzas de pagos sin recurrir a otras medidas más drásticas.
Para que el Fondo pudiera realizar estos préstamos se creó un fondo común de oro y
divisas aportado por los países miembros. ¿Cómo se realizaban las contribuciones al fondo
común? La cuarta parte de la cuota se aportaba en oro, y las tres cuartas partes restantes en
moneda nacional. Cualquier miembro podía comprar oro o divisas en moneda nacional por
la cantidad máxima equivalente a su aportación en oro. Además, podían pedir una cantidad
de oro o divisas superior a ese límite, pero únicamente bajo la estricta supervisión de las
EL NUEVO ORDEN ECONÓMICO TRAS LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
~ 223 ~
políticas macroeconómicas del solicitante por parte del FMI. Cuando un nuevo país entra a
formar parte del Fondo se le asigna una cuota que determina tanto su contribución al fondo
común de reservas como su derecho a recurrir a los recursos del FMI.
Más recientemente, el FMI ha desempeñado un papel clave en cuestiones como la ayuda
a los países comunistas para introducir sistemas de mercado tras el desplome de la Unión
Soviética; el FMI entró en escena para ayudar a los países bálticos, Rusia y otros países ex
soviéticos en la transición de un sistema de planificación central a una economía de mercado.
Sin embargo, existe un obstáculo para acceder a estas ayudas, y es que todos los préstamos del FMI están sujetos a condicionalidad: la cláusula de condicionalidad implica que los
países prestatarios han de cumplir una serie de requisitos entre los que se encuentran la disciplina fiscal, la liberalización de los tipos de interés o la liberalización del comercio exterior. El
país prestatario debe estar de acuerdo en aplicar las directrices económicas y financieras previstas por el Fondo. Por otro lado, la condicionalidad permite al FMI vigilar que el préstamo se
esté utilizando eficazmente para resolver las dificultades económicas del país, de modo que
pueda rembolsarlo en los términos y plazos establecidos.
La cláusula de la condicionalidad ha suscitado grandes críticas, ya que las naciones deficitarias han tenido que realizar en ocasiones ajustes estructurales muy severos. Los programas de ajuste estructural entrañan la contracción del sector público, la reducción sustancial de
los déficit presupuestarios, el control de la inflación y el estímulo al ahorro y a la inversión
privados mediante reformas fiscales. Sin embargo, el Fondo defiende su criterio, porque la filosofía que subyace a la condicionalidad es que si los planes diseñados tienen éxito, el país afectado podría revertir el signo de su crecimiento económico.
En la actualidad, la sede del FMI se encuentra en Washington, D.C. Está formado por
184 países y su director gerente es el español Rodrigo Rato. El Fondo continúa administrando
el sistema monetario internacional y funcionando como un banco central para los bancos
centrales, ya que los países miembros pueden recurrir al FMI para financiar un déficit temporal de su balanza de pagos.
Cuadro 12.1: Altos Cargos del Fondo Monetario Internacional
FMI
ACTUAL DIRECTOR GERENTE: RODRIGO RATO. Nacionalidad: Español. Rodrigo Rato asumió sus
funciones de Director Gerente del Fondo Monetario Internacional el 7 de junio de 2004. Licenciado
en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid (1971), Máster en Administración de Empresas
por la Universidad de California en Berkeley (1974) y doctor en Economía por la Universidad
Complutense (2003). El Sr. de Rato es el noveno Director Gerente del FMI.
Anteriores Directores Gerentes del FMI:
Horst Köhler (Alemania, 2000-2004)
Michel Camdessus (Francia, 1987-2000)
Jacques de Larosière (Francia, 1978-87)
H. Johannes Witteveen (Países Bajos, 1973-78)
Pierre-Paul Schweitzer (Francia, 1963-73)
Per Jacobsson (Suecia, 1956-63)
Ivar Rooth (Suecia, 1951-56)
Camille Gutt (Bélgica, 1946-51)
Fuente: FMI
~ 224 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
4. BANCO MUNDIAL
Otra de las instituciones financieras internacionales creadas en Bretton Woods fue el Banco
Mundial, cuyo nombre original fue Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo
(BIRD3). Como no podía ser de otra manera, el Banco Mundial nació marcado por los acontecimientos del periodo de entreguerras, en particular por el temor a un nuevo vacío de
poder financiero internacional similar al que había tenido lugar tras el anterior conflicto.
Desde su creación, el Banco Mundial ha ido especializando sus funciones con bancos
regionales y agencias especializadas, convirtiéndose en el “Grupo del Banco Mundial”.
Dicho Grupo abarca cinco instituciones: el Banco Internacional de Reconstrucción y
Fomento (BIRD), la Corporación Financiera Internacional (CFI), la Asociación
Internacional de Fomento (AIF), el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI) y el Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (OMGI).
Cuadro 12.2: Instituciones del Grupo Banco Mundial
GRUPO BANCO MUNDIAL
AIF (1960)
BIRD (1945)
Objetivo: Reducir la pobreza en los
países de ingreso mediano y en los
países más pobres con capacidad
crediticia, promoviendo el desarrollo
sostenible mediante préstamos,
garantías y otros servicios no
crediticios, como de análisis y asesoría.
CFI (1956)
Objetivo: Promover
inversiones sostenibles
del sector privado
en los países en
desarrollo como una
manera de reducir la
pobreza y mejorar las
condiciones de vida de
la población.
4
Objetivo: Realizar aportaciones al
Banco Mundial para conceder ayudas
no crediticias,a los 78 países más
pobres del mundo, donde viven 2.400
millones de personas. Este apoyo es
crucial para los países que no pueden
obtener financiamiento en condiciones
de mercado.
OMGI (1988)
Objetivo: Facilitar la corriente de
inversiones del capital privado con fines
productivos hacia los países en desarrollo
mediante seguros sobre riesgos políticos
de largo plazo (expropiación, guerra civil
y disturbios) y a través de asistencia
técnica para difundir información sobre
oportunidades de inversión.
En inglés IBRD, The International Bank for Reconstruction and Development.
CIADI (1966)
Objetivo: Dar facilidades
para la solución de las
diferencias relativas a
inversiones existentes
entre los gobiernos
y los inversionistas
extranjeros privados por
medio de la conciliación
y el arbitraje.
EL NUEVO ORDEN ECONÓMICO TRAS LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
~ 225 ~
El Banco Mundial tuvo como primer objetivo ayudar a los países beligerantes a
reconstruir sus dañadas economías –la reconstrucción de Europa y Japón tras la Segunda
Guerra Mundial– y también contribuir a que los antiguos territorios coloniales se desarrollaran y modernizaran. Pero las funciones del Banco Mundial han variado a lo largo de su
historia: pasó después a apoyar con sus préstamos a largo plazo y bajo interés los proyectos de infraestructura e industria básica en todos los países atrasados para facilitarles una
rápida acumulación de capital que fomentara su crecimiento. Posteriormente colaboró en
la transición de las economías comunistas. Desde hace aproximadamente diez años y hasta
la actualidad, el Banco Mundial ha desarrollado una estrategia para luchar contra la pobreza mediante la concesión de préstamos a los países más pobres del Tercer Mundo que no
puedan conseguir una financiación privada y cuyos proyectos sean económicamente
viables. Los préstamos los concede a un bajo tipo de interés, y son posibles gracias a
fondos que obtiene de los países avanzados. En estos casos, el Banco Mundial trata de
fomentar las inversiones encaminadas a mejorar la sanidad, la educación, el medio ambiente, la eliminación de la corrupción y la mejora institucional. Si los proyectos se eligen
correctamente, la producción de los países prestatarios aumentará lo suficiente para poder
pagar los intereses de los préstamos.
Además hoy en día el Banco Mundial es la principal entidad financiadora de
proyectos sobre educación (en la actualidad está financiando 158 proyectos de educación
en 83 países), Sida (la gran lacra de los países subdesarrollados y en desarrollo) y en
Programas de salud (para proporcionar servicios básicos de salud y nutrición como
elemento decisivo en la lucha contra la pobreza).
Cuadro 12.3: Diferencias entre las Instituciones Financieras Internacionales
INSTITUCIONES FINANCIERAS INTERNACIONALES (IFI)
FMI
Objetivo: Fomentar la cooperación monetaria
internacional y la estabilidad cambiaria
* El FMI se centra sobre todo en los
resultados macroeconómicos y la política
macroeconómica y del sector financiero.
* El FMI no financia un sector determinado
ni proyectos, sino que respalda ampliamente
la balanza de pagos y las reservas
internacionales de un país mientras éste
toma las medidas de política necesarias
para corregir las dificultades.
Grupo Banco Mundial
Objetivo: El Banco Mundial se centra
en los temas relacionados con el desarrollo
a largo plazo y la reducción de la pobreza.
* Su actividad incluye el financiamiento
concedido a los países en desarrollo y
en transición para proyectos de
infraestructura, la reforma de determinados
sectores de la economía y las reformas
amplias de índole estructural.
~ 226 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
Desde la creación del Banco Mundial no sólo han ido variando su estructura y objetivos, sino que también ha cambiado su relación con el Fondo Monetario Internacional:
desde la acción independiente con división de funciones con que se concibieron y funcionaron durante los treinta primeros años, se ha llegado a la colaboración en planes conjuntos desde los años ochenta. La principal diferencia es que el Banco Mundial concede
préstamos a largo plazo para financiar proyectos de desarrollo y reconstrucción, mientras
que el FMI realiza préstamos a corto plazo para el ajuste de las balanzas de pagos.
Además, mientras el Banco Mundial financia proyectos de infraestructura y de reforma de
sectores concretos, el FMI no financia sectores ni proyectos, sino que respalda la balanza
de pagos y las reservas internacionales de un país, a la vez que encamina sus políticas
macroeconómicas para ayudarle a reconducir la situación.
En muchas ocasiones, los países prestatarios se han visto en la necesidad de refinanciar créditos, o han tenido dificultades para afrontar los pagos. Como respuesta a esta
realidad, los préstamos a la inversión concedidos por el Banco Mundial se han ligado cada
vez más a la condicionalidad.
Al igual que en el caso del Fondo Monetario Internacional, la condicionalidad ha
desencadenado múltiples problemas al Banco Mundial llegando a convertirse en un obstáculo serio para el propio funcionamiento de las IFI. Los países menos desarrollados reclaman insistentemente una suavización de las condiciones exigidas. A pesar de estas
dificultades, el Banco Mundial ha resistido muchos cambios y ha sobrevivido hasta hoy
como uno de los centros básicos de la red institucional con la que se desenvuelve la economía mundial. Actualmente su presidente es Paul Wolfowitz.
Cuadro 12.4: Altos Cargos del Banco Mundial
BANCO MUNDIAL
ACTUAL PRESIDENTE: PAUL WOLFOWITZ. Nacionalidad: Estadounidense. El 31 de marzo de
2005 Paul Wolfowitz fue elegido en forma unánime como décimo Presidente del Grupo del Banco
Mundial por el Directorio Ejecutivo de la institución. El Sr. Wolfowitz está especializado en
Matemáticas por la Universidad de Cornell, Ithaca (Nueva Cork). Doctor en Ciencias Políticas de
la Universidad de Chicago (1972).
Anteriores Presidentes del Banco Mundial:
James D. Wolfensohn (1995-2005)
Lewis T. Preston (1991 - 1995)
Barber B. Conable (1986 - 1991)
Alden W. Clausen (1981 - 1986)
Robert S. McNamara (1968 - 1981)
George D. Woods (1963 - 1968)
Eugene R. Black (1949 - 1963)
John J. McCloy (1947 - 1949)
Eugene Meyer (1946)
Fuente: Banco Mundial
EL NUEVO ORDEN ECONÓMICO TRAS LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
~ 227 ~
5. EL GATT
El establecimiento en 1930 de la Smoot-Hawley Act elevó al 60% la tasa arancelaria promedio en Estados Unidos. El resto de países tomaron represalias imponiendo sus respectivas
restricciones, con lo que se desató una guerra comercial internacional.
La Smoot-Hawley Act impulsó una brusca caída de la actividad económica, por lo
que unos años después de promulgada esta ley la administración estadounidense llegó a la
conclusión de que era necesario reducir las barreras arancelarias. Con este fin comenzaron
a realizarse reuniones bilaterales que tuvieron escasos resultados, aunque constituyeron un
precedente del acuerdo al que se llegó finalizada la Segunda guerra mundial.
La experiencia acumulada hizo que los responsables de la política económica de
diversas naciones defendieran el libre comercio como elemento esencial para la prosperidad internacional y de hecho, junto con la creación del FMI y el Banco Mundial, se había
previsto también una organización que estaría encargada de fomentar la liberalización del
comercio mundial. Con este fin se aprobó en 1948 la “Carta de la Habana”. Sin embargo,
aunque esta Carta es el documento constituyente de la Organización Mundial de Comercio
(OMC), dicha organización no ha surgido hasta 1995 ya que no se produjo la necesaria ratificación por los distintos gobiernos. Ante la falta de ratificación, las cuestiones relacionadas con el comercio internacional quedaron reguladas provisionalmente por el Acuerdo
General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT5) que consiste en un pacto internacional orientado a limitar la intervención gubernamental restrictiva del comercio internacional. Su objetivo era elevar los niveles de vida mediante una reducción significativa de los
aranceles, de otras barreras comerciales y de la erradicación del trato discriminatorio en el
comercio internacional6.
Para que el GATT alcanzara su objetivo era necesario el cumplimiento de unas
normas de conducta orientadoras de la política comercial internacional. Por ejemplo, los
firmantes del GATT no pueden utilizar subsidios a la exportación, excepto para productos
agrícolas. Aunque esta excepción fue originalmente impuesta por Estados Unidos, actualmente es utilizada por la Unión Europea. Estos países tampoco pueden imponer cuotas de
importación, excepto cuando las importaciones amenacen con excluir bruscamente del
mercado a una producción nacional. Además, los distintos países se comprometen a
compensar cualquier nuevo arancel o incremento en uno ya existente con reducciones de
otros para no perjudicar a los países exportadores afectados.
Para conseguir el cumplimiento de estas obligaciones se estableció el principio de la
no discriminación, que comprende dos cláusulas: la cláusula de nación más favorecida
(NMF) y la cláusula de trato nacional.
a) La cláusula de NMF7 consiste en un acuerdo entre dos naciones para aplicarse
entre sí los aranceles más bajos concedidos a cualquier otra nación. De esta forma
5
6
7
GATT: General Agreement on Tariffs an Trade.
Todos los textos legales del GATT pueden consultarse en la GATT Digital Library, en la siguiente dirección:
http://gatt.stanford.edu
Como hemos visto en el Tema 10, se utilizó por primera vez en el Acuerdo Cobelen-Chevalier (s. XIX).
~ 228 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
todos los países miembros se obligan a concederse mutuamente un trato tan favorable como el que conceden en materia comercial a cualquier otro país. A pesar
de esta cláusula hay excepciones. Por ejemplo, se permite la formación de
bloques comerciales regionales, como la Unión Europea o el Tratado de Libre
Comercio de América del Norte, cuando impliquen reducciones arancelarias.
b) La cláusula del trato nacional obliga a los países miembros del GATT a conceder a las industrias de otros países el mismo trato que a las industrias nacionales
siempre que hayan introducido bienes o servicios extranjeros en el mercado
nacional. Su consecuencia directa es que no puede utilizarse ninguna reglamentación o impuesto nacional contra productos extranjeros.
Con estas cláusulas, los resultados de las negociaciones entre dos países se pondrían al alcance de todas las demás de forma inmediata. Aunque precisamente una de las
deficiencias que presentaron las negociaciones comerciales dentro del GATT entre 1940
y 1970 fue el escaso número de naciones que intentaron negociar, quedándose la mayoría a la espera de las liberalizaciones conseguidas por terceras naciones que alcanzaran un
acuerdo.
5.1. El proceso de liberalización comercial
Desde la firma del GATT las políticas de comercio internacional han estado regidas por este
acuerdo. En un principio las negociaciones se desarrollaban producto por producto, teniendo escasos resultados. Y lo que es más grave, durante los años 50 se intensificaron las
presiones proteccionistas en Estados Unidos, mientras se reconstruían las economías europea y japonesa.
Como fórmula para intentar avanzar en su estrategia liberalizadora, los miembros del
GATT promovieron las negociaciones multilaterales, masivas reuniones internacionales
para la reducción de aranceles. Cada cierto número de años los principales países industriales se reunen al amparo del GATT y cada uno identifica las principales barreras comerciales, negociándose su eliminación. Hasta hoy se han realizado varias rondas de
negociaciones logrando reducciones generales de aranceles. La ronda Kennedy finalizó en
1967 con un acuerdo que implicaba una reducción aproximada del 35% de los aranceles de
los principales países industriales. La ronda Tokio (1973-1979) redujo los aranceles con
una fórmula más compleja que la anterior.
Dado que iban disminuyendo las tasas arancelarias, en la ronda Uruguay (19861994), los negociadores fueron centrando su atención en las distorsiones no arancelarias del
comercio internacional. En esta ronda se establecieron nuevos códigos para controlar la
proliferación de estas restricciones. Sus resultados se pueden agrupar en dos grandes
bloques, la liberalización comercial y las reformas administrativas.
1. MEDIDAS PARA LA LIBERALIZACIÓN COMERCIAL. En la Ronda Uruguay se volvieron a
reducir los tipos arancelarios en todo el mundo. Además, se consideró necesario dar un
nuevo impulso al Acuerdo, por lo que se le facultó con atribuciones relativas a sectores
nuevos, como la agricultura, los textiles, el comercio de la propiedad intelectual y los
servicios:
EL NUEVO ORDEN ECONÓMICO TRAS LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
~ 229 ~
A) Sector Agrícola: La Ronda Uruguay aspiraba a conseguir el libre comercio de
productos agrícolas para el año 2000, objetivo que no se ha llegado a alcanzar.
Aunque en el sector agrícola el GATT ha conseguido resultados significativos, el
comercio internacional en productos agrícolas sigue estando encorsetado por
enormes restricciones, como las impuestas por Japón o las amparadas por la
Política Agrícola Común (PAC) en Europa.
B) Sector Textil: Las férreas trabas en el comercio internacional en el sector textil
también se han ido suavizando progresivamente gracias al Acuerdo Multi-Fibras
firmado en la Ronda Uruguay, por el que se han eliminado numerosas restricciones cuantitativas sobre el comercio en textiles y confección.
C) Propiedad intelectual: En la Ronda Uruguay se decidió otorgar un periodo de
siete años de protección a las marcas registradas, de 20 años a las patentes y de
50 años a los derechos de autor.
D) Sector Servicios: Otro éxito logrado en la ronda Uruguay fue la aprobación del
Acuerdo General sobre Comercio en Servicios (GATS). El comercio internacional
en servicios nunca había estado sujeto a un conjunto pactado de reglas, por lo que
muchos países imponían regulaciones que discriminaban a los proveedores extranjeros. Aunque el GATS no eliminó las barreras al comercio de servicios, estableció un marco legal en el que pudieran avanzar las negociaciones posteriores.
2. ENTRE LAS REFORMAS ADMINISTRATIVAS logradas como resultado de la Ronda Uruguay
la más destacada es la transformación del GATT en una institución internacional permanente, la Organización Mundial del Comercio8 (OMC) –World Trade Organization,
WTO-, organismo responsable de regular las relaciones comerciales entre sus miembros.
El GATT, que hasta entonces había sido un acuerdo comercial, se convirtió a partir del 1
de enero de 1995 (fecha de la entrada en vigor del acuerdo de la Ronda Uruguay) en una
organización internacional con sede en Ginebra. Entre sus objetivos se incluye la mayor
atención a los países en vías de desarrollo, que habían estado marginados durante las
anteriores rondas.
