antología de mitos y leyendas amerindias y grecolatinas

Colegio San Benito
Depto. de lenguaje
2015
Séptimo básico
ANTOLOGÍA DE MITOS Y LEYENDAS AMERINDIAS
Y GRECOLATINAS
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ÍNDICE
MITOS Y LEYENDAS AMERINDIAS
1. DOMO Y LITUCHE ………………………………...…………………………………3.
2. HISTORIA DE LA MONTAÑA QUE TRUENA ...………………………………….4.
3. TENTEN-VILU Y CAICAI-VILU ...…………………………………………………...6.
4. EL MILLALOBO ……………………………………………………………………...7.
5. EL TATU Y SU CAPA DE FIESTA ………………………………………………....8.
6. EL INICIO DEL MUNDO …...............................................................................10.
7. LOS ONAS Y LA LUNA …………………………………………………………....11.
8. KAMSHOUT Y EL OTOÑO ………………………………………………………..12.
9. EL ORIGEN DEL CALAFATE ……………………………………………………..12.
10. YINCIHAUA ………………………………………………………………………...13.
MITOS Y LEYENDAS GRECOLATINAS
11. EROS Y PSIQUE ..………………………………………………….……………..15.
12. ORFEO Y EURÍDICE ……………………………………………………………...17.
13. MEDUSA ..……………………………….……………………………….…………18.
14. FAETÓN ………………..…………………………………….…………………….19.
15. EL MINOTAURO …..……………………………...……………………………….20.
16. EL MITO DE PROMETEO …..……………………………………..…………..…20.
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MITOS Y LEYENDAS AMERINDIAS
1. DOMO Y LITUCHE
Hace infinidad de lluvias, en el mundo no había más que un espíritu que habitaba
en el cielo. Solo él podía hacer la vida. Así decidió comenzar su obra cualquier
día. Aburrido un día de tanta quietud decidió crear a una criatura vivaz e
imaginativa, la cual llamó "Hijo", porque mucho le quiso desde el comienzo. Luego
muy contento lo lanzó a la tierra. Tan entusiasmado estaba que el impulso fue tan
fuerte que se golpeó duramente al caer. Su madre desesperada quiso verlo y abrió
una ventana en el cielo. Esa ventana es Kuyén, la luna, y desde entonces vigila el
sueño de los hombres. El gran espíritu quiso también seguir los primeros pasos de
su hijo. Para mirarlo abrió un gran hueco redondo en el cielo. Esa ventana es
Antú, el sol y su misión es desde entonces calentar a los hombres y alentar la vida
cada día. Así todo ser viviente lo reconoce y saluda con amor y respeto. También
es llamado padre sol. Pero en la tierra el hijo del gran espíritu se sentía
terriblemente solo. Nada había, nadie con quién conversar. Cada vez más triste
miró al cielo y dijo: ¿Padre, porqué he de estar solo? En realidad necesita una
compañera -dijo Ngnechén, el espíritu progenitor. Pronto le enviaron desde lo alto
una mujer de suave cuerpo y muy graciosa, la que cayó sin hacerse daño cerca
del primer hombre. Ella estaba desnuda y tuvo mucho frío. Para no morir helada
echó a caminar y sucedió que a cada paso suyo crecía la hierba, y cuando cantó,
de su boca insectos y mariposas salían a raudales y pronto llegó a Lituche el
armónico sonido de la fauna. Cuando uno estuvo frente al otro, dijo ella: - Qué
hermoso eres. ¿Cómo he de llamarte? . Yo soy Lituche el hombre del comienzo.
Yo soy Domo la mujer, estaremos juntos y haremos florecer la vida amándonos dijo ella-. Así debe ser, juntos llenaremos el vacío de la tierra -dijo Lituche.
Mientras la primera mujer y el primer hombre construían su hogar, al cual llamaron
ruka, el cielo se llenó de nuevos espíritus. Estos traviesos Cherruves eran
torbellinos muy temidos por la tribu. Lituche pronto aprendió que los frutos del
pewén eran su mejor alimento y con ellos hizo panes y esperó tranquilo el
invierno. Domo cortó la lana de una oveja, luego con las dos manos, frotando y
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moviéndolas una contra otra hizo un hilo grueso. Después en cuatro palos grandes
enrolló la hebra y comenzó a cruzarlas. Desde entonces hacen así sus tejidos en
colores naturales, teñidos con raíces. Cuando los hijos de Domo y Lituche se
multiplicaron, ocuparon el territorio de mar a cordillera. Luego hubo un gran
cataclismo, las aguas del mar comenzaron a subir guiadas por la serpiente KaiKai. La cordillera se elevó más y más porque en ella habitaba Tren-Tren la culebra
de la tierra y así defendía a los hombres de la ira de Kai-Kai. Cuando las aguas se
calmaron, comenzaron a bajar los sobrevivientes de los cerros. Desde entonces
se les conoce como "Hombres de la tierra" o Mapuches. - 2 - Siempre temerosos
de nuevos desastres, los mapuches respetan la voluntad de Ngnechén y tratan de
no disgustarlo. Trabajan la tierra y realizan hermosa artesanía con cortezas de
árboles y con raíces tiñen lana. Con fibras vegetales tejen canastos y con lana,
mantas y vestidos. Aún hoy en el cielo Kuyén y Antú se turnan para mirarlos y
acompañarlos. Por eso la esperanza de un tiempo mejor nunca muere en el
espíritu de los mapuches, los hombres de la tierra.
Fuente: Del libro "Monitores Culturas Originarias". Área Culturas Originarias.
División de Cultura. Mineduc.
