Los campamentos de la ENPEG "La Esmeralda": Una experiencia

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Índice
0. Introducción, Margarita Ramirez González .3
1. Entrevista con E. Torices Ramírez y A. Morales Barros .7
2. Entrevista con R. Morales López .24
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INTRODUCCIÓN
Margarita Ramírez G.
Julio de 2015.
Investigadora del Centro Nacional
de Investigación, Documentación
e Información de Artes Plásticas
(Cenidiap), INBAL.
Los Campamentos o Viajes de Prácticas, como se les conoce en
la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, empezaron a realizarse en 1979 por iniciativa del entonces
Director de la escuela, el maestro Rolando Arjona Amabilis. En
aquella época, algunos profesores se embarcaron en la aventura
de este interesante proyecto que se proponía ofrecer a los alumnos
una experiencia de vida, pues les daba la oportunidad de convivir y vincularse a través de las tareas cotidianas y de trabajo con
sus compañeros y profesores durante varias semanas de viaje con
todo lo que ello implica; se les daba la oportunidad de conocer otros
entornos culturales con financiamiento totalmente a cargo del Instituto Nacional de Bellas Artes, y tenía asimismo la finalidad de que
gozaran de libertad para experimentar de manera espontánea
en su trabajo de producción, al
aire libre y fuera de los muros y
la cotidianidad escolar.
Esta libertad en la experimentación encuentra un referente
en el plan de estudios de 1943
de la Escuela de Pintura y Escultura, donde se establece el
propósito de que los alumnos
se preparen cultural y técnicamente y que descubran y encaucen sus propios medios de
expresión.
§ Oaxaca.
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El origen de los campamentos podría vislumbrarse en el interés
por actualizar una de las ideas que dieron lugar a las Escuelas de
Pintura al Aire Libre a principios del siglo XX en México, que impregnó la educación y la cultura mexicanas de las artes plásticas
en oposición al academicismo. Se trataba de que los alumnos tuvieran contacto directo con la naturaleza y el paisaje, que crearan
fuera de las aulas y sus creaciones surgieran de la libertad que se
respira en el entorno natural.
Las primeras convocatorias de los Campamentos de “La Esmeralda” estaban dirigidas a los alumnos de pintura, pero pronto se
ampliaron a los alumnos de las demás disciplinas plásticas, es decir escultura y grabado, a la par que se modificaban los planes de
estudio se iba dando la integración disciplinar hasta la actualidad.
Los profesores diseñaban una
ruta del recorrido que harían en
cada viaje de campamento, la
cual podía abarcar varios Estados de la República Mexicana; su
objetivo era encontrar a su paso
atractivos naturales, arqueológicos y culturales que contribuyeran a ampliar el conocimiento de
los jóvenes estudiantes y estimular su trabajo plástico y visual
con la diversidad de ambientes
y contextos que les servían de
base para sus producciones.
§ Colima 2011. Taller pintor Javier. Fernandez
Por la importancia que adquirieron, los Campamentos quedaron
contemplados en el Plan de estudios que se implementó en 1984,
cinco años después de que se había iniciado esta actividad, donde
dice: “…la institución organiza campamentos en diferentes partes
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del país con el fin de que los estudiantes amplíen sus experiencias
y produzcan diversas obras plásticas, motivados por el contexto sociocultural que visitan. Los resultados que se obtienen son
muy interesantes ya que se realizan diversas producciones según
las posibilidades, necesidades y características de cada medio”.
Este plan de estudios enfatiza la importancia de recuperar la cultura propia, nacional, y se avocaba a que los alumnos tuvieran
una formación integral tanto en aspectos técnicos como en conocimientos socio-políticos, económicos y culturales para lograr su
formación profesional.
Cabe señalar que actualmente los Campamentos se incluyen en
el Reglamento Interno de la ENPEG “La Esmeralda” como Actividades de Extensión.
A continuación presentamos dos entrevistas con los profesores Ricardo Morales López, Ernesto Torices Ramírez y Alejandro Morales Barros, quienes compartieron la responsabilidad de organizar
algunos Campamentos con otros profesores compañeros suyos,
como Alfredo Flores Richaud, Miguel Angel Cervantes, Arturo Rodriguez Döring, Adrián Soto, Octavio Gil y Jorge Morales; estos
profesores y muy seguramente otros cuyos nombres se nos escapan, se convertían en mentores de una veintena de alumnos durante esas largas jornadas de trabajo fuera de los muros escolares.
Desde aquellos años, finales de los setenta y principios de los
ochenta se ha tratado de dar continuidad a los Campamentos, los
cuales han tenido periodos de interrupción por la paulatina pérdida
de apoyos institucionales. En años recientes se han preservado
estas actividades con otras características, no como campamentos sino como viajes de prácticas de menor duración para realizar
proyectos más específicos. Entre los últimos que se han llevado
a cabo se pueden mencionar los siguientes: el que consistió en
realizar un proyecto mural escultórico de chatarra y material de
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desecho en San Miguel Tequixtepec, Oaxaca organizado por el
profesor Antonio Nava; la profesora Itandehuitl Orta sale con sus
alumnos una vez al semestre con objetivos de taller y dinámicas
concretas para hacer acciones e intervenciones en el entorno, por
ejemplo en Xinantécatl, San Simón de Guerrero, Tenango, Malinalco y Toluca. Otra actividad pero de corte teórico fue la práctica
de campo de los alumnos de la profesora Karla Villegas en San
Agustín Etla, Oaxaca, cuyo objetivo fue establecer un intercambio
entre la Casa San Agustín y “La Esmeralda” para buscar consolidar líneas de investigación y grupos de discusión que promuevan
distintas temáticas y perspectivas sobre problemas contemporáneos de la producción artística. La profesora Silvia Barbescu ha
llevado a cabo prácticas de campo para sus alumnos en el taller
de “La Ceiba Gráfica” en la ex-hacienda de La Orduña en Coatepec, Veracruz, que han consistido en un taller intensivo con horario abierto para trabajar día y noche. Los alumnos se hospedan en
las instalaciones donde se encuentra el taller.
Los Campamentos de la ENPEG “La Esmeralda” se consolidaron por su importancia y
han contribuido a la formación
académica y vivencial de alumnos durante varias generaciones, en un esfuerzo y compromiso de los profesores con su
quehacer docente▐
§ Luis Valverde. Hidalgo. 2009.