La OMC conserva las principales disposiciones del GATT, pero su papel es más
amplio. La principal diferencia entre ambas organizaciones, además de su alcance, es el
mecanismo fortalecido para la solución de controversias comerciales que carazteriza a la
OMC.
La solución de estas disputas podía retrasarse hasta diez años con el GATT que,
además, no tenía capacidad ejecutiva para obligar a un país a cumplir una resolución. Por el
contrario, la OMC subsanó estas deficiencias mediante la creación de un tribunal arbitral
de controversias con potestad para autorizar a los países a adoptar represalias contra las
prácticas que la OMC haya considerado ilegales.
Hoy en día la OMC pone en marcha medidas y actuaciones cada vez más ambiciosas para intentar conseguir la liberalización del comercio internacional mediante, por ejem8
Todos los textos legales de la OMC pueden consultarse en la dirección:
http://www.wto.org/english/docs_e/docs_e.htm
~ 230 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
plo, la reducción de las subvenciones a la agricultura y la eliminación de los contingentes
sobre textiles. En su lucha a favor de la liberalización del comercio internacional la OMC
ha conseguido algunos éxitos muy notables, como el reconocimiento conseguido en abril de
2005 sobre la ilegalidad de las políticas azucareras de la Unión Europea. Las prácticas antidumping, el comercio sobre Aviación Civil o la vigilancia del comercio en Textiles son otros
terrenos objeto de informes y documentos que elabora la OMC.
En la actualidad la OMC cuenta con unos 100 países miembros, cuyo volumen de
comercio internacional representa en torno al 85% del total. Sin embargo, no todos los
países son miembros del GATT, la mayoría de ellos países en vías de desarrollo.
Cuadro 12.5: Altos cargos de la OMC y del GATT
OMC
ACTUAL DIRECTOR GENERAL: PASCAL LAMY. Nacionalidad: Francés. Es el quinto Director
Gerente de la OMC. Su nombramiento, para un mandato de cuatro años, se hizo efectivo el 1º de
septiembre de 2005. El Sr. Lamy es graduado de la École des Hautes Études Commerciales (EHC),
en París, del Institut d'Études Politiques (IEP) y de la École Nationale d'Administration (ENA).
Anteriores Directores Generales de la OMC y del GATT:
OMC:
GATT
Supachai Panitchpakdi (2002-2005)
Arthur Dunkel (1980-1993)
Mike Moore (1999-2002)
Olivier Long (1968-1980)
Renato Ruggiero (1995-1999)
Eric Wyndham White (1948-1968)
GATT / OMC
Peter Sutherland (1993-1995)
Fuente: WTO
6. EJERCICIOS
1. La condicionalidad es impuesta por el FMI y el BM como criterio para conceder
créditos y para garantizar su devolución así como la racionalidad de los fines a los
que son destinados. Sin embargo, constituyen el principal motivo de crítica por
parte de los países que necesitan financiación, ya que implican el cumplimiento de
unos exigentes requisitos. Razone acerca de la justicia y conveniencia de la cláusula de condicionalidad impuesta por las IFI.
2. A pesar de que el GATT en su momento, y actualmente la OMC persiguen como
objetivo fundamental la liberalización del comercio y la eliminación de todas las
trabas, sin embargo la PAC es una buena muestra de que el mundo está muy lejos
de conseguir el libre comercio. Razone sobre las ventajas e inconvenientes de la
Política Agrícola Común y los motivos por los que ésta existe a pesar de basarse
en principios totalmente opuestos a los defendidos por la OMC.
EL NUEVO ORDEN ECONÓMICO TRAS LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
~ 231 ~
3. Comente el siguiente texto:
¿El fin del dumping del azúcar europeo?
IMPLICACIONES DE LA RESOLUCIÓN DE LA OMC EN LA DISPUTA CONTRA LAS POLÍTICAS
UE PROMOVIDA POR BRASIL, TAILANDIA Y AUSTRALIA (ABRIL 2005)
AZUCARERAS DE LA
El 28 de Abril de 2005 la Organización Mundial de Comercio (OMC) confirmó que
las políticas azucareras de la Unión Europea son ilegales. El panel para la solución
de diferencias rechazó la apelación de la UE y confirmó el veredicto de que los
subsidios europeos al sector azucarero contravienen las reglas de la OMC. El resultado de este caso, iniciado por una demanda de Brasil, Tailandia y Australia, es un
hito en la lucha contra los subsidios agrarios injustos y el dumping.
La resolución final del panel de la OMC apoya la denuncia de Oxfam de que
todas las exportaciones europeas de azúcar están efectivamente subsidiadas, ya que
los costes de producción europeos exceden con mucho el precio al cual el azúcar
europeo podría tener viabilidad para la exportación. Las exportaciones europeas
subsidiadas han deprimido los precios mundiales del azúcar y reducido las oportunidades de otros exportadores. Oxfam estima que el dumping europeo se tradujo en
2002 en pérdidas de divisas alrededor de los 494 millones de dólares para Brasil, 151
millones para Tailandia y 60 millones tanto para Sudáfrica como para la India.
Los subsidios agrarios se han convertido en uno de los asuntos más polémicos dentro de las negociaciones de la OMC. Para muchos países en vías de desarrollo el uso injusto de los subsidios para exportar los excedentes agrarios en
condiciones de dumping constituye la mejor prueba de la injusticia de las actuales
reglas del comercio mundial y de la política comercial de doble rasero de los países
desarrollados. La resolución del azúcar, junto con la reciente resolución en contra de
los subsidios al algodón de EEUU, añaden mas presión para el cambio en las políticas comerciales de la UE y de los EEUU. Estas políticas socavan las oportunidades
de los agricultores más pobres en los países en desarrollo para comerciar en términos justos en los mercados nacionales, regionales y mundiales.
La resolución del azúcar llega en un momento crucial, ya que la UE está reformando su régimen azucarero. Hace un año, la Comisión Europea dio a conocer las
propuestas iniciales de reforma, en Julio de 2005 está previsto que se conozcan las
propuestas legislativas. Estas propuestas tienen que tomar en cuenta la resolución de
la OMC. La pregunta es si la UE reformará sus políticas de forma que se beneficien
los países más pobres del mundo. Los países en vías de desarrollo están pendientes
de ello, ya que una reforma orientada al desarrollo es críticamente necesaria para que
se den avances en las negociaciones de la Ronda del Desarrollo de Doha.
Intermón Oxfam. Nota informativa, Abril 2005.
~ 232 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
7. LECTURAS RECOMENDADAS
•
INTERMON OXFAM, Echar la puerta abajo, Informe de Abril 2005. Reflexiones y
críticas al FMI, al BM y a los acuerdos bilaterales auspiciados por la OMC que en
ocasiones minan el desarrollo en vez de promoverlo.
•
GIOVANNINI, A. (1992): “Bretton Woods and its precursors: rules versus discretion
in the history of international monetary regimes”, National Bureau of Economic
Research, NBER 4001, Cambridge. Valoración comparada de las IFI en su concepción teórica y su realidad en la práctica.
•
KRUEGER, A. (1997): “Whither the World Bank and the IMF?”, National Bureau
of Economic Research, NBER 6327, Cambridge. Ventaja comparativa de las IFI en
el actual panorama económico internacional.
8. BIBLIOGRAFÍA
Agreement Establishing the World Trade Organization (1994):
http://www.wto.org/english/docs_e/legal_e/legal_e.htm#wtoagreement
Agreement of the International Bank for Reconstruction and Development, IBRD (1944):
http://web.worldbank.org/WBSITE/EXTERNAL/EXTABOUTUS/0,,contentMDK:200
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T E M A
13
EL PENSAMIENTO ECONÓMICO
DEL SIGLO XX
1. EL PREDOMINIO DE LAS IDEAS KEYNESIANAS
2. LA NUEVA MACROECONOMÍA:
MONETARISMO, EXPECTATIVAS RACIONALES
3. ALGUNAS DE LAS PRINCIPALES CORRIENTES SECUNDARIAS
4. LOS NUEVOS PROGRAMAS DE INVESTIGACIÓN EN ECONOMÍA
5. EJERCICIOS
6. LECTURAS RECOMENDADAS
7. BIBLIOGRAFÍA
Si cualquier resumen de la historia del pensamiento en una faceta concreta del mundo de
las ideas que abarque un siglo completo resulta bastante complicado por su amplitud, resumir el pensamiento “económico” y del “siglo XX” hace que la dificultad aumente. Por un
lado la cercanía en el tiempo provoca que el historiador del pensamiento carezca de perspectiva suficiente para discernir entre aportaciones seminales que abrirán nuevas corrientes
de pensamiento de otras que aún no han sido olvidadas por la historia pero lo serán. Como
no podemos ver el futuro, es por tanto lógico que algunos de los que hoy consideramos
programas de investigación pronto claudiquen, mientras que por el contrario veremos fructificar algunas de las propuestas que ni siquiera mencionaremos. Por otro lado, el peso relativo de los conocimientos económicos en el mundo académico no ha hecho nada más que
aumentar durante el siglo XX. Por el enorme volumen en la producción científica de esta
disciplina habremos que decantarnos por las ramas principales cometiendo con ello el error
premeditado de dejar fuera de este tema autores o corrientes de un elevado interés científico. Así, lejos de hacer una enumeración apretada de autores e ideas, el objetivo de este tema
es dibujar la silueta del bosque del pensamiento económico del siglo XX a sabiendas que
perdemos los detalles de cada una de las muy variadas especies que lo pueblan.
~ 233 ~
~ 234 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
El primero de los autores que estudiaremos y sobre el que girará todo este tema
es John Maynard Keynes. Tanto sus detractores como sus partidarios convienen en
erigirle en el economista más importante del siglo y, sin lugar a dudas, su obra –especialmente La Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero publicada en 1936–
supuso un hito en la historia del pensamiento económico. Veremos de qué modo modificó el paradigma “clásico” y las repercusiones en política económica que se desprenden de estas alteraciones.
El segundo apartado está dedicado a la crisis de las ideas keynesianas, crisis que
sobrevino en la década de los setenta, cuando las hasta entonces benéficas recomendaciones políticas keynesianas se mostraron ineficaces para solucionar una nueva coyuntura
caracterizada por paro e inflación. Fue entonces cuando se intentó recuperar las viejas ideas
de los clásicos sobre el papel del dinero en la economía y los factores reales de crecimiento económico. Los monetaristas, y entre ellos Milton Friedman, intentaron refundar un
nuevo paradigma tras el ocaso de las propuestas keynesiana.
En tercer lugar sintetizaremos algunas de las escuelas que, de forma paralela a la
corriente principal de pensamiento, se desarrollaron a lo largo del siglo XX como la escuela austriaca, el institucionalismo, la economía matemática y econometría. Por último, avanzamos una mínima descripción de algunos de los más prometedores programas de
investigación contemporáneos como la Escuela de la Elección Pública o el Neoinstitucionalismo o el Análisis Económico del comportamiento humano.
1. EL
PREDOMINIO DE LAS IDEAS KEYNESIANAS
A comienzos del siglo XX la economía neoclásica formulada en los Principios de Economía
por Alfred Marshall estaba en unos momentos de brillante apogeo. Además de las muy
valiosas aportaciones que incorporó Marshall en sus escritos, su atractivo personal atrajo a
un nutrido grupo de estudiantes a su cátedra de Economía Política de Cambridge, algunos
de los cuales –como A. C. Pigou– continuaron su senda de investigación y formaron con el
tiempo lo que se conoce como Escuela de Cambridge. Entre los estudiantes que frecuentaron la cátedra y bebieron de la sabiduría del gran Alfred Marshall, se encontraba el joven
John Maynard Keynes, hijo de John Neville Keynes, profesor en la misma universidad de
lógica y economía. John Maynard no necesitó asistir a los cursos reglados de Economía –en
sus estudios se decantó por las matemáticas y la estadística–, le bastó unos cuantos meses
de tutorías con el mismo Marshall para hacerse con el bagaje necesario que le catapultaría
a la cima de los grandes economistas.
No hay aquí espacio suficiente para detenernos en los abatares biográficos de
Keynes pero hemos de decir que desde su infancia disfrutó de una situación privilegiada:
asistió a los colegios más prestigiosos y se rodeó de una camarilla de jóvenes intelectuales
y artistas que con el tiempo se convertirían en la elite cultural británica. Keynes no defraudó las expectativas de quienes vieron desde el principio en él una mente brillante con mucho
que decir y que escribir en el futuro. Aunque su primer libro –Monedas y Finanzas de la
India– se publicó en 1913, fue el éxito de su segundo libro el que le encumbró internacionalmente; nos referimos a Las consecuencias económicas de la paz (1919) que, como vimos
EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DEL SIGLO XX
~ 235 ~
en el tema 11, denunciaba las duras condiciones que los aliados en la Primera Guerra
Mundial habían impuesto en la Paz de Versalles a la Alemania derrotada. Conviene recordar aquí la opinión de Joseph A. Schumpeter (1997) [1951], un gran historiador del pensamiento habitualmente parco en halagos:
“El libro es además una pieza maestra llena de conocimiento prácticos y, al mismo tiempo, de profundidad; implacablemente lógico sin ser frío; verdaderamente humano sin
caer en lo sentimental; y en el que se afrontaban todos los hechos sin lamentaciones
inútiles, pero, a la vez, sin desesperanza; en una palabra: era un dictamen correcto unido
a un análisis profundo. Pero además era una obra de arte. La materia y la forma se
acomodan en él perfectamente. Cada cosa cumple su propósito, y nada hay que esté
fuera de lugar”.
Con estas palabras Schumpeter no hacía aquí más que refrendar la opinión de la crítica del momento sobre la valía de este libro, un valor que hoy en día sigue vigente como
documento histórico de primer orden para explicar los difíciles momentos que atravesó la
economía europea de los años veinte. Sin embargo, este libro está lejos de ser representativo de lo que se conoce por pensamiento keynesiano. No será hasta la publicación de su
Teoría General en 1936 cuando Keynes iba a plasmar sobre el papel los atributos más conocidos de la corriente económica que lleva su nombre. Desde 1919 hasta 1936, por tanto, se
puede decir que la obra de Keynes paradójicamente no se puede considerar “keynesiana”,
al menos no en la acepción común del término.
Durante este periodo son destacables dos obras: el Breve tratado sobre la reforma
monetaria de 1923, también conocido por su abreviatura del título en inglés original, el
Tract; y el Tratado sobre el dinero publicado en
1930 y que, al igual que el anterior, suele aparecer
en las monografías con la abreviación de el Treatise.
Del primero ya hablamos en el tema 11 cuando hicimos alusión a las condiciones que proponía Keynes
para recuperar la normalidad en los cambios tras el
periodo de inconvertibilidad de la libra. Pese a su
rechazo a la vuelta del patrón oro, en el fondo
mantenía las mismas ideas que su maestro Marshall
sobre la importancia de la estabilidad del valor del
dinero y de los precios, la única salvedad con
respecto a la corriente más ortodoxa era pensar que
no se podía confiar por más tiempo en un patrón
metálico para conseguir ese objetivo y que era
preferible la devaluación que la deflación como
alternativa para recuperar la normalidad en los
cambios de la moneda. El Treatise supuso un mayor
alejamiento de los postulados clásicos, en concreto
apunta la posibilidad de utilizar una política monetaria activa como medida anticíclica; el objetivo de
John Maynard Keynes
mantener estable el valor del dinero se supedita en
~ 236 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
consecuencia a fines mayores de estabilidad macroeconómica. También Keynes distingue en
este libro los tipos de interés a largo plazo (o tasa real de interés) de los tipos de interés monetario como antecedentes claros de lo que más tarde denominará en su Teoría General eficiencia marginal del capital y tipo de interés, respectivamente. Por último, contempla por
primera vez, la posibilidad teórica de la desigualdad entre ahorro e inversión que, como veremos a continuación, iba a desencadenar la ruptura con la ortodoxia neoclásica.
Este viaje hacia la heterodoxia concluiría con la Teoría General de la ocupación, el
interés y el dinero donde Keynes se convirtió en verdaderamente “keynesiano”.
Como reza en la introducción del libro, el sufijo “general” del título hace referencia
a una teoría comprehensiva en la que la teoría clásica sólo era un caso particular de su
propuesta teórica. Para él, los clásicos (que incluían no sólo los economistas discípulos de
Adam Smith sino también a los autores neoclásicos como Marshall, Edgeworth o Pigou)
habían contemplado la economía bajo el supuesto de la plena ocupación, algo que a sus ojos
no se correspondía a la situación económica de esos momentos caracterizada por problemas
del paro involuntario. Thomas Robert Malthus, dentro de la escuela clásica, se había percatado de los problemas que podía ocasionar una demanda insuficiente que no pudiera adquirir todo aquello que el sistema económico produce. Pero, como Keynes señala en su libro,
el discurso de David Ricardo eclipsó la propuesta de Malthus “de una manera tan cabal
como la Santa Inquisición a España”. Desde entonces –según Keynes– ese sugerente campo
de investigación se desvaneció de la literatura económica.
En efecto, Keynes rompió con la corriente principal de pensamiento económico
cuando desechó el supuesto de que la Ley de Say rige sobre el sistema económico. Como
había mantenido Malthus, es falso que “la oferta cree su propia demanda”, como prescribe
el adagio de Say. Puede suceder que en el proceso productivo se generen rentas que no se
destinen íntegramente a ser gastadas sino que se ahorren. Ese ahorro no se transforma en
inversión sino que representa un drenaje de rentas que salen del circuito económico e impiden que todo lo producido sea tarde o temprano comprado. Se produciría por tanto una
crisis de sobreproducción o subconsumo que, con el tiempo, liberará recursos útiles que
serán desempleados en un intento de acomodar la producción al volumen de la demanda
efectiva.
Bajo el prisma clásico este tipo de crisis no eran factibles. El ahorro (S) se destinaba a la inversión (I) mediante un mercado de fondos prestables en el que un tipo de interés
flexible –el precio de este mercado– aseguraba que se llegara a un equilibrio en el que el
ahorro se igualara a la inversión (Gráfico 13.1). No había posibilidad de un exceso de
ahorro (con i0), como decía Malthus en 1820, de ser así el exceso de fondos prestables
hubiera presionado la bajada de tipos de interés con lo cual hubiera animado las decisiones
de inversión y, en consecuencia, se habría cerrado la brecha entre oferta y demanda de
fondos o, lo que es lo mismo, entre el ahorro y la inversión.
Keynes niega la mayor y transforma todo el mercado de fondos prestables. El ahorro
no depende positivamente del tipo de interés, lo hace de la renta; mientras que la inversión
está en función de la “eficiencia marginal del capital”, una nueva variable que representa la
tasa de rentabilidad esperada de la inversión que decrece con incrementos marginales de la
EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DEL SIGLO XX
~ 237 ~
inversión. Conforme ésta disminuye, como es lógico, las posibilidades de inversión rentable también lo harán. Sin embargo, la demanda de inversión también se ve afectada por la
evolución del tipo de interés que actúa como el coste de oportunidad. Si aumenta, inversiones que consideramos factibles dada su rentabilidad, dejarán de serlo en la medida que tenemos una alternativa mejor: dejar inactivo ese capital. Según este esquema, no existe un
mercado al modo clásico en el que el ahorro se iguale a la inversión a través del tipo de interés. La inversión y el ahorro están afectadas por variables distintas y, por tanto, pueden
divergir en su evolución.
Gráfico 13.1: Mercado de fodos prestables en el modelo clássico
Tipo de interés
Ahorro
i0
i*
i1
Inversión
S=I
Fondos prestables
Entonces, si el tipo de interés no queda determinado en el mercado de fondos prestables, ¿dónde lo hace? En este punto Keynes recupera las olvidadas y por entonces denostadas formulaciones mercantilistas en las que el dinero afectaba a los tipos de interés1.