2. HISTORIA DE LA MONTAÑA QUE TRUENA
Cuentan que hace muchísimo tiempo vivía en la cordillera un pueblo de guerreros,
un pueblo al que los otros llamaban "El enemigo invencible". No tenían vecinos ni
aliados, porque el primero que se animaba a entrar en su territorio sin autorización
era esclavizado o aniquilado. Dicen que no hubo país donde las piedras y las
flores fueran más rojas, porque allí la sangre de las guerras había penetrado hasta
las capas mas profundas de la tierra. Entre los invencibles no había lugar para los
débiles: los niños mamaban el valor, de los pechos ceñidos de sus madres y allí
mentándose con carne cruda se convertían en hombres altos y fuertes como
montes. Este pueblo tuvo un jefe valiente y formidable llamado Linko Nahuel, el
“tigre que salta”. Era tan valeroso como feroz, y cuentan que si alguien hubiera
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podido navegar en los ríos de sus venas hubiera visto hervir la sangre. Entre todas
las montañas del país de Linko Nahuel se distinguía el pico nevado del cerro
AmunKar, el monte sagrado que es el trono de Dios. Dominaba el paisaje con sus
laderas que subían verdes y boscosas. A veces, la montaña se transformaba,
lanzaba humo y fuego hacia el cielo, bombardeando a los Mapuches con rocas
incandescentes que parecían las tokikuras de Dios. Y la gente le tenia más miedo
que a la furia de Linko Nahuel. Un amanecer, mientras acampaban en el gran valle
que se encontraba a los pies del Amun-Kar, los centinelas, bajaron corriendo las
laderas para contar lo que habían visto. Miles y miles de enanos armados,
avanzaban por la cuesta de la montaña sagrada. Linko Nahuel sintió como la
cólera le subía por el pecho, como sus brazos ansiaban descargar un golpe contra
los invasores que ni permiso habían pedido; él los aplastaría, una vez más la
sangre correría por las sendas y los arroyos. Pero Linko Nahuel también era
astuto, y conocía el valor de los planes. Por eso llamo a sus segundos y les
ordeno: “Vayan a entrevistarse con el jefe de los enanos. Cúbranse con cueros de
guanacos y puma, píntense la cara del modo más horroroso y adórnense con las
plumas de choike mas largas y oscuras que tengan. Y sobre todo, ya saben,
mirada severa y pocas palabras. Así los intimidaremos. Ya van a ver cuando
comiencen la retirada, ahí caeremos sobre ellos”. Los emisarios se fueron
confiados, pero volvieron humillados y furiosos a rendir cuentas ante Linko Nahuel:
- “Los enanos son gente de montañas y planean quedarse a vivir en el Amun-Kar,
no conocen tu nombre y no tienen miedo de la ira de Dios. Son tan chiquitos como
un anchimallen, pero hay que reconocer que son valientes y tantos, que cuando
nos rodearon no veíamos nada mas allá”. Entonces Linko se dispuso para la
guerra y partió. Trepaban la cuesta, cuando sorpresivamente los enanos se
lanzaron desde arriba sobre ellos, hiriéndolos con miles de flechas y lanzas
diminutas. Defenderse era difícil. Linko alentaba a los suyos para alcanzar a los
pigmeos, pero estos se protegían detrás de paredones y salientes, y desde allí
empujaban la nieve y piedras que caían en alud sobre el ejercito invencible. Los
enanos eran muchos y rodearon a los mapuches. La tierra - 4 - y la nieve se
teñían de sangre, y Linko Nahuel, enfurecido, pedía refuerzos con gritos
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desaforados. Los enanos se dieron vuelta y comenzaron a huir con extraordinaria
agilidad montaña arriba dejando atrás a Linko Nahuel, que los perseguía. Pero los
guerreros de Linko eran gente de los valles y de las hondonadas y no podían
competir con sus enemigos, que milagrosamente se perdieron de vista. La trampa
estaba tendida: los enanos salieron de sus escondites y los atraparon uno por uno.
El cacique de los enanos dictaminó su sentencia: “Todos los prisioneros
mapuches deberían subir hasta la cumbre y desde allí serian precipitados; él
último en caer seria Linko Nahuel, para que viera la muerte muchas veces antes
de dar su último salto”. Penosamente subía el tigre derrotado pisando por primera
vez las rocas de la cima. Cuando el enano dio la orden de detenerse ataron a los
prisioneros de pies y manos y comenzó el castigo. Empujaron al primer mapuche
al precipicio. Erguido y rígido, Linko miraba la distancia, ese paisaje nuevo que no
lo dejaba recordar, que aplacaba por primera vez su sangre huracanada. Entonces
se escucho el primer estruendo, los estallidos interiores de la montaña de Dios.
Las rocas volaron en mil pedazos. Un viscoso lago de fuego arrastró a los
mapuches y enanos, que mezclaron sus gritos y quedaron confundidos en la
misma ceniza. Y Dios dispuso que los dos jefes se sentaran frente a frente, para
que contemplaran juntos el horror, provocado por la osadía de llevar la guerra a su
montaña. Para que el castigo fuera eterno los convirtió en piedra; y desde ese
entonces fueron cubiertos muchas veces por la lava ardiente o el hielo,
condenados a escuchar el tronar intermitente de su furia. Por eso la gente del valle
ya no llama al cerro Amun-Kar sino Tronador, y dicen los mapuches que los dos
caciques esperan en vano el día en que Dios se duerma y puedan despertar ellos
para vengar a sus pueblos.
Fuente : Mauchaulil. Cultura fálica en Chile.
3. TENTEN-VILU Y CAICAI-VILU
Hace muchísimos años la Isla Grande de Chiloé, y todo el enjambre de islas que
le rodean, formaban un solo cuerpo con el Continente Americano. Sin embargo, un
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día apareció repentinamente la Diosa de las Aguas Coicoi-vilu (de Co: agua y vilu:
culebra) con la intención de destruir todo lo que hubiera sobre la tierra.
Obedeciendo a sus mandatos, las aguas comenzaron a elevarse inundando valles
y cerros, y sepultando a sus horrorizados habitantes en las profundidades del mar.