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Entrevista con Ernesto Torices Ramírez y Alejandro Morales Barros
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Margarita Ramírez [M].
¿Los campamentos se iniciaron en “La Esmeralda”, cuando era director el maestro Rolando Arjona?
Ernesto Torices [E].
Sí, de hecho el primer viaje lo hizo el maestro Arjona en 1979. El iba
a todos los campamentos mientras fue director de la escuela.
M.¿En qué año ingresaste a “La Esmeralda”?
E. En 1982, acababa de ingresar cuando hice el primer campamento en 1983.
M.¿Cuántos campamentos organizaste?
E. Entre campamentos y prácticas de campo han sido 14.
M.Alejandro, ¿cuándo ingresaste a dar clases a “La Esmeralda”?
Alejandro Morales [A].
Entré como estudiante en 1982 y como profesor en 1990.
M.¿El maestro Hermenegildo Sosa inició los campamentos en aquellos
primeros años?
E. El maestro Sosa tuvo una clase que se llamaba Paisaje, salía los fines de semana, ya tenía asignado el autobús, a veces era sábado, a
veces domingo o sábado y domingo, era clase de paisaje no era propiamente campamento. Hacía salidas a lugares cercanos: Cuernavaca, Puebla, Tlaxcala. Sus salidas eran para pintar y dibujar paisaje.
M.¿Cómo se convocaba y seleccionaba a los alumnos que iban a los
campamentos?
E. Se invitaba a los alumnos por medio del altavoz de la escuela y de un
pequeño cartel. A los alumnos interesados se les aplicaban ejercicios
que consistían en hacer bocetos de paisaje en San Fernando o en La
Alameda, a partir de esos ejercicios se les seleccionaba.
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M.¿Cómo funcionaba el altavoz de la escuela?
E. Se decía por ejemplo que se les invitaba y que los interesados en
participar pasaran a la dirección a anotarse.
A.Además, se usaba el altavoz para dar avisos de toda índole de las
actividades de la escuela. Había un cineclub, pedíamos prestadas
películas a las embajadas. Se informaba sobre las actividades que
se hacían en la escuela para que asistieran alumnos y maestros.
Cuando había algún evento o conferencias, eso lo anunciaban por el
altavoz, por ejemplo Raquel Tibol llegó a ir varias veces. También se
usaba para avisar a los maestros que tenían llamadas telefónicas personales y que fueran a contestarlas, o cuando había una emergencia.
M.¿De qué áreas eran los alumnos que iban a los campamentos?
E. Se invitaba a toda la escuela. Entonces estaban divididas las carreras
en escultura, pintura y grabado, pero se invitaba a todas las especialidades y a todos los niveles. Había dos tipos de campamento: en
el que participaban los alumnos de pintura y grabado y otro que era
exclusivamente para alumnos de escultura, que era la elaboración de
una pieza en el lugar adonde iban.
A. Se hicieron creo que dos de escultura, uno fue en Puerto Vallarta que
coordinaron los profesores Alfonso Campos y Ramiro Medina. El otro
fue en Taxco en 1984 con el proyecto de escultura “templo al viento”
de Eduardo Nasta.
M.¿Recuerdan las piezas?
E. Todavía existen. Fueron piezas grandes, monumentales.
A. En Taxco está la pieza en el cerro del Jumil. La otra está en el malecón de Puerto Vallarta.
M.¿Las hicieron en grupo?
A.Sí, la finalidad era hacer un grupo de alumnos, ya estaba el antecedente de los campamentos, era irse a realizar la obra.
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E.Participaba la iniciativa privada, es decir los hoteleros de Puerto
Vallarta son los que brindaban el hospedaje y la alimentación para
maestros y alumnos.
M.¿Cómo obtenían los materiales?
A.Los empresarios que patrocinaban ponían el material de varilla, cemento, además proporcionaban el hospedaje, la comida, los materiales y ayudantes también. El proyecto y la mano de obra
eran por parte de los maestros y los estudiantes de
“La Esmeralda”. No era cualquier cosita, como
todos los proyectos de ese tipo con alumnos
daban problemas, pero se salía avanti.
M.¿Qué tipo de escultura era?
A. En Taxco fue una talla en cantera rosa
de la localidad y en Puerto Vallarta se
usó ferrocemento. Era para las materias del plan antiguo de 1984.
M.Regresando a los primeros campamentos ¿qué duración tenían?
E.Un mes, eso fue en los años de 1979 a
1983, se hacía uno anual. Después se recortaron a dos semanas. Al principio, la salida
a los campamentos era una semana antes de Semana Santa y el regreso una semana después, porque
se aprovechaban las festividades religiosas de la Semana Santa
de los lugares que se visitaban. Después de la administración del
maestro Arjona se hacían a fin de cursos en junio o julio, aquí la selección también era por buenas calificaciones, para darles un incentivo a
los alumnos. En los últimos tiempos se han hecho los campamentos
cuando hay disposición de presupuesto, no importando la fecha.
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M.¿Me pueden platicar sobre el de 1983?
E. El campamento de 1983 fue el último que hizo el maestro Arjona,
porque terminó su segundo periodo como director, pero los campamentos continuaron a cargo de las direcciones posteriores.
Se pedía apoyo a las casas de cultura. En Veracruz por ejemplo
fue el IVEC, Instituto Veracruzano de Cultura, el que nos facilitó un
espacio, y en la casa de cultura en Matamoros. En esa ocasión también se pidió el apoyo de la Secretaría Armada de México. En Tuxpan
abordamos un barco de la Armada, nos llevaron a la isla de Lobos
que está en el Golfo de México y pasamos una noche en el barco, no
en la isla porque de hecho no había nada, solamente está la casa del
guardafaro, hay un faro que sirve de refugio para los barcos pesqueros de la región pero no hay nada, es una isla pequeña. La noche la
pasamos en el barco, … y después, cuando llegamos a Matamoros,
también se tramitó desde México un permiso para que pasáramos
la frontera en grupo y pudimos visitar Brownsville y específicamente
estuvimos trabajando en la Isla del Padre.