Keynes construye un mercado de dinero en el que la confluencia de la oferta y demanda
determina el tipo de interés. Respecto de la oferta poco hay que añadir, la cantidad de dinero se determina de forma exógena por la autoridad monetaria. La demanda de dinero, que
Keynes bautiza como preferencia por la liquidez, tiene algo más de sustancia analítica. A
los motivos ya expuestos por algunos clásicos que hacen que la gente mantenga saldos
monetario en efectivo –para realizar transacciones y para asegurarse en momentos inciertos–, Keynes añade un tercero relacionado con la posibilidad de especular en el mercado de
bonos. Según él, con tipos de interés elevados los individuos querrán tener poco dinero en
efectivo y preferirán materializar su riqueza en bonos que poseen precios bajos dado ese
tipo de interés. Por el contrario, si los tipos de interés son bajos y el precio de los bonos
1
Las referencias al pensamiento mercantilistas quedaron plasmadas en el mismo libro de Keynes, donde dedica un capítulo entero -el 23- a salvar a los mercantilistas del desprecio del que habían sido objeto por la ortodoxia económica.
~ 238 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
altos, los individuos optarán por vender estos activos con lo que sus tenencias en efectivo
aumentarán. Todo ello perfila una demanda de efectivo inversamente relacionada con los
tipos de interés. Se alcanzará el equilibrio en el mercado de dinero cuando la oferta se iguale a la demanda mediante los ajustes pertinente, en el tipo de interés monetario.
Según lo que hemos visto hasta ahora, la construcción de este mercado de dinero le
posibilitaba a Keynes una fácil manera de solucionar esas crisis de subconsumo que había
descrito. Bastaba con que la autoridad monetaria aumentara el stock monetario para que el
exceso de dinero provocara una disminución de los tipos de interés, esto a su vez incentivaría la inversión y, pari passu el exceso de ahorro que preocupaba tanto a Keynes sería
inmediatamente reconducido hacia la inversión productiva. Sin embargo, esta argumentación, que violaba flagrantemente los postulados de la teoría cuantitativa donde el dinero no
posee efectos sobre las variables reales (léase inversión, producción y renta), no era para él
la manera correcta de salir de la crisis. En la Teoría General, Keynes, y a diferencia del
Tratado sobre el dinero, desconfía de la política monetaria. El mercado monetario que
describe adolece de graves problemas de funcionamiento, el principal de ellos es la conocida como trampa de la liquidez. Se trata de una situación en la que la demanda efectivo no
responde a la bajada del tipo de interés. Cuando éste está en niveles reducidos y por tanto
el precio de los bonos es muy elevado, la compra de estos activos es una alternativa que los
individuos no consideran rentable y por tanto, prefieren conservar toda su riqueza en efectivo. Como consecuencia, una vez que el mercado de dinero se enfrenta a esta “trampa”, la
política monetaria se convierte en totalmente inútil. Un incremento en la cantidad de dinero no repercute en bajadas ulteriores de tipos de interés y por tanto se rompe la posible conexión con la demanda de inversión; esto significa que, como sucedía en el paradigma clásico,
el incremento en es stock monetario no influye en la economía real.
Los fallos en el funcionamiento del mercado es una de las características más distintiva del pensamiento keynesiano. Como acabamos de ver, el mercado de fondos prestables, que
garantizaba en el modelo clásico el equilibrio entre ahorro e inversión, simplemente desaparece y es suplantado por el mercado de dinero, que bajo ciertas circunstancias no funciona
correctamente. La trampa de la liquidez es uno de los problemas que impiden el pleno funcionamiento de este mercado. De igual modo sucede en el mercado de trabajo. A diferencia de
la proposición de la economía neoclásica (no olvidemos que para Keynes sigue siendo
“economía clásica”), la oferta y demanda de trabajo no obedece a variaciones en los salarios
reales sino en los nominales. Básicamente la demanda de trabajo es idéntica al modelo “clásico”, los empresarios contratarán trabajadores en función de su productividad marginal. Donde
las diferencias se agrandan es en la descripción de la oferta. Para Keynes, los trabajadores
sufren de “ilusión monetaria”, a saber, deciden ofrecer una cantidad dada de trabajo en
función de los salarios monetarios y no en relación al poder de compra de esas rentas. Esta
“ilusión” impulsa a que los trabajadores no acepten reducciones en sus salarios por debajo de
un nivel, independientemente de los que pueda suceder con el nivel general de precios. En
tales circunstancias, el mercado de trabajo puede no lograr el equilibrio cuando existe un exceso de oferta o, dicho de otro modo, nos encontramos con desempleo involuntario.
Es hora de preguntarnos por las soluciones apuntadas por Keynes para salir de la
crisis de subconsumo. La tradición clásica hubiera dicho que si se quedan cosas sin vender,
EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DEL SIGLO XX
~ 239 ~
las existencias en los almacenes se amontonan y los trabajadores salen despedidos de sus
puestos de trabajos, el mercado de productos y el de factores tendrían que reducir los
precios para que los mercados volvieran a encontrar el equilibrio. Sin embargo, para Keynes
esto era improbable que se produjera; las rigideces ocasionadas por la acción de los monopolios y los sindicatos harían que precios y salarios fueran insensibles a la baja. Los ajustes vía precios eran ineficaces en su opinión, en consecuencia la vía que propone para
conseguir el pleno empleo y los ajustes entre demanda y producción agregada se deberían
llevar a cabo mediante variaciones en la cantidad. En concreto la variable relevante de la
política económica era la demanda agregada. Una política monetaria expansiva que incidiera en la inversión era poco efectiva; como hemos visto el comportamiento atípico de la
demanda de efectivo podía no conseguir las disminuciones necesarias en el tipo de interés.
Este callejón encuentra su única salida en la política de fiscal. El gobierno, mediante una
política de gasto público podría infundir un incremento en la demanda que tendría efectos
multiplicativos sobre los otros componentes de la demanda agregada, especialmente el
consumo. De este modo, con la aplicación de una política de gastos anticíclica, la economía
recobraba la capacidad de retornar al pleno empleo.
Este es grosso modo el molde de la Teoría General, una teoría en la que la mano del
político sustituye a la “mano invisible” del mercado. El gasto público, aunque sea para
sufragar gastos inútiles como “enterrar en profundidad botellas viejas con billetes de banco”
puede muy bien, en opinión de Keynes, ayudar a la economía a salir de la crisis.
2. LA NUEVA MACROECONOMÍA: MONETARISMO, EXPECTATIVAS RACIONALES
Tras la publicación del libro de Keynes y una vez transcurrida la Segunda Guerra Mundial,
lo que inició fue una heterodoxia al cuerpo principal de pensamiento económico se convirtió en la ortodoxia económica tanto en la esfera académica como en la política. Economistas
como John R. Hicks y Alvin H. Hansen tradujeron el pensamiento keynesiano de la su
Teoría General a un lenguaje gráfico que ha dominado los manuales de macroeconomía
hasta hace muy poco tiempo. Los políticos por su parte encontraron durante décadas un
criterio de actuación para su intervención en la política económica y, a consecuencia de ello,
el peso del gasto público durante los treinta años que dista entre la década de los cuarenta
y los comienzos de los años setenta no hizo sino aumentar tanto en Estados Unidos como
en otras muchas naciones occidentales.
Las cosas comenzaron a cambiar a partir de la crisis de 1973. Hasta entonces las crisis
económicas, como la terrible Depresión del 29, se habían caracterizado por deflación con
desempleo. Era ésta la especialidad de Keynes y donde su tratamiento de política fiscal daba,
al menos teóricamente, buenos resultados. Sin embargo, a partir de 1973 las economías occidentales sufrían de un nuevo mal, la denominada estanflación, una situación en la que el estancamiento y el desempleo venían acompañados de inflación. Esta nueva coyuntura económica
propició el ocaso de las teorías keynesianas e inició la búsqueda de nuevos caminos que pudieran explicar los males que asolaban a la economía y, ante todo, prescribieran soluciones a estas
nuevas dolencias. El monetarismo que, en buena medida, era una reinterpretación del modelo
de los llamados “clásicos” por Keynes fue la que obtuvo mejores resultados en su diagnosis.
~ 240 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
2.1. El monetarismo
Uno de los puntales, tal vez el principal de ellos, del monetarismo es la idea de que “la inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario” (Friedman, 1992). En este sentido, aunque muy alejado en el tiempo, Martín de Azpilcueta, el afamado teólogos de la
Escuela de Salamanca del siglo XVI y primero en exponer la teoría cuantitativa del dinero
puede considerarse el primer autor monetarista de todo los tiempos. Otros dos autores que
merecen ser considerados como precursores del monetarismo moderno son Richard
Cantillon y David Hume que escribieron sus obras a mediados del siglo XVII. Ambos no sólo
asimilaron los efectos que un incremento en la cantidad de dinero produce en el nivel general de precios, fueron más lejos en su análisis al distinguir entre los efectos a corto y largo
plazo que desencadena ese incremento en el stock monetario. A largo plazo el aumento en
la cantidad de dinero se traduciría en subidas de precios, pero mientras que eso se produce,
a corto plazo, la entrada de dinero estimula la producción allí por donde transcurre.
Básicamente estas dos ideas son las que recuperan los monetaristas modernos.
Antes de que el paradigma keynesiano se implantara en el universo económico, la
Escuela de Cambridge y dos autores dentro de la entonces ortodoxia económica, la corriente neoclásica – Irving Fisher (1867-1947) y Knut Wicksell (1851-1926)- había dirigido su
mirada a estas antiguas ideas de los preclásicos. En concreto se preguntaron cómo se efectúa la transición a corto plazo de un incremento en la oferta monetaria y qué papel juega la
demanda de dinero en este ajuste. De toda esta discusión se extrajeron dos versiones diferente de la teoría cuantitativa: la ecuación de Fisher [M.V= P.T] y la de Cambridge [M=
K.P.Y]. En la primera de las ecuaciones, la formulada por Fisher, M es la cantidad de dinero, V la velocidad de circulación de éste, P el nivel general de precios y T representa el volumen físico de transacciones. En la segunda, desarrollada por Marshall y depurada por
Pigou, M sigue representando la cantidad de dinero y P los precios, pero en este caso la
velocidad de circulación del dinero (V) es sustituida por su inversa, representada por la fracción de la renta (Y) que los individuos deciden mantener en efectivo (K). Ésta última variable, como su inversa (V), son determinantes de la demanda de dinero que, según estos
economistas (y también posteriormente por Friedman) suele ser bastante estable puesto que
depende de los hábitos, costumbres o acuerdos institucionales fuertemente inculcados en la
mente de los individuos. En definitiva, si esto es así, en ambas ecuaciones las variaciones
en los precios han de ser originadas básicamente por alteraciones en M, la masa monetaria.
Sin embargo, hasta el momento no había entrado en juego el tipo de interés, una
variable que, como hemos visto en Keynes, determinaba la preferencia por la liquidez. Knut
Wicksell fue uno de los primeros autores monetaristas que distinguieron entre un tipo de
interés real y el tipo de interés “natural”2. El primero hace referencia al coste de oportunidad de tener dinero en efectivo, mientras que el segundo guarda relación con el rendimiento del capital (algo muy parecido a la eficiencia marginal del capital de Keynes). El
funcionamiento del modelo es como sigue. Cuando se produce un incremento en la canti2
Esta discusión tampoco era realmente nueva en la historia de la teoría monetaria. Henry Thornton, un
brillante economista que participó en las controversias monetarias inglesas de comienzos del siglo XIX
había hecho una diferenciación similar.
EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DEL SIGLO XX
~ 241 ~
dad de dinero, el tipo de interés real (i1 del gráfico 13.1) tiende a caer en relación a la tasa
natural (i* del gráfico 13.1), los individuos incentivados por la baratura en los préstamos
decidirán disminuir sus ahorros y aumentar sus demandas de préstamos para realizar sus
compras en bienes y servicios. Las posibilidades de beneficio de los empresarios se incrementarán. Según Wicksell, debido al aumento de renta que por estas causas afluye a los
trabajadores, terratenientes y demás propietarios de factores productivos, los precios
comenzarán a subir y no dejarán de hacerlo en tanto que siga operando la causa que le dio
origen; en otras palabras, en tanto que el tipo de los préstamos se mantenga por debajo del
natural.
En definitiva, la disminución del tipo de interés que produce un incremento de la
cantidad de dinero tiene efectos sobre la economía real mientras se conserva la brecha entre
el tipo de interés de los préstamos y el de equilibrio en el mercado de fondos prestables.
Mientras el ajuste se produce, los precios no dejan de subir.
Avancemos en el tiempo. A partir de los años sesenta, Milton Friedman recuperó esta
corriente monetarista de la primera mitad del siglo XX. Tras el declive de las ideas keynesianas en los setenta, esta nueva versión de las ideas de los clásicos se iba imponer como
nuevo paradigma macroeconómico. El resultado de su trabajo daba valores concretos al
espacio de tiempo comprendido entre un aumento de la cantidad de dinero y la repercusión
a largo plazo sobre los precio; un intervalo de tiempo que mucho antes había descrito David
Hume. El efecto sobre los precios de un incremento en el índice de crecimiento monetario,
señala Friedman, comienza a manifestarse entre doce y dieciocho meses más tarde, “así que
la demora total entre una variación del índice de crecimiento monetario y la correlativa
variación del índice de inflación viene a ser de unos dos años en promedio”. En consecuencia, a corto plazo, que puede llegar a ser periodos tan largos como tres o diez años, las
variaciones monetarias afectan primordialmente a la producción. En cambio, sobre un
periodo de varios decenios, el índice de crecimiento monetario afecto primordialmente a los
precios3. “Lo que suceda con la producción depende de factores reales: la capacidad
emprendedora, la inventiva y la laboriosidad del pueblo; el volumen de ahorro; la estructura de la industria y la de la administración; las relaciones entre los países, y así sucesivamente” (Friedman, 1992). Estas ideas sobre los efectos a largo plazo de las variaciones en
la cantidad de dinero toman forma en la reformulación de la curva de Phillips que realizó
Friedman. Antes que él la modificara, esta curva representaba un trade-off entre inflación y
desempleo; según sus comentaristas esa evolución significaba que la política económica
podía reducir el desempleo pero a costa de aumentos continuados de precios4. Friedman por
su parte dibuja una recta vertical al eje de ordenadas, de modo que aumentos sucesivos en
el índice de crecimiento monetario se traducen a largo plazo en inflación dejando intacta la
tasa de paro a su nivel “natural”.
3
4
Este sería el largo plazo al que alude Keynes en su famosa frase del Breve tratado de la reforma monetaria:
“a largo plazo todos muertos”. A Keynes no le interesaba los efectos sobre los precios en periodos tan distantes, prefería los efectos sobre la economía real a corto plazo.
Esta curva fue expuesta por primera vez por A. W. Phillips en 1958 e inicialmente relacionaba tasa de crecimiento de salarios y tasa de desempleo para Gran Bretaña entre 1862-1957. El artículo inicial tampoco daba
explicación alguna a la evolución de ambas variables.
~ 242 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
A las ideas anteriores, Friedman también integró el papel que desempeñan las expectativas de inflación para la determinación del tipo de interés nominal. Como ya había sugerido Wicksell, la variación del crecimiento monetario afecta a los tipos de interés primero
en un sentido, pero luego en sentido contrario. Según Friedman, al principio se produce una
disminución de los tipos de interés. Pero, más adelante, la aceleración resultante del gasto
y más tarde aún la de la inflación, producen un aumento de la demanda de préstamos que
tiende a hacer subir los tipos de interés. Entonces, las expectativas de prestamistas y prestatarios entran en juego; a medida que estos agentes aprenden a prever la inflación “los
primeros exigen, y los segundos están dispuestos a pagar, intereses nominales más altos
para compensar la inflación prevista”. Por esta razón –añade– los tipos de interés son más
altos en los países que han tenido el más rápido crecimiento de la cantidad de dinero, y
también de los precios, como Brasil o Argentina; mientras que los tipos de interés son
menores en países que han tenido un menor índice de crecimiento de la cantidad de dinero,
como por ejemplo Suiza, Alemania o Japón (Friedman.1992). Los agentes, por decirlo de
alguna manera, se habitúan a determinada tasa de inflación y tiene como efecto tipos de
interés elevados. Todo lo cual hace que sea tan difícil reducir la inflación: por un lado, ésta
es anticipada por los prestamistas y prestatarios, por otro, no existe una concordancia precisa entre la inflación y crecimiento de la cantidad de dinero en un momento determinado;
puede suceder que los precios suban hoy porque así lo hizo la tasa de crecimiento del dinero años antes. Debido a estos retardos en la ejecución de la política monetaria y la incertidumbre que añade al sistema económico, la propuesta de política de Friedman es la de
establecer normas de intervención precisas y conocidas de la autoridad monetaria y se
eliminen las alteraciones discrecionales de la cantidad de dinero. Sólo así, los agentes tomarán nota de la evolución constante de dinero y precios y podrán llevar a cabo sus cálculos
económicos en función de una expectativa plausible.
2.2. La hipótesis de las expectativas racionales
Según los monetarista, la eficacia de la política monetaria para solucionar el problema de la
inflación depende de que esta política sea o no capaz de generar unas expectativas sobre la
evolución contenida de los precios. En todo el argumento está presente la idea de que los individuos son capaces de predecir, a tenor del pasado, cómo va a comportarse la autoridad monetaria. Este razonamiento entronca con una corriente actual de pensamiento que analiza la
eficacia no sólo de la política monetaria, sino de cualquier otra, en relación a la capacidad de
los agentes económicos de anticipar en sus cálculos la intervención de política económica. Este
es el germen de la hipótesis de las expectativas racionales.
Según esta escuela, los agentes económicos poseen la capacidad de aprender de sus
errores y aunque puedan incurrir en ilusión monetaria (tomar sus decisiones en función de los
valores nominales de las variables relevantes y no de los reales) estos errores se depuran y en
consecuencia tenderán a prever la inflación o deflación. Si esto es cierto, como había dicho
Friedman, la política monetaria expansiva es ineficaz para reducir el paro. La curva de Phillips
es, en realidad, una recta a la manera descrita por Friedman, pero ahora, si suponemos que los
agentes han aprendido y anticipan la inflación prevista, no es preciso dejar transcurrir el tiempo necesario para que los incrementos en la tasa de crecimiento monetario se trasladen a los
EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DEL SIGLO XX
~ 243 ~
precios. Los agentes aumentarán los precios en el mismo momento que lo haga el dinero en su
poder y, por consiguiente, la eficacia de la política monetaria será nula incluso en el corto plazo.
Se trata por tanto de la versión extrema de los postulados de Friedman.
¿Qué papel le queda al político para llevar a cabo la política anticíclica? Bajo el
supuesto de las expectativas racionales todas las políticas predecibles por los individuos
serán anticipadas y por lo tanto no tendrán efecto alguno cuando se implementen. Sólo
cuando se acometan intervenciones sorpresivas será posible “pillar desprevenidos” a los
agentes y podrán tener algún efecto a corto plazo. Sin embargo, con el tiempo y conforme
los individuos acumulen la información, este tipo de intervención tendrá cada vez menos
posibilidades de sorprender y por lo tanto de ser eficaz.
Un último comentario. Según lo que acabamos de decir, tanto los monetaristas como
los autores que apoyan la hipótesis de las expectativas racionales no confían en la política
monetaria como forma de solucionar los problemas en la economía real (en ambos casos la
curva de Phillips es vertical). Tampoco lo hacen en la política fiscal como hemos visto que
apoyaba Keynes. Según estos economistas, una política fiscal expansiva se traducirá en déficit que tarde o temprano tendrá que ser financiado; si lo es con impuestos los efectos serán los
contrarios al incremento del gasto y contrarrestará los efectos iniciales. En el peor de los casos
el déficit podría ser monetizado, es decir, los gobiernos podrían acudir al banco central y obligar a que éste les financie a través de la impresión de billetes. Si esto ocurriera ya no a inflación sino la terrible hiperinflación haría su entrada. En definitiva, si ni la política fiscal ni la
política monetaria son convenientes, ¿cuáles son las prescripciones de esta nueva macroeconomía? El aroma de la economía clásica vuelve hoy a respirarse en los circuitos académicos.