Cuando todo parecía perdido, hizo su aparición la Diosa de la Tierra, Tentén-vilu
(de Ten: tierra y vilu: culebra). Tentén-vilu comenzó a luchar contra su enemiga, a
la vez que elevaba las tierras inundadas y protegía a sus habitantes, ayudándolos
a subir a las partes más altas, transformándolos en pájaros, o dotándolos del
poder de volar. La batalla duró mucho, finalmente Tentén-vilu venció parcialmente
a Coicoi-Vilú, pues a pesar de que esta última se retiró, las aguas nunca
regresaron a sus límites originales. Como consecuencia de toda esta lucha, los
valles, cerros y cordilleras que antes formaban la zona, quedaron transformados
en un archipiélago de inigualable belleza, que es lo que hoy conocemos con el
nombre de Archipiélago de Chiloé. Fuente: Mitología Chilota
4. EL MILLALOBO
El Millalobo habita en lo más profundo del mar, y fue concebido bajo el mandato y
protección del espíritu de las aguas Coicoi-vilu, por una hermosa mujer en amores
con un lobo marino durante el período en que las aguas del mar invadieron la
tierra. Tiene el aspecto de una gran foca, su rostro tiene aspecto de un hombre y
de pez. La parte superior del tórax tiene aspecto humano y el resto de su cuerpo
tiene formas de lobo marino. Está cubierto de un corto y brillante pelaje de color
amarillo oscuro, de ahí su nombre Millalobo (de milla: oro) o Lobo de Oro.
Comparte su vida con la Hunchula, hija de una vieja machi, llamada la Huenchur, y
cuando las condiciones lo permiten sale con su amada a las playas solitarias con
la intención de disfrutar de los rayos del sol. El Millalobo, fue envestido por CoicoiVilu, como amo y señor de todos los mares y por lo tanto es el jefe supremo de
todos los seres que en ellos habitan. De esta manera está en el nivel jerárquico
más alto del gobierno de los mares y se le puede comparar con Neptuno de la
mitología griega. Como dueño y señor, de gran poderío, delega sus importantes
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funciones, en varios miembros subalternos encargados de hacer cumplir sus
mandatos y voluntad. Esto va desde sembrar peces y mariscos, cuidar de su
desarrollo y multiplicación, dirigir las mareas o controlar las calmas y tempestades.
También están bajo su mandato las acciones de seres maléficos como la Vaca
Marina, el Cuero, el Cuchivilu y el Piuchén. De su unión con la hermosa Henchula
nacieron la Pincoya, la Sirena y el Pincoy, quienes como buenos hijos ayudan y
desempeñan importantes papeles en los vastos dominios de su poderoso padre.
Fuente : Mitología Chilota
5. EL TATU Y SU CAPA DE FIESTA
Las gaviotas andinas se habían encargado de llevar la noticia hasta los últimos
rincones del Altiplano. Volando de un punto a otro, incansables, habían
comunicado a todos que cuando la luna estuviera brillante y redonda, los animales
estaban cordialmente invitados a una gran fiesta a orillas del lago. El Titicaca se
alegraba cada vez que esto sucedía. Cada cual se preparaba con esmero para
esta oportunidad. Se acicalaban y limpiaban sus plumajes y sus pieles con los
mejores aceites especiales, para que resplandecieran y todos los admiraran. Todo
esto lo sabía Tatú, él quirquincho, ya había asistido a algunas de estas fastuosas
fiestas que su querido amigo Titicaca gustaba de organizar. En esta ocasión
deseaba ir mejor que nunca, pues recientemente había sido nombrado integrante
muy principal de la comunidad. Y comprendía bien lo que esto significaba... Él era
responsable y digno. Esas debían haber sido las cualidades que se tuvieron en
cuenta al darle este título honorífico que tanto lo honraba. Ahora deseaba
íntimamente deslumbrarlos a todos y hacerlos sentir que no se habían equivocado
en su elección. Todavía faltaban muchos días, pero en cuanto recibió la invitación
se puso a tejer un manto nuevo, elegantísimo, para que nadie quedara sin advertir
su presencia espectacular. Era conocido como buen tejedor, y se concentró en
hacer una trama fina, fina, a tal punto, que recordaba algunas maravillosas
telarañas de esas que se suspenden en el aire, entre rama y rama de los arbustos,
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luciendo su tejido extraordinario. Ya llevaba bastante adelantado, aunque el
trabajo, a veces, se le hacía lento y penoso, cuando acertó a pasar cerca de su
casa el zorro, que gustaba de meter siempre su nariz en lo que no le importaba. Al
verlo, le preguntó con curiosidad que hacía y este le respondió que trabajaba en
su capa para ponérsela el día de la fiesta en el lago, el zorro le respondió que
como iba a alcanzar a terminarla si la fiesta era esa noche. El quirquincho pensó
que había pasado el tiempo sin notarlo. Siempre le sucedía lo mismo... Calculaba
mal las horas... Al pobre Tatú se le fue el alma a los pies. Una gruesa lágrima rodó
por sus mejillas. Tanto prepararse para la ceremonia... El encuentro con sus
amigos lo había imaginado distinto de lo que sería ahora. ¿Tendría fuerzas y
tiempo para terminar su manto tan hermosamente comenzado? El zorro captó su
desesperación, y sin decir más se alejó riendo entre dientes. Sin buscarlo había
encontrado el modo de inquietar a alguien...y eso le producía un extraño placer.