En Monterrey nos brindó sus instalaciones la Universidad Pedagógica que está en Guadalupe, Nuevo León. Visitamos la fábrica de
cerveza y la fábrica Vitro. Bajamos a San Luis, ahí nos quedamos en
el Instituto Potosino de las Artes, de ahí pasamos a Xilitla, después
entramos a Hidalgo cruzando por la sierra de Zimapán Valles.
M.¿Cómo organizaban tantos días?
E. Con tiempo se avisaba a las casas de cultura qué días íbamos a hacer el recorrido y más o menos las fechas tentativas que estaríamos
por allá, entonces nos esperaban. Todo eso se hacía por vía telefónica previamente. Lo de la Armada también fue con solicitud previa,
para que nos brindaran ese recorrido en uno de los barcos.
M.¿A este campamento fueron el maestro Arjona y tu?
E. Sí, nada más nosotros dos como maestros
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M.¿Cómo establecían las actividades día con día?
E. El maestro Arjona era bastante organizado y muy estricto en cuanto
a horarios, a qué hora había que dormir a qué hora había que levantarse y tenía su silbato, andábamos en grupito y decía: a ver vamos
a trabajar a esta hora, tienen dos horas para trabajar aquí; cuando
se les acababa el tiempo empezaba a tocar el silbato. Tenía un gran
sentido de la organización y de autoridad, eso ayudaba mucho.
En Veracruz nos hicieron un recorrido por la planta hidroeléctrica
de Laguna Verde, y nos facilitaron el campamento de ingenieros para
pasar una noche, ya estaba convenido con CFE que nos dieran ese
apoyo. El maestro Arjona básicamente era el que organizaba todo,
con unos tres meses de anticipación empezaba a hacer llamadas y
tenía los contactos; cuando llegábamos ya sabíamos a quien dirigirnos y nos estaban esperando. La escuela nos daba oficios, por ejemplo, dirigidos a la Secretaria de la Defensa Nacional y a la Secretaría
de Gobernación, para movernos en grupo y no nos confundieran con
polleros, pues podían pensar que estábamos llevando indocumentados sobre todo si íbamos a cruzar a Estados Unidos. Esto era para
que no tuviéramos problema para transitar y aclarar que era un grupo
de trabajo escolar.
M.¿Llevaban objetivos de trabajo específicos para cada campamento?
E. El tema principal al inicio eran dibujo y pintura de paisaje, luego se
incluyó el retrato y se fueron integrando otros como arte objeto o instalaciones con objetos encontrados.
M.¿Me puedes comentar el de 1991 que fuiste con Miguel Ángel Cervantes?
E.Sí, en Tlaxcala uno de los programas fue Cacaxtla donde están los
vestigios de pintura mural, ahí conocimos a la gobernadora Beatriz Paredes, quien nos facilitó dos cabañas para pernoctar en el albergue del
IMSS en “La Malintzin”. En Tlaxcala también trabajamos en Huamantla.
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En Puebla trabajamos nada más en la ciudad y llegamos a Jalapa
donde tuvimos intercambio con alumnos de la Escuela de Artes Plásticas de Jalapa. Después fuimos a Veracruz, no encontramos a nadie
en el IVEC pero contactamos a una persona de la casa de cultura de
Boca del Río. La persona que estaba ahí nos recibió y nos dice bueno
son instalaciones renovadas, este edificio se usó como hospital de
enfermedades tropicales, les advierto que aquí murió
mucha gente de dengue y enfermedades propias
de la región, y hay algunos que dicen que en
las noches se oyen ruidos, así que si oyen
ruidos no se asusten puede ser alguno
de los muertos que anda por aquí todavía. Los únicos ruidos que oíamos
eran los ronquidos de los compañeros porque todos acabábamos
agotados de andar caminando.
M. ¿Cuánto tiempo se quedaban
en cada lugar?
E. Una o dos noches. Lo que hacíamos era llegar, instalarnos y trabajar en los alrededores, nos íbamos
en el autobús, por ejemplo íbamos a La
Antigua, trabajábamos en la zona, paisaje
o retratos de personajes del lugar. Hay una
zona arqueológica que está cerca de Chachalacas, Zempoala se llama, así nos movíamos.
M.¿Ahí básicamente hacían dibujo?
E.Dibujo, pintura, acuarela. Lo que no se trabajaba era óleo ni pastel
por la temperatura y el clima, como todo lo cargábamos en la cajuela
del autobús, si se encimaba ese tipo de material uno con otro, se
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manchaba. En algunos casos, en este campamento sobre todo, nos
tocó bastante lluvia, hasta de broma decíamos aquí las aguadas están quedando muy bien porque de repente empezaba a llover y con
la misma tabla que les servía de apoyo y donde tenían sus cartulinas
se tapaban y ya se había chorreado la pintura. En la noche retocaban
algunos de sus trabajos, pero lo que había generado la lluvia como un
accidente también se aprovechaba.
M.¿Cómo hacían las revisiones?
E.Teníamos un salón y hacíamos un espacio, entonces cada alumno
extendía su trabajo, mostraba cinco, diez, doce trabajos, los que hubiera elaborado. Cada uno también llevaba una pequeña libreta de
apuntes, entonces extendía su trabajo y decía este apunte fue tomado de tal lugar, aquí me interesa este personaje, estuve platicando
con él, le dio curiosidad qué estábamos haciendo y me preguntó si
éramos ingenieros, que si íbamos a abrir algún camino, les llamaba la
atención por qué estábamos ahí con nuestras tablas tomando apuntes o dibujando. Otro decía me llamó la atención este tipo de paisaje,
hubo este detalle que encontré en una pirámide, algunos hacían calcas, como manejábamos cartulina bristol, papel revolución, minagris,
entonces con el revolución hacían calcas, apoyando el papel sobre el
muro que tuviera algún glifo o algo y registraban la imagen frotando
carboncillo o marcador de cera.
M.¿Utilizaban diferentes técnicas dependiendo del lugar?
E. De lo que resultara interesante. Algunos encontraban algún tipo particular de piedras, la coloración o cierta forma, decían yo recolecté esto
y estoy pensando hacer una composición con estos elementos. Una
vez encontraron una placa oxidada que decía “Veracruz” y la usaron
para hacer un collage, así surgían cosas diferentes, cada uno tenía su
planteamiento.