Entonces los clásicos pensaban que el sistema económico poseía un mecanismo autorregulador y que se cumplía la ley de los mercados: la famosa Ley de Say. Los monetaristas y la
escuela de las expectativas racionales se olvidan de los problemas que tanto preocupaban a
Keynes sobre las posibles insuficiencias de demanda. La para Keynes decisiva política de
demanda –la fiscal y monetaria– no ha de suplir al mercado sino garantizar un marco estable
para que éste pueda tener un funcionamiento fluido, esto es, mantener el presupuesto equilibrado y estabilizar el valor de la moneda. Su opción política se decanta hacia la oferta. Si,
como dice la Ley de Say, “la oferta crea su propia demanda”, su consigna sería “preocupémonos por la oferta”. Allí es hacia donde se dirige su intervención. Como señalaba Friedman,
“lo que suceda con la producción depende de factores reales: la capacidad emprendedora, la
inventiva y la laboriosidad del pueblo; el volumen de ahorro; la estructura de la industria y la
de la administración; las relaciones entre los países, y así sucesivamente” (Friedman, 1992).
Es en este sentido que esta nueva economía –aunque de raíces antiguas– surgida en los años
setenta y ochenta se ha denominado economía de la oferta.
3. ALGUNAS DE LAS PRINCIPALES CORRIENTES SECUNDARIAS
En el transcurso de las páginas anteriores hemos recogido las grandes corrientes que han
dominado el panorama económico del siglo XX, pero no hemos hecho mención a otras
escuelas que, unas veces en oposición otras simplemente eclipsadas por el paradigma
reinante, permanecieron en un segundo plano en la historia del pensamiento económico. En
~ 244 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
este apartado recuperaremos a tres de ellas: la escuela austriaca, el institucionalismo americano y algunas aportaciones de la economía matemática y la econometría. La primera de
ellas acompañó a la ortodoxia a lo largo de todo el siglo mientras que las dos restantes prácticamente se cedieron el testigo como corrientes secundarias. El institucionalismo tuvo su
apogeo en el periodos de entreguerras y su ocaso tras la Segundo Guerra Mundial, precisamente el momento en el que las aportaciones de la econometría comenzaron a adquirir
respeto en el terreno académico. Desde entonces su importancia no ha de dejado de aumentar de forma tal que en la actualidad comparte, junto a la nueva macroeconomía de la oferta, un lugar muy destacado en el núcleo de la economía ortodoxa.
3.1. La escuela austriaca
Como hemos visto, el año 1973 no sólo va asociado a una de las peores crisis del siglo XX,
sino que también marcó un hito en el pensamiento económico. A partir de entonces se
buscaron nuevas alternativas teóricas que llenaran el vacío provocado por la teoría keynesiana. El monetarismo fue una de ellas que recuperó algunas de las contribuciones de la
primera mitad del siglo que habían sido ensombrecidas por el éxito de los principios keynesianos. También entonces le llegó el momento del reconocimiento a un autor que ya en los
años treinta expresó su desacuerdo a las propuestas de Keynes; nos referimos a Friedrich A.
Hayek (1889-1992), que fue galardonado con el premio Nobel en 1974. Este hecho puso de
manifiesto por supuesto la relevancia del trabajo de Hayek y, por añadidura, de una escuela que fuera de la corriente principal de economía desarrolló una interesante visión de la
ciencia económica: la escuela austriaca.
La escuela austriaca nació de la mano de Karl Menger, uno de los autores de la triada de los marginalistas, pero sus características metodológicas respecto al rechazo de la
matematización de la economía y a la visión a su juicio reduccionista de los modelos de
equilibrio, poco a poco encontró adeptos primero en el “Círculo de Viena” y tras el exilio
de algunas de las mayores cabezas pensantes de esta escuela, en Estados Unidos y Gran
Bretaña. De este modo ya desde finales del siglo XIX hasta la actualidad, esta escuela ha
discurrido de forma paralela a la corriente principal del análisis económico; durante este
tiempo se han producido encuentros y desencuentros, pero nunca como en la actualidad
gran parte de credo austriaco es compartido por los grandes economistas de la oferta.
Aunque sea de forma extremadamente reducida merece la pena detenerse en algunas
de las principales ideas de esta corriente. Dado que en el transcurso de este capítulo hemos
hecho frecuentemente alusión a los temas monetarios, veamos qué tiene que añadir esta
escuela. Precisamente se reconoce a Hayek como la figura principal en este campo, no en
vano la concesión de su Nobel se justificó por esta teoría que vinculaba el crecimiento del
stock monetario con el ciclo económico. Su libro, Precios y producción, publicado en 1931,
rivalizaba entonces con la teoría de Keynes, pero el mérito del primero era si cabe mayor
que el segundo. Como señala Schumpeter, el éxito de Keynes fue mayor porque, “por grandes que sean sus métodos analíticos [de la Teoría General], no hay duda que debe primariamente su victoriosa carrera a que su argumentación robustecía alguna de las preferencias
políticas más acusadas de gran número de economistas modernos. Hayek, en cambio, nada-
EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DEL SIGLO XX
~ 245 ~
ba políticamente contra corriente” (Shumpeter: 1994). ¿Cuál fue entonces esa aportación de
Hayek que discurría frente a la corriente en los años treinta y que necesitó más de cuarenta años para encontrar su verdadero reconocimiento? Nuevamente Hayek resucitó a un
economista difunto. Si el mérito de Friedman fue establecer el espacio temporal necesario
para que el incremento de dinero se convirtiera en inflación, tal y como había dicho Hume
a mediados del siglo XVIII; Hayek colocó a Richard Cantillon en la cabecera de su libro. En
este caso Hayek se interesó en descubrir de qué modo la entrada de dinero en la economía
afecta no al nivel general de precios, sino a los precios relativos, un efecto conocido en la
literatura monetario como “efecto Cantillon”. En realidad el énfasis por los efectos producidos sobre los precios relativos había sido expuesto primero por otro de los grandes del
pensamiento austriaco, Ludwig von Mises (1881-1973), pero el trabajo de Hayek completó
al de su colega. En resumen su análisis es el siguiente. Cuando se produce un incremento
en la cantidad de dinero, como había dicho Wicksell, el tipo de interés se reduce por debajo del de equilibrio (aunque no sea una recomendación muy austriaca, recordemos de nuevo
el gráfico 13.1). Si este dinero es inyectado mediante créditos a los productores, entonces
se produce un aumento de la demanda de inversión en cierta medida artificial porque no
proviene de unas decisiones previas de ahorro de los agentes económicos. Esto llevará a una
reasignación del gasto a favor de los bienes de inversión y en contra de los bienes de consumo que se traducirá en una alteración en los precios relativos de este tipo de bienes: aumentarán los precios de los bienes de capital y se reducirán los precios de los bienes de
consumo. Para Hayek este hecho es especialmente preocupante en la medida que los agentes económicos utilizarán la información relativa a los precios como señales para alterar la
estructura de la producción. En realidad el sistema económico adolecerá de una sobreinversión que tardará en ser corregida. Con el tiempo –y esto es, según Hayek, el punto fundamental– “comportará un cambio nuevo y en sentido inverso de la proporción entre la
demanda de bienes de consumo y la demanda de bienes de producción a favor de los primeros. Por ello los precios de los bienes de consumo subirán con respecto a los precios de los
bienes de producción “(Hayek: 1996).
Como acabamos de ver, todo el mecanismo que desencadena el incremento de los
préstamos produce un ciclo artificial en la producción de bienes de consumo y capital que
perturba las decisiones de los individuos y les induce a cometer errores. Dicho de otro
modo, las perturbaciones monetarias producen señales equívocas sobre los precios relativos. Por ello sus recomendaciones políticas han de convenir obligatoriamente con los monetaristas, para quienes la mejor política monetaria es la pasiva, es decir, únicamente
preocuparse de garantizar la estabilidad del valor del dinero.
Otro de los temas que ocupó una parte importante del trabajo de esta escuela es su
oposición al socialismo y la planificación central. Mises y Hayek son también en este caso
sus principales exponentes. Aunque no lo parezca, esta contribución guarda una conexión
con la teoría monetaria que hemos visto. Nos referimos concretamente a la importancia del
sistema de precios como mecanismo de recogida de la información. A diferencia de un
sistema de planificación central, la planificación descentralizada del mercado es capaz de
adaptarse a los continuos cambios a los que se enfrentan la actividad de los negocios. Si
suponemos, como dice Hayek, que:
~ 246 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
“El problema económico de la sociedad es fundamentalmente el de la rápida adaptación al cambio, en circunstancias temporales y espaciales específicas, parecería que
las decisiones últimas deben dejarse a las personas que están en contacto con las
circunstancias, que tienen información directa sobre los cambios relevantes y sobre
los recursos disponibles inmediatamente para adaptarse a ellos. No podemos esperar
que este problema se solucione mediante la comunicación previa a una junta central
que, tras integrar toda la información, transmita sus órdenes. Debemos resolverlo
mediante alguna forma de descentralización” (Hayek: 1994).
El sistema de precios hace factible que se logre una coordinación de esa descentralización. Ni una mente controladora única podría conseguir la información relevante a un
sistema económico reducido. En un sistema de descentralización, “la totalidad actúa como
un mercado único, no porque ninguno de sus miembros observe la globalidad del proceso
sino porque sus horizontes limitados de visión individual se superponen suficientemente de
manera que a través de los intermediarios la información relevante se comunica a todo el
sistema” (Hayek: 1994). Basta que exista un precio de una mercancía para que todo ese
cúmulo de información sea recogida y al mismo tiempo pueda servir de referencia para la
toma de decisiones individuales. En este sentido y dada la importancia crucial de la información acumulada por el sistema de precios es comprensible que Hayek se resistiera a que
fueran de cierta manera falseados por la política monetaria.
El sistema de precios que crea el mercado es sólo una de las instituciones del sistema económico fruto de la acción descentralizada de los individuos y no planificada por un
ente superior. Los economistas austriacos también aplican este mismo tipo de argumento
para explicar otras instituciones económicas. Menger mismo incorporó este argumento para
dar su interpretación económica del dinero; una institución “que no es producto de un
acuerdo previo de los agentes económicos y menos aún el resultado de unos actos legislativos” (Menger; 1997). El mercado y el dinero son por tanto instituciones que surgieron
espontáneamente como frutos no intencionados de la interacción de los seres humanos.
En esta síntesis apretada de las principales ideas del pensamiento austriaco cometeríamos un error si no mencionáramos la teoría del empresario, una constante en la obra de
varias generaciones de economistas de esta escuela. La descripción de la actividad empresarial y su influencia en el sistema económico resulta en la actualidad especialmente sugerente en la medida que la rama principal de pensamiento económico prácticamente olvidó
el papel que desempeñan en el sistema económico tanto los empresarios –considerados
como un cuarto factor de producción a contratar– como las empresas –que asumían el triste cometido de “cajas negras” donde entran inputs y salen outputs5. La discusión en torno
al empresario comenzó en el mismo Menger, pero las teoría más desarrolladas se encuentran en Mises, Israel Krizner y sobre todos ellos, por su importancia para el análisis del
desarrollo económico, en Schumpeter. Existe un punto en común en la obra de estos autores que tiene que ver con el papel del empresario como dinamizador del sistema económico. El empresario es él único agente económico capaz de ver antes que los demás las nuevas
5
Más adelante veremos cómo la Nueva Economía Institucional va a intentar enmendar la omisión del análisis económico de la empresa dentro de la ortodoxia.
EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DEL SIGLO XX
~ 247 ~
posibilidades que ofrece el sistema económico de modo que actúan como punta de lanza
para abrir caminos inexplorados hasta entonces. Este proceso de descubrimiento no es idéntico a lo largo de la escuela austriaca; para Schumpeter por ejemplo el descubrimiento
consiste en crear nuevas “combinaciones”, un término vago que abarca desde la introducción de un nuevo bien a la apertura de un nuevo mercado o simplemente una reorganización
dentro de la industria (Schumpeter; 1978). La innovación, en consecuencia, parte del
empresario y los consumidores se adaptan posteriormente al cambio. Algo diferente es la
teoría del empresario de Mises; para este autor, la función genuina del empresario es la de
prever los cambios en la demanda de los consumidores. Un empresario que obtiene beneficios es aquél que acierta en sus previsiones mientras que las pérdidas se deben al error de
cálculo en las decisiones empresariales. En este sentido y al contrario que en Schumpeter,
en Mises y también en Kirzner el empresario aunque importante para el desenvolvimiento
económico actúa de un modo más pasivo puesto que se ha de ajustar a los dictámenes de la
soberanía del consumidor.
De hecho, que Mises o Kirzner insistieran en la importancia de la soberanía de
consumidor, no era extraño en la corriente austriaca, lo raro en esta escuela era la postura
de Schumpeter al mantener que la innovación puede venir por el lado de la oferta. Esto es
así porque si hay algo que distingue al pensamiento austriaco de la corriente principal de
economía es su teoría subjetiva del valor. Según esta teoría, la capacidad de un bien de
satisfacer las necesidades humanas es el atributo que confiere valor económico a ese bien,
por tanto, el valor nace en el acto de consumo y de allí se transmite a los factores productivos. Desde la publicación de los Principios de Menger esta teoría ha sido una constante
para la escuela y muchas de las diferencia con la ortodoxia económica se han centrado en
este punto. La ortodoxia por su parte, después de que Marshall estableciera la equivalencia
entre valores y precios del mercado, olvidó prácticamente este tipo de discusiones.
3.2. Institucionalismo americano
Otra de las corrientes heterodoxas del siglo XX es el Institucionalismo americano. A diferencia de la escuela austriaca que continúa en plena vigencia, esta escuela se puede decir
que ha claudicado. Pocos son los economistas actuales que se puedan adscribir hoy en día
a esta escuela. El último representante de esta estirpe y por otra parte uno de los economistas más conocidos y también más longevos del siglo XX, John K. Galbraith ha fallecido
recientemente a los 97 años; con él prácticamente desaparece una corriente que comenzó
con la obra de Thorstein B. Veblen (1857-1929).
Las raíces del Institucionalismo americano, también denominado Antigua Economía
institucional por oposición a la “Nueva Economía Institucional” a la que nos referiremos
más adelante, se entroncan con el historicismo alemán, una escuela que se remonta al
periodo de vigencia de la economía clásica. Ya entonces el historicismo se opuso al tipo de
economía que hacían los discípulos de Smith. Su máximo representante, Gustav von
Schmoller (1838-1917), fue un crítico acérrimo de lo que llamó “smithismo” (Schumpeter,
J.A., 1994). La oposición al método deductivo, la fuerte convicción sobre la imposibilidad
de extraer leyes de validez universal en las ciencias sociales, su postura contraria al “méto-
~ 248 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
do de aislamiento” de los fenómenos económicos, e incluso el rechazo a la mínima intervención del Estado en economía, colocaron a Schmoller y a sus discípulos en las antípodas
de la corriente clásica ricardiana. Este espíritu crítico a la ortodoxia económica y alguno de
los aspectos metodológicos del historicismo se trasladarían más tarde lejos del continente
europeo, al otro lado del atlántico, en lo que se conoce como Institucionalismo americano.
Como hemos dicho, normalmente se reconoce a Thorstein Veblen (1857-1929) como
su fundador ya que sus principales obras fueron escritas en los últimos años del siglo XIX.
A él le sucedieron hombres como Wesley C. Mitchell (1874-1948), John R. Commons
(1862-1945) o Clarence Ayres (1891-1972), que son los autores más representativos de esta
escuela. Todos ellos escribieron en el periodo de entreguerras que constituye el apogeo tanto
en contenido como en influencia de esta corriente de pensamiento económico. Sin embargo, tras la Segunda Guerra Mundial, y debido en buena medida al éxito del keynesianismo,
comenzó un profundo declive que relegó a esta escuela a una posición marginal dentro del
panorama económico americano.
Al igual que la escuela histórica, el institucionalismo se mostraba disconforme con
los derroteros que estaba adquiriendo la ciencia económica en ese período. La omisión del
estudio de las instituciones era sólo uno de los blancos del ataque al modelo neoclásico del
momento, porque tampoco se mostraban muy de acuerdo con el postulado central de la
ortodoxia económica. La “mano invisible” smithiana no era compatible con el desarrollo de
la gran empresa de negocios, como señala Veblen:
“La dirección de los asuntos industriales a través de las transacciones pecuniarias ha
traído como consecuencia la separación de los intereses de aquellos hombres que
toman las decisiones, de los intereses de la comunidad” (Veblen, 1965).
El entorno institucional precisamente provocaba esta oposición entre intereses privados y públicos. Las instituciones por tanto no existían necesariamente para promover el
beneficio social sino más bien al contrario. De hecho, Veblen pensaba que las instituciones
sociales y legales de la América de su tiempo estaban anticuadas e inadaptadas a las tareas
de control social de la industria moderna a gran escala (Rutherford, 2001).
Las discrepancias con la doctrina smithiana no es el único punto de desencuentro del
Institucionalismo con la economía ortodoxa, de nuevo Veblen critica uno de los bastiones
del modelo neoclásico: el racionalismo hedonista. No cree que los hombres hagan cálculos
instantáneos que maximicen su utilidad para todas y cada una de las decisiones que toman,
piensa, por el contrario, que las personas desarrollan hábitos y rutinas en sus pensamientos
y acciones muy poco propensos al cambio ante nuevas circunstancias.
El análisis vebleliano realmente espoleó la conciencia de muchos otros autores que,
como Clarence Ayres, continuaron su investigación sobre los efectos de la nueva tecnología
en la estructura institucional y de cómo las convenciones sociales y los intereses creados se
resisten al cambio. Sin embargo, otros autores institucionalistas se alejaron y, en algunos
puntos, criticaron el contenido de la obra de Veblen. John R. Commons es el autor más
representativo de este segundo programa de investigación institucional. Commons se centró
en el estudio de la legislación, los derechos de propiedad y las organizaciones, su evolución
e impacto sobre el poder económico y legal, las transacciones económicas y la distribución
EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DEL SIGLO XX
~ 249 ~
de la renta. Otro aspecto a destacar de Commons tiene que ver con el poder de las organizaciones. En concreto subraya la idea de que la acción de los grupos de interés produce la
reforma y el progreso en la sociedad de modo que corrige la falta de equidad del mercado.
Por último, dentro de la segunda generación de institucionalistas hay que citar el trabajo de A. Berle y G. Means de 1932, The Modern Corporation and Private Property, que
desarrolla la discusión comenzada por Veblen sobre los problemas en la separación de la
propiedad y el control en las sociedades anónimas. Este libro atrajo la atención desde la década de los setenta a un gran número de los economistas de la Nueva Economía Institucional y
ha abierto una línea propia de investigación: la nueva economía de la corporación.
Existen otros temas que estudió el antiguo institucionalismo. Fue una escuela dispar
que criticó muchos de los puntos de la economía ortodoxa. Uno de ellos, del que no hemos
hablado, hace referencia a la falta de cuantificación de los modelos neoclásicos. Algunos de
estos economistas se dedicaron a suplir esta carencia elaborando –al modo de su predecesora, la escuela histórica– series históricas de datos que dieran prueba documental de lo que
sucedía en la realidad económica o que pudieran verificar los resultados de sus investigaciones. La relevancia de esta corriente cuantitativa fue tal que por su influencia, en el periodo de entreguerras, se crearon los principales institutos norteamericanos de estadística
como el NBER (National Bureau of Economic Research), muchos de los cuales pervivieron mucho más allá del prestigio académico de quienes los auspiciaron.