Tatú tendría que apurarse mucho si quería ir con vestido nuevo a la fiesta. Y así
fue. Sus manitos continuaron el trabajo moviéndose con rapidez y destreza, pero
debió recurrir a un truco para que le cundiera. Tomó hilos gruesos - 8 - y toscos
que le hicieron avanzar más rápido. Pero, la belleza y finura iniciales del tejido se
fueron perdiendo a medida que avanzaba y quedaba al descubierto una urdimbre
más suelta. Finalmente todo estuvo listo y Tatú se engalanó para asistir a su
fiesta. Entonces respiró hondo, y con un suspiro de alivio miró al cielo estirando
sus extremidades para sacudirse el cansancio de tanto trabajo. En ese instante
advirtió el engaño... ¡Si la luna todavía no estaba llena! Lo miraba curiosa desde
sus tres cuartos de creciente... Un primer pensamiento de cólera contra el viejo
zorro le cruzó su cabecita. Pero al mirar su manto nuevamente bajo la luz brillante
que caía también de las estrellas, se dio cuenta de que, si bien no había quedado
como él lo imaginara, de todos modos el resultado era de auténtica belleza y
esplendor. No tendría para qué deshacerlo. Quizás así estaba mejor, más suelto y
aireado en su parte final, lo cual le otorgaba un toque exótico y atractivo. El zorro
se asombraría cuando lo viera... Y, además, no le guardaría rencor, porque sido
su propia culpa creerle a alguien que tenía fama de travieso y juguetón.
Simplemente él no podía resistir la tentación de andar burlándose de todos... y
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siempre encontraba alguna víctima. Pero esta vez todo salió bien: el zorro le había
hecho un favor. Porque Tatú se lució efectivamente, y causó gran sensación con
su manto nuevo cuando llegó, al fin, el momento de su aparición triunfal en la
fiesta de su amigo Titicaca.
Fuente : Cuentos y Leyendas Americanas.
6) EL INICIO DEL MUNDO
Los vecinos de la sierra cuentan, desde Cupo a Socaire, desde las cumbres hasta
el llano, que en un comienzo en el mundo todo era sólo noche, todo era sólo
penumbras, como cuando la neblina invade la quebrada. Nada iluminaba la
existencia de los hombres, quienes deambulaban por los cerros, las quebradas y
las vegas en busca de esquivos alimentos. Dicen que la falta de calor y de luz
impedía la germinación de las semillas, el crecimiento de las plantas; sólo existía
lo que ya estaba allí. La tierra comenzaba recién a adquirir su forma actual,
aparecían los paisajes de volcanes y planicies, con su amplia gama de colores. El
agua caía copiosamente; llovía y llovía. Ríos caudalosos descendían desde lo alto,
gastando los cerros, arrastrando grandes rocas con las cuales desgarraban el
llano, abriendo profundas grietas. "Saire", que significa agua de lluvia, frío, hambre
y soledad eran los compañeros de algunos "antiguos", los cuales difícilmente
lograban sobrevivir. Se ocultaban en cuevas existentes en lugares tan separados
como en Socaire, camino a las lagunas, y en la quebrada del Encanto, cerquita de
Toconce, donde suelen verse sus sombras en las noches sin luna, pero es
necesario ir sin compañía hasta dichos lugares para poder apreciarlo. De estos
hombres se dice que los de la cuenca del río Salado murieron por no resistir la
presencia del sol; y los del sector socaireño, debido a la intensidad de las lluvias,
acompañadas con sus truenos y relámpagos. De ellos sólo perduran sus pueblos
destruidos y sus tumbas saqueadas. También, a medio camino entre Toconce y
Linzor, sus grandes pies quedaron marcados sobre las blandas rocas de aquella
época. Hoy es posible ver esos rastros allí donde quedaron definitivamente
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grabados por ejemplo en Patillón. En Socaire, cuentan algunos vecinos, cuando
"los abuelos" habían hecho los terrenos y las eras, llovió durante cuarenta días y
cuarenta noches, y el agua corrió y corrió, después, quizás cuántos años, demoró
en terminarse el agua. La gente en ese entonces era muy tímida, vivían en los
graneros. No tenían casas, tampoco tenían nombres porque no eran cristianos.
Aunque no eran gente educada eran personas muy buenas que vivían
inocentemente. Trabajaban la tierra, sin herramientas porque no conocían la
picota, ni la pala ni el chuzo; sólo usaban una rama de árbol y la pura mano. Sin
embargo, ¡fue tanto terreno el que trabajaron!... Ellos le cantaban al agua y el
agua les ayudaba en sus trabajos, corriendo de piedra en piedra para hacer los
muros de esos largos canales que aún se ven. Sin embargo, después de la larga
lluvia lo perdieron todo: los terrenos, los sembrados, la vida. Por eso ahora, nadie
sabe cantarle al agua para que vuelva a brotar como antes, para que haya tantos
sembríos como antes, para que la gente sea buena e inocente, como antes.
Fuente: Del libro "Monitores Culturas Originarias". Área Culturas Originarias.
División de Cultura. Mineduc.
7) LOS ONAS Y LA LUNA (Mito Selk‟nam)
Los Onas suponen que en las variadas fases de la luna hay seres ocultos
enemigos de los hombres que les causan mayor pavor. El engrosamiento gradual
de la luna KRE les inspira gran miedo, porque creen que para engrosarse se
alimenta de criaturas humanas, a las cuales les chupa la sangre que les causa la
muerte. De aquí que cuando llega el plenilunio hagan fiestas alrededor de grandes
fogatas y bailan y gritan en algazara infernal durante toda la noche, celebrando él
haber librado del peligro de muerte a sus hijos, que aman con mucha ternura.