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M.Luego hiciste un campamento en Tabasco, Campeche, Quintana Roo
y Yucatán, con el maestro Adrián Soto. ¿Qué materia daba el maestro
Soto?
E. Era profesor de pintura. Aquí llegamos hasta Cozumel, de Playa del
Carmen tomamos el transbordador. Llegamos a los albergues de la
Comisión Nacional del Deporte.
M.¿El siguiente es al que también fue Ricardo Morales en 1990?
E.Sí, ahí estamos juntos. Es el de Oaxaca y Chiapas. En ese trabajamos en Monte Albán, Oaxaca, Mitla, Salina Cruz, Juchitán, Tuxtla Gutiérrez, Villahermosa, Agua Azul, San Cristóbal de las Casas,
Lagunas de Montebello, ese fue el recorrido. Fueron dos semanas.
Fuimos cuatro profesores.
Tenemos la lista de los alumnos que participaron en ese viaje, la
invitación a la exposición de ese recorrido y el itinerario día por día.
Fuimos en un camioncito que nos prestó la Escuela Superior de Música, hay tres vehículos que ha tenido el INBA: el Silvestre Revueltas
que es el autobús más viejo; el Rufino Tamayo y el Carlos Chávez
que es el más moderno. En aquella ocasión no pudieron prestarnos
ninguno de esos tres, entonces la escuela de música nos facilitó éste.
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M.¿Cuántos campamentos hiciste con el maestro Alejandro Morales Barros?
E. Fueron cinco: en 1997 a Oaxaca, en 1998 a Guanajuato, Zacatecas
y San Luis Potosí, en 2009 a Hidalgo, en 2011 Chiapas, Campeche y
Quintana Roo y una práctica a Colima en este mismo año.
M.¿Y a cuántos campamentos fuiste con el maestro Miguel Ángel Cervantes?
E.Con Miguel Ángel fueron cuatro: en 1987 al Estado de México, Michoacán y Guerrero; en 1991 a Tlaxcala, Puebla y Veracruz; en 1992
a Tabasco, Campeche, Quintana Roo y Yucatán; en 1993 a Guanajuato, Aguascalientes, Zacatecas, Durango y Jalisco.
M.¿Tienes testimonios de los alumnos?
E. A partir del viaje de 1995, en los anteriores no habíamos pedido. Unas
horas antes de llegar a la ciudad les pedía que hicieran una reflexión
de lo que fue la experiencia del campamento y que escribieran algo.
M.El de 1997 por Oaxaca, ya es de una semana con Alejandro Morales,
¿se va acortando el tiempo?
E.Sí, como nos asignaban una cantidad de dinero para darles a los
alumnos, era más o menos de 25 pesos por día. En los últimos les
daban 50 ó 60 pesos al día.
M.¿La duración dependía del recorrido y del apoyo del presupuesto?
E. Sí, básicamente lo que nos limitaba era el presupuesto, nos decían
hay tanto, es todo lo que tenemos; ha sido por razones presupuestales que se ha acortado la duración del viaje.
M.El material ¿lo llevaban desde acá o lo iban comprando?, ¿era para
todos?
E. De aquí se llevaba, comprábamos un paquete de cartulina minagris,
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uno o dos paquetes de papel revolución, uno o dos paquetes de bristol y comprábamos por galón los botes de pintura vinílica en los colores básicos, amarillo, azul, rojo, negro y blanco. A cada integrante
se le pedía que trajera su tabla y sus botecitos de un cuarto para
repartirles la pintura. Debían traer sus brochas, pinceles o con lo que
quisieran trabajar.
M.¿Y el transporte?
E. Desde el campamento de 1995 ya no nos facilitaron los autobuses del
INBA, sino que la escuela pagaba la renta de un autobús, se rentaba
a empresas de transporte turístico. Para los últimos viajes de plano
decían si son pocos para qué rentar todo un autobús.
En los dos últimos campamentos que hicimos Alejandro y yo en 2011,
nosotros fuimos los conductores de la camioneta en que viajábamos.
M.¿El número de alumnos también se fue reduciendo?
E.Sí, todo se fue reduciendo, nos decían hay que hacer la actividad
pero hay menos recurso o el recurso seguía siendo el mismo pero los
costos ya se habían elevado. La mayor parte del presupuesto se iba
en la renta del autobús.
M.Tengo entendido que el de La Parota en Colima fue un intercambio,
en 1999?
E. Llevamos una exposición de grabado de la escuela. Nos quedamos a
dormir en La Parota, íbamos a trabajar alrededor de Colima, como es
pequeño, salíamos, trabajábamos en lugares cercanos y regresábamos a dormir. Durante esos días estuvo instalada la exposición, ya se
había convenido que nos darían el espacio por unos días. Lo primero
que hicimos fue montar la exposición pues el día que llegamos en
la noche se hizo la inauguración, luego estuvimos trabajando en los
alrededores de la ciudad de Colima.
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M.¿En el 2009 hicieron un campamento de ocho o nueve días al estado
de Hidalgo, Alejandro Morales y tú?
E. Aquí fue una experiencia diferente que no habíamos tenido, siempre
procurábamos que el recorrido incluyera alguna playa, para darles su
merecido descanso a los muchachos, pero dijimos ahora vamos a ver
otra cosa, entonces aquí en Hidalgo además de rentar el transporte
se rentó un albergue alpino, en dirección a El Chico, en la parte alta.
Salimos tarde esperando a que liberaran el recurso como a las 4 de
la tarde, cuando llegamos nos dio trabajo encontrar el albergue… y no
había nadie… tuvimos que pasar la noche en el autobús. Se nos hizo
fácil, porque en otras ocasiones habíamos pasado la noche en el autobús en clima tropical. Llegamos allá y dicen como que se siente frio
y empieza a bajar la temperatura, y como si estuviera nevando y ahí
estábamos, briznando, pero bastante frío en la noche, a la mañana siguiente volvimos a hablar… hablamos a México y nos dijeron vuelvan
al albergue… aquí los muchachos tuvieron la oportunidad
de hacer rappel.