Para terminar con este breve repaso del viejo institucionalismo, es relevante señalar
que muchos de ellos llevaron a cabo contribuciones en materia política como, por ejemplo,
en el desarrollo del seguro de desempleo, en materia de Seguridad Social, legislación laboral, programas de apoyo a los precios agrícolas, regulación de utilidad pública y en promoción de planificación gubernamentales para generar niveles de producción altos y estables.
Alguno incluso tuvo influencia directa en la política de la New Deal (Rutherford, 2001).
Prácticamente desde 1945 la influencia y el prestigio de los antiguos institucionalistas declinaron. Por un lado, algunos de sus más ambiciosos proyectos no tuvieron continuidad tras la etapa de Veblen y Commons, por otro, gran parte del contenido de su
investigación se integró en la economía ortodoxa como ocurrió con la absorción por la
econometría del análisis empírico o la aparición de áreas de economía aplicada como la
organización industrial y la economía laboral. Con todo, el factor que contribuyó en mayor
medida al ocaso del Instituionalismo fue el ascenso y consolidación del keynesianismo en
la posguerra. Como señala Rutherford (2001), “la economía keynesiana asumió el papel de
la excitante “nueva” economía que los institucionalistas habían jugado a comienzos de los
años veinte”.
3.3. Economía matemática y econometría
Muchos economistas dudarían en colocar a la economía matemática y a la econometría
como corriente secundaria en la historia del pensamiento económico del siglo XX, muy al
contrario, el peso de este tipo de investigaciones no ha hecho otra cosa sino acrecentarse en
las últimas décadas hasta el punto de que en ocasiones se valore la importancia de la investigación en economía por el peso relativo que ocupa este tipo de análisis en el trabajo del
~ 250 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
economista. Sin embargo, también es cierto que durante la segunda mitad del siglo, en
concreto en los años de apogeo del pensamiento keynesiano, que coincidió con los comienzos de la econometría, esta disciplina representaba un papel secundario dentro de la ortodoxia. La macroeconomía de grandes magnitudes reinventada por Keynes y sus seguidores
poco tenía que ver con los trabajos de aquellos que intentaban contrastar la teoría acudiendo a la recogida y tratamiento de datos históricos. El mismo Keynes había manifestado su
rechazo a esta nueva forma de hacer economía en una dura crítica al trabajo de Jan
Tinbergen (1903-1994), un autor pionero en los métodos econométricos de quien dijo que
su trabajo era similar a los acertijos que se hacen a los niños “en los que anotas la edad,
multiplicas, añades esto y aquello, restas alguna cosa más y finalmente terminas con el
número de la Bestia del Apocalipsis” (Keynes; 2006). Ahora bien, tras la decadencia del
pensamiento keynesiano, la econometría y la economía matemática se convirtió en una
especie de nueva ortodoxia y abrió puentes para cerrar la brecha entre la extraordinariamente agregada teoría macroeconómica keynesiana y los principios microeconómicos tradicionales.
Pero antes de avanzar debemos hacer algunas aclaraciones. La utilización de las
matemáticas a la economía no es algo exclusivo del siglo XX. Normalmente se menciona a
Augutin Cournot (1801-1877) como el verdadero fundador de la economía matemática con
su libro Investigaciones acerca de los principios matemáticos de la teoría de las riquezas
de 1838. También algunos de los marginalistas, como Jevons y Walras habían incorporado
las matemáticas para exponer sus teorías. El mismo Alfred Marshall, gran matemático,
había expresado en términos matemáticos dentro apéndices y notas las ideas que escribía en
la prosa del cuerpo principal del texto de sus Principios de Economía. En su opinión, las
matemáticas era un buen lenguaje abreviado que debería ser usado como instrumento de
investigación pero que una vez obtenidos los resultados y traducido al leguaje común, lo
más conveniente era “quemar la matemática”. Sin embargo, sus discípulos de la escuela de
Cambridge y otros muchos autores neoclásicos contemporáneos hicieron caso omiso a la
recomendación de Marshall y prefirieron reforzar sus argumentos con la lógica de los
números. Entre los autores neoclásicos que sobresalieron en este campo está Francis Y.
Edgeworth. En su libro, Psique matemática de 1881 y en sus numerosos artículos publicados en el Economic Journal, expuso una completa teoría económica formulada en lenguaje matemático.
En definitiva, el lenguaje matemático, especialmente el cálculo diferencial e integral,
así como el álgebra estaba presente en la economía neoclásica desde finales del siglo XIX y
los comienzos del siglo XX. Ahora bien, a partir de la década de los treinta y cuarenta del
siglo XX hicieron su entrada nuevos métodos de análisis que iban a incrementar la presencia del lenguaje matemático en la disciplina. Nos referiremos a tres de ellos: el análisis
input-output, la programación lineal y la teoría de juegos.
El análisis input-output fue desarrollado por Wassily Leontief (1906-1999), un
economista americano de origen ruso que aplicó a las economías occidentales un método
de análisis pensado para la planificación soviética y que llegó a ser premio Nobel en 1973.
A grandes rasgos, su propuesta consistía en la construcción de una gran tabla donde se
distribuían los distintos sectores productivos tanto en filas como en columnas. Por medio de
EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DEL SIGLO XX
~ 251 ~
datos históricos se estimaban las interacciones de un sector con todos los restantes a través
de los coeficientes técnicos de producción. De este modo, se podía prever las variaciones
que tendrían que experimentar los factores de producción en cada uno de estos sectores
productivos cuando la demanda de uno de ellos tuviera que variar. Este método de planificación de la economía tuvo su primera aplicación en occidente cuando se utilizó para predecir la escasez de acero en la Segunda Guerra Mundial.
Aunque la programación lineal posee ciertas similitudes con el trabajo de Leontief,
se considera a los matemáticos John von Neuman (1903-1957) y George Dantzig (19142005) como los precursores de este tipo de análisis económico. Fue expuesto por el primero de ellos en los años veinte y treinta y desarrollado por el segundo a finales de los
cuarenta. En general, esta técnica modeliza la optimización económica tradicional de la
microeconomía de obtención de máximos y mínimos pero añade una serie de restricciones
técnicas o de comportamiento que se ajustan a funciones lineales.
Precisamente a John von Neuman, en esta ocasión acompañado por el economista
Oskar Morgenstern, se les atribuye también la incorporación a la economía de la llamada
teoría de juegos que había sido ya utilizada para la estrategia militar y la política. Su libro,
pionero en este campo, se publicó en 1944 con el título de La teoría de juegos y el comportamiento económico. Realmente esta teoría no es exactamente una nueva aplicación matemática a la economía, se trata más bien de una forma nueva de entender los
comportamientos económicos. De hecho muchos de los problemas típicos de la economía
neoclásica como la competencia monopolística o el duopolio han sido reinterpretados con
este nuevo enfoque de trabajo. Esta teoría pone el énfasis en las repercusiones que la decisión de un agente tiene sobre otro de manera que cada uno de ellos, en su afán por obtener
su máximo provecho, toma en consideración no sólo los resultados probables de su acción
sino el efecto que la acción de su vecino puede tener sobre él. Es decir, cada agente hace
conjeturas sobre la acción del prójimo y de acuerdo a ellas actúa. El resultado conjunto
conduce a un equilibrio que no siempre es la mejor de las situaciones para todos los implicados en el juego. El origen de este análisis está en un juego simple conocido como “el dilema del prisionero” en el que se supone que los agentes no cooperan entre sí. Sin embargo,
se han desarrollado juegos repetitivos en donde la experiencia aporta información relevante sobre el comportamiento probable de los jugadores.
Por último y no por ello menor en importancia, la econometría o economía empírica hizo su entrada en el panorama económico del siglo XX en la década de los años treinta.
Sus inicios están íntimamente asociados a la fundación de la Econometric Society y a su
revista, Econométrica, que iba ser el principal vehículo de transmisión de las ideas de esta
nueva disciplina desde entonces hasta la actualidad. En cierto modo el objetivo de esta
subdisciplina (a día de hoy es obvio que es más que una corriente o escuela) es algo diferente al de la teoría económica convencional, esta última intenta entender el mundo por
medio de teorías que expliquen por qué se suceden los acontecimientos económicos: por
qué si el precio sube la cantidad demandada desciende o por qué si aumenta la cantidad de
dinero los precios probablemente suban. La econometría, por su parte, quiere contrastar esa
teoría y para ello, recopila los datos sobre precios, cantidades demandadas, incrementos de
los agregados monetarios y de las tasas de inflación, los relaciona como la teoría económi-
~ 252 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
ca ha propuesto y comprueba hasta qué punto es veraz esta teoría. Realmente con el uso de
la econometría se pretende que la economía adquiera los visos de las ciencias naturales
donde el proceso de contrastación ha estado presente desde los orígenes de estas ciencias.
Los críticos de esta forma de experimentación –como los economistas austriacos o los institucionalistas– advierten que el carácter social de la ciencia económica impide la utilización
de estos métodos, a su juicio tremendamente reduccionistas. Pese a todas las críticas vertidas tanto en sus comienzos por el entonces todopoderoso Keynes como a lo largo de los
setenta años de análisis econométrico, la proyección que ha tenido esta forma de hacer
economía ha crecido ininterrupidamente. De hecho hay quienes mantienen que el uso constante de la econometría hace que la economía se esté convirtiendo en mera matemática aplicada. Para los que así opinan el siguiente epígrafe puede hacer que cambien de opinión.
4. LOS NUEVOS PROGRAMAS DE INVESTIGACIÓN EN ECONOMÍA
Aunque es posible que la cercanía en el tiempo haga que los árboles no nos dejen ver el
bosque en lo que atañe a los nuevos programas de investigación, en este último epígrafe
haremos alusión a tres corrientes de pensamiento que aparecieron hace aproximadamente
cuarenta años y que en buena medida marcan una forma distinta de entender la economía.
Ninguna de ellas ha puesto un énfasis especial en la necesidad de una mayor matematización, lo cual no implica que no utilicen el instrumental matemático básico que ha acompañado a esta ciencia desde los inicios del siglo XX. Además estas tres corrientes han sido
ratificadas por el mundo académico pues sus máximos representantes han obtenido sendos
premios Nobeles. Nos referimos en concreto a la Escuela de la Elección Pública, al Análisis
Económico del comportamiento humano y a la Nueva Economía Institucional.
La Public Choice, o escuela de la Elección Pública nació de la mano de James M.
Buchanan (1919), premiado con el Nobel en 1986. La principal contribución de Buchanan y
de sus discípulos es el estudio de las instituciones políticas. Estas instituciones y comportamientos de los políticos era materia de estudio para los pioneros de esta ciencia; no faltan referencias a estos temas en la obra de Adam Smith o David Hume. Sin embargo, la
especialización en asuntos estrictamente económicos había hecho que la economía neoclásica hubiera olvidado este campo de investigación o sólo lo tocara tangencialmente cuando, por
ejemplo, se preguntaba por los tipos impositivos necesarios para obtener ciertos bienes públicos. La escuela de la Elección Pública recupera el tipo de discusión de los padres de la economía con respecto a los instintos que mueven a los políticos a actuar. Consiste, como el mismo
Buchanan reconoce, en aplicar el típico cálculo económico que se utiliza en la microeconomía para determinar por ejemplo el consumo óptimo de un bien o la maximización del beneficio de un empresario a la esfera política. En este sentido, el político deja de considerarse
como un eunuco económico desprovisto de pasiones, por el contrario posee su propia función
objetivo que consiste en la maximización de poder, votos o posición. El resultado de la acción
conjunta de aquellos que se mueven en la arena política es la provisión de bienes públicos,
consecuencia análoga a la que se obtendría en un mercado convencional de bienes.
Buchanan resume su nueva noción de la economía en un breve artículo sobre metodología (1979), “los economistas –dice- “deberían” concentrar su atención en una forma
EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DEL SIGLO XX
~ 253 ~
particular de la actividad humana y en los diferentes ordenamientos institucionales que
surgen como resultado de esta forma de actividad”. Esta actividad a la que se debe volcar
la economía, tanto en el análisis económico individual como en el de los órganos públicos,
se concreta en el estudio del mercado. La tarea del economista, por tanto, “incluye el estudio de todos los acuerdos cooperativos de comercio que se convierten en simples ampliaciones de los mercados”. Su programa de investigación, en consecuencia, intenta extraer de
la política aquellos acuerdos voluntarios que tienen lugar en su interior, como si de un intercambio libre se tratara. Este programa es compatible, según él, con el desarrollado por la
ciencia política, que se encargaría “del estudio de todo el sistema de relaciones coercitivas
o potencialmente coercitivas” que conviven dentro del cuerpo político junto a ese pseudomercado que él estudia.
El programa de investigación liderado por Gary Becker (1930), el Análisis
Económico del comportamiento humano, guarda claras similitudes con el trabajo de
Buchanan. En este caso, Becker, también premiado con el Nobel en 1992, recupera las ideas
de Jeremy Bentham (1748-1832) sobre la aplicación del cálculo económico a todos los
aspectos de la conducta humana. Según Becker, “lo que más distingue a la economía, como
disciplina, de otras disciplinas sociales, no es la materia, sino su enfoque”. Un enfoque que
se fundamenta en tres supuestos: el comportamiento optimizador de los agentes, el equilibrio del mercado y las preferencias estables (Becker, 1997). Se trata, a grandes rasgos, de
trasladar el método de la economía neoclásica a otras facetas de la vida; desde la fecundidad, la educación, el delito, el matrimonio, la discriminación, etc. En este sentido y lejos de
los que opinan que la economía actual es poco más que matemática aplicada, y convierte a
la economía en este enfoque económico invade nuevos ámbitos de la acción humana y se
convierte en una ciencia del hombre.
Por último, Ronald Coase (1910), fundador de la Nueva Economía Institucional y
Nobel un año antes que Becker, se distingue de las dos corrientes anteriores en varios aspectos. Niega que la esencia de esta ciencia sea su enfoque, un enfoque –como sugiere Becker–
trasladable al resto de las ciencias sociales. Por el contrario, Coase piensa que el rasgo más
señero de la ciencia económica es la materia de estudio, no su método. Ahora bien esta
materia no se limita al estudio del mecanismo de precios, sino del sistema económico como
un todo; incluido por tanto el sistema de derechos de propiedad, el estudio de los costes del
funcionamiento de todo tipo de mercados y de la estructura institucional de ese sistema
(Coase, 1994). El mismo nombre de esta nueva corriente recuerda a los viejos institucionalistas. Como ellos, estos nuevos economistas critican a la economía neoclásica por su
omisión del entorno institucional, sin embargo, distan de convenir en el rechazo de los
postulados smithianos o en su actitud contraria al racionalismo hedonista como mantenía
Veblen. Los autores de la Nueva Economía Institucional se consideran a sí mismo como
autores ortodoxos que aceptan los supuestos metodológicos de la corriente principal de la
economía, ahora bien, la incorporación del concepto clave de costes de transacción, esto es,
los costes de fricción que se originan en el sistema económico y diferentes de los costes
tradicionales de producción, dan significado a todas las instituciones que afloran en el sistema económico, desde la estructura legal a las empresas mismas pasando por las prácticas
de ventas y buena parte de las innovaciones tecnológicas.
~ 254 ~
LECCIONES DE HISTORIA ECONÓMICA
5. EJERCICIOS
1. Comente el siguiente texto:
“Si la tesorería se pusiera a llenar botellas viejas con billetes de banco, las enterrara
a profundidad conveniente en minas de carbón abandonadas, que luego se cubrirían
con escombros de la ciudad, y dejara a la iniciativa privada, de conformidad con los
bien experimentados principios del laissez-faire, el cuidado de desenterrar nuevamente los billetes (naturalmente obteniendo el derecho a hacerlo por medio de
concesiones sobre el suelo donde se encuentran) no se necesitaría que hubiera más
desocupación y, con ayuda de las repercusiones, el ingreso real de la comunidad y
también su riqueza de capital probablemente rebasarían en buena medida su nivel
actual. Claro está que sería más sensato construir casas o algo semejante; pero si
existen dificultades políticas y prácticas para realizarlo, el procedimiento anterior
sería mejor que no hacer nada”
J. M. Keynes, (1991) [1936]: Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero,
México, Fondo de Cultura Económica, pág. 121
2. Explique en qué sentido los monetaristas actuales prescriben una política monetaria basada en las normas de la autoridad monetaria y en contra de la discrecionalidad. ¿Piensa que es compatible con las propuestas de política económica de
los economistas que apoyan la hipótesis de las expectativas racionales?
3. Discuta hasta qué punto se puede decir que la ciencia económica se está convirtiendo en las últimas décadas en poco más que “matemática aplicada”.
6. LECTURAS RECOMENDADAS
•
FRIEDMAN, M., (1992): “El misterio del dinero”, “La inflación, su causa y su
remedio”, en Paradojas del dinero, Barcelona, Grijalbo. En estos dos ensayos,
Milton Friedman, de manera sencilla, resume los principios del monetarismo,
corriente de la que es hoy en día su principal representante.
Los tres artículos siguientes resumen la postura metodológica de tres de las corrientes actuales de pensamiento económico que en los últimos cuarenta años han transformado
el objeto de estudio de la economía. Cada uno de ellos, sin embargo, representa una forma
diferente de concebir esta ciencia:
•
BECKER, G., (1997) [1976], “El enfoque económico del comportamiento humano” en
Schwartz P y Febrero R. (Comp.), La esencia del Becker, Barcelona, Ariel, pág.: 47-58.
•
BUCHANAN, J. M., (1979) [1964], “What Should Economists Do?”, Southern
Economic Journal, n.30, recogido en What Should Economists Do?, Indianapolis,
Liberty Press, pág.17- 37.
•
COASE, R. H., (1978), “Economics and Contiguous Disciplines”, Journal of Legal
Studies, 7, recogido en Coase, R.H., (1994), Essays on Economics and Economist,
Chicago and London, University of Chicago Press, pág. 34-46.
EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DEL SIGLO XX
~ 255 ~
7. BIBLIOGRAFÍA
BECKER, G., (1997) [1976], “El enfoque económico del comportamiento humano” en
Schwartz P y Febrero R. (Comp.), La esencia del Becker, Barcelona, Ariel, pp: 4758.
BUCHANAN, J. M., (1979) [1964], “What Should Economists Do?”, Southern Economic
Journal, n.30, recogido en What Should Economists Do?, Indianapolis, Liberty Press,
pp.17- 37.
COASE, R. H., (1978), “Economics and Contiguous Disciplines”, Journal of Legal Studies,
7, recogido en Coase, R.H., (1994), Essays on Economics and Economist, Chicago
and London, University of Chicago Press, pp. 34-46.
EKELUND, R. B. y HEBERT, R. F., (1992): Historia de la teoría económica y de su método, Madrid, McGraw-Hill.
FRIEDMAN, M. (1992): Paradojas del dinero, Barcelona, Grijalbo.
HAYEK, F.A., (1996) [1945]: “Información y sociedad mercantil” extractado de “The Use
of Knowledge in Society”, The American Economic Review, 35: 519-30, en
Putterman, L., (1996): La naturaleza económica de la empresa, Madrid, Alianza.
HAYEK, F. A., (1996) [1932]: Precios y producción, Madrid, Unión Editorial
KEYNES, J. M., (1991) [1936]: Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero,
México, Fondo de Cultura Económica.
KEYNES, J. M., (1992) [1923]: Breve tratado de la reforma monetaria, México, Fondo de
Cultura Económica.
KEYNES, J. M., (2006) [1939]: “El método del profesor Tinbergen”, Libros de Economía
y Empresa, N.1, pp.57-61
MENGER, K., (1997) [1871]: Principios de economía política, Madrid, Unión Editorial.
PERDICES, L., (2003): Historia del pensamiento económico, Madrid, Síntesis.