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8) KAMSHOUT Y EL OTOÑO (Leyenda Selk‟nam - Tierra del Fuego,
Argentina-Chile)
Hubo un tiempo en que las hojas del bosque eran siempre verdes. En ese
entonces el joven selk‟nam Kamshout partió en un largo viaje para cumplir con los
ritos de iniciación de los klóketens. El joven iniciado tardó tanto en volver que el
resto del grupo lo dio por muerto. Cuando nadie lo esperaba, Kamshout volvió
completamente alterado y empezó a relatar su sorprendente incursión en un país
de maravillas, más allá en el lejano norte. En ese país los bosques eran
interminables y los árboles perdían sus hojas en otoño hasta parecer
completamente muertos. Sin embargo, con los primeros calores de la primavera
las hojas verdes volvían a salir y los árboles volvían a revivir. Nadie creyó la
historia y la gente se rió de Kamshout quien, completamente enojado, se marchó
al bosque y volvió a desaparecer. Luego de una corta incursión por el bosque,
Kamshout reapareció convertido en un gran loro, con plumas verdes en su
espalda y rojas en su pecho. Era otoño y Kamshout -a partir de entonces llamado
Kerrhprrh por el ruido que emitía, volando de árbol en árbol fue tiñiendo todas las
hojas con sus plumas rojas. Así coloreadas, las hojas empezaron a caer y todo el
mundo temió la muerte de los árboles. Esta vez la risa fue de Kamshout. En la
primavera las hojas volvieron a lucir su verdor, demostrando la veracidad de la
aventura vivida por Kamshout. Desde entonces los loros se reúnen en las ramas
de los árboles para reírse de los seres humanos y así vengar a Kamshout, su
antepasado mítico.
Fuente: Cuentos y Leyendas Americanas.
9) EL ORIGEN DEL CALAFATE (Leyenda Selk‟nam)
Cuando los Selk‟nam habitaban Tierra de Fuego se agrupaban en diversas tribus,
dos de ellas se encontraban en gran conflicto, los jefes de ambas comunidades se
odiaban hasta la muerte. Uno de ellos tenía un joven hijo, que gustaba de recorrer
los campos. En una ocasión se encontró con una bella niña de ojos negros
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intensos y se enamoró de ella. Lamentablemente, era la hija del enemigo de su
padre, la única manera de verse era a escondidas, pero el brujo de la tribu de la
niña los descubrió. Vio sin embargo, que no podría separarlos y condenó a la niña,
transformándola en una planta que conservó toda la belleza de sus ojos negros,
pero con espinas, para que el joven enamorado no pudiera tocarla. Pero el amor
era tan fuerte que el joven nunca se separó de esta planta y murió a su lado. Por
eso cada quien que logre comer el fruto de este arbusto estará destinado a
regresar a la Patagonia, pues uno no puede separarse del poder de amor que hay
en el calafate, nos atrae a él y no nos permite que nos marchemos por mucho
tiempo.
Fuente : Cuentos y Leyendas Americanas.
10) YINCIHAUA (Leyenda Selk‟nam)
Todos los años en la primavera, las jóvenes mujeres onas se juntaban en una
choza especial, para la importante fiesta llamada “yincihaua”. Acudían desnudas,
con el cuerpo pintado y en sus rostros máscaras multicolores. Tenían gran
imaginación para hacerse hermosos dibujos geométricos, que representaban los
distintos espíritus que viven en la naturaleza. Ellos les daban los poderes que
ejercían sobre los hombres. Ese día una de las niñas tomó con mucho cuidado un
poco de tierra blanca y empezó lentamente a trazar las cinco líneas que pensaba
pintar desde su nariz hasta las orejas. Las otras jóvenes trataron de imitarla, ya
que las figuras en el rostro eran muy importantes. La fantasía de cada una se echó
a volar y se pintaron de arriba abajo con armoniosas figuras. Unas a otras se
ayudaban, pero para no ser reconocidas, se pusieron en sus rostros unas
máscaras talladas. Blanco, negro y rojo eran los colores preferidos. En un
momento dado, cuando ya estaban todas preparadas, salieron de la choza con
grandes chillidos y mucho alboroto para asustar a los hombres que las esperaban
afuera. La bulliciosa ceremonia se encontraba en su apogeo y todos daban gritos,
cuando sobre el tremendo ruido reinante se escuchó una fuerte discusión entre el
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hombresol y su hermana, la mujer-luna. -Yo no te necesito- insistía con altivez la
luna. -Sin mí, no puedes vivir- le contestó sarcástico el sol. -Perdería mi brillo
quizás, pero seguiría viviendo. -Sin el brillo que yo te doy no vales nada. -No seas
tan presumido, hermano sol. -Tú deberías ser más humilde, hermana luna. Y así
siguieron la disputa como dos niños chicos. Todos los hombres se pusieron de
parte del sol y las mujeres apoyaron a la luna. La discusión fue creciendo,
creciendo y ni siquiera el marido de la mujer luna, que era el arcoiris o “akaynic”,
pudo lograr que la armonía volviera a reinar entre la gente de la tribu. De pronto,
un gran fuego estalló en la choza del “yincihaua”, donde las mujeres habían ido a
buscar refugio cuando la pelea se hizo más fuerte. Allí estaban encerradas cuando
las alcanzaron las llamas. Aunque el griterío fue inmenso, ninguna logro salvarse.
Todas murieron en el incendio. Pero se transformaron en animales de hermosa
apariencia, según había sido su maquillaje. Hasta hoy mantienen esas
características y las podemos ver, por ejemplo, en el cisne de cuello negro, en el
cóndor o en el ñandú. Afortunadamente ellas nunca supieron lo que había
sucedido. Les habría dado mucha pena, porque fueron los propios hombres los
que prendieron el fuego. Es que tenían envidia del poder que en el comienzo de
los tiempos ostentaban las mujeres, y querían quitárselo. - 13 - Después de este
penoso episodio la mujer-luna se fue con su esposo “akaynic” hasta el firmamento.
Detrás de ellos, queriendo alcanzarlos, se fue corriendo el hombre-hermano-sol,
pero no pudo lograrlo. Todos se quedaron, sin embargo, en la bóveda celestial y
no volvieron a bajar a las fiestas de los hombres. Fuente : Del Libro “El Mundo de
Amado”. Leyendas de Tierra del Fuego. Lucía Gevert.
Edición Web: Ser Indígena, noviembre de 2002 Re-Edición Web: Ser Indígena,
mayo de 2003 Compilación de texto.