E.Antes de éste a Pachuca todavía hacían dibujos, pintura, pero ya aquí, por ejemplo
un muchacho llevó bolsas de globos y
hacía instalaciones con globos, llevaba
su bombita de inflar, los colocaba en las
rocas y otros lugares, y tomaba fotos;
cuando hicimos ascenso en rappel iba
colocando los globos y tomando las fotos. Luego en una presa hizo toda una
serie de globos, los anudó y los puso a
flotar sobre la superficie del agua entonces generaba un oleaje, movía el agua e iba
moviendo los globos, tomó video.
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A.Lo que me sorprendió cuando hicimos ese último campamento de
2011 al Estado de Hidalgo, fue que antes el camión iba lleno de papel,
botes de pintura, pinceles, y ahora llevaban su cámara y lap top. Dijimos vamos a ver sus trabajos y sacan sus lap tops. Habían captado
muchas imágenes. En diez años cambió la manera de ver. Definitivamente la visión del artista, de los jóvenes ha cambiado en relación a
hace veinte años.
M.¿Cómo lo vivieron ustedes, qué impresión les dio?
A.Primero fue un impacto tecnológico, porque nosotros éramos de llevar papel para dibujar y pintar, ahora es un nuevo material, nada más
cambian los medios. Se hace el archivo del material para poder trabajarlo.
M.En este campamento ¿hay una tendencia a otro tipo de ejercicios?
E. Sí, como decía Alejandro, llevaban cámaras, su laptop,
tomaban imágenes, video, y cuando había revisión tomaban sus apuntes y decían hice este video, o instalaciones, aquí están las tomas, aprovechaban cuando
bajaba la neblina; también ellos mismos servían como
modelos y hacían una pose, un acto, a partir de ese campamento de Hidalgo hubo ese cambio. En estos otros
igual. Ya usaban otros recursos. En ese lapso cambió.
E. Ahora se ven las cosas de manera virtual, dicen para
qué trasladarse si podemos ver esos lugares, vistas o
imágenes por internet. No es lo mismo que lo veas en
la pantalla de la computadora que estar en el lugar,
sentir los cambios de temperatura, los mosquitos, los
ruidos, olores, la experiencia de estar in situ. Es una
experiencia de vida.
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M.Hay una distancia muy grande de 1999 al 2009, ¿son 10 años que no
hubo campamentos?
E. Insistimos en retomarlo pero decían que no había recurso, fue estar
insistiendo hasta que logramos que se hiciera y ahí fue por el apoyo
de Eloy Tarcisio como director de la escuela.
M.¿En 2010 van a Aguascalientes una semana, fue un intercambio?
E. Sí, nada más Aguascalientes, aquí el acuerdo fue con el Instituto de
Cultura de Aguascalientes, ellos nos facilitaron el hospedaje, los alimentos y sus instalaciones para que estuviéramos un grupo igual de
alumnos tanto de Aguascalientes como de nuestra escuela, trabajando en conjunto. Fuimos dos maestros de aquí y estuvieron trabajando
con nosotros dos maestros de allá: un escultor y un pintor. El tema era
las aguas termales que dan nombre al lugar de Aguascalientes,
ellos nos decían que eso va pasando a la historia porque
las presas que son muy numerosas en el estado, cada
vez tienen menos niveles de agua, van bajando, el
caso más dramático fue esa presa que visitamos
donde estaba la marca de agua donde está la línea roja, antes el nivel del agua llegaba hasta
aquí, ahora uno puede caminar… A este campamento también fue la maestra Karina Alvarado.
A. Otra parte que enriquece a los campamentos, es
la de compartir con alumnos de otras instituciones
con las cuales lográbamos un convenio para realizar
actividades fuera de los muros. En esas experiencias
se tiene la oportunidad de lograr un intercambio de visiones y opiniones plásticas, circunstancias y perspectivas sobre
sus entornos particulares. Es interesante platicar sobre los elementos
como el paisaje, la arquitectura, la historia, costumbres, el clima, en
fin, todo lo que pasa ahí▐
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Ernesto Torices Ramírez
Alejandro Morales Barros
Ernesto Torices realizó sus estudios profesionales en la Carrera de
Pintura, en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La
Esmeralda”, de 1973 a 1978. Obtuvo una beca para realizar estudios
de Especialización Gráfica en la Akademija za Likovno Umetnost, de
la Universidad Edvard Kardel, en Ljubljana, Yugoslavia de 1979 a
1982. A su regreso a la Ciudad de México se incorporó como docente
en el área de gráfica en la E.N.P.E.G. “La Esmeralda”, haciéndose cargo del taller de serigrafía, además de impartir por un tiempo un taller
de dibujo. Ha participado en numerosas exposiciones colectivas de
dibujo, gráfica y fotografía. Por su obra ha recibido premios y menciones honoríficas en Aguascalientes, México, en Ostrow Wielkopolski,
Polonia y en la ciudad de Rijeka, Croacia. Como parte de su actividad
docente ha dirigido once Viajes de Campamento por diferentes Estados de la República Mexicana. Ha participado como Sinodal en más
de cincuenta Exámenes Profesionales y continúa impartiendo sus clases en el Taller de Huecograbado, con una trayectoria de 32 años.
Alejandro Morales Barros realizó sus estudios de la licenciatura en
Escultura en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La
Esmeralda“, obteniendo el título en 1993. Asistió al curso Fine Art en la
Texas Christian University de Forth Worth, Texas, USA. Ha participado
en diversas exposiciones colectivas de escultura y ha sido jurado en
distintos concursos. Realizó la restauración de los grupos escultóricos
del monumento a la Raza en la Ciudad de México. Ha realizado bustos de personajes históricos que se encuentran en Nicaragua, Belice,
Paraguay, así como una copia del Ángel de la Independencia para
Lynwood , California, USA. Cuenta con obra urbana en las estaciones
“Jamaica” y “Mixhuca” de la línea 9 del Sistema colectivo Metro de la
Ciudad de México. También ha participado en varios Simposios internacionales de escultura en nieve en Canadá y los EE.UU. En 2012
participó en el 1er Simposio Internacional de escultura en masarroca. De 1990 a la fecha es profesor de Escultura en la ENPEG” La
Esmeralda”, donde ha impartido los talleres de Escultura , Moldes y
Vaciados, Taller de producción y actualmente Tridimension I y II. Ha
sido asesor de tesis y sinodal en exámenes profesionales. Su nombre
está incluido en el “Diccionario de Escultores Mexicanos del siglo XX”
(2013) de Lily Kassner.