RUTHERFORD, M., (2001), “Institutional Economics: Then and Now”, Journal of
Economic Perspectives, V. 15, n. 3, summer, pp: 173-194.
SCHUMPETER, J. A., (1978) [1911], Teoría del desenvolvimiento económico, México,
Fondo de Cultura Económica.
SCHUMPETER, J. A., (1994) [1954]: Historia del análisis económico, Barcelona, Ariel
SCHUMPETER, J. A., (1997) [1951]: Diez grandes economistas: de Marx a Keynes,
Madrid, Alianza.
VEBLEN, T., (1965) [1904], La teoría de la empresa de negocios, Buenos Aires, Eudeba.
T E M A
14
DESARROLLO ECONÓMICO
EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
EL LIDERAZGO ECONÓMICO DE ESTADOS UNIDOS
LA INTEGRACIÓN ECONÓMICA EUROPEA
LA CRISIS DE 1973
SEGUNDA CRISIS DEL PETRÓLEO, 1979-1980
AUGE Y CAÍDA DEL BLOQUE SOVIÉTICO
LA MUNDIALIZACIÓN
EJERCICIOS
LECTURAS RECOMENDADAS
BIBLIOGRAFÍA
Las dos Guerras Mundiales y la Gran Depresión determinaron la evolución económica,
social, política e institucional que vivió el mundo a partir de la segunda mitad del siglo XX.
Esa historia reciente viene también caracterizada por una serie de acontecimientos que
vamos a estudiar en este tema. Comenzaremos por analizar los motivos por los que Estados
Unidos alcanzó su posición de liderazgo económico. A continuación estudiaremos el proceso político y económico que dio lugar a la integración económica europea. Seguidamente
analizaremos las causas y consecuencias de las dos crisis que sacudieron el mundo en los
años setenta. Así mismo, la escisión del mundo en dos bloques y el posterior derrumbamiento del bloque soviético. Finalmente, el proceso de mundialización, característica por
excelencia de las actuales relaciones económicas.
1. EL LIDERAZGO ECONÓMICO DE ESTADOS UNIDOS
La Gran Depresión fue el origen de las Instituciones Financieras Internacionales. Pero
también fue el germen del protagonismo económico alcanzado por Estados Unidos después
de la Segunda Guerra Mundial.
~ 257 ~
~ 258 ~
HISTORIA ECONÓMICA
Como consecuencia de la Gran Depresión, el PNB estadounidense llegó a disminuir
casi un 30 por ciento entre 1929 y 1933 y la tasa de desempleo aumentó desde el 3 al 25
por ciento. Pero el signo de los acontecimientos económicos comenzó a cambiar en marzo
de 1933 con la llegada a la presidencia del país Franklin Delano Roosevelt, quien puso en
marcha el New Deal1, un programa de reactivación política y económica
Tal como hemos visto anterioremente, el New Deal preveía una serie de medidas
legislativas y administrativas encaminadas a reanimar la economía estadounidense. Entre
las actuaciones previstas se encontraba el equilibrio del presupuesto, el abandono del patrón
oro, la devaluación del dólar, el fin de la ley Seca, la reforma bancaria o la legalización de
los sindicatos, ya que la administración Roosevelt tenía el convencimiento de que un alza
en los salarios y en los precios contribuiría a la recuperación de la economía. También se
pusieron en marcha otras medidas, como la política de sostenimiento de precios agrícolas,
que impulsó fuertemente la producción cerealística. Además, la economía estadounidense
comenzó a mostrar una cierta apertura, olvidando su tradicional aislacionismo. Sin embargo, el nivel de empleo no se recuperó hasta que Estados Unidos hubo entrado en la Segunda
Guerra Mundial en diciembre de 1941, como respuesta al bombardeo de Pearl Harbour por
Japón. La Segunda Guerra Mundial tuvo una incidencia expansiva en la economía estadounidense por dos motivos. En primer lugar, al estar alejado geográficamente del lugar de la
conflagración el país no sufrió la destrucción física que arrasó otros países. En segundo
lugar, Estados Unidos supo utilizar eficientemente sus recursos productivos, consiguiendo
que el conflicto bélico generara empleo y crecimiento para el país.
Antes de que la guerra llegara a su fin los países beligerantes celebraron diversas
reuniones con el objeto de diseñar las bases de la nueva organización del mundo. Una de estas
reuniones fue, como hemos visto, en el Tema 12, la conferencia de Bretton Woods, de la que
nacieron el sistema de cambios-oro, el FMI y el Banco Mundial. Otra fue la conferencia de
Yalta (Crimea, en la antigua Unión Soviética (URSS)) que reunió en febrero de 1945 a los
mandatarios de Bran Bretaña, Estados Unidos y la URSS en las personas de Churchill,
Roosevelt y Stalin, motivo por el cual recibió el sobrenombre de Conferencia de los “Tres
Grandes”. Los tres intentaron suavizar las desavenencias que les separaban en lo referente al
futuro de una Europa que supuestamente estaría pronto liberada de la dictadura de Hitler.
Entre las decisiones acordadas se perfiló el proyecto de la Organización de las Naciones
Unidas (ONU) como organismo responsable de velar por la paz. Pero en Yalta fue también
donde comenzó la divergencia entre los países occidentales y la Unión Soviética (URSS), ya
que en la “Declaración sobre la Europa liberada” los asistentes a la Conferencia se habían
comprometido a que la reconstrucción de Europa se hiciera por medios democráticos. La
violación de este acuerdo por parte de los soviéticos llevó a la división del viejo continente.
En 1947 Churchill ya había advertido sobre el telón de acero que amenazaba con romper
Europa. Y efectivamente, el bloque soviético emergió como una superpotencia capaz de
enfrentarse a Estados Unidos tanto en el terreno económico como en el militar, dando comienzo la llamada “Guerra Fría”. La fuerte recesión económica que sufría Inglaterra le incapacitó
para liderar las relaciones internacionales, papel que fue asumido por los Estados Unidos.
1
New Deal: Nuevo Reparto
DESARROLLO ECONÓMICO EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX
~ 259 ~
Los Estados Unidos eran la nación más poderosa del mundo desde el punto de vista
político y económico. Habían adoptado un sistema de libre mercado con escasísima presencia del sector público, aunque orientado por los intervencionistas postulados keynesianos.
El dólar estadounidense se había convertido en la principal moneda de reserva o moneda
n-ésima dentro del sistema de Bretton Woods y su temprana convertibilidad en el mercado
de divisas facilitó su uso en el comercio internacional, contribuyendo a que fuera la moneda dominante.
A la par que se alzaba la hegemonía económica de Estados Unidos, y mientras
Europa veía decrecer su peso en el conjunto del mundo, la URSS se expandía notablemente tanto desde el punto de vista territorial como por la creación de una zona de protección
(formada por Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumanía, Bulgaria y la República
Democrática Alemana), países en los que se implantó el modelo soviético. En este escenario, a Estados Unidos le interesaba que Europa se fortaleciera para ser capaz de hacer frente a la amenaza comunista de la Europa del Este, pero Europa se encontraba muy debilitada
económicamente tras la guerra. Por este motivo la administración estadounidense planteó la
doctrina Truman, que consistía en ayudar a los países que evitaran las tentativas de dominación por parte del bloque soviético. La doctrina Truman tuvo su materialización en el Plan
de Recuperación Europea (European Recovery Program (ERP)), más conocido como Plan
Marshall, un programa de reactivación económica2 que hizo que llegaran cuantiosísimas
ayudas desde Estados Unidos hasta Europa con el objetivo de fortalecer sus debilitadas
economías y evitar así la expansión soviética.
El Plan Marshall fue expuesto por el entonces secretario de Estado George C.
Marshall en un discurso pronunciado en la Universidad de Harvard el 5 de junio de 1947,
y fue aprobado por el Congreso estadounidense el 2 de abril de 1948. A diferencia de las
ayudas anteriores, el 90% de las ayudas del plan Marshall fueron donaciones y sólo el 10%
se materializó en forma de créditos. Para distribuir la ayuda del Plan Marshall se creó en
1948 el Comité Europeo de Cooperación Económica (OECE3).
El Plan supuso una ayuda aproximada de 13.000 millones de dólares entre 1947 y
1952 aunque repartidos de manera desigual, ya que Estados Unidos consideró conveniente
conceder una proporción mayor a los países que se consideraban amenazados por el comunismo, como Francia e Italia. Gran Bretaña fue la más beneficiada, y obtuvo el 24% del
total de las ayudas. Francia, el 20%, Italia el 11%, el 10% Alemania occidental y los Países
Bajos, el 8%. Durante el primer año del Plan Marshall la mayor parte de la ayuda que recibió Europa se necesitó para comprar alimentos. Más adelante, se fue destinando a la adquisición de materias primas y a la reconstrucción de la capacidad productiva.
Esta corriente de dólares no sólo benefició a los países receptores de la ayuda, sino
que los Estados Unidos asistieron a la creciente apertura de sus mercados y a un incremen2
3
El Plan Marshall fue concebido para que tuviera una duración de cuatro años. Formalmente el Plan Marshall
nació el 3 de abril de 1948 con la firma de la Foreign Assistance Act por el presidente de Estados Unidos
Truman, y terminó el 30 de septiembre de 1951.
La OECE pasó a denominarse OCDE en 1960 -Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico.
~ 260 ~
HISTORIA ECONÓMICA
to de las exportaciones. Este proceso fue común al resto de países capitalistas, los cuales
registraron desde los años cincuenta hasta la primera crisis del petróleo en 1973 un sensible crecimiento económico en todos los órdenes: en la producción de bienes y servicios de
consumo, en la producción de bienes de inversión, en el comercio interior y exterior y en
las transacciones financieras. El Plan Marshall fue un éxito y tuvo un papel determinante
para lograr la recuperación económica y el asentamiento de los regímenes democráticos y
parlamentarios en Europa Occidental, dando comienzo a una nueva época de prosperidad.
2. LA INTEGRACIÓN ECONÓMICA EUROPEA
Una vez finalizada la contienda, y tal como se había acordado en la conferencia de Yalta, la
mayoría de los países europeos adoptaron sistemas democráticos o regímenes parlamentarios. Aunque cada país tenía sus peculiaridades había un denominador común: espoleado
por el éxito de las propuestas keynesianas se implantó de forma generalizada el “Estado de
bienestar”. Adquirida la legitimidad necesaria, el Estado comenzó a desempeñar un papel
prioritario en las economías instrumentando medidas para conseguir el crecimiento económico y la llamada justicia social.
En esta coyuntura se dieron los primeros pasos para intentar lograr la unificación
económica. El verdadero impulso para la formación de la Comunidad Europea fueron las
condiciones que Estados Unidos había impuesto como requisito para conceder las ayudas
del Plan Marshall, lo que afectaba a la mayoría de los países europeos, ya que necesitaban
reconstruir sus economías para fortalecerse y contener el avance de la Unión Soviética.
Además la nueva organización creada, OECE, no limitó su papel al reparto de ayudas, sino
que a partir de 1950 fomentó la cooperación entre los países europeos dando un fuerte
impulso a la liberalización comercial, despertando el interés por la creciente integración y
la cooperación de los países europeos y promoviendo la formación de un mercado único.
Los políticos que más destacaron en este proceso fueron Winston Churchill, Robert
Schumann, Jean Monnet y Paul Henri Spaak.
Churchill, primer ministro británico, había desempeñado un papel fundamental
durante la II Guerra Mundial. Fue el primero en acuñar el término “telón de acero” para
señalar la división de Europa en dos partes, la comunista y la capitalista y defendió la creación de unos Estados Unidos de Europa.
El economista Jean Monnet presidió la Comunidad Económica del Carbón y del Acero
(CECA) entre 1952 y 1955. Es considerado el “padre de la Unión Europea” por haber sido el
máximo inspirador de la política de integración. Monnet fue quien recomendó a Schumann la
puesta en marcha de su plan, ya que la constitución de la CECA permitiría poner en común las
producciones de carbón y acero de Francia y Alemania, sirviendo como base para el posterior
desarrollo de un mercado común europeo. La creación de la CECA constituyó el primer gran
paso hacia la integración de Europa ya que por primera vez los seis Estados miembros de esta
organización renunciaron a una parte de su soberanía. La CECA era en realidad un instrumento para avanzar en la construcción europea, lo cual requería un proceso paulatino en todos los
aspectos, no sólo en los económicos, también en los políticos y en los sociales. El Tratado
CECA entró en vigor el 23 de julio de 1952 y expiró el 23 de julio de 2002.
DESARROLLO ECONÓMICO EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX
~ 261 ~
En 1955, los países del BENELUX propusieron a los países miembros de la CECA
la creación de un “mercado común”. Para estudiar la propuesta se encargó la elaboración
de un informe completo a un comité de expertos presidido por Paul Henri Spaak. Spaak
había ocupado en Bélgica diversos puestos ministeriales antes de la Segunda Guerra
Mundial y desde 1941 fue uno de los creadores de la unión aduanera con los Países Bajos
y Luxemburgo, que dio lugar al BENELUX en 1944. Desde entonces promovió y apoyó
todas las iniciativas de integración europea.
El informe se realizó con gran rapidez, culminando el 25 de marzo de 1957 en la
firma en Roma del Tratado constitutivo de la Comunidad Económica Europea (CEE). El
primer objetivo de la CEE era crear un mercado común. En esa misma fecha también se
firmó el Tratado constitutivo de la Comunidad Europea de la Energía Atómica (EURATOM). En su comienzo, la CEE quedó constituida únicamente por seis miembros: Francia,
Alemania Occidental, Bélgica, Luxemburgo, Países Bajos e Italia. Como fórmula para
lograr un mercado común, el Tratado de Roma preveía la unión aduanera entre los países
firmantes y la libertad de circulación de trabajo. Pero el libre comercio en la CEE constituía sólo el primer paso para lograr un objetivo mucho más ambicioso, que no era otro sino
la futura integración económica. Gran Bretaña, que había rechazado la invitación para
unirse a la CEE, formó en 1959 la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA4) junto
con Austria, Dinamarca, Noruega, Portugal, Suecia y Suiza, a la que se asoció Finlandia
en 1961. La EFTA tenía entre sus objetivos la supresión de restricciones comerciales, lo
que se produjo rápidamente. Tres años después de su creación los países fundadores se
plantearon la disyuntiva entre convertirse en miembros de la CEE o asociarse a ella. Pese
a su inicial rechazo, Gran Bretaña solicitó adherirse a la CEE en 1963 pero Francia se
negó. Finalmente consiguió la admisión en 1973 junto con Dinamarca e Irlanda, lo que
rompió la EFTA.
La creación de la CEE fue determinante en el fuerte crecimiento económico que
Europa experimentó durante los años cincuenta y sesenta. El comercio intraeuropeo
creció a un ritmo superior al del PIB respectivo de cada país, fundamentalmente en el
comercio de productos manufacturados. Los productos agrícolas estaban sometidos a una
regulación diferente emanada de la Política Agrícola Común (PAC). La PAC establece
precios de apoyo para las principales partidas agrícolas producidas por los países de la
Comunidad e impone unos aranceles para las importaciones extra comunitarias iguales a
la diferencia entre el precio de apoyo y el precio mundial. Desde su establecimiento, las
distorsiones introducidas por la PAC en el mercado intracomunitario y en el resto de los
países son incuantificables, pero afectan de una forma especialmente perjudicial a los
países del Tercer Mundo, que son incapaces de penetrar con sus productos agrícolas en
las economías europeas. El crecimiento del comercio extracomunitario también fue muy
elevado durante los años cincuenta y sesenta, cifrándose en torno a un 5% anual promedio en cada país.
No sólo creció el comercio. También se incrementaron los movimientos internacionales de capitales que, si bien al comienzo de la posguerra habían estado dominados
4
EFTA: European Free Trade Association.
~ 262 ~
HISTORIA ECONÓMICA
por los préstamos estadounidenses, fueron cambiando paulatinamente su signo con la
inversión en cartera desde Europa a Estados Unidos. Esta evolución se vio favorecida por
una creciente cooperación en materia monetaria. El Tratado de Roma sólo preveía disposiciones poco significativas en lo relativo a cooperación monetaria, pero hubo dos fuerzas impulsoras de la unificación monetaria: por un lado, el movimiento de integración
europeo, que no aspiraba a unificar solamente el comercio; por otro, la creciente debilidad del dólar como moneda mundial. Ante la inestabilidad monetaria general vivida a
finales de los años sesenta y el consiguiente colapso del sistema de Bretton Woods, el
Plan Werner5 implantó un sistema de bandas de fluctuación en el que podían oscilar los
tipos de cambio. Este sistema, conocido como “la serpiente monetaria”, fracasó cuando
países como Inglaterra, Italia y Francia fueron incapaces de mantenerse dentro de las
bandas de fluctuación, por lo que en 1979 se implantó el Sistema Monetario Europeo
(SME). Su objetivo era proporcionar estabilidad a las monedas y difería en varios aspectos del sistema anterior. En primer lugar, introdujo el ECU6 como la unidad monetaria
europea. El valor del ECU era el resultado de una “cesta” en la que participaban las
monedas de los países miembros de forma ponderada. En segundo lugar, el SME ofrecía
mecanismos para ayudar a mitigar las fluctuaciones de los tipos de cambio nacionales,
proporcionaba facilidades crediticias para el apoyo mutuo de los pagos y constituía un
fondo monetario europeo.
El SME constituyó el antecedente real hacia la Unión Monetaria Europea (UME).
El desarrollo institucional de la UME comenzó en 1988 con la creación de un comité de
expertos presidido por Jacques Delors. En el informe presentado por el comité se preveía la
creación de un Sistema Europeo de Bancos Centrales y de la moneda única, el Euro, nueva
denominación de la moneda única y unidad de cuenta europea, que vino a sustituir al antiguo ECU7. La implantación total de la UME fue finalmente un hecho en 2002, ya que desde
el 28 de febrero de dicho año el euro es la única moneda de curso legal para los países miembros. En el cuadro 14.1 se recoge la cronología de la legislación Europea fundamental.
Como vemos, la integración de Europa ha sido un proceso paulatino. Los tratados
fundacionales se han ido modificando como consecuencia, principalmente, de las ampliaciones con países nuevos. En 1973 se adhirieron Dinamarca, Irlanda y Gran Bretaña. En
1981 se incorporó Grecia, y en 1986 fue el turno de España y Portugal. En 1995 fue el turno
de Austria, Finlandia y Suecia. La última ampliación ha tenido lugar en 2004 con la incorporación de Chipre, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta,
Polonia y República Checa, llegándose así a la llamada Europa de los 25.
En el cuadro 14.2 podemos observar la evolución de la producción y de la inflación
en la Europa de los quince durante el periodo 1999-2000.
5
6
7
El Plan Werner, aprobado en 1971, recoge las fases necesarias para conseguir la Unión Económica y
Monetaria: la convertibilidad irreversible de las monedas comunitarias, la centralización de la política monetaria y crediticia y la puesta en circulación de una moneda común.
ECU: European Currency Unit.
El cambio de denominación de la moneda única se decidió en la reunión del Consejo Europeo celebrada en
Madrid en diciembre de 1995.
~ 263 ~
DESARROLLO ECONÓMICO EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX
Cuadro 14.1: Legislación de la Unión Europea
1951: Tratado de Roma. Tratado constitutivo de la Comunidad Económica Europea.
1987: Acta Única Europea. Introdujo las adaptaciones necesarias para completar el mercado
interior.
1992: Tratado de la Unión Europea. Conocido como "Tratado de Maastricht". Cambió el nombre
de Comunidad Económica Europea por el de Comunidad Europea. Constituyó una propuesta para reemplazar el SME por una Unión Económica y Monetaria, creando una nueva
estructura: la Unión Europea.
1997: Tratado de Ámsterdam. Modificó y reenumeró los Tratados UE y CE.
2001: Tratado de Niza. Reformó las instituciones para que la Unión pudiera funcionar eficazmente tras su ampliación a 25 Estados miembros.