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MITOS Y LEYENDAS DE LA ANTIGÜEDAD GRECOLATINA
11. EROS Y PISQUE
Cuenta la historia que hace mucho tiempo existió un rey y una reina que tenían
tres hijas. La menor, Psique, de tan deslumbrante belleza que era adorada por los
humanos como una reencarnación de la diosa Afrodita. La diosa, celosa de la
belleza de la mortal Psique, pues los hombres estaban abandonando sus altares
para adorar en su lugar a una simple mujer, ordenó a su hijo Eros que intercediera
para hacer que la joven se enamorase del hombre más horrendo y vil que pudiera
existir. Por su parte, la belleza no había traído a Psique felicidad alguna. Los
hombres la idolatraban de mil maneras, pero ninguno osaba acercársele ni pedir
su mano. Los preocupados padres consultaron al Oráculo de Apolo para
determinar qué le depararía el destino a su hija. Lejos de encontrar consuelo, el
Oráculo predijo que Psique se casaría en la cumbre de la montaña con un
monstruo de otro mundo. Psique aceptó amargamente su destino, y obedeciendo
al Oráculo, sus padres la llevaron hasta la cima de la montaña seguidos por una
larga procesión, donde la abandonaron en llanto para enfrentar a una muerte
segura. Así la encontró el Céfiro (viento del Oeste), quien la elevó por sobre las
montañas hasta depositarla en un valle colmado de flores. Al despertar, Psique se
internó en el bosque cercano siguiendo el sonido del agua. Lo que encontró fue un
hermoso palacio, de indescriptible lujo y belleza, y voces sin cuerpo susurrando
que el palacio le pertenecía y que todos estaban allí para servirla. Esa noche,
mientras yacía en la oscuridad de su nueva alcoba, un desconocido la visitó para
hacerla su esposa. Su voz era suave y amable, pero él no se dejaba ver a la luz
del día, lo cual despertaba la curiosidad de Psique que deseaba conocer su rostro.
La belleza no había traído a Psique felicidad alguna Con el paso del tiempo Psique
comenzó a sentir desasosiego, y sufría por sentirse sola. Extrañaba a sus
hermanas, a quienes no veía desde hace tiempo y esto le causaba tristeza.
Imploró entonces a su esposo que le permitiera recibir la visita de sus hermanas,
pero éste le advirtió que ellas tratarían de incitar su curiosidad y la alentarían a
intentar develar la identidad de su marido. Él le advertía una y otra vez que no se
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dejara persuadir por sus hipócritas hermanas, ya que el día en que ella viera su
cara no lo volvería a ver y sería el día en que acabaría su felicidad. Finalmente,
Eros cedió ante las intensas y apasionadas súplicas de Psique y pidió al viento
Céfiro que acercara a las hermanas al palacio. Éstas, ante la visión de tanto lujo y
belleza, ardieron de celos y envidia ante la buena fortuna que había tocado a su
hermana. Secretamente, cada una de ellas comenzó a desmerecer lo que a ellas
mismas les había tocado en suerte, sus ancianos maridos, sus mezquinas
riquezas. Se fueron del palacio planeando cómo castigar a su hermana y en su
retorno, la convencieron de que su marido era una enorme y monstruosa serpiente
que esperaba al acecho para devorarla. Le sugirieron un detallado plan de acción,
que se basaba en esperar que el sueño venciera a su marido para luego
acercarse a él con una lámpara y un puñal y cortar su cabeza de serpiente. Le
contó que él mismo desobedeció las órdenes de su propia madre al enamorarse
de ella, pero que ya todo estaba arruinado. Y así desplegó sus alas y se fue. Esa
misma noche, Psique esperó a que su marido se durmiera junto a ella y encendió
su lámpara para observarlo. A quien vio fue al más hermoso de los dioses, el
mismísimo Eros. El cuchillo cayó de sus manos y mientras observaba extasiada
esa imagen gloriosa, una gota de aceite proveniente de la lámpara cayó en el
hombro de Eros. Éste despertó y librándose del abrazo y los lamentos de Psique,
expresó su decepción por la traición de Psique a su amor. Le contó que él mismo
desobedeció las órdenes de su propia madre al enamorarse de ella, pero que ya
todo estaba arruinado. Y así desplegó sus alas y se fue. Psique comienza
entonces una búsqueda desesperada por encontrar a Eros que culmina en su
llegada al templo de Afrodita. Ésta, llena de ira y deseos de venganza, rasga las
vestiduras de Psique y le encomienda tareas imposibles como clasificar miríadas
de semillas distintas. Psique recibe ayuda de distintos dioses y fuerzas de la
naturaleza que hacen posible que complete estos desafíos. Afrodita entonces
inventa un nuevo castigo para Psique: ella debería internarse en mundo
subterráneo en busca de Perséfone, reina de los infiernos, para rogarle que le
diera un poco de su belleza dentro de un cofre. Sorteando varias dificultades,
Psique cumple con la tarea y comienza su viaje de vuelta hacia la luz. En el
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camino, cae presa nuevamente de la curiosidad. Atraída por el deseo de agradarle
más a su amado adornándose de belleza divina, abre el cofre e inmediatamente
cae en un sueño mórbido. Mientras tanto Eros, recién recuperado de su herida,
sale en búsqueda de su amada esposa para despertarla de su sueño. Luego se
dirige a visitar a Zeus para rogar al Dios que tuviera compasión de Psique y la
hiciera inmortal para que pudiera vivir con él en los cielos. Zeus se compadeció de
Eros y apaciguó a Afrodita diciéndole que éste sería un casamiento digno de su
hijo. Así es que ordenó el casamiento de Eros y Psique, que duraría para siempre.
Según Apuleyo, la hija nacida de ambos llevaría el nombre “Hedoné”, que significa
Placer.