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Entrevista con Ricardo Morales López
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Margarita Ramírez [M].
¿Participaste en los campamentos que se organizaban en “La Esmeralda” como parte de la formación de los alumnos?
Ricardo Morales [R].
Sí, casi al año que entré, en 1990. Por una casualidad el entonces
subdirector se enteró de mi afición por hacer alta montaña, entonces,
yo sabía muy bien lo que implica un campamento, y me invitó a formar
parte como responsable en el de aquel año. Fue novedoso para mí
porque, por lo menos en la licenciatura que yo había cursado, jamás
hubo algo similar. También porque después entendí que “campamento” no necesariamente tenía que ver con mi experiencia como montañista.
Trataba de lo siguiente. Se convocaba a los
alumnos interesados en viajar quince días
por algunos estados de la República
con la idea de pintar o dibujar; varios
maestros aplicaban un examen
matutino y otro vespertino, porque había dos turnos en la escuela, para seleccionar a quiénes querían -y podían- participar. También nombraba
dos profesores responsables
del campamento para conducirlo. Generalmente nos
encargábamos de planear
las actividades, la ruta que
ese campamento iba a ofrecer,
podíamos seleccionar alumnos a
quienes no les habíamos dado clase e incluso hacíamos entrevistas para
seleccionar a los que iban a ir.
§ Yácatas, Michoacán.
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M.¿Tú venías del posgrado de la ENAP?
R. Sí, en el 90 estaba estudiando la Maestría en Pintura.
M.¿Cuáles eran los criterios para que participaran los alumnos?
R. En el del 90 eran, si mal no recuerdo, no haber participado en dos
campamentos (o viajes de prácticas, como también se le llamaba),
que no debieran materias... Tengo las convocatorias, por ahí se pueden cotejar los otros criterios. Acostumbro documentar, por eso guardo permisos, fotografías, carteles, trípticos, listas de asistencia. Del
campamento de 1996, Ángeles Yépez, Coordinadora de Carreras de
la Escuela, antes de irnos me dio una carpeta con permisos, lugares
de interés, toda la documentación necesaria. Del campamento del 90,
como fue el primero en el que participé guardé menos documentos.
La idea era vincular al alumno con entornos culturales ajenos,
es decir, que no sólo conociera otros lugares en plan turístico. Para
muchos fue muy importante sacarlos a “orear” en varios aspectos;
conviví con alumnos quienes no conocían el mar o los manglares,
por ejemplo. Cuando Alfredo Flores Richaud y yo llevamos esos campamentos, hacíamos revisiones, llevábamos ciertas actividades de
enseñanza aprendizaje pero a ciertos horarios, por lo general nocturnos. Es decir, no fuimos con la idea de darles clases o asignarles calificación alguna -esto es muy importante-. No pretendíamos
reforzarles alguna teoría del color diciéndoles “y ahora vamos a pintar
esto con estas o tales características en media hora”. No, cada quien
pintaba o dibujaba lo que le diera la gana, pero una o dos veces a la
semana hacíamos revisiones colectivas en donde se intercambiaban
experiencias, había retroalimentación. Regularmente los alumnos trabajadores contagiaban a los demás y de repente todos estábamos
haciendo algo.
Los campamentos duraban quince días, alguna vez me dijeron
que antes eran de un mes, y no sólo de pintura, sino que también
hubo otro de escultura. Fue muy gratificante saber que los alumnos
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mientras conocían otros entornos culturales podían extender sus capacidades para la configuración, cuestionar su aprendizaje, saber qué
o cómo trabajaba su compañero, eso les ayudó bastante. Además, a
la gente local le llamaba mucho la atención lo que se hacía, cómo dibujábamos o pintábamos, se acercaban y entonces los alumnos platicaban con ellos, a veces les querían comprar algún trabajo. Pero había
de todo, los menos no eran así pero era más bien por ser introvertidos.
Por lo general las veces que yo participé escogíamos rutas donde inevitablemente había zonas arqueológicas, arquitectura colonial
e incluso “zonas arqueológicas” en las playas –eran básicas-, donde
los escultores podían darse vuelo haciendo trabajos efímeros.
La escuela les daba dinero a los alumnos durante los quince días
de viaje, había viáticos para ellos y para nosotros; también tramitaba
los permisos, el transporte del INBA, y claro, daban materiales: vinílicas, cartones, cartulinas, papeles. Por alguna razón yo era el responsable de cuidar la caja fuerte donde se guardaba el dinero que debía
repartir en el transcurso del viaje. No podía dejarlo. Al comienzo del
campamento convenía con cada alumno cada cuánto quería que le
diera su dinero, “cada dos días”, por ejemplo, Y ya sabes, no faltaba
quien pedía todo su dinero al principio o el otro que necesitaba algún
adelanto porque no le alcanzaba.
El campamento siempre se organizó en junio y julio, en periodo
vacacional. Esto provocaba que no pudieras establecer vínculos académicos o trabajo interdisciplinario con otras escuelas profesionales,
ni platicar con sus alumnos, ni mostrar lo que los nuestros hacían, ni
nada de eso. Desafortunadamente fue por las fechas.
Nuestra responsabilidad como docentes también era buscar
dónde pernoctar. En el campamento del 96 una ocasión tuvimos que
quedarnos en la Cruz Roja de Puerto Vallarta, en otra, en una cancha
de basquetbol. En el del 90 hubo una noche que de plano no conseguimos dónde quedarnos a dormir en Córdoba, Veracruz; repartí el
dinero a cada alumno y cada quien se las arregló como pudo.
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M.¿También hacían escultura?
R.Sí, pero efímeras y en la playa. Por ejemplo, un alumno de pintura
en las playas de Nayarit hizo una instalación juntando las piñas exprimidas de un vendedor de jugos de piña. Otro de escultura, en ese
mismo campamento, por su cuenta llevó yeso y otros materiales para
hacer moldes o relieves a partir de sus dibujos. La Convocatoria del
90 sí especificaba que era un campamento de pintura y grabado, incluso los coordinadores de esas áreas estaban al tanto del proceso
de selección, pero ya desde nuestra propuesta del 95 que fue rechazada, uno de nuestros objetivos era involucrar a la tridimensión, como
esculturas o instalaciones.