Fuente: Claves de Economía Mundial 2003, ICEX
Cuadro 14.2: Crecimiento del PIB e inflación, 1999-2000
Tasa de crecimiento PIB real
Inflación (IPC)
1999a
1999b
2000c
1999a
1999b
2000c
Alemania
1,5
1,6
2,9
0,7
0,7
1,7
Austria
2,0
2,2
3,5
0,5
0,5
1,9
Bélgica
2,3
2,5
3,9
1,1
1,1
2,2
Dinamarca
1,3
1,7
2,1
2,5
2,6
2,9
España
3,4
3,8
4,1
2,2
2,2
3,1
Finlandia
3,6
4,0
5,0
1,3
1,3
2,7
Francia
2,7
2,9
3,5
0,6
0,6
1,6
Grecia
3,5
3,5
3,5
2,4
2,2
2,5
Irlanda
8,4
9,9
8,7
1,6
2,5
4,8
Italia
1,4
1,4
3,1
1,7
1,7
2,5
Luxemburgo
5,2
5,2
5,1
1,0
1,0
1,6
Países Bajos
3,5
3,6
3,9
2,0
2,0
2,4
Portugal
3,0
3,0
3,4
2,2
2,2
2,5
Reino Unido
2,0
2,1
3,1
2,3
2,3
2,0
Suecia
3,8
3,8
4,4
0,5
0,5
1,4
2,2
2,4
3,4
1,4
1,4
2,1
Media
ponderada(1)
(a) Estimaciones a abril de 2000; (b) Definitivo a septiembre de 2000; (c) Estimaciones a septiembre de 2000.
Fuente: Elaborado a partir de World Economic Outlook Database, abril y septiembre de 2000, FMI.
~ 264 ~
HISTORIA ECONÓMICA
3. LA CRISIS DE 1973
Durante los años setenta la evolución del mundo occidental estuvo marcada por el colapso
del sistema de Bretton Woods 1971, la consiguiente adopción de tipos de cambio flotantes
y la crisis económica que se desencadenó en 1973, cuando el mundo se vio sacudido por la
primera crisis del petróleo. ¿Por qué se produjo la crisis? En octubre de 1973 comenzó una
guerra entre Israel y los países árabes, y tanto Estados Unidos como Holanda decidieron
apoyar a Israel. La respuesta por parte los países árabes miembros de la OPEP8 fue el
embargo en el abastecimiento de petróleo a esos dos países. Con el recorte de las exportaciones de petróleo por parte de los países árabes se incrementó su precio, hasta tal punto
que en tan sólo seis meses el precio del crudo se había cuadruplicado, dando lugar a un
ascenso en cascada del precio de otros bienes y servicios. Las balanzas de pago de los países
europeos sufrieron un fuerte desequilibrio. La inevitable recesión, en la que se registraron
unas tasas de desempleo desconocidas desde la Gran Depresión, se vio acompañada por un
fuerte proceso inflacionista. Esta anormal situación macroeconómica fue bautizada con el
nombre de estanflación. La recesión inflacionaria o estanflación constituyó un fenómeno
macroeconómico no previsto por las doctrinas keynesianas, que asociaban el estancamiento a la deflación, con lo que el keynesianismo empezó a entrar en declive.
La crisis económica se agudizó aún más entre 1974 y 1975. En respuesta, la mayoría de los países emprendieron políticas monetarias y fiscales expansivas que condujeron a
una progresiva recuperación de sus economías a partir de la segunda mitad de 1975, aunque
el crecimiento de la producción no consiguió recuperar las tasas de desempleo previas a la
crisis. El resultado de las balanzas de pagos en el mundo occidental fue revirtiendo su signo.
En el cuadro 14.3 podemos observar la evolución de la inflación en los principales
países industrializados entre 1973 y 1980.
Cuadro 14.3: Evolución de la inflación en los principales países industrializados
(1973-1980)
País
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
Estados Unidos
6,2
11,1
9,1
5,7
6,5
7,6
11,3
13,5
Gran Bretaña
9,2
16,0
24,2
16,5
15,8
8,3
13,4
18,0
Canadá
7,6
10,9
10,8
7,5
8,0
8,9
9,2
10,2
Francia
7,3
13,7
11,8
9,6
9,4
9,1
10,8
13,6
Alemania
6,9
7,0
6,0
4,5
3,7
2,7
4,1
5,5
Italia
10,8
19,1
17,0
16,8
17,0
12,1
14,8
21,2
Japón
11,7
24,5
11,8
9,3
8,1
3,8
3,6
8,0
Fuente: OCDE. Economic Outlook: Historical Statistics, 1960-1986. París, OCDE, 1987,
en Krugman, P. (2001): Economía Internacional, Madrid, McGraw Hill, p. 465
8
Organización de Países Exportadores de Petróleo.
DESARROLLO ECONÓMICO EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX
~ 265 ~
Los tipos de cambio flotantes contribuyeron a conseguir el ajuste internacional en la
primera crisis del petróleo. Y no sólo beneficiaron al mundo industrializado, ya que los
países en vías de desarrollo también tuvieron posibilidad de pedir préstamos en los mercados financieros internacionales para mantener su ritmo de crecimiento económico gracias
a la flotación, lo cual habría sido imposible con un sistema de tipos de cambio fijos. Sin
embargo, aunque esos préstamos fueron un alivio temporal, a largo plazo generaron un déficit para los países prestatarios que lastró su situación económica una vez que se desencadenó la segunda crisis del petróleo.
4. SEGUNDA CRISIS DEL PETRÓLEO, 1979-1980
Cuando llegó a la presidencia de los Estados Unidos Jimmy Carter (1977-1981), su administración eligió desarrollar una política económica expansiva para reducir el desempleo
heredado de la crisis de 1973. Estas medidas generaron una presión adicional a las tensiones inflacionistas ya existentes, situación que se vio agravada con la segunda crisis del
petróleo.
En 1979 los países árabes volvieron a interrumpir las exportaciones de petróleo. La
causa en esta ocasión fue la caída del Shah en Irán y el comienzo de la revolución islámica. Los precios del crudo aumentaron nuevamente, llegando a duplicarse. Cuando el mundo
industrializado apenas se había recuperado de la crisis anterior, se vio nuevamente inmerso
en una profunda recesión que tocó fondo en diciembre de 1982, alcanzándose una tasa de
desempleo en Estados Unidos del 11 por ciento en el último trimestre del año.
En el gráfico 14.4 podemos observar la evolución de la tasa de inflación y de la tasa
de desempleo en Estados Unidos entre 1972 y 2000, con dos claros repuntes que se corresponden con las crisis del petróleo de 1973 y 1979.
Los tipos de cambio flotantes permitían a los países industrializados adoptar medidas monetarias y fiscales restrictivas para frenar el ascenso de la inflación. Los países occidentales registraron nuevamente déficit en sus balanzas de pagos, pero en lugar de
emprender políticas expansivas como en 1975, los responsables de las políticas macroeconómicas decidieron instrumentar políticas monetarias contractivas para frenar la inflación.
Algunos países combinaron éstas medidas con políticas fiscales contractivas para reforzar
la lucha contra la subida de los precios. Las principales consecuencias fueron el fuerte
incremento del desempleo y el frenazo a la recuperación de la producción. De hecho
muchos economistas coinciden al afirmar que en 1981-82 el mundo sufrió la recesión más
profunda vivida desde la Gran Depresión. A partir de ese momento, y durante el resto de
los años ochenta, comenzó la etapa de recuperación y de expansión más larga que se había
registrado en tiempos de paz, que se prolongó hasta 1990.
La situación fue más difícil para los países en vías de desarrollo-no productores de
crudo. Los déficit que registraron no fueron corregidos, ya que sus gobiernos no emprendieron ninguna política restrictiva del gasto. En la primera crisis del petróleo estos países
tampoco habían recortado los gastos, pero las consecuencias fueron más graves en esta
ocasión debido a que ya se encontraban endeudados. Además, la deuda de los países en vías
de desarrollo provocó graves problemas a todo el sistema financiero internacional.
~ 266 ~
HISTORIA ECONÓMICA
Cuadro 14.4: La inflación y el desempleo en Estados Unidos, 1972-2000
16 –
14 –
12 –
Porcentaje
10 –
Desempleo
8–
6–
4–
2–
Inflación
0
1976
1972
1974
1980
1978
1984
1982
1988
1986
1992
1990
1996
1994
2000
1998
Fuente: Haver Analytics macroeconommic database, en Dornbusch, R. & Fischer, S.(2002):
Macroeconomía, Madrid, 8ª edición, p. 268, Mc Graw-Hill
5. AUGE Y CAÍDA DEL BLOQUE SOVIÉTICO
Tras la Segunda Guerra Mundial el bloque soviético también tuvo que reconstruir su
dañada economía. La situación de partida era diferente, ya que los países del Este se
encontraban en 1945 en situación de subdesarrollo –excepto Alemania Oriental y
Checoslovaquia–. Los instrumentos empleados para salir de la crisis también fueron
distintos. En primer lugar, la Unión Soviética no aceptó la ayuda del Plan Marshall.
Como respuesta a la reconstrucción de Europa, la URSS reaccionó creando dos organismos: en 1949 nació el Consejo de Ayuda Económica Mutua (COMECON) para fomentar las relaciones intrabloque, y en 1955 se firmó el Pacto de Varsovia con fines militares.
En segundo lugar, el marco político e institucional en el que se dio este desarrollo
mostraba grandes diferencias. Frente al Estado de bienestar y los regímenes democráticos y parlamentarios adoptados en occidente, la Europa oriental –compuesta por la
Unión Soviética, República Democrática Alemana, Yugoslavia, Hungría, Polonia,
Rumania, Bulgaria y Checoslovaquia– quedó alineada con el modelo soviético, quedando sometida a la planificación, la abolición de la propiedad privada de los medios de
producción y al control absoluto tanto en el plano político como en el económico. No
DESARROLLO ECONÓMICO EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX
~ 267 ~
sólo estaban en manos del Estado la propiedad de los medios de producción, sino también
las decisiones sobre el proceso económico. La planificación central, y no el ánimo de
lucro, determinaba todas las decisiones estratégicas del proceso económico, con el objetivo de lograr tasas de desarrollos similares a las alcanzadas por los países no socialistas.
La nacionalización de los medios de producción fue más rápida en los países que
habían padecido la ocupación alemana (Polonia, Yugoslavia y Checoslovaquia), debido
a que estaban totalmente arrasados. El proceso siguió adelante en todo el bloque soviético aunque con distintos ritmos, y a comienzos de los años cincuenta ya se habían
nacionalizado la mayor parte de las ramas de actividad económica. La agricultura fue el
sector que planteó más dificultades y donde los resultados de la planificación fueron
más dispares.
Las reformas económicas pusieron su énfasis en el crecimiento extensivo para
conseguir incrementar rápidamente la producción, no por una mejor productividad, sino
por la utilización de un mayor número de factores productivos. En consecuencia, la tecnología tuvo un lugar secundario entre las prioridades. La industrialización se centró en la
industria pesada y en la fabricación de los bienes de equipo, que se desarrolló sin ningún
tipo de coordinación.
Aunque el factor capital no era la principal preocupación de los gobiernos planificadores de la Europa oriental, su dotación también creció como fórmula para activar la
productividad del trabajo, fundamentalmente en industria y bienes de producción. Alemania
oriental fue el país en el que más aumentó la productividad. En el resto, el crecimiento se
basó fundamentalmente en el incremento de los factores productivos.
Como resultado, los países que adoptaron esta fórmula experimentaron tasas de
crecimiento más rápidamente y más elevadas que las cuantificadas en Europa occidental, y
conllevó un enorme incremento de la renta nacional, de la producción industrial y de las
tasas de empleo. El bloque soviético asistió a una larga etapa de esplendor. Dada la deteriorada situación de partida, el crecimiento económico de Europa oriental no puede menos
que calificarse de espectacular.
Acorde con el diseño nacionalista y planificador del bloque soviético, esta línea
de crecimiento puso en marcha la sustitución de importaciones potenciando la autosuficiencia y el comercio entre los países pertenecientes al bloque. El comercio exterior
quedaba relegado a un lugar secundario y la importación de tecnología procedente de
Europa occidental únicamente se permitía en algunos casos. Este rechazo al comercio
con occidente generó un lastre terrible, ya que los países del bloque soviético no pudieron importar la tecnología que necesitaban para relanzar sus economías, de la cual eran
deficitarios.
Esta estrategia no fue gratuita. La etapa expansiva se tornó en recesiva. La causa
fue la productividad decreciente de los factores productivos, que desembocó en tasas de
crecimiento negativas. Uno de los motivos raíces de la falta de productividad está en la
esencia misma del sistema, en la planificación. La burocratización de la actividad económica dio lugar inevitablemente a ineficiencias y a ausencia de incentivos. La planificación era el caldo de cultivo perfecto para aunar ineficiencia y despilfarro y, como
~ 268 ~
HISTORIA ECONÓMICA
resultado, la Unión Soviética, que había abordado los años sesenta como una superpotencia, comenzó un camino sin retorno.
Desde mediados de los años setenta todos los indicadores económicos fueron en
declive. El bloque soviético se vio incapaz de abastecer de alimentos a la población.
Había escasez de vivienda. Los trabajadores del campo que habían emigrado a la ciudad
buscando un mejor nivel de vida no veían cumplidas sus expectativas, y el atraso tecnológico era más que evidente. La situación podría haber sido aún peor si la crisis del
petróleo de 1973 hubiera tenido los mismos efectos negativos que en Europa occidental.
Sin embargo, el bloque soviético se autoabastecía de suministros energéticos, incluso
tenían capacidad exportadora. Pero ante los elevados precios del petróleo en el mundo
occidental, la Unión Soviética decidió en 1975 incrementar los suyos, con la consecuencia inmediata de un incremento en los costes de producción de los países de Europa
oriental.
Tras la segunda crisis del petróleo la situación empeoró con el agotamiento de algunos pozos petrolíferos, siendo cada vez más costosas las extracciones. Además el déficit
tecnológico impuso la necesidad de importar maquinaria y tecnología de Europa occidental y de Estados Unidos, con lo que los países soviéticos comenzaron a acumular una importante deuda. Para hacer frente a la insostenible deuda los países del bloque soviético
tuvieron que reducir las ya escasas importaciones de tecnología procedentes de Europa
occidental. Como consecuencia, el crecimiento se desaceleró aún más.
La comparación de los resultados económicos del mundo capitalista con los obtenidos por países del bloque soviético a mediados de los años ochenta permitió constatar la
menor productividad en todos los sectores y de forma muy acusada en la agricultura. Los
déficits alimentarios obligaron a las autoridades a imponer los racionamientos, haciéndose
cada vez más patente que el sistema era incapaz de ofrecer a su población el proclamado
bienestar y el modelo planificador empezó a estar fuertemente cuestionado en la mayoría
de los países del bloque soviético. A comienzos de los años ochenta Europa oriental se
encontraba fuertemente endeudada y era incapaz de pagar la deuda, de alimentar a su población y de mantener unos niveles de vida mínimamente razonables. La población estaba
descontenta y los trabajadores, desmotivados, tenían una escasísima productividad. Era
innegable el fracaso del sistema.
A finales de los años ochenta vino a sumarse a los anteriores un problema adicional:
como protesta ante la falta de valor del dinero por el repunte de la inflación los agricultores dejaron de enviar alimentos a las ciudades, agravándose aún más la situación de
desabastecimiento. La debilidad económica era tan acusada que llegó a estar en peligro el
mantenimiento de la carrera armamentística. El gasto en armamento representaba un importante peso relativo respecto al PIB soviético para intentar mantener la guerra fría –en torno
al quince por ciento del PIB–. La situación de atraso tecnológico se vió agravada cuando
Ronald Reagan, entonces presidente de Estados Unidos (1980-1988), emprendió un ambicioso programa de rearme llamado Iniciativa de Defensa Estratégica (IDE), más conocido como “la Guerra de las Galaxias”. Se trató del mayor programa de rearme en paz de la
historia de EE.UU. Puso en marcha además la llamada Doctrina Reagan, consistente en
DESARROLLO ECONÓMICO EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX
~ 269 ~
intervenciones militares para aplastar los regímenes marxistas en el mundo subdesarrollado. La clara superioridad militar estadounidense puso de manifiesto la incapacidad soviética para afrontar el nivel tecnológico y de gasto necesario, por lo que se quebró el equilibrio
estratégico entre la URSS y Estados Unidos.
Las primeras reformas para reanimar la debilitada economía soviética fueron emprendidas por Andropov, pero recibieron el impulso definitivo con la llegada de Gorbachov a la secretaría general del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) en 1985 y a la presidencia
de la URSS en 1988. Gorbachov puso en marcha la perestroika, que significa reestructuración.
El instrumento clave para llevar a cabo la perestroika era la glasnost o transparencia, elemento del que hasta entonces había carecido absolutamente el sistema planificador. Para revitalizar
la economía soviética, Gorbachov centró los esfuerzos en la mejora de la tecnología y en la
búsqueda de la eficiencia laboral mediante actuaciones tan dispares como mejorar la calidad de
la maquinaria producida, incentivar a los trabajadores, incrementar el número de ordenadores
y mitigar la corrupción instalada en los burócratas.
A pesar todos los intentos para reactivar y modernizar la economía soviética, la
perestroika fracasó. El sistema era irreformable, dada la imposibilidad de combinar iniciativas y elementos de libre mercado con las características propias de un sistema coercitivo.
Con un déficit continuo registrado desde 1976 y una recesión económica constante, la
población estaba sumida en la escasez: escasez de ingresos, de suministros energéticos, de
bienes básicos de consumo, de trabajo, de alimentos... La perestroika fracasó pero supuso,
eso sí, el comienzo del fin del comunismo en Europa oriental. En 1989 cayó definitivamente el bloque soviético9. El cuadro 14.5 recoge la relación cronológica de los gobernantes
de la Unión Soviética (cuadro 14.5 a) y de la Federación Rusa (14.5. b).
Desde entonces, los países surgidos a raíz de la desintegración de la URSS han intentado reanimar sus economías. Algunos de ellos, como Rumanía, recurrieron al FMI. Otros, como
Rusia, Hungría o Polonia, recibieron cooperación del G24 –compuesto por los veinticuatro
países más industrializados del mundo–, que decidió prestar ayuda siempre y cuando pudiera
influir en la reorientación política y económica de los países prestatarios. La Comunidad
Europea también concedió ayudas a algunos de estos países, como Checoslovaquia.
La situación fue diferente en Alemania oriental. A raíz de la reunificación, Alemania
Occidental asumió la obligación de elevar el nivel de vida de la antigua RDA, por lo que
activó inmediatamente la creación de infraestructuras mediante un fuerte incremento del
Gasto Público. También estableció un sistema de transferencias para elevar la renta de las
familias. Para que la reunificación no conllevara medidas impopulares, el gobierno alemán
decidió utilizar medidas fiscales suaves que no implicaran un fuerte incremento de los
impuestos. El resultado fue, como no podía ser otro, un aumento del déficit público alemán.
Para evitar que el déficit presupuestario se tradujera en inflación, el Bundesbank puso en
marcha una política monetaria fuertemente restrictiva, lo que tendió a provocar un déficit
de balanza de pagos.
9
Mijail Gorbachov fue galardonado en 1990 con el Premio Nobel de la Paz. Ha sido el último presidente de
la URSS.