12. ORFEO Y EURÍDICE
Orfeo amaba profundamente a su bella esposa quien acostumbraba pasear con
las náyades. Una vez en que la bella Eurídice caminaba en uno de sus paseos,
por un prado de Tracia fue vista -según Virgilo- por Arsisteo, quien prendado
inmediatamente de ella, la persigue para hacerla suya. Ella escapa con gran
velocidad y miedo, pues su corazón sólo le pertenece a Orfeo. En su huída,
Eurídice es mordida por una serpiente y muere. Orfeo, desconsolado la llora y su
desesperación no encuentra consuelo, por lo que toma la arriesgada decisión de ir
en busca de su dulce y amada esposa al Hades, la tierra de los muertos. Con su
dulce canto y su poesías, Orfeo logró conmover a Caronte, quien lo deja atravesar
el río Estigia, límite entre el mundo de los vivos y los muertos. Después, también
con sus habilidades artísticas Orfeo logra convencer a Perséfone y a Hades de
que le permitan llevarse a Eurídice. Las divinidades subterráneas aceptan que se
la lleve, pero Orfeo debe prometer que no intentará ver a su esposa hasta que la
haya llevado a la luz del sol. Entonces, según lo convenido, Eurídice seguía a
Orfeo en el camino hacia la luz, y en el momento en que estaban a punto de
abandonar las oscuras profundidades, Orfeo tuvo dudas. Así, empezó a pensar en
la posibilidad de que Perséfone lo hubiera engañado y que Eurídice no viniera tras
él, por lo que no pudo soportar la tentación y se volvió para mirarla y corroborar
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que ella venía con él. Cuando esto ocurrió, Eurídice fue arrastrada por una fuerza
irresistible otra vez hacia el Hades. Orfeo, desesperado, intenta ir de nuevo a
rescatar a su amada, pero esta vez Caronte no se lo permite. Orfeo regresó a la
Tierra solo y desamparado y mantuvo fidelidad a su esposa hasta su muerte.
13. MEDUSA
En la mitología griega, Medusa era un monstruo femenino, que convertía en piedra
a aquellos que la miraban fijamente a los ojos. Era una de las tres hermanas
gorgonas hijas de Forcis y Ceto. Medusa a diferencia de sus hermanas era la
única mortal y la más bella, esta belleza impresionó a Poseidón, quien la ultrajó,
en el templo de Atenea. La ira de Atenea fue tan grande al enterarse de lo
ocurrido, que de inmediato castigó a Medusa; convirtiéndola en un monstruo
desalmado, igual a sus hermanas Esteno y Euríale. Con manos metálicas,
colmillos afilados, y unos ojos que petrificaban a quien los miraba directamente.
Además del castigo, Afrodita sentía celos de la hermosa cabellera que tenía
Medusa, y por eso convirtió sus cabellos en serpientes. Después de esto, Medusa
fue desterrada a vivir en las tierras hiperbóreas. Cuando Atenea, se enteró que
Medusa estaba embarazada de Poseidón, ordenó su asesinato. El cual llevaría a
cabo Perseo ayudado de unas sandalias aladas que le había proporcionado
Hermes, así como un escudo muy brillante, que repelía el ataque de la luz letal de
los ojos de Medusa. Perseo volando con sus sandalias, logró ubicarse por encima
de Medusa mientras dormía en su guarida, para cortarle la cabeza en un solo
acto. Con este corte, por el medio del cuello de Medusa, salieron sus hijos,
Pegaso y el gigante Crisaor. Se dice que los corales del Mar Rojo se habían
formado de la sangre de Medusa que salpicó las algas cuando Perseo dejó la
cabeza junto a la playa, incluso se decía que las víboras venenosas del Sáhara
habían brotado de las gotas caídas de su sangre. Esta cabeza fue para Atenea,
que la utilizó como escudo en todas sus batallas. La sangre derramada en la
decapitación de Medusa fue celosamente guardada para fines que sólo los Dioses
conocían, ya que la sangre de su vena izquierda era un veneno mortal, y la de su
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lado derecho, tenía características sanadoras que se utilizaba incluso para poder
resucitar a los muertos.
14. FAETÓN
Faetón era hijo de Helios y de la oceánide o ninfa marina Climene. Creció en
Egipto bajo la supervisión de su madre. Cuando Faetón era joven, su amigo Epafo
le dijo que no era hijo del dios del sol y que su madre le había mentido sobre su
origen. Climene, por el contrario, le juró a su hijo que sí lo era y le dijo dónde
podría encontrarle. Faetón salió a buscar a su padre y finalmente lo visitó en su
reluciente palacio en la parte oriental del mundo, que había sido lujosamente
decorado con oro, plata y marfil. El dios del sol le dio una cálida bienvenida y
Faetón le pidió una prueba irrefutable de que era su padre. Helios juró por la
laguna Estigia que llevaba al mundo de los muertos que estaba preparado para
darle a su hijo lo que quisiese. Entonces el joven le pidió montar en su cuadriga y
recorrer los cielos durante un día (ver Helios). Helios lamentó haber hecho la
promesa, pero ya no podía dar marcha atrás y sólo le aconsejó tener cuidado,
porque se exponía a sí mismo y al mundo a un gran peligro, ya que sólo Helios -ni
siquiera Zeus- sabía dirigir su cuadriga y los caballos que la llevaban. Pero
Faetón, entusiasmado, no quiso oír a su padre y éste le cedió la cuadriga. Los
cuatro caballos que despedían fuego fueron enjaezados y Helios le pidió a su hijo
que no les dejase correr en exceso, ni volar demasiado bajo o demasiado alto.
Inmediatamente después de partir perdió el control de las riendas y la cuadriga se
desvió, causando el pánico entre las constelaciones del firmamento. Poco a poco
se aproximó a la superficie de la tierra, abrasando ciudades, países y montañas.
Los ríos se secaron, se formaron los desiertos y la piel de los etíopes se
oscureció. Gaya sufrió una dolorosa agonía y pidió ayuda a Zeus. El rey de los
dioses sabía que había que intervenir rápido y derribó al auriga con uno de sus
rayos. El joven fue a parar al río Eridano -que más tarde sería el Po- y se mató.
Las ninfas lo enterraron con una inscripción en su lápida que rezaba: «Aquí yace
Faetón, que hizo el viaje por el sol, retó a todos, aunque la debilidad le traicionó».