M.¿A qué lugares fueron?
R.En el primer campamento a Oaxaca, Chiapas, Tabasco y Veracruz;
llegamos casi a la frontera con Guatemala, hasta las Lagunas de
Montebello. Me decían quienes habían participado en el viaje del año
anterior que efectivamente había sido un campamento porque acampamos; ahí justo aproveché mi conocimiento de montar las tiendas,
orientarlas, hacer canales alrededor de ellas para evitar que el agua
les afectara y todo eso, pues era época de lluvia. Los recorridos con el
camión procurábamos que fueran cortos, cómodos, seguros, eso sí,
nunca viajamos de noche. En el otro
campamento fuimos a Michoacán,
Jalisco y Nayarit. Estuvimos en Mexcaltitán, en los manglares de Nayarit,
en el Paricutín, zonas arqueológicas,
museos, vimos los murales de Orozco en Jalisco y Michoacán. Alfredo y
yo armamos ese recorrido de tal modo
que nos permitiera combinar entornos
geográficos o culturales distintos.
§ CNA.
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M.¿Había otros maestros que participaban?
R. La idea era esa, pero la realidad es que por las fechas y todo lo que
implicaba la organización del campamento, a muy pocos les interesó.
La primera vez que fui, en 1990, simplemente me invitó el subdirector; entonces no sabía nada de la actividad y menos
conocía junto con quien iba a realizarla. A los pocos
años, rechazaron que yo fuera a otro Campamento, al final fueron Alfredo y Arturo Rodríguez
Döring, ellos llevaron el de ese verano.
§ Jalisco, Guadalajara. Braulio.
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M. ¿Estaba dentro del periodo vacacional
para no interferir con las clases?
R. Sí. A pesar del periodo vacacional, el Director nos despedía de manera oficial cuando salía el camión de la Escuela para iniciar
el campamento, nos dirigía algunas palabras
enfatizando que fuéramos responsables, que
representábamos a la Escuela, que tuviéramos
cuidado, que todo el trabajo hecho después iba
a mostrarse en una exposición. Esa es otra de las
cosas a resaltar: cuando nosotros participamos como
responsables organizamos buenas exposiciones en la Galería.
Además de diseñar los trípticos o el cartel, y hacer la selección de los
trabajos, en el 96 Alfredo y yo hicimos un interactivo del campamento
con toda nuestra documentación fotográfica, lo cual era inusual. Planeábamos toda una parafernalia alrededor del evento.
En la inauguración podía ser muy interesante observar cómo
quienes no habían ido al campamento, podían conocer las actividades y los trabajos de sus compañeros a través de la exposición; quienes sí habían ido se reencontraban tanto con su trabajo como con
algunos de sus compañeros, pues algunos habían sido del quinto año
y prácticamente ya no se habían vuelto a ver.
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M.¿Cuáles eran los resultados académicos?
R. El desarrollo de la práctica artística en sí. Otra parte muy importante también es lo que hoy llamamos “planteamiento vivencial”. A pesar de haber una selección de los alumnos, no
faltaba algún flojonazo o intenso que se colara, pero la verdad
siempre fueron contados, pero creo que en la mayoría de los
alumnos quedó alguna huella al introducir nuevas posibilidades o maneras de elaborar su proceso de trabajo; quizá hasta pudo detonar algún tipo de reflexión. Muchos recuerdan los
campamentos justo por eso, por la posibilidad de trabajar en
grupos pequeños, compartir experiencias durante las revisiones nocturnas, haber estado en lugares emblemáticos; a veces
trascender divisiones, capacidades o jerarquías mal entendidas (“yo soy de cuarto año y tengo más experiencia en pintar”)
y transformarlos en amistad temporal, en convivencia, respeto
ganado o disposición para trabajar en grupo, por el simple hecho de compartir. Quienes se conocían sólo de vista, en los
quince días podían abrirse a esas posibilidades, o de plano
se enemistaban. Debías aprender a solidarizarte con el otro,
a tolerarlo, conocerlo, entenderlo, en fin. Independientemente
del reglamento puesto en práctica durante el viaje, todos se
portaban de manera responsable, incluso durante las “conbebencias” habituales.
En el primer campamento algunos de los participantes
pensaban que iban a encontrar todo lo indispensable, las facilidades de la vida cotidiana, pero la mayoría de las veces no
teníamos ni dónde bañarnos, no sé… los cambios en la alimentación. Creo que además eso podía modificar un poco la conducta del alumno, sensibilizarlo, enfrentarlo a unas condiciones
aparentemente adversas y saber cómo debía resolverlas.
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M.¿Cuántos alumnos iban?
R. Veinte más el par de docentes responsables y los choferes, en
un autobús todos. Y ya sabrás, los primeros días todos ordenaditos y ya después los calzones y los calcetines colgando por
todo el autobús para que se secaran. Por eso mencioné hace
rato eso de “orearse” en todos los sentidos.
M.¿Qué currícula tenía la escuela entonces?
R. Era el plan 84, la Licenciatura en Pintura, Escultura y Grabado.
Y el Plan de Estudios siguiente, el de la Licenciatura en Artes
Plásticas.
M.¿Iban alumnos de qué área?
R. En el de 96 escogimos de todas, pero se criticaba en principio
que quienes más se seleccionaban era a los de pintura. Se
daba por un hecho que era el campamento de pintura, tal como
decía la convocatoria del 90. Supongo que nuestra aportación
fue tomar no solamente esa actividad, sino también, como
te dije, instalación o dibujo. Por ejemplo, los alumnos hacían
dibujos con varas sobre la arena, de gran tamaño. Siempre
quisimos introducir otras disciplinas, que no fuera nada más
pintura. Ignoro si antes del Campamento de 1990 los otros profesores
lo pensaron así por el campamento
de escultura, pero nosotros sí después de nuestra primera experiencia. Además, fue interesante ver en
ese Campamento cómo alumnos
que no estaban en pintura hicieran
algo más interesante que quienes
tenían tres años en el área, o que
estaban a punto de egresar.
§ Paricutín, Michoacán.