~ 270 ~
HISTORIA ECONÓMICA
Cuadro 14.5a: Gobernantes de la Unión Soviética
1922 - 1924: Lenin (Pseudónimo utilizado por Vladimir Ilich Ulianov)
1924 - 1953: Iósif Stalin
1953 - 1953: Gueorgui Malenkov
1953 - 1964: Nikita Jruschov
1964 - 1982: Leonid Brezhnev
1982 - 1984: Yuri Andropov
1984 - 1985: Konstantín Chernenko
1985 - 1991: Mijaíl Gorbachov
Cuadro 14.5b: Gobernantes de la Federación Rusa
1991 - 1999: Borsis Yeltsin
1999 - Actual: Vladimir Putin
Fuente: Elaboración propia
6. LA MUNDIALIZACIÓN
La creciente interdependencia económica de los países no ha surgido casualmente, sino que es
resultado de la historia reciente vivida en el mundo, de tal forma que el aislamiento económico es actualmente algo impensable para cualquier nación que persiga el crecimiento económico y el bienestar de su población. Las economías de todos los países están relacionadas con el
resto del mundo a través de intercambios de bienes y servicios, de factores productivos, de
movimientos de capitales y también mediante las interrelaciones que tienen las políticas económicas nacionales. En consecuencia, todos los elementos de las economías se han hecho interdependientes. La formación de la Comunidad Económica Europea, la progresiva integración
de Estados Unidos en la economía mundial a partir de los años ochenta, la creciente importancia de las compañías multinacionales y el poder oligopolista de la OPEP han sido algunos
hechos impulsores de este camino hacia una economía global. Ninguno de estos elementos es
resultado de la planificación, por lo que podemos afirmar que la mundialización o globalización10 de la economía es el triunfo de la economía capitalista.
Una muestra de esta creciente mundialización de la economía es el incremento del
comercio internacional, que favorece la especialización de los países y posibilita el acceso
a mayor cantidad y variedad de productos en condiciones muy competitivas.
10
Mundialización es el término originario y es el utilizado por los autores franceses, aunque se ha dejado de
utilizar. Actualmente se usa el término globalización.
~ 271 ~
DESARROLLO ECONÓMICO EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX
Esta tendencia queda de manifiesto por el peso relativo que implican las exportaciones e importaciones respecto al PIB de cada país. El comercio internacional se ha visto
potenciado muy especialmente por los acuerdos internacionales alcanzados en las negociaciones del GATT y, posteriormente, de la OMC.
En el cuadro 14.6 podemos observar el porcentaje de exportaciones e importaciones
en los distintos bloques de países en función de su desarrollo económico como porcentaje
del total del comercio internacional en el periodo 1980-2002.
Cuadro 14.6: Comercio de mercancías por áreas económicas 1980-2002
(Porcentajes del total mundial)
Exportaciones
Importaciones
1980
2002
1980
2002
Economías desarrolladas
63,2
65,5
68,3
69,2
Economías en desarrollo
29,1
29,5
24,3
26,2
Pro memoria: Asia
(sin Japón, Australia
y Nueva Zelanda)
7,8
17,9
8,4
15,9
Economías en transición
7,7
5,0
7,4
4,6
100,0
100,0
100,0
100,0
Mundo
Fuente: Claves de Economía Mundial 2003, ICEX
El proceso de mundialización también ha dejado también sentir sus efectos en la
actividad financiera internacional con un enorme incremento en el valor de las operaciones
diarias en el mercado de divisas y con una fuerte expansión de la banca comercial a través
de sucursales en diferentes países. El auge de los mercados financieros y cambiarios ha
sido posible gracias a los avances tecnológicos en el campo de las telecomunicaciones.
Pero existe otra cara de la realidad de la mundialización. Junto con el desarrollo y la
prosperidad de los países industrializados late la emergencia del llamado Tercer Mundo.
Con esta expresión se hace referencia normalmente a países que se encuentran en una situación de baja renta por habitante. El término no tiene connotaciones geográficas, ya que al
Tercer Mundo pertenecen países de África, América y Asia, si bien tienden todos ellos a
estar alineados en la franja tropical del planeta. Además, en la borrosa frontera que separa
el “Primer” y el Tercer Mundo están todos los países en vías de desarrollo, entre los que se
encuentran, por ejemplo, muchos de los que pertenecían al bloque soviético.
La caracterización económica del Tercer Mundo es abrumadora: acoge aproximadamente al 70% de la población mundial y, sin embargo, tiene una generación de renta escasísima y una fuerte inflación, como podemos apreciar en el cuadro 14.7 con datos relativos
al año 1999.
~ 272 ~
Cuadro 14.7: Población, Producción mundial e Inflación (1999)
Población
(hab.)
374.323.080
171.054.667
26.379.613
283.393.000
855.150.360
2.019.044.594
772.172.594
1.337.615.220
336.766.220
3.356.659.814
404.431.000
304.137.000
66.528.197
343.126.312
814.085.509
142.576.000
165.276.632
307.852.632
254.281.372
380.553.661
634.835.033
5.968.583.348
6,27
2,87
0,44
4,75
14,33
33,83
12,94
22,41
5,64
56,24
6,78
5,10
1,11
5,75
13,64
2,39
2,77
5,16
4,26
6,38
10,64
100,00
PIB PPA/hab.
(US$)
20.488
6.305
9.035
3.376
11.593
4.833
7.338
1.465
1.256
3.497
23.891
28.894
3.705
7.091
15.173
3.357
5.295
4.395
1.206
1.704
1.505
6.110
Fuente: Claves de Economía Mundial 2003, ICEX
PIB PPA del país
(región/área)/PIB
PPA total mundial
(%)
21,24
2,98
0,92
2,66
27,79
26,80
15,52
5,34
1,15
32,14
26,49
24,14
0,67
6,65
33,81
1,30
2,37
3,67
0,83
1,76
2,58
100,00
Tasa media anual de
incremento del IPC
(1990-1998)
Media simple
3,7
86,3
99,4
706,3
223,92
13,0
13,2
9,6
9,5
11,31
8,8
2,7
73,1
203,1
94,99
11,0
11,7
11,34
14,0
219,0
116,49
91,61
HISTORIA ECONÓMICA
Unión Europea
Países candidatos
Otros países europeos
Eurasia
EUROPA
Este de Asia y Pacífico
Este de Asia y Pacífico (excluída China)
Sur de Asia
Sur de Asia (excluída India)
ASIA Y OCEANÍA
América del Norte
América del Norte (excluído México)
América Central y Caribe
América del Sur
AMÉRICA
Norte de África
Oriente Medio
NORTE DE ÁFRICA Y ORIENTE MEDIO
África Occidental
África Meridional y Oriental
AFRICA SUBSAHARIANA
TOTAL MUNDIAL
Población de la
región/área respecto
de la población
mundial (%)
DESARROLLO ECONÓMICO EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX
~ 273 ~
Aunque con grandes diferencias entre países, todos ellos muestran elevadísimas tasas
de natalidad, descenso de la tasa de la tasa de mortalidad, bajísima productividad de la agricultura, índices escasísimos de escolarización… elementos todos ellos que conducen inexorablemente al círculo vicioso de la pobreza. La divergencia entre estos países es tan enorme
que actualmente ya se habla del Cuarto Mundo, compuesto por el grupo de los países con
pobreza extrema. Actualmente existen más de mil millones de personas clasificadas por el
Banco Mundial como pobres absolutos11.
Uno de los graves problemas con los que se enfrentan estos países son las prácticas
que, a pesar de los esfuerzos liberalizadores, siguen restringiendo el libre comercio internacional y dificultando el crecimiento económico de los países menos desarrollados.
Todavía existen restricciones arancelarias y políticas en los países desarrollados para proteger los mercados internos, siendo un buen ejemplo de ello la PAC. Para que la expansión
del comercio internacional beneficie también a los países pobres es prioritario eliminar el
proteccionismo de las reglas internacionales que lo regulan, ya que perjudica a los países en
desarrollo12.
La deuda externa es otro problema de enormes dimensiones para estos países que
hace treinta años, sólo afectaba a los países industrializados, pero que ha ido ampliándose
a los países subdesarrollados y en vías de desarrollo tras la segunda crisis del petróleo. La
situación se calificó de catastrófica cuando, a principios de los años ochenta, los quince
países más endeudados del mundo se vieron en la obligación de devolver más dinero del
que recibían en forma de nuevos créditos. Es decir, rompiendo la lógica con la que fueron
concebidos los préstamos del Banco Mundial, el destino de estos empezó a ser la devolución de la deuda. El problema es enorme y se autoalimenta. La deuda adquirida hace
contraer nuevas deudas, lo que bloquea el crecimiento: al pagar sus compromisos estos
países se quedan sin las reservas de divisas que les permitirían importar la tecnología y
maquinaria capaz de impulsar su desarrollo.
Pero el desarrollo económico está fuertemente condicionado por las instituciones
políticas de los países. Es una evidencia que la modernización política es un requisito previo
al crecimiento económico. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo,
las instituciones responsables encargadas de la gestión de los asuntos públicos suelen ser el
eslabón perdido entre los esfuerzos contra la pobreza y la reducción de la pobreza13.
En el cuadro 14.8 podemos observar, según un estudio del Banco Mundial, la relación objetiva entre el crecimiento económico y la reducción de la pobreza.
El endeudamiento y el colapso del proceso de crecimiento no sólo afectan a los
países prestatarios, sino que también se convierte en un problema para los países prestamistas. Las ayudas consistentes en donaciones, préstamos y créditos a bajo interés son un
alivio temporal, pero no logran revertir el signo del problema.
11
12
13
Se entiende por Pobres absolutos aquellas personas que padecen malnutrición constante, analfabetismo,
elevadas tasas de mortalidad, etc. (Según definición del Banco Mundial).
Véase Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD (2000): Informe sobre la Pobreza.
PNUD (2000):Informe sobre la Pobreza
~ 274 ~
HISTORIA ECONÓMICA
Cuadro 14.8: Vínculo entre la reducción de la pobreza y el crecimiento económico
Nota: Los datos de Uganda corresponden al período de 1992-2000 y corresponden a sus cifras oficiales sobre el
nivel nacional de pobreza por ser éstos los datos disponibles.
Fuente: Banco Mundial. Informe sobre el desarrollo mundial 2005
La única forma eficaz de luchar contra la pobreza es impulsar su desarrollo mediante planes correctos. Para conseguirlo es imprescindible conocer las causas de la pobreza.
Las actuaciones emprendidas por las Instituciones Financieras internacionales (IFI) –en
ocasiones fuertemente criticadas–, y también por otros organismos tanto gubernamentales
como no gubernamentales14 están contribuyendo a mejorar la situación en algunas de estas
regiones, pero las dimensiones de la pobreza extrema son todavía abrumadoras.
7. EJERCICIOS
1. Las políticas fiscales y monetarias adoptadas durante la primera crisis del petróleo fueron posibles por los tipos de cambio flotantes. ¿Qué hubiera ocurrido si los
tipos de cambio hubieran sido fijos?
2. Una de las medidas que puso en marcha Gorbachov para activar la deteriorada
economía soviética fue el incremento de los precios de las bebidas alcohólicas
unido a un cierto número de dificultades para su consumo, como la restricción de
horario en los establecimientos dispensadores de bebidas alcohólicas o la disminución de los puntos de venta. ¿Se le ocurre alguna razón económica por la que
el entonces presidente tomara estas medidas?
14
Uno de los instrumentos más eficaces en la lucha contra la pobreza son los microcréditos.
DESARROLLO ECONÓMICO EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX
~ 275 ~
3. Comente las diferencias entre las medidas de política macroeconómica adoptadas
después de la primera y la segunda crisis del petróleo.
Lectura
Las distintas caras de la pobreza
Es más convincente medir el progreso por la reducción de las privaciones que por el
enriquecimiento aún mayor de los opulentos. No podemos alcanzar realmente una
comprensión adecuada del futuro sin tener una idea sobre si la vida de los pobres
puede mejorar. ¿Hay esperanza para los pobres? Para responder a esta pregunta deberíamos comprender a quiénes se debería considerar pobres. Algunos tipos de pobreza son bastante fáciles de identificar. Pero las privaciones pueden tomar muchas
formas diferentes. La pobreza económica no es la única que empobrece la vida
humana.
Para identificar a los pobres debemos tener en cuenta, por ejemplo, la privación de los ciudadanos de regímenes autoritarios, desde Sudán a Corea del Norte, a
los que se niegan la libertad política y los derechos civiles. Y debemos entender las
tribulaciones de las mujeres que se ocupan de las tareas domésticas en las sociedades dominadas por los hombres, comunes en Asia y África, que llevan una vida de
docilidad no cuestionada; de los niños analfabetos a los que no se les ofrece oportunidad de ir a la escuela; de los grupos minoritarios que tienen que acallar su voz por
temor a la tiranía de la mayoría.
Aquellos a quienes les gusta el camino recto tienden a resistirse a ampliar la
definición de pobreza. ¿Por qué no mirar simplemente los ingresos y plantear
preguntas como “cuántas personas viven con menos de, digamos, uno o dos dólares
diarios”? Este análisis restringido toma entonces la forma sencilla de predecir
tendencias y contar a los pobres. Pero las vidas humanas se pueden empobrecer de
muchas maneras. Los ciudadanos sin libertad política –ya sean ricos o pobres– están
privados de un componente básico del buen vivir. Lo mismo se puede decir de las
privaciones sociales como el analfabetismo, la falta de sanidad, la atención desigual
a los intereses de las mujeres y las niñas, etcétera.
Tampoco podemos olvidar los vínculos entre las penurias económicas, políticas y sociales. Los partidarios del autoritarismo plantean una pregunta equívoca:
“¿Conduce la libertad política al desarrollo?”, pasando por alto el hecho de que la
libertad política es parte del desarrollo. En respuesta a la pregunta equivocadamente
planteada, dan una respuesta equivocada: “El crecimiento del PIB es mayor en los
países no democráticos que en los democráticos”. No hay estudios empíricos extensos que confirmen esta creencia. Ciertamente, Corea del Sur quizá haya experimentado un crecimiento rápido antes del restablecimiento de la democracia, pero no así
la menos democrática Corea del Norte. Y la democrática Botsuana creció mucho más
rápido que las autoritarias Etiopía o Ghana.
Además, el crecimiento del PIB no es la única cuestión económica de importancia. Reducir las privaciones políticas puede ayudar a disminuir la vulnerabilidad
económica. Hay, por ejemplo, considerables pruebas de que la democracia, así como
~ 276 ~
HISTORIA ECONÓMICA
los derechos políticos y civiles, puede ayudar a generar seguridad económica, dando
voz a quienes sufren de carencias y a los vulnerables. El hecho de que las hambrunas se produzcan sólo en regímenes de Gobierno autoritario y militar, y de que nunca
se haya producido una gran hambruna en un país democrático y abierto (aun cuando
ese país sea muy pobre), ilustra sencillamente el aspecto más elemental del poder
protector de la libertad política. Aunque la democracia india tiene muchas imperfecciones, los incentivos políticos generados por ella han sido, no obstante, adecuados
para eliminar las hambrunas de la época de la independencia, obtenida en 1947 (la
última, que yo presencié de niño, fue en 1943). En cambio, China, a la que le fue
mejor que a India en diversos aspectos, como la expansión de la educación básica y
la sanidad, sufrió la mayor hambruna registrada de la historia en 1952-1962, con una
cifra de muertos calculada en 30 millones de personas. Ahora mismo, los tres países
con hambrunas continuadas están en las garras de un Gobierno autoritario y militar:
Corea del Norte, Etiopía y Sudán. (...) Si tengo esperanza en el futuro es porque veo
la exigencia cada vez más manifiesta de democracia en el mundo y la convicción
cada vez mayor de que la justicia social es necesaria.
Amartya Sen , El País, 30 de agosto de 2000.
8. LECTURAS RECOMENDADAS
•
BANCO MUNDIAL (2005): Informe Anual 2005, ed. Banco Mundial. Cómo
proporcionar trabajo productivo y una buena calidad de vida en términos sostenibles
a los 3 mil millones de personas que ahora viven con menos de 2 dólares estadounidenses diarios.
•
COMISIÓN DE LAS COMUNIDADES EUROPEAS (1991): “The Path of Reform
in Central and Eastern Europe”, European Economies Special Edition, nº 2,
Bruselas. Texto que recoge los aspectos claves sobre la evolución reciente de la
Europa del Este.
•
GALBRAITH, J.K. (1985): El Nuevo Estado Industrial, Barcelona, ed. Ariel. Para
conocer dónde están los centros de toma de decisiones de Estados Unidos, su verdadera estructura económica y los motivos por los que ha llegado a ocupar un lugar
hegemónico en la economía mundial.
•
ONU (2005): Informe sobre desarrollo humano, Organización de las Naciones
Unidas. Situación actual y previsiones acerca del desarrollo en los países más pobres
y su comparación con el mundo desarrollado.
9. BIBLIOGRAFÍA
ALDCROFT, D. (1998): Historia de la economía europea (1914-1990), Barcelona, ed.
Crítica.
BANCO MUNDIAL (2005): Poverty Reduction and Growth: Virtuous and Vicious Circles,
http://siteresources.worldbank.org/
CAMERON, R. & NEAL, L. (2005): Historia Económica mundial, Madrid, ed. Alianza.
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~ 277 ~
CARBAUGH, R. (1999): Economía Internacional, México, ed. Thomson.
CLOUGH, S. & RAPP, R. (1992): Historia económica de Europa, Barcelona, ed. Omega.
DORNBUSCH, R.; FISCHER, S. & STARTZ, R.(2002): Macroeconomía, Madrid,
McGraw Hill.
GARCÍA DE LA CRUZ, J. y DURÁN ROMERO, G. (2005): Sistema Económico mundial,
Madrid, ed. Thomson
ICEX (2003): Claves de Economía Mundial 2003, Madrid, ICEX.
KRUGMAN, P. y OBSTFELD, M. (2001): Economía Internacional: Teoría y Política,
Madrid, ed. Pearson.
LACALLE, M.; RICO, S.; MARQUEZ, J. y DURÁN, J. (2005): Glosario básico sobre
microfinanzas, Madrid, ed. Foro Nantik Lum de Microfinanzas.
MILWARD, A. (1986): Historia económica mundial del siglo XX, Barcelona, ed. Crítica.
O’SULLIVAN, A. & SHEFFRIN, S. (2004): Economía, principios e instrumentos, Madrid,
ed. Pearson.
PARKIN, M. (2004): Economía, México, ed. Pearson.
TORTELLA, G. (2005): Los orígenes del siglo XXI, Madrid, ed. Gañir.
YUNNUS, M. (1999): Breaking the vicious cycle of poverty throught microcredit, Grameen
Bank, www.grameen-info.org.
Lecciones
de historia
económica
Victoriano MARTÍN MARTÍN
Isabel CEPEDA GONZÁLEZ
Concepción ESTELLA ÁLVAREZ
Rogelio FERNÁNDEZ DELGADO
Nieves SAN EMETERIO MARTÍN
Victoria ARRIBAS ESCUDERO
Posiblemente uno de los problemas más comunes para el alumno que
cursa la asignatura de Historia Económica es la poca adecuación de los
manuales existentes en el mercado al temario que de facto se imparte en
algunas carreras, como en la Licenciatura en Administración y Dirección
de Empresas o en la Diplomatura en Empresariales. Lecciones de Historia
Económica pretende ser un manual que de un modo realista se ajuste a
los contenidos que un alumno debe conocer de esta materia. Por este
motivo, el grupo de profesores que ha elaborado el libro ha puesto especial
interés en extraer de la Historia económica los aspectos esenciales de cada
etapa y periodo para de esta manera construir un libro con los rudimentos
de la disciplina. Además se ha optado por integrar varios capítulos
estrictamente dedicados a la Historia del Pensamiento económico en la
convicción de que la Historia económica no sólo se caracteriza por estudiar
los hechos económicos del pasado sino por utilizar la teoría económica
para interpretarlos. Por todo ello, porque entendemos que los hechos y
las teorías que los explican no pueden estudiarse aisladamente,
consideramos imprescindibles integrarlos en un mismo cuerpo.
http://w w w.mcgraw-hill.es
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