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Helios se entristeció mucho al oír que su hijo había muerto y, como consecuencia,
la tierra pasó un día en penumbra. Climene vagó por el mundo desconsolada y las
hermanas del difunto se convirtieron en árboles que producían ámbar. El amigo y
pariente de Faetón, Cieno (no confundir con el Cieno hijo de Poseidón, se convirtió
en cisne por la pena y empezó a lamentarse en lo que hoy se conoce como «canto
del cisne».
15. EL MINOTAURO
El Minotauro era un monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro que había
nacido de la unión de la reina cretense Pasifae y el fabuloso toro blanco que
Poseidón había entregado a su marido el rey Minos. Pese a la orden de
sacrificarlo en su honor, Minos desobedeció al dios y lo mantuvo en su corte con
desastrosas consecuencias. Minos se avergonzó tanto de la existencia de esta
criatura, cuyo nombre significaba «toro de Minos», que lo encerró en un complejo
llamado Laberinto construido por Dédalo. Allí, la criatura tenía siete jóvenes y siete
doncellas atenienses para devorar cada nueve años. Teseo, con la ayuda de la
hija de Minos, Ariadna, acabó con esta práctica cuando buscó a la bestia en el
Laberinto y acabó con ella, encontrando luego la salida gracias al hilo que su
amante le había dado al entrar en el complejo. La historia del Minotauro y su
concepción parece estar unida al culto del toro en la sociedad cretense entre los
años 2000 y 1450 a.C. En las excavaciones que se han realizado en el palacio de
Knossos hay muchas imágenes de hombres y mujeres danzando y haciendo
acrobacias sobre los lomos del animal. Quizá existiera también un rito en el que
habría que luchar contra un toro.
16) El mito de Prometeo
Prometeo era un hijo de Jápeto y la oceánide Clímene. Era hermano de Atlas,
Epimeteo y Menecio, a los que superaba en astucia y engaños. No tenía miedo
alguno a los dioses, y ridiculizó a Zeus y su poca perspicacia. Sin embargo,
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Esquilo afirmaba en su Prometeo encadenado que era hijo de Gea o Temis.
Prometeo fue el creador del hombre. Cuando él y Epimeteo („retrospección‟)
empezaron a hacer criaturas para poblar la tierra por orden de Zeus, Epimeteo
prefirió la cantidad e hizo muchas criaturas, dotándolas con muchos dones que les
había asignado para tal fin (piel, garras, alas y aletas, entre otros). Mientras su
hermano hacía esto, Prometeo trabajaba cuidadosamente una criatura a
semejanza de los dioses: un humano. Sin embargo, Prometeo tardó tanto en
hacer su obra maestra que, cuando terminó, Epimeteo había usado ya todos los
dones que Zeus les diera. Prometeo sintió pena de su creación, viéndola tiritar en
las frías noches de invierno, y decidió robar el fuego de los dioses después de que
Zeus no estuviese de acuerdo con su idea de ayudar a los humanos. Trepó el
monte Olimpo y robó fuego del carro de Helios (en la mitología posterior, Apolo) o
de la forja de Hefesto, llevándoselo en el tallo de un hinojo, que arde lentamente y
resulta muy apropiado para este fin. De esta forma la humanidad pudo calentarse.
En otras versiones (notablemente, el Protágoras de Platón), Prometeo robaba las
artes de Hefesto y Atenea, llevándose también el fuego porque sin él no servían
para nada, y proporcionando de esta forma al hombre los medios con los que
ganarse la vida. Para aplacar a Zeus, Prometeo dijo a los humanos que quemasen
ofrendas a los dioses. Con este fin sacrificó un gran toro. Cuando los dioses
olieron las ofrendas, Prometeo urdió un engaño: escondió la carne bajo una capa
de huesos y tendones, cubriendo el resto de huesos con apetitosa grasa. Dejó
entonces elegir a Zeus la «carne» que comerían los dioses. Zeus eligió el plato de
huesos, y Prometeo se quedó con el plato de carne para sí mismo y los mortales.
Para castigar a Prometeo por su hibris (y al mismo tiempo a toda la humanidad),
Zeus se llevó el fuego de la tierra. Para vengarse de Prometeo por esta segunda
ofensa, Zeus ordenó a Hefesto que hiciese una mujer de arcilla llamada Pandora.
Zeus le infundió vida y la envió a Prometeo, junto la caja que le había regalado
Hermes como dote, y que contenía todas las desgracias (plagas, dolor, pobreza,
crimen, etcétera) con las que Zeus quería castigar a la humanidad. Prometeo
sospechó y no quiso tener nada que ver con Pandora, alegando que era estúpida
(al carecer de previsión), por lo que ésta fue enviada a Epimeteo, quien se casó
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con ella a pesar de las advertencias de su hermano para que no aceptase ningún
regalo de los dioses. Pandora terminaría abriendo la caja, a pesar de las
indicaciones en contra de Epimeteo. Zeus se enfureció aún más al ver cómo
Prometeo se libraba de Pandora, e hizo que le llevaran al monte Cáucaso, donde
fue encadenado por Hefesto con la ayuda de Bía y Cratos. Zeus envió un águila
(hija de los monstruos Tifón y Equidna) para que se comiera el hígado de
Prometeo. Siendo éste inmortal, su hígado volvía a crecerle cada día, y el águila
volvía a comérselo cada noche. Este castigo había de durar 30.000 años, pero a
los 30 años Heracles pasó por el lugar de cautiverio de Prometeo de camino al
jardín de las Hespérides y le liberó disparándole una flecha al águila. Este vez no
le importó a Zeus que Prometeo evitase de nuevo su castigo, al proporcionar la
liberación más gloria a Heracles, que era hijo de Zeus. Prometeo fue invitado a
volver al Olimpo, aunque debía llevar con él la roca a la que fue encadenado.
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