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M.¿Qué otras actividades hacían?
R. Pues ir a museos o mejor estar a la deriva en la ciudad en turno. Hubo
alumnos quienes inmediatamente llegando a cualquier sitio conseguían folletos en los módulos de turismo, entonces ya sabían qué
era lo que podían ver; no esperaban que les dijéramos qué podían
visitar. Nosotros les dimos mucha libertad de movimiento, cosa que
según nos dijeron algunos alumnos de campamentos anteriores, los
docentes anteriores no lo hacían, que los controlaban casi como si
fueran de secundaria. No, nosotros sabíamos de la responsabilidad o
el riesgo, pero aún así confiábamos en ellos.
M.¿Pasó alguna eventualidad con algún alumno durante el campamento?
R. Si, recuerdo dos sucesos del primer campamento. Una tarde una
alumna tuvo convulsiones, creo que en una zona arqueológica en
Oaxaca. Pero el problema es que no sabíamos de su
enfermedad; la había ocultado para poder ir al Campamento y creyó que nunca le iba a suceder nada.
Le afectó el calor o no sé qué había pasado con sus
medicinas. Llevábamos un botiquín básico para algún
raspón, alguna torcedura, dolor de cabeza, mareos,
vendas, pero no para algo más delicado.
En otra ocasión en el Istmo unos policías detuvieron a un alumno. Una de sus compañeras me avisó
de lo sucedido, y después de averiguar por dónde lo
podíamos encontrar, mientras íbamos hacía allá de
pronto lo vimos venir hacia nosotros por la calle, muy
campante, porque ya lo habían soltado. Lo habían detenido porque les había llamado la atención, “desentonaba” en la población, su modo de vestir, su pelo
largo, sólo por eso.
§ Jalisco, Guadalajara. Alberto.
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§ San Juan, Michoacán.
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M. ¿Entonces hiciste dos campamentos?
R. Sí dos, y pude haber participado en dos más de
no haber actuado la “mano amiga”. En el del 95 se
lanzó la convocatoria, la cual creo fue evaluada por
el Director, el Secretario Académico o la Coordinadora de Carreras de la Escuela, y nuestra propuesta
fue rechazada.
M. ¿Los dos los hiciste con Alfredo Flores Richaud?
R. Sí, los dos. Teníamos intereses comunes en
cuanto a las rutas. Movíamos mucho del itinerario en
el transcurso, porque ya en el viaje confirmábamos
cuál era la posibilidad más corta, justo para trabajar
más y no estar viajando mucho. En el del 96, literalmente minutos antes de salir, la Secretaria Académica me habló de
un lugar en San Juan Paricutiro muy bueno, accesible y económico
para pernoctar. Entonces, revisando nuestro mapa, vimos que no nos
desviaríamos mucho de nuestra ruta original y allá fuimos. A sugerencia mía –por mi gusto por el montañismo-, una mañana ascendimos
al Paricutín, aunque llegamos a la cima pocos, como ocho alumnos,
Alfredo y yo. Valió mucho la pena haber ido ahí.
El último en el que participé fue el del 96, ya estábamos aquí,
en el CNA. Según me dijo algún administrador los campamentos se
eliminaron por el exceso de presupuesto asignado para la actividad;
supongo que el entonces Director vio que era una de las mejores
maneras de equilibrarlo y total, se perdió el campamento. Todavía en
el 99 participé en una salida didáctica, así está denominado en los documentos, a “La Parota”, Colima, co-organizado con Ernesto Torices,
a iniciativa suya. Propiamente no fue un campamento pues estuvo
dirigido exclusivamente a alumnos de litografía y grabado, duró una
semana y llevamos más o menos veintidós alumnos. Sólo nos dieron
viáticos a nosotros, los alumnos debieron cubrir gastos de hospedaje
y alimentación. Las condiciones ya no fueron las mismas▐
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Ricardo Morales López
Ricardo Morales López es Artista Visual con estudios de Maestría, orientación pintura, en la actual FAD, UNAM. Ha participado en varias exposiciones individuales y en más de cuarenta exhibiciones internacionales y
nacionales. Su trayectoria profesional ha sido reconocida con residencias
artísticas en el extranjero -un par de veces por el FONCA-, menciones
honoríficas y obras en museos internacionales y nacionales. Es profesor de la ENPEG “La Esmeralda” desde el jueves 16 de noviembre de
1989. Ha impartido clases con los Planes de estudios 1981 (puesto en
práctica tres años después, en la Licenciatura en Pintura, Licenciatura en
Escultura y Licenciatura en Grabado) en las asignaturas de Grabado I,
Grabado II, Proyectos Gráficos I, Geometría; en el Plan de estudios 1994
(Licenciatura en Artes Plásticas) impartió el Taller Básico de Grabado (I,
II, III y IV), Taller Básico de Grabado (Litografía), Taller de Dibujo, Taller de
Producción y Taller de Apoyo de Grabado (Litografía). En el actual Plan de
estudios 2007, (Licenciatura en Artes Plásticas y Visuales) ha impartido
Bidimensión I, Laboratorio de pintura, Gráfica, Dibujo I, II y III, Seminario
de reflexión conceptual, Taller de Producción de 5o, 6o y 7o semestres
y Módulo de Producción Final de 8o semestre. En su práctica docente y
de producción, integra la investigación documental que ha realizado de
interpretación de imágenes y reconocimiento de sistemas de impresión en
las artes gráficas mexicanas, en especial de mediados del siglo XIX a la
fecha. Sus hallazgos de investigación los ha divulgado en documentales,
foros académicos y congresos nacionales e internacionales.
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ANEXOS
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§ Comprobante
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§ Propuesta
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37 ¤
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§ Propuesta
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38 ¤
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§ Propuesta
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39 ¤
►
§ Propuesta
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40 ¤
►
§ Propuesta
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41 ¤
►
§ Propuesta
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42 ¤
►
§ Tríptico/anverso
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43 ¤
►
§ Tríptico/reverso
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44 ¤
►
§ Campamento/oficio
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45 ¤
►
Diseño: [email protected]
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ENPEG “La Esmeralda“
Departamento de Difusión Cultural
Diseño Editorial Abraham Islas Rodríguez
© México, D.F. Julio, 2015
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